El pensamiento de la primera Ilustración
Las perspectivas de los pensadores de la Ilustración no constituyeron un cuerpo fijo y unificado de ideas y argumentos. Este movimiento puede describirse como un amplio espectro de facciones enfrentadas en un acalorado debate, cuyas perspectivas, +
El pensamiento de la primera Ilustración
Las perspectivas de los pensadores de la Ilustración no constituyeron un cuerpo fijo y unificado de ideas y argumentos. Este movimiento puede describirse como un amplio espectro de facciones enfrentadas en un acalorado debate, cuyas perspectivas, +
El pensamiento de la primera Ilustración
Las perspectivas de los pensadores de la Ilustración no constituyeron un cuerpo fijo y unificado de ideas y argumentos. Este movimiento puede describirse como un amplio espectro de facciones enfrentadas en un acalorado debate, cuyas perspectivas, +
Las perspectivas de los pensadores de la Ilustración no constituyeron un
cuerpo fijo y unificado de ideas y argumentos. Este movimiento puede describirse como un amplio espectro de facciones enfrentadas en un acalorado debate, cuyas perspectivas, límites, centros de gravedad e incluso afiliación iban cambiando mientras se desarrollaban. En un extremo estaban los tradicionalistas, que defendían la autoridad divina de las jerarquías aristocráticas y eclesiásticas existentes. El otro extremo radical del espectro estaba ocupado por una larga serie de individuos cuyos representantes más importantes eran Baruch Spinoza (1632-1677) y Gottfried Leibniz (1646-1716). El primero, Spinoza, de origen holandés, era pulidor de lentes de instrumentos ópticos. Spinoza desafió las afirmaciones del conocimiento basado en las revelaciones de la religión y sostuvo, entre otras cosas, que la naturaleza se creaba a sí misma de acuerdo con las reglas que gobiernan su funcionamiento. Asimismo, sostenía que las creaciones de la naturaleza se producen en un orden fijo y que los valores humanos (p. ej., la bondad o la maldad) no existían en la naturaleza, sino que más bien eran creaciones humanas (Allison, 2005; Garrett, 1995). El segundo de ellos, Leibniz, era un ingeniero de minas alemán y funcionario oficial. Leibniz sentó las bases para estudiar, históricamente, la naturaleza como un mundo dinámico en flujo que tenía capacidad para cambiar continuamente a lo largo del tiempo (Garber, 2005; Glass, 1959, pp. 37-38; Sleigh, 1995). Ubicados entre los extremos tradicionalistas y radicales existían una serie de puntos de vista intermedios o «moderados», como el cartesianismo (racionalismo) y el empirismo. Cada posición tenía dimensiones teológicas, científicas, políticas y filosóficas. Los argumentos de sus defensores «casi nunca se referían directamente al conflicto social y político sino que fueron más bien conciliadores. Esos conflictos fueron sobre la naturaleza de las diferencias fundamentales, como las que hay entre mente y cuerpo, humano y animal, viviente y no viviente, hombre y mujer» (Jordanova, 1986, p. 33). Estos autores también crearon términos que han perdurado hasta la actualidad como «materialista», «liberal», «romántico», «conservador» y «socialista», sin olvidar las palabras «ideología» y «científico».
Las características más llamativas compartidas por la mayoría de las facciones
de la Ilustración, aunque no siempre las mismas, fueron los argumentos sobre la autonomía del individuo, la importancia de la racionalidad o el uso de la razón, la existencia de un mundo natural externo a los seres humanos y, además, la concepción mecanicista de la naturaleza. Sin embargo, también queda claro que no siempre analizaron o comprendieron de la misma manera el individuo, la racionalidad y la naturaleza. Lo mismo puede decirse con respecto a sus opiniones sobre la importancia de la tolerancia, la igualdad, la propiedad y los contratos, que también fueron ampliamente debatidos. Para nuestros objetivos inmediatos en este capítulo, los debates sobre la naturaleza y la historia entre 1670 y 1750 aproximadamente, avivados de manera significativa por Spinoza y Leibniz, sentaron las bases para el desarrollo de una nueva manera de percibir y comprender la naturaleza y el lugar de los seres humanos en ella. Como observó Jacques Roger (1963/1997, p. 366), «Ya que el pensamiento estaba en guerra, la nueva filosofía científica tuvo que descansar sobre una concepción general del hombre, la naturaleza y Dios». Esta perspectiva se centraba en la importancia de la observación y el razonamiento. Dicha perspectiva también reafirmó las explicaciones mecanicistas, que consideraban la naturaleza como una enorme máquina, demasiado simples para dar cuenta de su complejidad. Finalmente, esta perspectiva transformó a Dios de creador que intervenía directamente en la naturaleza en un artesano que actuaba indirecta o directamente sobre todo[1].
La Argumentación Es Una Variedad Discursiva Con La Cual Se Pretende Defender Una Opinión y Persuadir de Ella A Un Receptor Mediante Pruebas y Razonamientos