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EL C R I S T I A N I S M O
EN EL M U N D O A N T I G U O ?
Christoph Markschies
Christoph Markschies
Obras:
Valentinus Gnosticus? Untersuchungen zur
valentinianischen Cnosis, mit einem Kom-
mentar zu den Fragmenten Valentins,
1992; Arbeitsbuch Kirchengeschichte,
1995; Zwischen den Welten wandern.
Strukturen des antiken Christentums,
1997; Die Gnosis, 2 0 0 1 , Ist Theologie eine
Lebenswissenschaft? Einige Beobachtun-
gen aus der Antike und ihre Konsequenzen
fürdieGegenwart, 2005.
EDICIONES SIGUEME
¿POR QUÉ SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO
EN EL MUNDO ANTIGUO?
VERDAD E IMAGEN MINOR
26
EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
2009
Cubierta diseñada por Christian H u g o Martín
3
© Evangelische Verlagsanstalt, Leipzig 2004, 2006
© Ediciones Sígueme S.A.U., 2 0 0 9
C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España
Tlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563
cdiciones@sigueme.es
www.sigueme.es
ISBN: 978-84-301-1715-4
Depósito legal: S. 870-2009
Impreso en España / Unión Europea
Imprime: Gráficas Varona S.A.
Polígono El Montalvo, Salamanca 2 0 0 9
CONTENIDO
Prefacio 9
1
OBSERVACIONES SOBRE LA PROBLEMÁTICA Y LOS PRO-
BLEMAS HISTÓRICOS Y SISTEMÁTICOS 13
2
RESPUESTAS ANTIGUAS A LA CUESTIÓN DE POR QUÉ
SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO 21
3
RESPUESTAS MODERNAS A LA CUESTIÓN DE POR QUÉ
SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO 41
1. Richard Rothe 42
2. Adolf Hausrath 46
3. Ernst Troeltsch y Hans von Schubert 49
4. Adolf von Harnack 51
4
¿POR QUÉ SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO EN EL MUN-
DO ANTIGUO? 57
1. Algunas observaciones preliminares 57
2. Siete razones para la supervivencia del cris-
tianismo 60
3. Historia de la Iglesia e historia de la cultura .......... 74
4. La historia de la Iglesia y la teología sistemá-
tica. Un diálogo con Maurice Wiles y Ernst
Troeltsch 78
5
OBSERVACIONES FINALES 85
Notas al texto 87
PREFACIO
RESPUESTAS ANTIGUAS
A LA CUESTIÓN DE POR QUÉ
SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO
41
Dios en la historia de las peticiones individuales ;
pero, como es lógico, podrían aducirse igualmente un
gran número de testimonios de la δύναμις y la εξου
σία de la religión transmitidos por parte pagana: «τό
κρατοΰν γάρ πάν νομίζει τ>εός», lo dice, por ejem
plo, Menandro (frgm. 257).
Hace algún tiempo, por ejemplo, Reinhold Mer-
42 43
kelbach y Hans Dieter Betz quisieron llamar la
atención de los estudiosos sobre una denominada «li-
44
turgia de Mitra», publicada por Albrecht Dieterich ,
especialista de la religión en Heidelberg, y Karl Prei-
45
sendanz , aunque sería preferible denominarla, como
hace Merkelbach, «liturgia parisiense de la inmorta-
lidad». Si durante esa ceremonia, que era designada
expresamente como «el llegar a ser inmortal» (άπα-
f/ανατισμός) 46 y que simbolizaba el viaje del inician
do por la esfera de los planetas hasta llegar al más
allá, al reino de los dioses, no podía experimentarse
el vigor y el poder de la religiosidad pagana, ¿cuán-
do entonces? Incluso el polémico Tertuliano habla de
imago resurrectionis, de una «imagen de la resurrec-
ción» . «Grande es tu poder, Señor», «ισχύει σου
47
RESPUESTAS MODERNAS
A LA CUESTIÓN DE POR QUÉ
SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO
2. A D O L F HAUSRATH ( 1 8 3 7 - 1 9 0 9 )
t e o l o g í a » 1 8
historización de la , hizo que «la fuerza re-
ligiosa convincente [...] de la joven Iglesia» fuera la
responsable de la supervivencia del cristianismo: una
fuerza «lo suficientemente poderosa c o m o para en-
cauzar para siempre por nuevos derroteros la historia
de la humanidad», una «energía terriblemente volcá-
19
n i c a » . A primera vista parece que se han eliminado
aquí los factores «sobrenaturales» de Rothe en favor
de una religión trazada según el m o d e l o de un genio
religioso; en cierto m o d o , tal concepto de la «genia-
lidad colectiva» de una religión también formaba par-
te, a lo m á s tardar desde Herder, del espíritu de la
20
época . En consonancia con ello está el que Hausrath
pudiera renunciar a describir con sombríos colores el
entorno p a g a n o del cristianismo. Y así, él formuló
enérgicas protestas contra las correspondientes pers-
pectivas de cristianos antiguos, cuando en relación
con los gentiles se hablaba, por ejemplo, de la «floje-
dad de una generación» «que perdía en frivolidades
la mitad del día pasándolo en el tepidarium, el calda-
21
rium y el unciuarium» , precisamente c o m o si los
cristianos no hicieran m á s que breves visitas a los ba-
ños de la Antigüedad con el fin de acudir disciplina-
damente a la iglesia, o incluso c o m o si los hubieran
22
evitado por c o m p l e t o .
Hasta aquí la primera impresión. Con todo, al ana-
lizar m á s detenidamente la argumentación de H a u s -
rath, v e m o s con claridad que los factores «sobrena-
turales» de Rothe son secularizados aquí tan sólo de
48 ¿Por qué sobrevivió el cristianismo?
3. E R N S T TROELTSCH ( 1 8 6 5 - 1 9 2 3 ) Y H A N S VON S C H U -
BERT ( 1 8 5 9 - 1 9 3 1 )
4. A D O L F VON H A R N A C K ( 1 8 5 1 - 1 9 3 0 )
37
racterística en é l , al «núcleo de la nueva religión», y
en el fondo las sintetiza concisamente en dos expre-
siones clave. El misterio del éxito del cristianismo re-
side en una conjugación específica de «sencillez» y
«amplitud», así c o m o en una «maravillosa capacidad
38
de adaptación», en la complexio oppositorum .
Parece que esta doble fórmula de Harnack resul-
ta tan impresionante que incluso la reciente aporta-
ción al tema titulada Explaining the Christianization
of the Roman Empire, del colega belga Danny Praet,
la repite añadiendo sencillamente nuevos testimonios
tomados de la literatura religiosa: «Christianity: a ra-
39
dical and a m o d e r a t e r e l i g i ó n » . De hecho, p u e d e
aportarse una multitud de testimonios en favor de es-
ta tesis, y ya Harnack los reunió en buena medida;
por un lado, el cristianismo era un nuevo movimien-
to, pero por otra parte recogió muchos aspectos de la
religión judía y sintetizó algunos rasgos de la religio-
40
sidad p a g a n a . Se relataba - d e s d e luego, según las
n o r m a s a n t i g u a s - un mito acerca de la encarnación
de un Hijo preexistente de Dios y se realizaba el es-
fuerzo - t a m b i é n según las antiguas n o r m a s - por pe-
netrar racional y científicamente en el sentido de ese
mito. La Iglesia afirmaba la total actividad de Dios,
pero enseñaba al m i s m o t i e m p o (si por una vez se
prescinde de Pablo, de los teólogos alejandrinos y
también de Agustín y sus discípulos) la libre volun-
tad del hombre. Junto a la teología científica y la pre-
dicación, la Iglesia ofrecía, por medio de sus sacra-
Respuestas modernas 53
1. A L G U N A S OBSERVACIONES PRELIMINARES
TIANISMO
18
te optimista . Enseguida nos daremos cuenta de que
D o r r i e caracterizó a c e r t a d a m e n t e un p r o b l e m a del
p e n s a m i e n t o platónico c u a n d o analizó la crítica al
neoplatónico Proclo en el escrito de Plotino π ό ί τ ε ν
τά κ α κ ά ; aquél había presentado su tesis en el siglo
V en su escrito π ε ρ ί της τ ω ν κ α κ ώ ν υ π ο σ τ ά σ ε ω ς ,
« A c e r c a de la existencia del m a l » : según Proclo, ni
en el U n o , que per definitionem es b u e n o , ni en los
dioses, ángeles y d e m o n i o s se encuentra el mal, y la
materia ni es mala ni origina el mal. No existe t a m -
19
poco ninguna idea de los males o un alma m a l a . Pe-
ro hasta qué punto puede surgir el mal precisamente
en las almas parciales y en la regresión de las m i s -
m a s , y c ó m o ese mal sale de la nada, para un plató-
nico convencido eso sólo puede entenderse c o m o al-
go que sucede con posterioridad.
Por el contrario, el teólogo cristiano trataba de dar
una respuesta a la m i s m a pregunta acerca del origen
del mal considerándola sobre el trasfondo del relato
bíblico de la creación y la caída; s u p o n e m o s que ya
sólo por eso su explicación resultaba interesante pa-
ra las personas cultas, porque no se presenta el mal
c o m o una facticidad indeducible, sino c o m o un im-
pulso voluntario y activo del individuo para alejar-
se de su Creador. Por lo d e m á s , puede observarse el
atractivo de esta nueva definición aportada por los
teólogos de la Antigüedad tardía, los cuales se atie-
nen en buena parte a diversas tradiciones del pensa-
miento neoplatónico. En efecto, pensadores c o m o el
Razones de la supervivencia del cristianismo 65
24
dos» desde pequeños a la prostitución . Contra tales
privilegios y prácticas protestaban los teólogos cris-
tianos, lo cual, n a t u r a l m e n t e , no excluía el que al-
g u n o s cristianos particulares se comportaran de una
m a n e r a c o m p l e t a m e n t e diferente. Al final, incluso
la situación jurídica cambió en el sentido de la ética
25
cristiana . Esta ética tan sencilla, e n c a m i n a d a a la
protección de la vida, sería m u y significativa no só-
lo para las madres y las chicas j ó v e n e s .
El cristianismo también rompió con la antigua tra-
dición de conceder al Emperador - c o m o antes se ha-
bía concedido a la n o b l e z a - un derecho especial de
v e n g a n z a d e s m e d i d a . De ello t e n e m o s un ejemplo
famoso. Así c o m o Odiseo, según H o m e r o , m a t ó sin
distinciones a todos aquellos pretendientes que sim-
plemente querían casarse con una mujer cuyo marido
era evidente que había muerto ya en tierras m u y leja-
26
n a s , vemos que también en la primavera del año 390
d.C. el emperador Teodosio, después de una revuelta
popular en Tesalónica, se tomó el derecho de vengan-
za desmedida que le correspondía y m a n d ó ejecutar
27
(los datos oscilan) entre 700 y 1.500 p e r s o n a s . Cla-
ro que Ambrosio, el obispo cristiano que ejercía su
cargo en la residencia imperial de Milán, hizo ver con
m u c h a vehemencia al emperador que sus disposicio-
nes de desmedida venganza no se hallaban en conso-
nancia con la moral cristiana: comunicó al monarca
con una carta m u y pastoral, pero al m i s m o tiempo
m u y clara, que él dejaría de celebrar el culto de la eu-
Razones de la supervivencia del cristianismo 67
primer lugar, m u c h o s c o n t e m p o r á n e o s e x p e r i m e n -
taron el cristianismo c o m o una unidad especialmen-
te c o m p a c t a de reflexión y práctica religiosas, de
pensamiento teológico y culto práctico. Esto apare-
ce indicado claramente, de una manera indirecta, en
las trascendentales propuestas de reforma que en el
siglo III escribió el filósofo neoplatónico Porfirio en
carta ficticia dirigida al sacerdote A n e b o , refirién-
53
dose principalmente a la religión e g i p c i a ; incluso
es posible que tales propuestas de reforma fueran
puestas en práctica por alguna c o m u n i d a d religiosa
54
norteafricana . Quien exige nuevos n o m b r e s para
los dioses y nuevas oraciones para el culto, quien
pretende conseguir una adaptación de los textos re-
ligiosos tradicionales a la conciencia de la verdad
del tiempo en que vive, y arremete finalmente con-
55
tra los antiguos m i t o s , está poniendo de manifiesto
que para esa persona su propia tradición religiosa ha
llegado a resultar tan problemática c o m o llegaron a
serlo los cristianos europeos ya durante el periodo de
la Ilustración.
En segundo lugar, el cristianismo podía suscitar
un nuevo sentimiento de la unidad porque había sin-
tetizado m u c h o s elementos de la cultura antigua. Si
esto se demuestra ya en la devoción mariana, c o m o
56
antaño hizo Albrecht D i e t e r i c h , o bien se prueba,
como muy recientemente he mostrado yo mismo,
en la artística síntesis que se alcanzó en la teología
de la Trinidad, siguiendo normas conciliares, y luego
74 ¿Por qué sobrevivió el cristianismo?
81
implica siempre una cosmovisión determinista , así
c o m o la posibilidad de una acción h u m a n a libre:
a u n q u e actualmente es puesta en duda con especial
82
insistencia p o r la fisiología del c e r e b r o , sin embar-
go es de u n a importancia absolutamente fundamen-
tal para la mayoría de las reconstrucciones de la his-
toria. Al historiador también le resultará útil conocer
las cuidadosas diferenciaciones establecidas por los
teólogos sistemáticos entre la causa primera y la
causa segunda, o entre la causa principal y la causa
83
i n s t r u m e n t a l , a fin de p o d e r construir así de u n a
m a n e r a m á s precisa su imagen de la historia.
OBSERVACIONES FINALES
1
OBSERVACIONES SOBRE LA PROBLEMÁTICA
Y SUS PROBLEMAS HISTÓRICOS Y SISTEMÁTICOS
2
RESPUESTAS ANTIGUAS A LA CUESTIÓN
2
15. J. Bidez, Julian der Abtrünnige, München 1947,
23s; 32-34.
23. Lact, Inst. VI, 10, 10s (CSEL 19/1, 515, 15-21
Brandt/Laubmann).
3
27. R. Kany, Alexandros von Lykopolis, en LThK I,
1993, 365; A. Villey, Alexandre, en Dictionnaire des phi-
losophes antiques I, 1989, 142-144.
38. Cyt. Scyth, Vit. Eut. 10: «που έστιν [...] πασαι ή
ιατρική τέχνη; που είσιν αί φαντασίαι τών ημετέρων
μάγων καί ή δύναμις τών σεβασμάτων ημών; που αί
επικλήσεις καί αί μυθοποιίαι τών αστρονόμων τε καί
αστρολόγων; ποΰ αί έπαοιδίαι καί αί γοητικαί έρεσχ-
ελίαι; ίδοΰ ουδέν τούτων ισχύει» (TU 49/2, 19, 27-20,
2 Schwartz); sobre el contexto, véase también Ch. Mark-
schies, Stadt und Land. Beobachtungen zur Ausbreitung
des Christentums in Palästina, en: Römische Reichsreli-
gion und Provinzialreligion, edición a cargo de Η. Cancik
y J. Rüpke, Tübingen 1997, 264-298, espec. 294-298.
3
RESPUESTAS MODERNAS A LA CUESTIÓN
DE POR QUÉ SOBREVIVIÓ EL CRISTIANISMO
5. Ibid. 1, 7.
OBSERVACIONES FINALES
2. Ibid, 253.
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