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Ensayo
Autor:
A este proceso de poder comunicar a los demás de una manera formal y deliberada
se le puede conocer como “oratoria”.
La oratoria está definida por el DRAE como: “Arte de hablar con elocuencia, de
deleitar, persuadir y conmover por medio de la palabra” (2019, s.p).
“Es una forma de comunicación interpersonal, a través del cual una persona
(orador) se sirve de una serie de actitudes, así como de técnicas verbales y no
verbales, para influir sobre un determinado grupo de personas (público), con
la intención de que piensen, sientan y actúen de una manera previamente
establecida.”
En ese sentido, quien esto escribe concuerda con el autor en los aspectos
intervinientes en la comunicación, donde se emplean “técnicas verbales y no verbales para
influir sobre un determinado grupo de personas”. Es decir, la oratoria tiene como finalidad
última influir en las demás personas. En cuanto a las técnicas verbales y no verbales,
existen: el dominio emocional, el miedo escénico, la empatía y el autocontrol.
Estos cuatros elementos se pueden resumir en una frase de Vitozz, citado por
Yagosesky (2001): “El hombre está obligado a elegir entre vivir sin control y dominado por
sus defectos, o perfeccionar el control para superar sus defectos.” (p.15)
El dominio emocional, tiene que ver con el control de lo que se hace “se siente” en
el momento en el cual se está expresando un mensaje. Ante situaciones que puedan
colocarlo en evidencia, sea por el poco manejo del contenido expresado, nervios, preguntas
o actitudes hirientes de los espectadores, el orador (y el orientador) debe tener control sobre
sus emociones y poder expresar claramente sus palabras.
El autor de este documento considera que es necesario que el orador no sólo maneje
sus emociones, sino el entorno que puede desequilibrarlas. Como los estímulos que llegan
al organismo desde fuera son externos, éstos deben evitarse a través de una “barrera” o
“coraza” que debe generar el orientador u orador en sí mismo.
Para controlar el miedo escénico el orador puede hacer un proceso terapéutico con
apoyo de un profesional que le permita, bien sea con técnicas intrusivas-directivas
(exponer al orador en público para disminuir el miedo escénico) o secuenciales realizar
actividades que permitan disminuir gradualmente el miedo escénico. De este modo, las
respuestas que puedan paralizar o reducir la operatividad del orador, pueden verse sin
efecto tras haberlas trabajado previamente.
Mientras que le miedo escénico puede ser provocado por estímulos externos, la
empatía tiene que ver con el proceso interno propio del orador.
Tiene relación con la capacidad de “colocarse en el zapato del otro”; es decir: vivir
la experiencia o desde el punto de vista del otro para poder comunicarle el mensaje y que
efectivamente pueda influir en él. Este proceso pasa, por una parte, por conocerse a sí
mismo primero y luego al otro. Cuando se llega a este punto, el orador puede influir en los
pensamientos, sentimientos y acciones de la otra persona.
Al igual que la empatía, el autocontrol es un elemento de la comunicación de
dominio del orador. Aunque el miedo escénico también, los estímulos de las emociones
provienen del exterior.
Para lograr el autocontrol puede haber diversas técnicas. El autor de este documento
recomienda realizarse cuatro preguntas que pudieran posibilitar al orientador/orador
ubicarse en tiempo y espacio para evitar las emociones negativas o controlarlas en caso
que aparezcan: “¿Qué estoy sintiendo?; ¿Qué estoy pensando?; ¿Qué estoy haciendo?,
¿Cuál es mi objetivo?”
Estas preguntas pueden sugerir un resumen de los cuatro elementos que intervienen
en el proceso de la comunicación (dominio emocional, miedo escénico, empatía y el
autocontrol), dado que las tres primeras hacen que el orador se pregunte hacia sí mismo qué
proceso está viviendo, mientras que el cuarto hacen que se pregunte “qué es lo que quiere
lograr en quien lo escucha”.
La postura del autor de este ensayo se coincide en que no puede haber un proceso de
comunicación – al menos formal, con el objetivo claro de persuadir- sin formación previa.
El riesgo de cometer errores o lograr lo contrario de lo que se quiere es mayor cuando no
existe claridad en las ideas, en los pensamientos, en los sentimientos del orador con un
entrenamiento anterior.