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Colegio San Ignacio

Viña del Mar.


Profesora Giselle Valenzuela.
Escuela para Padres y Apoderados.

Objetivo: Comprender los procesos socioemocionales que atraviesan nuestros hijos hoy, para
acompañarlos y fortalecer nuestras conductas de apoyo.

Adolescencia
PAULA SERRANO Y NEVA MILICIC:

¿Cóó mó cóntener su rebeldíóa y su afaó n pór rómper las reglas? ¿Dóó nde estaó el líómite entre su
espació individual y la dependencia que tódavíóa, a esa edad, tienen de su familia? ¿Cóó mó
frenar el deseó cómó padre ó madre de saber tódó ló que les pasa y cóntrólar sus vidas, sin
llegar a descuidarlós? A la hóra de hablar de adólescencia, són muó ltiples las preguntas que
preócupan a lós padres. Las sicóó lógas Paula Serranó y Neva Milicic, cólumnistas de Revista
Ya, esclarecierón estas interrógantes en la charla "Adólescencia de lós hijós: desafíóós de lós
padres", órganizada pór el Club de Lectóres de El Mercurió, cómó parte del cicló de charlas
de revistas. En la ócasióó n, ambas especialistas hicierón su própió panórama de la
adólescencia, cón lós cónflictós y las demandas que lós hijós requieren a esta edad de sus
padres, y tambieó n al reveó s.

1.- La importancia de vivir una crisis.

El desafíóó inicial al que invitan es a que lós padres cómprendan la impórtancia de que ellós y sus hijós
desarróllen una buena adólescencia, ya que la vivencia de este períóódó seraó determinante en cóó mó ese jóven
fórmaraó su caminó hacia la madurez y el equilibrió própió del mundó adultó. "A veces uno se enfrenta en la
consulta a adultos que explotan a los 40 o 50 años, cuando ya tienen familia, hijos y un trabajo que se
pone en juego. De ahí la importancia de permitirles a los adolescentes serlo, hacerles sentir que son
libres de tener las crisis que quieran, pero que también sientan que cuentan con unos padres que los
contienen", argumenta Paula Serranó. "Los adolescentes están en un permanente ¡pego, pego, pego!, y
necesitan en su camino alguien que les haga de pushing ball, pero que también, cuando sea
necesario, les diga basta. Este apoyo no lo tiene una persona de 40 o 50 años, y de ahí lo necesario
que es vivir este período en el tiempo en que se debe".

Lós padres deben prepararse para acómpanñ ar, sin temóres a sus hijós en este períóódó de la vida. Peró, pese a
tener la vóluntad de hacerló, són precisamente lós miedós lós que les desvíóan de este caminó. El temór, pór
ejempló, a enfrentar la crisis que implica que el ninñ ó fórme su própió mundó. "La adolescencia empieza
con una crisis; los niños echan fuera de su mundo a los padres, parecen no quererlos, les dicen esto
es cosa de hermanos, no de mamá, fuera", expóne la sicóó lóga Neva Milicic. "Se avergüenzan de uno, te
dicen, mamá, ¿pero cómo te vistes así? Andan a tres pasos de uno en el mall, para que la gente no vaya
a creer que andan con uno. Las mamás tienen una sensación de estar muy exiliadas, y eso les produce
dolor. Pero eso ocurre porque muchas veces no toman estas conductas como parte de un tiempo
normal y necesario".

En este escenarió de aparente distanciamientó y rechazó pór parte de lós hijós, explican las sicóó lógas, lós
desafíóós de lós padres van maó s allaó de entender la adólescencia cómó un períóódó natural de la vida. Apuntan
a que padre y madre aprendan a manejar el natural impulsó adólescente de disentir y pelear; respetar en sus
hijós sus necesariós espaciós de autónómíóa, y cónquistar instancias dónde ambós puedan cómpartir en tórnó
a un intereó s cómuó n, cón el fin de que el ninñ ó sienta que, a pesar de que disiente del mundó adultó, tambieó n
pódraó encóntrar en eó l apóyó ante un próblema.

2.- No tener miedo a pelear con el Hijo

Durante la adólescencia, explica Paula Serranó, ló que hacen lós


ninñ ós es estar cónstantemente pegaó ndóles cómbós a sus padres.
Y quieren que esós gólpes duelan, si nó, nó sirven. Ló que
necesitan, entónces, són padres que peguen gólpes de vuelta,
que nó tengan miedó de pelear.

"Cuando uso la palabra pelear, me refiero a que los padres


sean capaces de oponer ante sus hijos el peso de la
autoridad, de la relación y de las propias necesidades. Hay
papás, por ejemplo, para los que un garabato no significa
nada, pero llegar curado, sí. La cultura familiar es única; cada familia y persona tiene cosas que le
parecen intrínsecamente insoportables. Y hay que entender que oponer esta autoridad no
necesariamente es para conseguir algún resultado. No porque yo como mamá imponga mi autoridad,
mi hijo necesariamente me va a hacer caso. Pero lo que sí hago es mantener mi rol".

Sin embargó, hay muchós padres que nó se atreven a hacer este ejercició. "Algunos, en vez de enfrentar
este período con naturalidad, dicen ¿qué he hecho yo para producir este error en que vivo? Esta
actitud, la de auto culparse, es muy mala para él".

Estó trae cómó cónsecuencia padres que nó són capaces de póner líómites. La especialista ló ejemplifica de la
siguiente fórma: "Me sorprenden los relatos de mujeres con hijos adolescentes que las tratan con
malas palabras, a los que les toleran mentiras flagrantes con esta idea atrás de que todo esto es culpa
mía. Estas madres se enojan, pero no paran a sus hijos con un: me insultaste. ¿Tú estás loco? Eso se
acabó. No es que el niño vaya a dejar de insultarla, pero esa madre necesita preservar su relación de
mamá con él, porque no es ni su amiga, ni su sicóloga".

Ló peór que le puede pasar a un ninñ ó, apunta la especialista, "es pegar contra una superficie en la que no
rebota. Necesitan una superficie que resista el golpe. La pelea no es ruptura. El silencio es ruptura. El
amor no tiene que ver con la compostura, nunca ha tenido que ver con la compostura. Mi consejo es
no dejarse dominar por la culpa y por la idea de que a los niños a esta edad hay que comprenderlos y
no contradecirlos. Opónganse, opónganse, opónganse, porque una cosa es que los padres entiendan
lo que le pasa al hijo, pero otra muy distinta es avalar cosas que no están dentro de lo que se
considera bueno para los valores, la cultura o la estética de una familia".

No leer sus diarios de vidas ni registrar cajones.

Otra pieza fundamental que deben aprender lós padres es tólerar un espació para que lós adólescentes
puedan descubrir su identidad, intereses y caminó a seguir sin la gran sómbra de su familia. Y esa autónómíóa,
explica la sicóó lóga Neva Milicic, va desde la independencia en la fórma de vestir hasta la vital cónfianza que
un ninñ ó necesita ganarse de sus padres. "Partir sobre la base de la desconfianza es como poner un
ladrillo en la cabeza del niño, que opera como profecía auto cumplida. Hay transgresiones que los
niños necesitan hacer, y lo que uno debe desarrollar como padre es una mirada para distinguir
cuándo constituye realmente un riesgo. E incluso, cuando son situaciones complicadas, siempre
tienen que existir oportunidades de cambio".
Lós padres deben ser capaces de respetar la intimidad del adólescente. "Las puertas cerradas deben
respetarse. Los diarios de vida no deben leerse. Cuando una madre los lee, queda atravesada por lo
que dicen y no puede pensar en otra cosa cuando está con su hijo, y se produce un enfriamiento de la
relación, ya que hay una presencia distanciadora muy grande".

Paula Serranó agrega: "En ese sentido, me gustan más los hombres, porque son menos enrollados que
las mujeres, menos controladores en su paternidad de lo que somos nosotras en nuestra maternidad.
Yo veo a las mamás registrando diarios de vida o abriendo los cajoncitos por si hay marihuana, en
esta angustia permanente donde creen que si se informan de todo, están salvadas".

Asíó cómó hay que darles cónfianza para que tómen sus decisiónes, tambieó n hay que dejarles un espació para
que hagan tónteríóas, travesuras, y tambieó n para que cómetan erróres. "Deben tener un cierto nivel de
libertad. Pero estamos en todo, nos metemos en todo, ¿cuál es el espacio que tiene el niño para ser
maldadoso, para ser opositor? Propongo hacer un acto de confianza. Lo que ya hicimos con los niños,
lo hicimos. Lo que nos toca ahora es estar ahí, cuidarlos. Pero no vivir el control desatado, que les
impide tener esos espacios de libertad para ser maldadosos que no podrán tener como adultos" ,
describe Paula Serranó.

3.-Descubrir el niño que el adolescente lleva adentro.

Nó siempre lós adólescentes quieren estar en guerra cón sus padres. Hay mómentós en que necesitan ó
desean retróceder un escalóó n y vólver a ser dóó ciles, refugiarse en su familia ó bien cómpartir cón sus padres
un mómentó de relajó y diversióó n. "Los adolescentes siempre tienen un niño de dos años adentro",
ilustra Neva Milicic, "y les gusta que uno de vez en cuando les deje un chocolate en su mesa, o la colonia
que les gusta, o mandarles a enmarcar una foto. Esos pequeños gestos de cuidado son ocupaciones y
preocupaciones, no invasión".

Esas són las instancias que deben apróvechar lós padres para acercarse a sus hijós "y educar ese huequito
de los padres que todavía engancha con los adolescentes, y usarlo", cómplementa Paula Serranó. "Como
la madre que cuenta: siempre queda un par de cosas en que no me cuesta relacionarme con mi hijo.
Le encanta ir conmigo al Parque Arauco a ver discos. Le encanta ir a comer cheesecake al Tavelli. Ese
huequito hay que trabajar por mantenerlo, porque es el que va a hacer posible que la niña llegue a
decir: mamá, estoy en un pololeo en que él me exige relaciones sexuales. Si existe en el cheesecake
ese espacio chiquitito donde la mamá es mamá, el niño es niño y donde hay esta buena onda que
había antes, el adolescente tenderá a ir con mayor facilidad a ese espacio de amistad, de cariño,
espacio más pegaditos, cuando tenga una dificultad grande. Es una responsabilidad nuestra
mantener eso".

4.-Los factores protectores de la Adolescencia.

La Sicóó lóga NEVA MILICIC realiza una serie de recómendaciónes para que padres e hijós mejóren su
relacióó n.

a) Recónócer ló maó s explíócitamente pósible las cósas pór las cuales hemós estadó órgullósós de ellós y
ló que hacen bien.
b) Tener pólíótica de puertas abiertas crea un factór de lealtad de lós ótrós ninñ ós hacia su familia.
c) Las redes sóciales són muy impórtantes; lós adólescentes que pertenecen a un grupó tienen menós
peligró de caer en cónductas de riesgó.
d) Aprender a escuchar cón respetó las narraciónes que ellós hacen. Nó enjuiciar, nó justificar. Lós
adólescentes ódian que unó minimice sus tragedias.
e) Dar espació para hablar de temas difíóciles. Cuandó unó les cónversa, se da permisó para que discutan
las situaciónes.

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