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Movimiento de Izquierda
Revolucionaria
1965-1970
Coyunturas, Documentos y Vivencias
2
A Paula Andrea, mi compañera.
A Pablo Simón, mi hijo y amigo.
A mi hijita, Paula, una gran mujer,
A mis padres, que ya no están y
A todos los chilenos y chilenas que sueñan con una sociedad justa,
fraterna y para todos.
3
PREFACIO.
1
MIR: una historia. Carlos Sandoval Ambiado. Página 3. Editorial “Trabajadores Adelante”. Santiago, julio de 1990.
4
posible", se desató una avalancha de las negociaciones que alcanzó todo el
espectro social, político, económico e incluso judicial. Este hecho hizo que el
sistema se fortaleciera y de una u otra forma legitimado.
2
En este punto debemos hacernos cargo de la crítica del compañero Vitale quien no perdonó la licencia literaria al hablar de
“prehistoria” del MIR y que con rapidez intelectual e ironía (muy propia de él) “explicó” que era inadecuado caracterizar como
prehistórico el período de unificación de la izquierda revolucionaria (1961-1965) por varias razones, como que los “principales
fundadores” del MIR (al parecer el extinto profesor concibió la existencia de fundadores secundarios) fueron los mismos que “lideraron”
las distintas agrupaciones que dieron origen al MIR, por consiguiente el MIR arranca mucho antes del año en comento. De esta crítica
nos hacemos cargo debidamente.
5
en otro (pero no antagónico) se nos presentó el dilema de qué hacer con el
prologo de entonces que, tan solidaria y comprometidamente, nos regaló el
compañero Clodomiro Almeyda. Por cierto que él lo escribió después de leer
nuestro original y sus dichos obedecieron a aquella lectura. Entonces, nos
preguntamos, ¿debemos sacarlo de esta edición, será faltarle a la confianza al
compañero si lo dejamos?
Después de mucho reflexionar y discutir con compañeros optamos por dejarlo. Las
razones son varias. Escogeremos solo una de ellas. Creemos que, en los tiempos
actuales, las palabras de Almeyda adquieren no sólo valor histórico, sino además
vienen a contribuir al esclarecimiento del debate actual en la Izquierda sobre el
Chile que queremos construir. Solo por esta razón y sabida la estatura política e
intelectual de Clodomiro Almeyda, es que hemos resuelto mantener el prologo
escrito por él. Las generaciones jóvenes sabrán apreciar en su total magnitud su
mensaje.
6
PRÓLOGO3
Chile, el de entonces al menos, tan sensible a los vientos que soplaban por el
mundo en esos decenios en el seno de su juventud radicalizada una promoción de
dirigentes en cuyas mentes crepitaban intuiciones, ansias e impaciencias que
convergían en una convicción sobre determinante de sus conductas: que estaban
plenamente maduras las condiciones para una ruptura revolucionaria que podría
definitivo término al régimen capitalista imperante y daría curso a la inmediata
instauración de un nuevo orden socioeconómico e institucional organizado en
torno a los intereses de los sectores más explotados.
3
Prologo a “MIR: Una Historia”. Publicado en julio de 1990 y que en este trabajo hemos llamado el “original”.
7
Esta visión de las cosas, ese optimismo que se traducía en la ilusión de la
posibilidad del socialismo a plazos inminentes, condujo a esa promoción juvenil a
la certeza de que la clave para su cristalización radicaba en la constitución de un
nuevo ente político revolucionario que encarara con decisión la tarea de derribar el
orden burgués dominante, objetivo a su juicio abandonado por las fuerzas políticas
de la izquierda tradicional.
8
Es el espíritu fundamentalista de tales enfoques –que siempre conducen a
simplificaciones que hacen del hecho concreto un absurdo- lo que impedía
entonces –como impide hoy- analizar en profundidad, serena y constructivamente
las múltiples condicionantes social y cultural, nacional e internacional, que
determinan el carácter de los fenómenos sociales y las conductas de los
movimientos políticos. En efecto, la posibilidad del anquilosamiento de las
potencialidades creativas de la revolución y el socialismo, del peso conservador de
los aparatos burocráticos en los Estados socialistas, de la consecuencia o
inconsecuencia clasista de unas u otras clases y capas sociales y del reformismo
o revolucionarismo de las fuerzas populares, no podían desestimarse, ni entonces
ni después, como realidades o riesgos a los que podían estar sometidas dichas
fuerzas sociales, política e institucionales. Sin embargo, el ideologismo y
fundamentalismo señalados, particularmente notorios en una amplia franja de la
izquierda latinoamericana y chilena –tradicional- de los 60 y los 70., impedía un
abordaje responsable de tales asuntos, imponiéndose el juicio pasional y
descalificatorio que obstruía el debate constructivo, conduciendo a la postre a un
irracional ahondamiento de las diferencias y contradicciones en el seno de la
izquierda nacional. Esa nefasta hiperideologización en el análisis y diseño de
objetivos programáticos y estrategias políticas que observamos en las décadas del
60 y del 70 no es –hay que subrayarlo- patrimonio exclusivo de las tendencias que
asumen posturas radicales e izquierdistas, sino que puede personalizarse en
enfoques conservadores y actitudes pesimistas en el propio campo del
progresismo político como es factible constatar en las etapas de reflujo de las
posibilidades revolucionarias.
9
La vía armada, en el caso del MIR chileno, se constituyó en un principio que
recorrió toda su elaboración política desde la estrategia más general hasta el tipo
de tareas y el carácter del militante. No había otra manera, en su percepción, de
hacer frente a la sistemática violencia antipopular de los aparatos armados del
Estado capitalista en América Latina, orgánicamente enlazados a las estructuras
militares y a las políticas intervencionistas del imperialismo norteamericano. Insistir
en otros caminos, como el electoral, resultaba para ellos un esfuerzo
probadamente inútil desde el punto de vista del objetivo socialista y en la práctica
tendía a fortalecer la institucionalidad y el poder de la burguesía dominante aliada
al imperialismo. En su diseño general de guerra revolucionaria el MIR concibió un
desarrollo a partir de la forma guerrillera con fuerte acento en el escenario
campesino, aunque con una mayor valoración del ámbito urbano que en el caso
de otros movimientos congéneres del continente.
El MIR chileno fue, sin duda, tributario de ese influjo moral e ideológico que explica
en no poca medida su capacidad de penetración y liderazgo en amplios sectores
10
juveniles y entre los segmentos marginados de los circuitos centrales del modelo
económico desarrollista, franjas sociales con un alto grado de desconfianza en las
formas e instancias tradicionales en que discurría la política, que veían reducida a
un sistema de negociaciones, cabildeos o juegos de influencias insensible a las
necesidades de quienes no tenían capacidad de presión institucional.
11
de maniobra y de choque contra cualquier intento de superar el statu quo. Lo
acontecido en 1973 obvia mayores argumentos. Y la forma en que devino el
término de la dictadura, con la secuela de incrustaciones antidemocráticas legados
por el régimen autoritario, encuentra en parte su explicación en el eco que la
política de atemorización frente a las opciones de cambio radical tuvo en extensos
sectores medios y populares que otorgaron su voto a la mantención de Pinochet
en el poder, y que indujo a la moderación de los propios planteos programáticos
de la Concertación de partidos por la Democracia.
El MIR fue un eminente protagonista de esta última etapa, durante la cual sus
diagnósticos y sus líneas estratégicas y tácticas se vieron tensionados por
circunstancias que no estaban en el curso de sus previsiones, como la elección de
Salvador Allende y el proceso de signo socialista abierto por su gobierno.
Posteriormente la organización mirista debió resistir la brutal persecución de la
dictadura militar, poniendo en juego todas sus capacidades operativas y sobretodo
sus enormes energías morales para evitar la consolidación del régimen autoritario
prohijado por los grandes intereses capitalistas nacionales e internacionales,
misión en la que dejaron la vida un sinnúmero de sus valiosos cuadros dirigentes y
militantes de base.
12
Fue una fase en que las incomprensiones e intolerancias del período precedente
comenzaron a abrir paso al diálogo, a progresivos entendimientos y, en los últimos
tiempos, a un renovado y convergente afán por reeducar y reponer a las fuerzas
de izquierda, en sintonía con las nuevas realidades mundiales y nacionales.
13
EXORDIO
En el original se inicia la lectura con una pregunta “¿por qué escribir una historia?”.
La respuesta clásica y que saca de apuro es para recoger el pasado, entender el
presente y así proyectar el futuro. Fácil ¿no?, pero historiar un partido político es
trabajoso y hacerlo del MIR impresiona aún dificultoso. Son muchas las variables
que intervienen, son muchísimos los datos que recoger, son múltiples las
versiones que amalgamar y estas condiciones presionan por un mayor esfuerzo
historiográfico. Energía que se debe redoblar al estar en presencia de historias de
vida que no sólo ven comprometidas sus aspiraciones políticas, sino además los
sentimientos.
14
Por lo expresado vimos que era de estricta necesidad histórica reseñar la lucha
armada en algunos países de Latinoamérica durante el período del nacimiento del
MIR. Lo hicimos porque contribuye a un mejor entendimiento de la historia mirista
y de cómo influye en sus decisiones políticas internacionales, como es el caso de
la formación de la Junta Coordinadora del Cono Sur. Otro aspecto importante que
hemos incorporado es la presencia de cristianos en la lucha revolucionaria, de
cómo fueron desalojando de sus conciencias las anclas conservadoras y semi
medievales del cristianismo católico. Es una forma de explicarnos la presencia de
insignes militantes miristas que profesaban creencias cristianas e incluso
estrictamente católicas. Basta recordar a Germán del Jesús Cortés Rodríguez4, a
Antonio Llidó Mengual5; a Rafael Maroto6, a Blanca Rengifo7 y a decenas de otros
militantes anónimos que asumieron la violencia popular mirando el rostro de Cristo
“hecho hombre y sufriente”. Además y en conformidad con las críticas (bastante
ácidas por lo demás) de mi querido, respetado e insumiso profesor Luis Vitale,
profundizamos (en la medida de lo posible) la formación del MIR. Para ello
viajamos más allá del año 65 (fecha del parto mirista) para enterarnos de las
fuentes “originarias” del constructo político del MIR. Por último, quisimos re-
publicar dos documentos miristas: su declaración de principios y su posición ante
la invasión soviética a Checoeslovaquia. A estos le sumamos otro, de
conocimiento relativamente restringido, se trata la propuesta política denominada
“Estrategia Insurreccional de 1968”.
El autor
4
Seminarista y dirigente del MIR asesinado el 18 de enero de 1978 por efectivos de la CNI.
5
Sacerdote español y dirigente del MIR secuestrado el 1ª de octubre de 1974 por efectivos de la DINA. Permanece desaparecido.
6
Sacerdote, militante del MIR, integrante del Comité Central y vocero público bajo la dictadura. Vivió la persecución, la cárcel y la
relegación.
7
Monja superiora del Hogar de Cristo, integrante del Comité Central del MIR.
15
CAPITULO I
EL CONTEXTO INTERNACIONAL
HACIA LOS AÑOS SESENTA
16
Trazos ideológicos y políticos de América Latina. La guerra como forma de
resolución de los problemas. ¿Los Vietnam deseados?
17
Una vez instalado el orden, los nichos geográficos de explotación, dominio y
enriquecimiento relativamente consolidados y con el fin de apuntalar un modelo
económico que favoreciera plenamente los intereses de la nueva clase social
dominante, ésta recurrió a la violencia armada. Lo hizo principalmente para
disciplinar a miles de individuos en el trabajo y de este modo obtener el mayor
lucro posible. Leyes, tribunales de justicia y creencias religiosas fueron los medios
pacíficos. Prisión, policía y ejércitos concurrieron como herramientas de castigo
para regresar a los levantiscos a la norma o restaurar el orden público.
La intimidación social debía ser legítima o, más bien, hecha aparecer como tal y
apara tal efecto se montaron complejos andamiajes legales que hablaban del
progreso, del orden público y del bien común. Pero una cosa es dictar la norma y
la sanción correspondiente para el que no la cumple y, otra es hacerla cumplir.
Este objetivo, básico en un sistema de dominación social minoritaria, exige una
estructura de fuerza con sus correspondientes herramientas de ejecución. Esta
necesidad del nuevo orden (pos colonial) es satisfecha con la constitución de los
“poderes del Estado” a saber el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Independiente del tipo de gobierno que se existiera prácticamente todos los países
latinoamericanos, siguieron este camino organizacional. Su entramado fue
concebido (y así ha sido siempre) con múltiples elementos de reciedumbre
coercitiva hacia la llanura social. Indiscutiblemente estos elementos restrictivos
tuvieron una eficacia mayor durante gran parte del siglo XX porque resolvieron a
sangre y fuego, las crisis socio-políticas en favor de los sectores dominantes. Las
luchas obreras, campesinas y de los pobres de la ciudad han sido contenidas (y lo
siguen siendo) por medio de la cooptación (o freno a la conciencia) y por la
represión cuando la primera no lograba sus objetivos plenamente.
18
de sus reformas fue “prevenir la radicalización de los conflictos y la propagación
del comunismo”8. Chile, en la década del treinta también tuvo sus experiencias de
gobierno populistas-autoritarios; uno de emergencia democrática: Arturo
Alessandri Palma; el otro claramente golpista: Carlos Ibáñez del Campo. El
primero de corte civil y el segundo indiscutiblemente castrense. Ibáñez accede al
poder deponiendo a Alessandri y éste debe salir al exilio. A primera vista
impresionan como enemigos irreconciliables; no obstante el uno como el otro
tienen un piso común: contener el avance de los trabajadores que para entonces
ya contaban con una organización de clase a escala nacional. Y, para este
objetivo (que le es común) usaron el balance perfecto entre la ley y el látigo. Un
testigo de la época lo recuerda de este modo:
“La FOCH continuaba su lucha contra la legalización de los sindicatos, porque tal
cosa, en tales momentos, equivalía a una domesticación de los elementos obreros
y nosotros estábamos entonces, y estamos ahora, por una clase trabajadora
erguida, revolucionaria, capaz de conquistar por sí misma su propio bienestar. Por
cuestiones tácticas, la FOCH peleaba contra las leyes 4054, de seguro obligatorio,
4055, 4056 y 4057, que preconizaban la legalización de los sindicatos. Pero el
desprecio del gobierno por la clase obrera no había variado gran cosa y esto
quedó al desnudo cuando se produjeron, a comienzos de junio de 1925, los
sucesos de "La Coruña". Una huelga en esta oficina salitrera adquirió de pronto,
debido a la acción de las fuerzas armadas, caracteres de masacre”.9
8
Historia de América Latina. El cono sur desde 1930. Argentina, 1946c-1990. Capítulo 2, página 60. Leslie Bethell. Ed. Crítica. Barcelona.
En http://www.fcp.uncu.edu.ar/upload/Torre,_Juan_Carlos_y_Liliana_de_Riz_Argentina,_(1946-c.1990)_.pdf.
9
Vida de un Comunista. (Páginas Autografiadas) Elías Lafertte. Página 2. Santiago de Chile. Año 1961. Documento pdf. Ver en
http://www.luisemiliorecabarren.cl/files/La_vida_de_un_comunista_2da_parte.pdf
19
legalidad institucional”. En otra forma de decir, se busca disciplinar el mundo social
creándole (desde “arriba”) una camisa (de fuerza) legal que permita el
mantenimiento de orden público. Así es cómo Vargas regula los salarios, busca
mejorar las condiciones laborales, coadyuva a estructurar una maquinaria sindical;
pero lo más significativo de su trabajo fue la creación y legitimación de la lógica de
bienestar social a cargo del Estado, lo que hasta esos instantes era absolutamente
inexistente.
Algo similar ocurre en Perú, país que vive la experiencia del APRA, encabezado
por Víctor Raúl Haya de la Torre. Perú, para inicios de los años treinta es asolado
por la crisis del capitalismo y por la expoliación minera a que es sometido por los
capitales privados de norteamérica.
20
intromisión directa a través de la invasión con sus tropas. Aquella corrección era
motivada por supuestos momentos de caos10 y desgobiernos que vivían algunos
países latinoamericanos, lo que eran superados con la intervención armada y con
el legado de una dictadura que, a sangre y fuego, defendiera aquel orden
“público”, que no era (¿es?) otra cosa que mantener un escenario propicio para las
estratosféricas ganancias de las empresas norteamericanas. Era el tiempo en que
el imperialismo capitalista tenía rostro y bandera. Era la época del “Tío Sam” y de
los “marines”. Estas “misiones restauradoras” no fueron otra cosa que, las
purulencias de la guerra fría; época histórica marcada por el juego bipolar
(Washington versus Moscú) de repartición de países para colocarlos bajo el influjo
de una u otra potencia.
10
El senador norteamericano Beveidg en el año1900 expresó: ¨Dios nos ha hecho maestros organizadores del mundo para establecer el
orden donde reine el caos. Él nos ha dado el espíritu del progreso para vencer las fuerzas de la reacción en la tierra… si no fuera por las
fuerzas como éstas, el mundo se vería inmerso en la barbarie y la oscuridad¨. Citado por Yancarlos Yépez en su intervención en el I
encuentro campesino antiimperialista. Pueblo Nuevo de la Sierra Falconiana: 17 de agosto de 2006.
21
Ya iniciada la década del sesenta y con la revolución cubana en pleno desarrollo,
nuevamente la agresión yanqui las re-emprende contra un país latinoamericano,
en este caso la isla de los “barbudos”. Lo ocurrido con la Cuba revolucionaria es
probablemente una situación que resume todas las acciones norteamericanas
contra un país. El despliegue yanqui va desde el espionaje y la promoción del
magnicidio hasta la invasión militar y el bloqueo económico. No ha escatimado
esfuerzo alguno. Ha desplegado ingentes iniciativas políticas como impedir el
ingreso cubano a organismos internacionales. Ha emprendido y sostenido por
décadas el bloqueo económico. Y, por cierto, ha concurrido con apoyo técnico-
militar y financiero a empresas invasoras a la isla caribeña. Los gobiernos
norteamericanos, sin distinción alguna, han mantenido todas y cada una de las
iniciativas que hemos mencionado. La necesidad de inhibir cualquier intento,
contrario a los intereses estadounidenses, hizo (hace) que las administraciones
del gigante capitalista, asuma conductas impúdicas para contrarrestar las
iniciativas revolucionarias y liberadoras. Los ejemplos no son pocos. En el año
1960 Eisenhower autorizó las acciones encubiertas para derribar el gobierno de
Fidel Castro. Luego vino, en 196,1 la invasión de mercenarios a Bahía de
Cochinos. Tal fue la pertinacia yanqui en sus intentonas desestabilizadoras, que la
humanidad estuvo al borde de una guerra nuclear por la llamada (en la época)
crisis de los cohetes11.
Pero estas acciones que podríamos llamar directas contra el proceso cubano, no
fueron suficiente para los estadounidenses. También se concurrió contra todos
quienes simpatizaran con la revolución cubana. Este es el caso de Ecuador, país
donde el año 1961 los aparatos de inteligencia norteamericana impulsaron
(aprovechando las seriecísimas dificultades internas) el derrocamiento (en su
11
En octubre de 1962, aviones norteamericanos habrían descubierto la instalación de rampas para lanzar cohetes. Además estas
instalaciones habrían estado supervisadas por militares soviéticos. El 22 de octubre, Kennedy (Presidente demócrata) responde
militarmente a través de la llamada "cuarentena defensiva", lo que no fue otra cosa que sitiar la isla. Este bloqueo se hizo desplegando
un poder militar consistente en varias unidades navales y aviones de combate. La idea febril del momento fue que al intento de
desplazarse las naves soviéticas, éstas tendrían la respuesta suficiente y necesaria como para impedirlo. En tres palabras estallaba una
guerra (probablemente nuclear) entre las dos superpotencias. La lucha por la paz se colocó en la primera página de las agendas
individuales y colectivas. El conflicto larvado sólo pudo disolverse por la propuesta del mandamás soviético, Kruschev, de retirar los
cohetes rusos de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla. En parte fue cumplido el convenio. Solo que las
acciones contrarrevolucionarias de los yanquis continuaron a través de otros caminos.
22
cuarto período) del presidente de Ecuador Velazco Ibarra, quien para entonces se
había mostrado muy apegado al régimen cubano. Pero sería en Brasil la
intervención más emblemática de Estados Unidos en asuntos latinoamericanos o
sudamericanos. Para el año 1964 Joao Goulart como presidente propuso una
reforma agraria y nacionalizar el petróleo, lo que venía a dañar intereses
capitalistas de sectores pudientes locales estrechamente ligados al coloso
capitalista. Ello suficiente motivación para que se convirtiera en una víctima de un
Golpe de Estado realizado por los militares brasileños, los que fueron apoyados
irrestrictamente por Estados Unidos.
23
Ocurrió ayer, ocurre hoy, obviamente que seguirá sucediendo. Por ello que se
hace muy necesario observar, aunque sea sucintamente, lo ocurrido respecto de
las “caminos” durante el siglo XX y las enseñanzas que podríamos sacar.
A medida que el camino de las armas, por uno u otro lado, se fue convirtiendo en
la verdad de los revolucionarios --- contingente de hombres y mujeres
fundamentalmente jóvenes -- se abrió simultáneamente una fuerte, profunda y
prolongada polémica en las izquierdas latinoamericanas. La cohorte revolucionaria
de los años sesenta, hija de la gesta de “Sierra Maestra”, colocó en entredicho la
propuesta de antiguos militantes comunistas, estrechamente ligados a las
directrices moscovitas. Esta situación a veces intensa, otra superada con
eufemismo, no hizo otra cosa que estorbar uno de los aspectos gravitantes en la
lucha contra el imperialismo y la construcción de una sociedad más justa como es
la unidad política del pueblo y los revolucionarios. Y, por cierto, el resultado fue el
esperable: derrota en prácticamente todas las empresas guerrilleras y el paso
lento pero inexorable de los sobrevivientes hacia formas tolerables de hacer
política, como fue (es) el camino electoral.
Para la década del sesenta con los recurrentes golpes militares y el triunfo de los
barbudos isleños, la discusión se hizo más intensa, a tal extremo que se empezó a
teorizar respecto de las “vías” a escoger. Un pequeño grupo de revolucionarios
chilenos, a través de su prensa escrita se preguntó insistentemente sobre el
camino a escoger. En su publicación indagaban sobre el tema diciendo que ellos,
marxistas, dejaban en manos de los trabajadores el dilucidar el problema
planteado. No obstante dejaron abierta la pregunta si existía algún país, en donde
los trabajadores hubieran accedido al poder pacíficamente12. La respuesta fue
12
El Rebelde. Número 4 del 31 de marzo de 1962. Santiago de Chile.
24
obvia: sólo en aquellas sociedades en las que el proletariado (conducido por una
vanguardia) había usado la violencia la posibilidad revolucionaria se había
concretado. Los ejemplos nombrados fueron Rusia, China y Cuba.
El putschismo13, es decir el hacerse del poder sin las masas, sin la participación
consiente de los explotados, terminaba en un gobierno de derecha. No obstante
los putsch no fueron, en opinión de Regis Debray, patrimonio de la derecha. La
historia del movimiento tenentista14 de Brasil registra un triste episodio de
putschismo, en el que estuvo involucrado el Partido Comunista y que le significó la
clandestinidad por más de una década, a raíz del fracaso más rotundo de la
intentona putschista15. Este fenómeno político castrense fue más o menos
generalizado en América Latina. Es posible detectarlo en, además de Brasil,
Argentina, Venezuela, Perú e incluso Chile16.
13
También se usó el término de “cuartelazo” porque por lo general estaban involucrados los militares de baja graduación.
14
El Tenentismo fue un movimiento de oficiales jóvenes, mayoritariamente tenientes, del ejército brasileño (principio de los años
veinte) que estaban fastidiados con la situación brasileña. Carecieron de ideología pero fueron pertinaces para exigir cambios políticos
en el país. Una de las exigencias fue instituir el voto secreto y reformar la educación pública. Ver el artículo “Las miradas desde afuera a
la izquierda latinoamericana. Un desafío”, páginas 6 y 7 de los profesores Mario Toer, Pablo Martínez Sameck y Juan Antonio Diez, en
http://www.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/10-Toer.pdf
15
Revista Punto Final. Sección Documentos. Edición Nº 30. Página 3. Óp. Cit.
16
La historia oficial castrense de Chile reconoce que “durante la década de 1920, la situación social, económica y política de la Nación
se manifestó en una sucesión de crisis, que tendrían como protagonistas a oficiales de Ejército. Algunos integraron las Juntas de
Gobiernos de 1924 y de 1925, entregando esta última el poder a don Arturo Alessandri el 20 de marzo de ese mismo año”. Ver en
http://www.ejercito.cl/historia.php?periodos=siglo-xx
25
“microcosmos” de la sociedad reflejaba las contradicciones sociales a
macroescala, es decir a nivel nacional de un país. Esta suerte de indisciplina
militar de los subalternos se debería en la ausencia de una formación profesional y
al debilitamiento sostenido del modelo de dominación fruto de la decadencia
oligárquica. Ya no bastaba el enganche o el heroicismo de algunos oficiales
(ligados a la aristocracia independentista) para mantener la cohesión y disciplina
en los cuerpos armados. Se necesitaba un proyecto y una doctrina. En el caso
chileno sería la aplicación del concepto prusiano lo que permitiría recuperar un
Ejército disciplinado y (supuestamente) apegado a la institucionalidad vigente.
El putschismo representaría una de las vías no pacífica, por las que se optaron
durante la primera mitad del siglo XX, para generar transformaciones en
Sudamérica. Se vio y utilizó en Venezuela con la participación de toda la dirigencia
de “Acción Democrática” en el derrocamiento de Isaías Medina; lo mismo ocurrió
en Perú con el “APRA” que participó directamente en las insurrecciones militares
de Trujillo y Callao en 1930 y 1948 respectivamente. No muy distinto fue lo
ocurrido en Chile, aunque es necesario rescatar los matices. Por ejemplo que la
FOCH no fue enteramente partícipe de arrestos levantiscos de los uniformados;
salvo, por cierto, lo ocurrido con la sublevación de la Escuadra en la primavera de
1931.
El francés Regis Debray17, fue quien por primera vez teorizó respecto de la
propuesta liberadora de Fidel Castro; éste camino fue difundido como “el
castrismo” y tuvo gran impacto entre los jóvenes revolucionarios sudamericanos.
En un extenso artículo titulado “El Castrismo: La Gran Marcha de América
Latina”18 buscó explicar y validar el Castrismo. Según su análisis y advirtiendo que
aún no era “un modelo triunfante” o “una estrategia estricta”19 pero que si existía
17
Debray, periodista, fue capturado por el Ejército boliviano en el marco de la lucha del Che en el país altiplánico. Fue condenado a 30
años de prisión, pero sólo estuvo poco más de dos años detenido gracias a la intervención y rogativas de decenas de intelectuales y
políticos como André Malraux, François Mauriac y Jean Paul Sartre. Incluso el propio Charles De Gaulle aportó en la defensa del
periodista galo. No ocurrió lo mismo con otro sobreviviente de la guerrilla guevarista, el argentino Ciro Busto, por quien prácticamente
nadie intercedió. Más grave aún, mientras el europeo fue presentado como un héroe, al trasandino se le tildó de traidor por la Oriana
Fallaci. Ver más en http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-28/pag21.htm.
18
Revista Punto Final. Sección Documentos. Edición Nº 30. Primera quincena de junio del año 1967. Santiago de Chile.
19
Revista Punto Final. Sección Documentos. Edición Nº 30. Página 2. Óp. Cit.
26
en todos aquellos lugares donde luchaban (según su palabras) “millares de
combatientes”. En pocas frases el castrismo era “el” método de lucha preferido por
los revolucionarios de los sesenta. Su expresión concreta fue “el foco guerrillero”,
método de lucha que habría venido a constituirse en la negación de los “golpes de
Estado” o el “putschismo”.
20
Pequeña burguesía y Revolución. Su autor es un “destacado cuadro del PRT”. artículo publicado en EL COMBATIENTE N° 54 y 55.
Enero y febrero de 1971. Ver en http://www.cedema.org/uploads/Pequena_burguesia_y_revolucion.pdf
21
Ibídem.
27
vanguardia (conductores) la tarea principal de los militantes era “incitar a quienes
están descontentos únicamente del régimen universitario o del zemstvo, etc., a
pensar que es malo todo el régimen político”22, es decir llevar al resto de los
segmentos sociales a superar el reformismo, cualquiera fuera su sello.
Pero varias de ellas tuvieron de común una fuerte crítica al llamado reformismo
comunista-estaliniano y su alegato de estar regresando a la esencia misma del
marxismo como es la revolución. Y esa reversa hacia la revolución los hizo
volcarse a los “clásicos”, tanto de esfera mundial, como continental. Marx fue
estudiado no tanto por su voluminosa obra (El Capital) sino por un “panfleto”
dirigido a obreros (El Manifiesto Comunista) o por su experiencia directa en una
sublevación social (La Comuna de París) a Lenin lo encontraron buscando
22
¿Qué hacer? Lenin
28
entender las herramientas de la opresión (El Estado y la Revolución) o procurando
hacerse de los instrumentos revolucionarios (EL Que Hacer). Pero sus
aprendizajes teóricos también se dirigieron a los revolucionarios locales de
primera hora o tempranos, constituyéndose Mariátegui como el más influyente,
especialmente en Perú.
De esta forma en la década de los sesenta --- con las guerrillas --- se “inauguraba
un nuevo período revolucionario para el marxismo latinoamericano que, tal como
señala Michael Löwy (1999), recuperaba algunas de las ideas del «comunismo
original» de la década de los años veinte”23.
Uruguay y los Tupamaros: “habrá Patria para todos o no habrá para nadie”.
Además la economía, el sistema económico, cumplía con todas y cada una de las
expectativas de la familia uruguaya. Incluso, se creyó, que los avatares bélicos del
mundo capitalista terminaban favoreciendo al desarrollo uruguayo que, incluso,
permitía abrir paso hacia el industrialismo. El ex dirigente del MNL Jorge Zabalza
explicó esta situación diciendo:
“El Uruguay era la Suiza de América en esa época. Igual que la Argentina,
medrábamos de las guerras mundiales, de la guerra de Corea, le vendíamos
carne, cuero, para los equipos militares, lana, para los equipos militares, un gran
23
Organizaciones armadas y dictadura institucional. Nercesian Inés. FERMENTUM, página 448. Año 16 - Nº 46 – Mayo a agosto del
2006. Mérida - Venezuela - ISSN 0798-3069
24
Jorge Zabalza habla de excepcionalidad diciendo “Uruguay era una excepción en América Latina. Cuando toda la América de los años
'60 empezaba a agitarse, las posiciones oficiales en el Partido Socialista, en el Partido Comunista sostenían que el Uruguay era un caso
excepcional, no había condiciones para que ocurriera ningún tipo de rebelión popular, menos aún lucha armada. La política y los
cambios pasaban por el Parlamento y por la lucha electoral”. Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Cátedra Libre “Ernesto Che Guevara.
Las Revoluciones en América Latina. Correspondencia de Prensa. Dossier N° 28, junio 2006. Ver en
http://www.cedema.org/uploads/zabalza_tup.pdf.
29
ingreso. Además, como había guerra en el mundo capitalista, en Uruguay se dio la
necesidad de un desarrollo industrial para abastecer el mercado interno y también
eso dio trabajo. Así hubo redistribución del ingreso y eso hacía que la vida en el
Uruguay pareciera que iba a ser para siempre un remanso de paz.25”
“…en esos años, se dieron una serie de conflictos sindicales de los trabajadores
de la carne, de los frigoríficos, de trabajadores de vidrio y de los trabajadores
portuarios, que, paradójicamente, algo inesperado en aquellos tiempos del
Uruguay, terminaron enfrentándose con el ejército que los encerró en el Cerro, un
barrio aislado de la ciudad por el arroyo Pantanoso. Se los encerró y se ocupó el
Cerro militarmente y ahí en el puente, que viene a ser como el puente Pueyrredon,
ahí se enfrentaron los trabajadores con los militares…”26
30
agrícolas, que usaba y abusaba de los trabajadores aprovechando las condiciones
de indefensión en que se encontraban. Por otra vereda hubo de resistir y combatir
(incluso físicamente) un sindicalismo coadyuvantes de los empresarios,
debilitando los movimientos reivindicativos del resto de los trabajadores27.
En esta lucha social se sabe que la fortaleza del empresario (y además su interés
principal) está en la propiedad de la tierra. Es el carácter de latifundista el que
permite al empresariado rural influir en todos los recodos del Estado, sean éstos el
Gobierno, los legisladores, los Tribunales de Justicia, la Policía, el Ejército e
incluso algunas organizaciones sociales (como los gremios de profesionales y los
sindicatos <amarillos>) y con ellos tejer una potente malla de protección que le
abrigarse de las inclemencias de una protesta social. Por tanto, le pareció a
Sendic impostergable levantar la reivindicación por la tierra, por la propiedad de
ella, impulsando la Reforma Agraria, bajo la consigna de “tierra para el que la
trabaje”28.
27
Raúl “Bebe” Sendic en la historia de las luchas cañeras 45° aniversario de la creación de la Unión de Trabajadores Azucareros de
Artigas (UTAA) – 1961 – septiembre – 2006. Mario Rossi Garretano. Página 5. En www. mro.nuevaradio.org.
28
Ibíd.
29
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Cátedra Libre “Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en América Latina.
Correspondencia de Prensa. Página 2. Dossier N° 28. Óp. Cit.
30
Batllismo: corriente del Partido Colorado que sigue ideas y línea política propuesta por José Batlle.
31
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Cátedra Libre “Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en América Latina.
Correspondencia de Prensa. Página 2. Dossier N° 28. Óp. Cit.
31
estaban dispuesta a utilizar la fuerza contra los cuerpos policiales, sino además se
preocuparon de desatar una dinámica de estudio y discusión de la realidad política
tanto a escala nacional, hemisférica como planetaria. En aquellas discusiones,
estuvo activamente presente Raúl Sendic, aportando su conocimiento y capacidad
política. Lo visto hace pensar que Sendic optó por la lucha armada después de
haber “agotado” la exclusiva preferencia por el trabajo social y político. No llegó a
la guerra revolucionaria directamente, por contrario, su aproximación fue sucesiva
y descubriéndola desde la llanura social.
En el año 1967 Jorge Pacheco Areco asume la presidencia de Uruguay. Desde allí
se puso como primera prioridad el velar por la seguridad interna del país,
eufemismo político para referirse a la necesidad de reprimir cualquier
manifestación de descontento social y neutralizar a las organizaciones políticas
que estuviesen en condiciones de hacerle frente. Pacheco no disimuló a favor de
quien gobernaría y menos demoró mucho tiempo en hacerlo. A los días de haber
asumido censuró la prensa progresista e ilegalizó varias organizaciones políticas
de izquierda; busca controlar la inflación congelando los sueldos y salarios, o sea
dejando caer en las espaldas de los pobres la solución de la crisis del capitalismo
local; además baja los gastos del Estado eliminando varios programas sociales,
por ejemplo el término de la gratuidad para el transporte estudiantil. La reacción
social no se hizo esperar y fueron los estudiantes los primeros en salir a las calles
y, por cierto, también los primeros en sufrir la represión asesina.
32
perjuicio de haber desarrollado antes algunas acciones armadas, el momento que
los Tupamaros consideraron propicio para desarrollar una abierta guerrilla urbana.
Esta es una parte de la explicación: los “Tupas” responden con violencia a la
violencia del Estado. Es decir, se convierten así, con la lucha armada, en
defensores de la ley, transgredida por los golpistas.
Sin embargo otros ex militantes sostienen que un alegato así nace de las
necesidades políticas actuales, se origina en un realismo político; del hambre por
aggionarse y no quedar fuera de la historia. El apremio por continuar vigente, por
estar en la “política”, por pensar con realismo político llevaría a los viejos
guerrilleros a “quitarse las vestiduras de revolucionarios, limpiarse de haber
ejercido la violencia revolucionaria”32.
La verdad (cree Jorge Zabalza) sería totalmente distinta porque no habrían nacido
“defender las instituciones democráticas”; sino todo lo contrario porque “en
realidad lo que queríamos era tumbarlas de una vez para siempre”33 y, se trataba
de “tumbarlas” para sustituirlas por una institucionalidad que se diera el pueblo. No
hubo disposición alguna defensa de la democracia representativa (y burguesa),
sino que el objetivo (y así lo dijeron sus documentos) era tomar el poder y destruir
el Estado (burgués)
33
la lucha no podía ser otro que la guerrilla urbana; lo que constituía una irreverencia
política porque estaba en boga (desde la Sierra Maestra) la guerrilla rural.
Uruguay era un país esencialmente citadino, por tanto era allí donde se
concentraban las mayores e insalvables contradicciones sociales con el
capitalismo. La montaña quedó absolutamente descartada como escenario para
originar y desarrollar la lucha armada.
34
Uruguay: la estrategia de los Tupamaros. Partido o Foco: un falso dilema. Página 8. Los Libros. Para una crítica Política de la Cultura.
N° 24. Enero de 1972. Argentina.
35
Ibíd.
34
esencialmente urbano. Por esto que era imposible seguir el camino de
revolucionarios cubanos o aplicar “el esquema que aparecía en los libros de
Debray, en “Guerra de guerrillas” del Che Guevara. Irse a las sierras y ahí instalar
un foco”36. Tuvieron que innovar y para ello estudiaron otras experiencias de
lucha, especialmente aquellas que se verificaron en las ciudades. Un histórico
dirigente recuerda que analizaron la resistencia francesa anti-nazi, la guerra de
liberación israelita ante los británicos; la rebelión en el gueto de Varsovia; la
guerrilla chipriota contra los griegos y; por cierto, las batallas urbanas sucedidas
en la revolución cubana. En definitiva, los tupamaros, optaron por la guerrilla
urbana, sin inventar nada, sino que sistematizando y adaptándose a la realidad de
Montevideo37.
Cómo entrar en contacto con los frentes sociales, no fue (es) una cuestión baladí.
Los Tupamaros creyeron resolver este asunto generando un puente entre las
masas y la organización. Dijeron: hay que “crear una telaraña” entre las
estructuras tupamaras y el pueblo39. Con estos puentes y telarañas la
36
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Cátedra Libre “Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en América Latina.
Correspondencia de Prensa. Página 5. Dossier N° 28. Óp. Cit.
37
Ibíd.
38
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Cátedra Libre “Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en América Latina.
Correspondencia de Prensa. Página 4. Dossier N° 28. Óp. Cit.
39
Ibíd.
35
organización tupamara se comunicaría con el pueblo, le haría llegar a los
explotados la adecuada línea política y el correcto camino de lucha. Graficar de
mejor forma el concepto de vanguardia resulta prácticamente imposible.
Este tipo de hechos ha sido evaluados como poco contributivo y algo inexplicable
por los ex dirigentes; sin embargo (se alega) sería fruto de las circunstancias
extremas que envolvía a la militancia, a la lucha y el destino de la revolución. Sin
perjuicio de lo dicho constituye un problema ético para los revolucionarios que solo
se puede explicar (no necesariamente justificar) desde una perspectiva guerrera.
El ex dirigente David Cámpora recuerda que fue informado “cortito”42 y que no se
preocupó más porque después que se fugó, no pensó más “en esas cosas”43.
40
Mal Paso. Entrevista con el ex dirigente tupamaro David Cámpora. En http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_63765_1.html
41
La Dirección político-militar estaba constituida, entre otros, por David Cámpora y Eleuterio Fernández Huidobro
42
Mal Paso. Entrevista con el ex dirigente tupamaro David Cámpora. En http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_63765_1.html
43
Se refiere a la fuga de Tupamaros prisioneros del recinto carcelario “Punta Carretas”. Ibíd.
36
Podría entenderse el ajusticiamiento del ex guerrillero Arteche en el marco de un
conflicto armado. Fue evidente que dañó a la organización y, en un contexto de
guerra declarada toda acción dañina para el destacamento (de cualquiera que sea
la inspiración) tendría que ser castigada severamente. Al menos así piensan
“científicos de la guerra”.
Hay otros casos que podríamos llamar “ajusticiamientos tácticos” o “por necesidad
superior” y que algunos Tupamaros lo han catalogado de “horrible”. Pascasio
Báez, campesino, casado y con hijos. Nunca había militado en política. Y se
mantenía gracias a trabajos diversos, era algo así como conocemos en Chile “un
gañan”. A fines del año 1971 perdió un caballar y salió en su búsqueda. En su
afán se topó con uno de los cuarteles tupamaros y fue detenido por la guardia
guerrillera. Estas instalaciones eran extremadamente importantes para los
Tupamaros, lo que complicó la situación de Báez: sabía mucho y podría
delatarlos. Se hizo necesario “remediar” lo ocurrido. Para ello se manejaron tres
alternativas: detenerlo indefinidamente (es decir convertirlo en un
secuestrado/prisionero de guerra); llevarlo al exterior (una forma de exilio) y;
ejecutarlo. El análisis de inteligencia militar de los tupamaros, dijo que mantenerlo
prisionero era inconveniente porque peligro de fuga era permanente; y además, la
prisión revolucionaria de un campesino era inexplicable (no era lo mismo que
apresar a un asesor extranjero) Llevarlo fuera de Uruguay no aseguraba el retorno
de Báez al país y quedaba latente su “venganza” entregando la información a la
policía. Por tanto la única opción fue la ejecución del campesino, sería una muerte
preventiva, y así se hizo.
“Desde el punto de vista humano es horrible, por ejemplo el caso del peón rural
Pascasio Báez y desde el punto de vista político es un error tremendo. En ese
momento estás razonando políticamente siempre, toda tu vida es política, pero
37
desde ese punto de vista también es incorrecto, está mal, son soluciones que a
veces parece que las imponen las circunstancias. Un preso común, como les
decíamos nosotros un preso social, que tiene una formación humana, limitada y
deformada, que se integra a la organización, donde hay un gran respeto por los
compañeros y una disciplina cerrada que te da la confianza entre unos y otros, es
un error incorporarlo sin antes conocerlo profundamente y cuando el hombre se
resbala porque está acostumbrado a resbalar. Desde el punto de vista de la
"Justicia revolucionaria" no lo podés aplicar, desde el punto de vista militar, se
pasa por encima de una cantidad de normas éticas, sociales por el peligro, el
riesgo y la imposibilidad de aplicar otras medidas”44
44
Ibíd.
45
“Siempre hice política para no regalársela a los que nos fundieron”. Entrevista a Julio Marenales Sáenz, realizada por Luis Bruschtein.
Marenales es un carpintero y, uno de los fundadores de los tupamaros uruguayos. Ver en
http://www.archivochile.com/America_latina/JCR/MLN_T/tupa_sobre/tupasobre0004.pdf
38
el respeto más básico de los Derechos Humanos. Es recurrente atribuirle al
enemigo conductas insanas, olvidando que responde exclusivamente a una
formación profesional, política y doctrinaria. Pero es poco frecuente encontrar
balances político-históricos que incluya los factores endógenos que contribuyeron
al fracaso. Se olvidad, algunas veces, incluir los baches propios en los análisis y
re-cuentos del quehacer organizacional. Por ello, en este caso, sabiendo que el
pachequismo (así como otros regímenes autoritarios) no quiso (no pudo) hacer
otra cosa que utilizar todos los medios de una guerra soterrada (tortura,
secuestros, desapariciones, asesinatos, etc.) no preocuparemos de aquellas
opiniones que consideran los factores internos del movimiento para entender y
explicar las causas de la derrota.
Existen varias tesis sobre la derrota del MNL. Los sobrevivientes han sido
prolíferos en heredar, a las nuevas generaciones, su experiencia y la evaluación
de ella. Probablemente en ello radica la fortaleza que tuvieron para re-inventarse
en la política uruguaya. Para unos el descalabro está en el influjo que tuvieron el
ERP y el MIR chileno en las filas Tupamaras. Ese influjo se tradujo en la decisión
de convertir al movimiento en un partido, que sería “el partido del proletariado” y
por consiguiente era imprescindible re-caracterizar el tipo de militancia, haciendo
que los integrantes del MNL iniciaran un proceso de proletarización porque en su
mayoría eran pequeño-burgueses. Esta re-caracterización del militante exigió la
creación de “Escuelas de Cuadro” (que funcionaron en Chile hasta el Golpe de
Estado) en las que se habría buscado la “homogeneización ideológica”46. En este
proceso aplicaría el marxismo leninismo, herramienta teórica que mutaría total y
absolutamente al militante pequeño-burgués. Se creyó que el aprendizaje del
marxismo-leninismo era “muy apropiado para la clase obrera y para transformar la
recua de pequeñoburgueses en Ciclópea falange de hoplitas proletarios”47. Esta
proletarización (“peludización” se llamó entre los Tupas) habría implicado “vestir,
46
Historia de los Tupamaros. Eleuterio Fernández Huidobro. Citado por Daniel Santis. “Entre Tupas y Perros. Carta abierta a Eleuterio
Fernández Huidobro a propósito de la experiencia guerrillera en América Latina”. Página 23. Documento pdf. Ver en
http://eltopoblindado.com/files/Articulos/09.%20Organizaciones%20de%20origen%20marxista/De%20Santis,%20Daniel.%20Entre%20
Tupas%20y%20Perros.pdf.
47
Historia de los Tupamaros. Eleuterio Fernández Huidobro. Citado por Daniel Santis. “Entre Tupas y Perros. Carta abierta a Eleuterio
Fernández Huidobro a propósito de la experiencia guerrillera en América Latina”. Página 24. Óp. Cit.
39
comer, cortarse el pelo de cierta manera, en especial las compañeras, realizar
mucho trabajo físico y de ser posible vivir en colonias anaerobias”48. Todo lo
anterior, se insiste, habría sido fruto de la colonización ideológica del PRT y el MIR
sobre el MNL-Tupamaros. Sin embargo, esta teoría es rechazada por otros ex
miembros del movimiento como Jorge Zabalza, quien alegando la enorme
capacidad de elaboración teórica de los dirigentes, opina “a la salida de la
dictadura, hubo 43 ponencias sobre autocrítica de la derrota presentada para el
primer congreso en la legalidad permitida. 43 ponencias que después se fueron
agrupando y quedaron en 2, pero hubieron 43, cifra que revela que había mucha
vida política, que los compañeros piensan y elaboran. Entonces, no me vengan
con colonización ideológica a compañeros que tenían esa capacidad de pensar
críticamente. Creo que eso es una explicación de derecha”49.
Sin perjuicio de todo lo dicho, constituye un error atribuir sólo a uno u otro
elemento (político, técnico, endógenos, externo, etc.) Para configurar una derrota
estratégica de los revolucionarios y de los afanes por una sociedad solidaria, es
necesaria la confluencia de todos estos elementos; de lo contrario siempre queda
en la memoria colectiva la reminiscencia de lucha y organización que sirve de
fertilizante para nuevas embestidas contra la dominación y la injusticia social.
48
Ibíd
49
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Cátedra Libre “Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en América Latina.
Correspondencia de Prensa. Página 10. Dossier N° 28. Óp. Cit.
50
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Página 9. Dossier N° 28. Óp. Cit.
40
Los “Perros” de Argentina: trazos de una lucha.
En la historia oficial del PRT-ERP se escucha decir que fueron diez años (1966 a
1976) el escenario temporal que vio crecer el movimiento de masas y con él se
acrecienta la izquierda marxista. Después de esto habría venido un período de
reflujo, muerte y diáspora de los movimientos revolucionarios. Los antecedentes
históricos del PRT-ERP (“Perros”) se remontan, al igual que sus “hermanos” del
Cono Sur (MIR, MNL-Tupamaros y ELN) a inicios de la década del sesenta. En
una breve y flexible cronología podemos establecer que los “Perros” nacieron de
dos grupos políticos. Uno es el Frente Revolucionario Indoamericano Popular
(FRIP)51, el otro el grupo trotskista “Palabra Obrera”. Ambas organizaciones se
fundieron en el Frente único (1963) para luego en 1965 (25 de mayo) constituir el
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)52. En 1968 el PRT se divide, la
corriente liderada por Santucho se decide por la vía armada, dando paso a varios
años de enfrentamiento directo con los aparatos policiales y militares de Argentina,
con todas y cada una de las consecuencias que conlleva este tipo de decisiones.
51
El FRIP nació en julio de 1961 en Santiago del Estero. En su fundación se fijó su línea política que en lo sustantivo denunció la
opresión económica, el peso de los intereses imperialistas, la complicidad de los grupos dominantes con el imperialismo, que la
democracia representativa es una farsa y por tanto los partidos políticos que participan del sistema son cómplices de la clase
dominante. Por ello el deber de las nuevas generaciones era “asumir la lucha por las transformaciones revolucionarias, aquí, como en el
resto de América Latina”. FRIP Nº 1. Octubre de 1961. Boletín Mensual del Frente Revolucionario Indoamericanista Popular. A Vencer o
Morir PRT – ERP. Documentos. selección de Daniel De Santis. Tomo I, página 22. Editorial EUDEBA. Ver en
http://catedracheguevara.com.ar/books/librosydoc/sobrelalucha/Tomo%20I.pdf
52
Roberto Santucho en una entrevista sitúa la creación del PRT en el año 1964. La lucha armada es el único camino para la liberación
de Argentina. Habla el ERP. Entrevista Mario Roberto Santucho Juárez y a Enrique Haroldo Gorriarán Merlo realizada por Hernán Uribe
Ortega., páginas 2 a 5. Revista Punto Final Nº 165. Agosto, 29 del año
41
La conflictividad social de Argentina hizo síntesis en la asonada popular de
Córdoba en las postrimerías de la década del sesenta. Centenas de obreros
industriales, pobladores pobres e incluso los bamboleantes sectores medios
cayeron en una potente irritación volcándose a las calles con inusitada (pero
recurrente) violencia popular. En la ocasión muchos jóvenes universitarios, futuros
militantes y/o combatientes del ERP-PRT, hicieron sus primeras experiencias en el
enfrentamiento directo con las fuerzas policiales y/o militares. Allí aprendieron que
en la lucha por una sociedad más justa y solidaria se triunfa o se pierde la vida.
53
Historia de “Perros”. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pablo Pozzi. Páginas 30 y 31. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416
p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Política Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
54
Resoluciones del V Congreso. Partido Revolucionario de los Trabajadores. Página 3. Ver en
http://www.slideshare.net/alfredozitarrosa/resoluciones-del-quinto-congreso-del-prt
55
Protesta social y popular contra la dictadura militar de Onganía. El detonante fue la condición de impagos que se encontraban los
trabajadores azucareros y el descontento por la eliminación de algunos programas sociales. “El Rosariazo: una historia silenciada”. Ver
en http://www.busarg.com.ar/rosariazo.htm
42
“Para nosotros, el comienzo del proceso de guerra revolucionaria en nuestro país
arranca desde las grandes movilizaciones de masas en 1969 en las principales
ciudades”56
Recordemos que el General Onganía se alzó contra el gobierno Arturo Illía,
acicateado por el rechazo (del empresariado local y capitalistas extranjeros) que
éste se ganó por algunas decisiones de carácter socio-económico, que
perjudicaron relativamente a este sector social, como terminar con las
concesiones de la explotación petrolíferas; establecer un salario mínimo y fijar los
precios a los medicamentos. Además entornó las puertas democráticas para que
el peronismo (no Perón) se visibilizara en el escenario nacional.
A este marco político, considerado por los sediciosos como atentatorio a los
intereses de Argentina, llegó el general Onganía prometiendo, por cierto, una
revolución, la que incluso fue reglada a través de un Estatuto. Esa revolución
castrense no tuvo otra misión que cercenar los débiles beneficios sociales que
disponía el Estado para su población. Y, para ello barrió los obstáculos políticos
que estaban en su camino. Por ejemplo disolvió el Congreso; el carácter
federalista se vio afectado por la omnipresencia del poder central en las
provincias, se constriñó al máximo el ejercicio del poder creando un exclusivo
círculo de oficiales de alto rango en torno al presidente y, probablemente lo más
paradojal, se destituyó a todos los integrantes de la Corte Suprema. En definitiva
se eliminó cualquier traza de vida política democrático-representativa. A este tipo
de gobierno, basado más en sus conductas musculosas y objetivos retardatarios
se le empezó a llamar gorilismo.
56
La lucha armada es el único camino para la liberación de Argentina. Habla el ERP. Entrevista Mario Roberto Santucho Juárez y a
Enrique Haroldo Gorriarán Merlo realizada por Hernán Uribe Ortega., Revista Punto Final Nº 165. Óp. Cit.
43
La reacción contra las políticas gorilas, especialmente las de corte social, trajo
como consecuencia una fuerte y creciente reacción popular. Al inicio fueron solo
los estudiantes universitarios, pero luego se sumaron trabajadores y sectores
medios urbanos. Las revueltas sociales de Córdoba y Rosario son ejemplos
palmarios de la reacción social anti-Onganía que comentamos y que el PRT
consideró una señal histórica para iniciar su guerra revolucionaria. El desprestigio
del gobierno de Onganía, el descontento social y popular, sumado a la creciente
actividad guerrillera57 hizo que el Ejército (principalmente) se inquietara por buscar
una salida racional y pacífica. Esto hizo que se pasara del la gran revolución a el
gran acuerdo nacional. Así fue como desde el gorilismo de Onganía, se pasó al
gobierno de transición (pactada como siempre ocurre en una salida elitista) de
Lanusse.
El general Alejandro Lanusse creyó que el gran acuerdo relajaría la crisis porque
contemplaba una gradual apertura política. Trató de disculparse por el gobierno de
Onganía alegando lo que siempre los uniformados esgrimen: que las Fuerzas
Armadas se dejan caer en el poder solo en determinadas y precisas
circunstancias, sólo cuando la Patria” es asolada por conflictos sociales y políticos
que ponen en riesgo “el alma de la nación”. Que jamás lo hacen para quedarse en
el poder (también argumento recurrente en los militares) o para usarlo en beneficio
propio.
El Gran Acuerdo Nacional, en definitiva, buscó la mejor salida para los militares:
con garantías e inmunidad. Esta estrategia pretendió una transición pacífica,
ordenada y racional. Por cierto que Lanusse, como gestor de esta línea de acción,
pretendió ser él el que condujera el proceso. Pero la veleta de los hechos
apuntaba hacia otro norte. El pueblo argentino miraba reivindicativamente a Perón
y las fuerzas de la izquierda armada y el peronismo radicalizado no pretendían
desactivarse con acuerdos palaciegos. Además las luchas sociales continuaron
adelante; la demanda por mejorar las condiciones de vida, por participación y la
57
En mayo de 1970 Onganía vivió su peor momento ante la oposición armada. Los Montoneros hacen su aparición pública ejecutando
al General Aramburu por, entre otras cosas, haber sido cómplice en el robo del cadáver de Evita Perón. Ver en “Como murió
Aramburu”. Artículo escrito por Mario Ferminich y Norma Arrostito publicado en revista La Causa Peronista. Año 1, número 9. Martes 3
de septiembre de 1974.
44
lucha anti-imperialista siguió adelante. Latinoamérica estaba convulsionada, el
planeta estaba trastornado, Argentina no podía restarse a la historia.
Este ambiente de agitación social trajo consigo una crisis política en el devenir del
PRT que se encontraba empantanado en una discusión política. En opinión un
sector (conducido por Santucho) subsistía al interior del Partido sectores
fuertemente influidos ideología pequeño-burguesa que no entendían (o no querían
hacerlo) lo que estaba ocurriendo en el país. Y, tal como sucedió en el MIR-
chileno la corriente que reconoció cuna doctrinaria en el marxismo-leninismo
escogió desembarazarse “de los elementos no proletarios que aún conservaban
peso importante en la dirección”58 de la organización, para reestructurase bajo una
estricta mirada leninista, crear el ERP, decidir el tipo de estructura armada que se
dotarían y dar paso a la propaganda armada.
58
Resoluciones del V Congreso. Partido Revolucionario de los Trabajadores. Página 4. Óp. Cit.
59
Resoluciones del V Congreso. Partido Revolucionario de los Trabajadores. Página 8. Óp. Cit.
45
emprendidas por el ERP se efectuaron para sostener empíricamente las
creaciones analíticas de los asistentes.
“El Quinto dice ya estamos en guerra. Entonces, el asunto era ligarlo a la práctica.
Y como nosotros estábamos de acuerdo en hacerlo lo hicimos (. . . ). La discusión
con el PRT también empezaba por ahí. Para nosotros todavía no había empezado
la guerra. La guerra empezaba en el monte. Cuando se largara en el monte. Y
nosotros queríamos estar allá…”60.
Esta discusión, que no fue en el único grupo que se dio, estaba marcada
fuertemente por el influjo que tenía la gesta de Castro y, especialmente para los
argentinos, la empresa que el Comandante Guevara había emprendido en el
altiplano boliviano. Para nada estuvo ausente la lectura del Che, tanto en lo que
había escrito, como en su accionar revolucionario. Textos como el “hombre y el
Socialismo en Cuba” o “Consejos al Combatiente” era imprescindible en los
estudios de formación política y militar.
En lo que no hubo discrepancias (entre los “perros”) fue en el camino escogido: la
lucha armada en la forma de guerra revolucionaria. Y, ellos entendieron su
militancia tal como lo explicaba Carlos Mariaghela diciendo que el “guerrillero
urbano es un hombre que pelea en contra de una dictadura militar con armas,
utilizando métodos no-convencionales. Un revolucionario político y un patriota
ardiente, el es un luchador por la liberación de su país, un amigo de su gente, y de
la libertad”61. Y, siguiendo la lógica de Mariaghela la creación del ERP (julio de
1970) obedeció a la exigencia marxista-leninista de tener una organización que
reflejara el binomio Partido-Ejército (popular) o la collera revolucionaria de lo
“político-militar”.
60
Historia de “Perros”. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pablo Pozzi. Página 201. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416 p.
22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Política Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
61
Mini-manual del Guerrillero Urbano. Una definición de Guerrillero urbano. Carlos Mariaghela. Página 3. Año 1969. Ver en
http://www.bsolot.info/wp-content/uploads/2011/08/Marighela_Carlos-Mini_manual_del_guerrillero-urbano.pdf
46
La naturaleza del ERP fue actuar como una herramienta aglutinadora e inclusora
del mayor número de argentinos. En este aspecto se diferencia el PRT del ERP
porque éste último tiene un carácter más amplio y por consiguiente debía dotarse
de un programa con mayores exigencias, las que se definirían de acuerdo al
objetivo de liberación nacional. En cambio el PRT es un partido marxista-leninista
(por definición y práctica) cuyo papel debía era conducir al ERP y a las masas
explotadas en el camino de la revolución; aspectos que confirman el concepto de
vanguardia que tuvieron los “perros” en su operar político-militar.
47
un experimento difícil de lograr. No obstante hubo centenas de militantes que si
efectiva y abnegadamente ingresaron al ejército de explotados en fábricas e
industria y, probablemente, su disciplina social fue vigorizada con el sistema
organizacional de la industria: horario, uniforme, colaboración recíproca en la
producción, asociatividad sindical, solidaridad de clase, etc.62
Con esta idea de organización enfrentaron el período que ellos pensaron como de
“guerra revolucionaria”. Para el cuerpo policial y de inteligencia militar el ERP
estaba constituido por 17 células, distribuidas en 6 provincias; siendo Córdoba y
Rosario las que habría reunido el mayor número de guerrilleros63. Una brevísima
clasificación de las acciones guerrilleras diríamos que una primera fase (1969 a
1971, invierno) se dividieron en tres grandes categorías: de acopio; de
propaganda de visibilización e inserción en la sociedad popular y; estrictamente
militares.
48
en las calles que ellos debían resguardar. Se les hacía sentir inútiles en su misión:
resguardar el orden público.
Desde lo ético se alegó que un policía desarmado dejaba de ser un peligro para el
pueblo y para los luchadores sociales. Así visto fue del todo correcto que los
combatientes del ERP (así como de otras organizaciones armadas-
revolucionarias) emboscaran y desarmaran a la policía.
Los efectos negativos de las detenciones han sido re-significados por unos ex-
combatientes. Al principio, de forma rápida (por no decir temeraria) y llevado por
los infaustos acontecimientos que desencadenan una detención, se calificaba de
delación e incluso de “traición” si alguien cantaba. Por muchos es sabido que los
interrogatorios policiales se enfrentaban (enfrentan) con “historias” construidas
previamente y, si eventualmente, no daban resultado y se entregaba información
sensible de la organización (que significara la caída de otro compañero o
compañera) esta situación era vista como soplonaje. No obstante, algunos
sobrevivientes explican estos hechos imputándoselos a la falta de preparación
(técnica y política) de los militantes involucrados. Es decir, en esta re-significación
64 a
Historia de “Perros”. Entrevistas a Humberto Tumini, militante del PRT-ERP. Página 57. 1 ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416
p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Política Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
49
se evalúa la situación desde un rincón rigurosamente político y no moral65. Lo
mismo ocurrió con el exilio o el auto-exilio. Fueron tasadas como acciones de
orden político. Salir fuera del país era construir la posibilidad de regresar para
continuar con la lucha. Así se entiende la fuga de Santucho y un grupo de
dirigentes que se refugian temporalmente en Chile para, luego, salir hacia Cuba.
El resultado final del quehacer de los “perros”, más allá de la enseñanza política;
ética y militar que dejan, es símil al de otras organizaciones revolucionarias: una
derrota traducida en miles de víctimas, prolongados encarcelamientos, exilio y
diáspora. Evidentemente que la receta, con y sin adaptaciones, proporcionada por
algunos teóricos (entre otros, Regís Debray) no trajo los resultados esperados o
deseados: edificar una sociedad socialista.
50
co-partícipe de la primera experiencia (y única) marxista-electoral que permitió la
instalación de la Unidad Popular en el gobierno, aportando con el más destacado
de sus militantes, el doctor Salvador Allende, como presidente Chile, sino además
fue un decidido integrante de la Concertación de Partidos por la Democracia y por
consiguiente también co-responsable del tipo de transición a la democracia que
afectó (¿afecta?) a la sociedad chilena. Así es, porque hablar de los elenos es
hablar de una de las corrientes del socialismo chileno e ineludiblemente del
Presidente Allende, quién si bien no fue parte de aquella corriente, participó
directamente en el auxilio a los combatientes que sobrevivieron a la gesta del
Comandante Che Guevara.
El nacimiento de los elenos o del Ejército de Liberación Nacional no pudo ser más
auspicioso. En su primer comunicado público, da cuenta de un cruento y exitoso
enfrentamiento con las fuerzas regulares del Estado boliviano. El 23 de marzo
(“día de acontecimientos guerreros” dice el Che66) de 1967, una treintena de
soldados son emboscados por las fuerzas de Guevara, dando como resultado,
según el comunicado de los guerrilleros, la “recuperación” de dos de docenas de
armas largas y abundante munición.
Pero lo más significativo fue el número de bajas del ejército (siete); los prisioneros
que hicieron los guerrilleros: (14) y la conducta de los combatientes del ELN
traducida en que todos “los prisioneros fueron puestos en libertad previa
explicación de los ideales”67 del movimiento. Esta forma de tratar al enemigo
(armado) obedeció no sólo a una concepción (un tanto caballeresca) que tenía el
guerrillero del combate: este terminaba al momento que el enemigo se rendía y, se
pasaba a otra expresión de la lucha que era difundir las ideas y proyecto que los
motivaba a la lucha y que no era otra cosa que la construcción de una nueva
sociedad, más justa y libertaria. Pero asimismo puede entenderse como un trabajo
político que pretendía penetrar en las fuerzas armadas del Estado burgués,
denunciar las injusticias sociales que también afectaban a los soldados
66
El diario del Che en Bolivia. Ernesto Guevara de la Serna. Página 77. Latina Editores. Año 2001. Bolivia
67
Primer Comunicado Público del Ejército de Liberación Nacional. Ver en http://chehasta.narod.ru/comm1.htm
51
(especialmente los de baja graduación y la oficialidad joven) y ganarlas para el
proyecto revolucionario. Este proceder de los combatientes, fue indudablemente
una expresión del trabajo político de la táctica foquista.
Pero, además, esta derrota del foquismo reflotó con más intensidad las profundas
diferencias entre la izquierda armada y la izquierda electoral de masa o, llamada
también, reformista. La actitud reticente de uno de los principales líderes del
comunismo (Mario Monje) con la iniciativa de Guevara y de varios militantes del
Partido Comunista Boliviano, dejó de manifiesto el abismo que existía entre las
partes. Pero no sólo se trató de este desprecio político del PC hacia la iniciativa
de Guevara; también quiso, como solía ocurrir (¿suele?) aprovechar la
oportunidad de asumir el total protagonismo de la guerrilla, sujetando un confuso
apoyo siempre y cuando se le entregara el mando político-militar. Obviamente que
Guevara no accedió. Los argumentos de Monje (en representación del Partido
Comunista) fueron desde no aceptar que un extranjero dirigiera la guerrilla en
Bolivia (olvidando el internacionalismo proletario) hasta alegar que las condiciones
(objetivas y subjetivas) no estaban dadas68.
52
rebeldes bolivianos podía sorprenderles la reacción del alto dirigente del PC
boliviano. Para entonces se tenía antecedentes de la deserción de la plana mayor
del comunismo venezolano, de la guerrilla emprendida por Douglas Bravo y
Américo Martín69
53
de impresión, lo que rebotaba en precios inusualmente altos, especialmente
porque debían costear el silencio y la discreción de los dueños de imprentas73. Y,
esta carencia comunicacional con las masas paceñas, cochabambinas o
santacruceñas se agravó por el cerco comunicacional y la distorsión informativa
impuesta por el gobierno.
Una guerra revolucionaria, planeada para un decenio o más, sólo duró once
meses y algunas horas. En la indómita selva boliviana quedaron decenas de
hombres muertos, una mujer los acompañó en ese viaje a la eternidad de la
73
Ibídem.
74
El Siglo. 18 de Febrero de 1968. Santiago de Chile.
54
historia, ninguno de ellos se fue con alguna duda en el proyecto del Comandante
de América Latina.
A pesar de los hechos, que hablaron de derrota, irrefutable incluso por un pertinaz
defensor del plan guevarista, otros hombres y mujeres, con el mismo espíritu
libertario de la primera jornada, subieron al monte para caminar por senderos y
recovecos selváticos al encuentro de una sociedad más justa y solidaria; sin
embargo Teoponte (“Puente de Dios”) los hizo arribar junto a sus antiguos
camaradas.
Si hubiese sido solo por la voluntad de combate desplegada, habría sido un éxito.
El guerrillero y poeta “Luis”75 al anunciar su enrolamiento escribió "faltan pocas
horas para que se haga realidad el momento que tanto nosotros como el
continente hemos esperado por mucho tiempo. Han pasado tantas cosas que creo
nuestros ojos se han vuelto más perspicaces y ahora vemos que el momento de
nuestro alzamiento es el mejor. Todo está bien. Las condiciones son
insuperables"76.
Las frases épicas de “Luis” se referían a que la guerrilla había madurado y que la
crisis boliviana se había profundizado permitiendo un mayor margen de éxito para
75
Testimonio de Carlos Navarro Lara. Poeta y guerrillero del ELN. Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
76
Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
55
la empresa de liberación. El resultado, al menos de las últimas palabras de “Luis”
resultaron del todo ciertas: “las condiciones son insuperables”, y fueron
insuperables para los guerrilleros.
De él, su hermano que años más tarde llegaría a ser presidente de Bolivia,
escribió «el amor dialéctico en un contexto de conducción científica de los
procesos sociales dará nacimiento a nuevas visiones de la sociedad y del universo
en donde emanarán naturalmente comportamientos y posiciones distintos de la
77
Anotaciones del Diario de Jorge Ruiz Paz ("Omar") Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
78
Anotaciones del Diario de Enrique Farfán Mealla ("Adrián") Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
79
Jaime Paz Zamora. El pragmático que venció al idealista. Campero, Ana M. Ver en Nueva Sociedad Nº.118 Marzo- Abril 1992 , PP. 80-
88
80
Anotaciones del Diario de Néstor Paz Zamora ("Francisco") Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
56
persona ante la familia, el trabajo, la política y ante la nueva sociedad colectivista
en general...”81.
Tres fueron, hasta bien avanzada la década del setenta, las experiencias
guerrilleras en tres de los cuatro países que formarían la Coordinadora
Revolucionaria del Cono Sur. Estas tres empresas liberadoras, por cierto,
recibieron el influjo del pensamiento, político y militar, del guerrillero heroico. Y,
estos tres intentos, unos antes otros después terminaron de la peor forma: con
muertos, presos, desparecidos y el desbande total de los combatientes. Las
interrogantes que se descuelgan son muchas y acicateadas por los costos que
debieron pagarse. Aún no existe una única respuesta y no podría ser de otra
forma: los factores que intervienen en estos resultados son múltiples y diversos.
Algunos son puntuales, de visión y evaluación del momento que se vivía y; otros a
nuestro entender dicen relación con la concepción estratégica de la lucha
libertadora. Sin embargo, aunque los de coyuntura y los de largo aliento,
impresionan como corriendo por separado, en realidad son parte de un todo para
ir generando un proyecto revolucionario.
81
Jaime Paz Zamora. El pragmático que venció al idealista. Campero, Ana M. Ver en NUEVA SOCIEDAD NRO.118 MARZO- ABRIL 1992 ,
PP. 80-88
57
intentos guerrilleros más serios y tal vez más organizados (Ñancahuazú y
Teoponte); por último Estelita, Videla y sus aliados, lisa y llanamente ahogaron a
decenas de organizaciones sociales, populares y gremiales, para luego dar paso
al exterminio (un verdadero holocausto) de miles de luchadores por una sociedad
más justa y solidaria. Y cabe una breve consideración, en el fenómeno argentino
no solo la masacre alcanzó a los hombres y mujeres en armas, también llegó a
quienes sólo luchaban contra los atentados a la vida.
82
Los últimos días del Che, que el sueño era tan grande. Darío, oficial de policía (en off). Juan Ignacio Siles del Valle. Páginas 40 y 42.
Editorial Sudamericana S.A. Año 2007. Argentina.
83
Algunos de estos cubanos fueron Harry Villegas Tamayo (“Pombo”) Daniel Alarcón Ramírez (“Benigno”) y Leonardo Tamayo Núñez
(“Urbano”)
58
SEGUNDO CAPITULO
ENTRE EL EVANGELIO Y EL
MATERIALISMO HISTÓRICO
59
Los cristianos armados: con la cruz y el fusil.
Para los años sesenta del siglo XX, hablar de revolución entre los marxistas no
podía ser novedad. La práctica del pensamiento de Marx, de una u otra forma,
estaba encaminada a cambiar las estructuras sociales, políticas y económicas. En
cambio hablar de revolución entre los cristianos y especialmente al interior de
catolicismo, constituía un desafío enorme el que incluso se le consideraba
obsceno. Pero más extravagante y fuera de escena fue denunciar la injusticia
social, los abusos de poder, asimismo que proclamar la impostergable decisión de
entrar en los caminos de la liberación del yugo capitalista.
Pero ¿qué ocurrió en la Iglesia Católica, qué sucesos detonan esta irrupción
revolucionaria y levantisca de algunos curas y monjas?
84
Religioso jesuita, paleontólogo y filósofo francés. Elaboró una visión propia de la evolución.
60
surgen los aportes del filósofo cristiano Emmanuel Mounier85 que colocaron en
ristre la preocupación por el ser humano y su valoración como tal.
85
Filósofo francés, impulsor del pensamiento cristiano conocido como “personalismo”, cuya esencia es el énfasis en la persona
humana, considerándola como un ser permanente, dotado de autonomía (para tomar decisiones) y fundamentalmente de carácter
social y comunitario, amén de gozar de la libertad, poseer trascendencia y poseer valor en tal impidiendo considerarlo un objeto. Dicho
de forma distinta vio al ser humano como dueño de su destino.
61
como lo denuncia el sacerdote Jaime Snoek86, citando a Merleau-Ponty87, “jamás
se vio a la Iglesia tomar posición a favor de una revolución por la simple razón de
que fuera justa”88 y, aunque la frase fue cáustica, no dejó de ser cierta. La iglesia
católica por decenios, quizás por siglos, estuvo de lado del orden, o sea del poder
instituido. Había sobrevivido, como institución, abrigándose con la autoridad
política o (co)fundiéndose en ella. En cambio con Juan XXIII y sus opiniones de
esta nueva cuestión social vino, además de airear los vetustos mármoles del
Vaticano; hubo quienes aseguraron que Juan XXIII había abierto las ventanas de
la Iglesia.
86
Sacerdote perteneciente a la Congregación de Los Redentoristas. Doctor en Teología.
87
Maurice Merleau-Ponty, francés, filosofo fenomenólogo influido por Edmund Husserl. En ocasiones se le clasifica como un
existencialista. Fue cercano a Jean-Paul Sartre y su mujer Simone de Beauvoir. Murió en 1961 a la temprana edad de 53 años.
88
Tercer Mundo: Revolución y Cristianismo. Revista Cristianismo y Revolución. Jaime Snoek. Página 8. Nº 1 de septiembre de 1966.
Buenos Aires. Argentina.
89
Carta encíclica Mater et Magistra. La Iglesia se preocupa del bien temporal de los pueblos Papa Juan XXIII. Sobre el reciente
desarrollo de la cuestión social a la luz de la doctrina cristiana.
62
sacerdote Claudio Lefebvre, ofrendó su vida ayudando a un herido, durante los
enfrentamientos que llevaron al derrocamiento del General Juan José Torres. Y,
en Chile, Rafael Maroto90, Blanca Rengifo91 y Germán Cortés92 son militantes
revolucionarios que supieron enfrentar dignamente los embates de la dictadura
pinochetista.
Fue, aparentemente, en los dos colosos sudamericanos donde mejor plasmó esta
rebeldía cristiana: Argentina y Brasil. Detectamos tres grandes expresiones de
este tipo de cristianismo aggiornado. Una es la toma de posiciones de algunos
sectores de la jerarquía católica latinoamericana; la otra es la agrupación de
sacerdotes de base conocida como sacerdotes tercermundistas; y, la última la
constituye el centro de difusión de ideas cristianas renovadas y post-conciliar
como fue la revista “Cristianismo y Revolución”93 a cargo de Juan García Elorrio94.
Fue un grupo95 de obispos encabezado por Dom Helder Cámara, obispo de Olinda
y Recife, el que escribió un ácido de los manifiestos sociales cristianos de la
década del sesenta. Concurrieron a la iniciativa no solo clérigos latinoamericanos,
sino de varios países pobres y sometidos al dominio de una potencia mundial.
Sus ideas (avaladas y referidas a encíclicas como “Paz en la tierra” y “El progreso
de los pueblos”) constituyeron una batería de argumentos esgrimidos por miles de
católicos para justificar (y justificarse) su participación política desde la izquierda.
90
Rafael Maroto (coloquialmente muchos jóvenes miristas ochenteros se referían a Maroto como “El Tata”), integrante del Comité
Central del MIR y vocero público de esta organización durante la dictadura; sufrió la persecución, la cárcel y la relegación bajo el
gobierno pinochetista.
91
Blanca Rengifo, monja de población, conocida en las filas miristas como Carlota y Magdalena. Fue integrante del Comité Central del
MIR. Fundó el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU)
92
Germán Cortés, ex seminarista fue asesinado por la CNI el 16 de enero de 1978.
93
Revista ligada a un centro de cristianos laicos. No representó nunca la opinión “oficial” de la Iglesia católica argentina. Por el contrario
fue tremendamente crítica con la jerarquía de la curia local. Albergó en sus páginas a teóricos de la teología de la liberación, cristianos
disidentes y especialmente a organizaciones guerrilleras como la FAR y el ERP-PRT.
94
Católico, ex seminarista que abandono los estudios de sacerdocio por no estar de acuerdo con el tipo de enseñanza. Nunca dejó de
ser católico y como tal se convirtió en un férreo defensor del Concilio Vaticano II, para ello organizó el “Centro de Estudios Diálogos”
para estudiar la teología conciliar. Admiró a Camilo Torres por su enorme consecuencia, asumiendo el pensamiento del sacerdote
colombiano. En septiembre de 1966 fundó la revista “Cristianismo y Revolución”. Apuntes sobre la vida de Juan García Elorrio
Por Gustavo Morello s.j. Ver en http://www.academia.edu/2112675/Apuntes_sobre_la_vida_de_Juan_Garcia_Elorrio
95
Firmaron el documento los siguientes sacerdotes: Helder Cámara (Brasil), Jean-Baptiste Da Mota e Alburquerque (Brasil) Luis
Gonzaga Fernandes (Brasil) Georges Mercier (Argelia) Michel Darmancier (Oceanía) Armand Hubert (Egipto)
Angel Cuniberti (Colombia) Severino Mariano de Aguiar (Brasi) Frank Franic (Yugoeslavia) Francisco Austregesilo de Mesquita (Brasil)
Gregoire Haddad (Líbano) Manuel Pereira de Costa (Brasil) Charles Van Melckebeke (China) Antonio Batista Fragoso (Brasil) Etienne
Loosdregt (Laos) Jacques Grent (Indonesia) David Picao (Brasil).
63
Incluso hubo organizaciones de clérigos (monjas y sacerdotes) que expresaron
abiertamente su opción por el socialismo como fue en Chile96.
Sumariamente diremos que los obispos y arzobispos plantearon, entre otras ideas,
que los trabajadores tenían “el derecho y el deber de unirse en verdaderos
sindicatos con el fin de exigir y defender sus derechos: justo salario, licencias
pagadas, seguridad social, viviendas familiares, participación en la gestación de la
empresa”97. Es decir, además de la reivindicación tradicional, los obreros debían
luchar por incorporarse a la dirección de las empresas o industrias y, por
consiguiente, tomar para sí parte de la propiedad:
“Si los obreros no llegan a ser de alguna manera propietarios de su trabajo, todas
las reformas a las estructuras serán ineficaces. Incluso si los obreros a veces
reciben un salario más alto en algún sistema económico, ellos no se contentarán
con estos aumentos de salario. Ellos, en efecto, quieren ser propietarios y no
vendedores de su trabajo. Actualmente los obreros son cada vez más conscientes
de que el trabajo constituye una parte de la persona humana. Pero la persona
humana no puede ser vendida ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es
una especie de esclavitud”98
Obviamente que esta argumentación se alejó de la sacrosanta propiedad privada
para avanzar (tímidamente) hacia el concepto de propiedad social. Estos derechos
no sólo debían estar consagrados en las leyes, sino que además se consideró
obligación de los gobiernos protegerlos y promoverlos.
“Los gobiernos deben abocarse a hacer cesar esa lucha de clases que,
contrariamente a ¡o que de ordinario se sostiene, han desencadenado los ricos
con frecuencia y continúan realizando contra los trabajadores, explotándolos con
96
Nos referimos a “Cristianos por el Socialismo”. Más antecedentes los encontramos en “Cristianos por el socialismo en Chile (1971-
1973) Aproximación histórica a través del testimonio oral” de David Fernández F. ver en Studia Zamorensia, ISSN 0214-736X, Nº 4. Año
1997. Páginas 187-202. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=297155
97
Manifiesto de Obispos del Tercer Mundo. Basta de Explotadores. Punto 22. Ver en
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
98
Manifiesto de Obispos del Tercer Mundo. Una Nueva Humanidad. Punto 15. Ver en
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
64
salarios insuficientes y condiciones inhumanas de trabajo. Es una guerra
subversiva que desde hace mucho tiempo lleva a cabo taimadamente el dinero a
través del mundo, masacrando a pueblos enteros”99.
Salta a la vista, los sacerdotes no percibieron (o no lo quisieron hacer) que los
gobiernos no eran (no son) necesariamente (salvo excepciones históricas)
representante de los desposeídos y menos tenían signo alguno de democráticos.
Por ejemplo Brasil fue gobernado por manu militari desde 1964 hasta el año 1985.
A su vez, Argentina estaba acostumbrada a vivir bajo autoritarismos (civil y/o
militar) desde antes de los sesenta (con breves interregnos) prolongándose hasta
muy avanzado el siglo XX. Paraguay, país pequeño pero importante, lucía la
sempiterna dictadura de Alfredo Stroessner. Lo mismo ocurría con Uruguay, país
en el que Pacheco Areco (democráticamente elegido) instaló un gobierno
extremadamente represivo y atentatorio a los intereses de los trabajadores.
99
Ver en http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
100
Manifiesto de Obispos del Tercer Mundo. Hacia el Socialismo. Punto 14. Ver en
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
101
Ibídem.
65
cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad
fundamental”102; por consiguiente el socialismo no podía contrariarlos; al revés,
debía adherirse al socialismo “con alegría, como a una forma de vida social mejor
adaptada a nuestro tiempo y más conforme con el espíritu del Evangelio”103; así se
impediría que algunos confundieran a “Dios y la religión con los opresores del
mundo de los pobres y de los trabajadores, que son, en efecto, el feudalismo, el
capitalismo y el imperialismo”104. O sea se declararon anti-feudal, anti-capitalista y
por supuesto anti-imperialista; una proclama con estas ideas los ubicó en la
vereda de la izquierda latinoamericana.
102
Ibídem.
103
Ibídem.
104
Ibídem.
105
Citado en MOYANO, Sara Alejandra. Iglesia y política en Córdoba: la busqueda de una sociedad católica. Diálogos rev. electr. hist
[online]. 2011, vol.12, n.2 [citado 2013-04-10], pp. 98-112 .Disponible en:
<http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-469X2011000200005&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1409-469X.
66
“Cuando entré a trabajar con un grupo de obreros del surco, con obreros de
frigorífico y compañeros metalúrgicos en Reconquista, comencé a penetrar en la
vida real de los que sufre. Yo creía conocer esa vida y me di cuenta que estaba
totalmente al margen y que no conocía nada. Estas fueron mis primeras
experiencias en el MOAC…que me sirvieron para ir tomando conciencia y para ir
despertando a una mayor y más real participación en la vida de los pobres”106
Este franco contacto con la pobreza extrema que asolaba a los habitantes
periféricos causó profundo impacto en estos hombres y mujeres, que habían sido
formados en la ideas de “amor al próximo”. Otro sacerdote lo recuerda de este
modo:
De los sacerdotes que terminaron por emigrar encontramos a Alipio de Freitas que
al prohibírsele el ejercicio del sacerdocio respondió al Cardenal brasileño Jaime
Barros Cámara diciendo:
“Innecesaria se torna esta nota, ya que no ejerzo, nunca ejercí y jamás ejerceré
actividad ministerial en la Arquidiócesis por cuanto la considero incapaz de dicho
ejercicio, dada la orientación pastoral que la preside. ¿Por qué, supuestamente, se
me ha retirado el uso de las Sagradas Órdenes en la Arquidiócesis de Río de
Janeiro? Simplemente, y esto la Curia malévola omitió afirmarlo, porque
integrándome en la lucha del pueblo brasileño fui a la plaza pública a luchar por
las reformas de base necesaria para la emancipación socio-económica del
Brasil”108.
106
Padre Rafael Yaccuzzi. Dar la vida por el pueblo. Revista Cristianismo y Revolución. Nº 14. Página 3. Segunda Quincena de 1969.
107
Un hombre de gran firmeza - Entrevista con Alipio de Freitas. A Nova Democracia. Marzo del 2010. Ver en
http://www.anovademocracia.com.br/edicion-en-espanol/121/2778-un-hombre-de-gran-firmeza-entrevista-con-alipio-de-freitas
108
Carta del Padre Alipio de Freitas al Cardenal Jaime Barros Cámara. Revista Cristianismo y Revolución. Página 4. Septiembre de 1966.
67
Los que acataron las sanciones no fueron pocos; la lista es enorme y solo por
nombrar algunos, probablemente el más destacado es el poeta Ernesto Cardenal
y el más conocido nuestro, el padre Rafael Maroto.
Los nuevos rasgos del movimiento castrense fueron “su grado de programación, la
actuación por primera vez y en conjunto de las tres fuerzas armadas como
corporación, y el objetivo de desterrar y suprimir la política del escenario
nacional”112. Ya no se trataba sólo de ordenar al país o erradicar la tradicional
109
Carta de Despedida. Padres Gaido y Delaferrera. En Revista “Cristianismo y Revolución”. Páginas 10-12. Número 2-3. Octubre-
Noviembre de 1966. Editado por “Signos”. Buenos Aires
110
Ibídem.
111
Óp. Cit. Página 10.
112
El movimiento estudiantil cordobés durante el onganiato: Una aproximación a las divergencias entre el Reformismo y el
Integralismo. Emilse Pons. CEA-CONICET. Ver en http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/IX/DEFINITIVOS/articulo-
pons.htm
68
corruptela de los políticos. Para entonces, en esta misión, las Fuerzas Armadas
actuaban como bloque y dispuestas a sustituir a la clase dirigente tradicional. En
otras palabras, los militares argentinos, encabezados por Onganía, buscaban ni
más ni menos despolitizar total y absolutamente la vida argentina. Y para tal
objetivo necesario neutralizar (o cooptar) los organismos intermedios (sindicatos y
resto de organizaciones sociales) entre la sociedad y el aparato burocrático
público que pasaba (en ese momento) a ser dirigido por los uniformados.
En este marco político los jóvenes estudiantes cordobeses optaron por enfrentar al
régimen a través de acciones que, para la época, resultaron novedosas como la
huelga de hambre, ausentismo a clase, paralización general, mítines relámpagos
(que por cierto estaban prohibidos) incipientes expresiones de autogestión en la
puesta en funcionamiento de comedores estudiantiles propios113. En estas
visibilizaciones, los sacerdotes mencionados mantuvieron un irrestricto apoyo y
presencia en las actividades de resistencia, impulsadas por las organizaciones
estudiantiles. Esta forma de hacer sacerdocio no estuvo ausente otros lugares de
Latinoamérica.
113
El movimiento estudiantil cordobés durante el onganiato: Una aproximación a las divergencias entre el Reformismo y el
Integralismo. Emilse Pons. CEA-CONICET. Ver en http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/IX/DEFINITIVOS/articulo-
pons.htm
69
Iglesia diciendo que (a propósito de la Iglesia brasileña) era difícil “… encuadrar en
una misma categoría social al acomodado sacerdote de las zonas de Sud del país,
socio de cuantas industrias y negocios surgen en sus distritos, con el sacerdote
nordestino casi tan miserable como todas sus ovejas”114. Y, esta absoluta
inequidad social, vivida por los sacerdotes de la llanura, radicó exclusivamente en
el sistema económico imperante: “En el régimen capitalista tampoco el clero
consigue salvarse de los desastres económicos. La inflación, el alto costo de la
vida, la creciente pauperización del pueblo alcanza también al clero, con
excepción de los que están directamente al servicio de las minorías
privilegiadas”115.
114
La Situación de la Iglesia. En Revista “Cristianismo y Revolución”. Página 3. Número 1. Septiembre de 1966. Editado por “Signos”.
Buenos Aires.
115
Ibídem.
116
El 30 de junio de 1988 se produjo el cisma lefebvriano; una división inspirada y ejecutada por el ultraconservador arzobispo Marcel
Lefebvre. El comienzo de la ruptura data de 1969, cuando este cura inició la primera acción de cómo concebía la Iglesia. Creó la llamada
Fraternidad de San Pío X, a la que se unieron decenas de sacerdotes y monjas, arrastrando a miles de fieles. Ver en
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:XqVvtHL2DvwJ:www.elmundo.es/magazine/num204/textos/hereje1.html+ci
sma+obispo+lefebvre&cd=4&hl=es-419&ct=clnk&gl=cl
70
La tercera vertiente cristiana-latinoamericana de nuevo tipo fue la revista
“Cristianismo y Revolución”, considerada un importante centro (probablemente del
Cono Sur) de difusión de las ideas revolucionaria de y para los cristianos. Años
más tarde el sacerdote jesuita Gustavo Morello hizo una interesante y precisa
síntesis del pensamiento irradiado por la mentada publicación.
Por lo dicho, el ideario del cura guerrillero Camilo Torres, era el que más se
ajustaba a la línea ideológica que defendía la revista. Este ideario tenía tres
vértices. Primero, sin la conquista del poder, difícilmente podría darse los cambios
estructurales que América Latina necesitaba; segundo, el camino electoral era
estéril y; por último, la lucha armada era la opción correcta para lograr los
objetivos predispuestos. La razón o justificación ética de asumir la violencia
armada como herramienta para edificar una sociedad más justa y solidaria, es
decir el socialismo, era que si no se enfrentaba un sistema violento, como era el
capitalismo, al final de la jornada se terminaba siendo cómplice de él117.
117
Ibídem.
71
El repliegue y la invisibilización de esta corriente cristiana coincidió con la acción
descarnada de las dictaduras militares, la hegemonía creciente del neoliberalismo
y, por cierto, la re-orientación de la más encumbrada jerarquía eclesiástica
emprendida por el cura Karol Józef Wojtyla118 desde su Papado; cuyo sello fue un
marcado anti-comunismo y una tenaz lucha contra la teología de la liberación.
118
Conocido mundialmente por el nombre de Juan Pablo II .Asumió como Papa de la Iglesia Católica y mandamás del Estado del
Vaticano entre el 16 de octubre de 1978 hasta el año 2005 cuando fallece.
72
TERCER CAPITULO
CAMINO A UNA PROPUESTA
REVOLUCIONARIA DE IZQUIERDA:
NACIMIENTO DEL MIR119.
119
En la versión inicial se tituló “La “prehistoria” del Movimiento de Izquierda Revolucionaria: la hegemonía trotskista”; expresión que
motivó al compañero Luis Vitale a construir una crítica aportativa.
73
El mirismo de primera hora
Sin perjuicio al aporte del profesor Vitale al establecer y dejar historiado que el
MIR tiene raíces que se extiende más allá de la fecha emblemática: 15 de agosto
de 1965; deberíamos aceptar que la “izquierda revolucionaria” (como corriente de
pensamiento y acción política distinta a la izquierda institucionalizada o de
“tradición”) tiene otro pié de inicio que lo podríamos asentar en la década de los
treinta.
74
diferenciar la violencia de las masas123, en más de una ocasión de carácter
espontáneo, con la violencia asumida por una organización política de izquierda.
La violencia popular, como expresión del movimiento social, es un recurso de
visibilización del conflicto y de presión extrema a la poliarquía para que acceda a
negociar. Es decir, aplicando la violencia busca abrir espacios pacíficos de
construcción de soluciones. Pero en el imaginario de la dirigencia y la base social
no siempre está presente el aplicar la fuerza; por el contrario es utilizado como
uno de los últimos recursos ante la dejadez del poder formal para responder a sus
demandas. Por el contrario, la violencia (ya lo dijimos) forma parte de la estrategia
de los revolucionarios de izquierda en la década de los sesenta.
Pero no es sólo este factor (la violencia armada como estrategia) el que hace a
una “izquierda revolucionaria”. De hecho, sólo desde fines de los sesenta del siglo
pasado, la izquierda revolucionaria chilena se hizo presente organizando
sistemáticamente y como parte de su estrategia política acciones armadas e
intimidantes. Es de conocimiento histórico las expropiaciones a Bancos y
amedrentamientos a patrones que realizaron los miristas. Más aún, es solo el MIR
donde encontramos una concepción organizativa que incluye “lo” militar: los
G.P.M. (Grupo Político-Militar) Antes del desarrollo del M.I.R. cuesta encontrar
organizaciones políticas que no sólo hubiesen hablado de la lucha armada sino
además que se hubiesen dotado de una estructura para desplegarla en la lucha
política.
75
se elaboraran en apego a la realidad nacional y no en base a lo que la Dirección
creía o concebía como imagen objetiva del escenario político125.
76
(individualmente) se sumaron a la conformación en el año 1965 del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria. Algunas de estas referencias orgánicas de la izquierda
revolucionaria son la llamada Oposición Socialista de Izquierda, una seccional del
PS coquimbano, otro pequeño sector del socialismo talquino. Todas estas
organizaciones del abanico de la izquierda revolucionaria se unieron al P.O.R.
para dar origen al Partido Socialista Popular (PSP)
129
El Partido Socialista de Chile, Tomo II. Julio César Jobet. Página 100. Colección Doctrina Sociales. Editorial PLA. Año 1971. Santiago de
Chile.
130
ibídem
131
Ibídem
132
De este modo lo identifica uno de los contemporáneos y compañero de curso de los expulsados del PS en “Bautista van Schouwen.
Antecedentes Biográficos” de Martín Hernández Vásquez. También lo afirma en entrevista a Martín realizada por el autor.
77
Valdés y Raúl Jara; todos ellos alumnos de la Universidad de Concepción133 y, por
consiguiente de acuerdo a la época, pertenecientes a la elite intelectual penquista.
Probablemente este rasgo socio-cultural permitió que se estigmatizara al MIR
como un movimiento pequeño-burgués de jóvenes intelectual. No obstante, ello no
podría ser de este modo porque en el crisol revolucionario del año 1965
terminaron fusionándose, diluyéndose, amalgamándose con sectores sociales de
indiscutido sello obrero.
133
Ibídem
134
El Rebelde. Año I, página2, número 10 del 25 de julio de 1962. Santiago
135
Ibídem.
136
Ibídem
137
Ibídem
138
En marzo de aquel año se sucedió un golpe de Estado por medio del cual se desplazó del gobierno al radical Arturo Frondizi.
78
burguesías criollas” habían demostrado claramente sus propósitos “de aplastar
impunemente los restos de democracia burguesa” de forma que era necesario
implementar un camino que garantizara no solo el acceso al poder, sino la
seguridad de mantenerse en él.139
139
El Rebelde. Año I, página2, número 10 del 25 de julio de 1962. Santiago
140
Vanguardia. Nº 1, junio de 1964. Santiago de Chile.
79
crítica a los comunistas chilenos a quienes llegó a tratar de socialdemócratas que
con sus acciones no hacía otra cosa que parar el movimiento revolucionario
mundial de los trabajadores.
La VRM declaró que esto ocurría con los explotados chilenos, mientras en paralelo
la dirección oportunista del PC chileno vivía “plácidamente una existencia
electorera”, cretinismo que se “difundía a raudales” entre los trabajadores chilenos
tratando de convencerlos que en el torneo electoral de septiembre de 1964 se
“conquistaría el poder en forma idílica”142. Y, con este tema se entra de lleno al
problema de las “vías” para la conquista del poder o para hacerse del poder para
los trabajadores.
141
El Rebelde. Año I, página2, número 18 de octubre de 1963. Santiago
142
Ibídem.
80
La VRM, en ese camino, incentivó el trabajo de “masas”, especialmente en
pobladores, estudiantes y trabajadores. Participó con sus sindicatos
(especialmente los municipales) de todos y cada uno de los torneos de la Central
Única de Trabajadores; acudió con su denuncia y análisis de las precarias
condiciones en las que se debatían los pobladores del cinturón de miseria que
rodeaba a Santiago y apoyó los primeros pasos organizativos del Movimiento
Universitario de Izquierda en algunas escuelas de la Universidad de Chile,
especialmente la de medicina143. Pero además, esta opción de “todas las formas
de lucha” vino a resolverle una no menor dificultad como era la contienda electoral
de 1964, apoyando explícitamente la candidatura de Salvador Allende porque de
ese modo no quedarían aislados de las masas. Esta era, para ellos, la adecuada
manera de combinar y dominar todas las formas de lucha.
Y, en todos estos avatares la VRM, con el afán de dar la lucha ideológica en todos
los ámbitos, buscaba diferenciarse crecientemente de las posiciones del resto de
la izquierda, especialmente de lo que ellos denominaron revisionistas, es decir del
Partido Comunista. Este marcado cuño de ser insumiso a las prácticas políticas
del PC chileno, acompañó a la izquierda revolucionaria durante todo el tiempo de
gestación unitaria, de expansión nacional y proyección internacional.
Habida cuenta de los párrafos precedentes se puede concluir que el MIR resultó
de un proceso unificador de pequeños grupos escindidos, preferentemente del
Partido Comunista y en grado menor del socialismo chileno. El profesor,
historiador y luchador internacionalista Luis Vitale Cometa, uno de los fundadores
del MIR, explica este hecho político en los siguientes términos: “el MIR fue el
resultado de la fusión de dos organizaciones que habían unificado previamente a 8
grupos que venían trabajando desde hacía varios años en el movimiento
obrero”144. Así se llegó, probablemente, al punto de partida del mayor desarrollo
que haya tenido --- hasta el momento --- la izquierda revolucionaria chilena: la
fundación del M.I.R.
143
El Rebelde. Año II, número 17. Septiembre de 1963. Santiago
144
Historia del movimiento obrero chileno. Humberto Valenzuela. Página 12. Colección Papeles para armar. Editorial Quimantú,
Santiago de Chile. Año 2008.
81
El MIR y su congreso inicial: ¿fundidor de la izquierda revolucionaria?145
Con el afán que esta gesta fundacional fuera lo más democrática posible se dio
paso a constitución de Comités de base pro-constituyente. La idea o,
políticamente ideado era que los acuerdos fueran legítimos a toda prueba. Los
145
En la primera versión este apartado fue titulado “El proceso de unidad revolucionaria”.
146
El Rebelde. Nº 28, página 4. Septiembre de 1964. Santiago de Chile.
147
El Rebelde. Nº 31, página 3. Julio de 1965. Santiago de Chile.
148
La que era presidida por el destacado dirigente obrero Clotario Blest Riffo
149
El Rebelde. Nº 31, página 3. Julio de 1965. Santiago de Chile.
82
gestores de la iniciativa unitaria deseaban diferenciarse de las prácticas del resto
de la izquierda, a la que criticaban su burocratismo y carencia de democracia
interna. Así fue como en Quinta Normal, Barrancas (actual comuna de Pudahuel),
Ñuñoa, Puente Alto y Las Condes se crearon los formulados comités. Un
fenómeno semejante ocurrió en provincias. Por ejemplo se comunicó que el
Comité Regional del Partido Socialista Popular de Coquimbo estaba impulsando
unidad revolucionaria; que en Concepción la VRM asumía la responsabilidad, en
toda la zona sur de formar comités de base para el Congreso de Unidad y para tal
efecto se ponía contacto con militantes de Temuco, Osorno y Llanquihue.
Asimismo se tensionó la actividad unificadora en el PSP y la VRM de Valparaíso,
Talca y O’Higgins. La dinámica aglutinadora llegó al clímax con la convocatoria
congresal emanada de la Comisión Constituyente del Congreso de Unidad
Revolucionaria para julio de 1965.
83
Otro elemento distintivo es la aseveración que la nueva izquierda (revolucionaria)
debía comprometerse con un tipo de revolución que fuera un proceso
ininterrumpido, dejando de manifiesto el influjo trotskista. Así, solo con estas dos
frases quedó sellada la imagen que construiría el resto de las izquierdas del
mirismo: al no tener como eje al comunismo internacional…pasaría a ser
“ultraizquierdistas” y adscritos al “trotskismo traidor”.
En este mismo hito resalta la inquietud del mirismo de primera hora por rescatar la
herencia ideológica de la izquierda chilena. Por ello invocan al padre del
proletariado nacional (Recabarren) e introducen el concepto de democracia interna
(entendida como “centralismo democrático”) en la práctica política del nuevo
partido político.
151
El Rebelde. Nº 32, página 1. Septiembre de 1965. Santiago de Chile.
84
grandilocuente: “Chile en el camino de la revolución socialista”152. Y, también, con
mucho énfasis, los congresales se dirigieron a “la nación y al pueblo trabajador
para decirles” que “EL MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (MIR)
se organiza para ser la vanguardia marxista leninista de la clase obrera y de las
masas oprimidas y explotadas de Chile, que buscan romper sus cadenas de más
de 150 años, luchando por la emancipación nacional y social que las conducirá al
socialismo y al comunismo”153. Los miristas constituyentes evaluaron que
instituidos como marxistas leninistas cubrían una necesidad histórica: dotar a los
explotados de Chile de una vanguardia. Ese era el requisito indispensable para
impulsar la destrucción de las formas de dominación existente, del capitalismo.
Obviamente que esta declamación irritó a las demás izquierdas; de una plumada
se desconocía el papel jugado hasta esos instantes.
85
menor”155, al convertir al país en una semi-colonia latinoamericana oprimida por el
imperialismo norteamericano”. Nuevamente encontramos desprolijidad en los
términos acuñados y puede confundirnos. Primero diremos que el período,
acotado entre el año 1828 (abdicación de B. O’Higgins) y 1891 (derrota de J. M.
Balmaceda en la guerra civil) el país vivió el influjo creciente del imperialismo
inglés. Un dato histórico (y de conocimiento escolar) fue el préstamo dado a Chile
por la corona inglesa al asumir O’Higgins la dirección del país; por consiguiente no
es desde de la conflagración del 91 que Chile se muestra como un país
dependiente, sino con mucha anterioridad (sin considerar la época colonial).
Era sabido que a partir de fines del siglo pasado el capital inglés reinó en la
economía nacional; particularmente en la explotación salitrera. Asimismo era de
amplio y público conocimiento que la actividad agrícola, de papel determinante en
el período anterior, había caído fuertemente. El mundo rural estaba en caída libre
y la emigración a la ciudad y centro mineros era cada vez más intensa. Una clase
dominante era sustituida por otra. Los “herederos” de las encomiendas, dieron
paso a los aventureros de las minas (salitre y carbón) y a los calculadores
prestamistas financieros. Ninguna de estas clases sentía cierto tipo de identidad
con los objetivos de los pobres del campo y la ciudad. Ninguno de estos sectores
sociales hegemónicos tuvo alguna sensibilidad por los que sufrían. Más aun la
idea de nación no estaba lo suficientemente desarrollada en la sociedad chilena;
sea en el sector dominante o en el sirviente. Por consiguiente cuesta atribuir la
aristocracia chilena alguna “traición histórica”. No existe traición cuando no hay
objetivos comunes. La conducta de la clase dominante fue consecuente con sus
objetivos: arrebatarle el poder político a los colonialistas españoles y colocar al
país en la órbita de Inglaterra, país que detentaba la hegemonía mundial, fruto de
revolución industrial. La aristocracia criolla en su lucha contra el dominio español,
no se pronunció por una liberación nacional que la llevara a enfrentar y desarrollar
un proyecto de avance democrático y liberación económica. Condiciones de
conveniencia internacional motivó a la aristocracia nativa a destetarse de la corona
hispana; puesto que ésta perdía gradualmente hegemonía mundial ante el avance
155
El Rebelde. Nº 32. Septiembre de 1965. Santiago de Chile.
86
del capitalismo liberal inglés. Resultaba más conveniente para los negocios estar
cerca de Londres que de Madrid. No muy distinto ocurrió con la burguesía criolla
de principios de siglo. La decadencia indesmentible del poderío ingles y la
consolidación progresiva de la economía norteamericana llevó a las clases
dominantes criollas a volver sus ojos hacia el país del norte.
Más adelante, los miristas manifestaron organizarse, ni más ni menos, que para
“”dar la batalla final que liquidará de raíz nuestro atrasado y estancado
capitalismo, tarea que será impotente para realizar la democracia cristiana
burguesa reformista, y que se sostiene en cuatro pilares carcomidos: a) la
dominación imperialista yanqui, b) el latifundio, c) la existencia de una rapaz
oligarquía monopólica y d) el poder burgués”156. La consigna “Vencer o Morir”
empezaba a configurarse como el eje de la militancia mirista. El fatal destino de
decadencia capitalista era inexorable y los miristas se aprestaban a darle el “tiro
de gracia”. El MIR nacía para liberar definitivamente a las “masas empobrecidas”,
los “pobres del campo y la ciudad” del estado ignominioso en que las mantenía el
capitalismo fracasado. Imposible no ver la enorme autoestima política del mirismo
naciente que, por momentos, impresiona como mesianismo. No obstante esta
directriz, la de “batalla final”, permitió construir una potente mística entre los y las
militantes, que a muchos y muchas llevó a jugarse por entero en cada acción
política.
156
Ibídem
157
Ibídem
87
alinearon tras las posturas de los países no alineados y que luchaban por su
independencia y declararon su irrestricto combate al imperialismo norteamericano;
lo que se reconfirma cuando proclaman que de justicia y legitimo derecho
enfrentar la intervención militar de Estados Unidos en países como Santo
Domingo, en Cuba, en Puerto Rico y Vietnam; para lo cual se debía implementar
una “ audaz política revolucionaria capaz de oponer a esta cínica violencia
imperialista una viril y altiva respuesta de las masas armadas. Si una conducta
anti-imperialista vigilante y consecuente, si la consigna de armamento universal
del pueblo con demandas urgentes de autodefensa nacional frente al reto del
imperio del norte, la defensa de los derechos democráticos, así como los intereses
inmediatos y permanentes de los trabajadores, queda asegurada, como garantía
de la democracia”158. En todos estos avatares anti-imperialista, el mirismo se
declaró abiertamente admirador del proceso cubano. Dijo que los trabajadores
chilenos debían considerar las “enseñanzas de la revolución cubana”159. La que
“debió pasar, desde los objetivos económicos y democráticos más elementales,
hasta tareas que transformaron la isla en lo que dijera Lenin: “el fusil sobre el
hombro del obrero es la mejor garantía en una República Socialista”; y en forma
acelerada e ininterrumpida”160. Esta había sido (y no otra) la forma de “alzar la
bandera de la emancipación nacional y social con firme audacia revolucionaria
frente a la desvergonzada intervención política, económica y militar de los Estados
Unidos y a la contrarrevolución interna”161. La forma de enfrentar la agresión
norteamericana, con “las masas cubanas insurrectas, con su Gobierno
revolucionario al frente, con sus Milicias obreras y populares y su Ejército
Rebelde”162 demostraban que defender la autodeterminación y la independencia
nacional, así como la conquista de los derechos democráticos de los trabajadores
y de su exigencia de organizar la vida social y económica de un país (en este caso
Cuba) formaban “parte de un proceso único, global e ininterrumpido, de carácter
158
Ibídem
159
Ibídem
160
Ibídem
161
Ibídem
162
Ibídem
88
revolucionario, que culmina con la transformación socialista del país”163. Esta
lección había sido aprendida por los insurgentes de Perú, de Venezuela, de
Colombia y a Guatemala. Por consiguiente la revolución cubana abría un nuevo
período de lucha sudamericana, el que fue signado “con la acción el mensaje de
convicción y de fe revolucionaria que ha dado a nuestra América latina la
SEGUNDA DECLARACION DE LA HABANA”.
Por lo dicho se evaluó como insoslayable la necesidad de conquistar “el poder por
los trabajadores, organizados en una democracia popular directa, y en la
dictadura revolucionaria transitoria del proletariado, abrirá la ruta a una auténtica
revolución social que destruya nuestro atrasado y estancado capitalismo, enfermo
de una inflación crónica, liquide nuestro status semi-colonial y ponga fina al poder
burgués con su aparato represivo”. En esta tarea el MIR declaró su “voluntad de
ser la vanguardia consciente de esta lucha revolucionaria nacional y clasista”
sellando por siempre el carácter que tendría la naciente organización,
separándose del concepto de “partido de masas”.
163
89
Aunque se definió como “vanguardia política” el MIR se consideró “legítimo y
auténtico heredero de las tradiciones democrático-revolucionarias y nacionales de
la incipiente burguesía chilena del siglo pasado, que fuera aplastada en la lucha
civil y en los campos de batalla por la vieja oligarquía terrateniente y comercial-
bancaria, en contubernio repudiable con el imperialismo inglés”164. Precisamente,
por auto considerarse heredero asumían el papel de “continuador de la historia, de
las luchas y de las tradiciones revolucionarias de la clase obrera chilena”, las que
“alcanza su más alta expresión” en la “Federación Obrera de Chile y el joven
Partido Comunista orientados y dirigidos por el maestro Luis Emilio Recabarren
Serrano, y que fueron vilmente traicionados por el oportunismo cobarde y
colaboracionista que se entronizó en los grandes partidos obreros (P. Comunista y
P. Socialista)”165.
Como si lo dicho hubiese sido poco, los miristas inaugurales denunciaron que
“repitiendo una larga experiencia entreguista, el Comité Central del P.
Comunista”167 había ofrecido público apoyo al gobierno de Frei, situación que los
dirigentes socialistas aplaudían, a pesar que era sabido que la Democracia
Cristiana y su gobierno constituían la “expresión política de la burguesía semi-
164
Ibídem
165
Ibídem
166
Ibídem
167
Ibídem
90
colonial reformista y que están empeñados en salvar al país mediante el
expediente de mantener en pie el régimen capitalista y nuestra subordinación
semi-colonial de socio menor frente a las Compañías del Cobre, que son el
espolón de ataque del imperialismo”168. Por último declararon su opción por la
insurgencia tanto nacional como internacional porque era el único camino que
barrería hacia el “basural de la historia a esta podrida izquierda tradicional y
entregará su confianza irreductible a la nueva izquierda insurreccional organizada
bajo las banderas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria”169. No puede
dejarse de comentar, la confianza imperturbable que tuvieron los miristas, en el
devenir de la historia bajo una lógica del materialismo histórico.
168
Ibídem
169
Ibídem
170
El Rebelde. Número 4. Marzo de 1962. Año I. Santiago de Chile.
91
debate radical en torno a la candidatura del Frente Popular y se limitaron a advertir
que la disyuntiva era estar con Frei (cara visible de la burguesía nacional y pro-
imperio norteamericano) o con Allende que, aunque por un camino (electoral)
demostrado múltiples de veces como inviable, seguía representando a las masas
populares las que se veían obligadas a concurrir a las urnas electorales. Pero esta
opción no obligaba, según los militantes de la VRM, a abandonar el nuevo surco
que se habían trazado: la lucha armada.
Para el MIR la revolución cubana, además del impacto que causó en el
imperialismo norteamericano, vino a colocar una lápida a las políticas
conciliadoras del reformismo que soñaba con generar cambios en y desde el
marco de la democracia burguesa. La enseñanza de los barbudos de la isla
caribeña fue (para el MIR) evidenciar la obsolescencia de la vía “pacífica” que
habían escogidos buena parte de las izquierdas latinoamericanas; los guerrilleros
triunfantes establecieron claramente que la vía armada era el más acertado de los
caminos a la liberación para las masas populares.
Pero igualmente aclaró que la cercanía geográfica con Estados Unidos, no era
obstáculo para generar los cambios necesarios, que pavimentaran el camino a
una sociedad más justa. Pero lo valioso para los miristas fue la confirmación que
solamente arrasando con “el mundo decrepito del capitalismo parasitario”171 era
posible liberar fuerzas auténticamente creadoras “sobre las cuales edificar la
nueva sociedad”172; es decir el uso de la violencia garantizaba la construcción de
la sociedad socialista. Por consiguiente, desde la perspectiva ideológica, no se
llegaría al socialismo recorriendo el camino trazado por las izquierdas
tradicionales.
Estas razones los hicieron creer que el destino de Cuba estaba estrechamente
ligado al porvenir revolucionario de los latinoamericanos. Y, por consiguiente, los
revolucionarios chilenos, en este caso los miristas en sus primeros tiempos,
debían estar atentos a lo que ocurriera en Cuba y realizar evaluaciones
recurrentes del proceso cubano.
171
Resolución de la III sesión plenaria del Comité Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia Nº 4 Página
1. Junio de 1966. Santiago de Chile.
172
Ibídem.
92
Apoyarla, si más ni más, era un riesgo para el mirismo. Para entonces la
hegemonía del trotskismo era evidente en la incipiente organización y, una
eventual alineación de Castro a la Unión Soviética, sería indudablemente un
problema grave para el MIR. A los ojos del MIR-Trotskista la URSS representaba
lo más concentrado de estalinismo y por consiguiente enemigos claros de una
auténtica revolución socialista.
Sin perjuicio de esta cautela, el proceso cubano fue evaluado como positivo para
el reordenamiento ideológico de las fuerzas populares. Para la lupa analítica del
MIR, hacía tiempo que la izquierda había abandonado las posiciones realmente
marxistas-leninistas (que permitirían conducir de buena forma la revolución) para
caer en manos de una hipertrofiada burocracia (propio de estalinismo) partidista.
Con el ejemplo de los <barbudos> se generó un fuerte proceso de radicalización
de las fuerzas populares (especialmente en el sector juvenil) iniciando un
rupturismo con las antiguas direcciones de los partidos de la izquierdas
tradicionales. En este proceso de ruptura emergieron múltiples “movimientos
insurreccionales, en las ciudades y en los campos, ajenos a la dirección reformista
y que”173 entraron en conflicto creciente con aquellas antiguas direcciones
políticas. Esta nueva realidad de las izquierdas latinoamericanas debía ser vista y
evaluada por el Partido Comunista cubano, cuyos dirigentes tomar conciencia que
las propuestas de los nuevos grupos (insurreccionales) estaban mucho más cerca
de la revolución cubana que las consideraciones y expresiones de los partidos de
tradición en la izquierda latinoamericana. Dicho de forma distinta, los miristas
<invitaban> a los cubanos, a la dirigencia comunista cubana, a evaluar y tomar
posición junto a las nuevas alternativas revolucionarias. Cuba no podía, según el
análisis del MIR, tener una actitud indiferente ante estos nuevos movimientos.
Hacerlo era desconocer una realidad en marcha que, por lo demás, permitía darle
seguridad al proceso isleño porque eran estas nuevas organizaciones
revolucionarias las únicas que llevarían adelante una verdadera campaña anti-
imperialista. Además, si Cuba, el gobierno de Fidel Castro, ignoraba esta nueva
situación política sudamericana, corría el serio riesgo de “…ponerse a merced de
173
Resolución de la III sesión plenaria del Comité Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia Nº 4 Página
2. Junio de 1966. Santiago de Chile.
93
las direcciones reformistas para impulsar una política revolucionaria, o sea caer en
el centrismo que vive de las amenazas pero que rehúye sistemáticamente el
enfrentamiento”174.
Con estas expresiones, el MIR (de primera hora) se colocó una línea política que
lo alejaba o al menos corría el riesgo de alejarse de la única revolución socialista
exitosa en Latinoamérica. Y, como consejo doctrinario los miristas <recordaron> a
los revolucionarios cubanos que la revolución en América Latina solo sería
impulsada por las masas explotadas que estuvieran dirigidas por los partidos
revolucionarios marxistas-leninistas y no por direcciones reformistas que lo único
que hacían era frenar el impulso de las masas y cualquiera que contemporizara
con esta tendencia solo lograría una estruendosa derrota y una no menor
desmoralización por eso que “los tratos de los revolucionarios cubanos con tales
elementos implican una contradicción fundamental”175.
174
Ibídem.
175
Ibídem.
176
Resolución de la III sesión plenaria del Comité Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia Nº 4 Página
3. Junio de 1966. Santiago de Chile.
94
No obstante el MIR (de primer momento) no tuvo filtro para afirmar que esa
Conferencia había reunido a “partidos nacionalistas burgueses y pequeño-
burgueses, a revisionistas de diversos matices, a delegados chinos o cercanos a
su posición y a unos pocos grupos y partidos revolucionarios”177. Ante lo cual el
análisis mirista hizo una diferenciación entre un encuentro de partidos
revolucionarios marxistas-leninistas de composición y objetivos homogéneos y,
otro evento al que concurren grupos heterogéneos con finalidades diversas. Este
último adquiría, al ojo mirista, el carácter de “Frente Único” símil a los constituidos
a mediados de siglo en la lucha anti-fascista. Y, una organización de este tipo
poco o nada ayudaría a los movimientos revolucionarios de Latinoamérica
Por consiguiente el análisis de la dirigencia mirista consideró adecuado abordar la
reunión de la Habana como una instancia estrictamente anti-imperialista y,
además, no caer en la confusión de asimilar al proceso cubano con la
Tricontinental porque el Partido Comunista de Cuba había construido en aquella
reunión posiciones fuertemente anti-reformista.
En sus reflexiones los miristas advirtieron que no caerían en los extremos en la
apreciación de la reunión de La Habana: no seguirían el camino oportunista de los
comunistas pro-soviéticos que ensalzaban sin pudor alguno el evento; ni menos
transitarían el sendero sectario de las organizaciones pro-china178.
En esta toma de posiciones los dirigentes miristas, porque este análisis nació en el
Comité Central de la organización, revelan una posición política atractiva por
enarbolar la independencia partidista respecto de influjos político-ideológicos
venidos desde el extranjero.
Rechazando las expresiones del grupo “Espartaco” el MIR dijo que esta postura
sectaria, era fruto de su subsumisión a las políticas de Pekín y que esa reacción
era más fruto de los ataques que Fidel Castro hacía al proceso chino, que por una
reflexión tranquila y objetiva que les permitiera observar y evaluar las enormes
contradicciones que se verificaban en la revolución cubana. De lo cual se
177
Ibídem.
178
Uno de los grupos pro-China (“maoístas”) más acido en su crítica a La Tricontinental fue “El Espartaco” de Chile. En uno de los
exabruptos políticos más recordados está la calificación que hicieron de Fidel Castro al expresar públicamente que Fidel Castro se había
convertido en la nueva cara del revisionismo soviético y, además hicieron un paralelo entre Eduardo Frei Montalva y el líder de la
revolución cubana diciendo que “”así como Frei y la Democracia Cristiana son el nuevo rostro del imperialismo, Fidel y el castrismo es el
nuevo rostro del revisionismo en América Latina”. Revista “Combate” Nº 20, citado en Estrategia Nº 4 Página 4.
95
desprendía claramente que una organización revolucionaria debía tener una
potente independencia en su análisis político: “Queda una vez comprobado que un
partido revolucionario no puede edificarse correctamente cuando su línea política
está subordinada a los intereses de un Partido o de un Estado extranjero”179.
De vuelta a la visión mirista, respecto de la Tricontinental, la organización
revolucionaria opinó que para entender la trascendencia de esta reunión se debía
tener en cuenta que era la constitución de un Frente Único de Fuerzas Anti-
imperialistas, en el que coexistían corrientes moderadas y otras más radicales.
Ese era el rasgo central: fuerzas políticas que esencialmente luchaban contra los
abusos imperialistas; pero en ningún caso era un evento en el que participaban
partidos políticos de reconocida esencia marxista—leninista.
¿Por qué el MIR definió La Tricontinental como la constitución de un Frente Único
de Fuerzas Anti-imperialistas? Razones hubo varias. En primer lugar (ya se dijo) el
evento fue variopinto porque participaron en él movimientos y organizaciones
potentemente disímiles. Participaron los comunistas pro-soviéticos y la burocracia
moscovita cuyo rasgo principal fue la defensa irrestricta de la llamada coexistencia
pacífica; además estuvieron presente algunos partidos socialistas tanto
reformistas como socialdemócratas. A este ya heterogéneo grupo se sumó el
nacionalismo de todas las modalidades: burgueses, pequeño-burgueses, centro-
derechistas y anti-imperialistas. Pero también concurrió el nacionalismo árabe que
había proscrito al Partido Comunista. A tal extremo llegó la diversidad de los
concurrentes que arribaron al encuentro delegaciones de la monarquía de
Cambodia.
En el contexto analítico del mirismo, la izquierda revolucionaria latinoamericana
estuvo representada por Cuba, el MIR de Perú y Venezuela, el Movimiento
Popular Dominicano y los guerrilleros de Colombia. Sin embargo no quedaron
satisfechos porque que hubo discriminación hacia varias organizaciones políticas
de la región y de otros continentes como Asia y África “…como el FNLA (Frente
Nacional de Liberación de Angola)” que conducía la lucha armada desde inicios de
la década del sesenta. Pero, también fueron excluidos de la magna reunión
179
Estrategia Nº 4 Página 4. Junio de 1966. Santiago de Chile.
96
“…casi todos los marxistas revolucionarios de América Latina y los grupos pro-
chino”. Pero lo más sensible para el MIR fue la exclusión del “MR-13 (Movimiento
Revolucionario 13 de noviembre de Guatemala) que en agosto de 1964 había sido
propuesto por la propia Cuba y eliminado posteriormente en una reunión
preparatoria de El Cairo celebrada en septiembre de 1965”180.
Tal como lo había advertido el MIR, la Conferencia Tricontinental fue un escenario
de contradicciones. Por un lado fue positivo que se re-confirmara que el camino
legítimo para los pueblos sojuzgados era la lucha armada, pero por otro no se dijo
claramente cuál sería el carácter de la revolución. Solo se limitaba la lucha a un
carácter anti-monopólica, lo que estaba muy lejos de ser enteramente anti-
capitalista. También fue positivo --- para los miristas --- que la Unión Soviética no
impusiera su lógica de la coexistencia pacífica; pero consideraron fue altamente
negativo que no se expresara claramente el carácter contrarrevolucionario que
tenían las burguesías nacionales y que se insistiera (aunque por omisión) en ello
sin sacar ningún aprendizaje de la traición de Sukarno, que a pesar del apoyo que
había recibido de los comunistas, terminó reprimiéndolos a tal extremo que le
causó miles de muertos.
A estos vacios y aciertos de la reunión el MIR sumó una fuerte crítica a las
declaraciones de Fidel Castro que, a pesar de haber sido hechas después de
terminado el evento, no dejaba de causar daño y confusiones en las filas de los
revolucionarios. Así, por ejemplo, consideraron que las palabras de Castro eran un
ataque al movimiento guatemalteco y a los trotskistas lo que para nada ayudaba a
la revolución latinoamericana pues abría la puerta para que los “…revisionistas,
adoradores de la vía pacífica” intensificaran “…las calumnias contra todos los
grupos auténticamente marxistas”181. Estas palabras del Comandante Fidel
Castro, esta posición política del jefe de la revolución cubana, no representaban
otra cosa que una transacción con el sovietismo y que Fidel, como político
“pragmático” (dice la declaración mirista) supo hacer bien. Para nada consideraron
que Fidel Castro se hubiese pasado a las filas revisionistas (como lo acusó el
grupo pro-chino Espartaco) sino que debía transar, negociar, con los soviéticos
180
Óp. Cit. Página 5
181
Óp. Cit. Página 7
97
porque Cuba necesitaba de la ayuda (económica) de Rusia para lograr enfrentar el
bloqueo imperialista de Estados Unidos.
Pero, al parecer, todas las declaraciones de la reunión en La Tricontinental
impresionaron como letra muerta porque no bien terminada la conferencia, los
soviéticos, el gobierno de Moscú, se apuró en declarar que su delegado había
formulado declaraciones representativas de organizaciones sociales de la Unión
Soviética y no la postura oficial. Por ello que la delegación comunista de Chile
declaró que “…la Conferencia no obligaba a todos los partidos a seguir la misma
línea (de insurrección armada) sino que en Chile continuaba vigente la vía pacífica
y electoral”182.
La movida de Castro fue considerada sólo una transacción, una jugada política,
pero en ningún caso podía ser catalogada de una traición o un paso hacia el
revisionismo. De ello, según el MIR, había bastantes pruebas. Algunas de ellas
eran las publicaciones chinas que aplaudían el hecho que el revisionismo (es decir
el sovietismo) no había logrado imponer totalmente sus criterios políticos. Otro
antecedente contundente que recordaban los analistas del MIR fue la crítica que
los yugoeslavos (seguidores de Tito) hicieron a Castro respecto de la validez y
legitimidad que le había otorgado a la insurrección armada. Y, por último, como
otra prueba del no revisionismo de Castro estaba la reacción histérica de la OEA,
organización a la el MIR llamaba “Ministerio de Colonias de USA”183, que
consensuó una declaración condenando La Tricontinental y todos y cada uno de
los acuerdos logrados, especialmente aquel referido a la lucha armada como
auténtico camino para liberar los pueblos latinoamericanos del oprobio
imperialista. Estas tres pruebas desmentían cualquier acusación de revisionismo
atribuido a Fidel Castro. Una cosa era transar algunos puntos y la otra era
claudicar. Y, para el MIR, Fidel Castro no había claudicado ante el Partido
Comunista ruso, solo había construido condiciones económicas favorables para la
revolución.
182
Óp. Cit. Página 9
183
Ibídem.
98
La “cuestión agraria”: los primeros acuerdos
Teniendo en cuenta esta reflexión previa, el mirismo alegó que la Reforma agraria
era solo una parte del problema; que más bien este proceso está inserto en un
marco más general y que es todas las dificultades que agobiaban al país. Y que
184
La Reforma Agraria y la Revolución Socialista. Resolución aprobada en la 2ª Sesión Plenaria del Comité Central. Página 2, Estrategia
Nº 2. Enero de 1966. Santiago de Chile.
185
Ibídem.
99
para los mirista chilenos este proceso, la reforma agraria, era parte consustancial
de la revolución socialista en Chile y que por lo tanto no “…puede desglosarse del
proceso revolucionario que conduce a los trabajadores a la conquista del poder y
al socialismo”186.
Dicho lo cual, la reforma agraria era un asunto de carácter político; en este caso
formaba parte de la política revolucionaria de carácter “histórico-económico” que,
si creemos interpretar adecuadamente, significaría que tiene directa relación con
la reivindicación de la clase popular campesina, al regresarle la propiedad de la
tierra; es decir “la tierra para el que la trabaja”.
Para el proceso reformista era necesario tener en cuenta los múltiples efectos que
causaba cualquier cambio en la realidad agraria del país. De partida las
transformaciones en el campo, en la propiedad y administración de la tierra, era
(es) un asunto que le importaba (importa) a toda la sociedad; introduce cambios
en la economía nacional y no sólo en la agraria; afecta la estructura y relaciones
de la clase dominante y; especialmente alteraría la estructura de las clases
sociales y la correlación de fuerza entre ellas. Esta reflexión compleja y extensa
hizo concluir a los miristas que:
“La Reforma Agraria forma parte de un proceso global e indivisible que se llama
revolución chilena socialista. Si ella no triunfa como tal revolución socialista será
incapaz de asegurar la conquista de la tierra y de los derechos democráticos a las
masas campesinas. No habrá revolución agraria masiva, drástica y acelerada sino
como parte del proceso que conduce a la transformación de la estructura
económico-social del país. Es decir como objetivo democrático-revolucionario de
la revolución socialista chilena”187.
Ahora lo que resultaba curioso en el alegato mirista, fue que para validar sus
dichos, no sólo optó por ideas leninistas, sino también apeló a expresiones de los
“enemigos de clase”. Lo hace seguramente, para demostrar que existe ofuscación
186
Ibídem
187
Ibídem.
100
y auto-engaño en la “otra” izquierda al caer en practicismo que a la luz de los
hechos surge como una forma de inmediatez política.
El MIR recordó las palabras de un alto dirigente del latifundio, Recaredo Ossa,
ante las proposiciones reformistas democratacristianas. Resulta altamente
interesante leerlas con atención porque reflejan la actitud de los latifundistas ante
el cambio de propiedad de la tierra: “…como parte de los empresarios libres de
Chile [aseveró Ossa] creemos que es un problema que afectará a todo el país,
pues su articulado constituye una liquidación al derecho de propiedad…”188.
Obviamente que las palabras empresariales presagiaron la tormenta social que se
aproximaba en el país, cuyo desenlace sería probablemente el más funesto para
las capas pobres de la sociedad y, naturalmente, para todas las izquierdas
chilenas.
Y, aquí, en estas últimas palabras dichas por Ossa, es donde encontramos la real
y efectiva dimensión de la propuesta del MIR en lo referido al mundo agrario pues
se trataba (¿trata?) de que cualquier cambio que se hubiese querido (¿quiera?)
introducir en la estructura económica, debía necesariamente terminar con el
concepto de derecho de propiedad burgués; es decir el liquidar la propiedad
privada. Pero esta situación no sería (es) producto de u n mero acto o de la
aplicación de la voluntad personal, sino que se trataba (trata) de un “…proceso
ininterrumpido, global e indivisible… [cuya]…culminación es la transformación del
país en una República Socialista”189.
Cabe recordar que para entonces (año 1965) la izquierda chilena estaba
organizada en el FRAP (Frente de Acción Popular) y que había sido derrotada
188
Ibídem.
189
Óp. Cit. Página 2
101
estruendosamente por la coalición del socialcristianismo apoyada por la derecha
chilena y (obviamente) el gobierno y capital norteamericano.
Pero la diatriba también se dirigió a la propia DC por los miristas vieron que el
proyecto reformista de marras estaba condenado al fracaso porque era un
proyecto tímido, vacilante y sobre todo inconsecuente (probablemente con lo que
se había prometido) que en definitiva abriría inexorablemente la posibilidad para
que los latifundistas tomaran fuerzas, se organizaran y las emprendieran contra
“…los jornaleros agrícolas, contra las masas campesinas pobres, contra la
pequeña burguesía agraria”190 alegando estar en contra de todo tipo de
colectivismo que (para la derecha chilena y mundial) es atentatorio a la liberta del
individuo de tener “lo propio”.
190
Óp. Cit. Página 2
191
Óp. Cit. Página 2
102
bajo una racionalidad que era aceptada incluso por instituciones tan respetables
como la Iglesia Católica.
Pero la confianza mirista en sus convicciones los llevó a diseñar una estrategia
(considerada novedosa) para excelsa tarea y ésta estaría configurada por la
“…movilización revolucionaria y extra-parlamentaria de las masas campesinas,
sobre la base de la firme convicción de que solo la respuesta violenta podrá
detener la contra ofensiva oligárquica y conducir a la conquista de la tierra y de los
derechos democráticos”192.
192
Óp. Cit. Página 2
193
Ibídem.
103
En la reflexión del mirismo incipiente se dijo que estos objetivos, todos de carácter
históricos, no podían ser alcanzados en aquellos instantes por la clase dominante,
a la que denominaron (en una conceptualización muy curiosa) “burguesías
coloniales” sino exclusivamente por el proletariado revolucionario (que se supone
el obrero industrial) sector social de los explotados que le correspondería el papel
de conducir a las demás capas de pobres, fueran estas del “campo o la ciudad”.
En esta etapa correspondía destruir el poder (Estado) burgués el que sería
sustituido por “…una democracia popular directa, como soporte de la dictadura
revolucionaria transitoria del proletariado”194. Resulta relevante el hecho los
acuerdos del mirismo tenga cuidado de señalar y recordar que dicha dictadura (la
del proletariado) sería sólo transitoria. Probablemente fue una forma de
diferenciarse y criticar solapadamente la situación ruso-soviética. No olvidemos
que el influjo trotskista en el mirismo de primera hora fue notable y notorio, por
consiguiente había que diferenciarse no sólo de la izquierda “practicista”, sino
además tomar posición a nivel internacional.
Este tipo de sistema revolucionario (democracia directa) era (al entender mirista)
el garante de la revolución que, entre otras cosas, liquidaría al poder burgués e
impediría la ilusión aliarse con supuestas “burguesías progresistas” para los
efectos de cumplir con la estrategia de la revolución por etapas. Obviamente que
esta aseveración constituyó una abierta crítica al Partido Comunista y a todas las
izquierdas nativas que apostaban por ensanchar la alianza hacia sectores de la
clase dominante que supuestamente tenían contradicciones insalvables con el
imperialismo.
104
época del capital financiero y de los trust, en la época del imperialismo…”195 las
capas medias eran víctimas del capitalismo financiero que las estrangulaba con
las deudas y el monopolio las ahogaba y en una especie de concertación tácita las
mantenía en el retraso tecnológico industrial de forma que sus formas productivas
se convirtieron en anti-económicas. No obstante, desde un sector de la burguesía,
supuestamente progresista, se proponían reformas, aparentemente estructurales,
que vendrían a satisfacer las demandas de este sector medio. El “dulce” que
ofrecía (según el mirismo) esa burguesía supuestamente progresista era incentivar
el minifundio y defender la propiedad familiar sobre la tierra como forma de parar
cualquier intento de nacionalizar el suelo (presumiblemente pasándolo a propiedad
del Estado) y colectivizar el trabajo agrario. El MIR reconoció que este “gancho”
del gobierno freísta a los campesinos medios, estaba dando los resultados
esperados, porque había entre los pobres del campo cierta ilusión que su
condición de miseria, sería superada con las medidas que se estaban
implementando en el proceso reformista del campo.
Sin embargo el MIR alegó que “…más pronto que tarde, lo precario de los
resultados, la lentitud de su curso, el transaccionismo democristiano con la
oligarquía, los problemas de pago de las tierras expropiadas o por expropiar,
demostraran nuevamente la insolvencia de la burguesía semi-colonial para realizar
una tarea que ella, en cuanto a burguesía en ascenso histórico, abordó en forma
jacobina…”196.
195
Óp. Cit. Página 3
196
Óp. Cit. Página 3
105
militar y comercial con los Estado Unidos de América, para lo cual se refugiaba en
la política internacional (iniciada por John Kennedy) conocida como la “Alianza
para el Progreso”. Para reforzar la acusación de pro-imperialista a la DC, los
miristas alegaron que el gobierno de Frei había entregado o (mejor dicho)
prolongado por veinte años más el dominio norteamericano sobre las riquezas
básicas, lo que constituía en un atentado al desarrollo de las fuerzas productivas
del país y por consiguiente condenándolo a la pobreza y dependencia con el
extranjero.
La actitud genuflextora de la Democracia Cristiana ante el país del norte era aun
más grave porque esta forma de pararse ante el gobierno estadounidense
coincidía con la decisión norteamericana de intervenir militarmente en cualquier
lugar de América Latina si veía que sus intereses estaban siendo amagados por el
peligro de la subversión castrista. No olvidemos que en esos años el carácter de la
revolución cubana representó un ejemplo para muchos izquierdistas
sudamericanos y en un peligro evidente para los Estado Unidos y sus aliados.
Por otra parte, el MIR creyó que cualquier intento de cambiar la situación en los
campos chilenos, además de la resistencia de los latifundistas, el entreguismo y
complicidad de los democratacristianos, existía lo que llamó el “cretinismo
parlamentario del FRAP”197. Es decir la estupidez del juego parlamentario y el
retraso ideológico de los partidos de las izquierdas chilenas, se conjugaban para
que la oligarquía latifundista pudiera seguir adelante con sus planes de trancar
cualquier cambio en el campo.
Ante este panorama de políticas para los trabajadores del mundo agrario, en que
la iniciativa política corría por los demócrata-cristianos, con el apoyo poco
condicionado de la izquierda “parlamentaria”, los miristas diseñaron su táctica. Se
reconoce que podría darse coyunturalmente que ellos y los campesinos, al igual
que el resto de los trabajadores, caminen en el mismo sentido que lo estaba
haciendo el gobierno con sus planes reformistas en el campo, pero que debía
mantener una “profunda desconfianza de clase” y desarrollar una táctica que
197
Óp. Cit. Página 4
106
implicara “recalentar el suelo”198 bajo los pies de la oligarquía aumentando la
intensidad de los conflicto al interior de este bloque social, sacar al pizarrón al
gobierno para que de cara ante las masas diera cuenta o explicara sus puntos de
vista y analizar paso a paso las transacciones y debilidades del proceso. Pero
aquello de marchar en el mismo sentido que lo hacía el gobierno
democratacristiano no significaba que los revolucionarios y el proletariado
asumiera como propio dichas reformas. Muy por el contrario, los miristas se
encargaban de aclarar que bajo los marcos del capitalismo nunca se podría llevar
adelante una reforma agraria que favoreciera los intereses de los campesinos, de
los trabajadores y del país. Muy por el contrario, una reforma agraria solo era
posible “a través de un proceso revolucionario insurreccional global e indivisible
que conduzca a la conquista del poder por los trabajadores (dictadura
revolucionaria transitoria del proletariado) y a la revolución socialista”199.
Para el MIR una justa, correcta y única política agraria consistía en “empujar a los
campesinos a tomar la tierra con sus propias manos, a conquistar sus derechos
democráticos, su pan y sus salarios mediante la acción directa (huelgas,
198
Óp. Cit. Página 7.
199
Óp. Cit. Página 8.
200
Ibídem.
201
Ibídem.
107
ocupaciones de fundos, creación de Milicias Campesinas para defenderse de la
represión terrateniente y estatal capitalista)”202
Una de las “cargas” que vivió el mirismo, fue la acusación (¿?) de que era un
movimiento de estudiantes pequeño-burgueses, que no conocían los rigores de la
explotación; que vivían a expensas de los padres y que solo hablaban desde la
teoría. Más allá de esta ofensiva caricatura no se puede negar que un fuerte
contingente mirista vino desde el mundo estudiantil. Al decir MUI o FER en el
mundo estudiantil se estaba evocando al MIR.
Del Movimiento de Izquierda Universitaria se tiene rastros ya a fines del año 1963.
Y, esto ocurre en Concepción. En esta ciudad, especialmente en su Universidad,
existían varios grupos políticos. Además de las juventudes socialistas y
comunistas estaban, por ejemplo, el GRAMA y la Vanguardia Revolucionaria
Marxista. Entre ellos no existía coordinación, ni menos una iniciativa de unidad.
Muy por el contrario, las disputas político-ideológicas tenían una doble cuna. Por
una parte estaba la polémica internacional entre los dos colosos socialistas: La
URSS y China; y, por otro, la desconfianza juvenil respecto del camino escogido
por el FRAP: el exclusivo camino electoral y el “pacifismo”, relegando casi hasta el
olvido la necesidad de un proceso revolucionario.203
202
Ibídem.
203
El MUI de Concepción. Revista Punto Final, página 9, nº 14 de la 2º quincena de octubre de 1966. Santiago.
108
partidistas locales hicieron lo imposible para impedirlo, sus bases juveniles
impusieron de facto el ansiado proceso de convergencia constituyendo el
Movimiento de Izquierda Universitaria (MUI)204
Los principios que declaró el nuevo movimiento fueron, entre otros, expresar la
irrestricta solidaridad con el campo socialista, sin hacer mucho distingo de
“moscovitas” o “pekineses”. Apoyo “militante” a la revolución cubana y a cuanto
movimiento de liberación que estuviera actuando; impulsar un consecuente anti-
imperialismo; creer ineludible la revolución chilena y; ya en el plano estrictamente
universitario luchar por la reforma estructural de la Universidad penquista205.
A fines del año 65, Robert Kennedy visitó nuestro país; para la época aquel
apellido representaba un nuevo tipo de dominación imperialista: la Alianza para el
Progreso. Por ello, la visita provocó irritación en la izquierda y particularmente en
la izquierda revolucionaria aglutinada en el MUI. Por eso Miguel Enríquez, Bautista
van Schouwen y Luciano Cruz encabezaron un numeroso grupo de estudiantes y
marcharon hacia el lugar universitario donde el senador norteamericano daba una
conferencia. Según recordó de don Edgardo Enríquez Fröden --- destacado
médico, rector de la Universidad penquista, ex -ministro de Estado y padre de
Miguel --- el visitante habría bromeado refiriéndose al auditorio, lo que causó
hilaridad en la comitiva del legislador yanqui. Miguel al percatarse de la insolencia
204
Ibídem.
205
Ibídem.
109
del congresista, se levantó de su asiento y lo espetó en un perfecto inglés,
sorprendiendo a los norteamericanos.
206
Ibídem
110
democracia cristiana. Los resultados de la elección fue: 1.100 votos para la DC;
820 para el MUI; 196 para el PC y; 130 para el PS.207. Para toda la izquierda, pero
con mayor énfasis para el MUI, la Universidad y los cambios estructurales que ella
necesitaba era uno de los principales desafíos políticos del año 1967.
La “U” penquista había experimentado una reforma a partir de 1964. Para este
proceso contó con ingente recursos proveniente tanto de “negocios propios” como
de ayuda internacional, especialmente de fundaciones norteamericanas208.
Aquella transformación de la actividad universitaria implicó, entre otras muchas
medidas, la creación del llamado “año básico” o “Propedéutico”. Este hecho
generó, en opinión de los estudiantes, una verdadera anarquía y sobrecarga de
trabajo. El dato relevante de esta situación habría sido la relevación de una
encuesta aplicada a los alumnos de la Escuela de Química y Farmacia en la que
se constató el uso extendido de drogas “para soportar el ritmo apremiante de
controles, trabajos de laboratorio y exámenes”209. Además con escandalosas
características, pero puntualmente, los estudiantes se enteraron del despido de
dos profesores del Instituto de Filosofía, Francisco Ugarte y Ramón Menanteaux,
ambos militantes de la izquierda local. La razón que esgrimió la superioridad fue
que no estaban en posesión de sus títulos correspondientes; sin embargo para los
estudiantes este era inusual porque era usual la práctica de contratar profesores
que no estaban titulados. Sin perjuicio de esta supuesta discriminación con los
mencionados docentes, quedó al descubierto cierta desprolijidad en la formación
de los profesionales universitarios penquistas.
207
Ibídem
208
Nos referimos a la Lotería de Concepción y a los aportes de las fundaciones Ford; Kellogg; Rockefeller; y Fullbright. Revista Punto
Final. Nº 29. Página 17. Segunda quincena de mayo de 1967. Santiago.
209
Ibídem
111
masones y radicales, los otros tres militaban en las filas de la democracia
cristiana.
Sin duda que las contradicciones entre las aspiraciones estudiantiles de mayor
democracia universitaria, de abandonar el influjo norteamericano (vía fundaciones)
y los deseos de mantener el statu quo por parte de las autoridades tenía que
estallar. El epicentro del conflicto se ubicó en la escuela de sociología. Allí el
210
Balance de una lucha. Revista Punto Final, páginas 36 y 37, nº 40. Martes 24 de octubre de 1967. Santiago.
211
Ibídem.
112
centro de estudiantes, que estaba dirigido por el MUI-MIR, se lanzó en un potente
movimiento huelguístico que incluyó la toma del local e involucró a los docentes.
Esta contienda probablemente fue la más espectacular vista en la zona penquista.
Las refriegas callejeras entre el tristemente célebre “Grupo Móvil” de Carabineros
y los estudiantes sucedían prácticamente todas las semanas del mes de
septiembre. Decenas de detenidos, estudiantes heridos, invasión policial al
campus universitario, asambleas en los patios y en las Escuelas, solidaridad activa
de sindicatos carboníferos y textiles; desorientación de los partidos del FRAP y
desconcierto en la democracia cristiana universitaria y juvenil. Hechos nunca antes
visto como captura de carabineros por parte de los estudiantes y negociaciones
para canjear prisioneros. De estas escaramuzas es la anécdota de Luciano Cruz
que escapó de la más importante Comisaría de Concepción donde se encontraba
detenido. Así fue que como el año 67 se puso a prueba el ímpetu insurrecionalista
de esta nueva izquierda universitaria. Reyerta política y lucha callejera fueron
templando el acero de algunas decenas de jóvenes penquistas. Nuevos líderes se
visibilizaron no solo con encendidos discursos de cambios, sino asimismo
ocupando las calles y enfrentando a quienes querían invisibilizarlos. Los costos
pagados no fueron menores. Luciano Cruz y Jaime Jana fueron encarcelados y
procesados por la Corte Marcial de Concepción, después de 10 días en prisión y
ante la presión de los estudiantes y de organizaciones sindicales, fueron puestos
en libertad y se normalizaron temporalmente las actividades universitarias212.
212
Diario El Sur. Sábado 7 de Octubre de 1967. Año LXXXV. N° 28817.
113
estudiantes --- según la policía --- miristas se habían dedicado a lanzar (como
avance de propaganda armada) “petardos” y arrojar panfletos213. Los involucrados
en el agravio a la bandera nacional fueron Edison Barría Brevis y Jorge Arturo
Grez, los que fueron suspendidos por acuerdo del Consejo de la Universidad.
Asimismo, la Federación de estudiantes salió públicamente a repudiar lo que llamó
“actitud anti-universitaria”214.
En este escenario, que según algunos académicos consultados por la prensa, era
de extrema politización215 se abrió el proceso electivo de la Federación de
Estudiantes. La Democracia Cristiana había dominado durante varios años esta
organización estudiantil; la izquierda, tanto la perteneciente al FRAP como a la
que transitaba “por fuera” de este pacto, se mantenía dividida y con fuertes
resquemores entre ellos.
213
Diario El Sur. Jueves 19 de Octubre de 1967. Año LXXXV. N°28829.
214
Diario El Sur. Viernes 20 de Octubre de 1967.Año LXXXV. N° 28830.
215
Diario El Sur. Viernes 10 de Noviembre de 1967.Año LXXXV. N° 28851
114
protesta. La réplica a esta propaganda vino de la DC que intentó re-editar una
“mini” campaña del terror voceando lo peligroso que sería para el normal
desarrollo de la vida universitaria, que la izquierda marxista-leninista asumiera el
control de la FEC. Alegó que los paros, tomas, marchas y permanentes conflictos
dificultarían el normal desarrollo de las clases y por consiguiente desmejoraría la
formación profesional o, en caso extremo, el período académico se acortaría o
cancelaría216. Paradójicamente a la cabeza de la DCU estuvo quien años más
tarde sería uno de los centenares héroes (¿mártires?) del MIR: Arturo Hillerns y
que además es ejemplo de la mutación de centenas de cristianos que
desembarcaron en las filas de una organización marxista-leninista.
115
planetaria” y la agresividad e intervencionismo descontrolado del imperialismo
norteamericano; las dictaduras de Brasil y de Argentina; la provocativa “revolución
en libertad” y la tibia “chilenización” del cobre eran, entre muchos hechos, hechos
sometidos a sesudos y latos análisis.
Pero su agitada vida por los cambios chocó con el marco de una Universidad que
chillaba conservadurismo en todos sus rincones y, obviamente las contradicciones
afloraban en cada minuto y en cada adoquín de la cotidianeidad. Estos jóvenes
comprendieron que para iniciar los cambios, debían transitar de lo inmediato y
simple a lo más lejano y complejo. Entonces se acoplaron a quienes buscaban
reformar la Universidad para terminar con “la función de la educación superior
como fábrica de profesionales para el sistema”220 y progresivamente se fueron
vinculando solidariamente con los “pobres de la ciudad” para testimoniar que la
Iglesia debía trabajar con los desposeídos. Uno de estos muchachos fue “Arturo
Hillerns, quién además hacía policlínico para el Hogar de Cristo”221.
219
“A Camilo” o “Cruz de Luz”. Poema de Daniel Viglietti. Homenaje al cura guerrillero Camilo Torres Restrepo.
220
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic al autor. 05 de mayo del 2013
221
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. Óp. Cit.
222
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. Óp. Cit.
116
empezaron a militar en el MIR y otro tanto, mis compañeros de curso de
medicina”223 entre los que estaba el antiguo rival de Luciano Cruz.
223
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. Óp. Cit.
224
Revista Punto Final. 1ª quincena de agosto de 1966. Santiago
225
Revista Punto Final, página 16. Primera quincena de agosto de 1966. Santiago
117
familias acomodadas o de la “pequeña burguesía” accedieran a la Universidad.
Quedaban fuera los hijos de campesinos y obreros. Por razones financieras las
universidades, particularmente la Universidad de Chile, no estaban en condiciones
de becar a los estudiantes de escasos recursos. Y se creía que los chilenos
pobres se identificaban con la izquierda, obviamente que el mundo universitario
debía ser esquivo para el socialismo, comunismo u otras organizaciones
izquierdistas226. Naturalmente que la explicación quedaba “corta” porque las
presidenciales del año 64 favorecieron a la democracia cristiana y la alta votación
obtenida por Eduardo Frei no emanó exclusivamente de la derecha o de las clases
pudientes.
Dicho lo cual es fácil percatarse que la tarea de las filas miristas no sería fácil.
Escuelas como la de Derecho o Medicina, le serían recurrentemente esquivas. No
obstante existía el Instituto Pedagógico, escenario más amistoso para el desarrollo
de las ideas políticas revolucionarias.
226
Revista Punto Final, página 16. Primera quincena de agosto de 1966. Santiago
118
este campus de estudio, facilitaron la asociatividad y complicidad grupal para
echar las raíces del mirismo universitario santiaguino. Entre los muchos cuadros
estudiantiles empezaron a destacarse futuros dirigentes miristas como Sergio
Pérez Molina y poco más tarde Lumi Videla.
“Todos los del FER tenemos una orientación insurreccional”227 declaró sin
ambages Raúl Zohr. El joven dirigente buscaba establecer las enormes diferencias
que existían entre la naciente organización y todas las que le precedían.
El FER, sigla del Frente de Estudiantes Revolucionarios, nació a mediados del año
1966 en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. En opinión de Zohr
con el nacimiento del FER se rompía una tradición. Era costumbre en el mundo
universitario, especialmente en la Universidad de Chile que los dirigentes juveniles
de los distintos grupos políticos se reunieran, conversaran, discutieran hasta
trasnoches para enseguida levantar o crear frentes estudiantiles o movimientos
227
En el Pedagógico se matriculó la rebeldía. Revista Punto Final Nº 12. Página 6. 2ª Quincena de septiembre de 1966. Santiago.
119
para exigir, como máximo objetivo, reformas a la anquilosada dinámica y
estructura universitaria nacional. Con el naciente FER ello no sería igual --- opinó
Zohr --- por ellos se habían planteado un objetivo aun mucho mayor; ni más ni
menos que buscaban impulsar un movimiento, que además de ser insurreccional,
tenía una clara orientación socialista. ¿Cómo había nacido esta organización
estudiantil tan pretenciosa? Para los años sesenta el conflicto Moscú versus Pekín
atravesaba a todas las organizaciones marxistas del planeta. Chile y “sus
izquierdas” no podían estar ajenos al comentado fenómeno. No olvidemos que la
política chilena recurrentemente está siendo influida desde el exterior. Las
referencias político-ideológicas de entonces se encontraban en Washington,
Roma, Bonn, Moscú, La Habana y Pekín.
La información periodística dice que habría un “gran lío” entre los jóvenes
socialistas y los comunistas, a raíz de la campaña “Sangre para Vietnam”, el que
llevó a los “elementos más conscientes se dieran cuenta que ese no era el
camino”228, de disputas intra-izquierda el que permitiría desplegar una eficaz lucha
antiimperialista. Esos elementos, entiéndase como estudiantes, convocaron a una
asamblea de Escuela para los efectos de debatir sobre el rumbo que seguirían. El
acuerdo no pudo ser otro que la creación de una comisión coordinadora de todas
las fuerzas políticas existentes en el Pedagógico. Así es como la comisión fue
conformada por delegados del Partido Socialista, el MIR, Espartaco, el Partido
Socialista Revolucionario (trotskista) y dos independientes. Los únicos que por
opción quedaron afuera de la novel organización fueron los jóvenes comunistas.
228
Ibídem.
120
“en las nuevas condiciones históricas y políticas, el reformismo burgués
democristiano, no ha podida ocultar, tras la demagogia de la “revolución en
libertad”, la misma impotencia de clase del Radicalismo que comenzó con Pedro
Aguirre Cerda y culminó con Gabriel González Videla”229
Pero lo dicho no significó que el gobierno estuviese atravesando por una crisis
política. Muy por el contrario; y el MIR se apresuró en aceptarlo. La alegación se
afirmó en los dispendiosos préstamos norteamericanos; en la abrupta subida de
precio del cobre; se incrementó la exportación de hierro y la producción de carbón
había aumentado. A su vez el comercio internacional con la región pasaba por un
buen momento gracias a las leyes y las visitas diplomáticas del gobierno chileno.
Pero todo este auspicioso panorama que Frei y su partido lo achacaban a una
supuesta capacidad creadora y gestión política, estaba muy lejos de serlo. Para el
MIR existían potentes factores externos que influirían, con o sin “revolución en
libertad”, en un auge temporal de la economía chilena:
229
“De la crisis de la Revolución en Libertad surgirá la revolución socialista”:.Tesis nacional aprobada en el II Congreso del MI el 4 de
septiembre de 1966 en su 5ª Sesión plenaria del Comité Central. Publicada en Revista Estrategia Nº 7, página 2. Enero de 1967.
Santiago de Chile.
230
Ibídem.
121
Ni es producto del bombo de la revolución en libertad el aumento del precio del
metal rojo en el mercado de Londres”231
No obstante este repunte económico absolutamente transitorio no llegaba a las
mayorías, no era extendido a los trabajadores del país, sino que favorecía
exclusivamente a las clases pudientes, a los sectores que el MIR llamó “burguesía
nacional”232. Más aún, ni por muy auspicioso que fuera, siempre resultaba
mezquino para los intereses nacionales porque la riqueza básica principal (el
cobre) seguía controlado por empresas norteamericanas. La Chilenización del
cobre, emprendida por el freísmo, no “daba el ancho” para rescatar la totalidad de
los intereses nacionales comprometidos en la minería cuprífera.
231
Óp. Cit. Página 5.
232
Óp. Cit. Página 1.
233
Óp. Cit. Página 11.
234
Óp. Cit. Página 12.
122
sentido de la reducción del gasto fiscal, los sueldo serían reajustado por debajo de
los índices inflacionarios contrayéndose la demanda interna y por tanto afectando
a la producción de la industria nacional la que, a su vez, estaría obligada a reducir
los costos y qué mejor que despidiendo a trabajadores.
Este cuadro llevó al mirismo a elaborar tareas políticas que implicaran no sólo
colocarse al frente de las luchas populares, sino además lograr crecimiento
partidista aprovechando las condiciones de lucha en que se enfrascaban los
sectores populares y medios.
235
Óp. Cit. Página 13.
236
Ibídem.
237
Ibídem.
238
Ibídem.
239
Ibídem.
123
Las tareas revolucionarias acordadas en el II Congreso del MIR:
Tres fueron los frentes sociales definidos para el trabajo político del MIR: el frente
sindical, el frente campesino y el frente de pobladores. Curiosamente la
documentación oficial (la Tesis) no habla del frente estudiantil, a pesar que era el
sector más activo en el período.
240
“De la crisis de la Revolución en Libertad surgirá la revolución socialista”. Óp. Cit. Página 23.
241
Ibídem.
242
Ibídem.
124
particular; una asignación familiar igualitaria243, la defensa de las conquistas
previsionales”244.
Pero esta vinculación no sería real sin la instancia orgánica partidista que
cumpliera la tarea definida. Por eso, el II Congreso de miristas decidió constituir la
Comisión Nacional Sindical, tanto a nivel nacional como a escala regional.
243
La legislación establecía una odiosa discriminación al establecer una asignación familiar de superior monto para los hijos de
empleados.
244
“De la crisis de la Revolución en Libertad surgirá la revolución socialista”. Óp. Cit. Página 22.
245
Ibídem.
246
Ibídem.
247
Su presidente era Luis Figueroa Mazuela.
125
El frente campesino. Revelando escaso interés en el trabajo político campesino
(en sus tesis no le dedica más de nueve líneas) acuerdan acelerar y organizar (se
deduce que no tenían trabajo político en el campo) “el trabajo en este frente
dedicando particular atención al trabajo en el sector del proletariado agrícola”248 y
para llevar adelante esta tarea se imprescindible “conocer los problemas del
campo, tener conciencia de la estructura social campesina, ligarse con los
trabajadores de este sector, analizar y estudiar sus problemas, enviar compañeros
abnegados a ayudarlos en sus luchas”249. Esta misión debía ser permanente,
especialmente en las provincias agrarias. No se registra ninguna disposición de
orden orgánico, ni tampoco instrucción a militantes. Es decir la preocupación
política por el mundo campesino no pasa más allá de una bien intencionada
declamación, lo que resulta de extrema gravedad para las políticas
revolucionarias, especialmente porque para entonces se vivía la Reforma Agraria
que impulsaba la “revolución en libertad”. Esta falencia vino a ser corregida un par
de años más tarde con la constitución del Movimiento de Campesinos
Revolucionarios.
El frente de pobladores.
No muy distinto a lo ocurrido con los campesinos fue la preocupación por el sector
poblacional. Breves frases bien intencionadas fueron las resoluciones de los
congresales del mirismo. Se planteó que el gobierno freísta estaba dispuesto a
crear instancias “policlasistas” entre los pobladores. Y, para tal cosa, se disponía
a promulgar la ley sobre Juntas de Vecinos. Por ello el MIR declaró que ellos
estaban dispuestos a apoyar organismos poblacionales con inspiración de clases
y que si había Ley de Juntas Vecinales su trabajo estaría orientado hacia “…hacia
los sectores proletarios pauperizados, a fin de sostenerlos en su inevitable choque
con la burocracia gobiernista, con su estructura burguesa legalista y con sus
amarras gubernamentales afianzadas por subvenciones”250.
248
“De la crisis de la Revolución en Libertad surgirá la revolución socialista”. Óp. Cit. Página 24.
249
Ibídem.
250
Ibídem.
126
No obstante, Humberto Valenzuela, fundador y dirigente del MIR, aportó al
Congreso un análisis de la iniciativa gubernamental para organizar legalmente en
Juntas de Vecinos a los pobladores. Lo hace porque consideró que la constitución
de Juntas de Vecinos era “motivo de una importante discusión en el seno de las
organizaciones obreras, tanto políticas como sindicales, centros de madres y
comités de pobladores”251. La visión de Valenzuela es clara. El dirigente consideró
que con la comentada ley el gobierno freísta buscaba un apoyo social más ancho
que el que podía brindarle su partido. Pero no sólo esto era su objetivo. La mirada
gobiernista estaba dirigida a controlar una “gran masa inorganizada, agrupándola
en las Juntas de Vecinos”252 tratando de impedir que cayeran “dentro de la órbita
de los partidos obreros y fundamentalmente en la órbita del proceso
revolucionario”253.
251
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Página 34. Revista Estrategia Nº 6. Septiembre de 1966. Santiago.
252
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Página 35. Óp. Cit.
253
Ibídem.
254
Una interpretación del desempleo en Chile. Francisco Rosende Ramírez. Página 71. Documento pdf. Ver en
www.cepchile.cl/dms/archivo_1625_1450/
127
altamente explosivo. Las experiencias de tomas de terrenos que dieron origen a
poblaciones populares era algo que los demócrata-cristianos querían canalizar
racional y “legalmente”.
255
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Página 35. Óp. Cit.
256
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Página 36. Óp. Cit.
257
Ibídem.
258
Ibídem.
128
III Congreso mirista: continuidad y cambio. La crítica y los cambios internos
La formación del MIR se debió, en gran parte, a la crítica que hizo el trotskismo
chileno a la izquierda. Por ello estimamos que viejos dirigentes obreros,
intelectuales y profesionales trotskistas tuvieron un papel protagónico en la
conformación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Es un mérito que debe
ser reconocido en la historia de este partido. Sin la batería ideológica del
trotskismo, sin la presencia social –aunque escasa- y la experiencia política de
comunistas disidentes, habría sido más dificultoso que naciera y desarrollara el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Estos hombres, estos militantes
revolucionarios creyeron ineludible la misión de constituir una nueva organización,
de sesgo particular y diferenciador. Aquella peculiaridad fue imprimirle cierto sello
de autonomía e independencia respecto a Moscú y Pekín. Conjuntamente de se
declaró como una organización profundamente democrática y no un Partido
monolítico, en el que todos pensaran igual259.
259
Convocatoria a la Asamblea Constituyente. El Rebelde, pagina 3, julio de 1965
260
Andrés Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
129
alcanzaban a convertirse en “escuelas de guerrillas”, no pasaban más allá de
exploraciones y reconocimiento territorial. Incluso con indisimulada intencionalidad
política las autoridades penquistas declararon estridentemente que se habían
recibido:
Entre los factores internos, que no fueron pocos, concurrieron algunos de potente
relevancia interna. Edgardo Enríquez (considerado como el “más impetuoso y
apegado a la línea”) al referirse al período 1965 y 1967en una entrevista a
mediados de 1972 dijo que el MIR “...no logró superar la debilidad que había
aquejado a los otros grupos que... habían precedido en el intento de construir un
partido revolucionario en Chile. Durante...dos años, el MIR no logró ir más allá de
un círculo de propaganda y discusión ideológica, sin lograr una base política de
261
Declaraciones del Intendente de Arauco Pablo Estrada a diario La Crónica. Miércoles 14 de Febrero de 1968. Año XX. N° 5685
130
masas...”262. En estas lapidarias palabras sintetizó la crítica al ideologismo
impuesto por el trotskismo que termina siendo un sello de la historia inicial del
mirismo. Recordemos que los acuerdos del II Congreso, después de un
exhaustivo análisis de la situación política, hablaron de una fuerte, progresiva y
ascendente penetración en los frentes sociales, colocando mayor énfasis en los
trabajadores, relegando relativamente a otros sectores sociales como pobladores
y campesinos.
“…no había una realidad organizativa muy grande, salvo esta influencia que tenían
algunos dirigentes sindicales, fundamentalmente eso, entonces el grupo que entra
al MIR, estudiantil que veníamos en su mayor parte del PS y algunos del PC es el
grupo más dinámico por el contexto en que se da, es un momento en que hay una
efervescencia alrededor de los temas del movimiento estudiantil universitario viene
el proceso de reforma universitaria después, con un gran debate, ya había una
activación a mediados de los 60, cuando se funda el MIR, luego es un grupo que
va tomando influencia primero en Concepción en la FEC y luego va ganando
influencia en el pedagógico y así se va extendiendo hacia fines de los 60 a través
del país, entonces eso permite un crecimiento del sector juvenil del MIR,
estudiantil fundamentalmente, pero que venía dándose antes del III Congreso del
MIR, no es que a partir del III Congreso se de esa situación, no,… porque ya
venía dándose una dinámica, porque ya reclutábamos bastante para el MIR y eso
262
Edgardo Enríquez Espinoza. Documentos Internos. Año 1972
131
es lo que permite ganar el III Congreso, si no. no hubiese habido la mayoría para
ganar ese Congreso…”263.
A su vez, estos viejos cuadros político-sindicales, con ascendencia y legitimidad
en su frente “natural”, miraban con relativa desconfianza el ímpetu juvenil. Incluso,
algunos se sintieron agredidos por la irreverencia con que fueron tratados por los
nóveles militantes miristas. Uno de los fundadores del mirismo, Humberto
Valenzuela, recordó que “….uno de los principales cargos que Enríquez me hacía
personalmente, era que yo me había pasado 48 años metido en los sindicatos y
no había conseguido hacer la revolución…”264. Pero no solo fueron las formas en
el trato político lo produjo el quiebre. Se colige de las palabras del citado
Valenzuela que hubo contenidos políticos que gravitaron con más fuerza:
“una diferencia sustancial, que ellos la hacían ver, lo que hace que ellos finalmente
se desliguen. Porque no había caso de hacerles entender a este grupo que toma
la dirección el año 67, que el rol de la clase obrera, de la lucha urbana, la
perspectiva del desarrollo de huelgas, que la herramienta fundamental sea la
huelga para llegar a una huelga general a partir de la cual se llegara a condiciones
insurreccionales, y el trabajo en otros sectores de la sociedad para unirse al
movimiento obrero en una lucha insurreccional, eso no cabía en el esquema que
nosotros estábamos materializando, ni en la práctica que del año 67 para adelante
empieza a llevar la dirección nueva del MIR encabezada por Miguel Enríquez”266
132
“no tradicionalistas”, conformada por un por jóvenes socialistas y comunistas,
marginados de sus partidos a inicios de la década del sesenta y, que algunos
antiguos militantes denominan “viriatismo”267 en alusión al nombre “político”
utilizado por Miguel Enríquez, “Viriato”.
267
Lautaro Videla Moya. Entrevista 12/12/2012.
268
Antecedentes del MIR. Miguel Enríquez. Documentos Internos, página 175.
269
Un recado para Javiera. Carta enviada a la Red “Charquicán” por un ex militante del MIR bajo el seudónimo de “Gonzalo/Rodrigo”
fechada el 28 de enero del año 2004.
133
revolución. Con este diagnóstico, los jóvenes miristas, tanto de Concepción como
de Santiago, en estrecha relación con pobladores que para entonces mostraban
iniciales síntomas de radicalización, se fueron al evento congresal dispuestos a
resolver el conflicto. Un paso fundamental para esta decantación era ineludible
hacerse de la conducción partidaria.
134
En Concepción los miristas habían alcanzado un buen desarrollo y prestigio en las
contiendas universitarias. Incluso, para el momento del III Congreso Luciano Cruz
había alcanzado la testera de una de las organizaciones universitarias más
importantes del país como era la FEC. Y, lo hizo con dos importantes señales. Su
lista fue unitaria sumando hasta la representación socialista. Y, su éxito implicó el
desplazamiento de la democracia cristiana universitaria. El MUI-MIR en Santiago
se había hecho fuerte en algunas plazas universitarias como el Instituto
Pedagógico. Además, el MUI-MIR había iniciado relaciones en la zona del carbón,
en las industrias textiles de Tomé, en algunas poblaciones de Concepción,
Talcahuano y Chiguayante; en definitiva la expansión social de la influencia mirista
permitió “ganar” el III Congreso:
“el grupo que entra al MIR, estudiantil que veníamos en su mayor parte del PS y
algunos del PC es el grupo más dinámico por el contexto en que se da, es un
momento en que hay una efervescencia alrededor de los temas del movimiento
estudiantil universitario viene el proceso de reforma universitaria después, con un
gran debate, ya había una activación a mediados de los 60, cuando se funda el
MIR, luego es un grupo que va tomando influencia primero en Concepción en la
FEC y luego va ganando influencia en el pedagógico y así se va extendiendo
hacia fines de los 60 a través del país, entonces eso permite un crecimiento del
sector juvenil del MIR, estudiantil fundamentalmente, pero que venía dándose
antes del III Congreso del MIR, no es que a partir del III Congreso se de esa
situación, no,… porque ya venía dándose una dinámica, porque ya reclutábamos
bastante para el MIR y eso es lo que permite ganar el III Congreso, si no. no
hubiese habido la mayoría para ganar ese Congreso, ahora desde un comienzo,
ese trabajo estudiantil que nosotros desarrollábamos permitió incluso antes que
estuviéramos en el MIR cuando estábamos en la Juventud Socialista, vínculos con
sectores sociales y esos vínculos fueron fundamentalmente con sectores
campesinos cuando hacíamos trabajos de verano……..entonces había una
preocupación de este sector estudiantil de vincularse con la realidad social, y por
tanto con otros sectores, por ejemplo había un trabajo en Concepción donde
estaba Luciano y otros compañeros, que iban a trabajar al Carbón, establecer
vínculos a repartir periódicos agitación y vinculación o ya desde antes cuando
estaban en la JS, Miguel por ejemplo, hacía trabajo en el sector poblacional que
había en ese tiempo en las márgenes del BIO.BIO, o en la población que había al
lado de la Universidad de Concepción, y también en Santiago, por ejemplo
nosotros íbamos en trabajos de verano a San Felipe, a Rinconada, y teníamos
vínculos con gente campesina, ninguna influencia muy grande, básicamente se
hicieron CONTACTOS, aprendíamos, entonces ya había una dinámica de
acercamiento a esos sectores.270
270
Andrés Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
135
Estrategia mirista de 1967: la vía armada
271
¿Y después del 4, que?: perspectivas de Chile después de las elecciones presidenciales (1970). Ver en
http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/obras.htm.
272
¿Y después del 4, que?: perspectivas de Chile después de las elecciones presidenciales (1970). Ver en
http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/obras.htm.
136
El análisis de la realidad nacional de Andrés Pascal, destacado militante e
integrante de la camada joven, coincide con Vitale (“trotsko” y “tradicionalista) al
decir que:
“a partir del 67 viene un agotamiento del encanto con la Democracia Cristiana, con
la revolución en libertad, se empiezan a ver los límites de la promoción popular, de
la reforma agraria, la propia DC había generado una expectativa de incorporación
de inclusión social, en el campesinado en los pobladores que habían crecido
mucho alrededor de las ciudades, la gente allegada que no tenía lugar donde
vivir, entonces comienza a generarse una dinámica de movilización, y ahí el MIR,
principalmente a través de los jóvenes del MIR, se inserta el MIR en esos
sectores, se sigue creciendo en los estudiantes, pero a partir del 67 lo que toma
fuerza es la política de ir de la universidades a los frentes sociales, al campo,
incluso muchos dejan de estudiar”273
273
Andrés Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
274
Ibídem.
137
socialismo. Más que una definición hubo un afán de estudio y búsqueda en el que
ninguna práctica de lucha quedó fuera. Trataron de comprender la revolución rusa;
las acciones de la Revolución francesa e incluso se exploró en el proceso
independentista chileno, construyéndose una crítica al carácter oligárquico que
tuvo y, de algún modo rescatando el papel de Manuel Rodríguez como expresión
de los sectores medios de la sociedad chilena275. Otro ex dirigente precisa que no
recuerda que se hubiesen estudiado experiencias locales, por la simple razón de
que:
En esta misma construcción, según recuerda Andrés Pascal Allende, también fue
preocupación el tema regional o, visto desde un ángulo opuesto, el centralismo.
Así lo recuerda el antiguo dirigente: “otro tema que nos impactaba sobre todo a
Miguel, era el tema regional, la crítica al centralismo, al Chile central versus las
regiones”277.
275
Ibídem.
276
Lautaro Videla Moya. Entrevista 12/12/2012.
277
Andrés Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
138
hay que agregar el enorme contingente de cristianos, muchos derechamente
católicos, que pasaron a engrosar las filas del MIR.
278
Luis Vitale asegura que después del III Congreso “El Comité Central funcionó durante un año y medio en un ambiente fraterno y sin
diferencias políticas. Por consiguiente, es falsa la afirmación -hecha a posteriori por algunos- de que el III Congreso significó el
desplazamiento total de los antiguos dirigentes y de la política anterior. Por el contrario, los de más larga militancia tuvimos mayores
posibilidades de comunicación diaria, entendimiento y comprensión respecto de los anhelos de la nueva generación que asumió la
conducción del MIR”. Ver en Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Al parecer esta relación
cordial con los no tradicionalistas corresponde a una experiencia estrictamente personal.
La opinión de Humberto Valenzuela es diametralmente opuesta a la de Vitale. Valenzuela considera que Enríquez (y su fracción) no
respetaron la autonomía de los pobladores. Al respecto denuncia “hasta antes de la división del MIR, las directivas de los campamentos
eran elegidas por las bases; después, la fracción de Enríquez optó por imponerlas. Generalmente el MIR, designaba un Jefe,
nombramiento que recaía siempre en elementos universitarios; esto lo pudimos comprobar en los campamentos "La Unión", "Ranquil",
"Fidel Castro" y otros. De esta manera, no eran los pobladores quienes designaban a sus dirigentes, sino el MIR”. Historia del
Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Páginas 138 y 139. Colección Papeles para armar. Editorial Quimantú. Año 2008.
139
organización. En lo poblacional, el profesor Vitale, citando a otro dirigente
(Humberto Valenzuela) asegura que “la influencia del MIR en los pobladores se
consolidaba”, hecho supuestamente consignado por el aludido Valenzuela, el que
habría escrito “Nuestro trabajo se centró en el campamento que se levantó en San
Miguel, en la Gran Avenida. Después fue Santa Adriana y Santa Elena.
Posteriormente, en el Campamento "26 de enero", donde se destaca Víctor Toro,
extendiéndose la influencia del MIR en el seno de los pobladores sin casa”279.
Aparentemente nuestro profesor Vitale incurre en un error. No así Valenzuela
porque éste dice que “…desde antes de la división, el MIR empezó a actuar en el
seno de los pobladores sin casas. Nuestro primer trabajo se centró en el
Campamento que se levantó en San Miguel, en la Gran Avenida, casi frente a la
Municipalidad. Después fue el de Santa Adriana, donde uno de los elementos
nuestros más destacados fue una compañera elegida dirigente por la masa de los
pobladores. Después fue la población Santa Elena, donde igualmente destacó la
compañera Geo. Posteriormente, fue el Campamento "26 de Enero", donde
empieza a destacarse Víctor Toro y a extenderse la influencia del MIR en el seno
de los pobladores sin casa”280.
279
Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Luis Vitale.
280
Historia del Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Páginas 138 y 139. Óp. Cit.
281
Mario Garcés Duran. Página 199. Año 2002. Citado por Graciela Alejandra Lunecke Reyes en Violencia urbana, exclusión social y
procesos de guetización: La trayectoria de la población Santa Adriana. Ver en
http://revistainvi.uchile.cl/index.php/INVI/article/view/604/1010
140
campamento. Probablemente lo que hicieron los miristas fue penetrar en el frente
social, en este caso en la población Santa Adriana y de esta forma ir configurando
el concepto de vanguardia política.
Pero no sólo los pobladores fueron preocupación del mirismo pos III Congreso.
También lo fue el campesinado; especialmente quienes militaban en el mundo
universitario de la ciudad penquista. Estando la FEC en manos del MUI-MIR se
programó y ejecutó el trabajo de “verano” del año 1968. Para ello se dispuso una
re-orientación de las tareas y el lugar escogido fue la provincia de Lebu. Hasta allí
llegaron los universitarios penquistas dando inicio a la actividad de verano el 5 de
febrero. El acto inaugural se realizó en el teatro municipal con la intervención del
Alcalde de la comuna, Aldo Pinto Miranda, y el presidente de la Federación, el
estudiante de medicina y dirigente mirista Luciano Cruz.
141
En cambio los dirigentes miristas estudiantiles consideraron necesario terminar
con el asistencialismo que otras directivas (ligadas a la democracia cristiana)
habían practicado en las tareas estivales. La nueva impronta debía ligarse
estrechamente al objetivo revolucionario. Por ello lo importante era dar claridad
(trazas de vanguardismo) a los trabajadores de la necesidad de cambios
profundos en el país. Los estudiantes de Concepción pensaban que lo mejor para
los campesinos (visos de vanguardismo) hacerles conciencia de clase, que sin
ésta era imposible reivindicar sus derechos; estaban convencidos de la inutilidad
en construir una escuela o una sede social si Chile era un país capitalista
subdesarrollado282.
282
La Crónica, Viernes 9 de Febrero de 1968. Año XX. N° 5681
283
La Crónica. Miércoles 14 de Febrero de 1968. Año XX. N° 5685
284
Ibídem.
142
Las denuncias políticas de “agitación y guerrillas” de las autoridades entroncaron
las discrepancia internas en el MIR. La antigua dirigencia temió que la corriente
mayoritaria (viriatismo) impusiera la idea del “foquismo”; así se desprende de lo
escrito por Humberto Valenzuela, quien expresó “en el Tercer Congreso Nacional
del MIR en 1967, la tendencia mayoritaria llegó a plantear la necesidad de abrir el
foco guerrillero. El foco activaría a la clase obrera, sería la chispa que encendería
la Pradera”285. No obstante la dirigencia viriatista estuvo lejos de tentarse con el
camino guevarista:
La tensión interna (así lo deja ver Vitale) se debió esencialmente en el sello que le
imprimió a la conducción partidaria la nueva dirección encabezada por Miguel
Enríquez. Para el antiguo militante (quien tenía excelentes relaciones personales
con el viriatismo) esa impronta causó serios problemas internos, hecho que se vio
285
Historia del Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Página 135. Óp. Cit.
286
Andrés Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
143
cruzado por las elecciones presidenciales del año 70 y la propuesta de la dirección
para hacerle frente:
287
Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. Óp. Cit.
288
Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. Óp. Cit.
289
Revista Punto Final, Nº 81. Editorial. 17 de junio de 1969. Santiago.
144
periodista y director de la Revista Punto Final, Mario Díaz, que acompañado por
un integrante del Instituto chileno-cubano había viajado hasta Chillán el día cinco
de junio y permanecido allí hasta el día domingo 8 por consiguiente él jamás pudo
haber participado en los hechos que se le acusaban. A su vez Enríquez, después
de analizar la situación política nacional e internacional, concluyó que los ilícitos
podían ser un montaje de la policía política, del gobierno y de la derecha porque
sólo los favorecía a ellos, toda vez que los estigmatizaba como violentistas y
terroristas. A mayor abundamiento Cruz agregó que a los revolucionarios no los
favorecía, que el secuestro podía ser obra de una venganza porque el periodista
de marras y el diario mismo se dedicada a explotar el morbo y que en esa línea
había publicado y hecho reportajes involucrando a delincuentes comunes y
“homosexuales”.
La prueba esgrimida por Cruz (de haber permanecido en Chillan) era un tanto
frágil. Si bien había viajado hasta la ciudad de O’Higgins (y de ello hubo testigos)
ello no descartó la posibilidad que regresara por algunas horas a Concepción,
efectuado el operativo “Osses” y retornado. Tiempo hubo suficiente porque el
secuestro fue realizado el día seis de junio (viernes) por la tarde/noche.
Difícilmente para un profesional de la prensa y con la fijación que tenía Osses
Santa María en los dirigentes del MIR y con la apariencia física de Luciano Cruz
(de fácil recuerdo) se pudo haber equivocado al reconocerlo como parte del
comando.
La policía, con el tiempo y los recursos que disponía (y siempre dispone) no podía
“errar el tiro” en atribuirle a los miristas y en especial a Luciano Cruz la
responsabilidad en los hechos. De hecho, un poco reconocido militante y dirigente
mirista de Concepción, Marcelo Ferrada Noli, reconoce en Cruz Aguayo la autoría
intelectual y material del secuestro de Osses:
“El 6 de Junio de 1969 una unidad formada por Luciano en estricta clandestinidad,
e integrada por una militante de Santiago y el resto de Concepción/Talcahuano,
toma prisionero a Osses luego de un trabajo de inteligencia puesto en acción por
la compañera venida de Santiago, la legendaria militante - también de la segunda
generación - Ingrid Ximena Sucarrat Zamora. Ingrid vino a ser una de las primeras
militantes mujeres del MIR declarada "fuera de la ley" y perseguidas en Chile, y la
145
que por durante más tiempo tuvo que permanecer en la clandestinidad. Luego de
llevarlo a una casa destinada para los efectos en Talcahuano, e interrogarlo, lo
embardunan con alquitrán, sobre el alquitrán le echan plumas de gallina, y en esa
forma sueltan a Osses a la salida de la Casa del Deporte de la Universidad de
Concepción mientras una gran multitud de estudiantes hacía su salida luego de
una reunión festiva general. Era el tiempo de la semana mechona”290.
La represión policial/judicial (que quedó en manos del juez José Cánovas Robles)
trajo como consecuencia la persecución de militantes capitales para el trabajo
290
Nelson Gutiérrez. In memoriam. Notas sobre la Historia del MIR. Marcelo Ferrada-Noli Stockholm, 2008. Ver en
http://ferradanoli.files.wordpress.com/2010/08/marcello-ferrada-noli-nelson-gutierrez-historia-del-mir.pdf
291
Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. Óp. Cit.
146
político; entre otros fueron requeridos, no todos capturados, los miristas José
Bordas Paz, M. Isabel Cárcamo, Luciano Cruz Aguayo, Miguel Enríquez Espinoza,
Marcelo Ferrada Noli, José Goñi Carrasco, Fernando Krauss Iturra, Sandra Lidid
C., Oscar Lynch Gaete, Lily Rivas; Aníbal Matamala Vivaldi, Marcia Merino V.,
Juan Saavedra Gorriateguy, Bautista Van Schouwen, y Arturo Villavela Araujo.
Varios de estos requeridos terminaron detenidos y encauzados al igual que otros
simpatizantes y filo-miristas santiaguinos como Gastón Salvatore, su mujer Giselle
Groenewold, Patricio Figueroa, Patricio Díaz y Alejandro Dorna que para entonces
ocupaba el cargo de presidente del Centro de Alumnos del Instituto Pedagógico.
La idea central de Vitale era denunciar la estrechez de las políticas del gobierno
reformista burgués de Frei, demostrar su ineficacia para resolver los problemas del
país y, especialmente, de los trabajadores chilenos. Una vez develada la
inoperancia del gobierno, levantar con fuerza las políticas antiimperialistas del
MIR. Era el camino para hacer conciencia a los trabajadores que la chilenización
era insuficiente y que era necesario “ir por más”, es decir la nacionalización no
solo del cobre, sino además otras riquezas como el servicio telefónico (a cargo de
292
Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. Óp. Cit.
147
la infausta ITT293) y eléctrico. Para Vitale agitar banderas anti-imperialistas
implicaba ligarlas con las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores y,
además ligar todo este accionar con operaciones de solidaridad y apoyo a
organizaciones latino-americanas revolucionarias294.
El viriatismo con sus dos propuestas (“Elecciones, no; lucha armada único camino”
y “Solo una revolución entre nosotros pueden llevarnos a una revolución en Chile”)
quiso enfrentar la polémica en el IV (frustrado) Congreso. Lo que favoreció la
emergencia de estos planteamientos fue el contexto internacional con la
proliferación de la guerrilla y el estrado nacional que mostró un incremento del
movimiento y conflictualidad de masas. Además estuvo la justificación histórica:
desde su nacimiento la preocupación por la lucha armada y el desprecio por las
vías “pacíficas” fueron la marca del MIR. Y, para ser consecuente con estas
definiciones era necesario introducir concepciones distintas. Una tenía que ver con
el tipo de partido y militante y, por la otra el camino a la revolución. En ambos
conceptos se proyectó un futuro y se criticó el pasado de la organización.
293
Sigla de la “International Telephone Telegraph” que a inicios de la década de los setentas fue denunciada públicamente por su
vinculación con acciones conspirativas en contra de la posibilidad de éxito electoral de la Unidad Popular.
294
Contribución a la historia del MIR. Capítulo V Política y práctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. Óp. Cit.
148
pesar que existía relativos acuerdos internos en lo referido al Programa y la
Estrategia del Partido, subsistían “confusiones, insuficiencias y diferencias en la
proyección concreta del “qué hacer”, persisten y se tornan cada vez más agudas,
pudiendo llegar a impedirnos cumplir con el único objetivo que justifica nuestra
existencia como organización y que es a la vez el único vínculo que nos une:
hacer la Revolución y para ello iniciar la lucha armada al más breve plazo
posible”295.
295
Solo una revolución entre nosotros pueden llevarnos a una revolución en Chile.
296
Ibídem
297
Ibídem
298
Ibídem
299
Ibídem
300
Ibídem
149
ausencia de discusión y formación política; este hecho debilitaba al MIR y además
terminaba desfigurando la realidad política de la organización, trasladando las
soluciones y/o críticas al plano “de lo ético, lo moral, lo personal, los caudillismos,
la impunidad tendencial” lo que confería “fuero para no hacer nada”301.
301
Ibídem
302
Ibídem
303
El documento de marras cuenta con un cuarto punto denominado “Qué ha sido y en qué estado estaba el MIR” que trata del
desarrollo de la organización entre su momento fundacional y el instante de efectuar la propuesta de cambios. No se incluye en este
apartado porque (en buena medida) el tema está desarrollado a lo largo de este estudio.
304
Solo una revolución entre nosotros pueden llevarnos a una revolución en Chile.
150
proceso de descomposición, entre otras cosas, porque se desconfiaba del camino
electoral. Afirmación que avalaron citando cifras creciente de abstención electoral.
Otro elemento característico del momento político era la reagrupación de los
grupos derechistas305 y los éxitos electorales obtenidos306. Esta progresión
también favoreció a la izquierda agrupada en el socialismo y el comunismo,
subiendo de un 10,3% en 1965 a un 12,2% en 1969 (el primero) y de un 12,4% en
1965 a un 15,9% en 1969 (el segundo). Quienes vieron caer su votación fueron los
democratacristianos. El PDC cayó de un 42,3% en 1965 a solo un 29,8% en 1969.
No obstante en el documento visto no se reflejó este indiscutible ascenso en la
votación de quienes el MIR motejaba de partidos reformistas electoreros. El MIR
dijo que “…a pesar de haber fracasado el FRAP como alternativa al ascenso de la
lucha de masa y al derrumbe democratacristiano, logró mantener su votación”307,
afirmación, como lo hemos registrado, estuvo muy lejos de la realidad por cuanto
el Partido Socialista como el Comunista había subido en su votación entre 2 y 5
puntos porcentuales respectivamente. Pero no se equivocó el análisis al decir que
se evidenciaba una polarización (“agudización de la lucha de clases”) y que se
debilitaban las posiciones centristas (PDC y PR)
305
Este reaglutinamiento se logró al fusionarse tres corrientes derechistas representadas por el Partido Liberal, el Conservador y la
llamada Acción Nacional. Se registró su creación en mayo de 1966 con el objetivo de revertir el desgaste electoral.
306
El Partido Nacional para 1969 representaba alrededor del 20% del electorado, constituyéndose en la tercera fuerza política del país
eligiendo a 33 diputados. Ver Historia de Chile. 1891-1994. Cristián Gazmuri. Página 260. Instituto de Historia, Pontificia Universidad
Católica de Chile y Ril Editores. Año 2012. Santiago de Chile. Ver también
http://historiapolitica.bcn.cl/partidos_politicos/wiki/Partido_Nacional
307
Solo una revolución entre nosotros pueden llevarnos a una revolución en Chile.
308
Ibídem.
151
ascenso persistente del movimiento obrero, campesino y estudiantil, un
escepticismo generalizado en las elecciones como camino y por la colaboración
de clases en las combinaciones postulantes”309.
309
Ibídem.
310
Ibídem.
311
Ibídem.
152
comunes era el carácter que tenía la organización social y política de Chile. Para
tal cosa se afirmó que nuestro país era vivía un período semi-colonial, con un
modelo capitalista atrasado, desigual y combinado (idea del trotskismo) pero que
poseía una industria y minería más o menos desarrollada; a diferencia de lo que
pasaba en el campo donde subsistía “un capitalismo agrario atrasado”312, por tanto
se descartó totalmente la posibilidad de un feudalismo agrario. En este marco
económico quienes detentaban el poder era una “alianza entre el Imperialismo y
las burguesías industriales, financiera y agraria”313, concluyendo que no existía en
“Chile un sector de la burguesía “antiimperialista” o “nacional” susceptible de
aliarse para una revolución”314. Con esto descartó de plano la idea de una
revolución democrático-burguesa en la cual se agotaran las tareas del capitalismo
para, luego dar inicio a la perspectiva socialista. De este colofón se desprendió la
idea-fuerza que la revolución, la que el MIR debía emprender, era de un “carácter
de antiimperialista y anticapitalista a la vez, esto es, será fundamentalmente
socialista” y en este proceso “las clases motrices de la Revolución en Chile son los
obreros y campesinos”315.
Será en esta sentencia donde quede inscrito el futuro del MIR y de centenas de
sus militantes. La lucha armada era el camino apropiado, pero esa guerra de
clases no sería de cualquier tipo. Esta lid entre los de arriba y los de abajo no
adoptaría “la forma de “insurrección de masas” o de “levantamiento general”. No
será a través de una huelga general, con movilización campesina, ocupación de
312
Ibídem.
313
Ibídem.
314
Ibídem.
315
Ibídem.
153
las ciudades por las masas y levantamientos en el ejército reaccionario, que en
pocas horas derrumbará al régimen”316.
A su vez se desarrollaría en la ciudad sólo desde una perspectiva táctica “pues por
un lado existen dificultades inherentes a este tipo de lucha (por la naturaleza de
las ciudades, concentración del poder represivo en ellas, etc.) pero por el otro es
en las ciudades donde reside la clase obrera, y es a ella a la que movilizaremos a
316
Ibídem.
317
Ibídem.
318
Ibídem.
319
Ibídem.
320
Ibídem.
154
través del contenido anticapitalista de nuestras acciones.321” Todo lo anterior no
descartó otros medios de lucha, especialmente aquellas que fueron definidas
como “de masas”, de trabajo político en las Fuerzas Armadas (el llamado “trabajo
en F) y las huelgas reivindicativas y “generales”.
En último lugar, pero no por ello menos importante que las anteriores condiciones,
se consideró como término ineludible que el MIR hubiera “formado políticamente a
los cuadros”325; que se hubiera elaborado claramente el tipo de propaganda “para
cada sector social”; que hubieran ejecutado suficiente agitación entre los sectores
sociales “prioritarios; que la mayoría de la militancia tuviera instrucción militar
(“intermedia”) y que la clandestinidad (a la que se estaría expuesto
constantemente durante la “guerra”) no frenara al accionar político.
Para alcanzar este estadio en la lucha revolucionaria era necesario cumplir con
determinadas tareas y plazos. Plazos para darle una conducción (vanguardismo) a
321
Ibídem.
322
Ibídem.
323
Ibídem.
324
Ibídem.
325
Ibídem.
155
la lucha social y política de los chilenos explotados. Las tareas para que los
militantes se formaran y pudieran conducir adecuadamente la lucha revolucionaria.
Era todo un desafío político que difícilmente podemos verificar en otros actos
inaugurales de organizaciones políticas de izquierda chilena.
Para una precisión de los “plazos” recurrieron (terminó siendo práctica extendida y
consuetudinaria) a analizar la situación política. Creyeron estos noveles analistas
estar viviendo un período favorable para el momento electoral que se avecinaba,
pese (según lo que habían dicho) al escepticismo generalizado hacia el
electoralismo. Por consiguiente el torneo presidencial terminaría arrastrando
“masa”. Lo que no quedaba claro en aquellos momentos era a cuánta masa
arrastraría la dinámica electiva. Por tanto se evaluó como importante iniciar la
construcción de una alternativa revolucionaria adelantándose a “la relativa fiebre
electoral”. Por ello definieron como objetivo político “iniciar el período de acciones
directas antes de 1970 y preparar las condiciones necesarias para el inicio de la
guerra”328. Esto último entendido como “el comienzo del enfrentamiento regular o
326
Ibídem.
327
Ibídem.
328
Ibídem.
156
irregular entre dos ejércitos”329. Estas definiciones exigían otras tantas en otros
aspectos. Por ejemplo era necesario precisar las “formas concretas que adquiriría
la guerra”330; no se trataba solamente de decir que habría guerra, sino además era
necesario anunciar, de forma más o menos certera, cómo se mostraría esa
conflagración de clases. Así es como aseveró el viriatismo que la guerra de clases
en Chile se afirmaría en cuatro grandes columnas, “que le entregarán
permanencia, presencia política nacional, provocarán dispersión al enemigo y
entregarán un camino a las masas, a la vez que las organizarán. Estos pilares
son: los focos guerrilleros rurales, los focos guerrilleros urbanos, los focos de
dispersión urbana y rural y la organización política clandestina”331. Cada uno de
estos núcleos tendría su impronta y su tarea específica. La guerrilla rural estaría
compuesta por “unidades militares sólidas” que operarían en zonas “políticamente
adecuadas, además de geográficamente aptas”332 y su tarea sería afianzar “la
continuidad estratégica del camino armado, combatir y guiar políticamente a los
sectores influenciables”333. Se echa de menos, en esta propuesta de instalar
guerrillas rurales (al estilo guevarista) una explicación de qué significaba unidades
militares solidas; tampoco se caracterizó (aunque fuera elementalmente) una zona
apta políticamente para que actuara la guerrilla y, menos se indicó cuál sería el
trabajo preparatorio para activar un foco guerrillero. Probablemente fue con la
intención de dejarles la misión a los estrategas militares de la organización; los
que (según el propio diagnóstico de los analistas) no los tenía.
Los núcleos urbanos, vistos como tácticos, tendrían como misión principal la de
visibilizar ante la sociedad que “algo” estaba pasando en el país. Es decir les
cabría principalmente el papel de propaganda y agitación. Además asumirían el
papel de hostigar permanentemente al enemigo, es decir al Ejército y a la policía:
329
Ibídem.
330
Ibídem.
331
Ibídem.
332
Ibídem.
333
Ibídem.
157
a la población que una Revolución se desarrolla en el país, además de cumplir el
334
rol de combatir en la retaguardia del enemigo” .
Luego se propuso crear un tipo de unidades poco conocido para entonces. Fueron
a las que se llamó “focos de dispersión urbanos y rurales”335 cuya misión (ni más
ni menos) sería “provocar la dispersión al enemigo, golpeándolo fuertemente y en
muchas partes”336. Serían muchas unidades pequeñas, autónomas, de poca
logística y liberadas de cualquier quehacer político, probablemente para preservar
un estricto clandestinaje. Por último, para complementar las acciones guerrilleras
estaría una orgánica política cuyo objetivo sería explicar previamente a una acción
(guerrillera) la necesidad de ésta, explicar el problema que se resolvía con este
tipo de acciones y darle formación (político-militar) a quienes desearan
incorporarse a las huestes guerrillera, amén de publicitar la estrategia y desplegar
la propaganda correspondiente. Dicho de forma distinta, la organización política
cumpliría un papel de apoyo a los focos guerrilleros.
334
Ibídem.
335
Ibídem.
336
Ibídem.
337
Ibídem.
338
Ibídem.
158
era ineludible terminar con las “tendencias” a través de la discusión política; pasar
prontamente a la clandestinidad e iniciar el trabajo (en serio y no discursivamente)
en los asuntos militares (“especiales” le llamaron internamente)
339
Ibídem.
340
Ibídem.
341
Ibídem.
159
de Partido, poco fieles en la estrategia, “democratoides” en la organización,
“heterogéneos políticamente, herederos de una estructura originada de una
federación de grupos”342. Por varios años (se dijo) operaron “con esas
concepciones y con ese tipo de organización blanduzca”343.
342
Ibídem.
343
Ibídem.
344
Ibídem.
345
Ibídem.
160
discutirlas, la minoría ocasional se someta a la mayoría y una fuerte disciplina
asegure aquello”346.
En pocas palabras se buscaba mutar totalmente a los militantes, “debe ser otro”,
se sentenció. No sólo debían ser purgados los llamados “aficionados”, tampoco
sería suficiente “cumplir pasivamente con los horarios de reunión”348, se pedía
mucho más. Pero, quizás lo más intrigante del documento fue la afirmación de que
“no sólo no ingresará el que quiera, sino que tampoco se irá nadie cuando
quiera”349. Probablemente esta frase dio origen a la vulgaridad de que “del MIR
nadie puede salirse”. Por ello que la entrega al partido tendría que se total, a tal
346
Ibídem.
347
Ibídem.
348
Ibídem.
349
Ibídem.
161
extremo que sería la organización quien decidiría “si se profesionaliza o no, si
trabaja, estudia, donde vive, etc.350”.
350
Ibídem.
351
Ibídem.
162
que se inicia la dispersión no sólo del mirismo, sino de toda la izquierda
revolucionaria.
“yo creo que hubo diferencias de contenido, pero también empezaron a haber
diferencias prácticas, si uno tenía una estrategia política con una mirada más
vinculada a la ciudad, obviamente que las formas de organización, que había que
adoptar eran distintas, y en esa época la estructura del MIR era en general
pública, aunque se dijera otra cosa. Costó mucho convencer a Miguel – a lo mejor
tenía pensado hacerlo de otra manera- lo que pasa es que uno hinchaba para
hacerlo uno, entonces se dio formación a las bases clandestinas, por primera vez
se empezó un reclutamiento que no fue público, sino que fue una decisión que se
le tuvo que imponer a la dirección, porque ya se estaba haciendo de todas
352
Contribución a la historia del MIR. Capítulo VI La división del MIR (27 de julio de 1969). Luis Vitale.
353
Ver en “Movimiento de Izquierda Revolucionaria. 1970-1973: vivencias, coyunturas y documentos”. Carlos Sandoval Ambiado.
Editorial Escaparate.
163
maneras, eso tiene consecuencias prácticas. La concepción estratégica diseñada
para el campo, haya creído o no Miguel en ella, pero eso era lo que estaba escrito,
o la concepción más urbana te obligaba a cambiar cuestiones más organizativas y
te obligaba a cambiar cuestiones políticas… había que generar un marco de
vinculación con los movimientos sociales distintos, eso que yo ahora lo puedo,
explicar y abstraer en que no me demoraría un minuto, fue un proceso largo, que
en ir y venir, entre lo práctico y lo teórico…”354
No se puede entrar a historiar el giro que tuvo el MIR, sin antes recordar el
contexto social y político, que vivía el país en las postrimerías del gobierno freísta.
354
Entrevista a Rafael Ruiz Moscatelli. 01/ 2013. Santiago
164
al Partido Nacional355 era una clara notificación de ruptura para las pretensiones
de la Democracia Cristiana. A su vez, Radomiro Tomic, abanderado
democratacristiano por estos hechos y por los avances (aunque por debajo de las
expectativas) del gobierno de Frei en materias sociales, laborales, educacionales
e incluso (aunque relativamente) en cuestiones de la dignidad nacional
(chilenización del cobre) estaba obligado a ofrecer un programa de mayor sentido
social y reivindicación nacional. El panorama político-social no era halagüeño para
sus pretensiones electorales y aunque se jugase por conquistar voto popular (con
la idea de “unidad popular por la base”) era prácticamente imposible seducir a una
mayoría para obtener un triunfo. A su vez, la izquierda representada en el bloque
electoral, que se convertiría en Unidad Popular, no podía ofertar algo que
estuviera por debajo de la “Revolución en Libertad” del freísmo.
355 Dagoberto Ortega Gálvez, dirigente campesino en el fundo La Piedad y testigo de los hechos relató a la prensa que "se hallaban los
dueños de fundos Carlos Montero Schmidt, dirigente del Sindicato de los empleadores agrícolas. Alheño Benavente Palma, Alcalde de la
Comuna de Longaví, miembro del Partido Nacional y hermano del dueño de La Piedad: Joaquín García Huidobro; Atiliano Parada,
Regidor del Partido Nacional de la Municipalidad de Linares: Patricio Arbou: Reinaldo Muñoz y los hermanos Juan y Roberto
Irribarren…”. Diario La Nación 05 de mayo de 1970. Santiago, Chile
165
superaban el medio millar y tendía a subir en número. Las autoridades políticas no
permitirían aquello y por tanto ordenaron a Carabineros que mantuvieran un
permanente acoso sobre los pobladores instándolos a abandonar el lugar.
Refriegas menores se sucedieron. Meses antes (octubre de 1968) un confuso
incidente terminó con varios pobladores detenidos, tres de ellos heridos a bala y
más de dos decenas de Carabineros con lesiones menores. A medida que el
tiempo transcurría la tensión, la tirantez, entre la policía y los pobladores se
agudizaba. Se presagiaba lo peor y así ocurriría.
166
había limitado a dejar constancia ante Carabineros de lo sucedido en su
propiedad. Más aún, para aquellos días, existía ya pleno acuerdo para expropiar
(comprar por parte del Estado) el terreno y construir allí una población.
Nuevamente la mano dura del Ministro Pérez Zujovic caería sobre los osados
campesinos que atentaban contra la sacrosanta propiedad privada. La madrugada
del último día de julio ordenó la movilización del Grupo Móvil hacia Los Andes. El
momento escogido era aun más favorable para el gobierno. Los campesinos,
después de la intervención de autoridades políticas, habían accedido a liberar al
167
latifundista de forma que el “escudo humano” supuestamente protector ya no
existía. El contingente policial y el dispositivo persuasivo, según relato de un
periodista, resulta impresionante:
“constaba (la fuerza de Carabineros) de seis buses de transporte del Grupo Móvil,
seis tanquetas Mowag de la misma unidad y dos destacamentos de caballería. En
total 600 hombres. Fuerte armamento moderno, incluyendo ametralladoras. Por
añadidura, un eficiente equipo de comunicaciones permitió al General Araya
(Humberto) dirigir las acciones a buen recaudo…”356.
La estrategia policial fue simple pero eficaz. Se rodeó el predio y se lanzó tanto a
la tropa de infantería como motorizada sobre los campesinos. La defensa de éstos
fue más que nada simbólica. Desconocían los efectos de los gases y de cómo
enfrentarlos, por tanto rápidamente apareció una bandera blanca en señal de
rendición. Pero el ataque policial continuó obligando a los trabajadores a huir
desordenadamente por los potreros, situación que fue aprovechada para
detenerlos. El “orden público” y el derecho a la propiedad fueron eficazmente
restablecido; las reivindicaciones campesinas (reajuste y trato digno) fueron
aplastadas con las humillaciones y encarcelamiento de los dirigentes. El fin último
de esta acción político-policial del gobierno freísta fue notificar a quienes se
tentaran con medios de presión no contemplado en la ley, serían drásticamente
castigados. La máxima portaliana de irrestricto respeto a la autoridad se cumplía.
Tanto así que llevó al periodista-testigo a reflexionar en los siguientes términos:
“…cualquier intento de convertir la experiencia del fundo San Miguel en una táctica
de lucha generalizada para la izquierda revolucionaria, parece estar destinado al
fracaso. Sin embargo, la actitud de franca rebeldía de los campesinos contra la
injusticia de su situación, inyectó una corriente de acción que necesitaba la
izquierda. La experiencia de San Miguel ha de ser analizada para buscar un mejor
aprovechamiento de las nuevas posiciones tácticas en la lucha social chilena”357.
356
La “Batalla” del fundo San Miguel. Artículo del periodista Augusto Carmona. Revista Punto Final Nº 61.
357
La “Batalla” del fundo San Miguel. Artículo del periodista Augusto Carmona. Página 29. Revista Punto Final Nº 61.
168
gobierno freísta y que en lenguaje popular se le llamó “los chiribonos”. Lo que
buscaba el gobierno de Frei Montalva era instalar un pacto social entre
trabajadores y empresarios. Era como abrir espacio a una tregua en la lucha de
clases que para aquellos días (año 1966 a 1967) estaba crecientemente
agudizada. Una herramienta para esta paz social era el crear un fondo de
capitalización con un ahorro obligatorio tanto para los empresarios como para los
trabajadores, a la vez que se decretaba la suspensión de los más elementales
derechos sindicales (el de negociación y huelga)
169
Pero también se dieron luchas obreras particulares y radicales. Una de ellas fue la
protagonizada por los obreros de la industria Wagner, Stein y Cía. Conocida como
SABA. El 1ª de junio del año 68 iniciaron la huelga legal los trabajadores de esta
industria. Esta paralización de faenas se efectuaba en el marco de la legalidad
vigente, toda vez que habían agotado todos los caminos legales. Por varias
semanas (como era de costumbre) los empresarios guardaron silencio ante las
peticiones obreras. En silencio, pero no inmovilizada la parte patronal realiza una
acción que tuvo un carácter provocador. A mediados del desarrollo de la huelga el
empresario-administrador de la planta ordenó sacar un sinnúmero de materiales
de las bodegas. Ello significaba que varios trabajadores tuvieran que realizar esta
labor, lo que en la práctica los convertía en rompe-huelgas (krumiros) situación
que el sindicato y demás trabajadores lo impedirían porque era un derecho legal el
que estaban ejerciendo. Esto fue suficiente para que el dueño de SABA
denunciara ante las autoridades del Trabajo y solicitara la pérdida del fuero y
autorizara la caducidad de los contratos para los dirigentes.
170
estalló un incendio en las instalaciones. Este hecho fue motivo suficiente para
apresar a los involucrados (incluyendo a todas la dirigencia sindical) y acusarlos,
además de las leyes sobre orden y seguridad pública, del delito de incendio.
Varios meses encarcelados estuvieron los 28 obreros, era otra forma habitual de
imponer la autoridad en democracia.
358
Liceanos a la Lucha. Revista Punto Final, Nº 84. Página 10. Julio de 1969. Santiago de Chile. Tanto Catalán Febrero como Hugo
Cárcamo llegaron a ocupar cargos de relevancia en la estructura mirista nacional.
171
tengamos frente a nuestra sociedad y ésta no puede ser otra que tomar una
actitud crítica frente a una sociedad burguesa que se sustenta en una estructura
económica que genera explotadores y explotados…”359
359
Ibídem
360
Citados en Revista Punto Final Nº 87. Páginas 2 a 5.
172
diferencias de clases, la explotación y la miseria de la población era una constante
ya por años. Que lo que acontecía en el país no era diferente a lo que acaecía en
el resto de América Latina donde el imperialismo yanqui y las clases pudientes se
enseñoreaban en opulencias provocadoras. Que todo esto, especialmente en
Chile, se topaba con el ascenso sostenido de las luchas obreras a las que se les
respondía con brutales acciones represivas como en Puerto Montt, en El Salvador
y en la comuna de San Miguel. Por tanto qué otra cosa podían hacer los
revolucionarios,, qué otro camino podían escoger que organizarse (militar y
políticamente) y prepararse. Este básico objetivo de los militantes revolucionarios
requería financiarse por medio de “expropiaciones revolucionarias”.
Para Enríquez existía un factor ético que los diferenciaba de la clase dominante; y
por consiguiente no eran delincuentes o “gánster juveniles”:
361
Jefe del MIR habla en la clandestinidad. Revista Punto Final Nº 87. Páginas 30
173
electoralista y, naturalmente, no estaba dispuesto para pronunciarse de forma
distinta.
Pero lo más significativo de la proposición electoral del mirismo fue sentenciar que
las revoluciones mundiales jamás se habían hecho dirigidas por las capas sociales
“motrices” y no por la sociedad en su conjunto. En aquellos días, las clases
propulsoras consideradas por los marxistas (y lo miristas así se declaraban) eran
los obreros y los campesinos. Es esta la razón por la que “las revoluciones no se
someten jamás a votaciones; es por eso también que los actos más democráticos
como son las revoluciones, son realizados por los medios menos democráticos
362
Elecciones no, lucha armada único camino. Suplemento a la Edición Nº 74 de la revista Punto Final. Febrero de 1969. Santiago de
Chile.
363
Ibídem.
364
Ibídem.
365
Ibídem.
366
Ibídem.
174
imaginables”367. Después de esta sentencia ideológica era obvio que el MIR tenía
que rechazar cualquier alternativa electoral.
A pesar de estos dichos, el MIR suspendió las acciones a mediados del año
setenta. Lo hizo pensando en las posibilidades que ofrecía el proceso electoral;
toda la desconfianza en el sistema continuaba, pero no era tan utópico un triunfo
de Allende. Lo más gravitante en esta tregua fue el deseo de no colocar a la clase
trabajadores en la disyuntiva de “estar con el MIR o estar con Allende”372 lo que
era visto como una contradicción de la política mirista: “…en el MIR, se daba una
367
Ibídem.
368
Jefe del MIR habla en la clandestinidad. Óp. Cit.
369
Ibídem.
370
Ibídem.
371
Ibídem.
372
Antecedentes del MIR. Escrito por Miguel Enríquez. Documentos Internos, página 179.
175
ambigüedad, en el sentido que van a ir en la dirección de la lucha armada y no
van”373.
“…en un año pasan muchas cosas, sobre todo en un año electoral, entonces lo
que nosotros fuimos percibiendo justamente porque el MIR se expandía en
distintos sectores sociales, ¡Ptas. Es que las propias bases sociales estaban
entusiasmadas con Allende!!...y que el Allendismo estaba prendiendo y de que era
posible de que Allende ganara y que tenía un programa que en muchos aspectos
era el mismo del MIR”374.
Sin embargo otros militantes tienen una percepción distinta de esta historia. Para
ellos la discusión en torno a la “cosa” electoral, en relación a la postulación de
Allende a La Moneda, se hizo hasta el último minuto. No estuvo en el análisis
mirista la claridad de que tendría éxito la empresa político-electoral de la Unidad
Popular. Así lo reafirma otro destacado dirigente:
373
Entrevista a Rafael Ruiz Moscatelli. 01/ 2013. Santiago
374
Andrés Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012. Santiago
375
Lautaro Videla Moya. Ex-dirigente del MIR entre 1969 – 1975 Miembro del Comité Central y de la Comisión Política. Entrevista
12/12/2012.
176
inmediata que estaban viviendo. El recuerdo de uno de estos miristas, que
además es provinciano, no habla de contradicciones; por el contrario, su opción
política estaba francamente configurada:
Explicó Miguel Enríquez que una de las preocupaciones centrales del mirismo fue
la defensa de un eventual triunfo de Salvador Allende en las elecciones
presidenciales. Para tal cosa después de suspendidas las acciones armadas (pero
no las “directas”) procuraron constituir un frente de izquierda, colocando extremo
énfasis en estrechar vínculos con otros grupos del campo de los revolucionarios.
En segundo término desplegaron esfuerzos políticos para vincularse con “lo que
llamamos ‘sectores revolucionarios’, refiriéndonos a grupos ‘fraccionales o
tendenciales’ que existen dentro de la izquierda tradicional”377, especialmente con
corrientes del Partido socialista como los “elenos” y los “MR2”; el tercer paso dado
fue formalizar los contactos con altos dirigentes de la Unidad Popular; toda vez
que éstos se veían desarrollando desde hacía al menos siete meses. Una cuarta
iniciativa fue “estrechar la relación con el PS, especialmente con el sector de
‘izquierda’, no ocurriendo lo mismo con el Partido Comunista, pero “sí con el
MAPU a nivel de Dirección Nacional”. Pero no sólo del mundo político se
preocuparon, no era la prioridad, así se había establecido.
376
Entrevista a “Víctor” militante de base en Concepción. Concepción, invierno del año 2007.
377
Antecedentes del MIR. Óp. Cit.
177
Para el MIR (según el análisis de Enríquez) lo gravitante era el espacio popular
porque se ligaba a la estrategia de guerra revolucionaria; más en aquellos
momentos de necesidad por construir una herramienta que contuviera un golpe
militar contra el triunfo de la Unidad Popular. Aquella defensa haría partiendo de
“dos bases: primero, que el objetivo era resistir frente a un posible golpe militar o
por lo menos asegurar el desarrollo de una guerra revolucionaria de largo alcance,
si no se obtenía el primer objetivo; y segundo, una estrategia que contemplara dos
niveles de acción: el ‘conspirativo’ y el de ‘masas’”378.
Dicha estrategia debía tener cuatro áreas. La primera, de carácter operativa (en su
forma de conspirativa) contemplaba instrucción militar (especial) “a mayor nivel a
las unidades operativas y a las Jefaturas de GPM y comisiones”; además debía
desarrollarse un acopio más rápido de automóviles para las estructuras e iniciar “el
estudio de situaciones operativas y de objetivos considerados importantes”379.
Una vez electo Allende, inhibido el golpismo de primera hora y ratificado por el
Congreso, la tarea principal fue definirse ante el éxito de Allende (y de la Unidad
378
Ibídem.
379
Ibídem.
380
Ibídem.
381
Ibídem.
178
Popular) al escoger el camino electoral. No sería fácil para los dirigentes del MIR.
Pero el argumento fue de peso y diluyó la incertidumbre de muchos militantes de
base. Se explicó que una cosa era llegar al gobierno y otra conquistar el poder
para los trabajadores y explotados de Chile: “Inmediatamente después del
resultado electoral las tareas se centraron en definir nuestra actitud frente al triunfo
electoral, plantear la lucha por avanzar desde el triunfo electoral al gobierno y de
allí al poder, y contra la ofensiva reaccionaria cada vez más evidente”382.
El mismo mes de septiembre, pocos días del triunfo allendista, se elaboró una
política definiendo tres aspectos fundamentales. Obviamente que se reconocería
el triunfo de Allende. Se reconoció la victoria electoral de Allende porque constituía
“una conquista de los trabajadores que abría enormes posibilidades al proceso
revolucionario”383. Por tener esta característica se le brindaría todo el apoyo
necesario para defender aquel éxito, lo que implicaba “tareas de lucha contra la
sedición en los planos políticos (otorgamiento de reivindicaciones, denuncia
pública de la conspiración etc.), de masas (movilización de ellas en
concentraciones, mítines de apoyo al gobierno de repudio a la conspiración etc.),
económico (destrucción de la base económica del poder de la clase dominante) y
militar y anti conspirativa (reivindicaciones a las FF.AA. trabajo de seguridad); de
profundización y radicalización (apoyo en capas más pobres, rechazo a las
garantías constitucionales pedidas por la DC)”384
Quedó claro que los miristas defenderían a Allende, frenarían cualquier intento
golpista y desatarían tareas revolucionarias solo afirmándose en la movilización de
las masas.
382
Ibídem.
383
Ibídem.
384
Ibídem.
179
antelación las intenciones, preparativos y acciones conspirativas de la derecha,
especialmente los ocurridos en los días previos a la ratificación del triunfo de la
Unidad Popular por el Congreso. Se desprende entonces que las tareas militares
del mirismo, estuvieron orientadas especialmente a la defensa del gobierno de
Salvador Allende.
180
DOCUMENTOS
II
III
385
Aprobada en el Congreso Constituyente de 1965
181
producción es social, pero la apropiación es individual. El sistema capitalista es su
etapa superior, el imperialista, no puede ofrecer a la humanidad otra perspectiva
que no sea el régimen dictatorial y la guerra como un intento último para salir de
su crisis crónica de estructuras. Pretende ocultar en determinados períodos, su
régimen de dictadura burguesa, ejercido a través del Estado opresor, hablando en
abstracto de la libertad, pero sus contradicciones lo llevan inevitablemente al
fascismo.
IV
182
V
Las condiciones objetivas están más que maduras para el derrocamiento del
sistema capitalista. A pesar de ello, el reformismo y revisionismo siguen
traicionando los intereses del proletariado. De ahí que la crisis de la humanidad se
concretiza en la crisis de dirección mundial del proletariado. Sin embargo, el
proceso revolucionario de las últimas décadas ha producido una crisis en los
partidos políticos tradicionales de izquierda y han comenzado a surgir movimientos
revolucionarios nuevos que abren la perspectiva histórica para la superación de la
crisis de dirección del proletariado.
VI
183
VII
VIII
El MIR se define como una organización marxista-leninista, que se rige por los
principios del centralismo democrático.
Septiembre de 1965
184
EL MIR Y LOS SUCESOS DE CHECOSLOVAQUIA386
1.- Este no fue un proceso revolucionario cabal, sino que pesó en gran medida la
presencia del ejército soviético, lo que no permitió que se creara una movilización
de masas, una conciencia y una moral socialista, etc.
2.- Nació en pleno período stalinista, cuando las libertades se hacían aparecer
como antagónicas con el socialismo, cuando se reducía el socialismo a la
planificación económica y al aumento de la producción en toneladas de acero,
cuando ejercía el poder y una capa de funcionarios y militares, la burocracia y no
la clase obrera y el campesinado.
185
formándose. Si lo que la tendencia de derecha quería era la “restauración del
capitalismo”, y si ésta no era otra cosa que devolver las fábricas a sus anteriores
dueños y los campos a los antiguos terratenientes, los obreros y campesinos, que
ya habían vivido el socialismo, de inmediato habrían reaccionado defendiendo sus
anteriores conquistas.
Hay contradicciones en todo esto que deben ser aclaradas. Mucho de lo que los
países invasores daban como desviaciones de derecha en Checoslovaquia y que
entregan como justificación, son características que también tienen ellos:
186
a) La acusación a los checos de querer abrir relaciones con Alemania
Occidental, ¿la URSS y los países, socialistas de Europa no tienen relaciones con
el más criminal de los países, los EE. UU., ¿no mantienen la URSS y el campo
socialista relaciones diplomáticas y ayudan con créditos a las oligarquías
criminales en América Latina, que masacra obreros y campesinos, y combaten a
los revolucionarios?
b) Los créditos que quiso obtener Checoslovaquia en los EE. UU. ¿no son los
mismos que obtuvo ya Polonia, uno de los invasores?
Creemos que todas las desviaciones de derecha deben ser combatidas, pero no
sólo en Checoslovaquia sino en varios de los países socialistas, y no por medio de
una intervención militar por parte de aquellos países que impulsan las mismas
medidas y actividades.
Nosotros siempre hemos afirmado y creído que éste es un camino errado, pero ¿y
el PC?
187
rasgan sus vestiduras por el principio de la ‘no intervención’. Son los mismos que
nada dijeron para las criminales intervenciones yanquis Santo Domingo, Vietnam y
Cuba. Pretenden descalificar así el camino socialista. No lo conseguirán. Es tarea
de las izquierdas revolucionarias del mundo demostrar que ese no es el socialismo
por el cual combatimos, sino que esa es una desfiguración heredada de los
períodos más negros de las primeras república socialista del mundo.
188
ESTRATEGIA INSURRECCIONAL
189
I) Necesidad de la violencia y necesidad apremiante de la lucha armada
como objetivo predominante del actual período.
I – NECESIDAD DE LA VIOLENCIA
1.- Esta discusión se ha planteado en todos los tonos y en todas las partes donde
alguien se dice de Izquierda y se plantea como (necesidad) fundamental de la
acción política revolucionaria. Sobre todo en nuestro país ésta discusión ha
tomado características que van más allá de los puros militantes de la izquierda,
participando en ella amplios sectores sociales, y, apareciendo en la sociedad, en
su conjunto, como una alternativa clara y concreta que exige una definición. Unos
en pro, otros en contra, esta discusión no ha pasado de ser solo eso, una
discusión.
190
La dominación de la burguesía se basa en la violencia burguesa (el Estado).
Cuando más arriba decíamos que la violencia para el explotado es un hecho
diario, constatable fácilmente, presente diariamente en su vida, aludíamos a
aquella violencia ejercida principalmente a través de la explotación, a través del
trabajo que desarrolla el explotado en la infraestructura, en la base económica del
régimen burgués. Porque la apropiación del patrón del producto que el crea y
produce, porque la expropiación diaria y permanente de mundo material cread por
su propio esfuerzo involucra desde ya una forma de violencia visualizada
diariamente por el trabajador.
Más aún, hemos visto anteriormente que el proletariado una vez constituido como
clase trata permanentemente de imponer sus intereses a aquella otra clase
explotadora-la burguesía- empezando por pequeñas cosas, pequeñas acciones,
obligándole a conceder pequeñas mejoras, se van organizando y concientizando
para adoptar en una situación especial que hemos denominado, como crisis
191
general del sistema, adoptar decíamos, como reivindicación fundamental, la toma
del poder político y la construcción de una nueva sociedad, bajo su dirección.
Allí es donde encontramos la idea del estado, esa gigantesca máquina, esa
superestructura política que crea la burguesía para que la defienda, ese elemento
técnico militar creado para reprimir, estructurado única y exclusivamente para
impedir el triunfo del proletariado. Máquina estatal que asegura la dominación
burguesa, arma de explotación de la clase oprimida, es el componente principal de
esta sociedad.
De allí, entonces, y para explicarlo fácilmente, cada vez cada oportunidad en que
la clase oprimida salte, cuestione el sistema, que no acepte seguir en esta
situación, se verá enfrentada al brazo armado burgués y no habrá triunfo obrero
sin antes haber barrido, aplastado o destruido aquellos aparatos.
192
Es decir, mediante el ejercicio de la fuerza, de la violencia revolucionaria, será
como tomaremos el poder, construiremos una nueva sociedad. Las clases
opresoras, magníficamente bien resguardadas, por sus organismos represivos, no
nos imponen la violencia como una de las salidas, como una posibilidad entre
varias, sino como la única salida y posibilidad. Lo demás sería engañarnos a
nosotros y engañar al proletariado, haciéndole esperar una posibilidad que nunca
ha existido, ni existirá.
193
entre las clases poseedoras y desposeídas de nuestro país. Más bien nos
proponemos como objetivo inmediato crear esa situación, iniciar una lucha armada
entre la clase proletaria y el ejército represor burgués. ¿Por qué?
194
Trabajo (somos pobres porque somos flojos). Las Elecciones (si votan por cual o
tal candidato su situación mejorará), etc., etc.
Por otra parte Chile, no es una colonia yanki con presencia de tropas
extranjeras y un gobierno foráneo.
195
Este complejo social dominante formado por las burguesía dependientes es
el que se opone a cualquier tipo de transformación revolucionaria en nuestra
sociedad. Si antes teníamos un Estado burgués nacional con su componente
principal, el ejército, y los aparatos militares en general como armas de represión
del proletariado, tenemos necesariamente que añadir la presencia de otro Estado,
de otro ejército, de otra gigantesca maquinaria militar represiva; la imperialista.
196
(la creciente experiencia guerrillera boliviana lo confirma aún más). Desde el
momento en que se abrió la lucha armada, se hicieron presentes los asesores y
militares yankis; que plantearon a los guerrilleros la necesidad inmediata de luchar
contra ambos; el ejército boliviano y el ejército yanki.
Pero a parte del papal de la violencia como el más poderoso y único para el
cambio social, la violencia tiene además numerosos papeles que jugar.
197
De allí que la violencia como elemento ligado íntimamente con el accionar
político reacciona y debe reaccionar sobre el desarrollo, orientación y formación
del partido revolucionario.
198
“Conclusión”:
199
situación llegara, generando con ello un salto cualitativo de la conciencia
revolucionaria ya no se lucharía por mejorar un poco este sistema.
200
el proceso social se desenvolverá independientemente de ella; podrá manipularlo
y desarrollarlo en el sentido correcto.
La Revolución de Febrero de 1917 en Rusia fue aun más clara, ya que llegó
a derrocar el poder absolutista del Zar. Una revolución proletaria mayoritaria que
puso el poder en manos de la burguesía sin esta haber tenido ninguna
201
participación en el proceso. En aquella oportunidad no se hallaba absolutamente
ningún dirigente revolucionario en Rusia y la revolución espontánea de las masas
entregó el poder a sus enemigos teniendo la capacidad de tomarlo directamente
en sus manos. La falta y la falla de la vanguardia condujo a esta situación. En la
revolución de Octubre el partido bolchevique se cuidaría mucho de repetir el error.
Continuación:
202
A pesar de existir una gran variedad de argumentos e impregnaciones que
supuestamente cuestionarían la posibilidad de una lucha armada en Chile,
tocaremos solo aquellos, que por ser de uso corriente, el militante de nuestra
organización tiene que enfrentar diariamente. No creemos que esto se resuelve
puramente en un choque de ideas, refutación de argumentos, ni por la posición
más clara al respecto. Fuera de toda consideración teórica esta realidad práctica y
concreta, determinante final de toda discusión o concreción de posibilidades; es
decir, la práctica misma, y la posibilidad que tengamos de influencia es la que
abrirá o cerrará el paso a quienes plantean la lucha armada como necesidad
apremiante del actual período:
1.- Se conoce en primer término que Chile es una democracia y no una dictadura;
las posibilidades legales estarían aun abiertas. No habiéndose entonces agotado
las posibilidades de lucha “cívica” sería estupidez o conspiración plantear en el
actual período la lucha armada como camino fundamental. Por otra parte, la
estructura democrática de la sociedad chilena abría posibilidad al chileno de
solucionar sus problemas mediante estas vías. Rechazaría la violencia y afirmaría
constantemente este estado de cosas que le asegura tantos beneficios y
garantías. Reformistas y reaccionarios mezclados argumentan de esta forma
aunque con sentidos diversos. Estas argumentaciones se afirman sobre un
supuesto básico, el chileno estaría obteniendo más prerrogativas de la
democracia. De ahí su interés de mantenerla y defenderla de los intentos que
pretendan romperla. Creemos que a partir de esta enunciación dicha afirmación
comienza a derrumbarse. Porque para el obrero y el campesino explotado la
democracia significaría algo sólo en la medida en que la puedan usar, que
signifique beneficios concretos y le ayude de una forma u otra a salir de su
situación. En las fabricas, en las minas, en los campos, en las poblaciones, ellos
vivencian una realidad que no se parece en nada a la democracia que parece
contradecirle a cada paso. Porque cuando ve al patrón poseedor de los bienes
materiales que él ha creado y que le han sido expropiados forzosamente, no esta
viendo democracia sino explotación. Porque si protesta, lo expulsan del trabajo no
203
pudiendo hacer nada no teniendo nada que lo defienda, no esta sintiendo la
democracia sino la opresión; si por el contrario, no quiere ser cesante, tendrá que
aceptar esta situación y someterse a ella; él no esta comprobando entonces
democracia sino humillación. Si en su casa no tiene lo elemental para vivir no
significa aquello democracia sino miseria y si su explotación significa la
democracia evidentemente que no significa nada para él. Si anteriormente
veíamos que bajo la idea de democracia iba explicita la idea del uso diario y
permanente que el explotado debía hacer de ella, contamos por el contrario que
en la vida diaria del trabajador no esta presente ni mucho menos la democracia ni
la libertad. No pudiendo entonces determinar a la democracia como algo útil, que
rinde beneficios concretos, pierde esta todo su valor, independiente de su valor
filosófico o moral. No porque existan instituciones físicas, legales, creemos que el
trabajador tema romper con ella, de lo que se trata es que participe y usufructe de
la democracia y veíamos que no lo hace. Si vamos más allá del análisis
comprobaremos que la democracia en último termino esta utilizada en la sociedad
como mediatización que pretende suavizar los choques de las clases. La reacción
del explotado es evidentemente una reacción negativa, cuestionándola
constantemente y tratando de romperla aunque sea mediante pequeños logros al
principio, comprueba que la democracia es algo como un muro donde cualquier
intento de revolucionar la sociedad se estrella. Así es, como una derivación lógica
de la lucha revolucionaria del proletariado implicará necesariamente el
cuestionamiento de la democracia burguesa, que en su acción real esta sirviendo
a la clase opresora. Así como el proletariado revolucionario destruirá a su paso los
conceptos de “moral”, “honor burgués”, de igual modo pasará por encima de esta
pseudo-democracia creada para explotarlo mejor Por otra parte, esta no es
ninguna afirmación gratuita ya que la historia de la clase obrera revolucionaria lo
comprueba. Detrás del empeño están las armas de la burguesía para afirmarlo. El
que lo comprenda tendrá que luchar ahora con lo único que es propio de la
sociedad capitalista, del único fundamento de su dominación, la violencia.
También es falso que el chileno tema cuestionar la pseudodemocracia existente,
lo que ha hecho repetidas veces, y lo esta haciendo a cada paso. La larga lista de
204
muertos esta para comprobarlo. Aun la clase opresora ha cuestionado y cuestiona
esta forma sutil de mantener narcotizadas a las masas, e impone medidas de
fuerza cada vez más estrictas. La larga lista de golpes militares en América Latina,
asimismo el abandono de posiciones demoburguesas que han sustentado en el
pasado, de modo que podemos comprobar que hoy en América Latina hay una
represión generalizada y constante contra las clases oprimidas. Que no hay que
prepararse y para el enfrentamiento violento y vivir sólo el día. Creemos que dejar
al azar el momento más agudo y dramático de la lucha de clases, es decir, cuando
esta planteada la cuestión del poder, y entregar el proletariado inerme tanto
políticamente como militarmente, constituye en el mejor de los casos una idiotez y
en el peor una traición.
2.- “El gran peso de las clases medias, su apego a las normas democráticas, su
gran desarrollo y estabilidad constituiría- para algunos un freno a la lucha armada”.
La primera con altos niveles de ingreso, coexistiendo con los actores proletarios
efectivamente no estará como clase al lado de un proceso revolucionario armado.
Su peso cuantitativo es mínimo. Y los dos últimos aunque relativicemos su peso
cuantitativo (población activa y fundamentalmente urbana ya que la rural
constituye solo un 0.4%) sufre aunque de un modo diferente el deterioro social. No
siendo una clase que produce bienes de producción no esta afectada por la
expropiación directa de ellos. Sus bajos niveles de ingreso que le mantienen en un
estado de angustia económica esclavizada por los créditos, los impuestos, las
205
dificultades que debe enfrentar para educar a sus hijos, constituyen sus mayores
problemas y la transforme en una clase (no en el sentido clásico) que
potencialmente ayuda al proceso revolucionario. Grandes sectores de las clases
medias (profesores, S. N. S., etc.) han luchado activamente y continúan
haciéndolo. Llevan a veces incluso, el peso de la lucha de clases (como lo
constatamos a principios de este año) y están entregando diariamente sus
exponentes jóvenes a las filas revolucionarias, lugar donde adoptan
completamente la ideología proletaria.
Lejos de ser un obstáculo para la lucha armada tiene grandes papeles que
desempeñar en ella.
206
alguna vez. En todo caso lo urbano adquiere enorme importancia, por el peso
político y social de los sectores obreros. Es justamente este factor el que imprime
a la revolución chilena el carácter de socialista, es decir, luchando
permanentemente con los enemigos directos e inmediatos de los obreros: los
capitalistas. Será la única forma de vincularlos orgánicamente a una lucha armada
que surge a partir de la problemática vital que la clase obrera vive y no como
injerto extraño. Lejos de ser un factor negativo, la demografía es un elemento
importante, necesario de valorar, pero no definitorio sobre todo en la nueva
concepción de la revolución que sostenemos.
4.- “Supuesto gran desarrollo orgánico y político con enorme influencia en las
masas de la izquierda tradicional (PC) que se opone a la lucha armada”. Es
necesario aclarar en primer término que la acción de cualquier partido, reformista
o no, no actúa directamente sobre las bases materiales de la sociedad. Estos
tienen su propia mecánica y en la sociedad capitalista más bien determinan que
son determinadas por la voluntad de los hombres. Es así como la lucha de clases
determina ella sola acontecimientos como los de los campesinos en San Miguel,
de los obreros de Saba, etc. El agudizamiento de estas situaciones impondrá a la
clase obrera la necesidad de definirse ante alternativas nuevas, al comprobar la
esterilidad de las antiguas. Ningún partido por fuerte que sea puede torcer
eternamente el desarrollo histórico de los hechos. Si a esto añadimos el
extraordinario éxito del MIR que esta teniendo en los sectores obreros, su
vertiginoso crecimiento, la receptividad general que encuentra a cada paso frente
a sus planteamientos, comprobados estar ya frente a una solución. Las
alternativas reformistas estuvieron y están siendo cuestionadas, desvirtuadas
(quizás inconscientemente) por los mismos sectores que dicen representar. En
realidad son débiles tanto política como orgánicamente; su militancia en sí es
escasa y su actividad diaria descansa en el activismo rentado. Su control y esfera
de influencia es difuso, blando, e incoherente, puesto que expresa (y este aun lo
esta haciendo como imposición, donde no surge un espontaneísmo que les de la
razón más bien que el espontaneísmo les contradice teniendo que luchar con él)
207
más, que movilizan. Creemos finalmente, que aunque la presente etapa se
repetirán los choques con la desesperación que sienten al ver como grandes
sectores los aleja. Su trabajo político no excluye para las masas, una salida
armada. La esterilidad del juego político que han mantenido hasta ahora, hace
concluir para muchos que solo queda el camino de la violencia, la violencia
revolucionaria; conclusión y disputa que afecta incluso a sus militantes. De todas
maneras creemos que el elemento definitorio lo aportará la lucha armada en (sic)
que superará las polémicas e introducirá un nuevo orden de definiciones.
LAS ELECCIONES
208
camino posible. Estando de acuerdo los marxistas que la elección constituye un
arma de dominación de clase, arma que descalificaba ella misma cunado la veía
en manos del proletariado; la solución se planteaba el determinar en que grado
podría servir a las clases revolucionarias participar en procesos eleccionarios
Lenin fue flexible en relación a ellos. Usándolos siempre dentro de los organismos
de masas con una condición que la clase dominante no pretendiera salvarse
traduciendo en votos los hechos insurreccionales que desarrollaba en las calles el
proletariado. Posteriormente le concedió un papel a las elecciones en la medida
en que sirvieran solo como índice del grado de madurez de la clase obrera, idea
expresada anteriormente por Engels. Esto podría llevar a muchos a decir en la
actualidad que tras esos mismos objetivos, nuestra participación en elecciones
estaría justificada desde el punto de vista revolucionario. Sin embargo sí nos
fijamos más en las ideas de Engels y Lenin, comprobaremos que estaban dichas
en otro contexto y bajo supuestos radicalmente diferentes a los actuales. En un
plano general como concepción totalizante de una elección le concedemos 3
características principales:
209
lucha de clases, pero durante un acto electoral contribuye con sus votos a impedir
el triunfo obrero. La retaguardia inconsciente somete así a la vanguardia
consciente.
210
actual. En efecto para Engels la participación en elecciones debía cumplir los
siguientes requisitos previos:
A) en ningún momento detener o amainar la lucha de clases en aras de una
elección.
211
b) es confundir a las masas enseñándoles a esperar todo del orden y la
legalidad que justamente son quienes aseguran su explotación y sumisión.
212
soviets chinos de Canton y Shangai, etc. Tomaremos como ejemplo las
revoluciones rusas de 1905 y 1917.
213
gobierno; en él, las calles se cubren de barricadas y el pueblo sale armado para
conquistar el poder y dar comienzo al gobierno obrero. La lucha se da
simultáneamente en todas partes, pero es interesante recordar la pugna que se
diera en el partido bolchevique antes de comenzar la insurrección: por una parte
Zinoviev y Kamenev opuestos a la idea de la insurrección hasta incluso traicionarla
(denunciar públicamente el día en que se iba a realizar) y por otra parte Lenin y
Trosky, al apoyar la idea de la insurrección fundaban su optimismo en el triunfo de
esta, en la apariencia de fuerza que le confería el régimen de Kerensky y el mero,
hecho de su existencia. Es decir, mientras Zinoviev y Kamenev temían arriesgar la
revolución a un aderrota tremenda de la cual no se repondrían después de largos
años que suponía la destrucción física de sus dirigentes, Lenin y Trosky
argumentaban que no habría tal derrota por la sencilla razón de que no había
nada sólido que la provocara. Sí intentaremos definir en una sola frase este tipo de
insurrección, usaríamos los argumentos que uso Trosky en el tribunal militar que
los juzgaba después de la derrota de la revolución en 1905.
Todo esto ya nos ubica en el terreno preciso que pretendemos alcanzar. ¿Cuánto
de aquello tiene validez en el caso chileno y latinoamericano? ¿Qué presupone
este tipo de levantamiento de masas? ¿Cuáles son las circunstancias que existen
y que posibilitan aquello? ¿Qué supuestos básicos implica?, etc.; esto lo veremos
a continuación.
214
accionar, que una crisis social y económica en la cual ellos no iban influir echara
las bases y posibilitara realmente la toma del poder político por la clase obrera, al
margen de desear ellos intensamente la revolución; no podían prepararla y su
papel consistía en esperar que otros mecanismos la prepararan. Vivían
claramente la contradicción entre las condiciones objetivas que planteaban y
hacían necesaria la revolución a cada paso y las condiciones subjetivas que
hicieran real la posibilidad de aquella. Fue así como la revolución de 1905 se
produjo estando todos ellos en el extranjero (a excepción de Trosky). Cuando la
acción espontánea de las masas cuestionó el poder, a partir de una serie de
hechos que fueron concientizándolos, y preparándolos para el momento. La
revolución de febrero de 1917 derrocó al zar y puso a la burguesía en el poder,
tuvo la misma mecánica como asimismo la de octubre, donde ahí si la acción del
partido bolchevique en Rusia haya sido innecesario, y que los mismos hechos se
habrían producido sin haber existido este. Más bien sostenemos lo contrario. No
creemos que ninguna toma del poder político ni ninguna revolución socialista
hubiera tenido lugar en Rusia sin la actuación del partido bolchevique; ni que se
hubiera constituido un gobierno obrero, ni que se llevara a cabo una guerra civil
triunfante, sin la existencia de este. Pero la revolución misma ye l estallido y la
eclosión social que conlleva tuvo lugar en el momento en que la situación política
no creada por los bolcheviques así la posibilito. ¿Cuál era esa situación que en
primer plano se planteó en la revolución Rusa? Fundamentalmente la primera
guerra mundial y las consecuencias que trajo. Las grandes derrotas que sufrió el
ejército ruso; la pobreza y miseria de los soldados que estaban en el frente, la
gran cantidad de desertores que existía, la conversión de los regimientos del zar
en los planteamientos socialistas, etc., que fueron las grandes determinantes de
las dos revoluciones rusas. Allí entones existía un régimen social agónico con una
extrema debilidad de las clases dominantes que se derrumbo con un pequeño
embate y empujan a las clases revolucionarias.
215
las clases dominantes rusas con un sistema capitalista que agonizaba (recuérdese
que antes de la toma del poder político por el proletariado este ya había
consolidado su control a través de los soviets y los sindicatos sobre los
industriales y la producción. Asimismo recuérdese que la clase dominante rusa no
contó con ningún ejército que la defendiera, fuera de los exiguos guardias del
palacio de invierno.
CONCLUSIÓN:
216
La revolución rusa y cualquier otra organización que usa el levantamiento general
de masas como vía de toma del poder, precisa de las características siguientes:
a) crisis agónica del sistema capitalista, con gran debilidad de las clases
dominantes, incapaces a de sostener su dominación como consecuencia de una
situación sumamente explosiva.
b) Alto grado de organización y combatividad de las masas, concreción del
poder dual.
c) Gran partido de masas con gran número de militantes, periódicos, etc., y
que supone el control de la mayoría de los organismos de masas y en general de
la nación.
Hasta aquí hemos descrito las características que asume esta forma de
insurrección. Comprobar cuanto de aquello puede repetirse el caso chileno y
latinoamericano que es lo que veremos a continuación:
217
los pilares fundamentales de los nuevos regímenes de fuerza. Asimismo la
presencia del imperialismo puede ayudar a que dichas economías se repongan
momentáneamente de la crisis, por medio de préstamos económicos de último
momento por ejemplo, lo que suaviza a ratos el antagonismo social.
2.- Todo aquello platea como conclusión que ya en América Latina en general no
se teme imponer un régimen que no cuente con el más mínimo apoyo popular,
gobiernos que sostienen la dominación a base de la más indiscriminada represión
y violencia contra los sectores desposeídos; la historia latinoamericana esta llena
de estos hechos. Es por ello obvio que un alto grado de organización de las masas
al estilo de los soviets, jamás será permitido por el complejo dominante
(burguesía, imperialismo). Menos aún sería permitida la existencia de un gran
partido revolucionario de masas, con enorme poder de difusión y propaganda que
llamara a la insurrección armada y se preparara efectivamente para ello. Además
la historia de las revoluciones fracasadas al estilo del levantamiento de masas,
destruyo por largo tiempo a las vanguardias y a los cuadros más lucidos y
preparados, hecho que se daría y se esta dando en la historia de América Latina.
Por el contrario creemos que la emancipación del proletariado se plantea antes de
que se alcance tan alto nivel de organización en resumen creemos:
218
rusa; la evolución del armamento permite que pequeños contingentes puedan
derrotar a grandes masas, y aunque todo el ejército nacional se pasara al lado de
los revolucionarios el enorme poderío bélico del imperialismo aplastaría un
levantamiento masivo. Además es poco probable que el ejército burgués se pase
al bando de los revolucionarios. Un ejemplo de seto lo es Santo Domingo; allí el
pueblo estaba armado, el ejército casi en su totalidad al lado de los
revolucionarios, un gobierno nacional casi indefenso, y sin embargo, desembarcan
40.000 infantes de marina y arreglaron en una semana la situación.
EN RESUMEN:
3.- es más fácil dado la calidad del armamento derrotar a grandes masas mal
armadas con pequeños contingentes de topas.
219
prolongada puesto que al cabo del tiempo los movimientos revolucionarios podrían
encontrarse.
CONCLUSIÓN:
No porque los criterios se nos aparezcan como imposible quiere decir que
las posibilidades de lucha armada en Chile están cerradas o condenadas al
fracaso de antemano. De lo que trata es de organizar un partido revolucionario en
las difíciles contingencias que se presentan. Es por ello que el definir el carácter
que tomará nuestra guerra no es una forma práctica de realizarla, adaptándola a
nuevas circunstancias. A partir de esta declaración desarrollaremos nuestra
estrategia insurreccional.
220
nación oprimida por la cual están luchando. Su tarea principal es hacer
propaganda, agitación, diseminar las ideas revolucionarias, cuyo elemento de
agitación más importante es la lucha armada en sí. La guerra es entonces el
agente del cambio social y político revolucionario. Lanzará a una parte de la
nación contra las fuerzas represivas y las clases dominantes. Será de una clase
social contra otra que luchará en contra de la burguesía dominante tratando de
destruirla, que ejercerá el antiimperialismo no enfrentando a la nación como un
todo sino a través de la lucha de clases, contra sus aliados nacionales, es decir,
enfrentando obreros y campesinos contra la burguesía “nacional” o extranjera. La
destrucción del imperialismo como de su aliado interno, conllevará entonces la
creación de un gobierno obrero que realizará una revolución socialista en Chile. Si
anteriormente decíamos que la lucha armada es el agente del cambio
revolucionario, la cabeza, el brazo derecho de la revolución, pretender realizar
este cambio sin el apoyo de las masas es el preludio de un fracaso inevitable. Sin
el apoyo y la ayuda del pueblo, la guerrilla sería un simple grupo de bandidos
incapaz de sobrevivir. Es por ello que la guerra revolucionaria es a la vez popular;
es una guerra de masas expresada en formas tácticas diferentes de la
insurrección generalizada. Por ende la tarea central de la guerra revolucionaria es
lograr que la población se transforme en militante. La guerra revolucionaria no es
otra cosa que la capacidad de despertar en otros ese estado de ánimo que los
lleve a adoptar la salida revolucionaria y armada como la única; por lo tanto, su
tarea inmediata será ir ganando formalmente a la población, la derrota militar del
enemigo, el desconcierto del gobierno, son tareas derivadas que vienen después.
Su objetivo central es elevar el nivel de madurez revolucionaria de la población
hasta llegar a un punto en que la revolución se generalice y las masas destruyen
el orden existente y al ejército que lo defiende. Se crea un poder dual, y se
cuestiona al poder burgués; funciona en las armas de los revolucionarios ya que
no es fijo, ni establece ni funciona como una institución física al estilo de los
soviets. Ya no se trata más de esperar a crisis externas al quehacer revolucionario
que venga a derrumbar en burda medida ellos solos el régimen burgués. Tampoco
se trata de esperar que aquellas crisis produzcan en la conciencia de los hombres
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la necesidad del cambio revolucionario. Se tratará de derrumbar ahora nosotros el
régimen burgués, acelerando la concientización de las masas. Todo esto bajo el
papel tremendamente dinamizado de la guerra revolucionaria en sí (es evidente
que antes iniciada hay que completar ciertos requisitos previos, como asimismo
que la madurez revolucionaria se alcanza siempre después de la infancia
revolucionaria, pero eso no es materia de nuestra exposición por lo que no lo
detallaremos ahora).
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bolcheviques tenían una correlación de fuerzas tremendamente volcada a su
favor. La situación en América Latina y Chile es radicalmente diferente. La
correlación de fuerzas es favorable a los reaccionarios, a los yanquis y el poder
burgués no se derrumbará por sí solo (las razones las dábamos anteriormente al
realizar la crítica al tipo de insurrección caracterizada como levantamiento de
masas). De ahí entonces que los revolucionarios inician la lucha armada con una
correlación de fuerzas, relativamente desfavorables en sus inicios con el propósito
a través de la guerra misma, de invertirla. Crear a través de la lucha armada las
condiciones para asaltar el poder. Ya no hay entonces, un largo período de
agitación y propaganda revolucionaria con creación de un poder Dual (agitación y
poder dual que no podría ser defendido de la represión burguesa). Sino un largo
proceso de lucha armada que en su curso y fin va definiendo la correlación de
fuerzas a favor de los revolucionarios. Luego de desgastar al ejército burgués
desangrar su economía, destruir su propaganda la lucha armada finaliza en un
levantamiento de masas, con un ejército revolucionario con unidades regulares
(milicias), que se enfrenta al agonizante régimen capitalista y de una plumada lo
barre. Todo aquello se logra después de haber transformado a la población en su
conjunto en militante revolucionario.
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derrotamos a pocos con muchos, decimos refiriéndonos a cada parte de las
fuerzas enemigas con la que luchamos en el campo de batalla.”
Se trata por lo tanto, de lograr la dispersión de las fuerzas enemigas sobre el
campo de batalla para luego atacarlas concentradamente. Es la guerrilla (fuerza
irregular) la que cumplirá esta misión de desgaste del potencial bélico adversario
mediante el método de aniquilar cada vez pequeñas unidades enemigas.
¿Qué es lo que permite los éxitos militares a los políticos de la guerrilla?
En primer lugar su gran movilidad que le impide ser cercada por el enemigo. No
preserva territorio ni tiene establecimientos militares costosos o molestos, ni
tanques que perder en batalla, ni guarniciones sujetas a cerco, ni buques de
guerra vulnerables al ataque aéreo o aeroplanos propios que sean derribados, ni
formaciones que sean bombardeadas, columnas motorizadas que sean
sorprendidas o bases y depósitos que no se puedan abandonar en el lapso de una
hora. Presenta al enemigo un blanco muy invulnerable con su presencia constante
pero huidiza e incorpórea.
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impide dar batallas en condiciones favorables y se le concede al enemigo. Esta
ahora puede concentrar grandes fuerzas ante una pequeña guerrilla, puede
realizar tranquilamente un cerco, etc., etc. Será obligación por lo tanto, de la
guerrilla, amagar constantemente las fuerzas enemigas, para atacar allí donde sea
más débil.
Son todos estos factores militares principalmente los que permiten la superioridad
creciente de las fuerzas guerrilleras como asimismo la debilidad e inferioridad
creciente del enemigo. No obstante repitiendo lo anteriormente dicho, estos
factores no son los únicos ni mucho menos, los que permiten el triunfo
revolucionario. Todos estos factores se vendrían abajo sin el apoyo de la
población, sin que la población sobretodo los del lugar prestaran su apoyo y su
ayuda a los combatientes revolucionarios. En efecto no se podría escapar a un
cerco sin saber donde están ubicadas las fuerzas enemigas y para esto se
necesita información. Para descubrir los puntos débiles del enemigo también se le
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precisa. Para huir ante un ataque enemigo se necesita la colaboración. Una
guerrilla no podría sostenerse un minuto sin los abastecimientos que le provee la
gente del lugar, y depender de zonas urbanaza sido lo que ha hecho fracasar
guerras anteriores. De allí es donde la guerrilla dará sus futuros combatientes,
etc., etc. La población es para usar la metáfora de Mao, “ese mar donde la
guerrilla nada como un pez”.
Debe quedar muy claro entonces, que la población y la ayuda que esta presta es
la clave de toda lucha y es lo que hace prácticamente invulnerables las fuerzas
revolucionarias.
Finalmente diremos que este tipo de insurrección que no precisa aquel tremendo
partido de masas que aludíamos anteriormente, como factor dinamizador en sí
precisa de toda una labor previa donde su aparición se inserte en los anhelos del
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proletariado, como medio ante todo, fundamentalmente del cambio social y no
injerto injusto a las masas, cuya problemática esta ajena a este tipo de lucha. Por
último y aun cuando corresponda a nuestro tema, diremos que aunque el apoyo
de la población es lo fundamental no es necesario que en sus inicios esta se
constituya de hecho en lucha armada, labor que con el paso del tiempo irá
cumpliendo la guerrilla, sino que efectivamente manifiesta su simpatía y acuerdo
con esta última. De ahí la no necesidad del partido de masas.
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la existencia del bando revolucionario en las ciudades, queda a la larga
descubierta y sus componentes capturados con las grandes consecuencias que
aquello implicaría. En resumen el gran riesgo de vidas humanas y de material que
la guerra de guerrillas urbana implica; su falta de movilidad, la gran vulnerabilidad
frente a los espías, su existencia basada en el silencio de la población que tarde o
temprano puede ser quebrada, etc., nos hace afirmar que aunque su papel sea de
gran importancia, no adquirirá predominancia en relación a la guerra en las zonas
rurales. Es el campo el que entrega estabilidad, seguridad, permanencia, mayor
libertad de maniobras y movilidad que son las bases para la creación del futuro
ejército revolucionario.
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clase del pueblo, lo que permitirá que luego de una etapa de simpatía de la
población esta se entrega orgánicamente a la guerra.
6.- La lucha armada en Chile envolverá las más amplias formas de lucha
supeditadas siempre si, a su forma superior, la armada. Es decir, que no por la
necesidad de mantener una lucha armada irregular con participación de un
relativamente poco número de personas, olvidaremos otros tipos de
movilizaciones populares que han constituido formas tradicionales de lucha de
nuestro pueblo. Así la lucha por reivindicaciones económicas, huelgas legales e
ilegales, toma de fábricas y escuelas, etc., las apoyaremos y más aun las
produciremos en la medida de nuestras posibilidades de tal forma que supeditado
inteligentemente a la lucha armada aparezca como hitos más del largo del proceso
que se esta verificando. Asimismo a las luchas callejeras como todo tipo de
enfrentamientos masivos con las fuerzas represivas serán apoyadas, como
medios de ligazón cada vez más creciente con la lucha armada y no como fin en sí
mismo, asimismo este tipo de enfrentamientos se deberá realizar sobre las bases
de la seguridad de sus participantes, ya que masacres que sobrevengan
(enfrentamientos callejeros con gente desarmada es una gran oportunidad de
reprimir que se le brinda al régimen) pueden engendrar grandes retrocesos en la
conciencia de los hombres.
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en un territorio donde reina la tranquilidad y la paz social, presente dificultades
obvias que por ser conocidas por todos, nos limitaremos solo a enunciar:
7.- Esta forma de lucha armada no será obra de un grupo militar conspirativo, que
aislado de la situación social y política pretende iniciar la lucha armada queriendo
ser con ello el agente principal del proceso y de la movilización popular. El MIR se
pronuncia decididamente a favor de la revolución en los países coloniales.
Muy por el contrario creemos que el inicio de la lucha armada como su desarrollo y
fin, será obra de un partido político revolucionario entendiendo este, como de
nuevo tipo y no como una maquina burocrática y reformista institucionalizada.
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luchas de una clase obrera organizada, ni radicalizará sus objetivos. Entendiendo
la guerra revolucionaria como un fenómeno esencialmente político es preciso la
existencia de una organización, polo de atracción popular, vanguardia política
efectiva, en torno al se den las luchas y se funda la adhesión. Posteriormente la
magnitud y conformación definitivas se entregará a dicho partido, la lucha armada
misma como asimismo esta última confirmará la doctrina y señalará con su
ejemplo, las vías del cambio revolucionario.
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diversión de recursos enemigos, sino que canalizará todo un proceso social que
se expresará en su forma armada, siempre sobre la base de la importancia
estratégica de la lucha guerrillera en el campo.
BIBLIOGRAFÍA:
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