Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Autor de correspondencia: Leonor Chacín-Bonilla. Instituto de Investigaciones Clínicas “Dr. Américo Negret-
te”, Facultad de Medicina, Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela. Correo electrónico: leonorbonilla42
@yahoo.com.
240 Chacín-Bonilla
mostraron la fase quística del parásito. Hu- La gran discrepancia entre la prevalen-
ber realizó la primera descripción del nú- cia de infecciones asintomáticas de E his-
mero y características de los núcleos de tolytica y la enfermedad se hizo cada vez
Entamoeba histolytica (25), pero Schaudinn más aparente y no era posible predecir la
desestimó el trabajo de este autor, que era aparición de disentería en portadores de
su alumno, y consideró que estos quistes quistes. Al parecer, no se le prestó mucha
pertenecían a otra especie que él mismo ha- atención a los hallazgos de Walker y Se-
bía observado y para la cual había propues- llards (40) que permiten apreciar la rela-
to el nombre de E. tetrágena; también dife- ción correcta entre la amiba y el hombre,
renció E. coli de la amiba hematófaga que actuando como comensal en la mayoría de
él llamó E. histolytica (34). Varios investiga- los casos. Por el contrario, se desencadenó
dores creyeron que los quistes pertenecían una gran controversia con respecto a la re-
a una nueva especie que llamaron E. tetrá- lación parásito-hospedador durante déca-
gena (35). Esta situación creó confusión, das. Así que en 1920 surgieron dos hipóte-
pero tal era la estatura científica de Schau- sis para tratar de explicar la poca correla-
dinn que su concenpto de que estos quistes ción entre la prevalencia de portadores de
cuadrinucleados correspondían a otra espe- quistes y de la amibiasis invasiva: 1. Dobell
cie diferente a E. histolytica permaneció in- planteó que E. histolytica era un parásito ti-
cuestionable durante más de una década. sular obligatorio, apareciendo la enferme-
Elmassian acuñó el nombre E. minuta para dad sólo cuando el hospedador perdía la ha-
los trofozoítos que él observó asociados con bilidad de tolerar al parásito (3). 2. Kuenen
los quistes de cuatro núcleos (36). Craig, y Swellengrebel consideraron a E histolytica
en 1905, consideró que Councilman y La- como una amiba comensal que bajo el efec-
fleur (32) tenían prioridad para el nombre to de algún estímulo podía invadir los teji-
que ellos le habían asignado a la amiba y dos con pérdida de su capacidad para pro-
que el nombre correcto debía ser E. dysen- ducir quistes y propagar la especie (4). Los
teriae (37). Así que debido a esta controver- dos conceptos diferían básicamente en el
sia en terminología, para 1910 existían cua- estado de los portadores de quistes; según
tro nombres: E. dysenteriae, E. tetrágena, E. la escuela de Dobell se trataba de un estado
minuta y E. histolytica para lo que poste- de enfermedad, mientras que según los co-
riormente se consideró como una entidad mensalistas no necesariamente era el caso.
única. El último término sobrevivió y el Las escuelas americanas e inglesas eran se-
nombre aceptado para el parásito es Enta- guidoras de la hipótesis de Dobell, mientras
moeba histolytica (34). que los comensalistas estaban prácticamen-
Walker demostró que los nombres E. te confinados al continente europeo.
tetrágena y E. minuta se referían a diferen- Brumpt, en 1925, planteó la tercera hipóte-
tes fases de E. histolytica (38, 39). El expe- sis. Consideró que existen tres especies de
rimento clásico de Walker y Sellards en Ma- amibas en el hombre que producen quistes
nila demostró en forma concluyente, por cuadrinucleados: E. hartmanni con quistes
primera vez, que el hombre podía ser infec- menores de 10 u y dos especies morfológi-
tado con los quistes de E. histolytica y desa- camente idénticas cuales son: E. dispar, es-
rrollar la enfermedad. Sin embargo, estos pecie no patógena y E. dysenteriae, especie
experimentos demostraron que la infección patógena que podía ocasionar infecciones
con esta amiba no necesariamente resulta asintomáticas (5). Aunque esta hipótesis es
en enfermedad y que la mayoría de las in- la que mejor describe la relación parási-
fecciones son asintomáticas (40). to-hospedador de acuerdo a los conceptos
dad para diferenciar las infecciones actua- mite un diagnóstico confiable de la amiba,
les de las pasadas lo que dificulta un diag- un manejo adecuado de los pacientes y la
nóstico clínico (23, 108). Sin embargo, una selección correcta de aquéllos que requie-
reacción serológica fuertemente positiva es ren la terapia específica (89).
altamente sugestiva de una amibiasis invasi-
va presente. De estas pruebas, ELISA es la IMPLICACIONES EPIDEMIOLÓGICAS
más usada en los laboratorios de diagnósti-
co. Este método es fácil de realizar y se La diferenciación de E. histolytica, E.
considera que es suficiente para fines clíni- dispar y E. moshkovskii en humanos, a tra-
cos, especialmente para el diagnóstico de vés de la caracterización molecular, en la
AHA. También es útil para la evaluación de última década del siglo XX (13) condujo a
la amibiasis intestinal y extraintestinal en la necesidad de reevaluar la epidemiología
los casos en que se sospeche y las amibas de la amibiasis en relación a la prevalencia
no son detectadas en el examen coprológi- y morbilidad en la población mundial, espe-
co (108). Se ha demostrado que un kit co- cialmente en las áreas con alta endemici-
mercial de microtitutación por ELISA (LMD dad. La mayoría de los datos existentes en
Laboratories Inc. Carisbad, CA, USA) tiene la literatura se obtuvieron mediante méto-
una sensibilidad de 97,9% y una especifici- dos incapaces de distinguir estas tres espe-
dad de 94,8% para la detección de anticuer- cies. Además, para complicar la situación
pos a E. histolytica en pacientes con AHA existen amibas intestinales similares morfo-
(109). La técnica de ELISA es útil en el la- lógicamente a E. histolytica como E. hart-
boratorio clínico ya que no da reacciones manni y E. polecki, esta última es un parási-
cruzadas con otros parásitos (63, 110-114). to de cerdos y monos y no es muy frecuente
en el hombre; en nuestra región se ha re-
Tratamiento portado en 8 ocasiones en humanos
El advenimiento de las técnicas mole- (117-120). La mayoría de las encuestas rea-
culares no solo ha representado un gran lizadas en el mundo antes de 1955, no reco-
avance en el diagnóstico clínico de la ami- nocían E. hartmanni como una entidad se-
biasis, sino también en la selección adecua- parada (48-51) y aun después de esa fecha
da de los pacientes que deben recibir trata- ha sido muy poco reportada en países en
miento antiamibiano. En áreas endémicas, vías de desarrollo, tal es el caso de Venezue-
la conducta clínica es tratar todos los pa- la. Sin embargo, se ha demostrado que esta
cientes infectados, con o sin manifestacio- especie está ampliamente distribuida, lo
nes clínicas, para evitar que los portadores cual sugiere que es diagnosticada como E.
de quistes asintomáticos sirvan como fuen- histolytica. Nosotros hemos demostrado que
tes de infección para otros individuos. Esta E. hartmanni es común en la región en es-
conducta terapéutica determina el uso ina- tudios realizados desde 1976, usando técni-
decuado de drogas antiamibianas en pa- cas de tinción y concentración (121-128).
cientes infectados con E. dispar y E. mosh- En nuestra experiencia, es posible que por
kovskii y el uso indiscriminado de estas dro- su pequeño tamaño no sea detectada a me-
gas contra E. histolytica lo cual pudiera de- nudo en exámenes de heces al fresco o en
terminar la aparición de razas resistentes al material concentrado, o si se detectan los
tratamiento (115,116). La aplicación de las rasgos morfológicos pueden ser tan indis-
técnicas moleculares en el laboratorio clíni- tinguibles que dificulta el diagnóstico espe-
co para detectar el ADN de E. histolytica en cífico. El uso de una preparación teñida y
muestras de heces o absceso hepático per- un micrómetro ocular elimina estas fuentes
10,8% para E. histolytica y 4,4% a 7,8% para En el laboratorio clínico se deben utili-
E. dispar (132, 133). zar las técnicas moleculares para detectar
De estos datos epidemiológicos surgen E. histolytica en muestras fecales y de abs-
preguntas sin responder en relación a la vi- ceso hepático, lo cual ayudaría al médico
rulencia del parásito. Como por ejemplo, clínico en el diagnóstico correcto de la ami-
por qué solo el 10% de los infectados desa- biasis y a la selección adecuada de los pa-
rrollan la enfermedad y por qué la morbili- cientes que ameritan la terapia antiamibia-
dad está restringida en la mayoría de los ca- na y así se evitarán los tratamientos innece-
sos al intestino (89). La existencia del pará- sarios en pacientes con infecciones debidas
sito como comensal en el 90% de los infec- a otras especies de Entamoeba.
tados (64) sugiere que estos individuos al- Las técnicas moleculares, incluyendo
bergan organismos no patógenos o que las la PCR convencional y la PCR en tiempo
condiciones del hospedador no permiten real, que se han desarrollado para la detec-
que las amibas se conviertan en virulentas. ción y diferenciación de E. histolytica, E.
La observada heterogenicidad en viru- dispar y E. moshkovskii han conducido a la
lencia entre las razas de E. histolytica, que reevaluación de la epidemiología de la ami-
pudiera determinar la habilidad de una raza biasis en algunos países. Sin embargo, es
para causar amibiasis invasiva ha estimula- necesaria la aplicación global de estos estu-
do los estudios epidemiológicos molecula- dios, en especial en áreas de alta endemici-
res para determinar si algunas razas son dad. En los estudios epidemiológicos de E.
mas propensas que otras para causar enfer- histolytica, es necesario el análisis del poli-
medad. El análisis del polimorfismo existen- morfismo lo cual es una estrategia promiso-
te en E. histolytica en áreas endémicas es ria para determinar la distribución de gru-
importante para estudios de distribución pos o razas relevantes epidemiológicamente
geográfica del parásito (134, 135), detec- en el mundo. Es necesario continuar los es-
ción del modelo de transmisión de las ra- tudios de epidemiología molecular para de-
zas, así como para predecir el riesgo a la terminar si algunas razas de E. histolytica
enfermedad amibiana en una población. son mas propensas que otras para causar
enfermedad, dada la variedad en virulencia
PERSPECTIVAS FUTURAS de ellas.
Debido a la observación de que E. dis-
Como espectadores y partícipes del par es más común que E. histolytica, la
campo de investigación de la amibiasis, vis- identificación en aumento de E. moshkovs-
lumbramos un futuro muy interesante y kii en humanos, la asociación de E. dispar y
promisorio para esta parasitosis. La aplica- E. moshkovskii con síntomas en algunos es-
ción de la moderna tecnología de la biolo- tudios y el polimorfismo genético de estas
gía molecular en el diagnóstico de E. his- dos especies, es recomendable el diagnósti-
tolytica, conducirá a una mejor compren- co y tipeaje simultáneos de estas especies
sión de su compleja epidemiología, del pro- en los estudios clínicos y epidemiológicos
blema de salud pública que representa la de la amibiasis.
amibiasis y las estrategias preventivas y de Con la aplicación de las diversas técni-
control adecuadas para la infección. Estas cas modernas basadas en la biología mole-
medidas, al parecer, han sido inefectivas ya cular, se han hecho grandes avances en el
que la morbilidad y mortalidad ocasionadas conocimiento de la amibiasis. Mientras más
por la amibiasis han persistido, a pesar de se estudie y se conozca la biología molecu-
la existencia de terapia específica efectiva. lar de E. histolytica, mayor será el potencial
16. Clark CG, Diamond LS. The Laredo strain 29. Kartulis S. Einiges über die pathogenese
and other Entamoeba histolytica-like amoe- der dysenterieamöben. Zbl Bakt (abt. 1)
bae are Entamoeba moshkovskii. Mol 1891; 9:365-369.
Biochem Parasitol 1991; 46:11-18. 30. Kartulis S. Ueber tropische leberabscesse
17. Haque R, Ali IK, Clark CG, Petri WA Jr. und ihr verhältniss zur dysenterie.
A case report of Entamoeba moshkovskii Virchows Arch Pathol Anat Phisiol 1889;
infection in a Bangladeshi child. Parasitol 118:97-102.
Int 1998; 47:201-202. 31. Kartulis S. Gehirabscesse nach
18. Ali IK, Hossain MB, Roy S, Ayeh-Kumi dysenterischen leberabscessen. Zbl Bakt
PF, Petri WA Jr, Haque R, Clark CG. 1904; 37:527-530.
Entamoeba moshkovskii infections in chil- 32. Councilman WT, Lafleur HA. Amebic dys-
dren, Bangladesh. Emerg Infect Dis 2003; entery. Johns Hopkins Hosp Report 1891;
9:580-584. 2:395-548.
19. Parija, SC, Khairnar K. Entamoeba 33. Quincke HI, Roos E. Ueber amoeben-en-
moshkovskii and Entamoeba dispar-associ- teritis. Wien Med Wchnschr 1893; 30:
ated infections in Pondicherry, India. J 1089-1094.
Health Pop Nutr 2005; 23:292-295. 34. Schaudinn F. Untersuchungen über die
20. Fotedar R, Stark D, Beebe N, Marriott D, Fortpflanzung einiger Phizopoden. Arb
Ellis J, Harkness J. PCR detection of GesundhAmt 1903; 19: 547-561.
Entamoeba histolytica, Entamoeba dispar, 35. Hartmann M. Eine neue Dysenterieamöbe,
and Entamoeba moshkovskii in stool sam- Entamoeba tetrágena (Viereck) syn:
ples from Sydney, Australia. J Clin Entamoeba africana (Hartmann). Arch
Microbiol 2007; 45:1035-1037. Schiffs-u Tropen Hyg 1908; 5:117-127.
21. Tanyuksel M, Ulukanligil M, Guclu Z, 36. Elmassian M. Sur une nouvelle espéce
Araz E, Koru O, Petri W A Jr. Two cases amibienne chez l´homme, Entamoeba
of rarely recognized infection with minuta sp. nov. Zbl Bakt I Abt Orig 1909;
Entamoeba moshkovskii. Am J Trop Med 52:335-351.
Hyg 2007; 76:723-724. 37. Craig CF. Observations upon amebas in-
22. Huston CD, Petri WA Jr. Amebiasis: clini- fecting human intestine, with description
cal implications of the recognition of of two species, Entamoeba coli and
Entamoeba dispar. Curr Infect Dis Rep Entamoeba dysenteriae. Am Med 1905; 9:
1999; 1: 441-447. 854-936.
23. Gathiram V, Jackson TF. A longitudinal 38. Walker EL. The parasitic amoebae of the
study of asymptomatic carriers of patho- intestinal tract of man and other animals.
genic zymodemes of Entamoeba J Med Res 1908; 17: 379-459.
histolytica. S Afr Med J 1987; 72:669-672. 39. Walker EL. A comparative study of the
24. Elsdon-Dew R. The epidemiology of amoebae in the Manila water supply, in the
amoebiasis. Adv Parasitol 1968; 6:1-62. intestinal tract of healthy persons, and in
25. Anderson HH, Bostick WL, Johnstone amoebic dysentery. Philipp J Sci 1911;
HG. Amebiasis. 1st Ed. Springfield (Ill): 6:259-279.
Charles C Thomas Publisher; 1953, p 3-11. 40. Walker EL, Sellards AW. Experimental
26. Lösch F. Massenhafte Entwickelung von entamoebic dysentery. Philipp J Sci 1913;
amöben in Dickdarm. Virchows Arch 8:253-331.
Pathol Anat Phisiol 1875; 65:196-211. 41. Jackson TF, Suparsad S. Zymodeme sta-
27. Kartulis S. Ueber riesen amöben bei bility of Entamoeba histolytica and E.
chronischer darmentzündung. Virchows dispar. Arch Med Res 1997; 28:304-305.
Arch Pathol Anat Phisiol 1885; 99:145-150. 42. Jackson TF, Gathiram V, Simjee AE.
28. Kartulis S. Zur aetiologie der dysenterie in Seroepidemiological study of antibody re-
Aegypten. Virchows Arch Pathol Anat sponses to the zymodemes of Entamoeba
Phisiol 1886; 105: 521-531. histolytica. Lancet 1985; i:716-719.
43. Strachan WD, Chiodini PL, Spice WM, 56. Goldman M, Cannon LT. Antigenic analy-
Moody AH, Ackers JP. Immunological dif- sis of Entamoeba histolytica by means of
ferentiation of pathogenic and nonpatho- fluorescent antibody. V. Comparison of 15
genic isolates of E. histolytica. Lancet strains of Entamoeba, with information on
1988; i:561-563. their pathogenicity to guinea-pigs. Am J
44. Stauffer W, Ravdin JI. Entamoeba Trop Med Hyg 1967; 16:245-254.
histolytica: an update. Curr Opin Infect 57. Neal RA, Johnson P. The virulence to rats
2003; 16:479-485. of five Entamoeba histolytica-like strains
45. Von Prowazek S. Weiterer Beitrag zur capable of growth at 25°C and attempts to
Kenntnis der Entamöben. Arch Protistenk discover similar strains. Parasitology 1968;
1912; 26:241-254. 58:599-603.
46. Brumpt E. Précis de Parasitologie. 58. Richards CS, Goldman M, Cannon LT.
Sixiéme Ed. Paris: Masson et Cie Publish- Cultivation of Entamoeba histolytica and
ers; 1949, p 1-32. Entamoeba histolytica-like strains at re-
47. Sapero JJ, Hakansson EG, Louttit CM. duced temperature and behaviour of the
The occurrence of two significantly dis- amoebae in diluted media. Am J Trop Med
tinct races of Entamoeba histolytica. Am J Hyg 1966; 15:648-655.
Trop Med 1942; 22:191-208. 59. Clark CG, Diamond LS. Intraspecific vari-
48. Burrows RB. Entamoeba hartmanni. Am J ation and phylogenetic relationschip in the
Hyg 1957; 65:172-188. genus Entamoeba as revelated by
49. Burrows RB. Morphological differentiation riboprinting- J Eukayot Microbiol 1997;
of Entamoeba hartmanni and E. polecki 44:142-154.
from E. histolytica. Am J Trop Med Hyg 60. Gathiram V, Jackson TF. Frequency dis-
1959; 8:583-589. tribution of Entamoeba histolytica
50. Freedman L, Elsdon-Dew R. Size variation zymodemes in a rural South African popu-
in Entamoeba histolytica. Nature 1958; lation. Lancet 1985; i:719-721.
181:433-434. 61. Ravdin JI, Jackson TF, Petri WA Jr,
51. Goldman M, Carver RK, Gleason NN. An- Murphy CF, Ungar BLP, Gathiram V,
tigenic analysis of Entamoeba histolytica Skilogiannis J, Simjee AE. Association of
by means of fluorescent antibody. II. E. serum antibodies to adherence lectin with
histolytica and E. hartmanni. Exper invasive amebiasis and asymptomatic in-
Parasitol 1960; 10:366-388. fection with pathogenic Entamoeba
52. Dreyer DA. Growth of a strain of histolytica. J Infect Dis 1990; 162:768-772.
Entamoeba histolytica at room tempera- 62. Stamm WP, Ashley MJ, Bell K. The value
ture. Texas Rep Biol Med 1961; 19:393- of amoebic serology in an area of low
396. endemicity. Trans R Soc Trop Med Hyg
53. Goldman M, Gleason NN, Carver RK. An- 1976; 70:49-53.
tigenic analysis of Entamoeba histolytica 63. Tanyuksel M, Petri WA Jr. Laboratory di-
by means of fluorescent antibody III. Reac- agnosis of amebiasis. Clin Microbiol Rev
tions of the Laredo strain with 5 anti- 2003; 16:713-729.
histolytica sera. Am J Trop Med Hyg 1962; 64. Gatti S. Swierczynski G, Robinson F,
11:341-346. Anselmi M, Corrales J, Moreira J,
54. Bragg PD, Reeves RE. Pathways of glucose Montalvo G, Bruno A, Mascrati R, Bisoffi
dissimilation in the Laredo strain of Z, Scaglia M. Amebic infections due to the
Entamoeba histolytica. Exp Parasit 1962; Entamoeba histolytica- Entamoeba dispar
12:393-400. complex: a study of the incidence in a re-
55. Entner N, Most H. Genetics of mote rural area of Ecuador. Am J Trop
Entamoeba: Characterisation of two new Med Hyg 2002; 67:123-127.
parasitic strains which grow at room tem- 65. Haque R, Ali IM, Sack RB, Farr B M,
perature (and at 37°C). J Protozool 1965; Ramakrishnan G, Petri WA Jr. Amebiasis
12:10-13. and mucosal IgA antibody against the