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Caín se fue muy enfadado y buscó a su hermano a quien con engaños lo llevó lejos
y le quitó la vida.
Asustado escuchó la voz de Dios que todo lo sabe y todo lo escucha:
– Caín donde está tu hermano.
– Acaso yo soy su guardián, le contestó.
El Arca de Noé
Como Dios vio que la maldad en el mundo
se esparcía como la mala hierba decidió
salvar a aquellos hombres con bondad en
su corazón. Quienes todavía no habían
sido tocados por la soberbia. Y vio en Noe
a un hombre bueno, con un corazón puro y
con una familia ejemplar y le ordenó:
-Noe construye un arca y mete en el a toda tu familia, a tu esposa y a tus hijos y a
sus esposas también. Debes de asegurarte que también entren animales de todas
las especies y vegetales.
Y así Noe empezó a construir el arca y cuando estuvo terminado empezó a meter a
todos los animales hembra y macho, conforme a la voluntad de Dios cerro las
puertas y ventanas.
El poder de Dios hizo que se diera un gran diluvio y que todos los pecadores no
pudieran salvarse pues llovió sin parar por cuarenta días.
Cuando las aguas se calmaron Noe en su arca envió a una paloma mensajera para
tener la certeza de que había tierra seca en algún lado.
Pronto llegó la paloma con una rama seca y Noe abrió la puerta del arca e inició una
vida nueva sobre la faz de la tierra junto a su familia. Dios bendijo a Noé y a sus
hijos y dijo: Crece y multiplicaos y poblad la tierra.
David y Goliat
David era el menor de los hijos de Jesé, y Samuel,
inspirado por Dios, lo había ungido para que fuera el
nuevo rey.
Saúl cayó enfermo de una tristeza que le impedía tener
sosiego y le aconsejaron que escuchase música como
remedio a su mal. David era conocido por su arte en
tocar el arpa. Por esto fue llamado a la corte de Saúl.
El rey se quedó prendado de las cualidades del muchacho.
Además de deleitarse escuchando su música lo tomó como escudero.
Los filisteos reorganizaron su ejército y fueron a atacar a Israel. Estaban ambos
ejércitos frente a frente. Del bando filisteo se adelantó Goliat, un soldado gigante, y
retó a que saliera un israelita a pelear contra él. Todos se atemorizaron, pero David
convenció a Saúl para que le permitiera salir. Tomó su cayado de pastor; puso en
el zurrón cinco guijarros del torrente y, con la honda en la mano, salió al encuentro
de Golíat. Cuando estuvo a buena distancia, puso un guijarro en la honda; restalló
un trallazo en el aire y Goliat cayó despíomado. Le había dado en la frente. Corrió
David y con la espada del mismo Goliat le cortó la cabeza. El ejército filisteo se batió
en retirada. Saúl los persiguió y consiguió una nueva victoria.
Torre de Babel
Cuenta la leyenda que, en una época de
nuestra historia, después del Diluvio, todo
el mundo hablaba una misma lengua y
empleaba las mismas palabras. Y cuando
los hombres emigraron desde Oriente,
encontraron una llanura en la región de
Senaar y se establecieron allí. Entonces
se dijeron unos a otros:
– “¡Vamos!, Fabriquemos ladrillos y pongámoslos a cocer al fuego”.
Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla. Después los
hombres decidieron construir una gran torre cuya cúspide llegara hasta el cielo,
desafiando todos los límites que poseían.
Entonces Dios descendió para ver el trabajo de los hombres, y al ver la edificación
despertó su ira, al ver el orgullo de los hombres, y la insolencia que esto significaba.
De ese modo, decidió confundir a los hombres sus lenguas, para que no pudieran
entenderse. Así los dispersó de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar
la ciudad.
El nombre de dicha ciudad fue Babel (que es el nombre bíblico de Babilonia), porque
Dios confundió allí el lenguaje de toda la tierra.
Jacob y Esaú
LOS dos muchachos que ves son muy diferentes,
¿verdad? ¿Sabes cómo se llaman? El cazador es
Esaú, y el muchacho que cuida las ovejas es Jacob.
Esaú y Jacob eran hijos gemelos de Isaac y
Rebeca. Al padre, Isaac, le gustaba mucho Esaú,
porque era buen cazador y traía a la casa alimento
para que la familia comiera. Pero Rebeca amaba
más a Jacob, porque era tranquilo y apacible.
El abuelo Abrahán todavía estaba vivo, y podemos imaginarnos cuánto le gustaba
a Jacob oírle hablar acerca de Jehová. Abrahán al fin murió a los 175 años, cuando
los gemelos tenían 15 años.
Cuando Esaú tenía 40 años de edad se casó con dos mujeres de la tierra de
Canaán. Esto puso muy tristes a Isaac y Rebeca, porque estas mujeres
no adoraban a Jehová.
Entonces, un día pasó algo que hizo que Esaú se enojara mucho con su hermano
Jacob. Vino el tiempo en que Isaac iba a dar una bendición a su hijo mayor. Porque
Esaú era mayor que Jacob, Esaú esperaba recibir esta bendición. Pero ya Esaú
había vendido el derecho de recibir la bendición a Jacob. También, cuando los dos
muchachos nacieron, Dios había dicho que Jacob recibiría la bendición. Y esto es
lo que pasó. Isaac dio la bendición a su hijo Jacob.
Después, cuando Esaú supo esto, se enojó con Jacob. Estaba tan enojado que dijo
que iba a matar a Jacob. Cuando Rebeca supo esto, se preocupó mucho. Por eso,
le dijo a Isaac su esposo: ‘Va a ser terrible soportarlo si Jacob también se casa con
una de estas mujeres de Canaán.’
Por eso Isaac llamó a su hijo Jacob y le dijo: ‘No te cases con una mujer de Canaán.
En vez de eso, ve a la casa de tu abuelo Betuel en Harán. Cásate con una de las
hijas de su hijo Labán.’
Jacob obedeció a su padre, y enseguida empezó su largo viaje a donde vivían sus
parientes en Harán.