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MARTHA CADAVID
Víctima de crímenes de estado. Espera indemnización
“Después de despedir a mi hijo no volví a saber de él. Tenía que presentarse al batallón en Chocó, donde
prestaba servicio desde el 10 de junio de 2011. Estuve con él en el juramento de bandera y me tomé fotos, y
estuvimos hasta el 2 de octubre cuando regresó al batallón.
Eso fue un domingo, y al jueves volvimos a conversar. No volví a saber de él. Le marqué al teléfono y no me
contestaba. Yo llamaba al batallón y me decían diferentes cosas. El coronel me decía una cosa, que esperara
que él de pronto aparecía, que había desertado con otros compañeros y que se vino para Medellín, que el
único que pasó aquí fue él y que porque los otros se devolvieron. Un día después de una intensa búsqueda por
saber del paradero de mi Santiago soñé con él y me dijo que en 16 días venía, y en 16 días lo encontré porque
un auxiliar de la Sijín me dio un número y me dijo que preguntara, pero tres meses después de que estaba
muerto. El patrullero me dijo que hablara con un capitán y cuando lo contacté, este señor me expresó: ‘muy
bueno que apareció un familiar de ese joven enterrado el 9 de octubre como n.n.’ A él lo encontraron tres días
después de su muerte un campesino que avisó a la Defensa Civil y lo llevaron al hospital de Tadó, Chocó,
porque el mismo mayor me dijo que se cansó de llamar a todos los batallones y le dijeron que estaban
completos pero que los soldados estaban en el área, pero faltaba mi hijo. Ya llevo cuatro años en esta lucha.
Pero me han querido engañar. Siempre que pregunté por él me decían que me iban a pasar a un soldado que
vio que lo habían tirado al río. Con el resultado de la necropsia me enteré que mi Santi no tenía agua en los
pulmones pero sí orificios de bala, de las mismas balas del Ejército. En abril del año pasado le hicieron una
exhumación pero vi que faltaba la tapa del cráneo y después en Medicina Legal me dijeron que se les había
perdido una de las balas que el tenía en un orificio en la pierna. Mi muchacho era muy mimado. El día de la
exhumación lo sentí junto a mí pidiéndome que le rascara la cabeza. Fue un sueño muy bonito. Es hora de
parar la guerra”
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