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Éxodo 22:1-31

22. Ordenaciones Sociales.


1Si el ladrón fuere sorprendido forzando de noche y fuese herido
y muriese, no será el que le hiere reo de sangre; 2pero, si
hubiese ya salido el sol, responderá de la sangre. 3El ladrón
restituirá, y si no tiene con qué, será vendido por lo que robó; y si
lo que robó, buey, asno u oveja, se encuentra todavía vivo en sus
manos, restituirá el doble. 4Si uno daña un campo o una viña,
dejando pastar su ganado en el campo o en la viña de otro,
restituirá por lo mejor del campo o lo mejor de la viña. 5Si
propagándose un fuego por los espinos quema mieses recogidas
o en pie, o un campo, el que encendió el fuego pagará el daño.
6Si uno da a otro en depósito dinero o utensilios y fueran éstos
robados de la casa de otro, el ladrón, si es hallado, restituirá el
doble. 7Si no aparece el ladrón, el dueño de la casa se
presentará ante Dios, jurando no haber puesto su mano sobre lo
ajeno. 8Toda acusación de fraude, sea de buey, de asno, de
oveja, de vestido, de cualquier cosa desaparecida, de que se
diga “esto es,” decídase por juramento ante Dios. Aquel a quien
Dios condenare, restituirá el doble a su prójimo. 9Si uno entrega
en depósito a su prójimo asno, buey, oveja o cualquier otra
bestia, y lo depositado muere o se estropea, o es capturado por
los enemigos sin que nadie lo haya visto, 10se interpondrá por
ambas partes el juramento de Yahvé de no haber puesto el
depositario mano sobre el bien de su prójimo. El dueño aceptará
el juramento, y el depositario no será obligado a restituir; 11pero,
si la bestia le fue robada, restituirá al dueño. 12Si la bestia fuere
despedazada, preséntese lo destrozado, y no tendrá que
restituir. 13Si uno pide a otro prestada una bestia, y ésta se
estropea o muere no estando presente el dueño, el prestatario
será obligado a restituir; 14pero, si estaba presente el dueño, no
tendrá que restituir el prestatario. Si el préstamo fue por precio,
reciba el dueño lo estipulado.

La ley, que comenzó por poner en el Decálogo un precepto


condenatorio del robo, tiene que dar luego otros particulares, ordenados
a proteger la propiedad individual. La propiedad principal de los hebreos
eran sus ganados, y por eso la primera ordenación condena al ladrón de
un buey a devolver el quíntuplo, y al de una oveja el cuadruplo. Pero, si
lo robado se halla íntegro en poder del ladrón, restituirá el doble. Si no
tiene con qué restituir, lo hará con su persona, reducida a la esclavitud.
¿Por qué esta diferencia entre el ganado vacuno y el ovino? Tal vez
porque el primero era menos abundante y, como tal, más estimado; por
eso su robo suponía una pérdida mucho mayor para el dueño, y, en
consecuencia, el legislador quiere prevenir el abuso con una mayor
pena.
Entre los nómadas de Moab es norma general devolver el
cuadruplo del robo cometidol. En el código hitita, por el robo de grandes
reses se exige la devolución de quince (tres veces cinco)2.
Si el ladrón nocturno fuera herido y muerto, el que le mató queda
libre de pena; no así si el incidente hubiera sucedido después de la
salida del sol (v.1-2). La razón parece ser que de día el propietario debía
medir más sus actos, mientras que de noche no podía aquilatar el
peligro, y sobre todo no podía llamar a otros en su ayuda 3.
En el código de Hammurabi, la legislación es muy severa respecto
de los crímenes contra la propiedad: si se roba el tesoro de un templo o
del palacio, debe morir el ladrón4. Si se roba un carnero, un buey o un
asno, debe devolverse el tréntuplo si la res pertenecía al templo o al
palacio, y el décuplo si pertenecía a un muskinnu (intermedio entre el
esclavo y el hombre libre). Si el ladrón no tiene con qué devolver, debe
ser matado5.
El que daña el campo o la viña de otro, dejando pastar en ellos su
ganado, pagará con lo mejor de su campo o de su viña (v.4). El que
produjera un incendio en las mieses, resarcirá los daños (v-5)·él ladrón
de algo depositado en casa de otro devolverá, si es hallado, el doble
(v.7). Si no fuere hallado, el depositario jurará por Dios no haberse
apropiado lo ajeno, y quedará libre (v.8). Todo litigio sobre la
identificación de una cosa desaparecida se resolverá mediante el
juramento ante Dios (v.8).
En el código de Hammurabi se prescribe que el pastor que ha
metido a pacer su rebaño en campo ajeno sin consentimiento de su
dueño debe compensar el daño con cierta cantidad de trigo 6. En la ley
hitita, por el mismo delito se pone como pena diez siclos de plata si es
terreno cultivado, y tres si es inculto7.
Respecto del que ha incendiado las mieses, el código hitita
prescribe que el malhechor debe tomar el campo quemado y darle al
propietario perjudicado un campo de buena calidad.
Si una bestia entregada en depósito viniera a perecer sin que
nadie la haya visto, el depositario jurará no haber puesto la mano en los
bienes de su prójimo, y quedará libre, a menos que él mismo estuviere
presente y pudiera comprobar no haber existido culpa en el prestatario.
Pero si la res hubiera sido alquilada, el amo de ella recibirá el alquiler
convenido por el servicio (v.13-14).
El código de Hammurabi dice respecto del robo de una cosa en
depósito: “Si un hombre ha dejado en depósito su bien, si éste es
perdido, el depositario, si no tuvo cuidado, restituirá lo equivalente al
propietario.”8
Si esta res viene a faltar por fuerza mayor, en que no intervenga
culpa del depositario, éste quedará libre de responsabilidad con sólo el
juramento (v.9). Pero es singular la excepción que añade. Si le fuere
robada, debe responder de la res, considerándole culpable de no haber
sabido guardarla como debía, o mejor, porque esta causa no podía
probarse con evidencia y se supone que el ladrón fuera el mismo
depositario. En cambio, si la res fuera cogida por una fiera, bastaría
presentar los restos que probasen la pérdida (v.12).
En el código de Hammurabi encontramos algo parecido: “Si
alguno ha dejado escapar un buey o un asno que se le había confiado,
dará a su propietario buey por buey, asno por asno.”9 En caso de que,
“en el parque, un golpe de un dios (tormenta o muerte súbita) tuviera
lugar o un león matare (la res), el pastor se purificará ante el dios, y el
daño será aceptado por el propietario.”10
Un segundo caso es la prestación de una res para el trabajo
(v.13). Esta prestación puede ser gratuita o mediante un precio de
alquiler. Si la res llegase a perecer, debía darse al dueño la
indemnización debida, a menos que el dueño estuviera presente y fuera
testigo de la inculpabilidad del prestatario. En este caso debía el dueño
de la res contentarse con el alquiler convenido (v. 14).
En el código de Hammurabi se dice: “Si un hombre ha alquilado un
buey o asno y (si) en el campo le mata un león, la pérdida es para el
dueño”11; “si un hombre ha alquilado un buey y si por negligencia o por
los malos tratos le mata, dará buey por buey al dueño;”12 “si un hombre
ha alquilado un buey y si se rompe su pie o el nervio de su nuca, dará al
dueño buey por buey;”13 “por un ojo vaciado dará la mitad del precio del
buey;”14 “por un cuerno roto, el rabo cortado..., pagará la cuarta y la
quinta parte de su precio.”15 Si el animal muere por accidente (herido
por un dios), el juramento eximirá de responsabilidad al que alquiló el
animal16. En el código hitita encontramos la misma ley 17.

Leyes Varias (15-30).


Esta perícopa abarca una verdadera miscelánea de preceptos
dispares legales, imposibles de catalogar lógicamente.
15Si uno seduce a una virgen no desposada y tiene con ella
comercio carnal, pagará su dote y la tornará por mujer. 16Si el
padre rehusa dársela, el seductor pagará la dote que se
acostumbra dar por las vírgenes, 17No dejarás con vida a la
hechicera. 18El reo de bestialidad será muerto. 19Los que
ofrezcan sacrificios a dioses extraños serán exterminados. 20No
maltratarás al extranjero ni le oprimirás, pues extranjeros fuisteis
vosotros en la tierra de Egipto. 21No dañarás a la viuda ni al
huérfano. 22Si eso haces, ellos clamarán a mí, y yo oiré sus
clamores; 23se encenderá mi cólera y os destruiré por la espada,
y vuestras mujeres serán viudas, y vuestros hijos, huérfanos.
24Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita en
medio de vosotros, no te portarás con él como acreedor y no le
exigirás usura. 25Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se
lo devolverás antes de la puesta del sol, 26porque con eso se
cubre él, con eso viste su carne, y ¿con qué va a dormir?
Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy misericordioso. 27No
blasfemarás contra Dios ni maldecirás de los príncipes de tu
pueblo. 28No dilatarás ofrecerme el diezmo de tu era y de tu
lagar. Me darás el primogénito de tus hijos. 29Así harás con el
primogénito de tus vacas y ovejas; quedará siete días con su
madre, y al octavo me lo darás. 30Sed para mí santos. No
comeréis la carne despedazada en el campo; se la echaréis a los
perros.

Contra los Seductores de Doncellas. Se trata de la seducción de una


doncella todavía no prometida a hombre alguno. El seductor pagará el
mohar, o precio de la novia, al padre de ésta y la tomará por mujer
(v.15)18. Es la más natural reparación de la ofrenda inferida. Pero, si el
padre de la doncella rehusara dar su hija en matrimonio, tendrá derecho
a ello, reclamando, sin embargo, el mohar acostumbrado. En
Deu_22:29 se señala la cantidad de cincuenta siclos, pero no habla de
la negativa del padre; en cambio, añade que la mujer, una vez casada,
no podrá ser repudiada por el que la violó cuando ella era doncella.
La ley asiria nos ofrece una curiosa disposición en el caso de que
un hombre casado violase a una doncella libre de todo compromiso
matrimonial. Dondequiera que la haya violado, en el campo, en la
ciudad o en casa, de día o de noche, el seductor tomará la doncella por
mujer, entregando al padre su precio. Pero, además, el seductor
entregará al padre su propia mujer. Si el padre no quisiera dar en
matrimonio su hija al seductor, éste pagará tres veces el precio de la
doncella. Igual hará si, en vez de ser casado, no tuviera mujer que
entregar. Pero, si la doncella se hubiera prestado voluntariamente, y el
cómplice jurara ser así, conservará su mujer, pero pagará el precio de la
doncella, y el padre la casará con quien quiera19.
Mientras la hija no estaba casada, era algo propiedad del padre, y
su valor variaba según fuera virgen o no. Por eso tenía derecho a la
compensación por parte del seductor. El mohar “no era ni un precio de
compra ni una dote, sino uno de los elementos del sistema de
compensación que consagra en un matrimonio la unión de las dos
familias.”20. A veces, en la época patriarcal, ese mohár se daba en
forma de servicios prestados al suegro o hermano mayor de la futura
esposa, como en el caso de Jacob a Labán21. El mohár “aparece
menos como la contrapartida en dinero del valor supuesto de la mujer
que como el instrumento legal del lazo que se crea entre las dos
casas.”22 Entre los babilonios, el equivalente al mohár hebreo era el
tirjatu, o don del marido a su mujer abandonada23, o don del novio a su
futuro suegro con vistas al matrimonio con su hija24. No era una compra
de ésta, pues el don había de pertenecer a la hija, la cual debía aportar
su dote (seriptu) por su parte, superior al don recibido.
Entre ciertas tribus árabes, la mujer es realmente comprada:
“Entre los fellahs y los árabes, la hija no es entregada al futuro marido
mientras éste no satisfaga la avaricia del padre. Este guardará el mohár
después que ha entregado a su hija. Así, el mohár es un precio o una
compra.”25
Contra los Hechiceros. En dos palabras el legislador mosaico
declara el juicio que le merece la hechicería. La Ley la persigue con
rigor, como podemos ver por otros pasajes paralelos 26. Saúl prohibió
estrictamente la hechicería27. A su sombra solían cometerse no pocos
crímenes. Entre los babilonios, la magia estaba muy extendida para
conjurar los posibles males provenientes de determinados genios
maléficos. Había ciertos conjuradores oficiales (los asipu). En los dos
primeros artículos del código de Hammurabi se arremete contra los
hechiceros. Pero se les condena a éstos por el daño social que hacían,
mientras que en la legislación mosaica se les condena porque sus actos
son considerados como idolátricos y supersticiosos 28. El hablar de la
mujer hechicera es porque, como en Babilonia, las mujeres se
prestaban mejor para estas prácticas29. Las leyes asirias prescriben la
pena de muerte para los brujos 30, mientras que las hititas imponen sólo
una multa31.
Contra La Bestialidad. -Aquí se prescribe la muerte del que tuviera
comercio sexual con una bestia (v.18). En el Levítico se prescribe,
además, la muerte de la bestia32. El código hitita impone también la
pena de muerte al reo de bestialidad, a menos que el rey le haga
gracia33. Herodoto alude al vicio de bestialidad en algunos templos
egipcios34. En la epopeya de Gilgamés se habla de los amores de Istar
con el león y el caballo. El amigo de Gilgamés, Enkidu, aparece también
viviendo familiarmente con las fieras del campo. Entre los cananeos
este vicio estaba bastante extendido. La ley mosaica, al decretar la
muerte contra tales vicios, quiere extirpar el vicio de raíz, pues en
pueblos de pastores no son raras tales aberraciones.
Contra Los Sacrificios A Los ídolos (v.18). La condenación a la
misma pena de muerte del que ofrezca sacrificios a los dioses extraños
no significa más que el juicio que este delito merecía al legislador, pero
no que se castigara siempre con esta pena, pues muchas veces leemos
en la Escritura que Israel se dejaba llevar de los dioses extraños, sin
que se aluda a la pena capital por este pecado. Sólo en un caso leemos
que esta ley se haya aplicado: el de Matatías, de la época de los
Macabeos35. Pero el delito era, según la mentalidad antigua, digno de
tal pena, por cuanto la vida y felicidad del pueblo estaba ligada a la
fidelidad a Yahvé, con el que estaba la nación israelita obligada por una
alianza estrecha. Esta alianza quedaba rota desde el momento que se
rendía culto a otros dioses fuera de Yahvé, que no admitía competidores
en su santuario. El Deuteronomio insistirá mucho en este punto esencial
para la vida religiosa y nacional de Israel.
En la formulación de la pena por la idolatría se habla por primera
vez de la condenación al “anatema” ( jérem), expresión que alude a la
consagración de una cosa a Dios por la muerte. Los objetos
condenados al jérem se convertían en propiedad de la divinidad, y no
podían ser utilizados por el hombre. Los hombres entregados al
anatema debían ser muertos. Esta institución aparece también
mencionada en la estela de Mesa, en Moab. Pero de esta costumbre, la
palabra jérem pasó a ser sinónima de exterminio en general, y así hay
que entenderla en este v.19, en el que los idólatras son condenados al
jérem36.
Ordenaciones a Favor de los Extranjeros (v.20). El legislador tiene
una especial preocupación de proteger a los débiles y desamparados,
como los extranjeros, los huérfanos y las viudas. Los profetas —
representantes del mejor espiritualismo en la tradición israelita —
recalcarán estos deberes sociales como algo fundamental en la vida
religiosa y como condición necesaria para obtener la benevolencia
divina. Entre los nómadas, el extranjero o peregrino fuera de su tribu
queda bajo la protección de aquella en que está. El gér
(peregrino-forastero) en Israel es considerado como miembro
permanente de la misma comunidad israelita. El recuerdo de la
esclavitud egipcia sirvió para que el legislador inculcara la comprensión
para con los extranjeros y peregrinos, como seres desamparados de los
suyos37. Dios garantiza los derechos fundamentales de ellos, como en
general los de los oprimidos, y terminará por vengarlos como la sangre
de Abel38. En el Deuteronomio esta ordenación favorable al extranjero
será particularmente recomendada y ampliada 39.
Protección de las Viudas y de los Huérfanos (v.21). -En la misma
línea que la ley anterior, Dios prohibe hacer perjuicios a los
desamparados, como la viuda y el huérfano. En tiempos en que no
había ninguna organización de previsión social en favor de estos seres
desventurados, esta ley era la única salvaguardia de los derechos
mínimos de ellos. La moral religiosa en Israel siempre se ha distinguido
por su preocupación de los intereses sociales de la comunidad 40
Prohibición del Préstamo a Usura (v.22). Contra esta gran plaga
de la usura en la antigüedad, el legislador hebreo proclama que ha de
prestarse al pobre sin interés pecuniario (v.24). Conviene advertir que, a
diferencia de nuestros días, en que los hombres de negocios y los
Estados contraen empréstitos para emprender obras productivas, en los
tiempos pasados eran los pobres los que acudían al usurero para
atender a sus necesidades del momento, con lo que aumentaban su
miseria. Los profetas atestiguan que, a pesar de la Ley, el préstamo
usurario era frecuente en Israel, y una página histórica de Nehemías
nos hace ver hasta qué extremo gravaba la usura al pobre pueblo, que,
obligado por la necesidad, acudía al usurero sin entrañas 41. Pero tal
vez pudiéramos sacar de esta ley que lo mejor es enemigo de lo bueno.
El que presta a un pobre, corre el riesgo de perder lo prestado, y esta
consideración sería una razón que movería a no prestar, y entonces el
pobre quedaría en peor condición. El capital prestado se podía asegurar
con alguna prenda, una especie de hipoteca que garantiza el capital,
pero aquí (v.25s) se ponen cortapisas elementales a este derecho, en
cuanto que no se ha de privar al pobre de sus necesidades primarias
como el vestirse. Por eso, si el prestamista tiene en prenda el manto del
pobre, debe devolvérselo antes de la noche, para que pueda
defenderse del relente (v.26)42. El profeta Amos se indigna contra los
ricos que hacen caso omiso de esta prescripción de humanitarismo
elemental43.
En el código de Hammurabi se regula el préstamo a interés,
fijando tasas y amenazando con la pena de la pérdida de lo prestado al
que exigiera mayores intereses44.
Contra la Blasfemia y la Maldición (v.27). En este versículo se
junta la proscripción de las palabras injuriosas contra Dios y contra las
autoridades o príncipes. La primera es castigada con la pena de muerte
en la legislación levítica45. Λ Jesucristo los judíos le condenarán a muerte
por haber blasfemado atribuyéndose prerrogativas divinas46. No se
determina la pena por la maldición contra la autoridad, porque se
supone que tiene medios de reprimir tal osadía.
Diezmos y Ofrendas Sagradas (v.28-29). El diezmo era el atributo
o la ofrenda que se hacía a Dios (v.28) o a los sacerdotes, sus
servidores. Jacob lo prometió a Dios si volvía sano y salvo de Aram,
adonde se encaminaba47. No está claro a quién pagó luego este
diezmo, pero el Deuteronomio dice que debía consumirse ante Yahvé
en compañía de los pobres48. El mismo nos habla de un diezmo trienal,
destinado a los pobres de la ciudad49. Más tarde veremos que el
diezmo se convierte en el patrimonio de la clase levítica, de la cual se
dice que tiene a Dios por heredad50. Todo esto nos muestra que el
concepto de diezmo ha experimentado una evolución grande en el
curso de la historia de Israel. El diezmo de la era y del lagar (v.28) era el
tributo de los labradores, mientras que los primogénitos de los ganados
(v.28b) lo eran de los pastores o ganaderos.
El origen de los diezmos consagrados a la divinidad — costumbre
corriente en muchos pueblos primitivos — parece basarse en el
sentimiento de pertenencia de las cosas al Creador; por eso, antes de
servirse de los productos de la tierra, el hombre debía ofrecerlos a Dios,
para santificar de algún modo los mismos 51.
Lo mismo se ha de decir respecto de los primogénitos de los
animales. Ya antes hemos visto expresado el mandato de ofrecer todo
primogénito a Yahvé52. La entrega de los primogénitos de los hombres
consagrados a Yahvé era sustituida por la circuncisión 53. Nunca en
Israel se permitió legalmente el sacrificio de niños a Yahvé, como
ocurría entre los cananeos54. En la legislación posterior se concretará
el modo de la ofrenda de los primogénitos del hombre 55.
Invitación a la “Santidad” (v.30). — ¿De qué santidad se trata, de la
ritual, o pureza legal, o de la “santidad” moral? Si en el primer caso, la
frase Sed para mí santos hay que unirla a la que sigue, relativa a la
prohibición de comer carne despedazada en el campo. El animal
encontrado descuartizado en el campo es impuro, porque conserva su
sangre56. Si la frase Sed para mí santos se toma en sentido moral,
entonces habría que considerarla como la conclusión de las
prescripciones de tipo moral (protección a los desamparados, etc.), que
acabamos de comentar. En ese supuesto, parece que está aquí
desplazado, y su lugar propio será después Deu_23:957. Más tarde
encontraremos la fórmula interesante: Sed santos , porque yo soy
santo58, expresión que implica, como veremos, un sentido de pureza
legal, pero sobre todo moral. Yahvé es el santo trascendente, y, al elegir
a Israel, quiere que viva en una atmósfera ritual y moral superior a la de
los otros pueblos gentiles, es decir, acercarse a la santidad de
Yahvé59.

1 Cf. Jaussen, o.c., p.185. — 2 Leyes hititas I 57.68. — 3 En las


Doce Tablas se prescribía algo parecido: “Si nox furtum factum
est, si im (eum) occisit, iure caesus esto” (VIII 12). — 4 Cód. de
Ham. art.6. — 5 Ibid., art.8. — 6 Ibid., art.87. — 7 Leyes hit. II 7. — 8
Cód. deHam. art.125. — 9 Ibid., art.203. — 10 Ibid., art.266. — 11
Ibid., art.244. — 12 Ibid., art.245. — 13 Ibid., art.240. — 14 Ibid.,
art.247. — 15 Ibid., art.248. — 16 Ibid., art.249. — 17 Leyes hitit. I
76. — 18 Cf. Gen_34:15. — 19 Leyes asirias art.54s. — 20 B.
Courayer, L'Exode (Bib. de Jér.) p.107. — 21 Cf. Gén c.29. — 22 A.
Clamer, o.c., p.200. — 23 Cód. de Ham. art.155. — 24 Ibid.,
art.159-161;163-164. — 25 A. Jaussen, o.c., p.49. — 26 Cf.
Lev_19:26; Lev_19:31; Lev_20:6; Lev_20:27; Deu_18:85. — 27 Cf.
1Sa_28:3-9. — 28 Cf. Deu_18:16. — 29 Cf. Ch. Jean, Milieu
Biblique III 399. — 30 Leyes as. art.47. — 31 Leyes hitit. II 55. — 32
Cf. Lev_20:135; Lev_18:23. — 33 Leyes hit. art.i87s. — 34 Cf.
Herodoto, II 46. — 35 Cf. 1Ma_2:235. — 36 Sobre esto véase el art.
Herem de DBS II 205-206.262-263. — 37 Cf. Lev_27:28-29;
Deu_7:2. — 38 Cf. Gen_4:10. — 39 Cf. Deu_10:185; Deu_24:175. —
40 Este sentimiento de humanitarismo para los desamparados
aparece también entre los pueblos gentiles. Así dice Amenheme I
de Egipto: “He dado al pobre y alimentado al huérfano.” Cf.
Mallon, Le hébreux en égypte p.81. En los textos de Ras Samra se
dice del sabio Danel: “Juzga el proceso de la viuda y manten el
derecho del huérfano.” Cf. Dussaud, Les découvertes de Ras
Shamra et Γ Ancien Testament 2.a ed. p.149. Citados por A.
Clamer, o.c., P.202. — 41 Cf.Neh 5; 1s. — 42 Cf. Deu_24:12-13. —
43 Cf. Amo_2:8. — 44 Cód. de Ham. art.58-85· — 45 En la Vg.,
siguiendo a los LXX, se dice diis en pl., traduciendo el heb.
Elohim. Por ello, Fl. Josefo entiende el diis de las divinidades
paganas, mientras que el Targum de Onkelos lo entiende de los
magistrados del santuario. La palabra que traducimos por
príncipe, en heb. ndsi', significa lit.: “el que está levantado sobre
otros,” es sinónimo de autoridad. San Pablo recuerda este
precepto ante el sanhedrin judío (Hec_23:6). — 46 Cf. Gen_14:20.
— 47 Cf. Gen_28:32. — 48 Cf. Deu_14:22-24. — 49 Ibid.,Deu_26:12.
— 50 Num_18:15-22. — 51 Cf. Lev_19:23; Lev_23:10-11. — 52 Cf.
Exo_13:1-2.11-13. — 53 Cf. Cazelles, o.c., p.83-84- — 54 Cf.
1Sa_16:34; 2Sa_16:3; 2Sa_21:5. — 55 Cf. Num_3:11-13;
Num_18:15-18; Lev_27:26-27; Deu_15:19-23. — 56 Cf. Lev_17:15.
— 57 Es la opinión, entre otros, de A. Clamer, o.c., p.2O4. — 58
Lev_11:445. — 59 Sobre la “santidad” de Yahvé véase P. Van
Imschoot, Théologie de VAncien Testa-ment I (Tournai 1954) p.42.

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