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Proyecto: La escuela que todos queremos

Docente : Alejandra Valdez


“ Unida a una formación moral, la enseñanza escolar

de la religión católica favorece también el

desarrollo de la responsabilidad personal y social

y las demás virtudes cívicas para el bien común

de la sociedad.”

Congregación para la Educación Católica


La escuela ayer:

Como todos los docentes más antiguos de esta escuela sabemos que la misma se creó respondiendo a una
necesidad imperiosa de las personas que vivían en este barrio. Todas las personas, por una facultad concedida
por Dios a cada uno de nosotros, tendemos hacia la perfección, a buscar crecer, ser mejores, ser felices en
este pedacito de tierra y en esta temporalidad. Y no es mera casualidad que haya venido el Padre Antonio, y
no es casualidad que hoy estemos nosotros aquí. Aquellas necesidades hoy se siguen renovando y
bienvenidas sean, para renovar nuestras metas, revitalizar nuestro trabajo, nuestros métodos, afrontar
nuevos retos que le dan vida nueva al barrio, a la Iglesia, a las escuelas, a los directivos y a los docentes. Sin
perder de vista el amor al prójimo que nos dejó como herencia el Padre Antonio, el espíritu de lucha que nos
dejó el Padre José Luis, no podemos sentir menos que una enorme responsabilidad de continuar sus legados
respetando y siguiendo el camino marcado, el horizonte, que es el mismo Jesucristo que mira con ojos de
hermano bueno a cada hijo de Dios que habita en este barrio.

La escuela hoy:

Nuestra escuela transita en la actualidad por un período de florecimiento ordenado que es digno
de conservar y en lo posible mejorar. Todo ello a pesar de los retos que ha sufrido la sociedad de
Yapeyú en los últimos años con la droga, la prostitución y la delincuencia. La escuela se ha
convertido en un refugio para que las familias encuentren en ella una dosis esperanzadora de un
futuro mejor para sus hijos. Por ello, tenemos el deber institucional y moral de ofrecerles lo que
necesitan y un poco más, ya que en muchos casos asisten alumnos muy capaces requiriendo niveles
de exigencia superiores a la estandart y allí es donde también pondremos en juego nuestra
capacidad de incluir verdaderamente. Por otro lado, tenemos aquellos niños que no han llegado a
la institución con un contexto que los sostenga, los acompañe o que simplemente tengan la
necesidad de recibir enseñanza a un ritmo adecuado para que logren sentirse cómodos, sin caer en
la frustración, y puedan ser felices en la escuela, porque simplemente se sienten amados.

A todo esto, le sumamos la realidad global del crecimiento vertiginoso de la tecnología de la


comunicación que conlleva mayor participación en redes sociales, el flujo de información que cada
vez se hace más abrumador que los convierte en niños de atención dispersa, concentración a corto
plazo pero capaces de atender varios frentes al mismo tiempo.

Sin descuidar la variable de mayor peso en el aprendizaje de un niño que es la situación de la


familia, con sus vínculos personales, formas particulares de comunicación, demostraciones
afectivas, contención, colaboración mutua, sistema de valores y creencias, nos encontramos
verdaderamente frente a un reto no menor que nos pone en una situación obligada de elección:
abrazamos a ese niño y lo acompañamos realmente en su aventura de crecer, o nos acomodamos
y esperamos que el sistema “mejore”.
Si nos enfocamos precisamente en una debilidad particular que caracteriza a nuestra escuela hace
algunos años, es la falta de articulación horizontal y vertical. Hablando siempre dentro del nivel
primario. Falta un poco de coordinación en lo que se pide a los docentes, lineamientos pedagógicos
que estandaricen de alguna manera el trabajo docente. ¿Por qué los alumnos que terminaron con
determinados docentes ingresan al nuevo año con hábitos de orden, prolijidad, responsabilidad en
las tareas, buena escritura, buena lectura y otros no? Sería interesante plantearnos distintas
alternativas que ayuden de alguna manera a llevar a cada docente que ingresa en nuestra
institución a abrazar el proyecto en común, a hacerlo propio, a acompañarlo, a amarlo y recorrerlo
junto con todos los actores institucionales.

Para suerte nuestra, contamos con grandes posibilidades de retomar el camino: contamos con un
complejo, lo que nos permite coordinar las propuestas educativas de los distintos niveles
coherentemente, tenemos familias que dentro de lo que es un nivel social bajo en lo económico,
se preocupan por la educación de sus hijos casi en su mayoría, un equipo directivo capaz de
organizarse para coordinar el trabajo pedagógico y guiar a los docentes nuevos a conocer desde el
primer día el perfil del docente, de tal manera que cuente con la posibilidad de adherirse con
verdadera o vocación, o decide que no es el tipo de escuela que lo hará feliz o que se sienta cómodo,
contamos con un gabinete de profesionales que podrían involucrarse en la problemática escolar,
haciéndolo con verdadera vocación de servicio como muestra de amor al prójimo, y finalmente, a
pesar de la situación económica generalizada, podríamos decir que la escuela está muy bien
organizada en ese aspecto y ha mejorado la infraestructura de manera destacada para brindarle la
mejor educación posible a los niños del barrio, en las mejores condiciones de comodidad, higiene
y espacio.

Sumado a todo lo mencionado, la escuela cuenta con una página web que podría ser altamente
provechosa.

Finalmente y como una gran bendición, nos tocó plantar nuestro complejo en el mismo predio
en el que se encuentra la parroquia, lo que nos llena de posibilidades para cumplir con la misión de
evangelizar a nuestro alumnos y sus familias, llevándole no sólo el mensaje transmitido por Ceferino
Namuncurá, sino también el abrazo cálido, maternal y palpable de nuestra Virgen de los Pobres que
nos acompaña cada día en el peregrinar de esta pequeña porción de Iglesia del Barrio Yapeyú,
guiada por Jesucristo Nuestro Señor hacia el encuentro con el Padre Creador.

Frente a este panorama, como institución es interesante el intento de unir voluntades, dar
tranquilidad a las familias, empatizar entre directivos, docentes y no docentes para que podamos
tomar decisiones inteligentes, actitudes afectuosas que permeabilicen y dispongan un terreno fértil
para el aprendizaje significativo, que año tras año pueda percibirse en los legajos y en la sonrisa de
nuestros chicos al llegar a la escuela.

Objetivos planteados

Que al finalizar cada ciclo lectivo nos encontremos con …

- Niños que no solo se animen a dominar el contenido desde un punto de vista académico, sino
también a observar dónde conectan contenido y situaciones de la vida real, que busquen
información valiosa, la seleccionen, decidan y actúen de forma productiva, creativa, novedosa.
- Niños que puedan expresarse sin miedo, con respeto y con un lenguaje adecuado a cada
situación creando vínculos que lo ayuden en su desarrollo integral.

- Niños capaces de ir formando un carácter basado en las virtudes que nos señala Cristo, que
vayan abriendo camino y mirando atentamente modelos válidos para armar su propio proyecto de
vida.

- Una escuela con una propuesta educativa homogénea, flexible y coherente que logre encontrar
y desarrollar al máximo las capacidades que tiene cada uno de sus alumnos y lo ayude a encaminar
su desarrollo integral como persona acompañando la educación impartida por sus padres.

Propuestas :
Quiénes educamos…

El documento publicado en 2013 por la Congregación para la Educación Católica nos dice:

Ser profesor, ser dirigente (1)

“ La formación está siempre orientada por la definición de un perfil profesional y, por tanto, debe
responder a la pregunta: ¿Qué significa ser profesor? ¿Qué significa ser un dirigente en la escuela
católica? ¿Cuáles son las competencias que deben caracterizar su profesionalidad?

Hoy día el profesor es miembro de una comunidad profesional, contribuye a la elaboración del
currículo, tiene la responsabilidad de múltiples relaciones con otras personas, en primer lugar con
las familias. Una buena escuela es aquella cuyo cuerpo docente sabe ser algo más que un simple
colegio en el que sus miembros están ligados por vínculos burocráticos; una comunidad para
experimentar relaciones profesionales y personales, no sólo superficiales, sino mucho más
profundas, vinculadas por una preocupación educativa común.

Un buen profesor sabe que su responsabilidad no termina dentro del aula o de la escuela, sino que
está orientada también al territorio de pertenencia, y se manifiesta en la sensibilidad hacia los
problemas sociales de su tiempo. La preparación profesional, la competencia técnica, son requisitos
necesarios, pero no suficientes. La función educativa se manifiesta en acompañar a los jóvenes para
que comprendan su tiempo y en suministrarles una convincente hipótesis para su proyecto de vida.
Y dado que la dimensión multicultural y pluralista es un rasgo característico de nuestro tiempo, se
requiere del profesor la capacidad de proveer a los estudiantes de los instrumentos culturales
necesarios para orientarse, y, aún más, la capacidad de hacerles experimentar en la cotidianidad
de la vida del aula la práctica de la escucha al otro, la práctica del respeto, del diálogo, del valor de
la diversidad.

Poner en relación y transmitir experiencias diferentes, que requieren ser conocidas y reconocidas,
es tarea del centro escolar, cada vez más multicultural. Se esperan del personal docente y dirigente
escolar capacidades profesionales nuevas, orientadas a integrar y a poner en diálogo las diferencias,
proponiendo horizontes comunes, respetando la singularidad de los itinerarios de desarrollo y de
las distintas concepciones del mundo.

Para quien ocupa una responsabilidad dirigente, puede ser fuerte la tentación de considerar el
centro escolar a la manera de una hacienda o empresa. Sin embargo, el centro escolar que

(1) CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA. Educar al humanismo solidario. Para construir una
“civilización del amor”. 50 años después de la Populorum progressio.
quiera ser comunidad educativa necesita que quien lo guíe sea capaz de centrarse en los valores
de referencia y de orientar todos los recursos profesionales y humanos en esa dirección. El dirigente
escolar, más que manager de una organización, es un líder educativo cuando sabe ser el primero
en asumirse esta responsabilidad, que se configura incluso como misión eclesial y pastoral fundada
en la relación con los pastores de la Iglesia. Incumbe en especial al dirigente escolar facilitar el
necesario apoyo para la difusión de la cultura del diálogo, del intercambio, del recíproco
reconocimiento entre las distintas culturas, promoviendo dentro y fuera de la escuela todas las
posibles y útiles colaboraciones para poner en acto la dimensión intercultural.

Para que una escuela pueda desarrollarse como comunidad profesional es necesario que sus
miembros aprendan a reflexionar y ahondar su estudio en equipo. Es, en efecto, una comunidad de
prácticas compartidas, de comunidad de ideas y de estudio.”

La unión de la comunidad educadora se alimenta, además, a través de un fuerte vínculo con la


comunidad cristiana. La escuela católica, en efecto, es entidad eclesial. «La dimensión eclesial no
constituye una característica yuxtapuesta, sino que es cualidad propia y específica, carácter
distintivo que impregna y anima cada momento de su acción educativa, parte fundamental de su
misma identidad y punto central de su misión». Por tanto, «toda la comunidad cristiana y, en
particular, el Ordinario diocesano tienen la responsabilidad de “disponer todo de manera que todos
los fieles puedan gozar de la educación católica” y, más exactamente, disponerlo todo de manera
que haya “escuelas en las que se imparta una educación imbuida del espíritu cristiano” . La
eclesialidad de la escuela católica, que está escrita en el corazón mismo de su identidad escolar, es
la razón del «vínculo institucional que mantiene con la jerarquía de la Iglesia, la cual garantiza que
la enseñanza y la educación estén fundadas en los principios de la fe católica y que sean
transmitidas por profesores de doctrina recta y vida honesta.”

Walter Guillèn Soto en su documento “El pensamiento del Papa Francisco sobre la Educación
Católica ” dice respecto a la evangelización en la escuela: “Sabemos que el mensaje salvador del
cristianismo pone en su centro la creaturalidad humana redimida, partícipe de la gloria definitiva,
llamada a con-graciarse, a con-glorificarse y a co-reinar con Cristo. Todo lo que no dignifica al ser
humano y lo eleva a su máximo nivel de realización es teológicamente sospecho, perverso...
Nuestros arquetipos educativos están viciados por la nota dominante de los resultados finales y de
los “productos” que se exhiben ante la sociedad... Pero hay una pregunta de fuerte contenido ético
por hacernos: ¿dónde están los demás? Resituarnos ante el cometido fundamental de la educación
católica, que es mejorar la vida y potenciar integralmente a la persona humana, nos exigirá poner
de verdad a cada individuo en su originalidad como centro y punto de referencia necesario para
perfilar un proyecto educativo nuevo.”

Habiendo descripto el profesor que necesita nuestra escuela, el que dirige y la esencia de la
forma de educar en una escuela católica, creo oportuno seguir las siguientes acciones para lograr
los objetivos:

* Enseñar a cada maestro que ingresa el ideario de la escuela, entrevistarlo, ahondar sobre sus
expectativas como docente de la escuela, su capacidad de trabajo en grupo, su adaptabilidad a los
cambios y correcciones, su proactividad, y ofrecerle la libertad de adherencia o no al ideario, a las
políticas pedagógicas y al verdadero compromiso del trabajo a conciencia, aceptando sugerencias
y cualquier actividad oportuna a su labor que sea en provecho de los niños que asisten al
establecimiento.
* Poner énfasis, en la necesidad de la toma de conciencia de los docentes de lo que implica el
trabajo en equipo, el trabajo articulado, pensando que el próximo docente tendrá que continuar
el proceso de aprendizaje que retomó él mismo a principio de año de un maestro anterior.

* Que los dirigentes motiven un ambiente participativo, de consenso, democrático, capaz de tomar
decisiones de forma conjunta escuchando las opiniones de todos.

* Ponernos de acuerdo desde el equipo directivo en establecer lineamientos principales de


enseñanza que estandaricen nuestra propuesta escolar, comunicarnos con asertividad y empatía
hacia todos los actores para lograr un trabajo colaborativo. Con esto no quiero decir que debemos
exigir los mismos resultados a todos los niños, pero sí, sugerir la búsqueda de distintas alternativas
que permitan descubrir el talento escondido en cada alumno. De esta manera, ganamos en
autoestima y rendimiento del alumno, aprobación y colaboración de las familias y menos estrés en
los docentes al sentir que se trabaja parejo hacia los mejores resultados posibles.

* Armar un equipo de coordinación por áreas, supervisado desde la vicedirección para lograr un
proceso armonioso, coherente, coordinado y progresivo, en los distintos turnos, niveles, áreas,
grados y divisiones. Esto sería a través del trabajo por departamentos de áreas con un sistema de
comunicación eficiente, lo que disminuiría en gran parte la necesidad de reuniones presenciales.
Un docente por turno sería el coordinador de cada área y actuaría como canal de comunicación
entre las partes subiendo y bajando propuestas, inquietudes, resultados, etc. Las reuniones entre
maestros, coordinadores y vicedirectores se podrían realizar una o dos veces al año según la
necesidad de implementación de algún cambio o seguimiento del proceso.

* Encontrar entre todos un sistema de comunicación eficiente que permita el intercambio


permanente, fluído, cómodo y abarcativo de los involucrados en cada temática, proyecto, área, etc.

* Hacer de la página web un lugar de encuentro con los demás, un espacio para compartir
proyectos, experiencias, actividades, y por qué no alguna frustración, somos una escuela de
personas, con virtudes, defectos, errores y aciertos. Podría abrirse algún lugar sólo para
intervención y acceso de los docentes, a través de foros, por ejemplo (O se podría crear un blog).

* Invitar al gabinete psicopedagógico a hacer un seguimiento amoroso del proceso pedagógico del
alumno con dificultad y su familia, involucrándose verdaderamente con el corazón para ayudar y
orientar.

* Capacitar a los docentes a través de talleres en las plenarias, para hacer de nuestra institución
una escuela inteligente, atenta a los cambios en las necesidades de los niños, a la información que
nos compete, permeable a los cambios en los requerimientos institucionales, proactiva, dispuesta
a encontrar la manera de llevar a nuestros chicos al mayor estado de bienestar, autoestima y
seguridad, guiándolos hacia un primer bosquejo en su proyecto de vida que irán armando mientras
transiten por todos los niveles del complejo educativo Ceferino Namuncurá.

* Proponer cada día a Cristo como guía, modelo, fin último y hermano bueno.

Tiempos del proceso

La implementación se haría en primer ciclo por un año o dos, teniendo en cuenta la falta de
experiencia institucional y como consecuencia el sometimiento a la prueba error en muchos
aspectos, hasta encontrar la forma más adecuada, eficiente y cómoda (dentro de lo posible) de
implementación. Luego se aplicaría en el segundo nivel y finalmente en el tercer nivel. Es decir, al
tercer o cuarto año correspondería una evaluación institucional de los resultados del trabajo por
departamentos.

Recursos humanos

Director, vicedirectores como coordinadores de departamento de área, docentes como


implementadores, familias como colaboradores, niños como actores principales, personal no
docente como colaboradores oportunos o espontáneos.

Todos los actores participantes deberán ser informados acerca del proyecto y su rol en el mismo
para lograr un trabajo coordinado. Y de gran ayuda sería la participación del gabinete
psicopedagógico como guía, orientador y asesor .

Evaluación

Proponer a los docentes de cada grado elaborar dos evaluaciones anuales generales que
abarquen los distintos niveles de aprendizaje de los niños de ese grado en todas las divisiones para
sondear los resultados de los aprendizajes del grado en la escuela y poder hacer los ajustes o
adaptaciones pertinentes. En dicha ejercitación no sólo se evaluarían contenidos sino también
algunas habilidades creativas de resolución de problemas.

También se haría evaluación de los procesos y del cumplimiento de roles a través de las
intervenciones en la página o en el foro que se habilite (Ver http://ceferino.foroactivo.com/) La
observación directa de carpetas, cuadernos o evaluaciones.

Se harían sondeos claves por escrito a los docentes para saber su opinión acerca de la marcha del
proyecto y los cambios que propondrían. También se podrían hacer a través de la página o el foro.

Desde el gabinete se podrían hacer evaluaciones a los niños con mayores dificultades para
asesorar y ayudar en los pasos a seguir.

Creí de vital importancia volver a reflexionar sobre la importancia y el poder de la evaluación bien
entendida, que se muestra claramente en este artículo de la Revista Electrónica “Actualidades
Investigativas en Educación” ( Volumen 4, Número 2, Año 2004):

Funciones de la evaluación

Cualquier tipo de evaluación que se realice en el ámbito educativo, debe cumplir con funciones
como las que se citan a continuación (Posner, 1998; Hernández, 1998; Díaz Barriga, 1999):

Función de diagnóstico: La evaluación de un plan o programa de estudios debe caracterizar el


planeamiento, ejecución y administración del proyecto educativo, debe constituirse en síntesis de
sus principales aciertos y desaciertos. De tal manera, que le sirva a las autoridades académicas de
orientación o de guía que permita derivar acciones tendientes al mejoramiento de la calidad de la
educación.

Función instructiva: El proceso de evaluación en sí mismo, debe producir una síntesis de los
indicadores de la puesta en práctica del currículum. Por lo tanto, las personas que participan en el
proceso, se forman, aprenden estrategias de evaluación e incorporan una nueva experiencia de
aprendizaje laboral.
Función educativa: A partir de los resultados de la evaluación donde el personal docente conoce
con precisión cómo es percibido su trabajo por sus iguales, por el estudiantado y por las autoridades
académicas de la institución, puede trazarse una estrategia para erradicar las insuficiencias que le
han señalado en su desempeño profesional. Por lo tanto, existe una importante relación entre los
resultados de la evaluación del plan o programa de estudios y las motivaciones y actitudes del
personal docente hacia el trabajo.

Función autoformadora: Esta función se cumple principalmente cuando la evaluación ofrece


lineamientos para que la persona responsable de la docencia oriente su quehacer académico, sus
características personales y para mejorar sus resultados. Poco a poco la persona se torna capaz de
autoevaluar crítica y permanentemente su desempeño, no teme a sus errores, sino que aprende
de ellos y es más consciente de su papel como responsable de diseñar y ejecutar el currículum.
Desarrolla habilidad en cuanto a lo que sabe y lo que no sabe y necesita conocer; de manera que
desarrolla la necesidad de autoformación tanto en el plano profesional como en el desarrollo
personal. El carácter formador de la evaluación, por si solo, justifica su necesidad. La función
autoformadora es la persigue la autora en los procesos evaluativos, de la experiencia obtenida se
puede concluir que es un proceso difícil dado que se presentan obstáculos tales como: la resistencia
al cambio, el poco interés en asumir compromisos de participación y el miedo a enfrentar nuevos
retos. La evaluación es lenta y debe ser un proceso de análisis y reflexión constante, hasta lograr un
cambio de actitud ante las situaciones problemáticas que se están evaluando y mejorando. Cuando
el análisis y reflexión del desempeño docente, por ejemplo; se convierte en una práctica diaria, se
empieza a notar el mejoramiento en la calidad de la enseñanza.

Además de las funciones de la evaluación es necesario señalar las normas básicas de la evaluación.

Normas para la evaluación

El Joint Committee on Standards for Educational Evaluation y la Evaluation Research Society han
formulado dos conjuntos de normas para la evaluación (Stufflebeam y Shinkfield, 1995). El trabajo
de estas organizaciones ha sido guiado por dos premisas básicas; la primera señala que la
evaluación es una actividad humana esencial e inevitable. La segunda, se fundamenta en que una
evaluación solvente proporciona una comprensión más amplia y una mejora de la educación. En
general, las normas del Joint Committee "aconsejan que los evaluadores y las personas involucradas
en este proceso cooperen entre sí para que las evaluaciones puedan cumplir cuatro condiciones
principales" (Stufflebeam y Shinkfield (1995, pp. 26-27):

ƒ Ser útil al facilitar informaciones acerca de virtudes y defectos así como soluciones para mejorar.

ƒ Ser factible al emplear procedimientos evaluativos que se puedan utilizar sin mucho problema. ƒ
Ser ética al basarse en compromisos explícitos que aseguren la necesaria de cooperación, la
protección de los derechos de las partes implicadas y la honradez de los resultados.

ƒ Ser exacta al describir el objeto en su evolución y contexto, al revelar virtudes y defectos, al estar
libre de influencias y al proporcionar conclusiones. Estas normas pueden aplicarse en cualquier
etapa del proceso evaluativo, ya sea al decidir si hay que realizar la evaluación, al planearla y llevarla
a cabo, al presentar los resultados y aplicar las conclusiones. En los procesos de evaluación
participativa que ha realizado la autora, se parte analizando las funciones de factibilidad y ética. La
función de utilidad está muy ligada a la de exactitud, lo que depende, en gran medida, del nivel de
compromiso y responsabilidad con que se desarrollo la evaluación.
Uno de los grandes compromisos que se tomarían los encargados de la supervisión del proyecto
del trabajo por departamentos, sería transmitir en forma clara y comprometida la importancia del
proceso de evaluación, cuyos resultados irían retroalimentando en el futuro la nueva toma de
decisiones que vayan encaminando las acciones hacia los resultados esperados.

BIBLIOGRAFÍA:

“La escuela inteligente”, de David Perkins, Barcelona 1997, Editorial Gedisa.

“Educar para un mundo cambiante”, de David Perkins, Editorial SM.

Revista Electrónica "Actualidades Investigativas en Educación", Universidad de Costa Rica Costa


Rica.

“El pensamiento del Papa Francisco sobre la Educación Católica”, Walter Guillén Soto, Honduras.

“Acerca de la identidad y Misión de la educación católica”. Identity and mission of the catholic
education de Héctor Vargas Bastidas, Sergio Torres y Sergio Naser.

Documento sobre sistema de convivencia para las escuelas católicas de la arquidiócesis de Santa Fe
de la Vera Cruz. Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz Junta Arquidiocesana de Educación.
Acerca del perfil.

Esta escuela en particular es muy grande, muchos alumnos, muchos padres y mucho personal. El
manejo adecuado, respetuoso y empático de las relaciones interpersonales es fundamental para
lograr la concreción de los objetivos, la capacidad de liderazgo, el orden, la planificación de las
tareas que hacen al todo institucional. En un mundo agobiado por la competitividad, el director de
nuestra escuela debe ser una persona humilde y a la vez fuerte, con capacidad de tomar decisiones
sin titubear, con alta capacidad para escuchar y llegar al consenso en beneficio de cada alumno.
Más allá de todas esas aptitudes personales, el director debe conocer la marcha en lo pedagógico
y sus resultados, de tal manera que pueda hacer intervenciones con propuestas generales de
trabajo y supervisar para encauzar las acciones hacia los resultados esperados por todos. Además
de eso, debe manejar lo mejor posible las leyes vigentes que ordenan a los actores institucionales,
para orientar, tomar decisiones y llevar adelante la gestión respetando el marco jurídico nacional y
provincial, la normativa básica del Derecho Administrativo y la legislación escolar, como también
así normas básicas del Derecho Laboral.

En mi caso me veo fortalecida en los siguientes aspectos:

 Capacidad en el manejo de las relaciones interpersonales.


 Capacidad para encontrar métodos pedagógicos sencillos y fáciles de aplicar.
 Manejo de conocimientos básicos y aplicación del Derecho.

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