Você está na página 1de 86

Entre Weasleys y

dragones por ArtemiaCelosia


Resumen: Draco se ve obligado a aceptar un trabajo junto a
un conocido que le pondrá en situaciones comprometedoras
pero muy placenteras. Bill, tomándose su tiempo, acepta un
trato que le cambiará la vida.
¿Cuán peligroso sería jugar con los mayores de los Weasleys?

Charlie/Draco/Bill
Categorías: Harry Potter Personajes: Bill Weasley, Charlie
Weasley, Draco Malfoy
Géneros: Romance
Advertencias: Incesto/Twincest, Trios, Voyerismo=mirar a
otros
Desafíos: Ninguno
Series: Ninguno
Capítulos: 14 Completo: Sí Palabras: 17516 Lecturas: 6001 P
ublicado: 22/08/16 Actualizado: 19/09/16

1. El viaje por ArtemiaCelosia

2. Primeras intenciones por ArtemiaCelosia

3. La decisión de Bill por ArtemiaCelosia

4. Cayendo en tus juegos por ArtemiaCelosia

5. Salida del campamento por ArtemiaCelosia

6. Reencuentro por ArtemiaCelosia

7. Un día con Bill por ArtemiaCelosia

8. Charla entre hermanos por ArtemiaCelosia

9. Un resquicio de ternura en Charlie por ArtemiaCelosia

10. Quiero ver a Draco por ArtemiaCelosia

11. Tiempo en la enfermería por ArtemiaCelosia


12. La propuesta por ArtemiaCelosia

13. Complementando nuestras diferencias por


ArtemiaCelosia

14. Juntos en esto por ArtemiaCelosia

El viaje por ArtemiaCelosia


Notas del autor:
Todos los derechos pertenecen a J.K. Rowling.

¡Hola queridos lectores!

Me alegra saludaros desde una nueva historia dedicada a


SunnyBeth9819 (¡Espero que te guste mucho!)
Constará de aproximadamente quince capítulos (Fecha en la
que finalizará: 19/09) y por supuesto, ¡actualizaré cada dos
días con un nuevo capítulo!

-Los personajes o situaciones están levemente modificados,


por lo que si no te gusta el OOC quizá no sea muy
recomendable que continúes.
-La historia contendrá lemon explicito.

Aclarado esto, si quieres continuar aquí, ¡a leer!


Draco terminaba de hacer su maleta mientras respiraba
pesadamente.

—Todo estará bien, cariño. —Narcissa sonrío a su único hijo y


se acercó para ayudarle en su tarea, mientras tomaba asiento
en la cama.

El menor de los Malfoy debía marcharse a Rumanía para


cumplir con un trabajo que el ministerio le había impuesto.
No podía negarse, no teniendo en cuenta que si lo hacía era
un pase a Azkaban.

Después de haber dejado pasar a los mortífagos a Hogwarts y


que mataran a Dumbledore por ello, tuvo un juicio muy
difícil, en el que Potter acudió para agradecer a su madre la
ayuda en la batalla final. Sabía que si no fuese por el cara-
rajada, no habría tenido ni una sola oportunidad de salir
indemne de aquello. No es que ahora estuviese
completamente limpio, pero por lo menos no moriría en
aquél lugar.

—¿Y qué tienes que hacer allí?

—No estoy muy seguro. Me dijeron que trabajaré con un


grupo de cuidadores de dragones, supongo que querrán que
sea su medimago, aunque contaré con muy pocos recursos.

Después de recuperarse de todo lo ocurrido, pudo estudiar


para ser sanador, a pesar de que su padre quería que se
hiciese cargo de las empresas que aún se mantenían bastante
a flote a pesar del apellido. Al fin y al cabo, el dinero era el
dinero y los inversionistas sabían que Lucius era fuente de
riqueza y muy astuto.
Sin duda ser sanador fue la mejor opción. Después de
trabajar muy duro durante meses la gente empezó a tratarle
como un humano de nuevo y acabó teniendo algunos amigos
ajenos al colegio.

—Bueno, creo que ya está todo.

Narcissa se levantó al oír a su hijo y se acercó a él para


abrazarle fuertemente.

—Escríbenos a menudo. Te echaré de menos, cariño.

—Lo haré, madre. Yo también os echaré mucho de menos. —


besó suavemente la mejilla de su madre. —Lamento no poder
esperar a padre para despedirme.

—Mejor así, no quiero ningún berrinche.

—¡Yo no hago berrinches, madre! —respondió haciendo un


mohín.

—No lo decía por ti. —río ella y su hijo le acompañó.

Ambos se dirigieron a la chimenea del gran salón, donde


Draco partiría para encontrarse un carruaje volador que lo
llevaría a su destino.

—Adiós, madre. —dijo abrazando por última vez a la mujer.

—Adiós, Draco. Cuídate mucho. —se despidió ella.

Draco tiró un puñado de polvos flu y en tres segundos ya


estaba delante de la recepción de transportes.

—Buenos días, tengo un carruaje para Rumanía por parte del


ministerio.

—Buenos días caballero. ¿Draco Malfoy?

—Exacto.

—Perfecto, señor Malfoy. Puede ir a la cuadra cuatro, están


esperándole. —comentó el recepcionista de forma agradable.

—Muchas gracias.

Se alejó por el pasillo para dirigirse al lugar, encontrando que


los thestrals que llevarían la carroza, estaban comiendo
completamente tranquilos. Se acercó a uno de ellos, que le
miraba atentamente, y se animó a tocarle la cabeza
suavemente.

—¡Hola!

El rubio se sobresaltó ligeramente y se giró, encontrándose a


un chico castaño, con piel oscura y ojos negros.

—Perdona, no pretendía asustarte. Mi nombre es Eugene.


Eugene Miller, encantado. —dijo risueñamente ofreciendo su
mano.

—Encantado Eugene, soy Draco Malfoy. —estrechó


firmemente la mano del chico que le seguía sonriendo sin
importar el apellido.

—Ves a los thestrals, ¿eh? Dicen que es un mal augurio. Yo


creo que lo peligroso es no verlos, les encanta hacer trastadas
en cuanto les quitas los ojos de encima. —tomó la maleta de
Draco y la subió al carruaje. —Por cierto, soy el conductor,
aunque no creo que fuera necesario decirlo. —río
fuertemente.

Draco simplemente río de forma silenciosa.

—Entonces parece que tendré un agradable viaje.

—¡Sí, señor! Me gusta hacer sentir bien a mis clientes. —


observó la libreta donde estaban apuntadas sus direcciones.
—¡Rumanía! Tenemos un largo trayecto para que me cuentes
que te lleva allí. ¡Será mejor marcharnos cuanto antes!

—Por supuesto. —respondió Draco subiéndose al carruaje y


esperando a que el chico abriera las puertas y se pusiera al
mando de las criaturas.

Ya habían pasado varias horas en las que habían estado


charlando sobre trivialidades como el Quidditch, la escuela y
varias historias graciosas que Eugene había contado.

—Por lo que he podido ver en la libreta, vas a un


asentamiento de cuidadores de dragones.

—Sí, aunque no sé cuál será mi trabajo allí. Supongo que


tendré que sanar a los cuidadores si resultan heridos.

—Hace poco llevé a Londres a un tipo que trabajaba allí. Se ve


que iba a ser destinado a otro asentamiento y antes le habían
dado unas pequeñas vacaciones. Me explicó que tienen un
jefe muy simpático, aunque no sé si seguirá siendo el
mismo.

—Espero que lo sea. Hay muchas personas que siguen sin


tenerme mucha estima y no me gustaría estar mal en un lugar
donde tampoco quería ir.

—¿Cuánto tiempo tendrás que quedarte?

—De momento seis meses, pero ya me dijeron que era muy


probable que se extendiera más el tiempo.

—¡Vaya! Entonces te deseo toda la suerte del mundo. —sonrió


el chico castaño.

—Gracias, Eugene. Al parecer cumples perfectamente con tu


trabajo de hacer sentir bien a tus clientes.

El chico río sonoramente y continuaron el viaje entre charlas.

—¡Parece que ya llegamos! Empezaré a descender, así que


habrá un poco de movimiento.

—De acuerdo. —respiró hondo y rezó a Merlín, Salazar y todo


mundo mágico porque saliera bien y se encontrara con ese
jefe tan amable y simpático del mismo modo que lo
describían.

Las patas de los thestrals tocaron suelo frente algunas


personas que les esperaban a la entrada.

—¡Parada del asentamiento de dragones, Rumanía!

—Muchas gracias, Eugene. Ha sido un placer conocerte. —se


despidió Draco mientras el chico ya había cogido su maleta y
bajaba delante de él.

—El placer ha sido mío, Draco.


Ambos se dieron la mano y se separaron.

—¡Ha llegado el nuevo! —gritó una chica con una melena


negra y frondosa agarrada a una coleta alta.

Un chico bastante alto se acercó a Draco y le ofreció la mano.

—Bienvenido…

—Draco, Draco Malfoy. —se presentó tímidamente. Le


imponía muchísimo respeto el estar en un lugar tan alejado
de su casa y con personas completamente nuevas.

—Draco. Un buen nombre para estar aquí. —sonrió la chica


que se acercaba rápidamente. —Mi nombre es Emmaline, pero
todos me llaman Emma. Soy una de las encargadas para
cuidar a los dragones extranjeros que nos entregan.

—Encantado Draco, yo soy Shaun. Me encargo del aburrido


papeleo.

—Es un placer conoceros.

—El jefe ha ido a firmar que has llegado en perfecto estado.


Supongo que le ofrecerá al conductor descansar un poco
antes de marcharse y se quedará media hora hablando
porque es incapaz de hacer algo de forma rápida. ¿Qué tal si
te vamos mostrando el lugar?

Draco sonrío levemente al escuchar a la chica.

—Estaría genial.

—Yo llevaré tu maleta a la cabaña que te han asignado, no te


preocupes. —dijo Shaun, que tomaba con ligereza la maleta y
se perdía por la entrada del recinto.

—¡Muchas gracias! —gritó levemente Draco al ver al chico


tomarse tanta molestia.

Emma le miró risueña.

—Shaun es un cielo, le encanta estar para los demás. Tú


tratarás bastante con él siendo el sanador. Cada vez que hay
una herida se debe rellenar un informe, como en el hospital.

—Comprendo, he trabajado durante meses allí.

—¡Genial! El antiguo sanador era un chico en prácticas. No


tuvimos muchos heridos entonces, ya que no era época de
cría y los dragones estaban mucho más pacíficos pero… Las
pociones protectoras resultaban intragables. De hecho, Ivor
consiguió tomarse una y se volvió de color azul,
literalmente.

La risa de ambos llenó el lugar mientras caminaban rumbo a


una gran cabaña.

—Aquí está la cocina. Solemos comer todos juntos. Bueno,


dentro de nuestros turnos. Ivor es el cocinero y se podría
decir que también el más mayor. Es como nuestro padre,
aunque solo tenga treinta y dos.

—Lo recordaré.

Emma le cogió de la mano y caminó hacia el centro de lugar,


que parecía una pequeña plaza improvisada.

—Aquí contamos historias cuando no podemos dormir.


Aunque el jefe siempre viene a regañarnos.

—Entonces no sería muy buena idea hacerlo, ¿no?

—No te preocupes por él, al final se une y siempre es el que


más habla.

—Aún no me has dicho cómo…


La chica le cogió de nuevo y le arrastró hacia otro de los
grandes edificios, interrumpiendo sus palabras.

—Aquí está la oficina, donde trabaja Shaun. Y justo al lado


está la enfermería. Ahí trabajarás tú, siempre que no tengas
que salir.

—¿Salir?

—Ya te explicará el jefe. Pero no te preocupes —añadió


viendo su preocupado rostro. — jamás te dejaremos salir sin
seguridad.

Draco asintió levemente, observando lo pequeña que se veía


la enfermería si la comparaba con San Mungo. Sin duda iba a
tener muy pocos recursos.

—Como puedes ver, por allí están las cabañas que nos sirven
de hogar.

—Vaya… Creí que eráis muchos menos. —dijo observando los


múltiples edificios que se encontraban allí.

—Ahora mismo hay algunas vacías ya que hay menos


dragones que antes. —comentó con un deje triste.

—¿Ocurre algo?

—Los dragones no tienen muchas crías últimamente. Estamos


estudiando su comportamiento para saber que ocurre, pero
resulta difícil encontrar el motivo. A causa de eso, algunos
compañeros han sido destinados a otros campamentos más
grandes que necesitaban ayuda.

—Haré todo lo posible por ayudar.

Emma le sonrió al notar una leve caricia en la espalda.


—No será casualidad que te llames Draco. Seguro que traes
buena fortuna a esta manada.

—¿Manada? Pensaba que los dragones iban por libre.

—Bueno, así nos llamamos nosotros. Cada uno tenemos


nuestra familia pero pasamos más tiempo aquí que con ellos,
por lo que somos una manada. —respondió encogiendo los
hombros. —Te presentaré a cada uno de ellos cuando los
veamos.

Draco iba a responder a la chica cuando una voz grave se


hizo presente tras ellos.

—Emma, muchas gracias por el tour pero me temo que debo


robártelo ya.

—¡Hola jefe! Ha sido muy divertido mostrarle el campamento.


—sonrió. —Iré a tomarme un café si no te importa.

—Adelante, Emma. Es tu hora libre.

La chica se despidió alegremente de Draco y se dirigió directa


a la cocina.

—Así que Draco Malfoy.

El nombrado se giró para ver al que iba a ser su jefe y se


quedó completamente en blanco al visualizar a un pelirrojo
con la cara llena de pecas, fuerte e increíblemente
musculoso.

—Soy Charles Weasley, aunque todos me llaman Charlie o


jefe. Elige la opción que más te guste.

—Weasley… —murmuró algo apenado.

El pelirrojo río fuertemente. —Sé que le hiciste la vida


imposible a mi hermano pequeño durante su estancia en
Hogwarts.

—Lo siento, era un poco…

—¡No te preocupes, Draco! Eran cosas de críos. Espero que no


tengas ningún problema en trabajar aquí y para mí.

—No, ninguno. —respondió rápidamente.

—Entonces todo está bien. —sonrió Charlie al rubio, que a su


lado quedaba realmente como una muñeca de porcelana.
Notas finales:
¡Críticas constructivas ayudan increíblemente a mejorar!

¿Qué os ha parecido el capítulo introductorio? Habrán


personajes nuevos para ambientar bien el lugar. ¡A ver cuál es
vuestro favorito!

Por el momento me despido aquí, y si vosotros queréis, nos


leemos dentro de dos días. ¡Un fuerte abrazo!
Volver al índice
Primeras intenciones por ArtemiaCelosia
Draco caminó silenciosamente tras su nuevo jefe. Su rostro
estaba tranquilo a pesar del ruido que producían los
dragones desde las lejanías. Sin duda el lugar era perfecto
para él.

—Esta es tu cabaña, está justamente al lado de la mía, que es


la que está de forma centrada a las demás.

Fijó sus ojos azules en el rubio y le sonrío, para seguir hacia


su cabaña.

—Disculpe, aún no me ha dicho que trabajo tengo que


realizar y mi horario. —dijo Draco, siguiendo al mayor.

—¡Oh, claro! Tu trabajo será algo duro. Será de ocho a ocho,


aunque por supuesto que tendrás descansos. Son las horas en
las que salimos y puede haber riesgos. Por la noche no creo
que te molestemos, resulta peligroso salir cuando es oscuro y
no queremos iluminación gratuita a causa de una llamarada.

Draco asintió serio. —Emma me ha dicho que en ocasiones


tendré que salir.

—Si hay algún herido fuera es posible que tengamos que


llevarte con él. Nosotros no sabemos mucho de medimagia,
pero hay heridas que se ven evidentemente graves, por lo que
optamos por no moverlos y llevar al sanador.

—Pero si está herido significa que es una zona peligrosa, ¿no?

—Cuando lleves un tiempo aquí, te darás cuenta de que los


dragones no son especialmente peligrosos. La mayoría se
asustan y por eso reaccionan de forma violenta, sobretodo
cuando hay crías.

—¿Algo más que deba saber? —preguntó cuidadosamente


Draco.

Charlie se quedó mirándole fijamente desde el escritorio


principal de su cabaña, a la que habían ingresado mientras
charlaban.

—Es probable.

Draco enarcó una ceja de forma interrogativa ante la


respuesta de su jefe.

—Hay mucho que saber aquí, pero tampoco es plan de que lo


aprendas todo el primer día. De hecho, diría que es imposible
que lo hagas.

—Si es necesario…

—Sé que sacaste muy buenas notas y que no eras tan corto y
torpe como Ron, pero hay cosas que no puedo enseñarte de
forma teórica.

Charlie respondió a la leve sonrisa que Draco le ofreció.

—¡Jefe! —Emma apareció agitada frente a la puerta abierta.

—¿Ha pasado algo?

—Dominique cree haber visto huevos en la zona C-3. Está


cogiendo equipo para dirigirse allí y verificarlo.

—Iré con ella. Si hay huevos será interesante ver el estado y


si por fin tenemos algunas crías por aquí. —Charlie volvió la
mirada a Draco—. El deber me llama. ¿Por qué no vas a
conocer a los demás mientras me ocupo de ello? Emma te
acompañará.

—Claro. Gracias por su tiempo.

—¡Y tutéame, que no soy tan mayor! —respondió mientras


salía rápidamente.

Draco río ligeramente. Parecía que no había tenido tan mala


suerte con el lugar y que el tiempo pasaría medianamente
rápido. Emma se dirigió rápidamente a él.

—¿Qué tal con el jefe?

—Bien, es muy agradable.

—¿Sabes? Antes de que te llamaran, le enseñaron varios


currículos para que decidiera a quien quería en el
campamento. Cambiar de personal resulta complicado, ya
que los dragones se acostumbran a nuestra presencia y
nuestro olor individual.

—¿Ellos se acostumbran a vosotros? —preguntó curioso y


sorprendido.
—Por supuesto. Saben que de alguna manera les cuidamos,
aunque no sea de forma cariñosa, y no solemos recibir
ataques de ellos, salvo cuando están muy asustados.

—¿Entonces por qué tanta necesidad de un sanador?

—Por lo general tenemos que escalar o bajar pendientes con


afiladas rocas. Tenemos más riesgos de caídas que de
ataques, salvo por los dragones nuevos que no están
acostumbrados a nosotros. —Emma le miró atentamente a los
grises ojos—. Al jefe, lo que sin duda más le cuesta es
decidirse a unir a alguien a la manada. En cambio, en cuanto
vio tu currículo, envío una carta diciendo que habías sido
elegido y que te necesitábamos con urgencia.

—¿Y no era así?

—No realmente. Como puedes ver no hay ningún herido


ahora mismo, aunque nunca se sabe cuándo habrá el próximo
accidente y si sobrevivirá a él para necesitarte.

Draco observó esa traviesa sonrisa en la cara de su nueva


compañera.

—Venga, que te voy a presentar a algunos de los que ya han


llegado al campamento.

—Claro…—respondió algo confuso ante la situación. Charlie


le había dicho que no se preocupara por el pasado, ¿pero a
qué venía tanto interés por él? Tenía un buen expediente en
San Mungo, pero suponía que el resto también tendría
experiencia suficiente para encargarse del lugar.

Caminó lentamente tras la saltarina chica, que se dirigía


felizmente al comedor.

—¡Chicos, aquí está el nuevo!


En la mesa estaban seis personas charlando con el que
parecía ser Ivor, el cocinero. Un par de ellos jugaban al
ajedrez mágico mientras tomaban de su humeante taza, los
demás simplemente hablaban entre ellos, tomándose el
descanso que merecían después del duro trabajo.

—¿Deseas tomar algo, Draco? —preguntó Ivor mientras se


levantaba hacia la cocina.

—Un café si no es mucha molestia.

—Por supuesto que no, para eso estoy aquí. ¿Emma?

—¡Lo mismo! —respondió feliz y, cogiendo la mano de Draco,


se acercó a los dos chicos que jugaban al ajedrez—. Draco, te
presento a Nissim y Finn. Ambos, junto a Dominique, se
encargan de patrullar los nidos.

—¡Bienvenido al club! —respondió el primero con una


sonrisa. Un chico de raza negra, alto y fuerte, aunque menos
musculoso que Charlie, con ojos verdes y cabello moreno.

—Se agradecen caras nuevas. —respaldó el segundo. Un joven


con rasgos levemente asiáticos, de piel cetrina y ojos negros,
que resultaban nostálgicamente profundos. Sin poder
evitarlo, recordó a su fallecido profesor y padrino, Severus
Snape.

—Muchas gracias por vuestra amabilidad.

—Dominique es la hermana gemela de Nissim y la novia de


Finn. ¡A ver si les haces un poco la pelota y te invitan cuando
se casen, que no quiero ir sola!

Los cuatro rieron ante las ocurrencias de Emma.

Ivor volvió con los cafés de los dos y Draco aprovechó para
observarle mientras se lo agradecía. Un hombre con leves
arrugas en sus ojos miel, que hacían juego con su castaño
cabello, y una barba de tres días. Tenía una constitución
robusta y bien podrían haberle dicho que era un encargado
de seguridad, que lo hubiese creído sin dudarlo.

—Y por aquí tenemos a cuatro personitas más. —La voz de


Emma le sacó de sus pensamientos, haciéndole prestar
atención a los demás—. Hope e Ivy, expertas en vuelo y
encargadas de ocuparse de los dragones cuando se pelean o
cuando hay que distraerlos para observar sus nidos, huevos
y/o crías.

—¿Ocuparse de los dragones cuando se pelean?

—Por supuesto, no podemos dejar que peleen a muerte o que


salgan muy heridos. —respondió la que parecía ser Ivy. Una
chica pelirroja que destacaba entre todos aquellos
mastodontes por su delgadez y estatura pequeña. Sus ojos
azules brillaban ante la luz que provenía de una de las
ventanas.

—¿Y cómo lo hacéis?

—Debemos acercarnos a ellos mientras pelean para hacer que


nos sigan a cada una. Después sólo hay que perderlos y dejar
que vuelvan a sus nidos. No suelen volver a buscarse después
de eso. —respondió Hope. Una chica con cabello corto y rubio
oscuro, más alta que Ivy aunque con su misma constitución
delgada. Sus ojos verdes se asemejaban mucho a los de su
némesis del colegio.

—Sois increíbles… —murmuró Draco.

Las chicas sonrieron complacidas ante el cumplido del chico


y le restaron importancia a su trabajo.

—Y por aquí tenemos a Viorel, el único rumano en este


campamento en Rumanía, y a Inma, la única española. Ellos
son como guardas forestales. Se ocupan de los bosques y las
zonas de los dragones. También están preparados para
apagar incendios, es importante cuando trabajas con
criaturas que escupen fuego.

—Hola Draco. —saludó animadamente Inma—. Soy


Inmaculada, pero puedes llamarme Inma si te cuesta mucho.
Aquí todos lo hacen. —río.

La chica, a la que le sobraban algunos kilos, tenía largas


piernas, piel bronceada y cabello negro increíblemente
rizado. Sus mejillas prominentes, sus grandes ojos castaños
con extensas pestañas y sus pequeños labios, favorecían a
que su aspecto pareciese el de una muñeca.

—¿Has tenido un buen viaje? —preguntó cortésmente Viorel.


Su piel pálida y sus ojos de un gris oscuro le recordaban
levemente a su padre. Menos mal que llevaba el pelo
prácticamente rapado, y aún así, se intuía la sombra negra de
su cabello.

—Sí, gracias. —Draco sonrió a los nuevos compañeros—. Es


un placer conoceros.

Los chicos charlaron durante un tiempo antes de que Charlie


apareciera de nuevo ante ellos, junto a Dominique, que se
acercó a besar a su novio y a abrazar a su hermano. Ivor en
seguida se levantó para ofrecerles una bebida.

—¿Qué tal ha ido? —preguntó Emma.

—Hemos encontrado un huevo gris pálido. Parece que está en


un buen estado, habrá que ir haciéndole un seguimiento.

—¿Un opaleye de las Antípodas?

—Eso parece. —sonrío Charlie a los compañeros—. Draco,


¿me acompañarías hasta mi cabaña?

Draco miró confuso a Charlie, que le ofrecía una breve


sonrisa y le esperaba en la puerta.
—Claro. Muchas gracias a todos por el recibimiento. —hizo
una leve reverencia para despedirse y se marchó tras Charlie.

Charlie caminaba silenciosamente hacia su cabaña. Al llegar


allí abrió la puerta y se hizo a un lado para que el joven
pasara, cerrando disimuladamente con llave cuando el otro
tomaba el asiento que le había ofrecido.

—¿Y qué tal con los chicos?

—Muy bien. La verdad es que se ve que estáis todos muy


unidos.

—Procuramos no tener discusiones. No podemos permitirnos


tener muchas distracciones ahí afuera. Sería peligroso para
todo el equipo.

Draco asintió observando los movimientos del mayor. Charlie


se había acercado y agachado ante él para verle fijamente al
rostro.

—Dime, Draco. ¿Te ha costado mucho venir?

—Mm… No. El viaje ha sido rápido y…

—No me refería a eso. A la mayoría de gente le cuesta venir


aquí y dejar lejos a la familia, o a la pareja…—dejó caer
disimuladamente.

—Bueno, es complicado estar tan lejos de la familia, pero


puedo escribirles.

Charlie le sonrió de forma coqueta. —Hay cosas que no se


pueden escribir. No puedes darle un beso a tu amada o tocar
su suave piel…

Draco se removió algo incómodo ante el giro de la


conversación.
—No tengo novio por lo que no puedo echar de menos algo
inexistente. —respondió intentando parecer lo más sereno
posible.

—Así que te van los chicos. Muy interesante…

Draco observó esos ojos azules que le miraban intensamente,


esos dientes apresando el labio inferior y las manos que se
sujetaban a los reposabrazos del sillón donde él estaba
sentado.

—Quizá debería irme para instalarme antes de que sea más


tarde.

—¿Tienes miedo?

—No, en absoluto. Sé que estaré seguro aquí.

—No lo estarás de mí. —respondió encogiendo los hombros.

—¿Cómo? —preguntó creyendo que había escuchado mal o


que todo era parte de su imaginación.

Charlie lo tomó fuertemente de la cintura y se acercó a su


rostro sin importarle que el rubio estuviera haciendo presión
en su pecho usando sus brazos en un vano intento de
apartarse de él.

—Vamos a pasarlo muy bien juntos, dragón.

—¿Estás loco?

El pelirrojo sonrió burlonamente. —No lo suficiente. Sé lo que


hago.

Draco se intentó apartar de nuevo, consiguiendo soltarse del


agarre a su cintura, pero poco después, Charlie estaba
sentado encima suyo, con las rodillas hincadas en sus manos,
lo que no le permitía moverse.

—Sé porque estás aquí. No podías negarte a venir, porque te


hubiesen mandado a Azkaban.

—¿Por eso me elegiste? ¿Para violarme?

—¿Violarte? —preguntó molesto el pelirrojo, que fruncía el


ceño—. Nunca haría eso. Tú decidirás acostarte conmigo.

—Eso no ocurrirá.

—Te doy veinticuatro horas. —respondió desafiante.

Charlie se inclinó más sobre Draco para besar su cuello y


lamer hasta su mejilla. El joven forcejeaba por liberar las
manos y cerraba los ojos con fuerza, hasta que notó que el
peso se marchaba.

—Descansa, Draco. Nos vemos mañana en la enfermería.

Draco le miró como si estuviese demente y se dirigió a la


puerta encontrándola cerrada. Unas manos lo apresaron de
nuevo a cada lado, pero en vez de tocarle, abrieron
respetuosamente la puerta y le dieron paso a la salida.

Se dirigió rápidamente a su cabaña, cerrando tras de sí con


llave y quedándose en blanco después de lo ocurrido. ¿Sería
mejor renunciar?
Notas finales:
Charlie se ha lanzado a por todas. Este fic no va con muchas
sutilezas, jaja.

Ya han sido presentados todos los personajes originales.


¿Qué os parecen? ¿Cuál sería vuestro favorito? :D

¡En el próximo capítulo aparecerá Bill! Y por supuesto,


tendréis que esperar un par de días para leerlo.
¡Un fuerte abrazo grupal!
Volver al índice
La decisión de Bill por ArtemiaCelosia
—¡Ya estoy en casa! —gritó Bill apareciendo por la
Madriguera.

—¡Bill, cariño! —Molly corrió a abrazar a su hijo mayor.

Bill era de los hermanos más cariñosos y detallistas. No era


necesario decirle lo mucho que le echaban de menos para que
fueses a hacerles una visita.

—Hola mamá. ¿Cómo va todo? ¿Estáis todos bien? —


respondió abrazándola fuertemente.

—¡Bien es poco! Tu padre está experimentando con más


cachivaches muggles, George y Ron están con la tienda que
no paran casi ni para comer, Ginny está perdida entre tanto
partido, Hermione sigue luchando por los derechos mágicos y
Harry siendo auror… ¡Y luego está tu hermano Charlie!

—¿Qué le ocurre a Charlie? —dijo divertido.

—¡Ni una sola carta! ¿Es que tanto cuesta enviar una carta
diciendo “Mamá, estoy bien.”? Pues parece ser que sí, porque
hace más de un mes que no me envía nada. ¡Desde que me
dijo que estaba buscando un nuevo trabajador!

—Quizá está ocupado entrenando a esa persona. Ya sabes que


Charlie es un poco exigente con el personal nuevo.

Molly negó con resignación.

—Y dime, hijo. ¿Tú cómo estás?

—Pues muy bien, mamá. He decidido tomarme un año


sabático para descansar y poder disfrutar un poco de la vida.
A mi jefe le ha parecido genial y me ha dicho que seré
bienvenido en cuanto quiera volver.

La señora le miró sorprendida. —¡Pero eso es genial, Bill!

—Me gustaría pasar algún tiempo con vosotros y ver a mis


hermanos antes de tener que volver al trabajo. Claro, si os
parece bien que me aloje aquí.

—¿Qué tonterías dices? ¡Por supuesto que sí! Tú habitación


está exactamente igual a como la dejaste.

Bill sonrío abiertamente a su querida madre.

—¡Pero mira qué hora es! Va a llegar tu padre y no voy a tener


nada listo para cenar.

—¿Te parece bien que hoy invite yo? Pediré comida, iré a
buscar a papá para darle una sorpresa y los traeré a los dos.

Molly le sonrió y se abalanzó a sus brazos de nuevo.

—Muchas gracias, hijo.

Bill se despidió antes de desaparecer por la chimenea y,


después de dejar hecho el pedido, se dirigió al Ministerio.

—¡Arthur Weasley! —gritó Bill, poniendo su voz más grave


que de costumbre.

Arthur se giró ante el llamado, encontrándose con la blanca


sonrisa de su hijo mayor.

—¡Bill, qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?

—Pues precisamente eso, darte una sorpresa. —Bill abrazó a


su padre, dándole unos sonoros golpes en la espalda—. He
pedido algo de comida para la cena. ¿Quieres que vayamos
juntos a buscarla?
—¡Claro!

Arthur y Bill iban charlando de forma animada camino al


restaurante donde había hecho el pedido. Al llegar allí les
entregaron las bolsas y les permitieron usar la chimenea para
ir a casa.

—Hola querida. —saludó Arthur, besando la mejilla de su


esposa.

—Arthur, ¿todo bien en el trabajo?

—Todo increíble. Más si me encuentro a mi hijo a la salida. —


respondió mirando a Bill con una sonrisa.

Los tres integrantes de la familia se sentaron en la mesa y


Molly sirvió la comida a cada uno de ellos.

—Esto está delicioso, Bill. Gracias por comprar la cena. —


comentó entusiasmada la madre.

—Gracias a vosotros por todo lo que habéis hecho por mí. De


alguna manera tendré que agradecerlo, ¿no?

—¿Y qué es lo que piensas hacer en tu año sabático? —


preguntó su padre mientras comía tranquilamente.

—Pues había pensado pasar un tiempo con vosotros, pero


después de hablar con mamá me ha parecido buena idea ir
primero a visitar a Charlie. Aunque me quedaré una semana
por aquí para ver a George, Ron, Harry y Hermione. A ver si
con suerte consigo ver a Ginny.

Arthur río sonoramente. —Seguro que es una agradable


sorpresa para él que vayas a verle.

—No os importa que vaya allí antes de quedarme, ¿no?


—Por supuesto que no, hijo. Y recuerda que puedes venir
cuando quieras. —respondió cariñosamente Molly.

____

Charlie fue al comedor a primera hora de la mañana. Varias


personas ya estaban allí, preparadas para desayunar y salir a
trabajar.

—Buenos días, jefe. —saludó Emma.

—Buenos días a todos chicos. ¿Draco aún no ha despertado?


—preguntó tomando asiento.

Ivor se acercó a él con el desayuno que siempre tomaba.

—¿Si no ha despertado? Fue el primero en llegar. Dijo que


tomaría el café en la enfermería ya que debía ubicarse y
organizar el lugar, además de ver los antiguos “casos
clínicos” para ver que solía ocurrir.

—¿Tan redicho es? —preguntó divertido.

—¡Jefe, no seas malo con él! —regañó Emma.

Ivor y Charlie rieron juntos. Ambos sabían que no era


malintencionado, simplemente gustaban de hacer enrabietar
a los más pequeños.

—Y ahora dime, ¿por qué tanto interés en Draco?

—¿Lo has visto?

—Es muy guapo. —Emma respondió de forma sincera.

Charlie asintió levemente con una sonrisa pintada en la cara.

—Es igual que cuando iba a Hogwarts con mi hermano


pequeño.
—¿Ya lo conocías? —preguntó Ivy, haciéndose participe de la
conversación.

El pelirrojo encogió los hombros. —No pude conocerle


mucho, yo ya no iba a la escuela cuando ellos entraron. Ron
me hablaba mucho de él, siempre diciendo que le hacía la
vida imposible y que era un mimado.

—¿Y por eso te fijaste en él? —cuestionó burlonamente


Viorel.

—En realidad me fijé en él cuando tuve que partir a Hogwarts


para llevar algunos dragones. ¿Recordáis el torneo de los tres
magos? —Los compañeros asintieron—. Harry, uno de los
participantes, era un amigo de mi hermano. Y entonces vi a
Draco.

—Así que cuando viste su currículo no pudiste dejar escapar


la oportunidad de conocerle. —concluyó Emma.
Charlie volvió a sonreír mientras se levantaba de su puesto.
—Exacto. Y basta de charlas, es momento de ponerse a
trabajar.

____

Draco dio unos leves toques a la oficina, donde esperaba


encontrar a Shaun. Había pasado un par de horas
organizando la enfermería, observando meticulosamente los
medicamentos, los antiguos historiales y el material en
general.

—¡Adelante!

Abrió la puerta e ingresó.

—Imaginaba que eras tú, ya nadie es tan educado aquí como


para llamar a la puerta antes de entrar.
El rubio sonrió. —¿Te interrumpo?

—No, en absoluto. No te he visto en el comedor.

—He estado en la enfermería, necesitaba ponerme al día de lo


que había ocurrido en el pasado y del lugar.

—Debe ser complicado acostumbrarse a un lugar nuevo.


Recuerdo que para mí lo fue al llegar aquí, y eso que es mi
primer trabajo. ¿Puedo ayudarte en algo?

Draco tomó asiento junto a Shaun.

—A decir verdad, sí. He hecho una lista de medicamentos y


material básicos que serían necesarios. Algunos de los que
estaban almacenados están caducados y supongo que tú
tendrás que hacer el presupuesto.

—Sí señor. Hablaré con Charlie cuando vuelva y


procuraremos ofrecerte todo lo necesario.

—También tengo una hoja con sugerencias. Yo sé hacer


pociones curativas, y si compraseis los ingredientes, podría
prepararlas sin problemas. De esa forma durarían más tiempo
y perderíais menos dinero.

Shaun observó sorprendido la lista de sugerencias que había


hecho el joven. —¡Vaya! Por fin alguien aplicado en el
campamento—. Sonrió, ganando una risilla tierna de vuelta.

El rubio, algo inseguro, se acercó un poco más a Shaun.

—Shaun… ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro. —respondió algo extrañado ante el secretismo de


Draco.

—¿Sabes si el jefe tiene pareja o algo similar?


—¿El jefe? Jamás ha mencionado a nadie y tampoco ha cogido
nunca vacaciones. De hecho, muchos de nosotros le decimos
que necesita a alguien que le haga descansar. —dijo risueño.
—¿Estás interesado en él?

—¿Eh? ¡No, no! Sólo…—balbuceó el rubio.

—No te preocupes, no diré nada. —comentó guiñando un ojo.

Draco se levantó de golpe, sintiendo su rostro caliente, y


salió de allí con una suave despedida.
Notas finales:
En el próximo capítulo... *Chan, chan, chan* Habrá un
acercamiento entre Charlie y Draco :D

Espero que os haya gustado este capítulo y nos leamos en el


próximo, por supuesto, ¡dentro de dos días!

¡Un enorme abrazo grupal!


Volver al índice
Cayendo en tus juegos por ArtemiaCelosia
Notas del autor:
¡Atención!

Este capítulo contiene lemon explícito, por lo que puedes


saltártelo si no te gusta.
Charlie entró a la enfermería tras llamar y no recibir
respuesta. Dentro no parecía haber nadie, pero unos leves
quejidos desde el interior de la habitación donde se
guardaban los historiales médicos de cada uno de ellos.
Se deslizó por la puerta de allí y sonrío levemente al ver a
Draco de puntillas para alcanzar una de las cajas superiores.
Cerró, asegurando la salida, antes de dirigirse a él.

El rubio se sorprendió al ver dos fuertes brazos a cada uno de


sus lados, sosteniendo la caja que había intentado bajar sin
ningún éxito.

—Gracias…—murmuró cuando se la entregó.

—¿Qué haces? Shaun me había dicho que te habías dedicado a


ordenar, pero todo esto está más desastroso que antes.

—Precisamente porque estoy ordenando. Hay archivos aquí


que deberían haberse destruido hace tiempo. —Draco giró
para observar a Charlie—. He encontrado exámenes físicos de
personas que ya no trabajan aquí.

El mayor sólo encogió los hombros y Draco no pudo evitar


entornar los ojos ante su jefe.

—¿Te ha hablado Shaun de los útiles que necesitaría?

—Y de lo maravillosas que son tus sugerencias. —comentó de


forma distraída, consiguiendo un sonrojo del rubio que lo
hizo reír.

—¡Deja de hacer eso! —exclamó algo molesto e incómodo.

Charlie se acercó depredadoramente a él.

—Me pregunto si serás igual de eficiente en la cama. —


susurró en su oído, provocando más incomodidad y
sonrojo—. ¿Qué tal si me suplicas por esos útiles que
necesitas?

—¿C…cómo? —preguntó confuso, intentando alejarse.

—Quiero oírte suplicar por más.

Draco dio unos pasos atrás sin percatarse de que estaba cerca
de una mesa que no le permitía seguir avanzando. Los
musculosos brazos de Charlie lo levantaron con demasiada
facilidad, dejándolo sentado y con él entre sus piernas.
—Vamos, no te hagas el inocente. Seguro que lo has hecho
antes. —susurró acariciando una de sus largas piernas sobre
el pantalón.

—Nunca obligado.

—Nadie te está obligando, puedes irte si quieres, pero sabes


que no es así. —su mano subía con peligro por la pierna—. Tú
también quieres suplicar hasta quedarte afónico.

Draco iba a replicar, cuándo la extremidad del otro terminó


de deslizarse hacia su entrepierna algo endurecida. Mordió
sus labios sin poder evitar contener un jadeo de sorpresa.

—¿Ves como no es solo cosa mía? —sonrió Charlie.

El mayor disfrutaba viendo como el delgado chico aguantaba


los gemidos y se retorcía ante el insistente frote.

—Basta…

—Tus palabras no suenan convincentes. —picó el pelirrojo. Se


acercó a sus labios y añadió—. Sé buen niño y suplica.

Draco miró dubitativo a la puerta.

—No temas, nadie entrará aquí.

Charlie se apartó con lentitud de él y se sentó en la silla que


completaba el escritorio. Murmuró algún improperio mientras
se acomodaba la notable erección y volvió a dirigir su
lujuriosa mirada al rubio.

—Ven dragoncito. —ronroneó soltando una traviesa risilla,


moviendo los dedos como si se tratase del llamado de un
simple gato.

El rubio dibujó una leve sonrisa en su rostro antes de decidir


acercarse a él.
—Por favor, necesito suministros para poder trataros en el
caso de que algo os ocurra.

Charlie negó divertido.

—Por favor…—pidió suavemente, subiéndose encima de sus


piernas y quedando sentado, al contrario de lo que había
ocurrido el primer día que lo conoció.

—Enséñame tu cuerpo.

Los largos dedos se deslizaron por la suave tela de la camisa,


desabrochando los botones, dejando su delgado torso al
descubierto. Charlie dejó escapar el aire para poder mantener
una calma que poco duró, pues tiró de la camisa por la
espalda para poder tener acceso al níveo cuello, permitiendo
que la prenda aún cubriese sus antebrazos.
Se acercó a esa cálida zona, donde la clavícula se marcaba
con fuerza, y le propinó un mordisco posesivo.

—¡Ungh! —Draco cerró los ojos con fuerza al sentir esos


duros dientes enterrándose en su piel.

—¿No vas a suplicar por más? —preguntó con un tono muy


ronco, lamiendo el enrojecido cuello donde una marca se
empezaba a formar.

—Duele…

Charlie le cogió de la nuca, forzándole a acercarse, para


estamparle un firme beso.

—Me gustaría decirte que seré suave, pero después de estar


tanto tiempo viendo la ferocidad de los dragones, te aseguro
que no será así.

Llevó su rostro de nuevo hacia abajo, mordiendo uno de los


sonrosados pezones que se encontraban en su camino. Draco
gimió, apretando sus dedos sobre los hombros del mayor.

—Desnúdate. —ordenó—. Sin varita. —remarcó cuando


observó los movimientos del joven.

Draco se levantó, dejando que la camisa se deslizara por sus


delgados brazos, llevando sus largos dedos al cierre del
pantalón, deshaciéndolo y bajándoselos.
Charlie se mordió el labio inferior, siguiendo con la mirada
todo el cuerpo del joven.

—No aguanto más. —dijo al ver esa deliciosa desnudez


delante de él.

Se levantó, empujando a Draco de nuevo en la mesa,


arrancando un gemido de dolor de esos deliciosos labios.

—Lo siento, no puedo controlarme contigo. —murmuró


mientras descendía por el toso, dejando mordiscos, besos y
lamidas—. Mío…

Pasó la lengua por toda la largura del pene, haciendo que el


rubio se retorciera.

—Sigue, por favor…

Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de su jefe, que


siguió dedicándole mimos algo más suaves. Su mano
masajeaba los testículos del rubio.

—Draco, Charlie, ¿estáis aquí? —preguntó una voz desde la


enfermería.

Draco se tensó inmediatamente, a lo que Charlie volvió a


ascender para apoyar todo su peso en él y que no pudiera
escapar.

—¿No vas a suplicarme más? —Le susurró al lado de su oído


con una maligna sonrisa.
Draco negó, intentando apartarle.

—¡Oh, vamos! Estabas siendo tan complaciente…—Charlie


hizo un ligero puchero.

Acercó sus labios, mordiendo y lamiendo con suavidad la


boca del otro.
Su mano se dirigió a la entrepierna de Draco, que aún seguía
dura por el trato recibido anteriormente. Empezó a
masturbarle con lentitud, aumentando el ritmo a cada minuto
que pasaba.

—Para. —ordenó Draco en voz muy baja.

Charlie negó con la cabeza, aumentando el ritmo de la


fricción y observando atentamente los ojos grises que le
sostenían la mirada.

—Me encantas, Draco. —susurró antes de morderle la


mandíbula al ver como se retorcía intentando soltarse—. Sería
tan delicioso oírte gritar mi nombre.

El cuerpo del rubio temblaba, sus dedos apretaron con fuerza


la camisa de Charlie, que le miraba, mordiéndose el labio
inferior, cómo respiraba fuerte y entrecortado.
Su cadera empezó un vaivén rápido, buscando más roce,
consiguiendo llegar al clímax con varias estocadas más.

—¡Mira lo que has hecho! Has manchado mi ropa. —musitó


Charlie con una sonrisa traviesa. Se acercó a sus labios para
propinarle un brusco beso—. Bien hecho, dragoncito. Aunque
la próxima vez no te escaparás de mí, ya tenga que follarte en
medio del comedor. ¿Has entendido?

Draco asintió con lentitud, intentando controlar su


respiración.

El pelirrojo cogió su varita e hizo un mudo hechizo de


limpieza sobre ambos. Y, besándolo por última vez, salió de
la habitación.
Notas finales:
Me despido con rapidez, dejando uno de los capítulos
calenturientos de la historia, ¡pero no el que más!

Muchísimas gracias por el apoyo que está recibiendo la


historia. Es genial compartir con personas así :3

¡Un enorme abrazo!


Volver al índice
Salida del campamento por ArtemiaCelosia
Draco se dirigió al comedor sin dejar de pensar en lo
sucedido el día anterior. Sabía que había cometido un error al
ver la última sonrisa de Charlie antes de que se marchara.

—¡Buenos días, Draco! —saludó alegremente Emma. La chica


parecía llena de energía a todas horas, recordaba bastante a
Pansy en sus años más jóvenes.

—Buenos días, Emma.

—El jefe ha venido antes. Me ha dicho que hoy le


acompañarás.

El rubio se quedó confundido, pues le habían informado de


que saldría del campamento si hubiese algún herido, pero
estaban todos allí.

—Pero…

—¡Eh, Draco! ¿Quién te ha mordido? —La burlesca voz de Finn


sobresalió ante las demás.

—¿Perdón?

Finn se señaló su propio cuello, justo en la zona donde Draco


tenía el visible mordisco que le había propinado Charlie. Su
rostro comenzó a enrojecer violentamente.

—¡Finn, no molestes a Draco! —regañó Emma, cogiendo de la


mano al rubio y llevándoselo fuera del comedor.

—¡Qué vergüenza!... —Se quejó quedamente Draco.

—No te preocupes, Draco. A Finn le gusta mucho bromear con


según qué cosas, pero no lo hace con mala intención.

El rubio abrazó a Emma, tapando su rostro aún ruborizado en


el cuello de la chica.

—Fue él quien no paraba de picarme y al final caí en su juego.


—susurró.

—¿Él? Si quieres decírmelo, guardaré el secreto.

—Charlie…

—Ya sabía yo que algo escondía… Al parecer se había fijado


en ti hace unos años, cuando fue a vuestro colegio.

Draco levantó la cabeza para observarla.

—¡¿Lo sabías?!

—Lo contó ayer. Antes de eso no sabía que te conocía.

—Emma, iré un momento a la enfermería. Me gustaría escribir


una carta antes de marcharme.

—Claro. No te preocupes, Draco. Charlie no es tan…Tan


Charlie como aparenta. —rió de forma amigable—. ¡Qué vaya
bien la salida!

El chico se despidió después de darle las gracias a Emma por


sus ánimos y su apoyo. Al llegar al escritorio, se hizo con un
pergamino y una pluma para poder enviar la carta.

“Querida madre:

Lamento haber tardado un par de días en escribirte, pero


necesitaba poner las cosas en orden. Ya sabes mi manía con
la organización.

El lugar ha resultado acogedor, aunque hoy tendré mi


primera salida al exterior (no te preocupes por ello, estaré
completamente protegido).

Mis compañeros son simpáticos y muy afables. Emmaline, la


primera que me saludó, me acompaña en muchas ocasiones y
me ha dado su apoyo. Por otra parte, está el jefe del lugar. Se
trata de Charles Weasley…”

La mano que escribía quedó quieta ante el miedo. ¿Se sentía


capaz de contar la verdad?

“Espero tu respuesta para mandarte una nueva carta, que


espero sea más extensa, puesto que ahora debo marcharme a
trabajar.

Saluda a padre de mi parte. Echo de menos estar a vuestro


lado.

D. M.”

Se levantó del escritorio y se dirigió a la oficina, donde Shaun


ya se encontraba preparado para empezar su tarea.

—Buenos días, Shaun. Me gustaría enviar esta carta.

—¡Draco! Ahí están las lechuzas y búhos, puedes elegir el que


desees. —señaló el joven.

Un majestuoso búho fijó la mirada a la de Draco, quien se


acercó para atarle la carta en la pata.
—Mansión Malfoy, Londres. —susurró acariciando su
cabeza—. Espera la respuesta para volver. —Abrió la ventana
para que el búho pudiese emprender el vuelo.

—¿Estás listo?

Draco se giró sobresaltado al escuchar la grave voz de


Charlie, que se encontraba apoyado en el marco de la puerta.

—Tenemos que salir ya.

—Sí, claro. —susurró—. Hasta luego, Shaun. Ten un buen día.

—Muchas gracias, Draco. Espero que tu primera salida sea


muy enriquecedora. —contestó con una gran sonrisa.

Charlie salió tras Draco, recorriendo su cuerpo con la


mirada.

—Bonito cuerpo. —Le susurró al lado de la oreja.

—Finn me ha visto el cuello.

—¿Te ha molestado? —el rubio bajó la mirada ante la


pregunta—. Hablaré con él.

—¡No! Ellos sabrán que nosotros…

Charlie le agarró de la cintura.

—Shh… Te preocupas demasiado. —dijo frunciendo el ceño—


. Deja aquí tus problemas, ya te dije que fuera es un peligro
tener distracciones. —Draco asintió distraídamente.

Siguió los pasos de Charlie, que caminaba tranquilamente


trazando una ruta segura.

—¿No vendrá nadie más con nosotros?


—Algunos de ellos estarán sobrevolando la zona. Es posible
que nos encontremos a alguien en el camino.

Un rugido se escuchó a lo lejos y el temblor del suelo


apareció al compás de unas grandes pisadas. Draco se acercó
más al cuerpo de Charlie, se sentía completamente inseguro
allí.

Llevó el brazo a la cintura del joven y aprovechó para


morderle el lóbulo de la oreja.

—No debes estar tan tenso. No corres peligro aquí.

—No corro peligro si no llevo distracciones y tú te estás


distrayendo conmigo. —comentó molesto.

Charlie sonrió ante la respuesta nerviosa de Draco. Soltó su


cintura y siguió caminando.

—¿Por qué has decidido que vaya contigo? —preguntó Draco


después de unos minutos.

—Quería mostrarte el lugar. Es importante que conozcas la


zona y sepas moverte por ella.

—Ya veo…

—¿Esperabas otra respuesta?

Draco negó sutilmente con la cabeza, más para deshacerse de


las ideas que pasaban por su mente que por el hecho de dar
una respuesta.

Charlie apartó unos grandes arbustos, dándole paso a Draco.


Detrás de tanta arboleda se encontraba un idílico valle. Los
dragones parecían volar alegres por la zona, todos ellos en
perfecta armonía a pesar de ser de distintas especies.
El rubio dio un paso atrás al ver un galés verde común
acercarse demasiado a su posición.

—No te hará nada. Actúa normal y se fijará menos en ti.

—Es un lugar precioso. —dijo asombrado.

—Me gustaría mostrarte más. —respondió estirando el brazo


para alcanzar su mano.

Draco la apretó al escuchar un nuevo rugido que procedía del


cielo, donde un colacuerno húngaro sobrevolaba con
majestuosidad.

Charlie comenzó a caminar, estirando la pequeña mano,


metiéndose entre unas montañas bastante destruidas. Allí, un
hermoso dragón nacarado con ojos multicolores e
increíblemente brillantes, les observaba atentamente,
descansando sobre el suelo. Charlie siguió caminando hacia
él hasta que notó que Draco ponía resistencia.

—No voy a acercarme…

—Confía en mí. No dejaría que le pasara nada a nuestro


nuevo medimago. —sonrió, volviendo a estirar su mano.

El rubio se acercó dando pequeños y lentos pasos hasta llegar


al dragón.
Charlie alzó la otra mano hacia el enorme hocico. Los
cabellos de los dos jóvenes se movieron con el aire que
expulsaba.

—Los opaleye de las Antípodas no son nada agresivos. Sólo


matan si tienen hambre.

Los ojos grises recorrieron las escamas multicolores y


brillantes.

—¿Los huevos…?
—Exacto. Parece que tendremos pequeños iridiscentes por
aquí y necesitaré tu ayuda para cuidar de ellos.

—¿Mi ayuda? Yo trato personas, no animales.

Charlie rió sonoramente.

—Tú tratarás a quien yo te diga, que para eso soy el jefe. —


respondió de forma burlona, acercándose a él para besarle
posesivamente.
Notas finales:
Dejamos un capítulo algo más mágico. ¿A quién no le gustaría
estar entre dragones? (Dragones que no te coman, claro :P)

Si vosotros queréis, nos volveremos a leer dentro de dos días


en el próximo capítulo. Hasta entonces, os deseo unos muy
buenos días.

¡Un fuerte abrazo!


Volver al índice
Reencuentro por ArtemiaCelosia
Draco se dirigió con prisa hacia la cabaña de Charlie. Emma le
había dado una nota de parte de su jefe en la que decía que
quería hablar con él a solas antes de tener que ir a hacer la
ronda.

Sus nudillos golpearon con fuerza la puerta, pero al no


recibir respuesta decidió adentrarse.

—¿Charlie? —Cerró la puerta y se dirigió a la pequeña salita


que tenían todas las cabañas.

—Ya has venido, dragoncito. —ronroneó cerca de su oído.

—Emma me ha dado la nota…

Draco acarició el brazo del pelirrojo, que ya empezaba a


desabrochar los botones de la camiseta que llevaba el rubio.

—¿Me has llamado para esto?

—Voy a tener que salir, ¿quieres que vaya con el calentón por
ahí, imaginando como me cabalgas? Eso sería peligroso…

—Para mí es más peligroso tenerte aquí.

Charlie sonrió antes de propinarle un mordisco en el hombro


y frotar su entrepierna contra el trasero del otro.

—En el fondo sé que te gusto, y mucho. —susurró—. Ahora


mismo lo demostrarás.

—¿De qué forma? —preguntó Draco girando entre sus brazos.

—De rodillas, dragoncito. —ordenó Charlie.

____

Emma hablaba animada con la gente que desayunaba en el


comedor.

—Chicos, hay alguien en la puerta. —Dominique señaló por la


ventana a las chispas rojas que allí se encontraban—. ¿Ha
salido alguien?

—No, todos estamos dentro del campamento. Iré a ver quién


es, no os preocupéis. —respondió Shaun levantándose del
asiento con rapidez.

El chico salió del edificio para dirigirse a la entrada, donde


encontró a un chico de su misma altura, pelirrojo y con los
mismos ojos azules que Charlie.

—Buenos días. —saludó con una sonrisa.

—Buenos días, soy Shaun. ¿En qué puedo ayudarte?


—Encantado Shaun, soy William Weasley, aunque prefiero que
me llamen Bill.

—¿Hermano de Charlie? —preguntó asombrado.

—Eso es lo que me han dicho. —Rió él.

Shaun se apartó de la puerta.

—Adelante, adelante. Es un placer tenerte aquí, aunque


Charlie no nos había comunicado nada.

—No le avisé, quise hacerle una pequeña sorpresa.

—Ahora mismo se encuentra en su cabaña, puedo


acompañarte si lo deseas.

—Si me indicas donde está iré solo, no te preocupes.

El chico se giró sobre sus talones para señalarle la cabaña que


estaba centrada a las demás.

—Su cabaña es aquella de allí, la que está en el centro.

—Muchísimas gracias, Shaun. Supongo que nos veremos


después.

—Por supuesto, si necesitas algo estaré en el comedor, que es


aquél edificio de allá. —dijo volviendo a señalar.

Bill asintió y ambos se pusieron en marcha para ir a sus


respectivos lugares.

Al llegar a la puerta escuchó un suave gemido de una voz


masculina, pero no era su hermano. Con curiosidad abrió la
puerta y se adentró, intentando no ser visto, para pillarle con
las manos en la masa y jugarle una broma pesada.
—Bien, usa tu boca. —susurró Charlie.

Bill se asomó con cuidado, vislumbrando el cuerpo desnudo


de su hermano que se encontraba de espaldas con unas finas
y blancas manos recorriéndole las nalgas, las caderas y las
piernas.
El sonido de saliva, las respiraciones entrecortadas y los
gemidos de Charlie eran lo único que se escuchaba en el
lugar.

—Ven. —ordenó Charlie—. A cuatro patas.

El pelirrojo mayor tragó saliva al ver la compañía de Charlie.


Un chico rubio, con una palidez extrema y unos finos rasgos
contrastaba con el fornido cuerpo de su hermano.
Su mano se dirigió a su entrepierna, que comenzaba a
despertar.

Charlie cogió con fuerza las caderas, empujando para entrar


en Draco sin cuidado alguno. Un quejido salió de los pálidos
labios.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan brusco? —preguntó


Draco entre dientes.

El pelirrojo sólo sonrió, sabiendo que el otro no lo podría ver,


y comenzó a embestirlo mientras mordía los huesudos
hombros.

Bill se acariciaba intentando seguir el ritmo de los amantes,


lamiendo sus labios secos y dejando escapar algunos leves
jadeos cuando los de ellos eran mucho más audibles.

—Ch-Charlie voy…—jadeó el rubio.

El pelirrojo apoyó todo su peso sobre la espalda de Draco,


consiguiendo que pegara su rostro al suelo y dejara su culo
expuesto a unas fuertes y rápidas penetraciones.
Draco llegó al orgasmo, manchando el suelo y sacudiéndose a
causa del placer experimentado. Charlie no pudo aguantar
mucho más al notar las paredes interiores apretar
deliciosamente su pene, y con un ronco gemido llenó al
chico.

Bill, con la escena, se masturbó con más rapidez, mordiendo


su mano para no hacer ningún ruido al correrse, imaginando
como sería acariciar esa nívea piel, como sería tener esas
orbes grises completamente dilatadas por él…

Una alarma comenzó a sonar.

—Mierda… Ya es hora de ponerse a trabajar. —Se quejó


Charlie, al tiempo que apagaba el molesto sonido. Cogió su
varita para limpiar ambos cuerpos y volvió a acercarse a su
dragón—. Dragoncito, tienes un cuerpo delicioso y me apena
mucho tener que decir esto, pero tienes que vestirte. —
bromeó, besando su cuello.

Draco lo apartó con suavidad y empezó a vestirse. Charlie,


imitándole, procedió también a buscar su ropa que estaba
tirada por la sala.

—¿Te ocurre algo? —preguntó con el ceño fruncido.

—No, nada. —susurró Draco.

Bill aprovechó el momento en el que Charlie sujetó a Draco


para salir de allí, quedando esperando en la puerta ahora
cerrada.

—No quiero volver a preguntarlo.

—No es nada, ¿de acuerdo? Tienes que irte, los demás estarán
esperándote y yo también tengo que ir a mi puesto de
trabajo.

—Sí, no vaya a ser que el jefe te diga algo. —comentó


mordaz.

Charlie fue el primero en dirigirse a la puerta y al abrirla


encontró a su hermano Bill con los brazos abiertos.

—¡Charlie!

—¡Bill! ¿Qué haces aquí? —preguntó con una amplia sonrisa,


abrazando a su hermano.

—Pues sorprenderte, querido hermano. Aunque por lo que


veo, tienes prisa.

Charlie cogió la mano de Draco para acercarlo a ellos.

—Sí, ahora debo irme a trabajar, pero me encantaría hablar


contigo después. Draco, te dejo a cargo de mi hermano,
entretenle hasta mi vuelta.

—Tengo que ir a…—susurró Draco sin poder terminar.

—Bill, te presento a Draco, un nuevo trabajador. Intentaré


hacer la ronda rápida.

—No te preocupes, Charlie. No he venido a pasar tiempo con


mi hermano para irme después corriendo, ¿no? —bromeó—.
Encantado, Draco.

—Un placer, Bill.

Los ojos grises y los azules del pelirrojo mayor se


conectaron, dejando a Draco sin respiración.
Notas finales:
¡Hola queridos lectores!

Siento mucho haber tardado unas horas más de lo habitual en


actualizar, he querido hacerlo antes de salir de casa, pero no
me ha dado el tiempo suficiente ^_^"
Procuraré que no vuelva a ocurrir. ¡Lo siento!

Bueno, Bill ya está aquí. ¿Qué creéis que va a ocurrir? :P

¡Nos leemos dentro de dos días!


Volver al índice
Un día con Bill por ArtemiaCelosia
—¡Vaya! Lamento darte más trabajo. —dijo sonriendo con
amabilidad.

—No es tan trabajo. Es un placer tenerte aquí.

Bill escudriñó al chico que tomaba algunas cosas


apresuradamente.

—¿Qué tal si me muestras tu trabajo? Así podrás seguir


cumpliéndolo a pesar de que Charlie me haya dejado a tu
cargo.

Draco asintió, feliz por la propuesta, ya que tenía que


empezar a preparar algunas pociones, por lo que le indicó
que le siguiera para dirigirse a la enfermería.

—Soy el sanador.

—Y fabricante de pociones, por lo que puedo ver. —comentó,


acomodando su cabello detrás de la oreja.

—Bueno, no me dedico a ello. Mi padrino me enseñó cuando


era pequeño y no quise dejar de hacerlo después de que él
muriera.

Bill pudo notar el deje de tristeza del chico.

—Debió ser un gran hombre.

—Bueno, tú debiste conocerlo. Severus Snape. —dijo con una


sonrisilla traviesa.
Bill rodó los ojos levemente.

—No era tan malo con nosotros. A partir de Fred y George


creció su odio contra los Weasley, y tenía suficientes razones
como para que le comprendamos. —Rió.

Ambos se sentaron junto a un caldero que contenía un


líquido violeta que burbujeaba con lentitud.

—¿Y tú a qué te dedicas?

—Trabajo en Gringotts, quitando maldiciones. Solía estar en


Egipto, allí los magos eran muy propensos a dejar sus
riquezas con castigos para todo aquél que se atreviese a
intentar robar.

Los ojos azules y los grises se conectaron por unos segundos.

—Tú, con tus riquezas, tendrás que hacer algo parecido. Eso
o tener un heredero. —comentó divertido.

Draco se sonrojó levemente al pensar lo que tenía con


Charlie.

—No creo que haga ninguna de las dos cosas. ¿De qué sirve
poner una maldición para tu fortuna cuando tú ya no vas a
poder disponer de ella? A no ser que haya un restaurante en
el más allá…

—De ser así espero que no nos den la mesa al lado del señor
oscuro. —bromeó, arrancando una leve risa en Draco.

—¿Sueles tomarte todo tan a la ligera? —preguntó con un


poco de inocencia.

—Ron dice que soy un controlador y un mandón. Supongo


que no, pero es fácil hacerlo contigo. —Bill miró el minucioso
orden en el que se encontraba todo—. Ojalá se le pegue algo a
Charlie.

—No creo que pueda hacer nada con él. —Se carcajeó Draco.

—Si lo hicieses, mi madre estaría eternamente agradecida. De


hecho creo que te contrataría y todo para hacer lo mismo con
George.

La mano de Draco dejó de hacer girar la poción y enfrentó


cara a cara al mayor.

—Siento mucho lo que le ocurrió a tu hermano Fred.

—No hay que estar tristes. Fred y George son los grandes
bufones de la familia, se lo debemos a los dos. —Sonrió,
intentando tranquilizar a Draco.

El rubio bajó la mirada, sin ver nada en realidad. El ambiente


había pasado a ser algo pesado, siempre era costoso hablar
de la guerra.

—¿La poción ya ha terminado?

Draco giró el rostro para observarle. —Sí, sólo queda esperar


a que se enfríe para poder almacenarla.

—¿Qué te parece ir a dar una vuelta por los alrededores?

—No tenemos permiso para salir.

—No iremos muy lejos, no quiero meterte en líos.

Draco miró la mano que Bill le había ofrecido. Aceptando, se


puso en pie, y dejo una pequeña nota en el escritorio por si
alguien le necesitaba.

—¡Hola! —Ivy miró a Draco y al apuesto chico que le


acompañaba—. ¿Hermano de Charlie?
—Su hermano mayor. —respondió sonriendo—. Soy Bill, un
placer.

—¡Vaya, qué sorpresa! Charlie nunca había traído familia


aquí. ¿Ibais a alguna parte?

—Nos gustaría salir por las cercanías un rato. —comentó


Draco.

Ivy pareció dubitativa, pero comprendió que no había muchas


posibilidades de que ocurriese algo malo.

—Si necesitáis algo, avisadme. Y por favor, no le digáis a


Charlie que os he visto salir. —suplicó con un leve puchero.

—No te preocupes, no le diremos nada. —Bill le guiñó un ojo


y se marchó junto a Draco.

—Espero poder quedarme una semana para disfrutar de mi


hermano, y de ti. —añadió Bill cortando el silencio que
reinaba.

La mirada gris volvió a posarse sobre su cuerpo. Esta vez


sobre la enorme cicatriz que le desfiguraba la zona izquierda
del rostro.

—Greyback, un tipo majo. —respondió al sentir la silenciosa


pregunta.

—Lo siento, no pretendía ser maleducado. —Draco volvió el


rostro para observar el frondoso paisaje—. ¿Eres…?

—No soy un licántropo. He sufrido algunos pequeños


cambios, pero no me transformo.

Draco llevó la mano inconscientemente a la cicatriz de mayor


tamaño. Acarició con suavidad la zona, sintiendo la magia
que emanaba de ella. No había forma de quitarla, bien lo
sabía.
—Tu roce se siente bien…—susurró Bill.

La voz pareció despertarle del trance, por lo que retiró la


mano y se sonrojó.

—¿Podría hacerte una pregunta personal? —pidió con


educación Bill.

—Claro…

El corazón de Draco latía con fuerza. Ése chico parecía no


inmutarse con su extraña actitud, ¿y por qué él se ponía tan
nervioso?

—¿Qué sois mi hermano y tú?

—¿Cómo? —preguntó reteniendo el aire.

—Bueno, he visto como te miraba y parece que le gustas.


Charlie es un libro abierto para mí. Pero tú…¿Le quieres?

Draco boqueó indeciso. La respuesta era perturbadora, pues


si se había sentido atraído por él, pero después de sus
actitudes tan rudas… ¿Quererle?

—¡Chicos! —gritó una grave voz que parecía algo molesta. —


¡Dentro, ahora!

Bill y Draco se giraron para encontrarse con Charlie, que les


observaba desde la puerta del lugar. Al parecer ya habían
pasado horas desde su ida, y para ellos sólo fueron cuestión
de minutos.

—Vaya… Parece ser que te libras de responderme. —Bill


sonrió—. Ven, diré que ha sido mi culpa.

Se acercaron a Charlie, que ya estaba con los brazos cruzados


y apoyado en la gruesa pared.
—No se puede salir fuera sin ninguno de nosotros.

—Lo siento, no lo he tenido en cuenta. —respondió Bill.

—Pero Draco…

—Ha sido mi idea. Prácticamente lo he arrastrado aquí. —


Rió—. Menos mal que tengo vacaciones porque con estos
descuidos podría haberme afectado cualquier maldición.

Charlie fijó la mirada en Draco, que pasó dentro por su lado


en completo silencio. Había visto algo en la mirada de Charlie
que no sabía cómo interpretar.
Notas finales:
¡Hola lectores!

No os voy a mentir. Hubo unos días en los que me atrasé por


temas de salud y ahora me está costando mucho ponerme al
día xD

¡Necesito un pequeño descanso! D:


Así que os comienzo a avisar de que me tomaré algún tiempo,
aunque antes terminaré esta historia. (No voy a dejarla
pausada, no os preocupéis)

Os dejo con la pequeña tensión entre Bill y Draco, además de


los celos de Charlie :P

¡Un enorme abrazo a todos! ;D


Volver al índice
Charla entre hermanos por ArtemiaCelosia
Bill entró en la cabaña de Charlie.

—¡Mi querido hermano pequeño! —dijo abrazándole con


fuerza.
El aludido rió mientras se apartaba de él y servía un poco de
whisky de fuego en un par de vasos.

—¿Qué te ha traído aquí? Mamá no me había dicho nada.

—Quizá si tú le hubieses enviado alguna carta…

—He estado muy liado estos días, pero le enviaré una pronto.

Bill sonrió traviesamente.

—Ya he visto que tienes un trabajador nuevo. Espero que no


se espante teniendo un jefe tan horrible.

—¡Hey! Soy el jefe que todo el mundo querría tener. —rebatió


divertido.

Sin duda lo que estos dos hermanos echaban más de menos


eran los piques entre ellos. Aquellos que tanto se hacían
antaño.

—Charlie, he tomado un año de descanso y… Me gustaría


saber si podría quedarme aquí durante un tiempo.

—¡Por supuesto que sí! —exclamó emocionado—. Puedes


tomar la cabaña vacía que prefieras y quedarte todo el tiempo
que quieras. ¡Será genial estar juntos de nuevo!

—Nada de historias de terror por la noche. —advirtió


divertido—. No quiero que luego vengas a meterte en mi
cama.

—Eso era cuando era muy, muy pequeño. —Golpeó con


suavidad el brazo del otro, que reía escandalosamente.

____

Draco recibió al búho que había vuelto de Londres. Desató


con cuidado la carta y procedió a leerla.
“Querido Draco:

Tu padre y yo estamos felices de que tu bienvenida haya sido


tan agradable. Por aquí las cosas siguen muy similares a
como estaban, por lo que no debes preocuparte en absoluto
por nosotros.

Deseo que Weasley no te haga ningún desprecio, pero si es


así, responde como un auténtico Malfoy lo haría. En realidad
eso lo añado porque tu padre se ha puesto muy pesado con
ello.

Espero tus cartas con muchas ganas, querido. Cuéntame todo


lo que te ocurra, pues sabes que yo te apoyaré.

Te quiere, tu madre.”

Draco sonrió al acabar de leer. La fina letra de Narcisa parecía


tranquila, tal y como era ella.

—¿Podrás llevar una nueva carta? —preguntó al búho, que ya


estiraba la pata esperando que se la pusiera en ella—.
Descansa un poco mientras la escribo.

“Querida madre:

Me alegra poder enviarte noticias de nuevo.

Mi salida al exterior fue increíble. Pude estar al lado de un


hermoso dragón que brillaba de una forma especial. Al
parecer es el único que ha puesto huevos esta temporada y
Charlie me ha informado que necesitará de mi ayuda para
asegurar la salud de las crías.

Mis compañeros siguen igual de amables, aunque sigo


juntándome más con Emma que con el resto. Ivor y Shaun (el
cocinero y el secretario del lugar) también pasan tiempo
conmigo. De hecho, Ivor me pidió que le mostrase como
realizar una poción.
Te mentiría si te dijese que dudé muchísimo en aceptar venir
aquí, pero… Aquí puedo ser yo, madre. Puedo trabajar en lo
que me gusta y fabricar pociones con tanta libertad como
desee.

Hoy ha venido una persona nueva al lugar. Y sinceramente,


me gusta. ¿Recuerdas cuando me contaste el momento exacto
en el que te percataste de los sentimientos que sentías por
padre? Creo que me ha ocurrido lo mismo.
Pero a la vez hay otra persona del campamento que me llama
tanto la atención…

Estoy confuso, madre. Confuso pero feliz.

D. M.”

Con un cordel rojo, ató la carta al búho, que en seguida


prendió el vuelo vuelta a Londres.

—¿Bill tendrá pareja? —preguntó pensativo a la nada.

____

Bill observó a su hermano, que ya parecía estar algo


achispado a causa del whisky de fuego.

—¿Y qué tal es Draco? —preguntó como si nada.

—Es perfecto…—susurró Charlie.

—¿Y le has dicho ya que te gusta?

Charlie le miró con el ceño fruncido.

—Charlie, no puedes mentir, no a mí al menos.

—¿Algún problema con ello? —preguntó curioso.


Bill encogió los hombros.

—Si a él le gustas también… El problema sería que se fijase


en alguien más.

El menor de los hermanos se tensó levemente al escuchar sus


palabras.

—¿Te ha dicho que le gusta alguien?

—No, pero yo podría conquistarle, no te fíes mucho. —


bromeó, aunque en su mente la idea danzaba desde que se
había percatado de la situación.

—¡Claro, claro! Mi hermano mayor quitándome al chico que


me gusta. —comentó con burla—. ¡Pero si no te has fijado en
nadie durante muchos años!

Bill rió con él y fue a sentarse a su lado.

—Me alegra volver a estar a tu lado, Charlie.

—A mí también, Bill. Aunque como te vea de nuevo a solas


con Draco, te voy a machacar. —dijo con media lengua a
causa del alcohol ingerido.

El mayor rodó los ojos y le acercó a él para darle un beso en


la frente.

—Descansa, anda. Te robo una de las llaves para una cabaña.

El otro, que ya se estaba quedando dormido, asintió de forma


imperceptible. Bill observó el pequeño mapa que había allí,
junto a cada llave de las cabañas. Un letrero sustituía a las
que no tenían llave. “Draco Malfoy” justo en la cabaña de al
lado.
Tomó la que estaba en el otro lado, dejando a Draco rodeado
por ellos dos, y se marchó de allí.
____

El rubio se sobresaltó al escuchar unos leves toques en la


puerta. Se dirigió a ella y abrió con lentitud.

—¿Bill? —preguntó adormilado.

—¡Oh! ¿Te he despertado? He visto la luz encendida y he


pensado…

—¡No, no! De hecho me iba a dormir ahora, se me ha hecho


algo tarde escribiendo. ¿Querías algo?

—Sólo pasaba a desearte una buena noche.

El pelirrojo dio un paso adelante para acercarse al rostro de


Draco y le besó con suavidad en la mejilla.

—Igualmente…—susurró sonrojado.

Bill le sonrió antes de empezar a marcharse.

—¡Por cierto, seremos vecinos durante un tiempo! —sonrió


señalando la cabaña justo al lado contrario.

Draco sonrió tontamente. Sonrisa que duró hasta que se


acostó y pensó que no podían ser imaginaciones suyas.
¿Estaría Bill igual de interesado en él?
Notas finales:
Hoy tengo una pregunta (por simple curiosidad) para
vosotros, queridos lectores: ¿Con qué hermano os quedaríais
si tuvieseis que elegir a uno? :P

-Aviso-

El día 19 de septiembre acaba este fic (¡Justo un día antes de


mi cumpleaños!), por lo que el día 21 debería subir un nuevo
one-shot.
He decidido que del día 21 al día 5 de octubre, tomaré un
descanso de subida, aunque es muy probable que me veáis
por aquí dejando algunos comentarios e inclusive
respondiendo si vosotros los dejáis :D

Durante esas dos semanas me dedicaré a escribir en todo el


tiempo que tenga libre para poder avanzar proyectos y, de
esa forma, conseguir publicar cada dos días sin dejar una
historia abandonada, como hasta ahora.

(¡Espero que vosotros me echéis de menos tanto como yo! ;_;)

¡Un enorme abrazo!


Volver al índice
Un resquicio de ternura en Charlie por ArtemiaCelosia
Draco caminaba observando la amplia espalda de su jefe y
amante, que no le había vuelto a dirigir la palabra desde que
le había encontrado el día anterior con Bill.

—Charlie… —El pelirrojo se llevó un dedo a sus labios, a


modo de orden.

Llegaron al lugar entre las montañas, donde se encontraba el


gran nido de aquél hermoso dragón.

El rubio levantó la mirada, intentando visualizar a aquella


criatura en los cielos.

—Hope e Ivy están distrayendo a los padres. —comentó


Charlie.

—¿Por qué estás molesto conmigo?

—Ven, necesito tu ayuda.

Se acercó al distante muchacho y observó en silencio como


lanzaba algunos hechizos para saber cómo iban
evolucionando las crías.
—¿Están bien? —preguntó al ver que Charlie se levantaba.

—Uno de ellos tiene un tamaño menor, pero parece que va


avanzando. Habrá que revisarlo con más continuidad.

Charlie se puso a caminar de vuelta sin esperar a Draco.

—Acepto que estés molesto conmigo, pero podrías al menos


tener en cuenta que estoy aquí. —espetó molesto el joven.

—Te dije que fuera del campamento no quiero distracciones.

—¿Eso soy para ti? ¿Una distracción?

Charlie se giró para enfrentar a Draco. La mirada gris


reflejaba el enfado que sentía, por lo que debería actuar con
cuidado, pero eso no era posible para Charlie.

—Aquí sí. Así que mueve el culo, que eso se te da bien y


sígueme de vuelta al campamento.

—Vete al infierno. —espetó dolido.

Caminó con paso rápido, empujando a Charlie al pasar a su


lado y empezando a correr cuando el otro le llamó y le siguió
con la misma intensidad.

—Chicos, ¿ha ocurrido algo? —preguntó preocupada Emma,


que estaba a la entrada del campamento.

—Me voy de este lugar. —dijo Draco siguiendo hacia su


cabaña.

Emma miró dubitativa al pelirrojo.

—¿Jefe?

—No ha pasado nada, Emma. Voy a hablar con él. —Charlie


sonrió a su compañera y se fue a buscar al rubio.

Draco cogió la maleta y la lanzó sobre la cama.

“¿En qué momento decidí que era buena idea acostarme con
él. ¡Es un imbécil! Y yo más por permitir esto…” pensó
angustiado.

Unos fuertes brazos le apresaron en un suave abrazo.


Instintivamente intentó soltarse.

—No hagas eso. —susurró en su oído.

—Suéltame.

—Vamos a hablar.

—No tengo nada que hablar contigo. —concluyó Draco.

—Hace un momento querías hablar.

—Hace un momento me has dicho que moviese el culo, que


eso se me da bien. Pues lo moveré para no verte más la cara.

Charlie se carcajeó, enfureciendo más a Draco, por lo que


tuvo que apretar más el abrazo para que no se soltase.

—Dragoncito. —ronroneó.

—No.

—Vamos, todo esto lo empezaste tú.

—¿Empecé? ¿Qué se supone que empecé?

—¿Qué hacías con Bill?

Draco se quedó quieto ante la pregunta. “Él está celoso, no


fue mi imaginación.” pensó.
—Sólo hablábamos. —susurró más calmado—. Además, fuiste
tú quien me dejó a cargo de él.

Charlie comenzó a besar el largo cuello de Draco, haciendo


que se le erizase el vello tan imperceptible que tenía.

—No hagas eso, estoy molesto contigo.

—Y yo contigo. Tú eres mío.

Draco se dio la vuelta, llevó sus brazos alrededor del cuello


del pelirrojo y le besó con intensidad.

—Deja de decir eso, no soy un objeto.

—Eres un dragón realmente irresistible. —murmuró


repartiendo besos sobre su rostro—. ¿Qué te parece si nos
perdonamos volando juntos en escoba?

—¿Y por qué volar?

—Estoy seguro de que estás aburrido de estar en el


campamento, y las salidas que has hecho han sido muy
breves. Además quiero sentirte bien cerca. —Hizo un vaivén
con la cadera, dejando notar su endurecido miembro.

—Eres un pervertido. —susurró Draco.

—Sólo contigo. —confesó.

Draco se dejó guiar hacia el exterior de la cabaña para poder


ir a surcar los cielos.

Charlie decidió alejarse un poco del campamento y avanzar


hacia la zona donde los hocicortos suecos descansaban con
tranquilidad.

—Estos son igual de estirados que tú, sangre pura. —Intentó


molestar al joven.

—Por si no lo recuerdas, tú también eres sangre pura. —


respondió frunciendo el ceño.

El pelirrojo se carcajeó y lo apretó más a su cuerpo.

—¿Por eso me pides que te folle? —dijo divertido.

—Eres un idiota. —El rostro de Draco había enrojecido por la


vergüenza que sufría cada vez que Charlie se expresaba de
forma tan soez.

A pesar de la falta de crías, la vida llenaba los bosques,


montañas y ríos. Siempre había algún dragón sobrevolando
sus zonas.

—Me gusta este lugar. —confesó el rubio.

—Podrías quedarte para siempre.

Draco se ladeó para observar los ojos azules que le miraban


con seriedad.

—¿Es una broma? —El pelirrojo negó con la cabeza—.


Charlie…

—Mira, allí está el macho opaleye. —Señaló con la mano,


intentando dejar el tema a un lado.

Las escamas del dragón brillaban con sutileza, dejando ver


distintos tonos de colores en ellas. Sus alas se batían con
fuerza, alzando el agua cuando pasaba cerca del río.

Draco apoyó la espalda en el amplio pecho del pelirrojo y


acarició el brazo que rodeaba su cintura.

—Deberíamos volver. —Rompió el silencio Draco.


—¿Qué prisa tienes por volver?

—Mi jornada laboral no ha terminado. Y la tuya tampoco. —


recordó—. Podemos vernos después.

—Eres un pequeño y enclenque aguafiestas. —Draco iba a


replicar, pero fue interrumpido—. Son cualidades que me
gustan en ti.

La escoba emprendió el camino de nuevo al campamento.


Emma, que se dirigía a su cabaña, les saludó con la mano
cuando descendían.

—Entonces, ¿nos vemos después? —preguntó cauto el rubio.

Charlie, a modo de respuesta, lo acercó a él y le besó


rudamente, intentando marcar lo que era suyo, fijando la
mirada en otros ojos azules que los observaban desde la
entrada de una cabaña.

—Cuando termines de cenar, ve a mi cabaña y espérame


desnudo. —Volvió a darle un rápido beso acompañado con
una pícara sonrisa.
Notas finales:
Charlie ya se ha percatado de lo lanzado que va Bill con SU
rubio, ¡en el próximo capítulo habrá discusión! :P

Muchísimas gracias por leer


Volver al índice
Quiero ver a Draco por ArtemiaCelosia
Draco se encontraba en la enfermería preparando algunas
pociones. Al fin tenía algo de tranquilidad, pues Charlie no se
despegaba de él ni un minuto cuando se encontraba en el
campamento.

Unos sonoros golpes en la puerta le hicieron voltear la vista


de su trabajo.
—Hola, Draco. Siento molestarte. —Bill le sonrió desde la
puerta.

—No molestas, Bill. ¿Te ocurre algo?

—Un chico hermoso me quita el sueño. —dijo divertido,


acercándose a él y tomando asiento.

—¿Cómo?

Draco bajó la mirada al notar la mano del pelirrojo acariciar


la suya.

—¿Cómo consigues ser tan precioso sin siquiera


proponértelo?

—Quizá no deberías estar aquí. —comentó inseguro.

—¿No sientes lo mismo que yo?

El rubio se levantó nervioso y salió presuroso de la


enfermería. Necesitaba tomar el aire y controlarse.

—¡Draco! —Bill corrió para alcanzarlo—. Lo siento, no


pretendía molestarte. —dijo acariciando su mejilla.

—No me has molestado, es sólo que…

—Estás con mi hermano.

Draco le observó con fijeza.

—Sabes tan bien como yo lo brusco y poco serio que es. Tú te


mereces más atenciones. —Bill se deslizó hasta ponerse a sus
espaldas—. Te mereces masajes, regalos, charlas a la luz de
las velas, que te hagan el amor… —murmuró con suavidad.

La cabeza rubia se agachó al sentir las suaves cosquillas en


su nuca.

—¿No te gustaría, Draco?

—Charlie…

—Puede ser nuestro secreto. —Draco le miró de forma


extraña—. Tú eres libre y por lo tanto puedes estar con quien
elijas. Yo puedo ofrecerte algunas cosas y él otras.

—¿Me estás proponiendo estar con los dos?

—Es tu decisión, hermoso. Sólo quiero que sepas que estaré


esperándote. —Bill se acercó con lentitud y en una silenciosa
petición, le besó con una suavidad y una dedicación que
distaban mucho de las sensaciones que le producían los
besos de Charlie.

____

Charlie caminaba sin cuidado alguno por las peligrosas


montañas de la ruta que más bajas se había llevado.

En su mente, la visión de Bill observándoles cómo se besaban


y la conversación que habían tenido por la mañana, rondaban
incesantes.

____

—Buenos días, Charlie. —saludó feliz.

—Parece que te has despertado de muy buen humor, Bill. —


comentó mordaz mientras desayunaba.

Bill se sentó frente a él, sin dejar de observarle en ningún


momento.

—¿A qué se debe tu actitud?


—¿Lo preguntas? ¿A qué se debe la tuya con Draco?

Bill se carcajeó de su hermano, el cual se le notaba furioso.

—Hacía muchos años que no te enfadabas así conmigo. Desde


antes que Fred y George nacieran.

—Recuerdo a la perfección el momento en que te dije que


Draco me interesaba. ¿Es que no había más gente en el
mundo? —Charlie mordió su tostada con fuerza, desquitando
la rabia con ella.

—Charles, sabes lo sofisticado que es Draco. ¿Realmente crees


que se quedará eternamente en una cabaña lejos de la
sociedad y los lujos? ¿Crees que querrá estar hablando
siempre de dragones y sexo?

Charlie se levantó de golpe.

—¿Qué has dicho?

—No te enfades, hermanito. Siempre te ha sentado mal la


verdad. —Bill salió sonriente del comedor, dejando a un
furioso Charlie en él.

____

Emma observó el paisaje desde las alturas. Hacía un rato que


había perdido a su jefe de vista y temía por su seguridad.
Decidió bajar y trazar la ruta ella misma para poder
encontrarle, no sin antes lanzar chispas al cielo para que sus
compañeros se unieran a la búsqueda.

“Quizá sólo se ha retrasado en alguno de los puntos


peligrosos.” Pensó intentando mantener la esperanza.

—¡Jefe! —gritó y esperó la contestación, pero esta nunca


llegó.
Sus pies se apoyaban en afiladas rocas que podían rasgar las
gruesas suelas de sus botas si daba un paso en falso y con
unos guantes especiales para la escalada en zonas peligrosas
se apoyaba en las paredes.

En ese punto las montañas eran demasiado estrechas, por lo


que debía pasar lateralmente. No había opción de usar la
escoba si caía.

Observaba el fondo de cada precipicio y pendiente que


encontraba, deseando no ver allí a Charlie.

Había llegado al punto más peligroso de todos. Donde un par


de personas ya habían fallecido, y donde otros habían caído
con mucha suerte, pues pudieron ser atendidos y salvados.

Emma suspiró. “Por favor, aquí no.” Pensó y cruzó los dedos
antes de atreverse a mirar. Retuvo el aire al ver el escarpado
suelo y lo expulso al no ver a nadie allí.

Decidió apoyarse un segundo en la pared para poder


tranquilizarse. Sus manos temblaban y no podía permitirse
que sus piernas siguieran el mismo camino, pues podría caer
ella misma.

—¡Jefe! —Volvió a gritar con fuerza.

____

Charlie abrió los ojos al escuchar una voz llamarle.

—¿Emma? —susurró. No podía alzar más la voz.

Al ver una gran montaña sobre sí y notar que no podía


moverse supuso que se habría caído, aunque no recordaba la
gran cosa.

Movió los dedos de su mano derecha con lentitud,


consiguiendo mover el brazo y poder buscar la varita en su
bolsillo, pero no la encontró. Levantó un poco la cabeza para
ver su cuerpo ensangrentado y observó los alrededores.
Su varita estaba tirada en el suelo. Desde su posición parecía
que no estaba rota.

Intentó moverse para llegar a ella, pero un fuerte dolor le


hizo parar y unos pitidos resonaron en sus oídos.

“¿Así voy a terminar?” Llevó la mano al abdomen e intentó


coger aire, consiguiendo sentir un pinchazo en sus costillas.
“Draco. Él está en el campamento. Quiero volver a verle…”

Decidido se volteó, aguantando las ganas de gritar, y


comenzó a arrastrarse ayudándose de su brazo derecho.

“Debo llegar hasta la varita para poder verle de nuevo.”

____

Unas chispas rojas salieron entre las montañas. No parecían


demasiado lejanas.

Se dispuso a seguir avanzando para llegar a ellas, siempre


manteniendo atención y precaución al camino que se le
presentaba.

Al llegar al lugar tomó aire, necesitaba estar preparada para


ver en qué estado se encontraba Charlie.
Asomándose con cuidado pudo verle en un estado bastante
deplorable.

—¡Jefe, estoy aquí! ¡Voy a bajar para ayudarle, los demás


deben estar de camino! —Charlie levantó la mano intentando
hacerle saber que aún seguía consciente.

Emma comenzó a preparar el equipo para descender con


seguridad.

—¡Emma! —Dominique, Finn y Nissim les habían localizado


gracias a las últimas chispas que habían visto, consiguiendo
llegar antes de lo esperado.

—¡Chicos, el jefe ha caído! —Señaló Emma—. Hay que bajar a


por él. Sea cual sea su estado necesitamos llevarlo al
campamento, no podemos traer a Draco aquí. —Los chicos
asintieron.

El descenso fue seguro a pesar de que todos estaban bastante


nerviosos.

—Charlie, estamos aquí, vamos a ayudarte. —Nissim


intentaba reconfortar al herido—. Parece que tiene algunos
huesos rotos, pero creo que ningún sangrado grave.

Finn y Dominique estaban preparando la camilla con la cuál


trasportarían a Charlie, tendrían que hacerlo al modo muggle,
aparecerse con él podría ser muy peligroso.

—Hay una bifurcación cerca de aquí, el camino se hace más


amplio. Tardaremos más en llevarlo al campamento, pero
será más seguro llevarlo acostado que sobre los hombros. —
comunicó Emma.

Los cuatro asintieron y procedieron a acercarse a Charlie para


poder moverlo con el mayor cuidado posible.

—Draco…—susurró Charlie mirando a Emma.

—Estará con él, jefe. Sólo aguante un poco más. —La chica
agarró su mano y le sonrió.

____

El campamento empezó a llenarse de gente que caminaba con


rapidez hacia la enfermería, cargando un cuerpo herido.

—¡Draco! —gritó Emma—. ¡El jefe se ha accidentado,


necesitamos ayuda!
Draco hizo a un lado a Bill y se movilizó, angustiado al ver
las manchas de sangre que llevaban algunos de sus
compañeros en sus ropas.
Notas finales:
¡Hola queridos lectores!

Hoy no me voy a ir mucho por las ramas. Subo este capítulo a


las dos y media de la madrugada (en España) y me he
retrasado.

La verdad es que me sabe fatal haber fallado en traer el


capítulo. Sobretodo porque ya lo tenía escrito >.
Volver al índice
Tiempo en la enfermería por ArtemiaCelosia
La noche había llegado al campamento y las únicas luces que
iluminaban el lugar eran las de la enfermería.

—Deberías irte a descansar. —susurró Charlie.

Draco dejó de observar la ventana y se dirigió a él.

En cuánto entró a la enfermería procedió a curarlo y


administrarle varias pociones de forma profesional, pero
después del mal trago, no pudo evitar sentir algo más
personal y fue incapaz de marcharse.

—Prefiero quedarme. Podrías necesitar algo. —le dijo


acariciando el dorso de su mano.

—Entonces acuéstate conmigo. —Draco iba a replicar—. Deja


tu modo profesional y hazlo.

Charlie observó satisfecho como Draco se retiraba los


zapatos y se unía a él procurando no herirle.

—¿Qué ocurrió?
—Me distraje y me caí. —Sus manos acariciaban las mejillas
del rubio—. Estabas preocupado por mí, lo he podido ver en
tus ojos.

—¿Y lo que pensabas era tan importante como para jugarte la


vida? —preguntó molesto.

El pelirrojo sonrió y buscó sus labios para sentir una suave y


cálida caricia, intentando ser tierno por una vez.

—Lo es. —aseguró Charlie.

Draco negó con la cabeza.

—Duerme, mañana te sentirás mejor.

Charlie decidió no luchar más contra el cansancio y,


aferrando el cuerpo del rubio con un brazo, quedó
profundamente dormido.

____

Bill llamó a la cabaña de Draco a primera hora, pero no


obtuvo respuesta.

—Buenos días, Bill. —Saludó Emma—. Si buscas a Draco está


en la enfermería con el jefe. Acabo de llevarle el desayuno.

—Gracias, Emma. Iré allí.

Caminó pensativo hasta el lugar, no podía dejar de sentirse


culpable por lo que le había ocurrido a Charlie.

Cierto que estaba interesado en el rubio, pero su intención no


había sido molestar a Charlie de esa forma, no hasta tal
punto. Esperaba picarle y sacar ese mal humor que solía
gastar cuando las cosas no iban como él quería, no herirlo.
Entró a la enfermería y vio a Draco observar a su dormido
hermano.

—¿Cómo está? —preguntó acercándose cohibido.

—Ha pasado mala noche, pero se va recuperando. Tardará un


poco más en encontrarse del todo bien.

—¿Y tú? Tienes mala cara.

No le faltaba razón, Draco no había podido conciliar el sueño


preguntándose qué era tan importante como para arriesgar su
vida. Más sabiendo que Charlie, aunque era bastante torpe en
el tema sentimental, llevaba la profesionalidad al límite y no
se permitía cometer errores. También había controlado la
temperatura del herido, que había comenzado a subir de
madrugada.

—No entiendo en qué pensaba.

Bill miró a su hermano, ahora parecía descansar sin una sola


molestia que le rompiera el dulce sueño.

—Estoy seguro de que él pensaba en ti.

Por primera vez desde que había ingresado a la enfermería


pudo sentir la mirada gris prestándole atención.

—Supongo que no has pensado en lo que te dije. —Draco


negó y volvió la mirada a Charlie—. Sé que ha podido parecer
que yo deseaba ponerte en contra de Charlie, pero no es así.
Él es un niño muy tierno a su manera y no deseo que me
elijas antes que a él.

—Me gusta Charlie. —confesó Draco.

—Pero también te gusto yo. —afirmó el pelirrojo mayor.

Draco bajó la mirada, sintiéndose mal por sus confusos


sentimientos.

—No deseo incomodarte, Draco. Estaré satisfecho con la


decisión que tomes.

Bill salió de la enfermería, no sin antes darle un tierno beso


en la mejilla al rubio.

Draco fijó su mirada en la carta abierta que había sobre la


mesa. Su madre le había enviado una respuesta a su anterior
mensaje. Le incitaba a pedirle una cita a la persona de la cual
se había fijado, pero cada día que pasaba era más evidente
que Charlie no le era indiferente, por lo que ya no supo qué
hacer.
Después del accidente, su balanza subió a Charlie. Mentiría si
dijese que le había dado igual el estado de su amante.
—Pero si está aquí el soñador más sensual. —murmuró
Charlie, llamando la atención de Draco.

—¿Cómo te encuentras?

—Mucho mejor. Ya puedo volver al trabajo. —Charlie intentó


levantarse, pero su movimiento en seguida fue impedido.

—Ni se te ocurra, debes descansar.

—¡Pero ya estoy bien!

Draco negó con brevedad y le cogió la mano.

—Ahora soy tu sanador y debes hacerme caso. Vas a


descansar un par de días más.

—Tú lo que quieres es que me quede contigo. —Sonrió


perverso.

—Sí, quiero quedarme contigo.

Charlie dejó de sonreír, quedando asombrado.


—¿A qué te refieres?

Draco se subió a la cama con delicadeza, no quería herirle a


pesar de que seguía afirmando que se encontraba bien.

—Quiero quedarme aquí contigo, para siempre.

Los brazos del rubio viajaron por el cuerpo de Charlie,


acariciando sus cicatrices con dulzura y cariño. Sus labios se
juntaron en un tierno beso y Charlie se sintió más feliz que
nunca.
Notas finales:
¡Hola queridos lectores!

Sigo estando un poquito enferma y por eso el capítulo resulta


algo más corto, aunque también me ha encantado el final así.
(Sí, ya sé que vosotros me querréis matar, pero no podéis
negar que ha sido bonito D:)

Espero que os haya gustado y nos vemos en el siguiente


episodio, en el que voy a ponerme a trabajar cuanto antes :D

¡Un enorme abrazo!


Volver al índice
La propuesta por ArtemiaCelosia
Charlie se levantó de la cama al ver a su hermano frente a él.

—¿Cómo estás, Charlie?

—Mejor que nunca. —respondió con sinceridad. —Draco se


quedará conmigo.

Bill sonrió antes de acercarse a él y abrazarle.

—Lo siento, no esperaba que te ocurriera nada.


Los brazos de Charlie correspondieron el abrazo, dejándole
claro que no había enfado por su parte, pues comprendía que
Bill no había querido herirle, sino picarle.

—Me preguntaste por qué me fijé en Draco y no en otros. —Su


hermano menor asintió—. Os vi juntos el primer día.

En el rostro de Charlie se pudo ver la duda, pues recordaba a


la perfección lo que había ocurrido aquél día.

____

Draco cogió la pluma con firmeza.

“Querida madre;

Te escribo para informarte de la decisión que he tomado,


pues resulta que también os afecta a vosotros.

He decidido quedarme en este lugar. Lo hago por amor,


mamá. Amor hacia Charles Weasley.

La otra persona en la que me fijé probablemente se marche


de lugar, y aunque aún me siento atraído, quizá sea lo mejor.

Lamento informarte de esta forma, mamá. Sabes que siempre


he confiado en ti y sé que me apoyarás en mis decisiones.

Gracias por todo.

Te quiere, tu hijo.”

Suspiró al releer la carta. Las palpitaciones aceleradas de su


corazón empezaban a ser molestas.

____

—¿Qué quieres decir?


—Vi como dominabas a Draco.

—¡Entonces sabías a la perfección que estábamos juntos! —


Bill asintió con brevedad—. ¿Y por qué hiciste todo eso?

Bill se sentó en la cama de la enfermería que había ocupado


Charlie durante unos días.

—¿Quién te crees para meterte en nuestra relación?

—¡Oh! ¿Ahora se trata de una relación? —musitó divertido.

Charlie frunció el ceño, en el fondo sabía que lo estaba


picando, pero no podía evitar saltar ante esos comentarios.

—¿Quieres pelea?

—En absoluto. Quiero hacerte una propuesta.

Los pelirrojos se miraron con fijeza.

—Draco es mío.

—No quiero ninguna relación estable, no busco quitártelo.

—¿Entonces qué?

Bill se acercó con lentitud a su hermano y le alzó la barbilla.

—Quiero estar con vosotros.

Acercó sus labios al hermano menor y los besó con suavidad,


impregnándose de su sabor.

—¿Qué…? —Charlie abría y cerraba la boca sin saber muy


bien qué decir.

—Vamos, hermanito. ¿No recuerdas lo bien que lo pasábamos


cuando éramos más jóvenes?
El menor de los hermanos se sonrojó.

—Me hiciste prometer que no lo olvidaría. —susurró Bill.

____

Charlie dejó caer su espalda sobre la cama, quedando al lado


de un sudoroso Bill.

—Esto…

—No debes decírselo a nadie. —dijo Bill—. Será nuestro


secreto.

—Pero no lo olvidarás, ¿verdad? Debes prometérmelo.

—Jamás olvidaré lo que ha pasado aquí y tampoco será el


único encuentro.

El menor sonrió.

—Debes marcharte ya, pronto se despertarán los demás.

Bill asintió y se acercó a los labios Charlie, dándole un


apasionado beso. Decidido, se dirigió a la puerta para ir a su
cuarto, viendo que todos los demás seguían durmiendo.

____

—¿Me estás proponiendo un trío?

Una sonrisa traviesa llegó a los labios de Bill.

—¿No te gustaría volver a estar conmigo?

—Draco no…

—¿No lo dominabas? Seguro que puedes convencerle.


Charlie pareció dudarlo un momento, aunque a los pocos
segundos se dirigió a la puerta.

—Ven conmigo, hablaré con Draco.

Bill se acercó satisfecho con lo que había provocado en su


hermano.

____

“Es la decisión correcta. Siento cosas por Charlie, he estado


más tiempo con él. ¡Ni siquiera conozco a Bill! Fue sólo una
atracción…” Pensaba Draco.

Sus sentimientos eran confusos. Quería pensar que había


tomado la decisión correcta, pero en ocasiones dudaba de
que fuese así.

Se dejó caer bocabajo en la cama, quedando dormido después


de unos minutos.

—Dormilón. —ronroneó la voz de Charlie.

El recién despierto intentó moverse, pero el peso de su


amante se lo impedía.

—Debes despertarte, dragoncito. Es hora de jugar.


Notas finales:
¡Hola queridos lectores!

No sabéis cuánto os he echado de menos ;_;

¡Ya me encuentro mejor así que he dejado de gandulear por


ahí y quiero ponerme ya al día! Así que en cuanto termine de
escribir el siguiente capítulo lo subiré, ¡sin descanso! A ver si
puedo terminar la historia el día que estaba previsto y
además compensaros por tantos días sin actualizar ;_;
¡Un abrazo enorme y muchísimas gracias a los que sigáis la
historia a pesar de la falta de actualización!
Volver al índice
Complementando nuestras diferencias por
ArtemiaCelosia
Notas del autor:
Este capítulo es enteramente de lemon, si no te gusta, puedes
evitarlo :D
—¿Jugar? —preguntó confuso.

La visión del chico se tornó oscura a causa de una suave tela


que la cubría.

—Te prohíbo quitarte la venda, si lo haces tendré que


castigarte. —susurró a su oído.

Su piel se erizó ante el cálido aliento cercano. Sus sentidos se


agudizaron ante esas deliciosas sensaciones.

Unos habilidosos dedos comenzaron a desvestirlo,


acariciando su piel en el proceso. Unas caricias suaves que
Charlie nunca le había hecho sentir.

Los labios de Draco se entreabrieron para dejar escapar


dulces gemidos, siendo sorprendido por la depredadora boca
del pelirrojo que besaba y mordía con fuerza.

Cuando todas las prendas habían sido alejadas de su cuerpo,


Charlie lo levantó y se puso tras él, dejando la cabeza de
Draco apoyada en su abdomen. Sujetó con fuerza al chico y
disfrutó de la mirada que le lanzó Bill, que se encontraba
situado a los pies del joven.

—¿Me amas, Draco? —preguntó con voz melosa Charlie.

—Sí. —susurró.
—¿Y a Bill?

La pregunta descolocó al cegado chico que se removió algo


incómodo.

—Disfruta, dragoncito, pero no olvides que eres mío.

Los labios de Bill comenzaron a recorrer las piernas de Draco,


dejando caricias, suaves lamidas y tiernos besos.

—¿Qué…? —El dominado se sobresaltó, pero poco pudo hacer


al seguir agarrado por Charlie.

La boca llegó a la altura de su miembro, que empezaba a


endurecerse. Gimió con sonoridad y lucho por soltarse
cuando aquella cálida y húmeda cavidad se hizo con su
glande.

Charlie apartó la venda de sus ojos, permitiéndole ver el


espectáculo en el que se regodeaba. Su hermano saboreando
a su precioso amante.

—¿Ves lo que has conseguido, dragoncito? Has unido a dos


hermanos para follarte. —susurró Charlie cerca de su oído.

Draco intentó pensar con claridad, pero aquella dedicación


tan suave de Bill le hacía perder el sentido.

—¿Te gusta? —Preguntó con cierta burla en su voz—. Por


supuesto que sí, adoras ser dominado. Te enseñé muy bien,
¿verdad?

Draco asintió con lentitud, sus pupilas dilatadas delataban el


placer que estaba sintiendo al tener a los dos pelirrojos con
él.

Bill subió con lentitud por su abdomen, llegando a su rostro.


—Hermoso. —El mayor sonrió y se pegó a él, dándole un
tierno y romántico beso.

—¡Vamos! —Se quejó Charlie.

—Mi hermano ha sido siempre tan impaciente. —susurró al


rubio.

Draco llevó una de sus manos al rostro de Bill, y acarició con


suavidad su mejilla, sacando una bella sonrisa por parte del
otro.

—Dragoncito, dale un beso a Bill como los que yo te doy. —


ordenó Charlie.

Los pálidos labios del rubio se juntaron a los de Bill,


mordiendo con ferocidad el labio inferior del pelirrojo,
lamiendo su lengua con deseo.

—Bien hecho, dragoncito.

Los roces de cada uno de los hermanos resultaban muy


distintos. Ambos se complementaban entre el romanticismo y
la pasión.

Charlie se acercó a su hermano y lo besó. El carácter


dominante del hermano menor mermaba levemente con su
hermano, pues él sabía retenerlo y dejarlo a sus pies.

Draco sintió un agarre en su nuca que le obligaba a


arrodillarse frente a los dos chicos. Con un simple hechizo
desvanecieron sus ropas.

—Trátale mejor. —susurró Bill apartando la mano de su


hermano de la nuca del rubio.

—A él le gusta. —Se excusó.

El sanador se acercó a los miembros de los chicos que


frotaban sus puntas húmedas. Con la punta de su lengua
comenzó a lamer los deliciosos glandes. Abrió la boca y
metió con lentitud cada una de las grandes erecciones que le
provocaban, alternándolas.

La habitación se llenaba de gemidos, ruidos de succión y


saliva. Bill aprovechó para morder los hombros de su
hermano que se deshacía en las atenciones y le acercó un par
de dedos a los labios.

—De rodillas, dragón. —La voz de Charlie era muy ronca.

Draco obedeció, sintiéndose agradecido de que fuese Bill


quien le preparase, pues su amante no solía hacerlo o actuaba
de forma muy ruda.

—Eres delicioso, Draco. —susurró Bill a su oído.

—Date prisa, Bill, o lo haré yo.

El mayor besó la nuca del chico y posicionó su miembro en la


dilatada entrada, empujando con lentitud para evitarle las
mayores molestias.

Charlie se agachó junto a él, obligándole a sostener la mirada


y pasando un dedo por sus labios para que lo lamiese entre
gemidos.

El cuerpo de Draco temblaba ante los toques lujuriosos de los


hermanos. Su espalda se arqueaba a cada embestida y
suplicaba por más.

—¿Quieres más, dragoncito? —Draco asintió como pudo—.


Ven.

Los hermanos se pusieron en pie y ayudaron a Draco a


levantarse. Charlie pasó sus brazos por las piernas de Draco
para así alzarlo, metiendo la punta de su pene y dejando caer
a Draco para empalarlo con fuerza. Bill pegó su pecho a la
espalda del pálido chico y comenzó a entrar en él cuando su
hermano ya estaba acomodado.

El dolor de sentir esas dos carnes abriéndose camino hizo


que Draco intentara soltarse del agarre y cerrase los ojos con
fuerza.

—Por favor… —suplicó el chico.

—Aguanta, Draco. —susurró Bill, repartiendo mimos por su


cuello.

—Qué rico aprietas, dragoncito. —Charlie seguía haciendo


embestidas sin esperar que el chico se acostumbrara,
consiguiendo un delicioso roce con su hermano.

Bill comenzó a moverse de forma más cuidadosa, incapaz de


aguantar mucho más. Los vaivenes eran frenéticos y los
jadeos de Draco cada vez más fuertes y entrecortados,
mostrando su creciente placer por sentirse tan lleno.

El menor de los hermanos apretó a Draco al notar como el


chico se corría entre sus cuerpos y con los espasmos de su
interior, los hermanos no pudieron aguantar mucho más.
Llenaron el interior del joven, mezclando sus fluidos.

Charlie dejó a Draco en la cama y se tiró junto a él. Se sentía


exhausto.

Bill hizo lo mismo al otro lado, intentando normalizar la


respiración. Volteó a ver a Charlie y le sonrió satisfecho por
haber conseguido lo que en un principio había imaginado.

—Draco sigue siendo mío. —respondió Charlie al ver a su


hermano.

Bill rió con suavidad y acarició el cabello de Draco.


Notas finales:
Bueno, bueno... Pillines míos. Que al final han terminado los
tres juntos (a pesar de que se me da fatal escribir lemon
^_^")

Y pronto se acerca el final ;_;


Volver al índice
Juntos en esto por ArtemiaCelosia
Draco abrió los ojos con pereza, parpadeando en un par de
ocasiones para acostumbrarse a la luz.

—Buenos días, dormilón.

Charlie lo acercó a su pecho desnudo y besó su frente.

—Buenos días, Charlie. —Draco buscó sus labios y se


acurrucó de nuevo.

—No te hagas el remolón. Finn y Dominique querían


comunicar algo en el comedor y debemos ir.

El rubio asintió y procedió a levantarse con cuidado, pues el


dolor del día anterior aún seguía presente.

—¿Y Bill? —preguntó cauteloso antes de dirigirse a la ducha.

—Él ya está allí.

____

La puerta del comedor se abrió para recibir al jefe y al


sanador del campamento. El resto del grupo estaba repartido
por la sala, esperando de forma impaciente a saber lo que
ocurría.

—Bueno, chicos. ¡Queríamos que fueseis los primeros en


saber que hemos decidido casarnos y que estáis todos
invitados! —comentó animada Dominique.
La gente comenzó a silbar, aplaudir y felicitarles.

—Y por supuesto, queremos pedirle permiso al jefe para


hacer la ceremonia aquí. —añadió Finn observando al
pelirrojo.

—Les dejarás, ¿verdad, jefe? —Emma ponía pucheros


intentando convencer a Charlie.

—Sería un recuerdo muy bonito, aquí hay paisajes hermosos.


Eso sin contar el cariño especial que le tenemos al lugar. —
Draco observó con atención los ojos azules de su amado que
sólo sonrió al ver que el chico también intentaba conseguir el
permiso.

—Podéis casaros aquí, pero tened en cuenta a los dragones. —


advirtió.

Igor comenzó a sacar algunas bandejas con panecillos y


pastas dulces para celebrar la noticia. Charlie, por su parte,
decidió que sólo harían un turno rápido para asegurarse de
que todo iba bien por los alrededores, dando como excusa
que hacía mucho que no tenían un día de descanso.

Draco se sentó junto a Dominique, que comentaba


emocionada algunos de los planes que ya habían empezado a
hacer.

—Tenemos que hacer las invitaciones. He contactado con


Drake, es una antigua amistad de Finn. Él no lo sabe, pero
seguro que le hace mucha ilusión que asista.

—Es un gran detalle, Dominique.

Bill se acercó a Draco y le pidió hablar unos minutos en


privado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el pelirrojo cuando ya


estuvieron suficientemente alejados.
—Está todo bien, pero… No entiendo lo que ocurrió.

—Te dije que no había problema en que estuvieras con


Charlie.

—Exacto, en que estuviese yo. ¿Qué hacías tú con él? ¿Con


nosotros?

Bill observó como su hermano seguía charlando con sus


compañeros, ajeno a la conversación que Draco y él estaban
manteniendo.

—Lo pasé muy bien con Charlie cuando éramos más jóvenes,
pero con el paso de los años cada uno hizo su vida y jamás
volvimos a hablar de ello. Pensé que nunca más ocurriría
hasta que llegue aquí y os vi. Hacéis buena pareja.

—¿Eso quiere decir que no quieres estar con nosotros?

Bill se aproximó más al rubio, dejando que su aliento chocara


con el pálido cuello.

—Me encantaría repetir lo que sucedió ayer, pero no busco


una relación seria. Espero que vosotros seáis muy felices
juntos.

Unos fuertes brazos agarraron la cintura de Draco.

—¿Qué haces aquí, dragoncito?

Bill sonrió a su hermano y se marchó sin decir nada hacia


Emma, que le pedía insistentemente que fuese su
acompañante en la boda.

—Charlaba con Bill.

—¿De qué? —preguntó repartiendo besos por su cuello.


—Me ha dicho que le gustaría volver a repetir lo de ayer.

Charlie sonrió y giró a Draco entre sus brazos.

—¿Y a ti?

—Me gustaría, pero quiero estar contigo…

—Estarás conmigo siempre. Y quién sabe si después de la


boda de Finn y Dominique se celebre otra. —Soltó a Draco y
comenzó a caminar, esperando que le siguiese el ritmo.

El rubio sonrió y corrió para tirarse sobre su espalda, siendo


cogido al instante.

____

*Seis meses después*

—Deberías venir ya a la cama, mañana es la boda y no


querrás salir con ojeras en las fotografías. —Se burló Charlie
de su amado.

Draco terminó lo que estaba haciendo y se acostó junto al


pelirrojo.

—Veremos a Bill de nuevo, después de dos meses.

—Creo que ha decidido quedarse durante unas semanas con


nosotros, te debe echar de menos. —susurró besando la
respingada nariz.

—Nos debe echar de menos. —aclaró Draco.

Sus finos dedos acariciaban el musculoso torso de su novio.

—¿Qué estabas haciendo?

—Escribir una carta para contar lo de ayer. Mañana a primera


hora la enviaré.

Charlie asintió, le besó con toda la suavidad que podía tener


y se intentó dar a los brazos de Morfeo.

Draco, por su parte, miró la carta que reposaba en el


escritorio y con una leve sonrisa, se acurrucó en los brazos
dominantes que le sujetaban.

“Queridos padres.

Os envío esta carta para informaros de mi estable relación


con Charles Weasley y con futuros planes de boda.
Ayer me pidió que me casara con él y yo acepté sin dudarlo.

Nos gustaría celebrarlo aquí en Rumanía, y por supuesto,


deseamos que estéis presentes. Sé que aunque no sea de
vuestro agrado, siempre me apoyaréis.

Mamá, espero que puedas controlar a padre y que no quiera


hacer una ceremonia majestuosa. Es una ardua tarea, pero
confío en que podrás frenarle un poco los pies.

Gracias por haberme hecho feliz todos estos años a pesar de


los tiempos difíciles. En un futuro, espero ser como los
padres que he tenido la suerte de disfrutar.

Os quiere, vuestro hijo.”

FIN

Você também pode gostar