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Raymund Andrea

Colecciôn Rosacruz
El Disripulo y Shamballa
Raymund Andrea

El Disripulo y Shamballa

Ediciones Rosacruces, SL
Ediciones Rosacruces, SL
Apdo. de Correos 199
08140 Caldes de Montbui
Barcelona (Esparïa)

© Orden Rosacruz AMORC


Todos los derechos reservados

E3 Discfpulo y Shamballa
Raymund Andrea

Primera Ediciôn: 2005


Segunda Ediciôn: 2016
ISBN: 978-84-95285-09-6
Depôsito Legal: SE 124-2005

www. edicionesrosacruces. es
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Dedicatoria al Distipulo

He aprendido mucho escribiendo sobre este tema y usted podra


aprender también leyéndolo; pero necesitarà tener un corazôn
abierto y un espiritu despierto.

Le doy mi sincera bendiciôn.

Raymund Andrea
fodice
Introduction ....................................................................... 11
^Qué es Shamballa? ........................................................... 13
Las dos fases de la voluntad .............................................. 21
La voluntad, sometida a una estimulacion ........................ 31
Némesis ............................................................................. 41
La respuesta del distipulo a su némesis ............................ 49
Las ilusiones del distipulo ................................................ 57
La voluntad y la Jerarquia ................................................. 69
El distipulo y la filosofoa oculta ....................................... 77
La respuesta de la Jerarquia .............................................. 87
Cristo y el consistorio de Shamballa ................................ 95
El retorno de Cristo .......................................................... 101
Introduccion

Mi interés por el estado de discfpulo desperto hace muchos


anos, cuando me sumergfa en libros de filosofïa oriental. Pien-
so que el término discfpulo se empleaba, sobre todo, en relacion
con esta filosofïa. En cualquier caso, fue en aquel periodo cuando
empecé a utilizarlo, de vez en cuando, en diversos escritos. Por
tanto, he llegado a pensar mucho en el estado de discfpulo y en
los discfpulos. En cuanto a éstos ültimos, los criticaba mas que los
alababa, porque pensaba que se lo merecfan.

He examinado la tendencia del estado de discfpulo a lo largo


de los anos y, desde hace poco, he llegado cada vez mas a con-
clusiones concretas, relacionadas esencial y casi plenamente con
la filosofïa oriental, ya que, hoy dfa, el estado de discfpulo man-
tiene, por decirlo asf, una relacion estrecha con esta filosofïa. En
realidad, me he preguntado si era el mismo estado de discfpulo,
viejo e idolâtra, de hace un siglo, o se habfa despojado de algunas
de sus cadenas y habfa hecho algün progreso verdadero, ya que,
durante los ültimos cuarenta anos, se ha liberado a los estudiantes
y sus creencias de muchas cadenas enmohecidas. Ya no hay nada
de aquello y muy pocos de los sabios mas avanzados saben lo que
les ha ocurrido.
El adeptado de Blavatsky1 existe todavfa en nuestro tiempo;
pero no voy a hacer aquf comentarios sobre su valor. Existe todavfa
y eso es todo lo que se puede decir. El adeptado, en su verdadero
sentido, es un tema serio; pero, entre los que invocan su nombre,
son pocos los ejemplos y los intérpretes influyentes.

Espero dominar, al menos, un aspecto de este tema. Si lo


consigo, me bastarâ por el momento. En los ültimos 50 anos, ha
habido bastantes discfpulos de la filosoffa oriental, llenos de pro-
mesas, que pretendfan tener el privilegio excepcional de recibir las
ensenanzas personales de un Maestro. Para simplificar el tema, me
propongo aislar de algün modo a uno de estos discfpulos y trazar de
nuevo el curso de su evoluciôn; pero junto con otros condiscfpulos
que disfrutaron de esta instrucciôn especial de un Maestro, hasta el
momento en que, hace algunos anos, se interrumpio bruscamente
la ensenanza y tuvieron que buscar solos su propio camino. Me re­
fermé constantemente a este ejemplo aislado, llamândolo “nuestro
discfpulo”, para marcar claramente una distincion entre él, su pro-
gresion y los demâs que estaban relacionados con esta experiencia.

No habrâ nada de ortodoxo en mi forma de tratar el tema,


sino todo lo contrario. Tampoco faltarân, sin duda alguna, espfritus
crfticos; pero el mismo tema me llevarâ por encima de lo que pue-
dan decir o hacer. Que lo sigan hasta su conclusion y lo analicen
finalmente con imparcialidad. Mi proposito es arrojar algo de luz
sobre el adeptado pasado y présente; pero siempre con na vision
perspicaz hacia el futuro inmediato y proximo. Pisaremos tierras
vfrgenes, ya que el antiguo sendero esta transitado y fangoso. Por
eso es por lo que el adeptado se estanca y no hace honor a la filoso­
ffa oriental ni a ninguna otra filosoffa.

Bristol, 1960. Inglaterra.

1. Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891). Célébré ocultista del Siglo XIX. Fundadora de la
escuela denominada “Teosofica”.

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Capitulo I

iQué es Shamballa?

En los libros antiguos de ocultismo, se encuentran referen-


cias muy brèves a la existencia misteriosa de Shamballa, que pre-
tenden, como otras tantas referencias de este tipo de literatura,
despertar la curiosidad de un espnitu inquisidor; pero sin ofrecer
al buscador serio ninguna information que le haga comprender
la constitucion, el valor o la finalidad de este lugar, guardado ce-
losamente en secreto y conocido solamente por algunos elegidos
de Oriente. Las obras mas recientes no han sido tan reservadas en
cuanto a este tema y, en realidad, nos hacen pensar que Shamballa
tiene la clave de la evolucion mas elevada del hombre; que, lejos
de ser, como se podrfa esperar, una especie de retiro privilegiado
para los Maestros y otros potentados ocultos distinguidos, parece-
rïa un centro de fuerzas sobrehumanas de voluntad y determina-
ciôn.

El lector se preguntarâ, naturalmente, quiénes son los que


han entrado allf y han hecho de Shamballa lo que es ahora. ^Con
quién vamos a poder compararlos, si estan ya por encima de la hu-
manidad? (',0 podrfamos compararlos con algo, teniendo en cuenta
que Shamballa es un centro operativo, creado aparentemente por
voluntades y no por manos humanas? Nos résulta diffcil pensar
en algo que no esté creado por la mano del ser humano; pero ya
existia la creaciôn, antes de que se formase la mano del hombre, y
no hay ninguna duda de que esta mano ha deformado la création,
en vez de representar y glorificar su finalidad. Se puede suponer
que Shamballa existe para ensenar a los hombres, por medio de
sus agentes designados para guiar sus pasos, desde las tinieblas en
las que, sin duda alguna, se encuentran, hacia la luz de los Seres
sobrehumanos que emanan del Espfritu de Dios.

Si no se sabe prâcticamente nada de este lugar misterioso


de Shamballa, ^como se puede escribir sobre él? Pocas cosas se
han revelado: solo se pueden presentir por instinto y eso solo es
posible mediante la contemplation de la vida de los Maestros co-
nocidos y mediante el estudio de las obras que nos lo sugieren en
términos vagos y cautelosos. Solo una traslacion previa de nuestra
consciencia a la de los Maestros permite comprender la conscien-
cia que es Shamballa, ya que los Maestros, con fuerzas aün mas
elevadas e imponentes, tienen conocimiento y acceso a este centra
de voluntad, a partir del cual esta dirigida la évolution del ser
humano.

Si es cierto (y esto no es una simple hipotesis) que solo los


que tienen una voluntad espiritual inquebrantable pueden encon-
trarse bajo la influencia de Shamballa; si también es cierto que son
las voluntades de seres sobrehumanos las que han creado Sham­
balla y no la mano del hombre, entonces se puede decir que solo
los que tienen una voluntad impersonal y dinâmica pueden esperar
participar en esta vida de la voluntad dirigida côsmicamente. Solo
estos discipulos avanzados de los Maestros que han mejorado
considerablemente su propia naturaleza por una larga disciplina
podrân beber directamente en esa fuente de voluntad y encargarse
de utilizarla para la redenciôn del mundo.

Se puede pensar que los que profesan una fe mfstica pura


plantearân la siguiente objeciôn: el Amor es la esencia misma de
la vida divina. La naturaleza voluntaria del discipulo debe some-

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terse a ella, pero la détermination de ponerse en contacta con la
influencia de Shamballa no signiûca, en ningün caso, la negaciôn
de la naturaleza del discfpulo, llena de compasion y de amor, ya
que ello es la consumacion de esta naturaleza. El aspirante medio
tiene poca esperanza de entrar en contacto con esta influencia: su
proposito, por ahora y durante mucho tiempo todavfa, es dominar
su naturaleza, para que ésta pueda participar, en cierta medida, de
la influencia compasiva y del servicio de los Maestros que, por su
parte, aspiran, por una alta initiation, a perfeccionar la especie
humana, dândole el derecho a penetrar en los misterios de la vida
de Shamballa. Me refiero aquf a los grados mas altos del Sende-
ro, de los que podemos hablar en realidad muy poco, y no a los
primeros grados del aspirante que exigen de él tanta preparaciôn
y disciplina.

Esta bien claro, sin duda alguna, que, si Shamballa es un


centro de energfas sobrehumanas y no de personalidades de Maes­
tros, estamos tratando un tema que, si no es, hasta cierto punto,
profético, al menos es evocador. ^Por qué, pues, ocuparse de un
tema profético que tiene siempre elementos inciertos? Ante todo,
por la siguiente razon: al llegar a los grados elevados del Sendero,
el discfpulo que se pone intuitivamente en contacto con la vibra­
tion de un objetivo lejano no deberfa dudar en meditar sobre lo
que se le exigirâ cuando progrese en el Sendero. Ademâs, el discf-
pulo no avanzarâ demasiado camino, a no ser que tenga la iniciati-
va y la audacia de cuestionarse el camino que se encuentra ante él,
de visualizar el tipo de fuerza superior que deberâ tener, dominar
y emplear, incluso antes de que la morada de Shamballa se perciba
como el centro y el fin de las posibilidades de évolution.

Considéré, por unos instantes, las obras publicadas durante


el siglo XX sobre este tema y el valor de la visualizaciôn, del arte
de la création mental, del que todo neofito ha recibido amplia in­
formation por diversas fuentes. Piense también en los resultados

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concretos que se han obtenido en todos los campos de la vida gra­
cias a la utilizacion cientffica de este arte, en las materializaciones,
en todos los pianos de la vida que se han visualizado o pedido al
espiritu y al poder universales. Ademâs, hay Maestros que entran
en contacto con Shamballa por el mismo método de visualizacion
cientffica; pero ésta se adapta a los fines espirituales mas elevados
y puede decirse que se situa muy bien mas alla de nuestra idea
actual de este arte. Si se acuerda uno igualmente de la vibration
extremadamente elevada de la consciencia del Maestro, aplicada a
este fin, podemos adivinar lo que se exigirâ al discipulo por parte
del Maestro, si cuenta en si con el impulso de éste ültimo, para
tratar de entrar en contacto con esta técnica, por extraordinaria
que sea, que consiste en contactar con el centra de vitalidad de
Shamballa, y utilizarlo con eficacia.

Hay, al menos, dos razones para elegir este tema: représen­


ta, ante todo, una aventura sin precedentes de la voluntad y, en se-
gundo lugar, la utilizacion del arte de la création mental mediante
la visualizacion, tal como la conocemos, pero llevada a un acto
de aspiration espiritual, mas elevada e intima que la practicada
hasta ahora, ya que su finalidad es producir un cambio deliberado
de consciencia, en cooperaciôn con la de los Maestros que per-
feccionan esta técnica suprema. Si parece presuntuoso hablar de
ejercer la voluntad y explotar el arte de la visualizacion con este
fin, esperando conseguirlo, yo anado que el poder y las posibilida-
des de la voluntad temeraria son elementos fondamentales en este
campo y sus hilos conductores y que, si no se considéra el arte de
la creaciôn mental como indispensable en su sentido mas elevado
y espiritual, se puede sacar algün indicio sobre la posibilidad de
una aproximacion al misterio de Shamballa.

Al ser Shamballa, probablemente, un centra de voluntad y


determinaciôn, debemos examinar sus atributos y sus expresiones
de una forma mas profunda. Los que han lefdo mi libro La Técnica

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del Discipulo tal vez hayan advertido una de sus caracterïsticas:
la afirmacion de la voluntad espiritual. En él he utilizado lo que
he mencionado mas arriba, bajo el nombre de voluntad temera-
ria y de arte de la création mental mediante la visualizacion. Al
combinar estos dos atributos, se encuentra de nuevo una afirma-
cion mas fuerte de la voluntad inquebrantable. Cuando escribf ese
libro no pensaba para nada en Shamballa; pero ahora tengo claro
que utilizaba estos dos atributos con un fin manifiesto: subrayar la
importancia de la afirmacion de la voluntad y prever una révéla­
tion posible del futuro inmediato en el Sendero, por una initiation
oriental tradicional y conocida desde hace mucho tiempo.

Si se tiene también en cuenta que yo he concebido este libro


y lo he escrito durante el verdadero terror del bombardeo de Gran
Bretana durante la Segunda Guerra Mundial, se comprenderâ que
recurrfa entonces al fuego de la voluntad bajo su forma mas pode-
rosa. Para mf y para los demâs, esta claro que el estado de discipulo
de los esoteristas, tal como se conocfa en aquella época, habfa sido
vencido y reducido al silencio, incapaz de oponerse de una forma
prâctica, abierta e influyente, a las fuerzas satanicas, del mismo
modo que las iglesias estaban impotentes y solo eran capaces de
reivindicar como una rutina la paz para nuestro tiempo. Aquellos
adeptos no tenfan tampoco ninguna influencia en los asuntos del
mundo: no afrontaban los principales problemas que se debfan do-
minar. El poder y la sabiduna activos pasaron a los hombres de
estado y a los sabios de la época. Estaba bien; pero era profunda-
mente humiliante para los que habfan pensado hasta entonces que
eran los diligentes espirituales y los poderosos del mundo. Los
esoteristas y los religiosos fueron relegados tacitamente a papeles
secundarios de la escena, porque eran completamente ineficaces
ante una crisis mundial, de la misma forma que ocurre en nuestros
dfas. La voz de la inspiration, aunque jamâs fue de elles, pasô a
los sabios y a los hombres de estado que salvaron del naufragio a
la civilizacion.

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Pero aquello era una évocation inconsciente, aunque pode-
rosa, de la voluntad de Shamballa, utilizada en una circunstancia
crftica, para neutralizar las fuerzas negras que operan en el extran-
jero contra las fuerzas de la Luz. Uno habfa contactado Shamballa
con fines maléficos; otro, la habfa reivindicado para vencer estos
fines. Nosotros conocemos los resultados de esto. Pero el proble-
ma del que tratamos es que las fuerzas de la Luz han recurrido a
este centro shambâllico de voluntad para llevar a cabo sus desig-
nios. El triunfo final de las fuerzas de la Luz ha ensenado a las
fuerzas negras, que operan por la médiation de muchas naciones,
una leccion que no se ha olvidado ni perdonado: que no es tampo-
co imposible una prueba nueva de los dos aspectos de la voluntad.

De aquf deducimos dos cosas. Por un lado, la voluntad de


Shamballa no puede ser invocada nada mas que mediante una ten­
sion casi sobrehumana de la voluntad del hombre. Por otra parte,
no se puede invocar nada mas que bajo una tension para bien o
para mal. Estos dos hechos exigen una reflexion muy séria por
parte del discfpulo que evoluciona en el Sendero. La invocation
de la voluntad puede producir efectos sorprendentes e insôlitos
en quien la evoca. Si su adeptado no es el de un discfpulo hâbil y
bien equilibrado que tiene una intenciôn espiritual, el impacto le
resultarâ de tal naturaleza que le obligarâ a abandonar el Sendero
del servicio mas elevado, para explotar la voluntad con fines per-
sonales en este mundo.

En nuestra época, muchos discfpulos que, por naturaleza,


temperamento y éducation, tienen la am bition de superarse no
estân completamente dispuestos a transmitir, asimilar y utilizar
con éxito la tension elevada de la vibration de un Maestro, por
no hablar de la posibilidad de contactar, retener y utili/ar debida-
mente la influencia de Shamballa. Es cierto que un discfpulo no
puede acercarse con am bition al trono de Dios sin consecuencias
lamentables. De ahf viene la advertencia de los peligros de tener

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am bition en el Sendero, incluso cuando se acerca uno al Maestro.
El fuego de Shamballa, en un discfpulo que no esta preparado,
puede propi ciar en él desequilibrios permanentes por culpa de su
propia ambiciôn.

No hay que considerar a Shamballa como un Sendero que


hay que recorrer tal como se dice en las obras ocultas normales,
como un Sendero que lleva a los Maestros: es un centro de fuerza
o de poder de actividad creadora, sometido a condiciones muy al-
tas, que debe ser buscado y presentido ünicamente por el discfpulo
que ha recorrido de verdad el Sendero que lleva a los Maestros y
que, manteniendo una coopération con ellos, busca consciente-
mente y con pleno conocimiento, el modo de alcanzar, aumentar,
acrecentar su capacidad vibratoria, para incluir en ella cierta dosis
de esta vitalidad creadora, que le permita participar de una forma
mas compléta en el plan que tienen los Maestros para la humani-
dad. En este punto, el discfpulo habrâ merecido y aceptado una
responsabilidad muy superior a la conocida en los primeros gra-
dos del estado de discfpulo. En muchos aspectos, habrâ cerrado
una puerta sobre la vida de la personalidad: su largo noviciado,
durante el cual trabajô cerca y dentro del aura de un Maestro, de
esta forma, habrâ temperado su voluntad hasta este acto de entrega
y ahora no lo apartarâ nada de la détermination mquebrantable de
prepararse para el servicio del mundo.

19
Capi'tulo II

Las dos fases de la voluntad

El lector, si esta preparado para leer este libro, habrâ comprendido


que yo considero dos fases distintas de la voluntad. La primera es la que
pone en acciôn el discipulo a lo largo de su aspiraciôn y de su progresiôn
hacia el contacto con el Maestro. La segunda es la que utiliza como una
invocaciôn a Shamballa, después de haber experimentado durante mu-
cho tiempo un contacto personal con el Maestro. El carâcter de estas
dos fases es completamente diferente: una es, en cierto modo, experimen­
tal y esta sometida a numerosas fluctuaciones, altibajos, dudas, intentos,
a lo largo de un ciclo, dependiendo todo del karma y sus circunstancias
concurrentes. La otra es la misiôn de la voluntad, una vez que se han
superado todas esas contingencias y el discipulo, preparado, visualiza un
Sendero sensible de contacto, que va mas alla del Maestro y se consagra
a la participaciôn en el plan de evoluciôn que se le révéla en lo sucesivo.
Se podria decir que la voluntad es el deseo de recurrir a ella. No es asi.
Al discipulo que se acerca a un Maestro le esta pennitido tener errores,
consecuencia de las imperfecciones y deficiencias de la personalidad.
Ese no es el camino para el que intenta alcanzar el Shamballa. Hay una
frontera précisa entre los dos, aunque sea muy difïcil définir una posiciôn
clara: durante la primera fase, se pueden perdonar muchas cosas, ya que
el Maestro es tolérante, al no ser él mismo mas que un discipulo que esta
bajo al influencia de Shamballa; durante la otra fase, no se plantea la
cuestiôn de la tolerancia o el perdôn. El discipulo, al considerarse prepa­
rado, se ofrece para el contacto con esa energia elevada. Si no satisface
19
las exigencias, sufrirâ ese contragolpe en el transcurso de la vida y sera
perfectamente consciente de ello.

Al marcar esta diferencia entre las dos manifestaciones de la volun-


tad (la del Maestro y la de Shamballa), hay que ser mâs explicita. ^Qué
ocurre cuando se créé que el discipulo sigue la ensenanza de un Maes­
tro, esta bajo la influencia directa de un Maestro, y entra, por telepatia e
inconscientemente, en contacto con el aura del Maestro y recibe los
impulsos de su influencia? Es también un hecho que, bajo la atenciôn
eficaz del Maestro, el ritmo de la vida del discipulo se acelera y se eleva
hasta un alto nivel de sensibilidad. No tiene, hora tras hora, conocimiento
de todo eso con su consciencia objetiva; pero es perfectamente consciente
de que se produce un aflujo de fuerza o de voluntad que afecta, a veces,
a los niveles mâs intimos de su naturaleza psiquica y espiritual. El fin
esencial de esta atenciôn particular del Maestro es aumentar el poder de
servicio del discipulo, previendo, al mismo tiempo, algunas influencias
kârmicas de su vida y favoreciendo su liquidaciôn, mediante este servi­
cio que tiene siempre a la vista. ya que el hecho de servir es el primer
punto importante para el Maestro. Esto es lo importante al principio y
este servicio debe ser de tal calidad y valor que justifique esta atenciôn y
esta ayuda especial.

La experiencia demuestra que esta llegada de la voluntad a la cons­


ciencia del discipulo, moderada prudente y sabiamente por el Maestro,
tiene un carâcter tan excepcional y es capaz de producir resultados tan
inesperados que el discipulo puede pasar la mavor parte de su vida adap-
tando a ellos su consciencia cérébral y este periodo de formaciôn inten-
siva, aunque sea un privilegio bien merecido. no puede considerarse como
una pura bendiciôn. Por el contrario, suele ser un periodo de adaptacio-
nes muy dificiles: podemos citar las palabras del Maestro, que decia
“;No suspires por el noviciado!”. Esto es, al mismo tiempo, un consejo
y una advertencia: el Maestro lo ha dado, porque sabla lo que significaria
para el discipulo una peticiôn de formaciôn particular. La idea de hacerse
alumno personal de un Maestro parece ser un privilegio tan excepcional
que se olvida el posible impacto de este despertar sobre la naturaleza
entera del discipulo. É1 no tiene la minima idea de ello; pero se le da la
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oportunidad, en ciertas circunstancias, y las reacciones que siguen se
convierten, para el discfpulo, en duras experiencias.

La formaciôn que se da a un discfpulo asf, que comprende intermiten-


temente, durante un largo periodo, sugestiones y formas de procéder
inesperadas, produce muchas veces una fuerte sorpresa, ya que la idea
que se hace el discfpulo de la formaciôn personal es una cosa y la que
tiene el Maestro es distinta. A veces, el discfpulo se da cuenta râpida-
mente de que no puede satisfacer la ensenanza propuesta. El Maestro
advierte una falta de equilibrio en el carâcter del discfpulo, lagunas en el
desarrollo de su personalidad, la necesidad, en su vida cotidiana, de nue-
vas adaptaciones mentales en direcciones variadas, con excesos aquf y
deficiencias allf. En realidad, el discfpulo siente a veces que se le pide
que empiece de nuevo su vida, en el mismo punto en que se consideraba
tan competente y digno de ser aceptado.

«-.Por qué algunos discfpulos renuncian, tarde o temprano, a lo que ha-


bfan pedido con tanto ardor y a lo que el Maestro tiene derecho a propo-
nerles, cuando predominan ciertas condiciones kârmicas?

Hasta ahora, han vivido dentro de los limites de una especie de cfrculo
cerrado: los libros han sido sus principales gufas y sabemos a qué excesos
de esperanza y promesas imaginarias pueden conducir al discfpulo. No
debe sorprender en nada que pase anos en el ambiente deslumbrador de
los libros y llegue a pensar que le queda poco que hacer para recibir del
Maestro la autoridad, la confirmaciôn de todo esto y de que todo le va a
ir bien. ^Pero qué es lo que ocurre cuando un Maestro de letras o de
ciencias se hace cargo de un alumno que suena, a su aire, desde hace
mucho tiempo, felizmente guiado por los libros? Puede sobrevivir o no a
la mano del Maestro y eso dépende mucho de la humildad y la docilidad
del alumno. Pero pensamos en el discfpulo, considerândolo una persona
mas madura en todos los puntos, que ha vivido experiencias durante
algün tiempo. Un Maestro no perderfa su tiempo con un simple novicio.
Sin embargo, esta persona, como discfpulo y en su calidad de débutante,
puede ser también incapaz de satisfacer las exigencias; pero eso ha de
ser necesariamente por falta de humildad o docilidad.
21
Aquf es donde aparece la funciôn de la voluntad del disci'pulo y es
objeto de una observaciôn especial por parte del Maestro, ya que se
puede hacer que esta voluntad imprégné toda su actividad futura, por su
manera de utilizarla, bien sea en su propia vida o en su servicio para el
mundo entero. El Maestro sabe muy bien hasta qué punto el disci'pulo es
capaz de reaccionar en estas dos direcciones, bajo la tension que se le ha
impuesto; pero el disci'pulo no lo sabra. Se abandonarâ a si mismo y
viajarâ aparentemente solo. Pero, si el disci'pulo tiene celo y esta lleno de
promesas, sera intuitivamente consciente de que puede confiar en las
ensenanzas del Maestro y de que, cualesquiera que sean los aconteci-
mientos de su vida personal, para él no hay mas que un camino: imponer
el dominio de la voluntad en todos los aspectos de su vida y velar por los
resultados.

^Es que la perspectiva de una obediencia rigida y exigente hace de la


vida del disci'pulo una vida de introspecciôn y de trabajo ininterrumpido,
sin dejar ningûn lugar a las complacencias corrientes de la vida? De
ningûn modo. En realidad, hay pocos cambios en su vida cotidiana: sigue
llevando la misma vida que antes; pero hay ideas nuevas. mâs pénétran­
tes, que tienen una orientaciôn précisa, proceden de un nivel mâs eleva-
do de consciencia y afectan a su vida interior, que reclaman su atenciôn
y producen cambios en su vida mental y emocional. Eso parece muy
sencillo y tan banal que muchos disci'pulos se decepcionan y abandonan
desde el principio, cosa que es comprensible, ya que, hasta entonces, los
hâbitos mentales y emocionales del disci'pulo habian sido canalizados y
aceptados como algo natural. Cuanto mâs ha leido, mâs seguro se siente
de si mismo y menos nota la necesidad de transformai- estos hâbitos.
Para ello no se necesita ningûn cambio riguroso; pero, si el disci'pulo se
adapta bien a la ensenanza, llegarân a producirse cambios. Un largo
periodo de obediencia deniostrarâ las cualidades del disci'pulo. El Maes­
tro no exigirâ cambios bruscos en la vida del disci'pulo, pero su ensenan­
za los procura, sin duda alguna, y se puede esperar que se produzcan. Lo
verdaderamente importante es que esta sumisiôn, sin interrumpir para
nada el transcurso general de la vida del disci'pulo, influirâ en todo el
conjunto de su personalidad y le abrirâ perspectivas de desarrollo mâs
amplias.
22
Suponiendo que el discipulo esté preparado para seguir esta aventura
en el Sendero, ^por qué tiene, aqui, la voluntad derecho a esta atenciôn
especial? Es una perogrullada decir que todas las posibilidades de tener
éxito en la vida se basan en el ejercicio de la voluntad.

Pero, en el caso del discipulo, esta en un terreno relativamente segu-


ro, cuando utiliza la voluntad antes de que puedan afectarle las fuerzas
menores de la voluntad del Maestro. Sin embargo, desde el momento en
que estas fuerzas se dirigen hacia él durante su formaciôn y la ensenan-
za acelera la velocidad y el ritmo de sus centros psiquicos, el discipulo
siente que tiran de él hacia una especie de campo de batalla. Los amigos
y los enemigos se ven ahora de otro modo: estân ahi para ayudar o
entorpecer su marcha. Todas las relaciones de su vida profesional y
privada se convierten en factores responsables de su progreso. La vida
del discipulo, cuando se convierte en un tema de interés especial para un
Maestro, por decreto kârmico, no puede ser tranquila y sosegada, como
era antes de esta ocasiôn ünica de avanzar que se le ha dado. Si es una
persona especialmente sensible, capaz de reaccionar râpidamente al nue-
vo ritmo impuesto a sus vehiculos de expresiôn, necesitarâ todas sus
facultades de expresiôn y de juicio para afrontar los numerosos proble-
mas de los seres y las circunstancias que encontrarâ en su vida cotidiana.

iQué banal parece esto! En realidad, es la experiencia mas importan­


te que habrâ encontrado en su ciclo de vida y de ella podrân surgir las
consecuencias mâs sérias para el discipulo. Las personas con las que
esta en contacto diariamente no cambian; pero tendrân para él un valor
y una importancia, que reconocerâ râpidamente, y suscitarân en él nu­
merosos temas de réflexion y meditaciôn. Se preguntarâ cuâl es el ver-
dadero significado que tienen en su vida estas relaciones que habia con-
siderado normales hasta entonces. Estarâ preparado para ver el désarroilo
efectivo de su voluntad en su vida, la consciencia que sabra imponer aün
mâs en las cosas, las personas y los acontecimientos. En el mundo ordi-
nario de los hombres, sabemos que todo eso entra en el orden normal de
las cosas: cuanto mayor es la afirmaciôn de la determinaciôn, mayor es
la sensaciôn de dominio y de éxito. No es mâs que la estimulaciôn de una
fase de la vida del discipulo, que se revelarâ con el ejercicio. Demuestra
23
la profundidad y la bondad de la naturaleza de su corazôn y es posible
que eso précipité su primera caida en el Sendero. Se equivocarâ. sin
duda. si piensa que el Maestro pretende, durante este proceso de expan­
sion, estimular la voluntad, a costa de un corazôn lleno de compasiôn y
de comprensiôn. La vida se hace para el discipulo una especie de reve-
laciôn para su consciencia y se considerarâ preparado. si puede mante-
nerse recto y adaptarse con voluntad y compasiôn.

Por otro lado, el ritmo de un discipulo puede ser, por naturaleza. mucho
mâs lento que el de un hermano suyo mas sensible y voluntarioso. El efec-
to que ejerce sobre él la ensenanza sera, por tanto, de una naturaleza
diferente. El ritmo mâs lento révéla un tipo de discipulo lleno de amor y la
fuerte vibraciôn del Maestro sera para él una especie de prueba: su
progreso sera lento. Recuerde que oteamos a lo lejos ese centro de vo­
luntad irrésistible: Shamballa. En este estudio, lo tenemos siempre a la
vista y afirmamos gradualmente nuestro pensamiento para presentir y
tratar de elucidar un poco su misterio, preparândonos asi. en cierta medi-
da, para alineamos en él.

Considéré, pues, el valor del que esta lleno de amor. a quien el mismo
Maestro estima mucho y pone, a veces, como ejemplo a seguir; considé­
ré el tipo puro del aspirante lleno de amor, confrontado a la vibraciôn
dura y grosera de la vida cotidiana, y pregüntele qué es lo que mâs nece-
sita para avanzar. a pesar de la influencia contraria que hay en su entor-
no. No me dedico aqui a hacer especulaciones: he trabajado en estrecha
asociaciôn con los dos tipos. Sé que. si el aspirante tipico lleno de amor no
puede afirmarse por una especie de violencia natural en nombre de la
voluntad. no sobrevivirâ ni siquiera a las Fuerzas Menores de la ensenanza
de un Maestro. Se puede decir que la debilidad habituai de los aspirantes
de este tipo se debe a que una bondad y un sentimentalismo innatos le
impiden hablar y actuar enérgicamente cuando dirige la voluntad: tiene
miedo a hacer dano. No es lo suficientemente fuerte para concentrarse
y adoptar una actitud y una posiciôn insôlitas en sus relaciones. Terne
perder el apoyo de aquellos con quienes contaba cômodamente y tiene
incl inaciôn a volver del precipicio del borde del Sendero y quedarse en el
paso nivelado, es decir. donde no hay peligro. El discipulo debe estar
24
siempre sano y salvo, cualquiera que sea su tipo; pero eso no debe ser un
pretexto para eludir los problemas desagradables. Tal vez sea esto duro
de decir; pero el impacto incrementado de la ensenanza del Maestro
sobre el disci'pulo le obligarâ a afrontar el Sendero, no desde un solo
ângulo, el que le résulta mâs familiar y fâcil, sino bajo los numerosos
ângulos que le revelarâ su percepciôn despierta.

Entre estos dos tipos dominantes, hay otros muchos que no compar-
ten los extremos de uno ni de otro; pero, en todos los casos, la ensenanza
propone al discipulo algo nuevo y ejerce cierto poder estimulante sobre
él. Alli donde, hasta ese momento, la voluntad esta indiscutiblemente
activa, se verâ intensificada y, donde faite, habrâ que buscarla, sin duda.
No se trata de preparativos: el discipulo se ve impulsado a observarse y
considerar su personalidad con ojo critico. Si tiene una buena opinion de
si mismo, este acto le harâ cambiar. No es descabellado decir que este
primer encuentro es una especie de experiencia de la tâctica de choque
y, como el Maestro podrâ observar al discipulo minuciosamente. evalua-
râ con précision su reacciôn y de qué forma deberâ ocuparse de él. Es
posible que pase bastante tiempo hasta que el discipulo reciba un signo
que lo confirme en un camino u otro. La voluntad esta en el centro del
cuadro y deberâ aprender de ella su fuerza, su debilidad, sus posibles
desviaciones y la necesidad absoluta de continuar bajo un estimulo
poderoso: acelera su ritmo de vida, lo que despertarâ el bien y el mal que
hay en él y en su entomo. Jamâs, hasta entonces, se da cuenta el discipulo
de hasta qué punto es real este problema de la estimulaciôn de su vida.
Es évidente, va que cada ser humano con el que tenga contacto lo sentira
y actuarâ dependiendo de su propia naturaleza. Ningün discipulo sabe lo
que puede hacer ni lo que harâ, mientras no se centre sobre él un rayo de
la voluntad de Shamballa.

El tiempo, tal como se considéra, tiene poca importancia para el Maes­


tro. ya que actüa mâs allâ de las limitaciones de la personalidad. El disci­
pulo se ocupa de convertirse en una persona completamente diferente,
lo que significa una transformaciôn que résulta dificil de aceptar para la
naturaleza humana. Pocas personas estân preparadas para ello; pero un
discipulo que lo ha pedido durante anos tiene alguna posibilidad, que puede
25
ver el Maestro y justifica los esfuerzos que realiza en favor del aspiran­
te. Es la ensenanza dada lo que decidirâ en realidad. tarde o temprano.
Pienso que lo mâs déterminante es la naturaleza y utilizaciôn de la voluntad
despertada del discipulo: con el despertar de la verdadera naturaleza
voluntaria, aparece un nuevo poder. ^Cômo va a utilizarlo el discipulo?
En este punto, la evoluciôn general de su vida tiene gran influencia. Si
esta mal preparado, si no ha sondeado las profundidades de la experiencia
de la vida, si no reconoce los diferentes niveles del bien y del mal, si no
ha afrontado y vencido en el pasado muchas veces al diablo en lo alto de
la montana, ^cômo va a reaccionar cuando tenga entre sus manos la
voluntad, como una espada de doble filo, a su disposiciôn, y sea capaz de
dominar, afirmar y controlar, en beneficio de su prestigio, de su gloria
Personal? Si esta tentaciôn lo domina, no se hace mejor, sino mâs bien
peor, que los millones de seres ambiciosos que viven alrededor de él.
Éstos ültimos pueden jugar extraordinariamente bien este papel; pero, si
el discipulo no tiene en si la bondad de Dios para rechazar la tentaciôn, el
Maestro le darâ todo el tiempo necesario para que haga el ajuste indispen­
sable.

26
Capftulo III

La voluntad, sometida a una estimulacion

El disci'pulo, en los primeros dias de su aspiraciôn, concédé poca aten-


ciôn a la voluntad, como fuerza principal y déterminante en su vida. Se
ocupa mucho mas de si mismo, desde el punto de vista ético, dando
pruebas de un poder considérable de palabra y de acciôn, en contraste
con los demâs, y considerândose muy distinto de ellos en este aspecto.
Ahi es precisamente donde la voluntad juega un papel importante en la
evoluciôn del discipulo, ya que ^cuâl es el papel del Maestro en el ejerci-
cio de su voluntad tan desarrollada? Se le ensena a mantenerse indife-
rente ante las seducciones de la personalidad en todos sus pianos y supe­
rarias. De no ser asi, résulta dificil comprender que pueda ayudar mucho
al discipulo. Su propôsito es ser un punto focal de contacto, una fuerza
que se fusiona e identifica con Shamballa, es decir, el receptâculo de sus
energias, que capta y manifiesta sus planes de evoluciôn mas profundos.
Al mismo tiempo, es elegir y encontrar esos discipulos llenos de prome-
sas que pueden comprometerse en el mismo sendero y hacerse cada vez
mas competentes bajo su conducta.

Eso es el fin y la intenciôn; pero puede verse contrariado por discipu­


los ruines. La mayor responsabilidad que puede tener un Maestro es
descubrir y apadrinar a un novicio, guiar a un discipulo y prepararlo para
entrar en el Sendero que lleva al centra de la vida planetaria creadora.
Podemos estudiar bien su voluntad, su debilidad y su fuerza, sus estupi-
deces y sus perversidades, su inconstancia, su naturaleza obstinada y
27
explosiva: esa voluntad que llevarâ al disci'pulo, paso a paso, hacia su
objetivo u obligarâ al Maestro a mantenerse al margen, hasta que se
hayan calmado los fuegos de la personalidad.

Si el mismo Maestro aspira a entrar en la acciôn de la voluntad de


Shamballa e incluso penetrar en la esfera de las energias sécrétas, de las
que llegarâ a ser participe, para poder utilizarlas en cooperaciôn con los
que presiden el destino espiritual del mundo; si sabe que ese destino no
puede realizarse nada mâs que por la voluntad de Shamballa y que ésta
es cultivada y utilizada, durante largos periodos, por los alumnos de los
Maestros, considero entonces al Maestro como una expresiôn de esta
voluntad. En ese caso, sera necesario para el disci'pulo, cuando se some-
ta conscientemente a la direcciôn de un Maestro, guardar claramente
esta idea en su mente. Los primeras contactos con el Maestro pueden
parecer reservados y amables para algunos discipulos que se equivocan
en cuanto al él, pensando que es un padre confesor muy afectuoso. Al
cabo de poco tiempo, sentira los impulsos poderosos de la voluntad y las
aguas de la personalidad se agitarân con fuerza. El Maestro no reclama-
râ al disci'pulo una sumisiôn que esté por encima de sus posibilidades;
pero es posible que no cierre tampoco los ojos con facilidad ante las
débiles excusas por su desobediencia.

Se puede llegar a la conclusion de que el Maestro, que lleva en si


mucha energia de Shamballa y ha practicado durante muchos ciclos en
la manifestaciôn de esta energia que constituye para él una herramienta
fundamental, debe tener una disciplina muy estricta y tratar al aspirante
del mismo modo, mâs o menos. Escierto que el disci'pulo no puede avanzar
mucho tiempo con el Maestro sin sentir en si esta elevaciôn que lleva el
sello de la autoridad y del poder. El disci'pulo sera tanto mâs consciente
de ello cuanto mâs haya sido uno de los que se han limitado a sentarse a
los pies de muchos que se llaman Maestros, de mûltiples confesiones, sin
tener ninguna nociôn espiritual. En realidad, nada le revelarâ el valor
relativamente insignificante de estos ûltimos, mejor que su primer contacto
con un Maestro. Aunque la presencia y la fuerza visible del Maestro se
manifiesten muy fuertes para el disci'pulo, es muy dificil que se someta
de nuevo fâcilmente a sus antiguos maestros.
28
Hay una lfnea de demarcaciôn tan profunda e inequfvoca entre los
que tienen el ti'tulo de Maestro y los que usurpan su nombre, que estar
junto a unos hace que se pierda todo interés por los otros.

Veamos lo que deberfa ocurrir. Si un discipulo, que se encuentra bajo


la direcciôn del Maestro, no advierte una estimulaciôn mas o menos di-
nâmica, completamente diferente de sus experiencias de contactos pre­
cedentes con los que se autodenominan gulas o jefes, no deberia ocurrir
nada prometedor ni extraordinario. Pero ocurre todo lo contrario. Es el
karma el que, al registrarlo todo, lo permite. Es una puerta que se abre en
el Sendero que ha recorrido el discipulo durante muchas encamaciones,
hasta el momento en que, en ésta, han anunciado las estrellas favorables
la hora de la vision del Maestro y puede ser atendida la llamada lanzada
por el corazôn. Yo me esfuerzo por mostrar, bajo diferentes ângulos, los
efectos que puede tener en el discipulo este acceso a las mâximas posi-
bilidades propuestas en el Sendero.

El discipulo afronta una crisis ünica en su encamaciôn y eso puede


producir resultados que afecten mucho a su vida ^Pero es demasiado
decir que lo que pueda revelarse al principio no es mas que una breve
ensenanza particular dada por el Maestro al discipulo elegido? Voy a
responder que lo que se debe tomar en consideraciôn no es tanto la
simplicidad de la ensenanza en si como sus indiscutibles resultados, si se
sigue debidamente. Tenemos siempre en mente la voluntad: es nuestro
tema central y la clave de todo el Sendero. Uno de los primeros efectos
de su estimulaciôn o de su despertar sera la impresiôn de una nueva
fuerza e influirâ en el pensamiento, la palabra y la acciôn. Lo importante
es cômo siente el discipulo esta influencia.

Llegado a este punto, yo sé que algunos discipulos reflexivos actua-


rân inmediatamente, porque dan la mâxima importancia a la voluntad y
no al amor. Afortunadamente se pueden conocer los dos aspectos del
desarrollo y, de no ser asi, yo no deberia escribir sobre el corazôn amante
y la voluntad espiritual. Por desgracia, los discipulos tienen una vision tan
estrecha de las cosas que, cuando se habla de la voluntad como verda-
dera clave de algunas etapas de la evoluciôn, piensan que se presta mal
29
servicio al dios del amor, como si la voluntad fuese un instrumente» de
destrucciôn mortal y el amor, una mano satisfactoria y carinosa. Se notarâ
que yo no me refiero simplemente a la voluntad, sino a la voluntad espi-
ritual: hay todo un mundo de diferencia entre las dos.

Analizando aqui los posibles efectos de la formaciôn del Maestro


sobre el discipulo, sea quien seay cualquiera que sea su vinculaciôn con
el sendero o la denominaciôn oculta bajo la cual se pueda alinear, trato de
visualizar sus reacciones, lo que deberâ adaptar en él, si espera ser capaz
de compartir la energia de Shamballa, o lo que impedirâ esta realizaciôn.
Hay una cosa cierta: si estudia desde mucho tiempo la literatura mistica,
en especial la de cierto tipo, si ha formado parte de grupos de carâcter
dudoso, es posible que domine en su consciencia la idea del amor, como
si fuese la pauta a seguir para todo avance y para conseguir algo. Es una
ilusiôn de primer orden. La verdad es la siguiente: el primer contacto con
el Maestro puede parecer suave y dar la sensaciôn de que nos envuelve
con tolerancia y amabilidad; pero, tras esta impresiôn psicolôgica y
complaciente, encontraremos una voluntad tensa que ha conquistado las
fronteras de lo invisible y lo ha dotado de supremacia y poder. Esto es
évidente, ya que se podria decir que los Maestros aspiran irresistiblemente
a participar en la vida de Shamballa.

El ejemplo supremo lo tenemos en Cristo: moderado, era asequible


para todos los que encontraba. Sin embargo, en él se presentaba la vo­
luntad espiritual como una fuerza viva que le permitia realizar lo que le
decia que hiciese la voluntad de Shamballa. La idea de sumisiôn y de
humildad que proclaman las ôrdenes religiosas y monâsticas es comple-
tamente inadecuada para el hombre que ha aceptado la misiôn de afron-
tar y superar todos los problemas de la vida y de la muerte. Si nuestro
discipulo quisiese volver su mirada hacia Shamballa manteniendo en su
espiritu la misma idea, se consideraria infinitamente mâs inepto: solo la
fuerza de los Seres shambâllicos ha podido formar y enviar un super
Maestro de la talla de Cristo. Pero, si se quiere tener una idea del centro
shambâllico, de la voluntad viva cuyos designios dan forma a la hurnani-
dad, podemos presentirlo entrando espiritual e intuitivamente, y solo asi,
en la fuerza activa y ünica de Cristo.
30
Nos proyectamos lejos en el futuro; pero eso entra en el marco de
nuestro tema. La meta de Shamballa debe penetrar poco a poco en la
vida del discipulo, aunque esté muy lejos; pero el Maestro esta animado
por el mismo propôsito y eso calarâ en sus instrucciones. Hasta ese
momento, a lo largo de sus anos de aspirantado, el discipulo se habrâ
habituado a pensar en el Maestro y en su ensenanza como el fin de sus
esfuerzos. En realidad, muchos han pensado que el contacto con el Maes­
tro era el objetivo mas elevado que se podia alcanzar: Han estado tan
poseidos por esta ambiciôn que han reclamado las cosas mas extrava­
gantes para disfrutar de la supervision constante de un Maestro. La ima-
ginaciôn puede desencadenarse en la mente de los discipulos, mâs que
en ningün otro sitio; pero no nos preocupamos por esas demandas iluso-
rias: un Maestro no las aprobaria.

Nos ocupamos de un tipo de discipulo muy concreto, que ha recibido


una ensenanza determinada, y tenemos en cuenta su forma de reaccio-
nar ante ella. Este privilegio le présenta el fin, idéntico al del Maestro: la
realizaciôn de un contacto espiritual con Shamballa.

Este pensamiento da pie, posiblemente, a una objeciôn en el espiritu


del discipulo: si aspira a la misma voluntad creadora de Shamballa, que
es una especie de prerrogativa del Maestro, ^no se da a entender que el
discipulo avanzado concentrarâ todo su interés y su atenciôn en este
contacto superior, mâs que en el contacto con el Maestro? Eso no es
posible, ya que el Maestro ha aceptado deliberadamente dar una ense­
nanza personal al discipulo. Ademâs, como el discipulo aspira, desde
hace mucho tiempo, a tener la instrucciôn personal de un Maestro, es
mâs que probable que esta oportunidad inesperada absorba toda su aten­
ciôn durante mucho tiempo, ya que es la realizaciôn de su ambiciôn.
Pero pensemos que ha habido en el pasado y hay hoy dia personalidades
eminentes de destacado ingenio, con trabajos de especial relieve, que
manifiestan indiscutiblemente una cualidad elevada de la voluntad crea­
dora y viva de Shamballa. Sus facultades extraordinarias han llamado la
atenciôn, no solo de los grandes intelectuales, sino también de gran parte
de la sociedad que era completamente incapaz de estimar su valor y, sin
embargo, quedaba cautivada por sus realizaciones.
31
No son conocidos como ocultistas (no hay ninguna indicaciôn précisa
que demuestre que estos seres tengan una concepciôn ocultista de la
vida y de su finalidad ni de que ellos mismos sean discipulos); pero se
puede advertir intuitivamente que demuestran en su trabajo una fuerza
singular de la voluntad de Shamballa, que los distingue de sus hermanos.
Han tenido acceso a lo que puedo llamar solamente esencia o vitalidad
de vida y de voluntad y, del mismo modo, a la utilizaciôn de una técnica
que procédé de ellas y no se las ensenaria ni siquiera un Maestro. Parecen
haber alcanzado ese desarrollo supraesencial casi ünicamente por una
formaciôn solitaria, herencia de los ciclos pasados de severa disciplina.

No hay nada extraordinario en esta idea. Se sabe que la Jerarquia de


los Maestros tiene acceso a Shamballa para conocer la orientaciôn que
debe dar a sus planes para el futuro inmediato de la humanidad, planes que
superan con mucho, en realidad, el conocimiento del discipulo. Pero el
contacto directo con el trabajo de la Jerarquia, posible para algunos dis­
cipulos, muestra algo muy importante: la influencia de Shamballa se pro-
yecta en estos discipulos consagrados por medio de la Jerarquia que
trabaja completamente bajo esta influencia. La voluntad del discipulo
aceptado esta influida por la voluntad del Maestro. El Maestro, a su vez,
esta sometido a la voluntad mâs avanzada de la Jerarquia, mientras que
la Jerarquia esta sometida directamente a la voluntad de Shamballa.

Por consiguiente, nuestro discipulo, bajo la superv ision personal de un


Maestro, da los primeros pasos en la escala de la revelaciôn, donde su
voluntad despertada, al alinearse con la del Maestro, puede accéder a
niveles de comprensiôn cada vez mâs profundos de la Jerarquia y prepa-
rarse asi para asociarse a la vida de Shamballa. Ni que decir tiene que
esta union ûltima con Shamballa, este conocimiento y esta comprensiôn
de sus planes y designios no serân posibles hasta el final de un periodo
muy largo de severa formaciôn. El discipulo puede comprender esto a
médias, teniendo en cuenta de nuevo el tipo de personalidad de algunos
seres importantes ya citados, que revelan con su trabajo la enorme vita-
lidad creadora de la voluntad de Shamballa, con independencia de toda
creencia o formaciôn oculta. La utilizan directamente, como un don de la
vida y sin conocer su origen.
32
Hay un peligro muy claro, cuando la utilizan individuos que no tienen
ningûn conocimiento oculto, ya que el hombre que es consciente de la
terrible fuerza de la influencia de Shamballa, sin conocer su utilizaciôn ni
su verdadero fin, puede tomar el camino errôneo del tirano, del dictador
o del mago negro, produciendo asi sufrimientos inauditos a sus herma-
nos. Igualmente, sin tener conocimiento, puede seguir una vida de bondad
constante, de revelaciones en el campo cientffico y artistico, de genio
profético, que dejarâ una impresiôn indeleble en todas las civilizaciones
de la humanidad.

No se ha dicho que nuestro discipulo. al experimentar por primera


vez la profundizaciôn y la expansion de la fuerza de voluntad en la cons-
ciencia, caerâ necesariamente en una de las categorias antes menciona-
das: no es fâcil encontrar personalidades extraordinarias entre los disci-
pulos de uno u otro tipo. Son pocos los intelectuales sensibles y eruditos
que se comprometen hasta el punto de someterse en el Sendero oculto o
hacerse humildes discipulos de los Maestros, cualesquiera que sean sus
promesas o sus pretensiones. Los discipulos de hoy dia no se distinguen
especialmente por su gran sensibilidad o su conocimiento preciso y com­
plète, sino portodo lo contrario. En realidad, segün dicen muchos, desta-
can mas por su suficiencia consciente, por la idea orgullosa de que se
abren a ellos inmensas posibilidades, por no decir nada de la vanidad
sécréta de haber leido un gran numéro de libros ocultos, sin haberlos
comprendido.

Esta descripciôn es, posiblemente, bastantejustayyo no la contradiria;


pero, como no nos interesa este tipo de discipulo, que es completamente
ajeno al campo de nuestras reflexiones, no tenemos ninguna necesidad de
considerar ni aclarar los conceptos errôneos que contribuyen a la apa-
riciôn de discipulos asi.

33
C ap ftulolV

Némésis

Al pasar revista a los acontecimientos y la vida de algunos que han


tomado muy en serio su adeptado y, de un modo mas particular, a la vida
de un discipulo que ha solicitado durante muchos anos el reconocimiento
Personal de un Maestro y éste se lo ha concedido finalmente, se Uega a
reflexionar de inmediato en lo que se conoce bajo el nombre de karma y
en la influencia que tiene en el discipulo, sobre todo en esta etapa de su
progresiôn. He pensado muchas veces que el término "‘Némésis” puede
ser el mâs adecuado, puesto que lleva implicita la idea de retribuciôn o
justicia.

Como sabemos bien, el término némesis se emplea igualmente para


designar un golpe de suerte que parece perseguir, merecidamente. al indi-
viduo que ha violado las leyes éticas reconocidas de la vida y de la socie-
dad; pero esta palabra asume un sentido mucho mâs amplio, que es el
cumplimiento de la ley de justicia y equidad en la vida individual, y debe
abarcar el bien y el mal, la recompensa o compensation, el pago o la
liquidaciôn del activo o del pasivo que hemos contraido en el pasado. Si
queremos diferenciar los dos términos, se puede decir que el karma abarca
no solo la vida présente, sino también los ciclos pasados, aunque no
tengamos ninguna prueba de que el karma de nuestra vida anterior no se
présente como una compensaciôn en el ciclo actual. Normalmente, so­
bre todo en la literatura occidental, se aplica el término némesis a la
retribuciôn y a la justicia, en relaciôn solamente con la vida présente.
34
Por tanto, yo deci'a que las compensaciones que debe efectuar râpi-
damente e intentar el discîpulo en su vida, bajo la direcciôn del Maestro,
tienen en si mismas un rigory un carâcter inmediato, a los que se aplica
el término némesis de un modo especial.

No sabemos prâcticamente nada, por experiencia, de esta ley que se


dice que dirige nuestra existencia; pero se admite siempre voluntaria-
mente que el discipulo, como todos los demâs seres humanos, esconde,
dentro de su personalidad encamada, un fondo oculto de pensamiento,
palabra y obra, que esta ahi, como una especie de recuerdos diversos y
contradictorios, buenos o malos. En cada ciclo nuevo, estos recuerdos, al
menos una parte, se esfuerzan por adaptarse al ciclo présente, en la
mayoria de los casos para desengafio y decepciôn
de la victima que no duda en absoluto de las causas impetuosas que
conforman su destino humano, feliz o desdichado, de una forma prede-
terminada.

Tanto si se acepta como si no, en la vida del discipulo, esta idea de


némesis, como una teoria cuyos fundamentos y funcionamiento no se
pueden demostrar de forma satisfactoria, no queda mas remedio que,
bajo el estimulo de la ensenanza de un Maestro que afecta fundamental-
mente a la naturaleza de la voluntad del discipulo, admitir que produce
una reacciôn sobre el pasado no liquidado que hace que se manifiesten
en el présente muchos recuerdos de otros ciclos. Hay que tener présente
que la finalidad de la ensenanza particular es acelerar la evoluciôn del
discipulo que parece haber demostrado tanta prisa para esta experiencia
y que, por consiguiente, se presentarân algunas obligaciones en las cir-
cunstancias de su vida, en vez de todo lo contrario.

^Pero por qué puede sorprenderse, decepcionarse o desenganarse el


discipulo? La actividad potenciada de la voluntad que se expérimenta,
consecuencia de un proceso obligatorio, puede actuar sobre él mismo
como una estrategia de choque del tipo mâs insôlito: pone de relieve las
tendencias y las inclinaciones mentales, desconocidas ya que estân ocul-
tas, y actüa como un poder de atraccion sobre los acontecimientos de su
vida, haciendo que entren en el campo de la vida cotidiana del discipulo
35
personalidades y desafios silenciosos, buscando una adaptaciôn para la
que, en cierta medida, no esta preparado. Podriamos decir que pasa. no
de repente, sino imperceptiblemente, de una existencia fantasma, relati-
vamente tranquila y poco perturbada, a una vida en la que las caracteris-
ticas normales y mâs o menos deformadas de personas y acontecimien-
tos descubren aspectos inesperados, de una verosimilitud y una impor-
tancia curiosa que obliga a la voluntad a afirmarse para comprenderlas y
asimilarlas.

Las reacciones ante esta experiencia variarân, dependiendo del tipo


de discipulo. Unos no encontrarân en ella ningün motivo para adaptarse
râpidamente a una existencia mâs realista. Pasando de este anâlisis espe-
culativo a detalles especificos, se observa al discipulo en esta nueva esfera
de experiencia y se comprueban sus posibles consecuencias: es ofrecido
literalmente como una victima, para someterse a una némesis violenta;
pero se ha equivocado al esperar que la ensenanza del Maestro no séria
mâs que un libro mâs de conocimiento a consumir, que no lo cambiaria
enormemente, dejândole su yo muy estimado y adornado con todos sus
colores seductores, surgidos de la educaciôn de anos pasados. Lejos de
ser un libro de conocimiento que podia asimilarse sin producir ninguna
irrupciôn ni perturbaciôn en su vida personal, la ensenanza del Maestro
tendrâ un efecto estimulante y reorganizador completamente inesperado
en la vida interior del discipulo, ya que se basa en formas précisas de
meditaciôn que actuarân sobre su cuerpo etérico, por medio de los
diferentes centros psiquicos. Su vida deberâ adaptarse a un nuevo ritmo
que tiene como fin cambiar completamente su forma de ver.

Para ser todavia mâs concretos: como movido por una mano sécréta
y para cumplir la fase de esta némesis del discipulo, puede introducirse
en su vida un individuo que tenga un valor y una importancia particulares
para su évolue ion ulterior. Aparece, de repente y bajo forma humana. en
el Sendero del discipulo, la personificaciôn de recuerdos fantasmagô-
ricos de un ciclo pasado. Ese contacto puede durar un instante, invitân-
dolo a cooperar para el bien o el mal, o también puede ser una némesis
que cambiarâ de tal modo el perfil de su vida y de su personalidad que
darâ al discipulo la comprensiôn inévitable de su carâcter, asi como la
36
sensaciôn profunda de que la presencia de su Maestro debe ejercitarse
en su nombre.

^Pero con qué fin se le concédé al discipulo un favor asi? Sin duda
alguna, no es por la mera satisfacciôn del placer o la amistad, sino para
hacer que resalte, en las dos vidas sometidas a la estimulaciôn de la
voluntad del discipulo, el contenido latente de estos recuerdos pasados.
Ahora debe afrontar dos resultados indiscutibles de la acciôn de esta
némesis de su vida: por un lado, el prestigio de su personalidad habrâ
aumentado y sus facultades se habrân desarrollado, de lo que pronto se
darâ cuenta; por otro, es posible que el segundo resultado venga a equi-
librar como un contrapeso las adquisiciones apreciadas. Tendrân una
naturaleza opuesta y frustrante, que exigirâ un poderoso ejercicio de la
voluntad para mantenerse.

Aün me queda evocar al discipulo que recibe la ensenanza personal


de un Maestro y que no se ha visto nunca enfrentado a tendencias frus­
trantes y draconianas en su vida. Un optimista incorregible podria llegar
a negarlo: la realidad es asi y, si el discipulo quiere pensar seriamente en
ello, es posible que lo comprenda en cierto modo. Supongamos que acepta,
sin una prueba tangible, que la reencamaciôn es un hecho, que su ciclo
présente no es mâs que un eslabôn de la cadena de los ciclos que se
remonta muy lejos en el pasado. Ha compartido con otros estos ciclos
pasados y, si el discipulo estudia de cerca los periodos histôricos, le 11a-
marâ la atenciôn un detalle: ha debido participar personalmente en algu-
nos acontecimientos de la vida cotidiana de estos periodos. Puede sentir
con entusiasmo que este tipo de relaciones fratemales es el resultado de
la ensenanza del Maestro. Podria desconocer o incluso minimizar la in-
fluencia de sus relaciones pasadas y creerse verdaderamente desapega-
do de ellas de una forma individual y oculta. Suponer esto demuestra una
falta de perspicacia y no vale la pena perder el tiempo con ello.

Durante estas épocas pasadas, se ha elevado y ha caido. Ha avanza-


do con valentia y ha retrocedido con pusilanimidad: ha sido mucho mâs y
mucho menos que un hombre. Incluso puede que sea mâs importante el
mal que ha hecho que el bien. Portanto, esta némesis del pasado le viene
37
de la mano del Maestro; pero tampoco puede quedarse esperando a que
el Maestro lo libéré de ella. Debe afrontar lo que ha realizado en el
pasado, que se le présenta en los acontecimientos y las personas. La
experiencia dem uestra que esta némesis puede ser frustrante y
crucificante, durante todo el tiempo en que se mantiene su fuerza vibratoria
intacta en si misma, o puede tener un carâcter completamente diferente.

Hago hincapié en esto. porque un aspirante tiene tendencia a pensar


que el simple hecho de ser discipulo redime el pasado y le da una especie
de pasaporte para disfrutar de una vida protegida, a lo largo de la cual no
se le puede imponer nada ni perturbar su tranquila seguridad. en la que
solo pueden ocurrirle y afectarle cosas deseables y aceptables. Nada
mâs lejos de la verdad. Las violentas olas del pasado siguen avanzando y
llevândose a los hombres, que aceptan o maldicen el bumerân del destino
histôrico y pagan el peaje reservado a la humanidad ordinaria. Pero. si el
Maestro ha sacado, en cierto modo, al discipulo de la marea predestina-
da de los acontecimientos, para que se adelante al destino comün de los
hombres, con el fin de hacer un avance selectivo, la némesis de éste ültimo
se destacarâ del destino de la multitud, a expensas del que lo desee. El
destino comün se convierte, para él, en una carga perpétua, incomprendida.
aceptada o rechazada en silencio, que perturba continuamente su espiritu.

El destino del hombre es, en general, tolerable; pero, desde un punto


de vista individualista, como ocurre en el caso de un discipulo que recibe
una ensenanza, es un desafio a la voluntad para reconocer su justicia.

Este destino acelerado se convierte en la piedra de toque de la vida del


discipulo, que se aparta de la marea arrasadora que administra a todos
su justicia. En un sentido, es su destino encamado, que resucita del pasa­
do olvidado para afrontarlo. Si alguna vez necesita el contacto sôlido y
duradero con la voluntad de Shamballa, entonces es el momento, ya que
los conflictos graves entre lo que él era antes y lo que es ahora continua-
rân durante anos. Yo sé que esto no va a gustar a muchos, en especial a
los que no han pensado jamâs profundamente y experimentado perso-
nalmente lo que se expone aqui a grandes rasgos, mâs bien de forma
deliberada y figurada. Pero, a los que saben, la verdad les darâ. como un
38
eco, una respuesta inmediata, ya que nos ocupamos de! aima y no de la
inteligencia del hombre. Podemos dejar de tener en cuenta a ésta ültima,
ya que no afecta a ninguno de los niveles que estamos estudiando.

El aima del disdpulo esta aquf sometida a prueba; pero él lo ha pedi-


do. Se ha zambullido en las aguas profundas del karma ordinario de la
vida cotidiana. cuando dominaba su personalidad. Si ha pedido la ascen­
sion espiritual y el Maestro ha respondido, nosotros volvemos a hacer la
pregunta: ^para qué? Para serv ir a los designios del Maestro y no a los
suyos. No se puede esperar que el Maestro sienta una simpatia profunda
por los discipulos que son presa de la personalidad: ésta es cosa del
pasado. Él elige al disdpulo, no para satisfacer sus ambiciones terrenales
o su interés por asuntos de poca importancia, sino para reclutar una
persona capaz de servir en el futuro bajo su autoridad.

La vida de un recluta es difïcil: no puede llevar su vida como le parezca,


pues los hâbitos disciplinarios de su unidad se aduenan de su cuerpo y de
su espiritu, dejando enseguida su impronta. El recluta de la unidad discipli
naria de un Maestro debe afrontar un problema parecido; pero éste tiene
una responsabilidad y una duraciôn mucho mayores, ya que la némesis
del pasado se proyecta en su vida como un reto.

39
Capitule» V

La respuesta del discipulo a su némesis

Si Shamballa es un centro invisible de energias y de voluntad espiri-


tuales, que guarda sus intenciones y sus metas sécrétas completamente
ocultas, incluso las de la Jerarquia por medio de la cual operan los Maes­
tros, ^qué esperanza puede tener nuestro discipulo elegido de ponerse
conscientemente en contacto con él? ^En qué medida, caso de ser posi-
ble, puede esperar que le afecte la influencia de Shamballa? Desde el
punto de vista en que nosotros lo hemos considerado, esforzândose por
reencontrarse alli, a pesar de la némesis impetuosa, actuando bajo la
voluntad del Maestro, le queda muy poca esperanza, en realidad. Pero
vamos a tratar de indicar en qué direcciôn se encuentra la esperanza, va
que, si Shamballa es el fin supremo del Sendero por el que camina, debe-
rian saltar de él relâmpagos de comprensiôn en momentos propicios.
^Los reconocerâ? Eso es otra cosa.

La idea de la némesis que he dado parece amenazante e inaceptable:


se puede decir que es una verdad del Sendero y, en especial, del discipu­
lo que recibe la ensenanza de un Maestro. Mientras no se produzca este
hecho, no se harâ sentir el peso de la némesis y lo que deba afrontar el
discipulo se mantiene en el marco del ritmo normal de la vida. Pero ^por
qué insistir tanto en el contraste, como si se quisiese aconsejar al discipu­
lo que no se asocie estrechamente con el Maestro? Sencillamente, por-
que yo sé que algunos han aceptado este privilegio excepcional, sin tener
ninguna idea de lo que llevaria consigo, pues me doy cuenta de que otros,
40
que han aceptado, hubiesen podido encontrarse en mejores condiciones
si hubiesen esperado a que un ciclo prôximo de desarrollo de la personali-
dad les hubiese hecho madurar.

Sin embargo, cualquiera que sea la situaciôn de un discipulo y su


posiciôn en el Sendero, hemos de admitir que el hecho de aceptar la
ensenanza personal de un Maestro nos asegura que hay buenas razones
para meterse en esta aventura.

El hecho de que algunos discipulos hayan renunciado a tiempo a este


privilegio demuestra claramente que el Maestro ténia mâs esperanzas
que ellos en cuanto a su perseverancia y su éxito, lo que demuestra algo
importante de la acciôn de su karma: nos ensena hasta qué punto estân
profundamente ocultas y son imposibles de prever estas influencias
kârmicas en la vida personal, sobre todo cuando se ha presentado la
oportunidad de liquidarlas, y que este proceso ha desilusionado de tal
forma al discipulo en varios aspectos, que no quiere continuar.

En tal caso, no es el amor lo que le ha fallado al discipulo, sino la


voluntad. Seamos un poco mâs precisos, ya que estamos ocupândonos
de la vida de su aima e incitamos a ésta ültima a alinearse en ella y a
someterse a ella. Los discipulos, en general, saben pocas cosas del aima.
Se preocupan, sobre todo, de su personalidad y de los très vehiculos de
expresiôn que la constituyen. Ahi es donde se centra su amor y ellos se
dedican a construir un mecanismo triple de buena acciôn en la vida coti-
diana, de la forma mâs santa y virtuosa posible. Pero la mirada y el
interés del Maestro estân mâs allâ y por encima de todo esto, que no le
interesa mucho. Vivir como un ser y una fuerza espirituales (que es el fin
de su ensenanza, si la da) es apartar de la personalidad la mirada del
discipulo y acostumbrarlo a concentrarse y vivir en la luz del aima. El
paso adelante del discipulo debe modificarse y transformarse en un paso
ascendente. Mientras avance alimentando, desarrollando y amando su
personalidad vieja, que conoce tan bien, estâ en consonancia con el ca-
râcter y los rasgos de su época y tiene, posiblemente, una sensibilidad y
un saber un poco mâs desarrollados, gracias a su conocimiento y a su
inspiraciôn y a su estado de discipulo. Pero todavia no estâ muy alejado
41
de gran parte de la comunidad que aspira sinceramente a alcanzar metas
nobles.

Podemos visualizar seguidamente lo que ocurre cuando, aqui y alla,


pero raras veces en Occidente, es elegido un discipulo por el Maestro
para afrontar la crisis de un ciclo de vida. Su atenciôn se ve requerida
bruscamente por la voluntad del Maestro que se impone sobre la perso-
nalidad tan amada del discipulo favorito. Se cuestiona su marcha y se le
invita a invertirla. Se le ensena cômo y por qué y se la hace una promesa
para el futuro, que él puede aceptar o rechazar. Es duro recharzarla,
pues su peticiôn, ferviente y prolongada, ha penetrado en el reino del
Maestro y no se ha concedido sin una réflexion profunda. Pero la voluntad
del Maestro se ha puesto en movimiento en su nombre y el ejercicio de
esta voluntad esta arraigado en Shamballa.

La ilusiôn de creer que el Maestro, cualquiera que sea su grado y su


estado, es omnisciente, debe descartarse de la mente del discipulo. Aun-
que el Maestro haya elegido a este discipulo y puesto en él y sobre si
mismo una responsabilidad particular de hacer el bien, al actuar asi no
sabe infaliblemente si el discipulo superarâ las pruebas ni en qué medida.
En algunos casos, no las supera y, entonces, el Maestro debe retirar su
voluntad, volver a poner al discipulo en su propio nivel y esperar la
posibilidad de un intento posterior. La infalibilidad es un término muy
fuerte y global; la credulidad de un discipulo es, a veces, tan grande en
ese momento critico, que siente la tentaciôn de aplicarla donde no tiene
ninguna justificaciôn. No hay mâs que un Maestro infalible: Cristo.
Nosotros llegaremos a ser mâs tarde. Mientras tanto, el discipulo que
recibe una ensenanza examina, cuando quiere, los inévitables cambios
que se producen en su constituciôn fisica, etérica y mental y el Maestro
puede estar satisfecho, al ver que el discipulo reacciona bien a su ins-
trucciôn. En otros casos, el ritmo iniciado produce el efecto contrario. El
espectro del pasado pénétra en la vida cotidiana, produce corrientes
contrarias, de cerca y de lejos, y obliga a comprender las condiciones y
personalidades nuevas y adaptarse a ellas. Todo eso pone seriamente a
prueba la paciencia, la aprobaciôn y, sobre todo, la valentia del discipulo.
El Maestro rebusca una voluntad de acero que no se ve fâcilmente. La
42
crfticay laduda levantan un muro de protecciôn: el de la personalidad del
disci'pulo y no la del aima, de la que se ocupa el Maestro. Su palabra es
implacable. La critica propuesta y la razôn no sirven nada mas que para
complicar la situaciôn. Es el desacuerdo entre la voluntad de la persona­
lidad y la voluntad tajante de Shamballa, por medio de sus agentes, lo que
produce esta némesis para el disci'pulo. En tal momento, este ültimo se
ve dispensado de sus obligaciones y vuelve a un nivel relativamente tran-
quilo de la personalidad.

Es una especie de jaque; pero no hay que lamentarse por ello. No veo
ninguna razôn para desolarse por ver a un disci'pulo liberado de una
responsabilidad que no podia asumir, en realidad, por falta de prepara-
ciôn. Esperando un resultado positivo, el Maestro podia tener buenas
razones para confiarle esta responsabilidad, pensando en las posibilida-
des de éxito; pero, si su importante influencia résulta ser demasiado fuerte
para que la comparta el disci'pulo, résulta que la prueba, aunque esté
justificada, ha demostrado claramente su falta de preparaciôn. No hay
que lamentarlo, a no ser que se trate de un hombre que ocupa una posi-
ciôn de confianza y peligrosa y se vea obligado a abandonarla, porque
descubre en él debilidades de carâcter y de opinion desconocidas por él
mismo antes de su elecciôn. Vemos muchas veces esos ejemplos en la
vida profesional y politica: la responsabilidad pone a prueba al hombre.
Es preferibie que abandone, antes de hacerse dano a si mismo y a los
demâs.

Un experiencia de este tipo no debe ser muy reconfortante para nues-


tro disci'pulo, si llega a tenerla. Necesita sustituirla en su contexto: es una
posiciôn que no debe irritar, sino que hay que considerarla con intuiciôn y
tranquilidad. He conocido discipulos que han tenido que afrontar esta
situaciôn. No habi'an conseguido elevarse pero, si no sacaron de ella
sabiduria, es porque su personalidad debia ser muy fuerte, lo que demuestra
una verdad importante: el adeptado ha sido, hasta entonces, defectuoso.
Los discipulos no han comprendido el tipo de influencia que se puede
ejercer sobre ellos. Han captado la oportunidad ambiciosa, parecida a
las oportunidades ambiciosas de los cultos de hoy dia, que les fallarâ, sin
duda, cuando llegue el momento de recibir la ensenanza de un Maestro.
43
No veian en absoluto la vitalidad y la luz intensa del Maestro que décidé
ponerlos a prueba. No se han dado cuenta, como ya hemos dicho, de que
el Maestro esta pendiente de su propia meta (no la de ellos), que es el
cuidado de la vida del aima y no la satisfacciôn de la ambiciôn, el orgullo
o el éxito inmediato de la personalidad. El estado de discipulo se ha basado
en esto durante demasiado tiempo; pero es un problema del estado de
discipulo y de nadie mâs. Si se espera recoger lo que se es incapaz de
dar, ^quién tiene la culpa? Por este camino, no se saca ninguna opinion
respetable, ninguna grandeza divina y, mientras siga siendo el adeptado
un simple titulo profesional, no tiene cabida en este libro.

Hay que decir que hay muchos libros con transcripciones de ense­
nanzas orientales. Prometen mucho; pero han tenido poca influencia en
la vida de los discipulos para educarlos de una forma apreciable o, por lo
menos, guiarlos hasta tener una asociacion personal con el Maestro.

Yo no digo que abunden los discipulos en Occidente; pero hay mu­


chos que, poniendo toda su fe en estas ensenanzas, parecen pensar que,
a fuerza de leerlas, comentarlas, memorizarlas y citarlas ano tras ano en
sus diferentes grupos, se va a producir en ellos algo milagroso automâtica-
mente. Yo no tengo la misma opinion. No hay nada milagroso en el
adeptado ni en sus ensenanzas. En general, sugieren formas y medios
para ayudar al discipulo a adquirir un conocimiento mejor y mâs profun-
do de la personalidad que se le ha dado para este ciclo, para que la utilice
mejor. Deberia servirse de estas ensenanzas con la misma ponderaciôn
y el mismo buen sentido con que lo haria con otro conocimiento prome-
tedor, basândose en la expansion de esta personalidad. Desgraciada-
mente, éste no es el caso. Lo que se le ha descrito en las ensenanzas
ocultas se considéra con demasiada frecuencia como algo que se puede
demostrar inmediatamente o después de algunas aplicaciones modera-
das; pero es imposible hacer una demostraciôn de este tipo, si la ence-
rramos en un limite de tiempo mensurable.

Es muy frecuente ver el éxito como una eventualidad futura muy lejana.
que exige un cuerpo y una personalidad mucho mâs desarrollados de lo
que pueda manifestar el discipulo en un ciclo corto. Hay que decirlo,
44
porque muchos discipulos no tienen una idea clara y razonable en este
tema. Sin embargo, el tiempo corregirâ y atenuarâ el sortilegio que lo
rodea. El término mismo de ensenanza oculta tiene su propio encanto
para el estudiante occidental y lo inclina a dotarlo de cualidades y faculta-
des mâgicas que, a corto plazo, producirân en él simplemente lo que esta
esbozado para él de una forma confidencial e impersonal. No deberia ser
necesario reflexionar mucho para convencerlo de que el discipulo oriental,
al tener acceso fâcil a la supervision personal de un Maestro, contar con
afios de disciplina fïsica y mental, de renuncia y meditaciôn, y consagrarse
casi ünicamente a ello, forma parte de una categoria diferente de la del
discipulo de Occidente. Este ultimo no puede contar nada mas que con la
palabra escrita y las interpretaciones y aplicaciones dudosas que pueden
ofrecerle su propio sentido prâctico y su intuiciôn. Sé, por experiencia,
que un discipulo puede leer mas por placer personal y ver mas promesas
de las que garantizan las ensenanzas y que espera de ellas mucho mas
de lo que puede esperar legitimamente sin guia personal.

Pero debemos mirar hacia delante y no hacia atrâs y considerar a


nuestro discipulo que no ha pasado con éxito esta prueba inicial bajo la
direcciôn de un Maestro. La némesis esta activa en su vida y en los
acontecimientos que va encontrando. Ya no puede limitarse a continuar
una no-existencia entre las categorias de discipulos, tal como las cono-
cemos. El Maestro forma ahora al hombre y, al despertar su voluntad,
éste se da cuenta de que se espera de él que desempene un papel muy
importante en el mundo.

Cualquiera que sea su vocaciôn pasada, debe anadirle una nueva o,


mas bien, ve en su vocaciôn nuevos aspectos, nuevas posibilidades, nue-
vas responsabilidades importantes que no pueden esquivarse ni desco-
nocerse por el interés de la personalidad.

Aqui es donde se situa el largo intervalo de reajuste que consiste en


salir de la esfera limitada de los intereses personales de la vida y pene-
trar en el campo infinito de la aventura impersonal, donde el servicio
preciso en nombre de la Jerarquia debe asumir el primer puesto. Hay
que dominar el antiguo ritmo de la personalidad y dejar que se exprese
45
con mas libertad la luz del aima con este fin. Este proceso no es ni simple ni
breve: se necesitan todos los recursos del hombre. Lo ünico que asegurarâ
el éxito es la voluntad. Esta debe mantener la personalidad trabajando, a
través de todas las dificultades y vicisitudes fisicas y mentales de su
némesis en acciôn. A través de los males y las decepciones, los fracasos
y los éxitos temporales, las dudas y las satisfacciones, los desafios a los
principios y las tentaciones de compromiso, a través de los elementos
contrarios que surgen, poco a poco, la voluntad, recta por naturaleza,
debe estar decidida a dominar y dirigir, en el nombre del aima.

46
Capitule» VI

Las ilusiones del discipulo

Antes de seguir con nuestro tema, pienso que séria conveniente con-
siderar con un ojo mas critico algunas de las razones por las que un disci­
pulo que haya progresado bastante lejos para ganar la confianza y la
supervision de un Maestro se encuentra, a pesar de todo, incapaz de
satisfacer las exigencias requeridas y vuelve a su existencia mas tran-
quila. bien sea contrariado o aliviado.

Como ya he sugerido, es inütil lamentarse cuando ocurre esto, ya que


es una necesidad, desde el punto de vista del Maestro. Debe haber razo­
nes muy précisas para que él ponga fin a esta instrucciôn individual. No
soy yo quien tenga que sugerir con cierta exactitud las posibles razones
de que un discipulo renuncie a una ensenanza dada y aceptada; pero me
inclinaria a pensar que las propias ilusiones del discipulo son. al menos,
uno de los factores responsables. Pocos discipulos, cuando alcanzan este
punto de consenso, piensan que podrian llegar a sucumbir a las ilusiones
y fascinaciones. Sin embargo, ahi es precisamente donde las encuentran
y no comprenden que puedan fracasar en su empresa. Para un discipulo
asi résulta difïcil comprender que el impulso de la voluntad tras la ensenanza
es la causa principal de su fracaso.

El discipulo medio tiene una buena idea de si mismo. Ha caminado


mucho tiempo para hacerse un verdadero discipulo y es plenamente cons­
ciente de ello, lo que le da una buena dosis de confianza en si mismo y la
47
sensaciôn de estar en el camino recto. Ningün hombre sale del sendero
ordinario de la vida ni progresa en el verdadero camino de la evoluciôn
del aima (lo que aumenta la sensaciôn de su propia importancia) sin
llegar a un nivel en el que considéra un honor sentirse orgulloso de su
evoluciôn. Es el resultado de un trabajo interior concienzudo y no debe
criticarse. No hablo aqui de ello nada mâs que porque es una etapa
necesaria y, si queremos conocer perfectamente el adeptado y verlo con
sus posibles triunfos y fracasos, tenemos que mirarlo abiertamente y con
ojo critico. En realidad, la razôn por la que ha habido después tantos
desencantos entre los discipulos es que no pueden o no quieren obser-
varse desde un punto de vista objetivo y critico.

En consecuencia, cuando un discipulo acepta la oportunidad excepcio-


nal que se le présenta de recibir una ensenanza personal dispensada por
un Maestro, recibe un choque sorprendente en cuanto a la evaluaciôn de
su pasado. ^Qué otra cosa se puede esperar, si el Maestro se mantiene
muy lejos, mâs alla de las fronteras de las altas iniciaciones, y, utilizando
un método muy eficaz, se pone en contacto a intervalos regulares con el
discipulo, que actüa en un âmbito terrestre restringido y menos elevado?

Se puede visualizar un poco el enorme contraste que hay entre las


dos condiciones. El Maestro tiene la mirada fija en el posible desarrollo
ulterior del discipulo: puede descubrir directa y firmemente la opinion
que tiene el discipulo de si mismo y destacar lo que es insuficiente o un
obstâculo para él. En muchas ocasiones, el alumno tarda mucho tiempo
en admitir y conciliar, con su sentido personal de la dignidad, esta primera
revelaciôn que se le ha hecho de la opinion del Maestro. Pero la dignidad
y la reputaciôn que pueda tener el discipulo cuentan poco para el Maestro:
visualiza a un hombre nuevo, dispuesto a hacer grandes cosas. El discipulo
puede hasta mantenerse bien durante algunos anos, bajo el diagnôstico
periôdico y minucioso de un Maestro, y con los resultados de las formas
que exigen meditaciôn; pero, al final, el impulso alentador de la voluntad
del Maestro en la vida del discipulo puede precipitar una crisis determi-
nada, alli donde, bajo la ilusiôn o el sortilegio, se produce una disoluciôn
de la asociaciôn ünica, es decir, una disoluciôn en lo que concieme a una
ensenanza continua, ya que el discipulo que ha llegado tan lejos y ha
48
soportado la prueba esta seguro de que su relaciôn con el mundo superior
de los Maestros no se ha anulado, sino que continüa su ascension a él.

Tengo razones para afirmar que, en la mayoria de los casos en que


discipulos occidentales han recibido la ensenanza personal de un Maestro,
muy pocos, si ha habido alguno, han seguido mas alla de una fase limitada.
En algunos casos, los discipulos no se han encontrado en las circunstan-
cias que les permitiesen adaptarse a una ensenanza esencial y muy exi-
gente: pero, en casi todos los ejemplos, el Maestro, acostumbrado con el
discipulo de Oriente a una sumisiôn estricta en cualquier circunstancia,
considéra que el tiempo y la supervision necesarios no han producido, a
primera vista, nada que aportase las cualidades especiales e idéales.

El discipulo se dedica. por tanto, a si mismo. Tiene en sus manos una


pizca de ensenanza que, en su caso concreto, no ha producido los resulta-
dos esperados. La mano invisible del Maestro se ha retirado, por decirlo
asi, y es posible que termine su ciclo en este estado de ânimo dubitativo.
Es cierto que se trata de un espiritu lleno de dudas y analiza los aconte-
cimientos de su vida desde diferentes ângulos; pero hay uno de ellos en
que vacilarâ al considerarlo como la posible causa de ruptura con el
Maestro, que es la extrema dificultad que tiene para recomponer su vida,
de acuerdo con lo que se le habia pedido. En nuestro tiempo, los discipu­
los que tienen algün valor, son individualistas. Pero se argumentarâ que
eso no es un defecto y que, aunque lo fuese, se puede corregir fâcilmen-
te. Yo no lo considero como un defecto, sino como un éxito. Conozco el
trabajo que se ha hecho y sé que solo pueden haberlo hecho hombres de
espiritu muy individualista; pero el punto de vista de un Maestro puede
ser diferente, en cuanto al numéro de discipulos que elige para ensenar
personalmente y en cuanto a la meta que tiene en perspectiva.

Es posible que tenga la intenciôn de hacer que pierda terreno la indi-


vidualidad, disminuirla o adaptarla de otro modo, para constitué un grupo
mas sensible bajo su direcciôn, eliminar las tendencias individualistas y
continuar entonces, como un cuerpo compuesto y armônico, completa-
mente sometido a la voluntad central de éste ültimo. Esta es la voluntad
del Maestro, reforzada por un elemento de la voluntad shambâllica.
49
Ya veremos a dônde nos lleva esto. El discipulo se ha dado cuenta de
que es el impacto de una voluntad lo que esta en total oposiciôn con su
vida personal bien establecida y demanda una adaptaciôn tal por su par­
te, que lo pone en conflicto, no solo consigo mismo y con lo mejor que
haya conocido hasta ese momento, sino también con los demâs del en-
tomo en que se ve forzado a llevar a cabo su evoluciôn. Es un caso de
sortilegio surgido entre él mismo y su entomo, y el Maestro. A pesar de
su irrealidad intrinseca, reviste para el discipulo una realidad que tiene
taies consecuencias que sucumbe a ella durante un tiempo. De seguir
asi, se da por terminada toda sumisiôn nueva a la ensenanza.

En este caso, debo decir que mi simpatia se inclina hacia el discipulo.


No es mas que un estudiante que trata de prepararse para las dimensio-
nes mas elevadas del Sendero. Su valor en el Sendero puede parecer
grande a los demâs. Su propôsito es producir discipulos como él. Los
lectores de Disciple à l'épreuve se acordarân de que yo pensaba en
esos discipulos cuando reclamaba para ellos una ensenanza particular,
iniciâtica, adaptada al tipo de aspirante que se encuentra en Occidente.

Las diferencias notorias que hay entre el discipulo de Oriente y el de


Occidente se acentüan aün mas con los acontecimientos, bajo la direc-
ciôn del Maestro. La ensenanza personal hace que destaquen inmedia-
tamente. Se ha observado esto desde los primeras dias en que los estu-
diantes occidentales se han esforzado por establecer contacto perso-
nalmente con Maestros orientales. La historia de algunos de estos
esfuerzos no es ni edificante ni alentadora; pero lo que si quedaron évi­
dentes son las ilusiones de que fueron victimas. Los Maestros termina-
ron desinteresândose por los discipulos de aquella época y no entrando
en contacto con ellos, por su propia culpa. Las mismas causas producen
los mismos efectos: el impulso de la voluntad de los Maestros era dema-
siado fuerte, demasiado inquiétante. Producia una némesis que los bene-
ficiarios no podian soportar ni admitir.

Volvamos a un ejemplo concreto. Nuestro discipulo ha sido llevado al


tribunal del juicio interior por su propia némesis desplegada ante él por el
Maestro. Se le présenta una sérié de adaptaciones nuevas que, por varios
50
aspectos, le son extranas o que, en cierta medida, militan contra las cos-
tumbres tradicionales de la vida occidental.

Eso sugiere una renuncia a las tendencias muy establecidas y arraiga-


das en la vida. Durante un periodo relativamente corto, se le ha pedido que
demuestre que puede adaptarse a lo proyectos del Maestro; pero, para él,
las dificultades y las obligaciones de triunfar ocupan el primer piano y
parecen insuperables. Pueden no tener mâs que un carâcter ilusorio; pero,
en aquel momento, su némesis aportô elementos de ruptura, problemas
con el entomo, incomprensiôn en sus relaciones personales, problemas
inévitables en su vida fisica, emocional y mental. El perjuicio es total. La
voluntad del Maestro, sostenida por el impulso de Shamballa, ha hecho
su trabajo desfavorable para el discipulo. Pueden pasar anos hasta que
despierte su voluntad lo suficiente para evaluar correctamente la situaciôn.

Todo el que haya trabajado con discipulos deberia conocer fâcilmen-


te lo que ocurre aqui. A lo largo de toda la historia de la ensenanza oculta
y de la cooperaciôn entre los estudiantes de Occidente para progresar y
hacerla eficaz, cualquiera que sea el nombre bajo el que han trabajado,
esta historia esta marcada dolorosamente por chismes, discrepancias y
criticas. Los libros ocultos lo muestran claramente. Son muchos los que,
después de trabajar bajo una supervision muy précisa, han sido los pri-
meros en estar sometidos a una presiôn personal, en maldecir a sus jefes
reconocidos y apedrearlos. Una de las dos razones que han sido respon­
sables de esto es la siguiente: los que se autodenominan jefes, imbuidos
de un fuerte sentimiento de autoridad, han intentado aplicar un método
de conducta que les conferia el derecho a imponer su voluntad sobre los
estudiantes. Siempre que ocurre esto se produce una rebeliôn, simple-
mente porque los estudiantes no son discipulos débiles y sin carâcter. La
otra razôn es que algunos estudiantes, unidos entre si, quieren ejercer
durante poco tiempo su pequena autoridad personal: se hacen récalci­
trantes y molestos para sus companeros, por ser fuente de discordia.

La idea de cooperaciôn y fratemidad oculta se convierte en objeto


de burla y mofa. Estos estudiantes no estân mâs preparados que un
novicio para adaptarse a la mano râpida y sutil de un Maestro.
51
Amplien un poco la imagen y visualicen un grupo de estudiantes pues-
tos bajo la direcciôn de un Maestro y sometidos a una voluntad que puede
formarlos o destrozarlos. Asistirân a las mismas manifestaciones de la
naturaleza humana normal, arraigada en la personalidad, y no mejor pre-
parados interiormente que el ser humano medio para reprimirla y renun-
ciar a ella. Amplien un poco mas la imagen y traten de mirar durante un
rato, lo mas largo posible, a través de los ojos del Maestro. Observen sin
pasiôn el material con que ha trabajado, esperando transfigurarlo y glori-
ficarlo. Los ojos del Maestro son, tal vez, incapaces de "echar lâgrimas";
pero se podria comprender que esté dispuesto a hacerlo ahora. Sin embar­
go, no hay ninguna condena tras la submersion del discipulo en sus ilusio-
nes. Si no puede mostrarse a la altura de la situaciôn, debe quedarse
donde esta y aceptar el silencio como su recompensa. Lo aceptarâ de
buena o de mala gana, dependiendo de la profundidad de las aguas de la
ilusiôn que lo rodean. Puede tener una personalidad muy mal desarrollada,
puede ser el amor encamado, puede estar muy evolucionado, admirable-
mente preparado, ser un individuo con quien se puede contar. No importa:
las aguas de la ilusiôn se levantan alrededor de ellos y demuestran a cada
uno que no hay ninguna esperanza de negociaciôn para ellos.

La naturaleza humana no respeta a las personas y déjà que sus creen-


cias sean lo que puedan ser. La vida las desafïa igualmente y es muchas
veces el discipulo que mas prometia el que queda vencido por su propia
némesis. Esto no es sorprendente: el mas prometedor, el que séria elegi-
do por un Maestro, déjà de luchar y no quiere aniquilar su personalidad
por una meta lejana e incierta. Lo crucial de la cuestiôn es que nuestro
discipulo apasionado y preparado, que promete todo lo que se pueda
esperar de un discipulo occidental, se queda en una encrucijada de cami-
nos con otros discipulos elegidos; pero que no son de su misma enverga-
dura. Esta, posiblemente, mas o menos irritado por el giro inesperado
que ha dado su némesis y se dedica a si mismo, como un novicio. jPero
las aguas de la ilusiôn pueden ser tan insidiosas para el discipulo mas
avanzado como para el que esta menos!

Yo no dejaria al discipulo en la encrucijada de caminos, en compania


de otros que se encuentran alli con él, precisamente en la misma situaciôn
52
difïcil, sin apreciar lo que ha hecho, sin comprender lo que lo ha llevado a
este callejôn sin salida y sin animarlo para el futuro. Ya he tratado una
buena parte de lo que pienso sobre el tema en una obra anterior; pero
podemos considerarlo bajo tantos aspectos, de naturaleza a veces apa-
rentemente contradictoria, que no quiero pasarlo por alto. Sé muy bien
cômo contribuyen las circunstancias mas diversas a llevar al discipulo a
este punto de aspiraciôn y progresiôn, en el que la fuerza motriz anterior,
que parecia hasta entonces llevarlo fâcilmente, cuando recibia la ense­
nanza del Maestro, se difumina y pierde su vigor y se desvanece la vision
precedente.

Los pocos discipulos que han tenido en Occidente el privilegio de


recibir esta ensenanza no eran jôvenes. Eran, mas bien, de edad madura,
ya que el Maestro conoce bien el valor y la necesidad de tener una gran
experiencia de la vida para someter a un discipulo a prueba.

<^Qué se puede hacer a favor de nuestro discipulo? Se ha dicho que


los mismos Maestros se quedaban prâcticamente en el cruce de caminos
cuando la Guerra Mundial alcanzaba su paroxismo, confrontados no solo
a decisiones extremadamente difficiles, sino tainbién a discipulos del mundo
entero que se preguntaban silenciosamente sobre la posiciôn de los Maes­
tros y el alcance de sus poderes. Estos Maestros fueron muy criticados
durante los anos trâgicos, cuando se esperaba que se otorgase, por encima
de toda posibilidad humana, la compasiôn divina, por el sufrimiento hu-
mano. Si eso es cierto, no debe sorprenderse uno por cualquier reacciôn
de los discipulos, tanto si reciben una ensenanza personal como si no.

Esta escrito que "El discipulo no estâ por encima de su Maestro.


Basta con que esté al rnismo nivel del Maestro". Yo digo, sin dudar,
que ningün discipulo puede llegar a ser igual que su Maestro si no estâ
continuamente bajo su direcciôn. Esta opinion tiene aplicaciôn durante
toda una vida y cualquier otra estâ fuera de lôgica. Los que se han encon-
trado en la encrucijada de los caminos han tenido esta direcciôn y esta
ensenanza durante un breve periodo. En realidad, no fue lo suficientemente
largo para poder ni siquiera aproximarse a la maestria. Ni siquiera se
conocian entre ellos, por no hablar de las pruebas principales, vinculadas
53
con la crisis de la alta iniciaciôn oriental, que da libre acceso al reino del
Maestro y aplica su técnica.

Si se reconoce esto, ^qué se puede esperar del discipulo que se en-


cuentra perplejo ante tal situaciôn, afrontando la némesis de su pasado
que exige una liquidaciôn para que pueda progresar, con confianza en si
mismo y en el Maestro? Sé que estoy entrando en un tema insôlito, que
pocos reconocerân y apreciarân; pero se tata de realidades que han
encontrado en el Sendero algunos discipulos en algün momento. Es posi-
ble que encuentren otras, a no ser que en el futuro se produzca en Occi-
dente un enfoque técnico preciso. Es cierto que, en el futuro, se podrâ
dar a algunos el mismo privilegio de una ensenanza del Maestro, bajo
condiciones similares.

Algunos, sometidos a una disciplina oriental, llegarân inevitablemente


a la encrucijada de caminos en que las ilusiones de su némesis les obligarân
a detenerse. jSupongo que, si esta disciplina los retiene alli, sin ninguna
promesa de colmar sus aspiraciones, no se puede esperar la realizaciôn del
objetivo que habian vislumbrado ni el supremo servicio previsto para ellos!

^Pero qué se puede esperar del discipulo que se encuentra en esa


situaciôn? Si tiene un espiritu amplio e ingenioso, no se verâ rechazado y
continuarâ adelante a pesar de todo. Si es como debe ser, realizarâ por si
mismo los progresos mas loables. Si un profesor de universidad se da
cuenta de que, después de intentarlo, no puede hacer un buen trabajo
con un estudiante, lo pondra bajo el control de un profesor de distinto
nivel que esté capacitado. Eso no indica incapacidad por parte del estu­
diante ni hay motivo para dudar de sus facultades futuras: se encuentra
simplemente en una relaciôn mas armônica que puede producir los resul-
tados necesarios.

Al no lograr satisfacer las exigencias de la ensenanza personal del


Maestro, ^podriamos decir que esta ensenanza particular no ha podido
responder a los deseos de un discipulo particular? El discipulo puede
servir durante anos bajo la supervision importante de un Maestro y su
fracaso al recibir esta ensenanza puede demostrar claramente que necesita
54
la supervision técnica de un Maestro que ensena de otra forma. Estos
cambios técnicos han tenido lugar en el pasado, en las ocasiones en que
la influencia de un Maestro dejaba de ser eficaz. El discipulo pasaba
entonces bajo la supervision de un Maestro que ténia una técnica muy
diferente. Mientras tanto, la evoluciôn del discipulo continuaba incons-
cientemente: recuperaba fuerzas, desarrollaba su intuiciôn y se capacitaba
para afrontar su némesis a plena satisfacciôn; pero eso no es mas que
otra fase de la ensenanza del Maestro que le ha ensenado estas realida­
des. Repito que no tiene ningün motivo para lamentar el fin de una etapa
de la ensenanza, si sigue desarrollando la fuerza de su personalidad y
esta seguro de que tiene tanta necesidad de recibir ayuda de la Jerarquia
como ésta de que él le ayude con su cooperaciôn.

La meta y el plan de la Jerarquia solo pueden realizarlos discipulos


cualifïcados y sus propios esfuerzos pueden, sin duda alguna, desarrollar
un aura en la que no sea posible ocultar estas calificaciones.

55
Capitulo VII

La voluntad y la jerarquia

He abierto este tema que habla de la voluntad y he afirmado la nece-


sidad que tiene el discipulo de désarroi larla, segün progresa bajo la direc-
ciôn de un Maestro. Sus esfuerzos lo han llevado a la encrucijada de los
caminos y lo han dejado alli, una vez terminada su instrucciôn personal.
Hablo evidentemente del discipulo que, bajo la presiôn de su némesis y
las ilusiones mantenidas por ésta en su entomo, se ha sentido incapaz de
continuar. Deberia decirse, mas bien, que el Maestro ha comprobado que
no podia satisfacer las exigencias que imponia su enseiianza.

Pero esto es una idea que puede dar ânimos al discipulo: la acelera-
ciôn de la voluntad puede continuar en las etapas que détermine él mis-
mo y puede proyectarse y utilizarse en la vida normal, para servir en el
mundo. No se ha perdido nada y hasta puede ganar mucho el discipulo si
se queda a su aire. Si se acuerda de que se ha acostumbrado, durante su
formaciôn, a esta aceleraciôn de la voluntad en su vida, se mantiene en
él la expansion interior que produce y puede estudiar su aplicaciôn ôpti-
ma para su futuro avance.

Se puede plantear una pregunta. ôQué ocurre con los discipulos que no
se encontraban en la encrucijada de caminos cuando se interrumpiô su
formaciôn? No podemos asegurar que haya ahora en Occidente Maes­
tros orientales que formen individualmente a discipulos. Solo se puede
juzgar mediante la observaciôn. No tenemos ninguna prueba indiscutible
56
de que en los diversos grupos ocultos, incluidos en ellos los teosôficos
que se han dedicado a la fïlosofia oriental, haya discipulos que reciban en
este momento la ensenanza personal de un Maestro. Si hay alguno, tene-
mos derecho a decir que su adeptado deberia ser de tal naturaleza que
les permita mostrar a sus semejantes obras dignas de un valor singular,
realizadas para el bien de éstos ültimos. Si tienen la luz, los hombres
deben verla y reconocerla y su testimonio de la luz deberia captar la
atenciôn delpüblico.

No tenemos noticias de ejemplos asi. Un adeptado mudo y descono-


cido tiene poco valor en este mundo. Los cultos religiosos se multiplican:
se afimia que se puede evolucionar de una misma forma dentro de cual-
quiera de ellos. Se pueden buscar discipulos de un corazôn despierto,
capaces de dar testimonio de la luz: pero es en vano. La ünica espiritua-
lidad que se manifiesta en Occidente es la de algunas ôrdenes religiosas;
pero esta muy por detrâs de la iluminaciôn del verdadero adeptado. Si
hay discipulos que atestiguan haber recibido la ensenanza de un Maes­
tro, no los conozco.

Pero volvamos a nuestro discipulo que esta en la encrucijada de los


caminos, oteandoel porvenir. Hay mucho que decir a su favor: jQué pocas
cosas hay en su entomo que lo animen y reconforten y cuântas que lo
retienen! No se puede esperar que vea la vida segün el punto de vista del
Maestro. Si pudiese hacerlo, ^para qué iba a necesitar su ensenanza?
^Cuâl es, entonces, la causa principal de esta interrupciôn de la ensenan­
za, transmitida al principio con muchas promesas de éxito? Esta, sobre
todo, en una tendencia evolutiva general a unificary rebuscar el progreso,
formando grupos, en cualquier direcciôn y con cualquier fin. Las ense-
nanzas ocultas tienen mucha inclinaciôn a esta misma tendencia.

En todas las cosas de la vida, se puede ver este movimientoy este vivo
deseo de asociarse en grupos. Apenas hay necesidad de decir que es, en
gran medida, una forma moderna de évasion. Ser muchos da fuerza, una
impresiôn de seguridad personal, a los que se consideran insignifiantes
y débiles, a los que, por el esfuerzo individual y la vida personal, parecen
desprovistos de atractivos, faltos de encantos y ventajas. Los fuertes e
57
independientes utilizan a los que tienen menos personalidad y se aprove-
chan de ellos. Eso da resultado, sin duda alguna, desde un punto de vista
nacionalista. Sin embargo, hay y habrâ siempre quien sea profundamen-
te individualista: los que son fuertes en su propio terreno y son, por si
mismos, creadores de obras nobles. Entre éstos se encuentra el tipo de
discipulo cuya némesis lo ha llevado a la encrucijada de caminos, donde
la individualidad o su falta lo limita para tomar una decision.

No estoy hablando en hipôtesis. Durante el ûltimo medio siglo, algu-


nos discipulos han recibido la ensenanza personal de Maestros orientales
y, por razones muy bien conocidas por éstos ultimos, se ha terminado
esta instrucciôn bruscamente, antes de llegar al punto culminante deter-
minado. Eso no nos da derecho a dudar de la autoridad; pero es muy
importante tener en cuenta a esos discipulos en el futuro y esforzarse
por ver lo que les réserva el porvenir, si siguen los principios que se les
han ensenado. He citado el ejemplo de un discipulo concreto que se
encuentra en esa situaciôn; pero todos los discipulos que estân en las
mismas circunstancias por haber disfrutado de una ensenanza particular,
deberian estar incluidos en este comentario. No reaccionarian todos del
mismo modo ante una decepciôn importante de este tipo, durante el resto
de su ciclo de vida. Algunos la aprobarian interiormente y, después de
haber hecho las cosas lo mejor posible por el bien general y tomândose
con toda serenidad y naturalidad su lectura y su meditaciôn, dejarian por
completo de pensar en la posibilidad de realizar un avance particular
para ellos mismos.

^Pero qué ocurre con esos cuantos discipulos, llenos de promesas, de


individualidad muy marcada, que no han nacido para aceptar y estancar-
se, tanto si han recibido una ensenanza como si no? Tenemos aqui unas
palabras de ânimo para ellos: que cultiven su voluntad, que ya esta bas-
tante despierta, para mirar mas alla de las limitaciones de su ensenanza
Personal, hacia la Jerarquia influyente que présidé todas las células ini-
ciadas; que visualicen constantemente, por si mismos, la posible admi-
siôn y su cooperaciôn con los que gobieman el destino de este mundo y
son miembros de esta Jerarquia. Es una idea que podemos considerar
insôlita; pero dejemos que estudie el discipulo por si mismo su valor, ya
58
que ahora es libre para actuar: queda abandonado en la encrucijada de
caminos para que pueda encontrar su propio camino. Su voluntad puede
dirigirlo en esta direcciôn, si tiene el estado de ânimo que necesita y
quiere tener seguridad en él. Hay ejemplos en otros campos de actividad
y de empresa. Gracias a la ensenanza. el gran artista llega a tener una
gran eficiencia; pero puede presentarse un momento en que déjà la en­
senanza y la supervision, y se esfuerza por penetrar, gracias a su volun­
tad despierta y a sus esfuerzos, en el reino de los artistas supremos que
son sus propios creadores, tienen una técnica incomparable y son inde-
pendientes. Este es el reino que le pertenece, por un derecho natural
intrinseco y por la aplicaciôn de la voluntad activa y continua. La ense­
nanza ha cumplido su mision: ya no es necesaria. Otros lo ven ahora
como un ejemplo en su arte.

"}No tiembles, discïpulo, ante las posibilidades de tu propia maes­


tria y alinéate con la voluntad de la Jerarquia, por medio de la cual
sien tes los primeros impulsos de la voluntad de Shamballa!"

Nuestro discipulo no se ha dado por vencido en la encrucijada de


caminos por un giro de la némesis que le ha costado largas y sérias
reflexiones. Otros han abordado los grandes problemas antes que él.
^Por qué no va a hacerlo él? Ahora busca una asociaciôn elegida. No
sera fâcil, ya que sigue el camino solo; pero le ayudarâ haber terminado
su ensenanza especial y la siguiente razôn: durante su formaciôn, habia
una tension, ya que se esforzaba por alcanzar un idéal concreto en el que
insistia el Maestro.

Pero la experiencia demuestra que ese idéal no puede alcanzarse, al


menos en Occidente, en un periodo limitado, como el que propone su
ensenanza. La naturaleza humana requiere en el discipulo occidental
tanta relajaciôn como tension o incluso mas relajaciôn que tension. La
vida trépidante, complicada y embarullada de Occidente es ya, de por si,
un problema contra el cual debe luchar el discipulo: no puede evitar la
presiôn ni quedarse indiferente. Llevad esta presiôn mas alla de cierto
limite y, entonces, hasta el individualismo retrocederâ y obedecerâ a la
voz de la naturaleza que hay en él: resistirâ la coacciôn inherente a la
59
tension, aunque tenga la libertad de aceptarla o rechazarla. Esta sumi-
siôn inévitable a condiciones muy establecidas es la que indica al Maes­
tro que debe terminar el periodo de ensenanza, por una parte, por interés
del discipulo y, por otra, por interés del Maestro y para que éste tenga
tiempo libre.

^Pero qué papel juega la ilusiôn en este momento preciso? Digo ilu-
siôn del discipulo, ya que el Maestro considéra igualmente los obstâculos
para el progreso del discipulo como una especie de ceguera personal.
Eso puede adoptar varias formas. El discipulo puede irritarse por algo
que el Maestro considéré como criticas necesarias para su despertar;
puede criticar con fuerza los cambios de actitud que debe procurar ma-
nifestar en su relaciôn con otro discipulo, como es la dejaciôn de su
individualidad en interés del grupo que debe tener prioridad para desa-
rrollarse. Esta fatiga mental y fïsica, consecuencia de su gran esfuerzo
por satisfacer las exigencias, deberia poner fin a esta formaciôn.

En muchos aspectos, aparecen los factores vinculados con la Perso­


nal idad, ya que el discipulo esta verdaderamente sometido a una presiôn
excepcional y excesiva de la voluntad, que émana de las altas esferas y
son consecuencia de su insistente pretensiôn de hacer mucho en poco
tiempo. Pero, desde el punto de vista del Maestro, estos elementos son
obstâculos necesarios para su objetivo.

He hablado de la tendencia general evolutiva hacia la constituciôn de


grupos en los campos ordinarios de la vida. Los Maestros, al observarlo,
han insistido inmediatamente en la necesidad y la posibilidad de que se
dé este mismo hâbito entre los discipulos; pero no résulta tan fâcil como
pueda parecer, cuando se trata de formar individualmente a estos disci­
pulos.

La idea de grupo no es, evidentemente, nueva: desde el origen de la


ensenanza oculta en Occidente, algunos estudiantes de diversas creen-
cias se han unido para realizar una progresiôn mutua. Lo que si es nuevo
es la asociaciôn de discipulos elegidos que reciben una ensenanza para
trabajar juntos, en condiciones especiales y con el fin de dar un servicio
60
futuro particular. Una vez reunidos bajo la direcciôn de un Maestro y
estimulada, por consiguiente, su voluntad, surgen conflictos de persona-
lidad inévitables y hacen que fracase el objetivo propuesto.

He conocido estos conflictos que no se deben fundamentalmente a


una aceleraciôn de la voluntad en si, sino al hecho de que las personali-
dades implicadas no eran capaces de canalizar esta fuerza hacia fines
armônicos. Prefieren seguir por los caminos que consideran personal-
mente que son los mejores, en los que cada una de ellas tomaria cierta
importancia. En una palabra, a pesar de la ensenanza propuesta y dis-
pensada por el Maestro, estos aspirantes avanzados no estaban prepara-
dos. Su némesis individual se ha manifestado muy fuerte para ellos y les
ha hecho retroceder hasta detrâs de la linea, mâs alla de la cual estaban
destinados a seguir su camino.

Eso nos lleva a hacer una consideraciôn vital: ^en qué medida el
ocultismo extremadamente idolâtra de Oriente conviene a todos los dis-
cipulos, cualquiera que sea su posiciôn en el Sendero, teniendo en cuenta
que un numéro pequeno de discipulos que prometen, al recibir una ense­
nanza personal, reacciona en unos aspectos y es incapaz de reaccionar
en otros, de una forma que habria justificado la continuaciôn y la culmi-
naciôn de esta ensenanza?

Algunos de los mâs avanzados se han visto obligados a modificar el


idéal que anhelaban, ya que apelaba a las realizaciones mâs bellas y, en
especial, a las realizaciones futuras que transcienden la comprensiôn y la
apreciaciôn de la mayoria de los discipulos de Occidente, por no citar
nada mâs que los casos del discipulo medio. Ante todo, apela a un futuro
lejano.

Todas las ensenanzas de las que el discipulo tiene directamente nece-


sidad no se dan, sino que, por el contrario, hay que adivinarlas. Es posible
que esto sea de la propia naturaleza del ocultismo. Puede ser; pero no
hay que lamentarlo, ya que el discipulo empieza entonces a especular,
imaginar y suponer, en vez de poder avanzar en terreno firme, en el que
puede seguir su camino. No hago innovaciones: expreso lo que, hoy dia,
61
es un factor perturbador importante en el estado de adepto. Me intereso,
sobre todo, por los que han experimentado la ensenanza de un Maestro y
ésta no ha respondido a sus esperanzas o no han llegado a comprender-
la. He sugerido que, en nombre de su voluntad despierta, miren hacia
delante, mas alla de las implicaciones de la ensenanza individual, hacia el
contacto con la Jerarquia.

62
Capi'tulo VIII

El disdpulo y la filosofïa oculta

Al ser los Maestros los représentantes superiores de la Jerarquia y


trabajar bajo su direcciôn, no esta fuera de toda lôgica ni va, en mi opi­
nion, contra las réglas de la ética oculta afirmar que los discipulos avan-
zados, como éstos cuyo comportamiento hemos estudiado, tienen la con-
sideraciôn de la Jerarquia y, en realidad, deben su evoluciôn esencial-
mente a las decisiones tomadas por ella. por medio de los Maestros res­
ponsables de su instrucciôn individual.

Por eso me arriesgo a emitir la siguiente opinion: esos discipulos pue-


den buscar legitimamente en esta fuente primera la inspiraciôn y la con-
ducta futuras y una expansion graduai de la consciencia, para asimilar el
conocimiento directo del plan de evoluciôn de la Jerarquia. Entramos, sin
duda, en terrenos desconocidos; pero, si el disdpulo sigue caminando
solamente por los terrenos que ya conoce, no puede esperar conocer
otros

Ademâs, suponiendo que el disdpulo sea en general como debe ser,


la herramienta mas poderosa del arsenal de su equipo, tanto para ahora
como para el futuro. es la afirmaciôn correcta de la voluntad. Hemos
observado esta herramienta al principio y ahora es cuando puede utili-
zarla con eficacia el disdpulo, si es tal como deberia ser. No se puede
ignorar esta cualificaciôn fondamental que comprende, sobre todo, los
elementos siguientes: debe ser un disdpulo en espiritu, en corazôn y en
63
aima, de acuerdo con las tradiciones mas elevadas que le ha inculcado el
Sendero oculto durante toda su vida pasada de aspiraciôn y esfuerzos.
No juego el papel de un critico de la vida del discipulo. El debe ser su
propio critico, ya que, para cualquier contacto posible con la fuerzas mas
elevadas de la Jerarquia, deberâ satisfacer las exigencias de estas fuerzas.
Si, en el pasado, ha merecido la ensenanza personal de un Maestro du­
rante un momento, esto ya es en si una garantia de que el contacto directo
con la Jerarquia esta al alcance de quien hace el esfuerzo suficiente.

Intentar un tipo ünico de visualizaciôn, tal como lo utilizan los Maes­


tros, puede librar al discipulo de muchas especulaciones y de la inquietud
en cuanto al conjunto de la ensenanza oculta oriental. Durante cerca de
un siglo, los Teôsofos y los estudiantes que se adherian a ellos han con-
siderado, por ejemplo, la Doctrina sécréta y ensenanzas similares como
las declaraciones fundamentales y etemas de la filosofïa oriental. Hasta
ahora, constituyen para ellos una Biblia teosôfica. ^Cuântos de ellos han
tenido la sabiduria, la intuiciôn y la capacidad de interpretaciôn requeridas
para encontrar en ellas una técnica de desarrollo correspondiente a lo
que los discipulos avanzados de hoy dia reclaman y de lo que tienen una
necesidad imperiosa?

Esta ensenanza es complicada. Suprime intencionadamente datos


importantes, indispensables para interpretar y coordinar las ideas. Capta
el interés, dirigiéndolo hacia los abismos sombrios de los tiempos pasa-
dos y hacia las evoluciones posibles del futuro. Yo no discuto su valor
como filosofia; pero los discipulos, que el mundo esta pidiendo a gritos,
sin dejar de respetarla con razôn, no estân nada inspirados por esta ense­
nanza. Las ensenanzas orientales ulteriores no hacen mas que seguir
una linea paralela y muestran las mismas caracteristicas, adaptadas, mas
o menos, a la evoluciôn râpida y al desafio de la consciencia del discipulo
de después de la guerra.

Hoy dia, al estudiar este tipo de filosofïa oculta, los discipulos encuen-
tran muchas dificultades en cuanto a su presentaciôn. Se sentirân alivia-
dos e iluminados cuando reflexionen bajo el contacto jerârquico y sientan
el influjo de luz, amor y sabiduria que émana de estas fuentes primarias.
64
De ahi es de donde nacerâ su ali vio, mas que de las cavilaciones menta­
les interminables sobre las grandes lineas de la tendencia evolutiva, im-
posibles de coordinar y de comprender, ya que no estân completamente
explicadas y bloquean a los disci'pulos mas avanzados en la encrucijada
de los caminos.

Esta forma de actuar no esta en oposiciôn ni en contradicciôn con los


elementos mas prâcticos de la fîlosofia oriental, ya que vemos de nuevo
al discipulo rechazado y dejado a si mismo, para encontrar, lo mejor que
pueda, la interpretaciôn de sus aspectos revelados a médias, sin estar
seguro de que su interpretaciôn sea ni siquiera aproximadamente co-
rrecta, y obtendrâ resultados que no son mas que vagamente sugeridos.

Este denso vélo que esconde la verdad oculta y sus aplicaciones rea-
les es un obstâculo periédico para los aspirantes, cualquiera que sea su
posiciôn en el Sendero. Si se admitiese que la mayoria de los discipulos
se encuentra lejos de estar preparados para asimilar y aplicar esta filoso-
fia con fines prâcticos, tendriamos, por lo menos, algo en claro, aunque
todavia no se haya admitido; pero ése no es el caso de los relativamente
pocos que han progresado y merecen una ensenanza personal.

Como nuestro estudio influye fmalmente en el desarrollo consciente


de la voluntad de Shamballa y de su fin elevado y como esta voluntad se
manifesta bajo una forma modificada en el seno de a Jerarquia, con la
ayuda de ésta ültima el alumno preparado puede aspirar, en realidad. a la
vista de su desarrollo. Pero aqui hay mucho que hacer. La némesis del
pasado sigue con él: pienso que no es exagerado decir que las frustracio-
nes constituyen, entre todos los acontecimientos de su vida, la caracte-
ristica principal que su voluntad debe afrontar y vencer. La némesis del
discipulo puede aportarle algün bien. Sin embargo, yo dudo que un disci­
pulo pueda alcanzar esta etapa, sin encontrar no necesariamente un mal,
sino frustraciones que son una gran prueba para él. Su némesis tiene una
funciôn para despertar. Llevarâ a su consciencia las actividades madu-
radas del pasado que lo atormentan literalmente para que las reconozca
y las tenga en consideraciôn a lo largo del Sendero conocido. Las remi-
niscencias del pasado surgen en él con una fuerza y una urgencia que
65
impiden que queden reducidas al silencio, mientras que los acontecimientos
que lo rodean lo confrontan a duros rechazos.

Esta vida explosiva del pasado que se impone no se puede volver a


vivir. Ha hecho lo mejor y lo peor para el discipulo. Se présenta a él
como una entidad viva y lo rodea, como una nube, con testigos de lo que
ha sido y sus causas. Es él mismo, que se levanta del silencio de la
tumba. ^Por qué habria de morir?

Pero hay que decidir. El discipulo no ha sido llevado a la encrucijada


de caminos para nada: lo han llevado alli su fidelidad al Sendero y su
servicio a sus hermanos. Una vida continua dedicada al servicio debe
surgir y tomar en la consciencia un lugar mâs importante que la tentaciôn
a la que lo somete su némesis, es decir, reconocer las posibilidades de
gratificaciôn y de ambiciôn personal que se le revelan y sugieren. El
pasado invita de nuevo a recorrer los senderos del dominio de la perso-
nalidad, en la que destacaba. El présente invita a soportar la tension y la
decepciôn inévitables, que proceden de la renuncia a esa posible renova-
ciôn del dominio, y colocarlas bajo la autoridad del aima. El amor del
aima y sus posibilidades pueden permitirle decidir con sabiduria, en fiinciôn
de su posiciôn actual; pero la voluntad despierta es lo ünico que puede
hacer de esta autoridad una realidad. Si esta resuelto a ello, el arte de la
verdadera visualizaciôn que busca en silencio la ayuda de la Jerarquia
durante el periodo demandado triunfarâ entonces sobre el bien y el mal
de su némesis y le darâ la paz y la seguridad, como recompensa por su
renuncia.

iQué ocurre con el otro aspecto de su némesis, el que es relativa-


mente bueno y feliz? Le servira, sin duda, de gran ayuda, ya que se
puede decir que el discipulo que tiene una némesis desprovista de valor,
con un pequeno servicio y pocas aspiraciones en su activo, no séria del
tipo de discipulos que atraen la atenciôn especial y la ayuda de un
Maestro. El anâlisis del karma general del conjunto de una naciôn -la
mayoria de las naciones de hoy dia son un ejemplo- descubre tantos
elementos contradictorios de vida inarmônica, de désarroi los en un solo
sentido, falta de objetivos elevados y presencia de bajas inclinaciones,
66
aunque se juzguen bajo un punto de vista religioso ortodoxo, que, si el
présente de esta naciôn da alguna indicaciôn de su pasado, su karma
medio sugiere entonces, por lo menos, una herencia de naturaleza muy
compleja.

Se puede suponer que la mayoria de los discipulos tienen, posible-


mente, una némesis dificil y muy compleja. En realidad. lo sorprendente
es que un aspecto cualquiera de la naturaleza del adeptado pueda des-
arrollarse dentro de un torbellino infectado de la vida modema de las
naciones.

Pero la historia se repite y el discipulo no se sorprenderâ si el destino


inéluctable de sus épocas pasadas reaparece para que se opéré, en el
présente, una compensaciôn, para bien o para mal. Tampoco se sorpren­
derâ cuando vea que la némesis del discipulo avanzado se manifiesta
como un verdadero problema para él. No sé si lo hacen para demostrar
la ingeniosidad notable y la audacia de sus ideas; pero hay escritores
especializados en ocultismo que han intentado describir, con toda la pré­
cision posible y creando una atmôsfera dramâtica, las vidas anteriores
de muchos personajes célébrés contemporâneos, cuvas obras nos son
muy conocidas. Sus vidas han sido descritas con tal minuciosidad que se
podria pensar que pasar de una época a otra e identificar los personajes
de siglos pasados con los que han vivido recientemente es algo sencillo y
rutinario en el Sendero. Esas afirmaciones son dudosas y carecen de
fundainento. El discipulo enfrentado a su némesis puede imaginar, de
vez en cuando, el tipo de personaje que ha debido ser, para ser lo que es
ahora; pero puede dedicar su tiempo a investigaciones y fines mas ven-
tajosos. Le basta con saber que ha estado en el pasado en relaciôn intima
con otros discipulos y que esos periodos se reproducen en cuadros com-
pletamente diferentes a lo largo de la evoluciôn. Por las revelaciones que
le hace su némesis, puede tener las cosas razonablemente claras en
cuanto a la naturaleza de las relaciones pasadas que le afectan hoy dia
de una manera tan favorable o desfavorable.

La némesis del discipulo lo pondra, sobre todo, a prueba por la siguiente


razôn: la espera en la encrucijada de los caminos debe impulsarlo a elegir
67
el môvil real que lo lleva a buscar el contacte con la Jerarquia, y una
inspiraciôn mas elevada para toda su vida futura. Asi ha llegado a juzgar
en si mismo con qué propôsito busca un nuevo avance en el Sendero,
bajo la direcciôn de fuerzas mâs elevadas de la Jerarquia. Puede quedarse
donde esta, sin miedo a ser criticado ni juzgado, hasta el momento en que
la personalidad, que le hace varias llamadas sécrétas, pierda su fuerza
para reafirmar y renovar los idéales pasados de mlnimo valor que, en el
momento en que quiera, dejarân de interesarle y de retenerlo.

También puede revisar seriamente la historia compléta de su vida,


hasta el momento présente, acordândose de la sinceridad y de la serie-
dad con que se ha puesto en marcha en el Sendero y de los fines que ha
perseguido a lo largo de su caminar, para adaptarse y llegar a ser un ver-
dadero valor en el mundo. Entonces es cuando puede dedicarse a este
ünico fin para el futuro y utilizar todo lo que pueda recibir por la inspiraciôn
y la revelaciôn de la Jerarquia, para guiar a estes disclpulos particulares y
prometedores que buscan una nueva direcciôn experimentada.

El disclpulo del futuro, que espera con impaciencia, en sus momentos


mâs elevados, un contacte shambâllico, debe haber tomado, en su corazôn
y en su esplritu, una decision de esta naturaleza, si espera ganar el reco-
nocimiento y la ayuda de los seres y de las fuerzas de la Jerarquia.
Mucho antes de que se le concéda una vision clarividente de la luz, puede
abrigar la seguridad de que recibirâ signos de su protecciôn y de la
estimulaciôn ünicade su vida interior, paracumplir su promesay servirlos.
Descubrirâ que todo aquello a lo que habla renunciado, no sin dudas y
dificultades, no ejerce ya ningün poder de atracciôn para él. Por el contra­
rio, latranquilidad y la paz invaden ahora su santuario interior, permitien-
do al corazôn y al esplritu descansar con una quietud perfecta, sabiendo
que este periodo de espera del aima aportarâ todo el conocimiento nece-
sario y las aclaraciones técnicas que necesita para progresar.

Al dejar el inquieto estado de aspiraciôn y de introspecciôn en que


sentla que ténia que alcanzar ciertos objetivos o ténia una impresiôn de
fracaso, pénétra en un estado liberado de todos los aspectos seductores
de la personalidad: en él, el aima, conocida y amada dentro de los rangos
68
de la Jerarquia, se verâ atrai'da por su propio poder magnético y su cam-
po de acciôn y de servicio en el mundo.

El discipulo no se ha librado de la tendencia de ir siempre en primera


linea, que caracteriza todos los âmbitos de la vida de hoy. Le ha comuni-
cado un impulso de celo que puede ser una ventaja para la personalidad;
pero es completamente ajeno al aima del aspirante. El aima se mantiene
al margen, en sus propias esferas de luz, de paz y de sabiduria. No se
siente atraida por las voces cautivadoras de la personalidad: para ellas es
oculta, desapegada e insensible. Espéra el momento propicio para decla-
rarse. Ese momento viene cuando el discipulo del que hablamos ha cali-
brado la personalidad y su trabajo en el Sendero y no permite que lo
retengan por mas tiempo las voces insistentes que privarian a su aima de
la verdadera herencia espiritual.

A lo largo del peregrinaje del discipulo, el aima ha esperado a ser


reconocida: la personalidad ha sido el maestro; pero puede ocurrir que la
némesis del discipulo le revele ahora un apice de verdad de ésta y le
obligue a levantar los ojos hacia parajes silenciosos para buscar alli la
ayuda.

Lo ûltimo que quiero sugerir en lo que he escrito es que el discipulo,


antes o después del periodo de ensenanza particular de un Maestro, camina
por un sendero fâcil. Se puede hacer brevemente el recorrido de estas
etapas variadas y ocultas. Se ha escrito mucho sobre el ocultismo oriental
que sugiere que, con las pretendidas calificaciones fundamentales intro-
ducidas en su carâcter, el discipulo no tiene que hacer nada mâs que
aplicar continuamente algunas formulas concretas de meditaciôn. Segün
eso, se podria pensar que la vida del discipulo, tal como la ha vivido y
debe vivirla todavia, podria adaptarse automâticamente bajo la influencia
de formas de meditaciôn espiritual, sin muchas mâs dificultades.

Lo que he dicho sobre la participaciôn inévitable en la historia de


épocas pasadas deberia darle un punto de vista muy diferente sobre el
ser tan complejo, que es el hombre. Su martirio, cuando progresa. no
esta lejos. Acercarse a la Jerarquia con un pensamiento y una intenciôn
69
tenaces es un acto que merece ser tomado en serio. Este acercamiento
no es ûtil para el disci'pulo, si no ha enterrado verdaderamente su antiguo
yo. No se acerca a una clase sécréta de profesores, que lo esperan para
preguntarle sobre las réglas de la vida, su manera de adaptarse a ellas y
lo que tiene intenciôn de hacer. Su acercamiento tiene la naturaleza de
un compromiso tâcito, con la decision de someterse a las ôrdenes de la
Jerarquia. Éstas ultimas sobrepasarân todo lo que ha conocido hasta
ahora. Su aura debe manifestar esta energia, esta comprensiôn de la
vida, tal como es vivida por los hombres, para que los seres de la Jerarquia
tengan la seguridad de que no se acerca a ellos como un aspirante, un
devoto o un discipulo de tercera categoria. Aparece como una entidad
consciente de si misma, que no descarta la filosofia ni minimiza lo que le
permiten divulgar las ensenanzas ocultas, sino que, por el contrario,
reconoce que no puede vivir etemamente con éstas ultimas y busca una
asociaciôn activa con las fuerzas constructivas y divinas de la jerarquia,
no como un favor o privilegio, sino por una sincronizaciôn de la voluntad
vibratoria entre ellas y él mismo. La nota de la vida de un discipulo sera,
por tanto, clâsica: repercutirâ en los rangos de la Jerarquia y se pondra
en el diapason de la armonia reinante.

Cada discipulo tiene su lugar y su nota en el reino invisible al que


aspira. Es él el que debe cambiar el lugar y el tono de su vida interior,
para poder progresar verdaderamente. Eso lo ha hecho a un nivel eleva-
do nuestro discipulo, que ha retomado el problema entre sus manos y se
ha esforzado para ser reconocido por la Jerarquia.

Es relativamente fâcil escribir todo esto; pero este intento requiere un


duro trabajo de la personalidad, que dura anos. Eso es lo que me ha sido
difïcil explicar de una forma tan concreta. No basta con promesas amables
y mâximas alentadoras: el camino abrupto es el ünico hacia Cristo. Si el
discipulo puede soportar pedir que esta voluntad de Cristo, del Soberano
Maestro shambâllico, se cumpla en su vida, esta muy bien.

70
Capitulo IX

La respuesta de la Jerarquia

En este momento critico no nos preocupa la masa de Ios discipulos:


nos interesamos por el discipulo avanzado que se puede encontrar en
cualquier sitio y es el sujeto principal de nuestro libro. No hago ninguna
diferencia descortés entre los discipulos; pero pienso que deberia esta-
blecerse alguna distinciôn entre el numéro pequeno y la multitud que se
llama “discipulo”, por la siguiente razôn:

Se ha aplicado, con exceso de abuso y facilidad, el término “discipu­


lo” a todo tipo de estudiante de la literatura relacionada con el Sendero,
aunque no tenga conocimiento fundamental suficiente ni ningün signo de
desarrollo interior que confirme este conocimiento. No hay nada que
impida que un novicio suponga, como le sugieren los demâs novicios, que
es un buen ejemplo de evoluciôn y que disfruta de la atenciôn especial de
un Maestro.

Pero lo que me interesa es el discipulo que se encuentra en el otro


extremo de la escala. Ha pasado la prueba de fuego: es digno de ser
aceptado y de que le ayuden. Ha seguido un noviciado de muchos anos
y afronta ahora otro, mas dificil y mas largo, a la puerta de la Jerarquia.
Este noviciado no consistirâ tanto en lo que haga por si mismo como en
lo que la Jerarquia haga por él. La voluntad lo ha modelado, haciéndolo
un instrumento dispuesto para su utilizaciôn. Es el ünico instrumento que
puede utilizar la Jerarquia.
71
Hablamos de la puerta de la Jerarquia de una forma completamente
simbôlica, ya que no se trata de un espacio cerrado: es una esfera invisi­
ble de fuerzas vibratorias graduadas, a la que tienen acceso los Maes­
tros. El trabajo que tiene alli el discipulo consiste en hacerse cada vez
mâs sensible a las vibraciones de esta esfera, que es un espacio muy
limitado, creado no por la mano del hombre, sino por voluntades muy
evolucionadas, por una réflexion de la voluntad de Shamballa. El discipu-
lo entra, por tanto, en una esfera de cualidades incrementadas y progre-
sarâ adaptândose gradualmente a estas nuevas dimensiones, absorbien-
do en si mismo sus esencias invisibles. Cuando regrese de estos retiros
de meditaciôn, estarâ siempre en armonia con su mundo anterior, de très
dimensiones, pero enriquecido con una intuiciôn suplementaria y una
direcciôn inspiradora.

Es imposible définir el contenido interior de la Jerarquia invisible. La


némesis es completamente indefinible, lo mismo que la naturaleza y el
proceso de reencamaciôn: hemos aceptado los términos como conven-
ciones; pero no se puede hacer nada mâs que sugerir sus posibles expli-
caciones. Cuando empezamos a hablar de la Jerarquia, nos encontramos
en unaposiciôn similar. Llegan a laconscienciadel discipulo algunas chis-
pas de la verdad que le interesa; pero no se le concédé ninguna explicaciôn
concreta o cientifica. Se ha dicho que el que puede définir la verdad no la
posee, lo que es una de las paradojas ocultas que estamos acostumbrados
e encontrar en la literatura.

Si el discipulo recibe algunas impresiones sobre las condiciones exis-


tentes en la Jerarquia y esta en disposiciôn de explicarlas, es un paso
vâlido hacia la précision cientifica que todos necesitamos en todo lo que
emprendemos, tanto si es en el Sendero como en cualquier otro aspecto de
la vida. Esa es precisamente una de las primeras tareas que tiene que
afrontar el discipulo que se pone en contacto con Shamballa. La fe y la
creencia no pueden ser ya para él una seguridad ni una guia. La voluntad
del discipulo debe asumir ahora su propio papel y ella es la encargada de
producir el tipo de evoluciôn que ha de tener en el futuro: el fuego ascenden-
te del aima, liberada ya de tantas trabas, debe ser bastante fuerte para
poder aspirar individualmente y de manera eficaz al fuego de la Jerarquia
72
y sacar a la luz la verdad explicable y darle una expresiôn cientifica,
exacta, prâctica, que constituya latécnica individual e inspiradora, apli-
cable a sus semejantes.

Por muy paradôjico que pueda parecer, la verdad explicable de la


Jerarquia debe ser transformada por la vida interior: de una teoria muda
y sin expresiôn, debe convertirse en una técnica ligera, que se introduce
en la consciencia del discipulo y se aplica individualmente a cualquiera
que venga hacia él en busca de la luz.

He dicho que ahora se trata mas de lo que haga la Jerarquia por el


discipulo que de lo que pueda hacer él por si mismo. Esto es cierto, en lo
relacionado con la revelaciôn hecha a su consciencia de una nueva téc­
nica a utilizar; pero debe esforzarse por aumentar su consciencia mental,
con el fin de prepararse para una adaptaciôn mucho mas fina y vasta en
el mundo en que trabaja. El objetivo general de la formaciôn de la Jerar­
quia es desarrollar su servicio en el mundo. No debe seguir los viejos
métodos abocados al fracaso del adeptado del pasado. En cualquier sitio
donde se encuentre ahora, bajo la infiuencia de la Jerarquia, le vendrân
una nueva luz y una nueva comprensiôn, en todos los aspectos de la vida
humana. Los problemas y las condiciones de esta vida le exigirân nuevas
interpretaciones mâs profundas. La atenciôn del discipulo debe apartar-
se de todas las acumulaciones de teorias: se ha enlodado en ellas durante
demasiado tiempo. Su objetivo es captar y comprender todo lo que ha
escapado a su atenciôn y le ha parecido carente de significado. Hay que
cambiar eso: el objetivo es ahora interprétai' de nuevo la vida y proclamar
sus descubrimientos mediante la instrucciôn individual.

En cuanto a la interpretaciôn de la vida, es un hecho importante que


un discipulo debe captar, comprender y asimilar, ya que deberâ preocu-
parse de ella en el futuro inmediato. Se ha hablado con frecuencia de la
ciencia, de los sensacionales progresos que ha realizado en todos los
campos, de su profunda desaprobaciôn y desinterés por la vida espiritual
y oculta del hombre. El discipulo puede preguntarse si eso se debe con-
siderar como una especie de sortilegio para mantener a millares de hom-
bres en la esclavitud. Por el contrario, représenta un desafio de los mâs
73
dinâmicos para la filosofïa oculta y el Cristianismo. Los descubrimientos
de la ciencia y sus sorprendentes conclusiones son tan perfectos y lôgicos
-ya que la misma razôn es su maestra-que ejerce una influencia profunda,
no solo en los cientfficos veteranos, sino también en los miles de espiritus
jôvenes del mundo entero.

No tengo nada que decir a los que interfïeren aqui para afirmar que la
lôgica no puede llevar a la revelaciôn. Tal vez sepan ellos qué es lo que
lleva a ella. Hoy dia, la lôgica es el instrumente técnico mas poderoso
puesto a disposiciôn del hombre: expone las revelaciones de los misterios
ocultos de la tierra y de los cielos, con gran asombro de los humanos. El
discipulo, después de haber contactado a intervalos con la Jerarquia,
debe permitir que este impacto y este progreso de la ciencia tengan el
mâximo interés para él. Y, a decir verdad, el discipulo digno de este nombre
deberia ser infmitamente mâs sabio que los sabios, ya que es infinitamente
mâs ignorante. No se deben hacer criticas cuando los maestros cientifi-
cos consideren con desconfianza y hasta con desprecio las teorias de la
filosofïa oculta. Se debe comprender claramente que sus teorias pueden
demostrarse de una forma lôgica y detallada, mientras que la filosofïa
sigue siendo indemostrable.

Ademâs, la filosofïa oriental esta cada vez mâs aislada en Occidente


y sus discipulos de mâs prestigio son incapaces de demostrarla. Eso con­
firma que esta filosofïa es incapaz de satisfacer a la multitud creciente que
estâ cautivada en espiritu y por el corazôn, por la difusiôn râpida y la
demostraciôn de las formulas cientificas.

Aqui es ünicamente donde se puede justificar la llamada interior di-


recta que siente nuestro discipulo, asi como la tentativa de contactar con
las fuerzas de la Jerarquia. Esta ciencia progresa a toda velocidad y, por
su método ünico, obliga a la revelaciôn de los misterios mâs profundos de
la naturaleza y de la vida del hombre. El futuro discipulo deberâ presentar
una revelaciôn similar de los poderes del aima. Mientras no haya realizado
el discipulo todo esto, el poder dominante de la ciencia tendrâ a las na-
ciones en esclavitud. La filosofïa serâ impotente ante ella: el avance de
la ciencia no se verâ ya agitado por las teorias vacias de los esoteristas.
74
que no dejan de discutir y meditar, sin producir nada, cualquiera que sea
la altura de la montana de donde sacan sus fuentes. Los jôvenes y los
viejos que vean los milagros de la ciencia delante de sus ojos se somete-
rân a ellos y declararân que los maestros de la ciencia son los verdade-
ros pioneros de la evoluciôn.

Pienso que éste es el mayor desafio lanzado a los discipulos de hoy


dia: esta dirigido. al mismo tiempo, contra la filosofla ocultay la teologia
en todas sus formas. Si nuestro discipulo esta suficientemente interesa-
do (y deberia estar, sin duda) tendra que estudiar la naturaleza de algu-
nos de estos progresos en los âmbitos de la técnica especlfica.

No quiero insinuar que nuestro discipulo pueda hacer cualquier cosa


ante este desafio. En realidad, se ve atraido por la Jerarquia y se acerca
a ella con la esperanza de que se le concéda, igual que a muchos discipu­
los que tienen la misma envergadura y la misma intenciôn, una revela-
ciôn tan précisa como la de la ciencia, que dé una explicaciôn prâctica
que puedan comprender los hombres. Eso demostrarâ a las generacio-
nes jôvenes que se puede desafiar a las cumbres de la ciencia desde las
cumbres de la Revelaciôn Espiritual. Por el momento, no se advierte ese
desafio ni tampoco las consecuencias évidentes que seguirân.

Veamos por qué digo que lo que puede hacer la Jerarquia por el disci­
pulo es mâs importante ahora, que lo que puede hacer el discipulo por si
mismo. Se ve impotente, si no esta guiado desde arriba. Tampoco puede
uno cerrar los ojos ante el hecho de que el desafio de la ciencia a la
filosofia oculta y la teologia es, al menos en esencia, un desafio tâcito,
lanzado a la Jerarquia misma: si la ciencia no se interesa por esta filoso­
fia y esta teoria religiosa y las évita, pone en duda la fuente invisible de
las dos.

La némesis de nuestro discipulo es, en efecto, dura. No se debe envi-


diar a éste ültimo, aunque se necesite, sino que, por el contrario, hay que
animarlo, ya que debe mantenerse en su sitio y seguir esperando. Pero
esta espera le sera provechosa, porque ahora comprende la explosion, el
poder, el carâcter inmediato, la rapidez irrésistible y seductora del progreso
75
cientifico que le hace cara. Éste se mantiene fïrmemente en su camino,
como un fantasma gigantesco de la Atlântida.

^Por qué se piensa que es necesario alentar a nuestro discipulo, pen-


diente del desarrollo del aima a lo largo de los anos, a estudiar con el
mâximo interés la orientaciôn de la ciencia y su influencia en el mundo
modemo? Si, como ocurre, muchos discfpulos piensan que es una ame-
naza poderosa para sus aspiraciones en el Sendero, ^por qué, entonces,
aumentar su prestigio y su influencia, atrayendo sobre ella la atenciôn y
el interés del discipulo? Pero esta actitud hacia los aspectos de la evolu-
ciôn del mundo que no se armonizan con nuestros propios deseos y nues-
tras aspiraciones ha sido un rasgo caracteristico de los discipulos actua-
les y pasados. Ha reinado y sigue reinando todavia entre los discipulos,
aferrados a sus teorias clâsicas con exclusion de todo pensamiento dinâ-
mico, tal actitud de suficiencia que una invitaciôn a penetrar, por ejemplo,
en la sociedad armoniosa de los astrônomos para considerar su trabajo y
algunos elementos prâcticos de sus técnicas produciria en ellos un delirio
de angustia.

Una actitud asi no debe darse en el discipulo que se encuentra ante la


Jerarquia. Tendra muchas sorpresas. No debe tener ninguna inquietud.
Su objetivo es de los mâs elevados. ^Por qué va a tener miedo? Descu-
bre su camino y, si se le revelan verdades insospechadas, debe estar
preparado para ello. Deberâ aceptar verdades muy opuestas a las que
ha conocido de antemano. Ya habia oido hablar de la ciencia y de su
autoridad; pero dudo que le haya dado toda la importancia y el significado
que reviste para el adeptado. Debe esperar la revelaciôn de aspectos
diversos de la verdad que se opondrân a todo lo que ha dado forma antes
a su adeptado y lo anularâ.

La Jerarquia no quiere volver a crear al hombre viejo, porque muere


râpidamente. Quiere crear un hombre nuevo que no sera reconocido por
los antiguos. Nuestro discipulo no mirarâya a los hombres como los veia
antes. Serân para él aimas que llevan una luz potencial. Se acercarâ en lo
sucesivo a sus hermanos y los considerarâ de otro modo. Su capacidad
de atracciôn tendra una grandeza y una calidad diferentes: atraerâ a los
76
que tienen necesidad de su bendiciôn y de su direcciôn innegables; pero
rechazarâ con toda seguridad a los que viven en la oscuridad del aima.
Hasta aquî, el disci'pulo se ha perdido, envuelto en teorias atrasadas,
pensando que contenîan una verdad valida para todos los tiempos; pero
éstas se han secado y han caido al borde del camino, como las hojas de
otono, mientras que la vida del hombre sigue su camino. Quiere aferrar-
se a filôsofos que prometian las mâximas realizaciones y gloriosas posi-
bilidades que el hombre, no-angélico, no puede esperar alcanzar. El des-
encanto y la decepciôn que producen igualarân al entusiasmo sin base.

77
Capi'tulo X

Cristo y el consistorio de Shamballa

He abordado este tema sobre la idea central de la voluntad y el obje-


tivo de Shamballa. Estoy seguro de que algunos discipulos de los mâs
ortodoxos habrân dudado, cuando insistia tanto en este punto, que la
voluntad es el principal elemento del avance de nuestro discipulo hacia
Shamballa. Preveo ya su disconformidad en cuanto al papel unico de la
voluntad como parte esencial de la ensenanza que puede llevar al disci­
pulo hacia las alturas mâs elevadas. ^Pero qué vislumbran las alturas
mâs elevadas? No es, sin duda, la simple voluntad de poder sobrehuma-
no, calculada para llevar a todos ante ella. Nada podria estar tan lejos de
la verdad.

He dicho que se puede considerar a los Maestros como los principa­


les représentantes de la Jerarquia. quién puede mirar nuestro disci­
pulo, a fin de cuentas, como el représentante del consistorio de Shamba­
lla? Cristo es el unico en quien se puede ver la voluntad, el amor y la
sabiduria perfectas. Mi propôsito ha sido estimular la voluntad despierta
del discipulo hasta esta intensidad de reconocimiento y de acciôn que
deberia llevarlo en presencia del Maestro majestuoso entre todos, cuya
influencia irradia sin césar sobre las fuerzas de la Jerarquia,* con las
cuales pretende el discipulo familiarizarse y cooperar.

Parecerâ sorprendente que yo diga que nuestro discipulo deberâ ha-


cer que entre ahora en su consciencia la realidad de la vida de Cristo, de
78
la forma mas poderosa y viva posible. Desde que, hace aproximadamen-
te un siglo, la Senora Blavatsky introdujo la filosofia oriental en Occiden-
te, el adeptado se ha convertido en una adoraciôn idolâtra de los Maes­
tros orientales que difundieron esta filosofia. Pienso que es acertado
decir que esta adoraciôn se perpétua en nuestros dias entre los estudian-
tes que se dedican casi ünicamente a la filosofia oriental, mientras que la
realidad. la vida y la misiôn de Cristo han tomado el segundo puesto en el
espiritu de la vida de estos discipulos, seducidos por la posibilidad del
reconocimiento y del privilegio oculto, en el caso de adherirse a esta
filosofia.

Cristo no era la figura central que captaba la atenciôn y la adoraciôn


de los discipulos. Si hubiese sido asi, no se hubiese visto relegado hacia
atrâs, desplazado por la imagen atractiva, dada por Blavatsky, de los
Maestros orientales que tenian las llaves de su futura evoluciôn.

Es un tema delicado, que pocos individuos, por no decir ninguno, po-


drian abordar. Pero yo hago abstracciôn de las personalidades: busco la
verdad en cuanto a nuestro estado de discipulo, pasado y présente, ya
que en él pasan muchas cosas y seguirân pasando en un futuro prôximo.
Los que pueden seguir la marcha de los acontecimientos con lucidez e
imparcialidad, se darân cuenta de algo importante. A lo largo de los ultimos
anos, la filosofia oriental ha cambiado considerablemente sus cimientos
y su modelo bâsico en lo relacionado con el estado de discipulo. Ya no
son los Maestros orientales los que ocupan el puesto dominante, como
en el pasado, exigiendo una adoraciôn exclusiva de los que se dicen sus
adeptos. Cristo, el ser espiritual mas grande de Occidente, esta considerado
como dotado de una influencia cada vez mayor. Se reconoce que él es el
fin ultimo de la evoluciôn, tanto en el présente como en el futuro.

Durante cerca de 2.000 aiios, este mismo Cristo vivo se ha mantenido


en el punto mas elevado de la evoluciôn para este planeta. Durante siglos,
hombres y mujeres que no conocian para nada lo que llamamos adeptado,
han vivido diariamente para Cristo, han muerto para él, considerândolo
como la fuerza redentora que existe actualmente en el universo. Algunos
misticos lo han visto y han recibido su bendiciôn en los rincones secretos
79
de sus corazones. La belleza y la fuerza individual de sus vidas han
calmado, en cierta medida, el sufrimiento y el dolor perpetuos que siguen
crucificando a la humanidad sin que la alivie ningün Maestro, y le han
aportado la seguridad de la fuerza viva de Cristo en evoluciôn.

Hay teorias sobre la venida de Cristo; pero, cuando los discipulos


difunden sus teorias y sus filosofïas inütiles, encantados por su origen y
su nomenclatura oriental, cuando se dan cuenta de que los Maestros que
han idolatrado son discipulos de este mismo Cristo y buscan en É1 la luz
y la orientaciôn, pueden comprender también lo que trata de hacer nuestro
discipulo en la encrucijada de los caminos, pidiendo la ayuda de la Jerar-
quia, para acercarse aün mas a este représentante eminente del consis-
torio shambâllico.

Si algunos dudan todavia de la importancia que tiene para el discipulo


cultivar una voluntad inquebrantable para su peregrinaje, que se eleven
por encima de sus idolatrias pasadas, que piensen en Cristo y se pregun-
ten si su influencia innegable en el pasado y en el présente hubiese sido
posible, si no hubiese estado dotado, a su advenimiento, de la fuerza
inexplicable de la voluntad de Dios que présidé en Shamballa. El adeptado
del pasado ha apartado a los discipulos de Cristo, en vez de guiarlos
hacia El. Sin embargo, este Cristo vivo desciende silenciosamente sobre
los hombres y los atrae a El. Es, lo mismo que fue al principio y sera
siempre: el Sendero por el que deberân caminar los discipulos.

Hemos dejado a nuestro discipulo en la encrucijada de los caminos,


una vez comprendidas y compensadas todas las vicisitudes de su némesis.
Esta completamente dedicado a la Jerarquia y resuelto a presentarle una
personalidad flexible, dominada, capaz de registrar los matices mas finos
de la ensenanza de la Jerarquia y preparândose para formular estas inspi-
raciones de una técnica nueva para los discipulos capacitados que la espe-
ran. Volverâ a sentir la influencia prédominante de la Jerarquia. Se darâ
cuenta de que, en el segundo piano de su vida, se encuentra un conjunto
de fuerzas desarrolladas en diversos grados, cuya misiôn es encontrarse
con el discipulo en sus retiros de meditaciôn, en sus contactos, y ofrecer-
le la orientaciôn y la inspiraciôn que necesita en un momento particular.
80
A partir de entonces, no volverâ a arrodillarse ante un Maestro parti-
cular, ya que los Maestros actüan como uno solo y no fonnan mas que
un solo cuerpo. Se someterâ a la quietud y el silencio perfectos, haciendo
callar, con verdadero placer, a la misma voiuntad que ha cultivado, permi-
tiendo asi que la voiuntad de la Jerarquia realice para él las grandes Hneas
de su misiôn hacia los hombres. Su voiuntad es ahora perfecta; pero ya no
tendra ningün deseo ni derecho a imponerla activamente. La voiuntad de
la Jerarquia lo considéra como uno de los suyos y lo guia en el camino del
servicio perfecto. Eso no exige gran cosa por parte del discipulo, a no ser el
silencio dirigido hacia el Templo de la Luz. Es un papel activamente
pasivo, que aportarâ sus propias revelaciones y cuya duraciôn depende-
râ de la naturaleza, de la fuerza y de la madurez del discipulo.

Hay un segundo punto importante que puede vislumbrar nuestro dis­


cipulo. Es el mâs sublime, el mas santo que pueda esperar jamâs durante
esta evoluciôn planetaria: la importancia de la influencia de Cristo. Pue­
de parecer presuntuoso hablar de esto a un nivel relativamente bajo de
evoluciôn en que se encuentra todavia nuestro discipulo; pero £por qué
deberia pensar y prepararse para el nivel mâs elevado, si puede visuali-
zarlo ahora?

Recordad las palabras de Cristo: '‘Atraeré a todos los hombres hacia


mi”. No hay ni una sola expresiôn de Cristo que no tenga detrâs y en si
misma la voiuntad, la sabiduria y el objetivo de Shamballa y no esté
cumpliéndose. Cuanto mejor llega a comprender nuestro discipulo esta
vida interior irrésistible de Cristo, mejor se da cuenta de las insuficien-
cias, del vacio relativo del adeptado del pasado, que contrasta con la
formula muy exigente, necesaria para contactar y penetrar en el aura de
la luz encamada y recibir su direcciôn espiritual.

Asi parecerâ a nuestro discipulo que ha abandonado todo por ello;


pero ojalâ ocurra lo mismo con los que siguen todavia el camino de la
aspiraciôn y de la devociôn. Cristo ha esperado cerca de 2.000 anos
para que el discipulo despierto se vuelva hacia El, lo reconozca y se
décida a compartir el camino que le queda. Eso solo importa a un numé­
ro pequeno. A partir del momento en que dejen la encrucijada de los
81
caminosy experimenten la influencia importante de la Jerarquia, conser-
varân en sus corazones la imagen de Cristo, cuya luz irradia desde
Shamballa hasta que, al final de su peregrinaje, muestren sus propios
poderes resucitados la Cruz que hay bajo ellos, cuando la vida perfecta
de Cristo los haya hecho perfectos.

Recuerdo que no escribo nada mas que para unos pocos. Es un Sen-
dero demasiado dificil para la multitud. El numéro pequeno tendra la
cruz, cuyo significado quedarâ inscrito en sus miembros, aunque haya
sido superada. Los demâs pensarân que basta con incorporarse al anti-
guo Sendero del adeptado, ya que se sienten atraidos por sus promesas
exteriores y sus ilusiones esotéricas. El numéro pequeno los habrâ cali-
brado y no querrân dejarse seducir por las primeras o interesarse por las
segundas. Han cumplido su tiempo y el discipulo no quiere contemplarlas
mas ni quedarse bajo su empresa.

Los nombres llamativos de los Maestros y hacedores de prodigios


impresionarân todavia a la multitud y la incitarân a embarcarse en otra
büsqueda desafortunada. Eso no es el adeptado y llevarâ consigo su propia
compensaciôn: el karma siempre despierto de los hombres y de cada dis­
cipulo, sin llegar a la némesis del discipulo avanzado, al que no le gustan
los hacedores de milagros vociférantes y efimeros que hay en nuestro
tiempo. Examinarâ al hombre, donde tenga necesidad de ello y castigarâ
su presunciôn, su falta de sinceridad y sus desviaciones de la verdad. La
luz de Cristo, cuya intensidad aumenta, romperâ todos los idolos del Sen­
dero y purificarâ el antiguo adeptado de todas sus tradiciones muertas.

Nuestro discipulo, que ya no es el hombre que era, verâ, al observar


a Shamballa, toda la historia del Sendero del adeptado y los desencantos
que hay en él. No se desviarâ de este Sendero ni se lo tomarâ a broma.
La luz de su aima se fundirâ con la de Cristo. Sera consciente de la perfec-
ciôn de la compasiôn de Cristo que comprende todo. El y sus semejantes,
también discipulos que estân con él, pronunciarân la palabra poderosa de
Shamballa y querrân que se haga segün la voluntad de Cristo.

82
Capi'tulo XI

El retorno de Cristo

Desde hace tiempo, esta pregunta inquiéta a muchos discipulos que


pertenecen a grupos esotéricos: ^para cuândo se puede esperar el retomo
de Cristo? Séria mas razonable preguntarse si el segundo advenimiento
de un Ser asi, sobrehumano, podria tener lugar en una humanidad com-
pletamente incapaz de reconocer su llegada y sacar provecho de ella.

Considerad solamente la posibilidad que tienen algunos discipulos


avanzados de entrar en el âmbito de influencia de la Jerarquia, estable-
ciendo con ella un contacto de los mâs profundos y el desarrollo ünico que
se produce con él, cuando el consistorio de Shamballa reconoce a un disci-
pulo: ^en qué medida pone esto los cimientosy las condiciones indispensa­
bles para reconocer la apariciôn de Cristo? Hay algo completamente absur-
do en la idea de semejante apariciôn a la humanidad, la mayoria de cuyos
miembros son indiferentes a ese advenimiento, no se preparan para él y, si
tuviese lugar, apenas comprenderian su significado.

No he querido hablar mucho de lo dificil que es para nuestro discipu-


lo, todavia bajo la influencia de su némesis, acercarse al consistorio de
Shamballa, alineândose con el mismo Cristo. La liquidaciôn total de su
némesis, con este fin, puede durar tanto tiempo, que un solo ciclo de vida
no séria suficiente. <^Qué ocurre, entonces, con los discipulos que ni
siquiera se han acercado a su némesis y tienen que quedarse todavia
mucho tiempo de novicios, antes de poder hacerlo?
83
Una cosa es hablar brevemente de la némesis de nuestro disdpulo
avanzado, como he hecho yo, y otra, intentar describir el contenido com-
plicado de esa némesis que solo el propio disdpulo puede conocer, resol-
ver y vencer. Observando a los disdpulos actuales, se da uno cuenta de
con qué pasos vacilantes han hecho progresos dignos de ese nombre con
la esperanza de recibir la ensenanza personal de un Maestro. Si recorda-
mos que no hay ninguna seguridad de que se les concéda esa ensenanza
en su posiciôn actual en este ciclo, una posible cooperaciôn con la Jerar-
quia sigue siendo una probabilidad bastante remota para que sea inütil
continuar hablando de ella.

Hay una posibilidad de que se dé esta cooperaciôn; pero ^cuântos


disdpulos, incluso los mas avanzados, son capaces de llegar a ella en
nuestra época? Anadid a eso que no se puede esperar ahora en Occi-
dente una ensenanza personal dispensada por Maestros orientales ni una
repeticiôn de esta ensenanza, como se concediô en el pasado a nuestro
disdpulo y a sus companeros. Todos los disdpulos se dedican a si mis-
mos, para buscar su propio camino en el Sendero. Veremos que toda
relaciôn o asociaciôn intima con las fuerzas de la Jerarquia es una posi­
bilidad lejana. Nadie puede predecir, tampoco, las etapas précisas de
desarrollo interior que taies aspirantes, que estân preparados, deben
franquear, hasta que pueda reconocerlos la Jerarquia. Como ya he co-
mentado antes, se trata mas de lo que la Jerarquia esté dispuesta a hacer
por el disdpulo que se esfuerza por acercarse a ella para aumentar sus
fuerzas cooperando con ella, que de cualquier otro intento, con intenciôn
de acelerar esta aproximaciôn y esta cooperaciôn.

Piensen, de nuevo, en nuestro disdpulo que llega a la encrucijada de los


caminos, donde se interrumpiô la ensenanza que le daba un Maestro y
acabô su instrucciôn, al menos de momento. Dedicado a si mismo, en el
silencio, para cumplir la némesis que ténia, se quedô esperando, no diri-
giendo su corazôn ni su espiritu hacia el Maestro individual, sino hacia el
momento en que la Jerarquia responderia a sus necesidades. Su actitud
es expectante; pero afronta, al mismo tiempo, los acontecimientos de su
vida, para hacerlos mas eficaces, con el fin de prepararse para este
contacto mâs elevado y mas interior. Nadie puede predecirle cuândo se
84
producirâ; pero tiene la meta a la vista. La vislumbra por medio de la
creaciôn mental. No conozco nada que pueda ayudarle mas que esfor-
zarse aprovechando la ensenanza que ha recibido en el pasado para
alcanzar la paz interior, cuando se encuentra en el umbral del santuario
sagrado. buscando la luz y la direcciôn de los que estân dentro de este
santuario y son sus hermanos mayores.

No es otra fase de la noche oscura del aima. Nuestro discipulo estarâ


ya en la luz, aunque sea inconsciente de lo que ésta hace por él. Pero
tendra una paz interior total, sin ningün gufa visible y prôximo, sino la luz
del aima que lo marcarâ en un silencio sin palabras, durante su espera
paciente. Es una fase de su némesis y debe dejarla que lo forme, lo
mejor que pueda, en la vida cotidiana, hasta que termine su acciôn. Es
cierto que se terminarâ, pues sus hermanos del santuario interior de la
Jerarquia esperan esta hora con mas impaciencia que él mismo, ya que
necesitan su cooperaciôn.

Ademâs, a lo largo de este peregrinaje dificil, su espiritu y su corazôn


estarân concentrados en el Cristo de Shamballa. La augusta figura de
Cristo debe quedar en el centro de su consciencia, incluso cuando espera
que la voz de la Jerarquia le anuncie que ha sido aceptado. El poder
magnético de este Maestro sobrehumano, al que aspira, irradia sin césar
a través de la Jerarquia y ejerce su influencia en todos sus miembros.

Ahora, una palabra sobre la venida real de este Maestro Supremo de


la humanidad. Se han hecho tantas declaraciones contradictorias sobre
la manera en que tendra lugar el segundo advenimiento, que no me atrevo
a anadir unos comentarios personales. Voy a hacer una réflexion, sin dar
una opinion dogmâtica. Evidentemente, las declaraciones que se han he­
cho no pueden ser todas ciertas: incluso hay que dudar que haya una sola
verdadera.

No considero la apariciôn de Cristo en el piano fisico en cualquier


momento, teniendo en cuenta la naturaleza de la evoluciôn durante estos
ûltimos siglos, hasta la época actual. Solo pienso en una posible venida,
cada vez que sea posible, por medio del desarrollo de un vasto cuerpo
85
compuesto por disci'pulos avanzados y un contacto estrecho con Shamba-
11a. Serian capaces de participar y utilizar Su voluntad, con un impacto
ünico en la humanidad.

Pienso que estarân tan impregnados del espiritu de Cristo, tan forma-
dos a su semejanza, como consecuencia de una larga relaciôn esotérica
con É1 para convertirse en agentes dociles de los Seres de la Jerarquia,
que El podrâ utilizar la voluntad y la determinaciôn concreta de ellos para
cumplir la mision que se ha decretado para la humanidad.

No veo a Cristo viniendo de nuevo entre nosotros, la humanidad, para


ser zarandeado de un sitio a otro, mandado al exilio, crucificado como un
criminal y devuelto con desprecio al Dios que lo ha enviado.

Pienso que Cristo se mantendrâ en su puesto personal de autoridad


suprema y, en el momento oportuno, darâ a sus discipulos poderes espi-
rituales que É1 posee, para cumplir Su mision. Estos discipulos no serân
reclutas sin experiencia, sino un cuerpo de hombres espirituales y madu-
ros, que utilizarân sus poderes y sus facultades desarrollados y pondrân
a la humanidad ante la decision crucial de tomar el camino de la evolu-
ciôn mas elevada que se le ha abierto, o perecer.

Pero ese dia del ultimatum esta todavia muy lejos.

86
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29063541R00050 Lexington. KY
25 January 2019
fk

£1 discipulo y
Shamballa
Raymund Andrea

^Qué es Shamballa? Centro de energias sobrehu-


manas y no de personalidades de Maestros, Shamballa
es también el centro de donde émana la orientacion
de la evoluciôn de la humanidad. El discipulo ya
avanzado en el Sendero puede, si demuestra tener
una voluntad espiritual inflexible, prepararse para
participar en la obra de Shamballa: de esta forma,
con la ayuda de los Maestros que lo observan, testi-
monian y guian, se convierte en un verdadero servi-
dor.

Esta obra, escrita en 1960 por Raymund Andrea,


que era entonces Gran Maestro de la Antigua y Mis-
tica Orden de la Rosa-Cruz (A.M.O.R.C.) de Gran
Bretana, constituye una fuente de réflexion sobre
Shamballa y sobre la importancia de la voluntad es­
piritual en la büsqueda iniciâtica.
ISBN: 84-95285-09-6

S EDICIONES
7 884 9 5 2 85096 ROSACRUCES, S.L.

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