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Christian Feest
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Christian Feest
TRAYECTORIA HISTÓRICA
Colección de Ambras
1
Biblioteca Nacional de Austria, Viena, colección de manus-
critos, Hs. 8228. Una ilustración de la copia del registro de inven-
tario citada por Hochstetter (1884) se encuentra en la publicación
de Anders y Kann (1996: 6).
5
obispal, una imagen de San Jerónimo y otra de la Virgen ocurrida después de 1730, y a la eliminación simultánea
con el niño), quedándose actualmente en el Museo de de la “falda morisca” del inventario, que dificultaron la
Etnología de Viena, más una “falda morisca” (probable- identificación (Hochstetter 1884: 7–8). Después de 1621,
mente un delantal azteca de plumas), desaparecida desde la vitrina que contenía los objetos de plumas cambió del
finales del siglo XVIII, y un “manojo de plumas morisco número 9 al 11, pero en 1788 estaban descritos en la
para adornar la frente de un caballo” del que se conserva vitrina número 4 de la tercera parte de la exposición.
únicamente el engarce europeo de chapa dorada2 (Anders Algunos ajustes en la estructura de los inventarios ref le-
1965). México estaba también representado en el Cuarto jan posibles modificaciones también en la ubicación de
de Maravillas de Ambras con otros objetos: un escudo de los objetos expuestos (Heger 1892: 382, 383).
mosaicos de turquesa, un marco de espejo zoomórfico, En su guía de viajes por la “Alemania Alta y Baja”
mosaicos incrustados y algunas pequeñas joyas de piedras. (1632), el topógrafo Martin Zeiller (1589–1661) relata
Los últimos no aparecen en el inventario de 1596; tampo- impresiones e informaciones adquiridas por el comerciante
co una imagen de plumas de la época colonial, que hoy se de arte Philipp Hainhofer (1578–1647) durante una visita
encuentra en el Museo de Historia del Arte en Viena. En al Castillo de Ambras en 1628. En su descripción de la
1629, dos imágenes de plumas del mismo tipo se encontra- vitrina de los objetos plumarios —entonces la número
ban en “Ruhelust”, una casa de madera construida en el 11— destaca particularmente “la vestimenta de plumas del
jardín imperial de Innsbruck destruida por un incendio en rey de Cuba”, que aludía, muy probablemente, a una com-
1636 (Feest 1990). binación del Penacho y la “falda de plumas” (Zeiller 1632:
Al fallecer Fernando, la colección permaneció por 356; Doering 1901: 86). Según Hainhofer, se encontraban
un tiempo en el Castillo de Ambras, no como propiedad en la sala de armas “varias piezas, delantera y trasera, del
privada de sus herederos, sino de la Casa de Habsburgo. rey de Cuba en la India”, objetos que posteriormente se
La extinción de la línea tirolesa de los Habsburgo en 1665 identificarían como la armadura de un príncipe mameluco
puso en peligro la colección, por lo que libros y monedas procedente de Siria o Egipto (Zeiller 1632: 356; Doering
se trasladaron a Viena. Durante la invasión bávara de 1901: 77; véase Thomas y Gamber 1976: 247). Hainhofer
Tirol en 1703, una parte de la colección se llevó a Estiria. y Zeiller no mencionan en absoluto aquella hacha brasile-
Tan sólo la valiente intervención de la población rural ña en forma de ancla, denominada en el inventario de
impidió que las existencias restantes, cargadas en trece 1596 “martillo de guerra indiano [...] perteneciente,
vehículos, se transportaran a Múnich. Durante las Guerras supuestamente, a un rey morisco”, cuyo propietario ante-
Napoleónicas, la colección cambió de lugar varias veces y, rior aparece en el inventario de 1621 como el “poderoso
en 1806, después de la cesión de Tirol a Baviera, llegó a Muteazumo, rey de México”, y que se encusentra en la
Viena donde se expuso después de 1814 en el palacio de vitrina número 16 de Cuarto de Maravillas (Hochstetter
Belvedere Bajo, que formaba parte de la antigua residencia 1884: 8–9).
de verano del Príncipe Eugenio de Saboya (Sacken 1855, La primera guía impresa de la colección de Ambras,
Scheicher 1979). elaborada por el alcaide del castillo Johann Primisser
Los registros de inventario de la colección de (1757–1812), apareció en 1777. Junto a una descripción
Ambras realizados entre 1613 y 1788 ref lejan algunos de la pequeña colección de objetos naturales, pinturas y
cambios en la denominación y el lugar de exhibición del “obras de arte mecánicas”, la mayor parte del libro está
“sombrero morisco”, denominado “indiano” a partir de dedicada a la descripción de los “monumentos” (los testi-
1621 y descrito como “delantal” en 1788.3 Este hecho se monios arqueológicos y la colección de retratos). Con
debió, probablemente, a la pérdida del pico de ave dorado, algo de buena voluntad, se puede descubrir una mención
al Penacho, cuando, luego de una breve referencia a los
trabajos de piedra f lorentinos y mosaicos antiguos, se
2 Anders (1965: 123–126, figs. 161–163) supone que las plu- anota “…aparte de algunos [objetos] menos importantes
mas para el adorno de caballo se tomaron del Penacho del México hechos de paja, plumas, seda y lana” (J. Primisser 1777:
Antiguo, hecho que no se puede comprobar, aunque es posible y,
de ser así, sería el primer indicio de una acción externa que afectó
26–27).
la integridad de la pieza. Después que Johann Primisser y su hijo Alois
3
En el inventario de 1788 destaca la descripción precisa de los (1796–1827) expusieron la colección de Ambras en el
colores y la anchura relativa de las tiras en la parte inferior del obje- palacio de Belvedere Bajo, se elaboró ahí un inventario
to: “adornado de bellas y brillantes plumas largas verdes, en su par-
te superior con una tira estrecha de plumas blancas, luego una tira
nuevo que serviría luego de base para la descripción de la
ancha de plumas verdes, a la que sigue nuevamente una tira estre- colección, publicada en 1819. Aunque el nuevo inventario
cha de plumas rojas y rematando con una tira ancha de plumas azu- coincidía con el elaborado en 1788 en la calificación del
les; las tiras están decoradas con medias lunas o herraduras peque- objeto de plumas como “delantal indiano”, la publicación
ñas, con pequeños discos y guarniciones doradas” (Hochstetter:
lo asociaba tanto con el “delantal” cuanto con el “manojo
1884: 7). El orden indicado permite deducir que la pieza plumaria
siguió expuesta con las largas plumas verdes hacia arriba, es decir de plumas morisco”, para adornar los caballos. Una guía
no como delantal. breve, publicada un poco más tarde, ubica “el delantal
6 CHRISTIAN FEEST
Fig. 3 “Un vestuario a manera de delantal, que probablemente Fig. 4 Se aprecia claramente que el cuerpo central del Penacho que-
formó parte de las piezas tan vergonzosamente robadas a Moctezu- dó demasiado corto en las ilustraciones de Teoberto Maler. La ilus-
ma y regaladas por Cortés al emperador Carlos V” (Maler 1879: tración muestra las formas de los adornos de oro sólo en parte (y
208). algunas de ellas no correctamente) (Maler 1886).
indiano de plumas” colgado al lado de una mitra obispal ron de formar parte del patrimonio de la Corte de mane-
(mexicana) en el armario XVI de la sala número 5, en la ra formal, por instrucciones del prefecto de la Corte
cual se encuentran “diversos aparatos, algunos de ellos de (“Oberhofmeister”), convirtiéndose en propiedad estatal
este país” o “los más diversos enseres domésticos tales administrada por el Museo de Historia Natural; el Pena-
como algunas piezas turcas, indias y chinas” (A. Primisser cho se inventarió con el número 3366 (Colección
1819: 207–208; 1825: 23). XXIII/1880) como “estandarte suntuoso del México anti-
El sucesor de Alois Primisser en el cargo de curador guo” (véase Rivero Weber 2012: 138, fig. 7). Puesto que el
de la colección, Eduard von Sacken, no sólo retomó la museo aún estaba en construcción, en 1878 se trasladó el
identificación original del objeto como atavío para la cabe- Penacho al antiguo Gabinete de Historia Natural (Hochs-
za, sino que fue el primero en atribuirle procedencia mexi- tetter 1884: 6; Inventar 1880).
cana, basándose en el dictamen del zoólogo Leopold Fitzin- La restauración parecía ser urgente, porque estaba
ger, quien adjudicó las plumas verdes al Trogon pavoninus “tan deteriorado, comido por las polillas, que se temía se
[quetzal]: “Un alto ornamento mexicano para la cabeza nos deshiciera al sacarlo”. Todavía en 1878, sin que hubie-
hecho de maravillosas plumas verdes, con un brillo dora- ra habido oportunidad para un examen minucioso, Chris-
do e hileras de plumas de diversos colores, adornadas con tine von Luschan (véase Moreno y Korn 2012, Rivero
pequeños discos de oro batido, de una altura aproximada Weber 2012)4 llevó a cabo la restauración, a cuyo término
de tres pies” (Sacken 1855, 2: 143; Hochstetter 1884: 5, 7). “la pieza preciosa” se presentaba “en un marco elegante,
detrás de un cristal de espejo y sobre un fondo de pana
Redescubrimiento y traslado al Museo de Historia Natural negra…, casi como nueva, con toda su belleza y suntuoso
colorido original” (Hochstetter 1884: 5–6). Al inventariar
Motivado por la descripción de Sacken, Ferdinand von la pieza en 1880, Hochstetter determinó su valor en 3,000
Hochstetter (1829–1884) —director del Museo Imperial de gulden —es decir situó su precio netamente por debajo de
Historia Natural, fundado en 1876, y director de la Sección los 5,000 gulden que, “con base en los precios actuales”,
Antropológica-Etnográfica del museo que él había creado— hubieran costado las 500 plumas caudales del quetzal,
visitó en 1878 la colección de Ambras. Durante esta visita según sus estimaciones (Hochstetter 1884: 10).
en compañía del sucesor de Sacken, Albert Ilg, hallaron el Inmediatamente después de la restauración, Hochs-
objeto “doblado en un rincón de la vitrina número XVI, tetter autorizó al investigador especializado en México,
colgada en la pared de la sala 5, entre otros objetos etno- Teobert Maler (1842–1917) —de origen austríaco-alemán,
gráficos procedentes de América del Norte, China y las
Islas de la Sonda, desapercibido y difícil de apreciar en la
vitrina repleta” (Hochstetter 1884: 5). 4
Christine von Luschan fue madre de Felix von Luschan,
Hochstetter, quien tenía previsto trasladar al Museo yerno de Hochstetter y director del Museo de Etnología de Berlín;
de Historia Natural los objetos etnográficos de la colec- durante años fue amiga de la familia Hochstetter. Luschan, hija de
un geólogo, había nacido en Brasil y murió el 12 de julio de 1879,
ción de Ambras, dispuso su envío inmediato, para exami-
poco después de terminar la restauración del Penacho (Knoll
nar la pieza más a fondo y ordenar su restauración inme- 2009: 23–24, 34). Se desconoce su calificación para hacer la res-
diata. El Penacho y el resto de la colección de Ambras deja- tauración.
quien se encontraba de visita en Viena— dibujar la pieza; plumas utilizadas por el ornitólogo del Museo de Historia
el dibujo, para gran asombro de Hochstetter, se publicó el Natural de Viena, August von Pelzeln (1825–1891), e
1 de marzo de 1879 en la revista La Nature (Maler 1879; información sobre el estado que de la pieza y los trabajos
véase figura 3). En esta primera publicación, Teobert de restauración.
Maler, sin exponer sus motivos, calificó la pieza (en forma La descripción y restauración de la pieza se sustenta-
similar a los inventarios de Ambras de 1788 y 1819) ban en las ideas de Hochstetter sobre el uso original del
como “vestuario a manera de delantal”, que cubría a un objeto que como “estandarte en forma de abanico”; en su
“hombre bien formado de la cintura hasta los pies”, opinión, tendría que haber pertenecido a un “dignatario
cometiendo varios errores en la identificación de las plu- militar del más alto rango de la corte de Montezuma, inclu-
mas y las medidas. Una versión en castellano del texto, so al mismo y desafortunado emperador” (Hochstetter
con ilustración a color, apareció siete años más tarde en 1884: 19; figura 5).
los Anales del Museo Nacional de México (Maler 1886; Alrededor de la fecha de la muerte de Hochstetter y
véase figura 4), pero en la traducción no se mencionó la la publicación de su ensayo, se trasladó el Penacho restau-
publicación de Hochstetter, que había aparecido en el rado al Museo de Historia Natural todavía en obras (Hauer
ínterin. El artículo de Maler sentó las bases para publica- 1886: 16). En el transcurso de la reestructuración de la
ciones posteriores, entre ellas la Historia antigua y de la Sección Antropológica-Etnográfica y el cambio de numera-
conquista (1883), en la cual el historiador y arqueólogo ción de los objetos en 1885, se otorgó a la pieza el número
mexicano, quien luego fue director del Museo Nacional, 10402, que conserva hasta hoy.
Alfredo Chavero (1841–1906), se refirió al Penacho Motivada por la publicación de Hochstetter, la mexi-
como una manta de plumas (Hochstetter 1884: 6, nota 1, canista estadounidense Zelia Nuttall (1857–1933) visitó el
11; Nuttall 1887: 2). museo en 1886 o 1887. Franz Heger (1853–1931), ante-
Desde su participación en una vuelta alrededor del rior colaborador de Hochstetter, y entonces su sucesor en
mundo en la fragata austríaca “Novara” de 1857 a 1859, el cargo de director de la colección, le concedió acceso al
el geólogo Hochstetter se entusiasmó cada vez más con objeto todavía no exhibido, pero únicamente le permitió
los temas etnográficos y dedicó sus investigaciones poste- ver su parte delantera a través del cristal protector; el
riores a la trayectoria histórica de la pieza plumaria y al dorso de la pieza estaba completamente oculto a su vista.
examen de su estructura. Ambos estudios constituyeron A petición de Zelia Nuttall, Heger fabricó un modelo de
el fundamento de sus conclusiones sobre el uso original la pieza, el que hizo evidente algunos errores en las medi-
del objeto, expuestas en una extensa publicación de 1884, ciones de Hochstetter, advertidas ya al comparar sus ilus-
año de su muerte. traciones de las partes delantera y trasera. En un ensayo
El ensayo contiene la transcripción de los registros publicado primero en alemán y luego en inglés, Nuttall
de inventario históricos de Ambras, la descripción de la (1887, 1888; figura 6) ofreció una interpretación del obje-
estructura del objeto, incluyendo la identificación de las to, distinta a la de Hochstetter, como atavío para la cabeza,
8 CHRISTIAN FEEST
Fig. 7 El negativo más antiguo conservado, una placa de vidrio que Fig. 9 “Penacho del México Antiguo ... fotografiado según la natu-
mide 13x18 cm, muestra el Penacho restaurado según el concepto raleza, impresión en color de Max Jaffé, Viena” (Heger 1908: lám.
de Hochstetter; en esta ocasión la pieza no aparece con el fondo en p. 76). Tampoco en este caso la pieza está montada sobre un
negro sobre el cual fue montada después de su restauración. La fondo negro. El ángulo de inclinación distinto de las partes latera-
foto data probablemente de 1908, fecha en que Heger separó el les corresponde a las ideas de Heger sobre su uso como atavío de
Penacho de su soporte. Museo de Etnología de Viena, colección de cabeza.
fotografías.
desatando con ello una discusión en la que intervinieron identificar la pieza como atavío para la cabeza, aunque
principalmente Eduard Seler (1889, 1891, 1893) y Max consideraba insuficientes las pruebas y argumentos de
Uhle (1891; figura 8). Seler vio la pieza por primera vez Nuttall.
en 1889, pero no tuvo oportunidad de examinarla minu- En 1888 el objeto, en un marco con cristal, se colgó
ciosamente hasta abril de 1902, durante su prolongada en una pared de la sala XVIII del Museo de Historia Natu-
estancia de estudios en Viena. Al principio, Seler defendió ral, encima de un pedestal con estatuas de piedra, y se dio
la interpretación de Hochstetter oponiéndose a los argu- a conocer al público el 10 de agosto de 1889 durante la
mentos de Nuttall, pero, inf luido por Uhle y Heger, aceptó inauguración del museo. En la guía, la pieza se describía
como “el famoso y suntuoso atavío de plumas que el empe-
rador Montezuma envió a Europa por medio de Hernán
Fig. 8 Max Uhle (1891: [155], fig. 6) quien, al igual que Zelia Nut- Cortés y acabó formando parte de la colección del archidu-
tall, probó el posible uso de la pieza como adorno de cabeza que Fernando de Tirol en el Castillo de Ambras” (Hauer
mediante un modelo hecho de cartón y contrapuso un dibujo de la 1889: 196; 1890: 3, 33). Lamentablemente, no hay ima-
pieza plumaria a una representación de Huitzilopochtli (o Tezcatlipo-
gen que ilustre cómo se exhibió el Penacho en esas fechas.
ca) en el Códice Magliabechiano (fol. 89r). La reconstrucción no toma
en cuenta el pico de ave dorado en la parte frontal que tenía hasta el Tan sólo quince años después de inaugurado el museo,
siglo XVIII. aparecieron los primeros síntomas de desgaste de los obje-
tos expuestos. En 1904 se hicieron algunos trabajos de
reparación en los que se incluyó la sala XVIIIa (Steindach-
ner 1905: 27).
El Congreso Internacional de Americanistas, cele-
brado en Viena en 1908, ofreció a los participantes la
oportunidad de conocer más a fondo los objetos de estas
importantes colecciones etnográficas y arqueológicas de
origen americano y sirvió para aclarar todas las interro-
gantes relacionadas con el “adorno de plumas del Méxi-
co antiguo”. Con este fin, el congreso formó una comi-
sión presidida por Eduard Seler e integrada por Franz
Heger, el ornitólogo vienés Ludwig von Laurenz-Libur-
nau, la princesa Teresa de Baviera, gran viajera, Cäcilie
Seler-Sachs, esposa de Eduard Seler, los americanistas
alemanes Max Uhle (Lima), Karl von den Steinen (Berlín)
y Konrad-Theodor Preuss (Berlín), Marshall H. Saville
(Nueva York), Adela C. Breton (Quebec) y el Dr. Capitan
10 CHRISTIAN FEEST
Fig. 11 El preparador Karl Toman (derecha) y otro colaborador del Fig. 12 El Penacho en una vitrina de la empresa Kühnscherf & Söh-
Museo de Etnología de Viena sostienen el Penacho en el alféizar de ne, antes de 1960. Museo de Etnología de Viena, colección de foto-
una ventana que da a la terraza del museo adyacente al Jardín Impe- grafías, Agfacolor 6x9.
rial para fotografiarlo en 1955 o 1956. Museo de Etnología de Viena,
colección de fotografías.
algunas salas de exposición dedicadas a Asia Oriental. La En 1955, Etta Becker-Donner (1911–1975) inició
administración el nuevo museo siguió perteneciendo al labores como directora del Museo de Etnología y aprove-
de Historia Natural hasta el final de la Segunda Guerra chó su nombramiento para impulsar la modernización del
Mundial y se trasladaron paulatinamente las colecciones museo. Al parecer, emprendió también cambios en la pre-
para exponerlas en el museo nuevo. De un artículo de sentación de las colecciones del México prehispánico, en
1932 se desprende que en ese tiempo el Penacho se la cual, probablemente, se llevó a cabo la restauración o
encontraba en un “enorme armario de cristal” colocado recolocación de las piezas en el Museo de Historia Natu-
en la oficina del entonces director Fritz Röck (1879– ral. En todo caso, es un hecho que Oliver Paget, quien
1953) (Königstein 1932). A partir de diciembre de 1935, más tarde ocupó el cargo de Primer Director del Museo
quedó integrado en la nueva exposición permanente de las de Historia Natural, en un recorrido por el museo al ini-
colecciones dedicadas a América del Norte y Central ubi- ciar sus labores en 1955 como joven empleado, vio el
cada en las salas adyacentes al jardín Burggarten (Das klei- Penacho, restaurado por el preparador en jefe Petrovitz 5
ne Volksblatt, 17.12.1935: 10). en una forma de la que no se guarda ninguna documenta-
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se trasladó ción. Sin embargo, hay una fotografía tomada en esas
la mayor parte de las colecciones al castillo de Ranna fechas en la terraza del museo para aprovechar la luz natu-
(Baja Austria) para proteger los objetos de los bombarde- ral (figura 11). Actualmente, no es posible determinar
os, pero el Penacho y algunos otros objetos de gran valor con certeza el lugar exacto donde se exhibía el Penacho en
se resguardaron, en 1942, en el tesoro del Banco Nacio- ese momento. Otra fotografía lo muestra, montado en un
nal Austríaco en Viena hasta que volvieron a sus lugares soporte cuneiforme revestido de una tela de color claro
de custodia originales en julio de 1945. Un año más tarde, (figura 12), en una vitrina de acero negro fabricada por la
en octubre de 1946, el Penacho salió de Viena por prime- empresa August Kühnscherf & Söhne de Dresde antes de
ra vez desde el traslado de la colección de Ambras de la Primera Guerra Mundial.
Tirol a esa ciudad y abandonó el país, también por prime-
ra vez, desde su adquisición por el archiduque Fernando
de Tirol. Ante la enorme importancia política y cultural 5
Oliver E. Paget, comunicación personal, 27/12/2009. Paget
de la exposición “Obras Maestras de Austria” —celebrada recuerda el comentario de Petrovitz que en la restauración de la pie-
en el Museo de Artes Industriales de Zúrich, poco después za se utilizaron plumas de gallina pintadas en lugar de plumas de
quetzal. Sin embargo, en el examen de 2010, no se detectaron hue-
de que Austria lograra nuevamente su independencia—, llas de plumas de gallina pintadas. Estas últimas se utilizaron, de
cuyo fin era retomar conciencia de la identidad austriaca hecho, para la restauración de otras piezas, que se encontraban en
y volver a atraer la atención del mundo sobre la herencia la vitrina con quetzales disecados en el Museo de Historia Natural.
cultural del país, se aceptó asumir el riesgo que suponía Rudolf Petrovitz (1906–1974) era preparador entomológico y no
intervino personalmente en una eventual restauración del Penacho
transportar el objeto. De hecho, hubo que lamentar (Ernst Bauernfeind, comunicación personal, 18/01/2011), pero
daños una vez devuelta la pieza en marzo de 1947 (Van dado que a partir de 1935 ocupó el cargo de preparador del Museo
Bussel 2012: 122; figura 10). de Etnología, debe de haber estado familiarizado con él.
El Penacho se exhibió, una vez más, fuera del museo mejor descripción y comentarios más fundados hasta esa
en la exposición “Arte Precolombino de México y Centro- fecha, sobre el uso original de ese tipo de atavíos de cabe-
américa” (22 de diciembre de 1959–29 de febrero de 1960) za (Nowotny 1960). En sus investigaciones de los años
en la Casa de los Artistas (“Künstlerhaus”) de Viena (Öste- cincuenta del siglo pasado, Nowotny examinó y fotografió
rreichische Kulturvereinigung 1959: 77–78). Sin embargo, el dorso del objeto, que desde 1908 no se había podido
durante el trigésimo cuarto Congreso Internacional de examinar (Moreno y Korn 2012: figura 14).
Americanistas que tuvo lugar (18- 25 de julio, 1960) en Vie- En el transcurso de la ampliación de sus salas en
na, la pieza ya se podía apreciar nuevamente en el Museo 1960, el Museo de Etnología adquirió vitrinas nuevas de la
de Etnología. Con motivo del congreso, se publicó un catá- empresa Sowitsch. Conforme a las especificaciones del
logo de los objetos mexicanos del siglo XVI pertenecientes encargado de seguridad Wilhelm A. Bauer, se fabricaron,
a los acervos del museo, en el cual el curador responsable entre otros exhibidores, cuatro vitrinas especiales para
de la colección, Karl Anton Nowotny (1904–1978), ofrecía algunas piezas preciosas del México Antiguo del museo.
En una de esas vitrinas especiales, directamente conecta-
das con la central operativa de la dirección de la policía
Fig. 14 El Penacho en una vitrina de la empresa Sowitsch en la sala federal, se exhibió el Penacho en diciembre de 1961 sobre
IA del Museo de Etnología de Viena, f lanqueado por el escudo de el mismo soporte cuneiforme antes mencionado o uno
plumas y el abanico de plumas aztecas como parte de la exposición similar, tapizado con tela nueva (Bauer 1963: 96).
permanente “Culturas del México Antiguo”, alrededor de 1965.
Museo de Etnología de Viena, colección de fotografías. Hasta 1992, la exposición (véase Becker-Donner
1965; figura 13) sufrió muy pocos cambios. Inicialmente se
hallaba una fotografía de la parte trasera del Penacho (figu-
ra 14) en la base de la vitrina. Más tarde se colocó una vitri-
na pequeña con un quetzal disecado (Van Bussel 2012:
123, fig. 16) al lado izquierdo del tocado de plumas. Pese a
que el acceso al Penacho sólo era posible desde arriba y, por
tanto, difícil, la pieza se sacó al menos en una ocasión de su
caja para fotografiarla una vez más. Algunas diferencias de
los arcos en la parte frontal y la disposición de las plumas
indican hubo cambios en el montaje del objeto aunque
conservaba el mismo soporte (figura 15; Pasztory 1983:
color pl. 68 [invertido]; Clendinnen 1991: color pl. después
de 240 [invertido]; Braun 1993: 25).6
Durante el decenio de 1960, Ferdinand Anders (p.
ej. en 1965 y 1971) estudió intensamente las obras de plu-
mas aportando algunos datos adicionales que contribuye-
ron para conocer mejor la historia del Penacho (véase
12 CHRISTIAN FEEST
Fig. 16 El Penacho en el taller fotográfico del Museo de Etnología
para una nueva fotografía destinada a la exposición La Antigüedad del Fig. 17 El Penacho en la exposición permanente La Antigüedad del
Nuevo Mundo, en junio de 1992. La parte frontal y el ángulo de los Nuevo Mundo (1992–2004), después de 1993. El arco de la parte
bordes inferiores están sin cambios, únicamente se han deslizado frontal es nuevamente simétrico y redondeado; debajo del segmento
algunas de las largas plumas de quetzal no sujetas. Museo de Etnolo- frontal del cuerpo central se introdujo una pieza cuneiforme. El
gía de Viena, colección de fotografías. ángulo de inclinación más agudo de los bordes inferiores genera un
mayor espesor de las plumas largas de quetzal. Museo de Etnología
de Viena, colección de fotografías.
Anders y Kann 1996). Aunque en mis trabajos sobre la movimiento, aumentaban o reducían lentamente la emi-
historia de los objetos mexicanos del siglo XVI y las pie- sión de luz. Las variaciones del ángulo de incidencia de la
zas plumarias mexicanas (p.ej. Feest 1985, 1986a, 1986b, luz permitían al espectador ver los cambios que éstas pro-
1990) me baso en los conocimientos de Nowotny y ducían en el color de las plumas de quetzal oscilando entre
Anders, trato el tema de forma más extensa colocándolo verde claro y azul oscuro (véase Rivero y Feest 2012: 53, fig.
en un contexto más amplio. La investigación de Wilhelm 21; Van Bussel 2012: 128, fig. 24). Una nueva fotografía
Bauer sobre las aplicaciones de oro del Penacho brinda tomada después de 1993 muestra esta forma de montaje
también nuevos datos (Bauer y Rossmanith 1968). que permanecería hasta 2004, cuando el museo cerró sus
En el marco de los preparativos para la nueva expo- puertas para renovación general (figura 17).
sición permanente, “La Antigüedad del Nuevo Mundo”,
el Penacho se retiró de su vitrina en 1992 y fotografió para
el catálogo de la exposición (figura 16; véase Feest y Kann PLANTEAMIENTOS CIENTÍFICOS
1992: fig. 178). Montado sobre un soporte nuevo de color
negro, se colocó después en la sala XV del museo, en una En este apartado se trata el desarrollo de las opiniones y
vitrina de seguridad fabricada por la empresa Vitrinenen- conocimientos relacionados con los temas claves de la etno-
bau Auer de Innsbruck. En el transcurso del reacomodo grafía histórica y la historia del Penacho del México Anti-
de las piezas, el restaurador Norbert Kirchner siguió mi guo en Viena. Hasta la fecha, gran parte de los plantea-
consejo e introdujo bajo el centro de la parte inferior del mientos se deriva de los resultados del trabajo de Hochstet-
segmento frontal un trozo de poliestireno expandido para ter publicados en 1884.
reproducir el arco natural de la frente, porque el montaje
anterior plano había provocado algunas deformaciones. Origen
Como antes, la pieza quedó sujetada con alfileres sobre
una base, que, a su vez, se montó en un nuevo soporte Una vez identificadas las plumas verdes como de quetzal,
cuneiforme, cuyo ángulo de inclinación correspondía Eduard von Sacken (1855, 2: 143) fue el primero en califi-
aproximadamente al del montaje anterior (Norbert Kirch- car el origen del Penacho como “mexicano”, en lugar de
ner, comunicación personal, 2012). “indígena” o “morisco”, a pesar de que el área más extensa
La iluminación de la nueva instalación consistía en de distribución de esta ave queda fuera de México.
dos focos que, una vez encendidos mediante sensores de Hochstetter (1884) nunca puso en duda el origen mexi-
cano del objeto; es más, se basó en él para interpretarlo
6
como “estandarte” de un dignatario militar de muy alto
Otras publicaciones de la misma época se sustentaron en
ilustraciones más antiguas; la imagen en la publicación de Miller
rango de la corte de Moctezuma. Teobert Maler, quien
(1986: 219, fig. 176) se basa en la fotografía antigua del montaje consideraba probable la teoría de Hochstetter de que la
realizado por Hochstetter (véase arriba, figura 7). entrega del objeto se había efectuado de Moctezuma a
14 CHRISTIAN FEEST
la restauración del objeto, gravemente deteriorado, con-
forme al concepto de un estandarte plano en lugar de un
atavío de cabeza puesto en forma esférica alrededor de la
frente (Nuttall 1887: 13; Heger 1908b: 79–80; Seler
1910: 242–243).
Gracias a su mejor conocimiento de las fuentes his-
tóricas, y tras haber hecho experimentos con una copia de
cartón, Nuttall (1887) rechazó la descripción del atavío
de plumas como “estandarte en forma de abanico”,
formulada por Hochstetter, afirmando que se trataba, sin
la menor duda, de un adorno para la cabeza, que interpre-
taba como emblema del dios Huitzilopochtli portado
como “tocado militar […] y correspondía exclusivamente
al supremo jefe militar de la tribu”; como pruebas presentó
numerosas citas recopiladas de fuentes escritas y multitud
de ilustraciones del siglo XVI, que incluían distintos
tipos de atavíos de plumas para la cabeza.
Eduard Seler (1849–1922), sin lugar a dudas mejor
conocedor del México prehispánico que Zelia Nuttall, no
compartía la versión de su joven colega estadounidense;
criticó muchas de sus interpretaciones de las fuentes his-
tóricas y señaló particularmente que la pieza de Viena no
coincidía con “la forma habitual de los atavíos de cabeza
de antiguo origen mexicano”, que carecían de un cuerpo
central prominente (Seler 1889: 64). Seler defendió la
argumentación de Hochstetter contra las críticas de Nut-
Fig. 18 Gerardo del Olmo Linares, “Quetzalquémitl”, 2005. Impre- tall y del mexicanista alemán Max Uhle (1856–1944). Sin
sión en color 8,8 x 11,6 cm. Con su cuerpo central corto, el dibujo embargo, tuvo que admitir que “la interpretación presen-
se apoya en la ilustración de Maler (1886; véase figura 4). tada por la señora Nuttall tiene cierta justificación” (Seler
1893: [44]). Tras una detenida inspección de la pieza, e
inf luido por los argumentos de Franz Heger (1908b),
Atavío de cabeza o estandarte Seler (1910: 246–247) llegó, casi veinte años después, a la
conclusión de que la pieza “o bien se portaba directamen-
Después del redescubrimiento de la pieza plumaria en te como atavío de cabeza o como emblema concebido para
1878, Hochstetter (1884: 14) no sólo pone en duda acerta- representar un atavío de cabeza específico (la corona de
damente su origen “morisco”, sino que también cuestiona plumas de una deidad)”; admitió que la definición de la
su función como atavío de cabeza (“sombrero”). Sus argu- función del objeto ofrecida por Nuttall era correcta,
mentos se basan, por un lado, en los vanos intentos de “aunque su argumentación contenía errores y no se podía
“ponerse el supuesto sombrero” y, por otro, en las ilustra- calificar de contundente”.
ciones del Códice Vaticano A de Kingsborough Prescindiendo de si se trataba de un estandarte o un
(1831–1848), de las que Hochstetter deduce que la pieza atavío para la cabeza, los expertos coincidían, prácticamente
no podía haber formado parte de la “vestimenta real” de desde el principio, en que el objeto de plumas, como con-
Moctezuma o los trajes de guerreros. El elemento esen- junto, representaba un ave (Hochstetter 1884: 9; Nuttall
cial de su argumentación fue la comparación de la pieza 1887: 16; Seler 1893: [52–53]; 1910: 247; Toscano 1944:
con la imagen de un “guerrero azteca”, óleo de la época 510; difiere Nowotny 1960: 51), hipótesis sustentada en
colonial que pertenecía a la colección de Dominik Bili- que, originalmente, había un pico de ave dorado en la par-
mek (Hochstetter 1884: lám. II; véase Guilliem 2012: te delantera del objeto. Hochstetter tenía más dificultades
36, fig. 16).9 La imagen muestra una pieza similar, fijada en justificar su versión —según la cual el objeto estaba fija-
como estandarte en un asta que sobresale de una caja do a un estandarte— que los defensores del “atavío para la
cargada a la espalda (Hochstetter 1884: 16–17). Más tar- cabeza”.
de, los expertos lamentaron que Hochstetter dispusiera Uno de los argumentos que finalmente convencie-
ron a Eduard Seler de que, efectivamente, se trataba de
un atavío para la cabeza, fue el examen al que Heger
9
Posteriormente, Seler identificó la imagen como retrato del (1908b) sometió los restos de la red, en forma de capucha
tlatoani Axayacatl (1450–1482). o gorro, que se encuentran al dorso del objeto, así como
16 CHRISTIAN FEEST
cas, rodeadas de una franja de plumas verdes, con el Pena-
cho de Viena. Por el contrario, Seler (1902–1923, 2: 409,
565–566) argumentó que la divisa quetzalpatzactli se porta-
ba a la espalda y que los supuestos atavíos de plumas men-
cionados en el Códice Rios y Durán (figuras 26, 27) eran
también representaciones mal interpretadas del quetzal-
patzactli.
En sus comentarios sobre las piezas de vestuario
representadas en el Códice Mendocino y la Matricula de Tri-
butos, Anawalt (1992a: 117–118; 1992b) aclara que patza-
ctli era la denominación de un atavío de plumas que se lle-
vaba en la cabeza y como divisa de espalda, mientras que el
momoyactli servía exclusivamente para adornar la espalda
(figuras 24, 25; véase Beyer 1969); el bastidor indicaba, en
ambos casos, el uso del objeto como divisa de espalda.
Fig. 24 Atuendo de guerrero con adorno de plumas (quetzalpatzac-
tli) (“una pieza de armas de plumas ricas desta divisa”). Códice Men-
Debemos la identificación de estos atavíos a las ilustracio-
docino, fol. 37r. nes y glosas de los Primeros Memoriales de Sahagún (1905),
Fig. 25 Guerrero con divisa de espalda momoyactli. Códice Mendoci- donde el quetzalpatzactli, adornado con plumas del quetzal,
no, fol. 65r. se describe como una de cinco variantes de ese tipo de ata-
víos. Los patzactli, de colores diversos, aún cuando se lle-
ven a la espalda, se distinguen de los momoyactli por una
plumas del quetzal; 3) los tocados con un cuerpo central toca (“peluca”), pero los momoyactli son invariablemente
que sobresale de las partes laterales, a los que pertenece combinaciones de blanco, negro y rojo. Puesto que las ilus-
la pieza de Viena; 4) los atavíos de cabeza con picos o traciones únicamente los muestran de perfil, en el caso de
cabezas de ave en su parte delantera. Bajo “tocados de los patzactli no es posible constatar inequívocamente si las
plumas” se entienden aquí los objetos que consisten de plumas se llevaban como cresta erguida en el centro de la
una base para la cabeza (gorra, cinta o aro) en la que las cabeza o en forma de corona puesta alrededor de la frente;
plumas se encuentran ensartadas una por una o en mano- lo último parece ser los tocados de las figuras 26 a 28,
jos; estas bases no se aprecian en la mayor parte de las pero no es posible identificarlos con absoluta certeza
ilustraciones o figuras existentes. como quetzalpatzactli.
Nowotny (1960: 5) subrayó la falta de atavíos de plu- Cabe destacar que los trajes con momoyactli provení-
mas para la cabeza en los códices mixtecas. Sin embargo, al an exclusivamente del altiplano central, y los que tenían
comienzo del Códice Vindobonensis se encuentran represen- quetzalpatzactli se trajeron de la Mixteca y la costa del
taciones de deidades muy antiguas de ambos sexos con Golfo. Seler (1902–1923, 2: 565; véase Berdan y Anawalt
tocados de plumas, cuya cola larga cae sobre la espalda 1992, 1: 119 nota 2) suponía que los quetzalpatzactli tení-
(figuras 19–21). La primera ilustración y más rica en deta- an su origen en la región zapoteca de Tehuantepec y no se
lles (figura 19), insinúa que el color de las plumas alterna- introdujeron en el altiplano antes de la conquista de la
ba entre azul y amarillo y que en la región occipital tenía costa del Golfo bajo Ahuitzotl (véase Rivero Weber y
un manojo de tres plumas largas. Uno de los dioses que Feest 2012: 43, fig. 4).
visten a Quetzalcóatl en el cielo (figura 20) lleva un atavío Aguilera (2010: 267, fig. 7) reproduce una lámina
de cabeza similar, hecho con plumas de un solo color, pero del libro de Durán que Nuttall (1887: lám. II/3) ya había
sin el manojo. En la reproducción de la primera imagen utilizado y en la que Axayacatl aparece vestido de guerre-
(figura 21), los atavíos se deslizan de la frente hacia la ro con un atavío de cabeza de ese tipo, similar al que se
región occipital, detalle interesante, porque los tocados aprecia en la figura 26; el atavío cuenta con una larga
coinciden con los atavíos mixtecas más comunes, atados a cola de plumas que cae sobre la espalda, de forma muy
una cinta frontal o una máscara-yelmo con forma animal, parecida a los tocados de los antiguos dioses mixtecas
o encajados en la parte posterior de la cabeza, o sobresa- (figuras 19–21). Aguilera identifica este atavío de cabeza
liendo hacia fuera (figuras 22, 23; véase figura 28). como quetzalapanecáyotl (ver más abajo), aunque le falta
Nuttall denomina “representaciones comunes de el cuerpo central prominente. Seler (1902–1923, 2:
tocados militares” (1887: 15–16, lám. II, figs. 7–9, 11 y 400–403, 410) señaló que la ilustración en el libro de
12) las cabeceras de los trajes de guerreros, que aparecen Durán es problemática y que en las correspondientes de
registradas en el Códice Mendocino o la Matrícula de Tribu- los códices Vaticano A (Rios), Cozcatzin y otras fuentes,
tos, como tributos de numerosas localidades del altiplano Axayacatl aparece con el atuendo del dios Xipe. Fue por
central, Guerrero, la Mixteca y la costa del Golfo de México, ello que Toscano (1944: 510–511) interpretaba el quetzala-
subrayando la semejanza de las cintas de color concéntri- panecáyotl como el atavío de cabeza de Xipe o del tlatoani
listo para lanzarse a la batalla en el atuendo de esta dei- con un cuerpo central prominente, como lo representa el
dad. Penacho de Viena (véase Uhle 1891: [150]–[153]).
No se puede dudar seriamente que los atavíos equi- En su ensayo de 1887 (figura 31), Nuttall presentó
valentes al quetzalpatzactli, en la época azteca, eran orna- un dato convincente para ese tipo de atavíos. Se trata de la
mentos de cabeza que (tal vez bajo otros nombres) forma- copia que Diego Durán solicitó sacar de una imagen del
ban parte de la indumentaria de los guerreros o los dio- mítico rey de Tollan, Huémac-Quetzalcóatl, que se le mos-
ses (figuras 26–29). En el Códice Vaticano A (Rios), el dios tró en la ciudad de México. En Coatepec, Durán vio una
del fuego, Xiuhtecutli, lleva un tocado de plumas similar, ilustración similar e incluso tuvo oportunidad de ver
pero adornado con una larga cola de plumas (figura 30). personalmente “el atavío de cabeza hecho con suntuosas
Puede ser que simplemente se deba a la forma de repre- plumas verdes y amarillas”, cuando lo llevaba un sacerdote
sentarlo, que las plumas de la parte frontal sobresalgan de nombre Topiltzin con motivo de un sacrificio humano
hacia arriba, mientras que las de las partes laterales se celebrado en honor de Huitztilopochtli. En la misma ilus-
desplieguen hacia atrás, pero igualmente se puede tración, la representación de Huémac-Quetzalcóatl, senta-
interpretar como una variante de los tocados de plumas do en una camilla con cuatro cabezas de serpientes, era
igual a otra que Durán había visto como base de una esta-
Fig. 29 Serpiente de plumas con tocado de plumas de quetzal. Códice tua de Huitzilopochtl hecha de madera. Sin embargo, la
Vaticano A (Rios), fol. 27r. estatua llevaba un tocado en forma de colibrí al que Huit-
zilopochtli debe su nombre (Durán 1971: 57, 73, 91).
18 CHRISTIAN FEEST
Fig. 31 Quetzalcóatl como Huémac de Tollan en la obra de Diego
Durán, Libro de los ritos y ceremonias (según Durán 1971: color pl. I).
Fig. 32 Danzante-murciélago durante la fiesta de Xocotlxuctzi en la
obra de Diego Durán (según Durán 1971: pl. 18). Fig. 34 Tláloc, dios de la lluvia; Quetzalcóatl; Xiuhtecutli, dios del
fuego y Tezcatlipoca (?) con quetzalapanecáyotl (véase desde el extre-
mo superior izquierdo en sentido de las manecillas del reloj). Códice
Magliabechiano, fol. 89r.
Moctezuma
20 CHRISTIAN FEEST
archiduque Fernando”11 (Hochstetter 1884: 8–9). Hoch- Max Uhle (1891: [154]) coincidía con Nuttall en
stetter interpretó “morisco” como sinónimo de “mexica- que se trataba de un atavío de cabeza o estandarte, pero
no” y que el Penacho tendría ese mismo origen, pero no le parecían “contundentes” los argumentos de su cole-
consciente del origen brasileño del hacha, intentó expli- ga, quien sostenía que Moctezuma lo había usado. Uhle
car su relación con Moctezuma, argumentando que el consideraba bastante posible que también “diversos dio-
objeto podría haber llegado a México “o bien como obse- ses y sus altos sacerdotes” hubieran llevado atavíos simila-
quio o bien como botín de guerra procedente de una tri- res como muestran las imágenes en varios manuscritos
bu brasileña” (Hochstetter 1884: 24). ilustrados del México Antiguo. Por último, Eduard Seler
La descripción del hacha como “arma de Moctezu- (1889, 1893, 1910) no hizo comentario alguno sobre la
ma” ref leja el gran interés de los coleccionistas del Renaci- relación postulada por Nuttall entre el Penacho y Mocte-
miento en los objetos conmemorativos relacionados con zuma
importantes personajes históricos. Precisamente por eso, la En tiempos más recientes, Aguilera (2010), apo-
falta de cualquier asociación del Penacho con Moctezuma yándose en datos casi idénticos, modificó la hipótesis de
es un importante indicio que demuestra que el “sombre- Nuttall al identificar el Penacho como el quetzalapanecá-
ro morisco” de la colección sólo era considerado como un yotl de Quetzalcóatl, que en su opinión no se usaba como
objeto curioso y no se relacionó, en el tardío siglo XVI, parte de la indumentaria de los dioses que llevaban los
con la conquista de México, ocurrida sólo unas décadas sacerdotes, sino como símbolo del poder y la guerra que
antes. correspondía exclusivamente a los tlatoanis (y, por lo tanto,
De hecho, Hochstetter (1884: 19) fue el primero en a Moctezuma), aunque ejercieran funciones como sacerdo-
postular, aunque en forma indecisa, una relación entre el tes en determinadas ocasiones. En cuanto a la exclusividad
atavío de cabeza (o estandarte) y Moctezuma; su argumento del atavío de Quetzalcóatl, en Sahagún (1950–1969, 9: 91;
se basaba principalmente en la atribución de la pieza a los 1989: 530), las fuentes de información mencionan única-
“obsequios de Moctezuma”, que se tratarán en el siguiente mente las piezas de los trajes de Huitzilopochtli, al descri-
apartado. bir los productos que los amantecas producían exclusiva-
Para comprobar si había un vínculo entre la pieza plu- mente para Moctezuma.
maria y Moctezuma, Nuttall (1887) adujo como argumentos En ningún caso se puede considerar el quetzalapane-
concluyentes —y bajo la premisa de que el atavío de cabeza se cáyotl como parte exclusiva del traje de Moctezuma. Los
pudiera interpretar como atributo del supremo dios de los informantes de Sahagún lo mencionan como parte de los
aztecas—, en primer lugar, el derecho exclusivo de Moctezu- atuendos divinos de Quetzalcóatl y Painal, como distinti-
ma de representar a Huitzilopochtli en los rituales y, en vo de los guerreros con méritos y las mujeres fallecidas
segundo lugar, el privilegio exclusivo de los tlatoanis de lle- durante el puerperio (Sahagún 1950–1969, 1: 2; 3: 20; 6:
var trajes y adornos de color turquesa, tales como la cinta 163; 12: 11). Tampoco aparece en las listas de las piezas
frontal (xiuhuitzolli), insignia oficial del tlatoani (Neurath pertenecientes a los atuendos o la indumentaria de baile
1992), pero sin tomar en cuenta que el color turquesa y las o de guerra de los gobernantes (Sahagún 1950–1969, 8:
plumas del quetzal tenían papel importante en la indumenta- 23–28, 33–35, 56).
ria de otros dioses. Nuttall llegó a la conclusión, apoyada en
su interpretación de la trayectoria histórica de la pieza, que Los “obsequios” de Moctezuma
“el penacho vienés —debido a su forma, sus colores y otros
atributos— no podía haber sido portado más adecuadamente En la primera publicación sobre el Penacho después de su
por ninguna otra persona que el mismo Moctezuma en redescubrimiento, Maler (1879: 207, 208; véase Maler
tiempos de la Conquista” (Nuttall 1887: 18, 19, 25). 1886) escribe que “probablemente debe haber formado
parte de las piezas tan vergonzosamente robadas a Mocte-
zuma y regaladas por Cortés al emperador Carlos V”, pero
11 Según Nuttall, el conde Jakob Hannibal I de Hohenems rega- al final del ensayo agrega: “si el ropaje de plumas servió
ló el hacha a Fernando en 1577 (véase Schönherr 1893: CLXVII).
La madre de Jakob Hannibal era Chiara de Medici, cuyo hermano algún día al lujoso emperador azteca Moctezuma Xocoyo-
fue elegido Papa en 1559 con el nombre de Pio IV. Por este motivo, tzín o al joven héroe y mártir Quauhtemotzín [...] quedará
es probable que el hacha en forma de ancla provenga de los Medi- para siempre en duda”.
ci, pero no es cierta su afirmación de que Jakob Hannibal regaló el Hochstetter (1884: 18–19) creía poder justificar,
hacha a Fernando para complementar “el equipo militar del anti-
guo soberano mexicano” albergado en el Castillo de Ambras, pues- mediante documentos, su afirmación de que la antigua pie-
to que en esa fecha todavía no se conocía el origen mexicano de nin- za plumaria de origen mexicano no formaba parte del botín
guno de los objetos de la colección, y el Penacho probablemente de guerra de los conquistadores españoles, sino que perte-
aún no formaba parte de ella. Si Nuttall considera que la califica- necía a los objetos que Cortés recibió como “obsequios” de
ción del objeto de “sombrero” (es decir del atavío de cabeza) corres-
ponde a una transmisión fidedigna de información histórica sobre
Moctezuma, que el 16 (o 26) de julio de 1519 envió a Car-
su uso, se podría suponer que existiera también información histó- los V. Ignorando que una de las dos copias de la lista de los
rica transmitida sobre una relación de la pieza con Moctezuma. objetos enviados a Carlos V se encontraba en la Biblioteca
22 CHRISTIAN FEEST
de las descripciones del envío de Moctezuma a Cortés Sin contar con comprobantes adicionales, se fue con-
menciona un atavío de cabeza con un pico de ave dorado solidando la opinión de que muchos de los antiguos obje-
ni una máscara-yelmo en forma de ave, por lo que es muy tos mexicanos de las colecciones europeas provenían del
poco probable que exista una relación entre el Penacho envío de Cortés a Carlos V en 1519 (p.ej. Lehmann 1906:
descrito en el inventario de Ambras de 1596 y los “obse- 320; véase Nowotny 1960: 31), a pesar de que las traduc-
quios” de Moctezuma. ciones al inglés de numerosas otras listas de objetos envia-
Gran parte de los “obsequios” llegó en 1520 a los dos a España documentaron enorme cantidad de piezas
Países Bajos Españoles dónde pudo admirarlos Alberto que había llegado a Europa (Saville 1920). También los
Durero (véase Feest 1996). Algunos de ellos seguramente otros objetos de arte plumario que se encontraban en Vie-
formaban parte del obsequio que Carlos V entregó el 20 na, se atribuyeron, sin tener comprobante alguno, a los
de agosto de 1523 en Bruselas a su tía Margarita, Archi- obsequios de Moctezuma que envió Cortés a Carlos V (y
duquesa de Austria, que al parecer incluía algunos objetos éste último al archiduque Fernando de Tirol) (p.ej. Röck
traídos de México entre los años 1520 y 1523. Un inven- 1925; Toscano 1944: 509).
tario elaborado en 1524 informa sobre los obsequios que En 1947, Karl Anton Nowotny presentó por primera
de esas existencias se hicieron a diversos visitantes hasta vez el texto original del inventario elaborado en 1524 por
1530 (Zimmermann 1885: CXIX–CXX). La comparación Martín de Paredes, tesorero de quien luego sería el empera-
detallada de las numerosas fuentes históricas sobre los dor Fernando I, en el que se describen de forma detallada
“obsequios” y su destino demuestra que, aparte del Códi- once objetos, evidentemente de origen americano, que en
ce Vindobonensis Mexicanus 1 —manuscrito mixteca ilus- esa fecha se encontraban en Nuremberg (Nowotny 1947:
trado que tras accidentada trayectoria por Europa llegó a 219–221; Boeheim 1888: XCII; Heger 1906). Ese “inven-
Viena hacia el siglo XVIII— y quizás el escudo de mosai- tario del tesorero”, que se había publicado y discutido úni-
cos de turquesa de la colección de Ambras, no se ha podi- camente como traducción resumida, es el único documen-
do comprobar la existencia de ningún objeto pertenecien- to que comprueba el traslado en fechas tempranas de obje-
te al envió de 1519 (Feest 1990: 33–48). tos mexicanos de España a la línea austríaca de la Casa de
Habsburgo; se trata de dos ropas de plumas con ribetes de
Procedencia habsburguesa y singularidad piel de jaguar y gato montés, un delantal de plumas, una
ropa de plumas y tres piezas plumarias con guarniciones
Hochstetter (1884: 19) daba por hecho que la pieza plu- doradas, un hisopo, una ropa de plumas sobre algodón, un
maria llegó como obsequio de Moctezuma a Carlos V y escudo de mosaicos de turquesa y un sombrero, tal vez no
que “junto con algunas otras curiosidades mexicanas se mexicano, con plumas de avestruz (Nowotny 1960: 26). En
regaló al archiduque Fernando de Tirol, amante de las relación con la “capa o ropa de plumas forrada en tigres”
artes y gran coleccionista”. Nuttall (1887: 23–24) dedicó citada al principio, Paredes se refiere explícitamente a
más atención al estudio del traslado de la pieza de Espa- “Montezuma” como “señor” de la Nueva España, pero sin
ña a Tirol,15 pero, ya que los indicios que encontró se calificarlo claramente de propietario anterior del objeto. Es
referían exclusivamente a armaduras, sólo le quedó más, el texto dice que la ropa (y algunos otros de los obje-
“suponer con seguridad” que Carlos V dio el atavío de tos) servían a los sacerdotes en la celebración de sacrificios.
plumas a su hermano Fernando I y éste a su hijo, el arqui- Con razón, Nowotny (1947: 219) pone en duda la
duque Fernando de Tirol. Tanto Hochstetter como Nut- posibilidad de relacionar los objetos mencionados en el
tall suponían que la singularidad del Penacho había sido “inventario del tesorero” con diversas piezas registradas en
el motivo por el cual los Habsburgo lo conservaban de la lista de los “obsequios de Moctezuma” enviados a Carlos
manera especial. Tomando en cuenta que los objetos de V en 1519, ya que hasta 1524 llegó gran cantidad de obje-
ese tipo no eran únicos ni en el México prehispánico ni tos, distintos pero comparables, de México a España. En
en España después de la Conquista, la singularidad de la relación con la posible identificación de los objetos de la
pieza hoy en día se debe únicamente a su conservación lista de 1524 con los del inventario de 1596, Nowotny
relativamente buena en las colecciones habsburguesas (1947: 221) se muestra muy escéptico en cuanto al Pena-
(véase Feest 2012). Heger (1908a: 22) aceptó la opinión de cho, puesto que considera imprecisa la descripción de las
Hochstetter (“las piezas fueron enviadas de Moctezuma a tres piezas plumarias con guarniciones doradas: “tres plu-
Carlos V por medio de Hernán Cortés”), que las guías del majes grandes fechos de diuersas plumas de abes de yndia
Museo de Historia Natural difundieron entre un público labrados meravijllosamente cado vno de su fechura con
numeroso (Hauer 1889: 196; 1902: 209). algunos dientes y outras guarnjciones doro aunque en
algunas partes faltan y es caydo algo del oro”. Trece años
más tarde, Nowotny (1960: 26, 43) alude a ese inventario
15 Ignorando la literatura más reciente sobre este tema y la para comprobar que ya en fechas tempranas había piezas
trayectoria histórica del Penacho, González Rul (1995) y Aguilera plumarias del mismo tipo en Europa, por lo que no podía
(2010) se basan exclusivamente en Nuttall (1888). atribuirse al Penacho un carácter singular.
24 CHRISTIAN FEEST
hueco de casi 60 años, transcurridos entre la llegada de los Bauernfeind, Ernst
españoles a México y la mención de una “variedad de equi- 2012 La determinación de las plumas. En: S. Haag, A. de Maria
y Campos, L. Rivero Weber, C. Feest (coord.), El Penacho del
pamiento morisco hecho con plumas” alrededor de 1577. México Antiguo (Altenstadt: ZKF Publishers), 89–94.
Lo más probable es que el Penacho no formara parte de los Becker-Donner, Etta
cuatro juegos de atuendos divinos que Moctezuma envió a 1965 Die mexikanischen Sammlungen des Museums für Völkerkunde.
Cortés en 1519 ni tampoco del “quinto real”, que Cortés Wien: Museum für Völkerkunde.
Beer, Rudolf
entregó a Carlos V. Tampoco se sostenienen los argumen- 1891 (ed.) Acten, Regesten und Inventare aus dem Archivo
tos a favor de que Moctezuma usara de manera exclusiva General zu Simancas. Jahrbuch der Kunstsammlungen des aller-
atavíos de cabeza de este tipo. höchsten Kaiserhauses 12: XCI–CCIV.
Ya que el único Penacho del México Antiguo Berdan, Frances F., y Patricia Rieff Anawalt
1992 The Codex Mendoza. 4 volúmenes. Berkeley—Los Angeles:
conservado no tiene ninguna equivalencia exacta en las Universit y of California Press.
fuentes del siglo XVI sobre el México azteca, indica que tal Beyer, Hermann
vez no provenga del entorno de Tenochtitlán, de donde 1969 Sobre el antiguo adorno de plumas mexicano mocoyactli.
proviene la mayor parte de la información que tenemos. El México Antiguo 11: 411–420.
Boone, Elizabeth
Las contradicciones en las descripciones y representacio-
1983 The Codex Magliabechiano and the Lost Prototype of the
nes de la indumentaria de los dioses muestran que, incluso Magliabechiano Group. 2 volúmenes. Berkeley—Los Angeles —
en esta área bastante bien documentada, nos movemos en London: Universit y of California Press.
terreno inseguro y que partiendo de un concepto del mundo Braun, Barbara
mesoamericano, unitario en sus rasgos fundamentales, 1993 Pre-Columbian Art and the Post-Columbian World. Ancient
American Sources of Modern Art. New York: Harr y N.
carecemos de informaciones suficientes sobre sus variacio- Abrams.
nes locales. Chavero, Alfredo
Al mismo tiempo, su singularidad ha convertido al 1883 Historia antigua y de la conquista. En: Vicente Riva Palacio
Penacho de Viena en un testimonio de la cultura y sociedad (ed.), México a través de los siglos (5 volúmenes; México 1883–
1889: Ballesca), Band 1.
del México prehispánico, cuyo valor informativo dista Clendinnen, Inga
mucho de ser aprovechado en su totalidad; esto se refiere 1991 Aztecs. An Interpretation. Cambridge: Cambridge Univer-
sobre todo a las conclusiones que se pueden extraer de su sit y Press.
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