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ESCUELA SECUNDARIA FEDERAL 334

ASIGNATURA: ESPAÑOL 1er AÑO

PROFESORA: Eurídice Sandoval S.

ALUMNO(A):

GRUPO: FECHA

LECCIÓN 1: Yo comparo, tú comparas …todos comparamos

¿Recuerdas el juego de la bolita, donde tenías que escoger la tapa que esconde debajo la pelotita?
Aquí tendrás que hacer algo parecido. Elige el inciso que esconde la respuesta con una relación de
conceptos similar a la de la pregunta. Ten cuidado, algunas respuestas son tramposas e intentan
confundirte.

1. Perro es a perra como 6. Semanas es a meses como minutos a horas en


a) ratón a rata un relación de
b) vaca a buey a) pertenencia
c) caballo a yegua b) derivado
d) asno a mula c) doble
d) funciones
2. Manada es a elefantes como
a) primates a monos 7. Entrenador es a atleta como maestro es
b) perros a mascotas alumno es un relación de enseñanza
c) enjambre a abejas a) correspondencia
d) ovejas a rebaño b) derivado
c) productor
3. Cabeza es a sombrero como d) contrario
a) cenicero a cigarro
b) niño a escuela 8. Grande es a pequeño como mucho es a poco
c) oreja a arete es una relación de
d) cocina a licuadora a) derivado
b) derivado
4. Honestidad es a valor como c) doble
a) riqueza a poder d) contrario
b) trabajo a responsabilidad
c) furia a regaño 9. Radio es a música como televisión es a
d) lujuria a pecado película es una relación de
a) derivado
5. Bebé es a humano como b) correspondencia
a) oso a osito c) contrario
b) huevo a pollito d) función
c) becerro a vaca
d) cachorro a perrito 10. Quesos es a leche como jugo de naranja es
una relación de
a) productor
b) derivado
c) pertenencia
d) funciones
Dignidad de un perro y su analogía con la de

Cierto día, “Sirulay” vio a su amo entrar a su casa; como es un perro de ciudad, corrió para lamerle
los zapatos, moverle la cola, levantar su hocico para que su amo lo viera y recibir un chasquido de
dedos a cambio de tantas caricias. Su amo, como siempre, algunas veces llegaba de buenas, otras
cansado y la mayor parte de veces de un humor de la fregada. Ese día, “Sirulay”, en vez de
chasquidos de dedos se llevó tremenda patada en el hocico que lo arrinconó sobre el sofá, allí fue a
pegar unos gemidos lastimeros; pero se acordó que era perro, que nació perro y seguiría siendo
perro y en medio del dolor físico y sentimental que llevaba hecho añicos, regresó nuevamente
donde estaba su amo para acariciarlo, nuevamente recibió el rechazo frío del insolente y colérico
amo que ya no lo pateó pero con palabras hirientes y con la mano le propinó semejante empujón
que esta vez quedó con las patas hacia arriba. Sirulay sintió que sus acciones lo despojaban de toda
dignidad, pero no había otra alternativa; nació perro. La dignidad sólo se la reclamaban, para él a
veces había sólo migajas, una que otra caricia de los hijos menores del amo, a veces caían mieles de
la boca del amo que Sirulay tenía que recoger con su lengua; tenía que mostrarse para que mientras
la familia del amo se daban grandes festines, él sólo recogía míseras migajas: pero llevaba presente
que había nacido perro y nada le asistía pedir cuando el amo saboreaba manjares y él tenía que
conformarse con el olor o simplemente se conformaba con que su amo lo llevara y lo considerara
parte de “su gente”. Cierto día, y después de seis años, en el que Sirulay tuvo que recibir patadas,
rechazos, migajas, desprecios, hambre y mentadas, cambió de dueño; llegó otros amo. A Sirulay, ni
siquiera le dijeron adiós, no hubo para él una migaja mayor, pero por lo menos pensaba que la vida
de su energúmeno ex amo, ya no la soportaría. La vieja casona donde Sirulay veía entrar mucha
gente, conocidos y extraños que a veces les chasquillaban los dedos, ya estaba siendo merodeaba
por el nuevo amo, el que parecía más benevolente, pues no recibía del nuevo dueño de esa casona,
las patadas, los desprecios, ya dejaba más comida sobre la mesa donde Sirulay parecía llenarse de
algo digno: pero no se olvidaba que era perro, su mal trato le dolía pero no debía quejarse; había
nacido perro. No había dignidad y así pasarían varios sexenios en los que Sirulay se conformaba
con ser perro de esa gran casona, de eso se orgullecía cuando platicaba con los demás perros, sabía
que era perro, que había nacido para proteger al que lo maltrataba, sabía que su misión en la vida
era recibir cachetadas y patadas en vez de caricias, pero no se equivocaba; era perro. Siempre veía a
los demás y se sentía perro de caché, nunca dijo que lo maltrataban, aunque los demás perros lo
veían con recelo y querían ser perro de esa gran casona, la que a veces olía bien y otras horrendo;
pero era perro privilegiado porque oía muchas cosas y sabía cuándo ladrar, los demás perros
dormían peor que perros mientras que Sirulay dormía dentro de la gran casona, custodiado por otros
perros de ulterior categoría. Un día, Sirulay después de tantos sexenio sintió que se retiraría, ya
estaba viejo y cada que era herido en sus sentimientos, sus perras y perros jovencitos, se aliaron con
el amo y dejaron formaron la cofradía y quisieron los hijos del viejo perro, destronar al amo de su
padre. Lo triste es que los nuevos canes ya poderosos también se olvidaron de papá perro; ahora ya
pensionado y comiendo de milagros.

Texto tomado en http://afuego-lento.com.mx/dignidad-de-un-perro-y-su-analogia-con-la-de-un-politico/#prettyPhoto

Consulta agosto 2016

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