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Cortesía y colaboración en la comunicación: Más que palabras mágicas

Autora: Alicia Teresa García Ortuño

El desarrollo de la cortesía es una necesidad educativa del siglo XXI. Toma gran
relevancia cuando se analiza desde el plano individual, pero más todavía si se observa
desde un plano social. En lo que concierne al individual, la eficacia al disipar las
complicaciones cotidianas y en el social, a los nuevos programas sociales que surgen
tras la transformación de la humanidad. Necesariamente, se debe acercar la definición
de dicho concepto a una conducta. Siendo así, el resultado de un compendio de
habilidades cognitivas, de una serie de distintivos de la personalidad y de la influencia
del medio social; en lugar de delimitarla a un término que nombra a personas atentas,
afables y comedidas. Más allá de pronunciar unas palabras ante una situación en
concreto, se ha de secuenciar el contexto junto a las personalidades participantes, para
decidir qué reacción es la más adecuada atendiendo así a los distintos aspectos que
condicionan su desarrollo.

Enseñar a comunicar en el ámbito educativo es primordial; teniendo en cuenta


que cada individuo dedica alrededor de ocho horas diarias, durante sus primeros 16 años
de vida a la escuela. Además, la situación de crisis laboral que se vive en las ciudades,
provoca que la carrera académica se prolongue a estudios de ciclos formativos e incluso
universitarios. Este suceso conlleva la continua reflexión en los aspectos que se deberán
tener en cuenta para llevar a cabo el desarrollo de la actitud del alumnado,
independientemente del ciclo o nivel formativo al que pertenezca. La labor del docente
pues, recaerá no sólo en transmitir los conocimientos y saberes, sino en investigar el
amplio campo que abarca el tratamiento de una cortés conducta.

Será de vital importancia para


que los estudiantes consigan por ellos
mismos resolver los nuevos problemas
con acierto: la determinación de
posibles estrategias que podrá aplicar el
especialista, así como decretar las
normas disciplinarias e identificar las
relaciones interpersonales. De este
modo, se favorecerá la coexistencia de
nuevas conductas en diferentes
situaciones críticas, en las que puedan
hacer uso de sus habilidades de forma
práctica y activa. Existen algunas variables que determinarán la reacción y el
comportamiento del alumnado. Si bien es factible observar una clara distinción entre los
apartados, es preciso relacionarlos entre sí accediendo a su significado de forma global.

El clima en el aula, florecerá de la estancia entre las relaciones de profesor-


estudiante y relaciones del grupo de iguales entre sí que se manifiesten día a día en el
aula. Los valores de convivencia descubren su principal posición en la jerarquía del
aprendizaje, ya que son los proficientes de las destrezas sociales básicas.

Por otro lado, se encuentra el papel del docente, fundamental para poder
conceder al grupo estudiantil un talante verdaderamente activo, mediante el cual, la
opinión y el debate se realicen de forma dinámica, cordial e interesante. Para ello, será

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tarea del educador establecer pautas de trabajo donde la participación se entienda como
un eje primordial.

Análogamente, se deberá de tener en cuenta la influencia del tipo de liderazgo de


cada uno de los estudiantes. El carácter de las personas interviene en gran medida en
la aceptación de pautas, por ello es conveniente apreciar las dispares personalidades
que coexisten en clase. Un mismo grupo puede verse guiado por un conjunto de
temperamentos que de forma contigua induzcan altercados, pero que aislados,
condicionen productivamente un contexto positivo. De cualquier modo, se ha de tener
conciencia de la riqueza individual que convive en la clase, para así utilizar las
agrupaciones como herramienta de auxilio ante cualquier controversia. Igualmente,
reflexionando en lo anteriormente expuesto, se puede recurrir a la formación de grupos
con caracteres combativos, para crear situaciones en las que esa misma tropa estudiantil
se vea inmersa en una situación crítica. A saber, para que se actúe en función del
contexto por medio de una iniciativa particular, con el fin de solucionar el problema
desde su interior. Exhibiendo algunas de las exclusivas naturalezas a las que se puede
hacer frente, se encuentran: el temperamento de liderazgo transaccional, en el cual los
miembros del grupo reconocen al dirigente como una autoridad insoluble que
proporciona los recursos válidos para su equipo de trabajo; el carismático, que tiene la
capacidad de modificar las creencias de los colaboradores; el auténtico, el cual se centra
en liderarse en primer lugar a sí mismo y por último el liderazgo lateral, es aquel que se
concentra en influir al conjunto de participantes de forma organizacional para lograr
objetivos en común.

En varias investigaciones pedagógicas (Peiró y


Gregòri, 2009; Castejón, González, Gilar y Miñano, 2009) se
reflexiona en las bases esenciales para lograr un entendimiento
global de la convivencia educativa y los valores que la
encarnan. Se entiende que se ha de seguir un procedimiento
metodológico, en el cual, se efectúen diversas consideraciones
analítico-lingüísticas, fenomenológico-vitales, empíricas, etc., así como el hecho
deintegrarlas de algún modo. Nuevamente, renace la idea de formar vigorosamente
sobre cimientos filológicos al alumnado, que mantendrá durante toda su existencia
relaciones con los adultos y con su grupo de iguales.

Entre las actitudes más solicitadas y requeridas para el buen funcionamiento


personal, académico o profesional está la habilidad que permite cultivarse. Aquella que
configura el ente de cada ser humano, la que acerca a la muchedumbre a la parte más
humana de las personas, la civilidad. De ahí que, la comunicación sea mucho más que
un grito de desesperación por conseguir un tipo de alimento, reproducirse o evitar la
depredación. No importa en un individuo cuál sea su automotivación si no logra
transmitir sus ideas a otros, ya que no generará acción alguna. El mayor número de
desacuerdos y discrepancias que se suscitan en las relaciones humanas vienen dadas
por la falta de entendimiento entre los sujetos. Dicho de otro modo, la excelencia que
condiciona al hablante para que se produzca una transmisión eficaz de información y
que en consecuencia permita obtener los resultados que desee, reside en la capacidad de
percibir y comprender el comportamiento del otro que transferirá la sensibilidad por sus
carestías y a una flexibilidad para saberlas operar con ecuanimidad y urbanidad.

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Numerosas disciplinas colaboran estrechamente con la enseñanza de una buena
educación. No obstante, la Pragmática preside la cúspide de la pirámide que recoge la
referencia temporal y nominal, el orden de las palabras, la deixis, la estructura
informativa y los marcadores discursivos. Avivadamente, se presentan una serie de
palabras en nuestras mentes cuando se reflexiona sobre qué son los buenos modales,
qué características ostenta una persona educada o en qué consiste ser cortés. Dichos
vocablos biensonantes son aquellos que se escuchan de manera insuficiente y que a lo
largo del tiempo se han ido perdiendo: gracias, buenas tardes, por favor incluso,
disculpe las molestias. De acuerdo con el acto de habla y las reglas convencionales que
lo caracterizan se enuncia la fuerza ilocutiva, la cual da vida a la emisión de un
enunciado (ya sea en forma oral o escrita) mediante la ejecución de un acto. Se pueden
encontrar múltiples efectos en la cortesía. Por un lado, quedan aquellos que provocan
los enunciados interrogativos; son de gran productividad puesto que al interlocutor se le
obliga de forma indirecta a satisfacer al locutor. Es decir, en la mayoría de los casos se
logran los objetivos previstos si se maneja la destreza con delicadeza. Un ejemplo de
este, podría ser que en una situación corriente en la que el interlocutor no tiene
obstáculo alguno para alcanzar lo que se le está demandando, se haga la siguiente
cuestión: ¿Puede pasarme la sal?

Aparentemente los buenos modales acompañan al locutor, ya que utiliza un


vocabulario cortés. En cambio, el interlocutor no tiene muchas opciones gentiles más
que responder sumisamente a la petición. En cuanto a la utilización del imperativo, se
ceden más opciones de elección a la hora de tomar una decisión. Si se tuviera que
responder al anunciador que dice Pásame la sal; el oyente podría responder Disculpe, no
está a mi alcance. Fácilmente, la fuerza negativa se inhibe cambiando de hablante, así
como transforma el acto perlocutivo.

Es sustancial destacar que la cortesía es un fenómeno


cultural: lo que se considera como cortés en una sociedad
puede ser grosero o incoherente en otra. Emerge un problema
cuando la visión educativa se intenta cohesionar con la
sociedad actual. Los nombres que sellan los cuadernos de las
clases ya no son sólo castellanos. Convive una gran diversidad
cultural, lo que supone una mayor riqueza y dificultad a la hora
de comprender un acto comunicativo. En unas naciones un
mismo enunciado puede parecer obvio y en otras podría recibir
una interpretación distinta. Continuando con el anterior
modelo ¿Puede pasarme la sal?, podría confundir al oyente. Se
podría crear una situación incómoda, revelar una insinuación tal que se entienda como
incapacidad de efectuar dicho acto. Con lo cual, se deberán manejar con cautela y
precisión las palabras que escapen al habla. Se trata de un arma de doble filo,
condicionalmente originará un “efecto cortés o descortés y un desconcierto absoluto”,
dependiendo de la cultura. En este sentido, los eructos en Japón son una muestra de
buena educación después de una exquisita comida pues demuestra que se ha hecho una
buena digestión. En el globo occidental, empero, eructar está considerado como un
gesto desagradecido o de mala educación. Semejantemente, sucede con el hecho de
mascar chicle, consentido en un ámbito informal y penado en encuentros formales.

Es posible distinguir entre la cortesía negativa (concerniente a la deferencia:


¿Podría alcanzarme esa revista, si no es mucha molestia?, Si a usted no le importa, voy

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a levantarme de la mesa) y la cortesía positiva (que busca promover un nexo positivo
entre dos partes: ¿Se encuentra bien?). Por esta razón, el equipo docente deberá educar
con el fin de lograr en los discentes una actitud analítica y ambiciosa. Primeramente, el
individuo deberá evaluar su ambiente (contexto), analizar la situación (teniendo un
criterio – principio de relevancia-), seleccionar detenidamente qué técnicas son las
adecuadas y correctas para alcanzar su propósito (que el interlocutor interprete o
entienda lo que él realmente desea transmitir). Se debe enseñar pues, a actuar ante la
diversidad de personalidades a las que nos enfrentamos en nuestros discursos
lingüísticos. Convendrá enseñar a utilizar los recursos que existan para analizar a
sujetos o situaciones, así como, a ser conscientes de cuáles son sus verdaderos intereses
y cuál es la forma más idónea de transmitirlos.

A propósito del contexto educativo, la


influencia de la cortesía trasciende a cualquier
programa curricular. El análisis lingüístico ha de ser
complementado con una fase provechosa de
elaboración intelectual. Por ello, se requiere una
labor gramatical que tenga en cuenta tanto la
lingüística filosófica, explicativa y profunda como la
lexicología en sí. “Una oración está hecha de
palabras, un enunciado se hace con palabras… Los
enunciados se hacen, las palabras o las oraciones se usan… La misma oración se usa al
hacer diferentes enunciados (yo digo ‘Es mío’, tú dices ‘es mío’); también puede usarse
en dos ocasiones o por dos personas para hacer el mismo enunciado, pero para esto la
emisión debe hacerse con referencia a la misma situación o evento” (J.L. Austin, ibid.
pág 151). Expuestos que constituyen o no, por ellos mismos, acciones que examinadas
desde diversos puntos de vista emitirán un significado u otro. A su vez, lo que se ha
dicho en cuestión, compromete al hablante a hacerlo real y no dejarlo simplemente
como meras palabras en el aire. La fragilidad que comporta una declaración de
intenciones y su desmentido simultáneo, es una violación del uso de las expresiones,
con las normas sociales que supervisan su manejo.

En conclusión, la burocracia y la administración deberían encontrar el espacio


que solicita la cortesía en el mundo educativo. Habría que debatir rigurosamente sobre
los riesgos y las oportunidades que plantea un docente que mantiene una correcta
actitud, una óptima expresión y una clara transmisión de conocimientos teóricos o
prácticos. En lugar de abandonar la tarea pedagógica tras recibir una decepción al
corregir manuscritos que sólo proporcionan una calificación cuantitativa; se debería de
buscar la manera de encontrar una salida exitosa, pues en numerosas ocasiones el
culpable del fracaso escolar no es el alumnado, sino el docente, al no transferir
correctamente lo que deseaba. No es costoso recordarqué virtudes caracterizaban a
nuestro maestro/a o profesor/a más estimado: atento/a, comprensivo/a, trabajador/a,
amable, afectivo/a… Tampoco olvidamos la claridad de sus exposiciones, la invitación
que nos hacían para ponerlas en práctica, la colaboración y cooperación que
estimulaban en las actividades. Lo cierto, es que a pesar de los apuros que puedan
presentarse en el intrépido camino del nuevo sistema educativo, nada debería detenernos
a miras de prescindir de las clases expositivas en las que el discente pasa a tomar el
papel de objeto inerte. El cometido de formar un futuro competente y feliz está en
manos de especialistas en el ámbito de la cultura, por ello, se ha de trabajar con ilusión
y empeño para conquistar lo más profundo de cada uno de esos seres que confían en

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nuestras respuestas. Por ello, se debería considerar el hecho de plantearse la formación
desde los opuestos polos existentes en el ámbito de la dialéctica. Está en nuestras manos
guiar tanto por el camino lleno de espinas como por la senda llena de flores. Aquel que
se envuelve de engaños, tergiversaciones, manipulaciones y corrupciones o por el
contrario, el que abarca la belleza en toda su armonía de diálogos justos y
consecuentes.

Los contenidos básicos de las asignaturas


deberían prepararse en base a las competencias
lingüística y comunicativa, lo que permitirá una
actualización permanente de las generaciones que
convivan en la era del momento y con ello, la
aceptación y respeto por las diversas personas
que conviven en esta. Así, como la restitución del
auténtico valor añadido, que fortalece el
encuentro de la figura del enseñante y el
educando, reservándose para sí la exquisitez del saber que puedan transmitirse
colaborando mutuamente en una triunfante comunicación.

Lista de Referencias

 Castejón J.L., González C., Gilar, R., Miñano, P. (2009) Psicología de la


Educación. Alicante: Editorial Club Universitario.
 J.L. Austin. (1995). Cómo hacer cosas con palabras. Escuela de Filosofía
Universidad ARCIS. Sitio web: www.philosophi.com
 Peiró, S & Gregòri. (2009). Valores educativos y convivencia. Alicante:
Editorial Club Universitario.
 Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.a ed.).
Consultado en http://www.rae.es/.
 Searle R, John. (2007). Actos de habla. Alicante: (3ª ed.) Catedra.

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