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2° Parcial Domiciliario

Psicología, Ética y Derechos Humanos


J.J. Michel Fariña
Comisión 6
Fuchs, Lara
Rasjido, Omar

Relatos Salvajes (2014) es la última película del director Damian Zifrón. El film
narra seis relatos que a pesar de ser independientes entre sí están unidos por un fuerte
hilo conductor: todos transcurren en la Argentina contemporánea y, como su nombre lo
indica, retratan como los protagonistas de los mismos responden con salvajismo ante
situaciones cotidianas donde la cultura y la realidad social oprimen hasta que el malestar
en los personajes no tenga otra vía de escape que la explosión pulsional en su forma
más animal.

El corto seleccionado es el número cuatro que lleva el nombre de “Bombita”.


Relata la historia de un ingeniero exitoso que pierde su trabajo, su familia, su prestigio y
hasta su libertad por expresar su impotencia ante la burocracia y la corrupción de un
sistema que no se permite reconocer fisuras. O por lo menos esta es la primer lectura
que puede hacerse desde el eje particular. En el presente trabajo nos interrogaremos
respecto de la responsabilidad subjetiva del protagonista enmarcada en los tres tiempos
lógicos del circuito de la responsabilidad.

El Ingeniero “Bombita”

Simón Fisher es un ingeniero especializado en la demolición de


macroestructuras con explosivos. El comienzo del relato nos muestra a Simón yendo a
comprar una torta para el festejo de cumpleaños de su hija que se realizaría esa misma
tarde después de haber dirigido una exitosa demolición de un edificio. A lo largo de la
historia se va enfrentando a diversas situaciones en la que se puede apreciar la visión
que el personaje tiene del mundo que lo rodea: parece disgustado, molesto e irritado por
el funcionamiento de la sociedad.

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Lo vemos renegando del valor alto de la torta de cumpleaños al momento de
abonarla cuando irónicamente cuestiona “¿Es importada?” y se puede ver la cara de
indignación que le provoca que al pedir la factura de su compra la vendedora interprete
que le estaba pidiendo las facturas comestibles. Cuando se retira del establecimiento se
da cuenta que su auto ha sido remolcado producto de que la línea amarilla estaba
despintada. Una vez en el depósito de autos se da a lugar un descargo con el empleado
del establecimiento expresando la indignación que le genera el funcionamiento del
sistema. Al verse en la situación de tener que pagar la multa, a pesar de informar un
error de señalización, exclama: “¿Sabes que sos un delincuente, no? (...) Los que
trabajan para delincuentes son otros delincuentes. Miserable servidor de este sistema
corrupto”. Simón llega tarde al cumpleaños de su hija lo que provoca una intensa
discusión con su esposa. Esta le reclama el hecho de dejar siempre para último lugar a
su familia, sus excusas para todo y su posición de victima donde todo parece que le
pasa sin tener él nada que ver con esto. (vale aclarar que al principio del corto se puede
escuchar a Simón manteniendo una conversación telefónica con su mujer en la que
entendemos que esta le insiste en que llegue a tiempo para el cumpleaños de su hija)

Victoria: ¿Vos tenes idea de la indignación que a mi me produce que siempre


encuentres una excusa para todo? ¿Que culpes a la sociedad por todo? Hoy fue la
grúa. Ayer había sido el tránsito, mañana va a ser la manifestación. (…)
La verdad es que vos, perfectamente podrías haber salido con tiempo, me podrías
haber ayudado a organizar las cosas y hubieses estado para recibir a los amiguitos de
tu hija. Pero no, todo es prioritario, menos tu familia. Y yo como una pelotuda, pienso
que en algún momento vas a cambiar. Y ¿sabes qué? La sociedad no va a cambiar, vos
no vas a cambiar. Y yo estoy cansada.

La respuesta de Simón es categórica: bajo ningún punto de vista el podría haber


hecho algo diferente para poder haber llegado a tiempo. El cuestionamiento clínico
aparece ahora casi de forma inevitable ¿Cómo puede ser que un Ingeniero, que
acostumbra hacer cálculos milimétricos y debe considerar múltiples variables que
pueden devenir en un resultado catastrófico, no puede llegar temprano a su casa como
había prometido? El episodio ciertamente se ve atravesado por la contingencia y el azar.
Pero, por qué Simón está negado a ver que la llegada tarde podría haberse evitado?

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La historia avanza en la misma línea. Ahora en las oficinas de transito, Simón
insiste en dejar en claro que sus argumentos son los correctos, que corresponde no tener
que pagar la multa, que desde el gobierno deben disculparse e indemnizarlo de alguna
forma. Al no tener las respuestas que se propone, reacciona violentamente, intentando
romper un vidrio con un matafuego (coincidencia?), y es detenido. Al salir de la comisaría
se entera que la empresa para que la que trabaja a puesto a su disposición un abogado.
“Al fin un poco de buena onda” dice, nuevamente depositando en el afuera la mala
predisposición que hace que nada en su vida funcione. Pero a continuación se entera que
su ataque ha sido viralizado por lo que fue desvinculado de la compañía. Todo se ve
agravado al acudir a una conciliación referida a los trámites de divorcio, donde la abogada
de su esposa expone que debido a la falta de trabajo y su actitud violenta no debería
obtener la custodia compartida de su hija. “¡¿Qué violencia?!” grita Simón. Ningún
indicador parece interpelarlo, ni su divorcio, ni su despido, ni su detención. Las
advertencias explicitas no pueden ser escuchadas si el sujeto está demasiado preso de la
necesidad. La indignación para con el resto del mundo persiste. Ahora, decidido a
encontrar trabajo pretende reunirse con un ingeniero, pero la secretaria que lo recibe le
informa que este no se encuentra lo que genera que Simón se retire del lugar insultándola.

Vuelve a la calle con la intención de recoger su auto, y, para su sorpresa, descubre


que nuevamente fue remolcado. Pero esta vez algo es diferente. Aquí ocurre el tiempo 2
sin el cual el tiempo 1 no puede haber existido. Evidentemente el auto ha sido
estacionado en una alcantarilla, ya no hay excusas. El personaje se ve sumergido en un
tiempo y espacio diferente. Una música acompaña casi al compás la flecha del recorrido
de la responsabilidad. Como dice el dicho popular “Fool me once, shame on you; fool
me twice, shame on me”. La acción de haber estacionado el auto en ese lugar ya no se
agota en los fines en los cuales fue concebida. Algo extraño irrumpe y quiebra todo
sentido, toda consistencia de la certidumbre yoica que el personaje se esmeraba en
sostener. Simón ya no se queja, no insulta, no reniega, no se justifica. La respuesta ya
no es negadora o de proyección; citando a Oscar D’Amore (2006): “si el culpable es el
otro, yo no soy responsable”. La repetición del acarreo aparece como una formación
sintomática. La perfección narcisista que intenta sostener a lo largo de todo el tiempo
anterior, se ve perturbada por la evidencia de la imperfección, la incompletud que no es
otra que la falta estructural que suscita el deseo inconsciente de reencontrar la
consistencia narcisista.

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La interpelación del tiempo 2 produce la culpa. No hay responsabilidad subjetiva
sin culpa. Culpa que por otra parte había aparecido ya en él como culpa sintomática
cuando en el auto llegaba tarde al cumpleaños de su hija y después en la discusión con su
esposa; sin embargo, hasta entonces, su mecanismos de defensa de mantenían intactos.

Pero, ¿cuál es ahora la respuesta de personaje? La culpa que aparece en este


momento de la trama es otra culpa que obliga al sujeto, por un proceso de retroacción, a
resignificar el tiempo 1 y luego a responder. Es una culpa que sirve como llegada a esa
responsabilidad subjetiva que se pretende explicar, es decir…¿qué fue más allá de lo que
él esperaba? La primer respuesta no es la del Tiempo 3. Primero hay un Simón
anonadado. Saca la plata del cajero, abona el acarreo y retira el auto del depósito
completamente ido, suspendido en la inercia de su estupor. ¿Dónde ha quedado la bronca,
la indignación, lo característico del personaje del principio del corto? Bronca e
indignación a las que uno “ya se había acostumbrado” y espera que ocurran nuevamente.
Se lo ve ir hasta su vieja oficina y cargar un dispositivo en el baúl de su auto. Acto
seguido, estaciona el mismo en un cordón amarillo y se sienta a esperar tomando un café.
Se lo nota relajado, tranquilo, y hasta disfrutando del momento. Lo que ocurre después
es sabido: la grúa se lleva su auto una vez más, y ya en el depósito, este explota por los
aires.
No es la conducta del sujeto lo que cambia, sus respuestas violentas continúan, de
una u otra forma. Pero algo ha venido a desarticular el circuito de inercia y repetición. La
responsabilidad subjetiva confronta al sujeto con aquello que siente ajeno siendo que en
realidad le pertenece. Aparece aquí el Tiempo 3 que es el de la responsabilidad. Se
encuentra presente cerrando el circuito si el sujeto logra responder desde una posición
subjetiva, haciéndose cargo de sus acciones y consecuencias, responsabilizándose de su
deseo. La cultura continuará imponiéndose sobre las pulsiones del sujeto oprimiéndolo y
frustrándolo, pero hay un posicionamiento diferente, algo puede hacerse al respecto. La
evidencia de que algo en su accionar ocasiona el segundo acarreo confronta a Simón con
su anhelo inconsciente de completitud. El Simón tranquilo de este Tiempo 3
paradójicamente ya no es el sujeto pasivo al que todo le ocurre, acciona con la
tranquilidad de quien será responsable de las consecuencias.
Explotar todo por los aires (explotar él mismo) traerá consecuencias que Simón
no puede a priori llegar a imaginar. El ataque se viraliza y este hecho toma una
repercusión en la sociedad muy distinta a la primera cuando arremete con un matafuego

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contra las oficinas de transito. La opinión pública se conmociona porque ha habido un
corrimiento de los límites del universo. Pagar/quejarse eran las alternativas hasta el
momento contempladas dentro del mismo. Como una persona en la fila de las oficinas de
tránsito le había comentado: “Tenes dos caminos: o pagas y trabajas un poco, o te explota
el corazón por el stress”. Al hacer explotar la bomba, Simón desaparece, y entra en juego
“Bombita”. Se plantean fuertes cuestionamientos sobre cómo funcionan las licitaciones
de las grúas, culpan a la empresa de acarreo por no prever ese tipo de accidentes, la gente
exige que “Bombita” sea liberado, y hasta le solicitan vía redes sociales que haga explotar
la Administración Federal de Ingresos Públicos. Frente a la acción que el ingeniero
ejecuta, los particulares morales, caen ante la singularidad ética que aparece. Hay una
dimensión ética debido a que el sujeto produce un acto que desorganiza el orden social.
Simón ya no es el mismo que el del primer tiempo. El encarcelamiento es la forma
en que toma responsabilidad jurídica de sus actos, una forma de responsabilidad moral,
que incluye el terreno consiente de la persona. La última de las escenas muestra a Simón
preso. Pero se lo ve en paz, su mirada ha cambiado. Se encuentra en un notable estado de
armonía con sus compañeros de la cárcel y con los guardias. Es apreciado. Nada de esto
podría haber sucedido con el Simón al que todo le pasaba, solo puede ocurrir porque
apareció en el la responsabilidad. Es su cumpleaños, los guardias dejan pasar al penal a
su mujer e hija con una torta. Ya no están enojadas ni decepcionadas, se las muestra
orgullosas. Simón es otra persona.

Bibliografía:
-D’Amore, O. (2006). Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética.
Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
-Freud, S (1930). El malestar en la cultura (cap. VI), A.E., XXI, 113-115.
-Michel Fariña, J. J. (1998). Qué es esa cosa llamada ética. (Cap. II); Lo universal-
singular como horizonte de la ética. (Cap. III); Particular, universal, singular (Cap. IV).-
Michel Fariña, J. J. (2000). The Truman Show. Mar abierto (un horizonte en quiebra). En
Ética y Cine, Eudeba, Buenos Aires, 2000.
-Mosca, J. C. (1998). Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética:
un horizonte en quiebra, Eudeba, Buenos Aires, 1998.
-Salomone, G. Z. (2006). El sujeto dividido y la responsabilidad. En La
transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos
Aires, 2006.

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