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CADENAS DE HORROR.

Érase una vez en un barrio muy lejano una joven muy bella llamada Angélica, a sus
17 años de edad conoció a un militar de 23 años llamado Pedro que estaba de vacaciones,
este al verla se enamoró completamente y su amor era correspondido.
Angélica era una chica rebelde que estaba terminando sus estudios de bachillerato,
había crecido solo con su madre puesto que su padre había muerto en la milicia cuando ella
tenía tan solo 6 años de edad, su madre la crio con un pequeña pensión que les había dejado
su esposo y algunos trabajos espontáneos en casas de familia, por lo que nunca tuvo tiempo
para compartir con Angélica; la muchacha comenzó a hablar con Pedro, iban a comer helado,
salían a bailar, iban a comer perro caliente en el mirador del barrio, iban a cine, y así, todo
esto transcurrió por un mes, hasta que Pedro tuvo que volver al ejército, la noche anterior
Pedro le pidió a Angélica la tan anhelada prueba de amor, ella estaba muy enamorada y
accedió a estar con él, este le dijo que cuando volviera la iba a sacar de su casa, le iba a
comprar un apartamento y le iba a dar la vida de reina que se merecía.

El tiempo pasó y Angélica no volvió a tener noticias de


Pedro, sino hasta dos meses después, cuando pudo contactarse
con él, éste había vuelto a la ciudad, y ella tenía algo muy
importante que decirle, al igual que él, pedro le dijo que lo
habían destituido del ejército según él injustamente, y que
estaba buscando trabajo, ella por su parte le dijo que estaba
embarazada de él, y que no sabía qué hacer, que ella iba a
abortar porque quería ser modelo y si tenía un hijo le iba a
dañar su cuerpo, pedro sorprendido al escuchar esto, le dijo que
él iba a responder por el niño y que si ella abortaba le iba a
decir a la mamá para que la echara de la casa; cuando la mamá
de Angélica supo del embarazo, le dijo a Pedro que tenía que
casarse con ella y así fue.
Al mes siguiente se casaron y se fueron a vivir juntos, Pedro había conseguido un
trabajo como vigilante en un conjunto residencial cerca de la casa, al poco tiempo
comenzaron los problemas, el dinero no alcanzaba, y la llama del amor se había extinguido
en la pareja, Pedro comienza a consumir mucho alcohol y en una de sus borracheras cuando
Angélica le comienza a hacer reclamos sobre el dinero que no alcanzaba en el hogar, Pedro
cegado por el odio, le pega casi al punto de dejarla inconsciente, la mamá que vivía cerca de
la casa la llevo al hospital y cuando Angélica reaccionó, le dijo:
-¡Si la pegaron fue por su culpa!, los
hombres tienen derecho a divertirse y usted no
tenía por qué hacerle reclamos a él, uno de
esposa debe servirle al esposo como manda
Dios-, esa noche Angélica estuvo a punto de
perder a su hijo e incluso de morir,
afortunadamente contó con la atención de
unos buenos médicos que le salvaron su vida
y la de su hijo, cuando le preguntaron por las
causas de su incidente ella argumentó que
había sido un carro que la había atropellado.
Al otro día, Pedro llegó con gran ramo de rosas pidiéndole perdón a su amada y
prometiéndole que nunca mas le volvería a pegar, y así fue, al menos por un tiempo, Pedro
dejó a un lado el alcohol, y se dedicó a cuidar a su esposa con ayuda de su suegra; al cumplir
los nueve meses, Angélica en un parto muy complicado logró dar a luz a un niño, al que
llamaron Felipe; cuando Pedro lo vio, se sintió muy orgulloso y le prometió que iba a ser el
mejor padre del mundo, cosa que no cumplió, puesto que el mismo día del nacimiento de
Felipe, Pedro se fue a celebrar con sus amigos el hecho de que ya era padre, por su parte
Angélica desde que nació el niño se reusó a amamantarlo.

El niño fue criado por su abuela, puesto


que su padre siempre estaba trabajando y su
madre estaba todo el día mirando las estrías y
el sobrepeso que le había dejado el embarazo
en su cuerpo, lo que ocasionó en ella una
terrible depresión, Felipe creció hasta los dos
años criado por su abuela, ella era quien se
ocupaba de todo lo relacionado con el niño,
incluso a veces se lo llevaba a dormir a su casa,
para que el niño no viera las constantes peleas
entre sus padres, y estos en su propio mundo, a
duras penas notaban que tenían un hijo, pero
desafortunadamente para Felipe, la salud de su abuela se fue deteriorando y ya no podía pasar
tanto tiempo con él, sin embargo trataba de hacer todo lo humanamente posible para
compartir con su nieto, el niño fue creciendo sin el amor de sus padres, y cada vez que les
pedía algo estos lo ignoraban, lo regañaban e incluso le pegaban, esto ocasionó que Felipe
no pudiera llorar, y cuando se sentía triste, su padre le decía:
- ¡Usted es un hombre y los hombres no lloran! - Y cada vez que Felipe comenzaba a gemir
su papá le pegaba.
A los tres años de edad Felipe entró al jardín del barrio, y desde que ingresó, la
profesora del jardín comenzó a notar comportamientos agresivos y rebeldes en el niño, por
lo que acudió a hablar con la mamá, y explicarle lo acontecido con la criatura, a lo que ésta
respondió:
–Yo lo que parí fue un demonio, no se mate la cabeza que al igual es bien bruto igual que yo
y no va a aprender nada- al recibir esta respuesta la profesora acudió a hablar con el papá a
lo que él respondió:
-Eso no es problema mío, yo trabajo todo el día y estoy muy ocupado, eso es problema de la
bruta de la mamá y ahorita suyo porque para eso le estoy pagando-.
La profesora muy desilusionada varias veces se quedaba en las tardes con
complicidad de la abuela del niño, ayudándole a hacer tareas puesto que siempre que el niño
pedía ayuda a sus padres para hacer sus tareas, éstos le decían:
- ¿No se supone que esta estudiando? Usted tiene que saber, ¿pero qué va a saber? Si es bien
bruto-, y su abuela no sabía ni leer ni escribir, por lo que no le podía ayudar en sus labores
escolares.

La vida del niño transcurrió entre gritos, insultos,


regaños y golpes, con su padre que cada vez consumía más
licor, y su madre que seguía con sus complejos de
inferioridad; a pesar de todo esto el niño llega a la primaria,
allí su agresividad incrementa por lo que llaman a sus padres
una y otras vez, sin que Felipe tuviera alguna mejoría en su
comportamiento, a pesar de todo esto, Felipe era un niño muy
inteligente y su profesor de primaria hablaba con él, trataba
de aconsejarlo y dedicarle más tiempo para que Felipe
aprendiera las lecciones, así transcurrió un tiempo hasta que
un día su padre le dijo:
- ¿Usted qué tanto es lo que hace en la escuela? ¿Acaso es que se enamoró del profesor?
¿Si quiere le compro una muñequita? ¡Maricón! -.
Después de las palabras de su padre Felipe nunca volvió a quedarse estudiando con su
profesor y repitió quinto de primaria, al comenzar la secundaria Felipe conoce malas
amistades, sus nuevos amigos hacían parte de la pandilla del barrio, estos le enseñan la calle,
el licor, y varias sustancias psicoactivas, Felipe deja de estudiar y se dedica a trabajar con
ellos, repartiendo drogas en los colegios, robando, e incluso llegando a quitarle la vida a
muchas personas; su abuela ya muy maltratada por la vida le dice llorando:
-Mijo deje las calles que eso no trae nada bueno, yo no quiero que me lo maten, vuelva al
colegio y prepárese que yo quiero estar viva para cuando usted sea un doctor-, pero Felipe
hace caso omiso a las suplicas de su abuela.
Ya Felipe tiene 14 años es un joven frio, parco y solitario, su papá sigue consumiendo
cada vez más alcohol y ya era de casi todos los días que este llegaba borracho y se desquitaba
con Angélica, y su abuela enfermaba día tras día, mientras tanto él, seguía trabajando con sus
amigos, por ello se había ganado muchos enemigos y había tenido que ver morir en sus brazos
a muchos de sus compañeros; a esta edad Felipe se convierte en la mano derecho del que
mandaba en el barrio alias “El duro”, al que Felipe consideraba un verdadero padre.
Un día Felipe estaba manejando la moto de El Duro y llegando a su casa ve como
apuñalan a su abuela, que había tenido que salir a comprarle vendas a su hija para cubrirle
las heridas de la última golpiza que la había propiciado Pedro, junto al cuerpo de su abuela
le dejan un mensaje a Felipe que decía
–Váyase del barrio o la próxima será su mamá-, Felipe destrozado llorando le dice a su
abuela:
-Abuela no me dejes, no me dejes porque me quedo solo en este mundo, perdóname por no
hacerte caso, perdóname, no te vayas, yo voy a volver al colegio y tú tienes que verme
convertir en doctor, abuela no me dejes, yo te amo-, pero su abuela no pudo escuchar sus
promesas.
En la sepultura de su abuela, Angélica destrozada le dice a su hijo:

-Maldigo la hora en que te parí, por su culpa hoy mi


mamá está muerta, por su culpa mi mamá está muerta,
usted la mató-, y le gritaba una y otra vez –asesino,
usted la mató-.
Felipe destrozado por las palabras de su
madre, al llegar a casa se dispone a hacer su nota de
suicidio; cuando su mamá llegó se encerró en el cuarto
a llorar la pérdida de su madre, y al rato llegó Pedro
en estado de embriaguez, cuando vio a Angélica
llorando le dijo:
-Mi amor ¿Por qué lloras? Jajaja ¿Por qué lloras? Si
deberías estar feliz, se murió esa vieja metida,
chismosa, usted ni la quería, ¿Por qué lloras? - y en
ese momento la agarró por el cuello y gritando le
decía: - ¿Por qué llora? Perra, no llore, ¿Por qué
llora?, Felipe cansado de ver como su padre
maltrataba a su madre agarro un cuchillo de la cocina y con todas sus fuerzas, se abalanzó
sobre su padre y aprovechando el contacto más cercano que a lo largo de su vida tuvo con su
padre, mirándolo a los ojos le enterró el cuchillo en el estómago, hasta que éste cayó al piso,
después de esto Felipe llorando se da la vuelta y ve a su madre horrorizada contra la pared, y
le dice:
- ¡Perdóname madre! - y con el mismo cuchillo que asesinó a su padre, se pasó el filo por su
cuello y cayó al suelo.
Cuando llega la policía se encuentran con una escena desgarradora y escalofriante,
padre e hijo unidos literalmente por la sangre, y ven en el rincón de la casa a Angélica,
llorando desconsoladamente, se había quedado completamente sola; Angélica, después de
esto necesitó ayuda psiquiátrica para poder sobrevivir un tiempo, cuando pudo volver a su
casa, leyó la nota que su hijo le había dejado, la cual decía:
Hola mamá, hoy te escribo por primera y última vez, lamento no poder hacerte caso
a ti y a papá pero ya no puedo aguantar más, parece que mis ojos no pueden contener más el
llanto de 14 años de vida, antes de morir quiero darme el lujo de llorar como nunca lo he
hecho, y ahora puedo hacerlo porque papá ya no me va a poder pegar; quiero pedirte perdón,
por dañar tu cuerpo que tan mal te ha hecho sentir, pero no fue mi culpa, yo no pedí nacer, y
hubiese sido lo mejor, tu serías modelo, mi abuela estaría viva y papá estaría mejor, lamento
haber sido una carga para ti desde que nací, si hubiese podido escoger entre nacer y no nacer,
perfectamente hubiese escogido no venir a este mundo a dañarles la vida, y ser un estorbo
para ustedes, todo estaría mejor si yo nunca hubiera nacido, perdóname madre porque fui un
insensato por querer recibir amor tuyo cuando era algo imposible para ti, discúlpame madre
por haberle causado la muerte a mi abuela, ahora que lo pienso, gracias a ella estoy vivo en
este momento, ella es mi vida, y si ella no está, mi vida no tiene sentido alguno, me voy
tranquilo porque sé que con mi muerte voy a evitar la tuya por culpa mía, y por que sé que
cuando me vaya vas a sonreír y yo te estaré mirando desde algún lado, mirando por fin esa
sonrisa que no tuve la dicha de conocer en 14 años, no llores madre mía, no te sientas
culpable, mi abuela me lo advirtió muchas veces y yo no le hice caso, hoy me arrepiento pero
lastimosamente con el arrepentimiento no logro nada, así que esperemos que con mi sangre,
pueda condonar una de mis tantas culpas, ya para despedirme madre mía, solo me queda por
decirte, TE AMO.
Esta no es una historia cualquiera, es la cruda realidad que deben vivir muchos niños
de nuestra sociedad que se ven rechazados por sus padres, que sienten que son una carga para
su familia, que ven en la calle y en las drogas la salida a todos sus problemas, esta es una
historia que busca crear conciencia en todos los padres y adolescentes, para que seamos
sensatos en la forma de tratar a nuestros niños ya que en la niñez es donde se establecen los
lazos afectivos más importantes, fuertes y duraderos de un individuo.

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