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EL NIÑO SORDO Y SU FAMILIA – Núñez, Blanca.

Cap. I: LA CONFIRMACIÓN DEL DIAGNÓSTICO DE SORDERA: UNA SITUACIÓN DE CRISIS FAMILIAR


La comprobación de la anomalía del hijo provoca una situación de crisis. El concepto de “crisis”
denota un grado de desorganización familiar. El equilibrio del grupo se altera al enfrentarse a una
situación que modifica su funcionamiento previo. El factor esencial que determina la aparición de
la crisis es el desequilibrio entre la dificultad y los recursos que dispone la familia para enfrentarla.
Su superación, por el contrario, puede llevar a un crecimiento y mayor desarrollo de la familia. Hay
que diferenciar las “crisis evolutivas” de las “crisis accidentales”; las primeras están vinculadas a
cambios referidos al proceso de crecimiento de una familia, el primer embarazo, el nacimiento de
los hijos, la entrada de un hijo a la primaria, la adolescencia, etc. Las situaciones de crisis
accidentales, tienen iguales características pero se le suma el carácter imprevisto, urgente, que
presentan; por ejemplo, la muerte de uno de sus integrantes. En este sentido, la confirmación de la
sordera del hijo es una situación de crisis accidental y en ella, la familia se ve obligada luego del
diagnóstico confirmado a la colocación de la prótesis, a hacer una elección de un método
educativo para su hijo. Esta crisis implica una pérdida, un duelo; se pierde al hijo cargado con las
expectativas, deseos, esperanzas de la pareja y de la familia en general. La familia debe afrontar un
proceso de duelo que le permita aceptar esta pérdida para poder conectarse con el hijo real
deficitario que tiene delante.
Factores que inciden en la modalidad de elaboración de esta situación de crisis: 1) el modo de
resolución de duelos anteriores en la historia de la familia y en la historia particular de cada uno de
los padres, 2) el momento del ciclo vital por el cual está atravesando la familia: cuando el hijo
sordo es el primero, la pareja debe afrontar dos situaciones, por un lado pasar de una situación de
dos a la inclusión de un tercero que implica asumir un nuevo rol que es el parental y por otro lado,
deben enfrentar un déficit que pone en cuestionamiento su posibilidad de poder gestar algo sano.
Cuando hay otros hijos sanos anteriores la situación es distinta y el proceso de adaptación al déficit
abarca a todo el grupo familiar, 3) el lugar asignado al hijo, 4) el grado de discrepancia entre el hijo
deseado y el hijo real: cuantas mayores expectativas, deseos, esperanzas proyectadas en el hijo,
más difícil es la aceptación de la deficiencia, 5) la personalidad de los padres: características de
personalidad narcisista dificultan el proceso de duelo, el tener un hijo con un déficit implica un
fuerte ataque a ese narcisismo porque significa la confirmación de “no valgo, no sirvo, por lo cual
no soy merecedor del reconocimiento de los otros”, 6) las características del vínculo de la pareja
matrimonial: todo lo que pasa en la pareja puede ser referido a la discapacidad del niño, 7) la
actitud que toma la pareja parental ante la situación crítica: es importante para la elaboración del
duelo el hecho de que ambos padres permanezcan unidos en una actitud de mutuo apoyo,
comunicación y responsabilidad compartida frente al niño deficitario. Muchas veces, los padres
pasan por las diferentes etapas del duelo a distinta velocidad. En nuestra experiencia, vemos, que
la reacción de ambos padres pueden ser distintas: la madre, en general, manifiesta más impacto
emocional, mientras que el padre se aferra a un modelo masculino estereotipado: no llorar, sr
fuerte, sobretodo delante de su mujer, 8) la posibilidad de la familia de contar con sostenimientos
del entorno: amigos, familia, vecinos, y recursos que el medio le ofrece, 9) la capacidad de la
familia para recurrir y/o aceptar los sostenimientos externos: la capacidad de utilizar con provecho
a otras personas, amigos, parientes y recursos que el medio del ofrece. 10) el nivel social,
económico y cultural de la familia: las familias de clase baja se enfrentan a la crisis con una actitud
de mayor resignación, de sometimiento a los dictámenes de dios o el destino. Las familias de
clase media, alta, y con nivel cultural más elevado, tienen procesos de duelo más complicados
debido a la gran frustración ante el alto nivel de expectativas y deseos depositados en el hijo, una
herida narcisista más intensa, 11) las características del déficit: el grado de la pérdida auditiva, si es
adquirida o genética: en el primer caso el duelo se da ante algo que se tuvo y se perdió y en el
segundo caso por algo con lo que no se nació; la presencia de otros problemas asociados, la
progresión de la pérdida, 12) el momento en que se hizo el diagnóstico, 13) la modalidad en que el
equipo asistencial encare la atención de la familia en crisis: los profesionales que intervienen en la
atención de la familia pueden favorecer un curso de duelo más adaptativo o por el contrario influir
de un modo perjudicial. Los principales errores que se observan son: 1) una mala información
inicial: ocultamiento de la verdad, apelando a negaciones dándole un falso consuelo a la familia, 2)
actitud desajustada del profesional frente a la familia que puede ser: actitud de distancia, actitud
de identificación masiva con la familia, falta de respeto en cuanto a la modalidad y tiempo de cada
familia para la elaboración del duelo, alto nivel de exigencias de la familia sin tener en cuenta las
necesidades de crecimiento y desarrollo de otros miembros además de los del niño discapacitado,
transmisión a la familia de un estado de frustración, desesperanza, impotencia y desinterés ante
las posibilidades del niño y sus propios recursos profesionales, relación hacia la familia con una
actitud omnipotente con sentimientos de optimismo desmedido y esperanzas excesivas como
consecuencia de una identificación con poderes de reparación mágicos. Los factores que en
cambio pueden contribuir a un procesamiento adaptativo de la situación de crisis familiar son: 1)
una información inicial adecuada 2) función de sostenimiento y de apoyo del equipo asistencial a
la familia, 3) actitud de respeto frente a la familia en cuanto a su modalidad y tiempo particular
para la elaboración del duelo, 4) actitud de discriminación entre sus limitaciones y posibilidades
del niño.
Fases de elaboración de la situación de crisis: Las distintas etapas de elaboración del duelo: 1)
etapa de shock, conmoción: se da como respuesta ante la información de la deficiencia del hijo.
Esta situación de conmoción está acompañada de un estado de embotamiento de la sensibilidad,
como estar viviendo una situación de irrealidad. 2) etapa de negación: implica percibir la realidad
de la pérdida pero acompañada de un intento de no admitirla, de un intento de descreimiento.
Esta actitud se caracteriza por sentimientos de anhelo y búsqueda del hijo sano, una esperanza de
que todo vaya a arreglarse. Es una etapa en que los padres pueden comenzar con una serie de
peregrinaciones por los distintos especialistas buscando que le digan que el déficit es erróneo. Los
padres también suelen culparse por la sordera de su hijo y vivirla como un castigo por alguna mala
acción: no haberse cuidado durante el embarazo, haber fumado, haber trabajado en exceso, etc.
La búsqueda inquieta, la esperanza intermitente, el desengaño repetido, el llanto, la tristeza, la
rabia y la ingratitud, son rasgos de las fases de duelo y deben entenderse como expresiones de la
necesidad encontrar y recuperar a la persona perdida según Bowly. Estas dos primeras fases
corresponden a un período de desorganización del grupo familiar, 3) etapa de recuperación, del
equilibrio: atenuación gradual de las intensas reacciones emocionales. Se llega a un lento
reconocimiento y aceptación de lo irreparable en la pérdida. Los padres pueden encontrarse con
un hijo real y deficitario y pueden tener mayor confianza en sí mismos para cuidarlo; 4) etapa de
reorganización: implica una renuncia de la esperanza de recuperar al hijo perdido y una actitud de
aceptación del hijo sordo con sus posibilidades y limitaciones. Una buena resolución del duelo
conduce a una reorganización adaptativa del grupo familiar. Por otra parte, el duelo no se elabora
de una vez y para siempre, sino que ante cada nueva etapa del crecimiento del hijo se da una
recreación del mismo. La adolescencia es un periodo peculiar de la reelaboración de la situación
que suele coincidir con el ingreso a la escuela especial y el ingreso a una nueva etapa con
exigencias sociales.
Cap. II: EL CUMPLIMIENTO DE LA REHABILITACIÓN: SU INCIDENCIA SOBRE LA FAMILIA.
Aquí nos referiremos a la incidencia que tiene sobre la familia la incorporación temprana del
equipo tratante (fonoaudiólogos, otorrinolaringólogo, profesor de sordo, escuela especial) y al
cumplimiento de la rehabilitación, lo que demanda un gran esfuerzo familiar.
El concepto de familia desde distintos autores: sus funciones.
Diferentes autores a partir de los hallazgos de Freud han enfatizado la importancia del
complemento materno, marcando la incidencia que tienen los aportes maternos tempranos sobre
el bebé: cuidarlo, amamantarlo, mirarlo, tocarlo, etc. Es un factor esencial en la conformación del
psiquismo. En los últimos años se destacó la importancia de la función paterna en el desarrollo del
niño. Para que la madre pueda fusionarse con su hijo, o sea, cumplir su función materna necesita
de la función paterna que ofrece contención y protege a la díada madre-hijo de todos los combates
del entorno. Hay aportes que señalan al padre como pieza clave para corte de la simbiosis madre-
hijo y su intervención fundamental para el logro de la individualización. Los estudios de Lacan,
señalan la importancia del papel mediador de la función paterna y su acción diferenciadora en la
relación previa dual entre madre-hijo. El padre introduce la ley en ese vínculo previo. El niño y la
madre deben reconocer que el deseo es imposible de calmar con ningún objeto, que le ilusión de
llenar el vacío inherente al sujeto es imposible de alcanzar. Otro autor, sostiene que desde el
nacimiento tiene importancia similar el padre y la madre; si el niño se identifica con su padre
tempranamente es posible comprender que un padre ausente o psicológicamente débil o incapaz
de asumir la paternidad provoca en el niño un déficit en su identidad genital. Mientras que la
madre cumple el rol de todo lo que se refiere a la vida dentro del hogar, el padre tiene la función
de ayudarlo en la búsqueda del mundo externo, así como en el periodo inicial del complejo de
Edipo su función fue ayudarlo a desprenderse de la madre. Otras investigaciones remarcaron la
importancia del grupo familiar como complemento para el desarrollo del niño, la familia es la que
brinda sostén y protección a sus miembros y posibilita la interdependencia y salida exogámica de
los mismos. Para Pérez, A. la familia es la matriz de humanización, la función sostenedora y
organizadora del crecimiento y maduración de lo humano, la matriz del psiquismo, es además un
laboratorio metabolizador emocional ya que ofrece codificaciones para el manejo de las
emociones. Otra función de la familia es la de formar individuos, ser matriz de individualización, es
función de la familia lograr que el niño adquiera funciones de individuación que provee al sujeto
procesos de identificación. Es una función socializadora. Soifer, R. sostiene que el objetivo de la
familia es la defensa de la vida.
Funciones de la familia: 1) enseñanza del cuidado físico, 2) enseñanza de las relaciones familiares
3) enseñanza de las relaciones sociales 4) enseñanza de la actividad productiva y recreativa 5)
enseñanza del aprendizaje escolar.
Cumplimiento de la rehabilitación y su incidencia sobre la familia del niño sordo: hay inicialmente
una alteración en el hecho de que la vida familiar transcurría dentro de ciertos cánones de
normalidad en cuanto a la crianza de su hijo. De pronto, irrumpen profesionales que actúan sobre
el niño con una actitud demandante y exigente frente a la familia. El equipo tratante ocupa el lugar
de la familia de “dueño del saber”, los especialistas son los que saben de la sordera. Los padres
quedan relegados al rol de “los que no saben”, en un rol de simples cumplidores de deberes,
sometidos. Esta actitud de sometimiento paterno se basa en muchos casos en una fantasía en
torno a un hijo que se les ha vuelto desconocido, extraño para ellos y que por lo tanto no pueden
comprender. Esto los vuelve dependientes de los que saben, que es muy predominante en las
primeras etapas de rehabilitación.
Los profesionales actúan realimentando esta situación, reforzando los miedos e inseguridades de
los padres en el vínculo con su hijo; se manejan así desde un lugar de poder sobre la base de los
que saben y los que pueden resolver todo. Este vínculo equipo tratante-padres transcurre sobre
carriles de exigencias mutuas. Los profesionales exigen cumplimiento y acatamiento a sus
indicaciones y prescripciones. En la medida en que los profesionales tratantes se incorporan con
mucho poder, se resiente y debilita el subsistema parental en rol de jerarquía y autoridad frente a
sus hijos. La figura más debilitada suele ser la del padre, y esto puede deberse a que las exigencias
de la rehabilitación hacen que el niño permanezca mucho tiempo con su madre quien asume un
rol activo en este proceso, es además quien recibe más información, indicaciones, prescripciones
de todo lo que hay que hacer por parte de los profesionales. Cuando el padre se ve excluido de esa
relación puede llegar a no entender lo que dice, ni que el hijo lo entienda a él y necesita entonces
la función mediadora de la madre para poder comunicarse. Hay por lo tanto un déficit en la
función paterna en tanto falla también la función de interdicción en la relación madre-hijo. La
ausencia paterna también deja al niño deficitario de una figura de identificación fundamental para
la consolidación de su identidad genital. Desde el inicio del diagnóstico al sistema familiar se le
incorpora el equipo tratante provocando un fuerte impacto. Los límites entre la familia y el afuera
se hacen más permeables y pueden surgir dificultades en el mantenimiento de límites claros entre
subsistemas familiares: conyugal, parental, filial. La familia del hipoacúsico, puede transformarse
en una familia demasiado ocupada en responder a la demanda orgánica de su hijo, puede ser al
mismo tiempo, deficitaria en su función sostenedora , contenedora y metabolizadora de lo
emocional, puede ser poco estimuladora de la creatividad, no alentar la realización por parte del
niño de actividades favorecedoras del autoabastecimiento y la independencia, consecuentemente
puede actuar obstaculizando la maduración y el desarrollo del yo del niño y su proceso de
individualización y socialización.

Cap. III: ESTILOS DE RESPUESTA DE LA FAMILIA ANTE LA SORDERA DE UN HIJO


Estrecha relación madre- hijo discapacitado con dependencia mutua: el niño, tiene limitaciones a
causa de su sodera y presenta la necesidad de tener una persona constantemente a su lado que le
brinde una decodificación los sucesos de la realidad que lo rodea. Es en la madre en quien recae
ese rol. El niño suele ver su déficit como un “hueco”, como una parte mutilada, faltante de su
esquema corporal y tiene la fantasía de que esta parte ha quedado retenida en el vientre de su
madre, entonces ella lo ha defraudado y la acusa por esto. Manifiesta una autoestima muy baja,
una imagen de sí mismo descalificada con fantasías de ser tonto, loco, malo, diferente, un ser de
otro planeta. Esto lo lleva a una búsqueda continua de signos de amor, reconocimiento,
aprobación, valoración y demanda así suministros narcisistas para aumentar la valoración de sí
mismo. La madre es quien en mayor medida soporta estas demandas que se presentan bajo la
forma de un pedido voraz y permanente de gratificaciones (golosinas, juguetes, etc.).
Simultáneamente con el rol de la madre de deudora, la que está en falta, él mismo carga con el rol
del que debe frente a esa madre desilusionada y desesperanzada. Cree que la ha defraudado en
sus expectativas y se siente culpable por ello. Por ese motivo, permanece muy ligado a ella para
ajustarse a la imagen del hijo ideal, recuperar así su amor y poder aliviar su propia culpa. La
relación del niño con la figura paterna está menos cargada de estas intensas emociones; la figura
del padre se presenta como más ausente, como una figura con rasgos de poder. El niño
hipoacúsico no satisface las expectativas de su madre, no le brinda reafirmación a) de su identidad
como mujer y madre, b) de su propia integridad interna. Tomando los aportes de Lacan, sabemos
que toda madre vive con su hijo una relación temprana, imaginaria, especular en la cual ella que
siente su incompletud, se siente castrada como faltándole algo, ve al hijo como quien la hace
sentir completa, es el falo para ella (falo en el sentido de que completa una falta de perfección).
Esa unidad narcisista madre-hijo sufrirá deficiencias ya que el hijo con defectos no podrá ubicarse
como el falo que haga posible la ilusión de su perfección, que la haga sentir completa, que no le
falta nada.
Por lo tanto un hijo con deficiencias queda colocado como no-falo. Puede surgir en ella a su vez
sentimientos de hostilidad, rechazo y displacer en el contacto con su hijo. La forma de defensa a la
que recurre frecuentemente la madre ante el sentimiento de fracaso es la de una fantasía de
recuperar el hijo ideal que esperaba; esta fantasía está en la base de su conducta maníaca de hacer
muchas cosas por el niño, dedicarse por entero a él, buscar causas milagrosas, etc. Esta idea luego
se desmorona y es presa de estados de impotencia, fracaso y desesperanza de recuperación del
hijo deseado y por tanto la pérdida de valor de todo lo que puede hacer por el niño. En general
siente a su hijo como un deudor. Simultáneamente está dominada por sentimientos de culpa por
haber gestado un hijo con déficit y se reprocha el no haberlo hecho completo, pasa a ser ella la
que está en deuda con él. Estos sentimientos de culpabilidad se ven en: 1) las exigencias y
reproches de su hijo, 2) la actitud implícita o explícita acusatoria de su esposo que en ella deposita
la mayor parte de la responsabilidad, 3) la delegación en su persona por parte del equipo
profesional de los requerimientos de la rehabilitación haciendo recaer en ella la responsabilidad de
toda desmejoría o estancamiento del proceso reeducativo. La culpa de la madre surge también en
respuesta a los sentimientos de hostilidad y agresión que siente ante el hijo que con su déficit la
frustra. Podemos concluir diciendo que ambos miembros de la díada madre-hijo mantienen una
relación de mutua dependencia uno con el otro y un reclamo exigente de aquello que cada uno
siente que el otro lo privó y una actitud insaciable permanente porque lo reclamado nunca se
alcanza. Cada uno es acreedor de otro deudor y ambos están atrapados en una deuda insaldable.
Las características conflictivas de este vínculo están determinadas por un duelo no elaborado por
ambos integrantes de la dupla ante lo faltante, la audición y esto sella la relación.
El padre y los hermanos, figuras periféricas: el padre puede presentar dificultades para funcionar
como agente activo de pasaje de la relación exclusiva materno-filial a la triangular, quedando
relegado a un rol de tercero excluido. La pareja se presenta cumpliendo roles rígidos, el padre es
quien aporta económicamente y la madre la encargada de la crianza. Esta función que cumple el
padre de estar volcado hacia afuera es un medio para alejarse del problema delegando éste en su
esposa. El tener un hijo con déficit suele producir en el padre sentimientos de castración,
desilusión, fracaso, desesperanza, culpa, etc. La forma de defensa a la que habitualmente recurre
es la de delegar el problema a su esposa con la consiguiente toma de distancia. Se diferencia así de
la madre, que queda más volcada al hijo, buscando logros que le posibiliten calmar su herida
narcisista. Debido a su alejamiento, el padre siente a su hijo cada vez más desconocido, le resulta
difícil entender su conducta y su lenguaje y para acercarse necesita de la madre como figura
intermedia. Esta falta de contacto lo pone en papel de deudor en relación a su hijo y en su fantasía
suele verlo como alguien enojado que le está reprochando su falta de dedicación. El
distanciamiento del hogar lo lleva a enfrentarse a reproches y acusaciones por parte de su esposa y
esa distancia no ayuda a la elaboración del duelo sino que incrementa sus sentimientos de culpa.
Esta relación madre-hijo y la dificultad del padre para reaccionar como agente activo de ruptura de
la simbiosis al adoptar una posición periférica traen consecuentemente un funcionamiento
disfuncional en la subsistencia conyugal. Los hermanos también están excluidos de la díada madre-
hijo sordo. Se presentan como niños sobreadaptados, independientes que han tenido que
arreglárselas solos desde muy pequeños a causa de una madre sobreexigida por los cuidados hacia
el niño discapacitado. Muchas veces aparecen postergados, renunciando a sus necesidades propias
a favor de su hermano, adoptando una actitud hipersolícita de cuidados hacia él. Todo ello es
fuente de sentimientos de hostilidad, envidia y celos por los privilegios obtenidos por su hermano.
Tales sentimientos contrastan con los de culpa surgida en la relación con el hermano, por tener
ellos lo que a él le falta: la audición y el lenguaje. La limitación del lenguaje funciona como un
obstáculo en la integración del niño sordo a su familia. El niño sordo no recibe información de los
sucesos familiares, está al margen de decisiones, no tiene espacio para dar opiniones, etc. De este
modo se instala en un lugar de marginalidad.
Es importante también que es beneficioso que los padres se junten con otras familias que tienen
el mismo problema ya que posibilita el intercambio de información y experiencias de situaciones
compartidas, favorece el dar y recibir apoyo. Estos grupos permiten a todos sus integrantes
sentirse menos solos y desamparados y romper con la vivencia de ser los únicos que tienen
dificultades.
Cap. IV: DINÁMICA PSÍQUICA DEL NIÑO SORDO A PARTIR DE REGISTROS CLÍNICOS
Todo sujeto es un ser único. Las vicisitudes en la constitución del psiquismo de todo sujeto están
determinadas por el entrecruzamiento entre lo aportado por la biología, lo pensado y lo deseado
para él por su familia y la producción de modificaciones que el propio sujeto pueda generar. De
todos estos avatares emergerá como un sujeto único.
Algunos observables clínicos: los niños y adolescentes tiene una autoestima lábil, las distintas
situaciones vividas son decodificadas en términos de valer mucho o no valer nada. Son
dependientes del medio en cuanto a que buscan en él permanentemente signos de aprobación,
reconocimiento, confirmación. Son susceptibles a las separaciones y revela intensos temores al
abandono. Son sensibles a las críticas. Desconfiados en su relación con el medio, proclives a la idea
de ser burlados y criticados y así toman una actitud de hipervigilancia y alerta frente al entorno.
Manifiestan en muchos momentos falta de capacidad para atrasar la satisfacción de una
necesidad, tienen dificultad para tolerar la tardanza y la frustración. El contenido de sus sueños es
de hazañas vividas por ellos en las cuales logran éxito, fama, poder, dinero, etc. Los personajes que
aparecen en sus juegos y representaciones suelen ser grotescos, débiles, feos, deformes, locos,
tontos, malos, desamparados, extraterrestres, pobres, tristes. Las modalidades de los vínculos que
establecen pueden variar en función de las personas con las que está en vinculación, del momento
que están atravesando, del lugar en el cual se encuentran (por ej. El niño puede presentar
conductas sobreadaptadas con su maestra y coercitivas y caprichosas con sus padres). Estas formas
de vinculación son contradictorias entre sí y se pueden presentar de forma alternada en un mismo
niño haciendo difícil la comprensión del adulto y el trato, las respuestas hacia él. Diferentes estilos
de vínculos: 1) actitudes de sometimiento, acatamiento a los otros; conductas con características
de sobreadaptación: el niño tiene la actitud de complacencia y obediencia ante los requerimientos
de los adultos. Esto le da a su conducta carácter de rigidez, falta de plasticidad, creatividad,
aparece cercenada la iniciativa, la manifestación de intereses y necesidades propias a favor de una
hiperadaptabilidad. Está descalificado el yo deseo, yo necesito, yo no puedo y se da un
moldeamiento en el interior por un ajuste de normas y reglas provenientes de afuera asumiendo
imposiciones supeyoicas; el debe ser. Se da así el desarrollo del falso self en detrimento del self
verdadero. 2) estallido de exigencias imprevistos frente a los otros: el niño aparece estableciendo
vínculos coercitivos y agresivos en los que tiraniza a su acompañante. Son medios de asegurarse la
satisfacción de las necesidades propias, también las narcisistas. 3) actitudes de autosuficiencia,
crítica, burla, descalificación, desprecio hacia los otros: resultan de la instrumentación de defensas
maníacas: negación, idealización, omnipotencia.
Trastornos narcisistas en el niño discapacitado auditivo: las fallas en la valoración de sí mismos se
manifiestan en una representación del yo descalificada. La imagen de sí que presentan es de tonto,
loco, malo, deforme, diferente, ridículo, pobre, desamparado, extraterrestre. En estos niños se ve
una distancia muy grande entre la representación del ideal del yo y la representación que tienen
de sí mismos debida a que el ideal es muy elevado y está vinculado con el ser oyente-parlante, o
sea, tiene un valor inalcanzable. Se es el ideal, se es oyente-parlante o bien, se es el negativo del
ideal, o sea, sordo, lo que equivale a no valer nada, a ser tonto, diferente, ser de otro planeta,
deficiente mental, loco. Estos estados son angustiosos y dolorosos.
Ante los mismos el niño busca compensaciones mediante la adquisición de atributos positivos que
le permitan ubicarse imaginariamente en el lugar del ideal: obtener éxitos, logros, fama, poder,
fuerza, etc. Como consecuencia de esta falla en la valoración de sí mismo se muestra dependiente
del vínculo con los otros y buscador de reconocimiento y elogios. Es demandante de suministros
narcisistas que alimenten esta falta de valía. Esta dependencia los vuelve sensibles a la separación,
que desencadenan en él temores al abandono. Así, las distintas modalidades de conducta en su
vínculo con los demás pueden entenderse como medios para la obtención de estos suministros
narcisistas que necesita de ese otro de quien tanto depende. Las modalidades de los vínculos
surgen como búsqueda de satisfacción de necesidades básicas de reconocimiento y aceptación.
Factores que inciden en estos trastornos narcisistas: 1) carencias de suministros narcisistas por
parte de los padres. 2) carencias de suministros narcisistas por parte de otros adultos significativos.
3) identificación con figuras paternas desvalorizadas. 4) metas muy elevadas ofrecidas como
ideales. 5) ejercicio reiterado de la función dañada que no ofrece gratificación narcisista. 6) falta de
oportunidades de ejercicio de otras funciones que ofrecen placer narcisista.
Todos somos agentes de salud mental: es responsabilidad de todos los cercanos al niño sordo el
tratar de ofrecerle un medio que favorezca un desarrollo auténtico del sí mismo, el despliegue del
self verdadero. Para ello necesita que podamos verlo y respetarlo como él es realmente. Hay que
crear espacios, oportunidades para que el niño sordo se estructure como sujeto menos
dependiente, más seguro de sí mismo. Todos somos agentes de salud mental y como tales
debemos tener presente que lo emanado del self auténtico es imprescindible para el logro de una
representación del yo afirmada y segura, para la consolidación de una identidad más genuina de
los niños. Asumir la identidad es una tarea de discriminación: “un soy sordo, es un no soy oyente,
no soy loco, no soy tonto, no soy incapaz. Soy sordo, éste es un rasgo de mi identidad que asumo,
que no niego pero no es el rasgo único. Este rasgo no asume la valoración total de mi persona, por
lo cual, aunque soy sordo, puedo valer como sujeto”.
Cap. V: EL JUEGO: SU IMPORTANCIA EN EL DESARROLLO PSÍQUICO DEL NIÑO SORDO
Valor del juego en el desarrollo psíquico del niño: el juego es una actividad universal del yo. Es un
índice de salud y posibilita conservarla y favorecerla. No podemos pensar un niño sano sin juego.
Los niños con perturbaciones psíquicas manifiestan limitaciones en la actividad lúdica: ausencia de
juego, inhibiciones o pseudo juegos como el juego de alucinosis ya que por ej. El niño juega a que
él es Superman en lugar de hacer como que es Superman. El juego permite al niño ir percibiendo y
aprehendiendo el mundo que lo rodea, es una actividad de exploración, de investigación que
favorece el deseo de conocimiento. Wallon, lo plantea como una actividad que abarca todo su ser.
El juego posibilita desarrollar y perfeccionar la capacidad motriz, organiza y desarrolla las
funciones mentales de atención, concentración, memoria, Etc. Y a su vez a configurar las nociones
de tiempo, espacio, relaciones sociales y funcionamiento social. Por lo tanto, la inmovilidad y falta
de juego son dos condiciones que frenan y limitan el desarrollo mental. Freud, sostuvo que el niño
juega no sólo para repetir situaciones placenteras sino también para elaborar las que le resultan
dolorosas o traumáticas, al transformar en activas las experiencias sufridas pasivamente. Melanie
Klein aporta que el juego proporciona placer en la medida en que por medio de él el niño logra
dominar la ansiedad. Para Freud, el juego tiene una función creativa pues el niño mientras juega
crea un propio mundo donde pone cosas de la realidad en un orden nuevo. Winnicott, acentuó el
valor creativo del juego y afirma que en él puede el niño estar en libertad de ser creador y usar
toda su personalidad y el individuo descubre su persona solo cuando se muestra creador. La
espontaneidad es el elemento central de lo que llama el verdadero self.
El desarrollo del juego ofrece la oportunidad de manifestación del verdadero self. El juego le
permite sentir que la vida vale la pena, que es digna de ser vivida. Como el juego corresponde a la
salud, el juego para Winnicott es en sí mismo una terapia.
Lugar del juego en la vida del niño sordo: es una experiencia escasa o casi nula en la vida del niño
hipoacúsico. Cuando está en la escuela especial o con su reeducadora no se le ofrecen cosas con
que jugar, no se le da libertad para moverse y actuar, se le impone que no debe jugar, que debe
quedarse quieto y mirar la boca de la profesora, no se le da oportunidad de estar en contacto
directo con las cosas, de interacción con el medio, de aprender haciendo, explorando,
experimentando libremente o sea, se disocia al niño de la vida. El juego queda subordinado a la
situación de aprendizaje, cuando se lo emplea es para la obtención de otros fines. Cuando el niño
sordo está en el ámbito de su casa, se ve en general que los padres presentan una dificultad similar
para estimularle la actividad lúdica y por lo tanto la actividad lúdica es también escasa o nula. Pasa
junto a sus padres largas horas dedicadas al refuerzo de lo aprendido con sus profesores y el resto
del tiempo lo ocupa mirando televisión. Estos hechos limitan el movimiento y el juego, condiciones
necesarias para el desarrollo de la mente en la cual las imágenes se graban a merced del
movimiento del propio cuerpo. La presencia por ejemplo del televisor en las horas de la comida,
atenta contra las posibilidades de comunicación tan necesarias del niño hipoacúsico con su familia.
La permanencia pasiva frente al televisor le quita tiempo a otras actividades como el juego, la
realización de tareas domésticas, el deporte, actividades artísticas, lectura, que resultan
enriquecedoras para la afirmación de su yo.
El juego en la psicoterapia del niño sordo: la experiencia enfrentó a Blanca Núñez a niños
discapacitados auditivos, lo que dificultó su rol terapéutico aprendido de interpretador por vía
verbal. Solo tenía la posibilidad de una comprensión de lo que le estaba sucediendo al niño pero
no contaba con el uso pleno de la interpretación verbal como instrumento técnico fundamental
para devolverle esa comprensión. Ante esas limitaciones, comenzó a tomar un rol más activo de
psicoterapia acompañando al niño en el juego. Buscó rescatar la experiencia lúdica de estos niños
en el ámbito de la psicoterapia. Entiende a la psicoterapia como la que se realiza en la
superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Un objetivo básico, es
llevar al niño a que asuma su verdadera identidad y para el logro de este objetivo de
descubrimiento de su verdadero self, de sus propios recursos creativos, le ofreció un campo
óptimo: el juego. Entiende al juego como un área de creación y considera que todo sujeto
descubre su persona solo cuando se muestra creador. Luego, intenta abrir, recuperar, ampliar,
enriquecer el espacio del juego. Buscó rescatar la posibilidad del juego como una experiencia
nueva que da paso a la creatividad, que lo haga sentir libre y vivo y en comunicación consigo
mismo y con los demás. El terapeuta asume así una función de acompañante del niño. Busca
además reafirmar los propios recursos del niño. Sostuvo que la interpretación no es el único
recurso válido y su utilización está limitada. Aprendió que es fundamental observar y ver al niño
como logra expresar con los medios que tiene a su disposición sus interrogantes y explicaciones,
cuáles son sus reacciones ante el material surgido y que posibilidades va mostrando de elaborar
sus miedos, angustias, fantasías, cómo va corrigiendo sus distorsiones y dando solución a sus
conflictos con sólo la posibilidad de desarrollar libremente la fantasía. Hay distintas modalidades
de intervención terapéutica: 1) interrogación: el psicoterapeuta pregunta, pide detalles, sobre el
juego y lo relatado por el niño. 2) interpretación: puede formularse de forma en forma verbal o por
medio de un dibujo, un gesto, dramatización, mímica. 3) señalamiento: estimula al niño hacia una
nueva forma de comprensión de su propia existencia. Se busca que adquieran mayor relieve
algunos aspectos de la trama lúdica. Se llama la atención sobre todos estos aspectos. Busca
estimular al niño para que llegue a la interpretación a partir de sus elementos recortados, trata de
estimular su capacidad de autobservación y autocomprensión. 4) información: crea una
perspectiva distinta o salir de un conocimiento erróneo.
La explicación esclarecedora lleva a la disminución de la tensión emocional. 5) discriminación:
implica llevar al niño a una lectura más realista de una determinada situación. 6) confirmación y
validación: estas intervenciones se hacen para afirmar cierta actitud, conducta, logro, modo de
reacción, forma de comprenderse a sí mismo por parte del paciente, por ej. “lograste hacer tal
cosa”.
Significación del juego para el desarrollo psíquico del niño sordo: 1) al carecer de un canal
sensorial, necesita más de otros canales: visual, táctil, olfativo, etc. Que le permitan ir explorando,
aprehendiendo, percibiendo el mundo que los rodea. 2) al tener un área de la comunicación
dañada, necesita comunicarse por otras vías, el juego es un modelo de comunicación que le
posibilita relacionarse de un modo más natural con el mundo oyente. 3) el juego le permite
descubrir, ejercitar, afirmar aspectos sanos y disfrutar de sus posibilidades. Le otorga al niño mayor
seguridad de sí mismo. 4) el juego le permite al niño dominar situaciones penosas (carencia,
limitaciones, etc.) hacer activas las que sufrió pasivamente. El niño en el juego es dueño absoluto
de la situación. 5) el juego le permite la elaboración de fantasías, conflictos, angustias y problemas
internos que no tienen otra vía para poder ser expresados y comunicativos. 6) la actividad lúdica le
ofrece la posibilidad de repetir a voluntad situaciones placenteras que actúa compensando a nivel
de la fantasía las situaciones de frustración a las que está expuesto. 7) favorece el deseo de
conocer el nombre, la palabra para denominar ese aspecto de la realidad que él descubrió y que le
interesa. 8) el juego es un medio para desarrollar y perfeccionar su capacidad motriz. 9) el juego
lo ayuda a configurar nociones de tiempo y espacio. 10) jugando con otros niños sordos y también
con oyentes desarrolla un aprendizaje de relaciones sociales. 11) el juego es lo único que le
permite descubrirse como un niño total, no sólo como un niño sordo. 12) el niño sordo es un chico
sometido a un gran esfuerzo de adaptación a otros, al deseo de otros. El juego le otorga la
oportunidad de relajación, espontaneidad, iniciativa, de ser creador, de sentirse libre y de
manifestar su verdadero self. 13) el juego le posibilita sentir que vale la pena estar vivo.
Cap.: VI: VICISITUDES DEL VÍNCULO DEL NIÑO SORDO, SU FAMILIA Y LOS PROFESIONALES QUE
LOS ASISTEN.
Análisis del campo dinámico que une a todos los personajes involucrados. Entre ellos se establece
un campo de interrelación emocional en el que están todos involucrados. Se muestran fenómenos
transferenciales del niño y sus padres y contratransferenciales del profesional. Los últimos son
respuestas emocionales del profesional, quien reacciona de forma irracional, emotiva ante el niño
y su familia. Estos fenómenos transferenciales y contratransferenciales se ponen en juego en toda
relación terapeuta-paciente. Este campo está dominado por una relación triangular. El profesional
se vincula con el niño a través de la mediatización de los padres, que son quienes deciden y hacen
la consulta. Todos los miembros de esta relación triangular están sellados por la cronicidad de la
patología y los enfrenta a todos a una limitación. Deben resignarse a no esperar más que una
reparación parcial de la discapacidad, no una curación total. Una de las partes constituyentes son
los padres. La pareja vive una crisis al corroborarse el diagnóstico de la deficiencia y la familia se
desorganiza como resultado de la movilización de emociones de forma masiva. Todas esas
reacciones emocionales son respuestas normales a la situación. Se consideran respuestas
disfuncionales cuando se estabilizan y se basan en una falta de discriminación entre el niño y sus
limitaciones por una parte y los padres con sus expectativas, deseos, necesidades de gratificación
narcisista por la otra. La posibilidad de elaborar la situación de crisis está condicionada por
factores: 1) la convergencia de las historias personales de ambos padres, 2) la modalidad de
resolución por parte de ellos de crisis anteriores 3) la integración de la pareja 4) el nivel social,
económico e intelectual de la familia. Si la elaboración de la crisis es adaptativa se proyectan al
profesional sentimientos de confianza con una visión real de lo que pueden esperar de su
quehacer.
Al contrario, una respuesta desajustada a la situación puede generar: 1) una actitud de
desconfianza ante el profesional 2) actitud de desesperanza frente a medidas terapéuticas, que
encubre fantasías de irreparabilidad del hijo, sentido como irreparablemente perdido 3) una
confianza excesiva en el profesional de quien se espera una cura milagrosa al idealizar su persona.
El niño es otro miembro del vínculo, lo que el niño deposita en el profesional estará determinado
por la modalidad de elaboración que ha hecho de su situación de discapacitado. El proceso que
cada niño hace para adaptarse a su discapacidad es único y peculiar y a su vez estará condicionada
por la forma en que los padres respondieron a la misma. El especialista puede afrontar la
rehabilitación con una respuesta ajustada o no. En el caso de que responda con una respuesta
adaptativa (ajustada) implicará: 1) la discriminación de sus expectativas con respecto a las
limitaciones y posibilidades del niño, 2) el manejo de identificaciones proyectivas en tanto que el
niño y sus padres le depositan. Una respuesta desajustada implica: 1) fallas en la discriminación
entre sus fantasías mágicas de restitución total del niño y los límites que la realidad le impone, 2)
una identificación masiva con el niño o sus padres (contraidentificación), que hace que los límites
entre el yo del niño y el yo del profesional de borren, se confundan y que imposibilita una
observación objetiva. La posición que toma muchas veces el rehabilitador es la de dueño del saber,
con poder y dominio. Cuando el profesional forma parte de una institución, esta puede funcionar
como nuevo elemento que complica el campo de interrelación entre el profesional, el niño y sus
padres. La institución plantea un programa de actividades que debe ser cumplido, distintas
normas, roles institucionales, la existencia de una escala jerárquica de profesionales que diluye la
relación terapeuta-niño; la competencia con otras instituciones, etc. En las escuelas especiales hay
divisiones, están las que sirven y las que no sirven (oralizan y no oralizan). A la segunda categoría
concurren niños con sorderas asociadas a otros componentes (ej. Daños neurológicos)
pertenecientes a sectores de escasos recursos, con serias disfunciones familiares, etc.
Modalidad de intervención del psicólogo en este campo: en la mayoría de los casos es el
profesional y no la familia quien hace la consulta o la derivación. Los consultores a menudo sienten
que el problema no está en ellos sino en los otros. La patología se deposita así en los niños o en
sus padres identificados como los problemáticos. El psicólogo suele ser puesto en el lugar del que
tiene el saber. Se le demanda que arregle lo que no funciona, que el psicólogo pueda donde ellos
no pudieron. Un psicólogo puede atender a la demanda con un psicodiagnóstico y terminar dando
un diagnóstico; también puede abordar una intervención psicoterapéutica. Desde nuestra
perspectiva, consideramos que al psicólogo le corresponde ponderar los matices de cada pedido
de asistencia, de modo de no responder maquinalmente al mismo y detectar el contenido
subyacente que con frecuencia es una situación de crisis en la relación del profesional con el niño
sordo y con sus padres. Es necesario tener en cuenta, que el motivo explicitado de intervención
tiene poca relación con el contenido latente de la consulta. A veces el mensaje manifiesto es
ambiguo y en él el contenido latente aparece enmascarado; será tarea del psicólogo develarlo. El
objetivo de la intervención del psicólogo es actuar sobre los profesionales y luego entenderlos y
ayudarlos. Esta modalidad de operar se denomina interconsulta. El psicólogo interconsultor va a
tener en cuenta a todos los miembros participantes. Sin embargo la devolución se le hace al
profesional. El psicólogo interconsultor frente a la situación de crisis en la relación cumple una
serie de pasos: 1) recoge información 2) busca un esclarecimiento 3) devuelve la información. La
información se obtiene mediante los datos aportados por todos los miembros involucrados en el
vínculo. Los datos de información serán aportados por el niño, la familia, los profesionales
intervinientes, la institución. En cuanto al esclarecimiento, una vez que el psicólogo registra los
datos arma una interpretación acerca de lo que pasa en cada uno de los miembros participantes y
de la relación que se establece entre ellos en este campo dinámico. En torno a la devolución de la
información al colega que solicitó la interconsulta, el psicólogo en su rol de interlocutor, ofrece al
profesional su interpretación de la situación de crisis y le da información y esclarecimiento de
todos los conflictos presentes en la misma de modo de hacerla más comprensible para él.
Dada la complejidad que plantea la rehabilitación y la posibilidad de que surjan conflictos en este
campo dinámico, proponemos la realización de grupos de reflexión con el objetivo de que los
actores del proceso de rehabilitación encuentren un espacio común de reflexión crítica de su
práctica. Los grupos pueden estar integrados por distintos profesionales (otorrinolaringólogos,
pediatras, fonoaudiólogos, profesores de sordos, de gimnasia, etc.) que trabajan en una misma
institución, por ej. La escuela especial. La coordinación de este grupo está a cargo del psicólogo. Es
mejor cuando se trabaja con otros psicólogos.

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