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Darío Mollá Llácer

PEDRO ARROPE,
CARISMA DE IGNACIO:
PREGUNTAS Y PROPUESTAS
PEDRO ARRUPE, CARISMA DE IGNACIO:
PREGUNTAS Y PROPUESTAS
Darío Mollá Llácer

Prólogo ................................................................................................................5
1. Cinco preguntas del Padre Arrupe a los cristianos de hoy ............7
1.1. La elección del P. Pedro Arrupe como 28º Prepósito General
de la Compañía de Jesús .................................................................... 7
1.2. Pedro Arrupe, carisma de Ignacio ..................................................... 8
1.3. Las cinco preguntas ........................................................................... 9
2. Arrupe: espiritualidad y mística ...............................................................17
2.1. ¿Qué es ser una «persona espiritual»?............................................... 18
2.2. Cristo pobre, humilde y crucificado .................................................. 19
2.3. Amor profundo a la «vera esposa de Cristo» .................................... 21
2.4. En plena disponibilidad interior y exterior ....................................... 23
Notas ..................................................................................................................... 27
Darío Mollá, sj. especialista en espiritualidad ignaciana. Miembro del equipo de Cris-
tianisme i Justícia, ha publicado en esta colección: Cristianos a la intemperie. En-
contrar a Dios en la vida (núm. 47, 2006), Acompañar la tentación (núm. 50, 2007),
Horizontes de vida (núm. 54, 2009), La espiritualidad ignaciana como ayuda ante la
dificultad (núm. 67, 2012) y El «más» ignaciano: tópicos, sospechas, deformaciones y
verdad (núm. 78, 2015).

Edita: Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel. 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
Edición: Anna Pérez i Mir - Revisión y corrección del texto: Pilar de la Herran
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Abril 2017

Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 10095-2017


ISBN: 978-84-9730-393-4 - ISSN: 2014-654X - ISSN (virtual): 2014-6558
Impreso en papel y cartulina ecológicos

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acceso, rectificación, cancelación y oposición dirigiéndose por escrito a c/ Roger de Llúria 13, Barcelona.
PRÓLOGO

El P. Pedro Arrupe fue Prepósito General de la Compañía de Jesús


desde el 22 de mayo de 1965 en que fue elegido hasta el 3 de septiem-
bre de 1983, cuando presentó su renuncia a la Congregación General
33ª de la Compañía, como consecuencia de una trombosis cerebral
sufrida el 7 de agosto de 1981 y que, desde esa fecha, le impidió se-
guir cumpliendo con su servicio al frente de los jesuitas. Tras su renun-
cia, aún vivió ocho años en la enfermería de Roma, donde murió el 5
de febrero de 1991. En 2015, se cumplieron los cincuenta años de su
elección como General y, en 2016, los veinticinco años de su muerte.

La labor y el legado de Pedro Arrupe a Así lo expresó el P. Ignacio Igle-


la Compañía de Jesús y a la Iglesia son sias, uno de sus más íntimos colabora-
inmensos. Persona clave en la renova- dores durante muchos años:
ción de la Iglesia y de la vida religiosa
promovida por el Concilio Vaticano II, «[…] sin duda, uno de los mayores
dinamizador de la misión de la Compa- servicios de Pedro Arrupe, todavía
ñía de Jesús en la línea fe-justicia, pro- apenas analizado y comprendido
motor de iniciativas pioneras en el diá- como tal, es el de la reinterpreta-
logo con el mundo y con las diversas ción de Ignacio de Loyola, de la
tradiciones religiosas, o en la atención que ya no se podrá prescindir en el
a los más pobres, como los refugiados. futuro, en un largo futuro. Misión,
Una aportación fundamental suya fue disponibilidad, opción por los po-
la recuperación del carisma ignaciano bres, sentido trinitario, fe-justicia…
y su relectura actualizada. deben a Arrupe el poder ser hoy ca-
5
minos transitables y transitados de jesuitas, han adoptado la espiritualidad
hecho ya por muchos no solo en la ignaciana como punto de referencia de
Compañía de Jesús, sino dentro de su seguimiento de Jesús.
la espiritualidad ignaciana». El presente cuaderno, que consta
de dos partes, pretende dar respuesta
Cinco de los escritos más signifi- a esta dificultad. En la primera parte,
cativos del P. Arrupe sobre el caris- «Cinco preguntas del Padre Arrupe a
ma ignaciano fueron ya objeto de un los cristianos de hoy», tomo como pun-
libro.1 Los textos seleccionados eran to de partida una conferencia –pronun-
las conferencias «Inspiración trinitaria ciada en más de una ocasión ante un
del carisma ignaciano» (8 de febrero público mayoritariamente no jesuita–
de 1980); «La misión apostólica, clave sobre los desafíos y las cuestiones que
del carisma ignaciano» (7 de septiem- el P. Arrupe dirigiría a los cristianos de
bre de 1974); «Servir solo al Señor y a hoy desde el corazón de la espirituali-
la Iglesia, su esposa, bajo el Romano dad ignaciana. Creo que es un material
Pontífice, vicario de Cristo en la tie- que se presta al examen personal y a la
rra», (18 de febrero de 1978); «El modo reflexión y el diálogo de grupos y co-
nuestro de proceder» (18 de enero de munidades. La segunda parte, «Arru-
1979) y «Arraigados y cimentados en pe, espiritualidad y mística», parte de
la caridad (Ef. 3,17)» (6 de febrero de otra conferencia que tuve ocasión de
1981). Aunque una selección de solo pronunciar en un ciclo organizado por
cinco conferencias es, obviamente, li- la Universidad de Comillas, y en la que
mitada, pues los escritos y charlas del pretendo ir al meollo de la experiencia
P. Arrupe sobre el carisma ignaciano espiritual de Pedro Arrupe. Creo que
son muchos, considero que se reunie- puede ser un texto que ayude a la inte-
ron los más significativos. riorización sobre la propia experiencia
A pesar de ello, el inmenso valor espiritual.
de estos documentos para compren- Este cuaderno, pues, puede consi-
der la espiritualidad ignaciana en sus derarse un material en continuidad con
elementos fundamentales puede que- el cuaderno 76, dedicado a la conferen-
dar «oculto» ya que son conferencias cia del P. Arrupe, Hombres y mujeres
preparadas y pronunciadas pensando para los demás, y un agradecimiento y
básicamente en la Compañía de Jesús homenaje a la persona que hizo posible
y, por tanto, con muchas referencias la centralidad de la opción fe-justicia
que a los no jesuitas les pueden re- en la Compañía de Jesús, y que nos
sultar extrañas o inútiles. Y sería una lleva de la mano de su propio carisma
pena que este detalle impidiese sabo- y sabiduría a encontrarnos con lo más
rear y aprovechar todo lo que de bueno nuclear y vivo de la espiritualidad igna-
pueden ofrecer a aquellos que, sin ser ciana.

6
1. CINCO PREGUNTAS DEL PADRE ARRUPE
A LOS CRISTIANOS DE HOY

El día 22 de mayo de 1965, la Congregación General 31ª de la Compa-


ñía de Jesús, reunida en la Curia General de la Compañía de Jesús en
Roma, elegía al P. Pedro Arrupe Gondra, bilbaíno, Provincial de Japón
hasta entonces, como su 28º Prepósito General, tras la muerte de su
antecesor, el jesuita belga P. Jean Baptiste Janssens. Esa elección
requirió tres votaciones para alcanzar la necesaria mayoría absoluta
de los electores congregados.2

1.1. La elección del P. Pedro nir las respuestas actuales que pide su
Arrupe como 28º Prepósito vocación, que funde su apostolado en
General de la Compañía de Jesús la Pasión y Resurrección de Jesucristo.
Era un perfil coherente con el momen-
Antes de la elección, y siguiendo el to renovador que estaba viviendo la
procedimiento habitual en estos casos Iglesia en pleno Concilio Vaticano II.
en la Compañía de Jesús, el P. Maurice De hecho, esta Congregación General
Giuliani había señalado algunas notas se iniciaba entre la tercera y la cuar-
del perfil deseable en el General a ele- ta etapa del Concilio, y tras una inte-
gir: una persona enteramente abierta al rrupción, la Congregación finalizaría
mundo, atenta a las necesidades de la con posterioridad a la conclusión del
Iglesia en un momento de renovación, Concilio, ya bajo la dirección del P.
que ame a la Compañía y sepa discer- Arrupe.
7
De entrada, el P. Arrupe no era el añadía que lo más importante de él
candidato mayoritario,3 sino que per- era esto segundo: su adentro y aquel
tenecía a un grupo de cuatro jesuitas que lo inspiraba y dirigía…».5
considerados como «elegibles» por un
número importante de congregados: b) El P. Arrupe intérprete de san Ig-
junto a él se encontraban los PP. Pao- nacio, al que la Compañía de Jesús le
lo Dezza, Roderick Mckenzie y John debe muchas cosas y, entre ellas, una
L. Swain. Los PP. Dezza y Swain, que de las más importantes para los que
significaban opciones más «continuis- nos alimentamos del carisma ignacia-
tas», fueron los primeros en ser descar- no: la reformulación del carisma adap-
tados. De los dos restantes, el P. Mc- tada a nuestros tiempos. En palabras de
kenzie, biblista canadiense, ofrecía un Ignacio Iglesias:
perfil más «intelectual», y el P. Arru-
pe un perfil más pastoral y misionero. «[…] sin duda, uno de los mayores
Queda clara, pues, la intención de la servicios de Pedro Arrupe, todavía
Congregación al elegir al P. Arrupe: apenas analizado y comprendido
elegir un perfil renovador y pastoral. como tal, es el de la reinterpretación
de Ignacio de Loyola, de la que ya
no se podrá prescindir en el futuro,
en un largo futuro… Misión, dis-
1.2. Pedro Arrupe, carisma ponibilidad, opción por los pobres,
de Ignacio sentido trinitario, fe-justicia… de-
ben a Arrupe el poder ser hoy ca-
Sobre la persona y significación del P. minos transitables y transitados de
Arrupe, se han publicado excelentes hecho ya por muchos no solo en la
biografías que aportan los datos más Compañía de Jesús, sino dentro de
relevantes.4 Así, pues, el foco sobre la espiritualidad ignaciana».6
el P. Arrupe «exterior», no es nuestro
objetivo actual; lo que nos interesa es c) El P. Arrupe profeta. Es signi-
centramos en tres de sus facetas clave: ficativo que la definición de profeta
que el papa Francisco hace en su carta
a) El P. Arrupe «interior», el jesuita «Testigos de la alegría» con ocasión
de una hondísima vivencia espiritual, del año de la Vida Consagrada parezca
que es la que anima su acción, su crea- un retrato del P. Arrupe:
tividad, su compromiso, su fuerza para
afrontar las dificultades: «El profeta recibe de Dios la capa-
cidad de observar la historia en la
«Uno de los hombres que mejor que vive y de interpretar los acon-
conoció al P. Arrupe escribió que tecimientos: es como un centinela
Arrupe era más conocido por fuera, que vigila por la noche y sabe cuan-
es decir, por su personalidad des- do llega el alba (cf. Isaías 21,11-
bordante, por lo que hizo, que por 12). Conoce a Dios y conoce a los
dentro, por la Fuente interior de hombres y mujeres, sus hermanos
donde manaba todo lo anterior. Y y hermanas. Es capaz de discernir,
8
y también de denunciar el mal del con la que voy a vivir mi vida y la
pecado y las injusticias, porque es hondura de mi compromiso con
libre, no debe rendir cuentas a más mis hermanos; sin esa experiencia,
amos que a Dios, no tiene otros mi compromiso va a estar tentado y
intereses sino los de Dios. El pro- amenazado de superficialidad.
feta está generalmente de parte de • De la vitalidad de mi experiencia
los pobres y los indefensos, porque de Dios, del Dios siempre nuevo
sabe que Dios mismo está de su y que habla de modo nuevo en las
parte».7 circunstancias de la historia, de-
penderá mi creatividad; creatividad
Este encuentro con el Arrupe inte- que no tiene que ver con artificios
rior, carismático y profeta ha significa- ingeniosos ni banalidades, sino con
do una profunda experiencia personal un deseo de servicio siempre atento
y espiritual. Para compartirla, valga la y, por ello, renovado.
propuesta de cinco preguntas, una a • Del vigor y la fuerza de mi expe-
partir de cada uno de los cinco docu- riencia de Dios va a depender la
mentos del P. Arrupe mencionados en constancia y la perseverancia en el
el prólogo. servicio y el compromiso con mis
hermanos, siempre amenazados
por las dificultades exteriores y los
desánimos y cansancios interiores.
1.3. Las cinco preguntas • Del contenido de mi experiencia de
Dios, de aquel rostro de Dios que
Estas son preguntas para dejarse afec- me es dado contemplar, va a depen-
tar por ellas, para interiorizarlas, para der mi modo de situarme en la vida,
convivir con ellas y que nos interpelen, mis actitudes vitales básicas.
y dar tiempo a que la respuesta salga
del corazón y no que sea una respuesta En la primera parte del documento,
inmediata y precipitada. Las respuestas el P. Arrupe hace una síntesis, a la vez
precipitadas a preguntas hondas suelen completa y sencilla, de la evolución
ser o muy superficiales o equivocadas. espiritual de san Ignacio desde su con-
versión en Loyola hasta su madurez,
tal como la expresa en su Diario Es-
1.3.1. Primera pregunta:
piritual. Una síntesis enormemente útil
¿Qué experiencia de Dios es la que
para quien quiera acercarse al proceso
me mueve y me sostiene? ¿Cuál es su
interior del santo de Loyola a lo largo
auténtica profundidad en mí?8
de toda su vida.
Sin duda alguna, la pregunta nos plan- En esa síntesis se va poniendo de
tea una cuestión fundamental y decisi- manifiesto el carácter trinitario de la
va, fruto de las convicciones básicas experiencia de Dios de san Ignacio,
que se formulan en el documento: experiencia que queda plasmada, de
un modo plástico y vigoroso, en la
• De la profundidad de mi experien- contemplación de carácter claramente
cia de Dios depende la profundidad trinitario de la Encarnación.
9
El Dios de Ignacio de Loyola es propone un modelo de vida en comu-
el Dios Trinidad: una Trinidad en un nidad: ser comunidad en comunión in-
profundo diálogo intratrinitario, y una terior para el servicio al mundo.
Trinidad volcada compasivamente so- El Dios de san Ignacio y de Arrupe
bre el mundo. El ad intra y el ad extra nos mueve al diálogo y a la compasión,
de la Trinidad. El Dios de Ignacio es al compromiso comunitario y al servi-
diálogo y compasión. Y ese Dios que cio al mundo.
es diálogo y compasión va a marcar
decisivamente toda la espiritualidad
1.3.2. Segunda pregunta:
ignaciana.
¿Cuál es la clave de integración de
A continuación, el P. Arrupe desta-
mi vida? ¿Cuál es su eje integrador?9
ca los elementos que el mismo san Ig-
nacio definió como propios de una es- Es muy importante que tengamos en la
piritualidad fundada en la experiencia vida una clave de integración, un eje en
del Dios Trinidad. Señala fundamen- torno al cual se articulen todas nuestras
talmente tres elementos y se detiene actividades y todas las dimensiones de
en comentarlos: vivirnos, como Cristo nuestra persona, un horizonte hacia
y en unión con Él, en misión; una mi- el cual miremos y tendamos en todo
sión que se realiza al modo de Cristo: aquello que hacemos y somos. Eso
en humildad, abajamiento y cruz; y, nos da una profunda unidad interior,
finalmente, ser contemplativos en la una armonía que sosiega, y nos evita
acción, la experiencia de la unión con la dispersión, el descontrol e incluso la
Dios en el ejercicio de la compasión. insatisfacción permanente o la ruptura
Tras explicitar las notas que san de nuestro equilibrio vital.
Ignacio hace derivar de su contempla- La intuición del P. Arrupe en este
ción de la Trinidad, el P. Arrupe inicia documento es que la clave de integra-
una reflexión muy honda y sugerente. ción, aquello que da unidad a la Com-
A partir de su experiencia trinitaria, pañía de Jesús, en su pluralidad y en
san Ignacio expuso los elementos pro- su diversidad de personas y de activi-
pios de su carisma. Pero ese carisma dades, es el sentido de misión. Sentido
admite nuevas profundizaciones, y de misión que deriva directamente de
al igual que sucedió con san Ignacio, la experiencia trinitaria y de vivirnos
ahondar en la experiencia del Dios Tri- como compañeros y seguidores de un
nidad nos descubrirá aspectos nuevos Jesús, que se vive a sí mismo como
del carisma ignaciano. el Enviado, cuyo alimento no es otro
La propia contemplación arrupiana que cumplir la voluntad del Padre que
del Dios Trinidad le lleva a subrayar le envía. Y esa misma propuesta es la
dos notas más del vivir «a la ignacia- que se nos hace a cada uno de nosotros
na». Para el P. Arrupe las personas de desde el carisma ignaciano: hacer de la
la Trinidad proponen el modelo de lo misión el eje de integración de nuestra
que significa ser persona: ser en rela- vida, hacer del servicio, del «ayudar»
ción, ser en donación y en entrega, ser ignaciano, nuestro horizonte vital.
persona «para los demás». Y la rela- Es esta una propuesta enormemen-
ción entre las personas de la Trinidad te valiosa porque es una propuesta vá-
10
lida para todas las actividades de nues- sintetiza en tres palabras: «con la an-
tra vida, y no solo para las actividades, chura, con la hondura, y con la cerca-
sino para todas las dimensiones de una nía de Dios», es decir, con la universa-
vida humana: las relaciones interperso- lidad y la mirada amplia de Dios, con
nales, el cuidado de nosotros mismos, la profundidad de Dios, con el cariño
el descanso y también nuestras pasi- de Dios.
vidades, nuestras disminuciones. Para El centro de la misión es el hombre,
nosotros todo puede ser misión, ser- «todo el hombre y todos los hombres»
vicio, y vivirlo todo como misión nos en su dimensión individual y en su di-
dará sentido y unidad. La propuesta de mensión social, y la fidelidad y el rigor
la misión como eje de integración es en la misión nos pide un permanente
también una propuesta válida para to- discernimiento para captar las nuevas
dos los momentos y etapas de la vida, necesidades y las respuestas adecuadas
que se pueden vivir como «misión», a ellas.
con formas distintas de concretarla se-
gún las propias posibilidades.
1.3.3. Tercera pregunta:
En esta conferencia el P. Arrupe
¿Me siento Iglesia? ¿Vivo mi misión
hace un exhaustivo análisis del con-
como en la Iglesia y en la Iglesia?10
cepto ignaciano de misión desde muy
distintos puntos de vista, algunos refe- Esta pregunta puede suscitar cierta in-
ridos específicamente a la misión de la comodidad en algunas personas, pero
Compañía de Jesús, y otros válidos y es una pregunta absolutamente nece-
aplicables a todas las personas. E insis- saria, y ha de plantearse precisamente
te en que el concepto de misión es «la en este momento, desde la fidelidad
llave maestra», la que abre todas las al mensaje espiritual del P. Arrupe, y
puertas, para entender y profundizar desde la fidelidad del P. Arrupe al ca-
en el conocimiento del carisma igna- risma ignaciano.
ciano. Quizá por eso, cabe recordar que
De todas sus reflexiones y aplica- las relaciones del P. Arrupe, y del mis-
ciones hay dos que vale la pena des- mo san Ignacio, con los papas no fue-
tacar: ron siempre fáciles, e incluso atrave-
a) Aquella que dice que la misión saron momentos muy difíciles. Así lo
nos da una clave para nuestra con- expresa con claridad y delicadeza José
templación del evangelio. Vivirnos en A. García:11
misión nos invita a preguntarnos qué
nos sugiere cada pasaje evangélico que «El amor y devoción del P. Arru-
contemplemos, para cumplir mejor la pe hacia la Iglesia y la figura del
misión recibida, y qué lección concreta Papa no fue menos que el de san
podemos aprender de ese pasaje para Ignacio. Hay muchos datos que lo
nuestra vida de apóstoles. corroboran. La diferencia puede
b) Cuando el P. Arrupe aporta el estar en que el santo, curtido ya en
vivirnos en misión, nos da un modo mil batallas y persecuciones, pres-
de leer el mundo. En definitiva, es el tó más atención que Arrupe a las
modo de leer el mundo de Dios, que él mediaciones eclesiásticas, tal vez
11
necesarias, pero excesivamente in- cio con la que el P. Arrupe acaba esta
trincadas y espesas para su modo conferencia:
de ser y proceder».
«Cuanto al deseo tan bueno y san-
Queremos centrar la atención so- to… que fuesen algunos [de la Com-
bre el verbo utilizado en la pregunta: pañía] para España, y otros para la
el verbo «sentir». Es un verbo muy ig- India, también yo lo deseo. Y aun
naciano, al que san Ignacio da un con- para otras muchas partes. Mas, co-
tenido muy especial, y que es el verbo mo no somos nuestros ni queremos
que utiliza en sus Reglas para «el senti- [serlo], nos contentamos con pere-
do verdadero que en la Iglesia militan- grinar dondequiera que el Vicario
te debemos tener»,12 que son, conviene de Cristo nuestro Señor mandando,
notarlo, unas Reglas de comunión y nos enviare…».14
discernimiento. El mismo P. Arrupe,
en esta conferencia, nos da una precio- Las características propias del ser-
sa definición del «sentir» ignaciano: vicio, noción clave en la espiritualidad
ignaciana, son otro de los temas que
«No es un mero conocimiento in- el P. Arrupe aborda en esta conferen-
telectual. Es un conocimiento im- cia. En un momento determinado de la
pregnado de afecto, fruto de expe- misma califica este servicio de modo
riencia espiritual, que compromete magistral con cuatro adjetivos: «in-
a todo el hombre».13 condicional, ilimitado, magnánimo y
humilde».15
El «sentirnos en Iglesia» nos abre El modo ignaciano del servicio es
a tres dimensiones muy importantes el servicio asumido con una disponibi-
para nuestro seguimiento de Jesús «a lidad plena, sin condición ni exigencia
la ignaciana» y para nuestra misión: la de contrapartida alguna; sin límite, sin
comunión, la universalidad y la dispo- poner ninguna frontera de ningún tipo
nibilidad. a ese servicio; con grandeza de espíri-
La comunión con toda la Iglesia en tu, con una generosidad que está dis-
el servicio a una misión que no es la puesta a darlo todo y a darse todo, y,
nuestra, sino la misión de Cristo, que precisamente por eso, con la humildad
compartimos con todos los demás cris- de quien, porque está dispuesto a todo,
tianos. La comunión evita que haga- está más dispuesto que nadie a asumir
mos de la misión nuestra propiedad o, lo pequeño, lo escondido, lo que no
lo que sería peor, nuestro capricho. La tiene relieve humano y a implicarse
universalidad nos hace auténticamen- con los más pequeños y con los más
te servidores en el espíritu del «más» pobres.
ignaciano que quiere hacerse presente Ese «sentirse» Iglesia y vivir y ac-
donde más necesidad haya y donde el tuar su misión en Iglesia no ha sido ni
servicio sea más urgente o difícil. Y la es siempre fácil, y por ello no es cues-
disponibilidad que nos hace servidores tión solo de voluntad de comunión,
en plenitud y gratuidad, al modo evan- sino también de discernimiento activo.
gélico. Es preciosa la cita de san Igna- En ese discernimiento juegan su papel
12
los criterios de las famosas Reglas Ig- gerente la vinculación que hace entre
nacianas. Como no podría ser de otro el «más» ignaciano y el cambio. Cam-
modo, el P. Arrupe las menciona en biar es una exigencia del «más» en el
este documento y, sin entrar en una servicio y en la fidelidad a la misión.
exégesis pormenorizada de las mis- Aparecen también en este documen-
mas, las propone como criterios de dis- to unas reflexiones muy hondas sobre
cernimiento en cuatro problemáticas el cambio y sus criterios. Reflexiones
eclesiales del tiempo de san Ignacio que reflejan las propias tensiones a las
que siguen vigentes hoy: que se vio sometido el gobierno del P.
Arrupe, tanto en el interior de la Com-
• La pretensión de un cristianismo pañía como en su relación con otras
sin Iglesia. instancias eclesiales. La tensión entre
• La ilusión de una Iglesia sin estruc- los que no saben distinguir lo esencial
turas exteriores. de lo secundario y consideran que todo
• El modo de plantear la crítica en el es esencial y que, por tanto, todo es in-
interior de la Iglesia. tocable y no se puede cambiar nada, y
• El modo de situarse en las contro- los que pretenden cambiarlo todo sin
versias teológicas en el interior de atender a elementos que son esencia-
la Iglesia. les y que deben pervivir a pesar de los
cambios.
Nos movemos, pues, en un segun-
1.3.4. Cuarta pregunta:
do nivel de discernimiento. No solo
¿Estoy activo en mi discernimiento?
el discernimiento sobre necesidades
¿Estoy abierto a los cambios
nuevas y respuestas nuevas, sino el
que la misión me pide?16
discernimiento sobre la legitimidad
Hablar de misión y hablar de servicio carismática de las nuevas respuestas y
plantea de inmediato el tema del dis- de los cambios que dichas respuestas
cernimiento. Servir es responder a las piden. El discernimiento que distingue
necesidades del mundo y de la Iglesia, lo grande de lo pequeño, lo permanen-
y no solo servir, sino, en la línea ig- te de lo transitorio, lo universal de lo
naciana, buscar el «mejor servicio». local, lo sustancial de lo accidental.
Discernir es estar atentos a esas nece- Así pues, el documento es un ejer-
sidades y preguntarse con honestidad cicio de discernimiento sobre el ca-
y criterios evangélicos qué podemos risma ignaciano, e invita al discerni-
hacer ante esas necesidades. miento de cada uno de nosotros sobre
El documento «Nuestro modo de el permanente cambio que la fidelidad
proceder» responde a una de las gran- a la misión nos pide. Además, señala
des preocupaciones de Arrupe: qué he- elementos esenciales del carisma igna-
mos de cambiar, en nuestra vida y en ciano y otros elementos accesorios y
nuestra acción, para mejor servir en un cambiantes.
mundo que está en permanente cam- En el momento final de su reflexión,
bio. Así, pues, ¿qué hemos de cambiar Arrupe se pregunta por cuáles deberían
para no responder al hoy y al mañana ser en este momento las actitudes bá-
con las soluciones de ayer? Es muy su- sicas de quien quiere afrontar la vida
13
desde las propuestas ignacianas. Y di- poco lo que podríamos añadirle o qui-
seña una especie de retrato o perfil for- tarle.
mado por once actitudes, de las cuales
tres serían particularmente aplicables a
1.3.5. Quinta pregunta:
los jesuitas. Las ocho restantes tienen
¿Mi caridad está «afectada»
un carácter universal y plena vigencia,
por la injusticia que hay en el mundo?
y son:
¿La lucha por la justicia
es una dimensión de mi vida?17
• El amor y la relación personal con
Cristo persona como centro y nú- Este documento representa práctica-
cleo de mi experiencia vital. mente el testamento del P. Arrupe, ya
• La disponibilidad entendida como que se trata de una conferencia pronun-
prontitud, agilidad, libertad para la ciada en febrero de 1981, unos pocos
misión y para nuevas fronteras de meses antes de que sufriera la trombo-
misión. sis que causó el final de su actividad
• El sentido de gratuidad que tiene efectiva como General de la Compañía
que ver con la pureza y limpieza de Jesús, aunque no el final de su tes-
en nuestras intenciones, objetivos y timonio de fe y de vida. Testamento,
modos de actuar. por una parte, y documento de síntesis,
• La universalidad que nos lleva a ir por otra. Una síntesis en la que el P.
más allá no solo de las fronteras fí- Arrupe quiere destacar la inseparabili-
sicas, sino de toda forma de discri- dad del amor cristiano, el servicio a la
minación. fe y la promoción de la justicia. En su
• La sensibilidad para lo humano y la intervención reafirma desde su honda
solidaridad con el hombre concre- espiritualidad, y desde una lectura pro-
to; Arrupe define esta sensibilidad funda de san Ignacio, la opción tomada
con una preciosa expresión: «sen- por la Congregación General 32 de la
sus hominis». Compañía de Jesús al definir la misión
• La búsqueda de la calidad en aque- de la Compañía como servicio de la fe
llo que se hace: huir de la frivoli- y promoción de la justicia, unidos de
dad, la demagogia, los dogmatis- forma inseparable.
mos y los tópicos… A todos nosotros nos advierte que
• El amor a la Iglesia, a toda la Igle- en un mundo donde existe tanta injus-
sia, a todo el pueblo de Dios (je- ticia estructural, y donde existe tanto
rarquía y pueblo), amor hecho de sufrimiento debido a la injusticia, una
voluntad inequívoca de comunión caridad que no es afectada por la in-
y de ejercicio de discernimiento justicia, y que no se compromete en la
responsable. lucha por la justicia, no es la auténtica
• El sentido del discernimiento, en caridad cristiana, ni, en consecuencia,
actitud de permanente búsqueda y la ignaciana. Y que así como sin cari-
escucha del Señor. dad no hay vida cristiana, sin compro-
miso por la justicia tampoco la hay.
Casi cuarenta años han pasado Al hilo de esta reflexión de fondo,
desde esta descripción y creo que es la conferencia tiene aportaciones mag-
14
níficas. Por ejemplo, la interpretación en la verdad». Por escoger una breve
que hace de los Ejercicios de san Igna- frase de síntesis de su análisis pode-
cio como una pedagogía experiencial mos entresacar del número 64 de esta
del amor, y la relectura del proceso de conferencia aquella que afirma que «la
los Ejercicios en esa clave. O la enu- caridad es la vanguardia de la justicia».
meración y descripción de las carac- Para finalizar esta reflexión sobre el
terísticas de la caridad ignaciana, y en P. Arrupe reproduciremos literalmente
ella, detalles preciosos sobre la rela- dos de sus preguntas.
ción entre san Ignacio y sus primeros La primera de ellas figura en el
compañeros, o las actividades del san núm. 41 de esta conferencia:
Ignacio General de la Compañía de
Jesús con los diversos grupos de los «Yo me pregunto cuál sería hoy la
marginados y excluidos de la Roma de actitud de Ignacio ante los desastres
su época, o la conducta de los primeros de nuestra época: los fugitivos del
jesuitas ante catástrofes humanitarias. mar, las multitudes hambrientas
Hecho ese repaso del amor como en el cinturón del Sahara, los re-
clave de la espiritualidad ignaciana, fugiados y emigrados forzosos…
dedica otra parte importante de su con- ¿Sería equivocado pensar que él en
ferencia a poner de manifiesto, a partir nuestro tiempo hubiera hecho más,
de textos de san Juan y de san Pablo, hubiera hecho las cosas de otra ma-
la inseparabilidad del amor a Dios y al nera que nosotros?».
prójimo.
Finalmente, analiza desde diver- Y la segunda se la hacía a sus her-
sos ángulos la relación entre justicia manos jesuitas al comenzar la Con-
y caridad, una relación que no ha sido gregación General 32, y nos la hace a
fácil muchas veces. Sorprende la coin- nosotros hoy, cuarenta años después:
cidencia de los argumentos de Arrupe
respecto a esta cuestión con los argu- «Es mucha verdad que los proble-
mentos que en el año 2009 utilizará mas nos desbordan y que no lo po-
Benedicto XVI al abordar la misma demos todo. Pero lo poco que pode-
cuestión en su encíclica «La caridad mos ¿lo hacemos todo?».18

15
2. ARRUPE: ESPIRITUALIDAD Y MÍSTICA

Debo comenzar esta reflexión con una confesión de sencilla hones-


tidad sobre aquello que puedo aportar. Mi conocimiento personal del
P. Arrupe se limitó a un único y breve encuentro, en Madrid, en una
de sus visitas a España en los primeros años de mi formación como
jesuita. Lo que hubo en aquella ocasión fue un breve saludo y la parti-
cipación en una charla colectiva y el diálogo posterior.

Es evidente, pues, que la finalidad no Así, pues, ¿qué nos dice y qué nos
es aportar un testimonio de carácter aporta hoy a nosotros, cristianos del
personal y de la hondura espiritual siglo xxi, el talante espiritual y la ex-
como los que nos ha legado el P. Igna- periencia mística de Pedro Arrupe?
cio Iglesias, que fue su estrecho cola- Si consigo iluminar algo de esa apor-
borador personal durante tantos años.19 tación contribuiré, además, al cumpli-
Ni tampoco un testimonio desde la miento, veinticinco años después de su
cercanía vital del P. Lamet, excelente muerte, de lo que era uno de sus objeti-
biógrafo del P. Arrupe. Es a partir de vos prioritarios cuando formulaba por
la lectura de bastantes escritos suyos escrito y públicamente su experiencia
y sobre él, y de la preparación duran- espiritual.
te muchos meses del libro citado en el En efecto, en su Invocación a la
prólogo, que me siento legitimado para Trinidad, escrita al final de su confe-
responder algunas cuestiones en torno rencia «Inspiración trinitaria del caris-
al P. Arrupe. ma ignaciano», le pide su luz para:
17
«[…] poder comprender el carisma no, y tal como el P. Arrupe lo vivió, es
de Ignacio, para poder aceptarlo y mucho más que eso.
vivirlo como se debe en este mo- En él lo «espiritual» no era un
mento histórico… (109)».20 tiempo abundante y cuidado sino mu-
cho más: una dimensión, y no cual-
Ahondemos pues en la persona- quier dimensión, sino la dimensión de
lidad espiritual del P. Arrupe y sus fondo, condicionante, motora y matriz
aportaciones fundamentales de rein- del resto de su vida. Su modo de tratar
terpretación del carisma ignaciano en a las personas, de resolver los asuntos
qué nos sugieren, qué nos cuestionan y de gobierno, de afrontar los proble-
estimulan a quienes hoy nos sentimos mas de la Compañía, de tomar inicia-
atraídos e interpelados por dicho ca- tivas con enorme creatividad, nacía y
risma como forma concreta de segui- encontraba su forma concreta a partir
miento de Jesús. de su experiencia espiritual. Y esa ex-
periencia espiritual resultaba enrique-
cida a partir de los desafíos y cuestio-
namientos de la vida. Lo espiritual no
2.1. ¿Qué es ser una «persona como tiempo sino como dimensión,
espiritual»? como dimensión clave. Y lo espiritual
iluminado y enriquecido también por
El contacto profundo con la experien- las experiencias de la vida. Nos encon-
cia de una persona del carisma per- tramos con la puesta en práctica del
sonal y de la fuerza espiritual del P. famoso círculo acción-contemplación
Arrupe nos cuestiona y nos ilumina, del P. Jerónimo Nadal:
en primer lugar, casi como principio y
fundamento, sobre aquello que pode- «Este es el círculo que yo suelo de-
mos entender por «persona espiritual» cir que hay en los ministerios de la
y por auténtica espiritualidad, al me- Compañía: por lo que vos hicisteis
nos en clave ignaciana. con los prójimos y servisteis en ello
Muchas veces consideramos que a Dios, os ayuda más en casa en la
para ser persona espiritual basta con oración y en las ocupaciones que
dedicar un tiempo cada día, mayor o tenéis para vos; y esa ayuda mayor
menor, a la práctica de determinados os hace que después con mayor áni-
ejercicios espirituales o de piedad. En mo y con más provecho os ocupéis
tal caso, la persona sería más o menos del prójimo».21
espiritual en función del tiempo que
dedicara a esos ejercicios y del cuida- El profundo diálogo entre expe-
do y la calidad de los mismos. Eviden- riencia espiritual y desafíos de la vida
temente, la práctica y cuidado de unos de Pedro Arrupe, al ser tan profunda
tiempos de oración, lectura espiritual u su experiencia espiritual y tan rica su
otras actividades semejantes es necesa- experiencia de la vida, hizo posible esa
ria y forma parte del modo de vida de relectura viva del carisma ignaciano
una «persona espiritual», pero ser una que es, en palabras de Ignacio Iglesias,
«persona espiritual» al estilo ignacia- «uno de los mayores servicios de Pedro
18
Arrupe… del que no se podrá prescin- a continuación subrayaremos algo del
dir en el futuro, en un largo futuro».22 modo como él las vivió pensando so-
Entendida como dimensión, y co- bre todo en cómo nos pueden interpe-
mo dimensión de fondo, la experiencia lar y ayudar hoy.
espiritual ejerce una enorme fuerza in-
tegradora de los diversos aspectos de
la vida. Integrar no es simplemente su-
mar o añadir; integrar es poner en una 2.2. Cristo pobre, humilde
misma dirección, tendiendo hacia un y crucificado
mismo horizonte, convergiendo en
un mismo estilo, todo el conjunto de «Nota esencial del carisma ignacia-
actividades y tareas de la vida. Si lo no, y de claro origen trinitario en la
«espiritual» es solo un tiempo, no hay visión de La Storta, es que el segui-
integración: es un tiempo más, añadido miento de Cristo ha de hacerse en
a otros tiempos, y todos ellos forman humillación y cruz».24
un conjunto agregado pero no integra-
do. Solo si lo «espiritual» es una di- Son muchas las observaciones que
mensión, y una dimensión básica, ha- podríamos hacer sobre la importancia
brá integración, de la que el P. Arrupe y los acentos de la espiritualidad trini-
es modelo y guía: taria y cristológica del P. Arrupe. Son
bien conocidas tanto su conferencia
«Crece de día en día la figura de un sobre la «Inspiración trinitaria del ca-
Arrupe profundamente unificado risma ignaciano»25 como la «Invoca-
cuyo eje central es el Dios encarna- ción a Jesucristo modelo» que figura al
do, Jesucristo, y su proyecto sobre final de su conferencia sobre «El modo
el mundo. Ningún misterio tan cen- nuestro de proceder»:26 la lectura y me-
tral para él como la encarnación, tal ditación de ambos escritos nos permite
como la contempla san Ignacio en asomarnos y valorar lo que la persona
los Ejercicios. Ningún personaje de Jesús significaba para el P. Arrupe.
tan configurador de su vida como Como él mismo dijo en una sola pala-
Jesucristo: “Quitad de mi vida a Je- bra: «todo».
sús y toda ella se derrumbará como Centremos nuestra reflexión solo
un castillo de naipes” Ese amor en un aspecto de esa experiencia, as-
único y unificador era el fuego que pecto que es para nosotros, a un tiem-
alentaba su vida e irradiaba al ex- po, iluminador y nos interpela. Es, por
terior en una de las personalidades cierto, un aspecto fundamental, tanto
más fascinantes de la Iglesia del si- en el P. Arrupe como en san Ignacio:
glo xx».23 la contemplación de un Jesús pobre,
humilde y crucificado, que conlleva un
¿Cuál es el núcleo de esa poderosa seguimiento de Jesús en pobreza, hu-
experiencia espiritual de Pedro Arru- mildad y cruz.27
pe? Podemos escoger tres vivencias, Con ello, el P. Arrupe recoge un
sabiendo que dejamos fuera otras mu- dato básico de la vivencia y el lega-
chas: Jesús, Iglesia, disponibilidad. Y do espiritual de san Ignacio. Recor-
19
demos solo que en la determinante si mi coloquio es coloquio con Cristo
visión de La Storta es «Cristo con la crucificado, o por el contrario, nunca, o
cruz al hombro» quien dice a Ignacio solo en momentos muy excepcionales,
«Yo quiero que tú nos sirvas».28 Y en me pongo cara a cara con el Crucifi-
los Ejercicios la asociación de la po- cado. Si mi Cristo es el Cristo pobre,
breza, la humildad y la cruz con Cristo humilde y crucificado de Ignacio de
es constante. Ya en el primer ejercicio Loyola y de Arrupe o no. Es la inter-
de Primera Semana el ejercitante man- pelación que yo he sentido y que com-
tiene un coloquio con «Cristo nuestro parto.
Señor delante y puesto en cruz» [EE Y el que sea así, ¿tiene alguna im-
53]. La llamada del Rey eternal inclu- portancia? ¿Tiene algún significado o
ye seguirle «en la pena» [EE 95] y la consecuencia en nuestra vida práctica
respuesta de quien hace la oblación y concreta? Sinceramente, pienso que
de mayor estima y momento habla mucha. Y expongo brevemente tres
de «imitaros en pasar todas injurias apuntes:
y todo vituperio y toda pobreza» [EE a) Si mi contemplación cotidiana
98]. En el nacimiento de Jesús, Igna- y habitual de la persona de Jesús pasa
cio recuerda que el Señor nació «en de largo u olvida al Crucificado y se
suma pobreza y, a cabo de tantos tra- detiene solo en otros momentos, tam-
bajos de hambre, de sed, de calor y de bién importantes en la vida de Jesús,
frío, de injurias y afrentas, para mo- como son sus milagros, sus discursos
rir en cruz» [EE 116]. En el momen- y parábolas, su vida cotidiana antes de
to decisivo de la elección, resuena el la Pasión y la Cruz, estoy soslayando
sermón de Cristo Nuestro Señor que de alguna manera toda la dimensión
habla de «[…] pobreza contra riqueza de entrega, de entrega total y hasta
[…], oprobio o menosprecio contra el la muerte, que tiene la vida de Jesús.
honor mundano […] humildad contra Entrega que es la dimensión y aspira-
la soberbia…” [EE 146] y la tercera ción última del seguimiento del Señor.
manera de humildad es la que elige Y estoy abriendo paso, de un modo
«más pobreza con Cristo pobre que posiblemente inconsciente e involun-
riqueza, oprobios con Cristo lleno de tario, a un seguimiento débil, que no
ellos que honores, y […] ser más esti- soportará las contradicciones de todo
mado por vano y loco por Cristo […] tipo, los fracasos, las humillaciones y
que sabio ni prudente en este mundo» la cruz. Abriendo paso a un seguimien-
[EE 167]. to incluso magnánimo, lleno de buena
La interpelación que yo mismo voluntad y de buenas intenciones, que
he sentido leyendo y meditando los se sostendrá en el «éxito» (entendamos
escritos del P. Arrupe y su ignacia- este en el sentido que sea), pero que no
na vivencia de Cristo como el Cristo soportará el fracaso.
pobre, humilde y crucificado de los b) Si nunca me encuentro cara a
Ejercicios es también mi contempla- cara con el Crucificado, si mi oración
ción de Cristo, y, como fruto de ella, y mi contemplación no se hace nun-
el Cristo que ilumina mi seguimiento. ca, o solo excepcionalmente, al pie de
Planteado en lenguaje de Ejercicios, la cruz, si no hago mía esa mirada al
20
Crucificado que no es fácil pero que es 2.3. Amor profundo a la «vera
necesaria, puede suceder que cuando esposa de Cristo»
yo efectivamente, y por las diversas
circunstancias de la vida, me sienta «El principio ignaciano del “sentir
dolorido, humillado, empobrecido, con la Iglesia” entraña un amor pro-
víctima de cualquier forma de injus- fundo a la “vera esposa de Cristo” y
ticia, despojado de mi dignidad o de se manifiesta principalmente en la
mis fuerzas o de mis derechos, no sea fidelidad al Sumo Pontífice, Vicario
capaz de percibir que Jesús pasó antes de Cristo… Para Ignacio, la Iglesia
por ahí, y pasó por ahí también para jerárquica es Madre nuestra, esposa
que yo pudiera sentirle cercano en mi de Cristo, el amor la vivifica. No es
cruz. Sucederá entonces que justamen- una institución fría, sino una madre
te cuando sentimos la necesidad de te- providente».29
nerla cerca, nos parecerá lejana.
c) Si nunca me paro a mirar al El segundo aspecto que quiero des-
Cristo pobre y humilde, no será fácil tacar de la personalidad espiritual del
que descubra el rostro de Cristo en los P. Arrupe es su amor a la Iglesia. Y
pobres, los humillados, los explotados también su amor a la persona del Sumo
y los crucificados de nuestro mundo. Pontífice, del Vicario de Cristo. Al
Si Cristo es siempre para mí el Cristo igual que en san Ignacio, predominan
luminoso y amable de la mayoría de en él los términos de relación afectiva
las estampas, me será imposible reco- cuando habla de la Iglesia: madre, es-
nocerle en rostros desencajados por el posa de Cristo… El amor a la Iglesia
dolor, la marginación o la exclusión. es consecuencia inseparable del amor
Y, evidentemente, mis actitudes y mi personal a Cristo. Ignacio Iglesias ha-
forma de tratar a estas personas van a bla de un «Amor maduro, alma de una
ser radicalmente diversas si en ellas obediencia responsable, incluso en
descubro la mirada de Cristo o si no ocasiones no infrecuentes de tensión.
lo hago. Si no la descubro, podré ser Verdadera devoción, en el sentido
incluso humanitario y altruista, como más pleno, a las personas que en uno y
tantas personas bien nacidas y profun- otro tiempo representaron a Jesucristo
damente humanas que se conmueven como Siervos de los siervos de Dios».30
de verdad ante los sufrimientos de los Nunca las palabras del P. Arrupe sobre
pobres. Pero si en los pobres descubro el amor o el servicio a la Iglesia suenan
el rostro de Cristo Crucificado hay un como palabras de oficio y siempre son
más allá de eso: sentiré que los sufri- palabras nacidas del corazón. Solo la
mientos de esas personas son los de mi comprensión de ese amor nos puede
Cristo y los míos, que toda mi vida y dar también la medida de la intensidad
todas las dimensiones de mi vida que- de su dolor en las situaciones de difi-
dan afectadas por ellos y que la lucha cultad o tensión con la Santa Sede.
por la justicia no es simplemente una En su conferencia «El modo nues-
opción, ni siquiera la opción preferen- tro de proceder», núm. 51, describe las
cial, sino el ser o no ser de mi segui- formas concretas que adopta el amor a
miento de Jesús. la Iglesia:
21
• Es un amor hecho de apertura y res- ca tantas palabras, tantos gestos, tantas
peto profundo hacia todo creyente, actitudes, tantos sufrimientos, que sin
hacia su fe. ella no acabamos de entender. Y es esa
• Amor que se traduce en «tener áni- profunda vivencia de amor a la Iglesia
mo aparejado y pronto para obede- la que él intenta contagiar a sus herma-
cer en todo» [EE 353] a los legíti- nos jesuitas en todos sus escritos, dis-
mos pastores. cursos y conversaciones privadas.
• Amor que es apoyo al esfuerzo de b) Este es el contexto que posibilita,
los cultivadores de las ciencias sa- asimismo, la adecuada interpretación
gradas… y, en otro nivel, amor que de las «Reglas para sentir con la Igle-
se hace catequesis cercana a cual- sia», que son reglas de discernimiento
quiera y con cualquiera. para amar a la Iglesia concreta y real
• Amor que hace vivir, sentir y sufrir en el tiempo y con las dificultades
los problemas y limitaciones de la concretas que presenta. Creo que estas
Iglesia como propios.31 «reglas», leídas e interpretadas a la luz
del P. Arrupe, no son, como podríamos
Este amor es el alma y el fin de las decir en un acercamiento superficial,
«Reglas para sentir con la Iglesia» que unas reglas para la obediencia, para el
pretenden ayudar a vivir en el amor a la mero cumplimiento, sino que son unas
Iglesia concreta y con las dificultades reglas para el amor. Para el amor a una
que todo amor concreto ha de afrontar. Iglesia que siempre, en tiempos de san
De nuevo, la profunda experiencia Ignacio y en cualquier tiempo, pasa por
espiritual de Pedro Arrupe es una ex- dificultades externas y también por di-
periencia profética para quienes nos ficultades internas. No olvidemos que
acercamos a ella. Compartimos algu- el mismo texto ignaciano habla de una
nas de las interpelaciones experimen- Iglesia con defectos y conductas inade-
tadas leyendo los escritos de Pedro cuadas, con diversidad de opiniones en
Arrupe sobre el amor y el servicio a la temas teológicos, con personalismos
Iglesia: y protagonismos inadecuados. El P.
a) Tiene que ver con la misma natu- Arrupe, en su conferencia «Servir solo
raleza de nuestra relación con la Igle- al Señor y a la Iglesia, su esposa, bajo
sia y unida a ella, de nuestra relación el Romano Pontífice, Vicario de Cristo
con el Vicario de Cristo. La fuerza en la tierra», al hablar de estas reglas
de lo afectivo en esa relación me ha no se dedica a hacer una exégesis lite-
impactado porque va mucho más allá ral de las mismas, sino que lo que hace
de una relación que podríamos lla- fundamentalmente es captar su sentido
mar «obligada», de obediencia debi- de fondo y aplicarlas a las tendencias
da, de respeto (aunque sea un respeto eclesiales de su tiempo, muchas de las
interior y auténtico), de oficio. Así, cuales siguen vigentes.32 No son, pues,
lo «institucional», de tanto peso para unas reglas para sustituir o paliar el
nosotros, queda en él en un segundo amor a la Iglesia (como en ocasiones
plano, palidece ante la fuerza de esa se han malentendido y malinterpreta-
relación afectiva. La fuerza afectiva de do), sino, por el contrario, unas reglas
esa vivencia eclesial de Arrupe expli- para profundizar y determinar el amor
22
a la Iglesia concreta en la que vivi- comunican plenamente, se aceptan
mos. plenamente, se enriquecen plena-
c) La tercera interpelación tiene que mente».34
ver con unas palabras del P. Arrupe
que dicen así: «Amor que hace vivir, La tercera palabra que escogemos
sentir y sufrir los problemas y limita- para hablar de la espiritualidad y mís-
ciones de la Iglesia como propios, ejer- tica del P. Arrupe es «disponibilidad».
ciendo con la libertad y humildad de Es muy posible que sorprenda a mu-
hijos de Dios el caritativo servicio chos esta elección: «disponibilidad»
de una crítica “que edifica” y es, funda- parece una palabra menor, muy menor,
mentalmente, autocrítica».33 Y la pre- ante esas grandes palabras que son
gunta es por el desequilibrio y la desi- Cristo e Iglesia. Sin embargo, para el
gualdad que existen en nosotros entre P. Arrupe no era una palabra menor,
las críticas hacia fuera, hacia personas, sino, como indica el texto que acaba-
instituciones o grupos de la Iglesia y la mos de citar, muy ligada a la experien-
propia autocrítica de nuestras personas cia fundante de la Trinidad, y a Cristo,
e instituciones. Es bastante común por el Disponible, siempre y enteramente
desgracia, tanto en órdenes y congre- disponible, al designio redentor de la
gaciones más antiguas, como en mo- Trinidad sobre el mundo. De hecho,
vimientos más modernos, el pensarnos su carta «Sobre la disponibilidad» de
como miembros o participantes en 1977 es otra de sus grandes aportacio-
instituciones perfectas dentro de una nes a la reinterpretación del carisma
Iglesia imperfecta, con todo lo que ello ignaciano.
conlleva de ceguera y de soberbia. De Esa honda disponibilidad, antes in-
ceguera para captar lo que otros apor- terior que exterior, es la que convirtió
tan a la Iglesia y la enriquecen, y nos a san Ignacio en el «Peregrino», y la
aportarían a nosotros mismos si estu- que animó al alma del Pedro Arrupe a
viéramos abiertos a recibir. Y de so- buscar incansablemente nuevos cami-
berbia, ciega a las deficiencias con las nos para la Compañía en fidelidad a la
que también nosotros hacemos daño a llamada de retorno a las fuentes y de
la Iglesia. renovación que hizo el Concilio Vati-
cano II. La disponibilidad es, pues, un
movimiento muy hondo de entrega a la
voluntad del Padre, en comunión con
2.4. En plena disponibilidad el Hijo, y animada por el Espíritu, para
interior y exterior llevar adelante en cada momento y cir-
cunstancia el plan salvador de Dios.
«La total disponibilidad del jesui- Hablar de disponibilidad evoca uno
ta, no solo respecto a su superior de los verbos más significativos de san
en una relación de obediencia y de Ignacio en los Ejercicios al abordar el
receptibilidad de la misión, sino discernimiento: el verbo «moverse».
también hacia los hermanos, se ¿Qué es lo que me mueve? ¿Quién y
basa en ese ideal supremo trinitario hacia dónde me mueve? Seguramente
por el que las personas divinas se en el núm. 180 de los Ejercicios, en el
23
contexto de la elección, encontramos cretas y cotidianas a los hermanos. Ese
una de las mejores definiciones de la salir que va unido a otra gran palabra
disponibilidad ignaciana y arrupiana, ignaciana: «abnegación». No cabe una
centrada en el verbo «mover»: auténtica espiritualidad que no nos
descentre de nosotros mismos y no
«[…] Pedir a Dios Nuestro Señor abra nuestras vidas al encuentro con
quiera mover mi voluntad y poner nuestros hermanos.
en mi ánima lo que yo debo hacer b) La disponibilidad nos mueve
[…] que más su alabanza y gloria también a «buscar»: otra gran palabra
sea; discurriendo bien y fielmente ignaciana; como dicen los Ejercicios
con mi entendimiento y eligiendo «a buscar y hallar la voluntad divina
conforme a su santísima y beneplá- en la disposición de su vida» [EE 1]. A
cita voluntad». buscar constantemente los nuevos ca-
minos que el Señor abre ante nosotros,
¿Qué «movimientos» impulsa esa tanto para encontrarnos con Él, como
disponibilidad que anima al Padre para encontrarnos con las nuevas nece-
Arrupe? ¿Hacia dónde nos mueve? sidades de nuestros hermanos que nos
Creo que en el sentido y la dirección piden nuevas respuestas. No cabe una
de esos movimientos podemos encon- auténtica espiritualidad cuya mirada
trar también signos de discernimiento esté solo vuelta hacia el pasado, hacia
de una espiritualidad auténticamente lo de siempre porque es eso lo que nos
evangélica al estilo ignaciano. Porque da seguridad. Es la famosa llamada del
la espiritualidad auténtica pone en P. Arrupe a no dar respuestas de ayer a
movimiento, desinstala, no nos per- los problemas de hoy.
mite quedarnos en el mismo sitio para c) Finalmente, la disponibilidad
siempre o dar por concluida en ningún nos mueve a «servir»: a ponernos a
momento la historia de nuestra madu- los pies de nuestros hermanos, a po-
ración en el seguimiento de Jesús. nernos al servicio de aquellos que en
He escogido tres verbos inequí- nuestro mundo están en los lugares y
vocamente ignacianos para definir el en las situaciones por las que nuestros
movimiento que provoca la disponibi- pies no suelen pisar, a buscar siempre
lidad a la que nos invita el P. Arrupe: el mayor y el mejor servicio, ese magis
a) La disponibilidad nos mueve a ignaciano que no es el «más» orgullo-
«salir»: a salir de nosotros mismos, so y competitivo de este mundo, sino
antes que nada, salir de nuestro «pro- el «imitar y parecer más actualmente a
pio amor, querer e interés» [EE 189], Cristo nuestro Señor» de la tercera ma-
y a salir también de nuestros pequeños nera de humildad [EE 167]. No cabe
mundos, de nuestros círculos cerrados una auténtica espiritualidad si, al final,
y protegidos, de nuestros particulares no nos deja al lado de Cristo y a los
modos de ver las cosas, de nuestros pies de nuestros hermanos.
prejuicios, de nuestras historias pa- Para finalizar, quiero citar unas pa-
sadas, de nuestros egoísmos colecti- labras del P. Arrupe que no he podi-
vos… para dejar espacio en el corazón do olvidar desde que las leí. Con una
a Dios y lugar en nuestras vidas con- pregunta para el examen de cada día y
24
para el seguimiento de cada día. Se las podemos todo. Pero lo poco que
dijo a sus hermanos jesuitas al comen- podemos, ¿lo hacemos todo? Y,
zar la decisiva Congregación General sobre todo, ¿lo hacemos de manera
32, que él convocó, presidió, animó y que sea respuesta directa a esta for-
le ocasionó muchos sufrimientos, con- midable llamada del Señor a través
gregación que definió la misión actual del mundo? Esta llamada de Dios
de la Compañía de Jesús como el ser- es, pues, misión que pide de noso-
vicio de la fe y la promoción de la jus- tros una respuesta decidida y creati-
ticia. Son estas: va, con la decisión y creatividad del
pequeño y del humilde… que deja
«Es mucha verdad que los pro- obrar en sí enteramente al poder de
blemas nos desbordan y que no lo Dios».35

25
NOTAS

1. Mollá Llácer, Darío (ed.) (2015). Pedro 10. Documento de la conferencia «Servir solo al
Arrupe, carisma de Ignacio. Bilbao-Santan- Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Ro-
der: Mensajero-Sal Terrae, Colección Man- mano Pontífice, vicario de Cristo en la tierra»,
resa, 55. Esta colección se dedica a la publi- Roma, 1978.
cación de documentos básicos y de estudio 11. Cita del prólogo del libro Mollá Llácer, Da-
sobre la espiritualidad ignaciana. El volumen río (ed.). Op. cit., pág. 15.
presenta el texto completo de cinco conferen- 12. Ignacio de Loyola: Ejercicios Espirituales,
cias, con una presentación de las mismas y es- núm. 352.
quemas y notas que ayudan a su estudio. 13. Núm. 49 de la conferencia «Servir solo al Se-
2. Toda la información sobre la Congregación ñor y a la Iglesia».
General 31ª y, por tanto, sobre la elección del 14. De san Ignacio, en una carta del año 1543 al
P. Arrupe, está tomada del exhaustivo estudio Dr. Bernal. Cita tomada del núm. 69 de «Ser-
que sobre la citada Congregación publicó el P. vir solo al Señor…».
Urbano Valero, en el libro de La Bella, Gian- 15. «Servir solo al Señor…», núm. 4.
ni (ed.) (2007). Pedro Arrupe. General de la 16. Documento de la conferencia «Nuestro modo
Compañía de Jesús. Bilbao-Santander: Men- de proceder», Roma, 1979.
sajero-Sal Terrae. El estudio del P. Valero es el 17. Documento de la conferencia «Arraigados y
tercero de los que integran este volumen, lleva cimentados en la caridad», Roma, 1981.
por título «Al frente de la Compañía: la Con- 18. Mollá Llácer, Darío (ed.), Op. cit., pág. 99.
gregación 31», y ocupa las páginas 139 a 249. 19. Ver, por ejemplo, la conferencia «El P. Arrupe
3. Es interesante constatar que el sucesor del que voy conociendo» en su libro (2013), Sentir
P. Arrupe, el P. Kolvenbach, fue elegido en y cumplir. Escritos ignacianos, Bilbao-Santan-
primera votación, y el siguiente Prepósito der-Madrid: Mensajero-Sal Terrae-Universi-
General, el P. Adolfo Nicolás, fue elegido en dad Pontificia de Comillas, colección Manresa
segunda votación. núm. 49, págs. 399-419.
4. Baste con citar Lamet, Pedro Miguel (2014). 20. Ver la conferencia «Inspiración trinitaria del
Arrupe, testigo del siglo xx, profeta del xxi. carisma ignaciano» en Mollá Llácer, Darío
Bilbao: Mensajero, y el conjunto de estudios (ed.), Op. cit., pág. 95.
recogidos en el libro de Gianni la Bella que 21. «Inspiración trinitaria del carisma ignaciano»
hemos citado en la nota 2. núm. 78, en Mollá Llácer, Darío (ed.), Op.
5. José A. García en Mollá Llácer, Darío (ed.). cit., pág. 20.
Op. cit., pág. 13. 22. Cf. Mollá Llácer, Darío (ed.), Op. cit., pág.
6. Ignacio Iglesias en Mollá Llácer, Darío 20.
(ed.). Op. cit., pág. 20. 23. José A. García en Mollá Llácer, Darío (ed.).
7. Papa Francisco (2014). Testigos de la alegría. Op. cit., pág. 13.
Carta apostólica a todas las personas consa- 24. Cita del documento de P. Arrupe «Inspiración
gradas. Madrid: Publicaciones Claretianas, trinitaria del carisma ignaciano», núm. 73,
pág. 21. citado Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit.,
8. Sobre el documento conferencia «Inspiración pág. 77.
trinitaria del carisma ignaciano», Roma, 1980. 25. Cf. Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit., págs.
9. Sobre el documento de la conferencia «La Mi- 27-96.
sión Apostólica, clave del carisma ignaciano», 26. Cf. Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit., págs.
Loyola, 1974. 227-232.

27
27. En el índice temático de Pedro Arrupe, ca- 31. Cf. Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit., págs.
risma de Ignacio vemos que seguimiento de 224-225.
Jesús y pobreza se vinculan en 17 ocasiones, 32. Ver esta conferencia en Mollá Llácer, Darío
seguimiento de Jesús y humildad en 12 y se- (ed.). Op. cit., págs. 139-174. Lo referido a las
guimiento de Jesús y cruz en 9. Reglas para sentir con la Iglesia se encuentra,
28. Según el relato que de esa visión hace Laínez, particularmente, en los núm. 45 a 58 de dicha
a partir del testimonio de Ignacio. Cf. Mollá conferencia.
Llácer, Darío (ed.). Op. cit., pág. 60. 33. Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit., pág. 225.
29. Documento «La misión apostólica, clave del 34. Documento del P. Arrupe «Inspiración trinita-
carisma ignaciano», núm. 81. Cf. Mollá Llá- ria del carisma ignaciano», núm. 88, citado en
cer, Darío (ed.). Op. cit., págs. 27-96. Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit., pág. 84.
30. Ignacio Iglesias, Op. cit., pág. 419. 35. Mollá Llácer, Darío (ed.). Op. cit., pág. 99.

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