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Alexander Moncada

Síndrome de Frankenstein
Profesora: Claudia Avendaño, PhD.
Semestre II -2018

El síndrome de Frankenstein en la sociedad contemporánea

La sociedad contemporánea puede ser entendida como la consecuencia inevitable de


una colectividad padeciendo del síndrome de Frankenstein. Esta monstruosa creación
y algunas de sus partes vitales, son expuestas en el discurso filosófico y la teoría de
Byung-Chul Han. Para concebir el síndrome de Frankenstein y su efecto en esta
sociedad, es necesario delimitar una definición del síndrome y luego analizar
segmentos claves de algunas obras de Han, en las cuales menciona conceptos
capitales que se unen para formar al monstruo de Frankenstein, que es asociado al
individuo contemporáneo. Después del encuadre referente al síndrome, en los
siguientes párrafos se abordarán algunos conceptos principales de Han, como lo son el
positivismo, el poder, la hipercomunicación y los miedos contemporáneos; para
finalmente contrastarlos y hacer un análisis crítico de como con su unión se forma el
monstruo de Frankenstein de la sociedad contemporánea.

Antes de abordar el pensamiento de Han, es preciso esclarecer sobre a que nos


referimos con síndrome de Frankenstein, esto es debido a la confusión que se presenta
al abordar este tema. Generalmente al escuchar la palabra Frankenstein, se asocia que
es el nombre del gigante monstruo creado por el Dr. Víctor Frankenstein en la novela
de Mary Wollstonecraft Shelley, titulada Frankenstein o el moderno Prometeo. Cuando
en realidad, este personaje carece de un nombre propio, pues su creador nunca lo
humaniza brindándole un nombre o la dignidad, identidad y respeto que se asume al
ser nombrado y reconocido como miembro de una familia. A esta creación simplemente
se le refiere con palabras como: demonio, diablo y creatura entre varias otras.

De estos títulos otorgados al monstruo de Frankenstein, son destacables diablo


y creatura, pues los entendimientos de estas palabras pueden ayudar a dar sentido a
este personaje. Iniciando con la palabra diablo, que proviene del griego diabolos y
equivale a diabólico en español y significa desgarrar o hacer trizas algo (dia-bollein); el
antónimo es sym-bollein que significa juntar o unir y se traduce como simbólico1. Esto
implica que lo simbólico es lo que une e integra al individuo con su grupo, mientras que
lo diabólico desmiembra y separa a esta creatura de su creador, familia y sociedad2.

Creatura, como es llamado en ocasiones el monstruo de Frankenstein, es una


de esas palabras entre muchas de la historia de Frankenstein que deben ser
analizadas pues en la traducción a la lengua española se puede perder parte de su
significado. En la obra original y en lengua inglesa, se le llama creature al monstruo, lo
cual se traduce al español como criatura o creatura. Pero estas dos palabras tienen
cierta diferencia, creatura proviene de crear y hace referencia a algo que fue creado,
una fabricación, el producto de una confección. Mientras que criatura se asimila más a
un ser que es criado, un hijo que es cuidado y enseñado por sus padres; en inglés este
verbo se conoce como raise que se traduce como criar o levantar. El monstruo de
Frankenstein es una creatura que fue formada y luego desechada por su inventor, más
nunca fue criada ni formalmente receptora de un nombre por él.

Es la falta de nombre, la que remite a su búsqueda de identidad y aceptación en


la humanidad, esa misma indagación de todo ser humano por encontrar quién es y cuál
es su lugar en el mundo. El síndrome de Frankenstein no se refiere directamente al
individuo, sino que hace referencia al creador que toma varias partes muertas para
producir un ser ideal. Sin embargo, al ver que su creatura toma vida, pero no obedece
a su deseo, se avergüenza de sí mismo y su creación, luego sin darle una identidad o
lugar en su mundo, simplemente la desecha. La sociedad toma el lugar del Dr. Víctor
Frankenstein y el individuo se convierte en esa creación que busca encontrar su
nombre, su identidad y su lugar en la sociedad contemporánea.

Byung-Chul Han se refiere a la sociedad contemporánea, como la sociedad


cansancio, la cual está caracterizada por estar plagada de enfermedades neuronales

1
Laura Hamblin, «Frankenstein Meets Lacan: Desire and Discourse in Mary Shelley’s Frankenstein"», Selected
Works of Laura Hamblin, 2004, 4, https://works.bepress.com/laura_hamblin/1/.
2
Hamblin, 4.
como la depresión, el trastorno por déficit de atención (TDAH), el trastorno límite de la
personalidad (TLP) y el síndrome de desgaste ocupacional (SDO)3. El exceso de
positividad es la causa que Han presenta para estas enfermedades, este positivismo es
la base de las relaciones de poder contemporáneos. Las relaciones de poder que para
Foucault se llevaban a cabo entre la institución y el sujeto, ahora son ejercidas dentro
del propio sujeto, es decir, que el positivismo releva la función del panóptico de
Foucault y sitúa la torre de control dentro del individuo. Estas relaciones de poder
pasan de ser controladas por miedos instituidos, a miedos y ansiedades auto
establecidas, en las cuales el sujeto ejerce la autoexplotación y se convierte en su
propio guardián, juez y ejecutor.

Este positivismo carga al sujeto con la responsabilidad de lograr todo lo que se


pueda imaginar, el verbo representante de esta sociedad del rendimiento es “poder” y
su lema es “yes we can” si podemos en español. Esto suplanta la negatividad de la
sociedad disciplinaria anterior que generaba seres locos y criminales, por los individuos
depresivos, fracasados y frustrados de la sociedad del rendimiento4. La carga y presión
que enfrenta el sujeto contemporáneo de lograr sus metas o propósitos, que se le
presentan como propios, tienen el agravante de ser vendidos como algo totalmente
posible y obtenible, algo que depende totalmente del hacer lo necesario y pagar el
precio preciso cueste lo que cueste. ¿A quien puede dirigir la culpa un sujeto que
piensa que tiene todo lo necesario para cumplir una tarea obtenible? el castigo o el
latigazo no vendrá del exterior, este sujeto se auto escarmentará y vivirá con sus
fracasos y miedos de volverlos a vivir. Para evitar estas consecuencias, el sujeto se
esforzará y trabajará mucho más que si fuera presionado por una fuerza exterior,
posiblemente dirigiéndose hacia ese “superagotamiento del yo que conduce a un
depresivo cansancio-del-yo”5.

Este superagotamiento y frustración, se puede comparar con el monstruo de


Frankenstein que de buena manera y por sus propios métodos intenta encontrar su
identidad e integrarse con los poblanos. El monstruo se esfuerza por aprender el

3
Byung Chul Han, La Sociedad del Cansancio (Barcelona: Herder, 2012), 7.
4
Han, 17.
5
Han, 41.
lenguaje de los humanos para acercarse a ellos, estos no lo aceptan por sus
diferencias, lo atacan y lo hacen huir. En consecuencia, se trastorna el individuo al no
lograr la tarea de lograr su humanización e identidad, pero dicha tarea debía ser
previamente facilitada por su creador quien lo abandona a su suerte y muerte. Por
ende, el sujeto procede a cumplir un deseo que originalmente era el deseo de ese gran
otro Lacaniano.

Han también se refiere a la contemporaneidad como el tiempo de la sociedad de


la transparencia, la cual es exigida en todo momento a exponerse, sin importar que
transparencia y veracidad no sean lo mismo, especialmente por la negatividad y rigidez
que es asociada a la verdad6. La transparencia se convierte en un deseo de las masas
al cual todos deben de someterse y contribuir, exponer todo en el orbe de la
hiperinformación e hipercomunicación se convierte en la norma esperada del sujeto
contemporáneo. Este individuo no está solamente delegado a recibir información, pero
también cuenta con los dispositivos tecnológicos que le facilitan hacerse agente
participativo en esta relación, entrando en la ambigüedad de ser consumidor y
productor que aporta a la cantidad de hiperinformación de la sociedad de la
transparencia7, que por su inmediatez y falta de filtración puede ser mejor considerada
como hiperdesinformación.

La hiperinformación de la contemporaneidad es uno de los elementos


responsables de algunas enfermedades y trastornos de la actualidad, incluyendo lo que
conocemos como síndrome de fatiga informativa o por sus siglas en inglés (IFS).
Desde los años 70, Alvin Toffler hacía referencia a los riesgos que implicaba una
sobrecarga informativa en un individuo que no contaba con las herramientas o
destrezas para confrontar o asimilarla8. La información, se puede asimilar con las
cargas eléctricas que en situaciones pueden ser utilizadas moderadamente para curar,
pero en la sobrecarga puede terminar construyendo un monstruo. Este síndrome tiene
como síntomas principales, la atrofia de la capacidad analítica que constituye el

6
Byung Chul Han, La Sociedad de la Transparencia (Barcelona: Herder, 2013), 23.
7
Byung Chul Han, En el Enjambre (Barcelona: Herder, 2014), 22.
8
Javier Serrano Puche, «Por una dieta digital: hábitos mediáticos saludables contra la “obesidad informativa”»,
Ámbitos, n.o 24 (2014), http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16832255008.
pensamiento, síntomas de la depresión, incapacidad de asumir responsabilidad y
desvinculación social9.

La falta de vinculación social del sujeto contemporáneo puede ser asociada a la


manera en que los dispositivos tecnológicos han transformado la manera de
comunicarse e interactuar con el otro, y como esta dependencia o adicción ha llegado a
desarrollar nuevas fobias. Entre estas fobias contemporáneas encontramos la
NOMOFOBIA, la FOMO y la FOBO. El concepto de la nomofobia se refiere al miedo
de no tener el teléfono celular accesible o funcional “lo que genera afectaciones
psicológicas, como ansiedad, angustia, desesperación, falta de atención, inseguridad,
estrés e incluso ira no controlada; estos padecimientos pueden ir acompañados de
síntomas físicos, como contracturas, sudoración excesiva, taquicardia, problemas
gastrointestinales y ataques de pánico”10.

La FOMO de sus siglas en inglés fear of missing out, que significa miedo de
perderse de algo, y hace referencia al miedo de no tener parte de algo que esté
sucediendo en las redes sociales. Esta fobia ha sido asociada con sentimientos de
inefectividad social, baja autoestima y declines de bienestar psicológico 11. La ansiedad
y el miedo provocado por la FOMO, genera que las personas estén conectadas a sus
redes sociales por tanto tiempo como se les sea posible, incluyendo altas horas de la
noche. Aunque todos sean vulnerables a las consecuencias de la FOMO, los
adolescentes que han sido evaluados han presentado niveles más altos de ansiedad y
depresión12.

Similarmente se encuentran otros nombres para estas fobias contemporáneas,


por ejemplo, la FOBO que hace referencia al miedo de no estar conectado o sin acceso
al internet, el Tecnoestrés, que según los autores Larry Rosen y Michelle Weil definen
en su libro Technostress, como la adicción al uso continuo, la necesidad de adquirir las

9
Han, En el Enjambre, 66.
10
César M. Matoza-Báez y María S. Carballo-Ramírez, «Nivel De Nomofobia En Estudiantes De Medicina De
Paraguay, Año 2015», NOMOPHOBIA LEVEL ON MEDICAL STUDENTS FROM PARAGUAY, YEAR 2015. 21, n.o 1 (enero
de 2016): 28.
11
Thomas Robson, «Fear of Missing Out – an Essential Correlate of Social Networking Site Addiction», American
Journal of Medical Research 5, n.o 1 (enero de 2018): 86, https://doi.org/10.22381/AJMR5120188.
12
Andrew Levy, «Missing out on Facebook “fuels teen depression”», Daily Mail, 11 de septiembre de 2015, 15.
más recientes y evitar relaciones personales por usar la tecnología. Estas fobias o
trastornos contemporáneos, de igual manera que la nomofobia y la FOMO, traen
consecuencias de elevados niveles de depresión, ansiedad e incluso trastornos de
atención, concentración y memoria.

El surgimiento de estas fobias y trastornos contemporáneos, respaldan lo que


manifiesta Han cuando menciona que estamos en la época de las enfermedades
neuronales. Estas se convierten en partes vitales de la construcción del monstruo de
Frankenstein contemporáneo. Partes que son un grupo de trastornos y síntomas
fomentados por el conjunto de condiciones distintivas de la sociedad actual, que viene
a desempeñar un papel importante en la formación del sujeto de esta época y la
definición de su identidad.

Después de analizar los conceptos básicos presentados por Byung-Chul Han, se


puede llegar a la comprensión de cómo estas son algunas de las partes vitales que
conforman a este monstruo de Frankenstein de la actualidad. Teniendo como creación
total no a la sociedad, pero al individuo en sí. Individuos construidos por un Víctor o
sociedad que tenía la buena fe de crear un ser ideal, pero termina fundando individuos
sin una identidad definida o propia. La monstruosa creación no se reconoce a sí misma
y busca ser nombrada por ese A gran otro Lacaniano, que lo lleva a perderse en una
eterna búsqueda por su significado e identidad en el discurso de los otros.

El Frankenstein contemporáneo se pierde en la comodidad y tranquilidad que


parece entregar la tecnología digital, pero que termina alimentando su angustia y
ansiedad, aunque el sujeto no lo perciba. Esta misma tecnología al mismo tiempo
alimenta el deseo por la aprobación de ese padre desconocido y que al no existir se
torna en una actitud de negación a la voluntad del otro y busca simplemente satisfacer
sus propios deseos. Pero para la satisfacción de estos deseos o metas, es necesario
ser parte de algún grupo de la sociedad. El no ser parte de uno de estos grupos,
convierte al individuo en la peor expresión posible de marginado y rechazado. Ese ser
que es totalmente rechazado y desvalorizado por ese creador empoderado con el
poder de nombramiento, este es el producto que termina siendo eliminado, cuando el
creador entiende que su obra no cumple con sus expectativas.
Por ende, el individuo contemporáneo termina siendo un conjunto de piezas
escogidas por su creador, para satisfacer sus propias necesidades y deseos. Entonces
el individuo termina desarrollando su búsqueda de sentido, basándose en el
positivismo, el poder, la hipercomunicación y los miedos contemporáneos. En el final,
estos elementos de la actualidad, tienen efecto en esta creatura que se encuentra en el
proceso y exploración de su identidad, llevándolo a construir lo que se ha designado
como Foboidentidad.
Bibliografía

Andrew Levy. «Missing out on Facebook “fuels teen depression”». Daily Mail, 11 de
septiembre de 2015, 15.
Hamblin, Laura. «Frankenstein Meets Lacan: Desire and Discourse in Mary Shelley’s
Frankenstein"». Selected Works of Laura Hamblin, 2004.
https://works.bepress.com/laura_hamblin/1/.
Han, Byung Chul. En el Enjambre. Barcelona: Herder, 2014.
———. La Sociedad de la Transparencia. Barcelona: Herder, 2013.
———. La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder, 2012.
Matoza-Báez, César M., y María S. Carballo-Ramírez. «Nivel De Nomofobia En
Estudiantes De Medicina De Paraguay, Año 2015». NOMOPHOBIA LEVEL ON
MEDICAL STUDENTS FROM PARAGUAY, YEAR 2015. 21, n.o 1 (enero de
2016): 28-30.
Puche, Javier Serrano. «Por una dieta digital: hábitos mediáticos saludables contra la
“obesidad informativa”». Ámbitos, n.o 24 (2014).
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16832255008.
Robson, Thomas. «Fear of Missing Out – an Essential Correlate of Social Networking
Site Addiction». American Journal of Medical Research 5, n.o 1 (enero de 2018):
85-90. https://doi.org/10.22381/AJMR5120188.

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