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TEMA 1

Embarazo y parto, un buen inicio de la


lactancia
¿Preparar la lactancia durante el embarazo?
Amamantar no es solamente un acto instintivo, también requiere aprendizaje, información y sobre todo
observación previa. Muchas mujeres no han cogido a un bebé en brazos hasta tener el suyo y tampoco han
visto amamantar.

La evidencia científica sugiere que la mitad de las mujeres deciden dar o no el pecho antes del embarazo (
la mayoría durante la adolescencia) y que recibir información sobre lactancia materna durante el embarazo
en las clases de preparación maternal aumenta la tasa de mujeres que la inician y que la mantienen.

No se recomienda explorar los pezones de las embarazadas porque puede generar angustia y pérdida de
confianza en su capacidad de lactar, además de derivar en una predisposición al fracaso en especial si los
pezones se identifican como invertidos o planos.

No es necesario preparar los pezones durante el embarazo ni aplicando pomadas o ungüentos, ni frotando
con guante de crin, ni extrayendo calostro. Además de inútil puede ser contraproducente.

La mejor manera de prepararse para la lactancia materna es acudir a un grupo de apoyo a la lactancia
materna durante el embarazo.

¿Afecta el parto a la lactancia?


El parto no es un acto quirúrgico, sino un hecho trascendental en la vida de las familias que debería tratarse
con todo el respeto y dignidad que se merece. Se trata nada menos que de la llegada al mundo de una
nueva vida.

En los hospitales españoles, el modelo más común de parto es el que se conoce como “parto medicalizado
y dirigido” aunque poco a poco se van implementando otros modelos más respetuosos con la fisiología del
parto, que a su vez facilitan el establecimiento de la lactancia.

El parto medicalizado implica un buen número de intervenciones y manipulaciones no exentas de efectos


colaterales para la madre y el bebé, entre los que se cuentan distintas secuelas físicas dolorosas en el
posparto que pueden entorpecer la lactancia materna.

Es difícil dar de mamar en una posición correcta cuando no te puedes ni sentar debido al dolor de los puntos
de la episiotomía, y también es difícil amamantar recién cesareada, cuando es un suplicio girarte en la cama
y llevas suero en vena y una sonda vesical.

No tiene nada que ver empezar una lactancia después de un parto natural, libre de cables, sondas y sueros,
que hacerlo inmovilizada por la peridural. Está también comprobado que las ingurgitaciones más
importantes suceden a mujeres que han recibido sueros intravenosos y peridural (esto es así porque ambos
favorecen la formación de edemas, es decir, la inflamación por acumulación de líquidos). A grandes rasgos,
cuanto más indemne salgas de tu parto, más fácil lo tendrás para iniciar la lactancia materna.

El parto medicalizado también disminuye la autoestima y la confianza de las mujeres en su propio cuerpo.
Los partos no los hacen los médicos ni las comadronas, los hacen las mujeres. No existe nada más poderoso
en esta tierra que una mujer dando a luz, pero las mujeres nos hemos dejado arrebatar ese poder, y
recuperarlo nos ayudará también a disfrutar del poder de amamantar.
Por su parte, los bebés pueden tener más problemas para mamar bien durante los primeros días, y a menudo
tienen un patrón de succión inmaduro e ineficaz.

Así pues, facilitando el parto estaremos facilitando la


lactancia materna, pero… ¿de qué manera se puede
facilitar un parto?
La ciencia ha descubierto que segregar adrenalina durante el parto hace que el mismo se vuelva más largo,
difícil y doloroso, y por tanto menos seguro.

¿Qué situaciones pueden disparar la adrenalina y activar el


neocórtex en una mujer que está de parto?
 El frío: la mayoría de las salas de parto están incluidas en zonas quirúrgicas, y éstas suelen estar muy
frías para prevenir la proliferación de microorganismos.

 La luz: las mujeres que están de parto, como todas las hembras mamíferas, buscan instintivamente
intimidad y oscuridad. La luz intensa puede bloquear el parto por sí sola.

 Sentirse observadas.

 Falta de intimidad, sentir vergüenza.

 Que les hablen y les hagan preguntas.

 Que se les aplique tecnología médica, sobre todo dolorosa.

Lo más importante que tiene que hacer un profesional que acompaña un parto es justamente acompañar,
estar ahí, dar apoyo y seguridad, vigilando que no haya ningún signo de peligro ni para la mamá ni para el
bebé. La tecnología es buena cuando se necesita, pero aplicar tecnología a todos los partos normales
ocasiona más problemas que beneficios.

En el parto humano, la proporción del tamaño de la pelvis materna respecto al perímetro craneal de la cría
es más justa que en ninguna otra especie de mamíferos, por lo que, para que todo marche bien, se necesita:

 Libertad de movimientos

 Verticalidad

 Tiempo

El control del bebé en el parto


Aún hoy, la mayoría de mujeres en trabajo de parto son controladas desde que entran en la unidad de partos
hasta que nace el bebé mediante monitorización continua del latido fetal y las contracciones, ya sea con
aparatos externos o internos (en este último caso, se introduce una sonda en la cavidad uterina, por detrás
de la cabeza del feto, para marcar la presión intrauterina exacta en milímetros de mercurio, y se inserta un
electrodo en el cuero cabelludo del bebé, lo que provoca una herida en el mismo, con el agravante de que
hay que romper la bolsa de líquido amniótico para colocarlo todo).
Tanto las formas de monitorización externas como las internas reducen de manera importante la movilidad
de la madre y provocan incomodidad y dolor, por lo que repercuten en una mayor necesidad de aplicar la
anestesia peridural. A menudo, el control del latido fetal y las contracciones sólo se puede hacer
correctamente cuando la mujer está tumbada en la cama en posición supina (boca arriba), con lo cual
muchas mujeres se ven obligadas a permanecer en esa posición durante todo el proceso.

En cuanto a la posición supina, sabemos que provoca contracciones más dolorosas y dificulta el avance del
parto. Además, se compromete el intercambio de oxígeno madre-hijo debido al efecto Caldeiro, que consiste
en una hipotensión arterial en la madre debido al peso que ejerce la matriz con el bebé sobre la vena cava
inferior (la que aporta sangre oxigenada al feto) cuando la mujer se encuentra acostada boca arriba. La
mujer embarazada a término siente mareo, náuseas y sensación de falta de aire cuando está tumbada en
esta posición.

En cambio, controlar el latido fetal de modo intermitente favorece el desarrollo de un parto fisiológico
acompañado no manipulado.

A finales de los años sesenta, el obstetra uruguayo Caldeiro Barcia diseñó, fabricó y aplicó la monitorización
electrónica continua del parto para estudiarlo en cuanto proceso fisiológico. Al cabo de varios años, tras ver
y comprobar cómo los aparatos y técnicas que desarrolló se aplicaban de manera rutinaria en la mayoría de
los partos de bajo riesgo, afirmó:

“Yo inventé la monitorización cardiotocográfica continua para poder ayudar en aquellos partos con
problemas, no para poner en problemas a todas las mujeres de parto”

La posición para el expulsivo


La posición de litotomía (tumbada con las piernas abiertas en alto) dificulta el nacimiento del bebé, pero se
sigue usando porque se considera el parto como un acto quirúrgico. En el lenguaje no verbal, esta postura
indica sumisión, vulnerabilidad absoluta, estar tan expuesta que te pueden hacer cualquier cosa, pasividad
total. La madre sólo ve el techo, no participa, le sacan al niño. Las mujeres a las que no se les dice cómo
han de colocarse en ese momento tienen a su bebé en posición vertical.

Cuando la cabeza del bebé está a punto de salir, el coxis o rabadilla tiene la capacidad de desplazarse hacia
atrás, aumentando así en uno o dos centímetros más el diámetro del canal óseo del parto, lo que ayuda
mucho. Pero si la madre está tumbada en posición supina sobre una camilla de partos, esto no es posible,
con lo que el canal del parto es más estrecho, el parto más difícil y la oxigenación del bebé intrauterino se
ve comprometida.

La anestesia
En el año 2006 el Internacional Breastfeeding Journal publicó un estudio en el que se demostraba que la
administración de la anestesia peridural en el parto puede influir en la capacidad del recién nacido para
mamar, pudiendo producir por sí sola una succión caótica. Además, su uso favorece una cascada de
intervenciones, ya que con peridural las contracciones se aflojan y distancian, lo que hace necesario romper
la bolsa y aplicar oxitocina; ésta, a su vez, al acelerar el ritmo y la intensidad de las contracciones, puede
provocar sufrimiento fetal, o simplemente niños que nacen más cansados, con estrés y poco predispuestos
a mamar.

La inmovilidad de la mujer que provoca la peridural y la falta de verticalidad disparan las cifras de bebés que
no bajan, bebés que no giran y no se colocan bien, lo que a su vez genera la necesidad de nuevas
intervenciones. No tiene nada que ver amamantar y establecer la lactancia después de una cesárea o un
parto instrumentalizado con hacerlo después de un parto normal fisiológico sin anestesia.

¿Es necesaria la episiotomía?


La evidencia científica no apoya la episiotomía salvo en contadas ocasiones, pese a lo cual se sigue
practicando en muchos partos, lo que ocasiona dificultades a corto plazo (dolor al moverse y sentarse) y
también a largo plazo (dificultades en las relaciones sexuales, incontinencia, etcétera). No será lo mismo
iniciar la lactancia materna con esas molestias que sin ellas.
Respetar el cordón umbilical
Según la evidencia científica el corte tardío del cordón umbilical previene la anemia en la primera infancia,
ya que hace que los bebés tengan unos niveles de hemoglobina más altos. Los estudios concluyen diciendo
que se debería esperar como mínimo tres minutos, y si el bebé no está en buenas condiciones un mínimo
de 60 segundos entre las piernas de la madre.

Los bebés nacen con dos sistemas de oxigenación durante los primeros minutos de vida, de modo que si
falla uno, tienen otro. Uno de esos sistemas es el que ha acompañado al bebé durante toda la vida uterina,
pues la placenta y el cordón umbilical siguen funcionando y aportándole sangre oxigenada una vez que
nace. El otro sistema es el que activa el bebé al abrir los pulmones por primera vez y respirar. Es como si
nacieran con un sistema de reanimación neonatal incorporado. Por eso es muy importante no pinzar el
cordón si el bebé aún no está respirando.

Hay una cantidad de sangre en la placenta equivalente a la tercera parte del volumen total de sangre que
tendrá el bebé, y esa sangre tiene que pasar a través del cordón en esos minutos previos al corte del cordón.
Si éste se pinza o se corta, esa sangre se va quedar en la placenta y se va a tirar o donar, por lo que el
neonato puede quedarse sin reservas de hierro suficientes. Y esto es todavía más importante si el recién
nacido es prematuro o de bajo peso, puesto que la reserva de hierro la hacen los bebés intrauterinos durante
el último mes de gestación.

Cuanto mejores sean las condiciones físicas en las que se encuentre el bebé al iniciar la lactancia, mejor
funcionará ésta.

Nacer por cesárea


En los últimos años se ha disparado de forma alarmante la tasa de cesáreas que se practican en España.
Recordemos que la cesárea es una intervención de cirugía mayor no exenta de riesgos. Actualmente, el 25
por ciento de mujeres españolas (con variabilidad entre el 15 y el 45 por ciento, según el hospital o clínica)
dan a luz mediante cesárea. Tanto el sentido común como la evidencia científica señalan que NO es posible
que una de cada tres mujeres sea incapaz de parir, por lo que probablemente al menos la mitad de esas
cesáreas son innecesarias.

De ser posible, el parto vaginal siempre es más seguro para la madre y el bebé, y es preferible porque
incrementa el porcentaje de éxito en la lactancia materna y su duración, porque aumenta el bienestar
psicológico de madre e hijo y reduce el trauma emocional de ambos, y porque disminuye los costos del
sistema de salud y la duración de la estancia hospitalaria.

Es importante saber que fisiológicamente no hay ninguna causa por la cual el hecho de tener cesárea retarde
la subida de la leche. La causa de ese posible retraso que algunos profesionales y madres observan es
debida a las rutinas hospitalarias que suelen ir asociadas a una cesárea como mayor tiempo de separación
postparto y menor número de tomas los primeros días debido al dolor que sufre la madre y la necesidad de
que alguien le ayude para amamantar.

A modo de conclusión final


Cuanto más positiva sea la vivencia de tu parto y menos lesionada estés, más fácil te resultará amamantar.

Actualmente, la sensibilización de los profesionales sanitarios respecto a la humanización del parto está
aumentando, y se han desarrollado protocolos de atención al parto normal no medicalizado en todas las
comunidades autónomas y también a nivel nacional.
TEMA 1
Preguntas frecuentes sobre el pecho
y la lactancia materna
Muchas de las consultas que recibimos son recurrentes, y a menudo guardan relación directa con la
anatomía y la fisiología del pecho durante la lactancia. A continuación, intentaremos dar respuesta a las
dudas más frecuentes sobre el pecho y la lactancia materna. Esperamos que os sea útil.

Mis pechos son pequeños, ¿tendré suficiente leche?


Cuando un niño nace tiene el pecho exactamente igual que una niña. Las estructuras son las mismas, y no
es hasta la pubertad, gracias a los cambios hormonales, que los pechos de las chicas crecen y se
desarrollan. El pecho adquiere forma gracias a los depósitos adiposos que modelan su tamaño y volumen
exterior. Por dentro, el tejido glandular, que es el que se encargará de producir leche, también crece y se
desarrolla al margen del tejido graso externo. Por tanto, el tamaño y la forma exterior del pecho no importan,
ni permiten predecir si una madre tendrá más o menos leche. Todos los pechos, sean grandes o pequeños,
sirven a la hora de alimentar a un bebé. Si tienes dudas sobre tus pechos o has tenido lactancias fallidas
por falta de leche consulta este artículo sobre hipogalactia o baja producción de leche maternade nuestra
web.

Tengo el pezón muy pequeño, ¿podré dar el pecho?


¡Por supuesto! Todos los pezones sirven, al margen de su tamaño. De hecho, los bebés no necesitan el
pezón para mamar, es tan sólo una referencia visual y táctil para que sepan a dónde deben dirigir la boca.
Es cierto que hay pezones, como los umbilicados (tipo de pezón que cuando es estimulado se retrae), que
pueden complicar un poco el agarre inicial del bebé. Si tienes dudas respecto a tu pezón, lo mejor que
puedes hacer es acudir a un grupo de apoyo a la lactancia antes de tener a tu bebé, para que lo puedan
valorar y enseñarte todo lo necesario para iniciar la lactancia con buen pie.

Si tienes los pezones planos o poco prominentes tampoco es necesario que hagas nada durante el
embarazo. Busca un grupo de apoyo para consultar tus dudas.
A veces durante el embarazo se sugiere a las madres que preparen sus pezones con cremas o frotando los
pezones con guantes de crin. Estas recomendaciones obsoletas sólo crean angustia y dolor en las madres.
Los masajes para estirar los pezones planos tampoco sirven de nada.

Tu areola contiene una decena, a veces más, de los llamados corpúsculos de Montgomery, que son las
protuberancias que encontrarás alrededor de la misma, se encargan de limpiar, desinfectar y lubricar el
pecho. No hace falta por tanto sustituir esa preparación natural por ungüentos ni cremas de farmacia.

Estoy embarazada y siento el pecho muy lleno y tenso,


¿es normal?
Durante el embarazo, el pecho aumenta de peso, entre 400 y 600 g., y una vez iniciada la lactancia puede
llegar a pesar 800 g gramos más que antes del embarazo. Durante las 6-7 primeras semanas de embarazo
crecen los alvéolos, lo que produce una sensación de plenitud, así como la cantidad de tejido adiposo y la
irrigación de la mama. Los pechos se ven llenos de venas que a veces llegan hasta el cuello. Todo esto es
normal aunque resulte espectacular! Tu cuerpo se está preparando para la gran tarea de alimentar a tu bebé.

¿Por qué durante el embarazo no hay leche?


Durante el embarazo, el tejido glandular de los pechos produce calostro en pequeñas cantidades. A veces
no se aprecian más que unas costras blancas o amarillentas en el pezón, que son las gotitas de calostro
que se han secado.

Las hormonas predominantes durante el embarazo, la progesterona y los estrógenos, se encargan de


impedir que la prolactina alcance grandes concentraciones, por lo que no es posible fabricar grandes
cantidades de leche. Esto cambia a medida que disminuyen los niveles hormonales de progesterona y
estrógenos, en el posparto inmediato, cuando se produce un pico de prolactina. La separación de la placenta
del útero es lo que marca el inicio de la producción de leche.

Si una madre lactante se queda de nuevo embarazada puede seguir produciendo leche aunque a partir del
segundo trimestre de embarazo la producción disminuye considerablemente. Para más información sobre
estos casos podéis consultar el artículo sobre amamantar durante el embarazo y en tándem.

¿Cómo se produce la leche materna?


La succión del niño estimula los receptores de oxitocina y prolactina, situados principalmente en la areola y
el pezón, y desencadena un impulso nervioso que viaja hasta el cerebro, donde el hipotálamo induce la
producción de dos hormonas: la prolactina, que se encarga de la producción de la leche, y la oxitocina, que
provoca la contracción de los alvéolos y desencadena la eyección o salida de la leche.

La forma más fácil de visualizar el funcionamiento de la glándula mamaria es pensar en una vid. Cada grano
de un racimo de uvas es un alvéolo mamario. En su interior se fabrica la leche, los elementos que hacen
falta para constituirla se fabrican directamente dentro del alvéolo o provienen del plasma materno. Cada
alvéolo o grano de uva está envuelto en una fina capa muscular que se contrae en respuesta a la oxitocina,
provocando la eyección de la leche. Todos los alvéolos van a dar a los conductos, las ramitas de la vid, que
se encargan de transportarla hasta el pezón, donde el bebé la extrae del pecho mediante la succión.

¿Todas las madres fabrican leche de calidad?


Sí. Se ha comprobado que incluso las madres desnutridas y que viven en situaciones de pobreza y
precariedad extremas producen leche materna de calidad. Existen pequeñas variaciones individuales
derivadas de la dieta, pero el cuerpo de las mujeres usa el mismo patrón para fabricar la leche, y ésta
siempre es de calidad.

Los elementos que pueden variar de una madre a otra son el yodo y los ácidos grasos esenciales, por lo
que las mujeres occidentales que dan el pecho deben tomar un suplemento de 200 microgramos diarios de
yodo y aumentar el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos esenciales: pescado azul, frutos secos,
aceite de semillas, etcétera.

Aunque comas mal y tu dieta no sea del todo equilibrada puedes estar tranquila, ya que las células que se
encargan de fabricar la leche se las arreglan para extraer de las reservas maternas todo lo necesario para
que no le falte de nada al bebé.
Las madres con carencias nutricionales siguen fabricando leche de calidad para su bebés, por esa razón es
muy importante que aún y no teniendo la dieta más equilibrada del mundo sigan amamantando a sus bebés
que van a recibir así la leche más adecuada para garantizar su salud y su crecimiento.

Me han hecho una cesárea, ¿me va a tardar más a subir


la leche?
No, las cesáreas no retrasan la subida de la leche. La subida de la leche se inicia en el momento en que la
placenta se separa del útero, y esto ocurre tanto en un parto vaginal como en una cesárea.

Las rutinas hospitalarias que suelen ir unidas a la cesárea pueden retrasar el primer contacto entre la madre
y el bebé, por lo que son las verdaderas causantes de la demora de la subida de la leche, además de la
incomodidad que puede sentir la madre para colocar al bebé al pecho a causa de los puntos de sutura, lo
que puede interferir en algunas tomas o reducir su número.

Sí es cierto que las madres insulinodependientes o con obesidad (con un índice de masa corporal igual o
superior a 30) pueden sufrir un retraso en el inicio de la producción de leche, que puede demorarse más de
72 h., pero acaba normalizándose en ambos casos.

Acabo de dar a luz y tengo un bulto hinchado en la axila,


¿qué es?
Seguramente se trata de tejido mamario ectópico o fuera de lugar. Estos bultos no constituyen motivo de
alarma y pueden presentarse en cualquier punto de la denominada “línea de la leche”, que recorre el cuerpo
desde la axila hasta la ingle. El 1% de las mujeres tiene este tipo de “glándulas mamarias accesorias”, que
pasan desapercibidas hasta que la madre se queda embarazada y pare, pues entonces crecen y pueden
incluso llegar a secretar leche.

También hay mujeres que poseen pezones supranumerarios. Si hay una inflamación de este tejido es mejor
no manipularlo, aplicar frío y presión y esperar a que desaparezca.

¿Qué son las subidas de la leche?


Cuando el bebé mama, estimula los nervios del pezón. Este impulso nervioso llega al cerebro, donde se
produce la prolactina y la oxitocina, las hormonas encargadas de la producción y la eyección de la leche.

Entre las 42 y las 72 horas posparto se produce la primera subida de leche, y muchas mujeres notan que
los pechos se les ponen tensos y a veces inflamados.

Posteriormente van notando las subidas de leche (en algunos países hispanohablantes se llaman “bajadas
de leche”) cuando el bebé mama o cuando piensan en él o lo oyen llorar. Este fenómeno se debe a la acción
de la oxitocina y suele ir acompañado de una sensación de hormigueo en el pecho, que durante las primeras
semanas puede incluso resultar doloroso, y que indica que la leche empieza a fluir hacia el pezón. Hay un
75% de mujeres que perciben más de una subida de la leche en una misma toma, mientras que un 30% no
nota jamás la subida de leche. Ambas situaciones son perfectamente normales y no revisten mayor
importancia, puesto que no afectan en absoluto el transcurso de la lactancia.

¿Cuáles son las hormonas encargadas de producir la


leche?
Durante el embarazo y las primeras semanas posparto, la producción de leche depende por completo de
dos hormonas, la prolactina y la oxitocina, que ven su acción complementada por una proteína conocida
como FIL (Factor Inhibidor de la Lactancia).

La oxitocina provoca la subida de la leche. Hay fibras musculares que rodean los alveolos y que, al
contraerse, “exprimen” la leche. La oxitocina no sólo responde a los estímulos táctiles, sino que a veces
basta con oír llorar al bebé, pensar en él u oler su ropita para desencadenar un flujo de oxitocina en sangre.
Cuando esto ocurre, la madre siente que el pecho se llena de leche y gotea.
Factores como el miedo, la falta de confianza en el propio cuerpo o el alcohol pueden bloquear
momentáneamente este flujo de oxitocina y dificultar un poco la toma, por lo que es de vital importancia que
la madre esté tranquila y confiada para que todo fluya, literalmente.

La prolactina hace que la glándula mamaria fabrique leche. Cada vez que el niño mama, un torrente de
prolactina es liberado en la sangre materna. Esta hormona es la que se encarga de dar la orden de fabricar
leche a las células de los alveolos. Si el niño tiene poco apetito, si se le hace esperar o no se le da de comer
siempre que lo pide, mama poco y se produce menos leche. Cuando hay partos múltiples, se produce una
estimulación doble o triple, la necesaria para atender a la demanda de producción de dos o más bebés.
Hacia los 6 meses posparto, los niveles basales de prolactina disminuyen, puesto que para entonces la
glándula mamaria ya funciona por sí sola, es una unidad independiente de fabricación. Esta glándula
autocrina funciona de otra manera: si el bebé saca mucha leche, la madre fabrica mucha leche; si por el
contrario mama poco, el FIL o Factor Inhibidor de la Lactancia mantiene a raya la producción de leche.

El FIL o Factor Inhibidor de la Lactancia es una proteína que está presente en la leche.
Cuando el niño mama mucho, al sacar la leche saca también el inhibidor, y en las próximas horas la leche
se fabricará a toda velocidad. Si el niño mama poco, el inhibidor se queda dentro, y el pecho fabrica poca
leche. A los 6 meses posparto, los niveles basales de prolactina vuelven a alcanzar los valores anteriores al
embarazo, y tiene más importancia el FIL que dicha hormona para el mantenimiento de la producción láctea.

Desde hace algún tiempo me noto los pechos blandos,


¿me estoy quedando sin leche?
Como hemos dicho ya, la glándula mamaria es un mecanismo que se autorregula. Durante las primeras
semanas de vida de tu hijo, el pecho está en prácticas, por así decirlo. Para que no falte leche, se fabrica
más de la necesaria. De este modo se asegura de que el bebé no pasará hambre. Cuando la glándula
empieza a adaptarse a la demanda del bebé, ajusta la oferta y, por pura logística, fabrica la leche sólo
cuando el bebé la pide. Desde que un bebé se pone al pecho hasta que se produce el reflejo de eyección
pasan 2,2 minutos de media. A partir de los 3 meses, las madres sienten los pechos blandos y pueden creer
que no tienen leche. Si a esto se le une la crisis de los tres meses, la madre puede interpretarla como una
sensación de rechazo por parte del niño a causa de la falta de leche. Nada más lejos de la realidad. Lo único
que ocurre es que la glándula mamaria se ha regulado perfectamente.

¿Por qué hay mujeres que no tienen leche?


La gran mayoría de las mujeres pueden fabricar leche. La hipogalactia (escasa producción de leche)
verdadera se da en ocasiones muy contadas, y puede tener su origen en las siguientes afecciones:

 Hipotiroidismo no controlado

 Hipoplasia mamaria

 SOP (Síndrome de Ovarios Poliquísticos)

 Síndrome de Sheehan

 Reducción mamaria reciente

Tanto las mujeres con hipotiroidismo como las que sufren de SOP pueden tomar medicación específica para
su enfermedad sin riesgo alguno para el bebé. Al normalizar los niveles hormonales, la medicación regula
la producción de leche.

La hipoplasia mamaria es el desarrollo incompleto o detenido de la glándula mamaria durante la pubertad.


A menudo con hiperestimulación se puede amamantar de forma mixta y, en algunos casos, incluso
completa.

Si la madre ha sufrido una hemorragia masiva y severa en el posparto inmediato, puede desarrollar un
Síndrome de Sheehan, que se define como la necrosis de la hipófisis por falta de riego sanguíneo durante
el parto. Esto puede imposibilitar la lactancia. La madre deberá someterse a un examen endocrinológico
exhaustivo para valorar la gravedad del caso y decidir qué hacer en función del resultado.

En el caso de las mujeres que se han sometido a operaciones de reducción mamaria, hay que valorar cada
caso de manera individual. Todo va a depender del tipo de incisión realizada para hacer la reducción y del
tiempo transcurrido desde que se realizó la misma, pues los conductos seccionados durante la operación
pueden haberse recanalizado de forma espontánea. Las mujeres que se hallan en esta situación y desean
dar el pecho a sus bebés deben acudir a un grupo de apoyo a la lactancia ya durante el embarazo.

En nuestra web encontrarás más información sobre las causas y el tratamiento de la hipogalactia.

Entonces, si la leche materna siempre es buena y casi


todas las madres producen leche suficiente, ¿por qué
hay tantas mujeres que aseguran que no pudieron
amamantar porque sus hijos pasaban hambre?
Es complicado encontrar una sola razón, pues pueden haber pasado muchas cosas.

Como se ha dicho ya, la hipogalactia verdadera es una condición muy rara. En la mayoría de los casos, lo
que la madre percibe como una producción insuficiente es en realidad una cascada de problemas que tuvo
su origen en una mala técnica, un frenillo lingual corto, la imposición de horarios para dar el pecho o las
recomendaciones contradictorias o erróneas.

A menudo, detrás de estas vivencias negativas de la lactancia existen también unas expectativas que no
encuentran correspondencia en la realidad. La inmensa mayoría de las madres primerizas no ha visto
amamantar jamás, por lo que ignora cómo funciona la lactancia. A menudo, esperan bebés que coman
puntualmente cada tres horas y duerman entre toma y toma, algo que pocas veces se da en la vida real. Y,
de nuevo por desconocimiento, estas madres acaban pensando que el niño llora porque pasa hambre, es
decir, porque no tienen suficiente leche.

Hay toda una generación de mujeres, hoy abuelas, que no dieron el pecho a sus hijos, lo que significa que
se rompió la cadena de transmisión familiar de la cultura de la lactancia.

Los grupos de apoyo a la lactancia intentamos suplir, en la medida de lo posible, esa labor ancestral que
realizaban las mujeres mayores de la familia, arropando con su sabiduría y experiencia a las que se
convertían en madres por primera vez. Para ello, ofrecemos información veraz y actualizada, así como un
espacio en el que compartir nuestras vivencias con otras madres que dan el pecho.

Me han dicho que si dejo mamar al bebé todo el tiempo


que quiera, al final sólo va a tragar aire, ¿es verdad?
¿No es mejor dar el pecho con horarios?
Los bebés utilizan dos tipos de succión: succión nutritiva y succión no nutritiva. Las dos son necesarias, y
mientras realizan la succión no nutritiva los niños se alimentan y se relajan. Si están bien colocados, con la
succión no nutritiva no van a tragar aire, sólo leche.

El pecho no se puede dar con horarios, pues eso impide que los bebés regulen la cantidad de leche que
toman y la composición de la misma. En condiciones normales, lo consiguen haciendo tomas más cortas o
más largas y espaciándolas más o menos. Así, habrá momentos en los que sólo necesiten un poco de leche
para calmar la sed (o el miedo, o conciliar el sueño) y otros en los que hagan una toma larga y completa.
Hay que confiar en la capacidad del niño para regular la cantidad de leche y el tiempo que necesita para
comer.

La lactancia siempre debe respetar la demanda del bebé, pero hay momentos en los que la demanda de la
madre también cuenta. Si ésta necesita dar el pecho (por tener una ingurgitación u obstrucción, para poder
salir a trabajar, etcétera), puede ofrecer el pecho al bebé en cualquier momento.
Sólo se recomienda que los padres marquen la demanda del niño en casos excepcionales: bebés enfermos,
prematuros, niños que no aumentan de peso, recién nacidos extremadamente soñolientos, etcétera.

Mi hijo usa el pecho como si fuera un chupete ¿Qué


puedo hacer para que no lo haga?
Como hemos dicho los bebés utilizan dos tipos de succión: nutritiva y no nutritiva.

La succión no nutritiva (SNN) se ha ganado muy mala fama y muchas veces se recomienda a las madres
evitar que sus hijos la practiquen. La SNN forma parte de un ciclo de succión completo y pese a lo que indica
su nombre los bebés que la realizan sí se están alimentando. Se trata de una succión acumulativa, los bebés
succionan el pecho con un ritmo lento, en cada succión acumulan leche en la boca, es la leche más densa
y con más contenido graso, y cuando tienen la boca llena después de 4-6 succiones la tragan.

La SNN no debería ser reprimida pues entre sus funciones, dejando a parte la nutricional, destaca por ser
un entrenamiento para la succión nutritiva. Además permite al bebé relajarse y satisfacer su necesidad de
succión.

¿Qué puedo comer o tomar para tener más leche?


En todas las culturas del mundo existen alimentos considerados galactogogos (es decir, que aumentan la
producción de leche). La variedad es infinita. En España es habitual recomendar a las madres que tomen
horchata y leche de almendras.

En la cultura china se da a las madres una sopa caliente de jengibre y pollo. En Sudamérica se les prepara
un caldo a base de pollo y verduras. En otras latitudes se recomiendan: las sardinas, el bacalao, los
guisantes, la alfalfa, el cardo santo o el cardo mariano, la levadura de cerveza, la leche de vaca, las larvas
de mosca azul….

Lo cierto es apenas existen estudios al respecto y no es posible afirmar que la ingesta de determinados
alimentos aumente la cantidad de leche producida. En cambio, se ha demostrado que numerosas plantas
consideradas galactogogos tienen precisamente el efecto contrario, es decir, disminuyen la producción de
leche.

Lo único que aumenta la producción de leche de una mujer es la succión eficaz y el vaciado de la glándula
mamaria, algo que el bebé consigue si mama a demanda y de manera correcta (o, en su defecto, si la madre
utiliza un sacaleches).

La succión y el vaciado inducen al cuerpo a producir más leche, ya que aumentan los niveles de prolactina
en sangre y eliminan del interior de la glándula el factor inhibidor de la lactancia (FIL).

TEMA 1
10 recomendaciones de oro para conseguir una
lactancia materna exitosa
Para poder disfrutar de una lactancia materna exitosa puede ser muy útil seguir estas diez recomendaciones
de oro:
1. Infórmate sobre la fisiología y la práctica de la lactancia, a ser posible antes de tener a tu hijo, acudiendo
a tu grupo de apoyo más cercano.

2. Confía en ti y en tu capacidad para atender todas las necesidades de tu hijo.

3. Recuerda que un parto respetado es el primer paso para una lactancia feliz.

4. Procura iniciar la lactancia durante la primera hora después del parto (puede ser útil haberlo comentado
antes con tu ginecólogo o comadrona).

5. Pide al personal del hospital que no le den a tu hijo ni biberones ni chupetes.

6. Solicita tener a tu hijo contigo las 24 horas del día para poder amamantarlo a demanda.

7. La lactancia no debe doler. Si sientes dolor o molestias al amamantar, es posible que la postura o
el agarre no sea del todo correcto, o bien que exista algún tipo de disfunción oral. Consulta a tu
comadrona o al grupo de apoyo más cercano.

8. No limites de ninguna manera el acceso de tu hijo al pecho. Recuerda que debe mamar tantas veces y
tanto tiempo como quiera.

9. Procura delegar las tareas domésticas (compra, limpieza, cocinar, etcétera) para poder dedicarte
plenamente a tu hijo. No siempre será tan demandante como en sus primeras semanas de vida, pero en
ese periodo te necesitará más que nunca.

10. No dudes en llamar a tu grupo de apoyo a la lactancia si necesitas ayuda o información, y acude en
persona con tu hijo a sus reuniones en cuanto te sea posible. Recuerda que todos los servicios son
gratuitos.

TEMA 1
La importancia de la primera hora tras
el parto para el éxito de la lactancia
materna
Que no os separen
El mejor lugar del mundo donde debe ser colocado un bebé al nacer tras ser secado es sobre su madre, piel
con piel, ninguna tela entre ambos, pero cubierto con una toalla caliente.

La madre y su pareja llevan 9 meses esperando este momento tan importante en sus vidas, és un momento
sagrado, nadie tiene derecho a interrumpirlo como no sea que la vida de la madre o del bebé corran peligro.

Ningún procedimiento es imprescindible en este momento. El bebé pesará y medirá lo mismo una o dos
horas más tarde.
Las madres embarazadas padecen una hiperosmia fisiológica (mucha capacidad de oler) porque necesitan
oler a sus criaturas tras el parto y hacerlo va a incrementar la producción de oxitocina en la madre. El gorrito
puede impedir que la madre huela la cabecita a su bebé. Si permanece piel con piel y tapado con una toalla
o talla será suficiente para mantener el calor. Asimismo el elevado nivel de catecolaminas en un recién
nacido que ha vivido un parto normal estimula el bulbo raquídeo y facilita la orientación olfatoria para iniciar
la lactancia materna. Se ha comprobado que los bebés nacidos por cesárea programada tienen en el
postparto inmediato bajos niveles de catecolaminas y ello les ocasiona mayor dificultad para localizar el
pecho a través del olfato, además de mayor riesgo de presentar distress respiratorio.

Estado de alerta
El paso de la cabeza del bebé por el canal del parto se acompaña de una liberación masiva de catecolaminas
y noradrenalinas (las hormonas del estrés). A su vez la madre desencadena en la fase de pujos un pico alto
de adrenalina que la hace tener sentimientos de desesperación: el “No puedo!!”. Esas hormonas del estrés
pasan por el cordón a la sangre del bebé lo que le hará nacer en estado de alerta, con sus ojos abiertos y
todas sus capacidades en máxima funcionalidad. El bebé tiene pues un estrés del parto beneficioso que le
va a durar un par de horas y que se va a resolver gracias a la estimulación vagal que causa el contacto piel
con piel y la succión temprana.

También en el post-nacimiento inmediato la madre tiene en su sangre las cifras mas altas de oxitocina y
endorfinas (el cóctel hormonal del amor como dice Michel Odent) que jamás tendrá. Y su bebé también,
puesto que estas pasan a raudales por el cordón umbilical durante el parto. Los dos se miran a los ojos,
porque todos los bebés al nacer buscan contacto visual con su madre, aunque los coloques con la cabeza
mirando hacia un lado, se mueven cabecean y no paran hasta lograr ver el rostro de su madre y mirarla. La
oxitocina y las endorfinas provocan apego intenso, dependencia y enamoramiento visceral mutuo de madre
e hijo.

Si se deja al bebé sobre el abdomen de la madre, este trepará hacia el pecho e iniciará la lactancia materna
de forma instintiva. La mayor parte de los bebés nacidos en partos normales y sin anestesia pueden reptar
desde el abdomen hasta el pecho de la madre o también es posible si la madre está semi-sentada colocar
al bebé en “posición biológica” con la cabeza colocada bajo el cuello de la madre y permitir que el bebé vaya
bajando y cabeceando hasta encontrar el pecho. Entonces mamarán espontáneamente en ambos casos en
unos 40 minutos de media.

Primera toma de pecho


El bebé primero permanece un rato inmóvil y, poco a poco, va reptando hacia los pechos (mediante
movimientos de flexión y extensión de las extremidades inferiores), toca el pezón, pone en marcha los
reflejos de búsqueda, se dirige hacia la areola, que reconoce por su color oscuro y por su olor, y, tras varios
intentos, comienza a succionarla.

Un recién nacido que ha pasado por esta experiencia tiene muchas más probabilidades de mamar de forma
correcta ésta y todas las tomas que vendrán, con lo que seguramente no tendremos problemas de
mal agarre ni disfunciones orales por parte del bebé.

Lo primero que tiene un bebé en su boca crea impronta, por eso lo primero que deben tener siempre es el
pecho. No deben hacer esta impronta con un chupete o una tetina.

La primera toma produce un pico altísimo de oxitocina que contrae fuertemente el útero previniendo
hemorragias. La oxitocina tiene además un importante efecto antiestrés del que se benefician madre e hijo.

Según diversos estudios los bebés colocados piel con piel sobre su madre mantienen la temperatura hasta
un grado por encima que los bebés colocados en una incubadora o en la cuna térmica. También tienen la
glicemia más alta, mejor saturación de oxígeno, ritmo cardíaco y respiratorio más estable y menos llanto,
tanto en intensidad como en duración.

Todos los bebés sanos que son colocados piel con piel sobre el vientre de la madre son capaces, si se les
deja tiempo, de reptar, alcanzar el pecho y mamar por si solos en posición correcta sin ayuda. Tardan en
hacerlo 40 minutos de media, algunos lo consiguen a los 15 minutos y otros a la hora y media de nacidos.
Los recién nacidos que pasaron por este proceso tuvieron un índice mayor de éxito en la lactancia y mayor
duración de la misma. Y sus madres tuvieron menos problemas de grietas y mal-posición.

Evidencia científica
En el año 90, en Suecia observaron durante dos horas a 72 neonatos.
A 38 de ellos se les dejó encima de la madre piel con piel
ininterrumpidamente. Al 34 restante a los 20 minutos de vida se los
llevaron durante 20 minutos y luego los volvieron a colocar piel con piel
con su madre. El resultado fue que un 70 por ciento del primer grupo
consiguió mamar correctamente a los 50 minutos, mientras del
segundo grupo solo lo consiguió un 20 por ciento. Como hemos
comentado antes, que los bebés puedan conseguir llegar al pecho y
mamar por sí mismos proporciona un buen augurio al éxito de la
lactancia materna.

En otra investigación, hace unos años, un equipo del Instituto Karolinska de Estocolmo realizó un estudio
comparativo de neonatos separados de sus madres al nacer versus neonatos que permanecieron piel con
piel. Fueron al Hospital 12 de octubre de Madrid a realizarlo, porque en aqul entonces allí se separaba a
todos los bebés al nacer por norma y en Suecia el comité ético del hospital consideró NO ético separar a los
hijos de sus madres aunque fuera para realizar un estudio. Hoy en día el Hospital 12 de octubre es pionero
en España en implantación de la metodología NIDCAP en la unidad de neonatos y promueve el método
madre canguro.

Las conclusiones de los investigadores fueron que todos los recién nacidos deberían poder ser colocados
piel con piel al nacer. Los bebés que en lugar de ello son sometidos a diferentes procedimientos rutinarios
innecesarios lloran mucho, pues todos los recién nacidos que durante las primeras dos horas no están con
su madre lo hacen. Es el grito de auxilio de la cría de mamífero humano separado de su madre. Sólo dejan
de llorar cuando ya no tienen fuerzas para seguir haciéndolo.

Los recién nacidos separados tenían a las 6 horas de nacer el doble de cantidad de hormonas del estrés
que los recién nacidos que permanecieron en contacto piel con piel con su madre.

El llanto prolongado provoca estrés y el bebé estresado cae en la desesperación. La temperatura baja para
ahorrar energías y poder sobrevivir más tiempo solo; la frecuencia cardíaca se hace inestable y la respiración
es irregular con apneas. También disminuye la glicemia.

La separación madre-hijo es uno de los primeros y mas importantes palos en las ruedas que las rutinas
hospitalarias suelen poner para el buen funcionamiento de la lactancia materna. La evidencia científica
demostró también como esta separación provoca menor éxito y duración en la lactancia materna.

La separación también afecta a la madre


También la madre que no está con su bebé en el post-parto inmediato se muestra más intranquila y vive
peor algunos procedimientos como la sutura de la episiotomía o el desgarro, limpieza de genitales, etc.

A su vez puede mostrar más dificultades para alumbrar la placenta y tener más posibilidades de sufrir una
hemorragia. Pues es el contacto con su bebé y el inicio de la lactancia lo que hacen que se produzca un
intenso pico de oxitocina que facilita la salida de la placenta y la contracción uterina.

Los granjeros saben que si a las hembras mamíferas se les retira una cría durante unos minutos, cuando la
devuelven esta ya no se coge al pecho y su madre la rechaza, lo que la conduce a la muerte.

Nosotros los humanos tenemos el cerebro más elaborado y no abandonaremos un hijo por una separación
al nacer, pero muchas madres que han sufrido la separación con un primer hijo y no la han sufrido con el
segundo pueden testimoniar como ello ha influido de manera importante en el vínculo madre-hijo a largo
plazo.
Algunas madres, después de tener un parto especialmente duro, con situaciones de exceso de
manipulación, falta de intimidad, miedo a la muerte propia o del hijo sufren auténtico estrés post traumático.
Como los soldados que vuelven de la guerra…

A menudo estas madres verbalizan que lo que peor vivieron fue la separación de su hijo al nacer, a veces
durante horas.

Procedimientos invasivos innecesarios


La aspiración de secreciones nasales puede provocar obstrucción nasal y dificultar la lactancia, además de
resultar molesto y producir un gran estrés en el bebé, por lo que está desaconsejada su práctica.

Es habitual que se introduzca una sonda por el ano del pequeño para comprobar que el orificio está abierto
y que no hay una malformación. Esta práctica tampoco está exenta de riesgo y puede resultar muy dolorosa.

Tanto la atresia de coanas como el ano imperforado son extremadamente raros y no justifican una técnica
de diagnóstico tan agresiva y dolorosa de forma rutinaria.

Prevenir infecciones
La manera más fácil y barata de conseguir que un bebé tenga menos peligro de infecciones nosocomiales
(las que se cogen por el hecho de estar en un hospital) es que permanezca pegado a su madre. Los bebés
separados están en mayor riesgo de infección.

No es casualidad que los bebés lleguen al mundo asomando la boca y la nariz justo encima del ano de la
madre. Y tampoco es casualidad que durante el expulsivo la mayoría de las madres defequen. Con lo cual
el ano esté sucio de restos fecales.

Muy probablemente la naturaleza lo ha diseñado así para que el bebé se contamine rápidamente de la
misma flora intestinal que tiene la madre para que quede protegido. Aunque se sabe que cerca de una
tercera parte de la flora intestinal del bebé ya ha estado invadida por bacterias maternas durante el tercer
trimestre de embarazo.

El parto no es un suceso estéril y aséptico, la vagina no es un lugar estéril y un parto no precisa asepsia,
solo limpieza.

Los bebés que nacen de perinés desinfectados o nacen por cesárea tienen mayor dificultad para acabar de
poblar rápidamente sus intestinos con bacterias de la madre.

Si esto sucede existe una segunda oportunidad y es el contacto piel con piel inmediato, la madre huele a su
hijo como buena mamífera, le habla, le respira cerca, lo besa. El bebé lame la piel de la madre y al mamar
las primeras gotas de calostro proporcionan junto a las bacterias maternas la mejor protección.

En cambio, si es manipulado por el personal sanitario las bacterias que recibirá son las que hay en el
quirófano y las que médicos y enfermeras lleven en sus manos. Teniendo en cuenta que el primero que llega
a un territorio se queda para siempre, separar madre e hijo puede significar que se producirá una
modificación permanente de la base sobre la que se construirá la flora intestinal del futuro adulto.

Probablemente esto es la causa de que diversos estudios hayan encontrado una relación directa entre nacer
por cesárea y padecer mayor numero de enfermedades alérgicas.

Mejor no separar nada


No hay un tiempo de separación seguro. La separación siempre daña. Lo correcto es no separar en absoluto.

Las madres y sus hijos no se han de separar al nacer como no sea por una clara indicación médica, aunque
la madre haya decidido no dar el pecho, y aunque el bebé haya venido al mundo mediante cesárea.
Para ello en los hospitales hay que crear protocolos que supriman los retrasos rutinarios en iniciar contacto
madre-hijo.

TEMA 1
Posturas y posiciones para
amamantar
Postura:
Es la forma en que se coloca la madre para amamantar.

Las hay diversas, todas sirven y la elección de una u otra dependerá del lugar, las circunstancias o las
preferencias de cada madre.

Posición:
Es la forma en que es colocado el bebé para que mame.

También las hay diversas y todas pueden servir, aunque en función de las circunstancias unas pueden ser
más eficaces que otras. Lo importante es que nunca ha de doler.

Sobre posturas y posiciones


Lo normal es pasar muchas horas totales al día amamantando, si no buscamos estar cómodas sufrimos
dolor de espalda y las tomas se nos harán interminables. Es buena idea tener preparado un lugar cómodo
para amamantar durante el día que puede ser por ejemplo un sillón. Es buena idea disponer también de
cojines para poder apoyar los brazos mientras sujetas al bebé o apoyar al bebé si ocasionalmente necesitas
una mano libre, y en caso de estar sentada, un reposapiés.

Antes se recomendaba a la madre tener la espalda recta y bien apoyada, con los hombros hacia atrás, pero
recientemente se ha descubierto que los bebés maman mejor cuando la madre está reclinada hacia atrás.
También se puede amamantar estirada. Lo importante es no amamantar nunca encorvada sobre el bebé.
En el cualquier caso es importante prever un buen apoyo en la zona lumbar y cervical mediante cojines o
similar. A ser posible también en la corva de las rodillas.

Puesto que las tomas de las primeras semanas suelen ser prolongadas, siempre es recomendable, antes
de empezar, el prever de tener a mano todo aquello que se pueda necesitar (pañuelos, teléfono, mando a
distancia, libro, vaso de agua, etc….).

Posición del bebé al pecho


Aparte de que, para amamantar, la madre disponga de varias posturas entre las que escoger, también
existen distintas posiciones para colocar al bebé y múltiples combinaciones de ambas.
En cualquier caso y sea cual sea la
postura o posición escogida, es
importante verificar que el agarre del
bebé al pecho, así como su succión,
sean correctos, con la boca bien
abierta, los labios evertidos, la
lengua debajo del pezón y con nariz
y barbilla tocando el pecho.

¿Y no se ahogará?
Los bebés nacen con un fuerte instinto de supervivencia, y se apartan con decisión de cualquier cosa que
les obstruya las vías aéreas. De hecho, cuando un bebé está resfriado y la mucosidad retenida en la nariz
le impide respirar por ésta, se aparta del pecho echando la cabeza hacia atrás por no poder mamar y respirar
por la boca al mismo tiempo. No es necesario pinzar el pecho con los dedos ni apartar la nariz del bebé. La
característica “naricilla chata” de los bebés les permite respirar por los orificios nasales aunque tengan el
rostro literalmente pegado al pecho materno.

El agarre espontáneo y la postura biológica


Igual que todas las demás crías de mamíferos nuestro bebé es capaz de alcanzar el pecho y mamar por sí
mismo correctamente si se lo permitimos.

Todo fluye mejor cuando no se siguen técnicas y dejamos que todo surja de modo espontáneo. Para ello,
debes estar semi-acostada o sentada con la espalda reclinada hacia atrás, y colocar el bebé boca abajo
sobre ti, con la cabeza situada entre tus pechos descubiertos, de modo que no quede ni un trozo del cuerpo
de tu bebé que no esté en contacto con el tuyo. No es necesario sujetarlo, solo vigilarlo, porque la propia
gravedad lo mantiene firme.

Permite que tu bebé cabecee, busque y escoja un


pecho y golpee repetidamente con la barbilla hasta
prenderse solo. Puede tardar entre 10 y 60 minutos
si acaba de nacer, menos de 10 minutos si ya lleva
tiempo mamando. En ocasiones, el tamaño y forma
del pecho pueden dificultar el proceso. Si este es tu
caso puedes ofrecerle el pecho sujetándolo entre los
dedos pulgar e índice, como si se tratara de un
sándwich.

La postura ventral, a la que también se la ha


denominado de “crianza biológica“, en contacto
directo cuerpo a cuerpo, es la que adoptan
instintivamente todas las crías de primates para
mamar. Se ha comprobado que los bebés humanos
pueden mamar con eficacia y sin dañar a su madre
en esta posición aunque tengan alguna limitación
mecánica de la succión.

Otras posiciones de la madre para amamantar:

 Sentada

 Estirada

 De pie

 A cuatro patas
Posición del bebé al pecho
Aunque lo más habitual es amamantar sentada o estirada con el bebé frente a la madre, son muchas las
posiciones a las que se puede llegar a recurrir:

Postura sentada – Posición estirado: El bebé estirado


frente a la madre en contacto con su cuerpo, mamando
de un pecho y con sus pies hacia el otro pecho. Es la
más habitual.
Una variante de la posición anterior es colocar al bebé
de forma inversa, también estirado y girado hacia la
madre, pero con los pies hacia el otro lado. Esta variante
no es tan frecuente pero puede ser útil si el bebé
rechaza, por la razón que sea mamar de un pecho. Si
se le coloca en el pecho que rechaza del mismo modo
en que mama del otro, es posible que lo acepte.

Postura sentada – Posición “de rugby”: El cuerpo del

bebé pasa por debajo del brazo de la madre y sus pies


apuntando a la espalda.

Esta posición es muy útil para drenar los conductos


que se encuentran en la cara externa de los pechos y
así prevenir, o si es el caso curar, posibles
obstrucciones o mastitis que, aunque puede darse en
cualquier zona del pecho, suelen ser más frecuentes
en ésa.

Tanto las posición estirada como la “de rugby”


funcionan perfectamente bien si la madre, en vez de
estar sentada, está colocada en postura semi-
reclinada.

Postura sentada – Posición caballito: En esta


posición el bebé está sentado a horcajadas sobre una
de las piernas de su madre.
Aunque poco frecuente, esta posición puede ser muy útil con bebés
con dificultades para fijar el pecho, bien por retrognatia (maxilar
inferior corto o retraído) u otras causas.

En esta posición conviene que, al introducir el pecho en la boca del


bebé, el pezón apunte “hacia arriba” en dirección a su paladar, de
forma que una buena porción de pecho descanse sobre el labio
inferior facilitando el agarre.

Postura estirada – Posición estirado (en paralelo): En este caso


tanto la postura como la posición son frecuentes ya que de este
modo se facilita el descanso de la madre. Es especialmente útil si la
madre todavía siente molestias tras el parto, sobre todo si ha sido
sometida
a una

episiotomía o cesárea.

También es muy útil para amamantar por las


noches o si simplemente se quiere descansar un
rato.

Postura estirada – Posición estirado (en


paralelo inverso): En este caso la posición del
bebé es menos frecuente que la anterior pero hay
madres que se sienten cómodas con ella y
también puede ser útil, igual que la postura “a
cuatro patas”, en caso de obstrucciones o mastitis agudas localizadas en la parte superior del pecho.

Postura “a cuatro patas” – Posición “boca arriba”: Esta


postura es poco frecuente en el amamantamiento diario.

Pero se trata de un recurso a utilizar en el supuesto de que la


madre tenga una obstrucción o mastitis aguda localizada en
la parte superior del pecho, ya que de ese modo se facilita el
drenaje de esos conductos.

Todas estas posiciones son propias de bebés con una


autonomía
de

movimientos todavía muy limitada. Los bebés más


mayorcitos pueden mamar cómodamente en las
posiciones más inverosímiles.

Lo importante es saber que no existe una única postura o


posición correcta apta para todos los binomios madre / hijo,
sino que cada binomio tendrá que buscar las posturas y
posiciones que mejor se adapten a sus mutuas
preferencias y también a las características físicas de
ambos.
Cómo colocar el bebé al pecho paso a paso
1. La madre se sitúa en la postura elegida apoyando bien espalda y pies.

2. Se acerca el niño al pecho allí donde quede éste sin desplazarlo.

3. Se coloca al bebe perpendicular a la orientación del pezón.

4. Se enfoca nariz – pezón.

5. Antes de abrir la boca, sin necesidad de ladear, doblar o girar el cuello, el pezón ha de estar frente a la
nariz del bebé.

6. Cuando abre la boca, acercar al bebé con rapidez y decisión al pecho.

7. Madre e hijos han de quedar cuerpo contra cuerpo (frente a frente)

8. El pezón ha de quedar apuntando al paladar del bebé.

9. Nunca el pecho ha de ir hacia el bebé, es el niño el que va hacia el pecho.

10. La cabeza del bebe no ha de quedar en el hueco del codo, sino en el antebrazo.

11. La madre no sujeta al bebé por las nalgas con esa mano, sino que ésta queda a mitad de la espalda,
aunque puede sujetarlo con la otra.

12. Es recomendable evitar el uso de ropa o mantas que aumenten la distancia del bebe al pecho.

Signos de buena posición


 La cabeza y el cuerpo del bebé están en línea recta.

 La cara del bebé mira hacia el pecho.

 La madre mantiene el cuerpo del bebé cerca de ella.

 Si el bebé es un recién nacido, la madre lo envuelve en un abrazo. No lo sujeta solamente de la nuca y


los hombros.

Signos de buen agarre


 El mentón y la nariz del bebé están cerca del pecho de la madre.

 Los labios del bebé están evertidos, sobretodo el inferior bien doblado hacia abajo.

 La boca del bebé está bien abierta.

 Se observa más areola por encima de la boca del bebé que por debajo (agarre asimétrico).

Signos de buena succión


Al inicio la succión es rápida y superficial. Después de alrededor de un minuto cambia a succiones lentas y
profundas, con pausas intermedias. El ritmo normal de la succión de un recién nacido es de ciclos
encadenados de 10 a 30 succiones en los que el bebé respira con normalidad sin necesidad de interrumpir
la succión. Si tu bebé realiza de 3 a 5 succiones consecutivas, seguidas de una pausa de la misma duración
del episodio de succión para poder respirar, probablemente tenga una succión inmadura y ello pueda causar
dificultades para que se alimente bien.
Lo normal es que si hay silencio ambiental puedas escuchar como traga durante unos minutos en cada toma
mientras observas un movimiento mandibular amplio que denota que está tragando.

Además podrás ver que:

 La lengua del bebé está debajo de la areola.

 Se observa un movimiento en el punto de articulación de la mandíbula.

 La mejillas no se hunden, sino que se ven redondas y llenas.

A tener en cuenta
La posición del niño al pecho es uno de los aspectos que más influyen en el éxito de la lactancia.

La lactancia materna es un proceso activo por parte de sus dos protagonistas, madre e hijo. Por un lado la
leche no espera pacientemente en el pecho a que alguien la saque, sino que es empujada por la acción de
una hormona, la oxitocina. El bebé tampoco es pasivo, no espera con la boca abierta a que le caiga la leche
que gotea sola, sino que tiene que hacer unos movimientos de succión determinados para obtener toda la
leche que necesita. Para que todo este proceso sea óptimo, la posición y la succión del bebé ha de ser
correcta y la lengua tiene que tener total movilidad ya que pueden surgir problemas si el frenillo sublingual es
corto.

Ir alternando diversas posiciones facilita el correcto drenaje de todos los conductos del pecho y previene la
aparición de obstrucciones y mastitis.

La lactancia materna no es un proceso totalmente instintivo en el ser humano sino que precisa de un
aprendizaje social. Ver a otras madres amamantar correctamente a sus hijos facilita que el propio bebé
mame en posición adecuada.

Se ha observado que, cuando en el mismo momento de nacer (antes de lavarlo, pesarlo, practicar profilaxis
oftálmica o cualquier otra maniobra; a veces incluso antes de cortar el cordón) un recién nacido es colocado
desnudo sobre el cuerpo desnudo de su madre, y se le deja con ella durante dos horas sin interrupciones,
casi todos los bebés se arrastran por si mismos hacia el pecho, localizan el pezón y maman de forma
espontánea en posición correcta, en un momento variable entre unos 20 minutos y algo más de una hora
después del parto.

Sin embargo, también se ha observado que muchos recién nacidos no consiguen mamar correctamente si
están bajo los efectos de la peridural administrada a la madre durante el parto, o si son separados de la
madre durante más de 20 minutos (entre el minuto 20 y 40 postparto), aunque luego les vuelvan a dejar en
contacto con la madre. Cuando coinciden ambos factores (peridural y breve separación) casi ningún recién
nacido logra mamar en posición correcta.

Los factores que favorecen la posición correcta del bebé al pecho son:

 Una buena información de la madre.

 El inicio temprano de la lactancia materna.

 Evitar el uso de chupetes y biberones para prevenir el Síndrome de Confusión de Pezón.

 Apoyo profesional durante la estancia hospitalaria.

Los signos y síntomas de un Síndrome de Posición Inadecuada pueden ser:

 Mejillas hundidas, succión rápida y ruidosa, movimientos periorales.


 Dolor y grietas en los pezones.

 No soltar el pecho por si mismo.

 Ingurgitación, a veces mastitis.

 Reflejo de eyección intenso y repetido.

 Atragantamiento, a veces rechazo del pecho.

 Vómitos y regurgitaciones.

 Escaso aumento de peso.

 Tomas frecuentes y prolongadas (las tomas de más de una hora que casi se empalman unas con otras,
pueden ser normales en algunos niños de pocas semanas, pero también pueden ser indicio de mala
posición, por lo que ante la duda es conveniente verificar la posición y la succión del bebé).

Los signos de un Síndrome de Confusión de Pezón debido a la interferencia de chupetes y biberones


pueden ser:

 El bebé se “pelea” con el pecho en algunas tomas, parece nervioso, confundido y acaba agarrándose
correctamente después de un rato que parece que no lo consigue. Es posible que al principio lo haga
solo en alguna toma, pero si la interferencia con tetina sigue lo normal es que acabe haciéndolo en todas
las tomas y que incluso en algunas no logre cogerse al pecho, hasta que deje de mamar por completo.

 Cuando se agarra la boca del bebé esta muy cerrada, solo es capaz de abarcar el pezón y no la areola.

 Y la posición y movimientos de la lengua difieren, el bebé tiende a mover la lengua delante del pezón en
vez de colocarla debajo.

Algunos factores físicos, tanto por parte del bebé (frenillo lingual corto, retrognatia, ….) como de la madre
(tamaño y orientación del pecho o el pezón, …) pueden dificultar un correcto agarre del bebé al pecho. En
algunos casos habrá que intervenir externamente (cortar el frenillo corto), en otros es posible que el problema
solo se de en según que posiciones. Si éste es el caso será cuestión de identificar qué posición es la más
adecuada a ese binomio madre / hijo.

Los pezones planos o invertidos no tienen por qué ser un obstáculo para una correcta posición, ya que el
bebé mama de la areola, no del pezón.

El uso de pezoneras puede ser útil en algunos casos difíciles en los que el bebé es incapaz de agarrar el
pecho de cualquier otro modo, pero también puede ser causa de otros problemas, como bajada de
producción de leche, por lo que su uso ha de ser muy prudente.

Hacer “la pinza” o sea sujetar el pecho entre los dedos índice y corazón, puede ser factor de riesgo para una
mala posición y succión, ya que impide al bebé abarcar bien el pecho con la boca. También puede aumentar
el riesgo de obstrucciones. Si hubiera que sujetar el pecho con una mano, mejor hacerlo con el pulgar y el
índice colocados “en forma de C” arriba y debajo de la areola y sin comprimir el pecho.

Reconducir una posición o succión inadecuada hasta conseguir una lactancia materna exitosa y satisfactoria
es posible, con información, paciencia y apoyo adecuados.
TEMA 1
La succión y la deglución durante la
lactancia materna
La capacidad de mamar es innata en todos los mamíferos, pero los patrones de succión difieren según la
especie, al igual que las posiciones adoptadas para mamar. La succión puede ser continua (es el caso del
canguro) o con intervalos de distintas variaciones.

Los bebés aprenden este proceso dentro del útero de sus madres, al succionar y deglutir el líquido amniótico.
Dicho aprendizaje se inicia a las 16 semanas de gestación, con la aparición del reflejo de deglución, y se
completa más tarde, hacia las 20 semanas, con la aparición del reflejo de succión. La coordinación de ambos
reflejos se produce a las 32 semanas de gestación, por lo que los niños prematuros que nazcan antes no
tendrán la capacidad de alimentarse por sí mismos.

Los bebés aprenden mientras crecen y maduran dentro del útero, pues se trata de un reflejo vital para su
supervivencia.

La coordinación de la succión y la deglución es necesaria para un buen funcionamiento de la lactancia, y la


anatomía oral del bebé está diseñada para ello.

La laringe del bebé está más alta que la del adulto, y va descendiendo a medida que crece, lo que hace que
sus tractos respiratorio y digestivo estén más separado. Esto, a su vez, facilita la coordinación de la succión
y la deglución con la respiración durante los primeros meses de vida, evitando los atragantamientos y
optimizando todo proceso.

También la succión es más eficaz en los lactantes, tienen los carrillos más desarrollados (los típicos
“mofletes de querubín”) lo que les aporta estabilidad y favorece el sellado del pecho.

Además, la cavidad oral es más pequeña y hermética que la del adulto lo que resulta imprescindible para
sujetar bien el pezón y la areola dentro de la boca y mamar eficazmente.

Al ser la cavidad oral de menor tamaño, está ocupada por la lengua, que también tiene una posición más
anterior respecto a la de los adultos.

Cuando el bebé se dispone a mamar, no sólo debe abrir la boca, sino también realizar una compleja
coreografía para conseguir una succión adecuada y una buena transferencia de leche. Estos movimientos
son innatos, pero más adelante veremos que pueden verse afectados por determinados factores.
La coreografía de la succión y la deglución
durante una toma de leche materna
Cuando un bebé activa el reflejo de búsqueda (se produce al rozar sus mejillas o sus labios con cualquier
objeto) ocurre lo siguiente:

 La lengua se sitúa encima de la encía inferior.

 La lengua protuye (sale) por encima de la encía.

 La lengua se comba formando una U.

 El maxilar inferior se eleva y dirige la areola y el pezón hacia unos milímetros más adelante del punto en
el que se unen el paladar duro y el blando (punto S).

 Las succiones cortas y repetitivas activan el reflejo de eyección de la leche.

Simultáneamente:

 Los labios sellan el pecho y lo afianzan dentro de la boca.

 La lengua cubre y sobrepasa la encía inferior, y se


mantiene en esta posición.

 El bebé efectúa una presión intraoral negativa (PIN).

 Cuando la lengua del bebé desciende en la parte más


posterior, la PIN es máxima y la leche fluye hacia la
garganta del bebé.

Los últimos
avances
científicos nos
han permitido
entender que la
PIN que realiza el bebé es primordial para conseguir una buena
transferencia de leche.

Si la PIN es inferior a la deseada es posible que el bebé no consiga


extraer de manera efectiva la leche. Si por el contrario la PIN es
excesiva puede dañar el pezón causando traumatismos de grado
variable.

Tipos de succión durante la


lactancia materna
La succión del bebé mientras mama ha sido clasificada de distintas formas por distintos autores en función
del marco de referencia en que se produce.
Nutritiva y no nutritiva
Los bebés realizan dos tipos de succión: la nutritiva y la no nutritiva. La succión nutritiva es la que utilizan
para comer. Se trata de una succión profunda y rítmica que suele durar unos minutos y da paso a la succión
no nutritiva, la que realizan hacia el final de la toma. No obstante, si la madre tiene un reflejo se eyección de
leche durante la toma y el bebé quiere más leche, volverá a realizar la succión nutritiva.

La succión no nutritiva, por su parte, es superficial y rápida, y no es raro oír decir que el bebé “está usando
a la madre de chupete” cuando realiza este tipo de succión, aunque es el chupete el que quiere ser una
imitación del pecho, no al revés. No hay que despreciar la succión no nutritiva, ni evitarla, puesto que
mientras los bebés la realizan “practican”, por así decirlo, para la succión nutritiva, y de paso van tomando
pequeñas cantidades de leche rica en grasa que se acumulan en la boca. Cuando la tienen llena, la tragan,
así que incluso mientras realizan este tipo de succión se están alimentando.

Los bebés combinan los dos tipos de succión para obtener todo el alimento que les hace falta, puesto que
en ambos casos estimulan los receptores de prolactina y oxitocina situados en el pezón y la areola, y por
tanto la producción de leche.

Durante la succión nutritiva, el niño tiene las mejillas redondeadas y se ve cómo mueve las mandíbulas.
También se oye cómo traga (hace falta silencio). A medida que el bebé madura y evoluciona, también lo
hacen sus patrones de succión y deglución. De esta evolución dependerá la eficacia de las tomas.

Madura e inmadura
La succión madura se caracteriza por un ciclo de 10 a 30 succiones sin pausas para respirar, puesto que el
niño coordina a la perfección ambos procesos, succión-deglución y respiración. Una vez que el niño empieza
a succionar, la lengua realiza movimientos peristálticos que desplazan el bolo de leche el esófago, momento
en que se produce la deglución y el ciclo vuelve a empezar.

La succión inmadura se caracteriza por un ciclo de 3 a 5 succiones, seguido de una pausa de la misma
duración en la que el bebé respira, ya que no es capaz de succionar y respirar al mismo tiempo de forma
coordinada.

Si un bebé presenta un patrón de succión inmaduro, una vez descartadas las causas patológicas hay que
tener paciencia y esperar a que evolucione. Como suele ocurrir con los procesos de aprendizaje espontáneo,
es cuestión de tiempo (no todos los niños empiezan a caminar al mismo tiempo: unos lo harán a los 8 meses,
otros al año y otros a los 15 meses).

Correcta o incorrecta
La succión correcta es aquella que permite al bebé alimentarse de forma óptima y eficaz sin dañar al pecho
ni provocar ningún tipo de molestias a la madre. Bien al contrario, la experiencia es agradable y placentera
para ambos.

La succión incorrecta es aquella susceptible de causar problemas a la madre (dolor,


traumatismos, infección…), al bebé (poca ganancia de peso, irritabilidad…) o a ambos.

Algunos bebés son más susceptibles de succión incorrecta como, por ejemplo, los bebés prematuros, con
crecimiento intrauterino retrasado, hipertónicos o hipotónicos (S. Down, S. Piere Robin…) y los que tengan
algún tipo de patología en la cavidad oral (anquiloglosia, paladar hendido, labio leporino…).

También son susceptibles de tener succión incorrecta aquellos bebes que han sido separados de sus
madres, los que han nacido en un parto con anestesia o analgesia y también aquellos bebés que por un
motivo u otro están estresados o han sido muy manipulados.

Finalmente los bebés que mamen en mala posición o hayan sufrido la interferencia de chupetes y tetinas
también realizaran una succión incorrecta.

Para reconducir esta situación y lograr una succión correcta y placentera habrá que analizar caso por caso,
valorar las posibles causas, ponerles remedio o encontrar la forma de compensarlas. Al mismo tiempo hay
que asegurar una ingesta de leche suficiente por parte del bebé y tratar a la madre si fuera necesario. En
algunos casos puede ser útil realizar ejercicios de fisioterapia de la succión.

La succión incorrecta también ha sido subdividida en:

 Succión desorganizada: el bebé es capaz de agarrarse al pecho pero a menudo de forma ineficaz
pudiendo causar dolor a la madre.
 Succión disfuncional: el bebé parece no saber qué hacer con la teta y es incapaz de prenderse por sí
mismo.

TEMA 1
La evolución del lactante
amamantado
En todo el mundo hay bebés con distintos pesos y medidas y la gran mayoría de ellos son bebés sanos y
saludables, la variedad de peso y talla de los niños sólo muestra la diversidad dentro de la raza humana.
Dicho eso, recordar que los bebés amamantados deben ir aumentando de peso y talla progresivamente y
acorde a su edad.

En términos generales podemos afirmar que los bebés nacen con un peso determinado, de ese peso suelen
perder entre el 7% y el 10% durante los primeros días de vida. A partir del quinto día de vida deberían
empezar a recuperar el peso para recuperarlo totalmente alrededor de los 15 días posteriores al nacimiento.

Esta evolución es la que se produce en bebés sanos nacidos en la mayoría de hospitales del primer mundo
a principios del siglo XXI, con una calidad asistencial evaluada, por lo que se refiere a la atención fisiológica
al parto y la lactancia materna, más bien baja, según los estándares de OMS/UNICEF.

Se sabe que si se mejora la calidad asistencial al parto y la lactancia materna las pérdidas de peso son
inferiores, pero desgraciadamente esto solo se produce todavía en un pequeño grupo de hospitales de todo
el mundo. El Proyecto IHAN (Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la lactancia)
nació en 1992 impulsado precisamente por OMS/UNICEF para mejorar la calidad asistencial en hospitales
y maternidades.

Las ganancias de peso aproximadas de los bebés son:

0-6 semanas: 20 g/día


Menos de 4 meses: 100-200 g/semana
4-6 meses: 80-150 g/semana
6-12 meses: 40-80 g/semana

El crecimiento de un niño debe ser controlado por el pediatra en la consulta una vez al mes o cuando sea
necesario. Pesarlo con más frecuencia en casa o en la farmacia puede conducir a errores en el manejo de
la lactancia materna.

¿Qué son los percentiles?


Los percentiles son tablas donde se representa el crecimiento normal de los lactantes sanos. Existen 5
curvas ascendentes marcadas sobre una tabla que corresponden a los percentiles: 3, 15, 50, 85 y 97. Estas
curvas no son más que la representación de la normalidad en cuanto al peso y la talla de los niños, por tanto
tan normal es que un niño sano esté en el percentil 3 como en el 90. Tan sano está el bebé que se sitúa en
un percentil 15 como el que se sitúa en 97. Los adultos también somos diferentes y tenemos complexiones
físicas diferentes, porque todos tenemos un padre y una madre y una genética diferente.
Hace unos años los percentiles que utilizaban la mayoría de pediatras eran unos antiguos
percentiles elaborados con una muestra relativamente pequeña de niños americanos que tomaban biberón
y a los que se introducía la alimentación complementaria a los pocos meses de vida debido a las carencias
nutricionales que presentaban por tomar una leche deficiente.

En 2006 la OMS presentó sus propios patrones de crecimiento infantil, elaborados con una gran muestra de
bebés amamantados. Ciertamente los percentiles de la OMS no difieren demasiado de los antiguos pero sí
son mucho más correctos en cuanto a su elaboración. Han sido hechos con niños alimentados con leche
materna de 6 países diferentes.

Los percentiles que vemos representados en el papel (las curvas) no son realmente la representación exacta
del crecimiento real de los niños. Los bebés no crecen dibujando este arco tan regular y tan perfecto. Los
arcos no son más que el resultado de pulir los datos y hacer las líneas más simples y más bonitas. Realmente
los percentiles son peldaños irregulares que es justo lo que los bebés suelen hacer durante su crecimiento,
no seguir la curva y fluctuar dentro de distintos percentiles. Por tanto una bajada o un aumento paulatino en
los percentiles es algo absolutamente normal en la mayoría de ocasiones.

También es importante entender que no tiene nada que ver el percentil con el que se nace con la evolución
de peso posterior que realizará el niño. Muchos bebés nacen con un peso considerable pero pasados unos
meses lo normalizan y bajan de percentil.

Importante: no sólo hay valorar el percentil de peso, hay que valorar también el de altura y ver que estén
en consonancia.
Si un niño se mueve en percentiles bajos en ambas tablas seguramente es porque es un niño sano y normal
pero de medida pequeña. Hay un 3% de niños sanos por debajo del percentil 3. Si los percentiles son muy
discordantes entre peso y talla sería necesario revisar al bebé.

Los percentiles no son más que una manera de valorar el desarrollo normal de talla y peso de los bebés, no
deberían ser un examen mensual ni una competición para llegar al percentil más alto.

Del mismo modo bajo ningún concepto todos los bebés deben estar en “la media”. Por su propia definición
debe haber tantos bebés por debajo de la media como los hay por encima de ella. Y todos serán igualmente
bebés sanos.

Si se quieren ver o descargar, en la web de la OMS están todas las tablas de peso, talla y muchas otras.
Eso sí, hay que seleccionar la que corresponda, según sea niño o niña, ya que no crecen igual.
TEMA 1
Saber identificar las señales de alerta
en el bebé lactante
Los padres primerizos acostumbran a no estar familiarizados con la lactancia y desconocen las señales de
alerta que pueden indicar que algo no va del todo bien en lo que a la alimentación de sus hijos se refiere.
Hay que estar atentos a las posibles señales de alerta en el bebé a fin de actuar con rapidez y evitar así
situaciones que puedan comprometer la lactancia o el bienestar del recién nacido.

La importancia de la primera hora


Después del parto el bebé debe ser colocado sobre el pecho de su madre para permitir que busque el pecho
y realice una primera toma de calostro. Después de esa primera toma los bebés suelen caer en letargo que
puede durar horas y que les recupera del esfuerzo del parto. En el caso que esa primera toma no se haya
producido es importante ayudar a que ese encuentro se produzca lo antes posible ya que a veces los bebés
que no han tomado el pecho nada más nacer suelen despertar del letargo desorientados y se pueden
mostrar torpes y con dificultades para iniciar la lactancia.

Evaluar el agarre, la succión y la deglución


Un parto largo, instrumentado o intervenido puede propiciar que el bebé presente una succión
temporalmente comprometida, es decir que parezca que no sabe mamar, que le resulte extremadamente
complicado el agarre, que no sepa succionar…

Si es el caso hay que animar a la madre para que ponga al bebé piel con piel con ella (o con la pareja) y que
esté atenta a sus señales de hambre: activación del reflejo de búsqueda, ruidos, manos en la boca….etc

Si el bebé no es capaz de mamar o se precisa mucha ayuda para que inicie la lactancia, se debería proponer
a la madre que se empiece a estimular el pecho con el sacaleches a fin de evitar ingurgitaciones posteriores
y suplementar al bebé con el calostro extraído. La frecuencia indicada sería la misma que la que tendría el
bebé: cada dos horas de día y cada tres de noche.

En el caso de los bebés que se muestran muy desconcertados y les cuesta agarrarse, habrá que evaluar
con detenimiento la postura y la posición al amamantar, descartar la posibilidad de anquiloglosia o algún
otro tipo de disfunción de la succión. Mientras es el momento de plantearse el uso de una pezonera para
facilitar el agarre del bebé el pecho e iniciar así la lactancia materna.

Ausencia de deposiciones
El peso es la manera más útil de saber si el bebé crece y la lactancia es efectiva pero a falta de ese dato
podemos utilizar las deposiciones para valorar el estado del bebé ya que estas nos darán pistas importantes
acerca de su estado físico.

Los bebés con lactancia materna exclusiva deben ir aumentando el número de micciones y deposiciones a
medida que van creciendo. La tabla que acompaña este texto es por tanto sólo para bebés alimentados con
leche materna. Los bebés a los que se les da leche artificial durante su estancia en el hospital pueden
modificar su patrón intestinal y realizar menos deposiciones.

A partir del quinto día de vida lo ideal sería una deposición de color mostaza y del volumen de una cuchara
sopera después de cada toma. Los bebés de menos de un mes alimentados con lactancia materna exclusiva
deberían realizar deposiciones cada día, en concreto un mínimo de dos.
Si no hay deposiciones hay que averiguar si:

 ¿El bebé ha tomado leche artificial?

 ¿Cuántas deposiciones ha realizado las últimas 24h?

Si no ha tomado nada de leche artificial, tiene 5 días o más y no hace cacas, debería aumentarse la
frecuencia y cantidad de las tomas o suplementar con leche materna extraída, o leche artificial.

El color y la textura de
las deposiciones
suele preocupar
mucho a los nuevos
padres. Las
deposiciones del
lactante amamantado
son de un color
mostaza anaranjado,
muy líquidas e
idealmente con la
presencia de
pequeños puntos
blancos pequeños
similares de un grano
de arroz. Las
deposiciones líquidas
y abundantes no son diarrea como muchos padres creen, son las deposiciones típicas del lactante
amamantado. Para saber si se trata de una descomposición tendríamos que valorar el aumento en la
cantidad habitual y no tanto el aspecto de las deposiciones.

Cuando las cacas son siempre verdes (color verde espinaca) y esto se acompaña de inquietud por parte del
bebé, podemos pensar que el bebé está tomando demasiada leche rica en lactosa. En ese caso habría que
revisar el manejo de la lactancia:

 La técnica (el bebé toma pecho a demanda o le marca rutinas)

 La postura

 El agarre y la succión (valorar también la posible presencia de un frenillo lingual corto que estuviera
causando la ingesta de leche inicial rica en lactosa).

Por otra parte hay que tener en cuenta que las deposiciones amarillas pueden oxidarse y modificar su color
por lo que es importante valorar las deposiciones en el momento que se hayan realizado.

Las deposiciones negras, meconio, son típicas de los primeros días de vida. Cuando las deposiciones
negras, o con hilos negros, aparecen fuera de este periodo debemos valorar el bebé ha ingerido sangre a
través de la leche, por ejemplo porque su madre tiene grietas o los conductos inflamados, o si por el contrario
la sangre pertenece al bebé.

Si descartamos que la madre tenga heridas y el bebé no está siendo suplementado con hierro los padres
deberían de consultar rápidamente con el pediatra.

No moja pañales
Las micciones del bebé deben ser de un color amarillo claro, color paja, y la orina del bebé no debería dejar
señales oscuras en el pañal, pues esa es la primera señal de que la orina está concentrada lo que indica a
su vez que el bebé no recibe un correcto aporte de agua a través de la leche. Si la orina en clara y abundante
nos indica una buena hidratación.

A veces los padres no saben si el bebé ha orinado, ya que los pañales actuales tienen gran poder de
absorción por lo que resulta necesario abrir los pañales y comprobar si las perlas de gel de su interior están
hinchadas.

¿Y si hay manchas en el pañal?


Los uratos, son manchas rosáceas que aparecen en el pañal, son normales si aparecen los primeros días
de vida, y se deben a la concentración de la orina del recién nacido, pero si aparecen a partir del quinto día
del parto indican deshidratación.

Si un bebé no moja pañales es importante verificar su estado general:

 Estado de la fontanela: si la fontanela está hundida indica deshidratación.

 La boca debe estar húmeda: si está seca indica deshidratación.

 El signo del pliegue: si presionamos la piel y no vuelve a su estado normal el bebé está deshidratado.

Es de vital importancia actuar inmediatamente en este último caso y ofrecer leche en diferido al bebé, sea
materna o artificial, y si no es posible administrar leche le daremos agua y trasladaremos al bebé a un centro
hospitalario lo antes posible.

Bellos durmientes
La lactancia funciona a demanda pero hay que tener especial atención a los bebés prematuros, enfermos o
que no aumentan de peso. En estos bebés la lactancia no puede funcionar a demanda y es trabajo de los
padres marcar la demanda durante los primeros días hasta que los bebés recuperan el peso, están más
fuertes y son capaces de despertarse y mostrar señales de hambre.

Hay ciertos bebés a los que llamamos bellos durmientes que pese a ser bebés sanos y normalmente a
término no son capaces de despertar para mamar. Estos bebés duermen y no muestran señales de hambre
lo que les llevaría a una pérdida de peso excesiva si sus padres no intervinieran despertándolos cada pocas
horas.

En estos bebés hay que marcar una demanda de alimentación: cada dos horas de día y cada tres de noche.

En el caso que no sean capaces de mamar directamente la madre se puede extraer leche y ofrecer al bebé
con diferentes técnicas: jeringa-dedo, vaso, cuchara…

Cuando el bebé sea capaz de despertarse y pedir por sí mismo ya no hará falta que los padres marquen la
demanda.

Vómitos y regurgitaciones
Tanto los vómitos como las regurgitaciones son situaciones muy frecuentes en los bebés. Aunque pueda
parecer que es lo mismo, porque en ambos casos hay expulsión de contenido del estómago a través de la
boca, son dos procesos diferentes, con sus propias causas e implicaciones.

La regurgitación: es el reflujo simple del alimento que el bebé acaba de ingerir, desde el estómago a la
boca, sin que él haga esfuerzo, y en pequeña cantidad. Es muy frecuente en los bebés en los primeros
meses de vida, normalmente hasta los 7 meses y no tiene importancia, ya que con el tiempo se soluciona.
No se produce afectación del peso del bebé ni de su bienestar físico. Además es habitual que regurgiten y
que inmediatamente después quieren volver a mamar con total normalidad.
El vómito: es la expulsión forzada y brusca del contenido gastrointestinal por la boca; implica por tanto, un
esfuerzo y suele ser de bastante mayor cantidad que la regurgitación.
En un recién nacido (menor de un mes) que presenta vómitos de forma repetida, proyectivos, de contenido
alimentario y tras todas las tomas, habrá que descartar una entidad llamada estenosis hipertrófica de píloro.
En este caso hay una obstrucción en la válvula que vacía el estómago, por lo que el bebé no puede
alimentarse adecuadamente.

Ictericia
Prácticamente la mitad de todos los recién nacidos sufren ictericia en un grado u otro. Lo que hay que
observar es en qué momento se produce para poder valorar si es fisiológica o patológica.

La ictericia fisiológica no es una enfermedad, es una condición momentánea debida a que antes de nacer
los bebés tienen más glóbulos rojos en sangre para poder obtener mejor el oxígeno que su madre les pasa
a través de la placenta. Inmediatamente después de nacer el bebé empieza a respirar por sí mismo y ya no
necesita todos esos glóbulos rojos. Estos deben ser eliminados de alguna manera. La bilirrubina,
subproducto de la descomposición de estos glóbulos, se elimina a través del hígado que lo hace llegar al
tubo digestivo del bebé y de ahí pasa a las deposiciones.
Pero hay una dificultad, el hígado del bebé es inmaduro y no puede trabajar tan rápido y por lo tanto la
bilirrubina puede acumularse.

La falta de leche materna también puede causar otro tipo de ictericia no patológica.
Afecta a un 50% de niños nacidos a término y un 80% de niños prematuros. Es más común en ciertos grupos
étnicos: chinos, japoneses, coreanos, suramericanos. Se empieza a manifestar el segundo o tercer día de
vida (entre 12-15mg/dl) y después del cuarto día de vida comienza a disminuir. Se produce por un mal inicio
de la lactancia materna o por una ingestión insuficiente de leche materna, y por tanto pocas deposiciones.
En este caso el aumento de tomas o la suplementación de leche extraída ayudan al bebé a realizar más
deposiciones y eliminar así la bilirrubina.

La ictericia tardía se considera patológica.

Aparece durante la segunda semana de vida y se puede alargar


hasta que el bebé tiene entre 1 a 2 meses, afecta a un porcentaje
muy pequeño de niños entre el 2% al 33%.

No está clara la razón por la que esto sucede pero parece ser que
en estos casos la leche materna contiene una hormona producto
de la degradación de la progesterona que estimula la reabsorción
intestinal de la bilirrubina. Se cree que ofrece protección al bebé
ya que es un antioxidante.

Estos bebés necesitarán fototerapia pero no requieren suspender la alimentación con leche materna. Es
importante saber que la exposición directa a la luz solar no es lo más adecuado en el caso de que el bebé
tenga valores altos de bilirrubina, es preferible la fototerapia porque la “cantidad” de sol necesaria en estos
casos puede ser peligrosa para los bebés, y la baja exposición directa al sol ser insuficiente para tratar la
ictericia.

No aumenta de peso
Los bebés suelen tener una pérdida de peso posterior al nacimiento de entre el 7 y el 10%. Esta pérdida es
habitual y se produce en parte a causa de la expulsión del meconio, aunque también pueden influir las
condiciones actuales en que se inicia la lactancia materna en los hospitales, ya que cuando se modifican las
condiciones del nacimiento, con partos fisiológicos y respetados e inicio precoz de la lactancia con agarre
correcto, la pérdida de peso es mucho menor.

A lo sumo a partir del quinto día de vida los bebés deben ir recuperando el peso que han perdido y haberlo
recuperado completamente alrededor del quinceavo día de vida.
Los bebés que no aumentan de peso deben de ser evaluados lo antes posible a fin de detectar cuál es la
situación que les impide aumentar de peso:

 ¿Mama lo suficiente? Entre 8 a 12 veces al día

 ¿La transferencia de leche es correcta? Verificar la succión nutritiva en una o varias tomas

 ¿La producción de leche de la madre es correcta? Verificar la producción y descartar en caso necesario
causa de hipogalactia.

 ¿El bebé está sano? En ocasiones se producen pequeñas infecciones que pueden comprometer al
aumento de peso del bebé.

Si el bebé no gana el peso necesario debe de ser suplementado con leche materna o artificial. En ningún
caso debe recibir las llamadas leches vegetales que no están indicadas para la alimentación del lactante
puesto que no tiene las mismas cualidades nutricionales que la leche materna o artificial.

Lógicamente, una vez detectada la causa de la escasa ganancia de peso, habrá que abordar la solución
adecuada. Mientras, para conseguir una rápida provisión de leche o para descartar una hipogalactia
verdadera., puede ser útil utilizar la técnica de la extracción poderosa.

Huelgas
En sus primeros meses e incluso años de vida que un bebé se destete no tiene sentido biológicamente. Para
sobrevivir hay que mamar y no hay razón para dejar la teta. Pero hay bebés que de golpe (normalmente
entre los 8 meses y el año) dejan de mamar y no quieren saber nada del pecho.

Para las madres es una sensación terrible que un niño se niegue a mamar. Las madres empiezan a
angustiarse e intentan poner más al bebé más veces en el pecho, ofrecer más pecho e insistir una y otra…
Es una desesperación total que lleva a ser demasiado insistente y que puede ser contraproducente si lo que
queremos es que el bebé vuelva a mamar.

En primer lugar hay que saber por qué razón el bebé ha comenzado una huelga:

1. Enfermedad o malestar:

 La salida de los dientes

 Dolor de oído

 Daño en la garganta o aftas en la boca

 Mocos o congestión nasal

2. Situaciones relacionadas con la madre o con la situación familiar:

 Un grito de la madre, por ejemplo por un mordisco.

 La vuelta al trabajo remunerado de la madre o ausencia por cualquier otro motivo.

 Inicio brusco de la alimentación complementaria.

 Cambio de situación (gestación, ovulación…. la huelga suele durar sólo unos días) o nuevo domicilio.
En primer lugar habría que pasar por el pediatra y hacer una revisión completa al bebé para estar seguros
no hay nada físico que dificulte la lactancia. Si todo está bien necesitamos ir a revisar las opciones habituales.

En muchas ocasiones los bebés reaccionan así después de un mordisco, si la madre se asusta grita o hace
mala cara. También la separación de la madre, cuando vuelve a trabajar, puede producir que el bebé deje
de mamar temporalmente o que reaccione con desprecio cuando la madre regresa y no quiera mamar bajo
ningún concepto. A veces se entusiasman con los alimentos complementarios y pierden temporalmente el
interés por mamar.

Si la madre no desea finalizar la lactancia las medidas más eficaces son:

1. Bajo ningún concepto forzar al bebé o querer ganarle por hambre. Hay que seguir ofreciendo alimentación
complementaria si toma y extraerse leche y dársela. Bajo ningún concepto se debe dejar al bebé sin comer,
porque eso no hará que vuelva a mamar.

2. El pecho es una opción para los bebés no una obligación! Por tanto hay que desplegar las armas de
seducción que todas las mujeres tenemos y enamorar al bebé:

 La técnica de la bañera: hay que preparar la escena con luz suave, agua calentita, música de fondo (cita
romántica total)… Y meterse con la bebé en la bañera, no para que mame, sino porque se enamore!
Para que disfrute, ría, porque se deleite con la situación con el placer de jugar con la madre…
Evidentemente menudo con un único remojón no basta, así que habrá que repetir tanto como sea
posible.

 La técnica de las sábanas: jugar desnudos bajo las sábanas, hacer cosquillas, pedorretas en la barriga,
perseguirse, reír… Y todo con el mismo propósito: ¡DISFRUTAR! Muchos bebés ríen tanto que se olvidan
de la huelga de teta y se lanzan alborozados el pecho. OJO: a veces lo hacen unos segundos para volver
a rechazar el pecho, por lo tanto hay que seguir seduciendo.

 La técnica del sofá: para hacer esta técnica hay que ponerse la bebé en el regazo (ir sin ropa), poner la
tele o leer cuentos… Hay que crear también el ambiente cálido y oscuro de la bañera y resistir la
tentación de ofrecer pecho!

Las huelgas pueden ser largas y hay que tener MUCHA paciencia ya que a veces duran un mes o más,
aunque suelen durar menos. Por tanto hay que administrar las citas y seducir sutilmente pero con insistencia
a la bebé.

Saber identificar las señales de alerta en la madre


que amamanta
Una madre lactante también puede vivir situaciones en las que la intervención profesional o desde grupos
de apoyo sea primordial. Hay que saber actuar y evaluar a fin de conseguir el bienestar de la madre y del
bebé.

Pechos especiales
Al llegar a la pubertad el pecho comienza a crecer y se desarrolla paralelamente a los otros cambios propios
de esta etapa de la vida. Los pechos se desarrollan por efecto de muchas hormonas: estrógenos,
progesterona… Durante la adolescencia se empiezan a formar, en el interior de la mama, todos los tejidos
que posteriormente se encargarán de producir leche. Y también se empieza a acumular grasa en el pecho
que con el tiempo le conferirá su forma hemisférica característica.
Hipoplasia mamaria
Hablamos de hipoplasia mamaria cuando el pecho tiene un crecimiento imperfecto e insuficiente que da
lugar a unas mamas de tamaño y formas características, con escaso tejido mamario en su interior. No se
trata de tener el pecho pequeño.

Este tipo de pecho no hay que confundirlo con un pecho de tamaño pequeño, al que le falta grasa que le de
forma y volumen, mientras que el tejido mamario es suficiente de modo que, cuando se produzca la subida
de la leche, la madre producirá con normalidad.

Por contra, el pecho con falta de tejido mamario tiene un aspecto típico:

 Son pechos muy separados entre ellos.

 La areola y el pezón pueden aparecer más engrosados que el resto del pecho.

 El pecho tiene una forma tubular, parece un cono o un tubo, a veces se las denomina “mamas tuberosas”.

 También pueden presentar diferencias muy significativas de volumen entre un pecho y otro.

Además durante la gestación la mujer no nota


el típico crecimiento del pecho que acaba de
desarrollar y que preparar la glándula para la
lactancia materna, y en el postparto el pecho
tampoco varía demasiado en lo que a volumen
se refiere, y tampoco se nota la característica
sensación de plenitud y de peso.

Las causas de la hipoplasia mamaria son


variadas:

 Desarrollo imperfecto del tejido mamario,


durante la etapa embrionaria.

 La glándula recibe un estímulo hormonal


insuficiente o el tejido del pecho responde de
forma inadecuada a un estímulo hormonal.

La mujer que crea tener el pecho hipoplásico y que quiera intentar amamantar necesita saber que:

 Se debería poner en contacto durante la gestación con una comadrona formada, una asesora con
experiencia o una IBCLC con formación específica en lactancia materna en estas circunstancias.

 Sería positivo que se familiarizara con los métodos de extracción de leche materna y suplementación y
que tenga preparados un par en casa.

 Tendrá que realizar un seguimiento intensivo de la ganancia de peso del bebé amamantado en los
primeros días después del parto.

 Ante cualquier pérdida de peso del bebé superior al 11% tendría que iniciar la suplementación con leche
materna, si se puede sacar, o leche artificial y consultar inmediatamente su caso si no lo ha hecho
anteriormente.
Conseguir una lactancia materna exclusiva en estas circunstancias suele ser complicado. Como hay poco
tejido glandular la mujer produce leche pero es claramente insuficiente para poder conseguir una lactancia
materna exclusiva. Lo que no quiere decir que no pueda conseguir una lactancia mixta que puede ser
igualmente válida para madre y bebé.

Algunas madres con sospecha de hipoplasia mamaria utilizan la técnica de la extracción poderosa para
confirmar el diagnóstico o hiperestimular el pecho para aumentar la producción de leche materna todo lo
que sea posible.

Cirugía mamaria
La cirugía mamaria ha sido considerada por muchos especialistas inocua para la lactancia. Muchas mujeres
se la realizaron y se les informó que podrían lactar sin problemas años más tarde. Pero la realidad es que
en algunos casos la intervención puede interferir en la consecución de una lactancia materna exclusiva.

En primer lugar vamos a ver las diversas técnicas quirúrgicas para realizar un aumento de pecho y para
colocar un implante, ya que este detalle puede ser crucial:

Vía submamaria: requiere una incisión de unos 4 a 5 cm, localizada en el surco submamario (bajo el pecho).
El implante se introduce y se coloca detrás de la glándula. Cuando no hay tejido mamario suficiente, la
presencia de un implante resulta demasiado evidente y según los médicos no resulta “natural” por ello se
modifica el músculo pectoral superior, para crear un bolsillo subpectoral, donde se ajusta la prótesis. Este
bolsillo se crea cuando no hay tejido suficiente para cubrir adecuadamente el implante.
Actualmente, la tendencia es la colocación subpectoral, es decir, que el implante queda cubierto en parte
por el músculo pectoral mayor y en parte por la propia glándula mamaria.

Vía periareolar: Se puede realizar la misma intervención que por la vía submamaria, aunque en este caso
hay que colocar el implante a través de la glándula mamaria para lograr profundidad. O bien, hacer una
incisión subcutánea en la parte inferior de la mama, por la que se introduce la prótesis hasta su lugar de
ubicación.
Vía axilar: Requiere una incisión horizontal en la axila, y a veces otra en el surco submamario. La ubicación
del implante en este caso será siempre submuscular, detrás del pectoral.
De todas estas vías la que menos compromete la lactancia es la vía axilar, porque normalmente no supone
la sección de conductos ni nervios mamarios. La sensibilidad en la zona de la areola y el pezón es extrema
y cualquier perturbación en esta zona puede afectar la producción de leche porque el cuerpo no recibe, a
través del sistema nervioso, la estimulación que le indica cuándo y qué cantidad de leche debe fabricar.
Además se cortan conductos y aunque sabemos que se recanalizan, el proceso es largo y a veces hasta las
segundas gestaciones no empieza a estar todo reparado.

Si se trata de un aumento de pecho y se


ha hecho por vía axilar no suele
comportar dificultades. Eso sí, habrá que
valorar cómo era el pecho antes del
implante para ver si se trataba de un
pecho hipoplásico. Poder hacer una
valoración exhaustiva del pecho, y a ser
posible visualizar y valorar fotografías
anteriores a la operación durante la
gestación, permite hacerse una idea de
si realmente existía una hipoplasia o
malformación previa o si el aumento ha
sido puramente por motivos estéticos en
una glándula que habría sido perfectamente funcional.

Es frecuente que algunas mujeres se operen los pechos porque les parecen “feos” sin llegar a ser
conscientes de que padecen hipoplasia mamaria. Más tarde inician la lactancia convencidas de que la cirugía
en sí no afecta a la producción de leche, y aunque eso pudiera ser verdad, la hipoplasia subyacente si puede
causar hipogalactia, cuadro que empeorará según que tipo de cirugía le hayan practicado.

Muchos ginecólogos desaconsejan a las mujeres que se han sometido a una mamoplastia de aumento dar
el pecho en el futuro, cuando sean madres. Suelen afirmar que estas madres tienen más riesgo de sufrir
una mastitis ya que la presión del implante sobre la glándula puede producir un mal drenaje de la misma, o
que por culpa de la presión del implante sobre la glándula la subida de leche puede ser espectacular y
dolorosa… Las prótesis por sí mismas no pueden producir nada de eso, empezar con la lactancia con buen
pie e informada es lo que nos puede evitar sufrir todas estas situaciones.

Retraso en la subida de la leche


La producción de leche se inicia en el momento que la placenta se separa del útero. Y esto ocurre tanto en
un parto vaginal como con una cesárea. En el momento que la placenta se separa del útero la progesterona
cae en picado y llega a su punto más bajo hacia las 30 a 40 horas después del parto. Paralelamente se
produce un aumento de prolactina que inicia la fabricación de la leche.

La producción de leche es un proceso hormonal complejo, la subida de leche no se puede evitar. La subida
de leche no depende de la succión del bebé en las primeras horas de vida, la leche sube sola, no hay que
hacer nada para conseguirlo. La subida de leche se produce dentro de las 30 a 72 horas que siguen el parto.
Pero hay situaciones en que la subida de la leche puede verse afectada y se puede retrasar unas horas
más.

Estas situaciones pueden ser: diabetes materna, obesidad (IMC > 28), administración de corticoides a la
madre…

Si una madre no presenta subida de la leche después de las 72 horas hay que verificar en primer lugar que
realmente padezca hipogalactia o baja producción de leche. A veces las madres no sienten los pechos
tensos y creen que no tienen leche, cuando en realidad su producción es normal.

En el caso que verifiquemos que aún produce calostro será necesario repasar todas las causas que puedan
producir tal situación: normalmente causas hormonales o retención de restos de placenta.

Grietas
Tener grietas y sufrirlas no es algo
normal. No deberían formar parte de la
lactancia y, en caso de producirse, hay
que remediarlas, ya que por sí solas no
se curan. Muchas mujeres piensan que
las grietas forman parte de la lactancia y
que, por lo tanto, hay que sufrirlas y
esperar a que se haga “callo”. Sin
embargo, esta actitud, precisamente, es
la peor que podemos adoptar, pues
aguantar y esperar a que el pezón
“endurezca” no resulta nada adecuado.

Lo más aconsejable es intervenir lo antes


posible para que no se infecten y tratarlas
como una herida con tal de eliminar el
dolor. No obstante, no todas
las grietas son iguales y deberán tratarse
en función de su gravedad. Pueden ser
desde pequeños arañazos, hasta heridas
abiertas con pérdidas de tejido del pezón:

 Cuando las grietas son como costras, será suficiente dejar el pecho al aire, es decir, sin protectores,
empapadores o cremas para facilitar que cicatricen lo más rápido posible.
 Ante heridas abiertas o sangrantes en las que no se percibe infección (la zona no está inflamada, ni
caliente, ni late…) hay que evitar, como el caso anterior, que las heridas se maceren. Por lo tanto, lo
aconsejable es dejar el pecho descubierto y limpiarlo con agua y jabón neutro dos veces al día.

 Cuando las heridas son profundas o falta una parte del tejido del pezón, es posible que, además de las
grietas, exista una infección. Hay que tratarlas con una crema antibacteriana adecuada y, en caso de
ser muy profundas, con una crema o pomada cicatrizante para acelerar la recuperación de la piel.

 Cuando las heridas son muy dolorosas y la madre no se ve capaz de seguir ofreciendo el pecho a su
bebé, hay que estar alerta. En este caso, la solución no es dejar de dar el pecho, ya que ello puede
conducir a una mastitis, sino vaciar la glándula con sacaleches o de manera manual.

En todos los casos es importante buscar ayuda desde la primera molestia y recordar que las grietas no se
curan solas y que, en ocasiones, pueden empeorar muy rápidamente.

Hay que valorar el agarre del bebé al pecho y verificar que el bebé no se agarra sólo del pezón. Si la postura
y el agarre es correcto, se han de buscar las causas en la succión del bebé, en especial en el frenillo lingual
corto o anquiloglosia que puede comprometer el agarre, la succión, la deglución y la transferencia de leche.

Ingurgitación
Las ingurgitaciones son dolorosas y molestas, incluso levantar los brazos resulta desagradable y muy
doloroso. Los pechos se tensan y se calientan. A veces incluso las madres tienen una poco de fiebre. Y lo
que resulta desesperante es que los bebés no pueden vaciar el pecho, está tan lleno y tan tenso que les
resulta imposible mamar. Es como querer mamar de una pared. La alimentación del bebé se complica y la
ingurgitación aumenta de manera exponencial si no ponemos remedio.

Por lo tanto necesitamos desinflamar el pecho. El problema no está causado solamente por la leche. El
pecho tiene un sistema de irrigación extraordinario: sangre, linfa… Tenemos que manejar todo este material
y mandarlo lejos del pezón y la areola para facilitar la succión del bebé:

1. Aplicar frío

2. Realizar con las manos los masajes de “presión inversa suavizante“

3. Poner al bebé a mamar inmediatamente después

4. Al terminar la toma, si el pecho sigue inflamado volveremos a colocar allí frío.

5. Otros remedios: los antiinflamatorios habituales son riesgo cero con la lactancia, por lo tanto son seguros
para los niños. Las hojas de col ayudan bastante en estas situaciones. Frías son agradables y tienen un
efecto refrescante sobre el pecho caliente. Hay que ir cambiando las cada 20 minutos o en el momento
que las hojas se marchiten.

Y se deberá valorar:

 Cómo mama el bebé: anatomía del niño y técnica de la madre.

 Si lleva chupete, eliminarlo.

 Aumentar las tomas.


 Si el niño no pide, la madre marcará la demanda.

Si todo se hace correctamente en pocas horas el pecho vuelve a tener un volumen relativamente normal.
En esta situación es mejor no utilizar el sacaleches, pues lo que hace la succión del sacaleches es acumular
más linfa y leche en la zona de la areola.

Absceso
Una mastitis aguda o “clásica” se puede resolver fácilmente con la extracción de leche del pecho afectado.
Si esto no funciona y en 24h o menos la madre está peor hay que recurrir a los antibióticos para conseguir
parar la infección. Pero ya sea porque no se toma antibiótico o porque éste no hace efecto se puede producir
un absceso.

Un absceso se produce como consecuencia de una acumulación de pus en el tejido conectivo que forma y
da volumen al pecho. No suele afectar a los conductos ni a la leche materna porque la infección se produce
fuera del tejido productivo del pecho, los bebés pueden seguir mamando.

Los abscesos hay drenarlos de


manera quirúrgica o idealmente
con aspiración con aguja fina
guiada por ecografía. Esta última
es la técnica menos invasiva y
menos traumática para la madre,
pero desgraciadamente los
sanitarios suelen optar por
intervenir.

Si el absceso no se ha abierto por


sí mismo, a veces la piel se rasga y
empieza a salir el pus de manera
espontánea, hay que hacer una
incisión en el pecho, idealmente lo
más alejado posible de areola y
pezón. Después del corte, hay que desbridar el tejido para eliminar el tejido muerto y luego hay que sacar
todo el pus acumulado y dejar un drenaje (penrose) que habrá que mantener en la herida de 2 a 4 semanas.
De esta manera la herida se cierra lentamente y todo el pus puede salir al exterior.

La lactancia puede seguir si la herida está lejos del pezón y permite la succión. De hecho se debería
recomendar a las madres afectadas que se siguieran sacando leche del pecho con el método que fuera: con
el bebé, con un sacaleches o a mano.

Durante la extracción o la lactancia es importante comprimir la herida con una gasa o torunda porque
mientras sale la leche puede salir también leche para la herida ya que a menudo con la desbridación del
tejido se cortan conductos.

Un absceso resulta doloroso, traumático y desagradable pero no es necesario que sea el fin de la lactancia,
es un tropiezo grave pero del que la madre se puede rehacer.

Mordiscos: Entre los ocho meses y el año para los bebés llega la etapa caníbal y en ocasiones

pueden llegar a causar lesiones en el pezón a la madre. Y aquí empiezan los trucos para evitar mordeduras

y superar lo antes posible y con la máxima integridad física la etapa caníbal:

1. Los mordedores no suelen servir para nada.

2. Las cremas que anestesian las encías tampoco.


3. Hacer toma muy corta, tipo chupito.

4. Valorar porque se produce la mordedura: ¿es voluntaria o es involuntaria? ¿Lo hace cuando la madre
se distrae?.

5. No reírse nunca de la situación.

6. Intentar no chillar o gritar demasiado en ninguno de los dos casos.

7. Si el mordisco es involuntario colocar el niño a mamar como si fuera un bebé. Si tienen la boca muy
abierta no pueden morder.

8. No alargar la toma especialmente si el bebé duerme.

9. Si el mordisco es voluntario informar al bebé que no debe morder el pecho y que es probable que si
muerde no tenga teta.

10. Apartar del regazo al bebé reincidente e informar de lo que ha ocurrido.

Cáncer de mama en el embarazo y la lactancia


materna
El cáncer durante el embarazo y la lactancia existe y es importante detectarlo lo antes posible para poderlo
tratar inmediatamente. La frecuencia oscila entre el 0,2 % al 3,8% y se diagnostica en 1 de cada 3.000
gestaciones. Por lo tanto, aunque no es muy frecuente, existe. El gran problema es confundir una situación
patológica con una situación fisiológica. El desconocimiento de la fisiología de la lactancia materna es tan
grande que se pueden llegar a vivir situaciones en las que un tumor cancerígenos se confunda con otra
cosa.

Es importante destacar que la lactancia materna


tiene un efecto positivo para lograr evitar el cáncer
de pecho. La aparición de cáncer de pecho está
ligado al estilo de vida, a factores genéticos,
alimentarios, ambientales, reproductivos…

Y es en las causas hormonales donde la lactancia


consigue reducir los estrógenos maternos durante
más tiempo. Cuanto más dure la lactancia, tanto
en un hijo como en los sucesivos, conseguimos
así evitar los estrógenos durante largas
temporadas.

Es necesario que los ginecólogos y las mujeres


tengamos claro que una induración en el pecho
que no desaparece debe ser valorada muy
seriamente y por supuesto realizar las pruebas
necesarias para confirmar o no el diagnóstico son
compatibles con la lactancia.
TEMA 2
La subida de la leche
La subida de la leche NO está causada por leche retenida en los pechos, sino que consiste en un aumento
importante de la vascularización de las mamas, o sea un edema vascular, lo que ocasiona que las mamas
estén durante unos tres días calientes, aumentadas de tamaño y algo endurecidas.

Esto sucede alrededor del tercer día de vida del bebé. Si a esta inflamación se suma que se va produciendo
leche y, por algún motivo, no se drena eficazmente, sucede una ingurgitación patológica o plétora: pechos
piedra. El dolor es importante y la areola está tan tensa que el bebé no se puede agarrar bien.
La mayoría de ingurgitaciones patológicas se pueden prevenir con un inicio precoz de la lactancia materna
tras el parto y cumpliendo los tres puntos básicos de la lactancia:

1. Lactancia frecuente y sin restricciones.

2. No interferencias como chupetes o biberones.

3. Posición adecuada con agarre eficaz.

Cumplir estos puntos también nos asegura que mientras llega la subida de la leche nuestro bebé tiene
suficiente con el calostro que segregamos.

No aplicar calor antes de las tomas


Ya que el calor vasodilata y aumenta el edema vascular y empeorando el cuadro.

Precaución si se aplica frío antes o después de las tomas


Aplicar frío puede ser una forma eficaz de bajar la inflamación del pecho, pero también puede hacer que se
contraigan los conductos y la leche fluya peor o puede provocar isquemia dolorosa en el pezón (falta de
riego sanguíneo), por lo que es mejor aplicarlo evitando el pezón y la areola.

Técnica del drenaje linfático (o presión inversa suavizante)


Esta técnica es el mejor consejo que se le puede dar a una madre en esta situación.

Consiste en un drenaje linfático con


los dedos colocados rodeando el
pezón tal como indica la imagen y
presionando hacia la espalda
durante unos tres minutos. Al
hacerlo probablemente comenzará a
fluir leche, pero ese no es el objetivo.
El objetivo es que la areola quedará
totalmente blanda y el bebé será
capaz entonces de mamar
perfectamente y drenar la mama.
Realizar antes de cada toma y
siempre que tengamos la areola tan
dura que no podamos hundir el dedo.

Las Hojas de Col


Está científicamente demostrado que la aplicación de hojas de col sobre el pecho ayuda a desinflamar las
mamas. Usaremos las hojas y previamente romperemos los nervios haciendo rodar por encima una botella
de vidrio, por ejemplo. Se aplican tal cual sobre las mamas, con el sostén encima. Tienen unas sustancias
taninas que absorben el exceso de calor y desinflaman. Al cabo de un rato la madre puede retirar las hojas
que habrán quedado como cocidas y el pecho estará mucho mejor.

Puedes extraerte leche


Pero solo en caso de que el bebé no esté mamando eficazmente y tengas los pechos muy cargados, lo justo
para aliviarte, pero ten en cuenta que sacarse la leche es una hiperestimulación y aumenta la producción
por encima de las necesidades del bebé, lo cual puede empeorar la ingurgitación, lo que no conviene.

No la tires ¡el calostro es oro puro!, guárdalo en la nevera para tu bebé y dáselo tras las tomas, por ejemplo,
con una cuchara.

Puede ser normal tener algo de fiebre, menos de 38ºC, y también es normal que, mientras dure la subida
de la leche, tengas los pechos blandos tras las tomas pero a los pocos minutos vuelvan a estar duros. Si
tienes dolor y febrícula puedes consultar con tu médico para que te paute un antiinflamatorio. La mayoría
son compatibles con la lactancia materna.

Un recurso serio y eficaz para consultar la compatibilidad de cualquier medicamento con la lactancia materna
es a través de la web de los pediatras de APILAM.

En todo caso recuerda que el proceso dura unos tres días y luego todo vuelve a la normalidad, volverás a
tener los pechos blandos y solo se endurecerán si pasan más horas de lo habitual en amamantar a tu bebé.

TEMA 2
Hipogalactia o baja producción de
leche materna
El miedo a no tener suficiente leche es un temor ancestral que en algún momento de la lactancia afecta a
todas las madres. Muchas mujeres dudan de su capacidad para producir leche en cantidad suficiente, si
bien en la mayoría de los casos sus temores carecen de fundamento. Son fruto de dudas e inseguridades,
que a su vez se deben al desconocimiento de la fisiología de la lactancia y la evolución de la misma en
cuanto proceso natural. La presión negativa del entorno también puede influir de forma determinante en la
aparición de estos temores.

En ocasiones, sin embargo, la escasa producción de leche materna es una realidad y puede dificultar o
impedir el correcto funcionamiento de la lactancia. Por eso resulta crucial detectarla a tiempo y, llegado el
caso, iniciar el tratamiento adecuado.

Podemos dividir la hipogalactia según sus causas. Éstas pueden ser transitorias (son las que merman de
forma temporal la subida o la producción de leche materna) o permanentes (por lo general relacionadas con
trastornos médicos que requieren tratamiento específico).

Pero ¿qué es la hipogalactia?


Llamamos hipogalactia a la escasa producción de leche materna, que no permite obtener un suministro de
leche adecuado para satisfacer en exclusiva las necesidades nutricionales del bebé.

¿Hay varios tipos de hipogalactia?


Conviene tener presente que la hipogalactia es un trastorno multifactorial. Es decir, los factores que pueden
desencadenarla son numerosos y variados. A veces guardan relación con la madre, otras con el manejo de
la lactancia y otras con una deficiente o escasa estimulación de la glándula mamaria. También puede haber
varios de estos factores implicados (por ejemplo, una patología materna agravada por una deficiente succión
del bebé).

Hipogalactia producida por un mal manejo de la


lactancia
En estos casos no existe ninguna dificultad en la producción de leche materna pero por ciertos motivos, que
veremos a continuación, la producción de leche merma lo que hace imposible mantener una lactancia
materna exclusiva si no se resuelve.

Las causas más probables de una baja producción de leche materna causado por un mal manejo de la
lactancia son:

 Lactancia insuficiente o con horarios: menos de 8 tomas en 24 horas, o tomas controladas por la madre
(X minutos en cada pecho) lo que no permite al bebé conseguir extraer la leche que necesita y falsea la
producción.

 Mal agarre al pecho: ya sea por mala postura o por la existencia de un frenillo sublingual corto.

 Succión deficiente o poco efectiva: A veces un bebé muy dormilón estimula poco la glándula y extrae
poca leche lo que puede causar una bajada de la producción.

En todos estos casos la hipogalactia se revierte al mejorar lo que la causaba y aumentando la frecuencia de
la estimulación y la extracción de leche. También es posible aumentar rápidamente la producción de leche
con la técnica de la extracción poderosa.

Una vez comprobado todo esto, si aún así observamos que el bebé se queda con hambre y no aumenta de
peso deberíamos buscar otras causas de hipogalactia permanente.

Hipogalactia debida a enfermedades/patologías


maternas
Las causas maternas por las que se produce una baja producción de leche materna son muy variadas y
podemos afirmar que seguramente aún no las conocemos todas. La lactancia materna funciona mediante
una determinada y estructurada partitura hormonal, cualquier desarreglo en las hormonas que se encargan
de fabricar la leche puede causar una escasa producción de leche.

Causas de una hipogalactia temporal


Cuando la placenta se separa del útero la subida de la leche se pone en marcha. Esta es la señal que el
cuerpo espera, después de la gestación, para empezar a producir leche. Si durante este proceso se produce
algún inconveniente, a nivel físico u hormonal, la subida de la leche se puede inhibir o retrasar más horas
de las consideradas habituales.

Obesidad mórbida y diabetes


Las mujeres con un índice corporal de 30IMC pueden sufrir un retraso en la subida de la leche, y de la misma
manera las mujeres que han sufrido diabetes gestacional o tienen diabetes pueden tener más dificultades
para que su cuerpo inicie la producción de leche. Lo habitual es que la leche aparezca, después del calostro,
en las 24-72 horas posteriores al parto. En estos casos, a veces, se puede producir un retraso más allá de
estas 72 horas habituales.
En estos casos se produce una hipogalactia o baja producción de leche materna, normalmente temporal,
por lo que sólo será necesario controlar el peso del bebé y suplementar si pierde demasiado peso. Es
importante favorecer el contacto piel con piel a fin de que el bebé no tenga que gastar energía y para
estimular el cuerpo de la madre a iniciar el proceso.

Cesáreas de emergencia o cesáreas programadas


Aunque no tiene porqué producirse en todos los casos, en ocasiones, las mujeres que han sido sometidas
a una cesárea de emergencia y han pasado mucho miedo o madres a las que se les somete a cesáreas
programadas, sin estar de parto, pueden sufrir un retraso en la subida de leche.

El miedo puede ser un inhibidor temporal de la producción de leche y puede retrasar unos días más de lo
habitual la subida de la leche.

En el caso de las cesáreas programadas, y pese a que la cesárea en sí misma no retrasa la subida de leche,
el cuerpo no está preparado para lactar ya que no ha recibido los estímulos hormonales que le permiten
facilitar el proceso. El proceso del parto depende de muchas hormonas, algunas de ellas las mismas que le
van a permitir a la madre lactar. En el caso de una cesárea programada el cuerpo de la madre y el bebé
pueden no estar listos, lo que puede retrasar la subida de la leche.

También en estos casos el contacto piel con piel con el bebé, la estimulación con sacaleches o manual y la
suplementación del bebé, si es necesario, son claves para estabilizar la situación.

Retención de placenta
Como hemos dicho la producción de leche se inicia en el momento en que la placenta se separa del útero.
Si queda algún resto de placenta dentro del útero, puede darse una inhibición en la subida de leche ya que
el cuerpo no detecta que deben poner el mecanismo de lactogénesis en funcionamiento. La madre produce
calostro, pero la subida de leche no se inicia y el calostro se mantiene cuando debería haber aparecido la
leche.

Si se sospecha una retención de placenta una ecografía verificará si la madre tiene un trozo de placenta
retenido y se procederá a eliminar los dichos restos a fin de evitar una infección y para que el proceso de
lactancia se ponga en marcha.

Inhibición farmacológica
Existen ciertos fármacos que pueden inhibir la producción de leche, hay medicamentosespecíficos para
inhibirla, como es el caso de Dostinex (Cabergolina) o medicamentos, como algunos antihistamínicos, que
como efecto secundario causan la inhibición de la producción de leche. En este último caso la inhibición
suele ser no deseada, a la madre se le prescribe el medicamento y evidencia a las pocas horas una escasa
producción. De ser este el caso, una vez se deja de tomar el medicamento que la causa la producción de
leche materna se recupera.

Cuando una madre toma Dostinex, después del parto, para no lactar, pero luego cambia de opinión puede
sufrir dificultades para normalizar su producción de leche. Ya que el medicamento inhibe la prolactina de
manera temporal. Si una mujer ha tomado Dostinex pero desea revertir el proceso puede poner a su bebé a
mamar sin que esto esto suponga un riesgo para el bebé. Y es posible recuperar la producción de leche
iniciando una relactación.

Bajada de producción post-mastitis


Después de sufrir una mastitis, en los días posteriores, la madre puede percibir un descenso en la
producción de leche. Esta situación se resuelve a los pocos días, una vez la glándula ha recobrado la
normalidad: baja la inflamación y se recobra el equilibrio bacteriano.

Causas de hipogalactia permanente


Hipoplasia mamaria
Al llegar a la pubertad el pecho de las niñas empieza a desarrollarse. Este desarrollo ocurre por efecto de
las hormonas: estrógenos, progesterona… En esta etapa se empieza a formar el interior de la mama, los
tejidos que posteriormente se encargarán de producir leche. Y también se empieza a acumular grasa en el
pecho que con el tiempo le conferirá su forma característica.

En el caso de la hipoplasia el pecho tiene un crecimiento imperfecto que da lugar a unas mamas de tamaño
menor y con escaso tejido mamario en su interior. Las causas de la hipoplasia mamaria pueden ser:

 Que se produzca un desarrollo imperfecto del tejido mamario, durante la etapa embrionaria.

 Que la glándula reciba un estímulo hormonal insuficiente o que el tejido del pecho responda
inadecuadamente a un estímulo hormonal normal.

No se trata de un pecho de tamaño pequeño, las mujeres que tienen el pecho pequeño disponen de tejido
mamario para poder amamantar. El pecho con falta de tejido mamario tiene un aspecto característico:

 Son pechos muy separados entre ellos

 La areola y el pezón pueden aparecer más engrosados que el resto del pecho

 El pecho tiene una forma tubular parece un cono o un tubo.

 También pueden presentar diferencias muy significativas de volumen entre un pecho y otro.

Son pechos muy característicos que no se pueden confundir con un pecho de tamaño pequeño que lo que
le falta es grasa, que les de volumen, pero no tejido mamario.

Durante el embarazo el pecho termina de desarrollarse y se prepara para la lactancia, otro indicativo de
posible hipogalactia es que durante la gestación la mujer no nota el típico aumento de volumen del pecho, y
a veces tampoco la areola modifica su color y no se oscurece.

En el post parto el pecho tampoco varía demasiado de tamaño y tampoco se nota la característica sensación
de plenitud y de peso que conlleva la subida de leche.

Sólo mediante la evolución y el crecimiento del bebé durante los primeros días de vida se puede determinar
la necesidad de que sea suplementado.

Trastornos alimentarios
que producen
amenorreas sostenidas
Durante cada menstruación, nuestro pecho
sufre cambios, ya que se desarrolla y crece.
Sin embargo, las mujeres que han sufrido
trastornos alimentarios durante la pubertad y
no han tenido la regla durante meses o,
incluso, años pueden sufrir un escaso
desarrollo de la glándula, lo que compromete
su lactancia en un futuro. Como resultado de
esas amenorreas el pecho puede ser
hipoplásico y tener poco tejido mamario que
puede resultar insuficiente para conseguir una
lactancia materna exclusiva.
SOP (Síndrome de Ovarios Poliquísticos)
El SOP es un desequilibrio hormonal que afecta entre un 10 y un 15% de las mujeres. Este desequilibrio
afecta de diversas maneras: menstruaciones irregulares, problemas de fertilidad, abortos espontáneos, vello
facial o corporal excesivo, caída del pelo, acné, problemas de peso y lo que más nos concierne cuando
somos madres, es decir, la creación inadecuada de los receptores de prolactina, responsables de la
producción de leche materna.

Tenemos que tener claro que sufrir este síndrome, o verse afectada por alguno de estos problemas, no
implica directamente problemas de lactancia, pues se estima que un tercio de las mujeres con SOP tienen
una producción de leche normal y un 3% de ellas tendrán hipergalactia (exceso de leche).

Las mujeres que sufren este síndrome es conveniente que acudan a un especialista en lactancia materna y
se informen sobre la existencia de un medicamento que ayuda a equilibrar el desajuste hormonal que
padecen, para favorecer el crecimiento del tejido mamario durante el embarazo y la normalización de los
receptores de prolactina en el posparto.

Alteraciones de la tiroides
Sufrir desarreglos tiroideos durante el embarazo o anteriormente puede afectar a la producción de leche
materna, por ello, es necesario una supervisión inmediata tras el parto.

La glándula tiroides secreta especialmente tiroxina (T4) y triiodotironina (T3). En cuanto a la lactancia, la
presencia de T3 es necesaria para que exista una adecuada respuesta a la prolactina de la mama, vital para
la producción de leche.

La disfunción tiroidea, especialmente el hipotiroidismo, puede asociarse a una hipogalactia o poca


producción de leche. El déficit de yodo, puede producir hipotiroidismo y de igual modo podría producirlo el
exceso.

Las enfermedades tiroideas que pueden asociarse a una hipogalactia son las que de alguna manera pueden
afectar la función de la glándula, así: el hipertiroidismo, el hipotiroidismo, la tiroiditis.

Tanto el hipertiroidismo y el hipotiroidismo pueden producir una hipogalactia o falta de leche, por una
disminución de la secreción de leche. Por lo que ante una situación de hipogalactia es recomendable el
estudio de la función tiroidea. La medicación, en estos casos, es compatible con la lactancia materna.

Y cabe recordar que durante la lactancia, se estima que las necesidades de yodo son de 250 microgramos
al día.

Síndrome de Shehann
Cuando se produce una hemorragia severa en el parto, en el posparto o en etapas anteriores de la vida,
ésta puede comprometer el funcionamiento de la hipófisis (la glándula pituitaria). Se trata del centro
neurálgico que controla, entre otras hormonas, las encargadas de producir la leche materna.

Se considera una patología grave, aunque poco común, e implica que la producción de leche sea insuficiente
o incluso inexistente.

Cirugía de reducción mamaria


Una cirugía de reducción de pecho puede provocar una baja producción de leche materna. Cuando una
mujer ha pasado por una reducción de pecho en su juventud, no suele haber sido informada de las
consecuencias de esta intervención, si posteriormente se plantea amamantar a su bebé.

En la mayoría de los casos, en la primera lactancia, la producción de leche será insuficiente para poder
mantener una lactancia materna exclusiva y tendrá que recurrir a la lactancia mixta.
Las intervenciones suponen un trauma físico para la glándula porque aparte de eliminar grasa también se
elimina tejido mamario en la operación y los conductos se seccionan … Las incisiones que se practican en
la areola causan la sección de los nervios mamarios que son los encargados de regir y determinar oferta y
demanda.

Es cierto que los conductos seccionados tienden a buscar la luz del pezón y a menudo se puede ver calostro
en el pezón durante la gestación pero esta no resulta ser suficiente para garantizar una lactancia materna
exclusiva.

A modo de resumen
En la mayoría de los casos la hipogalactia no es
fácilmente reversible, pero con la ayuda de
especialistas en lactancia materna y, en
ocasiones, de algunos fármacos, se puede llegar a
paliar la hipogalactia y conseguir una lactancia
materna exclusiva en unos casos o a establecer
una lactancia mixta en otros.

No obstante, también es cierto que a veces, la


hipogalactia es tan severa que la opción de
amamantar al bebé es inviable, por lo que no hay
más remedio que optar por otras soluciones como
la leche de fórmula o la leche materna donada.

Debemos ser conscientes de que cuando la cantidad de leche es escasa, podemos suplir esta dificultad de
otras maneras. Hay que saber que el pecho es mucho más que alimento. Amamantar es algo más que
producir grandes cantidades de leche, ya que es apego, contacto, intimidad compartida entre la madre y el
bebé. En los casos en los que ni siquiera la lactancia mixta es viable, debemos partir de la misma premisa
y procurar la creación de un clima lo más parecido al de la lactancia materna para que no sólo nuestro bebé,
sino también nosotras mismas, seamos tocados por los beneficios de contacto continuo entre la madre y el
hijo.

Tener hipogalactia o baja producción de leche materna no tiene porqué significar el abandono de la lactancia
si no es lo que la madre desea. La mayor parte de casos de hipogalactia se pueden solventar con
suplementos de leche artificial o leche materna donada. Además, es posible que la suplementación sea
temporal y, en algunos casos, se pueda recuperar una buena producción de leche materna a través
de técnicas de relactación.

TEMA 2
Dolor y grietas en los pezones
Las grietas son heridas en los pezones. No siempre que hay dolor hay grietas.

¿Por qué salen las grietas?¿Se pueden prevenir?


Amamantar no produce dolor. Si alguna mamá siente dolor al amamantar, muy probablemente su hijo no
está mamando correctamente.

El pecho está preparado para que el bebé mame. Las grietas salen al mamar sólo del pezón, en lugar de
agarrar una buena porción de pecho, incluyendo además del pezón gran parte de la areola.

Al ser un problema “mecánico” es inútil intentar prevenir las grietas o heridas en los pezones durante el
embarazo, ni con cremas, ni con masajes, ni con frotamientos. Y una vez que salen, no se curan con
pomadas ni aerosoles.
Es frecuente que el bebé esté bien colocado y la posición sea correcta pero el bebé tenga una succión
disfuncional o un problema de falta de movilidad de la lengua: anquiloglosia o frenillo sublingual corto.

Con o sin heridas, si existe dolor, se ha comprobado que la posición es correcta, no hay problemas
mecánicos de succión y a menudo duele también cuando no se amamanta, posiblemente se trate de
una alteración microbiana o infección en los pezones y conductos.

No conviene aplicar la propia leche para cicatrizar porque si existe una alteración bacteriana se puede
empeorar el problema. La última recomendación de los expertos es aplicar aceite de oliva que tiene
propiedades antiinflamatorias y bacterioestáticas.

No es conveniente lavarse el pecho en cada toma, puede hacer que desaparezca la capa de protección
natural que tiene el pezón y la areola.

A todas las embarazadas les sale alrededor de la areola como unos puntitos abultados, se trata de las
glándulas de Montgomery y excretan una sustancia sebácea que protege la piel de la areola y el pezón.
Cada vez que lavamos el pecho nos llevamos esta protección. Con la ducha normal es suficiente.

Puede causar dolor al amamantar el intentar destapar la nariz del bebé mientras mama, realizando una pinza
con los dedos o poniéndolos en forma de tijera si se hace de manera que dificulta el agarre del bebé. Todos
los bebés nacen chatos, para poder mamar sin problemas. Cuando un bebé mama estando bien colocado,
su madre apenas podrá ver por donde respira, pero alguien que se sitúa a su lado lo verá con facilidad: por
el huequito que queda entre el labio superior y la nariz. Si el bebé no pudiera respirar se separaría del pecho
para hacerlo, por lo que es importante no sujetar la cabeza del bebé haciendo presión con la mano contra
el pecho, siempre hay que sujetarlo por la parte alta de la espalda.

Tener dolor y heridas en los pezones suele ir asociado a un aumento de peso insuficiente en el bebé porque
mamar mal además de doloroso puede ser ineficaz.

Los signos de que un bebé mama bien, aparte de que no duela, son que come eficazmente, su aumento de
peso es suficiente, está menos tiempo mamando y suelta el pecho por sí mismo.

¿Cómo corregir la posición?


Descartadas otras posibles causas de dolor, si se trata únicamente de corregir posición conviene saber que
a veces hay que hacer más de una intentona. Si el bebé está hambriento se pondrá nervioso y si hay que
separarlo probablemente se enfadará, por eso es mejor comenzar a probar antes de que tenga mucha
hambre.

Si ya existen grietas a la madre le costará afrontar cada toma y probablemente la tensión de hombros y
brazos dificultará encontrar una buena posición. Es importante que confíe en sí misma y en su capacidad
para solucionar el problema, que respire varias veces antes de empezar y recuerde que cuando su hijo esté
bien agarrado no le dolerá, sólo tendrá a lo sumo una ligera molestia, no dolor, mientras las grietas acaban
de curar.

La postura de crianza biológica puede ser especialmente eficaz en estos casos. Por otra parte también se
puede intentar conseguir una toma indolora de un modo más activo:

Agarre asimétrico para conseguir una toma indolora


Quiere decir que el bebé toma el pecho de
modo asimétrico tomando más porción de
areola de debajo que no de arriba.

Estando sentada o reclinada, la madre coloca a


su hijo para mamar, de manera que sea el niño
el que vaya hacia el pecho, no el pecho hacia el
niño.
Si los pezones miran al frente puedes colocarlo con su ombligo tocando tu barriga, si miran hacia abajo su
ombligo no ha de ir pegado a tu cuerpo, si no hacia arriba, siguiendo el eje de la dirección que toma tu pecho
y tu pezón. Es mejor que su cabeza esté apoyada en mitad del antebrazo (no en el hueco del codo), no hay
que cogerlo del culo, ya que en ese caso la cabeza estará en el codo, sino que la madre sujeta al bebé con
la mano hacia la mitad de su espalda. Es importante que su cuello esté libre para poder echar la cabeza
hacia atrás.

Es buena idea, en caso de estar


sentada, que la madre alce sus pies
con un taburete, de manera que el
bebé descanse sobre sus piernas y
su boca quede enfrente del pezón. Si
la madre está reclinada, el cuerpo
del bebé descansará sobre el cuerpo
de la madre.

Sin mover ni tocar el pecho, el pezón


quedará apuntando entre el labio
superior y la nariz y su labio inferior
apoyado en la parte inferior de la
areola.

Al rozar su nariz con el pezón se provocará que el bebé abra la boca muy grande, como para bostezar. Sin
pensarlo dos veces y con un gesto rápido, se empuja al bebé hacia el pecho haciendo rodar al mismo tiempo
el pecho dentro de su boca.

es importante aflojar los hombros y estar atento a las sensaciones, si el bebé ha podido coger bien el pecho,
el pezón quedará situado al fondo del paladar, casi tocando la campanilla y, de esta manera, la presión la
hará sobre la areola, sin dañar el pezón.

Se sabe que el bebé está bien colocado porque no duele, ese será el control de calidad.

Si al ponerlo al pecho duele, hay que retirarlo y volver a empezar, no debería mamar hasta que no duela.

Para retirarlo, introducir un dedo dentro de su boca, por la comisura, para romper el vacío, sin tirar del pecho,
para que no haga más daño.

A veces duele las primeras 2 o 3 succiones, pues necesitan eso, para hacer la ventosa o vacío suficiente
para que el pezón quede en el lugar adecuado de su boca. Es de buen pronóstico si solo duele el agarre y
luego mejora el dolor de forma importante.

Tanto si la madre está sentada como reclinada, es importante que tenga un buen apoyo en la zona lumbar
y cervical.

Posición acostada
En esta posición la madre está completamente de lado, con dos o 3 cojines debajo de la cabeza, uno entre
las rodillas, y alguno de apoyo en la espalda.

El bebé ha de estar también completamente de lado, con su cabeza descansando sobre la cama, no sobre
el brazo. El brazo de la mamá estará doblado hacia su cabeza.

Cuando esté a punto de cogerse al pecho, su boca ha de quedar situada entre el labio superior y la nariz.
Cuando el pezón le roce la nariz, el niño instintivamente tirará la cabeza ligeramente hacia atrás, y abrirá la
boca. Es el momento de acercarlo rápida y decididamente hacia la madre, empujándolo por la parte alta de
la espalda.

Lo mismo que antes, si mama bien no ha de doler.

Si mama correctamente, ya puede estar haciéndolo todo el rato que quiera, no lesionará el pezón y las
heridas que hubiera se curarán en pocos días como una herida normal.
Todo esto es difícil de explicar y entender por escrito, y sería ideal ponerse en contacto con algún grupo de
apoyo cercano, o con algún profesional de la salud formado en lactancia. En cualquier caso encontrarás
más información e imágenes en nuestros artículo sobre posturas y posiciones para amamantar.

TEMA 2
Frenillo lingual corto o anquiloglosia
Desde el año 2008, aproximadamente, se está hablando mucho de la anquiloglosia o frenilllo lingual corto
como un factor perturbador de la lactancia materna. Esto ha conllevado un posicionamiento general en
contra o a favor de su diagnóstico y tratamiento, pero ¿Realmente se trata de una moda?, ¿Por qué ahora
parece que todos los bebés tienen el frenillo corto?, ¿Hay que intervenir y cortar el frenillo o se soluciona
solo?, ¿El frenillo corto solo entorpece la lactancia o puede ocasionar problemas a posteriori?

Vamos a intentar dar respuesta a todas estas preguntas.

¿Qué es la anquiloglosia o frenillo lingual


corto?
Anquiloglosia significa literalmente “lengua atada o anclada” y es una definición muy gráfica de lo que les
pasa a los bebés que nacen con el frenillo de la lengua corto: la lengua se encuentra sujeta al suelo de la
boca y no puede realizar los movimientos necesarios para que el bebé pueda mamar de manera eficaz y sin
comprometer el bienestar de su madre.

¿Dónde está localizado el frenillo lingual y para


qué sirve?
El frenillo lingual se encuentra debajo de la lengua, insertado, de manera ideal, dentro de la lengua. Sin
embargo, cuando en etapas embrionarias se desarrolla la cavidad oral y los músculos hiogloso y geniogloso,
en ocasiones estos dos músculos se separan mal, quedando el frenillo fuera de la lengua. Esta situación
hace que la lengua se mantenga sujeta al suelo de la boca, impidiendo en diferente medida los movimientos
de la lengua que permiten al bebé realizar la transferencia de leche: protrusión, elevación, peristaltismo,
acanalamiento y lateralización. Todos estos movimientos son necesarios para que el bebé pueda mamar de
manera placentera y eficaz y para que posteriormente, al iniciar la alimentación complementaria, pueda
realizar los movimientos necesarios para ensalivar y tragar el bolo digestivo con facilidad.

El frenillo no tiene ninguna función específica cuando está situado fuera de la lengua por lo que seccionarlo,
si es necesario, no perjudica en nada al bebé.

¿Pero qué pasa hoy en día, que todos los


bebés parecen tener el frenillo corto?
Para empezar, no debemos olvidar que la lactancia materna es cosa de dos y, en muchas ocasiones, los
bebés con frenillo lingual corto no manifiestan ninguna dificultad para agarrarse, succionar y deglutir la leche,
ya que la ductilidad y plasticidad del pecho de la madre les permite realizar un agarre válido consiguiendo
así una transferencia de leche óptima.

Sin embargo, en los últimos años, parece que se haya producido una epidemia de frenillos cortos y todos
los bebés los tengan, y que esa sea la causa de todos los problemas y dificultades que se pueden producir
durante la lactancia.
En realidad ni todos los bebés tienen frenillo, ni todos los que lo tienen deben padecer dificultades. Si un
bebé tiene un frenillo lingual corto y ello no afecta a la lactancia no deberíamos prestarle más atención.

Pero lo cierto es que muchas de las madres que buscan ayuda en los grupos de apoyo acaban descubriendo
que su bebé ha nacido con un frenillo lingual corto.

Ahora no hay más niños con frenillo corto que hace dos décadas. De hecho, podemos constatar su existencia
desde la antigüedad ya que son citados en textos griegos, romanos, mozárabes… En los cuales se refleja
el reconocimiento que un frenillo lingual corto podía crear perturbaciones en la lactancia y también producir
dificultades del habla en la etapa adulta.

Así pues, se conocía su existencia y los libros recogen explícitamente técnicas para seccionarlos.

¿Entonces por qué se olvidó la existencia de


los frenillos linguales?
Cuando hace unos siglos una mujer tenía dificultades para amamantar a su hijo o bebé no aumentaba de
peso tenía diversas opciones: pedir a una mujer de la familia con más experiencia o a una amiga que
alimentara a su bebé (lo que convirtió a muchos adultos en hermanos de leche, creando un vínculo casi de
consanguinidad) o alimentar al niño con leche modificada de otros mamíferos, lo que suponía un gran riesgo
para la salud del bebé.

Las mujeres más acomodadas podían pagar los servicios de una nodriza que amamantara su bebé.

La aparición y generalización de las leches artificiales como modo de alimentación infantil supusieron una
pérdida de la cultura de la lactancia materna, y por consiguiente se “olvidó” la posible trascendencia de un
frenillo lingual corto.

En los últimos años el aumento de madres que desean amamantar y el interés de la ciencia por la
composición de la leche materna han propiciado que se hayan retomado y estudiado de manera científica
las implicaciones de un frenillo lingual corto.

¿Qué problemas puede ocasionar el frenillo


corto?
La anquiloglosia puede perjudicar tanto a la madre como al bebé.

Para la madre, el mayor inconveniente de dar de mamar a un niño con frenillo corto es el dolor: se
producen grietas por la fricción y por la excesiva presión intraoral negativa a la que se ve sometido el
pezón, infecciones bacterianas causadas por un mal drenaje de los conductos y favorecidas por la presencia
de las grietas, isquemias por la compresión del pezón contra el paladar. Todo ello hace que la experiencia
de dar el pecho resulte dolorosa y desagradable. O mastitis de repetición por las heridas causadas y el mal
drenaje de la glándula.

No todas las glándulas mamarias reaccionan del mismo modo ante una succión ineficaz. Hay casos en los
que la madre sufre falta de leche (hipogalactia) y hasta que se corta el frenillo o se estimula la
producción (con el uso de un extractor, por ejemplo), la cantidad de leche producida es insuficiente. Por el
contrario, hay madres cuyas glándulas mamarias parecen querer compensar el problema disparando la
producción, lo que hace que padezcan ingurgitacionesconstantes y subidas de leche entre tomas.

Además, las tomas pueden ser interminables, ya que los bebés con anquiloglosia no sueltan el pecho por sí
mismos y suelen mostrarse llorosos e irritables. La madre se siente cansada y frustrada, lo que puede
conducir al abandono precoz de la lactancia, incluso por parte de madres muy motivadas.

En otras ocasiones, la succión no es dolorosa pero si inefectiva. Para la madre esto resulta desconcertante,
ya que el niño mama aparentemente bien pero se muestra muy demandante y no gana suficiente peso.
Estas madres pueden llegar a pensar que su leche no es buena o que no son capaces de producir suficiente
cantidad, cuando en realidad el problema es otro.

Para los bebés, las consecuencias de un frenillo corto pueden variar mucho, y aunque a corto plazo pueden
afectar negativamente a la lactancia, a medio y largo plazo causan también otros trastornos.

Hay niños con anquiloglosia qué no aumentan de peso debido a la succión ineficaz, que se traduce en
una escasa producción de leche. Otros aumentan con normalidad o de manera espectacular.

La glándula mamaria actúa a menudo de forma compensatoria. Ante un bebé que mama de forma ineficaz
o caótica, puede reaccionar fabricando mucha leche y dando lugar a una producción excesiva (hipergalactia).
Cuando esto ocurre, los bebés toman mucha leche de inicio, más rica en lactosa, lo que la hace difícil de
digerir y puede dar lugar a deposiciones verdes, malolientes y explosivas, muy diferentes de las deposiciones
típicas del lactante amamantado, que son de color mostaza y con un olor dulzón que recuerda al del yogur.

Este exceso de lactosa también los hace más propensos a sufrir regurgitación, puesto que deben tomar más
volumen de leche para obtener las mismas calorías que recibirían si mamaran de forma eficaz, y molestias
intestinales (gases, cólicos).

Al nacer, todos los bebés tienen el paladar alto y cerrado, pero a medida que la lengua se mueve eficazmente
en la cavidad oral, éste se va abriendo y descendiendo. Si la lengua no tiene capacidad de elevación debido
a un frenillo corto, este cambio no se produce, lo que afecta a toda la estructura maxilofacial.

Al quedar el paladar más elevado, las coanas (aberturas posteriores de las fosas nasales) ven reducido su
diámetro, lo que hace que los bebés con frenillo corto respiren más por la boca que por la nariz, duerman
con la boca abierta y ronquen durante el sueño. Los problemas respiratorios se deben a la entrada de aire
a los pulmones directamente por la boca. Ese aire no es filtrado por las fosas nasales, lo que facilita la
entrada de partículas dañinas. Y es más frío, lo que les predispone a sufrir bronquitis y neumonías. También
son propensos a sufrir otitis, debido a un mal drenaje de la trompa de Eustaquio. Asimismo, hay estudios
que relacionan la anquiloglosia con una mayor incidencia de las apneas del sueño.

La maloclusión dental es otro problema derivado de la anquiloglosia y se manifiesta cuando empiezan a salir
los dientes. Éstos pueden nacer desplazados o encabalgarse, lo que unido a la deformación del paladar
puede requerir costosas intervenciones odontológicas.

Cuando los niños con anquiloglosia crecen, surgen problemas logopédicos (dislalias o trastornos de
articulación fonética) en la pronunciación de las consonantes /r/, /rr/, /l/, /t/, /d/, /n/, /s/ y /z/.

Por último, la anquiloglosia es responsable asimismo de problemas de tipo social que no por leves dejan de
afectar la calidad de vida de quien los sufre: las personas con frenillo corto no pueden hacer cosas tan
sencillas como lamer un helado o besar con la lengua.

¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene un frenillo lingual


corto? ¿Cómo se diagnostica la anquiloglosia?
Hay que evaluar el grado de movilidad de la lengua, incluida la capacidad de la misma para extenderse más
allá del labio inferior, elevarse hasta el paladar estando la boca bien abierta y efectuar movimientos
transversales de una comisura de la boca a la otra sin necesidad de deformarse (lateralización). La elevación
parece ser el movimiento lingual que más influye en la lactancia, por lo que debería pesar más que los demás
parámetros a la hora de evaluar la anquiloglosia.

La valoración del tipo de frenillo se realiza de manera visual o digital, hay señales que nos indican que el
bebé puede tener el frenillo de la lengua corto:

 Retrognatia: pese a que la retrognatia (mandíbula inferior más corta de la superior) es fisiológica en los
bebés y se modifica con su crecimiento, los bebés que tienen anquiloglosia acostumbran a tener una
retrognatia evidente.
 Callo lingual: el callo, o callos, de la lengua indican que el bebé debe hacer mucha fuerza para agarrarse
el pecho y eso le ocasiona ampollas por el roce.
 Movimientos irregulares de la lengua: cuando el bebé llora podemos observar que la lengua no se
mueve de manera simétrica, se alza o se comba de diferentes zonas
 Chasquidos: los bebés con anquiloglosia pueden succionar haciendo ruidos con la lengua, chasquidos,
muy característicos que indican que de vez en cuando la lengua no puede mantener el agarre.
 Paladar ojival: la lengua, en reposo, no puede situarse en la posición correcta lo acaba modificando las
estructuras orales. El maxilar superior se estrecha formando un V, y el paladar paralelamente se hunde,
lo que le confiere un aspecto profundo.
Pero si se requiere una valoración y evaluación más rigurosa del frenillo lingual corto se puede usar
la Herramienta de Hazelbaker [pdf]. La tabla fue desarrollada por la doctora Alison Hazelbaker para ofrecer
una evaluación cuantitativa de la anquiloglosia y poder recomendar así la necesidad, o no necesidad, de
liberar la lengua mediante frenotomía.

La Herramienta mide tanto en funcionalidad como la apariencia de la lengua. De este modo, puntuaciones
inferiores a 8 en aspecto y 11 en funcionalidad señalan la necesidad de intervención.

Clasificación en cuatro categorías de la anquiloglosia


La clasificación de los frenillos [pdf] por parte de la Dra. Elizabeth Coryllos y Catherine Watson Genna nos
permite tener además una escala de clasificación global que nos facilita el entendimiento.

Frenillo tipo 1 anterior:

La inserción del frenillo se produce en la punta de la lengua.


Cuando el bebé llora, la lengua tiene forma de corazón o
parece bífida, ya que el frenillo tira de la punta de la lengua
hacia el interior de la boca.

Frenillo tipo 2 anterior:

La inserción del frenillo se produce unos milímetros más


atrás que el tipo 1. La lengua no se suele ver bífida, pero
cuando el bebé llora, se puede observar que la punta de la
lengua desciende hacia abajo.
Frenillo tipo 3 posterior:
Este tipo de frenillo podría definirse como una combinación de
los tipos 2 y 4, puesto que existe una pequeña membrana
visible en la cara posterior de la lengua pero también un anclaje
submucoso, por lo que no basta con seccionar la membrana
para liberar la lengua del suelo de la boca. Este tipo de frenillo
puede resultar difícil de observar a simple vista, pero basta
pasar un dedo de lado a lado bajo la lengua en reposo del bebé
para advertir su presencia. La lengua puede presentar un
aspecto normal y realizar el movimiento de extensión con
relativa facilidad, pero al hacerlo se combará por la periferia y
se deprimirá en el centro, y el bebé no podrá elevarla hasta
tocar el paladar con la boca totalmente abierta. En función del
grosor y fibrosidad del componente submucoso, la lengua
también puede presentar un aspecto apelotonado y compacto.

Frenillo tipo 4 posterior:


El frenillo como tal no se aprecia a simple vista, ya que se halla
oculto bajo una capa de tejido mucoso, y restringe casi
totalmente la movilidad de la lengua, por lo que ésta se halla
muy anclada al suelo de la boca y puede presentar un aspecto
compacto. El movimiento de la lengua suele ser asimétrico. A
menudo, se aprecia un paladar ojival o estrecho,
consecuencia directa de la escasa movilidad de la lengua.

¿La clasificación de los frenillos indica la gravedad?


Es importante señalar que tener un tipo u otro de anquiloglosia no supone, a priori, mayor o menor dificultad
para mamar. Sin embargo, esta clasificación nos permite usar una nomenclatura común y entender así de
qué tipo de frenillo hablamos.

¿En qué puede afectar un frenillo lingual a la lactancia


materna?
Un frenillo lingual puede causar (o no) las siguientes dificultades al bebé durante su lactancia y en otros
ámbitos de su vida:

Succión ineficaz, mala transferencia de leche, agarres compensados que suponen una escasa ganancia de
peso y que a la madre le pueden acarrear dolor durante el amamantamiento, grietas, mastitis de repetición…
A medida que el niño crece, se puede dar una mala oclusión dental, dificultades logopédicas, -itis de vías
respiratorias de repetición al ser respiradores bucales…
Esto no implica que un bebé con anquiloglosia vaya a sufrir todas estas dificultades, puede sufrir alguna o
ninguna. Nunca sabemos, a priori, qué dificultades puede causar un frenillo hasta que las dificultades se
manifiestan.

¿Qué hacer si nuestro bebé tiene un frenillo lingual


corto?
Una madre que ha detectado uno de estos tipos de frenillo se pregunta ¿Hay que intervenir siempre? Valorar
un frenillo como único causante de las dificultades es una visión sesgada, de la misma manera que lo es
evaluar sólo el agarre y la postura del bebé al mamar.

Así pues, antes de intervenir el frenillo, sería necesario revisar siempre todos los aspectos básicos para el
buen transcurso de la lactancia: valorar el agarre y la postura de la madre para ver si podemos conseguir
así mejoras significativas: boca bien abierta con los labios evertidos, la nariz y el mentón tocando el pecho,
la madre y el bebé muy pegados, buscar la alineación oreja-hombro-cadera del bebé, intentar posturas de
agarre biológico, mantener un agarre palmar del pecho, realizar alguna intervención de fisioterapia para
mejorar la succión, etc.

También se puede añadir que a medida que el bebé


crece, también lo hace su boca, y puede que se
solucione así el dolor o los posibles problemas con la
lactancia.

Si tras todo esto, y con la ayuda de una asesora,


IBCLC o comadrona experta, las dificultades no
mejoran, el siguiente paso sería valorar si es oportuno
intervenir la anquiloglosia.

En caso de que fuera necesario, la intervención más


habitual para intervenir la anquiloglosia se denomina
frenotomía. En función del tipo de anquiloglosia y de
la edad del bebé, ésta intervención se puede realizar
de forma ambulatoria por un profesional con
experiencia o bien de forma quirúrgica por un cirujano.

Actualmente ya se ha acumulado evidencia científica


suficiente que sugiere que la frenotomía se asocia con
mejoras de la lactancia materna, especialmente para
la madre (desaparición o disminución del dolor al
amamantar, etc), pero no se puede afirmar que sea
una panacea en todos los casos en que se ha practicado, ya que liberar la lengua del bebé no significa que
éste automáticamente vaya a empezar a succionar correctamente, aunque esté mejor equipado para hacerlo
que antes de la intervención. En cualquier caso es importante realizar, tras la frenotomía, ejercicios de
fisioterapia para mejorar la succión y evitar que la lengua pueda, en algunos casos, volver a quedar anclada.

En resumen:
Podríamos resumir que el frenillo corto puede causar dificultades en la lactancia y, a posteriori, otros
trastornos, por lo que resulta necesaria una evaluación específica del frenillo corto en las parejas
madres/bebés que presenten obstáculos en la lactancia.

Cuando observamos una toma, deberíamos ir mucho más allá de la simple verificación de un buen agarre y
una buena postura, puesto que la lengua es uno de los primeros motores de la lactancia y debe funcionar
perfectamente a fin de conseguir una lactancia materna placentera y eficaz tanto para la madre como para
el bebé.
TEMA 2
Dolor de pezones causado por
infección
Puedes sospechar que padeces una alteración de este tipo si:

Tienes dolor en el pecho o los pezones, con o sin heridas, con o sin cambios de coloración, y el dolor no
mejora mucho tras corregir la posición.

Sientes pinchazos dolorosos, sobre todo coincidiendo con el reflejo de eyección (cuando la leche empieza
a fluir y notas que tu hijo traga).

Algunas madres sufren perlas de leche o puntos blancos de repetición, que no son más que obturaciones
de conductos provocadas por determinadas bacterias que forman una especie de capas o biofilms que se
adhieren a las paredes de los mismos, reduciendo así su diámetro. Suelen ser muy dolorosas y profundas,
y no deben confundirse con los típicos puntos blancos superficiales ocasionados por un traumatismo, que
mejoran enseguida al levantar la piel que los recubre y drenar la leche retenida. En presencia de una
infección, la perla blanca no es sino la punta del iceberg, y pincharla sólo causa más dolor e inflamación.

Cuando hay infección, probablemente tu bebé mame intranquilo, a disgusto y aumentando la fuerza de
compresión para extraer la leche, lo que provoca más inflamación y dolor. También es posible que el bebé
rechace el pecho más afectado, ya que la infección provoca una concentración del sodio y altera el sabor
de la leche, que puede estar más salada.

Es frecuente que una misma madre sufra este problema repetidamente en dos o más lactancias de
diferentes hijos.

Es posible que te sientas frustrada y también confusa a raíz de los consejos contradictorios que quizás hayas
recibido por parte de distintos profesionales sanitarios. Puede que te sientas tentada a dejar de amamantar
aunque estás muy motivada para seguir…

Es importante que acudas a un grupo de apoyo en busca de orientación, y también a tu médico, para que te
diagnostique y trate el problema. Te preguntarán cómo es el dolor que sufres y en qué momento de la toma
se manifiesta, qué factores lo intensifican y cuáles lo alivian. También te preguntarán qué tratamientos
tópicos o sistémicos has realizado para intentar mejorar el dolor.

La leche humana contiene muchos tipos de bacterias que conviven en armonía y forman parte de la
inmunidad de la leche. En determinadas situaciones, es posible que algunas cepas crezcan de manera
excesiva y hagan desaparecer al resto. Esto puede causar a la madre sensación de quemazón, dolor intenso
y pinchazos al amamantar, o bien puede generar un cuadro agudo, con fiebre muy alta y una zona roja,
caliente y dolorosa en uno de los cuadrantes del pecho (Para saber más sobre este tipo de mastitis consultar
este enlace). Ambas situaciones son diferentes manifestaciones de mastitis, pero en este documento nos
referiremos a la primera como “infección bacteriana” para evitar confusiones.

Para saber si la causa de tu dolor está causado por una alteración microbiana es importante recoger
muestras de leche y realizar un estudio microbiológico lo antes posible a fin de aplicar un tratamiento
adecuado de analgésicos y antibióticos en función del resultado, de igual manera que cuando el médico
sospecha infección de orina se recoge una muestra de la misma y se realiza un cultivo bacteriológico a partir
del cual se aplica el tratamiento pertinente.

En nuestro país, hoy por hoy, no hay costumbre de realizar este tipo de análisis, pero en algunas
comunidades, como Cataluña y Asturias, se está trabajando para implementar un protocolo adecuado desde
la sanidad pública.

Si necesitas recoger una muestra, es importante saber que no debes aplicarte ningún tipo de crema en los
pezones en las 24 horas previas a la recogida. Preferiblemente se recogen las muestras a primera hora de
la mañana, antes de una toma, y si esto no fuera posible, tras cualquier periodo más o menos prolongado
desde la última toma, y siempre antes de la siguiente.

La muestra de leche debe recogerse siempre mediante expresión manual, previo lavado de las manos y
uñas con jabón y agua templada y secado con una toalla limpia o con una toallita de un solo uso o bien
usando guantes estériles. No conviene usar sacaleches para obtener la muestra, ya que éstos son difíciles
de esterilizar y suelen dar falsos positivos por aparecer en los cultivos bacterias que suelen crecer en estos
aparatos. La cantidad mínima necesaria de leche es de 1 ml por pecho.

También has de saber que muchas de estas afecciones comienzan con dificultades de mal agarre por
anquiloglosia (frenillo lingual corto) o retrognatia (mandíbula inferior retraída).

Normalmente las mujeres que sufren infección debido a un problema mecánico como éstos mejoran
sensiblemente cuando el problema desaparece (a raíz de cortar el frenillo, por ejemplo) pero algunas
necesitan acabar también el tratamiento antibiótico para curarse.

¿Qué puedes hacer mientras consigues diagnóstico y


tratamiento a tu problema?
Usa discos aireadores, lo que ayudará a que, si usas una pomada antibiótica, ésta permanezca más tiempo
en la piel del pezón y de paso evitará el roce y el arrancamiento de costras al retirar los discos absorbentes.
También existen a la venta en farmacias discos protectores de hidrogel para pezones dañados que pueden
ser de utilidad en estos casos.

Optimizar la toma usando la técnica de la compresión del pecho. De esta manera, conseguimos que el bebé
ingiera mas cantidad de leche en menos tiempo.

Si el dolor es tan importante que no puedes consentir la succión del niño, puedes realiza lactancia diferida
de modo temporal: te extraes la leche y se la das al bebé, preferiblemente con un método que no sea el
biberón para prevenir dificultades de agarre debido a un síndrome de confusión tetina-pezón.

Una pezonera de tamaño adecuado puede ayudar a algunas madres con pezón plano o corto cuyos hijos
tienen anquiloglosia o retrognatia, pues se alarga el pezón y el roce en el punto S (donde se junta el paladar
duro con el blando), favoreciendo así una succión más eficaz.

No aplicar la propia leche para curar los pezones, ya que en presencia de infección puede resultar
contraproducente.

Lavar muy bien las manos antes y después de amamantar.

Cambiar a menudo los discos empapadores.

Tomar alimentos fermentados como chucrut (col alemana fermentada), quesos muy curados (parmesano
reggiano y similares), kéfir y encurtidos (pepinillos en vinagre, pickles, etcétera).

La vitamina C puede ayudar a fortalecer las defensas de tejidos y mucosas.

Cómo interpretar los resultados


La concentración normal de bacterias en una mujer sana suele ser inferior a las 2.000 colonias/ml por pecho.

El estafilococo epidermidis se ha considerado tradicionalmente una bacteria saprófita (inocua y propia de la


flora bacteriana normal), incluso cuando aparece en cantidades muy elevadas. Hoy sabemos que puede ser
un agente infeccioso [PDF]. En mujeres sanas, no suele hallarse en concentraciones superiores a 600-800
colonias/ml por pecho. Los estafilococos aureus solo están presentes en un 20% de las mujeres, y en estos
casos no suelen superar las 300 colonias/ml. Cuando proliferan, son los más agresivos y causantes de
destrucción de tejido e incluso abscesos.
Habitualmente, los estreptococos no se hallan en una concentración superior a 500 colonias/ml. Menos
frecuentes son otras bacterias como Corynebacterias o Rottias.

Puedes estar tranquila, porque el exceso de bacterias en tu leche no causará ningún daño a tu bebé, sólo
en algunas ocasiones causa muguet (cándidas en su boca) o eritema de pañal. Es a ti a quien te causa
problemas y dolor.

Según los estudios antes citados los antibiogramas siempre responden a un patrón similar: las bacterias
responsables del problema son resistentes a los antibióticos más habituales, como amoxicilina con
clavulánico, amoxicilina y cloxacilina, y los fármacos más adecuados ―a la vez que fáciles de conseguir y
compatibles con la lactancia― son el ciprofloxacino y las sulfamidas.

Una vez tienes el resultado y el médico te ha pautado el tratamiento adecuado puedes comprobar que los
medicamentos son compatibles con la lactancia entrando en esta web: www.e-lactancia.org.

¿Es posible tratar este dolor sin antibiótico?


Juan Miguel Rodríguez, microbiólogo de la Universidad Complutense de Madrid, y su equipo han
demostrado que, en el caso de infecciones leves y moderadas, funciona ―aunque de manera más lenta―
la administración a la madre de probióticos como lactobacilos aislados de la leche materna, tomados tres
veces al día. Los efectos se notan a partir de una o dos semanas de administración. A falta de estos se
pueden usar otros probioticos disponibles en el mercado, lo importante es mejorar la flora intestinal y
aumentar su biodiversidad, ya que la flora bacteriana de las glandulas mamarias va directamente
relacionada.

También es posible tratar estas afecciones con extracto de semilla de pomelo en cápsulas, a la venta en
farmacias y herboristerías. Pero este tratamiento tiene ciertas limitaciones: no hay pruebas científicas
publicadas sobre su eficacia, sólo parece funcionar en infecciones leves o moderadas y a largo plazo,
cuando se llevan más de dos semanas de tratamiento.

En la Complutense de Madrid están investigando otros tratamientos que pasarían por aumentar la respuesta
inmunitaria en la madre. Aunque hoy en día existen muchos fármacos inmunosupresores, no existe ningún
medicamento que potencie el sistema de defensas del organismo. Hasta la fecha, no se ha demostrado la
utilidad de ninguno de los que existen en el mercado, o bien se usan como placebo.

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