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ESCUELA NORMAL INTERCULTURAL

Catedrático (a):

Ingrid morales

Alumna:

Johana Yanira vanessa borja agustin

Trabajo:

Album

Grado:

Cuarto magisterio infantil

Sección:

“a”

Codigo:

Fecha: 04 de marzo de 2019


INTRODUCCIÓN

En el siguiente trabajo encontraremos cuentos, rondas, cantos, retahílas,


dinámicas. Los cuales son la base principal de la enseñanza de los niños y
niñas en la educación inicial, es importante que los niños desde muy
temprana edad aprendan literatura oral y seguir complementando para
fortalecer una formación integral en ellos.
El lobo y los cabritillos

Había una vez, una mamá cabra que vivía en una casita del bosque con seis
cabritillos. Los pequeñines vivían muy felices, protegidos por su madre de todo
peligro. Cierta mañana, la cabra decidió salir al bosque en busca de comida para
sus pequeños pero antes de partir les advirtió: “Mis queridos hijos, no deben
abrirle la puerta a nadie hasta que yo regrese. El lobo malo anda suelto por el
bosque y de seguro vendrá a devorarlos mientras yo no esté”.

“No te preocupes mamá. Tendremos mucho cuidado”, prometieron los cabritillos


viendo alejarse a su madre por el bosque. Unas horas después, mientras los
pequeñines saltaban y jugaban dentro de la casita, oyeron unos golpes secos en
la puerta. “Hijitos míos, soy vuestra madre y he regresado. Por favor, abridme”.
Pero los cabritillos no se dejaron engañar, pues supieron por la voz que se trataba
del lobo malo.

“No abriremos la puerta. Sabemos que no eres nuestra madre”, gritaron los
cabritillos con todas sus fuerzas. El lobo, enfurecido, salió a toda velocidad hacia
su cueva y devoró una docena de huevos para aclararse la voz. Al llegar
nuevamente a la casita de mamá cabra, toco suavemente la puerta y dijo con
mucho cuidado: “Hijos míos, soy vuestra madre y les he traído un regalo. Abridme,
por favor”.

Engañados por la voz suave y melodiosa del lobo, los cabritillos decidieron mirar
por debajo de la puerta y fue entonces cuando pudieron ver las patas negras y
gordas del lobo. “No te abriremos porque no eres nuestra madre”, gritaron los
pequeñines con temor.

Sin embargo, el lobo no se rindió, y partió hacia su cueva nuevamente para


pintarse las patas con harina blanca. Por segunda vez, arribó la bestia a la casita
donde vivían los cabritillos. “Abridme la puerta mis queridos hijos. Mamá cabra ha
llegado”, dijo el lobo malo con una voz suave y musical. Al mirar por debajo de la
puerta, los pequeñines pudieron ver unas patas blancas como las de su mamá, y
fue entonces cuando el lobo logró entrar a la casita.

Muertos de miedo, los pequeños cabritos se pusieron a correr por todo el lugar,
pero el lobo era mucho más rápido y logró capturar al cabrito que se había
escondido en la estufa, al que se refugió debajo de la cama, al que quedó colgado
del techo, al que se ocultó detrás del piano y finalmente, al que se había metido
debajo de la alfombra.

Uno por uno, la bestia feroz devoró a los cinco cabritillos, sin darse cuenta que
uno de los pequeñines se había quedado escondido en el armario. Repleto y
cansado, el lobo decidió abandonar la casita para irse a dormir a la sombra de un
árbol.

Tiempo después, mamá cabra llegó por fin a la casita con la esperanza de ver a
sus hijos, pero cuál fue su sorpresa cuando descubrió que solamente uno de los
cabritillos se encontraba en el lugar. Asustada y nerviosa, mamá cabra abrazó a
su pequeñín mientras este le contaba cómo el lobo malo había devorado a sus
hermanos.

Sin tiempo que perder, la madre salió en busca del lobo feroz, y tal cómo había
imaginado lo encontró tendido a los pies de un árbol, roncando y durmiendo
profundamente con la panza hinchada de tanto comer. Con gran valor, mamá
cabra regresó a casa en busca de hilo, agujas y una tijera, para abrirle la panza al
lobo malo y rescatar a sus hijitos.

Tan pronto cómo abrió la panza, uno de los cabritillos asomó la cabeza, luego
otro, y otro, y otro, hasta que los seis pequeñines se encontraron a salvo bajo el
amparo de su madre. Seguidamente, la cabra le indicó a sus hijos que buscaran
todas las piedras en los alrededores, y cuando tuvieron una pila enorme,
rellenaron la panza del lobo hasta dejarla bien inflada.

Con mucho cuidado, mamá cabra cosió al lobo y se marchó con sus cabritillos
rápidamente hacia casa. Cuando la bestia mala despertó, sintió un peso enorme
en su estómago, así que se dirigió al río para tomar agua. Como las piedras
pesaban mucho, el lobo quedó atrapado en el fondo del río sin poder salvarse,
mientras la madre cabra y los cabritillos festejaban a salvo en su casita del
bosque.
El patito feo

Al igual que todos los años, en los meses de verano, la Señora Pata se dedicaba a
empollar. El resto de las patas del corral siempre esperaban con muchos deseos
que los patitos rompiesen el cascarón para poder verlos, pues los patitos de esta
distinguida pata siempre eran los más bellos de todos los alrededores.

El momento tan esperado llegó, lo que causó un gran alboroto ya que todas las
amigas de mamá pata corrieron hacia el nido para ver tal acontecimiento. A
medida que iban saliendo del cascarón, tanto la Señora Pata como sus amigas
gritaban de la emoción de ver a unos patitos tan bellos como esos. Era tanta la
algarabía que había alrededor del nido que nadie se había percatado que aún
faltaba un huevo por romperse.

El séptimo era el más grande de todos y aún permanecía intacto lo que puso a la
expectativa a todos los presentes. Un rato más tarde se empezó a ver como el
cascarón se abría poco a poco, y de repente salió un pato muy alegre. Cuando
todos lo vieron se quedaron perplejos porque este era mucho más grande y
larguirucho que el resto de los otros patitos, y lo que más impresionó era lo feo
que era.

Esto nunca le había ocurrido a la Señora Pata, quien para evitar las burlas de sus
amigas lo apartaba con su ala y solo se dedicaba a velar por el resto de sus
hermanitos. Tanto fue el rechazo que sufrió el patito feo que él comenzó a notar
que nadie lo quería en ese lugar.
Toda esta situación hizo que el patito se sintiera muy triste y rechazado por todos
los integrantes del coral e incluso su propia madre y hermanos eran indiferentes
con él. Él pensaba que quizás su problema solo requería tiempo, pero no era así
pues a medida que pasaban los días era más largo, grande y mucho más feo.
Además se iba convirtiendo en un patito muy torpe por lo que era el centro de
burlas de todos.

Un día se cansó de toda esta situación y huyó de la granja por un agujero que se
encontraba en la cerca que rodeaba a la propiedad. Comenzó un largo camino
solo con el propósito de encontrar amigos a los que su aspecto físico no les
interesara y que lo quisieran por sus valores y características.

Después de un largo caminar llegó a otra granja, donde una anciana lo recogió en
la entrada. En ese instante el patito pensó que ya sus problemas se habían
solucionado, lo que él no se imaginaba que en ese lugar sería peor. La anciana
era una mujer muy mala y el único motivo que tuvo para recogerlo de la entrada
era usarlo como plato principal en una cena que preparaba. Cuando el patito feo
vio eso salió corriendo sin mirar atrás.

Pasaba el tiempo y el pobrecillo continuaba en busca de un hogar. Fueron muchas


las dificultades que tuvo que pasar ya que el invierno llegó y tuvo que aprender a
buscar comida en la nieve y a refugiarse por sí mismo, pero estas no fueron las
únicas pues tuvo que esquivar muchos disparos provenientes de las armas de los
cazadores.

Siguió pasando el tiempo, hasta que por fin llegó la primavera y fue en esta bella
etapa donde el patito feo encontró por fin la felicidad. Un día mientras pasaba
junto a estanque diviso que dentro de él había unas aves muy hermosas, eran
cisnes. Estas tenían clase, eran esbeltas, elegantes y se desplazaban por el
estanque con tanta frescura y distinción que el pobre animalito se sintió muy
abochornado por lo torpe y descuidado que era él.

A pesar de las diferencias que él había notado, se llenó de valor y se dirigió hacia
ellos preguntándole muy educadamente que si él podía bañarse junto a ellos. Los
cisnes con mucha amabilidad le respondieron todos juntos:

– ¡Claro que puedes, como uno de los nuestros no va a poder disfrutar de este
maravilloso estanque!

El patito asombrado por la respuesta y apenado les dijo:

– ¡No se rían de mí! Como me van a comparar con ustedes que están llenos de
belleza y elegancia cuando yo soy feo y torpe. No sean crueles burlándose de ese
modo.

– No nos estamos riendo de ti, mírate en el estanque y veras como tu reflejo


demostrara cuan real es lo que decimos.- le dijeron los cisnes al pobre patito.

Después de escuchar a las hermosas aves el patito se acercó al estanque y se


quedó tan asombrado que ni el mismo lo pudo creer, ya no era feo. ¡Se había
transformado en un hermoso cisne durante todo ese tiempo que pasó en busca de
amigos! Ya había dejado de ser aquel patito feo que un día huyó de su granja para
convertirse en el más bello y elegante de todos los cisnes que nadaban en aquel
estanque.

LOS TRES CERDITOS


Había una vez 3 cerditos que eran hermanos y vivían en lo más profundo del
bosque. Siempre habían vivido felices y sin preocupaciones en aquel lugar, pero
ahora se encontraban temerosos de un lobo que merodeaba la zona. Fue así
como decidieron que lo mejor era construir cada uno su propia casa, que les
serviría de refugio si el lobo los atacaba.

El primer cerdito era el más perezoso de los hermanos, por lo que decidió hacer
una sencilla casita de paja, que terminó en muy poco tiempo. Luego del trabajo se
puso a recolectar manzanas y a molestar a sus hermanos que aún estaban en
plena faena.
El segundo cerdito decidió que su casa iba a ser de madera, era más fuerte que la
de su hermano pero tampoco tardó mucho tiempo en construirla. Al acabar se le
unió a su hermano en la celebración.

El tercer cerdito que era el más trabajador, decidió que lo mejor era construir una
casa de ladrillos. Le tomaría casi un día terminarla, pero estaría más protegido del
lobo. Incluso pensó en hacer una chimenea para azar las mazorcas de maíz que
tanto le gustaban.

Cuando finalmente las tres casitas estuvieron terminadas, los tres cerditos
celebraron satisfechos del trabajo realizado. Reían y cantaban sin preocupación -
“¡No nos comerá el lobo! ¡No puede entrar!”.

El lobo que pasaba cerca de allí se sintió insultado ante tanta insolencia y decidió
acabar con los cerditos de una vez. Los tomó por sorpresa y rugiendo fuertemente
les gritó: -“Cerditos, ¡me los voy a comer uno por uno!”.

Los 3 cerditos asustados corrieron hacia sus casas, pasaron los pestillos y
pensaron que estaban a salvo del lobo. Pero este no se había dado por vencido y
se dirigió a la casa de paja que había construido el primer cerdito.

– “¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme o soplaré y la casa derribaré!”- dijo el lobo feroz.

Como el cerdito no le abrió, el lobo sopló con fuerza y derrumbó la casa de paja
sin mucho esfuerzo. El cerdito corrió todo lo rápido que pudo hasta la casa del
segundo hermano.

De nuevo el lobo más enfurecido y hambriento les advirtió:


-“¡Soplaré y soplaré y esta casa también derribaré!”

El lobo sopló con más fuerza que la vez anterior, hasta que las paredes de la
casita de madera no resistieron y cayeron. Los dos cerditos a duras penas
lograron escapar y llegar a la casa de ladrillos que había construido el tercer
hermano.

El lobo estaba realmente enfadado y decidido a comerse a los tres cerditos, así
que sin siquiera advertirles comenzó a soplar tan fuerte como pudo. Sopló y sopló
hasta quedarse sin fuerzas, pero la casita de ladrillos era muy resistente, por lo
que sus esfuerzos eran en vano.

Sin intención de rendirse, se le ocurrió trepar por las paredes y colarse por la
chimenea. -“Menuda sorpresa le daré a los cerditos”, – pensó.

Una vez en el techo se dejó caer por la chimenea, sin saber que los cerditos
habían colocado un caldero de agua hirviendo para cocinar un rico guiso de maíz.
El lobo lanzó un aullido de dolor que se oyó en todo el bosque, salió corriendo de
allí y nunca más regresó.

Los cerditos agradecieron a su hermano por el trabajo duro que había realizado.
Este los regañó por haber sido tan perezosos, pero ya habían aprendido la lección
así que se dedicaron a celebrar el triunfo. Y así fue como vivieron felices por
siempre, cada uno en su propia casita de ladrillos.
PINOCHO

Había una vez, un viejo carpintero de nombre Gepetto, que como no tenía familia,
decidió hacerse un muñeco de madera para no sentirse solo y triste nunca más.

“¡Qué obra tan hermosa he creado! Le llamaré Pinocho” – exclamó el anciano con
gran alegría mientras le daba los últimos retoques. Desde ese entonces, Gepetto
pasaba las horas contemplando su bella obra, y deseaba que aquel niño de
madera, pudiera moverse y hablar como todos los niños.
Tal fue la intensidad de su deseo, que una noche apareció en la ventana de su
cuarto el Hada de los Imposibles. “Como eres un hombre de noble corazón, te
concederé lo que pides y daré vida a Pinocho” – dijo el hada mágica y agitó su
varita sobre el muñeco de madera. Al momento, la figura cobró vida y sacudió los
brazos y la cabeza.

– ¡Papá, papá! – mencionó con voz melodiosa despertando a Gepetto.

– ¿Quién anda ahí?

– Soy yo, papá. Soy Pinocho. ¿No me reconoces? – dijo el niño acercándose al
anciano.

Cuando logró reconocerle, Gepetto lo cargó en sus brazos y se puso a bailar de


tanta emoción. “¡Mi hijo, mi querido hijo!”, gritaba jubiloso el anciano.

Los próximos días, fueron pura alegría en la casa del carpintero. Como todos los
niños, Pinocho debía alistarse para asistir a la escuela, estudiar y jugar con sus
amigos, así que el anciano vendió su abrigo para comprarle una cartera con libros
y lápices de colores.

El primer día de colegio, Pinocho asistió acompañado de un grillo para aconsejarlo


y guiarlo por el buen camino. Sin embargo, como sucede con todos los niños,
este prefería jugar y divertirse antes que asistir a las clases, y a pesar de las
advertencias del grillo, el niño travieso decidió ir al teatro, a disfrutar de una
función de títeres.

Al verle, el dueño del teatro quedó encantado con Pinocho: “¡Maravilloso! Nunca
había visto un títere que se moviera y hablara por sí mismo. Sin dudas, haré una
fortuna con él” – y decidió quedárselo. Este aceptó la invitación de aquel hombre
ambicioso, y pensó que con el dinero ganado podría comprarle un nuevo abrigo a
su padre.

Durante el resto del día, Pinocho actúo en el teatro como un títere más, y al caer la
tarde decidió regresar a casa con Gepetto. Sin embargo, el dueño malo no quería
que el niño se fuera, por lo que lo encerró en una caja junto a las otras marionetas.
Tanto fue el llanto de Pinocho, que al final no tuvo más remedio que dejarle ir, no
sin antes obsequiarle unas pocas monedas.
Cuando regresaba a casa, se topó con dos astutos bribones que querían quitarle
sus monedas. Como era un niño inocente y sano, los ladrones le engañaron,
haciéndole creer que si enterraba su dinero, encontraría al día siguiente un árbol
lleno de monedas, todas para él.

El grillo trató de alertarle sobre semejante timo, pero Pinocho no hizo caso a su
amigo y enterró las monedas. Luego, los terribles vividores esperaron a que el
niño se marchara, desenterraron el dinero y se lo llevaron muertos de risa.

Al llegar a casa, Pinocho descubrió que Gepetto no se encontraba, y empezó a


sentirse tan solo, que rompió en llantos. Inmediatamente, apareció el Hada de los
Imposibles para consolar al triste niño. “No llores Pinocho, tu padre se ha ido al
mar a buscarte”.

Y tan pronto supo aquello, Pinocho partió a buscar a Gepetto, pero por el camino
tropezó con un grupo de niños:

– ¿A dónde se dirigen? – preguntó Pinocho

– Vamos al País de los Dulces y los Juguetes – respondió uno de ellos – Ven con
nosotros, podrás divertirte sin parar.
– No lo hagas, Pinocho – le dijo el grillo – Debemos encontrarnos con tu padre,
que se ha ido solo y triste a buscarte.

– Tienes razón, grillo, pero sólo estaremos un rato. Luego le buscaré sin falta.

Y así se fue Pinocho acompañado de aquellos niños al País de los Dulces y los
Juguetes. Al llegar, quedó tan maravillado con aquel lugar que se olvidó de salir a
buscar al pobre de Gepetto. Saltaba y reía Pinocho rodeado de juguetes, y tan
feliz era, que no notó cuando empezó a convertirse en un burro.

Sus orejas crecieron y se hicieron muy largas, su piel se tornó oscura y hasta le
salió una colita peluda que se movía mientras caminaba. Cuando se dio cuenta,
comenzó a llorar de tristeza, y el Hada de los Imposibles volvió para ayudarle y
devolverlo a su forma de niño.

– Ya eres nuevamente un niño bello, Pinocho, pero recuerda que debes estudiar y
ser bueno.

– Oh sí, señora hada, a mí me encanta estudiar – dijo Pinocho y al instante, le


quedó crecida la nariz.

– Tampoco debes decir mentiras, querido Pinocho.

– No, para nada, nunca he dicho una mentira – pero la nariz le creció un poco más
– ¡Y siempre me porto muy bien!

Pero al decir aquello la nariz le creció tanto, que apenas podía sostenerla con su
cabeza. Con lágrimas en los ojos, Pinocho se disculpó con el Hada y le prometió
que jamás volvería a decir mentiras, por lo que su nariz volvió a ser pequeña.
Entonces, él y el grillo decidieron salir a buscar a Gepetto. Sin embargo, cuando
llegaron al mar, descubrieron que el anciano había sido tragado por una enorme
ballena.

Enseguida, se lanzó al agua, y después de mucho nadar, se encontró frente a


frente con la temible ballena. “Por favor, señora ballena, devuélvame a mi padre”.
Pero el animal no le hizo caso, y se tragó a Pinocho también. Al llegar al
estómago, se encontró con el viejo Gepetto y quedaron abrazados un largo rato.

– Tenemos que salir cuanto antes, Pinocho – exclamó Gepetto


– Hagamos una fogata papá. El humo hará estornudar a la ballena y podremos
escapar.

Y así fue como Pinocho y su padre quedaron a salvo de la ballena, pues


estornudó tan fuerte que los lanzó fuera del vientre y lograron escapar a tierra
firme. Cuando llegaron a casa, este se arrepintió por haber desobedecido a su
padre, y desde entonces no faltó nunca a clases, y fue tan bueno y disciplinado,
que el Hada de los Imposibles decidió convertirlo en un niño de carne y hueso,
para alegría de su padre, el viejo Gepetto, y del propio Pinocho.
JUGUEMOS EN EL BOSQUE

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
¿Lobo estás?

Me estoy bañando.
Juguemos en el bosque, mientras el
lobo no está.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
¿Lobo estás?

Me estoy poniendo los pantalones.


Juguemos en el bosque, mientras el
lobo no está.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
¿Lobo estás?

Me estoy poniendo un saco.


Juguemos en el bosque, mientras el
lobo no está.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo un sombrero

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo las medias.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo los zapatos.

Juguemos en el bosque, mientras el


lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el
lobo no está.
¿Lobo estás?
¡Aquí voy para fuera a jugar con
ustedes no se vayan!
A LA VÍBORA DE LA MAR

Víbora, de la mar, de la mar,


por aquí pueden pasar.
Los de adelante corren mucho y los de atrás se
quedarán,
tras, tras, tras, traaas.
Una mexicana que frutos vendía,
ciruela, chabacano, melón o sandía.
Una mexicana que frutos vendía,
Ciruela, chabacano, melón o sandia.

Verbena, verbena, jardín de Matatena.


Verbena, verbena, jardín de Matatena.

Campanita de oro, déjame pasar,


con todos mis hijos, menos el de atrás,
tras, tras, tras, tras.
Será melón, será sandia, será la vieja del otro día,
día, día, día, día.
SOY UNA SERPIENTE

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?

Soy una serpiente


Que anda por el bosque
Buscando una parte de su cola
¿Quiere ser usted una parte de mi cola?
Un elefante se balanceaba
Un elefante se balanceaba
sobre la tela de una araña,
como veía que resistía
fue a llamar a otro elefante.
Dos elefantes se balanceaban
sobre la tela de una araña,
como veían que resistía
fueron a llamar a otro elefante.
Tres elefantes…
Cuatro elefantes…
Cinco elefantes…
Seis elefantes…
ESTRELLITA DONDE ESTAS

Estrellita donde estás


me pregunto quién serás.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.

En el cielo o en el mar
un diamante de verdad.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.

Estrellita dónde estás


me pregunto quién serás.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.

En el cielo o en el mar
un diamante de verdad.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.
ASERRÍN, ASERRÁN

Aserrín aserrán
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
piden queso les dan hueso
y se les ¡atora en el pescuezo!
piden vino, si les dan
se marean y se van

Aserrín aserrán
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
piden queso les dan hueso
y se les ¡atora en el pescuezo!
piden vino, si les dan
se marean y se van.

Aserrín, aserrán,
los maderos de San Juan,
piden pan, no les dan,
piden queso, les dan hueso
piden ají, y los botan así.
TENGO, TENGO, TENGO

Tengo, tengo, tengo.


Tú no tienes nada.
Tengo tres ovejas en una cabaña.

Una me da leche,
otra me da lana,
y otra me mantiene
toda la semana.

Caballito blanco
llévame de aquí.
Llévame hasta el pueblo donde yo nací.

Tengo, tengo, tengo.


Tú no tienes nada.
Tengo tres ovejas en una cabaña.
CINCO LOBITOS

Cinco lobitos
tiene la loba,
cinco lobitos,
detrás de la escoba.
Cinco lobitos,
cinco parió,
cinco críó,
y a los cinco,
a los cinco
tetita les dió.

Pulgar, pulgar,
se llama éste,
éste se llama índice
y sirve para señalar,
éste se llama corazón
y aquí se pone el dedal,
aquí se pone el anillo
y se llama anular
y este tan chiquitín
¡meñique, meñique!.
CRO-CRO CANTABA LA RANA

Cro-cro cantaba la rana,

cro-cro debajo del agua,

cro-cro pasó un caballero,

cro-cro con capa y sombrero,

cro-cro pasó una criada

cro-cro vendiendo ensalada.


SANA SANA, COLITA DE RANA (PARA CURAR UNA HERIDA)

Sana, sana, colita de rana


Si no sana hoy sanará mañana.
De tin Marín
De tin Marín de do pingué
Cucara macara títere fue
Yo no fui fue teté
Pégale pégale que ese merito fue.
Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita
Santa Rita, Rita
Lo que se da no se quita,
Con papel y agua bendita
En el cielo ya está escrita.
DON CHUCHO

El animador invita a los presentes a hacer un círculo y empieza


cantando el siguiente estribillo: Don Chucho tiene un chino, que le
saluda achí, achí, achí. Se ríe achí, achí, achí. Baja achí, achí, achí.
Sube achí, achí, achí. Baila achí, achí, achí. Pelea achí, achí, achí,

Se pueden agregar otras expresiones con los movimientos,


representando un chino con gestos graciosos.
Y SI NO HAY OPOSICION

Y si tienes muchas ganas de reír, ¡Ja! ¡Ja!. Y si tienes la ocasión y si no


hay oposición, no te quedes con las ganas de reír, ¡Ja!, ¡Ja!

Y si tienes muchas ganas de cantar, íJa!, ¡Ja!, y si tienes la ocasión y si


no hay oposición, no te quedes con las ganas de cantar, la, la.

Se continúa reemplazando la acción: aplaudir, silbar, zapatear.


SI JESUS TE NECESITA

Si Jesús te necesita da las palmas.

Da las palmas. Otra vez.

Si Jesús te necesita da las palmas.

Ahí donde estás parado dale un abrazo a tu hermano que esta a tu lado.
BAILE DE UN CRISTIANO

Cuando un cristiano baila, baila, baila, baila. (Bis) pies, pies, pies,...

Cuando un cristiano baila baila, baila, baila (Bis) rodilla, rodilla, rodilla....
pies, pies, pies, ....

Cuando un cristiano baila baila, baila, baila, (Bis) cintura, cintura,


cintura.. rodilla rodilla, rodilla.. pies, pies, pies,

y así sucesivamente con otras partes del cuerpo, como el ejemplo.

 Hay infinidad de dinámicas que puedes adaptar y utilizar en las


reuniones de Infancia Misionera.
 Los lemas, consignas o gritos misioneros son muy prácticos para
que los niños recuerden y repitan frases importantes en su
formación.
E-GRAFIA

www.mercaba.org/Catecismo/DINAMICAS/CARTEL_DINAMICAS.htm

https://www.educapeques.com › Recursos para el aula

https://www.frikipandi.com/internet/.../letras-de-canciones-populares-infantiles/

https://canciones.cosasdepeques.com/rondas-infantiles

https://www.chiquipedia.com/cuentos-infantiles-cortos/

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