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Los deberes de los jueces en el Estado Constitucional

e Internacional de Derecho
Por Luis Gonzalo Inarra Zeballos
Universidad Mayor de San Simón

1. A modo de introducción
La incorporación de normas que contienen derechos humanos dentro de los
diferentes instrumentos jurídicos, sean éstos Constituciones o Tratados
Internacionales, así como un sistema judicial de protección de los mismos a través de
la instauración de tribunales o cortes constitucionales y supranacionales, en la práctica
ha repercutido en una lógica de introducción de los jueces en la política, quienes al
tener o querer adjudicarse la última palabra en materia interpretativa de los derechos,
se constituyen en actores de la política en el marco de una democracia constitucional.
El desarrollo de este modelo de Estado Constitucional e incluso Internacional, o lo
que es igual, la implementación de un sistema de protección judicial multinivel de los
derechos humanos ha dado lugar prácticamente al fenómeno que en el sistema
jurídico norteamericano es conocido como “el gobierno de los jueces” 1, el cual es
criticado precisamente por concepciones como las corrientes escépticas del derecho
(el marxismo jurídico entre ellos), según la cual, los jueces de hecho atribuyen o
pueden atribuir al Derecho contenidos que se alejan notablemente del significado
ordinario o convencional de los textos en los que se expresa (Redondo, 2009, p. 86).
Lo cual obviamente puede revestir en un poder al margen de la ley y que podría
considerarse como arbitrariedad o como pura y simple decisión y no solución,
incluso dando lugar a prejuicios en torno a la ilegitimidad de la decisión. Pues como
veremos más adelante, la rectitud de una decisión judicial no sólo depende de
mecanismos idóneos de interpretación, sino también de garantías subjetivas que
permitan otorgar al juez una imagen de imparcialidad e independencia.
Ahora bien, además de lo mencionado es perfectamente posible observar que los
jueces poseen poderes, como el poder de resolver controversias judiciales, y éstos son
poderes que no los posee una persona corriente y, que como tal, dicho poder le otorga
a la persona llamada juez la posibilidad de hacer cosas que las demás no pueden,
precisamente porque el Estado no les atribuye dichas potestades. Entonces, si el juez
obtiene su poder del Estado, es también perfectamente lógico que dicho poder sea
un poder reglado o normado por los órganos de éste. Lo cual permite encuadrar a los
poderes de los jueces al contenido y alcances precisos de lo que establecen las normas
jurídicas. Otra situación, es decir, las influencias a las que los jueces pueden ser
sometidos, en términos simples no se enmarcarían en parámetros de la legalidad y
tampoco de la ética judicial.

1
Que mucho antes ya fue instituido en EE.UU. por la decisión de la Corte Suprema en el caso Marbury
vs. Madison, en 1803.
2. Los deberes de los jueces
Las funciones de los jueces, entonces, pueden ser definidas al margen de los poderes
que éstos puedan tener y, más bien, pueden ser enfocadas dentro de lo que Aguiló
(2012) llama los deberes de los jueces, los cuáles serían: 1) el deber de aplicar
(correctamente) el derecho (dentro del cual existe un extenso debate en el cual ahora
no pretendo ahondar), 2) el deber de independencia y 3) el deber de imparcialidad. El
primer deber se configura en la garantía objetiva de la jurisdicción y los otros dos
deberes en la garantía subjetiva de la misma. En tal sentido, dicho autor se
pregunta: ¿Qué exigen de los jueces los principios de independencia y de
imparcialidad?, a lo cual responde que “…independiente e imparcial es el juez que
aplica el derecho (actúa conforme al deber, en correspondencia con el deber, su
conducta se adapta a lo prescrito, es decir, satisface la garantía objetiva: la legalidad de
la decisión) y que lo hace por las razones que el Derecho le suministra (motivado,
movido por el deber)”2, así el juez sólo tendría el ideal de actuar conforme al
cumplimiento del deber, es decir, los deberes de independencia e imparcialidad
(garantías subjetivas) dan respuesta a las mismas exigencias: “tratan de proteger el
derecho de los ciudadanos a ser juzgados desde el Derecho (legalidad de la decisión)
y tratan de preservar la credibilidad de las decisiones y razones jurídicas. Y para ello
pretenden controlar los móviles (los motivos) por los cuáles el juez decide”3.
El deber de independencia, según Aguiló, refiere al control de los móviles del juez de
las influencias externas al Derecho mismo, es decir, de aquellas que vienen de afuera
del proceso judicial, y que residen en la sociedad o política en general. En cambio, el
deber de imparcialidad consiste en que el juez debe mantenerse alejado de influencias
provenientes del propio proceso judicial, como las que se originan del contacto con
las partes litigantes y/o del objeto del litigio (intereses del juez en la decisión). Todo
ello tiene importancia para construir los “bienes internos” relativos a la práctica
judicial4, siendo intrínsecos y necesarios al rol del juez, donde la garantía objetiva de
la jurisdicción (aplicación correcta del derecho) termina siendo determinante en
relación a las garantías subjetivas de independencia e imparcialidad. Pues si un juez es
independiente e imparcial y aplica el derecho según las razones que éste le suministra,
dicha independencia e imparcialidad se hacen dependientes de dicha aplicación. Pero,
por el contrario, cuando el juez no respeta las garantías subjetivas de la jurisdicción
(deberes de independencia e imparcialidad) potencialmente puede provocar la
deslegitimación de su decisión, aunque cumpla con la garantía objetiva.
Las constantes presiones e interferencias externas al proceso a las que los jueces
pueden verse sometidos, así como aquellas que se producen dentro del proceso por
acción de las partes en conflicto o las propias tentaciones del juez, son vicios que
nublan, invisibilizan o perjudican la imparcialidad y rectitud de una decisión, y sobre

2
Aguiló Regla, J., Aplicación del derecho, independencia e imparcialidad, en Revista NEJ – Electrónica,
Vol. 17, Nº 2, 2012, p. 162, disponible en:
https://siaiap32.univali.br/seer/index.php/nej/article/viewFile/3965/2308
3
Ibíd., p. 163.
4
Ibíd., p. 164.
todo, dentro de un Estado constitucional y democrático de derecho, afectan a la
legitimidad de la misma, terminando en el detrimento de la credibilidad de la justicia,
la confianza de la población en el sistema encargado de administrarla y en el socavo
del Estado de derecho.
3. Bibliografía.

 Aguiló Regla, J., Aplicación del derecho, independencia e imparcialidad, en


Revista NEJ – Electrónica, Vol. 17, Nº 2, 2012,
 Redondo, M.C., Sauca, J.M., Ibáñez, P.A., Estado de Derecho y decisiones judiciales,
Fundación Coloquio Jurídico Europeo, Madrid, 2009.

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