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PTAH OTEP
En las dinastías V y VI del Antiguo Egipto los enfermos eran llevados al sol
para que "Ra" los curase. En los murales de aquella civilización observamos
como los sacerdotes ponían sus manos al sol. Buscaban cargarlas de energía
y luego las apoyaban sobre los dolientes.
Posteriormente se interpreto que en la mano del hombre estaba el creador. Al
tocar con un gran sentimiento y deseo de curar se unía la gran energía
cósmica, a la fuerza vital que existe en todos los seres y elementos del
universo. Axial es como el místico comenzó a entender mas a si mismo y al
mundo.
Los sacerdotes se concentraban con fe. Tocaban a sus enfermos y veían como
estos iban mejorando. Se preguntaron entonces: que hay en nuestras manos?
donde esta Dios? en el cielo o en ellas? De esa forma el hombre comenzó a
buscar explicaciones dentro de si mismo.
Al principio realizaban oraciones pidiendo a Dios, a Osiris, que cure a tal
enfermo. Algunos sanaban, pero otros morían, a pesar de haber usado las
mismas oraciones, la misma fe...
Llega un momento en la historia, con el surgimiento de la Gran Escuela
Hierofantina de Ptah Otep, en que se comienza a tomar responsabilidad sobre
la sabiduria. Estamos frente al primer concepto de ciencia, donde el hombre
además de mirar al Creador, también mira su Creación.
Nace entonces la conciencia y la responsabilidad sobre la sabiduría y el
enfermo. Hasta ese momento, toda la magia dependía de la voluntad de Dios.
Si la persona sanaba o Moria era porque Dios axial lo había querido. Pero a
partir de la Dinastía XII, con el gran Sheri Otep se empieza a exigir a los
sacerdotes conocimientos sobre el cuerpo humano y como curarlo.
Casi 5000 años atrás, Sheri Otep dijo a sus discípulos: "Pónganse una
vestimenta de sacerdote y séanlo, pues tienen una misión en la vida."
Ptah Otep crea la Primer Escuela de Medicina, siguiendo los fundamentos de la
doctrina de su Maestro Hermes Toth. Le da axial un sentido, una filosofía y una
moral tan elevada, que aquel discípulo que salía de ella obtenía el titulo mas
importante del Alto y Bajo Egipto.
No era nada sencillo ingresar en aquel templo donde se aprendía a curar y a
superarse a si mismo. Estaba ubicado al Oriente del Río Nilo, al otro lado de
los pantanos. Para ser aceptado como discípulo había que llegar
atravesándolos. Los neófitos que en la mas absoluta soledad y sin alimentos,
entraban a los pantanos, demostraban axial su amor, su valor, su entrega y su
gran fe. Fe en que serian elegidos por el Destino para cumplir aquella gran
misión.
Para cruzar demoraban dos semanas. Dos semanas que parecían
interminables, asechados por cocodrilos y serpientes. Sabían que ya no podían
volver. Tampoco tenían a quien pedir ayuda. Ni siquiera a su Dios, ya que
estaban justamente tratando de demostrar a El, que eran aptos para aquella
misión.
Su única carta era seguir al hipopótamo. Los egipcios sabían que donde hay
hipopótamos no hay cocodrilos.
Muchos de aquellos jóvenes jamás vieron las soleadas Tierras de Ptah, no se
supo más de ellos. Pero el que lograba llegar era muy bien recibido por los
discípulos que moraban en aquel lugar. Empezaba una nueva etapa en su vida.
Luego de vencer todos sus miedos, de enfrentar las pruebas y llegar sano y
salvo, indudablemente aquel joven ya no era el mismo. En la oscura soledad de
la noche se ha encontrado, ha aprendido a oír su corazón.
Los sacerdotes lo esperaban para realizar la ceremonia de recibimiento. Luego
se bañaba para purificar su cuerpo y su alma. Le ponían una nueva vestidura,
simbolizando que seria un hombre nuevo y cortaría con su pasado, con su
egoísmo, con su vanidad, sus miedos y debilidades. Le ataban las sandalias
para empezar un camino de pureza y axial entrar a el templo donde haría su
juramento de luchar por un mundo mejor.
Entrar en la escuela de Ptah Otep, significaba renunciar a muchas cosas para
llegar a ser un hombre superior, elevado y ordenado.