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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS Randall Collins


CIENCIAS SOCIALES ojo
Colección dirigida por Josetxo Beriain

64
CADENAS DE RITUALES
DE INTERACCIÓN

Proemio y traducción de Juan Manuel Iranzo

UNIVERSIDAD ibia

únia
AUTONOMA
METROPOLITANA
casa abierta á tiempo Azcapotzatco

ANTHROPOS
CAPÍTULO 1
LA TEORÍA DE LOS RITUALES
DE INTERACCIÓN: PROGRAMA

La teoría de los rituales de interacción (TRI) es la llave de la


microsociología y ésta, a su vez, la llave de buena parte de lo que
tiene mayor escala. La interacción a pequeña escala, aquí-y-aho-
ra y cara-a-cara, es el lugar donde se desarrolla la acción y el
escenario de los actores sociales. Si existe agencia en la vida so-
cial, aquí mora. La energía del movimiento y el cambio, el ce-
mento de la solidaridad y la inmovilidad del conservadurismo
residen en ella; es el hábitat de la intencionalidad y la conciencia
y el territorio de los aspectos emocionales e inconscientes de la
interacción humana. Llámesela comoquiera, es la localización
empírico-experimental de nuestra psicología social, nuestro in-
teraccionismo simbólico o estratégico, nuestra fenomenología
existencialista, nuestra etnometodología y nuestras arenas de
intercambio, negociación, juegos o elección racional. Estas posi-
ciones teóricas, dedicadas a analizar lo más íntimo a la mínima
escala, pueden parecer micro ya en extremo y no obstante hemos
de ver que la mayoría no lo son lo suficiente y que algunas no
pasan de ser meras glosas de lo que sucede en el nivel micro-
interaccional. Si logramos desarrollar una teoría suficientemen-
te potente del nivel micro podremos también develar algunos
enigmas del cambio social a nivel macro y a gran escala.
Comencemos por aclarar dos puntos. Uno, el centro de la expli-
cación microsociológica no es el individuo sino la situación. Dos, la
polisemia del término 'ritual' induce a confusión; expondré en qué
sentido lo empleo y por qué este enfoque rinde los resultados expli-
cativos deseados.

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•,.

La situación y no el individuo como punto de partida los predicadores a las campañas publicitarias, y cuyos ecos resue-
nan por doquier, desde la cultura de masas hasta los gastadores de
La elección de su punto de partida analítico es para el teórico las vanguardias modernistas e hipermodernistas del mundillo artís-
una cuestión de decisión estratégica, pero no un mero e irrazonado tico e intelectual. No sería propio que como sociólogos asumiéra-
de gustibus non disputandum est. Intentaré probar cuánto más pro- mos los prejuicios populares (aunque ése es exactamente el camino
vechoso resulta partir de la situación y desarrollar desde ella el indi- del éxito como autor); al contrario, debemos verlos en perspectiva
viduo que a la inversa; desde luego, mucho más que la tan trillada sociológica e indagar qué circunstancias sociales instauraron la
vía que, como si dijéramos, brinca desde el individuo hasta la ac- hegemonía de esa creencia moral y esas categorías sociales en un
ción o la cognición que palmariamente le pertenecen, soslayando momento histórico dado. El desafio, dicho en términos goffmania-
por completo la situación. nos, consiste en descubrir los orígenes sociales del culto al individuo.
Una teoría de los rituales de interacción (RI) y sus cadenas (CRI) Sentado esto, puedo convenir en que, bajo las condiciones so-
es ante todo una teoría de las situaciones, de los encuentros tempo- ciales contemporáneas, es muy probable que todos los individuos
rales entre cuerpos humanos cargados de emociones y conciencia sean únicos; pero no a causa de una esencia individual inmutable:
por efecto de las cadenas de encuentros vividas anteriormente. Al para la TRI, los individuos son singulares en la misma medida en
decir 'actor social' o 'individuo humano' significo un flujo casi:du- que su tránsito a través de cadenas de interacción, y de la sucesión
radero y casi-transitorio en el espacio y el tiempo. Por más magnífi- de éstas a lo largo del tiempo, difieren de las de otros. Al reificar la
ca o heroica que la individualidad nos parezca, deberíamos admitir individualidad advocamos una ideología —una versión secular de
que esta perspectiva, desde la que escrutamos el universo y cuanto la doctrina cristiana del alma eterna— que renuncia a la posibilidad
contiene, nace de las tendencias religiosas, políticas y culturales de explicar cómo las sucesivas cadenas de encuentros modelan in-
específicas de los últimos siglos. Es una ideología que defiende el dividualidades únicas.
modo de pensar acerca de nosotros, y de los otros, que nos parece El individuo, dicho radicalmente, es una CRI. El actor indivi-
más digno; es parte del sentido común popular, pero de ningún modo dual es el precipitado de sus situaciones de interacción previas, al
el punto de partida analítico óptimo para la microsociología. tiempo que un ingrediente de nuevas situaciones posteriores; un
No afirmo que el individuo no exista, sino que es algo más que ingrediente, no un determinante, ya que toda situación es una pro-
un cuerpo, aunque éste sea ingrediente esencial en su construc- piedad emergente, no la mera consecuencia del individuo o indivi-
ción. Mi estrategia analítica —y la del fundador del análisis de los duos que participan en ella (aunque también lo es, en parte). Las
rituales de interacción, Erving Goffman— parte de la dinámica de situaciones tienen sus propias leyes y procesos, que son el objeto de
las situaciones; de ellas puede derivarse casi cuanto queramos sa- estudio de la TRI.
ber de los individuos, en tanto que precipitados que transitan a Goffman sentenció: 'no los hombres y sus querencias, sino las
través de las situaciones. querencias y sus hombres'. En un lenguaje neutro en cuanto al gé-
Detengámonos un instante aquí para escuchar una opinión con- nero: no los individuos y sus interacciones, sino las interacciones y
traria. ¿No es evidente que los individuos son únicos precisamente sus individuos; no las personas y sus pasiones, sino las pasiones
porque podemos observar que siguen actuando según patrones fa- y sus personas. Antes que 'todo Pepe tiene su momento de gloria'
miliares y claramente reconocibles a través de distintas situaciones sería más correcto 'cada momento de gloria tiene su Pepe'. Los inci-
y de cambios de circunstancias? Algo de verdad hay en este enun- dentes, por fugaces que sean, conforman a quienes les ocurren; los
ciado erróneo: da por probada la hipótesis de que los individuos no encuentros hacen a quienes se encuentran. Los deportes hacen a
cambian cuando cambian las situaciones; hasta qué punto es esto los grandes atletas y la política convierte a algunos políticos en líde-
cierto debe dilucidarse empíricamente. Nos inclinamos a aceptarlo res carismáticos, aunque todo el peso de prácticas como la redac-
irreflexivamente como 'algo que sabe todo el mundo' porque nos lo ción de noticias, la confección de anales, la concesión de galardo-
han remachado como un principio moral: todos somos únicos, sé nes y la publicidad hiperbólica contribuyen a hacer ininteligible
tú mismo, no cedas a la presión del medio social, sé fiel a ti mismo cómo ocurre así. Ver las realidades de la vida ordinaria sociológica-
—lemas pregonados en todos los discursos, desde los, sermones de mente requiere un salto gestáltico, una inversión de perspectivas.

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No es fácil romper con marcos convencionales tan hondamente arrai- con los efectos de encuentros situados anteriores; sus acciones soli-
gados; pero cuanto más rigurosamente pensemos todo a través de tarias son sociales en tanto en cuanto provienen de y se orientan a
la sociología de la situación, más comprenderemos por qué nos com- la comunicación con otras personas; lo que las sitúa es su ubicación
portamos como lo hacemos. en una CRI particular.
Pasemos a una fuente de confusión más sutil. ¿Postulo la prima- Me gusta poco la terminología de la agencia y la estructura. Para
cía de la estructura sobre la acción a nivel micro? ¿Es omnipotente cartografiar el continuo situacional que va de lo local a lo inter-local
la estructura de la interacción; anula la posibilidad de una agencia nos basta con lo micro y lo macro. Los aspectos energizantes y re-
activa? En absoluto. La retórica del dilema agencia-estructura es lacionales de la interacción están, con todo, estrechamente ligados.
un cenagal conceptual donde se enmarañan muchas distinciones y Quizá una buena fórmula pueda ser ésta: la estructura local de inte-
modalidades retóricas de distinta fuerza; para empezar, confunde racción genera y conforma la energía de la situación. Esa energía
la distinción micro-macro —que abarca el aquí-y-ahora local y las puede dejar trazas que se transmiten a otras situaciones por medio
interconexiones entre las situaciones locales en un ámbito espacio- de las resonancias emocionales de los cuerpos individuales, que se
temporal mayor— con la distinción entre lo activo y lo que no lo es, difuminan con el tiempo, pero que pueden durar lo bastante para
distinción ésta que nos lleva a inquirir sobre la energía y la acción, cargar un encuentro ulterior, engendrando así sucesivas cadenas de
que son siempre procesos locales en que seres humanos reales ha- efectos. Debemos observar esta realidad desde otro ángulo. Dedica-
cen algo en una situación. Es cierto que una acción local puede ré mi atención teórica no a la agencia, sino a las emociones y la
incidir en otra, que una situación puede influir sobre otras muy energía emocional, cuya intensidad calienta o enfría la caldera de
distantes. En qué medida se dé esa transmisión corresponde a lo los RI; no haré hincapié en la estructura —ni, por el contrario, la
que denomino macro-patrones. Referirse coloquialmente a los ac- reduciré a mero telón de fondo de la agencia—, sino que me con-
tos de una masa de inversores como el origen de un pánico bursátil centraré en mostrar cómo funcionan los RI.
o al derrumbe del aparato logístico de un ejército como desencade-
nante de una crisis revolucionaria es algo aceptable, pero bien en-
tendido que es una formulación taquigráfica de las realidades ob- Terminologías en conflicto
servables (es decir, de lo que un sociólogo `micro' observaría in situ).
Ese modo de hablar hace que, engañados por el tropo, nos parezca Mi segunda aclaración obedece a que podría parecer desmesu-
que existe agencia a nivel macro, lo que no es exacto: la agencia, rada la pretensión de basaren, y hacer girar sobre el término 'ritual'
caso de que usemos el término, es siempre micro; la estructura la toda una teoría general de lo micro-social. Algunos sociólogos, no-
concatena en macro. toriamente Émile Durkheim y su seguidor más creativo en el área
Los términos micro y agencia pueden situarse en el mismo polo, de la microsociología, Erving Goffman, usaron el término funda-
pero no son idénticos. Existe estructura a todos los niveles. Las mi- mentalmente en el mismo sentido que yo subrayo: un ritual es un
crosituaciones son estructuras, o lo que es igual, relaciones entre mecanismo que enfoca una emoción y una atención conjuntas, ge-
partes. En los encuentros locales —microsituaciones— hay siem- nerando una realidad temporalmente compartida. No obstante, no
pre agencia y estructura. El error que debemos evitar es identificar he sido del todo fiel a esta tradición teórica, pues, por ejemplo, Goff-
la agencia con el individuo, incluso en el nivel micro. Creo que ade- man escribió en otra era intelectual y sus alianzas teóricas fueron
lantaremos mucho más si no reificamos al individuo, si lo vemos diferentes a las mías; por ello habré de defender mi propia acepción
como un flujo temporal que las situaciones dinamizan. La agencia y evidenciar su utilidad en el abordaje de nuestros problemas.
—que prefiero describir como la energía que anima los cuerpos Una dificultad mayor deriva de que 'ritual' sea una voz del len-
humanos y sus emociones y como la intensidad y el foco de la con- guaje coloquial, con un sentido mucho más restringido (sinónimo
ciencia humana— brota de las interacciones, de situaciones locales de formalidad o ceremonia)' del que tiene en la familia de teorías
y cara-a-cara, o precipita de cadenas de situaciones. Sí, a veces los
individuos humanos también actúan estando solos, aunque por lo 1. Más desorientador aún es su uso en sentido peyorativo para significar una irre-
general eso ocurre porque sus mentes y sus cuerpos están cargados flexiva acción mecánica o una absurda fijación con alguna forma de mistificación.

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sociológicas neo-durkheimianas. La confusión aumenta porque exis- Esto es algo más que un problema terminológico. Durkheim dotó
te todo un cuerpo de investigación antropológica cuya especialidad a la sociología de una mecánica de la interacción situada que aún
es el ritual, y una subespecialidad de 'estudios rituales' dentro del no ha sido superada; el modelo que desarrolló para el caso del ritual
campo del estudio de las religiones; y todos esos usos tienden a so- religioso es el que yo uso, pero de tal modo que nos permita apre-
laparse oscuramente, unas veces con la tradición durkheimiana y ciar qué ingredientes confluyen en una situación y hacen que el
otras con el sentido limitado que tiene en el uso popular. Uno de mis ritual tenga éxito o fracase. Goffinan amplió su aplicabilidad al
prolegómenos debe tratar de aclarar esas imbricaciones y diferen- mostrar que el ritual impregna, en mayor o menor medida, toda
cias de connotación teórica. nuestra vida cotidiana; tanto en el ámbito profano como en el sacro,
Para situarnos, veamos la principal divergencia que existe entre el ritual tiene un papel clave en la configuración del carácter indivi-
las variantes antropológica y microsociológica, sin olvidar la hete- dual y de las lindes entre los grupos estratificados. El modelo posee
rogeneidad de ambas. Los antropólogos tienden a ver el ritual como aplicaciones potenciales aún mayores, pero topa con una dificul-
parte de la estructura de una sociedad, como el aparato formal que tad: la historia intelectual del siglo )0( atraviesa o rodea los temas
mantiene su orden o que expresa su cultura y sus valores, o sea, durkheimianos, a menudo deformándolos de tal modo que los des-
exactamente lo opuesto al enfoque microsociológico; en contraste plaza a posiciones muy divergentes. Diferentes movimientos han
con la fluidez de las CM, conciben el ritual como puerta hacia algo instrumentado el estudio del ritual al servicio de una reconstruc-
más grande, superior y fundamentalmente estático, como mero re- ción evolucionista de la historia, de la funcionalidad de las insti-
flejo de la macroestructura y no como forma primordial de la ac- tuciones sociales o de la preeminencia de la cultura, y ninguno ha
ción microsituada. Un vetusto motivo antropológico suena así: el formulado un mecanismo causal transparente que dilucide cómo
ritual, que acontece en el tiempo, revela lo atemporal; lo local mani- producen los ingredientes situacionales magnitudes diversas de so-
fiesta la totalidad. A finales del siglo xx los diversos movimientos lidaridad, emoción y creencia.
teóricos que seguían ese enfoque se denominaban estructuralismo, Comenzaré, pues, por un repaso histórico de la teorización del
antropología simbólica o semiótica y estudio de los códigos cultura- ritual, atento a destacar la configuración micro-causal del modelo
les. En general, los estudios sobre las religiones usan también el de Durkheim; pondré especial atención en su programa teórico y
término 'ritual' en un sentido más próximo al de 'puerta-hacia-lo- procuraré no confundirlo con, sino distinguirlo claramente de otras
transcendental' de la antropología cultural que al de 'manantial lo- formulaciones y programas bastante diferentes que, por desgracia,
cal de acción' de la microsociología. Para el enfoque microsocio- emplean la misma terminología.
lógico, la situación es el punto de partida explicativo; el enfoque Mi intención no es meramente 'volver a Durkheim y Go pian',
estructuralista/culturalista parte del extremo opuesto, de una ma- quienes, como toda otra figura intelectual del pasado, vivieron en
croestructura omniabarcante de normas y significados. La microso- complejos medios intelectuales que ya no son los nuestros. Si pode-
ciología encara el reto de mostrar cómo su punto de partida puede mos construir versiones diversas de sus posturas es porque las ur-
explicar que lo que frecuentemente parece ser una cultura omní- dieron usando muchos hilos que ya existían y porque después se
moda e inmutable sea en realidad un flujo, situacionalmente gene- recombinaron con los movimientos intelectuales de las siguientes
rado, de normas y sentidos imputados? generaciones. Ésa es la naturaleza de la vida intelectual: erigir inter-
pretaciones antagónicas del pensamiento de individuos canónicos
2. Existe otra acepción, proveniente del campo de la etología animal, que la psico- que sean útiles en posteriores maniobras intelectuales. Su historia
logía del desarrollo infantil ha empleado a veces. Aquí 'ritualización' significa gestos
es ilustrativa porque nos dice de dónde venimos y con qué ingre-
comunicativos abreviados que operan como 'señales' para otro organismo en el proce-
so usual de acción, a diferencia de los 'símbolos', que son convenciones que refieren a dientes intelectuales trabajamos —es un mapa del Mar de los Sar-
significados compartidos (v.gr., Tomasello 1999: 87). En ese sentido, una 'ritualización' gazos de las ideas que constituyen la escena intelectual a principios
es sólo una abreviatura utilizada en la coordinación de la acción práctica, no una fuen- del siglo xxi. Por supuesto, he elaborado mi propia construcción
te de intersubjetividad simbólica. A pesar de que esta terminología más o menos invier-
te el uso que tiene en la teoría sociológica de los RI, en el capítulo 2 veremos cómo los intelectual, a partir de Durkheim y Goffman, con el fin de promover
trabajos de Tomasello y otros investigadores de este ámbito corroboran, de hecho, par- mi propio proyecto intelectual, y sus alianzas intelectuales en un
tes importantes de la TRI. terreno más amplio, pero eso no significa que crea que hay un úni-

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co modo objetivo de construir a Durkheim y Goffman, como si la y hallaron su significado en prácticas cótidianas efectuadas en los
tradición intelectual recibida sólo fuese una nube de impurezas que santuarios y sitios sagrados de la antigüedad. Nietzsche había tra-
tizna lo que una vez fuera una visión clara, pero sí propugno vehe- bajado con el mismo material en una dirección convergente y a
mentemente que asumamos un criterio pragmático fuerte: mi modo comienzos de la década de 1870 había subrayado las diferencias
de construir un modelo de causalidad situacional inspirado en Dur- entre los cultos apolíneos, basados en estatuas de alabastro, y los
kheim y Goffman nos conducirá más lejos en nuestro afán por mos- obscenos cultos dionisíacos, y había revelado el nexo entre esas dis-
trar bajo qué condiciones ocurre una cosa y no otra en una situa- pares figuras religiosas, un conflicto entre moralidades sociales di-
ción. Las situaciones se repiten a menudo, también varían y cam- ferentes. A principios del siglo xx, esas líneas de trabajo cristaliza-
bian, y la TRI muestra cómo y por qué. ron en la escuela de estudios clásicos de Cambridge, en torno a Jane
Ellen Harrison, F.M. Cornford y Gilbert Murray, que interpretaban
programáticamente todo mito en términos de las prácticas cúlticas
Tradiciones de análisis del ritual de sus creyentes originales. Otro estudioso de esta corriente, R.R.
Marrett (1914: 100) lo resumió lapidariamente: «la religión primiti-
No pretendo repasar la historia toda de la literatura sobre el va se pensaba menos que se danzaba».
tema del ritual —Bell (1992) ha escrito un compendio excelente— Comparados con sus sucesores, estos investigadores del mundo
sino que seleccionaré los puntos más útiles para situar nuestros pro- clásico y de la antropología histórica no cultivaron mucho la abs-
blemas teóricos. Grosso modo, he reducido su teoría al ritualismo tracción, ni teorizaron sistemáticamente su programa de investiga-
subcognitivo, el ritualismo funcionalista y el programa que busca ción. Su idea directriz era traducir mitos concretos a conjeturas
códigos (y sus respectivos críticos); los dos últimos suelen agrupar- sobre prácticas cúlticas y correlacionar éstas con restos arqueológi-
se en lo que ambiguamente se denomina 'giro cultural'. De las pos- cos procedentes de antiguos lugares de culto. Un movimiento inte-
trimerías del siglo xix a las del xx esos programas se sucedieron en lectual popular —que perdura en nuestros días, revivido en especial
parte y en parte concurrieron en distintos momentos, solapándose por el ala popular del pensamiento feminista— intentaba documen-
en ocasiones. tar el culto a la 'Diosa Madre', un rito de fertilidad consagrado a una
diosa, supuestamente anterior a las demás religiones, luego sucedi-
da por cultos androcéntricos, quizás a causa de migraciones de pue-
Ritualismo subcognitivo blos guerreros y conquistadores. Otra rama analítica quiso formu-
lar los principios de la 'mentalidad primitiva' y poner de relieve sus
La idea del análisis del ritual flotaba en el aire a finales del siglo diferencias con el posterior pensamiento racional (un movimiento
XIX. La antropología y la sociología, disciplinas nuevas que se segre- tajantemente repudiado en el periodo post-colonial); obras empa-
garon de otras precedentes, se erigieron en gran medida en torno a rentadas con éstas vieron las raíces de la filosofía griega arcaica en
la discusión de este tema. Historiadores como Numa Denis Fustel el desarrollo de conceptos religiosos y en la mitología. Todos estos
de Coulanges habían indagado las fuentes de la propiedad, la ley y enfoques usaron evidencia procedente de mitos y ritos para elabo-
la política de la Grecia y la Roma antiguas y las habían descubierto rar reconstrucciones históricas; y dado que intentaban identificar
en un conjunto de cultos religiosos, participar en los cuales demar- las etapas históricas precedentes —que en ocasiones postulaban
caba las fronteras entre familias, clanes y coaliciones políticas. En como patrones evolutivos universales—, sus teorías solían ser bas-
la década de 1880, estudiosos de las religiones como William Ro- tante concretas. La obra de Freud Tótem y tabú interpretó las des-
bertson Smith investigaron la religión semita antigua y descubrie- cripciones antropológicas de ritos tribales como prueba de una época
ron su continuidad con prácticas vivas aún, como las comidas co- remota en que los hijos realmente se rebelaban y asesinaban a sus
munales y los sacrificios de las tribus beduinas. Desde la década de padres, instituyendo luego ritos conmemorativos empujados por
1890, clasicistas como Frazer intentaron dar sentido al enjambre de sus sentimientos de culpa. Freud se apoyaba en una teoría derivada
espíritus y deidades menores que abarrotaban los arrabales del Olim- del desarrollo embrionario: la ontogenia recapitula la filogenia, es
po —cuyos dioses la tradición literaria griega había encumbrado- decir, el desarrollo de la mente individual reproduce su historia co-

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lectiva. Los antropólogos de campo, a menudo aficionados (misio- dioses olímpicos o los sermones dominicales inspirados en el Viejo
neros, médicos, viajeros), se centraron en registrar prácticas ritua- Testamento hebreo. Aquella generación evolucionista solía interpre-
les curiosas que pudieran luego ser interpretadas como vestigios de tar su programa y su método de análisis del ritual, con el que exca-
un periodo remoto de la historia humana. vaba bajo esa superficie, como una manera de desentrañar la racio-
Los movimientos intelectuales se despliegan generalmente como nalidad moderna y alcanzar sus fundamentos irracionales o sus raí-
un largo frente de investigadores que acomete un nuevo cuerpo de ces históricas —y si estos tropos recuerdan la descripción freudiana
materiales de estudio; las ideas con que analizan sus recién descu- del ego emergiendo de las pasiones del ello, no estará de más recor-
biertos datos, sus herramientas intelectuales se parecen mucho en- dar que Freud pertenecía a la misma generación que Van Gennep y
tre sí porque se las formula recombinando ideas de los antecesores. Durkheim y que compartían algunas de sus fuentes de materiales.'
Como expuse en otro lugar (Collins 1998), cada generación de filó- Aunque los programas de investigación posteriores arrumbaron el
sofos opera dentro de las alineaciones de las facciones intelectuales presupuesto evolucionista, a comienzos del siglo xxi aún es uno de
existentes, lo que limita los movimientos factibles para recombinar, los temas de crítica favoritos de los intelectuales; por eso importa
negar o abstraer las ideas vigentes; es práctica propia del culto a los subrayar que la validez del programa que denomino ritualismo sub-
intelectuales, del que somos miembros practicantes, elevar unos cognitivo no depende de la suerte del evolucionismo social.
pocos nombres como autores canónicos y tratarlos como si hubie- Éste es el punto analítico: ideas y creencias —se las conciba como
ran sido los únicos descubridores —costumbre inocua, de otra par- esencias platónicas o como productos de mentes individuales— no
te, mientras la tomemos sólo como una conveniente simplificación se explican por sí mismas; el programa subcognitivo intenta enten-
sinóptica. Al tiempo que la antropología y la sociología ganaban der cómo emergen a partir de las prácticas sociales. Durkheim lo
reconocimiento como disciplinas, su abordaje del ritual se orientó formuló con claridad en 1912, primero en un caso especial y luego
más hacia la concepción de una teoría de cómo opera la sociedad. con más generalidad. El caso especial son las ideas religiosas; Dur-
Los antropólogos de campo se unieron al movimiento para enten- kheim postuló que se las podía analizar siempre como emblemas de
der las creencias —en especial las que desde parámetros modernos membresía de un grupo congregado para celebrar rituales. El caso
parecían irracionales— fundándolas en la práctica ritual: así, por más general abarca todas las categorías básicas del entendimiento
ejemplo, en 1909 Van Gennep reunió un material ingente bajo el humano, los conceptos cosmológicos y las operaciones lógicas me-
esquema de los ritos de paso de un estatus social a otro. diante los que pensamos. Durkheim arguyó que también estos surten
La formulación de Durkheim es el epítome de los logros intelec- del ritualismo que sustenta la membresía grupal; su evidencia —mar-
tuales de los pioneros de los estudios clásicos, los historiadores de chamo de los procedimientos de su programa de investigación— pro-
la antigüedad y las religiones y los antropólogos de campo. Dur- cede de la comparación de patrones que muestran cómo varía la es-
kheim, un discípulo de Foustel de Coulanges, lideró una escuela de tructura de las ideas con la estructura de los grupos.
sintetizadores y comparativistas (Lukes 1973, Fournier 1994, Alexan- Otro aspecto de la formulación de Durkheim amplía y generali-
der 1982). Sus protegidos —Henri Hubert, Marcel Mauss, etc.- za temas entrevistos por Fustel, Nietzsche y otros pioneros: la inter-
crearon el programa `durkheimiano', basado en la interpretación de pretación subcognitiva de los rituales —como la he bosquejado has-
los rituales en relación con las estructuras sociales que sostenían, ta aquí— explica la cognición en términos de las prácticas sociales,
como en el caso de los análisis comparativos del sacrificio (Hubert en especial de las prácticas rituales; en su obra de 1912 Durkheim
y Mauss 1899/1968) y la oración (Mauss 1909/1968). Las formas
elementales de la vida religiosa de Durkheim (1912) fue la declara-
ción general de principios de ese movimiento y todavía hoy es la 3. Tótem y tabú, de Freud, se publicó en 1913, cuando el interés por estos fenóme-
nos estaba en su apogeo. Van Gennep había dado a la prensa Rites de Passage en 1909;
fuente que mejor sintetiza los logros de aquellos investigadores. Totemism and Endogamy, de Frazer, y Les fonctions mentales dans les sociétés inférieures
¿Por qué merece ese movimiento llamarse ritualismo subcogni- de Lévy-Bruhl aparecieron en 1910; Les formes élémentaires de la vie religieuse, de Dur-
tivo? La racionalidad —y más en general la creencia— es la superfi- kheim, en 1912, el mismo año que Themis , de Harrison, From Religion to Philosophy,, de
Cornford, y Four Stages of Greek Religion, de Murray. La controvertida música que
cie de la conciencia humana, su experiencia primaria —y normal- Stravinsky escribió para un ballet inspirado en un rito primitivo —La consagración de
mente de un modo tan idealizado como los bellos mitos sobre los la primavera— se estrenó en París en 1912.

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afirma explícitamente que las prácticas rituales constituyen tam- Ritualismo funcionalista
bién las creencias morales. La lógica del argumento y el peso de la
evidencia son también aquí comparativos: las moralidades varían A la generación de antropólogos y sociólogos que investigó los
con arreglo a la organización de los grupos; mudanzas en la estruc- rituales durante las décadas centrales del siglo >a se la puede lla-
tura grupal trastornan su moral. Nietzsche expresó lo mismo, de mar, globalmente, escuela del ritualismo funcionalista, para indicar
manera tremendamente polémica, al contraponer lo que llamó `mo- su divergencia respecto de la durkheimiana. El modelo subcogniti-
ral de esclavos cristiana' con la moral heroico-aristocrática de los vo se subsumió en el programa funcionalista pero puede también
griegos antiguos. Es un hecho que de los diferentes tipos de prácti- disociarse de él.
cas rituales documentados en grupos diversos y a lo largo de épocas La meta del movimiento funcionalista era mostrar que todas las
históricas distintas ha emergido un extenso panorama de moralida- prácticas institucionales de una sociedad encajan entre sí y colabo-
des diversas. Durkheim aprendió de su maestro, Fustel, que la par- ran a sostener sus estructuras como un todo. El enfoque cayó poste-
ticipación ritual demarca las lindes grupales y, por ende, los confi- riormente en el descrédito a causa de su estatismo y, de hecho, la
nes de la obligación moral; Mauss, su discípulo, mostró después moda de denigrar el funcionalismo se ha generalizado hasta tal punto
que mediante rituales podían desarrollarse momentáneos intercam- que merece la pena reconstruir los motivos intelectuales por los que
bios a través de esas fronteras (v.gr., prácticas como el intercambio su método de análisis suscitó tanto entusiasmo en su época (la me-
ceremonial de dones) y erigir así estructuras mayores. Nada más jor fuente es aquí Goody 1995). Los antropólogos aficionados y los
propio que aplicar ese ceremonial de intercambio de regalos a la estudiosos librescos del mundo clásico fueron dando paso a los in-
sociedad de la Grecia homérica, como luego se hizo (Finley 1977). vestigadores de campo y, dentro de ese proceso, un grupo de segui-
Fustel y Mauss mostraron que la mecánica del ritual no es estática, dores de Malinowski comenzó a exhortar a que cada trabajo de cam-
po estudiase una sola sociedad en su conjunto y analizase todas sus
sino dinámica, y también conflictiva: la admisión de nuevos partici-
prácticas como instituciones operantes relacionadas entre sí; en ese
pantes a una celebración ritual puede establecer nuevas conexiones
cometido se distinguieron sobremanera Evans-Pritchard y Meyer
sociales, y quienes son ritualmente excluidos de las estructuras gru-
Fortes, que analizaron una a una muchas tribus africanas, siempre
pales pueden también rebelarse y luchar hasta lograr ser admitidos
atentos a apreciar cómo su economía, su estructura política, su sis-
como miembros, como expuso Fustel en su bosquejo de la historia
tema de parentesco, su religión y sus demás instituciones funciona-
de la participación ritual en las coaliciones políticas de las ciuda-
ban todas como partes de un sistema que se reforzaban mutuamen-
des-Estado antiguas. Lo esencial de todo esto es que el análisis de
te: ninguna institución era inteligible por separado; todas estaban
Durkheim proporciona tanto una sociología del conocimiento como
adaptadas unas a otras e incluso leves cambios en cualquiera de sus
una sociología de la moral, y que ésta nos lleva a una sociología de
componentes no podían dejar de desajustar el conjunto o bien de
las emociones capaz de explicar pasiones como la rectitud, la indig-
poner en marcha movimientos compensatorios que devolvieran al
nación moral y el ansia de justicia vindicativa; nos lleva a una socio-
sistema su equilibrio. El programa funcionalista aportó a los traba-
logía que comprenderá tanto la ira como el amor.
jadores de campo una prometedora gama de nuevos quehaceres, y
Muchos investigadores han continuado y ampliado la tradición que ofrecía además un modo de mostrarse en polémico contraste
durkheimiana hasta nuestros días: Lloyd Warner (1959), Kai Erik- con los métodos de la vieja generación de antropólogos aficionados
son (1966), Mary Douglas (1966, 1973), Basil Bernstein (1971-1975), o `de sillón'. Los funcionalistas repudiaron las interpretaciones his-
Albert Bergesen (1984, 1999), Thomas Scheff (1990), etc. Los prin- toricistas que sacaban los objetos del contexto de su sociedad en
cipios afianzados por las generaciones pioneras de estudiosos de que efectivamente funcionaban y los explicaban como `vestigios',
los rituales constituyen logros perdurables de nuestro acervo de evidencia de un período histórico anterior. Pero si dieron la espalda
conocimiento sociológico, piedras sillares sobre las que su posteri- a la historia fue para superar las explicaciones históricas especula-
dad ha edificado teorías más complejas. tivas (ya que un ítem cultural aislado debe tener alguna función
propia en su contexto contemporáneo) y avanzar hacia su objetivo
de mostrar la estructura social en funcionamiento. Los funcionalis-

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tas eran conscientemente sistemáticos; su meta era una teoría ge- Parsons y Robert Merton.5 La teoría funcionalista se convirtió en
neral del funcionamiento de las sociedades; su prioridad, tejer una una lista sistemática de funciones que una sociedad debería satisfa-
teoría sistemática de la interconexión entre las estructuras, previa a cer, un modelo del cambio social consistente en la diferenciación de
una teoría del cambio estructural —dado que ésta sólo podría cons- estructuras especializadas en esas funciones y un análisis de las ten-
truirse científicamente sobre la base de aquélla.4 siones que brotan cuando las funciones no se cumplen correcta-
El programa funcionalista era más fácil de aplicar en socieda- mente y de las respuestas que el sistema activa para recobrar el
des tribales aisladas y autocontenidas —o que, al menos, parecían equilibrio. Parsons subrayó la idea de un sistema compartido de
serlo—; su imagen directriz era un conjunto de estructuras que ope- valores, propio de cada sistema social, que lo guiaría auxiliado por
raban juntas como una unidad y por ello se diferenciaban de otras un bagaje de normas que suministrarían las directrices para imple-
unidades operativas situadas más allá de sus confines. Críticos pos- mentar esos valores en la conducta de los actores. En su versión
teriores atacaron asimismo esta premisa argumentando que los fun- 'Gran Teoría', este programa se estancó en las controversias que,
cionalistas estaban prendados en exceso de la metáfora de la socie- entre los años cuarenta y sesenta, debatieron qué es funcional o
dad como organismo autorreproductivo, o, según un alegato alter- disfuncional, qué determina cuál de entre varias alternativas fun-
nativo, habrían modelado las sociedades tribales en consonancia cionales valederas acaba por implementarse, y si la óptica funcio-
con la ideología que considera al estado-nación occidental como nalista es conservadora porque ofrece una imagen complaciente de
una identidad autosostenida. (Tiempo después se argüiría que tam- la estratificación y la desigualdad e ignora los conflictos de inte-
bién las tribus tienen historia, que cambian con el tiempo y que en reses que transen toda sociedad. Lentamente, el programa fue
gran medida las constituyen sus 'relaciones exteriores' comerciales perdiendo adeptos: unos lo repudiaron por su presunta parcialidad
y de prestigio cultural, su geopolítica militar y sus alianzas de pa- ideológica y otros porque no veían ningún modo de avanzar hacia
rentesco; vid. Chase-Dunn y Hall 1997.) La aplicación general del explicaciones empíricamente demostrables del tipo 'qué sucede efec-
programa funcionalista lo transformó en un programa que abarca- tivamente bajo tales o cuales condiciones'.
ba toda ciencia sociológica y servía también para estudiar socieda- El funcionalismo está hoy tan ampliamente desacreditado que
des modernas complejas —al cabo del tiempo, sería su misma pro- es probable que toda teoría en otro tiempo asociada a él sea directa-
minencia lo que más propiciase que sus insuficiencias se discutie- mente ignorada. A Durkheim se lo suele rechazar tachándolo de
ran con tal amplitud. Asumieron entonces su liderazgo Talcott evolucionista conservador por ver en su concepto de conciencia
colectiva una reificación similar a (de hecho, la fuente de) el omní-
modo sistema de valores de Parsons. Por mi parte, mantengo que el
4. Las críticas que el movimiento funcionalista dirigió contra sus predecesores
exceptuaron a Durkheim y su escuela porque éste era un firme defensor de la idea de
punto fuerte de la tradición durkheimiana no son sus teorías de la
una ciencia general de la sociedad. Y aunque su interés (evolucionista) por el cambio integración societal a nivel macro o de la evolución social, sino su
social era incomparable con el del movimiento de los antropólogos funcionalistas, aportación a la microsociología. Durkheim —sobre todo en Las for-
Durkheim y Mauss allanaron el camino para que el programa funcionalista abordase mas elementales — brindó un modelo de cómo la interacción en gru-
el estudio de ritos y creencias más en su contexto actual de acción social que como
vestigios aislados de una época histórica anterior. Fue por su perspectiva evolucionis- pos pequeños produce solidaridad y simbolismo compartidos, par-
ta que Durkheim pudo interpretar la aparente simplicidad de la sociedad aborigen tiendo del cual es fácil llegar a asumir (aunque, desde luego, Dur-
australiana como una 'forma elemental' que probaría ser el punto de partida evoluti- kheim no lo hizo y fácilmente podría haberse opuesto a ello) que
vo de sociedades más complejas y, además, revelaría los procesos analíticamente esos grupos puedan ser locales, efímeros o antagónicos, más bien
centrales de la solidaridad y el simbolismo social. Por eso, aunque el líder organiza-
tivo de la que llegó a conocerse como Escuela Británica de Antropología Social fue que partes integrantes de una sociedad mayor. La 'conciencia colec-
Bronsilaw Malinowski, sus miembros tendieron a adoptar formulaciones teóricas tiva' mora en ámbitos escuetos; no es la inmensa bóveda de un cielo
durkheimianas. Así fue claramente en el caso de Radcliffe-Brown, cuya carrera aca-
démica se desarrolló en Sudáfrica y Australia, al margen del grupo (Evans-Pritchard,
Fortres, etc.) que provenía del seminario de Malinowski en la London School of Eco- 5. Hubo transmisión reticular directa: Parsons asistió al seminario de Malinowski
nomics. Radcliffe-Brown mantuvo contacto con la escuela de Durkheim, a través de en la LSE a principios de los años treinta, antes de comenzar a trabajar en su teoría
Mauss, desde mediados de la década de 1920 y desarrolló explícitamente su teoría de estructural-funcional sistemática (Goody 1995: 27); Merton fue alumno de Parsons en
los rituales (Goody 1995). Harvard a mediados de esa década.

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que cubre a todos los miembros de una sociedad —y en otro lugar La aplicación de la teoría funcionalista del ritualismo fue menor
(Collins 1975) he defendido que la mecánica durkheimiana propor- que la del programa funcionalista en general pero hizo muchas apor-
ciona, además, un elemento crucial para desarrollar una teoría del taciones importantes al estudio de los mecanismos mediante los
conflicto, algo que, en el nivel macro, es virtualmente lo opuesto al que operan los rituales. Radcliffe-Brown (1922) es el paradigma de
funcionalismo. los ritualistas funcionalistas: advirtió que un funeral opera como
Una crítica que a menudo recibe el análisis del ritual es que ge- una manera de reintegrar un grupo que ha perdido a uno de sus
neraliza demasiado: si los rituales son omnipresentes, si todo es ri- miembros: más allá de las apariencias ostensibles, el ritual se cele-
tual, ¿qué no lo es? En tal caso, el concepto no serviría para discrimi- bra para los vivos, no para los muertos, y cuanto mayor sea el desve-
nar entre sucesos diversos. La crítica es más pertinente cuando se lo por que el rito, para dar mejor descanso al alma, se celebre escru-
refiere al ritual entendido como algo funcional para el equilibrio pulosamente, mayor será la amenaza que el grupo sienta y su nece-
social, algo que actúa como una válvula que evacua la presión de los sidad de reintegrarse.' Ésta es la interpretación subcognitiva, pero
antagonismos o que exalta los valores compartidos, operando en desarrollada en la dirección de un programa que aspira a entender
ambos casos en pro de la preservación o restauración del orden so- la estructura y la función de los grupos humanos. Radcliffe-Brown
cial: habría rituales siempre, lo mismo cuando todo va bien que cuan- no deja por ello de ser un funcionalista 'micro', pero nos proporcio-
do todo va mal. El análisis del ritual parece ejemplificar, a nivel mi- na materiales empíricos que trabajar, y que podemos reelaborar
cro, el sesgo conservador del funcionalismo: todo se interpreta como como ingredientes rituales que resultan en consecuencias variables.
parte de una tendencia de la sociedad a producir automáticamente
integración social. Pero aquí el problema es el funcionalismo, no el
El ritual de interacción según Goffman
análisis del ritual: saquemos los rituales del contexto funcionalista y
seguiremos teniendo un claro modelo de los ingredientes que entran
Debemos a Erving Goffman las aportaciones más relevantes del
en la factura de un ritual, de cuáles son sus consecuencias y de cómo
ritualismo funcionalista: no se sentía interesado por el tema de la inte-
la fuerza de esos ingredientes —que son variables— determina exac- gración institucional de la sociedad en su conjunto y se reservó el dere-
tamente cuánta solidaridad se genera. Los rituales pueden fracasar, cho de elegir un nivel de análisis propio y específico al que aplicar su
o tener éxito, con diversos niveles de intensidad, y se puede predecir funcionalismo: el nivel de los requisitos funcionales de la situación.
y contrastar lo que resulte de esas condiciones variables. Este análi- Goffinan escribe como funcionalista cuando describe el ritual
sis del ritual no es tautológico. como producto de seguir ciertas normas de conducta que reafir-
En cuanto a mi propia versión de la teoría del ritual, confieso man el orden moral de la sociedad,' pero mantiene consistentemente
ser uno de los peores pecadores: propongo que veamos rituales casi su énfasis en el nivel micro de la interacción inmediata y la 'socie-
en todas partes. Con esto no queda todo reducido a una vaguedad dad' que se reafirma y hace sentir sus exigencias no es una entidad
que no explica nada interesante; al contrario, ofrece una teoría de
vasta aplicación capaz de mostrar cuánta solidaridad y compromi- 6. También Durkheim (1912/1965) analizó ritos de duelo, pero su intención era
so con símbolos compartidos, y otros aspectos de la acción huma- evidenciar que ese duelo era obligatorio para el grupo, no espontáneo; y constató que la
na, se producirán en una gran variedad de situaciones. También se reunión del grupo en el funeral, aunque se base en una emoción negativa, resulta en un
tipo de efervescencia colectiva. Esto revela el mecanismo que efectúa la integración
la podría formular —si ello contribuyese a mitigar los prejuicios
funcional de Radcliffe-Brown (1922): la emoción colectiva iniciada por la pena que
contrarios a la teoría del ritual— en términos (que más adelante comparten reintegra los individuos al grupo y restaura sus fuerzas.
explicaré) de las causas y consecuencias de las variaciones en el 7. «Las reglas de conducta que unen a actor y destinatario son los lazos sociales...
Por tanto, las ocasiones de declararnos adeptos del orden moral y social pueden ser
foco de atención común y la consonancia emocional. Afirmaré que raras. Es aquí donde las reglas ceremoniales obran su función social... Un flujo cons-
esta teoría es de aplicación universal y que no por ello es más vacua tante de aquiescencias se disemina por toda la sociedad por medio de esas observan-
que, por ejemplo, la Ley de Boyle, que relaciona volumen, tempera- cias, guiadas por obligaciones y expectativas ceremoniales; los co-presentes recuerdan
de continuo al individuo que debe conducirse consistentemente como persona correc-
tura y presión, y que se aplica de manera útil en una inmensa varie- ta y reafirmar la calidad sacra de los otros. Gestos que a veces nos parecen vacuos
dad de situaciones. acaso sean, de hecho, las cosas más llenas del mundo» (Goffman 1956/1967: 90).

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misteriosa y remota, sino que encarna las demandas de sociabili- tras argumentar que el rasgo distintivo de la religión es la división del
dad del aquí-y-ahora.' La propia situación tiene sus requisitos: no mundo en dos ámbitos, el sagrado y el profano, afirma: «[L]os ritos
arranca si los actores no realizan con propiedad el trabajo de ac- son las reglas de comportamiento que prescriben cómo debería con-
tuarla. Así se define la realidad social misma. Las instituciones so- ducirse un hombre ante esos objetos sagrados» (Durkheim 1912/1965:
ciales en que la gente cree participar; su ubicación en ellas, los pape- 56) Se huele aquí un tufillo funcionalista: la sociedad y sus objetos
les que se representan, ninguna de estas cosas existe en sí misma; sagrados existen y obligan al individuo a actuar con respecto a esos
sólo al ser actuadas devienen reales. Goffnian es un constructivista objetos de alguna forma que plasme las reglas y esté henchida de
social —si bien piensa que los individuos tienen poco o ningún simbolismo. Ahora bien, esas definiciones son sólo la puerta de en-
margen de acción respecto a lo que construyen: la propia situación trada a los minuciosos análisis que Durkheim y Goffnian efectúan y
expresa las demandas que ellos se sienten impelidos a satisfacer. que nos permiten estudiar no sólo qué rituales han de producirse
Más conocida es su idea de que el ser (self) de todo individuo se sino también en qué condiciones acaecen y son efectivos y en cuáles
actúa o construye en la situación; aquí se trata de nuevo de la cons- otras no suceden o fracasan. Las definiciones de Durkheim y Goff-
trucción de ese ser bajo constricción social, una constricción que es man suponen que los objetos sagrados están constituidos antes del
más palpable por provenir de la posición que uno ocupa respecto a ritual; a nivel empírico micro eso implica que ya se habían celebrado
otros: una vez que un actor asume la línea de ser que procede que anteriormente otros rituales y que el caso presente replica otro ante-
adopte (y la situación de que se trata) se ve forzado a ser consistente rior: no se trata de un ritual aislado sino de una CRI. Al relacionar a
con ella. El receptor o la audiencia de esas construcciones también Durkheim y Goffnian nos percatamos de que los rituales no se limi-
están constreñidos y bajo una presión innegable para que sigan el tan a mostrar respeto por los objetos sacros sino que también sacra-
juego que el actor plantea, se dejen llevar por el espíritu de la repre- lizan a sus objetos; y si el ritual no vuelve a celebrarse al cabo de un
sentación y obvien y disculpen los lapsus que puedan amenazar la tiempo, esa sacralidad expira.
definición de quiénes son y de qué actúan conjuntamente. Este aná- Miremos desde más cerca los principales tipos de ritual que Goff-
lisis es funcionalista —parte de unas necesidades funcionales e in- man descubrió en la vida diaria. Están los saludos, los cumplidos y
tenta revelar cómo se satisfacen—, pero al operar a un nivel de mi- otros intercambios verbales estereotipados que constituyen la rutina
cro-detalle sin precedentes en su época Goffinan ayudó a franquear amistosa o cortés de la interacción verbal. En apariencia, no signifi-
el camino que lleva a inquirir cómo sienten exactamente los partici- can nada. `¿Cómo está?' no es una petición de información y traicio-
pantes esa presión hacia la conformidad ritual, y lo hizo de un modo na su espíritu responder como si el interlocutor quisiera conocer de-
que hoy nos permite transmutar su funcionalismo micro en un talles de nuestra salud; no parece que 'buenas noches', 'hola' y 'adiós'
mecanismo de micro-producción de solidaridades y realidades. transmitan ningún contenido expreso concreto. Pero es fácil apre-
Goffman define así ritual: «Uso el término 'ritual' porque esa acti- ciar el efecto de esas locuciones comparando dónde se las usa y dón-
vidad, por informal o secular que sea, representa para el individuo un de no, y qué ocurre cuando se las espera en vano. Pueden omitirse sin
modo en que debe delinear y atender a las implicaciones simbólicas mayores secuelas sociales en situaciones muy impersonales, como
de sus actos cuando está en la inmediata presencia de un objeto de una sumaria transacción comercial ante una taquilla, pero omitirlas
especial valor para él» (Goffnian 1956/1965: 57). Esta fórmula es aná- cuando existe una relación personal o de trato amistoso provoca un
loga a la que Durkheim propuso en su análisis del ritual religioso; sentimiento de desaire; no saludar a alguien a quien se conoce o no
hacerse eco ceremonialmente de su marcha infunde la sensación de
que se ignora o menosprecia esa relación personal. (Ampliaré el tema
8. La acepción que mejor connota el sentido que 'sociedad' tiene en la TRI es la más en el capítulo 6, en la discusión sobre los diversos tipos de besos.)
anticuada. La sociedad no es una abstracción lejana; significa lo que a comienzos del
siglo XX una matrona de clase alta habría querido decir al anunciar que su hija «iba a Los diferentes tipos de rutinas conversacionales menores actúan
entrar en sociedad» —esto es, a salir del círculo doméstico para participar en reunio- e identifican diversos tipos de relaciones personales. Son recorda-
nes sociales mundanas. La TRI generaliza esta acepción de su sentido restringido a la torios de en cuánto se tienen unos individuos a otros, cuál es su
`buena sociedad' a la vertiente ritualista de toda interacción social. El sentido es similar
al que tiene en el siguiente epigrama de Henry David Thoreau: «En mi casa tengo tres grado de amistad (esto es, de solidaridad), intimidad o respeto, y
sillas; una para la soledad, dos para la compañía, tres para la sociedad». por qué es así; y expresan, con matizadas gradaciones que todo el

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mundo tácitamente conoce, las diferencias entre unos completos ños— es una variante que proclama que, aunque el niño viaje luego
extraños, otros que sostienen un breve contacto utilitario, gentes a la realidad alterada del sueño, el otro continúa allí y seguirá estan-
que actúan roles de una organización y personas que se conocen do cuando despierte. La antigua oración que los niños rezaban an-
por el nombre propio, es decir, que se reconocen mutuamente como tes de acostarse =Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angeli-
individuos más que como roles, personas que sienten un mutuo tos que me la guardan, Lucas y Marcos, Juan y Mateo, duérmete,
interés amistoso, amigos, confidentes, familiares, amantes, etc. niño, no tengas miedo'— opera del mismo modo en un contexto
Paco!' no significa lo mismo que 'fflola r, ni que `¡Hola, cari- religioso que invoca realidades comunales más amplias que las pu-
ño!', ni que Señor Knight, hola!' o `fflienvenido, señoría!'.9 Las pre- ramente personales del beso de buenas noches.
sentaciones, llevadas a cabo por una tercera persona o por uno mis- Mi desarrollo del análisis de Goffnian intenta extraer de sus es-
mo, son actos tan significativos porque pueden modificar por com- cuetas y sucintas acotaciones teóricas sobre el tema sus inmensas
pleto el nivel de interacción, transferirlo de una esfera institucional posibilidades de desarrollo. En sus primeros artículos fundamenta-
a otra. Sustituir un tipo de saludo, de conversación o de ceremonia les —« The Nature of Deference and Demeanor» (1956/1967) y «On
de despedida por otro es la forma más directa de cambiar el carác- Face Work: An Analysis of Ritual Elements in Social Interaction»
ter de una relación social. (1955/1967)— Goffman propone una taxonomía de elementos ri-
Estos rituales verbales contienen un elemento temporal delica- tuales. La cortesía hacia los demás, incluidos los saludos que acaba-
damente graduado. Si concebimos la vida social como algo que ocu- mos de discutir, es una forma de deferencia, que se subdivide en lo
rre en una sucesión de situaciones, es decir, de encuentros entre que Goffman llama `rituales de presentación' (adelantando su libro,
personas físicamente copresentes (o ligadas de algún otro modo a entonces en fase de redacción, La presentación de la persona en la
un foco de atención inmediato), entonces suele ser obligado, para vida cotidiana, 1959), por medio de los que un individuo expresa
centrar la situación, comenzarla con un acto que señale explícita- consideración hacia los valores de otros, y `rituales de elusión', que
mente su existencia y defina de qué índole de situación se trata. son tabúes que los actores observan para no agraviar a terceros,
Hola!' y Vidiós!' y sus equivalentes se usan para inaugurar y clau- entre los que sobresale el respeto de la privacidad, del que es un
surar situaciones; son rituales de transición que señalan el princi- importante aspecto la ecología de la vida diaria, que concede a las
pio y el final de algún tipo de encuentro. El factor `señal-de-transi- personas espacios `entre bastidores' (backstage) donde realizar ac-
ción' de estos rituales verbales está coordinado con su factor de `señal- tos que podrían no causar una óptima impresión —y que incluyen
de-relación'. Un amistoso Paco!' (o cualquier otro indicador desde los cuartos de aseo y los dormitorios a las oficinas privadas o
elegido) declara que ya antes del encuentro existía una relación las `cocinas' donde se guisan las actuaciones situacionales y que son
amistosa de reconocimiento personal al margen de los roles institu- también como el callejón trasero de la casa, donde se deposita la
cionales, que lo recordamos y que retomamos la relación encade- basura. Goffman elabora aquí también materiales que se converti-
nando el presente con las pasadas situaciones. (El sintagma 'cade- rán en el modelo dramatúrgico o de `proscenio/trascenio' (frontsta-
nas de rituales de interacción' tiene aquí un sentido particular.) ge/backstage) de su primer libro. Goffnian vincula explícitamente
¡Adiós!' al final y sus variantes dicen: hemos compartido cierto tipo ambos tipos de ritualismo cotidiano con la dicotomía durkheimia-
de realidad situacional durante un tiempo, que ahora concluye; nos na de los rituales que diferencia ritos positivos y negativos (Goff-
separamos en términos amistosos (o respetuosos, íntimos, distan- man 1956/1967: 73).
ciados, etc.); el ritual de finalización dispone así las cosas para el Los individuos expresan deferencia en lo que hacen de cara a los
futuro, indicando que la relación sigue ahí y se reanudará (Goffman demás; las maneras (demeanor) son la otra cara de la interacción, la
1971: 79). El beso de buenas noches que los padres dan a los hijos construcción de 'uno mismo' (self) como ser social. Goffman invoca
—un ritual en el que se pone especial énfasis con los niños peque- aquí la noción, oriunda del interaccionismo simbólico, de `mí' o
concepto de uno mismo (self-concept), y que juzga simplista por
9. A finales de los años noventa, el controvertido entrenador de baloncesto Bobby reducirse al mero verse uno mismo desde el rol del otro. Los moda-
Knight fue despedido por su universidad, según informó la prensa, tras enfurecerse les son una forma de acción, una tarea a la que denomina 'salvar las
con un jugador porque le había saludado diciendo: « ¡Hola, Knightl». apariencias' (face work). No es una acción unilateral únicamente,

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sino que es recíproca. En cada situación concreta a que acceda, el participar con ellos en rituales de deferencia•recíproca. La estrate-
actor adquirirá una cara —o 'sí mismo' social— en la misma medi- gia de Goffman es similar a la de Durkheim en El suicidio: se trata
da en que sus copartícipes cooperen en realizar el ritual que sostie- menos de mostrar por qué se suicida la gente que de revelar cuáles
ne las definiciones de tal realidad situacional y de quiénes son sus son las condiciones normales que sustentan la solidaridad social y
concelebrantes. Entre la deferencia y los modales hay reciprocidad." dan sentido a la vida.
Es típico que el sí mismo situacional esté idealizado o, como míni- En la misma vena, en las investigaciones que realizó a lo largo
mo, que se lo escenifique para causar una cierta impresión y, por de toda su carrera Goffnian prestó mucha atención a las dificulta-
descontado, no comunica la imagen completa del ser individual que des que afloran a la hora de ejecutar rituales con efectividad. Mete-
resultaría de aunar todos los momentos de su vida; la idealización duras de pata, patinazos, momentos embarazosos, derrumbes de la
es inevitable. Para Goffman, no existe ninguna realidad excelsa que fachada situacional, ruptura de marcos... Goffman los analizó to-
trascienda las situaciones; sólo cadenas de situaciones y preparati- dos como formas de probar que la realidad ordinaria de la vida
vos para (y efectos de) las situaciones venideras. cotidiana no es automática sino el producto de un trabajo de cons-
trucción interaccional exquisitamente preciso. Por el mismo moti-
Ahondar en el lado turbio de la vida cotidiana pronto confirió
vo le interesaban los desviados expertos. Estudió a los artistas de la
celebridad a Goffinan, pero entre muchos colegas, así como entre
confianza: esos profesionales sintonizan con los puntos vulnerables
el público general, cundió la especie de que sólo quería ridiculizar-
de la situación; sus técnicas revelan los rasgos de las estructuras de
les. Ignoraron casi por completo los fundamentos durkheimianos
normalidad de que se sirven para engañar a sus víctimas. Estudió a
de sus análisis, pese a que Goffman había seleccionado sus mate-
los agentes de espionaje y contraespionaje por ser especialistas en
riales siguiendo criterios analíticos y diseñado su investigación para
fingir —y en ver más allá de— la apariencia de normalidad; la fina
evidenciar cómo se ejecutan los rituales normales de la vida coti- trama de las apariencias normales se aprecia mejor al advertir los
diana, en particular mediante su contraste con situaciones en las nimios detalles que delatan a un agente (Goffman 1969). Este tema
que se veían sometidos a tensión o transgredidos. Por ejemplo, Goff- de investigación puede parecer extravagantemente aventurado, pero
man usó el material que obtuvo de su trabajo de campo —realiza- sus conclusiones evidencian las abrumadoras presiones inherentes
do de incógnito en la sección de esquizofrénicos de un psiquiátri- a mantener una apariencia de normalidad y la dificultad de fingirla;
co— para dejar sentado que si alguien conculca persistentemente los espías y contraespías fracasan a menudo debido a la dificultad
pautas menores y sencillas de decoro ritual se le etiqueta como
de manejar altos niveles de conciencia reflexiva o capas de autocon-
enfermo mental (Goffman 1961; cita también esta investigación ciencia, es decir, del proceso de presentarse bajo una identidad fal-
como base empírica de su descripción del ritual y el trabajo de sa, alerta siempre a la posibilidad de delatarse y manteniendo cons-
`salvar las apariencias' o 'quedar bien' en Goffman 1955, 1967) y tantemente una apariencia de normalidad. Aquí, nuevamente un
constató la ironía que significa que a los pacientes mentales se les caso extremo ilumina el mecanismo que produce lo normal. La vida
prive de todo trascenio privado, de los implementos usuales en la sigue casi siempre rituales rutinarios, principalmente, porque es lo
autopresentación situacional y de la mayoría de los demás recur- más fácil y porque hacer algo de manera diferente suele estar plaga-
sos de los que dispone la gente en condiciones normales para mos- do de dificultades.
trar a los demás que son personas correctas, y competentes para A Goffman se le atribuye una visión maquiavélica de la vida: los
individuos se disfrazan de lo que más les convenga; la vida es un
10. «La noción de Mead de que el individuo adopta hacia sí mismo la actitud que los teatro cuyos actores urden entre bambalinas embrollos con los que,
otros tienen hacia él me parece demasiado simplista. Creo más bien que el individuo cuando regresen al proscenio, esperan engañar y controlar a los
necesita servirse de los demás para completar su imagen de sí mismo, de la que sólo se demás. Nada más cierto, especialmente en La presentación de la per-
le permite mostrar algunas partes. Todo individuo es responsable de ofrecer una ima-
gen decorosa de sí mismo y una imagen digna de la deferencia de los otros, es decir, sona, donde Goffman usa abundante material procedente de la so-
que, para que pueda expresarse un hombre completo, los individuos deben unir sus ciología industrial y ocupacional precisamente para producir ese
manos en una cadena ceremonial... Acaso sea cierto que cada individuo posee un sí efecto: vendedores que engatusan y lían a sus clientes y les hacen
mismo único y exclusivo, pero la evidencia de esa posesión es enteramente fruto de un
trabajo ceremonial conjunto» (Goffman 1956/1967: 84-85). pagar de más; trabajadores que se muestran cumplidores en pre-

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sencia de sus superiores y regresan a su propio ritmo no bien se en uno de los niveles." Lograr humillar o avasallar a otro requiere
ausentan; o gestores que fingen estar al cabo de la calle de todo lo que ese otro se vea sin más salida que interrumpir el sereno fluir de
que hacen los trabajadores y que se encierran en las salitas para la interacción, incurriendo con ello en la deshonra de haber sido
almorzar o los aseos reservados a los ejecutivos para que nadie les incapaz de contraatacar con una réplica igualmente sosegada y apro-
vea en una situación no formal o vulnerable. Es por este material piada, o de haber roto el marco situacional con un rapto de ira. Éste
que Goffnian resulta compatible con una Teoría del Conflicto de la es el modelo de conflicto de Goffnian: quien manipula bien los ri-
vida social —yo mismo desarrollé esa conexión mostrando que tuales normales de solidaridad, deferencia y decoro situacional ob-
Dahrendorf (1959) halló en Goffinan los micro-fundamentos de su tiene ventajas individuales —ahora bien, aunque al servicio de su
teoría del conflicto de clase entre quienes imparten y quienes reci- propio provecho, lo que interesa al individuo es eso que únicamen-
ben órdenes (Collins 1975). te puede encontrar en situaciones sociales; la individualidad y el
¿Cómo podemos reconciliar las supuestas dos caras, la maquia- egotismo se orientan hacia metas construidas socialmente.
vélica y la funcionalista durkheimiana, de Goffnian? Para él, los El modelo de La presentación de la persona puede interpretarse
requisitos rituales son fundamentales: todo individuo que manio- también como un ardid egocéntrico para escenificar las maneras so-
bre para hacerse con alguna ventaja y todo conflicto se han de basar ciales que a uno le petan: uno pone cierta cara como se pone cierta
en ellos. La acción guiada por el propio interés sólo puede alcanzar ropa, para causar cierta impresión; es un modelo de gestión de impre-
el éxito si respeta las constricciones del ritual. La manipulación es siones —interpretación sobre la que se desarrolló toda un área de in-
posible precisamente porque la vida ordinaria es una incesante su- vestigación—; pero la tesis de Goffman es que toda etiqueta es parte
cesión de situaciones que deben ser actuadas para definirlas como de la reciprocidad que se da entre participantes que contribuyen a
realidades sociales y esto fuerza al actor y a la audiencia a partici- mantener una realidad situacional. No se concede atención al estilo y
par en la labor de sostener la impresión de realidad. La realidad estado del propio atuendo (un negligente desaliño, en algunas circuns-
diaria del conflicto de clases en una fábrica —el intento del capataz tancias) únicamente para causar buena impresión a los demás; es tam-
de que los operarios aviven, la obediencia que estos escenifican bién un signo de respeto hacia las personas ante quienes uno se pre-
mientras él los confronta ceremonialmente— es una forma de re- senta —expresa que se las considera dignas de contemplar el mejor sí
presentación teatral; por lo general, ambas partes saben cuánto de mismo que uno puede poner en escena—; y es una muestra de respeto
real y de farsa hay en la situación; y ambas lo toleran en tanto se por la situación. Esta lógica continua vigente a despecho de las transfor-
mantenga la apariencia de respeto." Esa cooperación fingida es la maciones de la cultura popular que han hecho del rechazo de las
comedia situacional mediante la que tácitamente se gestionan los formas tradicionales signo de pertenencia a un movimiento social,
intereses en conflicto. emblema de juventud y boga de informalidad que todo el mundo si-
Goffman lo explicita en su análisis de la utilización agresiva de gue. Los rituales de decoro expresan el grado de respeto que se conce-
las actuaciones precisas para quedar bien. Hay individuos que do- de a las ocasiones públicas, sin perjuicio del estilo concreto que el
minan las situaciones, ofenden a otros, se mofan de ellos y hasta los grupo demande; de ahí que, para la informalidad obligatoria a fines
expulsan de la situación y del grupo; pero los acreedores del presti- del siglo xx, acudir a una fiesta vistiendo traje de ceremonia y pajarita
gio situacional son quienes lo logran sin infringir las formas habi- constituya una torpeza comparable a la de haberse presentado vesti-
do de otro modo en una fiesta elegante celebrada en los años treinta.
tuales de la interacción ritual. Es un consumado insulto el que se
No es fácil discernir el modelo básico de Goffman. Organizó
infiere sin salirse del flujo previsible de una charla convencional,
todas sus publicaciones en torno a alguna discusión teórica, pero la
valiéndose de dobles sentidos para que cuanto se diga sea correcto

11. De aquí se sigue —aunque Goffinan no aborda la cuestión— que el conflicto 12. En términos del modelo detallado de R1, que expondré en el próximo capítulo,
la forma habitual de conseguirlo requiere mantener el ritmo y foco de atención norma-
abierto se declara cuando el nivel de cooperación ritual normalmente aceptado es vul-
les mediante un flujo continuo de temas de conversación, siempre en el tono emocio-
nerado; por ejemplo, por un supervisor nuevo que se muestra insólitamente determi-
nal propio de una interacción no hostil, y, simultáneamente, transmitir al otro un con-
nado a inmiscuirse en lo que hacen los trabajadores cuando están 'entre bastidores'. tenido o un signo paralingüístico / no verbal que pone en entredicho su decoro social y,
Véase un caso empírico en el libro de Gouldner (1954) Wildcat Strike.
por ende, su competencia personal como agente.

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‘,4

entretejía con una propia y con frecuencia muy innovadora recopi- reconocimiento amistoso, una atención que anuncia un posible
lación de materiales empíricos, cuya sustancia solía ser tan sorpren- abordaje o un control agresivo del espacio público. Relaciones táci-
dente que su relevancia teórica se perdía de vista. Además, su termi- tas aún más complicadas se dan entre pequeños grupos cuyos terri-
nología cambiaba de un escrito a otro y todo refinamiento teórico torios interaccionales intersecan: por ejemplo, una pareja puede
que hubiera añadido quedaba así obnubilado. Goffinan apareció, emitir en público signos vinculares que van del alineamiento de sus
consecutivamente, como un estudioso del ritual, de la vida como cuerpos a tomarse de las manos, etc., y que transmiten un mensaje
dramaturgia, de las instituciones totales, de la ecología de la vida de `no aproximarse', al menos mientras mantengan activo el foco
diaria, de los juegos y las estrategias, de la etología humana y de los mutuo de su relación (Goffman 1971).
marcos de construcción de realidad, entre otros temas. Las referen-
cias expresas de sus primeros textos a la teoría durkheimiana del 2. La copresencia física deviene encuentro en toda regla cuando
ritual brillan por su ausencia después, a pesar de que su durkhei- se transforma en interacción enfocada, con un foco de atención co-
mianismo es uno de sus cimientos constantes; cuanto hizo es con- mún, de intensidad y obligación variable. Así lo ilustra el nivel de
sistente con esa posición —de hecho, la desarrolló— y a lo largo de absorción, bastante alto, que se sienten obligados a mantener quie-
toda su carrera rechazó las interpretaciones que recalcaban sus pre- nes sostienen una conversación: «La conversación crea para el par-
suntas similitudes con el interaccionismo simbólico, la etnometo- ticipante un mundo y una realidad que incluyen a los otros partici-
dología y la teoría del conflicto de inspiración maquiavélica.0 pantes. La implicación conjunta espontánea es una unio mystica,
Con miras a elaborar un modelo más refinado de los rituales de , un trance socializado. Hemos de advertir que una conversación tie-
interacción, resumamos los materiales que Goffinan nos proporciona, ne vida y exigencias propias. Es un pequeño sistema social que tien-
agrupados en rubros que pronto emplearé para presentar ese modelo. de a mantener sus fronteras por sí solo» (Goffinan 1967: 113). Los
interlocutores se sienten comprometidos a evitar que los temas de-
1. El ritual acaece en condiciones de copresencia situacional. Goff- caigan y a suavizar la transición de unos a otros; están bajo presión
man fue pionero en explicar en detalle las varias maneras en que los para tomarla en serio, esto es, para concederle el estatus de realidad
cuerpos humanos congregados en un mismo lugar pueden afectar- fidedigna, por lo menos provisionalmente. Así es incluso cuando el
se entre sí. Incluso cuando los individuos están en lo que llama 'in- tema se enmarca como algo en cierto sentido irreal: los chistes de-
teracción no enfocada' (Goffinan 1963), sigue activa una vigilancia ben tomarse con sentido del humor; los relatos sobre las tribulacio-
táoita alerta al menor signo de algo anormal o amenazador; cuando nes y penalidades del narrador deben escucharse con la simpatía y
algo así apunta, atrae su atención en el acto. A la inversa, una perso- la parcialidad apropiadas; y los referidos a sus logros, con la espera-
na que esté en un lugar público se sentirá obligada, aunque esté da admiración. La presión situacional nos insta a permitir que el
sola, a apaciguar la reacción de los demás a cualquier movimiento otro exponga su versión, por evidentemente ficticia que sea, y a
brusco o inopinado en que haya incurrido. Así, por ejemplo, cuan- mostrarnos de acuerdo con él en tanto consiga sostener la consis-
do uno ha olvidado algo y debe volver sobre sus propios pasos, re- tencia situacional.
prochárselo en voz audible es señal tácita de que una conducta ex- Por descontado que el modelo dramatúrgico sólo es una metáfo-
traña tiene un sentido normal (vid. 'exclamaciones de respuesta' en ra, como el propio Goffinan advirtió en la conclusión de La presenta-
Goffman 1981). Desentenderse de los presentes supone una tácita ción de la persona en la vida cotidiana: «Este estudio... investiga la
labor interaccional: un fino ajuste de la mirada y el contacto ocular, estructura de los encuentros sociales —la estructura de esas entida-
una concienzuda sincronización con la trayectoria de los demás des de la vida social que acontecen siempre que una persona penetra
peatones que tanto puede expresar 'desatención cortés' como un en la inmediatez de la presencia física de otra. El factor clave de esta
estructura es el mantenimiento de una sola definición de la situa-
ción» (1959: 254). Goffinan se hace eco aquí del santo y seña del
13. Goffman no sistematizó sus criticas a estas interpretaciones; de manera algo interaccionismo simbólico, la definición de la situación' —lo que hace
descortés las dejaba caer como observaciones incidentales y en notas a pie de página.
Sobre la postura intelectual de Goffman, en relación con otras posiciones, véanse Win- que una realidad compartida sea en efecto real para sus participan-
kin (1988), Burns (1992) y Rawls (1987). tes, según el famoso dictum de W.I. Thomas—; pero al traducirlo en

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términos de rituales micro-interaccionales insiere el mecanismo por diencia pueden pasar con bastante rapidez del proscenio a algún
el que se produce tal efecto y le infiere un énfasis perentorio: una sola trascenio, y viceversa.
definición de la situación, una única realidad en cada momento. Y
una definición que requiere activos esfuerzos para mantenerse, para 3. Los rituales presionan para mantener la solidaridad social y la
reparar sus desperfectos y para defenderse de definiciones rivales. El conformidad; amoldan: uno se muestra como miembro de la socie-
foco único de atención es, más que cualquier otro factor, el ojo de la dad aquiesciendo. Goffinan distingue entre tipos de solidaridad di-
aguja por el que debe pasar todo ritual de interacción para alcanzar versos, por ejemplo, cuando apunta que si los rituales de deferencia
el poder y la gloria. se actúan con tonos diferentes darán lugar a tipos distintos de rela-
En su obra posterior, sobre todo en Frame Analysis (1974) y Forms ciones sociales —que, en cuanto a duración y continuidad, van desde
of Talk (1981), Goffman describe realidades situacionales más comple- breves contactos locales, pasando por un conocimiento fruto de rela-
jas (marcos dentro de marcos, ensayos, relatos, des-instrucciones, far- ciones pretéritas, hasta las obligaciones concomitantes a diversos
sas, lecciones, dificultades de transmisión, auto-revelaciones del actor) grados de intimidad mutua. Entre los diversos tipos de vínculo social
que ponen de manifiesto las sutilezas que constituyen las diferencias existen también límites y las personas dedican bastante esfuerzo a
entre la formalidad y la informalidad y entre las relaciones que tiene labores rituales tanto para mantener un lazo presupuesto como para
lugar en el proscenio o en diversos tipos de trascenio. Aunque la termi- evitar pasos que lo harían más estrecho (Goffman 1963: 151-190).
nología es diferente, lo que Goffman hace aquí, de hecho, es enrique-
cer la complejidad de su modelo básico: los rituales son situaciones 4. Los rituales honran lo que se valora socialmente —lo que Dur-
que exigen cooperación para sostener su momentáneo foco de aten- kheim llamó objetos sagrados. Goffman reveló su condición transi-
ción para así mostrar su respeto tanto por las personas que participan toria y situada. En las sociedades modernas el ente más sagrado es
en ellos con propiedad como por la propia realidad situacional, en su el ser (self) individual, al que en los pequeños rituales cotidianos de
calidad de objeto que merece ser tratado con seriedad en ese momen- presentación y evitación se trata como a un pequeño dios (Goffman
to. Goffman continúa la línea de trabajos anteriores dedicados a las 1956/1967: 232).
dificultades y vulnerabilidades que menoscaban la construcción de rea-
lidades, mostrando aquí situaciones aún más complicadas y con vul- 5. Cuando el decoro ritual se rompe, los presentes sienten una
nerabilidades y requisitos todavía más complejos. incomodidad moral que puede expresarse desde con una suave in-
En último término, todos esos marcos son formas de enfocar la vectiva humorística, pasando por un manifiesto enfado, hasta, en
atención; éste es su vínculo con el modelo dramatúrgico. En su ver- casos extremos, etiquetando al infractor como enfermo mental. El
sión primera, y más simple, hay proscenios y trascenios: de hecho, equilibrio ritual puede restaurarse con disculpas, que pertenecen al
el proscenio es la situación sobre la que se enfoca la atención, acto flujo de rituales de deferencia conversacionales (Scott y Lyman 1968,
al que se une parte del público; las tareas de apresto para lograr que Goffman 1971). Ésta es una variante cotidiana del análisis de Dur-
la atención en efecto converja se efectúan entre bastidores. El pros- kheim sobre el castigo de las infracciones, que se ejecuta no por su
cenio es la ejecución del ritual; las bambalinas existen —recuerda efecto disuasorio o reformador sobre el transgresor (efecto que bien
Goffman— porque, normalmente, los rituales no germinan por sí puede ser ilusorio), sino porque ese ritual restaura la sensación de
solos, hay que trabajarlos. En obras postreras, como Frame Analy- orden social (Durkheim 1895/1982). Todo lo que opera en el nivel
sis, Goffman muestra que puede haber escenarios contenidos den-
de la gran escala, sentencia Goffman, puede encontrarse también
tro de otros escenarios." Y siempre que se representa una pieza en el de la pequeña escala.
dentro de otra es posible cambiar de planteamiento: actores y au-

14. Goffman abordó el tema al comienzo de su carrera al plantear la cuestión de si hay El programa de búsqueda de códigos
un trascenio último, donde ya no se actúa. Goffman afirma que incluso el coito —normal-
mente considerado como reducto de intimidad y privacidad supremas— puede conside-
rarse como un tipo de dramatización (1959: 193-194). Ampliaré este tema en el capítulo 6,
Aún he de hablar brevemente de la rama del análisis del ritual
donde veremos hasta qué punto el coito se ajusta al modelo de RI. influida por el movimiento teórico del estructuralismo francés y sus

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derivaciones, que ocupó lugar destacado en círculos multidiscipli- rituales son los nodos de la estructura social; en ellos crean sus sím-
nares durante la segunda mitad del siglo XX. No es este el lugar para bolos los grupos. Claro que, metodológicamente, es más fácil cir-
una historia completa del área, aún mayor, de la teoría de la cultura cunscribirse a correlacionar ideas con tipos de sociedad o —aleján-
en ese periodo; me referiré sólo a cómo la teoría del ritual se convir- dose más todavía del contexto de la acción social— ideas con ideas:
tió en una variante de una teoría cultural que acabó por soslayar la así ya no hace falta realizar etnografías 'micro' de la acción ritual;
cuestión del ritual. Hacia finales de ese periodo —momento intelec- olvidado el ritual, queda como único objeto de análisis el sistema de
tual en que aún vivimos— ha habido intentos de reintroducir la símbolos. Ésta es la senda que Lévi-Strauss siguió.
situación; ahí es donde encaja el presente programa de la TRI, que En el cenit de sus ambiciones estructuralistas —en Antropología
se distingue por su radical énfasis en la microsociología. estructural (1958/1963)— Lévi-Strauss afirmó que una misma es-
Durkheim planteó que la estructura de las ideas varía de acuer- tructura subyacía a todas las instituciones sociales y culturales de
do con la estructura del grupo. En su primera formulación —en La una sociedad concreta: su sistema de parentesco, la disposición de
división social del trabajo (1893/1964)—, basada en amplias compa- su campamento (v.gr.:, una estructura de clanes dual lo divide en dos
raciones históricas de leyes y religiones, Durkheim arguyó que las mitades), su estilo artístico, su lengua, su mitología... y todo lo de-
sociedades pequeñas y uniformes producen una conciencia colecti- más. Para demostrarlo, todos esos componentes debían traducirse
va concreta y particularista y las sociedades con una compleja divi- a un código formal. Lévi-Strauss había iniciado su carrera con un
sión del trabajo una conciencia más abstracta que comprende sus ingente análisis comparativo de sistemas de parentesco (Las estruc-
experiencias plurales (ibíd.: 275-291). En Clasificaciones primitivas turas fundamentales del parentesco 1949/1969) donde probó que dis-
(1903/1963), Durkheim y Mauss adujeron evidencia etnográfica del tintas reglas matrimoniales —v.gr., las diversas formas de matrimo-
nexo entre los sistemas taxonómicos y las estructuras sociales de las nio entre primos cruzados— tenían consecuencias estructurales
sociedades tribales. En Las formas elementales de la vida religiosa diferentes: las formas de parentesco podían analizarse como la so-
(1912/1965), Durkheim afirmó que las categorías del entendimien- lución del dilema entre intercambios simétricos o asimétricos, que
to kantianas, los medios conceptuales de que nos valemos para pen- a su vez implica ciclos cortos o largos y modos de intercambio res-
sar, son construcciones sociales: el espacio es la extensión geográfi- tringidos o generalizados. En una terminología posterior, podría-
ca del grupo; el tiempo son sus pautas de reagrupación periódica; el mos decir que las reglas matrimoniales generan estructuras reticu-
prototipo de las fuerzas causales es el mana o poder religioso, que lares. El análisis de Lévi-Strauss no incluyó todos los sistemas de
es de facto la presión moral de la emotividad grupal; los esquemas parentesco, pero alimentó la confianza en que podría hacerse y con-
categoriales que subdividen el universo siguieron originalmente el dujo a mayores esfuerzos dirigidos a formular esos sistemas en tér-
modelo de los emblemas totémicos que señalan la membresía de minos matemáticos.
los grupos sociales y sus respectivas demarcaciones." Pero esa co- Los códigos de parentesco debían ser la puerta de acceso a los
rrespondencia entre ideas y estructura social podría ir tanto en uno códigos que generan todos los aspectos de la cultura y la organiza-
como en otro sentido. Esta ambigüedad en la formulación de Dur- ción social, pero ese grandioso programa se vio en dificultades des-
kheim propició la divergencia de dos programas de investigación de el comienzo. Pronto fue evidente que la diversidad idiomática no
opuestos: una sociología del conocimiento próxima al programa se correspondía con la variedad de los sistemas de parentesco y que
original, que explicaba las variaciones de las ideas por variaciones no existían correspondencias fáciles entre muchos otros aspectos
en las prácticas grupales, y un programa estructuralista que veía las de las instituciones sociales." Para entonces Lévi-Strauss había lle-
ideas como códigos o patrones trascendentales en cuyos términos
se estructuraban los grupos. 16. Por la misma época (finales de los años cincuenta y principios de los sesenta),
A la luz del modelo durkheimiano podemos ver los rituales como Chomsky desarrolló su análisis cuasi-matemático de las estructuras profundas del len-
el eslabón perdido entre la estructura y las ideas de un grupo. Los guaje centrándose no en la fonética, como Saussure, sino en la sintaxis. El programa se
llamó Gramática Generativa porque delineó un sistema formal capaz de generar la
estructura superficial del lenguaje a partir de elementos y transformaciones subyacen-
15. Vid. el minucioso análisis de Ann Rawls (2003) de las implicaciones de la episte- tes. El método de Chomski toma oraciones del lenguaje natural y las descompone en
mología de Durkheim. elementos fundamentales llamados 'cadenas subyacentes'. A la inversa, esos elementos

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gado ya a la fase de su carrera en que lanzó su versión, ambiciosa en
extremo, del programa funcionalista: quería hacer algo más que Es posible interpretar los paralelismos formales entre elementos de
mostrar la interconexión y el reforzamiento mutuo de las distintas los mitos, y entre sus combinaciones y oposiciones en narraciones
instituciones de cada sociedad concreta; quería demostrar que to- concretas, como un código organizado a base de dicotomías y oposi-
das las sociedades eran elaboraciones de un mismo código. Cuando ciones binarias, pues los mitos estructuran el mundo en categorías
la improbabilidad del éxito de tal proyecto se hizo evidente, Lévi- de asociaciones y oposiciones. Por ende, un sistema de mitos establece
Strauss se replegó a un territorio menor (aunque muy vasto aún) los marcos del pensamiento —y demarca los límites de— lo permisi-
donde el análisis dedicado a desentrañar códigos era viable: la inter- ble y lo monstruoso y, por tanto, implícitamente, quién es un miem-
pretación estructural de los mitos. bro social honorable y quién no. Aún vibran aquí resonancias dur-
Por esas fechas Lévi-Strauss concluyó que el gran sistema unifi- kheimianas pero el énfasis ha pasado de la estructura social a la es-
cador era un conjunto de elaboraciones a partir de oposiciones bina- tructura simbólica. La búsqueda del código fundamental de la mente
rias —noción que tomó de la lingüística estructural de Saussure, cu- humana llevó a Lévi-Strauss a descifrar mensajes tocantes a las pri-
yas tesis centrales eran que las unidades de significado (los sonidos meras transformaciones de nuestra historia. Las mitologías sudame-
elementales distinguibles o fonemas) se estructuran por contraposi- ricanas hablan de la secesión de lo crudo y lo cocido, emblemática de
ción recíproca, que cada idioma se basa en un conjunto arbitrario de la separación entre animales y humanos, de la escisión entre natura-
diferencias o distinciones entre sonidos que, en conjunto, constitu- leza y cultura; más concretamente, es la historia de los emblemas
totémicos que constituyen los grupos sociales humanos. Resulta iró-
yen un sistema, y que es solamente en el contexto de ese sistema que
nico que el método estructural retrotrajera a Lévi-Strauss a la antro-
los ítems léxicos concretos tienen significado.17 Lévi-Strauss ya se
pología historicista que los funcionalistas habían criticado: y allá que
había mostrado inclinado a entender la estructura como un lenguaje
fue, sacando ítems culturales de su contexto funcional en el presente
en Las estructuras fundamentales del parentesco, donde sostenía que
de su sociedad e interpretándolos como vestigios históricos, otra vez,
el intercambio de desposados no era sólo una estructura generada a sin mostrar el menor respeto por la integridad de los sistemas socia-
partir de una regla sino, además, un sistema de comunicaciones: las les vivos. Lévi-Strauss combinó fragmentos y retazos simbólicos de
mujeres que una familia envía a otra como esposas son mensajes y culturas dispares en un sistema comparativo que patentizaría el fun-
sus hijos, cuando a su debido tiempo circulen por el sistema, serán cionamiento de la mente primitiva —o lo que es lo mismo, una ver-
respuestas y recordatorios de los nexos establecidos. sión más formalizada de Frazer o Lévy-Bruhl, aunque abjurando de
Lévi-Strauss (1962/1969) quiso entonces decodificar mitos abar- su evolucionismo y su prejuicio de que la mente primitiva es menos
cando regiones culturales enteras; dejó de centrarse en unidades tri- racional que la moderna. Al final vaciló entre presentar sus hallazgos
bales discretas, abandonó la idea de que cada tribu tenía su propio como modelo de una mente humana intemporal o como lectura his-
código y se embarcó en la búsqueda del código de todos los códigos. tórica de qué pensaba esa mente en el origen de las sociedades huma-
nas. Lévi-Strauss fue un pensador de agudeza y audacia admirables,
se reagrupan mediante una serie de operaciones (reglas de la estructura de la frase, pero debemos desenmascarar su método de trabajo, que consistía en
reglas de transformación, reglas morfofonémicas) hasta re-producir oraciones recono- agregar uno tras otro cuerpos enteros de literatura empírica origina-
cibles. Así puede decirse que tal conjunto de operaciones genera tal oración concreta. da en los cuadernos de campo de los antropólogos y saltar de una
La estrategia explicativa de Chomsky se parece a la de Lévi-Strauss, aunque difieren
sustancialmente. La gramática generativa no alumbró un código subyacente a todas interpretación estructural a otra conforme se acumulaban las dificul-
las diferentes lenguas ni en línea con los tipos de sistemas de parentesco, o con otros tades, sin admitir jamás abiertamente que una de sus hipótesis hu-
elementos de la estructura social, de Lévi-Strauss; es decir, no supuso apoyo alguno biese resultado insostenible o que hubiera cambiado de opinión
para el grandioso sistema de éste.
—véase un análisis de sus inconsistencias en Schneider (1993).
17. La obra de Saussure, escrita hacia el año 1900, simpatizaba con el programa
durkheimiano. Tenían cierta similitud teórica: las diferencias arbitrarias que constitu- Naturalmente, Lévi-Strauss no estaba solo en el movimiento es-
yen la significación fonética son un producto colectivo, inexplicable a partir de la psico- tructuralista que logró gran prominencia en los años cincuenta y
logía individual (Saussure 1915/1966: 15-16; vid. Jameson 1972: 27, para referencias
principios de los sesenta en Francia. Las escuelas formalistas pra-
detalladas de la influencia de Durkheim sobre Sattssure). Mauss fue el mentor de Lévi-
Strauss —lo que convierte a éste en discípulo-nieto de Durkheim—, el cual, de hecho, guense y rusa de crítica literaria y análisis comparativo del folclore
aglutinó en su obra numerosas ramas de una vasta comunidad durkheimiana. le aportaron buidas herramientas analíticas y ampliaron su domi-
nio de aplicación (Jameson 1972). ShIclovsky, Bajtín, Jacobson y
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otros decantaron estructuras argumentales recurrentes o arquetípi- tes, o incluso una misma persona que adoptase sucesivamente pun-
cas, y en particular las tensiones y oposiciones que confieren dra- tos de vista distintos, bien podrían hacer lecturas de los sistemas
matismo a la trama y le aportan dirección narrativa; siguiendo a culturales muy diversas. El conjunto del movimiento estructuralis-
Saussure, es la oposición lo que crea el significado. El elemento ta se dio así de bruces con el mismo problema que Lévi-Strauss:
dinámico o generativo del método formalista consistía en examinar nada veda a los investigadores dedicarse a buscar códigos, pero es
la técnica literaria poniendo especial atención en cómo las transfor- imposible saber con certeza si se ha alcanzado el código en que se
maciones metafóricas y metonímicas de textos anteriores creaban fundan todos los demás. De hecho, los deconstruccionistas tardíos
nuevos sistemas de significado cultural. Valiéndose de estos instru- han retornado, sin saberlo, a una perspectiva más situacionista: como
mentos, el movimiento estructuralista francés extendió sus análisis los sociólogos de lo 'micro', han debido restituir la primacía al lugar
a toda entidad catalogable como cultural, buscando siempre el có- concreto donde acaece la construcción de sentido.
digo que la hubiera generado. Barthes (1967) analizó así la moda de La microsociología, sin embargo, es casi una desconocida en la
alta costura como un sistema de oposiciones y combinaciones que escena intelectual francesa y entre las disciplinas literarias que se
connotaban relaciones estructurales e, implícitamente, situaban a guían por ella. Los orígenes durkheimianos del movimiento estruc-
los individuos en las jerarquías sociales. Baudrillard (1968/1996) turalista han sido, por lo común, olvidados." De hecho, el progra-
aplicó el método a la moderna cultura-mercancía, con sus lanza- ma de búsqueda de códigos negó o ignoró lo ritual; su énfasis en las
mientos estacionales o anuales de nuevos productos creados para estructuras cognitivas lo llevó a buscar códigos, mentalidades o es-
explotar el mayor número posible de nichos de mercado. El mundo tructuras mentales que trascendieran toda situación, habitantes de
del consumo material puede entenderse como análogo a un texto; algún lugar situado al margen de toda localización espacio-tempo-
las mismas herramientas que sirven para analizar la estructura de ral concreta. Al carecer de una microsociología, los posmodernistas
lenguajes, mitos y obras literarias pueden aplicarse a los conjuntos concibieron la localidad de la construcción-de-sentido en términos
de oposiciones y combinaciones que estructuran la interpretación históricos generales, en el marco de una omniabarcante historia de
humana de cuanto quepa en el mundo físico. Derrida, entre otros, las ideas —como en la obra de Foucault sobre la sexualidad— o
desarrolló las implicaciones epistemológicas del programa estruc- bien de la presente fase histórica del capitalismo, la economía glo-
turalista; el término `deconstrucción' connota la actividad de des- bal o las redes electrónicas de comunicación —para quienes aún
montar elementos culturales comúnmente aceptados para mostrar recurren a un mecanismo estructural—; estos planteamientos tie-
con qué ingredientes estructurales se manufacturó su significado. nen una consecuencia irónica: el retorno a un marco de sentido
Al llegar a este punto, los continuadores postreros del programa universal y único que impide por completo ver que los sentidos se
estructuralista (señaladamente, Derrida y Foucault) atacaron su construyen exclusivamente en situación.
premisa central: el movimiento deconstruccionista, o posmodemo,
arremetió contra el axioma que dictaba que había un único código
estructural y el programa estructuralista se desbarató. Lévi-Strauss El giro cultural
afirmaba que las culturas se fundaban en un código binario, pero
nunca lo demostró convincentemente. Lo mismo podría haber va- En ocasiones se ha denominado a esta serie de desarrollos 'el giro
rios ejes de diferenciación: los símbolos pueden expresar muchas cultural'. Este término comodín puede resultar engañoso porque mete
contraposiciones; los sistemas de signos son polisémicos, transmi- en el mismo cajón al que he llamado 'programa de búsqueda de códi-
ten múltiples significados. Los críticos literarios interesados en la gos', a sus reformadores y a sus críticos. En su versión estructuralista
eficacia del estilo literario, especialmente en poesía (vid. Empson original, el programa trataba a todos los elementos culturales —de he-
1930), habían subrayado desde mediados de siglo la importancia de
la ambigüedad y su pululante penumbra de resonancias connotati-
vas. Los deconstruccionistas generalizaron esa tesis en un sonoro 18. Los motivos fueron en gran medida políticos: la reacción de la generación exis-
tencialista de los años treinta y cuarenta contra lo que vieron como apoyo de la escuela
argumento —no sin intención ideológica— que afirmaba que per- durkheimiana al nacionalismo solidarista que dominó la política francesa en los años
sonas situadas en posiciones sociales y/o épocas históricas diferen- veinte (vid. Heilbron 1985, Collins 2003).

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sacarse implementos diversos para usarlos con propósitos y estrate-
cho, a toda institución humana, en su más amplio sentido— como gias diferentes en la acción social (vid. también Emirbayer y Mi-
textos que era posible decodificar investigando las estructuras semióti- sche 1998, Lamont 2000). Los sociólogos han intentado así superar
ras que manifestaban. A finales de los arios sesenta y durante la década la inclinación estática implícita en el análisis cultural y poner de
siguiente surgieron, dentro del programa crítico, herejes que defen- manifiesto cómo se crean nuevas culturas a partir de sus antecesoras.
dían que la naturaleza de los códigos era polisémica y ambigua. En el En cierto sentido, estos desarrollos están muy alejados de la teo-
mundo intelectual anglosajón de finales del siglo xx abundaron los ría del ritual. El programa de búsqueda de códigos de Lévi-Strauss
importadores y seguidores de esos movimientos intelectuales france- y Barthes prescindió por completo de la acción ritual durkheimia-
ses pero el giro cultural, en contraste con el entusiasmo no poco acríli- na e incluso los antropólogos que estudiaban específicamente los
co con que la antropología y la crítica literaria abrazaron el estructura- rituales religiosos, por más flexibilidad que estuviesen dispuestos a
lismo y el post-estructuralismo, fue más ambivalente en sociología. En admitir en su ejecución local, los veían como representaciones de-
general, los sociólogos anglosajones se mostraron escépticos y distan- terminadas por un código. Las aportaciones más recientes del 'giro
tes con respecto al movimiento estructuralista francés, pero impulsa- cultural', en especial las debidas a teóricos de los movimientos so-
ron una variante propia del 'giro cultural', un movimiento que ponía ciales, han subrayado más la acción microsituacional e incluso se
un deliberado énfasis en lo cultural —dividido empero entre quienes han referido a ella en algún caso con el término 'ritual'. No obstante,
investigaban el funcionamiento de la producción de cultura (la alta estas concepciones del ritual arrastran consigo la herencia de la
cultura especializada, normalmente) y quienes defendían la autono- confusión terminológica a que antes me referí: conciben el ritual
mía de la cultura frente a cualesquiera explicaciones reduccionistas. como una acción, pero tremendamente constreñida por la cultura
Una destacada variante del 'giro cultural' surgió dentro del flore- anterior —algo intermedio entre la mera expresión de lo prescrito
ciente campo de investigación de los movimientos sociales, campo por la cultura subyacente y un aparato para generar cultura nueva.
que ya en los años setenta había hecho aportes explicativos impor- La TRI empuja esta postura a una neta ruptura conceptual: de
tantes al formular la teoría de la movilización de recursos y probar acuerdo con la fórmula de Durkheim, los rituales crean cultura, y en
que las condiciones materiales necesarias para promover y mantener ocasiones reproducen la existente, pero en ambos casos la cultura
un movimiento —incluyendo su organización, su tesorería y sus re- sólo está socialmente viva si la celebración de los rituales tiene éxito,
des— influyen en su expansión y destino, independientemente del esto es, cuando los ingredientes situacionales disponibles logran unos
alcance de sus agravios. Todos los paradigmas triunfantes tienden a rituales cognitivamente centrados y emotivamente intensos. La TRI
esporular rivales que indagan cómo abrir nuevos territorios a la in- es un preciso mecanismo que explica cuándo se generan nuevos sím-
vestigación; y así la siguiente fase de la teoría de los movimientos bolos, cuándo los antiguos retienen la lealtad social y cuándo se vuel-
sociales dio un giro cultural que le llevó a examinar los marcos, tradi- ven insignificantes y desaparecen. No puede sorprender a nadie que
ciones e identidades grupales de los movimientos y el flujo de esos la TRI insista en situar la interacción ritual en el centro del análisis y
recursos culturales de un movimiento social a otro. La movilización en derivar de ella el auge y declive de las creencias culturales. Puede
de recursos materiales y organizativos y la utilización de recursos juzgarse a la TRI, si así se prefiere, como otra vuelta de tuerca dentro
culturales por parte de un movimiento social no son acciones incom- del giro cultural, y más allá de él. La TRI radicaliza la corriente crítica
patibles; de hecho, ambos aspectos suelen ir juntos, pero el carácter con el programa de búsqueda de códigos; pero es también un retorno
adversarial de la vida intelectual hace que a menudo parezca como si a una proyecta formulación durkheimiana según la cual la morfolo-
hubiese una guerra entre posturas antagónicas, una que antepone la gía social conforma los símbolos sociales. Las versiones clásica y ac-
cultura a todo lo demás y otra que prescinde por entero de ella. tual de la TRI se diferencian principalmente por el punto de vista
En los años ochenta y noventa los sociólogos de la cultura flexi- radicalmente microsituacional de ésta, por su insistencia en que la
bilizaron las restricciones inherentes al paradigma que la tenía por morfología social relevante son las pautas de interacción micro-so-
instrumento explicativo autónomo y, por tanto, último, e insistie- cial en situaciones locales.
ron más, sobre todo, en la maleabilidad que demuestra en el curso ¿Qué aporta la TRI? Primero, una teoría de las situaciones mis-
de la interacción situacional. En el célebre aforismo de Ann Swidler mas que revela sus estructuras y dinámicas sociales propias. Segun-
(1986), la cultura es una caja de herramientas de la que pueden

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do, su énfasis en la situación, no como construcción cognitiva, sino Así interpretado, el ritual religioso es una revelación de lo divino,
como proceso por el que las emociones compartidas y el foco de una vía a lo trascendente (vid. Drewal 1992, Martos 1991); una visión
atención intersubjetivo inundan la conciencia de los individuos y del ritual muy cercana a la de los participantes —un modo de 'volverse
los arrastran; se trata menos de duchos agentes que eligen elementos nativo'— y, pues los estudiosos que simpatizan con las creencias reli-
de un repertorio que de una propensión situacional hacia ciertos giosas ya son de algún modo nativos en lo que al compromiso religio-
símbolos culturales. Tercero, el ritual crea símbolos culturales. Esto so respecta, ésta podría ser una razón de que el enfoque estructuralis-
choca con el pensamiento de muchos seguidores del giro cultural, ta del ritual atraiga a tantos estudiosos religiosos —una variante algo
para quienes la cultura es el as de la baraja social, una categoría modificada de esa posición afirma que el ritual religioso revela el có-
explicativa última, definitiva, non plus ultra. El mecanismo empíri- digo religioso subyacente porque es una lectura de un texto trascen-
co que la TRI aporta explica cómo y cuando se crean los símbolos, dente que deviene inmanente en el ritual. En cambio, el análisis del RI
por qué en ocasiones están llenos de magnetismo para quienes los como conjunto de procesos que producen creencia es una perspectiva
invocan y otras veces se disipan entre el escarnio o la indiferencia. intrínsecamente secular; trata con seriedad los actos de las personas
El modelo dinámico de la construcción de símbolos de la TRI posee religiosas pero los interpreta, como Durkheim, de modo secular.2° Lle-
el mérito adicional de mostrar con precisión cuándo y en qué medi- gados aquí merece la pena volver al propio Durkheim y empezar de
da sus sentidos se comparten, reifican e imponen y cuándo son efí- nuevo a partir de su modelo de ritual social.
meros —incluyendo además a todas sus gradaciones intermedias. En su análisis de la producción social de la religión, Durkheim
expuso la mayoría de los componentes de los rituales sociales usando
como ejemplo las reuniones tribales de los aborígenes australianos.
La sociología de la religión de Durkheim, origen clásico Creía que este análisis tenía enorme aplicabilidad y sembró su argu-
de la teoría de los rituales de interacción 1 mento de ejemplos sacados de la vida política moderna y prodigó las
apostillas sobre la generalidad de tales procesos. Esos pasajes son
Algunos estudiosos de las religiones y de formas ceremoniales quizá los más dignos de atención minuciosa de toda la sociología
relacionadas continuaron investigando los rituales incluso durante clásica, razón por la que los citaré extensamente en mi elaboración
el apogeo del programa de búsqueda de códigos. El empleo de ins- de un modelo general de los RL2' Y sí, basta una pizca de reflexividad
trumentos de ese programa sesgó por lo general sus análisis, sobre teórica para caer en la cuenta de que mi propia atención reverente a
todo entre los antropólogos estructuralistas y entre muchos especia- los textos de Durkheim es una manera de tratarlos como objetos de
listas del campo de estudios de la religión, incluida la reciente espe- culto sagrados para los sociólogos. Bueno, ¿y qué? Así reafirmamos
cialidad de análisis de los rituales. Para el enfoque predominante, el nuestra identidad como miembros de una profesión sociológica que
código determina el ritual," pero como se lo desconoce (es lo que se remonta hasta la generación de Durkheim y que hará de nosotros
hay que develar), el investigador describe el patrón del ritual y lo mejores y más sutiles sociólogos al aguzar nuestra conciencia de los
considera como evidencia de la estructura el código, tras lo cual in- instrumentos por cuya mediación podemos observar el funcionamien-
vierte el argumento y usa el código para explicar por qué el ritual se to interno de la vida social en su inconmensurable variedad.
ejecuta de tal o cual manera. El método es inherentemente circular:
postula un código que se propone como explicación de una conduc-
20. No obstante, hay al menos un modo de reconciliar la noción de que el sentido se
ta ritual que a su vez se considera evidencia del código. construye en la actividad mundana y secular con algún aspecto de la trascendencia
religiosa. Tras analizar las técnicas del budismo Zen, David Preston (1988) concluye
que esas prácticas meditativas budistas están socialmente organizadas no para cons-
19. Suele atribuirse a Durkheim esa manera de entender el ritual. Catherine Bell truir significados religiosos trascendentes sino para desmantelar capa tras capa el cú-
(1992) enmendó esa tuerta interpretación y desarrolló algunas de las posibilidades que mulo de significados previamente construidos y recibidos; puede decirse que la meta
surgen cuando se entiende el ritual como una acción social que produce y reproduce de esa meditación es trascender o liberarse de todo lo construido para permitir que lo
un código simbólico, y no al revés. Otros estudiosos se sitúan en una posición interme- que quiera que quede (duna realidad trascendente?) se manifieste mondo en su plenitud.
dia: el código (o repertorio de códigos) sería temporal y analíticamente anterior al 21. El más importante de todos es el capítulo 7 del libro II de Las formas elementales
ritual, si bien en lo referente a cómo se apela a los códigos en situaciones concretas se de la vida religiosa. Existen varias traducciones que difieren principalmente en sus pre-
muestran considerablemente flexibles. ferencias estilísticas y su paginación.

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Ha habido períodos históricos en que, bajo la influencia de algún
Repartiré el material en tres fases: ingredientes indispensables suceso de gran impacto colectivo, las interacciones sociales se hi-
para producir rituales, proceso por el que se obtienen las condicio- cieron más frecuentes y activas. Los hombres se buscaban y con-
gregaban más que nunca. Esa efervescencia general caracteriza a
nes de una efervescencia colectiva —o conciencia colectiva—, y efec- las épocas revolucionarias o creativas... Los hombres ven entonces
tos o productos del ritual. de forma diferente, y más que en los tiempos normales. Los cam-
Vamos con los ingredientes. Aquí Durkheim subraya la reunión bios no son graduales ni cuestión de matiz; los hombres se transfor-
física del grupo. El punto de partida es la congregación de cuerpos man... Eso explica las Cruzadas, por ejemplo, o muchas de las esce-
humanos en un mismo lugar: nas, sublimes o brutales, de la Revolución francesa. Bajo el influjo
de la exaltación general, vemos al burgués más mediocre e inofensi-
vo transfigurarse en un héroe o en un carnicero 241-242].
La vida de las sociedades australianas atraviesa alternativamente
dos fases distintas. Hay épocas en que la población se dispersa en
grupos pequeños que vagan separados unos de otros... Hay perío-
dos, por el contrario, en que la población se reúne y agrupa en de-
terminados lugares por un lapso de tiempo que puede durar de va-
rios días a varios meses. Esa concentración tiene lugar cuando se
convoca a un clan o a una parte de una tribu a congregarse, y con
esa ocasión se celebra una ceremonia religiosa, o bien se organiza
1 Una vez los cuerpos reunidos, puede suceder un proceso de in-
tensificación de la experiencia compartida —lo que Durkheim de-
nominó efervescencia colectiva— y de formación de conciencia
colectiva que podemos definir como un estado de intersubjetividad
intensificada. ¿Cómo se produce? Durkheim señala dos mecanis-
lo que llaman un corrobbori... El contraste entre ambas fases no mos interrelacionados y sinérgicos:
puede ser más marcado. En la primera, predomina la actividad eco-
nómica y es, generalmente, de muy mediocre intensidad... El hecho 1. Acción y conciencia (awareness) compartidas: «[E]n sí mis-
mismo de la concentración actúa como un estimulante excepcio- mas, las conciencias individuales son opacas para las demás; sólo
nalmente potente [Durkheim 1912/1965: 245-247].
pueden comunicarse mediante signos que expresen sus estados in-
ternos. Para que la comunicación establecida entre ellas se trans-
Puede decirse, pues, que la sociología del ritual es una sociolo-
mute en comunión real, es decir, en la fusión de todos los senti-
gía de las congregaciones —de multitudes, concurrencias, feligre-
mientos particulares en un sentimiento común, los propios signos
sías, audiencias, etc.— y con la mirada de Goffinan vemos que esos
agrupamientos pueden darse también a muy pequeña escala: dos que los expresan deben fundirse en una sola y única resultante que,
conocidos que se detienen un instante para charlar o que sencilla- al visualizarla los participantes, les informa de su muta armonía y
mente se saludan con un gesto al pasar, o también extraños que les hace conscientes de su unidad moral. Proferir el mismo grito,
evitan el contacto visual mientras transitan por la calle; o, en un pronunciar la misma palabra o efectuar el mismo gesto respecto de
nivel intermedio, un pequeño grupo que come y bebe en torno a algún objeto es lo que les hace, y les hace sentirse, unánimes... Las
una mesa. Lo que esto implica es algo menos banal que decir que la mentes individuales no pueden entrar en contacto y comunicarse
gente interactúa mejor cuando está próxima; significa enfáticamente entre sí excepto saliendo de sí mismas; y sólo pueden hacerlo me-
que la sociedad es, ante todo y por encima de todo, una actividad diante movimientos. Y es la homogeneidad de estos lo que procura
corpora1.22 Cuando unos cuerpos humanos se reúnen en un mismo al grupo conciencia de sí mismo... Cuando esa homogeneidad está
lugar ocurre una sintonización física: corrientes de sentimiento, una bien asentada y los movimientos se han fijado en formas estereoti-
sensación de recelo o de interés, un cambio palpable en la atmósfe- padas, pueden ya simbolizar sus correspondientes representacio-
ra. Haya al principio mucha, escasa o nula conciencia de ello, los nes. Pero si pueden simbolizarlas es porque han contribuido a con-
cuerpos se atienden recíprocamente y esta inter-orientación corpo- formarlas» (ibíd., 262-263).
ral inicia lo que luego suceda. 2. Emoción compartida: «Una vez que [los aborígenes] se han
Durkheim señala a continuación que la frecuencia e intensidad de reunido, su congregación genera una suerte de electricidad que
esas convergencias corporales varían y que esto queda de manifiesto pronto los transporta a un nivel de exaltación extraordinario. Todo
en llamativas diferencias en la conducta del grupo y de sus individuos: sentimiento que se exprese halla lugar sin resistencia en todas las
mentes, ahora muy abiertas a las impresiones externas; todas se
22. Numerosos trabajos han destacado en los últimos años la importancia socioló- hacen eco de las demás y éstas lo devuelven. El impulso inicial
gica del cuerpo; véase especialmente Bryan Turner (1996).

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lar
progresa así, acreciéndose a cada paso, como crece una avalancha duales —impresiones de dependencia y de mayor vitalidad— se
al paso que avanza. Y pues pasión semejante, tan enérgica y libre adhieran a la idea del tótem antes que a la del elan, pues el clan es
de toda traba, no puede sino estallar, no se ve allá donde se mire una realidad demasiado complicada para ser representada en toda
su compleja unidad... [El tribeño] ignora que la reunión de un cier-
otra cosa que gestos violentos y alaridos, auténticos aullidos y en- to número de hombres, asociados en la misma forma de vida, resul-
sordecedores ruidos de toda especie, que intensifican aún más el ta en la liberación de nuevas energías que habrán de transformarle.
estado mental que manifiestan» (ibíd., 247). Cuanto sabe es que algo le eleva por encima de sí mismo y que
contempla una vida distinta a la cotidiana. Pero ha de relacionar
Los movimientos realizados en común favorecen que la aten- esas sensaciones con algún objeto externo al que pueda atribuir su
ción se focalice y hacen a los participantes conscientes de la identi- causa. Y, ¿qué ve en derredor suyo? Por todos lados atraen sus sen-
tidos y encienden su imaginación las numerosas imágenes del tó-
dad de sus acciones, de donde infieren asimismo la de su pensa-
tem... Sito así en el centro de la escena, deviene representativo. Los
miento. Los movimientos colectivos son señales que crean inter- sentimientos expresos por doquier se fijan sobre él porque es el
subjetividad. La atención colectiva intensifica la expresión de la único objeto físico concreto sobre el que pueden hacerlo... durante
emoción compartida y ésta potencia los movimientos colectivos y la ceremonia, es el centro de toda atención [ibíd., 250-252].
la sensación de intersubjetividad.
En cuanto a los resultados del ritual, la efervescencia colectiva El centro focal común deviene símbolo del grupo. En realidad, el
es un estado momentáneo, pero sus efectos perduran cuando se grupo enfoca su propio sentimiento de intersubjetividad, su propia
incardinan en sentimientos de solidaridad grupal, símbolos de ob- emoción compartida; pero no puede representar ese fugitivo senti-
jetos sagrados y EE individual. La experiencia de una conciencia miento si no es encarnado en un objeto: por eso reifica, objetualiza su
mutua y una exaltación emocional intensas genera emblemas gru- experiencia, la emblematiza y se conduce con ella como si poseyera
pales, indicadores de la identidad grupal: una perduración sustantiva. De hecho, como subraya Durkheim,
únicamente los símbolos pueden prolongar la vida de los sentimientos:
Así pues, es dentro de esos entornos de efervescencia social, y de
esa misma efervescencia, que parecen nacer las ideas religiosas... Más aún, sin símbolos los sentimientos sociales no podrían tener sino
Hemos mostrado que el clan, por el modo como actúa sobre sus la más precaria de las existencias. Aunque asaz fuertes cuando los
miembros, despierta en ellos la idea de unas fuerzas externas hombres están reunidos y se influyen recíprocamente, perviven tan
que los enardecen y dominan; debemos indagar aún, empero, sólo como recuerdos una vez la concentración concluye y, si se les
por qué esas fuerzas se piensan en forma de tótem, es decir, en abandona a su suerte, devienen más y más febles pues, en ausencia
figura de animales y plantas. del grupo y de su actividad, el temperamento individual toma sin
Es porque tal animal o planta ha dado nombre al clan y es su dificultad las riendas... Pero esos mismos sentimientos se vuelven
emblema... [L]os sentimientos que algo nos produce espontáneamente más duraderos si los movimientos que los expresan se unen a algo
se adhieren a un símbolo que los representa... Pues somos incapaces perdurable. Esos objetos se los recuerdan y los reavivan, como si la
de considerar una entidad abstracta, que sólo podemos representar- causa que los despertó por vez primera continuase operando. Así
nos confusa y laboriosamente, como la fuente de los fuertes senti- pues, estos sistemas de emblemas, indispensables para que la socie-
mientos que experimentamos. No podemos explicárnoslos sino co- dad adquiera conciencia de sí misma, son igualmente imprescindi-
nectándolos con algún objeto concreto de cuya realidad seamos vívi- bles para asegurar la pervivencia de dicha conciencia [ibíd., 265].
damente conscientes... El soldado que muere por su bandera, muere
por su país; pero es un hecho que, en su propia conciencia, la bande- Suele creerse que Durkheim teorizó una estática de la organiza-
ra es lo primero... La suerte de un país no depende de que este o ción social, de estructuras que un sistema de valores ha fijado en un
aquel estandarte quede o no en manos del enemigo, mas el soldado sistema funcional; vale la pena recalcar cuán dinámica es su concep-
entrega su vida por recobrarlo. Pierde de vista el hecho de que la
ción. Los símbolos o, más cabalmente, el respeto hacia los símbolos
bandera es sólo un signo, sin otro valor que el de evocar la realidad
que representa; pero se actúa para con él como si fuese esa misma pauta la sociedad; pero sólo se les respeta si la participación ritual
realidad. los ha cargado de sentimientos, sentimientos que se debilitan y des-
Pues bien, el tótem es la bandera del clan. Por lo tanto, es natu- vanecen a menos que se renueven periódicamente. La religión, el
ral que las impresiones que el clan imprime en las mentes indivi- caso concreto aquí considerado, no es simplemente un cuerpo de

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creencias, sino de creencias sostenidas por prácticas rituales. Cuan-
do las prácticas cesan, las creencias pierden su valor emocional y En otros pasajes de la misma obra Durkheim dice:
devienen meros recuerdos, formas sin sustancia que con el paso del
tiempo pierden todo sentido y fenecen. Lo mismo puede decirse de Y no es únicamente en circunstancias excepcionales que esa acción
la creación de nuevos símbolos: dondequiera que un grupo se con- estimulante de la sociedad se hace sentir; no existe un momento de
nuestras vidas en que, por así decir, no recibamos del exterior alguna
gregue y centre su atención sobre un objeto que llegue a dar cuerpo corriente de energía... Porque su armonía moral con sus camaradas
a su emoción, nace un nuevo objeto sagrado: le otorga más confianza, valentía y arrojo en la acción [ibíd., 178].

Y así, hoy igual que ayer, vemos que la sociedad sacraliza constante- Hay ocasiones en que esa acción fortalecedora y vivificante de la
mente objetos antes ordinarios. Si se enamora de un hombre y cree sociedad es especialmente palpable. Inmersos en una reunión ani-
mada por una misma pasión somos susceptibles de vivir actos y
hallar en él las principales aspiraciones que la mueven, así como los
sentimientos de los que nuestras solas fuerzas no nos harían capa-
medios de satisfacerlas, lo elevará sobre los demás y, por decirlo así,
ces; y cuando la reunión acaba, y encontrándonos solos nuevamen-
lo deificará. La opinión pública lo investirá de una majestad idéntica
te, regresamos a nuestro nivel ordinario, podemos medir, y sólo en-
a la que nimba a los dioses... Y que la sociedad es la sola autora de esa
tonces, a qué altura nos hemos elevado por encima de nosotros mis-
suerte de apoteosis lo declara cuán a menudo consagra hombres que mos. La Historia abunda en ejemplos de este tipo. Basta pensar en
en modo alguno lo ameritan. La mera deferencia que inspiran los la noche del cuatro de agosto de 1789, en la que una asamblea se vio
hombres que ejercen elevadas funciones sociales no difiere en sus- inopinadamente arrastrada a un acto de abnegación y sacrificio que
tancia del respeto religioso. Lo expresan idénticos movimientos: ante todos y cada uno de sus miembros habían rehusado el día anterior
un alto personaje uno mantiene las distancias, se aproxima a él con y del que todos se mostraron asombrados al día siguiente [en tal
precaución y en la conversación emplea gestos y giros distintos de los fecha de la Revolución francesa nobles y plebeyos de los Estados
que suele cuando habla con mortales ordinarios... Generales abolieron el feudalismo]. Por este motivo toda facción,
La sociedad, además de hombres, consagra también objetos, es- sea política, económica o confesional, cuida de celebrar reuniones
pecialmente ideas. Si un pueblo comparte unánimemente una creen- periódicas en que sus miembros puedan revivir su fe común mani-
cia, entonces, por las razones que antes señalamos, prohibe tocarla, festándola juntos [ibíd., 241].
negarla o discutirla. Mas la proscripción de toda crítica es una inter-
dicción que, como cualquier otra, prueba la presencia de algo sagra- Esa energía emocional de procedencia social es, como señala
do. Incluso hoy, por grande que sea la libertad que mutuamente nos
concedemos, un hombre que negase absolutamente el progreso o Durkheim, un sentimiento de seguridad en sí mismo, de coraje para
hiciese befa del ideal humano que es caro a las sociedades modernas arrojarse a la acción, de audacia en la toma de iniciativas. Es una
produciría el efecto de un sacrilegio [ibíd., 243-244]. energía infusa de moralidad que hace al individuo sentirse no ya
bueno sino enaltecido y que sus actos le parezcan de la máxima
Efecto cardinal de los rituales es cargar de significación, y recar- importancia y valor. Durkheim observa asimismo que los grupos se
gar de renovados sentimientos de respeto, ciertos objetos simbóli- reúnen periódicamente para reavivar ese sentimiento —reiterando
cos; de tal venero los individuos abastecen su propia reserva. Esa la noción de que los sentimientos se disipan con el tiempo a menos
suerte de electricidad' que Durkheim adscribe metafóricamente al que una nueva experiencia de efervescencia colectiva los resucite.
grupo en estado de fogosa excitación se acumula en 'baterías', uno Sólo añadiré que ese sentimiento de energía emocional tiene un
de cuyos componentes es el símbolo, siendo el otro polo el indivi- poderoso efecto motivacional sobre los individuos; quien ha vivido
duo. La participación procura al individuo un tipo especial de ener- momentos como esos quiere repetir la experiencia.
gía que denominaré energía emocional: El postrer ítem de la lista de efectos del ritual es la moralidad.
Un individuo se siente moral cuando actúa con la energía obtenida
El hombre que ha obedecido a su dios y que por tal razón cree que dios de la apasionada experiencia del grupo. Y, de hecho, como Dur-
está con él afronta el mundo con confianza y se siente pletórico de
kheim construye su teoría de las instituciones humanas desde cero,
energía... Dado que la sociedad no puede existir sino en y por medio de
la conciencia individual, esa fuerza debe penetrarnos y organizarse sin asumir la preexistencia de creencia o estándar moral alguno,
dentro de nosotros; así deviene parte integral de nuestro ser y por ese implica consiguientemente que los rituales son la fuente de los cri-
mismo hecho éste [ser nuestro] se eleva y magnifica [ibíd., 242]. terios de moralidad del grupo. La exaltada experiencia de la inter-
subj etividad y la fuerza emocional vivida en los rituales del grupo es
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lo que genera la concepción de lo bueno; cuanto se le opone es el La relevancia de los rituales de interacción para la teoría
mal. Al transferirse a símbolos y objetos sagrados, el concepto de sociológica general
bien moral se imbrica con las creencias sobre seres religiosos, o sus
equivalentes seculares: El modelo de Durkheim aborda las cuestiones centrales de la teo-
ría social y sus implicaciones impregnan por completo la microso-
[N]o podemos dejar de sentir que esos [sentimientos de fortaleza ciología contemporánea. Planteada la cuestión básica '¿qué mantie-
aprobación social por haber cumplido con nuestro deber] provie-
ne unida a la sociedad?' su respuesta es el mecanismo, de intensidad
nen de una causa externa, pero cuyo origen y naturaleza no logra-
mos percibir. Por eso, de ordinario, la concebimos bajo la forma de variable, de los rituales sociales: la cohesión de una sociedad tiene el
un poder moral que, aunque inmanente en nosotros, representa en mismo calibre que la efectividad con que se ejecutan sus rituales y
nuestro interior algo distinto a nosotros mismos: eso es la concien- subsiste el lapso de tiempo que sus efectos están frescos en las mentes
cia moral... [ibíd., 242]. de la gente y reverberan en sus emociones. La cohesión de la socie-
Decimos que un objeto, sea individual o colectivo, inspira respeto dad varía de unos momentos a otros; pero la 'sociedad' que así se
cuando su representación mental está dotada de tal fuerza que au- conserva unida no es una unidad abstracta de un sistema social sino
tomáticamente causa o inhibe equis acciones al margen de toda con- justamente esos grupos de gente reunidos en lugares concretos que
sideración relativa a sus consecuencias, ya útiles o perniciosas. Cuan- sienten solidaridad recíproca por efecto de su participación ritual y
do obedecemos a alguien por motivo de la autoridad moral que le
reconocemos, seguimos sus opiniones no porque las juzguemos sa- afirma que Durkheim se limita solamente a repetir los argumentos tradicionales sobre
bias sino porque en la idea que nos formamos de esa persona hay los efectos homogeneizadores y bestializantes del triunfo de la turba sobre la superior
inmanente una cierta índole de energía física que avasalla nuestra racionalidad individual. Gran parte de la moderna sociología del comportamiento co-
voluntad y la inclina en la dirección indicada. El respeto es la emo- lectivo y de los movimientos sociales —como The Myth of the Madding Crowd (1991) de
ción que experimentamos cuando sentimos que sobre nosotros ac- McPhail— emplea ese modelo como término de contraste frente al que aportan eviden-
túa esa presión interior y totalmente espiritual... cia de que normalmente los individuos no se unen a una multitud en solitario sino en
La violencia misma con que la sociedad reacciona contra cual- pequeños núcleos de amigos que se brindan respaldo mutuo. En contra de esta crítica
hay que hacer tres consideraciones:
quier intento de disidencia, con el baldón o con la supresión material,
Primero, la aplicación a las masas del moderno análisis de redes no reduce la signi-
ayuda a reforzar su imperio mediante la manifestación en ese ardiente ficatividad de las influencias grupales sobre los individuos; simplemente sustituye un
arrebato de su convicción común [ibíd., 237-238; énfasis del original]. modelo de conducta grupa! por otro. Una mejor interpretación de los datos rezaría así:
los grupos primarios que forman la multitud favorecen y amplifican los efectos de ésta
Para Durkheim, que algo, aparte de su valor utilitario, posea valor al enfocar sobre ella su atención y su consonancia emocional. Entre las expresiones de
entusiasmo, o de cualquier otra emoción, del grupo mayor y las de los miembros de los
intrínseco, es la piedra de toque de la moralidad, y de lo sagrado. El grupos pequeños surge el flujo bidireccional de retroalimentación que es lo que confie-
respeto por los objetos sagrados, y por los sentimientos grupales que re a aquéllas la importancia que tienen para éstos. Puede decirse, pues, que los grupos
hay tras ellos, supera en valor a toda consideración meramente mun- pequeños entran en consonancia recíproca y que es así como conforman el grupo mayor.
Segundo, Durkheim no tacha de animalescas a las reuniones grupales ni considera
dana e individual de sus 'consecuencias útiles o perniciosas'. Todo bien que rebajen a los individuos a un nivel infrahumano. Al contrario, apunta que esas
puramente mundano se sacrifica a los sentimientos morales. Durkheim concurrencias son las ocasiones en que se crean y ponen en acción los ideales morales.
reelabora aquí su argumento sobre la solidaridad precontractual de La La vivencia de tales eventos es lo que hace que haya individuos heroicos, abnegados y
división social del trabajo: no es el propio interés lo que mantiene unida del más alto valor moral.
Tercero, la robinsonada de que el individuo racional existe antes que la experiencia
a la sociedad; más aún, sólo allí donde los intercambios utilitarios es- social y que, por lo tanto, las masas están formadas simplemente por individuos cuyo
tán engastados en una montura de solidaridad ritual puede darse al- nivel natural de racionalidad podría, o no, resultar menguado no es de recibo. Durkheim
se esfuerza por mostrar cómo los grupos forman y socializan a los individuos y cómo
gún grado de cooperación duradera en asuntos prácticos."
crean y les inculcan las concepciones que conforman su racionalidad.
Hay otro pequeño malentendido que deshacer: que Durkheim elige como objeto a
los aborígenes para calificarlos despectivamente de seres primitivos por debajo del
23. Quizá merezca la pena rebatir aquí algunas malinterpretaciones y prejuicios umbral de la racionalidad moderna. Por el contrario, Durkheim se centra en las con-
corrientes sobre el estilo argumentativo de Durkheim en Las formas elementales. En gregaciones aborígenes porque ponen de manifiesto nuestra común humanidad. Los
ocasiones se sostiene que su análisis de las emociones que surten en las concentra- procesos que destaca —el foco de atención y la emoción compartida que generan efer-
ciones grupales es una variante de la 'psicología de masas' de comienzos del siglo vescencia colectiva— son idénticos en sus líneas básicas a los que han operado a lo
XX, cuyo epítome es la obra Psicología de masas (1908) de Gustave le Bon; es decir, se
largo de toda la historia y continúan actuando todavía hoy.

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nace casi siempre de una cuestión de preeminencia entre ciertos
del simbolismo cargado emotivamente en los rituales. Toda la pobla- símbolos y los sentimientos sociales que encarnan. Esto implica
ción de Francia, los Estados Unidos o cualquier otro lugar que se que la explicación del conflicto social —que muchos otros teóricos
considere consiste en vesículas de solidaridad con grados diversos de y yo mismo sostenemos es el principal proceso estructurador de la
intensidad. Toda una población puede ser arrastrada ocasionalmente vida social, sobre todo en el nivel macro de las grandes estructuras
por una avenida de solidaridad nacional, pero se trata de un suceso (Collins 1975, Mann 1986-93)—, demanda una microsociología
bastante singular y de base ritual muy particular. durkheimiana de los rituales de interacción.
El modelo de Durkheim es, por tanto, enteramente compatible El mecanismo central de la TRI opera así: las ocasiones que
con el análisis de la estratificación y el conflicto grupal; de hecho, conjugan un alto grado de foco de atención compartido (esto es,
aporta mecanismos clave para explicar su funcionamiento. Refor- un nivel elevado de intersubjetividad) con un alto grado de conso-
mulemos la pregunta así: ¿qué mantiene unida a la sociedad como nancia emocional —mediante la sincronización corporal, fruto de
un patrón de grupos estratificados en conflicto? La respuesta senci- la mutua estimulación/excitación de los sistemas nerviosos de los
lla es que los rituales sociales, cuya operación crea o renueva la soli- participantes— producen tanto sentimientos de membresía adhe-
daridad interna de esos grupos; en los siguientes capítulos elaboraré ridos a símbolos cognitivos como energía emocional que los parti-
una versión más compleja de esta respuesta. Un factor de compleji- cipantes sienten y que les instila sentimientos de seguridad en sí
dad es que algunos grupos disponen de más recursos para realizar mismos, entusiasmo y deseo de que sus actos sigan la senda de lo
rituales que otros; esos grupos privilegiados se hacen así con símbo- que juzgan moralmente correcto. Esos instantes de altísima inten-
los más impactantes, que infunden más energía emocional a sus
sidad ritual constituyen experiencias insuperables. Tales momen-
miembros, y poseen una mayor solidaridad interna de la que pue-
tos supremos de la vida colectiva son los pasajes clave de la histo-
den servirse para tiranizar a los que tienen menos. Hilando fino en el
análisis de los procesos de estratificación y escrutando el interior del J ria, aquellos en que acontecen los sucesos significativos, tiempos
propio grupo congregado en torno a su participación ritual observa- que desgarran y trasponen viejas estructuras y configuran otras
remos a individuos privilegiados respecto a otros por su mayor proxi- nuevas. Como señala Durkheim, son momentos como la Revolu-
iII midad al centro del ritual. Para decirlo en pocas palabras, los ritua- ción francesa en el verano de 1789, momentos, podríamos añadir,
les tienen un doble efecto estratificador: discriminan entre incluidos como los sucesos clave del movimiento por los derechos civiles en
y excluidos de él y, dentro del ritual, entre líderes y seguidores; de ahí los años sesenta, el colapso de los regímenes comunistas en 1989 y
que sean los mecanismos clave, y podríamos decir que las armas 1991, o, con un grado de significación que sólo el futuro aquilata-
decisivas, en los procesos de conflicto y dominación. rá, la movilización nacional que los atentados del 11 de septiem-
Como bien arguyó Durkheim, la dimensión utilitaria o econó- bre de 2001 desencadenaron en los Estados Unidos. Todos los ci-
mica de la vida social no es su fundamento, pues ésta precisa de la tados son ejemplos de movilizaciones rituales a gran escala, pero
existencia previa de alguna solidaridad precontractual; los rituales podemos igualmente señalar casos a menor escala observando
ponen las bases de una situación de confianza social y aportan los arenas de acción social más pequeñas.
significados simbólicos compartidos imprescindibles para que pue- La TRI es una teoría de la dinámica social —no sólo de su
da celebrarse el intercambio económico. Mi argumento referido al estática. Muchos teóricos sociales suelen tildar al análisis ritual
conflicto social es análogo a éste: el conflicto no es la condición de conservador y acusarle de idolatrar las tradiciones legadas por
primordial de la vida social —la guerra hobbesiana de todos contra el pasado y privilegiar y ser parte del mecanismo que reproduce
todos—; analíticamente, deriva de la solidaridad social porque, real- una estructura social que se pretende sempiterna. Es innegable
mente, no es posible que un conflicto se active sin el mecanismo del que el análisis ritual ha servido a menudo a tales fines; y hasta
ritual social, que engendra las energías y alianzas de los partidarios teorías como la de Bourdieu, que combina a Durkheim y Marx,
de uno u otro bando, así como las armas más efectivas de domina- ven una imbricación del orden simbólico o cultural y del orden
ción del otro. Esos patrones de rituales sociales conforman también del poder económico que los reforzaría mutuamente; para Bour-
los objetivos del conflicto, aquello por que la gente pelea. El estalli- dieu, el ritual reproduce la cultura y, por ende, los campos econó-
do de un conflicto, el incidente que desencadena la lucha abierta,
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micos." Esta visión pasa por alto el poder transformador de la duales. Hay sucesos que rememoramos, que dan sentido a nuestra
movilización ritual. La experiencia ritual intensa crea objetos sim- biografía personal y que a veces motivan intentos obsesivos de re-
bólicos nuevos y genera energías que impulsan los mayores cam- petirlos: participar en un magno acontecimiento colectivo, como
bios sociales. El RI es un mecanismo de cambio; y en tanto haya una gran manifestación política; ser espectador de un instante im-
ocasiones potenciales de movilización ritual podrán sobrevenir, perecedero en la historia del espectáculo o del deporte; vivir una
de manera súbita y drástica, períodos de transformación. El ri- situación personal inolvidable, ya sea una experiencia sexual, un
tual puede ser repetitivo y, literalmente, conservador pero tam- acto de amistad que crea un vínculo imperecedero, o un ultraje
bién ofrece ocasiones para que el cambio se abra camino. humillante; embeberse en la atmósfera social de una farra alcohóli-
Aquí la TRI se sitúa en un término medio entre el posmodernis- ca o a base de drogas o de un éxito en el juego; verse arrastrado a
mo y teorías similares, que postulan que todo es flujo situacional de una agria discusión o a un acto violento. En esos momentos en que
significados e identidades, y las visiones culturalistas que creen en la conciencia alcanza un alto grado de focalización y la emoción
la existencia de unos guiones y repertorios fijos a los que repetida- compartida llega al súmmum, también las experiencias personales
mente se recurre. Lamont (2000: 243-244, 271) ha expresado bien pueden cristalizar en símbolos personales que perviven en repeti-
ese contraste mediante la evidencia que ha reunido de que hay «con- ciones simbólicas durante lapsos más o menos dilatados de nuestra
diciones culturales y estructurales que inducen a los individuos a vida. Hay experiencias formativas significativas que moldean a las
emplear más bien unos criterios de evaluación que otros». El argu- personas: cuando esas pautas se consolidan, tendemos a llamar-
mento es análogo al de la TRI, que lo articula e impulsa en el nivel las personalidades; cuando las abominamos, las llamamos adiccio-
microsituacional: las condiciones estructurales operativas consti- nes. Denominaciones que reifican con excesiva ligereza lo que es
tuyen ingredientes de los RI; los repertorios culturales son creacio- un incesante flujo de situaciones. El discurrir individual de una si-
nes de tipos concretos de RI, como hay otros que los llevan a des- tuación a otra que llamo CRI es una continua oscilación vertical de
aparecer. Uno de los temas principales de este libro son las condi- la intensidad de los RI; al cambiar la situación mudan también con-
ciones bajo las cuales el ritual opera en un sentido u otro. ducta, sentimientos y pensamientos. Tener una personalidad esta-
Los momentos de interacción ritual intensa no son episodios ble es mantenerse equilibrado a pesar del cambio, de situación a
señeros únicamente para los grupos, también para las vidas indivi- situación, de los tipos de RI que han de vivirse. La TRI retrata aquí
también la naturaleza dinámica de las vidas humanas y su poten-
cial de categóricos cambios de rumbo.
24. En este sentido, Bourdieu es un continuador de lo que llamo programa de 'bús- La TRI es una teoría de la motivación individual para migrar de
queda de códigos' del estructuralismo de Lévi-Strauss, por más que Bourdieu (1972/
1977) se ganase su reputación como teórico tomando a Lévi-Strauss por contraste para una situación a otra. Los individuos buscan EE y sienten las situa-
subrayar que en las contingencias de la vida ordinaria el capital simbólico se emplea ciones atrayentes o repulsivas de acuerdo con la cantidad de EE
siempre de manera práctica. Bourdieu evita el término 'código' y denomina liábitus' a que sus RI puedan proveerles. De esto puede derivarse una micro-
los componentes que los individuos interiorizan y lógica', 'principio' o 'campos' al macro-
patrón general. En obras posteriores Bourdieu adoptó nociones microsociológicas to-
sociología dinámica capaz de seguir el rastro a las situaciones y a la
madas de Goffman y los etnometodólogos, acentuó más la lógica de la 'práctica' y negó atracción o repulsión que ejercen sobre los individuos que entran
que la estructura general actúe por sí sola, al margen de los agentes humanos. Pero los en relación con ellas. Nótese el énfasis: el punto de partida analítico
efectos siguen estando preordenados estructuralmente. Para Bourdieu, cuando los in- es la situación y cómo ésta configura a los individuos; las situacio-
dividuos actúan la cultura (incluido su uso del lenguaje, vid. Bourdieu 1991) reprodu-
cen siempre con eficacia el mismo tipo de orden social estratificado o 'campo de poder nes generan y regeneran las emociones y los símbolos que dinami-
—de ahí que lo tilde de 'violencia simbólica', para subrayar su carácter de micro-ejem- zan a los individuos y los propulsan de una situación a otra.
plos de macro-dominación—; en otra variante terminológica llama al mismo, hecho La TRI es una psicología social integral, no sólo de las emocio-
lomología entre campos', concepto que traiciona el estructuralismo lévi-straussiano
del que procede. Una aplicación típica de esa línea argumentativa figura en Bourdieu nes y de la conducta situada, también de la cognición: los rituales
(2001), donde éste afirma que la lógica estructural profunda de la dominación de géne- generan símbolos; la vivencia de aquellos infunde estos en las men-
ro no ha variado desde el dominio masculino extremo de las tribus del Mediterráneo tes y memorias individuales. Los RI explican las diferencias de creen-
antiguo hasta las liberales sociedades occidentales de finales del siglo XX. Véase la
crítica a Bourdieu de Lamont y Lareau (1988), así como el debate entre el seguidor de cias, que, como han sostenido muchos teóricos y la investigación
Bourdieu, Lóic Wacquant (2002) y Anderson (2002), Dunier (2002) y Newman (2002). empírica ha probado (Swindler 1986, Lamont 2000), no son siem-

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,S, iMi

pre constantes sino que fluctúan con la situación. Lo que en este


respecto aporta la TRI a la teoría cultural contemporánea es la idea rarán niveles mayores o menores de solidaridad, respeto por los
de que lo que la gente cree que cree en un momento dado depende símbolos y energía emocional. La aplicabilidad de su modelo es
del tipo de RI que se da en su situación: las personas pueden sentir amplia: no se ajusta sólo a los grandes eventos colectivos religiosos
honrada y genuinamente las creencias que expresan, especialme o políticos, como mostrase el propio Durkheim, sino que asimismo
te en situaciones conversacionales que piden un alto grado de énfa- es pertinente, en la línea aplicada por Goffivan, en el ámbito de las
sis emotivo; pero eso no implica que actúen de acuerdo con esas situaciones cotidianas. Como intentaré mostrar en los capítulos si-
creencias o que las sientan con idéntica sinceridad en otras interac- guientes, disponemos de una noción cada vez más precisa de cómo
ciones cotidianas en que el foco ritual sea distinto. La TRI elucida aplicar la teoría del ritual de Durkheim a situaciones de la vida co-
en qué circunstancias las creencias, en función del aumento o dis- tidiana, merced a recursos como la teoría del pensamiento como
minución de su carga emocional, pierden o ganan relieve. La vida conversación interiorizada del interaccionismo simbólico de Mead,
cotidiana consiste en la experiencia de transitar a través de un enca- las actuales investigaciones sobre la conversación o las emociones,
denamiento de RI, cargando de significación ciertos símbolos y per- y la etnografía de la vida cotidiana. La vida social en su totalidad es
mitiendo que otros se desvanezcan. La TRI nos lleva hacia una teo- la totalidad de las situaciones que la gente vive a diario y estamos en
ría del flujo constante de la vida mental interior, hacia una explica- posesión de un modelo potente y de gran alcance que explica qué
ción tanto de la subjetividad como de la intersubjetividad. ocurrirá en esas situaciones. Una de las ramificaciones de esta mi-
Durkheim mantuvo que la conciencia individual es parte de la crosociología situacional concierne a la interiorización de la vida
conciencia colectiva; vale decir que el individuo se socializa desde social en la experiencia subjetiva individual: la sociología del pensa-
afuera, que lo socializa la experiencia social interiorizada. La mayo- miento y el sentimiento.
ría de los científicos sociales concuerdan en ello en lo tocante a la ¿Por qué no proseguir este programa teórico de investiga-
socialización infantil temprana. La TRI defiende que el argumento es ción hasta el final? Sus lealtades filosóficas vedan a algunos in-
válido para fases ulteriores: las experiencias interaccionáes por las telectuales internarse por esta senda: rechazan una teoría que lo
que pasamos a lo largo de nuestra vida nos socializan constantemen- explique todo y construyen argumentos que descartan la posibi-
te, aunque no de un modo homogéneo y unidireccional; solamente lidad de que una teoría de esta naturaleza pueda funcionar. Hay
los RI intensos generan la EE más potente y los símbolos más vívi- tradiciones metateóricas que se remontan a Max Weber y sus
dos, que son los únicos que se interiorizan. Contra lo que implican la predecesores neokantianos que sostienen que el dominio de la
teoría freudiana y otras que como ella destacan las experiencias de la ciencia social es el espacio de los sentidos y la libertad humanos
primera infancia, la socialización temprana no dura siempre; las EE —Geisteswissenschaft, por oposición a la Naturwissenschaft —,
y los sentidos simbólicos que no se reviven se marchitan. La TRI no un reino donde no rigen las explicaciones deterministas; pero
modela un autómata que, programado al comienzo de su vida, ejecu- sus argumentos no son concluyentes: intentan fijar por adelan-
ta perpetuamente el patrón que una vez le inculcaron; es una teoría tado, y por vía de definición conceptual, qué podemos descubrir
de la motivación momento-a-momento, situación-tras-situación. Sus y qué no siguiendo ciertas líneas de investigación. La teoría y la
ambiciones teóricas son muy altas: explicar lo que un individuo hará, investigación social se mueven pragmáticamente, siguen el tra-
sentirá, pensará y dirá en cualquier momento del tiempo. zado real de la historia intelectual; los filósofos y los metateóri-
En abstracto, tal ambición puede parecer desmesurada, pero cos no pueden dictar por decreto qué no seremos capaces de
pensemos en los grandes recursos teóricos disponibles para la em- explicar en el futuro.
presa. Tenemos la teoría durkheimiana, que aporta un modelo ex- El programa de la TRI consiste en aplicar a toda situación, a
plícito de cómo se producen los sentimientos de membresía grupal, toda emoción, a todo pensamiento, a toda subjetividad e intersubje-
los símbolos que expresan valores sociales y por medio de los tividad las herramientas intelectuales de que disponemos. La vida
que los ser humanos pensamos y las energías emocionales que ani- intelectual se vuelve una aventura apasionante cuando intentamos
man a los individuos. La teoría se plantea en términos de condicio- llegar tan lejos como nos sea posible. Sin duda hay mucha más EE
nes de fuerza variable, lo que permite prever qué situaciones gene- en esta exploración que en el terco intento de que no extendamos
nuestra comprensión más allá de los límites marcados por ciertos
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tabúes intelectuales. En cuanto empresa intelectual, la TRI es una CAPÍTULO 2
suma de representaciones simbólicas impulsada por su propia onda
de EE; otra versión intelectual de la misma efervescencia que im- EL MODELO DE FOCO COMÚN
primió su élan a Durkheim y su grupo de investigadores, a Goffman Y CONSONANCIA EMOCIONAL
y sus seguidores y, hoy, a los sociólogos contemporáneos de las emo-
ciones y de los procesos de la vida cotidiana. Mi intención con este
libro es mostrar algunos de los horizontes que se nos abren cuando
este movimiento intelectual pone proa al futuro.

El núcleo de un ritual de interacción es el proceso en que los parti-


cipantes desarrollan un foco de atención común y sus micro-ritmos
corporales y emociones entran en consonancia recíproca. Este capítu-
lo describe minuciosamente ese proceso sirviéndose de un modelo grá-
fico de su evolución en el tiempo: un sutil flujo de micro-sucesos gesta-
dos en un instante y que se disipan en lapsos de minutos, horas o días.
Los rituales se construyen a partir de combinaciones de ingredientes
que alcanzan variados grados de intensidad y resultan en distintos
montos de solidaridad, simbolismo y energía emocional (EE) indivi-
dual. El modelo nos permite examinar en detalle todas las partes del
proceso y ver qué variaciones y contingencias pueden ocurrir en ellas y
cómo inciden en sus resultados: hay muchas clases diferentes de con-
ciencia colectiva o intersubjetividad —tipos diversos de membresía
grupal, simbolismo y tonalidad emocional de la experiencia. Al final
propondré una teoría explicativa de cómo las variaciones de los RI
generan la incalculable diversidad de la vida social humana.
Las aportaciones empíricas de la microsociología actual, en par-
ticular de los estudios de la conversación verbal y de la sociología de
las emociones, sirven para reforzar en algunos puntos el modelo
teórico. Para ilustrar la utilidad del análisis teórico me valdré de
registros en vídeo de interacción natural humana: analizaré una
película documental que retrata a los bomberos y los transeúntes en
las calles de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, material bruto
que muestra vívidamente cómo ciertas condiciones de RI producen
efectos meramente momentáneos mientras que los de otras resul-
tan más duraderos.

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