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INDICE
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
2 Distinta es la situación jurídica de las tierras pertenecientes a los pueblos que han ofrecido
mayor resistencia en cuanto son objeto de arrendamiento: agri vectigales auibus censoria
locatio consiituta est. Véase BONFANTE, Storia, 1 pág. 270.
fundo colindante, siempre que aquí no sea dado intentar la actio ad
exhibendum.
b) Por disposiciones pretorias que tienen precedentes en las XII Taifas
se dispone que si un árbol proyecta sus ramas desde un edificio
sobre el edificio del vecino, puede éste pedir la corta de aquél, y en el
caso de no ser atendido, talarlo él mismo y hacerlo propio.
c) En la época postclásica se prohibe que las propias construcciones
oscurezcan excesivamente la casa del vecino. A imagen de normas
dictadas para el Oriente, se dispone que nadie levante edificios a
menos de cien pies de distancia de los ya existentes que tienen
vistas sobre el mar. La legislación justinianea establece que el
propietario debe tolerar el saliente del muro de propiedad del vecino,
siempre que no exceda de medio pie. Igualmente, prohibe las
construcciones que quiten aire al vecino, cuando a éste es preciso
para la limpieza del grano en las faenas agrícolas.
d) Cualquier nuevo edificio debe ser construido a doce pies de
distancia, cuando menos, del ya existente, o a quince, si éste es
público.
La altura de los edificios no puede ser superior a cien pies.
e) El propietario de un sepulcro situado en terreno al cual sólo se
tiene acceso por el fundo vecino, no se halla asistido, en la época
clásica,
de un derecho de paso forzoso, si bien le es dado pedir la entrada en'
forma precaria y extraordinaria. La legislación justinianea reconoce,
en cambio, el derecho de paso forzoso, dejando a salvo la equitativa
indemnización. Surge así, en relación con el iter ad sepulchrum, la
servidumbre legal de paso necesario, que se extenderá más tarde a
todos aquellos casos en que un fundo se halla enclavado dentro de
otros fundos.
f) El propietario de un fundo debe permitir, en los límites de la humana
tolerancia, los humos y otras emanaciones —- immissio — del fundo
del vecino.
g) En la época clásica rige un principio del ius civile a tenor del cual las
aguas deben discurrir naturalmente a través de los fundos, según la
configuración del suelo y del subsuelo.
Existe una discusión entre los clásicos acerca del momento en que se
pierde, por el abandono, la propiedad. Según los proculeyanos, la
pérdida de la propiedad coincide con el acto de aprehensión por parte de
otro; los sabinianos, por el contrario, entienden que la propiedad se
pierde en el instante mismo en que el titular se despoja de la cosa. Esta
opinión, que concibe la derelictio como una transmisión a persona
incierta, fue acogida por la jurisprudencia más tardía y por la legislación
de Justiniano.
5.4 Especificación.
Con este nombre se designa la transformación de una materia prima en
una cosa nueva. Tal ocurre, por ejemplo, cuando se obtiene vino de la
uva, o carbón de la leña, o un vestido de la lana.
Elaborado un producto con materia ajena, ha de decidirse acerca de su
propiedad. Según los sabinianos, la cosa nueva pertenece al dueño de
la materia, puesto que de ella deriva; los proculeyanos, por el contrario,
atribuyen la nova species al artífice. Los mismos proculeyanos
distinguen todavía entre la species que puede reducirse a su estado
anterior, y aquella en que tal no es posible. En el primer caso, el
propietario de la materia continua teniendo el dominio; en el segundo,
la nova species corresponde al especificador. Esta media sententia
es acogida por Justiniano, si bien añadiendo la nueva regla de que el
especificador adquiere la propiedad de la cosa especificada cuando
elabora con materia en parte propia y en parte ajena.
6.1 Mancipatio.
Llámase mancipatio al negocio de enajenación de las res mancipi
cumplido en la forma solemne del gestum per aes et \bram. Las
características de la misma, tal como las describe Gayo, son las
siguientes: en presencia de cinco testigos, ciudadanos romanos y
púberes, y de otra persona que sostiene una balanza y actúa de pesador
o fiel contraste, el adquirente, teniendo en la mano un trozo de cobre
hace la ritual y categórica afirmación de que la cosa le pertenece de
conformidad con el derecho de los quírites, y que la compra mediante el
cobre y la balanza de cobre: hunc ego hominem ex iure Quiritium meum
esse aio isque mihi emptus esto hoc aere aeneaque libra; después
golpea la balanza con el trozo de cobre y da éste como precio.Con la
declaración unilateral del adquirente termina el acto.
6.3 Traditio.
Traditio significa "entrega". La entrega de la cosa modo más antiguo y
natural de enajenación de res nec mancipi. Su eficacia traslativa
depende de que se cumplan los siguientes requisitos:
1. La entrega misma.
2. La voluntad concorde de transmitir y adquirir la propiedad.
3. El fin práctico que, de modo inmediato, motiva la entrega, y es
reconocido por el Derecho como fundamento de la adquisición: iusta
causa traditionis.
6.4 Usucapió.
Usucapió es la adquisición del dominio por la posesión continuada de
una cosa durante un cierto tiempo. En las épocas antigua y clásica, esta
institución responde a la necesidad de convertir en propietario a quien no
es tal, sea porque el transmitente, carece de derecho, sea porque no se
ha observado la forma requerida para la transmisión. Desaparecida
luego la distinción entre adquisiciones formales y no formales, la
usucapió tiene por fin único el de transformar en verdadera la situación
jurídica aparente del que adquiere, de buena fe a non domino.
Según el régimen de las XII Tablas, la propiedad se adquiere por el
estado posesorio continuado durante dos años, si la cosa es inmueble, o
de uno, si es mueble: usus auctoritas fundi biennium, ceterarum rerum
annus esto. Por usus se entiende la posesión; por auctoritas, la ayuda
que debe prestar el enajenante al adquirente. Usus y auctoritas durante
el mismo tiempo, es decir, el necesario para que se consolide la
propiedad. Afirmada ésta pro la usucapio, uno y otra desaparecen, y el
adquirente tiene a su favor un título jurídico autónomo e inatacable. El
deber de prestar ayuda no tiene límites de tiempo cuando el que
pretende usucapir es un extranjero, ya que a los extranjeros no les
alcanzan los beneficios de la usucapio: adversus hostem aeterna
auctoritas.
Aparte del tiempo marcado para la usucapio (uno o dos años), las XII
tablas no establecen otro requisito que el de la ausencia de hurto: las
cosas furtivas no pueden ser usucapidas. La lex Atinia, del siglo II a. de
C, abunda en la misma norma, si bien establece la posibilidad de
usucapir, en el caso de la reversio ad dominum, es decir, la vuelta de la
cosa furtiva al despojado, aunque sólo sea por un instante. La lex Plautía
de vi del siglo I a. de C, prohibe la usucapión; de las res vi possessae. El
Derecho clásico da un nuevo paso, al fijar otros dos fundamentales
requisitos: uno objetivo, la posesión fundada en una/ iusta causa o iustus
titulus; y otro subjetivo, la bona fides del poseedor, usucapiente.
La usucapio es un modo de adquisición iuris civilis. Como tal, sólo
beneficia a los cives romani — ya los latinos—, y recae exclusivamente
sobre cosas susceptibles de propiedad quintaría. La usucapió no se
aplaca, por tanto, a los fundos situados en las provincias. En éstas, y
durante la época imperial, hay otro medio jurídico — de origen griego,
según parece lo más probable — para proteger la larga posesión de un
fundo. Se trata de la praescriptio longae possessioms, o longi temporis,
que atribuye al poseedor de largo tiempo la facultad de oponerse,
mediante un procedimiento semejo al de la exceptio romana, a la
reivindicación del propietario. En un principio, se limita a los inmuebles,
siendo sujetos beneficiarios tanto los ciudadanos romanos como los
peregrinos. Más tarde, se extiende a los muebles, pero como derecho
que sólo alcanza a los peregrinos.
Los requisitos de la praescriptio longi temporis son: el iustum initium
possessionis o iusta causa; la bona fides del poseedor prescribiente, y el
estado posesorio continua durante diez años antre presentes o veinte
entre ausentes. Presencia y ausencia se entiende en el sentido de que el
prescribiente y el propietario habiten en el mismo municiio o en municipio
distinto.
VIII. EL CONDOMINIO
Según un principio fundamental romano, no es dable la existencia de
una propiedad ejercida por varios individuos sobre la misma cosa. En
este sentido afirma Celso: duorum in solidum dominium esse potest.
Si la propiedad es exclusiva, en cuanto que una cosa no puede
pertenecer in solidum a varias personas, se admite todavía una
comunidad de propiedad por cuotas ideales, esto es, sin atribución de
partes físicas.
Esta pluralidad de derechos de propiedad sobre la misma cosa,
conocida por los romanos con el nombre de communio, puede ser
voluntaria o incidental, según provenga, respectivamente, de la voluntad
concorde varias personas — que actúan así de conformidad con las
reglas del contrato de sociedad — o da un hecho que queda al margen
de toda decisión o determinación de los sujetos — communio incidens.
Ocurre lo último, cuando una cosa es legada en común a dos o más
personas, o cuando dos cosas pertenecientes a dueños distintos se
unen casualmente.
La primera figura del condominio es el consortium inter fratres o
comunión universal de bienes constituida entre los filiifamilias a la
muerte del patet. Característica del consortium es el régimen del
ejercicio dominical in solidum, y no el del ejercicio pro parte, tal como se
ofrece en la época clásica. Cada uno de los consortes es dueño de la
totalidad y, de consiguiente, tiene el pleno poder de disposición sobre la
cosa. Todo pertenece a todos, y el poder íntegro de cada uno sólo se ve
limitado por el ius prohibendi del otro condómino. Cualquier condomino
puede enajenar la cosa o manumitir el esclavo común, con la
consecuencia de transmitir la propiedad de aquélla y declarar la libertad
de éste. Semejante ordenamiento tiene su paralelo en la colegialidad o
cosoberanía de los magistrados romanos.
El régimen del consortium no existe ya en la época clásica, donde
impera el régimen del ejercicio pro parte. El concepto del dominio parcial
informa los actos de disposición jurídica: cada condómino sólo puede
disponer con libertad de su cuota abstracta, enajenándola, gravándola,
etc. Semejante concepto informa también los actos de disposición
material, cuando rnenos en lo que atañe a la adquisición de frutos: cada
condómino hace propios los frutos de la cosa, pero pro parte, esto es, en
proporción a su cuota. En cuanto al uso de la cosa, entendido
igualmente como parte de la disposición material, rige la norma de que
cada condómino puede actuar con independencia, es decir, como
propietario aislado y exclusivo, si bien queda a salvo la facultad de los
demás condóminos para oponerse ius prohibendi. El ius prohibendi
pónese en relación con las innovacioness — construcciones,
demoliciones — que se lleven a cabo en la cosa.
Configurado de modo semejante a la intercessio magistratual, el ius
prohibendi no responde, en realidad, al concepto del ejercicio pro parte,
sino a aquel otro — primario u originario — de la cotitularidad solidaria
del patrimonio. En el Derecho justinianeo, el tus prohibendi sólo es
admitido cuando redunda en beneficio de la communio: si modo toti
societati prodest. Cabalmente, el consentimiento unánime de los
condómios se erige ahora en principio rector.
Un residuo del antiguo régimen es también el ius adcrescendi: si un
condómino no puede adquirir, o, si adquiriendo, renuncia a su cuota,
abandonándola, acrece ésta a los demás condóminos.
Considerada la communio como estado transitorio, cada socius o
dominus puede pedir en cualquier momento la división de la res
communis, mediante la actio communi dividundo. Si la cosa es divisible,
el juez adjudica a cada condómino una porción física proporcional al
valor de su cuota, si es indivisible, se vende a un tercero, o se adjudica a
uno o varios condóminos, viniendo condenados a pagar a los demás una
suma de dinero equivalente a lo que importan sus cuotas.
La adiudicatio verificada por el iudex constituye un modo de adquirir la
propiedad. De modo contrario a lo que ocurre en el Derecho moderno, la
división judicial romana no produce efecto declarativo, sino constitutivo, y
esto significa que la propiedad sobre la cosa adjudi-da se entiende
adquirida desde el día en que se verifica la división.
CONCLUSIONES
PETIT, Eugène. Tratado elemental de derecho romano. Edit. Prrúa, México D.F.
1996.