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Racionalismo:

El racionalismo es una corriente filosófica que se desarrolló en Europa continental durante los
siglos XVII y XVIII, formulada por René Descartes, que se complementa con
el criticismo de Immanuel Kant, y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de
la razón en la adquisición del conocimiento, hecho en contraste con el empirismo, que resalta el
papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.
Descartes aseguraba que solo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades
universales, contrario en su totalidad a la idea que manejaba el movimiento empirista. A partir de
aquellas verdades es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias.
Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este
tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch
Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los
empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de
los sentidos.
El racionalismo sostiene que la fuente de conocimiento es la razón y rechaza la idea de los
sentidos, ya que nos pueden engañar; defiende las ciencias exactas, en concreto las
matemáticas. Descartes quería volver a la filosofía en un conocimiento científico, por lo tanto
darle un método científico, por lo que se basó en las matemáticas, que se consideraban como una
ciencia segura, por ello se dio a la tarea de describir el principio de la matematización, en su libro
titulado Discurso del método, para realizar una investigación filosófica, el método consiste de
cuatro reglas:
1.- Evidencia: solo es verdadero todo aquello que no emite ninguna duda al pensamiento.
2.- Análisis: Reducir lo complejo a partes más simples para entenderlo correctamente.
3.- Deducción: Permitir a la operación racional deductiva el peso de la investigación, para
encontrar las verdades complejas a partir de la deducción de las simples.
4.- Comprobación: Comprobar si lo descubierto a partir de la razón fue conseguido a través de
estas reglas antes mencionadas
Intelectualismo:

Se denomina intelectualismo a la postura de quienes dan al intelecto preeminencia frente a


lo afectivo y frente a lo volitivo. Por extensión, a cualquier exageración del papel del intelecto. El
intelectualismo se basa en el supuesto de que la realidad es racional o inteligible y, por lo tanto,
susceptible de conocimiento racional, sea ésta exhaustivo o no.

Escepticismo:

El escepticismo es generalmente cualquier actitud de duda hacia el conocimiento, sea éste hechos,
opiniones o creencias declaradas como hechos, o de duda respecto de afirmaciones que son
tomadas por supuestos en otra parte.
El escepticismo es una doctrina del conocimiento que exige dudar de toda la información que no
sea bien apoyada por la evidencia. El término se usó para nombrar a los miembros de la escuela
filosófica que "no afirman nada", es decir, que se quedan en reflexión sin pronunciarse ni
aceptando ni negando. Adherentes del pirronismo (y más recientemente, sinónimo parcial
con falibilismo), por ejemplo, suspenden el juicio en las investigaciones. Los escépticos pueden
incluso dudar de la fiabilidad de sus propios sentidos. El escepticismo religioso, por el otro lado, es
una "duda respecto de los principios religiosos básicos (tales como la inmortalidad, la providencia,
la revelación o la existencia de la deidad)". El escepticismo científico consiste en examinar
científicamente la veracidad de las creencias al someterlas a una investigación sistemática a través
del método científico para descubrir las pruebas empíricas que las apoye.
Relativismo:

El relativismo sostiene que los puntos de vista no tienen verdad ni validez universal, sino que solo
poseen una validez subjetiva y relativa a los diferentes marcos de referencia. En general, las
discusiones sobre el relativismo se centran en cuestiones concretas; así, el relativismo
gnoseológico considera que no hay verdad objetiva, dependiendo siempre la validez de un juicio
de las condiciones en que este se enuncia; o el relativismo moral, que sostiene que no hay bien o
mal absolutos, sino dependientes de las circunstancias concretas. Similares postulados se
defienden tanto en el relativismo lingüístico como en el relativismo cultural.

Irracionalismo:

El término irracionalismo, designa genéricamente a las corrientes filosóficas que privilegian el


ejercicio de la voluntad y la individualidad por encima de la comprensión racional del mundo
objetivo. Como tal, no se aplica a una escuela específica sino que designa una tendencia general
en el curso de la historia de la filosofía. Sin embargo, por antonomasia suele aplicarse el término a
las distintas corrientes existencialistas y nietzscheanas que reaccionaron contra la hegemonía de la
filosofía positivista y neokantiana en la primera mitad del siglo XX.
El postmodernismo contemporáneo es también, con frecuencia, irracionalista.
La validez del término es en sí una quaestio disputata en el seno de la filosofía; los defensores de
posiciones racionalistas argumentan que todavía la crítica de la comprensibilidad del mundo o de
la primacía de las facultades intelectivas sobre las pulsiones psíquicas o biológicas se realiza
mediante la razón. Por este motivo, se prefiere a veces aplicar la denominación de vitalismo.

Realismo:

El Realismo es aquella postura filosófica que manifiesta que los objetos tienen una existencia
independiente al observador. En tal sentido, es opuesto al subjetivismo trascendentaly, en cierta
medida, al constructivismo. En su forma extrema, conocida como realismo ingenuo, se piensa que
las cosas percibidas por los sentidos son en rigor lo que parecen ser. En versiones más complejas, a
veces denominadas como realismo metódico, se da alguna explicación de la relación entre el
objeto y el observador que tiene en cuenta la posibilidad de que tengan lugar ilusiones,
alucinaciones y otros errores de la percepción.

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