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Historiografía sobre la prensa impresa en el Nuevo Reino de Granada.

De los inventarios a
la historia cultural
Jean Paul Ruiz Martínez
Historiador Universidad Nacional de Colombia
jaruizm@unal.edu.co

La prensa escrita no es desconocida para la historiografía colombiana, desde José Manuel


Restrepo en adelante es frecuente su uso como fuente de información. No obstante, el panorama
es diferente cuando indagamos por la prensa como objeto de estudio, más si nos fijamos en la
historiografía que sigue a la profesionalización de la disciplina, pues aunque existen estudios
generales y monográficos dedicados a la prensa escrita desde intereses como la imprenta, los
impresos, el periodismo, la literatura, la política y la cultura, no se publican muchos libros o
artículos dedicados al tema, tampoco se ha logrado preservar y garantizar el acceso a buena parte
de las publicaciones que se conservan, a diferencia de lo ocurrido en Inglaterra, Francia, España
o México.

En estas condiciones, intentaremos reseñar las investigaciones más destacadas sobre la prensa
escrita entre 1738 y 1810 en el territorio del Virreinato del Nuevo Reino de Granada,
identificando las características de dichos trabajos.1 Nuestra exposición se dedicará a dos
momentos historiográficos: primero, la historia de la prensa desde una historiografía tradicional,
en la cual la elaboración de inventarios y la construcción de una historia del periodismo eran
tareas por cumplir; y en segundo lugar, la historiografía profesional y en especial la
reinterpretación realizada por la obra de Renán Silva. Al final, presentaremos un comentario
general sobre los dos momentos trabajados.

La historiografía tradicional: inventarios e historia del periodismo

Como ha señalado Bernardo Tovar Zambrano, el siglo XIX no fue en Colombia el siglo de la
historia, era más bien una afición que algunos cultivaban por cuenta propia2. Sin embargo, había
un interés bibliográfico identificable en autores como José María Vergara y Vergara, quien en El

1 Es valiosa la producción historiográfica que se encuentra en revistas como la de la Academia Colombiana de


Historia o en las universitarias; sin embargo, en el presente trabajo nos ocuparemos de solo de libros y capítulos de
libros por dos motivos: el primero es la extensión de este escrito, y el segundo es que los artículos revisados tarde o
temprano desembocaron en libros que aquí reseñaremos, salvo en el caso de Jorge Orlando Melo por la relevancia de
su trabajo.
Mosaico (1858-1872) comenzó a elaborar un inventario de la bibliografía neogranadina. Como
resultado de su actividad literaria, su trabajo bibliográfico y la biblioteca que alcanzó a reunir, 3
Vergara y Vergara en 1867 publicó Historia de la Literatura en Nueva Granada, en la cual dio
cabida entre sus preocupaciones por la literatura al tema de la introducción y desarrollo de la
imprenta, destacando la aparición de los primeros periódicos y sus editores, relacionando los
acontecimientos políticos con el camino de la imprenta y sus productos. El autor, orgulloso de
las tradiciones españolas y de los patriotas ilustrados, realiza una narración que sigue un orden
cronológico y en la cual la Mutis, la Expedición Botánica, la aparición de prensa periódica,
Manuel del Socorro Rodríguez, Francisco José de Caldas, el Semanario del Nuevo Reino de
Granada y sus colaboradores, entre otros, fueron determinantes para la llegada y difusión de las
luces en el Nuevo Reino, por ende, importantes para el sentimiento patriótico.

Autores como José Caicedo Rojas escribieron memorias y apuntamientos en el siglo XIX, 4 a la
vez que otros como José María Groot elaboraron textos históricos 5. En ellos de una u otra forma
se mencionan las mismas temáticas sobre la imprenta y la prensa. Precisamente, a partir de
dichas obras y de documentos primarios que en su mayoría se conservaban en el Archivo
General de Indias, el chileno José Toribio Medina publicó en 1904 La imprenta en Bogotá
(1739-1821)6 y La imprenta en Cartagena de Indias (1809-1820), 7 trabajos acompañados con
transcripciones de documentos (85 para el caso bogotano y 33 para el caso cartagenero). El
autor, tenía como meta personal dar noticia bibliográfica sobre la imprenta y sus tipógrafos en
Hispanoamérica, para lo cual elaboró múltiples escritos como los concernientes a Bogotá y
Cartagena. En ellos recurrió al recuento cronológico sobre la introducción de la imprenta en

2 Bernardo Tovar Zambrano, “La historiografía colonial”, en Bernardo Tovar Zambrano, editor, La Historia al final
del milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana, Vol. 1, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 1994, pag. 22.
3 Lo que se salvó de la biblioteca luego de su muerte, fue adquirido por el gobierno y hoy se encuentra en el Fondo
Especial Vergara y Vergara de la Biblioteca Nacional de Colombia.
4 José Caicedo Rojas, Recuerdos y apuntamientos, Bogotá, Imprenta de Antonio Silvestre,1891.

5 José María Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada, escrita sobre documentos auténticos. Bogotá,
Estereotipia de Medardo Rivas, 1870.
6 José Toribio Medina, La imprenta en Bogotá (1739-1821), Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1904.

7 José Toribio Medina, La Imprenta en Cartagena de Indias (1809-1820), Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana,
1904.
dichas ciudades, identificó a los impresores e impresos, así como su relación con el gobierno y el
marco legal. 8

La necesidad de hacer inventario sobre que se imprimió y por quienes, de ninguna manera se
agotó. Es así que con la fundación de la Academia Colombiana de Historia se produjeron otros
esfuerzos bibliográficos, el más destacado fue el de Eduardo Posada en Bibliografía Bogotana,
cuyo primer tomo se publicó en 1917 9 y el segundo en 1925;10 el mismo año de publicación del
primer tomo también publicó La Imprenta en Santafé de Bogotá en el siglo XVIII. 11 Su
Bibliografía, que inicia en 1538 por la llegada de la imprenta y abarca en su primer tomo hasta
1820, pretende aportar datos bibliográficos que permitan la escritura de una historia
“documentada y seria”.12 Inicia con un prólogo que cuenta de forma cronológica la historia de la
imprenta en Bogotá desde aspectos como la llegada de imprentas, los impresores, impresos
importantes y marco legal, básicamente la misma información de La Imprenta en Santafé de
Bogotá. La obra de Posada cuenta con mayor nivel de detalle y extensión que la Toribio Medina,
gracias a que consultó más fuentes primarias que encontró en la Biblioteca Nacional y a que se
apoyó en mayor número de autores, ente los que encontramos a Vergara y Vergara, Isidoro
Laverde Amaya, Roberto Cortázar, Alberto Patino y Arturo Quijano. La Bibliografía de Posada
en su Tomo I describe 579 impresos bogotanos, algunos de ellos son prensa escrita.

Gustavo Otero Muñoz, miembro de la Academia Colombiana de Historia, escribió dos obras
dedicadas a la historia de la prensa periódica y los folletos, separándose de las bibliografías más
generales que incluían al libro. Sus escritos fueron posibles gracias a la consulta de la prensa que
se conservaba en los fondos Pineda y Quijano de la Biblioteca Nacional, así como al
conocimiento biográfico que se había ido construyendo. El primer trabajo se titula Historia del

8 Otro trabajo de publicación más reciente y de carácter general para Hispanoamérica, es Historia y catálogo
descriptivo de la imprenta en Colombia (1738-1810) de Álvaro Garzón Martha, que se publicó en 2008. Relaciona
537 impresos de la época y a diferencia de los trabajos anteriores, que cita, indica los distintos archivos en que se
conserva cada documento y reproduce una imagen de cada uno de ellos. Ver Álvaro Garzón Marthá, Historia y
catálogo descriptivo de la imprenta en Colombia, Bogotá, Gatos Gemelos Comunicación, 2008.
9 Eduardo Posada, Bibliografía Bogotana, Tomo 1, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1917.

10 Eduardo Posada, Bibliografía Bogotana, Tomo 2, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1925.

11 Eduardo Posada, La imprenta en Santa Fe de Bogotá en el siglo XVIII, Madrid, Librería de Victoriano Suarez,
1917.
12 Eduardo Posada, La imprenta en Santa Fe… Prólogo, pág. XVII.
periodismo en Colombia desde la introducción de la imprenta hasta el fin de la reconquista
española (1737-1819)13, que se publicó en 1925 y tiene un carácter bibliográfico, describe
nuevamente las imprentas, impresores e impresos, pero con mayor detalle que las obras
anteriores.

Otero también realizó un estudio de conjunto que tuvo amplia circulación por ser parte de la
Biblioteca Aldeana, se publicó en 1936 con el nombre Historia del Periodismo en Colombia. En
él, Otero se propuso “desentrañar el espíritu de la prensa periódica en Colombia, durante el
primer siglo de su funcionamiento (1791-1890), o sea, seguir el hilo del pensamiento nacional a
través de los sucesos, para poder apreciar el estado de nuestra cultura, el mérito intrínseco de los
pensadores y escritores que se pusieron al frente de la opinión”. 14 Su exposición cronológica
inicia con el Papel Periódico de la ciudad de Santafé de 1791, va hasta la Regeneración y dedica
dos capítulos a la prensa literaria y la prensa satírica. En los primeros dos capítulos se ocupa del
Papel Periódico, Manuel del Socorro Rodríguez por ser su fundador, los colaboradores de la
publicación, sus intereses y los principales temas a que esta se dedicó. Algo parecido hace con el
Correo Curioso, El Redactor Americano, El Alternativo al Redactor Americano y el Semanario
de Caldas.

Podemos afirmar que la obra de Otero es heredera de los trabajos bibliográficos antecedentes,
pero solo se dedicó a la prensa escrita. Es un recuento de que se publicó y de algunas
características de las publicaciones ubicadas en un contexto histórico en el cual los “periodistas”
son figuras que merecen recordación y exaltación, más aún cuando varios fueron patriotas y casi
todos estaban estrechamente relacionados con la política. Todo se enmarca dentro del enfoque
historiográfico de la Academia Colombiana de historia y los postulados de la historia patria que
esta promovió; por ello, los periódicos se explican en función del hito fundador que es la
Independencia, y la imprenta se asume como elemento de la Ilustración, que es a su vez causa de
dicha Independencia. Vemos entonces que no hay una ruptura como tal con la historia de la

13 Gustavo Otero Muñoz, Historia del periodismo en Colombia desde la introducción de la imprenta hasta el fin de
la reconquista española (1737-1819), Bogotá, Editorial Minerva, 1925.
14 Gustavo Otero Muñoz, Historia del periodismo en Colombia, Bogotá, Selección Samper Ortega de la literatura
colombiana, 1936, pág. 9.
prensa del siglo XIX, es más bien un desarrollo a partir de más fuentes y mejores datos en el
trazado de una historia de hombres ilustres.15

Así las cosas, llama la atención que Antonio Cacua Prada en 1963 argumentara que “ante la
ausencia de un libro sobre historia del periodismo colombiano, en un país de periodistas y de
periódicos, nos propusimos elaborar este manual, redactado sin complicaciones literarias, pero
hecho documentadamente, para sentar las bases del desarrollo auténtico de nuestra cultura”.
Desconociendo entonces los aportes de Otero, a quien sí reconoce en la bibliografía, Cacua dio
inicio a Historia del Periodismo Colombiano, obra que va desde el ingreso de la imprenta en el
Nuevo Reino de Granada hasta la década de 1950 y que sigue marcando el derrotero de la
historia de la prensa como herramienta de comunicación política en la que aparecen algunas
otras temáticas, como la literatura.

Cacua Prada consultó la prensa conservada en la Biblioteca Nacional en los fondos Anselmo
Pineda y Quijano Otero, para realizar un texto en el que cronológicamente presenta periódicos,
así como también información relacionada con la libertad de prensa y la actividad periodística.
Intenta, en ocasiones, agrupar publicaciones alrededor de un evento o una temática. Con todo, la
interpretación de Cacua no está muy lejos de Otero, pero si es un trabajo más rico en datos
propios de los periódicos (frecuencia, intereses, relaciones con otras publicaciones).

Se han hecho críticas muy duras respecto de esta producción historiográfica y los trabajos que
siguieron el mismo camino, como por ejemplo los de Tarcisio Higuera 16 y Luis Ociel Castaño
Zuluaga17. Higuera se ocupó de la imprenta e hizo un recuento de su actividad las ciudades
colombianas, aportando listas de periódicos que construyó en su mayoría desde los textos que

15 Al trabajo de Otero le sigue en el tiempo el que publicó el argentino José Miguel Torre Revello en 1940 con el
título El Libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española. Es de carácter general e
incluye fuentes transcritas, muy parecido al de Toribio Medina, aunque con más información sobre el marco legal y
con interesantes apartados sobre la circulación del libro, algunos realmente novedosos. Estudia el surgimiento del
periodismo de Bogotá a partir de las obras que ya hemos mencionado, por lo que no hay como tal algo novedoso en
los datos ni una nueva forma de estudiar la prensa. La importancia está en el ubicar a la ciudad de Bogotá en el
escenario de los impresos americanos, lo que permite al lector tener una visión general. Ver José Torre Revello, El
Libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española, Buenos Aires, Casa Jacobo Peuser,
1940.
16 Tarcisio Higuera, La Imprenta en Colombia, Bogotá, Instituto Nacional de Provisiones, 1967.

17 Luis Ociel Zuluaga, La prensa y el periodismo en Colombia hasta 1888. Una visión liberal y romántica de la
comunicación, Medellín, Academia Antioqueña de Historia, 2012.
hemos reseñado. Castaño, por su parte, construyó un relato que enaltece a los periodistas, habla
más de ellos que de las publicaciones e intenta mostrar la importancia de la prensa como
instrumento de poder que cumplía un papel revolucionario para los liberales. En las academias
de historia regional, periodistas y aficionados a la historia elaboraron investigaciones que
seguían con este modelo de historia tradicional.

Renán Silva, definió esta producción como una historia tradicional que “ha ido repitiendo los
datos conocidos, sin intentar la menor crítica de ellos, y sobre todo sin pretender construir ningún
problema específico de investigación, aunque las fuentes básicas para el estudio del fenómeno se
encuentran a disposición de los investigadores”. 18 Aunque acertado al observar la tendencia
general, es preciso indicar que los trabajos de inventario y sobre el periodismo fueron útiles en la
medida que permitieron saber cuáles eran las publicaciones periódicas, quien las había editado,
donde, de que trataban (aunque en términos muy generales). Debatían los autores tradicionales
asuntos aparentemente irrelevantes como si la imprenta llegó a Santafé en 1737, 1738 o 1739,
pero que eran determinantes en la visión que tenían del quehacer histórico como el
establecimiento de hitos y fechas relevantes; estaban construyendo una cronología y unos
inventarios que no existían. En cuanto a interpretación, lo que hicieron fue ubicar a la prensa
dentro del relato previamente construido y que determinaba su visión del pasado y el futuro de la
nación.

En ultimas, los avances bibliográficos y biográficos que permitieron el acercamiento a la prensa


escrita como objeto de estudio facilitaron la investigación histórica en múltiples temas, aunque
antes de la profesionalización de la disciplina pocos consiguieron que sus interpretaciones
salieran de la historia patria. Hoy no se ha agotado la necesidad de hacer inventarios de prensa
escrita, más en escala regional y hacia mediados del siglo XIX. Incluso, historiadores con
formación profesional se preocuparon por identificar e inventariar colecciones de prensa. Tal es
el caso de Jorge Orlando Melo en 2004 con “El periodismo colombiano antes de 1900:
colecciones, microfilmaciones y digitalizaciones”19.

18 Renán Silva, La Ilustración en el virreinato de la Nueva Granada, Estudios de historia cultural, Bogotá, La
Carreta, pág. 80.
19 Jorge Orlando Melo, “El periodismo colombiano antes de 1900: colecciones, microfilmaciones y
digitalizaciones”. Ponencia presentada in absentia en el World Library and Information Congress: 70th IFLA
General Conference and Council, 22 a 27 de agosto de 2004, Buenos Aires, 2004.
La prensa desde la profesionalización de la historia

Jorge Orlando Melo se formó en la Universidad Nacional de Colombia en filosofía y letras entre
1960 y 1963, pronto se relacionó con Jaime Jaramillo Uribe y el proyecto de Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura, del cual fue secretario de redacción. El “difusor
de la Nueva Historia”, como lo definió Gonzalo Cataño,20 fue director de la Biblioteca Luis
Ángel Arango de octubre de 1994 a agosto de 2005. Como fruto de su labor, identificó la
“dispersión documental” de la prensa del siglo XIX y notó el desconocimiento de que prensa
escrita se produjo, en donde se imprimió y donde se conservaba, tal y como indica en la ponencia
que presentó en 2004.

Para contribuir en la solución de la dispersión documental, comenzó la elaboración de una "Lista


de control de periódicos y revistas del siglo XIX" que acompaña la ponencia e incluye todos los
registros de las tres colecciones principales del país (Biblioteca Nacional, Biblioteca Luis Ángel
Arango y Universidad de Antioquia) junto a algunos de otras bibliotecas en Colombia y fuera de
ella: Señaló la ubicación de más de 2800 títulos, 22 de ellos previos a 1810. La limitación de tan
valiosa iniciativa radica en que unió los registros de los catálogos de las diferentes bibliotecas,
pero no verificó la información contra las existencias, generando una lista sumamente inexacta
que reproduce todos los errores de catalogación precedentes.

Antes de la ponencia de Melo, desde la sociología Renán Silva Olarte había realizado algunos
estudios monográficos desde la perspectiva de las formas de sociabilidad. Estos no son de
carácter inventario, sino que apuntan a la comprensión de la sociedad y allanaron el camino para
su interpretación general de la prensa entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Así
encontramos “El Correo Curioso de Santafé de Bogotá: formas de Sociabilidad y producción de
nuevos ideales para la vida social” 21 y Prensa y revolución a finales del siglo XVIII. 22 Sobre el
primero, publicado en 1993, es preciso indicar que identifica en El Correo Curioso un modelo
asociativo que junto a la promoción de compañías comerciales, le permite inferir las

20 Gonzalo Cataño, “Jorge Orlando Melo: Difusor de la nueva historia”, en Credencial Historia, núm. 115.

21 Renán Silva, “El Correo Curioso de Santafé de Bogotá: formas de Sociabilidad y producción de nuevos ideales
para la vida social”, en Documentos de trabajo, núm. 11.
22 Renán Silva, Prensa y revolución a finales del siglo XVIII. Contribuciones a un análisis de la formación de la
ideología de la independencia nacional, Bogotá, Banco de la República, 1988.
preocupaciones de una elite intelectual neogranadina, que progresivamente se iría
homogeneizando como movimiento intelectual.

El segundo, Prensa y Revolución, se publicó en 1998 y su fuente es el Papel Periódico de


Santafé de Bogotá, en dialogo con la historiografía sobre el periodo. Silva, mediante una lectura
analítica pretendió apoyar “la discusión del problema histórico de la formación de la ideología de
independencia nacional”.23 La tesis principal propone que “el papel periódico fue una, entre
varias, de las ‘superficies de emergencia y formación’ de elementos constitutivos de la ideología
de independencia”.24 Así, entendiendo ideología como algo ambiguo que remite su significado a
un grupo de ideas aglutinantes y movilizadoras, el Papel periódico es un acontecimiento cultural,
un momento crucial en la elaboración de nociones claves que más adelante se incorporaron en la
estrategia política. La segunda tesis, propone que el proceso de formación de la ideología de
independencia no es reductible a un núcleo excluyente, sino que en ella confluyeron elementos
variados, de distintas tradiciones culturales.25

A Prensa y revolución le siguieron otros trabajos de Silva, por ejemplo, Los Ilustrados de Nueva
Granada 1760-1808, su tesis doctoral en Historia de la Universidad de Paris I, publicada en
2002. En ella propone reconsiderar la Ilustración, dejar de analizarla en función de la
Independencia. Aunque tiene información de la prensa escrita, es en su texto titulado “El
periodismo y la prensa a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Colombia” 26, publicado
en 2005, en el cual se dedica de lleno a la historia de la prensa desde una perspectiva general y
diferente a la tradicional. Incorpora a Roger Chartier para el análisis de las formas de
comunicación y a Jurgen Habbermas para el uso de la categoría de opinión pública, a la vez que

23 Renán Silva, Prensa y revolución, pág. 17.

24 Renán Silva, Prensa y revolución, pág. 19.

25 Un estudio desde la literatura que estudia el Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá fue publicado por
Iván Padilla Chasing en 2012 como “Despotismo Ilustrado y contrarrevolución en El Papel Periódico de la Ciudad
de Santafé de Bogotá”. Este capítulo, así como los de distintos autores que acompañan el libro sobre Manuel del
Socorro Rodríguez, reconocen la propuesta de Renán Silva para la comprensión de la publicación y desde allí
reflexionan sobre aspectos históricos y literarios. Iván Padilla Chasing, editor, Sociedad y cultura en la obra de
Manuel del Socorro Rodríguez, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2012.
26 Renán Silva, “El periodismo y la prensa a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Colombia”, en Renán
Silva, La Ilustración en el virreinato de la Nueva Granada, ensayos de historia cultural, Bogotá, La Carreta, 2005.
retomó la interpretación sobre la Ilustración que había propuesto en su tesis doctoral y tomo
como fuente primaria la prensa y correspondencia de la época.

Silva caracteriza al Nuevo Reino de Granada al momento de la llegada de la imprenta como una
sociedad de Antiguo Régimen, y demuestra que los usos de la imprenta fueron marginales en la
Nueva Granada hasta las últimas décadas del siglo XVIII. Propone que el uso limitado comenzó
a cambiar después de 1770 con los virreyes ilustrados y la necesidad de difusión, entre un
público letrado, de los proyectos de reforma de la sociedad, aunque el uso socialmente amplio
solo pudo darse después de 1808 por el proceso de Independencia. En su exposición, a diferencia
de los trabajos sobre prensa que reseñamos en la primera parte, la Ilustración en la Nueva
Granada se distingue por que sus mayores impulsos dependieron de la figura del virrey y sus
colaboradores, es decir, de la administración colonial. En este contexto, sería incorrecta la lectura
de los pequeños eventos que enfrentaron a las autoridades virreinales con los hombres de letras
ilustrados entre 1790 y 1808 como expresión de la rivalidad entre autoridades despóticas contra
unos criollos desposeídos de poder e influencia. Para Silva, los eventos de confrontación eran
parte del “enfrentamiento mayor que reenvía una alianza rota o debilitada entre dos fuerzas
sociales, a una ambigüedad suprema de la Corona respecto a la actividad cultural (…) y al
necesario acomodo de los hombres de letras a las exigencias de una situación que los situaba en
posición subordinada y que los marcó (…) con el mismo signo de ambigüedad que distinguía la
política de su rival”.27 En la propuesta de Silva, la publicación de prensa era la más importante
tarea publica, y desde 1808 con la libertad de imprenta saltó a la escena la opinión publica
moderna que tiene como origen el juicio de los ciudadanos.

En 2005 fue publicado Los Novatores. La cultura ilustrada y la prensa colonial en la Nueva
Granada (1750-1810)28, trabajo también valioso para la comprensión de la prensa colonial. Su
autor, Jaime Andrés Peralta, comunicador social y magister en Historia, se propone explorar la
cultura ilustrada en la Nueva Granada rechazando la búsqueda de influencias en Europa o en
América y olvidándose de buscar en cada expresión de la Ilustración una causa para la
emancipación. Así, desde el campo de la historia cultural, con fuerte influencia de la psicología

27 Renán Silva, “El periodismo y la prensa”, pág. 116.

28 José Peralta Agudelo, Los Novatores: la cultura ilustrada y la prensa colonial en la Nueva Granada (1570-
1810), Medellín, Universidad de Antioquia, 2005.
social y la antropología, el autor se dedica a los ilustrados y al uso que le dieron a la prensa
colonial para crear y difundir significados que le generaron identidad, un imaginario que era
excluyente con los demás sectores sociales que no invitaron a la transformación de las
condiciones sociales. Durante la investigación, Peralta revisó las publicaciones que se conservan
en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional y una amplia bibliografía secundaria.29

Desde la perspectiva de la opinión pública, encontramos a Francisco Ortega y Alexander


Chaparro en 2012 como editores del título Disfraz y Pluma de Todos. Opinión pública y cultura
política siglos XVIII y XIX.30 En la primera parte del libro, denominada “El nacimiento de la
opinión pública en la Nueva Granada, 1785-1830”, estudian desde los impresos el proceso
histórico a la luz de los cambios semánticos y los debates políticos que acompañaron el
nacimiento del concepto de opinión pública en la Nueva Granada. Encuentran que la opinión
publica emergió durante en Antiguo Régimen y que esta fue fundamento para el republicanismo.
Junto a este trabajo, Ortega y Chaparro fueron parte de un proyecto que elaboró fichas
descriptivas y analíticas de prensa escrita en Colombia y que se encuentran en digital en la
Biblioteca Luis Ángel Arango acompañando la sección de prensa del siglo XIX en la
Hemeroteca Digital Histórica. La publicacion de estas fichas sería un valioso aporte a la historia
de la prensa en Colombia dado que es un trabajo realizado con sumo cuidado, pero
infortunadamente está unicamente en línea a merced de la volatilidad del internet y de los
cambios de plataforma en bibliotecas, los mismos que posiblemente en unos años desintegren la
colección digital.

Balance

Como hemos podido observar, la necesidad de saber que se había publicado marcó el primer
momento de la historia de la prensa neogranadina, a eso se dedicaron los estudios en el marco de
la construcción historiográfica que hemos denominado “historia patria” en una historia de la

29 Otro estudio importante es el que Mauricio Nieto Olarte realizó a partir de El Semanario del Nuevo Reino de
Granada. Abordó el fenómeno de los criollos y su busca de reconocimiento en el contexto europeo (de las
comunidades científicas) y consiguió mostrar la relación indisoluble entre el conocimiento y el poder en la
constitución del orden social que ellos buscaron y propusieron desde las páginas del Semanario. Ver Mauricio Nieto
Olarte, Orden Natural y orden social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, Madrid,
Consejo superior de investigaciones científicas, 2007.
30 Francisco Ortega y Alexander Chaparro, editores, Disfraz y pluma de todos, Opinión pública y cultura política,
siglos XVIII y XIX. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia – Centro de Estudios Sociales, 2012.
literatura y del periodismo colombiano. También podemos anotar que inicialmente no había
trabajos de prensa por separado, sino que se estudiaban los impresos e imprentas en conjunto.
Con la profesionalización de la disciplina histórica no termino la incertidumbre sobre los títulos
que se conservaban, pero si surgieron estudios que se dedicaron a la prensa ya no solo desde el
inventario, la cronología y la exaltación de la nación, los próceres, políticos y periodistas, sino
que desde ella realizaron una lectura distinta del pasado colonial, particularmente de la
Ilustración gracias a las relecturas que se realizan desde la década de 1990.

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