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MATERIA. ESTUDIO DEL NUEVO TESTAMENTO

PROYECTO. LOS CUATRO VIAJES DE PABLO

MAESTRO. ESAÚ REYES DE LA CRUZ

ALUMNO. NAUN ROBLERO VÁZQUEZ


ÍNDICE

Primer viaje
Enviados por el Espíritu Santo

El poder de la palabra de Dios

La gracia de Dios por encima de la Ley

Segundo viaje misionero


Sin improvisación

La promulgación de la palabra de Dios en todo momento

El conocimiento humano como obstáculo de la gracia de Dios

Tercer viaje
El poder de Dios en quienes lo buscan

En contra de todos los pronósticos

Toda circunstancia es favorable no para lamentarse

Cuarto viaje (Hacia Roma)


Las penas en Cristo son parte de una travesía

Momentos difíciles: naufragio

Momentos difíciles: encarcelamiento


INTRODUCCIÓN

Pablo será recordado por la valentía con que comunicó el mensaje de


Cristo. No hubo circunstancia que no pudiera superar, enemigos que no
quisiera enfrentar, sufrimiento que no quisiera pasar. Iba hacia donde todos
huían. Aguantaba como nadie y vivió como solo él mismo. Ningún otro apóstol
llegó a decir: “Imítenme a mí del mismo modo, yo de Cristo”. Pablo se puso
como punto de referencia en conducta. En otras palabras, dijo: “Pórtense
como yo me comporto. Imiten mi conducta”.
Pablo fue implacable hacia Cristo. Mientras predicó nadie más le alcanzó en
revelación y hechos. Antes del encuentro con Jesús, era un maldito por
perseguir a la Iglesia, luego se convirtió en un gran hacedor de bondad del
amor de Dios y ese es nuestro llamado.
Cuatro enseñanzas de los Viajes de Pablo

Primer viaje
Enviados por el Espíritu Santo
En la iglesia de Antioquía había una abundancia del conocimiento de Cristo. Abundaba los
dones espirituales. Era una iglesia bendecida, contrario a otras iglesias que tenían escasez
del conocimiento de la gracia de Dios. Había falta de doctrina y si la había muchas veces,
era falsa. Por lo que Pablo escribió las cartas a algunas Iglesias mencionadas en el Nuevo
Testamento y que nos llegaron hasta hoy día.
En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros. Ellos nos muestran que era una iglesia
“madre” de otras pequeñas. Por ello, la guía del Espíritu Santo fue mover de esa iglesia a
ciertos hombres para ministrar en otras ciudades. Los elegidos fueron Bernabé y Pablo. No
fue una orden o una mera emoción salir de esa iglesia y viajar a otros lugares. El relato dice
que fueron enviados. Es decir, estos hombres conocían la voz de Dios. Estaban en oración y
ayuno para conocer los designios de Dios. La misión del viaje era anunciar la palabra de
Dios.

El poder de la palabra de Dios


Para las iglesias que crecían lejos del testimonio de los apóstoles y de la verdadera
enseñanza, muchas veces la fe hacia Jesucristo, menguaba. Por eso fue la voluntad de Dios
enviar a hombres que ministraran hacia los confines de la tierra, como dice en el primer
capítulo de Hechos. En cuanto Pablo se enfrentó a los retos de un predicador, no tuvo
ningún temor en ejercer la Palabra con autoridad. Pablo estaba lleno del Espíritu Santo y
castigó a un tal Elimas, un mago de la isla de Pafos. La sentencia por oponerse al crecimiento
de la Palabra de Dios fue quedar ciego. Con ello, la Palabra de Dios, de un modo
sobrenatural se hacía eficaz, veraz, verosímil y poderosa ante cualquier argumento,
situación o personaje en contra del conocimiento de la Cruz de Cristo.

La gracia de Dios por encima de la Ley


Pablo y Bernabé entraron a una sinagoga de Antioquía de Pisidia y hablaron a los judíos y a
los gentiles y explicaron el proceder de Jesús en la tierra. El hecho, no fue un simple hombre
y su muerte no representó un hecho de caridad, potestad del Imperio romano o el odio de
los judíos a Jesús, sino que representó la redención de la humanidad por medio del sacrificio
por el pecado, dando su propia vida y resucitando de los muertos. Los significados de estos
hechos representaban la salvación del hombre por medio de Jesucristo: verdadero Dios y
verdadero hombre.
Esa fue la bondad de Dios hacia el hombre, darse a sí mismo, a su Hijo Unigénito para
redención de los pecados de una vez por todas y para siempre. Un sacrificio completo y
absoluto para restaurar la devastación del hombre. La Ley dada al pueblo de Israel sirvió en
un sentido, de antesala de la salvación. Pero no fue eficaz. Solo la gracia del Señor Jesús da
salvación (Hechos 15.11). La Ley demostró que el hombre necesitaba ser restaurado de un
estado de rebeldía y solo Jesús pudo hacerlo. La Ley mosaica solo señaló la paupérrima
condición del hombre.
Segundo Viaje misionero

Sin improvisación
EL Espíritu Santo guío a Pablo y Silas por ciertas ciudades, pero prohibió que no fueran a
Asia. Dios sabe por qué y ellos solo obedecieron. Es una obediencia absoluta. La guía de
Dios está de manifiesto cuando nos ocupamos por trabajar en su obra, por hacer su
voluntad, no en satisfacer nuestros deseos porque éstos son cambiantes. Solo quienes
hacen la voluntad de Dios permanecen (1 Juan 2.17). Hay una voluntad dedicada a Dios al
ciento por uno. No hay deseos personales. Es admirable la dedicación de estos dos
hombres.

La promulgación de la palabra de Dios en todo momento


Luego de que Pablo y Silas fueran liberados por medio de un terremoto, los apóstoles
compartieron el mensaje de la palabra de Dios al encargado de la cárcel y éste aceptó el
mensaje de la cruz de Cristo. Este guardián romano, obviamos que compartió el mensaje
cristiano a otros.
El mensaje se impartía en cada situación y en todo momento. Los apóstoles pudieron haber
huido, pero antes de ello, se quedaron allí y aprovecharon en demostrar el poder absoluto
de Dios, ante cualquier imperio humano.

El conocimiento humano como obstáculo de la Gracia de Dios


Pablo tenía un deseo vehemente de hablarle a los griegos. Bien es conocido que es la cuna
de la filosofía. A ellos le debemos conocimientos de escritores tales como Platón, Homero,
Aristóteles, solo por mencionar a algunos. Este es el antecedente del escenario que Pablo
iba a enfrentar: los eruditos atenienses.
El final del discurso de Pablo no fue alentador. En cuanto, los atenienses escucharon el
mensaje de la resurrección pronto tacharon a Pablo de un ficticio. Los atenienses ávidos de
cuestiones racionales y mitológicas no pudieron recibir el mensaje porque el conocimiento
en demasía no concordaba con el poder de Cristo. Si bien, debemos saber cada vez más de
to, no solo es información religiosa, sino seguridad. En el mismo lenguaje cristiano: fe. Sí,
fe. Creer en Dios y después crecer en el conocimiento de Cristo. Ese conocimiento es
absoluto porque no ha cambiado ni cambiará porque su autor: Jesucristo, murió una vez
para salvar al hombre del pecado. ¿Qué es el pecado? Es independencia de Dios, orgullo,
duda, desobediencia. Aparte son los productos del pecado. La gracia de Dios no es pues
filosofía pura, sino poder de Dios para esta vida y para una vida más allá de la muerte. Para
ese entonces, Pablo fue corrido del Areópago ateniense. El conocimiento humano puede
encontrar al DIOS NO CONOCIDO pero se debe conocerle de un modo completo. Y solo es
por medio de Jesucristo que se puede llegar a Dios.
Tercer viaje

El poder de Dios en quienes lo buscan


Iba de un lugar a otro para comunicar el mensaje de Cristo; a donde llegaba, las cosas
cambiaban. Pablo estaba lleno del Espíritu Santo y no había poder humano y cualquier otra
potestad que pudiera vencerle. Cuando estuvo en Efeso ministró a Apolos, un orador
vehemente, que fue lleno del Espíritu Santo.
Pablo representó un peligro para la cultura griega porque ellos eran politeístas y creían en
mitos. El mensaje de Cristo representó un cambio radical de vida y transformaba la mente
de quienes adoptaban el cristianismo de Pablo. Por ello, la palabra de Dios representa no
solo retórica y un sistema de filosofía, sino de poder divino. Es entrar a un territorio
sobrenatural, ajena a las experiencias humanas. Los requisitos: confesar con la boca a Cristo
como salvador, dejar la idolatría y la fornicación.
Ante toda circunstancia adversa para la expansión del reino de Dios, el poder efectivo de
Dios ayudará a quien entre en ese terreno espiritual.

En contra de todos los pronósticos


Los mismos discípulos que acompañaban a Pablo, otro profeta le aviso que no fuera a
Jerusalén porque los ánimos están encendidos en contra de Él. El mismo profeta por medio
del Espíritu Santo le había dicho que correría peligro al ir a dicha ciudad. Por eso Pablo, llegó
a decir: “Imítenme a mí como yo a Cristo”. ¡Qué osadía o qué vigor! Claro, lo había ganado
a pulso dicha sentencia. Contra todos los pronósticos se fue a Jerusalén. “Tengo en poco mi
vida”, diría en otra ocasión.
Solo quería demostrar su grado de amor hacia Cristo: Él mismo se decía prisionero en un
modo metafórico y en un modo literal porque varias veces fue encarcelado.
Así fue arrestado en Jerusalén, tramaron complot en su contra para matarle, compareció
ante las autoridades romanas, golpeado, insultado y todo lo que implica ser arrestado en
aquel tiempo romano.
Él mismo sabía que ante los momentos más agitados, había una multitud de personas, y
trataría con personas importantes. Ambas cosas servirían para proclamar el mensaje de
Cristo.
La intención era expandir el reino ante personas importantes y ante un auditorio difícil
porque así el mensaje sería expandido. Él no quería quedarse encerrado en su casa,
esperando a que pasará el tiempo en la mayor comodidad posible.
Siempre se arriesgaba ante cualquier circunstancia. La actitud es más que encomiable. De
dónde sacaba tantas fuerzas, sino en una ocasión vimos a Elías, el profeta decaído y triste
encerrado en una cueva, parece que el apóstol Pablo superó por mucho en padecimientos
por causa de Cristo. Sé que no es de buen grado comparar, pero la actitud de Pablo es digna
de admirar por la situación a la que se exponía. El mismo Dios le dijo que no fuera a
Jerusalén y él fue. Ante tal postura, Dios mismo se agradó de su entereza y le dijo que estaría
con él.

Toda circunstancia es favorable no para lamentarse


Pablo lejos de lamentarse por los padecimientos, más de una vez hubiera claudicado en
proclamar el mensaje de Cristo. Él mismo hubiera dudado de si Dios lo respaldaba porque
siempre tenía muchos retos o circunstancias adversas. En medio de las grandes
adversidades, Dios mismo le infundía fuerzas.
Tenía que estar preso y ser injuriado ante las autoridades, pero Él no lo veía como una
desaprobación de parte de Dios, sino lo veía como una oportunidad para comunicar el
mensaje cristiano a las altas esferas políticas.
Cuarto Viaje (Hacia Roma)

Las penas en Cristo son partes de una travesía


Todos vamos a sufrir. En mayor o menor grado, pasaremos por circunstancias adversas.
Ahora, lo mejor sería sufrir penas por Cristo, porque sería hacer tesoros en el cielo. Es mejor
hacer tesoros celestiales. Fue la sugerencia de Jesús. Para algunos empieza como una
sugerencia para otros en una ley, un estilo de vida. Pasa de una opinión a un mandato. Pablo
pasó tantas circunstancias adversas que para un simple mortal es imposible hacerlo y
mucho menos sino hay dinero de por medio. Él mismo llegó a decir todo lo puedo en Cristo
que me fortalece (Filipenses 4.13). Un hombre comprometido con la labor cristiana y no es
una historia para alcanzar el éxito, como muchas veces se usa ese texto. Por el contrario, el
uso de ese texto fue en circunstancias adversas, donde todo parecía difícil.

Momentos difíciles: naufragio


Dios mismo le había dicho que iba a naufragar y lejos de lamentarse por el acontecimiento,
dirigió a la tribulación. Después del naufragio, una serpiente le picó a Pablo. En un dicho
popular: “Para acabarla de amolar”. Sí, a Pablo le pasa de todo, pero cada circunstancia
adversa se convertía en una oportunidad para mostrar el poder y la gloria de Dios en un
mundo lleno de pecado y de incredulidad.

Momentos difíciles: Encarcelamiento


Hasta donde relata el libro de los Hechos es que Pablo fue llevado a Roma de manera
fortuita de parte de las circunstancias porque había apelado a César para ser juzgado. Bajo
esas circunstancias llegó a Roma. Sin embargo, Dios mismo le había querido llevar hasta la
mera cúpula del Poder de ese entonces, porque de ese modo, el mensaje de Cristo llegaría
a puntos estratégicos para ser extendido a otras partes del mundo.
Dios mismo uso al Imperio Romano para extender su reino. De modo que así cómo se
extendía el imperio romano, se extendería de modo colateral el reino de Dios. En nuestra
historia actual ni siquiera con el fascismo, Italia volverá a tener el mismo poder de antes
porque la voluntad de Dios fue usar a ese gobierno político. El mismo Jesús dijo “Ninguna
autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba (Juan 19.11)”. Toda decisión
pasa por la “mente” y el poder de Dios. En su soberanía, determina cada circunstancia. Dios
no improvisa en sus planes. El mayor plan es compartir el Evangelio.
Quien se determina hablar de Dios a los de alrededor, entra a un terreno celestial. Y verá
circunstancias como las de Pablo, pero no será sino una manera de ver la gloria de Dios,
aunque nos duela, será el mejor modo de bendecir a Dios. Cómo dijo Job en medio de la
adversidad: “Bendecido sea el nombre de Dios (Job 1. 21)”. Lejos de pronunciar palabras
altisonantes o maldiciones. Job se contuvo y bendijo a Dios en medio de la adversidad.
Entonces, la adversidad deja de serlo y el dolor se convierte en una oportunidad para ver la
gloria de Dios.
CONCLUSIÓN

Un percance tras otro hacía de la vida de Pablo un planteamiento


de su ministerio. Cualquier hubiera podido pensar si Dios estaba
con Él porque al parecer muchas de las cosas que hacía estaba mal,
aparentemente mal. Sin embargo, todo estaba en hallar gracia a los
ojos de Dios. El mismo Dios había hecho entender que Pablo no
debía de ir a Jerusalén, pero aún en contra de la profecía, Pablo
prefirió ir a favor de comunicar el evangelio de la Cruz. No tuvo
miedo de enfrentar al mayor imperio político de ese entonces. Fue
juzgado por autoridades romanas, además de pasar maltratos
personales, circunstancias adversas como naufragio,
encarcelamiento.
Él llegó a decir que podía hacerlo todo. No se redacta que estuviera
en “depresión” o lamentándose por las desgracias del ministerio,
por el contrario, exponía su vida porque veía la muerte como
recompensa, no como desgracia.

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