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La verdadera transformación

José Jesús Carrera Mendoza

El deseo de alcanzar la verdad, es el motor que mueve al hombre a emprender el camino del
conocimiento. Partimos de la realidad y aceptamos que podemos llegar a conocerla tal y como es,
que podemos conocer lo que el mismo hombre es, y, sobre todo, que podemos conocer la verdad
de Dios. Y aunque nuestro conocimiento es limitado, es real. El camino para alcanzar la verdad tiene
dos senderos: la fuerza natural y la sobrenatural, fe y razón que no están en disputa sino en
complementariedad, «la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se
eleva hacia la contemplación de la verdad» (Fides et ratio, 1). Es en este camino donde reconocemos
que la realidad tiene una razón de ser, una finalidad y que nosotros, gracias a nuestra propia
naturaleza y dignidad, imagen de Dios, estamos llamados a ocupar un puesto singular en la creación.
Ante esto surge la cuestión ¿Qué hemos realizado en la creación y en que la hemos transformado?

Dejando de lado las distintas dimensiones del mundo (la vida vegetal, animal, etc.), y sujetando
nuestra reflexión a la dimensión humana, a la sociedad en concreto, es aquí donde la pregunta antes
planteada toma fuerza en nuestra conciencia, puesto que no podemos negar o intentar ocultar que
en nuestra cultura en muchas ocasiones el hombre se ha convertido en el lobo del mismo hombre,
y ha sido victimario y víctima de los más grandes y atroces acontecimientos. Así, aquel que fue
llamado a someter la creación para hacer presente el Reino, se ha vuelto su propio aniquilador. Y
aunque no todo es sombra en el actuar del hombre, cierto es que hay mucho por iluminar.

Para iluminar el mundo entero el hombre necesitará comenzar por dar luz verdadera a la sociedad,
efectuar la transformación real, el cumplimiento del plan de Dios. Cuando Dios se auto revela por
medio del mensaje bíblico, nos da la opción de una concreta renovación, de adoptar una nueva
visión del mundo y de nuestra sociedad. El cambio no vendrá por que la estructuras cambien, sino
que las estructuras cambiarán cuando sea el hombre el que cambie, y lo haga desde dentro. La
conversión del corazón, hacer nuestros el pensar y el vivir de Dios, para luego actuar hacia fuera:
este es el paso hacia un mundo mejor, de aquí vendrá el cambio de las instituciones, sistemas y
naciones.

«Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de


vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad» Papa Francisco, Laudato
sí, 208.

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