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Postulantado Capuchino
DÍA 3
DEL JORDÁN AL MAR DE GALILEA
Jesús busca compañeros para ir con Él
y compartir las tareas del Reino
Hoy contemplaremos cómo Jesús recibe del Padre a sus discípulos, comparte con ellos la
misión y los prepara para ser el núcleo de un pueblo universal, el Nuevo Israel.
Los dos días anteriores contemplamos a Jesús recibiendo y acogiendo la misión que el
Padre la confía. Le acompañamos en su descubrimiento gradual del programa que había de
desarrollar. Se trataba de un programa ambicioso, no limitado a un individuo, sino destinado a
todo un pueblo. El sujeto protagonista de ese programa es colectivo; finalmente, la humanidad
entera.
Jesús rechaza en el desierto el contra-programa que le propone el Tentador. Éste le ofrece
ser un Mesías individualista y autónomo, que pueda realizarlo todo y de inmediato, sin plazos, sólo
dependiendo de su voluntad. Jesús rechaza este perfil, porque no corresponde al que El ha
interiorizado con ayuda de la Palaba bíblica.
En la sinagoga de Nazareth recibe una nueva luz. Su misión consiste en anunciar una Buena
Noticia de liberación y engendrar a un pueblo que se haga el protagonista y difusor de la misma.
El Mesías no será un “líder” poderoso, al que siga un público fanático y enfervorizado.
La presencia de Jesús, sus primeras palabras y actuaciones provocan la admiración de la
gente. La muchedumbre parece dispuesta a todo. Y, sin embargo, no cree en Jesús como enviado
e Hijo amado del Padre. Buscan a un Mesías que no les complique la vida; alguien de quien recibir
sólo beneficios sin arriesgar nada personalmente.
Jesús se ve así, de nuevo en una encrucijada. ¿Qué hacer para realizar la misión que el
Padre le ha confiado? Si incluso en su pueblo de Nazareth, entre sus amigos y allegados, no se
acepta su mensaje, ¿con quiénes constituir el Pueblo mesiánico?, ¿a quiénes se dirigirá? Frente a
estas dificultades, Jesús espera siempre confiado la iniciativa del Padre. Ésta no se hace esperar.
Desde el principio del ministerio público de Jesús de Nazareth, las gentes percibían que
salía de su persona “algo especial”, una autoridad y un poder que no eran prestados o venidos
desde fuera. Sus oyentes fácilmente se convertían en admiradores entusiastas.
Sin embargo, Jesús acoge esta admiración con actitud crítica y con espíritu de
discernimiento, no dejándose halagar por ella. Jesús busca discípulos y no admiradores. La
simple admiración, cuando mucho, es el primer paso del seguimiento. Por sí sola no basta.
Jesús rechaza la admiración que o bien no brota de la fe, o bien no lleva a ella. Reacciona
enérgicamente ante este tipo de comportamiento, porque percibe los motivos humanos que lo
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Ejercicios espirituales
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¿Somos audaces y libres para “provocar” a la gente e invitarles a dar pasos en orden a la fe?
Para realizar su misión, Jesús sale con libertad por los caminos al encuentro de los hombres,
sin criterios humanos selectivos. El Padre le traerá las vocaciones para el discipulado. Éstas le
vienen por dos caminos:
1. Entre sus admiradores hay algunos que quieren algo más: “¿Maestro, dónde vives?”.
El Padre, que no está ocioso, les atrae hacia Cristo. Jesús así lo comprende y les acogerá con
sencillez y alegría. La respuesta del Hijo frente a los israelitas inquietos es acogerlos como don
del Padre, “Vengan y lo verán” es una invitación a compartir la misma vida. La respuesta de Jesús,
siempre en verbos en movimiento, indica que su escuela es su persona, su compañía, y que el taller
son los caminos de Galilea.
Estos primeros discípulos traen a sus parientes y amigos, y se los presentan a Jesús. El
origen último de la vocación es, sin embargo, misterioso. Jesús invita al seguimiento a los que el
Padre ha traído desde dentro.
Sea como sea, estas vocaciones no son un episodio meramente ocasional. Jesús lo medita
atentamente en su oración y descubre en ellas el itinerario típico de la realización de su misión
mesiánica. En efecto, primero dirán sí unos pocos; a través de éstos, otros más. Y el pueblo se irá
tejiendo lentamente como una red fuerte, nudo a nudo, pasando de admiradores a discípulos.
2. En otras ocasiones, Jesús tomará la iniciativa y llamará a seguirle, “dejándolo todo”.
En estos casos, Jesús exige una respuesta radical: si la llamada es obra de Dios, no se puede acoger
a medias, parcialmente o con reservas. La llamada ha de ser asumida con prontitud y radicalidad
desde el principio.
Pero este “dejarlo todo”, por otro lado, comporta un cambio tan revolucionario en la escala
de valores de la persona que no se puede realizar en un instante, ni por un acto de generosidad y
de voluntarismo. El discípulo necesitará de un largo noviciado para ir integrando los valores del
Reino en la experiencia cotidiana.
¿Cómo iluminan los procesos de formación de aquellos que sienten la llamada a la entrega total
a Jesucristo y al Reino?
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Ejercicios espirituales
Postulantado Capuchino
Sólo la vocación, que es llamada divina, puede unificar nuestra vida espiritual. Reconozcamos la
acción de Dios en nuestra miseria.
Jesús envía a setenta y dos discípulos con una misión concreta: anunciar que está cerca el
Reino de Dios e ir formando el nuevo Pueblo de Dios e ir formando el nuevo Pueblo mesiánico.
Son enviados “de dos en dos”, en grupo o comunidad, con el fin de que muestren con hechos la
fraternidad que anuncian de palabra.
Jesús, que ha experimentado la dificultad, incluso el rechazo de la Buena Noticia por parte
de los hombres, previene a sus discípulos de que la tarea no va a ser fácil. Les da instrucciones y
les envía con fuerza, sin timidez.
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Ejercicios espirituales
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Ejercicios espirituales
Postulantado Capuchino
ORACIÓN
Reunidos en tu nombre1
Señor Jesús,
nos hemos reunido en tu nombre
y sabemos por la fe
que estás en medio de nosotros
para enseñarnos como maestro,
para curarnos como médico,
para guiarnos como pastor,
para querernos como hermano,
para alegrarnos como fuente de gozo,
de la esperanza y de la vida.
Haznos sensibles
a la acción de tu Espíritu
que construye y alienta
nuestra comunidad.
Haz, Señor,
que nuestra jornada sea fecunda
y que al final de estos ejercicios
no nos quede otra deuda
que la del amor mutuo.
1
Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios. Publicaciones Claretianas, Madrid
1995, p. 110
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Ejercicios espirituales
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ORACIÓN FINAL
Queremos seguirte2
Tú nos acompañarás
cuando atravesemos la frontera.
También entonces -entonces, sobre
todo-
serás nuestro alimento,
nuestro viático para el camino,
continuarás llamándonos
y nosotros te seguiremos:
2
Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios. Publicaciones Claretianas, Madrid
1995, p. 90.