Você está na página 1de 5

E N S AY O Por otra parte, el propio uso de la lengua puede funcionar como

elemento de inclusión y, al propio tiempo, de exclusión, como mues-


tra la obra de Derrida, El monoligüísmo del otro. Este mismo autor
L O S D I S CU R S O S nos proporciona algunos elementos ineludibles para construir una
reflexión coherente sobre la puesta en pie de los discursos del odio,
DEL ODIO en obras como Puntos suspensivos y Políticas de la amistad.
En la primera de ellas, respondiendo a François Ewahl, que le
Para Derrida, no hay democracia sin respeto interrogaba a propósito de si deseaba o no tener una identidad,
a la diferencia, sin atención a la singularidad, a la Jacques Derrida afirmaba: “Sí, como todo el mundo. Pero girando
alrededor de una cosa imposible y a la que sin duda resisto también,
irreductible alteridad, pero también necesita del
el ‘yo’ constituye la forma misma de la resistencia”1.
sustrato de la amistad y es en el territorio político La identidad personal se relaciona, además, con la identidad colec-
donde ésta puede extenderse de forma colectiva. tiva y esa relación no sólo no está exenta de problematicidad, sino que
incrementa de forma exponencial la naturaleza equívoca y problemá-
D o m i n g o F e r ná n d e z Ag i s tica de la primera. Como suele suceder en casos análogos, el reto de
deshacer el nudo gordiano se resuelve de un tajo, cortándolo como
si fuese un simple enredo en lugar de una compleja conexión. De ahí
que, frente al enigma o la duda, se opte con frecuencia por la acrítica

L
autoafirmación, en su dimensión individual o en su vertiente colectiva.
Porque, en efecto, complican enormemente las cosas conceptos
os discursos xenófobos y racistas se confrontan a dos como el de fraternidad, tan vinculado a los elementos fundacionales
de los valores referenciales de las sociedades democrá- de nuestra cultura. No ha escapado a Derrida la importancia que esto
ticas modernas: el cosmopolitismo y la hospitalidad. tiene, pues nos plantea que “imaginemos una amistad que va más allá
Ni que decir tiene que tales valores funcionan hoy en de esta proximidad de doble congénere. Más allá de la paternidad, la
las aludidas sociedades como ideales regulativos, per- más natural, cuando deja su firma, desde el origen, sobre el nombre
maneciendo aún muy lejos de nosotros el horizonte de como el doble espejo de tal pareja. Preguntémonos qué sería en tal
su plena materialización. En este aspecto, como en tantos otros, ni caso la política como algo ‘más allá del principio de fraternidad’”2.
todo lo racional es real ni todo lo real racional. Una política “más allá de”; en esta expresión se manifiesta un empeño
Tales discursos aparecen de forma clara y explícita cada vez con de sobrepasar lo dado, lo realizado o lo materializado en la política
mayor frecuencia, aunque también es posible sacar a la luz, tras el concreta. Se trata, por lo demás, de una suerte de función no saturada,
necesario análisis, el soterrado contenido racista y xenófobo detectable que puede, de hecho, saturarse o cumplimentarse con los más diversos
latente en ciertos discursos políticos o en el pensamiento de algunos contenidos. Derrida lo hace apelando a la fraternidad y su superación.
autores tenidos por respetables. 1 Derrida, J., Points de suspension, Paris, Galilée, 1992, p. 250.
2 Derrida, J., Politiques de l’amitié, Paris, Galilée, 1994, p. 12.

96 97
Las razones que da para ello tienen que ver con los aspectos negativos la extensión de la amistad y no del odio al otro, que evite la transmu-
que hay en ese concepto, aspectos que propenden a la utilización del tación del otro en enemigo irreconciliable. Mientras la política sólo
mismo como recurso para justificar la exclusión del otro, del no-her- pueda ser concebida a partir de la dialéctica amigos-enemigos, como
mano. Tal tipo de exclusión prolifera en la actualidad, por lo que quería Carl Schmitt, no habrá otro acontecer en lo político que el de
podemos agradecer a Derrida que nos pusiera en guardia frente a las la destrucción de los mecanismos de la solidaridad y la profundización
derivas que puede tener la política cuando se basa en la hermandad. de la brecha social.
Por otra parte, las reminiscencias freudianas más sugerentes están Por otro lado, la apuesta por la amistad civil nos pone a salvo de la
presentes de varias formas en este texto. Pero dejémoslas de lado y obsesión de pureza y la búsqueda de la inmunización colectiva que han
vayamos a la cuestión que más nos interesa ahora. caracterizado a los totalitarismos, a partir de las cenitales experiencias
Subrayemos, pues, que cuando hablamos de fraternidad pensamos que en este sentido se dieron a lo largo del siglo xx. Cada uno de esos
en una manera de aproximarnos responsablemente al otro, de hacernos regímenes de infausto recuerdo, pretendía llevar a la sociedad sobre la
cargo de él, de asumir nuestra responsabidad frente a él. Sin embargo, que establecía su dominación a entrar en “el tiempo de un mundo sin
a veces la apelación al hermano es reconocimiento de la llamada de amigo, el tiempo de un mundo sin enemigo. Inminecia de una autodes-
la sangre, establecimiento de los lazos sociales en función de la con- trucción por el desarrollo infinito de una locura de auto-inmunidad”5.
sanguineidad y, en contrapartida, exclusión del otro. El mundo de la política sería, para Derrida, el mundo en el que
Para Derrida, no puede haber democracia sin respeto a la diferen- ha de intentarse la extensión de la amistad, sobrepasando los lazos de
cia, sin atención a la singularidad, a la irreductible alteridad. Pero, al la fraternidad que, en última instancia, remiten a la sangre. La amis-
mismo tiempo, tampoco puede existir la democracia, dice Derrida tad, desde esta perspectiva, se enfrenta al problema de su hipotética
evocando a Aristóteles, sin la “comunidad de amigos”3. La democracia extensión y, de una u otra forma, ha de dar respuesta a la pregunta :
necesita del sustrato de la amistad y es el territorio político en el que ¿cuántos pueden ser amigos?
ésta puede extenderse de forma colectiva. En cualquier otro sistema Este es, como indica Derrida, un problema capital para la demo-
puede darse la relación de amistad entre ciertos individuos, pero la cracia ya que, como hemos dicho ya, el orden democrático es un
democracia es el único que no puede funcionar si la amistad, en sus sistema político en el que la amistad ha de ocupar un lugar central.
diversas formas y grados, no adquiere una dimensión colectiva. En Sin embargo, para que exista política ha de existir discrepancia
ella adquiere su sentido más profundo la afirmación siguiente: “El de intereses y pareceres. Para Carl Schmitt, eso sería tanto como una
otro es la condición de mi inmanencia”4. diferenciación entre amigos y enemigos, y por tanto una tensión dia-
Pero no olvidemos que el otro es también la posibilidad de la léctica entre grupos que se oponen en función de planteamientos e
trascendencia. El otro y lo Otro constituyen la sustancia del aconte- objetivos contrapuestos. Cabría preguntarse, en consecuencia, si es
cimiento y contienen las más obvias oportunidades de afrontar el reto posible compatibilizar amistad y rivalidad en el plano de la política.
del éxito o el fracaso. En cualquier caso, hemos de confrontarnos al La conclusión es que resulta inevitable intentar hacerlo, empeñarse
imperativo de concebir la política como una actividad que haga posible en la búsqueda del equilibrio necesario para evitar el caos absoluto.
Es éste el asunto primordial de la política.
3 Ibídem, p. 40.
4 Ibídem, p. 63. 5 Ibídem, p. 94.

98 Domingo Fernández Agis Los discursos del odio 99


Inspirador resulta su planteamiento cuando nos detenemos a pensar pues es posible apartar la vista del otro, pero resulta imposible dejar
en la construcción y utilización de los discursos racistas y xenófobos. En de percibir su olor. Hasta tal punto, que no se puede hacer abstrac-
ese ámbito encontramos una serie de elementos recurrentes. En concreto, ción de él, que no es posible para quien ve el mundo a través de esta
aparecen en ellos tres ideologemas que se repiten sin cesar, referidos a ideología opresora y excluyente olvidar por un momento la presen-
la higiene individual, a la inmunización colectiva frente a los agentes cia de aquellos que contaminan el mundo que ha heredado de sus
patógenos, de los que serían portadores los inmigrantes, y alusivos por ancestros. En efecto, quien construye el discurso racista apelando a
último al mundo del trabajo. En este último sentido, en un contexto de este elemento, considera que puede hacerse tolerable por el hábito la
escasez de la oferta laboral, es frecuente oír que los inmigrantes robarían percepción de una piel de otro color, pero toma como presupuesto,
el trabajo a los residentes en el país6. Fácil es apreciar que cada uno de sea consciente de ello o no, que nunca podrá tolerarse convivir con
estos elementos apela a un temor arraigado en la conciencia de quien un olor que le repugna. Emerge, en consecuencia, al considerar este
construye el discurso del odio o contribuye a difundirlo. elemento discursivo la apelación a la visceralidad, tomada como base
de un antagonismo imposible de resolver.
• En primer lugar hay que referirse a lo que podríamos englobar
bajo el epígrafe de higiene social. Con tanto esfuerzo y tanto gasto • Un segundo elemento se dirige directamente a lo colectivo,
conseguida, la asepsia de la sociedad se contempla desde una dimensión refiriéndose de forma más o menos explícita al cuerpo social. Éste es
colectiva, considerándose en el contenido de los discursos del odio que percibido como algo que se encuentra siempre amenzado. Por ello,
sería puesta en riesgo por esos grupos de individuos que atraviesan el cuerpo social debe permanecer sin descanso a la defensiva, en per-
sin permiso las fronteras. Aquí la apelación al olor (“los inmigrantes manente estado de alerta. Sus resortes de defensa se tensan cuando se
huelen mal”, se oye decir con pavorosa frecuencia) remite a la limpieza detecta una amenaza. Pero, en este caso, se nos quiere hacer creer que
que puede sentenciarse a partir de una ideología de la higiene racial; la amenaza procede de agentes infecciosos de origen exterior, frente a
limpieza que sería echada a perder por “esos sucios extranjeros”, como los que no se tiene aún muy claro cómo actuar para defenderse. Ante
los llamara ya el griego Esquilo. ello, nos dicen, una solución se impone: el riesgo de infección debe
No es extraño que el olfato, el sentido más atávicamente ligado al ser cortado de raíz y, para lograrlo, es preciso expulsar a aquellos que
origen no humano de lo humano, haya sido utilizado para marcar una la transmiten, que constituyen el vector de penetración en nuestra
asimilación imposible o al menos harto improbable de los inmigrantes. sociedad de los elementos patógenos.
Éstos vienen de lugares lejanos, en los que se vive de otra manera, se Así justifican los discursos del odio la vigilancia y el cierre de
tienen hábitos de higiene y alimentación muy diferentes de los que son fronteras. Por ello los discursos del odio sirven para justificar políti-
usuales entre nosotros. Pueden ensuciar, por tanto, una sociedad que cas que tienden a eliminar la permeabilidad de las líneas fronterizas
viene practicando desde hace siglos el autorreconocimento a través de y pretenden tan sólo que se deje entrar en el país a aquellos que no
un ideal de pureza de la sangre y remisión a un hipotético origen común. suponen un peligro, que no pueden infectarlo.
El olor diferente, específico, reconocible, denotaría la presencia de
un estigma, sería la forma en que ese estigma se hace aún más presente, • El tercer elemento discursivo recurrente en estas apologías de la
6 Olander, J., La chase aux évidences. Sur quelque formes de racisme entre mythe et histoire, Paris,
confrontación se relaciona con la actividad laboral. En un contexto
Galaade, 2005, pp. 262-3. de escasez de la oferta laboral, se alude a que los inmigrantes ocupan

100 Domingo Fernández Agis Los discursos del odio 101


muchos puestos de trabajo, o pueden llegar a ocuparlos si no se les de una apertura, cada vez mayor, a la pluralidad, a la heterogeneidad,
impide. Acto seguido, se razona diciendo que si se marcharan los a la diferencia.
inmigrantes que están residiendo en el territorio nacional considerado El proceso es tan inexorable que ni siquiera los Estados más
y no viniesen más, esos puestos serían para los nativos y los que llevan militarizados, reaccionarios o violentos han podido nunca frenarlo.
un tiempo considerable disfrutando de la condición de residentes Es imposible hacer durar en el tiempo una política aniquiladora de
legales en el país. De esta forma –insisten–, desaparecería el paro y, la diferencia. La diferencia puede ser ocultada o escamoteada, pero
con él, muchos otros problemas sociales asociados al mismo, como no se puede aniquilar su presencia ni sus trazas. A los genocidas les
la inseguridad ciudadana. Con ello vemos que los discursos del odio sobran motivos para haberlo aprendido bien. Las amargas experien-
son asimismo discursos del miedo. cias que han promovido han tenido la elocuencia de la frustración
Poco importa que los análisis económicos muestren que los aspec- y la sangre. La tarea purificadora que se han atribuido no ha logrado
tos positivos de la inmigración son mucho más importantes que las jamás los fines con los que pretendían su justificación. Han hecho
dificultades puntuales que ésta pueda generar; quienes defienden un inmenso daño para no conseguir nada que a la larga refuerce
estas ideas no aceptan otra posibilidad, no están dispuestos a consi- su poder o asegure la pervivencia de los objetivos que perseguían.
derar otro posible correlato. Para ellos, si se fuesen los inmigrantes La triste ejemplaridad de los hechos debería detener sus manos antes
–en particular los ilegales, pero con frecuencia se alude también a los de llevarles de nuevo a aplicar políticas opresoras de las minorías
legales– que ya están aquí y no se admitiese la residencia de ninguno étnicas o religiosas, emprender terribles guerras y dejarse llevar por
más, el país iría mejor. Éste es el modo en que ven las cosas, pues la delirantes quimeras de dominación.
única utopía que contemplan es el retorno a un estado de pureza, Por lo demás, cuando hablamos de Derechos Humanos, es nece-
posibilitado por la limpieza del territorio nacional, en el que sólo resi- sario distinguir entre el proceso histórico concreto, que abocó en la
dirían quienes tienen un ancestral derecho, por su origen biológico, enunciación y proclamación de los mismos y el contenido universal
por su pertenencia o vinculación a la fratría original, a residir en él. que hay en ellos. Pues existe en su enunciación y contenido una voca-
ción de universalidad, una búsqueda de lo universal, que está en el
Argumentos sesgados origen de procesos de apertura emocional e intelectual que conducen
En el origen de los Estados siempre ha habido un componente iden- a explorar lo que nos abre al otro.
titario, la voluntad de crear una sociedad política que responda a un No es el proceso histórico, en este caso, una inscripción en el
carácter nacional, a una lengua, a una religión, a una raza, etcétera. tiempo y el espacio. Es cierto que nos habla de ello, pero no se queda
Pero suele ocurrir que los nacionalistas radicales de uno u otro rincón ahí. No puede quedarse en eso desde el momento en que la apela-
del mundo afronten las eventuales críticas que su discurso suscita, ción a lo universal está impulsando el planteamiento de los Derechos
diciendo que su caso es diferente, que en su caso ese impulso es más Humanos fuera de los límites y circunstancias iniciales de aparición
fuerte, más auténtico, más justificado. Sin embargo, tal presunción no de los mismos, en tanto que formulación jurídico-política.
proporciona mayor solidez a sus argumentos, cuando se confrontan
sus especulaciones y deseos con la realidad histórica. En efecto, si el Derechos Humanos y felicidad
impulso creador responde a lo antes mencionado, la evolución his- Aquellos que intentan cruzar de forma ilegal nuestras fronteras lo
tórica produce el resultado contrario, pues se mueve en la dirección hacen en pos de un ideal que, por ambigua y antigua que la expre-

102 Domingo Fernández Agis Los discursos del odio 103


sión suene, podríamos seguir denominando felicidad. En su ensayo Nos permite pensar de forma positiva en el otro y ver el interés de
La sociedad sitiada, indica Zygmund Bauman que “la idea de felicidad abrir un diálogo con él. La conversación con el otro se convierte así
parece estar condenada a la ambigüedad. Podría comparársela con en interesante, porque vemos que en ella reside una posibilidad de
un recipiente preparado para alojar sustancias de muchos colores explorar otras formas de buscar la felicidad.
y sabores distintos, y de los más variados grados de perennidad y Pero la felicidad, sea lo que fuere que se entienda por ella, no es
fugacidad”7. un don individual, no pertenece ni puede ser atesorada por quienes
Utilizando un lenguaje que recuerda con frecuencia la densa expre- con sus ideas y acciones minan constantemente los fundamentos de la
sión heideggeriana en Ser y tiempo, señala Bauman que “la forma justicia social. Es por ello que la cuestión de la felicidad nos conduce
humana de ser-en-el-mundo es una forma que contiene la idea de de nuevo a la problemática específica de los Derechos Humanos, su
felicidad”8. respeto formal y su realización material, en directa confrontación con
Bauman piensa que gracias a hacer intervenir la idea de felicidad en las pretensiones de los creadores y defensores de los discursos del odio
nuestra reflexión acerca de la sociedad en la que vivimos se consiguen que, como bien hemos visto, son asimismo discursos del miedo.  •
varias cosas de gran relevancia.
En primer lugar, se “hace evidente que la realidad no tiene por qué
ser como es, y que no es la única realidad posible”9. Asimismo, la presen-
cia de la idea de felicidad “hace que el sufrimiento sea imperdonable,
que el dolor sea una ofensa y la humillación sea un crimen contra la
humanidad”10. De forma análoga, hacer intervenir la idea de felicidad
en nuestra reflexión nos ayuda a poner en marcha un trabajo especu-
lativo que “transporta causas de acción del pasado ya determinado al
futuro aún por decidir. El estado de felicidad que mueve a la acción
es algo siempre pendiente, más allá del mundo como es hoy”11. Gracias
a la idea de felicidad, viene a decirnos Bauman, la manera de ser-en-
el-mundo propiamente humana está por realizarse, siempre supone
una apuesta. Por último, la idea de felicidad contribuye a crear un
modo de pensar que “une a la humanidad más allá de su diversidad,
o más bien por medio de ésta”12. La idea de felicidad nos lleva a ver la
diversidad de modos de vida y a apreciar como valiosa la diferencia.

7 Bauman, Z., La sociedad sitiada, Buenos Aires, FCE, 2012, p. 157.


8 Ibídem. p. 157
9 Ibídem. p. 157
10 Ibídem, p. 158 Domingo Fernández Agis es doctor en Filosofía y en Derecho.
11 Ibídem. p. 158 Autor de La plenitud y sus ecos, Sofisticados caníbales, Mucho más
12 Ibídem. p. 158 que palabras y Una ética en la estética.

104 Domingo Fernández Agis Los discursos del odio 105

Você também pode gostar