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Abstract: The aim of this article is to approach from an educational scope the intricate
world of fantasy and the imagination which form part in the production of contemporary
literature. In order to do this, we will attempt to define and distinguish the imprecise
limits of this genre, starting with a brief examination of the scenes and characters that
inhabit the Fantastic in the work of the Valencian writer Laura Gallego, Mago por
casualidad. Within this, we look for the reaffirmation of fantasy literature within scholastic
ideals, starting with the didactic implementation of texts such as the latter, which become
appealing works to achieve the development of the reading and creative writing of
beginner readers, due to both their nature and content.
Keywords: epic fantasy; literary education; topics; children’s and youth literature.
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Cuando Alicia cruza la neblina del espejo, no pasa a un mundo que, por el mero hecho de ser
inventado, resulta totalmente imaginario e irreal. Por el contrario, Alicia se introduce en un mundo
que es mágico simplemente porque, en él, realidad y fantasía se entremezclan, se sitúan en un mismo
plano.
Ana María Matute. En el bosque. Defensa de la fantasía, 1998.
E stas eran las palabras que Ana María Matute enunció en su discurso de
entrada en la Real Academia Española, allá por 1998, momento en el que nos abrió las
puertas de lo que ella denominaba su “bosque”, el lugar en el que lo misterioso y lo
fantástico se verbalizaba y volatilizaba, un “bosque” que acompañó a lo largo de tantos
años a lectores de todo el mundo en cada una de sus historias. Aprovechando la ocasión
introdujo también en él la necesidad vital de todo ser humano de sentirse vivo, de crear
mundos e inventar historias que le ayuden a realizarse como persona. Nada mejor para
ello que servirse de dos de los instrumentos más poderosos de la mente humana: la
imaginación y la fantasía, herramientas olvidadas y perdidas, menospreciadas por
infantiles, por considerarse alejadas y ajenas de la vida cotidiana. Ante esta
infravaloración, ella nos propone recuperarlas y reconstruirlas en clave lúdica como una
suerte de terapia que nos aleje de los problemas del día a día: No desdeñemos tanto la fantasía,
no desdeñemos tanto la imaginación, cuando nos sorprenden brotando de las páginas de un libro trasgos,
duendes, criaturas del subsuelo. No perdamos ese poco que nos une con algo tan esencial
como es juego, tan terapéutico como es la imaginación.
Son muchos los que han sentido la necesidad de recurrir a la fantasía que se
esconde en los cuentos, historias y relatos, de dejar constancia de esos textos que forman
parte de la infancia y que el peso de la realidad de la vida adulta, y también académica,
olvida y relega. SAVATER (1976), por ejemplo, en su “infancia recuperada”, retoma
aquellas historias que marcaron sus años como lector, relatos todos ellos que pueden –y
deben- ser leídos en cualquier época de la vida, aunque por sus características intrínsecas suelan ser
disfrutados en la adolescencia y la primera juventud (SAVATER, 1976: 15). Aventuras, a medio
camino entre la fantasía y la realidad, con unos límites difusos, en textos que esconden
ese bosque del que nos hablaba Matute, plagado de misterios acechando en cada árbol, en
cada página.
que ha estado asociada a la producción de textos para el público infantil y juvenil. En este
análisis nos valdremos de la obra de la escritora valenciana Laura Gallego, Mago por
casualidad (Bruño, 2012), tomándola como base para ahondar en los escenarios y
personajes que habitan y pueblan lo fantástico. Con ello, buscamos la reafirmación de la
fantasía dentro de los cánones escolares, a partir de la implementación didáctica de textos
como el seleccionado, que se convierten, por su naturaleza y contenido, en obras
atractivas para lograr el fomento de la lectura en los lectores más jóvenes.
El texto seleccionado para este estudio sumerge a los más pequeños en las redes
de la literatura fantástica a través de un discurso plagado de alusiones a clásicos del
género y personajes que forman parte de estos universos quiméricos. La trama se
desarrolla en un escenario fantástico, donde hombres conviven con dragones, seres
mitológicos y animales parlantes, convirtiéndose todos ellos en un señuelo para el joven
lector, con esa magia que entusiasma tanto a niños como a adultos. Asimismo, un
marcado estilo directo y diálogos cargados de humor, juegos de palabras y cambios de
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roles, permiten reconocer y caracterizar, sin dificultad alguna, a cada uno de sus múltiples
personajes y escenarios. El texto responde a esa doble finalidad de la obra literaria que ya
refería Cervantes: la de enseñar y deleitar, fomentando la imaginación de un modo muy
particular.
Muchas son las definiciones que se han elaborado para intentar concretar la
esencia de este término, y muchas son también las réplicas que buscan sitiar los
imprecisos límites del mismo. TOLKIEN (1983: 39), como autor reconocido de este
género, expuso en su texto “On fairy-stories”, que la liberación de la esclavitud del hecho
observado se da a través de la fantasía, de aquello que está por encima de las leyes de la
naturaleza, al menos, de las conocidas hasta el momento. TODOROV (1974: 44), por su
parte, referencia indiscutible en todo estudio sobre lo fantástico, ve en la vacilación de la
realidad, en el vértigo de los hechos que se escapan a la vista y al entendimiento, un género
narrativo que se mueve entre la representación de la realidad extraña y lo maravilloso, y se articula sobre
una duda planteada y mantenida por el narrador y comunicada al lector, acerca de la realidad o
irrealidad de lo narrado. El autor francés distinguirá en su teoría tres tipos de contenidos: lo
fantástico, lo maravillo y lo extraño. Así lo fantástico responde a la vacilación
experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un
acontecimiento puntual aparentemente sobrenatural e inexplicable. Lo maravilloso referirá
aquellos hechos sobrenaturales (o mágicos) que tienen lugar en mundos alternativos o
secundarios, alejados de un mundo “primario”, real, y donde lo mágico es la ley. Y, por
último, entenderá lo extraño como aquellos hechos sobrenaturales y/o extraordinarios que
finalmente encuentran una explicación racional, siendo una mera ilusión de los sentidos.
Fantasy for children would probably fall under the category of the marvellous in his
theory, since the young reader is supposed to believe what he is told, while the essence of
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Tejuelo, nº 21 (2015), págs. 9-29. Tópicos de la fantasía épica…
fantasy for Todorov lies in the hesitation of the protagonist (and the reader) as confronted
with the supernatural –which is anything that goes beyond the natural laws.
De forma análoga, HELD (1981: 25) también deja de lado esta matización y
escoge el término fantástico, y no maravilloso, extraño, feérico… para nombrar la amplia
gama de textos que se cobijan bajo esta etiqueta. Para esta autora pertenecerá a la
literatura fantástica toda “obra en la que la temática, la situación, la atmósfera, el lenguaje
mismo, o todo esto, nos introduzca en un mundo distinto del de la percepción común;
diferente, extranjero, extraño”. Y podríamos continuar con las contribuciones de otros
teóricos de este campo, como ZIPPES (1991) o JACKSON (2003), cada uno aportando su
visión particular y centrándola en su tema concreto de estudio. Todas son igualmente
válidas como acercamiento al género ya que todas se completan de una u otra manera.
No obstante, la literatura fantástica no se encierra fácilmente en definiciones que, por
simplificadoras, empobrecen la riqueza que se esconde en estos textos literarios.
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Terramar o Poniente en Canción de Hielo y Fuego son ejemplos reconocidos de esta “alta
fantasía”.
Otros autores, como GRAMBLE & YATES (2008), diferencian la “alta fantasía” en
tres términos, separando la localización – o deslocalización- de esos mundos en relación
al denominado “mundo primario”. De una u otra manera, se construyen y reinventan
mundos que, pese a las diferencias abismales que los separan del nuestro, proporcionan
unos modelos de comprensión y comportamiento propios de este mundo, que bajo el
manto de la magia y lo extraordinario, esconden pautas y conductas sociales, críticas,
situaciones y vivencias que se convierten en elementos con amplias posibilidades de
aprendizaje para el lector.
Esta idea está próxima a lo que HELD (1981: 56) denominó como aquellos
textos que suponen la “introducción de elementos extraordinarios que evolucionan en un
universo en sí mismo extraordinario”. Y que otros como NIKOLAJEVA (1988: 36)
prefirieron dejar de lado, acuñando su propia terminología. Ella lo expresaba en los
siguientes términos: I prefer to avoid the term “high fantasy” because of its quality connotation. Worse
still is its opposite, “low fantasy”, the term sometimes used to denote fantasy taking place wholly in the
primary world. Así pues, esta autora introduce nuevos términos para calificar dichas
realidades: “close worlds”, “open world” e “implied world”. El primero de ellos se
corresponderá con el término de “alta fantasía”, como aquel mundo secundario sin
conexión directa (y entendemos también explícita) con el mundo primario. Mundos con
su propia geografía, población y criaturas, sus propias leyes, todas ellas, sin embargo,
reconocibles por la experiencia previa del lector.
Niñas que caen por agujeros, tifones que te trasportan a mundos gobernados por
ilusionistas y vigilados por brujas maniqueas, casitas de chocolate, niños de madera,
alfombras que vuelan, varitas mágicas y genios que ponen en tu mano los más
insospechados deseos… El traslado a mundos de fantasía, habitados por toda una serie
de criaturas donde brujos, seres mitológicos y animales parlantes son mirados sin el
menor recelo por sus espectadores, ha sido uno de los temas cumbre de la Literatura
Infantil y Juvenil.
Alicia en el País de las Maravillas, sencillamente porque el niño tiene una predisposición
natural al cuento y al juego” (MARTOS GARCÍA, 2009: 26).
La literatura para niños ha estado, por tanto, aunque con excepciones, exenta de
los convencionalismos sociales propios del mundo adulto, y los límites difusos entre la
realidad y la fantasía han sido una de sus señas de identidad. Teniendo en cuenta la
función moralizante y pedagógica que caracterizó a este tipo de literatura en sus inicios
como producción reconocida e independiente a finales del siglo XVIII, y que más tarde
pasó a entenderse bajo presupuestos racionalistas, en los que la educación de la población
infantil se dirigía, en su mayor parte, hacia la producción industrial, provocó que se
pusiera en valor una literatura de corte más realista, dejando de lado temas como el
humor y la fantasía (COLOMER, 2010). Se da, por tanto, una introducción tardía de estos
temas de la mano de autores como Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas (1865)
o la serie de facsímiles de Pinocho (1883), escritos por Carlo Collodi. Tal y como afirma
COLOMER (2010), no resulta atrevido decir que no es hasta este momento cuando la
literatura infantil y juvenil nace con voz propia.
Esta forma de hacer literatura surgió como una liberación frente al control social
represivo de aquel momento. Así, nació la literatura como una forma de transgresión, de
ruptura de la norma establecida en la que se pone en liza el componente “fantástico” y el
juego imaginario como medios para superar los problemas que se le plantean al niño. Tal
es el caso de clásicos como Pipi Langstrump (1945) de Astrid Lingren, Momo (1973) de
Michael Ende o Matilda (1988) de Roald Dahl. Una crítica que no pasa desapercibida a los
ojos de los niños, dando forma a un corpus de lecturas abierto a la reflexión, al desarrollo
de la inteligencia, la imaginación y la sensibilidad estética.
Así pues, los textos fantásticos ofrecen al lector relatos de hechos, acciones y
personajes que, en su mayoría, no son susceptibles de producirse en la vida diaria. Estos
dejan atrás la vida real y se sumergen en un mundo extraordinario repleto de maravillas y
sobresaltos, hasta el punto de que abrir un libro fantástico es como abrir una puerta que
conduce a lugares secretos y nunca imaginados. BETTELHEIM (2012) en su obra
Psicoanálisis de los cuentos de hadas, reafirma la necesidad de la fantasía en las primeras
edades, destacando la capacidad para adornar el presente con esta, como un medio para la
superación de objetivos y miedos, de los problemas emocionales que afronta el niño en
su recorrido hacia la madurez. En esta misma línea, MONTOYA (2003: 15) señala una
doble función de la fantasía en la vida y desarrollo de toda persona, considerándola bien
como una válvula de escape hacia otra realidad o bien como una fuerza impulsora que permite
rectificar la realidad insatisfactoria y realizar los deseos inconclusos por medio de los ensueños.
Asimismo, COLOMER (2005), refiriendo el estudio de WELLS (1986), resalta la mejora en
las destrezas del niño -ya sea lector o receptor- al poner en marcha proyectos que
implican el desarrollo de formas de pensamiento complejas que requieren de la
imaginación: visualizar aquello que se les cuenta, o imaginar aquello que leen o escuchan y
que no tiene cabida, ni referente tangible y reconocido, en su propia realidad. En
definitiva, no resulta nuevo decir lo que tantos otros han señalado antes, y es que el juego
simbólico, la fantasía y la imaginación son herramientas esenciales en el desarrollo de la
infancia y la adolescencia.
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El libro no podía iniciarse de otra manera: Había una vez un reino de fantasía con
hadas, dragones, caballeros y todas esas cosas que tienen los reinos de fantasía (GALLEGO, 2012: 5).
Todo suena a tópico, todo está muy visto. Laura Gallego aúna parte de los elementos
arquetípicos de las historias fantásticas para hilar una trama donde el humor, lo
maravilloso y lo imposible se conjugan dando forma a una obra destinada al público
infantil, pero sin caer en la trivialidad -y entiéndase, por consiguiente, vulgaridad-, de los
tópicos. La DRAE define tópico como el lugar común que la retórica antigua convirtió en
fórmulas o clichés fijos y admitidos en esquemas formales o conceptuales de que se sirvieron los escritores
con frecuencia. Unos clichés que no caen en la redundancia, sino que son reescritos de un
modo singular, inventando sobre lo inventado. Es por tanto objeto de este análisis
delimitar estos elementos comunes y extraer, a partir de ellos, las principales
implicaciones para el desarrollo de actividades que fomenten la educación literaria.
Ratón es el típico chico que trabaja en la típica posada del típico reino fantástico, con sus
caballeros típicos, sus hechiceros típicos y sus tipiquísimos dragones. Un día, un accidente
con un objeto mágico le otorga los grandes poderes del famoso mago Calderaus… unos
poderes que no sabe usar. El problema es que Calderaus, ahora convertido en cuervo, no
se detendrá hasta recuperar lo que es suyo… y Ratón deseará no haberlo conocido
nunca. Los dos iniciarán un delirante viaje, en el que conocerán a toda una serie de
personajes extravagantes y vivirán una serie de locas aventuras repletas de humor.
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Así pues, por esta escenografía transitan una serie de personajes que traen
reminiscencias de muchos de sus predecesores. Ningún autor es ajeno a influencias
pasadas, es por ello que, tanto implícita como explícitamente, encontramos a lo largo de
todo el texto referencias y detalles que invitan a pensar en conocidos iconos del género
fantástico, fáciles de reconocer por un lector adulto, y que son un excelente pretexto
lector para hablar de las mismas en las aulas. Dichas referencias hacen que la obra se
convierta en un gran hipertexto plagado de numerosos hipotextos que refieren otros
personajes, situaciones y escenas presentes en otras obras precedentes.
Se produce una búsqueda, en forma de viaje, que tantos otros han iniciado antes, y
que recuerda a la odisea de Bastián a lo largo del País de Fantasía, al periplo de Dorothy
en Oz o al deambular de Alicia en el País de las Maravillas. La Odisea de Homero,
también aparece referida, no solo por el viaje épico previamente mencionado, sino
también por la presencia de las sirenas, que aparecen retratadas como seres caprichosos
que encantan con su canto a los supervivientes del naufragio.
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Por otro lado, destaca por igual la presencia de dos hechiceros, y la mención de
otros miembros del mismo gremio que viajan en escoba, se teletransportan, o vuelan en
alfombra. Calderaus, vestido como un cuervo (en lo que después se convertirá), ataviado
con sombrero y túnica negra, con no muy buenas intenciones; y Maldeokus, mago de la
corte, igual de ávido, salvo que con unos rasgos más afables, viste con una túnica azul de
estrellas que recuerda a la caracterización del mago Merlín en su versión Disney. En la
relación mago-aprendiz que se entabla entre Calderaus y Ratón, apreciamos la presencia
de las Leyendas artúricas de T. H. White, a la que habría que unir al loable héroe medieval
Baldomero y sus alusiones a los caballeros de la “Tabla Redonda”.
Por último, cabe mencionar los elementos propios de los cuentos clásicos,
populares o de hadas, todos ellos habitantes no humanos que pueblan el mundo de las
leyendas, cuentos tradicionales, fábulas…. Ejemplos de esto los vemos en la
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caracterización que se hace de las criaturas del bosque. Dicho sea de la seta-casa, donde
habita un duendecillo particular que orienta a los niños a través del bosque oscuro; o el
trasgo, que tal y como se dice de él en el texto por un par de monedas vendería hasta a su abuela
(GALLEGO, 2012: 106). De forma más detallada, las hadas aparecen definidas como
criaturas de escasa altura, con ojos rasgados y alas de libélula, que huyen cuando se las
mira, dejando tras de sí un rastro de polvillo dorado en el aire. Caprichosas, con risa
aguda y aflautada, presentan un humor cambiante y volátil, cuyo máximo representante es
la reina de todas ellas, que muy coqueta y presumida, regenta una roja flor, hermética y
cerrada. Las ninfas, entendiéndolas como subespecie de las hadas, aparecen localizadas en
un estanque y cuentan con poderes mágicos soporíferos.
Many magic objects are thus ambivalent, they may be both good and evil (…). Many
fantasies involve a hunt for some magic object where both the dark and the light side
participate, since both can use the object for their own end (…): the good need it to
destroy the evil, the evil to make themselves still more powerful (NIKOLAJEVA, 1988:
87).
tópicos por excelencia dentro de los cánones clásicos de la fantasía. CAMPBELL (1994:
234) lo dividió, al hablar del mito, en tres etapas: la separación o alejamiento, en la que el
protagonista es arrastrado de su hogar hacia un nuevo destino; la iniciación, momento en
que se suceden batallas tanto físicas como mentales; y, en último lugar, el regreso del
héroe, después del éxito y la resolución del problema, con secuelas que marcan de forma
determinante su futuro devenir. Dos ejemplos claros de este viaje los vemos en la odisea
de Ulises para llegar a su tierra natal o el viaje de Frodo a lo largo de la Tierra Media.
Asimismo, dicho viaje se inicia con una comitiva formada por dos personajes
(niño y cuervo-mago), a la que se irán uniendo paulatinamente más y más individuos
hasta formar un variopinto grupo de dispares criaturas, del mismo modo que Dorothy, a
lo largo de su recorrido en El mago de Oz de Frank Baum, va encontrándose en su camino
a una serie de personajes que harán causa común y, por unas razones u otras, pasarán a
engrosar la marcha hacia su meta final.
Por otro lado tenemos la figura del héroe, o héroes míticos que, en la obra que
analizamos, dejan al descubierto sus debilidades y sus virtudes pasan a ser parodiadas. El
caballero Baldomero llora como una niña cuando se le contradice, el elfo olvida sus
modales cuando se encuentra solo, y la bravura del enano se ve mermada cuando tienen
que enfrentarse a los vaivenes de un barco en medio del océano. De la misma manera,
aparece un elemento que rompe con la estética común de estos relatos, la princesa
mimada de la corte, pretendida por todos, sueña con ser una heroína, vestirse con una
armadura, situarse a la cabeza de las expediciones y cazar dragones. Un prototipo
femenino con unos rasgos similares lo vemos en El Señor de los anillos, en la figura de
Eowyn. No obstante, a diferencia de la obra de Tolkien, en este caso, su actitud es la de
una niña consentida, y es ella la que encabeza la persecución ordenada por el rey en pos
del mago y la que toma las decisiones que el resto debe obedecer.
Las razas no humanas, entre las que se incluyen todas las ya nombradas,
configuran un universo plural, donde conviven de forma pacífica, y suelen poseer sus
propios lenguajes ficticios. De hecho, el lenguaje onomatopéyico de los troll recoge
expresiones orales fáciles de comprender para el joven lector, ya que suponen una
mímesis de expresiones humanas referidas al hambre (Ñam), al enfado (Grrrr), a la duda
(Mmm), etc. También, el continuo cambio de roles que se produce entre diferentes razas,
fruto de la trasmutación o trasvase de un cuerpo a otro, deja ver cambios en el decoro de
los personajes y en la forma de comunicarse entre ellos, en función al cuerpo que ocupen,
al personaje al que se dirijan y al lugar en que se encuentren. Además, en relación a esto,
cabe señalar que estas transfiguraciones, que suelen ser comunes en las obras de este
género, se inician mediante un ritual mágico de invocación de poderes del mal, siendo así
la magia uno de los elementos que rige las normas de funcionamiento de este mundo
ficticio.
Por otro lado, dentro del género fantástico, el subgénero épico es uno de los
más explotados, por tanto, es común encontrar obras que sitúan la acción en un contexto
pseudo-medieval, característico de la hibridación del género épico-fantástico, propia de
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[…] la sociedad representada en libros de alta fantasía suele estar basada en el romance
medieval: los personajes viven en castillos, el transporte se limita, por tierra, a caballo y,
por mar, al barco de vela; la tecnología es parecida a lo que existía en la Europa
medieval, exceptuando el caso de la magia y los ideales suelen ser una versión de la
tradición artúrica (DAVIS, 2000: 496).
Por último, hemos de señalar que uno de los signos de identidad de esta
literatura es la eterna lucha entre los poderes del bien y del mal. Laura Gallego, sin
embargo, no entra en esta clara dicotomía y presenta una historia con ausencia de
maniqueísmos. Los personajes actúan atendiendo a sus propios intereses, y no hay
buenos ni malos claramente diferenciados. El mago que, en un principio, viste y calza
como el bueno de la historia, termina corrompido por las ansias de poder, y el que era el
“malo” termina siendo engullido –sin contemplaciones-, por otro de los “malos”, el
dragón. Cada uno busca su venganza particular, cada uno espera su momento de actuar o
escapar. En relación a esto, los niños muestran un desinterés total por el poder o el
ascenso social, y lo único que buscan es escabullirse cada vez que el conflicto deja de
interesarles, desentendiéndose de los problemas que otros personajes puedan tener y de
las consecuencias que esto pueda acarrear en su mundo. Presenta, además, un final
“macabro”, que en ningún momento se entiende como tal, pues se escribe sin
contemplaciones ni dramatismo.
El diseño paratextual de la obra nos presenta un formato atractivo para los más
pequeños, editado en tapa dura y plagada de colores vivos; en cubierta encontramos un
anticipo de lo que contiene en su interior: un dragón, dos magos, un niño y un cuervo. El
libro cuenta con un gran número de ilustraciones que complementan un texto que
prescinde de dilatadas descripciones, y que ayudan a formar una idea sobre las criaturas y
situaciones que se van sucediendo a lo largo de la aventura. Asimismo, otro elemento que
merece especial atención son las denominaciones de los capítulos, ya que se convierten en
una guía de instrucciones para comportarse en el mundo de la magia, es decir, todo
aquello que debería o no hacerse en un reino de fantasía. Estos, a su vez, nos dan pistas
sobre la personalidad de los personajes (“A los caballeros no les sienta bien que se dude
de su palabra”) y nos dejan entrever dónde y cómo van a sucederse los hechos que se
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Tejuelo, nº 21 (2015), págs. 9-29. Tópicos de la fantasía épica…
El rey los miró fijamente. La reina los miró fijamente. La princesa los miró fijamente.
Los invitados los miraron fijamente. Los criados los miraron fijamente. Hasta el perro
los miró fijamente (GALLEGO, 2012: 40-41).
O el siguiente fragmento:
¡Ya nunca volveré a ser un mago! –lloriqueó el dragón.
¡Ya nunca volveré a ser un dragón! –berreó el cuervo (GALLEGO, 2012: 92).
una raza, en las que unos se sitúan por encima de otros. Véase el caso del cambio de
actitud del dragón, Colmillo-Feroz, cuando pasa a ocupar el cuerpo de un cuervo, o las
diferentes consideraciones que se tienen hacia el mago “malo” de la historia en función
del rol que ocupe. Otro ejemplo, lo vemos en el caballero y el elfo, procedentes de la más
alta alcurnia, que utilizan un registro más cuidado: uno simula el castellano antiguo, otro
habla en verso.
Una vez realizado este breve recorrido por los rincones de la fantasía en la
literatura infantil y juvenil, y analizado el objeto de estudio, Mago por casualidad, anotamos
a continuación algunas de las posibilidades didácticas que, desde nuestro punto de vista,
ofrece este texto:
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Tejuelo, nº 21 (2015), págs. 9-29. Tópicos de la fantasía épica…
El rey sintió que tiraban del manto, y miró hacia abajo. Allí estaba su hija, la princesa
Griselda, mirándolo con expresión anhelante.
¿Puedo, papá? ¿Puedo?
El rey suspiró.
Porfi, porfi, porfi…
El rey suspiró de nuevo.
Está bien, hija. Pero ten cuidado, ¿eh?
La princesa dio un brinco de alegría y corrió a su cuarto. Se quitó el vestido de princesa
y se puso su armadura de caballero. Y es que a Griselda le aburría mucho ser princesa;
ella quería vivir aventuras, como los príncipes valientes y los caballeros andantes, y, de
hecho, llevaba tiempo entrenándose. Ya era una de las mejores heroínas del reino.
Lo malo de ser heroína es que siempre tenía que rescatar a otras princesas. A ella le
hubiera gustado rescatar alguna vez a un príncipe…por si decidía casarse algún día.
Pero, en realidad, su mayor ilusión era matar dragones.
Laura Gallego, Mago por casualidad, págs. 46-47.
Por otro lado, las similitudes entre Mago por casualidad y otros textos propios de
la “alta fantasía”, como El hobbit, constituyen un pretexto excelente para asociarlos con
los fragmentos audiovisuales de su adaptación cinematográfica, o incluso con el texto
original. Por ejemplo, el capítulo “El cubil de un dragón no es buen sitio para pasar la
noche”, o el capítulo “Si es grande, feo y peludo, y encima huele mal, lo más probable es
que se trate de un troll”, pueden ser utilizados como inductores para trabajar diferentes
códigos y lenguajes, aunando cine y literatura, así como para plantear actividades del tipo:
“A partir del fragmento visionado del encuentro entre Bilbo y Smaug, y leído el capítulo
donde los protagonistas, Ratón y Lila, llegan a la guarida del dragón, imagina que los tres
personajes se encuentran en la misma escena y redacta cómo se produciría el encuentro,
describiendo la apariencia de los personajes y el diálogo que entablarían”.
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Estas escenas, además, podrían servir para abrir el debate por el respeto por la
naturaleza, las diferencias entre las especies, la convivencia entre razas y la diversidad
cultural. Se podría partir de un fragmento o capítulo del libro y construir a partir de él
todo un coloquio. Por ejemplo, se podría elaborar a partir del siguiente pasaje:
Todo el mundo quiere matarme –dijo el dragón-, porque me como a la gente. Pero
los dragones también hemos de vivir, ¿no? Es como si los conejos quisiesen exterminar a
todos los lobos del mundo” (GALLEGO, 2012: 78).
Este texto, a diferencia de otros propios del género, carece de un mapa que nos
ayude a situarnos en este mundo de fantasía. De manera que, una vez concluida la lectura,
consideramos interesante construir uno a partir de la historia, ya sea de forma individual o
colectiva. Una vez vistos todos los espacios, conocidos todos los personajes, en una
cartulina o mural, tendrían que delimitar la forma que tendrá este continente ficticio y
añadir todos sus elementos: desde la taberna del Ogro Gordo, hasta la Isla de los Magos
Torpes. En cada uno de estos espacios, se podría concretar la realización de diferentes
elementos: personajes propios, edificios que se describen, alguna característica que se
destaque en el texto…Para facilitar la consecución de esta tarea, sería interesante trabajar
o mostrar un ejemplo previo de otras cartografías de escenarios fantásticos, como la de
Nunca Jamás, de Peter Pan, o Narnia de la saga con el mismo nombre, Crónicas de Narnia.
Por último, otra propuesta didáctica podría surgir a partir de los juegos
tradicionales que se nombran en reiteradas ocasiones en la obra, tales como el veo-veo o
los juegos de cartas. Este tema podría coadyuvar a trabajar la educación para el ocio o la
recuperación de prácticas lúdicas tradicionales, convirtiendo al alumno en un investigador
al tener que recabar, secuenciar y analizar la información recogida en diversas fuentes.
5. A modo de conclusión…
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[…] la existencia y la creación de una forma de lo fantástico que no sea para el niño la
oportunidad de una evasión inmovilizadora sino que por el contrario desarrolle su
espíritu crítico y le haga reflexionar sobre los problemas de su tiempo (HELD, 1981:
28).
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Referencias bibliográficas
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