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Los autores clásicos como, por ejemplo, Virgilio, nos hablan de los amores de
Selene con el dios Pan, en términos idílicos y líricos: "Gracias la regalo que
te hizo de un vellocino blanco como la nieve, Pan, el dios de la Arcadia, te
sedujo, ¡oh Luna! Te sedujo llamándote para que fueses al fondo de los bosques.
Y tú no desdeñaste a aquel que te llamaba".
Urano no quería tener descendencia, por miedo a ser desplazado de sus dominios,
y, mientras pudo, mantuvo ocultos, casi como prisioneros, a todos sus
descendientes más directos. Obligó a Gea/Tierra a retenerlos en su vientre y a
que no vieran la luz del día. Sin embargo, y a causa de una desavenencia entre
ambos, Gea/Tierra permitió que salieran y se unió a ellos para luchar contra
Urano. Cuentan las leyendas que Cronos, sirviéndose de una hoz fabricada con
diamantes que le entregó su madre, mutiló de tal forma a Urano -le cortó los
órganos genitales y los arrojó al mar- que, al momento, la sangre de éste regó
la Tierra y así tuvo lugar el nacimiento de las Erinias, los Gigantes, los
Cíclopes... La parte arrojada al mar formaría una espuma de la que nacería la
diosa del amor, la bella Afrodita/Venus.
PONTO
Además de Ponto, también formaba parte de los elementos del mundo visible, el
Eter. Por lo general, al Eter no se le conoce leyenda propia, pero todos los
narradores de mitos lo asocian a esa porción de espacio superior que envuelve la
inmensidad del cosmos. Se le reconoce como dador de vida de las denominadas
"abstracciones". Y, así, sería el progenitor de la Venganza, la Astucia, el
Terror, la Verdad, la Mentira, el Orgullo, la Ira...
En cuanto a las Montañas, Estrellas y Ríos, como elementos del mundo visible,
puede afirmarse que forman parte esencial de la mitología. Baste hablar, al
respecto, del Olimpo, asentado en la cima de la más utópica de las Montañas, del
monte Cirene, de las Montañas de la región fabulosa de Arcadia, los montes de
Nisa, poblados de hermosas ninfas, etc. De las Estrellas, todos los narradores
de mitos hablan y las reconocen y nombran; recordemos a las Pléyades y a su
perseguidor Orión, por ejemplo. Los Ríos forman parte, ya, de toda
personificación mítica y la lista de tales elementos del mundo visible sería
interminable. Baste recordar algunos, como el Aqueronte, el Stix -también
conocido popularmente con el nombre de laguna Estigia- y el río de los Gemidos.
Los clásicos romanos consideraban a Selene/Luna como una deidad y, su culto, fue
introducido en tiempos de Zatius, rey de los sabinos. Cuentan las narraciones de
la época que este monarca declaró la guerra a los romanos cuando éstos raptaron
a las mujeres sabinas; se trata del legendario episodio conocido como el "rapto
de las sabinas".
El ritual utilizado por los romanos para adorar a una luminaria como la Luna no
fue copiado de pueblo alguno anterior a ellos, lo que prueba su originalidad.
Sin embargo, y con el transcurso del tiempo, el culto a la diosa fue
debilitándose. La misma Luna, en cuanto deidad, fue confundiéndose, hasta llegar
a identificarse, con deidades de la categoría de Artemisa/Diana.
Todo ello indica, cuando menos, que interesó más Selene/Luna como astro que como
deidad merecedora de culto. Y, así, el culto a la Luna, en cuanto luminaria, fue
descrito por el propio Virgilio que, además, se ocupó de describir los eclipses
y fases lunares. Se la denominaba con el epíteto "Noctiluca" que significaba "la
que luce durante la noche" y, por lo demás, tenía erigidos templos en el
Palatino y en el Aventino. Los ciudadanos se turnaban para atender el culto de
la luminaria Luna, y tenían la obligación de cuidar que el candil que ardía en
el interior de los citados templos mantuviera su llama avivada siempre. La
tradición popular explica que los templos consagrados a la Luna no tenían que
estar recubiertos, sino a cielo abierto. De este modo, podía hacerse visible la
luminaria todas las noches y, al propio tiempo, comprobar que en los templos
levantados en su honor seguía alumbrando la llama vivificadora.
SELENE/LUNA EN EL ARTE
Lugares hubo, también, que contaron con altares de mármol para rendir culto a la
deidad de Selene. En el puerto de Laconia, por ejemplo, aparecieron
inscripciones que daban cuenta, una vez descifradas, de la existencia de
sacerdotes dedicados al culto de Selene.
HELIOS/SOL
UN LECHO DE ORO
Se decía, por ejemplo, que Helios/Sol recorría aquel extraño camino recostado en
una barca que contenía un lecho de oro con alas fabricado por el mismísimo
Hefesto. Allí se recostaba cuando ya el día tocaba a su fin y, mientras dormía,
era transportado desde occidente hasta oriente. En su camino atravesaba por un
hermoso país habitado por hombres piadosos y buenos que siempre tenían cerca al
Sol -incluso en invierno los acompañaba- y, por eso mismo, se les conocía con el
epíteto de los "Etiópicos", voz que significa "quemados por el Sol". Cuentan las
leyendas que esta especie de hombres era la más querida por todos los dioses y
que siempre se hallaban presentes en festines y banquetes, lo cual era símbolo
de abundancia y fecundidad. Así, se asociaba a Helios/Sol con la fertilidad y la
fecundidad, pues de él provenían la luz y el calor necesarios para que la tierra
dejara de ser yerma y se nutriera y vivificara.
También Helios/Sol era reconocido por los clásicos como una deidad que todo lo
veía desde su privilegiada situación. Homero lo llamaba el vigilante de los
dioses y de los hombres. Recordase, al respecto, el relato mítico de Ares y
Afrodita, cómo Helios vio que se amaban y se lo comunicó a Hefesto -esposo de la
diosa-, de lo cual ha quedado constancia en la iconografía de algunos afamados
artistas, tales como Velázquez, por ejemplo, que muestra la fuerza del mito
aludido en la "Fragua de Vulcano".
GOTAS DE AMBAR
Las palabras de Helios/Sol eran una clara acusación contra el rey del Olimpo
quien, sin embargo, tomó la decisión de intervenir para que los humanos pudieran
seguir viviendo sobre la faz de la Tierra. Y, así, ordenó a Helios/Sol que
cumpliera con el deber de alumbrar a la Tierra y sus moradores.
Todas las leyendas míticas coinciden en afirmar que el Sol no es una deidad que
tenga poder por sí misma. Siempre tiene que recurrir a otras divinidades para
que le hagan justicia o para rogarles que le ayuden. Por lo general, siempre se
dirige al propio Zeus, padre de los dioses y de los hombres y rey del Olimpo. En
el relato que Homero hace de las vacas del Sol se ve con claridad cómo el
brillante astro reclama ayuda a Zeus. Lo cierto es que Helios/Sol poseía unos
rebaños de bueyes que nunca aumentaban ni disminuían, pues ni morían ni se
reproducían. También tenía un rebaño de ovejas que le producía una lana de
inigualable lustre. Los animales pastaban con entera calma en los ricos prados
de la Isla del Sol. Pero, un aciago día, el mar embravecido hace arribar a la
isla a Odiseo y sus compañeros. El hambre había hecho mella en la fortaleza de
aquellos hombres y, aunque Odiseo les había prohibido tocar un animal de
aquéllos, sin embargo, y aprovechando la ausencia del héroe de Itaca, que había
ido a reconocer la isla, todos se dejaron convencer por el compañero Euríloco y
comieron los mejores animales del rebaño de Helios/Sol.
EL INFORTUNIO
"Oíd mis palabras, compañeros -decía Euríloco-. Todas las muertes son odiosas a
los infelices mortales, pero ninguna es tan mísera como morir de hambre y
cumplir de esta suerte el propio destino. ¡Ea!, tomemos las más excelentes de
las vacas del Sol y ofrezcamos un sacrificio a los dioses que poseen el
anchuroso cielo. Si conseguiremos volver a Itaca, la patria tierra, erigiríamos
un templo al Sol, hijo de Hiperión, poniendo en él muchos y preciosos
simulacros. Y si, irritado a causa de las vacas de erguidos cuernos, quisiera el
Sol perder nuestra nave y lo consienten los restantes dioses, prefiero morir de
una vez, tragando el agua de las olas, a consumirme con lentitud en una isla
inhabitada. "Así habló Euríloco y aplaudiéronle los demás compañeros.
Seguidamente, habiendo echado mano a las más excelentes vacas del Sol, que
estaban allí cerca -pues las hermosas vacas de retorcidos cuernos y ancha frente
pacían a poca distancia de la nave de azulada proa-, se pusieron a su alrededor
y oraron a los dioses, después de arrancar tiernas hojas de una alta encina,
porque ya no tenían blanca cebada en la nave de muchos bancos. Terminada la
plegaria, degollaron y desollaron las reses; luego cortaron los muslos, los
pringaron con gordura por uno y otro lado y los cubrieron de trozos de carne, y
como carecían de vino que pudiesen verter en el fuego sacro, hicieron libaciones
con agua mientras asaban los intestinos". Inmediatamente el Sol, con el corazón
airado, habló de esta guisa a los inmortales: ¡Padre Zeus, bienaventurados y
sempiternos dioses! Castigad a los compañeros de Odiseo pues, ensoberbeciéndose,
han matado mis vacas, y yo me holgaba de verlas así al subir al estrellado
cielo, como al volver nuevamente del cielo a la Tierra. Que si no se me diere la
condigna compensación por estas vacas, descenderé a la morada de Hades y
alumbraré a los muertos.
Y Zeus, que amontonaba las nubes, le respondió diciendo: ¡Oh Sol! Sigue
alumbrando a los inmortales y a los mortales hombres que viven en la fértil
tierra, pues yo despediré el ardiente rayo contra su velera nave y la haré
pedazos en el vinoso ponto".
HELIOS/SOL EN EL ARTE
LOS ASTROS
En los primeros siglos de nuestra era se concedió a los astros un poder y una
fuerza inigualables. Las mejores composiciones para describir sus cualidades
nacieron entonces y, su transcripción es como sigue:
"Sol grande y bueno, que te asientas en el centro del cielo y regulas, como una
perfecto jefe, el mundo y las cosas, que haces que el fuego de las otras
estrellas permanezca siempre avivado y que su destello tenga las justas
proporciones de luz....
Y tú, Luna, que te hallas situada en la región más baja del cielo y, sin
embargo, resplandeces de mes en mes, siempre nutrida por los rayos del Sol; que
con tu augusto brillo perpetúas las simientes generadoras de vida y fértiles...
Y tú, Saturno, que estás en el extremo del cielo y te mueves de manera pausada e
indolente...
Y, por último, vosotros, Mercurio y Venus, que sois los más fieles compañeros
del Sol.
ZODIACO
Está compuesto por diversas zonas que, por sí mismas, tienen un claro
significado emblemático. Es el Zodiaco, por tanto, un conjunto de símbolos y, de
la mutua relación entre ellos nace su riqueza interpretativa y simbólica. El
número de zonas -doce- es ya de por sí significativo, pues el doce está
considerado como un número perfecto. Cada uno de esos espacios se corresponde
con las doce constelaciones. De entre éstas, las que marcan los tiempos fuertes
de la carretera solar serían: Leo, Acuario, Tauro y Escorpión.
La importancia del Zodiaco es más bien simbólica que mítica y, desde muy
antiguo, sus símbolos cósmicos han sido fuente y en la que han bebido psicólogos
y caracterólogos para lucubrar sobre determinados aspectos -tanto psíquicos como
físicos- de la personalidad.
El Carnero, que era el nombre del animal mítico que se inmoló en honor del rey
del Olimpo y que dio lugar a los legendarios hechos del "Vellocino de Oro". El
Toro, aparece relacionado con el pasaje mitológico en el que Zeus se transforma
en toro para raptar a la bella Europa. Los Gemelos personifican a los célebres
hermanos gemelos Cástor y Pólux, también llamados Dióscuros, que participaron en
la expedición de los Argonautas. Cáncer llevaba este nombre en memoria de
aquella hazaña realizada por el héroe Hércules, cuando se dispuso a matar a la
Hidra de Lerna, uno de los monstruos que la diosa Hera había criado. La
tradición mítica explica que la astuta diosa había enviado también un cangrejo
gigante para que ayudara a la Hidra en su lucha contra Hércules.
El León recuerda al "León de Nemea" que también fue vencido por Hércules y le
arrancó la piel. La leyenda mitológica dice que, después de su muerte, fue
transformando en la constelación de Leo. Virgo nos remite a la "Virgen"
mitológica Astrea que vivió en la tierra durante la "Edad de Oro" y
personificaba la "justicia". Tuvo que huir del firmamento en la "Edad de Bronce"
porque su vista no soportaba los crímenes, ni a maldad, de los hombres. La
Balanza guardaba también relación con el pasaje anterior, puesto que era uno de
los atributos de Astraia. Escorpión fue el animal que mató a Orión, siguiendo
las instrucciones de Artemisa/Diana. Sagitario aparece relacionado con el
centauro Quirón. Capricornio con la mítica cabra Amaltea, que amamantó el propio
Zeus. Acuario se refiere a Ganimedes, "copero de los dioses" y Los Peces fueron
quienes ayudaron a la diosa Afrodita cuando huía, en compañía de Eros, de la
persecución de Tifón.