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Proceso germano

En los pueblos germanos el proceso se halla configurado como una lucha entre partes y tiene lugar
ante las asambleas populares, en las cuales reside el poder jurisdiccional, limitándose la función
del juez a dirigir formalmente el debate y a proclamar o promulgar la sentencia dictada a
propuesta de una Comisión de miembros
peritos en derecho, en los primeros tiempos, y de jueces permanentes especiales (scabini) durante
el denominado período franco (siglos v a xii de nuestra era).

El proceso se desarrolla, a grandes rasgos, de la siguiente manera: citado el demandado por el


propio demandante (mannitio), y constituido el tribunal, se interpone la demanda mediante la
utilización de palabras exactamente prescriptas e invocación a la divinidad, debiendo el
demandado contestarla, sea allanándose o negándola en su totalidad.

En el segundo caso, la asamblea dicta la denominada sentencia probatoria, mediante la cual se


coloca al demandado en la alternativa de justificarse, probando la sinrazón de la demanda, o de
satisfacer la pretensión del actor. De allí que la prueba, en tanto comporta un ofrecimiento
formulado al adversario para demostrarle que carece de razón, reviste dos caracteres
fundamentales, a
saber: 1) se dirige la adversario, y no al tribunal; 2) configura un beneficio, no una carga, que
corresponde ordinariamente al sujeto
atacado, o sea al demandado.

Las pruebas, que no tienen por objeto formar la convicción judicial sino provocar el juicio de la
divinidad, se reducen, fundamentalmente, al juramento de purificacion, prestado por lo común
con conjuradores, que son miembros de la misma tribu que declaran sobre la credibilidad que
merece el demandado, y a los juicios de Dios (pruebas de fuego o hierro candente, agua fría,
ordalias aleatorias y duelo), consistentes en diversas experiencias en cuyo resultado se cree
descubrir la intervención divina.

La sentencia-cuyos efectos, dada la forma pública en que es acordada, alcanza no sólo a los
contendientes, sino a todos los presentes en la asamblea- es susceptible de ejecución privada,
mediante apoderamiento particular de bienes o prenda extrajudicial.

En los períodos franco (siglos v a xii de nuestra era) y feudal (siglo xii hasta la recepción de los
derechos extranjeros) subsisten numerosos aspectos de ese proceso, pero aparecen importantes
innovaciones, tales como una mayor injerencia del órgano jurisdiccional tanto en la etapa de
conocimiento como en la de ejecución, la citación oficial del demandado, la admisión de la prueba
documental y de testigos, la atenuación de las ordalias, etcétera.
La labor de Justiniano
Justiniano debe su celebridad universal a su obra legislativa, que sobresale por su
amplitud. El emperador, según sus propias expresiones, “no sólo debe ser célebre por las armas,
sino también estar armado de leyes para hallarse en estado de gobernar, tanto en tiempo de paz
como en tiempo de guerra. Debe ser el protector poderoso de la ley, así como el triunfador de los
enemigos vencidos”

Es Dios quien da a los emperadores el derecho de hacer e interpretar las leyes, y por tanto,
Justiniano piensa que un emperador debe ser un legislador y considera ese derecho como
santificado por la divinidad. Pero a Justiniano le impulsaron igualmente preocupaciones de orden
práctico. Dábase, en efecto, perfecta cuenta del estado anárquico de la legislación romana en su
época.

En el período del Imperio romano pagano, donde el poder legislativo estaba por entero en manos
del emperador, la única forma de legislación consistía en publicar
constituciones imperiales, llamadas leyes o reglamentos legislativos (leges). En cambio, el conjunto
de leyes creadas por una legislación más antigua había recibido el nombre de ius vetus o de ius
antiquum.

A partir de mediados del siglo III de J.C., la jurisprudencia sufrió una rápida decadencia. Los
trabajos jurídicos se limitaron a meras compilaciones destinadas a ayudar a los jueces, incapaces
de estudiar toda lainnecesaria literatura jurídica, dándoles colecciones de extractos de las
constituciones imperiales y de las obras de juristas antiguos de renombre universal. Pero esas
colecciones eran privadas y sin valor oficial alguno, y así, en la práctica, el juez debía apelar a todas
las constituciones imperiales y a toda la literatura clásica, tarea muy superior a las humanas
facultades.

No debe olvidarse que no había órgano central que asegurase la publicación de las constituciones
imperiales. Estas, creciendo en número de año en año, dispersas en diversos archivos, eran muy
difíciles de utilizar, tanto más cuanto que los nuevos edictos frecuentemente abolían o
modificaban los anteriores.

Todo esto explica la aguda necesidad que se sentía de reunir los edictos imperiales en un corpus
accesible a quienes debían utilizarlos. Ya sabemos que antes de Justiniano se había hecho mucho
en ese sentido. En su obra legislativa propia, Justiniano fue muy auxiliado por las compilaciones
precedentes, a saber, el Codex Gregorianus, el Codex Hermogenianus y el Codex Theodosianus.
Además, para hacer más fácil el empleo de las obras clásicas, esto es, del ius vetus, Teodosio II y su
contemporáneo en Occidente, Valentiniano III, habían dado un decreto reservando el carácter de
autoridad jurídica suprema a las obras de los cinco jurisconsultos más famosos. De lo demás
autores podía prescindirse. Pero esto sólo era resolver el problema en apariencia. Por ende, en las
obras de los cinco juristas escogidos era difícil encontrar decisiones adecuadas a un caso dado, ya
que los jurisconsultos se contradecían a menudo y las condiciones de la vida habían cambiado, con
lo que las soluciones propuestas por los juriconsultos clásicos resultaban caducas a veces. En suma,
se sentía la necesidad de una revisión, oficial y completa, de todo el sistema jurídico; era menester
examinar su desarrollo a través de los siglos.

En los códigos precedentes no se habían reunido sino disposiciones imperiales de


cierta época. En aquellas compilaciones no se mencionaban las obras jurídicas. Justiniano
emprendió un enorme trabajo legislativo, que consistió en compilar todas las constituciones
imperiales promulgadas hasta su época, las cuales hizo fijar en un Código, y en la revisión de todos
los antiguos escritos jurídicos. El auxiliar principal del emperador en esta tarea, y el alma de la
empresa, fue Triboniano.

La labor avanzó con rapidez pasmosa. En febrero de 528 el emperador reunió una
comisión de diez peritos, entre ellos Triboniano, “brazo derecho del emperador en su gran
empresa legislativa y probablemente su inspirador hasta cierto punto” (Bury), y Teófilo, profesor de
Derecho en Constantinopla. La comisión había de revisar los tres códigos anteriores, y suprimir
todo lo caído en desuso, así como ordenar las constituciones imperiales promulgadas después del
Código de Teodosio.

Los resultados de todos aquellos trabajos debían ser codificados en una compilación. En abril de
529 el Código de Justiniano —Codex Iustinianus— fue publicado. Se dividía en diez libros, que
contenían las disposiciones promulgadas desde Adriano hasta la época de Justiniano, y pasó a ser
la única colección de leyes obligatoria para todo el Imperio, suprimiéndose así los tres códigos
anteriores.

Si la elaboración del Código de Justiniano fue muy facilitada por los códigos anteriores, el trabajo
de revisión del ius vetus perteneció exclusivamente al emperador.

En 530 Triboniano fue encargado de reunir una comisión revisora de todos los jurisconsultos
clásicos, a efectos de practicar extractos, eliminar todo lo caduco, suprimir todas las
contradicciones y clasificar en un orden determinado el conjunto de materiales reunidos. Para
ejecutar tal tarea, la comisión hubo de leer y estudiar unos dos mil libros, que encerraban más de
tres millones de líneas. Tan igantesco trabajo, cuya realización, según expresiones del propio
Justiniano, “antes de darse orden de hacerla, no había sido esperada ni juzgada humanamente
posible por nadie en el mundo” y “libró todo el ius vetus de una palabrería superflua”, se terminó
en tres años. El nuevo Código se publicó el 533 y entró en vigor en seguida, siendo conocido por el
Digesto olas Pandectas (“Digesta”, “Pandectae”).

A pesar de la importancia de tal obra, ha de reconocerse que la prisa que presidió su ejecución hizo
el trabajo defectuoso en ciertos aspectos. Se hallan allí gran número de repeticiones,
contradicciones y decretos caídos en desuso. Además, merced a la libertad absoluta que se dejó a
la comisión la facultad para abreviar, interpretar y condensar lostextos, se comprueba en los
resultados finales cierta arbitrariedad y a veces incluso una deformación de los textos antiguos.

En la obra hubo una completa ausencia de unidad. De esto se deriva el que los jurisconsultos del
siglo XIX, que daban mucha importancia a la legislación clásica romana, juzgaran con extrema
severidad el Digesto de Justiniano. Pero hemos de reconocer que esa obra, a pesar de sus
numerosas imperfecciones, prestó en la práctica grandes servicios. Además, ha conservado a la
posteridad un rico material extraído de las obras de los jurisconsultos clásicos romanos que de otro
modo no nos hubiesen llegado hoy.

A la vez que se elaboraba el Digesto, Triboniano y sus dos eminentes auxiliares Teófilo, el ya
mencionado profesor de Constantinopla, y Doroteo, profesor en Beirut, Siria, fueron encargados el
533 de resolver otro problema. Según Justiniano, no todos podían “soportar el peso de tan grande
sabiduría” (el Código y el Digesto). Por ejemplo, los jóvenes que “hallándose en la antecámara del
Derecho quisieran penetrar sus arcanos” no podían esperar adquirir todo el contenido de aquellas
dos voluminosas obras y necesitaban un buen manual práctico. El mismo 533, pues, se publicó un
manual de Derecho civil, destinado primordialmente a los estudiantes. Se componía de cuatro
volúmenes y fue llamado Instituciones (“Institutiones” o “Institutas”). Según Justiniano, aquel
manual tenía por objeto conducir “todas las fuentes turbias del Derecho antiguo a un lago
transparente”.

El decreto imperial que sancionaba las Instituciones iba dirigido a la “juventud ávida de instruirse
en el Derecho” ("cupida legum juventuti")

Mientras se desarrollaba aquel trabajo de compilación, la legislación corriente no se interrumpía.


Se promulgaron muchos decretos. Hubo que revisar toda una serie de cuestiones. En 529 el Código
apareció en varios puntos como anticuado. Se emprendió una nueva revisión del Código y se
concluyó en 534. En noviembre del mismo año se publicó la segunda edición del Código, revisada,
aumentada y distribuida en doce libros, bajo el titulo de Codex repetitae praelectionis. Esta edición
anulaba la precedente de 529 y contenía los decretos del periodo comprendido entre Adriano y el
año 534. Con este trabajo concluyo la ejecución del "Corpus”. No ha llegado a nosotros la primera
edición del Código.

Los decretos posteriores al año 534 fueron llamados Novelas (“Novellae leges”). Mientras el
Código, el Digesto y las Instituciones estaban publicados en latín, la inmensa mayoría de las
Novelas se publicó en griego. Era una concesión importante a las exigencias de la realidad y la vida
practica, y más proviniendo de un emperador penetrado de la tradición romana. En una de sus
Novelas, Justiniano escribe: "No hemos escrito esta ley en la lengua nacional, sino en la lengua
común, que es griega, a fin de que sea conocida de todos por la felicidad que tendrán en
comprenderla”.Justiniano se proponía reunir todas las Novelas en una compilación, pero no logró
cumplir esta tarea, aunque si se hicieron durante su reinado algunas compilaciones particulares de
tales leyes. Las Novelas se consideran como la ultima parte de la obra legislativa de Justiniano y
constituyen una de las fuentes mas importantes de la historia interior de su época.

Era intención del emperador que el conjunto del Código, Digesto, Instituciones y
Novelas formase un corpus legislativo, pero esa compilación única no vio la luz en sus días. Solo en
la Edad Media, a partir del siglo XII, cuando reapareció en Europa el estudio del Derecho romano,
empezó a ser conocido el conjunto de los trabajos legislativos de Justiniano bajo el titulo de Corpus
iuris civilis, o Cuerpo del derecho civil, como aun se llama hoy.

La enormidad de la obra legislativa de Justiniano y el hecho de que estuviera redactada en latín,


lengua poco comprendida por la mayoría de la población, provocaron la publicación inmediata de
cierto numero de comentarios y abreviaciones griegas de algunas partes del Código, sin contar
traducciones mas o menos fieles (paráfrasis) de las Instituciones y del Digesto, acompañadas de
notas explicativas. Estas compilaciones se debieron a los mencionados auxiliares de Triboniano,
Teofilo y Doroteo, y algunos otros. Estos pequeños resúmenes redactados en griego, y necesarios
por las exigencias de la época y las circunstancias practicas, contenían bastantes errores y
omisiones respecto a los originales latinos; pero, aun así, se impusieron a estos y los reemplazaron
casi del todo.

A la vez que se renovaba la legislación con tales trabajos, se reorganizaba la enseñanza del
Derecho. Se compusieron nuevos programas de estudios. Los cursos se repartieron en un periodo
de cinco años. En el primero, el principal tema de estudio eran las Instituciones; en el segundo,
tercero y cuarto, el Digesto; y en el quinto, el Código. Justiniano escribía acerca del nuevo Derecho:
"Cuando todos los arcanos del Derecho se desvelen, nada quedará oculto a los estudiantes, y
después de haber leído todas las obras reunidas para Nos por Triboniano y los otros, se convertirán
en abogados distinguidos, servirán a la justicia y serán los más capaces y felices de los hombres en
todos los lugares y tiempos". Dirigiéndose a los profesores, Justiniano escribía: "Empezad, con la
ayuda de Dios, a enseñar el Derecho a los estudiantes y mostrarles la vía que nosotros hemos
trazado, de suerte que siguiendo esa vía se conviertan en perfectos servidores de la justicia y del
Estado y vosotros merezcáis de la posteridad la mayor gloria posible”. A los estudiantes jóvenes les
escribía: "Aprended, con celo y atención, esas leyes que os damos, y mostraos tan instruidos en
esa ciencia que podáis estar animados por la muy hermosa esperanza de, después de terminados
vuestros estudios jurídicos, gobernar el Estado en las partes que os sean confiadas"

La enseñanza se reducía a una simple asimilación de las materias del programa y a unos cuantos
comentarios sobre ellas. No se permitía ejecutar o proponer una nueva interpretación del texto al
referirse al original, es decir a los trabajos de los
jurisconsultos clásicos. Los estudiantes sólo estaban autorizados a hacer traducciones literales y
componer cortas paráfrasis y sumarios.

A pesar de las naturales imperfecciones de su ejecución y los numerosos vicios del método que
presidió su composición, la sorprendente creación legislativa del siglo VI ha tenido una importancia
universal y duradera. El Código de Justiniano nos ha conservado el Derecho romano, el cual nos ha
dado los principios jurídicos fundamentales que gobiernan la mayor parte de nuestras sociedades
contemporáneas. “La voluntad de Justiniano —escribe Diehl— cumplió una de las obras más
fecundas para el progreso de la humanidad”. Cuando, en el siglo XII, se empezó a estudiar en la
Europa occidental el Derecho romano, el Código de Derecho civil de Justiniano fue en varios
lugares la verdadera ley. “El Derecho romano —dice el profesor I. A. Pokrovski— resucitó y unificó
por segunda vez el universo. Todo el desarrollo del Derecho occidental se halla bajo el influjo del
Derecho romano, incluso hasta nuestra época. El contenido más precioso del Derecho romano ha
sido vertido en los parágrafos de los códigos contemporáneos y obra bajo el nombre de estos
últimos”

La ejecución de tal obra legislativa basta para justificar el sobrenombre de Grande que la historia
ha dado a Justiniano.

En la época contemporánea se puede observar un fenómeno muy interesante en el estudio de la


legislación justinianea. Hasta ahora ese estudio sólo servía para penetrar mejor en el Derecho
romano y su importancia era secundaria. Esto no se aplica a las Novelas. El Código en sí no se
estudiaba, ni se practicaban sobre él investigaciones independientes. En tales condiciones, el
principal reproche que se podía dirigir a la obra de Justiniano consistía en haber desfigurado el
Derecho clásico abreviando o completando los textos originales. Se hacía responsable de ello a
Triboniano. Hoy se trata de examinar las modificaciones aportadas a los textos clásicos, no como
resultado de la arbitrariedad de los compiladores, sino como el de su deseo de adaptar el Derecho
romano a las condiciones de la vida en el Imperio de Oriente en el siglo VI. Así, la cuestión
importante pasa a ser ésta: ¿correspondía o no la obra de Justiniano a las exigencias de su época, y
en qué medida? El problema debe estudiarse ateniéndose a las condiciones generales de la vida en
el siglo VI, a las cuales hubo aquel código de tender a adaptarse. El helenismo y el cristianismo
debieron ejercer, ambos a la par, influjo sobre la obra de los compiladores. Las costumbres
orientales se mezclaron al trabajo de revisión del antiguo Derecho romano. La tarea de la ciencia
histórico-jurídica contemporánea es definir y apreciar las influencias bizantinas en el Código, el
Digesto y las Instituciones de Justiniano. Las Novelas, como obras de legislación corriente, reflejan,
según es lógico, las condiciones y necesidades de la vida contemporánea.

En relación con la obra legislativa de Justiniano conviene recordar que durante su


reinado florecieron las dos escuelas de Derecho de Constantinopla y Beirut
Procedimiento romano canonico
Proceso común
El proceso común así llamado porque regia en cuanto no lo derogasen leyes especiales escritas se
halla dominado por el principio de orden consecutivo, o sea, por la división del procedimiento en
diversas etapas y estadíos, destinado cada uno de ellos al cumplimiento de un acto procesal o serie
de actos semejantes.

A raíz de la invasión de los bárbaros penetra en Italia el derecho germánico, que desplaza al
derecho Romano de la época imperial

en la medida en que se extiende y consolida el dominio


Longobardo.

Pero a partir del siglo xi comienza a operarse un resurgimiento cada vez más intenso del proceso
romano, fenómeno que obedece, fundamentalmente, a la subsistencia del derecho Romano en
importantes regiones de la península, al reflorecimiento del estudio de las fuentes romanas por
obra de la escuela jurídica de boloña, a las exigencias del tráfico mercantil y a L a extensión cada
vez
mayor de la jurisdicción de la Iglesia, que se valía de un procedimiento sobre el tipo romano.

No se retorna, sin embargo, al proceso romano puro u originario, sino que comienza a
desenvolverse un tipo especial de proceso denominado proceso común, romano-Canónico o Italo-
Canónico que es el resultado de la infiltración de elementos germanicos en el proceso romano. Tal
infiltración respondió, entre otras, a las siguientes circunstancias:

1) los glosadores, post-glosadores, comentadores y prácticos que sucesivamente trabajaron, entre


los siglos XIII y XIV, en la elaboración científica del proceso romano, no pudieron sustraerse a la
influencia del proceso vigente en su época, que era de raíz sustancialmente germánica, y se
encontraron a menudo predispuestos a desinterpretar los textos romano, de suyo difíciles,
tratando de adaptarlos a instituciones procesales que les eran familiares y se hallaban
excesivamente arraigadas en las costumbres de entonces; 2) el derecho Canónico, no obstante
hallarse estructurado sobre bases esencialmente romanas, había acogido numerosas instituciones
del derecho germánico; 3) el elemento germánico era generalmente el dominante en las
instituciones procesales reguladas por los estatutos de los municipios y por las constituciones de
los príncipes.

El proceso común así llamado porque regia en cuanto no lo derogasen leyes especiales escritas se
halla dominado por el principio de orden consecutivo, o sea, por la división del procedimiento en
diversas etapas y estadíos, destinado cada uno de ellos al cumplimiento de un acto procesal o serie
de actos semejantes. A la demanda del actor, que debe formularse por escrito, el demandado
puede oponer defensas previas (terminus ad omnes dilatorias et declinatorias proponendas), que
son examinadas en un estadio anterior a la discusión sobre el fondo del

asunto, e invocar después las restantes excepciones posibles, en oportunidad de contestar la


demanda. Con posterioridad a la litis contestatio (que carece del sentido que tenía en el proceso
romano clásico) se presta el juramento de malicia, que persigue el doble objeto de certificar la
buena fe del litigante y de fijar los términos del litigio.
Sigue a ello precedida por la práctica de la confesión mediante absolución de posiciones el
diligenciamiento de la prueba, que se halla sometido a rigurosas reglas en cuanto a su clase y
alegaciones (terminus ad concludendum), el juez cita a aquellas para sentencia (citatio ad
sententiam), que es dictada en forma pública y oral, cabiendo contra ella la apellatio en caso de
considerarsela injusta y la querella nullitatis en el supuesto de objetarsela por razones formales, sin
perjuicio de los recursos extraordinarios (restitutio in integrum, supplicatio ad principem, revisión).
Debe destacarse, finalmente, que este proceso, en virtud de la costumbre de documentar todas las
actuaciones en el producidas, termina por convertirse en un proceso exclusivamente escrito.

Observa Chiovenda que si bien los principios fundamentales que dominan el proceso común como
los referentes al objeto de la prueba y a la sentencia son de origen romano, la influencia germánica
se advierte en numerosas instituciones, algunas de las cuales han pasado al derecho moderno,
como son, por ejemplo, la querella nullitatis (origen del recurso de casación), la prueba legal
(entendida como conjunto de normas vinculantes de la convicción judicial), la división del proceso
en Do estadíos antes y después de la contestación de la litis y la división del procedimiento en una
serie D fases preclusivas.

La excesiva lentitud que fue adquiriendo el proceso común, determina la introducción, por la
Clementina saepe continget (1306), de un tipo de proceso sumario indeterminado, en el cual rigen
los principios de concentración y oralidad y se amplían los poderes de dirección del juez. Junto a el
surgen otros procesos determinados y especiales que constituyen el origen de los actuales
procesos de ejecución.
Revolución francesa – evolución
Evolución política de la Revolución Francesa

Revolución Francesa

- La Revolución Francesa se ha considerado un hecho particularmente significativo en la Historia


mundial, de tal manera que la política europea entre 1789 y 1914 estuvo basada en la lucha
constante a favor o en contra de los principios declarados en ella.

Sin embargo, la Revolución no se puede considerar un hecho excepcional, sino un proceso lógico.
Se explica como un estadio clave en la evolución de la sociedad, en el tránsito hacia una sociedad
capitalista propio de los países Atlántico- occidentales.

De esta manera forma parte de las denominadas revoluciones burguesas, o revoluciones


Atlánticas, donde se logró la transformación de las estructuras feudales en estructuras propias de
sociedades capitalista, por medio de la unidad nacional y de la destrucción del régimen señorial.

Durante el siglo XVIII se produjeron diversas revoluciones burguesas, entre las que destacan la
Independencia Americana, en 1776; la Revolución Irlandesa de 1782-1784; la Revolución Belga de
1787-1790), y la Revolución Holandesa de 1783-1787. La Francesa fue, sin embargo, la más
dramática y la que tuvo mayores consecuencias, ya que este país era,en cuanto a población, una
cuarta parte del continente europeo.

Causas de la Revolución Francesa.

La Revolución Francesa se produjo en 1789 por una serie de hechos que actuaron conjuntamente,
entre los que hay que considerar, dentro de la evolución lógica de los hechos históricos, la
estructura de la sociedad, las transformaciones demográficas, la estructura económica del país, la
influencia de las ideas ilustradas, y la evolución política singular.

Por ello, hay que hablar de las condiciones económicas europeas, y particularmente de Francia, en
los años previos a la Revolución, puesto que en este país (la más poderosa y poblada de las viejas
monarquías aristocráticas de Europa), aferrado al sistema absolutista y aristocrática, era donde las
ideas ilustradas causaron mayores conflictos.

Estructura Social.

En el siglo XVIII la tierra era la principal fuente de riqueza.

El sistema señorial y los derechos señoriales conferían al aristócrata el poder. La burguesía, sin
embargo, dirigía y controlaba las finanzas, el comercio y la industria, pero la aristocracia se
mantenía a la cabeza de la jerarquía social. En la sociedad francesa prerrevolucionaria, el 70% no
poseían privilegios jurídicos. La burguesía con ideas ilustradas, consideró que esta situación era
insostenible, cuestionando el orden institucional.

El feudalismo, por otra parte, con sus prerrogativas frenaba la expansión de la burguesía y el
avance del capitalismo; por ello la burguesía reclamaba la libertad política y económica, de
empresa y comercio.
El ministro francés Tugot, fisiócrata, conocía la necesidad de explotar la tierra de forma racional,
pero era consciente de que sólo lo lograría con la abolición de los privilegios feudales, ya fueran
personales, o reales, sobre moneda, monopolios, u otros excepcionales. Las ideas de Turgot, que
trató de decretar la libertad de empresa y comercio, chocaron con los intereses de la aristocracia,
que en aquella época ascendía a 400.000 individuos en un población total de aproximadamente 23
millones. Los privilegiados dependían para mantener su ritmo de vida, del cobro de rentas y de
otras execciones, pero en los años precedentes a la Revolución se redujeron sus ingresos por
efecto de la inflación.

La aristocracia, en los años previos a la Revolución que vio peligrar sus rentas, se aferró a sus
privilegios y acaparó los puestos administrativos y burocráticos, lo que fue en contra de los
intereses de la burguesía.

En esta situación de crisis, la reforma fiscal que pretendía Turgot, para salir precisamente de ella,
fue imposible por la férrea oposición de la aristocracia, aunque también es cierto que algunos
miembros de este estamento conocían la razón profunda de los problemas y defendieron el
cambio.

No hay que olvidar tampoco que la burguesía se afianzó como clase a través de las ideas filosóficas
y económicas que más tarde se sintetizaron en la Declaración de Derechos del Hombre y del
Ciudadano; estos derechos defendidos por el Tercer Estado son, fundamentalmente, el de la
propiedad privada, la igualdad ante la ley, la defensa del sistema constitucional con Asamblea que
representase al burgués y, por tanto, la idea de la Soberanía Nacional.

La crisis económica

La crisis fue la causa directa de la Revolución de Francia de 1787. Durante los años anteriores a la
Revolución, se produjo un aumento constante de los precios de los productos de primera
necesidad, como son el trigo y la leña. Esta situación se debió a las malas cosechas, lo que produjo
que los salarios fueran aproximadamente un 25% más bajos que entre 1726 y 1741.

Este contraste, la pérdida del poder adquisitivo, influyó sobre todo en las clases populares, que
sufrieron los efectos del hambre y de la miseria; la aristocracia obtuvo menores ingresos y la
burguesía, por el contrario, se benefició de la situación por un incremento de los beneficios en el
comercio.

El aumento demográfico, con una tasa de un 40% de la natalidad unido a un descenso de la


mortandad, que se situó en un 33%, agudizó los efectos de la crisis.

Como factores adicionales, el Estado tuvo que declararse en bancarrota, incapaz de soportar los
gastos excesivos por la participación en la Guerra de los Siete Años y en la de Independencia de los
Estados Unidos.

La Evolución Política

Los estados Generales

La solución al problema económico era, según Calonne y Brienne la "subvención territorial", pero
esta solución se desechó en 1787.
Concordet, La Fayette, Danton y Mirabeau llevaron a cabo la convocatoria de los Estados
Generales, que no se habían reunido desde 1614, para tomar decisiones sobre el problema. La
aristocracia quiso aprovechar la ocasión para tomar las riendas del Estado, sin tener en cuenta la
crisis económica; querían afianzar sus privilegios feudales.

Tras la convocatoria de los Estados Generales se elaboraron los Cuadernos de Quejas (de los que
hoy conservamos casi 40.000), en los que los diputados se dirigían al rey con sus peticiones y
problemas. El 5 de mayo de 1789, los 1139 diputados (561 entre clérigos nobles y 578 entre
representantes del Tercer Estado y del Estado Llano) se reunieron por primera vez. Sin embargo,
desde el comienzo surgieron los problemas sobre el modo de votar. La burguesía planteó,
amparada en las ideas ilustradas y en su poder económico, una revolución jurídica; pretendían que
a cada persona correspondiera un voto, y no un voto común para cada estamento.

Dada la entidad de esta propuesta, el acuerdo fue imposible, y los miembros del Tercer Estado
rompieron con la legalidad y abandonaron los Estados Generales. Como promotores de la postura
del Tercer Estado destacaron Sieyés, Barnavé, Mounier, encabezaron la Revolución.

Los representantes del Tercer Estado, reunidos en un frontón, se plantearon la idea de hacer
triunfar la Soberanía Nacional y declarar la igualdad jurídica. Por ellos proclamaron la legalidad de
sus tesis a través de la organización de una Asamblea Nacional Constituyente. En ella, los
representantes juraron seguir delante con sus propósitos, y continuar reunidos hasta la
elaboración de una Constitución, que iniciaría un nuevo sistema de Estado. A las reuniones
invitaron a los miembros de los otros estamentos. El rey, ante estos hechos, tuvo que aceptar esta
iniciativa y declarar el inicio de la asamblea nacional Constituyente.

Asamblea Nacional Constituyente.

En la Asamblea Nacional Constituyente se encontraron las siguientes tendencias: los aristócratas


como seguidores del Antiguo Régimen; los monárquicos que deseaban una revolución moderada;
los patriotas, o demócratas, que buscaban la revolución socioeconómica.

Los denominados patriotas, mantenían dos tendencias. Por un lado los Jacobinos, representados
por Marat, Danton y Saint-Just, como representantes de la burguesía media; por otro, los
Girondinos del que formaban parte la gran burguesía, y donde destacó Brissot.

Fue esta una época de tensión política. En ella adquirieron una gran importancia los clubes. En ello
coexistieron diversas tendencias: el Club de Versalles estaba formado por Breton y Lechapelier, y
fue éste el origen de los Jacobinos; el Club Sociedad de 1789, estaba formado por burgueses
moderados y monárquicos como Dupont y Lafayette; el Club de Condeliers,reunía a figuras de la
talla de Marat, Danton o Herbert; el Salón Francés, al que pertenecía la aristocracia intransigente;
o el Club de Amigos de la Constitución Monárquica. Cada club tenía su propia revista, como el
periódico de la Sociedad de Amigos de la Constitución, o Le Moniteur de los Jacobinos.

Desde el primer momento la burguesía se esforzó por estabilizar la acción revolucionaria,


aprovechándose de las masas populares para presionar. Quisieron controlar los distritos, las
secciones y también al ejército.
En este contexto se produjo la toma de la Bastilla, que se puede interpretar como un ejemplo de la
actuación de la masas al servicio de la ideología burguesa, y empujada por la crisis.

La Bastilla, la cárcel y símbolo del poder real, fue la demostración de que la Revolución no podría
pararse. El pueblo se lanzó a la calle tras la dimisión del ministro Necker, porque sintió miedo de
que las reformas prometidas se anulasen.

Las principales consecuencias de la toma de la Bastilla fueron la decisión de eliminar el feudalismo,


tanto jurídica como institucionalmente, para evitar los motines del pueblo. Para llevar a cabo esta
importante reforma se estableció el precio justo para las tierras y se suprimieron los gremios y las
corporaciones. La burguesía, alentando estas medidas, buscó la unificación del mercado interno.

Durante la Asamblea Nacional Constituyente, se elaboraron tres documentos importantes:

- Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano

- La Constitución Civil del Clero

- La Constitución de 1791.

- La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789). Este documento consagraba la
igualdad ante la ley, el ascenso social se hará en virtud del talento. No hay, sin embargo, que
interpretarlo como la democracia que hoy en día entendemos, por cuanto dejaba fuera del sistema
político a las clases populares.

- La Constitución Civil del Clero (1790).

Este documento trató de erosionar el poder temporal del Papa. Se produjo, como causa de la
publicación de este documento, un ambiente tenso entre los clérigos, que se dividieron entre
juramentados (los que aceptaron esta Constitución Civil), y no juramentados.

- La Constitución de 1791.

Esta carta se basó en las ideas de la Soberanía Nacional, la separación de poderes, y la propuesta
de libertad social y política. Fue una constitución claramente burguesa, donde el rey elegiría a los
ministros y éstos adquirían la responsabilidad de dar explicaciones ante la Asamblea.

El papel de la Asamblea era legislativo, y los jueces, elegidos con carácter temporal tenían la
evidente función de hacerlas cumplir.

Una de las mayores innovaciones de esta carta constitucional, fue la modificación del sistema
fiscal. Se dictaminaron impuestos territoriales, que cambiaban radicalmente el sistema de
privilegios de la nobleza y del clero. A la vez, estos impuestos coexistían con los que gravaban las
propiedades personales, sobre todo los artículos de lujo. Asimismo, se establecieron impuestos
sobre sociedades mercantiles.

Como otro remedio a la bancarrota del Estado, se estableció que los trabajadores pagaran un
impuesto igual a tres días de trabajo.

En el orden administrativo, el territorio francés se dividió en departamentos.

Asamblea Nacional Legislativa


Tras la aprobación el 30 de Septiembre de 1791 de la Constitución, se disolvió la Asamblea y se
convocaron elecciones a la Asamblea Nacional Legislativa. Como resultado de estos comicios, se
conformó una Asamblea de carácter netamente burgués, ya que, no lo olvidemos, el sistema
electoral no admitió el sufragio universal.

Fue el ambiente de disputas políticas lo que empujó al rey a huir, por lo que una transición menos
traumática fue imposible. El establecimiento de tropas en la otra orilla del Rin, y el manifiesto
reaccionario de Brunswick hizo que en julio 1792 estallara la guerra. La Asamblea Legislativa se
disolvió y se convirtió en Convención, es decir, en un gobierno de guerra.

Convención Nacional

Esta nueva fase puede considerarse el periodo democrático de la Revolución. El paso hacia la
República se caracterizó por la oposición entre Girondinos y Jacobinos, durante una guerra
deseada tanto por la aristocracia como por la burguesía francesa, ya que durante las elecciones a la
Convención Nacional, la aristocracia fue consciente de que la intención de los Girondinos por
mantener al rey era imposible.

La Convención tuvo dos fases diferenciadas: el periodo en el que gobernaron los Girondinos (1792
y 1793), y aquél en que tomaron las riendas del Estado los Jacobinos (1793-1795).

Francia consiguió parar la invasión prusiana y austríaca en Valmy, sin embargo, la controvertida
decisión de ejecutar al rey Luis XVI se decidió por un estrecho margen (387 votos a favor y 334 en
contra), debido al miedo a la reacción y acuciados por el conflicto interno en La Vendeé.

El enfrentamiento entre los radicales y la burguesía conservadores se radicalizó entonces más aún,
por lo que en 1793 los Jacobinos buscaron el apoyo de las clases más desfavorecidas (los Sant-
Culottes, o desarrapados), para instaurar mediante un golpe de Estado una democracia popular.

Durante los años de gobierno jacobino, Francia estuvo organizada con una economía de guerra, y
dirigida conforme a una nueva Constitución, más democrática, donde se recogió la abolición de los
derechos feudales y señoriales.

Constitucion de 1793

Aprobada por la Convención Jacobina, estableció el sufragio universal directo; la cámara única y,
por tanto, la participación del pueblo en la elaboración de las leyes.

El Gobierno revolucionario fue un gobierno de guerra, apoyado por las clases populares, y en la
política del Terror. Cuando la guerra acabó, también supuso el fin de este gobierno de guerra, y por
tanto de Danton, Marat y Robespierre. El terror legal se utilizó, por tanto, para acabar con la
oposición Girondina, para robustecer el poder central y, según algunos, para evitar el terror
indiscriminado en un periodo de caos e incertidumbre política y militar.

La Convención estableció una serie de mecanismos para llevar a cabo su política:

- Comité de Salud Pública. Se le asignó como funciones la Diplomacia y tareas del ejecutivo.

- Comité de Seguridad General. Actuaba con el órgano supremo, esto es, el auténtico Gobierno de
la Nación.
- Comité ejecutivo, formado por los ministros.

- Comité de Seguridad Nacional. realizaba las misiones de una policía política.

- Agentes Nacionales. Suponía la descentralización de la administración, que se organizó en


departamentos

La política represiva llevada a cabo por la Convención, empujó al gobierno a aplicar en septiembre
de 1793 la Ley de Sospechosos, que supuso la condena en tan sólo cuatro días de 35.000 personas
por el Tribunal de Vigilancia.

El gobierno, para defender al país del desabastecimiento y de la carestía de productos de primera


necesidad, elaboró una política económica dirigida, en la que se establecieron tasas máximas para
determinados productos, así como obligó a los campesinos a declarar las cosechas, para evitar el
estraperlo.

La Convención chocó con el problema de dictar, a la vez, medidas favorables a la burguesía alta y a
los pequeños artesanos, ya que las leyes económicas dictadas fueron en contra de la economía
libre, uno de los objetivos burgueses de la Revolución.

Por otro lado, la Convención sufrió numerosos problemas derivados de los choques entre comités
e instituciones, debido a las atribuciones, a veces poco claras, que cada uno detentaba. Ejemplo de
ello fueron los choques entre Danton y Robespierre, quienes se acusaron mutuamente de ser
tiranos y antirrevolucionarios. Ello, en parte explicó que al final del periodo se juzgará primero a
Danton y más tarde a Robespierre.

Convención Thermidoriana

Entre 1794 y 1795 se produjo el fin de la fase revolucionaria de este trascendental hecho histórico.
A partir de entonces, la Montaña (el partido radical), dejó paso a la Llanura (los reaccionarios).

El gobierno del Estado lo detentaron la burguesía conservadora apoyada por el ejército, que
comenzó una política de depuración de radicales jacobinos, etapa que se conoce como de Terror
blanco.

Como consecuencia de esta alianza entre gran burguesía y militares, se firmaron tratados con
Prusia, Holanda y España, para lograr el fin de la guerra.

Los Jacobinos, sufrieron el cierre de sus clubes ,de sus órganos de expresión, y fueron perseguidos
política y jurídicamente. Por ello trataron de aprovechar las protestas populares por el elevado
precio del pan para intentar tomar de nuevo la Convención, pero el ejército lo evitó, lo que
provocó el fin definitivo del proceso revolucionario en Francia.

El Directorio

El 27 de octubre se disolvió la Convención y se estableció una nueva Constitución que dio


comienzo al Directorio, del cual surgiría Napoleón.

El Directorio transformó de nuevo el sistema político. Aprobó la Constitución del año III (ya que se
mantuvo el calendario revolucionario), por el que se estableció la separación de poderes de la
forma siguiente:
- El poder legislativo quedó formado por un Consejo de Senadores, de 250 miembros mayores de
cuarenta años, y un Consejo de los Quinientos, que proponía resoluciones dadas por el Consejo de
Senadores.

- El poder ejecutivo, o Directorio, del que formaban parte cinco personas cuyo cargo era renovado
cada año, elegidos por el Consejo de Senadores entre diez candidatos presentados por el Consejo
de los Quinientos

- El poder judicial, jueces designados popularmente.

Asimismo, se estableció la administración por departamentos, cargo ostentado por un director y


un comisario.

Como sistema de elección se eligió la democracia censataria, por lo que se admitía que la Igualdad
propugnada por los Jacobinos era imposible, aunque el sistema debía "garantizar la propiedad del
rico y la existencia del pobre".

El Directorio fue, en parte, una vuelta al programa propugnado en la primera etapa de la


Revolución, entre 1789 y 1791, pero con cambios importantes: niega el derecho de insurrección; el
sistema instaurado es burgués y censatario, apoyado en el miedo al periodo radical y en un ejército
profesional, abierto al ascenso por el mérito, y que falsea el juego electoral.

Los problemas que se plateó solucionar el Directorio fueron, por un lado, la grave crisis económica;
a la vez debió acabar con el movimiento de oposición protagonizado por Los Iguales de Babeuf,
que fueron duramente reprimidos en 1797.

El Directorio debió también negociar una paz necesaria, tras las campañas triunfantes de Napoleón
en Italia. En octubre de 1798 se firmó la paz de Campoformio con Austria, y más tarde Francia
logró importantes triunfos frente a la Segunda Coalición. En este periodo en el que el ejército
alcanzó cada vez más protagonismo, se preparó el golpe de Estado del 18 Brumario de 1799 que
llevó al poder a Napoleón, y que refrendó la alianza entre la burguesía conservadora y el ejército
revolucionario. El Directorio se transformó entonces en Consulado y Napoleón logró estabilizar
políticamente el país, transformando las ideas revolucionarias en ideas más conservadoras, más
autoritarias, que evolucionaron hasta justificar la dictadura militar. Con ello se lograba
definitivamente la consolidación del Estado Burgués.

La crisis se produjo en el reinado de Luis XVI, estallando la Revolución Francesa (1789). La


Asamblea Constituyente dio paso a la insurrección del pueblo de París, la toma de la Bastilla, la
abolición de los derechos señoriales, la confiscación de bienes del clero y la detención del rey. La
Asamblea Legislativa (1791) declaró la guerra al rey de Bohemia-Hungría; la derrota de Francia y la
sospecha de traición de Luis XVI desataron el régimen del terror. La Convención (1792) se
caracterizó por el enfrentamiento de los girondinos y el Partido de la Montaña. Las ejecuciones se
multiplicaron y perdieron la vida Luis XVI, Danton, Hébert, etc.; el propio Robespierre, caudillo de
la Montaña, fue guillotinado. La guerra contra la coalición de Austria, Rusia e Inglaterra dio ocasión
a Napoleón de alcanzar importantes victorias. En 1799 un golpe de Estado elevó a Napoleón al
Directorio. Napoleón pacificó el país, estableció el consulado, venció a Inglaterra y Austria y en
1804 fue coronado emperador por el papa. La guerra contra las potencias europeas fue triunfal al
principio para Napoleón, con las victorias de Jena, Wagram y Austerlitz, pero tras la campaña de
Rusia comenzó el declive (1812). Los aliados entraron en París (1814) y Napoleón se retiró a la isla
de Elba. La monarquía fue restaurada con Luis XVIII, pero el temor al antiguo régimen permitió un
efímero regreso de Napoleón, que sucumbió definitivamente en Waterloo (1815). Pese a la
derrota, Talleyrand consiguió mantener la integridad territorial francesa en el congreso de Viena
(1815). En 1830, el rey Carlos X fue obligado a abdicar y la corona fue entregada a Luis Felipe de
Orleans, que impuso un régimen liberal. A pesar de los éxitos en el exterior, como la conquista de
Argel, la crisis económica de 1847 provocó la agitación popular obrera que llevó a la segunda
república. El presidente Luis Napoleón Bonaparte, aprovechando la impopularidad de la Asamblea,
asumió el poder mediante un golpe de Estado y constituyó el segundo imperio (1852). Francia
saneó su economía y creó su imperio colonial, mas una política exterior deficiente llevó a la guerra
con Prusia (1870). La derrota francesa provocó la caída de Napoleón III y el advenimiento de la
tercera república. La Asamblea aplastó la revolución de la Comuna de París e impuso una
estabilidad que fue rota por el affaire Dreyfus. En 1902 se produjo el triunfo electoral de las
izquierdas.

Hist. revolución burguesa Tradicionalmente, la revolución burguesa ha sido identificada con los dos
grandes acontecimientos de finales del s. XVIII y principios del XIX en Occidente: la Revolución
Francesa en lo político y la revolución industrial inglesa en lo económico, que tuvieron como
consecuencia el cambio en el modelo económico de producción -del régimen señorial al
capitalismo- y el acceso de la burguesía al poder político. La crisis del antiguo régimen en las
monarquías europeas se produjo fundamentalmente porque el poder político permanecía en
manos de la nobleza y el clero, únicos estamentos con capacidad de decisión en los parlamentos,
mientras que el poder económico se había desplazado de las grandes posesiones señoriales a los
núcleos urbanos industriales y comerciales. La burguesía tomó conciencia de la necesidad de
acabar con los privilegios fiscales de los estamentos nobiliario y clerical y de implantar nuevas
formas de gobierno. Las revoluciones burguesas transformaron la sociedad estamental en una
sociedad de clases burguesa, con un sistema basado en los principios del liberalismo y el
nacionalismo, donde la teoría del poder divino de los reyes fue sustituida por la de la soberanía
nacional y la abolición de los privilegios dio paso a la igualdad legal, la tolerancia religiosa y la
libertad de pensamiento. Los fundamentos ideológicos en que se apoyaban las aspiraciones de la
burguesía se encontraban ya en la ilustración, pero se fueron matizando con las teorías políticas
elaboradas por Locke, Montesquieu y Jean Jacques Rousseau y dieron lugar a la ideología liberal,
cuyos principios básicos son libertad (libertades civiles y libertades públicas), igualdad y propiedad,
además de la división de poderes. En la práctica, estos principios no siempre se aplicaron en toda
su pureza, sino que se adaptaron al momento que vivía cada país y a sus circunstancias.

Cronológicamente, la primera revolución liberal burguesa fue la surgida en las colonias británicas
de América del Norte, caracterizada por la moderación que asentó a la burguesía en el poder, tras
la obtención de la independencia de los EE UU. En Europa, la afirmación de la nueva teoría política
fue consecuencia directa de la Revolución Francesa. El objetivo de todos los movimientos
revolucionarios posteriores fue la intervención en el juego político, unido a sentimientos
nacionalistas provocados por ocupaciones extranjeras. En 1820 estallaron varias revoluciones, pero
fueron reprimidas; sólo Grecia, levantada en armas en 1821, obtuvo la independencia del imperio
turco, reconocida en la conferencia de Londres (1830). En 1830 estallaron una serie de
movimientos revolucionarios en diferentes países de Europa, el más importante de los cuales tuvo
lugar en Francia. La pequeña y mediana burguesía francesas anhelaban la intervención en un
sistema político que necesitaba de reformas y que tendía al autoritarismo. Las Ordenanzas de julio
(disolución de la Cámara de los Diputados, censura de la prensa) desencadenaron la revolución de
julio de 1830, apoyada por las altas finanzas, que provocó la abdicación de Carlos X y la
entronización de Luis Felipe I. Bélgica obtuvo su independencia respecto a los Países Bajos en el
levantamiento que llevó al trono a Leopoldo I; Polonia desató un movimiento nacionalista frente a
la política asimiladora del zar Nicolás I. En el Reino Unido se produjo una revolución parlamentaria,
adaptada a las circunstancias sociales del país. En 1848 se produjeron en Europa una serie de
revoluciones que, aunque anunciadas por movimientos anteriores, tuvieron como detonante el
destronamiento de Luis Felipe I en Francia y la caída de Metternich en Austria. Estas revoluciones
inauguraron en la Europa occidental la época del predominio burgués a través de las monarquias
constitucionales
Código de napoleon
El Código Civil francés, conocido como Código napoleónico o Código de Napoleón, es uno de los
más conocidos códigos civiles del mundo, y uno de los textos legales más influyentes de la historia.
Denominación oficial que en 1807 se dio hasta entonces llamado Código Civil de los franceses,
aprobado por la Ley del 21 de marzo de 1804 y todavía en vigor, aunque con numerosas e
importantes reformas. Creado por una comisión a la que le fue encomendada la recopilación de la
tradición jurídica francesa, dio como resultado la promulgación del Code civil des Français el 21 de
marzo de 1804, durante el gobierno de Napoleón Bonaparte.

Al asumir el Primer Consulado, Napoleón se propuso refundir en un solo texto legal el cúmulo de la
tradición jurídica francesa, para así terminar con la estructura jurídica del Antiguo Régimen,
eliminando las normas especiales que afectaban sólo a sectores determinados de la población
(leyes para la aristocracia, leyes para los campesinos, leyes para los gremios, etc.), y suprimiendo
las normas locales que suponían un obstáculo para la administración pública, formulando una serie
de normas aplicables de manera general; también se pretendía eliminar las contradicciones y
superposiciones nacidas de la convivencia de diversos regímenes legales, apoyando la estabilidad
política.

Esta nueva estructura se encontraba sostenida en dos ejes. Primero, tenía por base el tradicional
derecho franco-germano del norte, con influencias germánicas tanto de los principados alemanes
como de los Países Bajos. En segundo lugar, la tradición romanista basada en el Corpus Iuris Civilis,
aunque modificada por los comentaristas medievales, del sur de Francia.

La comisión encargada de la redacción del Código estuvo compuesta por el presidente de la Corte
de Casación Tronchet, el juez de la misma corte Malleville, el alto oficial administrativo Portalis y el
antiguo miembro del Parlamento de París Bigot de Préameneu, la comisión estuvo bajo la dirección
de Cambacérès. En el plazo de cuatro meses presentó un borrador que fue enviado a la Corte
Superior y la Corte de Casación para que presentaran sus observaciones.

Finalmente fue revisado por el Consejo de Estado, presidido por Napoleón, antes de ser enviado al
parlamento para su aprobación. Pese a que Bonaparte era sólo un soldado, su poderosa e
impresionante personalidad ayudó a superar los obstáculos formales que presentaron las Cortes y
la obstrucción del aparato burocrático, forzando su rápida aprobación y entrada en vigencia. No
obstante, la real participación de Napoleón en el Código se vio reducida sólo a pequeños aunque
trascendentales aspectos (como el divorcio y la adopción) donde jugaron ante todo sus intereses
personales. Recién con el paso de los años Bonaparte entendió la importancia capital de la
codificación legal para la vida nacional francesa:

ma vraie gloire, ce n’est pas d’avoir gagné quarante batailles ; Waterloo effacera le souvenir de tant
de victoires. Ce que rien n’effacera, ce qui vivra éternellement, c’est mon code civil (en francés).

Mi verdadera gloria no está en haber ganado cuarenta batallas; Waterloo eclipsará el recuerdo de
tantas victorias. Lo que no será borrado, lo que vivirá eternamente, es mi Código Civil (traducción).

Estructura del Código de Napoleón[editar]


1) Legislativismo.
2) Responsabilidad internacional de las potencias.
3) Celebración de congresos para solucionar los conflictos internacionales.
4) Intervención.
Estas fueron las principales innovaciones en materia internacional. El Código Napoleónico contó,
durante su gestación y redacción, con la opinión y supervisión permanente del propio Napoleón
Bonaparte, quien asistió a más de la mitad de las reuniones de codificación, para su registro y
evaluación. Fue ideado para dotar a todas las provincias francesas (incluyendo a las imperiales) de
las mismas leyes civiles. Como ya se ha mencionado, su realización fue confiada a una comisión
compuesta por cuatro juristas: Bigot de Prèameneau, Tronchet, Portalis y Maleville. Expone los
grandes logros de la Revolución Francesa, con el Régimen de Bonaparte (soldado de la Revolución
y campeón de esta) como catalizador de estos:
a) Libertad individual.
b) Libertad de trabajo.
c) Libertad de conciencia.
Estipula la abolición del régimen feudal, haciendo imposible su resurrección.
Inquisiciones de España
El inquisidor general o gran inquisidor (en latín: Inquisitor Generalis) fue la máxima autoridad
oficial de la Inquisición española. El primero y probablemente el más famoso fue Tomás de
Torquemada, religioso dominico.

Historia
El nombramiento correspondía al papa a propuesta del rey de la Monarquía Hispánica, aunque en
la práctica el pontífice se limitaba a confirmar a las personas designada por el monarca. Tras cada
nombramiento el papa promulgaba un breve pontificio en el que delegaba su autoridad para
reprimir la herejía en el nuevo inquisidor, así como le otorgaba la condición de juez supremo en
todas las apelaciones de las sentencias de los tribunales provinciales. A partir de ese momento el
inquisidor general podía actuar sin estar mediatizado por Roma. El inquisidor general era en
realidad un cargo de la monarquía más que una dignidad eclesiástica, pero el rey no podía
destituirlo, porque no dejaba de ser un delegado papal, y si el cargo quedaba vacante los
tribunales provinciales no podían actuar.1

Tras la resolución de las Cortes de Cádiz en el siglo XIX, tuvo lugar la abolición definitiva de la
Inquisición, que había recibido con el libro de Juan Antonio Llorente una crítica demoledora.
Precisamente, el presbítero canario Cristóbal Bencomo y Rodríguez quién fue confesor del Rey
Fernando VII de España2 y Arzobispo titular de Heraclea, fue propuesto por el propio Rey como
Inquisidor general de España (cargo rechazado por el mismo Bencomo).3 Esto se debió entre otras
cosas a que Bencomo entendía que tras la Constitución de Cádiz, el Santo Oficio era una institución
llamada a la desaparición, pues no contaba con la simpatía de la mayoría de los estamentos
seglares y eclesiásticos.3 Ocuparía su lugar Jerónimo Castillón y Salas, obispo de Tarazona, quién a
la sazón, sería el último Inquisidor general de España.

Lista de inquisidores generales


Los siguientes personajes desempeñaron el cargo de inquisidores generales entre 1483 y 1834:
 Tomás de Torquemada (1483-1498), Prior de Santa Cruz4
 Diego de Deza, arzobispo de Sevilla (1498-1507). Renunció.
 Francisco Jiménez de Cisneros: sólo en la Corona de Castilla (1507-1517), cardenal
y arzobispo de Toledo.
 Juan Enguera: sólo en la Corona de Aragón (1507-1513), obispo de Vich.
 Luis Mercader: sólo en la Corona de Aragón (1513-1516), obispo de Tortosa.
 Adriano de Utrecht: sólo en la Corona de Aragón (1516); inquisidor general de Castilla y
Aragón (1518-1522), cardenal y obispo de Tortosa, papa Adriano VI (1522-1523).
 Alonso Manrique (1523-1538), cardenal y arzobispo de Sevilla.
 Juan Pardo de Tavera (1539-1545), arzobispo de Toledo.
 García de Loaysa y Mendoza (1546), arzobispo de Sevilla.
 Fernando de Valdés (1547-1566), arzobispo de Sevilla. Renunció en 1566.
 Diego de Espinosa (1567-1572), obispo de Sigüenza.
 Gaspar de Quiroga (1573-1594), cardenal y arzobispo de Toledo.
 Jerónimo Manrique de Lara (1595), obispo de Ávila.
 Pedro Portocarrero (1596-1599), obispo de Calahorra, después de Córdoba. Renunció.
 Fernando Niño de Guevara (1599-1602), cardenal y arzobispo de Sevilla. Renunció.
 Juan de Zúñiga y Flores (1602), obispo de Cartagena.
 Juan Bautista de Acevedo (1603-1608), obispo de Valladolid.
 Bernardo de Sandoval y Rojas (1608-1618), cardenal y arzobispo de Toledo.
 Luis de Aliaga (1619-1621), confesor real. Renunció.
 Andrés Pacheco (1622-1626), obispo de Cuenca.
 Antonio Zapata y Cisneros (1627-1632), cardenal y arzobispo de Burgos. Renunció.
 Antonio de Sotomayor (1632-1643), arzobispo de Damasco.
 Diego de Arce y Reinoso (1643-1665), obispo de Plasencia.
 Pascual de Aragón (1665), arzobispo de Toledo. Renunció.
 Juan Everardo Nithard S.J. (1666-1669), confesor del rey, cardenal y arzobispo de Edesa.
Renunció.
 Diego Sarmiento de Valladares (1669-1695), obispo de Plasencia.
 Juan Tomás de Rocabertí (1695-1699), arzobispo de Valencia.
 Alonso de Aguilar (1699), cardenal. Nombrado por Carlos II, murió antes de que llegase la
bula papal de confirmación.
 Baltasar de Mendoza y Sandoval (1699-1705), obispo de Segovia. Fue cesado por Felipe
V por sus simpatías austracistas durante la guerra de sucesión.
 Vidal Marín del Campo (1705-1709), obispo de Ceuta.
 Antonio Ibáñez de la Riva Herrera (1709-1710), arzobispo de Zaragoza.
 Francesco del Giudice (1711-1716), cardenal. Renunció.
 José Molines (1717), auditor de la Rota romana. Preso en Milán por las tropas austriacas,
murió durante su cautiverio.
 Juan de Arzamendi (1720), nombrado por Felipe V, murió antes de tomar posesión del
cargo.
 Diego de Astorga y Céspedes (1720), obispo de Barcelona. Renunció.
 Juan de Camargo Angulo (1720-1733), obispo de Pamplona.
 Andrés de Orbe y Larreátegui (1733-1740), arzobispo de Valencia.
 Manuel Isidro Orozco Manrique de Lara (1742-1746), arzobispo de Santiago.
 Francisco Pérez de Prado y Cuesta (1746-1755), obispo de Teruel.
 Manuel Quintano Bonifaz (1755-1774), arzobispo de Farsala. Renunció.
 Felipe Beltrán Serrano (1775-1783), obispo de Salamanca.
 Agustín Rubín de Ceballos (1784-1793), obispo de Jaén.
 Manuel Abad y Lasierra (1793-1794), obispo de Astorga y arzobispo de Selimbria.
 Francisco Antonio de Lorenzana (1794-1797), cardenal arzobispo de Toledo. Renunció.
 Ramón José de Arce (1798-1808), arzobispo de Burgos y Zaragoza. Renunció.
Abolición de la Inquisición (1808-1814), durante la ocupación napoleónica de España.
 Francisco Javier Mier y Campillo (1814-1818), obispo de Almería.
 Cristóbal Bencomo y Rodríguez (1818), confesor del Rey Fernando VII de España (el cargo
de Inquisidor general, fue rechazado por el propio Cristóbal Bencomo). 3
 Jerónimo Castillón y Salas (1818-1820), obispo de Tarazona.
1820: Abolición de la Inquisición, durante el Trienio Liberal.

Literatura
El Gran Inquisidor es también el nombre de un capítulo de la obra literaria Los hermanos
Karamázov, del escritor y filósofo ruso Fyodor Dostoevsky. El personaje central de la pieza es un
Gran Inquisidor que arresta y procesa a Jesús de Nazaret.

Javier Alfaya, en su novela Eminencia o La memoria fingida (1993, ISBN 84-204-8103-3), fábula la
vida de uno de los últimos inquisidores Generales, Ramón José de Arce, a partir de unas
imaginarias memorias.
Sistema inquisitivo de américa
 Sistema inquisitivo
Comenzando con una definición general superflua, podemos decir que nos encontramos en un
proceso de un sistema inquisitivo cuando las facultades de acusar y juzgar recaen en manos de una
misma persona, o mejor dicho, el juez y el órgano acusador trabajan a la par, en caso de México
nos referimos al Ministerio Público y al Poder judicial, esto quiere decir que el Juez no es neutral,
ya que su trabajo al mismo tiempo es acusar y no ser una especie de observador externo. Todo el
procedimiento es cien por ciento escrito, se maneja de una manera secreta, es decir, no da lugar a
la oralidad ni a la publicidad, sin mencionar la carencia de otros principios que deben existir en un
debido proceso penal. Existe la posibilidad de la doble instancia, dada la jerarquía de los
tribunales. El imputado casi siempre declara durante el proceso, y su simple confesión puede ser
prueba suficiente para dictarle una sentencia condenatoria5. Según la gravedad del delito podría
tener lugar la prisión preventiva. Sin ser dicho abiertamente, el acusado tiene ante el estado la
calidad de culpable hasta que se demuestre lo contrario. Se encuentra prácticamente en un estado
de indefensión ante el juez “acusador” debido al poder atribuido a este.
Resumiendo lo anterior con una frase de Ricardo Levene: “cuando se mezclan las funciones,
cuando se mezclan los órganos, cuando tenemos Fiscal que hace de Juez, nos encontramos frente
a un sistema inquisitivo”6.
 La inquisición.
El sistema inquisitivo a la fecha ha funcionado entre comillas, en México y en algunos otros países
que tienen como raíces jurídicas el Derecho Romano-Germánico. Históricamente nace
conociéndose como la “inquisición”, la antigua forma de juzgar en el Derecho Canónico, (el
derecho canónico es del derecho de la iglesia católica) creada en la Edad Media y que se
extendería por toda Europa. El estado y la Iglesia eran uno solo y juntos regulaban al hombre de la
época. Históricamente se ha utilizado también el nombre de Derecho Eclesiástico, el cual hoy por
hoy es una rama del Derecho Canónico, este, son normas del Derecho Eclesiástico provenientes del
derecho estatal7.
Derecho Canónico: “… es el ordenamiento jurídico de la iglesia católica, el conjunto de factores que
estructuran la iglesia como una sociedad jurídicamente organizada”8.
Durante la inquisición los erejes eran considerados enemigos del Estado y de la Iglesia como si
fueran criminales públicos o terroristas que se oponían al orden establecido9, el Estado mismo los
acusaba y juzgaba, de ahí parte el nombre del actual sistema inquisitivo. Siendo el derecho romano
la base de sistemas jurídicos en la actualidad, siendo Roma la cuna de la iglesia católica, es como
partiendo de estas normas se va creando el derecho en tantos países.
El Sistema Penal Inquisitivo obtiene su nombre del término procesal “inquirir”, esto era una
manera de iniciar el proceso penal, la cual consistía en que la investigación que se le iniciaba a la
persona procesada tenía lugar sin necesidad de que hubiera acusación o denuncia alguna, bastaba
con rumores que se hicieren sobre la persona o por otra u otras le imputaran algún delito.10
 Principios en el Sistema Inquisitivo.
Los años no transcurren en balde, el sistema penal mexicano, al haber sido colonizado nuestro país
por España, estado que traía consigo esta forma de proceso inquisitivo y se encargo de difundirla
por la mayoría de los territorios en América Latina, se fue forjando bajo estas mismas formas al
igual que Perú, Chile, Argentina, Colombia, etcétera. A pesar de haber sido abolida la inquisición
hace siglos, sus principios siguieron siendo base para la creación del derecho mexicano, de sus
normas, leyes, códigos, particularmente en materia penal, la simple costumbre de esta forma de
impartir la justicia dio lugar los principios que actualmente nos continúan rigiendo (previo a la
Reforma Constitucional) y aunque las leyes hayan ido evolucionando formándose con mayores
derechos para el procesado y tomando como respaldo la declaración universal de los derechos
humanos, al sistema se le sigue llamando de la misma manera, “inquisitivo”, y por algo será. A
continuación se enumerarán los principios rectores del Sistema Penal Mexicano (previos a las
reformas) que hasta hoy procesa a toda persona en la mayoría de las entidades de la nación.
Principios en el Proceso Penal (México)
 Principio de Legalidad. (no hay pena sin ley) Plasmado en el artículo 14 constitucional, y
dice que el Estado en ningún caso podrá imponer por simple analogía pena alguna o
medida de seguridad, si no se trata por haber cometido alguna conducta que previamente
haya sido descrita como delito en la ley, y si no existe una pena exactamente aplicable a
determinado delito. Este principio se expresa en las palabras latinas nullum crimen nulla
poena sine lege. Dicho principio no solamente exige que los órganos del Estado estén
siempre ajustando el ejercicio de su poder a lo establecido en la ley, sino que también la
propia ley penal que se origina de ese poder este diseñada con claridad y precisión,
logrando de esta manera que se proporcione a los individuos seguridad jurídica. 11
 Principio de tipicidad. Deriva del principio de legalidad y consiste en la existencia previa de
los tipos penales, su función es describir la conducta que la norma penal prohíbe u ordena,
esto un requisito necesario para poder hablar de delito. El principio de tipicidad que junto
con el de reserva de ley integran el núcleo duro del principio de legalidad en materia de
sanciones, se manifiesta como una exigencia de predeterminación normativa clara y
precisa de las conductas ilícitas y de las sanciones correspondientes. En otras palabras,
dicho principio se cumple cuando consta en la norma una predeterminación inteligible de
la infracción y de la sanción; supone en todo caso la presencia de una “lex certa”12 que
permita predecir con suficiente grado de seguridad las conductas infractoras y las
sanciones. En este orden de ideas, debe afirmarse que la descripción legislativa de las
conductas ilícitas debe gozar de tal claridad y univocidad que el juzgador pueda conocer su
alcance y significado al realizar el proceso mental de adecuación típica, sin necesidad de
recurrir a complementaciones legales que superen la interpretación y que lo llevarían al
terreno de la creación legal para suplir las imprecisiones de la norma. 13
 Prohibición de Retroactividad. Contenida también en el artículo 14 de la Carta Magna, “A
ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna”. Esto quiere decir
que alguna ley si podrá tener efecto retroactivo, siempre y cuando no afecte al reo, en
todo caso, aquella que sea benéfica para el reo podrá tener este efecto de retroactividad.
Se debe entender que no se podrán aplicar con retroacción las normas que aparecen como
nuevas, a los hechos pretendidos, sino que se les deberá recular según con las
consecuencias jurídicas que tuviera la ley que en ese momento imperaba, ese momento
en que se cometió la conducta delictiva.14
 Prohibición de aplicación de pena alguna por mayoría de razón o por simple analogía. Se
desprende igualmente del principio de legalidad del artículo 14 Constitucional.
 Mínima intervención del derecho penal. Llamado también de última ratio. Este principio va
dirigido tanto al juez, como al legislador y a los órganos ejecutivos. Moreno Hernández ha
hecho un análisis de las reformas penales que ha habido en los últimos años; existe la
tendencia a criminalizar, sin embargo se busca disminuir los tipos penales, pero
contrariamente han aumentado las penas y se han endurecido. 15
 Principio de bien jurídico. Implica que para recurrir al derecho penal debe verse afectado
un bien jurídico de importancia fundamental. Significa que si puede protegerse tal bien a
través de alguna otra rama del derecho deberá hacerse. En algunos tipos de delitos sería
difícil identificar el bien jurídico a proteger. 16
 Principio nullum crimen sine conducta. Sin conducta no hay delito.
 Principio de culpabilidad y de presunción de inocencia.17
Proceso inquisitivo de Guatemala

LOS SISTEMAS ACUSATORIO E INQUISITIVO.

En la historia de la administración de justicia se han dado dos modelos opuestos de organización


judicial, que se proyectan igualmente en dos modelos distintos de juez y en dos formas de
averiguación judicial, y de juicio: El sistema acusatorio y el sistema inquisitivo; lo que, con variantes
todavía hoy en día continúan vigentes.

Se puede llamar “ACUSATORIO” a todo sistema procesal que concibe al juez como un sujeto pasivo
rígidamente separado de las partes y al juicio como una contienda entre iguales iniciada por la
acusación, a la que compete la carga de la prueba, enfrentada a la defensa en un juicio
contradictorio, oral y público y resuelta por el juez según su libre convicción (Luigi Ferrajoli). E
“INQUISITIVO” a todos sistemas procesales donde el juez procede de oficio a la búsqueda,
recolección y valoración de las pruebas, llegándose al juicio después de una instrucción escrita y
secreta de la que están excluidos o, en cualquier caso, limitados la contradicción y los derechos de
la defensa (Luigi Ferrajoli).

El modelo acusatorio tanto para lo civil como para lo penal, se practicaba en Grecia,
concretamente en Atenas, alcanzando su mayor esplendor en la República romana, con el
procedimiento penal denominado ACCUSATIO. De allí toma su nombre el sistema acusatorio, en
donde las funciones de acusador particular, acusado y juez están bien diferenciadas.

En el procedimiento romano-canónico, desde sus inicios hasta el siglo XII, el proceso es acusatorio
(para iniciar un juicio es necesario un acusador; debe presentarse la acusación por escrito; el
acusador debe acreditar lo afirmado; es responsable en caso de calumnia y no se puede actuar en
contra de un ausente); sin embargo en el año de 1184, con ocasión del Concilio de Verona, dicho
sistema es reformado instituyendo la inquisición, pues sus principios “son adoptados y
perfeccionados por los altos dignatarios de la iglesia, preocupados por defender la fe y temerosos
de que ella se pierda en la borrasca de costumbres disolutas” (Vélez Mariconde); de esa cuentas en
el nuevo sistema ya no es necesaria la acusación sino basta la denuncia, aún anónima; es abolida la
publicidad del proceso; el juez actúa de oficio, secretamente; todo el expediente se elabora en
forma escrita, incluyendo las declaraciones de los testigos; el juez pierde su calidad de observador
y se transforma en acusador, se restaura la tortura; al acusado se le priva de todo derecho de
defensa y el juez debe dictar sentencia conforme a lo que conste en el expediente y se ha
probado.

El decreto Ad abolendum encomendó a los obispos la inspección anual de los pueblos donde se
presentaban numerosas herejías a fin de recabar o inquirir informes secretos acerca de ellas,
utilizando al efecto a personas de buena reputación y encargándoles que, llegado el caso, juzgaran
por sí mismos a los sospechosos, a quienes se les negaba la posibilidad de operar cualquier
privilegio de exención de juzgamiento, sin embargo no es sino por el Concilio IV de Letrán de 1215,
que la Santa Inquisición inicial se transforma en la inquisición medieval, que todos conocemos.
Este Concilio fue el que encomendó la tarea inquisitorial a dos Órdenes religiosas de monjes
mendicantes: los Dominicos y los Franciscanos, a quienes instruyó para que continuaran las tareas
de búsqueda, investigación y castigo de los nuevos delitos eclesiásticos.

Como vemos, poco a poco la figura triangular del proceso, de dos partes enfrentadas en
condiciones de igualdad, en sus extremos y en la cúspide un tercero imparcial, fue desdibujándose
para transformarse en figura lineal: en un extremo el juez y en el otro el acusado, que poco a poco
fue perdiendo sus derechos.

El sistema acusatorio que como hemos indicado se conservó en los países anglosajones; fue
rescatado por la Revolución francesa y posteriormente transformado en un sistema mixto por obra
de Napoleón (una fase de investigación secreta, un período intermedio y la fase del debate,
pública).

El sistema inquisitivo, de todos es sabido que de España pasó a América por obra de la conquista y
que se enquistó en todos los procesos del orden penal de las repúblicas iberoamericanas. Incluso
todavía al día de hoy hay países en los que el sistema inquisitivo todavía es moneda de curso legal.

2. DIFERENCIAS ENTRE LOS SISTEMAS ACUSATORIO E INQUISITIVO.

CONTEXTO POLÍTICO: El sistema acusatorio se desarrolla en Democracia, donde reine el


individualismo, y el respeto al individuo lo haga particular e intervenir en la administración de
justicia. Por el contrario las características del sistema inquisitivo lo hace desenvolverse en
regímenes totalitarios en los que el respeto a la persona humana no es privilegiada.

Iniciación del proceso: en el sistema acusatorio puro el acto formal de acusación corresponde a los
particulares, ya sea como acción popular (a cualquier ciudadano) o privada, a los directamente
ofendidos. En el sistema inquisitivo, a pesar de que puede haber acusación oficial de parte del
órgano que haga las veces del Ministerio Público, el proceso se inicia de oficio por los tribunales, y
por denuncia, delación o clamor popular.

Situación procesal del sindicado: En el sistema acusatorio, la situación procesal del sindicado, salvo
excepciones, es la libertad. A diferencia del sistema inquisitivo que lo normal es la prisión
preventiva, y la excepción la libertad, con medidas sustitutivas.

Actitud del juez: En los procesos acusatorios el juez asume una actitud pasiva, separado de las
partes, encargándose únicamente de dirigirlo, ya que la labor de acusar y de acreditar la acusación
corresponde a las partes, que están en un plano de igualdad. Por el contrario, en un proceso penal
inquisitivo, de oficio el juez investiga, acusa y recaba medios probatorios.

Situación de las partes: Las partes, en el proceso acusatorio, actúan en un plano de igualdad,
inspiradas por el contradictorio. Es decir que una parte debe ser informada de lo que afirma la otra
y de los medios de confirmación que utilizará. Contrariamente, en el proceso inquisitivo,
normalmente no hay respeto a los derechos del sindicado, prueba de ello es que es permitido el
tormento como un medio normal de verificar la verdad de los hechos.
Forma del juicio (I): En los procesos de corte acusatorio, el juicio es contradictorio (es decir que
una parte se entera de lo afirmado y confirmado por la otra y viceversa), oral y público. Sin
embargo en el inquisitivo, la fase de instrucción es escrita y secreta, limitándose el derecho de
contradicción, pues el acusado normalmente no sabe quién lo acusa y de qué se le acusa, y el
derecho de defensa sufre serios menoscabos, pues el sindicado no es asistido por el defensor,
cuando es interrogado y su participación en la fase de investigación es limitada

Forma del juicio (II): En el proceso acusatorio, como el juicio, incluyendo la fase de instrucción, es
público y el procesado por norma general está libre, no hay tortura. A diferencia del inquisitivo,
que como es secreto y el sindicado se encuentra normalmente detenido, la tortura se posibilita.

Forma del juicio (III): El acusado tiene conocimiento de quién lo acusa, de qué se le acusa y quién
es el juez, en el sistema acusatorio. Por lo contrario en el procedimiento inquisitivo, normalmente
el sindicado no sabe quién lo acusa, quién lo juzga y de qué se le acusa.

Carga de la prueba: En el acusatorio las partes, tanto acusado como acusador, tiene libertad
probatoria, estando a cargo de la parte acusadora el acreditar los derechos en que funda la
acusación. En el inquisitivo, los medios de pruebas están regulados en forma estricta y el juez
procede de oficio a la aportación de la prueba.

El principio de la permanencia de la prueba: En el sistema acusatorio la prueba que se produce en


la fase preparatoria únicamente es tomada en cuenta como “motivos suficientes” para la apertura
del proceso (debate) propiamente dicho. En cambio en el sistema inquisitivo “la prueba practicada
por el investigador es permanente, porque no es necesario repetirla en la etapa de juzgamiento,
hasta el punto de que el juez dicta sentencia con fundamento en actas que contienen las pruebas,
pues en la mayoría de las veces no percibe la práctica de las mismas” (Alberto Suárez Sánchez).

Valoración de la prueba: En los procesos de corte acusatorio, el juez valora la prueba conforme a su
libre convicción. En cambio en el sistema inquisitivo, es el legislador quien le indica al juez el valor
de cada medio de prueba, naciendo así el sistema que se conoce como de prueba tasada o legal.

Organización institucional: El sistema acusatorio puro se caracteriza por la ausencia de aparatos


oficiales de persecución, ya que la acusación y la fase de investigación la realiza el acusador
particular y los jueces son accidentales, como el caso de los jurados, no hay un estamento judicial
fijo. En el sistema inquisitivo hay órganos oficiales permanentes y especializados de persecución y
juzgamiento.

Poderes realizativos: En el proceso penal acusatorio las funciones de acusación, defensa y


jurisdicción, están claramente diferenciadas. Así, dependiendo del sistema que el orden político
imperante determine, la acusación podrá ser popular, ser ejercida por el ofendido o por el
Ministerio Público. La defensa por un abogado designado por el sindicado o por un órgano estatal
diferenciado; y la función jurisdiccional ejercida por jueces independientes, impartiales e
imparciales. En el sistema inquisitivo existe confusión entre acción y jurisdicción. Es decir que el
juez no se limita a su función de juzgador, sino también acusa y aporta pruebas en contra del
sindicado. En consecuencia no hay un concepto de partes, lo cual limita el ejercicio de la defensa
del sindicado.

Actividades Acusatorio Inquisitivo


Iniciación. El proceso se inicia por: Acto formal de acusación: (Popular o privada) De oficio, por el
propio tribunal ante noticia de delito (denuncia, *delación, clamor público.)
Actitud del juez Actitud pasiva, separado de las partes. 1. Investiga.
2. Acusa.
3. Recaba medios probatorios de oficio.

Situación de las partes Igualdad de las partes Normalmente no hay respeto a sus derechos.
Carga de la prueba 1. Libertad probatoria
2. La carga compete a la acusación (es decir a la parte acusadora). 1. Regulación estricta.
2. El juez procede de oficio a la aportación de la prueba.
Forma de juicio (I) Única instancia.
Contradictorio (entre iguales), oral y público Doble instancia. Instrucción escrita y secreta,
limitándose el derecho de contradicción y el derecho de defensa.
Forma de juicio (II) Como el juicio es público y el procesado está libre (como regla no hay tortura)
La tortura es permitida, lo que se facilita ya que la instrucción es secreta.
Forma de juicio (III) El acusado sabe quien lo acusa, de qué se le acusa y quién es el juez
Normalmente el sindicado ignora quién lo acusa, quién es el juez y de qué se le acusa.
Valoración de la prueba El juez valora la prueba conforme su libre convicción El sistema de
valoración es la prueba legal o tasada
Organización institucional Ausencia de aparatos oficiales de persecución Jueces accidentales.
Órganos oficiales permanentes y especializados de persecución y juzgamiento.
Contexto político cultural Democracia. Individualismo. Participación, intervención y control
popular. Regímenes autoritarios. Estatismo centralista.

Poderes realizativos Clara diferencia de acusación, defensa y jurisdicción Confusión ente acción y
jurisdicción. Carencia del concepto de partes. Limitaciones de la defensa.
Situación procesal del sindicado Presunción de inocencia
La libertad. Presunción de responsabilidad.
Detención preventiva.

Después de haber comparado los dos sistemas no podemos menos que concluir que la opción
política que explica, da sentido y se concreta en la Constitución, en lo que atañe a las garantías y
derechos individuales, y se inclina de manera coherente hacia un determinado modelo realizativo
no es otro que el sistema acusatorio (Vàsquez Rossi); sin embargo, es oportuno indicar que
actualmente no existe un sistema acusatorio puro, por lo que estamos en presencia de sistemas
predominantemente acusatorio pero con características inquisitivas; es decir un sistema mixto.
Evolucion histórica del proceso en roma
El Derecho procesal romano es la rama del Derecho romano dedicada al estudio del proceso
judicial de la Antigua Roma.

La esencia del Derecho Procesal Romano, está contenido en la idea de Actio. Actio puede ser
entendido como "Acción", y tiene en Roma el mismo significado que tiene en nuestro derecho
actual. Pero en la antigua Roma es más fuerte. La existencia de una Actio determina la existencia
de un derecho que puede ser reivindicado a través de la misma. De hecho, en el Derecho Romano,
todo acto jurídico valido que de acuerdo al Ius Quirintium, cree, modifique o extinga, derechos u
obligaciones, debe corresponderse con una determinada Actio, es decir con la posibilidad de
defender y reclamar tal situación jurídica en juicio. Esta es una relación de doble vía. Es decir, que
así como todo negocio jurídico valido se corresponde con una actio del derecho procesal, toda
Actio o acción que se intente en juicio debe ser para defender un negocio o hecho amparado por el
ius Quirintium, de lo contrario, no es procedente. De este modo, por ejemplo, el derecho de
Propiedad (Dominium), se corresponde con la Rei Vindicatio, por el cual se persigue que la
titularidad sobre un bien sea declarada y afirmada ante todos (erga omnes).

En el Derecho Procesal Romano, será la tarea del Pretor, magistrado encargado de administrar
justicia, el conocer el Derecho y decidir si determinada acción judicial que se intenta por un
ciudadano, es procedente en virtud de ser perseguido un derecho del Ius Quirintium. De todos
modos, el Pretor no se limitará a decir (Iurisdictio) el derecho estricto, sino que aportará su propia
inteligencia para resolver situaciones de inequidad, y defender situaciones que considera
necesarias, tanto utilizando su imperium para decretar Interdictos, como aceptando Excepciones
(exceptios) y otras medidas.

Proceso penal[editar]
Características del Derecho Penal y Procesal romano[editar]
1. Distinción entre el derecho penal público del privado; el primero estaba reservado al pater
familias en razón al amplio concepto de patria potestad y el segundo al cognitio que se
hacía ante un magistrado con un trámite previo ante él.
2. La sentencia podía ser objeto de apelación ante los comicios centuriados.
3. En el derecho penal público, el juez actuaba de oficio y con amplios poderes,
representando a la comunidad sin que estuviera reglamentado el procedimiento. Este
procedimiento se aplicó durante el Imperio Romano, reemplazando a la Accusattio.
Esta última habia sido el procedimiento vigente con anterioridad, en el último siglo de la República,
y se caracterizaba por:
1. El juicio era presidido por un pretor.
2. Intervenían en el proceso un jurado.
3. El procedimiento era acusatorio.
4. Las partes podían defenderse solas o por medio de advocatus.
5. El jurado votaba absolviendo, condenando o en blanco.
6. El magistrado imponía la pena.
7. Aparecen las primeras garantías para el acusado como las de ser oído, la publicidad y la
posibilidad de ser defendido por terceras personas.
8. Las sentencias eran orales.
Durante el Imperio tuvo las siguientes características:
1. El procedimiento pasa a ser inquisitivo y secreto.
2. Se podía aplicar el tormento al acusado.
3. Los poderes del juez eran cada vez mayores e invadieron a los del acusador privado y aún a
los testigos.

Proceso civil[editar]
Historia[editar]
Dos etapas: ordo iudiciorum privatorum (Legis Actiones y procedimiento formulario) y la cognitio
extra ordinem.!
Ordo Iudiciorum Privatorum[editar]
Prevalece la actividad de las partes y la sentencia se deriva de la litis contestatio. Incluye 2
procesos, las Legis Actiones y el procedimiento formulario.
Legis Actiones: proceso caracterizado por su tramitación oral y solemne. Existieron cinco Legis
Actiones principales:
 El Sacramentum: Consistía en una declaración jurada de las partes en las cuales cada una
juraba ser titular de una determinada situación jurídica, por ejemplo, la de ser propietario
o padre o esposo, o tener un crédito. Si entre ambas partes se producía la contradicción,
entonces cada una depositaba en manos de un tercero, cierta suma de dinero o cabezas de
ganado como forma de dar fuerza al juramento. Finalmente un Iudex designado a tal
efecto, juzgaba por las pruebas y quien salía vencedor recuperaba su depósito, mientras
que el otro, perdía lo depositado, a título de pena, pasando al erario público.
 Iudicis Vel Arbitribus Postulationem: Era más sencillo que el anterior y consistía en el
simple nombramiento de un árbitro que decidía el asunto sobre la base de su propio
criterio y buena fe.
 Conditio: Era igual al anterior, con la diferencia que una vez elegido el Juez, se aplazaba la
sentencia durante 30 días, de modo que en ese plazo las partes podían llegar a un acuerdo.
 Manus Iniectio: Por esta acción, quien había sido ya condenado por una deuda, o había
confesado la misma (conffessor), podía ser intimado por el actor a pagar la deuda. Si no se
resolvía, podía "ponerle la mano encima", y llevarlo prisionero a su domicilio. En este
estado, permanecía durante 60 días. Era llevado por el acreedor al mercado durante tres
días consecutivos, declarando cual era la deuda, con el fin de enterar a otros acreedores y
permitir que apareciera un vindex que respondiera por el reo. Si no se resolvía, el
demandante podía vender al demandado como esclavo o asesinarlo (si eran varios los
demandantes contra un mismo deudor, el cuerpo del deudor se dividía en partes según la
cantidad de acreedores).
 Pignoris Capio: Consistía en un embargo de los bienes del demandado que el actor hacía
en forma personal y unilateral.
De las Legios Actiones mencionadas, las tres primeras son declarativas, es decir que culminan una
vez que se ha declarado que tal persona goza de tal situación jurídica y no otra. Por el contrario, las
últimas dos, son ejecutivas, es decir, que una vez establecida la sentencia, esta tiene consecuencias
sobra la posesión efectiva de los bienes o sobre la persona. Las Legis Actiones son los
procedimientos estrictos a través de los cuales transita la Actio. En todos los casos, el
procedimiento es iniciado y nace por iniciativa del actor, quien es responsable de hacer
comparecer al demandado en juicio, incluso debiendo ir a buscarlo o dándole transporte.
 Procedimiento Formulario: con aspectos no regulados por el ius quiritium, surgió para
regular las controversias entre peregrinos y ciudadanos romanos. Cuando desaparecen las
legis actiones también se utiliza para litigios entre ciudadanos romanos. En realidad, la
tradición de las Legis Actiones permanecen vigentes hasta bien entrada la República,
aunque gradualmente, el Procedimiento Formulario empieza a ganar lugar, debido entre
otras cosas, a que la rigurosa solemnidad de las Legis Actiones resultaba irritante.
Finalmente, por una ley del año 17ac., Augusto declara obligatorio el procedimiento. El
nombre deriva de la "formula" en la cual era establecida la Litis Contestatio, es decir, los
términos en los cuales quedaba establecida la cuestión y con la cual culminaba la primera
etapa In Iure ante el Pretor. Una vez establecida esta, producía serios efectos jurídicos. Por
empezar, el Iudex (en la segunda etapa) debía juzgar estrictamente de acuerdo a los
términos establecidos en la Litis Contestatio. En segundo lugar, una vez establecida esta,
las partes aceptaban someterse definitivamente a lo que determinara la sentencia, sin
poder alegar o reclamar otros derechos, ni establecer otras excepciones. En la segunda
parte Apud Iudicis, el Juez que hubiera sido designado, solo aprecia las pruebas sobre la
base de su buen criterio de varón y su propio sentido de equidad, para luego juzgar acerca
de la verdad y responder a la condemnatio que figura en la fórmula, que es propiamente
su deber. Una vez dictada la sentencia, esta es definitiva y obligatoria. Las partes deben
acatar lo que esta establezca y no pueden intentar una nueva acción judicial sobre el
mismo asunto. De todos modos, aunque el Juez está obligado a juzgar, este puede
excusarse debido a que "no lo ve claro"

Cognitio Extra Ordinem


O procedimiento cognitorio, es el derecho procesal de la época posterior a la clásica, osea, desde
Diocleciano (año 286 D.C) hasta Justiniano (años 565 D.C). Caracterizado por su régimen
monofásico, el procedimiento no lo llevaba adelante un magistrado, sino un funcionario público,
osea en vez de llevarla adelante un pretor, la presidía un juez, en latín, "iudex". Desaparecen las
fórmulas, es oriunda de este procedimiento, el régimen de tasa de justicia (ahora hay que pagar
para litigar), vigente hoy en día. Generalmente el gasto era cubrido por el perdedor del juicio, por
orden del presidente (quien preside el proceso). Acompaña a este tipo de procedimiento, el
característico relajamiento de las costumbres de la época post clásica, que produjo el desuso de las
formalidades orales, y se empezó a representar a los clientes por escrito. Otro hecho importante es
la desestimación de las pruebas testimoniales, que vienen a ser reemplazadas por las pruebas
documentales o periciales (ej: se expedía un parte médico que demostrara que Gayo había sufrido
traumatismo de tórax) o se invocaba la demencia del procesado, etc. Quien lleva adelante el
proceso es ahora designado por las partes, luego se determine la cuestión litigosa (litis
contestatio). Nace también la competencia de grado, es decir, la resolución de causas en múltiples
instancias. El poder judicial de la época (286-565 DC) se burocratiza, es decir, los jueces empiezan a
cobrar como retribución.

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