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Daniela Ruiz

Valeria López
Rolando Barrios
Alemania nazi, hegemonía y cine
A principios del siglo XX ocurrieron varios suceso que dejaron marca en la historia del
mundo, entre ellos está la Gran Guerra, conocida no únicamente por el alarmante número de muertes,
que superaron los veinte millones, y que además fueron consecuencia de las innumerables batallas y
los inhumanos ataques entre los países participantes de la misma, sino también debido al impacto,
tanto económico como social que produjo en todo el mundo. De acuerdo a Béjar, Alemania fue sin
duda, uno de los países más afectado, debido a las injustas condiciones del Tratado de Versalles, que
más que proponer una solución pacifista, se tornó en un tratado vengativo en busca de castigar a los
“perdedores” de tal guerra.
En la época de la posguerra, los ciudadanos alemanes pagaban las consecuencias de los actos
de guerra pasados. La inflación en la época de la posguerra, las crisis política y social que enfrentaba
el país mantenía a las personas en constante preocupación e incertidumbre acerca del futuro que
sobrevendría. Los artistas de la época, como es el caso de Robert Wiene, aprovecharon ésta situación
para desarrollar sus obras, tomando el horror y sufrimiento que la posguerra causó en la mentalidad
alemana (y en otras naciones), y transformándolos en películas, pinturas, libros, que no buscan sino
describir artísticamente, las circunstancias que se estaban dando en su entorno.
Analizando una obra de la época, como lo es “El gabinete del doctor Caligari”, es posible
identificar los rasgos de temor en la sociedad alemana así como la atmósfera oscura y amenazante
que expresarían el malestar de dicha etapa. En cierto modo se puede relacionar a los personajes con
la realidad, tomando al doctor Caligari, por ejemplo, como el gobierno, quien ejercía control sobre
los soldados, representados por Cesare, y que fueron obligados a participar en la guerra, cometiendo
actor inhumanos y sacrificando sus vidas, independientemente de si esa era su voluntad o no.
Ahora bien, en los años posteriores, mientras la situación persistía, el nazismo encontraba su
camino hacia la cima del poder, con Hitler al mando. Un nuevo “Caligari” al poder, con el deseo de
expandir sus ideologías, territorios y poder, a costa del exterminio de sus enemigos, y con un discurso
divisionista, que aseguraba que la superioridad alemana solo prevalecería tras eliminar a los judíos,
quienes eran causa del desempleo y otras situaciones negativas en el país. En éste escenario, la clase
obrera liderada por Hitler se convierte en el nuevo “Cesare”, y con la condición en la que se
encontraba Alemania a su favor, el partido Nacionalsocialista forjó su camino hacia el poder,
asegurando así su hegemonía a nivel nacional.
La hegemonía, de acuerdo con Williams, es un proceso, y es que la subida al poder del
nazismo no fue de un día a otro, y requirió de todas las circunstancias de malestar y terror en las que
se encontraban los ciudadanos alemanes. Dichos sucesos atribuyeron a la nación un mayor sentido
revolucionario, haciéndolos vulnerables a los discursos antisemitas del partido Nacionalsocialista, y
creando un ambiente perfecto para la creación de una nueva hegemonía. Con el avance de Hitler al
poder, el ejército se vio obligado a jurarle lealtad, reforzando así la posición de ésta nueva figura
hegemónica. El nuevo Caligari mantuvo entonces hipnotizado a su nuevo Cesare, la mayor parte de
la sociedad alemana marchando hacia una nueva guerra y época del terror bajo las ordenes y el
discurso de Hitler, quien se había establecido al tope del poder y dispuesto a extender su hegemonía
en otras tierras.

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