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Todo empezó en el año de 1940, con la celebración del Primer Congreso de

Procuradores llevado a efecto en Santo Domingo, Ciudad Trujillo, los días 15,
16 y 17 de agosto, marcando así el nacimiento de la criminología en nuestro
país. Allí surgieron las primeras voces que alertaron sobre las incipientes
teorías criminológicas europeas. Pero dos egregias figuras se dieron cita en
aquel evento, interesan: Don Constancio Bernaldo de Quirós, que asistió como
único invitado de honor y extranjero y don Freddy Prestol Castillo, al presentar
su informe sobre la criminalidad en la región del Este. Era, en realidad, el
primer documento de criminología dominicana. Más tarde, surgirían los aportes
de un catedrático lúcido, un autodidacta singular, consagrado a la enseñanza
universitaria de la criminología, al derecho penal; él compendiaría las ideas
más actualizadas del momento criminológico y el nivel alcanzado en sus
trabajos lo colocan como el más destacado de todos los autores nacionales;
nos referimos a la figura egregia de Don Leoncio Ramos Jerez (Cotuí, 1894-
1971), quien con sus notas eruditas de la criminología positivista, debería
ostentar entre nosotros la paternidad de la criminología dominicana. Esta
distinción se ha señalado, en más de una vez, aunque no de manera oficial.
Debemos aquí y ahora, poner las cosas en claro: El precursor de la
criminología dominicana es, sin dudas, don Constancio Bernaldo de Quirós, por
haber traído la criminología a nuestro país, poco antes de 1939.

l lugar de pionero o de los precursores de la criminología nacional corresponde


al abogado distinguido que fue Don Freddy Prestol Castillo, por haber
publicado su archiconocida monografía ya citada; y finalmente espero es a don
Leoncio Ramos –a quienes sus discípulos consideran el más eminente
criminólogo del país; a quien debemos adjudicar la dignidad de fundador de la
criminología: el padre de la criminología dominicana.

Pero sobre ese particular, Leoncio Ramos no ha sido reconocido como el padre
legítimo de la criminología dominicana; era él, el "jinete armado de la ley" que
consagró toda su vida a la criminología: "un terco Quijote cuyos frutos
criminológicos, hoy celebramos".
Sin embargo, es escaso el conocimiento de las obras de estos tres maestros y
casi desconocida por las generaciones de hoy. Y es lamentable, porque, tocó a
ellos ser los precursores de introducir al país no sólo las modernas teorías de la
criminología y el derecho penal, junto a figuras como Lombroso, Garraud, Luís
Jiménez de Asúa, Mariano Ruiz Funes, entre otros, sino aquellas ideas que
sobresalieron gran parte del pensamiento europeo, dentro de los cuales
llegaban a nuestro medio los autores y las teorías que se estaban
desarrollando ultramar.

Una mayor acción profesional se está demandando de los criminólogos


cualificados; en estos tiempos, en que hay que adecuar un modelo de
Ministerio Público. En cuanto a que los fines teóricos que ha perseguido
históricamente la criminología, pues, deben considerarse nuevamente la
necesidad de ejercitarlos en las aulas de las universidades, en los institutos de
investigaciones criminales, en los departamentos de criminología (aún no los
hay), y con ellos ir logrando una mayor toma de conciencia de la cuota de
compromisos profesionales de los implicados en esta área del sable judicial
Aunque no hemos sido educados para luchar contra la cultura de violencia que
nos agobia –a través los vicios de la ciudad y los factores corruptores , no
podemos negar la evolución que se ha estado suscitando en nuestra
criminología. Pero la iniciativa que conviene a la sociedad dominicana es la que
va a emanar del Estado, que no ha podido satisfacer las necesidades del
problema, mediante la creación de un órgano público de estudio de la
criminalidad que centralice todas las actuaciones que puedan ser más o menos
eficaces en materia de la llamada política criminal (en la que actúan dos
elementos necesarios e imprescindibles: la estadística y la legislación penal
científica).

En la lucha frente a la criminalidad nos ha hecho falta la coordinación y la


organización de la investigación criminológica, ahora bien, es claro que dicha
competencia debe recaer en la apertura de un Instituto Nacional de
Criminología, tal como fuera fundado en el año de 1942 en Santo Domingo,
siguiendo los lineamientos de la época de estudiar al delincuente según los
postulados del positivismo europeo; aunque en el año de 1987, varias décadas
después surge una institución parecida, adscrita a la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (UASD).

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