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JESUS SANA HOY

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Sexta Edición

Colección iglesia No. 89


Corporación Centro Carismático Minuto de Dios
Bogotá . D.C - Colombia
2008
Con las debidas licencias
© Corporación Centro Carlsmático Minuto de Dios

Carrera 73 No. 80-60


Conmutador: (1) 251 8471 - 251 2354
Fax:(l) 2245990
Apartado aéreo 56437
Bogotá, D.C., Colombia
Correo electrónico: librerlasmd@sky.net.co
http://librerias.minutodedlos.org

^ese^.ados todos los derechos.


= ':~ b da la reproducción total o parcial de este libro,
: : • : .3 cuier medio.

r 35-50C5-43-4
INDICE

INTRODUCCION 7

!. SANAR ES EVANGELIZAR 9
II. ENFERMEDAD, SUS CAUSAS Y REMEDIOS 21
III. CONSULTA CON EL MEDICO DIVINO 33
IV. INSTRUMENTOS DEL MEDICO DIVINO 45
V. CURACION FISICA 55
VI. SANACION DE RECUERDOS 67
Vil. CIRCUNSTANCIAS QUE MARCAN 79
VIII. DISPOSICIONES PARA LA SANACION DE RECUERDOS 97
X. COMO ORAR POR LA SANACION DERECUERDOS 107
X. V1SUAL1ZACI0N Y SANACION 115
XI. AMAR ES SANAR 127
X . PERDONAR ES SANARSE 135
■ . VIVIR EN LA LUZ 145
■V HIGIENE MENTAL 153
SACRAMENTOS Y SANACION 165
VYl. EL MISTERIO DE LA CRUZ 177
. COMBATE ESPIRITUAL 187

-- E ' ¿DICE I. ORACION PARA LA SANACION DE RECUERDOS 205

--END1CE \\. BENDICION DE ACEITE 213


Marcelino Iragui, O.C.D.

INTRODUCCION

Una persona vio en sueños a un gran santo, que le invita­


ba: "Ven, vamos a orar por un hermano enfermo". Conforme
oraban los dos, el enfermo iba mejorando visiblemente. De
pronto el santo desapareció, dejando a la otra persona sola
con el enfermo. Triste y preocupada ésta comenzó a pensar:
"Y ahora ¿cómo se va a sanar este pobre hermano?". La
respuesta vino: "Sigue orando y lo verás".

Nosotros asociamos las curaciones con la santidad. Je­


sús las asocia más bien con la fe y el amor, y con la procla­
mación de la Buena Nueva. Los tesoros de fe y amor, que
Dios ha puesto en nuestro corazón, crecen tanto más, cuan­
to más se comparten. Interesarse por los que sufren, orar
por los enfermos y con ellos, es un modo muy práctico de
proclamar nuestra fe y de expresar nuestro amor.

Este libro recoge numerosas experiencias de cristianos


sencillos y modestos, a los que estoy sumamente agradeci­
do por su colaboración. Su objetivo es alentar a otros cris-
: anos sencillos y modestos a interesarse por los que su-
~en; a orar por ellos y, siempre que sea posible, con ellos.

Aunque tu fe sea como un grano de mostaza, si tu amor


55 grande, valiente, activo y desinteresado, tendrás muchas
5 orpresas y muy agradables. Gracias a tu oración de fe y
amor, el Señor sanará o aliviará a muchos. Y ese es el modo
mas eficaz de evangelizar en nuestros días, de proclamar

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convincentemente que Jesús vive hoy, puesto que Jesús


sana hoy.

Señor Jesús, que estas páginas redunden en gloria tuya,


en consuelo de los que sufren. Muéstrate a través de ellas
como eres: Dios de amor y de salvación, muy cercano a los
pobres y sencillos; dispuesto a aceptar las ruinas de nuestra
vida, y a levantar desde ellas una creación nueva; capaz de
rehacer al hombre a imagen tuya, por muy desfigurado que
esté. Cuando Tú pones manos a la obra, y cooperamos con
tus planes, los ángeles se llenan de admiración. Aún no se
ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se
manifieste, seremos semejantes a Ti, porque Te veremos
tai cual eres (1 Jn 3,2).

Tú que eres Palabra de Dios viva, dígnate hablar al cora­


zón del lector a través de estas humildes páginas; haz que
ese corazón se abra en amor al hermano que sufre, y se
acerque a él como instrumento tuyo, portador de tu consue­
lo y sanación.

Bendice, Señor, a todas las personas que han contribuido


a que este librito viera la luz: en particular a mis superiores y
a mi comunidad carmelitana de Larrea, por su inspiración y
apoyo constante, y a mi hermana U.A. por su valiosa ayuda
en preparar para la imprenta gran parte del material.

Resurrección del Señor de 1987


Marcelino Iragui, O.C.D. Casa de Espiritualidad
48340 -Amorebieta-Larrea (Vizcaya)

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I. SANAR ES EVANGELIZAR

Profetas de esperanza

El hombre vive de esperanzas. Por eso el mundo necesita


profetas de esperanza: personas que viven de cara a Dios y
reflejan la luz de Dios; personas llenas del amor de Dios y
capaces de transmitirlo a los demás; personas que creen en
un futuro mejor y, de algún modo, lo hacen ya presente, por­
que lo están viviendo.

El gran Profeta de todos los tiempos es Jesús de Nazaret.


Hace dos mil años su voz resonaba llena de esperanza, y hoy
sigue resonando: "El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios
está cerca; convertios y creed la Buena Nueva" (Me 1,15).

El Reino de Dios se hizo presente en la tierra y sigue pre­


sente en la Persona de Cristo. Jesús nos ofrece el amor
eterno del Padre y el don del Espíritu, la gracia y el perdón, la
sanación y liberación, la comunión de los hermanos, la vida
eterna y la fiesta que nunca acaba. Esa es la Buena Nueva.
Tan buena y tan nueva que nos parece increíble.

Lucas es un verdadero artista en plasmar escenas de la


.ida de Jesús. Lee Le 4, 16-22. Luego cierra los ojos y trata
de reproducir la escena: visualiza a Jesús majestuoso, ilu­
sionado, que anuncia lleno de convicción: "El Espíritu del
Señor sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anun­
ciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a

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los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los


oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor".

Dentro de mí hay un pobre. Tan pobre soy que nunca aca­


bo de hacer el bien que deseo, ni puedo pagar la deuda de
amor que tengo; tan pobre que a veces sólo veo en mi un
montoncito de basura, o un ser despreciable. Jesús me ase­
gura: "Eres hijo de Dios. El Padre te ama como eres y se
complace en ti. Tu nombre está escrito en los cielos. Abre­
me tu corazón y hallarás el Reino de Dios dentro de ti con
todos sus tesoros. Acéptalos desde tu pobreza y serás di­
choso. Todo es gracia, que yo te he merecido".

Dentro de mí hay un cautivo. ¡Cuántas veces me encuen­


tro desterrado de mi verdadero yo; encadenado a un pasa­
do poco feliz, incapaz de moverme hacia un futuro mejor!
¡Cuántas veces me veo encarcelado en mi propio egoísmo,
paralizado por mis miedos y respetos mutuos, o cautivo de
adicciones que destruyen mi salud! Entonces Jesús me dice:
"No temas; yo estoy contigo para romper tus cadenas y abrir
tus prisiones. Recibe la fuerza de mi Espíritu y vencerás t u
egoísmo y serás libre como vo".

Dentro de mí hay un ciego, incapaz de percibir su propia


dignidad y destino como hijo de Dios, incapaz de apreciar la
belleza y bondad de los demás; a veces, como los ninivitas,
incapaz de distinguir su mano derecha de la izquierda. Jesús
se acerca, toca mis ojos y éstos se abren a un mundo nue­
vo. Desde ese día mi vida es como un viaje de descubri­
miento, lleno de expectación, aventura y sorpresas. Una de
las mayores es descubrir el rostro de Jesús en todos mis
hermanos: en cada uno de ellos una faceta distinta.

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Dentro de mí hay un oprimido. Camino bajo el peso de


mis propios pecados, complejos, conflictos, sentimientos
■egativos, enfermedades y achaques. Todo ello agravado
ocr ia incomprensión y rechazo de los demás. Jesús me ¡n-
. ía: "Deja tu carga a mis pies. Toma mi cruz salvadora y
i gueme; y hallarás descanso para tu alma. Porque mi yugo
es suave y mi carga ligera. Mi gracia te basta, pues mi fuer­
za se muestra perfecta en la flaqueza".

E texto de Isaías citado por Jesús concluye: "a procla­


mar año de gracia del Señor y día de venganza de nuestro
Dios" (Is. 61,2). Jesús lee la primera parte del verso y omite
a segunda, sorprendiendo no poco a sus oyentes palestinos.
Con Jesús Salvador entre nosotros no es posible pensar en
.enganza; sólo en gracia y perdón. "Porque se ha manifesta­
do la gracia salvadora de Dios a todos los hombres" (Tit
I ' 1). El Reino de Dios no tiene otra ley que la del amor.

Jesús proclama la Buena Nueva con palabras y con obras,


lim e ro la anuncia con palabras y enseñanzas llenas de un-
: ón y sabiduría. "Entró en la sinagoga y se puso a enseñar,
. quedaron asombrados de su doctrina, porque les enseña-
ba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Me
', 21 s). "y todos daban testimonio de él y estaban admira­
dos de las palabras llenas de gracia que salían de su boca"
_c 4,22). “

Al mismo tiempo Jesús proclama la Buena Nueva con ;


zoras de misericordia, conversaciones, curaciones y mila- ;
gros. "La ciudad entera estaba a la puerta. Jesús curó a
muchos que adolecían de diversas enfermedades y expulsó

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muchos demonios" (Me 1,33s). Mateo concluye: "El tomó


nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt
8,17). y Pedro comenta: "Dios ungió a Jesús de Nazaret con
el Espíritu Santo y con poder, y él pasó haciendo el bien y
curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios
estaba con él" (Hch 10,38).

Las palabras de Jesús reflejan la sabiduría de Dios; sus


obras el poder de Dios. Y tanto sus palabras como sus obras
manifiestan el amor de Dios. "Porque tanto amó Dios al
mundo que envió a su Hijo único, para que todo el que crea
en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16). Cada
conversión, cada curación o liberación es una nueva con­
quista para Jesús, representa un nuevo avance del Reino, y
trae un nuevo anuncio de la Buena Nueva.

Jesú s delega su m isión y su poder

"Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y


vosotros en mí y yo en vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío. Recibid el Espíritu Santo" (Jn 14,20;
20,21 s). Jesús resucitado vive para siempre en sus discípu­
los, y a través de ellos continúa su misión.

Como el Maestro, con El y desde El, los discípulos esta­


mos llamados a proclamar la Buena Nueva con palabras y
con obras. Primero con palabras, enseñanzas, testimonios y
escritos inspirados. "Cuando os lleven a asambleas o ante
autoridades, no os preocupéis de qué diréis, porque el Espí­
ritu Santo os enseñará en aquel momento lo que conviene
decir" (Le I2, 11 s) "El Paráclito que el Padre enviará en mi

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nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo


os he dicho" (Jn 14,26).

No menos estamos llamados a proclamar la Buena Nue-


,a con obras de misericordia, con vidas cambiadas, con cu­
raciones, liberaciones y otras señales de la presencia del
Reino. "Id proclamando que el Reino de los Cielos está cer­
ca. Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos,
expulsad demonios. De gracia lo recibistéis: dadlo de gra­
zna" (Mt 10,7s). "Estas son las señales que acompañarán a
ios que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán
lenguas nuevas... impondrán las manos sobre los enfermos
. se pondrán bien" (Me 16,17s).

Para recobrar la fe y la esperanza el mundo necesita co­


nocer que el Reino de Dios está cerca: que el Salvador vive
entre nosotros; que a través de su Iglesia y sus discípulos
continúa su misión de amor, de perdón, de sanación y libe­
ración. El panorama de fe cambiará totalmente cuando la
iglesia pueda decir: "M i palabra y mi predicación no tuvieron
nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que
fueron una demostración del Espíritu y del poder para que
vuestra fe se fundase, no en la sabiduría de hombres, sino
en el poder de Dios... que no está en la palabrería el Reino
de Dios, sino en el poder" (1 Cor 1,4s.; 4,20). "Las caracte­
rísticas del apóstol se vieron cumplidas entre vosotros: pa­
ciencia perfecta en los sufrimientos y también señales; pro­
digios y milagros" (2 Cor 12,12).

Cada sanación, sea de espíritu, de alma o de cuerpo es


una demostración del poder de Dios, que anuncia de modo

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convincente: "El Reino de Dios está cerca". Sanar es evan­


gelizar. Y evangelizar es sanar. Nuestra misión es proclamar
la Palabra, y orar para que el Señor la confirme con conver­
siones, sanaciones y otras señales de su amory poder, como
al principio. "Ellos salieron a predicar por todas partes, cola­
borando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las
señales que la acompañaban" (Me 16,20).

En nuestra sociedad actual, sobrecargada de tensiones y


conflictos internos, el Señor muestra su poder y su amor
cada vez más a través de la curación interior, o sanación de
recuerdos. Y necesita cada vez más instrumentos. ¿Por qué
no te ofreces tú?

Un testim on io

Una carta que me llega mientras escribo estas líneas tes­


tifica: "Querido hermano: Gracias porque me has llevado a
Jesús, me has enseñado a amarle y a confiar en El. Jesús
me ha devuelto las ganas de vivir. El está rompiendo poco a
poco todas las cadenas, que muy fuertemente me ataban
de pies y manos a un pasado traumatizante. Durante muchí­
simos años he vivido una constante agonía, imposible de
describir. De mi corazón día y noche sólo salían voces de
dolor, cantos de gemidos. Y quería morir para descansar.
Dentro de mi sentía cómo el espíritu del maligno me ataba
constantemente. No puedes imaginarte qué tormento inva­
día todo mi ser. Cuando el miedo, la angustia, la ansiedad, la
tristeza, el amargor, la soledad, hincan sus dientes en tu ser
como perros rabiosos, sueltas por completo los remos de
esta vida, y sólo, sólo se desea descansar. Y en esos mo­
mentos para descansar es necesario morir.

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"Es verdad que aún vivo sentimientos fuertemente nega-


:ivos, ratos en los que desearía morir. Pero ahora puedo re­
accionar en fe; y en fe decirle a Jesús desde el corazón,
cuando no puedo pronunciarlo: "Jesús, te amo. Haz de mí lo
aue quieras. Señor, no te entiendo, pero te amo". Y Jesús
va llegando con su Presencia sanadora. Antes era muy fre­
cuente que viviera esa situación durante días seguidos. Ahora
, a lo vivo mucho más esporádicamente, y en unas horas me
recupero. Ayer, en un momento de los malos, Jesús parecía
decirme: "No tiembles, vive tranquila y segura porque yo, tu
Señor, he salido a tu encuentro, para demostrarte mi Amor,
para cobijarte en mi Amor, para protegerte y sanarte, para
que nada ni nadie te hagan más daño".

"También puedo decir que ahora vivo días plenamente


feliz. Vuelvo a gustar el deseo de vivir, antes totalmente des­
conocido para mí. Hace algunos meses ni sospechar podía
que este milagro iba a realizarse en mí. Junto con el deseo
de vivir, en mi corazón también ha nacido el deseo de amar
a todos como hermanos: amar como Jesús de manera es­
pecial a los más necesitados. Ahora encuentro mi gozo en
ayudar a los que están más solos o más enfermos, y menos
capacitados o menos privilegiados. Me extraña no sentir nin­
gún reparo al acercarme a ellos, pues siempre he sido su­
mamente escrupulosa. De verdad que el Señor me está cam­
biando. Me da un corazón nuevo, unos ojos nuevos, un sen­
tir nuevo, un cantar nuevo y (como muchos me han dicho)
una sonrisa nueva.

"Te alabo, Señor, por lo maravilloso y sorprendente que te


muestras en nuestras vidas. Que sepa yo reconocer y acep-

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tar la realidad de mi pobreza, para que puedas Tu revestirme


con un poquito de tu Gozo y de tu Amor. Gracias, Padre Dios,
porque cuando me miras, ya no miras lo que fui, sino que
ves a Jesús".

Junto con la crisis de fe, el mundo sufre hoy una crisis de


esperanza y de felicidad, un nerviosismo y confusión que
matan las ganas de vivir. Pero gracias a Dios hay muchas
personas como la que escribió este testimonio. Personas
que en medio del dolor van descubriendo la Presencia
sanadora de Jesús, y el gozo de amar a los demás con el
amor de Jesús; personas que van descubriendo que la vida es
un regalo de Dios, que es posible hacer de esta corta vida
un regalo a los menos afortunados. Y cuando lo hacen, su
vida comienza a ser una fiesta, y un anticipo que nunca acabará.

"El Señor está cerca de los que tienen roto el corazón, él


salva a los espíritus hundidos. Ellos gritan, el Señor escu­
cha, y los libra de todas sus angustias" (Sal 34,18s). "Has
cambiado mi lamento en baile, me vestiste de alegría; por
eso a Ti cantaré, Gloria mía, y no me estaré callado. Señor
Dios mío, te alabaré, te alabaré para siempre" (Sal 30,12s)

Jesús te necesita
Hay un aspecto de la Buena Nueva tan sorprendente que
no acabamos de aceptarlo. Y es una gran pena, porque ello
retarda la venida y el reinado de Jesús, a quien amamos
sinceramente, pero a quien no comprendemos muy bien.

El Señor no necesita tu habilidad, ni tu fama, ni tu elo­


cuencia, ni siquiera tu santidad. Lo que sí necesita es tu

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: ijcribilidad, tu humildad, tu simplicidad y pobreza de es-


: necesita tu confianza plena y tu abandono total. Ante
. ' ""undo cada vez más sofisticado y creído de sí mismo, el
15"or busca personas simples e imperfectas, como tú y yo. A
7 3 ves de ellas desea manifestar su poder y su amor, que llega
: más profundo del hombre para sanar y rehacer su vida.

Y si no, hermanos, fijaos a quiénes os llamó Dios: no hay


muchos intelectuales, ni muchos poderosos, ni muchos no-
: ss entre vosotros. Todo lo contrario: lo necio del mundo se
o escogió Dios para confundir a los sabios; lo débil para
tn fu n d ir a los fuertes; lo despreciable, lo que no es nada,
:ara anular a lo que es, para que nadie se gloríe delante de
Dios" (1 Cor 1,26ss).

Yo ciertamente no me cuento entre los intelectuales, po­


tro s o s y nobles. Sí, entre lo necio, débil y despreciable. Y
ñor si me olvido de ello, el Señor me pone a veces en evi­
dencia. En los momentos más inoportunos, como retiros y
asambleas salen a relucir mi impaciencia, mi brusquedad,
mi falta de tacto y otros fallos. Con ello me veo a la altura
sel polvo. Pero desde el polvo doy gracias a Dios por recor­
darme lo que realmente soy. "Una hora de humillación vale
más que muchas de consolación", diría Teresa de Jesús.

Siendo como soy, el Señor no me rechaza ni deja de ben­


decir mi ministerio. En innumerables ocasiones se ha digna­
do bendecir, sanar o aliviar a otros a través de mis manos,
lientos de personas me han dicho o escrito sobre curaciones y
iracias sorprendentes del Señor. En realidad nada de ellos
me sorprende, conociendo la generosidad de nuestro Dios.

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"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom 5,20).


Donde abundan nuestros fallos, sobreabunda su Amor. Su
fuerza se muestra perfecta en nuestra flaqueza, "pues, cuan­
do soy débil, entonces es cuando soy fuerte" (2 Cor 12,9s).

Comparto todo esto como prueba de que los caminos del


Señor no han cambiado. Hoy como en los primeros tiempos
del cristianismo, el Señor elige lo necio, débil y despreciable
para sus obras más admirables. Si tú también te sientes en
esta humilde compañía, no dejes de ofrecerte al Señor como
instrumento suyo. Confía, y verás la gloria de Dios. El te lla­
ma porque te necesita. Y te necesita porque quiere compar­
tir contigo su obra de salvación. "La gracia de nuestro Señor
sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en Cristo
Jesús. El vino al mundo a salvar a los pecadores; y el prime­
ro de ellos soy yo... Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, honor
y gloria por los siglos de los siglos. Amén" (1 Tim 1,14ss).

En la Iglesia católica aceptamos sin dificultad el perdón


de los pecados en nombre de Dios, la consagración del pan
y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Pero nos cuesta acep­
tar otras manifestaciones de la gracia y otras señales de la
presencia del Reino, como son las curaciones en nombre de
Jesús. Nuestra fe flaquea porque nos fijamos más en nues­
tras flaquezas humanas que en el poder y amor de Dios. Al
limitar nuestra fe, en la práctica ponemos límites al poder
de Dios, y no permitimos que su amor se derrame libremen­
te sobre los más necesitados.

¿No estamos acaso robando al Señor de su gloria, y al


enfermo de la misericordia de Dios? ¿No hemos enterrado

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jn talento precioso recibido del Señor para ayuda de núes-


ro s hermanos? "Me dio miedo, fui y escondí en tierra tu
:a ento" (Mt 25,25). La gracia de Dios y nuestros hermanos
enfermos nos llaman a arrepentimos de nuestra falsa humil­
lad y modestia, a arrepentimos de nuestra falta de amor y
.alentía, y a desenterrar el talento de la curación. Sería una
.s rdadera desgracia dejarse llevar por el miedo y la falsa
■jmildad, y pasar por nuestra vida sin hacer todo el bien que
: odemos a los demás como instrumentos del Señor y cana-
es de su amor.

'.uestra mayor conquista es dejarnos conquistar por el


- mor de Dios, hasta quedar inundados y sumergidos en él.
"TJestra mayor liberación es dejarnos invadir por el Espíritu
:e Dios, pues "donde está el Espíritu del Señor allí está la
zertad" (2 Cor 3,17). Nuestra mayor ganancia es dejarnos
ra^ar por Jesús y para El. Y nuestra mayor contribución al
no de Dios es ver que Jesús se instale en nosotros según
e -Jan del Padre, y desde nosotros continúa su misión de
t mor y salvación. Los planes de Dios son incomparables. Su
-m or es imparable.

OREMOS: Señor, que te complaces en esco­


ger lo humilde, lo débil, lo que es nada, me pre­
sento ante Ti como soy, y me ofrezco sin reservas
para tus planes de salvación. Instálate en mí, Se­
ñor; dame tu corazón y tus sentimientos hacia los
que sufren. Y desde mí continúa tu obra de evan-
gelización y sanación para gloria de tu nombre.
Amén.

JESUS SANA HOY


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II. ENFERMEDAD,
SUS CAUSAS Y REMEDIOS

Un Ser Tridim ensional

'Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que


rodo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conser-
5 sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
: e es el que os llama, y es El quien lo hará" (1 Ts. 5, 23s).

Esta bella plegaria refleja la visión tridimensional del hom-


: re, tan común en la Biblia y tan útil para nuestro ministerio
;e sanación. La Biblia nos presenta al hombre como un ser
esencialmente relacionado a Dios, relacionado también con
s js semejantes y de algún modo con la creación entera. En
-ealidad el hombre es un cúmulo de relaciones. Y la calidad
ce su vida, su crecimiento, su éxito o fracaso, su felicidad o
"ustración, depende de esas relaciones.

Nuestro concepto del hombre compuesto de dos sustan-


: as -alma y cuerpo- distintas y bien definidas, es de origen
riego, no bíblico. Según la Biblia el hombre es cuerpo, alma
. espíritu: tres dimensiones que funcionan como una totalidad. €1^

a) El hombre es un cuerpo (soma) animado, bien organi­


zado, con sus peculiaridades, incluida su debilidad y
caducidad, que puede estar habitado por el Espíritu !
Santo, y que está destinado a la resurrección. ;

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b) El hombre es también alma (psyjé), que anima el cuer­


po y da al ser humano su dimensión psicológica, con
sus peculiares formas de expresión tan complejas y a
veces tan desconcertantes.

c) Finalmente el hombre es espíritu inmortal (pneuma),


que hace de él un ser inteligente, responsable, libre,
semejante a Dios. El corazón se considera como la
sede por excelencia del espíritu; por tanto como el
centro más profundo de la persona, su conciencia,
donde se toman las decisiones, donde uno responde,
o resiste la llamada de Dios. Por tanto la calidad del
corazón decide el curso y la calidad de vida de cada uno.

Jesús se hizo hombre en todo como nosotros, para sanar


al hombre en su totalidad: en su espíritu inmortal, su cora­
zón, su mente, memoria y afectividad, en su cuerpo, en sus
relaciones con Dios y con los demás, en su actitud a sí mis­
mo, a la vida y al mundo que le rodea. "Pues no tenemos un
Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto
en el pecado. Acerquémonos, por tanto confiadamente al
trono de gracia, al fin de alcanzar misericordia y hallar gracia
para ser socorridos en el tiempo oportuno" (Hb. 4 , 15s).

Es muy hermoso acercamos al trono de gracia con nues­


tras propias cargas y flaquezas a fin de ser socorridos en el
tiempo oportuno. Mucho más hermoso es acercamos al trono
de gracia como portadores de las cargas y flaquezas de nues­
tros hermanos más necesitados, y ofrecernos al Señor como
instrumentos suyos, como canales de su gracia sanadora.

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¿Cómo puedo yo ser canal de gracia y de sanación? ¿Cómo


cebo cooperar con los planes del Señor y llegar a ser un
Instrumento suyo? Un paso previo muy importante es cono-
:er los diversos tipos de enfermedad que aquejan al hom-
ore, así como sus fuentes o causas, y los remedios que Dios
na puesto a nuestro alcance. El esquema en la página opuesta
nos da una idea global de ello.

Enferm edad, causa, rem edio

Desde el punto práctico del ministerio de sanación pode­


mos distinguir, al menos, cuatro tipos de enfermedad, y cin­
co posibles causas o fuentes de enfermedad. Para ciertas
enfermedades existe un remedio natural, más o menos eficaz.
En toda enfermedad podemos buscar la ayuda de Dios a
través de la oración o intercesión; no todos tienen el caris-
ma de curación, pero todos los que tienen fe y amor pueden
orar por la curación. Los Sacramentos, siendo un encuentro con
Jesús, son asimismo fuente de sanación. También los Sacramen­
tales, pues conllevan la fe y la intercesión de la Iglesia.

1. ENFERMEDAD ESPIRITUAL

Su causa es el pecado o desorden espiritual: el rechazo


del amor y amistad de Dios, o de sus planes de salvación.
Para superar su enfermedad espiritual el hombre necesita la
gracia de la conversión. Y tú puedes impetrarla de Dios. El
Sacramento de la Reconciliación transforma al pecador arre­
pentido en hijo de Dios, y ayuda a preservar la salud espiri­
tual. También los demás Sacramentos son fuente de gracia
y salud espiritual.

JESUS SANA HOY


E N FE R M E D A D CAUSA R EM ED IO IN TER C ESIO N S A C R A M E N TO S
NA TURA L SA C R A M E N TA LE S

Espiritual Pecado Ninguno Por la conversión Reconciliación

Psíquica Falta de amor, Psiquiatría Sanación Eucaristía

Marcelino Iragui, O.C.D.


rechazo de recuerdos Reconciliación
JESUS SANA HOY

Física Infecciones, Medicina Por la curación Unción


accidentes Eucaristía

Psicosomática Conflictos Psiquiatría Sanación Eucaristía


emocionales Medicina de recuerdos, Reconciliación
curación

Cualqiera o Ataque NINGUNO Por liberación Exorcismo


varias de demoníaco
las anteriores
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2. ENFERMEDAD PSIQUICA 0 EMOCIONAL

Su causa es el rechazo, la falta de amor, el fallo o fracaso


en las relaciones humanas. La Psiquiatría moderna intenta
mmediar este tipo dé enfermedad, y Dios sea loado por el
: ran progreso de esta ciencia. La intercesión con el don de
:onsejo, o la oración por la sanación de recuerdos, puede ir
mucho más allá de la Psiquiatría. Los Sacramentos de la
Eucaristía y Reconciliación, administrados en un clima de
amor, de fe y de fiesta, contribuyen grandemente a la salud
psíquica.

3. ENFERMEDAD FISICA

Causada por un accidente, infección, stress, dieta inade-


zuada, etc. La medicina moderna ha progresado enorme­
mente en controlar este tipo de enfermedad. La oración de
-tercesión hecha con fe y amor contribuye a una más pron­
ta y completa curación. El Sacramentó de la Unción está
z'denado primariamente a producir es mismo efecto.

4. ENFERMEDAD PSICOSOMATICA

Es una dolencia orgánica o física debida principalmente a


estados mentales y emocionales. Más que de la medicina
es campo de la Psiquiatría. La intercesión con fe y amor, y la
oración por la sanación de recuerdos ayudan a remediarla,
"ambién los Sacramentos de la Eucaristía y Reconciliación.

5. Finalmente puede presentarse cualquiera de estas en-


mrmedades, o sus síntomas, como consecuencia de un ata­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

que demoníaco, o influencia de un espíritu maligno. En tai


caso, y después de discernir debidamente, es preciso orar
por la liberación de esa opresión demoníaca. En casos su­
mamente graves y raros la Iglesia usa el exorcismo solemne.

El Espíritu Santo, fuente de sabiduría y armonía, nos en­


seña a hacer uso de todos los medios a nuestro alcance
para bien de los hombres. Los remedios naturales (Medicina,
Psiquiatría) y los sobrenaturales (Intercesión, Sacramentos)
no se oponen, sino que se apoyan y complementan mutua­
mente. Con frecuencia la oración y el Sacramento activan
los recursos naturales que el Creador ha puesto en el hom­
bre para recuperar su salud. En algunos casos la oración y el
Sacramento eliminan obstáculos para la recuperación del
enfermo, como son el pecado, odio, rechazo, culpabilidad,
falta de personalidad, y otras fuentes de tensiones. Ello explica
por qué muchas curaciones, aun sin ser milagrosas, siguen
un proceso más o menos rápido, y a veces sorprendente.

«Da al médico, por sus servicios, los honores que merece,


pues también a él le creó el Señor. Pues del Altísimo viene la
curación... El Señor puso en la tierra medicinas, y el varón
prudente no las desdeña. Con ellas cura y quita el sufrimien­
to... Hijo, en tu enfermedad no seas negligente, sino ruega
al Señor, que El te curará. Aparta las faltas, endereza tus
manos, y de todo pecado purifica el corazón» (Eclt 38,1-10).

Salir de sí mismo

Una Señora testifica: «Llevaba cerca de un año con un


sufrimiento espantoso de tristeza y rechazo, y con una sinu­

• JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

sitis purulenta muy intensa. En Agosto acudí a la semana de


Intercesión en Loyola. A partir de esa fecha todo ha sido
para mí gozo y alegría. Me dio ganas de vivir y puedo trabajar
sin cansarme, aunque tengo 70 años. Creo no haberme
sentido nunca como ahora. Me ha dado tam bién a
comprender la necesidad de alabar, bendecir y dar gracias
al Señor en todo momento, quitándome la mala costumbre
de quejarme. Mi vida se ha convertido en una intercesión
constante por los demás, aparte de la intercesión de grupo
que tenemos todos los lunes ante el Santísimo. Vivo en una
confianza y abandono maravillosos de manera que yo me
preocupo de las cosas de Dios, y El se ocupa de las mías».

Un sacerdote afirma: «La semana de intercesión ha cam­


biado el enfoque y rumbo de mi vida. Estoy aprendiendo a
olvidarme de mí mismo y de mis problemillas, a preocupar­
me sinceramente de los demás, y a dejar que el Señor me
use como El desea en cada caso».

Dos factores decisivos para vivir la vida cristiana en toda


su riqueza son: salir de sí mismo y entrar en Jesús. Salir de
sí mismo es necesario para darse a los demás. Entrar en
Jesús es necesario para convertirse en instrumento suyo y
así ser más útil a los demás. La oración de intercesión, es­
pecialmente intercesión por los más necesitados y enfer­
mos, lleva por este camino: te enseña a olvidarte y a salir de
ti mismo, para acoger en tu corazón a otros más necesita­
dos; al mismo tiempo te va sumergiendo cada vez más en
ese Océano de Amor sin orillas, llamado Dios.

Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús dice:


"Os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

yo he hecho con vosotros. Sabiendo esto, seréis dichosos si


lo cumplís" (Jn 13,12ss). La Ley del Reino es la ley del amor
activo, imaginativo, audaz y generoso, que se expresa en el
servicio al hermano necesitado. Interceder por los necesita­
dos y orar por los enfermos no es sino cumplir en parte el
deber de amar activamente, como discípulo de Jesús.

Ciertamente tu lo puedes hacer, ya sea solo, ya en equipo


con otros. Para orar por la curación de los enfermos hace
falta ante todo mucho amor hacia los que sufren; y hace
falta también fe en el amor y poder de Dios, no fe en tu
propia virtud, ni fe en tu propia fe. Si oras con frecuencia
verás resultados sorprendentes que aumentan tu fe y tu
caridad. Descubrirás con gratitud como el Señor te usa en
ciertas ocasiones para aliviar el dolor humano y para alegrar
la existencia humana.

Acaso descubras también que el Señor te ha concedido


algún carisma para el ministerio de curación. El carisma no
es algo que tú posees y lo usas como quieres; es una manifestación
del Espíritu del Señor y del amor sanador de Dios a través de
ti. Cuando tú conectas con el Señor y con el enfermo, y el
Señor así lo desea, su gracia sanadora fluye al enfermo y lo
inunda. Por eso lo más bello que descubrirás al orar con los
enfermos y al interceder por otros, es que Jesús va creciendo
en ti con sus sentimientos y su capacidad infinita para amar.

Entrar en Jesús
! Para ser un instrumento de Jesús necesitas identificarte
; al máximo con El: entrar en sus pensamientos, sus senti­
mientos, sus deseos, sus planes. El ministerio de interce-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

sión, sanación y liberación depende totalmente de Jesús;


es una prolongación de su obra en este mundo. "El que per­
manece en mí como yo en él, ése da mucho fruto. "Porque
separados de mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5).

"Es preciso que El crezca, y que yo disminuya" (Jn 3,30).


Comienza, pues, por invitar a Jesús a instalarse en ti como
Señor y Salvador; a instalarse en ti con su compasión y amor
Infinito, con sus deseos ¡limitados de salvar, sanar y liberar,
con su confianza plena en la victoria del bien sobre el mal,
con su optimismo y alegría perennes.

Nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra certeza de ser es­


cuchados, todo está basado en las promesas de Dios, y en
lo que Jesús hizo por nosotros hace dos mil años. "Yo os
aseguro que el que crea en mí hará él también las obras que
. o hago, y hará mayores aun porque yo me voy al Padre. Y
todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré para que el Pa­
dre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nom­
bre, yo lo haré" (Jn 14,12-14).

"Habéis sido rescatados, no con oro y plata, sino con la


sangre preciosa del Cordero sin mancilla, Cristo" (1 Pd
1 ,18s). Hace dos mil años Jesús pagó todas nuestras deu­
das; y lo hizo con creces. Jesús mereció para nosotros el
favor y la amistad divina; y los mereció para siempre. Hace
dos mil años Jesús ofreció su sangre y su vida como resca­
te para cada uno de nosotros. "Me amó y se entregó a sí
mismo por mí" (Gal 2,20).

Hace dos mil años Jesús "nos llamó de las tinieblas a su


admirable luz" (1 Pd 2,9), y conquistó para nosotros el dere-

JESUS SANA HOY ■


Marcelino Iragui, O.C.D.

cho de vivir como hijos de Dios, libres de te m o r, y el dere­


cho a reinar con El, libres de todo mal. "Si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya
que sufrimos con él, para ser también con él glorificados"
(Rom 8,17). "¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de
la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e
inescrutables sus caminos!" (Rom 11,33).

Jesús lo dio todo por ti, por mí y por cada uno de los
redimidos. Dio su sangre, sus heridas, su sacrificio en la cruz,
su Corazón, su Madre... Todos estos tesoros son nuestros
por la fe. "Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justifica­
ción, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucris­
to, por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el
acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloria­
mos en la esperanza de la gloria de Dios" (Rom 5,1 s). Por la
fe nos apropiamos todos los méritos y todos los tesoros de'
Cristo, nuestro Salvador. De ahí que podemos orar con con­
fianza plena y total. Podemos orar como hijos y herederos,
no como mendigos o extraños

Orar desde Jesús

Por el Sacramento del Bautismo hemos entrado en el mis­


terio y el ministerio de Cristo Sacerdote-Intercesor. "Al que
nos ama, nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios
y Padre, a el la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Amén" (Ap 1,5s). A los bautizados Pedro escribe: "Vosotros
sois linaje elegido, sacerdocio real, pueblo adquirido"
(1 Pd 2,9).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Como sacerdocio real estamos llamados a alabar a Dios


de parte de toda la creación y a interceder por los necesita­
dos y enfermos. Orar por la sanación de cualquier tipo es,
por tanto, un modo normal y muy práctico de vivir nuestro
sacerdocio real.

Lo importante es permanecer unidos en fe y amor a Je­


sús Sacerdote-Intercesor. Orar con El y desde El. "Aquel día
comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y
yo en vosotros" (Jn 14,20). Orando El en nosotros, y noso­
tros en El y desde El, tenemos la certeza de que el Padre nos
escucha, "y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo" (Jn 14,13).

"Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de


gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para ser
socorridos en el tiempo oportuno" (Hb 4,16). Y al acercar­
nos al trono de gracia llevemos en nuestro corazón a los
hermanos necesitados y enfermos.

OREMOS: Dame, Señor, una fe viva que bus­


que en todo a Jesús y vea en todos a Jesús; dame
un amor grande que lo haga presente en todo y a
todos; dame una esperanza firme que traiga a
todos un rayo de luz. Amén.

JESUS SANA HOY


'

.
Marcelino Iragui, O.C.D.

III. CONSULTA
CON EL MEDICO DIVINO

"Muy estimado R Marcelino: Durante su visita a nuestra


comunidad oramos por la sanación de mi estómago, que
estaba muy malo desde hace cinco años, e iba cada vez
oeor, con úlcera al duodeno. Sólo comía verduras cocidas
en agua, y leche. He quedado con un gran apetito, y no sien-
:o ni el más mínimo dolor. Todos están admirados y no lo
: ceden creer. Yo también me impresiono de ver que en un
momento quedé sana, luego de haber visto tantos médicos
. necho tantas expensas. Lo más impresionante es que ahora
:abía someterme a una operación de tímpano, por tenerlo
csrforado. Yo desde muy chica sufría de otitis crónica. En
: ::embre el Doctor me había dicho que en marzo me opera-
3 . Pues ayer me vio el Doctor y encontró el tímpano total­
mente sano. La impresión fue grande, y sólo puedo alabar al
íeñor que ha querido sanarlo todo.

Para mí lo más grande ha sido la curación espiritual. Per-


::~as que me conocen más íntimamente dicen que se ha
:5do en mí una verdadera metanoia. Antes llevaba una vida
'tenor muy agitada, que me hacía enfermar. Ahora vivo tran-
a y feliz".

Dios nos habla y receta

'. jestro Dios es el Dios-Amor. Dice El: "¿Acaso olvida una


-a d r e a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvi­


do. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada"
(Is 49,15s).

El Dios-Amor se preocupa de nosotros, de nuestro bien­


estar. Por eso nos habla de mil modos y maneras, como una
madre habla a su niño pequeño. Dios nos habla por medio
de la Biblia, cuando la tomamos como Palabra suya, "que
permanece viva y operante en nosotros los creyentes" (1 Ts
2,13). Nos habla en la Iglesia, cuando la miramos con amor
y respeto, como la mira Cristo, que se entregó por ella (Ef
5,25d). Nos habla a través de las personas que nos rodean,
y en particular de los enfermos, cuando vemos en ellos el
rostro -a veces tan desfigurado- de Cristo. Nos habla a tra­
vés de la prensa y televisión, cuando interpretamos los acon­
tecimientos a la luz de nuestra fe. Nos habla en el corazón,
cuando le escuchamos en el silencio de la oración y con­
templación.

Dios nos habla también a través del dolor, la enfermedad


y sus síntomas; a través de nuestros sentimientos y esta­
dos afectivos. En este caso para captar su mensaje precisa­
mos dialogar con nuestro cuerpo y con nuestros sentimientos.

Sirva mi testimonio para ilustrar este punto. Por varios


años sufría yo de dolores persistentes de cabeza, catarros
fuertes y sinusitis. Lo achacaba todo al clima tropical del sur
de la India y a mi trabajo. Y seguía empeorando. En un mo­
mento de luz y de diálogo, el Señor me dijo algo así: "Tu vida
está llena de tensiones innecesarias, que destruyen tu sa­
lud. La fuente de esas tensiones no es ni el clima ni el traba­

• JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

jo, sino tu espíritu desconfiado y negativo. Cuando trabajas,


io haces como si yo no estuviese contigo. "¿Por qué no con-
fías en mí? Y ahí está ese colega tuyo, al que no acabas de
aceptar. ¿Por qué no le perdonas y aceptas, como yo te per­
dono y acepto a ti?".

El Médico Divino no solo diagnostica a fondo, y receta el


Tratamiento; también ayuda a llevarlo. Con su ayuda comen­
cé a mirar a aquel colega, no con ojos justicieros, sino con
amor y comprensión. De ese modo me era fácil perdonarle
más de siete veces. Comencé a visualizar el trabajo, no como
mi trabajo, sino como algo del Señor, que yo estoy llamado a
malizar bajo su dirección y con su fuerza. El espíritu de ala­
banza vino a reemplazar al espíritu de queja en mi vida. A los
ñocos días sufrí un ataque fuerte de catarro y sinusitis. Pero
seguí confiando en el Médico Divino y alabándole. Desde
entonces -hace ya doce años- no he vuelto a tener un cata-
' ro fuerte, ni sinusitis, ni dolores de cabeza.

Decía Jesús: "Lo que sale del hombre es lo que hace im­
curo al hombre. Porque de dentro salen las malas intencio­
nes, robos, asesinatos, adulterios, maldades..." (Me 7,20ss).
■ la medicina moderna concurre: Lo que lleva dentro es lo
;ue enferma al hombre. Tres cuartas partes del dolor y en­
fermedad corporal originan en estados mentales, emocio­
nales o espirituales.

A través del dolor y la enfermedad el Señor te invita a


e'.animar zonas más profundas de tu ser, en las que real­
mente necesitas sanación. Esas zonas pueden estar en tu
~ente dominada por el negativísimo, pesimismo, sospecha

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

y duda. Pueden estar en tu afectividad dominada por la tris­


teza, el miedo, la ansiedad, la angustia, la culpabilidad y otros
sentimientos negativos. Pueden estar en tu espíritu ahoga­
do por el pecado, el rencor, el odio, la venganza, la falta de
perdón y la desconfianza. Esas son zonas todavía no redimi­
das, que precisan la atención inmediata del Médico Divino.

Al O culista

Cuando nuestros sentim ientos negativos son muy


inapropiados y amenazantes, a veces los enterramos en el
subconsciente, para ocultarlos de nuestra propia concien­
cia, que de otro modo nos inquietaría. En ese caso vamos
por la vida sin conocer nuestros verdaderos sentimientos, y
sin captar el mensaje que Dios nos envía a través de ellos. El
engaño puede entrar en nuestra vida, complicando nuestra
conducta y nuestras relaciones con los demás.

Si sospechas algo por el estilo busca una consulta urgen­


te con el Oculista Divino. El te recetará "colirio para que te
des en los ojos y recobres la vista" (Ap 3,15-22). El te ense­
ñará a dialogar sin miedo con tus verdaderos sentimientos,
y a tomar el baño de luz como explica este capítulo más
adelante. El te dedicará todo el tiempo y atención que nece­
sites. Para El nadie es demasiado insignificante; nada de­
masiado difícil.

El hom bre viejo

Plombre viejo y achacoso es ciertamente el que aparece


en el grabado de la página siguiente. Ciertos estados men-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

3 ss y afectivos generan tensiones fuertes, que se acumu-


an en determinadas zonas de nuestro organismo, causan
malestar o dolor en esas zonas, y predisponen a enfermedades.

El grabado es fruto de la investigación de un equipo de


-edicos norteamericanos, y este autor lo encuentra muy
en el ministerio de la sanación. El grabado indica la posi-
: 5 relación entre ciertos sentimientos negativos muy co-
- jn e s y el dolor o enfermedad en determinadas zonas del
: .erpo. Si lo usas con discreción, buen sentido y oración, lo
e"contrarás útil en tus consultas con el Médico Divino, tan-
:: cuando se trata de tu propia sanación, como cuando de­
mas ayudar a otras personas.

Partiendo del dolor o enfermedad en una zona del cuer­


po, procedes a investigar otras zonas más profundas
y conflictivas de tu psyjé, que necesitan sanación o
liberación.

I Toma un baño de luz y trata de descubrir la raíz o fuente


de esos conflictos emocionales.

; Presenta al Médico Divino la raíz misma de esos con­


flictos y ora por la curación de recuerdos. Pide a Je­
sús te llene de su Espíritu, y al Espíritu te revista de
las cualidades de Jesús.

Despojaos del hombre viejo con sus obras (y achaques),


7 estíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta al-
;:-'zar un conocimiento perfecto, según la imagen de su
.‘ mador" (Col 3,9s).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Raíces em ocionales de enferm edad


p sicosom ática

Miedo, ansiedad, duda, culpabilidad,


resentimiento, falta de perdón

agresividad, irritabilidad, negatividad


(quejas), incomunicación, sentimien­
to de rechazó

envidia, desaliento, desesperación,


rechazo, temor, terror, inferioridad, in­
sensibilidad, odió, rencor, ira, falta de
Xperdón

incapacidad para desahogarse, re­


presión de angustia, de lágrimas, de
temores, de culpa, de rencores...

pornografía, abusos sexuales

inseguridad, ansiedad, falta de


raíces, inconstancia

alergias, diabetes, por trabajo o


situaciones desagradables.

Dolor o enfermedad en la zona del cuerpo señalada en el


grabado se debe con frecuencia a uno o varios de los senti­
mientos señalados en el apartado correspondiente.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Baño de luz

Cuando Adán y Eva pecaron trataron de ocultarlo todo


: unas hojas de higuera. Ello es simbólico del hombre vie-
: que teme la luz y se refugia en la oscuridad. "Pues todo el
: .5 obra el mal aborrece la luz. Pero el que obra la verdad va
a luz" (Jn 3,20s).

Jesús es "la luz verdadera que Ilumina a todo hombre que


. ene a este mundo" (Jn 1,9). Jesús te Invita: "yo soy la luz
:e mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino
:.e tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12). Su luz es capaz de
: e^etrar lo más íntimo de tu ser, incluso tu subconsciente,
:; 'de esconden sus raíces los problemas más preocupantes.
_riú s viene a tu encuentro allí donde más lo necesitas.

El baño de luz es un ejercicio de fe. Consiste en ponerse


í ' presencia de Jesús Resucitado, y dejar que su luz
rzeneradora vaya penetrando ciertas zonas de tu ser, o cier­
zas etapas de tu vida, dominadas todavía por la oscuridad.
‘ Los que miran al Señor se liberan".

a) El baño de luz sirve para sondear tu estado interior,


conocer tus verdaderos sentimientos, tu defecto do­
minante, el por qué de tu tibieza, alergia o parálisis
espiritual. Testifica una persona: "Por años me ator­
mentaban escrúpulos relacionados con la castidad.
El baño de luz me hizo ver que mi talón de Aquiles era
mi orgullo y mi tendencia a enjuiciar a otros". Otra
persona confiesa: "Poco a poco iba perdiendo mi amor
a la Biblia, mi amistad con Jesús y mi alegría interior.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Con un baño de luz comprendí que todo ello se debía


a mi incontrolada adicción a la tele".

b) Principalmente el baño de luz se usa para descubrir la


raíz o fuente de un conflicto personal, de un comple­
jo, o de algo que te preocupa seriamente y deseas
cambiar. Es la fase preparatoria para orar por la
sanación de recuerdos.

c) También sirve para diagnosticar el origen de un dolor


o enfermedad de tipo psicosomático. El caso de úl­
cera mencionado al comienzo de este capítulo era
psicosomático. El baño de luz.puso de relieve que el
nerviosismo y la enfermedad se agravaban cada vez
que esta persona tenía que afrontar una situación
nueva. Y ello se remontaba a los comienzos de su
vida, pues su familia sufrió cambios muy bruscos de­
bido a circunstancias sociales.

"En otro tiempo fuisteis tinieblas; más ahora sois luz en el


Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz con­
siste en toda bondad, justicia y verdad... Y todo lo que que­
da manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duer­
mes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo"
(Ef 5,8-14) .

Cóm o bañarse en luz

1. Busca un lugar apropiado, donde nadie te interrumpa.


Además de la Biblia, es bueno que lleves papel y boli.
Toma una postura relajada y reverente en presencia

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

del Señor. Invoca al Espíritu Santo, o a la Virgen Ma­


ría, según tu devoción. Y no andes con prisas.

Puedes leer uno de estos textos: Jn 1,1-14; Le 1,68-


79; Ef 5,8-14. 0 puedes escoger una escena gráfica
del Evangelio como: Jn 3,1-21; 4,5-19; 20,11-17; Le
10,38-42. Si escoges una escena, visualiza a Jesús,
y ponte en lugar de la persona que dialoga ton El en
ese pasaje.

Con la ayuda de esa lectura bíblica, o prescindiendo


de ella, visualiza a Jesús Resucitado, radiante, pero
muy humano y accesible. El se acerca a ti sonriente,
deseoso de ayudar y de Compartir contigo su felici­
dad y paz. Puedes contemplar sus heridas abiertas;
de ellas recibirás la sanación de tus heridas. Si no
consigues visualizar al Señor, no te preocupes. Haz
un acto firme de fe en su presencia junto a ti: "Señor,
yo sé que tú estás aquí porque me amas y deseas mi
felicidad. Inúndame con tu luz. Una palabra tuya bas­
tará para sanarme".

Dialoga con Jesús. Cuéntale con toda sencillez y con­


fianza lo que más te preocupa en este momento.
Háblale de tus problemas y complejos. Deja que su
mirada y su luz penetren cualquier zona dentro de ti
todavía dominada por las tinieblas. Dile que te mues­
tre cualquier cosa que desagrada a Dios y te perjudi­
ca a ti mismo. Pídele que exponga a la luz la raíz de
una enfermedad, la fuente de un mal, la causa de un
conflicto, el por qué de un complejo o problema.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Que el diálogo no sea monólogo. Haz silencio después de


cada pregunta, y escucha en tu corazón. Su respuesta suele
llegar a través de luces, imágenes, palabras, deseos, senti­
mientos; o a través de un texto bíblico que El te sugiere. Si
anotas lo que vas descubriendo, te será muy útil más ade­
lante, especialmente si deseas la ayuda de otra persona en
forma de consejo e intercesión. En algunos casos la res­
puesta a un problema concreto se hace esperar. Sigue con­
fiando, que llegará a su tiempo.

Algunas personas encuentran más práctico el dialogar por


escrito. Escriben una carta confidencial al Señor, exponien­
do su caso y consultándole sobre el mismo. Y en oración
esperan su respuesta. A su tiempo el Señor les mueve a
escribir la respuesta.

"El mismo Dios que dijo: ¡Del seno de las tinieblas brille la
luz!, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irra­
diar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz
de Cristo. Pero llevamos este tesoro en vasos de barro para
que aparezca que la extraordinaria grandeza del poder es de
Dios y que no viene de nosotros" (2 Cor 4,6s).

"Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son


eternas. Tengo mis ojos puestos en el Señor, porque él saca
mis pies de la red" (Sal 25,6.15).

; OREMOS: Señor, tú eres Luz, en Ti no hay


tiniebla alguna. Ilumina tu Rostro sobre nosotros
y despójanos del hombre viejo con sus obras. Haz
que todos nosotros con el rostro descubierto re-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

flejemos como en un espejo tu gloria, y nos vaya­


mos transformando en tu misma imagen, cada
vez más gloriosa, bajo la acción de tu Espíritu.
Amén.

JESUS SANA HOY


-

"
Marcelino Iragui, O.C.D.

IV. INSTRUMENTOS
DEL MEDICO DIVINO

A\ poco de conocev \a renovación en e\ Espíritu, visité unos


.ecinos, cuya hija llevaba un par de semanas en cama. Sus
oadres estaban tanto más preocupados porque el curso es­
colar acababa de comenzar y la niña no podía ir al colegio. A
mí no me faltaban, ni ganas de orar por ella, ni fe en que
_esús la sanaría. Lo que me faltaba era valor para orar en
cublico. Por fin, haciendo un gran esfuerzo dije a los padres:
Vamos a rezar pidiendo a Jesús que sane a su hija". Le
mpuse las manos y rezamos. Al día siguiente decidí pasar
con mucha cautela junto a la casa, por ver si el Señor me
jaba alguna señal. Grande fue mi alegría al ver a la niña
evantada y que salía hacia mí para anunciarme: "Ya no ten­
ca fiebre. Mañana voy al colegio". Desde entonces cuántas
.eces he sentido esa alegría, llena de agradecimiento al
Señor, y llena de admiración al ver cómo Dios responde a
'je stra s pobres plegarias por el bien de sus hijos preferí-
res, los que sufren, los enfermos.

Humanidad suplem entaria

Jesús evangelizaba perdonando, sanando, rompiendo cade-


■55 . Cada sanación y liberación anunciaba la presencia del
: 5 ~o de Dios. "Al atardecer le trajeron muchos endemoniados;
5 5 >oulsó a los espíritus con una palabra, y sanó a todos los
5~srmos. Así se cumplió el oráculo del profeta Isaías: "El
: mó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades"

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

(Mt 8,16s). Al leproso que le dice, "Si quieres, puedes lim­


piarme", Jesús responde al momento, "Quiero; queda limpio".

"Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será para


siempre" (Hb 13,8). Se hizo hombre para acercarse a los
hombres; para estar siempre cerca de los que le necesitan,
los pobres, lisiados, enfermos. Su deseo es santificar y ali­
viar el dolor humano".

Jesús te llama a cooperar en su misión; en cierto modo


te necesita, como un médico necesita sus manos, sus ojos,
oídos, voz... En su resurrección Jesús ganó gloria, poder y
presencia sin límites. "Todo poder en el cielo y en la tierra
me ha sido dado" (Mt 28,18). Jesús está presente en todas
partes, y puede acercarse a todo ser humano. "De ahí que
pueda también salvar perfectamente a todos los que por él
se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder
en su favor" (Hb 7,25).

Por otra parte, en su resurrección Jesús perdió algo, para noso­


tros muy importante: su visibilidad. Está presente en todas
partes, pero de modo invisible. Somos sus discípulos los
llamados a prestarle visibilidad: a hacerle visible en este mundo
a lo largo de los siglos. Nosotros somos su cuerpo visible;
somos como una humanidad suplementaria para El: sus pies
y manos, sus ojos y oídos, su voz... Si nos dejamos guiar por su
Espíritu y llenar de sus sentimientos y su amor, lo haremos
presente de modo visible a muchas personas que lo necesitan.

Hay personas que pueden acercarse sin dificultad a Je­


sús resucitado e invisible en pura fe. "A quien amáis sin ha­
berle visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis,

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

'roosando de alegría inefable y gloriosa; y alcanzáis la meta


:e vuestra fe, la salvación de las almas" (1 Pd 1,8s).

Pero acaso la mayoría de los hombres bajo el peso de la


enfermedad, la angustia, la soledad, la duda y el temor, necesi-
:an ver algo o alguien, para sentir la presencia amorosa de
. ssús y aceptar su ayuda, y por esa misma razón Jesús necesi-
:3 tu fe y tu cooperación para llegar a esas personas y mani-
■estar en ellas su poder. "Yo os aseguro: el que crea en mí, hará él
rambién las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque
,o voy al Padre... Aquel día comprenderéis que yo estoy en
mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros" (Jn 14,12.20).

¿Crees tú que Jesús no hablaba en serio cuando dijo esto,


o que se refería sólo a los primeros siglos, y no a nuestros
ríempos? Gracias al Espíritu de la Verdad que tanto desea
glorificar a Jesús, cada día son más los discípulos contem-
ooráneos que. tomando las promesas del Maestro en serio,
se atreven a orar en fe por la curación de sus semejantes.
Que el Señor nos libre de toda presunción. Pero que nos
ibre también de falsas humildades; que no tenga que repro­
charnos de haber enterrado un talento tan precioso, como
es la curación, portadora de su amor a los enfermos.

No paso de ser un aprendiz en los caminos del Señor. Aún


así, me atrevo a ofrecer algunas sugerencias a los que de­
sean cooperar con el Médico Divino en su misión de amor.

Visión y d iscernim iento

Toda forma de evangelización, incluido el ministerio de


sanación, presupone visión, misión y unción. Una visión cla­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iraguí. O.C.D.

ra de los planes de Dios; un sentirse llamado y enviado por


el Señor, como portador de su Buena Nueva; la unción, fuer­
za y dirección de su Espíritu.

¿Cómo ve Dios la enfermedad? ¿Y cómo mira al enfermo?


Dios es nuestro Padre, que nos ama con entrañas de Ma­
dre. "Como uno a quien su madre le consuela, así yo os
consolaré. Al verlo se os regocijará el corazón, y vuestros
huesos como el césped florecerán. Sobre las rodillas seréis
acariciados" (Is 66,12-14). Dios es como un buen pastor
que ama y cuida a sus ovejas. "Buscaré la oveja perdida,
tornaré a la descarriada, curaré a la herida y sanaré a la
enferma" (Ez 34,16).

Proyectamos una imagen falsa de Dios cuando le imputa­


mos a El enfermedades, que en realidad se deben a nues­
tros fallos, excesos, imprudencia y pecados, o al pecado
original y abusos de nuestra familia humana. Al principio "Dios
vio todo lo que había hecho, y he aquí que estaba muy bien"
(Gen 1,31).

Es cierto que Jesús muestra predilección hacia los que


sufren, los enfermos, pobres y marginados. De ahí que no
se sigue que uno sufre o se encuentre marginado porque
Jesús le ama; sino que Jesús le ama porque necesita más
amor. También es cierto que Dios permite el mal porque es
capaz de sostener a sus hijos en medio de él, y de sacar de
él un bien mayor (Rom 8,28).

Cualquiera que sea su origen, cuando la enfermedad se


desarrolla según el plan de Dios, es una experiencia redentiva,
que nos acerca más a Dios y a los hombres. Conozco un

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

sacerdote, que hace años quedó ciego; como consecuencia


su capacidad para escuchar a otros y alabar al Señor se ha
centuplicado. Conozco un padre de familia numerosa, que
dice: "La gran bendición y consolación que hemos recibido
ce Dios es nuestra hija mongólica". Y un superior religioso
que dice: "La gran riqueza de la comunidad son sus miem-
Dros ancianos y enfermos".

El sufrimiento es parte de la vida. Cuando uno lo asume


con gracia, descubre en él una mina inagotable de riquezas,
jna participación más plena en el misterio redentivo de Cristo,
un reto a corresponder a aquel que "me amó y se entregó a
sí mismo por mí" (Gal 2,20). "Ahora me alegro de los pade­
cimientos que soporto, y completo en mi carne lo que falta a
ios sufrimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la
iglesia" (Col 1,24). Las personas más bellas y fuertes son
¡as que han sufrido mucho con fe y amor.

La enfermedad no va desarrollándose según el plan de


Dios, cuando uno no es capaz de aceptar y asimilar con gra­
cia el sufrimiento: cuando uno pierde la serenidad y alegría;
oierde el equilibrio y el sentido de la vida. La enfermedad en
ese caso disminuye y desmorona la persona, porque la aisla
de Dios y de los demás. El enfermo se encierra en su peque­
ño mundo de egoísmo y autocompasión, o de indolencia y
comodismo, o de rabia y rebeldía. El sufrimiento no es des­
gracia; desgracia es el sufrir sin salir de uno mismo, sin ser
útil a nadie, sin saber por qué.

Para recuperar la salud, la persona que sufre de este modo


precisa salir de sí misma, abrirse al amor, reconciliarse con

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

la vida, ofrecer el perdón a los que le han herido, y aceptar­


lo. Para ello necesita el apoyo, amor y paciencia de algún
Instrumento del Médico Divino. Dichoso tú, si te ofreces a
ser ese instrumento.

M isión y disponibilidad

para cumplir su misión de amor, perdón y sanación Jesús


depende, por voluntad del Padre, de los miembros de su
Cuerpo visible. Jesús depende de ti; no de tu habilidad, sino
de tu disponibilidad. Tu pobreza espiritual no debe causarte
alarma, sino más bien aumentar tu confianza y tu dependen­
cia de él. "Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el
Reino de Dios" (Le 6,20). En tu propia pobreza y en la de tus
hermanos necesitados es donde encontrarás más cerca al
Salvador. Ese es el campo para recibir la gracia de Dios.

Acércate a Jesús con plena confianza y amor. Dile te


purifique en su Sangre preciosa de todos tus pecados y egoís­
mo, para que puedas ser su instrumento eficaz.

Pídele se instale en ti hasta que quedes lleno de El, de tal


manera que sea Jesús quien piense con tu mente, quien
mire a través de tus ojos, escuche con tus oídos y hable por
tu voz; que sea Jesús quien ame desde tu corazón, y quien
bendiga y sane a través de tus manos. Tú no eres, sino ins­
trumento del Médico Divino, canal de su gracia, amor y com­
pasión hacia los enfermos.

"Vivo yo, no yo: Cristo vive en mí" (Gal 2,20). Cuanto más
consciente de que Jesús vive en ti, de que su amor llena tu

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

; razón, de que tus manos son sus manos, tanto mejor dis-
_esto estás para el ministerio de sanación.

Antes de entrevistarte con un enfermo, o al comienzo de


; entrevista, pide al Señor que aumente su fe, que lo arrope
: on su amor, que le ayude a arrepentirse de sus pecados y a
: srdonar a los demás; en una palabra, que le disponga a
etibir la visita del Médico Divino. Implora la poderosa ayu-
:s de la Virgen María, "salud de los enfermos". Cuando in­
terviene ella, Jesús triunfa; y no faltan sorpresas.

Unción y carism as

Cuando el Señor llama a una misión, como orar por los


enfermos, nos envía a ella equipados con la gracia y dones
:e su Espíritu. "Porque a uno se le da por el Espíritu palabra
te sabiduría; a otro palabra de conocimiento: a otro fe en el
mismo Espíritu; a otro carisma de curaciones en el único
Espíritu; a otro poder de milagros; a otro profecía..." (1 Cor
* 2 , 8 - 10 ).

Los carismas del Espíritu pertenecen a la Iglesia de todos


:s tiempos. En nuestros días el Concilio Vaticano II nos re-
: jerda: "Todos los carismas, tanto los más extraordinarios,
como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos
con gratitud y consuelo, porque son útiles y adecuados a las
necesidades de la Iglesia" (L.G.12).

En la mente de muchos cristianos el carisma de curacio­


nes está asociado con la santidad personal. De ahí que, en
su sentido de modestia, encuentran impensable que el Se­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ñor les conceda tal cansina. En realidad el cañsma y el mi­


nisterio de curación está directamente asociado con las obras
de misericordia y con la evangelización. Su objetivo es ali­
viar y santificar el dolor; y de ese modo proclamar (que Je­
sús vive hoy y se Interesa por los que sufren.

En la mente de otros la curación está vinculada al poder


de milagros. De hecho son dos carísimas distintos. La mayo­
ría de las curaciones, al menos como las vemos en nuestros
días, no son milagrosas, ni instantáneas. Lo que sucede en
muchos casos es que gracias a la oración desaparecen las
causas de la enfermedad, como el odio, rencor, miedo, re­
chazo a la vida, nerviosismo y tensiones; y el enfermo recu­
pera la paz y la salud. En otros muchos casos la gracia de la
oración activa e intensifica las fuerzas de la naturaleza para
recuperar la salud con mayor rapidez. Eso no excluye que se
den también curaciones sorprendentes, fruto de una inter­
vención milagrosa del Señor.

Un cañsma asociado con la curación es la palabra de co­


nocimiento. Se trata de una luz del Espíritu para ver y anun­
ciar los planes que Dios tiene para que una persona sane, o
el hecho de que se está ya sanando. La palabra de conoci­
miento hace crecer la fe, o ayuda a eliminar un obstáculo. Y
la curación se recibe a través de la fe. "Tu fe te ha salvado",
es el comentarlo de Jesús ante muchas curaciones.

Unión y com unidad

A veces el Señor se sirve de los carismas para sanar en­


fermos. Y a veces se sirve de algo más precioso que los

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

smas: el amor, la unión y armonía de un grupo de orantes,


.esús prometió: "Yo os aseguro que si dos de vosotros se
::~en de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que
\5 'e , lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.
: i'que donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí
estoy en medio de ellos" (Mt 18,19s).

No todos los creyentes, ni mucho menos, tienen el cans­


í a de curaciones. Pero todos los que tienen fe en Jesús y
amor a los enfermos pueden orar por la curación. Y cuando
o hacen de común acuerdo su oración, basada en la prome­
sa y la presencia de Jesús, tiene un poder acaso mayor que
el de los carismas. La mayor parte de las curaciones sor-
orendentes que yo he presenciado han sido fruto de la unión
de los orantes.

Concluyo con un testimonio que me envían con su Certifi­


cado Médico. "Jesús vive hoy y actúa en nuestras vidas.
Durante el curso 84-85 padecí una paresía de las cuerdas
vocales; mis cuerdas estaban como paralizadas en el tercio
anterior. Necesito de mi voz en mi trabajo, pues soy maes­
tra y trabajo con niños con problemas, que necesita
estimulación oral muy frecuente, y no entienden el lenguaje
escrito. He sufrido mucho también al no poder cantar y ala­
bar al Señor como yo quería hacerlo. Forzaba la voz y conse­
guía agravar el problema con una laringitis. Estuve con tra­
tamiento médico, fui a rehabilitación algún tiempo, pero sin
resultado. Cuando dejé la rehabilitación por causa de mi tra­
bajo, me dijeron que de no continuarla, no me curaría. En
verano del 85 acudí a la Asamblea de la Renovación en
Alcobendas. Allí oraron por mí los hermanos Marcelino I.,

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Carmen G. y Serafín C. Al final de la Asamblea personas


sanas que estaban conmigo habían perdido la voz, mientras
que yo pasé los días cantando al Señor y podía seguir ha­
ciéndolo sin dificultad. A mi regreso a Málaga fui a visitar al
médico que me había tratado antes, y comprobó que mi
paresía había desaparecido.

"La curación de mi garganta y otras cosas vienen a confir­


mar mi fe; me ayudan a ver a Dios Padre pendiente hasta el
menor detalle de sus hijos, deseoso de que le pidamos algo,
porque eso significa que nos estamos volviendo a El, y que
confiamos en El. El quiere darnos más amor del que noso­
tros podamos desear. He descubierto de nuevo la oración, y
no sólo en los beneficios que yo personalmente puedo obte­
ner, sino en la necesidad de presentar todo y a todos en esa
oración. Y veo suceder algunas cosas que son obra de Dios
"casualidades" en las que sé está la mano de Dios".

OREMOS: Señor Jesús, que has venido a


salvar, sanar, liberar: vacíame de mí mismo y llé­
name de Ti. Instálate en mí como Tú lo deseas, y
revísteme de tu amor. Virgen María, Madre de
misericordia, ayúdame a llevar a Jesús cerca de
sus predilectos, los enfermos, los que sufren, para
que pueda El continuar en ellos su misión de amor
y sanación. Amén.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

V. CURACION FISICA

-En n uestros días?

A veces me preguntan si tengo el don de curaciones. Todo


: que puedo decir es que con frecuencia me encuentro oran-
: a por la curación de enfermos. Si estoy en un grupo o asam-
: ea trato de motivar a todos los presentes para que unidos
men por lo mismo. Me considero un cristiano muy ordinario
. oastante normal. Pero para gloria de Dios debo confesar
: ue muchas personas me han dicho o escrito cómo el Señor
es ha sanado gracias a esas oraciones. Algunos, como el
: _!e sigue, me envían su testimonio con permiso para hacer
-so de él.

En febrero de 1982 sufrí un infarto de miocardio, que me


e . ó a la clínica. El dictamen médico fue Infarto y Amor. Con
ezimen y medicación continúa durante tres años, los dolo-
es me obligaban de vez en cuando a visitar al doctor. Tenía
: ertas limitaciones físicas; lo que más me dificultaba era
subir escaleras y hacer esfuerzos de levantar pesos. Mu-
mes veces habían orado por mi sanación, pero la verdad es
: - 5 yo no contribuía a la curación. Algo muy distinto fue en
e jltim a Asamblea de Madrid. Cuando el RM. dijo que to-
~ieramos nuestras manos y oráramos los unos por los otros, !
■: solo hice esto, sino que puse las manos de los hermanos ;
: _e tenía junto a mí sobre mi corazón. Uno de ellos me dijo:
E Señor te va a sanar. Ya lo verás". En aquel momento un
.evo vigor se extendió por todo mi cuerpo. Comencé a su- !

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

bir escaleras, y lo hice unas veinte veces hasta el 4o piso.


Lejos de cansarme, cada vez estaba más fuerte. Al terminar
la Asamblea subí a la torre de Alcobendas, y lleno de ale­
gría, di gracias a Jesús que me había sanado. Desde enton­
ces no tomo un solo medicamento más. Mi vida es normal y
doy gracias al Señor que me ha sanado para trabajar por mi
familia y por su Reino. Jesús vive y sana hoy como hace dos
mil años. Gloria al Señor".

El testimonio personal es un modo, a veces el mejor modo,


de evangelizar. Jesús le dijo: "Vete donde los tuyos y cuén­
tales lo que el Señor ha hecho contigo, y que ha tenido com­
pasión de ti" (Me 5,19).

¿Por qué no m ás?

En el ministerio de Jesús curaciones físicas eran un fenó­


meno de cada día. Muchas de ellas instantáneas, milagro­
sas y espectaculares. Eran como un grito anunciando la pre­
sencia del Reino.

El que se den curaciones hoy no debe sorprendernos, ni


necesita explicaciones. El mismo Jesús vive hoy en sus dis­
cípulos, y continúa desde ellos su misión. El es quien perdo­
na, sana, salva, bendice a través de instrumentos imperfec­
tos y a través de los Sacramentos. Lo que sí necesita expli­
caciones es por qué no se dan más curaciones hoy, como
en los días de Jesús y de sus primeros discípulos.

Primero, porque somos instrumentos muy imperfectos en


nuestra fe, esperanza y caridad, y así tardamos en transmitir

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

5 acción sanadora del Médico Divino. De ahí que las curaciones


en nuestros días sean más lentas y menos espectaculares.

Otro factor a tener presente es nuestra educación


: artesiana, y nuestra cultura pagana, que se dejan guiar más
:ar la diosa Razón, que por la Palabra de Dios. El espíritu de
íntica y la falta de fe sencilla y humilde bloquean el poder de
Dios. Cuando Jesús vino a Nazaret "no pudo hacer allí nin-
:jn milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quie­
nes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su fal­
la de fe" (Me 6,5s). Entre las gentes simples y sencillas de
a India yo he presenciado curaciones mucho más numeró­
las que en Europa.

Un tercer factor negativo es el ambiente social en que


, irnos, tan lleno de prisas y tensiones: fuente fecunda de
i 'íermedades psicosomáticas. El ambiente frena notable­
mente el proceso de curación o recuperación, y hace que a
.eces la curación sea sólo parcial, o poco duradera.

Con todo y a pesar de todo, las curaciones físicas son


rada vez más frecuentes, para gloria de nuestro salvador. Y
.endrán a ser mucho más frecuentes, cuando tú y otros cris-
i anos ordinarios, y más o menos normales, se decidan a
laoperar con el Médico Divino en sus planes de misericor-
a. El es quien sana, pero por su propia decisión necesita
'strumentos o ministros de sanación.

En adición a lo dicho en el capítulo anterior, quiero men-


: onar aquí una triple función del ministro: discernir, orar,
anoyar.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O.C.D.

D iscern ir

Al tratamiento médico precede el diagnóstico. Del mis­


mo modo que antes de orar por la curación, en lo posible
escucha al enfermo y a otros; y consulta con el Señor. De
ese modo verás qué tipo de ayuda necesita el enfermo con
más urgencia.

- En muchos casos el enfermo necesita ante todo ayu­


da para perdonar a ciertas personas, perdonarse a sí
mismo, o perdonara Dios. ¡Cuántos dolores desapa­
recen radicalmente con el perdón sincero e incondi­
cional!

- En otros casos necesita ayuda para reconciliarse con


la vida y aceptar ciertas limitaciones, o situaciones
difíciles. ¡Cuántas tensiones y cuántas dificultades
innecesarias se desvanecen, cuando uno acepta las
dificultades inevitables!

- En algunos casos el enfermo necesita ayuda para reco­


nocer su propio pecado y arrepentirse; para romper
con una situación pecaminosa y hacer una buena confe­
sión, que con frecuencia inicia él proceso de sanación.

- En casos de enfermedad psicosomática hace falta co­


menzar por la sanación de recuerdos, descubriendo y
exponiendo al Señor la verdadera fuente de la enfer­
medad. A una señora que buscaba la sanación de su
asma, le pregunté: "¿En qué circunstancias te vino el
primer ataque de asma?". Contestó ella: "Cuando te-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

nía 7 años, al volver del colegio comenzó a llover fuer­


te; y mi hermana mayor echó a correr dejándome sola.
Aquella noche comenzaron los síntomas". Desde su
mismo origen la enfermedad estaba vinculada al mie­
do, rechazo, resentimiento y autocompasión. Dije a la
señora: "En tu memoria vuelve a aquel momento:
imagínate que Jesús te acompaña en la lluvia, y te
dice que no tengas miedo, pues El no te va a dejar
sola; también te dice que perdones a tu hermana. Da
gracias a Jesús por su compañía y por tu familia".
Después de una breve oración, fuimos a la Eucaristía.
El asma no ha vuelto a molestarla.

Algunas personas parecen estar encadenadas a su


propio pasado poco feliz, o a su vieja enfermedad.
Necesitan mucha ayuda para salir de sí mismas, lan­
zarse confiadamente en los brazos del Señor, y acep­
tar su sanación. Estas personas pueden precisar tam­
bién una oración de liberación para romper los lazos
de autocompasión o autorrechazo, y quedar libres del
"spiñtus in firmitatis".

Siempre es bueno y a veces muy urgente hablar al


enfermo del amor y providencia de Dios, y de la predi­
lección de Jesús hacia los que sufren. Un pasaje bí­
blico apropiado ayudará a crecer en fe y esperanza; y
a fijar la mirada de fe en Jesús Salvador, no en ésta o
aquella persona de gran fama, que no pasa de ser un
instrumento pobre del gran poder y amor de Dios. "¿De
dónde vendrá mi auxilio? Mi auxilio, del Señor, que
hizo cielos y tierra" (Sal 121,1 s).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O.C.D

- En ciertos casos toda la fam 3 - 5 : 5 ; :a ayuda para


disipar el clima de pesimismo : *als3 ""'p a s ió n , que
pesa sobre el enfermo, y no le c e "" te recuperar ni
su salud ni su paz y serenidad.

- El proceso de discernimiento te nará ver cual es el


momento y lugar más adecuado para orar por la
sanación del enfermo: si con, ene orar con un equi­
po, o con su familia, en una asamblea, o en una euca­
ristía.

Acaso el Señor te de a entender que una enfermedad


debe continuar, como contribución a su plan redentivo. En
tal caso procede orar para sacar el máximo fruto de la enfer­
medad. Orando una vez por una religiosa enferma, ella vio al
Señor en la Cruz, y comprendió que su vocación era sufrir
con Jesús. Desde entonces ha podido llevar su enfermedad
con una gran paz y alegría, antes desconocidas. "Ahora me
alegro de los padecimientos que soporto por vosotros, y
completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cris­
to, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" ( Col 1,24 ).

Cóm o orar

Fija tu mente en el Médico Divino, y trata de identificarte


al máximo con El. Visualiza a Jesús junto al enfermo. ¿Cómo
le mira Jesús? ¿Qué siente? ¿Qué desea hacer? Deja que El
actúe en ti y a través de ti como lo desea.

Al pedir la sanación conviene ser específico, teniendo pre­


sente el tipo de enfermedad, o el órgano afectado. Pide al

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

:sñor que su luz sanadora vaya penetrando las zonas afee-


radas del cuerpo, eliminando todo foco de enfermedad, re-
: 'oduciendo células nuevas y sanas.

El "Método Imaginativo" de oración ayuda la fe del que


ora y del enfermo, enseña a pensar positivo, moviliza las
ñierzas naturales de recuperación, y da sorprendentes re­
sultados. Al rezar, visualiza de forma concreta los efectos
ueseados de la oración, y anima al enfermo a hacer lo mis­
mo. Con los ojos del espíritu mira al enfermo, no en su con-
□ición actual, sino como deseas y esperas verle en un próxi­
mo futuro. Por ejemplo: al rezar por la curación de una pier­
na fracturada, visualiza al enfermo caminando con sus ami­
gos. Al rezar por un caso de estómago, visualiza al enfermo
compartiendo una comida normal con su familia. No se tra­
ía de un juego psicológico, sino de un esfuerzo muy realista
de nuestra fe para ver a esa persona como Dios la ve ya en
el futuro: recuperada de su enfermedad, gozando de buena
salud, trabajando por un mundo mejor.

"Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed


que ya lo habéis recibido, y lo obtendréis" (Me 11,24). La fe
acepta los resultados de la oración antes de que estos apa-
rezcan. Es muy cristiano, pues, orar con esa garantía de la
Dalabra de Dios, y con esa imagen del enfermo ya recupera­
do para gloria de Dios.

De ahí también surge espontánea la alabanza y acción de


gracias, que deben acompañar toda petición. "En toda ocasión
zresentad a Dios Vuestras peticiones, mediante la oración y
a súplica, acompañadas de acción de gracias" (Fil 4,6).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O.C.D.

Con frecuencia la oración produce señales visibles de


mejoría. Ello debe mover al enfermo a pensar de un modo
más positivo, y a perseverar en la alabanza y acción de gra­
cias, que a su vez le irán abriendo más y más a la influencia
sanadora del Señor.

La IMPOSICION DE MANOS es un gesto bíblico, muy cris­


tiano y humano al orar por los enfermos. Jesús lo hacía. "A
la caída del sol, todos cuantos tenían enfermos se los lleva­
ban; y poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los
curaba" (Le 4,40). Entre las señales que acompañarán a los
creyentes, Jesús menciona, "impondrán las manos sobre
los enfermos y se pondrán bien" (Me 16,18).

Esta imposición de manos no es un rito sacramental, sino


una expresión de solidaridad, apoyo y amor. La persona que
ora con fe y humildad, al imponer las manos se siente más
consciente de ser instrumento del Médico Divino, canal de
su gracia y amor. El enfermo frecuentemente siente a través
de ella la presencia real y toque sanador de Jesús, como
tantas personas lo atestiguan. Algunos sienten como una
corriente o calor, que va penetrando su cuerpo y aliviando el
dolor, o infundiendo nueva energía. .

La mera imposición de manos en el nombre del Señor,


con gran compasión y fe, aún sin palabras, es una oración
que mueve el corazón de Dios. Muchos son los esposos y
las madres que lo han descubierto por experiencia.

Una madre testifica: "Mi segunda hija nació con asma, y


el Dr .Cruz, catedrático del Clínico, me dijo que se la ayuda-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

■a a vivir, pero nada más. Yo comencé a ponerle la mano en


e pecho, y el asma se calmaba. Y así lo hice hasta que,
: jando tenía 4 meses estaba totalmente curada".

Cuando mi hijo tenía dos años (ahora tiene doce) tuvo


: je llevar yeso 50 días por una fractura de pierna; cuando
;e lo quitaron, el nene cojeaba y se caía. Me dijo el médico
u e tenía el músculo atrofiado, y me hizo un volante para
que el niño fuese a recuperación durante 30 días. Yo, cuan-
jo llegué a casa empecé a orar y sentí una fuerza especial.
Elevé las manos y dije: jSagrado Corazón de Jesús, en Ti
confío! y así puse las manos en la pierna de mi hijo, y las
mantuve allí un rato. El nene se quedó dormido y lo acosté.
Al despertarse por la mañana corría como si nada. No lo
Tuve que llevar a recuperación, por lo que doy gracias a Dios".

Otra práctica evangélica y tradicional en la Iglesia es la


JNCION CON OLEO BENDITO. Los apóstoles, enviados por
e Maestro "yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a mu­
chos enfermos y los curaban" (Me 6,12s). El Ritual Romano
contiene una bendición de aceite para uso de los fieles. Es
jno de los sacramentales de la iglesia, impetrando para sus
' jos sanación, protección del enemigo y las gracias del Es-
círitu Santo. Cualquier creyente puede usar con el debido
'espeto este aceité sobre sí mismo o sobre los demás.

Apoyo continuado

En muchos casos la sanación es un proceso. No basta


niciarlo; es preciso sostenerlo hasta que el Señor complete

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragc:. O.C.C

su obra. Algunas personas necesitar ,5 e ; ses i-e s de ora­


ción. Y eso mismo hay que hacerlo con : e : e ' ""lento, evi­
tando crear en el enfermo una deperes": a excesiva.

Muchos necesitan apoyo prolongado p3'3 crear un clima


positivo de fe, esperanza y amor, contrarrestando el ambiente
negativo de descontento, quejas, nerviosismo y tensiones,
que les rodea. Para ello se requiere la oresencia frecuente
del hermano, que trae la luz de la fe y la esperanza, el amor
de Jesús y el consuelo de su Espíritu; la presencia del her­
mano que alienta a leer la Palabra de Dios, y enseña a dialo­
gar con Dios como un amigo, y a cantar sus alabanzas.

El ideal es formar ministerios o equipos de sanación, cuyos


miembros se complementan con diversos carismas. Este es
un modo muy real de vivir la comunión de los santos, de
edificar el Cuerpo Místico y de evangelizar. Es también un modo
de hacer más real y eficaz la presencia de Jesús, que dijo,
"Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy
yo en medio de ellos" (Mt 18,20). Con Jesús todo es posible.

Cuando se ora con discernimiento, amor y perseverancia,


la oración por la curación física siempre produce efectos
positivos; que permite a uno desempeñar su oficio y debe­
res; en otros casos la oración hace que uno reciba el trata­
miento médico acertado y que responda al mismo; en todo
caso deja una gran paz y fuerza interior para seguir a Jesu­
cristo en salud y en enfermedad.

Dichosos los misericordiosos, que saben llevar el consuelo


de Cristo a los enfermos; ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Dichosos los que un día escucharán de boca del Señor:


. enid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino
'eoarado para vosotros desde la creación del mundo. Por-
ue tuve hambre y me disteis de com er... estaba enfermo
^ e visitásteis, en la cárcel y vinisteis a verme (Mt 25,34ss).

OREMOS: Padre Santo, tu amado Hijo sopor­


tó el castigo que nos trae la paz, y con sus llagas
El sana las nuestras. Dígnate ver en todos y en
cada uno de los que sufren el rostro de tu amado
Hijo. Yo te presento en particular a los que sufren
y no tienen en quién apoyarse, a los que sufren y
no saben o no pueden orar. Envíales un buen sa-
maritano a manifestarles tu amor, a aliviar su do­
lor y a sanar sus heridas. Te lo suplico por tu Hijo
amado, que quiso identificarse con los que su­
fren, y ahora reina contigo en gloria. Amén.

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

VI. SANACION
DE RECUERDOS

H echo testim onial

Una joven universitaria llevaba dos años sin poder conti­


nuar sus estudios, cuando yo la conocí. Su testimonio ilustra
mejor que muchas páginas la sanación de recuerdos, o curación
nterior, así como también la gran bondad de nuestro Dios.

Cuando su mamá, cargada de hijos y en circunstancias


muy difíciles, se vio embarazada, sólo tenía un deseo: "Ojalá
esta criatura no llegue a nacer con vida". A su tiempo la
criatura nació, una niña muy inteligente y muy introvertida.
Sus primeros años pasaron sin complicaciones. A los 18 años
se encontró por primera vez lejos de su familia, en una resi­
dencia de estudiantes. En el curso de pocas semanas murió
su padre, y murió accidentalmente envenenado un sobrinito
a quien ella adoraba. Todo ello provocó una profunda depre­
sión con tendencia al suicidio. La joven perdió el sueño y el
apetito, aunque no la fe y la esperanza. A los dos años, y a
oesar del tratamiento médico, se encontraba en un estado
de gran debilidad física y emocional.

En la primera entrevista le pregunté: "¿Qué juegos te gus-


saban en tu niñez? Su respuesta: "No me gustaba jugar con
otras niñas. Prefería sentarme sola y pensar, o soñar des-
oierta que me había muerto y me estaban haciendo el fune-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O.C.D.

ral con cantos, velas y flores". Los deseos v sentimientos de


la madre se habían grabado en su hija ,a antes de nacer. De
ahí surgían sus "sueños" o juegos de la niñez, y sus tenden­
cias de autodestrucción más tarde.

Después de conocer la historia de la joven, le expliqué


cómo Jesús resucitado puede penetrar hasta nuestro sub­
consciente, borrar imágenes nocivas y sentimientos negati­
vos, llenar vacíos y sanar heridas, y de ese modo cambiar el
rumbo de nuestras vidas. Le ayudé a comprender y perdo­
nar a su mamá (lo hizo sin dificultad); a perdonar también a
los que habían envenenado a su sobrinito (lo encontraba
imposible, pero con la ayuda de la gracia lo hizo). Luego la
invité a revivir su pasado en compañía de Jesús. Juntos
pedimos al Señor borrase aquellas imágenes nocivas y sen­
timientos de rechazo a la vida, captados antes de nacer.
Pedimos al Señor y a la Virgen María que la arropasen en su
amor ya desde el seno materno, y en ios momentos más
críticos de su vida. Imploramos al Espíritu Santo para que
descendiese sobre ella y le infundiese un deseo grande de
vivir para Jesús y, desde Jesús, para los demás. La joven
comenzó a mejorar visiblemente, sobre todo después que
hizo una confesión general y oramos una segunda vez. No
mucho más tarde reanudó sus estudios con nueva ilusión, y
con un gran deseo de consagrar su vida al servicio de los
que sufren y no tienen en quién apoyarse.

"Desde el seno materno me llamó el Señor; desde las


entrañas de mi madre recordó mi nombre. ¿Acaso olvida
una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de
sus entrañas? Pues aunque esas llegasen a olvidar, yo no te

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

D vido -dice el Señor. Y sabrá toda carne que yo, el Señor,


¡oy el que salva y el que rescata" (Is 49,1.15.26).

El buen sam aritan o de la hum anidad

Con el progreso de la medicina y la higiene, el hombre


goza cada vez de mayor control sobre la enfermedad puramen-
te somática. Al mismo tiempo, sumergido en un mundo de
tensiones, falto de higiene mental y de defensas espiritua-
es, el hombre se encuentra cada vez más agobiado por con­
victos internos: y sufre cada vez más de enfermedades
Dsicosomáticas. Consulta al neurólogo y al psiquiatra; usa
tranquilizantes de todo tipo; y sigue viviendo como si no tu­
viese un Padre Todopoderoso, que se preocupa de él, de su
salud, de sus problemas, de su felicidad, de su futuro. Los
conflictos del hombre crecen en proporción directa con su
ignorancia o indiferencia religiosa. Cada día quedará más
claro que el hombre no puede reconstruir su vida a espaldas
de su Hacedor y Padre .

En este contexto Jesús se va revelando como el Gran


Psiquiatra, como el Buen Samaritano de la humanidad heri­
da, como la máxima expresión del Amor misericordioso de
nuestro Padre Dios. Jesús viene al encuentro del hombre
contemporáneo allí donde más herido y enfermo está: en su
espíritu, su mente, su corazón, su afectividad, sus relacio­
nes con los que le rodean.

Tus sentimientos negativos, tus miedos, rencores, dudas,


ansiedad, tristeza, soledad... pueden crecer hasta conver­
tirse en una carga intolerable, capaz de provocar tu derrum­

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui. O.C.Z

bamiento interior. Pero la invitación ce _55 _s resuena con


más fuerza que nunca: "Venid a mí toces ios que estáis fati­
gados y agobiados, y yo os aliviaré. Aprended de mí y halla­
réis descanso para vuestras almas" (Mt 11,28ss). "Confiadle
todas vuestras preocupaciones, pues él se cuida de voso­
tros" (1 Pd 5,7).

La agresividad del mundo que te rodea, y tus propios ren­


cores conscientes e inconscientes, pueden dejarte como el
caminante de Jericó: maniatado, robado, malherido, al bor­
de del camino (Le 10,29ss). Pero Jesús el Buen Samaritano
viene a tu encuentro cuando más solo, marginado e impo­
tente te sientes. Su deseo es sanar tus heridas, aliviar tu
dolor, reavivar tu esperanza y tu ilusión por la vida, y mos­
trarte un camino nuevo: el camino del amor, que todo lo
excusa, todo lo cree y espera, todo lo intenta y conquista; el
amor que nunca acaba (1 Cor 13,7s).

Por muy pobre y despreciable que te encuentres, puedes


contar con la acogida incondicional y el apoyo total de Je­
sús. "Al que venga a mí no le echaré fuera. Esta es la volun­
tad del que me ha enviado: que no pierda ninguno de los
que él me ha dado" (Jn 6,37-39). Una razón por la que Je­
sús te aprecia, y cuida, y si te pierdes te busca: Jesús te
mira como un don del padre.

Y Jesús te comprende por muy confuso y desconcertado


que te encuentres. No en vano se familiarizó con el dolor y
las lágrimas. Al ver llorar a las hermanas de Lázaro, "Jesús
se conmovió interiormente, se turbó y se echó a llorar" (Jn
11,32ss). Isaías c.53 lo describe como "varón de dolores,

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

cargado de oprobio para sanar a sus hermanos. ¡Eran nues-


tras dolencias las que él llevaba, y nuestros dolores los que
soportaba! El soportó el castigo que nos trae la paz, y con
sus llagas hemos sido curados".

"Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda com-


oadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual
que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar miseri­
cordia y hallar gracia para ser socorridos en el tiempo opor-
tuno" (Hb 4,15s):

"Yo he venido para que tengan vida en toda su plenitud"


(Jn 10,10). La misión de Jesús y su mayor deseo es introdu­
cirnos a una vida plena, llena de esperanza, alegría y paz,
'ebosante de amor y buenas obras. Para ello desea Jesús
cañar primero esos recuerdos penosos, que nos cierran a la
.ida y al amor. Y desea sanarlos desde sus más profundas raíces.

Raíces de tu s conflictos

Dentro de ti llevas toda una historia. Desde el comienzo


ce tu existencia has ido recogiendo imágenes, sentimien­
tos, deseos, recuerdos., .que en su mayor parte están gra­
tados mas allá de tu mente consciente, en el subsconsciente.
• eso pesa. Todo ello es parte, y muy importante, de tu per­
sonalidad; influye en tu modo de ser, de ver las cosas, de
sentir, de reaccionar ante la vida. "Yo soy yo y mis circuns­
tancias", como dice un pensador. Tú eres tú con tu propia
historia. De ahí que unas personas te atraen; algunas hasta
oarece te atan. Otras personas te repelen, o provocan agre-

JESUS SANA HOY •


Marcelino Ira r-: C 1 X)

sividad. Ciertas situaciones e.” ¡a . : e :e zssconciertan o


causan temor, sin razón aparente.

A veces tus conflictos personales parecen no tener solu­


ción; al menos no das con ella. Y es que esos conflictos
ocultan sus raíces en tu subconsciente: en experiencias vi­
vidas y olvidadas, pero de algún modo grabadas dentro de
ti: en tu historia.

Y aquí viene la Buena Nueva. Dios te ha dado un Salva­


dor, que te acompaña como amigo a lo largo de tu vida y
nunca se separa de ti. Jesús te acepta con amor y agrado,
pues eres un don del Padre para El. Nada en tu historia le
sorprende, pues eres un libro abierto para El. Tus problemas
no le asustan, pues nada hay imposible o irreversible para El.

Dice Jesús: "Si os mantenéis fieles a mi Palabra, seréis


verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad; y la
verdad os hará libres. Si, pues, el Hijo os da la libertad, se­
réis realmente libres" (Jn 8,31 s.36). Por muy amarrado que
te encuentres a tu pasado, Jesús puede liberarte; por muy
fuertes que sean las cadenas de tus complejos, miedos y
adicciones, El puede romperlas. Y las romperá, porque Je­
sús desea ver a sus discípulos libres para el bien. El desea
potencializar todo lo que es bueno y bello en tu personali-
dad. El desea realizar tus mejores aspiraciones. El desea
! hacer de ti una persona nueva. "Porque nada cuenta ni la
j circuncisión ni la incircuncisión, sino la creación nueva" (Gal 6,15).

La sanación de recuerdos es un aspecto muy importante


de la nueva creación. Para cooperar con el Señor hacia tu

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

oropia transformación, busca un lugar tranquilo y ponte en


oración. Pide la luz del Espíritu y en compañía de Jesús vete
■avisando y recorriendo toda tu vida. Si lo haces cuaderno y
noli en mano, tomando notas, lo encontrarás más útil para
^ego abrirte a otra persona que ore contigo, como instru­
mento del Señor.

El resto de este capítulo y el siguiente te ayudarán a re­


construir tu vida desde sus orígenes hasta el presente. Ha­
zlo con fe, esperanza y amor; con alabanza en tus labios y
gratitud en tu corazón. Toda experiencia de tu vida pasada,
por penosa que haya sido, la convierte en gracia Aquel que
dijo "Bienaventurados los pobres, los que sufren, los que lloran".

Etapa prenatal

Los Evangelios comienzan la vida de Jesús dando su ge­


nealogía. Y así comienza tu propia historia: con la historia de
tus antepasados, sobre todo de tus padres, que te marcan
ya desde el momento de tu concepción. Una vez que Dios
crea tu espíritu (no es posible determinar en qué momento),
eres un ser humano con un destino inmortal, aun cuando
nunca llegases a ver la luz del sol. Comienzas a existir vincu­
lado a otros seres humanos, incluidos algunos que han par­
tido ya de esta vida.

Cuando surgen conflictos serios sin explicación aparente,


y con manifestaciones de poderes ocultos, cabe sospechar
se trata de algún problema heredado de los antepasados.
Para discernir se reconstruye en lo posible el Arbol
Genealógico, prestando especial atención a casos de muer-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O .C D

te violenta, suicidios y abortos en ¡a 5 : como también a


miembros que hayan practicado magia 'e r a u ocultismo.
En caso de existir lazos invisibles con alguna de esas perso­
nas, se cortan o sanean en nombre de Jesús; y se enco­
miendan a la misericordia de Dios esas personas ya difun­
tas. Una práctica muy recomendable es el ofrecer la santa
Misa y comulgar por ellos, sobre todo cuando se hace en
familia. En esa Eucaristía se pide a Dios que acoja en su
seno a todos los difuntos de la familia, y se le ofrece como
precio de su rescate el sacrificio y la sangre de Jesucristo.
Se renueva la alianza con Dios, poniendo a todos los miem­
bros de la familia, vivos y difuntos, bajo el señorío de Jesús.
A veces se ven resultados sorprendentes.

En casos de aborto, provocado o involuntario, que no fue­


ron bautizados, se pide al Señor que inspire un nombre para
cada uno de ellos; se les acepta como miembros de la fami­
lia; y se les presenta por su nombre al Señor, arropados en
el amor de su Madre, la Virgen María.

Volviendo a tu estado prenatal. Ya en el seno materno


ibas absorbiendo el medio ambiente a través de tu madre.
Podías absorber amor, paz, seguridad, alegría, serenidad;
podías sentir los efectos benéficos de la oración. Podías tam­
bién absorber sentimientos de rechazo, miedo, inseguridad
y nerviosismo; podías sentir los efectos de un conflicto serio
en tu familia o sociedad.

Experimentos médicos indican que para los tres meses y


medio de la concepción el cerebro funciona y va grabando
imágenes y recuerdos. Los efectos nocivos de sustancias

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

zoxicas, como nicotina, alcohol y drogas son evidentes. Y


_3da más traumatizante para un ser humano indefenso, que
e atentado contra su vida, el intento de aborto.

Para reconstruir tu vida prenatal, ponte en presencia del


zeñor, invoca al Espíritu Santo, y pregúntate: ¿Qué edad te-
uan mis padres al tiempo de mi concepción? ¿Estaban pre-
: arados física, económica, emocional y espiritualmente para
rener un niño? ¿Cuántos hijos tenían para entonces, y qué
edad tenía el menor de ellos? Cuando se dieron cuenta de
t , existencia ¿se alegrarían, o alarmarían? ¿Desearían un
niño o una niña?

Un diálogo franco con tu mamá, si es posible, servirá para


eclarar ciertos interrogantes. En todo caso el Señor se en-
: argará de hacerte ver lo que en ti necesita su toque sanador.
El te hará ver también que tu concepción no fue un acciden-
:s, sino el resultado de un plan divino. Desde antes de la
: marión del mundo Dios te había elegido para ser su hijo,
zara alabanza de su gloria (Ef 1,3-12).

Nacim iento, infancia, niñez

Al nacer te viste forzado a dejar la seguridad del seno


materno y emerger a un mundo desconocido. Es posible que
s ntleras terror e inseguridad, tanto más si tu nacimiento fue
irolongado y difícil, o si te sacaron con forces. Cuando el
:rímer contacto con la vida en este mundo ha sido muy do-
moso, puede haber dejado cierto rechazo a la vida, o miedo
z :ener que afrontar situaciones nuevas. Si tu vida estuvo en
:3:igro al nacer por falta de oxígeno, enfermedad, descuido
numano, u otra causa, pudo dejar una secuela de angustia.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O.CJD.

Sufrimiento o pérdida de salud de la madre al dar a luz,


puede cargar al recién nacido de culpabilidad. Si los padres
desean con mucha ilusión un niño y les llega una niña, o
viceversa, su desencanto puede marcar a la criatura como
desafortunada, o plagarle de dudas.

La presencia de la madre es irremplazable en los prime­


ros años; también lo es el apoyo del padre. Si, por cualquier
causa, no recibiste en tu infancia todo el cariño y atención
de tus padres, que necesitabas, creciste con un vacío muy
grande dentro de ti. Ahí puede estar la raíz de tus dudas,
tristeza, soledad, inseguridad, ansia insaciable de cariño. .

Sentimientos y recuerdos negativos captados a una tem­


prana edad, quedan grabados y olvidados en el subcons­
ciente. Suelen emerger a lo largo de la vida cuando las cir­
cunstancias los provocan; a veces surgen de un modo in­
controlable. En la sanación de recuerdos tú los desentierras
consciente y valientemente, para presentárselos al Señor
que todo lo sana. Acércate a Jesús con plena confianza, y
preséntale las primeras etapas y los primeros recuerdos de
tu vida. El que te creó con amor infinito desea completar su
obra de amor y sabiduría en ti.

"Así dice el Señor: Aquí estoy yo. Como un pastor vela


por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas
dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de
todos los lugares donde se hayan dispersado en el día de
nubes y brumas. Buscaré la oveja perdida, tornaré a la des­
carriada, curaré a la herida y sanaré a la enferma. Yo mismo
apacentaré mis ovejas, y yo las llevaré a reposar, oráculo

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

oel Señor" (Ez 34,11-16). "Erais como ovejas descarriadas,


cero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras
5;mas. Con sus heridas habéis sido curados" (1 Pd 2,24s).

Nuestro Dios es un Padre con entrañas y sentimientos de


'.ladre. Su deseo es aliviar tu dolor; su gozo es tu felicidad.
Porque así dice Yahveh: Mirad que yo tiendo hacia ella como
un río la paz. Como uno a quien su madre consuela, así yo os
consolaré. Al verlo se os regocijará el corazón, vuestros hue­
sos como el césped florecerán. La mano del Señor se dará a
conocer a sus siervos" (Is 66,12-14).

La Virgen María es la expresión más bella de ese amor de


Dios y la mensajera más convincente de ese Dios de amor.
Si recurres a ella, la encontrarás siempre dispuesta a arro­
parte en el amor de Dios que todo lo sana.

Los recuerdos que registran y marcan más profundamen­


te son los vividos entre los 0 y los 6 años aproximadamente.
El capítulo siguiente te ayudará a revisar otras etapas y zo­
nas de tu vida no incluidas en éste.

Ejercicio

1. Escribe una lista de las bendiciones que has recibido


de Dios a través de tu madre, y de las cualidades
positivas que has heredado de ella.

Haz lo mismo con respecto a tu padre.

Luego da gracias a Dios y bendice a tus padres en nom­


bre del Señor.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui. O.C.D.

2. Escribe una lista de las heridas que tus padres (y otros


miembros de tu familia) te han causado, y de las cua­
lidades negativas que de cada uno de ellos has here­
dado. Con la lista delante de ti y con Jesús en tu co­
razón, ofrece a tus padres (y otros miembros de fami­
lia) el perdón más incondicional por cada experiencia
negativa vivida con ellos, y por cada marca negativa
que te han dejado.

Luego, en el santuario de tu corazón y en presencia del


Señor pide perdón a cada uno de ellos por tus sentimientos
conscientes o inconscientes de rencor, resentimiento, re­
beldía, venganza, rabia, desprecio, rechazo... hacia ellos.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

VII. CIRCUNSTANCIAS
QUE MARCAN

Dice un psiquiatra: "Pon un hombre ante un espejo, quítale


toda noción de Dios, y ahí tienes al hombre ante el juez más
implacable de sí mismo". Querido hermano, este libro, y en
particular este capítulo, presenta al hombre no en su gran­
deza y belleza, sino en su pequeñez e indigencia. Por eso te
invito a que leas estas páginas a la luz de la misericordia
infinita de nuestro Dios. Si en algún momento te encuentras
reflejado, no te rechaces, no te condenes a ti mismo; mírate
a través de los ojos de Jesús, y alaba a Dios por lo que ves.

"No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que


no quedarás confundida, pues la vergüenza de tu mocedad,
y la afrenta de tu viudez no recordarás jam ás... Por un breve
instante te abandoné, pero con gran compasión te recoge­
ré, En un arranque de furor te oculté mi rostro por un instan­
te, pero con amor eterno te ha compadecido, dice el Señor,
tu Redentor. Porque los montes se correrán y las colinas se
moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará y mi alian­
za de paz no se moverá, dice el Señor que tiene compasión
de ti" (Is 54,4-10).

M iedo

Después de pecar, el hombre se esconde. Dios, como un !


padre lleno de amor y no sin ansiedad, lo busca: "¿Dónde

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

estás?" El hombre contesta: "Te oí andar por el jardín y tuve


miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí" (Gn 3,9s).
¡Qué desconcertante es el miedo, y qué común!

Muchos tienen miedo a Dios; temen su ira, su castigo,


porque desde su niñez han imbuido una imagen sumamente
falsa de Dios, como un Ser justiciero y vengativo. "Yo nunca
me atrevía a hablar a Dios directamente; solía rezar a la Vir­
gen, para que ella se lo comunicase a Dios", decía una se­
ñora de edad media, y añadió: "Desde que recibí la sanación
de recuerdos no me canso de decir: "Abba, mi Padre". "Es
tan maravilloso sentirme hija de Dios!". Su antiguo terror a
Dios era una proyección del miedo que su propio padre le
inspiraba. "Por treinta años he vivido condenado vivo al in­
fierno, antes de conocer la misericordia y perdón de Dios",
confesaba un hombre. Su condenación comenzó en la ado­
lescencia, obra de un confesor poco comprensivo.

Padres muy severos o maestros poco comprensivos pue­


den dejar una secuela de miedos: miedo a la autoridad, mie­
do a tomar iniciativas, miedo de desagradar a otros... Un
niño impresionable puede perder su apetito y hasta la ilu­
sión por la vida y enfermar, cuando le riñen de mal modo.

El miedo paraliza. Sustos, accidentes, películas o histo­


rias de terror, en la niñez, pueden crear miedo a la oscuri­
dad, a viajar solo, a enfermedad, a insectos...

Una joven era incapaz de entrar sola en un ascensor, o de


estar sola en una habitación cerrada. La raíz de su complejo:
cuando su madre estaba embarazada quedó atrapada en un
ascensor.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

"Ahora, así dice Yahvé tu creador: No temas, que yo te he


rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si
pasas por las aguas, yo estoy contigo; si por los ríos, no te
anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama
prenderá en ti... Porque yo soy tu Dios, tu Salvador, y eres
precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo. No temas
que yo estoy contigo" (Is 43,1-5). La Biblia nos dice más de
360 veces -una por cada día del año- "no temas".

Para llegar a su escuela una niña de 12 años en la India,


tenía que cruzar la jungla; algo que le causaba terror. En un
retiro aceptó la amistad con Jesús y le ofreció sus miedos.
Al llegar a la escuela al día siguiente dijo a sus compañeras;
"ya no tengo miedo de cruzar la jungla sola, porque Jesús
está conmigo". Una de ellas repuso: "Aunque Jesús esté
contigo, el caso es que tú no le puedes ver” . "No importa",
añadió la niña, "por la noche en mi casa yo no tengo miedo;
aunque no veo a mis padres, sé que están conmigo". Su fe
en el Amigo Invisible la libró del miedo. ¿Y porqué no a ti?" El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? El
Señor, el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar? (Sal 27-1).

A utorrech azo

El niño pequeño se descubre a sí mismo a través de los


ojos de sus padres y otras personas que lo aprecian. Ellos
son el espejo donde se ve reflejado. Ellos pueden ser tam ­
bién el espejo, que refleja el amor regenerador de Dios. Para
aceptarse a sí mismo el pequeño necesita que otros le mi­
ren con amor y aprecio sincero.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Cuando el niño no encuentra ese aprecio, no percibe su


propio valor, se siente inseguro, plagado de dudas sobre sí
mismo, y tarde o temprano cae víctima del autorrechazo,
que tanto complica la vida. El autorrechazo condena a mu­
chos a vivir en soledad, cerrados en sí mismos; o los fuerza
a salir mendigando de otros una seguridad afectiva a toda
prueba. El autorrechazo hace que algunos sientan rebelión
contra una sociedad, que les ha defraudado. Al fondo de
muchos casos del alcoholismo, drogadicción, prostitución y
atentados de suicidio está la sombra del autorrechazo, a
veces agravada por autocompasión y culpabilidad.

Raíces o causas del autorrechazo pueden ser; un emba­


razo no deseado; el mirar al recién nacido más como una
carga, que como un don; expresiones de rechazo, como "ojalá
no hubieras nacido"; expresiones de desprecio y ridículo,
como "Tonto, no vales para nada". Fracasos, combinados
con falta de aprecio, y aliento, hacen que uno se desvalorice
en sus propios ojos, forme una imagen muy pobre de sí mis­
mo y no aprecie su valor como persona. Sólo Dios sabe cuán­
to sufrimiento oculto hay en el mundo a causa de ello.

Y solo el amor de Dios aceptado en fe en toda su gratui-


dad, puede redimirnos de las fuerzas del autorrechazo. "¿Aca­
so olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse
del hijo de sus entrañas? Pues aunque esa llegase a olvidar,
yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos, te ten­
go grabada" (Is 49,15s).

Una persona había sufrido lo indecible de autorrechazo.


Meses después de su encuentro con el Señor en un retiro le

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

pregunté: "¿Eres feliz?". Comenzó a saltar de alegría y me


dijo: "Soy hija de Dios. El me creó a imagen suya y para su
gloria. Jesús sacrificó su vida por mí. Desde que le conocí
de veras, vivo arropada en su Amor; y no paro de darle gra­
cias". "Habéis sido rescatados, no con algo caduco, oro y
plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, cordero sin ta­
cha y sin mancilla" (1 Pd 1,18s). Ese es tu precio y tu valor a
los ojos de Dios, infinito.

Inseguridad, ansiedad, dudas

Sin tener consecuencias tan serias como el autorrechazo,


son más comunes. Complejos de este tipo surgen: a veces
debido a la pobreza y desempleo de los padres, o a un cam­
bio de domicilio; cuando los padres no se entienden mutua­
mente; cuando padres superprotectivos retardan con su afec­
to el crecimiento de sus hijos; cuando padres exigentes o
poco consistentes tienen a sus hijos ansiosos por no des­
agradarles; cuando padres o profesores riñen y castigan sin
explicaciones; o muestran preferencia a un niño a cuenta
del otro.

Testimonios: "En mi niñez me sentí siempre como atado


a mi mamá; aún en mi edad adulta no me encontraba segu­
ro lejos de ella. Ahora he descubierto la causa: y es que
cuando mi madre estaba embarazada, peligraba el aborto y
temía perderm e".

Un profesor: "Al cambiar de Colegio me tocó una clase


muy mala. Pronto comencé con dolores de cabeza e insom­
nio, cada vez más frecuentes. Todo era debido a mis dudas

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

"¿Me aceptarán, no me aceptarán?". Me costó no poco aban­


donarme plenamente en manos de mi Padre Celestial. Pero
ahora vivo en paz y con buena salud. El me liberó de mis
temores; El es mi segundad".

Una señora: "Solía tener dolores muy molestos en el ta­


lón y tobillo, tanto que creí se trataba de una deformación
ósea, aunque los médicos no veían nada. El baño de luz me
hizo ver su causa. Todos los días cuando los niños iban al
Colegio, y más aún, a su regreso con todo el tráfico de la
ciudad, solía estar muy preocupada por su seguridad. Si el
teléfono sonaba a esa hora, el corazón me daba un vuelco,
temiendo lo peor. Y mi mal se agravaba. Comprendí que mi
dolor físico provenía de mi ansiedad. Y ésta se debía a cau­
sas que yo no podía controlar, pero Dios sí. Desde que aprendí
a confiar en El, vivo en paz y mis piernas no me molestan".

"Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por


Cristo. No que por nosotros mismos seamos capaces de
atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nues­
tra capacidad viene de Dios... Conocéis bien la generosi­
dad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por
vosotros se hizo pobre a fin de que os enriqueciérais con su
pobreza" (2 Cor 3,4s; 8,9).

"Todo lo puedo en Aquel que me conforta.. .Por eso pre­


cisamente me afano luchando con la fuerza de Cristo que
actúa poderosamente en mí". (Fil 4,13; Col 1,29).

"Oh Dios, ¡qué precioso tu amor! Por eso los hijos de Adán
a la sombra de tus alas se cobijan" (Sal 36,8).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Culpabilidad

Uno puede arrepentirse, confesarse y recibir el perdón de


los pecados, y al mismo tiempo quedar con una carga aplas­
tante de culpabilidad. Para librarse de ella es preciso ir a su
fuente y presentarla a Jesús.

La fuente puede estar en el subconsciente, cuando el niño


ha causado pérdida de salud a su madre; cuando ha causa­
do dolor, desilusión, enfado o disgustos a sus padres; cuan­
do ha deseado la muerte o un mal a un ser querido, y eso ha
venido a suceder. También dejan su marca de culpa: menti­
ras, pequeños robos, engaño (como copiar en los exáme­
nes) ; reacciones internas de rabia contra Dios, contra los
padres, o hermanos; abusos de sexo, sobre todo por una
persona mayor, una educación legalista...

El niño es muy impresionable, y confía totalmente en sus


padres. Lo que le dicen o muestran con su actitud registra
fuertemente. Al ver a su niña de cinco años manipulando el
sexo, su madre le gritó: "Sucia, no hagas eso, que es pecado".
La niña se sintió tan sucia y culpable que en su subconscien­
te llegó a la conclusión: "Dios ya no puede amarme porque
soy sucia. Por tanto nadie debe amarme". Su autorrechazo y
autocondenación llegó a ser tal que en su juventud rechaza­
ba toda señal de amistad, por sentirse totalmente indigna, y
porque le era imposible creer en el amor de los demás. Te­
nía más de 20 años cuando pudo abrir su corazón a Jesús y
perdonarse a sí misma. De ahí comenzó un lento y penoso
proceso de curación y apertura a la vida y al amor. Quiera el
Señor completar la obra de amor que El comenzó.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

"La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo


nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuán­
ta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, sere­
mos por El salvos de la cólera! Donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia" (Rom 5,8s.20). "Por consiguiente,
ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo
Jesús. ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien
justifica. Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni lo
presente, ni lo futuro, ni criatura alguna podrá separarnos
del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nues­
tro" (Rom 8,1.33-39). Jesús es el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo. Acéptale con tus brazos abiertos; él
se encarga de borrar todos tus pecados.

T risteza, soledad, depresión

"Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que


caían en tierra". (Le 22,44). Jesús llegó a sentir pavor, an­
gustia y una tristeza infinita, que le hizo confesar: "Mi alma
está triste hasta el punto de morir" (Me 14.34).

Muchas vidas inocentes están invadidas por la tristeza, y


abiertas a la depresión desde muy temprano. Las causas
más comunes son falta de amor y concordia en la familia, y
la pérdida de un ser muy querido, sobre todo de la madre.
"Mi pobre mamá nunca fue feliz en su matrimonio. Como yo
era la hija mayor, me contaba todas sus penas y se desaho­
gaba conmigo. Nunca conocí la paz y la alegría hasta que
descubrí que Dios me había dado otra madre, a la que yo
podía contar todas mis penas. Ella ha sido y sigue siendo mi
consuelo. Gracias, Virgen María, porque siempre me escu­
chas con amor y me consuelas como verdadera M a d re ".

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

"Ad Jesum per Mariam". ¡Cuántas personas han encon­


trado en María el camino que les lleva de la soledad y triste­
za a Jesús, alegría y vida!

Como una compensación por falta de cariño y para llenar


el vacío de la soledad y tristeza, puede surgir un apetito irre­
sistible, sobre todo de dulces. Tal era el caso de la hermana,
que me escribió esta carta y que además sufría de ansiedad
y culpabilidad. Quiero agradecerle por la curación realizada
en mí. Mientras usted oraba, sentí como un calor intenso en
mi pecho, que se iba expandiendo a todo mi ser. Ese calor
secó la fuente de mi ansiedad constante, mi esclavitud a los
dulces. Ahora puedo pasar al lado de los dulces con toda
indiferencia, pensando que Cristo es el Pan de Vida, que El
es mi todo. Hace mucho tiempo que yo deseaba una vida
más en el Espíritu, pero no sabía qué hacer, cómo cambiar.
Ahora siento que todo lo que yo deseaba o intuía está en­
contrando su camino de realización. He pasado estas sema­
nas desde nuestro encuentro en profunda alabanza de mi
Rey. Canto todo el día los himnos que nos enseñó.

Con frecuencia el error viene a agravar heridas. Por ejem­


plo cuando uno interpreta el enfado momentáneo de un ser
querido como rechazo u odio. Un niño de cinco años adora­
ba a su padre, y su padre a él. En un acceso de cólera un día
el padre abofeteó al pequeño y lo echó al suelo. El niño lo
interpretó como rechazo del ser que más quería. Lleno de
tristeza, se encerró en su propia soledad, incapaz de com­
partir con nadie lo que sentía. Eso le llevó al hábito de mas­
turbación, que aumentó su angustia y culpabilidad. Por años
vivió sintiéndose alejado de Dios y de su familia. Volvió a su

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

casa cuando su padre estaba muriendo de cáncer. Provi­


dencialmente había un retiro en la parroquia, y asistió al mismo.
Allí se confesó, recibió la sanación de recuerdos, y sintió
muy fuerte el abrazo de su Padre Celestial. Lleno de amor
corrió a su casa y antes de morir su padre se reconcilió con
él. Durante el funeral daba gracias públicamente a Dios "por
haber descubierto el amor infinito de mi Padre Celestial, y
por haber podido expresar mi aceptación y mi amor sincero
a mi papá, antes de cerrar sus ojos". Su presencia serena y
su fe viva fueron el mayor consuelo para su madre y hermana.

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,


Padre de las misericordias y Dios de toda consolación que
nos consuela en todas nuestras tribulaciones para poder
nosotros consolar a los que están en tribulación mediante el
consuelo que recibimos de Dios" (2 Cor 1,3s).

"Has trocado mi lamento en danza, me has quitado el


saco y me has ceñido de alegría; mi corazón por eso te cantará
sin tregua; Señor Dios mío te alabaré por siempre" (Sal 30,12s).

Inferioridad

Para el niño pequeño la vida es una aventura, un descu­


brimiento. Por eso está lleno de curiosidad y de preguntas.
Si en vez de explicaciones, encuentra ridículo o silencio des­
pectivo, comienza a acomplejarse; más aún si le comparan
desfavorablemente con otros.

Un seminarista se esforzaba en sacar las notas más altas


de su clase; y generalmente lo conseguía. Lo que no conse­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

guía era liberarse de su complejo de Inferioridad. Lo consi­


guió cuando fue a la raíz; en su niñez había vivido siempre en
competición con su hermano mayor, y casi siempre perdien­
do. Su hermano conquistaba el primer puesto en el corazón
de los padres y el elogio de todos; su hermano ganaba en
los juegos y era más popular en el colegio. Midiéndose siempre
con su hermano, se encontraba inferior y no veía sus propios
talentos. Después de perdonar a su hermano en su corazón
y de aceptarse a sí mismo con los dones que Dios le había
dado, encontró la paz y comenzó a superar sus complejos.

"Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos


hijos de Dios, pues lo somos! Ahora somos hijos de Dios y
aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que,
cuando se manifieste seremos semejantes a El, pues le ve­
remos tal cual es" (1 Jn 3,1 s).

R esentim iento, rebeldía

Resentimiento contra Dios no es nada raro, sobre todo


cuando uno mira a Dios como un tirano que nos vigila y cas­
tiga nuestros descuidos, o como un ser remoto sin senti­
mientos. "¿Por qué se llevó Dios a mi mamá, cuando yo tan­
to la necesitaba?" "¿Por qué no me ayuda Dios, cuando es­
toy cansado de pedírselo?"

Más común es el resentimiento y la rebeldía contra la


autoridad humana. Para que el niño crezca de modo armo­
nioso, las relaciones mutuas de sus padres deben ser sanas
y armoniosas. Una madre posesiva y dominante, que relega
al padre a segundo plano, puede suscitar resentimiento y

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

aún odio hacia uno que no ha sabido ser su padre o su ma­


dre. Una madre autoritaria y distante que no satisface las
necesidades afectivas del niño, provoca actitudes agresi­
vas, que aflorarán a su tiempo.

Un padre estricto que no sabe dialogar, provoca resentimien­


tos y rabia en el niño, al menos a nivel subconsciente. Años
más tarde, no será difícil ver a su hijo encabezando manifesta­
ciones públicas de protesta. En una hija sentimientos de rebel­
día contra su padre pueden provocar tendencias homosexuales.

El resentimiento y el odio pueden recaer sobre uno mis­


mo, por ejemplo cuando uno decepciona a sus seres queri­
dos, o fracasa en su trabajo.

Los novios se querían profundamente, pero no acababan


de entenderse. El modo de ser de uno provocaba resenti­
miento en el otro. Razón: ella era la hermana mayor de una
familia numerosa: había crecido con un gran sentido de res­
ponsabilidad, ayudando a sus padres, protegiendo y corri­
giendo a sus hermanos menores. El era el hermano menor,
mimado en su familia, juerguista, poco responsable, acos­
tumbrado a recibir más que a dar. Para compartir la vida
juntos van a necesitar mucho amor y comprensión: un amor
menos dominante de parte de ella; un amor más atractivo y
servicial de parte de él. Y van a necesitar perdonarse mutua­
mente setenta veces siete. Todo es posible con la gracia de Dios.

Una joven vino muy preocupada a consultar: "Yo quiero a


mis amigos, pero no sé expresarlo; tengo necesidad de es­
tar con ellos, pero me siento desplazada. Es que no soy como

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

los demás". El diálogo expuso la raíz de su complejo: siendo


niña, ella era muy expresiva con sus padres y se ganaba su
cariño. Su hermano, celoso, solía vengarse insultándola e
incluso maltratándola físicamente. Al fondo ella tenía gran
resentimiento y rencor hacia su propio hermano. Eso era lo
que le impedía abrirse a sus amigos.

Perdón sincero e incondicional es la primera condición para


recibir sanación en todos estos casos "Quien ama a su her­
mano está en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su
hermano camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, por­
que las tinieblas han cegado sus ojos" (1 Jn 2,1 Os).

"Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras es­


téis airados ni deis ocasión al diablo" (Ef 4,26s).No en vano
nos ha dado Dios su Espíritu, que llena nuestros corazones,
cada momento con amor verdadero y fuerte (Rom 5,5).

Envidia, celos

Son muy comunes en la niñez. Una niña de tres años se


vio destronada por su hermanita de pocos meses. Un día
cuando su mamá estaba ausente consiguió echar a la nena
al suelo y ella se metió a la cuna.

Envidia y celos con frecuencia actúan desde el nivel del


subconsciente, complicando y amargando las relaciones
entre personas más o menos allegadas. En una sociedad
competitiva uno puede llegar a ver en el éxito del prójimo un
peligro para su propia felicidad.

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

"Así como nuestro cuerpo posee muchos miembros, y no


desempeñan todos la misma función, así también nosotros
siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en
Cristo, siendo miembros los unos de los otros, pero tenien­
do dones diferentes. Vuestra caridad sea sin fingimiento;
estimando en más cada uno a los demás; con la alegría de
la esperanza. No te dejes vencer por el mal; antes bien ven­
ce al mal con el bien" (Rom 12,4-21).

M ecanism os de defensa

Ciertas situaciones en la vida causan dolor y heridas, per­


turban nuestra paz, obstaculizan nuestros objetivos, o ame­
nazan la imagen que tenemos de nosotros mismos. Ante
tales situaciones nuestro inconsciente pone en marcha una
serie de mecanismos de defensa, o levanta diques dé pro­
tección.

Un mecanismo de defensa es enterrar en el subconscien­


te recuerdos muy dolorosos. Los padres se pelean entre sí,
o castigan al niño con cólera. Como esos recuerdos y senti­
mientos amenazan la felicidad del niño, pueden quedar muy
pronto enterrados en el subconsciente. Ciertas heridas perma­
necen ocultas, pero activas por muchos años y son una fuente
de angustia, miedo, deseos de morir, rencor, rebeldía...

Indiferencia es otro mecanismo. Una señora en posición


holgada se veía incapaz de disfrutar de las muchas cosas
buenas e ¡nocentes que la vida le ofrecía. Para ella nada
tenía atracción, ni sentido. El baño de luz expuso la raíz. Cuan­
do tenía tres años estaba totalmente encaprichada con un

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

gatito; jugaba, comía y dormía con él. Un día el gatito desapare­


ció dejándola desconsolada. En su inconsciente la niña deci­
dió: "Esto es demasiado doloroso y no debe sucederme de
nuevo. En adelante no me apegaré a cosa alguna". Cerró su
corazón y comenzó a arroparse con el manto de indiferencia.

La agresividad es generalmente un mecanismo de defen­


sa, para mantener a raya a las personas que amenazan nues­
tra paz o nuestro estilo de vida. Cuando uno anda mal de
tiempo y una docena de personas exigen su atención simul­
táneamente es muy fácil reaccionar con modales bruscos y
expresiones agresivas, cuando no abusivas. A su vez, ello
es una fuente de culpabilidad.

Personas poco seguras de sí mismas inconscientemente


tratan de protegerse con una fachada de superioridad, más­
caras, mentiras escondidas, rabietas, Protestas y otras acti­
tudes que pueden parecer infantiles.

Todo mecanismo de defensa contribuye a hacernos más


rígidos, distantes y fríos. De ese modo dificulta nuestras re­
laciones con los que nos rodean. Puede también dificultar y
hasta bloquear la acción de Dios en nosotros.

Ciertos mecanismos de defensa se desmoronan gradual­


mente una vez recibida la sanación de recuerdos, pues no
tienen ya razón de existir. Otros permanecen. En tal caso es
preciso analizar su naturaleza y descubrir su raíz. Luego se
ofrece en el corazón el perdón más sincero a las personas
que provocaron tales defensas en nosotros. Y se pide al Señor
nos ayude a rectificar nuestras actitudes agresivas, o de­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

tensivas, poniendo al mismo tiempo toda nuestra confianza


en El. Así se inicia el proceso de sanación y liberación, que
irá creciendo mientras crece nuestra confianza en el Señor.
"M i fuerza y mi poder es el Señor, El es mi salvación. Mejor
es refugiarse en el Señor, que confiar en el hombre" (Sal 118).

Conclusión

Querido hermano: cualquiera sea tu historia, tu carga, tus


complejos y fallos, no te rechaces a ti mismo. La vida no se
puede repetir, pero sí se puede rehacer. Para eso está Jesús
aquí. Aunque no tengas más que un montón de ruinas para
ofrecerle, partiendo de esas ruinas Jesús puede rehacer tu
vida, y puede hacer tu vida una fiesta.

Sirva el siguiente testimonio para ilustrarlo. "En mi juven­


tud me sentí defraudada por mi propia familia. Crecí carga­
da de complejos, inseguridad, inmadurez, miedos, dudas, y
al mismo tiempo de orgullo y soberbia. Con este bagaje iba
buscando dónde apoyarme. Y así es como me casé espe­
rando encontrar apoyo y amor. ¡Amargo fracaso! Ni encon­
tré amor, ni supe darlo. A mis hijos sólo les daba comida,
regalos y dinero; pero no amor, ni siquiera amabilidad. Sentí
gran rebeldía contra Dios y llegué a increparle ¡Qué clase de
Padre eres, que permites tanta amargura en mi vida! ¡No
puede existir un infierno peor que el que yo vivo!". Otros
hombres, todos, me parecían mejor que mí marido. En una
ocasión me cegué por un hombre que sabía corresponder­
me y a punto estuve de separarme de mi marido. Pero poco
a poco mi conciencia fue despertando y me di cuenta del
engaño y la gravedad de mi pecado, llenándome de remor-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

dimientos y angustias. Fue tanto, que durante más de cinco


años creo he estado enferma mentalmente, pensando que
Dios no podía perdonarme y no había remedio para mí.

"Hace un año, cuando me confesé y dialogué con un sa­


cerdote durante horas, y posteriormente en la Renovación,
es cuando he encontrado al Dios-Amor, que se ha hecho
cargo de todas mis miserias. Conforme voy conociendo a
Jesús, El va sanándome y rehaciendo mi vida. Ahora que El
me da su amor y perdón, soy capaz de dárselo a mis hijos y
a otros. Las relaciones con mi marido se han tornado en
entendimiento y entrega. El Señor me ha hecho ver también
que su Espíritu está en la Iglesia, a la que antes rechazaba
por los fallos de los que la integran. Ahora sólo deseo amar
y hacer el bien a todos como instrumento en manos del Se­
ñor, que llena y cambia mi vida. Alma mía, glorifica siempre
al Señor, y nunca olvides sus muchos beneficios".

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

VIII. DISPOSICIONES
PARA LA SANACION
DE RECUERDOS

¿Cuándo la necesitas?

"Estad alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.


Que vuestra bondad sea conocida de todos los hombres"
(Fil 4,4s). "Porque, hermanos, habéis sido llamados a la li­
bertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para el
egoísmo; antes al contrario servios por amor los unos a los
otros" (Gal 5,13). Siempre que tus sentimientos negativos,
tus heridas o las cargas de la vida te impiden seguir a Jesús
con libertad y alegría interior, y ser en el mundo testigo de
su amor, necesitas sanación interior.

Es un reto del Maestro: "Si alguno quiere venir en pos de


mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame"
(Le 9,23). La cruz se encuentra en el esfuerzo diario para
aceptar, amar y perdonar al prójimo como Jesús nos manda
(Jn 13,34). La cruz se encuentra en el esfuerzo diario por
ordenar tu vida, dedicando tiempo a la oración y otros debe­
res religiosos, familiares y sociales.

La cruz se encuentra en el esfuerzo constante por "des­


pojarse del hombre viejo con sus obras" de egoísmo, orgu­
llo, comodismo, y "revestirse del hombre nuevo, que se va
renovando según la imagen de su Creador" (Col 3,9-14). La

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

cruz no está lejos cuando tratas de compartir tu fe y de evan­


gelizar; unos te llaman fanático, otros lunático.

No es posible llevar la cruz cada día sin tropiezos, caídas


y heridas, sin cansancio y agotamiento, sin resistencias de
dentro y oposición de fuera. Por eso el mismo Jesús que
nos reta a tomar la cruz, nos invita a dejar a sus pies otras
cargas abrumadoras de la vida. "Venid a mí todos los que
estéis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y hallaréis descanso para vuestras almas"
(Mt 11,28-30).

En general, necesitas sanación de recuerdos en estos tres


casos:

a) Cuando algo dentro de ti te fuerza y arrastra a obrar


contrario a tu deber y deseos.

b) Cuando algo dentro de ti te ciega, atenaza y paraliza,


de modo que te impida obrar según tu deber y deseos.

c) En casos de enfermedad o dolor psicosomáticos,


como los mencionados en el esquema de la pág. 38.

1. Fe en ei am or

Para recibir del Señor la sanación interior necesitas fe en


el amor misericordioso y en la providencia bondadosa de
Dios. "Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con
que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos,
nos vivificó juntamente con Cristo.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe. Y


esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios" (Ef 2,4-10).

Tan grande y desconcertante es el amor de Dios, que uno lo


acepta en fe aún sin comprenderlo, o cae en la tentación de
cuestionarlo. "Y nosotros hemos conocido el amor que Dios
nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor, y quien permane­
ce en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4,16).

Acepta en fe y en toda su gratuidad el hecho de que Dios


te ama: te ama desde siempre y para siempre. Porque te
ama, Dios está más cerca de ti cuando más necesitado te
encuentras. Te asegura El: "Mi gracia te basta, que mi fuer­
za se muestra perfecta en la flaqueza" (2 Co 12). Como dice
S. Juan de la Cruz: "Más vale estar cargado junto al fuerte
que aliviado junto al flaco. Cuando estás cargado estás jun­
to a Dios, que es tu fortaleza, el cual está con los atribula­
dos" (Avisos y Sent.4).

La presencia de Dios en los momentos difíciles de tu vida,


lo transforma todo en gracia. "Pues sabemos que en todas
las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aque­
llos que han sido llamados según su designio" (Rom 8,28).
Pide al Señor te dé sus ojos para ver como El ve ciertas
realidades humillantes y traumatizantes de tu vida, y descubri­
rás en ellas, y recibirás a través de ellas el amor y la gracia de Dios.

2 . D eseo de cam biar

La sanación de recuerdos es un adentrarse en el misterio


de la redención. Hay zonas de nuestra vida y aspectos de

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

nuestra personalidad que no están todavía redimidos. Se


trata de exponerlos a la gracia sanadora y liberadora del Señor.

Nunca te rechaces por tu modo de ser. Pero tampoco


justifiques tus fallos diciendo: "Es que yo soy así". Presénta­
te al Señor como eres, como El te ve, y pídele te haga como
El desea verte. "El que está en Cristo es una creación nueva;
pasó lo viejo, todo es nuevo" (2 Cor 5,17).

No se trata de un deseo narcisista de cambiar para así


aparecer mas atractivo en tus propios ojos; sino cambiar
según el plan y el tiempo de Dios. Lo importante es ser cada
día más libre para amar y hacer el bien a todos, para alabar
y glorificar al Señor. El camino del amor y la alabanza es el
que lleva a la perfección.

3 . Exam en previo

Identifica zonas en tu vida y aspectos de tu personalidad


que deben cambiar con más urgencia, según el plan de Dios;
también problemas y conflictos que más te preocupan, por­
que no te dejan crecer en el amor. No te conformes con un
examen fácil y superficial; vete a las raíces o fuente de tus
conflictos. El baño de luz y los dos capítulos que preceden te
ayudarán en esta tarea.

El hecho de identificar en presencia del Señor una zona o


recuerdo que necesita sanación, te va exponiendo ya a la
luz y al amor del Señor, iniciando de ese modo el proceso de
sanación interior. Cuanto más te abres a la luz, tanto más
rápida y profunda será tu sanación.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

4 . Perdón sincero

"Perdona a tu prójimo el agravio, y en cuanto lo pidas, te


serán perdonados tus pecados. Hombre que a hombre guar­
da rencor, ¿cómo del Señor espera curación?" (Si 28,2s).
"Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial" (Mt
6,14). "Tú, Señor, vuelves con alegría y amor a levantar al
que te ofende, y yo no vuelvo a levantar y honrar al que me
enoja" (S. Juan de la Cruz).

Eramos cuatro responsables dirigiendo un retiro. Uno de


los participantes testificó más tarde: "Acudí a ese retiro muy
agobiado por un problema personal, y muy seguro de que
todo quedaría solucionado si alguno de esos dirigentes, tan
amigos de Dios, impusiese sus manos sobre mí y orase. Tan
afortunado fui que, no sólo uno, sino los cuatro en diversas
ocasiones oraron por mí. Pero mi problema persistía. Fue
entonces cuando me alarmé de veras y pregunté: "¿Por qué,
Señor?" En un momento vi que lo que yo necesitaba era
perdonar sinceramente a una persona en concreto y a la
sociedad en general. Muy pronto llegó la tan deseada ayuda
del Señor con gran paz y serenidad".

Querido hermano que buscas la sanación, en presencia


del Señor ofrece tu perdón sincero una por una a las perso­
nas que te han herido, traumatizado o complicado la vida.
Estén vivas o difuntas preséntalas a la Misericordia Divina y
ofrece por ellas la sangre preciosa de Jesús. "El es víctima
de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nues­
tros, sino también por los del mundo entero" (1 Jn 2,2).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

¿Y el precio?

Al terminar su confusión un penitente muy arrepentido


me dijo: "Padre, le pido me imponga la máxima penitencia".
"La máxima penitencia" -le contesté- "es muerte" en la cruz.
Pero no te alarmes. Tú puedes vivir porque hace dos mil
años algún otro se cargó con la máxima penitencia en tu lugar;
fue crucificado y murió por ti. El pagó el precio de tu rescate".

Nuestra salvación está basada en la pasión, muerte y re­


surrección de Jesucristo, cuyos méritos infinitos nos apro­
piamos por la fe. "Os recuerdo, hermanos" el Evangelio que
os prediqué, por el cual seréis salvos, si lo guardáis como os
lo prediqué. Porque os transmití en primer lugar, lo que a mi
vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras, que fue sepultado y que resucitó, según las Es­
crituras" (1 Cor 15,1-4). Jesús se cargó con todos nuestros
pecados, los llevó consigo a la cruz, y al resucitar los dejó
enterrados para siempre. Esa es nuestra fe y la base de nues­
tra esperanza. "La prueba de que Dios nos ama es que Cris­
to, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su san­
gre, seremos salvos de la cólera de Dios! Donde abundó el
pecado sobreabundó la gracia" (Rom 5,8s20).

Nuestra sanación de recuerdos está basada en la certeza


de que Jesucristo se cargó con todas nuestras dolencias,
angustias, miedos, dudas, rechazos, tristezas, conflictos y
flaquezas; las llevó consigo a la cruz, las ofreció al Padre
como parte de su pasión salvadora, y en su resurrección las
transformó en títulos de gloria. "¡Eran nuestras dolencias las

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

que él llevaba y nuestro dolores los que él soportaba! Noso­


tros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El
ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras
culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus
heridas hemos sido curados" (Is 53,4s).

Una joven brahmín en la India, al participar en un retiro


carismático, aceptó plenamente a Jesús, y el Señor le mos­
tró sus manos heridas. Meses más tarde me escribía: "Ayer
Jesús me mostró de nuevo sus manos. Y todavía estaban
heridas. Yo le dije, "Señor mío, ¡cómo ansio que esas heri­
das se curen!" El me contestó, "Estas son heridas de amor.
Si no fuese por ellas tú no me hubieses conocido ni serías mía"

Las heridas de Jesús permanecen siempre abiertas, por­


que son heridas de amor, y su amor nunca cesa. En ellas
encontraremos la fuente perenne de curación, y el mejor
refugio contra los poderes del mal. Me decía un padre de
familia: "Todos los días al despertar adoro las llagas de Je­
sús, y en cada una de ellas escondo a uno de mis hijos; a mi
señora la escondo junto conmigo en la llaga del costado"

C urados por la fe

Jesús ha hecho lo que sólo El podía hacer: ha pagado, y


con creces, el precio de nuestro rescate, sanación y libera­
ción, el precio de nuestra paz y felicidad eterna. A nosotros
nos toca aceptar con fe firme y con gratitud infinita todo lo
que Jesús nos regala con amor y generosidad sin límites.

Una gracia muy singular del Espíritu es la santa audacia


de apropiarnos en fe los méritos infinitos de nuestro Salva­

JESUS SANA HOY ■


Marcelino Iragui; O.C.D.

dor, y de hacer nuestra victoria la de nuestro Señor. Todo es


posible para él que tiene esa fe audaz, saludable y humilde.
"Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, es­
tamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por
quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a
esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios" (Rom 5,1 s).

La fe nos introduce a un mundo maravilloso dominado e


iluminado por la presencia de Jesús resucitado. Para el Re­
sucitado no hay paredes ni barreras. Sus discípulos se en­
contraban en un lugar con las puertas cerradas, llenos de
miedo e incertidumbre; Jesús se presentó en medio de ellos
y les dijo: "La paz con vosotros". Y los discípulos se llenaron
de alegría (Jn 20,19s). Del mismo modo puede Jesús entrar
en tu corazón cerrado por el miedo, y en tu inconsciente
cargado de recuerdos dolorosos. Y con Jesús viene la paz,
la sanación, la esperanza, la vida nueva.

Para Jesús resucitado no existen limitaciones de tiempo.


Tanto el pasado, como el futuro están presentes para EL Tu
vida es como un libro abierto ante sus ojos. Cuando Dios
entra en la historia de los hombres y de los pueblos, ésta se
convierte en Historia de Salvación. Cuando invitas a Jesús a
recorrer contigo tu vida entera desde sus comienzos, y le
acompañas en fe, Jesús va escribiendo tu Historia de Salvación.

"Con alegría demos gracias al Padre, que nos ha hecho


aptos para participar en la herencia de los santos, en la luz"
(Col 1,12).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

OREMOS: Señor, tú que asumiste nuestra na­


turaleza humana con sus debilidades, y viviste
nuestra vida con sus conflictos y penas, acércate
a los que no tienen en quién apoyarse, dígnate
ser consuelo para los tristes, luz para los ciegos,
fuerza para los débiles, salud para los enfermos.
Te lo pedimos en tu santo nombre, Jesús, Salva­
dor nuestro, nacido de la Virgen María. Amén.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

IX. COMO ORAR


POR LA SANACION
DE RECUERDOS

A solas con Jesús

Visualiza a Jesús junto a tí, consciente de que El es tu


Salvador en el sentido más pleno. El desea tu felicidad ver­
dadera y duradera, y la ha merecido ya para tí. Juntos váis a
recorrer tu vida desde sus comienzos hasta el presente. Hay
que hacerlo sin prisas, para que su gracia cale muy dentro y
llegue hasta las raíces mismas de tus conflictos. Así podrá
El escribir la Historia de Salvación en tu vida. Si es preciso,
puedes hacer esta oración en el curso de varios días, cu­
briendo en cada sesión una etapa o aspecto de tu vida. La
oración en el Apéndice I pág. 205, podrá ser útil.

Al orar por la sanación de recuerdos tú vas recorriendo


mentalmente y en cierto modo reviviendo, tu pasado. Te
detienes en aquellos incidentes que te han marcado más o
traumatizado, y con los ojos del corazón ves a Jesús pre­
sente en cada uno de ellos. Desde tu pobreza ofreces tus
recuerdos y experiencias dolorosas, tus temores, angustias, ^5^
resentimientos, culpabilidad y otros conflictos emocionales; !
le presentas también las zonas vacías y conflictivas de tu vida.

Ofrécele todo con una confianza ¡limitada en su poder,


con un abandono total en su bondad. Pide a Jesús que lave

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

en su preciosa sangre cada uno de tus recuerdos dolorosos;


que sane por sus heridas tus propias heridas; que llene con
su amor y su fuerza tu propio vacío. Trata de visualizar a
Jesús que en ese momento recorre tu vida pasada limpian­
do y sanando heridas, rompiendo cadenas, llenando vacíos.
Todo lo que tú ofreces al Señor, él lo acepta de buen grado y
lo transforma en gracia. "Sabemos que en todas las cosas
interviene Dios para bien de los que le aman" (Rom 8,28).
Dile a Jesús que le amas y deseas amarle cada día más,
amarle y servirle en sus hermanos necesitados.

Dos personas que participaban en un mismo retiro tuvie­


ron un sueño parecido en su comienzo, pero diferente en su
conclusión. Un hombre soñó que se acercaba a Jesús con
un enorme cesto conteniendo las cargas y preocupaciones
de su vida. Lo dejó a los pies del Señor para orar. Terminada
la oración, se cargó con el mismo cesto y salió. Una niña
soñó que se acercaba a Jesús con su cesto de problemas y
preocupaciones, y lo depositaba a sus pies para orar. Mien­
tras oraba vio cómo Jesús tomaba su cesto y lo arrojaba al
mar. No volvió a verlo.

Una vez que has ofrecido al Señor tu pasado y tus recuer­


dos penosos, déjalos en sus manos. No des demasiadas
vueltas a lo pasado. El nombre de Jesús conjura a tus mie­
dos, angustias, resentimientos... a que no vuelvan a tu co­
razón. "Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues,
firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la
esclavitud" (Gal 5,1). Jesús te libra de la esclavitud a un
pasado poco feliz, y abre ante tí nuevos horizontes llenos de
luz y de esperanza. Vive de cara al futuro.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

"Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo


a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para al­
canzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo
Jesús. Así pues, todos los perfectos tengamos estos senti­
mientos. Desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos
adelante" (Fil 3,13-16). Acepta en fe la presencia y la acción
liberadora de Jesús en tu vida, aún antes de sentir sus efec­
tos. Dale gracias de corazón, canta y alaba su santo nom­
bre. La alabanza confirma y acelera el proceso de sanación.

Con un acom pañante

Cuando necesitas sanación de recuerdos puedes com­


partir y orar con un acompañante, como los discípulos de
Emaús. Dos discípulos de Jesús, tristes, abatidos, desorien­
tados, se alejaban de Jerusalén y de la comunidad, sin ilu­
sión, sin esperanza. Su Maestro había muerto crucificado
unos días antes; y ellos habían dado por perdida su causa.
En el camino de Emaús se les juntó Jesús recién resucitado.
"¿De qué discutís entre vosotros mientras váis caminando
tan tristes?" les preguntó (Le 24,13-35). Mientras le expli­
caban el motivo de su tristeza, ellos iban reviviendo su pa­
sado; pero no solos. ¡Jesús estaba con ellos! La presencia
de Jesús que escucha con amor, que comparte la Palabra
de Dios y explica el sentido del dolor, inicia en los discípulos
un proceso de curación de recuerdos.

Cuando al fin de la jornada se les abren los ojos y recono­


cen al Salvador resucitado, se dan cuenta de lo sucedido y
dicen: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de no­
sotros cuando nos hablaba en el camino?" Su tristeza y abati­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

miento se han disipado. De pronto se encuentran tan llenos


de alegría, de ilusión y energía, que deciden volver aquella
misma noche a Jerusalén y compartir con la comunidad de
discípulos su nueva fe en Jesús resucitado.

¡Cuántas veces se ha repetido esta historia! Aunque invi­


sible, Jesús resucitado acompaña a sus discípulos por los
caminos de la vida, deseoso de aliviar sus cargas y sanar
sus heridas. Toma un compañero, y en presencia de Jesús,
comparte con él algo que te preocupa y pesa. Luego pídele
que ore contigo, pidiendo la luz y ayuda del que tenga sufi­
ciente fe y amor para orar. El Señor está presente en esa
humilde confesión y oración; y El tiene muchas sorpresas
para los que oran así.

Con un m inistro o equipo

Puedes orar con el apoyo de un ministro del Señor, o un


equipo de interseción, que te ayude a presentar tus cargas
al Señor.

En el ministro de sanación interior (además de lo dicho en


el c.lV) se requieren ciertas cualidades específicas:

1) Una fe muy viva en la Providencia de Dios, para de­


tectar su acción aún en las situaciones más oscuras
de la vida.

2) Una experiencia profunda del amor y misericordia de


Dios, para poder comunicarla a los demás.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

3) Equilibrio emocional y mental, para no proyectar sus


propios conflictos.

4) Cierta madurez humana y experiencia de los caminos


del espíritu, para aconsejar y orientar.

La función del ministro es doble: aconsejar, e interceder.

a) Primero el ministro debe escuchar, discernir, orientar,


alertar.

Todo ello exige tiempo, por lo que a veces se necesitan


varias sesiones. También exige intimidad, por lo que en la
mayoría de los casos una sola persona es más eficaz que un
equipo.

El hecho de escuchar con amor y respeto, sin juzgar, sin


extrañarse, inicia ya el proceso de curación. Cada persona
es diferente; su historia irrepetible. No sirven, por tanto, ¡os
esquemas. Reconociendo su propia pobreza, el ministro bus­
ca dirección de arriba: '"Muestra tu misericordia. Señor, y
danos tu salvación. Muéstranos la clave de este problema,
y qué debemos hacer para solucionarlo". Con la ayuda de
arriba, y mediante el diálogo, evalúa el ambiente de familia,
escuela, trabajo; se aclaran situaciones; se descubren raí­
ces ocultas, mentiras escondidas, rebeldías inconscientes,
y otros mecanismos de defensa.

El ministro debe respetar momentos de silencio, como


también momentos de gran emoción y tensión. Ayuda a acep­
tar situaciones, a perdonar personas, y á veces a prepararse

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

para una buena confesión. Aconseja y orienta, pero sin ex­


ceder su campo.

b) La otra función del ministro es orar o interceder. La


intercesión puede ser más eficaz si se hace en equi­
po. En una atmósfera de confianza total en Dios, y de
amor incondicional al hermano, se van exponiendo a
la luz sanadora del Señor recuerdos traumatizantes,
precisando la edad y otras circunstancias importan­
tes, como también las personas relacionadas. Se presentan
al Señor zonas del espíritu y del alma no liberadas,
heridas y sus causas, complejos y sus raíces, sentimien­
tos negativos y su fuente, y mecanismos de defensa.

En ciertos casos y en nombre de Jesús el ministro toma


autoridad sobre una situación desesperada, un sentimiento
incontrolable, o una enfermedad emocional persistente, y lo
somete todo al señorío absoluto de Jesús. Con la espada
del Espíritu, la Palabra de Dios, trata de cortar ciertas ligadu­
ras invisibles al mal, como también una dependencia exce­
siva (de personas o cosas), que coarta la libertad.

En todo caso lo importante es dejar que el amor de Dios


se derrame sin trabas y sin límites, y que inunde a la perso­
na por la que se está haciendo intercesión. "Dios es Amor, y
quien permanece en el Amor permanece en Dios y Dios en
él" (1 Jn 4,16). Ahí es donde se encuentra la sanación, la
liberación, la vida nueva: en ese Océano de A m o r.

Un fenómeno común en este tipo de oración es el llama­


do "descanso en el espíritu". Es como una inundación de la

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

gracia y amor de Dios, que causa una especie de desfalleci­


miento corporal. Con frecuencia la gracia trabaja en alguna
zona del subconsciente, donde ocultan sus raíces la mayor
parte de nuestros conflictos. El Señor muestra su poder, amor
y su misericordia de muy diversos modos en este estado de
impotencia humana. "Que mi fuerza se muestra perfecta en
la flaqueza" (2 Cor 12,9).

En una celebración

Finalmente puedes participar en una Eucaristía de


sanación, o en una celebración comunitaria donde se ora
por la sanación de recuerdos. En el silencio de tu corazón
vas aplicando a tu vida concreta la oración que el ministro o
equipo ofrecen. Esta oración es muy eficaz cuando se hace
con la debida preparación, y cuando existe en la asamblea
un clima de reconciliación, amor mutuo y armonía; y una fe
expectante, que no pone límites a la acción del Señor.

Jesús se regocija en la unión de sus discípulos. Su gloria


se manifiesta y su poder sanador se hace sentir cuando los
ve unidos en oración. "Padre, yo les he dado la gloria que tú
me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo
en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el
mundo conozca que tú me has enviado" (Jn 17,22s).

La sanación de recuerdos con frecuencia va acompañada


de curaciones físicas. "Mire, Padre", me decía una señora
muy emocionada, mostrándome sus brazos. Yo la miraba un
poco alarmado, porque no veía nada especial en sus brazos
y ella no cesaba de llorar. Por fin pudo explicarme que lleva-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ba varios años con una enfermedad de piel, resistente a todo


tratamiento, y que después de la oración por la curación de
recuerdos del día anterior, su enfermedad había desapareci­
do sin dejar huella. Otra persona bastante miope rompió
accidentalmente sus gafas durante esa misma celebración,
y desde entonces no las ha necesitado, pues el Señor sanó
sus ojos.

¡Bendito sea por siempre el nombre de Jesús! El tiene


poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor
de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que
actúa en nosotros: el poder de su resurrección.

OREMOS: Hágase tu voluntad así en la tierra


como en el Cielo, Muéstrame, Señor, el camino
que debo seguir y la persona a la que debo acer­
carme, para recibir la sanación de recuerdos que
necesito al presente. Santificado sea tu nombre.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

X. VISUALIZACION
Y SANACION

Hacía frío la noche en que juzgaron a Jesús. Pedro estaba


calentándose junto al fuego, tenso, nervioso, temiendo lo
peor. Y allí, junto al fuego, Pedro negó tres veces a su maes­
tro (Le 22,54ss). Luego se arrepintió y lloró amargamente.
Se sabía perdonado. Pero la herida, el recuerdo amargo per­
duraba. En el futuro cada vez que Pedro tenía frío y se acer­
caba al fuego, sentiría un escalofrío y un reproche: "¡Cómo
pudiste negar a tu Maestro! ¡Y por tres veces!"

Semanas más tarde Jesús resucitado se apareció a los


discípulos a orillas del lago. Al salir a tierra vieron que había
unas brasas, con un pez sobre ellas y pan (Jn. 21,1-19).
Después de desayunar, allí junto al fuego preguntó tres ve­
ces a Pedro: "¿Me amas?". Y tres veces el discípulo pudo
declarar: "Señor, tú sabes todo; tú sabes que te amo". Pe­
dro debió de sentirse, no sólo perdonado, sino también sa­
nado y libre de aquella pesadilla. En el futuro podría acercar­
se al fuego sin sentir ningún reproche de su propia conciencia.

Nuestras heridas internas están frecuentemente vincula­


das a ciertas personas, cosas y circunstancias. Para recibir
una sanación completa es preciso reproducir y de algún modo
revivir esas circunstancias. La visualización es una gran ayu­
da para ello.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

V isualización de factores hum anos

Todo recuerdo doloroso llegó a registrar nuestra mente a


través de los sentidos: oído, visión, tacto, gusto, olfato. Cada
recuerdo está asociado con ciertas personas, acontecimien­
tos y épocas de nuestra vida. Al buscar la sanación de re­
cuerdos es muy útil visualizar o imaginar esas personas como
presentes; reconstruir en la mente con la claridad posible
los acontecimientos y momentos traumatizantes del pasa­
do; y hacerlo al nivel sensorial más traumatizado.

Por ejemplo: Un niño oyó decir a su propia madre: "Ojalá


no hubieses nacido"; otro ha oído insultos como "Idiota, no
vales para nada"; un tercero solía escuchar cada noche las
riñas de sus padres mal avenidos. Todos ellos necesitan
sanación en su memoria auditiva.

Un hombre vio a su mujer muerta en un accidente; una


mujer vio como un ladrón entraba en su casa y se sentía
indefensa. Ambos necesitan sanación en su memoria visual.

Una niña fue molestada sexualmente; necesita sanación


de orden cinestético.

En el curso de la oración los primeros volverán a oír aquellas


palabras tan hirientes, grabadas en su interior. Los segun­
dos volverán a ver aquellas imágenes aterrodizadoras. La
última volverá a sentirse agredida. Pero en la oración ningu­
no de ellos se va a encontrar sólo, impotente y desampara­
do. Jesús se hace presente a cada uno de ellos en su situa­
ción particular, para comprartir su dolor y sanar sus heridas.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Algunas personas, al visualizar su pasado, viven momen­


tos muy trágicos. La angustia, vergüenza, odio, terror... se­
pultado dentro de ellas, es mucho mayor de lo que se podía
sospechar. El acompañante o ministro de intercesión debe
dirigir la oración con dulzura, sin prisas, ni brusquedades,
impregnada en el amor de Dios, llena de la presencia
sanadora de Jesús, y en algunos casos llena también de la
presencia maternal de la Virgen María.

Hay personas que se resisten a visualizar el pasado por


encontrarlo demasiado doloroso y amenazador. Necesitan
ayuda para comprender que en su caso la curación no pue­
de ser completa sin contacto con sus sentimientos reales y con
su propia historia. Es preciso desenterrar su pasado y ex­
ponerlo a Jesús, que de la muerte lleva a la resurrección y la vida.

La visualización de personas que estaban presentes en


una vivencia traumatizante se completa con el diálogo; dan­
do y recibiendo explicaciones según el caso; ofreciendo, pi­
diendo y aceptando perdón; expresando amor, aprecio, alegría,
etc. Las técnicas de Análisis Transaccional son muy útiles.

Muchas heridas y complejos se deben a un error de inter­


pretación muy común en la niñez. Por ejemplo: Supongamos
mi padre me ama sinceramente, pero en un momento de
enfado me pega y riñe sin razón aparente. En mi interior yo
pienso: "Mi padre me castiga y me rechaza, porque no me ;
quiere". Desde ese día siento alejamiento, rechazo, o rencor
hacia mi padre. Lo que realmente me hiere, no son los gol­
pes, sino la idea de que mi padre ya no me quiere. Para !
sanar ese recuerdo necesito primero rectificar el error. Debo ;
decirme: "Mi padre me ama y siempre me amó. En aquella

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ocasión me pegó porque se disgustó mucho creyendo que


yo iba por mal camino, o porque se encontraba cansado,
nervioso y preocupado por alguna cosa". Luego puedo
visualizar a mi padre sentado frente a mí, y decirle algo así:
"Papá, cuando tú me pagaste yo me sentí muy herido por­
que no conocía tus verdaderos sentimientos hacia mí; creí
que me odiabas. Ahora sé que realmente me amabas. Per­
dóname y líbrame del resentimiento y rencor que yo te he
guardado por tanto tiempo. Yo también te perdono por ha­
ber perdido tu paciencia conmigo en aquella ocasión y ha­
berme pegado sin razón". Luego puedo oír cómo mi padre
me dice: "Hijo mío, te perdono de todo corazón y te absuel­
vo de esos sentimientos. Nunca me imaginé el daño que te
causó aquel incidente. Gracias por perdonarme todo. En
adelante vamos a ser más amigos que nunca".

La visualización y el diálogo son posibles aún cuando se


trate de personas ya difuntas. En realidad los que han muer­
to en el Señor no están lejos de nosotros, y están mejor
dispuestos para ayudarnos.

V isualización del Salvador

El visualizar o ver a Jesús presente cuando oramos por la


sanación de recuerdos, no es mera imaginación. Es un modo
de vivir nuestra fe. Jesús estaba y está realmente presente
en esta situación de tu vida, como estaba junto al fuego a
orillas del lago, dialogando con Pedro y sanando sus recuerdos.

En cada caso conviene visualizar a Jesús del modo más


adecuado a la persona, edad, situación y otras circunstan­
cias. Algunos ejemplos como ilustración.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Ana fue rechazada por sus padres al nacer porque ellos


deseaban un niño, no una niña. Al orar por su sanación, Je­
sús se presenta sonriente, la toma en brazos al momento
de nacer, y le asegura: "Ana, yo te he creado como eres. Y
te he creado para ser feliz, para ser hija de Dios, princesa de
mi Reino, testigo de mi a m o r. Mira, mis manos heridas te
están sanando en este mismo instante de tu rechazo, mie­
do, inseguridad, para que aceptes tu vida plenamente y
aprendas a aceptar a los dem ás".

Beni recibió un fuerte trauma al ir por primera vez a la


escuela. Jesús se le acerca con sus brazos abiertos y le
dice: "No temas ir a la escuela; yo voy contigo, Beni. Allí te ayudaré
a aprender muchas cosas y a encontrar buenos amigos".

Charo se siente impura por haber sido molestada


sexualmente. En la oración ve un corderito inocente y limpio
y lo toma en sus brazos. Jesús le dice: "yo soy ese corderi­
to. Me encanta estar en tus brazos, pues para mí tú eres
limpia. Yo mismo te lavé en mi sangre, y ahora lo hago de
nuevo para que te sientas más limpia".

Luis perdió a su madre en la infancia y siempre la echó de


menos. Jesús se acerca con la Virgen María y le dice a ella:
"Aquí tienes a tu nuevo hijo". Luego le dice a Luis: "Esta es
tu madre; ella cuida de tí".

A Elena que sufre de autorrechazo, Jesús le asegura: "Fuis­


te creada a imagen y semajanzá mía. ¿Que esa imagen ha
sido desfigurada en tí? Ahora mismo mi Espíritu viene a re­
novarla. ¿Lo ves? Ya estás cambiando".

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

En la sanación de recuerdos volvemos a vivir ciertas ex­


periencias dolorosas del pasado; pero lo hacemos en com­
pañía de Jesús, para quien lo pasado está presente como
cuando sucedió. Su mirada va recorriendo nuestras vidas;
su amor va inundando todo nuestro ser precisamente a tra­
vés de nuestras heridas. Su Espíritu nos va invadiendo, sa­
nando, liberando. A su soplo caen murallas y se derrumban
mecanismos de defensa. "¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia? , ¿la persecución?,
¿los peligros?, ¿la espada? En todo esto salimos vencedo­
res gracias a aquel que nos amó" (Rom 8,35ss). Su amor es
imparable, invencible.

Jesús nos hace sentirnos amados, perdonados, acepta­


dos como somos, con toda nuestra historia de fondo. Eso
nos ayuda a vernos a nosotros mismos de un modo nuevo;
nos enseña a perdonarnos, a aceptarnos, a dejarnos querer
por las personas que nos rodean. Si nuestra vida pasada ha
sido un descalabro, si sólo nos queda un montón de ruinas y
escombros, no importa. Partiendo de esas ruinas, Jesús va
a reconstruir nuestras vidas. Para El nada hay imposible. Con
El podemos comenzar de nuevo.

Este es el testimonio de una estudiante universitaria. A


los seis años un maniático la encerró en su camarote del
barco, la maltrató y abusó. Desde entonces nunca podía salir
sola a la calle por miedo a los hombres. Después de un reti­
ro en el que se confesó y pidió intercesión, escribía: "Algo
maravilloso me sucedió mientras usted oraba conmigo. No
sé si fue una visión, una imagen mental, o mi imaginación. El
caso es que volví a mi infancia. Me encontré de nuevo en

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

aquel barco, encerrada en aquel cuarto, atada de pies y


manos, casi muerta de terror. De pronto sentí una mano que
me tocaba. Abrí los ojos y era Jesús, sonriente, tranquilo,
en control de toda la situación. El me desató; me tomó en
sus brazos, y me acariciaba. Yo sentía como mi espíritu, mi
m ente, mis nervios... todo dentro de mí se iba
distensionando. Mis miedos y terrores me iban dejando. Una
fuerza misteriosa pasaba de Jesús a mí.

"Aquel hombre estaba allí como paralizado. Noté que Je­


sús le miraba sin reproche, con gran compasión. Yo también
comprendí que era un pobre enfermo, y sentí gran compa­
sión por él. Estoy segura que se arrepintió hace tiempo y
que fue perdonado. Desde entonces me encuentro libre de
aquel nerviosismo y rigidez que sentía antes en presencia
de hombres. Cada día me veo más libre y tranquila caminan­
do sola por las calles. Sé que Jesús está conmigo y cuida
todos mis pasos. Le doy gracias a El y gracias también a sus
instrumentos".

Visiones imaginarias, como la de esta joven, son frecuen­


tes al orar por la sanación de recuerdos. De ese modo el
Espíritu Santo nos ayuda a visualizar ya vivir más intensa­
mente lo que el Señor está realizando en nuestras vidas.

V isualización del futuro

Una herida puede sanarse en un día. Una persona, no,


excepto el último día. La sanación de recuerdos, lo mismo
que la conversión y la liberación del mal, es una faceta, y
muy importante, de la Redención: un proceso que dura toda

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

la vida. Como la Redención completa, así también la sanación


perfecta es algo que pertenece al futuro. En el Cielo nos
veremos plenamente liberados, sanos y transformados en
la imagen de nuestro Salvador.

La fe cristiana nos invita a contemplar ese futuro y a ca­


minar hacia el mismo. En cierto modo la fe anticipa el futuro
y lo hace ver como presente. Por tanto, es muy cristiano y
muy realista el visualizarnos ahora como seremos más tar­
de. "Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con
que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos,
nos vivificó juntamente con Cristo; con él nos resucitó y nos
hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús. ..Pues habéis sido
salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de
vosotros, sino que es don de Dios" (Ef 2,4-10).

Al orar por un enfermo, si lo contemplamos con los ojos


de fe y esperanza, podemos visualizarlo como se encontrará
más adelante: sano, liberado, transformado. Si uno se en­
cuentra muy solo, vacío y rechazado, trata de verlo arropado
en el amor de Dios; si otro está paralizado por el miedo y la
angustia, trata de verlo lleno de paz y alegría. Y al mismo
tiempo trata de proyectar esa misma imagen al enfermo, y
alaba al Señor con él. Visualizar en fe y esperanza es antici-
par la realidad y apresurarse hacia ella.

"Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto re­


flejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos
transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos,
! conforme a la acción del Señor, que es Espíritu" (2 Cor 3,18).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Para Jesús tanto el pasado como el futuro están presen­


tes. Cuando nos acercamos a Jesús en fe, podemos revisar
y revivir con El nuestro pasado. De este modo se inaugura el
proceso de nuestra sanación de recuerdos. Reflejado en
Jesús podemos visualizar nuestro futuro, acelerando de ese
modo el proceso de nuestra sanación y liberación. "Cuando
aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros
apareceréis gloriosos con El" (Col 3,4). "Queridos, somos
hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos.
Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a
El, porque le veremos tal cual es" (1 Jn 3,2).

Jesú s sana

Un amigo Psiquiatra, que desde hace diez años ora al Señor


por la sanación de recuerdos, confiesa: "Doy gracias a Dios
por los descubrimientos de mi ciencia, pero más por los
descubrimientos de mi fe. Mi tratamiento científico no es
mas que una sombra pálida junto al poder sanador de Jesús."

La oración por la sanación de recuerdos, debidamente


hecha, siempre produce resultados positivos, con frecuen­
cia sorprendentes. Generalmente inicia un proceso: en el
curso de días y semanas el Señor va reconstruyendo la vida
entera de una persona. No es que el Señor haga un lavado
de cerebro y borre el pasado. Lo que sí borra son ciertas
imágenes e impresiones nocivas, en su mayoría grabadas
en el subconsciente, que son la fuente de conflictos emo­
cionales. Los recuerdos permanecen, pero libres de su car­
ga negativa, se convierten en motivos de alabanza y de es­
peranza.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

E! Señor elimina de sus recuerdos el veneno de rencor,


odio, rechazo, desprecio, miedo, venganza. ..acumulado a
lo largo de los años. El extirpa las raíces de pecado, que con
frecuencia se ocultan tras los conflictos emocionales. El da
gracia para perdonar a otros y aceptarse a sí mismo. El rom­
pe las ataduras que encadenan a un pasado triste, o a una
experiencia traumatizante. El desmorona mecanismos de
defensa. El llama a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Y
comunica su Espíritu con una nueva capacidad para amar,
servir y hacer el bien a todos.

Tu vida entera aparece en una nueva luz. Ves cómo en los


momentos más difíciles y oscuros de tu pasado el Señor fue
guiando tus pasos y apoyando tu flaqueza. Y sabes que tu
futuro está en sus manos. "Porque yo sé bien en quién ten­
go puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso
para guardar mi depósito hasta aquel Día" (2 Tim 1,12).

En muchos casos la sanación comienza a nivel del sub­


consciente, en las raíces ocultas. Por eso tarda en aflorar, y
los fallos o síntomas externos perduran. Si uno sigue con­
fiando y alabando al Señor, no tardará en ver los frutos.

A veces, después de iniciarse la sanación, uno puede su­


frir retrocesos aparentes. Es porque Dios pone a prueba la
fe para purificarla, o invita a buscar nuevas raíces para con­
ceder una sanación más completa y radical.

Ciertos estados psíquico-afectivos necesitan tiempo para


cambiar. En tales casos es bueno orar en etapas, o repetir la
oración, y enseñar a la persona afectada a cooperar.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Los caminos del Señor son misteriosos. A veces no cura


una dolencia, pero ayuda a verla de otro modo y a llevarla
como una participación directa en la Pasión de Jesucristo,
donde toda enfermedad y dolor encuentran su sentido más
profundo y su valor sobrehumano. Cuando los resultados son
escasos o nulos, es preciso consultar al Médico Divino. La
razón podría ser: falta de perdón sincero; falta de verdadero
arrepentimiento; existencia de una raíz oculta, o de meca­
nismos de defensa no abandonados; necesidad de renun­
ciar a alguna práctica contraria a la fe cristiana, como magia
negra, astrología; necesidad de liberación de alguna obse­
sión de tipo demoníaco. Podría ser también falta de prepa­
ración y cooperación: algunas personas piden intercesión,
pero no cooperan; esperan la sanación como por encanto.
En tal caso es mejor suspender la oración y preparar al suje­
to. El mismo fallo, sea cual fuere, trae un mensaje del Señor,
que es preciso discernir y seguir.

En todo caso, para obtener efectos positivos y para con­


solidarlos, hace falta tiempo y un clima de fe, esperanza,
amor y perdón, alabanza y acción de gracias. "La Palabra de
Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruios y
amonestados con toda sabiduría; cantad agradecidos a Dios
en vuestros corazones con salmos, himnos y cánticos inspi­
rados" (Col 3,16).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

XI. AMAR ES SANAR

Océano de amor

San Juan de la Cruz explica cuán preciosa, envidiable y


gloriosa es la muerte de los santos. Los santos son como
ríos de amor, que han ¡do creciendo a lo largo de la vida. Y
ahora, al desembocar en la mar, los ríos son tan anchos y
caudalosos que parecen mares. Los ríos se identifican y con­
funden con el mismo océano. (Llama, c.1).

Como los ríos caudalosos llevan al mar, así nuestra vida,


si contiene amor, se mueve hacia Dios. Y cuando uno vive en
Dios, guiado por el Espíritu Santo, tarde o temprano llega a
esta conclusión: Estoy viviendo en un Océano sin orillas, sin
fondo, sin principio, sin fin; un Océano de amor, llamado Dios.
La impresión es tal que uno comienza a romper todos sus
esquemas de vida. Pronto uno se encuentra, como Adán y
Eva, desnudo ante Dios; pero no trata, como ellos, de ocultarse
o alejarse de su Hacedor, "porque no hay temor en el amor,
sino que el amor perfecto expulsa el temor" (1 Jn 4,18).

Dios-Amor ha descendido a nosotros desnudo, desarma­


do e indefenso en la Encarnación de Jesucristo; se ha visto
herido por nosotros en su Pasión; permanece para siempre i
entre nosotros en su Resurrección. "En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El
nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nues­
tros pecados" (1 Jn 4,10). "Mas la prueba de que Dios nos !

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, mu­


rió por nosotros" (Rom 5,8).

Cristo Jesús en el portal de Belén, y sobre todo en la Cruz


del Calvario, es la máxima expresión del Amor de Dios. Por
eso es Cristo Jesús quien perdona nuestros pecados, quien
sana nuestras heridas, quien nos lleva al Padre, Para ser sus
instrumentos de sanación debemos ser mensajeros de su amor.

Pablo, el fariseo conquistado por Cristo, escribe: "Vivo,


pero no yo; sino que es Cristo quien vive en mí. La vida que
vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios,
que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,20).

La vida cristiana consiste en hacer que Cristo se instale


en nosotros; y desde nosotros llegue a nuestros hermanos
más necesitados de su amor, de su ayuda, de su sanación.
"Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que,
arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con
todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y
la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede todo
conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total ple­
nitud de Dios" (Ef 3,17-19).

No se trata, pues, de guardar, ciertas normas éticas, y


mantener ciertas prácticas religiosas. Se trata de dejar que
el amor de Dios triunfe en nuestras vidas; se trata de
adentrarse más y más en ese Océano sin orillas, sin fondo,
el misterio insondable del Dios-Amor. "¡Oh abismo de la rique­
za, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables
son sus designios e inescrutables sus caminos!" (Rom 11,33).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Un Océano sin orillas, sin fondo, sin fin es algo que natu­
ralmente nos pasma, nos asusta; más aún un Océano vivo,
inteligente, activo, como es el Amor de Dios. Por eso trata­
mos de crear pequeños lagos con sus orillas bien definidas,
con sus puertos, muelles y amarraderos. Y esos lagos, a su
vez, crean personas disminuidas y rígidas, poco abiertas al
Espíritu de Dios y poco sensitivas a las necesidades de los
demás. "Porque no son mis pensamientos vuestros pensa­
mientos, ni vuestros caminos son mis caminos -oráculo de
Yahveh-, Porque como aventajan los cielos a la tierra, así
aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a
los vuestros" (Is 55,8s).

"A la tarde te examinarán en el amor" (S. Juan de la Cruz).


Y ese examen dará la medida exacta de tu valor como cris­
tiano, y la medida de tu recompensa eterna; porque ese
examen dará también la medida del bien que has hecho a tu
paso por la tierra.

Que el Señor nos dé algo de su sabiduría para compren­


der que lo único que realmente cuenta en esta vida y más
allá, es adentrarse sin miedo en su Océano de Amor: recibir
y compartir su amor. "Nosotros amemos, porque El nos amó
primero" (1 Jn 4,19). Si te muestran todos los bienes del
mundo a un lado, y el amor al otro, vuelve tus pasos hacia el
amor; con él te vendrán todos los bienes. A la tarde de la
vida nadie tan rico, como el cristiano pobre, el que se entre- !
ga a sí mismo por los demás, como lo hiciera el Maestro. ;

"M i alma se ha empleado


y todo mi caudal en su servicio;

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ya no guardo ganado
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio"
(S. Juan de la Cruz, Cant. Esp, 19).

El A m or sana

"Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodi­


llas, le dice: "Si quieres, puedes limpiarme". Compadecido
de él, Jesús extendió su mano, le tocó y le dijo: "Quiero;
queda limpio". Y al instante le desapareció la lepra y quedó
limpio" (Me 1,40-42). En presencia del dolor y de la desgra­
cia, Jesús siente compasión. Por eso sana; por eso realiza
sus milagros. Toda curación proclama el poder de Dios; pero
más aún el amor y la misericordia de Dios. Pues a Dios sólo
se le conquista por el corazón.

Nosotros asociamos las curaciones más con el poder de


Dios que con su amor. No deja de ser un mecanismo de
defensa. Pues de otro modo la ausencia de curaciones ven­
dría a ser un grave reproche a nuestra falta de amor.

Al orar repetidamente por un enfermo, éste mejoró, pero


no del todo. Alguien en el ministerio de sanación preguntó al
Señor: "¿Por qué este joven no está completamente cura-
do? Tú, Señor, curabas epilépticos más graves que .éste".
Su respuesta fue: "Pero yo sentía compasión por ellos".

! Cuando un niño pequeño se cae y hace daño en la mano,


; su mamá lo levanta y abraza, mientras besa y acaricia su
mano. El niño se calma y el dolor desaparece. Así es como
Dios nos sana, acariciando y besando nuestras heridas. Por

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

eso los mejores instrumentos de sanación en manos del


Señor son las personas que han experimentado su amor,
que se mantienen abiertas a su amor y sabes transmitirlo a
los demás. El ministro de sanación no necesita conocer to­
das las técnicas mencionadas en este libro y en otros mejo­
res; pero sí necesita algo de amor y compasión de Jesús
hacia los que sufren. Con su actitud, gestos, tono de voz y pala­
bras el ministro debe expresar ante todo el amor de Dios.

Lo que realmente hiere al hombre y genera toda clase de


enfermedades psicosomáticas es el desamor, el rechazo, el
desprecio. Lo que regenera, sana y libera es el amor, la acep­
tación, el aprecio sincero. Cuando aceptas a una persona tal
como es y le miras con amor, ya la estás cambiando; porque
le estás ayudando a salir de sí misma y abrirse a la vida y al
poder sanador de Dios.

Cito aquí parte de una carta escrita sin intención de im­


presionar a nadie. "Estoy cuidando a una señora de 86 años.
Hace cuatro meses estaba deshauciada por los médicos.
Estos la habían enviado para casa a terminar lo que le que­
daba de vida. Su médico me propuso si quería hacerme car­
go de ella, y lo acepté. Cuando fui por primera vez a su casa,
no pude evitar llorar al verla en aquel estado. ¡Cuánto pedí a
Jesús por ella! Como decía el médico, la señora más que
nada necesitaba grandes dosis de amor y mimos. La pobre
mujer en aquel entonces estaba como una niña; apenas ha­
blaba, no comía, no podía hacer nada. Había que hacerlo
todo en la cama, y no podías moverle nada de su cuerpo.
Pero asómbrate, poco a poco aquello fue cambiando, lle­
gando a caminar con ayuda y a veces por sí misma. Hoy la
señora canta, me cuenta infinidad de cosas, y hablamos !

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

mucho de Jesús. Fíjate que ha llegado a hacer oración por


mí cuando yo no me encontraba del todo bien. El médico,
que mantenía con toda segundad que esta señora nunca se
podía tener en pie, hace unos días tuvo que reconocer que
eso es obra de Dios. El la está sanando a base de amor. Yo
le bailo, le canto, la mimo mucho; y ella responde con gran
amor. No dejo de alabar y dar gracias a Jesús por esa mujer
que El está curando o permitiendo disfrutar más de sus días
hasta que El quiera. Yo he llegado a ver a Jesús en ella".

La persona a través de la cual el Señor derrama su amor


sanador sobre esta ancianita ha sufrido mucho y ha recibido
mucho amor y sanación del Señor. "¡Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericor­
dias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para poder nosotros consolar a los
que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios! Pues, así como abun­
dan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abun­
da también por Cristo nuestra consolación" (2 Cor 1,3ss) .

El ministerio de curación, y en particular la curación de


recuerdos, es un movimiento hacia el corazón de Dios, un
adentrarse en ese Océano insondable de su Amor. Por eso
es también una forma muy eficaz de evangelización: es el
modo más conveniente de proclamar al hombre contempo­
ráneo que Dios le ama y desea su felicidad.

Madre de misericordia
El Hijo de Dios nacido en la pobreza de Belén y muñendo
por nosotros en el Calvario es la máxima expresión del amor

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Marcelino Iragui, O.C.D.

de Dios hacia los hombres. Y en ambos casos María su Ma­


dre se encontraba junto a El. De ahí su tan singular carisma
de curación. María es Madre de Misericordia, salud de los
enfermos, consuelo de los afligidos. En todo caso la fuente
de gracia, de sanación y de consuelo es Jesús. María está
junto a El para interceder por nosotros y para transmitirnos
lo que de El recibe.

Cuando una madre compasiva y afligida se dirige a María,


y la oración de las dos se eleva al Cielo, no hay nada que
Dios les niegue. Ello explica ejemplos como éste: "M i hija
mayor nació con una válvula del corazón abierta, que le
mezclaba la sangre roja y azul y se ahogaba cuando lloraba.
Me dijo el médico que la tenían que operar cuando tuviese
dos años. Pero cuando la llevé a reconocimiento a los nueve
meses me dijo que se tenía que operar enseguida. Era vier­
nes. El domingo fuimos al santuario de Nuestra Señora de la
Salud, que tiene una fuente. Yo tomé agua con la mano y
apretándola al pecho de la niña pedí a la Virgen que la cura­
se. Yo tenía el presentimiento de que estaba curada. El lu­
nes la llevé al médico con una excusa, y al escucharla me
dice: "Señora, su hija está bien. No se tiene que operar".
Gracias a Dios estaba totalmente curada."

"Cuando mi niña tenía seis años tuvo una noche mucha


tos, hora tras hora, hasta que a las tres de la mañana co­
menzó a escupir sangre. Llamé al médico de urgencias y me
dijo que estaba mal. Me hizo el Ingreso para el hospital, y le
dijo a mi marido que bajase al coche para darle un medica­
mento que se lo pusiésemos enseguida. Mientras ellos ba­
jaban la escalera, yo me arrodillé al pie de la cama, y sentí

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

una fuerza interior a levantar mis manos, y pedí a la Virgen


que ella, como Madre, pidiera a su Hijo por mí. Puse las
manos en la garganta de mi niña y paró la tos en seco, tanto
que me asusté. Cuando subió mi marido le dije: "No le des
la medicina, que se ha quedado tranquila". No volvió a toser,
ni la tuve que ingresar".

En un mundo en el que todo, hasta el cuidado de los en­


fermos, se va comercializando, hacen falta corazones de
madre, corazones renovados por el Espíritu Santo, corazo­
nes como el de María, capaces de captar y transmitir el
amor infinitamente poderoso de nuestro Dios. Entonces ve­
remos curaciones mucho más numerosas y sorprendentes
para gloria del Señor. Y el mundo volverá a creer que el Pa­
dre ha enviado a su Hijo ungido por el Espíritu Santo "para
anunciar la Buena Nueva a los pobres, vendar los corazones
rotos, consolar a todos los que lloran, para darnos diadema
en vez de ceniza y alabanza en vez de espíritu abatido" (Is 61).

OREMOS: Crea en mí, Señor, un corazón como


el de la Virgen María; dame el Espíritu que a ella
le concediste; haz de mí tu instrumento dócil de
consolación y sanación, para gloria de tu nombre
y bien de mis hermanos. Amén.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

XII. PERDONAR
ES SANARSE

El perdón desbloquea

Una Señora que llevaba varios años sufriendo de jaque­


cas e insomnio se acercó a pedir Intercesión. Después de
unos minutos de oración su dolor de cabeza se agravó visi­
blemente. Entonces le dije: "El Señor te llama a perdonar a
una persona que te hirió hace mucho tiempo, y a la que
nunca has perdonado". Ella preguntó sorprendida: "¿Cómo
lo sabe, si no se lo he dicho a nadie? Y yo Insistí: "Para sa­
narte es preciso que perdones a esa persona, y la perdones
¡ncondicionalmente". "¡Es tan difícil!", dijo ella. "Pero lo in­
tentaré con la ayuda de Dios". Y así lo hizo. Continuamos la
Intercesión, y a los pocos minutos la señora nos sorprendió
a todos echándose a reír. Luego explicó entre lágrimas: "Me
sentía oprimida por un peso enorme, que no me dejaba dor­
mir ni vivir en paz. Y de pronto ha desaparecido. Y sé que no
volverá, pues es el Señor quien lo ha llevado". Desde enton­
ces esa señora se convirtió en un apóstol del perdón. Su
receta para muchos males y tensiones es "perdón incondi­
cional": ¿Te parece una receta costosa? Mucho más es la
enfermedad.

El amor moviliza el poder sanador de Dios. El perdón


desbloquea la entrada para que esa corriente sanadora en­
tre en el hombre. De ahí que tantas veces al perdón sigue la
sanación .

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Dice Jesús: "Amad a vuestros enemigos, haced bien a


los que os odian, bendecid a los que os maldigan, rogad por
los que os maltraten... Y vuestra recompensa será grande, y
seréis hijos del Altísimo, porque El es bueno con los ingratos
y los perversos" (Le 6,27-35).

La diferencia entre la paz que viene de saberse hijo ama­


do de Dios, y el desasosiego que nace del rencor o resenti­
miento, es el perdón sincero. Y esa es con frecuencia tam­
bién la diferencia entre enfermedad y buena salud.

Algunas personas dicen: "Yo quiero perdonar, pero no pue­


do". Es un buen comienzo. El perdón verdadero comienza
con una decisión libre o deseo de la voluntad: "Quiero per­
donar". Si ves que no puedes es porque tus sentimientos
están muy heridos y protestan; o porque tu Corazón está
rodeado de mecanismos de defensa. En cualquier caso ne­
cesitas sanación de recuerdos. Acércate al Médico Divino,
o a uno de sus instrumentos, explica tu caso y ora por la
sanación. El mismo Dios que te llama a perdonar, te ayudará
a hacerlo de veras, si tú lo deseas de veras.

Un testimonio. "Al nacer yo, mi madre me recibió como


una carga ¡ndeseada, y siempre me miró así. Yo callaba y
sufría con amargura y resentimientos acumulados dentro de
mí a lo largo de los años. Cuando por fin mi madre murió,
rompí todas sus fotos y destruí todo recuerdo de ella. Me
dije para mis adentros: "Esto acabó. Ahora puedo yo vivir mi
propia vida". Pasaron los años. Y hace unos meses cayó en
mis manos el libro escrito por usted "Encuentro con Jesús".
Al leer el capítulo sobre "Abre la Puerta: El Perdón", Dios

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Marcelino Iragui, O.C.D.

abrió mis ojos, y vi que tenía cuentas sin arreglar. Buscando


ayuda entré en una iglesia y dije al Señor: "Dios mío, iqué no
daría yo por poder perdonar de veras a mi difunta madre!
Pero si tú no me ayudas, yo no soy capaz de hacerlo". Al
instante el Señor parecía decirme: "Pues hasta ahora no me
habías dicho ni palabra sobre el tema. ¡Cuántas veces tus
viejos recuerdos y tu propia amargura y culpabilidad te aho­
gaban! Pero hasta hoy nunca me habías dicho de corazón:
"¡Socorro, que me ahogo! ¡Sálvame, Señor!".

En aquel momento sentí que el Señor entraba en mí de


nuevo y se adueñaba de toda mi vida. Mi amargura, recha­
zo, impotencia, culpabilidad y ansiedades desaparecieron
como por encanto. El Señor me preguntaba: "¿Cómo mira­
rías ahora a tu madre?" Yo le contesté: "Con alegría, con
comprensión y compasión, con ternura y amor". Cuando salí
de la iglesia iba como flotando. Ni mi cuerpo pesaba. El Se­
ñor me había liberado de una enorme carga. Toda la natura­
leza parecía nueva. A las personas las veía diferentes, ver­
daderamente maravillosas. Y todo mi ser repetía: "Te quie­
ro, te quiero". Aquella experiencia fue como un nuevo nacer
a la vida. Desde entonces desaparecieron también mis do­
lores de cabeza y de espalda. Dios sea bendito".

El pan de cada día

No sin cierto sarcasmo comentaba un señor: "¿Se acuer­


da de Fulano? En el retiro del año pasado se curó de sus
dolores de cabeza; y hasta dio testimonio de ello. Pero aho­
ra parece que le han vuelto". Lo que ese señor desconocía
es que los dolores desaparecieron cuando Fulano perdonó;

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

y reaparecieron con una llamada del Señor a seguir perdo­


nando.

Jesús nos enseña a orar: "El pan nuestro de cada día


dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas así como noso­
tros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer
en la tentación; más líbranos del mal". El perdón es el pan
amargo de cada día, que nos permite recibir cada día en
cada momento el dulce pan de a m o r. El perdón sincero es
el pan de cada día, que nos da fuerza para superar la tenta­
ción y vencer el mal en nuestra vida: el rencor, resentimien­
to, venganza, y sus secuelas de culpabilidad, tristeza y te­
mores. Gracias a ese pan podemos vivir en comunión cons­
tante con Dios y con nuestros hermanos; podemos vivir en
paz con el mundo que nos rodea, libres de muchas tensio­
nes que pondrían en peligro nuestra salud.

En Mateo 18 Jesús nos habla del perdón. Al comienzo


del capítulo declara: "Si no cambiáis y os hacéis como ni­
ños, no entraréis en el Reino de los Cielos". Para entrar y
vivir en el Reino hay que dejar a un lado nuestra sabiduría
humana y nuestros juicios humanos: "Yo tengo razón; él tie­
ne la culpa". "A él le toca pedirme perdón". "Le perdonaré
con tal que..." Para vivir como hijos de Dios hay que ser
como niños capaces de perdonarlo todo y olvidarlo pronto,
consciente de que tenemos un Padre que nos ama a todos y
se ocupa de todos, y no lleva cuenta de nuestros delitos
pasados.

Pedro se le acercó entonces y le dijo "Señor, ¿cuántas


veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi her-

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Marcelino Iragui, O.C.D.

mano? ¿Hasta siete veces? Díceie Jesús: "No te digo hasta


siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt 18,21 s).
Jesús no ha venido a enseñamos matemáticas para ir por la
vida contando números. Jesús ha venido a establecer en la
tierra el Reino de los Cielos y a enseñarnos a vivir según la
ley del Reino: la ley del amor y el perdón. "El amor no busca
intereses; no se irrita; no lleva cuentas del mal. Todo lo ex­
cusa; todo lo soporta. El amor no acaba nunca" (1 Cor 13,5-8).

Perdón y paz

El hombre es un ser social, un fardo de relaciones. Vive y


se desarrolla en relación con Dios, con sus semejantes y
con todo el cosmos. Para llevar una vida sana necesita pro­
teger y cultivar esas relaciones. Para construir una vida rota
necesita subsanar las relaciones que han fallado. El primer
paso en ese camino es el perdón sincero, que lleva a la re­
conciliación y la paz.

Con frecuencia el dolor y la enfermedad se deben a falta


de armonía y tensiones internas. La condición del enfermo
se agrava por su propio descontento, resistencia y protes­
tas. "Por qué a mí, este maldito dolor!". En tal caso, como
un primer paso para sanarse, hace falta reconciliación con el
dolor y la enfermedad. El siguiente ejercicio es muy indicado.

Sentado en una postura relajada, o yacente, concentra tu


atención en el punto donde sientes dolor. Con verdadero
cariño dirige al mismo un mensaje de paz y esperanza como
éste: "Calma, tranquilízate. Jesús está aquí para aliviarte".
Luego visualiza a Jesús cerca de ti y ofrécele tu dolor como

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

tu pequeña contribución a su obra redentora. Dile que pon­


ga su mano sobre la zona afectada para bendecir y sanar.
Piensa cómo el amor y la paz sanadora de Jesús van pene­
trando esa zona, consagrando y aliviando tu dolor. Y dale
gracias.

Los ruidos tan comunes y agresivos en nuestra sociedad


constituyen un peligro serio para la salud psíquica y física. Si
los percibimos como intrusos, enemigos de nuestra paz y
tranquilidad, nos crean graves tensiones. Además pueden
provocar rencores muy profundos cuando los asociamos a
ciertas personas o secciones de la sociedad. Para vivir en
paz y proteger la salud es preciso reconciliarse con ellos.
Gracias al perdón y la reconciliación podemos cambiar nues­
tra actitud a los ruidos; y de ese modo reducir las tensiones
y poner fin a los rencores y resistencias. Tal es el objetivo de
estos ejercicios.

1. Concentra tu atención por un momento en los ruidos


que más te molestan. A través de ellos puedes llegar
a su fuente: la sociedad que te rodea, la fábrica, la
discoteca, los jóvenes, la escuela, el niño que llora, la
persona que grita. Ponte en su lugar y trata de com­
prender a esas personas. Ora al Señor: "Jesús, dame
tu amor y comprensión hacia esas personas; crea en
mí tu silencio y tu paz". Desde Jesús ofrece el perdón
y la paz a la sociedad que te rodea.

2. Con los ojos cerrados y oídos bien alerta, dedica un


rato a captar todos los sonidos y ruidos que llegan
hasta ti: suaves, fuertes, próximos y lejanos. Vete per-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

cibiendo todos esos ruidos sin resistirlos, sin crispar­


te, con gran paz. Déjales que te visiten como amigos,
que te acaricien o rocen ligeramente. Tómalos como
parte de algunos de sus hijos, que acaso ni piensan
en El. Ruidos y sonidos, alaben al Señor. Pero no los
retengas en tu mente. Déjalos ir como han venido,
sin esfuerzo, sin preocuparte de ellos.

3. Concéntrate en tu propia respiración, atento sólo a!


aire que penetra tus pulmones. Es un símbolo del Es­
píritu de Dios, que va penetrando todo tu ser. Con
cada respiración repite mentalmente: "Ven, Espíritu
de Paz, inunda mi ser".

M andam iento y G racia

Cuando das una orden, calculas la habilidad y las fuerzas


de la persona que debe cumplirla. A un niño de cinco años
no le ordenas cargarse con un peso de cien kilos. Tampoco
ordenas a nadie amar; ni menos perdonar.

Cuando Dios da una orden no toma en cuenta nuestra


habilidad, sino la suya. Y es que la ejecución de sus órdenes
no depende de nuestra fuerza, sino de la suya. De ahí que
Dios nos mande lo humanamente imposible, como amar
generosamente a los que menos se lo merecen, hacer el
bien a los que nunca responden, perdonar setenta veces
siete sin mirar si uno tiene razón o no la tiene.

Los mandamientos de Dios son gracia y garantía de asis­


tencia divina. Cuando los aceptamos en fe y humildad, Dios

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Marcelino Iragui, O.C.D.

nos reviste de su fuerza para que .podamos realizar algo


muy superior a la nuestra. Cuanto más imposible lo que El nos
pide, tanto mayor la gracia que nos ofrece. "Mi gracia te basta,
que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza". (2 Cor 12,9).

Cuando Jesús nos dice "Lo que yo os mando es que os


améis los unos a los otros como yo os he amado", el sentido
es: "Os doy mi corazón y mi Espíritu para que podáis amaros
los unos a los otros como yo os he amado: con el mismo
amor, el mismo espíritu y los mismos frutos". Es algo que
realmente puede cambiar nuestra vida y nuestra sociedad.

Cuando Jesús nos ordena perdonar setenta veces siete,


nos está diciendo: "Yo os ayudaré a perdonar sin reservas,
sin resentimientos, sin recuerdos amargos, como yo perdo­
no". El que acepta su mandamiento y lo cumple con su gra­
cia, conoce la victoria del bien sobre el mal, y se libra de su
propio orgullo y egoísmo.

"Seréis como dioses" (Gen 3,5), prometía la antigua ser­


piente. Con su falsa promesa de hacer al hombre
autosuficiente hizo del hombre un esclavo. Algunas sectas
orientales están ganando terreno en nuestra sociedad, repi­
tiendo la misma promesa: "Seréis como dioses". Un ideal
maravilloso. La pena es que siguen un camino totalmente
equivocado: el camino de la autorrealización, confiando en
las fuerzas de la naturaleza humana bajo el poder del peca­
do, dominada por el egoísmo y el orgullo.

Jesús, nuestro Maestro Divino nos invita y nos reta a ser


como Dios, como el Dios-Amor, siguiendo el camino de las

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Bienaventuranzas y M andam ientos. "Amad a vuetros


enemigos y rogad por los que os persigan para que seáis
hijos de vuestro Padre celestial... Vosotros, pues, sed per­
fectos como es perfecto vuestro Padre Celestial" (Mt 5,44-
48). Todos los mandamientos del Dios-Amor se contienen
en la ley del amor. "Sed, pues, imitadores de Dios, como
hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo nos amó y se
entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aro­
ma". (Ef 5,1 s).

El amor se apoya en la fe. Un amor a toda prueba y un


perdón incondicional necesitan una fe viva que va más allá
de apariencias y descubre la increíble dignidad de todo ser
humano; una fe viva que mira más allá del presente y vis­
lumbra el futuro glorioso de los hijos de Dios.

El desaliento podrá decirte: "Fulano no va a cambiar nun­


ca; inútil intentarlo". Pero la Fe te asegura: "Fulano es capaz
de algo mejor de lo que hizo hasta ahora; a su tiempo y con
la gracia de Dios cambiará". Esa fe te ayuda a perdonar de
nuevo, a seguir amando, intentando, esperando. Con tu per­
dón generoso y tu amor perseverante, la gracia de Dios po­
drá realizar un doble milagro: primero te transforma a ti en
discípulo auténtico de Jesús; a su tiempo transformará a
Fulano en una nueva persona.

"Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión


tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad"
(Gal 5,6). Lo importante es seguir creyendo y amando; pa­
sar por esta vida como Jesús, haciendo el bien a todos.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ORACIO N DE SAN FRANCISCO

Señor, hazme un instrumento de tu paz:


donde haya odio, ponga yo tu a m o r,
donde haya ofensa, ponga tu perdón,
donde haya discordia, ponga unión,
donde haya error, ponga tu verdad,
donde haya duda, ponga fe,
donde haya desesperación, ponga esperanza,
donde haya tinieblas, ponga tu luz,
donde haya tristeza, ponga yo tu alegría.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

XIII. VIVIR EN LA LUZ

Enfoque positivo

Si pudieses parar todos los tanques, cohetes y aviones


de guerra, y destruir todos los almacenes de armas
supermodernas, ¿lo harías? ¿Y acabarían con eso las gue­
rras? Alguien dijo en la ONU, "las guerras se gestan en la
mente humana". Para acabar con ellas es preciso poner fin
a los planes agresivos de la mente humana, ponerfin al odio,
venganza, codicia, orgullo y egoísmo acumulados en el co­
razón humano. Comienza con tu mente y tu corazón, y esta­
rás contribuyendo a la paz del mundo.

"M i paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el


mundo", dice Jesús (Jn 14,27). El mundo nos ofrece una
paz armada hasta los dientes, con sus secuelas de miedo,
ansiedad, incertidumbre constante. Jesús es el Amor des­
armado; nos ofrece una paz fruto del amor, el perdón y la
justicia; fuente de optimismo, esperanza y segundad. Para
recibir y compartir su paz es preciso librar nuestra mente de
actitudes negativas y nuestro corazón de sentimientos ne­
gativos: es preciso tener un enfoque positivo de la vida.

No hace mucho me sentí defraudado por una persona


amiga y colaboradora mía. La escribí una carta en tono un
tanto negativo y quejumbroso. Antes de enviarla me pregunté:
"¿Qué efecto tendrá esta carta? ¿Hará que mi amigo se sienta
más consciente del amor de Dios y más entusiasta a traba-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

jar por su Reino?". Como resultado la carta fue a parar a la pape­


lera. Y escribí de nuevo en tono más humilde, optimista y alentador.

Como las grandes guerras, también los pequeños conflic­


tos interpersonales se gestan en la mente; cuando busca­
mos nuestro propio interés, olvidando el de los demás; cuan­
do imponemos nuestras propias ¡deas, violentando a los
demás; cuando nos creemos mejores que el otro; cuando
no reconocemos nuestros propios fallos y exageramos los
del prójimo. San Pablo nos dice: "No hagáis nada por rivali­
dad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada
uno a los demás como superiores a sí mismo, buscando
cada uno no su propio interés sino el de los demás. Tened entre
vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo" (Fil 2,3-5).

Una noche de lluvia nos dirigíamos al lugar de la asam­


blea y no dábamos con él. Yo iba en silencio, muy en paz,
pidiendo al Señor un mensaje para la asamblea. De pronto
mi acompañante dice: "No te pongas deprimido" Sentí un
escalofrío, efecto no de la lluvia, sino de la idea. Eso se repi­
tió otras dos veces antes de encontrar el lugar. Claro que
para la tercera vez comencé a sentirme un tanto deprimido.
Es bueno y necesario orar: "Líbranos del mal". Pero no es
menos necesario practicar lo que pedimos: librarnos del mal
pensar, del pensar negativo y pesimista, la queja y la crítica.

La queja, el negativísimo y pesimismo generan tensiones


y fatiga, y predisponen a la enfermedad de alma y cuerpo.
Cuando estornudas y piensas, o incluso dices, "¡Ay, qué res­
friado me estoy pescando!", tu actitud equivale a una invita­
ción, "Resfriado, dáte prisa, ven".

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Nuestra fe nos enseña a ver la mano del Señor en todo


momento, lugar y situación. "Sabemos que en todas las co­
sas interviene Dios para bien de los que le aman; de aque­
llos que han sido llamados según su designio" (Rom 8,28). Y
eso es una fuente de optimismo, seguridad y esperanza. El
cristiano que vive su fe es por definición optimista; su enfo­
que de la vida es positivo. Vivir la fe cristiana es vivir en la luz.

Un testim onio

Una persona muy probada por la larga y desconcertante


enfermedad de su marido escribe así: "Aquí sigo al píe del
cañón con la paz que me da el saber que intento, al menos,
mantenerme en el camino y lugar donde el Señor me ha
puesto, obediente a su plan. Creo que El me sigue querien­
do donde estoy y como estoy, recibiendo anonadada su bon­
dadosa pedagogía a través de mi querido y atormentado
esposo. Pedagogía, purificación y poda. Como mi esposo
está hipersensibilizado a todo lo negativo, esta bendita y
difícil convivencia me obliga de continuo a reconocer mis
fallos y defectos, y a cambiarlos; ya que pueden hacer de mí
piedra de tropiezo a veces, en lugar de instrumento eficaz
del Señor. ¡Cuántas veces durante la jornada recibo luz para
rectificar y hacer reajustes en mi conducta) Así puedo expe­
rimentar el gozo de la conversión diaria.

"M i modelo es María. Siento mucho su suave presencia y


firme apoyo en la adversidad. Una adversidad gloriosa, pues
son raros los sentimientos de derrota. Procuro cantar mu­
cho, lo más posible, sobre todo en casa, en mis tareas. Y
me parece que Ella canta conmigo. Yo también procuro en-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

tonar cada día el Magníficat con Ella: ese himno que cambió
el orden de valores. Los pobres son felices. Y me siento
pobre y feliz. Cantar es una liberación para mí. Y no hablar
de fracaso, de enfermedad, ni de infelicidad. No pronunciar
palabras negativas. Desde el último retiro en que viví aque­
lla maravillosa experiencia mientras orabas por mí y mi es­
poso, cada vez que canto siento más fuerte la presencia de
Jesús. Me siento muy aliviada, pues Jesús lleva la parte
más pesada de la cruz. Y además pone en mi camino
cirineos...

"Procuro decir a menudo: "Por sus llagas hemos sido sa­


nados". La palabra de Dios permanece, y lo que digamos,
eso recibimos. Le doy gracias al Señor de que haya cambia­
do mis actitudes y me haya dado una nueva lengua. Quiero
hablar siempre de redención, de vida eterna, de que hemos
sido bendecidos por Jesucristo, de que El es mi fortaleza;
así comienzo a experimentar todas las cosas buenas que
suceden, y todas las bendiciones que El derrama sobre no­
sotros. Ele podido notar que cuando cambiamos de forma
de pensar y de hablar, también cambian las circunstancias.
Podemos ser victoriosos, podemos ser sanados, podemos
vivir una vida feliz. El Señor está llevando a cabo su plan de
Amor en nuestras vidas. Estoy y me siento cada vez más
acompañada, protegida y amada, y aún mimada por el Se-
ñor. Nunca le daré bastantes gracias por todo".

Héroes anónimos

"Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, ca­


paz de poner freno a todo su cuerpo. Si ponemos a los caba-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

líos frenos en la boca para que nos obedezcan, dirigimos


todo su cuerpo. Mirad también las naves: aunque sean gran­
des y vientos impetuosos las empujan, son dirigidas por un
pequeño timón a donde la voluntad del piloto quiere. Así
también la lengua es un miembro pequeño, y puede gloriar­
se de grandes cosas" (St 3,2-5).

La lengua es pequeña, pero su influencia enorme. Lo que


hablamos expresa en parte, y en parte determina lo que vi­
vimos. Nuestra conversación influye en nuestro modo de
ver y sentir, influye en nuestras amistades y relaciones con
los demás. El curso de nuestra vida está vinculado a nuestra
lengua, como el curso de un caballo a su brida y el de un
barco a su timón .

Los medios de comunicación, la prensa, radio, televisión,


son como la lengua de una sociedad. No sólo reflejan la vida
de esa sociedad, sino que la influyen enormemente. El de­
sarrollo y salud social dependen en gran parte de ellos. En
nuestros días los medios proyectan una visión demasiado
negativa y pesimista de lo que nos rodea. Un solo acto de
terrorismo ocupa cien veces más espacio en ellos que cien
actos de bondad, solidaridad y heroísmo en la vida ordinaria.
Vivimos en un ambiente de noticias tristes, violentas,
discordantes. Recalcando lo negativo se crea una sociedad
de hombres preocupados, tensos, pesim istas y
quejumbrosos. Protestando constantemente contra la into­
lerancia y abusos, se puede crear una sociedad poco tole­
rante, y poco apreciativa de la bondad que, gracias a Dios,
todavía predomina. Todo ello genera nerviosismo, desalien­
to, agresividad, depresión y enfermedad.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Lo mismo sucede a nivel individual: vivimos rodeados de


personas buenas, humildes, sencillas, sinceras, encantado­
ras; con frecuencia de personas heroicas, que sufren y son­
ríen, y se preocupan del dolor ajeno. Pero apenas las nota­
mos. Lo que sí notamos es el gamberro lleno de cerveza,
que tira la botella vacía en la esquina de la calle. Y cada vez
que lo notamos se nos tensan los nervios.

"Y vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí que esta­
ba muy bien" (Gen 1,31). Ciertamente hay cosas buenas,
bellas y bien hechas en el mundo; más numerosas que las
malas y feas. Si miramos con ojos de fe y amor podemos
descubrir en nuestro entorno un enorme caudal de bondad,
generosidad, entrega, fe, esperanza y amor. Acaso los me­
dios de comunicación no les dedican un minuto o una línea,
porque esas cosas no hacen ruido, no es noticia. Pero ahí
están si tenemos ojos para apreciar, y corazón para amar, y
lengua para hablar de ellas.

Cerca y lejos de nosotros existen millones de héroes anó­


nimos: millones de seres humanos que dan lo mejor de sí
mismos para ayudar a los demás; millones que silenciosa­
mente sacrifican su vida en el campo de batalla del deber
cumplido en su hogar, en la oficina, el campo, la escuela, la
fábrica. Los medios de comunicación podrán seguir ignoran­
do su existencia. Pero nosotros podemos apreciar su gran­
deza, hablar un poco más de ella, y alabar mucho más al
Señor por ella.

"Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero,


de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo

• JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo esto tenedlo


en cuenta... y el Dios de la paz estará con vosotros" (Fil 4,8s).

San Pedro nos recuerda: "Pero vosotros sois linaje elegi­


do, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para
anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las
tinieblas a su admirable luz, vosotros que en un tiempo no érais
pueblo, y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no
tuvo compasión, pero ahora son compadecidos" (1 Pd 2,9s).

Muchas veces hemos podido comprobar que la oración


de alabanza, sobre todo los cantos de alabanza, producen
mejora de salud y curaciones sorprendentes. En parte ello
se debe al enfoque positivo y esperanzador que tal oración
conlleva y al clima sano y optimista que crea. "Yo le curaré y
le consolaré, y le daré ánimos a él y a los que con él llora­
ban, poniendo alabanza en sus labios: ¡Paz, paz al de lejos y
al de cerca! dice el Señor. Yo le curaré" (Is 57,18s).

Como pueblo de Dios debemos continuar la misión de


Jesús, que vino "a consolar a los que lloran, a darles diade­
ma en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de
luto, alabanza en vez de espíritu abatido". Con la gracia de
su Espíritu podremos ser "robles de justicia, plantación del
Señor para manifestar su gloria" (Is 61,1-3).

Donde quiera que vivamos, vivamos en la luz de la fe,


esperanza y optimismo. Así podremos producir frutos de luz,
amor y buenas obras. "Vosotros sois luz del mundo. No se
enciende una lámpara para ponerla bajo el celemín, sino
sobre el candelera, para que alumbre a todos los que están

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres,


para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos" (Mt 5,14-16).

Ejercicios

1. Anota en un cuaderno cosas de tu entorno y sucesos


recientes, donde ves reflejada la bondad y belleza de
Dios. Alaba al Señor por ellas.

2. Vete anotando cualidades positivas que ves en cada


una de las personas más allegadas a ti. Acaso el Se­
ñor te inspire a escribir una carta o nota describiendo
lo que más te gusta en una de esas personas y a entre­
gársela a ella. Mañana podrías escribir a otra persona.

3. Pide a Jesús te dé sus ojos para descubrir algunas


cualidades positivas en las personas que encuentras
más desagradables. Toma nota de ellas.

4. Anota con cuidado habilidades, dones y cualidades


positivas que tú has podido desarrollar gracias a la
ayuda recibida de la sociedad; de tu familia, Iglesia,
escuela, lugar de trabajo, amistades, deportes...

5. ¿Qué libros y lecturas te han ayudado más a crecer


como ser humano y como cristiano? Comparte tu ex­
periencia con otras personas. Muéstrate dispuesto a
compartir libros.

6. Comenta sobre programas de radio y televisión y artí­


culos de prensa, que tú encuentras más útiles y positivos.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

XIV. HIGIENE MENTAL

Prisas y frenazos

En nuestra cultura occidental se avanza, no hay duda, pero


con la lengua fuera. Como vamos tan aprisa, a cada mo­
mento nos vemos obligados a aplicar los frenos para no cho­
car con otros que también andan con prisas. Grandes prisas
generan grandes tensiones: los frenazos las aumentan; ¡Y
no digamos los choques!

Consecuencia: aun sin darnos cuenta de ello, nuestros


espíritus están frecuentemente tensos, irritables y agresi­
vos, o cansados y atemorizados. Nuestros cuerpos también
van acumulando tensiones y cansancio. Frente arrugada,
hombros encogidos, brazos rígidos, manos crispadas, pier­
nas inquietas... reflejan estados de tensión.

Los estados de tensión consumen gran cantidad de ener­


gía, limitan nuestra capacidad para vivir contentos con no­
sotros mismos y en paz con los demás, y disponen a la en­
fermedad. Si no se remedian a tiempo pueden llevarnos al
agotamiento progresivo y derrumbamiento. Espacios de so­
ledad, relajación y descanso en la vida, no son un lujo, sino
una necesidad.

Después de crear el universo y de crear al hombre a ima­


gen suya. Dios descansó y bendijo el descanso (Gen 2,3).
De ese modo enseña Dios al hombre a combinar trabajo y

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

descanso. Jesús enseña lo mismo a sus discípulos. "Los


apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que
había hecho. Entonces les dice: "Venid también vosotros
aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco. Pues
los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo
ni para comer. Y se fueron en la barca aparte, a un lugar
solitario" (Me 6,30-32).

"Que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a


ella habéis sido llamados, formando un sólo cuerpo. Y sed
agradecidos" (Col 3,15). "Estad siempre alegres en el Se­
ñor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra bondad sea
conocida de todos los hombres. Y la paz de Dios, que supe­
ra todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vues­
tros pensamientos en Cristo Jesús" (Fil 4,4-7).

La alegría en el Señor y la paz verdadera deben presidir


nuestros corazones y nuestras relaciones mutuas, y nuestra
vida social. Por eso debemos custodiar y cultivar con sumo
esmeró estos preciosos dones, hoy más que nunca, porque
escasean.

Para preservar la paz y alegría interior, para gozar de bue­


na salud y mayor capacidad de trabajo, debemos aprender a
distensionar sobre todo las zonas más crispadas de nuestro
ser en un momento dado. Los siguientes ejercicios tienen
por objetivo distensionar el espíritu y el cuerpo, con la ayuda
de la fe, la oración y la imaginación. Con tu propia experien­
cia y la ayuda del Espíritu trata de adaptar cada ejercicio lo
mejor posible a tus posibilidades y necesidades personales.
Si los practicas con perseverancia y sin violencia obtendrás

• JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

resultados positivos. Puedes hacer de cada ejercicio una


experiencia de oración y comunión con Dios. "Que El, el Se­
ñor de la paz, os conceda la paz siempre y en todos los
órdenes" (2 Ts 3,16).

Ejercicio de respiración

Es muy útil como preparación para la oración mental, y


para trabajos que exigen gran concentración y serenidad.
Requiere muy poco tiempo. Al aire libre, o junto a una venta­
na abierta, podrá dar mejores resultados.

Siéntate con el dorso y cabeza erectos, sin rigidez, y sin


levantar los hombros. Pon tus manos sobre las rodillas, pal­
mas hacia arriba. Mantón los ojos cerrados, sin violencia; o
abiertos y fijos en un paisaje apacible, o en una imagen de
tu gusto.

Respira lenta y profundamente por la nariz, de modo que


se hinchen al mismo tiempo los pulmones y el abdomen. La
respiración debe ser tranquila, no forzada. Si deseas practi­
car la respiración alterna, cubre primero el orificio derecho
de la nariz con el pulgar derecho, y aspira por el izquierdo;
luego cubre el orificio izquierdo con el pulgar Izquierdo y ex­
pira por el derecho; a continuación aspira por el derecho y
alterna de ese modo... ;

SI lo prefieres, puedes hacer el ejercicio de respiración de


pie, alzando lentamente los brazos al inhalar, y bajándolos al
exhalar, después de contener un momento la respiración. !

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Mientras respiras reposadamente, vete vaciándote de


toda actividad mental, hasta quedar, en lo posible, libre de
todo pensamiento, imagen mental y sentimiento. Si alguna
cosa sigue preocupándote, repite mentalmente con cada
exhalación. "Fuera" o "Aléjate". 0 visualizando a Jesús junto
a tí, dile, "Tómalo, Señor".

Finalmente concentra tu atención en el Espíritu de Dios,


que te rodea como el aire que respiras, y repite mentalmen­
te con cada inhalación una plegaria como: "Espíritu de paz,
Ven" "Espíritu de Sabiduría, Ven", "Espíritu de Amor, V e n",
"Espíritu de poder, V e n ".

Ejercicios de relajación

Tiempo: una media hora; se puede prolongar como ora­


ción, o como descanso. La postura debe ser relajada: senta­
do cómodamente en una silla o en el suelo, si estás acos­
tumbrado; como estatua yacente, de espaldas en el suelo,
con las manos caídas a ambos lados.

Según las necesidades del momento, puedes concentrarte


en el aspecto espiritual a), o en el corporal b). En todo caso
sigue los ejercicios con la libertad que tu experiencia y el
Espíritu te sugieran.

a) Con los ojos cerrados, toma conciencia de tu estado


interior. ¿Andas muy preocupado, enfadado, irritado,
nervioso, sin ganas de vivir...? ¿A qué se debe ello?

Visualiza a Jesús junto a tí. Oye su voz suave y amiga que


te dice: "Estoy contigo. Fie venido para ayudarte y compartir

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

todo contigo. Quiero darte mi visión de la vida, mi paz, mi


libertad. Déjame tus preocupaciones. Deja que pase tu en­
fado, tu irritación; yo te ayudaré a perdonar, y a empezar de
nuevo. Confía en mí. Nada se ha perdido, pues yo lo cambio
todo en gracia".

En tu corazón responde a la invitación de Jesús y deja en


sus manos lo que El te pide. Descansa un rato inactivo y
silencioso, arropado en su amor. Deja que su Espíritu vaya
inundando tu espíritu. Di con Jeremías "Me sedujiste, Se­
ñor, me sedujiste. Eras más fuerte que yo, y me pudiste". O
canta con San Juan de la Cruz:

Quedóme y olvidóme
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejóme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
(Noche Oscura, 8).

b) Con los ojos cerrados (y a continuación del ejercicio


anterior, si lo has hecho breve) toma conciencia de tu
cuerpo. Mírale con amor y gratitud. Es obra de Dios;
templo de su Espíritu. "¿0 no sabéis que vuestro cuer­
po es santuario del Espíritu Santo, que está en voso­
tros y habéis recibido de Dios, y que no os pertene­
céis? ¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por
tanto a Dios en vuestro cuerpo" (1 Cor 6, 19s).

Identifícate con tu cuerpo. Gracias a él puedes establecer


contactos enriquecedores, y realizar tantas cosas útiles. Por

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

eso precisamente está tu cuerpo fatigado, tenso, y necesita


relajarse.

Visualiza a Jesús resucitado junto a tí. El desea llevarse


tus fatigas, tensiones y nerviosismo, acaso también tu en­
fermedad. Y desea darte descanso, nueva energía y salud.
En presencia de Jesús vas a ir recorriendo mentalmente todo
tu cuerpo, parte por parte: primero tomas conciencia del
cansancio, dolor, tensiones, acumulados en esa parte de tu
cuerpo. Y a continuación se los ofreces a Jesús, y sientes
cómo El te acaricia y alivia. Presenta al Señor con más
detenimiento las zonas crispadas o enfermas de tu cuerpo.

1. Concentra tu atención en los brazos y manos. Aprieta


los puños y tensa los músculos de los brazos. Luego
suelta los puños gradualmente y relaja los músculos,
una o varias veces. Mientras realizas este ejercicio
visualiza al Médico Divino junto a tí, que te mira con
todo cariño, y dile algo así: "Señor, todo lo mío es
tuyo. Pongo mis manos sobre las tuyas; descanso mis
brazos sobre los tuyos. Gracias por quitarme este
cansancio, estas tensiones, este dolor". Con la ayuda
de la fe, siente cómo tus manos perciben la energía
que mana de las manos heridas del Salvador; siente
cómo tus brazos quedan totalmente relajados. Per­
manece así unos momentos.

2. Concéntrate en los hombros y espaldas. Tensa y suel­


ta todos sus músculos, una y varias veces. Ofrece al
Señor tu fatiga, tensiones, trabajos. Visualiza a Jesús
que pone sus manos sobre tus hombros, y te va rela­
jando. Dale gracias.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

3. Haz lo mismo con tus piernas y pies. Ofrece a Jesús


todos los pasos que has dado desde la última sesión.
Recuerda cómo El lavó los pies de sus discípulos en
señal de comunión. Pide al Señor que tus pies te lle­
ven en adelante a donde El desea. Si sientes dolor o
cansancio, ora: "Por tu cansancio, Señor, en predicar
la Buena Nueva, alivia mi cansancio".

4. Concéntrate en el pecho, pulmones, aparato circula­


torio y haz un breve ejercicio de respiración, como se
indica antes. Con cada inhalación siente cómo la paz,
energía, amor del Señor te va inundando. Con cada
exhalación deja que tu cansancio, tensiones, nervio­
sismo y malestar vayan saliendo. Si fumas y deseas
verte libre de ese hábito, ofréceselo a Jesús. Repite
con cada exhalación "Del tabaco, líbrame, Señor"

5. Concéntrate en tu corazón y sistema circulatorio. Ofre­


ce al Señor tu corazón con todas sus ansiedades, ten­
siones, desilusiones, y cansancio. Di al Señor: "Toma
mi corazón y dame un corazón nuevo" .Siente que la
Sangre de Jesús circula por tus venas y te va purifi­
cando: "Por tu Sangre preciosa, Señor, purifica mi san­
gre". Siente que el amor y la paz de Jesús llenan tu
corazón, y a través de la circulación, llegan a todo tu
cuerpo.

6. Fijando tu atención en el estómago y aparato digesti­


vo, da gracias al Señor por la comida y bebida que
recibes cada día. Pide a Jesús que sea El, Señor de tu
estómago, de manera que no seas tú su esclavo. Si

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

sufres o tienes problemas en esa zona de tu cuerpo,


pide a Jesús te imponga sus manos, siente el calor
sanador de sus manos, y dale gracias. Si el alcohol te
esclaviza o te puede, pide a Jesús te libre de esa
dependencia.

7. Finalmente, instálate en tu cabeza. Ofrécela al Señor,


junto con todo tu sistema nervioso. Si estás sentado,
flexiona la cabeza lo más posible hacia adelante, sin
violencia; gírala suavemente de un lado al otro, sol­
tando los músculos de la nuca y cuello. Si yacente,
visualiza a Jesús o a la Virgen María, que sostiene tu
cabeza en sus manos.

Fija tu atención en la frente: arrúgala y suéltala varias ve­


ces hasta quedar relajada.

Concéntrate en los ojos: aprieta y suelta los músculos


varias veces; percibe la mano de Jesús -o de María- sobre
ellos; siente evaporarse tu cansancio. Ofrece tus ojos a Je­
sús para que ningún mal pueda llegar a tu corazón a través
de ellos; y para que Jesús pueda mirar y amar a través de ellos.

Ofrece al Señor tus oídos, y todos los ruidos y sonidos del


ambiente en que vives o trabajas; todas las palabras y con­
versaciones que escuchas. Pide al Señor que use tus oídos
para escuchar a los demás, como lo desea El. ¡Cuánto bien
se puede hacer escuchando con amor! Presta atención al
Señor por si desea susurrar una palabra a tu oído.

Consagra al Señor tu lengua y cuerdas vocales. Pídele


sane toda herida y rectifique todo error, causados por tu len-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

gua; ofrécele todas las tensiones, enfados y sentimientos


negativos, fruto de discusiones y conversaciones. Tu paz y la
de otros depende en gran parte de tu lengua. "Señor, haz de
mi lengua un instrumento de alabanza, de paz, y armonía".

Concentra tu atención en tu cerebro y sistema nervioso.


Ofrece a Jesús tus tensiones, crispaciones, estrés, fatiga.
Siente cómo El te arropa en su manto de luz, paz y amor.
"Porque así dice el Señor: Mirad que yo tiendo hacia ella,
como un río, la paz" (Is 66,12).

Descansa un rato, inactivo, relajado, arropado en su amor,


respirando su paz.

Com unión con la n aturaleza

Los Adivasis de Bihar al norte de la India, en sus aldeas


primitivas son un pueblo sencillo y feliz, muy cerca de la
naturaleza y de Dios. El cristianismo crece y florece entre ellos.

Nuestras raíces están en la naturaleza (Gen 1 y 2). En ella


encontramos a nuestro Hacedor. En un mundo de máquinas
y tecnología existe el peligro de desvincularnos de la natura­
leza y de Dios. Dios no pasa de ser un Ser extraño y lejano.
Necesitamos dialogar y comulgar con la naturaleza.

Ante un paisaje agradable, mar, estrellas, salida o puesta


del sol, contempla la naturaleza con calma y amor. 0 ante
una planta doméstica, mírala con amor y dialoga con ella.
Con gran paz, pero con todos tus sentidos alerta, vete perci­
biendo todo lo que te rodea y absorbiéndolo todo: color, ar-

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

monía, belleza, contrastes, sombras; movimientos, brisa,


sonidos, olores; tranquilidad, orden, silencio, paz y otras sen­
saciones.

Toma conciencia de que estás entre amigos. Nada te ame­


naza, desprecia o rechaza; nada intenta usarte, o aprove­
charse de tus descuidos. Acaricia con tu mirada y tu pensa­
miento todo lo que te rodea. Deja que todo llegue hasta tí y
te acaricie, cada cosa a su modo. Escucha, siente, dialoga:
"Dios os hizo con amor y sabiduría, os revistió de belleza y
armonía. Yo os contemplo con cariño y admiración, con gra­
titud y gozo". Todas estas criaturas son tus compañeros de
orquesta para alabar a! Creador y Señor. Desde la creación
del mundo ellas alaban sin cesar, cada una a su modo. Une­
te a ellas y alaba tú también y canta al Creador.

Si te apetece lee un pasaje bíblico como: Cl 1,15-20; Le


12,22-34; Dn 3,52-90; un salmo, o un poema como el Cán­
tico Espiritual de San Juan de la Cruz:

¡Oh bosques y espesuras


plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras
de flores esmaltado,
¡decid si por vosotros ha pasado!

Mil gracias derramando


pasó por estos sotos con presura
y yéndolos mirando
con sola su figura,
vestidos los dejó de su hermosura.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Mi Amado, las montañas,


los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.

La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

XV. SACRAMENTOS
Y SANACION

¿Encuentro o aburrim iento?

Una escena muy común en la India es la de una niña lle­


vando a cuestas a un miembro de su familia poco menor
que ella. Iba una niña de unos seis años cargada con un niño
en parte cubierto con un paño para protegerlo del sol. Al­
guien le dijo: "¡Menuda carga llevas!". La niña le miró sor­
prendida y replicó: "¡Pero si no es una carga! Es mi hermanlto".

Algo así sucede con los sacramentos. Cada sacramento


se compone de dos elementos. Uno externo, fácil de ver o
de sentir, que puede resultar más o menos ameno y atracti­
vo, o gravoso y aburrido. El otro interno, al que se llega sólo
con los ojos del corazón Iluminados por la fe: la presencia
real de Jesucristo resucitado. Para quien sólo ve lo externo,
el sacramento puede ser una pesada carga o un aburrimien­
to. Para quien se guía por la fe y tiene limpios los ojos del
corazón, cada sacramento es un nuevo encuentro con Jesu­
cristo, que vive en la Iglesia, su Cuerpo, y actúa a través de ella.

"Señor, te has manifestado cara a cara, pues te encuen­


tro en los sacramentos", dice San Ambrosio. Encontrarse
con Jesús cara a cara es siempre una experiencia maravillo­
sa, porque "ayer como hoy Jesucristo es el mismo, y lo será
siempre" (Hb 13,8). Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hom-

JBSUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

bre para salvar a los hombres. Hoy y siempre vive y se mue­


ve entre nosotros para anunciar la Buena Nueva, perdonar
nuestros pecados, sanar nuestras heridas, renovar nuestras
fuerzas, cambiar nuestras vidas y llenarnos de esperanza.
Un verdadero encuentro con Jesús no puede dejarnos lo
mismo.

Testifica un católico veterano: "Todavía estoy dando gra­


cias a Dios por la experiencia del retiro carismátlco, aunque
han pasado ya varios meses. El último día, con un corazón
contrito me confesé de pecados que me tenían como escla­
vizado por más de tres décadas, a pesar de numerosas con­
fesiones y comuniones. Esa confesión fue un verdadero en­
cuentro con mi Salvador, como también lo fue la Eucaristía
que siguió. Desde entonces soy una persona nueva con un
gran deseo de crecer en santidad. Debo decir para gloria del
Señor, que El me ha liberado de pensamientos impuros,
masturbación, lenguaje abusivo y otros viejos pecados".

El espíritu de Dios está renovando los sacramentos, y


muchas vidas a través de ellos. Los sacramentos no se re­
nuevan con cambiar y mejorar los ritos externos. Lo impor­
tante es renovar el espíritu de fe y de conversión; como tam ­
bién es importante el clima de fiesta y celebración que une
p al pueblo, y el espíritu de amor fraterno. "Ubi chantas et
amor; Deus ibi est".

E ucaristía

1) La Eucaristía es el sacrificio y ofrenda que Jesús hace


! de sí mismo, de todo lo suyo y de todos los suyos al

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Padre. Se quejaba una persona: "A mí la Misa no me


dice nada; no saco nada de ella, y en nada cambia mi
vida". Si no pones nada tuyo en las manos de Jesús,
El no tiene nada tuyo que ofrecer. Seguramente nada
cambiará. Dios acepta y transforma lo que le ofrece­
mos. En cada misa le ofrecemos un poquito de pan y
vino. El los acepta y a su tiempo los transforma en el
Cuerpo y Sangre de Cristo. Pan y vino que no se ofre­
cen, aunque estén junto al altar, quedan como antes.
¿Te extraña que muchas personas salgan de la iglesia
como entran?

Cada vez que vas a misa, vete dispuesto a entregar un


poquito de tu vida, algo concreto. A su tiempo verás que
algo está cambiando. Si te sientes pobre y vacío ofrece al
menos tu pobreza y vacío; si te encuentras enfermo y can­
sado, presenta al Señor tu enfermedad y cansancio. Dile a
Jesús, Sumo Sacerdote, que lo tome en sus manos y lo
presente al Padre como parte de su propio sacrificio y ofren­
da. Y beberás de la fuente misma de la salvación.

2) Eucaristía quiere decir "Acción de Gracias". Es la ex­


presión suprema del reconocimiento, alabanza y ac­
ción de gracias a un Dios maravilloso, que nunca se
cansa de hacer maravillas. En la Eucaristía está Jesús,
fuente de vida, de sanación, de energía sobrehumana.
Para beber de esa fuente es preciso acercarse a ella
en espíritu eucarístico de alabanza y acción de gracias.

Cuando nos domina el negativismo, la queja y la crítica ni


siquiera nuestra presencia en la Misa es eucarística. Y sali­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

mos sin beber. Cuando la alabanza llena nuestras vidas, nues­


tra misma existencia es eucarística dentro y fuera de la igle­
sia. De ese modo podemos recibir de Jesús la vida y sanación
que necesitamos cada momento; y desde Jesús podemos
contribuir a la sanación de los enfermos y salvación del mun­
do. "Y todo cuanto hagáis, de palabra o de obra, hacedlo
todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su
medio a Dios Padre" (Col 3,17). "Por cuanto Dios nos ha
elegido en El, para ser nosotros (como El) alabanza de su
gloria".(Ef 1,4-12).

3) La Eucaristía nos llama y lleva a una triple comunión:


comunión con la Palabra de Dios, comunión con el
Cuerpo y Sangre de Cristo, y comunión con los her­
manos en la fe. De esa triple comunión depende en
gran parte nuestro bienestar personal y nuestra ca­
pacidad para hacer el bien a los demás.

a) En la Misa se proclama la Palabra de Dios. Esa Pala­


bra acogida en el corazón con fe y amor, se convierte
en alimento espiritual. "No Sólo de pan vive el hom­
bre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
(Mt 4,4). Al mismo tiempo la Palabra engendra fe; y
con la fe vienen las curaciones. ¡Cuántas veces, des­
pués de curar a un enfermo, Jesús le dice: "¡Tu fe te
ha sanado!" Al escuchar la Palabra de Dios, pide al
Espíritu Santo que te ilumine para ver algo que el Se­
ñor desea cambiar o sanar en ti; que ilumine del mis­
mo modo a los demás presentes; y que aumente la
fe de todos. Si lo haces siem pre, verás más
sanaciones a través de la Santa Misa.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

b) "El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es acaso


comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que parti­
mos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?" (1
Cor 10,16). Cuando recibes la sagrada comunión lle­
vas dentro de ti, ahora glorificado, al mismo Jesús
que recorría las calles de Palestina derramando a
manos llenas el Amor de Dios, perdonando pecados,
sanando enfermos, liberando cautivos del mal. Den­
tro de ti está aquel que pudo decir: "Yo soy el pan
vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá
para siempre. El que come mi carne y bebe mi sangre
tendrá vida eterna, y yo le resucitaré el último día. El
que come mi carne y bebe mi sangre permanece en
mí y yo en él" (Jn 6,51-56). Después de comulgar es
el momento más propicio para orar por tu propia
sanación y la de los demás. "Señor, creo que tú estás
en mí con tu cuerpo resucitado y glorioso, y con tu
sangre que es precio de nuestra redención. Deja que
la energía de tu cuerpo pase al mío y la de tu Espíritu
al mío. Haz que tu sangre preciosa circule por mis
venas llenándome de tu vida. Por tus heridas glorio­
sas, Señor Jesús, sana las mías dolorosas y las de
mis hermanos enfermos".

c) "Aun siendo muchos formamos un sólo cuerpo, pues


todos participamos de un mismo pan" (1 Cor 10,17).
Escuchando su Palabra con la misma fe día tras día, y
recibiendo su Cuerpo con el mismo amor, se va for­
mando la comunidad de fe y amor que es la Iglesia.
"Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en
ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que

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el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17,21).


Jesús permanece en la Eucaristía para asegurar esta
comunión mutua de sus discípulos, sabiendo que de
ella depende la eficacia de nuestro apostolado. El
apostolado tan fecundo de la Madre Teresa de Calcuta
y sus Elermanas se nutre con la Eucaristía diaria. Sue­
le decir ella: "Si no encontrásemos a Jesús cada día
en la santa Misa, no podríamos llevarlo a los pobres,
ni dar su amor a los necesitados".

También depende de la comunión mutua el poder sanador


de la Eucaristía. Muchas enfermedades de espíritu, alma y
cuerpo se deben a divisiones y discordias dentro de la co­
munidad, al rechazo mutuo entre hermanos de la misma fe.
Ya lo había notado Pablo: "Ante todo oigo que, al reunimos
en la asamblea, hay entre vosotros divisiones. Por eso hay
entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mue­
ren no pocos". (1 Cor 11,18.30). Por otra parte muchas de
las sanaciones más sorprendentes que vemos hoy se dan
en asambleas eucarísticas donde se palpa el amor mutuo y
reina la concordia.

4) La Eucaristía es celebración. Por eso nos reunimos en


un clima festivo. Celebramos que Dios está con no­
sotros y nos habla. Lo que se celebra no son las pala­
bras, sino los acontecimientos. El hecho de que Dios
nos hable es maravilloso, aunque no entendamos
mucho de lo que nos dice, o aunque se repitan las
mismas lecturas. Dios nos habla de nuevo, porque
nos ama. Su palabra es viva y puede cambiar nues­
tras vidas.

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Sobre todo celebramos el misterio pascual: la muerte re­


dentora y la gloriosa resurrección de nuestro Salvador; la
nueva y eterna alianza que sella nuestra unión con Dios y
garantiza nuestra unión mutua como pueblo de Dios; cele­
bramos el triunfo de la gracia sobre el pecado, el triunfo de
la vida sobre la muerte, el triunfo de la unión sobre el indivi­
dualismo.

5) La Eucaristía es la señal escatológica, promesa de un


futuro mejor, garantía de la venida final y gloriosa de
nuestro salvador. "Pues cada vez que coméis este pan
y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta
que venga" (1 Cor 11,26). "El es mediador de una
nueva alianza, y los que han sido llamados recibirán la
herencia eterna prometida" (Hb 9,15). Siendo un en­
cuentro con Cristo resucitado, la Eucaristía nos intro­
duce al mundo escatológico en el que vive Cristo. La
celebración eucarística, representa y de algún modo
anticipa nuestra condición futura de redimidos, libe­
rados y transformados hijos de Dios. De ahí que su
poder sanador sea ilimitado. Vivamos la Eucaristía y
viviremos para siempre.

R econciliación

El Bautismo es el primer sacramento de reconciliación y


,ida nueva. Gracias a él somos hijos de Dios, herederos del
Reino. La Eucaristía es el pan de vida que Dios da a sus hijos
peregrinos. Pero a veces, como el hijo pródigo, nos aleja­
mos de la casa paterna y vivimos de espaldas al Padre. A
.eces, como Lázaro, enfermamos y hasta podemos morir.

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En tal caso el Señor grande en misericordia, viene a nuestro


encuentro en el Sacramento de Reconciliación.

"Señor, aquel a quien tú quieres está enfermo". Al oírlo


Jesús dijo: "Esta enfermedad no es de muerte; es para la
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por
ella". (Jn 11,3s). Mientras peregrinamos en este mundo
estamos expuestos a toda clase de enfermedades de espí­
ritu, alma y cuerpo. Por eso nuestro Padre nos ha dado un
Médico Divino que nos ama como amigos y cuida de nues­
tra salud. Recurramos a El siempre que nos encontramos
mal: "Señor, aquel a quien tú quieres está enfermo".

A veces nuestra condición se agrava, como sucedió con


Lázaro, que al fin murió y lo enterraron en una cueva, con
una grande piedra encima. Pero Jesús vino y dijo: "Quitad la
piedra". Le responde Marta: "Señor, ya huele; es el cuarto
día". En ese momento crítico Jesús pide que tenga fe. Cuando
por fin quitaron la piedra, Jesús dio gracias al Padre y gritó
"¡Lázaro, sal fuera!". Y salió el muerto, atado como estaba
de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un suda­
rio. Entonces Jesús les dice: "Desatadle y dejadle andar".
Aquel día Lázaro comenzó una nueva vida.

Muchas veces sabemos que dentro de nosotros hay algo


muerto, algo enterrado, algo que huele mal. Jesús nos dice:
. "Quitad la piedra; dejad que entre la luz". Ese es el primer
; paso hacia una buena confesión, que comience a cambiar
nuestra vida.

Cuando quieres prepararte para la confesión, invita a Je­


sús, toma la Biblia y lee despacio un pasaje apropiado. Deja

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que entre la luz. Pide al Espíritu Santo que te ilumine para


conocer tu presente estado de espíritu y para ver lo que el
Señor desea cambiar en ti desde este nuevo encuentro con
El. A ser posible con la ayuda de tu confesor, de otro modo a
solas, examina estas zonas:

- ¿Cuál es tu pecado capital, del que emanan otros pe­


cados y fallos?

- ¿ Cuál es el principal obstáculo, para que la gracia de


Dios actúe en ti para amar como verdadero discípulo
de Jesús, y para cumplir con tus deberes?

- Si tomas en serio tu vida de amistad con el Señor,


¿cuánto tiempo dedicas a la oración personal y estudio
de su Palabra? ¿Y qué haces para evangelizar a otros?

Lázaro, recién resucitado estaba vivo, pero atado hasta


que Jesús ordenó desatarlo. Esa es nuestra condición con
frecuencia. Vivos, perdonados, pero atados e impotentes
para seguir al Maestro y compartir su mensaje. Trata de iden­
tificar tus ataduras, complejos, defensas, adicciones, y su
fuente. Dialoga, ora y discierne en compañía de tu confesor,
o acompañante, si es posible; de otro modo a solas, pero
sin prisas. El Señor te mostrará algo importante, que El de­
sea realizar en tí a través de este encuentro sacramental y
la gracia del Sacramento. ;

Después de confesar y explicar tu estado y tus deseos,


podrás recibir del sacerdote, además de la absolución de
los pecados, una intercesión para la sanación de recuerdos, i

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o liberación y protección contra los poderes del mal; o una


oración de fortalecimiento en el Espíritu para cambiar lo que
el Señor desea cambiar en tu vida; una oración para la
sanación física, o la gracia de llevar bien tus achaques, una
bendición para seguir creciendo en gracia, sabiduría y amor.

Queda claro que la confesión se puede hacer a cualquier


ministro de la Iglesia en cualquier momento y lugar; a través
de él recibirás la gracia de la absolución y reconciliación con
tu Padre Celestial. Para exponer tu estado de espíritu y orar
con detenimiento por tus necesidades, se precisa tiempo,
lugar adecuado y un sacerdote capaz de comprender y co­
operar. El Señor te dará lo que necesitas. Confía en El.

U nción

"¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los Pres­


bíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en
el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo,
y el Señor hará que se levante; y si hubiera cometido peca­
dos, le serán perdonados"(St 5,14s).

En tiempos, no muy lejanos, a este sacramento se le lla­


maba Extrema Unción, y muchos lo miraban como una des­
pedida de este mundo. De ahí la natural resistencia al mis­
mo. En realidad con este sacramento se celebra la visita de
Jesús al enfermo. Jesús asume, y santifica el dolor de sus
miembros o discípulos, les da fuerza, alegría y gracia; y si es
para su bien alivia y Sana sus enfermedades.

Y cuando llega la hora de partir, les acompaña en el más


allá. "No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed

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también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansio­


nes. y cuando haya ido yo, y os haya preparado un lugar,
volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo, es­
téis también vosotros" (Jn 14,1-3).

El sacramento de la Unción de los enfermos lo administra


únicamente el sacerdote con óleo bendecido por la Iglesia
para este objeto. El Ritual Romano contiene otra bendición
de aceite, que puede ser usado por los fieles, como
sacramental, para pedir la sanación y otras gracias de Dios,
como lo indica misma fórmula de bendición. Véase Apéndice II.

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XVI. EL MISTERIO
DE LA CRUZ

¿Estabas tú allí?

Un matrimonio católico había perdido a su hijo en circuns­


tancias sumamente trágicas. Unos meses después acudie­
ron a un retiro, que coincidía con el Día de los difuntos. Más
adelante la señora me envió este testimonio. "Durante el
retiro se nos dijo que tomásemos un acompañante para orar
juntos. Primero debíamos pedir al Espíritu Santo nos hiciese
ver algún recuerdo o zona dentro de nosotros que necesitabá
sanación. Y a continuación guardar un rato de silencio para
recibir su luz y respuesta. Luego lo compartiríamos con nues­
tro acompañante, para que éste o ésta nos ayudase a pre­
sentárselo al Señor. Yo compartí la angustia vivida a raíz de
la trágica muerte de mi hijo. Mi acompañante oró por mí, y
para concluir dijo: "Ahora te dejo con María a los pies de
Jesús crucificado. Y le pido a El te sane". Lo que siguió fue
la mayor sorpresa; nunca lo hubiese soñado. Inmediatamente
me vi rodeada de tinieblas. Oía suspiros y llanto como aho­
gado; y me sentía invadida por la angustia y el dolor. Tam­
bién podía escuchar la respiración estertorosa de alguien en
agonía, que luchaba por respirar. De pronto vislumbré frente ;
a mí un poste grueso; y mirando hacia arriba me di cuenta
que era la cruz y Jesús pendía de ella. A un par de metros a
mi izquierda estaba María, su Madre, llorando, su rostro cu- l
bierto con las manos. Yo la sentía muy cerca, pero mis ojos

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no se apartaban de Jesús. Su dolor era espantoso. Cada


aliento le suponía una agonía. Por falta de oxígeno todo su
cuerpo estaba como amoratado y cubierto de un sudor frío.
Cada vez que se esforzaba por respirar, temblaba de pies a
cabeza. Suya era aquella respiración estertorosa, que escu­
ché desde el principio. Con su cabeza caída al lado derecho
y sus ojos casi cerrados, parecía estar orando.

"Yo sentía algo fuera de lo normal en esa escena del Cal­


vario, algo que me desconcertaba. Cuando de pronto me di
cuenta que a la izquierda de Jesús estaba mi hijo. Jesús
abrió sus ojos, fijándolos en los míos. En ellos reflejaba un
sufrimiento y dolor infinito, mezclado con gran amor y com­
pasión hacia mí. Pero a pesar de ia agonía, también se vis­
lumbraba en ellos el gozo exultante de ¡a victoria. Y Jesús,
mirándome a mí, me dijo: "Hoy él estará conmigo en el Pa­
raíso". La escena desapareció, dejándome con la más plena
convicción de que en ese mismo día Jesús introducía a nues­
tro querido hijo a la gloria eterna. Tenía la sensación de ha­
ber estado en el Calvario junto a Jesús por milenios de tiem­
po; aunque en realidad todo ello sucedió en un par de minu­
tos". Hasta aquí el testimonio de una madre agradecida.

Esta señora estaba presente, como también lo estaba su


hijo difunto, cuando Jesús se inmolaba al Padre desde e!
s ffa altar de la cruz. Juntamente con su dolor y su muerte, Jesús
ofrecía al Padre el dolor, la angustia y las terribles dudas de
la madre, y la muerte trágica del hijo. Desde la cruz Jesús mere-
! ció la sanación de la madre y conquistó la salvación del hijo.
¿Estabas tú presente cuando Jesús agonizaba en el huerto?
¿Estabas tú alií cuando lo crucificaron en el Calvario? Ciertamen­
te que sí. Todos los redimidos, desde Adán hasta el último

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ser humano no nacido, estábamos presentes en la mente y


en el corazón de nuestro Salvador, cuando ofrecía su vida
por todos y cada uno de nosotros. "Es que el amor de Cristo
no nos deja escapatoria, cuando pensamos que uno murió por
todos; con eso, todos y cada uno han muerto; es decir, murió
por todos para que los que viven ya no vivan más para sí mis­
mos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Cor 5,14s)."

Cuando Jesús murió en la cruz, "el velo del Santuario se


rasgó en dos, de arriba a abajo" (Mt 27,51), como para indi­
car que el telón nunca caería ya sobre el drama de la reden­
ción. La pasión salvadora de Cristo no pertenece a un mo­
mento dado de la historia, sino que trasciende tiempo y es­
pacio. Los sufrimientos de Cristo en Getsemaní, en el Pretorio,
en la Vía Dolorosa y en el Calvario se prolongan a lo largo de
los siglos. La cruz está en todas partes, la pasión continúa
en todo momento. Y en la cruz se encuentra siempre Jesús
el Salvador, acompañado de su madre y de tantos otros. Y
ahí, muy cerca del Salvador te encuentras tú también, espe­
cialmente en los momentos de mayor oscuridad y sufrimiento.
Así lo había anunciado el Maestro-Salvador: "Cuando yo sea
levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". (Jn 12.32).

Jesú s sufre hoy

Unos años después de la muerte, resurrección y ascensión


de Jesús, Pablo o Saulo de Tarso se ensañaba con sus discí- ;
pulos "Sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca
de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo,
cayó en tierra y oyó una voz que decía; "Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues?" El respondió: "¿Quién eres, Señor?" Y El

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"Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero, levántate, entra en la


ciudad y se te dirá lo que debes hacer" (Hch 9,3-5). Saulo creía
que se trataba de los seguidores de un tal Jesús, que había fraca­
sado y muerto. En realidad estaba persiguiendo al mismo Jesús
resucitado y vivo, y de algún modo identificado con sus discípulos.

Algo más tarde los cristianos eran perseguidos en Roma.


Pedro se encontraba allí y, según una antigua tradición, cre­
yó más prudente alejarse de la ciudad hasta pasado el peli­
gro. Apenas había cruzado las puertas de la ciudad, cuando
vio a Jesús que venía en dirección opuesta. "Quo vadis.
Dómine?", le preguntó: "¿A dónde vas, Señor?" Y Jesús re­
plicó: "A Roma, para ser crucificado una vez más". Pedro
captó el mensaje y aceptó el reto; volvió a Roma y fue cruci­
ficado en la colina Vaticana; o mejor, Cristo Jesús fue cruci­
ficado en la persona de su amado discípulo y primer vicario.

Y así muchos años después que Jesús subiera al Cielo,


se encontraba y se encuentra todavía entre nosotros,como
encamado en sus discípulos. En ellos y desde ellos, Jesús
continúa el misterio de su pasión redentora. Cada discípulo
es para Jesús como una humanidad extensiva en la que
desea renovar su misterio pascual.

Este libro debería titularse "Jesús sana hoy y Jesús sufre


hoy". Pues El está entre nosotros, no sólo para aliviar el do­
lor humano, sino también para consagrar el dolor, la enfer­
medad y la misma muerte. En muchos casos Jesús sana al
enfermo, manifestando así su gran amor. En otros casos
asocia al enfermo a su misterio de redención; lo cual es, sin
duda un mayor prodigio de su amor y predilección. La sana-
ción es fruto de la redención; el dolor es su fuente, desde

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que Jesús lo consagró. El Divino Redentor se instala en el


enfermo o discípulo que sufre. Y su presencia convierte el
sufrimiento humano en fuente de redención y esperanza de gloria.

Una vez convertido en discípulo, Pablo escribía: "Con Cristo


estoy crucificado y vivo, pero no yo, sino que Cristo es quien
vive en mí" (Gal 2,20). "Ahora me alegro por los padeci­
mientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne
lo que falta a los sufrimientos de Cristo, a favor de su Cuer­
po que es la Iglesia... Dios quiso dar a conocer cuál es la
riqueza de la gloria de este misterio, que es Cristo en voso­
tros, la esperanza de la gloria" (Col 1,24-27).

El papa Juan Pablo II explica: "En la cruz de Cristo no sólo


se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino
que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido.
Desde entonces todo hombre tiene su participación en la
redención. Cada uno está llamado también a participar en
ese sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la
redención. Cristo ha elevado el sufrimiento humano a nivel
de redención. De ese modo, todo hombre, en su sufrimiento,
puede hacerse partícipe del sufrimiento redentor de Cristo"
(Salvifici Doloris, 1984, n.19).

Crucifijos vivos

"A los que de antemano conoció, también los predestinó


a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primo­
génito entre muchos hermanos" (Rom 8,29).

Un amigo mío me pidió le acompañase al hospital a orar


por un enfermo, y añadió: "Mi señora y yo lo visitamos con

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frecuencia. Y cada vez que lo veo, no puedo contener las


lágrimas". Esa sería la reacción de cualquier corazón menos
duro que el mío al ver al enfermo: un joven casado que había
sido víctima del terrorismo y la violencia, y era ahora en cier­
to grado víctima de la negligencia de los médicos que no
creían en su recuperación. Pocas veces he visto el rostro de
Cristo doliente reflejado con tanto realismo. Al despedirnos
su padre me dijo: "Mi hijo estaba médicamente muerto. Pero
gracias a las oraciones y al amor de los hermanos que nos
visitan va resucitando".

Tanto sufrimiento como hay en este mundo desconcierta


por completo a nuestra razón humana y pugna con nuestro
sentido de justicia. Nos preguntamos sin cesar, "¿Por qué?"
"¿Por qué a mí o a mi familia?" "¿Por qué sufren los inocentes?"
La sabiduría humana no encuentra respuesta; y nuestros sen­
timientos se. rebelan contra el dolor y el sufrimiento, contra
el sinsentido y la injusticia, a veces contra el mismo Creador, a
quien responsabilizamos del mal y desorden que nosotros he­
mos creado. "Si Dios existe, ¿cómo puede permitir todo esto?".

Al ver a Jesús muriendo en la cruz, muchos le gritaban:


"Si eres Hijo de Dios sálvate a ti mismo y baja de la cruz. Y
creeremos en ti". El mundo buscaba un Mesías sin la cruz.
Y sigue buscándolo: un Mesías que le ofrezca la salvación,
la paz y la felicidad a través de la ciencia, o del yoga y con­
trol mental, a través de cualquier cosa excepto la cruz. El
mundo busca mesías que le hablen de autorrealización, no
de impotencia humana, del sinsentido de la cruz.

"Pero Dios escogió más bien lo necio del mundo para con­
fundir a los sabios; escogió lo débil del mundo para confun­

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dir lo fuerte" (1 Cor 1,27) .Dios escogió la cruz para manifes­


tar su sabiduría, poder y amor, y para realizar la mayor de
sus obras, la redención o nueva creación. Y a nosotros nos
toca, como a Pablo, predicar y vivir el Evangelio "sin desvir­
tuar la cruz de Cristo. Pues la predicación de la cruz es una
necedad para los que se pierden; más para los que se sal­
van, para nosotros, esfuerza de Dios" (1 Cor 1,17s). Al co­
mienzo de la guerra civil, 1936, un comunista anarquista de­
cía a un monje: "El clero pisoteó la cruz, por eso el proleta­
riado no cree en Dios, ni en Jesucristo".

Jesús nunca pensó en su pasión y muerte como una des­


gracia, tragedia o derrota, sino como el camino a seguir para
salvar al mundo y abrir las puertas de la vida eterna. Tam­
bién como la máxima expresión del am or. "Nadie tiene mayor
amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13).

"Corramos con fortaleza la prueba que se nos propone,


fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe; el cual
soportó ia cruz sin miedo a la ignominia, y está sentado a la
diestra del trono de Dios" (Hb 12,1 s). Dichosos los que he­
mos recibido de Dios esta fe, y la mantenemos viva en los
momentos difíciles y críticos de la vida. "Porque a vosotros
se os ha concedido el privilegio de estar del lado de Cristo,
no sólo creyendo en él, sino sufriendo por él, enzarzados
como estáis en el mismo combate" (Fil 1,29).

Nuestro Salvador, unido a toda la humanidad, sigue hoy


sufriendo en sus miembros. El ha querido hacer suyos el
dolor, la angustia, los miedos, las dudas, las enfermedades
y heridas de sus hermanos. Gracias a esa presencia invisi-

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ble, pero real, de Cristo, no se pierde tan enorme caudal de


sufrimiento humano. "Por eso todo lo soporto por los elegi­
dos, para que también ellos alcancen la salvación que está
en Cristo Jesús con la gloria eterna" (2 Tim 2,10).

Conscientemente, como Pablo, o inconscientemente,


como tantos otros, desde Cristo, con El y en El, todos apor­
tamos nuestro granito de arena a la obra maravillosa de la
redención, que culminará en una nueva creación. Los cruci­
ficados por el dolor son también crucifijos, imágenes vivas
de nuestro Salvador. "En cuanto a mí, Dios me libre de glo­
riarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. ..Pues
llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús" (Gal 6,14-17).

Cristianos que viven muy abiertos al Espíritu Santo, llegan


a tener la visión y los sentimientos de Cristo con respecto al
sufrimiento y la cruz. Eso explica la actitud tan desconcertante
de muchos santos, que buscaban la cruz con más afán que el
mundo busca el placer. ¿Masoquistas? Nada de eso. Enamora­
dos del Crucificado y, como El, de los hombres. Si el amor es la
señal más auténtica del discípulo de Cristo, el sufrimiento es la
expresión más elocuente del amor. "Señor, o morir o padecer",
diría Teresa de Jesús (Vida 40) y Santa Teresita: "El sufrimiento
me tendió sus brazos y yo me arrojé en ellos con amor".

Per crucem ad gloriam

A los discípulos de Emaús, desconcertados por el fracaso


de su Mesías, Jesús les explicaba: "¿No era necesario que
el Mesías padeciese eso, y entrase así en su gloria?" (Le
24,26). El camino de la cruz es siempre doloroso, pero su
destino es sumamente glorioso.

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E! Papa Juan Pablo II escribe: "La elocuencia de la cruz y


de la muerte es completada por la elocuencia de la resu­
rrección. El hombre halla en la resurrección una luz comple­
tamente nueva, que le ayuda a abrirse camino a través de la
densa oscuridad de las humillaciones, de las dudas, de la
desesperación y de la persecución... Cristo mismo en su
sufrimiento redentor se ha hecho en cierto modo partícipe
de todos los sufrimientos humanos. A los ojos de Dios justo
cuantos participan en los sufrimientos de Cristo se hacen
dignos de su reino. Y también mediante el sufrimiento ma­
duran para el mismo reino, envueltos en el misterio de la
redención de Cristo" (Salvifici Doloris, 20s).

San Pedro nos exhorta: "Alegraos en la medida en que


participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también
os alegréis alborozados en la revelación de su gloria" (1 Pd
4,13). Y San Pablo comenta: "Estimo que los sufrimientos
del tiempo presente no son comparables con la gloria que
se ha de manifestar en nosotros" (Rom 8,18). "En efecto, la
leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda
medida, un pesado caudal de gloria eterna, a cuantos no
ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las
invisibles" (2 Cor 4,17s), "Cuando aparezca Cristo, vida nues­
tra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con
él" (Col 3,4). "Sabemos que cuando se manifieste, seremos
semejantes a El, porque le veremos tal cual es" (1 Jn 3,2).

"En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es


el camino para el cielo" (Sta. Teresa).

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Marcelino Iragui, O.C.D.

XVII. COMBATE ESPIRITUAL

A un cierto hombre le aterrorizaban los gatos, porque creía


ser un ratón. Después de largo tratamiento en el Psiquiátri­
co parecía haberse librado de su complejo y le dieron de
alta. Apenas salió del Centro y vio un gato, le entró un páni­
co espantoso y volvió corriendo. El psiquiatra exasperado le
dijo: "¡Pero no estás convencido todavía de que eres un hom­
bre, y no un ratón!” . El buen hombre respondió: "Oh sí, Doc­
tor, yo ya lo sé. Pero y el gato, ¿lo sabe también él?".

"Regresaron los setenta y dos alegres, diciendo: "Señor,


hasta los demonios se nos someten en tu nombre". El les
dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Os he
dado poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre
toda potencia enemiga, y nada os podrá hacer daño. Pero
no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos
de que vuestros nombres estén escritos en los cielos"
(Le 10,17-20).

Nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos!, por su gran


amor y misericordia. Nuestros nombres están escritos en
los cielos, donde un día nos reuniremos con todos los pri-
mogénitos de Dios (Hb 12,23). Mientras llegue ese día nos ;
encontraremos con la oposición de un enemigo fuerte. Pero
podemos hacerle frente sin miedo, porque ese enemigo ya
está derrotado por nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Si
militamos bajo el estandarte de Jesús, su victoria es nuestra.

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Marcelino Iragui, O.C.D.

El enem igo y su estrategia

Este mundo es un campo de batalla. Dios desea ver a sus


hijos bien preparados, armados y disciplinados para el com­
bate espiritual. El primer paso es conocer nuestro verdadero
enemigo, sus estrategias y sus planes.

Hay dos clases de enemigos. Enemigos a los que debe­


mos perdonar, amar y hacer todo el bien posible. De ellos se
habla en el capítulo XII. Y enemigos que debemos combatir
sin darles cuartel. De ellos trata este capítulo, Es fundamen­
tal no confundirlos. De lo contrario podríamos ir de la mano
con el enemigo que debemos combatir, peleándonos con el
enemigo al que Dios nos manda am a r.

"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de


su poder. Revestios de las armas de Dios para poder resistir
a las asechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es con­
tra la carne y la sangre, sino contra los Principados, Potesta­
des, dominadores de este mundo tenebroso, contra los es­
píritus del Mal" (Ef 6,1 Oss).

El jefe de las fuerzas enemigas se llama Satanás, del he­


breo Satán, que significa adversario, acusador; o Diablo, del
griego Diabolos, calumniador. Se trata de un ser sobrehu­
mano, creado por Dios, pero ahora en rebelión contra el mis­
mo Dios, que se opone a la salvación de los hombres y los
acusa implacablemente ante el tribunal divino. Bajo su man­
do militan otros espíritus del Mal, o demonios de diversos
rangos. Se le llama también el Maligno por su perversión y
su afán de pervertir a los hombres, apartándolos de Dios su

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Creador y su Destino último. Apocalipsis 12,7-12 contiene


una dramática descripción de sus actividades. El Papa Pablo
VI declara: "Una de las principales necesidades de la Iglesia
de hoy es su defensa del maligno que se llama Diablo. El mal
no es una mera ausencia de algo, sino un agente efectivo,
un ser espiritual vivo, perverso y pervertidor. El negar tal rea­
lidad está en contra de las enseñanzas de la Biblia y de la
Iglesia" (15, nov. 1972).

El pecado es la esfera donde se mueve a su gusto, "pues


el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifes­
tó para deshacer las obras del Diablo" (Jn 3,8). "Y vosotros
estábais muertos en vuestros pecados, en los cuales vivisteis
en otro tiempo, según el proceder de este mundo, según el
Príncipe del imperio del aire, el Espíritu que actúa en los re­
beldes. Pero habéis sido salvados por la gracia mediante la
fe. Y esto es un don de Dios" (Ef 2,1-10).

Jesús le llama "padre de la mentira" (Jn 8,44), pues esa


es su gran arma. Su estrategia es distorsionar el mensaje
de Dios, desacreditar las iniciativas del Espíritu Santo, sem­
brar confusionismo religioso.

- Trata de divulgar una imagen falsa de Dios, como un


Ser justiciero, cruel, remoto, sin corazón, que podría
evitar tantos males como acosan al hombre, pero no
se preocupa de ello.

- Oscurece la verdadera imagen de Jesús que dijo "Yo


soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre
sino por mí" (Jn 14,6). Y proyecta una imagen falsa

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

de Jesús como un gran profeta, gurú, reformador re­


ligioso, revolucionario social... cualquier cosa, excep­
to el Unigénito de Dios y el único Salvador de los hom­
bres.

- Hace todo lo posible por desvirtuar el Evangelio de


Jesucristo, interpretándolo a la luz de la sabiduría hu­
mana, mezclándolo con supersticiones, equiparándolo
a ciertos cultos orientales. Populariza cualquier siste­
ma religioso que promete la paz y el paraíso al hom­
bre sin tener que salir de sí mismo, descubriendo sus
ilimitados recursos y autorrealizándose plenamente.

- Presenta la razón humana, con el egoísmo por conse­


jero, como norma suprema de conducta, ignorando
ios mandamientos de Dios y de la Iglesia, y rechazan­
do la Cruz.

- Unas veces propaga la ¡dea de que Satanás es un


mito en el que sólo los ignorantes y supersticiosos
pueden creer. Otras veces intenta que los mortales
piensen de él como un dios omnipresente y todopo­
deroso, y vivan en terror de él, o le rindan homenaje.
Esta es su mayor ambición, "sabiendo que le queda
poco tiempo".

Sus objetivos prim ordiales

A los comienzos del cristianismo el enemigo trató de des­


truir la obra de Dios incitando a los poderes seculares a per­
seguir a la Iglesia. Su estrategia falló, como siempre. Las

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

persecuciones fueron recias. Pero Dios transformaba "la


sangre de los mártires en semilla de cristianos", de modo
que su número y calidad iba creciendo.

En nuestros tiempos sus ataques se concentraron prime­


ro en los seminarios, el clero, y las órdenes religiosas, pro­
vocando la mayor crisis religiosa de la historia. Luego dirigió
sus ataques a la familia: trata de desacreditar el matrimo­
nio, distanciar a padres e hijos, convertir el hogar en un ho­
tel o en cine público.

Hoy concentra sus esfuerzos en vaciar la mente de los


niños de toda idea de Dios; y en ganarse la juventud, prome­
tiendo placer sin responsabilidad, creando espejismos
paradisíacos a través de la droga, el sexo libre, la música
rokera, etc.

No contento con ello, el enemigo, intenta destruir la vida


humana en sus comienzos, legalizando el asesinato de in­
contables millones de seres humanos, que no pueden pro­
testar ni defender sus derechos, impugnados por sus pro­
pios progenitores.

M odalidades de ataque o de presencia

1. Tentación es el intento del enemigo de seducir al hom­


bre a que se aparte de los caminos de Dios, valoran­
do en más su propio placer que su amistad con Dios.
Adán fue tentado y derrotado. Cristo fue tentado, pero
supo resistir con las armas de Dios. Dios permite la
tentación como una prueba para consolidar la fe y la

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

virtud de sus hijos. "Mira que Satán ha solicitado el


poder cribaros como trigo" (Le 22,31). Por violento
que parezca el ataque, "fiel es Dios que no permitirá
seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien,
con la tentación os dará el modo de poderla resistir
con éxito" (1 Cor 10,13).

2. Se habla de oposición cuando el enemigo dirige sus


esfuerzos contra un plan o iniciativa nacida del Espíri­
tu Santo, que va a redundar en gloria de Dios y bien
de los hombres. Pablo escribe a los Tesalonicenses:
"Quisimos ir a vosotros -yo mismo Pablo, lo intenté
una y otra vez- pero Satanás nos lo impidió" (L 1 Ts
2,18). Cuando se emprende algo importante para glo­
ria de Dios hay que implorar su protección y la de sus
santos ángeles.

3. Se llama posesión el caso de una persona que ha sido


invadida por un espíritu maligno, de tal manera que su
conciencia y voluntad, y su misma, personalidad quedan
como eclipsadas o neutralizadas, mientras que otra per­
sonalidad emerge en su lugar. Casos de posesión pare­
cen ser muy raros; y es preciso dicernirlos con sumo
cuidado para no confundirlos con estados meramente
patológicos. No es este campo para aficionados.

4. Infestación. Se dan ataques del enemigo, molestias,


influencias o presencias demoníacas de carácter más
profundo y permanente que la mera tentación, pero
sin llegar a ser posesión. El enemigo consigue filtrar­
se en la vida de una persona, o pegarse como un pa-

• JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

rásito, llegando a controlar alguna zona de su perso­


nalidad y actividad. La persona afectada permanece
libre, excepto en esa zona. Este tipo de ataque o de
presencia es mucho más común que el caso de po­
sesión, y admite muchas modalidades y grados. Se le
conoce por diversos nombres no bien definidos, como
infestación, aflicción, opresión, obsesión.

A veces un lugar concreto parece estar infestado; y es


necesario protegerse al entrar en él, o bendecirlo en nombre
de Dios y de la Iglesia. El agua bendita se usa para ese objeto.

En algunos casos de presencia demoníaca se dan fenó­


menos extraordinarios, manifestaciones de poder sobrehu­
mano, predicciones del futuro, y hasta curaciones sorpren­
dentes. "Y nada tiene de extraño; pues el mismo Satanás
se disfraza en ángel de luz. Por tanto no es mucho que sus
ministros se disfracen también de ministros de justicia. Pero
su fin será conforme a sus obras" (2 Cor 11,4s).

Síntom as

Lo importante y lo difícil es diagnosticar correctamente


cada caso, sin confundir síntomas de origen demoníaco con
síntomas de origen puramente patológico. Tarea nada fácil
a la que uno no debe aventurarse con ligereza. Los siguien­
tes síntomas deben estudiarse a la luz del Espíritu Santo
como posible indicio de infestaciones o aflicción.

- Pecados capitales muy acentuados; odio ciego con


incapacidad para perdonar; ira incontrolable; orgullo,

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Marcelino Iragui, O.C.D.

soberbia y autosuficiencia, con una tendencia a exhi­


bir dones o poderes fuera de serie; rebelión y rechazo
violento de toda autoridad, o de otros valores socia­
les y religiosos; homosexualidad, masturbación y otros
abusos sexuales de carácter impulsivo e incontrolable.

- Sentimientos negativos irracionales e irresistibles de


tristeza, depresión, culpabilidad, autocondenación,
miedo, terror, autodestrucción o suicidio.

- Incapacidad para aceptar dogmas de fe; tendencia a


violentar la Palabra de Dios y el Magisterio de la Igle­
sia para adaptarlos a su propia opinión; aversión a
Jesucristo, a su Iglesia y Sacramentos; desprecio de
cosas sagradas y de personas consagradas.

- Adicciones insuperables a droga, alcohol y otras co­


sas que tienden a destruir la persona o su salud;
adicciones a juegos de azar y otras prácticas que pue­
den destruir la familia.

- Una fuerza física claramente sobrehumana; objetos


que se mueven y desplazan sin posible explicación;
ruidos y voces sin origen aparente; portentos y profe­
cías, que desvían de Jesucristo y su Iglesia, que con­
tradicen los dogmas de la fe católica, o que siembran
disensión entre los fieles.

Al discernir y juzgar casos concretos que presentan algu­


nos de estos síntomas hay que evitar el peligro de confundir
el demonio real y vivo con el demonio psicológico; no hay

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Marcelino Iragui, O.C.D.

que atribuir ligeramente a una influencia demoníaca sínto­


mas, fenómenos y estados debidos meramente a enferme­
dad psíquica. Existe una gama desconcertante de fenóme­
nos patológicos, que no tienen nada de demoníacos. Por
razones psicológicas una persona, por buena y piadosa que
sea, puede sentir rebeldía contra Dios, aversión a cosas sa­
gradas, obsesiones por quitarse la vida y hasta obsesión de
estar endemoniada. Se trata de demonios psicológicos. Tal
persona se beneficiará de la intercesión, amor sincero, opti­
mismo, alegría y paz de otros cristianos; a veces también el
tratamiento psiquiátrico. Mientras que una oración de libe­
ración o un exorcismo podrían agravar su condición.

Al mismo tiempo es poco caritativo, y es peligroso mini­


mizar excesivamente la acción del demonio real; pues hay
casos que sólo se pueden solucionar con una oración de
liberación. Y la persona afligida tiene derecho a recibir esa
ayuda. Por tanto, cuando los síntomas no tienen explicación
natural, deben tomarse al menos como una llamada de aten­
ción a una posible influencia diabólica. En tal caso hay que
ver si la persona afectada ha dado ocasión para ello, o si
mantiene abierta alguna vía de acceso del mal.

V ías de acceso

El enemigo trata de infiltrarse en el hombre por cualquier


medio y cualquier avenida, que encuentra abierta. Ciertas !
prácticas y actitudes facilitan e incluso invitan a su presencia.

1. Pactos formales hechos con el Diablo; Satanismo o


culto a Satanás (algunos discos de música rokera, to- !

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Marcelino Iragui, O.C.D.

cados marcha atrás, contienen in vocaciones explíci­


tas a Satanás).

2. Prácticas de adivinación, como magia negra, astrolo-


gía, brujería, necromacia, espiritismo, el uso de ho­
róscopos, hechicería, maleficios, sortilegios y ciertos
amuletos. Antiguamente, cuando estas prácticas eran
comunes, Dios puso a su pueblo sobre aviso: "No ha
de haber nadie en ti que practique adivinación, astro-
logia, hechicería o magia, ningún encantador ni con­
sultor de espectros, ni adivino, ni evocador de muer­
tos. Porque todo el que hace estas cosas es una abo­
minación para Yahvé tu Dios... Dios resucitará de en
medio de ti un profeta a quien escucharéis" (Deu 18,9-15).

Ese profeta es Jesús de Nazaret. Jesús no nos dice qué


va a suceder mañana, pero nos asegura que El estará con
nosotros mañana y todos los días. Caminar en fe es caminar
a oscuras, pero sabiendo que El nos lleva de la mano. Uno
de los síntomas más alarmantes de nuestros tiempos es
que tantos cristianos, dejando de lado a ese profeta y su
evangelio, buscan la luz en prácticas ocultas o dudosas, y
buscan paz en técnicas importadas al cristianismo. El resurgi­
miento de cultos orientales y exóticos no deja de ser un peligro.

Después que Pablo predicó el Evangelio en Efeso, "algu­


nos que habían practicado la magia reunieron los libros y los
quemaron delante de todos" (Hch 19,19). Al desconocer el
Evangelio, no es extraño que muchos vuelvan a esos libros.
Apocalipsis 21,8 menciona a los hechiceros entre los ex­
cluidos de la vida.

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Marcelino Iragui, O.C.D.

3. La idolatría y cultos paganos (1 Cor 10,19-22); el


sincretismo religioso; Rosa Cruz; religiones que pre­
dican la reencarnación; el control mental; la medita­
ción transcendental y ciertos sistemas de yoga, que
vienen a reemplazar la fe en Jesucristo y su Iglesia;
todo movimiento o sistema religioso que promete la
autorrealización del hombre o le invite a
autodivinizarse.

4. El crimen organizado, el asesinato, el aborto provocado.

5. Heridas muy profundas causadas al espíritu por el odio


persistente, rebeldía, ira y falta de perdón, debilitan
la resistencia espiritual y pueden abrir vías de acceso
al enemigo. "Si os airáis, no pequéis; no se ponga el
sol mientras estéis airados: no déis ocasión al diablo"
(Ef 4,26s).

A rm ad u ra espiritual

El cristiano adulto debe tomar y aprender a usar las ar­


mas que Dios mismo le ofrece para el combate espiritual.
"Tomad, pues, las armas de Dios, para que podáis resistir en
el día malo y después de haber vencido todo, manteneos
firmes" (Ef 6,13ss).

- "Abrochaos el cinturón de la Verdad". El enemigo usa


como armas la mentira, el engaño, el orgullo. Para
hacerle frente debemos amar la sencillez, la honesti­
dad y buscar siempre la verdad. En materia de reli­
gión la verdad sólo se puede conocer por una revela­

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

ción del mismo Dios. Para mantenerse firme es nece­


sario estudiar la Biblia y escuchar a la Iglesia deposi­
taría e intérprete de la misma. Y para ello hace falta
humildad sincera. "Humildad no es otra cosa que an­
dar en la verdad", dice santa Teresa. Y San Pedro nos
asegura: "A los humildes Dios da su gracia" (1 Pd 5,5).

"Calzaos los pies con el Celo por el Evangelio de la


paz". La evangelización directa e indirecta, el testi­
monio de vida y de palabra hacen del creyente un
soldado valeroso de Cristo. El creyente sin celo por
evangelizar y compartir su fe, es como un soldado sin
calzado; no está preparado para grandes marchas,
menos aún para grandes batallas.

"Tened siempre abrazado el escudo de la fe, para que


podáis apagar con él todos los encendidos dardos del
Maligno" .Las primeras víctimas del enemigo fueron
Adán y Eva. La serpiente cuestionó los planes de Dios
y plantó la duda en su corazón. Ese fue el dardo que
les hirió y les hizo caer. Hoy más que nunca se cues­
tiona todo: "¿Por qué bautizar al niño? ¿Por qué ir a
misa el domingo? ¿Por qué no vivir juntos sin casar­
se? ¿Por qué no el aborto libre?". La suprema norma
de conducta para muchos es "hacer lo que a mí me
parece bueno y correcto; no lo que otros, incluido Dios,
me dicen". Dardos encendidos por todas partes son
pruebas de que el Maligno no duerme hoy, La única
defensa es parar esos dardos y apagarlos cuanto an­
tes con el escudo de la fe. Y fe quiere decir agarrarse
a la palabra de Dios y guiarse por ella, más que por lo

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

que a mí me parece y más que por lo que la gente


dice. "El Dios de la esperanza os colme de todo gozo
y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la
fuerza del Espíritu" (Rom 15,3).

- "Tomad también el yelmo de la Salvación". El yelmo


sobre la cabeza indica que la salvación viene de arri­
ba; de someterse a Jesús. "Porque no hay bajo el
cielo, otro nombre dado a los hombres por el que no­
sotros debamos salvarnos" (Hch 4,12). Hablar de
autorrealización o de salvación activando los ilimita­
dos recursos que llevamos dentro, es una ilusión pe­
ligrosa o un dardo encendido del enemigo.

- "Y la espada del espíritu que es la Palabra de Dios".


Esta es acaso el arma más indispensable, y cierta­
mente la más eficaz para atacar y poner en fuga al
enemigo. Cuando Jesús se vio tentado por Satanás
en el desierto, se limitó a citar la palabra de Dios; y el
enemigo se alejó. Ante la espada del Espíritu, bien
manejada, el enemigo teme y se aleja.

Cuando David se revistió de armadura por primera vez, se


sintió tan incómodo que no podía salir a luchar. Es preciso
familiarizarse gradualmente con la armadura de Dios. ¿Cómo
debemos usar nuestras armas? "Placed esto siempre en ora­
ción y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velan­
do juntos con perseverancia e intercediendo por todos los
santos" (Ef 6,18).

La oración personal es la Academia Militar superior, don­


de uno aprende a usar las armas de Dios y a seguir fielmente

JESUS SANA HOY •


Marcelino Iragui, O.C.D.

a Cristo, que nos lleva a la victoria final. La oración en len­


guas, por ser oración en el Espíritu, es sumamente eficaz
contra los poderes del mal. También lo es la alabanza, por­
que nos abre más plenamente al Espíritu de Dios. Y la Inter­
cesión por todos los santos necesitados, porque es una ex­
presión de amor, solidaridad y apoyo mutuo, sobre todo cuan­
do se ora "velando juntos con perseverancia".

Las armas mencionadas en Efesios 6, cubren todo el cuer­


po, excepto la espalda. Y es que los seguidores de Cristo
estamos llamados a formar una comunidad de fe y amor,
que es la Iglesia. Por tanto marchamos y luchamos juntos.
De ese modo cada uno tiene su espalda protegida por los
que le acompañan y siguen. De ahí que el desamor, la indife­
rencia y el distanciamiento nos perjudican tanto.

Dentro de la comunidad eclesial disponemos de defen­


sas y armas muy valiosas, como los Sacramentos y
Sacramentales (agua bendita, escapulario). Y gozamos del
apoyo de amigos invisibles muy poderosos, que nos defien­
den en la lucha contra los enemigos también invisibles. La
Iglesia nos encomienda en particular a la protección de San­
ta María, la llena de gracia, y del Arcángel San Miguel, jefe
de los ejércitos celestiales.

Liberación

Usando bien sus armas, el cristiano puede "resistir en el


día malo, y después de haber vencido todo, mantenerse firme"
(Ef 6,13). En el día malo de tentación y crisis lo importante
es mantenerse firme, sin desalentarse aunque uno no avance.
Ya véndrán días mejores cuando uno irá de victoria en victoria.

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Marcelino Iragui, O.C.D.

El problema es con esos cristianos que han descuidado


sus armas, y al mismo tiempo tienen abiertas al enemigo
vías de acceso, como son las practicas antes mencionadas.
Es posible que en algunos casos hayan quedado infestados,
o se sientan oprimidos por el enemigo. En tal caso, cuando
el Señor les da luz, deben renunciar a Satanás y cerrarle
toda posible avenida rechazando cualquier práctica dudosa
que haya podido dar lugar a esa influencia maligna. Luego
pueden pedir su liberación en el nombre del Salvador Jesús
y por el poder de su preciosa sangre. Su liberación vendrá a
través de esta oración y de los Sacramentos, la práctica de
la caridad, la lectura de la Biblia y la oración de alabanza.

Si no se sienten preparados para orar a solas, o si des­


pués de orar así continúan las molestias, perturbaciones y
señales de aflicción diabólica, pidan ayuda a un ministro de
liberación (sacerdote) o a un equipo, con suficiente conoci­
miento y experiencia en este campo. El ministro o equipo
deberá discernir cada caso con gran cuidado, preparar a la
persona afectada, y cerrar toda vía de acceso al enemigo.
Luego, purificados y protegidos por la sangre de Jesús, con
el apoyo de Santa María Virgen, San Miguel Arcángel y sus
ángeles, podrán orar confiadamente por la liberación.

Esta oración se hace generalmente en forma de una or­


den o mandato dirigido a los poderes del mal en nombre de
Jesús y basándose en las promesas de Dios. Jesús dijo:
"Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en
mi nombre expulsarán demonios" (Me 16,17).
Testimonio de un católico practicante, que sirva de ilus­
tración. "Por 17 años fui esclavo de la masturbación. Ello me

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

causó verdadera agonía mental y espiritual. Todos mis es­


fuerzos, plegarias, promesas y numerosas confesiones, no
pudieron romper ese hábito. Leí libros de teología y psicolo­
gía buscando remedio, pero no lo encontré. En realidad, cuan­
do más me esforzaba, tanto más fallaba. Por fin, el Dios de
misericordia vino a librarme de este mal de un modo tan
sencillo como maravilloso. Un día, después de confesarme
y de explicar mi situación desesperada, el sacerdote
carismático, movido por el Espíritu Santo, oró por mi libera­
ción de este modo: "Espíritu impuro, en nombre de Jesu­
cristo, Hijo de Dios, nuestro Salvador, te mando que te ale­
jes de este hermano y no vuelvas más a afligirle. Yo te envío
a los pies de Jesucristo para que el disponga de tí.
Inmaculada Virgen María, acoge a este tu hijo bajo tu pro­
tección. Amén".

No sentí nada especial. Pero desde aquel día me encuen­


tro totalmente libre de la masturbación ( ahora por más de
un año) .Además el Señor me ha colmado de sus dones; me
siento arropado en su amor y convencido de que nada me
separará de El".

Jesús prometió: "Me ha sido dado todo poder en el cielo


y en la tierra. Y sabed que estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo" (Mt 28,18-20). "Para que al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra, y en
los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor
para gloria de Dios Padre" (Fil 2,1 Os).

"En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar y


sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

para con todos, para que se consoliden vuestros corazones


con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la
Venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos"
(1 Ts 3,12s).

JESUS SANA HOY


*
Marcelino Iragui, O.C.D.

APENDICE I

O ración para la sanación de recuerdos

Bendito seas, Dios y Padre nuestro, que nos has bendeci­


do con toda clase de bendiciones en Cristo Jesús. Gracias
porque tu Palabra nos asegura que nadie llega a este mundo
como el resultado de un accidente, sino como el fruto de tu
amor eterno y con un destino glorioso. Pues estamos llama­
dos a ser hijos tuyos, a ser santos e inmaculados, para ala­
banza de la gloria de tu gracia (Ef 1,3ss). Gracias, Padre, por
haber enviado a tu Hijo para rehacer nuestra vida, y a tu
Espíritu para iluminarla.

Señor mío Jesucristo, deseo abrir a Ti todas las puertas


de mi ser y de mi existencia. Aunque sólo encuentres en mi
vida un montón de ruinas, yo sé que, partiendo de esas rui­
nas, Tú puedes rehacer mi vida entera, haciendo de ella un
canto de amor, una fiesta que nunca acaba. Pues, el que
está en Ti, Cristo Jesús, es una nueva creación; pasó lo viejo,
todo es nuevo (2 Cor 5,17s).

Tú dijiste: "No os dejaré huérfanos. Volveré a vosotros


(Jn 14,18). Y volviste resucitado, lleno de poder a traes*:'-
mar nuestras vidas. Te alabo porque para Ti ya no e- ::?*
limitaciones de tiempo y espacio. Para Ti todo t c e : ? : :
está presente. Dígnate, Señor, recorrer conrric: ~
entera, desde sus comienzos hasta este m om e*:: L_s
mirada de amor y tu presencia sanadora p e r 5 Y E * ':

JESUS SANA HOY • -


Marcelino Iragui, O.C.D.

cón en mi vida pasada y toda zona dentro de mí, donde más


necesitado estoy de tu sanación y liberación. Que tu Espíritu
Santo transforme todos mis recuerdos pasados, conscien­
tes e inconscientes, en momentos de gracia, de paz y de
consuelo. Así te lo suplico para gloria tuya y en tu santo
nombre. Amen.

1. Señor, te ofrezco la etapa prenatal de mi existencia.


"Tú Señor, me has tejido en el seno de mi madre; te
doy gracias por tan grandes maravillas: prodigios son
tus obras" (Sal 139,14). Y ahora Jesús ayúdame a
volver en mi recuerdo a los comienzos de mi vida y a
vivir contigo todas las experiencias que ya desde el
seno materno me marcaron negativamente. Te pre­
sento a mis padres al momento preciso de mi con­
cepción, para que Tú los bendigas, y santifiques la
nueva vida que a través de ellos creaste. Si existía
algún fallo en sus relaciones mutuas, algún conflicto
personal o interpersonal, sánales, Señor, y líbrame a
mí de las consecuencias del mismo.

Divino Salvador, vete recorriendo con tu mirada de amor


y llenando con tu gracia sanadora cada momento, cada día,
cada mes que yo pasé en el seno paterno. Si acaso mi vida
quedó marcada por el miedo, rechazo, ansiedad, tristeza,
inseguridad, angustia... líbrame. Señor, de esos sentimien­
tos nocivos desde su misma raíz. Limpia mi espíritu de todo
lo que no esté en armonía con tu propio Espíritu de amor,
alegría y paz. Te doy gracias, Jesús, porque lo estás hacien­
do ya; porque tu Espíritu está inundando lo más profundo de
mi s e r, renovando mi vida desde sus orígenes.

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

2. Te ofrezco, Señor el día de mi nacimiento, dándote


gracias por haber nacido con vida. Haz que yo pueda
sentir ahora tu presencia real y la de tu Madre bendi­
ta en las circunstancias más difíciles, que marcaron
mi nacimiento. Cuando llega la hora de dejar la segu­
ridad del seno materno y yo me resisto. Tú estás muy
cerca. Tú me ayudas a vencer mis miedos, y me alien­
tas a aventurarme confiadamente a un mundo desco­
nocido. ¡Cuántas veces volverá a repetirse esa expe­
riencia a lo largo de mi vida, hasta encontrarme conti­
go en la Casa del padre! Gracias por todo ello, Señor.

Acaso mi nacimiento fue muy difícil y mi vida estuvo en


peligro, dejando en mí una secuela de angustia y miedo.
Acaso mi nacimiento puso en peligro la salud y la vida de mi
madre, cargándome a mi de culpabilidad. Acaso mis padres
esperaban otra cosa ( un niño y no una niña, o viceversa; un
bebé de más peso y mejor apariencia) y todavía sufro las
consecuencias de su desencanto. Te pido, Jesús, que por
un rato contemples mi pequeña figura en las manos bendi­
tas de tu Madre y mía. Eso bastará para sanarme de todos
mis traumas y llenarme de gozo y de paz.

3. Te ofrezco, Jesús, los recuerdos y experiencias de mi


infancia. Bendice a mis padres. Recompensa como
Tú sabes los sacrificios que hicieron por mí. Y sánales
de toda herida que yo les causé cuando no supe res­
ponder a su amor y honrarles como debía.

A veces necesitaba la atención, cuidado y amor de mi


madre; pero ella no estaba allí, Tú sabes por qué; o ella no

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

era capaz de darme todo lo que yo anhelaba. Te presento,


Señor, ese gran vacío en mi vida, para que Tú lo vayas lle­
nando hasta desbordar con el amor de la mejor de las ma­
dres: con ese amor incondicional, gratuito, tierno y constan­
te, que sólo una madre puede regalar. Lléname también con
la seguridad de que nada ni nadie podrá separarme de ese
amor, o de esa madre.

A veces necesitaba la presencia de mi padre, deseaba


sentarme en su rodilla, o sentir sus brazos fuertes que me
alzaban en alto; pero tampoco él estaba allí, o no tenía tiem­
po para mí. Una zona importante de mi ser ha quedado va­
cía. Hoy te la presento para que tu gran amor de Padre la
llene del todo. Hazme comprender y sentir que para Ti yo
soy una persona importante, interesante, valiosa, pues ves
reflejada en mí tu propia imagen, y me has destinado a com­
partir contigo una eternidad feliz.

Gracias, Señor, por mis hermanos y otras personas que


forman parte de mi vida; te presento a cada uno de ellos por
su nombre, para que Tú los bendigas. Si existió, o existe
algún conflicto serio en nuestras relaciones mutuas, Tú es­
tás aquí para reconciliarnos y sanarnos, y para crear nuevos
vínculos de amistad verdadera. Bendito seas, Señor, porque
así lo estás haciendo.

4. Jesús mi Salvador, te presento los años de mi niñez y


juventud. Bendice a mis amigos y educadores. En tu
nombre quiero perdonar sinceramente a los que me
rechazaron, ridiculizaron o hirieron, y en particular...

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Hazme recordar sin amargura algunas de las escenas más


dolorosas de mi pasado, para poder vivirlas de nuevo junto a
Ti, mi Amigo fiel, comprensivo y fuerte. Tu presencia lo con­
vierte todo en gracia; todo lo que Tú tocas lo sanas, lo llenas
de amor y esperanza. Que mis experiencias pasadas hagan
de mí una persona más madura, más comprensiva con los
jóvenes, y más tolerante con todos. Gracias, Jesús, porque
Tú estás cambiando mi vida.

N .B. Continúa recordando tu pasado, visualizando


escenas dolorosas de tu vida y abriéndolas a la
presencia sanadora de Jesús. Perdona a las per­
sonas que te han herido; y alaba al Señor porque
es bueno, porque es eterna su misericordia.

Señor Jesús, Tú nos invitas: "Venid a mí todos los aue


estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mt 11.281.
Tú estás siempre cerca de los pobres en espíritu y de los
que sufren. En respuesta a tu invitación, yo quiero dejar a
tus pies toda carga que me impide seguirte a tí con pronti­
tud y alegría. Líbrame, Señor, de todo lo que me paraliza o
me esclaviza; líbrame de todo lo que me impide abrirme a
los demás y amarles como hermanos.

1. A tus pies dejo mis miedos: el miedo a ser rechazado


y castigado por un Dios justiciero; mi miedo a perso­
nas en posición de autoridad; mi miedo a la gente, y a
causar una mala impresión en público; mi miedo a
ciertas situaciones, lugares, animales, oscuridad...

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Líbrame de mi ansiedad y de mis miedos a afrontar un


futuro incierto, y a hacer frente a situaciones difíciles. Si Tú
estás conmigo ¿a quién temeré?

2. También dejo a tus pies mi carga de inseguridad y


autorrechazo acumulada a lo largo de mi vida: mis
sospechas de ser menospreciado o rechazado por
otros; las dudas sobre mí mismo; mis sentimientos
de ser inferior a los demás; el disgusto que a veces
siento de mí mismo y de la vida. Gracias, Jesús, por­
que Tú me conoces a fondo, y me amas como soy. Tu
amistad hace de mí una persona nueva.

3. Gracias, Jesús, por manifestarte como Cordero de


Dios que quita el pecado del mundo. A Ti puedo acer­
carme confiadamente, sabiendo que siempre me per­
donas, me excusas y me defiendes. Líbrame en parti­
cular de la carga de culpabilidad asociada con pasa­
das aberraciones y abusos del sexo. Todo lo que Tú
tocas lo purificas.

4. Te presento. Señor, todos los momentos de tristeza y


soledad en mi vida, y todos los estados de depresión
que he conocido. Tú eres el sol que los disipa. Vete
llenando de luz, de paz, de energía y amor todo el
vacío que encuentras dentro de mí. Lléname con el
Espíritu de las bienaventuvanzas.

5. Señor, vengo a Ti para que aumentes mi fe y mi espe­


ranza. Líbrame del desaliento, del cansancio espiri­
tual, del derrotismo, de la desesperación. Revísteme

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

del poder de tu Espíritu, que "cuando soy débil, enton­


ces es cuando soy fuerte" con tu gracia (2 Cor 12,9s).
Gracias a tu amor en todo salimos vencedores (Rom 8,37).

6. Gracias, Señor por la ley del amor y el perdón que Tú


nos has dado; es la ley que nos salva del juicio y de la
condena. Tú sabes, que yo deseo amar y perdonar
como tú me mandas. Por eso te suplico me libres de
mis sentimientos de agresividad, irritabilidad, resen­
timiento, ira, rencor, odio. ..No dejes que me pueda el
mal; antes bien, haz que el amor venza al odio, que el
bien venza siempre al mal (Rom 12,21).

7. Señor Jesús, Tú eres "la luz que nos visita de lo alto,


para iluminar a los que se hallan sentados en tinie­
blas y en sombras de muerte y para guiar nuestros
pasos por el camino de la paz" (Le 1,78) .Yo te procla­
mo Dueño y Señor de mi subconsciente. Conquístalo
con tu luz; inúndalo de tu paz. Te hago Dueño y Señor
de todos mis mecanismos de defensa, y en particu­
lar... Desmorónalos con el soplo de tu Espíritu. Ensé­
ñame a ir por la vida como Tú: abierto ante Dios, des­
armado ante los hombres, armado sólo para el com­
bate espiritual.

8. Finalmente, Jesús, quiero someter a tu señorío y a la


acción liberadora de tu Espíritu todas y cada una de
mis adicciones: adicción al tabaco -al sexo- a la dro­
ga, -a juegos de azar-... Tú eres el Hijo de Dios. Si,
pues, Tú nos das la libertad, seremos realmente li­
bres (Jn 8,36). "para ser libres nos libertó Cristo" (Gal 5,1).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

CONCLUSION. Señor Jesús, te entrego de


buen grado las llaves de mi vida, de mi voluntad,
para que se realicen en mí las promesas del Pa­
dre: "Os rociaré con agua pura y quedaréis purifi­
cados. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en
vosotros un espíritu nuevo; quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón
de carne. Infundiré mi Espíritu en vosotros y haré
que os conduzcáis según mis preceptos. Voso­
tros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios" (Ez
36,23-30).

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

APENDICE II

Bendición de aceite

(Lo bendice el sacerdote para uso de los fieles. Ritual


Romano, T. VIII, Ca XIX)

V. Nuestro auxilio en el nombre del Señor

R. Que hizo el cielo y la tierra

Te exorcito, creatura de aceite, por Dios Padre + Omni­


potente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que allí
existe. Que se aleje de este aceite toda fuerza del adversa­
rio, toda acción diabólica y toda incursión de Satanás, a fin
de que dé a todos los que la usen salud mental y corporal,
en el nombre de Dios Padre + Omnipotente, de Jesucristo
+ su Hijo y Señor nuestro, y del Espíritu + Santo Paráclito,
y en el amor del mismo Señor Jesucristo, que ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos. Amén.

V. Señor, escucha nuestra oración

R. Y llegue a Ti nuestro clamor

V. El Señor esté con vosotros

R. Y con tu espíritu

JESUS SANA HOY


Marcelino Iragui, O.C.D.

Señor Dios Omnipotente, delante de quien está con te­


mor el ejército de los ángeles cuyo servicio espiritual cono­
cemos, dígnate mirar, bendecir + y santificar este aceite
con el cual mandaste ungir a los enfermos, a fin de que una
vez obtenida la salud te diesen gracias a Ti, Dios vivo y ver­
dadero. Te rogamos que cuantos usen este aceite, que ben­
decimos + en tu nombre, queden libres de toda enferme­
dad, de todo dolor y de todas las insidias del enemigo, y así
mismo se libren de toda adversidad y nunca sean heridos
por la mordedura de la antigua serpiente, ya que los has
redimido con la sangre de tu Hijo. Por el mismo Señor nues­
tro Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del Espí­
ritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

(Se hace aspersión con agua bendita)

JESUS SANA HOY


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