La “alcabala” llamada en ese tiempo y actualmente conocida como impuesto de valor
agregado de significado recibir; consistía en que todo aquel que quisiera obtener un metal precioso debía ceder la quinta parte a la corona real, (Quintos de oro y plata). Así mismo, empleaban la encomienda, la mita y los resguardos que eran formas de trabajo impuestas a los indígenas por los españoles como una manera de pagar tributo al dueño de la tierra.
La encomienda, nombrada anteriormente fue un medio para pagar impuestos como
una declaración de renta el cual consistía en el reparto de mano de obra por parte de los indígenas a los terratenientes teniendo en cuenta sus bienes (realizado por un contador), este era pagado dos veces al año.
De alguna manera la corona española decretó una protección a los indígenas
prohibiendo su esclavitud pero a su vez autorizaron la importación de esclavos africanos a tierras Americanas; a quienes le encargaban los trabajos más pesados por lo cual se convirtieron en la mercancía más preciada. Allí es donde surge el comercio de esclavos en América.
Las empresas privadas no se preocuparon por manejar un registro contable de sus
riquezas y bienes; excepto la comunidad conocida como los Jesuitas pertenecientes a la iglesia católica. Ellos se pusieron a la tarea de llevar un control muy rígido y ordenado, lo que los condujo acumular cada día más poder político – económico y a ser expulsados por la corona embargando sus bienes. A manera de conclusión, la contabilidad fue empleada en el sector público por el estado, en el privado por los Jesuitas llevando registros, presupuestos y control; una técnica generada en Italia y adoptada por España que denominada la escuela latina.