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Cabe agregar que vis, el vocablo latino que dio lugar a esta familia de
palabras, proviene de la raíz prehistórica indoeuropea wei-, ‘fuerza vital’.
Diego era un niño de siete años, vivía en un barrio de una gran ciudad,
tenía muchos amigos y una gran familia. Era hijo único, por lo que en casa
no tenía con quien divertirse, su madre era ama de casa y su padre
trabajaba mucho y solía llegar tarde, pero eso sí, no faltaba a ningún
desayuno con él y su madre.
Mamá era todo ternura y papá era un poco más frío pero no por ello le
quería menos. Era un día de febrero cuando se levantaron los tres y ocurrió
algo que él nunca había visto, ¡mamá llevaba un ojo morado!
Él preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?-
Pero papá irrumpió rápidamente y le dijo
– Nada Diego, es normal.
Pero todos los desayunos empezaron a hacerse extraños por la apariencia
de mamá y por el silencio. Un día mamá despertó con el labio partido y
Diego preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?
De nuevo irrumpía papá
-Nada Diego, es normal.
Pasaban los días y mamá levantaba con golpes en el cuerpo, en las
mejillas… y Diego quería saber
– ¿Qué te pasa por las noches mamá? Mamá callaba y papá decía
– Diego, no pasa nada, es normal.
Fin
Desaparecida
La llamaba “flaca”, solo así. Lo que menos importaba eran sus datos.
Nunca fueron necesarios, hasta hoy, cuando al pasar divisé su figura.
Intenté acercarme. Iba por la calle con la misma gracia de hace años. La
vi entrar al edificio, la seguí. La esperé en la entrada con la cabeza plena
de recuerdos.
Temí que cruzara sin darme cuenta. El conserje me miró extrañado. Reparé
en la hora, la gente que pasaba ya iba de regreso.
Hace 2 años le dió un ACV lo que lo dejó con una incapacidad para
caminar bien como antes asi que se jubiló por incapacidad.
Se volvió depresivo por verse inútil y también eso lo hizo agresivo, con mi
hermano de 18 discutían todo el tiempo... cuando llegaba de trabajar le
decía él:
- ¿Y? ¿Te cagaron mucho a pedos en el trabajo? Porque te tienen
cagando ahí, te tratan como perro... bla bla Y tus amigos esos vagos que
no pisen más acá porque los hecho bla bla bla...
Bueno el caso es que una vez la agarró de los pelos y mi hno la defendió, y
otra vez qeu mi hno no estaba la tuve que defender yo agarrándolo de las
orejas y tirándolo para atrás paar sacárselo de encima. Se me vino, me
corrío por parte de la casa, me tiró una silla y se calmó.
Igual le diej de todo lo que nunca le había dicho... Que se muera, que
para qué vivía si nadie lo quería ni él quería a nadie tampoco, que no
dejaba ser feliz a nadie, que no lo podiamos ni ver, que se inyectara todas
las dosis de insulina que consume juntas asi se moría, que como no me
tocó otro padre, etc, etc...
Desde ese día supe que alguien tenía que hacer algo. No les dije nada a
mi hermano ni mi vieja, y me fuí a la Comisaría de la Mujer, el menor y la
Flia. Mucha bola no me dieron... aúin siendo yo mayor de edad no me
quisieron tomar al denuncia, que la tenía que hacer mi vieja me dijeron.
Igual me anotaron en una hojita.. uan citación para mi viejo.. asi nomás en
uan fotocoia mal sacada y cortada, anotó la policía con uan letra de
nene de primer grado, hora y fecha para que se presentara...
Y me dijo:
-Mirá qeu después se puede volver peor... pero bueno...
-¿No se la podés dar vos?
- Yo no hablo con él, llevensela ustedes...
- Es que solo tenemos un auto viejo, a nafta... pero bueno se al vamos a
llevar...
Pasaron los dias y nada... yo llamaba a diario para ver si la habían traido y
nada...
Hasta que a la semana vinieron, estaba mi hermano solo en casa y se la
dejaron a él nomás.
A mi novio que siempre le contaba estas cosas nunca hizo mucho para
ayudarme... hoy salgo con un médico de 56 años, y en poco nos vamos
unos dias a Brasil. Será complejo de Edipo o solo que me gustó desde el día
en que lo ví. No sé, pero así estan las cosas.
Hace unos dias escuché algo inquietante, le decía que " la iba a cagar a
palos como la otra vez" y como yo aveces no estoy en casa, trabajo, no sé
lo que pasa cuando no estoy y si ella no dice nada.
En fin, no siento qeu haya ganado totalmente pero se que hay que seguir
en la lucha.
Gracias por haberme escuchado.
Hoy os contaré un cuento muy real.
Hace años hubo dos niñas que eran las mejores amigas.
Tan amigas, que juraron que su amistad duraría toda la vida y más allá de
ella. Lo compartían todo y aunque no se veían nada más que los fines de
semana y en vacaciones, se escribían cartas en las que se contaban sus
secretos.
Pero cada vez ese tiempo era más pequeño y cuando estaban los tres
juntos la amiga sentía que al novio no le caía bien, sobre todo cuando
recordaban momentos que habían vivido juntas y con los que tanto
habían disfrutado.
Poco a poco fueron cambiando las cosas y cada vez se veían menos.
Un día, fue a verla a su casa y al ver que no estaba su novio con ella la
invito a que salieran a tomar algo. Pero la amiga le dijo que no, que si se
enteraba su novio se enfadaría.
La amiga no lo entendía y trataba de hacerla ver que ella tenía que vivir
por ella y no por él. Pero hasta su familia en esto apoyaba al novio. ¿Qué
queréis que os diga? Una familia un tanto a la antigua.
Cuántos días lloró la amiga al sentir que esa amistad tan bonita se moría.
Pasaron algunos años y aunque, cuando se veían siempre, se saludaban,
la confianza que tanto las había unido había desaparecido. Sólo quedaba
el cariño de un recuerdo de infancia.
Dios mío, según contaba ella, le había tirado al suelo y le había dado
patadas en la espalda y en la tripa. Y al levantarla la dijo que sólo ella
tenía la culpa. ¿Eso era amor?
A veces pienso en ella y quiero creer que les va todo bien y que aquello no
volvió a repetirse, aunque en mi mente sí se ha quedado grabado. ¿Tenía
que haber hecho algo más? ¿Qué podía haber hecho?. Quizás si su
entorno hubiera sido otro todo hubiera sido diferente.
Cuando nos vemos, nos damos dos besos, pero nada nunca volvió a ser
igual. Creo que siempre se ha arrepentido de habermelo contado.
Historia de la violencia
Desde el siglo XIII la violencia disminuye en Europa Occidental de forma
continua e imparable. En el resto del mundo se repite el mismo fenómeno
aunque con menor intensidad. Esta es la atrevida tesis que Robert
Muchembled (Liévin, Francia, 1944) despliega a lo largo de estas páginas
en una revisión sociohistórica que abarca desde el final de la Edad Media
hasta la actualidad.
¡Y claro que lo estaba! Y para hacérselo saber sacudió todas sus ventanas.
- ¿Con que esas tenemos, eh? - gritó el príncipe- Pues prepárate ¡Esto es la
guerra! Y nunca he perdido ninguna.
Llegaron allí poco antes que la princesa, que se mostró encantada con
estado del palacio y con la mejora del carácter de su marido, que apenas
volvió a interesarse por las guerras. Y aquella paz duradera, junto con los
cuidados del príncipe, hicieron que el palacio volviera a su silencioso
sueño.
De aquel palacio único solo se sabe que fue desmontado piedra a piedra
y repartido por todo el mundo. Y que puede que alguna de sus piedras sea
hoy parte de tu casa, así que no dejes que tus enfados y tu mal humor
puedan causarle algún daño.