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EL

PADRENUESTRO

ESENCIAL
2º Edición, sensiblemente corregida

Autor: Olmo Halpuente.

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El Padrenuestro Esencial
©Aníbal Bascuñán Vergara, 2009
©Aníbal Bascuñán Vergara, 2005
Inscripción Nº 149.362 ISBN:
Mecenas, Aníbal Bascuñán. www.quiron.cl

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DEDICATORIA

Dedico este libro


a mi amigo, confidente
y mecenas
Aníbal Bascuñán

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ÍNDICE
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Preámbulo

Para explicar este libro cuyo nombre es “El padrenuestro Esencial”, pero es un error, es sólo para un efecto de márquetin.
Su verdadero nombre debiera ser “El Padrenuestro, el Antivirus Esencial”.

Anoche mientras soñaba que estaba despierto,.... durmiendo leía un antiguo libro que comenzaba así:
*Descubramos el inicio de los inicios
*Hagamos como si

*La madre tierra, Gaia, tiene su inteligencia.

*Si tiene inteligencia, tiene conciencia.

*Nosotros, los humanos o animales racionales somos como ella, Gaia.

*También tenemos una inteligencia y una conciencia.

*Puede que Gaia tenga inteligencia y conciencia de nosotros, y nosotros no tenemos ni la inteligencia ni la conciencia para
entender a Gaia.

*Gaia tiene sus latidos de corazón, su respiración, sus tendencias.

*Tal como nosotros creamos bichos en nuestro cuerpo. Virus, bacterias, enfermedades, depresiones y alegrías, cáncer.
Además de egrégores, Frankenstein y alucinaciones.

*Creamos esta vida en nuestro interior tal como Gaia crea la suya.

*Posiblemente la evolución, y su creación, de la vida sea una decisión de Gaia.

*Según resuene el corazón de Gaia, ella va creando. Esta resonancia tiene un nombre, la descubrió el señor Schumann,
como el músico.

*Sería interesante estudiar las evoluciones de las especies y su paralelo con la resonancia Schumann.

*Quizá seamos hijos y creación de Gaia.

*Tal como creamos enfermedades sin darnos cuenta, Gaia creó a los animales racionales.

*Los virus son a nuestro cuerpo, como los animales racionales son a Gaia.

*Nosotros al estar enfermos creamos defensas contra la enfermedad. Pero hay virus resistentes a las vacunas.

*Gaia quiso vacunarse de su enfermedad, nosotros, y mando algunos remedios.

*Pero la enfermedad, nosotros, somos muy resistentes a los remedios ya que podemos transformar nuestras cualidades y
condicionamiento.

*Es más, incorporamos los remedios y vacunas para nuestro crecimiento como virus. Mutamos haciéndonos resistentes a
cualquier antídoto y nos multiplicamos....vaya que si nos multiplicamos.

*Vacunas de Gaia: Buda, Jesús, Lao-tse, Krisna, y montón de otros anónimos condenados a muerte como Sócrates.
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PRÓLOGO

Juan Bautista y Jesús eran guías espirituales de alguna organización con células comunicadas e independientes. “Señor,
enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”. (Lucas 11,1)

Los apóstoles pidieron una oración y el Maestro, como todo maestro, les entregó un manual para ser personas; les
entregó un manual para realizar una misión colectiva.

Al decir “Padre Nuestro”, nos estamos comprometiendo con la primera misión que todos los seres humanos tenemos
sobre esta tierra, en esta vida, (no sabemos si hay otra): la de confiar en el prójimo. Nuestra primera misión colectiva es
aceptarnos unos a otros y encontrar seguridad en el trato con nuestros semejantes. Al decir “Padre Nuestro”, se está
diciendo: todos somos hermanos. Vivenciar desde el ADN, que cada uno de nosotros es un igual que merece lo mismo, y
que todos tenemos las mismas necesidades. Es lo básico.

Por lo tanto, la misión colectiva es aceptar desde lo cotidiano: lo que yo siento lo sientes tú; lo que tú sientes, lo siento yo.
Esto significa sólo una cosa: tengo que confiar en ti y tú debes confiar en mí. Es un compromiso.

Al decir “Padre Nuestro”, acepto y entiendo que la vida sólo es posible en comunidad, con la seguridad que ella nos
otorga.

La experiencia de Ser Cristiano empieza cuando se vivencia el individual “aquí y ahora”, cuando se practica la seguridad
emocional que da el saber que se pertenece y se es aceptado. Es decir, cuando la comunidad nos da seguridad, mi país, en
mi planeta, en mi primer chakra. Sólo así se puede crecer y desarrollarse, o lo que es lo mismo, despertar.

Al decir “Padre Nuestro”, te acepto y me siento aceptado, me siento completo y te siento completo, sin rechazar nada,
para así poder aceptar y amarnos en plenitud.

Al decir “Padre Nuestro”, recupero mi individualidad. En este sentido, creo firmemente que el mejor servicio que puede
darse a la humanidad es enaltecer la propia esencia. Esto es, hacerse responsable de la propia vida como un ser humano
maduro, completo y honesto.

Al decir “Padre Nuestro”, aprendo que todo depende de mí. Si yo cambio y me hago mejor persona, cambio al mundo.

Al decir “Padre Nuestro”, pierdo el miedo a ser. Puedo amar.

Al decir “Padre Nuestro”, entiendo el valor fundamental del cristianismo: Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Si todos nos amaramos como hermanos, los privilegios que la vida nos entregó al nacer, no los usaríamos para abusar del
prójimo, sino para servirlos. Al decir “Padre Nuestro” renuncio a los favores del azar, la cuna y la continuidad biológica.

Si todos nos tratáramos como hermanos, nuestro orgullo no estaría en lo que los otros nos dan. Nuestro orgullo estaría en
lo que compartimos.

Quien entiende y trabaja el Padre Nuestro, sabrá que la tarea del ser humano se reduce a dos asuntos: amar y crear.

Pero en la vida todo tiene una contrapartida. Al decir Padre Nuestro, digo todos somos hermanos. Y ante esta frase,
cuando digo que somos hermanos, nunca falta el que se cree padre. Ese padre es el que traiciona a sus hermanos
creyéndose tutor de la humanidad.

La teología debiera tener una sola función: encaminarnos a ser lo que somos.

Ser lo que no somos, por conveniencia y aceptación, es un fraude. Eso lleva a vivir permanentemente desorientado, sin
evolucionar. Nadie quiere andar mintiendo por la vida, pero nuestros “hermanos-padres” (la vida) lo exigen.
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La teología acumula billetes falsificados y estos solo sirven para engañar a otro, o sea a nuestro hermano. Nadie quiere un
billete falso, si no es para engañar a otro).

Desde que tomamos conciencia de este mundo, aprendemos a engañar para sobrevivir, al no tener un valor moral
autentico, no tenemos un Dios.

La teología es el manual para llegar a la causa primera sin buscarla. Nos entrega la receta para ser felices y desarrollar la
conciencia. Necesito a Dios porque me enseñaron a no reconocerme, por lo tanto no me tengo a mí.

Curiosamente, todos los Dioses, de todas las culturas, en toda la historia, siempre, han sido funcionales a la clase
dominante.

La clase dominante, los abusadores, han inventado los Dioses a su imagen y semejanza. Nunca le ponemos al mundo un
rostro que no sea el nuestro.

Pero, curiosamente, por orden del Dios que nos entregan, Dios no existe. Es la enseñanza que deja la narración llamada El
Hijo Pródigo.

Un hijo pide la herencia, deja la comodidad del hogar y se va de fiesta a gastar lo que no ha ganado y sin embargo merece.
Ese hijo somos nosotros.

Un padre deja en completa libertad a su hijo para que experimente la vida y sus consecuencias. Ese padre es Dios.

Nada de lo que le pasé al hijo es voluntad del padre. Nada que pida el hijo al padre será entregado si no se lo gana usando
la herencia que recibió. Nada de lo que pase en el mundo es por voluntad del Padre.

La salvación del hijo está en volver al padre, mientras antes lo haga, antes terminarán sus dolores y tribulaciones.

La función del padre es esperar al hijo, mientras antes llegue, antes empezará su alegría.

Conclusión: por orden de Dios, Dios no hace las cosas por ti, ni interviene. Confiar en un Dios que arregle tu vida por tus
ruegos y no tus acciones se llama idolatría.

Dios no puede cambiar tu vida porque ya te mandó el manual de instrucciones (2.0) llamado Nuevo Testamento, el cual tú
debes interpretar.

Esperar la intervención de Dios, es no reconocer las enseñanzas de Jesús.

Al “diablo” con Dios, basta amar para estar en el cielo. Es mejor hacer el bien que rezar.

Lo real e importante cuando hablas con Dios, es que hablas contigo.

Si la teología, las clases de religión, tu gurú o tu director espiritual no enseñan a reconocer el Dios que llevas dentro de ti y
te ponen a Dios fuera y lejano… Cambia de vida, de maestro.

¿Cómo conocer a tu Dios? Fácil.

Autoobservate, ¿en torno a qué das vueltas? Averigua cual es el centro de gravedad de cada uno de tus cuerpos (mental,
emocional y físico), escarba en ti y trata de descubrir cuál es el valor fundamental que orienta tu conducta en cada una de
las áreas de tu existencia. Vigílate y reconócete, con sinceridad, ¿para qué haces lo que haces? Ahí está tu Dios.

Por ejemplo, un enamorado es una persona con un nuevo Dios.

Todo gira en torno a algo, tal como la tierra gira en torno al sol. ¿Cuál es tu sol?

Estar dividido es girar en torno a valores y conductas contrapuestas en cada uno de los cuerpos. Narciso gira en torno a
tenerlo todo para sí mismo, se tiene a sí mismo como un Dios. Como esto no lo deja avanzar, es una enfermedad.

Damos vueltas en torno a un centro de gravedad. ¿Cuántos centros de gravedad tienes por cuerpo? Quizá seas politeísta.
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Monoteísta es quien tiene un solo valor para todos los cuerpos. Politeísta es quien tiene varios valores para distintas
situaciones. Una típica frase politeísta dice: “negocios son negocios”.

¿Cómo distinguimos a Dios del Demonio?

A veces, según el momento, adoramos a Dios en alguna de sus manifestaciones, y en otras adoramos al Demonio en sus
inconmensurables y superabundantes disfraces: lobo con piel de oveja. El lobo con piel de oveja dice: defiende tu verdad,
es lo que te conviene.

¿Cómo podemos reconocer cuando nos habla uno o el otro? Fácil. Tu centro de gravedad (tu Dios), ¿cuál es su alimento,
qué los inspira a actuar?

El miedo a no tener, morir, el vacío interior, la rabia, el placer, el dinero, etc. Ahí adoras al demonio con alguno de tus
cuerpos. Si más encima te sientes cansado, cada tanto debes desconectarte de tu diario quehacer, necesitas viajar y crees
que en ese viaje esta la verdadera vida y te deprimes al volver,si sales a mirar vitrinas buscado lo que te hará feliz o mejor
físicamente, si permaneces en cursos de crecimiento por aquí y allá , un negocio por aquí otro por allá para que te haga
millonario, una pareja perfecta por aquí otra por allá, etcéteras por aquí y por allá, evidentemente no sabes que buscas y
lo más probable es que eso tan esperado ya paso a tu lado y no lo vistes porque estabas muy ocupado buscando, ya que
es el lobo con piel de oveja quién marca tu brújula.

Si tu centro de gravedad te hace irradiar y contagia está irradiación a los que te acompañan, puedes parecer un lobo, pero
eres una oveja.

En el fondo, ¿dónde vives? En el cielo o en el infierno. Estamos todos en el cielo, o la vida es un infierno.

En resumen, ¿te enroscas o irradias? Los prójimos a tu alrededor, ¿se enroscan o irradian?

En cada persona, ¿ves a Dios jugando al prójimo incógnito, o a un ser que se quiere aprovechar de ti?

¿Cuál es tu causa final? ¿En qué te apoyas para llegar allá? Cada una de tus conductas, ¿te conduce a la causa final?

¿Cuál es tu valor inicial? ¿Es un valor generoso o sólo a ti te conviene?

Vivir en la Casa de Dios, es vivir en ese círculo cerrado por la protección y abierto a la expansión.

Se cierra el círculo, la Casa de Dios, cuando la causa final y primera es idéntica.

¿Cuán lejos eres capaz de ver tu causa final o primera?

Amar es mirar muy lejos. Saber que nunca llegaré a donde voy, pero colaboraré para llegar allá aunque a mí no me
convenga. (Se dice que los soldados hacen eso.)

¿Eres cortoplacista o cada acción es un paso que nos acerca a todos y cada uno al punto final?

El Padrenuestro es un manual de instrucciones. Nos cuenta de cómo Jesús se convirtió en Cristo. O cómo un buen cristiano
puede ser ateo.
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Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

-Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

Él les dijo: -Cuando recen digan: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu
Reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos
nuestras deudas, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos dejes caer en la tentación,
más líbranos del mal.”

(Lucas 11, 1-4)


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CAPITULO I

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

1.1 Padre Nuestro que estás en los Cielos.

Toda la oración que Jesús enseñó a algunos de sus elegidos está resumida en las palabras Padre Nuestro. Quien entiende
esto, ha entendido todo.

Lo primero que llama la atención es la palabra nuestro, pues implica que muchos se dirigen a uno. La oración es Padre
Nuestro, y no Padre Mío. Es decir, la invitación es a rezar en plural. De esto se infiere que la oración no fue concebida para
recitarla en singular, por lo tanto, no es para pedir favores personales. La oración que Jesús nos enseñó es para ser dicha
por muchos y a nombre de todos.

Entonces, y aunque parezca contradictorio, es sólo para unos pocos “elegidos”, para los que de verdad entienden de qué
se trata. Esta oración no fue en su origen para todo el mundo, fue sólo para los apóstoles, y sólo para formar a los
hombres de buena voluntad.

La oración del Padrenuestro, no es una plegaria para irse al cielo, sino una invitación a ser mejor persona. Y ser mejor
persona es vivir en el cielo -es muy trabajoso vivir ahí- es que nadie hace un esfuerzo real para vivir en el cielo, todos
preferimos vivir en el infierno, pues no queremos trabajar para estar bien. Hay un refrán que dice: “Todos se quieren ir al
cielo, pero nadie se quiere morir”. Otra voz popular sentencia: “Al que quiere celeste, que le cueste”.

El Padrenuestro es para dejar de ser un animal racional y transformarnos en seres humanos. Animal racional no significa
que seamos inteligentes, significa que nuestro instinto es la razón. Y esta razón la podemos usar para reforzar al animal,
compitiendo, o para transformarnos en seres humanos colaborando. El Padrenuestro nos ayuda a evolucionar, pues no
somos una especie terminada.

No hay nada más difícil y doloroso que tratar de ser un Ser Humano. Como todo ser vivo, somos seres en evolución. Al
usar un 5% de nuestra capacidad instalada, nos damos cuenta que tenemos inteligencia, lo que no nos vuelve racionales,
si no vanidosos, jactanciosos. El Padrenuestro es para pasar de acomplejados a compartidores.

El Padrenuestro no es un simple rezo, sino un verdadero Curso de Crecimiento Personal, un índice de este Curso de
Crecimiento del Alma que lleva a entender que todos somos uno. Sólo quien comprenda eso, puede rezar el verdadero
Padrenuestro.

Nadie serio, o sensato, debería rezar para ir al cielo. Una razón para desear el cielo… es vivir en el infierno. Se reza para ser
un mejor ser humano, para elevar el nivel del ser, para ser más consciente y responsable. Para tener control sobre nuestra
vida, pues sólo esto nos hace equilibrados y criteriosos. Y sólo desde el control podremos vivir a plenitud ese sabio dicho
popular: “El orden nada engendra, sólo el caos es fecundo”.

Pero, ¿Qué es “Crecimiento personal” o “Despertar”? Despertar es darnos cuenta. Y a eso se llama tener más conciencia.
Es vivir el aquí y ahora en estado de concentración desinteresada. 1 Es entender que Jesús es Dios, que Jesús es hijo de
Dios, que Jesús vive en nosotros y en cada uno de los prójimos (los próximos), y que Dios vive en el cielo, y que con el
Padrenuestro nos entregó la llave para abrir las puertas del reino, para vivir en el cielo.

Decir Padre Nuestro, es lo mismo que decir, Nosotros tus hijos. Como el que lo hereda no lo hurta, los hijos de tigre salen
rayados. Por lo tanto, como yo Olmo, soy parte de los nosotros, puedo decir que soy hijo de Dios. ¡HURRA! Y si el Padre se
define como “Yo Soy el que Soy”. Tú y yo nos podemos definir como “Yo Seré esto que ahora voy a descubrir que Soy”.

1 Ir al Apéndice Meditación.
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Así, si Jesús es un enviado de Dios, si Jesús y el Padre son lo mismo, si Jesús es hijo de Dios, yo soy hermano de Jesús, y él
es mi hermano mayor.2 Si Él es Dios, yo también lo soy, y como por definición Dios no puede tener una parte mayor o
menor, mejor o peor: YO SOY DIOS, TÚ ERES DIOS, SOMOS DIOS.

Entonces cuando rezo (rezamos) el Padrenuestro, estoy (estamos) honrando a Dios, y también a mí mismo (a nosotros
mismos). Los sufis explican muy bien este concepto, cuando se refieren a que todas las almas iluminadas forman el cuerpo
del maestro, el ser único, el Uno. Dios.

Todos somos Dios. Cuando te miro, lo veo a Él. Cada persona que encuentro en mi camino es Dios disfrazado de prójimo
incógnito. Por lo tanto, no hay ser humano mejor que otro.

El problema es saber dónde está Dios, ya que soy su hijo. La visión que cada uno tiene de Él se encuentra en su nivel de
Conciencia.3 Esta oración, por lo tanto, es un camino para reconocer al Dios que tenemos dentro. Para ser Dios. Es el
camino que siguió Jesús para transformarse en Cristo.

Si Dios está en todas partes, está también en mí, y como Dios no se puede dividir, está también en ti; y si yo no trato al
prójimo como trataría a Dios, es que no creo en Él. Esto no es soberbia, pues Dios es humilde, considerado, y ama a todas
y cada una de sus criaturas por igual. El concepto de “Nuestro”, entonces, es contrario a cualquier narcisismo espiritual. El
problema, es que éste es sólo el primer paso, y como todo primer paso, el más fácil y también el más difícil.

La oración del Padrenuestro es para que sepamos ser y nos comportemos como Hermanos Mayores, como Hijos de Dios.
Es para aprender a imitar a Jesús, desde la chispa divina que todos tenemos dentro.

Yo soy yo, y mi prójimo a la vez. Yo soy lo que me rodea. ¿Por qué? ¿Por qué si le haces daño al más pequeño, a Jesús
dañas, o lo que es lo mismo, a mí me dañas, o lo que es lo mismo, a ti te dañas? Porque todos somos uno, hijos del mismo
Padre.

Los seres humanos que no tomen a su próximo como un igual, exactamente igual, idéntico y singular a la vez, son ateos. Si
decimos creer en Dios y no tratamos a cada ser humano como un hermano querido, nos transformamos en los agentes
encubiertos del innombrable. Aunque humanos también, hay que dejar tentarse por ellos para que se conviertan.

Si entendemos esto rezamos, si no, sólo recitamos. Yo soy hermano de Jesús y por lo tanto soy hijo de Dios, lo que
significa que soy Dios. Y si yo lo soy, tú también lo eres. Y Dios, por definición, no puede estar dividido. Por esto, yo no me
puedo separar de ti, aunque tú no quieras estar conmigo. No te puedo hacer el mal, aunque tú me lo hagas. Cuando
hacemos el mal, no sabemos lo que hacemos y si no sabemos lo que hacemos, es que no somos humanos aún, pero la
misión es tratar y ayudar -sin que me lo pidas y sin que se note- para llegar a ser un Ser Humano. Promover la humanidad
es salir a predicar, con el ejemplo no con la palabra.

Pero si no quieres aprender a ser Hermano Mayor no importa, algún día entenderás, en esta vida o en otra. No nos
podemos salvar de manera individual; pues solo me salvo yo, si también te salvas tú.

Como Dios sólo puede vivir en el cielo, tú y yo tenemos la responsabilidad de vivir en el cielo. Si yo no vivo en el cielo, es
porque todavía no comprendo que soy. Para vivir en el cielo, necesitamos que todos, los hombres externos y los hombres
internos, estén en ese lugar.4 Nadie puede estar en el cielo si no lo estamos todos. Nada más egoísta que rezar para irse al
cielo, es muy generoso tratar de construir el cielo para todos en esta tierra.

Los hombres internos son los que viven según los valores de la calidad; los hombres externos son los que sirven al César.
Hay que elegir entre ser Diógenes o Alejandro Magno. Diógenes era un vagabundo sabio de la antigua Grecia. Se cuenta
que un día Alejandro el Grande fue a visitarlo y lo encontró desnudo tomando el sol. -Pídeme lo que quieras- le dijo
Alejandro, a lo que Diógenes respondió: “¿Podrías correrte un poco?, me estás tapando la luz del sol.” Dice la leyenda, que
después de este episodio, Alejandro declaró: “Si no hubiera sido Alejandro Magno, me habría gustado ser Diógenes”.

2 Ir al Apéndice Hermano Mayor.


3 Ir al Apéndice Conciencia.
4 Ir al Apéndice Tipos de Hombre.
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Por esto la oración es en plural; no podría haber sido de otra manera, ya que todos (nosotros) somos legión. 5 Dijo Jesús:
"Un mandamiento nuevo os doy que os améis unos a otros como yo os he amado" (Juan. 15,12). Y también agregó: «El
Reino de Dios está en vosotros mismos».

Pero para entrar en el Reino, hay que espiritualizar cuerpo, mente y corazón, renacer espiritualmente, en un recién nacido
en Dios: el Hombre nuevo, el Hombre interior, ese que es “hijo de Dios” a la imagen de Su Hijo único.

“Dios se ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios”. De tal palo tal astilla. Todos somos una astilla de Dios. Que
para vivir siguiendo nuestro destino, tenemos que ser Dios. ¡Qué va! ¡Ya lo somos! así lo dice El Padrenuestro. Hay una ley
que dice: “Cada cual engendra a su igual”. Dios sólo crea dioses, y eso es lo que somos todos nosotros, y ese es el objetivo
de este canto, tomar conciencia de la divinidad en nosotros, para así poder ver la divinidad en los otros.

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y
si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3, 28-29).

Si todos somos hijos del mismo Padre, somos hermanos. Esto no es lenguaje figurado, ni un recurso literario, es una
verdad literal. Jamás seremos castigados por Dios, pues un padre no castiga a sus hijos, sino que los pone en el camino
que los ayude a crecer. Por eso, cada problema en nuestras vidas, es una oportunidad que Dios nos da.

Así que le recemos o no, da igual. Al final de los tiempos tendremos que rezar o practicar esta oración, *sí o sí. Dios no
tiene preferencia por ninguno de nosotros, a todos nos quiere por igual, el asunto es que para ser como Él, nos tenemos
que esforzar y ayudarnos en su nombre, que es el nuestro. Nosotros en este plano, tenemos que ser como Él, y para ello,
amarnos como iguales, perdonarnos, con el corazón. Somos su imagen y semejanza. 6

Entonces, el Padrenuestro no es un rezo, sino un índice, un Mantra Sagrado del crecimiento de Dios en nosotros (en mí,
en ti, en nosotros).7

El Milagro de los Panes

Te has preguntado alguna vez... ¿Por qué no se puede lograr un mundo mejor, más justo, menos cruel, más humano, más
solidario, de hermanos? ¿Por qué no hay educación justa para todos, salud digna para todos, que todo lo que existe sea un
derecho para todos? ¿Por qué el sueldo mínimo no es la mitad del máximo?

La respuesta es muy simple. La única razón es el egoísmo o la codicia, egoísmo es la doctrina del Ego o sea el mundo gira
en torno a mí mismo y solo importa mi bienestar. La codicia me hace no estar satisfecho y querer tener cada vez más
aunque no lo necesite y mejor si se lo quito al próximo que lo necesita de verdad, porque entonces soy un triunfador.

Las utopías pueden dejar de serlo cuando entendiendo desde la esencia el Padre Nuestro la generosidad y el amor sean
cotidianos y no una excepción noticiosa. El Dios “Mercado” regula nuestra vida; sus acólitos, los inversionistas, predican su
palabra con el ejemplo.

Educación de calidad gratuita… Imposible, no es rentable para el “Mercado”. Subir el sueldo mínimo… Imposible, bajaría la
inversión, los dueños de las ganancias tendrían que quedarse con menos dinero en beneficio de pagar más a los
trabajadores y para eso tendrían que considerarse igual de importantes, verlos como un hermano y no un empleado
inferior porque tiene menos del mundo material.

5 Ir al Apéndice Los Cuerpos.


6 Ir al Apéndice Imagen y Semejanza.
7 Ir al Apéndice Cielo e infierno
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Es decir, la rapiña ordena y da sentido a la vida. El egoísmo no encuentra placer en la solidaridad, ni en la colaboración. El
Dios Mercado es sádico, necesita público masoquista y ese público somos todos usando las tarjetas para después vivir
para trabajar para poder tener dinero para pagar la cuota, para estar siempre cansados, para no dormir tranquilos, ni
poder disfrutar de vivir la vida por vivirla, de amar por amar no porque se ve bonito, ni tiene más senos, menos guata o el
último modelo de auto (o de moto)

¡Pero mucho cuidado! Con esto no quiero decir que los ricos sean malos y los abusados los buenos. Si yo fuera rico, si
hubiera sido hijo de rico, hoy me habría incorporado a una ideología conveniente con una espiritualidad conservadora.

Los filósofos, los psicólogos sociales y las religiones han estudiado el problema por siglos para darnos una solución. Hemos
sido cobardes y ciegos les hemos creído porque es más fácil, no hemos buscado nosotros la verdad y ante la
administración de la palabra de los maestros hemos acatado sumisos la interpretación de las organizaciones que se auto
designaron aunque muchas veces su voluntad ha terminado en actos criminales.

La solución del problema no la han dado los responsables de la cuestión: los filósofos, los psicólogos sociales y las
religiones. Lo hemos hecho todo mal, le hemos entregado la administración de la palabra de los maestros a organizaciones
criminales.

Jesús hizo el milagro de la colaboración.

Dicen que Jesús estaba predicando para cinco mil personas (5.000). No se junta tanta gente de modo espontáneo, de
seguro fue convocada. Una reunión tan numerosa no dura un par de minutos, sino varias horas o una jornada.

¿De qué hablaría Jesús? De lo mismo de siempre: amor, hermandad, ser conscientes, algo de felicidad, de los placeres de
la vida, etc. Después de algunas horas, hubo de haber un corte, para comer e ir al baño (de lo contrario el milagro sería
otro: la reunión de cinco mil personas sin necesidades básicas.)

Y en el momento de empezar a comer, Jesús tomó su cocaví y lo puso a disposición de todos, lo compartió. De seguro dijo:
“Esto es lo que tengo para compartir con ustedes”. Era casi nada, cinco panes y dos pescaditos.

El resto de los reunidos, de seguro personas que también habían llevado algo de comer, pero no queriendo compartirlo,
siguieron su ejemplo. Todos pusieron sus alimentos a disposición de la comunidad. Comieron hasta saciarse, hasta que les
dolió el alma… Y sobró comida, sobró muchísima comida.

El milagro no es hacer aparecer algo material cuando falta. El verdadero milagro es que personas egoístas, mezquinas,
temerosas del vecino, aprovechadores, interesados, etc., por un instante fueron protagonistas de un acontecimiento
inusual, raro, inaudito, completamente ilógico, a lo más pintoresco y misterioso, sólo explicable por la personalidad del
protagonista, Jesús. Lo paranormal, lo milagroso, es que la generosidad de tanta gente permita disfrutar y compartir hasta
quedar satisfechos con el cuerpo y el alma, por eso parece que fuera tanta comida porque fue alimento para nuestra
esencia de amor hacia el próximo, amor que nos cuesta aceptar.

El milagro es sencillo y muy difícil de realizar: si comparto lo que tengo, sobra para todos.

Seremos humanos cuando el instinto de colaboración se despierte, cuando sea una necesidad.

Seremos humanos cuando hacer el bien fluya espontaneo como el instinto de conservación.
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1.2. El Padre, la Esencia: Soy el que Soy.

En el pensamiento esotérico,8 Dios es algo que todos tenemos dentro. Todos somos portadores de una chispa divina. A
esta esencia divina nos dirigimos cuando rezamos, para que sea ella la que se manifieste y no la personalidad. Dicho de
otro modo, la personalidad, los distintos “yoes”, son los que le rezan a la esencia.

Cuando aflora la personalidad, es cuando somos egotistas, competitivos y poco humanos. Es que tenemos un “doble
origen”, como dice el título de un libro de K. G. Durkheim.

Sólo cuando se manifiesta la esencia entramos en la plenitud de nuestra verdadera naturaleza. La esencia, es esa chispa
divina que nos hace ser Dios, eso que nos hace ser parte del todo: una gota de mar que es también todo el mar. Es eso que
nos une con el Todo, y es de donde viene nuestra imagen y semejanza. La presencia del Padre en nosotros.

Sin embargo, por alguna razón, a esta chispa, o a este Padre, le cuesta mucho manifestarse en toda su pureza en este
plano. Por eso las guerras, la explotación del hombre por el hombre, el miedo, la falta de amor y de cuánto etcétera se
quiera añadir.

La oración del Padrenuestro es para tomar contacto con esa chispa, con ese algo escondido, llamado esencia, guardado
bajo una armadura oxidada que se llama personalidad.

Al decir Padre, debemos tomar contacto con el padre que es uno, con los hijos o con los que dependen de uno. También
con el hijo que somos, reflexionando a quien se debe obediencia y de quien se tiene que aprender. Todo padre, como
todo hijo, tiene sus derechos y deberes. El padre debe servir al hijo y no servirse de ellos, de enseñar con su experiencia y
ayudarlos en el camino.9 Y el hijo debe obedecer al padre.10

Un buen padre sirve a sus hijos; un mal padre se sirve, como un dictador, que se sirve del pueblo. El Padre nos pone en
contacto con la responsabilidad social, familiar y amistosa. Invita a no tomar el mal aunque a uno le sirva, y a optar por el
bien, aunque a uno no le convenga.

El Padre es Ser. "Sin Mí (la esencia) nada podéis hacer" (Juan 15,5). Padre o esencia es lo que no puede ser negado en
nosotros. Pero el ser que somos está oculto detrás de nuestra falsa personalidad. Se trata, entonces, de que el ser tome el
control de nosotros.

El Ser es la expresión individual de la trinidad: Vida, Conciencia y Belleza, permite que el ser se manifieste. O lo que es lo
mismo: Ser, Conciencia, Beatitud. O Mística, Gnosis y Magia. El Ser es las tres personas en una. Los tres cuerpos en uno. El
Padre es la reunión de las tres personas, de los tres cuerpos, en un solo Dios, la esencia.

Dios es el Padre, la Mística, para poder existir necesita de las otras dos personas. El Espíritu Santo, es la Gnosis, quien
revela al Padre. Y Jesús, el hijo; la Magia, el que transforma. 11

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su Justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Mateo 6,33). Significa
busca tu esencia y todo se te dará por añadidura. Si buscas al Padre, todo lo demás se te develará, te será dado
gratuitamente, es decir, fácilmente y sin esfuerzo. Esa es la promesa para los que creemos en nuestra esencia: tendremos
todo lo necesario y nada nos causará inseguridad. La dubitación empieza cuando nos proyectamos en la personalidad, es
decir, en los deseos, dejando entre paréntesis la confianza en nosotros mismos, dejando fuera la esencia.

Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis”. Por los frutos de la esencia, que es cuando esta Dios actuando.

Nadie que cause dolor al prójimo 12, abuse de la ingenuidad o inseguridad de otros, puede actuar en nombre de su esencia,
nadie que actúe con miedo, ningún “vendedor de pomadas” lo puede hacer desde la esencia. Esos que andan diciendo sus

8 Ir al Apéndice: Esoterismo.
9 Ir al Apéndice Las Obligaciones del Hijo, Los Votos.
10 Ir al Apéndice Las Obligaciones del Padre.
11 Ir al Apéndice Mística, Gnosis y Magia.

12 Prójimo: los próximos. Hay tres prójimos: el prójimo superior, las jerarquías y Dios mismo; los prójimos iguales, todos nosotros; y los

prójimos inferiores, el planeta con su flora y fauna.


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verdades ofendiendo al prójimo, no lo hacen desde su esencia por más honestos que se crean. Nadie que viva en el mundo
de la cantidad construye con la esencia. Nadie que compita en vez de colaborar edifica con la esencia. Nadie que diga “los
negocios son los negocios” puede decirlo desde la esencia.

Dijo Jesús la parábola de los dos hombres que construyeron sus casas, uno sobre la roca y otro sobre la arena. ¿Dónde
construyes tu vida? ¿Sobre tu esencia o sobre tu personalidad? Por los frutos puedes darte cuenta: Se reconoce la obra de
la esencia, pues ésta no puede ser estéril y es ecológica, no daña al prójimo ni al planeta.

La esencia es ese misterio que no está a la vista y se necesita mucho más que esta oración para rescatarla. No la
conocemos, pero tenemos la certeza de que existe. Eso es la fe.

“No te extrañes de lo que te digo: “es necesario nacer de nuevo”. El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido; no sabes ni
de dónde viene ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del Espíritu”. (Juan 3,7).

Por lo general, cuando uno cree haber descubierto la esencia, se mueve entre dos trampas: la del engaño de la pura
espontaneidad de un juguete de los impulsos de la personalidad, que vive las emociones como un remolino desordenado,
y cuya acción no siempre es consecuente con lo que dice pensar y sentir, pues hasta puede dañar. O la del engaño de estar
dominado por la voluntad disciplinada, haciendo de esta vida “un regimiento en pie de guerra”, en estar permanente
preparado para combatir a un enemigo feroz, transformándose en un juez implacable de sí mismo y de los otros, siendo
un tirano. Es decir, uno cae en la trampa del hacer espontáneo lo que venga en gana, y el otro en la trampa del que
descubrió una verdad que debe ser impuesta. Ambas posturas desprestigian el trabajo de elevar el nivel del ser.

“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el
principal mandamiento”. (Marcos 12,30). Amarás a tu esencia con toda tu vida y no la traicionarás. Servir a la esencia es lo
único importante, es por lo que nos juzgarán y es nuestro mejor aporte a la humanidad. La humanidad espera que sirvas a
tu esencia, porque es la forma de mantener viva la humanidad.

El desarrollo de la esencia se acompaña con un trabajo consciente y controlado, que permita volver a lo que fuimos, a
partir de la personalidad, de lo que no somos. Esto es duro y doloroso pues vivimos en una “socio-humanidad” en la que
no se respeta a la esencia, y por el contrario, se da mucho valor a la personalidad.

Vivir desde la personalidad, es tener sólo lo deseado, y esta vida es inestable, no da la seguridad emocional para sentirse
realmente vivo. El que vive desde la esencia gana en seguridad, que es confianza en la vida. Desde la personalidad somos
efecto de todas las causas, desde la esencia es procurar ser causa de muchos efectos.

¿Por qué cuesta tanto darse cuenta de la manifestación de la esencia en nosotros? ¿Qué se expresa cuando nos alaban o
nos insultan? La esencia está tras las emociones negativas, y las emociones negativas impiden que las virtudes aparezcan.
Entonces, aunque parezca extraño, detrás de cada emoción negativa, detrás de cada ego, hay un pedazo de esencia.

Pero la esencia no es el inconsciente, ni su manifestación. La esencia es ese lugar central donde la creatividad llega
espontáneamente sin que intervenga la memoria.

La esencia es Dios, no lo olvidemos. El Dios externo, ese al cual mucha gente le reza para pedirle favores y consuelo, es
una creación de la imaginación, no nos puede salvar de las catástrofes. En cambio si invocamos al Dios interno, este
siempre nos salva o consuela en las “catástrofes”.

Cada esencia es igual y semejante a la otra. No hay diversidad, ni cambio, ni impotencia, ni una más importante que otra.
La esencia no tiene motivos para la diversidad o la variedad.

Dios no salva de… Dios salva en…

Jung diría, la esencia (Dios) es el sí mismo.


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1.3. Que estás en los Cielos.

Cielo es el lugar donde habita la esencia. La oración no dice “el cielo”, sino “los cielos”.

¿Por qué cielos y no cielo? Pueden ser dos razones, porque existen varios cielos y no sabemos, pero no creo. La otra,
porque cielo es la totalidad y esta no puede tener singular. En el cielo se está o no se está; no se puede estar de forma
incompleta, se está en los cielos y no en otra parte; yo no puedo tener mi trabajo en el cielo y mi matrimonio en otro
lugar. Cielos es como la palabra crisis, no tiene singular. Si yo tengo problemas en un dedo, tengo un problema, pero si ese
problema me inmoviliza y generaliza toda mi vida, dejé de tener un problema y estoy en crisis.

Dios, ¿dónde está? Según me enseñaron en el colegio, Él es “omnipresente”, está en todas partes, en todo lugar. No hay
un sitio donde podamos ir y no encontrarlo. Dios está en todas partes y en cualquier lugar se lo puede encontrar: no es
necesario peregrinar. Como dicen los budistas: el centro está en todas partes, la circunferencia en ninguna. Es raro, Dios
está en todas partes y no se nota, ¿será que le gusta jugar a las escondidas?

Así, Dios está en cada lugar de mi mente, mi corazón y mi cuerpo. Dios habita en mí. Dónde está mi Campo Elíseo, ahí está
mi Dios. Él solo puede habitar en el cielo, y como está en todas partes, esta tierra es el cielo. Si así no lo fuera, Dios no
existiría.

Esta parte de la oración afirma el reconocimiento de que hay algo noble en cada uno de nosotros: los cielos. El cielo es un
estado subjetivo de perfecta felicidad; es la liberación de las cadenas del sufrimiento. Esta parte de la oración nos dice
(otra vez) que Dios no existe, que lo tenemos que aprender a ver inventándolo dentro de cada uno.

Inventar a Dios es estar en los cielos. Al decir “que estás en los cielos”, se está diciendo que está en nosotros, que nosotros
debemos ubicar dentro de nuestro ser la presencia divina. Cada uno de los cielos es donde tenemos encarnada la chispa
divina, lo divino que cada humano tiene, la presencia de Dios en nosotros. La misión de todo ser humano es expresar su
esencia, a Dios, a la luz. Al decir “los cielos”, quiere decir que no hay un solo lugar para Dios, quiere decir, que Dios está en
todas partes, donde lo busquemos lo encontraremos. Podemos dejar de ser errantes, podemos dejar de ser Caín,
debemos hacer de la tierra, el lugar donde Dios se manifiesta: el cielo.

El sentido de vida del ser humano es conocer a Dios, o a tu esencia, y expresarla en la tierra. Cielo es presencia de la
esencia, o de Dios. Y la Tierra es el lugar de la manifestación de lo divino. Cada uno debe expresar, esto es sacar para
afuera, su cielo: el lugar donde cada uno se proyecta, más allá de las preocupaciones de la cantidad ocupándose de la
calidad. (El centro se manifiesta en la periferia.)

Si no se está en el cielo, estamos en el infierno. Hay sólo un cielo, muchísimos infiernos. El infierno es vivir según ordene la
personalidad, buscando el apoyo del exterior. Dicho de otra manera: si no se está en la esencia, se está en la personalidad.
Porque la naturaleza de la esencia es estar en los cielos, y la naturaleza de la personalidad es estar en la tierra. Además,
somos del cielo y estamos en la tierra. Este es el doble origen del hombre, la cruz: el puente y la escalera. Que la
naturaleza sea causa, y el ser humano efecto o manifestación de esa causa. Seremos del cielo cuando seamos efecto de
muchas causas y no causa de todos los efectos.

Entonces, ¿para qué buscar el cielo y a Dios fuera, si lo tenemos dentro?: “El Reino de los cielos es semejante a un tesoro
escondido en el campo”. (Mateo13, 44). Y “El Reino de los cielos dentro de vosotros está”.

Vivir sabiendo que hay un cielo y que ese cielo está en cada uno, es lo que nos vuelve creyentes, responsables y libres.
Vivimos en el cielo cuando somos manifestación de Dios.

Naturalmente, de aquí a la megalomanía hay un paso muy pequeño para quien no ha trabajado su ser, pero para quien
intente hacerlo carne, esa megalomanía no existe pues ya está en el cielo: el lugar donde los redimidos viven en perpetua
felicidad ante la presencia de Dios, en presencia de su esencia.
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El creyente en Dios, es el mismo que cree en su esencia; es el que vive rodeado de eternidad y actúa para hacer de este
mundo un cielo: un lugar donde reine la calidad, la generosidad y la aceptación incondicional de cualquier esencia, es
decir, un ser que se mueve en el mundo de la colaboración y no privilegia la casualidad.

Vivir en los cielos es no olvidarse que Dios nos acompaña siempre y es saber, que todo rasgo de la vida, es una expresión
del alma.

Como reflexionó un poeta: “Estar en los cielos es vivir por encima de cualquier horizonte”.
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CAPÍTULO II

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

¿Dios necesita ser santificado? ¿Al Padre hay que respetarlo para que lo quiera más a uno? ¿Dios necesita ser adorado?
¿Necesito rogarle al Padre que me quiera? Por supuesto que no.

¿Se le puede faltar el respeto a un creyente por insultar a su Dios? Por supuesto que no. Si alguien se siente ofendido por
una burla a su creencia favorita, en vez de reclamar es mejor que se avergüence.

¿Los favores de Dios dependen de las alabanzas? Jamás. Si Dios nos quisiera de manera proporcional a las oraciones que
hacemos, ese Dios es un egocéntrico injusto. Lo que pasa, es que como tenemos la chispa divina en nosotros, nos
confundimos; creemos que Dios es igual que nosotros, que necesitamos ser alabados, pero es al revés: nosotros somos a
imagen y semejanza de Él.

Es desde nuestra pequeñez y nuestro miedo que amamos a quienes nos favorecen.

Dios no es un ser caprichoso que haga favores o milagros a los que se encomiendan a Él. Si Dios respondiera mis oraciones
con milagros, quiere decir que Dios es chantajista y abusador. Parece un delincuente, que se mantiene del miedo.

Una vez, después de “hacer” un milagro, el milagreado se lo agradece a Jesús, y Jesús responde: “Tu fe te ha salvado”. Es
decir, Dios no hace milagros, los santos menos; la fuerza de mi fe es la que hace milagros, yo soy el que hace milagros
cuando me encomiendo a algo en lo que creo, aunque esa creencia sea falsa. (Me asombra el poder de la mente, y si dos o
más juntan su poder, ¡qué de milagros no harían!)

Nos cuesta entender a Dios como nos cuesta entendernos a nosotros mismos. Somos nosotros los que proyectamos en
Dios lo que haríamos si lo fuéramos. Por suerte no tenemos ninguno de los poderes o atribuciones que Él tiene, pues, si así
fuera, la especie ya se habría extinguido. Como nosotros amamos sólo a los que nos aman, suponemos que Dios es
sensible al halago. Dios no acrecienta su amor a los que lo complacen, ni los odia, simplemente le da lo mismo. Creer que
nos amará si lo complacemos, es una ridiculez infantil. Vivimos dependientes de la aprobación de los otros, suponemos
que a Dios le pasa lo mismo, pero Él no vive pendiente de nuestros rezos.

El Dios verdadero “no hace favores” ya que su ley es divina, no humana. 13 Lo que menos le importa a Dios es que lo
halaguen. Al parecer nos olvidamos que Dios nos dejó libres, libres hasta de Él. Los Dioses que hacen favores promueven
el egoísmo.

Bien mierda es un Dios que pide a sus admiradores y administradores alabanzas y rezos para ser salvados. Yo busco
alguien que diga: si te comportas como hermano entre hermanos, te salvas solo.

Si alguien dice que Dios premia a los que rezan, ese no es más que un relacionador público del demonio. Seguro que su
línea entre el bien y el mal es inestable, por un lado dice eso, y por otro, puede estar de acuerdo con algunas guerras o
con los que portan armas. Entonces no podemos rezarle a Dios para santificarlo, ni menos para complacerlo o adularlo. A
Dios le da lo mismo que le recemos o no.

El punto central es que no hemos entendido bien la frase “santificado sea tu nombre”, que quiere decir: santificado sea el
nombre de Dios, no santificado sea Dios. ¿Y cuál es el nombre de Dios? El tuyo. El mío. ¡El de todos! Pues somos uno,
somos Dios.

Nosotros somos los que necesitamos santificar nuestro nombre, que es la manifestación de mi esencia, la manifestación
de Dios.

Por lo tanto, “santificado sea tu nombre”, es “santificado sea mi nombre”, o “santificado sea Olmo”, en este caso. Se trata
de que yo mencione mi nombre con orgullo, admiración, gratitud y respeto. Esta parte de la oración es un compromiso

13 Ir al Apéndice Ley de Dios, ley de los hombres.


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que hago conmigo mismo de respetar y respetarme, de honrar y honrarme, y de servir y servirme de mi esencia. Que mi
nombre honre a la esencia, que mi nombre honre a Dios. Que mi nombre sea santificado como una señal de respeto a
Dios y, por lo tanto, a la especie.

Mi nombre, tu nombre es el representante de Dios aquí en la tierra, mi nombre, tu nombre, es la forma en que los otros
conocen a mi esencia, tu esencia. Que mi nombre, tu nombre no te defraude, que mi esencia, tu esencia, no se sienta
traicionada por mi nombre, por tu nombre.

Entonces, yo Olmo, me comprometo a ser un representante de Dios en la tierra, por mis actos, mi palabra, mis
pensamientos y mi sentir. Que el nombre sea a imagen y semejanza de la esencia, que sea la imagen y semejanza de la
esencia. Mi nombre, mi conducta, el trato que doy, el nombre o apodo con que me conocen, es el reflejo del Dios en que
creo.

"Nada tenemos que no hayamos recibido", leí en alguna parte. Como todo viene de la esencia, hagamos de su nombre
algo santo.

El problema es que a veces “no somos dignos”. No ser digno es ser inconsecuente, dándose cuenta de ello. Porque como
dice la Escritura: "Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis algo, hacedlo todo para gloria de Dios" (I Corintios 10,31). Hagamos lo
que hagamos en esta vida, tenemos que realizarlo para la gloria de la esencia.

La personalidad debe someterse e inclinarse ante la esencia, ante el Padre. El nombre debe inclinarse ante la esencia. Si mi
nombre no me representa, pues no lo he elegido yo, me lo cambio por uno que sí lo haga. Por esta razón en algunos
grupos religiosos los maestros ponen un nombre nuevo a sus discípulos ya iniciados.

La existencia es para salir de la personalidad y lograr que la esencia sea la que controle la vida. Se nombra lo que se
conoce y al dar un nombre se da un destino. Aceptar un nuevo nombre es aceptar un nuevo destino elegido
voluntariamente.

"Nadie es bueno sino solamente Dios" (Lucas 18,19). Por esto tengo que hacer buena mi esencia y mi personalidad; mi
nombre, que es el nombre de la esencia.

El nombre es sólo eso, el nombre. El nombre y el apellido no han hecho nada para estar donde están, por lo tanto, no
podemos sentirnos orgullosos de ellos. Pero sí podemos darle protagonismo y consecuencia a la esencia a través de la
responsabilidad del nombre asumido.

Y ojo, a la personalidad le disgusta mucho ser el representante de la esencia, pues ella se cree la esencia, y es sólo nuestra
imagen idealizada. Con la personalidad puede pasar lo mismo que con Luzbel. Y si mi nombre se rebela, si la personalidad
se rebela, que es la favorita de la esencia… Ya sabemos cómo termina la historia del ángel preferido.
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CAPÍTULO III

VENGA A NOSOTROS TU REINO

Venga a nosotros tu reino es anunciar el reino de Dios en la tierra. “Pero si yo echo los demonios con el soplo del Espíritu
de Dios, comprendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes”. (Mateo 12, 28). Venga a nosotros tu reino es la victoria de
la esencia sobre la personalidad.

Es decir, que venga la esencia a los distintos y caóticos yoes.14 Que la esencia venga a las personalidades, a la
personalidad. Se trata de manifestar la esencia en todos los planos: en el pensar, actuar, decir, sentir e imaginar. Venga a
nosotros tu reino, venga la Esencia al mundo de las formas. Venga a nosotros tu reino, para que nunca estemos solos, para
que el Padre o la esencia estén contigo, conmigo. Hasta se podría interpretar como un llamado desesperado de los
personajes a la esencia: “No damos más siendo lo que no somos”.

Venga a nosotros tu reino: que la obra de la esencia se manifieste en todos nosotros, en todos los personajes que tenemos
dentro, que no quede ninguno fuera de la influencia de la esencia; que en nuestra vida se note esta presencia; que no
seamos “pura boca”; que nuestro actuar sea buscando la justicia, la verdad, la dignidad y la libertad, la propia y la de los
otros.

Venga a nosotros tu reino significa hacer del puente un lugar de escalera. 15 Hacer de la vida un lugar de calidad. Vivir como
si tuviésemos a Dios en el cuerpo. Hacer de la vida el reino. Comportarse como parte de Dios, siempre. Vivir gobernados
por la esencia. Vivir por la calidad y no por la cantidad, por la cooperación y no por la competencia. Hacer el cielo en la
tierra. Vivir con la fuerza de la Fuerza y lidiar contra la fuerza del tirano.

Reino de los cielos, la unidad. Este mundo, la dualidad. Venga a nosotros tu reino, que nos gobierne la unidad en medio de
la polaridad.

Manifestar la esencia en la personalidad, expresarla en forma consciente. Vivir en armonía con ella, vivir en la confianza de
Dios. Esto es verdaderamente creer en Dios y no usarlo como amuleto. Comprometerse con el bien, y que se note.

Es la tarea que nos imponemos de construir el reino, liberando del mal a todos y a todo. Para que la esencia reine en
nosotros, con soberanía sobre la personalidad.

Jesús nos invita a orar por esta intención y nos enseña que no se entra en el reino de los cielos diciendo “Señor, Señor”,
sino haciendo “la voluntad de su Padre que está en el cielo”. (Mateo 7, 21). Hágase entonces la voluntad de la esencia en
la personalidad.

La voluntad del Padre, la esencia, “es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”. (I
Timoteo 2, 4)

"Nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni escondido que no haya de revelarse" (Mateo 10, 26). Tenemos por
tanto, la obligación de mostrar la esencia, de buscarla y de hacerla presente. Tenemos que vivir por la esencia, para la
esencia en la vida cotidiana. “Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino que os está preparado desde la creación del
mundo”, (Mateo 25,34)

El reino ya ha comenzado, hay que hacerlo ahora, no hay que esperar nada. El reino está aquí, sólo hay que ser capaz de
construirlo. El Padrenuestro es para construir el reino y como ya se ha dicho, el reino sucede cuando alineamos los
cuerpos en torno a la esencia y somos obedientes a ella.

Es decir, nuestro actuar en la tierra tiene un destino ilimitado, pues la manifestación de Dios es ilimitada. Somos obra de la
esencia, pero lo hemos olvidado. Este es un llamado a que la esencia domine nuestra conducta.

14 Ir al Apéndice Ego o Personalidad.


15 Ir al Apéndice La cruz.
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Que el poder creador de la esencia venga a los personajes de este drama. Aquí en la tierra -el reino de los personajes-
debemos manifestar en todo momento el poder de Dios. Si actuamos de acuerdo a la esencia, nada nos faltará, se nos ha
prometido el reino de Dios en la tierra: hay una promesa de plenitud, si actuamos de acuerdo a la esencia, con confianza,
entrega e integridad.

Todos nuestros males se originan en no saber aceptar el reino de la esencia en la vida, en la inseguridad a la que nos
somete la personalidad.

Que el poder creador de la esencia venga a las personalidades. Que la esencia venga a este plano. Que seamos felices.

El Padrenuestro es un llamado a ser íntegros, completos y llenos de éxtasis.


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CAPÍTULO IV

HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

4.1 Hágase tu voluntad.

“Nosotros estamos en el cielo y Dios sufre en la tierra”.

León Bloy.

¿Hágase tu voluntad? Siempre he pensado que aquí hay un error. Puede ser de traducción o se perdió una parte del
original y la reemplazaron con alguna originalidad de arqueólogo.

Esto es absurdo, es imposible orar -pedir- para que la voluntad de Dios se haga en el cielo. Si en el cielo no se hace la
voluntad de Dios, ¿dónde? Entonces, evidentemente, se refiere a otra cosa: a que la voluntad de la esencia se haga en el
puente (personalidad; tierra, mundo de la cantidad) y en la escalera (cielo, mundo de la calidad.) En la tierra me
comportaré como en el cielo, aunque los otros no lo hagan. De lo contrario Dios dejó de existir. Ahora entiendo a
Nietzsche, Dios no ha muerto, fue asesinado por los creyentes en Él.

Si el reino llegó a los personajes, no queda más que hacer la voluntad del creador. Esto ya no es un ruego, es una orden.
Este es un mandato que tiene relación con el voto de obediencia. Si se han practicado los votos, se entiende esto de
“hágase tu voluntad”.

Que se haga la expresión de la esencia y no la de la personalidad. No hay que trabajar fuera de la esencia. Si así se hace, se
peca, pues se pisa mal, se camina mal. Aunque la personalidad se oponga, nuestra vida es hacer la voluntad de la esencia:
es a lo único a lo que vinimos al mundo, aunque a la personalidad le desespere.

Hay que servir a la esencia. Ser perfectos como el Padre lo es. “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir
vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo
dejaría entrar en su casa. Por tanto, también vosotros estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no
pensáis”. (Mateo 24,43-48).

Cuando digo “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo” elijo ser tomado por la esencia y hacer lo que ésta diga.

Pero ¿quién gobierna el mundo? ¿La libertad divina o la coacción? ¿La esencia o la personalidad? Es claro, los creyentes en
Dios no gobiernan el mundo.
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4.2 Así en la Tierra como en el Cielo.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. A la personalidad lo que es de la personalidad y a la esencia lo que
es de ella. Puente y escalera. En el puente y la escalera se conjugan el cielo y la tierra.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Pero, ¿qué es del César? Nada, no hay nada que sea del César, todo
es de Dios. Cuando Jesús dijo que lo del César es para el César, nos mostró su sentido del humor.

Hay una voluntad de la esencia que la personalidad debe cumplir. Esta voluntad hay que hacerla en el interior y en el
exterior, sin justificaciones de ningún tipo, teniendo una conducta de colaboración y no de competencia, una conducta de
Hermano Mayor.

Se trata de vivir en paz y equilibrio con el mundo de las formas, para al final, lograr la armonía. En este mundo creado por
el egoísmo, vivido por y desde la personalidad, el hombre justo que vive por y desde la esencia, tiene que encontrar la
manera de vivir ahí sus valores. Esto es cargar la cruz: ser seres espirituales en un mundo que no lo es. “Os envío como
ovejas en medio de lobos; sed pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. (Mateo 10, 16)

Al César lo que es de él y a Dios lo que le corresponde; todo es de Dios. A la personalidad lo que es de ella y a la esencia lo
que le es propio; todo es de la esencia. Al puente lo que es del puente y a la escalera lo que es de ella; todo es de la
escalera. Estas son las perfecciones divinas y humanas que encarnó Cristo: la disciplina en la esencia y la personalidad al
servicio de ella; la vida interior al servicio de la vida exterior.

Someter la personalidad a la esencia es hacer que lo terrenal sea divino, teniendo confianza en medio de la noche, siendo
impecables, viviendo rodeados de eternidad.
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CAPÍTULO V

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLO HOY

Para poder hacer la voluntad de la esencia se la debe alimentar. Si la hemos conocido, ¿cómo no alimentarla para hacer su
voluntad? Pan significa todo lo necesario para que todos podamos vivir: desde comida, techo, abrigo y amor -y claro-
educación sentimental.

Todos los cuerpos necesitan un alimento: aire, comida e impresiones. El físico, necesita un buen puchero; el emocional
necesita buenos libros, escuchar buena música; el mental necesita saber conversar; y el espiritual necesita Prana. 16 El
alimento entonces, debe ser material, mental, emocional y espiritual. Para obtener de ahí, sabiduría, paz y abundancia.

“El pan nuestro de cada día” se refiere a lo necesario para vivir, pero con relación a la esencia. También, a eso que todos
necesitamos: satisfacer las necesidades.

Cada día, todos los días, esto es la perseverancia. Todos los días y cada día alimentar cada uno de los cuerpos. Todos los
días comer, todos los días escuchar una buena música que no sea de amor codependiente, todos los días leer un buen
libro, todos los días tener una conversación íntima no necesariamente con un íntimo, cada día una buena acción, todos los
días realizar un ejercicio físico de conciencia corporal, todos los días rechazar los malos alimentos y todos los días rezar,
hacer las meditaciones o las respiraciones.

Parece una contradicción, pero no lo es: “No os preocupéis pues diciendo: ¿qué comeremos, qué beberemos o qué
vestiremos? Los gentiles se afanan por estas cosas; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis
necesidad. Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mateo 6, 31-33). El pan
de cada día, no el de mañana; pues como también está escrito cada día tiene su afán. Se trata de vivir el presente, el aquí
y ahora, sin hipotecar el futuro. En el desierto, cuando cayó el maná, estaba prohibido guardar para el día después. “Que
nadie guarde para mañana”. (Éxodo 16,19.) Preocuparse del mañana es falta de confianza en el hoy, es exceso de
personalidad y escasez de esencia. Guardan para mañana los que no conocen su esencia.

La verdadera seguridad material se encuentra cuando es la esencia la que nos la proporciona. Cuando, por el contrario, es
la personalidad la que nos brinda esa seguridad, siempre tendremos miedo al futuro. Vivimos en una sociedad de miedo,
vivimos “comprando” el futuro, con todos los cuerpos. Si te alimentas como la esencia dispone, jamás tendrás inseguridad
material, así está escrito; en cambio si te alimentas según los gustos de la personalidad, jamás estarás satisfecho, vivirás
en ansiedad y obesidad.

Compramos futuro material, emocional y mental, y también espiritual. 17 Algunos ejemplos: ahorros excesivos en busca de
un mañana mejor; exigencias prematrimoniales; aferrarse a istmos; y lo que es peor, dar dinero porque así no nos faltará;
y peor aún, es cuando somos buenos queriendo ser malos, sólo para no irnos al infierno. Si confiáramos en la esencia, si
creyéramos en Dios, si creyéramos en nosotros mismos, alimentaríamos la esencia y no la personalidad y viviríamos
seguros, como los pájaros. “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo,
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6, 25)

“Yo tengo un alimento, que vosotros no conocéis. Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre” (Juan 4,32 y 34). Nuestro
alimento es hacer la disciplina de la esencia y no la voluntad de la personalidad. Este alimento es lo que nos dará
seguridad, paz, aceptación y abundancia.

Bienaventurados los que tengan hambre de este pan porque ellos serán hartos. Pan de la esencia. Si lo hacemos todos los
días, llegarán los milagros, por intermedio de la revelación. Bienaventurados los que tengan hambre de vivir bajo la
influencia de la esencia. Dichosos los que reconocen su necesidad espiritual porque Dios está con ellos.

16Ir al Apéndice Las Influencias.


17 Hay alimentos que liberan y otros que encadenan. Te encadenas a la existencia si sólo rezas para que la vida tenga un final feliz, eso es
ateísmo.
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“No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4).O dicho de otro modo, no
sólo de placer vive el hombre, no sólo de alimentos físicos, sino de lo que sale de la boca de la esencia, de sus revelaciones
y de tener la valentía de seguirlas, sin olvidar las responsabilidades. Saldrá de mí lo equivalente a lo que pongo.

Si le damos a la esencia su pan de cada día, tendremos asegurado el pan de la personalidad: este es un acto de fe. Si sólo
damos pan a la personalidad, mataremos a la esencia. Y matar es un pecado mortal.

El hombre como protagonista del desarrollo interior, no del dinero ni del poder. La esencia como protagonista de la vida,
no la personalidad con sus miedos. Es voluntad de Dios que nuestras vidas sean abundantes. Para eso es necesario dejar a
un lado la conciencia de escasez, de limitación.

En una autoobservación, el que reza, se da cuenta que tiene necesidades vitales. Vitales para vivir como ser humano
común y corriente, y vitales para la esencia. Para eso hay que hacer un trabajo, porque nada es gratis. Alimentar la esencia
es un camino duro; al comienzo es aburrido y como no tiene finalidad ni provecho, cuesta entender por qué se hace. Pero
es necesario e indispensable para vivir la vida espiritual, para evolucionar, para ser mejores seres humanos.

Podría apostar que, si la mayoría de los seres humanos alimentaran sus otros cuerpos como lo hacen con el físico, no
habría guerras, ni hambre, ni discriminación. Los que matan, son egoístas y separan, porque no saben rezar o no lo hacen.

El alimento espiritual es para evitar las recaídas. Para esto nos alimentamos, para dar buenos frutos, tengamos la vida que
tengamos.

Dar gracias por el pan de cada día es dar gracias por el pan emocional, por el físico, el mental y el espiritual. Por ejemplo:
después de hacer el amor, agradecer.

La esencia es muy generosa, y si la alimentamos, nos dará de todo. Alimentemos a la esencia, para no tener que mendigar
con la personalidad.

Alimentarse es nutrirse de sí mismo.


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CAPÍTULO VI

PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS, ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES

Todo el Padrenuestro es tan sólo para perdonar a los deudores. Yo puedo perdonar a los que me deben si: me doy cuenta
que todos somos uno (padre nuestro), practico vivir en el cielo (que estás en los cielos), mi nombre de pila es un
representante de la esencia (santificado sea tu nombre). ¿Es necesario seguir? El único sentido de este rezo es perdonar,
es decir, amar, ser cristiano. Seguramente una definición de cristiano sería: un ser que no daña al prójimo ni abusa de su
ingenuidad, ni de su ignorancia, ni de las necesidades.

Jesús introdujo el cambio de la Ley del Talión (“Ojo por ojo, diente por diente”), que gobernó el Antiguo Testamento, por
la ley del amor, y así creó una nueva religión. Una religión sin control de calidad sobre sus miembros, donde somos todos
iguales. Una religión terapéutica, porque nos enseñó a perdonar. “Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”.
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;
al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por
una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues. Oísteis que fue dicho:
“Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen, , para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos. Si amáis a los que os aman, ¿qué
recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué
hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto”. (Mateo 5, 38-48.)

Dice San Pablo en las Cartas a los Corintios: “Si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en
cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos. Así que, al
contrario, vosotros más bien debéis perdonarlo y consolarlo, para que no sea consumido por demasiada tristeza. Por lo
cual os ruego que confirméis el amor hacia él, pues también con este propósito os escribí, para tener la prueba de si
vosotros sois obedientes en todo. Al que vosotros perdonáis, yo también, porque también yo, lo que he perdonado, si algo
he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros,
pues no ignoramos sus maquinaciones” (II Corintios 2,5-11).

Perdonar no es un acto cortés tipo Manual de Carreño. Se supone que hay un arrepentimiento acompañado del propósito
de no hacerlo más. Es ser responsable. Sin retractación no hay perdón, sólo hay culpa, porque el perdón es salir de la culpa
sin caer en la vergüenza. El pesar es el cambio de conducta que implica el perdón. Un cambio tan trascendente, que es el
sentido y final de la vida: perdonar para amar. Perdonarnos para amarnos.

No hay pecado imperdonable salvo el pecado sin arrepentimiento. Arrepentimiento en la comprensión benévola y eficaz
del error cometido.

Perdonar es también el objetivo final del viaje llamado Padrenuestro. Para esto fue que Jesús nos enseñó a rezar. El
perdón es una muestra del verdadero amor. 18 Y si perdonamos, hemos alcanzado algo muy parecido a la iluminación y
estamos en condiciones de empezar el Quinto Camino.19

Por el perdón -quizá sólo por él- es que despertamos. Sólo el perdón nos hace divinos, por lo tanto humanos. A cualquiera
que te pida un perdón, dáselo; aunque te cueste y no sepas por qué. Si no sabes qué te debe perdonar, es que hay algo de
inconsciencia en ti. Por eso, al menos escucha a quien desea pedirte perdón. Si tu orgullo es tan grande que no tienes
nada que perdonar, ni nada de qué arrepentirte, es que no has entendido el mensaje y te queda mucho que aprender.

18 Ir al Apéndice Amor.
19 Ir al Apéndice Los Caminos.
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Aunque perdonar es de las experiencias más difíciles, es el no perdón el que desgasta y debilita, ya que perdonar es una
experiencia renovadora y crecedora. El perdón nos hace adultos, nos hace madurar porque con el perdón desarrollamos el
cuerpo emocional. Es decir, cuando aprendemos a perdonar (a nosotros primero y a los otros luego) de inmediato
dejamos de causar dolor en el prójimo. Sin embargo son pocos los que quieren crecer, perdonar y amar.

Se trata de hacer la vida cada vez mejor y más completa. La vida se vive intensamente y se perfecciona cuando
perdonamos porque así sanamos y ayudamos a sanar a otros. En esta vida hay que perdonar a todos y a todo, pero eso
viene al final, porque es más fácil perdonar a los otros que a uno mismo. Así es que primero hay que perdonarse a sí
mismo, para poder perdonar a los otros: perdonarse el pasado, el cuerpo, las enfermedades, la edad, las tonteras o
actuaciones inteligentes, las metidas de pata, las ofensas que hemos hecho a la esencia, las faltas de respeto que nos
hemos hecho; el mal trato que nos hemos dado.

Si yo me perdono a mí no me queda más que perdonarte a ti. Yo me perdono porque no era yo quien lo hacía. Te perdono
porque no eras tú quien lo hacía. Si no te perdono a ti, es porque no quiero perdonarme a mí.

Los que no se pueden perdonar, no pueden despertar. Por el contrario, quien se perdona a sí mismo, perdona a todo el
mundo. El perdón es algo que ofrecemos a nosotros mismos y a otra persona. Es algo que aceptamos de otros y de
nosotros mismos. Y si a alguien le falta a quien perdonar, es que hay algo suyo que no acepta, rechaza y castiga.

Por eso, también es necesario perdonar a los padres, a nuestra tradición, a nuestra raza, a nuestra religión, a nuestros
líderes, a nuestros jefes, a nuestros hijos, subalternos y vecinos incómodos. Hay que perdonar hasta ese lema patrio
chileno, esa degradación dice “por la razón o la fuerza”.

Si hemos sido perseguidos por ser parte de alguna minoría, igual hay que perdonar. No se puede decir “¿por qué a mí?”.
Lo que te tocó vivir, te tocó. Da igual si hay un karma o si estás pagando con los pecadores lo que los justos no hicieron.
Perdón y aceptación son equivalentes. Por lo mismo, perdonar es también dejar de criticar y dejar de hablar mal de los
que no están presentes.

A unos les costará más que a otros, pero todos tenemos, a la larga, que perdonar. Ese es el objetivo final del rezo:
perdonar a los que nos ofenden. Perdonar a los enemigos, a todos. Porque “no saben lo que hacen”, ni lo que son.

El perdón contiene una promesa: nos ofrece la paz, darnos lo que buscamos, lo que perdimos, lo que necesitamos, y eso
que deseamos. Es como sacarse la lotería, el perdón es como usar un mentholatum o un pegamento de la mejor clase.
Arregla todo lo quebrado, compone, mejora, restaura, hace partir de uno, 20 regenera, rejuvenece, reacondiciona, alegra,
aliviana, devuelve inocencia, da felicidad. Y, por sobre todo, nos hace confiar nuevamente en el prójimo.

La víctima está dañada, el victimario está mucho peor que la víctima. El victimario está absolutamente destrozado. Cuando
la víctima se repare, cuando perdone al victimario, hace un milagro: se sanan los dos. Esto es posible porque no conozco a
ninguna víctima que quiera cambiar de lugar con el abusador.

El peor enemigo del perdón es la desconfianza. Los que no han perdonado, o viven en perfecta desconfianza, son los que
van de mal en peor. Con el perdón, nos atrevemos a correr riesgos, a empezar de nuevo, porque el perdón libera, rompe
cadenas, nos hace vivir, nos saca del infierno y nos devuelve al cielo. El perdón es un pasaporte directo de vuelta al Padre.

Perdonar es una decisión, un proceso, una actitud y una forma de vida. Es un compromiso consciente que hacemos con
otro, otros, y nosotros mismos. Es una opción, análoga al amor: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es decir, primero
ámate tú y después podrás amar a tu hermano. A él, no lo ames ni más ni menos de lo que te amas a ti mismo. Sustituye,
ahora, el verbo amar por perdonar. Quien se ama a sí mismo, automáticamente ama a su prójimo: lo mismo pasa con el
perdón. Por esto amar al prójimo como a sí mismo, no es una orden, es una demostración: te amas tal como amas a tu
prójimo. Perdonas al prójimo tal como te perdonas a ti mismo.

Que nos amemos los unos a los otros es la ley más difícil de cumplir. Pero esta ley nos hace hermanos y con ella el ser
humano deja de ser una mercancía. Con el perdón llevamos a la práctica la creencia en Dios, se hace carne el

20 De uno, no de cero. Sólo los iniciados pueden partir de cero.


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Padrenuestro: demostrando, primero a nosotros mismos y luego a los otros, que creemos eso de que todos somos uno y
lo mismo: una olita distinta dentro de un mismo mar. Sin amor, no hay nada, porque el ser humano sólo puede amar. Dice
San Pablo: “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo
que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera
que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si
entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”. (I Corintios 13,1)

El enemigo mayor del arrepentimiento es la satisfacción de sí, que nos lleva, de todas maneras a no amarnos y a no amar
al prójimo. El autosatisfecho es ése a quien le dicen que pida perdón y responde que no tiene por qué darlo pues no se
arrepiente de nada y considera que no ha hecho nada malo. Ese es el peor de los dormidos y está gobernado por el
demonio: “Que todos nos consideren como servidores de Cristo y encargados suyos para administrar las obras misteriosas
de Dios. De un encargado se espera, antes que nada, que sea digno de confianza. Lo que es yo, poco me importa que me
juzguen ustedes o cualquier autoridad humana. Ni siquiera me juzgo a mí mismo; a pesar de que mi conciencia de nada me
reprocha, no por eso me creo sin reproches: el Señor es quien me juzga”. (I Corintios. 4,1-4).

“Si dijéramos que no tenemos pecados nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros”. (Juan 1,8). No
nos engañemos, todos tenemos que dar y pedir perdón. Porque la verdad no está en la personalidad, sino en la esencia:
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será
perdonada”. (Mateo 12). Esto significa que mentirle a la esencia, no tiene perdón de Dios.

“Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen” dijo Jesús; yo creo que está mal traducido, cuando Jesús en la cruz
dice: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”, debiera decir: “Señor, perdónalos pues no saben lo que son”. No
saben lo que hacen, porque no saben lo que son.

Lo que más molesta a la persona y lo que más baja autoestima causa, no son las faltas pequeñas, sino el no querer
reconocerlas; eso es lo que causa más daño. Aceptar las faltas, perdonar y pedir perdón es el triunfo sobre el odio, que no
otra cosa que el origen del miedo y la inseguridad, causantes directos de la muerte de la esencia.

Por eso el perdón es el resultado final de este rezo y de esta vida. Cuando perdonamos y pedimos perdón, ya somos seres
humanos de buena voluntad. Vencemos al odio y experimentamos el amor sin muerte

“Cuiden que nadie devuelva a otro mal por mal, sino que procuren el bien, ya sea entre ustedes, ya sea con los demás”. (I
Tesalonicenses 5,15.) Hay que perdonar, a cualquier ser humano bajo circunstancias particulares es impredecible.

Y, ¿qué es el perdón?
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6.1 Qué no es Perdón.

Para entender algunas materias, es mejor definirlas desde su negación.

Cuando yo perdono, o a mí me perdonan, no significa que se pueda seguir haciendo lo mismo. El perdón no autoriza, ni es
un visto bueno, ni un okey. Tampoco el perdón significa que yo deba seguir soportando algo que no me gusta. Ni es poner
la otra mejilla, aunque siempre hay que ponerla. Perdón es tener un dolor, pero no soportarlo. Si alguien hace daño, y
continúa con su conducta diciendo: “Total qué más da, si ese es un cristiano y al final siempre tendrá que perdonarme”,
sepa ese alguien que está ciego y con su esencia agonizando.

¿Qué es poner la otra mejilla y quiénes la ponen? Sólo pueden hacerlo los que se dominan a sí mismos, los que accionan
en vez de reaccionar, los que nada los provoca, ni se dejan provocar, pues se saben controlar. Los justos pueden poner la
otra mejilla.21 Este acto es terminar con la práctica del ojo por ojo. Es una señal de amor, tanto, que si el otro soluciona un
problema pegándome, que siga pegando. Y lo mejor de todo, es que poner la otra mejilla paraliza al hombre exterior que
golpea, pues ni remotamente espera esa no violencia en acción.

Perdonar no es ser comprensivo con el agresor, ni es justificar una conducta indeseable, ni aprobar algo indecoroso, ni
defender lo indefendible, ni es olvidar la justicia que impida tomar medidas.

Tampoco -menos- es la negación de una rabia, un dolor, o alguna emoción negativa. Por eso, quienes perdonan para
mantener la paz, sólo lo hacen con el cuerpo mental; es decir, no lo han hecho de corazón, y no han perdonado de verdad
pues debajo de su perdón hay frustración, resentimiento y un deseo escondido de venganza o de que al otro le vaya mal.
Perdonar para mantener la paz es otra forma de alargar la guerra.

Si piensas “todo se paga en la vida”, “Dios se encargará”, “en la otra vida tendrá un karma insoportable”, “quien a hierro
mata a hierro muere”, “la vida ya lo está castigando”, “con paciencia veré pasar el cadáver de mi enemigo”, o haces una
denuncia anónima, porque el otro tenía “tejado de vidrio” o sus dolores te dan alegría, no has perdonado. Eso no es
perdón.

Perdonar no significa que debamos compartir o ser amigos con quien nos ofendió. No es jugar al bueno, ni encontrarle la
razón al otro. Perdonar no es negar lo que sientes, ni manipular con tu dolor las injusticias que te han hecho. No es ser
pasivo ante lo que no funciona para ti, no es aceptar el daño pasivamente.

Tampoco es una excusa para no asumir una responsabilidad, ni se perdona para esconderse del miedo, eso significa actuar
desde la personalidad y no como ser humano cabal. Perdonar por miedo a la venganza del otro, no es perdonar.

Y menos es perdón, cuando se da para sentirse superior.

Como se ve, perdonar es muy difícil, es voluntario y es un proceso, tuyo, personal; no lo apures ni lo resistas. No empujes
el río. No es decir “perdono” y punto. Así es que más vale no perdonar -y reconocerlo- que perdonar de mentira o por
cobardía, porque si te mientes estás en pecado mortal, mortal para la esencia.

Así es que si, por ahora, no puedes perdonar, no importa: no lo hagas. Nadie te castigará por eso; menos Dios que es el
más comprensivo de los seres de este universo. Igual, en algún momento, que puede ser al final de nuestras vidas, hay que
perdonarlo todo.

Por ahora, respeta y honra lo que sientes. Si no puedes perdonar, no lo hagas; pero no tomes venganza. No olvides que es
imposible perdonar si hay algún tipo de rechazo a lo que sentimos. No te digas que has perdonado, cuando sólo lo has
hecho con la mente: hay que perdonar con el corazón, lo que quiere decir que debes desear lo mejor a quien te ofendió,
ya que sólo cuando no te afecta, -y te alegra la prosperidad del ofensor- es que has perdonado.

21 Ir al Apéndice Los Justos.


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La mayor venganza del que no ha perdonado y sigue lleno de odio -puede que con justa razón- es cuando el ofendido
obliga al ofensor a pedir perdón. Ahí no hay amor ni arrepentimiento por ninguna de las dos partes. Es continuar una
guerra.
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CAPÍTULO VII

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN22 Y LÍBRANOS DEL MAL

7.1 No nos dejes caer en la tentación.

“Cuando el Espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y no lo encuentra. Entonces
dice: "Volveré a mi casa de donde Salí." Cuando regresa, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va y trae
consigo otros siete Espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser
peor que el primero. Así también sucederá a esta perversa generación”. (Mateo 12,43-45)

Por muy alto que estemos en el trabajo sobre sí, seguimos siendo “pecadores”. O lo que es lo mismo, seguimos
“dormidos”. La frase “no nos dejes caer en la tentación” se podría traducir: “esencia mía no me hagas soñar que estoy
despierto”, no me hagas vivir el más pesado de los sueños y la más terrible de las pesadillas.

Cuando un general romano llegaba triunfante a Roma a saludar al César, entre los vítores del pueblo, siempre lo seguía
una mujer que, abanicándolo, repetía: “no olvides que eres mortal”. No nos dejes caer en la tentación es no dormirse en
los laureles, para no abusar de nuestro poder, para seguir con desapego el camino del héroe, para nunca dejar de cumplir
con la misión.

En este viaje seguimos siendo hombres, y cada despertar trae consigo una crisis y una tentación equivalentes al trabajo
realizado. Una vida sin tentaciones no merece ser vivida, dijo alguien, pues es una vida sin avance. Vivir sin tentaciones es
como ir al colegio y nunca tener un examen. Las tentaciones son señal que vamos bien. “Ladran, Sancho, señal de que
avanzamos”, le decía el Quijote a su escudero.

Las tentaciones son como los perros que ladraban al Quijote, un signo de éxito y triunfo. Si los perros ladran, es que
avanzamos. En la oración del Padrenuestro no le pedimos a Dios que elimine las tentaciones, que las quite del camino.
Sería absurdo interpretar esta parte de la oración como un “elimíname las tentaciones”, o tomarlo como un argumento
para reprimir a los tentadores. Solicitamos ser como Ulises ante el canto de las sirenas.

En Juan 5, 41 se describe al tentado: “Yo no hago caso del favor de los hombres. Ya los conozco: el amor de Dios no está en
ustedes. Yo vengo de parte de mi Padre, y ustedes no le hacen caso”. Parafraseando a Juan, yo diría: yo no le hago caso a
los hombres cuando hablan desde y para la personalidad; yo actúo desde la esencia que ustedes no quieren ver.

Las tentaciones existen para demostrarnos y demostrar que tenemos dominio sobre nosotros mismos, que somos unos
triunfadores de la esencia y de la calidad, para probar que nuestro camino es correcto y vale; para no ser como Oscar
Wilde, que decía caer en las tentaciones para librarse de ellas. Las tentaciones están para no perder de vista las voces
divinas.

Ver las tentaciones sin caer en ellas es señal de estar despierto, es el primer paso para entrar al Cuarto Camino. Las
tentaciones son parte de la vida, son necesarias para vivir en estado de alerta y vigilancia. Caer en la tentación es la
recaída de una enfermedad. Siempre en la vida, y en todas las vidas y en todos los niveles, todo logro tiene un examen.
Cada examen superado es una tentación vencida.

No olvidemos que nuestro ego está siempre presente, y con más razón ahora, buscará sentirse superior, altanero, tanto
que, si no lo domamos, caeremos inevitablemente en la megalomanía. Que nuestros logros no nos encandilen. Una
terrible tentación es creerse con un nivel de conciencia superior al que se tiene. O lo que es peor, identificarse con el nivel
de conciencia que uno cree haber obtenido. Una tentación casi nunca lo parece, y un pecado mortal de tentación, es hacer
el bien por vanidad. En los pecados veniales es donde reina el demonio y también los falsos maestros. “El que es infiel en

22 Ir al Apéndice Tecnología de la Tentación.


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lo poco lo es también en lo mucho”. (Lucas 16,10.) A mayores logros, mayores tentaciones. Una vida vacía es una
existencia con grandes logros y ninguna tentación.

Sólo a los sobrevivientes,23 a los que somos multitud, a los que estamos fragmentados, nos perturban las tentaciones;
cuando dejemos de serlo, las tentaciones serán un placer. Es por esta razón, a veces pienso, que a Jesús nunca nadie lo
tentó; las pruebas sólo fueron una escaramuza del innombrable para mostrarnos la coherencia y solidez de Cristo, fue una
puesta en escena entre esos dos aliados, Jesús y el Diablo. Él era unidad, por lo tanto no podría haber experimentado
tentaciones; ellas son un “privilegio” de humanos, aunque, como se sabe, la rebeldía es un acto de cualquier jerarquía.

Dejarse tentar es rendirse ante la tensión, es no saber postergar una gratificación. Jesús nos enseñó a aguantar con
resistencia la impaciencia. Él pudo usar su poder, pero usó su autoridad. Nosotros no lo hacemos cuando comemos sin
hambre, y cuando comemos sin saber de que tenemos hambre.

Podemos reconocer una tentación al saber que sólo el ego es el agradecido. Esto lo dice el cuerpo; los que saben escuchar
a su cuerpo se evitan tentaciones. Que no me aferre al bien, como dicen los budistas cuyos votos son: no tocar el mal, no
aferrarse al bien y vivir el aquí y el ahora.

Por eso los quejumbrosos son los mayores tentados, son los que ni siquiera han iniciado el camino, pero se creen en él. Se
quejan los que no aceptan el límite natural. Ante lo que no puedo cambiar, tomo una actitud, y no me quejo. Ante lo que
no puedo cambiar, no me queda más que aceptar. Si no lo puedo aceptar es porque mi nivel de conciencia es insuficiente.
Si mi infancia fue desgraciada, una pena; pero no me puedo dejar tentar con su dolor. Así, podríamos decir “líbrame de la
queja”.

¿Por qué nos quejamos? O lo que es lo mismo, ¿por qué no podemos aceptar las cosas tal como son? Porque creemos
merecer algo mejor y no corremos el riesgo de ir a buscarlo. Es decir, nos quejamos de puro cobarde, y siempre nuestra
queja es sobre nosotros mismos, porque si eliges lo mejor para ti, no puede haber queja. Los quejosos no conocen su
esencia, si algo supieran de ella, estarían entretenidos haciendo lo que es su deber. Se quejan los aburridos, se tientan y
son los que causan el mal en el mundo. Y lo más preocupante es que en la sociedad actual, la mejor forma de ganar dinero
es entreteniendo a los aburridos, ayudándoles a estar aun más aburridos, durmiendo a los dormidos. Donde están los
aburridos viven las tentaciones.

Las tentaciones se producen por faltar a los votos o por vivir fuera de los votos. Las tentaciones son una unidad de
medida: mide tu grado evolutivo. Los más dormidos son los aburridos, esos que no saben qué hacer con su tiempo libre.
Los aburridos son los que no creen en sí mismos. La personalidad se aburre, la esencia vive en permanente y plena dicha,
vive la vida como si fuera una fiesta de bodas, con su luna de miel incluida.

“Nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación engendra la paciencia, la paciencia una virtud sólida, y la
virtud sólida la esperanza". (Romanos 5,3-4). Por otro lado, sufrir un poco ahora habla del dolor de despertar; pero es el
anticipo del placer de gozar la vida y del placer de cargar la cruz. Es decir, de vivir. “Pues el peso ligero, momentáneo de la
tribulación nos prepara sobre toda medida un peso eterno de gloria, a nosotros que no miramos las cosas que se ven, sino
las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales y las que no se ven eternas”. (II Corintios 4,17:18).Al aceptar
las tribulaciones dejamos de reclamarle a la vida.

Hay una tentación muy grande en el camino espiritual. Es la tentación de hacer experimentos: en este mundo están
prohibidos. En el mundo espiritual se busca, se pide y se golpea la puerta; pero si ésta no se abre tenemos que buscar la
llave muy dentro nuestro, no hay que llamar a los bomberos para que la derriben. En el mundo espiritual hay cosas que no
pueden ser conocidas, aunque sí reveladas. Todo puede ser revelado a condición de meditar todos los días; o, lo que es lo
mismo, de alimentar los cuerpos. Un ser en el camino sin meditación, sin los votos, sin su alimento diario, es como un
perro sin su árbol.

Para no caer en la tentación, es necesario que nuestra esencia trabaje el don de la disciplina, para poder perseverar en la
autoobservación. Se trata aquí de un esfuerzo personal, pero con la ayuda de la esencia. Si tu esencia te lo dijo, hazlo. Si te

23 Ir al Apéndice Sobrevivientes.
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equivocaste, empieza de nuevo, porque quiere decir que te lo dijo la personalidad y no la esencia. Todos cometemos
errores y hay que corregirlos, aunque los enmendemos con otra equivocación; si es así, volvemos a corregir porque
siempre tendremos de aliada a la esencia. Ella dice, “aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré”. (Mateo 26,33)
Hay que confiar en ella y no en alguno de los 987 yoes. “Maldito el hombre que confía en otro hombre y en la carne pone
su fuerza; bendito el hombre que confía en el Señor”. (Jeremías. 17,5).

Si yo tuviera que reeditar, mejorar y aumentar este rezo, le agregaría una frase que dijera más o menos lo siguiente:
“hazme caer en las necesidades y no en las tentaciones”.

Comer el fruto del Árbol del Bien y del Mal24 cambió el destino de la humanidad y tuvo un triple efecto: esfuerzo,
sufrimiento y muerte. El esfuerzo -o trabajo- ocupó el lugar de la unión mística: la relación de espontaneidad que había
con Dios antes de la caída. El sufrimiento reemplazó la revelación directa reflejada en la gnosis, el conocimiento: la
conciencia previa a la caída. Y la muerte, entró en el ámbito de la vida o magia creadora, magia sagrada, equivalente a la
vida tal como fue antes de la caída.

Antes de la caída, el anhelo de unión con el Todo impulsaba al ser a vivir y no a la lucha por la existencia. Este principio de
sobrevivencia es posterior; al igual que el sufrimiento o la muerte, que no desempeñaban ningún papel en las conciencias
en el paraíso.

Del mismo modo, cuando la vida religiosa deja de estar enraizada en la mística, sin la iluminación de la gnosis y exenta de
la magia sagrada, también decae. Se enfría sin el fuego de la mística, se oscurece sin la luz de la gnosis y pierde su vigor sin
el poder de la magia sagrada. Sólo queda un ladrillo teológico apoyado por un legalismo moral: puro fariseísmo.

La tentación tiene un camino de doble vía: el que tienta puede salir convertido. En Lucas 7, 36 Jesús recibe a la tentadora.
Ella “va por lana, y sale trasquilada” pues se convierte. Nosotros debemos recibir a quien nos quiere tentar, es un buen
servicio al prójimo, quien nos tienta nos hace un favor, pues lo podemos convertir. En cambio, si nos alejamos o
combatimos al tentador, es que todavía somos débiles. Fortaleza y madurez es cuando del tentador tenemos algo y
mucho que aprender. No tener nada que aprender del enemigo, es anemia espiritual. Entonces, hay que hacerse amigo
del enemigo, convidarlo a casa e intimar con él. Por dos razones: una porque puede dejar de serlo y entrar en el camino,
su camino; y la otra -muy importante- porque el enemigo es quien mejor conoce nuestros puntos débiles, por eso de él es
de quien más podemos aprender. Así pues, hay que hacer el bien a los que nos hacen el mal ya que quien nos aleja de las
tentaciones es el mismo demonio.25

El barrio rojo de cada ciudad se debería construir en medio del distrito más creyente. La cárcel para los más malos, se
debería construir en medio del sector donde viven los más decentes. Para que los malos, al ir por lana, salgan trasquilados,
y los buenos, espirituales y decentes sepan en la práctica demostrar lo que son. Un creyente no expulsa al que no cree,
pues por presencia debiera convencerlo.

Los creyentes han rechazado el ateísmo, han expulsado a los ateos, lo que no es muestra de la creencia, sino de la
superstición. No es una señal de luz, sino un mecanismo de defensa. Rechazar y combatir al tentador es reforzarlo, sólo se
puede cambiar lo que se acepta y se ama.

Los que viven en una burbuja sin tentaciones, reprimen a los tentadores y castigan a los tentados, son inhumanos, lobos
con piel de corderos.

Otra gran tentación es la de olvidar los votos de obediencia, pobreza y castidad y reemplazarlos por poder, riqueza y
lujuria. Y la mayor tentación es confundir al Anticristo con el Mesías. (Aunque todo Mesías tendrá que ser un Anticristo).

24 Si comiste del bien y del mal, vive ahora en el bien y el mal.


25 Para profundizar más, leer Mateo 5.
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7.2 Mas Líbranos del Mal

Cuando somos más ignorantes es cuando culpamos a Dios o a la esencia de las desgracias de la personalidad y del mundo.
Caer en la queja es el mayor de los pecados para una persona que ya ha rezado haciendo carne este canto. “Más líbranos
de la sombra”,26 podría ser la traducción moderna para esta parte de la oración.

“Líbranos del mal” es el compromiso de no tomar el mal, por más que convenga y sabiendo que los que hacen el mal, lo
hacen porque consideran que el daño que producen es menor al beneficio que obtienen.

“Líbranos del mal”. No es que el mal no esté, o lo reprimamos, sino que estemos libre de él. Hay que dejar al mal existir,
hasta es un buen negocio su presencia. . Estar libre del mal significa: aunque lo que ocurra fastidie a mi esencia, no tendrá
influencias sobre mí.

Líbranos del mal, es también líbranos de los falsos maestros: esos que todo lo transforman en fácil. Líbranos del mal es
saber que Dios habita dentro de nosotros, entonces el mal no puede estar en nosotros. Líbranos del mal es darse cuenta
de algo: lo que se combate se refuerza. La única manera de combatir el mal es aceptándolo, es decir, iluminándolo, pues el
mal no existe, la oscuridad no existe, sólo existe lo no iluminado. Nadie hace el mal, quien obra mal no sabe hacerlo de
otra manera. Es tan sólo un problema de conciencia. Un ser consciente no causa dolor a sus semejantes, ni por error ni por
omisión.

Líbranos del mal en pasado, presente y futuro. Quien puede pronunciar esta frase ha dejado atrás su ayer, no puede
volver a culpar a nadie de sus desgracias, ha madurado, ha asumido con responsabilidad y sin comparaciones, la vida. La
vida es injusta o lo parece, pero no por eso vamos a quedar atrapados en los premios fáciles, o en los pasados difíciles.

Libramos del mal es parar de sufrir. Es darse cuenta que el pasado es quien atrapa e impide mi desarrollo. Quedarse en el
pasado no es buena compañía, es mala soledad. Cuando el mal me fatigue, me libera hacia la vida, la acción y al
compromiso con mi esencia.

El problema entonces no es el diablo, sino mis inclinaciones perversas. Mi miedo ya no es al maligno externo, sino a mis
demonios internos. Al diablo no hay que temerle, él jamás ha quitado la libertad a nadie. El tentado solito se quita su
propia libertad obedeciendo a sus propias cadenas.

Cada mal no es más que “un Frankenstein” creado por uno mismo, es una esclavitud autoconstruida, es ser un esclavo de
la propia obra. Cada diablo no es más que un egrégor, monstruo, quimera o minotauro, construido por uno mismo.

Por último, es un error creer que el diablo es ateo. Él no duda ni por un segundo de Dios, es el que más cree en Él. Por el
contrario, en quien no cree el diablo es en el hombre, y sabe que el hombre no cree en Dios, o lo que es lo mismo, que el
ser humano no confía en sí mismo, en su esencia, en su chispa divina, ni siquiera después de haber rezado esta oración, ni
aun cuando está a punto de iniciar el Quinto Camino y dispuesto a vivir el Cantar de los Cantares.

26 Ir al Apéndice Sombra.
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CAPÍTULO VIII

¿ES MONÓTONO, FASTIDIOSO, CANSADOR, LETÁRGICO VIVIR SEGÚN EL PADRENUESTRO?

Eso es lo que nos quieren hacer creer los enemigos de la esencia. Jesús habla de una salvación amorosa, y eso no puede
ser aburrido.

Dos ejemplos. En alguna parte del Nuevo Testamento se cuenta que Jesús le dijo a uno que le preguntó cómo seguirlo: “ve
a estar con tu mujer”, respondió el Maestro. Es decir, anda a hacer el amor y que lo disfrutes. En otro pasaje, el primer
milagro de Jesús fue transformar el agua en vino. Cabe imaginar, si en un matrimonio de judíos ricos se termina el vino,
estaban todos ebrios. ¿Qué hace Jesús? Transforma el agua en un vino de mejor calidad, para que todos sigan
deleitándose. Es decir, Jesús nos muestra a un Dios de la abundancia de dones, confirmando que estamos llamados a la
felicidad, no al sufrimiento.

Esta es la razón por la cual me gusta describirme como un cristiano del primer milagro, y cuando muera, quiero una copa
de buena calidad con un vino rico y sabroso en mi ataúd, no un crucifijo.

El cristianismo que nace desde el fondo de nuestro corazón, no necesita de ningún intermediario. Siempre y cuando, claro,
se haya rezado esta oración, que demora como siete años en hacerse carne.

Si tenemos un Cristo latero, es porque los evangelistas lo eran, no porque Jesús lo fuera. Claro, no cuentan cómo Jesús
celebraba su cumpleaños, y tampoco relatan cómo resolvía sus necesidades corporales. ¿Quiere decir eso que no las
tenía? Jesús esperó a los pecadores con una fiesta cuando fueron a la pesca milagrosa (Juan 21). Sus contrincantes lo
consideraban ebrio, vividor y no respetuoso de las normas (Mateo 11,19). El mismo Mateo dice que vivir es como estar en
un banquete de bodas, porque la vida no es para estar triste (Mateo 9,15) Ese sentido del buen gozo está incluso en el
Antiguo Testamento que, en un pasaje cuya ubicación no recuerdo, dice que el Mesías vendrá con fiestas, buenos platos
para comer y buen vino para beber. En otra parte, se dice, que el cielo es una permanente fiesta de novios.

Jesús era y es un ser humano, con las alegrías y rabias propias de un ser nacido de una mujer. Todos conocemos los
latigazos a los mercaderes del templo, el trato de “hipócritas” a los que no trabajan el sábado. Jesús tenía opiniones
políticas: una vez unos fariseos le advirtieron que Herodes lo quería matar, Jesús respondió “anda y dile a aquella zorra…”
Trató a Herodes de zorra. Zorra, aunque entre los judíos era símbolo tanto de astucia como de debilidad o insignificancia.
Pero igual, lo trató de zorra. Yo tengo opiniones políticas parecidas.

La vida es para estar despiertos, pasarlo bien y amar al prójimo, ni más ni menos que como a uno mismo. No le hagas al
otro lo que no quieres que te hagan, pero tampoco olvides que no todos tenemos los mismos gustos. Compórtate desde
tu esencia, sin justificaciones y di la verdad. La verdad es algo revelador si lo dice la esencia, en cambio, un ladrillo en la
cabeza del otro, si lo dice la personalidad.

Esta vida es para vivirla entera, con todas sus cualidades. Elegir sólo una parte de la vida es una traición a la totalidad.
Escoger sólo el placer de la comida y no el de la carne legítima, es un pecado contra la totalidad de la esencia, eso no es
abandonar el ego, sino quedarse pegado en algún “yo” miedoso que nos impide la intimidad, la franqueza y el gozo. El que
no sabe disfrutar de los bienes creados por el Creador, no sabe vivir, ni es cristiano.

Alma y cuerpo. Los dos juntos. Por esta razón la espiritualidad y la sexualidad no pueden andar por separado, pues ambas
nacen del corazón.

Jesús es simple, por eso es profundo, no le interesan los estudios teológicos más allá de su juventud y a esa edad todos
somos intelectuales. Por ejemplo, cuando le presentan a una mujer adultera (Juan 8) exigiendo su lapidación por expresas
cuestiones teológicas, citando incluso a Moisés, Jesús no se inmuta, pues la ley le da lo mismo, lo que le preocupa, lo que
le conmueve, es el ser humano. Los que no tienen conciencia se preocupan de la ley.
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Cuando te preocupa más la ley que el ser humano, es que estás muy perdido o alejado de ti mismo. El sábado se hizo para
el hombre y no el hombre para el sábado”. (Marcos 2,27)
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CAPÍTULO IX

SER CRISTIANO: VIVIR LA ESENCIA

Lo malo de ser cristiano es que uno parece estar condenado al “fracaso”, como Jesús. Jesús dijo “misión cumplida” justo
en el momento de su muerte (Juan 19,30), en el triunfo de su esencia. La pregunta entonces es ¿dónde está el éxito? ¿Se
mide el valor de la vida en función del éxito obtenido?

Evidentemente, Jesús fracasó. Pues si hoy volviera, de nuevo lo mataríamos. 27 Su prédica no sirvió para nada y es más, la
iglesia que lo administra, la del amor, mató en su embriaguez amorosa a todos los que quiso y más. Hoy reprime, tiene
poder político y muy poco le importa el crecimiento personal, ya que parece más preocupada de la masturbación que del
desahogo. Una iglesia que bendice armas parece poco cristiana.

La misma vida de Jesús fue un fracaso, fue incomprendido: Él dijo “Digan conmigo, yo soy el camino, la verdad y la vida.
Repitan”. Y ellos repetían: “Tú eres el camino…” 28 ¿Cuál camino, cuál verdad, cuál vida? El camino, la verdad y la vida de
cada uno siguiendo su propia esencia.

Después quisieron hacerlo político al verlo tan milagroso (Juan 6,15), pero su enfrentamiento con los líderes religiosos de
la época también fue un fracaso. Jesús fue rotundamente incomprendido. Incluso uno de los suyos lo traicionó y dos de
sus leales se durmieron mientras Él sudaba sangre. (Lucas 22,44)

Sin embargo, Jesús aceptó todos sus fracasos. Es decir casi todo en su vida. No recordó sus tragedias, no fue melancólico
ni se justificó con lo triste de su existencia.

En este caso, fracasar es seguir a la esencia, pese a los desprecios. No sacrificó ninguno de sus valores para ser aceptado
por otros. Hasta tenía mala reputación A pesar de lo mal que le fue, no sacrificó su esencia, ni hizo lo políticamente
correcto, y no uso la maña diplomática en ninguna negociación. Fue un ser íntegro, no como somos el resto, una pandilla
de hechos a medias. Tampoco buscó el favor de los poderosos, sino más bien los dejó de lado y se refugió en el apoyo de
los débiles, que son a quienes hay que servir.

Para Jesús el fin nunca justificó los medios. Hoy, quienes nos llamamos cristianos, no podemos aceptar que la guerra sea
un medio para tener paz.

Tanto se sacrificó Jesús que ni siquiera fue famoso en su época. En ese tiempo, era un desconocido, ningún libro de
historia lo cita, salvo uno y una sola vez. Su éxito (¿o su fracaso?) fue total: han pasado más de dos mil años y todavía
seguimos hablando de Él.

Su anonimato en la historia es parte de su mensaje: Realiza algo grandioso y que nadie se dé cuenta.

Así es que repitamos la pregunta, ¿qué es el éxito?: para los endemoniados cantidad, para los cristianos, calidad.

Seamos cristianos comprometidos: En épocas de luz se vive con sencillez y colaboración desde la esencia que emana del
Padrenuestro esencial.

Con Jesús aprendemos:

¿Los últimos serán los primeros?

He preguntado a cristianos el significado de la frase “los últimos será los primeros”. Y su interpretación.

Me han respondido algo así como: son los preferidos de Dios para entrar al reino de los cielos.

27Leer el fragmento “El gran inquisidor” de la novela Los Hermanos Karamazov.


28Yo Olmo soy el camino la verdad y la vida, y el que no está conmigo, está contra mí. Cada cual tiene que decir lo mismo pronunciando
su nombre.
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No entiendo. Si son los preferidos de Dios, ¿por qué no se esfuerzan los primeros en ser últimos? Prácticamente todos los
cristianos que he conocido se esfuerzan por ser primeros. Entonces serán los últimos en entrar al reino. Eso es un
desorden emocional e ideológico.

Los primeros crean últimos para ayudarle a Dios. No lo entiendo.

Los primeros hacen de esta vida un infierno para el prójimo desvalido, es su servicio a la humanidad; así los desvalidos, los
últimos, serán los primeros en el cielo. ¡Cuánto dolor en la vida de los abusadores! Y con cuanta gallardía viven este
oprobio de ser aprovechadores. Se ganan el cielo eterno, simplemente dejando pasar a los frágiles, y multiplicando
pobreza en la tierra. Se ganan el cielo fabricando infiernos. Ese Dios no existe y esa religión no es de ningún maestro
conocido.

La aclaración debe ser otra.

Parece que se evoluciona como los remeros: mirando el pasado. Al parecer se evoluciona por el lado débil de la situación,
por los últimos.

Los evolucionistas, supongamos, tienen la razón: la vida viene del agua. ¿Por qué un pez decidió ser lagartija y desarrollar
patas en vez de aletas? ¿De original, de trotamundos, se sintió especial? No, seguramente faltó el alimento y fue
expulsado del paraíso acuático a la tierra prometida. Los dominantes siempre expulsan a los débiles.

Supongamos que los seres humanos evolucionamos del mono. ¿Por qué algunos monos dejaron el follaje? ¿Cuáles fueron
los monos que bajaron del bosque a la pradera? Sería absurdo decir, fueron los más arriesgados, o los monos aventureros.
Los nomos que dejaron la selva y fueron al llano no lo hicieron por voluntad propia. No olvidemos, con todo respeto, son
monos. Los monos llegados al prado de seguro fueron los expulsados de su comunidad, se vieron obligados a retirarse.
¿Por qué? Porque el alimento escaseaba, no alcanzaba para todos. Los fuertes expulsaron a los débiles, de la misma forma
como lo hacemos nosotros hoy con los pobres, los débiles, los abusados.

Los primeros expulsados de cualquier paraíso, los primeros últimos, mueren al abrirle camino a segundos y terceros
expulsados. El amor duele, el amor es un invento de los pobres y los débiles.

Así… nosotros, antiguos últimos, hoy somos los primeros en la pirámide de depredación. Curioso, la evolución la hacen los
peores, esos que miramos en menos.

La diferencia entre unos últimos y otros últimos, la diferencia entre la primera lagartija y el ser humano, no sé cuál es.
Siempre es lo mismo, el más fuerte se impone y el débil se alimenta de lo que le sobra al fuerte y si el alimento no alcanza
se expulsa al débil. Al parecer echamos de menos la selva, ahí donde todos los animales pasan hambre.

En la selva parece, se respeta la ley del chorreo. Nosotros los humanos, los prehumanos, agrandamos la olla para evitar el
chorreo.

No falta quien dice “es natural”. Olvidando que el ser humano es “artificial por naturaleza”. (Savater)

Animal es quien desea y aspira a ser macho alfa, animal es quien impone la competencia como forma de vida, animal es
quien deja fuera y no integra a los débiles, animal es quien quiere ser mejor que otro. Animal es quien se comporta como
animal y tiene una moral, ética e ideología que sirve a fines evolucionistas, de sobrevivencia. Es quien usa sus cualidades
regaladas por la naturaleza (inteligencia, belleza, fuerza, etc.) para quedarse con lo mejor, y no para mejor repartir lo
bueno que la vida nos da.

Hoy los seres humanos nos decimos animales racionales. Eso está bien para Aristóteles, hoy sabemos que sólo ocupamos
el 5% de nuestra capacidad instalada neuronal. Un ser que sólo ocupa el 5% de algo, no puede definirse como ese algo, es
ridículo. Por esto nosotros somos animales ridículos, no racionales. Y cuando un ridículo se cree racional se transforma en
acomplejado. Animales acomplejados es lo que somos.

Hemos descubierto una nueva herramienta evolutiva: la superstición. Tenemos una moral supersticiosa, servir a más de
un señor. La conciencia ha sido reemplazada por las leyes. El mundo está al revés y no nos hemos dado cuenta. Al ser una
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especie en evolución, a medio camino entre la selva y el paraíso -la ciudad- tenemos una moral doble, ideal para indecisos,
inestables y equilibristas.

Es decir, evolucionamos como animales, pero aun no somos seres humanos: al débil lo mandamos fuera de nuestra vista,
competimos para decirnos unos a otros: yo soy mejor que tú. Un competidor no puede ser generoso. Somos seres con
algo de inteligencia que la usamos con moral animal.

Resulta curioso, el peor insulto para este animal que se comporta como virus, es decirle: ¡¡¡ANIMAL!!!

Los últimos serán los primeros porque Dios ocupa el último lugar en la escala de valores. El prójimo es más importante que
Dios, cualquier cosa es más importante que Dios. Imagínate el respeto que tendría por todo si Dios estuviera en el último
lugar de la escala de valores.

Nos identificamos con lo que seremos, no con lo que somos. ¿Cómo llegar a ser lo que intentamos ser? ¿Cómo de virus
transformarnos en hombre? O lo que es lo mismo, ¿cómo pasar de Jesús a Cristo? ¿Cómo ser Dioses? Todos los maestros
ya lo han dicho, el tarot y la astrología sirven sólo para eso.

La solución es ponerse al lado de los inferiores, de los débiles, de los expulsados. Como lo hizo Jesús.

Jesús, el hijo de Dios, era como cualquier hijo de vecino, pero de buen nivel social. No pudo haber sido inculto, pues a
temprana edad conversó de tú a tú con los jefes de su religión. No pudo haber sido de una clase social sin influencias, pues
habló con los influyentes y lo escucharon. No pudo haber sido pobre, si lo hubiera sido no lo habrían convidado a una
boda de judíos ricos donde hizo su primer milagro. Su linaje es el de David. Ser carpintero en esa época equivaldría hoy a
ser ingeniero. Por lo tanto era hijo de influyentes y cercanos al poder. A lo más era “nuevo pobre”.

Jesús optó por los últimos siendo de los primeros. Los pescadores eran la clase social más baja, inferior a los pescadores
estaban los mendigos. Jesús trabajó con los peores, no para que fueran mejores, sino para crear nuevos valores y
evolucionar en la evolución. No hizo ninguna alabanza a la meritocracia.

Jesús no reflexionó sobre los problemas de la época. Jesús reflexionó sobre los valores de la época. Es lo destinado a
nosotros, reflexionar sobre los valores que sustentan nuestra convivencia. Cada expulsado de un paraíso no debe repetir
los valores del paraíso perdido, su obligación es buscar nuevos valores.

Y dijo Jesús, detengamos la caravana para ir a buscar a la oveja perdida. Es decir, la conducta contraria de un macho alfa.
Jesús no abandona ni expulsa, ahí está el secreto de la cuestión.

El secreto es: estar con los peores sin tratar de volver donde los mejores, y sin tratar de ser el mejor de los peores. Para
tener un resultado satisfactorio es necesaria una nueva moral, no una moral supersticiosa. Hay que hacer algo artificial, no
una ciudad si no un jardín; algo que no esté en la naturaleza, casi algo contrario a la naturaleza misma.

En la naturaleza está la competencia del más fuerte, así evoluciona quien no tiene o le falta conciencia. En nosotros -esto
que llamamos humanos- la evolución se produce, no por demostrar fuerza, si no por proteger al débil.

Probablemente no existe ningún lazo “natural” que ligue la naturaleza intacta con los conceptos humanos de belleza,
verdad, bondad.

En la naturaleza el equilibrio se logra de manera espontánea, entre nosotros lograremos la armonía cuando tengamos la
conciencia de todos somos uno.

La nueva moral ya la dijo Jesús, somos todos hijos del mismo padre, somos hermanos, nada para mí que no sea para ti. Por
si no lo entendiste, todos somos uno, lo que a ti te pasa a mí me pasa, lo que necesito yo lo necesitas tú, lo que a mí me
hago a ti te lo hago. Nadie merece más que otro, la casualidad no es un mérito, somos una familia que no castiga al hijo
tonto, ni al hermano flojo, ni al igual distinto.

Como todas las especies nos formamos como tales tratándonos como lo que somos. Me humanizo al humanizar, soy una
bestia si bestializo, me exploto al explotar. (Te trato como me amo.) Pero al ser una especie en transición, al estar a mitad
de camino entre el animal y lo humano, estamos sufriendo una infantil adolescencia de la cual podemos salir extinguidos.
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Nosotros los humanos vamos en choclón, entre nosotros no sobra nadie y tenemos que usar la cabeza para planificar y
ordenar la existencia. Aun no nos damos cuenta, como especie todo lo evolucionado se lo debemos a la cooperación, y no
les debemos nada a los héroes competitivos. A ningún competidor le debemos algún avance, todos los avances, en todo
orden de cosas, se los debemos a los colaboradores. A los competidores sólo les debemos las guerras.

Es decir, no podemos seguir avanzando con la lógica de la selva, ni esa lógica se puede transformar en una superstición.

Hay que esperar a la oveja perdida, como Buda está en la puerta del cielo esperando al último de los mortales para entrar
al paraíso.

Primero que no se comporta como último es un acomplejado.

La vida, tómatela como una misión, y misión es vivir según tus valores, en todo momento. No, negocios son negocios.

Estábamos mejor en el paraíso, estábamos mejor en el vientre materno, estábamos mejor en la selva.

“Todo tiempo pasado fue mejor”. Todos recordamos un paraíso perdido. Todos queremos volver a él. Cuando esta frase
pase de moda, seremos humanos. Tendremos futuro.

La Oveja Descarriada y la Otra Mejilla

¿Quién es y cuál es la oveja descarriada? El mayoría. Ese que se cree bueno y hace el mal… sin querer. El sobreviviente, el
que juega a macho alfa, ese que no sabe quién es y se define con el éxito, la fama o el dinero. El acomplejado que se
siente con el deber de lucir sus logros. Ese que vive de la debilidad del débil, ese que saca provecho de cuanto puede.
Todo competitivo, exitoso, supersticioso, enemigo de la diversidad… La oveja descarriada es ese animal egoísta que aun
no abandona la selva. Y por sobre todo, ese ser sin integridad, ese que tiene la ley por conciencia.

La oveja descarriada, se siente fuerte, pero es débil. Como los que hacen buling. Siempre el abusador es el débil que no
soporta su debilidad. Siempre el abusado es el fuerte que no conoce su fortaleza.

Es decir, todos somos una oveja descarriada. Somos un rebaño descarriado. Bueno… todos nos tenemos que esperar a
todos.

Al ser tan numeroso el volumen de descarriado… nosotros los descarriados creemos que los últimos que serán primeros
son los perdidos.

Las ovejas descarriadas se organizan para mantener sus privilegios. Cualquiera que defienda este sistema cruel y quiera
darle unos aires de humanidad, y los justifica con la creación de riquezas, es una oveja descarriada. De seguro que la
mayoría de los lectores de este libro y yo, lo somos.

Cuando el abusador pueda comunicar la fortaleza que encontró en el último que será primero, tendremos un mundo de
paz. Pero el abusador no puede hacerlo, sería como delatarse a sí mismo, reconocerse un debilucho y mal criado, como un
hijo de la conveniencia.

La fuerza del último que será primero, el abusado, está en soportar las cobardías de la oveja descarriada. Esta fuerza, está
en la paciencia y resignación, como Jesús. Está en el amor que siente (quizá sin darse cuenta) por la oveja descarriada, el
abusador. La fuerza del último que será primero, el abusado, está en su tristeza y pesimismo que no lo transforma en
pusilánime. La fuerza del último que será primero, el abusado, está en sí mismo, simplemente por darse cuenta de su
condición de último.

Al último sólo le queda esperar a la oveja descarriada poniendo la otra mejilla. La fuerza del último que será primero, el
abusado, es la paciencia (paz y ciencia) y esperar a que la oveja descarriada se dé cuenta de su egoísmo. Quien pone la
otra mejilla gana, deja de competir. Poner la otra mejilla es comprender el interior del agresor, saber de sus motivaciones,
conocer sus miedos y darse cuenta que vibra en planos reptilianos de ataque o huida.
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Quien pone la otra mejilla ama la evolución, sólo con este humilde acto frente al competitivo, éste dejará de serlo, se dará
cuenta de la inutilidad de la competencia, del miedo. Al compartir dejaremos de tener miedo al hambre, al frío a la falta
de techo. Como en el milagro de la multiplicación de los panes; Jesús no hizo ningún milagro, simplemente dijo “esto es lo
que yo traigo para compartir” y lo puso a disposición de todos; el resto de los todos hizo lo mismo… y sobró.

El cambio evolutivo se producirá cuando la oveja descarriada, el abusador, comprenda que las razones para abusar son las
mismas que tiene el abusado para dejarse abusar: sobrevivir. La otra mejilla la pone el último que abre caminos al que se
cree primero.

Poner la otra mejilla es no reaccionar, romper la ley de causa y efecto. Es la no violencia activa, es el “no hacer” de los
orientales.

Cuando todos entendamos que el amor es renunciar a lo que me conviene viviremos en el cielo. Pero falta una eternidad
para que los amorosos sean “masa crítica”. Los que aman seguramente nunca verán ni vivirán ni disfrutarán la belleza y
comodidad de la vida, los placeres del cielo y la espontaneidad. Los últimos que serán primeros saben que no pueden
hacer nada, sólo esperar la conversión de los últimos, que no les conviene convertirse. Este es el dolor de la pasión de
Jesús.

Los últimos para ser primeros deben ir a buscar al abusador que los expulsó, deben ir a buscar a la oveja descarriada. Es el
mayor gesto de amor. El expulsado debe esperar y tenderle la mano al abusador que lo abusó. No deben esperar a la
oveja descarriada, la deben ir a buscar. Eso es predicar la palabra. Pero cuando se predica, no se habla, se da el ejemplo,
pone la otra mejilla.

Confundir últimos que serán primeros con la oveja descarriada es propio de ovejas de rebaño. El rebaño, las ovejitas, son
esos seres “libres” que hacen lo que les conviene. Hacer lo que a uno le conviene, es cualquier cosa menos amor. Amor es
renunciar a lo que te conviene. Poner la otra mejilla es la mejor manera de censurar el infierno.

¿Cuántas veces hay que poner la otra mejilla? Es perdonar, setenta veces siete. Hasta que el abusador se convenza, el
único perdedor es él.

San Agustín decía: “Si un malo te hace daño, perdónalo. Para que no haya dos hombres malos”.

¿En Qué Puede Trabajar un Cristiano?

Si Jesús viviera hoy, ¿en qué podría trabajar? Tendría que hacer malabarismos en una esquina.

Si alguien tiene como valor fundamental ese que dice: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, tendría como conducta
permanente: ¿Cuál es la conducta más humana que puedo tener en este momento? ¿Cuál es la respuesta más nutritiva?
¿Cuál es la respuesta más ecológica? ¿Cómo no abusar del necesitado? ¿Cómo no traficar con mis dones?

Una persona con esos principios no puede hacer clases en la universidad. Una institución con fines de lucro tiene otros
valores.

Una persona con esos principios no puede trabajar en una compañía de seguros. Sus principios le impiden vender miedo.

Una persona con esos principios no puede vender nada.

Una persona con esos principios no puede ser médico. Un doctor pide exámenes por protocolo, no por necesidad.

Una persona con esos principios no puede ser abogado, quizá ingeniero, un trabajo medio lo tendría de presidente del
sindicato.

Por esta razón, todo gurú, todo maestro, todo ser digno de ser creído, sólo puede vivir y predicar en la periferia.

La Pasión de Jesús
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Los sufrimientos de Jesús son equivalentes al dolor de ser consecuente, es el dolor de amar. Es la advertencia de un riesgo
vital en el plano físico. Si sigues los valores de Jesús, terminarás como Él.

Jesús no murió por nosotros, como tampoco lo hizo Sócrates. Jesús dejó su vida como un ejemplo. A los que quieran vivir
como hermanos… ya saben el costo. Pero si queremos vivir como hermanos, no nos queda otra que hacer lo que hizo
Jesús.

Si amar duele, para amar es necesario dejarse de lado por los demás, reconocer de donde nacen los dolores para
aceptarlos sin ser masoquista.

Si mañana decidiéramos vivir por los valores de Jesús, si desde mañana no compráramos más que lo necesario, sin
armarios llenos de inutilidades egóticas, sólo con los computadores que necesitamos y no con los de última generación,
etcétera. Si desde mañana viviéramos como lo que somos sin necesidad de impresionar al próximo, nos quedaríamos
inmediatamente sin trabajo, florecería el caos. Y eso sería un gran acto de amor a nuestros nietos. Nuestro amor por
nuestros nietos es equivalente a la pasión de Jesús. Por algo “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

La pasión de Jesús es el abandono personal que Él sintió por sí mismo. De seguro que por amor se maldijo en los
momentos de gran dolor. La otra cara del amor es el dolor, cuando no somos capaces de recordar que el próximo vale
tanto como yo mismo, cuándo no entendemos que somos los dueños del modo de ver la vida y nos duele entregarnos
para que otro obtenga los halagos, las ventajas, cuando no recordamos que juntos somos Dios.

Debe haber pensado: “¡Qué rabia no usar mi poder contra estos ignorantes que no saben lo que son ni lo que hacen. Qué
rabia tener que dar el ejemplo y soportar tanto dolor. Este dolor es peor que la más dura de las torturas, me imagino
golpeado, ofendido, crucificado, incomprendido. Me imagino con una corona de espinas!” (No son los otros los que te
castigan, es el dolor de seguir la esencia y no la personalidad. Seguir a la esencia duele como si otro te torturara.)

Es el dolor que causa mantener la palabra y no optar por el politeísmo.

Es el dolor de no resistirse a que las cosas no sean como yo quiero y aceptar que a lo mejor es lo que necesita mi hermano,
de poner la otra mejilla, de ser el camino, de no hacer a los otros lo que Dios no me haría, devolver el bien al que te hace
mal, de rezar por los que odias, de no juzgar. El dolor de saber y experimentar que todo está en ti.

Si el amor duele es porque no puedes ponerte en segundo lugar, porque sigues amándote a ti mismo por sobre todas las
cosas sin sacrificarte humildemente por amor a todos. (El placer no está mal, pero no hay amor.) Lo complementario del
amor es el dolor. Si amas y sientes placer, te estás masturbando.

Amar duele, porque casi nunca amar conviene. A Jesús no le convenía amar al prójimo, no le convenía ser consecuente.
Un santo dijo: “Hay que dar hasta que duela”.

Por ejemplo: Un artista que sacrifica sus horas de descanso para crear, ama su arte. Un héroe que da la vida por una
causa, ama esa causa.

La pasión de Jesús es el dolor del amor. La pasión de Jesús es equivalente al abandono hacia sí mismo que experimento
Jesús

La conciencia duele, la conveniencia nos saca del camino hacia una espiritualidad verdadera.

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.”
Renunciar a lo que te conviene, es un acto de amor al prójimo. Renunciar al deseo, es un acto de amor a sí mismo.

Que nada te aleje de la realidad… ni Dios. Puedes cambiar la palabra Dios por la que quieras: trabajo, sexo, lectura, hobby,
droga, oración, descanso, orden, patria, dolor, meditación, etcétera. ¿Por qué no se ve la realidad?

“Todo lo que necesitas es amor”. Si nos amáramos no necesitaríamos a Dios ya que seriamos parte de él.

Todos queremos cambiar el mundo pero a nuestra conveniencia, el verdadero cambio nos quitaría la mayoría de las cosas
por las que hemos vivido y nadie quiere cambiar desde la esencia el mundo, ni empezar ese cambio.
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O lo mismo dicho con otras palabras, nadie quiere ser quien es. Nadie se quiere amar, teniendo que pasar por el dolor que
significa el verdadero amor.

Pues nadie gozará del cambio, su conducta sólo será un buen ejemplo, como Jesús.

Nadie quiere sufrir de amor, nadie quiere sufrir con amor. Nadie quiere sufrir. Nadie quiere aumentar su sufrimiento.

Ser quien uno es, implica un gran tormento, un gran derroche de amor y una angustia que invita al arrepentimiento.

Servicio es cuando haces algo que no te gusta y alegras a otras personas. Hasta lo puedes hacer sufriendo, con rabia,
siempre que no se te nota. Por eso muchas putas puede que sean santas. Si odias lo que haces, vas a salvar al mundo.

Los últimos son los primeros. Hay que perder el instinto de conservación. Por lo tanto ya puedo morir, soy para siempre
mientras sea. La contradicción más grande que he aprendido es que la mayor dificultad para vivir… es el instinto de
conservación.

Creer en la otra vida es perder ese instinto. Todos los que abusan, lo hacen, por el instinto de conservación. Todos los que
se dejan abusar, ídem.

La pasión de Jesús es el ejemplo que Él nos dejó. Con su pasión entendemos que cada cual debe hacer su trabajo, que este
trabajo de despertar nadie lo puede hacer por nosotros y el dolor duele para mantenernos despiertos.

Jesús en la cruz es un Dios impotente, no le reces a Él, así como está te dice: “yo no puedo hacer nada por ti, pero te dejé
el manual de instrucciones.

Ser como niños

“¡Qué los niños vengan a mí!” El niño sano, ese que está detrás del niño herido es el que entra al Reino, el que ha
superado la traición de la cultura.

Para ser cristiano hay que ser como los niños, hacen de la vida un juego y transforman la carga en ligera, gozan con
espontaneidad y libertad.

El niño que espera Jesús es el adulto que ya no necesita sobrevivir, controla sus sentimientos y no los reprime. Confía en
su esencia tal como el niño confía en sus padres. Ya no vive la vida como una amenaza, no necesita comprar seguros, le
basta su confianza en sí.
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CAPÍTULO X JUICIO FINAL:

MONÓLOGO DE DIOSITO

Imaginemos a Diosito interrogándonos en el juicio final.

Dios diría:

Tú sabes que eres mi hijo y que todos los prójimos son tus hermanos. Por ser mi hijo sabes que te mandé con una misión,
misión conocida por ti, pero ahora la repetiré. Tu misión, como ser de luz, es irradiar tu luz. Yo te di la libertad de elegir la
luz, puedes irradiar lo que te dé la gana. Si tú eres un ser de luz, la primera pregunta es, ¿qué luz propia irradiaste? Esta es
la pregunta fácil, que para ti puede haber sido muy difícil. Te daré algunas pistas para que descubras como viviste tu vida.
Infierno es el lugar donde no te esfuerzas por saber y ser quien eres, ya que la incongruencia te da seguridad. Cielo, es el
lugar donde eres lo que realmente brota, desde tu esencia, desde la luz verdadera que emana de tu chispa divina, si no
irradias tu propia luz, este cielo se transforma en un infierno. Yo te di el cielo, mantenerlo, depende de ti.

Vamos ahora a la segunda pregunta, la pregunta difícil. La primera pregunta se refería del amor a ti mismo, te amas si eres
capaz de irradiar lo que tienes dentro, no te valoras y estas insatisfecho si no te atreves a irradiar o no sabes que irradiar.
La segunda pregunta tiene que ver con el amor al prójimo. Bueno… ya sabes, viniste a esta vida a amar, a amarnos unos a
otros, que todos somos hermanos, nada para mí que no sea para ti, que todos somos hijos del mismo padre, etcétera,
etcétera. No se me ocurrió nada mejor, para que ustedes los humanos se demuestren su amor, que hacer un examen
simple para llevar a la práctica esto del amor: hice poca cantidad de las mejores cosas de la vida, para que se demuestren
su amor. Por ejemplo, un buen vino rico es muy agradable de beber, pero ese buen vino no alcanza para todos. La
pregunta difícil es ¿qué hiciste tú? Los dones que yo te di ¿los usaste para repartir mejor el vino o para quedarte con la
mejor parte del vino? No me pongas esa cara. Los dones que yo te di: tu inteligencia, tu buena educación, tu clase social,
tu buen porte, etcétera. Esta es la prueba que yo, tu Dios, te he puesto: Primero, irradia tu luz, ese es el cielo. Apagar la luz
interna es vivir en el infierno, aunque lo disfraces de seguridad. Si no sabes cuál es tu luz interna, empieza a buscarla, está
detrás de tus mecanismos de defensa. Segundo, lo poco que hay es para todos, compartirlo es amor. Si no entendiste mis
mensajes y viviste por donde era más fácil solo para ti, vas a tener que volver a repetir el ciclo. Ahora que partes en este
segundo ciclo, te contaré el secreto del éxito: cuando compartimos lo poco, alcanza para todos y sobra; no guardes para
mañana; acuérdate de la multiplicación de los panes. ¡Huy! Antes que se me olvide, te tengo otra pregunta, ¿fuiste cielo
para con tu prójimo, o fuiste infierno para con tu prójimo?
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APéNDICES
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MEDITACIÓN

Llevar una vida meditativa, es vivir haciendo, en estado de suma conciencia, plena responsabilidad y con los tres cuerpos
actuando como un solo ser.

Una actitud contraria a la de una vida meditativa, es, por ejemplo, la de conducir el automóvil mientras se fuma. Una
persona consciente, cuando maneja, maneja, y cuando fuma, sólo disfruta del placer de fumar.

Se cuenta que estando preso Mahatma Gandhi, recibió una carta de un joven discípulo y aspirante a secretario. En la
misiva, el joven le contaba: “maestro, mientras tejo mi ropa, como usted me enseñó, aprendo francés para acompañarlo a
Europa cuando salga libre, tal como lo teníamos planeado”. Gandhi le contestó: “no has entendido nada: si tejes, tejes; si
estudias, estudias”.

Esta vida meditativa parece hoy en día imposible de llevar. Esta es la razón, por lo que es absolutamente imprescindible,
en el camino del despertar, destinar algún momento del día, para vivir nada más que para el más puro presente: medita.
Aquí y ahora, no allá y entonces.

La meditación, es el alimento ideal para el Cuerpo Espiritual -pues con ella se nutre de Prana al organismo- es una
gimnasia, un ejercicio espiritual. No tiene finalidad ni propósito, es un entrenamiento para vivir el resto del día lo más
meditativamente posible.

Entre instante e instante, en la vida cotidiana, hay momentos de silencio. La meditación hace posible que esos lapsos se
vuelvan más largos y más lentos. Las revelaciones, inspiraciones y corazonadas, se producen en la vida cotidiana,
precisamente en esos intervalos de silencio. Para que la vida sea un juego, y el trabajo una fiesta, para tener control de la
vida y no vivir como marionetas de los poderes externos, sólo hay que aumentar esas zonas de silencio. Esos instantes de
silencio son tan cortos, que casi no los vemos, pero cambian de manera radical nuestras vidas. Los que no meditan, viven
el día a día sin pausas de silencio, con cero mutismo. Y es sólo en los silencios donde tomamos contacto con nuestra alma,
con Dios.

Meditar es conectarse con la esencia; una vida meditativa es una vida conectada con la esencia, esto es, una existencia sin
ningún tipo de reacciones y todo tipo de acciones controladas.

Controlar la vida, es querer todo lo que a uno le sucede. Cada uno de nosotros se siente bien, mejor y más positivo, es en
la medida que controla su vida. Quien controla su vida es dueño de sí y no necesita “desconectarse” para descansar, pues
no se cansa.

Quien medita, no se cansa y no se desespera por salir de vacaciones, pues no necesita cambiar de aire. Por el contrario,
quien no medita, o no lleva una vida meditativa, vive en un estado de constante negación de sí, sintiéndose perdido, en
una existencia sin sentido, con mucho estrés, ansiedad, tensiones y seguramente enfermedad. El que medita, practica el
control interno, creando y aumentando cada día su Centro Magnético 29, elevando su nivel de conciencia; no es una hoja
movida por el viento, sino un ser responsable de su vida, que practica la autoobservación, a quien las cosas le resultan,
fácilmente y sin esfuerzo.

Cuando, el control es externo, la vida no es vivida por el protagonista, convirtiéndose en un títere de algún poder;
atrapado, impotente, víctima. Todo porque no ejerce el control, y pone su seguridad y su confianza en cosas externas
como el jefe o la moda. Quienes controlan, pueden navegar; a los otros se los lleva la corriente.

Con la meditación se controla el pensamiento, ejerciendo poder sobre nuestro cuerpo mental y conduciendo, a través de
él, toda la vida y todos los cuerpos.

Control no es represión, no es resistencia, es aceptación, pues quien acepta, toma el control; quien reprime o resiste, vive
dominado por lo que esta reprimiendo. (Al meditar acepto todo. Al no rechazar, se produce el cambio.)

29 Centro Magnético, el centro que te permite atraer todo lo que tú necesitas.


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Con la meditación se logra la perfecta espontaneidad, esto es, la concentración sin esfuerzo; así la vida se transforma en
un juego y no en trabajo. La palabra trabajo viene de “traba”, y con la meditación vivir dejó de ser un obstáculo para
existir. Con la meditación uno se transforma en mago de su propia vida, y así todo yugo es suave, fácil de aceptar, y toda
carga se hace ligera.

“Mi yugo es suave y mi carga ligera”, dice el evangelista Mateo (Mateo 11,30), forjando el lema del hombre meditativo: si
se acepta, se encuentra la suavidad, la ligereza, y la vida fluye, si se pone resistencia o se rechaza, nos inmovilizamos. Con
la meditación, la concentración, la vida se hace más fácil, cómoda y espontánea. Es por esto, que algunos autores definen
la vida meditativa, como una vida de concentración sin esfuerzo.

Concentrarse es fijar la máxima atención y la máxima energía en un mínimo espacio, sin rechazar el resto de los espacios.
Hay dos tipos de concentraciones, la objetiva que es desinteresada, y la subjetiva que es interesada.

La concentración objetiva está libre de pasiones, obsesiones, apegos, esclavitudes, etc. Es desinteresada, acepta,
incorpora todo y no está preocupada del resultado. La concentración subjetiva, en cambio, es fruto de las pasiones, los
apegos, las obsesiones. Por lo tanto es interesada y espera un resultado.

La diferencia puede observarse en la disparidad que hay entre un monje meditando y un jugador de tenis. Entre un artista
pintando y un toro furioso, entre un terapeuta con su cliente y un boxeador, o entre una pareja haciendo el amor y un
vendedor esperando el momento oportuno de hacer firmar al cliente.

La diferencia es que los primeros están en paz y los segundos en arrebato. Unos actúan por el placer de hacerlo, los otros
porque esperan un resultado. Unos incorporan todo lo que sucede a su proceso, los otros se aíslan y piden silencio. La
verdadera concentración indica ecuanimidad y desinterés: una dominada disciplina en torno al todo.

En la concentración sin esfuerzo no hay reflexión, ni imaginación, ni cálculos, ni proyectos futuros. No hay vacilación pues
la inteligencia está en todo el cuerpo, en la respiración y en la circulación. La concentración sin esfuerzo es cuando se ha
logrado tal disciplina de la mente, que “la loca de la casa” no distrae. Esto es el silencio total de los deseos, de las
preocupaciones, de los problemas, de la memoria y del pensar discursivo.

Concentración sin esfuerzo es beber el silencio desde el silencio, sin ninguna expectativa. La esencia vive en el silencio.

De esta forma uno puede escuchar a Dios o mejor dicho, a sí mismo. Con la meditación, los espacios de silencio aumentan,
y al aumentar nos conectamos y despertamos, sintiendo las cualidades de la esencia. En silencio encontramos la
revelación y nuestra alma se hace más grande. Practicar la meditación consigue aquietar nuestra mente y mágicamente
ésta logra aquietarse en el día a día, provocando cambios radicales en nuestro pensar, hacer y sentir.

Nos transformamos en magos de nuestra vida, los deseos y las necesidades se ven resueltas y la vida transcurre ligera y el
yugo es suave. Se revela lo verdaderamente útil para la existencia. Pues con la meditación se abre un canal directo con el
cosmos. El silencio nos obliga a vivir en el aquí y ahora, a contactarnos con la esencia.

¿Y cuáles son algunas de las cualidades de la esencia que se encuentran en la meditación? El amor incondicional, el
perdón, la asertividad, la aceptación y la creatividad. Por lo tanto la libertad y gozo.

La meditación ayuda a entender que sin ser perfectos, somos seres completos. Con la meditación aprendemos que la
actividad no hace que la quietud termine.

El Prana

El Prana es la energía vital, el aliento fértil, el principio dador de vida.

Es lo que existe en todos los mundos posibles de todos los reinos, todo vive en un mar pránico. Y cada ser necesita
alimentarse de esta energía universal para vivir.
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El Prana es uno de los cuerpos sutiles que habita dentro de nosotros, fluyendo dentro del cuerpo físico e impregnando de
energía a todos los órganos. Es un cuerpo energético cuya misión es mantener nuestra existencia aquí en la tierra.

Es la energía cósmica que fluye en nuestro interior y mantiene con vida al cuerpo físico. La “vida” es universal,
permanente, eterna, indestructible. Y esta “semilla de vida” universal la individualizamos y asimilamos en nuestro cuerpo.

El Prana es como una batería que acumula energía y la distribuye a cada órgano según su necesidad. Se recibe a través de
la respiración, y en especial por medio de la respiración consciente. Es tan importante como las comidas, y por eso hay
que respirar todos los días, especialmente en ciudades con mal aire, donde hay poco Prana.

Un ejemplo de falta de Prana es el cansancio, en especial cuando se siente sin un motivo aparente. Perder Prana es similar
a la perdida de humedad en una esponja; poco a poco ésta se seca, se muere.

Cuando morimos, el Prana acompaña nuestra alma por unos momentos y luego se dispersa y vuelve al cosmos.

¿Cómo se medita?

Meditar es muy fácil: no se necesita seguir ningún curso para aprender a hacerlo, solo volver a encontrarse con el ser puro
y verdadero. Si alguien se quiere enriquecer económicamente enseñando a meditar y te promete resultados prodigiosos,
desconfía, meditar es un proceso desde adentro de tu alma hacia afuera, por lo que no se puede aprender desde afuera
hacia adentro.

Existen varios estilos de meditación: algunos meditan con los ojos abiertos, otros con los ojos cerrados; a algunos les gusta
la música y a otros la paz, unos exigen tranquilidad y otros, naturaleza. Y también está la meditación en movimiento, la
cual es practicada por los Sufi, por ejemplo, repitiendo mantras en sus danzas circulares; algunos chamanes hacen lo
mismo.

Se puede meditar en cualquier parte y en cualquier condición. Los pretextos, como el ruido, la incomodidad, o el sueño,
los pone la personalidad para impedir que se entre en contacto con la esencia. La personalidad vive en el reino de las
justificaciones y se alimenta de las cosas complicadas, pues así puede competir: dice que meditar es difícil, para que el
acto no se realice. El ego o personalidad buscará siempre cualquier subterfugio para que la esencia no se desarrolle.

Segundo, para meditar, se requiere disciplina y constancia: En el camino del despertar, la meditación debe transformarse
en algo tan imprescindible como lavarse los dientes, tomar desayuno, dormir.

Tercero, meditar es jugar al “un, dos, tres, momia”. Se trata de quedarse sentado, inmóvil, y sólo consciente del acto de
respirar. Y mientras más lento se respire, mejor. Meditar no es estar físicamente quietos, es estar en quietud. Al dormir
estamos quietos y no estamos meditando.

Lo ideal es meditar, o respirar conscientemente, treinta minutos por la mañana y otros treinta por la tarde. Pero no hay
que ponerse metas inalcanzables pues eso hace retroceder; hay que fijarse metas posibles de cumplir. Si se medita cinco
minutos al día, es mejor que nada.

El lugar, puede ser cualquiera, aunque si es un sitio íntimo, mejor; si somos interrumpidos, podemos atender lo requerido
y seguir meditando. Poco a poco, va uno dándose cuenta en qué momento del día es mejor meditar. Personalmente, no
me gusta hacerlo si acabo de comer, si estoy recién llegado a mi casa, cansado, con hambre o con sueño.

¿Qué no es meditar?

Meditar no es imaginarse cosas, no es alucinar, no es recibir mensajes del más allá, ni ver luces de colores, ni entrar en un
estado alterado de conciencia. Meditar no es imaginar; imaginar es lo contrario de meditar.

Meditar no es “canalizar mensajes de los maestros”. Si algún esotérico cuenta que mientras meditaba recibió un mensaje
de sus vidas pasadas, ese personaje no estaba meditando, y es probable que tampoco sea esotérico.
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Si en medio de la meditación, o la respiración consciente, se aparece Dios o cualquier maestro, hay que decirle que se
marche, porque estás ocupado, que venga más tarde; si de verdad es un ser de luz, vendrá; si no vuelve, era la
personalidad tratando de desorientar, era un lobo con piel de cordero.

Para meditar no es necesario prender velas, ni imaginarse colores, ni mantos sagrados que nos cubran.

¿Qué sucede en el acto de la meditación?

Como estamos en el puro presente, al poco rato de estar meditando, cada uno de los cuerpos empieza a mostrar su
incomodidad y su urgencia. El cuerpo mental nos avisa de los atrasos en algunos compromisos, el cuerpo físico de las
incomodidades (que no nos daríamos cuenta si no estuviéramos meditando), y el cuerpo emocional saca su “rollo”, con
sus rabias, miedos, angustias, alegrías, etc.

¿Qué hacer para comenzar?

El primer día, ponerse cómodo y tener lápiz y papel cerca, para anotar todas las urgencias que se nos vengan a la mente
(generalmente el cuerpo mental es el que más molesta, y a medida que se avanza, puede uno acallarlo repitiendo una
frase, un mantra, una oración).

El segundo día, sólo perseverar en la práctica, con férrea disciplina, respirando conscientemente, lo más lento posible.

Si se queda uno dormido, no es malo, sólo se necesitaba descansar y no se pudo meditar, y aunque no se medita para
dormir mejo, éste es uno de sus beneficios.
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HERMANO MAYOR

Como ya dijimos, Jesús es nuestro hermano mayor, y la invitación, es a comportarse como tal. Pero, ¿cómo comportarse
como hermano mayor y tratar a los demás como hermanos? Sabiendo y entendiendo, que todos somos parte de Dios.

Un Hermano Mayor se siente hijo de Dios, y por lo tanto sabe, que todos los otros, son sus hermanos. Es mi Hermano
Mayor cualquiera que tenga un nivel de conciencia superior, y yo lo seré de otro, cuando tenga un mayor nivel de
conciencia. Empezaré a serlo cuando, por ejemplo, recoja en silencio el papel que otro tiró al suelo, sin reclamar, pues no
puedo enjuiciar a quien no supo que ensuciaba.

Esta persona entiende que todos somos parte del todo y que cualquier cosa hagamos al próximo, se lo hace a sí mismo,
sabe que la única verdad es regirnos por la ley de la calidad, y no por la ley de la competencia, ese es un Hermano Mayor,
ya que esto es un acto de generosidad y valentía autoafirmativa, pues significa darle a cada uno lo que necesita y no lo
que desea, es darle a cada hermano lo justo, no lo mismo.

Por esta razón un Hermano Mayor sabe enfrentar la incomprensión de sus pares. Tal como le pasó a san Alberto Hurtado.
Este ser se sabe responsable por todo lo que pasa en el mundo. Responsable, no culpable.

Ellos son los tripulantes de esta nave espacial por nombre tierra, son los responsables del funcionamiento de la nave. Los
hermanos menores son los pasajeros. Algunos pasajeros, en especial los de primera clase, se sienten superiores a los
miembros de la tripulación. Hay que dejarlos, todavía no entienden cómo funcionan las leyes en la nave, y los Hermanos
Mayores los sirven con prontitud y atención, al igual que Jesús cuando lavó los pies a sus discípulos.

Hay algunos pasajeros que juegan a ser tripulación, son casi siempre niños de las clases más caras que se entretienen
ayudando a los que hacen el aseo: ¡Es que es tan entretenido pasar el escobillón por la cubierta del buque!

Éstos (los niños que juegan a ser tripulantes), en la vida diaria son esos dormidos que sueñan que están despiertos. Son
esos “místicos” que eligieron jugar con cuarzos, velas, péndulos para ser espirituales ya que este camino resultaba más
fácil, según ellos, no hay control de calidad. Los tripulantes o Hermanos Mayores no se sirven de los pasajeros, si no, que
por el contrario, los sirven con humildad y cariño.

El pasajero quiere ir cada vez en mejor clase, aspira a subir de nivel, quiere ser atendido, le gusta ser atendido.
Naturalmente se siente superior al tripulante.

El pasajero es fatalista, las cosas son como son, todo tiene un precio, subir de categoría es un honor, lo llama meritocracia.
Culpa de lo malo en la vida a otros pasajeros que quieren su lugar de privilegio.

El pasajero no sabe hacer nada, todo se lo hacen, él paga para que se lo hagan. Por esto deja todo en manos de los Dioses,
los astros, el destino.

Al pasajero no le conviene esforzarse por ser tripulante. Por eso cómodamente deja todo en manos de los Hermanos
Mayores, a quienes por lo general les da órdenes con aires de ser mejor.

Cada categoría, piso de esta nave espacial, tiene su Dios. Los pasajeros se diferencian por el Dios de su conveniencia.

Los tripulantes, en cambio, sirven, trabajan, mantienen esta nave espacial llamada planeta tierra. Ponen la otra mejilla.
Limpian la basura de los pasajeros y no dicen que lo hacen.

El Hermano Mayor sirve a sus hermanos sin esperar recompensa por ello, pues sabe que es un acto de amor. Hermano
Mayor es quien no espera mejor herencia que el resto, como recompensa a sus servicios.
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Yo soy hermano mayor de todos los hermanos que nos rodean en nuestro diario vivir y que yo me puedo servir, por lo
tanto, mi deber es tomar conciencia y prestarle colaboración. Al contrario, si me sirvo de él, no he entendido nada, y por
lo tanto, no sé rezar el Padrenuestro. Un hermano no tiene sobre otro hermano privilegios, un hijo de buena salud no
espera que su padre le de el mismo dinero que gastó con su hermano de mala salud.

Quienes se sirven de sus hermanos, no saben rezar esta oración. Cualquier persona que saque provecho de una situación
en beneficio propio, no la reza, la repite sin sentido. Por ejemplo, el que paga menos, porque la ley se lo permite,
debiendo en verdad pagar más. El que dice "los negocios son los negocios".

Los Justos son los primogénitos o príncipes de nuestros Hermanos Mayores, y son los que gobernarán la tierra.30 Y
pagarán como pecadores si no se comportan como lo que son.

Los que pagarán como los pecadores son esos Hermanos Mayores que siendo tripulantes abandonen el barco antes que
los pasajeros cuando haya un peligro, o los tripulantes que se sirvan de los pasajeros, o reciban favores por dar una mejor
atención.

Todos los que aspiren a vivir en el mundo de la calidad y la colaboración, pueden considerarse Hermanos Mayores y están
listos para recitar este Mantra Sagrado. El resto, sólo serán repetidores supersticiosos. Quienes se comporten como
hermanos menores no pueden rezar esta oración; ella es sólo para los que desean y sienten el llamado de ser Hermanos
Mayores.

Los Hermanos Mayores son todos los que se saben tripulantes y no pasajeros, son responsables, y conscientes y
practicantes de que todos somos hijos del mismo Padre.

Hermano Mayor es aquella persona que cultiva un alto nivel de ser y entrega a cada hermano lo que éste necesita,
defendiéndolo y considerándolo como a un igual.

La persona que al abrir un camino, lo comparte con el resto de los Hermanos Mayores. Por ejemplo, si yo me creo
Hermano Mayor y me invitan a dar una conferencia a una provincia, dejo la puerta abierta para que otros como yo puedan
ir a ese lugar.

Todos somos en esencia Hermanos Mayores, algunos eligen llevarlo a la práctica.

El sueño del tripulante es que dejen de existir los pasajeros.

El sueño de los pasajeros es tener más tripulantes.

Al final los dos sueñan lo mismo, que cada ser sea dueño y responsable de su rumbo.

30 Ir al Apéndice Los Justos.


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CONCIENCIA31

El Padrenuestro es una oración para elevar el nivel de ser, elevar el nivel de conciencia, o dicho de otro modo, un
instrumento para estar despierto.

En un nivel bajo de ser la personalidad es la que manda y no la esencia. Cuando domina el deseo sobre la necesidad, es la
personalidad la que conduce; cuando la cantidad se impone a la calidad, pasa lo mismo; y es igual, cuando vivimos en el
mundo de la urgencia y no en el mundo de la importancia. Cuando se confunde dinero con tiempo, “no hago lo que
quiero, hago lo que tengo que hacer aunque lo odio”, prima la personalidad.

En total, hay siete niveles de conciencia, o siete tipos de hombres, o niveles de ser. Existen, asimismo, cuatro estados de
conciencia: sueño, vigilia, conciencia de sí y conciencia objetiva.

Para entender el concepto nivel de ser, hay que partir de la base que estamos todos dormidos. Estar dormido es vivir en la
mecanicidad lunar. Esto es ser reactivos y no estar conscientes de lo que hacemos, llevando una vida tan inconsciente que
si se nos pierde el llavero culpamos la edad. Lunar significa vegetativo, automático, dormidos.

Por lo general, nuestras vidas son monótonas, siempre iguales, llenas de creencias, de hábitos rígidos, sin ninguna pasión
propia. Podríamos definirlas como superficiales y sin sentido. Nos pasan cosas que no sabemos por qué suceden, no
somos responsables de lo que sentimos, culpamos a otros de lo que nos acontece. El “empedrado” es el protagonista de
nuestra existencia porque estamos permanentemente arrancando de nosotros mismos, llenando cada minuto libre con
algo externo.

Hasta pensamos que somos libres y hacemos lo que queremos, cuando en realidad somos esclavos de deseos ajenos que
nos han impuesto como propios, de nuestro ego y de nuestra ceguera. No es libre aquel que “hace lo que quiere”, sino
quien “quiere lo que hace”.

Creemos que estamos satisfechos y felices cuando consumimos sin medida, tener más de algo… de cualquier cosa, menos
tiempo libre. Porque le tenemos miedo a esa libertad, al silencio, a estar con nosotros mismos, con nuestra esencia. Así, el
poco tiempo libre que tenemos, lo usamos en cualquier actividad externa, menos en algo que nos acerque a la chispa
divina.

Consumimos mucho de todo, desde papas fritas hasta libertad y sueños. Estar dormidos, es hacer todos los días lo mismo,
y el domingo hacer lo que hacemos todos los domingos. Mis amigos llaman al domingo, “fomingos”. Y la ironía del mundo
es que el domingo es el día del sol, el día en que cada uno de nosotros tiene la oportunidad de brillar y hacer lo que quiera
con su vida, pero como no sabemos quiénes somos, ni qué es lo que queremos, nos arrancamos yendo a algún lugar
donde creemos encontrarnos, aunque en verdad, sólo nos encontramos con algún ego.

Estar dormidos es llevar una vida de rebaño. No sabemos lo que comemos, ni menos lo que bebemos en una fiesta. Si nos
filman caminando nos llevamos una gran sorpresa, ni siquiera sabemos cómo lo hacemos.

Estamos llenos de emociones negativas, las defendemos y las justificamos. Manipulamos al prójimo, nos dejamos
manipular, nos da miedo expresar un sentir y si lo expresamos, no lo hacemos con asertividad. Somos esclavos de lo que
sentimos; hasta decimos que las emociones no se pueden controlar y nos enamoramos cualquier día de cualquier
persona. La mente nos domina, no podemos estar más de dos segundos sin pensar en algo, que por supuesto, no
llevaremos a la práctica.

El cuerpo tampoco es nuestro, es de la personalidad. Basta una pequeña incomodidad para no poder hacer lo que
teníamos planeado, basta saltarse una hora de comida para no poder mantener la concentración, basta cualquier cambio
de temperatura para justificar cualquier meta incumplida. Estamos poseídos por la mente, por las emociones y por
nuestro cuerpo. No somos dueños de nuestra vida, hay alguien que nos manda y no sabemos quién es porque los

31 Este Apéndice se complementa con el titulado Tipos de Hombre.


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seguimos a todos. Como no queremos buscar el camino propio, seguimos al que vaya pasando que es más fácil, y no
sabemos que ese tiene un letrero en las espalda que dice “yo también estoy perdido”.

El trabajo del Padrenuestro es para ayudarnos a salir de esta inconsciencia, de lo mecánico, para entrar en la conciencia
del amor y de la responsabilidad. El trabajo del Padrenuestro es para salir de la inercia lunar y pasar a la conciencia solar.

Pero antes que nada, o para poder hacer esto, hay que saber primero Quien Soy Yo. Y saber también quien no soy y quien
creo ser. Para esto hay que elegir un camino: a mí me gusta la autoobservación. Pues al autoobservarnos, veremos que
hay entidades que nos poseen. Por ejemplo, la mente. Yo no soy mi mente, pero sin embargo, me encuentro en sus
manos. Entonces, tengo que observar al que piensa, al que siente, al que se mueve: Así empieza a desarrollarse la
conciencia.

Tenemos dos realidades, la interna y la externa: Desarrollar el nivel de ser es distinguir entre estas dos realidades. En la
realidad interna se Es; en la externa se Sabe; es la diferencia entre Ser y Saber o entre Ser y Estar.

Hay que desarrollar las dos realidades al mismo tiempo y no privilegiar una sobre la otra, aunque sí reconocer cuál es la
más importante: la interna, que es donde vive la esencia y/o mora el Padre.

Esto nos pone entre dos caminos: el horizontal y el vertical: el camino de la cruz. Desarrollar la conciencia es entonces
cargar la cruz, pues en uno de los caminos se mueve la personalidad, y en el otro, la esencia.

Un ejemplo de desarrollo en el horizontal, es el de un científico cuyo don le ayudó a saber mucho y pone sus
conocimientos al servicio de destruir vidas por el beneficio económico: está lleno de orgullo intelectual.

Un ejemplo de desarrollo en el vertical, es el de un ser muy evolucionado espiritualmente, pero sin conocimientos
intelectuales y/o sin aterrizar los pies en el mundo. Puede ser un Santo ignorante, saber mucho del espíritu pero nada de
la vida, entonces no puede poner en práctica lo que sabe. Tampoco sirve para nada, aunque al menos no causa daño.

Quien maneja los dos caminos al mismo tiempo, ese es un Justo, ese es el que sabe cargar la cruz.

Si le preguntáramos a un Justo cómo elevar el nivel de ser sin tener necesidad del Padrenuestro, nos diría: “si estás
siempre en el presente sin juzgar, te has puesto en el camino”.

Conciencia tiene relación con el darse cuenta, con la respuesta a partir de lo que me doy cuenta. Por ejemplo, una
hormiga se da cuenta de lo que pasa en un espacio reducido, por eso su respuesta es muy restringida. Conciencia es la
respuesta que le doy a los estímulos externos, es decir, cómo respondo y con quién y cómo me relaciono 32. Por esto
podemos concluir que la realidad está hecha de conciencia. Según la persona se percibe a sí misma en el mundo, así es su
nivel de conciencia. La persona se define a sí misma, según la conciencia que ha alcanzado.

Ante un acontecimiento externo cada uno de nosotros lo verá de un modo diferente, porque somos distintos, hemos
vivido distintas experiencias y, porque cada uno responderá según su elevación espiritual. Incluso diría más: ante cualquier
acontecimiento sólo cabrán siete tipos de respuesta, según los siete niveles o estados de conciencia. Hay siete tipos de
conciencia, es decir, siete maneras de reaccionar frente al medio.

Es importante no confundir conciencia con moral. La moral es un conjunto de consideraciones en que juegan la raza, la
civilización, la época, la casta, la cultura, el medio o los intereses personales, y por esto cambia.

Es según el nivel de conciencia, la realidad que se proyecta al exterior. Los Hombres 1, 2 y 3 lo hacen desde el ego; los
hombres 4 y hacia arriba, desde la esencia. Para conocer mi nivel de conciencia me tengo que dar cuenta desde donde me
proyecto, desde mi alma o desde mi careta, desde mi fé o desde mi inseguridad, desde el conocimiento que tengo de mí o
desde mi ignorancia, desde mi calidad o desde mi cantidad, desde si vivo para mi felicidad o para mis logros.

La conciencia 1 o el hombre 1, es el más dormido o el más sumergido en la ley del accidente; la conciencia 7 o el hombre
7, el más despierto o el más alejado de la ley del accidente. Los hombres 1, 2 y 3, son exteriores, viven dentro de la Torre

32 Supersticioso: quien se relaciona con lo que no conoce.


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de Babel. Los hombres 5, 6 y 7 son interiores: "Porque me deleito en la Ley de Dios según el hombre interior" (Romanos 7,
22). Para elevar la conciencia hay que morir a la conciencia anterior.

Cuando uno responde a la pregunta ¿quién soy yo?, lo hace según su nivel de conciencia, yo soy mi nivel de conciencia. Yo
me defino según mi nivel de conciencia. Actúo según mi nivel de conciencia. Yo defino algo, según mi nivel de conciencia.
Yo juzgo, critico, enjuicio, afirmo, pido, ofrezco, prometo, declaro, según mi nivel de conciencia. Cuándo a Jesús le
preguntan ¿quién eres? Él responde: Soy el que Soy. Su definición es un estado de conciencia.

A mayor conciencia, más me doy cuenta de lo que pasa, abarcando más aspectos. Por ejemplo, cuando despierto de una
pesadilla, me digo: “por suerte era un mal sueño”. Es decir, me doy cuenta de que lo vivido no era una realidad, aunque
haya vivido el sueño como algo real e intenso. Un elevado nivel de conciencia me hace comprender que la intensidad y la
experiencia no son lo mismo.

Ser consciente es hacer la vida, toda la vida, sagrada: Cuerpo sagrado, Emoción sagrada, Mente sagrada. Ser consciente es
tratar a los otros como seres sagrados. Y sagrado es vivir rodeados de eternidad. No darse cuenta de ello, es no tener
conciencia. Si no hacemos sagrado, es que estamos dormidos, no tenemos conciencia, o no nos damos cuenta.

La conciencia crea experiencias exteriores de vida. Así, si cambia la conciencia, cambia también la realidad; al cambiar mi
conciencia, mi exterior cambia. Entonces, para que cambie tu realidad exterior tiene que cambiar tu realidad interior. La
conciencia crea experiencias exteriores de vida. Según mi nivel de conciencia, serán las experiencias que materializaré en
mi día a día.

A más conexión con mi esencia, mejor realidad exterior. Todo mi exterior es una proyección de mi mente: mi trabajo, mis
amigos, mi casa, mi pareja y todos los etcéteras imaginables.

Al cambiar la conciencia cambia la realidad exterior. Por eso hay un terremoto psíquico y relacional, cada vez que alguien
cambia o eleva su nivel de conciencia. Yo tengo que cambiar; no mi realidad exterior. Ni mi pareja, ni la economía del país,
sino Yo. Es una esclavitud esperar que el otro cambie. Al cambiar yo, se me devuelve mi responsabilidad y mi libertad, lo
que es una señal de estar más despierto.

Podemos decir que cada nivel de conciencia tiene un tipo de Dios distinto. Dios es un estado de la conciencia y nada más.

Por lo tanto, si tengo una mala relación con el mundo, es que tengo una pésima relación con mi esencia, lo que significa
que tengo que haber estado muy dormido para haber creado esas proyecciones. La pregunta clave es: ¿desde dónde
proyecto mi realidad, desde mi esencia o desde mi ego? A más conexión con mi esencia, más realidad seré capaz de crear.

La conciencia tiene varios estados y varias clasificaciones. La primera se divide en dos: ordinario y no ordinario. Ordinario
es donde hay tiempo y espacio. La experiencia de la vida está localizada, limitada por el tiempo y el espacio. Todas las
experiencias van y vienen. Nada aquí es permanente. Cuerpo, mente y emoción, cada uno por su lado, y todo en ellos, va y
viene. No ordinario es cuando se está más allá del tiempo y el espacio, conectado con el alma y el espíritu. Es cuando se
está conectado con la esencia. En el mundo de la esencia no hay tiempo ni espacio, y en el mundo de la esencia se tiene -
en todo momento- todas las edades. Sólo se puede evolucionar, o lo que es lo mismo, despertar o sanar, en un estado no
ordinario de conciencia.

La clasificación más tradicional habla de 4 estados de la conciencia: La más alta es la Conciencia Absoluta, seguida de la
Conciencia del Yo Real; más abajo está la Conciencia en Vigilia, y por último la Inconsciencia.

La Inconsciencia o Conciencia Crepuscular se da cuando dormimos, es decir cuando es el organismo el que controla al ser,
y este estado, se puede prolongar al estado de conciencia en vigilia, que es cuando no sabemos lo que hacemos, cuando
se nos pierden las llaves, es decir, cuando estamos dormidos aunque estemos despiertos. Aquí están los actos reflejos, los
movimientos parásitos, los “no me di cuenta”, y todo el largo etcétera que se pueda imaginar. Es la vida instintiva.

Conciencia del Yo real, es la Conciencia de la Individualidad, es decir, es la conciencia objetiva del Yo individual. En la vida
real este contacto con el Yo Real sólo ocurre excepcionalmente, pues normalmente actuamos desde la personalidad, la
conciencia en vigilia.
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La Conciencia del Yo Real es el único punto permanente, aunque sea pasivo. La Conciencia del Yo Real se oculta detrás de
la personalidad, y la personalidad siempre es cambiante. Esta conciencia es la que nos advierte de los peligros cuando
caemos en tentación. Su presencia es lo que hace posible la evolución. De donde no hay, no sale, y donde no cabe no
entra, por lo tanto, si alguna vez hemos entendido estas palabras, quiere decir que están dentro nuestro y que han
actuado como relámpagos, truenos y luces que nos ha mostrado una claridad que a veces nos asusta.

Por esto, creer que en estado de Inconsciencia, o Conciencia en Vigilia, -que es, donde a veces se manifiesta la esencia
como un relámpago rápido-, es estar cerca de la esencia, es un error. Ese relámpago es instinto, no intuición. Un
relámpago de los cuerpos superiores no significa que se esté en lo más alto de la conciencia, sino puede ser todo lo
contrario.

Digo esto, porque todos los seres humanos hemos pasado alguna vez por los 7 estados de conciencia, pero de manera
inconsciente. Y precisamente por haber pasado por ellos, es que somos capaces de entender lo que aquí está escrito.
Hemos estado en muchos estados no ordinarios de conciencia, muchas veces.

Nosotros no la tenemos, y lo más probable es que jamás alcancemos la totalidad del nivel de conciencia. El único que la ha
tenido, es Juan el Bautista; "En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha aparecido uno más grande que Juan el
Bautista. Pero el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él". (Mateo 11, 11)

Elevar el nivel de conciencia es dar un respiro. Es evolucionar, es estar más despierto. Tomar conciencia, es escapar de la
ley del accidente. Elevar el nivel de ser, es ser un poco más consciente y responsable, pero no culpable.

¿Cómo elevar el nivel de conciencia? Simplemente respirando. Respirando conscientemente. Meditando con disciplina.
Puliendo las proyecciones, y el recuerdo de sí.

La conciencia de sí, o la conciencia del yo real, o la iluminación, no llega porque sí, ni se adquiere en el colegio ni con los
estudios oficiales, no es un grado académico. Sólo se alcanza con esfuerzo y disciplina adecuadamente dirigidos. Es un
trabajo muy duro, requiere de un esfuerzo consciente y del sufrimiento voluntario de verme y aceptarme con mis
falencias. Se eleva el nivel de ser cuando te dices la verdad; el reiki, los imanes, flores de Bach, leerse el aura y cualquier
otra moda, no te hacen más despierto si no te dices la verdad a ti mismo.

Como dicen por ahí: si la enfermedad es grave, el remedio es violento. “No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no
he venido a traer paz, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su
madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre
más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue
en pos de mí, no es digno de mí. El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. (Mateo
10,34) No conformarse con lo aprendido ni con lo heredado. Lo único valioso es mi esencia y no mis personajes.

El comienzo de la verdad que me hará libre, el comienzo del despertar, el comienzo de la elevación de mi conciencia, es
cuando me doy cuenta de que no soy esa imagen idealizada que tengo de mí. Yo no soy ni mi cuerpo, ni mi mente, ni la
profesión que tengo, ni ninguna otra cosa con la que me identifique.

El comienzo de la verdad que me hará libre, es cuando me dé cuenta y reconozca que vivo bajo la ley del accidente y no la
debo privilegiar. La privilegio cuando a las casualidades les doy valor, por ejemplo la inteligencia. Un ser inteligente no
debe ganar más dinero que uno que no lo es, es más, la situación debería ser al revés, el que más tiene más da, el que más
puede menos gana porque hace un esfuerzo menor.

Tiene poca conciencia el que se siente orgulloso de una casualidad y cree que por esa casualidad merece lo mejor, o por
esa casualidad justifica lo peor. Es absurdo sentirse orgullo de la inteligencia, de la belleza, de la nacionalidad, del apellido,
la casta, etc.

Hay muchas experiencias cotidianas que nos llevan a un estado abierto de conciencia: A veces el arte, casi siempre el sexo
con amor, la meditación bien realizada. Algunos sueños, vivir el aquí y ahora en estado de concentración integrada y el
amor en todas sus formas. Dicen también que la muerte clínica, salir del cuerpo en un viaje astral, muy pocas veces la
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droga, mirar una puesta de sol en estado meditativo. Algunas mujeres me han contado, que vivieron este estado, en el
momento del parto; en el baile cuando no es social (hay música y danzas que llevan a eso), y en el ayuno cuando no es una
protesta. Algunos masajistas lo logran con sus pacientes, al igual que algunos maestros de Reiki, los chamanes con los
tambores y la respiración consciente y redonda. También en estados de urgencia se logra este estado.

En general los seres humanos reaccionamos con pocas alternativas ante la conciencia y sus niveles, yo conozco tres: niegas
todo, te identificas con el estado actual, o aceptas que el camino es largo, difícil y decides seguir caminando.

La negación, es un rechazo a lo que aquí se dice. Los que niegan, por lo general cuando se les habla de este tema, dicen:
“baja a la realidad, cuando lo hagas seguimos conversando”. En el fondo, lo que hacen, es negar otra posibilidad de vida
rechazando a los que lo intentan. No lo pueden hacer de otra manera, pues si aceptaran al que trata de evolucionar,
tendrían que aceptar, por lo tanto el gran trabajo que le queda por delante.

Los que se identifican con su estado actual de conciencia, no niegan que pueda existir otro mejor, simplemente es que
ellos no quieren seguir avanzando, son los llamados que no fueron elegidos. Se encuentran bien como están y permiten
que otros lo intenten.

Finalmente los que aceptan que existe una realidad superior, saben que ella es una maratón que no termina nunca, pues
hasta cuando se está muerto, se sigue trabajando. Son los escogidos.

Yo, Conciencia, Disciplina es el triple objetivo del despertar.

Todas las escuelas dicen que el progreso de la humanidad sólo ha sido tecnológico y poco espiritual. Basta ver el mundo
de hoy para ver que la conciencia de la humanidad ha sido prácticamente la misma en toda la historia. Todas las escuelas
dicen que nosotros sólo tenemos de un 3% a un 6% de nuestra esencia despierta. La curva del azar marca un porcentaje
prácticamente igual; fuera del azar, queda a lo más un 5%. Yo sostengo que la humanidad verá un avance positivo en su
desarrollo espiritual cuando cambie la curva del azar, cuando seamos más protagonistas de nuestra vida.

Cambia tu manera de ver el mundo y tu vida cambiará, pero no lo hagas desde la cabeza, sino desde el corazón. No olvides
que lo de afuera es una proyección de lo que está adentro. Entonces, para ver lo que pasa dentro de ti, mira lo que pasa
fuera: desde cómo conduces tu auto, hasta la manera en que amas, corresponde a tu mundo interno.

Toma conciencia. Empieza a ser en vez de hacer. Alcanzar el Yo Real está en el campo de lo posible. Pero es un trabajo
duro y complicado, doloroso. Hay que ser un Justo para hacerlo con alegría.

A más conciencia, con más personas, situaciones y lugares me puedo relacionar.


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TIPOS DE HOMBRE: De la Torre de Babel al Reino.

Como se ha señalado en el Apéndice Conciencia, vivimos en lo que se llama la mecanicidad lunar. Esto significa que los
días pasan por nosotros (y no nosotros por ellos), tal como sucede en la película El día de la marmota. Basta mirar con un
poco de atención cada día de nuestras vidas, para darnos cuenta que no vivimos conscientemente, pues todo lo que nos
pasa, simplemente pasa por nosotros y no deja ninguna enseñanza.

Podemos decir que hay dos grandes divisiones entre los tipos de hombres: los que quieren estar despiertos y los que
todavía no saben que están durmiendo. Dentro de los dormidos que no quieren despertar, hay un grupo que tiene el
sueño muy pesado: son los que sueñan que están despiertos.

Todos los seres humanos tienen, al menos, cinco necesidades básicas que deben satisfacer: atención, calor, contacto,
alimento, seguridad. De estas cinco nacen las cuatro restantes: pertenencia, autoestima, individuación y trascendencia. La
forma y conciencia con que las realicen los definirá como personas.

Los hombres 1, 2 y 3, son exteriores, los que ponen la inteligencia al servicio del reptil. Los 5, 6 y 7, son interiores. “Pues
me deleito en el hombre interior, según la ley de Dios”. (Romanos 7, 22)

Hombre 1.

Conciencia sueño-vigilia.

Su tema fundamental es la sobrevivencia. Pelea o corre. Es el ser puramente instintivo, mecánico; en él predominan los
centros instintivos y sexual. Para él lo más importante es trabajar, nutrir a la familia, sus hijos. Se basa principalmente en
los temas de seguridad, el grupo al que pertenece. Lo más importante son las necesidades de abrigo, comida, etcétera.
Evidentemente, todo esto es muy importante, pero no lo único. El hombre 1 se quedó en el primer chakra. Su mentalidad
sólo se preocupa de lo agradable, no le gusta nada que ponga en riesgo su comodidad. El hombre 1 es un ser de poca
evolución, semejante a los seres que altaneramente creemos inferiores que viven a nuestro lado, como los perros y los
gatos. Es aquel que desea entrar a una gran empresa y hacer carrera ahí; es un ser que aventura poco con la vida. Es el
que menos se divorcia, pero no por moral, sino por seguridad. Es monógamo, aunque polígamo por naturaleza. Cree en
Dios por ignorancia, o para que la vida tenga un happy end. El hombre 1 es elemental: No se sabe parte del todo.

Dice: Yo soy mi cuerpo físico, mis comodidades. Yo soy mi familia, mi patria, mi grupo.

Su centro es el cuerpo físico.

Hombre 2.

Conciencia sueño-vigilia.

Posee respuestas reactivas, mecánicas. Vive en reacción, tras reacción, sean éstas extravertidas o introvertidas,
automáticas. El hombre 2 es un robot. Tiene mucha actitud, es un individuo emocional, pero de emociones inferiores, de
pasiones, y deseos animales. No entiende mucho de razonamientos; para él vivir es tener sensaciones. Confunde
intensidad con experiencia, llegando a creer que todo lo intenso es verdadero. Tiene mucha necesidad de autoestima y de
aprobación, de definirse, de tener un papel y ser importante por sus logros; éxito, estatus. Para él los roles son lo más
importante y se identifica con ellos. Vive en la falsa personalidad.

Dice: Yo soy así, así me criaron. Yo soy mi ego, mi personalidad, lo que gano. Yo soy divertido, agresivo, racional. Pongo la
otra mejilla pero sólo una vez, porque tonto no soy.

Su centro es el cuerpo emocional.


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Hombre 3.

Conciencia en estado de vigilia, aunque no despierta.

El hombre 3 es el meramente intelectual, el hombre que está razonando todo el día, toda su vida; fundamenta todas sus
actividades exclusivamente en el centro Intelectual Inferior. Analiza, usa sus capacidades para entender las situaciones
pero no reflexiona o sea de una situación en común con los demás no pone su propio juicio de forma responsable y
respetuosa para ser un aporte para todos. Empieza a vivenciar la esencia dentro de sí. Se acerca a pensar que es paz,
tranquilidad, autoaceptación, aunque todo en su vida sea un caos.

En los hombres 1 y 2, Dios está afuera. El Hombre 3 empieza a darse cuenta de algo interno, y de que tal vez Dios se
encuentre dentro de sí. Pero es sólo un razonamiento intelectual, el resto de los cuerpos aun no lo cree.

Dice: Soy un ser racional, puedo sí quiero y deseo definirme como un ser de paz.

Su centro es el cuerpo mental.

La Torre de Babel

Los hombres 1, 2 y 3, forman el círculo de “confusión de lenguas”; los hombres 1, 2 y 3 viven en la “Torre de Babel”: Están
movidos por la energía del centro sexual expandida a través de los tres centros (físico, emocional y mental), y sólo utilizan
el Yo de la Personalidad, que es inestable, ilógico, cambiante.

La Torre de Babel encierra un simbolismo muy interesante y muy actual. Un grupo de hombres desesperados por volver al
Padre, inicia una construcción que los acerque a Él. Estamos todos desesperados buscando volver a ser la esencia de
donde partimos o llegamos a este mundo, por ser lo que somos. Todos están llenos de buenas intenciones (el infierno está
empedrado de buenas intenciones) la confusión se produce porque buscan a Dios a través de la construcción exterior.
Esto puede interpretarse de dos maneras:

Desde un punto de vista externo, se vive la incomprensión entre los seres humanos que tratan de llegar al Padre,
imponiendo unos a otros su idioma como el único válido y verdadero. La confusión de lenguas es tal, que el hombre 3, no
entiende al hombre 2; el intelectual no entiende al emocional, y ninguno de los dos entiende al hombre 1, el instintivo.
Entonces cada cual intenta imponer su punto de vista como el verdadero.

Desde un punto de vista interno, dentro de nosotros mismos, también hay confusión. No nos entendemos, buscamos,
pero en desorden. La parte intelectual no entiende a la parte instintiva; ni la instintiva comprende a la emocional.
Pensamos de una manera determinada, actuamos de otra distinta, y sentimos de modo opuesto a lo anterior. Y cuando
hablamos, contradecimos todo. “Somos multitud” y “hacemos lo que odiamos”.

Prácticamente todo el problema de la humanidad lo crean los hombres 1, 2 y 3. Ellos ayudan a que se creen todos los
conflictos y guerras que vivimos. Ellos son los responsables del daño al planeta, a sus semejantes y a sí mismos.

Los hombres 1, 2 y 3, todavía no son completamente humanos pues no están equilibrados, no se pueden dominar a sí
mismos, aunque ellos piensan que lo son. Están más cerca de los animales de la selva, que del amor.

Para los hombres 1, 2 y 3, el matrimonio dura lo que dure el amor: afirman que el amor es como una vela encendida que
no puede brillar para siempre; para ellos el amor es enamoramiento, y libertad hacer lo que dé más gusto.

Los hombres 1, 2 y 3 viven en la selva; los hombres 5, 6 y 7 construyen el jardín.

Las personas que empiezan el trabajo de rezar el Padrenuestro, tienen algún rasgo de predominancia de los hombres 1 al
3, y están tratando de "llegar a ser" un hombre 4. Por ello, están en la búsqueda o encontraron una escuela apropiada
para elevar su nivel de conciencia. La tarea de descubrir cómo realmente son, sin engañarse, los llevará a saber el lugar
que verdaderamente ocupan en el universo.
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Esta es la interpretación tradicional, la que enseñan en la escuela, pero la Biblia habla de otra manera: “Construyamos una
ciudad con una torre que llegue hasta el cielo; así nos haremos famosos y no andaremos desparramados por el mundo”.
Génesis 11,4. Es decir, los hombre lo único que deseaban era hacer una torre grande a modo de identidad, poner la
grandeza en una construcción externa, para ser admirada o sea puro ego, algo así como las ex torres gemelas, la de Eiffel
en París, el obelisco de Buenos Aires, etcétera.

Dios al ver esto dice: “Veo que todos forman un mismo pueblo y hablan una misma lengua, siendo esto el principio de su
obra. Ahora nada les impedirá que consigan todo lo que se propongan. Pues bien, bajemos y una vez allí confundamos su
lenguaje de modo que no se entiendan los unos a los otros”. Génesis 11,6-7.33 Entiendo que la equivocación de los
hombres fue querer conquistar el cielo con métodos de la tierra, sustituyeron, y confundieron, el camino al cielo con el
exhibicionismo terrenal.

En medio de esta catástrofe personal, cada vez somos más reactivos, no podemos abandonar ni rebelarnos contra nuestra
bestia interna, no nos conviene, nuestra supervivencia depende de adaptarnos al medio. Y el medio es la selva.

Las dos voluntades -humana y animal- se encuentran en un desacuerdo polar irreconciliable. Los dos saberes, las dos
seguridades, los dos señores, la serpiente y la esencia, las dos promesas de inmortalidad, cada uno en su trinchera frente a
cada uno de nosotros.

Estos desacuerdos personales, que se traducen en desacuerdos sociales, nos tienen viviendo en el desierto, la selva o la
ciudad, pero no en el jardín.

-El Desierto, es infértil no hay creatividad, deshidrata o sea aquí no pueden crecer emociones, vitalidad. Pasividad inmóvil.

-La Selva donde todo nace y crece sin control ni orientación. Anarquía. Vida sin contención, sin orden ni valores
establecidos.

-La Ciudad, nada crece ni nace por sí mismo, todo lo que ocurre es hecho por un genio orientador. Todo regulado,
disciplinado, siguiendo las normas de los demás. Sólo el hombre dormido.

-El Jardín, donde hay cooperación y equilibrio entre el espíritu y la naturaleza. Donde los prójimos viven en paz y armonía.

La tarea es cultivar para obtener el mejor resultado para todos, esto es mantener el mundo en un estado de cooperación y
equilibrio entre espíritu y naturaleza. Trabajar y dejar crecer; pensar y dejar que el pensamiento madure. Cultivar y
guardar.

Al traicionar nuestra capacidad de vivir en armonía, creamos las guerras, olvidamos la hermandad.

Para suavizar esta traición nos acercamos a jerarquías caídas y nos dejamos llevar por el camino más fácil, lo que
avergüenza nuestro desarrollo al embarcarnos en un crecimiento que no nos alimenta si no que nos puede agotar hasta la
muerte de la esencia.

Nos unimos unos a otros para pelear con los otros unidos. Cada grupo pretende, desesperadamente, construir algo que
los lleve al cielo, al padre. Y ahí, cada uno habla su propio lenguaje creyéndolo el salvador.

Lo único por probar es la hermandad.

El fracaso ya probado es la construcción de máquinas o sistemas filosóficos que tranquilizan nuestra conciencia.

En este presente, la humanidad necesita muchos hombres 4, para luego entrar y pertenecer al “Reino”, que está
conformado por hombres 5, 6 y 7.

Hombre 4

33 Esto me recuerda a Prometeo.


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El hombre 4 posee los atributos del anterior, más algunos chispazos del Emocional Superior. Su conciencia es todavía de
sueño-vigilia, aunque tiene Conciencia de Sí, por algunos momentos. Trata de tener una respuesta integradora con los tres
cuerpos, intentando ser congruente. Reconoce la existencia de los tres centros inferiores, los hace crecer, los desarrolla
hasta el límite y regula su funcionamiento. El hombre 4 ha equilibrado los centros de su máquina orgánica, creando un
Centro de Gravedad Consciente; está listo para entrar en las actividades del Reino, pues ya es un “hombre de buena
voluntad”.

Se esfuerza en el trabajo sobre sí, y trata de conectar con el lenguaje de la divinidad. Practica la aceptación, el amor y el
perdón. No va a la guerra.

Para crear su Centro de Gravedad Consciente ha recurrido al trabajo sobre sí de abandonar la Falsa Personalidad,
recibiendo, por ejemplo, con agrado, y sin identificarse, comentarios incómodos de personas que le rodean, poniendo “la
otra mejilla”, como “agua que no moja”.

Se reconoce un hombre 4 porque no tiene malas relaciones con nadie. Responde de manera creativa e integradora a los
problemas del mundo

Dice: Yo soy crecimiento y evolución.

Ojo, que a veces uno se cree hombre 4, cuando en realidad es, a lo sumo, un hombre 3 y medio.

Hombre 5

Tiene todos los centros integrados y el Centro Emocional Superior bien trabajado, aunque no completo. Accede de manera
permanente a la conciencia del Yo real.

Su respuesta es siempre creativa. Inventa y descubre sin sacar de contexto; es original, se sabe único y no necesita
demostrarlo. No miente ni se miente, es capaz de tener relaciones verdaderas, sin justificaciones emocionales.

Es capaz de crear su realidad, materializando todo lo que necesita y quiere. Puede descubrir y manifestar los anhelos de su
alma, alcanzando con todo su potencial, todos sus deseos y necesidades.

Hace sólo lo que puede hacer, esto es, crear la realidad que quiere. Vive en el mundo de la importancia, no el de la
urgencia. Responde de manera intuitiva a los asuntos de la vida. Su tarea es adquirir nuevas facultades y poderes: los
dones del Espíritu Santo.

Dice: Estoy listo para vivir “El Cantar de los Cantares”.

Hombre 6

Posee un Cuerpo Mental Superior y lo sabe. Ha desarrollado el Cuerpo Emocional Superior completo.

El hombre 5 se transforma en 6, cuando es capaz de crear un lazo entre el Centro Emotivo Superior y el Centro Intelectual
Superior.

Responde profética y visionariamente a la vida. Es el Profeta, el Maestro del Fuego.

Ha adquirido Conciencia de Sí y tiene Conciencia Objetiva. (Llegando al hombre 6, se accede en forma permanente a la
Conciencia). Con su Cuerpo Mental Superior casi completo, es capaz de captar toda la sabiduría de la Naturaleza. Vive de
milagro en milagro. El hombre 6 es capaz de hacer milagros, de sanar.

Vive en un permanente amor incondicional con todos los seres de la creación.

Hombre 7
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Se convierte en hombre 7, cuando se ha fabricado un Cuerpo Causal; entonces puede recibir sus principios anímicos y
espirituales y convertirse en un Ser Solar, en un Hombre de verdad, obteniendo una verdadera Libertad.

El hombre 7 posee Cuerpo Causal y lo sabe. Su Cuerpo Intelectual Superior, está completo. Es el soberano capaz de dar
una respuesta sagrada a su aquí y ahora. El silencio puro. Es dueño de una Conciencia Objetiva.

Dice: Yo soy uno con Dios.

La tarea del hombre 7 es consolidar los resultados obtenidos.

Buda, Krishna y Cristo, son hombres 7.


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LOS CUERPOS

Los seres humanos no somos lo que creemos ser. Pensamos que somos una unidad, pero en realidad, somos una multitud
dentro de un cuerpo físico tratando de imponer las decisiones y cambiando permanentemente de metas. Nuestro ser está
tan dividido y fragmentado, que no hacemos lo que queremos, si no lo que odiamos. “Sabemos que la Ley es espiritual;
pero yo soy carnal, vendido al pecado. Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso
hago”. (Romanos 7, 14-15)

El Padrenuestro es un canto para lograr la unidad interna y con ello la autoaceptación sincera, que siempre desemboca en
amor al prójimo.

Lograr la unidad es saber quiénes somos, y para ello primero saber lo que no somos. Lo único cierto es que
probablemente estemos muy lejos de ser lo que creemos ser. Pensamos una cosa, hacemos otra y sentimos una tercera.
Por esto estamos mal. Esto es estar dormido. Significa que no somos responsables de lo que hacemos. Sucede porque
somos muchos, somos legión.

“Me llamo Legión, porque somos muchos”. (Marcos 5,9) Cuando en este pasaje de la Biblia, Jesús le pregunta al espíritu
impuro del hombre poseso, es el demonio el que responde: “Legión es mi nombre porque somos muchos”.

Las personas decidimos una cosa y luego hacemos otra. Creemos que vamos a ser fieles a nuestras promesas con los
demás y siempre terminamos siendo infieles hasta a nosotros mismos. Sucede porque nos mentimos y no tenemos
control sobre lo que sentimos, sobre lo que pensamos ni sobre nuestro actuar. Cada uno de los personajes que cargamos
tiene su verdad y somos 987 verdades dentro de un cuerpo, y así es imposible la fidelidad. Estar dormido es que a uno le
suceda lo indeseado. Despertar es que a uno le suceda todo lo que dijo le sucedería. Estar dormido es vivir en la ley del
accidente; estar despierto es vivir en conciencia y sincronía.

La personalidad está formada por muchos pequeños YOES. Cada uno de ellos habla, actúa, siente y piensa de manera
independiente de los otros, sin tomar en cuenta a la esencia, el Padre. Al identificarnos con estos yoes no podemos vivir,
todo es un desorden, no podemos crecer, la esencia no se puede desarrollar.

Hacemos lo que sentimos, pero sin pensarlo; pensamos en algo y no lo llevamos a la práctica; pensamos en cosas que no
podemos hacer y así un largo etcétera de actitudes, pensamientos y emociones escindidas. En el fondo, las personalidades
son el demonio, pues nos tironean y desconciertan a tal punto que no dejan a la esencia actuar.

Pongamos un ejemplo. Ante alguna situación, actuamos por enojo, impulsivamente. Luego nuestro cuerpo mental
comienza a analizar el hecho. Nos censuramos, y terminamos sintiendo malestar físico, casi siempre en nuestro aparato
digestivo.

Otro ejemplo. El cuerpo mental empieza a hacer análisis anticipados de una situación con todos los balances, resaltando
casi siempre los aspectos negativos El emocional se afecta, con lo cual nos alteramos o nos deprimimos, y en el momento
de efectuarse la circunstancia, ya estamos afónicos, afiebrados o con dolor de cabeza.

Otro más. Cuando por problemas emocionales, o por un mental muy acelerado, sobre exigimos al cuerpo físico, como
erosión llega un momento en que éste toma el mando y nos enfermamos.

Todos los ejemplos demuestran que siempre queda un cuerpo que es ignorado en su totalidad, o parcialmente. Cuando se
llega a ver esto, uno toma conciencia, ya no teóricamente, sino vívidamente de su propia nadidad, de su orfandad, de
saber que uno no sabe nada y que todavía no es nada.

¿Por qué queriendo hacer una cosa hacemos otra? Porque en el cuerpo tenemos miles de personajes que dan órdenes,
todos al mismo tiempo. Por esto nos mentimos y llenamos de catástrofe a la vida y al planeta. Somos inconscientes. No
nos damos cuenta. Abusamos, matamos, y en la tarde... rezamos. Y así pasamos la vida entre tanta incoherencia,
diciéndonos cosas que no cumplimos. Como no tenemos control de nuestra vida, todo puede ser una mentira.
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Como se ve, entre personalidad y esencia es muy difícil la relación. No hacemos lo que queremos sino lo que menos
queremos hacer. La personalidad sigue sus fines, transgrediendo muchas veces los principios y máximas de la esencia.

La esencia, en cambio, usa los cuerpos para expresarse. Con poder, amor y sabiduría, a través de lo que piensa, siente y
actúa; en los centros mental, emocional y físico.

La personalidad, los yoes, fueron creados por la esencia, pero se rebelaron a ella. La falsa personalidad es hija de la
esencia, pero se olvido quién es su jefe y sigue al que menos le exige. “Crié hijos y los engrandecí, pero ellos se rebelaron
contra mí”. (Isaías 1,2)

Más adelante, la esencia le habla a la personalidad, a partir del versículo 21: “Cómo te has prostituido. ¿Cómo te has
convertido en ramera, tú, la ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad, ¡pero ahora la habitan los
homicidas! Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. Tus gobernantes son rebeldes y
cómplices de ladrones. Todos aman el soborno y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano ni llega a ellos la
causa de la viuda. Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: ¡Basta ya! ¡Tomaré satisfacción de
mis enemigos, me vengaré de mis adversarios! Volveré mi mano contra ti, limpiaré hasta con lejía tus escorias y quitaré
toda tu impureza. Haré que tus jueces sean como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán
‘Ciudad de justicia’, ‘Ciudad fiel’”.

Todos nosotros tenemos tres centros o cuerpos, principales: El cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental.
Cada uno de estos cuerpos es un centro, un foco de vida, de fuerza o de conciencia. Cuando estos tres centros trabajan al
mismo tiempo, se empieza a crear el Centro Magnético, o el Centro de Gravedad Consciente.

El Centro Intelectual. Su instrumento es el cerebro, regula la elaboración de respuestas pensadas, la relación de estímulos
distintos, la relación de datos y el aprendizaje. Fue creado para expresar en este plano toda la sabiduría que posee nuestra
esencia. Se acumulan en él conocimientos, cultura, lenguaje, un conjunto de datos.

El Centro Emotivo. Tiene que ver con la región del Plexo Solar y todos los centros nerviosos del gran simpático, regula los
sentimientos y emociones como respuestas a fenómenos internos y externos. Fue creado para expresar en este plano
todo el caudal de amor que posee nuestra esencia.

El Cuerpo Físico. Es el más denso de los tres, es el que tiene a su cargo el Actuar. A través de él, hacemos lo que sentimos y
pensamos. Fue creado para que podamos expresar en este plano todo lo que tenemos como poder. Este cuerpo físico se
compone de otros dos cuerpos, el Motor y el Instintivo. El centro motor opera a través de los movimientos voluntarios; el
centro instintivo regula las actividades internas del cuerpo físico como los latidos del corazón, producción de saliva, etc. Lo
innato es del centro Instintivo; lo aprendido es del centro Motor, aquí podemos decidir y controlar.

Además cada uno de estos centros está dividido en otros tres, cada uno tiene una parte mental, otra emocional y otra
motora. Y estas partes tienen otra subdivisión, positiva y negativa.

Cada uno de nuestros cuerpos motor, intelectual y emocional funcionan con un centro físico, otro mental y un tercero
emocional integrados dentro de ellos.

Las partes motrices -de los cuerpos mental, físico y emocional- funcionan sin atención, en forma automática o mecánica.
Las partes motrices hacen todo lo relacionado con la vida diaria. Ahí están nuestros hábitos, costumbres y
condicionamientos. La Polaridad va del movimiento a la inactividad.

Las partes emocionales -de los cuerpos mental, físico y emocional- lo hacen con atención cautiva o atraída, como un niño
entusiasmado con un juguete. Funcionan cuando la atención es imantada y mantenida por algo. La Polaridad se
experimenta como placer, diversión, atracción en un extremo, o incomodidad, disgusto, repulsión, en el opuesto.

Las partes mentales -de los cuerpos mental, físico y emocional- funcionan con atención dirigida, la que necesita de un
esfuerzo de voluntad para ser mantenida, como un estudiante que prepara un examen, o un lector cuando lee un libro. Se
caracterizan por un esfuerzo intencional para dirigir y mantener la atención. La Polaridad se mueve entre la aceptación o
el rechazo.
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Hay un total de 18 sectores que forman la estructura de la personalidad. Ninguno de estos centros, puede actuar de
manera autónoma. Aplicando una combinación algebraica de los 3 centros y los 18 sectores, da 987 subpersonalidades.
Cada Yo de la personalidad no es más que una fracción de la conciencia. Estos yoes se combinan sin cesar, y hacen que
nuestra vida se mueva por el azar y regida por la ley del accidente.

El ser humano con sus tres centros, se puede comparar con un carruaje en muy buen estado cuando llega a este mundo.

Las ruedas del carro funcionan bien, están aceitadas y son de materiales nobles. En su interior hay un buen y cómodo
espacio, todo limpio, acogedor y funcionando. Este es el centro físico. El cuerpo que actúa.

Los caballos que tiran el carro son finos, grandes, sanos, suficientes, y bien alimentados. Es el centro emocional. El cuerpo
que ama.

Afuera del carro va el cochero, bien vestido, alerta al camino y a seguir la ruta dispuesta por el amo. Este es el centro
mental. El cuerpo que piensa.

Al interior del carro va el amo o dueño. Es la esencia. La chispa divina que ilumina la existencia, devolviendo al ser a la
plenitud original.

Pasa que el carro parte estupendamente. Sin embargo, poco a poco el amo se distrae con el paisaje tan diverso y se olvida
para donde quiere ir y mejor se queda dormido dejando que lo lleven. Los caballos van entonces para donde quieren,
hacia donde les guste simplemente, sin importar si el camino es bueno o si se salen de él, llegando a cualquier lugar. Así
poco puede durar el cuerpo físico.

El cuerpo mental frena a los caballos para buscar el camino más lógico, más racional. Los caballos se oponen y empieza
una pelea feroz. Los caballos se cansan, el cochero se fatiga, entre ellos se enemistan, y hasta pueden tomar venganza el
uno del otro.

Así va el carro, que salta y se desarma, entre otros muchos carros que saltan y se desarman. De pronto, el amo se
despierta, ve el desorden existente y ordena detención. Todos paran. ¿Cómo pude llegar a esto?, dice el amo. Una rueda
rota, el carro desarmado, los caballos cansados, ya sin fuerzas o heridos, el cochero que no quiere saber más de nada, le
echa la culpa a los caballos, y los caballos al cochero. Otras veces sucede que los caballos y el cochero se duermen, o que
los caballos se detienen cansados.

Ocasionalmente, algún amigo en el camino -llamado ángel, ser superior, amigo del alma, muerte de un ser querido,
pérdida o separación, catástrofe económica, terapeuta, psicólogo, etc.- detiene el carruaje y le muestra al amo donde
está. Generalmente estas paradas en el camino son dolorosas. De aquí eso de “quien te quiere te aporrea”, y de que “para
crecer hay que hacerlo con dolor”.34

A veces hemos vivido mucha vida, han pasado muchas cosas antes de detenerse, y de que la esencia diga: “¿cómo fue que
llegue hasta aquí?” Y entonces se propone enmendar, dejando esta vida inactiva y tomando seriamente en sus manos su
evolución consciente. Por un tiempo, la voluntad del amo funciona, pero como es un trabajo difícil y constante, muchas
veces, vuelve a dormirse.

Aunque no es de lo más habitual a veces se puede crecer sin dolor, ni catástrofes materiales, espirituales o mentales. Eso
sucede, cuando alguien se cansa de estar dormido, de sufrir por las decisiones de los demás, de que lo lleven a cualquier
parte.

Los tres cuerpos de los que hemos hablado, son los más básicos y evidentes; hay otros superiores, trabajan en ellos sólo
quienes hayan alineado estos tres primeros. Los otros cuerpos se trabajan en la parte final del Cuarto Camino y siguientes.

Por eso, el Padrenuestro es una oración elemental, sólo para los que han iniciado el camino, tan sólo un rezo para ser
hombres de buena voluntad.

34 Cuesta mucho que un hombre solo se de cuenta de su desgracia. “El hombre está muy apegado a sus errores como para permitir que
alguien se los haga notar”.
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El lema del demonio es “dividir para reinar”. El demonio nos quiere fragmentados, para que no podamos llegar a la
esencia.

El Padre tiende a la unidad, al uno: es el Uno. “Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, allí estaré yo en medio de
ellos...” Significa que si por lo menos alineamos dos o más subpersonalidades, allí estará presente la esencia.

Nuestra tarea es educar a nuestros centros, para que actúen como lo que son, vehículos que necesitamos para
expresarnos en este plano, con todo el potencial que tenemos. Dominar los cuerpos es pasar del ojo por ojo a poner la
otra mejilla. Lo que significa dejar de ser un autómata de respuestas previsibles; dejar de ser un ser reactivo, un hombre 2,
para empezar a ser un hombre 3. Los que son incapaces de poner la otra mejilla, no entienden como rezar el
Padrenuestro; los que se dejan provocar tampoco, los que se quedaron en el ojo por ojo, menos. Esta oración es sólo para
los que intentan estar despiertos y tomar a los otros seres humanos como hermanos. Sólo un ser que se ha dominado a sí
mismo, que controla sus impulsos internos, o por lo menos lucha contra sus reacciones bestiales e instintivas, puede
repetir este rezo en conciencia.

Jesús cambio la ley del talión por la ley del amor. Del mundo del accidente al mundo de la conciencia, del mundo del
rencor al mundo del perdón. Gracias a Jesús los hombres dejaron de ser mercaderías.

Vivir poniendo la otra mejilla es ser amo de sí mismo, es estar tan seguro de su fortaleza que ninguna cachetada lo puede
desestabilizar. Para que no nos arrepintamos frecuentemente de nuestros actos sintiéndonos culpables torturándonos la
mente pensando en lo que no deberíamos haber hecho. Es necesario primero darse cuenta del fracaso y que parte
nuestra nos lleva directo a él.

Por esto, esta no es una oración para todos, es sólo para los que se han dado cuenta de lo pequeños que somos como
seres humanos: Esos son los hijos de Dios.

Hacer el camino del Padrenuestro es un trabajo muy difícil. La puerta es angosta porque sólo tiene que pasar por ella la
Personalidad Real con sus roles admitidos y controlados, y no los 987 yoes. La personalidad es tan grande que necesita
mucho espacio.

El camino de la personalidad es el espacioso camino que lleva a la perdición: “Entrad por la puerta angosta, porque ancha
es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero angosta es la puerta
y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. (Mateo 7,13-14) “Es más fácil que un camello pase
por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos”.

El rico es aquel ser satisfecho de sí, identificado con la personalidad. Los ricos de los que habla Jesús, esos que no pasarán
por la aguja, son los millonarios en personalidades.

El trabajo sobre sí empieza cuando la Personalidad, orgullosa como es, acepta el fracaso de perder la posición dominante,
dejándolo todo, vaciándose, para inclinarse y someterse al dominio de la Esencia.
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IMAGEN Y SEMEJANZA

En Génesis se dice que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, y lo hizo hombre y mujer.

Esta afirmación es importante ya que la historia se ha escrito con grandes distinciones entre los dos sexos: hombre y
mujer, los dos sexos tienen la misma chispa divina, son iguales a los ojos del creador y Dios es tanto uno como el otro. Por
esto podemos hablar de Dios o de la Diosa con la misma propiedad ya que hacer distingo de función según los sexos, no va
con las escrituras. Jesús más adelante lo corrobora: “no puede haber hombre sin su mujer, ni mujer sin su hombre”. Y en
Gálatas 3,28: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa”.

Yo me parezco a Dios, por lo tanto Dios se parece a mí, somos una raza de dioses, príncipes herederos del linaje divino. Es
el mayor capital de oportunidad que el destino nos dio o creemos que recibimos.

¿Tenemos todos los atributos de Dios? Sí, en potencia. Dios nos transfirió su poder. Y para que los atributos no sean sólo
una posibilidad hay que ponerlos en práctica.

Al ser como Dios, no somos objetos y quien nos trate como tal, no cree en Dios por más que lo haga en su nombre. Por
ejemplo, un traficante de esclavos, antiguo o contemporáneo. Cualquiera que trate a un ser humano, distinto de cómo se
trata a sí mismo, o como a una mercancía, no cree en el verdadero Dios.

Existe un gran parecido entre Dios y nosotros. ¿En qué nos parecemos? En que las cualidades que le damos a nuestro Dios
son características nuestras. Los vengativos creen en un Dios vengador, los idiotas creen en un Dios idiotizado, los asesinos
creen en un Dios asesino, los buenos creen en un Dios bueno, etcétera.

“Si crees en un Dios castigador y Él te castiga no significa que sea injusto, significa que es leal a tu fe”, dice Santiago Yazigi
Hirmas. Cada uno tiene el Dios que es capaz de imaginar; esto significa que Dios nos dio permiso para inventarlo. Por
orden de Dios, Dios no existe. Que Dios sea a nuestra imagen y semejanza no es un problema de Dios, sino del hombre;
tanto poder tenemos que esta libertad está en nuestras manos. Mi mecenas dice que esta civilización se mantiene gracias
a dos descubrimientos y una invención: el fuego, la rueda y Dios.

Cuando hablamos de Dios, lo hacemos desde nuestro nivel de conciencia. Cada uno tiene el Dios que puede, de acuerdo a
su nivel de conciencia y recordemos que conciencia es la capacidad de darse cuenta. La realidad está hecha de la
capacidad de ver las cosas sin engañarnos. Entonces cada persona se definirá a sí misma, y al mundo que la rodea, y a
Dios, de acuerdo a su nivel de conciencia. Tendríamos que ser la imagen y semejanza de nuestra esencia, de nuestra
conciencia. Pero por el tipo de mundo en que vivimos, la imagen y semejanza que tenemos con Él, más se parecen a la
imagen y semejanza de lo que elegimos por disfraz, por la máscara que ponemos para el mundo y que nos amarra y no
nos deja buscar en libertad.

Tener el retrato de alguien, es tener la imagen de esa persona delante de nosotros. Por esto, en cada ser humano está el
rostro de Dios. Si ese retrato pudiera hablar, como en las películas, tendríamos la semejanza. Si de verdad creyéramos en
la imagen y semejanza nos aceptaríamos, no nos criticaríamos y actuaríamos como hermanos con hermanos. Si Dios, por
ser como es, no se equivoca, nos daríamos cuenta que somos completos aunque imperfectos, pero imperfectos que
caminan hacia la perfección de Dios, hacia la plenitud, para cumplir con la misión que nuestra esencia nos encomendó.

Si somos obra de Dios, no necesitamos ser más de lo que somos: personas maravillosas. Como somos obra de Dios, todos
somos igualmente valiosos, pues Dios no crearía nada que no valiera la pena. Entonces, separarnos, compararnos, tener
envidia, es no creer en Dios. Compararse es insultar la obra de Dios, no tratar a otro como una imagen y semejanza de lo
perfecto, o no quererse a sí mismo, es insultar la obra de Dios. Matar, torturar, abusar, sacrificar, es insultar a Dios. No
honrar la vida en cualquiera de sus manifestaciones es ofender a Dios.

Imagen y semejanza no son palabras sinónimas, se refieren a distintos aspectos de Dios. La imagen es el reflejo; la
semejanza tiene que ver con la conducta.
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Si Dios nos creó a su imagen y semejanza, ¿seguimos siéndolo? Leí una vez que con el pecado original perdimos la
semejanza aunque mantuvimos la imagen. Esto quiere decir que cada uno de nosotros es un retrato de Dios, pero nuestra
conducta no es la de Él. Entonces, gracias a la imagen, podremos recuperar la semejanza: si vemos en cada prójimo el
rostro de Dios y actuamos en consecuencia, recuperaremos la semejanza que perdimos al salir del paraíso.
Afortunadamente no hemos perdido la imagen, y creo que ya no la perderemos, a no ser que destruyamos nuestro
hemisferio derecho.

“Aquel que no ve a Dios en la siguiente persona con quien se cruce, que no lo busque más.” Mahatma Gandhi. O lo que es
lo mismo, Dios anda disfrazado de prójimo incognito.

Lo que no hemos extraviado es lo que se mantiene, es lo indestructible. ¿Y qué es eso indestructible que Dios nos dio? La
libertad, que es la imagen, o la esencia. Seremos libres en cualquier momento y en cualquier circunstancia, tanto en el
cielo como en el infierno, en la virtud como en el pecado. Es la libertad lo que nos hace inmortales y Dios nos dejó libres
hasta de Él. Salimos del paraíso, pero no lo perdimos. Aun nos queda la imagen.

La semejanza son las funciones que tiene el hombre, el uso que hace de la imagen. Hemos perdido la semejanza pues
usamos nuestra semejanza para desaprovechar nuestra grandeza interior y sacar provecho ante los demás causando daño
sin acordarnos que nos dañamos a nosotros mismos.

La imagen se refiere al ser y la semejanza al actuar.

¿Cómo podríamos ser nuevamente imagen y fundamentalmente semejanza de Dios? Practicando el Padrenuestro.

Cuando hablas con Dios, ¿con quién hablas? Contigo mismo. Dios es a tu imagen y semejanza. Todo está en ti. Las almas
de todos son iguales y semejantes.

La Envidia

A lo largo de los años la humanidad ha vuelto el mundo al revés.

Todo pecado existe porque da placer. Si un pecado no da placer, no es pecado. Es enfermedad.

No conozco a ningún envidioso que disfrute con ese sentimiento.

Lo que pasa es que: sentir envidia es una enfermedad, provocarla es un pecado.

La envidia como pecado es el más sutil de los pecados capitales.

Si no me equivoco fue Séneca quien dijo: “Entre no desear y tener, da lo mismo”.

Provoca la envidia quien tiene y hace desear a otro eso poseído por él. Provocar la envidia es desear ser envidiado. La
necesidad de provocar envidia nace de la soberbia, de sentirse tan vacio y perdido que necesito tratar a mis hermanos
como seres inferiores, demostrarles con objetos materiales que soy superior menospreciando a los demás. La soberbia de
no haberse encontrado a sí mismo como pilar de su propia vida, necesita apuntalarse con los deseos ajenos, la falta de
experiencia de un vivir auténtico acorde a nuestra esencia.

Todo soberbio inconscientemente se sabe un desdichado. Su pequeñez es tanta que, aun siendo superior, necesita
minimizar al otro. Su placer nace de la opinión del otro.

Y quien vive de la opinión de otro, lo hacen porque no tienen nada propio.

El que provoca envidia rivaliza, dice: “Compite conmigo”.


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¿Por qué una persona puede sentir placer al provocar la envidia? ¿Qué lo motiva?

De seguro lo mismo que nos motiva a vivir, a mentir, a matar: sexo, poder o dinero.

En el caso de la envidia, creo, es sólo el poder.

Es decir, una persona con poca autoestima, se quiere mostrar a sus iguales como un ser superior, no distinto.

El instinto animal de subir en la escala de la depredación, es lo que motiva a esa persona a provocar envidia.

El envidioso justifica este sentimiento dándole carácter de injusticia. Quizá tenga toda la razón con respecto a la injusticia,
pero equivoca el sentimiento.

El envidiado quiere que lo envidien, ese es su ego pisoteando a los demás.

Juntos le dan vida a la envidia pero con distinta expresión: uno está enfermo, el otro peca. Los dos dañan a la humanidad.

Tengo más simpatía por el envidioso que por el envidiado.

Al envidioso me gustaría recomendarle que en vez de sentir envidia por lo que el otro tiene y hace aspavientos, mejor
ensaye el sentimiento de lástima por su pobreza interior y rezar por su complejo. El que provoca envidia es un
acomplejado.

Quizá si rezas por la sanidad del complejo del otro, se te cure el tuyo.

El envidioso también es un acomplejado o si no, no andaría por la vida comparándose.

El envidiado (el provocador de envidias) también es un acomplejado; si no fuera así jamás se le oiría decir: “¿Qué culpa
tengo yo de que me envidien?”

El Demonio, el ángel caído, no pudo haber sentido envidia. Pues Dios no la puede provocar.

CIELO e INFIERNO

El infierno no es un lugar fuera de mí, es un estado del alma, un alma incapaz de salir de sí misma, llena de miedo, odios e
impotencia. Un alma que no irradia. Alma aprisionada en la cárcel de sí misma sin esperanza de liberación.

Infierno: ser sin amor, esta tan lejano de la luz interior que la luz exterior lo quema. Es imposible amarse y amar sin el
otro. Yo me amo a mí, para amar al otro. El amor engendra al ser.

Solo se puede amar realmente siendo congruente y equilibrado con el amor que me tengo y el que entrego, de otra forma
es imposible amar en esta vida. Pues primero es necesario amarse a sí mismo, ser congruente. Sin este ingrediente
imprescindible es imposible evolucionar, nuestra supervivencia depende de adaptarnos al medio. Y el medio es la selva.

Hoy por hoy casi nadie puede ser congruente, es muy difícil vivir como si fuéramos hermanos. Actualmente el amor es
otra superstición del infierno para hacernos creer que estamos en el cielo. La felicidad no se encuentra en una vida de
conveniencia.
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Infierno es el hábitat natural de la conveniencia. Infierno es la selva, lucha permanentemente por la existencia, la
supervivencia del más apto para defenderse. Infierno es un lugar de injusticia, hambre, dolores, soledad y muerte. Donde
lo natural es la incongruencia. Acá la frustración se combate con ira.

En este lugar los talentos son para ocupar los defectos; lugar donde los talentos te alejan del prójimo; lugar donde los
talentos son para escondernos del miedo.

En el cielo el miedo no existe porque estoy tan seguro de mis pasos, de mi grandeza y de que todos nos apoyamos unos a
otros que todo lo que ocurra será para mi crecimiento, para mi superación.

El cielo se transforma en un infierno cuando alguien está sufriendo, mientras exista dolor no podremos salir del infierno.

Tratando de hacer el cielo en la tierra, tratando de vivir en el cielo, hemos transformado la vida en la Torre de Babel, un
lugar en que tapamos el dolor, en que transformamos la felicidad real por el poseer, en que decir la verdad es ser
pesimista u hombre de poca fe.

Tratando de construir un cielo nos hemos olvidado de crecer. Hemos construido un sistema cruel, tenemos una vida
caníbal, olvidando que un sinónimo de humano es “suave”. No se puede llamar vida a correr por tiempos ajenos, trabajar
sin descanso para que otro disfrute del dinero sin esfuerzo, solo porque la sociedad, las leyes lo permiten. Vestirme para
parecer bien, no para sentirme bien. Comer o tomar lo que dice la publicidad que es sano para vivir eternamente, tener
que parecer siempre joven, siempre productivo económicamente sin importar si en esos quehaceres arraso con mi vida, la
de mis padres, mis hijos o la de todos. Esto, esta vida, es el sucedáneo de algo… del infierno.

Al Infierno podríamos describirlo como el lugar donde los deseos sustituyen a la realidad. La satisfacción de ningún deseo
deja satisfecho permanentemente. Por lo tanto en este lugar siempre tienes la impresión de que encontrarás algo mejor.
Donde siempre hay algo más por ver... por hacer... por...por... Es el lugar de insatisfacción, que te hace feliz.

Donde se educa en la competencia con el otro desde que nacemos, hay cursos para que nuestros bebes sean los mejores,
nuestras niñas en concurso de modelos o destacados deportistas, los colegios ponen en una lista especial a los "mejores".
Todo competidor, para competir, debe estar empapado de una energía aniquiladora del contrincante o sea de enojo. Todo
enojado, salpica enojos, comparte enojos… vive enojado. Vive en su creación destructora. El enojo lo único que gana… es
la soledad. La soledad crea monstruos ya que al no haber interacción no hay espejos, menos nos vemos y empiezan a salir
todas nuestras personalidades deformadas sin la contención del amor. Lo triste es que se transforma en nuestra realidad
permanente.

Creamos El cielo y el infierno cuando permanecemos dormidos.

Dormir es como morir, despertar es como nacer. Recordar es darnos cuenta de que ayer estuvimos despiertos.

Morir, dormir, olvidar. Nacer, despertar, recordar. Tal como nazco, despierto. Tal como vivo es como recuerdo. Si vivo
triste, amargado, pesimista mis recuerdos toman el mismo color y si ilumino mi vida me quedo con lo que me hace bien y
olvido lo malo. Al soñar con pesadillas, me invento el infierno. Al tener sueños agradables, me voy al cielo.

¿Quiénes tienen pesadillas? Los que llevan una vida reprimida y enroscada.

¿Te quieres ir al cielo? Lleva una vida luminosa, radiante y placentera.

¿Cuándo viviremos en el cielo?:*


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Cuando el que consideramos débil sea servido y valorado por el fuerte.

Cuando el que socialmente se cree inteligente sirva y proteja al que aparentemente tenga menos meritos.

Cuando Jesús lave los pies a sus discípulos.

Cuando el padre y el hijo se sirvan mutuamente sin aprovechar las ventajas de la edad.

Cuando no existan los dictadores que se sirven del pueblo.

Cuando de la lucha por la existencia pasemos a la cooperación para vivir.

Cuando el Dios que nos enseñan sirva a los hombres con amor.

Sufriendo para imitar el sufrimiento de Jesús en la cruz, golpeándonos el pecho para sacar nuestros pecados, no se llega al
cielo... se vive en el infierno ya que Cielo es una jubilación permanente.

Si rezas para irte al cielo no te has dado cuenta de que estás en el infierno.

Si estás en el cielo, no necesitas rezar para irte a él. Compórtate siendo ejemplo de lo humildemente grande que puedes
ser viviendo en él.

¿Qué es estar en el cielo? Vivir como hermanos, hijos del mismo padre. Y tener una brújula limpia, orientada por la lógica
moral, esa que se mueve por principios, no por intereses. Tener controladas las cinco costumbres tétricas que nos impide
ser humano:

1.- Las ganas de ser el más grande, ser el primero pasando por delante a los otros y despertar envidia, olvidando que Jesús
pasó desapercibido, por eso no aparece en los libros de historia aunque su presencia haya sido tan sublime que su
conciencia aun nos influye.

2.- El egoísmo. El deseo de tener para uno todo lo que existe y acumular cada día más, nos va a faltar vida para usar todo
lo que poseemos, aunque de esa forma también estamos disminuyendo nuestro pronóstico de vida como especie y el de
la tierra, usando los recursos de futuras generaciones .

3.- La aspiración de avanzar. Creerse por delante del resto, superior a otros, identificarse con el rol en la jerarquía de la
colaboración.

4.- El apetito de retener, -de guardar para sí eso que recibiste de gratis al nacer- y sirve para liberarnos a todos. No
compartir tus hallazgos, ser un obeso mórbido espiritual, físico y mental.

5.- Y por sobre todo la ambición de ser el triunfador que es mantenido por el sacrificio de otros; vivir del dolor ajeno, la
necesidad de terceros, la inocencia del prójimo, la hipnosis seductora de logros fáciles, la mala fortuna del vecino, etc.
Usar la picardía para tener una vida fácil, vivir cómodo a costa de la insuficiencia y urgencias fatales de tus semejantes.
Que l resto te mantenga.

El cielo… es el reino de la confianza. En el cielo cada uno irradia su luz. En el cielo hay objetividad, no indiferencia. En el
cielo si falta uno, todos quedamos incompletos, todos quedamos fuera.

El Demonio es el regente del infierno, su frase chiche es: yo hago que la nada devore lo que haces.
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ESOTERISMO

Lo esotérico tiene que ver con el corazón. Lo exotérico con la cabeza. Ambas entidades manejan los miembros del cuerpo,
como las dos manos cuando se lavan la cara.

El esoterismo es lo que experimenta una persona cuando realiza una acción, lo subjetivo; lo exotérico es la explicación
imparcial de su acción, lo objetivo.

Sobre ninguna de las dos se puede dictar cátedra. Exotérico es la descripción de un camino; esotérico, lo que me pasa
cuando voy por ese camino.

Ser esotérico es vivir el aquí y ahora, simplemente eso, y ver qué se descubre para contar lo que descubrimos. En parte, es
liberarse de todo lo que oprime a la esencia, sin olvidar que vivimos en un mundo que tiene sus leyes. A Dios lo
encontraremos en lo esotérico.

Necesariamente todo lo esotérico está ligado a Dios y a lo espiritual. La razón es muy sencilla lo esotérico se vive con el
alma, te hace trascender al cuerpo, (tampoco le pone explicaciones) solo se siente con una grandeza que te da la
seguridad de ser real.

Todas las religiones, tendencias y actos humanos tienen las dos ramas, una exotérica y otra esotérica. Las religiones se
mantienen en su base humana y dogmas exotéricos, distintos, pero le dan la misma estructura, es lo esotérico lo que las
hace únicas. En los taoístas creer que: “se recompensa el agravio con bondad”; en los budistas: “el odio jamás disminuye
por el odio, solo disminuye por el amor”, y los cristianos: “ama a tus enemigos”. Es imposible separar lo esotérico de lo
religioso. Los exotéricos buscan a Dios fuera de sí, los esotéricos buscan a Dios dentro de sí. Los exotéricos tratan de
explicar a Dios, de fundamentar su existencia, de demostrar que existe.

A los esotéricos no les interesa demostrar la existencia de Dios, pues sienten la existencia de Dios con una intensidad más
tangible que lo físico, Dios está en nuestro espíritu intangible, no se ve, física o racionalmente es imposible demostrar su
existencia.

Lo esotérico es el arte de la realización del ser, de revelar el verdadero ser y la realidad en donde habita. Honestidad de
mente, cuerpo y espíritu. De acción, pensamiento y de palabra. Es buscar y descubrir la esencia del Hombre. Es el camino
del crecimiento espiritual para salir del miedo: de las falsas personalidades.

En una ocasión, un maestro, para nada esotérico, me argumentó sobre el papel de los terapeutas:

El ser humano, decía él, es como una casa, por fuera muy bonita y por dentro desordenada; la psicología tradicional lo
único que consigue muchas veces es “pintar fachadas y hacer un poco de urbanismo”; la psicología transpersonal, en
cambio, trata de llevar a la persona dentro de su casa, que mire y ordene algo, el trabajo importante y sanador es por
dentro y no la decoración exterior. Lo imposible es que un desconocido pueda meterse dentro de la casa de otra persona,
pues dentro de ese espacio íntimo sólo cabe el interesado y nadie más; a lo sumo puede mirar por la ventana, si es que la
persona corre las cortinas desde adentro. Y al mirar por la ventana, la visión es muy parcial, por lo que al hacer un
diagnóstico, lo más probable es que sea equivocado ya que estará basado en la realidad del que observa, sus experiencias,
sus conclusiones. Si miras por la ventana y ves su cama bien ordenada, puedes pensar que así está el resto de su íntimo,
pero, quizá, sólo hizo la cama y nada más. O al revés: ves la cama desordenada y al extrapolar, das un diagnóstico
equivocado.

Esoterismo, es entrar al espacio íntimo de cada cual. Yo al mío y tú al tuyo. Ahí veremos cómo se ha desordenado nuestra
esencia y solamente nosotros podremos evaluar, arreglar. Para lograrlo frecuentemente necesitamos de la ayuda externa,
alguien que ya haya arreglado un poco su intimidad, lo podemos llamar "Un Maestro", pero es sólo un hermano mayor.35

35 El mío se llama Patricio Varas.


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La experiencia reconocida, vivida sólo de primera mano es el esoterismo, no es información, ni es conocimiento, no es


interpretación de la realidad; es donde las experiencias de otros a mí no me sirven.

Vivir esotéricamente es encontrar en sí mismo lo que es mi verdad, que por supuesto es frágil. Lo único que podemos
hacer por otro es tratar de educar para sacar el miedo y poder encontrar la verdad dentro de nosotros. Es distinto
aprender a disciplinarse que ser disciplinado por otros.

Es estar en comunión con todo, si no se es un hombre inerte o dormido. Estar en comunión con los árboles, con la bolsa
de basura que se la lleva el viento, con los vecinos, etcétera. Comunión, dice Krisnamurti, “es la no interferencia del
pasado para poder ver todo como algo nuevo, morir al ayer”.

Mirar algo sin que nada interfiera. Es muy difícil de lograr porque no sabemos estar en contacto con nosotros mismos, y si
no sabemos conectarnos con nosotros, menos lo podremos hacer con la pareja, con el árbol, con una enfermedad, un mal
olor, con el miedo, el dinero, con el idiota de la esquina o la puta del frente, con Dios. Por lo general, nuestras conexiones
con los demás nacen en nuestras emociones negativas como la envidia, los celos, la ira, etc.

Al estar en contacto con nosotros mismos, nos descubriremos, ya no por lo que nos digan, sino por la acción propia de
vernos y reconocernos. Habrá conexión con uno mismo, en la acción total, cuando le mente esté en silencio.

El esoterismo busca la transmutación para llegar a la verdad, sabiendo que posiblemente lo que tenemos ahora es
mentira. Esta verdad es sólo personal, el esoterismo no es ciencia, nadie me puede decir que estoy equivocado, ni a dictar
reglas de ningún tipo, aunque las hay y son las que yo mismo me pongo, ya que es un trabajo individual y solitario, aunque
con apoyo comunitario. Es necesario descubrirlo, no preguntarlo.

Lo difícil del camino hacia el esoterismo, es que es un camino en soledad. Los que desean y buscan libertad, no tienen, no
pueden tener por definición una escuela que les guíe la libertad.

Es vivir sin finalidad ni provecho. El hermetismo o el esoterismo, no promete resultados. El hermético con su vida da un
testimonio de su filosofía, como Sócrates. La mayoría de los filósofos de hoy enseñan lo que otros pensaron, no entregan
un testimonio de vida, esto es exotérico, es una construcción mental.

Para bailar en sociedad, hay que saber cómo hacerlo, repetir los pasos y las vueltas que nos muestra el profesor, pues lo
único importante es el resultado. Pero bailar para tener un contacto con la música en el cuerpo, que vibre con las notas
nuestra alma, no se puede preguntar cómo hacerlo, ni seguir a nadie, simplemente se escucha la música y ojala con los
ojos cerrados para moverse sin pasado.

Un esotérico sólo habla de lo que “conoce” o ha practicado. En un taller, por ejemplo, un facilitador esotérico sólo realiza
ejercicios que ya ha experimentado o si no es una experiencia ajena muy lejana para que de buenos o reales resultados.

La filosofía esotérica, más que de un pensamiento correcto, se preocupa de una acción correcta. La finalidad no es la
creencia, sino la acción, la experiencia.

Para lo esotérico no existe “lo correcto” o "incorrecto", todo es la comprensión vivida de ese algo. Así por ejemplo, no hay
una relación amorosa “correcta”, sólo existe la comprensión en el corazón, en la mente y en el cuerpo de esa relación
amorosa.

El esotérico sólo cree lo que su experiencia le ha demostrado. Esa es la “verdad que nos hará libres” de la que habla Jesús.

Es mi creencia que cuando Jesús predicaba, decía a los que lo escuchaban: “Repitan conmigo: Yo soy la verdad y la vida, el
que no está conmigo está contra mí. Ya, repítanlo”. Y los que lo escuchaban gritaban: “Tú eres la verdad y la vida, el que
no está contigo está contra ti”.

-No- gritaba Jesús -digan, Yo soy…

-Tú eres…

-¡No, no y no! -gritaba Jesús enojado- Digan, Yo soy…


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-¡Tú eres…!

En ese momento, Jesús debe haber explotado de rabia -¡¿cómo no me entienden?!- Ahí se tomó más en serio el tema de
andar predicando. Tan en serio fue y así de seguro lo dijo a sus discípulos que nunca retrataron a Jesús riendo.

Así es como me imagino predicando a Jesús. Así es el esoterismo, te hace responsable: eliges lo que haces y no lo haces
porque otro te lo diga. Es tener buena salud en todos los cuerpos. Y responsabilidad.

Es sano tratar de mirar las cosas como son, no con el concepto que tienen de ellas. Permitirse dudar, no creer. No aceptar
nada por autocomplacencia.

Muchas veces no nos atrevemos a ir más lejos porque para eso necesitamos tener la valentía de caminar por nuestros
propios pasos y seguir un camino ya trazado nos da seguridad. Todo lo que nos da una referencia nos permite saber
quiénes somos. Pertenecer a algo nos hace sentir seguros. Pero el precio de la seguridad es la fragmentación.

Una revolución basada en una idea no es una revolución; porque una idea es una reacción ante un determinado
condicionamiento. Ninguna acción basada en el condicionamiento produce un cambio fundamental.

A veces nos enfrentamos a las crisis relacionales sin amor ni comprensión, sino con fórmulas, con sistemas, que en rigor
son de poco valor porque le sirvieron a personas con otros mundos internos y en situaciones distintas, y las fórmulas
conducen a la ceguera del sentimiento, a la muerte de la creatividad.

Lo importante, en esoterismo, no es el pensamiento, sino la conciencia del acto ya que esto lleva a la aceptación y aleja de
la tolerancia, pero no de la acogida. Algo similar señala Buda en la parábola de los ciegos de nacimiento, que palpan por
primera vez a un elefante. Como eran ciegos y no habían visto nunca a ninguno, lo describieron según su percepción: El
que palpó la trompa, dijo que era una cañería, el que lo hizo con las orejas, dijo que el de la cañería estaba equivocado,
que era un abanico; el que se puso al lado de las piernas se enojó con los dos anteriores y dijo, sin aceptar refutación, que
el elefante era una columna sólida y firme. Después le tocó a otro ciego tocar el elefante en la oscuridad, y palpó el
estómago, entonces dijo que el elefante era una carpa al revés.

Esto es lo que nos pasa a nosotros tocamos algo en la oscuridad y dictamos cátedra. Provocando guerras religiosas,
sociales, culturales sin querer escuchar o entender al otro desde el aquí y ahora, a la falta de humildad que provoca la falta
de amor por mi hermano.

Resulta cómodo decir que las guerras son producto de los gobernantes y los capitalistas. Pero en el fondo todos deseamos
ser ricos y tener poder; esa es la causa de la guerra. Por lo tanto todos somos responsables.

El contenido de nuestra conciencia es común a toda la humanidad. Somos almas separadas con contenidos psicológicos
distintos, que luchan para obtener algo. Cada uno de nosotros es el resto de la humanidad. Quizás eso de que nos quieren
decir con “lo que al más pequeño de mis hermanos haces, a mí me lo haces”. Todos somos hijos del mismo padre y la
misma madre, Gea.

Al esoterismo no le interesa el desarrollo del dogma, le interesa el hombre que se transforma. La tarea esotérica
(religiosa), entonces, no consiste en pensar bien, sino en actuar bien y en llegar a ser uno con el Uno. El crecimiento
personal es “yo ser mejor”, el crecimiento espiritual es simplemente SER, no quedarse dando vueltas en la periferia,
atreverse a dar un paso y dirigirse hacia el centro.

El hombre en general tiende a llevar una vida mecánica que lo mantiene preso y no lo deja prestarse atención a sí mismo.
Pasa la vida absorbido por las circunstancias externas impuestas que lo dejan sin tiempo propio y si se detiene, puede ser
destrozado. Va en una dirección sin norte, todos los caminos lo llevan a ninguna parte. Y al mirarse a sí mismo ve que todo
cambia, y es verdad, todo cambia, pero solo es lo de afuera, pero no es él realmente.

El camino esotérico no es para el hombre exterior. Este mensaje no es para el hombre máquina; él no sabe de la
verdadera responsabilidad, ni pecado, ni arrepentimiento, ni el acceso a la salvación, ni la enseñanza de Jesús. No basta la
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buena fe. Para empezar hay que tener buena voluntad. El hombre que no tiene buena voluntad, sólo conoce la ley de los
hombres.

Mientras seamos esclavos de la personalidad, no seremos libres. Lo esencial no está afuera, sino adentro. Esoterismo es
salir de la ilusión. Mientras el hombre no encuentre el control, su vida será ficticia, ya que todo cambiará a cada momento.
Estos cambios serán por choques exteriores, que él no puede prever. Vivirá en manos de los acontecimientos, ocupado en
recomponer todos los subterfugios. En realidad avanzará hacia lo desconocido, librado al azar. Esto es la ilusoria
existencia; si le va mal, le echa la culpa a Dios.

El esoterismo llama al hombre a tener una nueva vida. La vida nueva es ser lógico consigo mismo, esto es con su esencia, a
hacerse amo de sí mismo, a no traicionar su vocación. Pero antes que nada se tiene que dar cuenta cual es su situación
actual. La imagen del Carruaje.36

No tenemos una técnica para la evolucionar, por esto nuestra vida es un sueño. En los sueños no elegimos ni inventamos
los eventos que soñamos. Cada día en nuestra vida sucede lo mismo, estamos dormidos y sólo despertamos, nos damos
cuenta o evolucionamos, si el sueño se hace intolerable, o si alguien nos sacude para despertarnos. Todos los días
recibimos avisos, si estamos atentos podemos usarlos para encaminar nuestra existencia para salir de la pesadilla, la
palabra de un amigo, una frase en la película que nos gustó, en general todo lo que escuchamos y nos remece deberíamos
guardarlo y aprenderlo como un mantra porque inconscientemente nuestra esencia descubre su alimento en lo que la
vida nos presenta, ella nunca está dormida.

El ideal del hermetismo es contrario a la ciencia oficial. La ciencia aspira al poder de la naturaleza mediante la destrucción
de la materia para producir energía. El hermetismo aspira a una participación consciente en las fuerzas constructivas de la
naturaleza y del mundo, basándose en una alianza y comunión íntima con ellos.

La ciencia pretende obligar a la naturaleza a que obedezca a la voluntad del hombre. El hermetismo o filosofía sagrada
trata de purificar, iluminar y cambiar la voluntad y esencia humana a fin de conformarlas con la naturaleza y capacitarlas
así para recibir su revelación. La gran obra, como ideal, es el estado del ser humano en paz, alianza, armonía y
colaboración con la vida.

Tenemos los mismos componentes, pero combinados de distinta forma. Por esto la moda es muy humana: trata de igualar
lo desigual. Lo divino es “vivir los cambios en igualdad para crecer en la diferencia”.37

“Cambiamos en igualdad, para crecer en la diferencia”, como dice mi amigo, que como buen maestro, no es mi maestro.
Ya que la idea de tener un maestro me deja en condiciones inferiores y un maestro no haría eso, pues cuando sigues a
otro, dejaste de buscar la verdad. Mi maestro me enseñó a Ortega y Gasset: “Siempre que enseñes, enseña a la vez a
dudar de lo que enseñas”.

El esoterismo es la Fuente de la Eterna Juventud. Porque el que bebe de ella, es liberado de la condición de temporalidad.
Elixir de la vida, inmortalidad.

“La conciencia despierta únicamente puede ser experimentada” escuche en alguna parte.

La experiencia es la raíz. Por esto la filosofía hermética consiste en ejercicios espirituales, Tarot, Cábala, Astrología,
Alquimia, etc. Estas 4 operaciones psicológicas son la clave del Apocalipsis: Callar, Saber, Poder, Osar. La meta de los
ejercicios espirituales es la profundidad y el despertar. Es ascender en el nivel de conciencia.

La experiencia es la raíz. La experiencia auténtica de lo divino (o cualquier tipo de experiencia) nos hace humildes; quien
no es humilde no ha tenido ninguna experiencia auténtica, ni con lo divino, ni con lo humano. Sólo la personalidad, la falsa
personalidad es la que siente orgullo.

36 Ir al Apéndice Personalidad.
37 Palabras de mi hermano mayor: el Pato Varas.
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Los humildes que en esta vida no han visto ni oído, lo han hecho en otra vida, en otra parte, pero no lo recuerdan. La
humildad real, no intelectual, es el recuerdo que uno guarda de su experiencia espiritual anterior al nacimiento, o de la
experiencia nocturna, consciente o inconsciente.

La humildad y la caridad no son inherentes a la especie humana. Su origen no se encuentra en la evolución natural. La
humildad no es concebible como fruto de la lucha por la existencia, la selección natural y la supremacía y supervivencia del
más fuerte sobre el más débil. La escuela de la lucha por la existencia no produce humildes, sino luchadores y guerreros.

Los despiertos y esotéricos son humildes, pues no compiten sino que colaboran. Lo único que podemos hacer es estar
despiertos, esto es buscar, llamar y pedir.

Osar, querer, saber, callar. Tiene que ver con los 4 elementos y con el desplazamiento: caminar, nadar, reptar y volar.

Existe en esoterismo una analogía que es un acto de fe que se acepta y no se discute. Si alguien la pone en duda, se viene
abajo todo el sistema hermético. Es este: El Todo38 está en cada una de sus partes; en cada una de las partes puedo
encontrar al Todo.

Esto significa que en el fondo de todos los procesos se encuentra la unidad. Es decir, los humanos somos lo mismo,
aunque no somos iguales. De esta creencia básica surgen los tres postulados elementales de la filosofía hermética:

1. Lo que está arriba es como lo que está abajo.

2. Lo que fue es como lo que será, y lo que será es como lo que fue.

3. Lo que está aquí, está allá; lo que no está aquí no está en ninguna parte.

La primera ley nos permite aplicar las leyes de un universo en otro. La segunda ley nos ancla en el presente: somos lo que
somos por lo que fuimos, seremos lo que seremos por lo que somos. Por lo tanto no existe otro momento que este, este
instante es el único instante en que puedo arreglar mis problemas del pasado y del futuro. El tercer postulado afirma que
sólo es posible encontrar lo que se tiene. Por lo tanto no es necesario hacer peregrinaciones ni visitas a los maestros.

Sabemos que el ser humano se compone de materia y conciencia. 39 Sabemos que la materia es energía, que la energía no
desaparece, sólo modifica su actividad. Tal como hay una ley de la conservación de la energía, debe haber otra de la
conservación de la conciencia. Por lo tanto, si la energía no desaparece, la conciencia del ser humano tampoco; luego, la
conciencia del hombre es inmortal.

Aparte de estas leyes fundamentales hay otras que potencian la disciplina. Una dice: las tendencias se acentúan. Otra
aporta: el ritmo reduplica el resultado; y por último: apresúrate lentamente.

Por ejemplo, si a mí me roban y sacó una carta del Tarot y me sale el Emperador, no significa que el ladrón sea mi padre.
La mala aplicación de estas reglas es lo que tiene al esoterismo socioculturalmente visto como herramientas para
parlanchines inconscientes. Así, el esoterismo es una disciplina y un arte.

Lo malo del esoterismo, es que para entrar a él no hay control de calidad y su grandeza permite que todos seamos
aceptados, entonces la mayoría de los que dicen formar parte de ese club son los expulsados del mundo exotérico. Hay
entre los esotéricos una parte oscura muy poco trabajada, porque creen que es fácil serlo y solo consiguen parecerlo.

Esta oscuridad se manifiesta de varias maneras. Una de ellas, creer que en el camino espiritual la enfermar es un
desprestigio, es signo de no actuar con los cuerpos alineados. El poder, querer ser el mejor de los esotéricos, el más
popular. Comprar medias verdades, como el libro El Secreto. Aceptar fundamentalismos; alejarse del sufrimiento propio y
ajeno; creer que la “mística” es un recurso para escapar de un dolor de cabeza, encontrar un estacionamiento o conseguir
un aumento de sueldo; andar en busca de milagros, adivinando el futuro, etc. La sombra del esotérico sale a la luz cuando
aplica criterios y valores exotéricos y mercadea con ellos, vendiendo collares sanadores o péndulos orientativos. Si a esto

38Todo es igual a Dios, energía suprema, etc.


39Los materialistas dicen que la conciencia es parte de la evolución de la materia. Puede que tengan toda la razón, esto demostraría que
Dios todavía no existe, que va a existir y que su primer milagro fue su creación estando él inexistente.
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agregamos las prisas, ese despertar microondas, y el creerse jefe de productos, ese que a cada instante inventa un nuevo
método sanador con miles de años de existencia, o ese otro que anda tras las esencias florales de cualquier tipo; yo estoy
a punto de inventar una nueva moda que me hará exitoso, popular y millonario: la esencia de las malezas de mi jardín, y si
no me resulta tengo otra: la esencia de billetes y monedas para atraer oro.

La flojera es la sombra más oscura, pues entendieron que en el esoterismo se aplica la ley del menor esfuerzo. La pereza
es el pecado original. ¿Por qué no hablaron con Dios primero? Por flojos. El miedo es una forma de pereza. Flojera es
evitar el sufrimiento.

Muchas veces el esoterismo es un gran justificativo: “es lo que tenía que pasar”. Son los que creen en la sincronía y no en
el accidente. “Todo pasa por algo”, evidente que sí, y de eso puedes sacar un buen destino, lo que no significa “que tenía
que pasar”. Sería como decir que los 33 mineros se tenían que casi morir para que el ministro se transformara en
candidato presidencial. Así el “destino” son mis acciones desorientadas, no se debe confundir fluir con ser arrastrado por
la corriente.

Socioculturalmente desde pequeños nos incentivan a estudiar, hacer deporte, cuidar el cuerpo y la mente para triunfar en
el mundo material, pero no nos enseñan a meditar o rezar de verdad, ese rezo que no es repetición de palabras sino una
comunión con nuestra alma.

En el camino esotérico hay que abrir el corazón sin emoción, esto es, lograr vulnerabilidad sin heridas psicológicas (“agua
que no moja”), y abrir la mente sin creencias (allá y entonces) pero con conciencia (aquí y ahora).
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MÍSTICA, GNOSIS Y MAGIA

En este capítulo hablare de mis creencias sobre cómo esta nuestra alma antes de llegar a vivir a la tierra, vivimos
permanentemente en Mística, Gnosis y Magia. La magia es la vida vivida antes de nuestra llegada. La gnosis, la conciencia
tenida antes de la caída. Y la espontaneidad mística, la relación habida entre los hombres y Dios antes de la caída.

El punto final del esoterismo es reconocer como verdadera toda revelación; será verdadera si da semillas y es fértil, de
fertilidad contagiosa y constructiva, si es compatible con todas las revelaciones anteriores, es decir, concordante con las
leyes del pensamiento y con las experiencias vividas hasta ahora.

Mística

Mística es estar presente, aquí y ahora, con conciencia. Concentrado en lo que se hace, e interesado y abierto a todo lo
que sucede fuera, incorporándolo ha nuestro ser.

La mística es una experiencia religiosa, pues se vive y se siente re ligando al yo humano a la realidad divina.

La mística no es un ritual, ni alguna información secreta, ni una práctica de iniciados de algún grupo espiritual. La mística
es un estado de conciencia, donde se experimenta la eternidad en cada instante; el tiempo y el espacio, la causa de cada
efecto y todo dentro de un orden. La mística es ver lo divino y lo luminoso en cada ser; el todo en cada parte y cada parte
en el todo.

La mística capacita y orienta en todos los terrenos, prepara para conocer y aprender de todos los hechos. Con ella nos
conectamos con las claves, y con ellas se descifran los misterios. "Por eso os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá". (Lucas 11, 9)

La mística se vive a través de los ejercicios espirituales de toma de conciencia. Tener una experiencia mística es pedir
haciéndose responsable de lo que se recibe.

Conozco algunas personas que opinan que vivir místicamente es inhumano, y hasta donde yo sé, la mística re humaniza al
ser. Mi creencia me dice que cualquier metal se puede transformar en oro; de la misma forma, cualquier humano puede
volverse semejanza de Dios, pues no ha dejado de ser imagen de Él. Si alguien no lo cree, es porque probablemente le
falta un maestro.

Las experiencias místicas tienen tres maneras de vivirse: unión con la naturaleza, unión consigo mismo y unión con Dios.

La experiencia mística de unión con la naturaleza es la de sentirse uno con ella, siendo objeto y sujeto al mismo tiempo,
como un solo ser, cuando uno es también lo que mira, lo que toca, lo que siente, lo que piensa y lo que dice sin perder
identidad. Las experiencias chamánicas pertenecen a este tipo de prácticas.

Muchas veces, cuando los participantes de estas experiencias son inexpertos en las artes místicas, buscan conseguir
efectos con carburantes externos como el peyote, el hachís, el alcohol, etcétera. Las fiestas dionisíacas eran una
experiencia de embriaguez sagrada. Yo recomiendo la respiración híper ventilada.

La unión del yo con el sí mismo trascendente, sucede cuando la esencia se separa de la personalidad y queda fuera del
espacio y del tiempo; así la esencia se experimenta como inmortal y libre, ve la polaridad sin involucrarse en ella, con
objetividad y sin indiferencia.

En esta modalidad de experiencia mística no hay embriaguez, al contrario, ésta es totalmente austera y hasta puritana.
Sucede en una meditación, un viaje astral, un artista en su trabajo, una pareja haciendo el amor.

Por último, la unión con Dios es la experiencia de los santos, es sentir a Dios tangible dentro de mí. Es una embriaguez
sobria, es un éxtasis de esencia, pero sin carburante.
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La mística en sus tres caminos tiene sus propias leyes, con su pulcritud y sus distintos altares. Si no fuese así, sería muy
fácil caer en la megalomanía y enajenación. Las leyes son para no perderse en el camino, no aislarse del mundo y no caer
en el arrebato. Las leyes de la mística son cinco:

1.- Siempre conservar la vida, ser justo con el cuerpo; tratarlo como un buen amo trata a su sirviente. Amarse para poder
amar.

2.- Encontrar el propio lugar en el sistema de colaboración, sin identificarse con el rol. Cada uno encuentra su lugar en el
esquema viviente cuando comprende el propósito y sentido de la vida, y si no lo encuentra, se lo inventa. Aprender todo
lo que se pueda aprender sobre las leyes de la creación y mantente con los pies bien puestos en la tierra.

3.- Desarrollarse. Ser constante y fiel con el sentido de la propia esencia. Compartir los hallazgos, dando al prójimo lo que
se recibió en sabiduría, no olvidando que todos los caminos llevan a Roma.

4.- Ayudar a otros a desarrollarse, pero sin insistencia. Llevar una vida consecuente y silenciosa. No olvidar que se viva
donde se viva, se hace en comunidad. Enseñar, hablando y actuando sin ego. Y si no se puede enseñar, aprender, o lo que
es lo mismo, escuchar; todos tenemos algo importante que decir. Ponerse en los zapatos del otro. Asertividad afectiva, no
mental.

5.- Pagar las deudas. Y descansar sin tomarse vacaciones. El que no descansa, no tiene fuerzas para compartir con los
otros, ni sabe hacerlo. En el descanso nos parecemos a Dios y lo imitamos.

Finalmente, al cruzar el río de la vida, hay 9 cocodrilos que no nos dejan llegar a la otra orilla. Los cocodrilos del miedo: la
gula, la avaricia y la cobardía; los cocodrilos de la ira: la pereza, la rabia y la lujuria; y los cocodrilos del autodesprecio: la
vanidad, el orgullo y la envidia.

Gnosis

Todas las religiones que conozco tienen una mitad secreta. Los judíos tienen la Cábala; los budistas, el Zen; el mundo
musulmán el Sufismo. La corriente velada del cristianismo se llama Gnosis.

La gnosis o el pensamiento gnóstico viene de la mística, es decir, de una meditación concentrada sin esfuerzo, que sólo
puede empezar cuando el pensamiento discursivo terminó.

El pensamiento lógico queda conforme cuando llega a una buena conclusión. La gnosis, en cambio, contempla el mundo
interior de las conclusiones lógicas, escucha en silencio, ve la enjundia de lo pensado. La gnosis es el oído espiritual.

Toda experiencia gnóstica es una tarea, es un “haciéndose”, siempre en el presente. La tarea de todo gnóstico es
resucitar, no renacer. Renacimiento es descubrir el pasado. Resurrección es una llamada a vivir el presente y el futuro,
realizando y cumpliendo con la misión del alma.

La Gnosis es la revelación fruto de haber tenido una experiencia mística. No es ciencia; es descenso de sabiduría. Pero ojo,
no toda experiencia mística da una revelación, y hay revelaciones que son sólo “pensamiento mágico”.

Gnosis es también el acto de compartir esa revelación. Los libros gnósticos comparten la tradición, transmiten las
revelaciones.

La Gnosis reflexiona, no analiza, sobre los asuntos de arriba. La ciencia analiza e interpreta, y a veces reflexiona, sobre los
acontecimientos de aquí abajo. La primera etapa de la ciencia son los hechos; la última etapa de la Gnosis son los actos.

La Gnosis -mística reflejada- es la experiencia mística transformada en saber que es la comprensión de los mundos
trascendentales. No solo hay que vivir, sino comprender lo que se vive: esto es desarrollar el sentido gnóstico.

Para desarrollar este sentido hay que superar varias etapas: La primera etapa es la repetición imaginativa de una
experiencia. Por ejemplo repetir un mantra, rezar el rosario, comprometerse con el trabajo de autoobservación. La
segunda, consiste en la entrada en la memoria, en la memoria de los tres cuerpos. Mucho cuidado, pues esto se puede
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transformar en algo mecánico. El tercer momento, es cuando todo se ha asimilado, y esta asimilación se convierte en un
mensaje, en una palabra interior. Es cuando uno se conoce, alumbra su sombra.

En el último período, la palabra interior se transforma en un símbolo exterior comunicable, puede ser un libro, un cuadro,
un baile. El final, es cuando la palabra interior se transforma en fórmula, dejando una semilla.

Esta obra será objetivamente subjetiva, por esto la entenderán los que entiendan de subjetividad objetiva: los llamados
“iniciados”, “discípulos”.

Magia

Un acto mágico es cualquier proposición realizada que no se encuentre en el plan de la naturaleza. Si yo digo que mañana
salga el sol, no es ningún acto mágico; el sol va a salir lo diga yo o no. En cambio, si escribo este libro y alguien lo lee, es un
acto mágico. Por lo tanto podríamos decir que magia es cultura, lo contrario de naturaleza.

Vivimos rodeados de actos mágicos, todos hemos realizado en nuestras vidas, a cada rato, cosas que si no hubiésemos
hecho, no existirían. Magia es poner en práctica la revelación recibida en la experiencia mística. Así la magia se transforma
en otra experiencia mística.40

La magia de la cual hablamos aquí, es esa acción sutil -no mecánica- que predomina sobre lo denso; es cuando lo sutil
penetra lo denso; es cuando la conciencia se impone ante la fuerza. Es poder, es dominio de lo invisible y lo espiritual,
sobre lo visible y lo material.

La magia tiene un solo sentido, una sola meta: Devolver la libertad al esclavo, despertarlo. Si un acto de magia esclaviza, es
hechicería.

La magia es una acción liberadora, está destinada a los seres que han perdido, total o parcialmente su contacto con la
esencia, es decir, han perdido algo de su libertad.

Los místicos reconocen tres tipos de magia.

La primera es aquella donde el mago es instrumento del poder divino, se la llama “magia sagrada”. En la magia sagrada se
produce la unión de dos voluntades: la de la esencia y la de la personalidad real: la unión de dos amores. La magia sagrada
no es un milagro, es solamente la intervención de la materia realizada por un hombre 5 o casi 5, manejado por la esencia,
como instrumento del poder de Dios. En la magia sagrada es la esencia la que dice qué hacer. No se hacen los deseos de la
personalidad, se realizan las necesidades de la esencia aunque a la personalidad no le guste.

Un ejemplo de magia sagrada es el manejo de los sacramentos. Cualquiera de nosotros los puede aplicar, creer que es sólo
especialidad de los sacerdotes, es como pensar que el amor de Dios sólo está disponible para ellos. Todos estamos
capacitados si nos preparamos haciendo los votos de obediencia, pobreza, y castidad.

La magia sagrada, la que da libertad, es descendiente de la mística y de la gnosis. Es la puesta en práctica de la revelación
que se produjo en un estado místico. Sin mística y gnosis, no hay magia sagrada ya que esta es una tarea, un deber, una
misión.

Dentro de la literatura existen manuales de magia sagrada, 41 ahí se pueden encontrar gestos, fórmulas, figuras
geométricas, etc. Pero no cualquiera los puede usar, pues sin revelación directa, producto de una experiencia mística, será
tan solo brujería ineficiente.

40 Quien reza hace magia. Es mago es el que reza, y no el santo al que se invoca. (Porque ese santo, como todo muerto, tiene que estar
descansando en paz, y si los milagros los hace el santo, es que no está descansando.)
41 Para los curiosos e investigadores, entrego algunas pistas: La Sagrada Biblia, en especial el Evangelio de San Juan, y los libros Hechos

de los Apóstoles, Salmos, Génesis, Ezequiel. También pueden observar los rituales de cualquier iglesia. Y para los aventureros, La Tabla
de Esmeralda.
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La magia sagrada no usa la fuerza, sino la pureza de la voluntad. Pero como es muy difícil que la voluntad este
enteramente pura, es preciso que las cinco corrientes de la voluntad humana sean paralizadas: los deseos de ser grande,
de tomar, de retener, de avanzar y de mantenerse a costa de los otros. Esas son las cinco llagas de Cristo.

Hay que tener pureza de voluntad, no fuerza de voluntad. Ella no coacciona, sino que restablece la libertad de elección
merced a la presencia de lo verdadero, lo bello y lo bueno. La magia sagrada no combate, no lucha contra el mal, se limita
a estar o no estar presente. Victoria es conseguir estar presente, derrota es verse obligado a estar ausente.

El segundo tipo de magia, es la magia personal realizada con la personalidad real. En ella, también actúa la esencia, pero
es la persona quien manda y lo hace en su nombre, y no en nombre o como instrumento de la esencia. La magia personal
se produce cuando el mago estudia por su cuenta la teoría y decide cuándo y cómo aplicarla.

En la magia personal se busca la satisfacción de la personalidad más que la necesidad de la esencia. Por ejemplo, cuando
un “echador de cartas” solo lo hace por dinero, cuando un “hablador” no sale a provincias a dar una conferencia porque el
viático no es el apropiado, o cuando pudiendo enseñar a pescar prefiere vender pescado.

La magia no es la puesta en práctica de una teoría oculta. La magia es una disciplina que exige conocimientos anteriores
antes de aplicarla, y estos conocimientos previos son producto del trabajo sobre sí. Los que sin maestro quieren practicar
el tantra y evocar el poder de la kundalini, actúan igual que un farmacéutico que da a su hija pequeña los remedios
vencidos, para que ella juegue a las muñecas.

El tercer tipo, es la hechicería, brujería o magia perversa. Aquí el mago es manejado por las fuerzas elementales, y por las
fuerzas de su propio inconsciente. En la brujería, el hechicero actúa según su conveniencia, aplica recetas y todo lo que
hace es una proyección.

La magia perversa o hechicería, es la que practican los que encadenan a la gente y hacen “trabajos”; adivinan el futuro, o
esos que encienden una vela blanca para la pureza y otra roja para la pasión. En general los hechiceros son traidores y
pertenecen al grupo de los mercaderes del templo.

La unión de Mística, Gnosis y Magia.

Es imposible separar la Mística, de la Gnosis, de la Magia si uno quiere que la experiencia sea real. Quien lo hiciere, no
hace un trabajo verdadero aunque sus resultados fuesen satisfactorios.

La experiencia mística es una vivencia totalmente subjetiva que hay que objetivar en la conciencia para ser aceptada como
verdadera; más tarde hay que evidenciarla como cierta, y esto se logra viendo los frutos: la magia.

Místico es el ser humano que al mismo tiempo es místico, gnóstico y mago.

La filosofía mística es lo que mantiene viva una tradición, desde una religión hasta un club deportivo. Si por cualquier
razón se separan la mística, de la gnosis, de la magia, esa tradición muere poco a poco, descompuesta y deforme. Si por
algún casual la mística, la gnosis o la magia nos hipnotizan, perdemos libertad y nos desfiguramos.

Enamorarse de una parte de la verdad es caer en un fanatismo. Eso le pasó a Marx, se impresionó con una verdad
incompleta: primero hay que comer para después poder pensar, sentir, amar, crecer, participar. A Freud le sucedió lo
mismo: primero hay que nacer para poder vivir. Marx miró la vida como una lucha por el poder económico; Freud
concluyó que la vida es movida por el deseo sexual. Ambos tuvieron razón, pero su verdad fue parcial.

Los marxistas verán en cualquier acontecimiento una forma de lucha de clases, y los freudianos, insatisfacción sexual. Esto
sucede cuando un sistema cualquiera -filosófico, médico, político, etcétera- es sacado de la tradición. Es imposible separar
el cuerpo pensante, de la voluntad, de la conducta, de los otros. Un ejemplo analógico sería el cáncer en el cuerpo físico.

Hechicería es la magia separada de la mística y la gnosis. Estéril es la revelación sin mística, es un fantasma imaginativo.
Embriaguez espiritual es una experiencia mística sin revelación y sin acción; es el místico que sólo desea experiencia y no
le importa comprenderla, ni desea conclusiones prácticas para la vida, ni desea ser útil. El delirante espiritual se olvida de
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todo, no le importa quién gobierne su país, vive únicamente para esa experiencia, es un beodo y drogado de
espiritualidad.

*La diferencia entre un místico y un creyente es que el creyente llama a los santos y a los ángeles; el místico vive con ellos
y no necesita invocarlos pues para él son tan reales como lo más sólido de lo material. El creyente pide y cree en los
milagros, el místico vive en el milagro. El creyente reza a Dios, el místico actúa, hace magia sagrada para el bien de los
vivos y los muertos.

Las tradiciones se corrompen cuando son separadas estas tres categorías, se pierde libertad, confianza en uno mismo, los
jefes dictan la norma, el alma se vuelve soez, la religión es idolatría y superstición, el pensamiento se materializa y la
filosofía de vida se vuelve pesimista, escéptica, irónica, muy entretenida, pero nada productiva.

Cualquier tradición será siempre un organismo vivo si es místico-gnóstico, de actuar mágico, y se exprese a través de una
filosofía.

Cualquier hombre será un hombre entero, un hombre nuevo, una sola persona, si tiene en sí al místico, al gnóstico, al
mago, o dicho de otra manera, al hombre religioso, capaz de re-ligar.

El hombre nuevo, el de la vida nueva (Romanos) sabe que si cree en algo (mística), comprende ese algo (gnosis), y lo
realiza (magia), mueve montañas.

Mover montañas con fe no es una opinión intelectual, ni un sentimiento, ni intensidad de un deseo. Mover montañas es
unir mística, gnosis y magia. Cualquiera que una en sí mismo estas tres palabras, entenderá qué significa la Santísima
Trinidad.

Los que viven en fe, confianza y amor; los que son capaces de unir el fuego divino, con la luz divina y con el soplo divino;
los que llevan la bondad, la verdad y la belleza siempre juntas; los que ejercen simultáneamente el poder, la sabiduría y el
amor; los que unen en su ser conciencia y bienaventuranza; los que siempre desean al prójimo sabiduría, paz y
abundancia; los que hacen una sola naturaleza con el mundo físico, intelectual y espiritual. Todas estas uniones son un
mismo camino recorrido varias veces: la unión de los tres centros.

En la Santísima Trinidad, en la unión, se producen los milagros, y sólo puede realizarlos un ser concentrado, no un hombre
dividido ni disgregado. Por eso, el mayor de los milagros es vivir rodeados de salud, dinero y amor.
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LOS VOTOS: LAS OBLIGACIONES DEL HIJO

Generalmente se piensa que los votos, son conductas virtuosas que sólo deben asumir las personas especiales
oficialmente consagradas a Dios. Pero todos nosotros, cualquiera que conozca su esencia, también puede estar en
contacto verdadero con Dios, ya que esta dentro y es parte de él. Toda persona que quiera ser religiosa, venerando su
esencia, tiene que tomar los votos y usarlos ocupe el lugar que ocupe en la sociedad.

Todo hijo debe obediencia a su padre. Todo padre, tiene la obligación de guiar, enseñar, y servir a su hijo.

Hacer los votos es una muestra de confianza del hijo hacia el padre. De creer en el camino del Padrenuestro. Los votos son
una muestra de amor, de confianza, de fe. O lo que es lo mismo fe, esperanza y caridad.

Los votos son: Obediencia. Pobreza y Castidad.

Los votos los hace nuestra personalidad a la esencia. Con los votos dejamos de ser sobrevivientes.

Obediencia

Una persona tiene autoridad sobre si cuando conoce su esencia y vive de acuerdo a los valores profundos de ésta. Una
persona tiene autoridad sobre sí cuando Es, Sabe y Puede.

ES, porque conoce su esencia; SABE, pues es su esencia quien le habla; y PUEDE, ya que permite actuar a la esencia.

Obedecer a la esencia y renunciar a la personalidad es, reunir en un solo ser, mística, gnosis y magia.

Es renunciar a la autoridad de la personalidad y someterse a la esencia, o lo que es lo mismo, al poder divino.


Transformarse en líder de uno mismo: silenciando los deseos, las emociones y la imaginación de la personalidad.

Es cultivar las necesidades de la esencia: las emociones y la imaginación de la esencia. Es hacer primar lo real sobre lo
aparente. Darse cuenta que hay alguien que sabe más y es superior a uno.

Quienes conocen su esencia, la obedecen; quienes no, se rebelan contra la palabra "obediencia", esta actitud es nacida de
la ignorancia.

Cuando hay alguien que sabe más que uno, el deber es ser humilde y obedecer. Pues quien sabe más que uno tiene la
obligación de servir.

Quien no obedece, no puede aprender, y menos mandar, empezando por sí mismo. Quien es capaz de renunciar, puede
obedecer. Quien es capaz de obedecer tiene cada vez más poder sobre sí, y por lo tanto, autoridad moral, o superioridad,
para poder mandar.

Sólo los seres libres pueden hacer los votos de obediencia, que no los trasforma en esclavos ya que en esta etapa de
evolución ya no necesita elegir ni imponer o defender su posición porque simplemente es. Con este voto elijo ser esclavo
de mi esencia. Tal como otros eligen ser esclavos del poder, del dinero, de la fama, etcétera.

Es curioso, al asumir mis votos de obediencia, ya no tengo reglas ni reglamentos, soy libre, sólo me guío por mi conciencia.
Y me hago cargo.

Pobreza

Hay una ley física que dice: donde no cabe, no entra; de donde no hay, no sale.

Por siglos la pobreza se ha considerado como la falta de dinero, pero realmente está muy lejos de ser eso.
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La pobreza es el vacío interior necesario para que el espíritu se manifieste. Para que la revelación pueda entrar, hay que
crear un vacío espiritual. Si estoy lleno, nada nuevo podré aprender; si ya lo sé todo, nada me podrán enseñar. Para
alistarse a recibir los dones del Espíritu Santo, hay que estar vacío. Pobreza es aceptar que no sabemos nada, es ser capaz
de escuchar todo como por primera vez, sin conocimientos preconcebidos. Es la pobreza de personalidad. Los ricos de
personalidad, no pueden estar en el reino ya que no tienen nada que aprender, creen que lo saben todo, para ellos es el
mundo de las formas y la competencia.

Pobreza es que la personalidad entregue la renuncia de opinar, porque al hacerlo brotan espontáneamente las
comparaciones. Al silenciar a la personalidad con el voto de obediencia, naturalmente surge la pobreza, que tiene por
objetivo, la revelación.

La Pobreza no es negativa, ni un estado de privación. Es un estado de abundancia no posesiva, en esta condición tengo la
posibilidad de tenerlo todo, un estado en el que se puede gozar de la vida, admitiendo lo triste o lo pesado, con la alegría
que me da la confianza de tener a mano una solución y muchos seres dispuestos a ayudar.

Gracias al voto de pobreza, no robo. No me apropio de las experiencias de otros, poniéndolas como mías; gracias a la
pobreza no me miento. No es que no pueda aprender de otros, simplemente es que el aprendizaje de otro no es mío hasta
que lo trabajo como parte de mi ser.

Hacer el voto de pobreza es dejar de identificarse con la personalidad, los deseos y lo pasajero. Un buen ejercicio para
vivir cotidianamente la pobreza es imaginar que cada cosa que uno tiene es prestada, y tratarla como tal.

Pobreza es también tener sólo lo que se puede usar. No hay nada de malo en que haya cinco televisores en una casa,
siempre que se ocupen. Puede haber todos los libros que se quiera, siempre que se sepa leer. En definitiva, puede uno
tener lo que quiera, siempre que no se identifique con eso.

Castidad

La Castidad es vivir de manera consciente, según la ley solar, proponiéndose llevar una vida auténtica. La castidad es
poner el cuerpo al servicio de la esencia. La castidad no prohíbe nada, tan sólo te dice que todo lo que hagas lo hagas con
conciencia.

Castidad es, llevar una vida consciente, no vegetativa; es saber controlar los impulsos, es lo contrario de ser compulsivo. Es
saber siempre lo qué se está haciendo y que todo lo que se hace, se hace porque se quiere, por un acto de la voluntad.

Castidad es no tener secretos, es decir, poder hablar de todo y poder hacer todo aquello de lo que se habla. Es no dejarse
llevar por cualquier emoción, cualquier pensamiento, cualquier acción. Castidad es libertad. Es cuando la conciencia ocupa
el centro de gravedad. Pues supone que elegimos el control, voluntariamente, sobre las perturbaciones hipnóticas.

Así como la pobreza no tiene nada que ver con el dinero, la castidad no tiene nada que ver con sexo. Lo que pasa es que
en el sexo es donde se dan con mayor fuerza los despropósitos y los descontroles. (Si no fuera así, no habría hijos no
deseados, ni enfermedades venéreas, ni el sexo sería un negocio). Sólo la castidad permite un sexo honesto y no
masturbatorio, pues implica que los tres cuerpos están involucrados, entonces el espíritu es sincero. Castidad es cuando la
voluntad se impone y elimina la indiferencia y la esterilidad.

Todo fanatismo es un acto contrario a la castidad; toda reacción sin control. Lo contrario de castidad es dejar arrastrarse
por la corriente. Es por esto que todo casto siempre pone la otra mejilla, pues no tiene reacciones, sino acciones.

En la castidad se reúnen los dos votos anteriores. La castidad es el fruto lógico de los dos anteriores, pues ser casto no es
más que poner el cuerpo al servicio del alma, la personalidad a las órdenes de la esencia.

Los tres votos juntos


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Para que exista transformación, en todo grupo, en toda acción, en todo pensamiento, en toda emoción, en todo
compromiso, primero debe haber obediencia a la esencia, después pobreza, esto es respetar las necesidades de la esencia
y no los deseos de la personalidad, para que más tarde se manifieste la castidad, que es vivir con conciencia y
responsabilidad.

Los tres votos juntos dan: transparencia de espíritu, obediencia a la esencia; Honestidad de mente, pobreza de vacío;
pureza de cuerpo, castidad en relaciones, una vida de calidad.

Mente, espíritu y cuerpo unidos, forman la libertad. Así se aprende a distinguir apetito de hambre. El hambre es un
encargo natural y obligatorio para con el cuerpo, es una necesidad. El apetito, en cambio, es un deseo. Cuando hacemos
los votos aprendemos con el deseo a satisfacer una necesidad, o con el apetito a satisfacer el hambre.

Para hacer cualquier cosa en la vida, para aprender cualquier cosa en la vida, desde manejar un auto hasta dar la
extremaunción, hay que haber hecho los votos. Los que no hacen los votos viven del cuento sin escribirlo.

Por ejemplo, esos que se creen intuitivos y no han realizado ningún trabajo personal; confunden intuición con
imaginación. Su vanidad bordea la megalomanía, pierden la agenda, y se justifican diciendo “es que me tenía que
desapegar”.

La mayoría no tenemos obediencia, ni disciplina, por eso somos predicadores enfáticos.

No se puede aprender nada, sin la obediencia, ya que la rebeldía casi siempre va acompañada de ignorancia y egoísmo. No
se puede ser resuelto y expedito, si no se es pobre, ya que la riqueza siempre va acompañada de un ancla. No se puede ser
puro, si no se es casto, ya que la lujuria siempre va acompañada del desenfreno.

El misticismo es hijo de la gracia y del esfuerzo. Si un místico no hace los votos, no será más que un hechicero, un
intelectual o un ebrio espiritual, lo que en cualquier caso se resume en un “engrupido” sin asiento en la tierra.

Los que aceptan tomar los votos son los iniciados. Hacer los votos es cargar la cruz.
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LAS OBLIGACIONES DEL PADRE

En este apartado hablaremos de las obligaciones que debiera tener todo Padre42 para con sus hijos o subordinados.
Haciendo una analogía, entenderemos los deberes que tiene la esencia para con todo el ser.

La esencia que en este mundo llamamos El Padre, nos debería enseñar como estar más despierto, como acrecentar la
conciencia, la moral y la ética, todo desde su experiencia. Este Padre esencial sabe de lo que habla pues antes lo ha
experimentado; esto lo hace coherente. Es precisamente en la coherencia donde reconocemos a un maestro. 43 El Padre
debe hacer todo lo posible para que crezcamos, pero no crece por nosotros; somos nosotros los que tenemos que crecer
con Él y en Él.

Este Padre ideal da dirección al caos, pone orden e invita a hacer de la vida un jardín de los deseos. Nos dice que la vida no
puede ser una selva, ni tampoco un desierto; que la vida no se vive en la ciudad, un lugar donde sólo habita el hombre. El
Padre nos insta a crear un jardín, un lugar donde la naturaleza y el hombre crecen en armonía y equilibrio.

El Padre crea caminos, los enseña y los defiende, nuestra Esencia crea los suyos, los muestra y los defiende de las
tentaciones de la cantidad, del ego, de la personalidad.

Yo soy un afortunado, mi padre carnal abrió caminos, me los mostró y fue capaz de defenderlos. Un Padre da orientación
y claridad. Su inspiración ayuda a definirse y a obtener protección. Su acción es el ejemplo de donde uno se nutre de
sabiduría. Muestra de que está hecha la realidad. Y la realidad está hecha de conciencia. Y la conciencia es la capacidad de
vivir el aquí y el ahora.

El Padre no teme a ser traicionado, pues sabe que quien traiciona se traiciona a sí mismo y es el más perjudicado. No le
teme ni a las bestias ni a los dioses, pues vive en un mundo de paz, vive en el cielo, aunque esté en el infierno.

Ayuda a tener éxito y felicidad. Éxito es la capacidad de emprender lo que nos proponemos. Para ello tenemos que correr
un riesgo, que no significa “atreverse a algo” si no, que lo que uno se ha propuesto, funcione. Por ejemplo, no es un riesgo
contraer matrimonio; cualquiera se casa, es lo más fácil del mundo. El riesgo es que el matrimonio funcione.

Este Padre debe ser una puerta y un pecho al mismo tiempo. Ayudar a entender la diferencia entre alegría y felicidad. A no
caer en el placer estéril, ni en la duda por falta de fe. Un Padre aleja del poder que corrompe.

Se es Padre cuando se tiene autoridad como persona, como mi padre carnal la tiene. Padre es un ser que es, que sabe que
lo es y que actúa conforme a ese saber. Y el sentir no es su enemigo, sino su guía.

La autoridad del padre no está en la espada, si no en su fuerza, pero en una fuerza de calidad, donde el espíritu somete a
la materia. A la esencia no se la puede forzar, porque entonces estamos hablando de personalidad y no hemos conocido
todavía a nuestra esencia. El poder del Padre, o de la esencia, se manifiesta cuando es libremente reconocida y aceptada.
Si hay libertad, la esencia se manifiesta, pues ella reina sólo sobre seres libres.

Con la palabra Padre se puede hacer una analogía entre un líder y un tirano. El líder, el padre, sirve a su pueblo, a sus
súbditos, y los lleva a donde él cree que van a estar mejor, pues él ya está de vuelta. Vive para los suyos, los sirve.

Por el contrario, el tirano se sirve de los suyos, enriqueciéndose con su pobreza, o con mantenerlos dormidos para su
propio beneficio. El tirano despoja de toda grandeza y libertad a su pueblo. Teme a las traiciones, pues él traicionó para
estar donde llegó; le teme a las bestias y a los dioses, gobierna con la espada y predica el miedo con el miedo,
inventándose enemigos para seguir gobernando. Al tirano no le importa la suerte de su pueblo. Hace lo que el pueblo le
pide, para que éste crea que tiene libertad, pero en realidad su objetivo no es guiarlo, no sabe proponer. Todo tirano vive
del porcentaje de audiencia, de las encuestas.

42 Todo superior, todo alto dignatario, todo ser que esté en cualquier jerarquía por sobre otros es un Padre y tiene obligaciones con sus
subalternos en el mundo de la colaboración.
43 Si Jesús fue un maestro, seguramente eso es lo que tiene que haber estado haciendo en el tiempo en que no se tiene registro de su vida:

Trabajo sobre Sí.


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Al líder se le debe obediencia, pues él sabe más que uno. Al tirano no se le debe nada. Tirano es quien se ha identificado
con su rol jerárquico y no con la colaboración. El líder no se identifica con su rol en la jerarquía de la colaboración.

Al líder lo obedecemos, contra el tirano nos revelamos. El líder derrota al tirano, tal como la esencia derrota al ego.
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LEY DE DIOS, LEY DE LOS HOMBRES

El destino final de cualquier filosofía del despertar, es cambiar moral por conciencia. Esto es, ser cada vez más consciente
y vivir con menos leyes.

Para que la conciencia pueda reemplazar a la moral y las normas hay que recorrer un largo camino que al final llega a una
sola ley, la ley de Dios. Dios se rige por una sola ley: la Ley del Amor.

A más libertad, menos leyes. A más libertad, más conciencia. A más conciencia, menos leyes. Sólo los esclavos judicializan
las normas de conducta, sólo los delincuentes andan tras las verdades judiciales. Las leyes se hicieron para los hombres sin
moral y sin conciencia. El que puede dar su palabra, no necesita leyes.

Hay una historia que retrata muy bien esto de la ley de Dios y la ley de los hombres. Había una vez un pueblo en el que
todos los habitantes se juntaron para plantar trigo y así sacar mayor provecho a sus siembras. Todos compartieron lo
mejor que tenían con todos. Todos pusieron todo lo que tenían para el bien colectivo. Naturalmente al final, en el
momento de la cosecha, la sorpresa fue considerable e intensa: los resultados fueron mejores de lo esperado.

Entonces, ¿cómo repartir las ganancias de manera justa? Fueron donde el santón del pueblo a preguntarle si él los podía
ayudar.

-Naturalmente- dijo el santo señor -pero, cómo divido ¿según la ley de los hombres o según la ley de Dios?

-Naturalmente- dijo el pueblo a coro -según la ley de Dios.

Y así fue como termino esta linda historia y continuó la rivalidad. El santón dio a cada uno según su necesidad y no según
la proporción de lo que habían puesto. Es decir, no privilegió el accidente o la casualidad de nacer en alguna cuna con
privilegios o con una inteligencia mejor de lo normal, y trato a cada habitante del pueblo como un hermano.

Conozco otra historia más bonita que habla de lo mismo.

En las proximidades de un templo vivía un monje. En la casa de enfrente moraba una prostituta. Al observar la cantidad de
hombres que la visitaban, el monje resolvió llamarla.

“Tú eres una gran pecadora -le reprocho-. Todos los días y todas las noches le faltas el respeto a Dios. ¿Es posible que no
te puedas detener a reflexionar sobre tu vida antes de tu muerte?”

La pobre mujer se queda muy deprimida con las palabras del monje; con sincero arrepentimiento oró a Dios e imploró su
perdón. Pidió también al Todopoderoso que le hiciera encontrar otra manera de ganar el sustento. Pero no encontró
ningún trabajo diferente, por lo que, después de haber pasado hambre una semana, volvió a prostituirse. Solo que ahora,
cada vez que entregaba su cuerpo a un extraño, rezaba al Señor y pedía perdón.

El monje, irritado porque su consejo no había producido ningún efecto, pensó para sí: “A partir de ahora, voy a contar
cuantos hombres entran en aquella casa hasta el día de la muerte de esa pecadora”. Desde ese día, el no hizo otra cosa
que vigilar la rutina de la prostituta: por cada hombre que entraba, añadía una piedra a un montón que se iba formando a
través del tiempo. Hasta que un día falleció ella por lo que el alma de la prostituta subió inmediatamente al cielo, mientras
que los demonios se llevaron al monje al infierno. Al cruzarse en la mitad del camino, el monje vio lo que estaba
sucediendo y clamó:

-¡Oh Señor! ¿Es esta Tu Justicia? Yo que pasé mi vida en la devoción y en la pobreza ahora soy llevado al infierno, mientras
que esa prostituta, que vivió en constante pecado, está subiendo al cielo.

Al oír esto, uno de los Ángeles respondió:

-Los designios de Dios son siempre justos. Tú creías que el amor de Dios se resumía en juzgar el comportamiento del
prójimo. Mientras tú llenabas tu corazón con la impureza del pecado ajeno, esta mujer oraba fervorosamente día y noche.
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Su alma quedo tan leve después de llorar y rezar, que podemos llevarla hasta el paraíso. La tuya quedó tan cargada de
piedras, que no conseguimos hacerla subir hasta las alturas...
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EGO O PERSONALIDAD

El ego es lo mismo que la personalidad. Aquí hablaremos de personalidad y distinguiremos que hay de dos tipos: la Falsa
Personalidad y la Personalidad Real.

¿Cómo se forma la personalidad? Cuando llegamos al mundo nos encontramos con la primera experiencia violenta y en
vez de ser acogidos con suavidad ,calor y contención, caemos en el frio vacio del precipicio de nuestra madre ,nuestra
primera reacción es llorar porque desde ese momento quedamos solos por nuestra cuenta y además dependemos de otro
para seguir vivos, es una dualidad cruel . No arribamos donde esperábamos, un mundo de amor, donde la única razón de
vivir fuese el amor. Llegamos a un lugar donde todo es artificial.

Todos tenemos la sensación de que al nacer tenemos que haber sido esperados y tratados con amor incondicional, pues
se supone que fuimos producto de un acto de amor y placer. Pero nada más nacer, nos damos cuenta que somos frágiles y
desvalidos, que necesitamos ser cuidados y que no tenemos el más mínimo control sobre lo que nos hace falta para seguir
vivos. Si no nos cuidan y acarician, morimos.

Nuestro nacimiento es forzado, empujados a nacer, pasar de la comodidad de tener todas mis necesidades cubiertas sin el
menos esfuerzo, solo sintiendo, sin pensar, sin tener que pedir nada ,o sea era tan agradable respirar agua. Pero el espacio
se nos hace pequeño y nos expulsan del paraíso. Nacemos.

Entonces, lo primero que sentimos es miedo, hambre, ruido, frío e incomodidad, sin contar esas necesarias torturas que
nos aplican al nacer. Nuestra primera conclusión: llegamos a un mundo peligroso en que somos agredidos.

De seguro que ese es el pecado de origen: la promesa de amor incondicional es falsa. Todos los nacidos hemos sido
abusados. Por lo tanto hay que buscarse un sucedáneo de placer, gozo, amor y seguridad.

Nacemos con los tres cuerpos en armonía, puros, limpios y sin ningún pecado. Sólo necesitamos ser cuidados pues nuestro
maravilloso ser no debe sufrir agresiones ni enfermedades.

Paradójicamente, la llegada al mundo del amor hace aparecer el miedo. Para escapar o superar el miedo (ya que somos
seres indefensos), nos escondemos y hasta olvidamos nuestra verdadera identidad, la esencia. Al nacer nos olvidamos de
quien somos, nos escondemos detrás de una coraza para sobrevivir, para evitar un dolor insoportable.

Detrás de la personalidad, está la esencia asustada esto personifica la desilusión que nos produce la vida, la personalidad
es la aspirina para esta desdichada vida. Es tan buena esta aspirina, (más parece Mentholatum, pues sirve para todo) que
no podemos vivir sin ella, y algunos la identifican con la vida misma y hasta con el alma.

Este apego a la personalidad hace que se desconecten los tres cuerpos, lo que significa desintegración y vacío. Ya no sé
quién soy y me tengo que inventar un nuevo ser para conseguir alimento y cariño. Este nuevo ser es la personalidad.

La perdida de la esencia, aparte de frustración o rabia, provoca miedo, pena y dolor, y también, seguramente, culpa.

Miedo es la sensación de amenaza por la pérdida de algo valioso; pena es el dolor por la pérdida; la rabia es por
ignorancia, y porque el mundo no funciona como a mí me gustaría que funcionara.

La personalidad, entonces, es mi primera fabricación, mi primera creación. Esta creación depende seguramente de mi
historia genética y de mi historia verdadera, de mis vidas pasadas, en caso de que existan.

A medida que me identifico, más rígido me vuelvo y más me desconecto, y a mayor desconexión mayor el miedo, la culpa,
el dolor y la pena, y disminuye la sensibilidad. Es un círculo vicioso que sólo se puede terminar cuando empezamos a
entender, a rezar y a practicar el Padrenuestro.

Practicar el Padrenuestro es tomar conciencia de que somos mucho más que la personalidad, es romper el vicio y ser
responsables, cambiar la realidad y unirnos en amor con los semejantes. Es empezar a sanar. Es decirle a la personalidad
que deje de controlarnos y permitir que la esencia tome el timón de nuestras vidas.
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En resumidas cuentas, la personalidad es la identificación con lo externo. Es necesaria e imprescindible, no podemos vivir
sin ella, pero que no sea ella la que mande. No podemos actuar sin la personalidad, tener una buena personalidad no es
ninguna vergüenza, todos los maestros la tienen, hasta Jesús. Pero hay que tener una Personalidad Real y no una Falsa
Personalidad.

La personalidad siempre tiene que actuar demostrando lo que sabe, lo que puede, que está ahí. Un pájaro no se siente
orgulloso por poder volar, pues no tiene personalidad: vive esencialmente unido al universo. Por esto, cada vez que
tenemos que “demostrar” lo que somos, lo hacemos desde la Falsa Personalidad. Por ejemplo, eso que se llama
“asesinato de imagen” sólo lo viven y sufren los que tienen una Falsa Personalidad, quien tenga una Personalidad Real, no
tiene nada que andar demostrando. Otro ejemplo. Si te dicen “corrupto” y saltas a defenderte por el honor de tu familia, o
por el de tu grupo, es que tienes una gran Falsa Personalidad, pues si verdaderamente no eres corrupto, no tienes nada
que demostrar. Jesús fue acusado de andar con usureros y prostitutas, ¿y qué hizo? nada, pues no tenía nada que
demostrar. Los que viven de la imagen, viven y se identifican con la Falsa Personalidad.

La personalidad usa el método de la separación para expresarse, que es lo contrario a la unidad, al “todos somos hijos del
mismo Padre”. Esta separación se manifiesta en ver primero las diferencias y después lo que tenemos en común,
reduciendo la realidad a lo polar: bueno- malo, lindo- feo, aquí- allá, moros y cristianos, rayos y centellas, pitos y flautas.

La personalidad sólo se relaciona con personalidades, no con esencias. La Personalidad Real se relaciona con la esencia del
otro. La Falsa Personalidad se relaciona en función del logro egoísta y toma en cuenta la cantidad, no la calidad. Por
ejemplo, la Falsa Personalidad sólo tendrá relaciones con alguien de su “nivel”, sólo se relacionará con gente que le aporte
algo, sólo se relacionará en función del beneficio. Por esto la Falsa Personalidad no puede amar, pues ama, o cree amar si
el otro cumple con determinadas características.

La Falsa Personalidad esconde a la esencia y su única motivación es el miedo y buscar seguridad y placer. Por esto el ego
no tiene espontaneidad, para actuar necesita reglas, protocolos, recetas. Así se entiende que el ego es mecánico, por esto
repetitivo, sólo hace lo seguro.

Una de las estrategias de la personalidad es negar lo que siente la esencia y ocultarlo. Por ejemplo, si alguien siente amor
por una persona (y el amor da miedo pues significa intimidad de almas), la personalidad esconderá ese amor y ese miedo
tras un “esa persona no te conviene”.

O cuando esa misma persona sienta miedo por algo, su personalidad se asustará del miedo, le tendrá miedo al miedo, y lo
esconderá tras un placer que le puede hipotecar la vida, como un vicio o una actividad compulsiva. La Falsa Personalidad
siempre negará a la esencia con su miedo.

Otro ejemplo. Supongamos que un hijo le dice a su padre que tiene miedo para la prueba de matemáticas del día
siguiente. El padre, con las mejores intenciones le ayudará a quitarse ese miedo diciendo cosas del tipo: “cómo puedes
tener miedo si has estudiado toda la tarde”, o “un Halpuente jamás tendría miedo” y así un largo etcétera. Conclusión, el
niño pensará que ese miedo es inapropiado, que no está permitido tenerlo, que es malo decir que se tiene miedo, que no
se puede tener ese tipo de emoción. Así, el consejo bien intencionado termina transformándose en una mala educación y
un abuso. Conclusión que saca el niño: en este mundo está prohibido sentir.

Si hiciésemos una lista de actividades compulsivas, podría ser eterna. Aquí van algunas que yo he visto en mí: hablar más
de la cuenta, comprar algún artefacto electrónico de moda, leer más de la cuenta, encerrarme en Internet, el sexo. Así me
escondo yo.

Otro mecanismo muy usado por la personalidad, por la falsa, es proyectar lo que no quiero ver en mí en los otros. La
proyección funciona cuando le negación ha sido sobrepasada. Cuando ya me es imposible negar tanta tristeza, esa pena,
la veo reflejada en otros, me veo rodeado bajo un mundo triste, y todo alrededor me da pena. Entonces la personalidad
dice a la esencia: “¿Ves? Toda esa pena que hay fuera de ti, no es tuya”. Como la esencia está tan dormida, le cree a la
personalidad. Para no tener que vivir todo lo malo que tengo dentro de mí: miedo, resentimiento, pena, dolor, emociones
negativas, etcétera, lo vivo fuera, otros lo viven por mí, u otros me lo reflejan.
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A la Falsa Personalidad le encanta la proyección, pues así puede practicar uno de sus deportes favoritos: tener la razón. Lo
que más le gusta a la personalidad es ser mejor que otros, y para auto demostrárselo dice: “yo no tengo miedo, pero
vivimos en una sociedad en la que todos tienen miedo, menos yo”; “yo no soy agresivo, pero vivimos en una sociedad en
la que el que puede, te arremete”, y así ad eternum.

Con este sistema, la personalidad se autoafirma y esconde aun más a la esencia. Lo que la Falsa Personalidad no sabe,
porque no es inteligente -aunque tampoco tonta, sino simplemente mecánica- es que la sociedad está formada por la
suma de lo que hay en nuestros corazones: si en la sociedad hay maldad, es porque en nuestros corazones hay maldad, si
en nuestra sociedad hay falta de confianza, es porque en la suma de lo que hay en nuestros corazones, es desconfianza.

La personalidad niega lo que no queremos ver en nosotros, y cuando la negación rebalsa, lo veo en otros y me molesta.
Así me mantengo estancado y esclavo de mi mentira. El demonio actúa por la Falsa Personalidad, quienes lo defienden y
viven de la Falsa Personalidad son sus sacerdotes y quieren que nosotros seamos sus cultores. El culto al demonio es el
culto a la Falsa Personalidad. Hacer un pacto con el Diablo es darle la razón a la Falsa Personalidad, es muy fácil de hacer,
tan sólo niega lo que sientes; es decir, prostitúyete. Todos somos putas, menos las putas, esas señoritas encantadoras que
sólo venden placer.

La personalidad es el aliado perfecto del demonio, ver el mal en el otro, no en mí. Como la personalidad siempre tiene la
razón, dice: “yo soy el bueno, el malo es el otro”. Entonces me tengo que separar del otro, y la mejor manera de
separarme del otro es atacándolo, y como sólo no puedo, me junto con “otros buenos como yo” para atacar a “ese malo
como él”. El chivo expiatorio… en esto hemos estado, desde que el mundo es mundo. Porque no sabemos rezar el
Padrenuestro.

Leí por ahí, no recuerdo dónde, que “todo ataque es una solicitud de amor”. Entonces, si alguien me ataca, es que busca
mi amor, es una persona dominada por su miedo e inseguridad. Necesita que yo lo bese y abrace, no que me defienda.44

Uno de los mayores miedos de la Falsa Personalidad, es el miedo al tiempo libre, porque ahí es donde se vive el vacío. Este
miedo al tiempo libre es el miedo a la libertad. Tiempo que se llena de mil formas: fumando, contando dinero, durmiendo,
trabajando, y también teniendo relaciones destructivas: prefiero estar contigo que conmigo.

A la personalidad le encanta competir, la lógica de la personalidad es la misma de los motoristas: hay que ir delante o
detrás de los automóviles, nunca al lado. Ella disfruta con la contienda, pues le gusta estar por sobre otros, o ser inferior a
otros, no soporta la colaboración ni estar en igualdad de condiciones. Al que ve por arriba, lo admira, y si el admirado se
descuida, lo chaquetea; al inferior lo basurea.

A la personalidad le encanta criticar, pues en cada crítica hay un juicio, y el que enjuicia dice inconscientemente “yo soy
mejor que tú”, por lo tanto, detrás de cada crítica podemos encontrar un deseo de destrucción de un prójimo. Cuando
viva en mi Personalidad Real, dejaré de criticar y viviré en la aceptación.

Veamos la diferencia entre Personalidad Real y Falsa Personalidad.

Casi todo lo que hemos hablado corresponde a la Falsa Personalidad. Para distinguir una de otra, bastan la experiencia y el
siempre sano ejercicio de la autoobservación.

Resumamos: La Falsa Personalidad busca ganar, competir y jamás compartir, huye de la esencia buscando la cantidad y
olvidando la calidad, goza manipulando y haciendo que los otros se comporten de una sola manera, cuando se comunica
lo hace dictando cátedra y de manera agresiva, amenaza con suicidios o con irse de la casa, halaga y le gusta que le
correspondan, envidia, se evade, compite, le encanta tener la razón, controlar, le gusta el drama y confunde intensidad
con experiencia, le gusta la culpa propia o ajena, se deprime, se enferma, se taima, se autocastiga, está lleno de orgullo,
anda demostrando lo innecesario, es cobarde o agresivo, avaro, lujurioso, se queda pegado en el pasado y vive la mayor
de las soledades, la de los recuerdos; busca aprobación y si no la encuentra se disfraza aun más y hace todo, no por sí

44Los tontos dicen que el ataque es la mejor defensa. Con ese argumento convencen a los estúpidos con eso de que “si quieres la paz
prepárate para la guerra”.
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mismo sino por los demás creyendo que eso es generosidad cuando en el fondo es miedo y egoísmo, pero no amor; huye
de la confrontación de almas, y vive de la confrontación de cuerpos, tiene vergüenza de su esencia y de las esencias
ajenas, nos condena a la soledad, la peor de todas, esa soledad en la que estamos rodeados de gente vacía, huye y cree
viajar, encasilla al prójimo cuando cree conocer a sus semejantes, odia el cambio pero dice lo contrario, vive en el pasado
o en el futuro, odia el cuerpo pues es el único presente que todos tenemos, y tanto lo desprecia que lo interviene para
“mejorarlo”, cuando trabaja con su cuerpo lo desforma, piensa en venganzas, etcétera.

En definitiva, la Falsa Personalidad es eso con que nos identificamos y no es nuestro, es eso que idealizamos. Es eso que
nos esconde de la esencia y la engaña. Su existencia neurótica depende de lo separados que nos sintamos, de Dios, de
nosotros mismos y de los demás. La Falsa Personalidad siempre es vieja, de edad, anciana; somos viejos cuando lo mejor
que tenemos es lo postizo; sé de señoritas de veinte que son ancianas, lo mejor que tienen son sus pechugas.

La Personalidad Real, en cambio, es la personalidad construida por la esencia después de un largo trabajo sobre sí, para
vivir en medio de la sociedad, esto es, con calidad en el mundo de la cantidad.

¿Cuando estoy construyendo una Personalidad Real?

Cuando viva en el aquí y el ahora integrando todo lo que sucede a mí alrededor; cuando sepa que soy una parte de Dios y
que Dios es indivisible y se encuentra en cada átomo del universo; cuando viva confiado, cuando entienda que lo que hay
en el mundo es la suma de los corazones que habitan ese mundo, cuando me sepa responsable de todo, aunque no
culpable; cuando viva relajado y con control de mis cuerpos, cuando acepte la realidad y me acepte a mí, en medio de esa
realidad como coautor de toda la realidad, cuando perdone y me perdone; cuando mi mente y mi corazón estén abiertos y
sean creativos, cuando cada día agradezca, y viva con alegría, cuando crea que todo es posible y sepa que “sólo el cielo es
el límite”, cuando tenga derecho a todo y sea de todo responsable, cuando comprenda que todas las situaciones de la vida
son una oportunidad de crecimiento para mi esencia y mi real personalidad, cuando mi vida tenga un sentido, cuando
haga lo que me gusta y cuando me guste todo lo que haga, cuando sepa que mi deber es ser tripulante y no pasajero,
cuando sepa ser Hermano Mayor y hacer carne el Padrenuestro.

La Falsa Personalidad quiere ser un ser perfecto, la Personalidad Real quiere ser un ser completo. El perfecto se miente a sí
mismo; el completo se acepta: acoge su sombra y así ve su luz.

El perfecto quiere convencer a otros, para que hagan lo que él quiere. El completo no quiere demostrar nada ni convencer
de nada, pues su Personalidad es Real, está pletórica de respeto y aceptación.

¿Cómo sanar, entonces? Rezando el Padrenuestro con la ayuda de otro que ya lo haya hecho. Para que nos pase lo que
dice Guillermo Borja de la Falsa Personalidad: “Quien no conoce a Dios a cualquier buey se le hinca”. Es decir, quien no
conoce su esencia adora cualquier propaganda.
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LA CRUZ

Este importante símbolo se ha asociado tradicionalmente al sufrimiento, sobre todo entre los cristianos ya que rememora
la agonía y la tortura de Jesús. Efectivamente para los seres humanos, la cruz es sufrimiento, porque con ella nos damos
cuenta, reconocemos nuestras debilidades y este despertar es tortuoso.

Como todos sabemos la cruz se conforma de dos travesaños: uno horizontal y otro vertical. Al horizontal lo llamaremos el
puente y al vertical, la escalera.

La cruz es la unión del puente y la escalera, de la cantidad y de la calidad, del tiempo y del espacio, del aquí y del ahora.
Construcción y destrucción, vida y muerte. Despertar y dormir, olvidar y recordar, superior e inferior, interior y exterior,
mundo físico y mundo espiritual, masculino y femenino, símbolo y experiencia, prosa y poesía, agua y fuego, urgencia e
importancia, libertad esclavitud, mundo celeste y mundo terrestre; la cruz es el matrimonio espiritual manifestado en la
tierra.

El simbolismo de la cruz es el binario legítimo, que no atrofia a la unidad, sino que la mejora. Es la unión del binario
superado, la unión del uno y el otro, por lo tanto, el símbolo del amor. Es imposible hablar de amor y no considerar al
otro: sin tú y yo, sin ustedes y nosotros, sin ustedes y yo, no existe amor.

La cruz también podemos verla como una espada, que por siglos ha representado el elemento aire que nos hace críticos e
inteligentes. Pero la espada es un instrumento reservado exclusivamente a los hombres de buena voluntad. Ya que el uso
adecuado o inadecuado de la espada es la que nos convierte en hombres sabios o en animales racionales. La espada nos
permite vivir en la cruz, en la balanza entre el puente y la escalera, sólo de esta forma obtendremos la revelación. Sólo los
elegidos la pueden desenvainar.

La espada como la cruz, es un símbolo de lucha y martirio, de sufrimiento existencial. De la lucha sufrida y del martirio
existencial de vivir los antagonismos, la oposición entre la esencia y la personalidad, ese doble origen que marca la
condición del ser humano.

La cruz implica libertad y fuerza, pues al decidir llevarla conmigo estoy eligiendo usarla como símbolo personal de estar en
la tierra, para defender la esencia y atacar al ego.

Puente y Escalera

En el puente vive el ego o personalidad, con sus valores propios: fama, éxito, dinero, poder, etcétera. Valores materiales
que interesan a la Matrix, valores donde lo importante es el otro, lo externo, la imagen que doy. Estos valores dan muy
poco placer y ningún gozo, son caros de conseguir y difíciles de mantener.

En el puente viven los mecanismos; en la escalera los sacramentos.

El puente es ciencia; la escalera espiritualidad. Para la ciencia todo es cantidad, hasta un arco iris. Gracias a ello tenemos
grandes avances científicos para el mundo físico y bienestar de la humanidad, pero todas esas formulas, cifras y
observaciones no se pueden usar para trabajar con el espíritu. En el puente todo es cómo; en la escalera todo es qué. El
puente es el mundo del parecer; la escalera es el mundo del ser.

En el puente la ciencia destruye la materia para liberar su energía. Se produce energía mediante la destrucción. El ideal del
científico es dominar la naturaleza.

En la escalera es al revés. No hay destrucción, la energía nace de la vida. No hay explosión, hay expansión. Como dijo un
anónimo: “es la expansión de una bomba atómica constructiva”. El ideal de la escalera es que la semilla se transforme en
árbol.
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En la escalera vive la esencia con sus valores: verdad, libertad, dignidad, belleza, respeto, bondad, etcétera. Todos valores
del mundo interior, de esos que cuando se viven se contagia el cielo, dan ganas de vivir, donde todas las experiencias
aportan vida y renuevan la pasión de existir. Todos valores baratos, fáciles de conseguir y muy fácil de conservar. Valores
que siempre dan gozo, aparte de mucho placer.

En el puente vive el Minotauro perdido en su laberinto, con su cuerpo humano y la cabeza de animal. En la escalera vive la
esfinge en quietud con la cabeza humana que es capaz de dominar a su cuerpo animal, como el personaje de esa hermosa
película el hombre mirando al sur este.

Por el puente conozco a los hombres. Por la escalera conozco a Dios, o a mi esencia. En el puente está el cuerpo, en la
escalera la conciencia. Me desarrollo en el puente y evoluciono en la escalera.

“Seremos como dioses”: la horizontal; “Seremos Dios”: la vertical. En el puente se nace y se muere. Se contrae
matrimonio, se tienen hijos, uno se divorcia y se vuelve a casar, ganamos dinero, se pide aumento de sueldo, cambiamos
de trabajo, se compite y se trata de ser el mejor, todo, viviendo en la ley del accidente. En la escalera se colabora y se trata
de vivir desde y para la esencia, moviéndose por la calidad y elevando el nivel de ser, participando en un mundo de
coincidencias significativas, viviendo en sincronía.

El puente cambia todos los días, es para todos distinto, la la vida es externa, hay indiferencia, acá tengo profesores, está lo
denso, cuando me enfermo sano con química, puente soy la parte, todo es desconocido, se desarrolla el ego

La escalera permanece, es única e indivisible, en ella la vida tiene sentido, esta la objetividad, acá encontramos maestros,
lo sutil, me curo con esencias florales, soy el todo, en la escalera existe un mundo conocido que sólo hay que recordar
pues esta la esencia.

Sólo en la escalera se conoce la esencia. Y cada vez que se sube por ella, aparece un conflicto con los valores del puente,
con las relaciones de puente en la vida cotidiana. Cada peldaño más arriba, significa una ruptura con el mundo exterior,
pues los que viven en el puente no entienden los valores de la escalera.

En el puente se está de paso, y como dicen los budistas, “no construyas nada en él”. En la escalera se vive la vida eterna.

Cuando Jesús expulsó a los mercaderes del templo, lo hizo porque ellos, enredando los planos, comerciaban en el puente,
los valores de la escalera.

Cargar La Cruz

Cargar la cruz es estar en equilibrio entre las cosas divinas y las de los hombres o sea, dar a Dios lo que es de Dios y al
César lo que es del César. O dicho de otro modo, dar a Dios los dones espirituales y al César sus impuestos. (Sabiendo que
no hay nada del César, todo es de Dios. No hay nada de la personalidad, todo es de la esencia.)

Cargar la cruz es saber combinar ciencia y espíritu, calidad con cantidad; es vivir con calidad en el mundo de la cantidad. Es
vivir los valores de la escalera en el puente. Es relacionar dos mundos de una distinta vibración en una misma calidad.
Cargar la cruz es ser capaz de vivir en la dualidad, pero teniendo siempre claro y firme el límite esencial.

Es tener éxito en ambos planos. Es unir el tiempo con el espacio, la horizontal con la vertical y descubrir el presente en esa
interjección. Es transformar la voluntad de poder, en voluntad de servicio. Investigar para servir, no para destruir. Crear
para aportar, no para envanecerse con lo creado.

Vivir bajo el signo de la cruz no es darle la espalda a la ciencia, ni menos menospreciar el espíritu. Es tener fe en las dos
disciplinas, la ciencia y lo invisible. Es saber que la ciencia sólo es método, y que la revelación es sólo eso, una revelación,
no un método que se pueda imponer, son pocos los que pueden y saben cargar la cruz, y hacerlo con humildad.
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No es echarse los problemas al hombro y sufrir, eso no es más que una justificación hipnótica para no ver la realidad. Es
superar la dualidad, es decir, no tener dos centros de gravedad rivales, opuestos y separados.

Cargar la cruz es “estar en la cruz”. Estar crucificado es tomar conciencia del antagonismo que nos impone el principio
base de nuestra civilización, que incentiva el consumo por la falta de sentido. 45 Al cargar la cruz muchas veces se puede
sentir que la vida es un absurdo, no encontrarle una razón, tratar de mantenerse despierto ante tanto estimulo
adormecedor, sin creerse por ello mejor o superior.

Cargar la cruz es vivir crucificado. Vivir con los valores de mi autoridad; que nace de mi ser, de mi saber y de la capacidad
de actuar en consecuencia; vivir de lo que soy autor, de algo auténtico, sin mezcla. Y no de mi poder.

Pienso que Novalis tenía toda la razón cuando dijo: “La vida es una enfermedad del espíritu” y seguramente estamos aquí
para sanarnos. Todos tenemos que matar nuestro Ego en la cruz, y pasar por el sufrimiento de sentirnos humildemente
vulnerables físicamente, todos iguales, sin destacar, sin vanagloriarnos, igual que Jesús en medio de las torturas a su
cuerpo, engrandeciendo el espíritu. Morir en la cruz es vivir en el presente.

Cargar la cruz es darse cuenta que si las cosas van mal, se puede cambiar de puente, pero no de escalera, se puede
cambiar el método, pero jamás el objetivo; el programa, no el ideal. La finalidad es una, los resultados muchos.

Cargar la cruz es la acción de hacer el bien, también al que hace daño, y con alegría.

“Mi yugo es suave y mi carga ligera” dice Jesús.

45 La economía del país está bien cuando hay mucho consumo, y si hay mucho consumo significa que la gente está a mal.
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LAS INFLUENCIAS

Las influencias son los alimentos que reciben los distintos cuerpos. Ellos son el combustible que cada uno necesita para
cumplir cabalmente su misión. “El que bebe de esta agua, vuelve a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no
volverá más a tener sed. Porque el agua que yo le daré se hará en él manantial de agua que brotará para vida eterna”
(Juan 4,14) No sólo de pan vive el hombre, ya que esto hace mención solo al alimento del cuerpo físico, sino de esa agua
que es la fuente de la eterna juventud, porque aquí la referencia es al espíritu, eterno e inmortal.

Si nos amamos con la grandeza que nos hace crecer, a cada cuerpo tenemos que darle el mejor alimento a nuestro
alcance, pues con los alimentos de los cuerpos es como dice el Kibalion "Como es arriba, es abajo": existe la “comida
chatarra”, alguna que produce cáncer, otra que engorda, todas estas son de fácil acceso y sabrosas, pero generalmente la
comida sana requiere de un esfuerzo especial en su preparación, es económicamente menos rentable y esta es la que nos
mantiene equilibrados.

La esencia, o el cuerpo espiritual, el amo de los tres básicos inferiores, merece excelencia pues es fortalecer la antena que
nos permite pasar de un plano a otro, trascender incluso hacia lo sobrenatural, dar y recibir desde “la otra orilla",
cruzando el rio de obstáculos autoimpuestos inconscientemente. Es por eso que la esencia debe ser bien alimentada con
recta contemplación, oración en vigilancia y meditación.

Aunque no hay nada que pueda dañar a la Esencia, algunos alimentos la debilitan y si se adquieren como habito
permanente pueden hacerla agonizar (el cáncer al corazón no existe, aunque sí el paro cardíaco.) Para que la esencia
aflore en toda su plenitud, es necesario cuidar los tres cuerpos.

El cuerpo físico necesita tener satisfechas sus necesidades básicas, alimentos líquidos, aéreos, sólidos, y también ejercicio.
Dedicación y espacio. Un entorno limpio, cálido y suave. No puede ser un centro contaminador ni estar contaminado.

El cuerpo emocional necesita sentirse seguro y amado, necesita la belleza, la naturaleza como alimento. Cultivar un buen
círculo de personas, familiares o amigos de esos que nutren y vitalizan.

El cuerpo mental necesita aprender, entender y comunicarse, buena y entretenida literatura en todos sus géneros,
conversaciones que estimulen la reflexión y animen al análisis. El cuerpo mental también se alimenta cuando escribe y
explica lo que ha aprendido con su experiencia.

Tradicionalmente, los alimentos que se dirigen a los tres centros básicos inferiores reciben por nombre letras: se llaman A,
B y C.

Los alimentos A son todas las influencias recibidas durante la educación que han construido nuestra personalidad, falsa o
real. Esto incluye la buena educación, la educación cívica, la formación profesional y en general todas las actividades de la
vida cotidiana. Toda esta información es acumulada en la memoria, lo que no significa necesariamente comprensión. Aquí
no hay religión, ni filosofía, ni ciencias, ni arte, ni valores.

Los alimentos B son todas las influencias que atienden al desarrollo interno del hombre y nutren la esencia. Arte,
psicología, filosofía, religiones, etcétera. Están orientadas a la conciencia. Los alimentos C son todas las influencias
recibidas por los maestros; las enseñanzas de los diferentes caminos espirituales que conducen hacia el Yo Superior. Son la
verdad transmitida.

Las influencias A se dirigen a las partes motoras de los distintos centros, ahí donde están nuestros hábitos, costumbres y
condicionamientos. Las partes emocionales reciben las influencias tipo B. Y las partes intelectuales, las influencias tipo C.

Si las influencias A se dirigen a las partes mecánicas de los centros, queda claro que su aporte es sólo mecánico, por lo
tanto, si uno se identifica con ellas y sólo vive de ese alimento, tendrá una vida necesariamente mecánica, es decir, una
vida dormida.
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Las influencias A crean vida, un alimento cualquiera sólo quita el hambre. Las influencias A están destinadas a cubrir las
necesidades básicas de la vida, en los tres cuerpos. Gracias a ellas tenemos una profesión, nos vestimos de manera
agradable, hablamos de política, vamos al cine, etcétera. Podemos decir, que las influencia A no son ni buenas ni malas,
sino únicamente útiles e imprescindibles. Si por algún casual, una persona queda cautivada únicamente por ellas y las
privilegia, deja de existir como ser humano, su espíritu desaparece, y de seguro en el juego de la vida, pierde una jugada y
vuelve al punto de partida.

Las influencias A son las que nos pueden volver depredadores de nuestros hermanos, o presas de “humanos” que están
más arriba en la cadena alimenticia social. Los que se identifican con las A, viven la vida como los animales de la selva, 46
entonces no se pueden considerar humanos, aunque se parecen mucho. Una vez conocí a un joven empresario que se
decía emprendedor. Era dueño de una cadena de almacenes de barrio, 47 y su estrategia consistía en instalarse al lado de
algún almacén pequeño pero que ya tuviera su clientela segura en torno a él. Entonces, el “emprendedor” ponía su
poderosa cadena al lado, y al poco tiempo, el más humilde quebraba. Algo le dije, pero al poco rato me di cuenta que ese
buscavidas, "individuo intachable" asistente a misa, comulga y tiene a sus hijos en un exclusivo colegio muy católico, está
seguro de ser un triunfador respetuoso de los valores que recibió ,sin cuestionarlos, no puede entender ni imaginarse que
su objetivo en la vida es huir del miedo. Lamentablemente ese hombre se ha alejado de la "humanidad", por lo tanto, no
puede ser cristiano.

Vivir sólo de los alimentos A, es vivir en torno al negocio, en torno a las conquistas, las vanidades, la seguridad, la ley y el
orden. El sistema se sustenta en estos alimentos, pero estos alimentos sólo sirven a la personalidad y a la esclavitud,
donde hay esclavitud no existe la libertad que es imprescindible para crecer. Todo lo que te encadene es un alimento A.
Estamos condenados a comer todos los días, a pagar las cuentas, a soportar vecinos odiosos. Pero estas condenas no nos
pueden esclavizar.

Si estamos estancados en las influencias A no podemos servir al prójimo, pues son antagónicas, no nos permite ser
generosos ya que nos estimula a pensar solo en nosotros mismos como primer y único objetivo; casi siempre, cuando nos
alimentamos en exceso de ellas, dejamos a los que pasan por nuestro lado en la escasez.

Todas las influencias A son esas “divertidas” que casi siempre, nos impiden el crecimiento, como la mayoría de los
programas de televisión. Son de naturaleza ilusoria y sólo sirven a la Personalidad. Es el hombre exterior, el “hombre a su
suerte” el que las toma como reales.

Los alimentos A son los que nos hacen llevar una vida rutinaria, dormida, con la conciencia estancada. Según mis vivencias
y experiencias, el mundo de hoy, está viviendo casi exclusivamente en torno a estas influencias: vivimos para pagar
deudas, para vestirnos más de la cuenta, para mal alimentarnos. Y lo peor, es que muchos vivimos engañados,
confundiendo las A con las B, pues nos venden A en paquetes de B, por ejemplo en las canciones de amor codependiente
del tipo “Sin ti no soy nada”.

Las influencias B están dirigidas a la parte emocional de los cuerpos y respetan el libre albedrío de las personas. Son los
valores que nos hace libres para nosotros mismos y para servir al prójimo. Las influencias B nos hablan de crecimiento,
trascendencia y nos dan herramientas para serlo.

Por lo general, estas influencias se piden, y pueden darlas los que han realizado un trabajo sobre sí. Se reciben y se
ofrecen para ser más libres, como cuando enseñamos a pescar en vez de dar pescado. Las influencias B nos dan una visión
del mundo desde la perspectiva de la esencia.

Para recibir las verdaderas influencias B, hay que estar con una disposición de apertura especial y hacer un esfuerzo.

La gran diferencia entre influencias A y las B, es que las B se reciben con agrado y disciplina, con un esfuerzo consciente,
en cambio las A, en estado hipnótico. Las A son siempre livianas, no hacen pensar y se dirigen a lo más básico de cada

46 En la selva todos los animales pasan hambre.


47 El “emprendedor” del ejemplo trabajaba en otro rubro, pero el hecho es verdadero.
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persona. Las B, aumentan la conciencia y nos hacen ver la realidad con objetividad. Nos ayudan a encontrar el camino de
salida; las A nos mantienen en el laberinto.

Sólo estando atento a recibir alimentos B, se puede vivir la vida que se ha soñado. Ya que estos permiten crear el Centro
Magnético,48 el imán que atrae a nuestra existencia, todo lo que ella necesita.

Al desarrollar el Centro Magnético aparece un estupendo colador de las influencias A. Todos necesitamos todavía para
sobrevivir en este cuerpo gran cantidad de las influencias A,49 pero es muy importante no vivir bajo su influjo.

Muchas veces las influencias B son derrotadas sin darnos cuenta, esto significa que la vida termina peor que cuando
empezó. Un claro ejemplo de esto son esos “hombres maduros” que justifican su pérdida de ideales, su traición a los
ideales, con frases como “es correcto ser de izquierda en la juventud y de derecha en la madurez”. Cuando las influencias
A someten a las B, los valores nocivos aumentan, en especial la mentira. A la esencia se le miente con las justificaciones, y
estas hacen desaparecer el Centro Magnético.

En cambio, si las influencias B resultan vencedoras, es posible que la existencia se viva como una trasgresión a la ley
externa, pues se vive aspirando a lo que la esencia necesita y no a lo que la personalidad dicte.

Hoy, es maquiavélico el concepto manipulador del libre mercado que plantea el bienestar de la sociedad basado en el
consumir en abundancia, sin importar la verdadera necesidad. La ley externa y el hombre externo no necesitan ninguna de
las influencias B. Es más, en este sistema se tolerara y aceptara la prédica y uso de las B, mientras ellas sean un buen
negocio, como algunos talleres de crecimiento personal o los que ofrecen la iluminación asistiendo a un carísimo taller de
cuatro horas.

El triunfo de los alimentos B crea, consolida y refuerza al hombre interior, y por ende, a su Centro Magnético. Este Centro
le permite buscar y encontrar los alimentos C, después los D y más adelante los E.

Las influencias B son en verdad la única realidad existente. Son los alimentos que se dirigen a la esencia de los centros y
ayudan a su crecimiento y libertad. Las influencias B están fuera de las A, no pueden ocupar su lugar. Ocasionalmente, a
las A se les escapan algunas B, cuando, por ejemplo, en un programa de televisión chabacano se entrega una información
que despierta.

Si aprendemos a diferenciar las A de las B, nos alimentamos bien, es decir, vamos despertando, nos hacemos cargo de
nuestra vida, vivimos como un ser que se siente parte del todo, que se sabe uno más e igual, y si esa alimentación la
hacemos de manera constante e intensa, desarrollaremos el Centro Magnético. Por el Centro Magnético es por donde uno
se dirige y crea el Centro Emocional Superior. La importancia de desarrollar el Centro Magnético es que con él se puede
cambiar la moral imperante, por la toma de conciencia, dejando de ser víctimas de los impulsos.

Jesús, llamó a no respetar la ley exterior y a poner el amor por encima de cualquier ley. Esa fue la gran revolución de su
mensaje. “Sepulcros blanqueados” dijo a los fariseos apegados al pie de la letra a las leyes, pero absolutamente alejados
de lo sagrado. “Blanqueados” por fuera y sucios por dentro. Por este motivo las enseñanzas de Jesús sólo saben
practicarlas seres despiertos.

Finalmente, las influencias C son las que dan los maestros. Seres como Jesús el Cristo, Buda, Krishna, Mahoma, Hermes
(que son los que yo conozco), han dado y seguirán dando su alimento al mundo.

En el Padrenuestro sólo se solicita la atención para las influencias B. Pues el Padrenuestro es para la transformación, no
para la información. El Padrenuestro es para amar, y dar el siguiente paso: el perdón.

48 El Centro Magnético no es más que el desarrollo y alineación de los tres centros inferiores (Físico, Mental, Emocional.)
49 Digo “todavía”, pues probablemente llegue el día en que podamos alimentarnos única y exclusivamente de Prana.
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Las impresiones.

Todos vivimos del aire, las comidas, las influencias y las impresiones. Las impresiones las recibimos por medio de los
sentidos y estos las conducen a los Centros (Físico, Mental y Emocional). Las impresiones tienen por misión alimentar
estimular y hacer crecer nuestra energía nerviosa.

Las impresiones pueden dirigirse a cualquiera de las tres partes que componen un centro, pero por lo general van a la
parte motora de este.

Como les he comentado, en las partes motrices de los centros, está lo mecánico, lo lunar. Por eso, estas impresiones van a
producir siempre las mismas reacciones ante una misma situación. Pero como es una reacción automática es muy difícil
tomar conciencia de ellas, pues nadie se baña dos veces en el mismo río. Tenemos que estar muy atentos para ser
objetivos y no caer en la respuesta repetitiva que nace de una situación aprendida y es muy probable que nuble la
realidad. Por ejemplo, las impresiones que caen en la parte motriz del cuerpo mental, van a dar siempre las mismas
asociaciones de ideas, a pesar de que las impresiones puedan ser completamente distintas; así, ante una persona zurda
voy a reaccionar siempre de la misma manera, aunque este nuevo zurdo sea una persona completamente distinta. Yo
tengo un amigo que no va a la playa, dice no hacerlo porque el mar sigue donde mismo; de impresiones tiene poca
experiencia, no sabe mirar la vida sin pasado.

Esto sucede porque estamos dormidos, y no en observación de sí. Cuando se está dormido nada asombra ni conmueve,
todas las impresiones parecen iguales, y la vida aburrida. La calidad de vida es tan baja que no sabemos mirar, tocar, oír,
reír, oler. Al estar en autoobservación veremos que no toda la culpa la tiene el empedrado y que muchas veces no son las
impresiones de baja calidad, si no que nosotros nos protegemos, porque la verdad que me enseña no haga inestable la
mentira que me cuento todos los días.

Ojo, atención, mucha atención. Podemos reconocer cuando uno funciona con mala calidad de impresiones si necesitamos
romper rutinas para llevar una vida entretenida.

Para que todas las impresiones nos sirvan de alimento, deben caer en la parte emocional de los distintos centros, para
esto hay que vivir en observación de sí, lo que nos permite ver la vida de manera directa, sin pasado pero con experiencia,
haciendo que cada impresión sea nueva. Esto es, ser como niños, pues son ellos los que entrarán al reino de los cielos.

Si viviéramos en observación de sí, cada impresión sería tan inspiradora como la primera.
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AMOR

A este mundo sólo vinimos para el amor. Y como dicen casi todos los maestros: es muy complejo poder cumplir con esta
misión en la tierra, es decir, nadie quiere amar, aunque todos nos llenemos la boca con esa palabra y seguramente lo
hacemos porque la añoramos y la ensoñamos.

Cuando uno ama, la vida adquiere significado y sentido. Por lo tanto, hay cambio, hay transformación, y si algo se
transforma, se vive una revolución.

Por lo tanto, la persona que es capaz de amar, se vuelve un peligro para la sociedad. Pues en esta sociedad principalmente
se gobierna desde el egoísmo y la falta de colaboración. Así, cualquiera que hable de amor verdadero será combatido o
tolerado con desconfianza.

Amar es lo más sencillo que se puede hacer en esta vida, pero no por sencillo, fácil. Amar es simplemente aceptar a otro
en una relación sin reglamento, y aceptación absoluta a todo lo que quiera ser. Amar es desear el bien y la libertad al otro,
sin importar que su bien y su libertad, no sea mi bien y mi libertad.

Aunque parece sencillo, en realidad es difícil, pues el cuerpo emocional tiene una coraza protectora que le permite ser el
menos aceptado de todos los cuerpos. El menos trabajado, y el más fundamental; con este cuerpo amamos, con este
cuerpo cumplimos nuestra misión divina.

El desajuste del cuerpo emocional es el que provoca la mayoría de las enfermedades físicas y el 100% de las consultas a los
terapeutas. Si fuéramos serios en la prevención de enfermedades, tendríamos más facilitadores del desarrollo personal
que doctores, medicamentos, farmacias, policías. En el amor y en las relaciones surge la conciencia; o sea esta surge del
cuerpo emocional.

Etimológicamente Amor, significa sin muerte. Ya desde su origen esta palabra habla de inmortalidad. Por lo tanto, los que
aman y los amados, son inmortales, iniciados, y en realidad, los únicos seres vivos. Para los que aman, lo hermoso de la
vida no tiene fin, no termina nunca.

Sólo se puede amar desde la esencia; no se puede amar desde la personalidad. Los que aman con la personalidad son los
que se enamoran. El amor verdadero no conoce de tiempos ni de circunstancias.

¿Y por qué amar desde la esencia es una tarea tan engorrosa? La respuesta es muy fácil, porque en general no nos
amamos a nosotros mismos. Para amar basta amarse a sí mismo y punto. Para amarse hay que ser primero sanamente
egoísta para después ser sanamente generoso.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ni más, ni menos que a ti mismo, pero si primero no te amas tú, no podrás amar a tu
prójimo. “No es bueno que el hombre esté solo”. Significa que no es sano que el hombre sólo se ame a sí mismo. Nadie
puede realizar su misión si está solo, ni siquiera los átomos.

Muchas veces confundimos amor con dependencia emocional y creemos que amamos, pero no lo hacemos, pues no
sabemos reconocer desde donde lo estamos haciendo. Quien no se conoce a sí mismo, no puede amar; quien no se
acepta, no puede aceptar.

Por ejemplo, si yo a un amigo le regalo dinero -porque no soporto su pobreza- aparentemente es un gesto desinteresado
de amor por él, pero realmente no estoy amando, es solo un acto del mayor egoísmo, y en vez de hacer un favor, estoy
siendo soberbio pues en el fondo estoy juzgando, criticando, y toda crítica supone una descalificación, un denigrar al otro.
Supone una comparación: yo soy mejor que tú; y comparar es una forma de competir y no una manera de colaborar. Amar
no es fácil.

Sobre al amor se ha escrito tanto... existen tantas versiones, lo que me hace suponer que nada sabemos de él. De lo que
se conoce, no se habla, simplemente se practica. De lo que no se sabe, es de lo que se estudia y no se practica. Casi no hay
libros sobre de como caminar, todos caminamos relativamente bien.
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El amor no tiene contrario. Si piensas o escuchaste alguna vez que lo opuesto al amor es el odio, no has llegado a la
profundidad del amor y has vivido mucho de odios. El amor no tiene contrarios porque es una VERDAD y estas por
definición no pueden tener un contrario. No existe el contrario de dos más dos. Lo contrario de lo que llamamos odio es
enamoramiento o sea el amor de la personalidad. El amor puede tener enemigos, no contrarios, y el mayor enemigo del
amor es dejarse llevar por lo más fácil sin buscar nuestra propia verdad, ahí es donde se esconde el miedo.

El que ha amado sólo una vez, nunca podrá odiar. Esas parejas que después de años de matrimonio se terminan peleando
en los tribunales, jamás se quisieron. Estuvieron enamorados, no se amaron. El enamoramiento, como dice un chiste, es
una enfermedad y como toda enfermedad se pasa en la cama, es para un rato... no para toda la vida. Quien ha amado una
sola vez, aunque sea por un instante muy pequeño, jamás podrá desear mal o dolor a otra persona. Donde hay odio,
nunca hubo amor hacia la pareja solo un egocéntrico amor a sí mismo, envanecido del amor del otro.

Los torturadores y abusadores, cuando dicen amar a sus hijos, caen en una contradicción que seguramente los lleva a la
destrucción de su esencia, la dualidad es tan grande que no podrán encontrar su verdad y morirán sin haber vivido. Lo que
no quita que si se dan cuenta y el amor prima por sobre las reacciones impuestas o inconscientes con arrepentimiento y
son capaces de reconocerlo pidiendo perdón, puedan amar y seguramente serán los que mejor lo harán porque
conocieron la otra orilla. Todo el dolor que causamos, cuando nos arrepentimos, lo vivimos en carne propia. Un abusador,
y sus cómplices, mientras no se arrepientan, nunca podrán amar a su cónyuge, ni a sus hijos, ni al jefe.

Por esto basta amar una vez, para que la cadena se extienda. Cualquiera de nosotros que lucre con el dolor de otros, se
aproveche de la inseguridad o ignorancia de otros, no puede amar, no podrá amar a sus hijos, será cariñosa, pero no
amorosa. Así podemos hablar de abogados que cobran según la cara del cliente, médicos que operan sin un diagnostico
claro, psicólogos que mantienen una terapia indefinidamente, centros de estudio en los cuales hay que pagar por
adelantado, etcétera.

Amar significa relacionarnos. ¿Con quién nos relacionamos? Siempre nos relacionamos con nosotros mismos, tratamos a
las personas según nuestro proceso interno, pues nuestras relaciones son un reflejo de nuestro nivel de conciencia. Por
esto el amor es lo más grande y lo más difícil, pues nos retrata y nos pone a prueba. El refrán “dime con quién andas…y te
diré quién eres”. Un hombre es grande según lo grande de sus amores, lo trascendental de sus relaciones.

Tu par sentimental es una manifestación de tu proceso interno, así como tú, lo eres del suyo. Te ves reflejado en el otro y
el otro se refleja en ti. Toda relación, absolutamente toda relación, incluso la más cruel, dolorosa e involuntaria, si
sabemos ver nos ayuda a conocernos mejor.

¿Por qué nos relacionamos? Porque necesitamos crecer y porque no somos autárquicos, estamos hechos para vivir en
sociedad, en comunidad. Toda relación me rebaja, pues me pone en contacto con otro que tiene lo que yo necesito. Toda
relación es dar y recibir, esto debería fluir espontáneamente pero como estamos dormidos y no vemos a los ojos del otro
buscando el fondo de su alma, inventamos la palabra PEDIR. Yo te pido lo que a mí me falta, entonces tú tienes algo que
yo necesito, por lo tanto toda relación me pone en desventaja, volviéndome vulnerable. Cuando hay autoaceptación, me
satisfago en cualquier relación. El que no ama no ha descubierto su cuerpo emocional, no necesita a nadie.

Para poder relacionarnos lo primero es aprender a dar y a recibir, aprender a pedir y a escuchar. Recibir no es aceptarlo
todo, es saber reconocer lo que realmente necesitamos de lo que nos están dando y pedir no es exigir lo que nosotros
creemos que necesitamos si no aceptar lo que el otro es capaz de dar. Un hombre 4 o 5 se relaciona para compartir. Pero
el Padrenuestro no fue escrito para los hombres 5, ya que ellos no lo leen o rezan... ellos lo viven.

Por lo general vivimos en medio de relaciones contaminadas, donde casi todo se hace en función del otro; para que el otro
me ame y me apruebe, transformándome en un esclavo de su aprobación. Como esos artistas que todo se lo deben a su
público sin darse cuenta que de esta forma se transforman en marionetas.

Algunos, practican el “Efecto Artemisa”, esto es, convertir el amor en el puro acto de la conquista, cuando se acaba, pierde
el encanto. Otros, el “Efecto Atenea”, prefieren no involucrarse con nadie, por temor a hacerlo con la persona equivocada.
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Un cómico decía: “tenemos relaciones para impresionar a gente que no nos importa”. Todos queremos que nos amen.
¿Qué hacer entonces para que nos amen? AMARNOS A NOSOTROS MISMOS.

Si haces una lista de la gente que amas y admiras, verás que todos ellos tienen algo en común: se aman a sí mismos y
hacen lo que quieren. Por lo tanto, para tener el amor de los otros, basta amarse a sí mismo y vivir en libertad, esto lo
puedes hacer aunque estés en la cárcel de los hombres. Para amar hay que amarse, y para eso, primero hay que
perdonarse.

Para amar hay que conocerse y SER. Quien no ES, no puede amar. Quien no Es, sólo puede tener amores dependientes y
eso no es amor, aunque se le parezca mucho. Quien no ES no ama, sólo busca aprobación, y toda búsqueda de aprobación
disminuye permanentemente nuestra seguridad emocional y taladra nuestra esencia. Para amar hay que ser, tú amas y
admiras a los que son.

Por esto, si yo pudiera "gobernar el mundo" prohibiría las canciones de amor codependiente, léase, “sin ti no soy nadie”, o
“vivir sin ti es vivir sin aire”, pues son canciones de odio a sí mismo, de inestabilidad emocional, que no hacen más que
producir y preparar esclavos en todos los terrenos.

Sólo quien se ha definido a sí mismo puede amar, pues tiene algo propio que compartir. Si no expresamos lo que somos,
no podemos amar y no nos pueden amar. Si alguien dice amarnos sin expresar lo que es, se está mintiendo con muy
buenas intenciones. Algunos somos como los niños cuando juegan a matarse: no se matan, pero creen hacerlo.

De este modo, el amor vendría a ser la atracción que provoca la expresión del ser. Todo lo que se expresa es amoroso y
amable, digno de ser amado.

Amor es la autoexpresión que se fusiona con otra autoexpresión. Amor “es la expresión sencilla, sincera y natural de
nuestra integridad, la plena aceptación de nosotros mismos”. Hay amor en nosotros cuando aceptamos sin crítica la
totalidad de lo que somos.

Los que renuncian a su individualidad, aunque lo hagan por amor, serán despreciados. Pues no son dignos de ser amados.
Quien acepte una renuncia a la individualidad, es un Satán que se ama tanto a sí mismo, que ya no se ama, se idolatra. Los
que pierden la fe en sí mismos, tampoco pueden amar.

Si no me doy cuenta que soy diferente, no puedo amar ni que me amen. Amar es ser distinto, no por exhibicionismo, sino
por contacto con el origen. Amar es ser original. Amar, es saber entregar y compartir eso distinto que yo soy. La conciencia
de saber que somos personas separadas, es lo que nos capacita a amar.

Decir “te amo”, es decirle al otro, creo en ti, es decir, tú y tu mundo me interesan. Es decirle, deseo disfrutar libremente
de ti, sin miedo a perderte. Es decirle, me intereso por ti tal como eres y no espero que cambies. Amar es aceptar,
respetar y honrar las diferencias. El amor promueve la individualidad.

Amar es poder decir, te amo tal como eres y no deseo que cambies, a no ser que tú quieras cambiar, te permito ser todo
lo que tú quieras ser. Te amo no para llenar un vacío sino para compartir una plenitud. Te amo, puedo ver tus valores,
pues antes vi los míos. Te amo, creo en ti, pues yo creo en mí.

El amor es libertario, si yo no puedo vivir sin el otro, tengo una droga, no un amor, y quizá más peligrosa que la más dura
de las drogas. Yo no sé si hay amor en esos viejos, que cuando muere uno muere el otro... no lo creo, por más hermosa
que parezca esa situación.

El amor es una decisión que busca el bien de ambos. Esta decisión se consolida con la voluntad y no puede depender de
los sentimientos. Todos los sentimientos se guardan en los archivos temporales de nuestro disco duro, porque son
transitorios, y lo son, porque tienen contrarios. Sólo lo que no tiene contrario es permanente. Nadie está alegre siempre,
ni siempre con pena. Lo único permanente es el amor. El amor está más allá de lo que se pueda sentir.

Razón y corazón. Cuerpo mental y cuerpo emocional, y entre los dos controlan al cuerpo físico. Quien entienda y practique
esto, puede amar.
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El enamoramiento es el deseo que nace y muere en el cuerpo físico. El amor vive en el alma, en el cuerpo espiritual, que
todos lo tenemos, pero no siempre lo hemos desarrollado.

Algunos se casan creyendo que en el matrimonio van a encontrar la felicidad. No es así. El matrimonio es tan sólo la base
para encontrar el amor y el crecimiento personal. El matrimonio es tan sólo uno de los tantos gimnasios donde practicar
ese ejercicio que se llama amor. Por esto, sólo los que pueden estar solos pueden amar.

Ojo, muchos buscan amor y encuentran nada más que un cónyuge e hijos que cuidar. Nos podemos equivocar en todo,
menos en la elección de la pareja y de los amigos, es lo único que podemos elegir en esta vida, solamente ahí está nuestra
libertad. Nadie elige en qué país vivir, pero, creo, que todos podemos elegir a quien amar y de quien ser amigos.

Para amar hay que tener muy bien establecido el propio yo. Hay que estar formado y definido. Pues el amor es una
atracción que uno ejerce sobre otro, y que otro ejerce sobre mí. Nosotros nos volvemos atractivos cuando expresamos
con autenticidad nuestra esencia. Para amar, lo primero es expresarse.

Todo amor, tiene dos caras, una es la autoafirmación y la otra, la fusión de ese acto autoafirmativo con otro, en igualdad
de ser y condición. El amor es un combinado, un cóctel, entre dos energías, la sanamente egoísta y la sanamente
generosa, eso provoca la fusión. Amar es caminar sobre la cuerda floja del todo para mí y el todo para ti. ¿Con cuantas
manos se escribe la palabra amor?

Cada persona que ama tiene que manifestar esas dos energías, sólo así será completa. Encuentro placer al ver al otro en
su placer.

Yo sé que me aman cuando le puedo decir al otro y recibir del otro la siguiente frase: “Yo brillo solo, yo me siento bien
conmigo y eso no tiene nada que ver contigo ni con la sociedad. Sin ti, sigo siendo lo que soy, ya que sin mí no soy nadie”.
Ser es amar. Cuando dejo de ser me frustro y todo frustrado pierde la vitalidad. El amor confirma que estoy siendo.

El amor nos recuerda el voto de castidad. La castidad es el precio del amor. Los lujuriosos no son felices ni libres, aunque sí
gozadores de placeres estériles. No pueden ser felices porque no están despiertos. La castidad es el dominio de sí, no el
acto de represión de la entrega intima. La castidad es el control de las pasiones; si las pasiones me dominan, paso a ser un
animal.

El amor nos despierta a la realidad de nosotros mismos, de los demás, del mundo... y a la realidad de Dios. Nos amamos a
nosotros mismos en cuanto nos sentimos reales. A mayor realidad, mayor capacidad de amar.

Nosotros, los romanos, heredamos un concepto del amor muy alejado del esoterismo cristiano y del despertar espiritual.
Los griegos representan al amor en Eros -o Cupido según los romanos- un niño caprichoso e insolente hasta con su madre,
que ama y deja de amar porque sí, tirando sus flechas al azar: “al que le cae le cae”. Así crecimos creyendo que el amor es
un producto de un albur, de una casualidad, que es “ciego”, y que ante él estamos indefensos. El amor, este amor
occidental, es pura pasión y descontrol, no hay nada de voluntad y sí mucho de sentimiento. Confundimos amor con
calentura, confundimos fácilmente el amor con el enamoramiento.

En cambio el Amor, el amor verdadero es permanente. Por lo tanto, no se puede construir una relación amorosa sobre la
base de lo que se siente. Es importante lo que se siente, pero la construcción y permanencia del amor debe cimentarse
sobre la base del estar despierto y de la disciplina. Solamente pueden amar los seres despiertos, es decir, los que han
rezado y practicado el Padrenuestro.

El flechazo supone idealización, tal como nosotros nos idealizamos a nosotros mismos. Dice Bernard Shaw: “Enamorarse
es exagerar demasiado la diferencia entre una mujer y otra”. Los enamorados no pueden estar despiertos, pues se
enamoran de algo externo, de una pasión, de una exaltación del ánimo, y como todo lo que no es verdad varía, es
pendular, va y viene, por esto, este concepto del amor lleva del enamoramiento al odio.

Así el amor se transformó en una excusa para vivir los vaivenes sentimentales: vivimos entre el enamoramiento que
llamamos amor y el odio, entre la tristeza y la alegría, entre envidias, rabias, rencores y poca aceptación. Por lo general las
pasiones vienen de afuera; sólo son una muestra de lo dormidos que nos encontramos.
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Ese mal llamado amor es un sentimiento donde no existe el control, es un sentimiento que disfrutan los dormidos que
hacen guerras como las de Troya.

Tan dormidos estamos con respecto al amor que hasta decimos que “en la guerra y el amor está todo permitido”. Así
hablan los prisioneros de la inconsciencia. Tan irresponsables somos, que en ese amor “metemos la pata” y solo atinamos
a decir “se dio” como si eso lo justificara todo. “Se dio” es la disculpa de un ser dormido y carente de toda responsabilidad,
como si cuando amaramos no fuésemos responsables de lo que hacemos, pudiendo cometer todo tipo de barbaridades
éticas y morales. Eso es lo que hacemos en nombre de ese tan mentado amor, que no es el Amor.

Todo lo irracional es de los dormidos, pues ahí viven y mueren: en la ley del accidente. Pareciera que nosotros los romanos
racionales, incapaces de entender el cuerpo emocional, tomamos al amor como un carnaval donde todo está permitido.
Hoy por hoy, el amor se vive con la irresponsabilidad de una fiesta saturnal.

Y es curioso, que siendo el amor la razón de vivir, lo más importante de nuestras vidas, sea casi lo único dejado al azar. Es
que de emociones no sabemos nada, es donde más rápidamente explota la inconsciencia y no sabemos cómo controlarla
porque no sabemos reconocer lo propio de lo adquirido, lo trascendental de lo pasajero, algunos no podemos ni hablar de
ellas sin llorar. Por eso escribimos sobre ellas.

Este es un concepto que va muy bien con nosotros, los dormidos romanos. Pues lo que nos gusta es sufrir y no buscar la
solución real a los problemas, para nosotros es más fácil sufrir que arreglar el sufrimiento, basta ver a las religiones, que
han transmitido durante siglos que sufrir es virtuoso. La prédica de la iglesia católica es la culpa, es decir, sigue dormido y
no te hagas cargo de lo que sientes. Jesús era un liberador y un gozador de la vida, no nos olvidemos que su primer
milagro fue darle más vino a los ebrios, en las bodas de Caná.

Cuenta la mitología que el Hermafrodita era un ser tan poderoso, que Zeus mando dividirlo. Así nosotros buscamos, como
los perros que se huelen la cola, a la otra parte. Pero en realidad hay que ser Hermafroditas, juntar a Hermes y Afrodita en
uno mismo. Y no andar buscando a un otro mutilado, a la “media naranja”. Pues la idea de media naranja, supone que la
identidad y la individualidad se encontrará, se completará, junto con otro. Es creer que somos seres incompletos hasta la
aparición del amor en pareja. Esta creencia es de dormidos que roncan, pues sólo dos seres completos pueden ir al
encuentro del Amor.

El amor debe nacer del conocimiento, del autoconocimiento, del descubrimiento de otra persona. Si es un acto para toda
la vida, sólo en el 5º camino se puede amar “hasta que la muerte nos separe”, y no como sucede, hasta que la muerte del
amor nos separe, pues el amor no muere.

El amor hay que considerarlo como la amistad, pero con intimidad, pasión y proyecto. Yo sólo puedo ser amigo de quien
es amigo mío, pero cosa curiosa, puedo amar a quien no me ame.

Amor y deseo no tienen nada que ver. Yo sólo puedo desear lo que no tengo, y si deseo lo que tengo, es porque lo puedo
perder, es decir, no lo tengo. Los enamorados no pueden disfrutar de lo que tienen, los enamorados gustan más de la
ausencia que de la presencia del ser amado. “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”, una oda al
enamoramiento.

Así el amor funciona como funciona la economía, cada día deseamos algo nuevo y nunca nos conformamos con lo que
tenemos. El estado de satisfacción no existe, y estamos obligados a lograrlo. Nuestra cultura nos traspasa la idea de
escasez, no de abundancia; de miedo, no de amor, por eso deseamos.

Si tenemos la obligación y la misión de amar, significa que en este lugar, la tierra, debemos hacer un cielo, y no este
infierno de deseos insatisfechos en el cual vivimos.

Casi toda la literatura y las canciones populares y selectas han sido hechas por dormidos. Algunos, dormidos cultos, pero
dormidos al fin. Pues hablan de enamoramiento y no de amor. Enamorarse no es verdadero amor, porque es involuntario
y no requiere esfuerzo. Enamorarse es una actitud sin trabajo personal; decir “no puedo vivir sin ti”, es de parásitos.
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El amor se elige, porque no se puede amar lo que no se conoce. El amor es elección, selección, no un flechazo. No se
puede elegir enamorado, pues un borracho no sabe lo que quiere. El amor es voluntario. Todo lo grande que ha realizado
el ser humano es hijo de la disciplina, el esfuerzo y la renuncia.

El enamoramiento es involuntario, el amor es voluntario. Sólo puede amar voluntariamente quien tiene un cuerpo
emocional bien desarrollado y despierto y alineado con los otros. El amor verdadero obliga a estar atento y consciente.

Antes, cuando la pareja la formaban los padres o una celestina, los matrimonios no eran por amor y duraban más, o mejor
dicho duraban queriéndose. Moliere lo dijo: “el amor es resultado del matrimonio”. Ahora dicen casarse por amor, pero
en realidad lo hacen por pasión, por auto mentiras que se cuentan, o por desconocimiento de “la agenda oculta”: para
salir de casa, por un embarazo no deseado, por dinero, para que “no los deje el tren”, o por un largo etcétera. Los
matrimonios no duran porque los contrayentes no saben lo que es el amor, no saben lo que hacen no saben lo que son.

No sé ha sabido responder a las libertades individuales; las libertades personales han sido una conquista, no un logro. Un
gran desafío de estas libertades es la elección de la pareja. Nosotros los adultos somos infantiles, por un lado creemos que
con la edad se madura y por otro, le damos a los inexpertos responsabilidades que no pueden tomar. Por ejemplo, hay
niños que al tener más de 18 años ya se pueden casar y hay mayores de 45 años que no deberían pensar nunca en el
matrimonio.

Parece que el desafío del amor estuviera en la dificultad de la conquista, y no en la importancia de ser amados, en la
capacidad de amar. Pareciera que es más fácil morir por amor que conservarlo.

Creo que la mayoría de las personas viven, vivimos, a la espera de un flechazo. Vivir a la espera del flechazo es como vivir a
la espera de ganarse la lotería, es vivir y disfrutar de la ley del accidente, es vivir durmiendo, soñando que se está
despierto. En el flechazo las cosas se dan o no se dan. Se le resta todo componente de libertad, iniciativa, responsabilidad
y acción humana. El flechazo es una euforia involuntaria, instantánea, heterónima, obra de un dios, no reconoce
obstáculos, condición social, edad, dinero, sacrificios, etcétera. Y perpetua el orden establecido sin atender ningún tipo de
compromisos con quienes pueden verse perjudicados por sus poderosos efectos. “Enamorarse es fundar una religión cuyo
dios es falible”, dice Borges.

El amor tiene varias etapas antes de llegar a ser el Amor Solar. En las relaciones de pareja el amor va de lo lunar, lo
automático, a lo solar, lo real y voluntario.

En una primera etapa existe el atractivo sexual, que es lo que tenemos en común hombres y animales. Es el cuerpo que se
expresa en una tensión que es necesario liberar. Es la expresión de un deseo que debe ser satisfecho. Es tan natural como
llorar cuando se siente pena. Es la necesidad de caricias, es una necesaria supervivencia que significa el contacto corporal.
Es como los niños, si no las tenemos, algo en nosotros se muere. Por esto, si no hay nadie para que nos acaricie, lo
tenemos que hacer nosotros mismos. Es la necesidad de ser tocados y tocar, y en este placer sensorial tener intimidad.
Aquí lo importante es acariciar, tocar y disfrutar lo que se toca. En el fondo es un contacto con uno mismo, usando a otro
que está en las mismas. Más que amor, el otro es objeto de mi placer.

En esta etapa el otro tiene poca importancia, el objetivo es el placer, el placer de sentirme vivo y de sentir a otro vivo al
lado mío. Los niños lo saben, un niño no acariciado de mayor va a ser un adulto gerontófilo, o pederasta.

Al poco andar se descubre la existencia del prójimo. “Yo soy distinto a todos los demás”. Así nace la amistad y la
creatividad que ello significa. Al ver al otro veo su luz y la mía, el otro me inspira, me doy cuenta que somos separados,
que estamos aparte. Este darme cuenta me hace celebrar, le escribo poemas a un ser amado, idealizo a un cantante
porque veo esa luz en mí. Quiero ser alguien en la vida, quiero ser yo, me pruebo en las relaciones.

Al descubrir a otros, me descubro a mí mismo. Me quiero conocer y conocer a los otros, quiero compararme, la curiosidad
me invade, “juguemos al doctor”. Quiero ser el héroe de alguien; quiero que alguien sea mi heroína.

Sin caricias, no hay amistad. No significa que con los amigos haya que tener sexo, significa que al amigo se le toca, se le
abraza, y si eso no se puede, la amistad es virtual o no existe y alguien se está mintiendo a sí mismo. Con la amistad nos
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damos cuenta de la luz que hay en nosotros. Con la amistad hay una conciencia de que al menos somos seres separados,
porque me di cuenta de quién soy yo por la presencia del otro, y al darme cuenta de eso me dan ganas de bailar.

Así entramos en la tercera etapa. Antes quería la unión de dos cuerpos, ahora quiero unirme al alma del otro y morir en
esa unión. La “petit mort”. Morder la manzana, perder la virginidad (aunque ya la haya perdido) no importándome
abandonar el paraíso. Quiero desobedecer a Dios y subirme a la montaña rusa. Si no desobedezco al Padre, no podré
volver a él y ser adulto.

En esta etapa, quiero dar placer y que me lo den; quiero gozar con el placer que doy. Experimentar el sufrimiento, no por
el abandono del otro, sino por el conocimiento que obtengo de mí y de mi compañera. “En la calle codo a codo, somos
mucho más que dos”, dice un verso de Mario Benedetti. En la intimidad, en la cama, en la mirada que nos damos, somos
mucho más que dos. Somos tu y yo, dos; somos nuestras sombras, ya tenemos cuatro en la cama. Y nuestros padres, el
recuerdo que tenemos de ellos, dan en total, en la cama, al menos ocho. Intimidad es no tener miedo a ser. Intimidad es
respirar juntos.

Y así, llegamos a la cuarta etapa, que está muy próxima al Amor Solar, el amor desapegado. Es cuando amo al otro tal cual
es. Lo hago con toda la conciencia, es decir, lleno de pasión. Hay un amor devorador, religioso, es cuando al amar,
cambiamos nuestro estado de conciencia y morimos en el otro. Es cuando pasamos de niños a adultos. Es pasar por la
experiencia de Hércules cuando mató al León. Es cuando el amor se vuelve religioso, una experiencia religiosa, mística y
creativa. Por eso este amor es para los que quieren darse cuenta, sólo para los despiertos exclusivamente. Tú y yo
podemos, es cuestión de proponérselo.

En el amor y las relaciones he despertado, o he ido despertando. Y siento amor por quien despierta conmigo, y por mí, por
estar despertando: es la toma de conciencia en el amor. Es el amor sin celos, libre y consciente. Un niño no puede sentir
este amor, un niño no ama a su madre por sus virtudes.

Es en el amor donde comparto mi vida y mis experiencias. Donde compartir es amar. Aquí no pueden existir los celos ni las
prohibiciones. Sólo hay libertad y compromiso. Sólo es posible compartir y dar en libertad. Para todo este tipo de amores,
no hay edad. En general podemos decir que evolucionamos del Amor Lunar al Amor Solar:

El Amor Lunar es el que busca seguridad, en especial seguridad emocional. Por esa seguridad puedo sacrificar todo mi ser.
Necesito que el otro sea mi papá o mi mamá, o yo ser uno de ellos. Después necesito descubrirme, y lo hago por
intermedio de mis héroes o a través de la “muertecita”. Es una época de ensayo y error, que tampoco tiene edad. En este
periodo necesito proximidad y distancia. Cuando ya he tomado la suficiente conciencia de mí, es decir, cuando ya soy
adulto, sin importar la edad real, puedo practicar el Amor Solar. El Amor Solar empieza cuando dejo de buscar fuera, pues
cuando busco alejado de mi esencia no sé lo que voy a encontrar.

Un adulto es el que dice: “Sé quién soy y conozco mis límites”. Un adulto tiene relaciones libres, no necesita conocerse en
ellas, no se define por las relaciones que tiene, ni tiene que cumplir con ningún rol en ellas. Adulto es quien tiene un
trabajo interesante, que le gusta y donde se siente relativamente autorrealizado. Un adulto tiene prácticamente sólo
relaciones significativas con su familia y sus amigos, y un hobby donde da curso a su creatividad. También una vida
espiritual fascinante. Un adulto no se empeña en satisfacer todas sus necesidades en una sola persona, ni tiene relaciones
exigentes, pues acepta y es aceptado. En un amor adulto cada miembro de la pareja tiene un destino, no una función o
rol.

El adulto no necesita, elige. No necesita a nadie en especial, pues un adulto es “un especial”. Un adulto se gusta a sí
mismo, por lo tanto puede gustar de cualquier adulto. Sabe de sus limitaciones, por lo tanto acepta las limitaciones del
otro. No ama al otro ni por viejo ni por joven, ni por lo caído o levantado de sus miembros, ni por lo estirado de su
billetera, ni por los títulos en comparación con los suyos. Un adulto acepta sus defectos e igual se sigue amando; por lo
tanto es capaz de aceptar los defectos de su pareja y seguir amándola. En el amor adulto, solar, no hay proyección. En este
amor importa la felicidad del ser amado. Se descubre la transpersonalidad a través de la interpersonalidad.
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El amor solar no es un acto emotivo, ni pertenece a las conductas emotivas, es un acto intencional. Es para vivir el Cantar
de los Cantares, es decir, llegar al cielo.

El Amor Solar no es para procrear, -aunque no lo tiene prohibido-, sino para el desarrollo de uno mismo, con otro en la
misma, es decir, llegar a ser niños, esos niños que se acercan a Jesús, para beber de la fuente de la eterna juventud.

El hombre se hace solar en las relaciones, en las relaciones ES. En el amor se da y darse es comunicarse. El ser solar sabe
que sólo a través del amor encontrará la salvación. En el Amor Solar doy lo que soy y lo que fui. En el amor acepto lo que
eres y lo que fuiste. El amor es puro perdón, aceptación y proyecto. Soy lo que soy por lo que fui, seré lo que seré por lo
que soy. En el Amor Solar el corazón está lleno de altares.

Los que no saben nada de amores, usan esta palabra de excusa para justificar cualquier barbaridad. Matan al amante del
cónyuge… por amor; torturan… por amor a la patria; se vengan de la pareja… por amor; no fueron a trabajar… por amor;
se la “juegan”… por amor.

Un amigo dice que en la vida hay sólo dos problemas: amar y que no te amen, y viceversa. Otra amiga agregó: no amar a
nadie teniendo ganas de amar.
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LOS CAMINOS

En este lenguaje subjetivo, un Camino es un conjunto de prácticas que permite al hombre evolucionar durante su vida.

El sentido del camino tiene una sola dirección, por lo que es imposible retroceder si de verdad se ha avanzado, aunque sí
es factible detenerse. Cada adelanto en el camino altera de modo irreversible toda la vida anterior. “Cualquiera que ponga
la mano en el arado y mire hacia atrás, no es propio del reino de Dios”. Lucas 9,62.

Para andar el camino hay cuatro condiciones: primero, tener un deseo apasionado por lograr la meta, esto es, el
despertar; segundo, discernimiento para poder distinguir lo real de lo imaginario (y lo imaginario que parece real como el
dinero cuando da seguridad, o los dolores de la infancia que ya no existen, salvo en nuestra imaginación, y sin embargo
nos llevan a tomar medidas reales que no sirven para nada); tercero, disciplina de hierro; cuarto, iniciativa.

Para iniciar el caminar hay que tener muy bien desarrollados los tres primeros chakras, ellos se refieren básicamente al
asentamiento en el aquí y el ahora, cualidad fundamental en la cuestión espiritual, pues a medida que se avanza en el
camino, se acentúa la idea de soledad y el sentimiento de sentirse un extraño en la propia casa. Es por esta razón, que
muchos maestros de antes, sólo admitían como discípulos a quienes tenían todos sus problemas de sobrevivencia
resueltos, y eran mayores de 40 años, pues emprender el camino crea nuevos problemas. Si no se está preparado para
vivir el rechazo de los cercanos, la travesía puede volverse insoportable. Nadie es profeta en su tierra. “A un profeta sólo lo
desprecian en su tierra y en su familia”. (Mateo 13, 57)

Fuera del camino del despertar, se vive la ley de la selva: el más grande se come al más chico, y el que puede sacar ventaja
de algo, aunque vaya contra toda ética, lo hace. En el camino del despertar se intenta vivir en la ley del jardín, esto es, un
mundo donde el ser humano no niega la naturaleza, sino que crea orden dentro de ella, poniendo sensibilidad en medio
de la brutalidad y calidad en medio de la cantidad, instaurando un mundo de cooperación y no de competencia.

Naturalmente entonces, quien inicia el camino, se encontrará con la oposición del sistema. De aquí la necesidad de
pertenecer a un grupo que proteja al caminante de las influencias tentadoras del sistema. Ese era el sentido de las
comunidades de los primeros cristianos, y el de muchas comunidades de hoy, que están en la senda espiritual. La oferta
más tentadora del sistema, es invitarnos a vivir en torno a la cantidad, haciéndonos creer que todo lo intenso es una
experiencia verdadera.

Para iniciarse en el camino, no se necesita de un maestro; los maestros no existen, somos todos discípulos.
Habitualmente, cuando el discípulo está listo -dicen- aparece un maestro, aunque si no se lo encuentra, puede el aprendiz
partir solo. Para ser y estar en el camino, eso sí, hay que tener buena salud, pues el conocerse a sí mismo es un largo
trayecto, duro, doloroso y lleno de sufrimientos, un camino angosto e incómodo. “Angosta es la puerta, y estrecho el
camino que conduce a la salvación, y son pocos los que dan con él”. (Mateo 7,14)

Primer Camino. El del Cuerpo Físico (Conocido como el camino del Faquir).

La palabra faquir trae inmediatamente a la mente la imagen de un hombre flaco que descansa sobre clavos,
remitiéndonos al Oriente, un mundo muy alejado de nosotros los occidentales.

La vía del faquir, es la más difícil, la más larga y la más dudosa. Se trata de vencer y dominar el cuerpo físico, logrando
poder sobre él, venciendo el dolor y el cansancio. Las pruebas de este camino son dolorosas y sufridas, pues realizan
ejercicios con el cuerpo que lo llevan al límite. Por ejemplo, mantenerse por mucho tiempo en la inmovilidad, bajo la
inclemencia del sol o del frío. Los ejercicios duran horas para los principiantes, y años para los avanzados. Algunos
caminan sobre el fuego o permanecen con el pie desnudo en la entrada de un hormiguero, todo para probar el poder del
espíritu sobre la materia.
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Este camino permite desarrollar la voluntad física ya que busca el dominio total sobre lo corporal, pero es tan largo, que
una vez que se posee no hay donde aplicarlo, pues el iniciado, habitualmente tiene ya muchos años y una gran
desconexión con el mundo real. Por lo general, su cuerpo emocional e intelectual ha quedado sin trabajar.

Este derrotero, que es francamente de un ascetismo “inhumano”, tiene una finalidad para sus adeptos: ellos dicen pagar
con dolor sus malas acciones de ésta y de otras vidas. La inmovilidad es para vencer las tentaciones. Pareciera que amaran
el dolor y odiaran el cuerpo o se avergonzaran de él, cuando el asunto es al revés: por lo general es el cuerpo quien debe
avergonzarse del alma que lo posee. Según mi parecer, estos ascetas se enamoran del dolor, cuando el dolor es el origen
de todos los egos (al ego le encanta quedarse pegado en el pasado o fantasear con el futuro, todo menos vivir el aquí y el
ahora). El cuerpo físico es el templo del Dios Vivo y en el dolor nadie se realiza, aunque realizarse duela. Para los
seguidores de este camino, los placeres y los dolores sólo son ilusión: Maya.

En 1902, hubo un faquir de nombre Agastiya en India, que logró mantener su brazo levantado hasta 1912, año en el cual
desencarnó. Tal voluntad física tenía, que un pájaro anidó en su mano abierta.

Este camino no debe confundirse con el de los atletas; ellos deforman su cuerpo, y sólo compiten, desarrollando
únicamente el cuerpo físico inferior.

Nosotros podemos recorrer parte de este camino cuando sacrificamos un descanso y nos ponemos a trabajar en lo
nuestro. Por ejemplo, estudiar con la conciencia de estar estudiando.

Segundo Camino. El del Cuerpo Emocional (Conocido como el camino del Monje).

Este es el camino de la entrega al prójimo, concentrando el trabajo en los sentimientos y en dar todo por la felicidad
ajena. Un buen ejemplo de esta senda, es la transitada por la Madre Teresa de Calcuta en la India, o la del Padre Hurtado,
para no irnos tan lejos. Dar hasta que duela,50 como decía el fundador del Hogar de Cristo. En esta vía, todo se somete al
servicio y todos los cuerpos giran en torno al cuerpo emocional y a la asistencia generosa para el más necesitado. Es el
camino de los hombres de buena voluntad.

Para poder realizarlo hay que tener fe infinita. A través de ella y del dolor ajeno se despierta, se toma y se crea conciencia,
liberándose de los egos y de los apegos.

Los que hacen “servicio de exhibicionistas” no trabajan este camino, ellos sólo aspiran a convertirse en indispensables,
pues su baja autoestima, oculta en realidad, sus motivaciones de ayuda. Más bien dañan, y no colaboran en nada con el
despertar. Sólo desarrollan el cuerpo emocional inferior.

Nosotros podemos recorrer parte de este camino cuando sabemos que todo lo que hacemos es un servicio para la
humanidad. Ser mejor persona en todo sentido es el mejor servicio.

Tercer Camino. El del Cuerpo Mental (Conocido como el camino del Yogui).

Aquí se trabaja el cuerpo mental, tratando de ser cada vez más intelectual. Por medio de la comprensión y de la reflexión
se intenta despertar y servir con las conclusiones. Este camino es el más utilizado hoy en día. Un buen ejemplo de él, es el
realizado por Tomás de Aquino y muchos profesores universitarios. Es el camino del sabio, o mejor dicho, del erudito.

Este camino me resulta en lo personal particularmente entretenido, muy creativo, fácil y cómodo. Propicia la
concentración y permite ganar dinero; puede hasta desarrollar “poderes” como la hipnosis, o permitir alcanzar estados
sublimes, aunque nunca los dones del Espíritu Santo. Este camino busca la perfección mental trascendiendo la polaridad,
es decir, ver lo dual sin identificarse, esto es, despertar el tercer ojo, cualidad que nos vuelve muy aptos a recibir el
conocimiento.

50 Hasta que duela el alma, no el bolsillo.


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El lado negativo de esta senda es que llega a conclusiones que no experimenta, dejando al cuerpo emocional en la
oscuridad. Conocimientos prestados.

Los intelectuales y estudiosos no hacen este camino, pues por lo general ponen sus conocimientos al servicio de su ego, de
la competencia y sus avances técnicos únicamente sirven para hacer la guerra. Sólo desarrollan el cuerpo mental inferior,
pudiendo llegar a delirar con su grandeza de “animales racionales”.

Nosotros podemos recorrer parte de este camino cuando nuestras reflexiones no están contaminadas con lo
políticamente correcto. Y pueden ser reflexiones políticamente correctas.

Todos los caminos hasta aquí señalados son incompletos, largos y tediosos. Se apartan del mundo real, pues para vivirlos
se necesita de un mecenas, no se puede tener familia, se renuncia a los placeres de la vida y obligan a la reclusión en algún
monasterio (que en el caso del camino mental, puede llamarse universidad).

El faquir depende de la limosna pública, el monje de la orden sacerdotal y el intelectual del prestigio de sus palabras. A
todos les falta libertad, pues todos deben rendir cuentas. El faquir necesita un maestro; el monje un superior a quien
obedecer. El intelectual es el único que en algún momento se aparta de su maestro y se transforma en tal. Pero todos
están obligados a renunciar al mundo.

Cuarto Camino. El de Todos los Cuerpos. Conocido como el Recto Camino.

Al Cuarto Camino también se le llama el camino del hombre astuto. En éste, se hacen los tres caminos anteriores, pero en
la vida cotidiana, en la senda real, o lo que es lo mismo, “en el filo de la navaja”. Este es el camino de la Doctrina Gnóstica.
Se le llama el Recto Camino, porque es el del hombre equilibrado, pues conduce a ser completo, no perfecto,
desarrollando de manera armónica todos los centros de la máquina humana. Pretende equilibrar los tres cuerpos
simultáneamente, en el mundo real.

El Cuarto Camino no desprecia ninguna tradición, sino que se nutre de cada una de ellas; usa la Cábala, la Alquimia, el
Eneagrama, etcétera. En especial los textos de maestros cristianos. El Cuarto Camino busca disolver el ego, alumbrar las
zonas oscuras y despertar la conciencia.

Esta vía no pide que la persona se retire del mundo, sino todo lo contrario: exige del caminante practicarlo en su
incorporación al mundo, teniendo contacto con sus semejantes y participando de los acontecimientos cotidianos. Al no
haber renuncias, puede experimentarse cualquiera sea la vida de la persona.

Se le llama camino del hombre astuto, porque incorpora todo al desarrollo de la conciencia, la luz y la sombra de cada ser,
las virtudes y los defectos, las emociones positivas como las negativas, las buenas y las malas acciones.

El Cuarto Camino es el camino del control de sí, tanto en el actuar interior como en el exterior. Por lo general usa el
método de la autoobservación51, y aunque es un trabajo en solitario, tiene apoyo grupal. Busca que la persona tome
conciencia en todo momento, segundo a segundo, de lo que siente, de lo que piensa, de lo que dice y de lo que hace. El
verdadero sabio es el que todo lo vuelve a su favor.

Exige trabajar los tres centros de la máquina humana: el cuerpo físico, para tener conciencia corporal y autoobservarse en
esos movimientos; trabajo con el cuerpo emocional, de servicio y observarse en la motivación que hay tras ese servicio; y
trabajo intelectual, que no es sólo leer y analizar, sino fundamentalmente reflexionar, y observarse en esa reflexión.

El Cuarto Camino lleva al Quinto.

51 Autoobservación: Mirarse sin presuponer nada.


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Quinto Camino. El del Matrimonio Sagrado, o El Cantar de los Cantares.

El Quinto camino no puede realizarse en soledad, necesariamente necesita de una pareja polar, polar, 52 de un ser polar
que algunos llaman alma gemela, pero en realidad es el verdadero prójimo (que significa Próximo).

Este camino es sólo para las parejas, es el camino del Hieros Gamos, el “matrimonio sagrado”, el paradigma de la unión
existente entre lo masculino y lo femenino de la antigüedad, El Cantar de los Cantares. “En el Señor no se puede hablar del
varón sin la mujer, ni de la mujer sin el varón”. (I Corintios 11,11).

El quinto camino empieza cuando él y ella yacen, con una espada -la cruz- en medio de ellos. El Quinto Camino es el del
Amor Cortés, solamente los que están en esta etapa del desarrollo personal pueden contraer matrimonio para toda la
vida, pues este es el amor “hasta que la muerte los separe”, si es que los separa la muerte. Los que no han iniciado ningún
camino, pueden divorciarse las veces que quieran. Incluso en el Cuarto Camino el divorcio es posible, en el Quinto, no.

El Quinto Camino es cuando un matrimonio formado por un hombre y una mujer (polar, polar) llevan una vida sin ningún
tipo de engaños. No es que se cuenten todo lo que hacen, se cuentan todo lo que sienten y piensan, aun así se aceptan
respetando la realidad del otro. Por ejemplo: se cuentan en quien piensan cuando hacen el amor.

Polar, polar significa que al menos deben existir dos polaridades. Una es el género y la otra puede ser por ejemplo la
diferencia de edad, como José y María.

En este camino yo descubro que soy el destino de otro.

Seguir hablando del Quinto Camino, así como del Sexto y el Séptimo, es una pérdida de tiempo, pues sería lo mismo que
estudiar agricultura hidropónica lunar.

52 Polar, polar. Doblemente polar.


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LOS JUSTOS

Justo es aquel hombre capaz de vivir en el puente con los valores de la escalera. El que se mueve bien en el mundo de las
formas y no por eso ha perdido los valores del espíritu. El justo es un exitoso de los dos mundos, se ha transformado, es
un ser despierto y no por ello se ha vuelto orgulloso, sino todo lo contrario, ha ganado en humildad.

Es un hombre que puede aplicar la justicia divina sin olvidar la humana. Es un hombre sin rencor y capaz de dar y recibir
perdón. Es casi un iluminado, pues conoce su sombra. Sabe desde su ADN, que es un ser espiritual teniendo experiencias
materiales.

Un hombre justo es aquel que está formado en la justicia y se ha personificado en los valores de la justicia.

El justo hace las cosas sin propósito ni finalidad, no espera nada de lo que hace, pues está sólo preocupado del presente,
es siervo de su propia esencia y no es mercenario de ninguna personalidad. No se inventa ni compra ningún porqué. Sabe
que fuera del presente todo es irreal, una fantasía creada por nuestra mente. Es el que vive en el tiempo, y tiempo es el
instante presente. Así lo hace para no echar a perder sus buenas obras. Al justo le sobreviven sus obras.

Sin propósito ni finalidad. Cuando da no espera nada de vuelta. El que espera una recompensa por su buena acción es un
comerciante, no un cristiano. La generosidad no garantiza abundancia. Ser cristiano no es una inversión ante el miedo.

El justo ha renunciado a sí mismo y al apego de las cosas, no es que haya renunciado a ellas, sino a la identidad puesta en
ellas. Se relaciona por la calidad, y sin miedo desprecia la cantidad en las relaciones. Pone la calidad en el mundo de las
formas sin arrepentimiento posterior. Sabe que los misterios de la vida están en la palabra viva, es decir en la experiencia,
y no en la letra.

No desprecia el mal, pero ama el bien. Sabe que sólo es placentero el conocimiento, la acción y la experiencia. Todo es
bueno, lo que sea, siempre que la esencia esté puesta en eso. Vive y hace carne eso de que “ya que no es placentera ni
apetecible ninguna cosa, sino en la medida en la que Dios se halla dentro de ella”.

No vive fuera de la esencia, pues sólo se ama desde donde se vive. El justo tiene la capacidad de separar al pecado del
pecador.

Es el bienaventurado que vive en su esencia y eso le da sabiduría, distancia, no identificación, objetividad, pero no
indiferencia. Vive en la sabiduría, pues ha nacido de ella. El justo tiene bien puestos los pies en la tierra y el corazón bien
puesto en la esencia, lo que no le trae conflictos ni contradicciones.

Como dicen que dijo San Bernardo, “Amar a Dios, es un modo sin modo”. Y como dicen que dijo San Agustín “Dios es sabio
sin sabiduría, bueno sin bondad, potente sin poder”. Así, el justo no elige entre Voltaire o Loyola; elige, Voltaire y Loyola.

Es capaz de crear luz a partir de la oscuridad. El justo es el que ha sido capaz de pasar de la relación aire-tierra, a la de
fuego-agua, esto es, de querer lo que desea (que es el hombre exterior), a desear lo que quiere (que es el hombre
interior).

¿Cómo se reconoce un Justo?

Un justo aparentemente es un ser como cualquier otro, sólo que es un maestro; lo sabe, no lo dice y lo duda.

He aquí algunas pautas para reconocerlo:

Un justo jamás tendrá una conducta autodestructiva. Es decir, desarrollará al máximo sus posibilidades sin culpar a los
otros. Jamás ayudará a otro a tener una conducta autodestructiva, ni culposa. Jamás manipulará a otro para obtener algo
que sólo le beneficie a él.
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Un justo no es ni especialmente rico ni pobre, aunque puede serlo. Es especialmente independiente. El agua no lo moja, ni
las piedras lo golpean. Es decir, para sentir lo que necesite sentir, sabe que eso no depende de los otros.

Como se acepta a sí mismo, no pide que los demás cambien nada para poder aceptarlos.

Es un ser que puede disfrutar de todo en la vida, del frío cuando hace frío y no hay estufa, y del calor cuando no hay aire
acondicionado. Es una persona que no se queja, pues sabe que no obtiene nada con ello; si algo no le gusta, lo cambia,
sino, lo acepta y tan feliz. Siempre tiene una actitud positiva ante cualquier cosa de la vida, a todo le saca partido y jamás
se aburre. Si tú le preguntas ¿qué cosa de la vida no te gusta? Lo tendrá que pensar un buen rato. Si tú le preguntas, ¿qué
es lo mejor que te ha pasado en la vida?, seguramente te dirá, “este momento”. Ante las incomodidades obligatorias de la
vida, como un millón de mosquitos alrededor de un asado, no sacrificará el aquí y ahora con un queja o lamento por que
las cosas no sean como esperaba. Un justo todo lo disfruta, hasta terminar un noviazgo que lo hacía feliz. Un buen olor a
sudor, también, pues no hay nada “anormal” que le pueda matar una pasión.

Un justo no siente culpa. Reconoce sus errores, sus pecados, trata de no cometerlos de nuevo, pero aunque se arrepiente
de lo mal hecho, no gasta el presente en lamentarse del pasado. Un justo no se avergüenza de su sombra. Ni menos de su
pasado, se ríe de su pasado.

El no se aburre con nadie, de todo aprende y se mantiene entretenido con su mundo interno. Los entiende y hasta puede
reírse con ellos, pero nunca de ellos. El justo sabe reír y llorar. Hace reír y llorar, da alegría y nunca pena.

Ante el futuro tiene una actitud de seguridad y de confianza, pues sabe que el futuro depende exclusivamente de cómo se
viva el presente. Para el justo todo lo desconocido -el futuro- es visto casi siempre como una oportunidad. Ama, pero no
impone sus valores ya que su humildad le impide darse cuenta total de su grandeza.

Nunca se pregunta por qué algo, sino cuándo, cómo, con quién, dónde. Ante cada problema u obstáculo ve una
oportunidad de crecimiento y no una justificación para seguir otro camino.

Dicen que un justo todo se lo pregunta dos veces cuando tiene que usar un porqué. El porqué hace lo que hace y el
porqué interno que lo lleva a esa acción. Por ejemplo: “lo hago porque me lo pidieron”. Y la segunda pregunta sería “¿por
qué hago lo que me piden?”.

El justo no confunde honestidad con verdad. La verdad es algo revelador y la honestidad es simplemente vivir de forma
autentica lo que se siente.

El justo no acepta que se hable mal de personas que no están presentes, ni siquiera de personas tan ensañadas con la vida
como… cualquier dictador cruel que se enriquece torturando a su pueblo.

El justo no tiene ningún “deber”, pues su vida entera es una opción construida con mucha autodisciplina.

Por lo general, un justo no necesita consultar los manuales de las herramientas que compra. Sin esfuerzo, sabe como
funcionan las cosas. Su creatividad, su habilidad manual y mental, su inteligencia emocional, le permiten solucionar
cualquier asunto. Probablemente se sienta más seguro sin un manual en la mano, pero él no siente desconfianza de los
manuales ya que sabe que están diseñados para guiar sin mala intención, aunque los creen algunos irresponsables que
tienen miedo a su expresión.

Su lema es: “si un hombre pudo hacerlo, yo también puedo”. Sabe que no es superior a nadie y que de todos los seres
puede aprender algo. Aprende de las flores, de los animales, también de una chica que baila desnudándose o del gerente
de un banco.

Un justo no discute, conversa.53 No convence a nadie, pues eso es vencer y vencer es dejar al otro en la impotencia y lejos
de todo sin posibilidad de estar; derrotar a otro es hacer que se retire. Por esto, un justo es ciudadano del mundo y no
habitante de un país.

53 Conversar es hacer versos con... Verso es la expresión personal e intransferible de una experiencia.
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Un justo sabe que lo mejor de la vida es disfrutarla y el mayor disfrute está en las cosas sencillas de la vida. Sabe que lo
peor de la vida es interrumpir una obra de amor.

Y si ve un cerro, lo sube, simplemente porque está ahí. Por eso no tiene conocimientos prestados.

Un justo tiene disciplina, no voluntad. La voluntad es de la personalidad, se usa ante un obstáculo, es una estupenda
herramienta de sobrevivencia, pero no da ningún placer. La disciplina es de la esencia y se ejerce sin voluntad. Al discípulo,
al justo, la disciplina es una forma de fluir.

Justos por Pecadores

El justo que confundió objetividad con indiferencia, pues en realidad no lo es, aunque así lo crea.

Un justo es un hombre de conciencia desarrollada y esa evolución lo obliga a servir a todos sus prójimos. Ser justo es una
gran responsabilidad, es la tarea de todos los hombres de buena voluntad: es su obligación aunque ellos no lo sientan una
carga.

No sabrán nunca su verdad interior y quedaran estancados los justos que estén tan ocupados de sí mismos, que no tengan
tiempo de mirar a los otros y ver los compromisos que tenían con el mundo.

Cuando Jesús dijo: “ir y predicar”, lo que quiso decir fue: el justo que no ame a su prójimo deja de ser justo, o el justo que
se mira el ombligo y se fascina con su persona no sabe ser justo, o el justo que no comparte su luz, se apaga.

“La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.” Dijo Albert
Einstein.

Justo es el que tiene un ojo para cada mundo; uno para el puente y otro para la escalera, sin ser bizco.
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TECNOLOGÍA DE LA TENTACIÓN

En esta sociedad, yo creo que la personalidad, el diablo, el mundo de las formas, la ley general, no quieren que
despertemos. Menos que vivamos en el mundo de la calidad, pues les interesa dejarnos amarrados a la cantidad, es más
lucrativo.

Lo primero que hace el mal es tentarnos para que meditemos sobre él, para que lo estudiemos, para que nos
preocupemos. Eso es lo que frecuentemente nos atrapa; mucha inquietud sobre el mal sólo nos acercará a él, alejándonos
del bien. En la historia de la humanidad podemos ver que los peores daños se han causado precisamente para salvarnos
de ese mal que combatían.

El mal nos invita a que lo meditemos, a que lo experimentemos. Suele decirnos: “¿Cómo puedes hablar de algo que no
conoces?” Va más allá, planteando un camino que se llama “el lado oscuro que lleva a la luz”. Ante el espejismo, de ese
pseudo camino, y del falso maestro, la única respuesta posible que cabe es: "No es necesario subir a un cerro para saber lo
alto que es".

A veces, tratando de profundizar en los misterios y sabiduría del bien, podemos caer en las garras del mal.

Sobre el mal no se puede meditar. Pues meditar es un acto de identificación, de comunión, que significa común unión. Yo
me puedo identificar con una puesta de sol, puedo comulgar con ella, pero no puedo hacerlo con el mal, pues meditar es
un acto de amor.

¿Cómo nos tienta el mal? Utilizando algo seductor que nos hipnotice. Por ejemplo, vendiéndonos una cajetilla de cigarros
con un paisaje divino detrás, o un automóvil con una mujer bonita.

Pero no nos equivoquemos, el mal nunca viene de afuera. Siempre es una energía reprimida dentro nuestro la que actúa:
una rabia contenida, una sexualidad no reconocida, un deseo inexpresado. Ahí están los orígenes de todos los pecados y
todas las tentaciones. Si fuésemos seres íntegros viviríamos en paz.

En esta sociedad es muy difícil ser íntegros pues ella vive de los dormidos y sólo así puede mantener su estabilidad. A
todos nos duermen cortándonos nuestra energía vital, nuestra sexualidad. Sin un contacto sano con el primer y segundo
chakra son volvemos seres irresolutos, y los seres irresolutos no pueden vivir ningún ideal, menos el propio, y los que no
viven según su ideal son borregos, es decir, todos nosotros.

El mal dispone de toda una tecnología para mantenernos distraídos de nuestra esencia y alejados de nuestros
compromisos. Todo para mantenernos dormidos, o lo que es lo mismo, preocupados de cualquier cosa, menos de lo
importante, sumergiéndonos en la urgencia.

Cada día somos bombardeados por el sistema que se alimenta de nuestra esencia, de nuestra sangre. Nos debilita con
aparente fortaleza pues nos dice que el poder está fuera de nosotros, nos da facilidades para adquirirlo.

El mal nos da placer estéril, nos tienta con el poder y nos hace dudar. No sabe hacerlo de otra manera. Mucho ojo, pues
todo tentado, recibe una tentación de acuerdo a su grado evolutivo. Uno que anda “volando bajo”, no va a recibir ninguna
tentación. En cambio “uno que anda volando alto”, cuando se cae, muere.

La Tecnología de la Tentación se vale de tres subterfugios para hacernos caer, o lo que es lo mismo, para mantenernos
dormidos: La Duda, el Placer Estéril y el Poder.

Jesús vivió en carme propia las tres tentaciones: fue invitado a convertir las piedras en pan: placer; le ofrecieron dominio
sobre todos los reinos: poder; y fue tentado a demostrar que era hijo de Dios, “llama a los ángeles”, le dijo el maligno:
intentó hacerlo dudar.

La Duda
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La Duda es la técnica que ataca al centro intelectual, dividiéndolo, creando oposiciones y por lo tanto incertidumbre, para
volvernos irresolutos, a la larga, impotentes y paralizados.

La duda nos hace sospechar de nuestras experiencias, para que estas sean sólo presunciones y nos llenemos de
impaciencia. Nos hace desconfiar de lo que pensamos y así titubear ante lo que sentimos, lo que vemos e imaginamos:
esto es la incertidumbre. Lo peor de la duda, es que para defendernos cambiamos la situación de cuerpo: cuando tenemos
dudas, es el cuerpo mental el que desconfía; luego, en la incertidumbre, es el cuerpo emocional el que teme. La duda se
apoya en el entendimiento y afecta a la voluntad, nos paraliza, no sabemos qué hacer.

La técnica del dudar es hacernos ver las cosas con un sólo ojo, como los cíclopes, que únicamente atendían a las fuerzas
primarias de la naturaleza, impedidos de ver por encima de la polaridad. La duda nos embauca y dice: hay un ojo para la
ciencia y otro para la metafísica. Con la duda analizamos en vez de reflexionar. Nos divide, nos bifurca, nos derrota, nos
hace perder la ruta. Dudamos cuando nuestros dos ojos no miran juntos al mismo tiempo.

Ante la fe, por definición, no se puede dudar. Pues la fe nos muestra verdades reveladas. La fe es un dogma, o si se quiere,
una creencia. Aunque la fe nos libera, y muchas creencias, nos atan; sólo las creencias liberadoras nos enriquecen. (Con
inmadurez, cualquiera de las dos, fe o creencia, es catalogada de pensamiento mágico).

Para la ciencia, la duda es un instrumento de rigurosidad, y está bien que la use. Pero ante la fe, no se puede dudar.

Para que funcione la fe, y no la duda, en el camino espiritual, debemos tener muy claro el funcionamiento de los cuerpos,
para no engañarnos.

El Placer Estéril

Placer es todo aquello que nos agrada, y se encuentra en el cuerpo emocional y en las partes emocionales de cada cuerpo.
La palabra placer es un genérico que abarca todos los ámbitos: el placer del cuerpo físico se llama gusto; el placer del
cuerpo emocional se llama alegría, y, por lo general, al placer intelectual o moral, se le denomina satisfacción.

Aquí estamos hablando del placer estéril, estamos hablando de la tentación, del placer que duerme y no despierta. Del
placer que no deja una semilla para germinar, para dar frutos.

No estamos hablando del miedo al placer, ni a la culpa que provoca muchas veces el placer, ni considero un mérito sufrir.
No estamos hablando del placer que empobrece el alma, ni de los placeres que hacen huir de la vida. Los placeres que me
interesan son los que hacen intensamente grata la vida.

Placer es sólo una señal de que un deseo ha sido satisfecho. Un deseo, no una necesidad. Es una señal, no un símbolo.
Después del placer, puede venir la risa, como el caos. Es necesariamente superficial. Al satisfacerlo, siempre deja vacío y
se quiere más. Es simplemente la relación existente entre deseo y satisfacción.

El placer no es motivo para vivir, ni puede ser una razón ni sentido de vida. Los que venden el placer como el fin último de
todo, son realmente traficantes de bienestar ficticio. Quien te impide el placer también es un traficante, trafica miedo.
Quien te impida un placer, intenta controlarte.

El placer es la categoría inferior en la escala de las satisfacciones: primero viene el placer, luego la alegría y finalmente la
felicidad. Más arriba está la bienaventuranza, pero a ella la dejaremos para otra ocasión. El placer es lo más bajo en la
escala del goce. Desempeña el mismo papel de la duda, pero en el cuerpo emocional: darnos todo aparentemente sin
esfuerzo.

Tal como la duda deja al cuerpo mental en la inoperancia, así el placer estéril nos deja sin poder sentir, sin saber lo que
sentimos. El placer nos hace creer que el sexo es amor. El placer estéril esclaviza.

La alegría, a diferencia del placer, es un estado emocional, y viene cuando se satisface una necesidad deseada y esperada
por la que se ha trabajado. Tiene que ver con objetivos propuestos, con la participación personal en ellos, y toda alegría es
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imborrable. En la alegría la vida ha participado con intensidad, se ha exprimido y nos ha mostrado el valor de la existencia.
La alegría genera conciencia y recuerdo, despierta. Nos pone en el camino.

La felicidad se consigue con los tres cuerpos alineados como uno solo. Por esto la felicidad significa un trabajo de
crecimiento personal, abarca toda la existencia. Aquí los tres cuerpos están en equilibrio, aunque todavía no en armonía.
La felicidad supone la idea de producción, de una obra, de un nacimiento, de dar a luz: Femenino tiene la misma raíz
etimológica que feliz.

Felicidad es dar a luz una obra propia, original, inventada por mí, y productiva, una obra con semillas.

El Poder

Para algunos la razón de vivir es hacer carrera en alguna actividad, esto es, llegar al poder. Se ve en todas partes y en todo
afán humano: en la ciencia, en la cultura, en la política, en la religión. Hasta en los aparentemente desapegados ambientes
místicos se compite por quien trabaja mejor la energía o quién tiene más transparente el aura. Todo por competir, por la
seguridad, por la falta de confianza en sí y en los demás, por la duda de un mundo mejor, todo por el placer, por ser
famoso, por el dinero, todo por tener control, por creerse libre, por salir del miedo, todo por nada.

Poder es la capacidad de hacer algo, para lo que se necesita fuerza o energía. Por esto indica dominio o mando. Este
esfuerzo que permite conquistar viene por la naturaleza o la política.

El poder natural es el que yo mismo he conseguido por mis propios méritos. El poder político es el que me da el actuar en
lo políticamente correcto, sin tener en cuenta que la vida es un continuo de cooperación. Los del poder político se
identificaron tanto con su rol en la jerarquía de la colaboración, que sólo tienen ego en acción.

El poder político es fuerza; el poder natural es espiritual. El poder político hace, el poder natural obra. El poder político
construye, el otro crece y hace crecer. El poder político es fuerza y su contrario es razón, el poder espiritual es la Fuerza, y
su contrario es la debilidad. Pero, curiosamente, sólo se es fuerte si se acepta que se es débil.

El poder es necesario, pues nos permite hacer magia, hacer algo que sin nuestra acción no se puede llevar a cabo. Pero la
magia es para liberar, no para esclavizar; el poder político esclaviza, el poder natural libera de las cadenas del poder
político.

El poder político me sirve a mí y esclaviza a los otros, el poder natural me hace un servidor de la libertad, de mi propia
libertad y por ende de la de todos. El poder natural es un poder interno, de mí, sobre mí mismo. El poder político es un
poder sobre los otros para que me sirvan. Hay un poder que inspira y libera al que lo posee, y otro que a todos tiraniza.

Con el poder político hay que mostrarse poderoso, con el poder natural se es más poderoso cuando nos mostramos
humildes. Por ejemplo, Jesús, con su vida, nos demostró que de nada sirve el poder externo, él pudo usarlo, pero esa
actitud habría sido desafortunada. En cambio uso su poder interno, haciendo que su mensaje, su vida y su obra no hayan
sido olvidadas. Aún más, con su poder interno nos liberó a todos del mal camino. Entonces, por el poder interno, yo me
crucifico, con el poder externo, crucifico a otros.

El verdadero poder lo ejerce alguien que parece impotente. El falso poder lo ejerce alguien que te deja impotente.

Por ejemplo, un dictador es poderoso pues ha dejado en la impotencia a su pueblo, un seductor lo es por lo mismo, pues
ha dejado a su cliente seducido con los movimientos de las estrellas y sin libertad de acción y lleno de justificaciones para
acomodar su vida a lo fácil.

Hay filosofías muy poderosas, todo seguidor debe recurrir a ellas para convencer a la multitud. Hay algunos filósofos tan
posesionados de su poder que sólo aspiran a paralizar los otros sistemas de pensamiento.

Algunas universidades piden cheques para asegurarse del negocio, para tenerte de esclavo, para que por un tiempo des
vueltas alrededor de ellos. Venden cantidad, no calidad.
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Carlitos Marx tenía toda la razón: Todo el mal empezó, es decir aceptamos el diablo en nuestro cuerpo, cuando alguien se
quedó con el sobrante de la comunidad, alguien lucró con el poder, nos alejo de la naturaleza: el débil sirve al fuerte, el
pueblo sirve al rey. Empezaremos el camino de vuelta cuando sea el fuerte quien atienda al débil, tal como Dios nos sirve a
todos.

La técnica del tentador con el poder es darte a ti poder sobre otros, pero ese poder necesariamente te lo quita a ti.
Mientras más poder tengas sobre otros, menos poder tendrás sobre ti. Pero si tienes poder sobre ti, otros también podrán
adquirirlo sobre sí mismos.

La técnica del tentador es la de hacerte la vida fácil a costa de los que creen en ti. Pero el tentador se encarga de algo muy
sutil, y es que tú perderás la fe en ti mismo, pues le has vendido el alma al diablo disfrazado de tarjeta de crédito. El
tentador te da poder sin autoridad.

La técnica del tentador es simple y efectiva, con cada una de sus mañas -duda, placer estéril, o poder- todas juntas, o cada
una por separado, te confundirá, haciéndote creer que un símbolo es una experiencia.

El poder es muy agradable para algunos. Yo conocí a un profesor que estaba feliz y orgulloso pues sus alumnos no lo
dejaban, e insistían en seguir con sus clases. El se creía un estupendo profesor, pero en el fondo estaba hipnotizado de sí
mismo, con su propio embrujo. Muy a su pesar y sin darse cuenta, mi colega tiene esclavizados a sus alumnos, y de la peor
manera, pues les vende libertad.
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AMOR, CONFIANZA Y FE

Este apéndice debería llamarse “Fe, Esperanza y Caridad”. Yo lo llamo “Amor, Confianza y Fe”, porque simplemente me
parece más claro. La palabra esperanza no me gusta, imagino que su etimología viene de espera, me parece una palabra
muy pasiva, en cambio, confianza es mucho más activa y más llena de certeza en la propia acción. La caridad es una forma
del amor o una de las manifestaciones del amor.
El Amor es la experiencia del fuego divino. Equivale a la Mística y se le asocia con el cuerpo físico.
La Confianza (o esperanza) es la vivencia de la luz divina. Equivale a la Gnosis y se le asocia con el cuerpo emocional.
La Fe es la experiencia del soplo divino. Se le relaciona con la Magia y el cuerpo mental.
No existe experiencia de ningún tipo, menos una religiosa, sin amor, confianza y fe, o lo que es lo mismo, sin gracia. Al
revés, pasa igual: si existe amor, confianza y fe, se vive una experiencia religiosa. La Gracia de Dios, es Amor, Confianza, y
Fe.
Los tres caminos o etapas de cualquier experiencia completa -purificación, iluminación y unión- equivalen a la experiencia
del soplo divino o fe, de la luz divina o confianza, y del fuego divino o amor.
El fuego divino o amor, purifica. La confianza o luz divina, ilumina. La magia divina o fe, une.
Este es el triángulo de la vida, ya que nada puede existir de verdad y en forma completa, sin amor, confianza y fe. Esto es
lo que nos impulsa a crecer, despertar, evolucionar.
Amor, Esperanza y Fe son la expresión esencial de la Mística, la Gnosis, la Magia.

Amor. Fuego divino.


La mística es la fuente primera de toda experiencia, de cualquier experiencia vivida, ya sea religiosa, artística, intelectual,
etcétera.
Sin mística, o lo que es lo mismo, sin amor, todo se vuelve una pura aplicación de alguna tecnología. Si cualquier
experiencia, es nada más que un grupo ordenado de técnicas, nos quedamos en la forma y nos transformamos en fariseos.
Esta frase aplicada al arte, significaría una obra imitativa; aplicada a la ciencia, es sólo poder sobre la naturaleza.
El amor es la mística, la mística es el amor. El amor es el fuego divino que nos purifica, es fuerte como el amor, fuerte
como la muerte. Quiere decir que nadie, ni nada lo destruye. Mientras no encontremos el amor, viviremos sin mística,
seremos viudos. Por eso, los que aman son inmortales de alma. Los que no aman viven en el infierno y están muertos
aunque su cuerpo físico este vivo. A los vivos algunos los llaman iniciados, pues han alcanzado la inmortalidad. “Dejen que
los muertos entierren a los muertos”. Dijo Jesús.
La mística nos conecta con el amor y el amor nos purifica. El amor es simplemente darnos cuenta de la realidad del otro,
de la realidad de los demás, y por lo tanto, de la realidad de Dios. Amor es despertar a amar lo real, nos volvemos reales.
Si quieres que te amen, se real.
El asunto es simple, se trata de extender el amor que hay en mí hacia los otros, de extender la realidad que hay en mí a los
otros, de ver a los otros, a todos los otros, tan reales como lo soy yo. En el Génesis se dice “no es bueno que el hombre
esté solo”. Lo que significa, no es bueno que el hombre sólo se ame a sí mismo. En el amor ya no hay más ni “yo” ni “tú”.
Desde un punto de vista espiritual, ser libre, amar y existir, son sinónimos: no puede existir el uno sin el otro. De la misma
manera que la moral no pude existir sin libertad, así el alma del ser humano no pude existir sin amor. Es decir, sin amor,
sin libertad y sin existencia, no puede existir vida.
Por esto, la muerte es simplemente perder el amor, o lo que es lo mismo, perder la libertad, o lo que es lo mismo, perder
la existencia, o lo que es lo mismo, perder a Dios.
Si aceptas la realidad, vivirás en el cielo; si la rechazas, estarás en el infierno. Los zombis son los que viven la vida a través
de la falsa personalidad.
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Cuando Dios nos perdona, o nosotros nos perdonamos a nosotros mismos, es cuando nos damos la oportunidad de
empezar de nuevo. Dios siempre nos dice ven de nuevo, pues cuando perdona, lo hace setenta veces siete, infinitas veces.

Confianza. Luz divina.


La confianza -o esperanza- es la luz divina, es parte de la revelación o gnosis. Cualquier revelación, en cualquier ámbito o
disciplina, tiene varias finalidades, y una que no puede faltar es la de conservar, aumentar y desarrollar la confianza en esa
conducta.
Si por algún casual una revelación sólo da información y no confianza, esa revelación aparte de ser parcial y superficial, es
inoperante.
Cuando se lee, o se bebe el libro de la Vida, en el silencio indispensable para recibir una revelación, se obtienen al menos
dos cosas: confianza para seguir leyendo o viviendo y confianza en esa lectura o vida. Confianza que nace de la revelación
y revelación que nace de la confianza.

Fe. Unión divina.


La fe se tiene o no se tiene, y por definición, no se puede argumentar sobre ella, pues para despertarla, el uso de la razón
supone un obstáculo.
La fe se obtiene por medio del soplo divino, es imposible tenerla por intermedio de una impresión artística, una conducta
ejemplar del prójimo o una prédica sobre moral, sobre ética o sobre conciencia humana.
¿Qué es soplo divino? Es el Verbo Divino, el aliento de Dios sobre nosotros, la chispa que nos dio la vida. Es esa palabra
que nace de la esencia, y viene llena de verdad, la que nos inspira a actuar de manera mágica, es decir, liberadora.
¿La fe es convicción o sentimiento de certeza respecto a la doctrina?, ¿o es confianza, ausencia de dudas?, ¿basta con no
dudar? Un sacerdote, de esos de verdad, le dijo alguna vez a una amiga mía “la Fe es saber vérselas con las dudas”.
Pero también hay mucho loco que no tiene ninguna duda de lo que hace. Por esto, ninguna ilusión puede engendrar fe.
El Verbo Divino se escucha en el mundo de los silencios del alma, y lo mueve el silencio. Este movimiento de silencios se
llama fe viva.
La fe real es la iluminación, que se deriva del Fuego divino, que es el amor o unión con Dios; y de la luz reveladora.
La fe es fuente del poder mágico y de ella vienen todos los milagros de que habla la Biblia.
La magia sagrada nos lleva por el camino de la regeneración. Esto es, desautomatizar todo lo que se ha vuelto mecánico,
ya sea de orden técnico, intelectual, ético, estético, moral. Esto es para ser mago. Pues la magia sagrada es toda vida:
donde no hay nada mecánico todo está vivo.

El actuar de los tres.


El actuar que puede mover montañas no puede ser, una opinión intelectual, ni un sentimiento personal, por muy intenso
que sea.
La fe que mueve montañas es lo que resulta de la unión del hombre, que piensa, siente y desea (necesita), y por tanto
actúa, con su ser cósmico, con Dios, es decir, con la esencia y de esta forma es capaz de interactuar con el otro.
Para poder mover montañas, se debe estar siempre en el presente, pues sólo en el aquí y ahora se logra la perfecta unión
del amor, la confianza y la fe. La unión completa entre Dios y el hombre es un asunto geográfico y temporal; al margen del
aquí y ahora se encuentran los distractores que lo alejan de la esencia y por lo tanto de la verdad.
Mover montañas es la unión de magia, gnosis y mística; la unión de la fe, con la esperanza y el amor; la unión del soplo
divino, la luz divina y el fuego divino; la unión del mundo físico, intelectual y espiritual. O los tres centros actuando como
uno solo.
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Los milagros (la fe, con confianza en el amor) son frutos del hombre desinteresadamente concentrado. Con esta
concentración actúa lleno de bondad, verdad y belleza.
Cuando los tres cuerpos actúan como uno solo, baja una intensidad llena de verdad, es la que permite los milagros y nos
da la opción de impartir los sacramentos.
De esta manera ya no se vive la vida con la seguridad de la lógica, ni las leyes de la moral, sino con la certeza de la
conciencia. El actuar de los tres juntos crea el Centro Magnético, ese centro que te hace atraer todo lo que necesitas.
La fe, que reúne al amor y la confianza, no se opone a la ciencia. Gracias a la ciencia es que hacemos casi todo lo que
hacemos y más. Gracias a ella los miopes vemos.
Se dice que el fundamento de la ciencia es la duda, pero yo lo dudo. Los científicos no dudan, se preguntan. Los
descubrimientos de la ciencia y la cultura se producen porque los científicos creen en la posibilidad de que detrás de la
pregunta hay algo, y ese algo los invita a intentar y descubrir. Por esto podríamos decir que a los científicos los anima la fe
y la curiosidad. Nadie curiosea donde no espera encontrar nada.
La unión de amor, confianza y fe se vive en la acción, sólo en la acción.
Pero ¿cómo decido que acción va primero? ¿Primero los conocimientos y luego la acción? O ¿Actúo para aprender y tener
conocimientos? Actuar es aceptar la diversidad de manera activa.
¿Para qué obsesionarse con los niños que se mueren de hambre en África si ni siquiera sé donde están los que se mueren
de hambre en mi ciudad? Queremos hacer algo pero ignoramos las causas del hambre. ¿Será mejor aprender las causas
del hambre y luego actuar? Resolver esta encrucijada es cargar la cruz.
Pero para cargar la cruz con eficiencia falta un elemento: la contemplación. Cuya síntesis es el corazón o cuarto chakra.
En el cuarto chakra se unen acción y contemplación. Y en el “actuar contemplativo”, el saber se transforma en querer, y el
querer en saber.
El cuarto chakra es el punto central del ser humano, el punto central de la organización física, anímica y mental del
hombre. Es el loto de 12 pétalos, con todo el simbolismo del número doce: la totalidad.
Es el amor, el último y primer criterio del hombre. Ahí están reunidos no sólo el poder del hombre, lo que sabe y lo que
siente, sino lo que es.
En el fondo del corazón del ser humano vive y se revela la humanidad. Todo por el amor, para el amor y con el amor. Ese
es el fuego de Pentecostés.
Al unir amor, confianza y fe, damos nacimiento al cuarto chakra, el único que no está atado al cuerpo del hombre. El
cuarto chakra es el que muestra Jesús: el Corazón de Cristo, el Sagrado Corazón. Al no estar atado al cuerpo, transmite a
los demás su contenido, puede salir del cuerpo y ser un viajero, así visita compañeros, tal como lo hizo Jesús después de
muerto. Por el chakra del corazón es que podemos realizar viajes astrales.
Para el chakra del corazón no hay distancia inabordable, ni puerta que se le cierre, pues puede viajar libremente del
purgatorio al cielo.
Entonces, el sentido final de la obra del místico, de cualquier habitante de este mundo, es la transformación de hombre en
hombre de corazón.
La tarea integrativa es triple: “ser el saber y el corazón al actuar”, “saber y actuar de corazón” y “ser el saber del corazón al
actuar”.
El triángulo del “saber, amar y actuar” se aplica en todos los campos, en la vida afectiva, la vida mental y la vida del
proceder.
Es el corazón quien debe guiar todo, tanto la imaginación espontánea, como la imaginación guiada; tanto el sentimiento
como la intuición.
Cuando los impulsos espontáneos son guiados por un corazón integrado, es imposible no llevar una vida recta y justa.
Poder, sabiduría y amor. Poder del amor, sabiduría del amor, vida del amor.
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SOBREVIVIENTE

Todos somos sobrevivientes, todos vivimos en la guerra de la selva. Sobreviviente es quien esta tan asustado de no poder
seguir viviendo que se agarra de lo primero que encuentra, porque si no lo toma, se muere. El sobreviviente, hace lo que
hace, porque no puede hacer otra cosa. El que perdió la inocencia y en ese instante dejó de ser libre.
Por ejemplo, imaginemos que somos parte del hundimiento del Titánic. Ahí todos estamos en aguas heladas, somos
muchos y moribundos; nos aferramos a cualquier cosa con tal de sobrevivir, nos tomamos de cualquier cosa que nos dé
seguridad, somos capaces de los gestos más ruines con tal de tener una aparente seguridad.
En la vida real nos pasa lo mismo; nuestra vida cotidiana es sobrevivir a un hundimiento. Ante cualquier urgencia,
sobrevivimos. Si creemos que nos encontramos seguros, defendemos esa seguridad de la manera más egoísta y cruel, es
decir, me salvo yo y el resto “me importa un pito”, y hasta llamo resentido a quien ose pedir un lugar en mi bote.
Hay sobrevivientes más sofisticados, claro, y son esos que dicen que tienen derecho a su bote porque en vidas anteriores
lo pasaron muy mal. O ese que se tiene que hundir por culpa de su karma. El cristiano que justifica su bote o no lo
comparte y se opone a los repartos de seguridad, es otro sobreviviente, por lo tanto, todavía no un cristiano.
Todo sobreviviente vive en el autoengaño, la manipulación y en un permanente estado de alerta basado en el miedo.
Todo sobreviviente es un derrotado, se tuvo que retirar de su autoconciencia, de su autoexpresión. Todo sobreviviente
vive en una constante lucha auto creada, aunque no exista amenaza.
Los sobrevivientes lo somos, o nos reconocemos, porque actuamos según la urgencia, y no según la importancia. Somos, y
lo seremos, mientras no maduremos en los cuatro planos de la vida humana: el físico, el mental, el emocional y el
espiritual.
La madurez física tiene relación con la vida cotidiana, la vida material, el cuerpo y sus necesidades. Un ser maduro
físicamente, es aquella persona que se mantiene a sí misma, y no recibe mesadas de ninguna especie, de nadie.
Además es maduro físicamente, el que cuida de su cuerpo, tiene un trabajo interesante, su creatividad aflora en alguna
actividad, no contrae deudas salvo las que puede pagar, sabe escuchar su cuerpo y no se avergüenza de él, pues lo acepta
con todos sus bemoles. Cualquier maduro físico puede desvestirse con la luz prendida.
La madurez emocional tiene que ver con las necesidades afectivas y de relación. Un maduro emocional sabe elegir a sus
amigos y a su pareja, sabe que en lo único que no se puede equivocar en la vida es en esas elecciones, pues es ahí de
donde se empieza a salir de la Ley del Accidente. Un maduro emocional sabe lo que su corazón necesita, y un halago no lo
encandila, ni un desprecio lo humilla. Un maduro emocional tiene amistades nutritivas, sabe entrar en intimidad de alma,
sabe estar solo y cuando arranca de la soledad, se da cuenta. Un maduro emocional se ama a sí mismo y ama a su prójimo
como a sí. Un inmaduro emocional no abre su corazón, pues no sabe hacerlo, y para decorar su casa necesita de un
profesional. Un inmaduro emocional cree que funcionar bien es estar solo, es decir, si lo aman no sabe funcionar
Un maduro de mente, no discute, conversa. Cuando habla lo hace desde sí mismo y no desde una cita literaria. No cita
autores, y si los cita se hace cargo, pues todo lo que dice es su responsabilidad. No anda convenciendo, y su ideología no
reduce a la impotencia a los otros sistemas de pensamientos. Su madurez intelectual se manifiesta en los puntos de vista,
que siempre son propios, sabe reflexionar y sacar conclusiones de los acontecimientos, y conoce la diferencia entre
análisis y reflexión. Un maduro de mente no necesita haber leído la crítica especializada antes de ir al cine y puede opinar
de la realidad nacional sin necesidad de haber leído el periódico de sus amores.
La madurez espiritual la tiene quien puede ver en otro ser humano a un ser de luz. Que tiene sus mismas necesidades, un
otro que es un igual. Un maduro espiritual sabe que todos somos una olita distinta dentro de este mismo mar, por lo tanto
comprende que al hacer algo a otro, a sí mismo se lo hace. Un maduro espiritual no anda predicando su verdad y sabe que
combatir el mal hace peor. Un inmaduro espiritual es quien se embriaga de su rol jerárquico en la colaboración y en vez de
inspirarse se contrainspira, identificándose con su ego, convirtiendo a la humanidad en un sistema de casta o lucha de
clases, o transforma el método científico en dogma materialista. Los espiritualmente maduros tienen buenas relaciones
con todos los seres humanos, con todos.
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Supongo que mientras no alcancemos la madurez seremos sobrevivientes corriendo miedosos cada día por conseguir de
que aferrarnos. Todos los inmaduros lo somos. Y el primer signo de madurez es darse cuenta de que vivimos sin poder
elegir nuestros actos. El sobreviviente vive en la urgencia, no en la importancia, pues no tiene otra alternativa. El
inmaduro arregla un error con otra equivocación.
Los inmaduros o sobrevivientes físicos trabajan en lo primero que les ofrecen y cambian de trabajo sólo pensando en el
dinero que ganarán. Hacen el amor con cualquiera que les abra las piernas o les preste el servicio placentero. Si a las tres
de la tarde no han comido, no pueden seguir trabajando. Un sobreviviente físico no escucha su cuerpo y vive de las
urgencias de él. Si tiene hambre come, pero cualquier cosa: los lugares de comida chatarra han sido diseñados
especialmente para él. Un inmaduro físico no se preocupa de maltratar su cuerpo y que se le ponga feo, tiene
enfermedades indeseadas, hijos no esperados y rehúye de todas sus responsabilidades. Es el rey de las justificaciones, se
deja llevar por “lo que el cuerpo le pide”.
Un sobreviviente emocional se empareja con cualquiera sin tener claro lo que busca en esa relación. Y tiempo después, se
pregunta “¿y qué hago yo con esta persona?”. Por lo general los sobrevivientes emocionales tienen parejas o amigos que
abusan con ellos, o son ellos los que abusan en las relaciones.
Un sobreviviente mental, a la hora de votar, lo hace por el más buenmozo, o no vota por los calvos.
Un sobreviviente espiritual, anda lavando cuarzos con sal de mar en luna llena, porque “se le puede ir la energía”.
Un sobreviviente como tú o como yo, es el que sacrifica la consecuencia por la supervivencia, es el que acepta que un
mentiroso le diga amigo, como Bush le dijo a mi presidente Lagos.
Todo sobreviviente está ávido de eso que le falta: le urge lo que no tiene.
La madurez es socrática, empieza cuando uno se da cuenta que está urgido. Nosotros los urgidos vivimos en la inmadurez
y en el descontrol. Pues nuestra excusa preferida es hacerle caso a la urgencia. Podemos perder facilmente la libertad
conseguida con mucho esfuerzo, en cualquiera de los cuatro cuerpos, en pos de la urgencia en cualquiera de los cuerpos
inmaduros.
Maduro es quien tiene donde elegir y elige en función de la calidad, no de la cantidad, elige por la libertad. Cuando elige,
aunque no tenga alternativas, se hace responsable y lo hace sin culpa. Un maduro total ya pasó por el tercer chakra
(Manipura: el plexo solar, el poder personal) hace mucho rato, aunque todavía no esté en el cuarto (Anahata: el corazón,
el amor, la compasión y la misericordia).
Que nos demos cuenta de nuestra condición de sobrevivientes, es ya fabuloso, significa que tenemos la capacidad de
improvisar ante las emergencias, somos poetas.
Lo malo es creer que la vida está llena de acontecimientos y confundir excitación con experiencia. Es pensar que un arroyo
con poca agua es mejor que el Sena porque hace más ruido. Lo equívoco es identificar caos con vida, y vida con
problemas. Lo errado es vivir en torno al lema “el orden nada engendra, sólo el caos es fecundo”, creyendo que vivir “es
que pasen cosas”, aunque sean de mala calidad, denigrantes o a riesgo de hipotecar la vida futura.
Un sobreviviente se aburre en la paz, en el día domingo, cuando no tiene nada que hacer. Al primer momento de ocio se
inventa algo, y si no, se va al centro comercial y se endeuda.
Todo lo busca afuera; un sobreviviente no encuentra nada dentro de sí, pues no sabe lo que busca; tiene mala memoria,
no sabe lo que perdió, pero sabe que algo desapareció. Por lo tanto, todo sobreviviente necesita paz, relajación,
meditación. Pero huye de todo eso, pues ahí sólo encuentra incomodidad. Aunque más que disgusto es miedo o ansiedad.
No sabe que detrás del silencio está escondida la esencia, pues han sido tan malas sus experiencias, que el sobreviviente
prefiere estar oculto tras el continuo cambio y frenesí.
Por lo general, el miedo del sobreviviente es a perder el control emocional, a que los sentimientos lo descontrolen.
Entonces los intelectualiza o los niega. ¿Por qué? Por miedo a que “quede el desparramo”, a volverse vulnerable o a ser
rechazado. Más vale malo conocido, que bueno por conocer, es la regla de oro del sobreviviente.
El consuelo de ser sobreviviente, o inmaduro, es, al menos, darse cuenta de ello.
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Lo bueno es saber que lo peor ya pasó, y que si hoy estás vivo, quiere decir que puedes vivir casi en cualquier
circunstancia. Te demostraste que puedes vivir, y ahora puedes, si quieres, llevar la vida que soñaste.
Si maduramos nos transformamos, de sobrevivientes a supervivientes. Los que practican deportes de aventura llevan
equipo de supervivencia, no de sobrevivencia.
Los sobrevivientes somos los que no sabemos quiénes somos. Quien sabe quién es dejó de serlo.
Los sobrevivientes viven en torno a cinco principios fundamentales: atención, que los miren; contacto, que los toquen;
seguridad, frío y hambre. Cuando sabes que de eso nunca te faltará, y sabes quién eres, puedes dejar de sobrevivir; y si
terminas viviendo en la calle con frío y hambre, no te importará.
Los sobrevivientes tienen plan B, los vivientes hacen ajustes creativos.
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LA SOMBRA

“El camino hacia lo mejor, consiste en mirar de lleno lo peor”.


Thomas Ardí.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí”.


Augusto Monterroso

Si el bien es nuestra esencia y está dentro de nosotros, el mal debe ser otra parte de nosotros mismos en nuestro interior.
Como a lo que aspiramos es a ser completos y no perfectos, lo necesario es aceptar todo nuestro interior.
Se llama sombra54 a esa parte de nosotros mismos que no aceptamos, esa parte que todavía no hemos alumbrado.
Como la tenemos, pero no la aceptamos porque no la queremos ver, la ocultamos, la negamos... y la vemos en los otros.
Es decir, la proyectamos (y la condenamos) en otros, salvo que tengamos muy desarrollado el tercer ojo correspondiente
al sexto chakra.
Por ejemplo, se habla y se condena la pedofilia. Todos la condenamos, aunque, en nuestra ignorancia, igual explotamos
niños: preferimos comprar muy baratas cosas manufacturadas por niños esclavos. Todo lo que no nos atrevamos a mirar
dentro de nosotros, lo veremos fuera, tanto el bien como el mal, tanto los talentos como los defectos.
Ver fuera, el mal que tenemos dentro, se llama proyección. Sucede cuando uno se identifica con el mal que ve. Uno se
identifica cuando pone una emoción negativa en la observación. Las proyecciones destruyen al ser humano, pues impiden
ver la otra cara de la medalla. Proyectar es la mejor forma de quedar estancados y ayudar a que todo este mas mal en la
tierra. Porque hacemos lo que no debemos: rechazar, negar.
Al aceptar la sombra veremos en ella capacidades ocultas, no descubiertas, aunque mal encauzadas. Los defectos son
cualidades actuadas de manera inconsciente. Un mitómano no se ha dado cuenta que es un gran inventor de historias; un
violador no sabe masturbarse. La sombra es eso que tenemos, pero que no vivimos, es decir, es un derroche de energía.
Ya que los rezos y los ritos se acomodan a los tiempos para que no pierdan su entendimiento, yo propongo una nueva
traducción para esta parte de la oración: “líbranos de la sombra”. El asunto es que en la época de Jesús este vocablo
todavía no existía en la acepción actual, pero Jesús lo usó cuando sentenció: no mires la paja en el ojo ajeno cuando tienes
una viga en el propio.
Sombra es lo no aceptado, lo no alumbrado, todo lo no incorporado, sea bueno o malo para la sociedad, bueno o malo
para uno mismo. Todo lo que se rechaza es parte de la sombra. Sombra es lo que todavía no se ve; el miedo a la sombra es
el miedo a la oscuridad. Más que nada, es el miedo a lo desconocido. Lo que se niega y no se conoce no se puede amar. Yo
no me puedo amar a mí, como Jesús me enseñó, si no me acepto.
Sombra es eso que rechazo porque no lo comprendo y lo veo como una amenaza. Todo lo que no entiendo me amenaza,
por esto, toda sombra la veo como un peligro. Creo que fue Joseph Campbell el que dijo: quien es incapaz de comprender
a un dios lo percibe como un demonio. Y el maestro Eckhart “cuanto más blasfema más alaba a Dios”.
A mayor sombra, menos conciencia, menos humanos y más primitivos somos. Más preocupados de la sobrevivencia y la
reproducción, con más miedo, sólo ocupados de comer, matar y copular. Sombra y miedo son sinónimos. Por lo general,
las personas de poca conciencia consideran que el bien y el mal tienen una diferencia objetiva, en cambio los de elevado
nivel de ser, afirman lo contrario: la oscuridad es tan sólo ausencia de luz.
Sombra sería cualquier parte de la esencia no aceptada o rechazada. Si la sombra es una mezcla de todo lo rechazado, ¿de
qué está compuesta? Por lo general, la sombra se forma con los deseos reprimidos, o no aceptados, o mal educados en la
niñez, quizá fueron impulsos aplacados por nuestros padres, profesores o la sociedad, por considerarlos incivilizados. 55

54 Tradicionalmente el término Sombra se le atribuye a Jung, pero estoy seguro que es de Nietzsche.
55 La peor dictadura, es la dictadura de la cultura contra la biología.
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Como no los aceptamos, los negamos y dejan de forman parte de nuestra autoimagen idealizada. Nadie se siente
orgulloso de su sombra, salvo los maestros.
La sombra se vuelve peligrosa al no darle atención porque se va alimentando de nuestras justificaciones. Si la sombra
crece se nos hace díficil ver la verdad entre tanta oscuridad. Para que no crezca, sólo hay que mirarla, esto es, alumbrarla:
mira tus monstruos y estos desaparecerán. La sombra no es tu enemigo, es tu aliada, es la que te muestra donde trabajar
para ser cada día mejor, si la tratas como a un enemigo,la atacas o la ignoras, boicoteará a tu esencia. Mírala, pues toda
mirada es luz. A veces, eso sí, hay que mirarla acompañados de alguien que ya sepa el camino. El ser capaz de ver su
sombra te enseña algo importante: lo que se reprime, se fortalece.
Un iluminado no es más que un ser que vio todo lo que hay que ver y se hizo cargo, es decir, iluminó toda su sombra. Jesús
fue un iluminado, Buda fue otro. Ellos tenían sombra, pero una sombra iluminada, y por eso eran seres de luz, porque
vieron lo que habitualmente no queremos ver. Cuando sepamos por experiencia propia, que la sombra es nada más que
falta de luz, nuestro miedo ya no será al mal, nuestro miedo será a hacernos cargo.
¿Cuándo estoy en la sombra? Cuando en grupos hago cosas que estando solo no me atrevo, estoy viviendo mi sombra. Si
pienso en cosas que me enseñaron eran prohibidas, estoy pensando en la sombra. Si me enojo cuando alguien dice algo
de mí que yo creo no ser, en vez de enojarme debiera poner atención ya que esa persona está hablando de mi sombra, de
lo que no quiero o puedo ver. Si veo errores de otros, pero no los míos, es decir, la paja en el ojo ajeno, estoy en la
sombra. Si alguien que apenas conozco o no conozco, me cae mal, es que refleja mi sombra, por lo general. Si hay algún
grupo humano que no me gusta o no tolero, esa es mi sombra. Cuando critico a alguien por ridículo, lo hace mi sombra, mi
envidia.
Vivimos en una época de desmesura, de todo mucho: mucho sexo, mucho dinero, mucha cantidad, señal de mucha
sombra y de poca luz. En épocas de luz se vive con sencillez, con pocas cantidades y muchas calidades.
Para alumbrar la sombra existen dos frases: "Conócete a ti mismo" y "Nada en exceso". Conócete a ti mismo es conoce
todo de ti, no sólo una parte. Solamente los que se conocen a sí mismos por completo, los que han visto sus excesos y sus
vicios, quienes han comprendido y aceptado todo su ser, pueden ponerse límites, aceptando y respetando los derechos de
los otros.
¿Cómo se formó la sombra? Lo más probable, es que el hombre al tener que vivir en comunidad, esto es civilizarse, haya
tenido que frenar sus impulsos básicos, censurar contenidos. Todo con muy buenas intenciones. De seguro que la primera
sensación del ser humano cuando abandonó el bosque fue Miedo. (Hoy que abandonamos la pradera y llegamos a la
ciudad la sensación es Soledad). Seguramente, por algún pensamiento mágico, llegó a la conclusión que para vencer el
miedo y tener el favor de los dioses, lo mejor sería llevar conductas restrictivas para obtener favores por otro lado.
Pero estas conductas reprobadas no desaparecieron, se guardaron en lo más profundo del inconsciente, y ahí están
esperando salir, golpeando la puerta para mostrarse. Lo que trae consigo represión y enfermedad.
Hoy sigue pasando algo muy similar, todo el que ponga en peligro a la sociedad debe ser eliminado. Así le pasó a Jesús,
Sócrates, Reich, etcétera. Todos los “distintos” corren el riesgo de quedarse solos o morir. Todos los que quieran ser
clones de otros, pueden vivir en paz, pero los que se atrevan a mirar su sombra serán revolucionarios, y todos los
revolucionarios son condenados a muerte. Todos los que buscan la normalidad y la predican, son aliados del demonio: los
modistos son demoníacos pues buscan unificar con la moda.
El Padrenuestro es para ser uno mismo, sin miedo y con sombra. Es un privilegio ser uno mismo, es un privilegio mirarse la
sombra. ¿Qué estás esperando para ser lo que tú quieres ser? ¿Un infarto? No esperes más: basta con rezar para entender
cómo llevar una vida mejor y poner en práctica lo aprendido, rezar sentado sin practicar el rezo no sirve de nada. Sale más
barato y es muy simple, aunque nada fácil.
El mal y la maldad están en la sombra no asumida de cada uno de nosotros. El mal no es algo que se encuentre fuera de
cada uno, el mal son las proyecciones 56 y mandamientos que consideramos un absoluto. Si vemos el mal y la maldad fuera
de nosotros, jamás nos haremos cargo de lo que sucede en nuestro interior. La maldad humana es la sombra humana, y la

56 La maldad del mundo (como la bondad) no es más que la suma de lo malo (y lo bueno) que hay en nuestros corazones.
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mayor sombra es no reconocerlo, cada uno tiene la amenaza más feroz dentro de nosotros mismos. Por esto el mal va a
estar siempre con nosotros, mientras no salgamos de la sombra. Los seres humanos somos el único peligro que podemos
encontrar en esta vida; el demonio no existe, salvo los demonios internos. Sólo existe la sombra humana, el miedo y la
vergüenza, la sombra que avergüenza.
Que nos gobierne la sombra es mantenernos en constantes sentimientos perturbadores como la insatisfacción, rabia y
temor, estar inconscientes. Es imposible destruir a estos demonios, pues son parte constitutiva de nuestro ser. “Si
expulsas a los demonios de tu cuerpo, con ellos se irán los ángeles”, dijo un poeta. Al aceptar a los demonios internos,
éstos se transforman en aliados y constructores. Goethe no luchó contra el demonio, lo integró e hizo una obra celestial
sobre el pacto con el diablo; Freud no reprimió el deseo sobre su madre, y con eso abrió las puertas a la psicología
moderna. A la oscuridad sigue la luz, la creación.
No podemos caer en el mal o en el bien, pues la sola idea de “caer” supone un transformarse en un ente pasivo que forma
parte de una masa que lo gobierna. Y es verdad, podemos dejarnos llevar por lo fácil, lo que se usa o les parece bien a los
demás y caer en el mal o sea en vivir desde nuestra parte oscura esa que no queremos ver y enmascaramos con esta
realidad superflua, pero una persona consciente, despierta, llama al mal, o mejor dicho, llama a su sombra, llama a los
tentadores, pues sabe que ellos pueden hacerle salir de este sopor y transformar la oscuridad en luz, es decir, convertidos.
La solución al problema del mal está en un sólo lugar, en el autoconocimiento. Y en nuestra capacidad de decisión, hay
que saber cuánto bien podemos hacer y cuánto mal podemos causar.
La sombra es una fuerza incontrolable que todos llevamos dentro y la defendemos porque en algún momento nos ayudo a
seguir vivos, cuesta tomar conciencia de que la proyectamos como el mal. Pero, ¿quién es en realidad el malo de la
película? Lucifer, cuyo nombre significa “el Portador de Luz”, el rebelde contra Dios o nuestra esencia. Lucifer no es más
que la personalidad revelándose contra la esencia. El favorito de la esencia revelándose contra la mano que le da de
comer.
Finalmente me atrevo a decirles que la sombra es nuestra y no queda más que integrarla, pues todo lo que rechazas te
controla. Para no vivir controlados por el mal, la única salida es aceptarlo. Quien acepta ama, quien ama dice belleza, por
lo tanto Dios sólo puede ser bello, al igual que yo. Quien no se encuentre bello, vive en su sombra.
Ama tu sombra, y serás bello, tendrás inspiración, ama tu sombra y vivirás en permanente estado creativo. Ama tu sombra
para que no tengas que dormir con el enemigo, sino con el colaborador.
Aceptar o integrar la sombra es la única alternativa para que no exista antagonismo entre la sombra, la personalidad y la
esencia. Al rechazar la sombra lo diabólico desordena nuestra personalidad, la cosa es al revés, la sombra es parte de
nuestra identidad.
No habrá sombra -o no seremos gobernados por la sombra- en el mundo o en algún lugar, cuando el poderoso de la tribu,
por la razón que sea, no se sienta con el derecho a interpretar como legítimo sólo su pensamiento y su moral. Todos los
que controlan e indican donde deben ir los actos de los otros son unos ensombrecidos. Los maestros no lo son, pues no te
matan si vas a ese lugar prohibido, los maestros no quitan libertad, pero se defienden si es necesario de los excesos de los
otros, y la mejor defensa es la aceptación, el amor. Si en algún lugar hay amor, por definición no puede existir poder;
donde hay poder, no puede haber amor. Jung dice que uno es la sombra del otro.
Para vivir sin sombra debemos construir comunidades basadas en la aceptación de la honestidad del otro, basadas en el
reconocimiento de las limitaciones de todos, en el reconocimiento de todas nuestras proyecciones, tanto malas como
buenas.
El origen del mal es el miedo. Para vencer al miedo se debe contar con voluntad y disciplina. Por esto, el empoderamiento
de la maldad se manifiesta a través del miedo y la pereza. Vencer el miedo y la pereza significa un compromiso con
nosotros mismos. Y eso es “tuyo es el reino, el poder y la gloria”.
Es curioso, en esta oración no se habla del pecado. Vivir en pecado es ser esclavo de la sombra.
No te avergüences de ser lo que Dios no se avergonzó de crear. Detrás de todo fruto hermoso hay una raíz podrida. El
Loto, la más linda de las flores, nace de aguas estancadas, sucias y pantanosas.
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Reflexiona. “La mente es causa y la experiencia es efecto”.


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EPÍLOGO

Una vez leí un libro cuyo nombre no recuerdo, y en la primera página, aparecía la siguiente frase, atribuida a un eremita:
“Grande es aquel que puede poner de pie al muerto,
grande es aquel que puede ver los ángeles con sus ojos físicos,
pero realmente grande es aquel que puede verse a sí mismo;
ése, tiene abiertos sus ojos espirituales”.
Después de leer la propuesta de Halpuente siento un gran alivio: da lo mismo creer o no en Dios; da igual si Él existe o no.
Lo que más me gusta de este libro es que me deja en libertad de optar por el camino que dicte mi conciencia. Me gusta
que Dios no se enoje conmigo cuando uso la libertad que me dio. Al final, resulta que el Padre Nuestro es un libro que te
hace desprenderte de la fe en Dios para que recuperes la fe en ti.
Un amigo que leyó el original antes de ser publicado, ateo por cierto, me dijo que después de leer El Padrenuestro
Esencial, se volvió creyente. Me comentó: “Me encanta leer teología de un ateo…” y agregó otras palabras
irreproducibles.
Estoy seguro que Dios es un invento humano, pues casi nadie cree o se comportan como si Él no existiera. La mayoría de
las gentes que yo conozco, creen en Dios por conveniencia o como un recurso de sobrevivencia.
Personalmente creo que Dios no existe, sino que existirá. Nietzsche se equivocó: no puede morir lo que no ha nacido.
Nosotros somos el primer milagro de Dios, y Él, antes de existir ya creo su historia, que somos nosotros.
El asunto es simple, se trata de aplicar la ley del salto cualitativo que dice que al agregar cantidad a la cantidad, en algún
momento se cambia de cualidad. Yo sé que existe un ser con más conciencia que la mía, y a ese ser le sigue otro con más
conciencia todavía. El ser humano es un ser en desarrollo y el mayor logro que podemos alcanzar es llegar a ser Dios, no
dioses. Así, a medida que aumentemos la conciencia, llegaremos a ser cien por ciento consientes, es decir, seremos Dios.
El problema es que Dios todavía no aparece, faltan muchas generaciones para que exista. Pero existirá. Dios y la
cuadratura del círculo son el mismo ejercicio.
Yo entiendo que las religiones no puedan hablar sobre esto (conciencia y no moral), aunque lo sepan. La civilización
sufriría un grave daño si cualquier pelafustán se creyera un Dios más. Si hasta ahora, con un Dios externo y castigador con
el fuego eterno, los creyentes seguimos pecando, imagínense como serían de crueles los dictadores, si los dictadores
creyentes en el Dios del amor cometen tanta barbaridad. Mientras no tengamos conciencia, la prédica debe ser moral.
La segunda cosa que me sorprendió y que también aprendí de este libro, y de las conversaciones con Olmo, es que con el
Padrenuestro rezado de esta manera, dejamos de ser romanos y nos transformamos en griegos o judíos.
Nosotros los occidentales somos todos romanos, es decir, herederos de un pueblo cuya cultura está fundada en el robo;
en el robo que le hicieron a los griegos. Basta comparar la mitología griega con la romana para darse cuenta que los
romanos tan sólo cambiaron el nombre a los héroes de aquellos relatos folclóricos, haciendo suya una cultura sin haberla
vivido. Por eso, todo lo imponen sin discusión y sin experiencia. Basta ver la cultura romana de la Iglesia del mismo
nombre para darse cuenta de tanto atropello.
Los griegos, como los judíos -y Jesús es judío- tenían una cultura basada en la experiencia y la búsqueda personal.
“Conócete a ti mismo” decía el oráculo de Delfos. Recordemos que el Antiguo Testamento está escrito sin vocales y sin
puntuación, para que cada lector pueda hacer suya la interpretación que más vaya con su nivel de conciencia. Así, es tan
legal decir “en un principio Dios creó el mundo”, como “en un principio Dios fue creado”.
Sería bueno separar entonces griegos de romanos, como separar cultura de espectáculo. ¿Qué tienen que hacer en la
misma página de un diario un comentario sobre el pianista Claudio Arrau y la entrevista a la vida privada de una
bataclana? No tengo nada con las estriptiseras, es más, me encantan, pero a cada cual con su igual.
Ahora entiendo el sentido que tiene el mensaje de Cristo: crear un mundo donde los seres que lo habiten simplemente se
traten bien y con respeto los unos a los otros, haciendo que así la vida sea más amorosa. ¡Qué simple que es ser cristiano!
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Se trata de ser amoroso, humildemente amoroso, conscientemente amoroso, afectivamente amoroso y no mentalmente
amoroso. El resto es adorno, y el adorno es miedo, y el miedo a veces es inútil. Al leer este libro quedo con una sensación
rara: ser malo, causar dolor, aprovecharse del próximo, respetar la ley, etcétera, son banalidades que destrozan la
existencia.
Hay palabras inspiradoras en I Corintios 13, .8-13: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las
lenguas y el conocimiento se acabará. En parte conocemos y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto,
entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño;
pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,
estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.
Creo que nuestro error es conformarnos con poco, es decir sólo con seguridad y pertenencia. Creemos que así
encontraremos la autoafirmación, y quizá sea verdad. Pero satisfacerse con más -aunque sea inútil hacerlo- es un deber
para ser considerado ciudadano. A lo más esperar la individuación, no el lujo ni el exceso. La individualidad da poder, pero
poder sobre sí mismo; tratar de demostrar más poder del que se tiene es un entusiasmo ocioso, propio de voluptuosos
que disfrutan más de la apariencia que de la experiencia.
En Romanos 12, 2 está la sugerencia: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Encuentro tan claro este mensaje, me ha dejado tan inspirado este libro, que no me queda más que volver a citar el libro
de los libros:
“Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino
servíos por amor los unos a los otros, porque toda la Ley en esta sola palabra se cumple: «Amarás a tu prójimo como a ti
mismo». Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os destruyáis unos a otros.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el
del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais. Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la Ley. Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios.
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu,
andemos también por el Espíritu. No busquemos la vanagloria, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros”.
(Gálatas 5,13-26)

Para cerrar este epílogo, y no ser menos, voy a agregar un apéndice a este libro. Creo que me lo merezco, total, soy el que
pone la música, así que podré darme el lujo de aportar con algo. En mi humilde opinión, a Olmo le faltó un capítulo
llamado:

La Penitencia
Penitencia no es mortificarse. Penitencia es arrepentirse y sentir la pena de haberse equivocado, de haber pecado. Pecar
viene de pie, de pisar mal, de dar un mal paso.
Por esto resulta inútil cualquier castigo al pecador, pues la mejor expiación es darse cuenta del mal paso y asumir el dolor
que ello significa.
Por ejemplo, si al caminar por la calle doy un mal paso y me rompo una uña, no me tengo que castigar, ni pegarme en el
pie sano para no hacerlo más. Tan sólo tengo que darme cuenta del error, y si me doy cuenta del traspié, basta. El puro
dolor de tener una uña rota ya es suficiente, y de seguro, de ahí en adelante voy a andar con más cuidado.
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El arrepentimiento, la penitencia, tiene cinco pasos:


1.- Confesar los pecados. No se trata de decirle a alguien con poder las faltas cometidas, ni de andar ventilando las
mentiras u otros pecados. Se trata de reconocer las emociones negativas, los malos pensamientos y los inútiles, y los actos
contrarios a la conciencia. ¿Ante quién? Ante uno mismo primero, y ante los pares, confesándose desde el corazón: que la
personalidad le diga a la esencia lo que ha realizado en su contra. Para esto hay que vivir lo más despierto posible, en
estado de constante autoobservación, para sorprenderse en el acto contrario a la vida.
Para confesar los pecados hay que conocerlos, es decir, hay que conocerse. No todo lo que dicen que es pecado lo es. De
niño me repetían que la masturbación era contraria a la ley de Dios. Nunca me lo creí y todavía no me lo creo, es
imposible que la mano al servicio de la imaginación sea una falta.
Un amigo mío participa en unas reuniones todos los días lunes, en las cuales se entregan tareas de autoobservación para
la semana, después se comentan en grupo, sin juicios ni críticas y con mucha generosidad. Por ejemplo, una vez fue la
rabia; tenían que anotar todo lo que se las provocaba y compartir. Otro día fue la autoobservación de los movimientos
parásitos. Este grupo de pares ha entendido el valor de la confesión.
2.- Perdonar al prójimo. Perdonar las emociones negativas y los actos contra la conciencia de los otros. Si alguien hace
algo es porque no sabe hacerlo de otra manera. Si uno se da cuenta de sus emociones negativas y de sus actos contrarios,
no le queda más que perdonar a los que les rodean. La fraternidad exige sacrificios, y le toca sacrificarse a los más
despiertos.
3.- Oración Y Meditación. Oración: hablar con Dios. Meditación: hacer silencio para escuchar a Dios.
4.- Ayuda fraterna. Se trata de aprender a pedir y de aprender a dar. Se trata de ayuda solidaria y servicio a la humanidad
de manera desinteresada y sin ego, compartiendo los “hallazgos” y entendiendo que la “salvación” es colectiva y no
individual.
5.- Humildad. No enorgullecerse de los logros ni de las obras. Para estar despierto no se necesita un esfuerzo, es necesario
realizar día a día un gran esfuerzo.
Por último, darse cuenta que por mucho que se haya avanzado, no se está más adelante.

Aníbal Bascuñán Vergara


Director Casa de Estudios Esotéricos Quirón.
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BIBLIOGRAFÍA.

Todos los de libros que he leído, cuyos nombres no recuerdo y citas textuales de otros que tampoco recuerdo.

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