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Relatos Salvajes (2014) es la última película del director Damian Zifrón. El film
narra seis relatos que a pesar de ser independientes entre sí están unidos por un fuerte
hilo conductor: todos transcurren en la Argentina contemporánea y, como su nombre lo
indica, retratan como los protagonistas de los mismos responden con salvajismo ante
situaciones cotidianas donde la cultura y la realidad social oprimen hasta que el malestar
en los personajes no tenga otra vía de escape que la explosión pulsional en su forma
más animal.
El Ingeniero “Bombita”
1
Lo vemos renegando del valor alto de la torta de cumpleaños al momento de
abonarla cuando irónicamente cuestiona “¿Es importada?” y se puede ver la cara de
indignación que le provoca que al pedir la factura de su compra la vendedora interprete
que le estaba pidiendo las facturas comestibles. Cuando se retira del establecimiento se
da cuenta que su auto ha sido remolcado producto de que la línea amarilla estaba
despintada. Una vez en el depósito de autos se da a lugar un descargo con el empleado
del establecimiento expresando la indignación que le genera el funcionamiento del
sistema. Al verse en la situación de tener que pagar la multa, a pesar de informar un
error de señalización, exclama: “¿Sabes que sos un delincuente, no? (...) Los que
trabajan para delincuentes son otros delincuentes. Miserable servidor de este sistema
corrupto”. Simón llega tarde al cumpleaños de su hija lo que provoca una intensa
discusión con su esposa. Esta le reclama el hecho de dejar siempre para último lugar a
su familia, sus excusas para todo y su posición de victima donde todo parece que le
pasa sin tener él nada que ver con esto. (vale aclarar que al principio del corto se puede
escuchar a Simón manteniendo una conversación telefónica con su mujer en la que
entendemos que esta le insiste en que llegue a tiempo para el cumpleaños de su hija)
2
La historia avanza en la misma línea. Ahora en las oficinas de transito, Simón
insiste en dejar en claro que sus argumentos son los correctos, que corresponde no tener
que pagar la multa, que desde el gobierno deben disculparse e indemnizarlo de alguna
forma. Al no tener las respuestas que se propone, reacciona violentamente, intentando
romper un vidrio con un matafuego (coincidencia?), y es detenido. Al salir de la comisaría
se entera que la empresa para que la que trabaja a puesto a su disposición un abogado.
“Al fin un poco de buena onda” dice, nuevamente depositando en el afuera la mala
predisposición que hace que nada en su vida funcione. Pero a continuación se entera que
su ataque ha sido viralizado por lo que fue desvinculado de la compañía. Todo se ve
agravado al acudir a una conciliación referida a los trámites de divorcio, donde la abogada
de su esposa expone que debido a la falta de trabajo y su actitud violenta no debería
obtener la custodia compartida de su hija. “¡¿Qué violencia?!” grita Simón. Ningún
indicador parece interpelarlo, ni su divorcio, ni su despido, ni su detención. Las
advertencias explicitas no pueden ser escuchadas si el sujeto está demasiado preso de la
necesidad. La indignación para con el resto del mundo persiste. Ahora, decidido a
encontrar trabajo pretende reunirse con un ingeniero, pero la secretaria que lo recibe le
informa que este no se encuentra lo que genera que Simón se retire del lugar insultándola.
3
La interpelación del tiempo 2 produce la culpa. No hay responsabilidad subjetiva
sin culpa. Culpa que por otra parte había aparecido ya en él como culpa sintomática
cuando en el auto llegaba tarde al cumpleaños de su hija y después en la discusión con su
esposa; sin embargo, hasta entonces, su mecanismos de defensa de mantenían intactos.
4
contra las oficinas de transito. La opinión pública se conmociona porque ha habido un
corrimiento de los límites del universo. Pagar/quejarse eran las alternativas hasta el
momento contempladas dentro del mismo. Como una persona en la fila de las oficinas de
tránsito le había comentado: “Tenes dos caminos: o pagas y trabajas un poco, o te explota
el corazón por el stress”. Al hacer explotar la bomba, Simón desaparece, y entra en juego
“Bombita”. Se plantean fuertes cuestionamientos sobre cómo funcionan las licitaciones
de las grúas, culpan a la empresa de acarreo por no prever ese tipo de accidentes, la gente
exige que “Bombita” sea liberado, y hasta le solicitan vía redes sociales que haga explotar
la Administración Federal de Ingresos Públicos. Frente a la acción que el ingeniero
ejecuta, los particulares morales, caen ante la singularidad ética que aparece. Hay una
dimensión ética debido a que el sujeto produce un acto que desorganiza el orden social.
Simón ya no es el mismo que el del primer tiempo. El encarcelamiento es la forma
en que toma responsabilidad jurídica de sus actos, una forma de responsabilidad moral,
que incluye el terreno consiente de la persona. La última de las escenas muestra a Simón
preso. Pero se lo ve en paz, su mirada ha cambiado. Se encuentra en un notable estado de
armonía con sus compañeros de la cárcel y con los guardias. Es apreciado. Nada de esto
podría haber sucedido con el Simón al que todo le pasaba, solo puede ocurrir porque
apareció en el la responsabilidad. Es su cumpleaños, los guardias dejan pasar al penal a
su mujer e hija con una torta. Ya no están enojadas ni decepcionadas, se las muestra
orgullosas. Simón es otra persona.
Bibliografía:
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