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El dogma:

Parece que el tiempo de las más importantes seguridades ha pasado, el Dios todo
poderoso del dogma está en juicio y parece que no le ha ido muy bien, las declaraciones
que sustentaban la fe de muchos, parece tambalear, pero ¿A qué se debe el detrimento del
dogma?

Para iniciar, se debe esclarecer lo que se comprende por dogma. Con este fin, resultan
iluminadoras las palabras de W. Kasper (1968), que al defender el dogma, explica que éste,
es un esencialmente: “un recuerdo (anamnesis) de una revelación transmitida de una vez y
para siempre” (p. 28), es decir; una memoria de la revelación que se ha tenido de parte de la
divinidad y que se promulga con el fin de ser creída. Esta a su vez, se condensa en una
tradición y se muestra como la norma; una revelación que se presenta con autoridad divina
y que por ello, se aleja de todo posible cuestionamiento.

Durante una cantidad de tiempo considerable, el dogma mantuvo la posición


privilegiada, como verdadera interpretación de la realidad. En el medio evo, los teólogos
hablaban de articuli fidei; pero no como una normativa de fe, sino más bien como una
declaración que surgía de la fe (W. Kasper, 1968, pp. 38-46). Sin embargo, estas
declaraciones de fe fueron analizadas con detalle, por aquellos que tomaron enserio el
antiguo dicho: Sapere aude. (piensa por ti mismo). Y se percataron que los dogmas tenían
la pretensión de la verdad absoluta, pero en realidad carecían de una sólida argumentación.

Ahora bien, después del giro antropológico que se efectuó primeramente en Europa.
Plantear la sujeción a la autoridad de la tradición o de algo que dudosamente ha sido dado
por Dios, era muy difícil. Diversos sectores se opusieron a la imposición de la verdad de los
dogmas y se atrevieron a explorar las “herejías”, entre ellas: se permitió la relativización de
los contenidos del texto bíblico, y con ello, la constante duda acerca la historicidad las
narraciones, desdibujando aquello que los hacía creíbles frente a las mitologías conocidas;
se cuestionaron seriamente los artículos de fe promulgados por la iglesia: cuales eran las
intenciones y a servicio de quién se declaraban; el preguntarse cobijó a Dios y los atributos
que de él se conocían. El ser humano juzgó al Dios conocido y le declaró inerte e
innecesario.
Como se ha visto, en la actualidad, no sólo se pone en tela de juicio la autoridad de los
predicados dogmáticos, sino al Dios que predican, juzgan la veracidad de lo predicado, y
por ello se puede decir al tenor de diversos teólogos: el ateísmo moderno surge en la
dogmática eclesial; en medio de sus más militantes seguidores.

Además, a lo largo de la historia, las declaraciones dogmáticas han dado


innumerables atributos de gran extravagancia a Dios, por ejemplo: la omnipotencia y la
benevolencia absoluta; Dios puede hacer todo lo que se puede hacer, y es por naturaleza
fuente de toda bondad. Mas a los ojos de los críticos, estos postulados pendían de un débil
hilo, y parece que no resistían un análisis crítico. Se discutió fuertemente sobre estos temas
en la temprana modernidad sin legar una respuesta a sus descendientes, sino más bien una
gran cantidad de preguntas. Con el paso del tiempo, el cuestionamiento se hizo más
acuciante. La dogmática, prometía que Dios estaba al frente del mundo, guiándolo como
soberano, de decía que tenía el supremo control sobre los acontecimientos del momento, y
por medio de su infinito poder obraría siempre para hacer el bien. Sin embargo, estos
postulados fueron puestos a prueba por algunos de los eventos más traumáticos de la
historia: los campos de concentración Nazi, las guerras europeas y el hambre de las
naciones en desarrollo.

Seguidamente, se planteó: si Dios es cómo lo predica el dogma, ¿Por qué no actuó?,


¿Dónde estaba?, ¿Acaso es sádico?, ¿Por qué Dios permitió el Shoah o el Gulag?, ¿Acaso
Dios no era lo suficientemente bueno, o no es totalmente benévolo?

Por otro lado, los estudios recientes sobre la dominación y la colonización, han buscado
en los artículos de fe de las religiones expresiones de algún poder enajenador sobre el ser
humano. Y lo han encontrado, al respecto de lo anterior, dice S. Zizek (2013):

A tenor de nuestra experiencia, deberíamos sostener más bien la idea de Steve


Weinberg de que, aunque sin religión la gente buena seguiría haciendo cosas buenas
y la gente mala cosas malas, solo la religión consigue que la gente buena haga cosas
malas. (p. 39)

La religión posee en los seres humanos este poder, porque representa la verdad revelada
por Dios (de lo cual ya se habló). Para G. Vattimo (2010), declararse poseedor de la verdad,
es en suma peligroso. Porque deja sólo en las manos de los expertos el “poder decidir cuál
es el verdadero bien de los ciudadanos, incluso contra su opinión y sus preferencias” (p. 29)

Para el creyente la verdad del dogma no se debe cuestionar, sin embargo en la


modernidad tardía (época contemporánea), la verdad, es un lujo que nadie posee. Contrario
a eso, solo se puede pretender tener interpretaciones correctas sobre la realidad, las cuales
deben pasar por escrutinio. Además, en la actualidad, el contacto interreligioso, ve con
sospechas al Dios del dogma, pues está encasillado a lo que de él se predica, mientras en
otros lugares parece ser libre.

Por lo tanto, el Dios todopoderoso del dogma, parece sufrir de una herida mortal: no ha
dado respuesta al dolor y la maldad, y parece ser más sádico que amoroso. Por su parte, el
dogma ha sido relativizado, la tradición ya no es un argumento que lo pueda sostener, es
más, el dogma sirvió a los intereses de los poderosos, es por eso que se duda de su
autoridad, en pocas palabras su veracidad ya no puede ser demostrada. Además la
pretensión de poseer la verdad se enfrenta con otras declaraciones semejantes, sin poder
salir victoriosa de las comparaciones.

Por las razones antes expuestas, la dogmática, y el Dios que ella refleja, deben ser
superados. Debe precisarse una nueva forma de interpretar la fe y al Dios de esta, en una
propuesta que trascienda la dogmática, que “libere” a Dios de las concepciones
sistematizadas; que le dé a Dios su lugar y Dios pueda ser Dios, para esto se postulan dos
horizontes que pretenden superar la dogmática y postular a Dios para esta sociedad
contemporánea.

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