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TESIS DOCTORAL

JAMMU Y CACHEMIRA COMO


CONFLICTO INTERNACIONAL
Premisas para su solución

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queda
0xeflta de toda responsabilidad
CONCEPCION TRAVESEDO DE CASTILLA

DIRECTOR: D. Santiago Petschen.


Catedrático de Relaciones Internacionales por
la Universidad Complutense de Madrid

Facultad de Ciencias de la Información


Departamento de Relaciones Internacionales
Universidad Complutense de Madrid
Madrid, 2000 COMPLUTENSE

DE iThDRID
FACUL~ AD DE CIENCIAS
DE LÉ INFORMACION
REGiS~ ÑOS DE LIBROS
6HLC~tCA GENERAL
A Mi Padre, Al Que Tengo Tan Lejos Y, Sin Embargo, Siento Tan Cerca
A Mi Madre, Por Todo Su Coraje, Amor y Generosidad
A Mis Hermanos. Por Número Casi Podríamos Formar Un Equipo De
Fútbol, Por Unión Superamos A Cualquiera De Ellos
AGRADECIMIENTOS

Cualquier logro que yo alcance, y haber concluido con éxito esta tesis supone
para mi toda una conquista, tiene dos responsables directos: mis padres. Por esa razón
no puedo iniciar este apartado sin evocar con todo el amor y la gratitud del mundo el
recuerdo de mi padre ausente. Por fortuna, a ti mamá si puedo abrazarte y decirte:
Gracias.

También está lejos, con mi padre, otra de las personas sin cuyo cariño y
colaboración yo nunca podría haber realizado esta tesis doctoral: mi tío Alvaro. El y su
maravillosa esposa hicieron de mi estancia eh Nueva Delhi una de las experiencias más
inolvidables de mi vida.

En Nueva Delhi fueron muchas las instituciones y personas que me abrieron los
brazos, pero desearia enviar un saludo especial al profesor Ganguly del Departamento
de Español de la Universidad Jawaharlal Nehru, y a los profesores K. Warikko y Kalim
Bahadur.

Ya en España, el Catedrático D. Santiago Petschen es el único artífice de que


mis desordenados escritos se hayan transformado en un trabajo que merece la
calificación de tesis doctoral.

Y qué decir de mis hermanos y amigos. Ellos han padecido mis crisis y me han
dado ánimos en los momentos más duros. Victor, ¿qué habría yo hecho sin ti?
JAMMU Y CACHEMIRA COMO CONFLICTO
INTERNACIONAL
Premisas para mu solución

Indice sistemático

Introducción Página 1

1.Laseleccióndeltema
2. Una breve introducción al conflicto 2
3. Definición de ‘Estado de Jammu y Cachemira’ 7
4. Enfoques temático, estructural y metodológico de esta tesis doctoral 10

PRIMERA PARTE

~CORRIDO HISTÓRICo DE LOS CONFLICTOS NACIONAL Y


TERRITORIAL EN JAMMU Y CACHEMIRA HASTA EL FINAL DE LA
PRIMERA GUERRA INDO-PAKISTANI DE 1947-1948

Capítulo 1. Recorrido histórico hasta la concesión de la


independencia a la India y a Pakistán el 15 de agosto de 1947 23

1.1. La creación del Estado nativo de Jammu y Cachemira y la evolución de sus


fronteras hasta 1947 25
1.1.1. Antecedentes históricos y creación del Estado nativo de Jammu y Cachemira---25
1.1.2. Los problemas de delimitación de las fronteras de iammu y Cachemira en el
contexto de la rivalidad sino-anglo-msa en los siglos XIX y principios del XX 31
1.1.2.1. La mitad oriental de la Frontera del Norte enLadakhy Haltistán 35
1.1.2.2. El extremo occidental. Gilgit y Hunza 39
1.1.2.3. Las propuestas fronterizas británicas de 1899, con su reajuste de 1905, y
1912 43
1.1.2.4. La cesión de la delegación de Gilgit 46

1.2. El nacimiento de los nacionalismos indio y pakistaní durante los últimos años
de gobierno británico y la singularidad del nacionalismo cachemiri 53
1.2.1. La presencia del Islam, el final del dominio británico, y la división comunal en el
subcontinente Indostánico 53
1.2.1.1. La división política entre hindúes y musulmanes 57
1.2.2. El escenario político en Jammu y Cachemira en vísperas de la Transferencia de
Poderes 63
1 .2.2.1. La secularización del principal partido político cachemiri y la división
de la comunidad islámica 69
Sheikh Abdullah y la Conferencia Nacional de Jammu y Cachemira--69
La división política entre los musulmanes 71
1.2.2.2. La posición de Sheikh Abdullah frente a la Partición comunal del
subcontinente 72
La afinidad de Sheikb Abdullah con la doctrina secular de Jawaharlal
Nehru 72
El respaldo popular a la ideología de la Conferencia Nacional 75

1.3. La posición estratégica y legal de Jammu y Cachemira frente a la


Transferencia de Poderes 79
1.3.1. Las provisiones legales que regularon la integración de los estados nativos 81
1.3.1.1. Las posturas enfrentadas del Congreso y la Liga acerca de la potestad de
los príncipes para decidir el futuro de sus estados 85
1.3.2. La importancia de la división de Punjab para el futuro de Jammu y Cachemira y
el polémico dictamen de la Comisión Radcliffe 91
1.3.2.1. La “teoría de la conspiración”. Las presuntas presiones de Mountbatten a
la Comisión Radcliffe para garantizar la integración de Jammu y Cachemira en
lalndia 94
1.3.2.2. Una versión alternativa 102

Capítulo fi. La primera guerra indo-pakistani por Jammu y


Cachemira dc 1947-1948 yia división permanente del Estado 107 ----

2.1. La rebelión de Poonch, la invasión de Jammu y Cachemira y la adhesión a la


india 107
2.1.1. La indecisión del Marajá de Jammu y Cachemira y la rebelión de Pooneh 108
2.1.1.1. La rebelión de Poonch en contra del régimen monárquico 111
2.1.1.2. Las crecientes presiones sobre el Estado y su progresivo acercamiento a
lalndia 113
2.1.2. La invasión de ianmm y Cachemira por las tribus pakistaníes del Pathan 118
2.1.2.1. La complicidad de Pakistán 119
2.1.2.2. La movilización militar de la India 123
2.1.3. La firma del Instrumento de Adhesión de Jammu y Cachemira a la India y la
negación pakistaní de su validez legal 125
2.1.3.1. La polémica sobre la verdadera fecha de la firma del Instrumento de
Adhesión 125
2.1.3.2. Las principales bases de la impugnación pakistaní de la validez del
instrumento de Adhesión 130

2.2. La primera guerra de Jammu y Cachemira y la división del Estado en dos


zonas bajo control indio y pakistaní 139
2.2.1. La intervención militar de la India y la transfonnación de la contienda en un
enfrentamiento bélico directo entre la India y Pakistán 139
2.2.1 .1. El frente de batalla occidental 139
2.2.1.2. El frente de batalla oriental 144
2.2.2. Las frustradas negociaciones indo-pakistaníes sobre Cachemira y la confluencia
hacia la mediación internacional 148

II
2.3. La importancia de Jammu y Cachemira para la India y Pakistán y los
obstáculos a una solución de] conflicto en su primera etapa 154
2.3.1. Fundamentos de las reivindicaciones india y pakistaní 154
2.3.1.1. Fundamentos ideológicos nacionales 155
2.3.l.2.Defensay Seguridad 161
2.3.1.3. Comercio y comunicaciones 163
2.3.1.4. Otras consideraciones 165
El prestigio nacional 165
La amenaza del movimiento independentista Pathanistan 166
El problema de las minorías 167
La reclamación de la India del estatus de heredera del Imperio Británico
168
2.3.2. Los principales obstáculos a la consecución de una solución del conflicto en su
primera fase. La desconfianza mutua indo-pakistani y la equívoca actuación de los
británicos 169
2.3.2.1. La desconfianza indo-pakistaní 170
2.3.2.2. La actuación británica en el subcontinente durante la Transferencia de
Poderes y los primeros años de la independencia 173
La polémica acerca de los verdaderos designios de Mountbatten y
Londres a propósito de Jammu y Cachemira 174

SEGUNDA PARTE

EVOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS NACIONAL Y TERRITORIAL


DESDE 1948 HASTA 1965

Capitulo IR. La consolidación de la hostilidad Indo-pakistani


durante el período de entreguerras 187

3.1. La mediación de la ONU en la imposición del alto e] ruego y la celebración del


plebiscito 188
3.1.1. La labor mediadora de la Comisión de Naciones Unidas para la India y Pakistán
(UNCIP) y la declaración de alto el fuego 188
3.1.1.1. La declaración de alto el fuego y los esfuerzos de la UNCIP por sentar
las bases para la celebración del plebiscito 195
3.1.2. El fracaso de los mediadores de la ONU en la labor de la desmilitarización y la
celebración del plebiscito 201
3.1.2.1. Las propuestas de McNaughton 201
3.1.2.2. Owen Dixon. Un nuevo enfoque para la solución del conflicto 202
3.1.2.3. Frank P. Graham. El fracaso de la mediación en la cuestión de
Cachemira 205

3.2. 1949-1965. La consolidación de la hostilidad indo-pakistaní. La


internacionalización del conflicto y su incursión en la Guerra Fría 213
3.2.1. 1949-1952. Algunas aproximaciones simultáneas a la primera etapa de mediación
de la ONU y la amenaza de una nueva guerra 215
3.2.2. 1953-1957. La integración de Pakistán en el bloque militar occidental y la retirada
de la oferta india para la celebración del plebiscito 221

LII
3.2.2.1. 1953-1956: Las negociaciones bilaterales entre Mohammed Ah y Nehru
ylasrazonesdesufracaso 221
La introducción del conflicto en las dinámicas de la Guerra Ería 223
Las repercusiones del proceso político interno en Jammu y Cachemira y
el peso de la opinión pública 229
3.2.2.2. 1957. Nuevos debates frustrados en el seno de la ONU 234
Los informes de Gunnar Jarring y Frank?. Graham 235
3.2.3. 1958-1964. El preludio del retomo de la atmósfera bélica. El comienzo del
régimen militar en Pakistán y la aparición de China en la ecuación cachemiri 240
3.2.3.1. El nuevo régimen militar de Ayub Khan y la propuesta pakistaní de
crear un tratado de defensa conjunto 240
3.2.3.2. La transformación del contexto de alianzas internacionales 247
1962. El apoyo de la URSS a la India en los debates del Consejo de
Seguridad 247
1962-1963. China entra en guerra con la India y se asocia a Pakistán
249
1962-1 964. El fracaso de Occidente en las dos últimas rondas de
negociaciones antes de la guerra de 1965 260

Capítulo IV: El escenario político en Jammu y Cachemira después


de la adhesión a la India y la revocación del principio de
autogobierno 269

4.1. 1948-1953. El fracaso de Sheikh Abdullah en la estabilización política de


Jammu y Cachemira mediante el ejercicio del autogobierno 270
4.1.1. El escenario político y social en Jammu y Cachemira tras la integración en la
India 271
4.1.2. El proceso de reglamentación de las relaciones constitucionales entre la Unión
India y Jammu y Cachemira 275
4. 1 .2.1. La extensión del reconocimiento del principio de autonomía en el
Articulo 370 de la Constitución India de 1950 275
4.1.2.2. El Acuerdo de Delhi de 1952 280
4.1.3. Los principales problemas del gobierno de Sheikh Abdullah y las causas de su
destitución 281
4.1.3.1. La tendencia dictatorial del régimen de SheikhAbdullah 282
4.1.3.2. La ambigiledad del posicionamiento de Sheikh Abdullah frente a la
integración de Jammu y Cachemira en la India 284
4.1.3.3. Los “desequilibrios regionales” 291
4.1.3.4. La destitución de Sheikh Abdullab 295

4.2. 1954-1965. El comienzo del control político directo de Jammu y Cachemira


desde Nueva Delhi y sus tímidas repercusiones sociales 301
4.2.1. La primera etapa de reducción del alcance del Art. 370 y la renuncia del
plebiscito 302
4.2.1.1. 1953-1963. flakshi Ghulam Mohammed. El principio de la intervención
de Nueva Delhi en las políticas del Estado 302
4.2.1.2. 1964-1965. CM. Sadiq. La muerte de Nehru y el triunfo del
nacionalismo hindú 312

Iv
TERCERA PARTE

EVOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS NACIONAL Y TERRITORIAL


DESDE 1965 HASTA FINALES DE LA DECADA DE LOS AÑOS 80

Capítulo V: El anquilosamiento de la disputa indo-pakistaní. Las


guerras de 1965 y 1971 y la posterior etapa de distensión 321

5.1. El deterioro de las relaciones indo-pakistaníes y la segunda guerra de


Cachemira de 1965 321
5.1.1. Losprolegómenosdeunanuevaguerra 321
5.1.1.1. El inicio de la era post Nehru”. Pakistán refuerza sus alianzas
internacionales y recurre a la guerra para impedir la integración definitiva de
Jammu y Cachemira en la India 321
5.1.1.2. La crisis del Rann de Kutch 328
5.1.1.3. Las intrusiones fronterizas de agosto y el comienzo de la “Operación
Gibraltar” 332
5.1.2. El desarrollo de la guerra y su desenlace 335
5.1.3. Las fuerzas impulsoras del alto el fuego 341
5.1.3.1. La mediación de la ONU 342
5.1.3.2. El embargo militar norteamericano y británico 347
5.1.3.3. La intromisión de China 349
5.1.4. Los incumplimientos del alto el fuego y la mediación de la URSS. La Declaración
de Tashkent 351
5.1.4.1. La Declaración de Tashkent 352

5.2. Desde Tashkent a Simia. 1966 a 1972, el período de entreguerras y el desenlace


de la tercera guerra indo-pakistaní 365
5.2.1. Las consecuencias de la guerra de 1965 365
5.2.1.1. La carrera armamentística 366
5.2.1.2. Las nuevas alianzas y repartos de influencia 368
5.2.2. 1966-1970. Un breve período de distensión. La primacía de los problemas
internos sobre la disputa territorial 374
5.2.3. 1971. El estallido de la crisis en Pakistán Oriental. Los prolegómenos de una
nueva guerra 376
5.2.3.1. La Conspiración de Agartala y el enigmático secuestro del Ganga --- 377
5.2.3.2. El proceso emancipador de Pakistán Oriental 387
5.2.4. La guerra indo-pakistaní de 1971 387
5.2.4.1. Las consecuencias de la guerra civil pakistaní en la India y la
387
5.2.4.2. La tercera guerra indo-pakistaní 393
5.2.5. El Acuerdo de Simía y la aspiración india de transformar la línea de alto el fuego
en frontera internacional 396
5.2.5.1. El verdadero significado del Acuerdo de SimIa 400
Capítulo VI: Trasfondo político y social de la sublevación
nacionalista en Jammu y Cachemira 407

61. El centralismo de Indira Gandhi como factor decisivo en la ruptura política


entre Nueva Delhi y los nacionalistas cachemiris 407
6.1.1. 1966-1977. La primera etapa de la ‘era Indira Gandhi”. La supeditación del
tratamiento de la cuestión de Cachemira a la evolución de cuestiones políticas ajenas al
conflicto 407
6.1.1.1. La reaparición de Sheikh Abdullah y su efimera campaña por la
celebración de un plebiscito de autodeterminación 408
6.1.1.2. El nuevo arresto de Sheikh Abdullah y la prohibición del Frente por el
Plebiscito 413
6.1.1.3. Las consecuencias de la derrota de Pakistán en la guerra de 1971 en el
panorama político de Jammu y Cachemira 414
6.1.1.4. El Acuerdo de Cachemira de 1975 418
6.1.2. 1977-1982. La reestructuración del panorama político y social en Jammu y
Cachemira durante los últimos años de gobierno de Sheikh Abdullah 420
6.1.2.1. El autoritarismo y la extensión de la corrupción institucional 422
6.1.22. La reavivación de los desequilibrios regionales 424
6.1.2.3. La aparición del fundamentalismo islámico en las políticas de
Jammu y Cachemira 426

6.2. La década de los 80. Causas directas de la sublevación popular y del recurso a
la lucha armada como forma de reivindicación política 433
6.2.1. La segunda etapa de la “era Indira Gandhi”. La desaparición del secularismo y la
adulteración del federalismo indio. La ruptura política, social y moral definitiva de
Jammu y Cachemira con la India 433
6.2.1.1. La rivalidad entre Farooq Abdullah e Indira Gandhi 435
6.2.1.2. La ilegal destitución del gobierno de Farooq Abdullah 439
6.2.1.3. El régimen de G.M. Shah y la explosión de las tensiones comunales- 444
6.2.2. 1986-1988. Causas políticas inmediatas de la sublevación 446
6.2.2.1. El acuerdo Rajiv-Farooq 446
6.2.2.2. La manipulación de las elecciones de 1987 449

CUARTA PARTE

CONFIGURACIÓN ACTUAL DE LOS CONFLICTOS NACIONAL Y


TERRITORIAL EN JAMMU Y CACHEMIRA

Capítulo VII: La evolución del conflicto territorial desde finales de


Iadécadadelos8Ohastalaactualidad 457

7.1. El enfoque bilateral. Los factores de desestabilización de la frontera interna en


Jammu y Cachemira: la precariedad de la CFL/LOC y la amenaza de una nueva
guerra 460
7.1.1. Los efectos de las estrategias de defensa de las reclamaciones territoriales india y
pakistaní sobre la Línea de Alto el Fuego/Línea de Control (CFL/LOC) 460

VI
7.1.1.1. El Grupo Militar de Observadores de la ONU. Los efectos del Acuerdo de
SimIa sobre las actividades para el mantenimiento de la Paz en la CFL/LOC --471
7.1.1.2. El frente bélico en el glaciar de Siachen 479
7.1.2. El peligro de una nueva guerra indo-pakistaní y la amenaza nuclear 485
7.1.2.1. La amenaza nuclear 491

7.2. El enfoque internacional. Los factores de desestabilización de las fronteras


externas en iammu y Cachemira y las rivalidades de las grandes potencias en el
surdeAsia 501
7.2.1. Retrospectiva sobre los efectos de la Guerra Fría en la disputa indo-pakistaní 502
7.2.1.1. Los efectos de la implicación de Occidente y la Unión Soviética en el
conflicto por Jammu y Cachemira 502
7.2.1.2. El papel preponderante de China en el conflicto 507
La hostilidad sino-india y sus interpretaciones 507
La evolución de las políticas chinas hacia la India y Pakistán durante la
segunda mitad de la Guerra Fría 515
7.2.2. Pronósticos sobre los designios estratégicos de China y EEUU en el nuevo orden
mundial 521
7.2.2.1. China 521
7.2.2.2.EEUU 526

Capítulo VIII: Canas, evolución y configuración de la sublevación


secesionista musulmana nacida en Jammu y Cachemira en 1989
535

8.1. Origen de las organizaciones armadas y fundamentos de la sublevación


musulmana 535
8.1.1. El nacimiento de las organizaciones separatistas violentas 535
8.1.2. Resortes que han propiciado la insurrección de carácter etno-religioso en Jammu
y Cachemira 541
8.1.2.1. La intervención encubierta de Pakistán y el fenómeno del islamismo
transnacional como activador político 541
8.1.2.2. La negación del derecho de autodeterminación y la alienación del resto de
la India 545
8.1.2.3. El fervor etno-nacionalista. La desaparición del concepto de Kashmiriyat-
549
8.1.2.4. Consideraciones circunstanciales 555
8.1.2.5. La movilización política en un trasfondo de declive institucional 556
El declive politico e institucional y la movilización política sobre una base
etno-religiosa en Jammu y Cachemira 562

8.2. Desarrollo de la insurgencia y configuración actual del escenario político y de


seguridad 569
8.2.1. Evolución, dimensión y configuración de la sublevación nacionalista en Jammu y
Cachemira 569
8.2.1.1. Su dependencia de Pakistán y otros países árabes 569
8.2.1.2. Perfil de los principales grupos armados y del movimiento de liberación
cachemiri 577

VII
Proporciones territorial, demográfica y etnográfica e impacto de la
sublevacton 577
Organización de los grupos guerrilleros y sus diferencias ideológicas 582
Capacidad y objetivos militares 587
8.2.2. La respuesta del gobierno indio en el campo de la seguridad. La cuestión de la
violación de los derechos humanos 590
8.2.2.1. Las operaciones de contrainsurgencia y la cuestión de los derechos
humanos 590
8.2.2.2. Estructura, número y funciones de las Fuerzas de Seguridad indias
destinadas en .Jammu y Cachemira 595
8.2.3. Las transformaciones en el escenario político desde 1989 hasta la actualidad-- 600

Capitulo IX: Posibles esquemas de resolución para las cuestiones


nacional-territorial en Jammu y Cachemira 623
9.1. La intensificación de los medios militares y de represión policial y la “Solución
Tibetana” en términos de política demográfica 623
9.2. El plebiscito de autodeterminación 626
9.2.1. Razones que desaconsejan la celebración de un plebiscito general 630
9.3. La partición territorial del Estado con variaciones en la CFL/LOC 633
9.4. La concesión de autonomía política 637
9.5. La modificación de la soberanía política 641
9.5.1.El control conjunto indo-pakistaní 642
9.5.2. Promover una confederación descentralizada de varios estados autónomos en el
surdeAsia 643
9.5.3. La extensión del sistema de Estado. La ‘deconstrucción” de la soberanía 646

Conclusiones finales y una propuesta de solución 649

Bibliografía 697

Anexo: Mapas
1. División actual del antiguo Estado nativo de Jammu y Cachemira
2. Etapas en la creación del Estado nativo de Jammu y Cachemira
3. Jammu y Cachemira y su proyección hacia Asia Central
4. Jammu y Cachemira y la delimitación actual de la Línea de Control
5. El sector occidental de la Frontera del Norte y las distintas apreciaciones fronterizas
en Aksai Chin. Fronteras de 1899, 1905 y 1963
6. La partición de Punjab. La concesión fronteriza de la Comisión Radcliffe
7. La guerra indo-pakistaní de 1947-1948
8. El conflicto del Rann de Kutch y la guerra indo-pakistani de 1965
9. La guerra indo-pakistani de 1971 en el sector occidental
10. El frente de batalla en el glaciar de Siachen

VIII
INTRODUCCIÓN

1. LA SELECCIÓN DEL TEMA

Antes de escoger un tema hacia el que orientar mi tesis doctoral sólo tenía claras
dos ideas. En primer lugar, deseaba que fuera una cuestión en la que la dimensión
humana, social y política se distinguiera por su trascendencia sobre otras disciplinas
como la economía o el derecho. Esta inclinación no estaba justificada exclusivamente
en el reconocimiento de que mí formación universitaria, consistente en una licenciatura
en Ciencias de la Información, resultaba insuficiente para abordar con criterio el análisis
de estas materias especializadas. También partió de la creencia en que la comunidad
internacional tiende cada vez más a dar prioridad al estudio de los componentes
humanos propios de cada conflicto, en detrimento de consideraciones basadas en
normas o esquemas generalizadores.

En segundo lugar, deseaba que mi estudio se centrara en algún problema


relacionado con los conflictos étnicos y las dificultades con las que se enfrentan algunas
comunidades minoritarias en Asia. Exceptuando su potencial económico, muchas de las
compulsiones que azotan al continente asiático siguen siendo poco conocidas en
España. En esta zona del mundo son pocos los países que no sufren algún tipo de
perturbación, bien interna o bien causada por rivalidades con paises vecinos, susceptible
de explotar en cualquier momento. Mi propósito era elegir una materia con escasa
divulgación en España, uno de esos muchos conflictos sobre los que los analistas
políticos centran su atención y advierten sobre sus posibles consecuencias sin conseguir
despertar el interés internacional hasta que es demasiado tarde. Yo me quería anticipar a
ese momento. Deseaba realizar una investigación que sirviera al mismo tiempo como
introducción para futuros investigadores interesados en aspectos diferenciados de la
materia, y como exposición global de una realidad constante que tarde o temprano
saltara a la actualidad.

Mi principal preocupación era encontrar suficientes fuentes de información para


desarrollar un estudio analítico y comparativo profundo sobre algún conflicto de estas
características en Asia. Los centros de estudios asiáticos en España son escasos y
relativamente jóvenes, y decidí condicionar la elección del tema a la posibilidad de
viajar e investigar sobre el terreno en el país o región objeto de mi tesis. Lo contrario no
habría tenido sentido, por muy interesante que me resultara algún tema concreto, tenía
que enfrentarme al hecho de que sin información no iba a tener tesis.

Fue entonces cuando mi tío, D. Alvaro de Castilla Bermúdez-Cañete, ifie


destinado a Nueva Delhi como Embajador de España. Una breve conversación con él
me sirvió para comprobar que había tenido algo más que una magnífica suerte. Su
concisa exposición fue suficiente para convencerme de que la denominada “cuestión de
Cachemira”, un conflicto con derivaciones territoriales y nacionalistas en el que el
complejo escenario étnico ha influido de forma variable y notablemente singular desde
su estallido, reunía todas las condiciones para transformar mi elección en un trabajo de
investigación apasionante que despertara el mismo grado de sugestión en eventuales
lectores. La sugerencia de mi tío fue acompañada de un cordial ofrecimiento de
colaboración (y, lo más importante, alojamiento en Nueva Delhi), y seguida de la
inmediata reacción de entusiasmo de mi director de tesis, el Catedrático de Relaciones
Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid D. Santiago Petschen.

El paso de cinco años ha demostrado que no me equivoqué al aprovechar la gran


oportunidad con la que el destino me obsequió. Los sacrificios asumidos para satisfacer
mi obstinación y darle un giro a mi vida con el único objetivo de viajar a la india y
pasar -en-ella-ui-i -período-total des- meses- -se- han visto- plenamente -eo-mper¡sados: El azar
ha resuelto que un conflicto que permanecía en el olvido en el momento en que inicié
mis primeras aproximaciones a su investigación, principios del año 1996, suponga ahora
una materia de máximo interés y actualidad que enfrenta a la comunidad internacional
con un inaplazable y urgente reto que ha dejado de afectar en exclusiva a las tres partes
implicadas más directamente, la India, Pakistán y la población de Jammu y Cachemira,
para suponer una amenaza real y tangible a la paz y la estabilidad no sólo en el sur de
Asia, sino en todo el mundo.

2- UNA BREVE INTRODUCCIÓN AL CONFLICTO

El Estado indio de Jammu y Cachemira, situado en la parte noroeste del


subcontinente indostánico, es un territorio reivindicado por Pakistán desde la división
del Imperio Británico en 1947, y sacudido por un violento movimiento secesionista de
carácter etno-religioso desde finales de la década de los 80.

2
En 1947, el Estado nativo dc Jammu y Cachemira, con una extensión cercana a
la de Gran Bretaña y una población mayoritariamente musulmana gobernada por un
Marajá hindú de la dinastía Dogra, estaba situado geográficamente de tal forma que tras
la división de la colonia británica podría haber sido integrado tanto en la India como en
Pakistán. Pero la lógica explicita en la división del Imperio en dos naciones de mayoría
musulmana e hindú sugiere que, como reivindicaban los líderes pakistaníes, el Estado
debería haberse integrado en la recién nacida nación islámica. No obstante, el Marajá
1-lan Singh, haciendo uso del derecho y del deber que se le asignaron en su momento, y
condicionado por la amenaza de invasión de su Reino, optó finalmente por una de las
tres oportunidades que se barajaban (integración del Estado en la India o en Pakistán o
independencia): la integración de Jammu y Cachemira en la Unión India.

Desde que la india y Pakistán comenzaron su andadura como estados


independientes han librado tres guerras, dos de ellas provocadas por su contencioso por
la integración de este territorio centroasiático, y la tercera, aunque originada por la
guerra de secesión de la antigua región pakistaní de Bangladesh, también se extendió a
territorio cachemiri. En 1947-1948, la primera guerra de Cachemira tuvo como
resultado la división del Reino Dogra en dos áreas al norte y al oeste controladas por
Pakistán (el Estado de Azad Kashmir y las Áreas del Norte) y un mayor territorio
meridional que fue integrado en la India como el Estado de Jammu y Cachemira.

En la actualidad, en Jammu y Cachemira, único Estado de la India con mayoria


de población musulmana, se está desarrollando un doble conflicto, territorial y nacional.
Sus graves repercusiones afectan en igual medida al desarrollo normal de las relaciones
indo-pakistaníes y a la estabilidad de la India, entre cuyas fronteras está integrado el
territorio donde se sitúa el foco del levantamiento secesionista: el Valle de Cachemira y
su capital, Srinagar. Por otro lado, este conflicto es una de las principales razones que
justifican los enormes presupuestos que ambos países, azotados por niveles de pobreza
alarmantes, dedican cada año al reforzamiento de sus Ejércitos y al desarrollo de sus
programas nucleares.

Este escenario se ve complicado por tres circunstancias: primero, que el Estado


indio de Jammu y Cachemira está compuesto, además de por la región musulmana de
Cachemira, por las regiones mayoritariamente hindú y budista de Jammu y Ladakh

3
respectivamente, y ninguna de estas dos regiones secunda el movimiento secesionista;
segundo, que la sublevación armada está liderada por partidos políticos y grupos
armados con afiliaciones e ideologías discrepantes; y tercero, que desde la década de los
años 50 China ha ocupado una porción de Ladakh que la India reivindica como
perteneciente al Estado de Jammu y Cachemira. La ocupación de este territorio, que
nunca ha tenido una delimitación fronteriza formal, fue la principal causa de la guerra
sino-india de 1962.

Durante las cuatro décadas inmediatamente posteriores a la guerra de 1947-1948


la atención internacional se centré en la primera de las materias mencionadas, la
beligerante evolución del conflicto indo-pakistaní por la soberanía de este territorio.
Pero desde 1989 la cuestión de Cachemira también se comenzó a percibir como un
movimiento de reivindicación nacionalista independentista de la parte del ex Estado
nativo que se integró en la Unión India. Actualmente, la ascensión de la India y de
Pakistán como potencias nucleares ha vuelto a centrar la atención en el enfoque
internacional del conflicto.

Pakistán ha pretendido presentar la sublevación separatista cachemiri como una


manifestación más de sus reclamaciones territoriales. No obstante, ésta ha sido,
fundamentalmente, la reacción frente a unas medidas concretas adoptadas por la India
en el marco de su propia evolución política interna. De hecho, una de las intenciones de
esta tesis es demostrar que el conflicto territorial indo-pakistaní y la insurrección de los
musulmanes cachemiris han tenido unas causas y un desarrollo sin correlatividad,
independientes y propios hasta muy recientemente.

Durante los primeros años de la disputa territorial la gran mayoría de la


población musulmana de Jammu y Cachemira no opuso ninguna resistencia a su
integración en la India. Su reverenciado líder político musulmán, Sheikh Abdullah, y el
partido que abanderaba, la Conferencia Nacional, fueron rotundos en su eleccion.
Reconociendo la imposibilidad de la supervivencia de Jammu y Cachemira como
Estado independiente, prefirieron integrarse en el Estado secular y democrático de la
India antes que en el incierto Estado islámico de Pakistán. No obstante, los cachemiris
también dejaron claro que su deseo era gozar de un estatus especial con un grado de
autonomía mayor que cualquier otro Estado de la Unión. Estas peticiones fueron

4
aceptadas y reglamentadas por Nueva Delhi en distintos acuerdos y en la propia
Constitución de la India. Sin embargo, sus sucesivos gobiernos han ido desvirtuando
poco a poco todos estos derechos y han caído en el error de incumplir sus promesas y
someter a este Estado a un férreo control del centro.

La negación, no sólo del derecho de autodeterminación contemplado en las


resoluciones de la Organización de Naciones Unidas, sino del autogobierno dentro del
marco de la Unión; la movilización política popular en un marco general de declive
institucional y democrático, y la intervención encubierta de Pakistán, alentaron en la
década de los 80 el recurso a la violencia de la población cachemiri. Varios años de
huelgas esporádicas, manifestaciones y otras actividades antigubernamentales en
Jammu y Cachemira, culminaron en diciembre de 1989 con el secuestro de la hija del
ministro de Interior de la India. La agenda secesionista que una pequeña camarilla de
organizaciones clandestinas estuvo promocionado durante décadas pareció provocar
súbitamente un apoyo popular generalizado.

Enfrentado con una inesperada explosión de violencia etno-religiosa y


secesionista, el gobierno indio movilizó a sus Fuerzas de Seguridad, incluyendo
unidades del Ejército de la India y distintas fuerzas paramilitares entrenadas para
actividades de contrainsurgencia. Las cifras acerca del número de personal de seguridad
indio destinado en el Estado podrían alcanzar los 400.000 hombres.r Esta campaña en
Cachemira es la operación de contrainsurgencia más amplia y más rotunda desarrollada
en territorio indio hasta las fechas. La operación resulta enormemente costosa para el
tesoro público de la India.

Numerosos grupos guerrilleros han provocado en su enfrentamiento con las


Fuerzas de Seguridad indias más de 25.000 muertes desde 1989. La cifra exacta de bajas
producida por la sublevación es objeto de controversia. Se estima que en los últimos 10
años han muerto entre 30.000 y 40.000 civiles, guerrilleros y soldados indios y
pakistaníes. La policía india cifra las bajas en 24.000, y los grupos separatistas
cachemiris dicen que alcanzan las 80.000. Además, cerca de 300.000 personas,

¡ WIRSING, Robcrt G. India, Pakistan and rhe Kashmir Dispute. Qn Regional Confiict and Ms
Resolution. Macmillan. Londrcs 1994. Pág. 146
especialmente cachemiris hindúes, han abandonado sus hogares y posesiones en el Valle
de Cachemira y viven como refugiados en Jammu y otras partes de la India.2

La materialización actual del conflicto de Cachemira es significativamente


diferente de sus manifestaciones anteriores. El conflicto en su configuración original,
que condujo a dos guerras entre la India y Pakistán en 1947-8 y 1965, era
fundamentalmente bilateral. La fuente de discordia emanaba de la reafirmación formal
de la India de su posición en el territorio integrado y de las inexorables reivindicaciones
de Pakistán sobre la totalidad del antiguo Reino Dogra, enmascaradas tras una supuesta
defensa del derecho de autodeterminación de los cachemiris. En esta primera etapa, la
población del Estado indio no participó activamente en el conflicto. De hecho, en la
guerra de 1965 los cachemiris tuvieron gran parte de responsabilidad por el fracaso de la
cuidadosamente diseñada estrategia pakistaní de infiltración destinada a provocar la
sublevación de la población de Jammu y Cachemira.

La situación desde 1989 es radicalmente opuesta. Tanto los expatriados


caehemiris dentro de Pakistán como gran parte de los residentes del Valle de Cachemira
han estado, en distinto grado, participando activamente en la sublevación. Sin embargo,
el grado de participación popular ha sufrido un notable descenso en los últimos cuatro
años a causa de la progresiva criminalización de las organizaciones guerrilleras y de la
quiebra económica que ha ocasionado la sublevación. A. pesar de que la población
cachemiri continúa sintiéndose alienada del resto de la Unión India, desde las elecciones
celebradas en 1996, primera consulta popular llevada a cabo desde 1987, hay síntomas
que apuntan a un creciente deseo por volver a la normalidad política aunque sea a
expensas de renunciar a algunas de sus reivindicaciones.

El grado y la intensidad del conflicto, unidos a las prácticas utilizadas por las
Fuerzas de Seguridad indias en contra de los sublevados, han centrado la atención
internacional sobre Cachemira. Numerosas organizaciones no gubernamentales han
denunciado la sistemática violación de los derechos humanos por parte de las Fuerzas
de Seguridad indias. Las acusaciones mutuas entre Islamabad y Nueva Delhi son
continuas. Pakistán acusa a la India de reprimir violentamente el movimiento popular
cachemiri, y la India acusa a Pakistán de entrenar y financiar a los insurgentes y de ser

2 SIMONS Lewis M. “Cachemira Entre Dos Fuegos”. National Geoeraphic. Sept. de 1999. Págs. 12 y 23

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el responsable de que no se llegara a celebrar el plebiscito de autodeterminación
contemplado en varias resoluciones de la ONU. Por último, las grandes potencias,
especialmente Estados Unidos, han expresado su preocupación ante un posible
desbordamiento del conflicto. La comunidad internacional ha manifestado su temor ante
un conflicto indo-pakistaní que podría escalar hasta una guerra nuclear. La posesión de
este tipo de armamento por parte de ambas naciones asiáticas ha sido objeto de un
importante debate en el ámbito internacional acerca de si es un hecho que contribuye a
generar estabilidad o a aumentar el peligro de una nueva guerra.

Estos temores no carecen de fundamento. Dos de las tres guerras entre la India y
Pakistán fueron provocadas directamente por la reclamación de Pakistán sobre el
territorio de Janniu y Cachemira. Más recientemente se han producido, por lo menos,
tres conatos de guerra en 1987, 1990 y 1999. Lo que es más importante, la India y
Pakistán desarrollaron unas pruebas nucleares en 1998 que han provocado una oleada de
reacciones por todo el mundo y que pueden acarrear consecuencias incalculables. Ante
este nuevo elemento, la potencial reanudación de un conflicto bilateral entre la India y
Pakistán ha vuelto a centrar gran parte de la atención internacional en la región y en la
crisis de Cachemira

3. DEFINICIÓN DE “ESTADO DE JAMMU Y CACHEMIRA”

A la hora de profundizar en esta disputa nacionalista y territorial hay que tener


muy presente que nombrar al Estado de Jammu y Cachemira es nombrar un
rompecabezas: un Estado antiguo con una historia moderna y dividida, un territorio de
mayoría musulmana rico en valores hindúes, sufies y budistas, una comunidad
conformada por diferentes identidades culturales, religiosas y étnicas que fueron
artificialmente reunidas bajo una sola unidad administrativa bajo las políticas
expansionistas coincidentes de los británicos y una dinastía hindú.

No siempre está claro qué territorio abarca o en qué consiste realmente .lammu y
Cachemira, o lo que este término significa para la gente que vive en su interior. De
hecho, el término Jammu y Cachemira nos enfrenta con un enigma político al aludir a
una entidad territorial cuya población está fragmentada entre aquellos que desean
permanecer en la India, unirse a Pakistán o instaurarse como un Estado independiente.

7
El concepto de independencia también está disociado entre aquellos que quieren
establecer un estado islámico y aquellos que desean consagrar uno secular.

Cuando los analistas estudian esta crisis suelen referirse por el término de
“Cachemira” a los distritos del Valle de Cachemira que rodean a Srinagar, integrados
casi en su totalidad en la India, o a la totalidad de los territorios del Estado indio. La
primera utilización del término es correcta, la segunda no, puesto que las regiones del
antiguo Reino Dogra integradas en la India son tres, la mencionada provincia de
Cachemira, y las provincias de Jammu y Ladakh. Por lo tanto, hay que tener presente
que Cachemira, propiamente dicha, sólo es una de las regiones que conformaban el
antiguo Estado nativo y que hoy conforman el Estado anexionado por la India,

Si bien, al contener la provincia de Cachemira el núcleo de la sublevación


nacionalista y al ser el principal objeto de la disputa territorial, la mala utilización del
término no suele perjudicar al análisis científico, hay ocasiones en las que silo desvirtúa
al ignorar los escenarios propios de las otras regiones del antiguo Estado nativo o del
actual Estado indio.

Por lo tanto, se debe tener presente que el término “Estado de Jammu y


Cachemira” es el apropiado para referirse al Reino Dogra conformado antes de 1947, y
a la parte de sus territorios integrados como un Estado indio después de la primera
guerra indo-pakistani. Ambos han estado compuestos por distintas y dispares regiones
de las que sólo dos, debido a su preponderancia y superioridad demográfica, han sido
utilizadas para dar nombre a una unidad administrativa más amplia. En este estudio,
sólo cuando no sea necesaria la especificación y la narración gane en fluidez, se
utilizará el término “Cachemira” para hacer referencia a los territorios del ex Estado
nativo o del actual Estado indio, y “cachemiris” para aludir al conjunto de los habitantes
de sus distintas regiones, a pesar de que, étnicamente, sólo son cachemiris los habitantes
de la provincia de Cachemira.

Del mismo modo, en muy pocas ocasiones los analistas se paran a examinar el
destino y los problemas asociados con Azad Kashmir o las Áreas del Norte en Pakistán.
La crisis en el interior de lo que los indios denominan la Cachemira Ocupada por
Pakistán (Pakistan Occupied Kashrnir) es más sutil y menos dramática que la que
presenciamos en el Estado indio, pero está íntimamente relacionada con la crisis política

8
en el Valle de Cachemira desde 1989. La creación de la región autónoma de Azad
Kashmir no ha proporcionado a sus habitantes un panorama laboral aceptable,
facilidades sociales y culturales o un marco para desarrollar su propia identidad libre de
un revestimiento religioso que emana de la asociación oficial de Pakistán con el Islam.
Separados del Valle y de la gran mayoría de los centros históricos del anterior Reino
Dogra, los cachemiris de Azad Kashmir se sienten amenazados por la mayoría punjabi
que domina en Pakistán, por los pathanes o por otras comunidades de mayor peso en la
nación islámica

Esta situación se repite en las Areas del Norte, una de cuyas regiones, Baltistán
(siendo la otra Gilgit), se siente más identificada con los territorios del antiguo y más
expansionista Ladakh, y donde además jamás se ha disfrutado de ningún grado de
autonomía que les desvincule de Islamabad. Desde 1947 estas poblaciones se han visto
privadas de cualquier tipo de garantía democrática a nivel nacional. De hecho, muchas
publicaciones pakistaníes hacen referencia a estos territorios como “la última colonia
pakistaní”.

También en el interior de la India el término “.Jammu y Cachemira” integra áreas


bastante distintas geográfica y culturalmente. El Valle de Cachemira está separado de
Jammu y Ladakh por altas montañas y grandes ríos, las carreteras que le unen con estos
dos territorios son de muy mala calidad y poco seguras, por lo que no es de extrañar que
cada región disfrute todavía de una identidad separada.

Incluso cuando se mencionan las diferencias regionales dentro del Estado indio
entre Jammu y el Valle, a menudo se ignoran las diferencias entre Ladakh y Cachemira,
o las que existen dentro del mismo Ladakh, donde el distrito de Leh está relacionado
con el Tíbet y China, y el distrito de Kargil tiene su propia compleja implicación con
Asia Central y el Islam shií. Por lo tanto, aunque en este estudio el término Jarnmu y
Cachemira se utilice para designar al Reino Dogra tal y como estaba constituido antes
de la independencia de la India y de Pakistán, o al Estado indio anexionado en 1947,
ello no debe interpretarse como una afirmación de que el territorio sea indivisible o
“natural” en ningún sentido.

9
4. ENFOQUES TEMÁTICO, ESTRUCTURAL Y METODOLÓGICO
DE ESTA TESIS DOCTORAL

La primera particularidad que me llamó la atención al examinar los distintos


enfoques desde los que los autores indios y pakistaníes abordan este conflicto fue la
importancia cardinal que siguen concediendo al estudio de remotos hechos históricos.
Estos continúan constituyendo las principales bases para justificar sus distintos
posicionamientos y, lo que es más preocupante, para condicionar la búsqueda de
posibles soluciones. Todavía en la actualidad, cualquier revista india o pakistani que
publique una monografia sobre el conflicto de Jammu y Cachemira dedica un espacio
notable a los artículos que analizan el trasfondo histórico, y a los investigadores que
defienden teorías revisionistas que intentan acabar con las tradicionales interpretaciones
que se han hecho de distintos acontecimientos.

No obstante, la configuración actual y los distintos componentes del conflicto


aconsejan contemplar el escenario contemporáneo desde el prisma de lo reciente. El
lenguaje de la disputa ha evolucionado en los últimos años y a la problemática inicial se
le han ido añadiendo cuestiones que no existían en 1947. De cualquier forma, aunque el
panorama actual presenta pocas similitudes con aquél, un conocimiento profundo de la
génesis del problema presente resulta imprescindible, si no para la búsqueda de una
solución, para la que sería conveniente dejar a un lado circunstancias caducas, sí para su
correcto entendimiento. Pero sobre todo, este estudio de las versiones enfrentadas de los
hechos históricos se hace imprescindible en esta materia en particular porque es lo que
explica la tradicional inmovilidad e intransigencia de dirigentes indios y pakistaníes y la
intratabilidad de esta disputa durante 50 años.

Por otro lado, para estudiar este conflicto desde el ángulo de la ciencia política
es necesario analizar las distintas fuerzas que han conducido a las distintas decisiones
políticas y han influido en ellas. Asimismo, este estudio parte de la suposición de que el
conflicto de Jammu y Cachemira es un gran desconocido en España, por lo que
pretende, en la medida de lo posible, conjugar la proflindización científica con una
vocación claramente introductoria. Esa es la razón de que nos remontemos no sólo al
origen del conflicto que surge en 1947, sino al mismo nacimiento del Estado nativo de
Jammu y Cachemira como unidad política y administrativa y al comienzo de la escisión
comunal del subcontinente durante los últimos años del Imperio Británico.

lo
Pero en el estudio de cualquier conflicto territorial o nacionalista no sólo los
acontecimientos históricos son relevantes para el observador político. Los análisis de los
expertos proyectan luz sobre otros matices de la disputa e interpretan la manera en que
el conflicto ha sido considerado internamente. Esta proyección se hace necesaria
teniendo en cuenta que el conflicto de Cachemira ha sido un asunto candente en
Pakistán desde su nacimiento, considerado por la mayoría como una cuestión que afecta
a la consumación de su construcción nacional, mientras que en la India sólo ha sido uno
de sus problemas adicionales. No obstante, la confrontación ha sido un rasgo constante,
y será fácil comprobar que esta cuestión ha generado tanta ira y frustración en todas las
partes implicadas que, a lo largo de los años, el componente psicológico y emocional ha
adoptado una magnitud dificilmente comparable con cualquier otra contienda en el
mundo.

Por ello, en este estudio no sólo se recurre al análisis de documentos oficiales, a


obras basadas en testimonios de testigos directos o en aproximaciones que parten de las
disciplinas de análisis de las Relaciones Internacionales. También se concede un interés
especial a las informaciones y opiniones publicadas en prensa, a las reflexiones de
observadores tanto poco imparciales como neutrales, y a todo lo que pueda proporcionar
una descripción amplia de todas la impresiones manifestadas, escritas o insinuadas en
distintas fases y desde distintos ámbitos. De esta manera, se intenta describir la
atmósfera que ha prevalecido en las tres partes implicadas directamente (Pakistán, la
India y la población de Jammu y Cachemira), y las reflexiones que las distintas
situaciones han despertado en las organizaciones, mediadores e investigadores
extranjeros.

La documentación utilizada en esta tesis procede en su gran mayoría de las


bibliotecas, centros de documentación y distintas fuentes de información a las que tuve
acceso durante mis dos estancias en Nueva Delhi, pero en la primera fase de
aproximación general a la materia también conseguí cierta información en algunos
centros de consulta en Madrid. Estos centros fueron:

- Servicio de Documentación de la Embajada de la India

- Servicio de Documentación de la Embajada de Pakistán -

II
- Servicio de Documentación de la Embajada del Reino Unido

- Biblioteca de la Escuela Diplomática

- Servicio de Documentación de la Sede de la ONU

- Oficina de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores (Departamento


de Estadios del Sur de Asia)

- Biblioteca de la Facultad de Ciencias Politicas de la 12CM.

- Biblioteca y hemeroteca de la Facultad de Ciencias de la Información de la


U.C.M.

- Biblioteca de la Universidad Europea-C.E.E.S.

Ya en Nueva Delhi, por mediación del profesor Ganguly, director del


Departamento de Español de la Universidad Jawaharlal Nehru, los profesores Kalirn
Bahadur y K. Warikko me ayudaron a establecer la necesaria acotación de un conflicto
con múltiples ramificaciones. Ellos me indicaron la bibliografia básica para realizar una
aproximación objetiva a la cuestión de Jammu y Cachemira. Esta bibliografia y el resto
de la información que recopilé durante mis dos estancias en Nueva Delhi procedieron
fundamentalmente de los siguientes centros de documentación:

- Nehru Memorial Museum and Library

- Jawaharlal Nehru University (hemeroteca y biblioteca)

- India International Centre

- Goverrnnent ofiammu mrd Kashmir Bureau ofInformation

indian Institute ofMass Comunication

Servicio de Documentación de la Embajada de Pakistán

Servicio de Documentación de la Embajada de Estados Unidos

12
- Servicio de Documentación de la Embajada de España

Los testimonios orales de primera mano fueron más dificiles de conseguir, pero
algunas conversaciones informales con la periodista india Tavleen Singh, con
Ajatshatru Singh, nieto del Marajá Han Singh y ministro de Turismo del nuevo
gobierno cachemiri en 1996, con un grupo de parlamentarios del partido nacionalista
hindú Baratiya Janata Party, y con funcionarios de las embajadas de Pakistán y Estados
Unidos, fueron muy útiles para percibir las diferentes perspectivas desde las que se
enfoca el conflicto actual en distintos ámbitos.

La irremplazable carencia que para este estudio supuso el no poder viajar y


contemplar personalmente la situación en Jaminu y Cachemira sólo pudo ser
parcialmente enmendada interrogando a cualquier persona que hubiera visitado el
Estado recientemente. En Nueva Delhi hay cientos de comerciantes o empresarios
cachemiris emigrados, y es fácil conocer visitantes que no han sido liberados por algún
grupo armado hasta después de pagar un rescate. Esta última práctica lleva años siendo
algo común, y ha afectado de igual forma a ciudadanos indios o cachemiris que a
extranjeros que han desoído las instrucciones de sus embajadas y han visitado la región,
a pesar de que no son pocos los turistas que han perdido la vida durante algún atentado
terrorista. Teniendo en cuenta que yo me encontraba en la India como huésped de mi
tío, el Embajador de España, y conociendo el interés de los guerrilleros cachemiris por
internacionalizar el conflicto, cualquier percance habría supuesto la asunción de
responsabilidades más amplias que la propia. Ello explica que decidiera transigir ante
las muchas personas que me reclamaron prescindir de mi anhelado viaje a Jammu y
Cachemira.

Por último, planteadas las principales fuentes de información utilizadas, no


podemos olvidar el sistema de estructuración y la metodología empleada.

Las peculiares características de este conflicto no sólo han condicionado la


elección de las fuentes de información en esta tesis. También ha forzado la utilización
de distintas metodologias de investigación y un esquema de estructuración que pretende
subrayar el hecho de que nos enfrentamos a dos conflictos diferenciados. Si bien la
sublevación nacionalista es actualmente inseparable de la disputa territorial indo-
pakistani, las causas de la insurrección cachemiri son autóctonas y su evolución ha

13
seguido un ritmo ajeno al de la disputa territorial. Por lo tanto, nos encontramos con dos
conflictos diferenciados que comparten un mismo trasfondo histórico y que están
destinados a compartir igualmente un mismo esquema de resolución.

Este estudio está dividido en cuatro partes que examinan, en primer lugar, el
trasfondo histórico compartido por ambos conflictos y, a continuación, la evolución y la
configuración actual, por un lado, de la disputa territorial, y por otro, de la contienda
separatista. Por último, en un último apartado dedicado a las conclusiones finales,
también se incluirá una modesta propuesta personal que podría ser de utilidad a la hora
de aproximarse a una solución para este conflicto.

La primera parte de esta tesis analiza en dos capítulos diferenciados el trasfondo


histórico y los factores que propiciaron la primera guerra indo-pakistani y la división del
Estado nativo de Jammu y Cachemira. El primer capítulo abarca hasta el 15 de agosto
de 1947, fecha en que finalizó la Transferencia de Poderes británica a las dos nuevas
naciones independientes de la India y Pakistán. En él se da un breve repaso a los
objetivos y avatares de la creación de Jarnmu y Cachemira como un Estado guardián de
la Frontera del Norte del Imperio Británico, y al proceso de escisión comunal que afectó
al subcontinente durante los últimos años de la colonia y que determinó la competición
entre indios y pakistaníes por este Estado musulmán.

El segundo capítulo comienza con una descripción de la incierta y tensa


situación que se vivía en el subcontinente a causa de la postergada decisión del monarca
cachemiri acerca del futuro de su Estado. Acto seguido analiza los impulsos que
forzaron al Marajá a solicitar la integración en la India, dando lugar a la primera guerra
indo-pakistani. Por último, examina tanto los fundamentos que sustentaron las
reclamaciones territoriales de la India y de Pakistán como las principales razones de que
no se alcanzara un acuerdo negociado de forma bilateral en la primera parte de la
disputa.

La metodología de investigación utilizada en esta primera parte de la tesis no


podía ser otra que la comparativa, no sólo por su contenido meramente histórico, sino
por la controversia casi absoluta que existe entre las interpretaciones india y pakistaní
de los distintos hechos que propiciaron la integración del Estado en la India. No
obstante, mi intención ha sido no inhibirme de la polémica, lo que me ha llevado a

14
respetar la metodología tradicional y realizar un trabajo de análisis y síntesis sin el que
dificilmente podría haber alcanzado y expuesto una opinión propia. En todas aquellas
ocasiones en las que mi investigación me ha permitido alcanzar un juicio documentado
sobre aspectos controvertibles he intentado, sin dejar de señalar la existencia de
versiones contrarias, conducir al lector hacia el dictamen que he creído acertado.

La segunda y la tercera parte de la tesis analizan la evolución de la denominada


“cuestión de Cachemira” desde la finalización de la primera guerra indo-pakistaní que
provocó la división del anterior Reino Dogra hasta finales de la década de los 80. Los
cuatro capítulos que conforman esta dos partes intermedias se asemejan, tanto por su
estructuración como por la metodología de investigación utilizada, a la primera parte de
esta tesis: un estudio que respeta el orden cronológico de unos hechos que ya pertenecen
al pasado, y un examen comparativo que no huye del análisis y la síntesis
indispensables para extraer y exponer una opinión propia.

Estas partes se ajustan a dos acotaciones cronológicas. La primera engloba el


período que transcurre desde el final de la guerra de Cachemira de 1947-1948 hasta las
vísperas de la segunda confrontación armada en 1965. La segunda comienza con la
segunda guerra de Cachemira de 1965 y abarca hasta finales de la década de los 80,
cuando el inicio de la sublevación armada cachemiri permite a Pakistán resucitar con
fuerza una disputa territorial que parecía olvidada. Estas segunda y tercera parte
también presentan una misma estructuración, al estar dividas cada una de ellas en dos
capítulos que analizan de forma diferenciada, por un lado, el desarrollo de la disputa
territorial, y, por otro, la evolución del conflicto nacionalista en Jammu y Cachemira. La
combinación de estas acotaciones cronológicas y estructuraciones permite apreciar con
más precisión la correlación, o falta de ella, que ha existido a lo largo de los años entre
las dos facetas diferenciadas de la cuestión de Cachemira.

Así, en los capítulos dedicados a la disputa territorial por Jammu y Cachemira,


se podrá comprobar que la confrontación y la hostilidad han sido rasgos casi
permanentes en las relaciones indo-pakistaníes desde 1947. Entre las materias más
relevantes relacionadas con la disputa territorial que son analizadas en el capitulo 111 de
la primera parte se encuentran la poco acertada labor de mediación de la ONU y el
reforzamiento militar de Pakistán gracias a su alianza militar con EEUU en 1954.

i5
Ambos factores propiciaron la adopción de una actitud inflexible por parte de la India,
su desestimación de la mediación internacional, y el abandono de su promesa de
celebrar un plebiscito de autodeterminación. El capítulo V de la tercera parte aborda el
análisis de la plena incursión de la disputa en las dinámicas internacionales de la Guerra
Fría, y de cómo la pertinacia de la reclamación territorial pakistaní le llevó en 1965 y en
1971 a intentar lograr por la fuerza de las armas lo que no había podido obtener por
medio de la presión internacional y las negociaciones. Las derrotas en ambas guerras
obligaron a Pakistán a asumir una larga etapa de distensión que perduró hasta que la
sublevación musulmana en el Valle de Cachemira le volvió a abrir las puertas a la
intervención.

Por su parte, los capítulo IV y VI, centrados en la evolución del conflicto


nacionalista, dibujan un escenario más relacionado con el desarrollo político interno en
la India que con la existencia de una reclamación de soberanía pakistaní. Estos dos
capitulos abordan el análisis de los hechos históricos mediante un método que coteja las
versiones india, pakistaní y cachemiri. De nuevo, lejos de desentenderme de la
polémica, he optado por reflejar las opiniones que mi trabajo analítico me ha permitido
cosechar, y he procurado sustentarías de forma sintetizada pero completa.

Los capitulo IV y VI examinan en exclusiva las razones por las que Jammu y
Cachemira, habiendo aceptado en 1947 su integración en la India, se haya transformado
en el Estado que enfrenta a Nueva Delhi con la fuerza nacionalista-separatista más
potente de todos sus problemáticos territorios. Se podrá comprobar que desde la
destitución del gran líder cachemiri Sheikh Abdullah en 1953, y en especial durante las
dos etapas de gobierno de Indira Gandhi en Nueva Delhi, los graves errores de la India
han sido el ingrediente más común en el tratamiento de este territorio. A Jammu y
Cachemira la India le ha negado sistemáticamente todos los derechos reconocidos en el
Instrumento de Adhesión, en la Constitución de la India, y en numerosos tratados
alcanzados por los lideres políticos cachemiris e indios. No obstante, también será fácil
constatar que, habiendo comenzado las políticas centralistas y abusivas de Nueva Delhi
en una fecha tan temprana como fue 1953, la población musulmana no secundó los
intentos de invasión pakistaní ni en 1965 ni en 1972. El comienzo de la sublevación
cachemiri en 1989 tuvo sus principales impulsos y prolegómenos en el escenario
politico interno de la India.

16
Por último, la cuarta parte de esta tesis, centrada en la configuración actual de
los conflictos nacional y territorial en Jammu y Cachemira, no se ajusta a la evolución
cronológica como las tres primeras partes, pero si acota los dos escenarios diferenciados
que ambas facetas de la cuestión de Cachemira han proporcionado después del
comienzo de la sublevación nacionalista a finales de l.a década de los 80.

El capítulo VII, que analiza la configuración actual de la disputa territorial desde


su perspectiva tanto bilateral como internacional, se distingue de los anteriores por una
estructuración que huye de las coerciones que impone el orden cronológico para
desarrollar un esquema de disquisición por temas y materias. Ello permite distinguir los
matices de la disputa que actualmente son más relevantes. En este capítulo, el análisis y
la síntesis de las numerosas teorías expuestas por los investigadores de la cuestión de
Cachemira se destaca por su preponderancia sobre el método meramente comparativo al
que han compelido los capítulos anteriores centrados en interpretaciones históricas
siempre polémicas.

En lo que respecta al enfoque bilateral actual del conflicto, el análisis se centra


en los dilemas de delimitación de las fronteras internas en Jammu y Cachemira y sus
factores de desestabilización, entre los que cobran especial trascendencia la alterabilidad
de la frontera y la existencia de un frente bélico permanente en el glaciar de Siachen. En
este apartado se incluye igualmente una revisión crítica del papel que UNMOGIP, el
grupo destinado por la ONU para preservar el mantenimiento de la paz en la línea
fronteriza cachemiri, ha desarrollado desde su creación.

Por último, este apartado finaliza con una advertencia sobre las posibilidades de
que se vuelva a producir un enfrentamiento bélico entre dos países que ya han
demostrado sus capacidades nucleares. Se verá que cuando Pakistán había parecido
asumir que la división de Jammu y Cachemira iba a ser definitiva, la sublevación de la
población cachemiri en 1989 le abrió de nuevo las puertas a la intervención y volvió a
alentar sus esperanzas. Desde entonces, el nivel de confrontación bilateral ha ido in
crescendo hasta colocar a la India y a Pakistán a las puertas de un nuevo enfrentamiento
bélico. Todo ello, unido al factor nuclear, nos enfrenta con un problema de dimensiones
incalculables.

i7
En lo que respecta al enfoque regional del conflicto, la investigación, partiendo
de un análisis de la forma en que en la dinámica internacional de la Guerra Fría influyó
en la evolución de este conflicto bilateral, pretende predecir la forma en que la
finalización del mundo bipolar puede actuar para facilitar una solución definitiva o para
enquistar el conflicto. El interés se centra en los dos países más capacitados para
intervenir y presionar a la India y Pakistán, China y EEUU.

Una vez analizados el origen, las causas, la evolución y la configuración actual


del conflicto territorial indo-pakistani, el capítulo VIII estudia las características y las
causalidades del actual movimiento secesionista de carácter etno-religioso en .Iammu y
Cachemira. En esta ocasión también se renuncia a una estructura que respeta el orden
cronológico para desarrollar un análisis separado de aquellos aspectos del “movimiento
de liberación cachemirí” que hacen de esta insurrección nacionalista un caso especial.
Después de haber analizado en los capítulos anteriores las causas políticas más directas
y tangibles de la sublevación, la indagación en este capítulo profundiza en las técnicas
de la investigación científica para conjugar los distintos factores que han provocado y
han determinado los relieves del movimiento de liberación cachemiri.

El capítulo VIII también está dividido en dos apartados diferenciados. El


primero analiza con profundidad las convulsiones políticas, ideológicas, sociales y
económicas que suponen las causas más directas y los efectos configuradores de la
actual sublevación popular. Se podrá comprobar que todas ellas reflejan una interacción
entre el escenario interno y el regional o global. Un segundo apartado se centra en el
estudio de la evolución, dimensión y relieves actuales de la insurgencia, y en las
respuestas que ha recibido de la India tanto en el campo de la seguridad como en el
ámbito político.

Entre estos relieves hay dos que llaman especialmente la atención: que un
Estado con una elogiada y recia tradición de convivencia pacífica entre distintas
comunidades étnicas y religiosas se abandonara súbitamente al fratricidio en 1989, y
que entre las milicias cachemiris existan importantes discrepancias ideológicas. Este
capítulo también dedica una atención especial a dos ramificaciones de la sublevación
que han influido muy directamente en la evolución de la disputa indo-pakistaní, el
apoyo encubierto de Islamabad a las organizaciones guerrilleras y la virulencia de las

18
estrategias de contrainsurgencia utilizadas por las Fuerzas de Seguridad de la India. De
nuevo, este capitulo se centra en el análisis y la síntesis de las distintas teorías expuestas
por los investigadores de la cuestión de Cachemira para dejar en un segundo plano el
método comparativo.

Por último, la cuarta y última parte de la tesis se consuma con un apartado


diferenciado dedicado a una exploración de las distintas estrategias que se han sugerido
desde distintos ámbitos para servir de referencia en la búsqueda de una solución para la
cuestión de Cachemira.

Un trabajo de investigación de estas características no podía finalizar de otra


forma que exponiendo las reflexiones personales que los conocimientos adquiridos
durante el proceso de aproximación a esta heterogénea disputa han inspirado en la
autora. Del mismo modo, sin que sea mr intención menospreciar la complejidad de los
múltiples obstáculos que se interponen en el camino hacia una solución, y siendo
consciente de mis limitados recursos, me he permitido sugerir los parámetros generales
que, a mi entender, podrían dar consistencia a un esquema de resolución.

19
PRIMERA PARTE
RECORRIDO HISTÓRICO DE LOS
CONFLICTOS NACIONAL Y TERRITORIAL
EN JAMMU Y CACHEMIRA HASTA EL
FINAL DE LA PRIMERA GUERRA INDO-
PAKISTANÍ DE 1947-1948
CAPÍTULO 1: RECORRIDO HISTÓRICO HASTA LA
CONCESIÓN DE LA INDEPENDENCIA A LA INDIA Y A
PAKISTÁN EL 15 DE AGOSTO DE 1947

Influencias y corrientes políticas que configuraron el


subcontinente antes de la independencia de la India y el
nacimiento de Pakistán. La creación del Estado nativo de
Jarnmu y Cachemira y su posición ante la división territorial
comunal del Imperio Británico.

Para entender la cuestión de .tammu y Cachemira resulta imprescindible


trasladarse al pasado, a las raíces de la historia moderna, y observar esta región dentro
de un escenario más amplio con una historia común que afectó a todo el subcontinente.
La creación artificial de este Estado nativo como un territorio de contención de la
Frontera del Norte del Imperio Británico, el enfrentamiento de las comunidades hindú y
musulmana, las compulsiones políticas que azotaron al subcontinente durante los
últimos años de la colonia, y la división comunal del Imperio que siguió al abandono de
los británicos son, todos ellos, hechos históricos que, de forma muy directa, han
participado en la configuración del actual conflicto indo-pakistaní.

Pero en primer lugar resulta imprescindible hacer una referencia a la peculiar


conformación geográfica y demográfica de Jammu y Cachemira. Es necesario subrayar
desde el principio el carácter heterogéneo del antiguo Reino Dogra y describir las
unidades geográficas que lo componen (ver mapas ly 2). La región tiene cinco
componentes principales: (10) El Valle de Cachemira en el que se encuentra la mitad de
la población, casi 100% musulmana de mayoría sunita y étnicamente cachemiri, del
Estado indio de Jammu y Cachemira. Actualmente es el núcleo de la sublevación
secesionista y el principal objetivo de las reclamaciones territoriales pakistaníes. Esta
provincia también conté, hasta el inicio de la insurrección en 1989, con una muy
influyente comunidad minoritaria hindú, los pandiís, pertenecientes a la casta de los
brahmanes.

El extremo sudoeste del Himalaya en la región de ianimu puede ser dividido en


(20) un área de mayoría hindú al sur también integrado en la India, cuna de la dinastia

Dogra gobernante en el momento de la Transferencia de Poderes, y (30) los distritos de

23
mayoría musulmana al oeste, Poonch, Muzaffarabad y Mirpur, que hoy en día
conforman el Estado autónomo de Azad Kashmir, bajo ocupación pakistaní. La
población de Azad Kashmir, una estrecha franja de territorio al este del río .lelhum
cercado por este río y por la cadena montañosa de Pir Panjal, nunca ha tenido vínculos
estrechos con las poblaciones de Jammu o del Valle. El grupo dominante pertenece a las
tribus de origen afgano del Pathan, y sus lazos culturales siempre han sido más fuertes
con otros territorios de Pakistán o el sur de Afganistán.

Otro territorio musulmán muy poco poblado (40), actualmente ocupado por
Pakistán, es el de las denominadas Arcas del Norte en las altas montañas, compuesto
por las regiones de Gilgit y Baltistán. Baltistán tiene una población étnicamente tibetana
pero que profesa un islamismo cuyo origen era la duodécima rama shií del Islam. Las
poblaciones tribales de Hunza, Nagar, Chilas, Astor, Yasin e lshkuman y el resto de la
región de Gilgit son 100% musulmanas y pertenecen, como en Baltistán, a la duodécima
rama shii del Islam, aunque la mayoría de los habitantes de 1—lunza son ismailíes
seguidores del Aga Khan. Los vínculos históricos y culturales de los musulmanes de las
Áreas del Norte con los del Valle de Cachemira son prácticamente nulos.

Y, por último (50), en el extremo oriental, en una zona aún más remota y
despoblada que también forma parte de los territorios anexionados por la India, el área
budista de Ladakh, cuya población es tibetana tanto étnicamente como en su
interpretación del Budismo, y que tanto cultural como geográficamente está muy
vinculada con el Tibet. En lo que respecta al idioma, uno de los componentes de
cualquier identidad nacional, es necesario indicar que el cachemiri sólo se habla en el
Valle. En los otros lugares del ex Estado nativo existen distintos dialectos que
normalmente están relacionados con las áreas vecinas pero que, como regla general,
tienen poco en común con el cachemiri.

La identidad diferenciada de las distintas poblaciones del anterior Reino Dogra


se ha visto preservada a lo largo de los siglos a causa de la especial configuración
geográfica de la región. Este es uno de los territorios más escarpados del mundo. La
región del norte está atravesada por enormes cadenas montañosas que conectan las
montañas del Pamir y del Hindu Kush al oeste con el Himalaya al este. En la cadena del
Karakoram, en Baltistán, se encuentra la Kl 2 (la montaña Godwin Austen) con una

24
altura superior a los 28.000 pies, el segundo pico más alto del mundo, y hay otros
muchos picos que superan los 25.000 pies de altura. Ladakh se sitúa en el extremo
occidental de la Meseta Tibetana que se extiende miles de kilómetros hacia el este
introduciéndose en lo que hoy es territorio chino. Por el sudeste del territorio serpentea,
separando al Valle de Cachemira tanto de Jammu como de Poonch, la cadena
montañosa de Pir Panj al, tremendamente escarpada aunque se vea empequeñecida en
comparación con el Himalaya y con la cadena del Karakoram.

La geografia de Jammu y Cachemira explica el aislamiento al que han estado


sometidos sus territorios desde tiempos inmemoriales. Dentro de la misma región, que
fue agrupada bajo una misma unidad administrativa de forma artificial, también la
incomunicación entre unas zonas y otras ha determinado las diferencias culturales y las
distintas vías de enlace que han unido a sus poblaciones con otros territorios de la India
y de Pakistán.

1.1. LA CREACIÓN DEL ESTADO Ni TIPO DE JAME!! Y


CACHEWRA YLA 2V04U’CIÓNDE SUS FRONTERAS HASTA 1947

1.1.1. ANTECEDENTES HISTORICOS Y CREACION DEL ESTADO


NATIVO DE JAMMU Y CACHEMIRA

Para nuestro estudio basta con destacar que antes de nuestra era Cachemira fue
en algunas ocasiones un poderoso reino independiente que se expandió más allá de sus
actuales fronteras. Pero su historia refleja sobre todo una sucesión de conquistas y
sometimientos a imperios más poderosos (Reino de Abhisara, vasallo del Imperio de
Alejandro Magno; dinastía de los Maurya; reinado de Asoka...) que, sin embargo, no
borraron una identidad propia centrada en su bellísima capital, el Valle de Cachemira.

Cachemira consiguió prominencia como importante centro de la cultura hindú,


sobre todo desde el siglo IX hasta el XII, cuando ya se estaban iniciando las grandes
incursiones musulmanas en la India septentrional. Pero a causa de su relativa posición
de aislamiento, las principales rutas que le vinculaban con el mundo exterior se dirigían
al oeste hacia el actual Pakistán a través del valle del río Jhelum. Sus relaciones con el
resto del territorio del subcontinente tuvieron lugar, por lo tanto, a través de zonas
musulmanas. Poco a poco la gran mayoría de la población se convirtió al Islam, dejando

25
únicamente un pequeño gmpo de brahmanes (pandits) en el Valle. De hecho, el Islam
penetró en este territorio bastante más tarde que en otras partes de la India, y su
irrupción no se produjo por medio de las conquistas. Probablemente sea esta la razón de
que la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre las distintas comunidades
fuera una de las caracteristica más peculiares y alabadas de la sociedad cachemiri.

En 1586, Cachemira dijo adiós para siempre a su existencia independiente y fue


integrada en el Imperio de Akbar para seguir, desde entonces, las vicisitudes del
Imperio Mogol. Desde aquel momento, Cachemira se convirtió en una provincia del
Imperio y se limitó a compartir su, en unas ocasiones brillante, y en otras ocasiones
sombría historia. Con el declive de este Imperio a mitad del siglo XVIII, los afganos
invadieron el país desde 1756 hasta 1819, cuando Cachemira fue anexionada por el gran
jefe sij Ranjit Singh. Ambos dominadores establecieron regímenes opresivos y tiránicos
que dejaron una profunda huella en las generaciones futuras.1 De esta forma, cuando los
británicos instauraron el régimen de la dinastía hindú Dogra que serviría durante un
siglo como puntal del Estado nativo de Jammu y Cachemira, los cachemiris ya contaban
con una larga historia de tiranía por poderes externos.

El Estado nativo de Jammu y Cachemira fue producto directo de las ambiciones


militares enfrentadas de los sijs, bajo el reinado del creador del gran Imperio Sij de
Punjab, Ranjit Singh, y la Compañía Británica de las Indias Orientales en el siglo XIX.
Los primeros enfrentamientos bélicos se resolvieron con el primer Tratado de Amritsar,
firmado entre los británicos y el Reino Sij en 1809, por el que se les dejaba a los sUs
mano libre hacia el oeste, pero no hacia el este de su dominio centrado en Lahore. De
esta forma, entre las conquistas de los sijs se encontraron Jammu, sometida en 1812, y
Cachemira, donde el gobernador afgano fue expulsado en 1819.

Estos territorios fueron absorbidos por el Reino Sij, aunque en la práctica


gozaron del gobierno independiente de Gulab Singh, soberano de la tribu hindú Dogra

Según Prem Nath I3azaz, reputado político e intelectual cachemiri, los afganos “se mostraron como los
peores de todos los déspotas que Cachemira habia sufrido en su larga historia”- Un testigo británico de la
época de dominación su dio la siguiente descripción de las penosas condiciones que sufrian los
cachemiris: “Los sijs parecían considerar a los cachemiris como poco más que ganado-- - Los cachemiris
que iban a acompañamos a las montañas demostraron que esto no era ninguna exageración y su imagen
medio desnuda y miserablemente escuálida revelaba un terrible panorama de pobreza e inanición’.
HAZAZ, Prem Nath. Kashmir ¿a CrucUile. Pamposh Publications. Nueva Delhi 1967. Págs. 8 y 9

26
originaria de Jammu y el vecino distrito de Kangra. En 1820 el monarca sU convirtió a
Gulab Singh en Rajá de .lammu y Cachemira. Desde aquel momento, el gobernante
Dogra comenzó a construir su propio pequeño Imperio, primero conquistando Ladakh
en 1834 y después adquiriendo Baltistán en 1840 (ver mapa 2)3 Ranjit Singh también
convirtió a un hermano del Rajá Dogra en señor feudal del pequeño distrito de Poonch,
pero los habitantes musulmanes de este territorio nunca se sometieron al gobierno
Dogra? Fue en Poonch donde en 1947 comenzó la sublevación popular que originó la
primera guerra indo-pakistaní por Jammu y Cachemira y la consecuente división del
Estado.

Tras la muerte de Ranjit Singh en 1839, sus sucesores intentaron penetrar hacia
el este dentro de la India británica, pero fueron vencidos en dos cortas guerras en 1846 y
1849, año en el que los británicos se anexionaron todo Punjab. Ante el derrumbe del
Reino de Lahore, Gulab Singh aprovechó para ampliar los territorios bajo su dominio
por medio de los Tratados de Lahore del 9 de marzo de 1846 y de Amritsar del 16 de
marzo de 1846. En el primero de dichos tratados, Gulab Singh medió entre el monarca
y los britanícos un acuerdo por el que el primero fue reconocido como gobernante de
sij

Punjab a cambio de ceder Cachemira a los segundos.4 En el Tratado de Amritsar, Gulab


Singh logró su último objetivo de comprar a los británicos este territorio recién
adquirido.5

Un nuevo Estado, extenso pero mal delimitado, fue separado de esta forma del
Reino Sij al unir la provincia de Cachemira, y su dependencia Gilgit, con la provincia
de Jammu y sus dos dependencias, Ladakh y Baltistán. Gulab Singh fue ascendido por
los británicos al estatus de N4arajá de su propio pequeño imperio sujeto a la soberanía
del Imperio Británico. Desde aquel momento comenzó la expansión de la influencia de

Fn 1841 Gulab Singb intentó penetrar ene! propio Tibet, que sc encontraba en la esfera de influencia de
la dinastia Manché, pero la reticencia británica a provocar a los chinos le impidió expandirse más al este.
BAJPAI, SC. The Noei/icen Frontier o/India. Allied Publishers. Calcuta 1970. Págs. 34-43

LAMB, Alastair. Kas/mije. A Disputed Legaev. 1846-1 990. Roxford Books. Hertfordshirc 1991. Pág. 8

Todos los territorios “entre los nos Beas e indo, incluyendo las provincias de Cachemira y Hazara”. Ver
Treaty ofLa/o ea. Dated 9 March, 1846. En SINGH, Justice Jaswant. Jammu & Kashmir I-’oIiticaI and
Constitutional Developníent. Har-Anand Publications. Nueva Delhi 1996. Págs. 47-48

FI monarca Dogra pagó 7.500.000 rupias por todos los territorios y sus dependencias “situadas al este
del rio indo y al Oeste del río Rabi...”. Ver Treatv of A,nriísar Dated 16 March, 1846. En SINGH, Justice
Jaswant. Op.cit. Págs. 49-51

27
la dinastia Dogra hacia el noroeste, hacia el territorio al que los británicos hacían
referencia bajo el término de Dardistán (Gilgit, Hunza, Nagar y otras regiones
colindantes con las fronteras de Sinkiang y Afganistán) y que hoy en día está incluido
en el discurso de la disputa indo-pakistaní en las denominadas Áreas del Norte.

Los británicos cedieron Cachemira al Rajá de Jammu y fabricaron


artificialmente este Estado nativo por las siguientes razones. En primer lugar, Gulab
Singh había permanecido prudentemente neutral durante la guerra entre británicos y sUs
en 1846 y había sido aliado de los británicos en sus primeras guerras contra los
afganos.6 De esta forma, conscientes de la proximidad del nuevo Estado nativo a China,
Rusia y Afganistán, los británicos tuvieron la oportunidad de crear un Reino amistoso
en una de las fronteras más problemáticas de su Imperio. En segundo lugar, este feudo
serviría para debilitar al poderoso Reino sij de Lahore.7 Por último, el virrey Sir Henry
Hardinge, además de ser reticente a extender el gobierno británico directo a unos
territorios tan problemáticos, consideró estas remotas posesiones montañosas como un
peso añadido sobre su sobrecargada administración.8

El Tratado de Amritsar de 1846 estipulaba que las fronteras de iammu y


Cachemira no se ampliarian sin la aprobación del gobierno británico. Calcuta
garantizaba la protección de los territorios del Marajá de posibles enemigos externos, y
a cambio tendría a su disposición la totalidad del Ejército de Gulab Singh en cualquier
conflicto que se desarrollara en el Estado o en territorios adyacentes. A partir del
Tratado de Amritsar y basta la Declaración de Independencia de la India, Jammu y
Cachemira se vio ligada a Gran Bretaña en los campos de Defensa y Asuntos

Varios autores afirman que la posición adoptada por Gulab Singh durante las guerras sUs no fue de
neutralidad sino de claro apoyo a los británicos. Ver, por ejemplo, SINGH, Khushwant. A Histoey of the
Sijs. /469-1974(2 volúmenes). Oxford University Press. Princeton 1963. Capítulos 1,2 y 3 del segundo
volumen. Una descripción de las guerras con Afganistán en BAMZAI, Prithivi Nath Kaul. Kas/imite and
Central Asia. Light and Life Publishers. Nueva Delhi 1980. Págs. 116-118

Ver CI-IOPRA, V.D. Genesis o/Indo-Pakistan ConJlict on Kas/mije. Patriot Publishers. Nueva Delhi
1990. Págs. 3 y 4

Sir l-leniy Hardinge argumentó: “La ocupación (de Cachemira) por nosotros seria, en muchos casos,
perjudicial. Nos enfrentaría con varios jefes poderosos para cuya dominación seria necesario un
establecimiento militar a gran distancia de nuestras provincias y recursos militares. Doblaria la extensión
de nuestra frontera en paises al descubierto en cualquier punto y muy dificiles de defender sin ninguna
ventaja compensada para tan importante adhesión de territorio”. CHOPRA, V.D. Op.cit. Pág. 4

28
Exteriores, de forma que los británicos mantuvieron e] control sobre el área sin
implicarse en los costes de su administración.9

En 1857 Ranbir Singh sucedió a Gulab Singh, y en 1885 Pralab Singh se hizo
con el trono para ser sustituido en 1925 por el último Marajá de Jammu y Cachemira,
Han Singh. Estos gobiernos autocráticos fueron apoyados por una minoritaria clase alta,
básicamente perteneciente a su misma comunidad Dogra, y por la casta de brahmanes
de Cachemira, los pandíes.í<> A pesar de que la gran mayoría de la población era
musulmana, esta comunidad estaba discriminada en todos los órdenes sociales,íí y el
control feudal de los Dogras sobre una mayoría musulmana fue invariablemente
dificil.12 Aunque los gobernantes de Cachemira atenuaron poco a poco su política
discriminatoria y despótica, la primera parte del siglo XX todavia es descrita por los
historiadores cachemiris como “años oscuros de tiranía”.13

Es importante mencionar antes de finalizar con este apartado que a finales del
siglo XIX los británicos estuvieron cerca de adoptar un paso que habría evitado las
causas que dieron origen al conflicto de Jammu y Cachemira: la integración del Estado
nativo en la India británica cuyos territorios, como veremos más adelante con detalle,
suponían una unidad administrativa distinta de los estados nativos dentro de la colonia.
La iniciativa estuvo motivada, fundamentalmente, por la necesidad de frenar la amenaza

‘Ver WATFRS, Alan. Pakistan. T/ie Nothcen Aecas. South aud South East Research Unit (Informe del
gobierno británico) Londres, diciembre de 1994. Págs. 1-8

Sir Walter Lawrence, que adquirió un conocimiento preciso sobre la administración dcl Estado dc
Jammu y Cachemira durante su etapa como comisionado de asentamiento a finales del siglo XIX,
denunció “que los intereses del Estado y de la población se confiaran a una sola clase de hombres, y
todavia hay que lamentar más que estos hombres, los pandits, se las compusieran para estafar al Estado y
robar a la población sistemáticamente”. W.R. Lawrence. lJw Va/lev of Kas/imie. Londres 1895. Pág. 401.
En LAME, A. Kas/unir. A DisputedLega<y. Pág. lO

Ver BAZAZ, P.N. Kas/mije in Ceucible. Pág. 27, y SARAF, Muhammad Yusuf Kashrnieis hg/it loe
Fecedoin. Vol. 1(1819-1946). Ferozsons. Lahore 1977. Págs. 49-54
¡2 Ver SARAF, M.Y. Op.cit, y DANI, Ahínad Hasan. Histoey of Noetheen Aceas of Pakistan. Instituto
Nacional de Investigación Histórica y Cultural. Islamabad ¡991, Caps. VII y VIII

BAZAZ, Prem Nath. The Histoey of Struggle ¡be Feeedomi in Kas/i mije. Nueva Delhi 1954. Capitulo V.
En BLINKFNBERG, Lars. Imdia-Pakistan. The I-Iistoey of linsolved Conflicts. Dansk Underigspolitisk
lnstitut. Copenhague 1972. Pág. 61

29
de la proximidad rusa, china y afgana por el norte, y por el temor de que el monarca
cachemirí estuviera ejerciendo una política de exteriores independíente.i4

Aunque los británicos no llegaron a anexionarse el Estado, sí realizaron varias


reformas constitucionales. En 1846, a diferencia de otros estados nativos, los británicos
habían decidido no enviar un representante británico a la corte del Marajá en Srinagar.
No obstante, desde la regencia de Ranbir Singh, en 1877, realizaron diversos intentos
frustrados por mantener un representante de su gobierno que ejerciera una labor de
vigilancia del monarca. Finalmente, en 1885 Calcuta destinó un funcionario político (al
que se le conocía como “residente”) a la corte del Marajá, y en 1889 a un delegado
político a Gilgit.

Al confirmar los representantes británicos sus sospechas de que el Marajá estaba


estableciendo contactos secretos desleales con los rusos, obligaron al monarca a abdicar
a favor de un Consejo del Estado.iS Pero en la práctica el residente británico se convirtió
en la única persona con potestad para tomar una decisión final sobre cualquier asunto y
para vetar cualquier resolución o suspender cualquier acción adoptada por el Consejo. 6

Desde entonces y hasta 1942, exceptuando los años de la Segunda Guerra Mundial, el
control directo de los representantes del gobierno británico sobre la Frontera del Norte
fue casi absoluto.

Cuando Pratab Singh murió en 1925, Han Singh, el último de los marajás de
.Jammu y Cachemira, heredó un Estado que, aunque continuaba siendo autocrático, no
tenía un régimen tan absoluto como el que fundó Gulab Singh. El control británico

Aunque los defensores de la política británica en el subeontinente defienden que, no sólo ci interés
estratégico de la zona, sino también el compromiso humanitario de los británicos les llevó a intentar
solucionar la gravísima situación de una gran parte de la población, básicamente musulmana, afectada por
la discriminación y el hambre haciendo un amago de incorporación del territorio bajó su control directo.
Ver LAMB, A. Kas/imie. A Disputed Legaev. Pág. 13

~ Según P.N.K. Bamzai y S.C. Bajpai, el nuevo residente, en coalición con el hermano pequeño de Pratab
Singh, fabricó unas cadas falsas en las que demostraba que el Marajá habia intentado asesinar al residente
británico y había mantenido una correspondencia desleal con los rusos. En su estudio sobre las rivalidades
anglo-rusas en Asia Central, el profesor cachemiri 1<. Warikoo no hace mención al supuesto intento de
asesinato, pero si da pruebas incontestables de que el Marajá llevó efectivamente a cabo contactos con los
rusos que atentaban contra los intereses de los británicos. BA/PAI, SC. Op.cit. Págs. 84-89, y BAMZAI,
P.N.K. Kas/nnje and Central Asia. Pág. 118. WARIKOO, p.K. central Asia and Kas/imite. A Study in t/ie
Context o/Anglo-Russian RNa/ev. Gian Publishing l-louse. Nueva Delhi 1989. Págs. 17-39. Para ver un
estudio sobre la influencia en los británicos de las actividades de los rusos en Cachemira durantc la época
zarista, RAY, 1-lemen. J-IowMoseowsees Kas/ini ir. laico Publishing House. Bombay 1985. Págs. 1-6
~ BAIPAI, SC. Op.cit. Págs. 84-89, y BAMZAI, P.N.K. Nas/inuir and Central Asia. Pág. lIS

30
sobre el área se estrechó en los años 30 en respuesta al desarrollo de un movimiento de
rechazo a la dinastía Dogra y a la creciente preocupación por las intenciones de la Rusia
bolchevique. Las autoridades en Calcuta negociaron la cesión de la administración de la
región de Gilgil por 60 años por parte del Marajá. Pero los británicos no aprovecharon
su control sobre el Estado para delimitar sus fronteras, y esta indefinición sembró la
semilla de futuras disputas entre China, la India y Pakistán.

Si, como aconsejaban algunos estadistas, se hubiera producido la integración de


Jammu y Cachemira en la India británica, probablemente la totalidad del Estado, a
excepción de Jammu y Ladakh, habría pasado a formar parte de Pakistán y la definición
de las fronteras del norte habría sido mucho más precisa.

1.1.2. LOS PROBLEMAS DE DELIMITACIÓN DE LAS


FRONTERAS DE JAMMU Y CACHEMIRA EN EL CONTEXTO DE LA
RIVALIDAD SINO-ANGLO-RUSA EN LOS SIGLOS XIX Y PRINCIPIOS
DEL XX

Existen diversas teorías que parten de la convicción de que en el corazón de la


cuestión de Cachemira se encuentran los intereses estratégicos de los británicos en la
región de Asia Central y la manera en la que pretendían garantizar la defensa de estos
tntereses una vez abandonaran la colonia. Lo que realmente buscaban era mantener el
control sobre la delegación de Gilgit, en el extremo noroeste de Jammu y Cachemira, y
sobre su mitad oriental (Ladakh y Baltistán). Estas dos regiones proporcionaban una
zona estratégica para evitar posibles incursiones hostiles desde Asia Central y para
utilizarlas, a su vez, como conducto para extender su propia influencia en la zona (para
seguir este apartado consultar mapas 3, 4 y 5).

Según los defensores de esta teoría, nada de lo ocurrido en el Estado responde a


un desarrollo natural dc los acontecimientos y todo responde a los juegos imperialistas
presenciados en Asia Central desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. En
opinión de muchos autores indios, como P.N.K. Bamzai y V.D. Chopra, el movimiento
de oposición al régimen absolutista de los Dogras en los años 30 del siglo XX en
Srinagar, que conoceremos en páginas posteriores, fue alimentado por los británicos que
estaban utilizando a Sheikh Abdullah, el principal líder político del Estado, para
desestabilizar al monarca. Detrás de cada suceso se encontraba la respuesta a un plan
31
británico premeditado para convertir esta zona en una especie de Gibraltar en el corazón
de Asia. La desestabilización de Cachemira les ayudó a conseguir en 1935 la cesión
durante 60 años de la región de Gilgit. Bamzai y Chopra defienden que los británicos
decidieron acabar súbitamente con la cesión de Gilgit y devolver su control al Marajá
antes de la independencia con la intención de alentar al monarca a que consiguiera su
sueño de un Estado independiente donde sería más fácil mantener su influencia. Por su
parte, Preni Shankar Jha y Han Jaisingh sostienen que la voluntad de los británicos era
que Gilgit no volviera a manos del Marajá y que permaneciera bajo la esfera de
influencia anglo-americana después de la Transferencia de Poderes mediante su
incorporación en Pakistán. Jaisingh incluso defiende la poco probable teoría de que el
propio gobernador general, Lord Mountbatten, actuó en todo momento condicionado
por este objetivo.17

Estas conjeturas son impugnada~ por otros autores como Alastair Lamb y 0W.
Choudhury. En el relato de estos historiadores los hechos determinantes son la
sublevación de los musulmanes ante la tiranía del régimen de los Dogras; las maniobras
de Mountbatten para que Jammnu y Cachemira, una vez recuperado Gilgit, se integrara
en la India; y su claro y justificado interés por garantizar la seguridad de la Frontera del
Norte mediante su adjudicación a la más fuerte de las naciones sucesoras del Imperio
Británico.18

En lo que también discrepan algunos expertos como Lars Blinkenberg y Dorothy


Woodman, es en si los británicos rechazaban las tendencias expansionistas de los
gobernantes Dogras en esta zona de contención o si, por el contrario, consideraban que
‘u
ello favorecía sus intereses. A este respecto, en las siguientes páginas quedará claro
que el gobierno británico no puso en principio muchos obstáculos cuando se dio el caso
de que iammu y Cachemira reivindicara derechos territoriales o comerciales en zonas
cuyas fronteras no estaban claras. Pero sólo secundó estas peticiones activamente

Ver BAMZAI, P.N.K. Kashmiie and Centro/Asia. Págs. 125-128, CI-IOPRA, V.D. Op.eit. Págs. 20-26
y 39-41, JI-lA, Prem Shankar. Kas/mije 1947. Rival Lees/oms o,t I-hstoey. Oxford UniversityPress. Nueva
Delhi 1996. Capítulo V, y JAISINGH, Han. Kas/ini/e: a Tale of S/iarne. UBSPD. Nueva Delhi 1996.
Págs. 65-66, 71-72, 168-174

8 Ver LAMB, A. Kas/infle. A Disputa] Legactv. Págs. 17-18, 148-156 y CHOLIDHURY. 0W. Pakistan s
Relations wit/i India. Meenaxshi Prakashan. Mccmt 1971. Págs.. viii y 61

‘~ Ver WOODMAN, Dorothy. Ilimalayan Eronticus. A Pol¿flca/ Reúew of Rrit¿s/i, Chinese, ludian and

Russ jan Rivalejes. Ihe Cresset Press. Londres 1969. Págs. 25 y 35, y BLINKPNBERG, L. Op.cit. Pág. 61
32
cuando pudo utilizarlas como moneda de cambio para otros intereses propios
coyunturales.

Lo cierto es que ninguna de estas teorías está suficientemente documentada. Las


alegaciones a propósito de los intereses estratégicos que los británicos sustentaron
mediante sus políticas militares y fronterizas en Jammu y Cachemira hasta los años 40
del siglo XX son irrefutables. Pero no existen datos concluyentes en lo que respecta a
sus designios acerca del futuro del Estado una vez que hubieran abandonado el
subeontinente. De hecho, la radical disparidad entre los escenarios políticos y
estratégicos entre 1846 y 1930 y desde entonces en adelante impiden admitir que ya en
1846 los británicos comenzaran a planear su salida del subeontinente.

Volviendo a los intereses estratégicos de los británicos en la última parte del


siglo XIX y principios del XX, lo que está claro es que para los británicos la creación de
este Estado protegido sirvió para salvaguardar el flanco norte en su avance hacia el
Indo, en un primer momento, y más lejos durante la última parte del siglo XIX. El
Estado formaba parte de una compleja zona de contención política interpuesta por los
británicos entre su Imperio Indio y los imperios de Rusia, China y Afganistán al norte.

Desde que los británicos concedieron en 1 846 el control de estos territorios a


Gulab Singh, toda su política económica, militar y fronteriza en el Estado estuvo
diseñada para responder a sus intereses estratégicos y para impedir la incursión de sus
poderosos vecinos. Gulab Singh y sus sucesores intentaron desarrollar una política
fronteriza y comercial expansionista e independiente. Pero en ningún momento tuvieron
la oportunidad de llevar a cabo ninguna iniciativa que pusiera en peligro los intereses de
los británicos, que muy a menudo no se correspondieron con los intereses del Estado.

La Frontera del Norte que tanto interesaba impermeabilizar a los británicos se


extiende a lo largo de la cadena del Karakoram y las montañas asociadas que crean la
vertiente principal entre la cuenca del río Tarim, actualmente en la provincia de
Sinkiang en China, y el río Indo en su trayecto a su desembocadura en el Océano Indico.
Hacia cl oeste estas montañas se dirigen a la región montañosa de Pamir, en Tayikistán,
entre Afganistán y China, y la cordillera alpina del Hindu Kush en Afganistán. En el
este se encuentran con el final de la Meseta Tibetana, frenada al norte por las montañas
Kunlun y al sur por el Himalaya. Todas estas fabulosas cadenas montañosas conforman

33
una especie de letra H imaginaria en la que el Karakoram sería la línea horizontal que
conecta las dos líneas verticales.

A lo largo de esta línea horizontal se encuentran dos nítas principales para cruzar
de un flanco a otro de la barrera natural que producen tan formidables cordilleras. Al
este la ruta de Ladakh que une Leh, capital de Ladakh, con Khotan, Yarkand y
Kashgaria en Sinkiang a través del paso del Karakoram. Y al oeste la ruta de Gilgit que
conecta esta región desde Hunza hasta Kashgaria a través de los pasos de Mintaka,
Khunjerab y otros pasos de la parte occidental de la cadena del Karakoram. Desde
Srinagar se puede acceder a las dos mtas y desde esta capital comienza el acceso por
tierra más fácil a Ladakh. Antes de 1947 también constituía el punto de partida de
cualquier trayecto hacia Gilgit. Por lo tanto, estas dos rutas conectaban el subcontinente
indio con el exterior a través de un territorio que formaba parte del Estado nativo de
Jammu y Cachemira tal y como se conformó en los últimos años del siglo XIX.

Como resultado de la primera guerra indo-pakistaní por Cachemira en 1947 la


Frontera del Norte se dividió y las dos rutas se repartieron entre las dos naciones que
sustituyeron a la colonia británica. La India se quedó con la ruta de Ladakh y la ruta de
Gilgit pasó al control de Pakistán. En la actualidad, esta segunda ruta se ha convertido
en la autopista del Karakoram que une China con el Mar Arábigo.

A pesar de que en 1848 los británicos ya tenían conocimiento de las rutas de


Ladakh y Gilgit, todavía no percibían su potencial geopolítico ni los problemas políticos
y administrativos que derivarían de su relación con el Estado de Jammu y Cachemira.
En el siglo XIX se hicieron algunos intentos por delimitar las fronteras del Estado, pero
una definición precisa fue en muchos casos imposibilitada por las caracteristicas
geográficas de la región y por la existencia de extensas zonas que carecian de
asentamientos humanos permanentes. En el extremo norte, por ejemplo, la autoridad del
Marajá se extendía hasta la cadena del Karakoram, pero más allá había una zona en
litigio en los limites con las regiones del Turkestán chino o Turkestán Oriental y
Sinkiang en Asia Central, y la frontera nunca fue demarcada. Estas fronteras pasaron al
control de Pakistán después de la división de Jammu y Cachemira en 1947, y fueron el
objeto de un tratado fronterizo entre Pakistán y China en 1963, tratado que la India
impugna al considerar que afecta a un territorio en disputa.

34
Hubo dudas similares acerca de la delimitación de la frontera donde esta zona
norte bordeaba al este la región conocida como Aksai Chin y se unía con la más
conocida y más claramente demarcada frontera con el Tíbet, que había servido durante
siglos como frontera oriental de la región de Ladakb. Esta frontera, y las reclamaciones
enfrentadas de China y la India sobre Aksai Chin, fueron la causa de la guerra sino-india
de 1962.

1.1.2.1. La mitad oriental de la Frontera del Norte en Ladakh y


Baltistán

Inmediatamente después de la cesión del Valle de Cachemira a Gulab Singh los


británicos enviaron las primeras expediciones fronterizas oficiales de investigación.20
En estas fechas la atención del gobierno británico se centraba en la frontera del este que
separaba Ladakh de un Tíbet sobre el que China ya comenzaba a mostrar interés.21 Pero
no fue hasta la década de los 60 del siglo XIX cuando los británicos dirigieron sus miras
a la ruta de Ladakh. Para estas fechas, el imperialismo zarista se estaba acercando
peligrosamente a la frontera norte de la India británica con la incursión de los rusos en
pequeños estados (los kanatos de uva, Kokand y Bujara, Tashkent y Samarkanda, lo
que se conoce como el Turkestán ruso o Turkestán Occidental). Estos estados se
ubicaban en el triángulo que se forma al trazar una línea desde el mar de Aral hacia el
norte de Afganistán y otra hacia el oeste del Turkestán chino, una parte del mundo

20 Las primeras aproximaciones de los británicos a estos remotos territorios se produjeron de forma
extraoficial con los viajes de William Moorcroft en los años 20 a lo largo y ancho del extremo noroeste
del subeontinente. Estas expediciones permitieron a Moorcroft adquirir unos conocimientos
importantisimos sobre comercio, geografia o los intereses de rusos, chinos y sijs en la zona. No obstante,
el desconocimiento que tenian las autoridades británicas sobre estos territorios les llevó a ignorar su
propuesta de establecer una alianza comercial y politica con Ladakh en un momento en el que China
todavia no habia manifestado ningún interés por la zona. Los informes de Moorcroft, y el mismo hecho de
que Ladakh solicitara la protección de los británicos, y no de China o Tibet, son presentados por los
indios como una prueba irrefutable de que Ladakh no se situaba, ni nunca se habia situado, bajo la esfera
de influencia china. Ver BAJPAI, SC. Op.cit. Págs. 49-52, WOODMAN, D. Op.cit. Págs. 24-26, y
VARMA, SP. Struggle ¡be the Hinialayas A Study in Sino-Indian Relations. Sterling Publishers. Nueva
Delhi 1971. Pág. 118. Un estudio pormenorizado dc las relaciones comerciales y los intercambios
culturales de las potencias de Asia Central con Jammu y Cachemira y sus proximidades en WARIKCO,
P.K. E’emtral Asia ¿¿md Kas/unir. Capi.. 2 y 3

21 La exploración se realizó exclusivamente en el pequeño trayecto que transcurre desde el extremo norte
de la India hasta las montañas del norte del Lago Panggong, bastante antes de llegar al punto donde
comienza la frontera actual entre Ladakh y Aksai Chin que se disputan China y la India. BAJPAI, SC.
Op.cit. Págs. 55-57. Fn 1847 el explorador Vans Agnew penetró hacia el noroeste del dominio de Gulab
Singh hasta las Áreas del Norte y alcanzó Gilgit, que hasta el momento marcaba el comienzo del territorio
más desconocido e inestable de la antigua Cachemira sij ya transferida a los Dogras. Un año más tarde,
Thomas Thomson llegó hasta el paso del Karakoraín al norte de Ladakh, aunque no llegó a cruzarlo y a
poner pie en el Turkestán chino.
35
donde en muchos casos no existían unas fronteras precisas, y que cuando existían
resultaban desconocidas para las autoridades británicas de Calcuta.

Rusia sugirió que Afganistán se reconociera como zona neutral entre los
imperios ruso y británico, pero desde la perspectiva de Calcuta la seguridad de la India
sólo se podía garantizar con un Afganistán fuerte, unido y amistoso, y no en una
situación en la que Rusia dísfrutara en Kabul de un estatus equivalente al de Oran
Bretaña. Aunque en la Convención Fronteriza Anglo-rusa de 1881 se acordó que se
establecieran unas fronteras definitivas entre las áreas de influencia de ambos imperios,
esta delimitación no se llegó a realizar. Mientras tanto, los rusos no sólo se aproximaban
a Afganistán, sino que también se acercaban al Turkestán chino en un momento en el
que parecía que el control de los chinos sobre las poblaciones musulmanas amenazaba
con derrumbarse dejando un vacío de poder extremadamente peligroso.

Ranbir Singh, que había sustituido a Gulab Singh en 1857, quiso ampliar los
territorios bajo su jurisdicción y extender la influencia comercial y diplomática de
Jammu y Cachemira a las zonas del Turkestán Oriental donde el dominio chino estaba
en declive. Esta expansión de las fronteras de Jammu y Cachemira se realizó en dos
lugares clave. En la región de Khotan, donde el Emir había asumido el gobierno de la
ciudad, el Marajá situó en 1 864 un puesto en Shahidullah, el primer asentamiento en el
margen chino del paso del Karakoram. Aunque el Marajá sólo mantuvo su guarnición
en Shahidullah unos tres años, nunca dejó de reivindicar sus derechos sobre este
territorio que se encontraba más allá de la frontera natural del Karakoram.

La segunda y más trascendental ampliación de las fronteras del Estado nativo se


desarrolló en 1865 en un territorio de jurisdicción no establecida en Aksai Chin, el
territorio que hoy en día se disputan la India y China. En aquellas fechas, se le
encomendó a W.H. Jolmson registrar la zona del noroeste de Ladakh incluyendo la ruta
desde Leh hasta el paso del Karakoram. Johnson viajé por la zona alcanzando tTes
objetivos. Primero estableció una relación entre Jammu y Cachemira y Khotan. En
segundo lugar descubrió una ruta alternativa a la del paso del Karakoram,
extremadamente peligroso y muy bien vigilado por los chinos cuando controlaban la
zona. Por último, esta demarcación territorial fue incluida en los mapas oficiales
británicos asignando al Reino Dogra un territorio que, según Alastair Lamb, hasta el

36
momento se había considerado friera del dominio del Marajá. El Estado, asegura Lamb,
ganó de esta manera unas 21.000 millas cuadradas de territorio en Aksai Chin.22

El trabajo de Johnson sigue despertando polémica hoy en día. Según Lamb, está
demostrado que Ranbir Singh sobornó al explorador para que hiciera una delimitación
de las fronteras de su Estado algo más dilatadas de lo que le correspondía en realidad.
Por el contrario, la historiadora Dorothy Woodman concede más crédito al mapa de
Johnson puntualizando que el demarcador general del Imperio Británico lo había
rectificado previamente.23 De hecho, esta delimitación se incluyó en el corpus oficial de
la cartografia de la India y condicionó los mapas británicos durante años, dando lugar a
una de las bases de la reivindicación india posterior a 1947 sobre Aksai Chin.

De cualquier forma, la independencia de Khotan y la confusión en el Turkestán


chino no duró demasiado tiempo. A finales de la década de los 60 surgió una fuerza
centralizadora en la figura de varios personajes que llegaron a Turkestán huyendo de la
cada vez mayor presión rusa en la vecina Kokand. Uno de ellos, Yakub Beg, consolidó
un gran Imperio centrado en la región de Kashgaria, en el extremo occidental del
Turkestán chino, que alcanzaba la frontera con la propia China.

Para neutralizar los designios expansionistas de los rusos en Kashgaria, los


británicos llevaron a cabo distintas medidas destinadas a estrechar lazos con Yakub
Beg. Enviaron sus propios representantes a Kashgaria, facilitaron los intercambios
comerciales desarrollando el nuevo trayecto desde Leh que había descubierto Johnson, y
controlaron las políticas del Marajá en esta ruta estableciendo un Comisionado
Británico en Leh y una política de supervisión de los asuntos de Ladakh que perduró
hasta su retirada en 1947.24

Pero la era de Yakub Beg duró poco más de una década, y cuando murió en
1877 los chinos ya habían comenzado a restaurar su dominio en la zona. En 1878
ocuparon Kashgaria, y seis años más tarde convirtieron la totalidad del Turkestán chino
en una de sus provincias, conocida desde 1884 como Sinkiang. No obstante, la región

22 LAMB, A. Kas/ini ir, A Disputed Legacy. Pág. 23

23 WOODMAN, D. Op.eit. Págs. 68-69

24 BAJPAI, SC. Op.cit. Págs. 66-72

37
continuó siendo una zona de gran vulnerabilidad para China. Muchos estrategas
británicos, que temían que tarde o temprano se convirtiera en un “satélite” ruso,
comenzaron a exigir el diseño de una política fronteriza clara en aquellos puntos que
presentaban alguna ambigliedad.

En lo que respecta al puesto que el Marajá había instaurado en Shahidullah


durante el período de relaciones comerciales con el Emir de Khotan, Calcuta indicó que
el puesto se encontraba fuera de las fronteras naturales de Jammu y Cachemira.25 Desde
la perspectiva del Departamento de Exteriores británico, extender la frontera del Reino
Dogra hasta esas tierras podía provocar un conflicto con los chinos. Pero sobre todo,
Calcuta consideraba que mientras más fuerte fuera la presencia de China en Kashgaria,
Yarkanda, y aquellos territorios más allá del paso del Karakoram que habían sido
tradicionalmente “tierra de nadie”, mejor sería la defensa del Imperio Británico de un
posible avance ruso. El paso del Karakoram fue considerado por las autoridades de
Calcuta el límite del dominio indio, pero sin concedérsele la categoría de frontera
internacional, la cual se consideró pendiente de futuras delimitaciones.26

En lo que respecta a Aksai Chin, en 1 896 se celebraron las primeras


negociaciones entre delegados chinos y británicos. Los estrategas británicos estaban
divididos entre las escuelas de pensamiento de Sir George Macartney y Sir John
Ardagh. El primero proponía llegar a un acuerdo con China para dividir Aksai Chin en
dos territorios bajo tutela británica y china respectivamente. El segundo, que no
compartía la confianza de Macartney en China como un pais aliado, defendía una
frontera que respetara el mapa de Johnson e incluyera todo Aksai Chin en territorio
británico. Calcuta no alcanzó una decisión sobre este aspecto y, una vez más, se estipuló
que la frontera estaba sujeta a futuras negociaciones.

No obstante, cuando en 1898 rusos y chinos comenzaron unas negociaciones


destinadas a delimitar sus fronteras en Turkestán Oriental, los británicos desviaron su
atención hacia las fronteras entre “China y Cachemira, Hunza y Afganistán”. La

25
Ver LAMB, Alastair. fle Sino-India Bordee in Lada/fin Australian National University Press. Canberra
1973. Pág. 26, y BAJPAI, SC. Op.cit. Págs. 123-132
26 WOODMAN, O. Op.cit. Págs. 54-56

38
importancia de la delimitación fronteriza en Aksai Chin pasó a un segundo plano ante la
fortalecida amenaza que presentaban los rusos en las fronteras al oeste del Karakoramf’

1.1.2.2. El extremo occidental. GIIgit y Hunza

A finales del siglo XIX el interés de los británicos se desplazó de Ladakh a la


región de Gilgit como espacio estratégico para extender su influencia y para defenderse
de amenazas exteriores. Mientras que el control de los británicos se realizaba sin
problemas en la región de Ladakh desde que se instauró el Comisionado Británico en
Leh, su nula presencia en la delegación de Gilgit permitía que el Marajá actuara según
su propia iniciativa sin ningún tipo de supervisión del gobierno del Imperio.

El Tratado de Amritsar de 1846 era extremadamente vago en lo que se refería a


la frontera de Dardistán. En el Art. 1 se especificaba que el Estado de Jammu y
Cachemira se extendía al este del río Indo, pero dejaba abierta la incógnita de cuál era la
situación al norte de dicho río, donde su corriente serpentea de este a oeste. Desde esta
parte del Indo hasta las montañas tras la que se encontraba el Turkestán Occidental se
repartían pequeños reinos como Chitral, Hunza, Nagar, Gilgit, Punial, Ishkuman, Yasin
y otros.

El centro neurálgico de la región era Gilgit, desde donde partía cualquier acceso
hacia Hunza y las rutas comerciales que se utilizaban desde hacía siglos para llegar al
Turkestán Oriental. Desde Gilgit también se podía acceder a Chitral y a remotos
territorios en el extremo noroeste que hoy pertenecen a Afganistán. Los Dogras no
consiguieron establecer un control firme sobre Gilgit hasta 1860, cuando lo integraron
en el Estado de .Jammu y Cachemira como capital de la provincia de Gilgit Wazarat.

Respecto a Hunza y Nagar, dos pequeños reinos que tenían una larga tradición
que les vinculaba con Gilgit, el Marajá estaba muy interesado por extender su dominio
hasta los importantes pasos fronterizos que dominaban estos estados montañosos. Pero
los Dogras no consiguieron un control efectivo sobre las distintas tribus de Gilgit y los
emires de Hunza y Nagar, lo que se convirtió en un asunto de preocupación para el

27 WOODMAN, O. Op.cit. Págs. 73-74

39
gobierno británico de la India cuando empezó a percibir crecientes evidencias de la cada
vez mayor influencia rusa en sus proximidades.28

Por otro lado, Chitral, considerado hasta entonces un reino independiente,


competía con los Dogras por el control de otras comunidades de Dardistán, y supuso un
elemento de constante amenaza para la posición de los Dogras en Gilgit. Tras una
ocupación militar británica en los años 70, Chitral tuvo que reconocer la soberanía de
los Dogras. Los británicos se aseguraron de esta forma una zona de contención que
separaba el Estado de Jammu y Cachemira de la zona de influencia del gobierno de
Kabul con su ocupación de Chitral, Swat, Bekour y New Chaman.29

El apoyo de los británicos al Marajá de Jammu y Cachemira para que


consolidara su control sobre Dardistán tuvo como único objetivo compensar su débil
presencia en la región. De forma que esta ayuda militar se condicionó a la aceptación
del monarca de la instauración de un delegado británico para supervisar el desarrollo
político de la frontera. En 1877 se instauró la primera delegación de Gilgit bajo la
dirección del mayor J. Biddulph, que sólo resistió hasta 1881. Las relaciones entre el
delegado y el Marajá siempre fueron tensas y en Calcuta se sospechaba que el primero
no habla sido capaz de evitar los contactos secretos entre el gobernante Dogra y los
rusos o los afganos.30

Esta situación no se mantuvo durante mucho tiempo. Los años 80 presenciaron


una rápida confrontación de los intereses anglo-rusos en Asia. Las fuerzas zaristas se
aproximaban con rapidez a la frontera norte de Afganistán, era conocido que los
gobernantes de Chitral y Hunza estaban manteniendo contactos con los rusos, y los
británicos llegaron a la conclusión de que China tenía entre sus objetivos la anexión de
Hunza.3’ Fue entonces cuando algunos políticos británicos aconsejaron la integración de
la totalidad de Jammu y Cachemira en la India, aunque finalmente se optó por su

2$
BAJPAI, SC. Op.cit. Págs. 107-113. Un estudio sobre las actividades de los soviéticos en las
proximidades de Jammu y Cachemira en WARIKOO, P.K. Central Asia ¿¿md Kashrnir. Págs. 45-54, y
183-201
29 CLIOPRA, VO. Op.cit. Págs. 20 y 21

~“ BAJPAI, SC. Op.cit. Págs. 76-84.

~ WOODMAN, D. Op.cit. Pág. 90

40
inclusión en los mecanismos de control directo del gobierno de Calcuta.32 La
independencia del Marajá finalizó en 1885 con el envío de un residente británico a
Srinagar y con el nombramiento en 1889 del coronel Algernon Durand como delegado
político en Gilgit. Pratab Singh, acusado de mantener contactos desleales con los rusos,
fue relevado de todos sus poderes a favor de un Consejo del Estado férreamente
controlado por el residente británico en Srinagar. Al coronel Durand se le encomendó la
labor de restablecer la delegación de Gilgit, pero esta vez con actitud mucho más firme.

El coronel Durand adquirió el control sobre los reinos de Chilas y Punial y sobre
los gobernantes de Yasim, Kuh-Ghizar e Ishkuman y formó la delegación de Gilgit o
Gilgit Agen<y. Astor y algunas remotas regiones de Gilgit más al sudoeste, conocidas
como Cilgit Wazarat, permanecieron bajo la administración directa del Marajá. Por lo
que respecta a Hunza y Nagar, su rebelión en 1888 en contra de las autoridades de
Srinagar fue contenida tras una guerra con los británicos en 1891. Toda esta
intervención militar británica en Dardistán se desarrolló en un momento de intensa
competencia anglo-rusa en la Frontera del Norte que dio lugar a unas negociaciones que
tuvieron como resultado dos importantes acuerdos.

l~. El Tratado del 12 de noviembre de 1893 firmado entre el coronel Durand y el


Emir de Afganistán, demarcó una frontera entre Afganistán y el Imperio Británico de la
India, la famosa Durand Line, trazando una línea fronteriza hasta el punto donde China,
Afganistán y el Imperio Indio se encontraban en el extremo oriental del Pamir en el
Wakhan. Por primera vez los británicos poseyeron un flanco occidental bien definido.

20. En 1895 británicos y rusos llegaron a un entendimiento respecto a “las


esferas de influencia de los dos paises en la región del Pamir”. El resultado fue el
establecimiento de la frontera norte de Afganistán con el Imperio Zarista y la creación
de un punto en el Pamir, el Pico de Pavalo Schveikhovski, que representaba tanto el
limite del dominio ruso al este del Pamir como el final más meridional de la frontera
entre Rusia y Sinkiang.

Pero estas demarcaciones dejaban abiertas dos incógnitas y dos aprensiones para
los británicos. Primero, ¿la cadena de Sarikol marcaría realmente el límite del avance

32 Un estudio sobre el control progresivo de los británicos en Jammu y Cachemira en WARIKOO, P.K.
Central Asia and Kas/imiir. Págs. 134-150,156-164
41
del Imperio Ruso, o con el tiempo se extenderían los dominios del Zar hasta Sinkiang?33
Segundo, ¿dónde concretamente se encontraban las fronteras entre el territorio chino y
esas dos regiones colindantes de Jammu y Cachemira que eran la delegación de Gilgit y
Ladakh? Las dos cuestiones estaban relacionadas con los intereses estratégicos de los
británicos, puesto que tanto el concretar una Frontera del Norte acorde con sus intereses
como su urgente establecimiento dependían de que esa frontera limitara con Rusia o con
China.

Pero la demarcación de la frontera con China presentaba una dificultad adicional


relacionada con los derechos de cultivo, pastoreo y recaudación de impuestos que
Hunza tenía desde tiempos inmemoriales en Raskam y otros territorios más allá de la
frontera natural del Karakoram, en la provincia china de Sinkiang.34 Todos estos
derechos formaban parte de una especial relación de vasallaje que Hunza mantenia con
China, que le obligaba a pagar un tributo anual. La cuestión de los derechos de Hunza
sobre estos territorios estaba íntimamente ligada a cualquier intento de definir la
Frontera del Norte, y desde el principio fue utilizada por los británicos como moneda de
cambio o presión para obtener otras prerrogativas más sugestivas. Si se daba el caso de
que se consideraran los derechos de Hunza como un hecho con un fundamento formal y
autorizado, este territorio se podía incluir en un tratado fronterizo en el margen indio o
se podía utilizar para canjearlo en otras negociaciones.

Por ello no es de extrañar que en 1897 los británicos animaran al Emir de Hunza
a renovar sus cultivos en el área de Raskam.35 Las autoridades chinas, conscientes de
que las reivindicaciones territoriales de 1-lunza formaban parte de una ambiciosa política
fronteriza británica, revocaron las licencias de las que había estado gozando.36 Pero más
adelante, ante la insistencia del Emir por volver a sembrar en los cultivos de Raskam,
condicionaron su autorización a la admisión de que el territorio formaba parte del
Dominio Chino y que sólo se estaba arrendando. No obstante, el cónsul ruso en
Kashgaria advirtió a los chinos que si daban el permiso a Hunza los británicos acabarían

-- Ver LAMB, A. Kas/mije. A Disputed Legacv. Pág. 33

WARIKOO, P.K. Centeal Asia ¿¿md Kas/niña Págs. 164-171

~ BAJPAI, SC. Opcit. Págs. 113-115


~ Ver LAMB, A. me Sino-India Bordee. Pág. 39

42
anexionándose el territorio, y que ellos exigirían otra franja de territorio chino en la
región de Tashkurghan, en la carretera que unía Rusia con Kashgaria a través de la
cadena montañosa de Sarikol.37

A los británicos les quedaban dos opciones, o bien se inclinaban por extender su
dominio más allá del Karakoram arriesgándose a que los rusos exigieran sus
compensaciones en Tashkurghan, o se conformaban con la protección que les ofrecía la
frontera natural que formaba la cadena montañosa. El gobierno de la India, en aquellos
momentos bajo Lord Elgin, que no consideraba que existiera una verdadera amenaza de
que los rusos ocuparan Sinkiang ni de que los chinos se quisieran hacer con Hunza,
decidió abandonar cualquier tipo de reclamación sobre el territorio de Raskam.38

1.1.2.3. Las propuestas fronterizas británicas de 1899, con su


reajuste de 1905, y 1912

De esta forma, para 1898 los británicos habían indicado de forma tácita, pero no
por medio de una delimitación fronteriza formal, que renunciaban a las reivindicaciones
territoriales del Marajá de Jammu y Cachemira sobre Shahidullah y a las del Emir de
1-lunza sobre Raskam, que la frontera de Aksai Chin estaba pendiente de consideración,
y que toda la región de Dardistán, incluido Hunza, debía considerarse parte del Imperio
Británico. Pero cuando comenzó la conferencia sino-rusa destinada a definir las
fronteras en Turkestán Occidental, Calcuta consideró urgente el establecimiento de una
frontera formal entre los imperios chino y británico.

La línea fronteriza que los británicos propusieron a Pekín en 1899 era la


stguiente: comenzaba al oeste en el mencionado Pico de Pavalo Schveikhovski, después
cruzaba el Taghdumbash Pamir en dirección sudeste, pasaba los altos del río
Karachukur y llegaba a la ladera principal del Karakoram justo al oeste del paso de
Mintaka. Esta sección de la frontera sobrepasaba, de forma excepcional, la cima del
Karakoram al cruzar parte del Tagbdunibash Pamir porque era la manera más fácil de

~ WOODMAN, D. Op.cit. Pág. 103

38 LAMB, A. The Sino-India Bordee. Pág. 43

~ Ver LAMB, A. The Sino-/odia Bordee. Pág. 49

43
hacerla coincidir con el extremo oriental del borde establecido entre Rusia y Afganistán
en 1895 (para seguir este apartado ver mapa 5)

A continuación, la frontera continuaba por la ladera principal del Karakoram


hacia el este y llegaba al paso de Shimshal, donde se desviaba ligeramente hacia el norte
rodeando unas cuantas millas cuadradas alrededor de Darwaza (excluyendo la
estratégicamente más valiosa región del río Raskam y Azghar) después volvía a la falda
principal del Karakoram. Continuando en dirección sudeste a lo largo de esta línea
llegaba al paso del Karakoram. Esta sección de la línea fronteriza, exceptuando la ligera
desviación de Darwaza, destinada a compensar la pérdida de territorio de 1-lunza en
Raskam, también respetaba la ladera principal del Karakoram hasta el mismo paso.

Al este del paso del Karakoram surgían las dificultades porque la naturaleza no
proporcionaba accidentes orográficos que pudieran hacer el mismo trabajo que las
cadenas montañosas mencionadas. Desde ese punto la frontera seguía una ruta a través
del extremo occidental de la Meseta Tibetana entre Aksai Chin y las cuencas del
Lingzitang (dejando Aksai Chin fiera de los limites de Jammu y Cachemira), a lo largo
de la cadena montañosa de Loqzung, hasta alcanzar la frontera entre Tíbet y Ladakh
cerca del paso de Lanak.40 La decisión de utilizar la cadena del Loqzung no era más que
una de las muchas soluciones que se podían haber adoptado, y se basó más en su
utilidad que en precedentes administrativos o históricos.

La Oficina de Asuntos Exteriores china no respondió a la propuesta británica,


impidiendo de esta manera que la frontera se concretara. De cualquier forma, el
gobierno británico llegó a la conclusión de que su proposición presentaba dos grandes
inconvenientes. En primer lugar, se había creado un punto de unión entre los imperios
ruso y británico en el Pico de Pavalo Schveikhovski, deshaciendo lo alcanzado en el
Tratado Anglo-ruso de 1895 que creó una zona de contención con la franja afgana del
Wakhan y el Taghdumbash Pamir chino. En segundo lugar, el territorio cedido a Hunza
en los alrededores de Darwaza en el margen chino del paso de Shimshal era demasiado
pequeño para cubrir las necesidades de sus habitantes.

40 Descripción literal en LAMB, A. T/ie Sino-India Boedee. Pág. 45. y BAJPAI, SC. Op.cit. Págs. 139-
140

44
De esta forma, el gobierno británico introdujo en 1905 unas modificaciones que
enmendaban ambas cuestiones impidiendo el punto de unión entre las fronteras rusa y
británica en el Taghdumbash Pamir al ceder un buen trozo de tierra en esta región a
cambio de unas cuantas millas cuadradas al este del paso de Shimshal (ver mapa 5.A).
Pero las dificultades a las que se estaban enfrentando los británicos para conseguir la
aceptación de China de los acuerdos fronterizos entre británicos y tibetanos en Assam
les desaconsejaron abordar estrategias encaminadas a aumentar su presencia en suelo
chino. De forma que la nueva delineación fronteriza no fue comunicada a los chinos,
perdiéndose una nueva oportunidad para asentar la Frontera del Norte.

Por último, en 1912 se produjo un tercer intento de demarcación territorial


cuando el gobierno británico propuso una dilatación de las fronteras del norte en Jammu
y Cachemira. Esta última y más expansionista percepción fronteriza, determinada por el
temor a que la provincia de Sinkiang cayera bajo dominio ruso, defendía moldear las
delimitaciones anteriores hasta conseguir una línea divisoria que situara todos los
territorios que habían sido objeto de alguna controversia en el pasado, es decir, Raskam,
Aksai Chin, Shahidullah y Taghdumbash, dentro de las fronteras del Imperio
Británico)’

Esta demarcación, que tampoco fue comunicada a las autoridades de Pekín,


perdió parte de su razón de ser al comprobarse que, después de la caída de la dinastía
Manchó, Sinkiang no corría el peligro de caer bajo dominio ruso, Por el contrario, se
sometió a un férreo control de la República, lo que no impidió que la Frontera del Norte
volviera a ser una zona insegura para los británicos. Por un lado, Sinkiang era una
región muy desestabilizada por la sublevación de las poblaciones musulmanas. Por otro,
el nuevo régimen del Kuomintang de Chiang Kai-shek desarrolló la política oficial más
agresiva nunca desarrollada por Pekín en contra del Imperio Británico.

La amenaza real que el nuevo régimen de Pekín suponía para la posición de los
británicos en Hunza dio lugar a unas negociaciones entre China y el Consulado General
Británico que cesaron, antes de haber alcanzado algún acuerdo, cuando una crisis
politica en Sinkiang transformó el panorama estratégico. En 1933 parecía como si toda

“ Ver WOODMAN, D. Op.cit. Pág. 80, LAMB, A. Kas/infle. A Disputed Legacy. Pág. 42, y The Sino-
Imdia Border. Pág. 67, y NOORANI, A.G. [ud/a, t/ie Supeepowers aud dic Neig/ibours. South Asian
Publishers. Nueva Delhi 1985. Pág. 145

45
la provincia estuviera a punto de desmembrarse en pequeños reinos musulmanes. Un
militar prosoviético de capacidad excepcional, Sheng Shih-ts’ai, consiguió que para
1934 la mayor parte de la provincia estuviera controlada. Pero desde 1934 una parte de
Sinkiang resistió el empuje de Sheng Shih-ts’ai con el establecimiento de un dominio
autónomo situado en Khotan, Tunganistán. Hasta su caída en 1937, este enclave rebelde
fue una amenaza constante para la posición china en Kashgaria y una inspiración para
los musulmanes de toda la provincia. Pronto resultó evidente que la defensa de la
Frontera del Norte exigía una revisión de la relación entre el Estado de Jammu y
Cachemira y el gobierno de la India.

1.1.2.4. La cesión de la delegación de GIIgit

Para el gobierno de la India la nueva sítuación en Sinkiang desafiaba la


seguridad de la Frontera del Norte desde dos bandas. En primer lugar, se sabía que
Sheng Shih-ts’ai estaba en estrecho contacto con los soviéticos. El temor de los
británicos radicaba en que las ideas del comunismo se filtraran en la India. En segundo
lugar, la existencia del enclave rebelde de Khotan tampoco carecia de riesgos. No se
podía descartar la posibilidad de que sus fuerzas se introdujeran en el norte de Ladakh,
donde ni existía una frontera oficial ni los británicos tenían destinadas tropas de defensa.
De esta forma, en 1934 toda la Frontera del Norte, no sólo el extremo occidental
protegido desde Gilgit sobre el que los británicos habían concentrado su atención en los
últimos años, se encontraba bajo seria amenaza.

Haciendo un estudio de posibles recursos ante un eventual estado de emergencia


el panorama no resultaba tranquilizador. La presencia militar de los británicos era casi
nula, y las rutas para acceder a Gilgit desde la lndia británica eran escasas y muy
complicadas. Las únicas tropas británicas en la región eran los Cuerpos de Scouts de
Gilgit, soldados indios dirigidos por oficiales británicos, y estos cuerpos no estaban
preparados para enfrentarse por sí solos a una posible invasión desde Sinkiang. En caso
de emergencia sería imprescindible recurrir a la ayuda de las tropas del Estado de
.Iammu y Cachemira destinadas en Bunji, a unas quince millas de Gilgit pero en el otro
margen del Indo. Asimismo, los británicos no sólo alimentaban la duda de que existiera
la capacidad, sino también la voluntad por parte del Marajá de acudir en su ayuda en
caso de que se lo solicitaran.

46
Ante la dudosa lealtad de Han Singh y la potencial amenaza en Sinkiang, los
británicos pensaron en introducir algunos reajustes en la delegación de Gilgit. Las
negociaciones formales entre el gobierno de Jammu y Cachemira y el de la India se
consumaron con el arrendamiento por 60 años, desde el 26 de marzo de 1935, de la
parte de Gilgit y sus dependencias situadas al norte del Indo. Toda la administración
civil y militar de la región fue transferida al gobierno de la India. A cambio, los
británicos se comprometieron a no mover sus tropas por la región “en circunstancias
normales”, a asumir la totalidad los gastos derivados, y a reconocer que la delegación de
Gilgit formaba parte del Estado de Jammu y Cachemira.

El agente político británico en Gilgit se tuvo que enfrentar, en primer lugar, con
el antiguo problema de los derechos del Emir de Hunza sobre las tierras de Raskam y el
Taghdumbash Pamir. En 1912, cuando en Calcuta prevalecían las percepciones
fronterizas más expansionistas, los británicos volvieron a animar al Emir de Hunza a
restablecer sus reclamaciones en Raskam para asegurarse así su propia presencia en la
zona. Pero en 1935 las nuevas amenazas china y soviética aconsejaban presionar al
Emir para acabar con una causa de confrontación al mismo tiempo que para cerrar la
cuestión de la soberanía sobre Hunza. De esta forma, el Emir dejó de pagar su tributo a
las autoridades chinas a cambio de que Calcuta le proporcionara un subsidio anual y un
feudo para sus cultivos.

El final de la relación de vasallaje de Hunza respecto a China fue un cambio más


que simbólico. Esta franja de la Frontera del Norte había supuesto una zona de
contención entre la delegación de Gilgit, territorio de la India británica a todos los
efectos, y Sinkiang, una provincia china que podía convertirse con el tiempo en parte de
la Unión Soviética. Las consecuencias y los peligros que podían surgir de la
desaparición de este campo de interceptación se hicieron pronto evidentes, y las
primeras reacciones de los chinos ante la finalización del vasallaje de Hunza no fueron
amistosas.

En marzo de 1938 las autoridades de Sinkiang, animadas por los soviéticos,


llevaron a cabo dos incursiones contra súbditos del Emir de Hunza. Además de estos
dos incidentes se produjeron varios actos de ofensa y provocación a comerciantes y

47
funcionarios de la India británica.42 Los contactos bilaterales propios suscitados por este
tipo de crisis, como ocurría tan a menudo en las relaciones diplomáticas entre China y
los británicos, cesaron cuando acabaron las situaciones de tensión. La frontera de
Ladakh también jugó su papel a la hora de exacerbar los ánimos en las nuevas y tensas
relaciones entre chinos y británicos. La huida de un grupo de adversarios de Sheng
Shih-ts’ai a Ladakh fue interpretada en Kashgaria como una evidencia de la
interferencia británica en la política de Sinkiang.

El nuevo escenario podría haber desembocado en un enfrentamiento directo en


la región de Aksai Chin si en 1941 no se hubiera producido una importante
perturbación. Sheng Shih-ts’ai perdió mucha de su fascinación prosoviética cuando
Stalin firmó un pacto de no agresión con Japón. Luego sobrevino el ataque alemán a
Rusia que alteró profundamente la balanza de poder en remotas zonas como Sinkiang.
No parecía probable que los rusos tuvieran interés en continuar con sus provocaciones a
los británicos. Por último, en diciembre de 1941 los británicos se aliaron con los chinos
en la guerra contra Japón. Para estas fechas, Sheng Shih-ts’ai estaba considerando muy
seriamente traspasar su alianza al régimen del Kuomintang, un proceso que culminó en
octubre de 1942. Para los británicos las noticias sobre el ataque alemán a la Unión
Soviética significaron que no se debían temer más hostilidades en la Frontera del Norte.
Sinkiang podía convertirse en una ruta fundamental de abastecimiento para los sitiados
rusos y la cooperación con los chinos en esta zona estaría a la orden del día,

Durante los últimos años del gobierno británico en la India se sucedieron varias
crisis relacionadas con Sinkiang que resucitaron la sensación de temor sobre la futura
estabilidad de la región. Pero en esta ocasión los británicos no fueron más que
espectadores pasivos, hasta el punto de que no aprovecharon el acercamiento entre Gran
Bretaña y China para abordar una delimitación fronteriza formal de sus dominios.

Las conclusiones derivadas de las politicas desarrolladas por los británicos en la


Frontera del Norte están estrechamente vinculadas a las decisiones que se tomaron en
1947 acerca del futuro del Estado de Jammu y Cachemira. No obstante, parece excesívo
remitirse a 1846, como hace Alastair Lamb, y defender que la cesión de Cachemira al
Rajá de Jammu supuso una primera expresión de los preparativos de los británicos para

42 LAME, A. Kas/ini/r. A Disputed Legacv. Pág. 64

48
garantizar un escenario favorable posterior a su marcha.43 En 1846 el panorama
geoestratégico en la zona difería sustancialmente del existente en 1935, cuando se
obtuvo la cesión de Gilgit, por no decir que entonces ni siquiera se sospechaba el
nacimiento de Pakistán. Por otro lado, en caso de que fueran ciertas las denuncias a
propósito de los concienzudos planes británicos para determinar el futuro del Reino
Dogra, resulta dificil explicar la razón que les impidió, no ya por un mero sentido de la
responsabilidad, sino en contemplación de unos intereses propios, abordar en los años
40 del siglo XX, en una situación inmejorable, una delimitación fronteriza formal con
las autoridades chinas. Al margen de los desconocidos designios de los británicos, sin
duda su intervención en el proceso que culminó en 1947 con la integración de Jammu y
Cachemira en la India destacó más por su insuficiencia que por su dedicación. Pero por
ahora hay un aspecto básico que merece ser analizado, ¿dónde exactamente consideraba
el gobierno británico de la India durante sus últimos años de existencia que se debían
situar los límites de la Frontera del Norte?

Por un lado, Alastair Lamb afirma que la frontera reconocida por los británicos
era la de 1899, que dividía en dos Aksai Chin dejando la mitad norte enteramente bajo
el control de China y que también respondía a la frontera acordada en 1963 entre chinos
y pakistaníes.44 Oponiéndose a esta teoría, Dorothy Woodman sostiene que la línea
fronteriza propuesta en 1912, que dejaba Raskam, Aksai Chin, Shahidullah y
Taghdumbash dentro de los límites del Imperio Británico, se mantuvo como la frontera
asumida, como quedó reflejado en los Atlas de The Times y Oxford y en el Atlas Postal
de China desde 1917 hasta 1933 sin que China llegara nunca a oponerse oficialmente.45

Al margen de la aseveración de Lamb, que coincide con los posicionamientos de


China y Pakistán respectivamente, y de la de Woodman, defendida por la India, lo cierto
es que en 1947 ya hacía varios años que los mapas oficiales británicos habían dejado de
reflejar una frontera oficial en estos territorios. A lo largo de toda la zona se extendía la
palabra “undefined” (sin definir).46 Sin embargo, a efectos prácticos parece que se
aceptaba lo dispuesto en la proposición de 1899 con su reajuste de 1905. Los mismos

~ Ver LAMB, A. Kas/ini ir. A Disputa] Legacy. Pág. 149

LAME, A. Kas/míe. A DisputedLegacv. Pág. 51

‘~ WOODMAN, D. Opcit. Pág. 82

49
chinos habían aceptado de Jacto parte del extremo occidental de la línea, el trazado que
seguía la ladera principal del Karakoram desde Afganistán hasta el paso de Shimshal.
Las discrepancias se basaban en el territorio al este de Darwaza que reclamaba Hunza y
que se había integrado en la India en el reajuste de 1905. Si se hubieran desarrollado
negociaciones serias antes de 1947 es de suponer que los chinos habrían admitido esta
modificación, puesto que en el acuerdo fronterizo del 2 de marzo de 1963 entre China y
Pakistán se aceptó este diseño. Lo más probable era que el verdadero problema surgiera
por la falta de definición del extremo oriental de la frontera en la región de Ladakh.

La frontera admitida en 1899 por los británicos en esta región no fue producto de
la lógica adquirida tras un estudio de la situación real, sino que la provocó la necesidad
de terminar en algún sitio la linea divisoria comenzada en el extremo occidental del
Karakoram. La cartografia de Ladakh no era precisa y dependía en gran medida de las
conclusiones publicadas por Johnson tras su expedición de 1865. La frontera se situó a
lo largo de las montañas de Loqzung que separan Aksai Chin de las llanuras de
Lingzitang como un arreglo surgido de las distintas percepciones fronterizas británicas,
la de la escuela de Sir John Ardagh, proclive a extender el máximo posible el territorio
de la India británica, y la de las necesidades administrativas del Estado de Jammu y
Cachemira en Ladakh.

Hasta 1937 el gobierno de la India no tenía por qué preocuparse de la exactitud


de este trazado fronterizo. Nunca ocurría nada en estas regiones de Aksai Chin y el
Lingzitang que eran percibidas tan lejanas y desoladas como la misma Luna. Sin
embargo, cuando los adversarios de Sheng Shih-ts’ai viajaron desde Sinkiang hasta
Ladakh la impresión de los británicos cambió. Si un grupo de refugiados chinos podía
acceder a Leh de una manera tan rápida siguiendo la corriente del Karakash desde
Khotan, ¿no debería la India considerar más seriamente la posibilidad de la incursión de
elementos hostiles desde esa dirección?

Aunque al finalizar las relaciones entre Sheng Shih-ts’ai y los soviéticos este
riesgo se redujo, en 1947 el peligro resurgía al estar toda la región de Sinkiang bajo
amenaza directa de la Unión Soviética. Además, si el Kuomintang perdía la guerra civil
que azotaba China, como parecía probable, al otro lado de la Frontera del Norte se

~<‘ LAME, A. T/ie Sino-Jndia Ruede,-. Pág. 70


50
encontraría un régimen comunista de desconocida ambición. La frontera occidental
parecía ser suficientemente consistente, pero en el extremo oriental de Jammu y
Cachemira, Sir Olaf Caroe, desde el Departamento de Exteriores indio, sugirió sin éxito
extender la frontera hasta las montañas Kunlun en el extremo norte de la Meseta
Tibetana, integrando la totalidad de Aksai Chin en territorio indio. Si los británicos
hubieran seguido gobernando la India después de la victoria comunista en 1949
probablemente habrían asumido las teorias de Sir Olaf Caroe a propósito de Aksai Chin.

Sin embargo, en la primera etapa de la disputa sobre Cachemira tras la división


de la India se creó un escenario estratégico muy distinto al que se había observado hasta
el momento. Hunza pasó a formar parte de Pakistán privando a la India de una posición
clave en Asia Central. La Frontera del Norte se dividió en dos sectores imposibilitando
una sola negociación sobre la delimitación de 1899. Una vez que el gobierno de la India
independiente se convenció de que no era probable el colapso de Pakistán y la vuelta de
todo el territorio a su dominio, se debería haber previsto en Delhi (capital de la índia
británica desde 1942) que era preciso abandonar las ordenaciones de 1899 y establecer
un puesto en el Kunlun dominando el extremo sur de Sinkiang. La India no supo
anticiparse a lo que ocurriría en 1954 cuando, por primera vez, expresó sus diseños
cartográficos a China colocando la frontera bastante más al norte de la propuesta de
1899 e integrando Aksai Chin en Jammu y Cachemira.47

Esta version era más cercana a la propuesta expansionista de Ardagh y Caroe


basada en la delineación fronteriza de Johnson, y fue considerada por Londres como la
más apropiada en momentos de especial riesgo en Sinkiang, pero nunca se materializó
en una propuesta formal. La India debería haber expresado esta idea de una manera real
entre 1947 y 1950 estableciendo puestos militares y creando una infraestructura
apropiada para el apoyo logístico. Pero no lo hizo, y China pudo construir a principios
de la década de los 50 su propia vía de comunicación, una carretera que atravesaba
Aksai Chin uniendo Tibet y Sinkiang, sin que en Nueva Delhi se tuviera conocimiento
hasta bastantes años después.

Ver LAME, A. The Sino-India Bordee. Pág. 71


Si
L2. SL NAC~&VTO fl¡? LOS NACIONALISVOS INDIO Y
PA¡USTASI DURANTE LOS ÚLTIMOS ANOS DE GOBIERNO
nrrÁ¿wco Ff4 SWC”’4 WI ~ DEL NACIONALISMO CA CHEEDil
‘.

1.2.1. LA PRESENCIA DEL ISLAM, EL FINAL DEL DOMINIO


BRITÁNICO, Y LA DIVISIÓN COMUNAL EN EL SUSCONTINENTE
INDOSTÁNICO

La fuerte presencia del Islam en el subcontinente Indostánico fue la causa directa


del enfrentamiento político comunal que, durante los últimos años de la colonia
británica, provocó la división del Imperio en dos nuevas naciones y la rivalidad entre
estas naciones por el Estado de mayoría musulmana de Jammu y Cachemira. La
doctrina que justifica y contiene la esencia de la creación de Pakistán y de su
reivindicación de iammu y Cachemira, la Teoría de las Dos Naciones, retrocede hasta
los años de esplendor, primero, y sometimiento musulmán, después, para encontrar en
ellos una confirmación. Lo cierto es que, por encima de cualquier otra consideración, la
base de la reivindicación pakistaní se sigue cimentando sobre esta doctrina que afirma
que los musulmanes y los hindúes forman dos naciones incompatibles.

Por otro lado, la tradicional negación de la Teoría de las Dos Naciones en la


India, y su organización política en un Estado democrático y secular, ha contrarrestado
durante años la fuerza de las reclamaciones pakistaníes sobre Jammu y Cachemira
basadas en la religión. No obstante, más recientemente, en un país que está sufriendo un
pronunciado proceso de radicalización hindú y que ve rebatida en la práctica su
existencia como hogar común de distintos credos y etnias, Jammu y Cachemira perdura
para los defensores del pensamiento Nehruviano como un símbolo de la nación secular.
Pero para la cada vez más amplia comunidad de nacionalistas hindúes, Jammu y
Cachemira es un territorio que se debe conservar bajo cualquier circunstancia no sólo
para preservar la integridad territorial de la actual Unión India, sino para impedir que
Pakistán consume su proyecto ilegítimo de construcción nacional arrebatando más
territorios de un suheontinente que una vez sólo fue hindú.

En efecto, en la India perduran los recuerdos de su pasado más remoto, de


cuando muchos de sus templos hindúes fueron destruidos por invasores del exterior para

53
construir mezquitas sobre sus ruinas. El primer contacto de la India histórica con el
mundo árabe en expansión se produjo en el año 712 con la invasión de los árabes de
Sind (sur de Pakistán), pero no fue hasta 1192 cuando se inició el dominio musulmán de
toda la India septentrional con la victoria de Muhammad de Gur sobre el Rey de Delhi,
Prithviraj.

Desde el punto de vista religioso, el impacto del Islam sobre la India se dejó
notar muy poco a poco. El Budismo, establecido en las áreas del noroeste y este de la
India, ya llevaba algún tiempo en declive, y el Islamismo obtuvo conversiones más
fáciles desde esta fe con la que compartía algunas caracteristicas. Entre las comunidades
hindúes, la mayoría de los conversos tenían sus orígenes en las clases más bajas, que
eran las que más sufrían el rígido sistema de castas. En el sur de la India, donde
prevalecía el estilo de vida de los ortodoxos hindúes, no llegó a penetrar la tradición
musulmana.

Los primeros invasores forzaron la conversión de parte de la población y sólo


contemplaron el subeontinente como una gran fuente para la obtención de riquezas.
Pero finalmente, al ser conscientes de que en la inmensa extensión de la India la
necesidad les exigía tolerar los hábitos locales, se favoreció, especialmente durante el
siglo XVI, un grado significativo de asimilación cultural en los estratos inferiores de la
2
sociedad. Por el contrario, los descendientes de los primeros conquistadores y los
círculos de influencia musulmanes, por un lado, y los brahmanes y otros divulgadores
de la ortodoxia hindú, por otro, lucharon por preservar sus distintivos.

El Dr. Baago reproduce el testimonio de un teólogo musulmán de la Edad Media que declaraba: “Es un
deber religioso especial mantener a los hindúes en sometimiento y degradación porque son los enemigos
más inflexibles del Profeta, y porque el Profeta nos ha ordenado matarles, expoliarles y tomarles
prisioneros al decir: convertidíes al Islam o matadíes, hacedíes esclavos o destruid sus riquezas y
propiedades”. Dr. Baago. Mellernfolkeligí Sarnvirke. Jai FUnd. En BLINKENBERG, L. Op.eit. Pág. 21

La historiadora india Romila Thapar opina que “según las pautas de la sociedad en el periodo del
sultanato es evidente que tuvo lugar una síntesis de las dos culturas, aunque esta síntesis no afectó a todos
los niveles con la misma intensidad”. THAPAR, Romira. i Historv of india. Penguin Books. Londres
1966. Vol. 1. Págs. 319 y 233. En BLINKFNBERG, L. Op.cit. Págs. 20 y 22. La afirmación realizada por
el Dr. Baago en cl articulo mencionado acerca de que “las distintas culturas y re]igiones en la India se
influyeron recíprocamente muy poco” es rechazada por Lars Blinkenberg, que la considera un
menosprecio de “un prolongado proceso de asimilación que tuvo lugar en el norte de la India durante los
distintos períodos de dominio musulmán, y que ha dado como resultado que las pautas de vida cotidiana
sean muy similares, incluso en la actualidad, en Pakistán y en la India”. Dr. Baago. Op.cit. Pág. 87. En
BLINKENBERC, L. Op.cit. Pág. 22

54
Cuando en 1526 se inicia la invasión mogol bajo el mando del gobernante turco
Zahir-ud-din Mohammed Babur, el norte de la India ya había presenciado el declive del
sultanato de Delhi, las conquistas de Tamerlán a finales del siglo XIV, y el reinado de
los reyes afganos de la dinastía Lodi en Delhi y Agra. A partir de entonces comienza en
el subcontinente una era repleta de luces, aunque no carente de algunas sombras.

En 1561, el gran emperador Akbar comenzó su reinado para convertirse en uno


de los soberanos más notables de la historia universal. A su muerte, el Imperio abarcaba
todo el subeontinente exceptuando el sur (todo el territorio al sur del río Godavarí). Sin
embargo, sus logros se manifestaron principalmente en su tolerancia religiosa y en el
apaciguamiento de los antagonismos sociales, lo que, unido a la consolidación de su
dominio imperial, tuvo un impacto duradero en el subcontinente. Para la finalidad de
este estudio, e) último gran Emperador mogol, Aurangzeb (1658-1707), también es una
figura cardinal. Fue un gran Emperador en el sentido de que expandió el dominio mogol
más allá que sus predecesores, pero la tolerancia y la convivencia pacífica de la
comunidad musulmana con la hindú y la sij desaparecieron durante su reinado.3 Sus
políticas discriminatorias no sólo dejaron unas secuelas psicológicas y emocionales
duraderas en las relaciones inter-comunitarias. También suscitaron violentas revueltas y
el debilitamiento del Imperio Mogol, que fue aprovechado por los europeos para
reforzar sus posiciones en las costas.

Desde, más o menos, 1750 hasta que un siglo más tarde se estableció la India
británica, se experimentó un declive general y una gran confusión en espera de algún
gobernante que pudiera reunificar los distintos reinos que habian nacido de las minas de
los anteriores grandes imperios en el norte y el sur. El dirigente esperado fue la

La Enciclopedia Británica describia en 1962 a Aurangzeb de la siguiente forma: “La intolerancia


política y religiosa de Aurangzeb fue la principal causa del declive del Imperio. Puritanamente ortodoxo y
extremadamente fanático abandonó la política conciliadora de Akbar hacia la sometida población hindú...
alzó el trono como defensor del Islam ortodoxo.., los hindúes fueron excluidos de los cargos públicos, sus
escuelas y templos destruidos y los detestados impuestos ifieron restituidos: Aurangzeb sometió a los sijs
a persecución y mató a su lider religioso. Esto transformó a los sus de una secta pacifica en una
hermandad de soldados fanáticos opuestos al gobierno musulmán. El resultado fue que los raiputas, iats y
sijs del norte y los marathas del Decán... izaron la bandera de Ja revueita”. Encyc/opaedia Be//cnn/ca.
Edición de 1962. Vol. 12. Pág. 163. En BLINKENBFRC, L. Op.eit. Pág. 26. En la edición de 1985 se
insiste en esta definición afirmando: “Recientemente se ha realizado un intento por demostrar que
Aurangzeb no era un musulmán sunita tan fanático como se le ha representado... la incontestable
certificación actual demuestra que destruyó cientos de templos hindúes y escuelas y que forzó la
conversión de los hindúes al Islam. La idea deque sólo realizó esta política en época de guerra es una
pura invención de sus modernos apologistas y no está confirmada en los estudios contemporáneos”.
lSneyclopaedia Britannica. Miceopaedia, Ready Rejérenee. Edición de 1985. Vol. 7. Pág. 74

55
Compañía Británica de las Indias Orientales, cuyas posesiones se transformaron en la
India británica después de la “Revuelta de los Cipayos” de 185’7-58.~

El comienzo del dominio británico resultó especialmente lesivo para una


comunidad musulmana que a su importante declive económico tuvo que añadir la
humillación que supuso dejar de ser los soberanos para convertirse, igual que los
hindúes, en subordinados de una dominación extranjera.5 Además, en las grandes
ciudades surgió una nueva elite casi enteramente hindú interesada por las ideas
occidentales, haciendo sentir a los musulmanes que además de haber perdido el poder
político se habían convertido en los principales sospechosos de traición y deslealtad.6

Desde entonces los musulmanes se convirtieron en una comunidad cerrada


centrada en sus más ancestrales tradiciones culturales y religiosas. D.H. Butaní ilustra la
opinión mayoritaria entre los autores indios al defender que los propios musulmanes,
expuestos a la influencia ortodoxa de la última parte del Imperio Mogol, se mantuvieron
voluntariamente al margen de la educación británica y de las nuevas industrias de la
India.7 Pero otros autores, entre ellos lan Stephens, consideran que la relegación de la
comunidad musulmana fue producto de unas políticas británicas, deliberadas o no, que
fomentaron el ascenso económico y social de los hindúes.8 De cualquier forma, lo cierto
es que la primera semilla de la partición del subcontinente se encontró en la afloración
durante estos años de los musulmanes como una comunidad aislada y relegada. Elio
desembocó en la aparición durante la segunda mitad del siglo XIX de diversos

4
La Revuelta de los Cipayos reunió a los hindúes y a los musulmanes en una lucha general en contra del
dominio extranjero. Pero esta unión no tuvo efectos duraderos, puesto que la mayoria de los que tomaron
parte en la rebelión lo hicieron bien para apoyar al casi difunto régimen mogol, en el caso de los
musulmanes, o bien para reforzar al Imperio hindú de Maharashtra. No obstante, el objetivo prioritario de
las represalias británicas fueron los miembros de la comunidad musulmana, injustamente señalados como
protagonistas de lo ocurrido. STEPHENS, 1. Op.cit. Pág. 69

STEPHENS, 1. Pakistan. Emesí Benn Limited. Londres 1963. Pág. 69

6 JAFFAR, SM. Kas/unir Soid andResoid. Book Land India. Nueva Delhi 1993. Pág. 41

Ver, por ejemplo, BUTANI, D.H. The Futare o/Pakistan. Promilla & Co. Publishers. Nueva Delhi
1984. Pág. 26
8 Al adoptar medidas como la utilización exclusiva del inglés en su administración, a las que sólo se
podian acomodar los hindúes al habitar los principales centros urbanos, ciertas reformas en la posesión de
tierras, la pérdida de confianza en los musulmanes, y su consecuente descenso de prestigio social y de
presencia en el Ejército. Ver STEPFtENS, 1. Op.cit. Págs. 6900

56
movimientos reformistas musulmanes decididos a mejorar los estándares educativos de
su comunidad trazando sus señas de identidad en oposición a las de los indios hindúes.9

1.2.1.1. La división política entre hindúes y musulmanes

El Congreso Nacional de la India, nacido en 1885 como un movimiento


reformista hindú, dio en la última década del siglo XIX el primer paso de su marcha
hacia una actitud más radical. En 1906 el Partido del Congreso reclamó oficialmente por
primera vez la svaraj o autonomía de la India, y fue entonces cuando entró en escena la
comúnmente admitida política británica de vencerás”.

Esta estrategia incitó la división comunal de la India británica mediante el


fortalecimiento de los musulmanes para contrarrestar la fuerza del movimiento
independentista capitalizado por los hindúes. La estrategia de los imperialistas provocó
la división política más importante entre las dos comunidades durante el período
británico, al mismo tiempo que favoreció un cambio radical en el enfoque del gobierno
de Calcuta, que convirtió en su aliado a todo aquel que no participara en la lucha
nacionalista del Congreso)0

A este respecto, y como punto de partida para comprender el desencuentro entre


los seguidores del fundador de Pakistán, Ah Jinnah, y Jawaharlal Nehru, no hay que
olvidar que el Partido del Congreso era una organización “no exeluyente” en la que
tomaban parte miembros de todas las comunidades étnicas y religiosas. En
contraposición, la Liga Musulmana deseaba arrogarse la única representación de la
comunidad musulmana, negándole al Congreso su condición de partido plural y secular.

1906 fue el primer alio del virreinato de Lord Minto y el año de la fundación de
la Liga Musulmana, entre cuyos objetivos declarados se incluía el de “promover, entre

En 1875 el lider musulmán Syed Ahmad Khan ifindó la universidad Alighar, que pronto se convertiria
en el centro de la revivificación social y cultural musulmana. Cuando una década después se formó el
Partido del Congreso, Ahmad Khan se mantuvo aparte alegando que este partido no representaba “las
opiniones, los ideales y las aspiraciones de los musulmanes”. Khan comenzó a hablar acerca de “dos
naciones en la India- la musulmana y la hindú y de lo que deberian hacer en caso de que los británicos
abandonaran la India”. HOLIII-lO, Hector. Jinnah. Cecator of Pakistan. Greenwood Press Publishers.
Connecticut 1981. Pág. 42. “Aqui tenemos al verdadero predecesor e inspirador dc Mohammed Ah
Jinnah”. Ver BUTANI, D.H. Op.eit. Págs. 115 y l95
¡0 Ver BLINKENEERC, L. Op.cit. Pág. 31

57
los musulmanes de la India, sentimientos de lealtad al gobierno británico”.” En este
escenano, Lord Minto dio un paso más en la estrategia imperialista de “divide y
vencerás” mediante la admisión de que en cualquier esquema de reforma política los
musulmanes debían disfrutar de cuerpos electorales separados.’2

Esta primera concesión de disociación política a los musulmanes y la creación


de la Liga Musulmana tienen una importancia crucial para el entendimiento del ulterior
desarrollo de la idea de Pakistán. Los indiscutibles beneficios que la estrategia de
“divide y vencerás” supusieron a corto plazo para debilitar al movimiento nacionalista
determinaron que el gobierno británico ahondara en sus posibilidades, a pesar de que
algunos británicos advirtieron del riesgo de desestabilización política que corría el
subcontinente.’3 En 1909 las reformas de Morley-Minto dieron respuesta a las
reclamaciones de los nacionalistas indios aumentando su número de representantes en
los consejos ejecutivos, pero también concedieron a los musulmanes una representación
independiente.

Desde 1916 hasta 1922, el escenario global de la Primera Guerra Mundial


favoreció una sorprendente reconciliación entre musulmanes e hindúes, que lan
Stephens relaciona con la desilusión que estaba despertando la actitud de los paises
europeos (la derrota de Rusia ante Japón, el acoso a Persia, Afganistán y Turquía por
parte de países europeos y cristianos).’4 Este acercamiento se materializó en 1916 con

“BOLIIHO, H. Op.cit. Pág. 45

2 Lord Minto aceptó la petición de estos “descendientes de una raza conquistadora y gobemante” con la
convicción de que “cualquier representación electoral en la India que aspire a la concesión de derechos a
los ciudadanos sin tener en cuenta las creencias y las tradiciones de las comunidades que componen la
población de este continente estaria destinada a un nocivo fracaso”. Tanto las palabras como las
intenciones de Minto fueron recibidas por los nacionalistas hindúes como un tipico gesto imperialista
hacia una minoria, insultante e injusto para los hindúes. DAS, Durga. India- Franz Cuezun tu Ne/ieu &
Altee. Londres 1969. Págs. 50-SIEn BLINKENBERG, L. Op.cit. Págs. 31 y 32

‘~ El último informe Montagu-Chelmsfold de 1918 sobre la reforma constitucional de la India admitia los
peligros de estos electorados comunales declarando: “La división por credos y clases significa la creación
de campos politicos organizados unos en contra de otros, y enseña al hombre a pensar como partisano y
no como ciudadano.., por lo tanto, nosotros consideramos cualquier sistema de electorados comunales
como un serio obstáculo para el desarrollo del principio dc autogobierno”. NEHRU, .1. Díse<~very of Ludie.
Pág. 358. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 32
‘~ Se presenció una situación excepcional en eí sentido de que musulmanes e hindúes se unieron “más que
nunca antes y nunca después. Y podemos considerar como una gran paradoja que, mientras que la
Primera Guerra Mundial y sus postrimerias tuvieran este efecto, la Segunda Guerra Mundial y los dos
años que le sobrevinieron tuvieran exactamente el (efecto) contrario”. STEPHENS, 1. Op.cit. Pág. 72

58
un acuerdo sobre el futuro constitucional del país denominado Pacto de Lucknow. El
pacto concedía el apoyo musulmán a la petición del Congreso de autogobierno y, a
cambio, el Congreso aceptaba y aumentaba el número de los escaños que representaban
distritos electorales separados para los musulmanes.

Durante estos años, las reformas introducidas por los británicos sólo
establecieron una parodia de régimen parlamentario.’6 La represión y las dificultades
económicas empujaron al Congreso, bajo el liderazgo de Mahatma Gandhi, a organizar
el lanzamiento de una gran campaña nacional de resistencia no violenta que duró hasta
1922. Esta campaña fue secundada por la mayor parte de la comunidad musulmana a
pesar de que la Liga acató las reformas introducidas por los británicos.’7 Hasta 1928, el
movimiento nacionalista se caracterizó por una relativa tranquilidad y se inscribió en el
marco de la legalidad constitucional, pero en diciembre de 1927 e) partido del Congreso
dejó de reclamar el s-varaj, o “autonomía interna”, para pedir el puma svaraj o
independencia.

En 1928 Motilal Nehru, padre del futuro primer ministro de la India, encabezó
un Comité encargado de diseñar un esquema de Constitución que propuso establecer un
Estado federal y secular y abolir los electorados separados manteniendo una
representación equilibrada entre hindúes y musulmanes.’8 Esta propuesta sirvió de base
para el Acta de Gobierno de la India de 1935, que proveía para la creación de una
federación que comprendiera los estados nativos y los territorios de la India británica.

‘~ Encyelopaedia Beitannica. Miceopaedia. Ready Refreence. Edición de 1985. Vol. 7. Pág. 105
6 La declaración de Montagu-CLiemsfold de 1918 en la que se prometía un proceso de reforma
gubernamental en la India, se desarrolló a través del Acta de Gobierno de la India (Covernrnent of India
viet) de 1919, que consolidaba los electorados separados, protegía los derechos de las diversas
comunidades (hindúes, musulmanes, sijs...) y de las categorías sociales (por ejemplo, los intocables), y
aumentaba la participación de los indios en la política, en consonancia con las que habían sido las
principales declaraciones del Pacto de Lucknow.

17 Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 34

‘~La Liga Musulmana sugirió que un tercio de los escaños de la Asamblea Legislativa debía ser ocupado
por musulmanes, lo que suponía reservar cl 33% dc los asientos para el 25% de la población. El rechazo
de esta petición, catalogada de moderada por los investigadores propakistanies y dc úxtre,nista por los
indios, hizo que Jinnah se sintiera “disgustado por la política obcecada de las recomendaciones del
Comité de Nehru”, aunque todavía no hizo ninguna referencia a la Teoría de las Dos Naciones. Más tarde,
durante la segunda conferencia de la Mesa Redonda celebrada en Londres en 1931 (que conduciría a la
declaración del Acta de Gobierno de la India de 1935), la intransigencia del Congreso con las peticiones
de los musulmanes hicieron que Jinnah se convenciera de que “no había ninguna esperanza de unidad”.
Ver BOLITHO, H. Op.cit. Págs. 94 y 100, y IDAS, O. India- From Curzon tu Neheu. Pág. 128. En
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 35.

59
Pero la exigencia de la Liga Musulmana, en el primero de los casos, de un porcentaje de
escaños en la Asamblea Legislativa considerado desproporcionado por el Congreso, y
ante la propuesta del Acta de Gobierno de 1935 de una representación separada de las
minorias, impidió que la propuesta federalista siguiera adelante.

No obstante, los resultados de las elecciones para las asambleas provinciales en


1937 dejaron en evidencia un factor que no debe ignorarse: 10 años antes de la
Transferencia de Poderes, la mayor parte de la población musulmana no comulgaba con
los criterios comunales de la Liga. Resulta necesario destacar que al mismo tiempo que
se estaba desarrollando un ligero cisma entre los hindúes que apoyaban al Congreso
activamente y los que con su actitud pasiva amparaban al dominio extranjero, también
prosperó una división dentro de la comunidad musulmana: por un lado, los
“tradicionales” que querían reafirmar sus vínculos con su ilustre pasado y con otros
países musulmanes. Por otro lado, los “nacionalistas” que primero se consideraban
indios y después musulmanes. Pues bien, en 1937 el Congreso obtuvo alrededor del
95% del voto musulmán emitido, y su apoyo mayoritario en todas las provincias
excepto Uttar Pradesh y Bombay, donde la comunidad musulmana estaba en minoría.

El Congreso, envanecido por estos resultados, ofreció integrar representantes de


la Liga en gobiernos de coalición, pero como expone Hector Bolito, condicionó su
oferta a tales exigencias que obligó a la Liga a rehusar cualquier colaboración.’9 Aunque
la amplia victoria del Congreso le diera legitimidad para formar gobiernos excluyentes,
esta decisión supuso un enorme error táctico. Nehru, insistiendo en la condición secular
de su partido, rechazó las peticiones de miembros influyentes del Congreso que estaban
a favor de conseguir la cooperación de la Liga sin exigir condiciones.20 Este período de
los gobiernos del Congreso tuvo un impacto tremendo en las división entre hindúes y
musulmanes, radicalizó a los miembros de la Liga y precipitó la partición del
subcontinente más que ningún otro factor.2’

En el caso de la disputada región de Uttar Pradesh pidió que se convirtieran en miembros del Partido

del Congreso y que la Liga Musulmana dcjara de existir. BOLITHO, H. Op.cit. Pág. 114

20 Nehru se justificó de la siguiente forma: “El propio Congreso era una especie de coalición.., una
coalición más amplia significaba una unión con gente cuya entera perspectiva política y social era
diferente y que estaba fundamentalmente interesada en el cargo y el mando”. NEHRU, J. Discovery uf
India. Pág. 372. Fn BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 37

2] “El Congreso... parecía estar borracho de poder como resultado de su victoria en las elecciones (...) El
resultado- la total exclusión de los musulmanes en el primer experimento de democracia parlamentaria,

60
El gobierno del Congreso en las provincias llegó a un precipitado fin con el
comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Los políticos del Congreso dimitieron de sus
puestos en los gobiernos provinciales en señal de protesta por la decisión unilateral del
virrey Lord Linlithgow de declarar la guerra en nombre de la India. La reacción de
Jinnah ilustró el grado de antagonismo que le separaba del Congreso. La Liga pidió a
sus seguidores que el 22 de diciembre de 1939 observaran un “Día de Liberación y
Acción de Gracias en señal de alivio porque el régimen del Congreso ha dejado
finalmente de funcionar”.22 Si el Congreso se comportó de una manera arrogante tras su
victoria en las elecciones de 1937, ciertamente este acto de la Liga no fue menos
desacedado. Para los miembros del Congreso, mayoritariamente comprometidos con la
lucha en contra del nazismo, resultó ultrajante que la Liga se regocijara ante la dificil
coyuntura en la que se habían sentido obligados a dimitir. Pero el distanciamiento entre
la Liga y el Congreso era ya un proceso irreversible.

En 1940 desaparecieron para siempre del discurso de Ah Jinnah las alusiones a


una “tierra natal común” y a la “unidad hindú-musulmana”. El 23 de marzo, en una
sesión de la Conferencia Nacional de la Liga Musulmana en Lahore, se introdujo la
“Resolución de Pakistán” que proclamó formalmente por primera vez la idea de que los
musulmanes y los hindúes conformaban dos naciones.23 ¿Vieron los musulmanes en
este distante y vago futuro una posibilidad para recuperar su Imperio perdido? Esta
posibilidad, enunciada por algunos autores pakistaníes, despertó el temor de los
hindúes, que vieron en esta orientación del pensamiento musulmán una amenaza a la
unidad de su “tierra natal”.

Fuera esta afirmación verdadera o fuera, simplemente, la opinión de una


minoría, es innegable que la idea de Pakistán se fue convirtiendo en un elemento más de
la vida cotidiana entre las masas musulmanas de la India. Pero este proceso no se
desarrolló sin costes. Para conseguir el apoyo de los musulmanes, la Liga de Ah Jiimah

con su prIncipio de gobierno mayoritario- fue un desastre”. CHOUDHURY. 0W. Op.cit. Pág. 2. En
opinión de Hector Eolitho, biógrafo de Ah Jinnah, el partido del Congreso subestimé la fuerza de las
pasiones de los líderes de la Liga Musulmana, especialmente de su vehemente presidente, que en poco
tiempo consiguieron movilizar “a cientos de miles de musulmanes que se sitúan bajo la bandera de la
Liga”. BOLITHO, H. Op.cit. Pág. 118
22 BOLITIjO, H. Op.cit. Pág. 124

23 Ver BOLITHO, H. Op.cit. Págs. 128-129

61
sometió a esta comunidad a un proceso de adoctrinamiento sectario que acabaría
teniendo unas consecuencias dramáticas. En 1945, tras la subida al poder en Londres de
los laboristas, la independencia de la India ya era un hecho asumido, y lo único que
contribuía a su retraso era el enfrentamiento entre la Liga Musulmana y el Congreso
Nacional Indio.

Desde aquel momento, el gobierno británico abordó infructuosamente vados


intentos por hacer concurrir al Congreso, aferrado a la idea de mantener la unidad
política del país, y a la Liga Musulmana, comprometida con la creación de un Pakistán
que albergara las regiones de mayoría musulmana, en un mismo esquema para la
Transferencia de Poderes basado en la creación de un mismo Estado descentralizado.24

Pero la fuerza de la Liga Musulmana en 1946 no era la misma que en 1937. Los
resultados de las nuevas elecciones convocadas aquel año demostraron que, aunque el
Congreso continuaba siendo el partido más votado en la musulmana North Wes
Frontier Province y también pudo liderar un gobierno unionista en Punjab, la Liga
había obtenido el apoyo mayoritario de los musulmanes. Maulana Azad, el presidente
musulmán del Congreso, pidió que su partido adoptara una actitud generosa hacia la
Liga en la cuestión de la formación de los gobiernos. Pero en esta ocasión, el historiador
indio Sisir Gupta sostiene que fueron Jinnah y sus triunfantes colaboradores los que se
mostraron inflexibles y beligerantes.25

La Liga Musulmana rechazó definitivamente la propuesta de crear una gran


federación en el subeontinente y el 16 de agosto de 1946 fue proclamado “Jornada de
Acción Directa” para la consecución de la idea de Pakistán. La proclamación por parte
24
El primero fue en junio de 1945, durante la Conferencia de SimIa, que fracasó, básicamente, porque la
Liga no aceptó que el Congreso, que continuaba dominando los gobiemos de algunas regiones de mayoría
musulmana y cuyo presidente era, a su vez, musulmán, pudiera designar miembros de esa comunidad
para el Consejo Ejecutivo. Ver BOLIIHO, U. Op.cit. Pág. 157. El último intento fue el Plan de la
Delegación Ministerial de 1946 (Cahinet Mission Plan). El ingrediente fundamental de la propuesta era la
creación de una Unión descentralizada en la que el centro tuviera competencias sobre Asuntos Exteriores,
Defensa y Comunicaciones, mientras que todos los demás poderes debían ser negociados con las
provincias reunidas en grupos de acuerdo con lo que más tarde se convertiría en las dos ramificaciones de
Pakistán y la Unión India respectivamente. A pesar de que muchos términos de la propuesta cran
inaceptables tanto para el Congreso como para la Liga, ambos se vieron obligados a aceptar la propuesta,
aceptación que se hizo de forma tan maquillada y reticente que muy pronto cayó el castillo de naipes. Ver
STFPHFNS, 1. Op.cit. Pág. 97, y BOLITUO, El. Op.cit. Págs. 162-163
25 Ver GUPTA, Sisir. Kashmie. A Srudv in India-Pakistan Relations. Asia Publishing House. Nueva Delhi
1967. Pág. 11

62
del gobierno de la Liga Musulmana de Bengala de un día de fiesta oficial, por la
“Jornada de Acción Directa”, originó unos motines en Calcuta que se saldaron con
alrededor de 20.000 víctimas mortales.26 La intervención de Gandhi permitió establecer
una calma relativa. No obstante, se había alcanzado un punto en el que el retroceso era
imposible, y los sangrientos enfrentamientos comunales que se produjeron hasta
después de la Transferencia de Poderes constituyeron la página más negra de la historia
reciente de la India.27

El 20 de febrero de 1947, el primer ministro británico Attlee anunció la firme


intención británica de abandonar la India antes de junio de 1948. Lord Mountbatten fue
designado para suceder a Wavell y liderar los últimos pasos hacia la independencia
como virrey. Al llegar a la India, las reuniones que Mountbatten mantuvo con los
distintos líderes políticos le convencieron de que la división era inevitable.28

1.2.2. EL ESCENARIO POLíTICO EN JAMMU Y CACHEMIRA EN


VISPERAS DE LA TRANSFERENCIA DE PODERES

Los procesos políticos reformistas que evolucionaron en la India durante la


primera mitad del siglo XX tuvieron su reflejo en el Estado de Jammu y Cachemira.
Pero en este caso adquirieron una configuración peculiar determinada por el escenario
político y social que caracterizaba a los estados nativos que se repartían por todo el
subcontinente. El activismo politico en Jammu y Cachemira no supuso tanto, aunque
también, la manifestación de un sentimiento nacionalista redimido como una lucha en
contra del absolutismo y a favor de la democracia.

Si bien es cierto que la población mayoritariamente musulmana del Estado


comenzó a reivindicar activamente la mejora de las condiciones de su comunidad, no lo
hizo enfrentando sus derechos a los de las otras comunidades religiosas, sino criticando
una política despótica que los musulmanes cachemiris no relacionaban con un dominio

26 STEPHENS, 1. Op.cit. Págs. 104-106

27 Un estudio reciente sobre las tremendas masacres comunales y los masivos desplazamientos de
población provocados durante la Transferencia de Poderes en “North India Partition and Independence”.
South Asia Journal of Asian Studies. (varios autores) Special lssue 1995. Págs. 1-212
28 Gandhi llegó a sugerir a Nehru que Jinnah fuera invitado a liderar el gobierno provisional, pero Nehru
no quiso pagar un precio tan alto por preservar la unidad del subeontinente. Ver HODSON, 1-1V. TIte
Ceeat Divide. Beitain, India, Pakistan. Hutehinson of London. Londres 1969. Págs. 221-223

63
genérico de la comunidad hindú, sino con la autocracia de la dinastía gobernante. La
tardía aparición de la lucha por la participación popular en las políticas del Estado
provocó que el interés de los políticos cachemiris sólo se desviara hacia la consecución
de la independencia del subeontínente cuando ésta era un hecho prácticamente
consumado. La población de Jammu y Cachemira no tomó parte en la campaña liderada
por la Liga Musulmana para la creación de una nación independiente para los
musulmanes, y sólo en vísperas de la Transferencia de Poderes algunos líderes
religiosos y políticos cachemiris se vieron atraídos por esta idea.

Todo esto permitió que en este Estado se produjera un fenómeno único entre
todas las regiones de mayoría musulmana del subcontinente: el nacimiento de un
partido político liderado por una elite de musulmanes que rechazaba la influencia de la
religión en la política y que convirtió el nacionalismo, la democracia y el secularismo en
los principales pilares de su programa ideológico. Este partido y su líder, Sheikh
Mohammed Abdullah, serían finalmente los principales artífices de la integración de
Jammu y Cachemira en la India.

A pesar de las reformas impuestas por los británicos sobre la administración de


Jammu y Cachemira desde 1889, P.N.K. Bamzai denuncia que el Marajá Raid Singh,
desde su subida al trono en 1925, perpetuó un duro régimen feudal en el que sus
súbditos ten%arrque enfrentarse diariamente con muchas dificultades.29 M.Y Saraf
subraya que, además, la población musulmana estaba discriminada en todos los aspectos
de la organización del Estado y la legislación estaba diseñada para favorecer a los

29 Seguia en vigencia, entre otras cosas, el sistema de begar, el reclutamiento forzoso de ciudadanos, que
solían ser campesinos pobres, para trabajos póblicos sin recibir remuneración alguna a cambio. En
aquellas partes del Estado donde todas las tierras pertenecian al Marajá, las rentas exigidas a los
agricultores eran tan altas que sólo les quedaba suficiente para cubrir sus necesidades básicas en los años
de mayor producción, y las hambrunas destacaban por su frecuencia. Las reformas introducidas por Sir
Walter Lawrence durante los primeros años del mandato británico estipulaban que el 70% de los
rendimientos obtenidos del cultivo de la tierra debía pagar el trabajo de los campesinos. Pero los
funcionarios y los terratenientes encargados de recaudar las rentas dentro de una organización de corte
feudal ignoraban sistemáticamente los derechos de los agricultores. El resultado era el aumento de las
deudas rurales y la floración de prestamistas, verdadero azote de la agricultura en la India. El comercio y
la industria también estaban sometidos a unas tasas abusivas, y hasta la prostitución y el matrimonio se
tasaban en un Estado en el que se denunciaba que sólo el aire y el agua eran gratuitos. Ver BAMZAI,
Prithivi Nath KauI. A Hi.stoey of Kas/unir. Political- Social.- Cultueal. Feom tIte Faeliest Times tu tIte
PresentDay. Metropolitan Book Co. Nueva Delhi 1973. Págs. 492,493, 658, 691, 692 y 706, y SARAF,
MV. Op.cit. Págs. 273-292

64
30

hindúes. Según expone lan Copland, “aunque comprendían el 53% de la población en


el sur, o provincia de Jammu, y más del 93% en el más poblado norte, o provincia de
Cachemira, los musulmanes eran una comunidad sin riqueza ni influencia. A nivel
ejecutivo, el poder se repartía entre el gobernante monárquico Marajá Han Singh y un
consejo ejecutivo dc 4 hombres, que en 1931 estaba formado por el hermano del
N4arajá, dos funcionarios británicos cedidos por el gobierno de la India, y un sij. En la
burocracia, hindúes y sijs ocupaban el 78% de los puestos públicos en comparación con
el 220o de los musulmanes. A nivel de gobiernos locales la disparidad era menos
acentuada en general pero los no musulmanes seguían dominando, especialmente en
Jammu” .~‘

No obstante, las relaciones entre musulmanes e hindúes no eran conflictivas. Los


musulmanes cachemiris se habían ganado a lo largo de los siglos la fama de ser dóciles
y sumisos. Además, en tiempos de Gulab Singh se había acabado con cualquier forma
de oposición por medios no siempre pacíficos. Pero dentro de esa aparente calma existía
un claro resentimiento que en la década de los años 20 se empezó a trasladar a la vida
politica. Hasta la privilegiada comunidad hindú de cachemiris pandits no era inmune a
un creciente descontento ante la evidencia de que en la India gobernada directamente
por los británicos existían mayores libertades políticas.

La comunidad pandit, que formaba la elite política e intelectual más influida por
las corrientes políticas y culturales del resto del Imperio, fue la primera en asumir las
corrientes reformadoras que surgieron a finales del siglo XIX y principios del XX.32 De
esta comunidad surgió una serie de organizaciones enfocadas, en mayor o menor

~ Estaba prohibido para todos los habitantes de Jammu y Cachemira matar vacas, mientras que el Estado
no dudaba en interferir en aspectos de la religión musulmana incluyendo la administración de las
mezquitas. Sólo los hindúes tenían permiso de armas en el Valle de Cachemira, y los musulmanes de esta
localidad estaban excluidos de las Fuerzas Armadas del Estado. Los altos cargos del Ejército estaban
reservados para los Rafruts Dogras y las tropas musulmanas se reclutaban casi en su totalidad entre los
habitantes de Poonch, a los que paradójicamente el Marajá consideraba de confianza. La administración
estaba dominada a todos los niveles por los pandits, y el sistema educativo nacido a principios del siglo
XX dejaba en seria desventaja a los estudiantes musulmanes. SARAF, M.Y. Op.cit. Págs. 320-329

~ COPLANO, lan. “Islam and Political Mobilization in Kashmir, 1931-1934’. Pacifie Affairs, verano de
1981. Págs. 233-34. En GANGULY, Sumit. TIte Ceisis in Kas/unir. Purtents of Wae. Hopes of Peace.
Woodrow Wilson Centre Series. Cambridge 1997. Pág. 7
32 Ver “Early Socio-Religious Reform Movements in Kashmir”. En YASIN, Mohammad y RAFIQI, A-
Qaiyum. History of tIte Feeedom Steaggle Hz Jatn,nu & Kas/muir. Light and Life Publishers. Nueva Delhi
1980. Págs. 89-109

65
medida, a una lucha política que ofreció a la comunidad musulmana un ejemplo de las
posibilidades que ofrecían las organizaciones comunales.

En 1905, el entonces líder religioso de la comunidad musulmana del Valle de


Cachemira, el Mirwaiz-i-Kashmir Maulvi Rasool Shah,33 fundó en Srinagar una
asociación o Anjuman con la intención de mejorar la suerte de los cachemirís
musulmanes y de asegurar la expansión de la verdadera doctrina islámica. El ejemplo
establecido por esta asociación fue seguido por otras Anjuman en Cachemira durante la
segunda y tercera década del siglo XX. Aunque ninguna de ellas obtuvo logros
prácticos, establecieron un importante precedente que otros explotarían más tarde.

Hasta 1921 el Marajá y el representante británico no autorizaron la formación de


asociaciones destinadas al estudio del Corán e impidieron que las Anjuman tomaran
parte en cuestiones políticas. De cualquier forma, estas Anjuman actuaban más bajo la
influencia e inspiración de los problemas locales que como reflejo de las principales
corrientes políticas que recorrían la India británica. Estos problemas locales fueron
denunciados por Sir Albion Bannerji, el miembro más antiguo del Consejo de Estado de
Jammu y Cachemira, cuando dimitió en 1929 de su puesto denunciando las miserables
condiciones de supervivencia de la población musulmana y el abismo que separaba a la
administración de las necesidades reales de la población.34

Algunos historiadores como V.D. Chopra o P.N.K. Bamzai han establecido, sin
embargo, que los agravios dados a conocer por Sir Albion Bannerji no eran
responsabilidad exclusiva del Marajá. La política de represión, en ocasiones violenta, de
la opinión pública era característica común de todos sus antecesores y siempre contó
con el aliento y la complicidad del gobierno de Calcuta. Aprovechando el aislamiento

~ El Miewaiz es un lider religioso, exclusivo del islamismo cachemiri, que también juega un papel en la
comunidad que se puede interpretar en algunos aspectos como político. Ver LAMB, A. Kashrnir A
Disputed Legaq’. Pág. 98

~ “El Estado de Jammu y Cachemira está trabajando con muchos inconvenientes, con una extensa
población mahometana absolutamente analfabeta, trabajando en la pobreza y con muy malas condiciones
económicas de vida en los pueblos y prácticamente gobernados como corderillos sumisos. No hay ningún
contacto entre el gobierno y el pueblo, ninguna oportunidad de manifestar quejas y la propia maquinaria
administrativa requiere un repaso de cabo a rabo para adecuaría a las modernas condiciones de eficacia.
En este momento no responde a los deseos y las reivindicaciones de la población. Apenas hay opinión
pública en el Estado. En lo que respeeta a la prensa prácticamente no existe con la consecuencia de que el
gobierno no se puede beneficiar como debería hacerlo del impacto de una crítica constructiva”. EAMZAI,
P.N.K. Histoey of Kas/unir. Pág. 707, y SARAF, M.Y. Op.cit. Pág. 349

66
del Estado, el gobierno británico, celoso por mantener la seguridad de sus fronteras, dio
pasos efectivos para prevenir la infiltración desde otras partes del país de ideas
sediciosas poniendo impedimentos a la formación de asociaciones políticas, sociales o
religiosas y la publicación de periódicos en el Estado.35

No obstante, el relativo aislamiento de Jammu y Cachemira y los intentos por


parte del residente británico y las autoridades estatales por impermeabilizar sus
fronteras no pudieron evitar que gradualmente tanto Jammu, en primer lugar, como el
Valle, algo más tarde, asumieran los conceptos de libertad y autogobierno y se
implicaran de distinta forma en los campos de reivindicación política.36

Desde la perspectiva de Bamzai, esta infiltración de los valores democráticos no


supuso, exclusivamente, un proceso natural de absorción de las principales corrientes
que estaban sacudiendo al subeontinente. En los años 30, los británicos estaban muy
interesados por reforzar su control en la Frontera del Norte para contrarrestar la
amenaza soviética. Asimismo, existían muchas suspicacias a propósito de la lealtad
debida por el Marajá al Imperio. De esta forma, Calcuta alentó la explosión de un
movimiento de rechazo a la dinastía Dogra sobre lineas comunales para debilitar y
supeditar la estabilidad de su régimen a la ayuda del gobierno británico. De hecho, “esta
política ya les estaba proporcionando buenos dividendos en el resto de la India”. Y en
Jammu y Cachemira también se los proporcionaría en 1935 cuando consiguieron la
cesión de toda la región de Gilgit por parte del Marajá por un período de 60 anos.37

En efecto, existen algunos elementos oscuros en el proceso que culminó el 13 de


julio de 1931 con una gran matanza de agitadores cachemiris que marcó un bito en el
movimiento de rechazo al Marajá.35 Puede que efectivamente se produjera alguna
intervención británica encubierta destinada a debilitar la posición del monarca. Pero lo
indudable es que los agravios que dieron lugar al movimiento popular de rechazo al
régimen de los Dogras no fueron invención de los británicos.

Ver BAMZAI, P.N.K. Historv of Kas/unir. Pág. 707, y CHOPRA, VID. Op.cit. Pág. 24

~ Ver SARAF, M.Y. Op.cit. Págs. 333-337, 346-350

BAMZAI, P.N.K. Histuey of Kashmir. Págs. 711-713

Ver LAMB, A. Kashmie. vi Disputed Legaey. Págs. 89-9(1

67
Las actividades de protesta durante los años 30 estuvieron lideradas
principalmente por el líder religioso Mirwaiz Mohamrned Yusuf Shah y por su principal
protegido, Sheik±Mohammed Abdullah, que pronto se convertiría en el líder político
más emblemático de la historia de Cachemira. Sheikh Abdullah formaba parte de una
nueva elite de musulmanes ilustrados que habían hecho del activismo político su
profesión. Durante la década de los años 20 un pequeño número de jóvenes cachemiris
había abandonado el Estado para estudiar en instituciones musulmanas de enseñanza
superior en la India británica. A principios de los años 30, estos jóvenes graduados
estaban de vuelta en Jammu y Cachemira, especialmente en Srinagar, y habían asumido
un papel relevante en la actividad política local en colaboración, y también en
competición, con los guías musulmanes. Entre este grupo de jóvenes se encontraban
Sheikh Mohammed Abdullah, Mirza Afzal Beg y G.M. Sadíq, hombres que dominarían
de distintas formas la vida política en Jammu y Cachemira durante décadas.

La inestabilidad política interna permitió que Calcuta destinara a un británico


como nuevo primer ministro del gabinete del Marajá y forzó la introducción de algunas
reformas democratizadoras.39 No obstante, estas reformas quedaron lejos de satisfacer
las pretensiones de los musulmanes, y las constituciones de 1934 y 1939 establecieron
la creación de una Asamblea Legislativa con unos poderes muy limitados y sin
capacidad para nombrar ministros, competencia que seguía detentando el Marajá.40

De cualquier forma, la Asamblea Legislativa favoreció la creación de un foro de


actividad política que el partido político presidido por Sheikh Abdullah explotó al
máximo al dominar en todos los distritos electorales musulmanes. R.N. Kaul precisa
que el mayor beneficio que propició la Asamblea fue la capacidad de reunir a
representantes de las distintas comunidades en un mismo foro de diálogo, lo que ayudó
al partido de Abdullah a conocer las inquietudes de las minorías y a definir un
desarrollo político que cada vez fue menos excluyente.4’

39
Ver SAR.AF, M.Y. Op.cit. Págs. 395-401,yBAMZAI, P.N.K. Hisun-y uf Kashnúr. Págs. 717-718

Ver SARAF, M.Y.. Op.cit. Págs. 440-444, 540-541, y SINGH, Justíce Jaswant. Op.cit. Págs. 65-75, 83-
116

KAUL, R.N. Sheikh Muhamrnadvibdullah. vi Political Phoenix. Sterlíng Publishers Private Limited.
Nueva Delhi 1985. Pág. 15, y BAZAZ, P.N. Kas/unir in Ceucible. Pág. 34

68
Mientras tanto, el residente británico habia conseguido la cesión de Gilgit por un
período de 60 años. En opinión de P.N.K. Bamzai, “habiendo alcanzado su objetivo, los
británicos relajaron la presión sobre el Marajá. Se le dio total libertad para tratar con los
agitadores políticos de cualquier forma que creyera conveniente. A los líderes de varios
partidos comunales y políticos en el Estado que habían estado recibiendo apoyo e
inspiración del gobierno del coronel Colvin se les dijo que se defendieran ellos solos”.42
Pero el abandono de los ingleses no marcó ninguna diferencia porque para entonces los
cachemiris ya tenían en sus propias manos las riendas de la lucha por el autogobierno.

L2.t1. La secularización del principal partida político cachemfri y


la división de la comunidad islámica

Shelkh Abduflah y la Conferencia Nacional de Jammu y Cachemira

En el marco del clima político más pernúsivo que siguió a las reformas
democratizadoras de principios de los años 30, algunos nacionalistas cachemiris, entre
los que se encontraban Mohammed Yusuf Shah y Sheikh Abdullah, fundaron el partido
Al! Jammu and Kas/unir Muslim Con ference (la Conferencia Musulmana de Jammu y
Cachemira). Este partido se convirtió en el principal instrumento de oposición al
Marajá, de forma que para 1934, fecha en la que nació la primera Constitución de
Jammu y Cachemira, la política en Srinagar habia evolucionado de manera significativa.

Y entre los rasgos más peculiares de esta evolución se incluyó la progresiva


participación de personalidades que, como Prem Nath Bazaz o Balraj Puri, ilustraron el
nivel de compromiso de muchos hindúes del Valle o de Jammu con la lucha
democratizadora de la Conferencia Musulmana. Aunque el movimiento de rechazo a la
dinastía Dogra iniciado en 1931 fue enteramente musulmán en su origen, gradualmente
los musulmanes percibieron que la comunidad hindú se identificaba con su lucha en
contra del absolutismo.43

La participación de ilustres hindúes en la campaña liderada por Sheíkh Abdullah


reforzó la corriente secularizadora y nacionalista que estaba experimentando la

42
BAMZAI, P.N.K. f-hsto’y of Kas/unir. Pág. 721

~ HLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 64

69
Conferencia Musulmana.44 Muchos políticos e intelectuales hindúes lucharon por dirigir
la actividad política en la senda del secularismo con el apoyo inicial de algunos de los
jóvenes musulmanes que habían estado expuestos a las teorías de Marx y Engels
durante su estancia en universidades Indias. Esta corriente se desarrollé casi
exclusivamente en el Valle de Cachemira y tuvo muy poco que ver con la hostilidad
hacia el gobierno del Marajá que se despertaría más tarde en Poonch. Tampoco tuvo
demasiado impacto, por diversas razones, en Ladakh, Baltistán, Gilgit Wazarat o
Jammu.

Cuando en 1938 Abdullah conoció a un descendiente de cachemiris pandits que


se estaba convirtiendo en una de las figuras más importantes del Partido del Congreso
Nacional Indio, Jawaharlal Nehru, el proceso de secularización de su movimiento
disfnitó de un impulso decisivo. Sheikh Abdullah se involucré cada vez más en las
políticas del Partido del Congreso, especialmente en su esfuerzo por extender su
influencia desde la India británica a los estados nativos. Y paralelamente moldeó su
propio partido, la Conferencia Musulmana, como lo que fue considerado por algunos
críticos una extensión del Congreso en Jammu y Cachemira. Muy pronto, esto trasladó a
la Conferencia Musulmana un problema de definición importante y el partido tuvo que
hacer frente a las discrepancias internas. Sheikh Abdullah y Mirvvaiz Yusuf Shah
acabaron enfrentados a causa de la evolución ideológica que estaba transformando al
partido.45

Pero Abdullah reunió mayores apoyos en el seno de la Conferencia Musulmana


que el M¡rwaiz. El II de julio de 1939, el Comité de Trabajo de la Conferencia
Musulmana aprobó una resolución que insistía en la necesidad de reunir a “todas las
fuerzas progresistas del país... bajo un estandarte para pelear por la consecución de un
gobierno representativo... El nombre y la constitución de la organización se deberia
cambiar de manera que toda la población que desee participar en esta lucha política
pueda convertirse fácilmente en miembro de la Conferencia al margen de su casta, credo
o religión” 46 De esta forma, la Conferencia Musulmana fue oficialmente disuelta y

‘“KAUL, R.N. Op.cít. Pág. 15

~ LAME, A. Kas/unir. vi Disputed Legaqy. Pág. 93, y GUPTA, 5. Op.cít. Pág. 54

48 SARAF, MV. Op.cit. Pág. 525

70
sustituida por la Conferencia Nacional de iammu y Cachemira, un partido mucho más
preocupado por las reformas sociales y políticas que por los asuntos de la teología
islámica.

Merece la pena destacar el siguiente análisis del autor danés Lars Blinkenberg.
Blinkenberg subraya lo elocuente que resultó en aquella etapa, en la que empezaba a
cobrar fuerza una idea de Pakistán que se vería pronto materializada en la Resolución de
Lahore de marzo de 1940, que un líder musulmán en Cachemira hubiera reunido a casi
toda la oposición en contra del gobernante local dentro de un grupo político secular.
Sheikh Abdullah explicaría que este desarrollo político había sido posible porque, al
vivir en un área de mayoría musulmana, los cachemiris no tenían nada que temer de los
hindúes.47 Según R.N. Kaul, el factor decisivo fue la estrecha vinculación intelectual e
ideológica que existía entre Abdullah y algunos líderes indios liberales, socialistas y
seculares como Gandhi, Maulana Azad y Nehru. Prem Nath Bazaz también subraya que
la política comunal entraba en conflicto con la tradición y el temperamento tolerantes de
los cachemirisi’8 Sea como sea, en esta etapa la mayoría de los musulmanes cachemiris
decidieron cobijarse bajo el paraguas secular de la Conferencia Nacional.

La división política entre los musulmanes

Este proceso de secularización no fue bienvenido en las esferas más


conservadoras de las políticas musulmanas del Estado. Aparte de la oposición de los
ortodoxos y los terratenientes musulmanes, la Conferencia Nacional tampoco consiguió
obtener el apoyo de los terratenientes hindúes, que temieron que la lucha en contra de la
dinastía Dogra acabara con sus privilegios. Los que se unieron a la Conferencia
Nacional lo hicieron porque estaban convencidos de que el partido acabaría sometido a
la influencia del Partido del Congreso Indio.49 Este aspecto preocupaba a un segmento
importante de la elite política musulmana. La connivencia entre Nehru y Sheikh
Abdullah fue interpretada por algunos como un síntoma de una posible fusión del
partido cachemirí con el principal partido nacionalista indio, al que identificaban con la
dominación hindú.

BLINKFNBEI{G, L. Op.cit. Pág. 66

‘+~ KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 18, y BAZAZ, P.N. Kash,nie in Ceucible. Pág. 34

KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 19

71
En 1941, algunos de los primeros aliados de Sheikh Abdullah abandonaron su
corriente y se unieron a Mirwaiz Yusuf Shah en la reorganizada Conferencia
Musulmana, que estaba en aquellas fechas a todos los efectos aliada con la Liga
Musulmana de Ah iinnah en la India británica.50 Además de las diferencias ideológicas
inherentes a dos partidos secular e islámico respectivamente, esta división también
conílevó diferencias étnicas. La Conferencia Nacional estaba dominada por los
musulmanes del Valle de Cachemira, y la Conferencia Musulmana encontró su bastión
en las regiones de Jammu, Mirpur y Poonch.

Lo que no está claro es si esta división se debió a la creciente atracción que


ejercía el movimiento de creación de Pakistán, o si fue un simple reflejo del desacuerdo
de los nacionalistas cachemiris islámicos con la política y la persona de Sheikh
Abdullah y su círculo más cercano. De cualquier forma, aquí presenciamos la primera
división seria entre el que sería el gobierno del Estado de Azad Kashmir, bajo tutela
pakistaní desde 1947 y formado por los musulmanes de Jammu y Cachemira occidental,
y el gobierno de la Conferencia Nacional sostenido por la India, cuyo principal feudo se
encontraba en el Valle de Cachemira.

1.2.2.2. La posición de Sheikh Abdullah frente a la Partición


comunal del subcontinente

La afinidad de Shelkh Abduflah con la doctrina secular de


Jawaharlal Nehru

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial los acontecimientos empezaron a


sucederse ránidamente en el escenario político indio. En 1 94h ‘a Delegación Ministerial
Británica llegó a la India con la intención de desarrollar un plan para la concesión de la
independencia a la India, y los monarcas de los estados nativos vieron confirmadas
muchas de sus prerrogativas absolutistas. La Conferencia Nacional comprendió que la
concesión de un gobierno democrático no estaba en 1946 más cerca de lo que lo había
estado en 1932. De esta forma, convocó el movimiento de oposición a la dinastía Dogra
“Quit Kashmir” (abandona Cachemira), y la respuesta del Marajá fue de nuevo la
represión y el encarcelamiento de Sheikh Abdullah y cientos de sus simpatizantes.

50VerKAUL, R.N.Op.cit. Págs. 16-17, SARAF,M.Y. Op.cit.Págs. 536-540,yBAZAZ,P.N.Kashmie


in Crucible. Pág. 35

72
Los posicionamientos divergentes del Partido del Congreso y la Liga
Musulmana ante esta campaña de reivindicación política de los musulmanes de Jammu
y Cachemira supusieron un elemento configurador de las relaciones de la Conferencia
Nacional con ambos partidos. Desde su primer encuentro en 1938, Jawaharlal Nehru y
Sheikh Abdullah habían alimentado una estrecha amistad y una alianza política que
llevó a ambos líderes a colaborar en un proyecto de extensión de la ideología de la
Conferencia Nacional al resto de los estados nativos. Nehru tuvo importantes gestos de
apoyo hacia ese político que había conseguido transformar de modo tan beneficioso, a
ojos de los dirigentes indios, un movimiento que inicialmente había sido proyectado
como vía de escape comunal. En junio de 1946, Nehru llegó a ser inhabilitado por Han
Singh para entrar en Jammu y Cachemira y retenido dos días en la frontera cuando
quiso mediar para lograr la excarcelación del líder cachemiri.5’

La actitud del que sería primer ministro de la Unión India en poco más de un año
le valió la critica de muchos de sus colegas de partido. El propio Mountbatten no
entendía que Nehru, enfrentado con gravísimas dificultades que afectarían al futuro de
todo el subeontinente, dedicara tanta atención a la defensa de un rebelde de un Estado
nativo. De hecho, algunos miembros del Partido del Congreso se oponían a este apoyo
subrayando que “la política del Congreso no era la de destituir a los príncipes indios
sino la de convertirles en cabezas constitucionales dentro de una democracia” ~52

El apoyo de Nehru a Sbeikh Abdullah y su partido en este período ha sido


interpretado de distintas maneras por los dos bandos enfrentados. Los historiadores
indios lo han considerado una reacción impulsiva de apoyo a un partido que compartía
sus mismos ideales. También suelen subrayar el profundo apego que Nehru sentía por la
tierra de donde provenían sus antepasados. Por su parte, los autores pakistaníes
coinciden con la que fue la denuncia de la Conferencia Musulmana en aquellas fechas:
“Pandit Nehru está apoyando a la Conferencia Nacional únicamente porque piensa que
Sheikh Abdullah le proporciona una oportunidad de utilizar Cachemira como punto de
partida, convirtiendo el Estado en otro instrumento de sabotaje del movimiento de

5! Ver SINGH, Karan. Heievipparent. vn autobiography. Oxford University Press. Nueva Delhi 1982.
Pág. 40

52 Ver BLINRENBERO, L. Op.cit. Pág. 70

‘73
Pakistán y complementariamente obteniendo seis escaños más en la Asamblea
Constitucional”.53

Evidentemente, más allá de las coincidencias ideológicas y afectivas, Nehru no


debió ignorar los beneficios que podía acarrear para su proyecto de construcción
nacional contar con el respaldo del principal líder político de Jammu y Cachemira. No
obstante, para la década de los 40 Jammu y Cachemira ya no estaba sólo en el punto de
mira de Nehru. Los líderes musulmanes que exigían la creación de una nación islámica
daban por hecho que tenían legitimidad para reclamar este Estado de mayoría
musulmana. Jinnah, que estaba desarrollando una campaña de búsqueda de apoyo de
todos los musulmanes en la India, también centró su atención en Jammu y Cachemira.

Sin embargo, las bases para cimentar un punto de encuentro con Abdullah eran
sumamente débiles. El líder cachemiri no sólo renegaba de la ideología comunal de la
Liga Musulmana, también existía resentimiento a causa de la actitud que el partido de
Jinnah había adoptado tradicionalmente con relación a su movimiento democratizador.
En el verano de 1944, durante una visita del líder pakistaní a Cachemira, se produjo el
enfrentamiento definitivo entre la Conferencia Nacional y la Liga Musulmana.54 Jinnah
quiso convencer a Abdullah de que se uniera al líder de la Conferencia Musulmana,
Chaudhri Ghulam Abbas. en un partido más amplio que luchara por la idea de Pakistán.
La rotunda negativa de Abdullah culminó con una dura controversia de dimensión
pública,55 y con el mayor golpe recibido hasta entonces por la Teoría de las Dos
Naciones.56 Desde aquel momento, Jinnah siempre sostuvo que la única institución que

~ HLINKFNBERG, L. Op.cit. Págs. 70-71

54 Ver KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 27, y BAMZAI, P.N.K. History ofKashnzie. Pág. 726

~ Jinnah pidió a la población que uniera sus manos con las de los otros musulmanes de fuera del Estado
para “infundir vida en los huesos muertos de la Nación musulmana”, y definió a los líderes de la
Conferencia Nacional como “una banda de gángsters”. Ver KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 28, BAZAZ, P.N.
The Histoey of Steuggle... Pág. 210. En BLJNKENBERG, L. Op.cít. Pág. 68, y BAMZAI, P.N.K. History
o/Kas/unir. Pág. 726

~ Abdullah sugirió convocar a los distintos grupos políticos cachemiris para desarrollar unas
conversaciones libres y amplias acerca del futuro del Estado. Sin embargo, según Sheikh Abdullah, los
miembros de la Liga no deseaban esto puesto que “estaban muy temerosos de que yo obtuviera el mayor
apoyo entre los líderes políticos de Cachemira. Como Jinnah no pudo persuadirme, se manifestó
públicamente en mi contra y en contra de la Conferencia Nacional”. BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 68

74
contaba con el apoyo mayoritario de los musulmanes cachemiris era la Conferencia
Musulmana.57

Con este trasfondo, no es de extrañar que las relaciones entre Abdullah y Ah


Jinnah en vísperas de la Transferencia de Poderes sufrieran un creciente deterioro.
P.N.K. Bamzai y Sisir Gupta subrayan que la culminación de este antagonismo se
produjo en 1946, cuando la Liga Musulmana desacreditó al movimiento de
democratización “Quit Kashmir” presentándolo como una maniobra destinada a distraer
a los musulmanes para facilitar los designios tiránicos del Partido del Congreso hindú.58
De nuevo, cuando llegó el momento de la Partición, los líderes del Congreso
secundaron la opinión de la Conferencia Nacional de que la cuestión de la adhesión del
Estado a una u otra nación sólo podía ser decidida después de que la población
cachemiri fuera dueña de su propio destino. “Por el contrario”, insiste V.D. Chopra,
“como anteriormente, la actitud de los líderes pakistaníes proporcionó mucho aliento al
Marajá. El gobierno pakistaní no impuso ninguna condición de que tuviera que hacer
algún tipo de concesión a la población. De hecho, prominentes líderes pakistaníes
manifestaron su desacuerdo con su decisión de liberar a Sheikh Abdullah de prisión”»

El respaldo popular a la ideología de la Conferencia Nacional

Como reflejo de la progresiva comunalización política en el resto de la India, en


1946 la división entre la Conferencia Musulmana y la Conferencia Nacional era
absoluta. Teniendo en cuenta que la Conferencia Nacional jugó un papel decisivo en el
proceso que culminó con la adhesión de Jammu y Cachemira a la India, resulta
imprescindible abordar una aproximación al análisis del respaldo popular del que
gozaban los dos principales partidos políticos cachemiris.

G.W. Choudhury, SM. Jaffar o Mushtaqur Rahman, entre otros muchos autores
pakistaníes, han negado que el apoyo del que gozaba Abdullah fuera mayoritario entre
los musulmanes, o simplemente han ignorado el papel vital que desempeñó en la

~‘ LAMB, A. Kas hn2ie. vi Disputed Legacy. Pág. 98


58 BAMZAI, P.N.K. Historv of Kas/unir. Págs. 725 y 728, y GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 64 y 65

~‘+CHOPRA, V.D. Op.cit. Págs. 8-9

75
integración de Jammu y Cachemira en la India.60 No obstante, las crónicas
independientes coinciden en presentar a Abdullah como un líder que despertaba tal
fervor popular que podía equipararse al del propio Gandhi en la India. Este menosprecio
del político y las alusiones a una supuesta fricción comunal que, según estos autores,
llevó a la mayoría de los cachemiris a desear su integración en Pakistán en 1947, no
encuentran evidencias históricas para ser aceptados sin discrepancia.6’

De esta forma, la reacción de la Conferencia Musulmana durante el movimiento


“Quit Kashmir” suscita distintos análisis. Estas desavenencias cobran un significado
especial porque, entendidas en el marco del gran apoyo popular que suscitó el
movimiento, ayudan a ilustrar el poder de convocatoria del que gozaban ambos partidos.
Oficialmente la Conferencia Musulmana optó por no involucrarse en lo que las
autoridades cachemiris y la Liga Musulmana le hicieron entender como un complot
conjunto de las filas de Sheikh Abdullah y el Congreso Nacional Indio. Sin embargo,
según Alastair Lamb, algunos miembros de la Conferencia Musulmana participaron
cnérgicamente en las demostraciones públicas a favor del movimiento.62 De hecho, el
líder de la Conferencia Musulmana Ghulam Abbas también fue encarcelado.

Por el contrario, Blinkenberg y Vernon Hewitt aseguran que la Conferencia


Musulmana no apoyó de ninguna forma el movimiento de Sheikh Abdullah. Ghulam
Abbas fue encarcelado por violar una prohibición gubernamental que no tenía ninguna
relación con la campaña de agitación.63 El propio Nehru declaró que la inhibición de la
Conferencia Musulmana demostraba que la Conferencia Nacional gozaba por sí sola de
suficiente respaldo popular como para llevar adelante la campaña, y algunos testigos

60 Ver CHOUDHURY, 6W. Op.cit. Págs. 60-61, 64-65, JAFFAR, SM. Op.cit. Págs. 91-lOO, y
RAHMAN, Mushtaqur. Divided Kas/unir. Oid Peoblerns, New Oppoetunitié-s fue India, Pakistan, a,d tIte
Kashniiei People. Lynne Rienner Publishers. Londres 1996. Pág. 42
Existen múltiples testimonios de testigos que afirman que la popularidad de Shcikh Abdullah en
Cachemira, por lo menos en el Valle, era espectacular. En su crónica Josef Korbel, miembro de la
Comisión de Naciones Unidas para la India y Pakistán, afirma que en Srinagar la Comisión presenció la
gran admiración que la población sentía por Sheikh Abdullah. Ver KORBFL, Joseti Danger in Kas/mi/e.
Princeton UniversityPress. Nueva Jersey, 1966. Págs. 136 y 149 \‘er también las opiniones de autores
pakistaníes e indios en BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 181
62
LAMB, A. Kas/unir. vi Di.sputed Legacy. Pág. 95
63 BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 71, y HFWITT, Vemon. Reclairn/ng tIte Past? TIte Seaechjáe a
Po/it/cal and Cultural Uni¡v in ConternpoearyJatnmu and Kas/unir. Portland Books. Londres 1995. Pág.
72

76
sostienen que los mítines de la Conferencia Musulmana evidenciaban que el partido
tenía un poder de convocatoria muy reducido.64

Las elecciones para la Asamblea Legislativa que el Marajá Han Singh convocó
para enero de 1947 tampoco pueden proporcionar un punto de referencia concluyente.
La Conferencia Nacional, cuya cúpula dirigente permaneció en la cárcel hasta
septiembre de 1947, boicoteó los comicios en protesta por la falta de garantías
democráticas. Sólo se presentaron como candidatos la Conferencia Musulmana,
patrocinada por el Marajá en el marco de su particular estrategia de “divide y vencerás”,
y otros pequeños partidos. IDe los 707.400 censados sólo 182.800 ejercieron su derecho
al voto, lo que podría interpretarse como que el resto respondió a la llamada a la
abstención de Sheikh Abdullah.65 El partido de Mirwaiz Yusuf Shah obtuvo 16 de los
21 posibles escaños para musulmanes que se otorgaban por votación, y el resto
quedaron sin cubrir a causa de una criba de candidaturas realizada por el Marajá.

El 19 de julio de 1947 la Conferencia Musulmana, siendo el partido con más


representación entre los escaños elegidos por votación, pidió la unión de Jammu y
Cachemira a Pakistán. Sólo dos meses antes, Ghulam Abbas había defendido
enérgicamente la instauración de Jammu y Cachemira como un Estado independiente,
en consonancia con los deseos declarados del gobierno de Han Singh.66

Este era, por lo tanto, el panorama político en Jammu y Cachemira cuando se


acercaba la fecha de la Transferencia de Poderes. Existía una profunda división entre los
musulmanes provocada en gran medida por el enfrentamiento personal entre Sheikh
Abdullah y el Mirv.vaiz. El primero alimentaba la esperanza de instaurar un estado
socialista, democrático y secular independiente o vinculado a la India con un
reconocimiento de su derecho al autogobierno. El segundo defendía la integración de
Jammu y Cachemira en la nación islámica de Pakistán. Y frente a ellos, Han Singh
anhelaba conservar el sistema de gobierno absolutista en el marco de un Estado
independiente tanto de la India como de Pakistán.

BAZAZ, P.N. TIte H/stoey of Steuggle... Pág. 266. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 71

~ GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 64


66 SARAF. M.Y. Op.cit. Pág. 707

77
Lo único que se puede deducir es que el secularismo de Sheikh ¡Xbdutlah
contaba con cierto apoyo entre la comunidad pandit y otros grupos de no musulmanes,
aunque lógicamente aquellos que se beneficiaban directamente del régimen feudal
habrían prestado su apoyo al Marajá. No obstante, los hindúes de Jammu y los budistas
de Ladakh, por poco que les gustara Sheikh Abdultah. habrían votado a su favor si ello
conllevaba la integración en la India.

Entre la población musulmana no es difícil intuir cómo se habrían dividido los


votos en el hipotético caso de que se hubieran llegado a celebrar unas elecciones en las
que se hubieran enfrentado las distintas ideologías representadas por el Mirwaiz y
Sheikh Abdullah. La Conferencia Nacional estaba mejor organizada y probablemente
habría atraído los votos de la elite más intelectual. Su ideología socialista, la gran
popularidad de su líder y su interés por las reformas sociales también habría arrastrado
el apoyo de los sectores más pobres de la sociedad, que eran mayoritarios.

El fundamentalismo islámico moderado probablemente habría obtenido e! apoyo


de la mayoría de los musulmanes de las regiones del norte (Gilgit, Baltistán..3, donde
Abdullah era prácticamente un desconocido, de Poonch, y de las minorías musulmanas
de iammu, especialmente en el distrito de Mirpur. Esto dejaba un panorama ideológico
que, en términos generales, coincidía con la división del Estado que siguió a la primera
guerra indo-pakistani de 1947-1948.

78
LS. ra roarciór rs minoIcA r Lraa Dr JAW117 Y
CACHEMIRA FRENTE A LA TRA/1SflRANCZC DEPODARAS

Una vez que los británicos hubieron asumido que la división del subcontinente
era inevitable, se procedió a proyectar un precipitado programa para llevar a la práctica
el Sistema de Partición de la India británica en dos naciones de mayoría musulmana y
no musulmana respectivamente. La fecha límite para la Transferencia de Poderes se
adelantó casi un año en el último momento, desde antes de junio de 1948 hasta agosto
de 1947. Las razones que llevaron al gobierno de Attlee a tomar esta decisión se
encuentran en la debilidad de la posición británica fuera de las fronteras de la metrópoli,
una debilidad que sólo ha podido ser apreciada en su magnitud con la perspectiva que
proporciona el paso del tiempo.

El terrible invierno de 1946-1947 había colocado a Gran Bretaña a las puertas de


una catástrofe financiera. En febrero de 1947 el gobierno británico tuvo que adoptar una
política de austeridad y de drástica reducción de su presencia en ultramar. Se decidió
terrn¡nar con la intervención en contra de la expansión del comunismo en el este, con la
ayuda económica a Turquía, y con el papel de intermediario entre los judíos y los
musulmanes de Palestina. Gran Bretaña no podía seguir permitiéndose costosas
operaciones imperiales que amenazaban con hacerse imprescindibles también en la
India. Se tenía que acabar con los lazos que les unían, y mientras más rápidamente se
hiciera mejor. En esta situación de crisis no se consideraron las consecuencias a largo
plazo y se pensó que si se podía hacer la Transferencia de Poderes en junio de 1948
también se podía hacer antes.

Este fue el paisaje de fondo del virreinato de Lord Mountbatten, desde el 22 de


marzo al 15 de agosto de 1947, que no sólo llevó a su fin al Imperio Británico en el
subeontinente, sino que también presenció el primer capítulo de la disputa por Jammu y
Cachemira entre Pakistán y la India. Los británicos deberían haber realizado una
retirada por etapas en las que se hubieran ido cubriendo los vacíos dejados por su
administración por sistemas de estudiada conveniencia. Sin embargo, la urgencia con la

Alastair Lamb denuncia que fue una maniobra muy apresurada en la que VP. Menon diseñó el plan
básico para la división del Imperio Británico en 4 horas y la delegación Gubemamental lo aceptó en una
reunión que duró 5 minutos. LAMB, A. Kas/un/e, vi D/sputed Legacy. Pág. 102

79
que se ejecutó la división provocó una serie de problemas de difícil resolución para sus
sucesores. Una de las primeras consecuencias negativas fue el agravamiento de las
tensiones comunales que produjeron situaciones de gran violencia y migraciones de
población a gran escala. Otra fue la provocación de las circunstancias que
desembocaron en la disputa entre la India y Pakistán por Jammu y Cachemira.

Los británicos decidieron realizar la partición en función de la religión


predominante en cada región y sobre las bases demográficas del censo de 1947. El plan
de Partición de los territorios de la India británica presentado el 3 de junio de 1947
contenía los siguientes puntos básicos: se concederia la independencia a los
musulmanes en las dos áreas en las que estaban en clara mayoría, pero las asambleas
legislativas de las dos provincias con sólo una pequeña mayoría musulmana, Bengala y
Punjab, decidirían si optaban por dividir sus provincias. En ese caso (fue lo que
ocurrió), se le encomendaría a una comisión fronteriza neutral la tarea de delimitar las
nuevas fronteras.2 De esta forma, el Acta de Independencia dividió la India británica en
la Unión India, Estado secular con 315 millones de habitantes de los que 35 millones
eran musulmanes, y Pakistán, Estado islámico formado por dos zonas distantes unos
1 .500 Km. entre sí (actualmente Pakistán y Bangladesh).

Estas fueron, de forma resumida, las principales estipulaciones que regularon la


Transferencia de Poderes a los territorios del Imperio que los británicos habían
gobernado directamente. Pero la administración colonial también tenía que proyectar el
futuro de los estados nativos (Native State.Q, entre los que se encontraba Jammu y
Cachemira, unos territorios que constituian una unidad administrativa diferente de los
territorios de la India británica.

Los estados nativos abarcaban en 1947 cerca de un cuarto de la extensión total


del Imperio Británico y de la población global del subcontinente y, en teoría,
3
conservaban su independencia y sólo le debian lealtad a la Corona Británica. La
relación de estos estados con la Corona Británica cambiaba según algunas variables

Ver Statetnent rnade kv Jhs MajesrySs Goveenmen¡, 3 June 1947. En RAO, Gururaj. Legal vispecis of tIte
KashrnirProblem. Asia Publishing House. Nueva York 1967. Págs. 178-183

Ver MACMUNN, George. Ind/an States andPrincess. Jarrolds Publishers. Londres 1936. Págs. Ib, 19-
22, 195-215, 222-226, y EURKE, SM. y ZIRI’NG, L. Pakistan¶s Foreign Policy. vn H/.storicalvinalvsis.
Oxford UniversityPress. Karachi 1990. Pág. 16

80
como el origen de las monarquías que los gobernaban. Pero en la práctica, al igual que
en Jammu y Cachemira, en todos ellos los residentes británicos de la Compañía, con el
pretexto de ayudar a los príncipes, desempeñaban un importante papel politico.

Durante los años que precedieron a la Rebelión de los Cipayos, la Compañía


tendió hacia la incorporación de los estados nativos dentro de la esfera de su control
directo. Pero tras la revuelta los británicos vieron por primera vez su dominio
amenazado. Los motivos de la revuelta, religiosos para los soldados y económicos y
sociales para los terratenientes, artesanos y campesinos fueron, en el caso de los
príncipes que se unieron a la rebelión, esencialmente políticos. Los británicos
comprobaron que no era aconsejable entrometerse en los asuntos de los estados y que,
aunque algunos de los príncipes se habían rebelado, aquellos que no lo habían hecho
habían contribuido notablemente a la supervivencia del Imperio. Así, su actitud pasó a
ser muy complaciente a partir de 1858, los príncipes se transformaron en la mejor
muralla de protección entre la autoridad inglesa y un pueblo siempre sospechoso de
nacionalismo. Los príncipes, centrados en la tarea de conservar los privilegios de sus
sistemas autocráticos, no participaron en el movimiento democrático y nacionalista. A
cambio, los británicos asumieron “el deber de proteger a los príncipes en contra de
intentos de eliminarles e instituir otra forma de gobierno” .‘~

1.3.1. LAS PROVISIONES LEGALES QUE REGULARON LA


INTEGRACIÓN DE LOS ESTADOS NATIVOS

Los hacedores de la Transferencia de Poderes, al disponer los requisitos que


guiarían la integración de los estados nativos en una u otra de las dos naciones sucesoras
del Imperio, observaron una prolongación de los privilegios autocráticos de los
monarcas. Estos fueron conferidos con la única autoridad para decidir sobre el destino

4C1-IOPRA, V.D. Op.cit. Pág. 14

Para preservar su posición en el subcontinente, los británicos protegieron politicas despóticas que los
escritores británicos de la época justificaban afirmando que eran las más apropiadas, e incluso deseadas,
por las poblaciones indias. Ver MACMUNN, G. Op.cit. Págs. 226-227. La Conferencia Popular de los
Estados, un órgano creado para encauzar los movimientos democráticos populares, describía asi el
regimen de los principes en l93S:’En estos estados, grandes o pequeños, con muy pocas excepciones,
prevalece un régimen autocrático personal. No existe el gobierno de la ley y los impuestos son excesivos
e insoportables. Las libertades civiles son ignoradas... Por un lado existe la extravagancia y el lujo de los
príncipes, por otro, la extrema pobreza de la población. Con el dinero duramente ganado por la población
azotada por la pobreza y la miseria se compra el disfrute y el lujo es exhibido por su~ gobernantes en
países extranjeros y en la India”. CHOPRA, V.D. Op.cit. Pág. 15
81
de los territorios que gobernaban sin mayor condicionamiento legal. Los británicos
intentaron condicionar la elección de los príncipes a ciertos requisitos territoriales o
comunales por medio de ciertas “sugerencias” extrajuridicas. Pero en la práctica, por
mucho que algunos autores como Robert G. Wirsing atribuyan a estas sugerencias la
condición de imposiciones,6 los monarcas tenían en sus manos la única potestad de
decisión. De esta forma, el negligente enfoque británico sólo pudo ser corregido por la
fuerza de la persuasión, en ocasiones militar, de la India y Pakistán. Y en los casos en
que hubo intereses enfrentados entre las dos nuevas naciones independientes, los
conflictos resultaron inevitables.

La cuestión del futuro de los estados nativos fue definida en un memorándum


fechado el 12 de mayo de 1946 presentado por la Delegación Ministerial al Consejo de
los Príncipes en la India: “El gobierno de su Majestad dejará de ejercer los poderes de
Soberanía. Esto significa que los derechos de los estados que derivan de su relación con
la Corona no existirán más y que todos los derechos cedidos por los estados al poder
soberano les serán devueltos. Los acuerdos políticos entre los estados, por una parte, y
la India británica, por otra, finalizarán en ese momento. El vacío deberá ser llenado bien
por los estados entrando en una relación federal con el gobierno o gobiernos sucesores
de la India británica o, ante su imposibilidad, entrando en acuerdos particulares con
cualquiera de ellos”.7

En 1947 los estados nativos habían evolucionado de tal forma que se


clasificaban en tres categorías principales. En la primera se incluían alrededor de 140
grandes estados nativos, entre los que se encontraba Jammu y Cachemira, que
teóricamente gozaban de un poder legislativo y jurisdiccional independiente dentro de
sus propias fronteras. En la segunda se encontraba un número similar de estados sobre
los que los británicos ejercían distintas medidas de control de la administración interna
definidas en compromisos formales que variaban de un estado a otro. Por último,
restaban unos 330 pequeños estados que gozaban de unos limitadísimos derechos de
autogobierno.

6 Ver WIRSING, Robert G. India, Pakistan and tIte KasItm/r Dispute. On Regional Conflict and /ts
Resolution. Macmillan. Londres 1994. Pág. 38

‘ Ver Me,norandun, on States’ Treaties and Paraos ountcv. Presented ~‘ tIte Cabinet Miss/on to ¡lis

Highness tIte CItaneelloe of tIte Chainher of Pe/ncess on 12 May 1946. En RAO, G. Op.cit. Págs. 176-177
82
Las provisiones legales bajo las que los estados nativos debían entrar en “una
relación federal con el gobierno o gobiernos sucesores de la India británica” debían
remitirse al Acta de Gobierno de la India de 1935 y al Acta de Independencia de 1947.
Los príncipes de los estados, especialmente los incluidos dentro de la primera categoría,
podían, si así lo deseaban, firmar un Instrumento de Adhesión por el cual transferían a
la nación escogida los tres poderes principales: Defensa, Asuntos Exteriores y
Comunicaciones. Para la segunda categoría de estados se debía diseñar otro Instrumento
de Adhesión por el que no gozarían de ningún poder que no hubieran ejercido antes de
la marcha de los británicos. La tercera categoría no presentaba ninguna dificultad, estos
estados serían simplemente absorbidos.

Según las provisiones de 1947, los estados que estuvieran deliberando qué
opción escoger o que se hubieran anexionado a alguna de las dos naciones dejando
alguna cuestión sin resolver podían firmar con una o con ambas naciones un Acuerdo
Transitorio. Este instrumento fue previsto para permitir que los estados, mientras
decidían sobre su futuro una vez desapareciera la soberania británica, pudieran
continuar con sus anteriores acuerdos comerciales, de comunicaciones y de servicios
con otros territorios que hasta agosto de 1947 habían formado parte de la India
británica.

Un aspecto que afecta directamente al caso de Jammu y Cachemira, y que ha


levantado desde entonces cierta polémica, es la cuestión de si los principes ttívieron
legalmente la capacidad de declarar sus estados independientes, ya que se había
declarado que al caducar el Principio de Soberania los estados nativos adquirirían
automáticamente dicho estatus. Mountbatten reconoció que después del 15 de agosto de
1947 los estados nativos “se convirtieron técnica y legalmente en independientes”. El
Acta de Independencia de la India de 1947 estipulaba en el Art. 7 (b)que “la soberania
de Su Majestad sobre los estados indios termina, y con ella todos los tratados y acuerdos
vigentes en la fecha de la aplicación de este acta entre Su Majestad y los gobernantes de
los estados indios”)

Pero según los términos del Acta de Independencia, al margen del estatus
técnico que adquirieran el 15 de agosto de 1947, ninguno de los estados nativos podría

‘LAKHANPAL, PL. Op.cit. Pág. 39. Fn BLINKFNBFRG, L. Op.cit. Pág. 90

83
optar a declarar su independencia.9 Según el experto jurista indio Gururaj Rao, “después
del lapso de la soberanía, Cachemira ni se convirtió en un Estado soberano
independiente ni tal estatus le fue concedido con el reconocimiento de otras naciones
desarrolladas”.’0 N4ountbatten avisó a los príncipes que ninguno de los estados nativos
sería aceptado en la Commonwealth como un dominio independiente, y les recomendó
que se unieran a la India o a Pakistán, sobre todo teniendo en cuenta que casi todos
estos estados estaban ligados de tal forma a una u otra nación que, tanto económica
como geográfica y culturalmente, la independencia era inviable.

El 25 de julio el virrey mantuvo una reunión con los príncipes durante la que
subrayó que sus estados tendrían completa libertad para decidir sobre su futuro. Técnica
y legalmente podían convertirse en estados independientes. Pero añadió: “dentro de
poco discutirá el grado de independencia que nosotros creemos mejor en interés de sus
propios estados”. Es decir, aunque en teoría se reconociera la posibilidad de la
independencia, el representante de la Corona dejó claro que sólo se podía esperar cierto
“grado de independencia”. Mountbatten recomendó fervientemente a los príncipes que
delegaran tres poderes, Defensa, Asuntos Exteriores y Comunicaciones, y añadió que,
aunque fueran libres de vincular su futuro con el dominio que prefirieran, “existen
ciertos condicionantes geográficos que no pueden ser ignorados”.

Aparte de la consideración de los “condicionantes geográficos” para proveer a


los estados nacientes de territorios contiguos, a la directriz de Mountbatten se le añadió
otro requerimiento: que los estados predominantemente hindúes fueran a parar a la India
y los mayoritariamente musulmanes a Pakistán.’’ Por último, resulta importante
subrayar que en ningún momento se mencionó la obligatoriedad de los gobernantes de
consultar a sus súbditos antes de tomar una decisión.

Por lo tanto, más allá de las estipulaciones legales, los británicos intentaron por
medio de indicaciones extrajurídicas que el destino de los estados no dependiera
exclusivamente de la elección de los príncipes. Robert Wirsing sostiene que “la libertad

GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 8


RAO, G. Op.cit. Pág. 33

Ver Ceown Repeesentative Lord Louis Mountbatten ‘.s viddeass to a Special Fulí Meeting of tIte
CItan~berafPrincess onJuly2S 1947. RAO, O. Op.cit. Págs. 190-194

84
de los príncipes para escoger entre la India y Pakistán, así como su libertad para decidir
si se integraban (en alguno de los dos), se había diluido sustancialmente en la práctica
por medio de las fuertes y explícitas recomendaciones de que tuvieran en cuenta
realidades geográficas”.’2 Pero pese a estas “fuertes recomendaciones”, según los
procedimientos legales contemplados por los británicos, los monarcas gozaban en el
momento de la Transferencia de Poderes de una libertad absoluta para dirigir sus miras
hacia cualquier destino sin otra consideración que sus deseos personales. Esta realidad
legal provocó diversas crisis de integración en varios estados cuyos monarcas
decidieron ignorar las “indicaciones” de los británicos.

1.3.1.1. Las postulas enfrentadas del Congreso y la Liga acerca de


la potestad de los príncipes para decidir el futuro de sus estados

El grado de libertad de los príncipes para decidir el destino de los estados que
gobernaban fue una nueva causa de discordia entre la Liga Musulmana y el Congreso, y
en este caso se trató de una discordia que se materializó en serios conflictos. De esta
discusión dependía, nada más y nada menos, que los príncipes pudieran decidir la
integración o la independencia de sus estados sin tener en cuenta más consideración que
sus inclinaciones particulares. La sustentación de opiniones diferentes a este respecto
llevó a ambos partidos a adoptar decisiones prácticas que contradecían sus doctrinas
declaradas cuando éstas no respondían a sus intereses, pero que cuando les servían para
alcanzar sus objetivos eran tenazmente reivindicadas.

Muy especialmente, los líderes pakistaníes, defensores a ultranza de la


autonomía de los monarcas para tomar la decisión que mejor les pareciera, se
encontraron en la contradicción de negar el derecho del Marajá hindú de Jammu y
Cachemira a decidir la integración de su Estado en la India. En el mismo caso pero a la
inversa, el Partido del Congreso, que reivindicaba la participación activa de las distintas
poblaciones de los estados en la toma de una decisión final, no consideró que el hecho
de que la población de Jammu y Cachemira fuera mayoritariamente musulmana debiera
impedir la adhesión del Estado a la India. Aunque también es cierto que, en aquellos
momentos, los líderes indios se comprometieron a celebrar un plebiscito de
autodeterminación que ratificara la integración.

‘ WIRSING, R. Op.cit. Pág. 38

85
Desde su mismo nacimiento, el Partido del Congreso había convertido la
democratización de los estados nativos en uno de los principales objetivos de su
reivindicación política. Cuando llegó el momento de la Transferencia de Poderes, el
Congreso consiguió que el gobierno británico le asegurara que al finalizar el Principio
de Soberanía los principes no se convertirian en gobernantes autocráticos. Del mismo
modo, el Congreso dejó claro que no toleraría que los monarcas mantuvieran sus
territorios independientes de la unión federal de la India (o de Pakistán).

Por su parte, la Liga Musulmana defendía un esquema radicalmente diferente


para solucionar el problema de los estados nativos que, paradójicamente, concernía
mucho más al futuro de la India que al de Pakistán, dentro de cuyo territorio sólo se
integraban unos cuantos de los alrededor de 600 estados nativos. El interés puesto por
parte de las autoridades indias en el tema de la anexión de los estados no fue el mismo
que el que demostraron los líderes musulmanes. De hecho, los diez estados nativos que
se encontraban claramente dentro del territorio de dominio pakistaní (sin contar iammu
y Cachemira) no estuvieron formalmente integrados en la nación islámica hasta marzo
de 1948. De acuerdo con su perspectiva constitucional y legal, Jinnah defendía que no
se debía interferir en la decisión de los príncipes, tanto si escogían la integración en la
India o en Pakistán como si decidían optar por la independencia.

De esta resumida descripción de los distintos sistemas defendidos por los dos
principales partidos para el problema de los estados es fácil dilucidar que existía una
diferencia de opiniones que podía dar lugar a serios conflictos, como de hecho ocurrio.
Cuando el Estado hindú de Travancore anunció que se instauraria como un estado
independiente y soberano después del 15 de agosto de 1947, Jinnah declaró que
Travancore y Pakistán intercambiarían delegaciones diplomáticas. Por su parte, el
Congreso aprobó una resolución “rechazando admitir el derecho de cualquier estado a
declarar su independencia y vivir aislado del resto del país”. También afirmó que el
reconocimiento de tal independencia por parte de cualquier poder extranjero sería
considerado “un acto de enemistad”.’4

“Ver HODSON, H.V. Op.cit. Pág. 361,yGUPTA, S. Op.cit. Pág. 49

‘4 LUMBY. E.W.R. TIte Trans/ke ofPower in India. Londres, 1954. Págs. 232-233. En BLINKENBFRG,
L. Op.cit. Pág. 56

86
Sisir Gupta ha defendido que la estrategia de la Liga era crear una gran coalición
entre Pakistán y los príncipes en contra del Congreso. El ex funcionario británico H.V.
Hodson afirmó que en los círculos del Congreso se pensaba que la Liga no demostraba
“tanto interés por persuadir a los estados integrados en las fronteras de Pakistán para
que se unieran al nuevo Estado, como por disuadir a los estados indios de unirse a la
Unión India... Uno de sus principales retos era impedir la consolidación de la India,
balcanizada, si era posible, con la intención de hacer parecer insignificante el contraste
inevitable de tamaño y población entre la India y Pakistán”.’6 Si las sospechas de los
líderes indios estaban justificadas, es evidente que la estrategia se volvió en contra de la
Liga Musulmana cuando el Marajá hindú de Jammu y Cachemira, un Estado cuyo
destino de vinculación a Pakistán daba por sobrentendido, solicitó la adhesión a la India
haciendo uso de los derechos que defendía el partido de Jinnah.

El 15 de agosto de 1947, fecha en la que los británicos finalizaron la


Transferencia de Poderes a ambas soberanías, sólo tres de los estados reivindicados por
la India presentaban alguna dificultad: Junagadh, al este de la India, con un 80% de
población hindú cuyo gobernante musulmán firmó un Instrumento de Adhesión a
Pakistán. Hyderabad, que presentaba el mismo escenario con la diferencia de que su
monarca quena mantenerse independiente, y Jammu y Cachemira. Al final, Junagadh
fue anexionado a la India después de que ésta impusiera un plebiscito, Hyderabad fue
ocupado por el Ejército indio, y Jammu y Cachemira se introdujo en un conflicto bélico
y diplomático que sigue sin solución en nuestros días. Ahmad Ejaz ilustra la opinión
mayoritaria entre los autores pakistaníes al denunciar que la India ocupó Junagadh y
Hyderabad aludiendo al derecho de autodeterminación de sus poblaciones hindúes, pero
le negó el mismo derecho a la población musulmana de Jammu y Cachemira.’7

Jammu y Cachemira y Hyderabad eran gigantes entre los estados nativos de la


colonia británica, ambos con una extensión similar a la del Reino Unido y con grandes
poblaciones, el primero unos 4 millones y el segundo no menos de 14. Pero el Estado de
Jammu y Cachemira presentaba importantes diferencias con el resto de los estados

15 GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 50

~ HODSON, H.V. Op.cit. Pág. 360

17 Ver IIJAZ, Ahmad. ‘Kashmir: The Source of Confrontation in South Asia”. South Asian Studies. Enero
dc 1992. Págs. 25-36

87
nativos. Por un lado, no se puede ignorar que era un Estado con una larga historia y una
marcada identidad distintiva. Por otro, estaba situado geográficamente de tal manera
que podía ejercer en Asia Central un papel político más que importante en el futuro.
listo le proporcionaba una situación de privilegio con relación a la apertura hacia paises
que se hallaban fuera de los confines del anterior Imperio Británico, otro aspecto que se
hizo notar a la hora de considerar la posibilidad de mantenerse independiente después
de agosto de 1947.

El gobernante hindú de .Jammu y Cachemira, el Marajá 1-lan Singh, podía, a


pesar de que la población de su Estado estaba compuesta en tres cuartas partes por
musulmanes, anexionarse a cualquiera de las dos nuevas naciones independientes sin
violar los principios de la legislación británica. Por no mencionar que además el Estado
era territorialmente contiguo a ambas, a diferencia de Junagadh y Hyderabad que
estaban rodeados por territorio indio. Sin embargo, antes del 15 de agosto de 1947 el
Marajá había manifestado su intención de conservar la independencia. A pesar de que
esta era una opción legítima, en aquel momento tanto las fuerzas politicas pakistanies
como las Indias anhelaban la adhesión.

Pero antes de que el enigma de Jammu y Cachemira se hubiera solucionado, el


desenlace de los otros conflictos de adhesión en Junagadh y Hyderabad tuvo graves
repercusiones y contribuyó a empeorar las relaciones entre la India y Pakistán. La
ocupación militar de Hyderabad fue duramente criticada por los líderes pakistaníes.
Pero en particular, el desarrollo del conflicto de Junagadh estuvo influido e influyó en el
desarrollo simultáneo del conflicto en Jammu y Cachemira.

Junagadh, situado en lo que hoy es el Estado indio occidental de Gujarat e


incluido hasta 1948 entre los estados de Kathiawar, suponía un reflejo inverso de la
situación especial que se daba en Jammu y Cachemira. Era un pequeño Estado con una
población mayoritariamente hindú, pero estaba gobernado por un Nawab musulmán que
deseaba la unión a Pakistán. Había pequeños enclaves de Junagadh que se encontraban
fiera de los límites generales del Estado, en medio de otros estados de Kathiawar que se
habían unido a la India. A su vez, en el interior del Estado se encontraban enclaves de
otros estados nativos, especialmente Mangrol, que también habían manifestado su deseo
de federarse a la Unión. También existían minúsculos estados dentro de sus limites que

88
formaban territorios semi-autónomos que mantenían una relación feudal con Junagadh.
Lo cierto es que se producía un escenario para la anexión de una complejidad política
extrema.

Pero en Junagadh ni siquiera existía un pequeño movimiento de apoyo a la


adhesión con Pakistán, como ocurria en Cachemira, además de que no tenía fronteras
directas con Pakistán, y la población hindú temía las repercusiones que pudiera
conllevar la integración en la nación islámica. El 15 de agosto de 1947 el Nawab de
Junagadh informó de su anexión a Pakistán sin haber comunicado su intención con
anterioridad al gobierno de la India. H.V. Hodson sospecha que Ah Jinnah, que aceptó
inmediatamente la petición de adhesión del Nawab de Junagadh, vio en este Estado un
buen instrumento para utilizar a su favor en la disputa sobre Cachemira.

Nehru indicó a Pakistán que la India, en consonancia con su política oficial, sólo
se sometería al veredicto de la población acerca de la adhesión. Pakistán contestó
confirmando que había aceptado la adhesión de Junagadh sobre la base de la potestad
del Nawab para llegar a tal acuerdo, y Mountbatten reconoció que la adhesión había
sido legal.’9

A mitad de octubre, Pakistán todavia no había contestado a la proposición de


Nehru de someter la cuestión de Junagadh a un referéndum. De esta forma, el 25 de
octubre el gobierno de la India intervino en Mangrol, que había solicitado protección,
enviando tropas a través del territorio de Junagadh, lo que fue considerado una invasión
del Estado. El Nawab abandonó Junagadh y se refligió en Pakistán y el 1 de noviembre
las tropas indias se hicieron con la administración de Mangrol sin llegar a producirse
ningún derramamiento de sangre. El 7 de noviembre el primer ministro de Junagadh,
ante el virtual estado de sitio impuesto por la India, traspasó la administración del
Estado a la India y aceptó la celebración de un plebiscito. La India celebró el plebiscito

Ver HODSON. H.V. Op.cit. Capitulo 24. Texto del Instrumento de Adhesión y comentarios en
MENON, VP. TIte Sioro of tIte íntegra/ion o/tIte Indian States. Orient Longmans. Bombay 1961. Págs.
124- 150

‘~> HODSON, H.V. Op.eit. Pág. 436

89
el 20 de febrero de 1948 y la inmensa mayoría de los votos fueron a favor de la
integración en la Unión.20 Pakistán nunca ha aceptado el resultado de este plebiscito.

Merece la pena subrayar que el traslado de las tropas indias a través de Junagadh
en dirección a Mangrol se desarrolló 3 días después de comenzar la invasión de
Cachemira por parte de unas tropas que la India consideraba que actuaban bajo el
auspicio de Pakistán, lo que había deteriorado aún más las relaciones entre los dos
paises. Pakistán no envió tropas a Junagadh después de su adhesión, lo que se puede
interpretar como una reacción lógica ante la certeza de que no podría conservar dicho
territorio dentro de su ámbito de control.2’

Lars Blinkenberg matiza la tesis pakistaní de que la India cometió una agresión
en Junagadh. Al aceptar la adhesión, Pakistán creó la primera situación de confrontación
entre los dos países causando irritación en la India, “que probablemente hasta el
momento se había sentido más apenada que maldiciente a causa de la partición”.
Aunque la toma de Junagadh por parte de la India no fue defendible desde un punto de
vista legal, Blinkenberg coincide con el jefe del gabinete de prensa de Mountbatten,
Campbell-Johnson, en que la India “fue ampliamente provocada”.22 lan Stephens, por su
parte, critica la decisión pakistaní de aceptar la adhesión, aunque no cree en la teoría de
la insidia. “La decisión se tomó rápidamente por un impulso erróneamente calculado
pero indudablemente hostil”. Lo irrebatible es que “sus ulteriores utilizaciones en
argumentos acerca de Cachemira no favorecieron a Pakistán” 23

20 Según el censo de 1941 cl 80% de la población de Junagadb era hindú. FI censo registrado en 1948 era
de 201.457 personas, de las cuales 190.870 votaron en el plebiscito. Sólo 91 de esos votos fueron a favor
de la integración en Pakistán. MFNON, VP. Op.cit. Pág. 149
2]
El autor pakistani Choudhury admite que ‘por el principio del plebiscito la India conseguirla con toda
seguridad Junagadh y Hyderabad, pero Cachemira vendria a Pakistán”. CHOUDHIJRY, G.W. Op.cit.
Pág. 38

22 CAMPBELL-JOHNSON, Alan. Mission with Mauntba/ten. Londres, 1957. Pág. 228. En


BLINKBNEERG, L. Op.cit. Pág. 98

23 STEPHENS, 1. Op.cit. Pág. 194

90
1.3.2. LA IMPORTANCIA DE LA DIVISIÓN DE PUNJAB PARA EL
FUTURO DE JAMMU Y CACHEMIRA Y EL POLÉMICO DICTAMEN DE
LA COMISIÓN RADCLIFFE

Al fijar los procedimientos que guiarian la partición comunal del subcontinente,


el gobierno británico y los gobernadores de Punjab y Bengala, dos provincias en las que
la comunidad musulmana sólo tenía una débil mayoría, acordaron que una comisión
fronteriza neutral determinara las fronteras que dividirían ambas provincias entre la
India y Pakistán. La cuestión de la división de la provincia de Punjab, fronteriza a
Jammu y Cachemira y de gran importancia para sus conexiones por tierra con el resto
del subcontinente, reviste gran importancia. Ella ha proporcionado a Pakistán uno de los
principales argumentos que dan fuerza a su reivindicación sobre el anterior Reino
Dogra: la alegación de que su adhesión a la India estuvo orquestada por medio de un
complot concertado por los líderes del Congreso y el propio Mountbatten.

Sir Cyril Radcliffe, un ilustre jurista británico, fue nombrado para presidir la
comisión que delimitaría las nuevas fronteras en Punjab. Radcliffe contó con el
asesoramiento de dos comisarios de cada una de las nuevas naciones, dos musulmanes
por Pakistán y dos no musulmanes (hindú y sij) por la India. Al comprobar que todos
los comisarios actuaban con un claro sectarismo a favor del partido político que
representaban, Radcliffe acabó por prescindir de su asesoramiento para aislarse de
presiones políticas. Por último, los líderes del Congreso y de la Liga Musulmana se
comprometieron a acatar la delimitación fronteriza que decidiera la comisión.

Los puntos de consulta y referencia que debía observar la Comisión para Punjab
eran los siguientes: “.. la Comisión Fronteriza está aleccionada bara demarcar las
fronteras de las dos partes de Punjab sobre la base de una diferenciación de las áreas
contiguas de mayoría musulmana y no musulmana. Al hacer esto, también tendrá que
considerar otros factores” 24

Los “otros factores” implicados no se llegaron a especificar, y Mujtaba Razvi,


entre otros muchos críticos pakistaníes, denuncia que con esta disposición la Comisión
Radcliffe tuvo carta blanca para observar cualquier consideración que fuera menos

24 LAMB, A. KasItn2ir. A Disputad Legacy. Pág. 104

91
tangible que la importancia de la contigíiidad de los territorios musulmanes, la
viabilidad administrativa, las comunicaciones o los sistemas de irrigación.25 Lo que sí se
especificó es que debían prevalecer los argumentos jurídicos sobre los políticos, es
decir, que la geografia, la economía y la configuración social debían imponerse sobre
los intereses políticos de aquellos regímenes que sustituyeran al gobierno británico. La
Comisión debía negociar la frontera de Punjab de forma secreta y aislada de cualquier
presión política que aquellos interesados por otros aspectos de la Transferencia de
Poderes estuvieran tentados a ejercer.

Esta era la teoría. En la práctica todo lo que hacían los miembros de la Comisión
tenía una finalidad política porque afectaba al futuro de Pakistán, de la India y de
millones de personas que acabarían siendo ciudadanos de uno u otro país. Los
documentos publicados por el gobierno británico y las biografias de algunas
personalidades implicadas en el proceso de la Transferencia de Poderes han dejado en
evidencia que en las conversaciones no hubo ni secretismo ni aislamiento de influencias
externas, y que una actuación que provocó la muerte de unas 500.000 personas y la
huida de varios millones más, como fueron las primeras consecuencias de la división de
Punjab, pudo haber tenido en algunas ocasiones fines más políticos que “jurídicos”.

En 1941 Punjab tenía una población total de 28’4 millones de habitantes. 158
millones eran musulmanes (556%) y 12.6 hindúes y ~ (444%). La fuerte presencia de
la comunidad síj en esta región, cuna de su religión, presentaba el dilema de más dificil
resolución, puesto que se tenían que acomodar dos realidades irreconciliables. Por un
lado, que muchos de los centros religiosos sijs se encontraban en territorio
mayoritariamente musulmán. Y por otro, que las relaciones entre las comunidades sij y
musulmana habían alcanzado para 1947 un nivel dramático.

La frontera teórica con la que la Comisión Fronteriza empezó su labor en julio


de 1947 inclula todo el distrito mayoritariamente musulmán de Gurdaspur, fronterizo a
Jammu y Cachemira, en Pakistán. Pero los británicos subrayaron que esta delimitación
era provisional y dependía de las deliberaciones de la Comisión Fronteriza. El propio
Mountbatten avisó el 4 de junio de que las fronteras de los distritos no eran intocables, y

25 RAZVI. Mujtaba. TIte Frontien~ o/Pakistan. A StudyofFrontierProblenis in PakistanSsForeign


Po/ley. National Publishing l-louse. Karachi 1971. Pág. 31

92
que no era probable que la Comisión Fronteriza” integrara “la totalidad del distrito...
(de Gurdaspur). en el territorio de mayoría musulmana”.26
.

No obstante, la publicación de las primeras fronteras provisionales había


despertado en Pakistán muchas expectativas acerca del resultado final. Finalmente se
concedió a la India 3 de los 4 tehsils o subdistritos del distrito musulmán de Gurdaspur
(dos de ellos, Batala y Gurdaspur, de mayoría musulmana, y sólo el tercero, Pathankot,
con una ajustada ventaja de población hindú). Ello lleva a Mushtaqur Rahman y Latif
Ahmed Sherwani, entre otros muchos autores pakistaníes, a asegurar que la división de
Punjab tuvo como única consideración allanar el camino para la integración de Jammu y
Cachemira en la India.27

En efecto, algunos autores como el ex oficial británico Lord Birdwood o Alastair


Lamb consideran que la concesión fronteriza en Punjab permitió que la contingencia de
que Jammu y Cachemira acabara integrándose en la India se convirtiera en un hecho
posible.28 Pero H.V. Hodson y Lars Blinkenberg restan importancia al interés
estratégico de estos territorios para la India afirmando que “incluso con una decisión
judicial diferente, la India seguía teniendo áreas contiguas con Cachemira en las que se
podrían haber hecho nuevas comunicaciones por carretera”. Las dos principales vías de
conexión con el Estado continuaron estando en territorio pakistaní. De hecho, cuando
empezó la invasión de 1947 la ofensiva india que permitió conservar parte del Estado se
realizó mediante un traslado aéreo que no tuvo que sobrevolar ninguno de estos
territorios.2>

26 LAMB, A. KasItnii,-. A Disputed Legacv. Pág. III

27 RAHMAN, M. Op.cit. Págs. 58-61, y SHFRWANI, LatifAhmed. “Kashmir Accession to India Re-
examined”. Pakistan 1-lorizon. Abril de 1990. Págs. 23-55
26 Ver BIRD WOOD, Lord. A Continent Decides. Págs. 36 y 236. En WIRSING, R. Op.cit. Pág. 17, y
LAMB, A. KasItnuir.A Disputed Legacy. Pág. 103

26 Ver I-IODSON, liv. Op.cit. Pág. 354, y BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 75

93
1.3.2.1. La ‘Teoría de la conspiración’. Las presuntas presiones de
Mountbatten a la Comisión Radcliffe pata garantizar la integración
de Jammu y Cachemira en la India

Aunque la cuestión de Jammu y Cachemira, al igual que la del resto de los


estados nativos, era ajena a los preceptos diseñados por los británicos para realizar la
partición, la concesión de los Éehsils del distrito de Gurdaspur estaba directamente
relacionada con el destino del Reino Dogra puesto que estos territorios suponían una
importante vía de enlace con la India. Esta es la principal consideración que tienen en
cuenta los autores que defienden que la concesión de la Comisión Radcliffe no fue
imparcial.

Entre 1970 y 1983 Gran Bretaña publicó numerosos volúmenes con archivos
referentes a la Transferencia de Poderes, y esta información impactó con fuerza en
algunas teorías que se habían dado por válidas, reabriendo la discusión sobre algunos
aspectos históricos y estimulando la reinterpretación de algunas cuestiones y de algunas
lo
personalidades asociadas con esta disputa. La nueva ronda de debates suscitada no
proporcionó, sin embargo, grandes variaciones sobre los principales puntos de vista que
se habían mantenido en relación con el conflicto de iammu y Cachemira. En particular,
existieron muchas reticencias por parte de los investigadores a la hora de aceptar como
válida la teoría pakistaní de que el proceso de partición del subcontinente estuvo
manipulado desde el principio por los líderes el Congreso y los dirigentes británicos.3’

Utilizando esta fuente de información, en 1991 el historiador Alastair Lamb


publicó un libro, Kashmir A Disputed Legacy. 1946-1990, en el que proporcionaba la
versión más controvertida y revisionista del proceso que culminó con la integración de
Jammu y Cachemira en la India. La argumentación de Lamb, compendiada a
continuación y contrarrestada más adelante con observaciones criticas y otras teorías
alternativas, defiende que la adhesión de Cachemira a la India respondió a un plan

30 Estos documentos se empezaron a publicar en 1970. Ocupan 12 volúmenes bajo el titulo Constitutional
Relatio ns between Britain and India. TIte Transfer of Power 1942- 1947. Los volúmenes que afectan más
directamente a la cuestión de Cachemira son los números IX, X, Xl y XII. La referencia al volumen en el
que se encuentran los documentos que vamos a mencionar se hará con las claves IP IX, TP X, TP XI y
IP XII, y a los documentos en concreto con el número que tienen según su orden de aparición en cada
volumen. Las citas exactas de esta publicación han sido extraidas de LAMB, A. Kas/unir. A Diáputed
Legar Capítulo VI, y IHA, P. 5. Op.cit. Capitulo V

Ver WIRSING, R. Op.eit. Pág. 22


94
deliberado, que se inició antes de la independencia, y que fue consumado en gran
medida por Lord Mountbatten. Según Lamb, cuyas teorías suelen ser asumidas por el
conjunto de los autores pakistaníes, la decisión de la Comisión Fronteriza al conceder
Gurdaspur a la India suscita dos incógnitas importantes:

Primero: ¿tenía Mountbatten prevista una política propia sobre el futuro de


Jammu y Cachemira en la que el destino del distrito de Gurdaspur, acceso principal al
Estado desde la India, estaba directamente involucrado y apreciaba, por ello, la
importancia estratégica de este distrito dentro de este contexto?

Segundo: si era así, ¿influyó de alguna manera esta tendencia política en la


decisión final de la Comisión Fronteriza que concedía a la India 3 de los 4 tehsils del
distrito de Gurdaspur a pesar de que la población en dos de ellos era mayoritariamente
musulmana?

Estas preguntas no han llegado nunca a encontrar una respuesta suficientemente


documentada, pero eso no impide que den mucho juego a la especulación. Para la
mayoria de los autores pakistaníes la decisión de la Comisión fue dictada por el virrey
para garantizar que Jammu y Cachemira no tuviera que verse obligado a integrarse en
Pakistán por razones logísticas. Alastair Lamb procede a una labor de interpretación de
los documentos oficiales publicados para secundar la respuesta que Pakistán da a estas
preguntas. 32

Cuando Lord N4ountbatten llegó a la India el 22 de marzo de 1947 para hacerse


cargo del virreinato, el gobierno de la India ya sabía que la intención del Marajá era
crear un Estado independiente. Teniendo en cuenta que la principal preocupación de los
británicos desde que vendieron el Valle de Cachemira a Gulab Singh en 1846 había sido
la de proteger este extremo del subcontinente indio de la influencia rusa, Lamb
considera que la intención del Mar-ajá resultaba enormemente preocupante. Asimismo,
si se integraba en un Pakistán cuya estabilidad y continuidad se antojaban improbables,
la Frontera del Norte se convertiría en una zona permeable a todo tipo de influencias
indeseables. Por ello, Lamb considera que la mejor opción para los británicos radicaba

32 LAMB, A. KasItrnir. A DisputedLegacy. Págs. 104-117

95
en la integración de Jammu y Cachemira en aquella nación que fuera la más fuerte, la
más grande y la más estable de las dos que sustituirían al Dominio Británico.33

Por esta razón, el virrey sugirió que se devolviera la estratégicamente vital


delegación de Gilgit al Marajá antes de la Transferencia de Poderes, a pesar de que aún
no había finalizado el plazo del arrendamiento.34 Puesto que la finalidad del
arrendamiento de Gilgit había sido proteger la zona de un posible avance ruso en
Sinkiang, riesgo que perduraba en 1947, en opinión de Lamb sólo se puede explicar este
cambio de actitud dando por hecho que N4ountbatten había escogido a la India para que
continuara con la labor de vigilancia de la antigua Frontera del Norte. Si Mountbatten
hubiera deseado que Pakistán se convirtiera en el guardián de los pasos occidentales del
Karakoram, habría respetado el arrendamiento previsto por 60 años. En este caso, como
cualquier otro territorio bajo administración británica, Lamb defiende que debido a la
contigúidad fronteriza y a la inclusión de una población mayoritariamente musulmana,
la delegación de Gilgit habría pasado a formar parte de Pakistán.35

No obstante, Mountbatten quiso conocer cuál era la atmósfera politica en el


interior del Estado, y para ello solicitó inforniación a Jawaharlal Nehru. En su réplica, el
líder del Partido del Congreso incluía una observación fundamental: aunque el Estado
contaba con un 77% de población musulmana, sus habitantes, guiados por su principal
líder político, Sheikh Abdullah, y su partido, la Conferencia Nacional, aceptarían una
eventual integración en la India. El otro partido, la Conferencia Musulmana que acababa
de aliarse con la Liga Musulmana de Ah Jinnah, gozaba de un apoyo muy reducido. Por
otro lado, la opción de la adhesión a Pakistán era la menos deseada no sólo por la
población, sino también por el Marajá.36

~ LAMB, A. Kas hrnir. A DisputedLegacy. Pág. 7

>~ TPX.N0254
~sLAMB, A. KasItn>.ir. A Disputed Legacy. Pág. 107

36 Esta misma observación también fue trasladada al virrey por Krishna Menon, futuro ministro de
Defensa en el gobierno de Nehru, que además avisó de que si se permitia que Jammu y Cachemira pasara
a manos de Pakistán las consecuencias para las relaciones entre la India y Gran Bretaña podrian ser
nefastas. La argumentación se basaba en que se podia conjeturar que la intención de íos británicos era la
de crear un Pakistán, reforzado por la posesión de este Estado, que sirviera como frontera oriental de la
esfera dc influencia británica en Oriente Medio. IP XI. N0 201
96
Durante su estancia en Srinagar, lo único que Mountbatten hizo fue instar a las
autoridades cachemiris a unirse a la India o a Pakistán antes de la Transferencia de
Poderes advirtiendo de que les sería imposible defender su autonomía y su integridad
territorial desde un estatus de independencia. Mountbatten asumió que no entraba entre
sus competencias aconsejar la unión a una u otra de las asambleas constituyentes. Las
autoridades cachemiris debían resolver sobre este asunto en función de lo que fuera más
conveniente para el Marajá y sus súbditos, de los factores geográficos y de la actitud
que pudieran demostrar respecto a Cachemira el Partido del Congreso y la Liga
Musulmana. A éste respecto, las transcripciones oficiales determinan que Mountbatten
comentó que si Cachemira se integraba en Pakistán “probablemente” Ah Jinnah les
protegería de presiones por parte del Partido del Congreso, y si se unía a la Asamblea de
la Unión India. “inevitablemente” serían tratados con consideración por el Congreso.37

Alastair Lamb denuncia que aunque el mensaje parece ser neutral, existe cierta
tendenciosidad a la hora de asegurar la bienvenida que el Congreso daría a una
Cachemira india en contraposición a la “posible protección” de Ah Jinnah en contra de
amenazas indeterminadas en caso de que el Estado se integrara en Pakistán. Lamb no
encuentra aventurado interpretar esta exposición como un aviso de que al Marajá le
convenía unirse a la India si quería alimentar alguna esperanza de conservar su posición
en el Estado. El Partido del Congreso le mantendría en su trono, la Liga Musulmana se
encargaría de que sus súbditos musulmanes acabaran con su gobierno.35 De cualquier
forma, Mountbatten sugirió que la decisión se aplazara hasta conocer los deseos
mayoritarios de la población, que mientras tanto no se hiciera ninguna declaración
oficial a favor de la independencia, y que el Estado firmara un Acuerdo Transitorio
tanto con la India como con Pakistán.

Alastair Lamb encuentra en lo anteriormente expuesto suficientes datos para


tantear una respuesta a la primera de las preguntas sobre las intenciones de Lord
Mountbatten respecto a Cachemira. Su desagrado por la opción de la independencia no
admite discusión. Por otro lado, aunque oficialmente no declaró sus preferencias por
ninguna de las dos naciones que sustituirían al Imperio Británico, los documentos
analizados sugieren a Lamb que estaba a favor de dejar la decisión final en manos de

~ TP XI. N0 294

LAMB, A. Kashrnir. A DisputedLega¿y. Pág. 110

97
Sheikh Abdullah. En función de la información recibida de Nehru, Mountbatten sabía
que Abdullah era partidario de la adhesión a la India. Este desenlace parecía, a su juicio,
políticamente correcto y geopolíticamente deseable, puesto que aseguraba que la
defensa de la Frontera del Norte permanecería en el ámbito de control de Nueva Delhi.

Este juicio conduce a la respuesta de la segunda parte de la pregunta, la cuestión


de si Lord Mountbatten apreciaba la importancia del destino del distrito de Gurdaspur
dentro de este contexto. La respuesta para Alastair Lamb es diáfana, Lord Mountbatten
se descubrió al declarar personalmente que Jarn.mu y Cachemira estaba “situado
geográficamente de manera que podía unirse a cualquiera de las dos naciones, siempre
que la Comisión Fronteriza integrara en Punjab Oriental parte del distrito de
Gurdaspur” Y>

Queda por responder la cuestión de si el virrey influyó guiado por motivos


políticos en la decisión de la Comisión Fronteriza. Para Alastair Lamb los hechos
resumidos a continuación proporcionan cierta evidencia que, sí no resulta definitiva, sí
sustenta la tesis de quienes aprecian en la concesión dc los tres tehsils de Gurdaspur a la
India presiones del último gobernador de la India británica.

Con la publicación en años recientes de documentos oficiales y biografias de


algunas de las personalidades que participaron en la realización del Sistema de Partición
se ha podido demostrar que hubo, por lo menos, una ocasión en la que Mountbatten
intervino personalmente para modificar uno de los planteamientos de la Comisión
Fronteriza. Esta modificación no se realizó en los territorios de Punjab fronterizos con
Jammu y Cachemira, pero la certificación de que el virrey influyó en otro sector de la
frontera sirve de argumento a los investigadores que defienden que la comisión no actuó
independientemente y libre de presiones políticas.

El 8 de agosto de 1947, Sir Ciryl Radcliffe elaboró un mapa provisional en el


que se apreciaban indicios de que un saliente meridional de la frontera se había
modificado a favor de Pakistán intercambiando una pequeña parte del distrito de Lahore
(para conceder a los sijs el territorio alrededor de Amritsar que reivindicaban) por los

0 335
>~ TP XII. N

98
40

tehsils adyacentes de Ferozepore y Zira en el distrito de Ferozepore (ver mapa 6). El


mismo mapa indicaba que los tres tehsils orientales del distrito de Gurdaspur se
integraban en el margen indio de la linea de partición.

Pero el supuesto secretismo que debía prevalecer en estos procedimiento fue


inexistente. Sir George Abelí, secretario privado de Mountbatten, y Christopher
Eeaumont, miembro del personal de Radcliffe, comunicaron el contenido de este
borrador al secretario del gobernador de Punjab. Por lo tanto, el 9 de agosto muchos
miembros del gobierno de Punjab ya estaban al corriente de los planes de Radcliffe para
situar la frontera indo-pakistaní a través de su provincia.

Inmediatamente surgieron las críticas en el bando indio por la concesión de


Ferozepore y Zira a Pakistán. Las censuras, provenientes de gobernantes de algunos
estados nativos adyacentes y de las propias autoridades indias, se basaban en los daños
que tal frontera infringiría a sus sistemas de irrigación. Está demostrado que Nehru
presionó sobre este aspecto a Mountbatten. Le envió un informe del jefe de la Comisión
Central de Canales, Irrigación y Navegación, que había conocido los planes de Radcliffe
de una manera que evidenciaba la falta de secretismo que estaba caracterizando los
procedimientos de la comísion.

Lamb se pregunta si existe otra manera para explicar que Nehru enviara este
informe al virrey que no sea que estaba instándole a tomar parte en la labor de la
Comisión para resolver asuntos de tanta importancia para sus intereses nacionales.4’ La
respuesta a este enigma se encuentra, en opinión de Lamb, en la notificación recibida
desde las oficinas del virrey por el gobernador de Punjab el 10 o el 11 de agosto
indicándole que borrara de Pakistán los tehsils de Ferozepore y Zira y los incluyera en
la India. De hecho, en el documento final que estuvo preparado para el 12 de agosto, los
tres tehsi/Ñ del distrito de Gurdaspur, Ferozepore y Zira se integraron en la India sobre la
base de asegurar una correcta política de irrigación.42

~ IP XII. Mapa al final del volumen.

~‘ LAME, A. KasItnñr. A Disputed Legacy. Pág. 113


¾Texto integro en RAZVI. M. Op.cit. Pág. 226

99
Alastair Lamb responsabitiza sin tapujos a Mountbatten por la manera en que
condujo el asunto de la adhesión de Jammu y Cachemira durante las últimas semanas de
vida del gobierno británico. De todo lo visto concluye que Mountbatten no hizo ningún
esfuerzo por conocer otra versión sobre la situación política en Jammu y Cachemira que
no fuera la que le había proporcionado Nehru. El virrey no contrarrestó la opinión del
político indio con la de los rivales políticos de Sheikh Abdullah. Lamb denuncia que el
asunto de la aceptación popular con la que contaba la Conferencia Musulmana debería
haber sido, por lo menos, investigada, pero los documentos existentes apuntan a que
nunca se llegó a realizar tal acercamiento.

Lord Mountbatten tenía una relación de amistad, confianza y admiración mutua


con Jawaharlal Nehru y, sin embargo, nunca supo entenderse con Mohammed Ah
Jinnah, que por otro lado siempre había desconfiado de las intenciones del virrey. Este
hecho, público y notorio en su momento, no hizo más que dar pie a numerosas
especulaciones y rumores escandalosos que hicieron que la parte más perjudicada por la
delimitación fronteriza no aceptara de buen grado una situación que consideraba injusta.

La conclusión a la que llega Lamb después de todo lo expuesto es la siguiente.


Para empezar resulta muy improbable que N4ountbatten y su círculo de colaboradores
hubieran delegado la tarea de la nueva definición de fronteras en Punjab a la Comisión
Fronteriza sin realizar un seguimiento que les asegurara que las cosas se hacían según
los planes del gobierno de la India británica. De hecho, habría sido una actitud bastante
irresponsable el desentenderse de un asunto de tanta importancia. En este contexto,
Lamb refuerza la teoría del autor pakistaní SM. .Jaffar de que Nlountbatten presionó a
Radcliffe, y coincide con G.W. Choudhury y Fahmida Ashraf en que la concesión de los
tres tehsiLs orientales del distrito de Gurdaspur a la india encontraba su justificación en
la creación de un escenario estratégico que permitiera la anexión de Jammu y
Cachemira a la India.43

~ Mountbattcn escribió el 16 de agosto en su Informe Privado: “LI Marajá habla ahora de celebrar un
referéndum para decid,r s’ se une a Pakistán o a la India, siempre que la Comisión Fronteriza le asegure
comunicaciones por tierra entre Cachemira y la India”, es decir, Gurdaspur. “Parece, por lo tanto, como si
este gran problema de los estados haya sido satisfactoriamente solventado durante las tres últimas
semanas de gobierno británico”. En opinión dc Alastair Lamb, habiéndose garantizado la inclusión de
Gurdaspur en el Punjab indio y la celebración de un referéndum en Jammu y Cachemira, que según sus
previsiones favoreceria a la India, el virrey podia estar contento porque el problema estuviera
“satisfactoriamente solventado”. Ver LAMB. A. Kas/unir. A Disputed Legacy. Pág. 114, CHOUPHURY,
G.W. Op.cit. Págs. 17 y 18, ASI-IRAF, Fahmida. “Thc Kashmir Dispute: An Evaluation”. StrateQic
Srudies. Verano de 1990. Pág. 65, y IAEFAR, SM. Op.cit. Págs. 76-78

100
Lo cierto es que no se conoce la existencia de expedientes que expliquen con
detalle lo que ocurrió en las negociaciones. Cuando Radcliffe abandonó la India el 15 de
agosto de 1947 no se llevó ningún documento con él y las declaraciones que hizo al
respecto lanzaron poca luz sobre lo ocurrido. La mayor parte de los funcionarios
británicos, y algunos testigos ajenos a su administración que se encontraban en el
subcontinente durante la Transferencia de Poderes, rechazaron vehementemente que
Mountbatten ejerciera ninguna presión indebida en Radcliffe.44 Y esta fue también,
lógicamente, la aseveración que siempre sostuvo Mountbatten. No obstante, no se puede
olvidar que las consecuencias de la partición fueron, en términos humanos, muy graves,
y a Mountbatten no le interesaba que se le hiciera responsable de una maniobra que
provocó la muerte de miles de personas.

Aunque nadie ha podido proporcionar datos concluyentes para apoyar la


denominada “teoría de la conspiración”, las numerosas pruebas circunstanciales que
incluye el minucioso trabajo de investigación de Alastair Lamb han conseguido
despertar la duda sobre la sinceridad de Mountbatten y la imparcialidad de la Comisión
Radcliffe en las mentes de algunos investigadores. En opinión de Robert O. Wirsing, la
revisión fundamental de la interpretación histórica que proporciona Lamb a propósito
del periodo previo a la partición, en especial las claras evidencias de que la delimitación
fronteriza no fue decidida de forma imparcial, obliga a los investigadores de la cuestión
de Jammu y Cachemira a adoptar una nueva perspectiva sobre las principales
controversias que surgieron en el período que transcurrió desde la independencia hasta
45
la integración del Estado en la India.

~ Entre otros, el funcionario británico ¡-IV. Hodson afirmó que “hay un alto grado de mitologia también
en esto” y que durante sus conversaciones con Radeliffe llegó a la conclusión deque no habia sido
sometido a ninguna presión. HODSON, H.V. Op.cit. Pág. 354. lan Stephens, editor de lYw Statesman en
1947, también declaró que los pakisíanies se equivocaban cuando afirmaban que Mountbatten y su
entorno habian influido en la Comisión. STFPHENS, 1. Op.cit. Pág. ¡77. Tanto H.V. Hodson como el
jefe de prensa de Mountbatten, Campbell-Johnson, mencionaron que cuando las fronteras definitivas
fueron presentadas ante los distintos lideres. ninguno de los dos bandos se sintió satisfecho y los testigos
presenciaron una sombría y contrariada reunión en la que la única unanimidad estuvo en denunciar esta o
aquella injusticia comuna!”. CAMPBELL-JOHNSON. Op.cit. Pág. 153. En BLINKFNBERG, L. Op.cit.
Pág. 74. Sin embargo, muy pronto “se vieron reconfortados por el hecho de que debia de haber algún
mérito en ella puesto que sus rivales estaban igualmente descontentos, y después de dos horas de debate
se llegó a la conclusión de que se debia anunciar la concesión sin más y ser debidamente cumplida”.
HODSON, H.V. Op.cit. Pág. 352

~ WIRSING, R. Opeil. Págs. 33-34

¡01
1.3.2.2. Una versión alternativa

La mayoría de los historiadores indios considera que antes de la Transferencia


de Poderes los británicos llevaron a cabo un concienzudo y prolongado plan destinado,
según algunos autores como V.D. Chopra y P.N.K. Bamzai, a animar al Marajá a
conseguir su sueño de un Estado independiente, y según otros como Han Jaisingh, a
integrarse en Pakistán. El objetivo final, en cualquier caso, sería que Janm-iu y
Cachemira permaneciera bajo la esfera de influencia anglo-americana.46 Estos proyectos
sufrieron un inesperado reverso con el comienzo de una invasión del Reino Dogra,
inspirada por Pakistán, que obligó a Han Singh a solicitar la adhesión a la India.

Las siguientes intervenciones británica y norteamericana en la disputa, según


estos autores, constatan esta teoría. Aprovechando que Nehru trasladó la cuestión de
Cachemira al Consejo de Seguridad de la ONU, Gran Bretaña y EEUU desarrollaron
una nueva estrategia en el marco de esta Organización Internacional. Lideraron las
propuestas de traspasar el control de la administración del Estado a la ONU, de nombrar
a un administrador del plebiscito norteamericano, de movilizar tropas extranjeras bajo la
fachada de una “fuerza de mantenimiento de la paz”, y de dividir el Estado en tres
territorios entre los que el Valle de Cachemira pasaría a ser controlado por la
Organización Internacional. Estos designios fueron neutralizados gracias al apoyo
soviético en contra de una “actitud imperialista a propósito de Cachemira”. El siguiente
paso fue conceder ayuda militar y apoyo diplomático a Pakistán, integrado en los
sistemas de defensa occidentales desde 1954, para facilitar su adquisición del Estado
frente a la no alineada India.

- Estas réplicas— a la teoría que da por seguro el interés de ms’ británicos -por
garantizar la integración de Iammu y Cachemira en la India cuenta con tan pocas
pruebas concluyentes como la desarrollada por Alastair Lamb. En ambos casos la
especulación es el elemento más habitual. Sin embargo, sí se ha desarrollado una
argumentación basada en hechos demostrables para hacer frente al asunto más
específico de la partición de Punjab. Prem Shankar Jha procede en su obra Kashmir
1947. Rival Versions of History a una confrontación de los argumentos desarrollados

46 VerBAMZAI, P.N.K. Kas/unir and Central Asia. Págs. 125-127, CHOPRA, VO. Op.cit. Págs. 20-26,
y JAIS[NGI-l, 1-1. Op.cit. Págs. 65-66 y 71-72

¡02
por Lamb. iha pretende demostrar que no es cierto que existiera un complot organizado
por los británicos en colaboración con el Partido del Congreso para asegurarse que los
tres tehsiLs del distrito de Gurdaspur fueran integrados en la India y dejar así la pueda
abierta a la adhesión de Jammu y Cachemira.

Antes de abordar la argumentación de iha, y respetando el orden de las


alegaciones defendidas por Lamb, conviene rebatir su observación de que sí no se
hubiera anulado el arrendamiento de Gilgit a los británicos ese territorio habría pasado a
formar parte de Pakistán por el Principio de Partición. Esta sugerencia es más que
discutible teniendo en cuenta que el Marajá de Jammu y Cachemira sólo accedió a
transferir el control político de estos territorios del norte a cambio del reconocimiento
de que eran parte integrante de su Estado. Por lo tanto, la cesión supuso un
arrendamiento, en ningún caso una transmisión de soberanía, y aunque los británicos no
hubieran concluido este arrendamiento antes de la Transferencia de Poderes, lo más
lógico es pensar que en el mismo momento de su marcha la administración de la
delegación de Gilgit habría retomado al Marajá.

Siguiendo con la obra de Prem Shankar iha, el intelectual indio expone varios
argumentos fundamentales. En primer lugar, iha denuncia que toda la base de la
argumentación de Lamb se basa en demostrar que el virrey había influido en la decisión
de integrar los tehsils de Ferozepore y Zira en la India, extendiendo arbitrariamente la
misma sospecha para afirmar que nada le pudo impedir hacer lo mismo en el caso de los
tres distritos de Gurdaspur. Jha tacha este argumento de inconsistente. Cualesquiera que
fueran las razones que impulsaron a Radcliffe a conceder los tehsils de Ferozepore y
Zira a la India, está demostrado que no tuvieron nada que ver con las que le llevaron a
integrar también los tehsils de Gurdaspur.

En segundo lugar, Jha desautoriza a las fuentes de información utilizadas para


demostrar que se había producido un cambio en la frontera en Zira y Ferozepore
inspirado por el propio Mountbatten. Estas pruebas fueron aportadas con clara
tendenciosidad por Sir Francis Mudie, el primer gobernador de Punjab Occidental
después de la Transferencia de Poderes y figura públicamente conocida en el Servicio
Civil británico por su antagonismo visceral hacia el Partido del Congreso. Mudie, que al
acceder a su cargo debería haber seguido las directrices del gobierno británico de la

¡03
India que le obligaban a destruir todos los documentos del antiguo régimen, optó sin
embargo por trasladar a Jinnah los documentos que ahora sustentan las denuncias de
Lamb y Pakistán.47

Sobre las alegaciones a propósito de la falta de secretismo de las deliberaciones


de la Comisión Radcliffe, Jha hace hincapié en que resultaba necesario informar al
gobernador de Punjab, y que él mismo así lo había solicitado.48 La atmósfera dc
enfrentamientos comunales hacía imprescindible tomar medidas de prevención para que
las fuerzas de seguridad pudieran mantener la ley y el orden en las áreas que se vieran
más directamente afectadas por la nueva delimitación fronteriza.49 Por otro lado, Jha si
estima aventurado el sistema de intercambio de información escogido por el gobernador
de Punjab, a través de su secretario y de los del virrey y Radcliffe. Aunque éste suponía
un procedimiento frecuente, en este caso se olvidó que la información atañía a una
frontera internacional, y no simplemente a los problemas internos de una provincia.

Jha no se circunscribe a la obra de Alastair Lamb y también alude a la


publicación en 1992 de un depósito testamentario realizado por Christopher Beaumont,
miembro del personal de Radcliffe, en el que afirmaba categóricamente que
Mountbatten había influido en Radcliffe en la cuestión de Zira .y Ferozeporel’
Beaumont llegó a esta conclusión después de presenciar que la frontera fue modificada
inmediatamente después de una reunión secreta mantenida por Radcliffe y
Mountbatteni1 A este respecto, Jha admite que el análisis de esta cuestión sugiere que
Mountbatten aconsejó a Radcliffe conceder Ferozepore y Zira a la India. Pero insiste en
que Lord Radcliffe indicó en 1948 que había sido él quien había solicitado
asesoramiento a Mountbatten para evitar adoptar decisiones que complicaran aún más la
explosiva situación que se vivía en Punjab.

~ JI-lA, PS. Opcit. Págs. 75 y 76

~ Ver JI-lA, PS. Op.cit. Pág. 78

~ IP XII. N” 377
50 JI-lA, PS. Op.cit. Pág. 78

Beaumont no sólo declaró que Mountbattcn babia influido en la Comisión, también que Nehru habia
influido en Mountbatten para que presionara a Radcliffe y que el único secretario hindú de la Comisión,
V.D. Iycr, proporcionaba regularmente información a Nehru sobre las deliberaciones. Jha denuncia que
Beaumont basó estas acusaciones en hechos que ni siquiera se pueden considerar pruebas
circunstanciales, y que además son incorrectos. Ver JHA, PS. Op.cit. Págs. 79 y 80

104
En opinión de Shankar Jha, “cuando la decisión final provocó el destierro de
aproximadamente diez millones de personas y la muerte de medio millón, habría sido
estúpido, y criminalmente irresponsable, que Radcliffe hiciera de la ignorancia una
virtud”.52 Lo que sí está claro es que Mountbatten no dijo toda la verdad. El virrey
aseguró que la información sobre la delimitación fronteriza había sido trasladada al
gobernador de Punjab sin su conocimiento, pero se ha podido demostrar que el virrey
había aprobado la transmisión de información anticipada por las razones mencionadas
anteriormente. Este engaño pudo estar destinado, según Jha, a impedir que se lanzaran
más dudas sobre la imparcialidad de la Comísion.

Para el investigador indio, llegar a la conclusión, a través de los argumentos de


Lamb, de que existía una conspiración para estafar a Pakistán privándole de Jammu y
Cachemira supone un exceso. De hecho, el propio Beaumont aseguró que “ningún
cambio, como se ha rumoreado posteriormente, se realizó en la parte norte (Gurdaspur)
de la frontera”, es decir, en la zona que afectaba al futuro del Reino Dogra.5>

Más allá de las matizaciones indicadas por Iha, resulta esencial encontrar una
razón que justifique la inclusión de los tres íehsils de Gurdaspur en la India.
Recordemos que según los puntos de referencia de la Comisión Fronteriza se debían
demarcar las fronteras de Punjab respetando las áreas contiguas de mayoría musulmana
y no musulmana “teniendo en cuenta otros factores”. Y en Gurdaspur, el secretario de
Estado para la India puntualizó que “esos otros factores” debían “observar la ubicación
de los templos sij”» En efecto, cuando Radcliffe explicó su alejamiento del principio
de contigúidad comunal hizo alusión a la necesidad de no seccionar sistemas de
‘rrigación, carreteras y líneas ferroviarias, y a la “inexpugnabJe realidad geográfica de
las situaciones respectivas de Lahore y Amritsar y las reivindicaciones que cada bando
mantiene vigorosamente sobre cada una o ambas de las dos ciudades”. Esto suponía una
referencia directa a las reclamaciones enfrentadas de sijs y musulmanes sobre estos
centros urbanos...55

52
JHA. PS. Op.cit. Pág. 79

~‘ JHA, PS. Op.cit. Pág. SO

~ TP Xl. N0 415

55VerWIRSING, R. Op.cit. Págs. lóy 17

los
Si no se hubieran concedido los tres tehsils orientales de Gurdaspur a la India,
además de la integración de los importantes centros religiosos sijs de Lahore y
Sheikhupura en Pakistán, la más emblemática ciudad sagrada de los sijs, Amritsar,
habría estado totalmente rodeada por territorio pakistaní. Ambas comunidades, la sij y
la musulmana, habían visto como siglos de desentendimiento se materializaban durante
el invierno de 1946-1947 en graves agresiones de los musulmanes a la más vulnerable
comunidad sij.56 De forma que, sin ignorar los muchos elementos irregulares que
enturbiaron la labor de la Comisión Radcliffe, se puede asumir que existía una razón de
peso para considerar factores ajenos a la contigúidad comunal en el caso de la
delimitación fronteriza en Punjab.57

Después de este breve repaso a una polémica que hoy en día sigue centrando el
interés de investigadores indios y pakistaníes, la principal conclusión que se debe
extraer es la indicada por Robert G. Wirsing: todas estas alegaciones, incluyendo las
revelaciones de Beaumont, que merecen mucho crédito, no prueban nada relacionado
con Gurdaspur o con la frontera entre Punjab y Jammu y Cachemira, y aún menos con
la propia Cachemira. Lo único que apuntan es la posibilidad de que, también en estos
casos, Mounbatten pudo haber influido en unos procedimientos de los que debería
haberse mantenido al margen.58

~ “A principios dc 1947 todos los sijs habían llegado a la conclusión de que, puesto que no podían evitar
(la creación de) Pakistán, lo mejor que podian hacer era salvar todo lo que pudieran de la provincia de
caer en manos de los musulmanes”. S[NGH, Kushwant. fle Sikhs, 1Q53. Págs. 151-152. EnRAHMAN,
M. Opcit. Pág. 47

El funcionario británico ¡IV. Hodson sostuvo que este no supuso un hecho aislado, y que el principio
de conceder territorios contiguos de población mayoritariamente musulmana o no musulmana a cada
dominio no fue siempre escrupulosamente respetado. HODSON, HV. Op.cit. Pág. 350

Wirsing concede un estudio actualizado y muy minucioso a esta polémica, contrastando múltiples
teorías, y llegando a la conclusión de que la intervención de los británicos no siempre fue transparente ni
limpia. Ver WIRSING, R. Op.eit. Págs. 12-32

106
CAPITULO II: LA PRIMERA GUERRA INDO-PAKISTANI
POR JAMMU Y CACHEMIRA DE 1947-1948 Y LA DIVISIÓN
PERMANENTE DEL ESTADO

Causas inmediatas que propiciaron la división de Jammu y


Cachemira en dos territorios bajo ocupación india y pakistaní.
La integración de Jammu y Cachemira en la India y la primera
guerra indo-pakistani. Las bases de las reivindicaciones
territoriales sobre el Estado y los obstáculos para la
consecución de una solución en la primera etapa del conflicto.

2.1. LA REBELIÓN DE >OOA’C5 LA INVASIÓN DE JAMIITI Y


CACFIEMZRA FLC ADRESYÓNA LA EVDM

En los acontecimientos que se desarrollaron entre junio y octubre de 1947,


dando lugar a la integración de Jammu y Cachemira en la India y a la primera guerra
indo-pakistaní, aparecen los fundamentos de las inculpaciones mutuas contenidas en las
reivindicaciones territoriales india y pakistaní sobre el anterior Reino Dogra. Las
interpretaciones divergentes presentes en las crónicas de los autores indios y pakistaníes
afectan a una cuestión de tanta trascendencia como es si la integración de Jammu y
Cachemira fue un acto legal o un fraude conjuntamente perpetrado sobre la población
cachemiri por el gobierno de la India, el Marajá de Jammu y Cachemira y Sheikh
Abdullah, con la posible aquiescencia del gobernador general Mountbatten.

Una vez más aparece en escena la denominada “teoría de la conspiración”


difundida por algunos autores pakistaníes, y una vez más las principales
argumentaciones desarrolladas para defender esta teoría se basan más en presunciones y
conjeturas que en circunstancias y pruebas concluyentes. Pero al margen de esta
consideración, son muchas las interpretaciones de algunos hechos concretos incluidos
en el proceso que derivé en la integración que merecen un análisis detallado. El acierto
o desatino de las decisiones adoptadas en este proceso han influido notablemente en el
desarrollo de la dialéctica de la disputa indo-pakistaní. En particular, la acusación de la
India de que Pakistán participé activamente en la invasión del Reino Dogra, y las
alegaciones pakistaníes a propósito de la ilegalidad del Instrumento de Adhesión que
vinculé a Jammu y Cachemira con la India, son polémicas que hoy en día siguen

107
determinando las posturas oficiales de las autoridades Indias y pakistaníes y
condicionando sus reivindicaciones territoriales.

2.1.1. LA INDECISIÓN DEL MARAJÁ DE UJAMMU Y CACHEMIRA


Y LA REBELION DE POONCH

A pesar de la aparente simplicidad de los principios sugeridos por Mountbatten a


los príncipes para decidir el futuro de sus estados (exclusión de la opción de la
independencia, los ‘condicionantes geográficos” para proveer a la India y a Pakistán de
territorios contiguos y el factor religioso), en la práctica no fueron ni simples ni
fácilmente adaptables. En especial porque legalmente no existía ningún condicionante
que pudiera impedir una decisión unilateral de los monarcas.

Pero entre todos los estados nativos que presentaron problemas a la hora de
observar estas directrices, Jammu y Cachemira fue el más complicado. Este Estado tenía
una población mayoritariamente musulmana y un monarca hindú, y su territorio era
contiguo tanto a la India como a Pakistán. Para añadir una complicación más, su
monarca, el Marajá Han Singh, albergaba sueños independentistas. Por ello demoró su
decisión sobre la cuestión de la adhesión hasta después de la declaración de
independencia de la India y Pakistán el 15 de agosto de 1947.

Aquel día Jammu y Cachemira pasó a ser técnicamente independiente, sin que
existiese ninguna autoridad, aparte del Marajá, que pudiera controlar su devenir.
Mountbatten todavía era el gobernador general de la India, pero su autoridad era muy
limitada, tenía una circunscripción poco clara y en Pakistán Ah Jirmah le había negado
este puesto asumiéndolo él mismo. Todavía existía un mando militar superior único
(que duró hasta finales de noviembre de 1947), Sir Claude Auchinleck, pero su
autoridad sobre los dos ejércitos situados bajo su supervisión se centraba en el ejercicio
de la retirada de los oficiales británicos. Los líderes de la India y de Pakistán no habían
llegado a un acuerdo sobre el futuro del territorio de Jammu y Cachemira, un Estado de
gran importancia estratégica, económica y psicológica que se encontraba en un limbo de
indefinición después de la Transferencia de Poderes.

Pocos días antes de la Transferencia de Poderes, Han Singh siguió uno de los
consejos que había recibido de Mountbatten y propuso a la India y a Pakistán establecer

los
sendos acuerdos transitorios. En Karachi se aceptó el 15 de agosto un documento en el
que se garantizaba que los acuerdos comerciales, de comunicaciones y de servicios
existentes hasta ese momento se mantendrían hasta que se alcanzara un compromiso
sobre los detalles y la ejecución formal de un nuevo acuerdo. Pero la respuesta en
Nueva Delhi fue evasiva y el Acuerdo Transitorio con la India no llegó a firmarse.

Alastair Lamb sospecha que la India actuó intencionadamente con el objetivo de


presionar para la integración total. Dando una interpretación radicalmente opuesta,
Blinkenberg defiende que el poco interés de la India por firmar el Muerdo Transitorio
reflejaba su escepticismo acerca de la final adhesión del Estado a la Unión.2 1-1V.
Hodson coincide con esta apreciación y reconoce que “a la luz de los futuros
acontecimientos resulta dificil creer que en esta etapa los líderes indios se mostraran
indiferentes sobre la adhesión.., pero así fue’.3 V.P Menon, mano derecha del ministro
de Interior Sardar Patel en la gestión de la integración de los estados nativos, explicó
que el gobierno de la India no pudo llegar a ningún acuerdo transitorio por una mera
falta de tiempo en un momento en el que se veía abnimado por cientos de problemas de
urgente solución.4

No obstante, Pakistán denunció ante el Consejo de Seguridad de la ONU que la


India y el Marajá habían llegado a un acuerdo y elaboraron un complot para lograr la
adhesión de Jammu y Cachemira. Las múltiples visitas realizadas al Marajá por
importantes líderes indios en vísperas de la Transferencia de Poderes han sido
interpretadas por autores como Choudhury o Pervaiz Iqbal Cheema como parte de una

¡ LAMB, A. Kashn,ir. A Disputed Legacv. Pág. 122


2 ELINKENBERG. L. Op.cit. Pág. 92

HODSON, 1-1V. Op.eit. Pág. 383. Ver también BIRDWOOD, Lord. Two Nations ¿md Kashnzir. Robert
Hale Limited. Londres 1956, Pág. 42

MENON, VP. Op.eit. Pág. 395. En la India muchos investigadores defienden que Sardar Patel no
compartió en un principio el interés de Nehru por este Estado de mayoría musulmana, y que la
complicada situación de este territorio fronterizo le había llevado a excluirlo de su esquema de lo que
debia ser la Unión India después de la Transferencia de Poderes. NIRMAL, Anjali y BARTARIA,
Virendra. Ka.shnzir: Aa Experiment Gane Smc. Pointer Publishers. Jaipur 1996. Pág. 2. Sheikh Abdullah
declaró en su biografia que la India exigió que el Marajá liberara a los presos politicos y estableciera un
gobierno popular antes de firmar un Aeuerdo Transitorio. AHDULLAH, Sheikh. Flamas a/tlzc’ Chinar.
Aa Áutobiographv. Viking. Nueva Delhi 1993. Pág. 90

109
coacción que sobrepasó los límites de una mera persuasión diplomática.5 El presidente
del Partido del Congreso, Acharya Kripalani, también visitó Cachemira en mayo de
1947. Él mismo reconocería más tarde que avisó al Marajá de que “si no se unía a la
Unión India tendría problemas en el futuro”, pero el Marajá se negó a comprometersef
Este talante evasivo del monarca es el que aparece más comúnmente reflejado en los
testimonios de la época, lo que, más allá de las presiones que pudiera recibir de algunos
dirigentes indios, descarta que Han Singh buscara en esta temprana etapa una alianza
con el Congreso.

La pregunta que surge entonces es: ¿qué hizo Pakistán, además de entrar en un
Acuerdo Transitorio, en aquella fecha en la que su gobierno deseaba obtener la adhesión
total? Iviahajan, el último primer ministro autocrático de Cachemira, acusó a Pakistán de
enviar al Reino Dogra agentes para crear una atmósfera comunal en contra de la India y
a favor de la integración en Pakistán. Por su parte, Sheikh Abdullah confirmó que
Pakistán ejerció mucha más presión sobre el Marajá que la India a través de
personalidades como el presidente de la Liga Musulmana. El político cachemirí P.N.
Bazaz niega que Karachi hubiera ejercido ninguna presión sobre el Marajá simplemente
“porque los líderes pakistaníes pensaban que era obvio que Cachemira se integraría en
Pakistán”.7 Puede que esto fuera verdad hasta el 15 de agosto de 1947, pero cuando esta
hora final pasó sin que Han Singh hubiera tomado ninguna decisión, evidentemente
Pakistán no pudo seguir sintiéndose tan confiado.

A finales de agosto de 1947, Mountbatten todavía no había conseguido


“convencer al Marajá para que aclarara su vacilante mente y se uniera sin más retraso a
cualquier nación que él y su pueblo desearan, terminando de esa manera con una
situación incierta y peligrosamente inestable en Cachemira’.8

“Resulta significativo que después de que tuvieran lugar estas visitas hubiera un número de sucesos
politicos en Cachemira que tuvieron gran influencia en promover la subsecuente adhesión del Estado a la
India”. CHOI.JDHURY. 0W. Op.eit. Pág. 62. Ver también CHEEMA, Pervaiz Iqbal. “Pakistan, India
and Kashmir: A Historical Review”. En THOMAS, Raju G.C. Perspectivas <‘a Kashmir. The Raots of
Con/lid ¡a South Asia. Westview Press. Oxford 1992. Pág. 95

~‘VerBLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 72

Ver BLINKENBERG, L. Op.eit. Págs. 77-78

CAMPBELL-JOHNSON. Op.eit. Pág. 177. En BLINKENBERC, L. Op.cit. Pág. 78

110
2.1.1.1. La rebelión de Poonch en contra del régimen monárquico

Durante el verano de 1947 el principal problema que se le presentaba al gobierno


cachemiri no era la cuestión de la anexión, algo que se podía aplazar temporalmente por
medio de instmmentos como los acuerdos transitorios, sino el control del Marajá sobre
sus propios territorios. Los Scouts de Gilgit, la principal fuerza militar de la región, ya
habían declarado antes de la Transferencia de Poderes que no estaban dispuestos a
someterse al gobierno de Han Singh sólo porque el arrendamiento a los británicos
hubiera finalizado. El 30 dejulio de 1947, un gobernador enviado a Gilgit por el Marajá
fue informado de que los Scouts pedían la anexión a Pakistán.

La región de Poonch también había dado indicios de inestabilidad social. Los


habitantes musulmanes de esta región nunca habían aceptado de buen grado el gobierno
Dogra que se les impuso entre 1935 y 1936. Siempre habían tenido una identidad
diferenciada, siendo gobernados por un Rajá como príncipe vasallo del Marajá de
Jammu y Cachemira, y sus vínculos históricos y raciales les relacionaban más con
territorios que formaban parte de Pakistán que con cualquier otra parte del Estado.

Al contrario que los musulmanes del Valle de Cachemira, los habitantes de


Poonch eran considerados grandes guerreros. De los 71.667 cacheminis que sirvieron en
las fuerzas británicas durante la Segunda Guerra Mundial, 60.402 eran musulmanes de
los territorios de Poonch y Mirpur. Pero al finalizar la guerra el Marajá desconfió de la
lealtad de estos soldados y no los incorporó en el Ejército estatal. De esta forma, en
1947 Poonch contaba con unos 60.000 ex soldados preparados para formar un gran
núcleo de resistencia al Marajá?

En junio de 1947 comenzó una campaña de rechazo al pago de impuestos que


pronto se convirtió en un movimiento secesionista. El 14 de agosto la población de
Poonch celebró el “Día de Pakistán’ y desafió las prohibiciones de izar banderas
pakistaníes.’0 Se declaró eJ estado de guerra y dos semanas después de la Transferencia

‘>KORBEL, J. Op.cit. Pág. 55

lan Stephens define este levantamiento como “una simple revuelta de campesinos, en la que las
creencias religiosas de los participantes eran irrelevantes”, y afirma que el propio Sheikh Abdullah le
comentó que ‘no fue comunal”. STEFHENS, 1. Op.cit. Pág. 199

III
de Poderes hubo graves enfrentamientos entre tropas estatales y habitantes de Poonch
que dieron lugar a un gran número de víctimas civiles.

A principios de septiembre, milicias de Poonch equipadas con armamento


obtenido en su mayoría de Pakistán comenzaron a enfrentarse directamente con las
Fuerzas de Jammu y Cachemira en Poonch y en el distrito de Mirpur, en Jammu. Según
la crónica de Mohanimed lbrahim Khan, el líder de los rebeldes, .Jinnah rehusó su
solicitud de ayuda militar alegando que su gobierno no quería inmiscuirse en lo que
estaba pasando en Jammu y Cachemira.’ ¡ No obstante, Ibrahim Khan consiguió situar
una base militar en la estación de montaña pakistaní de Murree, cerca de la frontera con
Poonch, donde se convirtió en el jefe de un puesto de mando extraoficial. Muy pronto,
algunos oficiales musulmanes del Ejército del Marajá desertaron y se unieron a los
rebeldes junto con algunos pakistaníes.

No se sabe con exactitud en qué momento comenzó la actividad extraoficial


entre algunos miembros del gobierno de Pakistán a favor de la rebelión de Poonch. Los
enfrentamientos se estaban desarrollando justo en la frontera con Pakistán, a sólo unas
millas de ciudades tan importantes como Rawalpindi, y era inevitable que los políticos
pakistaníes se vieran afectados por lo que estaba ocurriendo. De las tres opciones que se
les presentaban a los altos cargos pakistaníes, abandonar a los musulmanes de Poonch a
su suerte, apoyar al Marajá para abatir la sublevación, o permitir cierta colaboración con
los rebeldes de una manera más o menos oficial, parece ser que la posición asumida
estuvo acorde con el clima político que prevalecía en aquellos momentos y tendió hacia
la tercera alternativa.

No obstante, como los altos cargos del Ejército pakistaní todavía estaban
ocupados por británicos, fue necesario mantener muchas de las actividades en secreto,
lo que restringió notablemente la capacidad de acción de aquellos que deseaban
colaborar con los sublevados. De cualquier forma, a medida que el levantamiento crecía
en intensidad, el gobierno de Pakistán estudiaba nuevas posibilidades de actuación
respecto al problema de Cachemira.

KHAN, Sardar M. lbrahim. The Kashmir Saga. Lahore 1965. En LAMB, A. Kas/unir. A Disputa!
Lega¿y. Pág. 124

112
2.1.1.2. Las crecientes presiones sobre el Estado y su progresivo
acercamiento a la India

A lo largo del mes de septiembre de 1947 la actitud del Marajá Han Singh
acerca de la anexión se vio muy alterada. Aunque no le agradaba la idea de unirse a la
India, todavía le atraía menos la posibilidad de dejar de tener ningún poder en su
Estado, algo que después de las sublevaciones musulmanas en Pooneh y las Áreas del
Norte era susceptible de ocurrir si se integraba en Pakistán.

La independencia seguía siendo la opción más atractiva, pero los movimientos


de resistencia que se estaban produciendo en muchas zonas de Jarnmu y Cachemira le
hicieron ver que iba a necesitar ayuda exterior para enfrentarse a ellos. El autor
pakistaní Mushtaqur Rahman asegura que Pakistán llegó a ofrecer al monarca un estatus
de semi independencia similar al del reino de Sikkim si su Estado se integraba en la
nación musulmana. De hecho, si alguien había retado la posición de los príncipes en
los estados ese había sido el Partido del Congreso, y no la Liga Musulmana. No
obstante, las preferencias que el monarca comenzó a generar, probablemente por la
desconfianza que le provocaba la evidencia de que la agresión que estaba sufriendo
provenía de Pakistán, le hizo dirigir su mirada en sentido opuesto.

Entre septiembre y octubre de 1947, los gobiernos cachemiri y pakistaní


protagonizaron una serie de acusaciones mutuas claramente incluidas en lo que ya se
podía considerar un ambiente pre-bélico. Srinagar acusó a Karachi de estar ejerciendo
durante esta etapa un chantaje económico para persuadir al Marajá de la conveniencia
de anexionar su Estado a Pakistán. Parece ser que Karachi retuvo los suministros de
gasolina, aceite, comida, sal y ropa, productos que tuvieron que ser suministrados por la
India. En octubre, las denuncias del gobierno cachemiri aludían a una más alarmante
infiltración de guerrilleros desde Pakistán para colaborar en la rebelión de Poonch.

G.W. Choudhury afirma ante estas acusaciones que “la interpretación correcta es
que el Marajá estaba intentando encontrar alguna excusa para comenzar una polémica
con Pakistán como parte de su proyecto de unirse a la India finalmente”.’3 El gobierno
12 RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 72

‘ CHOUDHURY. G.W. Op.cit. Pág. 64

113
de Pakistán siempre ha negado que ejerciera un bloqueo económico. En aquellas fechas
argumentó que los suministros no llegaban a Jammu y Cachemira a causa de los
problemas con los que se enfrentaban los transportes que tenían que cruzar la frontera
en Punjab, sacudida por violentos enfrentamientos comunales. Pero muchos
especialistas en la cuestión de Cachemira, tales a Josef Korbel y Lord Birdwood, han
coincidido con los autores indios en que el bloqueo comercial fue premeditado y
voluntario.14 Pakistán también niega haber tomado parte en la sublevación de Poonch.
No obstante, Sumit Ganguly subraya que el propio ex general pakistaní Akbar Khan
reconoció que algunas tropas pakistaníes participaron en el motín, y muchos testigos
afirmaron que soldados pakistaníes se unieron a la revuelta disfrazados como los
habitantes locales. ~

Por su parte, la principal acusación de Pakistán en octubre de 1947, y el episodio


al que actualmente se remiten Ahmad Ejaz, Shaheen Akhtar y el resto de los autores
pakistaníes para justificar la invasión de los pathanes del Reino Dogra, consiste en
denunciar que bandas de hindúes y sijs, a menudo acompañadas por unidades
organizadas del Ejército y la policía del Marajá, estaban provocando un éxodo masivo
16
de musulmanes. lan Stephens, editor del periódico The Statesman en aquellas fechas,
secundó las acusaciones que Pakistán realizó ante el Consejo de Seguridad de la ONU
en el sentido de que los musulmanes del Estado estaban siendo masacrados. Otro
testigo, Horace Alexandre, admitió”que el gobierno del Marajá estaba utilizando sus
tropas dogras para aterrorizar a muchos aldeanos musulmanes en los alrededores de
Jammu”. Pero presentó estas actividades como una respuesta a las “bandas armadas
(que) estaban cruzando diariamente los límites a lo largo de la frontera cerca de Jammu
y hacia el oeste, hiriendo a los aldeanos, acorralando los ganados y retirándose luego a

‘~ Algunos informan de que poco después Pakistán también impuso un embargo a la venta de productos
cachemiris en su territorio. Ver KORBFL, J. Op.cit. Pág. 66, y BIRDWOOD, Lord. Op.eit. Pág. 46

‘~ Ver GANCULY, 5. Op.cit. Pág. 9

Ver HAZ, Ahmad. “Kashmir: The Source ofConfrontation in South Asia”. South Asian Studies. Enero
dc 1992. Pág. 26, y AKHTAR, Shacen. “Uprising in Indian-HeId Jammu and Kashmir”. Reejonal Studies
Primavera de 1991. Pág. 5

‘‘“Han Singh comenzó a aplicar las mismas técnicas de exterminio a la población musulmana.., los
musulmanes de Cachemira estaban siendo sistemáticamente masacrados por las tropas del Estado.., un
bien organizado genocidio del Marajá hindú”. CHOUDHURY, G.W. Op.eit. Págs. 56-57. Según lan
Stephens. de los 500.000 musulmanes que vivian en Jammu, 200.000 fueron asesinados por los hindúes y
los sijs y el resto escaparon a Pakistán. STPPHFNS, 1. Op.cit. Pág. 200

114

.
territorio pakistaní”.’8 En efecto, tras el comienzo de la sublevación en Poonch las
autoridades del Estado adoptaron medidas represivas para frenar los disturbios, lo que
acabó generando una situación de violencia comunal en Jammu semejante a la
presenciada en Punjab desde unos meses antes. De hecho, la composición demográfica
de la región varió sensiblemente durante la crisis de integración de Jammu y Cachemira,
aumentando el porcentaje de población hindú tras la muerte o huida de parte de la
población musulmana. No obstante, no está claro si el éxodo de los musulmanes de la
provincia de Jammu respondió a una estrategia deliberada o fue producto de la violencia
comunal incontrolada.

El nombramiento en septiembre del juez Mehr Chand Mahajan como nuevo


primer ministro de Jammu y Cachemira también ha sido interpretado por los
investigadores propakistanies como otra disposición de Han Singh para garantizar la
adhesión a la India. Mahajan tenía razones para sentir animadversión hacia Pakistán.
Había tenido que abandonar su cargo de juez en Lahore tras la división de la India
británica, y además había sido uno de los comisarios hindúes de la Comisión
Radcliffe.’9 Las sospechas que despierta el nombramiento de Mahajan en autores como
Lamb y Pahmida Ashraf se ven alimentadas ante el hecho de que, antes de viajar hacia
Srinagar, decidiera consultar su nombramiento con Sardar Patel, Nehru, Gandhi y V.P.
Menon.

Las crónicas del propio Mahajan sobre estas reuniones dejan en evidencia un
dato muy significativo: no existía unanimidad de pensamiento entre los líderes indios a
propósito de la cuestión del futuro de Jammu y Cachemira. VP. Menon le animó a
trabajar por la adhesión a la India, Nehru dio mucha más importancia a la cuestión de la
democratización del Estado que a la de la integración, y Sardar Patel se remitió a
cualquiera que fuera la voluntad mayoritaria de la población.20 Desde esta evidencia, al

‘~ ALEXANDER. Horace. Kas/unir, Londres 1952. Págs. 7 y 12. Por su parte, Bazaz, que en 1954 había
escrito que “El gobierno (de Cachemira) quería masacrar a la población sin dejar que cl mundo supiera lo
que estaba haciendo”, se retractó más tarde afirmando que el Marajá no sentía ninguna animadversión por
los musulmanes y que no tenía ningún sentido responsabilizarle de estos crímenes. En BLINKENBERG,
L. Op.cit. Págs. 79 y 80

Ver LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacy. Pág. 129, y ASHRAF, Ahmida. “The Kashmir Dispute:
An Evaluation”. Strateeis Studies. Verano de 1990. Pág. 64
20 MAHAJAN, M.C. Looking Back. Londres, 1963. Págs. 126 y 268. En BLINKFNBERG, L. Op.cit.
Pág. 83

115
considerar las alegaciones pakistaníes a propósito de un prolongado y concienzudo plan
del gobierno indio para obtener la integración del Estado, surgen múltiples
contradicciones.

De cualquier forma, Mahajan no culminó sus conversaciones con los dirigentes


indios con un acercamiento equivalente a los dirigentes pakistaníes antes de tomar
posesión de su cargo. Aunque no hay datos que apunten a que el gobierno indio
presionara al monarca para que nombrara a Mahajan, se puede apreciar en estas fechas
un escenario bastante distinto del que se contemplaba antes de la independencia. La
actitud del Marajá hacia los líderes del Partido del Congreso no había sido hasta la fecha
una de apertura o sumisión, pero probablemente los recientes sucesos en Poonch le
estaban haciendo ver que tarde o temprano iba a necesitar posicionarse de uno u otro
bando.

No obstante, Han Singh intentó rebajar la tensión con las autoridades pakistaníes
recibiendo a un delegado pakistaní para buscar remedio a las distintas causas de
discrepancia. Mahajan relata en sus memorias que el enviado pakistahí llevó con él un
Instrumento de Adhesión a Pakistán que fue rechazado.2’ Algunos días más tarde, el
gobierno de Jammu y Cachemira volvió a responsabilizar a Pakistán de delitos
cometidos en contra de cachemiris, denunció el bloqueo económico y postal, y anunció
que si esas agresiones no cesaban solicitaría “ayuda amistosa” para combatir dichos
abusos. Es decir, que acudiría a la India con todo lo que ello implicaba. La respuesta en
Pakistán fue un aviso explícito de “consecuencias muy graves” en caso de que el Marajá
optara por la integración en la India en contra de la voluntad de la mayoría de sus
súbditos musulmanes.22

Probablemente motivado más que por ninguna otra cosa por su voluntad de
mejorar sus relaciones con Nehru, el Marajá también excarceló a Sheikh Abdullah el 29

21 MAHAJAN, MC. Op.cit. Pág. 269. En LAMB, A. Kashnzir, A DisputedLegacv. Pág. 126

22 Liaquat Ah Khan respondió al Marajá con un telegrama conminatorio: “Estamos asombrados ante su
amenaza de solicitar ayuda. Presumiblemente insinuando la ayuda de un poder exterior. El único objeto
de esta intervención de un poder exterior propiciada por usted sería el de completar el proceso de
subyugar a los musulmanes para permitirle unirse a la Unión India por medio de un coup détat contra el
deseo declarado y conocido de los musulmanes y de otros que conforman el 85% dc la población dc su
Estado. Tenemos que hacerle saber enérgicamente el hecho de que si esta política no cambia y los
preparativos y las medidas que usted está adoptando para consumar esta política no cesan, se producirán
unas consecuencias muy graves dc las que sólo usted será responsable”. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 74

116
de septiembre de 1947. Ghulam Abbas y otros miembros de la Conferencia Musulmana
continuaron encarcelados.23 La situación presentaba cierta urgencia puesto que Han
Singh perdía cada vez más el control sobre grandes zonas de su territorio. El invierno se
estaba acercando y para finales de octubre o principios de noviembre muchas partes del
Estado estarían totalmente aisladas del resto de la India por la nieve. En aquel momento,
Han Singh no podría contar con ayuda exterior y Karachi se encontraria con el campo
abierto para cualquier intervención. La cuestión de la adhesión se había convertido en
un asunto apremiante, y Han Singh era consciente de que necesitaba la ayuda de Sheikh
Abdullah y la Conferencia Nacional.

Antes de entrar en los detalles de la invasión de Cachemira por parte de las


tribus del Pathan hay que destacar que el posicionamiento de Sheikh Abdullah a
propósito de la integración todavía presentaba algunos enigmas. La Conferencia
Nacional había propugnado desde 1944 la instauración de Jammu y Cachemira como un
Estado secular e independiente tanto de la India como de Pakistán. Durante todo el mes
de octubre Abdullah realizó numerosas declaraciones en las que siguió las mismas
pautas: antes de decidir la futura instauración de Jammu y Cachemira, la prioridad era la
transferencia total de poderes a su población. Por ello, el Estado optaría por aquel país
24
donde su petición de libertad y autogobierno recibiera reconocimiento y apoyo.

Estas declaraciones apuntaban a que, como la India descubriría más tarde,


Sheikh Abdullah no tenía la intención de ser utilizado como una marioneta ni por
Karachi ni por Nueva Delhi. La razón de que Abdullah abandonara sus sueños
independentistas fue la misma que llevó a Han Singh a inclinar sus preferencias por la
India: Jammu y Cachemira no sobreviviría como un Estado independiente. La
consecución de un gobierno democrático y socialista en el marco de una nación secular
decidió, en último término, su apoyo a la India.25 No obstante, las ensoñaciones

23 Esto también ha servido dc argumento a los que defienden que existió un complot entre la India y el
Marajá, pero Sisir Gupta considera que la liberación de los líderes de la Conferencia Nacional se puede
entender a la luz de la ideología secular de Sheikh Abdullah, con la que se podía afrontar el problema
comunal que azotaba al Estado. “La liberación pudo haber estado dictada más por las necesidades
inmediatas que por las necesidades de la final adhesión a la India”. GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 102
24 Ver LAME, A. Kas/unir. A DisputedLegacw. Pág. 167, BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 82, y KAUL,
R.N. Op.cit. Pág. 39
25
Esto lleva a algunos críticos pakistaníes a considerar que “Sheikh Abdullah parecehaber estado
gobernado únicamente por intereses personales”. CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 65

117
independentistas del líder cachemirí supusieron un motivo de preocupación en la India
durante las casi cuatro décadas que Abdullah siguió ejerciendo influencia en la política
estatal.

Por lo que se refiere al gobierno indio, aunque probablemente la India habría


aceptado la adhesión de Cachemira a Pakistán sin censuras antes del 15 de agosto, todo
apunta a que para finales de septiembre había llegado a la conclusión de que si Karachi
podía presionar al Príncipe cachemirí, ella también tenía derecho a persuadir al monarca
con la intención de mantener el Estado dentro de la Unión India. La posición geográfica
del Estado daba los mismos derechos a la India que a Pakistán, mientras que el
movimiento político popular bajo el liderazgo de Sheikh Abdullah, su Marajá hindú y
su elite gobernante favorecían a la India. Por último, para muchos indios Jammu y
Cachemira tenía una gran importancia sentimental (los influyentes pandits de la India,
como Jawaharlal Nehru, provenían de Cachemira) y religiosa (muchas de sus montañas
y una famosa cueva son sagradas para los hindúes). Todo ello alimentó las esperanzas
de que el territorio permaneciera en la India. Los fuertes sentimientos de Pakistán acerca
de Cachemira fueron ignorados, bien intencionadamente o por desconocimiento.

2.1.2. LA INVASIÓN DE IJAMMU Y CACHEMIRA POR LAS TRIBUS


PAKISTANíES DEL PATHAN

No es posible establecer una fecha exacta para situar el comienzo de la invasión


de Jammu y Cachemira por parte de tribus provenientes del Pathan, en la Norrh Wast
Frontier Province, la región fronteriza entre Pakistán y Afganistán. A mitad del mes de
septiembre aparecieron los primeros informes sobre este asunto, aunque se estima que la
mayoría hicieron su entrada durante la primera semana de octubre, cuando su presencia
fue advertida por las fuerzas estatales en Poonch y el vecino Mirpur.

Para el 21 de octubre de 1947 ya se había formulado un plan de incursión desde


la frontera de Muzaffarabad hasta Srinagar destinado, en opinión de Alastair Lamb, a
contrarrestar la esperada ocupación de las tropas indias del Valle de Cachemira una vez
que el Marajá hubiera anexionado su Estado.26 Ningún observador pakistaní dudaba ya
de la adhesión a la India. Los rebeldes de Poonch, afirma Lamb, habían recibido

20 LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacv. Pág. 133

118
noticias de posibles movilizaciones del Ejército de la India en las fronteras de .Jammu y
Cachemira. Pero sobre todo, Han Singh había advertido de que estaba dispuesto a
“solicitar ayuda amistosa” para defenderse de las agresiones de Pakistán, algo que pudo
ser interpretado como un ultimátum próximo a expirar. Finalmente, la noche del 21 al
22 de octubre de 1947 comenzó la invasión de tropas de pathanes en el área de Domel y
Muzaffarabad en la frontera entre Punjab y Cachemira.

2.1.2.1. La complicidad de Pakistán

La cuestión clave para la India es si el ataque de los pathanes contó con el apoyo
táctico y estratégico del gobierno de Pakistan o si respondió a un movimiento solidario
y espontáneo de respaldo a los sublevados cachemiris. La invasión tribal y la oferta de
adhesión de Cachemira a la India han sido objeto de controversia desde 1947. Tanto la
India como Pakistán han adoptado posiciones radicalmente opuestas sobre la naturaleza
de la invasión y las circunstancias que dieron lugar a la oferta de adhesión, y de estas
interpretaciones nacen sus actitudes radicalmente enfrentadas acerca de la legitimidad
de sus reivindicaciones territoriales sobre el anterior Reino Dogra.

Una vez que el Marajá comenzó en septiembre las negociaciones con Sheikh
Abdullah y decidió ofrecer en octubre el puesto de primer ministro a Mahajan, cuyas
especiales relaciones con Nueva Delhi ya se han mencionado, debió parecer bastante
evidente para los miembros de la Liga Musulmana que la adhesión del Estado a la India
se estaba convirtiendo en una posibilidad cada vez más previsible, y la búsqueda de una
estrategia alternativa se hacía urgente.

No obstante, Pakistán niega la vinculación entre la invasión de los pathanes y el


gobierno de Karachi. Los autores pakistaníes Latif Ahmed Sherwani y Mushtaqur
Rahman coinciden en asegurar que el origen de la invasión de los pathanes se encuentra
en la solicitud de ayuda que realizaron los rebeldes (le Poonch. Kurshid Anwar, uno de
los principales mandos de la resistencia en Poonch, había mantenido contactos con
algunos líderes de las tribus de la North West Frontier Provinee durante su búsqueda de
suministro de armas, y es lógico que de ahí surgiera la idea de reclutar pathanes para
luchar unidos.27 Este alistamiento tenía sus riesgos, puesto que aunque los pathanes eran

27 Ver SHFRWANI, LatifAhmed. “Kashmir Accession to India Re-examined”. Pakistan Horizon. Abril
dc 1990. Pág. Sí, y RAHMAN, M. Op.cit. Págs. 74-75

lío
grandes guerreros estaban lejos de ser disciplinados, e introducirles en campos de
batalla ajenos podía, como de hecho ocurrió, provocar problemas. De cualquier forma,
iba a ser dificil contenerlos una vez que ya habían tenido conocimiento de la situación
pre-bélica que se vivía en Poonch y de los ataques contra musulmanes que se estaban
produciendo en Jammu. Alastair Lamb coincide con estas apreciaciones, y la única
colaboración oficial pakistaní que reconoce es que los altos cargos de la administración
de la North West Prontier Province no hicieron nada por impedir que multitud de
camiones repletos de pathanes partieran en dirección al frente de Poonch.25

Por el contrario, existen otras versiones que describen la implicación de Pakistán


en esta coyuntura como capital. La responsabilidad de Pakistán en la provocación de la
rebelión y la subsecuente invasión del Estado queda claramente reflejada en tres fuentes
dispares. La primera de estas versiones fue la facilitada por el ex funcionario británico
H.V. Hodson, que proporcionó pruebas circunstanciales de la complicidad de Pakistán
al instigar y colaborar con la invasión tribal. Hodson dejó constancia de que Sir Frank
Messervy, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas pakistaníes, advirtió a Liaquat
Ah Khan de que no ayudara a la invasión tribal en Poonch. Esta petición fue realizada
después de que llegaran noticias de que el ministro jefe de la North Wast Frontier
Province había estado alentando a las tribus para que fueran a Cachemira y había hecho
gestiones para su traslado. Messervy también había enviado a uno de sus subalternos sin
previo aviso a la casa del comisario de Rawalpindi. Su enviado descubrió al comisario
presidiendo una reunión con varios líderes tribales. 29

Hodson también testifica que durante una reunión entre dinnah y Mountbatten en
noviembre de 1947 el gobernador general de Pakistán informó a su homólogo de que si
la India retiraba sus tropas del Estado él cancelaría la invasión.30 Esta declaración ha
sido comúnmente interpretada por el bando indio como una prueba del apoyo pakistaní
al ataque tribal. Lo que sin duda sí que invalida es el pretexto utilizado repetidamente
por las autoridades pakistaníes de que no tenían capacidad para frenar a las tribus.

LAMB, A. Kashmir A Disputa! Legacv. Págs. 132-233

29 HODSON, 1-1V. Dpcit. Pág. 442

“>Las palabras fueron: “cancelaré todo el asunto”. I-IODSON, H.V. Op.cit. Pág. 459. El autor pakistani
Mushtaqur Rahman reduce la fuerza de esta declaración afirmando que Jinnah sólo declaró que podia
garantizar la retirada de los pathanes en 24 horas. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 78

120
De esta forma, H.V. Hodson corroboró sustancialmente a una segunda fuente
que implica a Pakistán en la invasión: la versión del ex general de división del Ejército
pakistaní Akbar Khan. Khan dejó por escrito su relato acerca del importante papel que
jugó en la invasión de Cachemira. Akbar Khan confirma que para principios de
septiembre de 1947 tuvieron lugar varías conversaciones acerca de cómo debía Pakistán
asegurarse la adhesión de Cachemira.31 El general coincidía con la opinión del que
pronto sería el primer presidente de Azad Kashmir, que “pensaba que el tiempo de las
negociaciones pacíficas había terminado.., por lo tanto la gran cuestión era si nuestro
gobierno podría ser impulsado a tomar parte activa en el asunto. Pronto nos
enteraríamos de que ya había comenzado un movimiento en esa dirección”.

Akbar Khan también hace en sus memorias dos importantes confesiones.


Primero que él no podía “decir exactamente cuándo se decidió que se debía llevar a
cabo el ataque tribal en la manera en que se hizo”, y segundo que él preveía que “un
ataque abierto a gran escala de tribus de la Frontier (Province) estaba destinado a atraer
refuerzos indios”.32 Akbar Khan también reconoce haber mantenido conversaciones con
el primer ministro de Pakistán, Liaquat Ah Khan, y con otros líderes políticos sobre
posibles estrategias militares para ayudar a la resistencia en contra del ~

En una tercera fuente, el autor indio Prem Shankar Jha proporciona nuevas
corroboraciones de los argumentos y evidencias de Hodson. Con los documentos
reunidos en una minuciosa investigación de los registros de la Oficina de la Biblioteca
de la India en Londres, Jha sustenta la teoría de que existió complicidad pakistaní en la
planificación y ejecución de la invasión.34

Pakistán siempre ha defendido ante el mundo y ante el Consejo de Seguridad de


la ONU que no tuvo nada que ver con la invasión de los pathanes y que la incursión le

3L Ver KHAN, Akbar. Ruiders ja Kas/unir. Karachi 1970. Págs. 10,11,14 y I’7. En BLINKENBERG, L.
Opeir. Pág. 85
32 KHAN, Akbar. Op.cit. Págs. 22 y 23, En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 86

~‘Blinkenberg también destaca, frente a la afimiación de Jinnah de que Pakistán no podía hacer nada para
frenar a las tropas invasoras, que Akbar Khan reconoció que las tropas tribales se retiraron de Jammu y
Cachemira en cuanto tuvieron que enfrentarse con cl Ejército de la India. “¿No habría ocurrido lo mismo
en caso de que se hubieran enfrentado al Ejército pakistaní?”. KHAN, Akbar. Op.cit. Pág. 70. En
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 103

~‘ Ver JHA, PS. Opcit. Capítulo II

121
pilló tan de sorpresa como a la propia India. Pero la mayoría de los investigadores o
testigos independientes no se han creído esta explicación. Jan Stephens llega a la
conclusión de que “los políticos pakistaníes y los funcionarios civiles tuvieron que
confabularse con ello, ayudando a las tribus”.3~ Las investigaciones desarrolladas por
Michael Brecher también le llevan a defender que “Pakistán jugó un papel considerable
en la invasión tribal, apoyando de esa forma la utilización de la fuerza para obtener la
adhesión de Cachemira 36

Desde una actitud menos terminante, Lord Birdwood considera que “cualquiera
que sea la verdad, las muchas censuras sobre su actitud (de Jinnah) en este período han
sido enormemente exageradas. De cualquier forma, los oficiales de las fuerzas
pakistaníes presentían lo que estaba a punto de ocurrir, puesto que tengo sus propios
testimonios... la conclusión general es que aunque no había plan de control del gobierno
pakistaní a los niveles más altos, había conocimiento y consentimiento tácito, y yo creo
que la argumentación de Pakistán no habría sufrido por una admisión franca de su
posición”.37

Lamb justifica cualquier posible implicación de los líderes pakistaníes con la


inquietud que les causó saber que en octubre Sheikh Abdullah se había reunido con
Nehru y “con toda seguridad” ambos discutieron la cuestión del destino de Jammu y
Cachemira. Por el contrario, afirma que las conversaciones que Akbar Khan mantuvo
con el primer ministro de Pakistán no deben ser interpretadas como una orientación
oficial del gobierno de Pakistán hacia la estrategia de la insurrección, y que la evidencia
tiende a confirmar que M.A. Jinnah fue mantenido al margen de tales conversaciones.38

El investigador norteamericano de origen indio Sumit Ganguly considera que


todo el análisis de Lamb está impregnado de una clara hostilidad hacia la postura india y
parece diseñada para exculpar a los líderes pakistaníes de cualquier responsabilidad. De
esta forma, Ganguly llama la atención sobre el hecho de que Lamb considere que el

STEPHENS, 1. Opcit. Pág. 202

36 BRECHER. Michael. Thc Strugg/e ¡br Kas/unir. Oxford University Press. Nueva York 1953. Págs. 28-
41

‘~ BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Págs. 53 y 55

LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacw. Págs. 132 y 125

122
principal organizador de la invasión, el general Akbar Khan, se pudiera reunir con
Liaquat Ah Khan y otros líderes pakistaníes sin que el gobernador general Ah Jitmah
estuviera al tanto, y que no sea tan indulgente con el otro bando y afirme que Abdullah
y Nehru tuvieron que discutir “con toda seguridad” el Instrumento de Adhesión en su
reunión a mitad de octubre de l947.~~

2.1.2.2. La movilización militar de la India

Con la revuelta en Poonch, el levantamiento de los Scouts de Gilgit y la invasión


de los paihanes se originó la crisis que desembocaría en la primera guerra indo-pakistaní
por Cachemira. Este es el periodo de apenas tres meses en el que algunos historiadores
intentan demostrar que la India preveía la invasión pakistaní del territorio noroeste de
Jammu y Cachemira y estaba esperando que comenzara para intervenir militarmente y
forzar la adhesión a la India.

Alastair Lamb considera que la correspondencia de Sardar Patel publicada en


1971 sugiere la existencia de un núcleo de personalidades, entre los que se encuentra el
propio Sardar Patel y VP. Menon, que durante septiembre y octubre de 1947 estuvieron
planificando la adhesión de Jammu y Cachemira a la India. Lamb no cree que Nehru se
encontrara en este grupo, Jo que no es de extrañar teniendo en cuenta que el
posícionamíento de Nehru con respecto a la estrategia que la India debía seguir ante la
crisis de Cachemira era radicalmente distinto al de Sardar Patel.

Lamb también destaca que estas personas estaban preparando una intervención
militar india, aunque sólo fuera como previsión de alguna contingencia.40 Lamb cree
que durante estos días, antes del 22 de octubre, fecha oficial del comienzo de la invasión
de los pathanes, es muy probable que llegaran a los Líderes pakistaníes informes de los
movimientos de tropas que se estaban produciendo en las fronteras con el Estado. No
obstante, frente a la que ha sido una denuncia tradicional en Pakistán, reconoce que no
es posible saber con certeza si el gobernador general y los altos oficiales británicos de
las Fuerzas Armadas de la India estaban al tanto de estos movimientos.

‘~ GANGULY, S. Op.cit. Pág. II

~> Veruna relación de las distintos preparativos militares que se llevaron a cabo en LAMB, A. Kashmir. A
Disputed Legacv. Pág. 130 y nota 15 en Pág. 142

123
0W. Choudhury tampoco se cree que un solo día, el 26 de octubre de 1947 en el
que se decidió la intervención militar de la India, bastara para reunir alrededor de cien
aviones de transporte y organizar el traslado por aire de dos batallones de infantería que
alcanzaron Srinagar el día 27. Ello le lleva a la conclusión de que hubo planes militares
previos, y que los oficiales británicos tuvieron que tener conocimiento de ellos y no
hicieron nada para impedirlo.4!

Sin llegar al extremo de insinuar que la supuesta movilización militar masiva de


la India fue lo que provocó la incursión de los pathanes, es lógico pensar que la invasión
no fue inesperada para los indios. De hecho, Sardar Patel ya avisó al ministro de
Defensa el 7 de octubre de que se debía preparar una intervención militar como
previsión de dicha contingencia,42 lo que explicaría la rápida movilización de aviones el
26 de octubre.43

No obstante, los defensores de la causa india y otros testigés independientes


defienden que el éxito de la movilización militar respondió a una acertada
improvisación. Según Birdwood, “la decisión de enviar tropas fue una decisión de la
India... Tuve su más firme confirmación (del general Sir Dudley Russel, supervisor de
las operaciones) de que fue enteramente espontánea, sin ninguna preparación previa...

~‘El capitán general del Ejército dc Pakistán, Sir Frank Messervy. también consideró que había “claras
evidencias dc que esta adhesión fue deliberadamente planeada durante varias semanas antes del
acontecimiento”. CHOUDI-JURY, 0W. Op.cit. Pág. 6ó
42 “Creo que el asunto de la ayuda militar en caso de emergencia debe ser considerado por el Consejo de
Defensa lo antes posible. No hay tiempo que perder silos informes que recibimos sobre la preparación
del gobierno pakistaní para una intervención son correctos”. BOSE. A.C. “Jammu and Kashmir
Aceession- 1 y II”. The Statesman. 19 y 20 dc diciembre de 1995.

~ Otro motivo de polémica ha sido demostrar si las tropas dcl cx Estado nativo de Patíala se trasladaron
antes de la firma del Instrumento de Adhesión a Jammu y Cachemira para ayudar al Marajá a repeler a las
tropas invasoras. M.Y. Saraf sostiene que cuando el Ejército indio intervino en el Estado se encontró con
soldados de Patiala que estaban protegiendo el principal campo de aterrizaje aéreo de Srinagar, y que un
batallón de infantería sc había movilizado en Jammu para reforzar las tropas de la capital de invierno del
Marajá. SARAF. M.Y. Op.cít. Pág. 909. Por el Instrumento de Adhesión Patiala había delegado sus
competencias en materia de Defensa al gobierno de la Unión, y la utilización de tropas ffiera de sus
límites territoriales involucraba además el ejercicio de una Política Exterior que también había sido
transferida al Centro, por lo que la presencia de sus tropas en Srinagar hace sospechar a los investigadores
pakistaníes que tanto los oficiales británicos como algunos miembros del gobierno indio estaban al
corriente de estas maniobras militares. Pero la presencia de las tropas de Patiala en el aeropuerto de
Srínagar es un hecho descrito por otros investigadores como una figuración. No hay constancia en
ninguna crónica oficial, los oficiales británicos del Ejército indio insistieron en que no habían encontrado
tropas de Patiala al llegar a Srinagar, y los archivos de misivas entre los altos comisionados británicos en
Londres y Nueva Delhi no hacen ninguna referencia a este hecho. JHÁ, PS. Op.cit. Págs. 60-61

124
Dio la casualidad de que había varios aviones civiles disponibles que estaban siendo
utilizados en conexión con la evacuación de refugiados musulmanes hacia Pakistán”.44

Por su parte, los superiores británicos de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire
publicaron una declaración conjunta en la que manifestaban, aportando datos, que “no
hubo ningún plan para enviar estas fuerzas, tampoco se estudiaron tales planes antes del
25 de octubre, tres días después de que comenzara la incursión tribal”, negando
rotundamente las acusaciones de haber estado al corriente de cualquier planificación
militar masiva anterior a esa fecha.4>

2.1.3. LA FIRMA DEL INSTRUMENTO DE ADHESIÓN DE JAMMU


Y CACHEMIRA A LA INDIA Y LA NEGACIÓN PAKISTANI DE SU
VALIDEZ LEGAL

Sobre el período de apenas tres días que discurrió desde la solicitud de ayuda
militar por parte del Marajá de .Ianrmu y Cachemira a la India y la firma del Instrumento
de Adhesión, existe una versión oficial y una versión alternativa que ha contado en los
últimos años con mucho apoyo por parte de los investigadores propakistaníes. La
versión alternativa no sólo interpreta todo lo acontecido como el resultado de un plan
premeditado, entre N4ountbatten y los líderes indios, para garantizar la adhesión del
Estado a la India. También niega la cronología de los hechos aceptada por la versión
oficial declarando que el Instrumento de Adhesión fue firmado después de que
comenzara la intervención del Ejército regular indio en el Estado.

2.1.3.1. La polémica sobre la verdadera fecha de la firma del


Instrumento de Adhesión

Algunos documentos sobre la Transferencia de Poderes dados a conocer


recientemente han suscitado una nueva polémica sobre la legalidad de la presencia
militar de la India en Jammu y Cachemira el día 27 de octubre de 1947 centrada en la
verdadera fecha de la firma del Instrumento del Adhesión.

“~ BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 59


~> KORBEL, J. Op.cít. Págs. 85—87, y BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 59

125
La versión oficial sitúa la primera solicitud de ayuda militar de Han Singh a la
India el 24 de octubre de 1947. El Comité de Defensa Indio, en el que se sentaban
Mountbatten y los tres capitanes generales británicos, estudió la interpelación al día
siguiente. Entre los miembros indios del Comité se encontraban Nehru, Sardar Patel y
un ex primer ministro de Jammu y Cachemira, Gopalaswami Ayyengar. La presencia de
Ayyengar es interpretada por los autores pakistaníes como una prueba más de los planes
indios para lograr la integración de Jammu y Cachemira. Durante su ejercicio en el
Estado, Ayyengar había destacado por su actitud dialogante con Sheikh Abdullah.

En el Comité de Defensa se produjo un enfrentamiento de pareceres cuyo


significado es altamente elocuente en lo que respecta al posicionamiento de Nehru
frente a la crisis de integración de Jammu y Cachemira. El primer ministro indio
defendió conceder la ayuda militar solicitada sin demora y sin exigencias previas.46 Sin
embargo, está demostrado que Mountbatten insistió en que la adhesión era un requisito
previo esencial. En su opinión, sería “una gran locura enviar tropas a un Estado neutral,
donde no tenía derecho a enviarlas, porque Pakistán podría hacer exactamente lo
mismo, lo que sólo podría desembocar en un enfrentamiento de fuerzas armadas y en
una guerra 47

Nehru, cuya prioridad era la democratización del Estado, condicionó entonces la


aceptación de la adhesión a que Han Singh encargara a Sheikh Abdullah la formación
de un gobierno provisional. El Comité de Defensa envió a VP. Menon a Srinagar el 25
de octubre para negociar con Han Singh. El 26 de octubre, Menon volvió a Delhi
acompañado por el primer ministro Mahajan, que insistió en que se les prestara la ayuda
solicitada sin renunciar a la independencia ni comprometerse a realizar reformas
constitucionales. Mahajan, por indicación de Han Singh, amenazó con llegar a un
acuerdo con Pakistán en caso de que la India negara la ayuda militart

Lo que sustenta la teoría de Hodson de que “que el gobierno indio en esta etapa no sentía entusiasmo
por la adhesión de Cachemira”. Ver HODSON, H.V. Op.cit. Págs. 446 y 450

KORBEL. J. Op.cit, Pág. 79. En su informe a la Corona, Mountbatten afirmó que “la adhesión
regularizaría enteramente la situación, y reduciría al mínimo el riesgo de un enfrentamiento armado con
las fuerzas de Pakistán” HODSON, H.V. Op.cit. Pág. 453

BLINKENBERG, L. Op.eit. Pág. 88

126
No obstante, finalmente Han Singh aceptó las condiciones impuestas por Nehru
aludiendo a la urgencia de la situación con la que se enfrentaba.49 Según la versión
oficial, la noche del mismo 26 de octubre Mahajan y Menon viajaron a Jammu y
obtuvieron la firma del monarca del documento que constituía el Instrumento de
Adhesión.50

Esta versión oficial coincide con la crónica de VP. Menon.5’ Sin embargo,
según las memorias publicadas por Mahajan, fue el 27 de octubre cuando él y Menon
volaron a Jammu y obtuvieron la firma del Marajá.52 No obstante, tanto el documento
en el que Han Singh aceptaba las condiciones de la adhesión como el propio
Instrumento de Adhesión fueron publicados con fecha del 26 de octubre. Todos los
documentos coinciden en señalar que la mañana del día 27 comenzó el traslado aéreo de
tropas indias hacia Srinagar, justo a tiempo para hacerse con el aerbpuerto, salvar la
ciudad y determinar el desarrollo de la contienda. Las minuciosas investigaciones
desarrolladas por Alastair Lamb le han permitido demostrar que Menon no viajó a
.Jammu el 26 de octubre, ni siquiera abandonó la región de Delhi, porque existían
dificultades para realizar el vuelo.53 Por lo tanto, el Instrumento de Adhesión no pudo
haber sido firmado hasta que Menon llegó a Srinagar el día 27, y la India intervino
militarmente en un Estado independiente.

“Con las condiciones presentes actualmente en mi Estado y la gran emergencia de la situación dada, no
tengo otra salida que la de pedir ayuda al Dominio de la India. Naturalmente ellos no pueden enviar la
ayuda solicitada por mí sin que mi Estado se adhiera al Dominio de la India,.. la otra opción es abandonar
mi Estado y mí pueblo a los agresores... Mi intención es establecer un gobierno provisional y pedir a
Shcikh Abdullah que asuma las responsabilidades en esta emergencia con mi primer ministro”. Ver Letter
9126 October 1947 frota Mahara¡ah Sir Karl Siagh to Lord Mouatbattea, Requesting the Accessioa of
dic State to India. En RAO, O. Op.cít. Págs. 209-2 lO. La ansiedad del Marajá era tal que había dado
órdenes deque se le disparara mientras dormía sí la India denegaba la asistencia militar. MENON, VP.
Op.cit. Pág. 400

50
Ver Insirumeal o/Accessioa ofJanuau and Kashn,ir Sta te. En RAO, O. Op.cit. Pá~s. 212-213

>‘ MENON, VP. Op.cít. Pág. 399

LAMB, Alastair. Birth oía Tragedy: Kashmir 1947. Oxford University Press. Karachí 1995. Pág. 93

Ver LAMB, A. “The Accession Crisis, 24-27 October 1947”. Birth ola Tragedy. Págs. 81-103. Entre
otros indicios, el historiador británico recuerda que en su obra Looking Back Mahajan explica que cuando
llegó a Cachemira el aeropuerto de Srinagar ya estaba en manos del Ejército de la India y que
anteriormente se había negado a viajar a Jammu hasta que tuviera noticias de que las fuerzas indias
habían aterrizado allí. MAIIAJAN. Op.cit. Págs. 152 -153. En LAMB, A. Kas/unir. A Disputedtegacy
Pág. 144. Vertambién Págs. 135-137. lan Stephens, editor de TheSratesman en aquellas fechas, explicó
que la noche dcl 26 de octubre Mountbasten le confirmó que “la adhesión formal del Marajá a la India
estaba siendo consumada”, no que ya fiera una realidad. STEPHENS, 1. Op.cít. Pág. 203

127
Lamb sospecha que la India escondió la verdadera cronología de la adhesión y
de la intervención militar en Cachemira porque la integración era fundamental para
mantener a Pakistán alejado de una intervención directa. De hecho, cuando MA. Jinnah
le comunicó a Auchinleck que pretendía enviar su Ejército al Estado, el responsable
único de los ejércitos indio y pakistaní sólo le pudo persuadir haciéndole ver que “a
consecuencia de la súbita integración de Cachemira habría consecuencias incalculables
por la violación militar del territorio de la Unión India”.54

El investigador pakistaní Muslitaqur Raliman facilita otra versión basada en la


crónica de Karan Singh, hijo del Marajá Han Singh, en la que afirma que el Ejército de
la India se encontraba en Srinagar antes del 26 de octubre y que el Instrumento de
Adhesión no fue firmado hasta el día ~ A.G. Noorani, un reputado especialista indio
56
en la cuestión de Cachemira, ha corroborado la teoría de Lamb, pero otros autores
imparciales, como Vernon Hewitt, siguen dando por válida la versión oficial.57

La tesis más elaborada que desmiente las alegaciones de Lamb y explica las
aparentes contradicciones que surgen al estudiar las múltiples versiones que existen
sobre esta cuestión la proporciona el autor indio Prem Shankar Jha.58 Las
investigaciones de Jha le han llevado a la conclusión de que el Marajá firmó el
Instrumento de Adhesión la misma noche del día 25 al 26, cuando VP. N4enon se
trasladó a Srinagar para negociar con el monarca.

La principal fuente de información de Shankar Jha proviene del entonces coronel


5am Manekshaw, uno de los dos oficiales que viajaron con Menon el 25 de octubre a
Srinagar. Manekshaw declaró que la noche del 25 al 26 de octubre Menon obtuvo la
firma del Instrumento de Adhesión y que entregó el documento a Mountbatten el mismo
día ~ El relato de Manekshaw despierta tres incógnitas. Primero: si Menon traía el

LAMB, A. Birth oía Tragedw Pág. 99

» RAIIMAN, M. Op.cit. Págs. 76-78

56 NOORANI, A.G. “J&K Accords-l”. Thc Statesman II de diciembre de 1995

~‘ I-IEWITT, V. Op.cít. Pág. 78

~ dHA, PS. Op.cit. Págs. 63-73

~ Manekshaw hizo todas estas declaraciuges a Prem Shaukar Jha en el transcurso de una entrevista en
diciembre de 1994. JHA, PS. Op.cit. Pág. 64

128
documento de adhesión firmado cuando volvió de Srinagar, ¿por qué escondió este
hecho hasta el punto de mentir en un libro que escribió más de ocho años más tarde?
Segundo: si Mountbatten ya tenía el Instrumento de Adhesión el día 26 por la mañana
¿por qué no se lo comunicó al Comité de Defensa? Y tercero: si la carta de adhesión ya
había sido obtenida, ¿qué era aquello tan urgente que Menon necesitaba traer de vuelta
de Jammu en la tarde del 26 de octubre cuando se vio frustrado de realizar su viaje?

La respuesta a estas tres preguntas, afirma Shankar dha, se encuentra en la


profunda y conocida diferencia de opiniones que existía entre Pandit Nehru y Sardar
Patel acerca de cómo se debía tratar la cuestión de la integración de Cachemira.

Cada faceta del extraño, y a veces inexplicable, comportamiento del gobierno


indio en este período (la falta de comunicación entre el Congreso y el Marajá antes de
principios de julio, las cautas aproximaciones de Patel al Marajá, que probablemente se
realizaron sin el conocimiento de Nehru, la inexplicable reticencia del gobierno de la
India a firmar un Acuerdo Transitorio con el Marajá, el brusco rechazo de Nehru a la
oferta de adhesión del Marajá...) encuentra su explicación en la divergencia de
opiniones entre los dos principales líderes del Partido del Congreso.

Nehru defendía que el envío de ayuda militar debía ser inmediato, pero que el
Estado sólo se debía integrar en la Unión si el Marajá daba antes garantías de que
Sheikh Abdullah encabezaría su gobierno. La opinión de Sardar Patel coincidía con la
de Mountbatten: la adhesión del Estado era imprescindible para proporcionar la ayuda
militar, y la introducción de reformas democratizadoras en el Estado sólo era una
cuestión secundaria. Por ello, según Shankar Jha, el viceprimer ministro dio
instrucciones a su subalterno, VP. Menon, para que obtuviera la firma del Instrumento
de Adhesión el día 25 fueran cuales fueran los términos aceptados por el monarca.

La India ya tenía las puertas abiertas a la intervención militar en Jammu y


Cachemira, tal y como deseaban el gobernador general y Sardar Patel, pero como el
monarca no se había comprometido en la cuestión de Sheikh Abdulíah Mountbatten no
lo hizo público ante el Comité de Defensa por las reacciones que pudiera suscitar en
Nehru. Mahajan tampoco fue informado de la firma del Instrumento de Adhesión y se le
dejó negociar con Nehru, e incluso amenazar con su aproximación a Pakistán, para que

129
el primer ministro indio retirara su condición, y aquí encontramos la respuesta a la
primera y segunda incógnitas planteada por la tesis de Shankar Jha.

A propósito de la tercera cuestión sobre el urgente viaje frustrado de Menon a


Jammu el mismo día 26, la respuesta más lógica es pensar que, al no haber claudicado
Nehru sobre este aspecto, Menon viajara a .lammu con un documento redactado en
Delhi en el que el Marajá debía estampar su firma para comprometerse a instalar a
Sheikh Abdullah como cabeza del gobierno popular. Efectivamente, Menon no pudo
viajar aquella tarde a Jammu por problemas circunstanciales, pero si lo hizo al día
siguiente. El documento que fue presentado ante la prensa el 27 de octubre deja claro
que el Instrumento de Adhesión era una cédula aparte.

Al margen de toda esta polémica a propósito de la verdadera fecha de la firma


del Instrumento de Adhesión hay un hecho que debe quedar claro: como subraya Josef
Korbel, para la India no era jurídicamente necesario aceptar la adhesión de Cachemira
antes de proporcionar ayuda militar. La legalidad de la intervención militar y del
Instrumento no se ve alterada por este hecho. Como gobernante de un Estado
independiente, Han Singh tenía el derecho de pedir la ayuda de la India para hacer
frente a las tribus invasoras de Pakistán, incluso verbalmente, sin integrarse en la India.
A.G. Noorani insiste en que la adhesión sólo reforzaba legalmente la presencia de la
India, pero no era una condición sine gua non.61 Aparte de aumentar el ya de por sí
enorme riesgo de comenzar una guerra con Pakistán, nada habría cambiado si realmente
el Instrumento de Adhesión hubiera sido firmado el día 27 de octubre en lugar del 26. A
no ser que el interés de los líderes indios y del propio Mountbatten por dar la imagen de
un gobierno que respetaba íntegramente los procedimientos legales les hubiera llevado a
falsiflcar los he¿hos.

2.1.3.2. Las principales bases de la Impugnación pakistaní de la


validez del Instrumento de Adhesión

Pakistán ha negado siempre la validez legal del instrumento firmado el 26 de


octubre por Han Singh. Su primera denuncia, tal y como expone Shaheen Akhtar, se

~<>Este aspecto se analiza con detenimiento en KORBEL, J. Op.cit. Págs. 79-80

NOORANI A.G. “J&K Aceords-l”. The Statesman II de diciembre de 1995

130
basa en que la adhesión se produjo en una situación de violencia y emergencia que fue
fraudulentamente explotada por la India para obtener la firma del Marajá del
Instrumento de Adhesión a cambio de su ayuda militar.~’2 Alastair Lamb cita un informe
de 1950 de la asesoría jurídica del Departamento de Estado de los Estados Unidos que
sustentaría esta argumentación: “La ejecución de un Instrumento de Adhesión por el
Marajá en octubre de 1947 no podía consumar la adhesión de Cachemira a ninguno de
los dos dominios, teniendo en cuenta las circunstancias que se daban en aquel momento;
la cuestión del futuro de Cachemira quedaba para ser resuelta de una manera ordenada
bajo condiciones de relativa estabilidad; esta cuestión es un elemento importante de la
disputa; y (...) ninguna parte tiene derecho a afirmar que los derechos fueron finalmente
restablecidos por la firma del Marajá de un Instrumento de Adhesión” ~63

A propósito de esta referencia a las condiciones de violencia e inestabilidad en el


Reino Dogra, la India ha mantenido desde el principio que fue Pakistán quien hizo uso
de una coacción y de una fuerza injustificadas cuando ayudó a los invasores del Pathan
y más tarde se implicó directamente en la guerra después de que ya se hubiera firmado
el Instrumento de Adhesión.64 Mountbatten consideró justo el razonamiento de la India
y declaró que “la adhesión estuvo efectivamente provocada por la violencia, pero la
violencia vino de las tribus, de las que era responsable Pakistán, no la India”i’5 En
opinión del experto legalista indio Gururaj Rao, incluso si la alegación de Pakistán
hubiera sido cierta, ello no habría invalidado legalmente la firma del Instrumento.66

Otro argumento pakistani para invalidar la integración es que el Acuerdo


Transitorio que firmaron Pakistán y el Estado suponía un impedimento para una ulterior

62 AKHTAR, Shahecn. “Uprising in Indian-Heid Jammu and Kashmir”. Reeional Studies. Primavera de
1991. Págs. 11-13. El gobierno dc Pakistán realizó la siguiente queja ante el Consejo de Seguridad de la
ONU en 1948: “El gobierno de Pakistán no ha aceptado y no puede aceptar la adhesión del Estado de
iammu y Cachemira a la India. En su opinión, la adhesión se basó en la violencia y el fraude. Fue
fraudulenta porque fue conseguida creando deliberadamente una serie de circunstancias con la intención
de encontrar una excusa para realizar la adhesión. Se basó en la violencia porque consumaba el plan del
gobierno de Cachemira de liquidar a la población musulmana”. CHOUDHURY, 0W. Op.cit. Pág. 68

<~ LAMB, A. Kashmir, A DisputedLegacy. Pág. 150


64 Ver SHARMA, Su¡ya P. lndia?~ Bounda;y and Territorial Disputes. Víkas Publícations. Nueva Delhi
1971. Págs. 131-133

65 CAMPBELL-JOHNSON. Op.cit. Pág. 229. En HLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 91

66 RAO, <A. Op.cit. Pág. 33

131
adhesión a la India.67 Choudhury mantiene que con la firma del Acuerdo Transitorio
Pakistán se hizo responsable de la Defensa, los Asuntos Exteriores y las
Comunicaciones del Estado. Esta argumentación ha sido rechazada por Surya P. Sharma
sobre la base de que los acuerdos transitorios sólo proporcionaban un acuerdo técnico
provisional. 68 En efecto, la figura de los acuerdos transitorios implicaba que los pactos
existentes y los acuerdos administrativos en asuntos de interés mutuo se debían respetar.
Gururaj Rao apunta que su función era la de “mantener el statu quo y evitar el vacío
administrativo después del lapso de la soberanía. De cualquier forma, no concedía
ningún derecho sobre el territorio del Estado”.69 De hecho, según el Acta de
Independencia de la India, los estados nativos podían alcanzar acuerdos transitorios con
uno o con los dos estados sucesores de la colonia británica.

Un tercer argumento pakistaní para rechazar la validez de la adhesión de Jammu


y Cachemira a la India se sostiene con la denuncia recogida, entre otros, por S.M.
Burke, de que para el 26 de octubre de 1947 el Marajá ya no tenía competencia para
firmar el Instrumento de Adhesión porque había sido deslegitimado por sus propios
súbditos.70 El Marajá habia fracasado en su intento por recuperar el control sobre la
delegación de Gilgit, y en Poonch su gobierno había sido sustituido formalmente el 24
de octubre por el de un nuevo Estado escindido. Puesto que el monarca abandonó
Srinagar por razones de seguridad, sólo había posibilidades de que gobernara sin la
necesidad de solicitar apoyo militar externo en Jammu y Ladakh.

Los analistas propakistaníes denuncian que esta situación se reconocía


indirectamente en el intercambio de cartas entre el Marajá y Mountbatten relacionadas
con el Instrumento de Adhesión. En ellas se especificaba que la aceptación de la
adhesión estaba condicionada al hecho de que hubiera un cambio constitucional
reconocido en el Estado. Esta disposición, según Pakistán, debería sembrar ciertas
dudas acerca de la competencia del Marajá para realizar la adhesión según su única
voluntad.

67 CHOUDHLJRY, G.W. Op.cit. Pág. 68

68 SHARMA. Surya P. Op.cit. Págs. 146-147

~ RAO, G. Op.cit. Pág. 34

~< BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 27 y 28

132
En contra de esta teoría, Blinkenberg puntualiza que aunque se diera por cierta la
afirmación de que todo el Jagir de Poonch había caído bajo la influencia de la
revolución para el 27 de octubre, esto implicaba un área (una décima parte del Estado)
con una población de unas 420.000 personas frente a las más de 4.000.000 que poblaban
todo el Reino Dogra. Del mismo modo, a pesar de que es innegable que la población de
las Áreas del Norte apoyaba la integración en Pakistán, lo sucedido en la delegación de
Gilgit no puede ser considerado como una revuelta popular, y más bien constituyó un
motín militar de los elementos musulmanes del Ejército. Geiger tampoco considera
ajustada a la realidad la afirmación de que el Marajá había perdido el control sobre una
parte importante de su territorio. Legalmente, el nuevo movimientó centrado en los
territorios occidentales todavía no había establecido suficiente poder sobre partes
sustanciales del Estado.7’ Surya P. Sharma declara que todos los análisis periciales que
se pueden hacer sobre este aspecto llevan a la clara conclusión de que el Marajá cumplía
todos los requisitos legales para firmar el Instrumento de Adhesión, y recuerda que la
población del Valle de Cachemira organizó milicias para impedir la entrada de los
invasores. 72

En cuarto lugar, Pakistán recurre a un argumento de carácter más moral que


legal para invalidar la integración de Jammu y Cachemira en la India. ¿Tenía un
gobernante hindú el derecho de decidir sobre el destino de sus súbditos siendo estos
mayoritariamente musulmanes y negando el derecho de su pueblo a unírse a sus
correligionarios musulmanes? En el caso de Junagadh el gobierno de la India decidió
que la adhesión a Pakistán no era legítima y que un gobernante musulmán no tenía
derecho a negarles a sus súbditos hindúes la posibilidad de integrarse en la India. El
caso de Junagadh era un reflejo y un precedente claro de la situación que se daba en
Jammu y Cachemira y, según Pakistán, debió de haber servido como ejemplo para
decidir los procedimientos a seguir. En este caso, no es dificil prever la respuesta de la
lndia: si Pakistán sostenía que, según su posicionamiento oficial a propósito de la
potestad de los monarcas para decidir el futuro de sus estados, en el caso de Junagadh la
voluntad del monarca musulmán debía prevalecer sobre los deseos de sus súbditos
hindúes, ¿en qué argumento se basó posteriormente para negar que el Marajá hindú de

71 BLINKENBERG, L. Op.cit. Págs. 86, 93-94

72 SUARMA, Surya P. Op.cít. Págs. 147-149

133
Jammu y Cachemira tuviera la potestad de decidir el futuro del Estado que gobernaba
sin hacer ninguna referencia a la población?

Por último, el principal argumento del rechazo de Pakistán a aceptar la legalidad


del Instrumento de Adhesión se encuentra en la carta de aceptación de la adhesión que
Mountbatten envió el 27 de julio a Han Singh. En ella, Mountbatten comunicó al
monarca que el deseo del gobierno de la India era que, tan pronto como la ley y el orden
fueran restablecidos, la cuestión de la adhesión de Jamimu y Cachemira fuera
solucionada “teniendo en cuenta a la población”.23

La introducción de esta premisa lleva a los investigadores pakistaníes a afirmar


que la aceptación de la India del Instrumento de Adhesión fue condicional a pesar de
que el Acta de Independencia de la India no reconocía la posibilidad de llevar a cabo
adhesiones condicionales. La India rechaza, por un lado, que la sugerencia de la
celebración de un plebiscito condicionara la validez del Instrumento de Adhesión y, por
otro, que el Acta de Independencia hiciera ninguna alusión a la imposibilidad de
establecer acuerdos de adhesión en los que se contemplara alguna supeditación.

Los investigadores indios comienzan subrayando que la carta de Mountbatten no


formaba parte del instrumento legal de aceptación del Instrumento de Adhesión, y que
sólo fue una carta personal complementaria provocada por la extraordinaria situación en
la que se realizó la adhesión. Un experto británico en Derecho Internacional Público,
Maurice Mendelson, observa que “si lo que escribió Lord Mountbatten era simplemente
la expresión de una idea, no se puede ni siquiera considerar que friera vinculante. Pero
incluso si fue una promesa, sólo podría haber sido considerada como obligatoria en
materia de ley interna en caso de que el gobernador hubiera tenido la potestad de hacer
tales promesas. Dudo que la tuviera

~ “En las especiales circunstancias mencionadas por Su Alteza, mi gobierno ha decidido aceptar la
adhesión del Estado de Cachemira al Dominio dc la India. De acuerdo con su política de que en cualquier
Estado en el que la cuestión de la adhesión haya sido motivo de disputa la cuestión de la adhesión debe
ser decidida según los deseos de la población del Estado, es el deseo de mi gobierno que, tan pronto como
la ley y el orden sean restaurados en el territorio de Jammu y Cachemira y su suelo liberado del invasor,
la cuestión de la adhesión del Estado sea solucionada teniendo en cuenta a la población”. Ver Reply of 27
Oclober 1947, from Lord Mountbatten to Mabara/a Sir Han Singh. En RAO, O. Op.cit. Pág. 211

~ KIRPEKAR, Subhash. “Kashmirís have no ríght to self determination: UK expert”. The Times of India
News Servíces. 25 de mayo de 1995

134
De hecho, la sección 6 del Acta de Gobierno de la India estipulaba que “se
considerará que un Estado indio se ha anexionado con el dominio de la India o de
Pakistán si el gobernador general ha indicado su aceptación de un Instrumento de
7
Adhesión firmado por el Gobernante del mismo”. Por lo tanto, la adhesión de
Cachemira a la India estuvo legalmente consumada cuando el gobernador general firmó
el Instrumento de Adhesión el 27 de octubre de 1947.

Surya P. Sharma resume la réplica a las alegaciones de Pakistán con dos


observaciones fundamentales: En primer lugar, el Instrumento de Adhesión no
contemplaba en ningún momento la condición de que el Marajá se pudiera anexionar a
la India sólo si a continuación se celebraba un plebiscito. Y en segundo lugar, la carta de
aceptación de la adhesión enviada por el Gobierno de la India, que era un documento
independiente de la carta enviada por Mountbatten al Marajá el 27 de octubre, no
utilizaba la palabra “plebiscito”, sino que expresaba el deseo de que se hiciera “una
referencia a la población” después de que la ley y el orden fueran restaurados en
Cachemira y sus suelo liberado del invasor.76 Según Maurice Mendelson, “la población
del Estado ya confirmó... (la integración) cuando votó mayoritariamente a favor del
gobierno de Sheikh Abdullah dos años después de que éste declarara que la adhesión... a
la India estaba finalizada y completa”. Es más, puesto que parte del territorio de Jammu
y Cachemira nunca fue “liberado del invasor”, no se llegó a producir la situación idónea
prevista por Mountbatten para hacer una referencia a la población.

Gururaj Rao afirma que lo que hizo el gobierno de la India en una carta separada
del Instrumento de Adhesión fue expresar su “voluntad” de ratificar la adhesión de
Jammu y Cachemira por medio de una votación popular. “Es muy probable que, entre
otras razones... el gobierno de la India también deseara justificar su posición moral. De
cualquier forma, esta decisión sólo crea una obligación moral para el gobierno de la
India y no una legal”.77

‘> SINGH, Justice Jaswant. Op.cit. Pág. 30

~ Ver Acceptance of Instrunient o/A c.cession ojiamnia and Kashmir Seate by the Governor General ql
India with Sehedule. En RAO, G. Op.cít. Págs. 214-215, Y SHARMA, Surya P. Op.cít. Pág. 153

‘~ RAO, O. Op.cit. Págs. 38-39

135
Acerca de la condicionalidad del Instrumento de Adhesión, Gururaj Rao sostiene
que el Acta de Independencia de la India no estableció con claridad la relación de los
estados nativos con la India y Pakistán. “La única cláusula en el Acta de Independencia
de la India referida a la adhesión de los estados nativos es la sub-cláusula 4 de la
cláusula 2... lo único que establece es que nada en el Acta de Independencia de la índia
debe ser interpretado como un impedimento para la adhesión de los estados a ninguno
de los dos dominios. Por lo tanto, no hay nada... que estipule que si la adhesión se
produjera, debería ser de una forma o definitiva o condicional”.

Rao y Sharma también denuncian el hecho de que la declaración de Mountbatten


hacía referencia a un derecho del pueblo de Cachemira, no de Pakistán, por lo que
Karachi carecía de potestad para denunciar que la adhesión fuera provisional o para
exigir la celebración del plebiscito. Incluso si se diera por cierto que la India y el Estado
de Jammu y Cachemira firmaron este pacto, éste sólo afectaría a la partes firmantes.78

Llegados a este punto, Blinkenberg cree que merece la pena subrayar que esta
recomendación de Mountbatten significaba que, en el eventual plebiscito, se decidiría el
futuro de Cachemira sobre tres bases: adhesión a Pakistán o la India e independencia. A
la luz de los siguientes acontecimientos, el historiador danés pone énfasis sobre el dato
de que, para aquellas fechas, Nehru consideraba la posibilidad de que Jammu y
Cachemira se convirtiera en un Estado independiente.

La cuestión de si alguna vez se consideró seriamente la posibilidad de la


independencia para Cachemira ha suscitado bastante polémica. Desde un punto de vista
legal, después de la transferencia de poderes cualquier gobernante de cualquier estado
nativo tenía la posibilidad de declarar la independencia. Aunque los británicos dejaron
claro a los principes que no aceptarían esta solución, el caso concreto de Cachemira
presentaba una problemática peculiar que llevó a los dirigentes implicados a reconocer
80
que la opción de la independencia debía ser tenida en cuenta en este único caso.

~ SHARMA, Suya?. Op.cit. Pág. 154

~ BLINKFNEERG. L. Op.cit. Pág. 88

~“El representante de la India ante el Consejo de Seguridad reconoció, en unas conversaciones centradas
en cl conflicto de Cachemira, el derecho dc cualquier estado nativu a permanecer independiente y a pedir
su aceptación como miembro de la ONU. CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 40

136
Probablemente esta circunstancia explique el apoyo que las acciones del gobierno de la
India recibieron por parte de Sheikh Abdullah. El líder cachemiri se mostró de acuerdo
con que la adhesión a la India era la opción más conveniente, pero con la
complementariedad de la futura celebración del plebiscito.8’

Vernon Hewitt coincide con muchos críticos indios del anterior primer ministro
en que Nehru cometió un gran error al comprometerse a celebrar una consulta popular
porque “nunca se consideró necesario celebrar un plebiscito en los estados nativos”.82
“El compromiso de Nehru... fue una promesa irracional; no era necesario para los
mecanismos de la transferencia poderes”. Este “error” ha provocado que muchos autores
declaren que la inclusión de la premisa de unas ratificación popular condiciona la
adhesión y que por ello la integración de Jammu y Cachemira podría, en caso de que la
población así lo deseara, ser revocada. Para estos analistas, el pueblo de Jamimu y
Cachemira adquirió su derecho a la autodeterminación en el momento de la división de
la India en 1947, y este derecho sigue existiendo puesto que ni ha sido ejercido ni ha
sido renunciado.

Más allá de todas estas polémicas puntuales, el elemento decisivo y fundamental


de la reivindicación territorial pakistaní se basa en la afirmación de que todo el proceso
que derivó en la adhesión de Jammu y Cachemira a la India fue producto de un proyecto
fraudulento largamente orquestado por las autoridades indias. No obstante, el análisis
objetivo de los sucesos analizados en estas páginas lleva a una conclusión muy distinta.

Por otro lado, más que la India, fue Pakistán quien sobrepasó los límites de una
mera persuasión política estableciendo primero un embargo militar y permitiendo
después la incursión de las tribus del Pathan. La rebelión de los habitantes musulmanes
de Poonch y la invasión perpetrada por los pathanes propiciaron una situación de
emergencia que fue la causa inmediata de la integración de Jammu y Cachemira en la
India. Si no se hubiera originado esta situación de emergencia, con el, como poco,
consentimiento del gobierno de Pakistán, es dudoso que la integración del Reino Dogra
se hubiera producido en el sentido y bajo las circunstancias que se produjo. Este
desenlace parece más el producto de un desarrollo natural de los acontecimientos que de

MENON, VP. Op.cit. Pág. 400

$2 HEWITT, V. Op.cit. Pág. 78

13’?
un plan premeditado para obtener la integración de .Jammu y Cachemira en la India. De
hecho, entre los dirigentes indios no existía unanimidad de pensamiento a propósito de
los pasos que se debían adoptar frente a la crisis suscitada por la invasión de los
pathanes. Aunque, evidentemente, supieron aprovechar las circunstancias para obtener
el desenlace deseado.

El mayor error de Pakistán fue no confiar en que la evolución natural de la


situación derivara. igual que en Junagadh, en la previsible celebración de un plebiscito
de autodeterminación, y haber dado, por ello, su beneplácito a la invasión. Si los
pathanes no hubieran iniciado su incursión, el Marajá habría continuado actuando a
favor de su anhelada independencia. Pero ésta era la opción menos deseada por indios y
pakistaníes, y la presión simultánea de las poblaciones propakistaníes de Poonch y las
Áreas del Norte habría forzado a la larga un referéndum. ¿Puede ser que la actitud de
Pakistán no constituyera un “error”, sino un respaldo consciente a la opción de la
invasión frente a la de la celebración de un plebiscito que no le garantizaba un resultado
favorable?

Sea como sea, la India tampoco acertó cuando condicionó su ayuda militar a la
integración de Jammu y Cachemira, olvidando el derecho de la población, que tanto
había defendido, a participar en la decisión sobre el destino del Reino Dogra. Esta fue la
señal de partida del enfrentamiento directo entre Pakistán, que consideraba que el
Estado era una extensión natural de su territorio, y la India, que intentó confirmar lo
estipulado en el Instrumento de Adhesión.

138
2.2. LA fliNERA OWRA DE JAMMU Y CA CERNiRÁ Y 14
DIVISIÓN DEL ESTADO EN DOS ZO/ZCS RAJO corsot INDIO Y
PAKISTANI

2.2.1. LA INTERVENCION MILITAR DE LA INDIA Y LA


TRANSEORMACION DE LA CONTIENDA EN UN ENFRENTAMIENTO
BELICO DIRECTO ENTRE LA INDIA Y PAKISTÁN

Cuando los soldados indios alcanzaron Srinagar el 27 de octubre, la lucha


armada ya había provocado la división del Reino Dogra en dos zonas bajo control
militar de las tropas estatales y rebeldes. Después de que el Ejército pakistaní
interviniera directamente, esta frontera se transformó en un indicador de dominación
que, con muy pocas variaciones, se ha mantenido hasta nuestros días como la línea de
control que divide las zonas de ocupación india y pakistaní en Jammu y Cachemira.
Esta línea de control surgió de dos frentes de batalla independientes y de características
propias, uno en su extremo occidental en lo que hoy es Azad Kashmir, y otro en el
extremo oriental en Gilgit y Baltistán (ver mapas 1 y 7).

2.2.1.1. El frente de batalla occidental

Durante la noche del 21 al 22 de octubre de 1947 se inició la incursión de tropas


de patbanes en el área de Domel y Muzaffarabad en la frontera entre Punjab y
Cachemira (ver mapa 7)I El 22 de octubre cogieron por sorpresa a las guarniciones
destinadas en Domel y comenzaron una serie de actos vandálicos cuajados de
2
“incendios, pillajes y saqueos” dentro de Cachemira.

Akbar Khan, oficial jefe de las tropas rebeldes, reconoce en su crónica de la


invasión que para el 22 de octubre el ataque tribal había sido un gran triunfo.3 La

No existe acuerdo acerca del número que alcanzaban las hordas desplazadas. Un oficial retirado del
Ejército indio maneja la cifra de 5.000. SINGH, Ehupinder. 196S War. Role of Tanks in India-Pakistan
Wc,. WC. Publishers. Patiala 1982. Pág. xx. aunque hay algunos estudios en los que-se llega a apuntar la
cantidad de 60.000. RAINA, Dina Nath. Unhappy Kas/unir. The Hidden Story. Reliance Publíshing
House. Nueva Delhi 1990. Pág. 57. Los autores pakistaníes se inclinan por fijar la cantidad en 2.000.
RAZA, Maroof Wars and no Peace over Kashmir. Lancer Publishers. Nueva Delhi 1996. Pág. 29

2 GUPTA, 5. Op.cít. Pág. III

KHAN, Akbar. Raictr.s in Kashnzir, Karachi 1970. Págs. 23-24. En BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 86
139
mayoría de las tropas musulmanas de Jammu y Cachemira habían desertado y los
invasores pudieron acceder fácilmente siguiendo el río Jhelum hacia Srinagar. El 24 de
octubre los rebeldes de Poonch declararon formalmente la independencia del territorio
que desde aquel momento se conoce como Estado de Azad Kashmir (Cachemira Libre).
Durante la misma jornada, el Ejército de Azad Kashmir tomó la central eléctrica de
Mahura, situada a unos 48 Km de Srinagar.

Si los rebeldes de Poonch hubieran alcanzado Srinagar entre el 22 y el 24 de


octubre no habrían tenido ningún problema para hacerse con el campo de aterrizaje
aéreo de la capital de Cachemira.4 En ese caso, la guerra habría tomado unos derroteros
radicalmente distintos. Sin el campo de aterrizaje de Srinagar, el Ejército de la India no
habría podido intervenir con la celeridad que lo hizo. Pero los rebeldes de Poonch no
contaban con carros de combate y se tenían que conformar con bandas de tribus del
Pathan que se desplazaban en viejos vehículos civiles. Sin embargo, estos vehículos
resultaron ser la mejor aportación de los indisciplinados pathanes, que hicieron su
avance dejando atrás un rastro de sangre y saqueos que no sólo ralentizaron
notablemente la ofensiva, sino que dieron una imagen que afectó de manera muy
negativa y perdurable a la causa de los rebeldes de Poonch y, por extensión, de Pakistán.

Frente a los autores indios que como MG. Chitkara utilizan la barbarie de los
pathanes para justificar la intervención del Ejército de la India,> Alastair Lamb denuncia
que no hay ninguna evidencia que apoye la descripción que ha trascendido de esta
invasión como “una de las grandes atrocidades de la Historia Moderna”. Según Lamb,
este episodio ha sido tradicionalmente utilizado de manera propagandística a favor de la
India.6 No obstante, A.G. Nooraní le rectifica oportunamente recordando que los
informes que corroboran estos hechos también proceden de fuentes pakistaníes.7

KHAN, Akbar. Op.cit Pág. 38. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 106

CHITKARA, MG. Kashmir hnbroglio. Diagnosis and Remedv, APH Publishing Corporation. Nueva
Delhi 1996. Pág. 25

6 Lamb denuncia que un informe del ,Vevv York Times en el que se decía que “de una población de 14.000
personas sólo quedan ¡.000”, sirviera para afirmar que los pathanes asesinaron a 13.000 personas. Sise
aplica a esta estadística la correlación de muertos/refugiados causados por el Sistema de Partición, el
número de muertes resultantes rodea las 400, LAMB, A. Kashnzir. A Disputed Legacy. Nota 26. Pág. 143

NOORANI, A.Ci. “Alastair Lamb Rcviewcd”. Thc Kashmir Issue. High Commission of India. Londres.
Enerode 1994. Págs. 125-163
¡40
De hecho, los hechos se desarrollaron de manera que la balanza se fue
inclinando cada vez más a favor de los intereses indios. La barbarie de los paihanes se
difundió rápidamente y la población de Srinagar organizó una milicia nacional para
defender la ciudad de los invasores. Bajo el liderazgo de Sheikh Abdullah se reunió una
fuerza de miles de voluntarios que fue entrenada para que la ciudad resistiera hasta la
llegada de refuerzos desde la Indiat

El Ejército de la India comenzó su operación militar de defensa de Srinagar el 27


de octubre de 1947 con el tiempo justo para salvar la capital. Los pathanes habían
conquistado Muzaffarabad y Baramullah, y las Fuerzas Armadas de Jammu y
Cachemira se encontraban desperdigadas por todo el Estado
y totalmente
desorganizadas, desmoronadas e incapaces de resistir la fuerza de las tribus.9 Durante la
primera semana de intervención India, aunque se pudo mantener cerrado el acceso a
Srinagar, dos capitulaciones en Badgam y Pattan dieron la impresión a los invasores de
que el Ejército indio estaba siendo derrotado.10 Por el contrario, tras reorganizarse y
reforzarse con la llegada de repuestos, los soldados indios lanzaron una gran ofensiva en
noviembre que les permitió vencer las posiciones rebeldes en Shalteng, Pattan y
Earamullah.’1 La superioridad de las tropas indias se hizo patente. El 14 de noviembre
ocuparon Un, a 104 Km de Srinagar, y consumaron la principal misión de su
intervención militar: acabar con el peligro de invasión de Srinagar y consolidar sus
12
posiciones. Casi todas las tropas invasoras huyeron de Cachemira. Cuando llegó la
primavera, el Ejército indio lanzó una ofensiva que le permitió consolidar su línea
defensiva en Azad Kashmir con la ocupación de Rajouri, al sur, y Tithwal, al norte.

BAMZAI, P.N.K. Historv of Kashmir. Pág. 740

En Baramullah los pathanes llevaron a cabo violentas acciones y asesinatos en masa, dirigidos
indistintamente en contra de hindúes, musulmanes o sijs. Ver BAMZAI, P.N.K. Histoty of Kashmir, Pág.
740, KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 41, y KORBEL, J. Op.eit. Pág. 148

‘“Ver BAMZAI, P.N.K. history ofKashn,ir. Pág. 744

EAMZAI, P.N.K, History of Kashmir. Pág. 747

¡2 Ni siquiera mantuvieron reÑerzos en Muzaffarabad para hacer frente a los indios en caso de que
llegaran a avanzar tanto. “Si los indios se hubieran dado cuenta de ello, podrían haber avanzado en sus
camiones y haber alcanzado la frontera con Pakistán en 3 horas”. Akbar Khan relata que en aquel
momento los invasores “se sintieron abandonados por Pakistán. Habían accedido por su propia voluntad a
Ir y luchar en Cachemira, pero sólo en contra del Ejército del Estado”. KHAN, Akbar. Op.eit Págs. 56 y
70. En BLINKISNBERG, L. Op.cit. Págs. 106-108

141
La ocupación de Tithwal supuso el principal estímulo de la implicación del
Ejército regular pakistaní en la guerra. El 27 de octubre de 1947, nada más llegar las
tropas indias a Srinagar, MA. .linnah ya había intentado enviar sus propias tropas a
Jammu y Cachemira. No obstante, el comandante supremo de los ejércitos indio y
pakistaní, el británico Auchinleck, impidió que Pakistán interviniera militarmente en la
guerra aludiendo a la legalidad de un Instrumento de Adhesión que vinculaba al Reino
Dogra con la India. Para Auchinleck era necesario evitar una acción militar pakistaní
que, además de carecer de fundamentos legales, desembocaría inevitablemente en un
conflicto directo indo-pakistaní.13

Asimismo, desde el comienzo de la sublevación de Poonch, los líderes rebeldes


habían realizado repetidas solicitudes de ayuda al gobierno de Pakistán, y las tropas de
Azad Kashmir habían recibido apoyo de fuerzas regulares pakistanies. Pero, según
Alastair Lamb, al principio no fue más que una cuestión de soldados que tomaban
personalmente la decisión de participar en la lucha de liberación de Cachemira junto a
4
sus correligionarios musulmanes.

No obstante, la ocupación de Tithwal y de algunas localidades muy próximas a


la capital de Azad Kashmir, Muzaffarabad, despertaron la alarma en Pakistán y Azad
Kashmir. El historiador pakistaní Pervaiz lqbal Cheema indica las principales
consideraciones que llevaron a Pakistán a intervenir oficialmente. h Por un lado, el
ministro de Defensa indio había anunciado su intención de lanzar una gran ofensiva
para expulsar a los invasores de Cachemira. Como también sostiene 0W. Choudhury,
era el propio Pakistán el que se encontraba bajo una seria amenaza. Sir Claude
Auchinlekc, comandante jefe de los ejércitos de la India y Pakistán, había sustentado los
temores de Karachi en un escrito a sus superiores en Londres el 28 de septiembre de
1947: “No tengo la menor duda en afirmar que el actual gobierno indio está decidido a
hacer todo lo que esté en su mano para impedir el establecimiento del Dominio de

~Auchinleck avisó a Jinnah deque sí los soldados pakistaníes entraban en Jammu y Cachemira todos los
oficiales británicos dimitirían del Ejército pakistaní. Ver GUPTA, 5. Op.cít. Pág. ¡27

‘~ LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legacv. Pág. 162. La primera ayuda oficial que Akbar Khan reconoce
se produjo el 4 de diciembre de 1947, cuando sc le proporcionaron l.000.000 dc rondas de municiones y
doce oficiales del Ejército pakistaní (como voluntarios). KHAN, Akbar. Op.cit Pág. 91. En
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 109

‘~ CHEEMA, Pervaiz lqbal. “Pakistan, India and Kashmir: A Historical Review”. En THOMAS, R.G.C.
Op.cit. Pág. 103
142
Pakistán sobre una base sólida”.16 Así, existía el riesgo de que si la guerra se trasladaba
al otro lado de la frontera, hacia el interior del propio Pakistán, sirviera como excusa a
la India para atentar contra la integridad territorial de la nación islámica.

Por otro lado, continúa Iqbal Cheema, si la India conseguía una victoria fácil,
especialmente en Muzaffarabad, las conflictivas tribus del Pathan podrían haberse
vuelto en contra de las autoridades pakistaníes por no haberles prestado ningún apoyo.
Por último, Pakistán temía que la ofensiva militar de la India incluyera cortar los
suministros acuíferos del Jhelum que llegaban a Pakistán desde Mangla. De hecho, en
abril de 1948 ya se había producido un corte de los suministros que llegaban desde los
ríos Sutlej y Ravi. Por todo ello, Karachi movilizó batallones de su Ejército regular para
frenar el avance de la India hacia el oeste. Para abril o mayo de 1948, según la fuente
consultada, el capitán general Gracey aprobó la participación de las tropas regulares
pakistaníes en el frente de Azad Kashmir ‘por cuestión de autodefensa”, una
participación de la que Pakistán no informaría hasta julio de 1948.

Con la implicación oficial de Pakistán en la confrontación, la lucha en


Cachemira se convirtió en una guerra real.17 La colaboración del Ejército pakistaní
permitió que la ciudad de Muzaffarabad sobreviviera como la capital de Azad
Kashmir. Pero no pudo evitar que en otoño de 1948 los indios liberaran la ciudad de
Poonch de un asedio que ya duraba un año con una gran ofensiva que amenazó con
partir Azad Kashmir en dos. Pakistán retiró sus tropas de las partes más remotas del
frente cachemirí y de la frontera india con la región de Lahore y las concentró cerca de
Jammu, intentando cortar la principal línea de comunicación de la India con el interior
del Estado a través de Punjab Oriental. No obstante, Pakistán fracasó en su intento, y su

‘6CHOUDHURY G.W. Op.cit. Pág. 24

‘~ Birdwood la describe como “la más ambigua de todas las guerras... inédita puesto que nunca
anterionnente dos ejércitos opuestos pueden haber conocido tanto el uno del otro, ni haber estado más
sorprendidos al eneontrarse con que se les pedía poner en práctica en contra de antiguos compañeros las
lecciones que habían aprendidojuntos en la misma escuela”. BIRDWOOD, Lord. Op.eit. Pág. 66

‘~ La fuerza militar de la India era muy superior a la pakistaní. Cboudhury afirma que el Ejército de la
India contaba con unos 200.000 hombres en contraste con los 55.000 de Pakistán. CHOUDHURY, G.W.
Op.eit. Pág. 31. Mientras que Akbar Khan resta importancia a la diferencia de tropas: “Después de todo,
el Ejército de la India sólo doblaba nuestra frierza”. KHAN, Akbar. Op.eít Pág. 31. Fn BLINKFNBFRG,
L. Op.cit. Pág. 109. Pero Pakistán tenía la ventaja de la proximidad al territorio en disputa. Sólo tenía que
cruzar el río iheluin, mientras que la India sólo contaba con una larga y escamada carretera desde las
llanuras del norte de la India que generalmente permanecía cerrada en invierno.

143
arriesgada decisión de dejar expuesta la frontera con Lahore tampoco fue castigada con
un ataque indio.19 A finales de 1948 el panorama global del escenario bélico era el de
una India reforzada con posiciones muy claras y un Pakistán que, para frenar el empuje
indio, había tenido que retirar sus fuerzas de Lahore.

2.2.1.2. El frente de batalla oriental

La mitad oriental de la línea de alto el fuego surgió de los enfrentamientos entre


las tropas indias y propakistaníes, estas últimas formadas básicamente por los Scouts de
Gi!git y con poca ayuda de los hombres de Azad Kashmir, para controlar los accesos a
la Frontera del Norte a través de Ladakh y Baltistán.2t>

Los Scouts de Gilgit (soldados del Ejército indio bajo el mando de un oficial
británico) dieron un golpe de estado el 1 de noviembre de 1947 desarmando a los
elementos no musulmanes del Ejército y forzándoles a abandonar el territorio. La región
declaró el 3 de noviembre el cese del gobierno Dogra y su voluntad de integrarse en
Pakistán.21 El gobierno de Pakistán mandó un representante a Gilgít y adquirió el
control de la delegación de Gilgit, Gilgit Wazarat y partes de Baltistán. Los emires de
Hunza y Nagar también pidieron la anexión a Pakistán, pero ésta fue denegada por Ah
Jinnah porque consideró que la absorción de estos territorios comprometería la
reivindicación de Pakistán sobre la totalidad de Jammu y Cachemira.22

Durante el invierno, las tropas musulmanas establecidas en Astor (Gilgit


Wazarat) avanzaron hasta Skardu, en Baltistán, donde sitiaron a las guarniciones no
musulmanas desde febrero hasta agosto de 1948, cuando consiguieron que capitularan.
Más tarde consiguieron vencer a un pequeño regimiento en Kargil y también capturaron

A pesar de que el propio Akbar Khan reconoce que la India “tenía suficientes excusas para extender la
guerra hasta Pakistán”. KHAN, Akbar. Op.cit Pág. 29, En BLJNKENBERG, L. Op.eit. Pág. 110

2(1
Para leer la versión de un pakistaní sobre la sublevación en Gilgit, ver DANI, AH. Opeil. Págs. 326-
407. Para estudiar la versión india, ver MENON, VP. Op.cít. Págs. 393, 404-405

21 Bamzaí matíza eneste níintn alio “ni los emireÑ ni IÓÑ rajás del distrito ~]o Ctih~it ini-orv~nnrnn o,,

revolución, tampoco la población del territorio tomó parte activa en ella”. BAMZAI, P.N.K. I-Iistory of
Kashrnir. Pág. 748. Pero Ahmad Hasan Daní. en su vasto estudio sobre la historia de las Áreas del Norte,
matíza que “efectivamente no hubo un movimiento popular en la región porque no estaba permitido
ningún partido político. Por ello no había una expresión pública organizada, pero había un sentimiento
público y una conciencia pública muy intensa a favor de Pakistán”. DANI, AH. Op.cit. Pág. 327

22 Ver LAMB, A. Kashnuir. A Disputed Legacy. Págs. 122-128, y KORBEL, J. Op.cit. Pág. 92

144
Dras, obteniendo el control sobre las conexiones por tierra hacia Ladakh y su capital,
Leh. Al igual que en Cachemira, en Leh se organizó una milicia local de voluntarios
para colaborar con las fuerzas indias y estatales.23 Finalmente, los indios recuperaron
Kargil en octubre y se aseguraron las vitales conexiones por tierra que unían Srinagar y
Leh. Los pakistaníes no pudieron permanecer durante mucho tiempo en ningún otro
lugar de Ladakh. De esta forma, Skardu, situada en Baltistán, se convirtió en su posición
más avanzada por encima del río Indo.

En esta situación, tal y como estaba evolucionando la contienda en el frente


occidental, el panorama militar en Jammu y Cachemira desembocó a finales de 1948 en
una situación de equilibrio al haberse dividido el Estado en dos partes separadas por un
frente militar algo elástico pero impenetrable. La contención del avance pakistaní desde
Baltistán, unido a la inmovilización del frente militar en Azad Kashmir, significó que la
línea que marcaba las zonas bajo control indio y pakistaní seccionaba virtualmente el
Reino Dogra en dos porciones de extensión parecida. Pakistán se quedaba con las
regiones de Gilgit y Baltistán (Áreas del Norte), y con una estrecha franja (Azad
Kashmir) que abarcaba secciones occidentales de las regiones de Cachemira, Poonch y
Jammu. La India conservaba Ladakh, la mayor parte de las provincias de Cachemira y
Jammu, y una porción de Poonch.

En definitiva, en lugar de producirse una escalada de la guerra, durante los


últimos días de 1948 las negociaciones en el seno de la ONU condujeron a un alto el
24
fuego el 1 de enero de 1949. El 27 de julio de 1949 los representantes militares de la
India y Pakistán firmaron en Karachi un acuerdo en el que se definía una línea de alto el
fuego en Jammu y Cachemira que, hasta el comienzo de la guerra de 1965, marcaría los
límites de la soberanía de las dos naciones.

Resulta importante recordar que a finales de 1948 Pakistán había concentrado


todas sus tropas en la frontera entre Punjab Occidental y Jammu dejando indefensa la
frontera con Lahore. Blinkenberg hace notar que si la India, como temían algunos
dirigentes pakistaníes, hubiera deseado la declaración de una guerra general para

23 BAMZAI, P.N.K. I-listoiy of Kas/unir. Pág. 757

24 Para una descripción detallada de las negociaciones que precedieron al acuerdo de tregua ver
DAWSON, Pauline. The Peacekeepers ofkashmir. The UN. Military Observer Group in India and
Pakistan. Popular Prakashan. Bombay 1995. Págs. 3 1-36
145
recuperar los territorios “escindidos” de Pakistán, no habría desaprovechado aquella
posibilidad.2> Por el contrario, los líderes indios demostraron que su propósito
estratégico no iba más allá de consolidar su posición “en el Valle de Cachemira y en esa
parte de Jammu que forma el vínculo estratégico entre el Valle y la India”.26 De esta
forma, la India no intentó avanzar más a pesar de que algunos círculos militares pedían
una intervención más firme, incluyendo el bombardeo de Pakistán, para apoderarse de la
totalidad del Reino Dogra. Lord Birdwood proporciona un análisis acertado sobre los
temores que abrumaban a Pakistán: “Las intenciones de la India eran casi con toda
seguridad muy inocuas. Pero en aquella etapa, una nación nueva en un estado emocional
de nacionalismo exacerbado, que veía al Ejército de su vecino situado a lo largo de todo
el territorio desde Tithwal hasta Ferozepore, no estaba preparado para apreciar este
hecho”.22

Aparte de los motivos estrictamente estratégicos, puede que también hubiera un


motivo psicológico para explicar que la India no intentara recuperar Azad Kashmir y las
Ares del Norte.28 Balraj Puri alude al que pudo ser el pretexto más fuerte de la India
para frenar un mayor avance: la clara voluntad de las poblaciones de los territorios que
habían sido ocupados por Pakistán por integrarse en la nación islámica. “El avance no se
podía continuar con la misma facilidad más allá del Valle, donde tanto la población
como el terreno no eran hospitalarios... El cambio del papel de libertador en el Valle al
de conquistador (en aquellas otras zonas) habria transformado el carácter del Ejército de
la India. El coste militar y político de intentar conquistar el área desde Mirpur a Gilgit y
Baltistán y conservarlo dentro de la India habría sido desmedido para la ]ndia en aquella
etapa, además del hecho de que nos habría hecho perder mucha buena disposición
internacional” 29

25 No obstante, “la bastante comedida actividad bélica de la India en esta primera guerra de Cachemira no
pareció persuadir a Pakistán de que la India no tenia una actitud normalmente agresiva respecto al nuevo
país musulmán”. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. III

26 El ministro de Defensa de la India llegó a la conclusión deque, doce meses después del inicio de la
invasión de los pathanes. Pakistán estaba “más lejos que nunca de obtener su objetivo militar, la captura
de Srinagar y la posesión del Valle de Cachemira”. BANERJI, J.lK. 1 Report on Kashniir. Calcuta 1948.
Págs. 45-48. En BI,INKENBFRG, L. Op.cit. Pág. líO

27 BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 67

25 ELINKENBERG, L. Op.cit. Pág. III

29
Reproducido en RAZA, M. Op.eít. Pág. 30

146
Por otro lado, las fuerzas pakistaníes, que sentían estar participando en una
guerra santa, peleaban con una tenacidad creciente en las montañas occidentales bajo la
influencia de la Teoría de las Dos Naciones que, consideraban, les daba derechos sobre
Cachemira. El gobierno de la India y algunos círculos dentro del Ejército debieron
reconocer que iba a resultar dificil crear un verdadero espiritu de lucha entre los
soldados, que tenían razones para pensar que no merecía la pena arriesgar demasiado en
una aventura militar de esas características. La India ya había prometido celebrar un
30
plebiscito, y se arriesgaba a perder unos territorios conquistados a tan alto precio.

Tanto en la India como en Pakistán el alto el fuego fue recibido con una
sensación general de alivio y alegría, pero también hubo algunos círculos de opinión
que lamentaron el fin de la guerra. El general BM. Kaul ilustra la decepción de una
parte del Ejército indio al afirmar que Nueva Delhi debería haber respondido a la
agresión pakistaní provocando una guerra general en lugar de implicarse en una absurda
guerra localizada a elevadas altitudes. La India podría haber vencido a Pakistán
concluyentemente. “Pero Nehru estaba convencido en aquel momento de que ese era un
paso innecesario porque Pakistán tendría un colapso financiero muy pronto si luchaba
en contra de un país fuete como la India durante más de varios meses... De esta forma,
al evaluar la situación de forma equivocada y actuar de forma desacertada, la India se
impuso así misma muchas dificultades para los años venideros”.3’

En el lado opuesto, Akbar Khan denuncia que el acuerdo “concedió a la India


virtualmente todo lo que quería”. Sarwan Hasan lo expresa en términos más rotundos
afirmando que “los funcionarios pakistaníes cometieron un gran error al acceder al alto
el fuego en aquella fecha, su fe en los procedimientos de la ONU fue totalmente
equivocada... Lo que es aún más lamentable, el alto el fuego fue acordado después de
que Pakistán hubiera causado aplastantes pérdidas en las fuerzas indias”.32

Esta última afirmación es más que discutible. Michael Brecher sostiene que “la
cuestión que sin ninguna duda influyó en la decisión de Pakistán (de aceptar el alto el

30 Muchos oficiales se sentían disgustados por tener que luchar en contra de antiguos compañeros y
deseaban que la guerra terminara. KORBEL, .1. Op.cit. Pág. 125

~‘ KAUL, BM. Conjiontation with Pakistan. Vikas Publications. Nueva Delhi 1971. Pág. 6

32BLINKENBERG, L. Op.cit. Págs. 132-133

147
fuego) fue la pronunciada superioridad de la posición militar de la India”.33 En las Áreas
del Norte Pakistán había ocupando la estratégica región de Haltistán y Skardu, pero
había sido expulsado de Ladakh y Kargil. La India también había roto el asedio de la
ciudad de Poonch, por lo que babia conseguido una posición de clara ventaja respecto a
Pakistán, que, como indica Lord Birdwood, sabía que “el carácter de las tribus no era el
adecuado para una guerra estacionaria”.34

Sin duda alguna, también Nehru y Liaquat Ah Khan (Jinnah murió en


septiembre de 1948) se daban cuenta de que al no llegar a un acuerdo pacífico estaban
poniendo en riesgo sus recién adquiridas independencias políticas. Birdwood considera
además que, en parte, esta rápida declaración de alto el fuego se debió a que a finales de
1948 los comandantes de los ejércitos de la India y Pakistán todavía eran británicos. El
general Gracey, de Pakistán, y el general Bucher, de la India, se convirtieron en
poderosos defensores de la moderación cuando aumentó el peligro de que se declarara
una guerra general.35 Analizando la intervención de los británicos desde una perspectiva
radicalmente opuesta, V.D. Chopra, en consonancia con su teoría a propósito de los
designios de Londres en Jammu y Cachemira, insinúa que fueron los oficiales británicos
del Ejército indio los que impidieron que Nueva Delhi intentara recuperar los territorios
ocupados por Pakistán. De hecho, Chopra asegura que algunos militares británicos
habían colaborado en el reclutamiento de las tribus del Pathan.36 Por último, la ONU,
cuya labor a lo largo de todos estos años ha sido menospreciada por muchos y exaltada
por algunos, hizo la primera de sus muchas intervenciones en el conflicto.

2.2.2. LAS FRUSTRADAS NEGOCIACIONES INDO-PAKISTANíES


SOBRE CACHEMIRA Y LA CONFLUENCIA HACIA LA MEDIACIÓN
INTERNACIONAL

La primera guerra de Cachemira, aunque finalizó oficialmente el 27 de julio de


1949 con la firma del acuerdo de Karachi que establecía la línea de alto el fuego, ya

~ BRECHER, M. Op.cit. Pág. 98

~ BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 71

~ BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 73


36 CI-ICPRA, V.D. Op.cit. Págs. 39-41

¡48
había concluido a finales de 1948. Durante el período bélico las relaciones entre la India
y Pakistán se redujeron al mínimo, pero no se cortaron todos los vinculos. Se llegaron a
alcanzar acuerdos en algunas cuestiones importantes relacionadas con los intrincados
procedimientos del Sistema de Partición, dando una característica más de
excepcionalidad a aquella inusual guerra.

Entre el 22 y el 27 de octubre de 1947 el conflicto de Cachemira pasó de ser un


tema susceptible de provocar discusiones más o menos acaloradas en el ámbito
diplomático entre los dos nuevos dominios a convertirse en un conflicto armado con
todas las pasiones que tales situaciones suelen suscitar. La guerra produce propaganda
destinada a un consumo tanto interno como externo, y la propaganda puede convertirse
fácilmente en dogmas que implícitamente acaban por ser creídos por aquellos que
comenzaron la propaganda. A principios de noviembre de 1947 tanto la India como
Pakistán habían adoptado posturas públicas sobre la cuestión de Cachemira de las que
ya nunca serian capaces de desvincularse.

En una atmósfera que H.V. Hodson describe de profunda desconfianza mutua,


Mountbatten acudió a Lahore el 1 de noviembre de 1947 para discutir la crisis de
Cachemira con Jinnah.37 Los dos gobernadores generales asumieron la responsabilidad
de negociar una salida a la guerra. Mountbatten sugirió en nombre del gobierno de la
India que la cuestión de Cachemira se decidiera mediante la celebración de un
plebiscito, acaso celebrado bajo la supervisión de la ONU. La condición era que se
restaurara el orden, lo que significaba la retirada de las tribus del Pathan, a las que
Pakistán debía cesar de ayudar y alentar en su agresión.

Pakistán rechazó el auspicio de la ONU y propuso un plan por el que los dos
gobernadores generales debían declarar simultáneamente un alto el fuego. El líder
pakistaní no entendía la necesidad de celebrar un plebiscito en un territorio
mayoritariamente musulmán: No había ninguna duda de que, siguiendo la lógica de la

~‘Se dijo que los dos primeros ministros de la India y de Pakistán no pudieron acudir a la reunión por
motivos de salud, pero puede que el motivo real fuera la profunda hostilidad que existía entre ellos.
HODSON, H,V. Op.eít. Pág. 458

.Jinnah también denunció que había tenido las primeras noticias sobre la intención de la India de enviar
aviones a Srinagar cuando los aviones ya habían aterrizado en el aeropuerto de la capital. No hubo
contactos previos ni notificación por parte de Nehru, HEWITT, y. Op.cit. Pág. 78. Pero Mountbatten
aseguró que Nehru había enviado un cable al primer ministro de Pakistán nada más tomar la decisión de
intervenir, el mismo 26 de octubre. 1.a queja del gobierno pakistaní fue ciertamente inadecuada puesto
149
Partición, el Reino Dogra debía integrarse en Pakistán. Así, Jinnah propuso sin éxito a
Mountbatten un trueque en el que se utilizara como moneda de cambio la compartida
reivindicación sobre Junagadh.39

No es de extrai5ar que Jinnah intentara evitar la celebración del plebiscito, puesto


que existía la posibilidad de que el referéndum tuviera un resultado desfavorable en
caso de que se confiriera el liderazgo del gobierno cachemiri a Sheikh Abdullah. Por
otro lado, el líder pakistani todavía temía que la India, si podía, “estrangularía y
asfixiaría a Pakistán hasta la muerte”.4<t Por ello, finalmente accedió a la celebración del
plebiscito, pero condicionándola a la desaparición de toda presencia militar y a que él
mismo y Mountbatten dirigieran la administración de Jammu y Cachemira y del
41
referéndum conjuntamente. Otra alternativa sugerida fue dar paso a una
administración de la ONU que se hiciera cargo del Estado hasta la celebración del
plebiscito.

Estas condiciones fueron rechazadas por el bando indio. Su posición era que su
Ejército jamás abandonaría Jammu y Cachemira mientras las tribus del Pathan, que sólo
podían estar actuando bajo las órdenes directas del gobierno de Jinnah, no hubieran
finalizado su retirada. Además, la administración de Sheikh Abdullah, el primer
gobierno popular que Jammu y Cachemira había tenido en su historia, debía regir el
destino del Estado hasta la celebración del plebiscito. El fbndador de Pakistán negó y
protestó ante las repetidas acusaciones de la India y sus reiteradas peticiones de que
cesara su ayuda a tos invasores. Jinnah denunció ante Mountbatten que todo el asunto

que, como poco, Pakistán había conocido los preparativos del ataque tribal a Cachemira y, sin embargo,
no había avisado a la India. Las primeras noticias sobre la invasión llegaron a la India de manos de los
británicos que controlaban los cuarteles del Ejército pakistaní, y no del gobierno de Pakistán. Por último,
también jinnah había dado órdenes de atacar Cachemira sin informar anteriormente a la India.

~ LAMB, A. Kashniir. A Disputad Legan> Pág. 159

~‘>HODSON, H.V. Op cit Pág 460


41 Líaquat Ah Khan diría a Nehru cl 16 de noviembre: “Mientras este traidor (Abdullah), que ha actuado
como agente del Congreso... durante muchos años, sc pavonea sobre el escenario traficando con las vidas,
el honor y la libertad dc su pueblo para aumentar su beneficio y su poder personal, los verdaderos líderes
dc los musulmanes de Cachemira.., se están pudriendo en la cárcel”. LAMB, A. Kashniir. A Disputad
Legacy. Pág. 160. Ver, también, PURI, Balraj. Kashn2ir towardx Insurgency. Oríent Longman. Nueva
Delhi 1993. Págs. 14-15

150
no era más que un complot largamente ingeniado por Nehru y sus colaboradores para
asegurar una adhesión fraudulenta de Cachemira a la India.42

Partiendo de este enfoque adulterado de la situación, en el. que Pakistán no


reconocía el papel que realmente estaba desarrollando en la guerra, no es de extrañar
que no se alcanzara un acuerdo. De hecho, las negociaciones indo-pakistaníes
finalizaron oficialmente a principios de diciembre de 1947 cuando Pakistán declaró que
no podía forzar a los invasores a abandonar el Estado y la India se negó a retirar sus
tropas hasta que lo hiciera.43

El conflicto desarrolló raíces más profundas con las duras acusaciones que
ambos bandos se profirieron públicamente.44 Este ambiente de hostilidad fue fácilmente
asimilado a causa del odio social existente en el norte de la India y en Punjab con
motivo de las recientes masacres de la Partición. Desde la perspectiva de Lord
Birdwood, “el problema se estaba alejando rápidamente del escenario de las habilidades
individuales de estadista y de las negociaciones, y estaba entrando en una etapa en la
que la opinión pública se hace cargo y los líderes, por desgracia, están obligados a
seguirla”.

42 DAS, Durga. Sardar Pateis Correspondence. Págs. 71-8 1. En LAME, A. Kashínir. A Disputed
Legacv. Pág. ¡60

~ MENON, VP. Op.cit. Págs. 407-409. Estas últimas negociaciones bilaterales se realizaron en el seno
del Consejo Conjunto Indo-pakistaní de Defensa a finales de noviembre y principios de diciembre de
1947. El Consejo Conjunto de Defensa se formó con la intención deque, una vez se hubiera realizado la
Transferencia de Poderes, se celebraran reuniones al más alto nivel entre Pakistán y la India en materia de
Defensa. Hasta noviembre de 1947 el Consejo, que se estuvo reuniendo alternativamente en Delhi y
Lahore bajo la presidencia de Mountbatten, supervísó la Comandancia Suprema de Auchinleck. Cuando
sc desmanteló la Comandancia Suprema, el Consejo siguió reuniéndose hasta marzo de 1948. La última
sesión, con Nehru y Liaquat Ah Khan presentes, se celebró eí 19 de marzo de 1948 sin haber conseguido
variar un ápice las opiniones de ninguno de los dos bandos.

~< Jawaharlal Nehru, en su primer discurso público sobre el conflicto de Cachemira el 2 de noviembre de
1947, denunció: “El gobierno vecino, utilizando un lenguaje que no es el lenguaje propio de un gobierno
o siquiera de un pueblo responsable, ha acusado al gobierno de la India de fraude a propósito de la
adhesión de Cachemira a la Unión India. No puedo emular ese lenguaje, ni tengo ningún deseo de
hacerlo, porque hablo por un gobierno responsable y un pueblo responsable. Estoy de acuerdo en que ha
existido fraude y violencia en Cachemira, pero la cuestión es: ¿quién es el responsable?... Todos ellos (los
invasores) han llegado desde el territorio de Pakistán. Tenemos derecho a preguntar al gobierno pakistaní
como y por qué esta gente pudo llegar desde la Erontier Province de Punjab Occidental y cómo se
pudieron armar tan eficazmente”. En Pakistán, Liaquat Ah Khan habló de “la inmoral e ilegal propiedad
de Cachemira, producto del infame Tratado de Amrítsar”, y también se refirió a “la revisión deshonesta de
la historia que despertó la inclinación activa de una invasión tribal exterior, y al fraude perpetrado por su
cobarde gobernante con la agresiva ayuda del gobierno de la India”. CAMPBELL-JOI-1NSON, Op.cit.
Págs. 234-235. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 104

~ BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 65


151
El 12 de diciembre de 1947, a raíz de una sugerencia de Mountbatten, el
gobierno de la India informó a Pakistán de que estaba considerando la posibilidad de
invitar a los observadores de la ONU.46 Ante el estancamiento de la situación, el 22 de
diciembre Nehru envió a Ah Khan una reproducción de un documento destinado a la
Organización Internacional en el que acusaba a Pakistán de estar cometiendo una
agresión en Cachemira. Si Pakistán no cesaba su apoyo a los invasores y permitía
alcanzar un acuerdo bilateral, la India acudiría a la ONU. Sin haber recibido ninguna
respuesta, la India envió el documento a la ONU el 3 1 de diciembre de 1 947 y éste fue
presentado ante el Consejo de Seguridad al día siguiente. Ni la India ni Pakistán fueron
conscientes en aquel momento de las consecuencias y las implicaciones que conllevaba
este nuevo elemento de internacionalización del conflicto.

La entrada en escena de la Organización Internacional no propició una mejora de


la situación, especialmente en la India, donde sus primeras iniciativas fueron criticadas
con dureza. Asimismo, cuando la ONU se esforzó por abordar una aproximación más
razonable a la posición de la India, las denuncias provinieron de Pakistán.47 Las
manifestaciones públicas de políticos indios y pakistaníes, el discurso de los medios de
comunicación, y la opinión pública en general fueron inclinándose hacia una actitud
cada vez más intransigente y hostil.48 En algunos círculos indios se comenzó a hacer
campaña en contra de la propuesta de celebrar un plebiscito en Jammu y Cachemira.

46 GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 134

Estas discrepancias estuvieron patentes en la descripción que algunos escritores semí-oficíales hicieron
del trabajo de la Comisión de Naciones Unidas para la India y Pakistán en ambos países. Mientras que
B.L. Sharma estima que “los miembros de la Comisión eran especialistas en la propaganda- en este caso a
favor de Pakistán”, Sarwar Rasan declara que muchas de las decisiones de la Comisión “demostraron
hasta el extremo que, como su padre, el Consejo de Seguridad, (la Comisión) era propensa a sucumbir a
las tácticas de la India”. Ver SHARMA, B.L. Tite Kas/unir Story. Asia Publishing House. Bombay 1967.
Pág. 58, y BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 133

‘8 Un periódico pakistaní publicaba el lO de mayo de 1949: “en el Valle de Cachemira se ha dado rienda
suelta a un reino de terror, a la persecución de los musulmanes, en él se están creando condiciones para
provocar el hambre... FI Estado de Cachemira, sea a través del plebiscito o de la guerra, por la gracia del
TnAnnnAprnca~pr~ an,,’Jnn<A,~ .~ i,, ..-lI,~JA’, A.~ CV, ~ a DM> ,rA.,,..,.,,,.~-..,. ~ .4,.

nacimiento y ningún poder terrenal puede arrebatárnoslo”. Fn Pakistán se acusó a la India de adoptar un
“modelo nazi de blandir de sables” y su primer ministro acusó abiertamente a la India de “crear
condiciones para provocar el hambre” en Cachemira y afirmó que había recibido informes acerca de
millones de personas sufriendo hambruna. En la India también se endureció el tono de las declaraciones
públicas, incluso entre los políticos cachemíris. Eakshi, mano derecha de Sheikh Abdullah, se manifestó
con fiereza en contra de Pakistán afirmando: “Nuestros hogares todavía sangran por las consecuencias de
las invasiones realizadas por Pakistán hace catorce meses”. BLINKENBERG, L. Op.cit. Págs. 160-161

152
Efectivamente, la India acabaría retirando en 1957 su oferta de celebrar un
plebiscito. Las infructuosas negociaciones en el seno de la ONU llegaron a su fin en
1953 sin que la India y Pakistán hubieran llegado a un acuerdo a propósito de las
condiciones para la desmilitarización del Estado que debía preceder a la celebración del
referéndum. Ni las negociaciones bilaterales ni la mediación de la ONU, que se renovo
en 1957, consiguieron hacer desaparecer los obstáculos psicológicos que impedían a
ambas naciones contemplar al rival como algo más que una nación empeñada en su
destrucción.

153
2.3. LA MPORFANCM DR JARif U Y CACRXWRA ~PARALI
¡IWLC Y PARZSrÁN Y LOS OBSI’ÁCCZOS A MU SOL(ICIÓN DAt
WA7IJCIV ENSUPRIASRA flAPA

2.3.1. FUNDAMENTOS DE LAS REIVINDICACIONES INDIA Y


PAKISTANI

El análisis de los motivos reales que impidieron a la India y a Pakistán renunciar


a sus reivindicaciones sobre Cachemira es complejo porque los intereses implicados
eran de tal importancia que afectaban al destino de millones de personas y, a juicio de
Pakistán, a la misma supervivencia de su modelo de Estado. A causa de la importancia
de estos intereses, y de la creciente participación del ciudadano medio en política, la
opinión pública se convirtió en un factor que los gobernantes tuvieron que tener en
consideración. El resultado fue que la India y Pakistán tendieron a formular sus
objetivos y la justificación de sus políticas de forma que respondiera a las aspiraciones y
los sentimientos de sus ciudadanos y de la opinión pública mundial. De esta forma, para
satisfacer las exigencias internas y externas, los verdaderos móviles se escondieron a
menudo detrás de manifestaciones demagógicas.

Para proporcionar algunas hipótesis acerca de los factores concretos que parecen
haber influido de forma más determinante en las decisiones políticas de Nueva Delhi y
Karachi el mejor recurso son las declaraciones de figuras públicas representativas de
ambos países, especialmente las realizadas ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero siguiendo las sugerencias de algunos autores se puede lanzar alguna luz sobre las
motivaciones menos explícitas y más desconocidas de la disputa. Entre estas últimas
causas resulta necesario subrayar que, aunque no constituyeron por si solas un
fundamento suficiente para provocar el conflicto, también la desconfianza mutua indo-
pakistaní y la equívoca actuación de los británicos en su tramitación de la situación
dificultaron la solución del conflicto en su primera fase.

Sin intentar establecer una escala de importancia relativa se puede afirmar que
los enfoques de la India y de Pakistán estuvieron determinados por un conjunto de
intereses declarados y no declarados. No obstante, la principal consideración parece
estar relacionada con los principios ideológicos subyacentes en los procesos de

154
construcción nacional de la India y de Pakistán. Más allá de esta consideración, también
la seguridad nacional y la defensa de la integridad territorial, la importancia que Jammu
y Cachemira tenía para las economías de cada país, y un conjunto de consideraciones
añadidas parecen haber asumido cierta importancia. La historia de las frustradas
tentativas para alcanzar un acuerdo sobre Cachemira durante la primera etapa del
conflicto debe ser evaluada desde una perspectiva que tenga presente las actitudes
estructurales divergentes que se van a examinar.

Llegados a este punto, y antes de comenzar con el análisis detallado de estos


factores, es necesario subrayar que la atención a los vínculos históricos y culturales de
los territorios en disputa, una observación que en cualquier otro conflicto de estas
características habría supuesto un punto de referencia básico, no fue explotado en esta
disputa por razones obvias. En el mosaico de regiones diferenciadas por sus
composiciones étnica, religiosa, Iingúística y cultural que suponía el Reino Dogra, la
defensa de un solo razonamiento que abarcara toda su extensión resultaba imposible
tanto para la India como para Pakistán. Exceptuando los vínculos específicos de la
región de Poonch con algunos de los territorios de Pakistán y los de .Jammu con la India,
el resto de las regiones del Estado había mantenido lazos históricos y culturales más
fuertes con territorios más allá de las fronteras del Imperio Británico, o con otros
territorios del interior del Reino Dogra, que con regiones que luego pasaron a formar
parte de la India o de Pakistán.

2.3.1.1. Fundamentos ideológicos nacionales

El análisis de todas las causalidades, declaradas y no declaradas, del conflicto


indo-pakistaní por Jammu y Cachemira lleva a la conclusión de que el germen
fundamental de esta disputa se encuentra en las profundamente divergentes
concepciones de construcción nacional implícitas en los movimientos nacionalistas de
la India y Pakistán. FI Partido del Congreso Nacional Indio estaba comprometido con la
noción de la creación de una nación secular y democrática. El movimiento nacionalista
pakistaní, por el contrario, buscaba crear un estado confesional que sirviera de hogar
para todos los musulmanes del subeontinente. La posesión de Jammu y Cachemira, un
Estado de mayoría musulmana colindante con los dos estados nacientes, asumió por ello
un significado que superaba con mucho a una mera reivindicación territorial.

155
Para los nacionalistas indios como Nehru, la integración de Cachemira en la
India demostraba que todas las religiones podían vivir bajo el amparo de una nación
secular. Por la misma regla, los nacionalistas pakistaníes consideraban que Pakistán
estaba “incompleto” sin Cachemira.

Resulta necesario subrayar que el principal argumento de la reivindicación


pakistaní sobre el territorio de Jammu y Cachemira es de carácter religioso y se basa en
una reafirmación de la Teoría de las Dos Naciones. La base ideológica de esta tesis se
fundamenta en el hecho de que Pakistán se creó a raíz de la puesta en práctica de la
Teoría de las Dos Naciones que afirmaba que los musulmanes y los hindúes formaban
dos naciones diferentes. .Jammu y Cachemira, al contener un 75% de población
musulmana, debería haberse unido a Pakistán. Pero los pakistaníes opinan que esto no
ocurrió porque los cachemiris fueron engañados y coaccionados por medio de un
complot inteligentemente diseñado por el Partido del Congreso.

No obstante, como se ha podido comprobar en el apartado 1.3, la principal causa


de que Jammu y Cachemira no se integrara en Pakistán se encuentra en el peculiar
estatus legal de los estados nativos en la India británica, y en la actitud que los
británicos adoptaron ante ellos cuando llegó el momento de la Transferencia de Poderes.
Como el mediador de la ONU Sir Owen Díxon señaló en septiembre de 1950, los
fundamentos del conflicto de Jammw y Cachemtr~”fórt~abaw p¿rt~ de la historia de
todo el subeontinente”.

Jammu y Cachemira consistía en un caso especial de Estado nativo porque la


monarquía sobre la que se sustentaba había sido creada artificialmente por los
británicos. El propio Estado debía su existencia a los intereses estratégicos del Imperio
en Asia Central. No es de extrañar que la integración de unos territorios con tan pocas
coincidencias históricas y culturales bajo un mismo Estado nativo presentara un
problema de dificil resolución ante la Transferencia de Poderes. Aunque tampoco se
puede olvidar que, según las leyes que los británicos habían sancionado, no eran ellos
los que tenían que decidir el futuro del Estado, sino su monarca, y éste optó por la

LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legacy. Pág. 12. Según Lord Birdwood, este mismo proceso histórico
había provocado anteriormente “la delimitación de una línea en el mapa de Asia Central que ante
cualquier consideración política confonnaba un área totalmente artificial, una monstruosidad geográfica
que asumió el nombre de la tierra del Valle dcl Jhelum, Cachemira”. BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 25

156
integración en la India antes que someterse a lo que consideró una agresión de Pakistán
materializada en la invasión de los pathanes.

Cachemira era un símbolo de gran significado para Pakistán y su importancia


explica que la consonante K (de “Kashmir”) formara parte de la palabra escogida para
dar nombre a la nueva nación islámica. El Estado debía confirmar las bases ideológicas
que habían hecho posible la creación de Pakistán. Los pakistaníes veían la adhesión del
Marajá Han Singh a la India como una negación del derecho de su propia nación a
existir. Seguramente el conflicto de Cachemira fue por ello, desde el principio, bastante
2
más frustrante para Pakistán de lo que nunca lo ha sido para la India. En palabras de
Sheikh Abdullah, “mientras Cachemira permaneciera fuera de Pakistán con su
población mayoritariamente musulmana, continuaba exponiendo la falacia de su teoria
(de Ah Jinnah) y desafiando la solidez de la misma base sobre la que se había formado
Pakistán”.3

Alastair Lamb comienza su libro más reciente sobre la cuestión de Cachemira


sometiendo al lector a las siguientes consideraciones: “Primero, ¿tenían aquellas zonas
de la India británica con importante mayoría musulmana el derecho de esperar un futuro
independiente libre de la dominación hindú, ya fuera institucional o simplemente
demográfica?... Si .Jammu y Cachemira hubiera sido parte integrante de la India
británica no cabe duda de que hubiera sido integrada automáticamente en la nación
musulmana, Pakistán, por el proceso de partición” .~

El intelectual indio Prem Shankar Jha responde a esta exposición argumentando


que su imperativo moral no puede ser más explícito. Los líderes indios siempre
rechazaron la Teoría de las Dos Naciones, pero Pakistán la invoca como un derecho.
Lamb traduce la negación de esta teoría en una negación de libertad, y además concibe

‘Según MA. Gurmaní, ministro pakistaní de Asuntos para Cachemira hasta noviembre de 1951,
“Cachemira es un artículo dc fe para Pakistán y no simplemente un trozo de tierra o un manadero de
riosPeleamos por Cachemira por el mismo principio por el que luchamos por Pakistán. Hicimos la
solemne promesa de que aseguraríamos para todas las áreas del subcontinente donde los musulmanes
fueran mayoría, el derecho fundamental de autodeterminación”. BRECHER, M. Op.cit. Pág. 52

BRECHER, M. Op.cit. Pág. 53

LAMB, A. Birth o/a Tragedy. Págs. 1-2

157
como un deber moral su aplicación en áreas no contempladas en el pacto original, que
no hacía referencia a los estados nativosi

Shankar Jha señala que el deber moral jamás ha definido fronteras, y denuncia
que la “fuerte sobrecarga de moralidad” de Lamb y de otros autores les ha impedido
hacerse un número de preguntas adicionales que merecen respuesta: ¿deseaban todos los
musulmanes esta “libertad”?, ¿constituían todos los musulmanes una comunidad
homogénea con los atributos de una nación oprimida o era una comunidad heterogénea
con divisiones internas?, ¿existían otras lealtades en conflicto con su lealtad hacia sus
correligionarios? En concreto, ¿no existían conflictos de clases que podrían haber
creado un cisma? A este respecto, ¿constituían los propios hindúes un grupo
homogéneo?, ¿existía en 1947 un verdadero nacionalismo hindú o sólo era una semilla
incipiente?, ¿tenía el concepto “hindú” algún significado político o cualquier otro
significado? Asumiendo que los intereses de los musulmanes y la posición de éstos en
la sociedad india necesitara salvaguarda, aunque sólo fuera por razones psicológicas,
¿era el Sistema de Partición el único medio para proporcionaría?6

En resumidas cuentas, la exposición de iha conduce a la siguiente reflexion:


¿Tenían, no sólo la India, sino especialmente los musulmanes el Valle de Cachemira, la
obligación de someterse a los dictados de una teoría islámica y segregacionista con la
que no comulgaban?

Shankar iha defiende que teniendo en cuenta que un tercio de la población


musulmana permaneció en la India, que su situación se deterioró sensiblemente después
de la división, que se originó un holocausto comunal y que sus líderes tuvieron que
emigrar a Pakistán, no se puede decir que la partición alcanzara su objetivo principal de
liberar a los musulmanes de la dominación hindú, y que más bien liberó a unos cuantos
a expensas del resto.

Todo el sur de Asia se caracterizaba por la convivencia de cientos de grupos


étnicos distintos. Mantener estos grupos bajo el paraguas de sociedades comunes era un
reto alcanzado en el subcontinente indio, aunque la convivencia entre ellos no fuera

JHA, PS. Op.cít. Pág. viii

JHA, PS. Opeil. Pág. lx

158
idílica. El Sistema de Partición supuso un corte sin anestesia en unas sociedades que no
presentaban unos problemas tan crónícos como para no haberse podido solucionar por
medios menos drásticos. Asimismo, generó un proceso de adoctrinamiento basado en la
incitación de las minorías religiosas y en la provocación de enfrentamientos que
acabaron con la armonía comunal.

Es más, en 1947 los enfrentamientos entre musulmanes sunitas y shiís eran más
frecuentes que aquellos entre musulmanes e hindúes, y actualmente en Jammu y
Cachemira las diferencias entre musulmanes de distintos grupos siguen suponiendo una
traba a la hora de reunir a toda la población bajo una misma bandera islámica. Quizás se
debería haber buscado otra solución política para salvaguardar la posición de los
musulmanes en el subcontinente. Probablemente un tratado federal o confederal, que
siguiera las líneas del Acta de Gobierno de la India de 1935, hubiera proporcionado una
solución más eficaz que la división de la India británica.

La cuestión acerca de si los británicos podrían o no haber evitado la división del


subcontinente no es objeto de nuestro estudio. De hecho, continúa siendo uno de los
grandes enigmas de la Historia. La mayoría de los británicos que se vieron envueltos en
el proceso debieron estar convencidos de que era imposible evitar la partición, y
Pakistán coincide con ellos. Por el contrario, muchos indios, especialmente los de las
generaciones más veteranas, no aceptan este punto de vista. K.R. Pillai ilustra el
sentimiento mayoritario cuando apunta que “parece posible, aunque no se puede afirmar
que seguro, que si los británicos hubieran dejado suficientemente claro desde el
principio que nunca tolerarían Pakistán, se habría evitado la división del país”.7 Sin
embargo, Jinnah reconoció que los británicos le habían “ofrecido Pakistán en bandeja”.8
Lo único que se puede afirmar en la actualidad es que la Teoría de las Dos Naciones no
fue capaz de salvar al subcontinente de aquellos problemas que supuestamente iba a
solucionar.

De cualquier forma, una vez llevada a cabo la Partición, el Partido del Congreso
defendió que siendo una nación secular que abrazaba todas las fes y creencias, Jammu y

PILLAI, K. Raman. Tite Po/bical Triangle. Nueva Delhi 1970. Pág. 23. Fn BLINKFNBERG, L. Op.cit.
Pág. 380
8 DAS, Durga. Fronz Curzon to Nehru. Pág. 216. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 384

159
Cachemira tenía igualmente su sitio en la India.9 Además, cuando Jinnah viajó a
Cachemira en 1944 se encontró con un ejemplo del rechazo que algunas regiones de
mayoría musulmana sentían hacia su doctrina islámica. Como subraya Ajit
Bhattacharjea, el ser rechazado por el principal líder político del Valle de Cachemira,
donde había un 90% de musulmanes, tite el peor reverso que sufrió su Teoría de las Dos
Naciones.

La causa pakistaní encuentra otro revés en el hecho de que, a pesar de que la


mayoría de la población en Jammu y Cachemira es musulmana, también hay un gran
número de hindúes, ~ y budistas. Esta realidad enfrentó a Pakistán con algunas
dificultades metodológicas en su lucha por ganar el reconocimiento de la Teoría de las
Dos Naciones. Como se podrá comprobar más adelante, Pakistán rechazó una solución
basada en la división del Estado. Así, se encontró a sí mismo en la paradójica situación
de defender el derecho de aplicar un gobierno islámico en distritos de población
mayoritariamente hindú en Jammu, y distritos de religión budista en Ladakh, una clara
violación, como reconoce Alastair Lamb, de la Teoría de las Dos Naciones.

Por último, la India también insiste en que después de la Partición cerca de 40


millones de musulmanes permanecieron en la Unión. Más recientemente la India ha
encontrado un nuevo apoyo para su negación de la Teoría de las Dos Naciones en la
guerra de secesión de Bangladesh que en 1971 privó a Pakistán de su provincia oriental,
y en el hecho de que hoy en día hay más musulmanes viviendo en la India que en
Pakistán.

El 16 de noviembre dc 1949 Nehru declaro en EEUU: “Una... equlvocacion, no solo en FFUU, sino en
otras partes del mundo fue vislumbrar la partición de la India como si los musulmanes y los no
musulmanes de la India se hubieran separado completamente sobre una base religiosa, es decir, como
consecuencia de la antigua Liga Musulmana o de la teoría de las dos naciones del Sr. Jinnah. En lo que a
nosotros respecta, nunca hemos aceptado esa teoría; la hemos rechazado por completo. Cachemira es
importante para la India como un elemento que refuerza su concepción secular de la Partición. En la India
post-partición sólo Cachemira posee una población mayoritariamente musulmana con unos líderes
musulmanes con una ideología que rechaza la teoría de las dos naciones y que está comprometida con la
creacion de un estado democrático con fundamentos seculares”. BRECI-IER, M. Op.cit. Págs. 52 y 53

‘O Ver BHATTACHARJEA, Ajil. “The Tbird Option forKashmir”. Ihe lndeoendent. 7 dejuniode 1994

‘‘Ver LAMB, A. Kashníir. A Disputed Legacv. Pág. 217


160
2.3.1.2. Defensa y seguridad

Los líderes del Partido del Congreso no escondieron su rechazo a la división del
subeontinente en zonas de población musulmana y no musulmana. La única razón por la
que no se enfrentaron con firmeza a la creación de Pakistán fue que deseaban la retirada
inmediata de los británicos. Además, algunos dirigentes indios como Nehru y Sardar
Patel manifestaron en repetidas ocasiones su creencia en que Pakistán se hundiría bajo
el peso de lo que consideraban sus propias deficiencias y contradicciones intelectuales.

Aunque esto no debe ser interpretado como un testimonio de que estuvieran


dispuestos a utilizar la fuerza para conseguirlo, cuando tales ideas eran expresadas
públicamente, combinadas con cierta carga de arrogancia protectora hacia la nueva
nación, este elemento provocaba en muchos pakistaníes la impresión de que la India
estaba calculando la mejor forma para deshacer la Partición. Los líderes pakistaníes
percibieron en el aferramiento de la India a Cachemira una amenaza para su integridad y
supervivencia. Sospecharon que detrás se escondía la intención de minar la existencia
de la nación islámica, si no militarmente sí psicológicamente, utilizando Jammu y
Cachemira como instrumento.i=

Por el contrario, para la India el peligro potencial de la posesión de Jammu y


Cachemira por un poder extranjero no pareció estar, en un principio, relacionado con su
seguridad nacional, sino con su interés por instituirse como una potencia valedora en
Asia Central (este escenario se transformó a finales de la década de los 50 con el inicio
de la hostilidad sino-india en Ladakh). El 25 de octubre de 1947 el Departamento de
Exteriores indio envió un memorándum al primer ministro británico que ha sido
reproducido por algunos investigadores de la cuestión de Cachemira como uno de los
que mejor desvelan la esencia de los intereses de la India en el Estado.

El memorándum informaba de la situación de emergencia que se vivía en


.Jammu y Cachemira desde la invasión de los pathanes y de la solicitud de ayuda del

12 En 1951 Ah Khan expuso: “Cachemira es muy importante, es vital para Pakistán; para la India es lo
que se puede denominar un capricho; para nosotros es una necesidad vital de nuestra supervivencia.
Cachemira, como puede ver en este mapa, es como un gorro en la cabeza de Pakistán, Si permito a la
India que se apodere de este gorro en nuestra cabeza, entonces estaré siempre a su merced... La misma
posición- la posición estratégica de Cachemira- es tal que sin ella Pakistán no se puede defender en contra
de cualquier gobierno sin escrúpulos que pueda llegar a la India”. BRECHER, M. Op.cit. Pág. 47

161
monarca cachemiri. El gobierno de la India estaba considerando dar una respuesta
afirmativa porque: “Las fronteras del norte de Cachemira.., son compartidas con tres
países, Afganistán, la Unión Soviética y China. La seguridad de Cachemira... es vital
para la seguridad de la India, sobre todo teniendo en cuenta que parte de la frontera sur
de Cachemira es común con la de la India... ayudar a Cachemira.., es una obligación de
interés nacional para la India”. El primer ministro indio insistió en esta exposición ante
la Asamblea Constituyente de la India: “... Cachemira, a causa de su posición geográfica
y sus fronteras con... la Unión Soviética, China y Afganistán está íntimamente
relacionada con la seguridad y los contactos internacionales de la India”.’3

Alastair Lamb considera que en términos geopolíticos en octubre de 1947 la


India estaba en camino de sufrir una gran derrota. Las Areas del Norte, esa zona tan
crucial donde Afganistán. Rusia y China se encontraban, estaba a punto de escaparse de
la esfera de influencia de .Jammu y Cachemira y en pocos días se situaría bajo la
bandera de Pakistán. Según Lamb, el objetivo que provocó realmente la intervención
militar india no fue el Valle de Cachemira, sino la delegación de Gilgit.í4

La teoría de Lamb no deja de presentar algunas incoherencias. En primer lugar,


el propio Lamb se contradice en páginas posteriores al explicar que la India no vio
ninguna ventaja en aceptar las proposiciones de la ONU para la celebración de un
plebiscito porque después de la guerra tenía a su favor que mantenía su ocupación física
de la mitad del territorio en disputa. Aunque le habría gustado recuperar Azad Kashmir
y la delegación de Gilgit, estos dos deseos “no se percibían como objetivos vitales para
la supervivencia de la Unión India.í=

En segundo lugar, los propios líderes pakistaníes se esforzaron por convencer a


los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU de que Jammu y Cachemira no
significaba nada para la economía ni para la seguridad de la India y, sin embargo, era
vital para la supervivencia de Pakistán.16

~ BRECHER, M. Opeil. Págs. 45 y 46

LAMB, A. Kash,nir, A Dispured Legacy. Pág. 149

‘~ LAMB, A, Kashmir, A Dispuled Legacv. Pág. 215


V> En febrero de 1950 el ministro de Exteriores pakistani declaró: “La seguridad india no se vería afectada
lo más mínimo por la adhesión de Cachemira a Pakistán... por otro lado.., las dos principales carreteras
162
Por último, si en 1947 el control de las Areas del Norte hubiera representado
tanto para la India como Lamb insinúa, resulta difícil imaginar una razón que justifique
que su gobierno no intentara durante la guerra recuperar estos territorios y se contentara
con garantizar la seguridad del Valle de Cachemira.

Michael Brecher hace en su obra Pie Struggle for Kashmir una interesante
matización a propósito de los informes presentados por los líderes pakistaníes ante el
Consejo de Seguridad de la ONU. En primer lugar asume que resulta imposible
determinar hasta qué punto influyeron estos factores en la política de Pakistán vis a vis
Cachemira y hasta qué punto únicamente sirvieron como material de debate para
asegurarse la simpatía de los miembros del Consejo de Seguridad. Brecher afirma que
en conversaciones privadas con funcionarios pakistaníes se le aseguró que sus intereses
económicos y de seguridad eran determinantes a la hora de combatir por Jammu y
Cachemira. Sin embargo, los funcionarios indios no reconocían la importancia de esos
factores para Pakistán y mantenían que sus inquietudes eran injustificadas.

Brecher llega a la conclusión de que “la cuestión del valor estratégico de


Cachemira para Pakistán se sitúa en el reino de la especulación y cualquier
aproximación... depende de una presunción básica relacionada con las aspiraciones de
poder de la India. De cualquier forma, incluso si uno asume que la India desea la unión
del subcontinente... parece que Cachemira jugaría un papel insignificante, si es que
juega alguno, para la consecución de tal esquema. La topografia del Estado y los

primitivos medios de comunicación hacen improbable que se lanzara un ataque a


Pakistán desde Cachemira~~.?

2.3.1.3. Comercio y comunicaciones

Otro razonamiento fundamental de la defensa de Pakistán de sus derechos sobre


Jammu y Cachemira frente al Consejo de Seguridad de la ONU fue que tanto las

estratégicas y sistemas de ferrocarriles de Pakistán Oriental” se prolongan paralelamente a Cachemira.


“La totalidad de la defensa de esa área... se basa en el principio de que esta línea no sea amenaza desde el
flanco. Si Cachemira se anexionara a la India, la totalidad de ese flanco estaría amenazado.., y roto... La
India tendría acceso directo a las áreas tribales y, a través de ellas, a Afganistán. La posición de Pakistán
sería totalmente insostenible”. BRECHER, M. Op.cit. Págs. 46 y 47

‘~ BRECHER. M. Op.cit. Págs. 48 y 49

¡63
comunicaciones como la economía de Jammu y Cachemira estaban relacionadas más
estrechamente con Pakistán que con la India.

Las vías fluviales aproximaban a las poblaciones cachemiri y pakistaní y


convertían el abastecimiento de agua de la nación musulmana en una cuestión
relacionada con el futuro del Reino Dogra. Tres de los cinco ríos que fluyen en Punjab
(palabra que significa “cinco ríos”), el Indo, el Jhelum y el Chenab, nacen o atraviesan
Jammu y Cachemira, y la agricultura en Punjab y Sind depende de la nieve que se
derrite en sus montañas. Las cuencas de los principales ríos cachemiris también
supusieron durante muchos años las principales líneas de comunicación entre el Estado
y el mundo exterior, y estas comunicaciones se proyectaban en su mayoría a través de
territorio pakistaní.18

En abril de 1948 la India cortó, por motivos que no están muy claros, el
aprovisionamiento de agua de Punjab Occidental. Zafrullah Khan trasladó esta
información a los miembros del Consejo de Seguridad y les espetó: “Imaginen por un
momento que Cachemira se anexionara a la India... 19 millones de actes se convertirían
en desechos, y millones de personas se enfrentarían con el hambre y la extinción. Las
particularidades de este factor económico no se pueden dar de forma comparable en
ningún otro sitio”. 9

Los líderes pakistaníes también informaron en el Consejo de Seguridad de que la


totalidad de la producción de madera de Jammu y Cachemira (alrededor del 20 o el 25%
de los beneficios que obtenía el Estado provenían de la venta de madera) se vendía en
Pakistán. Tampoco se podían comercializar las frutas frescas y los vegetales en otro
sitio que no fuera Pakistán, y la mayor parte de la venta de prendas de lana y alfombras
también se producia en su territorio. En lo tocante a las importaciones, Pakistán

18 La única carretera que unía Jammu con Srinagar sin pasar por territorio pakistaní tenía que atravesar la
cadena de Pír Panjal por el paso de Banihal que se encuentra a 9.000 pies de altura y que todos los
nv’ernos se bloquca por la nieve. FI trayecto más fácil cruzaba el Punjab pakistaní através de Sialkot y
Rawalpindi. Además, en 1947 sólo existía una carretera que conectaba la India con Jammu a través de
Pathankot, y estaba en un estado lamentable. La línea de ferrocarril, que unía Síalkot, en Punjab, con la
ciudad de Jammu, ffie sesgada en el proceso de partición dc Punjab al pasar Sialkot a formar parte de
Pakistán. LAMB, A. Kashn,ir. A Disputed Legacv. Pág. 15. Nota 4

BRECHER, M. Op.cit. Pág. 48. Ver, también, SHERWANI, LatifAhmed. “Kashmir Accession to
India Re-examined”. Pakistan Horizon. Abril de 1990. Págs. 29-30

164
declaraba abastecer a Cachemira de todos los suministros civiles oficiales, jabón, sal,
semillas, legumbres, algodón y petróleo.

Como es lógico, los líderes pakistaníes defendieron esta materia con mucha más
insistencia que la India. Zafrullah Khan denunció: “la posesión de Cachemira no puede
añadir nada a la economía de la India o a la seguridad estratégica de la India. Por otro
lado, es vital para Pakistán. Si Cachemira se uniera a la India, Pakistán se podría
convertir, tanto desde el punto de vista económico como estratégico, en un vasallo de la
India o dejar de existir como un estado soberano independiente.2u

Michael Brecher extiende a la exposición pakistaní de sus intereses económicos


en Cachemira las mismas dudas que a la defensa de sus intereses de seguridad nacional
preguntándose si sirvieron únicamente para asegurarse la simpatía de los miembros del
Consejo de Seguridad. Los datos y cifras disponibles en los años 40 y 50 acerca de las
relaciones comerciales de Cachemira con la India y con Pakistán no eran exactos.
Además, estas cifras hacían mención a tiempos anteriores a la partición, por lo que no se
podía saber si se habían realizado desde territorios integrados en una u otra de las dos
nuevas naciones. El delegado indio ante el Consejo de Seguridad describió un panorama
comercial radicalmente diferente al presentado por Pakistán. Proporcionó datos que
afirmó haber recopilado de informes oficiales, pero reconoció que teniendo en cuenta
que la India era un solo país en aquel período estas estadísticas no podían ser precisas y
eran cuestión de opiniones.

2.3.1.4. Otras consideraciones

si prestigio nacional

En opinión de los dirigentes indios su reivindicación de Jammu y Cachemira no


se asentaba únicamente en que la India era una nación secular con cabida para todas las
religiones. También era el único país con categoría para ocupar en el subcontinente el
espacio dejado por el Imperio Británico. De hecho, estaban convencidos de que la
fragilidad de Pakistán, un país que había sido creado artificialmente desproveyéndoles
de unos territorios que nunca se deberían haber escindido de la Unión India, estaba
destinada a conducirle de nuevo bajo su protección.

BRECHER, M. Op.cit. Pág. 48

165
Lamb acierta al recalcar que esta actitud india enfrentaba a Pakistán con un
problema que se demostró insuperable durante la primera fase de la disputa. En la
búsqueda de una solución de la cuestión de Cachemira la India no sólo tenía que ser
convencida de que Pakistán defendia un caso que merecia estudio y respuesta, sino
también de que era una nación con la misma entidad y legitimidad para expresar esa o
cualquier otra reivindicación.

En opinión de los dirigentes pakistaníes, sólo el peso de la opinión pública


internacional podía persuadir a la India para que aceptara la existencia de Pakistán como
una nueva nación instaurada definitivamente en el subeontinente. Por eso no resulta
sorprendente que, desde el principio, Pakistán no escatimara esfuerzos para ganarse la
simpatía y el apoyo internacional, aunque a menudo pagara el precio de “parecer
obsesivo e incluso histérico y paranoico.2i

Con el paso del tiempo, no sólo Pakistán, sino también la India se vio tan
comprometida con la posición que había adoptado y defendido de forma tan tenaz que
uno de los factores que dificultaron la búsqueda de una solución fue el sentimiento de
que su prestigio y su honor estaban en juego. Ya en enero de 1948 un funcionario indio
anticipó esta preocupación cuando advirtió de que “el pacto o la capitulación no sólo
traerán el desastre para el Estado de Jammu y Cachemira, sino que también reducirá el
prestigio del gobieriíódtlwlfídiá ¿ bjb~ddmúñdo y de~móta1ízará a su Ejército y a la
población”. Dos años más tarde el primer ministro de iammu y Cachemira manifestó
que “desafortunadamente tanto Pakistán como la India sienten que la pérdida de imagen
les impide llevar a cabo la primera evacuación (de tropas que debía preceder a la
celebración del plebiscito)”.22

La amenaza del movimiento independentista Pathantstan

Otro factor que influyó en el enfoque que dio Pakistán a la cuestión de


Cachemira fue la necesidad de aplacar a las tribus del Pathan que durante tanto tiempo
habían constituido un peligroso elemento de perturbación bajo el gobierno británico y
que entonces amenazaban a la estabilidad de Pakistán. El movimiento Phatanistan que

2’ LAMI3, A. Kas/unir A DisputedLegacv. Pág. 216

22 BRECHER, M. Op.cit. Pág. 43

¡66
pedía la autonomía para estos territorios fronterizos con Afganistán requería una
solución urgente que ya no podía continuar siendo, como durante el gobierno británico,
el continuo envío de grandes cantidades de dinero que caía en saco roto.

En opinión de P.N.K. Bamzai, la adhesión de Jammu y Cachemira habría


proporcionado a Pakistán la posibilidad de solucionar diferentes problemas. Al prometer
a las necesitadas poblaciones tribales riqueza y abundancia en las tierras de Cachemira,
al informarles sobre supuestas atrocidades cometidas sobre los musulmanes, y al
permitirles introducirse sin ninguna traba en el Valle, Pakistán conseguiría la
integración de Cachemira, solucionaría el problema de las tribus, y garantizaría la
seguridad y la prosperidad de Pakistán.23

Desde la perspectiva de Richard Symonds, un prestigioso especialista en


Pakistán, una de las causas que han permitido a Pakistán conservar una paz relativa en
las áreas tribales “ha sido la desviación de su interés y actividad a Cachemira”. Un
comentario revelador sobre la relación que existió entre el problema de las tribus y la
política pakistaní vis a vis Cachemira se encuentra en un memorándum del responsable
del Ejército de Pakistán de abril de 1948: “Una victoria fácil del Ejército indio...
especialmente en el área de Muzaffarabad, despertará con toda seguridad la ira de las
tribus en contra de Pakistán por su negativa a concederles una ayuda más directa y
también puede hacer que se vuelvan en contra de Pakistán”. En la actualidad, el
historiador pakistaní Pervaiz Iqbal Cheema asegura que esta fue una de las principales
consideraciones que llevaron a Pakistán a intervenir oficialmente en la guerra en 1948.24

El problema de las minorías

La India tuvo que hacer frente a un grave problema práctico derivado de su


defensa del secujarismo: garantizar la seguridad fisica y psicológica de la población
musulmana en su territorio. Sardar Patel respondió de la siguiente forma cuando se le
planteó por qué la India no hacía una concesión en Cachemira: “El apaciguamiento de
los musulmanes provocó el asesinato de Gandhi... ¿Qué pasará si aflojamos nuestra

23 BAMZAI, P.N.K. Hisro;y of Kas/unir. Pág. 738

24 BItECHER, M. Op.cít. Pág. 44, y CHEEMA, Pervaiz lqbal. “Pakistan, India and Kashmír: A Historical
Review”. En THOMAS, R.G,C. Op.cit. Pág. 103

167
postura o si el resultado de un plebiscito nos es contrario y un millón de hindúes son
expulsados? No sólo el asesinato de Nehru, sino también las represalias en contra de...
los musulmanes de la India”.25 Actualmente la importancia de este factor, en un
subcontinente cada vez más afectado por las tensiones comunales, ha adquirido para la
India la categoría de cardinal.

La reclamación de la India del estatus de heredera del Imperio


Británico

A. finales de 1956 la India comenzó a insistir en una justificación alternativa para


la presencia de la India en Cachemira. Tal y como la expone P.N.K. Bamzai, “al margen
de la adhesión de Cachemira estaba el deber de la India de ir en su ayuda en los
momentos de peligro. La India era el Estado sucesor del anterior gobierno Británico que
era el responsable de la protección de todos los estados indios de una agresión
externa”. 26

Esta línea de razonamiento fue desarrollada en una publicación oficial del


gobierno indio en 1962: “En ausencia de la adhesión... la Unión India era responsable de
la defensa y protección de los estados indios, puesto que había sucedido a la Corona
Británica de la misma manera que la Corona Británica había sucedido al Emperador
mogol. La ONU reconoció a la Unión India como Estado sucesor del gobierno de la
India anterior a la independencia permitiéndole conservar su afiliación original,
mientras que a Pakistán le admitía, tras su solicitud, como un nuevo Estado miembro”.27

Muchos autores indios, como Gururaj Rao y Surya P. Sharma, defienden esta
teoría.28 Mientras que Alastair Lamb denuncia que tiene poca base según la realidad de
la Partición porque la India británica fue dividida en dos partes que tenían el mismo

25 BRECI-IER, M. Op.cit. Págs. 53 y 54

En agosto de 1952 Nehru expuso esta teoría en un discurso en el Parlamento indio: “Era inevitable que
los príncipes y demás, fueran quienes fueran y les gustara o no, tuvieran que reconocer la soberanía, el
dominio soberano de la República de la India. Por ello, el hecho de que Cachemira no decidiera
inmediatamente si se adhería a Pakistán o a la India no convertía a Cachemira en independiente durante e>
período intermedio. Al no ser independiente, era nuestra responsabilidad como entidad sucesora asegurar
que los intereses de Cachemira fueran protegidos”. BAMZAI, P.N.K. Histori 0/ Kashrnir. Pág. 742.

27 LAMI3, A. Kas/unir A Dispuled Legacy. Pág. 232

28 VerRAO, C,. Op.cit. Pág. 2l,y SIIARMA, Surya P. Op.eit. Págs. 148-151

168
derecho a reclamar el relevo del gobierno británico en sus respectivos territorios.29
Lamb estima que un suceso fortuito concedió a la India una coartada para afirmar que la
ONU le había reconocido como la nación sucesora del Imperio Británico. Antes de la
división, el gobierno de la India llevó una delegación a la ONU. Al llegar la
independencia, en lugar de dividir la delegación entre la India y Pakistán se decidió
crear una delegación nueva para Pakistán y admitir la existente como representante de la
India. Esta decisión, que no pretendió poner en tela de juicio los derechos de Pakistán,
proporcionó a los juristas indios otro pretexto con el que justificar su causa por
Cachemira.

2.3.2. LOS PRINCIPALES OBSTÁCULOS A LA CONSECUCIÓN DE


UNA SOLUCIÓN DEL CONFLICTO EN SU PRIMERA FASE. LA
DESCONFIANZA MUTUA INDO-PAKISTANI Y LA EQUIVOCA
ACTUACIÓN DE LOS BRITÁNICOS

Jawaharlal Nehru reconoció que la complejidad de las relaciones indo-


pakistaníes se basaba en que era una “cuestión psicológica” derivada de la forma en que
fue dividido el subeontinente entre la India y Pakistán. Existía un “verdadero trastorno
emocional en toda la población de la India y Pakistán a causa de ello”. El estadista indio
acertó en su análisis del trasfondo del desentendimiento indo-pakistaní, pero S.M.
Burke acierta al subrayar que al explicarlo en base a los derramamientos de sangre y a la
violencia generada por el Sistema de Partición sólo estaba mencionando un aspecto de
una realidad más amplia?’

La partición del subcontinente no fue sólo el resultado involuntario de la puesta


en práctica de la estrategia de “divide y vencerás”, puesto que ella jamás habría
funcionado si los musulmanes no se hubieran sentido en su propia tierra como una
comunidad discriminada. A este aspecto se le sumaron durante el Proceso de Partición
dos factores que colaboraron a acentuar los motivos de discordia entre las dos nuevas
naciones. En primer lugar la misma complicada naturaleza del Sistema de Partición, un
sistema que debía repartir de forma equilibrada entre dos naciones de tamaño, población
y configuración muy dispares los bienes del que había sido un gran Imperio unido. En

29
LAMB. A. Kas/unir, A Disputed Legacvv. Pág. 232

BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 3 y 4

169
segundo lugar la intervención de los británicos, que por el simple hecho de aceptar la
división del subcontinente ya infringieron un serio daño moral a los líderes nacionalistas
del Partido del Congreso, pero que por su forma de administrar la división fueron objeto
de innumerables denuncias por parte de la Liga Musulmana.

2.3.2.1. La desconfianza indo-pakistaní

En un conflicto con un carácter tan general como es el indo-pakistani adquieren


una importancia especial los sentimientos de la opinión pública y de los líderes de
ambos bandos, y en el caso de las relaciones indo-pakistaníes, Mushtaqur Rahman
acierta al aseverar que “pocos problemas internacionales han estado tan implicados de
prejuicios y sospechas como el de Cachemira. El antagonismo y la desconfianza han
31

bloqueado cualquier acercamiento hacia una solucion

En casi todas las relaciones entre paises existe cierto elemento de desconfianza.
Duroselle expuso que esta desconfianza se puede manifestar de tres formas: una
desconfianza latente, que es la normal, la existente en casi todos los casos, una
desconfianza coyuntural, inherente a cualquier situación de conflicto, y una
desconfianza estructural que se presenta entre regímenes e ideologías genéricamente
diferentes.32

Desde el nacimiento de Pakistán se produjo una situación de desconfianza


coyuntural hacia la India, y esta desconfianza se manifestó con mucha más intensidad
que la reciproca en la India, lo que no debe extrañar teniendo en cuenta que algunos
líderes indios como Sardar Patel estaban convencidos “de que el nuevo Estado de
Pakistán no era viable y no podría durar. Pensaba que la aceptación de Pakistán daría
una amarga lección a la Liga Musulmana. Pakistán colapsaría en poco tiempo

Las trágicas masacres en el norte de la India durante el verano de 1947 también


propiciaron en ambos países un sentimiento de ultraje. Los pakistaníes consideraron que
las persecuciones habían tenido lugar únicamente a causa de razones religiosas. Pero

~‘ RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 1

32 DUROSELLE, iB. Le Con//it de Trieste. Bruselas 1966. Pág. 559. En BLINKENBERG, L. Op.cit.
Pág. 384

~ Ver BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág. 9. y KORBEL, i. Op.cit. Pág. 128

170
olvidaron que el odio comunal lesionó a todos los grupos religiosos, y que la presión
política que habían ejercido para conseguir la creación de Pakistán había sido la causa
incitadora de estos explosivos sentimientos religiosos.

Otra causa fundamental de discordia fue la lentitud con la que la India transfirió
a Pakistán los fondos del anterior Imperio Británico (militares o financieros, entre otros)
que le correspondían legalmente.34 Es posible que Pakistán, en algunos casos concretos,
no errara al denunciar que la India provocaba intencionadamente el retraso en la
transferencia de los bienes.35 Pero aunque ello no respondiera a la expresión de una
política oficial, en Pakistán se consideró que todo formaba parte de un plan destinado a
hundirle. G.W. Choudhury recuerda que Pakistán tenía enormes dificultades para
construir su estructura desde la improvisación, y estos frenos desesperaban a sus
líderes.

La desconfianza coyuntural de la India hacia Pakistán también derivó del mismo


hecho de la Partición y sus repercusiones inmediatas. Muchas personas en la India
sospechaban que Pakistán proyectaba desintegrar su nación en pequeñas entidades de
forma que se pudiera equilibrar la balanza de fuerzas. El conflicto de Junagadh
enfureció a los líderes indios, que temieron que detrás del intento de crear un enclave
pakistaní dentro del territorio de la Unión se escondiera un malicioso proyecto
político.37 Más tarde, el conflicto abierto en Cachemira aumentó la desconfianza general
a propósito de las intenciones de Pakistán.

~ Mountbatten intentó agilizar esta transferencia, y en parte fue este deseo el que le hizo ofrecerse a
ambos países como su gobernador general común. HODSON, H.V. Op.eít. Pág. 329. lan Stephens llegó a
la conclusión de que Jinnah cometió un grave error al no permitir que Mountbatten fuera gobernador
general común. Este período habría presenciado un desarrollo bien distinto si los intereses de la India y
Pakistán hubieran estado defendidos por la misma persona STEPI-IENS, 1. Op.cit. Págs. 177 y 178

~Mountbatten alegó que la retención “... fue causada por funcionarios y oficiales en los estratos
inferiores, por motivos de patriotismo equivocado”. HODSON, H.V. Op.cít. Pág. 484. Blinkcnberg añade
que la caótica situación en a frontera de Punjab no permitía la transferencia ordenada de los bienes. La
combinación de las dificultades prácticas, el manifiesto posicionamiento anti-Pakistán de algunos
ministros indios, y los obstáculos provocados intencionadamente en los estratos inferiores pueden dar
cierta consistencia a la acusación pakistaní. BLINKENBERO, L. Op.cít. Pág. 385. Para lan Stephens, la
India “retuvo deshonestamente gran parte de las provisiones militares que correspondían a Pakistán” con
la intención de impedir su establecimiento como una nación militarizada. STEPHENS, 1. Op.cit. Pág. 177

~<‘ CHOUDHURY, 0W. Op.cit. Págs. 19-20, 26-28

~‘Mountbatten creyó que la integración de .lunagadh en Pakistán fue “planeada por Pakistán como una
trampa”. Según Hodson, obtuvo la confirmación cuando se reunió con Ah Khan y éste se limitó a
responder a su queja sobre la adhesión del Estado con las siguientes palabras: “De acuerdo. Siga adelante
y cometa un acto de guerra y veremos lo que pasa”. HODSON, H.V. Op.cit. Pág. 432
171
La India pensaba que Pakistán nunca aceptaría que fuera la nación más poderosa
del subcontinente. Existen muchos testimonios acerca de la atmósfera de hostilidad
prevaleciente en Karachi y, especialmente, a propósito del estado de ánimo de Jinnah, el
responsable absoluto de todas las decisiones politicas que se tomaban en Pakistán en
aquel período.38 Aunque Jinnah no era el único que manifestaba su temor ante las
posibles intenciones de la India, sin ninguna duda su desafiante actitud en esta temprana
etapa y sus referencias al país vecino como “el enemigo” extendieron la atmósfera de
aprensión y desconfianza entre sus compatriotas.

La desconfianza coyuntural inherente a cualquier conflicto puede derivar


fácilmente en un temor real y en una desconfianza estructural. Esto fue lo que ocurrió en
el primer período del conflicto indo-pakistaní. No obstante, su manifestación en
Pakistán fue casi inmediata, mientras que en la India se postergó hasta después de que
en 1954 Pakistán estableciera una alianza militar con EEUU.

El temor de Pakistán encontraba su justificación en la superioridad territorial de


la India, más de cuatro veces la extensión de Pakistán, y en la percepción de que
deseaba revocar la Partición. Las intervenciones militares en Junagadh y l-Iyderabad
fueron presentadas por Pakistán como un ejemplo de la agresividad india. También
existía el temor de que la India obstaculizara la construcción de Pakistán por medio de
presiones económicas y de otra índole: Pakistán, que estaba lejos de sentir a salvo la
supervivencia de su modelo de Estado, consideró necesario adoptar una postura de
desafio que pronto se convirtió en uno de los factores estructurales de este conflicto.

Desde el punto de vista de la India, hasta 1953-54, cuando el escenario general


cambió después de la alineación militar de Pakistán con Occidente, el conflicto puede
ser descrito como una situación de desconfianza coyuntural, que aumentaba o se reducía
a medida que el conflicto pasaba por distintas etapas. La integración de Pakistán en el

»< Campbell-Johnson, jefe de prensa del gabinete de Mountbatren, declaró: “Jinnah estaba en un estado de
ánimo de irritación y dificil. Está profundamente convencido de que el verdadero objetivo de los bóeres
de la India es estrangular Pakistán desde su nacimiento... Está claro que Jínnah... es un hombre que está
lejos de ser feliz y que intenta exorcizar sus temores alimentando sus odios”. CAMPBELL-JOHNSON.
Op.cit. Págs. 191 y 217. Fn BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 389

~>FI primer ministro de Pakistán acusó a la India de expulsar a los musulmanes para que los millones de
refugiados hundieran económicamente a Pakistán. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 386

172
bloque militar occidental dio a la desconfianza de la India un carácter estructural. Este
rasgo se vio acentuado después de que Pakistán fuera gobernado por un régimen militar.

2.3.2.2. La actuación británica en el subcontlnente durante la


Transferencia de Poderes y los primeros años de la Independencia

La estructura colonial fue desmantelada con precipitación porque Gran Bretaña


se encontraba exhausta después de la Segunda Guerra Mundial y a Londres ya sólo le
interesaba librarse de los inconvenientes que conllevaba su presencia en la India. El
conflicto de Cachemira se transformó en un problema crónico porque sólo era uno de
los numerosos problemas de la Partición que necesitaban una solución inmediata.

En el caso concreto del futuro de los estados nativos, Lars Blinkenberg considera
que “los británicos pasaron por alto peligrosamente este serio problema y se
concentraron demasiado en detalles constitucionales, cuando las soluciones drásticas y
el sentido común podrían haber solucionado mucho problemas del futuro: aquellos de
I-Iyderabad y Cachemira en particular.4tí La imposición de un período de transición con
un plebiscito preceptivo sometido a un control razonable podria haber evitado, entre
otros, el conflicto de iammu y Cachemira. Pero los británicos salieron del subeontinente
en desbandada y se desentendieron de un país sin capacidad inmediata para cubrir el
vacío dejado. Sin bien es cierto que todo imperio extinto transfiere problemas
escondidos hasta entonces por la maquinaria colonial, la vertiginosa retirada de los
británicos en esta ocasión no fue más que un abandono a su suerte de un pueblo que se
tuvo que enfrentar con todas las contradicciones que habían sembrado los colonizadores
que ahora volvían a casa.

Obviamente, el conflicto indo-pakistaní por Jammu y Cachemira es uno de los


legados de la descolonización. No es de sorprender que la descolonización del Imperio
más poblado del mundo diera lugar a problemas de largo alcance. Pero sí que este
relativamente amigable proceso, en lo que respecta a las relaciones entre el Reino Unido
y el subcontinente, ensombreciera entonces completamente todas las debilidades
inherentes a las previsiones políticas relativas a la India y Pakistán,

BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 379

173
Las enérgicas personalidades de Mountbatten y del estadista indio Sardar Patel
contribuyeron en gran medida a neutralizar algunos de los inconvenientes que, de otra
forma, habrían surgido. Pero Mountbatten no puede ser absuelto de toda responsabilidad
por el papel que jugó en el conflicto de Cachemira. Sin embargo, tampoco sería justo
colocar sobre sus hombros toda la culpa en el extremadamente complicado reto que
representaba la Transferencia de Poderes. La implicación de Mountbatten en el período
de la Transferencia de Poderes y los primeros años de la independencia resultó
fundamental, y sobre todo polémica, pero Mountbatten no fue la única personalidad
británica activa que permaneció en el subcontinente después de la independencia.

Al igual que no se puede concluir que la creación de Pakistán fuera propiciada


únicamente por los británicos, tampoco se puede deducir que su influencia durante el
primer conflicto serio entre la India y Pakistán tuviera una importancia fundamental,
aunque si fue sustancial. El papel que jugaron los británicos consistió más en la
admisión de una responsabilidad general por el proceso que concedería la
independencia a las dos naciones. Pero en el desempeño de esta responsabilidad, los
británicos tuvieron que adoptar decisiones que nunca fueron bienvenidas por la India y
por Pakistán simultáneamente.

La polémica acerca de los verdaderos designios de Mountbatten y


Londres a propósito de Jammu y Cachemira

Los documentos que se han hecho paulatinamente públicos en las tres últimas
décadas no han servido para unificar teorías acerca del papel que jugaron los británicos
a la hora de repartir su Imperio entre las dos nuevas naciones ni acerca de si el destino
de Jammu y Cachemira fue una cuestión en la que se intervino a conciencia con un
objetivo determinado.

La mayoria de los autores pakistanies defiende que los líderes indios y, como
poco, algunos círculos políticos británicos con Mountbatten a la cabeza, se implicaron
en un elaborado proyecto para provocar la adhesión de Jammu y Cachemira a la India y
para que Nueva Delhi dominara militarmente el subeontinente. Según el razonamiento
del autor foráneo más reputado en Pakistán, Alastair Lamb, sin la intervención del
Ejército indio habría existido la posibilidad de que el Reino Dogra hubiera caído poco a
poco en manos del movimiento rebelde establecido en Poonch. Y sin el aspecto de

174
legalidad conferido por el Instrumento de Adhesión habría resultado dificil convencer a
los oficiales británicos de la legitimidad de las iniciativas militares emprendidas por
Nueva Delhi, y el apoyo de los británicos todavía parecía ser fundamental, por lo menos
en lo referente al Ejército.4i Lamb insinúa que la mejor prueba de que éstas eran
también las consideraciones de los oficiales británicos de los ejércitos indio y pakistaní
se encuentra en que el capitán general del Ejército de Pakistán impidiera a Jinnah
apoyar abiertamente a los invasores tribales después de la intervención militar de la
India.

Esta teoría merece tres matizaciones iniciales. En primer lugar, resulta


imprescindible distinguir las inclinaciones, preferencias o decisiones de Lord
Mountbatten de las que hubieran sido las inclinaciones, preferencias o decisiones del
gobierno británico de la India en caso de que el cargo de gobernador general hubiera
sido ocupado por alguno de los funcionarios que en 1947 se encontraban en Londres.

Es necesario recordar que las instituciones británicas no habían llegado a tener


un conflicto prolongado con la Liga Musulmana, como había ocurrido con los políticos
del Congreso a causa de su posicionamiento más radical en contra del gobierno
extranjero. Como indica Vernon Hewitt, existen tantas evidencias de la existencia de un
“Lobby musulmán”, especialmente en la Oficina de Exteriores Británica, que continuó
siendo propakistaní porque desconfiaba de los hindúes, como de un “Lohhy pro-
hindúes’ determinado a poner en aprietos a Pakistán.42 Pero por lo general, los
funcionarios y oficiales británicos destinados en el subeontinente demostraron un
posicionamiento propakistani y desconfiaron de las intenciones de la nueva India.

De hecho, cuando el proceso de integración de .Jammu y Cachemira hubo


finalizado, Lord Mountbatten recibió una serie de notificaciones provenientes de los
más altos estamentos londinenses censurando las decisiones que había adoptado en los
momentos de crisis. Por lo tanto, la evidencia apunta a que, en caso de que realmente
Londres hubiera diseñado una estrategia orientada a condicionar la evolución política en
e] stubcontinente, esta no fue observada por el gobernador general, al que se le había
reconocido un gran margen de autonomía de decisión.

41 LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacy. Págs. 139-140

42
HEWITT, V. Op.cit. Pág. 175

175
En segundo lugar, hay que subrayar que en lo concerniente a las simpatías de los
militares británicos que permanecían en el subcontinente en estas fechas, en concreto
del comandante en jefe del Ejército de Pakistán Sir Douglas Gracey, no hay ningún dato
objetivo que señale a su connivencia con los intereses indios. Para el general Gracey
habría resultado muy dificil aprobar la intervención en Jammu y Cachemira del Ejército
que lideraba. Mountbatten, que había sido hasta muy recientemente el representante
británico supremo en el subcontinente, había aprobado personalmente la expedición del
Ejército indio a Cachemira y había considerado la adhesión de ese Estado legalmente
válida. El resto de las alegaciones a propósito de la supuesta complicidad de los
oficiales británicos con los intereses de la India, que han sido estudiadas en su contexto
en los apartados 2.1. y 2.2, tampoco cuentan con una base argumental sólida.

Por último, es esencial tener en cuenta que en la India no pocos autores han
desarrollado teorías basadas en pruebas circunstanciales tan, o tan poco, concluyentes
como las que implican a los británicos y a Mountbatten en un complot con el Partido del
Congreso, para demostrar exactamente lo contrario. P.N.K. Bamzai, V.D. Chopra, o
Han Jaisingh, entre otros, introducen a Londres y a Mountbatten en minuciosos planes
para obtener la integración de Jammu y Cachemira en Pakistán o su establecimiento
independiente.43 En ocasiones, los investigadores de la cuestión de Cachemira se
remiten exactamente a las mismas iniciativas y declaraciones de los distintos personajes
involucrados para sustentar hipótesis radicalmente opuestas, lo que ilustra el grado de
subjetividad que impregna a las interpretaciones que se han defendido sobre este
enigmático aspecto. Es posible que la “teoría del complot” pakistaní se haya convertido
en la más analizada por los autores independientes por el plus de credibilidad que le
concede el hecho de que el desenlace, fortuito o premeditado, del conflicto coincidiera
con la tesis de los autores pakistaníes.

La controvertida actuación de Ifountbatten

En otros muchos campos aparte del militar la presencia de los británicos siguió
siendo importante en todo el subeontinente durante los primeros años de la
independencia, de forma más notable en Pakistán que en la India, puesto que había

~ Ver BAMZAI, P.N.K. Kas/unir and Central Asia, Págs. 125-128,CHOPRA, V.D. Op.cit. Págs. 20-26
y39-4l, yJAISINGI-I, H. Págs. 65-66, 71-72, 74-80 y 168-174

176
menos musulmanes preparados para desempeñar cargos públicos. Pero hay poca
evidencia de que el fruto de su influencia fuera significativo. En Pakistán Jinnah gozaba
de una autoridad absoluta. Ciertamente, no había ningún oficial británico en Pakistán
que desempeñara un papel en cuestiones políticas parecido al que ejercía Mountbatten
en Nueva Delhi. De hecho, muchos indios criticaron que el gobernador general ejerciera
tanta influencia en Nehru, aunque esta influencia parece haber sido más recíproca que
unilateral.

Nadie duda que los políticos hindúes no deseaban una división que conllevaba
una pérdida de territorio, estatus y poder. En su seno albergaban la esperanza de que esa
“aberración geográfica” que conformaba una nación con dos regiones separadas entre sí
por 1.500 Km no pudiera sobrevivir por largo tiempo y se volviera a integrar en la
deseada “India unida”. Según A.C. Bose, esta ambición contó con un importante aliado
en la figura de Lord Mountbatten, Bose es uno de los intelectuales indios que considera
que el virrey hizo caso omiso a los deseos de Londres. A pesar de que la mayoría de los
funcionarios británicos, tanto civiles como militares, y Londres consideraban a la elite
hindú y al Partido del Congreso como su principal enemigo, Mountbatten tenía una
44
visión muy distinta de la situación y actuó en consecuencia.

Aunque la verdadera intención de Londres, a la que volveremos en breves líneas,


es una cuestión que, hoy por hoy, no cuenta con suficientes indicios como para lanzar
una hipótesis convenientemente cimentada, lo que no se puede negar es que en la
actuación de Mountbatten existieron aspectos que dejan lugar a la especulación. El
informe sobre la situación en Jammu y Cachemira que Mountbatten pidió a Nehru sin
completar esta iniciativa con una petición análoga a algún líder musulmán, el viaje del
virrey a Srinagar el 22 de junio transportando con él algunos argumentos de Menon y
Nehru, la concesión de los tehsils musulmanes del distrito de Gurdaspur a la India por
parte de la Comisión Radcliffe, y, sobre todo, su insistencia por garantizar la integración
de Jammu y Cachemira en la India antes de conceder la ayuda militar solicitada suponen
los principales argumentos de la acusación pakistani en contra de la arbitrariedad de
Lord Mountbattent

~ BOSE, A.C. “Jammu and Kashmir Accession- 1 y II”. The Statesman. 19 y 20 de diciembre de 1995

~ De hecho, algunos investigadores imparciales han desautorizado la argumentación de Mountbatten


subrayando que las leyes internacionales permiten que un país envíe sus tropas a otro país si éste así lo ha

177
Además de estas polémicas, cuyos argumentos, de cualquier forma, no son
concluyentes, existieron otras iniciativas y actitudes que son interpretadas por G.W.
Choudhury o Latif Ahmed Sherwani como síntomas claros de la voluntad del
gobernador general por asegurar la integración de Jammu y Cachemira en la India.46 Es
cierto que durante su estancia en el subcontinente Mountbatten desarrolló una profunda
amistad con Nehru que no pudo dejar de influir en su percepción general sobre las
disputas indo-pakistaníes. Pero como subraya Vernon Hewitt, es irracional interpretar el
conocido desagrado que Jinnah producía en Mountbatten y su estrecha amistad con
Nehru como un indicativo de la politica británica global en el sur de Asia.47 Además,
recordemos que también fue el gobernador general quien sugirió que la cuestión de la
adhesión tendría que ser trasladada a la población para que adoptara una decisión
definitiva.

Lo cierto es que estos debates no parecen tener un fin cercano. Las pruebas a
favor y en contra de cada argumento son múltiples y persuasivas, pero no hay datos
indiscutibles que impulsen a negar que la intención de Mountbatten fuera honesta y
estuviera únicamente orientada a evitar un conflicto de magnitud incontrolable. La
evidencia sefiala que, al margen de los desconocidos designios de Londres a propósito
de la integración del Estado y de algunos posibles errores cometidos por Mountbatten,
en 1947 el virrey actuó con el único interés de realizar una partición justa en una
situación de enorme presión impuesta por la falta de tiempo.

La mayoría de los autores extranjeros que vivieron de cerca estos episodios,


especialmente los británicos, no se han creído la teoría del complot de Mountbatten.
Birdwood defiende que la única intención del gobernador general fue persuadir al

autorizado, mientras que niega el derecho de otros países a actuar de la misma forma por iniciativa propia.
DAWSON, P. Op.cít. Pág. 21
46 “Es casi una convicción en Pakistán que Mountbatten,.. tenía grandes prejuicios en contra de Pakistán y
sus líderes y que utilizó su autoridad durante el período de transición en detrimento de Pakistán. Estas
dudas son compartidas no sólo por los ciudadanos de a pie, sino también por personas representativas en
el gobierno de Pakistán. Este resentimiento es tan profundo que Pakistán no permitió que Mountbatten
visitara Pakistán en 1956 corno Fir~t Sea Lord del Almirantazgo y de nuevo en 1965 como secretario de
la Comisión de Inmigración de la Commonwealth... Lord y Lady Mountbatten parecieron haberse vuelto
totalmente pro-hindúes. Pakistán, la Liga Musulmana y Jinnah eran los enemigos”. CHOUDHURY, 0W.
Op.eit. Pág. Viii. Ver también SHERWANI, LatifAhmed. “Kashmir Accessíon to India Re-examíned”.
Pakistan Horízon. Abril de 1990. Págs. 23-55

~ HEWITT, V. Op.cit. Pág. 175

¡78
Marajá para que dejara de aferrarse a la nada aconsejable solución de la independencia y
urgirle a tomar una decisión antes de la partida de los británicos. De hecho, no sólo no
le avisó en contra de Pakistán, sino que transmitió al monarca que “el gobierno de la
India me ha permitido conceder a Su Alteza la garantía de que no presentará ninguna
objeción” a su integración en Pakistán siempre que se produjera antes del 14 de agosto
de l947.~~

H.V. I-Iodson proporciona datos que apuntan en el mismo sentido: “Las


evidencias dejaron completamente claro, primero, que el consejo que recibió el Marajá
fue que no se apresurara y que considerara el deseo de su población a la hora de decidir
a qué dominio unirse; segundo, que no sólo el virrey sino también Pandit Nehru y
Sardar Patel aceptaron abiertamente la posibilidad de que Cachemira pudiera unirse a
Pakistán; tercero que el virrey hizo todo lo que pudo para evitar el más mínimo signo de
presión política indebida sobre Cachemira desde el Congreso; y finalmente que los
sentimientos personales de Pandit Nehru estaban profundamente comprometidos, a
pesar de que en esta etapa estaban más relacionados con el destino de Sheikh Abdullah
y los derechos de la población que con la adhesión del Estado”.49

El análisis de Hodson sugiere que Pakistán podría haberse hecho con Cachemira
si no hubiera actuado tan precipitadamente. Teniendo en cuenta su proximidad fisica y
que la población era mayoritariamente musulmana, habría sido inevitable la celebración
de un plebiscito. De cualquier forma, al margen de esta polémica y de cualquiera que
fuera la verdad, lo fundamental es que este elemento tuvo consecuencias nefastas en la
evolución de las relaciones indo-pakistaníes durante la Transferencia de Poderes y en
los meses posteriores.

Los desconocidos designios de Londres

En 1947 la Guerra Fría era una realidad. Las fuerzas soviéticas se estaban
retirando con reticencia de Irán mientras que la inestabilidad política y la violencia
afectaban al conjunto del área que se extiende desde los Balcanes hasta Corea. Según
los defensores de la tesis de que Londres deseaba la integración de Jammu y Cachemira

BIRDWOOD, Lord. Op.eit. Pág. 42

HODSON, [IV. Op.eit. Pág. 443

179
en la India, entre quienes sobresale Alastair Lamb por el minucioso desarrollo de esta
teoría presente en sus dos últimos libros, Gran Bretaña deseaba que una India unida
jugara el papel de paladín de la democracia al sur del Himalaya.

Concretamente, .Jammu y Cachemira estaba situada en un lugar de privilegio


para controlar las intrigas soviéticas en Asia Central. Para los que apoyan la teoría del
complot indo-británico, Pakistán, con Afganistán como su inexorable enemigo, no daba
la imagen de ser un país con suficientes garantías defensivas. Además, los estrategas del
Imperio no confiaban en la estabilidad de un régimen teocrático dividido
geográficamente en dos zonas de dificil comunicación. Por otro lado, los líderes del
Partido Laborista conocían a Nehru y respetaban su compromiso con la democracia, el
secularismo y la justicia social. Tenían esperanzas de que la India saliera adelante y la
hahian escogido como sucesora en el gobierno de su antiguo Imperio.50

Estas afirmaciones provocan el rotundo desmentido de otros autores. De hecho,


en los últimos años ha cobrado fuerza la teoría de que la misma creación de Pakistán no
fue ajena a los intereses de británicos y norteamericanos en Asia Central durante la
Guerra Fría. Ya antes de la independencia, el Partido del Congreso no sólo había
rechazado implicarse en el mundo bipolar, sino que su ideología socialista le había
aproximado más a naciones como China o la URSS que a Occidente. Según la
argumentación desarrollada por Prem Shankar dha en Kashmir 1947. Rival Versions o,f
Hisrorv, Londres deseaba que Jammu y Cachemira permaneciera bajo la esfera de

influencia anglo-americana después de la Transferencia de Poderes mediante su


incorporación en Pakistán o mediante su instauración como Estado independiente.51
Según Shankar dha, ni la revuelta de Poonch ni la invasión de los pathanes fueron
inesperadas para la Commonwealth Re/a/jons Qfflce (CRO) en Gran Bretaña. Lo único
que no esperaba la CRO era que el desenlace final resultara en la adhesión de Jammu y
Cachemira a la India.

El investigador indio dedica un capítulo entero a desmentir la teoría de Lamb, y


proporciona datos extraídos de documentos oficiales para sustentar su argumentación.

50 Ver LAMB, A. II/ah oía Tragedy. Op.cit. Págs. 104-106, y A DisputedLegacy. Págs. 106-107, y
CHOUDHURY, G.W. Op.eit. Págs. viii y 61

M JI-lA, PS. Op.eit. Págs. 92-119

180
Entre estos datos hay algunos especialmente significativos. Por ejemplo, Shankar Jha
denuncia que cuando el Marajá Han Singh envió un telegrama el 12 de octubre al
primer ministro Attlee informándole de la presión que estaba recibiendo por parte de
Pakistán <bloqueo de provisiones, mensajes radiofónicos de gran virulencia, amenazas
de invasión, reparto de armas a ciudadanos de la frontera, incursión de hombres
pertenecientes a las tribus del Pathan...) y solicitándole que se dirigiera a las autoridades
pakistaníes para que cesaran su agresión, la CRO aconsejó a Attlee que ignorara el
telegrama de 1-lan Singh “por razones obvias”. La única razón obvia en la que Shankar
Jha puede pensar es que al gobierno británico no le interesaba adoptar ninguna medida
que pusiera en peligro la unión de Jammu y Cachemira con Pakistán. Ni la CRO ni la
oficina del primer ministro solicitaron a su Alto Comisionado en Karachi confirmación
sobre lo denunciado en el telegrama del Marajá.

El 25 de octubre, Jawaharlal Nehru envió otro telegrama al primer ministro


informándole de la crisis que se estaba desarrollando en el Estado. El telegrama tenía la
clara intención de avisar a Attlee de que la India tenía la determinación de intervenir,
aunque no había decidido todavía de qué manera. La respuesta de Attlee fue solicitar a
Nehru que no enviara tropas a Srinagar. iha denuncia que Gran Bretaña conocía tanto el
apoyo militar prestado por Pakistán a los invasores como las anteriores maniobras
realizadas para obligar a 1-lan Singh a optar por la integración en la nación islámica. Sin
embargo, oficialmente se negó no sólo el conocimiento de estos hechos, sino la simple
posibilidad de que se pudieran estar desarrollando.

Cuando la India aceptó la integración del Reino Dogra y envió su Ejército a


defenderlo las relaciones entre Nehru y Attlee se deterioraron. El representante de la
CRO, Noel-Baker, mandó un informe al primer ministro indio criticando la decisión de
la India: “El gobierno de la India se ha visto sin duda envuelto en una situación dificil...
pero su acción ha sido de una provocación innecesaria al: a) Escoger tropas sijs para
enviar a Jammu y Cachemira, b) aceptar la adhesión a la India aunque sólo haya sido
provisionalmente, algo totalmente innecesario en esta situación, e) apoyar a un primer
ministro para .Jammu y Cachemira que siente simpatías por el Partido del Congreso. En
lo que concierne a las futuras relaciones entre la India y Pakistán, temo que este

181
episodio se demuestre aún más desastroso que los recientes acontecimientos en Punjab
y en Delhi”.52

En opinión de Shankar Jha, la reacción de Londres ante la adhesión de Jammu y


Cachemira a la India demostró que sus planes se habían visto malogrados. Frente a la
objeción de las autoridades británicas, VP. Menon puntualizó que Lord Mountbatten
había sido consultado antes de adoptar una decisión. Y ésta se debió a que sólo habían
quedado dos alternativas, dar la ayuda solicitada o permitir que Pakistán ocupara el
Estado por medio de una invasión que no contaba con el apoyo popular.

Pero Mountbatten, señala Jha, al intentar evitar de esta forma la declaración de


una guerra general destrozó los planes del gobierno de Gran Bretaña, y ello le valió
ácidas críticas. El documento más revelador sobre el posicionamiento de Londres en
esta coyuntura fue un telegrama que el gobierno de Attlee envió en noviembre a los
altos comisionados de la India y de Pakistán:

“la Jammu y Cachemira debería haberse unido a Pakistán. Este es el curso


natural que debería haber seguido. 2~. El gobierno de .lammu y Cachemira ha impedido
llevar a cabo la propuesta de conversaciones con el gobierno de Pakistán. Tanto el
Marajá de Jammu y Cachemira como su primer ministro deberían haberlo permitido. 3O~

No hay evidencias de la acusación del gobierno de la India de que el gobierno de


Pakistán organizara la incursión de las tribus. Este, en cambio, ha ejercido una
importante presión política para convencer a las tribus de que no entraran en Jammu y
Cachemira... 5O~ Pero el gobierno de Pakistán ha sido poco inteligente por no tomar
medidas de fuerza para impedir que las tribus atravesaran su territorio y las tribus han
contando con la connivencia de algunas autoridades locales que les han permitido
obtener artillería y transporte... 7O~ El gobierno de la India ha cometido errores
provocativos al aceptar, aunque sólo sea provisionalmente, la adhesión de Jammu y
Cachemira a la India. La ayuda militar se podría haber prestado sin aceptar la anexión
del Estado. 8~. La India también ha actuado mal al no dar a conocer a Pakistán su
intención. 90 Por último, la India ha tenido, cuando menos, poco tacto al enviar tropas
formadas por sijs”.53

52 JHA, PS. Op.cít. Pág. 102

~ JHA, PS. Op.cít. Págs. 111-112


182
Los intelectuales indios RL. Gupta y V.D. Chopra también aluden a la actitud
de Gran Bretaña y EEUU en la ONU mientras se estuvo discutiendo la cuestión de la
celebración del plebiscito. El posícionamíento británico creó gran desilusión en la India
y provocó un daño irremediable a las relaciones entre ambos países. Gran Bretaña optó
por anteponer la necesidad de establecer todas las provisiones necesarias para la
celebración de un plebiscito justo e imparcial a la exigencia de que Pakistán dejara de
prestar su apoyo a los invasores para que en primer lugar parara la guerra. De esta
forma, las delegaciones británica y norteamericana prestaron su apoyo a la pakistaní a
expensas de la insistencia de la india por obtener del Consejo una reclamación a
‘‘54
Pakistán para que cesara su “agresión

~ Las “acciones inmediatas” que Gran Bretaña consideraba que debían ser adoptadas para solucionar la
contienda ffieron expuestas por su delegado en el Consejo de Seguridad. “No se puede alcanzar un cese de
la violencia a no ser que se haya alcanzado un acuerdo que satisfaga a todo el mundo para que el
plebiscito sea libre e imparcial y, por ello, se debe alcanzar un acuerdo sobre cómo se debe preparar el
plebiscito”. GUPTA, RL, Con/lict and ¡-Ja nnony. Indo-British Relations: A new Perspeetive. Trimurti
Publications. Nueva Delhi 1971. Págs. 78-84, y CHOPRA, V.D. Op.cit. Pág. 43
183
SEGUNDA PARTE

EVOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS


NACIONAL Y TERRITORIAL DESDE 1948
HASTA 1965
CAPITULO III. LA CONSOLIDACIÓN DE LA HOSTILIDAD
INDO-PAKISTANI DURANTE EL PERIODO DE
ENTREGUERRAS

La intervención de la ONU y la imposibilidad de celebrar un


plebiscito de autodeterminación. La influencia de la disputa
por Jammu y Cachemira en todos los ámbitos de las
relaciones indo-pakistaníes. La internacionalización del
conflicto y su incursión en las dinámicas de la Guerra Fría.

Desde el comienzo de la primera guerra indo-pakistaní por Jammu y Cachemira


en 1947 hasta la actualidad, la India y Pakistán han vivido casi ininterrumpidamente en
una atmósfera que podría definirse de guerra fría. Este conflicto territorial, causa
principal de la hostilidad que rige las relaciones entre las dos naciones sucesoras del
Imperio británico, no se encuentra sin solución porque no haya existido un solo remedio
justo para todas las partes implicadas. Ni siquiera porque la India y Pakistán no hayan
establecido nunca negociaciones sobre unos fundamentos adecuados, que si lo han
hecho.

Las causas concretas que han provocado el fracaso de las múltiples


negociaciones desarrolladas por la India y Pakistán sobre este conflicto bilateral han
variado a lo largo del tiempo. A veces han llegado a aparecer de forma súbita frustrando
coyunturas muy esperanzadoras. Y la razón es que más allá de las razones específicas
que en cada momento la India o Pakistán hayan enarbolado para justificar el cese de una
fase concreta de negociaciones, subyacen unas causas abstractas, mucho más
relacionadas con talantes y actitudes estructurales, que hacen de cualquier proceso de
aproximación indo-pakistaní un objeto vulnerable ante el más mínimo estímulo adverso.
Entre estos elementos han destacado la preponderancia de actitudes extremadamente
inflexibles, la falta de disposición para hacer concesiones, el servilismo frente a una
opinión pública previamente manipulada y radicalizada, la desconfianza mutua y los
recelos, y la convicción de que nada de lo que proponga o haga uno puede beneficiar al
otro.

187
3.1. LA 115DMCRIN OS LA OVIl E&LA IMPOWCIÓN DEL ALTO
PL FUEGO FLA PRAZPARACRIN DEL PLEBISCITO

La mayoría de los investigadores de la cuestión de Cachemira ha concedido un


interés notable a la labor de pacificación de la ONU. Este enfrentamiento armado fue
uno de los primeros en presentarse ante este organismo después de su creación al
finalizar la Segunda Guerra Mundial, y fue considerado un caso apto para comprobar las
posibilidades que ofrecía la mediación internacional en la solución de conflictos entre
naciones. Probablemente este hecho ha propiciado que hoy en día exista un importante
volumen de documentos relacionados con Cachemira y la ONU que pueden haber
resultado determinantes a la hora de conceder tanta importancia al papel desempeñado
por esta organización en la disputa.

No obstante, la realidad es que la ONU ha sido capaz de poco más que formular
propuestas para posibles acuerdos y desperdiciar sus buenos oficios en intentos de
mediación poco fructíferos. En la disputa de Cachemira la ONU nunca ha tenido la
potestad de forzar o presionar para una solución, sólo ha podido aconsejar y mediar.
Probablemente por eso los resultados de sus deliberaciones acusaron en su primera
etapa de mediación cierta falta de realismo y una malinterpretada vocación de
neutralidad que le impidió adoptar posiciones firmes. Los fundamentos del conflicto
indo-pakistaní por .lammu y Cachemira no son fácilmente perceptibles en las
resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad, por lo que no es aconsejable
aproximarse a la disputa y analizar sus posibles soluciones basándose únicamente en el
estudio microscópico de los pequeños detalles de los planes y debates desarrollados en
el seno de la ONU. No obstante, es conveniente analizar la implicación de la ONU en la
cuestión de Cachemira por lo que en ella ha influido o algunos pretendan que influya, y
porque su esfuerzo mediador en la primera etapa del conflicto dejó en evidencia la falta
de disposición hacia un enfoque racional del problema de los dirigentes indios y
pakistaníes.

El 1 de enero de 1948 la India transmitió al presidente del Consejo de Seguridad


un documento que adoptó la categoría de una queja formal por la “agresión” que el
Estado indio de Jammu y Cachemira estaba sufriendo por parte de Pakistán. La India
solicitaba al Consejo, bajo los artículos 34 y 35 de la Carta de las Naciones Unidas, que

188
instara a Pakistán a cesar con inmediatez la “concesión de ayuda” a los invasores. La
exposición se basaba en la legalidad del Instrumento de Adhesión que había firmado el
Marajá, y en el apoyo mayoritario que la opción de la adhesión a la India tenía entre la
población cachemirí.

La causa de la India ante la ONU fue ampliada y representada en Lake Success


por Gopalaswami Ayyengar, ex primer ministro de Jammu y Cachemira. La labor de
Ayyengar ha recibido tradicionalmente muchas criticas tanto dentro como fuera de la
India. Según Michael Brecher, “la delegación de la India fracasó en presentar su
argumento eficazmente”,2 y Lars Blinkenberg considera que no acertó a desarrollar una
necesaria exposición histórica y legal del trasfondo de la disputa.3 BR. Madhok destaca
que la propia presencia de Sheikh Abdullah en el equipo de Ayyengar, lejos de
favorecer a la India, acabó reforzando muchas de las teorías de Pakistán. La delegación
de la India no informó al Consejo de Seguridad acerca del movimiento popular de
democratización encabezado por Sheikh Abdullah desde los años 30. De forma que las
duras alocuciones del líder cachemiri en contra de Pakistán fueron desacreditadas por la
delegación pakistaní presentándole como un político con un apoyo popular minoritario
y como un títere de la India.4

La carta llamaba la atención sobre una situación cuya permanencia podí a poner en peligro el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacional “a causa de la ayuda que los invasores, compuestos
por ciudadanos de Pakistán y por tribus del territorio contiguamente unido a Pakistán en el noroeste, estan
recibiendo desde Pakistán para operaciones en contra de Cachemira, un Estado que se ha anexionado al
Dominio de la India y que es parte de la India,., El gobierno de la India pide al Consejo de Seguridad que
inste a Pakistán a cesar inmediatamente la concesión de tal ayuda, que es un acto de agresión en contra de
la India, Si Pakistán no lo hace, el gobierno de la India puede verse obligado, en defensa propia, a entrar
en el territorio de Pakistán con la intención de desarrollar una acción militar en contra de los invasores.
Por lo tanto, el asunto es de una urgencia extrema y requiere una acción inmediata”. Ver Indian
Comp/a inI lo (he Securitv Council, Le/ter Dated 1 lan ua;y, l94tLJtom tite Representa (¡ve Ojindia (o tite
President of/he Secar//y CoanciL En BAO, O. Op.cit. Págs. 195-200, y GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 142
2 BRECIIER, M. Op.cit. Pág. 63. Ver también NIRMAL, A. y BARTARJA, V. Op.cit. Pág. 5, y
MADHOK. BR. Kas/jo,ir: Tite 5/oria Cen líe oftite World. A. Gosh Publishers. Little York 1992. Págs.
809-811

Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 113, y RAZA, M. Op.cit. Pág. 31

Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 119, y MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 811. La alocución de Sheikh
Abdullah ante el Consejo fue “contundente, directa y desprovista de tono diplomático”. KORBFL, i.
Op.cit. Pág. 109, Abdullah, restándole importancia a los aspectos legales de la cuestión, declaró: “Resulta
totalmente imposible para las tribus entrar en nuestro territorio sin la ayuda de Pakistán,., La oferta (de
plebiscito> fue realizada por el primer ministro de la India cuando, en mí opinión, no tenía Jamás mínima
necesidad de hacerlo, porque Cachemira estaba en peligro... Rechazo aceptar a Pakistán como parte en los
asuntos del Estado de Jammu y Cachemira; rechazo esta cuestión decididamente.., ya hemos conocido
suficiente de Pakistán”. RAZA, M. Op.cit. Pág. 33, Abdullah anunció que mientras la población le
apoyara no abandonaría la administración. GUPTA, S. Op.cít. Pág. 160

189
Pakistán, hábilmente representada por su ministro de Exteriores, M. Zafrullah
Khan, abordó una estrategia inesperada. Karachi rehusó la condición de denunciado y
negó estar concediendo ningún tipo de asistencia a los invasores. De hecho, aseguró
haber hecho todo lo posible para desalentar al movimiento tribal) No obstante,
aprovechó la apelación al foro para llamar la atención internacional sobre las numerosas
disputas que enfrentaban a los dos países desde la Transferencia de Poderes. El objetivo
era que la implicación de la ONU no se limitara a la cuestión de Cachemira y se
extendiera a todos los agravios que Pakistán consideraba haber sufrido desde la
Partición. Khan expuso ante la ONU todas las denuncias, polémicas y recelos que han
sido analizados en páginas anteriores. El fraude de la adhesión de Cachemira sólo era
una anécdota más dentro de un amplio proyecto destinado a impedir la misma existencia
de la nación islámica.

Evidentemente, en la alocución pakistaní el componente religioso adquirió una


importancia fundamental. Desde la perspectiva del autor indio Sisir Gupta, Pakistán
consiguió convertir “las disputas con la India en un símbolo de las diferencias entre los
hindúes y los musulmanes... Los diplomáticos de Pakistán tenían un caso infinitamente
más fácil relacionando los problemas indo-pakistaníes con las tensiones comunales
entre hindúes y musulmanes y atrayendo la simpatía del mundo como la parte más débil
y damnificada”.6 A pesar de que la India solicitó circunscribir el debate a la cuestión de
Cachemira, Pakistán consiguió con su minuciosa exposición que el nombre del diario
del Consejo de Seguridad se cambiara y dejara de ser “La Cuestión de Jammu y
Cachemira” para pasar a ser “La Cuestión India-Pakistán”.7

En relación con la crisis concreta que se estaba desarrollando en Jammu y


Cachemira, las denuncias de la delegación pakistaní fueron las mismas que
anteriormente se habían expuesto ante Mountbatten: el Marajá 1-lan Singh estaba

SHARMA, B.L, Tite Kashmir Storv. Págs. 7 y 8. Sharma fue miembro del Departamento de Asuntos
para Cachemira en el Ministerio de Exteriores de la India y asesoró a las delegaciones indias ante la ONU

6 GUPTA, S. Op.cit. Pág. 143

Pakistán acusó a la India dc “una actitud general de obstrucción y hostilidad hacia Pakistán, uno de
cuyos objetivos es inmovilizar Pakistán desde su comienzo privándole de su adeudada parte de los bienes
financieros y de otra indole”. BLU’4KENBFRG, L. Op.cit. Pág. 115. Pakistán comparó la situación de
Jammu y Cachemira con la del Estado de Junagadh. La ocupación militar dc este Estado que se había
anexionado a Pakistán demostraba que la India no estaba interesada en los aspectos técnicos o legales de
la Partición, simplemente buscaba ampliar su territorio fuera o no fuera por medio de la consecución de
un contrato formal de adhesión. LAMB, A. Kashn2ir. A Disputed Legacy. Pág. 164

190
exterminando a la población musulmana con la connivencia del gobierno indio, la
inestabilidad la protagonizaban los musulmanes cachemiris que se habían sublevado en
contra del régimen opresivo del Marajá (aunque no se podía descartar que se les
hubieran unido algunos pakistaníes de forma espontánea), y el Instrumento de Adhesión
a la India era ilegal.

Lo único en que coincidieron indios y pakistaníes fue en la conveniencia de


celebrar un plebiscito de autodeterminación bajo auspicio internacional que abarcara la
totalidad del Reino Dogra. Pero las distintas maneras de concebir la organización de
este plebiscito presentaron los obstáculos de más dificil superación.

Para la India, el primer paso ineludible en el camino hacia una solución


negociada pasaba por que el Consejo de Seguridad reconociera la agresión que Pakistán
estaba cometiendo y exigiera la retirada total de las fuerzas que apoyaba en todo el
territorio de Jammu y Cachemira. Entonces se podría celebrar el plebiscito, bajo
auspicio internacional, y con la supervisión del primer gobierno popular en la historia
del Estado, el de Sheikh Abdullah, u otro órgano elegido en una Asamblea Nacional.

Pakistán no reconocía legitimidad al gobierno de Jammu y Cachemira, e


interiormente temía que si Sheikh Abdullah dirigía la administración estatal con la
presencia del Ejército indio el voto favorecería a la India. Por eso, exigía que antes de la
celebración de un plebiscito bajo auspicio internacional se retiraran de forma simultánea
todas las tropas indias y pakistaníes y se formara un gobierno neutral.

En el Consejo de Seguridad de la ONU los argumentos de Ja India y de Pakistán


dieron lugar a dos resoluciones el 17 y el 20 de enero de 1948 que definieron el perfil de
la posición que la ONU adoptaría en todas sus intervenciones en el conflicto.

La ONU evitó implicarse directamente en la repulsa de un acto de agresión y


simplemente ofreció sus servicios como mediador para solucionar una disputa que podía
ser calificada como doméstica. La Organización Internacional no introdujo ninguna
diferenciación entre las posiciones de uno u otro país, lo que en último término significó
una identificación con la argumentación pakistaní. Los miembros del Consejo,
pretendiendo ser neutrales, omitieron cualquier referencia a las acusaciones realizadas
por la India, limitándose a instar a ambos gobiernos a que adoptaran todas las medidas a

191
su alcance para acabar con la crisis.8 En la resolución del 20 de enero se proyectó la
formación de la Comisión de las Naciones Unidas para la India y Pakistán (UNCIP).
Las instrucciones dadas a la Comisión fueron trasladarse lo antes posible al
subeontinente para investigar los hechos y ejercer una labor mediadora destinada en
última instancia a la celebración de un plebiscito. El papel de la UNCIP fue, desde el
principio, más el de un mediador que el de un garante de las leyes internacionales.~

En esta primera fase de mediación de la ONU se provocó un cambio de actitud


en los dirigentes indios que dificultaría en extremo la búsqueda de una solución en el
futuro. La comunidad internacional se negó a reconocer, ni siquiera de forma indirecta,
que Pakistán estuviera cometiendo tina agresión al, como poco, permitir la infiltración
de tropas desde sus fronteras. Además, ignoró la adhesión de Janimu y Cachemira y las
acusaciones que la India habia sometido a su consideración, situándole de esta forma al
mismo nivel que a Pakistán.

En opinión de los líderes indios, la ONU traicionó el “acto de fe” que Nehru
realizó al acudir a la Organización Internacional y ofrecer la celebración de un
plebiscito para el que no estaba obligado. La India no pensó que un claro acto de
agresión se deformaría de tal forma cuando entrara en la dinámicá de las políticas
internacionales. Pero, como admite, Pauline Dawson, investigadora especializada en el
tratamiento de la cuestión de Cachemira en la ONU, “el Consejo de Seguridad se inclinó
más por Pakistán que por la India en los primeros días de la disputa”. Y para cuando
intentó subsanar el error, “el mayor daño ya estaba hecho en lo que se refería a la
India... la India consideraba que tratar a las dos partes sobre la misma base sin duda
beneficiaba a Pakistán”.10 Vernon Hewitt considera que esto explica en gran medida la
aversión que la India desarrolló, y todavía hoy conserva, hacia la mediación exterior en

~3s(1948). Resolución de 17 dc enero de 1948 [ 8/651

~39 (1948). Resolución de 20 de enero de 1948 IS/6541


O DAWSON, P. Op.cit. Pág. 24. ZA. Bhutto confirnió esta idea en 1962 afirmando: “... las muy
calumniadas democracias occidentales nipre nos han concedido su total apoyo en el Consejo de
Seguridad”. BHUTTO, Zulfikar Ah, [‘ore/go Policy of Pakistan. A Cornpendium of Speeches Made lo tite
NahonalA.ssembly of Pakistan. /962-64. Classic. Lahore 1964. Pág. 61

192
cuestiones regionales. Esta aversión se dirigiría con el tiempo no sólo a la mediación de
un tercer poder, sino a cualquier forma de negociación multilateral.’1

Resulta necesario resaltar que los enfoques discrepantes de la India y Pakistán


estaban fundamentados en las distintas valoraciones que cada uno hacía de la legalidad
de la adhesión. La India consideraba que tenía todos los derechos legales a mantener su
presencia militar en el Estado, mientras que para Pakistán su posición era equivalente
puesto que la adhesión no había sido legalmente válida. Pauline Dawson explica que ha
existido cierta polémica a propósito de si esta cuestión legal debería haber sido
[2
ampliamente examinada. De cualquier forma, ni la India, ni Pakistán, ni el Consejo de
Seguridad invocaron el Art. 36 de la Carta que dispone que las disputas legales, por
regla general, deben ser remitidas al Tribunal Internacional de Justicia.

Josef Korbel, primer secretario de la UNCIP, reconoce en su crónica sobre este


primer período de mediación de la ONU que el Consejo de Seguridad abordó un “tímido
enfoque”. “Parece obvio que la instrucción de la disputa habría sido más fácil si el
Tribunal Internacional de Justicia hubiera sido requerido para pronunciarse sobre esta
materia”.13 Pero otros analistas como Birdwood discrepan y consideran que “fue
indudablemente muy acertado confiar las negociaciones al Consejo de Seguridad en
lugar de trasladarse al Tribunal Internacional de Justicia. Una vez que el asunto hubiera
sido desplazado de la esfera de la diplomacia a la limitación de una investigación legal
que concluyera en una sentencia, existía el peligro de que un bando u otro se volviera
agresivo, alimentando sus quejas no sólo en contra de la parte vencedora en el Consejo,
sino en contra de toda la comunidad representativa de las Naciones Unidas”.’4

Nehru denunció: “Nuestra experiencia en políticas internacionales y la forma en la que se hacen las
cosas en las esferas más altas de la ONU ha sido decepcionante en extremo- sin ninguna duda esto
afectará a nuestro encauzamiento de las relaciones internacionales en el futuro”, HEWITT, y. Op.cit.
Pág. Sí. Los delegados indios también percibieron una actitud arrogante en el Consejo. Sisir Gupta cree
que “no es improbable que la disputa indo-pakistani apareciera para algunos miembros del Consejo
fundamentalmente como una confirmación de su creencia en que los pueblos coloniales todavía no
estaban preparados para convenirse y permanecer libres sin ser una carga política para el resto del
mundo”. Gupta menciona a Churchill, que en cierto momento se refirió a los dirigentes indios como
“hombres de paja, de los que no quedará ningún rastro en pocos años”. GUPTA, S. Op.cít. Pág. 151
‘2
Ver DAWSON, P. Op.eit. Págs. 295-296

KORBEL, J. Op.cit. Págs. 114 y 117

BIRDWOOD, Lord. Op.cií. Pág. 92

193
Lo que está claro es que, al no existir un pronunciamiento oficial sobre la
legalidad del Instrumento de Adhesión, el fundamento principal de la causa de la India
se vio seriamente mermado, y la Comisión tampoco pudo adoptar una posición firme.

El 21 de abril el Consejo de Seguridad consiguió consensuar una nueva


15
resolución que constituyó su primer esfuerzo realista de aproximación a la crisis.
Pakistán fue por primera vez exhortado a impedir el suministro de cualquier ayuda
material y a asegurar la retirada del Estado de los miembros de las tribus y los
nacionales de Pakistán que habían penetrado en él con objeto de combatir.

A la India se le reconoció el papel de guardián de Jammu y Cachemira y se le


proporcionó una extensa lista de recomendaciones que debía poner en marcha, una vez
que las tropas invasoras se hubieran retirado, para garantizar la imparcialidad y la
libertad del plebiscito. Entre ellas se le pedía asegurar la reducción progresiva de sus
propias fuerzas al mínimo necesario para ayudar a las autoridades civiles a mantener el
orden público. También se establecía que la India debía convenir en nombrar a una
persona designada por el secretario general de las Naciones Unidas como administrador
del plebiscito.

Esta nueva orientación, menos condescendiente con Pakistán, respondió, con


toda seguridad, a la necesidad de provocar un acercamiento a las tesis de la India.’6 No
obstante, el historiador pakistaní M. Zahid Khan Lodhi, entre otros, ha desarrollado una
minuciosa exposición para demostrar que fue producto de la presión diplomática que la
delegación india habría ejercido durante dos aplazamientos de las negociaciones que
había impuesto anteriormente.’7 Desde la perspectiva pakistaní, esta resolución impidió
que prosperara un proceso que se dirigía a una pronta solución definitiva del conflicto.

La delegación pakistaní la rechazó y sugirió dos alternativas inaceptables para la


India: el estacionamiento de tropas pakistaníes en todas las áreas predominantemente
musulmanas (es decir, todas menos la mayoría de .lammu y una parte de Ladakh), y la

~47 (1948). Resolución dc 21 dc abril de 1948 [5/726]

DAWSON, P. Op.cit. Pág. 24

LODHI, M. Zahíd Khan. “Abrupt Change in the British Forcign Polícy Behaviour on Kashmir: Conírast
fletween February 1948 and March 1948 Sessions of the Sccurity Council”. South Asian Studies, Julio de
1992. Págs. 111-123. Ver también CHOUDI-IURY, 6W. Op.cit. Págs. 73 y 74

194
representación igualitaria de la Conferencia Nacional, la Conferencia Musulmana y el
gobierno de Azad Kashmir en el gobierno provisional de Cachemira, lo que habría
concedido a los políticos propakistaníes una mayoría de dos tercios.

La India, por su parte, consideró que esta elaborada resolución, y las muchas
obligaciones que le imponía, constituían una infracción de su soberanía. Las suspicacias
se debieron a las complicadas disposiciones para la celebración del plebiscito, que
fueron asumidas como una prueba de que la ONU desconfiaba de que la India estuviera
dispuesta a garantizar un plebiscito imparcial. Entre las medidas más criticadas se
encontró la posibilidad de que las tropas pakistaníes participaran en un programa de
pacificación en Cachemira, los amplios poderes concedidos al administrador del
plebiscito, y la lentitud en enviar a la UNCIP al subcontinente para verificar que su
denuncia sobre la participación pakistaní en la invasión era cierta.18

3.1.1. LA LABOR MEDIADORA DE LA COMISION DE NACIONES


UNIDAS PARA LA INDIA Y PAKISTÁN (UNCIP) Y LA DECLARACIÓN DE
ALTO EL FUEGO

La UNCIP no llegó al subcontinente hasta julio de 1948, más de 6 meses


después de que la cuestión de Jammu y Cachemira hubiera sido trasladada a la ONU, y
la atmósfera que envolvió su tarea de mediación reflejó la disconformidad de la India y
de Pakistán con la resolución del 21 de abril de 1948.

Durante su primer encuentro con los dirigentes pakistaníes, Zafrullah Khan


admitió por primera vez que su gobierno había enviado tropas regulares a Cachemira
(unos dos meses antes) “en un acto de autodefensa”, La razón de que su gobierno no
hubiera informado al Consejo de Seguridad, violando así los términos de la resolución
del 17 de enero en la que se establecía que cualquier cambio material de la situación
debía ser comunicado al Consejo de Seguridad, se encontraba en que “pan el momento
de la intervención activa de Pakistán en Cachemira la UNCIP ya había sido nombrada y
se había estado esperando diariamente su llegada al escenario

Ver BAMZAI, P.N.K. IJis/ory of Kasitm¡r. Pág. 769

‘95
Pauline Dawson considera que la llegada de la UNCIP al subeontinente en el
preciso momento en el que se le instó a ello, enero de 1948, podría haber evitado la
intervención oficial de Pakistán en [a guerra. Pero como admite Josef Korbel en su
crónica, para julio de 1948 la presencia pakistaní en Cachemira perfilaba un escenario
mucho más delicado de [o que había parecido en Lake Succes. Entonces, en lugar de
dirigir sus esfuerzos hacia la organización del plebiscito, la IJNCIP tuvo que centrarse
en la consecución de una declaración de alto el fuego y tregua.

En la India, la UNCIP volvió a ser instada a declarar a Pakistán país agresor.


Pero la Comisión consideró que tal medida obstaculizaría una negociación fructífera
con Karachi.’0 De esta forma, optó por no informar a los dirigentes indios de que
Pakistán habla confirmado la presencia de su Ejército en Jamsnu y Cachemira, y se
limitó a invocar la buena voluntad de ambas partes.

El plan de acción del 13 de agosto de 1948 que surgió de estas conversaciones


tenía como principal objetivo el cese de las hostilidades y reafirmar el principio de que
la única solución para decidir el destino de .lammu y Cachemira pasaba por la
celebración de un plebiscito.

El plan de acción estipulaba que los gobiernos de la India y de Pakistán debían


emitir simultáneamente una orden de alto el fuego en la fecha más próxima. Igualmente,
retomaba al principio de que Pakistán debía asegurar la retirada de Cachemira de todos
los pakistaníes que hubieran entrado con la intención de luchar como paso preliminar
para el repliegue de la mayoría de las fuerzas indias.2’ El plan de acción suscitó ciertos

!9 Ver KOREEL, .1. Op.cit. Págs. 121 y 122, y DAWSON, P. Op.cit. Pág. 25

20 La UNCIP se límitó a recordarle a los dirigentes pakistaníes “que el movimiento de tropas en territorio
extranjero sin la invitación del gobierno de aquel territorio era una violación de la ley internacional”, Ver
KORBEL, J. Op.cit. Págs. 129 y 140. La UNCIP tampoco informó al Consejo de Seguridad de la
intervención oficial de Pakistán en la guerra. Lord Birdwood especula con la posibilidad de si “alguna
declaración sobre los hechos por parte de la Comisión con una reprensión a Pakistán cuidadosamente
redactada por parte del Consejo de Seguridad no habria iniciado una disposición de cooperación india en
esta ocasión. El riesgo era que a cambio se perdiera la cooperación de Pakistán. Pero si hubiera podido
provocar algún entendimiento inmediato acerca de una retirada de la India, la pérdida podría haberse
confirmado de una naturaleza temporal”. BIRDWOOD, Lord. Op.cít. Pág. 94. Algunos autores recuerdan
que esta estrategia babia sido autorizada por la India indirectamente en su enfoque de la guerra en Corea,
en la que insistió en que China no ffiera condenada como país “agresor” porque ello aumentaría la tensión
y reduciría las posibilidades de llegar a un acuerdo pacífico. BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág. 41
2] U.JV.UiP. Rezo/u/ion ofAugusí /3, 1948 (SI/lOO, Para 73) La Comisión destinaría 40060 soldados
profesionales de países miembros de la ONU para supervisar la orden de alto el friego. Para una
196
recelos en Nueva Delhi. La India sostenía que la autoridad del gobierno de Srinagar
sobre los territorios evacuados por Pakistán, incluido Azad Kashmir, debía quedar fuera
de toda duda. Además, al discutir la retirada de “la mayoría” de las tropas indias, era
necesario prever la defensa efectiva de iammu y Cachemira en contra de una eventual
nueva agresión externa. Por último, Pakistán no debía tomar parte en la organización y
administración del plebiscito. La India aceptó el plan de acción cuando el presidente de
la UNCIP aceptó estas condiciones.

Por su parte, Pakistán se negó a aceptar ningún plan que no le situara en una
posición equivalente a la de la India vis a vis el plebiscito. Su retirada militar y la de la
India debían ser simultáneas, y las tropas de Azad Kashmir tenían que conservar todos
sus contingentes.22 La cuestión del Ejército de Azad Kashmir tendría una importancia
crucial durante las siguientes negociaciones sobre la desmilitarización del Estado. Su
fuerza había crecido un 50% desde 1948 a 1949, y este dato no era ignorado por la
Comisión.23 Para la India, el desmantelamiento de la potente fuerza militar de Azad
Kashmir, compuesta por unos 30.000 hombres en contraste con los 8.000 que
constituían las tropas estatales, suponía una cuestión capital dada su proximidad a
Srinagar. Las tropas indias, en caso de la ruptura del alto el fuego, tardarían mucho más
tiempo en retornar a Jammu y Cachemira después de una retirada más allá de Jammu.

A la luz de algunas de las exigencias que presentó Pakistán, el autor danés Lars
Blinkenberg plantea la siguiente cuestión: ¿Cuál era la intención de Pakistán al poner
tantos obstáculos en esta temprana etapa, no sólo irritando a la India, sino también
frustrando los serios esfuerzos de la UNCIP? Puede haber dos explicaciones: primero, la
sefialada por Korbel en el sentido de que el temor de Karachi a que la India no
cumpliera su palabra una vez que se hubiera consumado la evacuación militar pakistaní
pudo estar justificada. De hecho, la Jndia retiró posteriormente su oferta de un
plebiscito. Segundo, la desarrollada, entre otros muchos, por el autor indio H.L. Sharma,
que afirma que Pakistán evitó conscientemente el plebiscito porque lo sabía perdido
ante la incontestable popularidad de Sheikh Abdullah en el Valle de Cachemira.

descripción detallada de la composición y funciones del grupo de observadores militares ver DAWSON,
P. Op.cít. Págs. 40-64
22 Ver KORBEL, J. Op.cít. Pág. 144
23

Ver SHARMA, B.L. Tite Kashmir S/ory. Pág. 61, y BLINKENBERG, L. Op.cít. Pág. 131
197
Lo cierto es que durante las primeras negociaciones sobre la cuestión del
plebiscito se pudo detectar una falta de entusiasmo en la delegación pakistaní que
parece justificada.24 Teniendo en cuenta que la India acudió voluntariamente a la ONU
con su oferta de celebrar un referéndum de autodeterminación, no es de extrañar que
algunos autores como Lars Blinkenberg o Russel Brines responsabilicen a Pakistán de
que el plebiscito no llegara a celebrarse en esta primera fase.25 De hecho, el Consejo de
Seguridad desaprobó la poca flexibilidad de Pakistán en esta coyuntura, y la resolución
del 13 de agosto provocó, en palabras de Michael Brecher, un “señalado cambio en la
actitud de la ONU para beneficio de la India”.26

No obstante, para anular el temor de Pakistán a que el proceso fuera manipulado


por Sheikh Abdullah y el Ejército indio, la UNCIP amplió en una resolución
complementaria los poderes de supervisión y dirección del administrador del plebiscito,
que sería nombrado por el secretario general de la ONU. La resolución, que sería
adoptada por el Consejo de Seguridad el 5 de enero de 1949, también instaba a los
gobiernos de la India y de Pakistán a ordenar el alto el fuego a partir del 1 de enero de
949?

24 Chester Bowles, embajador de EEUU en Nueva Delhi en los primeros años cincuenta, declaró que
todos los jefes de las misiones diplomáticas y la prensa destinada en la India consideraban que la India
ganaria el plebiscito. BHATTACI-IARJEA, Ajit. Kashmir. Tite Wouoded Va/ley. UBSPD. Nueva Delhi
1994. Pág. 2. Mountbaften no entendió que la India no hiciera más por celebrare1 plebiscito porque
consideraba que habría resultado vencedora, y Sheikh Abdullah también declaró estar convencido de que
si se hubiera celebrado el referéndum en cualquier momento entre 1948 y 1950 la India habría ganado.
RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 81
25 Blinkenberg coincide con Brines en que la India tiene buenas razones para denunciar que Pakistán es
responsable de convenir el plebiscito en inaceptable para la India. BRINFS, Russell. Tite Iodo-Pakis/an
(ooflie/. Londres 1968. En BLINKENEERG, L. Op.cit. Pág. 130

26BRECHER M, Op.cit. Pág. 92

27 UNCIR. Re.’olutioo of Jaííuary 5,1949 <‘5/1430, Para 143v. La India aceptó la propuesta cuando la
UNCIP confirió que sometía el cumplimiento de las obligaciones de la India a que Pakistán finalizara su
retirada. La UNCIP también garantizó que el administrador del plebiscito no usurparía las funciones del
gobierno del Estado. GUPTA, S. Op.cit. Pág. 188. Pakistán también aceptó la proposición con algunas
reservas, pero obtuvo la garantía de que el administrador del plebiscito seria independiente del gobierno
cachemirí.

198
3.1.1.1. La declaracl6u de alto el fuego y los esfuerzos de la UNCIP
por mentar las bases para la celebraci6n del plebiscito

La declaración de alto el fuego en la medianoche del 31 de diciembre de 1948 al


1 de enero de 1949 se consumó entre el lEy el 27 dejulio en Karachi con el acuerdo
sobre la delimitación y definición de la línea de alto el fuego (CII o Cease Fire Line).
La CEL se prolongaba unos 1.300 kilómetros dibujando un trazado rectangular que
dejaba Azad Kashmir y las Áreas del Norte bajo control pakistaní (Ver mapa 1). No
obstante, las resoluciones del 13 de agosto de 1948 y del 5 de enero de 1949 habían sido
interpretadas de distinta forma en varios puntos mal definidos por la Comisión, y la falta
de acuerdo en cuanto a su aplicación impidió progresar en el camino hacia la
celebración del plebiscito.

Hubo tres aspectos vitales en los que no se pudo avanzar. En primer lugar, el
desmantelamiento y desarme de las fuerzas de Azad Kashmir que exigía la India. En
segundo lugar, la definición de “la mayoría de las tropas indias” que se debía retirar del
Estado. Y por último, la reclamación india de que la administración de las Áreas del
Norte, una vez evacuadas las tropas pakistaníes, debía recaer en el gobierno de Srinagar.
Teniendo en cuenta que este territorio era claramente propakistaní, y que el propio
Nehru había propuesto anteriormente a Pakistán la posibilidad de dividir el Reino
Dogra, esta última reclamación sólo se puede entender dando por hecho que fuera
utilizada como instrumento de presión y moneda de cambio.

La UNCIP propuso recurrir al arbitraje para salir del punto muerto. El presidente
Truman y el primer ministro Attlee intervinieron personalmente para presionar a la
India y a Pakistán sobre este aspecto. Pero para entonces la Guerra Fría se había
introducido de lleno en el trabajo de la Comisión, dividida desde hacía meses entre la
mayoría de cuatro miembros y el delegado comunista checo. En la India, la propuesta
de arbitraje fue considerada una ofensa a su soberanía y una estrategia encaminada a
incluir a Jammu y Cachemira en el ámbito de dominación anglo-americana.

28
El delegado checo apeló a la búsqueda de una solución que evitara “que la Comisión se convierta en un
Instrumento para la politica de ciertos grandes poderes”. GUPTA, S. Op.cit. Págs. 198-200

199
En efecto, B.L. Sharma, Sisir Gupta o Han Jaisingh, entre otros autores indios,
defienden que la oposición anglo-americana a la India en el Consejo de Seguridad no
fue accidental ni producto de la ignorancia, sino que estuvo dictada por la necesidad de
sus políticas exteriores.29 Dado que británicos y norteamericanos no iban a poder contar
con la no alineada India para defender sus intereses estratégicos en la región, debían
asegurarse la cooperación de Pakistán. Por ello, defienden estos autores, el
posicionamiento anglo-americano en el Consejo se mantuvo prácticamente invariable
hasta que en 1962 la invasión china de la India alteró la balanza de poderes en el sur y
sudeste asiático.

El presidente de la UNCiP también propuso a la India que el arbitraje se limitara


a decidir el alcance, método y agenda de la desmilitarización. Pero el gobierno de la
India no estaba dispuesto a claudicar ni ante la cuestión del arbitraje ni ante aquella del
desmantelamiento de las fuerzas de Azad Kashmir.’0

En páginas anteriores se ha mencionado que uno de los factores que


imposibilitaron la consecución de un acuerdo indo-pakistaní en Jammu y Cachemira
durante la primera etapa del conflicto fue la profunda desconfianza mutua que
prevalecía entre la India y Pakistán. En efecto, todo el problema de la desmilitarización
de Jammu y Cachemira se basó en que la India temía que, una vez que sus tropas se
hubieran retirado, Pakistán volviera a atacar Cachemira con las fuertes y bien equipadas
tropas de Azad Kashmir. Por su parte. Pakistán recelaba de que las intenciones de la
India fueran no llegar a celebrar nunca el plebiscito prometido, por lo que no cejó en su
reivindicación de que la desmilitarización del Estado fuera, como poco, sincronizada.

20
En 1952 el representante de la Unión Soviética desarrolló este enfoque de la disputa: “Los planes en
relación con Cachemira son de una naturaleza anexionista e imperialista porque no están basados en un
esfuerzo por alcanzar un acuerdo definitivo. El objetivo de estos planes es la injerencia.., en los asuntos
internos de Cachemira, la prolongación de la disputa entre la India y Pakistán en la cuestión de
Cachemira, y la transformación de Cachemira en un protectorado de los Estados Unidos de América y el
Reino Unido bajo el pretexto de prestar ayuda a través de Naciones Unidas, Por último, la intención de
estos planes en conexión con Cachemira es asegurar la introducción de las tropas anglo-americanas en el
territorio de Cachemira y transformar Cachemira en una colonia anglo-americana y una base militar y
estratégica”. SHARMA, EL. Tite Kas/unir Storv. Pág. 87. 48-49, Ver también CI-IOPRA, V.D. Op.cit.
Págs. 45-50, GUPTA, S. Op.cit. Págs. 198-200,207, BAMZAI. P.N.K. Kashoiir and Central Asia, Págs.
125-127, y.JAISINGH. 1-1. Op.cit. Págs. 68, 168-174

u Ver BLJNKENBLRG. L. Op.cit. Págs. 138-139

200
A propósito de esta polémica, los autores que apoyan la postura de la India
afirman que Pakistán la utilizó como excusa para impedir la celebración de un plebiscito
que sabía perdido. Mientras que los analistas propakistaníes insisten en que el
justificado temor en la nación islámica a un eventual ataque de la India impedía
cualquier concesión en esta materia. Korbel reconoce que “el problema de la
desmilitarización era uno importante”, aunque también añade que “si hubiera existido
buena voluntad” habría sido posible encontrar una solución.3’ De cualquier forma, da la
impresión de que a ojos de Nueva Delhi, finalizada la guerra con un resultado favorable,
estaba en manos de Pakistán hacer las concesiones pertinentes para permitir la
celebración del plebiscito en el que era el mayor interesado. De forma que ante la
firmeza pakistaní, la actitud de la India se hizo definitivamente inmovilista e
intransigente.

3.1.2. EL FRACASO DE LOS MEDIADORES DE LA ONU EN LA


LABOR DE LA DESMILITARIZACIÓN Y LA CELEBRACIÓN DEL
PLEBISCITO

tl.2.1. Las propuestas de McNaughton

Agotadas todas las posibilidades de mediación dentro de su campo de actuación,


la UNCIP sugirió nombrar a una sola persona para continuar con la labor medidora. El
presidente del Consejo de Seguridad, el general canadiense A.G.L. McNaughton,
asumió la tarea de mediar entre las delegaciones de la India y de Pakistán en la ONU.

El 22 de diciembre de 1949 MeNaughton incluyó, entre sus propuestas, dos


novedades que fueron rechazadas por la India. Por un lado, la diferenciación entre las
tropas de Pakistán y aquellas de Azad Kashmir, y la estipulación de que mientras que
las primeras debían retirarse al completo de Jammu y Cachemira, las segundas sólo
debían ser reducidas por medio del desarme.32 Por otro, McNaughton ajudió por primera
vez al problema de las Arcas del Norte disponiendo que debían ser consideradas parte

<~“La Comisión, en su nuevo y último informe del 5 de diciembre, 1949, fue claramente crítica con la
actitud india. Este file bastante diferente de su primer informe, que había sido ligeramente crítico con la
actitud de Pakistán”, KORBEL, 3. Op.cít. Págs. 159 y 160
32 Ver Proposalin Respect oJJamrnu and Kas/unir mac/e by GeneralA.G.L. Mcflaughton, Presidentof
tite Security Couneil oj~tite Un/toe! Nations Pursuant to tite Decision of tite Security Cc’uncil Taken at frs
45t Meetiog on 17 December 1949. En RALO, O. Op.cit. Págs. 232-234, y GUPTA, S. Op.cit. Pág. 203

201
del territorio en disputa y ser incluidas en el proceso de desmilitarización. No obstante,
hasta la celebración del plebiscito permanecerían, aunque sujetas a la supervisión de la
ONU, bajo el control de las autorídades locales, es decir, la administración propakistaní.

La delegación india expuso su rechazo a las propuestas de McNaughton


ilustrando la irritación y el desafio que habían estado creciendo desde la primera
resolución de la ONU y que desde aquel momento caracterizaron su talante frente la
Organización Internacional. En opinión de la India, Pakistán había creado obstáculos
para la celebración del plebiscito al aumentar su presencia militar en las Áreas del Norte
y Azad Kashmir, y las propuestas de McNaughton no hacían más que convalidar su
agresión descubierta. Por primera vez, la delegación india insinuó que podía echarse
atrás en su propuesta del plebiscito. Su compromiso había sido autoimpuesto y, si
decidía no llevarlo hasta el final, contaba con un Instrumento de Adhesión legal al que
remitírse. No obstante, la India mantenía su oferta de celebrar un plebiscito siempre que
el Estado volviera primero a una situación de normalidad.33

3.1.2.2. Owen Dixan: Un nueva enfoque pan la solución del


conflicto

A pesar de la impugnación india, el Consejo de Seguridad respaldó las


propuestas de McNaughton y el 14 de marzo de 1950 adoptó una nueva resolución
basada en ellas.34 Owen Dixon, un distinguido jurista australiano, fue nombrado el 12 de
abril nuevo mediador con muchas de las funciones y los poderes de la UNCIP. Dixon,
después de viajar por todo el territorio del Reino Dogra y de haber mantenido reuniones
con Liaquat Ah Khan y Jawaharlal Nehru, presentó un extenso informe ante la ONU el
15 de septiembre de l950.~~

“ Ver SI-IARMA, nL, Tite Kas/unir Story. Págs. 83-86

~~so<í950) Resolución de 14 de marzo de 1950 [S/1469]. Entre las nuevas iniciativas adoptadas
también se encontró el nombramiento del norteamericano C.W. Nimitz como administrador del plebiscito
El nombramiento de Nimitz supuso una nueva causa de polémica. La India se opuso a que en plena
Guerra Fría un norteamericano gestionara el plebiscito. BLINKENBBRG, L. Op.cit. Pág. 171

‘~Ver Report of Sir Owen Dixon, Uní/ce! Nations Representativefor India une! Pakistan, to tite Seeuritv
Council. En RAO, 6. Op.cít. Págs. 237-261. En su reunión con Dixon, Nehru insistió en que se declarara
a Pakistán país “agresor”. El mediador subrayó que dicha condena sobrepasaba sus límites de actuación y
que “ni el Consejo de Seguridad ha realizado tal declaración ni le ha sido encomendado hacerlo”. Pero
también añadió: “Sin entrar en las causas o razones por las que ocurrió, que probablemente formaron
parte de la historia del subeontinenie, estaba dispuesto a admitir la idea de que cuando se cruzó la frontera
de Cachemira el 20 de octubre, 1947, ello fue contrarío a la ley internacional, y cuando,., unidades de las
202
Este documento, ciertamente acertado e innovador en muchos de sus
argumentos, fue en su momento desdeñado por el Consejo de Seguridad de la ONU. No
obstante, las principales consideraciones y bases de una de sus propuestas son
observadas hoy en día como uno de los puntos de referencia más plausibles para la
consecución de una solución definitiva.

Las primeras propuestas de Dixon fueron rechazadas por la India con sus
tradicionales objeciones a cualquier proyecto que no contemplara la preliminar retirada
de las fuerzas de Azad Kashmir y el mantenimiento de la administración de Sheikh
Abdullah. De esta forma, Dixon decidió explorar un método radicalmente nuevo para
abordar el problema con Nehru y Liaquat Ah Khan.36 Dixon introdujo por primera vez
el concepto de lo que desde entonces se conoce como “plebiscitos regionales”. Esta idea
consistía en “un plan para celebrar el plebiscito por secciones o áreas y la ubicación de
cada sección o área según el resultado de las votaciones en cada una”. O bien en “un
plan por el que se reconocía que algunas áreas votarían con toda seguridad por la
adhesión a Pakistán y otras por la adhesión a la India y por el que, sin celebrar una
votación en ellas, serían ubicadas según lo expuesto y el plebiscito seria restringido a las

fuerzas regulares pakistaníes entraron en el territorio del Estado, también ello fue inconsistente con la ley
internacional”. A pesar de la intención de algunos investigadores indios por traducir estas declaraciones
en una condena formal a Pakistán, lo cierto es que dentro de su contexto el informe de Díxon no se
distanció del veredicto alcanzado anteriormente por la UNCIP. Ver BURKB, SM. y ZIRING, L. Op.cit.
Pág. 35

~<‘En la primera sugerencia que Owen Dixon presentó ante la India y Pakistán se contemplaba como
primer paso para la desmilitarización la retirada de las fuerzas regulares pakistaníes en un día
determinado. Pasado un periodo de tiempo considerable, debían tener lugar simultáneamente las
operaciones de reducción de la presencia militar en Azad Kashmir, las Áreas del Norte y el margen indio
de la CFL. Como siempre, la India se opuso a afrontar un nuevo riesgo de ataque pakistaní mediante la
retirada de sus tropas simultáneamente a la reducción de las de Azad Kasbmir. Dixon también sugirió tres
posibilidades para organizar un gobíemo de Jammu y Cachemira sin la presencia de Sheikh Abdullah que
fueron tachadas por la India de “interferencia indebida en la integridad de las funciones del Estado”. Hubo
dos sugerencias especialmente criticadas: la de establecer una administración provisional compuesta por
funcionarios de la ONU (esta propuesta, unida a la elección de un norteamericano para ocupar el puesto
de administrador del plebiscito, despierta las sospechas de aquellos autores indios que perciben en las
iniciativas de la ONU los intereses de las potencias occidentales en el sur de Asía); y la posibilidad de
solicitar, tanto a la India como a Pakistán, tropas para la supervisión del plebiscito. Esta última
sugerencia, a ojos de la India, era inaceptable teniendo en cuenta su reiterada solicitud de que Pakistán
fuera catalogado como país agresor. Dixon declaró en su informe: “Al final me convencí de que nunca se
podría obtener de esta forma la conformidad de la India para la desmilitarización, o para las provisiones
que debían gobernar el período del plebiscito de la manera que en mi opinión permitiria que el plebiscito
fuera encaminado bajo unas condiciones suficientemente valedoras en contra dc la intimidación y otras
formas de influencia y abuso por las que la libertad y la justicia del plebiscito pudieran ser puestas en
peligro”. Este es uno de los fragmentos del informe de Díxon que han sido más difundidos por los
simpatizantes de la causa pakistaní. Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 35

203
áreas con resultado desconocido, las cuales.., parecían ser el Valle de Cachemira y
3.7
quizás algún territorio adyacente

La India negoció con Dixon la división de Jammu y Cachemira en cuatro


regiones principales: Jammu, Ladakh, el Valle de Cachemira en su totalidad
(incluyendo el área de Muzaffarabad en Azad Kashmir) y las Areas del Norte. De estas
cuatro regiones dos, Jammu y Ladakih, se integrarían en la India, y las Áreas del Norte y
Azad Kashmir, exceptuando Muzaffarabad, formarían parte de Pakistán. En el Valle de
Cachemira se celebraría un plebiscito para decidir su futuro.

La India aceptó el proyecto convencida de que un plebiscito restringido al Valle


de Cachemira le resultaria favorable. Pero esta misma sospecha debió impulsar la
negativa del primer ministro de Pakistán. Liaquat Ah Khan “protestó en contra de la
medida propuesta sobre la base de que suponía una violación por parte de la India del
acuerdo según el cual el destino de la totalidad del Estado de Jammu y Cachemira seria
decidido en un solo plebiscito celebrado en todo el Estado”.38

Lo cierto es que Pakistán podría haber desarrollado un argumento mucho más


consistente si hubiera aceptado las propuestas del plan Dixon. Si Pakistán hubiera
reconocido, en consonancia con la Teoría de las Dos Naciones, que los territorios no
musulmanes de ian-imu y Cachemira no eran de su competencia, habría insistido en el
principio de que, en clara violación del espíritu del Sistema de Partición, algunos
territorios de mayoría musulmana contiguos a Pakistán estaban por alguna razón
inexplicable bajo dominio indio. Esto podría haber tenido cierto impacto en la opinión
pública internacional, sobre todo después de la destitución de Sheikh Abdullah en 1953,
pero sobre todo hatrtwsida apreehrdo pot lá opinión públicá hindú y budista dentro de
iammu y Cachemira y por algunos políticos en la India que consideraban que el
conflicto de Cachemira tenía raíces ideológicas religiosas.

Ante el nuevo fracaso de la mejor de las propuestas presentadas hasta el


momento ante la India y Pakistán, Dixon abandonó su tarea mediadora sugiriendo las
que debían ser las nuevas pautas del Consejo de Seguridad en su intento por encontrar

“ LAME, A. Kas/unir, A Disputecí Legacy. Pág. ¡71

‘~ LÁMB, A. Kasitmir. A DisputcdLegacy. Pág. 172

204
una solución a la disputa. Para 1950 estaba demostrada la inutilidad de intentar diseñar
un esquema para la celebración de un plebiscito general que en aquel momento era
impracticable. Por ello, según Dixon, el Consejo de Seguridad debía dar prioridad al
establecimiento de negociaciones bilaterales. Teniendo en cuenta la diversidad
demográfica de Jammu y Cachemira, la solución menos traumática para todas sus
poblaciones pasaba por la división del Estado.39 Pero como su propuesta de división
había fracasado, mientras la India y Pakistán llegaban a un acuerdo la ONU debía
limitarse a vigilar el mantenimiento de la paz, mejorar las condiciones del alto el friego,
y persuadir a la India y a Pakistán para que redujeran su presencia militar en ambos
lados de la CFL.

3.1.2.3. Frank P. Gralaam. El fracaso de la mediación en la cuestión


de Cachemira

La guerra de Corea, en la que la Organización Internacional estaba


profundamente implicada, centró su atención hasta que Pakistán reanimó los debates
sobre la cuestión de Cachemira. La delegación pakistaní informó, el 14 de diciembre de
1950, de que el gobierno de Cachemira iba a convocar una Asamblea Constituyente
para “determinar la estructura y los vínculos futuros del Estado de Jammu y
Cachemira”. Ante el riesgo de que dicha Asamblea adoptara alguna decisión que entrara
en conflicto con las recomendaciones del Consejo de Seguridad, este último accedió, a
petición de Pakistán, a tratar la cuestión de Cachemira en febrero de 1951.

Josef Korbel considera que para estas fechas “la mayoría del Consejo de
Seguridad se acercaba más al punto de vista de Pakistán que al de la India. Sus
miembros permanentes... no solo se inclinaban por apoyar un procedimiento más
aceptable para Pakistán que para la India, sino que también los miembros electos... se

3’> En palabras de Dixon, “El Estado de Jammu y Cachemira no es realmente una unidad geográfica,
demográfica o económica. Es una aglomeración de tenitorios reunidos bajo el poder político de un
Marajá. Esa es la única unidad que posee. Si como resultado de un plebiscito general el Estado pasara a la
India como una sola entidad, se producirían importantes emigraciones de musulmanes y Pakistán se
enfrentaría con otro problema de refugiados puesto que tendría que recibirlos en gran número, Si el
resultado favoreciera a Pakistán, otro problema de reffigíados, aunque de menor dimensión, surgiria para
la India por el tránsito de hindúes y sijs. Todo esto se evitaría con la división... El interés del pueblo, la
equidad y el asentamiento permanente, y la necesidad imperiosa de evitar otro problema de refugiados
apuntan a la conveniencia de adoptar la división como estrategia para el acuerdo y de olvidar la idea de un
plebiscito general. Además, las consideraciones económicas y geográficas apuntan en la misma
dirección”, Reports cm Kasitmir, Op.cit. Pág. 33. En LAMB, A. Kasitmir. A Disputee!Legacy. Pág. 175

205
asociaron con esta misma postura general”.40 Del mismo modo, la opinión pública
occidental comenzó a ser cada vez más crítica con la India, lo que contribuyó a
endurecer aún más su postura. Estas actitudes no pudieron ser ajenas a cierta
modelación de la opinión pública internacional propiciada por la evolución de las
relaciones de Pakistán y la India con el bloque militar occidental. Ello explica que Louis
Fischer defendiera a la India denunciando la incoherencia latente en la neutralidad
adoptada por la ONU en la cuestión de Cachemira en contraste con su posicionamiento
frente al problema de Corea.4í

El Consejo de Seguridad no compartió las valoraciones del informe de Dixon, y


EEUU y el Reino Unido propusieron un proyecto de resolución que, además de señalar
que las decisiones de la Asamblea Constituyente cachemiri acerca de la adhesión no
serian reconocidas por el organismo internacional, perseveraba en los conceptos de
plebiscito y arbitraje internacional. También se sugería el nombramiento de un nuevo
representante de la ONU que se debía centrar en el proceso de desmilitarización, y se
preveía un papel más amplio para la ONU, hasta el punto de que EEUU y el Reino
Unido recomendaron la utilización de una fuerza militar neutral.

El proyecto de resolución fue aprobado el 30 de marzo con la oposición de la


India, que lamentó la repetición de propuestas que siempre había rechazado,
especialmente acerca del arbitraje.42 En opinión de JosefRorbel, “en este punto, la India
no puede escapar a la crítica”. La oposición de la India al arbitraje se justificó afirmando
que “el destino de cuatro millones de personas no podía ser decidido por una tercera
persona’, lo que claramente estaba “confundiendo el asunto” porque sólo estaba previsto
utilizar el arbitraje para determinar el grado y el procedimiento para la
desmilitarización.’13 De hecho, fue la imposibilidad de llegar a un acuerdo en esta

KORBEL, .1. Op.eit. Pág. 169

~‘ “En Cachemira se debería haber hecho lo que se ha hecho en Corea... FI agresor inicial defiende ahora
una solución democrática, mientras que la India, víctima dc la agresión, se ve obligada por las políticas
domésticas y la idea de que debe oponerse a un voto libre que premiaría al agresor con la gratificación
que codicia”. Louis Fiseher. The Híndu, 28 de enero de 1951. En HLINKENBFRG, L. Op.cít. Pág. 149
42 91(1951). Resolución de 30 dc marzo de 1951 [ S/20 1 7/Rey. 11. El gobierno de la India coincidió en
que la Asamblea cachemirí no tenia potestad para tomar ninguna decisión sobre el futuro del Estado.

‘“ KORI3EL, J. Op.cit. Págs. 178-179

206
materia lo que impidió la celebración del plebiscito y el éxito del Consejo de Segurídad
en su tarea mediadora.

El nuevo mediador fue el norteamericano Frank P. Graham, que entre julio de


1951 y marzo de 1953 elaboró cinco informes en los que expuso distintas propuestas
para la búsqueda de una fórmula satisfactoria. Una tarea realmente complicada teniendo
en cuenta que la resolución del 30 de marzo, que formaba la base de su mandato, había
44
sido inaceptable para una India cuya actitud crecía en intransigencia.

En su primer informe, Graham propuso que la India y Pakistán negociaran y


acordaran de forma bilateral la cantidad de tropas que permanecería en cada margen de
la CFL tras un plan gradual de desmilitarización que se debía realizar durante noventa
días. Otra innovación del plan fue establecer que en el lado pakistaní sólo debían
permanecer fuerzas de seguridad civiles. La India y Pakistán también debían ponerse de
acuerdo en que el gobierno de Jammu y Cachemira, y no la ONU, nombrara un
administrador del plebiscito antes del último día del período de desmilitarizacion.

Ambos gobiernos estuvieron de acuerdo con la mayor parte del plan de Graham,
pero sus discrepancias a propósito de la cantidad de tropas que debían conservar obligó
a Graham a presentar cuatro nuevas propuestas que, en última instancia, fueron
rechazadas por la India. Su delegación consideró que no se había establecido una
diferenciación precisa entre las zonas bajo un gobierno legal y aquellas otras dominadas
por fuerzas rebeldes. Graham también propuso el estacionamiento de tropas de la ONU
en Cachemira. Pero, aunque Pakistán accedió, la India volvió a rechazar la propuesta.
Graham realizó un serio esfuerzo por aproximarse a las reclamaciones indias, y sus
obstinadas objeciones no encuentran una justificación convincente. De hecho, la India

>‘ Ver Graitam~s Eirst Report (15 October 195/>, GraitamSs SecondReport (19 December 1951).
GrahamnSs ThirdReport (Id/u/y 1952), Graita¡n¶s Por/it Report (2 September 1952,>, Craitam¶s Fiftit
Report (27 Marcit 1953). Fn RAO, G. Op.cit. Págs. 265-277. Frente a los tres primeros planes propuestos
por Graham, la India sc negó a reducir sus reclamaciones minimas, fijadas en unos 21.000 soldados más
6.000 milicianos en Cachemira, en oposición a los 4,000 hombres (de los que 2.000 debían ser leales al
gobierno del Estado en Srínagar) que aceptaría en Azad Kashmír. Pakistán consideraba que unos 25.000
soldados (todos pertenecientes a fuerzas militares, y no civiles, difiriendo, de esta forma, del plan de
(iraham) serían suficientes en ambos lados de la CFL. También exigió que el nombramiento del
administrador del plebiscito precediera al inicio de la desmilitarización, algo con lo que la India no estuvo
de acuerdo. En su cuarto informe, Graham propuso conservar en el lado pakistaní de la CFL un cuerpo de
6.000 hombres (excluyendo los Scouts de las Áreas del Norte), yen el lado indio de 18,000 (excluyendo
las milicias estatales). “Pakistán accedió a estas cifras con renuencía, Por lo tanto, en esta fase podemos
considerar la actitud inflexible de la India algo sorprendente”. BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 154

207
estaba proporcionando hombres para las fuerzas de la ONU en otros lugares del mundo.
La explicación del gobierno indio fue que la reciente lucha por la libertad en contra de
los británicos había sido motivada, entre otras cosas, por el deseo de librar su suelo de
las tropas extranjeras.

En su quinto y último informe del 27 de marzo de 1953, Graham confirmó al


Consejo de Seguridad que en aquel momento no era posible ningún acuerdo entre los
gobiernos de la India y Pakistán. Había resultado imposible alcanzar el consenso en las
siguientes cuestiones: “Primero, un período preciso de desmilitarización; segundo, el
alcance de la desmilitarización y la cantidad de fuerzas que permanecerá al final del
período de desmilitarización; tercero, el día exacto de la adopción del cargo del
administrador del plebiscito”.45

Pasó mucho tiempo antes de que la ONU discutiera el último informe de


Graham, dando la impresión de que, a pesar de su anterior optimismo, se había rendido
ante las evidentes dificultades para celebrar el plebiscito. De hecho, la siguiente
resolución de la Comisión no se produjo hasta enero de 1957, cuando Pakistán denunció
que la Asamblea Constituyente de Jammu y Cachemira había declarado que “el Estado
de Jammu y Cachemira es y siempre será parte integrante de la Uniónindia”. Pero estas
nuevas conversaciones en el seno del foro internacional se ubican en un escenario
distinto dentro del conflicto indo-pakistaní, por lo que es preferible posponer su análisis
e introducirlo en su contexto.

Blinkenberg realiza la siguiente valoración sobre este primer período de


mediación en el Consejo de Seguridad: “Me da la impresión de que el Consejo habría
contribuido a proporcionar una solución más temprana si sus reacciones hubieran sido
directas y rotundas. Pienso que en la actitud de muchos de los miembros del Consejo de
Seguridad existió cierta arrogancia hacia estos dos nuevos países independientes, lo que
implicaba que el Consejo no aceptaría “sinsentidos” provenientes de la India y Pakistán
en su complicado conflicto. Por lo tanto, existió una tendencia implícita entre los
miembros del Consejo de Seguridad a evitar tomar una posición clara en esta disputa, lo
que habría facilitado la situación”. Aunque Blinkenberg también añade: “Me doy cuenta

“<‘El 23 de diciembre se aprobó otra resolución que no aceptó la India. Ver GUPTA, S. Op.cit. Pág. 251

208
de que había muy pocas posibilidades de llegar a un acuerdo provocado por un cambio
en las actitudes de otros países que no fueran los propios Pakistán y la India”.46

Pero precisamente en este campo se encontró el principal error del tratamiento


de la crisis por parte del Consejo de Seguridad. La actitud de la India, claramente
propicia, en un primer momento, a la celebración de un plebiscito, se transformó en una
actitud inflexible como mecanismo de defensa frente a la incomprensión y la
desconfianza que emanó, desde el primer momento, de los miembros del Consejo de
Seguridad. Teniendo en cuenta que el Consejo procuró más tarde compensar el evidente
desequilibrio de su posicionamiento original, se puede entender que existan distintas
opiniones a propósito de si su disposición fue producto de los intereses estratégicos de
los poderes occidentales en el sur de Asia, como defiende la mayoría de los autores
indios, o si sólo fue una estrategia bienintencionada pero desacertada, como sin duda
sostendrán muchos autores independientes que asumen los errores de la ONU en este
período.

Si se excluye la posibilidad de que se produjera una supeditación del tratamiento


de esta crisis a las dinámicas de la Guerra Fría, sólo queda otra forma para explicar la
actitud de las potencias occidentales. Las tremendas masacres intercomunales
presenciadas en el subcontinente durante la Transferencia de Poderes llevaron a
Occidente a la conclusión de que, como afirmaba Pakistán, hindúes y musulmanes
formaban dos naciones irreconciliables. Por ello, la adhesión de iammu y Cachemira a
la India fue considerada un error que se debía rectificar. La figura de Sheikh Abdullah,
valioso exponente de la inconsistencia de la Teoría de las Dos Naciones en algunas
regiones de mayoría musulmana, fue menospreciada por los miembros del Consejo,
bien por ignorancia o por interés. El autor indio B.L. Sharma también reconoce que
puede haber algo de cierto en la justificación de que la cuestión de Cachemira fue el
primer conflicto importante con el que se tuvo que enfrentar el Consejo de Seguridad,
entonces en plena formación. Y Sisir Gupta coincide con Pauline Dawson en que
aunque la ONU no pudo solucionar el problema de Cachemira, “sin duda alguna ayudó
a mitigar y finalizar la situación de la que estaba a cargo”.47

‘~ BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 156

~ SHARMA, EL. Tite Kasitmir Sto’y. Pág. 48, GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 254, y DAWSON, P. Op.cít.
Pág. 296
209
De cualquier forma, ante la persistente intratabilidad del conflicto indo-pakistaní
por Jammu y Cachemira, no es de extrañar que actualmente uno de los argumentos
recurrentes de los críticos de la figura de Jawaharlal Nehru en la India sea recordar el
“gran error” que el ex primer ministro cometió al recurrir a la ONU, prometer un
plebiscito, transformar un asunto de interés exclusivamente interno en una cuestión
internacional, y conceder a Pakistán su lotus standi.45

Al margen de estas consideraciones, hubo ciertas carencias evidentes en la


metodología de mediación de la ONU. Michael Brecher realizó un análisis que, aunque
caduco en el escenario actual, debería haber condicionado la segunda etapa de
mediación de la ONU :~‘> “La ONU debe volver a un examen, evaluación e intento de
reconciliación de este desacuerdo entre la India y Pakistán en los enfoques esenciales
sobre la disputa de Cachemira. Por lo tanto, la ONU debería volver a la consideración
de cuestiones más profundas tales a: (a) ¿Fue la adhesión un acto legal?; (b) ¿Cometió
Pakistán una agresion en contra de Cachemira? En ese caso, se requiere una condena
oficial de la ONU... si no, el Consejo de Seguridad debería negar abiertamente esta
acusación de la India; (e) ¿Existe una autoridad constitucional legítima en Cachemira?;
(d) ¿Es el Ejército de Azad Kashmir una creación de Pakistán, como afirma la India, o
es una fuerza militar autónoma compuesta, equipada y comandada por aquel segmento
de los cachemiris que se levantaron en revuelta en contra del destronado Marajá?”.

La radical discrepancia entre la India y Pakistán a la hora de responder a estas


cuestiones impidió que coincidieran en un mismo esquema de organización y
celebración del referéndum. Y al no haber sido nunca analizadas por el Consejo de
Seguridad, la Organización Internacional tampoco pudo adoptar un posicionamiento
lineal sustentado en una argumentación firme. Sin ninguna duda, la falta de dictamen
sobre estas cuestiones y la actitud evasiva de la ONU provocaron una situación de
impasse que se debería haber evitado. Como afirmó Brecher, el núcleo de la

discrepancia entre la India y Pakistán “es mucho más profundo que estas diferencias
aritméticas (refiriéndose a las tropas estacionadas en el territorio de Jammu y
Cachemira). Por debajo de ellas se encuentra el desacuerdo fundamental entre la India y

48Ver MADFIOK, BR. Op.cit. Cap.VIIJ, NIRMAL, A. y BARTARIA, V. Cp.cit. Págs. 4-5, y KAPOOR,
OP. Kasitmir Convictions Betrayecf Legaciles of Abdu//ait-.Vehru Nexus. Arun Publishing House,
Chandigarh 1995. Pág. 45

~‘>BRECHER, M. Op.cit. Pág. 144

210
Pakistán acerca del origen, la evolución y el significado de la disputa de Cachemira, así
como del verdadero papel de la ONU, y este desacuerdo es tan predominante en junio
de 1953 como lo era en enero de 1948”. y se puede decir que continúa imperturbable a
comienzos del siglo XXI.

211
3.2. 1949-1965. LA cONSOLmACrÓN DR LA HOSZ~~AD
nma~mszud LA ¡ArTWACIa4rALIZ4CIÓN DEL COA7LICTO F
SUINCL7RSIÓNENLA GUERRA FR¿4

Después del fracaso de la mediación de la ONU se debía dar paso a las


negociaciones directas entre los dirigentes de la India y de Pakistán, libres de presiones
externas y con capacidad para explorar otras vías sin la obligación de remitirse e
informar a la burocracia internacional. La India y Pakistán debían centrar sus esfuerzos
en la consecución conjunta y pacífica de una solución para el conflicto de Cachemira.
La guerra localizada que se había desarrollado entre octubre de 1947 y enero de 1949
sólo había conseguido una división de ¡¿victo del Reino Dogra, y no había ninguna
garantía de que otro enfrentamiento armado, aunque fuera de mayor intensidad y
extensión geográfica, sirviera para decidir el futuro de Jammu y Cachemira.

Nueva Delhi y Karachi podían partir de tres enfoques globales para impedir un
nuevo enfrentamiento armado. Primero: se podía dejar que la situación permaneciera,
más o menos, como estaba, respetando la línea de alto el fuego de manera que se
transformara gradualmente en una frontera internacional oficialmente reconocida.
Pakistán aceptaría el régimen de Sheikh Abdullah y Nueva Delhi reconocería la
existencia de Azad Kashmir y el dominio pakistaní en la Áreas del Norte. Este era el
tipo de acuerdo por el que se inclinaba la India. Segundo: las dos partes podían adoptar
estrategias encaminadas al cumplimiento de las resoluciones de la ONU y de sus planes
para la celebración de un plebiscito que abarcara todo el Estado de Jam.mu y Cachemira
como una sola entidad. Pakistán tendía hacia este tipo de solución con la esperanza de
que, bajo vigilancia internacional y con el Ejército de la India y Sheikh Abdullah fuera
de escena, el resultado le fuera favorable. Por último: siempre que Pakistán abandonara
su objeción inicial, se podía llegar a un compromiso para aceptar la división del Estado
por medio de la celebración de plebiscitos regionales o cualquier otro procedimiento
negociado.

Esta tercera opción fue la única que en último término pen’nitió la convergencia
de acuerdos mínimos desde los que construir una base firme para las negociaciones
bilaterales. Incluso antes de que la India retirara unilateralmente, por razones que serán
analizadas a continuación, su oferta de celebrar un plebiscito general de

213
autodeterminación, esta opción se había revelado como un instrumento imperfecto que
sólo podría desembocar en dramáticos desplazamientos de población. La división del
Estado, bien siguiendo los parámetros de la propuesta de Dixon para la celebración de
plebiscitos regionales, o bien mediante un acuerdo indo-pakistaní, era, como sigue
siendo, la mejor opción posible. Si se hubiera llegado a una solución del conflicto de
Cachemira por este medio, la India y Pakistán habrían podido comenzar a construir una
base de mutuo entendimiento para resolver sus otras muchas diferencias, también de
considerable magnitud y complejidad. Pero la falta de acuerdo sobre esta disputa se
convirtió, por la insistencia de Pakistán en anteponer su solución a cualquier proyecto
general de mejora de las relaciones bilaterales, en un obstáculo que impidió encauzar los
asuntos del subcontinente de una manera más ordenada y constructiva.

La complacencia de la India con el statu que post-bélico le llevó a adoptar una


posición de inmovilismo que sólo transformó en receptividad hacia algún intento de
aproximación pakistaní cuando éste partió de los que la India consideraba ser enfoques
racionales del conflicto. La impaciencia en Pakistán, donde sus dirígentes habían
convertido la cuestión de Jammu y Cachemira en objeto protagonista de debate entre la
opinión pública, se transformó en un sentimiento de profunda hostilidad, más fuerte que
el recíproco en la India. Ello determinó, en poco tiempo, la supeditación de cualquier
iniciativa encaminada a la obtención de la paz al beneplácito de la radicalizada opinión
pública. Este factor tuvo un peso especialmente coartador en aquellas ocasiones en las
que ciertos dirigentes pakistaníes, desde una actitud de sabio pragmatismo, accedieron a
renunciar a la celebración de un plebiscito general y abordaron un acercamiento a la
India que partía de la aceptación de una división negociada.

Por último, la indolencia india y el desequilibrio entre las fuerzas militares de


ambos países tuvo una consecuencia de especial trascendencia: Pakistán tendió a
equilibrar la balanza mediante la búsqueda de apoyos internacionales, estrategia que le
llevaría en primer término a introducirse en los sistemas defensivos del bloque
occidental, más tarde a crear una asociación política con China, y siempre a insistir en
involucrar a la ONU en un conflicto que la India tildaba de doméstico y para el que ya
sólo aceptaba un esquema de resolución puramente bilateral. Al final, el reforzamiento
diplomático y militar de Pakistán transformó las iniciales indiferencia y arrogancia
indias en inflexibilidad y recelos.

214
En las siguientes páginas vamos a estudiar la evolución de este desentendimiento
indo-pakistani durante el periodo que data desde el final de la primera guerra de
Cachemira en 1949 hasta las vísperas de la segunda guerra en 1965. Vamos a
comprobar que esta etapa, al igual que la mayoría de las que conforman la historia de
las relaciones indo-pakistaníes, está caracterizada por una consecución de errores
políticos y diplomáticos que sólo pudieron acarrear el comienzo de un nuevo
enfrentamiento militar. A pesar de que se presenciaron breves lapsos con buenas
expectativas, finalmente las suspicacias determinaron la intransigencia de las actitudes
india y pakistaní.

3.2.1. 1949-1952. ALGUNAS APROXIMACIONES SIMULTÁNEAS


A LA PRIMERA ETAPA DE MEDIACIÓN DE LA ONU Y LA AMENAZA DE
UNA NUEVA GUERRA

Durante la segunda mitad de 1949, a pesar de la finalización de la guerra en


Jammu y Cachemira, la rivalidad indo-pakistaní evolucionó hacia una intensidad
creciente. Una de las principales causas del nuevo brote de tensión fue la crisis de
Bengala, donde los enfrentamientos comunales amenazaron con afiadir una nueva
dimensión al conflicto fronterizo y territorial entre los sucesores del Imperio británico,
que se vieron otra vez a las puertas de un enfrentamiento bélico.

Esta crisis demostró la necesidad de adoptar medidas de prevención de nuevos


choques armados entre la India y Pakistán. En diciembre de 1949, la India propuso a
Pakistán la firma de un pacto formal de “exclusión de la guerra”, un acuerdo por el que
ambos países renunciaban a la guerra y se comprometían a recurrir a cualquier medio
pacífico para la solución de sus múltiples disputas bilaterales.2 La propuesta de la India
no hacia ninguna mención específica a Cachemira, y la respuesta de Pakistán resultó
elocuente. En opinión de los dirigentes pakistaníes, el problema de su relación con la
India debía ser dividido en dos grandes categorías:

la presencia de minorías hindúes en Pakistán Oriental y minorías musulmanas en Bengala Occidental


desembocó en violentos enfrentamientos comunales y un enorme flujo de refugiados, alrededor de
800.00,0 personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares en 1950. CFIOUDI-IURY, 0W.
Op.cit. Cap. VI. Ver también RAZVI, M. Op.cit. Págs. 45-69,

2 Ver BURKF, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág. 49

Ver CHCUDHURY, 0W. Op.cit. Págs. 179-184

215
Por un lado estaban ciertos problemas concretos tales al comercio y a la crisis de
Bengala. Por otro, persistían problemas estructurales emanados de la naturaleza
imperfecta del Sistema de Partición. En esta categoría, Pakistán concedía especial
importancia a cinco materias. Primero: Cachemira. Segundo: la disputa sobre el estatius
de Junagadh. Tercero: la cuestión de la división de los canales acuíferos entre los dos
países a lo largo de la línea de división de 1947. Cuarto: la disputa sobre los derechos de
las propiedades desalojadas, bienes abandonados o arrebatados por la fuerza durante las
algaradas del verano de l947.~ Y, finalmente, la reivindicación de Pakistán de su parte
de los capitales financieros del Imperio británico que todavía retenía la India.

Para Pakistán el problema de Cachemira era, con mucho, el más importante y


mientras no fuera solucionado la “atmósfera de buena voluntad esencial para la solución
de las disputas” seria inexistente, por lo que rechazó la propuesta del pacto de
“exclusión de la guerra”. Desde aquel momento y con muy pocas excepciones, ésta ha
sido la respuesta pakistaní a las ofertas de aproximación india en otras materias. Si lo
que la India pretendía era evitar un nuevo conflicto armado, una simple declaración de
buenas intenciones no era suficiente. Se tenían que abordar minuciosamente todos y
cada uno de los puntos de conflicto, y la permanencia de la disputa territorial en Jammu
y Cachemira impedía abordar con serenidad el resto de las materias de discusión.5

Liaquat Ah Khan temía que la intención de la India fuera ignorar las


recomendaciones realizadas por la ONU a propósito de la celebración de un plebiscito.
Por ello propuso que el concepto de “exclusión de la guerra” se combinara con una
declaración conjunta en la que se estableciera una agenda concreta de actuación y
planificación para la solución de todas las disputas existentes, incluyendo Jammu y
Cachemira. Los asuntos en los que no fuera posible alcanzar un acuerdo bilateral, serían
remitidos a un arbitraje internacional vinculante.6 La India volvió a rechazar el arbitraje,
con más renuencia después de su amarga experiencia en el seno de la ONU. Desde su
perspectiva, cada disputa debía ser negociada de forma bilateral en el momento

No obstante, este problema era más urgente para la India que para Pakistán. Los refugiados hindúes
habían dejado en Pakistán propiedades por un valor aproximado dc 5.000 millones de rupias, en contraste
con los 1.000 millones abandonados por los musulmanes, CJ-IOPRA, Surendra. Post Simia Indo-Pakistan
Relations, Con frontation to de-esc:aiation. Deep and Deep Publieations. Nueva Delhi 1988. Pág. 25

Ver LAMB, A. Kashmir, A Disputed Legacy. Pág. 220

6BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cít. Pág. 49, y CHOUDHURY, 03W. Op.cit. Pág. 180

216
adecuado y en una atmósfera alejada de la “psicosis de guerra” que prevalecía en el
subcontinente. Por ello era tan necesaria una preliminar declaración de “exclusión de la
guerra

Evidentemente, la propuesta india de la “exclusión de la guerra” no iba a servir


como fórmula mágica para acabar con las causas de la hostilidad indo-pakistaní. Para
Pakistán, aunque la opción de las negociaciones como sustitutivo de la guerra tenía unas
virtudes evidentes, se corría el riesgo de pasarse la vida negociando sin llegar a ningún
resultado definitivo. Mientras tanto, la India mantendría su ocupación de Cachemira.

No obstante, a pesar de la paralización de la cuestión de .Iammu y Cachemira, la


mera necesidad práctica llevó a Liaquat Ah Khan a alcanzar distintos acuerdos con
Nehru. Durante unas rondas de negociaciones celebradas en abril de 1950 y febrero de
1951, la India y Pakistán conciliaron proyectos para hacer frente al problema de las
.7
minorías en Bengala y a algunas cuestiones relacionadas con el comercio. También se
allanó el camino para futuras políticas conjuntas de transporte, irrigación, comunicación
y defensa, y se acercaron posturas a propósito de la distribución de los canales acuíferos
y la devolución de las propiedades evacuadas. Estos pequeños entendimientos
temporales no ayudaron a acercar posiciones en lo que se refería a la cuestión de
Cachemira. Después del fracaso de las propuestas de Dixon, las cordiales negociaciones
entre los dos primeros ministros fueron sustituidas por el anterior lenguaje de
8
recriminaciones y amenazas.

En enero de 1951 Pakistán impulsó una nueva ronda de negociaciones en un


escenario que consideró más propicio: la Conferencia de los Primeros Ministros de la
Cornmonwealth celebrada en Londres. La Conferencia había desestimado en repetidas

Las relaciones comerciales se restauraron pero, a causa de la prolongada guerra comercial, nunca
llegaron a alcanzar las proporciones anteriores. Ver CHOUDHURY, 03W. Op.cít. Pág. 116-119

Liaquat Ah Khan habló de “la ocupación de la India” en Cachemira como una operación diseñada para
provocar el aislamiento y el estrangulamiento económico de Pakistán. “El gobierno y la población de
Pakistán no descansarán hasta que Cachemira sea liberada... A veces, cuando el tiempo pasa, incluso los
medios pacíficos pI]eden resultar tan perjudiciales y devastadores como la misma guerra”. “La cuestión de
Cachemira”, afirmaba Nehru en un telegrama a Liaquat Ah Khan cl 29 dejulio de 1951, “se habría
solucionado pacíficamente de acuerdo con los deseos de la población hace tiempo, como nosotros hemos
deseado desde el principio”, si no hubiera sido “por la importante circunstancia de que Pakistán primero
alentó, y después tomó parte activa, en la violenta agresión en contra del Estado y su población... Pakistán
intentó tomar posesión de Cachemira por medios violentos”. Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 164, y
LAMB, A. Kasitn,ir. A Disputed Legacv. Págs. 222 y 223

217
ocasiones las solicitudes de Pakistán alegando que no entraba entre sus competencias
intervenir en ese conflicto territorial indo-pakistaní. Pero Pakistán, cuya única esperanza
de romper el inmovilismo de la India se encontraba en el estímulo internacional,
presionó con fuerza hasta conseguir que los primeros ministros de Australia, Gran
Bretaña, la India y Pakistán se reunieran para discutir el conflicto de Jamniu y
Cachemira “de una manera informal”.

Teniendo en cuenta que las propuestas que Pakistán presentó en Londres fueron
las mismas que Nueva Delhi había rechazado reiteradamente en la ONU, no es de
extrañar que estas negociaciones ni siquiera sirvieran para reducir la atmósfera de
hostilidad. Ah Khan insistió en la retirada de las tropas indias y de la administración de
Sheikh Abdullah. A cambio propuso el nombramiento de un administrador del
plebiscito con amplios poderes y el estacionamiento de tropas de la Commonwealth
durante la celebración del plebiscito. Hasta ese momento, se podía contemplar la
creación de una reducida fuerza conjunta indo-pakistaní que ejerciera una labor de
vigilancia en el Estado, lo que significaba la presencia pakistaní en las áreas controladas
por la India y viceversa.

La India, que ni siquiera había dado la bienvenida al tratamiento en el foro de la


Commonwealth de una cuestión que consideraba de orden interno, volvió a rechazar la
propuesta de estacionar tropas neutrales en suelo cachemirí basándose en tres
consideraciones fundamentales: Por un lado, la presencia de un Ejército extranjero en la
India tendría unas repercusiones nefastas en la opinión pública. Por otro, Nueva Delhi
no podía imponer esta medida a Srinagar, cuyo gobierno excluía la presencia de tropas
internacionales.9 Por último, también se interponía la atmósfera de suspicacias e intrigas
internacionales propias de la Guerra Fría. Sobre la propuesta de una fuerza militar
conjunta indo-pakistaní, la India recordó, como haría insistentemente desde entonces, la
obligación de Pakistán de retirar sus tropas de .Jammu y Cachemira como paso previo

En Cachemira Sbeikh Abdullah describió la propuesta como “humillante y deshonesta”, “Una vez que
tropas extranjeras ocupan un territorio bajo un pretexto u otro van para quedarse”. Sobre la autoridad del
administrador del plebiscito, declaró que “después de la amarga experiencia de Corea, es normal que la
población del Estado tema que el asentamiento de otro MacArthur en el apacible suelo de Cachemira
reduzca el Estado a un objeto de áspera controversia internacional”. GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 229

218
sine qua non hacia la celebración del plebiscito. La India sí expresó su aceptación de la

propuesta de Dixon para la celebración de plebiscitos regionales.10

La única repercusión de estas negociaciones se dejó notar en la evolución de la


opinión pública mundial, que había valorado positivamente las propuestas de Pakistán, a
favor de la nación islámica.1~ Si bien la Commonwealth no aproximó a Pakistán hacia
una solución satisfactoria, sí dejó en evidencia que la internacionalización del conflicto
y el recurso a la utilización de la presión externa debía, como de hecho ocurrió,
convertirse en uno de los pilares de la estrategia pakistaní.

El círculo vicioso de recriminaciones y amenazas veladas surgió de nuevo con


mayor intensidad. Pero en esta ocasión la India puso un énfasis particular en las
supuestas evidencias que apuntaban a que Pakistán estaba haciendo preparativos para
intentar forzar una solución de la disputa por medio de la guerra.’2 Por su parte,
Karachi, aludiendo a la superioridad militar del Ejército de la India, denunciaba las
presuntas amenazas y provocaciones implícitas en ciertas maniobras militares de
prevención y en la propaganda hostil.’3 Esta atmósfera no sólo determinó el nuevo
fracaso de la tarea del mediador de la ONU, Graham, sino que efectivamente volvió a
colocar a ambos países a las puertas de otro enfrentamiento armado.

GUPTA, S. Op.cit. Pág. 228

Brecher cree que al insistir en propuestas que la India había rechazado anteriormente, Pakistán
intentaba irritar a la India para que abandonara la Commonwealth. BRECI-IER, M. Op.cit. Pág. 45
~2 En junio de 1951 Pakistán envió una brigada a Azad Kashmir y la India respondió concentrando tropas
en la frontera de Pakistán Occidental. El 15 dejulio Liaquat Ah Khan anunció, algo exageradamente, que
“la mayoría del Ejército indio.,, está concentrada frente a las fronteras pakistaníes”. Las invocaciones a la
guerra santa en Pakistán hicieron que el bando indio lo viera como una señal de que se estaban realizando
preparativos para una ofensiva pakistaní. Dos interpretaciones divergentes de este período en
BLINKENBERG, L. Op.eií. Pág. 165, y LAMB, A. Kasitmir A DisputedLegacy Pág. 221

‘~ Liaquat Ah Khan señaló a Nehru enjulio de 1951: “El poder de las fuerzas armadas de la India en el
momento de la división era el doble que el de las de Pakistán. Desde entonces, ustedes han tratado
insistentemente de incrementar esa diferencia, no sólo reforzando sus fuerzas armadas sino intentando
lisiar las fuerzas pakistaníes negándoles la parte dc las dotaciones a la que tenían derecho por el acuerdo
del Sistema de Partición. Pakistán se ha visto por eíío forzado a gastar considerables sumas para lograr un
suministro injustamente retenido por la India... A causa de esta gran diferencia entre las fuerzas armadas
de los dos países, resulta inaudito sugerir que haya algún peligro de agresión en contra de la India por
parte de Pakistán. La mayor proporción de las fuerzas armadas dc la India, la manera en la que han sido
utilizadas de tiempo en tiempo en territorios vecinos, y las repetidas amenazas a la seguridad de Pakistán
al congregar sus tropas frente a las fronteras de Pakistán, no deja ninguna duda acerca dc dónde existe una
agresión potencial”. En LAMB, A. Kasitmir. A Disputed Legacv. Pág. 223

219
En octubre de 1951 el primer ministro Liaquat Ah Khan fue asesinado por un
fanático y sustituido por Khwaja Nazimuddin. Nazimuddin sólo permaneció en el cargo
hasta 1953 por su incapacidad para hacer frente a una inestabilidad política y unos
desórdenes públicos que se convirtieron desde entonces en rasgo distintivo del escenario
político y social pakistaní. “~ En contraste, en la India sólo se oían orgullosas expresiones
de seguridad nacional y las primeras alusiones a una adhesión definitiva de Cachemira.

Para 1952, la desilusión que experimentaba la India ante el injusto trato que
consideraba estar recibiendo en la ONU le llevó a adoptar una actitud que combinaba
cierta complacencia, ante el hecho de que ocupaba los territorios de Jammu y
Cachemira que más le interesaban, y arrogancia hacia Pakistán o cualquier otro país que
intentara presionarle en contra de su voluntad. Nueva Delhi tenía en estas fechas todo a
su favor Sheikh Abdullah gobernaba en .Jammu y Cachemira con el beneplácito de la
población. No había ningún poder exterior con capacidad para obligarle a aceptar la
celebración del plebiscito en unos términos que no considerara justos. Además, se sentía
moralmente satisfecha porque juzgaba que su renuncia a Azad Kashmir y las Áreas del
Norte y su aceptación de un plebiscito en el Valle de Cachemira había sido más que
generoso.

Todo esto le llevó a adoptar una posición de inmovilismo que irritaba


profundamente a los dirigentes pakistaníes, aferrados al poco fructífero espectro de la
presión internacional e incapaces, ellos también, dc claudicar para llegar a una solución
negociada. A lo largo de 1952 surgieron de Pakistán y de Azad Kashmir numerosas
expresiones de hostilidad y algunas alusiones explícitas a la guerra. ‘~ “Un reflejo claro y
rotundo”, en opinión de Josef Korbel, “de la indignación y el resentimiento de la
población pakistaní por la imposibilidad de aproximar la cuestión de Cachemira a una
solución final”.’6

‘‘ Tras la muerte de .Jinnah en 1948 y, especialmente, desde el asesinato de Liaquat Ah Khan en octubre

de 1951, sc dio un vacío de liderazgo político en Pakistán que muy pronto conduciría al deterioro de su
política interna, que culminó con el golpe militar de Ayub Khan en 1958.
15 Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Págs. 166-167

~KORBEL, J. Op.cit. Pág. 191

220
3.2.2. 1953-1957. LA INTEGRACIÓN DE PAKISTÁN EN EL
BLOQUE MILITAR OCCIDENTAL Y LA RETIRADA DE LA OFERTA INDIA
PARA LA CELEBRACIÓN DEL PLEBISCITO

3.2.2.1. 1953-1956: Las negociaciones bilaterales entre Mohammed


AB Bogra y Nehru y las razones de su fracaso

Tres semanas después de que Graham propusiera que el Consejo de Seguridad


renuncíara a iniciar nuevos intentos de mediación y permitiera a Pakistán y la India
buscar bilateralmente una base de entendimiento, se produjo un suceso político en
Pakistán que facilitó este curso. Mohammed Ah Bogra, que fue nombrado nuevo primer
ministro de Pakistán en 1953, optó por continuar y reforzar los esfuerzos que su
predecesor había iniciado para favorecer un acercamiento amistoso a la India, cuya
respuesta había sido favorable.’7 De esta forma, entre 1953 y 1954 tuvieron lugar varios
encuentros entre los primeros ministros indio y pakistaní en los que, finalmente, los
recelos y el peso de la opinión pública provocaron el hundimiento de un proceso que
prometía bastante.

Los primeros encuentros, celebrados en una atmósfera de cordialidad inusual en


Londres y Karachi entre junio y julio de 1953, derivaron en un compromiso para tratar
de forma bilateral un amplio campo de problemas existentes entre los dos países, entre
ellos el de la posible celebración de plebiscitos regionales en Jarnmu y Cachemira.’5
Pero antes de retomar las negociaciones, la situación política interna en .Jammu y
Cachemira explotó con la destitución y el arresto de Sheikh Abdullah el 9 de agosto de
1953 bajo la acusación de estar implicado en actividades anti-lndia.

La caída de Sheikh Abdullah transformó la naturaleza de la disputa indo-


pakistaní por Jammu y Cachemira y dañó la causa de la India de una forma que nadie
pareció percibir en Nueva Delhi. Pero Pakistán si entendió inmediatamente el
significado que tenía la destitución de la figura sobre la que se había asentado la
principal fuerza moral de la causa india.

‘~ Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 39, y GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 256

‘~ Ver GUPTA, 5. Op.cít. Págs. 260-261

221
Frente a la radicalización de algunos círculos en el gobierno pakistaní que
instaron al cese de las conversaciones con la India, ‘~ Ah Bogra impulsó el adelanto de
un nuevo encuentro con Nehru que le valió no pocas críticas en Pakistán.20 Las
reuniones celebradas en agosto en Nueva Delhi no fueron enteramente inútiles. Ah
Bogra y Nehm estuvieron de acuerdo en que “el método más viable para conocer el
deseo de la población era un plebiscito justo e imparcial”. Los dos primeros ministros
acordaron negociar personalmente las cuestiones preliminares que anteriormente habían
impedido el avance, para lo que pidieron a políticos y medios de comunicación en sus
respectivos países que alentaran activamente una atmósfera de paz y cooperación.2’

Pero el principal acuerdo alcanzado no fue hecho público, probablemente a


petición de Ah Bogra para evitar mayores críticas por lo que muchos en Pakistán
consideraban una claudicación ante la India. Nehru y Ah Bogra habían discutido un
acercamiento al concepto de “plebiscitos regionales”, y esta vez con un interés que
Pakistán no había demostrado nunca antes. La posible fórmula debía evitar trasvases de
población a gran escala de unas regiones a otras. En opinión de Nehru, la solución era
que las regiones en las que la votación favoreciera mayoritariamente a la India o a
Pakistán se integraran en ese país indiferentemente del resultado del voto general.22

Estas prometedoras negociaciones fracasaron cuando surgieron algunos puntos


de discordia que, no obstante, no habrían supuesto un obstáculo insalvable en otro
contexto. La primera causa de desavenencia fue el rechazo indio al nombramiento de un
norteamericano para ocupar el cargo de administrador del plebiscito.23 Otro punto de

~ El periódico pakistaní Tite Dawn publicó un articulo señalando que la mayoría de la gente prefería que
el primer ministro pakistaní no continuara con sus conversaciones con Nehru. The Dawn. lO de agosto de
1953. En BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.eit. Pág. 40

20 Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 170, y GUPTA, 5, Op.cít. Págs. 269 y 270

21 Ver Joint Communiqae un Prime Ministers’ Talles in New Delhi, ¿Issued un Me 21” August, /953). En
RAO, O. Op.cít. Págs. 295-296. La opinión pública en la India dio la bienvenida a esta poco corriente
manifestación de buena voluntad, En Pakistán la reacción fue o bien de cautela, o bien contraria a los
vagos principios que habían trascendido de las conversaciones. Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 270-271
22 LAMB, A. Kashmir, A DLsputed Legacv. Pág. 226

22 En agosto Ah Bogra había estado dc acuerdo con Nehru en que el norteamericano Nimitz no era la
persona más adecuada para ostentar el cargo porque provenia de una de las dos grandes potencias de la
Guerra Fría. Pero el mismo día en el que el diario pakistaní Dawn tachaba el rechazo de Nehru a Nimítz
de un intento por “provocar un obstáculo entre EEUU y Pakistán y también de crear una situación en la
que la disputa de Cachemira dejara a todos los efectos de ser una cuestión viva ante la ONU”, Ah Bogra
222
discordia estuvo provocado por la omisión que la declaración de agosto hacía del papel
de la ONU y sus resoluciones sobre la cuestión de Cachemira. Si la declaración hubiera
regulado la forma en la que se debía conducir la celebración del plebiscito se podría
haber compensado esta omisión. Pero no fue así, de forma que cuando la oposición de
gran parte de la opinión pública pakistani consiguió reducir el margen de maniobra de
Ah Bogra, Nehru se aferró a las tradicionales exigencias de la India a propósito del fin
de la agresión y de la presencia de tropas pakistaníes en suelo cachemiri»

Al margen de las desavenencias puntuales, las verdaderas causas del fracaso de


este acercamiento fueron, a ojos de Pakistán, el desarrollo de la política interna en
Jammu y Cachemira, donde Sheikh Abdullah había sido sustituido por un primer
ministro pro-India. Y en opinión de la India, la transformación del escenario
geoestratégico propiciado por la alineación militar de Pakistán con EEUU. Estos
factores fomentaron el desarrollo de sendas corrientes de opinión pública en ambos
países, recíprocamente imputadas como respuesta a una inspiración “oficial”, contrarias
a cualquier tipo de claudicación política en Jammu y Cachemira.25

La introducción del conflicto en las dinámicas de la Guen Fría

La Guerra Fría supuso para Pakistán un factor más beneficioso que perjudicial.
Teniendo en cuenta que comenzó su existencia siendo un país económica y militarmente
mucho más débil que la India, sus líderes sabían que la nivelación de poderes regional
estaba descompensada a favor de la India, y que su posición con respecto a Cachemira
necesitaba un peso que equilibrara la balanza. Esta situación condujo a Pakistán a una
búsqueda incansable de apoyo político y militar en el exterior.

señalaba que se tenía que volver a considerar el nombramiento de Nímitz, Ver GUPTA, 8. Op.cít. Pág.
273, y BLINKENBERG, L, Op.cit. Pág. 172

24 BIRD WOOD, Lord. Op.eít. Pág. 119, y BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 41. Pese a la mala
atmósfera prevaleciente, Nehru y Ah Bogra alcanzaron en diciembre de 1953 un acuerdo para el
nombramiento de un Comité Indo-pakistaní que estudiaría las medidas preliminares a la celebración del
plebiscito. Pero la definitiva alineación militar de Pakistán con Occidente hizo que los líderes indios
desecharan definitivamente la idea del plebiscito. BIRDWOOD, Lord. Opeil. Pág. 123

2S Ver GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 273, y BURKE, SM. y ZIRJNG, L. Op.cit. Págs. 222-223. D.H. Butaní
sugiere que tuvo mucha fuerza el miedo del gobierno indio a que la naturaleza comunal del acuerdo diera
lugar a enfrentamientos civiles a lo largo de toda la Unión. BUTANI, Dli. Op.cit. Págs. 180-181

223
Por lo que se refiere a la Unión Soviética, Moscú había sentado un mal
precedente para el desarrollo favorable de sus relaciones con Pakistán al no reconocer la
necesidad de la creación de la nación islámica, y al asumir la tesis del Partido del
Congreso y su deseo de conservar una India unida. Moscú no reconoció oficialmente a
Pakistán hasta 1948, y las relaciones bilaterales entre ambos países se resintieron
durante varios años. En 1950 el primer ministro pakistaní ignoró una invitación para
visitar Rusia, mientras que poco después aceptó otra para acudir a EEUU, iniciando así
un largo período de estrechos vínculos entre los dos paises:

Respecto a Washington, a pesar de que inicialmente sus esfuerzos estuvieron


dirigidos a ganarse el apoyo de la India, mucho más fuerte que Pakistán, en su lucha
contra el comunismo en Asia, el aferramiento de los dirigentes indios a su neutralidad, y
sus reservas ideológicas en contra de Occidente, acabaron por convencer a EEUU de
que Pakistán sería un aliado mucho más fiel.27 De esta forma, a finales de 1953 se
confirmaron las noticias sobre la implicación de Pakistán en una estrategia de
asociación diplomática y militar con Occidente. Karachi colaboraría en la contención
del comunismo en Asia y se integraría en las alianzas diseñadas a tal efecto,
permitiendo el establecimiento de bases militares aéreas norteamericanas en su
territorio. Como compensación, recibiría la ayuda militar norteamericana.28

Aunque es cierto que muchos políticos pakistaníes estaban seriamente


preocupados por la expansión del comunismo y sentían simpatía por la política exterior
de John Foster Dulles, G.W. Choudhury reconoce que “cuando en los años 50 Pakistán

26 STEPHIBNS. 1. Op.cít. Pág. 219

27 BURKF, SM. y ZIRING, L. Op.cít. Págs. 119-135. Para un estudio sobre el inicial acercamiento de la
India a países comunistas como Rusia o China y su desconfianza de EEUU ver BOWLES, Chester.
Ámbassador~s Repore. Harper& Brothers. Nueva York 1954. Cap. 15

25 Pakistán firmó el Tratado Turco-pakistaní el 2 de abril de 1954 (núcleo del futuro Pacto de Bagdad y de
la Organización del Tratado Central, CENTO) y el Tratado de Mutua Asistencia en Defensa con FEUL el
19 de mayo de 1954. En septiembre dc 1954 se integró en el Tratado de la Organización del Sudeste
Asiático, SEATO, convirtiéndose en un vínculo crucial entre la SEATO y e] Pacto de Bagdad (CENTO).
Teniendo en cuenta que por medio del Pacto de Bagdad Pakistán también se relacionaba con la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) gracias a Turquía, está claro que Pakistán
desempeñaba un papel muy importante en la contención en Occidente del mundo comunista. Según
algunos investigadores, hay evidencias de que Pakistán estaba tan deseoso de llevar a cabo la tarea que se
le babia asignado que incluso intentó integrarse en la OTAN. Ver CI-IOPRA, Surendra. Perspectivas un
Pakisían~s Foreign Po/ley. Guru Nanak Dcv University Prcss, Amritsar, 1983. Pág. 125

224
miró a Occidente, no fue tanto a causa del entonces en boga miedo al comunismo
internacional como lo fue a causa de su miedo a una agresión india”.29

Las repercusiones de este nuevo factor en la India fueron amplias y profundas.


Al tiempo que los partidos conservadores lamentaron este menosprecio de EEUU,
algunos núcleos de izquierda comenzaron una campaña de desprestigio de la
emblemática política india de no alineación y aconsejaron la firma de un pacto militar
con la URSS. Aquellos círculos políticos que siempre habían desaconsejado la
celebración del plebiscito encontraron un nuevo argumento para sustentar su posición.
Pero sobre todo, los líderes indios percibieron la nueva política exterior pakistaní como
una provocación y una amenaza directa que transformaba todo el escenario
geoestratégico, en especial en lo referente a Jammu y Cachemira.30

En opinión de Mohammed Ah Bogra, incluso con ese refuerzo del potencial


armamentístico de Pakistán la India continuaba siendo más fuerte. De cualquier forma,
las relaciones entre ambos países no se podían cimentar sobre una base de tan
desproporcionada disparidad entre sus capacidades militares)’ Igualmente, pakistaníes
y norteamericanos garantizaron que la ayuda militar sólo podría ser utilizada para
mantener la seguridad interna en Pakistán, para garantizar su defensa de agresiones
exteriores, y para participar en la defensa de las áreas incluidas en los acuerdos de
seguridad colectiva de la ONU. Esto implicaba que, aunque no podría ser utilizada para

29
CI-IOUD1-IURY, 03W. Op.cít. Pág. 6

Jawaharlal Nehru transmitió sus inquietudes a Mohammed Ah en una extensa carta en la que
reafirmaba la política de no alineación de la India y tachaba la nueva alianza militar pakistaní de “acto de
enemistad cargado de peligro” y de una “provocación de guerra” que por fuerza repercutiria en la
atmósfera psicológica entre los dos países y a las cuestiones que estaban tratando, “especialmente, al
conflicto de Cachemira”, Ver LAME, A. Kas/unir. A Dispated Legacy. Pág. 228. Respecto a Jammu y
Cachemira. se señaló que la nueva situación militar en el subeontinente afectaba al proceso de
desmilitarización del Estado. Si en Pakistán se situaba un poder militar poderoso, sus fuerzas podrían
entrar en Cachemira en pocas horas aunque anteriormente se íes hubiera hecho retirarse 30, 40 o 50 millas
hacia el interior de Pakistán. GUPTA, 5. Op.cít. Pág. 279

Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 279-280. SM. Burke y L. Ziring denuncian que a pesar deque Nehru
declaró en el contexto de las relaciones sino-indias que “la amistad natural no existe si tu eres débil y si
eres menospreciado como un país débil”, en esta ocasión no comprendió que Ah Bogra defendiera que
solo se podía construir una relación sana entre la India y Pakistán silos amplios márgenes existentes
entre la fuerza de la India y la debilidad de Pakistán pudieran ser reducidos”. Ver BURKF, SM. y
ZIRING, L. Op.cit. Págs. 39 y 220

225
cometer agresiones en contra de otros países, “si la India atacara Pakistán no habría
32
ninguna limitación para la utilización de la ayuda militar norteamericana

Unas declaraciones públicas de Mohammed Ah Bogra en el .sentido de que la


asistencia militar de EEUU ayudaría a Pakistán a solucionar el problema de Cachemira
fueron respondidas con la decisión de Nehru en 1954 de zanjar las negociaciones en
33
curso para organizar la celebración de un plebiscito. La India ya no podía correr
ningún riesgo, como había estado dispuesta a correr anteriormente, y debía tener una
libertad absoluta para mantener en Jammu y Cachemira la presencia militar que
considerara ‘‘necesario en vistas de esta nueva amenaza’’:14

Los autores pakistaníes Aziz Beg y G.W. Choudhury coinciden en que “la
noticia de la ayuda militar americana a Pakistán concedió a Nehru una excusa perfecta
para retractarse de su compromiso de celebrar unas elecciones libres en Cachemira~~.35
Mientras que Scott Reid, ex alto comisionado de Canadá en Nueva Delhi conocido por
sus críticas a las políticas de Nehru en Jammu y Cachemira, afirmó en sus memorias
que Nehru era sincero en su compromiso, y que si las armas norteamericanas no
hubieran comenzado a circular por Pakistán es muy posible que se hubiera celebrado la
consulta popular: De cualquier forma, como subraya 13.L. Sharma, la repercusión más
inminente de la alineación militar de Pakistán en lo que se refiere a la cuestión de
Jammu y Cachemira fue que con ella “murió el plebiscito con una muerte
vergonzosa 37

32 BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 164-165

~ Nehru consideró que la ayuda militar aumentaba la tensión en el subeontinente. El primer ministro
indio no podía confiar en las garantías concedidas por EEUU de que no se toleraria que Pakistán utílízara
sus armas en contra de la India porque el mundo había ignorado la agresión que ya se había cometido en
Cachemira. La ayuda militar a Pakistán habia llegado en un desafortunado momento, cuando se habían
hecho grandes progresos. Nehru juzgó que la reciente alianza militar suponía “una forma de intervención”
en estas cuestiones pendientes de solución entre Pakistán y la India. “La India no tiene intención de
rendirse o trocar su libertad por ninguna causa o bajo ninguna compulsión”. Ver BLINKENBERG, L.
Op.cít. Pág. 175, y GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 280

~ BURKE, SM, y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 226

~ Ver CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 87, y BEO, Aziz, Captive Kas/unir. Allied Busíness
Corporation. Lahore 1957. Pág. 76

BUTANI, 0.1-1. Op.cit. Pág. 176

SHARMA, B.L. Tite Kashmir Sturv. Pág. 95


226
Pero las consecuencias inmediatas fueron mucho más amplias. Los líderes indios
necesitaban equilibrar la balanza, y para ello Nehru estudió dos alternativas. Por un
lado, trabajó con la determinación de alzarse como adalid de los países no alineados del
mundo afroasiático. En abril de 1955 se celebró una gran convención de países no
alineados en Bandung en la que Nehru se encumbró como principal defensor del
afroasianismo y los indios se vieron a sí mismos como líderes morales entre los países
neutrales del mundo. Por otro, Nehru decidió dejar de menospreciar la fuerza del apoyo
ruso en su causa por Cachemira, de forma que la Guerra Fría también acabó
determinando la evolución de las relaciones de la India con el exterior.

Habiendo heredado una nación mucho más autosuficiente que sus vecinos
pakistaníes, los líderes indios se habían esforzado por confeccionar una política de
exteriores independiente y neutral. Pero diplomáticamente la India demostró menos
sagacidad que Pakistán, porque ello no le supuso el mantenimiento de relaciones
fructíferas con las dos grandes potencias, y en último término acabó necesitando una
asociación muy próxima, y estratégicamente muy rentable, con la Unión Soviética.

En un principio, estas relaciones no habían sido fáciles. A pesar de que Nehru se


esforzó desde los años inmediatamente posteriores a la independencia por establecer
relaciones cercanas con la Unión Soviética, Moscú consideraba entonces que el régimen
de Nehru no era más que un “instrumento del imperialismo” fuertemente influido por el
gobierno británico. Por su parte, pese a la admiración de los líderes indios por los logros
de los rusos en los campos sociales e industriales, también existía cierto desacuerdo con
los métodos estalinistas, tanto internamente como en el campo del dominio soviético en
Europa del Este.

Según el enfoque de Lars Blinkenberg, la frecuente política de dicotomía


soviética, que por un lado reflejaba el deseo de promover la amistad con un pais
concreto, tal a la India, y por otro explotaba la debilidad interna de ese mismo país para
promocionar el comunismo local, irritaba al anticomunista Partido del Congreso y a la
opinión pública india en general. Además, la neutralidad inicial de Rusia en el Consejo

227
de Seguridad acerca de la cuestión de Cachemira tampoco favoreció la creación de un
buen vínculo con la India.38

Pero la política de exteriores de la Unión Soviética se hizo más flexible en los


últimos años de gobierno de Stalin, y después de su muerte se inclinó por favorecer a la
India, garantizar su neutralidad, e impedir los designios imperialistas norteamericanos
en Cachemira. Las bases para la asociación eran tan sólidas que superaron cualquier
desavenencia. Ambos países compartían fronteras en disputa con China y estudiaban
con preocupación los designios de su vecino. Además, teniendo en cuenta la alianza de
Pakistán con los poderes occidentales, Rusia sólo podía esperar alcanzar cierta
influencia en el subcontinente a través de su amistad con la India. Con gran rapidez, la
inicial desconfianza entre Nueva Delhi y Moscú desembocó en una cooperación que
autores como Surendra Chopra o ‘Vemon Hewitt consideran mucho más sostenida e
incondicional que la alianza de EEUU y China con Pakistán.39

Una visita de Nikolai Bulganin y Nikita Khrushchev a la India en noviembre y


diciembre de 1955 preparó el camino para unas relaciones mucho más estrechas en los
años venideros.40 Desde aquel momento, la India encontró en la Unión Soviética el
apoyo, en un principio sólo diplomático, pero más tarde también militar, de un gran
poder en su causa por Cachemira. Al mismo tiempo, la India avisó a Pakistán que la
fuerza prestada de uno de los dos bloques de la Guerra Fría no le iba a ayudar a
solucionar la cuestión de Cachemira por medios militares.4’

28 BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 351. Ver el cambio de posícionamiento de Stalin sobre esta cuestión
en RAY, II. Op.cit. Págs. 8-22

~ CHOPRA, 5. Perspectives un Pakistan S


5 Poreign Pu/lev. Pág. 191, y HEWITT, V. Op.cit. Pág. 178

40 Nehru había visitado antes la Unión Soviética y había sido elogiado por la prensa rusa como “baluarte
dc la paz” y “uno de los estadistas más importantes dc la era”. LAME, A. Kashrnir, A Disputed Legucy.
Pág. 230, En la India, Khrushchev anunció que “la cuestión de Cachemira como uno de los estados
constituyentes de la República de la India ya ha sido decidida por la población del Estado,., Los hechos
demuestran que la población de Cachemira no desea que Cachemira se convierta en un juguete en manos
de las fuerzas imperialistas”. “En lo que respecta a Cachemira hemos presenciado mientras hemos estado
allí la intensa alegría con la que la población de Cachemira aprecia su liberación nacional, considerando
su territorio como una parte integrante de la India”. Ver GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 300

~‘La URSS ofreció en secreto al gobierno de la India “todas las arruas que necesitaba, sin limitaciones en
su utilización”. En un principio los indios rechazaron la oferta queriendo ilustrar, según Brines, “la no
agresividad fundamental del gobierno indio”, pero más adelante la India aceptó la oferta. BRINES, R.
Op.cít. Págs. 145-146. En BLINKENEERG, L. Op.cit Pág. 353

228
Sisir Gupta reconoce que el apoyo soviético a la causa india por Cachemira fue
bienvenido, pero matiza que existía una diferencia fundamental entre este apoyo y el
que Pakistán había buscado de sus aliados occidentales. A pesar de que era evidente que
existía un condicionante directamente relacionado con la Guerra Fría en el enfoque ruso
de la cuestión de Cachemira, este enfoque no era el resultado de una política india
dirigida a la obtención de ayuda militar o política. Era el desenlace natural de la
42
alineación militar de Pakistán con el bloque occidental. Por el contrario, el
norteamericano Ross H. Munro secunda otra opinión minoritaria, aunque bastante
generalizada en Pakistán: la India explotó al máximo su alianza con la URSS y se
benefició de las dinámicas de la Guerra Fría más que Pakistán. Su supuesto no-
alineamiento nunca fue real.43

Sea como sea, el período transcurrido entre 1954 y 1955 presenció la absorción
del conflicto de Jammu y Cachemira por la voracidad de la Guerra Fría y el nacimiento
de una nueva causa para la discrepancia en las políticas exteriores de ambos países.

Las repercusiones del proceso político interno en Jammu y


Cachemira y el peso de la opinión pública

El desarrollo político que desembocó en la destitución y el encarcelamiento de


Sheikh Abdullah en 1953 fue percibido en Pakistán como el inicio de un proceso de
integración definitiva de Jammu y Cachemira en la India.

42 GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 302

‘~ MUNRO, Ross 1-1. “Ihe Loser India of the Nineties”. Strateeíc Studies. N0 l&2. Otoño-Invierno de
1993, Págs. 80-89. Los autores propakístaníes denuncian que la India comenzó a recibir una asistencia
militar soviética que compensó la ayuda militar que Pakistán estaba obteniendo de EEUU. Además,
también recibió de EEUU, en especial a partir de 1958, ayudas para el desarrollo económico que Ñeron
desviadas para los presupuestos de Defensa. La ayuda norteamericana permitió que la India se
concentrara en un proceso de industrialización a costa de la agricultura. El resultado fue el comienzo de
una gran crisis en la agricultura y que la industria fabricara una proporción cada vez mayor de sofisticadas
armas para las que Pakistán dependía de fuentes externas. Ver LAMB, A. Kashnzir. A Disputad Legacy.
Pág. 231. Después deque Pakistán y EEUU firmaran el Pacto de Acuerdo de Defensa Mutuo cl 19 de
mayo dc 1954, la India y Pakistán comenzaron una carrera annamentística que ha ido aumentando a lo
largo de los años. Aunque en términos generales la India ha empleado muchos más recursos que Pakistán,
en términos relativos el esfuerzo de la nación islámica en el desarrollo de su Ejército ha sido
notablemente superior. Un estudio sobre los efectos inmediatos de la ayuda militar de EEUU a Pakistán
en MUTTAM, John. US. Pakistan and India, A Study of U.& Ro/e in tite India-Pakistan Arms Raca.
Síndhu Publications, Nueva Delhi 1974

229
El nuevo primer ministro cachemirí, Bakshi Ghulam Mohammed, accedió al
cargo afirmando su compromiso con la adhesión definitiva a la India, y en poco tiempo
anunció que la cuestión del plebiscito estaba cerrada porque la Asamblea Constituyente
de Jammu y Cachemira se había adherido a la India “de forma final e irrevocable”.44
Desde Pakistán se pidió al gobierno indio que desautorizara este tipo de
pronunciamientos. Pero las respuestas provenientes de la India fueron equívocas.45
Nueva Delhi ratificó su compromiso con la celebración del plebiscito, pero aludiendo a
la dificultad de progresar en la desmilitarización del Estado a causa de la ayuda militar
de EEUU a Pakistán. Esta pertinacia, considerada en Pakistán parte de una maniobra
encaminada a condenar la celebración del plebiscito al olvido, llevó a Ah Bogra a
proponer de nuevo la mediación de la ONU.46

Mientras tanto, la inestabilidad política interna en Pakistán, que se ha mantenido


a lo largo del conflicto como uno de los factores obstaculizadores de un acuerdo indo-
pakistaní, comenzaba a dar señales de la turbulenta evolución que sufriría en el futuro.
A finales de octubre de 1954 se produjo un nuevo cambio de gobierno en Karachi. El
gobernador general de Pakistán, Ghulam Mohammed, dio entrada a elementos militares
dentro del gobierno, aunque conservó a Ah Bogra como primer ministro. Bajo la

~ “Haya o no haya plebiscito, el sentimiento general en Cachemira es de seguridad en la India... ningún


poder puede segar ese vinculo”. Bakshí Ghulam Mohammed también afirmó que el día del nombramiento
del administrador del plebiscito no llegaría nunca y que la Asamblea Constituyente de Jammu y
Cachemira iba a aprobar la adhesión del Estado a la India. Ver BLINKENBERG, L. Op.eit. Pág. 176, y
BIRDWOOD, Lord, Op.cit. Pág. 126

~ Nehru respondió que “(Bakshi Ghulam Mohammed) tiene libertad para expresar sus opiniones de la
forma que elija”. No obstante, insistió en que la India todavía acataba sus compromisos internacionales,
matizando que éstos estaban sujetos “a los cambios que puedan producirse por otros eventos y a que no
ocurra nada”, Lord Bírdwood ironiza acerca de la declaración de Nehru de que acataba su compromiso
internacional y a la vez consideraba que la Asamblea Constituyente tenía el derecho de expresar
libremente su voluntad: “Si esta no es una contradicción de términos, la gramática inglesa debe ser
revisada”. BIRDWOOD, Lord. Op.cít. Págs. 124 y 125, Elinkenberg sí considera que sc puede encontrar
lógico que la Asamblea cachemirí pudiera expresarse libremente, “pero sin relevancia legal en la ley
internacional porque el gobierno de la Unión era el único responsable de la política de exteriores de la
India. Por lo tanto, la promesa realizada por la India ante la ONU todavía era la única cuestión relevante”.
ELINKENBERG, L. Op.cít. Pág. 174. Paradójicamente, es un autor pakistaní el que señala que el 10 de
mayo Nehru desautorizó con rotundidad en el Consejo de los Estados Indios las declaraciones de Bakshi
Ghulam Mohammed y ratificó su firme compromiso con la celebración de un plebiscito. Ver RAHMAN,
M. Op.cit. Pág. 97
46 “Si usted todavía está dispuesto a mantener, a pesar de mis garantías, que la ayuda militar de EEUU
tiene un peso directo y material sobre la cuestión de la desmilitarización de Cachemira.,. Sí por ello usted
considera que el contexto de las negociaciones sobre Cachemira ha cambiado en el sentido señalado,
entonces no es probable que nuevas negociaciones entre nosotros vayan a resultar fructíferas”. 14 dejulio
de 1954. BIRDWOOD, Lord, Op.cit. Pág. 127

230
influencia del gobernador general, el nuevo gobierno pakistaní accedió a entablar una
nueva ronda de negociaciones directas con la India.

Entre enero y mayo de 1955 tuvieron lugar unas conversaciones que abarcaron
distintos campos de cooperación. Al tiempo que se solucionaron otras disputas
fronterizas, la cuestión de Cachemira fue analizada desde una perspectiva inédita que,
aparentemente, puesto que se mantuvo en secreto, dio buenos resultados iniciales.47
Parece ser que los términos generales del acuerdo aludían a una división negociada de
forma bilateral, pero la creciente inestabilidad política en Pakistán y la presión de la
opinión pública volvieron a obstaculizar el acuerdo.

El gobernador general de Pakistán, que había jugado un papel fundamental a la


hora de impulsar las negociaciones, fue sustituido por Iskander Mirza, que tras la
aprobación de la Constitución de la República Islámica el 23 de marzo de 1956 dejó de
ser gobernador general para convertirse en presidente, cargo que ocuparía hasta 1955.
También en agosto Mohammed Ah Bogra presentó su dimisión como primer ministro y
fue sustituido por Chaudhri Mohammed Ah.

Poco antes, Ah Bogra había sufrido una acogida profundamente hostil en


Pakistán por haber retomado las conversaciones con Nehru. Existía una fuerte corriente
de opinión que exigía no llegar a ningún acuerdo que no pasara por la celebración de un
plebiscito general. Desde la perspectiva de algunos círculos militares e islámicos, no
había ninguna razón para continuar las negociaciones directas con la India en un
momento en el que tenían “el derecho de esperar el apoyo de EEUU” en su causa por
Cachemira en la ONU.48 Pero justamente este apoyo es el que hacía que los dirigentes
indios consideraran que el nuevo escenario geoestratégico dejaba obsoletos los términos
desde los que se había enfocado anteriormente la celebración del plebiscito.

~ Ambos bandos optaron por la cautela para salvaguardar las negociaciones de influjos nocivos por parte
de sus respectivas opiniones públicas. Al final de las conversaciones Mohammed Ah declaró en Pakistán
no estar decepcionado” y añadió que “los métodos que hemos analizado pueden ser nuevos. Es un
enfoque menos inflexible que eí anterior. Hay algunas nuevas ideas”, GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 289. Según
el autor indio Sisir Gupta, es posible que se hubiera iniciado un acuerdo por el que la India conservaria el
Valle de Cachemira a cambio de algunas concesiones en otras zonas del Estado. GUPTA, 5. Op.cit. Pág.
290. Según el investigador pakistaní Mushtaqur Rahman, Ghulam Mobammed aceptó la renovación de
has negociaciones al margen de la ONU con la condición deque la India concediera las ciudades de
Poonch y Mirpur a Pakistán antes de empezar la retirada militar. RAIIMAN, M. Op.cit. Pág. 97

~ Ver GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 291-293

231
Una orden presidencial en mayo de 1955 amplió las atribuciones de la
Constitución de la India en Cachemira y el proceso de integración definitiva del Estado
pareció imparable. A finales de 1955 Nehru reconoció públicamente por primera vez
que la India no deseaba seguir discutiendo una solución basada en el plebiscito y que
prefería investigar alternativas como la división de .Jammu y Cachemira o los
49
plebiscitos regionales. Por su parte, Chaudhri Mohammed Ah, al contrario que su
predecesor, excluyó la posibilidad de dividir el Estado. Pakistán mantenía su
compromiso con la celebración de un plebiscito general.

Como ocurría cada vez que fracasaba un período de negociaciones, en 1956


indios y pakistaníes retomaron su tradicional discurso de recriminaciones mutuas. Pero
varios acontecimientos paralelos y el aumento de la tensión en la CFL dieron un aspecto
dramático a lo que parecía ser un simple intercambio de eslóganes anteriormente
repetidos hasta la saciedad.50 Después de un nuevo cambio gubernamental en Pakistán
en septiembre de 1956, que convirtió a H.S. Suhrawardy en nuevo primer ministro
(sucedido, muy pronto, por 1.1. Chundrigar y, más tarde, por Feroz Khan Noon hasta el
golpe de Estado de Ayub Khan en 1958), la atmósfera en Pakistán alcanzó altas cotas de
hostilidad. En este punto, Nehru acusó a Karachi de querer vigorizar el conflicto de
Cachemira para distraer la atención de sus ciudadanos de las enormes dificultades
internas que sufría el país, una argumentación que ha sido corroborada por algunos
analistas políticos como Robert O. Wirsing o Vernon Hewitt.51

Los autores indios y pakistaníes han ofrecido distintas tesis para explicar que
durante esta crucial etapa, en la que se estudiaron proyectos de resolución de la cuestión
de Cachemira sobradamente razonables, resultara imposible acabar con esta importante
causa de hostilidad indo-pakistaní. El indio Sisir Gupta enumera tres condicionantes
fundamentales: 10 la existencia de elementos poderosos en ambos países,
especialmente Pakistán, que no aceptarían fácilmente ningún acuerdo o ni siquiera un

~ En palabras de Nehru, “aunque estoy dispuesto a discutir cualquier aspecto de esta cuestión, si ellos (los
pakistaníes) quieren ser realistas, deben aceptar los cambios y deben tener en cuenta todo lo que ha
ocurrido durante estos siete u ocho años y no hablar en términos de lo que ocurrió ocho o nueve años
antes”. El 2 de abril Nehru atendió a la pregunta de si seguía inclinándose por la celebración del plebiscito
en Cachemira, y su respuesta confirmó que había abandonado esa tesis: “como persona práctica, pienso
que nos está llevando a un callejón sin salida”. GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 303

~‘ Ver GUPTA. 5. Op.cit. Pág. 305

Ver, entre otros, HEWITT, V. Op.cit. Pág. 183, y WIRSING, R. Op.cít. Págs. 121-122
232
movimiento de aproximación a unas relaciones más amistosas; 20 la confianza puesta
por Pakistán en agencias exteriores; y 30 la abrupta introducción de la Guerra Fría en
esta región con la asistencia militar de EEUU a Pakistán”. Gupta también recuerda que
“la estabilidad política todavía estaba esquivando a Pakistán”.52

En efecto, Ah Bogra realizó un verdadero esfuerzo para alcanzar un acuerdo con


la India aún a coste de renunciar al plebiscito general, lo que le valió innumerables
criticas que le impidieron culminar su proyecto. También es cierto que sin el recién
obtenido apoyo militar norteamericano es dudoso que Pakistán se hubiera permitido
ignorar el sensato ofrecimiento de celebrar un plebiscito restringido al Valle de
Cachemira. Pero el autor cachemiri P.N. Bazaz destaca que también en la India la
revivificación hindú y las fuerzas políticas reaccionarias habían conseguido para estas
fechas mucha influencia en el gobierno central. Tanta que habían propiciado no sólo la
destitución de Sheikh Abdullah en Jammu y Cachemira, sino también una nociva
transformación en la disposición de la India para solucionar su principal disputa con
Pakistán.53

De hecho, como indica Blinkenberg, “el arresto de Sheikh Abdullah no sólo fue
importante en lo que afectaba al desarrollo interno en Cachemira o a la política india en
general... Fue especialmente relevante porque ocurrió en un período en el que el acuerdo
con Pakistán sobre el ¡lauro de Cachemira estaba al alcance de la mano. Resulta fácil
señalar, como se ha hecho en la India, que el tono de la prensa pakistaní y de otras
,,54
expresiones públicas volvieron muy pronto a las antiguas recriminaciones , sin
embargo, “el desarrollo interno en la parte de Cachemira ocupada por la India había
dado a Pakistán razones para dudar de las serias intenciones de la India para solucionar
el conflicto”.5~

Desde la perspectiva de los apologistas del discurso oficial de Pakistán, todo lo


ocurrido respondió a una sola evidencia. La India nunca había tenido una verdadera

52 GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 284

~ BAZAZ P.N. Kas/unir Ñz &uci/,/e. Pág. 69

~ GUPTA, 5. Op.cít. Pág. 273. Aporta muchos ejemplos

~ BLINKENBERG, L. Opeil. Pág. 171

233
disposición por negociar. La única motivación real de Nehru para conversar con Ah
Bogra. asegura G.W. Choudhury, había sido salir del apuro del levantamiento popular
que siguió al arresto de Abdullah. Pero cuando la situación volvió a la normalidad,
Nehru se retracté de las promesas que habia hecho a Mohammed Ah en agosto de 1953,
56
“igual que se había retractado de sus anteriores promesas a la ONU

3.2.2.2. 1957. Nuevos debates frustrados en el seno de la ONU

La alianza diplomática y militar de Pakistán con EEUU rendía sus frutos y la


prensa occidental manifestaba sin tapujos su inclinación por la reivindicación pakistaní
sobre Jammu y Cachemira: Este factor, unido al hecho de que tres años de
infructuosas negociaciones bilaterales no habían sido capaces de proporcionar ninguna
solución, llevaron a Pakistán a solicitar de nuevo la mediación de la ONU.

Pakistán acudió al Consejo de Seguridad en enero de 1957 aludiendo a los


cambios que se habían producido en el subeontinente desde su última intervención en
1952. De nuevo se había alcanzado un punto crítico en las relaciones bilaterales.58
Nehru había confirmado que la idea del plebiscito ya no era considerada por la India
como una alternativa realista. Y en el interior de iammu y Cachemira se había
producido un hecho inaceptable con la destitución de Sheikh Abdullah y su sustitución
por un primer ministro que actuaba como agente de Nueva Delhi y se mostraba ansioso
por la adhesión definitiva a la India. De hecho, la Asamblea Constituyente de Jarnmu y
Cachemira, dominada por “agentes pro-India”, y la nueva Constitución cachemiri de
1957 definían a Jammu y Cachemira como parte integrante de la Unión. Pakistán,
básicamente, exigía el cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad del

56 CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 89


52
La prensa europea estaba utilizando calificativos como fraude, hipócrita, maquiavélico, oportunista,
pecador, ladrón, agresor... para definir a Nehru. El autor pakistaní Azíz Beg publicó en 1957 un libro en
el que mostraba su satisfacción por el apoyo que Pakistán recibía de Occidente en su litigio por
Cachemira y reproducía numerosos artículos que demostraban que la mayoría de los periódicos
occidentales eran propakistaníes. BEG, A. Op.cit. Pág. 17 y Apéndice 1. Ver también CHOUDHURY,
G.W. Op.cit. Pág. 91

~ La prensa, especialmente la pakistaní, volvía a erigirse como instrumento incitador de posturas


radicales. Dawn publicó el 6 de enero dc 1957: “El Consejo de Seguridad tendrá apenas diez días para
adoptar algún paso concreto, tangible, inequívoco y convincente, por el que ese bandolero rapaz de Asia,
ese hipócrita disfrazado dc apóstol de la paz con las manos enrojecidas por la sangre de los cachemiris así
como de los musulmanes indios, ese Brahman lanas de dos caras, dos discursos y dos talantes, que
descaradamente corteja a Moscú y Washington...”. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 203

234
13 de agosto de 1948 y el 5 de enero de 1949 que establecían que se debía celebrar un
plebiscito general.

Teniendo en cuenta el poco fructífero primer período de mediación de la


organización internacional, en 1957 la ONU debería haber introducido un enfoque
radicalmente nuevo en su tratamiento del conflicto, quizás siguiendo los parámetros
señalados por Michael Brecher y analizados en el apartado 3.1.2. Pero el Consejo de
Seguridad desarrolló una nueva serie de debates desde cl 16 de enero hasta el 21 de
febrero de 1957 que no aportó ninguna orientación nueva.

Del contenido de las dos resoluciones que generaron estos debates se extrae la
sensación de que el Consejo de Seguridad retomó la cuestión de Cachemira con bastante
reticencia cuatro años después de haber optado por las negociaciones bilaterales. La
comedida actitud adoptada por el Consejo de Seguridad sólo se puede entender dando
por hecho que preveía que su mediación tampoco iba a servir esta vez y consideraba que
la India y Pakistán tendrían, tarde o temprano, que arreglar sus problemas de forma
bilateral. De esta forma, las esperanzas de Pakistán no se vieron correspondidas por la
realidad. Aunque consiguió el apoyo moral en unas resoluciones que se mostraban cada
vez menos condescendientes con la posición de la India, no obtuvo el paso “inequívoco
y convincente” que la prensa pakistaní había reclamado al Consejo de Seguridad.

Los informes de Gunnar Jarring y Frank P. Graham

Los desacuerdos que habían impedido una consulta popular en la pnmera fase de
mediación de la ONU subsistían en 1957 aumentados por nuevos elementos de
discordia, en especial por la alineación militar de Pakistán. De la exposición realizada
por el representante de la India ante la ONU, el ministro de Defensa Krishna Menon,59
se deduce que, para estas fechas, Nueva Delhi ya no estaba dispuesta a acceder a ningún
esquema de resolución que no contemplara el mantenimiento, más o menos exacto, del
statu quo. Los cambios presenciados en el panorama político general en el

~ Menon pronunció extensos alegatos definidos por algunos autores como maratonianos y reverenciados
desde entonces por el bando indio como máximo exponente de su causa. Ver SHARMA. HL. Tite
Kas/unir Story. Pág. 97. También le valieron a Menon por parte de algún autor pakistaní la definición de
“filibustero manido”, BEG, A. Op.cít. Pág. 56

235
subeontinente permitían a la India dejar de considerar vinculantes las anteriores
resoluciones de la ONU.

Pero en su resolución del 24 de enero de 1957, el Consejo de Seguridad


desautorizó la declaración de la Asamblea Constituyente de Jammu y Cachemira acerca
de la definitiva integración en la India y se remitió a la vigencia del compromiso
asumido para celebrar un plebiscito de autodeterminación.60 La oposición india no
impidió que el Consejo estudiara un programa de desmilitarización y posterior
celebración de un plebiscito en .Jarmriu y Cachemira en el que se preveía la utilización
de fuerzas militares de la ONU.

La India se opuso de forma indignada a lo que consideró una seria injerencia en


su soberanía, lo que contribuyó a distanciar aún más la posición de los países
occidentales. No obstante, la India ya no estaba sola, y en esta coyuntura fue cuando su
acercamiento a la Unión Soviética le tríbutó mayor beneficio. El delegado soviético
secundó su apreciación de que la instauración de Jammu y Cachemira había sido
decidida definitivamente por la población, que había elegido democráticamente a los
miembros de la Asamblea Constituyente. La URSS vetó la resolución que, de otra
forma, habría sido aprobada.6’ Choudhury denuncia que “el veto soviético.., extendió la
oscura y ominosa sombra de la Guerra Fría este-oeste sobre la disputa entre los dos
países de la Commonwealth en el subcontinente”.62 Aunque cabe recordar que ya en
1954 se había dado el primer paso en esa dirección con el establecimiento de la alianza
militar entre Pakistán y Estados Unidos.

El 21 de febrero, en un ambiente de gran hostilidad e impaciencia en Pakistán,


63
próximo a una situación pre-bélica, el Consejo de Seguridad aprobó una nueva

~« 122 (1952). Resolución de 24 de enero de 1952 [S/3229 1


Ver SHARMA. HL. Tite Kasitniir Stury. Págs. 102 y 103. La Unión Soviética se abstuvo en la votación
‘<‘

de la resolución del 24 de enero, pero no la vetó probablemente en señal de protesta por que la India había
solicitado la retirada de sus tropas de Hungría. Un estudio de la evolución de la actitud de los rusos en el
Consejo de Seguridad en RAY, H. Op.cit. Págs. 9-57

62 CHOUDHURY, G.W, Op.cít. Pág. 92

Ambos países parecían estar tan lejos el uno del otro como lo habían estado en enero de 1948, pero lo
cierto es que se habían distanciado aún más Por lo menos el enfado y la impaciencia de Pakistán habían
aumentado mucho y la opinión pública, representada por la prensa, reflejaba odio y amenazas”. III
periódico Pakistan Times publicó que “las tribus estaban preparadas para retomar la lucha” y el ministro
de Exteriores pakistaní subrayó que aquellas “tribus no podían seguir siendo alimentadas con promesas”.
236
resolución que únicamente solicitaba al presidente del Consejo, Guimar Jarring, que se
trasladara al subeontinente para mediar entre los dos gobiernos.64 Como era fácil de
prever, en su informe del 29 de abril de 1957 Jarring reconocía no haber tenido más
éxito que Dixon o Graham.65

La India mantenía, oficialmente, su acatamiento de las resoluciones del 13 de


agosto de 1948 y el 5 de enero de 1949 para la celebración del plebiscito. Pero al
exponer los obstáculos que le impedían continuar con los programas de
desmilitarización y organización del referéndum reveló que su posicionamiento real era
el contrario. El primer obstáculo señalado por la India era que Pakistán había violado la
prohibición de aumentar su potencial militar en Cachemira. Cuando Jarring propuso que
un árbitro se pronunciara sobre este aspecto con la facultad, en su caso, para solicitar a
Pakistán la reducción de sus fuerzas, la India se opuso con la excusa de que el árbitro
sugerido no era apto. El segundo obstáculo era que el acuerdo de tregua no se podía
consumar hasta que el Consejo de Seguridad condenara la agresión perpetrada por
Pakistán en su contra.66

A pesar de que la delegación india estaba dando muestras inequívocas de que


para su gobierno esta nueva fase de mediación era poco más que una escenificación
impuesta por Pakistán cuyo fracasado desenlace ya estaba escrito, ilarring creyó que un
gesto de buena voluntad serviría para suavizar su rígido posicionamiento. De esta
forma, aceptó en su informe la alegación de la India de que el paso del tiempo había
complicado el cumplimiento de las anteriores resoluciones: “El cumplimiento de los
acuerdos internacionales con carácter ad Izuc que no se han cumplimentado de una
manera suficientemente rápida, pueden convertirse progresivamente en mas
complicados porque la situación con la que se tenían que enfrentar ha tendido a
cambiar”. Acerca de la alegación india de que la reanudación de la idea del plebiscito
podía provocar conflictos comunales en Jammu y Cachemira y en la propia India,

Algo más tarde, Dawn denunció las “tácticas nazis en la Cachemira ocupada” y acusó a las Fuerzas de
Seguridad de la India de cometer “un genocidio extendido”. BLIiNKENBERG, L. Op.cit. Pág. 207

123 (1957). Resolución de 21 de febrero de 1957 [5/3793]

65 Ver JarringReport(S/3821, 29.4.57). En Rao, G, Op.cit. Págs. 279-283

66 BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 229

237
Jarring reconoció que podían “súrgir graves problemas en conexión y como resultado de
u 67
tal plebiscito

Estas observaciones fueron interpretada por la India como una confirmación de


que ya no estaba supeditada a las anteriores resoluciones. La mayoría de los
comentaristas indios se mostraron satisfechos con lo que consideraron una muestra de
realismo por parte del presidente del Consejo, mientras que en Pakistán la opinión
pública recibió el informe de Jarring con irritación.68 Hasta 5 meses después de la
presentación del informe no se retomó el debate en una atmósfera de duras acusaciones
mutuas. Y hasta el 2 de diciembre de 1957 el Consejo de Seguridad no adoptó una
nueva resolución que ignoraba las conclusiones de Jarring, para indignación de la
delegación india,69 y reiteraba la confianza del Consejo en la solución del plebiscito.70

La resolución reflejó el grado de impotencia que sentía la organización


internacional después de una década de intervenciones en el conflicto de Cachemira. En
resumidas cuentas, la ONU se limitaba a pedir a ambos países que se abstuvieran de
adoptar medidas que pudieran poner en peligro la paz en el subeontinente)” Las
resoluciones de la ONU, que habían comenzado con ambiciosas iniciativas como la
creación de la UNCIP y el análisis de diversos procedimientos para la celebración de un
plebiscito libre e imparcial, terminaron con esta patética nota, un modesto ruego de que,
por lo menos, los líderes de la India y Pakistán recibieran de nuevo al mediador
Graham, escucharan diplomáticamente sus ideas y le transmitieran sus propias
consideraciones.

Siguiendo la línea que había iniciado desde el comienzo de esta segunda fase de
mediación, la India también rechazó esta resolución. En esta ocasión, Menon reveló su

<“ SHARMA. B.L. Tite Kasitnñr Story. Págs. 106 y 108

68 Ver HLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 209, GUPTA, S. Op.cit. Pág. 325, y BEG, A. Op.cit. Pág. 45

69 Ver 51-IARMA. DL. Tite Kasitmir Storv, Pág. III

Durante los debates Jarring sugirió que algunos de los aspectos legales de la cuestión de Cachemira
fueran remitidos al Tribunal Internacional de Justicia. La India no rechazó la idea, Pakistán se mostró
muy cauto y alegó que las cuestiones implicadas eran de una naturaleza más política que judicial, pero
más tarde utilizó los canales diplomáticos para convencer a otros paises de que ésta no era una buena
idea. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 211

~‘ 126 (1957). Resolución de 2 dc diciembre dc 1957 [5/3922]


238
estrategia alegando que el rechazo no se debía a que “la no aceptación se hubiera
convertido en un hábito... sino a que ya sólo había una resolución que la India esperaba
que adoptara el Consejo, instando al agresor a interrumpir la agresión” 72

El informe de Graham del 18 de marzo de 1958 contenía las siguientes


propuestas: Primero: los dos gobiernos debían apelar a sus ciudadanos para provocar
una atmósfera favorable para la realización de nuevas negociaciones. Segundo: debían
reafirmar su adhesión a la integridad de la CFL. Tercero: se solicitaba un rápido estudio
acerca de cómo administrar el territorio evacuado por Pakistán hasta que se alcanzara
una solución final. Graham sugirió que se estacionaran tropas de la ONU en el lado
pakistaní de la CFL y en el propio Pakistán. Esta propuesta había sido sugerida
anteriormente por Josef Korbel como una alternativa plausible para neutralizar el temor
de la India a que Pakistán iniciara otro ataque. Cuarto: la India y Pakistán debían entrar
en un nuevo acuerdo sobre el cumplimiento de las anteriores provisiones para la
celebración del plebiscito que respetara las resoluciones del acuerdo bilateral del 20 de
agosto de 1953 al respecto. Quinto: los dos primeros ministros debian reunirse a
principios de primavera bajo el auspicio de los representantes de la ONU.73

Pakistán aceptó las recomendaciones. Pero Nueva Delhi rechazó las cinco
propuestas utilizando unos argumentos que demostraron, de forma casi insolente, su
rechazo a cualquier tipo de negociación que no se limitara a un estricto ámbito bilateral
y que finalizara en un acuerdo basado en Ja solución del statu quo.74

El último informe de Graham no llegó a ser debatido en el Consejo de


Seguridad.75 La India y Pakistán continuaron transmitiendo al Consejo sus quejas y

72 GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 333

~ Ver Graitani Repon (5/3984, 28.3.58). En Rao, G, Op.cít. Págs. 286-294

~ Entre otras explicaciones, la India declaró que se oponía al estacionamiento de tropas de la ONU en
Pakistán porque ello sería un acto impropio de poca camaraderia hacia un país con el que deseaba las
mejores relaciones de amistad. La India también alego que, puesto que Pakistán no había cumplido sus
obligaciones iniciales y no existía ninguna disputa territorial, una declaración acerca de la integridad de la
CFL podía denotar la “eliminación de los compromisos previos”: que el estudio acerca de cómo
administrar el territorio de Azad Kashmír “tenderia a evadir y obviar la principal cuestión de la ocupación
ilegal de territorio indio por parte de Pakistán”; que la India no volveria a discutir la propuesta del
plebiscito “a raíz de sus objeciones preliminares”; y que la conferencia entre los primeros ministros
colocaría “al agresor y al agredido al mismo nivel”. GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 335 y 336

~ El informe reflejaba una enorme frustración. Ver LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacy. Pág. 178

239
réplicas mutuas. Pero en julio de 1958, en un contexto de invocaciones a la guerra por
parte de la oposición política, el entonces primer ministro pakistaní, Feroz Khan Noon,
adoptó una actitud pragmática y favoreció el inicio de nuevas negociaciones bilaterales
con la India que se materializaron en [a concesión por parte de la India de un enclave de
76
su territorio en Bengala Oriental. No obstante, este entendimiento temporal duró poco
tiempo y a finales de la década de los 50 el escenario político global se vio
conmocionado con el comienzo de la dictadura militar en Pakistán y con el inicio de la
hostilidad sino-india en una atmósfera de creciente camaradería sino-pakistani.

3.2.3. 1958-1964. EL PRELUDIO DEL RETORNO DE LA


ATMOSFERA BELICA. EL COMIENZO DEL RÉGIMEN MILITAR EN
PAKISTÁN Y LA APARICIÓN DE CHINA EN LA ECUACIÓN CACHEMIRI

3.2.3.1. El nuevo régimen militar de Ayub Khan y la propuesta


pakistaní de crear un tratado de defensa conjunto

La desaparición de la camaradería sino-india desde finales de la década de los


años 50 tuvo lugar en un momento en el que se percibían algunos signos de mejora en la
atmósfera de las relaciones indo-pakistaníes. Sin ninguna duda, la amenaza china hacía
que los signos de buena voluntad por parte de Pakistán fueran percibidos por los
dirigentes indios como un bien mucho más valioso.

Según Mushtaqur Rahman y G.W. Choudhury, el factor que propició la nueva


aproximación indo-pakistani fue la subida al poder del general Ayub Khan en octubre
de 1958, al que se le debe eximir de cualquier responsabilidad por haber fracasado en su
intento de alcanzar un acuerdo definitivo con la India. Según estos autores pakistaníes,
Ayub Khan estaba dispuesto a aportar a la política exterior de su país la flexibilidad y la
coherencia de la que había carecido hasta el momento.77 Por el contrario, Lars

76 Uno de los problemas originados por la división habia sido la definición precisa de las fronteras entre la
India yPakistáwOriental. -A-lo -1-argo de-la- década -de-los años -50-se produjeron muchos incidentes -en estas
fronteras que dieron lugar a intentos convulsivos por llegar a acuerdos negociados. El acuerdo alcanzado
se formalizó con un tratado por eí que la India cedía a Pakistán Oriental unas 5 millas cuadradas de
territorio en Bengala Occidental, la localidad dc Berubarí. Ver RAZVI, M, Op.cit. Págs. 56-58

~ LAMB, A. Kas/unir A Disp¡~ted Legacy. Pág. 234. M. Rahman afirma que Mountbatten le dijo a
Nehru: “por primera vez tienes a un opositor de la Liga Musulmana, y no a un político y él puede arreglar
las cosas”, pero Nehru continuó tratando a Ayub Khan con desprecio porque era un gobernante militar,
RAHMAN, M. Op.cít. Pág. lOO. Choudhury también insiste en que Ayub Khan hizo sinceros esfuerzos
240
Blinkenberg considera que con el comienzo del régimen militar se acabaron todas las
posibilidades de reconciliación y se frustró el prometedor acercamiento iniciado por
Feroz Khan Noon en 1958.78

SM. Burke, en su nada condescendiente obra con las políticas indias Pakistan’s
Foreign Policy, confirma que los efectos inmediatos de la subida al poder de Ayub
Khan no fueron favorables. Ayub Khan se comprometió a continuar la lucha por la
liberación de Cachemira. Su objetivo era solucionar sus disputas con la India de forma
amistosa, pero la intransigencia india podía obligar a Pakistán “a adoptar medios que no
sean pacíficos”. Este mensaje fue lógicamente recibido como un desafio en Nueva
Delhi, donde se denunció la falta de legitimidad de una “dictadura militar descubierta” y
se aludió a “los riesgos y peligros.., inherentes a tales sistemas”. No obstante, poco a
poco Ayub Kiian fue adoptando un talante más pragmático. En su discurso de
abrogación de la Constitución se expresó con desdén en contra de los políticos
beligerantes. En marzo de 1959, el discurso del nuevo presidente pakistaní negaba la
posibilidad de alcanzar una solución por medio de la guerra y exhortaba a la India a
solucionar las discrepancias mutuas de forma justa para iniciar una relación de
cooperación mutua.

Como precisa Sisir Gupta, la actitud del nuevo régimen hacia la India y
Cachemira evolucionó lentamente y de forma inconstante.80 Pero por lo general, Ayub
Khan no demostró la misma disposición que algunos de sus predecesores por alcanzar
una solución por medio de una división negociada, lo que, en el marco del nuevo
posicionamíento indio, equivalía a cerrar las puertas a una solución. En cualquier caso,
la adjudicación de la responsabilidad por la favorable o negativa evolución de la disputa

para terminar con “las corrosivas discordias entre los dos países” y barrer la herencia de odio y
desconfianza que había dejado tras de si el Sistema de Partición. C[-IOUDHURY, G.W. Op.cít. Pág. 215

~ Blinkenberg se basa en las memorias de Ayub Khan para defender que no introdujo ningún enfoque
nuevo en los problemas que le enfrentaban con la India. Ayub Khan consideró que “la amenaza desde la
India a nuestra seguridad y existencia era tanto real como constante. Los esfuerzos de la India en el
campo de la política de exteriores estaban todos dirigidos hacia ~in objetivo, el aislamiento de Pakistán y
su desintegración”, por ello, Pakistán debía “aceptar la condición de la implacable hostilidad de la India y
aprender a vivir con ella”. KHAN, Ayub. Friends ¡Vot ¡tfasrers. Londres 1967. Pág. 117, En
BLINKENBERG, L. Op.cíi. Pág. 222

~‘> BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cít. Pág. 231, y CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 216

$0 GUPTA, 5. Op.cít. Pág. 340

241
indo-pakistaní a una sola persona, por mucho que fuera el responsable único de las
políticas pakistaníes, supone minimizar en extremo una disputa con amplias y diversas
ramificaciones. De hecho, Ayub Khan era el responsable del gobierno pakistaní cuando
se alcanzó con la India el emblemático Indus Water Trealy (Tratado de las Aguas del
indo), pero también lo era cuando estalló la segunda guerra indo-pakistani.

A pesar de que el giro experimentado por la política pakistaní propició


transitoriamente algunas situaciones de especial tensión y un intercambio de
declaraciones que mantenía la tradicional línea de acusaciones mutuas,81 durante este
primer período de mandato de Ayub Khan se produjeron dos acuerdos indo-pakistaníes
de especial trascendencia. En primer lugar, Nehru y Ayub Khan, gracias a la mediación
que el Banco Mundial había ejercido desde i 951, consiguieron alcanzar un acuerdo
sobre la importante cuestión del reparto de los suministros acuíferos de la cuenca del
Indo entre la India y Pakistán)2 El mencionado Indus Water Treaty, concluido en 1960,
por la magnitud de sus implicaciones y por la moderación y sensatez que demostraron
los líderes indios y pakistaníes hasta alcanzar un compromiso mutuamente satisfactorio,
ha sido tradicionalmente invocado en diversos ámbitos como un ejemplo del talante que
siempre ha requerido y del que nunca ha gozado el tratamiento del conflicto de Jammu
y Cachemira.

En un segundo e igualmente inusual cordial acercamiento indo-pakistaní, Nehru


y Ayub Khan retomaron la tarea iniciada por el primer ministro indio y Feroz Khan
Noon a finales de 1958 para definir una delimitación precisa de las fronteras entre la
India y Pakistán Oriental.

~‘ En abril dc 1959 un avión indio que sobrevolaba territorio pakistaní fue derribado y su tripulación
arrestada provocando una situación de extrema tensión. La India mantuvo que había sido un error de
navegación, y ambos gobiernos optaron por abstenerse de provocar un aumento de la crisis. Jan Stephens
afirmó en 1963 que era un avión espía. STEPHENS, 1. Op.cit. Pág. 252
$2
Pakistán dependía enteramente para su agricultura del indo y sus afluentes, Algunos de los afluentes del
Indo, como ¡os nos Sutlej, Ravi y Chenab, Luían a través dc la India antes de entrar en Pakistán y los
canales de la India se quedaban con gran parte del agua a costa de los canales pakistaníes. El control de
estos nos y canales daba a la India el poder sobre la supervivencia de gran parte de Pakistán Occidental.
El Banco Mundial consiguió que en 1959 se celebraran unas reuniones en las que se decidió que las aguas
de la cuenca del indo serian repartidas. Los ríos Sutlej, Heas y Ravi serian utilizados por la India, el
Chenab, Jhelum e Indo por Pakistán. Tal división sólo funcionaría en la práctica si se acompañaba de
algún proyecto de construcción de canales de unión que condujeran el agua a través de la parte oriental
del Punjab pakistaní. El 19 de septiembre de 1960, Jawaharlal Nehru y Ayub Khan firmaron en Karachi el
nuevo tratado sobre estas bases, Un estudio pormenorizado sobre las negociaciones, la importancia y el
contenido del tratado en GU1..HATJ, Nirajan D. Indus Water T,’eatv, Aa exca/se la International
Media/ion. Al/lcd Pab/ishcr,s. Nueva Delhi 1973
242
Alastair Lamb asegura que la resolución de estas disputas fue recibida en
Karachi como muestra de una fuerte disposición en Nueva Delhi para rectificar los
defectos del Sistema de Partición. “El presidente Ayub Khan estaba tan impresionado
por el progreso diplomático alcanzado en este período que comenzó a explorar una
reestructuración fundamental de la arquitectura básica de las relaciones indo-pakistaníes
por medio de un tratado de defensa conjunto del subcontinente” 83

En abril de 1959, afirman Lamb, Burke y Choudhury, con la amenaza china


suscitando un nuevo perfil en la política de exteriores de la India, parecía ser el mejor
momento para proponer soluciones concretas. El problema del Tíbet había
conmocionado la vulnerabilidad de la India en su frontera septentrional, y el propio
Ayub Khan había indicado tácitamente sus simpatías por la causa de la India en su
conflicto fronterizo con China en Aksai Chin. Pakistán tampoco era inmune a las
aproximaciones de China y Afganistán por el norte, y Nueva Delhi y Karachi debían ser
conscientes de que sus posiciones sólo podrían ser defendidas si unían sus fuerzas.84
Estos autores mantienen que la preocupación de Ayub Khan ante la amenaza china era
tan profunda como la de los dirigentes indios, y que su propuesta de una defensa
conjunta indo-pakistaní del subcontinente encerraba un sincero deseo por mejorar las
relaciones con la India.85

Pero Ayub Khan presentó un requisito que hizo que la India, y los autores más
próximos a su posicionamiento, desconfiaran de las verdaderas intenciones de Pakistán:
solucionar previa y definitivamente la disputa por Cachemira. El gobierno indio creía
que Pakistán estaba intentando explotar su situación de debilidad en las fronteras con
China para obtener rentabilidad política en Jammu y Cachemira. Y Choudhury denuncia
que “ni siquiera las amenazas de China” fueron suficientes para “provocar un gran
cambio en la actitud fundamental de Nehru hacia Pakistán”.86 El primer ministro indio

LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Lcgacy. Pág. 236

~ Ayub Khan declaró a la revista norteamericana Eorcing Ajjhir.s en 1960: “Como estudiante de la guerra
y la estrategia, puedo ver con claridad el inexorable avance del norte... (China y la Unión Soviética).., en
dirección a las calientes aguas del Océano Indico, Este avance está destinado a crecer si la India y
Pakistán continúan peleando el uno con el oiro”. LAMB, A, Kas/unir, A DisputedLegaey. Pág. 237

~ Ver, por ejemplo, BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 232-233, LAMB, A. Kas/unir A Disputed
Legue-y Págs. 236-237, y CHOUDHURY, (3W. Op.cit. Pág. 216

~<‘ CHOUDHURY. G.W. Opeil. Págs. 219-220

243
consideró que la mejor alternativa para abordar el “plan de concordia” solicitado por
Ayub Khan era la firma de la declaración de “exclusión de la guerra” que Pakistán había
rechazado siempre. La insistencia de Nehru se enfrentó a la tradicional objeción
pakistaní: primero se debía solucionar la disputa de Cachemira.

Los no muy descaminados razonamientos indio y pakistaní componían un


círculo vicioso. Pakistán pensaba que la India quería la firma de la declaración de
“exclusión de la guerra” para conservar el statu quo en Cachemira. Mientras que Ja
India temía que Pakistán declinara la oferta para no cerrar la posibilidad de intentar
imponer en el futuro una solución militar.

A pesar de los satisfactorios acuerdos alcanzados en otros campos, el


escepticismo de Nehru acerca de su vecino dictador seguía presente. Ayub Khan se
había demostrado como un devoto defensor de la política de alineación militar de
Pakistán.87 En mayo de 1959 la India había denunciado la firma de un nuevo acuerdo
con EEUU sobre “cooperación para la seguridad y la defensa” cuyas provisiones
operativas no estaban limitadas a instancias de una agresión comunista. En un momento
en el que la India tenía cada vez más problemas con China, la perspectiva de una
ampliación del apoyo militar a Pakistán sólo servía para aumentar su sentimiento de
inseguridad nacional.88 Finalmente, Nehru rechazó la propuesta de Ayub Khan
aludiendo a la imposibilidad de que la no alineada India firmara un acuerdo de defensa
conjunto con un Pakistán implicado en uno de los dos bloques de la Guerra Fría.89

~‘ Cuando Ayub Khan subió al poder se reafirmé como firme estadista pro-Occidente, y sus visitas a
EEUU y sus artículos en la revista Foreign Atjáirs le valieron la reputación “de scr un firme, leal soldado,
inflexiblemente anticomunista y personalmente pro-americano, la cualidad por la que, desgraciadamente,
muchos líderes extranjeros son frecuentemente clasificados en Washington”. BRINES, R. Op.cít. Pág.
131. En BLINKENBERG, L. Opcít. Pág. 370. Esto valió a Ayub Khan un aumento de la ayuda
económica que recibía de EEUU de 61 millones de dólares en 1958 a 184 millones en 1959. SIDDIQUI,
Kalim. Conflict, Crisis and War in Pakistan. The Macmillan Press. 1972. Pág. 99

El presidente Ayub Khan declaró que la ansiedad de Nehru era “una revelación esclarecedora acerca de
la actitud histórica de la India hacía Pakistán”, dando a entender que la India necesitaba garantías de que
si decidía cometer una agresión en contra de Pakistán no se tendría que enfrentar con el apoyo militar de
EEUU a su enemigo. CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 215

~ Nehru rechazó la propuesta afirmando: “No entiendo cuando la gente dice “tengamos una defensa
conjunta”- ¿En contra de quién’? ¿Es que nos vamos a convertir en miembros del Pacto de Bagdad o de la
SEATO o de cualquier otra alianza? No deseamos una política de defensa común; toda la política que
hemos pcrseguidu se opone a esta concepción”. CHOUDI-IURY, 0W. Op.cit. Pág. 217

244
Hasta 1962, año de la guerra sino-india, con la misma regularidad con la que la
India estuvo proponiendo a Pakistán la firma de un pacto de “exclusión de la guerra”, la
nación islámica sugirió como alternativa la firma de un más concreto tratado de defensa
conjunto.90 En este punto, SM. Burke refuta cualquier crítica a Pakistán por haber
adoptado una política de alineación con Occidente y, más tarde, aproximación a China
con el único objetivo de rivalizar con la India. En su opinión, estas críticas ignoran el
hecho de que Pakistán buscó primero la cooperación con su vecino para asegurar su
defensa conjunta de amenazas exteriores.9~

A propósito de esta observación hay que reconocer que, como aconsejaban


algunos dirigentes indios, la propuesta de Pakistán debería haber sido, por lo menos,
sometida a un estudio más profundo. Pero lo cierto es que, al margen de algunas
alusiones indirectas anteriores, esta propuesta no fue oficialmente presentada ante la
India hasta 1959, después de que, al contrario de lo que afirma Burke, Pakistán hubiera
buscado una inicial cooperación militar con EEUU. Además, las suspicacias indias se
veían alimentadas por la insistencia de Ayub Khan por plantear como requisito sine qua
non para cualquier tipo de acuerdo la preliminar solución de la disputa de Cachemira.

En septiembre de 1960, una nueva ronda de negociaciones, celebrada en una


atmósfera de calma y tolerancia sin precedentes, volvió a cerrarse con una simple
declaración de buenas intenciones. ‘>2 No obstante, a pesar de las discrepancias en la
cuestión de Jammu y Cachemira, las reuniones entre Nehru y Ayub Khan en septiembre
de 1959 y 1960 se habían saldado con importantes acuerdos sobre otras materias como
el problema de las fronteras de Pakistán Oriental, cooperación científica y técnica,
investigación agrícola, ampliación de los contactos comerciales, cuestiones financieras,
y otros pequeños problemas fronterizos que persistían. Estos acuerdos habían
favorecido, tanto en la India como en Pakistán, un ambiente de desproporcionado
optimismo que se veía contrastado por la realidad de que, en la cuestión fundamental de

Según la versión posterior de Ayub Khan. su propuesta no consistía en un pacto militar específico, sino
en “un entendimiento general para la paz entre ambos países”, aunque con sus declaraciones Nehru
hubiera “elegido deliberadamente tergiversar la propuesta”. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 224

BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cít. Pág. 56


‘)2 Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cít. Pág. 234

245
Jammu y Cachemira, los posicionamientos indio y pakistaní no habían variado un ápice
desde su última comparecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

La primera etapa del régimen de Ayub Khan había favorecido una


transformación favorable en las relaciones indo-pakistaníes. Incluso la tradicionalmente
agresiva prensa pakistaní utilizaba un discurso que transmitía moderación y optimismo,
y la prensa india también expresaba ideas conciliadoras.93 Cuando en 1960 la India y
Pakistán firmaron el Indus Water Treaty las esperanzas en ambos paises a propósito de
una eventual claudicación del rival en Cachemira se vieron acentuadas. El problema era
que ambos bandos daban por hecho que tenía que ser el oponente el que hiciera las
concesiones. Sin embargo, ni los indios supieron apreciar el trasfondo de la actitud
pakistaní, ni en Pakistán se acertó cuando se consideró que la simple amenaza china
serviría para obtener concesiones de la India en Jammu y Cachemira.

El punto de partida de la India era ya claramente que la idea del plebiscito había
muerto y que sólo se podía buscar una solución basada en el statu quo. Además, se
pensó que el régimen militar podría prescindir más de las presiones de la opinión
pública y tendría capacidad para convencer a la nación de las ventajas de un
posicionamiento más favorable a la división negociada. No obstante, Nueva Delhi no
había entendido que Ayub Khan, que sostenía que cualquier solución que renunciara al
plebiscito general sería inaceptable, sólo llevaría hasta el final la nueva atmósfera de
entendimiento si se solucionaba la cuestión de Jammu y Cachemira. Cuando la realidad
se puso de manifiesto, ambos países volvieron a la anterior relación de desconfianza,
empeorada quizás por el desproporcionado optimismo que había generado la firma del
¡¡idus Water Treaty.

~ El diario pakistaní Dawn comentó en noviembre de 1959: “El creciente conflicto entre la India y China
podría haber sido bien venido aquí puesto que expone a un vecino hostil a nuevos riesgos y azares.., pero
el régimen revolucionario de Pakistán encabezado por el presidente Ayub Khan ha estado inspirado por el
más alto idealismo y los motivos más nobles en cuestiones de política tanto interior como exterior. En
consecuencia, la actitud general de nuestra gente hacia la India ha experimentado últimamente una
reorientación y ahora se comparte comúnmente la esperanza de que, en un futuro no muy distante, los
actuales problemas entre los dos países sean amigablemente solucionados y les sea posible vivir como
amigos en lugar de como enemigos”. Times o/India publicó en abril de 1959: “El nuevo gobierno de
Pakistán es uno con el que podemos tratar; sus líderes han hecho en más de una ocasión referencias
conciliadoras a la India y han reconocido el peligro y la inutilidad de una enemistad continua con este
país. Esto es algo que debe ser explorado”. CHOUDHURY, G,W, Op.cit. Pág. 218

Ver GUPTA, S. Op.cit. Págs. 344-345, CI-IOUDHURY. G.W. Op.cit. Pág. 222, STEPI-IENS, 1. Op.cit.
Págs. 251-252, y BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 228

246
Desde la perspectiva de Jan Stephens, “para la primavera de 1961, Ayub Khan y
sus consejeros habían llegado a la conclusión de que intentar alcanzar un entendimiento
fundamental con Nehru no era más que una pérdida de tiempo~~.95 Ello llevó a Pakistán a
invocar de nuevo al Consejo de Seguridad de la ONU en un intento por explotar las
reacciones de crítica que había suscitado en la comunidad internacional la ocupación
militar india de la antigua colonia portuguesa de Goa en diciembre de 1961. Pakistán
aprovechó esta corriente de opinión y presentó la ocupación de Goa como otro ejemplo
de la “agresividad” dc la India.96

t2.3.2. La transformación del contexto de alianzas Internacionales

1962. El apoyo de la URSS a la India en los debates del Conejo de


Seguzidad

La ocupación india de la antigua colonia portuguesa de Goa, definida por la


India como una “acción policial” pero duramente condenada en Occidente,97 presentó
un panorama favorable para que Pakistán volviera a invocar la mediación del Consejo
de Seguridad en la disputa por .Jammu y Cachemira en enero de 1962.

Zafrullah Khan sólo introdujo algunos elementos nuevos en la que había sido la
exposición de Pakistán desde 1957. Básicamente rechazó la alegación india de que el
paso del tiempo hubiera convertido los anteriores compromisos suscritos en obsoletos
subrayando el peligroso precedente que ello podía sentar para cualquier acuerdo
internacional, y se declaró dispuesto a invocar al Tribunal Internacional de Justicia para
que diera una opinión asesora que determinara cuáles eran las obligaciones impuestas
por las resoluciones de la UNCIP.

‘>~ STEPHENS, 1. Opcít. Pág. 252

Lo cierto es que consistió en una acción militar en la que apenas se produjo derramamiento de sangre.
El Tribunal Internacional de Justicia había secundado anteriormente la reclamación de la India sobre esta
pequeña colonia portuguesa, pero la India argumentó que se había visto obligada a adoptar tal medida a
causa de la intransigente postura adoptada por Portugal.

Adlai Stevenson, Presidente del Consejo de Seguridad y delegado de EEUU, definió la ocupación como
“el primer acto en un drama que podría terminar con la muerte de la Organización”. Kennedy denunció
ante el embajador indio en Washington: “La India podría haber ocupado Goa hace catorce años- era suya.
Lo que ustedes han hecho ahora, lo habría hecho entonces cualquier país con autoestima para reafirmar su
soberanía. Pero ustedes no deberian habernos predicado moralidad durante catorce años. Ustedes no
deberían haberse permitido una actitud de santos cuando son igual que cualquier otra nación”, NAYAR,
Kuldip. India, The Cri¡icxzl Ycars. Nueva Delhi 1971. Pág. 119, En BLINKENBERG, L. Op.cít. Pág. 216
247
La India consideró que no se había desarrollado ningún cambio desde el último
debate celebrado cinco años antes que aconsejara retomar las negociaciones acerca de la
cuestión del plebiscito. El representante de la India concluyó que la adhesión de
Cachemira era definitiva y que la India no estaba dispuesta a adoptar ningún paso que
pudiera poner en peligro su estabilidad, minar su integridad territorial, o provocar
cualquier condición de desequilibrio en el sureste de Asia. También rechazó la
invocación al Tribunal Internacional de Justicia alegando que la cuestión de Cachemira
era un asunto político en el que Pakistán no tenía locus standi.98

Recordemos que la India siempre había concedido importancia legal a los


distintos elementos relacionados con la cuestión de Cachemira, mientras que Pakistán
sólo le había reconocido una perspectiva política. Este nuevo cambio de
posicionamiento no hacia más que confirmar que la India no aceptaba la mediación de
la ONU como fórmula para alcanzar un acuerdo. Nueva Delhi había perdido hacía
mucho tiempo su confianza en la organización internacional y este resentimiento era
explotado por Pakistán al provocar una y otra vez encuentros en un ambiente que le era
favorable.

El delegado de la Unión Soviética, Platon Morozov, supuso la gran excepción de


la regla general al secundar todos y cada uno de los argumentos de la India. Morozov
tachó- -de poco --realista -continuar -remitiéndose- a -unas- -resoluciones -que- se-- habían
- - - -

redactado catorce años antes. La insistencia en la celebración del plebiscito constituía


una flagrante injerencia en los asuntos internos de la India, y cualquier nueva resolución
que no instara a Pakistán a cesar su “agresión” se enfrentada al veto soviético.~

De hecho, cuando Irlanda presentó una inocua propuesta de resolución instando


a los gobiernos de la India y Pakistán a iniciar inmediatamente nuevas negociaciones
bajo el auspicio de la ONU, ésta tuvo que ser desestimada tras el veto soviético. La
India se irritó ante esta nueva insistencia para que aceptara la mediación y llegó a
afirmar que cualquier país que apoyara esta propuesta sería considerado hostil. Ninguno
de los países no alineados la secundó.

~ SHARMA, B.L. The Kas/unir S¡ory. Pág. 120, y EURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 236-237

~ Ver RAY, II. Op.cit. Págs. 47-48, 50-51

248
1962-1963. ChIna entra en guerra con la India y se asocla a
Pakistán

Uno de los elementos que conlíevó derivaciones más trascendentales para el


futuro durante este período fue la incursión de China en la ecuación cachemiri. Una vez
implicados EEUU y la Unión Soviética, desde 1957 Jammu y Cachemira comenzó a
introducirse en las dinámicas de la Guerra Fría por esta otra vía. A pesar de que la
disputa territorial por Jammu y Cachemira se transformó en una competición de dos
(Pakistán y China) contra uno (la India), la participación de Pekín aportó a la India el
reconocimiento por parte de Occidente de que no era inteligente dejarle desamparada si
se deseaba contrarrestar la fuerza del gigante comunista chino.

China mantuvo una postura neutral en el conflicto de Cachemira durante más


tiempo que el otro gran poder comunista, la URSS, y conservó esta posición incluso
después de iniciar su cooperación, más tarde alianza, con Pakistán al principio de la
década de los sesenta. Surendra Chopra puntiualiza que China se mantuvo oficialmente
al margen de la disputa hasta 1966, cuando Li Shao Chi concedió a Pakistán el apoyo de
su país en su causa por Cachemira. 00 Pero a pesar de la neutralidad inicial de Pekín,
desde la misma adquisición de la independencia india se sucedieron algunos
acontecimientos que preservaron cierta tensión en sus relaciones con China.

Desde la fundación del Partido del Congreso en 1885, los líderes nacionalistas
indios alimentaron sus vínculos con China y se solidarizaron con ella en todas las
cuestiones que le enfrentaron a los británicos. Nehru mantuvo una cordial relación con
el régimen iniciado en 1912 por Chiang Kai-shek.’0’ Más tarde, estrechó lazos con los
líderes nacionalistas del Kuomintang, y comprendió que la fuerza del comunismo en

CHOPRA, Surendra, Sino-Indian Relations, Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de


Amritsar 1985. Pág. 169
JI>] Los políticos indios celebraban los denominados “100 años dc amistad entre China y la India” y cl
Hindi-Chini Bhai-Bhai (la India y China son amigos) era un eslogan popular. Antes de la independencia,
acontecimientos como la visita del nobel Rabindranath Tagore a China en 1924 suscitaban sentimientos
de hermandad entre los dos países. Ver WOODMAN, D. Op.cit. Págs. 1-17

249
China era imparable, por lo que fue el segundo país, después de Birmania, en reconocer
el nuevo régimen que Mao Tse—Tung instauró en Pekín en 1949.102

Al principio las relaciones no fueron fáciles. El nuevo gobierno chino


demostraba todos los prejuicios de un régimen revolucionario en contra de lo que
consideraba un gobierno burgués. Pero como indica Lars Blinkenberg, Pekín y Nueva
Delhi comprendieron que en Asia el renacimiento de estos poderes unidos internamente
e independientes exteriormente, conformando juntos casi la mitad de la población del
mundo, y sustituyendo en cierto grado los anteriores factores de poder representados por
Japón y los imperialistas occidentales, les imponía a ambos la obligación de cooperar, a
pesar de sus distintas doctrinas de gobierno.103

Gracias, en gran parte, a la perseverancia de Nehru, pronto se alcanzó un alto


nivel de entendimiento bilateral. Durante la guerra de Corea, Delhi se convirtió en “la
ventana de la China comunista en la ONU y en el mundo no comunista”. La India fue
uno de los partidarios más activos de la admisión de China en la ONU, y en 1954 Chou-
En-lai y Nehm intercambiaron visitas a sus respectivos países. Pero un factor aún más
importante fue el acuerdo acerca de la dominación de China sobre el Tíbet, con el que,
como resalta el autor indio Prem Shankar iha, Nehru pretendía reducir la importancia
estratégica de Aksai Chin para los chinos,t04 y los cinco principios de coexistencia
pacífica expresados en el documento conjunto, los denominados Panel> Shila.’05

¡02 En pal abras de Nehru, “no se trataba de una cuestión de aprobación o desaprobación del cambio, sino
de reconocer un acontecimiento importante en la historía y saber tratar con él”. BANERJEE, O.K. Sino-
Indian Bordee Dispute. Intellectual Publishing House. Nueva Delhi 1985. Pág. 9

Nehru veía “la instauración de la República Popular de China como un triunfo del nacionalismo y una
‘<>~
manifestación del renacimiento político de Asia más que como una victoria del comunismo”, Según sus
propias palabras:”En el mundo han tenido lugar grandes cambios desde la última guerra. Entre ellos se
encuentra el nacimiento de una China unida. Olviden por un momento la política general que persigue-
comunista o casi comunista o sea lo que sea. El hecho es, y supone un elemento fundamental a mitad del
siglo XX, que China se ha convertido en un gran poder- unido y fuerte”- MAXWELL, Neville. India ‘s
China War, Bombay, 1970. Pág. 92. en BLI}4KENBERG, L. Op.cit. pág. 330

04 El primer ministro indio creía que si China no era capaz de apoderarse del Tíbet, la región de Aksai
Chin se convertiría eh un territorio de máxima importancia para su seguridad, pero que silo conseguia, no
tendría por qué necesitar desplazar aún más sus fronteras. JI-lA, PS, Op.cit. Pág. 91
‘<u Ver WOODMAN, D, Op.cit. Págs. 224-227. El acuerdo a propósito de la dominación de China sobre
el Tíbet no fue bien recibido por la opinión pública india, y varios miembros del Parlamento hicieron
mencion al “triste episodio del Tíbet”. Algunos políticos alertaban sobre el peligro implícito en lo que
consideraban una tendencia expansionista en la política china. No obstante, Nehru creia que en aquel
buen momento de relaciones sino-indias aquellas “continuas suspicacias y temores acerca de China”
estaban injustificadas. Ver BLINKENBERG, L, Op.cit. Pág. 328 y 331
250
En 1956 la atmósfera de cordialidad seguía prevaleciendo, y nadie parecía dar
demasiada relevancia al hecho de que los mapas chinos reflejaran unas fronteras que
discrepaban de las que aparecían desde hacía décadas en los mapas indios. De cualquier
forma, los recelos que el gigante comunista despertaba en algunos dirigentes indios no
se transformaron en una evidencia preocupante hasta que en 1957 la India descubrió
tardíamente la carretera que Pekín había construido en Aksai Chin, en la región de
Ladakh. China no ignoraba que la India incluía todo Aksai Chin dentro de sus fronteras.
Pero su necesidad de conectar Sínkiang con el Tíbet Occidental era tan apremiante que
decidió ocupar esas tierras, más accesibles desde Sinkiang que desde Cachemira, sin
comunicárselo a la India.

La guerra sino-india de 1962

En las casi 1.800 millas de frontera común entre la India y China existen dos
territorios fronterizos que han concentrado sus principales disputas: en la frontera
occidental con el Tíbet, la región dc Aksai Chin en Ladakh, y en la frontera oriental, la
denominada MaeMahon Line en la antigua North East Fronher Agency (NEFA), en la
frontera con China y Birmania que había servido como frontera entre la India y China
desde 1914. Estas disputas explotaron en 1959 cuando la China de Chou-En-Lai hizo
06

formal su reivindicación de 36.260 Km2 de la región de Ladakh, y 93.240 Km2 en el


margen indio de la MúMahon Line en el Assam Himalayo, actual Estado indio de
Arunachal Pradesh.107 La crisis culminó con una gran intervención militar de China en
el Assam Himalayo a finales de octubre de 1962.

La sección de la frontera oriental donde se inició la guerra de 1962 está


delimitada por la MeMahon Line, establecida por británicos y tibetanos en la
Conferencia de SimIa de 19 13-14. El gobierno chino no formó parte del acuerdo, pero
después de la independencia no puso ningún impedimento a que la India continuara,
como habían hecho los británicos, situando sus puestos en NEFA. Ello fue interpretado
como un reconocimiento chino de la frontera. El historiador indio Surendra Chopra
asegura que Chou-En-lai confirmó que este era el caso, y también sugirió celebrar

“~ Un estudio legal sobre las reivindicaciones china e india en SHARMA, Surya P. Op.cit. Cap. 1 y II

‘~‘ RAZA, M. Op.cit. Pág. 40

251
negociaciones sobre el resto de las lineas fronterizas, propuesta que el gobierno indio
acepto.

En 1954, sin que ni Pekín ni Nueva Delhi hubieran realizado ningún esfuerzo
por iniciar tales negociaciones, todos los mapas oficiales de la India se renovaron para
reflejar la MeMahon Line como frontera definitiva. En la nueva cartografia también se
indicaba que Aksai Chin era territorio indio. Pero aunque China se había mostrado
dispuesta a aceptar la soberanía de la India sobre todo el territorio de la NEFA hasta la
McMahon Line, la situación en Aksai Chin era muy distinta a causa de la existencia de
la estratégica carretera china que la India no descubriría hasta 1957.

Este descubrimiento provocó un prolongado intercambio de misivas, desde


diciembre de 1958 hasta principios de 1960, en el que ambos bandos reafirmaron unas
posturas que ya nunca abandonarían.109 En 1959, después de que la prensa india
informara con indignación de un primer enfrentamiento directo entre tropas indias y
chinas en Longju, cerca de la MeMahon Line, China se mostró dispuesta a aceptar esa
frontera, pero insistió en que en Aksai Chin era necesario celebrar negociaciones. Nehru
presentó una condición que su poderoso vecino nunca aceptaría: su retirada total a priori
de Aksai Chin.

Las débiles bases de las reivindicaciones territoriales india y china sobre Aksai
Chin han sido analizadas en el capítulo 1. Los británicos habían dejado aquellos
territorios pendientes de una demarcación fronteriza formal. Pero en 1959 había
desaparecido la posibilidad, que podría haber existido un par de años antes, de encontrar
una solución negociada. Cuando el Ejército de Liberación Popular Chino llevó a cabo
su “liberación pacífica” del Tíbet la India se vio súbitamente privada de una zona de
contención al norte. Una de las rutas utilizadas por el Ejército chino para superar a las
defensas tibetanas partía de Sinkiang y atravesaba Akasi Chin.110 La huida del Dalai
Lama a la India, los desacuerdos sobre la frontera sino-india en Assam, y la carretera

‘<>~ CHOPRA, S. Sino-Indian Relations. Pág. 43

¡ Un estudio dc las argumentaciones de indios y chinos en WOODMAN, D. Op.cit. Págs. 243-278

HO FISHER, Margaret, ROSE, Leo E. y HUTTENBACK, A. Hinia/a an Battlcground. Sino-Indian


Rivalry in Ladakh. Pág 82. En WIRSING, R. Opeis. Pág. 92

252
china en Akasai Chin, provocaron un cambio drástico en la naturaleza proverbialmente
cordial de las relaciones sino-indias y no favorecieron un clima de entendimiento.

Muchos autores indios, como A.G. Noorani y Pannalal DEar, admiten que Nehru
había reconocido anteriormente que la delimitación exacta de la frontera no estaba para
nada clara, y que, en cualquier caso, aquellas lejanas tierras no tenían ningún interés
para la India.1 1 Sin embargo, Nehru fue vulnerable ante la presión de la opinión pública
y no facilitó un acuerdo que concediera a China la parte de Aksai Chin que incluía su
carretera de enlace, y a la India toda la North East Frontier Agency, territorio
estratégicamente más importante para Nueva Delhi.

Tras el episodio de Longju las tropas chinas e indias dejaron de patrullar cerca
de la MeMa/ion Line y se evitaron nuevos enfrentamientos. Pero después de que
fracasara un encuentro entre funcionarios de ambos gobiernos, la India inició una
provocadora “política de progresión”. Ignorando los avisos de los responsables de su
Ejército, que eran conscientes de su inferioridad militar, el gobierno indio ordenó
112
establecer puestos militares en los territorios objeto de disputa. Desde aquel
momento, historiadores imparciales como Dorothy Woodman describen un escenario en
Nueva Delhi en el que las demandas de la opinión pública desinformada, la confianza
de Nehru y su ministro de Defensa, Krishna Menon, en que Pekín no atacaría nunca, y
su supeditación a las presiones políticas y su actitud desafiante, provocaron la ofensiva
china que tuvo lugar el 20 de octubre de 1962.11=

Según Pekín, las tropas indias se habían establecido más allá de la MeMa/ion
Une. Incluso si se acepta la aseveración india de que no se sobrepasé la frontera y de
que, en cualquier caso, la ubicación exacta de los distintos puestos era extremadamente
dificil de demostrar, sin duda alguna el establecimiento de puestos cerca o en la misma
frontera de imprecisa delimitación supuso una provocación que se debería haber

•‘ “1-a cuestión acerca de qué parte (de Ladakh) nos pertenece y qué parte pertenece a otro está sujeta a
argumentaciones”. NOORANI, AG. Op.cit. Pág. 128. En 1950, cuando por primera vez llegaron noticias
sobre la presencia de chinos en Aksaí Chin, Nehru restó importancia a las evidencias de esta ocupación y
subrayó lo remota e inaccesible que era aquella parte de Ladakh. Ver DHAR, Pannalal. India, Her
Neighbours and Foreign Po/lev. Deep and Deep Publications. Nueva Delhi 1991. Pág. 28
112 Un análisis del por qué de esta política en VARMA, SP. Op.cit. Págs. 200-206

‘‘~ Ver WOODMAN, O. Op.cit. Págs. 283

253
114

evitado. No obstante, también se puede entender la actitud india teniendo en cuenta


que se produjo después del ¡bit accompli de la carretera construida por los chinos en
Aksai Chin. De cualquier forma, la estrategia de Nueva Delhi sólo podría haber
triunfado en contra de un vecino débil, lo que no correspondía con China, que decidió
responder al envite estableciéndose frente a los puestos indios cerca o en la misma
McMahon Line, pero con una fuerza mucho más potente y unas líneas de comunicación
mucho mejores y más cortas que las de la India.

El asalto se ejecutó tanto en el territorio de NEFA, donde las Fuerzas Armadas


chinas penetraron rápidamente debilitado las defensas indias y amenazando las tierras
bajas de Assam, como en Aksai Chin, donde el avance no fue tan pronunciado al
haberse ocupado con anterioridad la mayoría del territorio en disputa. A efectos de
nuestro estudio, los detalles acerca de la contienda armada no revierten importancIa.
Pero resulta necesario subrayar que la lucha finalizó rápidamente con la debacle de las
tropas indias y la declaración unilateral china de alto el fuego el 21 de noviembre de
1962. De esta forma, la parte nordeste de Ladakh fue ocupada por China y la guerra
provocó reajustes en la frontera sino-india al este de la CFL que dividía Jammu y
Cachemira entre Pakistán y la India en detrimento de la India.

Las repercusiones del desastre militar indio fueron muchas. En el escenario


político interno, la debacle costó los puestos de Krishna Menon y del jefe del Estado
Mayor del Ejército. Nehru también sufrió un duro golpe y asumió su responsabilidad
por lo ocurrido. Por otro lado, los políticos indios se dieron cuenta de que su capacidad
militar había sido más que insuficiente y que era necesario abordar un proceso de
militarización.

Pero las consecuencias fueron más agudas en el campo de las relaciones


internacionales. La guerra destruyó completamente lo que quedaba de la anterior
amistad sino-india, relación que no ha sido restaurada en nuestros días. Nueva Delhi
tuvo el acierto de abandonar la anterior “política de progresión” y la ocupación china de
Aksai Chin no ha vuelto a ser objeto de amenazas desde entonces. Si este era el objetivo
de China, definitivamente fue alcanzado durante la guerra. Pero si BM. Kaul y Russel

<~ El general Kaul rebatió con resistencia al historiador Maxwell por haberle acusado de ser uno de los

principales artífices de la “política de progresión” y por inculpar a la India por haber situado sus puestos
en un territorio que pertenecia a China. KAUL, BM, Conf,ontation with Pakistan, Págs 268-281
254
Brines aciertan cuando afirman que el propósito de China era humillar a la India y
reafirmar su papel de gran potencia asiática, sus objetivos sólo fueron alcanzados
parcialmente.1 5

El Tratado fronterizo sino-pakistaní

Nada más comenzar la guerra en 1962 las potencias occidentales proporcionaron


a la India ayuda militar para frenar a los chinos, y Kennedy pidió garantías a Ayub
Khan de que no aprovecharia la guerra sino-india para iniciar sus propias aventuras
miJitares. EJ dirigente pakistaní se contuvo de explotar una situación que le podría haber
resultado ventajosa, pero presentó una queja muy parecida a la de la India en 1954
cuando EEUU decidió asistir militarmente a Pakistán. Ayub Khan lamentó el “rápido
envío de armas de una enorme magnitud” a la India desde EEUU y Gran Bretaña, y
denunció que ello estaba intensificando las actividades militares y estimulado un nuevo
116
potencial de guerra poniendo en peligro la paz y estabilidad de la region.

Ayub Khan, que tres años antes (cuando sugirió alguna forma de defensa
conjunta del subcontinente) había temido los designios imperialistas de China, no vio en
esta ocasión ninguna amenaza tangible para Pakistán por dos razones. Por un lado,
consideró que las actividades militares de China tenían una naturaleza limitada. Pero
sobre todo, desde 1959 Pakistán había puesto en práctica una nueva estrategia política
destinada al establecimiento de relaciones estrechas con Pekín, y las virtudes de esta
estrategia se estaban viendo firmemente confirmadas. A finales de 1962 el acercamiento
de Pakistán a China, que en principio sólo fue testimonial, comenzó a definir un perfil
totalmente distinto en la estructura básica de la diplomacia pakistani.

Una corriente de opinión liderada por Zulfikar Ah Bhutto, entonces ministro de


Industria y muy pronto ministro de Exteriores, defendía que la alianza de Pakistán con
EEUU no había rendido ningún beneficio en la cuestión esencial de la disputa de

‘‘~ Ver KAUL, BM. Confrantation with Pakistan. Pág. 187, y BRINES, R. Op.cit. Págs. 208 y 198. En

BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 343


6
Kennedy instó a Ayub Khan a ‘dar una señal a los indios.., de que deberla dejar a un lado en esta crisis
su preocupación... que ha conducido a los indios a mantener la mayor parte de su poder militar en sus
fronteras con Pakistán”. Ayub Khan respondió a Kennedy: “Es muy generoso por su parte, pero
conociendo el tipo de personas con las que está tratando, cuya historia es un relato continuo de promesas
incumplidas, no le pediría a un amigo como usted que se introdujera en una situación tan embarazosa...
Ver BLINKENEERO, L. Op.cit. Págs. 230-231

235
17
Cachemira. Los infructuosos debates en la ONU habían contribuido a la pérdida de
prestigio de los poderes occidentales. Los pakistaníes se tuvieron que enfrentar con la
realidad de que aunque la Guerra Fría les ofrecía la posibilidad de construir una
formidable maquinaria de defensa, no les daba ningún tipo de garantías para una
eventual adquisición de Jammu y Cachemira.

Además, las relaciones entre la India y EEUU habían comenzado a disfrutar de


cierta mejora, comenzando con la visita que el presidente Eisenhower había realizado a
la India en 1959 y siguiendo con un firme y progresivo programa de ayudas económicas
al país asiático. Cuando finalizó la era Dulles, el no alineamiento ya no era considerado
como un pecado en Washington, y Kennedy se esforzó por mejorar las contribuciones
de su país a Nueva Delhi.’’8 De hecho, Ayub Khan temió que EEUU decidiera cortejar
a la India dejando de apoyar efectivamente la causa pakistaní sobre Jammu y
Cachemira. A medida que las relaciones sino-indias se iban deteriorando, parecía crecer
el interés de EEUU por introducir a la India, bastante más ifierte que Pakistán, en el
“club de miembros anti-China”.’’9

Pero 0W. Choudhury puntualiza que, sobre todo, fue la entrada de annamento
occidental en la India en 1962 lo que llevó a Pakistán ‘a buscar una nueva seguridad y a
reformar su política de exteriores . En estas circunstancias, a pesar de que la ayuda
norteamericana a la India se demostró posteriormente de una naturaleza temporal, no es

Dawn publicó en diciembre de 1961: ‘... la China comunista es cl amigo político más grande de
Pakistán. No nos dejemos engañar más (pensando) que eventualmente cualquier poder, por buenas que
sean sus intenciones vendrá corriendo en nuestra ayuda a través de los océanos si estamos en peligro, Una
alianza más cerca de casa en contra de un enemigo común es mucho más lógica’. CHOPRA, 5.
Perspecíives on Paki.stan¶s Foreign Po//cv. Pág. 280. Ehutto declaró: ‘Sentimos que los poderes
occidentales nos han defraudado. Tenemos motivos para sentir esta decepción porque estamos seriamente
preocupados por la avalancha de armas a la India”. BHUTTO, ZA. Foreign Fo/ley of Pakistan. Pág. 66
118 Ver CHITKARA, MG. Op.cit. Págs. 77 y 78
‘‘9
La elección de Kennedy como presidente de EEUU en noviembre de 1960 introdujo una nueva era en
las relaciones de su pais con la India por su estrecha relación con el senador Sherman Cooper, anterior
embajador de EEUU en Nueva Delhi y acérrimo defensor de una política de ayuda económica a la India
destinada a convertirla en el principal arma de contención del comunismo en Asia. CHOUDRURY, G.W.
Op.cit. Pág. 223. El comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas pakistaníes, Asgar Khan, reconoció que
“aunque la ayuda que recibía la India no era mucha’ causó gran ansiedad en la opinión pública pakistaní y
alimentó el resentimiento que ya prevalecia en contra de EEUU. KHAN, Asgar. E/it’ First Round indo-
Pakistan war 1965. Vikas Publishing House. Londres 1979. Pág. 88
‘2”CHOUDHURY, 0W. Op.cít. Pág. 231

256
de extrañar que Ayub Khan decidiera investigar más a fondo lo que su alianza con
China le podía ofrecer. 21

Así, aunque el ministerio pakistaní de Asuntos Exteriores había defendido


anteriormente la opinión de que la frontera sino-india que la India reflejaba en sus
mapas era correcta y que, por lo tanto, sus reclamaciones eran justas122 en 1962 Ayub
Khan culpó a la India de provocar la crisis del Himalaya. Pakistán acusó a Nehru de
obstaculizar las negociaciones y de iniciar incursiones militares en zonas integradas y
dirigidas hacia territorio chino en Ladakh y Assam.

SM. Burke permite entrever en su exposición la imprecisión de la política que


Pakistán desarrolló inicialmente con respecto a China. Por un lado, Pakistán deseaba
evitar que la India acaparara todo el respaldo de Pekín, lo que le llevó a apoyar la
concesión a China de un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero por otro,
eludía arriesgar sus buenas relaciones con Occidente, por lo que le negó su apoyo en
otras cuestiones más delicadas. Esto estimuló que para los años 50 las relaciones sino-
pakistaníes hubieran alcanzado cierto grado de cordialidad mezclado con un
componente de desconfianza propiciado, en especial, por la alineación pakistani con el
bloque occidental.123 Esta desconfianza impidió a China responder con inmediatez
cuando Pakistán le propuso alcanzar un acuerdo en la frontera que compartían en
Jammu y Cachemira. Pero a principios de 1961 se comenzó a apreciar una nueva
inclinación china hacia Pakistán. La propuesta de este país podría ser explotada en
contra de la India y del principal y desprestigiado aliado pakistaní, EEUU.

121 Existe una escuela de autores que denuncian que Pakistán asumió su alianza con Occidente de forma
mucho más comprometida que EEUU. Asi, a pesar de que EEUU ayudó a Pakistán en la lucha contra el
comunismo, se mostró equívoco en lo que afectaba a su rivalidad con la India. Ver, por ejemplo, BURKF,
SM, y ZIRING L. Op.cit. Cap. 12. Zulfikar Ah Bhutto, en su E/ir Myth of Independenee publicado en
¡969, desmitílica ¡o que era internacionalmente admitido como un posicionamiento de EEUU junto a
Pakistán en su rivalidad con la India para justificar sus intentos de acercamiento a China. BHUTTO,
Zulfikar Ah. Ehe /i’fyth oflndependenee. Oxford University Press. Karachi 1976. Prefacio y Cap. 1

¡22 LAMB, A. Knshmir A Disputed Legue». Pág. 244, nt. 14

¡23 Ver BURKF, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 214-218. Aunque China no apoyó todavía a Pakistán en
su causa por Jammu y Cachemira, aceptó las explicaciones de Ah Bogra durante la Conferencia de
Bandung de 1955 acerca de que el alineamiento de Pakistán con EEUU no estaba dirigido en contra de
China, sino de la India, y el pragmatismo político prevaleció. CHOPRA, 5. Peespeetives on Pakistan Sr
Eoreign Po/lev, Pág. 273

257
Resulta importante subrayar que en la política de defensa y de exteriores de la
India existió un antes y un después a octubre de 1962. Desde el desastre del Ejército
indio en la guerra sino-india todo el enfoque de la política de exteriores de Nueva Delhi
sufrió una gran convulsión. China ha supuesto desde entonces para la India un elemento
de constante intranquilidad, mucho más de lo que nunca lo ha llegado a suponer
Pakistán. No obstante, Alastair Lamb destaca que en 1962 Ayub Khan denuncié que la
amenaza china no era más que un mito que la India estaba utilizando como argumento
para recibir unas armas del extranjero que, en realidad, necesitaba para reforzar su
desafio a Pakistán en el territorio de Cachemira.124

Los líderes indios se sintieron ofendidos por el escepticismo de Ayub Khan y


por su nuevo posícionamiento a favor de China en esta cuestión. Pero todavía les gustó
menos el anuncio, el 2 de marzo de 1963, del pacto fronterizo sino-pakistani. El
acontecimiento que acabó de poner a las autoridades indias en guardia frente a la
supuesta buena voluntad de Pakistán Ihe este acuerdo que resulté en la entrega del valle
del río Mustagh o Shaksgam, 5.310 Km2 que la India incluía dentro del territorio
disputado en Jammu y Cachemira, ala República comunista (ver mapa II).

B.L. Sharma ilustra la opinión mayoritaria entre los autores indios al presentar
este acuerdo como una prueba de la confabulación establecida entre Pakistán y China
con el objetivo de dañar y humillar a la lndia.’2~ La respuesta facilitada por el bando
contrario asegura que detrás del acuerdo no había nada más que un deseo compartido
por formalizar una realidad administrativa. Choudhury y Alastair Lamb afirman que ni
Pakistán ni China concibieron este tratado como semilla de una alianza militar,
simplemente era la solución a un problema específico. Subrayan que chinos y
pakistaníes se esforzaron por aislar la negociación de la frontera del Karakoram de la
dialéctica del conflicto indo-pakistani.’26

¡24 El presidente pakistaní señaló que cuando la crisis sino-india de 1962 se encontraba en su punto mas
álgido la mayoría del Ejército indio continuaba en sus puestos a lo largo de la frontera con Pakistán.
Kl-JAN Ayub. ‘The Pakistan-American Alliance. Stresscs and Strains’. Forejen Affairs, enero de 1964.
En LAME, A. Kas/unir. A DisputedLegaey. Pág. 241

¡25 SHARMA, EL. E/e Kas/unir Star». Págs.. 118-119, 144-160, l87, 192, 198, 205, 208, 210-213

26 CHOUDHURY, 0W. Op.cit. Pág. 238, y LAME, A. Kas/unir A Disputed Legue». Págs. 242-243

258
Así, el preámbulo del acuerdo de 1963 declaraba: “el gobierno de la República
Popular China y el gobierno de Pakistán, habiendo acordado, con la intención de
asegurar la actual paz y tranquilidad en los limites, delimitar formalmente y demarcar la
frontera entre el Sinkiang chino y las áreas contiguas cuya defensa se encuentra bajo el
control de Pakistán, con un espíritu de justicia, sensatez, mutuo entendimiento y mutua
adaptación, y sobre la base de los diez principios enunciados en la Conferencia de
Bandung”.’27

Para Lamb y Choudhury, la expresión “áreas contiguas cuya defensa se


encuentra bajo el control de Pakistán” estaba redactada cuidadosamente para no ser
interpretada como una legitimación de que esa parte de la frontera, que fue una vez
parte del Estado de Jammu y Cachemira, formara entonces parte de Pakistán. Sólo era
un territorio que estaba bajo su control. Además, en el Art. 6 se dejaba claro que “las
dos partes han coincidido en que después del acuerdo sobre la disputa de Cachemira
entre Pakistán y la India, la autoridades soberanas competentes volverán a iniciar
negociaciones con el gobierno de China sobre la frontera de Cachemira para firmar un
tratado fronterizo formal que sustituya a este acuerdo provisional”.

De esta forma, se dejó claro que los derechos o las transgresiones de la posición
pakistani en aquella parte de .lammu y Cachemira no eran competencia de China, que
simplemente quería definir los limites de su propia soberanía, y se le daba un rasgo de
eventualidad al acuerdo dejando la puerta abierta a nuevas negociaciones con la India en
caso de que finalmente acabara por establecer su soberanía sobre aquel territorio.

La India no aceptó estas explicaciones. Anuncié que Pakistán, con la intención


de ganarse el apoyo chino en su disputa por Cachemira, había regalado más de 5.000
Km2 que pertenecían a la India. El territorio cedido por Pakistán a China se incluía en la
región de Raskam, cuyas vicisitudes fronterizas han sido analizadas en el capítulo 1.
Como se ha podido comprobar en el mencionado capitulo, las reivindicaciones del emir
de Hunza sobre esta región dieron lugar a distintas percepciones fronterizas por parte de
los británicos en función de sus intereses estratégicos coyunturales, y al margen de la
polémica que pueda existir entre distintos investigadores para secundar o negar la

[27 Texto íntegro en RAZVI, M. Op.cit. Pág. 294

259
reclamación india sobre este territorio, lo cierto es que este fragmento de la frontera
entre el Imperio británico y China nunca se llegó a definir formalmente.

De cualquier forma, la repercusión más inmediata que tuvo este acercamiento


sino-pakistaní se dejó notar en unas negociaciones indo-pakistaníes que se estaban
celebrando en esas mismas fechas a propósito de una posible división de Jammu y
Cachemira. A largo plazo, este nuevo factor supuso una razón más para propiciar la
rigidez de Nueva Delhi, que al convencimiento de la legitimidad de su posición en
Jammu y Cachemira unió un fuerte sentimiento de orgullo nacional que le impedía
claudicar ante lo que consideraba una “conspiración sino-pakistaní” establecida con el
único objetivo de dañar a la India.

1962-1964. El fracaso de Occidente en las dos últimas rondas de


negociaciones antes de la guerra de 1965

Cuando a finales de 1962 la crisis sino-india se transformó en un enfrentamiento


armado, Pakistán todavía no se había comprometido enteramente con el bando chino. La
contienda armada entre China y la India proporcionó a Pakistán una oportunidad para
forzar militarmente una solución en Cachemira. Las tropas indias que estaban
defendiendo la frontera de Assam habían sufrido una enorme derrota, y la frontera india
en el norte de Ladakh también se encontraba bajo una seria amenaza china. Un ataque
pakistaní en aquel momento, especialmente si contaba con la colaboración de China,
podría haber provocado una debacle india de primera magnitud.

El presidente Ayub Khan no explotó la oportunidad militar, EEUU no se lo


habría permitido, pero sí intentó explotar la diplomática acentando la idea de comenzar
una nueva ronda de conversaciones con los exangúes indios acerca del futuro de
Cachemira. Estas conversaciones de ámbito ministerial fueron inspiradas por el
británico Duncan Sandys y el nortemericano Averelí 1-larriman, ambos gozando en
Nueva Delhi, después del desastre de la confrontación con China, de más influencia de
la que habían tenido en muchos anos.

Las relaciones entre la India y EEUU llevaban tiempo disfrutando de cierta


mejora. Durante el conflicto sino-indio de 1962, EEUU y Gran Bretaña habían estado
más preocupados por contener el poder comunista que por satisfacer a Pakistán, y no

260
quisieron imponer ninguna condición en relación con su ayuda militar a la India. La
atmósfera en la India se había transformado rápidamente a favor de los poderes
occidentales. Según el embajador norteamericano Galbraith, uno de los principales
valedores del acercamiento de EEUU a la india, Nueva Delhi estaba deseando “trabajar
con los Estados Unidos, tanto política como militarmente en el resto de Asia”.’25

Pero las esperanzas de la India acerca de que el nuevo panorama pudiera


favorecer sus vínculos con Occidente se desvanecieron pronto. Las preocupaciones de
Washington se alejaron rápidamente de la amenaza china a la integridad territorial de la
India y se volvieron a centrar en la importancia de buscar una solución para el conflicto
de Jammu y Cachemira. Según Vernon Hewitt, el fracaso de EEUU en ganarse a la
India para la causa de Occidente durante la Guerra Fría, y la frustración de Nehru en su
deseo por aceptar esta propuesta, fue provocada por la exigencia de Averel 1-larriman y
Duncan Sandys de que la India renunciara al Valle de Cachemira.129

Sandys y Harriman habían propuesto una solución basada en la división


negociada del Estado.’30 El bando pakistaní había entendido que la división seguiría
líneas comunales ~ Pero por el contrario, el punto de partida de la actitud negociadora
de la India fue que la CEL, permitiéndose algunas pequeñas alteraciones, se debía
convertir en la frontera internacional oficial entre la India y Pakistán.

La India ofreció a Pakistán toda la parte que ya controlaba más unas 3.000 millas
cuadradas de ricos bosques de las provincias de Cachemira y Poonch. Pakistán rechazó
la oferta repudiando cualquier esquema de división que no le concediera, además del
Valle de Cachemira y los territorios que ya ocupaba, la totalidad del valle del Chenab en
Jammu (lo que cercenaba la carretera Pathankot-Srinagar y sólo dejaba a la India 3.000

¡28 (3ALBRAITH, J. K. Ambassador’s .Journat Nueva York 1969. Pág. 436. En BLINKENEERG, L.
Op.cit. Pág. 366. Z. A. Bhutto describió esta situación como “una cruel ironía... las dos naciones del
subeontinente que todos estos años han perseguido políticas diametralmente opuestas, hoy se han
asentado de tal forma que en la India se defiende la alianza con Occidente mientras que la neutralidad se
ha convertido en la invocación en Pakistán”. BHUTTO, ZA. Foreign Po/iey o/Pakistan. Pág. 44

129 HEWITT, y. Op.cit. Pág. 173

[30 Ver LAME, A, Kas/unir A DisputedLegaey. Págs. 238-239

‘~‘ Según algunos autores pakistaníes, Pakistán también propuso la celebración de un plebiscito
restringido al Valle de Cachemira que debía ser precedido por un período máximo de 15 meses bajo
administración directa de algún organismo internacional. Ver BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág.
280, y CHOUDHURY, (3W. Op.cit. Págs. 134-139
261
millas cuadradas de las 85.000 que componían el Estado).’32 Pakistán intentó
amortiguar unas pretensiones claramente inaceptables para la India concediéndole
derechos de tránsito temporales a través de Jammu para que pudiera continuar frenando
a los chinos en Ladakh. 33

En las siguientes rondas de conversaciones ni la India ni Pakistán redujeron unas


pretensiones mínimas que eran recíprocamente inaceptables. Para el 16 de mayo de
1963, a pesar del entusiasmo y el optimismo demostrados por americanos y británicos,
ya estaba claro que las negociaciones habían sido un fracaso.134 No obstante, estas
conversaciones sirvieron para que Pakistán impidiera que la disputa territorial cayera en
el olvido. ‘35 Pero en la India, cada nuevo fracaso en un intento de reconciliación con
Pakistán afianzaba la idea de que el statu quo era ya algo irreversible, y esta convicción
se veía materializada en las políticas cada vez más centralistas que Nueva Delhi estaba
desarrollando en Jammu y Cachemira.

Esta fue la última ronda de encuentros entre ambos países durante la que se
desarrolló una aproximación realista al problema de Cachemira antes de la guerra de
1965. La división negociada del Estado presentaba la mejor vía para salir del punto
muerto, pero antes de que finalizaran las negociaciones se habían conjugado dos
factores que despertaron profundas suspicacias mutuas e impidieron la consecución de
un acuerdo: el aumento del potencial militar de la India gracias a la ayuda de los países
occidentales, y la confirmación de la alianza política entre China y Pakistán.

¡32 Ver RAI-IMAN, M. Op.cit. Pág. 163. Gupta admite que la amenaza china hacia urgente para la India
encontrar una solución para sus conflictos con Pakistán, pero como los chinos habían ofrecido un alto el
fuego unilateral la urgencia ya no parecía tan inmediata. Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 353- 354. Según
Lamb, Pakistán adoptó una actitud de regateo, porque lo que realmente quería era la totalidad del Valle de
Cachemira además de la aceptación por parte de la India de su posesión de Azad Kashmir y las Áreas del
Norte. LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legaev. Pág. 239

~ Un amplio artículo sobre todas las posibilidades que se barajaron en estas negociaciones en “The

Paradox of Diplomacy”. NOORANI, A.G. The Statesman. 1 de noviembre de 1996

~ Resulta significativo que durante las conversaciones ambos bandos estuvieran dispuestos a negociar
propuestas de división del Estado y que, sin embargo, al explicar públicamente las posturas que se habían
adoptado durante las conversaciones, tanto los líderes pakistaníes como los indios definieran las opción
de la partición de Jammu y Cachemira como desventajosa. GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 355

‘~ Bhutto declaró ante la Asamblea Nacional que Pakistán ya había ganado al entrar en las

conversaciones porque había demostrado que el problema de Cachemira seguía existiendo. BHUTTO, Z.
A. Foreign Po/ley of Pakistan, Pág. 78

262
Cuando Nehru explicó el fracaso de las negociaciones denunció que Pakistán
había escogido deliberadamente el día anterior al comienzo de las conversaciones para
hacer público su tratado fronterizo con China.136 De la actitud de Pakistán sólo se podía
extraer la conclusión de que su objetivo era “obtener capital político de la situación
creada por la agresión china en contra de la India”. El aumento de la cooperación sino-
pakistaní no tenía otra finalidad que dañar a la India, y Bhutto se había descubierto al
declarar que un ataque desde la India a Pakistán ya no estaba limitado a la
independencia y la integridad territorial de Pakistán, “sino que también implicaría la
seguridad e integridad territorial del Estado más grande de Asia”.’37

En efecto, si había existido alguna benevolencia por parte de Ayub Khan hacia
la India en sus momentos de crisis que no hubiera sido impuesta por EEUU, ésta se
había evaporado. Es probable que las alegaciones de Nehru a propósito de la poca
voluntad conciliadora de Pakistán en las conversaciones no carecieran de fundamento.
Pakistán se resentía de la intransigencia de la India y probablemente creyó que podría
obtener unas concesiones desmesuradas a raíz de su debilidad tras la derrota de 1962.
Pero Jawaharlal Nehru demostró no estar más dispuesto a hacer concesiones de lo que
lo había estado en 1951, 1953 o 1954, y su insistencia por vincular de forma tan
estrecha la firma del tratado fronterizo sino-pakistaní con el desarrollo de las
negociaciones sobre Jammu y Cachemira tampoco se puede aceptar como un argumento
cargado de justificación. Sin duda alguna, las mutuas suspicacias indo-pakistaníes
habían determinado la intransigencia de sus posiciones, y cualquier coyuntura, por poca
que fuera su relevancia, podía frustrar la consecución de un acuerdo negociado.

A principios de 1964 Pakistán volvió a invocar la mediación de la ONU. Desde


su perspectiva, la situación presentaba cierta urgencia porque el gobierno de la India ya
llevaba 17 años controlando Jammu y Cachemira y a medida que pasaba el tiempo la
posibilidad de provocar algún cambio se antojaba más dificil. No obstante, resulta

¡36 Nehru consideró que el anuncio del acuerdo fronterizo sino-pakistaní “aparentemente intentaba
provocar a la India para que reehazara comenzar las conversaciones la mañana siguiente”. Kuldip Nayar
afirma que Ayub Khan se disculpó ante el jefe de la delegación de la India en la apertura de la ronda de
conversac¡ones afirmando que la fecha del anuncio no había sido elegida intencionadamente. Sin
embargo, también recoge que Bhutto declaró más tarde que esta fecha se había fijado con la aprobación
de Ayub Khan. NAYAR, 1<. Op.cit. Pág. 154. En I3LJNKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 233

Discurso del 17 dejulio de 1963. BHUTTO, ZA. Foreign Po/lev of Pakistan. Pág. 75
263
evidente que el propósito de Pakistán era más mantener viva la cuestión de Jarnmu y
Cachemira y reforzar sus apoyos exteriores que encontrar una solución para la disputa.

Desde que la ONU propiciara la declaración del alto el fuego en enero de 1949
no había sido capaz de realizar ningún progreso en la búsqueda de un acuerdo. Aunque
había jugado un papel importante en la demarcación y vigilancia de la CFL,
neutralizando el peligro de un nuevo enfrentamiento armando, en lo que a la búsqueda
de una solución se refería, teniendo en cuenta que la India ya no deseaba su mediación y
que ahora contaba con el apoyo del veto soviético, había muy poco que la ONU pudiera
hacer. Mientras la India siguiera insistiendo en la conveniencia de las negociaciones
bilaterales, y Pakistán continuara aferrándose a la búsqueda de un apoyo internacional
que equilibrara la balanza de fuerzas, sería imposible la celebración de un plebiscito
imparcial o la consecución de algún acuerdo alternativo.

Los debates de 1964 fueron un calco de las alegaciones, acusaciones y réplicas


que se habían escuchado en 1962 con dos añadidos. En esta ocasión, Pakistán deseaba
informar al Consejo de Seguridad de unos graves disturbios religiosos que se estaban
produciendo en Cachemira a causa del robo de una reliquia sagrada de una mezquita
cerca de Srinagar. Pakistán presentó los altercados como una “amplia rebelión”, y acusó
a la india de desahuciar a los musulmanes de Cachemira. Por su parte, la India taché el
empeño de Pakistán por iniciar un nuevo debate de maniobra propagandística,
denunciando los recientes flirteos de Pakistán y China en su contra. ‘35 Utilizando sus
-

propios ases, y aludiendo al factor que según B.L. Sharma impulsó a la Comisión a
secundar sus observaciones, la India se presentó como el único país capaz de hacer
frente al expansionismo chino y subrayó la importancia de Jammu y Cachemira en ese
contexto.

38 La India negó que se estuviera produciendo una sublevación en el Fstado y afirmó que existía una
armonía comunal absoluta. La India también señaló que Pakistán estaba permitiendo el suministro de
armas a los civiles de Azad Kashmir alegando que era algo necesario “para resistir a las tropas indias que
asaltan pueblos” cuando los observadores de la ONU habían descubierto que eran las tropas pakistaníes
las que violaban el territorio de Cachemira. Ver BL[NKENBFRG, L. Op.cit. Págs. 235 y 236

¡~ MC. Changla, ministro de Educación indio, declaró en el Consejo de Seguridad en febrero de 1964:
“Tengo que destacar un hecho que el representante de Pakistán ha ignorado intencionadamente, es decir,
que en el contexto dc lo que ha ocurrido recientemente, Jammu y Cachemira es vital para la India no sólo
por recobrar un territorio que China ha ocupado ilegalmente, sino también para resistir futuras agresiones
de China. La defensa de Ladakh, que está al noreste de Jammu y Cachemira, de la continua amenaza de
China resulta imposible si no es a través de Jammu y Cachemira”. Ver SHARMA, B.L. E/e Kashmir
Story. Págs. 49 y 147, y GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 357
264
lEn esta ocasión, la actitud de los países occidentales reflejó una desconfianza
creciente en las ventajas de la mediación. El presidente del Consejo señaló en su
conclusión del 18 de mayo de 1964, para satisfacción de la delegación india, que no
había existido unammtdad acerca de si la mediación podría dar algún fruto. La Unión
Soviética y Checoslovaquia habían secundado la posición de la India, que consideraba
que una resolución del Consejo en aquella coyuntura sólo contribuiría a complicar la
situación y, aunque lo hubiera deseado, el Consejo se contuvo de elaborar un proyecto
de resolución que, sin ninguna duda, se habria tenido que enfrentar al veto soviético.

Además, la opción de la celebración de conversaciones bilaterales para alcanzar


una solución definitiva acababa de asumir mayor potencial con la excarcelación en abril
de Sheikh Abdullah. El líder cachemiri había mantenido prolongadas conversaciones
con el primer ministro indio que, antes de su muelle, parecía estar más ansioso que
nunca por encontrar una solución para el problema indo-pakistani.’40

Los disturbios comunales en el Valle de Cachemira que habían propiciado la


nueva invocación de Pakistán a la ONU, y que serán analizados en el contexto de la
evolución de las políticas cachemiris, habían supuesto un motivo de alarma para Nueva
Delhi. La tradicional convivencia pacífica entre las distintas comunidades religiosas
parecía no ser tan invulnerable como se había creído. Nehru, que siempre estuvo
profundamente convencido de que los habitantes del Valle de Cachemira secundaban la
integración en la India, vio en este episodio una evidencia de que la cuestión de Jammu
y Cachemira, que hasta entonces se había manifestado como una disputa territorial indo-
pakistaní, podía convertirse en una más complicada discordia a tres bandas en la que la
insatisfacción de la población cachemirí convirtiera la resolución del problema en algo
más embarazoso.

La evidencia sugiere que, a estas alturas, Nehru se había dado cuenta de que la
mera repetición de los derechos morales de la causa india no iba a aportar ninguna
solución para un problema que estaba drenando las economías de la India y Pakistán y
acercando cada vez más a los dos países a las puertas de la guerra. Algunos influyentes
líderes socialistas pedían que la India demostrara que realmente deseaba alcanzar la paz
por medio de negociaciones en lugar de hacerlo por medio de la obstinación.

¡40 Ver GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 359

265
Y para ello la India tenía una importante baza en la figura de Sheikh Abdullah.
Teniendo en cuenta que Abdullah seguía siendo el principal líder político de los
cachemiris, que era musulmán y que sus avenencias con el primer ministro indio no se
había resentido a pesar de los muchos años pasados en cautiverio, su liberación se
presentaba como una medida inaplazable. Nehru consideró que la trayectoria política de
Abdullah, perfilada siempre en función de los que el líder cachemiri consideraba ser los
intereses de su Estado, aunque ello le hubiera llevado a ser reprobado tanto en la India
como en Pakistán, le convertía en la figura idónea para mediar entre ambos países sin
olvidar la voluntad mayoritaria de los cachemiris.

Sheikh Abdullah fue liberado el 8 de abril de 1964 y, tras reunirse con Nehru,
ambos acordaron que Abdullah viajaría a Pakistán e invitaría a Ayub Khan a Delhi con
la intención de “considerar todas las propuestas anteriores y también cualquier otra
propuesta alternativa que pueda presentarse durante las conversaciones para llegar a un
resultado justo, libre y mutuamente aceptable”. De forma simultánea, Ayub Khan dio su
aprobación a la iniciativa e invitó a Abdullah a reunirse con él en Pakistán. El 24 de
mayo Sheíkh Abdullah llegó a Rawalpindi para conversar con el presidente pakistaní y
sondear las posibilidades de alcanzar un acuerdo “que no produzca una sensación de
derrota en ninguna de las partes, reforzando las bases del secularismo en la India y
satisfaciendo la necesidad de libertad de la población de Cachemira”.’4’

Estas garantías, según consideraron Sheikh Abdullah, Nehru y otros líderes


indios, serían fácilmente alcanzables mediante el establecimiento de una confederación
142
en el subcontinente, y esta fue la propuesta presentada ante Ayub Khan. De nuevo,
las suspicacias impidieron que el presidente pakistaní accediera a conceder la más
mínima atención a la oferta. Pakistán había mantenido hasta muy recientemente el
temor de que la India estuviera intentando deshacer la partición del subcontinente

>~‘ Ver MADHOK, BR. Op.cit. Págs. 1301 y 1302

[42 Ayub Khan relató en sus memorias: “Cuando Sheikh Abdullah y Afzal Beg vinieron a Pakistán en
1964, ellos también trajeron la absurda propuesta de una confederación entre la India, Pakistán y
Cachemira. Les dije claramente que nosotros no aceptariamos nada parecido. Resultaba curioso que,
mientras nosotros estábamos buscando la salvación de los cachemiris, ellos se habían visto forzados a
mencionar una idea que si prosperaba conduciría a nuestra esclavitud”. KHAN, Ayub. Op.eit. Pág. 128,
en ELINKENBERG, L. Op.cít. Pág. 236. Ayub Khan afirma que Nehru obligó a los líderes cachemiris a
llevar con ellos tal proposición, pero Sheikh Abdullah negó la exactitud dc esta versión y afirmó que
Nehru no les había forzado a st¡gerir ningún esquema particular. En PALIT & PALIT PUBLISHERS. E/e
Eestamento/S/eik/Abdul/a/. Palit & Palir Publishers. Nueva Delhi 1974. Pág. 81-82

266
mediante la incitación de todo tipo de obstáculos para impedir su firme establecimiento.
Esta propuesta fue considerada como un nuevo intento por introducir a Pakistán en el
ámbito de control de la India, que como resalta SM. Burke, en una confederación
tripartita se habría erigido como el poder dominante.

Lo que sí acordaron los líderes cachemiri y pakistaní fue la reanudación de las


conversaciones bilaterales directas entre los jefes de gobierno indio y pakistaní. Pero el
27 de mayo Abdullah, que se encontraba en la capital de Azad Kashmir, fue informado
de la muerte de Nehru. Tras trasladarse a Nueva Delhi y reunirse con el nuevo primer
ministro indio, Lal Rahadur Shastri, ambos acordaron retomar el procedimiento
iniciado. No obstante, a medio plazo la muerte de Nehru se demostró como un
obstáculo mayor en la consecución de una solución satisfactoria de lo que en su
momento se pudo apreciar. Sólo una figura con el crédito y la autoridad de Nehru podía
permitirse hacer concesiones en Jammu y Cachemira ignorando la creciente fuerza del
nacionalismo hindú. La posibilidad de progresar en los esfuerzos conciliadores
abordados desapareció con Nehru, y un año después de su muerte sobrevino la segunda
guerra indo-pakistaní por Jammu y Cachemira.

‘~ BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 321-322


267
CAPÍTULO IV: EL ESCENARIO POLÍTICO EN JAMMU Y
CACHEMIRA DESPUÉS DE LA ADHESIÓN A LA INDIA Y LA
REVOCACIÓN DEL PRINCIPIO DE AUTOGOBIERNO

1947-1953: El primer y único periodo de autogobierno y la


derrota del nacionalismo cachemiri moderado frente a las
presiones del nacionalismo hindú. 1954-1965. El principio del
control político directo desde Nueva Delhi

El Estado indio de Jammu y Cachemira está compuesto de 14 distritos


distribuidos entre sus 3 provincias, Cachemira, Ladakh y Jammu. En la
mayoritariamente musulmana provincia de Cachemira, con una reducida pero influyente
comunidad hindú, la de los pandit, se integran los distritos de Anantnag, Badgam,
Baramullah, Kupwara, Pulwama y Srinagar. Jammu, mayoritariamente hindú pero con
predominio de población musulmana en algunos de sus distritos, integra los hindúes
Jammu, Kathua y Udhampur, y los musulmanes Doda, Poonch y Rajouri. La región de
Ladakh se encuentra dividida en los dos distritos de Leh, budista, y Kargil,
mayoritariamente musulmán. Estos son los territorios que permanecieron en el lado
indio de la línea de alto el fuego después de la delimitación fronteriza que surgió del
Tratado de Karachi del 27 dejulio de 1949.

Desde entonces y hasta la actualidad, el Estado de Jammu y Cachemira ha


presenciado una drástica transformación ideológica y social. Su escenario político
interno ha pasado por distintas etapas que ilustran la forma en que la sociedad cachemiri
ha ido reaccionando frente a los distintos enfoques desde los que Nueva Delhi ha tratado
de encarar los problemas que presenta la región. Durante la primera etapa, desde la
integración de Jaminu y Cachemira en la India el 27 de octubre de 1947 hasta 1953, el
emblemático líder cachemirí Sheikh Abdullah disfrutó de las garantías de autogobierno
bajo las que consideraba que las necesidades y la identidad diferenciada de su Estado
estarían a salvaguarda en el marco de la Unión India. Este es el único período de
autogobierno, en el que apenas existió 9posición a la adhesión a la India, pero en el que
tampoco se pudo alcanzar la estabilización política interna.

269
4.1. 1943-1953. XL FRACASO DR S~!KH AROOLLCH LV LA
ESrASILIZACIÓN ra~frn DX JAMMTI Y CAC&LWRA NLOLCJVTR
XL EJERCICIO DEL AUTOCORIERifO

El 27 de octubre de 1947, el día en el que el Ejército de la India intervino en


Jammu y Cachemira para expulsar a las tropas invasoras provenientes de Pakistán,
Jawaharlal Nehru aseguró que la decisión de ayudar a Cachemira en aquella situación
de emergencia no pretendía conminar al Estado a anexionarse a la India. “La idea que
hemos hecho pública repetidamente es que la cuestión de la adhesión en cualquier
territorio en disputa o Estado debe ser decidida de acuerdo con los deseos de la
población”. Jawaharlal Nehru reiteró esta misma idea en múltiples ocasiones, lo que es
interpretado por los autores pakistaníes como un reconocimiento de que la adhesión del
Estado requería una ratificación popular para ser consumada. El gobierno indio también
se comprometió a aceptar la supervisión del referéndum por parte de Naciones Unidas.
Esta oferta sería luego asumida por el Consejo de Seguridad, pero resulta importante
señalar que la ONU sólo ratificó lo que Nehru había propuesto con anterioridad.

Sin embargo, desde el primer momento existió un círculo de opinión en Nueva


Delhi contrario a otorgar tales concesiones a un Estado cuya integración se había
formalizado con la firma de un Instrumento de Adhesión. Varios miembros del gobierno
indio, encabezados por el viceprimer ministro Sardar Patel, argumentaban que la
implicación de la ONU había sido un grave error, que la oferta del plebiscito era una
complicación innecesaria, y que resultaría contraproducente otorgar el amplio grado de
autogobierno que Nehru había garantizado a Sheikh Abdullah en el momento de la
adhesión. Estos dirigentes mantuvieron un fuerte pulso con el primer ministro de la
India que finalmente condicionó la transformación del enfoque político de Nueva Delhi.
No obstante, durante la primera fase del conflicto la fuerza de la influencia de Nehru se
dejó notar en los acuerdos alcanzados por Sheikh Abdullah y el gobierno indio, en
especial desde el fallecimiento de Sardar Patel en diciembre de 1950.

Dando por hecho que Nehru había asumido un compromiso sincero con la
celebración del plebiscito, surgían tres incógnitas que había que responder con urgencia
para recuperar la estabilidad política y el funcionamiento ordenado en Jammu y

‘Ver HEG, A. Op.cit. Págs. 52-54


270
Cachemira. Primero: durante esta etapa de transición, ¿cuáles serían los mecanismos
utilizados para administrar el Estado’? Esta cuestión no admitía incertidumbres. Una de
las condiciones no escritas para la integración en la India había sido que el Marajá
colocara a Sheikh Abdullah a la cabeza de la administración estatal en espera de la
celebración del plebiscito. Por otro lado, la apuesta del Partido del Congreso por la
democracia supondría una reducción de los poderes fácticos del Marajá, que, no
obstante, tenía la garantía de permanecer como cabeza constitucional.

Segundo: ¿cuál iba a ser la relación constitucional entre Jammu y Cachemira y la


Unión India? Desde la perspectiva de Nehru, la región se debía considerar como una
especie de invitado temporalmente acogido bajo la protección de la India. Mientras se
decidía su futuro, sólo se podían desarrollar medidas transitorias para lograr su
estabilidad interna. La India corría el riesgo, al adoptar reformas políticas, por muy
necesarias que fueran, de ser acusada de estar intentando cambiar el statu quo y de
obstaculizar la consecución de una solución mediada.

Pero era necesario conceder legitimidad a la administración de Sheikh Abdullah


por medio de la celebración de unas elecciones que no se podían efectuar en el marco de
la antigua Constitución absolutista de 1939. En otro caso, el único fundamento legal con
el que habría contado el gobierno de emergencia de Sheikb Abdullah habría sido el que
le concedía haber sido instaurado por el Marajá. De esta forma, en 1951 los cachemiris
eligieron por primera vez con un sistema de sufragio universal a los miembros de una
Asamblea Constituyente que debía redactar una nueva Constitución democrática para el
Estado. La nueva Constitución de Jammu y Cachemira sería finalmente promulgada en
1956, después de la destitución de Sheikh Abdullah, ratificando la integración definitiva
en la India, haciendo oficial la retirada de la oferta para la celebración de un plebiscito,
y reduciendo notablemente el nivel de autogobierno exigido por el líder cachemírí.

4.1.1. EL ESCENARIO POLITICO Y SOCIAL EN JAMMU Y


CACHEMIRA TRAS SU INTEGRACIÓN EN LA INDIA

El gobierno de emergencia que Han Singh nombró a finales de octubre de 1947


presentaba una forma peculiar de diarquía. Mahajan todavía era el primer ministro del
Estado e intentaba gobernar con el Marajá desde Jammu. Pero el poder fáctico se dejaba
en manos de un ministerio instaurado en Srinagar dominado por Sheikh Abdullah y sus

271
colegas de la Conferencia Nacional. Las relaciones de Srinagar con Mahajan y fiad
Singh, que ya encabezaba un régimen agónico, nunca fueron fáciles.

El Marajá Han Singh conservaba la esperanza de que, teniendo en cuenta que


con su decisión de adherirse a la India había permitido que Sheikh Abdullah manejara
las riendas del poder, quizás el líder cachemiri se mostrara más tolerante que en el
pasado acerca de su reinado. Pero la animosidad de Sheikh Abdullah en contra de lo que
representaba la permanencia de la dinastía Dogra superaba cualquier sentimiento de
gratitud que hubiera podido existir en el líder cachemiri. Abdullah había aceptado el
modelo de gobierno compartido con la convicción de que él sería el único y verdadero
responsable político del Estado. Pero se tuvo que enfrentar con la realidad de que el
Marajá no estaba dispuesto a renunciar a su control sobre la administración tan fácil ni
tan rápidamente como él creía.

La rivalidad entre Abdullah y Han Singh tenía mayores ramificaciones que la de


un simple enfrentamiento personal. Por un lado, Abdullah representaba a aquella
mayoritaria comunidad musulmana que habla sido discriminada durante siglos y que
veja por primera vez la posibilidad de decidir su propio destino. Por su palle, Han Singh
se erigía como el defensor de la elite hindú que había dominado todos los ámbitos de la
vida pública durante un siglo y que manifestaba su aferramiento a sus antiguos
privilegios respaldando al monarca. Esta rivalidad se convertía también en una tensión
ínter-regional, puesto que los musulmanes suponían más del 90% de la población en la
provincia de Cachemira, y la región con mayor población hindú (alrededor de un 65%)
-7
era Jammu, la cuna de la dinastía Dogra:

Pero en Jammu y Cachemira existían otros fraccionamientos ideológicos que


también conllevaban cierta tensión mier-regional. Por un lado, los musulmanes de

2 Este enfrentamiento personal, en consonancia con las implicaciones políticas y religiosas que lleva
inherente, queda reflejado en el tratamiento que los distintos autores hacen de esta fase de la historia de
Jammu y Cachemira. Así no es de extrañar que según Sheikh Abdullah y su biógrafo, R.N. Kaul, el
Marajá movilizara a la población hindú para crearle problemas a su administración. Ver KAUL, R.N.
Op.cit. Pág. 50, y ABDULLAH, 5, Op.cit. Pág. 114. Otros adversarios del líder caehemirí sitúan toda la
responsabilidad por estas desavenencias en Sheikh Abdullah, asegurando que siguió una política
sistemática de desacreditación, humillación y denigración del monarca. Ver, por ejemplo, las dos partes
de la biografia del hijo del Marajá, Raran Singh, Heir Apparent An autobiography. Oxford University
Press. Nueva Delhi 1982, y Sadar-i-Riyasat An autobiograp/y. Vo/. 1S 19S3-1967 Oxford University
Press. Nueva Delhi 1985, y RAINA, Dina Nath. Un/app}’ Kas/un ir. E/e 11k/den Storv. Reliance
Publishing House. Nueva Delhi 1990. Pág. 121

272
Jammu, Mirpur y Poonch habían sido los principales valedores de la propakistaní
Conferencia Musulmana. Por el contrario, la Conferencia Nacional estaba dominada por
los musulmanes del Valle de Cachemira. De esta forma, más allá de las diferencias
ideológicas inherentes a dos partidos islámico y secular respectivamente, esta división
también conlíevó diferencias étnicas. Pero si Abdullah aún podía contar con algún
apoyo en la región de Jammu, en lo que se refiere al budista Ladakh carecía de
cualquier respaldo. Al igual que la mayoría de los hindúes de Jammu, Ladakh también
se resentía de lo que consideraba un gobierno dominado por musulmanes.

Este complicado panorama ideológico-regional se vio perjudicado por el hecho


de que Abdullah, aunque experto en los problemas y aspiraciones del Valle de
Cachemira, carecía de un conocimiento equivalente de las otras regiones y se mostró
torpe a la hora de aproximarse a ellas. La respuesta lógica fue que los líderes políticos
de Jammu y Ladakh cuestionaran el derecho de los musulmanes del Valle a dominar el
devenir de todo el Estado. De esta forma, la administración de Srinagar tuvo que hacer
frente a este grave problema adicional de índole interna que a la larga supondría una de
las principales razones de la destitución de Abdullah.3

Volviendo a las dificultades del gobierno compartido, el Marajá y su primer


ministro intentaron desacreditar a Abdullah recurriendo a algunas acusaciones que hoy
en día siguen sosteniendo los críticos indios de la figura del líder cachemiri. O,P.
Kapoor y Dina Nath Rama son algunos de los autores que denuncian que Abdullah trató
de islamizar la administración estatal y reflejó desde el principio actitudes antí-India)
Desde la perspectiva del biógrafo de Abdullah, R.N. Kaul, cada nueva iniciativa que
abordaba Srinagar era transmitida a Nueva Delhi de forma distorsionada. La inserción
de musulmanes en la administración era una reacción lógica teniendo en cuenta la
discriminación que había sufrido esta comunidad en todos los aspectos de la vida
pública. Y las denuncias a propósito de supuestas actitudes anti-India, basadas en
ciertos intentos por conseguir la colaboración de la Conferencia Musulmana, respondían

‘Cuando Abdullah fue designado cabeza de la administración de emergencia en Cachemira, se introdujo


en una función improvisada que habría requerido la experiencia de un granado administrador y la
sutilidad de un diplomático. El no era ninguna de esas dos cosas”. BI-IATTACIIARJEA, A. Op.cit. Págs.
168-169

KAPOOR, OP. Op.cit. Págs. 18-20, 36-37,y 7O-71,y RAINA, D.N. Un/appyKashnoir. Págs. II 1-165
273
a la conveniencia de obtener el apoyo de los musulmanes de Jammu que se habían
opuesto a la integración en la India.5

Estas desavenencias colocaban al gobierno de la India en una disyuntiva muy


delicada. Antes de la Transferencia de Poderes había garantizado la permanencia de los
príncipes como cabezas constitucionales de sus estados. Y el Marajá de Jammu y
Cachemira no podía ser una excepción por mucho que Abdullah proporcionara una
salida más democrática y más garante de la continuidad de la presencia india en el
Estado. Ante esta situación, Nehru intentó alentar una necesitada colaboración, pero en
términos generales asumió las tesis de Sheikh Abdullah. Finalmente, los dirigentes
indios forzaron la destitución de Mahajan el 5 de marzo de 1948 y el nombramiento de
Sheikh Abdullah como nuevo primer ministro del gobierno provisional.

Tras esta confirmación de la posición clave de Abdullah en la administración


estatal, el gobierno de la India esperó que el líder cachemiri hiciera un esfuerzo por
alimentar la convivencia política con el monarca. Sin embargo, Sheikh Abdullah no
respetó la posición del gobierno de la Unión vis-a-vis los estados nativos y continuó
pronunciándose públicamente en contra dc la permanencia de la dinastía Dogra.6 En
junio de 1949 Han Singh se vio obligado a abandonar el Estado, alegando razones de
salud pero rindiéndose, en realidad, a la presión ejercida por Abdullah. Le traspasó sus
poderes como regente a su hijo y heredero, Yuvraj Karan Singh. En 1952 la Asamblea
Constituyente de Jammu y Cachemira anunció el final de la dinastía Dogra. La figura
del Marajá fue sustituida por una cabeza de Estado constitucional, el Sadar-i-Ri~yasat,
cuyo puesto fue ocupado por Karan Singh, de manera que los Dogras conservaron parte
de su posición en los círculos de poder e influencia dentro del Estado.

Sheikh Abdullah pretendió compensar con este gesto a los hindúes de Jammu.
Pero la pérdida de privilegios de esta comunidad superaba con mucho las posibles
ventajas que pudiera obtener de que un miembro de la dinastía Dogra siguiera
conservando un puesto simbólico en las instituciones cachemiris. Los fundamentos para
futuras complicaciones ya estaban asentados. Las fuerzas del nacionalismo hindú, que

KAUL, R.N. Op.cit. Págs. 49-50, y BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Págs. 170-171

t’Ver KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 55

274
habían sido alimentadas por el monarca,7 tomaron cuerpo entre los hindúes de Jammu, y
los partidos nacionalistas indios comenzaron a dirigir su atención al Estado. Esto
despertó las suspicacias de los musulmanes cachemiris con respecto a Nueva Delhi,
donde Nehru se fue encontrando cada vez más aislado en su pulso con los nacionalistas.
Y estas suspicacias se manifestaron en la persona de Abdullah con su creciente
insistencia por consolidar la autonomía del Estado. Ello daba más razones a sus críticos
para poner en entredicho su derecho a decidir el destino de los hindúes de Jammu,
alimentándose de esta forma un círculo vicioso.

4.1.2. EL PROCESO DE REGLAMENTACIÓN DE LAS


RELACIONES CONSTITUCIONALES ENTRE LA UNION INDIA Y JAMMU
Y CACHEMIRA

4.1.2.1. La extensión del reconocimiento del principio de


autonomía en el Artículo 370 de la Constitución India de 1950

Después de que Mahajan abandonara el Estado en marzo de 1948, Abdullah se


convirtió en un gobernante absoluto en el más amplio sentido de la palabra y, tanto para
hacer frente a esta circunstancia como en su propio interés, el gobierno de la india se
vio en la necesidad de introducir algunas reformas constitucionales. Esta revisión debía
observar no sólo la esti-uctura interna del gobierno estatal, sino también su relación
formal con la Unión India.

Cuatro delegados cachemiris, entre los que se incluía Sheikh Abdullah, tomaron
parte en el diseño de la Constitución de la India de 1950, que entre otros cometidos
debía reglamentar la integración de los ex estados nativos. Para estas fechas,
prácticamente todos los estados nativos habían dejado de detentar poderes reales y,
eventualmente, todos serían integrados en la Unión sin ninguna prerrogativa adicional.8
Mientras que Han Singh deseaba este tipo de estrecha vinculación con el Centro, que le
garantizaba una mayor reserva de poderes en sus manos, Sheikh Abdullah dejó claro

BHATTACHARJEA, A. Op.cít. Pág. 166


8 Ver MENON, VP. Op.cit. Pág. 295

275
que no aceptaría ningún modelo que negara al Estado el estatus de excepcionalidad que
se le había garantizado en el momento de la adhesión.9

Finalmente, cuando la Constitución de la India entró en vigor en enero de 1950,


después de que el Marajá Han Singh hubiera sido compelido a abandonar el Estado,
inclula una cláusula especial, el Art. 370, destinado a garantizar el particular estatus de
Jammu y Cachemira dentro de la Unión y la amplia jurisdicción de su futura Asamblea
Constituyente. Al margen de algunos preceptos centralizadores considerados necesarios
para preservar la “seguridad nacional”, la Constitución india supuso un sofisticado
documento diseñado para establecer un sistema federal en el que las unidades estatales
disfrutarían de una autonomía considerable. Pero a propósito de Jammu y Cachemira
estos poderes fueron ampliados para reflejar las particularidades de su situacion.
Aunque el Art. 370 fue concebido con una naturaleza “provisional”, en consonancia con
el reconocimiento de que la soberanía de la India estaba pendiente de una ratificación
popular, la forma en la que fue enfocado el espíritu del Art. 370 tendría amplias
repercusiones.

La Constitución de la India reconoció al Estado una posición peculiar y única


entre los estados indios. Mientras que Jammu y Cachemira se describía en el Art. 1
como parte integrante de la Unión India, en el Art. 370 se le asignaba un estatus especial
que limitaba los poderes del Parlamento de la Unión a las tres “materias especificadas
en el Instrumento de Adhesión que rige la adhesión del Estado al dominio de la India”.
De esta manera, la soberanía sobre Jammu y Cachemira quedó limitada a la
contemplación de derechos substantivos en los campos de Territorialidad, Defensa,
Asuntos Exteriores y Comunicaciones, y a una influencia indirecta en materia de
Ciudadanía, Jurisdicción del Tribunal Supremo y Poderes de Emergencia. El Estado
podía delegar cualquiera de sus poderes reservados al Centro, pero como poderes

‘ter TENO, Krishen Mohan. State Govc’rnrnent and Palitíes. Jamrnu & Kas/rnir. Sterling Publishers
Private Limited. Nueva Delhi 1985. Págs. 4-12. El grado dc compromiso de Abdullah con la obtención de
la autonomía que le había prometido Nehru quedó de manifiesto cuando impidió que su administrac¡on
hiciera frente con efectividad durante años a una grave crisis de alimentos que afectaba a todo el Estado.
El rechazo se debía a que Abdullah consideraba que la dependencia económica conduciría con el tiempo a
la dominación política y llegó a aconsejar a la población que comiera patatas en lugar dc arroz “para
salvar su honor”. Hasta que la situación no alcanzó unas proporciones alarmantes en 1951, Abdullah no
accedió a recibir la ayuda de Nueva Delhi. KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 60

276
delegados que eran, su Asamblea Constitucional tenía la potestad de revocar
unilateralmente la cesión.~>

También a diferencia del resto de los ex estados nativos, Jammu y Cachemira


conservó el derecho a retener expresiones como “primer ministro’, en lugar de “ministro
jefe” para las cabezas democráticas de gobierno, y cabeza de Estado (Sadar-i-Riyasat),
en lugar de un gobernador nombrado por Nueva Delhi. Aún más relevante fue que los
poderes residuales fueron adjudicados al Estado, de forma que el Parlamento indio no
podía modificar sus fronteras sin consultar con el gobierno de Srinagar. Esto supuso una
concesión muy significativa teniendo en cuenta que algunos círculos políticos
consideraban que los problemas entre las distintas regiones de Jammu y Cachemira se
debían solucionar dividiéndolo en sus partes constituyentes. De cualquier forma, la
prerrogativa más extraordinaria de todas las contempladas por el Art. 370 fue la
concesión a la Asamblea Constituyente cachemiri de tal grado de soberanía que
virtualmente dejaba en sus manos la capacidad de revocar la adhesión a la India.

En palabras del autor indio Krishen Mohan Teng, “la doctrina de la autoridad
compartida que desarrolló Sheikh Abdullah tenía dos serias implicaciones: Primero: la
Asamblea Constituyente era independiente de la Constitución de la India y ejercía
poderes inherentes, que no adquiría de la Constitución de la India. Segundo, la
afirmación de que la Asamblea Constituyente poseía el derecho de determinar la
consumación de Ja adhesión del Estado, equivalía virtualmente a repudiar la adhesión
del Estado a la India”.11 La contemplación de este privilegio en el mismo príncipio legal
que garantizaba la autonomía del Estado provocó que, a la larga, los dirigentes indios se
vieran disuadidos a impedir un eventual desarrollo político que pudiera conducir a la
independencia frenando el adyacente ejercicio del autogobierno.

El Art. 370 demostró que Nehru estaba dispuesto a llegar lejos para acomodarse
a tas sensibilidades de Sheikh Abdullah, pero ambos líderes interpretaban de distintas
formas la naturaleza de este estatuto. Nehru estimaba que el Art. 370 no debía ser
considerado como una provisión destinada a sobrevivir eternamente, pero su intención
era que su alcance fuera reducido gradualmente en concierto con los dirigentes

¡ TENG, KM. Siete GovernrnentandPaliíics. Págs. 20-23

‘TENO, Krishen Mohan. Kash,niriríicle 370. Anmol Publications. Nueva Delhi 1990. Pág. 96

277
cacherniris. Gopataswami Ayyengar, uno de los artífices de la Constitución india,
admitió que la intención era que, a su debido tiempo, .Jammu y Cachemira estuviera
“preparado para el mismo tipo de integración que ha tenido lugar en el caso de otros
estados”.’2 Estimulando esta interpretación se encontraban aquellos dirigentes indios
que abogaban por una integración plena inmediata en la India.

Por su parte, Abdullah consideraba que el contenido del Art. 370 era inalterable.
“El hecho de que el Art. 370 haya sido considerado como una provisión temporal en la
Constitución, no significa que pueda ser derogado, modificado o reemplazado
unilateralmente”. De hecho, como señala A.G. Noorani, la razón de que se le confiriera
esa condición de temporalidad radicaba en que la potestad de finalizar la relación
constitucional entre el Estado y la Unión India habla sido conferida a la Asamblea
Constituyente cachemiri. Se estipuló que cualquier modificación que fuera necesario
aplicar al Art. 370 o a cualquier otro articulo de la Constitución que afectara al estatus
del Estado estaba sujeta a las decisiones de aquel cuerpo soberano.

Esta última interpretación, sustentada sobre la convicción de que el Art. 370


garantizaba la autonomía necesaria para salvaguardar el beneplácito de los cachemírís a
su integración en la India, ha acabado centrando el debate a propósito de la cuestión de
Cachemira, especialmente desde el nacimiento de la sublevación iniciada en 1989. En la
actualidad, algunos intelectuales indios como Balraj Madhok o Dina Nath Rama
denuncian que el Art. 370 fue el precio que Abdullah le hizo pagar a Nehru por
mantener a iammu y Cachemira en la India. A pesar de que ya ha sido sometido a
importantes recortes, insisten en su carácter temporal para solicitar que sea totalmente
derogado y acabar así con la incertidumbre relativa a la integración del Estado.14 Otros
analistas coinciden con Saifuddin Soz en que la única esperanza de recuperar la

¡2 En palabras de Ayyengar, el Art. 370 fue incorporado en la Constitución de la India con la idea de que
“Cuando la Asamblea Constituyente del Estado se haya reunido y haya tomado su decisión sobre la
constitución del Estado y la extensión de la jurisdicción federal en el Estado, el presidente pueda, bajo
recomendación de esa Asamblea Constituyente, promulgar una orden para que el Art. 370 deje de estar
vigente o siga estando vigente sujeto sólo a tales excepciones y modificaciones que puedan ser
especificadas por él”. PURI, B. Kas/mit towards Insurgency. Págs. 24 y 25

3NOORANI, A.G. “Jammu and KashmirAccords- 11”. The Statcsinan. 12 de diciembre de 1995

‘~ Ver MADI-IOK, BR. Op.cit. Págs. 1806-1809, y RAINA, Dina Nath. Kas/mit. Distartions andReality.

Rebanee Publishing House. Nueva Delhi 1994. Pág. 27

278
confianza de los musulmanes cachemiris está en que la India devuelva al Art. 370 toda
la fuerza con la que fue diseñado en el momento de su redacción en 1950.15

Los conceptos divergentes inherentes a las diferencias mencionadas a propósito


del reconocimiento que debía merecer el Art. 370 supusieron el primer indicio de la
ruptura que se produciría entre Abdullah y Nueva Delhi. Efectivamente, cuando la
Asamblea Constituyente fue convocada en octubre de 1951 ya estaba claro que sus
miembros no se limitarían a la redacción de una Constitución más para un Estado más
de la Unión.16 Las dos resoluciones más relevantes adoptadas por la Asamblea
cachemiri establecieron la finalización del sistema de monarquía hereditaria y la
observación de que “la estructura y los vínculos futuros del Estado de Jammu y
Cachemira” con la Unión India serían decididos por la Asamblea.

Este último principio entraba en clara contradicción con las resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU que disponían para la celebración de un plebiscito
auspiciado por la organización internacional. Pero las protestas del Consejo de
Seguridad se tuvieron que enfrentar con la realidad de que, aún antes que Nehru,’7
Sheikh Abdullah ya había descartado la conveniencia de realizar el referéndum. El líder
cachemiri consideraba que el apoyo popular del que gozaba convertía en una medida
innecesaria la celebración de un plebiscito auspiciado por una organización víctima de
las intrigas internacionales. Tal procedimiento sólo serviría para abrir “las compuertas
de la fragmentación y una era de incertidumbre en la que Ja India y Cachemira no
‘5
debían tomar parte

‘~ Ver SOZ, Saifuddin, ¿ W/yAutonontv to Kas/mir? (Actas del debate sobre Cachemira celebrado en el
Nehru Memorial Museum & Library el 6 de mayo de 1995). Saifuddin Soz. Nueva Delhi 1995
~Documentos oficiales a propósito de la constitución y funciones de la Asamblea constituyente en
“Yuvraj Karan Singh’s Proelamation Regarding Setting Up of Constituent Assembly (Dated 20 April,
1951). SINON, Jusrice Jaswanr. Op.cit. Págs. 202-233
“Nehru todavía era partidario de confirmar la adhesión por medio de un plebiscito. MIJLLIK, EN. My
Year.s wit/ Nc/ru. Kas/mit. Allied Publishers. Nueva Delhi 1971. Pág. II

18 Ver lS. “Ihe Sheikh on Plebiscite and Sclf Deterinination”. World Affairs. Nueva Delhi, Diciembre dc
1995

279
4.1.2.2. El Acuerdo de Delhi de 1952

Antes de que la Asamblea Constituyente de Jammu y Cachemira terminara de


redactar la nueva Constitución, en una situación de pronunciada inestabilidad interna, el
gobierno indio solicitó a Sheikh Abdullah que hiciera una definición temporal de las
bases sobre las que se debía desarrollar la relación entre la Unión India y Jammu y
Cachemira. De las negociaciones mantenidas por Abdullah y Nehru surgió un acuerdo
que confirmó la excepcional situación de Jammu y Cachemira entre todos los estados de
la Unión India y que terminó de perfilar algunos flecos que no habían sido concretados
por el Art. 370.

El Acuerdo de Delhi ratificó que las competencias y la jurisdicción de Nueva


Delhi en Jammu y Cachemira estaban limitadas en función de lo estipulado en el
Instrumento de Adhesión.’9 Ninguna ley que afectara a .Jammu y Cachemira se podía
alterar sin invocar primero Ja aprobación de su Asamblea Constituyente. Se reconocían
la excepcional autoridad de las instituciones del Estado y ciertos privilegios únicos
dentro de la Unión. El presidente de la India sólo podía declarar el estado de emergencia
en Jammu y Cachemira, uno de aquellos preceptos contemplados en la Constitución
india para preservar la “seguridad nacional”, “por petición y con consentimiento del
gobierno del Estado”. Se conservaba la figura de la cabeza del Estado o Sadar-i-Rivasat,
que sería recomendado por Srinagar al presidente de la India para su reconocimiento,
Tanto el presidente de la India como el Tribunal Supremo tenían competencias en
algunos campos, como los derechos fundamentales, aunque estas circunstancias
especiales quedaban abiertas a diversas interpretaciones. El punto esencial era que en
Jammu y Cachemira, al contrario que en los otros estados indios, aquellos “poderes
remanentes” de la Constitución india no eran competencia del Centro, sino que debían
ser definidos por su Asamblea Constituyente con el paso del tiempo.

Desde la perspectiva de Sheikh Abdullah, el Acuerdo de Delhi confirmaba que


la Asamblea Constituyente debía determinar “la extensión del alcance de la adhesión del
Estado a la India. La Asamblea puede decidir continuar su relación sobre las bases
actuales o extender su alcance como quiera y como considere viable y apropiado...

Ver Summary of E/e Eight/-Poinr Agreenwnt between India and Sheik/ Abdulla/ ‘s Ciovernment
Annaunced Iw Mr. Ve/ru on 24”’ JuIy 1952. En BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Págs. 223, GUPTA, 5.
Op.cit. Págs. 371-373, y KORBEL, J. Op.cit. Pág. 224
280
Cualquier intento por alterar unilateralmente estas bases de nuestra relación con la India
no sólo constituiría un incumplimiento del espíritu y la letra de la Constitución, sino que
tendría consecuencias negativas sobre la armoniosa relación de nuestro Estado con la
India”.2<1

Por su parte, Nehru accedió a este acuerdo consciente de que la precariedad


conceptual de los pactos alcanzados con Abdullah le permitía amortiguar la fuerza de
las protestas de la ONU, a la vez que concedía al líder cachemiri aquellas garantías que
exigía para preservar la adhesión a la India. El primer ministro indio mantenía la
convicción de que su viejo amigo, con el que le unían tantos principios y objetivos
ideológicos y políticos, acabaría optando por la adhesión definitiva. Sin embargo, en el
escenario también tomaban parte otros muchos agentes que, por distintas razones, no
veían con buenos ojos ni el grado de poder que había adquirido el líder musulmán ni el
grado de autonomía que se le había concedido al Estado. Estos recelos, unidos a ciertos
perfiles de la administración de Abdullah y a la ambigúedad a propósito de la
consumación de la adhesión subyacente en algunas declaraciones del líder cachemiri,
acabaron provocando su destitución y el comienzo del desentendimiento Centro-Estado.

4.1.3. LOS PRINCIPALES PROBLEMAS DEL GOBIERNO DE


SHEIKH ABDULLAH Y LAS CAUSAS DE SU DESTITUCIÓN

Las principales acusaciones que sustentaron la destitución y encarcelamiento de


Sheikh Abdullah en agosto de 1953 se basaron en ciertas evidencias que apuntaban a
que Abdullah estaba manteniendo contactos desleales con algunos países hostiles a la
India, que su forma de gobernar era autoritaria y arbitraria, y que estaba llevando a cabo
una política comunal que lesionaba los intereses de aquellas comunidades no
musulmanas del Estado, especialmente en Jammu y Ladakh.

Analizar la veracidad de estas acusaciones, y el grado en el que cada una de ellas


tuvo suficiente peso como para determinar la destitución de Sheikh Abdullah, supone
una medida indispensable teniendo en cuenta el irreversible golpe que la causa de la
India en Jammu y Cachemira sufrió con este repentino cambio del escenario político.

LAMB, A, Kas/mit. A Disputed Legacy. Pág. 195, y NOORANJ, A.G. “Jammu and Kashmir Accords-
II”. Ihe Statesman. 12 de diciembre de 1995

281
Jawaharlal Nehru presentó, en un principio, gran resistencia ante aquellos asesores que
le proporcionaban informes que desmentían los valores por los que siempre había
respaldado a Abdullah. Pero finalmente se rindió ante las múltiples denuncias de
autoritarismo y comunalísmo, y posibles anhelos independentistas, o incluso
propakistaníes, en confabulación con poderes hostiles a la India. No es posible prever
cuál habría sido el rumbo de Abdullah si Nehru hubiera ignorado las voces,
provenientes de círculos nacionalistas hindúes, que insistentemente pedian su
destitución. Pero en vistas de lo que ocurrió después, se puede afinnar que esta decísion
supuso el primero de una larga serie de errores que explican, más que ningún otro
factor, el inicio en 1989 de una sublevación secesionista en el Estado.

4.1.3.1. La tendencia dictatorial del régimen de Sheiidi Abdullah

Aunque Abdullah no representaba a todas las facciones de la heterogénea


población del Estado, la dominación demográfica del Valle de Cachemira con respecto
a Jammu y Ladakh le permitía erigirse como el líder político con mayor respaldo
popular. Esta certidumbre despertó en el líder cachemiri cierta tendencia totalitaria que
a la larga le acarreó enemigos entre sus propios colaboradores y que fue utilizada por
sus adversarios para desacreditarle ante los ojos de Nehru.

Abdullah y su equipo de entusiastas ministros, la mayoría de ellos musulmanes,


intentaron utilizar su recién adquirido poder para mejorar las condiciones de la
población del Estado, pero sus métodos no siempre correspondieron con las auténticas
prácticas democráticas. Muchos autores y antiguos colaboradores del líder cachemiri
acabaron criticando duramente su estilo de mando, acusándole de instaurar un gobierno
autocrático de características feudales poco distinguible de la administración del
anterior Marajá.2’

SHARMA, DL. Kas/mit Awakes. Vikas Publications. Nueva Delhi 1971. Pág. 185. Vertambién
KORBEL, J. Op.cit. Págs. 207 y 208, y PUR!, Balraj. “Kashmir’s Exelusion from Indian Democracy”.
Peace Initíatives. Nueva Delhi, enero-febrero de 1997, Balraj Puri, otro miembro histórico de la
Conferencia Nacional, ha relatado sus muchos intentos en aquellas fechas por promover reformas que
acabaran con la arbitrariedad dcl gobierno dc Abduííah y compensaran la falta de garantías democráticas
en la Constitución del Estado. Su primera proposición fue que se separara a la Conferencia Nacional de la
administración en el foro del partido, pero “estando bajo la influencia de los comunistas... (que)
ostentaban cargos en la Conferencia Nacional, (Sheikh Abdullah) prefería el modelo soviético en el que el
partido controlaba todas las ramas de la administración”. En una carta enviada a Nehru, Puri prevenía que
“la identificación del gobierno con la Conferencia Nacional conduciría al establecimiento de un régimen
totalitario”, pero Nehru consideraba que la sola presencia de Abdullah ya presentaba suficientes garantías
democráticas.
282
En su primera fase de gobierno, la Conferencia Nacional administró el Estado
sin ningún tipo de limitación o contrapeso constitucional, sin ninguna Asamblea o
partido en la oposición, y sin tener que responder ante Nueva Delhi, lo que provoco
numerosas situaciones de abuso de poder y deterioro moral. Existe unanimidad entre los
investigadores de la cuestión de Cachemira a propósito de que las primeras elecciones
22
para la Asamblea Constituyente en 1951 carecieron de plenas garantías democráticas.
Sheikh Abdullah y sus compañeros de la Conferencia Nacional ganaron todos los
escaños, 75 en total, por medios poco escrupulosos. La popularidad de Abdullah entre
los cachemiris es un hecho suficientemente bien documentadoj pero las dificultades
con las que se enfrentaba su gobierno le tentaron a impedir cualquier eventualidad que
pudiera desestabilizar su administración o desviarle de los objetivos marcados.

Como cabeza del gobierno democrático, Sheikh Abdullah continuó con una
actitud autoritaria que cada vez resultaba más dificil de ignorar. Su régimen adoptó una
forma de exagerada arbitrariedad que se tradujo en arrestos indiscriminados de sus

22 Tanto la elaboración de las listas electorales como el registro de las nominaciones fueron supervisados
con gran cuidado por los simpatizantes de Sheikh Abdullah. De un censo total de 2.950.975 personas sólo
votaron ¡64.185, y 73 dc los 75 escaños fueron adjudicados sin oposición. Por otro lado, todo el proceso
fue boicoteado por el único partido que hacía oposición en el Estado, el Praja Paris/ad que representaba
a los hindúes de Jammu y que contaba con cierto apoyo de los sijs, después de que se rechazara la
candidatura dc 41 de sus 46 aspirantes. La antigua Conferencia Musulmana, muy debilitada, no participó
en las elecciones. Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 365-366, TENO, KM. Kas/mit Article 370. Págs. 86-87,
y PURI, Balraj. ‘Kashmir’s Exclusion from Indian Democracy’. Peace Initiatives. Nueva Delhi, enero-
febrero de 1997. Acerca del desarrollo dc las elecciones, Korbel afirma que “ningún dictador lo podria
haber hecho mejor”. KORBEL, J. Op.cit. Pág. 222. Birdwood comenta el fraudulento procedimiento
preguntándose si, en vistas de la enorme popularidad de la que gozaba Sheikh Abdullah, su Conferencia
Nacional no podría haber salido victoriosa sin necesidad de eliminar a sus oponentes de la forma que lo
hizo. BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 152
22 Algunos reporteros de periódicos indios afirmaron que “la popularidad de Sheikh Abdullah deslumbra’
y hablaron de la “dispersa fuerza de la oposición’ y de que las elecciones “constituyeron un gran triunfo”
que demostró qt¡e ‘el régimen de Sheikh Abdullah se estaba ganando la buena voluntad de la población”.
Incluso el periódico pakistaní Dawn afirmó que Abdullah “obtiene el apoyo entre su pueblo’. Taya Zinkin
escribió en Mane/ester Cuardian que “el dominio de Sheikh Abdullah sobre los cachemiris es único,
probablemente sólo comparable a aquel del Mahatma Gandhi en la India”. En BL[NKENBERG, L.
Op.cit. Pág. 185. Michael l3recher obtuvo de una visita que realizó al Valle en 1951 la impresión deque
los cachemiris no eran ni pro-India ni pro-Pakistán, pero que existía un “respeto y admiración universal
por Sheikh Abdullah’ y que la causa de la India se había visto reforzada por la violencia sufrida a manos
de los invasores del Paihan y por las nuevas reformas del gobierno de la Conferencia Nacional.
BRECHER, M. Opeil. Págs. 167-168

283
adversarios políticos y en la censura de la prensa,24 y que degeneró en prácticas de
nepotismo y un alto de grado de corrupción en las instituciones.25

4.1.3.2. La ambigiledad del posicionamiento de Shelkh Abdullah


frente a la Integración de Jammu y Cachemira en la India

Antes de la Transferencia de Poderes, la Conferencia Nacional, bajo el liderazgo


de Abdullah, redactó el programa ideológico New Kashmir de 1944. Entre las cláusulas
de este programa se incluía una defensa de Ja transformación de Jammu y Cachemira en
un Estado secular independiente, al que a Abdullah le gustaba describir como la “Suiza
del sur de Asia”. No obstante, con el tiempo Abdullah llegó a la conclusión de que la
independencia, aunque deseable, no proporcionaría un marco en el que el Estado
pudiera garantizar su supervivencia. Sus tendencias ideológicas le llevaron a defender
con tanto entusiasmo la integración en la India que el Consejo de Seguridad de la ONU
pensó que su hostilidad hacia Pakistán desaconsejaban su permanencia en el poder
durante la celebración de un plebiscito.

Sheikh Abdullah consideraba que los problemas con los que se enfrentaba
Jammu y Cachemira merecían una respuesta y unas medidas urgentes para cuyo
tratamiento la obtención de la independencia no suponía una alternativa favorable. No
obstante, sus designios a largo plazo estaban menos claros. Abdullah ha sido criticado
por numerosos investigadores de la cuestión de Cachemira por haber desarrollado un
discurso demagógico y ambiguo.26 Es cierto que el posicionamiento del líder cachemiri
a propósito de la integración en la India o de la necesidad de celebrar un plebiscito varió
considerablemente a lo largo del tiempo. Siempre defendió que la decisión final debía
depender del deseo manifiesto de la población cachemiri. Pero como líder popular
ampliamente reconocido se vio con el derecho de debatir distintas soluciones que

24 HAZAZ, P.N. Kas/mitin C’rueible. Pág. 64

25 Lamb denuncia que la India toleró este escenario para amparar a la figura sobre la que se asentaba su
principal argumentación para mantener su presencia en el Estado. LAME, A. Kas/mit. A Disputed
Legacy. Pág. 184. Pero Blinkeubcrg, sin negar el carácter autoritario del líder cachemiri, le disculpan
aludiendo a la situación a la que se tuvo que enfrentar: una atmósfera de emergencia en la que las
amenazas de desestabilización provenían desde el interior (Jammu y Ladakh), desde Pakistán, y desde los
integracionistas de la India. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 182

26 B.L. Sharma reitera en toda su obra esta particularidad de la trayectoria política de Abdullah. Ver, en
concreto SHARMA, EL. KashmirAwakes. Capítulo lO. Págs. 124-137. Ver, también, 1-IEWITT, V.
Op.cit. Pág. 139, y LAM E, A. Kas/mir. A Disputed Legacv. Pág. 187

284
pudieran responder a las necesidades de Cachemira en función de la evolución que fue
percibiendo en el tratamiento que merecía desde Nueva Delhi. Aparentemente esto le
llevó a defender ideas contradictorias, pero en realidad la posición del líder cachemiri
estaba clara. Su defensa de la permanencia en la India estaba condicionada por el grado
de compromiso de Nueva Delhi con aquellas garantías que él consideraba implícitas en
el acuerdo de adhesión.

En 1948 el Comité de Trabajo de Ja Conferencia Nacional recomendó la


adhesión definitiva a la India. En aquellos momentos, el partido de Abdullah veía con
ojos críticos la intervención de la ONU en el conflicto.27 Para la Conferencia Nacional
la adhesión a Pakistán, la única alternativa que podía derivar de los instrumentos
contemplados por la ONU en caso de que no se ratificara la integración en la India, era
la única salida con la que jamás se mostraría de acuerdo. Dando por hecho que la India
respetaría su compromiso con el autogobierno, de las distintas declaraciones realizadas
por los políticos cachemiris en esta etapa se deduce que consideraban la adhesión como
un hecho consumado, si no legalmente, si políticamente.2~

No obstante, en 1950 se produjo la primera señal de alarma a propósito de las


verdaderas intenciones del líder cachemirí. El embajador de Estados Unidos en la India,
Loy Henderson, informó de que, en una reunión con Abdullah, el líder cachemiri había
sido “rotundo a la hora de subrayar su opinión de que (Jammu y Cachemira) debería ser
independiente; que la gran mayoría de la población deseaba su independencia; y que
tenía razones para creer que algunos de los líderes de Azad Kashmir deseaban la
independencia”.

27 El secretario de la Asamblea Constituyente manifestó en octubre de 1951: “Cachemira no estaba


interesada en las Naciones Unidas, que era víctima de las intrigas internacionales. El camino de
Cachemira y el de las Naciones Unidas van en distintas direcciones.., es bien sabido quela Conferencia
Nacional remitió al pueblo del Estado un programa de adhesión a la India y este programa fue ratificado
por todos y cada uno dc los votantes adultos del Estado”. KORBEL, J. Op.cit. Pág. 222. Sheikb Abdullah
también declaró en abril de 1951: ‘La experiencia de los últimos tres años ha demostrado que no se
obtendrá de la ONU ninguna solución justa y equitativa. Ahora hemos puesto la iniciativa en nuestras
propias manos”. The Hindu, 3 de abril dc 1951, en BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 184
‘~ En noviembre de 1947 Abdullah declaró: “Cachemira se unirá a la india porque ahí radican los
intereses del Estado. La población de Cachemira ha visto lo que es Pakistán y ya no creo que votará por
Pakistán”. A finales de 1948, la Conferencia Nacional aprobó una resolución en la que se establecía que
“Cachemira, con su imperturbable fe en New Kas/mir... no puede encontrar su sitio en Pakistán, que hoy
se ha convertido en el principal baluarte del reaccionarismo y del feudalismo decadente”. En mayo de
1949, Sheikh Abdullah le dijo a Nehru en un mitin público: “Quiero que sepa que Cachemira es suya.
Cada cachemirí siente que es indio y que la India es su tierra natal”. Ver KORBEL, J. Op.cit. Págs. 258 y
206, y BLINKENI3ERG, L. Op.cit. Pág. 152

285
Esta polémica revelación ha sido interpretada por autores como Balraj Puri, M.J.
Akbar o Han Jaisingh, como una prueba de las intrigas de EEUU por incluir a Jammu y
Cachemira en su ámbito de influencia.29 El historiador británico Vernon Hewitt refuerza
esta apreciación al introducir esta declaración en el marco de un escenario en el que
EEUU, irritado por la politica de no alineación de Nehru, dio lugar a las intrigas para
convencer a Abdullah de la conveniencia de instaurar un Estado independiente. Dando
por hecho, como Abdullah señaló a Henderson, que los cachemiris no optarían por
Pakistán, una Cachemira independiente parecia erigirse como la segunda mejor opción
posible para EEUU.30

No obstante, Gowher Rízvi y Ajit Bhattacharjea, dos de los autores indios que se
pueden incluir en la escuela “pro Abdullah” (el líder cachemiri cuenta en la India con
fervientes defensores y acérrimos detractores), creen que la estrategia de Abdullah
contemplaba dos alternativas. Según la exposición de Ajit Battacharjea, “la primera
implicaba un proyecto para perpetuar el estatus especial de Cachemira. Pero (Abdullah)
no estaba seguro de si el estatus especial sobreviviría, puesto que los líderes nacionales,
incluido Nehru, lo contemplaban como una característica temporal... La segunda
ramificación consistía en asegurar el apoyo internacional, fundamentalmente de EEUU,
para una Cachemira independiente”.31

En el discurso de inauguración de la Asamblea Constituyente en 1951, Abdullah


realizó, en el mareo de un análisis global de tas distintas opciones que se presentaban
para el Estado, una alusión a los beneficios o inconvenientes que podrían derivar de la
independencia. Esta referencia, que estuvo acompaña por otras a las opciones de
integración en la India o en Pakistán, se enmarcó en un discurso que supuso, en su
conjunto y sin sacar ningún párrafo de contexto, un alegato a favor de la adhesión a la
India.32 No obstante, este análisis de la opción de la independencia dio pie a que algunos

29 pum, B. kas/mit towards lnsurgency. Oricnt Longman. Nueva Delhi 1993. Págs.20-21, AKBAR,
Mi. Kas/mit: Be/indt/e Valer Viking. Penguin Books India. Nueva Delhi 1991. Pág. 147,yJAISINGI-1,
H. Op.cit. Págs. 174-176
30 I4LWITT, V. Opeis. Págs. 125-126

“ Ver BHATTACI-{ARJEA, A. Op.cit. Págs. 196-198, y RIZVJ, Gowher. “India, Pakistan, and the
KashmirProblem, 1947-l972”. En THOMAS, R.G.C. Op.cit. Pág. 75
32 Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 367-370, AKBAR, Mi. Kas/mit: Be/indt/e Vale. Págs. 140-142, y
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 186

286
políticos indios percibieran síntomas de que el líder cachemiri estaba paulatinamente
retomando los objetivos del programa ideológico New Kashmir de 1944.

Abdullah también insistió en que la Asamblea Constituyente era la autoridad


soberana del Estado y que cualquier decisión que tomara tendría “la fuerza irrevocable
de la ley”. Abdullah concebía la Asamblea Constituyente como una institución que
garantizaba que el Estado nunca se convertiría en un Estado más de la India. Una
Constitución adecuada aseguraría que el estatus especial contemplado en el Art. 370 de
la Constitución india se transformara en una cláusula definitiva. PerQ este artículo no
cerraba el paso a la posibilidad de que, algún día, la Asamblea optara por la
independencia.

Según Alastair Lamb, este es el significado que la palabra “adhesión” tenía para
Sheikh Abdullah, lo que explica muchas de las aparentes contradicciones de sus
declaraciones públicas a lo largo de los años.33 Abdullah había apoyado la adhesión de
Jammu y Cachemira a la India para evitar que fuera anexionado por Pakistán, y hasta
que los cachemiris indicaran lo contrario, los guardianes indios del Estado tendrían
derecho a permanecer en su suelo. La opinión de Alastair Lamb estaba presente en la
mente de algunos políticos en Nueva Delhi que solicitaban la abrogación del Art. 370
con el temor de que la integración del Estado pudiera volver a ser matería de discusión,
en un futuro próximo o en uno lejano.

En la actualidad no existen datos concluyentes que puedan aclarar hasta qué


punto se sentía atraído Sheikh Abdullah por la idea de la independencia. Abdullah
volverla en el futuro a encabezar el gobierno de Jammu y Cachemira desde una
asunción plena de la definitiva integración en la India, bien porque ese fue su objetivo
desde el principio, o bien porque de otra forma no se le habría permitido volver a
administrar el Estado. SM. Burke y Han Jaisingh, entre otros, coinciden con Lamb en
que el líder cachemiri dio muestras incontestables de haber aceptado la adhesión a la
India con el objetivo de hacer frente a una crisis coyuntural. Pero su intención era
instaurar, en cuanto fuera posible, un Estado independiente.34 Por el contrario, M.J.

‘~ LAME, A. Kas/mit. A DisputedLegacy. Pág. 193

~ Ver, por ejemplo, BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 42-43, LAME, A. Kas/mir. A Disputed
Legacv. Pág. ¡93, y JAISINGE, H. Op.cit. Págs. 83-85

287
Akbar y Y.D. Gundevia sostienen que su deseo era garantizar que el Estado obtuviera el
grado de autonomía que se había pactado en el momento de la adhesión. Una autonomía
que se hizo aún más necesaria cuando Abdullah comprobó que en la India existía un
influyente círculo político de ideología nacionalista hindú que podría eventualmente
poner en riesgo el bienestar de la comunidad musulmana cachemirí. Abdullah sólo
consideraba la independencia como un recurso que debía estar disponible en caso de
que la evolución política en la India llegara a suponer una amenaza para Jammu y
35
Cachemira.

De cualquier forma, en aquellas fechas la mera existencia de cierta


incertidumbre a este respecto fue enarbolada por los enemigos del líder cachemiri, en
especial por los miembros del lobby nacionalista hindú, para sembrar dudas en Nehru a
propósito de los verdaderos intereses del que hasta entonces había sido un fiel aliado.
Los servicios de inteligencia de la India, cuyo responsable de Asuntos Internos, B.N.
Mullik, fue uno de los asesores de Nehru que insistieron en la necesidad de destituir al
primer ministro cachemirí, proporcionaron todo tipo de pruebas incriminadoras para
relacionar a Abdullah con actividades antinacionales.

Algunos de los informes proporcionados por los servicios de inteligencia, sin ser
concluyentes, se han demostrado ciertos con el tiempo. Pero otros, en especial los que
implicaban a Abdullah en supuestas intrigas propakistaníes, no sólo eran inconsistentes,
sino que interpretados en el marco de la biografia política de Abdullah resultan
claramente descartables. Ello demuestra, como poco, que el líder cachemiri fue objeto
de una clara campana de acoso y derribo que no siempre estuvo justificada por las
razones que se enarbolaron ante la opinión pública y ante el propio Nehru. Si todas las
pruebas utilizadas para implicar a Abdullah en actividades antínacionales hubieran
tenido una base sólida, el líder cachemiri podría hoy ser elogiado por su gran capacidad
para desarrollar complicadas cabriolas diplomáticas.

Por un lado, se le acusó de planear, en unión con los líderes de Azad Kashmir,
un proyecto de reunificación y establecimiento independiente de todos los territorios del

‘~Ver, por ejemplo, AKBAR, M.J, India: T/e Siege Wit/in. UBSPD. Nueva Delhi 1996. Págs. 241-243 y
Kas/mit: Re/indt/e Vale. Págs. 141-142; y Gundevia. YO. en PALIT & PALIT PUBLISHERS. T/e
Tesament of S/eik/ Abdulla/. Palit & Palit Publishers. Nueva Delhi 1974. Págs. 70 y 91

288
anterior Reino Dogra.36 Por otro, de estar manteniendo contactos con diplomáticos
pakistaníes para lograr la adhesión a la nación islámica.37 Y por último, de buscar el
apoyo de EEUU para instaurar un Estado independiente protegido por el bloque
occidental.38

Como se ha indicado, muchos investigadores de la cuestión de Cachemira


consideran que Sheikh Abdullah no puede ser elogiado por haber desarrollado un
pensamiento político profundo y rigurosamente lógico. Pero quienes hacen estas
afirmaciones parecen considerar que sólo existían dos salidas para el Estado, la
integración total en la India o la adhesión a Pakistán. No obstante, la opción de
Abdullah siempre había sido alcanzar una solución intermedia entre la adhesión a la
India y la independencia. Su deseo era que Jammu y Cachemira tuviera una forma de
gobierno autónomo, socialista, democrático y secular, y Pakistán no proporcionaba un
esquema para la consecución de este modelo. Pero la India no debió dar por hecho que
ello supondría la sumisión del líder cachemiri a los dictados de Nueva Delhi, en especial

El régimen de Muzaffarabad no se puede clasificar fácilmente. Aunque dependía de Pakistán para su


supervivencia militar y económica, no se podía considerar un Estado satélite. En cierta forma era
considerado como una especie de gobierno de Cachemira en el exilio, por lo que proporcionaba un foro
para los políticos cachemiris que representaban ideologías divergentes a las de los gobemantes de Jammu
y Cachemira. Al mismo tiempo, era inevitable que Pakistán interviniera activamente en su proceso
político puesto que sin su ayuda económica, política y militar no había esperanzas de supervivencia.
¡Sn cualquier caso se producia un conflicto entre los intereses pakistaníes en un contexto más amplio y
los intereses y las actitudes de los líderes locales de Azad Kashmir algunos de los cuales estaban
dispuestos a considerar soluciones para el problema de Cachemira aunque no coincidieran con las
propuestas en Pakistán. Pero el desarrollo de la vida política en Azad Kashmir también era causa de gran
preocupación en el lado indio de la línea de alto el fuego. Mientras existiera Azad Kashmir existiría la
tentación de los nacionalistas cachemiris en Srinagar de buscar alguna fórmula para la reunificación del
dividido Estado. Sheikh Abdullah, aunque a veces hacía duras declaraciones en contra de la existencia de
Azad Kashmir, mantenía correspondencia clandestina con algunos de sus líderes, a los que había tenido la
oportunidad de conocer desde los años 30. Efectivamente hay pruebas, por ejemplo, de que en 1951
Abdullah estuvo en contacto con Chaudhri Ghulam Abbas, el presidente de Azad Kashmir. Pero la
naturaleza de estos contactos nunca ha visto la luz, Algunos autores han señalado el interés de Abdullah
por obtener el apoyo de los musulmanes de la Conferencia Musulmana para afianzar el camino hacia la
obtención de una autonomía plena, pero el desarrollo de estos contactos con los mismos líderes de Azad
Kashmir constituía un paso más susceptible a la sospecha. Ver LAMB, A. Kas/mit. A Disputed Legacy.
Pág. 189, y HEWITT. V. Op.cit. Pág. 127

~‘ Ver ABDULLAH, 5. Op.cií. Págs. 125 y ¡27

~ En mayo de 1953 los servicios de inteligencia informaron de que Abdullah habia repetido al líder
demócrata norteamericano Adlai Stevenson prácticamente las mismas ideas de las que anteriormente
había informado el embajador Henderson. MULLIK, B.N. My Years wit/ Nehru. Kas/mir. Pág. 9. Hubo
otros contactos con diplomáticos de otros países en los que Abdullah insistió en la idea de que, aunque
prefería la independencia, siesta opción era inviable la mejor alternativa posible era la permanencia en la
India. Ver BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Págs. 196-197

289
cuando el compromiso de los dirigentes indios con el secularismo y con la autonomía de
Jammu y Cachemira comenzó a verse debilitado.

Las manifestaciones y actitudes adoptadas por Abdullah que despertaron más


irritación en Nueva Delhi se produjeron en 1952 en un marco de tensión considerable.
El primer ministro cachemiri comenzó a percibir que la autonomía de acción de la que
había creído gozar no era tal, y que eran los defensores de políticas comunales los que
estaban consiguiendo reducir su margen de maniobra.

Así, la ambigúedad de Abdullah es fácilmente comprensible a la luz de las


tensiones divergentes que presionaban a un dirigente que, reconociendo la inviabilídad
de la independencia, optó por la nación que parecía más habilitada para concederle el
modelo de autogobierno deseado. Abdullah tuvo que contrarrestar estas tensiones y
otras complicaciones añadidas, y ante lo que consideró injerencias indebidas en su
forma de enfrentarse a estos retos reaccionó adoptando una actitud de desafio. El líder
cachemiri recordó a Nueva Delhi que el Estado se había anexionado a la India por
voluntad propia a cambio de ciertas garantías. Si esas garantías eran revocadas, la
Asamblea Constituyente estaba capacitada para revisar sus relaciones con el Centro,39 y
lo que sí está demostrado es que Abdullah tanteó las ayudas que podría recibir desde el
exterior en caso de que fuera necesario desvincular a Jammu y Cachemira de la India.

Resulta imposible determinar, puesto que en 1953 Abdullah fue destituido de su


cargo, sí sus amenazas reflejaban o no con justicia el límite hasta el que era capaz de
llegar para conservar el autogobierno. Pero lo que quedó claro es que Abdullah no
mentía cuando con tanta insistencia negaba las acusaciones de Pakistán de ser un títere
en manos de los dirigentes indios. Por el contrarío, no se caracterizaba por el tipo de
mansedumbre que Nueva Delhi consideraba necesaria en el primer ministro de un
Estado tan problemático.

~‘Esta fue la idea expuesta por Maulana Mohammed Sycd Masoodi, secretario general de la Conferencia
Nacional y uno de sus líderes más respetados, en un comunicado enviado a la prensa de Nueva Delhi
pocos días antes de que Abdullah fuera destituido. Ver BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 200

290
4.1.3.3. Loa “deaequllibrios regionales’

Entre las tensiones divergentes a las que se tuvo que enfrentar Abdullah hubo
una que, más que ningún otro factor, resultó determinante a la hora de impedir que
consiguiera llevar la estabilidad política al Estado y acabara adoptando un hasta
entonces inédito discurso de confrontación con el Centro: la existencia de los
denominados “desequilibrios regionales”. Estos desequilibrios regionales, que
combinaban un conflicto de naturaleza comunal con unas reclamaciones de carácter
nacionalista regional,40 supusieron la principal causa de la destitución de Sheikh
Abdullah.

Abdullah estaba convencido, y había conseguido convencer a Nehru, de que a


pesar de las diversidades regionales y culturales dentro de Jammu y Cachemira, la
ideología secular inherente a la Conferencia Nacional podría acomodar cualquier
heterogeneidad sin peligro de caer en favoritismos. El hecho de que su partido obtuviera
todos los escaños para la Asamblea Constituyente en las lecciones de 1951 escondió la
realidad de que su apoyo electoral se circunscribía al Valle de Cachemira, realidad que
fue además ocultada por la mencionada carencia de plenas garantías democráticas en la
forma que fue desarrollado el ejercicio electoral.

Abdullah estaba legítimamente determinado a devolver a la mayoría musulmana


la representación y el protagonismo en todos los niveles de la sociedad que siempre se
les había negado. Pero careció de la perspicacia y la sensibilidad necesarias para llevar a
cabo esta tarea sin provocar suspicacias en hindúes, sijs y budistas, a los que acabó
desplazando de las principales corrientes políticas de Jammu y Cachemira. En
definitiva, Abdullah se comportó como el primer ministro del Valle de Cachemira, y no
apreció los problemas de las otras dos regiones, que tenían sus peculiaridades étnicas,
religiosas y lingíiísticas y formaban unas entidades geográficas y culturales distintivas
que requerían un tratamiento peculiar.4’

40 l3irdwood considera que el detonante fue el rabioso sentimiento hindú de los hindúes de Jammu que
querían dominar Srinagar. BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 166. Balraj Puri defiende que el movimiento
de oposición a Sheikh Abdullah se basó en exigencias que no estaban relacionadas con el comunalismo
sino con el nacionalismo regional. PURI, Balraj. .Jammu. A Clue lo Kas/mit Tan gle. Balraj Puri. Nueva
Delhi 1966. Pág. 33

‘~‘ KAUL, R.N. Op.cit. Págs. 56-58

291
El enfoque del primer ministro no era en ningún caso comunal, pero su esfuerzo
por compensar el tradicional relegamiento de los musulmanes, unido a un
desconocimiento de las particularidades de las otras regiones, ha llevado a autores como
OP. Kapoor, D.N. Rama o HL. Sharma a denunciar que puso en práctica políticas
comunales y discriminatorias.42

La mayoría de los ladakhis, budistas de la rama tibetana, comenzaron a percibir


muy pronto que Sheikh Abdullah, la fuerza dominante de su universo político, no
entendía su idiosincrasia. Es más, el sabor islámico del nuevo orden favorecía a la
pequeña minoría musulmana que controlaba gran parte de la economía de Ladakh, y que
sólo era demográficamente importante en una parte de la región, Kargil. Ya en 1949 el
presidente de la Asociación Budista de Ladakh había solicitado la disociación de
Ladakh de Srinagar y su vinculación a Jammu, con la que tenía mayores vinculos
históricos, para convertirse bien en un Estado indio por propio derecho, o bien en parte
del Estado de Punjab Oriental. En 1952, Kushok Bakula, reconocido popularmente
como el principal líder político de Ladakh (siendo miembro de la Asamblea
Constituyente de .Jammu y Cachemira), retomó este argumento y denunció los
perjuicios que la región estaba sufriendo a causa de su sometimiento al régimen de
Srinagar.43 Bakula llegó a amenazar con que Ladakh buscaría su secesión de la India y
su unión con el Tibet si la situación no experimentaba alguna mejora.

En Jammu, donde el anterior equilibrio entre hindúes y musulmanes habla


desaparecido después de la muerte o emigración de numerosos musulmanes durante la
crisis de integración del Estado, se desarrolló un movimiento aún más asertivo de
oposición a Sheikh Abdullah.44 El movimiento estuvo liderado, especialmente, por el
partido político Jammu Praja Parishad, cuyo primer revés fueron las elecciones
manipuladas de 1951. Otro golpe fue la abolición de la monarquía hereditaria, que
contaba con un gran apoyo en Jammu. Las numerosas reformas destinadas a favorecer a

42 Ver RAINA, D.N. Kas/mit. Distottions and Reality. Págs. 9 y 66, KAPOOR, OP. Op.cit. Págs. 66-
106, 51-IARMA, B.L. Kas/mirAwakes. Cap. II. Págs. 138-155, y MULLIK,B.N. My Years wit/ Nc/ru.
Kashmir. Pág. 20,

~ Ver KAUL, R.N, Op.cit. Págs. 55-56 y SWGH, Karan. HeirApparent Op.cit. Pág. ¡39-141

~ Se puede encontrar un estudio pormenorizado sobre los desequilibrios regionales en PURI, Balraj.
.Jammu & Kas/mit. Triump/ <md Ttagea’v of India Pederalisation. Sterling Publishers Private Limíted.
Nueva Delhi 1981, PIJRI, Balraj. Si~n~nering Volcano. Studv of.Jan¡mu 1 Relations wit/ Kas/mit. Sterling
Publishers Private Limited. Nueva Delhi 1983. Y PURI, Balraj. Jammu. A Clue tú Kas/mit Tangle.
292
los grupos sociales más desfavorecidos perjudicaron enormemente a la clase hindú,
propietaria de importantes latifundios y protagonista de la vida económica del Estado.
Esta comunidad reaccionó con indignación ante un histórico plan de abolición de las
grandes propiedades que concedió las parcelas superiores a 23 acres a los arrendatarios
sin ningún tipo de compensación a los propietarios expropiados.45 La decisión de no
indemnizar las confiscaciones y la anulación de las deudas de las personas con pocos
recursos supusieron un duro golpe para esta comunidad, que no pudo hacer nada en
contra de estas medidas al encontrarse dentro del ámbito de decisión estatal.46

El Praja Parishad, concebido a finales de 1947 en el entorno del Marajá, tenía


vínculos estrechos con los cuernos políticos comunales hindúes de fuera del Estado,
especialmente con el Jana Sangh. El Praja Parishad y sus socios en la India defendían
la integración definitiva de Jammu y Cachemira en la India como cualquier otro Estado
de la Unión. El punto de vista del Praja Parishad era que la evolución política en
Jammu y Cachemira se acercaba inexorablemente a la creación de lo que podía
denominarse un mini Pakistán, un Estado autónomo, si no totalmente independiente,
con una base islámica. El Praja Parishad convocó manifestaciones en contra del Art.
370 que provocaron una conmoción general en el área contigua a las llanuras del Norte
de la India, donde los partidos nacionalistas habían adquirido una fuerza considerable.47

Las campañas del Praja Parishad en Jammu, las señales de apoyo provenientes
de determinados círculos políticos en la India, y la creciente insistencia de algunos
importantes dirigentes indios por “normalizar” Cachemira irritaron a Sheikh Abdullah.
Muy especialmente, el líder cachemiri adoptó una actitud desafiante ánte el anuncio de
que se estaba estudiando la posibilidad de reducir las prerrogativas del Art. 370.
Abdullah se expresó con rabia en contra de estas injerencias acusando a la India de

~ Sheikh Abdullah se situaba a la izquierda de Nehru y muchos de sus colaboradores, como CM. Sadiq y
B.P.L. Bedi, habían pertenecido al Partido Comunista. La ideologia de la Conferencia Nacional, reflejada
en el programa New Kas/mit, cantaba las alabanzas de un sistema de partido único en Jammu y
Cachemira dedicado a llevar a cabo reformas sociales influidas por la ideologia liderada por la Unión
Soviética, especialmente en el campo de la educación, las comunicaciones, la irrigación y la salud. Ver
KORBEL, 3. Op.cit. Págs. 210 y 254, BIRDWOOD, Lord. Op.cit. Pág. 163, y BRECHER, M. Op.cit.
Pág. 153

46 Ver SINGH, Narinder. PolitiúalAwakening in Kas/m ir. H.K. Publications. Nueva Delhi 1992. Págs.
130-13 3
~ Ver MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 1106

293
comunalismo y avisando de que no permitiría que se llevara a cabo la propuesta de
ampliar las competencias de la Constitución de la India en Cachemira.48

Por primera vez, Sheíkh Abdullah se pronunció con ira en contra de la India,
dirígiendo sus críticas a la nación y reconociendo los esfuerzos de Nehru por
49
contrarrestar a las fuerzas políticas comunales. Abdullah fue reaccionando con mayor
rotundidad a medida que las presiones iban creciendo. Unas cuantas declaraciones que
cuestionaban la consumación de la integración de Jammu y Cachemira y ponían en tela
de juicio el carácter secular de la India despertaron la indignación de muchos círculos de
opinión indios.50 Abdullah, al rebelarse de esta forma ante las presiones estaba dando
los primeros síntomas de haber perdido la batalla en contra de aquellas fuerzas
SI
determinadas a crearle problemas y acabar con su regímen.

Las protestas ante esta serie de provocadoras declaraciones convencieron a


Nehru de la necesidad de llamar al orden a Abdullah.52 Pero el entendimiento y la
coincidencia ideológica entre ambos dirigentes todavía era grande, y de sus contactos
surgió el mencionado Acuerdo de Delhi de 1952 que revalidó el espíritu del Art. 370. El
primer ministro indio ratificó su confianza en Abdullah y criticó con dureza a los
nacionalistas hindúes. No obstante, la presión se hizo insostenible, y Nehru no supo
actuar con contundencia en contra de una campaña política orquestada con un doble

* Abdullah calificó el proyecto de “poco realista, infantil y con un toque de locura’ añadiendo: “nadie
puede negar que en la India existe un espíritu comunal”. KORBEL, J. Op.cit. Pág. 223

~ “Muchos cachemiris están preocupados por lo que podria pasarles a ellos y a su situación si, por
ejemplo, le pasara algo a Pandit Nehru... si se produce un resurgir del comunalismo en la India, cómo
vamos a convencer a los musulmanes dc Cachemira de que la India no pretende engullir a Cachemira...
Aquellos que están levantado el eslogan de la aplicación total de la Constitución de la India en Cachemira
están debilitando la adhesión. Son las mismas personas que han masacrado a los musulmanes de Jammu’.
KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 59

~“ Sheikh Abdullah subrayó en marzo dc 1952 que si la población de Cachemira no ratificaba su adhesión
a la India, “esto no significaría que como consecuencia Cachemira se convertiría en parte de Pakistán...
Recuperaría el estarus del que disfrutaba inmediatamente antes de la adhesión”. Times o/india escribió:
“Sheikh Abdullah mete la pata. Cada vez que Sheikh Abdullah abre la boca, sus amigos rezan para que no
meta la pata mientras sus enemigos se regocijan. La última serie de declaraciones del Sheikh en Jammu
subieron un nuevo grado sus indiscreciones”. Times of India. ¡3 de abril dc 1952, en BLINKENBERG,
L. Op.cit. Págs. 167-189. Ver también AKBAR, M.J. India: T/eSiege Wit/in. Op.cit. Pág. 246

~‘Muchas crónicas describen al líder cachemiri en esta coyuntura como un hombre desconcertado que
había acabado por perder el control y la confianza en sí mismo y se había dejado llevar por los nervios
hacia una actitud intolerante e irreflexiva. Ver KORBEL, .1. Op.cit. Pág. 233, BIRDWOOD, Lord. Op.eit.
Pág. 162, y KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 66

~ Ver BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 193


294
objetivo. Por un lado, lograr la destitución de Abdullah, y por otro, debilitar al propio
primer mínístro indio colocando en una posición de fuerza en el gobierno a
representantes de las tendencias políticas nacionalistas.53

La ruptura definitiva entre Sheikh Abdullah y la India se produjo durante el


invierno de 1952-53 a causa de la conmoción suscitada por una fuerte campaña
extraparlamentaria de oposición a Abdullah y al Acuerdo de Delhi promovida por Praja
Parishad en la provincia de Jammu.54 Abdullah reaccionó con una doble maniobra de
fuerte represión policial, que provocó un recrudecimiento de la crisis, y un anuncio de
reformas administrativas federales que fueron tachadas de insuficientes por los líderes
de Jammu y Ladak1v5~ La crisis alcanzó su punto álgido cuando el presidente del Jana
Sangh, una figura pública de primer rango en la India, murió por causas naturales en
Srinagar el 23 de junio de 1953 mientras estaba detenido por las autoridades estatales.
Este episodio suscitó una ola de indignación en la India, donde los asuntos del Estado se
estaban convirtiendo en objeto de debate público, y hubo voces que apuntaron a la
posibilidad de que el político nacionalista hindú hubiera sido asesinado.56

Hasta aquel momento Nehru se había resistido a claudicar ante las presiones de
aquellos que exigían la destitución de Abdullah, pero los últimos acontecimientos le
hicieron sentir por primera vez “dudas sobre el futuro de Cachemira”. Nehru terminó
por ser convencido de que tan drástica medida era ya inaplazable.

4.1.3.4. La destitución de Sheikh Abduflah

El 8 de agosto de 1953 Shetkh Abdullah fue sustituido en su puesto de primer


ministro por su antiguo colaborador Bakshi Ghulam Mohammed, y al día siguiente fue
arrestado y encarcelado.~8 La destitución de Abdullah llevaba tiempo siendo proyectada

~ Ver AKBAR, Mi, India: T/c Sic ge Wir/in. Págs. 244-245 y Kas/mit: Be/ind t/c Vale. Págs. 144-145,
y BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 194

~ Ver MULLIK, B.N. Mv Years vvit/ Nc/ru, Kas/mit. Págs. 29, y KORBEL, J. Op.eit. Pág. 232-233

KAUL, R.N, Op.cit. Págs. 64-65

56 Ver MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 1107, BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. ¡95 y MULLIK, B.N.
Mv Yearv wit/ Nc/nt. Kas/mir. Págs. 38-39

MULLIK, B.N. M Years wit/ Nc/tu. Kas/mit. Pág. 30

Ver memorándum de destitución de Abdullah en GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 264

295
por un círculo de personalidades entre las que se encontraban miembros de la
Conferencia Nacional de .Jammu y Cachemira y del Partido del Congreso de la India.59

Desde la perspectiva de los miembros de la Conferencia Nacional que apoyaron


la destitución y el arresto de Abdullah,60 esta medida era indispensable para frenar el
proceso emancipador y totalitario emprendido por el líder cachemiri.61 La destitución de
Abdullah llegó después de una crisis de diez semanas en el gobierno estatal y en la
Conferencia Nacional a causa de las discrepancias de tres ministros, entre ellos Bakshi,
con las últimas iniciativas políticas abordadas por Abdullah. Aunque algunos de los
disidentes también aprovecharon para promocionarse apoyando a aquellos dirigentes
indios a los que les disgustaba la ambigúedad sobre el estatus legal de Cachemira.62

El detonante que acabó por convencer a Nehru de la conveniencia de esta


medida no está muy claro. Desde la perspectiva de Korbel, R.N. Kaul o Battacharjea, la
destitución de Abdullah se debió a que en los días anteriores a su sustitución reincidió
más que nunca en la idea de la independencia.63 Según las memorias de Mullik y Mir
Qasim, uno de los disidentes de la Conferencia Nacional, Jawaharlal Nehru accedió a

~ El Sadar-i-Rivasat tomó medidas de precaución como la puesta en alerta de las Fuerzas Armadas del
Estado y la infiltración de la noticia a algunos periódicos indios para que incluyeran referencias a posibles
actividades antinacionales que Abdullah podría estar llevando a cabo. No obstante, la cobertura que la
mayoría de los periódicos indios dio a la noticia el 10 de agosto demuestra que sorprendió enormemente.
Ver BLrNKENBERG, U. Op.cit. Pág. 192, y ABDULLAH, 5. Op.cit. Pág. 125

Bakshi ordenó el arresto de Abdullah, Mirza Afral Bcg y otros 33 de sus más estrechos colaboradores
exponiendo que era una medida necesaria para poder conducir su administración con una calma relativa.
AKBAR, Mi. India: T/e Siege Wit/in. Pág. 248, y EHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 202

KAUL, R.N. Op.cit. Págs. 66-67. La razón alegada por G.M. Sadiq para retirar su apoyo a Abdullah fue
que la amplia autonomía exigida por el líder cachemirí no implicaba necesariamente una mayor libertad
política, y mucho menos una mayor libertad económica, y que ello había quedado de manifiesto durante
su gobierno, en el que el Estado había gozado de una autonomía substancial pero a la población se le
habían negado ¡os derechos fundamentales. En SHARMA, HL. Kas/mirAwakes, Pág. 183
62 Cuando Sheikh Abdullah propuso a sus compañeros de la Conferencia Nacional “una revisión de la
adhesión del Estado a la India”, la mayoría de los miembros dcl partido rechazaron la propuesta de
Abdullah y firmaron una resolución que apoyaba la adhesión del Estado a la India. Más tarde, Abdullah
solicitó a uno de los ministros disidentes, Sham Lal Saraf, que dimitiera bajo una acusación de
corrupción. Sham Lal Saraf, l3akshi Ghulam Mohammed y un tercer ministro contestatario presentaron un
memorándum al Sadar-i-Riyasat en el que acusaban a Abdullah de adoptar decisiones arbitrarias y de ser
el responsable del deterioro de la administración por nepotismo, incompetencia y despilfarro de los
recursos públicos. Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 263-264, Ver también ABDULLAH, 5. Op.cit. Pág. 126

63 Ver KORBEL, i. Op.cit. Págs. 237-240, KAUL, R.N. Op.cit. Págs. 66-67, BHATTACHARJEA, A.
Op.cit. Págs. 198-199. Narinder Singh matiza que “la tragedia fue que Sheikh Abdullah fue mal
interpretado y su reclamación de mayor autonomía para el Estado fue interpretado como (una
reclamación) por la independencia”. SINGH, Narinder. Op.cit. Págs. 145-146

296
adoptar esta medida después de considerar que su posicionamiento era ya claramente
64
independentista. Sheikh Abdullah también señaló en sus memorias que los factores
desencadenantes fueron que algunos agentes hicieron creer a Nehru que, por un lado, se
disponía a mantener una reunion desleal con un emisario de Pakistán, y, por otro, que
estaba introducido en una conspiración con EEUU para establecer a .Jammu y
Cachemira como un Estado independiente.65 No obstante, algunas personalidades
cercanas a Nehru, como Y.D. Gundevia, 5. Copal o el general Kaul, han sostenido que
Nehru nunca creyó las acusaciones de actividades antinacionajes y se opuso a que la
destitución de Abdullah fuera seguida de su arresto y encarcelamiento.66

Por lo que respecta a las denuncias a propósito de supuestos acercamientos a


Pakistán, lo cierto es que el pasado del líder cachemíri, y su futuro, supusieron una
muestra irrefutable de que si había algo que Abdullah tenía claro era que nunca
renunciaría a sus principios seculares y que Pakistán presentaba la peor de las opciones
posibles para el Estado. Lo más probable es que, efectivamente, el primer ministro indio
hubiera necesitado otra argumentación más creíble que ésta para apoyar la destitución y
el encarcelamiento del líder cachemirí.

Por otro lado, no había nada de nuevo en que Abdullah jugueteara con la idea de
la independencia, que incluso fue debatida durante el discurso de inauguración de la
Asamblea Constituyente. Más bien parece que las acusaciones de actividades
antinacionales no fueron más que instrumentos incorporados por los enemigos del líder
cachemiri para minar la confianza de Nehru y para presentar una justificación firme de
la medida adoptada de cara a la opinión pública. En pleno período de Guerra Fría, un
año antes de que Pakistán hiciera oficial su inclusión en el bloque militar occidental,

64 MULLIK, B.N. Mv Years vvit/ Nc/ru. Kas/mit. Págs. 40-42, y QASIM, Mir. My Lijé and Times.
Allied. Nueva Delhi 1992, Pág. 162, en BHATTACI-IARJEA, A. Op.cit. Pág. 199
6S ABDULLAH, 5. Op.cit. Págs. 125 y 127

66 YO. Gundevia, secretario para la Commonwealth en el Ministerio de Asuntos Exteriores y estrecho


colaborador del primer ministro, declaró que “Nehru no tomó parte en el arresto de Sheikh Abdullah y
ciertamente no lo autorizó.., fue envenenado y silenciado a conciencia- hasta que el golpe fuera un hecho
consumado-... Me resulta extremadamente dificil creer.,. que Nehru fuera alguna vez convencido, en
ningún momento, de que Sheikh Abdullah era un comunalista y estaba conspirando en contra de la India
en coalición con Pakistán y los elementos propakistanies de Cachemira”. GUNDEVIA. Y.D, en PALIT &
PALIT PUBLISI-IERS. Op.cit. Págs. 114-116. Esta es también la opinión defendida por el biógrafo de
Nehru, 5. Copal, y el general Kaul, que según sus memorias jugó un papel decisivo en la destitución de
Sheikh Abdullah. KAUL, BM. T/c Unroid Stoty. Bombay 1967. Págs. 140-146, en BLINKENBERG.
Op.cit. Pág. 192, y COPAL, 5. Op.cit. Pág. 133, en BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 211

297
eran comunes las denuncias sobre supuestas injerencia de poderes externos en la no
alineada India. Los rumores a propósito de los planes de EEUU en Cachemira en
confabulación con Sheikh Abdullah corrieron libremente y fueron explotados por la
prensa.

Lo más probable es que la verdadera intención de los principales hacedores de la


destitución del primer ministro cachemiri fuera evitar el desarrollo de las posibilidades
inherentes al Art. 370. Este artículo no sólo concedía a Jammu y Cachemira un amplio
grado de autonomía, sino que daba tales poderes a su Asamblea Constituyente que la
consumación de la adhesión a la India quedaba virtualmente en el aire.

EN. Mullik, que en sus memorias reconoció que no creía que Abdullah
estuviera tentado ni por Pakistán ni por la independencia total, admitió que el problema
se centraba en la cuestión del autogobierno. Cualquier nueva concesion en materia
autonómica sólo se habría podido justificar sobre la base de que se trataba de un Estado
de mayoría musulmana. y eso no se nodía hacer en una~~ India secular.67 Además. las
demandas de separación de Jammu y Ladakh se habrían vuelto insostenibles. En efecto,
la destitución de Sheikh Abdullah aportó unos cuantos años de relativa calma para el
gobierno de la India sobre el problema de los desequilibrios regionales.

Las condiciones de inestabilidad en Jammu y Ladakh también parecen haber


sido la principal causa de que Nehru decidiera finalmente destituir a Abdullah. Nehru
acabó siendo inoculado con la sospecha, pero nunca con la certeza de que Abdullah
estuviera llevando a cabo actividades antinacionales. Pero los desórdenes suscitados por
los desequilibrios regionales y las desafiantes manifestaciones de Abdullah podían tener
a largo plazo unas consecuencias más profundas de ámbito nacional. En esta ocasión se
dejaron notar dos realidades que siempre habían estado presentes pero que nunca se
había manifestado con tanta rotundidad. Primero, que mientras que para Sheikh
Abdullah los intereses de Cachemira eran lo principal, para Nehru los intereses de la
India estaban primero. Y segundo, que las fuerzas del nacionalismo hindú habían
adquirido un vigor que incluso el primer ministro indio encontraba dificil de controlar.

67 B.N. Mullik afirma que lo que realmente buscaba era un estarus dc semí independencia en el que la
India actuara como protectora mientras su Estado se beneficiaba económicamente, gracias a la industria
turística y otras fuentes dc riqueza cachemiris, libre de la interferencia de lo que consideraba un gobierno
central dominado por los hindúes. Ver MULLIK, B.N. My Ycars wit/ Nc/ru. Kas/mir. Págs. 39 y 47
298
Pero ni Nehru ni el resto de los dirigentes indios parecieron entender el
significado que derivaba de este suceso. Lo acontecido supuso el peor golpe para la
estructura básica de la posición de la India en Jammu y Cachemira. Esta posición se
asentaba, sobre todo en su proyección internacional, sobre el argumento de que Sheikh
Abdullah debía ser considerado como la expresión viva del deseo de la población
cachemiri. La voluntad de los cachemiris, expresada a través de Sheikh Abdullah, había
pedido que Jammu y Cachemira permaneciera dentro, o estrechamente vinculado, a la
India. Si Sheikh Abdullah era un falso profeta, como sugería lo ocurrido la noche del 8
al 9 de agosto de 1953, se podía decir que Nehru había interpretado mal el deseo de los
habitantes de Jammu, Ladakh y el Valle de Cachemira. En otras palabras, Pakistán,
cuya reclamación territorial había tenido hasta entonces como única base su defensa de
la Teoría de las Dos Naciones, tenía ahora argumentos para defender que la India no se
encontraba en el Estado como libertadora y garante de la democracia, sino como otro
dominador colonial.

299
4.2. 195*1965. EL COMIENZO DEL CONTROL POL/TICO
flLtECIY> DE JAMAR! Y CAC&EIW¿4 DESDE mr~ DELIA’ Y SUS
TÍMIDAS REPERCUSIONES SOCLCLES

En 1954 Pakistán firmó un pacto diplomático y militar con EEUU y en la India


se cerraron las puertas, aunque aun no se reconociera oficialmente, a la posibilidad de
celebrar un plebiscito de autodeterminación en Jammu y Cachemira. A Nueva Delhi se
le presentaban entonces dos alternativas para hacer frente a la inestabilidad política que
se había visto agravada durante el gobierno de Sheikh Abdullah. Primero: podía
permitir que la administración estatal continuara guiando el destino del Estado dentro de
los límites fijados por el Art. 370 de la Constitución de la India, limitando la
jurisdicción de Nueva Delhi a los campos de Terrítorialidad, Defensa, Asuntos
Exteriores y Comunicaciones, y a una influencia indirecta en materia de Ciudadanía,
Jurisdicción del Tribunai Supremo y Poderes de Emergencia. Segundo: la India podía
derogar el Art. 370 e incorporar Jammu y Cachemira como un Estado más de la Unión
ignorando los compromisos adquiridos con Abdullah.

Nueva Delhi se enfrentaba con dos problemas fundamentales a la hora de


aproximarse a ambas soluciones. Primero: el desarrollo de las posibilidades inherentes
al Art. 370 implicaba que dentro de Jammu y Cachemira, tal y como estaba constituido,
algunos de sus territorios serian dominados por otros. Por razones demográficas el
Ladakh budista y el Jammu hindú y sU tendrían que aceptar la hegemonía política de los
musulmanes del Valle de Cachemira. Pero ninguna de las dos regiones no musulmanas
estaba dispuesta a aceptar esta situación. Por lo tanto, la ratificación del Art. 370
suponía la mejor opción para responder a las reclamaciones del Valle de Cachemira,
pero en Jammu y Ladakh era susceptible de dar origen a fuerzas desestabilizadoras.

Segundo: la abolición del Art. 370, que habría sido bien recibida en Jammu y
Ladakh, provocaría el malestar en el Valle de Cachemira donde, con toda seguridad, se
producirían disturbios y se dificultaría la labor de gobierno. Además, también daría
lugar a las protestas dc la ONU y dc Pakistán. Aunque la India ya no se sentía obligada
por las resoluciones de la ONU, prefería evitar una condena pública.

301
La mayoría de los dirigentes indios se inclinaba ya claramente por esta segunda
opción. Pero la presencia de Nehru, las reclamaciones de la población del Valle y la
perseverancia de la disputa territorial impidieron que la anulación del derecho de
autogobierno de los cachemiris se realizara de forma descubierta y rotunda. Mediante la
designación de los primeros ministros del Estado y la celebración de elecciones sólo
simuladamente democráticas que ratificaran estos gobiernos, Nueva Delhi intentó
disfrazar el proceso de integración definitiva con el halo de la democracia. Sin embargo,
desde Bakshí Ghulam Mohammed todas las personalidades escogidas por el Centro para
encabezar el gobierno estatal no fueron más que comparsas del Partido del Congreso. El
único líder que podía representar los intereses de la población musulmana cachemirí,
Sheikh Abdullah, permaneció encarcelado o exiliado durante la mayor parte de este
proceso integrador que se tradujo en la reducción material del alcance del Art. 370.

4.2.1. LA PRIMERA ETAPA DE REDUCCIÓN DEL ALCANCE DEL


ART. 370 Y LA RENUNCIA DEL PLEBISCITO

4.2.1.1. 1953-1963. Eakshi Ghuiam Mobammed. El principio de la


Intervención de Nueva Dcliii en las políticas del Estado

Después de haberle dado a Sheikh Abdullah la oportunidad de administrar


.Jammu y Cachemira en solitario desde 1948 hasta 1953, el gobierno indio consideró
que la experiencia no había salido como esperaba y que era hora de tomar las riendas y
dirigir el Estado desde Nueva Delhi. El líder cachemiri había puesto al gobierno de
Nehru en una dificil situación al provocar las iras de las comunidades no musulmanas y
al reaccionar antes las críticas recordando que la integración del Estado no era una
cuestión cerrada, Aprovechando la división interna en la Conferencia Nacional, Nueva
Delhi se escudó en uno de los principales colaboradores de Sheikh Abdullah, Bakshi
Ghulam Mohammed, para presentar lo que era un cambio radical en su enfoque del
problema de Jarnmu y Cachemira como un simple cambio en la cabeza del gobierno.
Pero con la destitución de Sheikh Abdullah no se pretendió sólo acabar con un
momento de inestabilidad transitorio, se tomaron medidas para garantizar la definitiva
integración del Estado en la India y se despejó el camino para dejar a un lado el
prometido autogobierno.

302
El escenario político también varió sensiblemente tras el arresto de Sheikh
Abdullah. A partir de 1953 salieron a la luz numerosos políticos que, aunque eran
conocidos en el Valle, habían pasado desapercibidos y permanecido a la sombra de la
figura del líder cachemiri. Estos políticos, que habían participado en la misma lucha
democratizadora durante los últimos años del régimen monárquico, tuvieron después
problemas para seguir unidos bajo un mismo programa ideológico porque entre ellos
existían grandes diferencias a tres niveles.

Por un lado, ocupaban un amplio abanico de opciones ideológicas que partían


desde la defensa del marxismo, pasando por el pragmatismo y acabando en el más puro
conservadurismo. Por otro lado, diferían en el grado de independencia/autonomía que el
Estado debía adquirir y en el extremo hasta el que consideraban que el Estado se debía
asociar a la India o a Pakistán. Los que estaban básicamente interesados por el
desarrollo económico y social optaban por la integración en la India. Pero mientras que
algunos no ponían condiciones para esta unión, otros la supeditaban a la concesión de
un amplio grado de autogobierno. Estas diferencias fueron las que dieron lugar a la
división de la Conferencia Nacional entre los partidarios de Bakshi y los de Abdullah.

Tras el encarcelamiento de los seguidores de Abdullah, la facción dominante en


la Conferencia Nacional transformó el partido, a todos los efectos, en la rama en
Srinagar del Partido del Congreso. La respuesta de los nacionalistas “autonomistas” fue
la creación de un nuevo partido fundado por Mirza Afzal Beg en agosto de 1955, el
Frente por el Plebiscito. Este partido respondió a la evidencia de que la India no iba a
cumplir su compromiso por el autogobierno exigiendo que los cachemiris pudieran
decidir la instauración y vínculos de Jammu y Cachemira mediante la celebración de un
plebiscito de autodeterminación.

Sheikh Abdullah, que anteriormente no había visto ninguna ventaja en la


celebración del plebiscito, concedió públicamente su apoyo al Frente. Esta fue una
estrategia con una clara intención conminatoria. Abdullah continuaba considerando que
la adhesión a Pakistán presentaba la peor opción posible para su Estado. Pero si iammu
y Cachemira iba a permanecer dentro de la India debía hacerlo manteniendo siempre
una reafirmación de sus derechos y presentando resistencia frente a los elementos más

303
centralizadores del gobierno indio. No obstante, como era de esperar, su decisión fue
interpretada como un nuevo ejemplo de sus anhelos propakistaníes.1

Por último, aquel grupo minoritario de políticos más sensibles a los fundamentos
religiosos, y que defendían la integración en Pakistán o la instauración de Jammu y
Cachemira como un Estado islámico independiente, habían cruzado al otro lado de la
frontera, habían sido encarcelados o, de alguna forma, se habían visto obligados a
mantenerse al margen de la actividad política.

Entre todos estos políticos, los musulmanes Bakshi Ghulam Mohammed, G.M.
Sadiq y Syed Mir Qasim, los miembros de la Conferencia Nacional que se sucedieron
en el cargo de primer ministro desde 1953 hasta que en 1975 Abdullah pudo recuperar
el cargo, representaron al jefe de gobierno ideal para Nueva Delhi. Todos habían
participado con Sheikh Abdullah en los movimientos nacionalistas de democratización
y en la resistencia a la invasión pakistaní en 1947-1948. No obstante, sus perspectivas
políticas eran mucho menos radicales que la de Abdullah, y estaban más en la línea de
los políticos más moderados del Partido del Congreso indio. Del mismo modo, ninguno
de ellos gozó, en ningún momento de sus mandatos, de un respaldo popular semejante
al de Abdullah. Todos ellos fueron hombres fuertes instaurados por Nueva Delhi en
Srinagar con la intención de someter a Jamníiu y Cachemira a una relación de estrecha
dependencia con la India.

Pero no todos llevaron a cabo su tarea con el mismo talante. En especial Bakshi
Ghulam Mohammed fue un político de gran autoridad y eficacia administrativa, pero de
pocos principios, poco respeto por las libertades y, sobre todo, muy inclinado hacia
ciertas prácticas corruptas que le pennitieron amasar una fortuna considerable.2 Bakshi
ocupó el puesto de primer ministro hasta 1963, diez años durante los que los vínculos de
Cachemira con la India se consolidaron más allá del punto de no retorno.3 Para evitar
obstáculos, el nuevo primer ministro cachemiri llevó a cabo una altamente represiva

Ver lS. “The Sheikh on Plebiscite and SelfDeíermination”. World Affairs. Nueva Delhi, diciembre de
1995

2 Ver BHATTACI-IARJEA, A. Op.cit. Pág. 205, y SHARMA, HL. Kas/mir Awakes. Pág. 207

Nada más ocupar su puesto, Bakshi declaró que Cachemira era definitivamente parte de la India y que
“ningún poder sobre la tierra puede separar las dos naciones”. KORBEL, J. Op.cit. Pág. 244

304
política de obstaculización a cualquier partido político o líder que supusiera una
amenaza para los intereses de Nueva Delhi.4

No obstante, la estabilidad de la nueva administración no se vio en ningún


momento a lo largo de estos diez años seriamente amenazada. Desde el gobierno de
Bakshi, la situación económica y la educación en el Estado comenzaron a progresar
espectacularmente gracias a las importantes contribuciones económicas enviadas desde
Nueva Delhi. Pocos años después del arresto de Sheikh Abdullah, Jammu y Cachemira
estaba presenciando una actividad económica y una vivificación cultural desconocidas
hasta el momento. Todo con la intención de subrayar los beneficios que proporcionaba
la relación del Estado con la India. Las duras politicas represivas y la substancial
aportación económica de Nueva Delhi permitieron que Jammu y Cachemira viviera un
período de “normalidad”, y Bakshi fue erróneamente considerado como un “héroe’ y un
“eficaz administrador” por el gobierno central.5 La caótica situación política de
Pakistán, que culminó con el comienzo de la dictadura militar en 1958, favoreció la
imagen de la administración cachemiri. Se había levantado una estructura que parecia
fuerte, popular y bien construida, y muchos políticos indios creyeron erróneamente que
6

Cachemira ya estaba a salvo y vinculada a la India de forma irreversible,

Sin embargo, la tranquilidad que prevalecía en el Estado sólo era ilusoria? El


desarrollo económico y social mantuvo a la población serena, pero no conforme con la

Bakshi “continuó los métodos dictatoriales de Abdullah y aparentemente estaba muy lejos de desear que
la población de Cachemira decidiera su destino libremente. Contaba con la confianza de Nehru, que
inexplicablemente cerró sus ojos ante los métodos totalitarios aplicados en la política de Cachemira-
métodos que nunca habría tolerado en la propia India”. KORBEL, J. Op.cit. Pág. 245. Ver también
GUPTA. S. Op.cit. Pág. 383, SINGI-l, Narinder. Op.cit. Pág. 87, ABDULLAH, S. Op.cit. Pág. 126, y
AKBAR, Mi. India: T/c Siége Wir/in. Págs. 252-253. Nehru se justificó de la siguiente forma: “Es cierto
que la libertad política no existe aquí en igual medida que en el resto de la India. Al mismo tiempo hay
mucha más de la que solía haber”. AKBAR. Mi. Kas/mit: Bc/ind 1/e Vale. Pág. 159

Cuando el 5 dc octubre de 1953 la Asamblea Constituyente cachemiri concedió un voto de confianza


unánime a Bakshi (ihulam Mohammed, Nehru declaró: “es realmente sorprendente como Bakshi Ghulam
lvlohammed y sus colegas en el ministerio han cambiado todo el panorama y perspectiva en el Estado en
dos meses gracias a su política y duro trabajo’. Ver BI-IATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 207
6 El primer ministro de la India visitó Cachemira en abril de 1954 y declaró que “la historia y el
entendimiento mutuo habían cimentado los antiguos vinculos entre Cachemira y la India hasta tal punto
que cualquier ruptura en las relaciones era inconeebiblc”. KORBEL, J. Op.cit. Pág. 247. Ver también
BAZAZ, P.N. Kas/mit in Crueiblc. Pág. 72

El impacto del desarrollo económico en la opinión pública fue desigual. Mir Qasim, que entonces era
ministro en el gobierno de Jammu y Cachemira, señala que “la gente estaba contenta. con nuestro trabajo,
pero no nos perdonaba por la situación de Sheikh (Abdullah) y por ello no cooperaba completamente con
nuestros proyectos de desarrollo”, BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 207. P.N. Bazaz también destaca

305
situación política. La inconclusa disputa territorial con Pakistán y las ansias de
autogobierno de la población cachemiri fueron ignoradas, tolerándose un escenario
proclive al desarrollo de un núcleo de oposición que en el futuro minaría la posición de
la India en el Estado.5

Con Hakshi Ghulam Mohammed en el poder, el Estado se fue introduciendo


cada vez más en la órbita de la India, cambiando así el rumbo que había tomado el
anterior gobierno. En febrero de 1954, la Asamblea Constituyente de Jannu y
Cachemira, aunque reafirmó la vigencia del Art. 370, confirmó la consumación de la
adhesión a la India. Y cuando la nueva Constitución de Jamrnu y Cachemira entró en
vigor el 26 de enero de 1957 formalizó la irrevocabilidad de la adhesión y marcó el
comienzo del fin del estatus especial que Sheikh Abdullah había conseguido establecer
en sus acuerdos con el gobierno de Nehru.9 A pesar de que se conservaba el Art. 370, la
mayoría de las provisiones de la Constitución de la India se extendieron a Jammu y
Cachemira, reduciendo en la práctica las prerrogativas de su relación con Nueva
Delhi.

Ni las protestas del Frente por el Plebiscito ni las reclamaciones de Pakistán en


el seno de la ONU sirvieron para modificar un planteamiento que ya era inexorable y
definitivo. No obstante, resulta interesante considerar estas reformas desde un enfoque
opuesto indicado por Vernon Hewitt: “Nueva Delhi... perdió una oportunidad de oro
para abolir el Art. 370 y, en un período de relativa calma, integrar sin reservas el Estado,
al margen de los inconvenientes que ello hubiera causado internacionalmente. Por el
contrario, al igual que la misma promesa del plebiscito, el Art. 370 se convirtió en un

que “estos elogiables logros fueron contrarrestados por la salvaje represión desplegada en el período”.
BAZAZ, P.N. Kas/mitin Ctuciblc. Pág. 69. R.N. Kaul considera que la corrupción de la administración
de Bakshi y la sensación entre los cachemiris de que se estaba comprando su derecho al voto
determinaron que “la juventud se convirtiera en la primera víctima de la degeneración moral e intelectual,
y la integridad se convirtió en un bien muy escaso”, KAUL, R.N. Op.cit. Pág. 76

Ver HEWITT, V. Op.cit. Pág. 144

9Afzal Beg y otros miembros del Frente fueron excarcelados para participar en las deliberaciones sobre la
nueva Constitución, pero boicotearon los debates denunciando que Sheikh Abdullah continuaba en
prisión, que la Cámara había perdido su carácter representativo, y que el proyecto de Constitución era
inaceptable. Al día siguiente volvieron a ser encarcelados. Ver SINGH, Narinder. Op.cit. Pág. 150. Un
estudio sobre la progresiva erosión del estatus especial de Jammu y Cachemira en TENG, Krishen Mohan
y KAUL, S. Kas/mit Spccial Status. Oriental Publishers andDistributors. Nueva Delhi 1975. Págs. 35-Sl

lo
Texto de la Constitución y sus enmiendas en SINGH, Justice .Jaswant. Op.cit. Págs. 247-355. Ver
también TENG, K. M. Sta/e Governmentandl’olitics. Págs. 46-159
306
yugo en el cuello del Congreso y en el cuello de cualquier político suficientemente
valiente como para encabezar el gobierno de Srinagar”.

La calma social que continuaba prevaleciendo, a pesar de la absoluta carencia de


libertades políticas y de la renuncia definitiva a la celebración del plebiscito, permitió
que Nehru, que no había roto sus estrechos vínculos con Abdullah, consiguiera su
excarcelación entre el 8 de enero y el 30 de abril de 1958.12 Pero a su vuelta, Abdullah
demostró que su temporada en prisión había mellado su ánimo y su actitud. Tras su
excarcelación, en un ambiente de gran devoción popular, alentó un más explicito
rechazo al régimen de Bakshi, y denunció que la Asamblea Constituyente de Jammu y
Cachemira ya no era representativa y que todas sus decisiones habían sido nulas.
Abdullah consideró urgente la celebración de un plebiscito de autodeterminación que
devolviera la representatividad a la Asamblea y revelara la voluntad de los cachemiris
con respecto a la adhesión.13

Estas “desafiantes” declaraciones públicas, en las que en ningún momento se


introdujo ninguna alusión a una posible integración en Pakistán, ‘4 fueron utilizadas por
los tradicionales enemigos de Abdullah para dar consistencia a su teoría de que el líder
cachemiri estaba recibiendo dinero de Pakistán para organizar un grupo de actividades
subversivas en contra del dominio indio en .Jammu y Cachemira.’5 El lobby nacionalista

HEWITT, V. Op.cit. Pág. 144

‘2 Abdullah mantuvo un contacto ininterrumpido con Nehru durante sus años en cautividad. El lider
cachemirí nunca durante toda su vida se pronunció públicamente en contra de Nehru, aunque sí lamentó
en contactos privados que el primer ministro hubiera sucumbido a las presiones de los que deseaban su
aislamiento. En su biografia y en diversas entrevistas, el líder cachemiri presentaba al primer ministro
indio como una víctima más de las intrigas de los “elementos reaccionarios”. Ver GUNDEVIA. Y.D. en
PALIT & PALIT PUBLíSI~IERS. Op.cit. Págs. 47, 48, 107, 114 y 116, ABDULLAH, 5. Op.cit. Caps. 18
y 19, y AKBAR, M.J. India: T/c Siege Wit/in. Págs. 253-254

Como declaró a la prensa cl 17 de febrero de 1958: “Uno de los principales objetivos presente en todo
cl movimiento político en el Estado.., ha sido garantizar el derecho de autodeterminación para la
población del Estado. La expresión del deseo del pueblo a través de un plebiscito es la única fórmula en
que han coincidido todas las partes implicadas, y en un conjunto de desacuerdos puntuales, este
denominador común ha mantenido la unión hasta el momento... La población del Estado considera la
fórmula del plebiscito como una interpretación clara de sus largamente deseadas aspiraciones y como una
solución definitiva para el complicado problema con el que se enfrenta”. Ver LAMB, A. Kas/mir. A
Disputed Legaev. Pág. 203, y AKBAR, Mi. India: T/e Siege Wit/in. Págs~. 254

14 AKBAR, Mi. India: T/c Siege Wit/in. Págs. 254-256

6 Por ello, en palabras de Mullik, “como las cosas estaban llegando a su clímax y estaba claro que Sheikh
estaba haciendo todo lo posible para unir sus fuerzas a Pakistán y darle una razón a Pakistán para
intervenir directamente creando desórdenes en el Estado, volvió a ser arrestado el 30 de abril de 1958”.

307
consiguió que Abdullah volviera a ser arrestado y procesado junto a otros 26 acusados
por un presunto caso de consporacion.

Al igual que había ocurrido durante el proceso que culminó con su primera
destitución y arresto, las pruebas que se presentaron para sostener la acusación,
reproducidas por EN. Mullik en su narrativa, son copiosas pero en ningún caso
6 17
concluyentes, y nunca se pudo demostrar ninguna de las imputaciones. Hasta 1964,
seis años después de su segundo arresto, no fructificaron los intentos de Nehru por
liberar a Abdullah.’8 Algunas personalidades, como Mullik y Bakshi, frenaban
sistemáticamente cada nueva tentativa afirmando estar a punto de contar con las pruebas
necesarias para demostrar su culpabilidad.’9

Dando por descartado que Abdullah hubiera acabado dirigiendo sus intereses
hacia Pakistán, las razones de que permaneciera tanto tiempo encarcelado son evidentes.
Por un lado, perseveraban todos aquellos temores a propósito de permitir un desarrollo
político autónomo en un Estado dotado de tales prerrogativas como las contempladas en
el Art. 370. Por otro, el nuevo núcleo dirigente en Jammu y Cachemira presenció con
temor que la presencia de Abdullah en el Valle alimentaba el rechazo popular hacia
Bakshi. Y por último, la India ya no tenía la certeza de que un plebiscito en el Valle de
Cachemira le fuera a resultar favorable.

En este escenario, la India pretendió interpretar, y continúa interpretando, la


amplia victoria de la Conferencia Nacional de Bakshi en las dos elecciones para la

MULLIK, B.N. My Years wií/ Nc/ru. Kas/mit. Pág. 84-85. Vernon Hewitt considera probado que
Abdullah aceptó la ayuda de Pakistán para financiar el Frente por el Plebiscito. HEWITT, V. Op.cit. Pág.
127. También se implicó a Abdullah en las reyertas que habia suscitado su presencia en Srinagar. Según
Mir Qasim. más tarde se supo que “las algaradas habían sido ideadas por los colaboradores del Sr. Bakshi
para proporcionar una justificación para volver a arrestar al Sr. Sheikh”. EHAITACHARJEA, A. Op.cit.
Pág. 213
MULLIK, B.N. My Years wit/ Nc/tu. Kas/mit. Págs. 279-3 13

‘7
Ver AKBAR, M.J. India: T/c Siege Wií/in. Págs. 250 y 257

‘En 1964, durante una reunión celebrada en Srinagar al más alto nivel, ante la insistencia de algunos de
sus colaboradores que se obstinaban en la culpabilidad del líder cacherniri, Nehru acabó golpeando la
mesa y declarando irritado: “Si una maldita cosa no puede ser demostrada en cuatro años ni en seis años,
entonces obviamente es que no hay nada que demostrar”. BI-IATTACHARJEA, A. Op.cít. Págs. 211-212.
Ver también AKBAR, Mi. India: T/e Siege Wit/in. Pág. 259

“AKBAR, Mi. India: T/c Siege Wit/in. Pág. 257

308
Asamblea Legislativa de 1957 y 1962, con Abdullah todavía en la cárcel, como una
ratificación popular de la adhesión que le eximía de su compromiso con el plebiscito.20
No obstante, los investigadores de la historia política de Jammu y Cachemira coinciden
en señalar que todas las elecciones desde 1951 hasta 1962 fueron fraudulentas y que de
ellas no se puede obtener un testimonio del panorama ideológico en el Estado.2’ Con
toda probabilidad, en cualquier consulta libre Abdullah, al margen de las siglas del
partido bajo el que se presentara, y puede que incluso de la opción política que
defendiera, habría obtenido la victoria, por lo menos, en el Valle de Cachemira.

El 4 de octubre de 1963 acabó el gobierno de Bakshi Ghulam Mohammed


supuestamente en el marco de un plan destinado a revitalizar el Partido del Congreso
retirando a la vieja guardia y poniendo en cabeza políticos más jovenes. 22 No obstante,
generalmente se ha considerado que Nehru propicié su calda por dos razones
fundamentales. Por un lado, la prensa nacional ya se estaba haciendo eco de la
corrupción enquistada en el régimen de Bakshi. 23 Pero fundamentalmente, Nehru
experimentó durante los últimos meses de su vida un cambio en su enfoque de la
cuestión de Jammu y Cachemira y se esforzó por encontrar una solución tanto para la
latente insatisfacción popular como para la disputa territorial con Pakistán.

Bakshi había supuesto un obstáculo en los intentos de aproximación a la nación


islámica. Y en la Conferencia Nacional existía un núcleo crítico encabezado por G.M.
Sadiq que defendía la restauración de las libertades civiles, las prácticas democráticas y
24
la limpieza de la administracion. Este grupo contaba con el apoyo de Nehru.25

26 En abril y mayo de 1957 se celebraron las primeras elecciones para la Asamblea Legislativa desde
1947. La Conferencia Nacional ganó 68 de los 75 escaños existentes, siendo los siete restantes ocupados
por miembros de partidos hindúes (5 por el Praja Paris/ad en Jammu), que se veían representados por
primera vez y recibían con agrado la tendencia pro-India de Bakshi. En estas elecciones votó un 62,1 %
de la población. GUPTA, Sisir. Op.cit. Pág. 385. En 1962 se volvieron a celebrar elecciones generales y
la Conferencia Nacional afianzó hasta tal punto suposición, al obtener 70 de los 75 escaños posibles, que
Nehru se vio obligado a aconsejar a Bakshi: “De hecho, su posición se vería mucho más reforzada si
concediera algunos escaños a oponentes con buena fe”. BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 213

2’ Ver BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 213,yAKBAR, Mi, Kas/mit: Be/indt/e Vale. Pág. 159

22 Ver MULLIK, B.N. My Years voith Nehru, Kas/mi,’. Pág. 110

23 La opinión pública fue informada dc “los métodos vergonzosos con los que los cachemiris han sido
gobernados por la Conferencia Nacional” hasta aquel momento, aunque sin reconocer que detrás de ellos
sc encontraba cl Partido dcl Congreso de la India, BAZAZ, P.N. Kas/mitin Crucible, Pág. 75
24 Este grupo abandonó desde 1957 hasta 1960 la Conferencia Nacional y fundó un nuevo partido, la
Conferencia Nacional Democrática, Sadiq discrepaba, fundamentalmente, de las prácticas abusivas y
309
Antes de analizar el nuevo periodo de gobierno de Sadiq, resulta necesario
mencionar un episodio que marcó un punto de inflexión en la evolución política interna
en Jammu y Cachemira. A finales de diciembre de 1963 desapareció de la mezquita de
Hazratbal, cerca de Srinagar, una reliquia sagrada supuestamente perteneciente al
Profeta Mahoma, el Moe-i-Muqaddas. El robo de la reliquia provocó graves disturbios
en el Valle de Cachemira que perduraron hasta febrero de 1964, después de que la
reliquia reapareciera misteriosamente y se certificara su autenticidad. Como hemos visto
en el capítulo anterior, Pakistán informó al Consejo de Seguridad de la ONU definiendo
de forma excesiva los desórdenes como el inicio de una sublevación popular en contra
del dominio de la India.

La autoria de este sacrilegio continúa siendo un enigma. M.J. Akbar y P.N.


Bazaz aseguran que en el Valle se creyó que Bakshi lo había orquestado con la
intención de recuperar las riendas de la administración del Estado. Aunque puede que
26
esta teoría tenga como objetivo negar una oposición firme a las autoridades indias.
.Josef Korbel apunta que pudo tratarse de una artimaña ingeniada por algún “musulmán
políticamente consciente” que deseaba llamar la atención del mundo sobre la “olvidada
nación” de Cachemira y su destino.27 EN. Mullik responsabilizó directamente a
Pakistán,25 señalando que había fracasado en su estrategia de provocar enfrentamientos
comunales. 29 Por su parte, Ayub Khan acusó al gobierno de la India como responsable
directo.30 Lo cierto es que si alguna vez se llegara a demostrar que la iniciativa partió de

corruptas que estaban proliferando durante el régimen de Bakshi. Al abandonar el partido, Sadiq declaró
que era imposible para los “miembros honestos trabajar dentro de la Conferencia Nacional’. GUPTA, S.
Op.cit. Pág. 386
25 MULLIK, B,N. My Ycars ivitli Nc/ru. Kas/mit. Pág. 112

26 Mullik rechaza esta insinuación como “inconcebible” y afirma que el propio ex primer ministro había
solicitado su destitución. MULLIK, B.N. My Ycars wit/ Nc/ru. Kas/mir. Pág. 121. Según P.N. Hazaz,
todas las iras de la población se dirigieron en contra de los circulos relacionados con Bakshi. BAZAZ,
P.N. Kas/mitin Gucible. Pág. 74, también en AKHAR, M.J. Kas/mir: Bc/ind t/e Vale. Pág. 160

27 KORBEL, J. Op.cit. Pág. 321

20 Ver MULLIK, B.N. Mv Ycars wit/ Nc/tu, Kas/mir. Págs. 155-156, y PALIT & PALIT
PUBLISHERS. Op.cit. Pág. 120

29 Ver BAZAZ, P.N. Kas/mitin Crucible, Pág. 75, y SHARMA, HL. Kas/mit Awakcs, Pág. 115

~ Avub Khan señaló que la India ordenó el robo para “someter a los musulmanes de la Cachemira
ocupada a más y más atrocidades”. SHARMA, B.L. Kas/mit Áwakcs. Pág. 114. Según Lamb, los
cachemiris sospechaban que existia un complot inspirado desde Nueva Delhi con la intención de
fortalecer el control de la India sobre la región. LAMB, A. Kas/mit. A Disputed Legacy. Págs. 206-207

310
alguna autoridad india, ello supondría el reflejo de una mal calculada acción política.
No era dificil de prever el problema que el robo de la reliquia conllevaría para el
gobierno de Nueva Delhi. El movimiento religioso de protesta, que dirigió sus iras más
hacia las autoridades estatales que hacia unas autoridades centrales volcadas en la
recuperación de la reliquia, asumió rápidamente “una inconfundible complexión
31
política

Martiana Mohammed Sayeed Masoodi, uno de los fundadores de la Conferencia


Musulmana, organizó un Comité de Acción dedicado a la investigaci&n de las causas de
la pérdida de la reliquia y a su recuperación cuyo secretario era el joven líder religioso,
el Mirwaiz-i-Kashmir, Mart/vi Mohammed Farooq. Muy pronto, el Comité asumió un
activismo político y defendió la liberación de Sheikh Abdullah. Desde los seguidores de
Sheikh Abdullah y el Frente por el Plebiscito hasta los simpatizantes de Mirwaiz
Mohammed Farooq, todos los grupos politicos musulmanes del Estado se reunieron en
una coalición de los partidos de la oposición.32

No obstante, las diferencias ideológicas entre ambos líderes impidieron que la


alianza se mantuviera después de la liberación de Sheikh Abdullah en abril de 1964. La
vuelta de Abdullah al escenario político estimuló la división entre su facción y un nuevo
partido fundado por Mirwaiz Mohammed Farooq, el Comité de Acción Awami. Este
partido, construido sobre una pronunciada base islámica, heredó de la antigua
Conferencia Musulmana la tradición de oposición al secular Abdullah.33 En el centro
del programa ideológico del Comité de Acción Awanii también se encontraba el
compromiso del partido con la celebración de un plebiscito. Pero le distinguía del
Frente una velada inclinación propakistani. La formación de este núcleo de oposición
musulmán, potencialmente fundamentalista, al dominio electoral de Abdullah en el
Valle supone el punto de partida para entender el lento proceso que derivó en la
islamización de las políticas cachemírís.

~‘ BAZAZ, P.N. Kas/mitin Crucible. Pág. 74

32 Un movimiento que “asumió proporciones formidables. Nunca desde 1932 habían presentado los
cachemiris un frente unido por una causa como en el invierno de 1963-1964”. BAZAZ, P.N. Kas/mir in
Crucible. Pág. 74

~ SJNGH, Narinder. Op.cit. Págs. 93-94

311
4.2.1.2. 1964-1965. GM. Sadiq. La muerte de Nehru y el triunfo del
nacionalismo hindú

La crisis del Moe-i-Muqaddas también supuso un acicate en los círculos


políticos de Nueva Delhi. El episodio demostró que los habitantes del Valle,
generalmente dóciles y aparentemente dispuestos a someterse a cualquier gobierno que
la India y la Conferencia Nacional les impusieran, eran susceptibles de manifestar con
rotundidad su desencanto ante el menor estímulo. Y en esta ocasion, lo que resultaba
aún más preocupante, el estímulo había sido de naturaleza religiosa y había tenido sus
secuelas en otros territorios de la Unión donde había suscitado desórdenes comunales.
La situación que vivía el antiguo Reino Dogra podía frustrar cualquier perspectiva de
mejora de las relaciones indo-pakistaníes y dañar la imagen internacional de la India,
cuya defensa de los principios seculares quedaría en entredicho.

Un circulo de intelectuales y políticos en la India llamó la atención sobre la


responsabilidad de Nueva Delhi por haber sido la causa de que en 15 años un panorama
ampliamente favorable a la India se hubiera transformado en una de las mayores
vergílenzas nacionales. Ninguno de aquellos grandes ideales sobre los que los padres de
la nación habían basado las estructuras fundamentales de la construcción nacional: la
democracia, las libertades, el secularismo, el socialismo incorrupto, eran observados en
Jammu y Cachemira. Lejos de aquellos que responsabilizaban a Pakistán de la crisis,34
estos políticos consideraban que las causas de lo que estaba ocurriendo se encontraba
dentro de sus propias fronteras y pedían cambios.35

Nehru, atormentado ante la evidencia de que la cuestión de Jammu y Cachemira


no estaba, como había creído, resuelta, abordó una estrategia de doble ramificación.36
En primer lugar destituyó a Shamsuddin, el primer ministro que Bakshi había impuesto

~ Los desordenes comunales que tuvieron lugar en Bengala en respuesta a la crisis en Cachemira son
interpretados por Mullik como una prueba de la implicación de Pakistán en la desaparición de la reliquia
con la intención de promover una sublevación dentro del Valle. MULLIK, EN. My Yeats wit/ Nc/ru.
Kas/mit. Págs. l44y 151

~ Uno de estos hombres fue Jayaprakash Narayan, el veterano líder indio del Ptaja Socialist Party,
considerado durante algún tiempo como sucesor de Jawaharlal Nehru, que definió la cuestión de
Cachemira en un artículo de prensa ampliamente difundido como “una cuestión moral y política” y no
como una disputa sobre tecnicismos legales. Ver “Nuestra gran oportunidad en Cachemira”. Artículo
recuperado en The Radical Humanist. Noviembre dc 1990

36 Ver MULLIK, EN. My Ycars wit/ Nc/ru, Kas/mit. Pág. 172

312
para sucederle, por G.M. Sadiq. Desde el primer momento, el nombramiento de Sadiq
redujo la agitación popular, los cachemiris no ignoraban la relación que existía entre
Shamsuddin y Bakshi y recibieron con satisfacción su destitución.37 En segundo lugar,
impulsó la liberación de Sheikh Abdullah en abril de 1964 y solicitó al líder cachemiri
que mediara en un proyecto de reconciliación con Pakistán. 38 En esta ocasión, Abdullah
hizo un esfuerzo por no dar alas a las críticas y las intrigas evitando hacer
pronunciamientos inequívocos sobre la adhesión de Jammu y Cachemira hasta reunirse
con el que denominó como su “querido amigo y camarada” Nehru.39

Abdullah y Nehru coincidieron en un aspecto fundamental: Pakistán no debía


seguir siendo ignorado y se debía buscar una solución de la cuestión de Cachemira que
reconciliara sus reclamaciones con las de la India y Cachemira. Se acordó que Abdullah
viajaría a Pakistán para ofrecer a Ayub Khan la posibilidad de establecer una
confederación entre la India, Cachemira y Pakistán.40 La liberación de Sheikh Abdullah
se produjo en un período en el que parecía existir la posibilidad de llegar a algún
acuerdo negociado sobre el conflicto de Cachemira entre la India y Pakistán. El propio
Consejo de Seguridad, después de que Pakistán informara sobre los disturbios
producidos por la desaparición de la reliquia de la mezquita de I-Iazratbal, había
aconsejado la celebración de negociaciones bilaterales a la luz del que consideraba un
ambiente propicio.

No obstante, la muerte de Nehru el 27 de mayo de 1964, mientras Abdullah


estaba desarrollando su viaje por Pakistán y Azad Kashmir, marcó el final de una
esperanzadora fase de relaciones indo-pakistaníes y de reconciliación entre Abdullah y
Nueva Delhi. Aunque las negativas consecuencias de su pérdida no fueron evidentes

La personalidad del nuevo primer ministro cachemiri era muy distinta a la de Sheikh Abdullah y a la de
Bakshi. Reservado y sin autoridad directa sobre las masas no educadas de Cachemira, gozaba no obstante
de la fama de ser un hombre honesto cuya integridad podía ayudar a devolver la normalidad política a
Cachemira. Ver BAZAZ, P.N. Kas/mitin Crucible. Págs. 76 y 77, y GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 389.
Alastair Lamb considera que el nombramiento de Sadiq se decidió para ser mejor aceptado por a opinión
pública cachemiri y para, al mismo tiempo, colocar en el gobierno de Jammu y Cachemira un político
enérgico y leal a los intereses de Nueva Delhi. LAMB, A. Kas/mit. A Disputed Legacy. Pág. 207. Por el
contrario, Blinkenbcrg defiendc que sólo respondió a la sincera voluntad de Nehm de dar una orientación
radicalmente nueva al tratamiento de Cachemira. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 293

~ Ver GUPTA, 5. Op.cit. Pág. 39l,y AKEAR, M.J. Kas/mir: Bc/indt/e Vale. Pág. 166

KORBEL, 1. Op.cit. Pág. 325

~0AKBAR, M.J. India: T/e Siege Wit/in. Págs. 260-261


313
hasta algún tiempo después, con Nehru desapareció una figura cardinal en las políticas
indias que había conseguido, no sin numerosos obstáculos, defender una firme
construcción nacional, que tantos habían considerado improbable, sobre una base
secular, federal y democrática, tanto en el interior de su propio partido como en los
distintos territorios de la Unión. La única asignatura pendiente era Jammu y
Cachemira.4’

A finales de octubre de 1964 las relaciones indo-pakistaníes volvieron a su


forma habitual de intolerancia después de una serie de conversaciones estériles entre el
presidente Ayub Khan y el nuevo primer ministro indio, Lal Bahadur Shastri. Después
de este nuevo fracaso, los ultranacionalistas hindúes reaccionaron con mayor firmeza,
desaprobando airadamente los cuestionamientos de Abdullah de la consumación de la
integración de Jammu y Cachemira. Tal y como subraya M.J. Akbar, “el elemento
comunal hindú en la estructura de poder que Nehru había mantenido bajo cierto control,
42

revivió entonces

La actitud de Abdullah no suponía ninguna sorpresa, su inclinación por buscar


una solución definitiva por medio de la celebración de un plebiscito había sido
constante desde su excarcelación en 1958. Y muchos de los argumentos que sugería
para encontrar una solución definitiva a esta disputa tripartita habían sido anteriormente
consensuados con el propio Nehru. Pero después de la muerte del primer ministro,
Abdullab tuvo que tratar con una nueva generación de dirigentes en Delhi con la que no
le unían unos vínculos tan estrechos. El nuevo primer ministro indio Lal Bahadur
Shastri se había propuesto seguir en la línea marcada por Nehru durante los últimos
meses de su vida, pero le faltaba su carisma y autoridad para hacer frente a la creciente
fuerza del nacionalismo hindú.43

“‘ Sheikh Abdullah declararía más tarde que había notado un cambio de actitud muy positivo en Nehru y
que si no hubiera fallecido se habria llegado a una solución definitiva del conflicto. PALIT & PALIT
PUBLISHERS. Op.citt Págs. 79y 80

42
AKBAR, M.J. India: The Siege Wit/in. Pág. 264

Según Abdullah, “Shastri era muy cordial y parecia estar deseoso por completar el trabajo iniciado por
Jawaharlal Nehru... pero le faltaba la capacidad de convocatoria popular de Nehru y no tenía la fuerza
para congregar a sus colegas alrededor de sus puntos de vista”. ABDULLAH, 5. Op.cit. Pág. 157

314
Y esta fuerza creció tanto que el 20 de noviembre de 1964 la mayoría de los
miembros del Parlamento indio apoyó la propuesta de abolir el Art. 370. No obstante,
CM. Sadiq, que había adquirido cierta reputación fuera de las fronteras de Jammu y
Cachemira y mucho más respeto dentro de ellas que su predecesor, consiguió convencer
al gobierno indio de las graves repercusiones que tal medida podría acarrear en el Valle
de Cachemira. Sadiq y el gobierno indio llegaron a un acuerdo alternativo para ejecutar
una reducción gradual de su alcance.

Entre las medidas adoptadas, las más polémicas fueron la desaparición de la


figura del Sadar-i-Riyasat y la instauración de un gobernador nombrado por Nueva
Delhi; la transformación del cargo de primer ministro en “ministro jefe”; y la extensión
al Estado de las provisiones de los artículos 356 y 357 de la Constitución india. Los
artículos 356 y 357 autorizaban al gobierno de Nueva Delhi a decretar la Presidential
Rule por la que el gobierno de la Unión, a través del gobernador, adquiría las funciones
del gobierno local en caso de que éste se viera incapacitado para ejercer su labor (por
cualquier razón).44 Otro paso en el proceso de estrecha vinculación del Estado con
Nueva Delhi fue la controvertida transformación oficial de la Conferencia Nacional en
una rama del Partido del Congreso, cambiando su nombre por el de Pradesh Congress
(el Congreso Estatal).45

La totalidad de los partidos musulmanes de la oposición reaccionaron con


indignación ante la reducción del alcance del Art. 370 y la disolución de la Conferencia
Nacional. Sheikh Abdullah convocó un “boicot social” en contra de los musulmanes que
se habían unido al Congreso “hindú” y los primeros meses de 1965 presenciaron el fin
de la política democratizadora iniciada por CM. Sadiq. Este escenario propició un

44
Algunas de estas medidas “eran manifiestamente democráticas... Pero la fom~a en la que se adoptaron
estos pasos y el contexto en el que los articulos fueron aplicados en el Estado alimentaron el temor y las
suspicacias de los musulmanes del Estado”. BAZAZ, P.N. Kas/mir in Crucible. Pág. 85

~‘>Nehru siempre se había opuesto a esta medida. Algunos observadores entendieron que la disolución del
principal partido nacionalista de Cachemira suponia un grave error político y muchos periódicos indios se
mostraron escépticos ante la medida adoptada. En palabras de un estrecho colaborador de Sadiq, Mir
Qasim, “en lugar de convertirse en una fuente de fortaleza para nosotros, el Congreso se convirtió en un
conducto para el vertido de toda la basura política del país en Cachemira”. Con el tiempo, Qasim acabó
denunciando que “siempre que Nueva Delhi siente que un líder en Cachemira está creciendo demasiado,
emplea métodos maquiavélicos para cortarle las alas”. BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 220. Ver
también BLINKENBLRG, L. Op.cit. Pág. 294, y BAZAZ, P.N. Kas/mir in Crucible, Págs. 81 y 82

315
aumento de la tensión social dentro dc iammu y Cachemira, del que algunos elementos
dentro del gobierno de la India no dudaron en culpar a la influencia del líder cachemrn.

Estos elementos consideraron que Abdullah había retomado sus actividades


antinacionales cuando en marzo de 1965 mantuvo una reunión con Chou-En-lai en la
que recibió el apoyo de Pekín para la causa de autodeterminación de Cachemira.
Anteriormente, Sheikh Abduttah se había negado a condenar la relación diplomática que
Pakistán había iniciado con China, un hecho que había causado gran irritación en la
India. El apoyo chino a la autodeterminación de .Jammu y Cachemira, la reunión de
Abdullah con el jefe de gobierno del principal enemigo de la India, y sus frecuentes
visitas a las embajadas pakistaníes, fueron interpretados por los nacionalistas indios, y
continúan siendo interpretados por autores como EL. Sharma, en el mejor de los casos,
como un uJtraje, y en el peor, como algo extremadamente preocupante.46

Sheikh Abdullah y Afzal Beg volvieron a ser arrestados y obligados a exiliarse


al sur de la India. La reacción en Cachemira fue el comienzo de una campaña de
desobediencia civil que fue suprimida de forma brutal y provocó el encarcelamiento de
numerosos miembros del Frente por el Plebiscito.

Esta situación de inestabilidad se vio introducida en una crisis aún mayor con el
comienzo de la segunda guerra indo-pakistaní durante el verano de 1965. Cuando
Pakistán comprobó que los cachemiris no iban a gozar del autogobierno en asociación
con la India que se les había garantizado en el momento de la adhesión, consideró que
no sentirían tantos recelos ante la idea de su unión con la nación islámica. Algunos
hombres de fuerza en Pakistán alimentaron esta convicción y decidieron que era
necesario intervenirpara dar aliento a la supuestamente incipiente rebelión popular.

Pero por el contrario, como Pakistán descubrió demasiado tarde, la mayoría


musulmana del Estado no estaba a punto de sublevarse para librarse del yugo indio,
menos aún, se podría decir, si ello significaba su transvase al yugo pakistaní. Si se
hubiera producido una revuelta masiva en contra del dominio indio en 1965, a Nueva
Delhi le habría resultado imposible mantener el control sobre Jammu y Cachemira. Sin
embargo, cuando los mujahidin cruzaron la línea de alto el fuego no se encontraron con

46 Una amplía exposición de las incriminaciones que provocó este encuentro en SHARMA, HL. Kashmír
Awakcs. Págs. 148-153
316
un ambiente de apoyo popular a las operaciones de las guerrillas. La nula colaboración
de los cachemiris con los infiltrados dejó en evidencia que los anhelos propakistaníes
eran prácticamente inexistentes, y que la sensibilidad islámica que Pakistán había
intentado exacerbar todavía no suponía un estímulo fuerte en las políticas estatales.

P.N. Bazaz destaca que “el enigmático comportamiento de los cachemiris,


resentidos en contra de la India, pero reacios a fraternizar con los infiltrados desde
Pakistán, desconcertó a los indios” .‘~ pero sobre todo debió sorprender a aquellos
políticos e intelectuales conscientes de que la población musulmana no estaba ni mucho
menos satisfecha con la situación política. Con toda seguridad, el sentimiento entre los
cachemiris en esta coyuntura era de una frustración total. La India había vuelto a
arrestar a su líder, y Pakistán quería forzar una solución militar en Cachemira. El Estado
llevaba demasiado tiempo siendo objeto de un conflicto que no consideraban propio, y
cada vez que la tensión entre los dos poderosos países vecinos se acrecentaba, los
cachemiris se daban cuenta de que los principales perjudicados eran ellos.

Pero aunque la invasión de las tropas pakistaníes no consiguió provocar la


sublevación de la población, cambió la dialéctica de la disputa indo-pakistani en un
aspecto fundamental. Al disefiar la Operación Gibraltar, Pakistán puso el énfasis en el
derecho de autodeterminación de la población cacliemiri por dos vías diferentes. En
primer lugar, al escoger la metodología de una guerra de guerrillas en la que el recurso a
las armas se expone como la expresión del deseo popular en un escenario en el que
existe un régimen injusto y opresivo. Y en segundo lugar, en una reacción imprevisible
para los pakistaníes, al negarse los cachemiris a colaborar con la invasión ante la
creciente percepción de que ellos no habían sido nunca consultados sobre un conflicto
que les afectaba directamente.

Por otro lado, la guerra de 1965 y el fracaso de Pakistán a la hora de ganarse el


apoyo de los cachemirís durante la invasión supuso un aliento y una coartada para
aquellos indios partidarios de la firmeza y el inmovilismo como vehículo para la
normalización del Estado. Ante la creciente inestabilidad política interna y la renovada
amenaza de Pakistán, Nueva Delhi estaba obligada a reorientar su enfoque de la
problemática. Esta reorientación podía basarse, como había sido la intención de Nehru

BAZAZ, P.N. Kas/mir in Crucible, Pág. 103

317
durante los últimos meses de su vida, en la adopción de medidas políticas destinadas a
dar respuesta a las reclamaciones tanto de los nacionalistas cachemiris como de los
pakistaníes.

Pero a la muerte de Nehru Abdullah se quedó sin ningún firme valedor para
continuar en la dirección iniciada. La problemática fue enfocada como un asunto de
seguridad e integridad nacional y no como lo que realmente era: un conflicto de
naturaleza política. En Nueva Delhi prevaleció la opinión de aquellos convencidos de
que el inmovilismo y la resistencia eran las únicas vías para derrotar a nacionalistas
cachemiris y pakistaníes. A finales de 1965, los líderes de las principales ramas de
oposición al régimen de CM. Sadiq en el Valle de Cachemira se encontraban todos
encarcelados.

318
TERCERA PARTE

EVOLUCIÓN DE LOS CONFLICTOS


NACIONAL Y TERRITORIAL DESDE 1965
HASTA FINALES DE LA DECADA DE LOS
AÑOS 80
CAPÍTULO V. EL ANQUILOSAMIENTO DE LA DISPUTA
INDO-PAKISTANÍ. LAS GUERRAS DE 1965 Y 1971 Y LA
POSTERIOR ETAPA DE DISTENSIÓN

La incapacidad para alcanzar un acuerdo y la confusión del


escenario de influencias externas. Los nuevos enfrentamientos
armados de 1965 y 1971 y el letargo de la disputa hasta el
comienzo de la sublevación nacionalista a finales de la década
de los 80

S.J. RL Dfl’RMORO DE LAS SELACIOAZS JNDO-PAKISTAPdES


FLA SEOEIM2A OWRA DA’ CCCRXWZI 1121965

5.1.1. LOS PROLEGÓMENOS DE UNA NUEVA GUERRA

5.1.1.1. 31 inicio de la “era post Nehru’. Paldstín refuerza sus


alianzas internacionales y recurre a la guerra pan Impedir la
integración definitiva de Jammu y Cachemira en la India

La desaparición de Jawaharlal Nehru marcó, aunque al principio no fuera tan


evidente, un punto de inflexión en la historia de las cuestiones nacional y territorial en
Jammu y Cachemira. Sin duda, Nehru había cometido errores en la gestión de esta
difícil región. Muchos de ellos estuvieron provocados por su aferramiento a la idea de
que la razón moral estaba de su parte, otros por su visceral rechazo a los principios
sobre los que se había creado Pakistán, y otros por no saber ejercer con firmeza su
autoridad sobre las fuerzas reaccionarias que exigían una política de no claudicación en
Jammu y Cachemira.

No obstante, resulta muy significativo que en la actualidad exista en la India una


fuertemente instalada corriente de opinión, tanto en el ámbito político como en el
mediático, que responsabiliza al primer ministro indio de la existencia de este conflicto
indo-pakistani. Las críticas aluden a la oferta de un plebiscito que ha comprometido a
los sucesivos gobiernos indios, a no haber aprovechado la guerra de 1947-48 para
recuperar los territorios ocupados por Pakistán, y a proteger a Sheikh Abdullah a pesar
de su evolución ideológica progresivamente nacionalista. En una atmósfera que Raju

321
Thomas relaciona con una India donde las fuerzas nacionalistas y fundamentalistas han
adquirido mucha fuerza, cada vez son más los intelectuales que, como O.P. Kapoor o
Balraj Madhok, acusan a Nehru y al Partido del Congreso de haber impulsado una
política “débil” en esta disputa indo-pakistaní.

Desde un enfoque opuesto, hoy en día persisten los intentos de algunos autores
pakistaníes, como Aziz Beg, 0W. Choudhury o Shaheen Akhtar, de deslegitimar la
imagen moralista que ha trascendido del emblemático líder indio.2 No obstante, un
análisis global y desapasionado de las políticas impulsadas por Nehru lleva a la
conclusión de que su gobierno no se caracterizó por respetar la tradicional doctrina de
Maquiavelo. De hecho, la mayoría de sus sucesores ha renegado implícitamente de su
concepción de la política asumiendo la rentabilidad de la puesta en práctica de los
consejos del autor italiano.

Lal Bahadur Shastri, su inmediato sucesor, que provenía de la misma escuela


ideológica, se esforzó por continuar con la línea conciliadora de la última etapa de la
vida de Nehru. Pero su gran obstáculo era carecer del crédito y la autoridad del hombre
que había conducido a la India hacia su independencia. La muerte de Nehru tuvo como
primera reacción una oleada de manifestaciones de buena voluntad. Lal Bahadur Shastri
y Ayub Khan confirmaron su buena disposición aceptando la convocatoria de nuevas
conversaciones bilaterales para octubre de 1964. Pero de ellas sólo nació una
confirmación de que los encuentros debían continuar.3

La impresión general en aquella coyuntura era que, para disfrutar de algún


avance, era necesario esperar a que Lal Bahadur Shastri afianzara su control sobre el
Partido del Congreso. El nuevo primer ministro estaba realmente interesado por
comenzar una nueva fase de relaciones indo-pakistanies, pero su posición política era
débil. No obstante, ni siquiera cuando se hubo asentado en el cargo con solidez, Shastri

Ver THOMAS, R.G.C. Op.cit. Pág. 42, nota 17, KAPOOR, OP. Op.cit. Págs. 45, 60-61, 142-1 60, y
MADHOK, B. Op.cit. Págs. 717,805, 002-903, 917, y 1601-1602

2 VerBEO, A, Op.cit. Págs. 17, l3l,y 177,CHOUDHURY,G,W. Op.cit.Pág. ix,yAKHTAR,Shaheen.


“Uprising in Indian-held Jammu & Kashmir”. Renional Srudies. Primavera de 1991. Pág. 11

Ver BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 237

322
pudo desasirse plenamente de la creciente fuerza de las organizaciones políticas,
religiosas y sociales nacionalistas y reaccionarias.

Desde el desastre chino de 1962 se habían levantado muchas voces patrióticas


que rechazaban cualquier iniciativa que pudiera ser interpretada como un síntoma de
debilidad por los enemigos de la India. Para estos jingoístas, esta inflexibilidad tenía
que ser doble en lo que a Pakistán concernía. La nación islámica era el símbolo viviente
de la Teoría de las Dos Naciones, de la amenaza a su Estado secular y, además, se había
unido a China en una asociación desleal.

Shastri sucumbió ante estas presiones. En diciembre de 1964, en lugar de


acceder a la petición mayoritaria del Parlamento indio de abrogar el Art. 370, las
autoridades indias y cachemiris acordaron reducir aún más el marco autonómico de
Jammu y Cachemira, afianzando sus vínculos con la República de la India. Teniendo en
cuenta que Cachemira era el área de confrontación más explosiva, la prudencia habría
dictado respetar la situación de impasse. Pero la India, al adoptar nuevos pasos a
sabiendas de que tendrían sus repercusiones en Pakistán, demostró una vez más que no
era capaz de apreciar en su justa medida la fuerza de la perseverancia pakistaní.

Y en esta ocasión, el escenario pm-electoral que se vivía en Pakistán colaboró a


transformar la disputa indo-pakistaní en un tema estrella en la campalia, algo que
siempre se interponía en cualquier proceso de aproximación bilateral.4 El 3 de enero de
1965 Ayub Khan obtuvo una clara victoria en las elecciones presidenciales. Ya contaba
con la autoridad necesaria para enfrentarse a una nueva fase en la crisis de Cachemira
que conduciría muy pronto a la guerra entre la India y Pakistán.

Todo apunta a que una figura clave en la escalada de tensión que se suscitó
durante 1965 fue el ministro de Exteriores de Pakistán, Zulfikar Ah Bhutto. Este
carismático político había adquirido una influencia notable sobre el presidente Ayub
Khan durante los cinco años previos. Contando con el apoyo presidencial, Bhutto estaba
decidido a devolverle a la política exterior pakistaní, especialmente con respecto a la
cuestión de Cachemira, una iniciativa que siempre había estado en manos de la India.

Ver HLINKFNBERC, L. Op.cit. Pág. 239

323
Ni las invocaciones de Pakistán a la ONU ni el apoyo, moral y militar
internacional estaban consiguiendo frenar la integración definitiva de la parte del
anterior Reino Dogra ocupada por la India. Parecía necesario dar un nuevo giro a la
estrategia pakistaní con respecto a Cachemira, y las nuevas medidas integradoras
adoptadas por Nueva Delhi no hacían más que confirmar esta necesidad.

El presidente Ayub Khan podía abordar tres estrategias para enfrentarse al


rápido proceso de integración definitiva de Jammu y Cachemira. Primero, podía seguir
acudiendo al Consejo de Seguridad para exigir la celebración del plebiscito. Segundo,
podía intentar que la cuestión de Cachemira fuera suprimida del grupo de materias
sometidas al juicio de la opinión pública y aceptar tácitamente la CEL como frontera
internacional. Tercero, se podían buscar otros procedimientos diplomáticos, políticos o
militares sin explorar hasta entonces para imponer algún acuerdo.

En 1965 ya estaba claro que la ONU no tenía más capacidad para reunificar el

antiguo Estado nativo de Jammu y Cachemira de la que había tenido para evitar la
división de Corea o de Vietnam, una conclusión que se había visto reforzada con el
desenlace de los debates de 1964. La segunda posibilidad, intentar persuadir a los
pakistaníes de que se olvidaran de la cuestión de Cachemira, ofrecía tan pocas
expectativas como la confianza en las iniciativas de la ONU. En Pakistán la opinión
pública llevaba muchos años concediéndole a este asunto la categoría de vital, y varios
estadistas avisaron al presidente de que cualquier intento por enterrar la cuestión tendría
serias repercusiones.

Y en cuanto a la explotación de procedimientos diplomáticos, políticos o


militares, las expectativas por separado tampoco estaban nada claras, aunque utilizados
de forma simultánea admitían ciertos resultados. Al mismo tiempo que la actitud India
hacia Cachemira se endureció dando la impresión de que cualquier negociación con
Pakistán estaba lejos de ser una intención real, ciertos factores en la situación política y
económica dentro de la Unión India se conjugaron para sugerir que esa coacción doble,
la presión internacional y la utilización de la fuerza, podía rendir beneficios.

Por ello no es de extrañar que la atmósfera en Pakistán en esta coyuntura se


caracterizara por un notable espíritu de desafio, Esta postura, como evidenciaba una
agresiva campaña de propaganda, tenía además del perenne ingrediente de aprensión

324
otro de arrogancia. Este último estuvo estimulado por: a) la inestabilidad política interna
en la India a principios de 1965; b) los recuerdos de su reciente descalabro en la guerra
con China en contraste con la facilidad que demostraba Pakistán para edificar
adhesiones con países de cualquier signo e ideología; e) la firme convicción del Ejército
pakistaní en que, una vez finalizado su “rearme preventivo”, al que se había visto
forzado ante el rearme del Ejército indio tras la guerra con China, Pakistán estaba
mucho mejor preparado para infligir una derrota a su oponente en un enfrentamiento
militar directo; y d) la figuración de que la población de Jarnmu y Cachemira estaba al
borde de levantarse en rebelión.

Politicamente la India se encontraba en una situación delicada. La economia


india en 1965 estaba en dificultades. Por primera vez desde la independencia, la rupia
pakistaní era más fuerte en los mercados monetarios internacionales que la rupia india.
El desarrollo industrial no se había visto correspondido con un aumento de la
producción agrícola y la importante escasez de alimentos estaba a punto de radicalizar
el descontento de la población con la administración de Nueva Delhi. Es más, la India
estaba a punto de enfrentarse a las protestas regionales en contra de su nueva política
lingúística? No es de sorprender que la inteligencia pakistaní llegara a la conclusión de
que la figura del primer ministro Shastri estaba siendo discutida en los círculos sociales
y políticos indios, una situación que, erróneamente, consideró que le beneficiaría en un
eventual aumento de la tensión en Jammu y Cachemira.

En lo que respecta a las oportunidades que la hostilidad sino-pakistaní ofrecía


para los intereses de Pakistán, los acontecimientos de 1962 sugerían que los chinos eran
algo más que un simple rival potencial para la India. Ayub Khan quiso descubrir hasta
dónde podía beneficiaríe este nuevo factor y realizó un viaje a China entre el 2 y el 9 de
marzo de 1965. Los dirigentes chino y pakistaní trataron un extenso campo de materias
como armamento nuclear, colonialismo y solidaridad afroasiática, pero también se
abordó el conflicto de .Jammu y Cachemira y se insistió en que era una asignatura
pendiente.6 China realizó una clara manifestación de respaldo de la reivindicación

El 26 de enero de 1965 el Hindí se convirtió en la lengua oficial de la Unión. Anteriormente se habían


llevado a cabo pocos proyectos para el desarrollo de esta iniciativa y las consecuencias ffieron evidentes:
el 27 de enero se declaró una sublevación en el Fstado de Madrás, (Tamil Nadu), donde la población, de
lengua Tamil, se sintió muy agraviada por la nueva política lingiiistica.

<‘Ver RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 107

325
pakistaní para la celebración del plebiscito, lo que dio lugar a airadas protestas en
Nueva Delhi en contra de la “confabulación sino-pakistani en Cachemira en contra de la
India”.

Pero la búsqueda de alianzas internacionales no se quedó ahí. Desde 1964


Pakistán se propuso persuadir a la Unión Soviética para que adoptara una actitud más
neutral en las disputas indo-pakistaníes.7 La URSS se mostró receptiva desde el
principio. El presidente soviético, a pesar de que el primer ministro Kosygin aseguró
que su política a propósito de Cachemira seguía “siendo la misma”§ adoptó un discurso
más neutral que asumía la existencia de una disputa territorial. De cualquier forma, no
sería hasta la sustitución de Khrushchev por Brezhnev en octubre de 1964 cuando la
URSS se implicaría en una clara y complicada estrategia destinada a estrechar sus lazos
con Pakistán sin dañar su amistad con la India ni los intereses de la India en Cachemira.
Pakistán no sólo estrechó lazos con China y la Unión Soviética, sin que ello le llevara a
romper sus relaciones con los poderes occidentales, también aumentó el contraste con el
aislamiento de la India reforzando sus relaciones con Irán y Turquía.9

En lo que respecta a la antocomplacencia pakistani con su capacidad militar, ésta


llegó a tal grado que en Pakistán se extendió la idea de que su Ejército había conseguido
superar el potencial de las Fuerzas Armadas indias. La exposición que realiza John
Muttam es altamente ilustrativa: “La presencia militar institucionalizada de EEUU en
Pakistán envalentonó a Pakistán a adoptar una actitud vigorosamente hostil hacia la
India que finalmente se convirtió en un conflicto armado en 1965. El aprovisionamiento
de armamento moderno estimuló a la junta militar a adoptar un paso belicista para
saldar sus cuentas con la India. A pesar de que una carrera armamentística no tiene por
qué conducir necesariamente a dos estados a la guerra, aquí tenemos un caso en el que
la presencia de armamento sofisticado alienta a un poder pequeño a aventuras
quijotescas. En este conflicto EEUU fue responsable por sostener la cada vez más

7Ver CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 241


<‘RAY, H. Op.cit. Pág. 57

Bhutto se sintió lo suficientemente respaldado para afinnar que tenía “buenas relaciones con todos
nuestros vecinos, cercanos o distantes, excepto la India”, mientras que la India tenía “malas relaciones no
sólo con nosotros, sino también con la mayoria de sus otros vecinos”. Discurso de Bhutto a la Asamblea
Nacional pakistani enjulio de 1963. BHUTTO, ZA. Foreign Policy o/Pakistan. Pág. 82
326
creciente construcción armamentística, una falsa percepción de paridad con la India, y la
belicosidad en su contra”

No obstante, ya se ha mencionado la ayuda que la India también recibió de


EEUU y Gran Bretaña después de su conflicto armado con China.’ La capacidad
militar del Ejército indio había aumentado gracias a este suministro, siempre menor al
recibido por Pakistán, pero sobre todo gracias al incremento de sus presupuestos de
defensa. Sus Fuerzas Armadas prácticamente habían doblado su potencial desde la
derrota ante China.’2 Además, la India había continuado recibiendo cantidades
sustanciales de equipamiento soviético.

De cualquier forma, y esto es necesario subrayarlo en el contexto de las causas


que propiciaron el inicio de la segunda guerra indo-pakistaní, Pakistán no tenía por qué
temer un ataque en Jammu y Cachemira. Nueva Delhi estaba satisfecha con el statu quo
alcanzado y no parecía dispuesta a arriesgarlo en un nuevo conflicto armado. Este era
exactamente el mismo trasfondo del enfrentamiento que comenzó en el Rann de Kutch
en 1965, prolegómeno de la segunda guerra de Cachemira. Como veremos en breves
líneas, incluso los autores pakistaníes reconocen que el potencial militar de la India en
este territorio era muy limitado, impresión que ha sido secundada por numerosos
observadores extranjeros.

Por último, Pakistán también quiso explotar de una manera más activa el nuevo
clima político en el interior de Jammu y Cachemira. La desaparición de la reliquia de la
mezquita de l-Iazratbal había dado lugar a una conmoción de la comunidad islámica
tanto en Jammu como en el Valle de Cachemira. Después de la muerte de Nehru,
Abdullah había vuelto a la actitud reivindicativa que había provocado su destitución y
encarcelamiento en 1953. La presión de los nacionalistas hindúes había provocado el
nuevo encarcelamiento de Abdullah en mayo de 1965 y una oleada de protestas por todo

MUTTAM, Y Op.cit. Pág. 63

‘‘El primero sin dejar de suministrar armamento también a Pakistán. La India recibió entre 1962 y 1965
unos 80 millones de dólares americanos en armamento, mientras que Pakistán recibió entre 1954 y 1965
unos 730 millones. SUBRAHMANYAM. K. Institutejár Dejénce Studies andAnalyses. 8 de noviembre
de 1970. Págs. 1 y 6. En BLINKENHFRG, L. Op.cit. Pág. 241

~ En 1965 los gastos en defensa habían aumentado del 2.1% del presupuesto nacional en 1961-1962 al
4.5% entre 1964-1965. La India también hizo nuevas adquisiciones militares y aumentó el capital
humano, RAZA, M. Op.cit. Pág. 43

327
el Estado. Todo esto fue exageradamente interpretado en Pakistán como un indicio de
que .Jammu y Cachemira estaba al borde de una rebelión. Todo lo que se requería era
ejercer una presión adecuada y dar estímulo a los cachemiris para que se levantaran en
masa en contra del dominio indi.o.

La crisis indo-pakistaní de 1965 debe ser estudiada desde este nuevo trasfondo.
Pakistán había llegado a la conclusión de que no alcanzan a ninguna solución
satisfactoria para la cuestión de Cachemira por otro medio que no fuera la fuerza. El
Consejo de Seguridad se había rendido, los poderes occidentales habían intentado
persuadir a la India para alcanzar un acuerdo con Pakistán, pero no estaban en situación
de imponerle una renuncia, fuera porque comprendían que existía justificación para su
causa, o fuera porque habría resultado demasiado peligroso alienar este poderoso país
asiático. EEUU parecía estar dirigiendo ahora sus intereses hacia la India e incluso los
países socialistas, incluido China, no eran susceptibles de interferir en contra de ella.
Además, la inestabilidad política interna en Pakistán también aconsejaba a los líderes
militares distraer la atención hacia asuntos externos. Cachemira seguía siendo una
cuestión que enardecía los sentimientos de la población, y la impaciencia en Azad
Kashmir era mayor que nunca. A medida que el tiempo pasaba se iba alejando cualquier
solución en beneficio de Pakistán. Por lo tanto, había que actuar.

5.1.1.2. La crisis del Rann de Kutch

Durante el gobierno británico se habían producido algunas controversias entre la


provincia británica de Sind y el Estado nativo de Kutch por un vasto territorio de fango
seco y escaso valor estratégico: el Rann (ver mapa 8).’~ Los británicos asumieron que el
área dcl-Raim pertenecia-al-Est-adu-natívo-deXutch, ‘4 así que después de la división no
hubo disputa acerca de la integración del Rann de Kutch en la India, puesto que su
Príncipe así lo había decidido. Lo que suscitó la polémica fueron sus fronteras exactas.

La superficie del Rann (palabra que significa “desierto pantanoso”) se calcula entre las 7.000 y las
8000 millas cuadradas- Sobresaliendo por encima de as placas de barro hay zonas desuelo más alto que
se convierten en islas durante el Monzón. En la estación seca el Rann se puede cruzar fácilmente con
camiones. En la estación húmeda constituye una barrera insuperable. Esta región supone gran parte del
año un suelo de fango seco que en la época de los monzones se inunda completamente, pero aunque
económica y estratégicamcntc tenía un valor muy reducido, suponía una fuente productora de sal y un
territorio para el pasto estacional de camellos, sin contar con que también se barajó la posibilidad de que
su subsuelo contuviera reservas de gas y petróleo. MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 1305

‘~ Atlas de la Enciclopedia Británica dc 1962. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 244

328
Pakistán mantuvo que el Ranin era realmente un mar muerto y que la línea
divisoria entre Sind (parte de Pakistán Occidental) y Kutch (incorporado en el Estado
indio de Gujarat) debía extenderse en una frontera intermedia entre ambas costas, a lo
largo del paralelo 24, lo que dejaba una extensión de 3.500 millas cuadradas de
territorio en disputa.’5 La India negó que existiera una disputa territorial y ninguna de
las esporádicas negociaciones indo-pakistaníes sobre esta materia aportaron algún
avance hasta enero de 1960. Entonces, la India acordó con Pakistán desarrollar
negociaciones con la intención de llegar a un acuerdo.’6 Mientras tanto, los
comandantes militares establecerían algunas leyes sobre el terreno para mantener el
statu quo hasta que se estableciera una frontera definitiva.

Cuando el 9 de abril de 1965 Pakistán comenzó su ofensiva sobre un puesto


fronterizo indio ningún bando aceptó la responsabilidad de haber provocado el conflicto
armado. A lo largo del mes de abril se produjeron numerosos enfrentamientos en los
que se utilizaron tanques y carros de combate, aunque nunca se vivió una verdadera
situación de guerra. La llegada de las lluvias, que convirtió el Rann de Kutch en un mar
de barro, imposibilitó la ampliación y continuidad de la contienda, y en mayo ambos
bandos acordaron un alto el fuego.

El alto el fuego fue seguido el 30 de junio por un acuerdo mediado por Gran
Bretaña que establecía que el statu quo del 1 de enero de 1965 sería restaurado y ambos
bandos se retirarían a las posiciones que ocupaban antes de esa fecha. L.a frontera final
sería negociada directamente por dos delegaciones india y pakistaní y, en caso de que
resultara imposible alcanzar un acuerdo, se remitiría a un Tribunal neutral cuyo
dictamen seria vinculante.’7 Como era de esperar, la atmósfera de hostilidad impidió la
consecución de un acuerdo bilateral.’8

‘~ Dos versiones discrepantes sobre estas reclamaciones en LAMB, A. Kas/ini ir. A Disputed Legacy. Pág.
255, y BLINKJ3NBERG, 1.. Op.cir. Pág. 245.

EURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 324

Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 325

Shastri rechazó las peticiones de algunos círculos castrenses que exigían continuar la lucha e infligir
una derrota militar definitiva sobre Pakistán. SINOR, Bhupinder. Op.cit. Pág. 7. El Partido del Congreso
y la mayoría de la prensa elogiaron el acuerdo, pero los partidos nacionalistas lo criticaron y tacharon de
“destruir el honor del país”. GUPTA. NR. TheKutchÁfthir. Delhi 1969. Págs. 313-320. En
ELINKENEERG, L. Op.cit. Pág. 250

329
El Tribunal neutral, presidido por un sueco nominado por el secretario general
de la ONU y compuesto por otros dos miembros nominados por la India y Pakistán, no
dio a conocer su decisión final hasta eJ 19 de febrero de 1969, sin que ninguno de los
países implicados se resintieran de la tardanza. La India obtuvo todo el territorio del
Ram excepto 350 millas cuadradas de las 3.500 que exigía Pakistán.’9 No obstante, las
características del territorio cedido a Pakistán hicieron que se declarara satisfecho con la
concesión. Es improbable que la nación islámica creyera en algún momento realista su
reclamación del todo el territorio al norte del paralelo 24.20 Lo que sí fue considerado
todo un triunfo en Pakistán fue esta demostración de las posibilidades que ofrecía
recurrir a un árbitro. Desde su punto de vista, ello constituía un precedente valido para
solucionar la cuestión de Jammu y Cachemira.2’

La verdadera naturaleza de la crisis del Rann de Kutch en 1965 todavía está sin
aclarar. ¿Estaba Pakistán poniendo a prueba la fuerza y la determinación del Ejército de
la India como muestra para un eventual enfrentamiento en Cachemira?. ¿Estaba la India
ofreciendo a Pakistán una demostración para persuadirle de cualquier aventura en
Cachemira que sospechaba en fase de planificación? Ciertamente el Rann de Kutch era
un terreno de combate poco apropiado para realizar campañas militares. Era más un
territorio para desplegar maniobras de demostración que invasiones.

El análisis del político nacionalista indio BR. Madhok es que Pakistán ya había
decidido pasar de la búsqueda de una solución diplomática a la imposición de otra
militar en iammu y Cachemira. “Pero antes de acudir a las armas tenía que comprobar
dos cosas. Quería saber la reacción de América si utilizaba armamento de procedencia
americana en contra de la India. EEUU había asegurado a la India que las armas
suministradas a Pakistán no serían utilizadas en su contra, 22 Segundo, quería tener una

‘~ Texto integro de la concesión del Tribunal en RAZVI. M. Op.cit. Pág. 270

26 Por lo general Pakistán aceptó la concesión con satisfacción, al igual que ocurrió en la India. Pero
también se alzaron muchas voces en contra de esta nueva concesión a Pakistán de unos territorios que
además de pertenecer a la India eran de los pocos que se situaban a suficiente altitud durante todo el año
como para patrullar y mantener vigilancia sin la complicación dcl barro y las inundaciones. KAUL, BM.
Confrontation ivith Pakistan. Pág. 20

21 BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 326

22 La India denunció que Pakistán estuviera utilizando tanques Patton de fabricación americana, un
armamento que había prometido no emplear en contra de la India. Pakistán lo negó, pero pilotos indios
fotografiaron los tanques y Nueva Delhi pudo demostrarlo. BI-IARGAVA, OS. Crush india- Gen. Yahya
330
medida de la capacidad del nuevo líder indio” 23 Otro autor indio, H.R. Gupta, indica
que Zulfikar Ah Bhutto reconoció el verdadero origen de la crisis al declarar: “El Rann
de Kutch no es una disputa en sí. Forma parte de una cuestión mucho más amplia. El
corazón de la disputa indo-pakistaní está en el Valle de Srinagar”.24 Bliupinder Singh y
P.N.K. Bamzai llegan a la conclusión de que China también se encontraba detrás de la
decisión de Ayub Khan de provocar refriegas en el Rann.25

Una vez más existe un conflicto de evidencias, puesto que Pakistán niega estas
acusaciones, pero algunos analistas extranjeros como Russel Brines o Vernon I-lewitt
han coincidido con los autores indios en que probablemente Pakistán provocó el
conflicto en el Rann como una “exploración de bajo coste de la voluntad y la capacidad
de la India”,26

Si se acepta esta tesis, resulta sorprendente, como observa MaroofRaza, que por
el simple hecho de que los logros militares de Pakistán en esta contienda superaran a los
de la India, y de que la India aceptara el alto el fuego y la remisión del conflicto a un
Tribunal neutral, los líderes pakistaníes interpretaran “esta respuesta india- o falta de
27
respuesta- como un síntoma de debilidad”. El comandante de las Fuerzas Aéreas
pakistaníes reconoció que “el enérgico y victorioso combate del Ejército de Pakistán
con las fuerzas indias en el área de Ran.n de Kutch reforzó aún más la creciente fe de
Ayub Khan en nuestra fuerza inherente”.28 Pero los expertos militares pakistaníes
deberían haber entendido que, logísticamente, la posición de la India era muy
complicada en el Rann y que su debilidad en ese territorio no tenía por qué servir como
modelo de su disposición en otros lugares.

Khan. ISSD Publícations. Nueva Delhi 1972. Pág. 38. New York Times señaló que la India también había
usado annamento proporcionado por EEUU. BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág. 326

23 MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 1304

24 GUPTA. H.R. Op.cit. Pág. 297. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 249

25 SINGII, Bhupinder. Op.cit. Pág. 8. Lal Hahadur Shastri declaró: “nuestros vecinos, tanto China como
Pakistán, han elegido adoptar una actitud de hostilidad agresiva hacia la India. Parecen haber unida sus
manos para actuar en concierto en contra nuestra”, BAMZAI, P.N.K. History of Kashnsir. Pág. 810
26 BRINES, R. Op.cit. Pág. 288. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 246, y HEWITT, V. Op.cít. Pág. 83

27 RAZA, M. Gp.cit. Pág. 44

2<’ KHAN, Asgar. Op.cit. Pág. 74

331
5.1.1.3. Las intrusiones fronterizas de agosto y el comienzo de la
‘Operación Gibraltar”

Antes de que se llegara a un acuerdo sobre la disputa de Kutch, y mientras la


tensión entre la India y Pakistán todavía alcanzaba altos niveles, el nuevo arresto de
Sheikh Abdullah acentuó la tensa atmósfera anti-India en Pakistán. En Jammu y
Cachemira los principales grupos de oposición a la rama del Partido del Congreso en el
Estado iniciaron una campai’ia de desobediencia civil pacífica exigiendo la liberación de
Abdullah, que para estas fechas basaba su estrategia política en la exigencia de que se
celebrara un plebiscito de autodeterminación.

En Azad Kashmir comenzó a organizarse una resistencia armada en contra del


dominio indio en Jammu y Cachemira que infiltró armas, municiones, voluntarios e
instructores. La opinión del gobierno indio era que en mayo de 1965 Pakistán ya tenía
listos planes detallados para iniciar una nueva invasión en Cachemira.29 Pakistán negó,
y sigue negando, su responsabilidad por esta crisis.30 Pervaiz Iqbal Cheema y G.W.
Choudhury aseguran que el verdadero trasfondo de lo que estaba ocurriendo era un
movimiento de resistencia en contra de un gobierno extranjero e impopular. Existía un
estado de rebelión en el lado indio de la CEL que estaba recibiendo el apoyo de los
habitantes de Azad Kashmir. Después de agosto de 1965, “soldados por la libertad se
habían unido a su lucha desde Pakistán”, pero estos “guerrilleros por la libertad” o
mujahidin actuaban por iniciativa propia.~‘ No obstante, el propio Alastair Lamb admite
que estas interpretaciones no son sostenibles.32

29 Ya en junio, el gobierno pakistaní promulgó una ordenanza que obligaba a los patronos a dejar libres a
los reservas militares en caso de que se les convocara. SHARMA, B.L. The Kashmir Stoy. Pág. 161

30 Ver SHARMA, EL. TheKashmirStory. Págs. 167-168

~‘Ver CHEEMA, P. 1. “Pakistan, India, and Kashmir: A Historical Review”. THOMAS, R.G.C. Op.cit.
Pág. 106, y CHOUDHURY, 0W. Op.cit. Págs. 251-252. Choudhury reconoce que “no hace falta decir
que Pakistán concedió su simpatía y apoyo a la población de Cachemira: puede que también sea verdad
que este apoyo y simpatía no siempre se limitaran a simples expresiones verbales. Pero poner toda la
culpa en el lado de Pakistán es ignorar eí factor básico de la cuestión de Cachemira. Cuando los primeros
disturbios comenzaron en agosto, Pakistán le dijo al mundo que la población de Cachemira se había
sublevado.., Por su parte, la India intentó hacer creer que la población no estaba implicada; eran los
infiltrados pakistaníes los que tenían la responsabilidad de todo el problema. Probablemente, la verdad se
encuentre entre ambas afirmaciones”. Más adelante, Choudhury admite que los cachemiris de Azad
Kashmir pudieron haber “cruzado la muy artificial línea de alto el fuego” sin haber sido frenados por
Pakistán “porque la India babia cerrado definitivamente la puerta a las negociaciones”. Ver también,
BURKE, SM. y ZIRINO, L. Cp.cit. Págs. 330-331, RAZVI, M. Op.cit. Pág. 128
32
LAME, A. Kashmir. A DisputedLegacw. Pág. 258

332
Si se hace un estudio de las posibles motivaciones que pudieron haber
provocado las primeras refriegas fronterizas, lo cierto es que parece poco probable que
la India deseara arriesgar con un nuevo conflicto armado una situación que para ella era
satisfactoria. Exceptuando algunos círculos políticos y castrenses minoritarios, el interés
de la India por integrar Azad Kashmir no era suficientemente fuerte como para
conducirle a una nueva contienda. Sin embargo, Pakistán sí conservaba el deseo de
integrar Cachemira y se sentía frustrado a causa de los muchos fracasos en el foro de la
ONU y con los distintos contactos bilaterales.

De hecho, en la guerra de 1965, al igual que Akbar Khan en la guerra de 1947,


tuvo una participación especial un militar, Asgar Khan, que publicó sus memorias
dejando poco margen a las ambigiledades de algunos autores y a los desmentidos de
Pakistán.33 La planificación de la invasión parece haber comenzado a principios de
1964, poco después de la crisis suscitada por la desaparición de la reliquia islámica en el
Valle de Cachemira. Según el relato de Asgar Khan, un grupo de asesores del presidente
pakistaní, en el que Zulfikar Ah Bhutto era la figura dominante, estaba convencido de
que Jammu y Cachemira estaba a punto de sufrir un levantamiento popular. Por ello
persuadió a miembros de su gobierno para que enviaran guerrillas que proporcionaran el
espíritu y el núcleo profesional para una sublevación general.

Se establecieron campos de entrenamiento, especialmente en Azad Kashmir


(también en Punjab), y se reclutaron voluntarios (en el Ejército pakistani y entre los
cachemiris de Azad Kashmir y Pakistán). El bando indio ha mantenido que también
participaron especialistas chinos en el entrenamiento de estas guerrillas, pero no hay
ninguna evidencia que confirme este dato. El plan de invasión encubierta se nombró
“Operación Gibraltar”,34 y las Fuerzas Armadas de Pakistán participarían después en el
marco de la denominada “Operación Malta”.35

~ KHAN, Asgar. The First Round Indo-Pakistan war 1965. Vikas Publishing I-louse. Londres 1979.
Algunos autores pakistaníes no dudan ya en reconocer que “Pakistán realmente animó el movimiento de
los guerrilleros por la libertad a través de la línea de alto el fuego”. RAZVI, M. Op.cit. Pág. 128

24El nombre elegido para la operación, Gibraltar, es muy significativo. Hacía referencia a “Tariq”, el
apelativo de guerra adoptado en la guerra de 1947-48 por Akbar Khan en honor al conquistador
musulmán que llegó a España y quemó sus naves para hacer imposible una retirada.

tesis es plenamente asumida por cl investigador de tendencia propakistaní Alastair Lamb. Ver
~<‘ Esta
LAMB, A, Kas/unir. A Disputed Legacy. Págs. 258-259

333
Parece ser que los primeros ¡nujahidin cruzaron la CEL de forma experimental
en un número reducido durante el invierno de 1964-65. La infiltración aumentó durante
la primera mitad de 1965 para alcanzar su clímax entre julio y agosto. El 5 de agosto se
empezó a ejecutar la segunda fase del plan, la denominada Operación Malta, que
transformó el inestable escenario en una guerra abierta cuando, como informó el
observador militar jefe de la ONU, general Nimmo, “hombres armados, generalmente
sin uniformar, cruzaron la línea de alto el fuego desde el lado pakistaní... con la
intención de iniciar operaciones armadas en el lado indio”.36

Existen estimaciones discrepantes a propósito de la cantidad de hombres que se


infiltraron en el Estado desde principios de afio.~7 Pero incluso Jas más abultadas llevan
a la conclusión de que estas fuerzas no tenían la intención de vencer por sí solas al
potente Ejército de la India establecido en Cachemira, compuesto por unos 150.000
hombres. Por lo que parece confirmada la afirmación de Asgar Khan de que Pakistán
confiaba en que encontraría un amplio apoyo popular dentro de las fronteras del Estado
para organizar una gran operación de gueiTillas.38

La invasión de 1965 se puede comparar con la de 1947, aunque teniendo en


cuenta una diferencia fundamental. En 1947 todo el subeontinente estaba viviendo un
periodo de gran desequilibrio. El odio suscitado por las masacres comunales era intenso,
y la irritación en Pakistán ante la actitud vacilante del Marajá de Cachemira era obvía.
Pero la sublevación de las poblaciones de Poonch y las Areas del Norte fue
fundamentalmente espontánea y autóctona, y la implicación del Ejército pakistaní fue
gradual. Por otro lado, las tribus que tomaron parte en la invasión estaban
desorganizadas y se comportaron de forma poco profesional. Por el contrario, los
invasores de 1965 habían sido cuidadosamente seleccionados, adiestrados y

~ SHARMA, B.L. The KashmirStorv. Pág. 161 y 162. Los autores pakistaníes suelen pasar por el
desarrollo de la Operación Gibraltar sin dar apenas datos. Muhammad Yusuf Saraf, en su obra Kashrn~rs
FightforFreedomn, página 1148, sólo menciona de pasada lo ocurrido, aunque coincide con Asgar Khan
en que la operación fue diseñada por el teniente general Malik poco después del conflicto del Rann de
V,,tr’I, nrh,nnmnc A~ OAS

27 Según Bamzai, se reagruparon en 8 fuerzas, cada una dc ellas compuesta por seis compañías de líO
hombres. BAMZAI, P.N.K. I-Iistorv of Kashniir. Pág. Sl 1. La India informó deque 3.000 invasores
habían cruzado la CFL para el 9 dc agosto, y que otros 2000 se infiltraron más adelante, L’amb sugiere la
cantidad de 3.000 infiltrados, y BM. Kaul de 10.000. LAMB, A. Kashmir. A Disputed Legacy. Pág. 259,
y KAUL, BM. Confrontation with Pakistan. Pág. 22

~ KHAN, Asgar. Op.cit. Pág. 76


334
organizados, de otra forma no habrían tenido ninguna posibilidad de vencer al potente
Ejército profesional indio. Las fuerzas clandestinas de 1965 no sólo tenían el apoyo de
un fuerte régimen militar, también el del gobierno local y la población de Azad
Kashmir, que ansiaban la reunificación del Estado y el establecimiento de un régimen
propakistaní.

5.1.2. EL DESARROLLO DE LA GUERRA Y SU DESENLACE

En agosto de 1965 daba la impresión de que la Operación Gibraltar marchaba


bien para Pakistán. Los informes de prensa describían una seria campaña de sabotajes y
emboscadas en Jammu y Cachemira. La prensa y los políticos pakistanies informaron de
que se había formado un Consejo Revolucionario cachemiri para encabezar una guerra
de liberación de la opresión india. No obstante, los observadores neutrales contradijeron
todos estos informes: Ello no quiere decir que el Valle de Cachemira viviera una
situación de armonía política y social,4<~ pero los infiltrados, muchos de los cuales
fueron identificados como oficiales del Ejército regular pakistaní, pudieron confirmar
desde el primer momento que no iban a recibir de la población local el apoyo con el que
habían contado antes de iniciar su aventura militar.

Por su parte, Lal Bahadur Shastri contaba con dos alternativas para enfrentarse a
la crisis: buscar el cese de la contienda por medio de la apertura de negociaciones con
Pakistán, o embarcarse en un enfrentamiento directo que contenía el riesgo de crear una
escalada de violencia incontrolable. En vistas de las críticas que había suscitado en
algunos círculos políticos y castrenses su aceptación del alto el fuego en el Rann de
Kutch, Shastri tuvo que evitar cualquier gesto de debilidad.4’ La inteligencia india podía
demostrar que lo que estaba ocurriendo era resultado directo de los designios del
gobierno pakistaní. De forma que Shastri dio carta blanca a los militares que
consideraban que la mejor manera de frenar la infiltración desde Azad Kashmir y
Punjab Occidental era avanzar a través de la CFL y ocupar algunos pasos clave.

3(3 Ver SINGH, Bhupinder. Op.cit. Págs. 10-li

~<‘ Ver BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Págs. 326-327

~ El 16 de agosto más de 100.000 personas marcharon hacia el Parlamento indio para mnanifestarse a
favor de una politica fir~ne en Jammu y Cachemira. LAMB, A. Kashmir. A Disputed tegacy. Pág. 261

335
La consumación de esta política comenzó el 14 o el 15 de agosto (dependiendo
de la fuente) con un ataque indio a un puesto pakistani en el sector norte de Kargil,
(desde el que se podía advertir cualquier amenaza desde Pakistán a la carretera de
Srinagar-Leh, asegurando la principal línea de comunicación hacia el frente sino-indio
en Ladakh). La estrategia pakistaní de incitación de una sublevación popular no había
funcionado, y para finales de agosto las fuerzas indias habían controlado la mayoría de
los distritos y habían cerrado las principales rutas de infiltración conquistado algunos
pasos y puestos de gran importancia estratégica al otro lado de la CFL (ver mapa

La contienda no se estaba desarrollando en el sentido esperado por Pakistán,


pero Ayub Khan no se podía permitir dar el más mínimo paso para reducir la escalada
bélica por distintas razones. Una de las consecuencias que había tenido el no
reconocimiento pakistaní de su implicación en Ja invasión fue que, cuando la India
respondió con sus propias operaciones militares, la opinión pública en Pakistán se
consideró víctima de una agresión no provocada. Además, la propaganda oficial había
creado un ambiente de gran entusiasmo popular informando de victorias ficticias. Los
pakistaníes creían que la “lucha por la libertad” cachemiri estaba dando resultados
después de tanto tiempo. Por otro lado, la reacción militar de la India en agosto había
sido muy enérgica. A pesar de que las exitosas operaciones indias de agosto tenían el
objetivo limitado de cerrar las rutas utilizadas por los infiltrados pakistaníes, en Pakistán
se temió una mayor amenaza.

En estas circunstancias, las autoridades pakistaníes no podían cancelar la


operación por mucho que lo hubieran deseado. Pakistán decidió llevar a cabo una
importante incursión en uno de los puntos débiles del Ejército indio para salvar el
desenlace de la guerra. El 1 de septiembre tropas de Azad Kash.mir y unidades regulares
pakistaníes lanzaron una ofensiva sobre el expuesto e importante distrito indio de
Chhamb, situado en el punto donde se une la CFL y la frontera internacional entre

42 El Ejército de la India se concentró de entrada en la principal ruta de infiltración, el estratégico puesto


de Pir Sahiba a 9.000 pies de altura en la región de Tithwal, y para el 25 de agosto comunicó que había
cerrado eficazmente éste y otros pasos que cruzaban la CFL. El 26 de agosto las fuerzas indias centraron
su interés en un saliente del territorio de Azad Kashmir entre Un y Poonch que para el 31 dc agosto ya
habian ocupado. Mientras tanto, se produjeron enfrentamientos y bombardeos a lo largo de la mayor parte
de la mitad occidental de la CFL.

336
Pakistán y la India.43 Pakistán pretendía cortar la principal línea de comunicación de la
India con el Estado y aislar a las tropas que vigilaban la CFL y la frontera sino-india en
Ladakh.44

Hasta el 5 de septiembre, cuando las fuerzas de Pakistán se situaron a unos 30


Km de Jammu, la lucha se había circunscrito al territorio de .Jammu y Cachemira. Pero
el 6 de septiembre la India, enfrentada con la grave amenaza en Chhamb, envió dos
columnas a través de la frontera internacional en dirección a Lahore. Simultáneamente,
una tercera colunma se preparó para cruzar desde cerca de Jam.mu a Punjab Occidental
en dirección a Sialkot, un importante cruce de carreteras y líneas férreas.45 El 8 de
septiembre la India amplió el escenario bélico con un ataque a bases militares de la
provincia pakistaní de Sind que amenazó directamente a Karachi. Las fuerzas indias
actuaron con mucha rapidez para neutralizar el inicial efecto sorpresa conseguido por
Pakistán en Chhamb, y en la India la atmósfera cambió rápidamente desde un
sentimiento de angustia e inseguridad a otro de alivio y, a menudo, júbilo ante la
posibilidad de ocupar Lahore.46

~ El asalto pakistaní Ñe de una gran intensidad. Pakistán utilizó sus poderosos y numerosos tanques
Pation mientras que la India sólo conté con una pequeña cantidad de tanques menos potentes. Según BM.
Kaul, “Pakistán atacó con 80 tanques mientras que la India sólo tenía allí 15”. La India siempre temió una
arremetida con estos potentes carros de combate que tenían un equipo mucho más sofisticado que los
suyos. El propio Ayub Khan había “provocado abiertamente a Shastri alardeando de que sus tanques
podrían alcanzar Nueva Delhi a través de la carretera Grand Trunk en pocas horas”. FI terreno que
rodeaba Chhamb era llano y apropiado para las maniobras con carros de combate. Por su parte, la India
sóto tenía una franja de terreno llano desde donde defenderse, con montañas a la retaguardia donde el
estacionamiento de tanques no sólo era de una utilidad dudable, sino también dificil de realizar. Ver
KAUL, BM. Confrontation with Pakistan. Pág. 31, y BRINFS, R. Op.cit. Pág. 272. Fn
BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 258

BAMZAJ, P.N.K, History of Kashmir. Pág. 808. A pesar de que la India había recibido un aviso de los
observadores de la ONU acerca de estos movimientos, la magnitud del asalto sobrepasó sus expectativas.
El general del Ejército indio BM. Kaul reconoció que no habían anticipado un ataque en esa zona.
KAUL, BM. Confrontation vvith Pakistan. Pág. 3. La India utilizó sus Fuerzas Aéreas para ayudar al
Ejército de tierra en una situación que presentaba tan malos pronósticos en el sector de Chhamb-Akhnur,
y Pakistán reaccionó adoptando la misma medida. Pero, a pesar de que ambos bandos se han sentido
especialmente orgullosos de la actuación de sus fuerzas aéreas, no se llegaron a producir importantes
bombardeos de blancos civiles y la lucha aérea nunca fue un elemento esencial en esta guerra.

~ Aquel día el presidente de Pakistán avisó a sus compatriotas: “Estamos en guerra”. La India no declaró
la guerra a Pakistán y siempre ha preferido no utilizar esta expresión para describir las hostilidades que se
produjeron en septiembre de 1965 porque siguió manteniendo relaciones diplomáticas con Pakistán y
porque cl objetivo de la escalada bélica era limitado.

CHOUDHURY, 0W. Op.cit. Pág. 254. Si esta perspectiva resultaba agradable para la India en general,
“<‘

en Nueva Delhi cobraba un significado aún mayor puesto que existía una gran colonia de sijs y punjabis
que habían tenido que abandonar Lahore después de los enfrentamientos comunales de 1947 y seguían
sintiendo nostalgia de su ciudad.

337
El conflicto de Cachemira había dado lugar finalmente a una guerra general
indo-pakistaní. Probablemente en esta coyuntura Pakistán temió hasta dónde podrían
llegar las intenciones de la India, puesto que Nueva Delhi nunca anunció que su
intención estuviera limitada a defender Jamniu y Cachemira. También en la India Ja
tensión era muy alta porque existía la posibilidad de un nuevo ataque relámpago
pakistaní en las zonas donde se dejaba notar su superioridad logística. Los sentimientos
nacionalistas se exacerbaron, y las poblaciones de los dos países se concentraron como
una piña alrededor de sus líderes.

Los relatos sobre las virulentas batallas presenciadas en los sectores de Sialkot y
Lahore son bastante vagos. Ambas partes presumen de victorias improbables. Parece
más bien como si se hubiera llegado rápidamente a una situación de empate en la que
ningún bando fue lo suficientemente superior para vencer al otro. Pakistán no pudo
cortar las lineas de comunicación indias en Cachemira, y el avance indio en territorio
pakistaní tuvo que frenar ante el sistema de fortificaciones de canales que protegia
Lahore. Poco a poco, la guerra reflejó un igualamiento que fue acompañado de
frenéticos esfuerzos diplomáticos en la escena internacional.

Cuando la guerra finalizó el 22 de septiembre de 1965, la India controlaba


alrededor de 720 millas cuadradas de territorio pakistaní, mientras que Pakistán ocupaba
de 310 a 320 millas cuadradas de territorio indio.47 Pero la severidad de la guerra se
48
dejó notar especialmente en las elevadas pérdidas humanas, que, sin dejar de ser
dramáticas, fueron relativamente reducidas en proporción al potencial de ambos
ejércitost y en la cantidad de armamento que ambos bandos dilapidaron?0

BRINES, R. Op.cit. Págs. 344-348. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 260

~ El general indio Kaul admitió que se habían producido ¡2.500 bajas en su bando, 2.700 muertos, 1.500
prisioneros o desaparecidos y 8.400 heridos, afirmando que las cifras en el bando pakistaní eran muy
similares, rondando la cifra de 3.000 víctimas mortales. KAUL, BM. Confrontation with Pakistan. Pág.
68. Alastair Lamb proporciona las siguientes cifras de bajas estimadas por el Instituto de Estudios
Fstratégicos de Londres: Pakistán, 3.000 a 5.000 hombres, la India, 4.000 a 6.000 hombres. En LAMB
A. Kashmir. A Disputed Lc’gacv. Pág. 274

~ El de la India estaba compuesto por más de 800.000 hombres y cl de Pakistán rondaba los 200.000,
además de un número equivalente dc milicianos armados.

~“Los circulos militares en Washington concluyeron que Pakistán había perdido 200 tanques, además de
haberse dañado 150 (que eran recuperables), lo que constituía un 32% dc los 1.100 tanques que tema
antes de la guerra. Según las mismas fuentes, la India perdió entre ¡50 y 190, más otros 200 tanques fficra
dc uso temporalmente, lo que indicaba que la India se había visto privada de un 27% dc los 1.450 tanques
de los que disponía. EMNES, R. Op.cit. Págs. 344-348. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 260.

338
Los cómputos proporcionados por los diversos autores para facilitar una
percepción general del resultado de la guerra son heterogéneos y contradictorios, en
especial si nos limitamos a contemplar las estimaciones oficiales de la India y Pakistán
a propósito de las pérdidas territoriales y militares)1 Sin embargo, está claro que a pesar
de la virulencia de la contienda no existió un claro vencedor, aunque todo depende de
los resultados que cada Ejército esperara obtener de la guerra.

A este respecto, la campaña militar india en Jammu y Cachemira y en Punjab se


ha explicado con diversas tesis. El militar pakistaní Gulzar Ahmed creía que la India
buscaba una victoria general y aniquilar Pakistán?2 Choudhury sólo acusa a la India de
intentar ocupar Lahore y Sialkot para estar en situación de dictar los términos de la
paz.53 Muhammad Musa, comandante en jefe del Ejército pakistaní, creyó que el
objetivo de la India era recuperar Azad Kashmir e infligir una humillante derrota a
Pakistán que le permitiera forzar un trato abusivo» Y Asgar Khan limitó los objetivos
de la India a cortar las principales vías de comunicación entre Lahore y Rawalpindi,
desbordar las defensas de Lahore y proporcionar protección a sus vulnerables vías de
aprovisionamiento entre Pathankot y Jammu.~5

Si, por el contrario, el propósito de la India era simplemente repeler la invasión,


como alegó,56 y como efectivamente parece más probable, el objetivo fue alcanzado.
Por lo que, aceptando la alegación india, se puede afirmar que consiguió los resultados
deseados: parar la invasión de Cachemira, impedir que fuera incomunicada del resto de
la India y, finalmente, con el ataque a bases militares en el Punjab pakistaní, un destrozo

Durante la guerra ambos bandos proporcionaron cifras exageradas que merecen poca credibilidad: la
India afirmó haber destruido 471 tanques pakistaníes y Pakistán 516 tanques indios. FI general Kaul da
unas cifras algo más altas de pérdidas pakistaníes y menores de las bajas indias. KAUL, BM.
Confrontation with Pakistan. Págs.. 68-69. En el aire las pérdidas de la India fueron mayores, de 65 a 70
aviones, si hacemos caso de las fuentes mencionadas por Brines, mientras que Pakistán sólo perdió 20. La
batalla en el mar fue muy limitada, se redujo a una actitud defensiva y el único ataque por mar que
merece la pena señalar fue el bombardeo de Dwarka.

~‘ Ver BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág. 334


s~ Ver BLINKENEERG, L. Op.cit. Pág. 238

CHOUDHURY, 6W. Op.cit. Pág. 254

~ BURKE, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Pág. 333

~ KHAN, Asgar. Op.cit. Pág. 91


56 Ver BHARGAVA, 6.5. Op.cit. Pág. 57

339
a gran escala del blindaje enemigo y otros equipos militares. Por el contrario, el Ejército
pakistaní no consiguió” liberar” Cachemira, probablemente su único empeño, el que
daba sentido al conflicto del Rann de Kutch, a las hostilidades de agosto, y a la mucho
más peligrosa guerra de septiembre.

El empate técnico, que suponía más una victoria para la India que para Pakistán,
se alcanzó a causa de los errores inherentes a la planificación pakistaní de la guerra. La
Operación Gibraltar y las otras operaciones de apoyo planeadas por Pakistán padecieron
de serias deficiencias que condenaron al fracaso una contienda que en principio le fue
favorable. En primer lugar, su estrategia sólo podría haber triunfado si la población
local se hubiera levantado en apoyo a los invasores. No obstante, prácticamente nadie se
les unió, y la prensa internacional tampoco secundó la versión del conflicto que estaban
proporcionando los dirigentes pakistaníes.57

Puede ser que algunos sectores de la población hubieran deseado unirse a los
invasores, pero se reprimieran para evitar represalias del Ejército indio. Russel Brines
señala que la falta de apoyo popular “no se debió necesariamente a una fuerte lealtad
hacia la India o a la determinación de resistir el ataque pakistaní, como afirmaron los
indios. Probablemente, se debió principalmente al hecho de que unas cuestiones
políticas relativamente estériles no eran suficientes para conducir a la gente a arriesgar
sus vidas”.58 Blinkenberg añade que la desilusión producida por el arresto de Abdullah y
el descontento entre los cachemiris económicamente activos a causa de la crisis, que
dañó tanto al comercio como al turismo, pudo haber contribuido a la pasiva actitud de
los cachemiris en general?9 Asgar Khan reconoce que el principal error de su Ejército
fue pensar que el sentimiento de decepción hacia la India se podría movilizar en un
breve período de tiempo, y seleccionar unos soldados que ni conocían el territorio ni
hablaban el idioma de los nativos.”0 También es necesario recordar que el movimiento
nacionalista cachemiri siempre fue más una lucha por el autogobierno/independencia
que por la integración en Pakistán.

~‘ Ver SINGH, Bhupinder. Op.cit. Págs. 9-lO, y V.D. Chopra. Op.cit. Págs. 7 1-72

~< BRINES, R. Op.cit. Pág. 308. En BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 256

BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 256


60 KHAN, Asgar. Op.cit. Pág. 76

340
En segundo lugar, el conocimiento de las operaciones militares estuvo
restringido a un círculo muy reducido de personas alrededor de Ayub Khan. Asgar
Khan, comandante de las Fuerzas Aéreas pakistaníes hasta el 23 de julio de 1965, y el
Ministerio de Información no tuvieron idea de lo que estaba a punto de ocurrir hasta que
ocurrió. Esta no era la manera más conveniente de prepararse para lo que se podía
convertir en una gran guerra.61

En tercer lugar, se subestimó la efectividad de las Fuerzas Armadas de la India,


que habían disfrutado de un importante desarrollo desde 1962. Se guiaron por los
resultados en el Rann de Kutch y se equivocaron.

En cuarto lugar, los estrategas pakistaníes pensaron que, al igual que en la


primera guerra de 1947, el bando indio limitaría sus operaciones al territorio de .lammu
y Cachemira y no iniciaría ofensivas en contra de provincias del Pakistán metropolitano
Oriental u Occidental.62 El ataque de represalia indio en Punjab el 6 de septiembre les
cogió desprevenidos.

Y por último, no se tuvo en cuenta la eventualidad de que los indios decidieran


acudir a los afganos, que también se encontraban en aquellos momentos enzarzados en
discrepancias fronterizas con Pakistán, para que abrieran un nuevo frente a través de la
North West Frontier hacia Peshawar. Aunque esto no llegó a ocurrir, la amenaza fue

real (Afganistán movilizó tropas, según alegó para evitar disturbios durante las
63
elecciones que se prestaba a celebrar) y tuvo su peso.

5.1.3. LAS FUERZAS IMPULSORAS DEL ALTO EL FUEGO

En poco tiempo, las elites militares de la India y de Pakistán se dieron cuenta de


que ninguno de los dos países iba a obtener una victoria clara. La India había atacado
más allá de la CEL porque temía que la situación en Cachemira escapara totalmente a su
control, y su principal objetivo era conservar las posiciones que ya había establecido. La

KHAN, Asgar. Op.cit. Introducción. También en RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 117

62 Asgar Khan añrma que Zulfikar Ah Bhutto garantizó que la incursión pakistaní no provocaría que la
India extendiera las hostilidades a través de la frontera internacional. KHAN, Asgar. Op.cit. Pág. 6
63 Ayub Khan reconoció que la amenaza afgana influyó mucho en su decisión dc firmar la Declaración de
Tashkent. En LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legaúr. Pág. 260. Asgar Khan también recuerda que Ayub
Khan temía las desconocidas intenciones de los afganos. KHAN. Asgar. Op.cit. Pág. 101
341
Operación Gibraltar pakistaní se estaba encontrando con serias dificultades y lo
principal ya no era vislumbrar un medio para continuar con la guerra, sino para salir de
ella. No es de extrañar que ambos ejércitos estuvieran dispuestos a alcanzar un acuerdo
para el 24to el fuego, siempre que esto fuera posible sin aparecer como denotados ante
sus respectivas opiniones públicas. Mientras más se prolongara la guerra, más se iba a
implicar la opinión pública y más dificil iba a resultar buscar la paz.

El mundo había presenciado la crisis entre la India y Pakistán con creciente


preocupación. Ninguna de las dos grandes potencias de la Guerra Fría podía obtener
beneficios de un conflicto armado a gran escala en el subcontinente. EEUU y la Unión
Soviética compartían su preocupación por que se produjera un mayor acercamiento de
Pakistán a China. Los británicos también presenciaron con disgusto el comienzo de una
guerra, aunque no fuera declarada, entre dos miembros de la Commonwealth. incluso
los chinos, a quienes la India consideraba partícipes en lo que estaba ocurriendo, no
veían ningún beneficio en una guerra prolongada que podía derivar en el dilema de
intervenir o no intervenir directamente en ayuda de su aliado pakistaní. Los pocos
estados afroasiáticos que estaban dispuestos a alinearse con uno u otro bando, como
Indonesia con Pakistán y Malasia con la India, lo hacían por razones poco relacionadas
con lo que realmente ocurría en el subcontinente, y tampoco estaban en situación de
obtener ninguna ventaja de una escalada de la guerra.

Pero además de la unánime presión internacional para que se pusiera punto final
al aumento de la tensión, hubo tres intervenciones en particular que de distintas formas
impulsaron la declaración del alto el fuego, la de la ONU y su secretario general, U
Thant, la de Gran Bretaña y Estados Unidos, y la de China.

5.1.3.1. La mediación de la ONU

Desde que el Consejo de Seguridad debatió la cuestión de Cachemira en 1964,


terminando las sesiones con la yana expresión del deseo de que la liberación de Sheikh
Abdullah condujera a la “serenidad de las posturas adoptadas”, el problema había
permanecido relegado en su agenda. Pocos pensaron que la cuestión de Cachemira
derivaría en un nuevo conflicto armado tan pronto.

342
Cuando en agosto de 1965 comenzaron las hostilidades en Cachemira, después
de un rápido incremento de las violaciones de la CFI. del que ambos bandos se habían
responsabilizado mutuamente, Pakistán no consideró pertinente invocar al Consejo. Sin
duda alguna esperaba que de la guerra derivara un resultado más favorable que de la
renovación de la mediación internacional. Por su parte, Nueva Delhi también estimó
más conveniente contestar a la agresión emprendiendo un ataque directo al territorio
enemigo.

No obstante, la ONU no podía ignorar una situación que se presentaba más


comprometida que nunca. En su primera intervención en agosto, la Organización
Internacional contaba con informes que certificaban que la mayor parte de las
64
violaciones de la CFL provenían de territorio pakistaní. Pero como Pakistán aseguraba
que las únicas tropas que estaban luchando en Jammu y Cachemira eran las de Azad
Kashmir, resultó imposible conseguir que accediera a las peticiones de U Thant para
que retirara su tropas y observara la CFL.

A pesar de la inicial responsabilización indirecta a Pakistán, el secretario


general, en su segundo llamamiento el 1 de septiembre tras las ofensiva pakistaní en
Chhamb, situó a ambos bandos sobre la misma base. Las violaciones de la CEL
llegaban “ahora de ambos lados de la línea”, e incluían un número cada vez mayor de
65
hombres armados pertenecientes a “tropas regulares de los ejércitos de ambos países”.
En línea con la actitud tradicional de la ONU en este conflicto, U Thant solicité a la
India y a Pakistán que respetaran la línea de alto el fuego.

Donde sí existió una pequeña diferenciación fue en la petición que el secretario


general hizo a Pakistán para que diera pasos efectivos para prevenir que hombres
armados, estuvieran o no uniformados, cruzaran la CEL, mientras que no hizo ninguna
petición similar a la India. Pakistán, al denunciar que la CFL llevaba mucho tiempo
siendo transgredida por la India, que existía una revuelta popular en Cachemira, y que
las fuerzas de Azad Kashmir sólo estaban ayudando a sus compatriotas, introducía un
claro reconocimiento de que no aceptaría un mero retroceso al anterior statu quo. La

64 Ver SINGH, Bhupinder. Op.cit. Págs. 12-13 y BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 253

SHARMA. HL. The Kas/unir Story. Pág. 173

343
ONU debía garantizar primero el cumplimiento de las anteriores resoluciones para la
celebración de un plebiscito de autodeterminacion.

Por una vez, la ONU presenció un frente común apoyando al secretario general
en su petición de que ambos bandos retiraran sus tropas a sus respectivos márgenes de
la CEL y declararan un alto el fuego. También por primera vez, para satisfacción de la
India, la ONU no se implicó en el análisis del problema político original y no hizo
referencia a las anteriores resoluciones. La urgencia requería acción, pero tal acción
debía limitarse a parar la lucha, por lo que tampoco existió ninguna condena a Pakistán
por agresión. El Consejo de Seguridad actuó con rapidez y el 4 de septiembre aprobó
una resolución unánimemente, resolución que fue seguida por otra el 6 de septiembre,
después de que el Ejército de la India atravesara la frontera internacional con Pakistan. 66

Cuando el Ejército de la India traspasó la frontera internacional incluso sus


67
países aliados criticaron con dureza la medida adoptada. No obstante, la resolucion
aprobada aquel mismo día perjudicó a Pakistán aludiendo al 5 de agosto como punto de
referencia en relación con su llamada a la retirada de las tropas. Al fijar la fecha del 5 de
agosto como último día en el que se había conservado una situación normal, se
ratificaba el informe de los observadores de la ONU que señalaba que la invasión había
comenzado aquel día desde Pakistán.

U Thant solicitó la declaración de un alto fuego bilateral para cl 14 de


septiembre, pero la India lo condicionó a que Pakistán retirara todas sus fuerzas de
.Jammu y Cachemira y a que la ONU le garantizara que no volvería a ser objeto de una
agresión. Por su parte, Pakistán exigió la retirada total de todas las fuerzas indias y
pakistaníes y su sustitución por fuerzas de la ONU para preparar la celebración de un
plebiscito en un período de tres meses. Al expirar el plazo dado por U Thant, Shastri
supeditó su aceptación incondicional del alto el fuego a que Pakistán hiciera lo propio.

66 Resolución 209 (1965) de 4 de septiembre de 1965, y Resolución 210 (1965) de 6 de septiembre de


1965
67 Ver BURKF, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 332. El representante de Pakistán denunció que era un
hecho sin precedentes en la historia de la ONU. Acusó a la India, entre otras cosas, de la integración final
y total de Cachemira, del encarcelamiento de Sheikh Abdullah y de sus violaciones de la CFL. En su
llamamiento final el delegado volvió a la tesis original de Pakistán: la ofensiva debía ser estudiada a la luz
del deseo de la India de contravenir la partición de la India Británica y anexionarse Pakistán
344
Pero desde la perspectiva pakistaní, sólo una solución política podía restaurar una paz
estable en el subcontinente.

Finalmente, después de algunas discrepancias entre los paises miembros, se


alcanzó un consenso que ignoraba las peticiones de Pakistán para buscar una solución
política y se centraba en la declaración inmediata de un alto el fuego. La resolución
aprobada el 20 de septiembre de 1965 es la más rotunda de todas las que han surgido
acerca de la cuestión de Cachemira. Por primera vez, el Consejo de Seguridad
“requería” una declaración del alto el fuego para el 22 de septiembre de 1965 y la
retirada ulterior de todas las Fuerzas Armadas a las posiciones que ocupaban antes del 5
de agosto de 1965.68 Tanto la india como Pakistán, más por la fuerza de factores ajenos
a la mediación de la ONU que por la firmeza de la resolución del 20 de septiembre,
accedieron a parar la guerra, que finalizó el 23 de septiembre de 1965.

Todos los miembros del Consejo, exceptuando Jordania, que había apoyado la
causa de Pakistán y ahora se abstuvo, votaron a favor de la resolución. Por una vez la
ONU, donde, afortunadamente, ninguna de las súper potencias estaba demasiado
comprometida con ninguna de las partes beligerantes, actuó con rapidez, firmeza y
unanimidad en este conflicto. Sin duda alguna, en una situación de guerra general entre
dos grandes estados miembros, no había tiempo para profundizar en los dilemas de la
cuestión política. Sobre todo teniendo en cuenta que los esfuerzos del pasado no habían
sido capaces de solventarlos y que, como se verá más adelante, existía un riesgo
adicional en la posibilidad de que China interviniera en la contienda.69 De hecho, la
resolución del 20 de septiembre contuvo un aviso implícito a la única gran potencia
fuera de la ONU, China, cuyo papel en el conflicto había sido bastante sospechoso, para
que se abstuviera de “cualquier iniciativa” que pudiera “agravar la situación en la
región”.

Este acuerdo entre la URSS y los poderes occidentales en la cuestión de


Cachemira fue un factor nuevo de un significado evidente. En opinión de 6W.
Choudhury, “rara vez, si es que ha habido otra, los dos principales protagonistas de la
Guerra Fría han trabajado de una forma tan paralela para enfriar un tórrido polvorín

68 Resolución 211(1965) de 20 de septiembre de 1965

69
BURKF, SM. y ZIRINO, L. Op.cit. Págs. 340, 347-348

345
mundial”.7t1 Pakistán sólo anhelaba un alto el fuego que garantizara una solución
política, pero se vio obligado a aceptar esta petición del Consejo de Seguridad porque
fue secundada hasta por sus aliados occidentales. Además, el hecho de que Pakistán se
hubiera mostrado tan reticente a aceptar el alto el fuego debió convencer a sus
miembros de que había sido su gobierno el que había elegido otros métodos contrarios a
la Carta de la ONU para intervenir en la disputa territorial.

De cualquier forma, la resolución del 20 de septiembre también establecía que


en el futuro se debían examinar medidas para la solución del conflicto político y sugería
de nuevo el arbitraje, haciendo así concesiones a las reclamaciones pakistaníes. No
obstante, la India se sintió satisfecha porque, en opinión de B.L. Sharma, “el monopolio
de apoyo que Pakistán había disfrutado hasta entonces en el Consejo estaba
71
quebrado . La India tampoco habla insistido con su habitual vehemencia en que
Pakistán fuera acusado de agresión, entre otras cosas porque no daba excesivo valor a
los pronunciamientos de la ONU y consideraba que un aJto el fuego que restaurara el
statu quo anterior era un resultado suficientemente satisfactorio.

Fueron muchas las razones que llevaron a la India y a Pakistán a aceptar el alto
el fuego. La India, básicamente, no buscaba más que mantener su posición en Jammu y
Cachemira. No estaba interesada en la supervisión internacional de acuerdos y
rechazaba que el estatus de su parte del anterior Reino Dogra todavía fuera objeto de
confirmación. En lo que a ella afectaba, la cuestión de Cachemira era un tema cerrado.
Jammu y Cachemira era parte integrante de la India antes deJ nacimiento de la guerra y,
con el alto el fuego, continuaba siéndolo.

Por otro lado, Pakistán estaba profundamente interesado por mantener la


cuestión de Cachemira viva. A lo largo de la contienda se hizo evidente que había muy
pocas posibilidades de desposeer a la India del Valle de Cachemira por medio de la
fuerza. El Consejo de Seguridad había introducido en su resolución el concepto de que
la disputa de Cachemira todavía era un asunto que requería discusión. Este
reconocimiento internacional, aunque sólo fuera parcial, de la postura pakistaní era
mejor que nada. Además, la confirmación del peligro que la situación en el

‘<‘ CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 259


SHARMA. B.L. TheKashrnirStory. Pág. 179

346
subcontinente acarreaba para la paz mundial podía provocar que la opinión pública
internacional jugara un papel más activo en la búsqueda de una solución adecuada. Por
último, aunque remota, la posibilidad de celebrar el deseado plebiscito seguía en el aire.

También es cierto que en el momento de la declaración del alto el fuego el


reticente Pakistán se encontraba en una delicada situación militar a causa de la escasez
de provisiones de municiones, repuestos y, sobre todo, gasolina para sus tanques y
aviones. En este punto se debe subrayar que el Consejo de Seguridad no fue el único
responsable de la proclamación del alto el fuego, también China, Gran Bretaña y EEUU
llevaron a cabo iniciativas que, de distinta forma, persuadieron a la India y a Pakistán a
dar la bienvenida a la finalización de la guerra.

5.1.3.2. El embargo militar norteamericano y británico

Estados Unidos y Gran Bretaña, dos de los principales proveedores de armas del
subcontinente, tenían en su poder un poderoso instrumento para forzar a los dos países a
dejar de combatir.

Como se ha visto, las primeras resoluciones de la ONU y los insistentes


llamamientos del secretario general a ambos paises para que declaran un alto el fuego
fueron rechazados por Pakistán. Esta reacción es comprensible teniendo en cuenta que
había sido la nación islámica la que había decidido recurrir a la armas al llegar a la
conclusión de que era el único medio para alcanzar una solución política satisfactoria.
Habiéndose arriesgado de esta forma, no era oportuno rendirse antes de descubrir si el
envite había merecido la pena. Después de que la invasión de agosto hubiera fracasado
en su intento por provocar una revuelta popular en Cachemira se intentó aislar a
Cachemira de la India, una nueva estrategia que tampoco fructificó. Pero Pakistán no
estaba dispuesto a probar otras alternativas mientras hubiera posibilidades de celebrar
una victoria militar. Después de casi tres semanas de violenta lucha, Pakistán seguía sin
ver la victoria cercana y ningún poder exterior había venido en su ayuda, exceptuando,
como vamos a ver, China.

347
El 8 de septiembre Estados Unidos y Gran Bretaña anunciaron la interrupción de
72
la ayuda militar a la India y a Pakistán mientras continuaran las hostilidades. Esto
habría tenido gran repercusión a medio plazo puesto que ambos países se abastecían de
armamento proveniente de Occidente. Pero sobre todo, Pakistán sería incapaz de
soportar una guerra prolongada en la que la India, gracias a su tamaño y a su capacidad
industrial, incluyendo su producción militar, tenía más posibilidades de resultar
victoriosa.73

La India no sólo contaba con superioridad de recursos humanos, sino también de


equipamiento, sobre todo en los suministros logísticos. El Ejército indio estaba mejor
capacitado para soportar una guerra prolongada. Contaba con su propia producción a
gran escala y no le afectó tanto eJ cese del aprovisionamiento exterior. No obstante, esta
medida enfureció a la India, que consideró injusto que el país agredido también fuera
penalizado.74

De cualquier forma, el embargo afectó mucho más a Pakistán. El autor pakistaní


Choudhury ilustra la decepción de las autoridades pakistaníes al denunciar que “en
quebrantamiento total del acuerdo bilateral de mutua defensa firmado entre Pakistán y
los Estados Unidos en 1959, este último ni siquiera lanzó una protesta (por la incursión
de la India en Punjab) como había hecho el primer ministro británico~~.75

Este factor propició, más que la intervención de la ONU, la claudicación de


Pakistán. No obstante, hubo otro factor que influyó directamente en la buena
disposición de Nueva Delhi para acabar con la guerra. Alastair Lamb considera que “el

72
A este respecto merece la pena mencionar que la Unión Soviética no siguió a EEUU y Gran Bretaña en
su decisión de cesar el suministro militar, a pesar de coincidir con ellos en la necesidad dc acabar con la
contienda. Brines señala que en caso de que la URSS también hubiera aplicado el embargo, podria haber
animado a Pakistán a seguir confiando en la guerra, puesto que sólo la India se habría visto seriamente
perjudicada por tal decisión. BRINES, R. Op.cit. Pág. 355. En IRLLNKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 272

BRINES, R. Op.cit. Pág. 355. En BLINKF.NBERG, L. Op.cit. Pág. 272

B.L. Sharma ilustra el sentimiento de los dirigentes indios al lamentar que “II años antes, el presidente
Heisenhower había asegurado a la India que si Pakistán utilizaba la asistencia militar de EEUU en contra
de la India, EEUU acudiría en ayuda de la India”. SHARMA. B.L. 77w Kas/unir Stoiy. Pág. 174

~ CHOUDHURY, 0W. Op.cít. Pág. 257

348
elemento persuasivo de esta decisión no debe buscarse ni en la situación militar o
política, ni en la resolución de la ONU, sino en la intervención de China”.76

5.1.3.3. La Intromisión de China

Cuando Pakistán comenzó sus operaciones militares en Jammu y Cachemira


creyó contar con numerosos aliados políticos y militares, pero ninguno de ellos se
implicó directamente en la guerra. Por el contrario, el embargo norteamericano y
británico fue considerado un acto de traición. Al margen de países como Irán y Turquía,
que habían comenzado a enviar armamento a Pakistán poco antes de la declaración del
alto el fuego, China, que estaba en una posición fisica idónea, fue el único país que
intervino indirectamente a favor de Pakistán. Los chinos no defraudaron las expectativas
de Ayub Khan, aunque lo hicieron de una manera peculiar. EVitaron implicarse
directaínente en el conflicto, probablemente para no provocar una reacción
norteamericana, pero explotaron una de las numerosas pequeñas disputas fronterizas
que habían sido objeto de rivalidad sino-india durante años para lanzar un ultimátum al
gobierno de la India en un momento clave,

Desde principios de 1963 los chinos habían estado protestando en contra de la


construcción de “estructuras militares” indias en el lado chino de la frontera entre
Sikkim y Tíbet en el Nathu La y otros pasos que conducían al valle Chumbi en territorio
chino. Un estudio de la voluminosa correspondencia sobre esta cuestión sugiere que el
Ejército indio en Sikkim había establecido varios puestos de defensa y de observación
justo en el margen septentrional de la cumbre del paso.77 Esta frontera había sido
claramente definida en un tratado entre la India Británica y China en 1890 y seguía la
línea de la vertiente montañosa. Es posible que los puestos indios se situaran justo en el
lado chino de la vertiente pero, en ese caso, sólo se habrían traspasadó los limites como
mucho unos cuantos metros.

En agosto de 1965, a medida que la crisis de Cachemira se intensificaba, lo


hacían también las protestas chinas en contra de esta “agresión” india. El gobierno de la
India, reticente a provocar a los chinos en aquellas circunstancias, propuso
76
LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legacy. Pág. 266

77 LAMB, A. Kashrnir. A Disputed Legacy. Págs. 266-268

349
infructuosamente que un observador neutral realizara una inspección sobre el terreno
para demostrar que los informes chinos no eran ciertos. El 16 de septiembre China
envió un ultimátum al gobierno de la India: si no desmantelaba sus estructuras militares
y se retiraba en un periodo de tres días se enfrentaría con “graves consecuencias” ~ El
ultimátum expiraría el 19 de septiembre. Justo antes de esta fecha, China amplió el
plazo tres días, hasta la medianoche del 22 de septiembre.

El 21 de septiembre, cuando era seguro que tanto la India como Pakistán


accederían a declarar el alto el fuego solicitado por el Consejo de Seguridad, los chinos
informaron de que los indios se habían retirado de sus posiciones y habían
desmantelado las estructuras militares con la intención de destruir la evidencia de sus
“crímenes”. Desde aquel momento, las autoridades chinas retiraron tácitamente su
ultimátum, iniciando una serie de declaraciones públicas de apoyo a la causa pakistaní
por la autodeterminación del pueblo cachemiri.79

Aunque la intervención de China puede parecer insignificante, en aquel


momento alarmó enormemente a la India. El temor de una invasión china podría haber
provocado el traslado de las tropas indias desde el frente pakistaní. Posiblemente, esta
intervención permitió al presidente Ayub Khan acceder al alto el fuego desde una

78 RAHMAN, M. Op.cít. Pág. 112. Ver también BIJRKF, SM. y ZIRING, L. Op.eit. Págs. 346-349. La
nota estaba redactada con un lenguaje extremadamente conminatorio: “Apoyado por los imperialistas
norteamericanos y sus camaradas, el gobierno de la India siempre ha perseguido una política de
chauvinismo y expansionismo hacia sus países vecinos... Esta fue la lógica que motiyó el ataque armado a
gran escala en contra de China en 1962, y es la misma lógica que motiva cl masivo ataque armado que
ahora está lanzando contra Pakistán... este (ataque) no puede si no despertar preocupación en el gobierno
chino... China no dejará de apoyar a Pakistán en su justa lucha en contra de la agresión”. Más adelante, la
nota hacia referencia en unos términos muy vagos a las supuestas violaciones indias de la frontera con
China y demandaba una retirada total en el plazo de tres días, sin la que el gobierno indio “acarreará toda
la responsabilidad por todas las graves consecuencias que surjan desde ese momento”, BLINKENBFRG,
L. Op.cit. pág. 345

~ FI 30 de septiembre de 1965, coincidiendo con la guerra, el premier Chou-En-lai hizo las siguientes
declaraciones: “El pueblo de China apoya firmemente al pueblo de Cachemira en su lucha por la
autodeterminación nacional y apoya firmemente al pueblo de Pakistán en su lucha contra la agresión que
está sufriendo”. El 24 de septiembre de 1965, el gobierno Chino babia afirmado: “La India ha privado
alevosamente al pueblo de Cachemira de su derecho a la autodeterminación con la intención de
apoderarse de la totalidad del Estado”. Cuando el ministro dc Asuntos Exteriores de Pakistán visitó China
en 1966, el ministro chino de Exteriores le aseguró en un banquete: “En la lucha del pueblo de Jammu y
Cachemira por conseguir la autodeterminación, el pueblo de China y su gobierno se mantendrán unidos a
vosotros en el futuro al igual que en el pasado”. SHARMA, B.L. Thc’ KashmirStory. Pág. 210

350
posición que, ante la opinión pública pakistaní, podía parecer de superioridad, fueran
cuales fueran las circunstancias reales.80

Frente a quienes, como Han Jaisingh, interpretan la intervención de China como


un intento por favorecer a Pakistán en la guerra aunque ello implicara su prolongación,
Lamb opina que más bien parece haber sido una estratagema para provocar su fin y que,
por una vez, la República Popular de China y el Consejo de Seguridad de la ONU
habían coincidido en su parecer. 8i Fuera como fuera, después del alto el fuego el
presidente Ayub Khan y Bhutto expresaron su gratitud al gobierno chino. 82

5.1.4. LOS INCUMPLIMIENTOS DEL ALTO EL FUEGO Y LA


MEDIACIÓN DE LA URSS. LA DECLARACIÓN DE TASHKENT

La guerra no propició ningún compromiso político, sólo persuadió a los


contendientes de que se debía alcanzar un acuerdo en el futuro por medios pacíficos. De
hecho, la CFL que separaba los dos ejércitos continuó presenciando después de
septiembre numerosos incidentes que sirvieron para mantener viva la tensión. En ambos
paises, especialmente en Pakistán, existían voces que pedían la renovación de las
hostilidades.

La ONU aumentó el número de observadores en Jammu y Cachemira e instauró


otros cuerpos para asegurar la retirada de los ejércitos de los territorios ajenos y el
cumplimiento del alto el fuego. Pero la misión de este reducido cuerpo de observadores
a lo largo de las dilatadas y dificiles fronteras resultó impracticable y Pakistán y la India
siguieron informando de continuas violaciones del alto el fuego.

~‘<Elgrado de coordinación que existía entre Pekín y Rawalpindi en aquel momento es dificil de adivinar.
Pero resulta interesante señalar que el ministro chino de Exteriores mantuvo conversaciones en Karachi
con su homólogo pakistaní el 4 de septiembre, en vísperas de la ofensiva india hacia Lahore, y declaró
que apoyaba la iniciativa abordada por Pakistán para oponerse a la política expansionista de la India.
BHARCJAVA, CtS. Op.cit. Pág. 213. Parece probable que en este momento se hubiera propuesto algún
plan de contingencia. Asgar Khan también viajó a China el 9 de septiembre para estudiar la disposición
de Pekín a proporcionar equipamiento militar, pero al final Ayub Khan prefirió no implicar directamente
a China en la guerra para evitar molestar a sus aliados occidentales. KHAN, Asgar. Op.cit. Capítulo IV

<‘ JAISINGI-I, 1-1. Op.cií. Pág. 99, y LAMB, A. Kashnsir. A Disj,uted L«gacy. Pág. 268

$2
Por un apoyo que “permanecerá siempre presente en nuestros corazones”. SHARMA. B.L. Tite
Kas/unir Story. Pág. 213

351
Durante los meses que quedaban para finalizar el año, el Consejo de Seguridad
debatió la cuestión de Cachemira en varías ocasiones, especialmente por iniciativa de
Pakistán)3 En una nueva resolución el 5 de noviembre de 1965 se solicitó a la India y a
Pakistán que respetaran el alto el fuego y retiraran las tropas que habían cruzado la CII
o la frontera internacional.54 Pero Pakistán evitó comprometerse sobre este aspecto
insistiendo en la necesidad de alcanzar un acuerdo político. Probablemente esta
insistencia estuviera más dirigida a apaciguar los ánimos de la opinión pública pakistaní
que a buscar una respuesta concreta de la Asamblea General, que ya había señalado que
sus objetivos inmediatos eran otros.

La ONU había llegado al límite de sus posibilidades, por lo que finalmente la


tarea de mediación fue trasladada a la Unión Soviética, que en la reunión del 17 de
septiembre había invitado a los líderes de los gobiernos enfrentados a reunirse en
Tashkent para encontrar un acuerdo final. El 21 de noviembre de 1965 el premier
Kosygin renovó su invitación, que fue inicialmente aceptada por la India y, algunos días
después, por Pakistán.

5.1.4.1. La Declaración de Tashkent

La conferencia de Tashkent, que tuvo lugar entre el 3 y el 10 de enero de 1966,


fue inusual en muchos aspectos. En primer lugar, suponía la entrada de la Unión
Soviética en el escenario mundial como un mediador que intentaba reconciliar a dos
oponentes en sustitución de los poderes occidentales que habían intentado lo mismo con
un sólo resultado positivo: la mediación británica que propicié el fin de la crisis del
Rann de Kutch. Por otro lado, establecía que los líderes de la India y Pakistán, estando
reciente una dura guerra, todavía podían reunirse y discutir sus diferencias básicas
confirmando que existía una relación singular con la que todavía se podía contar. Por
último, volvió a constatar que ninguno de los grandes poderes estaban interesados por
que se alcanzara una solución del conflicto por medio de la guerra.

~ Ante la insistencia de Pakistán de discutir un acuerdo político el delegado indio se retiró de la mesa de
negociaciones. En una nueva resolución dcl 27 de septiembre el Consejo simplemente expresó su grave
preocupación ante el hecho de que la cesación del fuego convenida no se estuviera observando y requirió
a la India y a Pakistán que cumplieran el compromiso que habían contraído invitando al representante de
la India a que volviera a la mesa de negociaciones. Resolución 214 (1965) de 27 de septiembre dc 1965

~ Resolución 215 (1965) deSde noviembre dc 1965

352
Durante la contienda, tanto la India como Pakistán se habían sentido
traicionados por los que consideraban sus aliados y por otros países de los que
lamentaron su falta de neutralidad. De forma que cuando se acordó el alto el fuego
ninguno de los poderes occidentales que hasta el momento hablan ofrecido su
mediación (Gran Bretaña, Estados Unidos, la ONU...), conservaban suficiente crédito
ante las dos partes como para poder volver a hacerlo. Los estados afroasiáticos tampoco
podían ofrecer mucho. Aquellos que se habían alineado con Pakistán, como Indonesia,
se habían ganado la enemistad de Nueva Delhi, y aquellos que habían, tomado parte por
la India, como Malasia, no podrían ejercer ninguna influencia en Rawalpindi. Los que
se habían mantenido neutrales eran contemplados con gran suspicacia por ambos
bandos. El mayor poder asiático de entre todos ellos, China, después de haber
intervenido como ningún otro en favor de Pakistán, estaba descartado. El único país con
posibilidad de hacer una contribución seria a favor de las negociaciones pacíficas indo-
pakistaníes era la Unión Soviética.

Los vínculos de Pakistán con EEUU y el consecuente posiclonamíento soviético


a favor de la India en su causa por Jammu y Cachemira en la ONU, añadidos a otros
factores menores de controversia,85 habían impedido que Pakistán y la URSS alcanzaran
un nivel óptimo de relaciones bilaterales durante años. En mayo de 1960 sus relaciones
habían tocado fondo cuando un avión espía norteamericano que había repostado en la
base aérea pakistaní de Peshawar fue abatido mientras violaba el espacio aéreo
soviéticoS6 La reacción soviética supuso una llamada de atención para los pakistaníes,
que vieron de cerca la posibilidad de que en caso de una nueva guerra mundial su país
fuera el primer objetivo, por su proximidad, del poder militar soviético.

El interés de Pakistán por forjar unos vínculos amistosos con Moscú, con la
intención de neutralizar su posicionamiento pro-India y obtener ciertas garantías de
inmunidad ante un país mucho más poderoso, coincidió con la formulación de una

~ Uno de los principales obstáculos para las relaciones entre Pakistán y la URSS fue la amistad entre
Rusia y Afganistán, un país con el que Pakistán, por distintas razones, mantenía tensas relaciones. En
principio, Pakistán tenia pocos motivos para temer a su irás débil vecino (15 millones de habitantes frente
a 75), pero con el rearme soviético de Afganistán iniciado en 1950, este último disfrutó de un importante
reforzamiento y se convirtió en un problema añadido para Pakistán. La Unión Soviética aumentó su
programa de ayudas a Afganistán en 1955, el mismo año que comenzó la decisiva alineación de Rusia
con la India en el conflicto de Cachemira. Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 68-90

86 Ver CHOPRA, 5. Per.specríves oit Pakistan S


8 Poreign Policy. Pág. 251

353
nueva política de exteriores en la URSS, en especial tras la guerra sino-india de 1962.
Las duras críticas que había suscitado en Pakistán la concesión de ayuda militar
norteamericana y británica a la India sugerían las ventajas que la URSS podía obtener
de un distanciamiento entre Pakistán y el bloque occidental. Pero, como destacan S.M.
Burke y Hemen Ray, a la URSS tampoco le convenía que ello derivara en una
proximidad excesiva entre Rawalpindi y el otro enemigo ruso: Pekín.

Por otro lado, la guerra de 1962 había demostrado que la India no estaba en
situación de constituir por sí sola un contrapeso para la extensión de la influencia china
en Asia. Todo ello llevó a los dirigentes rusos a diseñar una política cuyo objetivo era
reducir las influencias norteamericana y china en el subcontinente, y buscar una
solución del conflicto de Cachemira que pudiera facilitar el camino hacia una deseada
alianza entre la URSS, Pakistán y la India. Desde cualquier punto de vista, la
finalización de la hostilidad indo-pakistani era un reto que, si se alcanzaba, revertiría en
beneficio de la URSS. 87

La caída del régimen de Khrushchev en 1964 y la subida al poder de Brezhnev


supusieron una confirmación de esta política.88 La estrategia rusa estuvo tan bien
calculada que durante las crisis indo-pakistaníes de agosto y septiembre de 1965, a pesar
de que la URSS continuó proporcionando armamento a la India, consiguió mantener
una imagen de neutralidad que evitó la animadversión de los dos bandos. De cualquier
forma, el ofrecimiento de mediación rusa no recibió una aceptación concluyente por
parte de la India hasta el 22 de noviembre de 1965. Por su parte, el presidente Ayub
Khan propuso que la influencia rusa se ejerciera en el Consejo de Seguridad más que en
una nueva ronda de negociaciones directas indo-pakistaníes, puesto que éstas nunca
habían favorecido ningún acuerdo.

No obstante, Blinkenberg subraya el hecho de que Pakistán, tanto durante la


guerra como en el desarrollo de los nuevos debates en el foro de la ONU, había
comenzado a sentirse aislado.89 A lo largo de la guerra la opinión pública se había

~ Ver BURKF, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 349-351, y RAY, H. Op.cit. Pág. 73
<~ Cuando Ayub Khan visitó Moscó a principios de abril de 1965, Kosygin se mostró mucho más flexible
en su perspectiva sobre Cachemira de lo que se había mostrado Khrushchev. Ver BURKE, SM. y
ZIRING, U Op.cit. Pág. 302

~‘> BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 275


354
vuelto rabiosamente anti-Occidente a causa del embargo de la ayuda militar. En
aquellas fechas, las fuentes de información en Pakistán era muy restringidas. La prensa
estaba controlada y las versiones acerca de la guerra y su trasfondo no siempre eran
consistentes con la realidad. El mito que se asentó acerca de la agresión india en contra
de Pakistán hacía muy dificil para los líderes pakistaníes explicar la situación de falta de
apoyo internacional y la insistencia del Consejo de Seguridad por imponer un alto el
fuego sin garantizar ningún cambio político.

Los líderes de opinión (políticos, funcionarios, periodistas etc.), continúa


Blinkenberg, se daban cuenta de este hecho y se encontraban con el dilema de cómo
explicar el asunto a la opinión pública. Al principio el presidente Ayub Khan se vio
obligado a utilizar un duro lenguaje y amenazó con otra guerra si la ONU no encontraba
rapidamente una solución justa para Cachemira, pero era consciente de que el mundo
actuaría con rotundidad si volvía a violar el alto fuego. También sabia que su país estaba
exhausto y que con la ayuda interrumpida su situación económica era dificil, por lo que
tuvo que buscar con realismo otra salida. El 25 de noviembre Bhutto anunció que
Pakistán aceptaba sin condiciones la oferta de Kosygin y se acordó que Ayub Khan y
Shastri se encontrarían en Tashkent a principios de enero de 1966.

Estas pudieron haber sido las razones negativas que condujeron a Pakistán a
aceptar la mediación de la Unión Soviética, pero también se dieron algunas
motivaciones positivas. Moscú había manifestado su respeto por lo estipulado en las
resoluciones de la ONU, que disponían que las tropas se debían retirar a las posiciones
que ocupaban antes del 5 de septiembre. La India había conquistado más territorio que
Pakistán y ahora, con la intervención soviética, existía la posibilidad de obtener una
retirada general que favorecería a Pakistán, Además, Pakistán llevaba poco tiempo
disfrutando de unas relaciones amistosas con Rusia y se pensó que la aceptación de su
oferta supondría una prueba de su buena disposición.

En la India el ambiente después del cese de las hostilidades era contradictorio.


Desde que la India atacó en Punjab se favoreció un sentimiento general de alivio, y más
tarde también hubo satisfacción porque la India había llevado la iniciativa en la mayoría
de las siguientes batallas. Los boletines de guerra, especialmente al principio, habían
reflejado una situación algo más optimista de lo justo, aunque no se había construido

355
ningún mito de victoria indiscutible. El resultado de la guerra fue mucho más digerible
para los indios que para los pakistaníes porque las fuentes de información eran libres y
de una naturaleza más independiente. La opinión general en la India era que la guerra
había terminado en tablas y que la ausencia de una victoria pakistaní garantizaba el statu
quo, algo con lo que la India se sentía satisfecha.

Sin embargo, también había algunos círculos nacionalistas y militares que se


opusieron férreamente a renunciar a la posición aventajada de la India, especialmente en
los puestos que había conquistado en los pasos de Cachemira. Estos círculos, al
contrario de los que sólo buscaban una vuelta al anterior statu quo, querían rechazar la
invitación a Tashkent y responder a la agresión pakistaní de forma concluyente. Durante
la guerra sino-india de 1962, estos políticos habían considerado insuficiente el apoyo de
la URSS,90 y en 1965 habían denunciado su neutralidad. No obstante, Shastri debió
considerar que era demasiado peligroso repudiar al gobierno de la Unión Soviética,
cuya amistad había supuesto tantos dividendos. Por otro lado, la ONU ya había pedido a
la India que se retirara de los puestos conquistados en la guerra de septiembre, y esta
asignatura pendiente sería más fácilmente asimilable si se ejecutaba tras el
establecimiento de negociaciones mediadas por el amigo ruso que por imperativo de la
Organización Internacional.

El primer ministro indio, cuya imagen pública había mejorado enormemente


gracias a su firmeza durante la guerra y al resultado de los debates en la ONU, era
consciente de que si Ayub Khan participaba en Tashkent elevaría la cuestión política.
Pero Shastri debió pensar que si de nuevo era capaz de enfrentarse a las reivindicaciones
de Pakistán en Tashkent elevaría su refrendo popular como firme adherente a la política
tradicional de la India en Cachemira.

Por último, además de intentar fomentar una alianza con Pakistán y la India para
hacer frente a los designios imperialistas de chinos y norteamericanos en Asia, Rusia
tenía otras motivaciones al sugerir esta conferencia. La Unión Soviética, tal y como
exponen Lars Blinkenberg y SM. Burke, estaba determinada a erigirse como potencia
pacificadora en contraposición a China, en la cima de su revolución con todo lo que ello
implicaba de actitud “antí-intrusos”. También le interesaba comparar en Asia los

~«Ver KAUL, BM. Confrontation with Pakistan. Pág. 169


356
métodos diplomáticos de la URSS con los métodos militares utilizados por EEUU en
aquellas fechas. El gobierno de la Unión Soviética también buscó asentar el nuevo
liderazgo de Kosygin en el campo de los asuntos exteriores con una nueva orientación
de compromiso y metódicas negociaciones diplomáticas en contraste con los abruptos
métodos de otros países.9’

Se puede afirmar que al final los más satisfechos ante los resultados de la
reunión en Tashkent fueron los soviéticos. El politólogo Crankshaw publicó un
significativo artículo el 9 de enero de 1966 en el que declaraba: “en este momento... un
primer ministro ruso, el primer honorable del único poder en el mundo que ha
mantenido intacto su imperio del siglo XIX, preside en Tashkent... como mediador y
pacificador entre los belicosos herederos de la India Británica... El Sr. Kosygin, si tiene
algún sentido histórico, debe estar disfrutando como un premio esta reunión en el
corazón de su imperio musulmán con un primer ministro hindú y un dictador
musulmán, con Bretaña, inevitablemente, y América, que tan estrepitosamente han
92

fracasado en explotar inteligentemente la retirada británica en 1947, excluidos

No obstante, las tres partes implicadas en la conferencia de Tashkent apostaron


fuerte enfrentándose a unas perspectivas muy desfhvorables. Kosygin arriesgaba el
papel de Rusia como poder asiático capaz de tratar con otros poderes asiáticos libre de
intereses colonialistas. El presidente Ayub Khan y Lal Bahadur Shastri se jugaban su
propia permanencia en el gobierno de sus respectivos países, donde influyentes círculos
de opinión se oponían fervientemente a las negociaciones y pedían que la guerra
continuara hasta alcanzar un desenlace concluyente. Por otro lado, si la conferencia de
Tashkent fallaba, podia provocar la declaración de una nueva guerra. El ministro de
Exteriores ruso insistió en que la conferencia no debía fracasar porque ello tendría unas
consecuencias nefastas. Gromyko temía que la renovación de la lucha armada provocara
una intervención militar exterior, que los delegados de la India y de Pakistán pensaron
que sólo podría venir de EEUU o China,93

BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 277, y BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 352

92 RAZV[, M. Op.cit. Pág. 134

JEJA, C.S. From Bandung to Tashkent. Glinipses o/Indias Eoreign Policy. Sangam Books. Madrás
1983. Pág. 231. iba era miembro de la delegación que acompañó a Shastri

357
La conferencia de Tashkent no prometía demasiado cuando fue inaugurada el 3
de enero de 1966. Las actitudes india y pakistaní parecían irreconciliables. Los líderes
de ambos gobiernos dieron muestras de inflexibilidad. Ayub Khan seguía insistiendo en
un acuerdo político para Cachemira, y Shastri en el hecho de que Cachemira no era
negociable. Pero también hubo algunos factores positivos. Los tiroteos cesaron en las
fronteras de Jammu y Cachemira y durante la jornada de llegada de los mandatarios
indios y pakistaníes a Tashkent se oyeron múltiples expresiones de buena voluntad.94

Las primeras negociaciones entre Ayub Khan y Shastri fueron secretas y a


puerta cerrada, y acabaron en suspensión a causa de las conocidas posturas básicas
originales, imposibles de reconciliación. Según Durga Das y C.S. iha, uno de los
miembros de la delegación india, “se sabia que Kosygin había intentado persuadir a
Ayub Khan para que aceptara el statu quo”. Pero el presidente pakistani, durante sus
conversaciones con Shastri declaró que no seria capaz de “vender el trato a su
‘‘95

población... puesto que no era el dictador que daba la impresión ser

Una segunda ronda de conversaciones entre los ministros de Exteriores, Bhutto y


Swaran Singh, también desembocó en fracaso. En palabras de C.S. Jha, “I3hutto no
estaba interesado en discutir nada que no friera Cachemira. Swaran Singh estaba
dispuesto a discutir cualquier cosa menos Cachemira”.96 La India propuso de nuevo la
firma de un tratado de “exclusión de la guerra”. Pakistán siguió presentando la misma
objeción a esta sugerencia: la solución de la disputa de Cachemira era un requisito
previo sine qua non. El 7 de enero dio la impresión de que las conversaciones iban a
colapsar, pero el 10 de enero se anunció repentinamente que se había alcanzado un
acuerdo.

El acuerdo estuvo favorecido por la hábil mediación de Kosygin y del ministro


de Exteriores ruso Gromyko. Kosygin apoyó la tesis de la India de que en aquella
coyuntura la reapertura de la cuestión política del conflicto de Cachemira no era
aconsejable. Primero era esencial establecer las bases para unas relaciones amistosas.

Ver BLINKENEERG, L. Op.cit. Págs. 277 y 278

Ver DAS, Durga. [ron? Curzon to Nehru. Pág. 398. En BLINKFNBERG, L. Op.cit. Pág. 279, y JHA,
C.S. Op.cit. Pág. 230
96 lilA, C.S. Op.cit. Pág. 230

358
Pero los delegados pakistaníes se habían mostrado contrarios a cualquier acuerdo o
declaración que no tratara la cuestión de .Jammu y Cachemira.97 De esta forma, el
obstáculo que estuvo a punto de conducir al fracaso fue provocado por la cuestión de
cómo introducir la asignatura de Cachemira en la declaración, una especie de “tratado
de amistad”, que ambas delegaciones estaban redactando de forma conjunta.

Según C.S. Jha, el ministro de Exteriores pakistaní, Bhutto, que se había


implicado en una dura postura anti-lndia tanto dentro de la ONU como de cara a su
población, estaba en contra de cualquier compromiso que fuera alcanzado en
Tashkent.98 Incluso se le acusó de intentar sabotear el acuerdo presentando todo tipo de
objeciones al diseño de propuesta soviético. De cualquier forma, Alastair Lamb
considera que “la pura lógica militar debió indicar a Ayub Khan que si deseaba
continuar presionando para llegar a un arreglo en Cachemira ya tendría que aceptar algo
menos que un plebiscito”.99

Finalmente se llegó a la denominada Declaración de Tashkent del 10 de enero de


1966, una fórmula de compromiso que hacía referencia a la obligación de las partes,
según la Carta de la ONU, de no recurrir a la fuerza y solucionar sus disputas por
medios pacíficos. Ambos bandos hicieron importantes concesiones, pero se abstuvieron
de abordar un análisis de la situación política en Jammu y Cachemira.’00 Los líderes de
Pakistán y la India declararon su firme resolución de restaurar unas relaciones normales
y pacificas y crear unos vínculos amistosos de vecindad Se consideró que los intereses
.

de paz de la región y, particularmente, del subcontinente indo-pakistaní y sus millones


de habitantes se estaban viendo perjudicados por “la persistencia de la tensión entre los
dos países”. A continuación, la declaración incluía una única y escueta referencia
directa al conflicto político de Jammu y Cachemira: “Fue en este trasfondo en el que se
discutió Jammu y Cachemira y ambos bandos expusieron sus respectivas posiciones

RAY, H. Op.cit. Pág. 98

‘>~ JEJA, C.S. Op.cit. Pág. 230

LAMB, A. Crisis un Kas/unir. Pág. 137


tUS Texto íntegro en RAZVI. M. Op.cit. Pág. 283

359
Después de esta declaración se incluían dos apartados, uno acerca de la retirada
de las tropas y otro de las relaciones comerciales, para regular los pasos concretos que
se debían emprender para reducir la tensión y restablecer unas relaciones normales. El
“personal armado” de las dos naciones se retiraría, antes del 25 de febrero de 1966, a las
fronteras internacionales reconocidas y a las posiciones que ocupaba antes del 5 de
agosto de 1965. De esta forma se restablecía la CEL del 27 dejulio de 1949. También se
reanudarían las relaciones diplomáticas totales entre los estados y se haría todo lo
posible para parar el flujo de propaganda hostil que estaban lanzando ambos paises,
comprometiéndose a respetar el principio de no injerencia en asuntos internos,’0’

Resulta dificil afirmar cuál de las dos partes hizo mayores concesiones en
Tashkent. Shastri no cumplió la promesa de que la India no se retiraría de los puestos
ocupados durante la guerra, volvió a comprometer a su gobierno con el reconocimiento
de la jurisdicción de la ONU en la disputa, y, como observó London Times, la
Declaración de Tashkent quedó “lejos de la declaración de exclusión de la guerra que le
habría garantizado a los indios que Cachemira estaba libre de violencia futura”.’02 Por
su parte, Ayub Khan tuvo que conformarse con una simple declaración de buenas
intenciones que no aportaba nada nuevo a la disputa territorial. De hecho, lo único que
consiguió la Declaración de Tashkent fue que Pakistán aceptara exactamente los
mismos términos que le había sugerido la ONU. Nos encontramos con un claro ejemplo
de un acuerdo de compromiso internacional, obtenido en este caso después de una
acertada mediación, que implicó personalmente al primer ministro de uno de los dos
súper poderes. Pero como otros muchos compromisos de esta índole, el texto que lo
ilustró se redactó intencionadamente de una forma muy imprecisa. Esta vaguedad fue
especialmente evidente en el párrafo que trataba el tema de Cachemira. “El problema de
Cachemira estuvo, claramente, lejos de ser solucionado en Tashkent”.’03

El primer ministro indio y el presidente pakistani accedieron a estudiar medidas para restaurar las
relaciones económicas y comerciales, las comunicaciones y los intercambios culturales entre la India y
Pakistán. Los prisioneros de guerra serían repatriados y se discutirían los problemas de los refugiados y la
devolución de las propiedades y bienes expropiados como consecuencia del conflicto. Por último, se
declaraba la intención de celebrar en el futuro nuevas conversaciones a los más altos niveles entre ‘os dos
estados “sobre materias que afectan directamente a ambos países” y crear organismos conjuntos de
información que asesoraran a ambos gobiernos sobre las nuevas iniciativas que se pudieran abordar.
102 RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 116

102 CHOUDHURY, G.W. Op.cit. Pág. 259

360
La Declaración de Tashkent fue recibida como un compromiso muy prometedor
en la mayor parte del mundo, especialmente en la Unión Soviética, donde la prensa lo
elogió al unísono. También fue bien acogido en la ONU porque suponía el primer paso
en el proceso de normalización de las relaciones entre los contrincantes, y su respeto por
las obligaciones impuestas por las resoluciones del Consejo de Seguridad. Además, este
éxito soviético en una misión pacífica no despertó ningunas suspicacias en Occidente.
Como señala Choudhury, el acuerdo “no solucionó ninguno de los problemas existentes
en las relaciones indo-pakistaníes, pero allanó el camino para la restauración de la
situación anterior al conflicto armado. No fue ninguna garantía de que los dos países
fueran a vivir en paz y como buenos vecinos, pero ciertamente suavizó la explosiva
situación creada por la guerra”.’04

Sin embargo, las repercusiones en los paises implicados fueron de una indole
muy distinta y mucho mas longeva, especialmente en Pakistán, donde la guerra y su
desenlace crearon unas condiciones de inestabilidad que pronto desembocarían en el fin
del régimen de Ayub Khan. Mushtaqur Rahman considera que si las reacciones y los
rostros de los miembros de las dos delegaciones el día de la firma del acuerdo
supusieron alguna señal, “pareció que la Declaración de Tashkent fue una proclamación
de rendición para Pakistán”.

Las criticas suscitadas por la declaración en Pakistán se reflejaron con


rotundidad en el desacuerdo que se produjo entre el presidente y su ministro de
Exteriores acerca de lo lejos que se debía llegar en Tashkent. Esta división concluyó
muy pronto en una ruptura definitiva entre ellos. Inmediatamente después del anuncio
de la Declaración de Tashkent, Bhutto instruyó a los medios de comunicación que tenía
más próximos para que escribieran en contra del compromiso alcanzado. El, que ya se
consideraba como posible sustituto del presidente Ayub Khan, se convirtió en un crítico
notorio y en un personaje profundamente desagradable y sospechoso para la institución
militar pakistaní. Enjulio de 1966 Bhutto fue cesado como ministro de Exteriores.

Pero Shastri tampoco contó con un apoyo generalizado. Antes de partir hacia
Tashkent el primer ministro había prometido que no aceptaría la retirada de las tropas

bU CHOUDHURY, 0W. Op.cit. Pág. 261

1(15 RAHMAN’, M. Op.cit. Pág. 115

361
indias de los puestos en Kargil y el paso de Haji Pir que se hablan conquistado durante
la guerra.’06 Cuando se conoció el acuerdo y se vio que la India había devuelto estos
territorios, muchos consideraron que Shastri había hecho demasiadas concesiones. Pero
a las pocas horas de firmar la declaración su repentina muerte consagró el acuerdo y los
líderes políticos se sintieron obligados a apoyar la última intervención de su respetado
primer ministro. Como deduce Lamb, la muerte de Lal Bahadur Shastri rodeó la
Declaración de Tashkent de un aura de santidad que le concedió mucha más aceptación
de la que habría tenido en otro caso. ID?

Pero el denominado “espíritu de Tashkent” no duró demasiado tiempo. Ambos


bandos habían accedido a las negociaciones porque les proporcionaban una justificación
para acabar con una situación que no se podía seguir sosteniendo, ni militar ni
políticamente. Cuando se garantizó la retirada militar, cuya materialización práctica fue
desarrollada con rapidez, volvieron las antiguas dificultades. “El espíritu de Tashkent”
se evaporó en el aire y las relaciones indo-pakistaníes volvieron a sufrir un rápido
deterioro.

En Pakistán, donde existía la convicción de que la India había iniciado la guerra


y Pakistán la habla ganado, la decisión del presidente Ayub Khan de aceptar la vuelta al
statu quo anterior fue desfavorablemente recibida.’08 Entre la elite informada también
hubo quien dudó del acierto de la actuación del presidente, bien por que se pensara que
la guerra no debía terminar hasta que Cachemira fuera “liberada”, como era el caso de
Bhutto, o bien porque conviniera electoralmente, como parece ser el caso de la hermana
de Jinnah, que había sido rival de Ayub Khan en las elecciones presidenciales de
1965.109

1>6 MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 1311

1(17 LAME, A. Kas/unir. A DisputedLegacy. Págs. 270-271

‘~ Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Pág. 337

~ No fue la ániea, también se produjeron otras reacciones virulentas entre las que se incluyeron
manifestaciones de estudiantes en Lahore, sobre todo en contra del embargo y el cese de la ayuda militar
de EEUU. A pesar de que Ayub Khan había interpretado el acuerdo de Tashkent como una victoria, al
igual que había hecho después de la guerra, las escuelas y las universidades tuvieron que ser cerradas
durante una temporada como medida de prevención para evitar demostraciones de rechazo.

362
Las protestas obligaron a Ayub Khan a dirigirse personalmente a la población
para explicar el acuerdo y solicitar su cooperación y su comprensión. Los pakistaníes
más moderados, en especial los miembros del Ejército que conocían la realidad de la
situación militar en el momento del alto el fuego, hablan llegado a la conclusión de que
“la aceptación por parte de Ayub de la Declaración de Tashkent se basó en un enfoque
realista de la situación militar y diplomática que prevalecía en aquel momento”.’ Sin
embargo, el rechazo era mayoritario y, suponiendo que el presidente pakistaní hubiera
deseado sinceramente respetar las obligaciones impuestas por la Declaración, muy
pronto tuvo que claudicar ante las presiones para limitar su cumplimiento.

En el encuentro que se celebró en febrero de 1966 para comenzar a trabajar


sobre algunos acuerdos prácticos que habían sido mencionados en Tashkent, Hhutto y
Ayub Khan exigieron la celebración previa de pormenorizadas discusiones acerca de
Cachemira, aspecto sobre el que la India no se había comprometido y que Pakistán
volvió a introducir como requisito sine qua non. Durante este breve y abortado
encuentro, Ayub Khan informó al ministro de Exteriores indio que las negociaciones
sobre comercio, comunicaciones y relaciones culturales no se celebrarían hasta que la
India hiciera concesiones en la disputa de Cachemira.

Pero la nueva primera ministra Indira Gandhi respondió en marzo de 1966


introduciendo en pocas palabras la que sería su inamovible posición en el futuro: “Ya es
demasiado tarde para hablar de plebiscito. La segunda invasión de Cachemira por
Pakistán el pasado otoño ha destruido cualquier valor añadido o teórico que pudieran
haber tenido las resoluciones de la ONU. Cachemira también es vital ahora para
defender Ladakh de China. Cualquier plebiscito hoy supondría por definición poner en
cuestión la integridad de la India. Ello despertaría las demandas de secesión en contra
de las cuales nosotros combatimos una guerra civil. No podemos y no toleraremos una
segunda partición de la India sobre bases religiosas”.’’’

La India, que se había mostrado muy firme en su rechazo a discutir la cuestión


de Cachemira tanto en los debates del Consejo de Seguridad como en Tashkent, no
estaba dispuesta a claudicar porque la tensión aún fuera alta y las relaciones bilaterales

CHOUDHURY, 6W. Op.cit. Pág. 262

MADHOK, BR, Op.cit. Pág. 1313

363
estuvieran próximas a alcanzar un nuevo punto muerto. Muy pronto se volvieron a
escuchar las antiguas recriminaciones y Pakistán retomó el hábito de quejarse ante la
ONU por las violaciones de la CFL y otras reformas integradoras introducidas por la
India en .Jammu y Cachemira.

Se puede afirmar que para mitad de febrero de 1966 el “Espíritu de Tashkent” se


había esfumado por completo. Pero tampoco se pueden olvidar las consecuencias
positivas que tuvo la firma de la Declaración de Tashkent. Para empezar, acabó con la
tensión inmediata, la retirada de los ejércitos se ejecutó con normalidad, y la CEL fue
restablecida. Se produjo el intercambio de los prisioneros de guerra, se renovaron las
relaciones diplomáticas, y la India permitió a Pakistán restaurar los vuelos que unían sus
dos secciones. No obstante, estos acuerdos no fueron capaces de mejorar la atmósfera
de suspicacias y rencores entre ambos países.

364
5.2. DESDE TASRKAWT A S~A. 1966 A i~ra, SL PERIoDO
DE ENTREGLZRRAS Y SL DEStP/L4CN DE LA TERCERA 0C152R4
rpmo.pArJsrAIvt

5.2.1. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE 1965

La guerra de 1965 no llevó a ningún cambio político ni fronterizo en Jammu y


Cachemira. En lo que se refiere a la disputa territorial, la India y Pakistán mantenían las
mismas posiciones que después de la guerra de 1947-1948, y en lo que a la situación
política interna se refiere, se estaban produciendo cambios, pero, como se verá en el
siguiente capítulo, éstos estaban más relacionados con los avatares de las relaciones
Estado-Centro que con la existencia de una reclamación de soberanía pakistaní. Lo que
sí demostró la guerra de 1965 fue que la India y Pakistán eran algo más que vecInos mal
avenidos y rivales de la disputada herencia del Imperio británico. Eran verdaderos
enemigos, pueblos que se golpeaban utilizando las potentes armas del siglo XX. Desde
aquel momento las relaciones entre la india y Pakistán presentaron todas las
características que definen una situación de guerra fría, incluyendo la amenaza nuclear
como medio de persuasión.

En Pakistán las repercusiones políticas de la guerra de 1965 fueron


especialmente intensas, entre otras cosas porque muchos de los dirigentes políticos eran
militares. Zulfikar Ah Bhutto se despidió de la administración del presidente Ayub
Khan en junio de 1966 y, desde aquel momento, se convirtió en un duro oponente del
régimen militar y en líder de su propio partido, el Partido Popular de Pakistán (PPP),
fundado en diciembre de 1967. La separación del popular Bhutto y el presidente Ayub
Khan simbolizó el declive de la posición de este último. Pero el presidente de Pakistán
también fue una víctima más de la guerra de 1965, a pesar de que sus heridas tardaran
algún tiempo en resultar fatales. Su vida política se prolongó artificialmente gracias al
estado de emergencia declarado al comienzo de la guerra, pero su prestigio sufrió un
duro golpe con la Declaración de Tashkent del que nunca se recuperaría.

Pero las consecuencias directas más amplias de la guerra de 1965 suscitaron otra
serie de nuevos elementos que, desde aquel momento, se combinaron para complicar la
configuración de la disputa territorial en Jammu y Cachemira.

365
5.21.1. La carrera armamentistica

Tanto en la India como en Pakistán se abordó un esfuerzo parecido de


desarrollo militar para compensar las pérdidas de la guerra de 1965 y, si era posible,
conseguir una posición de superioridad frente al adversario. Ambos países se mostraron
interesados por rearmarse a sí mismos, pero también por divulgar la confrontación más
allá del subeontinente intentando persuadir a otros países de que desistieran de
proporcionar armamento moderno al oponente. Mientras que después de la derrota de la
India frente a China en 1962 Pakistán se había esforzado por frenar el suministro de
armas occidentales a la India, en esta ocasión era el gobierno de Nueva Delhi el que
avisaba a Occidente del peligro de un mayor reforzamiento militar de Pakistán. La India
consiguió, cuando menos, que Pakistán tuviera dificultades para adquirir nuevos
arsenales de su anterior principal proveedor, EEUU, que impuso un embargo
inmediatamente después de la guerra de 1965. Pakistán buscó otras fuentes de
suministro y consiguió abastecerse con equipamiento chino, soviético y francés. Por su
parte, la India continuó confiando principalmente en la Unión Soviética y en sus propios
recursos.

Las ofensivas de la India en territorio pakistaní habían sido traumáticas. Por un


tiempo los habitantes de la capital espiritual pakistaní, Lahore, habían estado bajo
amenaza directa de un asalto indio. Las Fuerzas Armadas de Pakistán tendrían que estar
preparadas desde aquel momento para un conflicto en el que estaba en juego su propia
integridad territorial. Este temor animó los primeros pasos de Pakistán para convertirse
en una potencia nuclear en competencia con la India, cuyo programa nuclear ya estaba
en proyecto.

En la India, donde Indira Gandhi, hija de Nehru, había sustituido a Lal Bahadur
Shastri después de su muerte, las consecuencias de la guerra de 1965 también fueron
patentes. Los militares indios tampoco se sentían satisfechos con la forma en que había
finalizado la guerra. Para muchos de ellos, la India había desaprovechado una
oportunidad para lograr una solución militar definitiva. De hecho, contra un oponente
más débil y con menos medios, como era Pakistán, la India había consentido que la
lucha se liquidara con un empate. Ello indicaba que a pesar del importante esfuerzo

Ver KAUL, BM. Conjiontation with Pakistan. Pág. 18


366
realizado desde la crisis sino-india de 1962, su Ejército continuaba necesitando
introducir mejoras de adiestramiento, equipamiento y nociones tácticas y estratégicas.
Este parecer fue secundado por numerosos círculos castrenses y políticos indios, y el
gobierno de lndira Gandhi procedió a seguir sus consejos con gran acierto, como se
pudo comprobar durante la tercera guerra indo-pakistaní de 1971.2

A pesar de que Pakistán empleó un mayor porcentaje de sus presupuestos en


defensa que la India, la enorme diferencia de tamaño entre ambos países detenninó que
la India siguiera teniendo un Ejército mucho más poderoso, formado por cerca de un
millón de soldados, en comparación con el de Pakistán, que rondaba los 350.000. En
consonancia con la política tradicional pakistaní, sus sucesivos gobiernos se esforzaron
por ampliar su acopio de países amigos para contrarrestar la inevitable diferencia de
fuerzas.3 Las nuevas ayudas militares a la India y Pakistán respondieron a una
reestructuración gradual de las estrategias globales y a una búsqueda de nuevos aliados
dentro de los grandes bloques de la Guerra Fría.

Este rearme se dejó notar en las arcas de ambas naciones. Entre 1966 y 1967 Pakistán contó con un
presupuesto de defensa de 473 millones de dólares norteamericanos, equivalente al 19% de sus ingresos.
En el mismo periodo la India gastó en defensa 1.171 millones de dólares, el 17% de sus ingresos.
BRINES, R. Op.cit. Pág. 426. En BLINKF.NEERCi, L. Op.cit. Pág. 287. En 1970-71, sise dan por ciertas
las afirmaciones del general indio BM. Kaul, el presupuesto militar pakistaní creció hasta el 32%, es
decir, 625 millones de dólares norteamericanos, mientras que el incremento de la India llegó hasta cl 25%
en el mismo período, alcanzando 1.467 millones de dólares. KAUL, BM. Confrontation with Pakistan.
Págs. 114-115. Las fuentes de información pakistanies han apodado unas cifras mucho más altas dc los
presupuestos de defensa tanto propios como de la India. Según Msishtaqur Rahman, entre 1965 y 1970 los
gastos en defensa, en millones de rupias (la rupia oscila sobre las 4 pesetas), en la India y Pakistán fueron
los siguientes:

Ind¡a Pakistán
8.058 1.263
8.848 2.855
9.086 2.294
9.684 2.187
10.332 2.427
1970 11.047 2.761

BRANDS, William, India, Pakistan and the Great Powers. Nueva York 1972. En RAI-IMAN, M. Op.cit.
Pág. 121. Pakistán tenia más tanques, 1.439 en oposición a los 1.320 de la India, pero la hegemonía de la
India se mantuvo en la posesión de aviones de guerra, 745 en comparación con los 447 de Pakistán.

El 4 de abril de 1967 Dawn recomendó: “<Pakistán) debería librarse de lo que quede de la euforia post
Tashkent, volver a darle un repaso a su realismo y continuar preparándose- internamente y a través del
reforzamiento de las relaciones exteriores puestas a prueba y dignas de confianza- para lo que pueda traer
el futuro”, BRINES, R. Op.cit. Pág. 418. En BLINKENBFRC, L. Op.cit. Pág. 286

367
5.2.1.2. Las nuevas alianzas y repartos de influencia

China

En Occidente causó mucha inquietud la posibilidad de que Pakistán optara por


hacer su apuesta más fuerte por China después de la decepción experimentada tras la
concesión de ayuda militar a la India en 1962 y el embargo sufrido en 1965. El principal
proveedor de armas y aliado pakistaní, EEUU, había brillado por su ausencia en
momentos de urgente necesidad, igual que había hecho Gran Bretaña, provocando una
firme oleada anti-Occidente en gran parte de la opinión pública y la elite dirigente
pakistaní. Sólo China habla dado pasos claros en apoyo de Pakistán. Aunque las
relaciones con EEUU continuaban siendo cordiales, era un axioma que la alianza con
China se había convertido en piedra angular de la diplomacia pakistaní.

Para asegurar que en el futuro hubiera un vínculo directo con este leal aliado,
inmediatamente después del alto el fuego de 1965 comenzaron unos importantes
trabajos de mejora de las comunicaciones terrestres entre Pakistán Occidental y
Sinkiang a través de las montañas del Karakoram, el extremo occidental de la antigua
Frontera del Norte.4

En 1971 se abrió al tráfico la carretera del Khunjerab, que atravesaba el paso que
le daba nombre, a 15.800 pies por encima del nivel del mar, en una grandiosa empresa
conjunta de ingeniería sino-pakistani. En 1973 esta carretera se transformó en una
autopista terraplenada de doble dirección capaz de soportar el peso de cualquier medio
de transporte militar. La autopista del Karakoram fue inaugurada formalmente el 18 de

‘En 1959 cl gobierno de Pakistán comenzó a construir una carretera al norte del valle del Indo para
sustituir la ruta que cruzaba el paso dc Babusar. Probablemente la intención era enfrentarse a lo que
todavía se percibía como una amenaza china para Hunza, pero su valor como enlace entre los nuevos
aliados fue patente muy pronto. La nueva carrctera comenzaba en la antigua carretera Grand Trunk en
Hassan Abdal para atravesar Havelian, Abbottabad y Mansehra hasta Thakot en el Indo, el cual cruzaba
para continuar hacia arriba por su margen occidental antes de cruzarlo de nuevo hacia Chilas. Después de
cruzar el indo una vez más al norte de Jalipur, la carretera se dirigía a Gílgit a través de Jaglot. En 1965,
cuando comenzó la guerra. los últimos trayectos de la carretera antes de llegar a Gilgit estaban sin
asfaltar. En 1964 se decidió en un acuerdo secreto sino-pakistaní extender la carretera desde Gilgit hasta
más allá dcl Karakorarn, a través del paso de Mintaka, hacia Sinkiang. Una consecuencia inmediata de la
guerra dc 1965 fue que cl trabajo de construcción de esta carretera se aceleró. En 1968 estaba
prácticamente acabada, aunque en algunos de sus trazados más importantes el asfaltado sólo era adecuado
parajceps, y se inauguró formalmente en agosto dc 969. Ver CHOPRA, V.D. Op.cit. Págs. 139-142
368
junio de l978.~ De esta forma, la antigua delegación de Gilgit del periodo británico,
parte de las Áreas del Norte de Pakistán, se materializó finalmente, pero no como una
barrera de contención, como era la intención de los británicos, sino como una
~mpoflante linea de comunicación entre las llanuras del indo y Asia Central.

No hay duda de que las propuestas iniciadas en 1967 para la construcción de la


autopista del Karakoram marcaron una nueva etapa en la naturaleza estratégica de la
Frontera del Norte, un hecho que el gobierno de la India apreció inmediatamente. A lo
largo de 1969 se produjo un duro intercambio de acusaciones entre la India y Pakistán a
propósito de esta autopista que mejoraba notablemente los accesos de los chinos a la
parte de Ladakh que habían ocupado sin el reconocimiento de la India. 6 En el período
inmediatamente posterior a la Declaración de Tashkent de enero de 1966 la autopista
del Karakoram no era más que un proyecto. Militarmente todavía no tenía ningún valor,
pero las implicaciones de contenido eran muchas, y ni a la India ni a Occidente se les
pasó por alto el significado real y simbólico que este importante nexo de unión entre
China y Pakistán tenía para el equilibrio regional en el sur de Asia.

Estados Unidos

Los acercamientos de Ayub Khan a China ensombrecieron levemente su imagen


en EEUU, pero nunca se llegaron a cortar los vínculos con Occidente, con el que
Pakistán continuó manteniendo una fructífera relación no exenta de algunos momentos
ocasionales de frustración, como fue el caso del embargo militar norteamericano
durante la guerra de 1965. Ayub Khan intentó coínpensar este enfriamiento de sus
relaciones con los norteamericanos destituyendo a Bhutto, principal valedor de la
alianza sino-pakistaní, pero al mismo tiempo destituyó a su ministro de Finanzas,

Ver RARMAN, Xl. Op.cit. Pág. 120. En 1986 la carretera se abrió a los extranjeros y viajar a lo largo de

esta ruta entre Pakistán y Kashgaria se convirtió en un reclamo para el turismo de aventuras.
6El 25 de junio de 1969 la India comunicó a Islamabad: “Pakistán no puede ignorar que esta carretera
ayudará a extender la red de carreteras chinas en las áreas de Tíbet y Sinkiang hacia el norte de
Cachemira. De hecho, esta nueva carretera dará un acceso más fácil a las tropas chinas desde las áreas
que han ocupado ilegalmente en el nordeste de Cachemira... (Ladakh)... y desde Tibet hacia las áreas de
Gilgit en la Cachemira ocupada por Pakistán, al norte de la línea de alto el fuego que separa las Fuerzas
Armadas de la India y Pakistán en Cachemira. Teniendo en cuenta que esto se ha realizado con la
aprobación del gobierno de Pakistán, está claro que esta carretera forma parte de un plan calculado y
coordinado”. Pakistán respondió el 9 de agosto de 1969: “El Estado de Jammu y Cachemira no está, y
nunca lo ha estado, reconocido como parte del territorio indio, y por ello el gobierno de la India no tiene
locus standi para presentar ninguna queja contra el gobierno de Pakistán a propósito del asunto a que se
refiere en su nota”. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 121

369
conocido por su actitud pro-Occidente, “para aplacar a sus aliados comunistas o para
demostrar su independencia de Estados Unidos”.7 La caída en 1969 de Ayub Khan, “el
amigo de América”, también contribuyó a emplazar sobre un cimiento de incertidumbre
las relaciones entre Pakistán y Occidente.

Por otro lado, desde el proceso frustrado de negociaciones mediadas por el


británico Duncan Sandys y el nortemericano Averelí Harriman en 1962, las relaciones
de la India con EEUU no habían dejado de deteriorarse.5 En Nueva Delhi había
producido irritación la comprobación de que durante la guerra de 1965 Pakistán había
utilizado tanques americanos y otros equipos militares sin que EEUU actuara de
acuerdo con lo que el presidente Eisenhower había prometido en 1954. Pero en abril de
1966 Indira Gandhi realizó una visita a EEUU con la intención de explotar las
suspicacias que había despertado el acercamiento entre Pakistán y China.

Hasta 1969, la política de EEUU hacia Asia pareció haber dejado a un lado la
prioridad de la defensa de los intereses de Islamabad (nueva capital de Pakistán desde
1967), hasta tal punto que Indira Gandhi se aventuró a afirmar que las políticas
norteamericanas en Asia se estaban “acercando mucho a la india”.6’ Pero a principios de
los 70, el valor que Nixon concedía a Pakistán como plataforma de su ansiado
acercamiento a China (con la que deseaba entablar una alianza en contra de Moscú),
determinó una nueva era de fructíferas relaciones entre EEUU y Pakistán que tuvo su
equivalente en las relaciones indo-soviéticas.

La reanudación del aprovisionamiento americano de armas a Pakistán en 1970 y


las críticas estadounidenses a la India durante la guerra de secesión de Bangladesh
volvieron a articular a los dos países. Por su parte, la India lamentó que Washington no
se pronunciara en contra de la supresión de una rebelión secundada por unas elecciones

KAUL, BM. Confronration with Pakistan. Pág. 170

8La petición india de 500 millones de dólares a EEUU para llevar a cabo un programa de modernización
de defensa de cinco años fue respondida con la concesión de una ayuda militar por valor de 80 millones
entre 1962 y 1965, lo que suponía un 36% de la ayuda prometida, un 4o5% dc los presupuestos de
Defensa dc la India, y alrededor de una vigésima parte de la ayuda militar estadounidense concedida a
Pakistán en los diez años anteriores. WIRSINC, R. Op.cit. Pág. 90

SIDOIQUI, K. Op.cit. Pág. 171

320
libres, y en esta argumentación Nueva Delhi contó con el apoyo de muchos políticos
norteamericanos influyentes.

La Unión Soviética

Otra lección que se puede extraer de la guerra de 1965 es la importancia que


tanto la India como Pakistán concedían a la Unión Soviética, cuya requerida neutralidad
se había visto reafirmada en Tashkent.

Indira Gandhi intentó resucitar la especial relación que habían establecido


Moscú y Nueva Delhi durante los viajes de Khrushchev y Bulganin a la India en 1955.
No era una tarea fácil teniendo en cuenta que los hacedores de la política de exteriores
soviética, aunque apreciaban el valor de la India, también deseaban contrarrestar la
influencia de China y EEUU entrando en buenas relaciones con Pakistán. Por su parte,
Ayub Khan sabía que no podía dar la espalda a la gran potencia comunista.’

Moscú seguía sugiriendo la defensa del diálogo bilateral indo-pakistani a la vez


que continuaba garantizando su apoyo a la India.” Pero este apoyo ya no era tan
contundente, y la URSS se dedicó a reforzar su condición de país neutral comprometido
con el papel de mediador acreditado por los bandos beligerantes. Para 1968, la URSS ya
estaba dispuesta a estrechar sus relaciones comerciales con Islamabad, mejorar las
líneas de comunicación terrestres entre los dos países, y proporcionar armamento a su
Ejército. De forma que para 1970 la acertada diplomacia pakistaní había fructificado en
la consolidación de relaciones con la URSS, EEUU y China.

No obstante, en el caso de la URSS, al igual que ocurrió con el acercamiento de


EEUU a la India, la cordialidad se demostró de una naturaleza lemporal. La caída de
Ayub Khan en 1969, la débil situación interna en Pakistán, el hecho de que Islamabad
entablara unos vínculos cada vez más estrechos con China, lo que, a la luz del deterioro
de las relaciones entre Moscú y Pekín se convirtió en un problema para la URSS,

Según sus propias palabras: “si no podíamos entablar relaciones normales con todos nuestros grandes
vecinos, lo mejor era tener un buen entendimiento con dos de ellos (China y la URSS). Puede que ellos
tuvieran diferencias internas, pero no necesitábamos vernos implicados en eso. Este era un elemento vital
de nuestro razonamiento”. En MADHOK, BR. Cp.cit. Pág. 1402

Enjulio de 1966 la India promovió una reunión entre Indira Gandhi y Kosygin que no añadió nada
nuevo al posicionamiento adoptado por Rusia en Tashkent. RAY, 1-1. Op.cit. Pág. 102

37’
convencieron a Rusia de que la India era un aliado mucho más interesante que Pakistán
en aquella coyuntura. De forma que en agosto de 1971 la Unión Soviética decidió
posicionarse en exclusiva del lado indio por medio de un tratado de amistad.

Pero la consecución de este acuerdo respondió, más que a ninguna otra


consideración, a un nuevo equilibrio de influencias en el subcontinente. Yahya Khan,
presidente de Pakistán desde 1969 en sustitución de Ayub Khan, compartía con su
predecesor el interés por ganar el apoyo de la mayor potencia occidental, y el azar le
premió con la posibilidad de actuar de intermediario entre el pragmático líder
norteamericano Richard M. Nixon, valedor de un serio proyecto de acercamiento a
China, y Pekín.

La inquietud de la India ante este nexo China-Pakistán-EEUU se vio acentuada


cuando el consejero de Seguridad norteamericano, Henry Kissinger, anunció después de
una visita a Pekín que se habían detectado “similitudes en las posiciones china y
americana hacia Pakistán”.’2 El anuncio de este viaje tuvo un efecto inmediato en las
relaciones entre la India y la Unión Soviética. El ministro de Exteriores soviético,
Andrei Gromyko, firmó con su homólogo indio, Swaran Singh, un Tratado de Paz,
Amistad y Cooperación el 9 de agosto de 1971 en el que ambos bandos se
comprometían, en caso de que uno de ellos fiera objeto de una agresión, a “adoptar las
debidas medidas efectivas” para hacer frente a la agresión y asegurar la paz y la
seguridad de sus territorios.

‘~ S~DDIQUX K. Op.cit. Pág. 173

‘~ Ver RAY, H. Op.cit. Pág. 105. Texto integro en RAHMAN, M. Op.cit. Págs. 127-128. En el
documento se estipulaba que: “entre los dos países y sus poblaciones prevalecerá una paz y amistad
duraderas.., además declaran su determinación de continuar sus esfuerzos para preservar y reforzar la paz
en Asia y en todo el mundo, parar la carrera armamentística y alcanzar un desarme general y completo,
que incluya tanto (armas) nucleares como convencionales... La India respeta la política amante de la paz
de la URSS y ella respecta la política dc no alineación de la India...”. Después de la inclusión de algunos
artículos que expresaban el deseo de mantener una cooperación continua y cada vez más cercana en
campos como el comercio, la ciencia, la cultura.., los artículos VIII y IX introducían el siguiente
contenido: “Cada una de las partes declara solemnemente que no se introducirá ni participará en ninguna
alianza militar dirigida en contra de la otra parte. Cada parte se compromete a abstenerse de cualquier
agresión en contra de la otra parte y a prevenir la utilización de su territorio para la comisión de cualquier
acto que pueda infringir un daño militar a la otra parte”. (Art. VIII). “Cada parte se compromete a
abstenerse de proporcionar cualquier ayuda a un tercer país que se implique en un conflicto armado con la
otra parte. En el caso de que una de las dos partes sea objeto de un ataque o una amenaza del mismo, las
partes comenzarán inmediatamente consultas mutuas para acabar con tal amenaza y adoptar las medidas
apropiadas para asegurar la paz y la seguridad de sus paises”. (Art. IX). El Art. X también estipulaba:
“Las partes declaran solemnemente que no asumirán ninguna obligación, secreta o pública, con uno o más
estados que sea incompatible con este tratado”.

372
El gobierno de la India negó que este Tratado fuera un pacto de defensa o una
alianza militar y subrayó que la India seguía siendo un país no alineado. En la década de
los 70 las delimitaciones en política exterior ya no eran tan agudas corno lo habían sido
durante la primera década después de la Segunda Guerra Mundial. Pakistán había
conseguido seguir siendo miembro de las alianzas occidentales a pesar de su próxima
cooperación con China, e Indira Gandhi pensó que ella también podría establecer un
pacto de amistad y colaboración con la URSS y, al mismo tiempo, mantener sus buenos
vínculos con otros países. “~ Sin embargo, muchos analistas, como Ross H. Munro,
consideran que el Tratado constituyó un paso claro de alejamiento de la política de no
alineación de la era de Nehru.’~

De cualquier forma, el interés por evitar una excesiva consolidación de la


influencia de China en Pakistán siguió teniendo suficiente peso como para que la Unión
Soviética se esforzara por conservar una complicada estrategia destinada a estrechar sus
6
lazos con Pakistán sin dañar su amistad con la India. Recientemente se ha sabido que
durante la guerra de 1971 la URSS presionó a la India para que no prolongara la guerra
más de lo imprescindible y para neutralizar cualquier anhelo por provocar el
hundimiento de Pakistán. No obstante, como indica Vernon I-Iewitt, la URSS no obtuvo
lo que esperaba de Pakistán, y durante la guerra de Afganistán se tuvo que enfrentar con
la activa y hostil oposición de Islamabad.’’

‘~ Indira Gandhi intentó reafirmar su postura de independencia frente a los dos grandes bloques realizando
a principios de noviembre de 1971, poco después del pacto indo-soviético, un viaje que le llevó a los
principales paises occidentales, Francia, la República Federal Alemana, Reino Unido y EEUU.
0 l&2. Otoño-Invierno de
~ Ver MUNRO, Ross H. “The Loser India of the Nineties”. Strateeis Studies. N
¡993. Págs. 80-89

‘6 La URSS no reconoció a Bangladesh como un Estado independiente inmediatamente después de que el


gobierno de la Áwami Lea gue se ~nstauraraen Dacca. Cuando finalmente lo hizo en enero de 1972, el
nuevo régimen pakistaní conservé las relaciones diplomáticas con Moscú, a pesar de que anteriormente
había roto sus lazos con otros Estados más pequeños que también habían reconocido a Bangladesh.

Ver HEWITT, y. Op.eit. Pág. 180

373
5.2.2. 1966-1970. UN BREVE PERIODO DE DISTENSIÓN. LA
PRIMACÍA DE LOS PROBLEMAS INTERNOS SOBRE LA DISPUTA
TERRITORIAL

Desde finales del verano de 1966 Pakistán retomó su posicionamiento de exigir


una solución política para Cachemira antes de abordar el resto de los acuerdos que se
habían convenido en Tashkent. La estrategia pakistaní se centró en la petición de un
acuerdo íntegro inmediato sobre Cachemira, mientras que la India defendió un esquema
de actuación a más largo plazo que pudiera intervenir positivamente en el monto de las
relaciones bilaterales paso por paso. Estos fueron los firmes posicionamientos indio y
pakistaní a propósito de la cuestión de Jammu y Cachemira en el período entre 1966 y
1970, años estériles en acontecimientos importantes puesto que ambos países estuvieron
igualmente acuciados por etapas de debilidad interna que centraron el interés de sus
respectivos gobiernos.

Pakistán continuó insistiendo en la celebración de nuevas conversaciones sobre


la cuestión de Cachemira, bien a través de la ONU o por medio de un diálogo directo
indo-pakistaní. Pero por lo demás, “los acontecimientos entre junio de 1966 y 1971 no
tienen mayor importancia en la historia de la disputa de Cachemira exceptuando que
revelan que los regímenes que tenían la autoridad en Pakistán se desinteresaron del
asunto”. ‘~ Pakistán, después de la guerra de 1965, se dio cuenta de que tenía muy pocas
bazas a su favor, y la administración del presidente Ayub Khan estaba cada vez más
acuciada por la inestabilidad política de su régimen.

En noviembre de 1968 se atentó contra la vida del presidente Ayub Khan.


Bhutto fue arrestado poco después junto con algunos simpatizantes provocando una
reacción generalizada por todo el país. En Pakistán Oriental una marcha de campesinos
que protestaban por la falta de alimentos desembocó en saqueos, muertes y destruccion.
En 1969 Ayub Khan entregó el poder a las Fuerzas Armadas, al mando de las cuales
estaba el general Yahya Khan. Este cambio en la cúpula del poder político pakistaní no
fue seguido de un cambio en la orientación de sus relaciones con la India. Más bien se
puede afirmar que Yahya Khan demostró una actitud algo más inflexible hacia la India

18 White Paper. Gobierno dc Pakistán. 1977. Op.cit. Pág. 117. En LAMB, A. Kashmir A Disputed
Legacy. Pág. 283

374
que Ayub y puso nuevas restricciones a los pocos vínculos que todavía existían entre
ambos países. Esta situación de inestabilidad en Pakistán, especialmente en su mitad
oriental, persistió hasta explotar en 1971, como estudiaremos en el siguiente apartado.

Si la debilidad interna en Pakistán alcanzó mayor severidad durante 1968 y


1969, la India se había encontrado con complicaciones de igual magnitud entre 1965 y
1968. La India sufría una gran escasez de alimentos y otras dificultades que hacían
sombra al escenario de las políticas exteriores. El nuevo gobierno de Indira Gandhi no
tenía más remedio que concentrarse en esos problemas internos, especialmente teniendo
en cuenta que en 1967 se celebrarían elecciones generales. Estas elecciones marcaron el
principio del fin de la tradicional hegemonía del Partido del Congreso en la India. Pero
el revés no estuvo provocado por desavenencias con las política de exteriores, sino por
las dificultades económicas y, especialmente, por la falta de alimentos.

En el frente exterior la India intentó consolidar sus vínculos con la Unión


Soviética y mejorar las relaciones con EEUU, pero los mecanismos de su política de
exteriores reflejaban, ante todo, su obsesión con la posibilidad de que se reanudaran las
hostilidades con Pakistán. Su enfoque derivó en una política de confrontación bastante
estéril que, sin embargo, sólo provocó algunos pequeños incidentes, en parte porque las
relaciones se mantuvieron en un nivel extremadamente bajo, y en parte porque ninguno
de los bandos estaba preparado para un nuevo conflicto militar.

El Consejo de Seguridad de la ONU tuvo muy poca presencia en este período.


Nadie confiaba en que insistir en el cumplimiento de sus resoluciones a propósito de la
celebración de un plebiscito pudiera dar algún resultado. Pero Pakistán, mediante la
transmisión periódica de denuncias como la manipulación de las elecciones celebradas
en Cachemira en 1967, evitó que la Organización olvidara la existencia de la disputa.

En 1969 se provocó un nuevo lapso de suspicacias a causa de la confrontación


en la Conferencia de Rabat, donde Pakistán consiguió humillar a la India frente a los
países musulmanes. Pakistán convenció a las delegaciones asistentes de que la India,
por mucho que ya hubiera enviado a sus delegados, no debía participar en una
Conferencia cuya finalidad era emitir una manifestación de repulsa contra los israelíes
por sus actuaciones en Palestina. Los delegados indios tuvieron que volver a su pais
rechazados y recibieron esta afrenta aún con más irritación teniendo en cuenta que la

375
India y Pakistán habían seguido prácticamente la misma política hacia Israel durante y
después de la guerra árabe-israelí de 1967.

Aunque desde 1966 a 1970 no se presenciaron incidentes serios, las relaciones se


deterioraron de forma notable durante el nuevo gobierno militar del presidente Yahya
Khan. No se adoptaron las medidas acordadas para reforzar las relaciones comerciales
bilaterales y las relaciones culturales y de otra índole estuvieron prácticamente
paralizadas.’9 Las relaciones diplomáticas se limitaron a intercambios de misivas que
contenían quejas y recriminaciones mutuas.

5.2.3. 1971. EL ESTALLIDO DE LA CRISIS EN PAKISTÁN


ORIENTAL. LOS PROLEGÓMENOS DE UNA NUEVA GUERRA

La gran crisis del sur de Asia de 1971, que dio lugar al nacimiento de
Bangladesh y a la tercera guerra indo-pakistaní, incluye multitud de facetas que deben
ser obviadas en este estudio en interés de la concisión. Pero muchos de sus rasgos sólo
pueden ser comprendidos a la luz de los acontecimientos presenciados antes y durante la
contienda armada de 1965 por el territorio de Jammu y Cachemira. Aunque en este
estudio no se va a analizar con profundidad el nacimiento de Bangladesh, si resulta
necesario estudiar su trasfondo puesto que afectó al conflicto objeto de esta tesis. De
nuevo, un problema particular que sólo afectaba a una de las dos naciones en pugna se
convirtió en un problema común que vigorizó la confrontación indo-pakistani por
Jammu y Cachemira.

La ruptura de los vínculos entre Pakistán Oriental y Occidental tuvo sus raíces
en el curso inestable de la historia política pakistaní tal y como había evolucionado
desde el momento de la Transferencia de Poderes en 1947. Pero merece la pena
subrayar que en 1971 uno de los motivos más recientes de disconformidad en Pakistán
Oriental era que la mayoría de sus líderes políticos se había dado cuenta de lo
perjudicial que resultaba para su provincia, especialmente para su precaria economía, la
continua confrontación indo-pakistaní. La finalización de la guerra de 1965 y la
Declaración de Tashkent, al contrario de lo que había ocurrido en Pakistán Occidental,

‘~‘ Ver BRINES, R. Op.cit. Pág. 417. En BLINKENBERG, 1.. Op.cit. Pág. 289

376
20

habían sido recibidos con satisfacción en Pakistán Oriental. Por otro lado, sus
habitantes denunciaron que Rawalpindi les había dejado indefensos ante la amenaza de
que la India atacara su territorio como había atacado al Punjab pakistaní.2’

En la India se recibió con satisfacción la noticia de que el régimen militar


pakistaní había anunciado la celebración para finales de 1970 de unas elecciones libres.
El gobierno de Nueva Delhi consideró que un gobierno democrático sería más accesible
que el estricto régimen de Yahya Khan. Pero en Pakistán, donde las dificultades internas
explotarían muy pronto, la mayoría de sus dirigentes no estaba dispuesta a dejar a un
lado sus reivindicaciones frente a la India sólo porque se estuviera pasando por una
situación interna especialmente delicada. De hecho, la campaña electoral de Bhutto
estuvo caracterizada por una fuerte postura anti-India, que le resultaba enormemente
rentable electoralmente.

La nueva crisis indo-pakistaní, propiciada por la intervención de la India en la


guerra de secesión de Bangladesh, estuvo vinculada a la disputa territorial por Jammu y
Cachemira y, como tal, tuvo repercusiones directas en el Estado. Por ello resulta
necesario dar un breve repaso a las causas y el desenlace de este importante episodio.
En especial, resulta fundamental intentar discernir si, como afirman algunos autores, en
la primera etapa de las dificiles negociaciones entre los líderes políticos de las dos
ramas de Pakistán, que más tarde condujo a una ruptura final, la India adoptó una
actitud prudente, o si, por el contrario, como sostienen otros autores, la India intervino
directamente y fue la principal responsable de la victoria de los rebeldes bengalíes y de
la fragmentación de Pakistán.

5.2.3.1. La Conspiración de Agartala y el enigmático secuc8tro del


Ganga

Cuando a finales de 1970 Yahya Khan decidió devolver a Pakistán el gobierno


civil, las elecciones de diciembre de 1970 dieron un resultado alarmante. Según los
resultados de las votaciones, Sheikh Mujibur Rahman, un bengalí que sólo lideraba el

2(1 CHOUDHURY, 6W. Op.cit. Pág. 262


2] Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 337-338. No obstante, Rawalpindi no temía esta
eventualidad porque Pekín le había garantizado que si la India atacaba Bengala Oriental su Ejército
acudiria en su ayuda.
377
territorio de Pakistán Oriental, debía ser el próximo primer ministro de Pakistán, una
perspectiva que la administración de Pakistán Occidental estudió con preocupacion.
Sheikh Mujibur Rahman no sólo era el principal líder político de Pakistán Oriental,
también era el principal representante de las corrientes políticas que pedían un mayor
grado de autonomía para su territorio, y se le acusaba de estar implicado en un grupo
clandestino secesionista que, supuestamente, había participado en la denominada
conspiración de Agartala de 1967.

Este es uno más de los muchos acontecimientos misteriosos que caracterizan la


historia de la hostilidad indo-pakistaní de los que nunca se ha sabido a ciencia cierta lo
que ocurrió ni si ocurrió realmente. Pakistán defiende que desde 1 966 se estuvieron
desarrollando conversaciones entre distintos líderes nacionalistas de Bengala Oriental,
incluyendo Sheikh Mujibur Rahman, y representantes indios en las que se estudiaron las
condiciones teóricas para una posible secesión de Pakistán Oriental.

Las autoridades pakistaníes sacaron las siguientes conclusiones de la presunta


conspiración de Agartala.22 Primero, el gobierno de la India creía que existía la
posibilidad de separar Pakistán Oriental de Pakistán Occidental bajo ciertas
circunstancias a través de la actividad de algunos movimientos de oposición bengalíes.
Dada la implicación de Pakistán Occidental en la Operación Gibraltar y su intento por
desestabilizar la posición india en el Estado de Jammu y Cachemira en 1965, la secesión
de Pakistán Oriental se consideraba en Nueva Delhi como un hecho táctica y
estratégicamente deseable. Segundo: la inteligencia india percibió la conexión práctica
que existía entre los trayectos aéreos pakistaníes que sobrevolaban laIndia uniendo las
dos mitades de Pakistán, y la vulnerabilidad de la posición de Pakistán Occidental en
Paki~tán Oriental. Si se encontraba una excusa para impedir estos trayectos aéreos se
daría una situación inmejorable para iniciar y reforzar operaciones encubiertas en
Pakistán Oriental.3
22

LAMB. A. Ka.shmir, A Disputed Legac’y. Pág. 284


23 Aunque a Sheikh Mujibur Rahman se le acusó de tomar parte en estas conversaciones y fue por ello
encarcelado en 1967, cl 22 dc febrero dc 1969 Ayub Khan tomó la decisión de liberarlo, exonerarlo de las
anteriores acusaciones y permitirle participar en las elecciones dc 1970. Esto es considerado por muchos
autores indios como una prueba de que la denominada conspiración de Agartala fue un invento diseñado
por las autoridades pakistaníes para desprestigiar al líder bengalí y al propio gobierno indio. Pero Siddiqui
defiende que la decisión fue adoptada con la intención de provocar un císma en la oposición que en
aquellas fechas organizaba la salida del poder de Áyub Khan. S¡DDIQUI, K. Op.cit. Pág. 122

378
Según Pakistán, en febrero de 1971 los requisitos de Agatala fructificaron
cuando el secuestro de un avión indio, presuntamente por unos rebeldes cachemiris, dio
una excusa a la India para cerrar su espacio aéreo a los aviones pakistaníes. El episodio
de secuestro del avión Ganga es uno de los más controvertidos de la historia de la
hostilidad indo-pakistaní, y no sólo resultó determinante para los rebeldes bengalíes,
sino que también tuvo sus repercusiones en el interior de Jammu y Cachemira.

El 30 de enero de 1971, un avión de las compañías aéreas indias llamado Ganga,


que debía cubrir la ruta desde Srinagar a Jammu, aterrizó en el aeropuerto de Lahore
bajo el control de dos secuestradores cachemiris. Los dos secuestradores pidieron que se
les concediera asilo en Pakistán, que el gobierno de la India liberara 36 prisioneros
políticos que pertenecían a una organización denominada Frente de Liberación Nacional
de Cachemira (KNLF), y que garantizara que las familias de los secuestradores no
sufrirían represalias.

El aterrizaje del Ganga provocó una reacción pública de gran entusiasmo en


Lahore, y cientos de personas, entre ellas Z.A. Bhutto, pasaron por el aeropuerto para
demostrar su apoyo a la causa de los secuestradores, que fueron tratados como héroes
nacionales: Estos hechos fueron interpretados en la India como una confirmación “de
que todo el asunto era un complot preconcebido, ejecutado con el conocimiento y el
permiso del gobierno de Pakistán”.2~

Los rehenes volvieron a la India por tierra a través de Amritsar el 1 de febrero.


La India solicitó la devolución del avión, pero antes de que las autoridades pakistaníes
hubieran tomado una decisión al respecto, uno de los secuestradores hizo explotar el
avión, episodio que fue filmado y retransmitido por la televisión pakistaní. Pakistán
lamentó la voladura del avión, pero no retiró el asilo concedido a los dos “guerrilleros
por la libertad” cachemiris bajo el pretexto de que no eran ciudadanos indios. Sheikh
Mujibur Rahman fue la única personalidad importante en Pakistán que, desde Bengala,

24 El 31 de enero Zulfikar Mi Uhurto pasó por el aeropuerto de Labore y abrazó a los dos secuestradores y
les agasajó como verdaderos defensores de la causa pakistaní. El 4 de febrero publicó un comunicado en
el que afirmaba que los dos secuestradores eran “hombres valientes” y que su hazaña había demostrado
que “ningún poder sobre la tierra podía ahogar la lucha de los cachemiris por la liberación”. RAHMAN,
M. Op.cit. Pág. 125
2$ Indira Gandhi anunció que su gobierno “consideraba al gobierno de Pakistán totalmente responsable
por permitir el cobarde crimen”. BLIiNKENBERG, L. Op.cit. Pág. 304

379
criticó la actuación de Islamabad en todo el asunto. Rahman consideró que el secuestro
había sido orquestado por el gobierno pakistaní con la intención de sabotear el proceso
de concesión de autonomía y un gobierno popular a Bengala Oriental.26 En la India se
pensó que Islamabad pretendía desviar la atención de la crisis de Bangladesh y subrayar
que todo lo que ocurría en el subcontínente debía ser analizado a la luz de la
confrontación indo-pakistaní.27

El 4 de febrero el gobierno de la India notificó a Islamabad que hasta que todo lo


relacionado con el secuestro del Ganga no fuera “satisfactoriamente resuello”, el
gobierno de la India suspendería “con efecto inmediato, los vuelos de todos los aviones
pakistaníes, civiles y militares, sobre el territorio de la India”.28 Nueva Delhi ya no
podía pedir la devolución del avión, pero sí exigió que Pakistán compensara su
destrucción y la del correo y demás cargamento que se encontraba en su interior, que
ofreciera las debidas medidas de protección para la seguridad de sus vuelos en el futuro,
y que repatriara a los dos secuestradores para que fueran juzgados por un tribunal indio.

Los diplomáticos pakistaníes, cuya labor se estaba viendo perjudicada por las
múltiples manifestaciones públicas de apoyo a los secuestradores, especialmente por
parte de Zulfikar Ah Bhutto, diseñaron una respuesta poco eficaz. El ministro de
Exteriores declaró que la entrega de los secuestradores comprometía complicadas
cuestiones de soberanía nacional y justificó así el episodio: “El incidente del secuestro
es resultado directo de las medidas represivas tomadas por el gobierno de la India en la
Cachemira ocupada. El gobierno de Pakistán lamenta que en lugar de haberse empleado
los procedimientos diplomáticos normales para su solución, el gobierno de la India haya
utilizado este incidente para aumentar la tensión entre los dos países” 29

26 SHARMA, EL. Kashmir Awakes. Pág. 238. Rahman también definió el denominado “Caso de la
Conspiración de Agartala” como “Caso de la Conspiración de Islamabad”, alegando que todo había sido
inventado por Ayub Khan y sus burócratas en Pakistán Occidental. SIDDIQUI, K. Op.cit. Pág. 162
27 The People, un periódico cercano al partido de Mujibur Rahman, publicó: “la voladura del avión indio
parece ser un movimiento calculado destinado a envenenar nuestras relaciones con la India... Apreciando
muy bien las implicaciones de la mayoría parlamentaria de la Awanii League, el Sr. Bhutto... ha dado
apoyo a la insensata acción de los secuestradores de forma que Pakistán y la India se vean envueltos en
otro conflicto sangriento”. SI-IARMA, EL. KashnuirAwakes. Pág. 239

28 LAME, A. Kashrnir. A Disputa] Legacy. Pág. 289

29 La nota continuaba: “Además de la suspensión de los vuelos de todos los aviones pakistaníes sobre el
territorio indio, la misión diplomática pakistaní y su personal en Nueva Delhi han sido objeto de
continuas manifestaciones durante los últimos días que culminaron ayer (4 de febrero de 1971) con el
380
Pakistán no accedió a las peticiones de la India y la prohibición no se revoco,
por suerte para los independentistas de Bengala, durante el poco tiempo de vida que le
quedaba al Pakistán formado por un territorio occidental y otro oriental. Esta decisión
resultó determinante en el triunfo del movimiento separatista de Pakistán Oriental, y se
ha acusado a la India de haber actuado guiada únicamente por este interés.

Mushtaqur Rahman se inclina por la teoría de que todo respondió a un complot


indio y relaciona este episodio con las inestabilidades políticas intepnas en Jammu y
Cachemira.3t~ Uno de los resultados del secuestro fue que en la India resultó más creíble
la acusación oficial de traición en contra de Sheikh Abdullah a principios de 1971. Su
partido fue prohibido y muchos de sus simpatizantes arrestados bajo la imputación de
estar implicados en actividades anti-nacionales, pero es comúnmente admitido que la
verdadera intención de Indira Gandhi fue librarse de su competencia durante las
elecciones generales de marzo de 1971.

Por el contrario, B.L. Sharma afirma que ya el 1 de septiembre de 1970 el


gobierno de la India había informado a Pakistán de que tenía datos que apuntaban a que
algunos elementos subversivos en Pakistán estaban conspirando para secuestrar un
avión indio. Nueva Delhi pidió a Islamabad que tomara medidas de prevención, pero la
única respuesta que recibió fue una petición de que la India revelara sus fuentes de
información.3í

Lo cierto es que este episodio provocó problemas y presentó posibilidades para


ambos gobiernos. En caso de que la India hubiera estado buscando una excusa para

incendio de una propiedad del alto comisionado y daños a su personal”. LAMB, A. Kashniir. A Disputa]
Legacv Pág. 289. Las manifestaciones a las puertas del Alto Comisionado pakistaní fueron realmente
inesperadas por su intensidad y por su espontaneidad. Aquel no era un momento de especial tensión en las
relaciones indo-pakistaníes, pero la cuestión del secuestro había desbordado la situación. Alrededor de
10.000 estudiantes, además de miembros de distintas facciones hindúes entre las que se incluía el Jane
Sangh, atacaron la sede del Alto Comisionado e incluso se introdujeron en ella. Las manifestaciones
tuvieron que ser reprimidas con lathis y gas lacrimógeno produciéndose algunas muertes.

RAI-IMAN, M. Op.cit. Pág. 125. El propio Sheikh Abdullah apuntó esta posibilidad y declaró el 9 de
febrero de 1971: “Existen graves dudas en mi mente y probablemente en las mentes de otros muchos
acerca de la veracidad de las historias facilitadas a propósito de los agentes responsables de este acto”.
Abdullah afirmó que el jefe de los secuestradores era un empleado de la Fuerza de Seguridad Fronteriza
india y que todo el asunto había sido organizado con total conocimiento de esta fuerza fronteriza.
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 306. Ver también., SHARMA. B.L. Kashmiriwakes. Pág. 240

~‘ SI-IARMA, B,i., Kash;nirAwakes. Pág. 233

3M
32

interrumpir los vuelos de aviones pakistaníes sobre su territorio, consiguió su objetivo.


Pero el secuestro también suscitó una oleada de reacciones que no favoreció a Indira
Gandhi frente a los partidos nacionalistas en vísperas de las elecciones generales.
Además, Pakistán explotó el episodio para devolver la cuestión de Cachemira a las
portadas de los periódicos internacionales, algo que iba en contra de los intereses de la
India. La sociedad pakistaní aplaudió con entusiasmo la actitud de su gobierno a lo
largo de la crisis. No obstante, sus dirigentes eran conscientes de las repercusiones que
podía tener a largo plazo la prohibición de sus vuelos sobre la India. Esta confusión de
efectos, beneficios y perjuicios lleva a Ajit Bhattacharjea a no desestimar la posibilidad
de que los secuestradores fueran agentes dobles.

El epílogo del episodio del secuestro del Ganga, que tanta repercusión tuvo en el
aumento de la tensión en ambos paises, es muy curioso. En abril de 19’71 una Comisión
de Investigación pakistaní proporcionó una larga serie de pruebas para demostrar que la
inteligencia india había planeado el secuestro.34 En la India no se publicó ninguna
respuesta oficial al informe, pero la opinión pública, que ya estaba mucho más
interesada por la crisis de Bangladesh que por las secuelas del secuestro, tachó sus
conclusiones de absurdas. De cualquier forma, la mano oculta tras el suceso sigue
siendo objeto de una polémica a la que se le ha dedicado minuciosas investigaciones
desde diferentes ámbitos.

En 1990, R. Sisson y L.E Rose, en un pormenorizado estudio acerca del


nacimiento de Bangladesh, definieron el asunto como un complot pakistaní relacionado

32 No obstante, Lars Blinkenberg, que se encontraban en la India a principios de 1971, afirma que la
atmósfera predominante era una de “esperar y observar” el desarrollo político interno en Pakistán, y que
la India no intervino en la crisis en su primera fase. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 307

~ Ver BHATTACI-IARJEA, A. Op.cit. Pág. 246

~‘El informe dictaminaba que Pakistán no era responsable del incidente y que no se le podía culpar por
no haber sido capaz de impedir la voladura del avión puesto que en el aeropuerto se habían reunido
grandes aglomeraciones de personas. Acerca de los posibles motivos de la maniobra, el informe consideró
que la India intentaba impedir las comunicaciones dentro de Pakistán y trastornar los movimientos de
personas y provisiones entre las dos mitades de su territorio para generar tensión entre sus dos regiones.
Blinkenberg hace notar que el informe fue publicado bastante después de que la grave crisis de
Bangladesh hubiera explotado para volver a trasladar la confrontación indo-pakistaní a primera fila. En
aquel momento, Pakistán se regía por medio dc una estricta ley marcial en la que la prensa sufria una
severa censura, y sus rotativos consideraron que el informe hacia cncajar todas las piezas como un puzzle.
BLINKENBERG, L. Op.eit. Pág. 307

382
con su esfuerzo por enfrentarse al proceso de división interna que sufría en 197 ~ Por
el contrario, Alastair Lamb concede en su obra Kas/unir. A Disputed Legacy varias
páginas a exponer los resultados de una pormenorizada investigación que le llevan a la
conclusión de que el tribunal pakistaní había acertado en sus conclusiones.36

Los autores que se resisten a creer que el secuestro fuera una operación
proyectada por la India lo hacen porque el gobierno de Pakistán no consiguió suficientes
pruebas para demostrarlo, y porque no consideran que la India pudiera ganar nada con
ello. Esta segunda apreciación es más que discutible. La derrota militar de Pakistán en la
guerra de secesión de Bangladesh, facilitada con la prohibición de sus vuelos sobre
territorio indio, fue más que beneficiosa para la India. Y en un orden más inmediato, la
prohibición de la participación de Abdullah en las elecciones generales de 1971
favoreció la amplia victoria de Indira Gandhi. De cualquier forma, hoy en día siguen sin
existir datos que demuestren de forma concluyente si el informe de Pakistán era
consistente o si las acusaciones de la India tuvieron más fundamento.

5.2.3.2. El proceso emancipador de Paki8tán Oriental

La tensión entre las dos divisiones de Pakistán no era un fenómeno reciente en


1971.~~ Las muchas complicaciones para la elaboración de una Constitución durante la
primera etapa de existencia de Pakistán estuvieron relacionadas de una u otra forma con
el recelo que existía entre los dos territorios. Uno de los pocos vínculos entre Pakistán
Occidental y Oriental era la religión y, en su origen, una cierta oposición al movimiento
nacionalista del Partido del Congreso que, de cualquier forma, siempre fue mayor en la
parte occidental que en Bengala. Pakistán tuvo muchos argumentos para sustentar su
reivindicación sobre Cachemira, pero no pudo explicar los vínculos con Bengala
Oriental ni desde un punto de vista histórico, ni lingilístico, ni geográfico, ni de origen
étnico.

~ SISSON, R y ROSE, LE. War and Secession: Pakistan, Jndia and 0w Creation ofBangladesh.
Berkeley, California. 1990. En LAMB, A. Kash,nir. A DisputedLegacy. Pág. 299. Nt. 16
36 Ver LAMB, A. Kashniir. A Disputa] Legacv. Págs. 287-293

~ El mismo nombre de “Pakistán” fue elaborado con las sílabas de las provincias occidentales de mayoría
musulmana, sin tener en cuenta a Bengala. Y la Declaración de Lahore de 1940 que perfilaba por primera
vez la creación de Pakistán declaraba que “las áreas en las que los musulmanes sean mayoria numérica en
las zonas noroccidentales y orientales de la India deberán agruparse para constituir estados
independientes”. RAZVI, M. Op.eit. Pág. 17
383
No obstante, el hecho es que Pakistán se creó como una unión de esos dos
territorios. Pero según muchos analistas, el territorio oriental nunca disfrutó de
suficiente fuerza política como para evitar ser explotado como una posesión colonial de
Pakistán Occidental.38 En 1954 tuvo lugar la primera crisis política de gravedad que
condujo al fracaso total en las elecciones en Bengala del Ah Pakistan Party, la Liga
Musulmana, mientras que el Frente Unido local obtuvo 223 de los 237 escaños
musulmanes. Estos políticos que sólo pedían más autonomía, no la independencia,
fUeron declarados traidores, se disolvió la Asamblea Legislativa de Pakistán Oriental y
se proclamó la Governor’s ru/e.3~>

Cuando Pakistán promulgó su primera Constitución en 1956 no concedió


ninguna autonomía a Bengala Oriental, y esta tendencia centralista se vio reforzada con
el régimen militar de Ayub Khan. Si los primeros líderes políticos, entre los que muy
pocos de los que contaban con prestigio a nivel nacional eran bengalíes, demostraron
escasa comprensión de las reivindicaciones de Bengala Oriental, los dirigentes militares
se acercaron aún menos a un enfoque realista del problema.

La guerra de 1965 no despertó ningún entusiasmo en Pakistán Oriental. Las


consecuencias que la contienda bélica conílevó para todos los niveles de las relaciones
indo-pakistaníes fueron algunos de los motivos que indujeron a Sheikh Mujibur
Rahman a presentar en 1966 un “plan de seis puntos” de autonomía regional que le
costó,junto con muchos de sus acólitos del movimiento emancipador, la prisión.40

Al finalizar el régimen de Ayub Khan, el gobierno de Pakistán elaboró un


estudio más profundo sobre el problema del desarrollo interno en Pakistán Oriental.4i
Yahya Khan decidió no recurrir a medios militares para reprimir las exigencias de
mayor respuesta a los intereses bengalíes. El nuevo presidente escogió la vía alternativa
y prometió restaurar la democracia. Pero un devastador ciclón que azotó Pakistán

~ Ver BURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 307-401

STEPI-IENS, (. Op.cit. Págs. 240-241

~‘Para una descripción más detallada sobre el plan de autonomía de seis puntos ver RAHMAN, M.
Op.cit. Pág. 123 y BURKE, SM. y ZIRIiNG, L. Op.cit. Pág. 398. Pie 1

“ A finales de 1968 la oposición política había avisado a Ayub Khan de que “el colapso del sistema

político establecido por él conduciría a una guerra civil”, y uno de los elementos que provocó su caída el
26 de marzo de 1969 fue el conflicto en Bengala Oriental. Ver SIDDIQUI, K. Op.eit. Pág. 124
384
Oriental y causó la muerte d~ 200.000 a un millón de personas no obtuvo la respuesta
esperada por parte de Islamabad. Yahya Khan tardó 13 días en visitar la zona afectada y
no se hicieron esperar las críticas del partido de Sheikh Mujibur Rahman y las
acusaciones de que Bengala era manejada como una colonia.42

Como se ha indicado, las elecciones generales de diciembre de 1970 supusieron


una victoria abrumadora del partido de SM. Rahman. En Pakistán Occidental el partido
dominante fue el PPP de Zulfikar Ah Bhutto con 81 de los 138 escaños. En Pakistán
Oriental era la Awanii League de Sheikh Mujibur Rahman, con 160 de los 162
escaños.43 Ninguno de los dos partidos dominantes obtuvo ni un solo escaño en el
territorio que dominaba su rival. SM. Rahman debía ser el próximo primer ministro de
Pakistán, cuya Asamblea Nacional se componía de un total de 300 diputados.

Resulta necesario subrayar que estos resultados electorales reflejaban además


una discrepancia de enfoques en los dos territorios pakistaníes a propósito de la política
que se debía desarrollar en relación con la India. Mientras que SM. Rahman deseaba
mejorar estas relaciones por el bien del comercio de Bengala Oriental, Bhutto no tenía
la más mínima intención de variar la política de rígida confrontación del anterior
regimen militar. En Pakistán Occidental Bhutto se había convertido en el político más
popular, y ello se debía en parte a su demagoga política anti-India.

En un momento dado, Yahya Khan anuncio que SM. Rahman sería el futuro
primer ministro de Pakistán al haber obtenido la mayoría en la Asamblea.44 Sin
embargo, a mitad de febrero de 1971 Bhutto advirtió que no aceptaría la puesta en
práctica del programa de seis puntos de Rahman, que no toleraría la ir~stauración de una
administración central politicamente débil, y que por ello su partido no participaría en la
sesión de la Asamblea Nacional prevista para el 3 de marzo en Dacca.45 Cuando el
presidente de Pakistán declaró el 1 de marzo que la reunión de la Asamblea Nacional se

42 “FI sentimiento de alienación impregnaba cada pueblo”. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 123

RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 123

~ SHARMA, B.L. KasAmir Awakes, Pág. 237

~ En Pakistán Occidental la opinión pública no apoyó unánimemente a Bhutto, y algunas voces criticaron
esta decisión que iba en contra de los principios democráticos tan vehementemente defendidos por el que
pronto se convertiría en primer ministro. Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 312

385
había pospuesto sine die, SM. Rahman llamó a la población de Pakistán Oriental a un
movimiento de desobediencia civil que forzó la convocatoria de la Asamblea para el 25
de marzo.

En Dacca se volvieron a desarrollar dificiles negociaciones entre los líderes


pakistaníes, pero no se llegó a ningún compromiso, y lo que ocurrió el 25 de marzo no
fue la convocatoria de la Asamblea Nacional, sino el comienzo de una operación militar
masiva en Pakistán Oriental en la que, en palabras de P.N.K. Bamzai, “tanques, artillería
y bombardeos aéreos sembraron la muerte, la destrucción y la devastación” sobre la
población bengali.4<’ Esta brutal reacción propicié el escenario para una rebelión en
contra del régimen de Yahya Khan, dando lugar a la guerra de independencia de
Bangladesh que provocó un nuevo enfrentamiento bélico en el territorio de Cachemira.

El cambio de enfoque del gobierno de Pakistán a propósito de la crisis política


en Bangladesh quedé de manifiesto en la que fue su explicación oficial de la decisión
adoptada: “Cuando el Ejército de Pakistán descubrió planes para una rebelión general”
decidió tomar la iniciativa en la noche del 25 al 26 de marzo y “frustró el intento de los
secesionistas de dividir el país”.47 Una declaración relevante de esta exposición fue que
“la situación habría vuelto a la normalidad muy pronto si no hubiera sido por la
interferencia y el impulso de la India”. El informe oficial recordaba que la raíz del
problema se encontraba en quc “la [ndia nunca aceptó realmente la instauración de
Pakistán”, y mencionaba a líderes fallecidos como Sardar Patel y episodios como los de
iunagadh y Cachemira. El informe argumentaba con rotundidad que “las iniciativas
militares de la India para apoyar a los secesionistas de Pakistán Oriental han sido
incuestionables”.

No hay duda de que la India apoyó a la fuerza democrática representada por la


Awami League una vez que las hostilidades entre las dos secciones de Pakistán

explotaron. Lo que no está claro es que la India fomentara o alentara a los disidentes
bengalíes a adoptar una actitud más radical que anteriormente. Según Lars Blinkenberg,
en la primera etapa de las negociaciones entre los líderes de Islamabad y Dacca existía

~ BAMZAI, P.N.K. Histwy of Kas/unir. Pág. 822

~ White Paper Qn the Crisis in East Pakistan. gobierno de Pakistán, 5 de agosto de 1971. En
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 313

386
en Nueva Delhi un ambiente de preocupación por el aspecto que estaba tomando este
conflicto interno pakistaní. El autor danés afirma que no existía un sentimiento de
anhelo ante una eventual división de Pakistáni’t A la India le perjudicaba más que a
Pakistán resucitar sus disputas y tampoco le interesaba una repetición de la guerra de
Vietnam en Bengala Oriental. Esta opinión no es unánime, y otros historiadores como
Lawrence Ziring y Alastair Lamb subrayan la importancia que tuvo la injerencia de la
India en el triunfo del movimiento separatista. Lamb considera que la denominada
conspiración de Agartala y el secuestro del Ganga fueron claros ejemplos de esta
implicación.49

5.2.4. LA GUERRA INDO-PAKISTANI DE 1971

5.t4A. Las conmecuencias de la guerra civil pakistaní en la India y


la intervención de Nueva Delhi

La guerra de secesión de Bangladesh adquiere gran importancia en nuestro


estudio porque aunque comenzó siendo estrictamente un movimiento de
independización de un territorio de Pakistán, acabó implicando a los ejércitos de la India
y Pakistán en una nueva guerra que de nuevo abrió un frente de batalla en Jammu y
Cachemira. La cuestión que ha despertado más controversias en este capítulo de la
historia de las relaciones indo-pakistaníes es la polémica acerca de si la India instigó la
división de Pakistán para debilitar a su enemigo y acabar con la amenaza que suponía su
presencia en .Jammu y Cachemira, o si simplemente se vio transportada por una
corriente de graves acontecimientos que afectaron a su propio territorio.

La pregunta es: ¿cómo reaccionó la India ante la rebelión popular en Pakistán


Oriental y su brutal represión por las Fuerzas Armadas de Pakistán Occidental? Después
de que Sheikh Mujibur Rahman fuera arrestado y de que Bangladesh se autoproclamara
República Popular Soberana independiente, los dirigentes indios se limitaron a

~ Hindustan Times escribió el 20 de enero: “existe un fuerte interés, del que no faltan pruebas, en que las
tres personas- el presidente, el Sheikh (Mujibur Rahman, lider de los independentistas de Bangladesh) y
el señor Bhutto- que están directamente implicados en el actual proceso político, dirijan sus esfuerzos a
proporcionar la respuesta apropiada que necesita la cohesión nacional”. Hindustan Times. 20 de enero de
1971. En BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 304

LAMB, A. Kas/unir, A Disputa] Leg’acv. Pág. 294, y BURKE, SM. y ZIR1NG, L. Op.cit. Pág. 402 y
455

387
manifestar su preocupación por la evolución de la crisis y su simpatía por la lucha de
democratización de la población bengalí. El 29 de marzo, el gobierno de la India instó a
la ONU a “tomar la iniciativa e indicar o sugerir moderación al gobierno de Pakistán e
impedir la matanza de masas” que se estaba produciendo en Bengala Oriental.5t>

La acusación de Pakistán de que Nueva Delhi había incitado e interferido en una


situación que en otro caso habría vuelto a la normalidad recibió la réplica de que el
problema fundamental de Bangladesh no tenía nada que ver con la India. Nueva Delhi
denunció que cuando el presidente de Pakistán acusó a Mujibur Rahman de traidor
había ignorado intencionadamente que el líder bengalí había obtenido una amplia
mayoría en las elecciones generales, y que esta mayoría y su famoso plan de seis puntos
habían sido aceptados por el régimen militar pakistaní, por sus políticos y por la opinion
pública.

Efectivamente, por la misma razón por la que no se le puede adjudicar a Pakistán


toda la responsabilidad por la actual sublevación popular en iammu y Cachemira,
resulta inconcebible pensar que la India hubiera podido movilizar a millones de
personas en contra de Pakistán si no hubieran existido razones de peso para que la
población bengalí se levantara en contra de una situación abusiva. Como reconoce el
autor pakistani Siddiqui, la índia puede ser culpable de haber sacado provecho de unas
condiciones que iban a debilitar a un país rival con el que ya había mantenido dos
guerras. De hecho, su simpatía por los sublevados también debe ser analizada a la luz
del prolongado conflicto indo-pakistani en el que todavía no habían sido solucionados
ni la cuestión de Cachemira ni otros muchos problemas. “Pero no es posible acusarle de
ingeniar la crisis política de febrero y marzo que condujo a la guerra civil. Aquella crisis
surgió casi enteramente de las acciones del régimen y sus amigos en Pakistán
Occidental.5í

Las hostilidades en Bengala Oriental despertaron un alto grado de tensión


política en el subcontinente. Una de las consecuencias más graves de la crisis, y el
principal argumento utilizado por la India para justificar su intervención en la guerra
civil pakistaní, fue el enorme flujo de refugiados que llegó a la India desde Bengala

~“ Ver BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 314

SIDDIQUI, K. Opeil. Pág. 163


388
Oriental huyendo de la virulenta represión del Ejército pakistaní. Alrededor de diez
millones de personas se trasladaron a territorio indio poniendo una terrible carga de
naturaleza humana, social, económica y politica sobre los hombros de la India.

Después de que el flujo de refugiados alcanzara proporciones dramáticas sin dar


señales de freno, y de que algunos diplomáticos de origen bengali pidieran asilo en la
India, la opinión pública desarrolló una profunda conciencia a favor de Bangladesh.
Algunos círculos políticos y militares indios, especialmente los vociferantes
ultranacionalistas, sugirieron acudir a la guerra para acabar con el problema. Sin duda
percibían los beneficios que se podían obtener de la desintegración de Pakistán, por lo
que aconsejaron reconocer inmediatamente al nuevo Estado independiente de
Bangladesh y explotar la dificil situación para dar un golpe que terminara de una vez
por todas con la amenaza de Pakistán.52

No obstante, Indira Gandhi secundó en principio la opinión de los que


consideraban que el reconocimiento anticipado del nuevo Estado significaría la guerra y
que la India debía ser cautelosa. Aunque el autor indio Sumit Ganguly reconoce que es
probable que la India ya estuviera proporcionando en estas fechas ayuda privada o
extraoficial,53 oficialmente Nueva Delhi decidió mantener por el momento una política
prudente de no intervención en Bangladesh.

Pero las ramificaciones del conflicto afectaban cada vez más al desarrollo de las
relaciones indo-pakistaníes y provocaron un airado intercambio de comunicados entre
Nueva Delhi e Islamabad. La India acusaba a Pakistán de desahuciar intencionadamente
a los hindúes con la intención de acabar con el problema de las minorías en Bengala
Oriental, y Pakistán acusaba a la India de estar interviniendo directamente en la crisis.54

52 Importantes personalidades indias expresaron el deseo de la desintegración de Pakistán. El director del


Instituto de Estudios de Defensa Indio elaboró un informe en el que recomendaba la guerra para privar a
Pakistán de su territorio oriental instaurando un gobierno provisional con todos los atributos de un país
soberano. En este informe se descartaba ¡a intervención de China en el conflicto y se señalaba que, de
cualquier forma, era mejor asumir el riesgo porque aunque China actuara como en la guerra dc 1965
había más para ganar que para perder. SIDDIQUI, K. Op.cit. Pág. 172

~ Según Sumit Ganguly, la inteligencia india, en concierto con el Ejército y con las fuerzas paramilitares,
especialmente la Fuerza de Seguridad Fronteriza, organizaron, entrenaron y proporcionaron santuarios a
los grupos de guerrillas que luchaban en contra del Ejército de Pakistán. GANGULY, S. Op.cit. Pág. 58

~ El 18 dejunio dc 1971 la India afirmó: “El Ejército de Pakistán está destruyendo los hogares de
ciudadanos pakistaníes que son hindúes o simpatizantes de la Au’ami League... (esto) impedirá seriamente
la vuelta a sus hogares del gran número de ciudadanos pakistaníes que se han visto obligados a buscar
389
Como en ocasiones previas, los avisos al bando opuesto para que se contuviera de
utilizar la fuerza eran recibidos como amenazas de guerra por la otra parte.55 Muy
pronto, el gobierno de la India llevó la atención en el Parlamento al peligro de que se
produjera un ataque de represalia en Cachemira.

En julio, Nueva Delhi se opuso a las ofertas de mediación internacional para


concertar negociaciones bilaterales, al igual que rehusó la sugerencia de enviar
observadores de la ONU a los dos márgenes de la frontera de Bengala. La india justificó
su posicionamiento aludiendo a tres cuestiones fundamentales: En primer lugar, el
despliegue de unos cuantos observadores en la frontera no sería suficiente para frenar el
enorme flujo de refugiados, y menos aún para convencer a los millones que ya se
encontraban en su territorio de que volvieran al horror del que habían escapado. En
segundo lugar, los seguidores de Mujibur Rahman y las autoridades indias consideraron
que esta propuesta sólo perseguía inhibir a la India de ayudar a los sublevados. De esta
forma, al igual que había ocurrido en .lammu y Cachemira, se equiparaba la
responsabilidad de la India y de Pakistán. En tercer lugar y sobre todo, estas propuestas
secundaban la teoría pakistani de que la sublevación en Bangladesh era una
continuación del conflicto indo-pakistaní, algo que la India rechazaba de pleno.56

No obstante, en esta ocasión la comunidad internacional no secundó la estrategia


pakistaní y mayormente se consideró que la rebelión en Pakistán Oriental tenía sus
origenes en las desigualdades existentes entre las dos mitades de Pakistán, y no en la
intervención de la India. La abrumadora ratificación democrática popular que había
tenido el programa político de Mujibur Rahman, la evidencia de que la población
bengalí se había sublevado mayoritariamente, y la virulenta represión que el Ejército de
Pakistán estaba ejerciendo sobre ella, configuraron la opinión pública internacional.

refugio temporal en la India”. El presidente de Pakistán realizó unas declaraciones por radio el 28 de junio
acusando a la India de su “continuada interferencia” presentándola como “una infiltración armada y una
clara incitación y asistencia a los secesionistas (que) ha aumentado la tensión entre los dos paises”.
BLJNKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 317

“ Yahya Khan declaró el 24 dejulio de 1971 en una entrevista a Statesman Weekly que ante cualquier
intento de la India por apropiarse de una parte de Pakistán Oriental declararia la guerra y que Pakistán no
se encontraría solo, sin dar más detalles acerca del apoyo exterior que esperaba encontrar. Pero en los
titulares de la prensa india la declaración se resumía afirmando que Yahya Khan se disponía a declarar la
guerra. RAI4MAN, M. Op.cit. Pág. 128
56 DAWSON, P. Op.cit. Pág. 260

390
En opinión de Siddiqui, la victoria de la India en el campo de la propaganda
internacional fue la que le indujo a implicarse en la guerra oficialmente.57 Según
Siddiqui, “la India entró finalmente en la guerra cuando quedó claro que la Awami
League o los numerosos Mu/di Bahini (guerrilleros bengalíes), a pesar de estar armados
y entrenados por la India, eran incapaces de expulsar o dañar seriamente por sí solos al
Ejército de Pakistán” 58 Pero sobre todo, como expone con detalle Lawrence Ziring, esta
decisión no se tomó hasta confirmar que China no respondería a la implicación de la
India. ~

Simultáneamente a la crisis de Bengala había ido tomando cuerpo la


aproxímacion entre EEUU y China. Ante el temor de que se estuviera entablando una
alianza EEUU-China-Pakistán, Rusia firmó el 9 de agosto de 1971 el mencionado
Tratado de Paz, Amistad y Cooperación con la India por el que ambos países se
comprometían a trabajar juntos en contra de cualquier amenaza a la paz y la seguridad
de sus territorios. Desde la perspectiva del autor indio Surendra Chopra, el tratado indo-
soviético “demostró ser todo lo que la India necesitaba para levantar la causa de
Bangladesh”.60 Por otro lado, los pakistaníes Rahman y Siddiqui destacan que en
noviembre Bhutto viajó a Pekín para obtener un posicionamiento claro hacia la crisis,
pero no consiguió ningún compromiso. A su vuelta reconoció: “probablemente Pakistán
puede esperar poca ayuda real” de China.6’ Los observadores pakistaníes llegan a la
conclusión de que, una vez eliminado el “factor chino”, la India sólo estaba esperando
una excusa para implicarse directamente en el conflicto.

~‘El autor pakistaní Kalim Siddiqui considera que esta corriente de opinión adversa se debió
fundamentalmente a una mal calculada politica oficial hacia los medios de comunicación internacionales
que se habían trasladado al subeontinente. Cuando la situación se complicó para el Ejército pakistaní,
enfrentado con un rechazo popular imbatible, y la represión militar alcanzó unos niveles de crueldad
insospechados, Yahya Khan decidió que sobraban los testigos y ordenó la destrucción de materiales
gráficos y escritos y la expulsión de la comunidad de corresponsales en Dacca. Siddiqui cree que la
reacción de los informadores fije, por ello, de animosidad en contra del régimen pakistaní, y que ello
influyó en que Pakistán fuera considerado por primera vez como un país agresor. Ver SIDDIQUI, K.
Op.cit. Pág. 164

~ SIDDIQUI, K. Op.cit. Págs. 163-164


BURKE, SM. y ZIRIINO, L. Op.cit. Págs. 402-407

60 CHOPRA, 5. Perspectives Qn Pakistan’s Foreign Policy. Pág. 200

« Enjulio los servicios secretos de la India habían interceptado un comunicado de Pekín a Islamabad en
el que el primero informaba de que, aunque Pakistán podía contar con su apoyo político, China no le
apoyaría militarmente en caso de que entrara en guerra con la India. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 127, y
SIODIQUI, K, Op.eit. Pág. 175
391
Además de los argumentos expuestos (la garantía del apoyo soviético y de la no
intervención china) existían otras muchas razones que indujeron a la India a implicarse
plenamente en la guerra de secesión de Bangladesh: l~. La India sabia que no iba a
recibir suficiente ayuda para superar el gravísimo problema provocado por la riada de
refugiados, situación que no estaba en condiciones de soportar durante mucho más
tiempo. 2~. El gobierno de la India ya estaba seguro de la incorruptibilidad del anhelo
independentista de los bengalíes, un deseo que les había impulsado a luchar en
inferioridad de condiciones en contra de un Ejército brutal. 30• Si la India no ayudaba a
los Mukti Bahini se arriesgaría a una dificil relación con un territorio vecino que
eventualmente se transformaría en una nación independiente. 40• Además, una lucha
prolongada provocaría la radicalización del gobierno que alcanzara el poder en Bengala
Oriental. 5O~ La India también se arriesgaba a sufrir un trastorno político serio en su ya
de por sí problemático territorio de Bengala Occidental si no se encontraba una solución
rápida para la crisis. Y, por último, (6~) muchos indios vejan en la lucha por la libertad
de Bangladesh una oportunidad para librarse de un vecino hostil en el este y para
debilitar al núcleo occidental de ese país hostil.

A finales de octubre de 1971 el gobierno de Nueva Delhi ya babia convocado a


los reservistas de las Fuerzas Armadas de la India.<’2 Desde mitad de noviembre, la
primera ministra india dejó de responder con claridad cuando se le preguntaba si
consideraba que la cuestión de Bangladesh debía ser solucionada por medio de la
guerra. Durante octubre y la primera parte de noviembre la tensión en las fronteras de
Pakistán Oriental creció provocando enfrentamientos directos entre tropas indias y
pakistaníes. El 3 de diciembre, Yahya Khan autorizó el comienzo desde el oeste de un
bombardeo aéreo sobre bases militares indias, supuestamente en respuesta a una
ofensiva masiva que la India habría realizado por tierra en Pakistán Oriental para ayudar
a los Mu/di Bahini. Los aviones pakistaníes penetraron en el interior de la índia y
llegaron hasta Agra, la ciudad del Taj Mahal, a más de 560 Km de la frontera de Punjab.
La India negó haber violado anteriormente el territorio de Pakistán, y así empezó la
tercera guerra indo-pakistaní.

62 Mientras, Indira Gandhi seguia adelante con su gira por algunos países occidentales. Gandhi centró sus
alegatos, básicamente, en recordar la carga que Los refugiados habían impuesto sobre la India. También
denunció que Pakistán había intentado ensombrecer la cuestión básica implicando a la ONU e
introduciendo la lucha de la población de Bangladesh en la dialéctica de la confrontación indo-pakistaní.

392
5.2.4.2. La tercera guerra indo-pakiztani

Existe un conflicto de evidencias acerca de quién dio el paso definitivo que


transformó una situación peligrosa en la denominada ‘guerra de los catorce días de
diciembre de 1971. La India argumenté que Pakistán era de nuevo responsable de haber
iniciado un ataque sorpresa en su frontera occidental.63 La versión oficial pakistaní no
niega que Pakistán bombardeara territorio indio, pero afirma que la India había iniciado
anteriormente una incursión masiva en el frente oriental.

La versión de la India encuentra cierta coartada en el hecho de que tanto la


primera ministra como el ministro de Defensa se encontraban fuera de Delhi en el
momento de la ofensiva pakistaní. Pero en esta ocasión, al contrario que en las dos
anteriores, Nueva Delhi tenía más que ganar en esta nueva contienda que Pakistán.
Probablemente por ello la mayoría de los observadores extranjeros la han considerado
responsable de la declaración de la guerra, aunque ello no implica que se dé por cierta la
proclamación pakistaní de que su ofensiva en el oeste fue posterior a una incursión
masiva india en el este.

Alastair Lamb defiende que la “guerra de los catorce días” no fue una guerra
deseada por Pakistán porque no era una guerra que Pakistán pudiera ganar.64 Lo mejor
que podían esperar los estrategas pakistaníes era algún tipo de empate en el que sus
aliados chinos y americanos proporcionaran la necesaria presión diplomática en su
apoyo, reforzada por la amenaza de lo que podría ocurrir si la diplomacia fallaba.65 Pero
puede que, una vez que la secesión del este se había convertido en algo más que
probable, Pakistán intentara salir de una situación desesperada, de la que creía
responsable a la India, despertando su eterna rivalidad en Jammu y Cachemira. El autor
pakistaní Siddiqui reconoce que aunque es dificil saber con seguridad quién abrió el
frente occidental, “lo más probable es que lo hiciera Yahya”.6<~

63 Ver RAMPAL, iN. India Winsthc¿ Wc,-. Army Educational Stores. Nueva Delhi 1971. Págs. 86-87

~ LAMB, A. Kas/unir. Á Disputed Legacy. Pág. 295


65 Bhutto reconoció a su vuelta de Pekín: “Si, sc han cometido errores; todos los hemos cometido; ellos
(la Awarni League> han sido estúpidos, y nuestros fallos son infinitos y estamos en un terrible embrollo-
reconozco todo esto”. SIDDIQUI, K. Op.cit. Pág. 175
56 SIDOIQUI, K. Cp.cit. Pág. 177

393
Inmediatamente después del comienzo de las hostilidades, las fuerzas Indias
entraron en Bengala Oriental anunciando que la liberación de Bangladesh era un
objetivo primordial de la India. El 6 de diciembre, la India reconoció la nación
independiente de Bangladesh. Pakistán rompió sus relaciones diplomáticas con la India
por primera vez desde la independencia.

Pero la guerra no le fue bien a Pakistán en ningún sentido. La India demostró


muy pronto su superioridad en una lucha que se desarrolló mayoritariamente en la mitad
oriental de Pakistán, donde las tropas Indias contaron con el apoyo de mi elevado
número de Mu/di Bahiní y con la calurosa bienvenida de una población que les recibió
como salvadores. La estrategia de la India se basó en bordear todos los centros urbanos
en su trayecto a IJacca, verdadero objetivo de la incursión, evitando batallas menores.
En lugar de dirigirse a los principales centros de asentamiento militar pakistaníes, las
tropas indias se concentraron en ocupar pequeñas localidades que cercenaban las
comunicaciones y dejaban aisladas a las tropas enemigas. La India venció con facilidad
a la fuerza aérea pakistaní, especialmente en Bengala Oriental, y los buques de guerra
indios bombardearon y bloquearon puertos en ambas partes de Pakistán, demostrando
también aqui su superioridad.67 A pesar de la brevedad de la guerra, la más corta de las
tres vividas por la India y Pakistán, tradicionalmente ha sido considerada como la más
cruenta.68

En el frente occidental la India conquistó algún territorio (ver mapa 9). En Sind
los indios consiguieron varios logros significativos y en Punjab avanzaron en dos
sectores, Sehjra, cerca de Ferozepore, y Shakargarh, en las proximidades de Sialkot. En
Jammu y Cachemira, Pakistán lanzó un ataque hacia Chhamb con el objetivo de cortar
la principal carretera entre Jammu y Srinagar. Consiguieron capturar Chhamb, perdida
en 1965, pero no llegaron más lejos. Los indios lanzaron ataques al norte de Kargil (lo

67 lina descripción ponnenorizada dc los 14 días de guerra desde el punto de vista indio en RAMPAL,
J.N. Op.cit. Págs. 86-119

~ Nada mós comenzar la contienda, EEUU asumió el liderazgo en un intento por utilizar la presión
diplomática internacional en contra de la India, pero sus esfrerzos fallaron y decidió realizar un
despliegue militar naval unilateral en la Babia dc Bengala. Por su parte, el embajador soviético en la India
aseguró a Nueva Delhi que la flota soviética en el Océano Indico no permitiria que EEUU interviniera en
favor de Pakistán. Ver RAI-IMAN, M. Op.cit. Págs. 128-129. China, como babia avisado, se limitó a
apoyar verbalmente a Pakistán con entusiasmo en la ONU. La Organización dc la Conferencia Islámica
expresó unánimemente su apoyo a Pakistán en su intento por mantener su integridad territorial y condenó
la injerencia india. Arabia Saudí, Libia, Jordania e Irán aportaron a Pakistán una significativa ayuda
militar.
394
que les proporcionó más control sobre la carretera hacia el extremo oriental de la
Frontera del Norte en Ladakh) y al este desde Tithwal, Un y la ciudad de Poonch,
obteniendo pequeñas recompensas territoriales en cada caso.

A pesar de la desafiante postura inicial del jefe del Ejército pakistaní en EJacca,
el 16 de diciembre dc 1971 se publicó la rendición de su gran Ejército de alrededor de
93.000 hombres. A la India le bastaba con conservar el statu quo en el oeste y con la
clara victoria de los independentistas en Bengala tras la ocupación de Dacca por las
tropas indias, por lo que el 17 de diciembre anunció un alto el fuego unilateral en el
frente occidental. Cuando a las pocas horas Yahya Khan ordenó a su Ejército que
ratificara la iniciativa de la India, los indios habían logrado alguno§ éxitos en varios
puntos a lo largo de la CFL, exceptuando Chhamb, pero su posición en el Estado de
Jammu y Cachemira no había cambiado substancialmente.

Pero aunque la India no obtuvo una victoria definitiva, causó grandes pérdidas
en las Fuerzas Armadas de Pakistán, que con realismo decidió no arriesgar la mayor
parte de sus contingentes en una guerra perdida de antemano.69 No obstante, lo más
humillante para Pakistán fue el número de prisioneros de guerra capturados por el
Ejército indio, 91.000 según el autor pakistaní Rahman, y de 93.000 a 97.000 según los
indios DR. Mankekar y Jasgit Singh. También se produjo un elevado número de
victimas en relación con la brevedad de la contienda, unas 10.633 sólo en el caso de la
India.7<>

~ Según el White Paper pakistani de 1977, la India ganó algo más de 880 Km2 y perdió poco más de 150
Km2. Según el autor indio Jasjit Singh, la India arrebató a Pakistán 12.800 Km2. SINGH, Jasjit. Pakistan
OecupiedKashn;ir. UndertkeJackboop Cosmo Puhlications. Nueva Delhi, 1995. Pág. 17. La India
publicó los siguientes datos acerca de las pérdidas materiales de su Ejército y del Ejército pakistaní.
Según el artículo de Statesnian Weekly dcl 25 de diciembre de 1971 que reprodujo esta información,
Pakistán habria perdido 246 tanques y la India 73, los aviones dañados serian 94 de Pakistán y 45 de la
India y, en tanto que la India sólo habria dilapidado un buque de guerra, Pakistán se habría visto privado
de 22. BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 26!

~ MANKEKAR, DR. Pakistan Cut to Size. Indian Books Company. Nueva Delhi 1972. Pág. 93, y
SINGH, Jasjit. Op.cit. Pág. 17. Estos prisioneros fueron enviados a campamentos en distintas ciudades
Indias. Durante su reclusión recibieron la visita de indios musulmanes provenientes de escuelas y
universidades que acudieron para convencerles deque la Teoria de las Dos Naciones era un error, al igual
que la posición de Pakistán en Cachemira. ‘Nunca antes los pakistanies se enfrentaron con tal
humillación; nunca antes en la historia de los musulmanes se habían rendido tantos soldados o habían
sido capturados por el enemigo”. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 129

395
Además, Pakistán tuvo que enfrentarse en la guerra de 1971 con el mismo
dilema de 1965: cómo explicar a la opinión pública una derrota no esperada. Desde
marzo se había impuesto una estricta censura en los medios de comunicación que
impidió a la población conocer la realidad de lo que estaba ocurriendo. Mientras que su
Ejército estaba siendo expulsado de numerosos frentes en el territorio oriental, la prensa
informaba de victorias de proporciones épicas. La fiebre bélica había invadido a los
pakistaníes y la población esperaba el desmoronamiento de la India. Aunque el resto del
mundo sabía que China no intervendría en la guerra, la población de Pakistán había
interpretado el viaje de Bhutto a Pekín como el comienzo de la incursión de las tropas
chinas en territorio indio a través del I-{imalayai1

Todo ello conllevé, además de la traumática pérdida de Pakistán Oriental, una


grave crisis política y la finalización de 14 años de gobierno militar en el país, que
comenzó una nueva etapa bajo el mando de la administración civil encabezada por
72
Zulfikar Ah Bhutto. Bhutto se apresuró a renovar el proceso democrático, acabó con
la ley marcial, aprobó una Constitución provisional, y liberó a Mujibur Rahman, que
muy pronto se convirtió en primer ministro de Bangladesh.

Aunque Bhutto aseguré a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU


que continuaría luchando contra la India, cuando volvió a Pakistán optó por utilizar un
lenguaje más moderado. Su deber era intentar salvar lo que pudiera de la catástrofe.

5.2.5. EL ACUERDO DE SIMLA Y LA ASPIRACION INDIA DE


TRANSFORMAR LA LINEA DE ALTO EL FUEGO EN FRONTERA
INTERNACIONAL

De los tres enfrentamientos bélicos indo-pakistaníes, la guerra de 1971 fue la


que tuvo mayores repercusiones. A nivel regional, con la desintegración de Pakistán y el
nacimiento de Bangladesh, la India resurgió como el poder dominante del
subeontinente. Este nuevo escenario acarreó cuatro consecuencias de mucha

~ Ver SIDDIQLTI, K. Op.cit. Pág. 175

72 El White Paper pakistaní de 1977, publicado en cl último año de la era Bhutto, admitia: ‘Pakistán
sufrió un desastre... La diferencia entre su fuerza militar y la de la India era más grande de lo que lo había
sido nunca... Políticamente, Pakistán estaba aislado... Pakistán estaba destrozado económicamente y
machacado psicológicamente mientras que la India sentia la euforia del triunfo”. White Papar. 1977.
Op.cit. Pág. 119. En LAMB, A. Kashrniv. A Disputad Legux. Pág. 296

396
importancia para la disputa por .lammu y Cachemira. Primero, a ojos de las autoridades
indias, socavé la principal base de la reclamación de Pakistán sobre Cachemira, que se
basaba fundamentalmente en que la religión predominante era la musulmana. Si
Pakistán no podía mantener su propia integridad sobre una base religiosa, dificilmente
podía presentar un argumento basado en la religión para reclamar Cachemira.

Segundo, con la disgregación de Pakistán la estructura de poder emergente en el


subeontinente favorecía ahora claramente a la India. La pérdida de su rama oriental
conlíevó una enorme carga simbólica, psicológica y material para Pakistán. Tras su
debilitamiento militar y su crisis política, Islamabad se vio obligado a centrar su interés
en los problemas domésticos, hasta tal punto que desde 1972 perdió la esperanza y la
energía que le habían permitido luchar durante 25 años por forzar un cambio político en
.Jammu y Cachemira. Pakistán asumió el letargo de la diputa hasta que unos 15 años
más tarde lo errores de la India incitaron el nacimiento de una sublevación nacionalista
en Jammu y Cachemira e Islamabad pudo volver a intervenir.

De cualquier forma (tercero), estaba claro que Pakistán no tenía posibilidad de


explotar la situación en Cachemira. En la guerra de 1971 la India había conseguido sus
dos objetivos, destruir la mayor cantidad posible de armamento pakistaní, y ocupar
algunos salientes estratégicos a lo largo de la CFi. Pero además, la población de
Cachemira no había dado la bienvenida al intento de invasión pakistaní, como en la
guerra de 1965, demostrando de nuevo que sus censuras en contra de la India no
revertían a favor de Pakistán.

Por último, este nuevo equilibrio militar y de poder se reflejé en el Acuerdo de


SimIa firmado por la India y un vencido Pakistán en 1972 en un intento por acabar con
todas las causas de conflicto entre los dos países, incluida Cachemira. Este acuerdo es
invocado desde 1972 por las autoridades indias como el único compromiso no obsoleto
que compromete a su gobierno y al pakistani a respetar ciertas normas de juego en su
búsqueda bilateral de puntos de encuentro. La trascendencia de este acuerdo es
fundamental y merece un estudio detallado.

Nada más finalizar la guerra, la India y Pakistán comenzaron los contactos para
restaurar las relaciones normales entre ambos países. La India dejó claro desde un

397
principio que no aceptaría terceras partes.73 Indira Gandhi sugirió a Bhutto un encuentro
de emisarios de ambos países para preparar una cumbre. La India estaba proyectando
alcanzar un acuerdo general que acabara con todas las causas de controversia entre los
dos países en un momento en el que podía sacar partido de su victoria en la guerra.
Desde el 26 de abril de 1972 se celebraron varios encuentros a nivel de delegados entre
la India y Pakistán acompañados por una incesante intervención diplomática
internacional.

La India quería terminar para siempre con el problema de Cachemira y forzar a


Pakistán a aceptar la transformacién de la CFi, si era necesario introduciendo algunos
cambios, en la frontera internacional.74 Pakistán defendió un enfoque gradual, relegando
la cuestión de Cachemira hasta otro momento que le fuera más favorable. Las
cuestiones que presentaban mayor urgencia para Pakistán eran la retirada de las fuerzas
indias que hablan ocupado parte de su territorio durante la guerra, la liberación de los
prisioneros de guerra pakistaníes, y el reconocimiento del derecho de autodeterminación
de la población de Cachemira.

Zulfikar Ah Bhutto e Indira Gandhi se encontraron finalmente en SimIa entre el


28 de junio y el 3 de julio de 1972. En un primer momento no se alcanzó ningún
consenso. Ambos bandos defendían enfoques radicalmente opuestos. El problema,
como siempre, era Cachemira. Pakistán rechazó la transformación de la CFL en frontera
internacional, y en un principio también se opuso a que se convirtiera en una línea de
control. No obstante, el 3 de Julio de 1972 se comprometió con la firma del Acuerdo de
SimIa a respetar “la línea de control que surge del alto el fuego del 17 de diciembre de
1971... sin detrimento de las posiciones reconocidas de cada bando. Ningún bando
intentará alterarla unilateralmente, independientemente de diferencias mutuas y de
interpretaciones legales. Ambos bandos también se comprometen a contenerse de la
amenaza o el uso de la fuerza en violación de esta linea.~

~ Ver BAMZAI, P.N.K. History o/Kashmir. Pág. 830

~‘ La India propuso 3 mapas, uno reflejando la anterior CEL convenida en frontera internacional, otro con
La frontera propuesta durante las conversaciones que siguieron a la guerra sino-india de 1962, y el último
con una nueva frontera basada en consideraciones estratégicas indias. RAI-IMAN, M. Op.cit. Pág. 131

Tcxto íntegro en CI-IOPRA, S. Post Simia Indo-Pakistan Reiarions. Apéndice II

398
Los párrafos más importantes del Acuerdo de Simía que no estaban centrados en
la cuestión de Cachemira también estipulaban: “... los dos países están decididos a
solucionar sus diferencias por medios pacíficos a través de negociaciones bilaterales o
por cualquier otro medio pacifico acordado mutuamente entre los dos. Antes de llegar a
un acuerdo final sobre cualquier problema entre los dos países, ningún bando alterará
unilateralmente la situación y ambos impedirán la organización, ayuda e incitación de
cualquier acto que perjudique la conservación de relaciones armoniosas.... Las
principales cuestiones y causas de conflicto que han envilecido las relaciones entre los
dos paises durante los últimos 25 años serán resueltas por medios pacíficos, y siempre
respetarán la unidad nacional del otro, su integridad territorial, su independencia política
y soberanía.... De acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas, se abstendrán de la
amenaza o el uso de la fuerza en contra de la integridad territorial o de la independencia
política de cada uno’.

Una implicación directa del Acuerdo de Simia es que la CII, que desde aquel
momento se conoce como Línea de Control o Línea de Control Actual (LOC o LOAC),
es considerada a todos los efectos la frontera de/&cto entre las esferas de influencia de
la India y Pakistán. La LOC de 1972 siguió las pautas de la CFL de 1949 con unas
variaciones fronterizas mínimas.76 Pero, además de acordar lo que en realidad suponía
poco más que un mero cambio en la denominación de la frontera, ¿qué pasaba con el
estatus del Estado de Jammu y Cachemira? El Acuerdo de SimIa evitaba
cuidadosamente este lugar común con la referencia hecha a la necesidad de resolver por
medios pacíficos “las principales cuestiones y causas de conflicto” que tanto habían
perjudicado a las relaciones indo-pakistaníes durante las dos décadas y media anteriores.

Indira Gandhi consideró que el Acuerdo de SimIa no amenazaba de ninguna


manera su afirmación de que el Estado de Jammu y Cachemira era parte integrante de la
Unión India y, prácticamente, daba el conflicto por finalizado. De hecho, con la frase
“los dos paises están decididos a solucionar sus diferencias por medios pacíficos a
través de negociaciones bilaterales”, la India creyó haber obtenido una gran victoria
diplomática al lograr una aceptación del principio de bilateralismo que tanto tiempo

En comparación con el mapa de 1949, en 1972 la India había ganado territorio en las áreas al norte del
río Jhelum, incluyendo la orilla oriental del Kishinganga entre Titwhal y Lunda, y la zona en la orilla
norte del Indo en la que se encuentran Thang y Turtok. Ver detalles sobre la nueva delimitación fronteriza
en CI-IOPRA, 5. Post Simia Indo-Pakistan Relations. Págs. 60-77

399
llevaba defendiendo y que tan poco interesaba a Pakistán por ser la parte más débil en la
disputa. Pero Zulfikar Ah Bhutto se apresuró a moderar las esperanzas indias nada más
llegar al aeropuerto de Lahore desde Simia el 3 de julio de 1972: ‘Sobre la cuestión
fundamental de Cachemira- declaró Hhutto- no hemos suscrito ningún compromiso. Les
dijimos a los indios categóricamente que la población de Cachemira debe ejercer su
derecho a la autodeterminación. Esta era una cuestión que sólo puede ser decidida por la
77
población de Cachemira

En otras palabras. que el problema de Jammu y Cachemira no debía ser


considerado como una disputa territorial sino como un movimiento nacionalista en el
que lo principal era discernir lo que la población quería hacer con su futuro. La política
interna cachemirí continuaría siendo objeto de estudio por parte del gobierno de
Pakistán. El reto que Bhutto lanzó a la India en aquellas declaraciones era claro,
dependía de la India demostrar a la opinión pública mundial que los habitantes de
Jammu y Cachemira estaban deseando aceptar lo que la India les podía ofrecer. Lo que
no está tan claro es si estas manifestaciones respondían al verdadero espíritu de la
política que Bhutto se disponía a abordar después de Simía o si sólo estaban destinadas
a apaciguar a la opinión pública dándole a oírlo que quería.

5.2.5.1 El verdadero significado del Acuerdo de Simia

El Acuerdo de SimIa de 1972 se ha convertido en el documento que más se


invoca actualmente, por encima de las resoluciones de la ONU, en los distintos foros
internacionales y, especialmente, por parte de las autoridades indias.

La India defiende que el Acuerdo de Simía elimina todos los compromisos


adquiridos con anterioridad sobre la cuestión de Jammu y Cachemira y puede
interpretarse como una sustitución de los acuerdos mediados por la ONU. También
afirma que, después de su firma, el Acuerdo impide el traspaso de la cuestión de
Cachemira a la ONU o a cualquier otro foro internacional y que su discusión está
limitada al ámbito bilateral.

No obstante, el texto del Acuerdo de SimIa determina que ambos países deben
respetar la LOC, que se distingue con este término de una frontera internacional, y

“RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 132


400
resolver sus diferencias con negociaciones bilaterales pacíficas, “o cualquier otro medio
acordado mutuamente”. El acuerdo aclara la tabla de condiciones para una solución (que
puede buscarse por medio de la celebración de un plebiscito), y deja abierto el paso a
cualquier tipo de procedimiento que satisfaga a las partes.

De esta forma, Pakistán sostiene que el Acuerdo deja claro que la solución final
del conflicto de Cachemira es ~~unade las principales cuestiones y causas de conflicto”
que está en espera de solución. También que protege explícitamente las posiciones
reconocidas de cada bando, con lo que la posición de Pakistán está reconocida por la
comunidad mundial. A propósito de la exclusividad de las negociaciones bilaterales
para alcanzar una solución, Pakistán declara que el párrafo 1(i) prevé concretamente que
los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas gobernará las relaciones
entre las partes, y que el párrafo 1(u) no excluye recurrir ~ cualquier otro medio
pacífico acordado bilateralmente” para alcanzar un acuerdo en las disputas y diferencias
según la Carta de las Naciones Unidas.

Pero además de esta disparidad de interpretaciones del texto oficial del Acuerdo,
actualmente los autores indios defienden que la extensión real de lo acordado en Simía
superó con mucho la versión oficial que los dos países implicados expusieron frente a
sus respectivas opiniones públicas, y que Bhutto accedió a reconocer la LOC, a largo
plazo, como frontera internacional definitiva entre los dos países.

FN. Dhar, anterior secretario de la ex primera ministra Indira Gandhi y figura


importante en las negociaciones de Simía, ha afirmado que Indira Gandhi elaboró los
términos de la propuesta india haciendo notar, ante todo, que la transformación de la
CEL en frontera internacional de/acto era la única solución practicable para el conflicto
de Jammu y Cachemira. Ambos gobiernos se habían comprometido a no aumentar o
reducir el territorio bajo su control por medio de la guerra y a evitar desplazamientos
masivos de población. Por ello, teniendo en cuenta que la LOC era una frontera étnica y
lingiiística (los cachemiris, como comunidad étnica, permanecían unidos en el lado
indio), e incluso ideológica (Jammu y Ladakh deseaban su integración en la India, y el
Valle de Cachemira permanecía bajo la influencia de Sheikh Abdullah que, a pesar de
su indisciplina, no deseaba la adhesión a Pakistán), su transformación en frontera
internacional presentaba la mejor fórmula para solucionar los distintos dilemas.

401
Según Dhar y un ex secretario de Exteriores de Indira Gandhi, T.N. Kaul, Bhutto
acabó coincidiendo en que la solución propuesta por la India era la única posible, pero
se negó a incluir estas disposiciones en el Acuerdo porque exaltaría a Ja opinión pública
de su país.78 Pakistán no sólo estaba psicológicamente afectado por su derrota en la
guerra, sino que además se enfrentaba con el reto de consolidar una democracia reciente
después de 14 años de dictadura militar. Así que Bhutto se comprometió a trabajar para
conseguir su aplicación en la práctica después de cierto tiempo, y propuso renovar las
negociaciones sobre esta cuestión cuando la situación en su país se hubiera
normalizado. Sus interlocutores indios aceptaron el compromiso verbal.

Parece ser que se llegó a la conclusión de que la introducción de cláusulas


secretas en el Acuerdo era incompatible con el deseo de construir una estructura fuerte
como base para una paz duradera. Por lo tanto, se decidió que las cláusulas del Acuerdo
se redactarían de tal forma que facilitaran el cumplimiento de lo que se estaba
insinuando entre líneas. Dhar ha señalado que la más importante de éstas es la sub-
cláusula 4 (u) que dice: “En Jammu y Cachemira, la línea de control que surge del alto
el fuego del 17 de diciembre de 1971 será respetada por ambos bandos sin detrimento
de las posiciones reconocidas de cada bando. Ningún bando intentará alterarla
unilateralmente, independientemente de diferencias mutuas y de interpretaciones
legales. Ambos bandos también se comprometen a contenerse de la amenaza o el uso de
la fuerza en violación de esta línea”.

Según el ex secretario de Indira Gandhi, la frase “sin detrimento de las


posiciones reconocidas de cada bando” fue una concesión a Bhutto para evitarle críticas
internas. Pero para prevenir el abuso de esta concesión y para establecer una base para
un acuerdo futuro sobre la cuestión de .Jammu y Cachemira, se incorporaron las frases
segunda y tercera, y la sub-cláusula debe ser leída en su conjunto.

Así es también como algunos testigos neutrales que siguieron las negociaciones
desde cerca interpretaron el Acuerdo, Peter l-lezelhurst, corresponsal en Simia de The
London Times, en su artículo “Concesiones en la conferencia de SimIa generan
esperanza de un acuerdo en Cachemira”, describió el acuerdo como un histórico paso

78 Ver DI-lAR, P.N. ‘Kashmir: The SimIa Soltition”. Mainstream. 15 de abril de 1995, IAISINGI-I, 1-1.
Op.cit. Pág 209, y NOORANI. A.U,. Op.cit. Págs. 200-204

402
adelante en los prolongados esfuerzos por resolver las diferencias entre los dos países.
Acerca de la sub-cláusula 4 escribió: “aparentemente esto significará que Pakistán ha
aceptado solucionar la cuestión de Jammu y Cachemira bilateralmente con la India y
que el presidente Bhutto de Pakistán no trasladará la disputa a Naciones Unidas... Esto
supondría una importante concesión a Indira Gandhi, primera ministra de la India, que
ha invocado el bilateralismo como medio para solucionar la cuestión de Cachemira y
otras disputas con Pakistán. El Acuerdo también estipula que las dos partes han
acordado reconocer la línea de alto el fuego en Jammu y Cachemira tal y como se fijó
79
después del final de la guerra en diciembre y convertirla en una frontera de paz

Según Flezelhurst, Bhutto no sólo accedió a transformar la línea de alto el fuego


en una línea de control, para la que utilizó el término “línea de paz’, sino que acordó
que poco a poco le iría confiriendo “las características propias de una frontera
internacional”, según sus propias palabras. La transición debía tener lugar por medio de
algunas medidas como la reapertura del tráfico, la adhesión de la Cachemira pakistaní a
Pakistán, o la renovación de las relaciones comerciales. Es decir, cualquier medida que
contribuyera a que las poblaciones a ambos lados de la LOC comenzaran a percibir esta
división como la frontera internacional definitiva entre ambos países.

Uno de los colaboradores de ZA. Bhutto explicó el acuerdo, alcanzado por su


superior al corresponsal de The New York Times, James P. Sterba, y éste interpretó sus
informaciones en un artículo en el que afirmaba: ‘El presidente Bhutto, el primer líder
civil en 14 años, llegó a SimIa dispuesto a alcanzar un compromiso. Según algunas
fuentes cercanas a él, estaba deseando renunciar a los dos tercios de Jammu y
Cachemira ocupados por la India que contienen cuatro quintas partes de su población y
el valioso valle denominado el Valle, y está de acuerdo en que una línea de alto el
friego- que se tendrá que negociar- se convertirá gradualmente en la frontera entre
ambos países. La palabra clave es “gradualmente”. El presidente Bhutto desea
normalizar la línea de alto el fuego- con comercio y tráfico a través de ella- y llegar a un
compromiso secreto con Indira Gandhi por el que dentro de unos años emerja una

~ The Times. Londres. 4 dejulio de 1972, en DHAR, P.N. ‘Kashmir: The Simia Solution”. Mainstream
15 dc abril de 1995

403

.
frontera formalmente reconocida, durante los cuales él preparará a su población sin que
se produzcan revueltas y sin que su gobierno sea desalojado”.80

OP. Kapoor y Surendra Chopra son dos de los autores indios que defienden que
éste fue el verdadero compromiso alcanzado por los dos líderes, y que ésta fue la
solución de Simia para el conflicto.8’ Pero Bhutto se desvinculé posteriormente de su
promesa y retomó el anterior posicionamiento de su país acerca de la cuestión de
Cachemira, disposición que el tratado habla hecho posible con su ambigua redaccion.
Por su parte, el pakistaní Abdul Sattar niega categóricamente que Bhutto accediera en
secreto a una solución que perjudicaba tanto a los intereses de su país y denuncia el
poco fundamento de una teoría sobre la que no existe ni un solo documento que la
corrobore.82

En efecto, Bhutto, a su vuelta a Pakistán, continué con su electoralmente


rentable política de combatir a la India y pudo presentar el Acuerdo de SimIa como lo
que realmente fue, un gran triunfo diplomático de su delegación. Sea o no cierto que
Bhutto deseaba realmente acabar con la cuestión de Cachemira mediante la
transformación gradual de la CFL en frontera internacional, lo cierto es que actualmente
Pakistán mantiene que la rebelión popular en el Valle de Cachemira convierte los
compromisos adquiridos en Simja en obsoletos.

A principios del siglo XXI, después de más de una década de insurrección en


Cachemira y de la renovación de los esfuerzos pakistaníes por internacionalizar el
conflicto, muchos analistas indios critican duramente a los negociadores de SimIa por
no haber aprovechado una clara posición de ventaja para hacer oficial y definitivo el
nuevo estatus de la CFI. I3alraj Madhok y Pannalal Dhar lamentan que la India
devolviera los territorios conquistados durante la guerra a Pakistán, que aceptara la
posición de Islamabad en las Áreas del Norte y Azad Kashmir, y que reconociera que
estaba a la espera de “un acuerdo final”. En suma, que permitiera el retroceso a la

y>STERBAR, James. “The Simia Agreement. Behind the Progress Reports Ihere is thc Possibility of a
Secret Agreement’. The New York Times. 3 dejulio de 1972, en DI-lAR, P.N. “Kashmir: The SimIa
Solution”.

<> Ver CI-IOPRA, 5. Post Simia Indo-Pakistan Reiations. Págs. 43-44, y KAPOOR, OP. Op.cit. Pág. 51

$2 SATTAR, Abdul. “Simia Pact: Negotiation Under Duress” Recional Studies. Islamabad, verano de
1996

404
misma situación del 1 de enero de 1949. “El Acuerdo de Simía firmado enjulio de 1972
transformó una vez más la victoria militar de la India en una derrota política y
diplomática” 83

Estas valoraciones ignoran el aspecto más importante del Acuerdo de Simía,


que consiste en que no sólo proporcionaba los mecanismos para solucionar el conflicto,
sino que preveía la solucion misma. En su momento, el Acuerdo de Simía suponía el
único remedio para acabar con el dilema territorial de Jammu y Cachemira. Y en la
actualidad, a pesar de todo lo que se ha agravado la situación, sigue sin presentarse
ningún esquema de resolución que no parta de sus criterios básicos. La India está mucho
más dispuesta que Pakistán a invocar el espíritu de Simía, pero no se puede ignorar que
su posición frente a los cachemiris ha perdido muchos puntos desde 1972.

La India creyó que con la firma del Acuerdo de Simía Pakistán había perdido
definitivamente los instrumentos que le habían permitido mantener su desafio porque
durante muchos años no hizo un uso significativo de ellos. En efecto, Pakistán pareció
renunciar a la presión internacional y al recurso a las armas para evitar que el mundo se
olvidara del conflicto y para intentar apoderarse de Cachemira por medio de la fuerza.
Pero no lo hizo porque se considerara comprometido por la firma del Acuerdo de SimIa,
sino porque se convenció de que no le iban a aproximar al desenlace deseado. Por ello
no es de extrañar que, cuando durante la segunda mitad de la década de los 80 se
presenciaron los primeros síntomas de lo que pronto se convertiría en una sublevación
islámica, Pakistán aprovechara esta nueva vía de intervención en Jammu y Cachemira.
Ello también explica su impugnación al que debió ser el compromiso real de Simía, el
que defiende la India, puesto que de otra forma no se explica que Indira Gandhi no
sacara más provecho de la debacle pakistaní de 1971. Pakistán sabe que en el escenario
actual, con un levantamiento armado en Jammu y Cachemira, puede luchar por sus
reclamaciones territoriales desde una posición mucho más favorable a la que tenía en
1972.

MADHOK, BR. Op.cit. Pág. 1407. Ver también DI-lAR, P. Op.cit. Pág. 112

405
CAPÍTULO VI. TRASFONDO POLÍTICO Y SOCIAL DE LA
SUBLEVACIÓN NACIONALISTA EN JAMMU Y CACHEMIRA

La transformación del escenario politico y social en la India


bajo el gobierno de Indira Gandhi y la respuesta. social en
Jammu y Cachemira: el gradual abandono de las demandas
de autonomía a favor de disposiciones secesionistas y/o
islámicas

6.1. EL CENTRALISMO DE INDIRA GANDRI COMO FACTOR


DECISiVO EN lA R¿WTURA PQLÚn ENTRE NUEVA DELHI Y LOS
NACIONALISTAS CACIIE5HRJS

6.1.1. 1966-1977. LA PRIMERA ETAPA DE LA “ERA INDIRA


GANDHI”. LA SUPEDITACIÓN DEL TRATAMIENTO DE LA CUESTIÓN
DE CACHEMIRA A LA EVOLUCIÓN DE CUESTIONES POLITICAS
AJENAS AL CONFLICTO

Después de la Conferencia de Tashkent, que selló la paz entre la India y Pakistán


al finalizar la guerra de 1965, y de la inesperada muerte de Lal Bahadur Shastri, Indira
Gandhi subió al poder en la India el 19 de enero de 1966 comenzando la etapa de mayor
ebullición de los movimientos políticos de oposición a la dominación del Centro. Este
proceso no sólo tuvo lugar en .Jammu y Cachemira, sino en todas aquellas regiones
donde existía una conciencia de diferenciación y ansias de autogobierno. Como en un
círculo vicioso, estas corrientes centrifugas se intensificaban a medida que el estilo de
gobierno centralista y partidista de Indira Gandhi se iba haciendo más asertivo en
respuesta al empuje emergente de estas fuerzas políticas regionalistas y ajenas al Partido
del Congreso.

Los dos períodos de gobierno de Indira Gandhi adquirieron relieves propios en


función de un factor que se mantuvo constante: la preponderancia del interés por
mantener y extender su dominio personal y el de su partido sobre el diseño de políticas
orientadas a dar respuesta a las dificultades que presentaba la nación. La primera fase,
que comienza en 1967 y se manifiesta con más rotundidad después dc la división del
Partido del Congreso en 1969 entre los defensores y detractores de la primera ministra,
407
puede denominarse como la “etapa socialista”. Durante estos años, hasta la destitución
de su gobierno en 1977. Gandhi intentó restaurar la debilitada fuerza de su partido
apelando a las clases más desfavorecidas y utilizando un discurso de corte socialista que
le valió una importante victoria electoral en las elecciones de 1911. El triunfo de su
estrategia socialista se vino abajo con la declaración del estado de emergencia entre
1975 y 1977, años en los que Indira Gandhi pareció abandonar cualquier compromiso
con la democracia parlamentaria y que encontraron una respuesta en su derrota electoral
en 1977. Estos fueron los años en los que Gandhi refinó su estilo de injerencia en
aquellos gobiernos de los estados federados que no se encontraban bajo el control del
Partido del Congreso, utilizando las prerrogativas de los gobernadores escogidos por el
Centro para destituir los gobiernos a su antojo. Durante estos años también se desarrolló
una de las características peculiares de su estilo de gobierno, una desconfianza innata
que le hacía recelar de sus propios gobiernos en los estados. Gandhi destituyó, de una
manera que habría resultado impensable en tiempos de su padre, a aquellos ministros
jefes que demostraron el más mínimo síntoma de independencia de Nueva Delhi.

La segunda fase de la “era Indira Gandhi” comienza con su vuelta al poder en


1980 después del colapso del primer gobierno nacional no dominado por el Partido del
Congreso. Desde la perspectiva de la cuestión de Cachemira es la más trascendental.
Estos años, hasta 1984, cuando Gandhi muere a mano de separatistas sijs, se han
denominado el “período hindú” porque el Congreso optó por presentar resistencia a la
fuerza emergente del nacionalismo hindú recurriendo a los mismos reclamos que su
rival. Esta etapa supuso el comienzo del fin del compromiso de los gobiernos de Nueva
Delhi con el secularismo, convirtiendo desde entonces los reclamos comunales en
instrumentos recurrentes de los partidos políticos.

6.1.1.1. La reaparición de Sheikh Abduflah y su efímera campana


por la celebración de un plebiscito de autodeterminación

En 1967 se celebraron elecciones en todos los estados indios. En las elecciones


de Jammu y Cachemira el Pradesh Congress de G.M. Sadiq obtuvo una mayoría
aplastante. Los 73 escaños de la Asamblea Legislativa se repartieron de la siguiente

Ver HEWITT, y. Op.eit. Pág. ¡33, BAZAZ-MALIK, Cauri. ‘Frosion of Indian Nationalism anó
Democracy in Kashmir’. Tbe Radical 1-Iumanist. Abril de 1991. Págs. 39-46, y GANGULY, S. Op.cit.
Págs. 64-66
408
forma: 60 para el Pradesh Congress, 8 para la nueva Conferencia Nacional revivida por
Bakshi Ghulam Mohammed, 3 para el .Jana Sangh (que en 1964 había aceptado la
fusión con el Jammu Praja Parishad en su organización política a nivel nacional), y 2
para independientes. Los resultados demostraron que la política de democratización de
Sadiq había permitido un abanico algo más amplio de representación, y, según P.N.
Bazaz, “al contrario que en las ocasiones anteriores, hubo poca evidencia de que el
partido gobernante se dedicara al bandolerismo para aterrorizar a los oponentes”.2 No
obstante, como ya era normal, el proceso fue corrompido por medio de la presentación
de muchos candidatos sin oposición y del control estricto de las candidaturas. La
mayoría de los líderes de la oposición más influyentes seguían encarcelados, por lo que
el Frente por cl Plebiscito boicoteó las elecciones, y sólo el 50% del electorado votó.

De cualquier forma, Russel Brines destaca acertadamente que “los resultados


indicaron que el sentimiento anti-India, como una emoción política constante, no era
suficientemente fuerte en el Valle como para superar el carisma de los nombres bien
conocidos y los mecanismos prácticos de la maquinaria política”. “El Estado
permaneció en tranquilidad a pesar de una campaña electoral particularmente disputada”
y de la permanencia de muchos de los principales líderes estatales en la cárcel.3 Estas
elecciones dejaron de manifiesto, una vez más, aquella particularidad de la sociedad
cachemiri que tanto exasperaba a Pakistán y por la que tanto se la había conocido a lo
largo de los siglos.

Probablemente a causa de su casi ininterrumpida historia de dominación por


poderes externos, los cachemiris habían desarrollado un enorme grado de conformismo
y sumisión que sólo se veía quebrado ante determinadas coyunturas para volver a surgir
después como ingrediente dominante de su participación en política.4 Sólo la
combinación de fuertes influencias externas y notables cambios en la configuración de

2 BAZAZ, P.N. Kashmir ¡a Crucible. Pág. 5?

BRINES. Op.cit. Págs. 430-431, en BLINKENBFRG, L. Op.cit. Pág. 298

Los cachemiris eran descritos a mitad del siglo XX como un pueblo más inclinado a huir que a luchar,
que “invita a la opresión... una sucesión de conquistadores han hecho usual su inclinación natural hacia la
esclavitud. una población sin remedio”. FOREES, Rosita. India ofthe Princesw. The Right Book Club.
Londres 1939. Pág. 277. Dos autores citados por Blinkenberg hablaban de una “raza de varones
afeminados, del cachemiri común como un cobarde, un hombre sin autoestima”, y de “gente amable,
amistosa, de poco nervio, que cuando hay problemas ladra con fuerza pero rara vez muerde”. Ver
BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 63

409
la sociedad cachemirí a lo largo de la década de los SO fueron capaces de provocar por
primera vez una reacción popular, que ya no estaba únicamente protagonizada por la
minoritaria clase política, en contra de unos abusos que habían comenzado más de 3
décadas antes.

Entre 1967 y 1968 el gobierno de la India se sintió tan seguro de haber


dominado la situación interna en Jammu y Cachemira que accedió a completar el
proceso de liberación de aquellos políticos contestatarios que todavía se encontraban
bajo algún tipo de arresto. Tras su liberación, los pronunciamientos de Sheikh Abdullah
a propósito de la vinculación de iammu y Cachemira con la India no transmitieron un
planteamiento claramente definido. Como reclamación irrenunciable continuó la
defensa del plebiscito. Y como elemento retomado de las últimas negociaciones con
Nehru, pero altamente perturbador para la clase política dominante en la India, se
encontró la insistencia por presentar la disputa de Jammu y Cachemira como un
conflicto entre tres partes. Abdullah defendía que Pakistán tenía unas reivindicaciones
legítimas que debían ser conciliadas con las de la India y Cachemira, e insistía, para
regocijo de aquellos que denunciaban sus tendencias propakistaníes,5 en la necesidad de
establecer negociaciones con la nación islámica.6

En octubre de 1968 y junio de 1970 Sheikh Abdullah auspició en el seno de una


Convención Popular la celebración de dos rondas de debates sobre los distintos modelos
de instauración a los que podía aspirar Jammu y Cachemira. En ambas convenciones se
reunieron más de 200 participantes cachemiris e indios, políticos, abogados, periodistas,
empresarios, intelectuales... La intención era crear un foro de debate en el que tuvieran
cabida todas las ideologías y estudiar las distintas propuestas que se sugirieran para la
solución del problema. Pero en realidad el foro se convirtió en el vehículo de expresión
de aquellos círculos políticos e intelectuales críticos con la política de Nueva Delhi en el
Estado y con el gobierno de CM. Sadiq, excluyendo a los partidos hindúes.

Ver SHARMA, B.L. Kashmh-Áwakes. Págs. 125 y 166. B.L. Sharma dedica el Capitulo II de su obra a
exponer algunos datos que, presuntamente, incluso implicarian a Abdullah en la invasión pakistaní de
1965. Ver también KAPOOR, OP. Op.cit. Págs. 20, 24, 26-27

La primera ministra rechazó la sugerencia de restaurar el proceso dc mediación de Abdul¡ah entre la


India y Pakistán iniciado durante el último mes de vida de su padre. Ver ABDULLAH, 5. Op.cit. Págs.
161-162 y PALIT & PAUl PL’BLISIIFRS. Op.eit. Pág. 90. Los esfuerzos de acercamiento del lider
eachemiri a Pakistán volvieron a ser utilizados por sus enemigos en su contra. Ver LAMB, A. Kashmir. A
DisputcdLegacy. Pág. 283, y PALIT & PALIT PUBLISHBRS. Op.cit. Págs. 82-83

410
En ambas sesiones se presentaron múltiples propuestas para solucionar la
cuestión de Cachemira desde muy variadas perspectivas, siendo la defensa de la
autodeterminación apoyada casi de forma unánime, y la integración en Pakistán sólo por
uno o dos, según la fuente, de los ponentes.7 Las resoluciones que siguieron a ambas
convenciones no se pronunciaron con claridad a propósito de la vinculación del Estado
con la India, Pakistán o su establecimiento independiente. Sólo se centraron en la
propuesta de dividir administrativamente Jammu y Cachemira dentro de un programa
de descentralización a nivel nacional, en sus unidades constituyentes organizando todo
el Estado con una estructura federal. Una vez que esto se hubiera logrado, seria posible
y necesario negociar la futura instauración del Estado.8 Las resoluciones de ambas
convenciones dejaron “la puerta abierta para Pakistán, la India, o la independencia”.9

Esta pragmática actitud de Abdullah fue aplaudida por aquellos indios que le
seguían prestando su apoyo desde un punto de partida de moderación y defensa del
cumplimiento de aquellos compromisos que la India había adquirido en el momento de
la adhesión.10 Pero fue denunciada por algunos de sus adversarios dentro del Estado
como un deshonesto recurso a la ambigiledad destinado a conseguir que Nueva Delhi le
permitiera volver a encabezar el gobierno de Srinagar.’ Por su parte, los grupos

Ver SHARMA. B.L. KashmirAwakes. Pág. 170, BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 299, y PALIT &
PALIT PUBLISHERS. Op.cit. Pág. 139

SHARMA. B.L. Kashmir Awakes. Pág. 171. La perspectiva de la creación de una federación en el
Estado tampoco era considerada como algo conveniente por el gobierno indio, probablemente ante el
temor de que ello diera alas a las ansias independentistas del Valle de Cachemira.

Según la declaración de Mirza Afzal Beg a Times of India el 14 de junio dc 1970. Én SHARMA. RL.
KashmirÁwakes. Pág. ¡72. Pero según algunos autores que defienden la tesis pakistani, como Mushtaqur
Rahman, sólo se consideraron dos posibilidades: Jammu y Cachemira sería independiente o se integraría
en Pakistán. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 123. Tampoco hay consenso a la hora de dictaminar si el Comité
de Acción Áwan>i de Mirwaiz Mohammed Farooq aprobó las conclusiones de la conferencia. Mientras
que Sharma afirma que no, probablemente porque sólo estaba dispuesto a aceptar la integración en
Pakistán, Rahman puntualiza que las secundó plenamente.

ver PURI, Balraj. Economie and Political Weeklv. 12 de septiembre de 1970, en BLINKENBERG, L.
Op.cit. Pág. 300. Según DL. Sharma un autor muy crítico con el líder cachemiri, Sheikh Abdullah
“asumió una actitud de mesurada sensatez”. SHARMA. HL. Kashmir Awakes. Pág. 170. Ver también
PALIT & PALIT PUBLISHERS. Op.cit. Pág. 139

Esta era la opinión de Prem Nath Bazaz, que decidió romper con la Convención porque no estaba
dispuesto a conveñirse “en instrumental para ayudar a Abdullah a alcanzar sus intereses personales”.
BAZAZ, Prem Nath. Democracy trough Intinuidation and Terror. The Untoid Story <4 Kashmir Polities.
Heritage Publishers. Nueva Delhi 1978. Pág. 20

411
polfticos islámicos se mostraron desacordes con el irrenunciable secularismo del líder
cachemiri y de la amplia mayoría de los 42

Abdullah no hizo públicas sus preferencias, incurriendo de nuevo en la


ambigliedad tan criticada por sus adversarios.’3 No obstante, desde la perspectiva de
Nueva Delhi todos sus testimonios partían de una impugnación de la consumación de la
‘4
adhesión a la India, y este escenario ya contenía suficientes elementos como para que
Indira Gandhi observara con inquietud las actividades del líder cachemirí.

Este panorama resultaba especialmente preocupante teniendo en cuenta que las


elecciones generales estaban fijadas para marzo de 19’7 1 y que Abdullah babia vuelto a
incluir en mayo de 1969 al Frente por el Plebiscito en la arena de competición política
presentando por primera vez su candidatura dentro del partido. El principal objetivo de
la primera ministra en aquella coyuntura era garantizar su supervivencia política, y
Cachemira había sido uno de los territorios que, por razones obvias, habían votado
tradicionalmente por el Partido del Congreso en las elecciones al Parlamento de la
Unión. Abdullah confiaba en ganar las lecciones por sí solo y rechazó la propuesta de
presentar una lista conjunta del Frente y el Congreso para la elecciones en el Estado.
Para Indira Gandhi, la perspectiva de perder los votos del Valle de Cachemira en
beneficio del Frente por el Plebiscito no sólo pondría en riesgo su victoria a nivel

>2 Los representantes de la organización islámica Jaunaat-e-Jslarni se quejaron de la consagración de la


expresión “ffierzas democráticas seculares” en las conversaciones. El Comité de Dirección intentó
resolver el conflicto definiendo “fuerzas democráticas seculares” como “aquellas fuerzas que luchan por
los mismos derechos para los miembros de todas las inspiraciones religiosas”. Algunos representantes
abandonaron la salade conversaciones. SHARMA, B.L. KashrnirAwakes. Págs. 170-171

>3 Abdullah se limitó a insistir en que el destino dcl Estado debia ser decidido en primera instancia por la
población cachemiri. Lo que Abdullah si hizo fije admitir que se habia equivocado cuando permitió la
adhesión a la hsdia sin la celebración de un plebiscito y censurar con dureza el incumplimiento de los
compromisos que la India había adquirido. Abdullah declaró que la India, “hoy ha cambiando de actitud”
y añadió dc modo desafiante: “La historia del mundo nos enseña que una vez que una nación está
decidida a libertarse, ninguna fuerza ha conseguido oprimirla. La India puede gobernar sobre nuestros
cuerpos pero nunca podrá ganar nuestros corazones”. BLINKENBERG, L. Opeil. Pág. 299. En una
extensa entrevista concedida por Sheikh Abdullah en 1968, el lider cachemiri sumó puntos a la
incertidumbre a propósito dc su posicionamiento real añadiendo algunas observaciones fundamentales
como que no era partidario de la independencia absoluta de Jammu y Cachemira porque no consideraba
que el Estado pudiera defenderse por si solo, y que tampoco le agradaba la idea de la división del Estado
porque el desenlace natural de cualquier esquema de resolución apuntaba a la reunificación de todo el
territorio comprendido antes dc ¡947. PALIT & PALIT PUJBLISHERS. Op.cit. Págs. 88 y 90

‘~Indira Gandhi dejó clara su postura en Srinagar en julio de 1970: “La adhesión de Cachemira es parte
de nuestra historia, y la historia no se puede invertir o cambiar. La cuestión de Cachemira se ha cerrado
de una vez por todas”. LAMB, A. Kashrnir. A DL’puted Legary. Pág. 285

412
nacional, sino que colocaría a la cabeza del gobierno de Srinagar a un político con
posibles anhelos independentistas.’5 En una iniciativa propia de su estilo de gobierno,
Indira Gandhi decidió adoptar medidas drásticas para impedir esta eventualidad.

6.1.1.2. 31 nuevo arresto de Sheikh Abduflah y la prohibición del


Frente por el Plebiscito

A finales de 1970, cuando la policía de Jammu y Cachemira informó acerca de


una organización terrorista propakistaní, definida como Al Fatah, que estaba realizando
actos de violencia y sabotaje, la situación fue interesadamente manipulada para dañar la
reputación del Frente por el Plebiscito y proporcionar una excusa para ilegalizar el
partido relacionándole con Al Fatah.

Esta fue la primera vez en la historia de Jammu y Cachemira en la que se habló


de la existencia de grupos organizados dedicados a la reivindicación política por medios
violentos, pero, tal y como argumenta Alastair Lamb, la naturaleza, filiación, e incluso
la propia existencia de esta organización nunca han estado muy claras.’6 De cualquier
forma, en enero de 1971 el secuestro de un avión indio por unos jóvenes cachemiris que
se dirigieron y encontraron asilo en Pakistán, un episodio analizado en el capítulo
anterior, sirvió a los intereses del gobierno de la India por partida doble. Por un lado, se
fortaleció la versión dada por la policía india acerca de la existencia de grupos
terroristas financiados por Pakistán. Por otro, sirvió como justificación para un ataque
directo a Sheikh Abdullah y al Frente por el Plebiscito y para la prohibición de la
participación de este partido en las elecciones generales.

Sheikh Abdullah insinuó públicamente que el secuestro podía responder a un


complot ingeniado en la India,17 y cuando más tarde mantuvo dos encuentros con el alto
comisionado pakistani en Nueva Delhi,. Indira Gandhi consideró que ya contaba con
suficientes elementos para relacionarle directamente con actividades subversivas

>~ En opinión de EL. Sharma, Abdullah pretendia “tratar la elecciones como un Caballo de Troya” y
“disfrazar la subversión como cooperación” mediante la presencia del Frente por el Plebiscito en el
Parlamento indio. 51-JARMA. EL. Kash,nirAwakes. Pág. 175
6 LAME, A. Kashn,ir. A DisputedLegacy. Pág. 286

Ver RAI-IMAN, M. Op.cit. Pág. 125, BLINKENEERG, L. Op.cit. Pág. 306, y SEARMA, EL.
Kas/unir Áwakes. Pág. 240

413
propakistaníes. Más de 300 simpatizantes del Frente por el Plebiscitofueron arrestados
y Mirza Afzal Beg y Sheikh Abdullah fueron inhabilitados para visitar .Jammu y
Cachemira durante tres meses.

Nunca ha quedado muy claro cuánto había de verdad y cuánto de falsedad en las
informaciones que se publicaron a propósito de Al Fatah. Como ejercicio de
propaganda fue causa de innumerables alegatos en la India, pero Lars Blinkenberg cita
multitud de medios de comunicación independientes que encuadraron lo ocurrido en las
estrategias pre-electorales de la primera ministra.18 Las denuncias que se volvieron a oír
en Cachemira a propósito de la manipulación de las elecciones fueron ignoradas por
Indira Gandhi, que mientras tanto había obtenido una cómoda mayoría en el
Parlamento.

6.1.1.3. Las consecuencias de la derrota de Pakistán en la guen de


1971 en el panorama político de Jammu y Cachemira

La guerra de independencia de Bangladesh en 1971 proporcionó a Indira Gandhi


un inesperado balón de oxigeno en Jammu y Cachemira. Aunque algunos cachemiris
creyeron la campaña de propaganda del gobierno pakistaní que responsabilizaba a la
India de la secesión de Pakistán Oriental, la mayoría comprendió que el problema era
mucho más complejo. Los cachemiris no se posicionaron del lado de la India de la
noche a la mañana, pero la violenta represión del Ejército pakistaní en Bangladesh, y en
general todo el proceso que derivó en la derrota y división de Pakistán, influyó en la
opinión pública cachemirí, si no a favor de la India, si en contra de Pakistan.19

Pero las consecuencias de la guerra de 1971 tuvieron un mayor alcance. Tras el


Tratado de SimIa de 1972, la derrota y división de Pakistán, y el surgimiento de la India
como potencia dominante indiscutible en el subeontinente, no sólo se selló

‘~ Hindustan Times publicó en un editorial: “La democracia y la razón reíenidas”, y un prestigioso


columnista del mismo diario aseguró que no existia ninguna evidencia que apoyara las acusaciones de que
Pakistán estaba aportando dinero y de que existía una nueva amenaza de infiltrados. Hindustan Times
lamentó que la India hubiera “activado la cuestión de Cachemira” de esta fomn y consideró que los
problemas pre-electorales de la India habían reabierto la adormecida cuestión de Cachemira. Kuldip
Nayar escribió en The Statesmen: “Es una pena que en un esfuerzo por obtener escaños y adquirir la
imagen de un gobierno fuerte en visperas de las elecciones, el partido gobernante haya dado a Sheikh otra
oportunidad de llevar el halo dc mártir”. BLINKENBERG, L. Op.cit. Pág. 301

>~‘ Ver BLINKENBERG, L. Cpcit. Pág. 303

414
definitivamente el camino hacia el plebiscito, sino que la posibilidad de la obtención de
la autonomía reivindicada por los nacionalistas cachemírís se vio, por estas y por otras
razones, más lejos que nunca.

A la objeción inicial de los desequilibrios regionales y de la trascendencia de las


prerrogativas contempladas por el Art. 370, en la década de los 70 se sumaron tres
obstáculos que surgían de consideraciones ajenas a los parámetros establecidos hasta
entonces en la disputa de Cachemira. Por un lado, en Nueva Delhi existía el temor de
que la devolución del grado de autogobierno contemplado en la Constitución de la India
alentara las pretensiones en términos de autonomía de otros estados. La India ya estaba
sufriendo distintos movimientos secesionistas en 1972, y con el agravamiento del
problema sU en la década de los 80, la conservación de la integridad territorial se
convirtió en la mayor preocupación de sus dirigentes.

El otro obstáculo se encontraba en el desafio que presentaba China, percibida ya


como el principal enemigo de la integridad territorial de la India, en la región de
Ladakh. La carretera entre Srinagar y Leh, principal línea de comunicación entre la
India y Ladakh, atravesaba el corazón del Valle de Cachemira, por lo que el control de
Srinagar asumía nuevas implicaciones. Teniendo en cuenta estas consideraciones,
estaba claro que el proceso de integración sin prerrogativas del Estado se contemplaba
como una medida irrenunciable y urgente.

Por último, existió un tercer factor coyuntural que impidió que Jammu y
Cachemira siguiera siendo considerado como un territorio merecedor de un tratamiento
de excepción: la peculiar personalidad de Indira Gandhi. La hija de Nehru disfrutaba en
1971 de una imagen pública envidiable, hasta sus más férreos críticos habían alabado su
capacidad para enfrentarse a la crisis de 1971. Pero, como señala Sumit Ganguly, “a
pesar de este enorme grado de popularidad personal... siguió siendo una líder
profundamente insegura~’ 20 Esta inseguridad llevó a la primera ministra a desvirtuar
sistemáticamente todas las instituciones democráticas de la India. Gandhi se resistió a
permitir el desarrollo de cualquier organización autónoma que pudiera amenazar la
supremacía del Partido del Congreso. Además, como consecuencia de su propensión a

2» GANGULY, 5. Opcit. Pág. 64

415
reunir todo el poder en Nueva Delhi, llegó a incumplir algunos acuerdos que había
alcanzado con líderes locales de distintos estados de la Unión.

En concreto, en Jammu y Cachemira el acuerdo que Indira Gandhi alcanzó con


Abdullah, al que volveremos en breves lineas, fue posible por otros cambios
presenciados en el escenario político interno directamente relacionados con el desenlace
de la guerra indo-pakistaní de 1971. Tal y como expone Ajit Battacharjea, “en
Cachemira... el impacto de la derrota de Pakistán y la separación de Bangladesh tuvo
mucho alcance. Aquellos que querían unirse a Pakistán se dieron cuenta de que no tenía
fuerza para estimular la cuestión. Aquellos que querían la independencia se encontraron
con que Pakistán no suponía un contrapeso efectivo para la India y el alcance para
intervenir uno en contra del otro estaba agotado”.2’ Abdullah se vio, de esta forma,
forzado a reducir sus pretensiones, a dejar de lado su exigencia de la celebración de un
plebiscito de autodeterminación, y a retomar a la inicial reivindicación de conservar el
Art. 370 en su forma original.22

En un principio, Indira Gandhi no vio ninguna ventaja en renunciar a su potestad


para designar a los ministros jefes de Jammu y Cachemira. Bakshi Ghulam Mohammed
y G.M. Sadiq habían conseguido, a pesar de los innumerables abusos y de no despertar
entusiasmo en la población, que la posición de la India en el Estado np se hubiera visto
amenazada ni por los nacionalistas cachemiris ni por las guerras con Pakistán en 1965 y
1971. A la muerte de Sadiq en 1971, se consideró que Syed Mir Qasim, su cercano
colaborador y presidente del Pradesh Congress, prolongaría como ministro jefe los
mismos logros que sus antecesores.

En consonancia con la voluntad de Nueva Delhi de disfrazar estos cambios con


el aura de la democracia, Qasim convocó unas nuevas elecciones para marzo de 1972 en
las que el Frente por el Plebiscito fue otra vez inhabilitado para participar.23 Después de
obtener una cómoda mayoria de 57 escaños de un total de 75, Qasim liberó a los líderes

2> BI-IATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 233, y AKBAR, Mi. India: The Siege Wirhin. Pág. 270
22

ABDULLAI-1, 5. Op.cit. Pág. 164


23 Mir Qasim justificó la medida en sus memonas señalando que como partido ganador, el Frente habria
hablado desde una posición de fuerza. Esto habría irritado a Indira Gandhi, que podria haber rechazado
negociar con Sheikh Abdullah, lo que habría llevado a una indeseable situación de confrontación entre el
Centro y eí gobierno de Jammu y Cachemira. BIIATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 233

416
políticos encarcelados y derogó las órdenes que impedían a Sheikh Abdullah y Mirza
Afzal Beg entrar en Jammu y Cachemira.

No obstante, al igual que había ocurrido en 1963, Qasim se tuvo que enfrentar
con una de esas crisis íntimamente relacionadas con la explosión de las sensibilidades
islámicas como forma de expresión del descontento político que de cuando en cuando
surgían a modo de aviso de lo que ocurriría a finales de la década de los SO. El
descubrimiento en una universidad cachemiri de una enciclopedia que contenía una
ilustración tachada de blasfema por las autoridades islámicas provocó en mayo de 1973
una oleada de huelgas, marchas estudiantiles y otras muestras de indignación pública
dirigidas en contra de la India.24

El gobierno de la India prohibió el libro en todos sus territorios y la revuelta no


se extendió más allá de las fronteras de Jammu y Cachemira, pero este episodio tenía un
significado de mayor alcance que una mera protesta popular coyuntural. La crisis había
nacido en el Valle de Cachemira de una manera espontánea, las Fuerzas de Seguridad
indias no apreciaron una maniobra pakistaní. La existencia del libro se remontaba a
1911, y el hecho de que hubiera llamado la atención repentinamente evidenciaba un
profundo sentimiento de malestar que podía volver a explotar ante el más mínimo
estímulo. Además, como de costumbre, el episodio fue utilizado por Pakistán para
llamar la atención internacional sobre el derecho de autodeterminación de la población
de Jammu y Cachemira.

Por otro lado, los años pasados por AbdulIah en el exilio o en prisión habían
debilitado notablemente la imagen internacional de la India. Indira Gandhi apreció la
necesidad de proporcionar un gesto de acercamiento a las reclamaciones políticas de los
cachemiris?5 Y en esta ocasión su interés confluyó con la nueva percepción política de
Abdullah y sus seguidores, conscientes de que habían perdido la baza de la presión
pakistaní para conseguir prerrogativas de Nueva Delhi. A pesar de que Abdullah volvió
a rechazar que la adhesión fuera una cuestión cerrada, tanto Afzal Beg como él
renunciaron a continuar con su campaña para la celebración del plebiscito. En aquel
momento, las reclamaciones de Abdullah partían de la base de que no existía “una

24 Episodio descrito en LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacy. Pág. 304

25 VerAKBAR, Mi. Kas/unir Behindihe Vale. Págs. 186-187

417
controversia con el gobierno de la India acerca de la adhesión; sino acerca de la
26

estructura de una autonomía interna

6.1.1.4. El Acuerdo de Cachemira de 1975

Desde principios de 1974 se celebró una serie de reuniones entre delegados


cachemiris e indios para acordar los términos bajo los que se volvería a confiar el
gobierno de .iammu y Cachemira al más moderado Sheikh Abdullah. La posición del
líder cachemiri partió en principio de que sólo volvería a ocupar su anterior puesto si
todas las leyes que la India había extendido a Jammu y Cachemira desde 1953 se
suprimían. No obstante, los dirigentes indios sabían que la fuerza de Abdullah estaba
notablemente mermada, y finalmente fueron los líderes cachemiris los que hicieron la
mayor parte de las concesiones para alcanzar un acuerdo. Si Abdullah y Beg habían
creído que su renuncia al plebiscito iba a significar el cumplimiento de sus deseos en
términos de autonomía, se vieron muy pronto desengañados. En el acuerdo anunciado el
24 de febrero de 1975 bajo el nombre de “Acuerdo de Cachemira”, Sheikh Abdullah
quedaba lejos de lograr su ambición de asumir el poder “sólo sobre las bases de la
situación que existía el 8 de agosto de 1953.27

Las provisiones clave del Acuerdo eran las siguientes: ninguno de los poderes
del Centro, ampliados durante los gobiernos de Bakshi y Sadiq, sería revocado. Aunque
algunos poderes residuales permanecerían en la Asamblea Legislativa de Jammu y
Cachemira, el Parlamento de la Unión continuaría teniendo poderes para legislar en
cualquier materia que afectara a la integridad territorial y la soberanía de la India. El
reparto de poderes se basó en la premisa de que la responsabilidad del Centro sería la
28
unidad del país mientras que el Estado se haría cargo de su btenestar. De esta forma,
cualquier acto por parte de la Asamblea Legislativa de Jammu y Cachemira que pudiera
facilitar el avance hacia la independencia podría ser corregido por el Parlamento de la
Unión, una posibilidad que neutralizaba gran parte de la fuerza del Art. 370.

26
BHATTACIÁARJEA A. Op.eit. Pág. 234. En su autobiografia Abdullah señala que su “disposición a
sentarnos en la mesa de negociaciones no implicaba un cambio dc nuestros objetivos, sino un cambio en
nuestra estrategia”. ABDULLAH, S. Op.cii. Pág. 164
27 Ver Six ?oint Indira- Sheikh Pací of /975. En SINGI-I, Justice Jaswant. Pág. 234, y NOORANI, ARt
“J&K Aecords-l1J”. The Statesman. 13 de diciembre de 1995

~ AKBAR, Mi. India: Y/ir Siege Within. Pág. 272

418
Para maquillar tal concesión a la completa soberanía de la India se afirmó que el
acuerdo respetaba el Art. 370 que concedía a Jammu y Cachemira más autonomía que
cualquier otro Estado en “medidas de bienestar, asuntos culturales, seguridad social,
derecho privado y leyes de tramitación de forma acorde con las condiciones especiales
del Estado”. 29 Pero ciertas leyes sólo podrían ejecutarse después de pasar por un
procedimiento constitucional que culminaba con la petición de consentimiento al
presidente de la India que, en su caso, podría denegarlo.

Las críticas ante esta claudicación provinieron incluso de los círculos más
próximos a Abdullah, que mostró evidentes signos de cansancio y de certidumbre de
que la lucha por una autonomía completa sería estéril. No obstante, Abdullah traducía el
Acuerdo de Cachemira como un compromiso del gobierno de la India por respetar un
mayor grado de autogobierno que el que había caracterizado a las administraciones
anteriores. Cualesquiera que fueran las promesas que le hizo Indira Gandhi muy pronto
se pudo comprobar que la primera ministra había explotado su debilidad, y Sheikh
Abdullah acabó arrepintiéndose de haber dado su visto bueno al acuerdo.30

Abdullah, que ocupó el puesto de ministro jefe con las coacciones de una
Asamblea Legislativa dominada por el Pradesh Congress, se centró muy pronto en la
tarea de reafirmar sus credenciales como fuerza política independiente y retomó el
anterior discurso centrado en la necesidad de recuperar la autonomía del Estado. En
julio de 1975 revivió la genuina Conferencia Nacional, y en noviembre propuso definir
algunos flecos del Acuerdo de Cachemira que se habían reservado para ser discutidos en
el futuro. Pero Indira Gandhi dio las negociaciones por finalizadas subrayando que las
reformas básicas de la Constitución de Jammu y Cachemira, desarrolladas mientras él
permanecía arrestado, no serían alteradas.3’

El creciente pulso entre Abdullah, cuyo partido no contaba con representación


en la Asamblea Legislativa, y los miembros del Pradesh Congress habría desembocado
en la nueva destitución del ministro jefe en 1977 si no se hubiera producido una

29 RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 138

~<>Ver ABDULLAI-1, 5. Op.cit. Pág. 165

3>La carta de respuesta de Abdullah denunciaba “la traición y los sufrimientos y las tribulaciones que
hemos tenido que soportar durante años... Lo único que puedo hacer es empezar desde el punto donde lo
dejé en 1953”. NOORANI, A.G. “J&K Accords-Jll”. The Statesínan. 13 de diciembre de 1995

419
formidable reordenación de las políticas nacionales que jugó a favor del líder cachemin.
En las elecciones generales de marzo de 1977 Indira Gandhi se vio inesperadamente
derrotada por una nueva coalición de partidos encabezada por Morarji Desai, el Jancuta
Party, que se comprometió a restaurar las garantías democráticas anuladas durante el
periodo de emergencia decretado entre 1975 y 1977. Así, desde el 30 de junio hasta el 3
de julio de 1977, Abdullah lideró a la Conferencia Nacional en una campaña electoral
libre de las injerencias de Nueva Delhi por primera vez desde las elecciones para la
Asamblea Constituyente de 1951.32

6.1.2. 1977-1982. LA REESTRUCTURACIÓN DEL PANORAMA


POLÍTICO Y SOCIAL EN JAMMU Y CACHEMIRA DURANTE LOS
ÚLTIMOS AÑOS DE GOBIERNO DE SHEIKH ABDULLAH

La mayoría de los investigadores de la cuestión de Cachemira coinciden con


Balraj Puri en que “un importante salto en el proceso de reintegración política y
emocional de Cachemira con el resto de la India tuvo lugar en las que han sido
universalmente reconocidas como las elecciones más justas y libres para la Asamblea
del Estado en 1977”:’~ En gran parte, la consulta supuso un referéndum para comprobar
los apoyos que suscitaban las reclamaciones de autogobierno de Sheikh Abd’ullah, y los
resultados fueron muy significativos. De los 76 escaños de la Asamblea, la Conferencia
Nacional de Sheikh Abdullah consiguió 47, la rama del Janata Parly en el Estado 13, el
Pradesh Congress 11, el hindú Jana Sangh 3, el partido islámico Jamaat-e-Isla,ni sólo
obtuvo uno, y el resto de los escaños fueron ocupados por independientes.

El reparto de la adjudicación de los escaños en las distintas regiones resulta


ampliamente elocuente. De los 42 escaños del Valle de Cachemira, sólo dos fueron para
el Janata (a pesar de que había establecido una inusual alianza con el Comité de Acción
Awami. Su pobre actuación fue interpretada como un rechazo a las implicaciones del
Acuerdo de 1975 ejercido sobre cualquiera que ocupara el poder en Nueva Delhi). En
esta provincia la Conferencia Nacional obtuvo una abrumadora mayoría de votos,

32 BAZAZ, P.N. Democracy Through Intimidation and Terror. Págs. 38-39

~ PURÍ, E. Triumph and Tragedy of India Federalisation. Pág. 18* Ver también AKBAR, Mi.
Kas/un ir: Behiad the Vale. Pág. 192. P.N. Bazaz, que estaba asociado a la rama del/anata en el Estado,
mantuvo que las elecciones no fueron libres y que la campaña demostró un enorme grado de intimidación
estimulado por Sheikh Abdullah, que hizo uso del reclamo comunal y levantó el espectro de la abolición
del Art. 370 si ganaba el Janata. BAZAZ, P.N. Democrac Th;-ough Intirnidation and Terror. Págs. 66-62
420
ilustrando el gran apoyo del que, a pesar de todo, todavía gozaba Abdullah. Ningún
miembro del Pradesh Congress fue elegido en el Valle de Cachemira, otro síntoma del
cansancio de los cachemiris con el control directo desde Nueva Delhi. En Jammu, la
Conferencia Nacional sólo obtuvo once escanos. En este distrito fue donde los
miembros del Pradesh Congress obtuvieron todos los suyos y los del Janata
consiguieron otros once. Los dos escaños de Ladakh fueron para ladakhis que ejercían
una política exclusiva de esta región.

Electoralmente, de nuevo el Jamrnu de mayoría hindú y el Ladakh budista se


convirtieron en una dependencia de la Cachemira mayoritariamente musulmana
gobernada por Sheikh Abdullah, lo que no auguraba comodidad para el futuro. Como
sintetiza Vernon Hewitt, al haberse polarizado las políticas estatales entre la
Conferencia Nacional y el Partido del Congreso, la regionalización del voto-
Conferencia Nacional en el Valle y Partido del Congreso en Jammu- y la división
geográfica se vio aún más acentuada.34

Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ahora se puede afirmar que las
elecciones de 1977 marcaron un punto de inflexión en la historia del Estado de Jammu y
Cachemira. Abdullah había confirmado, por primera vez en unas elecciones totalmente
libres, que gozaba del apoyo de la mayoría de la población cachemiri. El dilema en
aquella coyuntura era prever si retornaría a las caducas doctrinas a propósito de la
celebración del plebiscito o si su deseo de alcanzar la reconciliación con los líderes
indios era genuino. Lo que hizo Abdullah, legitimado por el resultado electoral, fue
retomar el mismo posicionamiento de 1953 y exigir, sin cuestionar la adhesión del
Estado a la India, la preservación del Art. 370. De forma que durante los últimos años
de su vida se reprodujeron las causas de desavenencia con Nueva Delhi, tanto durante el
gobierno del Janata, contrario a revivir el espíritu del Art. 370, como con el cada vez
más centralista Partido del Congreso, de nuevo en el gobierno bajo el liderazgo de
Indira Gandhi desde enero de 1980.

El mandato popular que Abdullah supo recuperar debería háber marcado una
nueva era tanto en el gobierno estatal como en las relaciones del Estado con el Centro.
Se puede decir que la situación era la misma que en 1947, cuando Abdullah fue

~> I-IEWJTT, V. Op.cit . Pág. 149


421
designado para encabezar el gobierno de emergencia desde una asunción de la adhesión
a la India con un amplio grado de autonomia. Pero en la India, especialmente desde la
vuelta de Indira Gandhi, ya dominaban aquellos politicos nacionalistas que incluso en
1953, estando relativamente contrarrestados por Nehru, habían conseguido la
destitución de Abdullah. Como había ocurrido durante las negociaciones del Acuerdo
de Cachemira de 1975, Nueva Delhi desaprovechó la última oportunidad que se le
presentó de acordar con el líder más popular de la historia de Jammu y Cachemira un
esquema de vinculación Centro-Estado que alcanzara el asequible objetivo del
autogobierno sin poner en peligro la integridad territorial de la India. En un escenario
libre de antiguos temores como las supuestas ansias independentistas de Ahdullah o la
amenaza de Pakistán, el fracaso de la India a la hora de diseñar una relación equilibrada
con Cachemira supuso el desperdicio de una gran oportunidad.

Por su parte, al igual que habla hecho desde 1947 hasta 1953, Abdullah volvió a
caer en la tentación de utilizar métodos autocráticos para impedir frenos a sus objetivos
provocando, por un lado, la disensión interna en su partido y, por otro, la vigorización
de los desequilibrios regionales. Por último, Vernon Hewitt también destaca que la
vehemencia de Abdullah por preservar un Estado secular y una cultura cachemiri
esencialmente secular “estuvo abstraída de una asertiva influencia islámica que, para el
momento de su muerte en 1982, estaba transformando rápidamente el escenario político
del Estado y de toda la región del sur de Asia” ~

6.1.2.1. El autoritarismo y la extensión de la corrupción


institucional

La última etapa de administración de Sheikh Abdullah, al igual que el total de su


biografia política, cuenta con sendas escuelas de autores críticos o valedores de sus
manejos en el poder. Por un lado, autores como B.L. Sharma, OP. Kapoor o P.N. Bazaz
denuncian la extensión del nepotismo, las actividades anti-nacionales, el autoritarismo y
la represión de cualquier oposición política durante su administración.36 Por otro, Sumit

~ HISWITT, V. Op.cit . Pág. 148

36 Ver SHARMA, B.L. KashmirAwakes. Págs. 201-202, BAZAZ, P.N. Democracy Thraugh Intinzidation
aud Terror. Págs. 26 y 161, y KAPOOR, OP. Opcit. Págs. 20-27, 89-95. Prem Nath Bazaz, que después
de la lucha compartida en contra del Marajá en la década de los 30 se convirtió en uno de los más firmes
opositores a Abdullah, publicó un libro en 1978 con cuyo titulo, “Democracia a través de la iniimidac~on
y el terror”, quena ilustrar las principales caracteristicas del gobierno de Abdullah.
422
Ganguly, Ajit Battacharjea y Mi. Akbar dan una descripción muchos más favorable de
sus años de gobierno. A pesar de los muchos problemas con los que se enfrentaba,
Abdullah consiguió llevar a cabo iniciativas que mejoraron notablemente los resultados
de la gestión de la administración estatal. No obstante, estos autores no niegan que el
ministro jefe recurriera a ciertas medidas autoritarias y reconocen que fue incapaz de
frenar la creciente corrupción en las instituciones.37

En septiembre de 1977 el gobierno estatal tomó medidas que marcaban el


principio de la censura en la prensa. En noviembre, aludiendo a ciertas actividades
desestabilizadoras patrocinadas por Pakistán, asumió poderes de detención durante dos
años sin derecho a la impugnación. Este reglamento dio lugar a manifestaciones
populares, especialmente en Jammu, que fueron reprimidas con considerable virulencia
por la policía estatal, y a las protestas unánimes de los partidos de la oposición en la
Asamblea Legislativa. El proyecto se convirtió en ley el 1 de abril de 1978 cerrando aún
más las posibilidades de reivindicación política a nivel local. 38

En septiembre de 1928, sospechando que algunos de sus colegas no estaban de


acuerdo con la dirección que estaba tomando su gestión, y para impedir la repetición del
escenaí-io que derivó en su destitución en 1953, Sheikh Abdullah exigió a todos los
miembros de su gobierno que realizaran un juramento de lealtad)9 El 29 de septiembre
de 1979 se aprobó una reforma de la Ley de Representación Pública que decretaba que
cualquier miembro de un partido que abandonara su grupo o se abstuviera de votar
según las directrices de su líder perdería automáticamente su escaño en la Asamblea.
Para entonces, Mirza Afzal Eeg, que llevaba décadas apoyando incondicionalmente al
líder cachemirí, ya se había separado de su tradicional aliado y había formado parte de
una gran coalición de todos los partidos de la oposición en contra de lo que describían
40
como un “gobierno despótico y dictatorial

~‘ Ver GANGULY, S. Op.cit. Pág. 69, BHATTACBARJEA, A. Op.cit. Págs. 238-239, y AKBAR, M.J.

India: The Siege Within. Págs.. 274-275

~ GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 72

~ Ver LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legacy. Pág. 315

40 En el abandono de Beg también influyó uno de los elementos que estaban desestabilizando a la
Conferencia Nacional: las luchas internas por la sucesión de Abdullah. El yerno de Abdullah, CM. Shah,
consiguió aislar al veterano político para neutralizar sus posibilidades de sucesión. Aunque él mismo sería
mas tarde desplazado por Farooq Abdullah, hijo de Sheikh.

423
De cualquier forma, los verdaderos desafios con los que se enfrentó Abdullah
adquirieron un significado mucho más amplio, dibujando un nuevo escenario en el que
diversos factores se interrelacionaron para transformar definitivamente el panorama
socio-económico y político: la aparición de una nueva generación de jóvenes educados
y políticamente comprometidos cuyas expectativas de trabajo no se vieron respondidas,
la disolución del nacionalismo cachemiri como expresión intercultural e
interconfesional, y el subsecuente reforzamiento de los desequilibrios regionales como
respuesta a la progresiva “des-secularización” de las políticas a nivel nacional.

6.1.2.2. La reavivación de los desequilibrios regionales

El importante desarrollo económico en Jammu y Cachemira despertó


expectativas frustradas en la juventud cachemiri de las que se responsabilizó, entre otras
razones, a la supuesta política comunal y de discriminación de Abdullah a favor del
Valle de Cachemira. Este problema, que había resultado determinante en su destitución
en 1953, fue utilizado de nuevo durante la primera mitad de 1980 como un vehículo
para desprestigiar a su gobierno.

A finales de los 70 y principios de los 80 no había ningún elemento nuevo en la


cuestión de los “desequilibrios regionales”. Las reivindicaciones de hindúes y budistas
eran las mismas que en los años 40 y 50. Durante los años 60 y 70 esta cuestión también
había sido objeto de mucha agitación política,4’ pero ni G.M. Sadiq ni Abdullah
materializaron sus distintas propuestas para llevar a cabo proyectos y reformas
administrativas especiales.42

Sheikh Abdullah se enfrentaba con un dilema de dificil solución. Con Ja


floración de las sensibilidades islámicas palpable desde principios de los 80 el problema
de los desequilibrios regionales adquirió mayor dimensión. A medida que cada
comunidad se mostraba más asertiva respecto a su identidad cultural, las otras
comunidades respóndían redundando como contrapeso en sus propias señas de
identidad. Las fuerzas islámicas en el Valle de Cachemira eran ya demasiado fuertes
como para provocarías innecesariamente concediendo la autonomía solicitada por

~> Ver SINGH, Narinder. Op.cit. Pág. 104, y PURI, B. Jammu. A Clac to Kashmir Tangle. Págs. 77-78

42 Ver RAI-IMAN, M. Op.cit. Pág. 140

424
Jammu y Ladakh. Y en el lado opuesto, cualquier signo de disposición pro-musulmana
era tachada en estas dos regiones como discriminación económica y laboral.43

En algunos aspectos vitales, estos desequilibrios eran estructurales puesto que


estaban acreditados en las instituciones representativas del Estado. La dominación
demográfica del Valle de Cachemira convertía esta región en la llave para el gobierno
estatal. En las elecciones estatales de 1977, 42 escaños fueron adjudicados al Valle de
Cachemira, 32 a Jammu y sólo dos a Ladakh. Además, la representación de los ladakhis
empeoró cuando en 1980 se realizó una reforma de la administración local que
incrementó la importancia del tehsil musulmán de Kargil en detrimento del budista Leh.
En 1980, retomando los argumentos de los años 40 y 50, Jammu y Ladakh estaban
protagonizando crecientes demandas para obtener una mayor autonomía de Srinagar.

En 1981 unas violentas algaradas en la ciudad de Leh en contra del gobierno de


la Conferencia Nacional provocaron numerosos arrestos y la emigración de muchos
comerciantes musulmanes a Kargil.44 En .Jammu la situación explotó cuando en marzo
de 1980, en una medida que pudo estar destinada a silenciar a los nacionalistas que
había denunciado la firma del Acuerdo de Cachemira de 1975, Abdullah introdujo en la
Asamblea Legislativa un proyecto de ley de “reasentamiento” destinado a facilitar la
vuelta de aquellos cachemiris que habían abandonado .Jammu y Cachemira durante la
crisis de l947)~

La respuesta más inmediata que recibió el proyecto de ley fue que pondría en
peligro la seguridad del Estado. Los cachemiris que habían abandonado Jammu y
Cachemira en 1947 y habían emigrado a Azad Kashmir o a Pakistán podían ser
reclutados como espías o agentes desequilibrantes y ser enviados de vuelta al Valle.46
Pero a nivel local el proyecto despertó las más enérgicas reacciones de reprobación en

~ Ver LAMB, A. Ka,shmir. A DisputedLegacy. Págs. 318-319

~‘Las exigencias de los líderes de Ladakh obtuvieron una recompensa para la región, eí gobierno del
Estado accedió a que algunos Iadakhis fueran nombrados miembros de “tribus catalogadas”, lo que les
concedía ciertos dcrechos y ayudas específicos. LAMB A. Kashmir. A Disputed Legacy. Pág. 318

Ver SITNGI-1, Narinder. Op.cit. Págs. 157-159,yAKBAR, Mi. Ka.shmir: Behindthe Vale. Pág. 197

><‘ El propiojefe del Estado Mayor del Ejército de la India, el general Krishna Rao, en unas declaraciones

atipicas en un pais en el que se respeta la tradición de evitar la injerencia en cuestiones políticas por parte
de militares, manifestó públicamente que la aprobación y puesta en práctica de la ley podría crear serios
problemas de seguridad nacional en la India. GANGULY, S. Op.cit. Pág. 79

425
Jammu. Los hindúes y síjs que habían adquirido propiedades que anteriormente habían
pertenecido a musulmanes sintieron amenazadas sus posesiones. Además se consideró
que la ley haría aún más grande la diferencia numérica entre musulmanes y no
47
musulmanes y alentaría una mayor discriminación para hindúes y síjs.

La política que Sheikh Abdullah adoptó para conciliar estas contradicciones


internas fue bastante contradictoria en sí misma. La defensa del secularismo que tanto le
había atraído ofrecía ahora un mensaje anticuado y, aunque no la desautorizó, tampoco
hizo mayor intento por insistir en ella. Abdullah realizó algunas reformas
administrativas como la de Kargil o las de dos distritos de Jammu (Doda y Poonch) para
separar las áreas con mayoría de población musulmana que fueron tachadas de
comunales.48 También exploró, sin mucha convicción, la posibilidad de conceder cierta
autonomía a las tres regiones del Estado para que tuvieran cabida los órganos de
representación local. Pero al mismo tiempo intentó controlar el Estado sobre una
especie de principio unitario de perfil autocrático. Utilizó la fuerza que le proporcionaba
la superioridad demográfica del Valle de Cachemira e impidió el desarrollo de una
nueva estructura que respondiera convenientemente a las sensibilidades políticas de
Jammu y Ladakh.

6.1.2.3. La aparición del fundamentalismo islámico en las políticas


de Jammu y Cachemira

Hay que señalar que el fundamentalismo islámico ha sido un fenómeno


desconocido en Jammu y Cachemira hasta principios de la década de los 80. El
historiador cachemiri Mohammad Ishaq Khan subraya que el Islam no irrumpió en
Cachemira como una fe conquistadora e imperial, sino que entró pacíficamente de mano
de los predicadores sufies y de los comerciantes en el siglo XIV.49 El aislamiento fisico
de Jammu y Cachemira y la estable presencia del Hinduismo en el corazón de una
sociedad predominantemente musulmana produjo una variante del Islam que tenía muy

Fn septiembre dc 1982 el gobernador cachemirí devolvió la ley a la Asamblea para su reconsíderación


según fundamentos técnicos legales y para evitar posibles “consecuencias no intencionadas”, pero la
Asamblea la volvió a aprobar el 4 dc octubre, AKBAR, Mi. Kas/unir: Behind ihe Vale. Pág. 198

48 Ver SHARMA, B.L. KashmirÁwakes. Págs. 121 y 123

Ver KHAN, Mohammad lshaq. Perspecti ves on Kas/unir. Historical Dimensions. Gulshan Publishers.
Srinagar 1983. Págs. 126.127

426
poco en común con las otras ramas del islamismo en Asia. El humanismo se convirtió
en el componente esencial del islamismo cachemiri, un humanismo que derivaba de las
tradiciones místicas desarrolladas y alimentadas por ascetas llegados al Estado desde el
exterior. Los sofistas, preceptores de religión musulmanes influidos por el Hinduismo,
“indianizaron” el mensaje del Islam haciéndolo más universal, menos dogmático y
menos austero. De hecho, los cachemiris eran criticados por los ortodoxos musulmanes
por su poca entrega a las costumbres impuestas por su credo.50

No obstante, a principios de los 70 ya se podía apreciar una lenta transformación


en las sensibilidades religiosas de los cachemiris que en los años 80 se tradujo en una
revolución dentro del escenario político. De esta forma, una tradición de siglos sólo
necesitó algo más de tres décadas para desaparecer. Abdullah observaba con gran
preocupación la propagación de escuelas islámicas, y adoptó medidas para frenar ésta y
cualquier otra manifestación de integrismo religioso. ~‘ Pero Sumit Ganguly precisa que
su red de patrocinio y clientelismo político no pudo contener y absorber una infiltración
de sentimientos islámicos que provino principalmente de tres fuentes. 52

La primera de estas fuentes supone una paradoja. El triunfo del gobierno central
en la promoción del desarrollo económico en el Estado provocó el descontento de los
jóvenes cachemiris. En 1931, cuando la Conferencia Musulmana de Sheikh Abdullah
vio la luz, el Estado tenía un pequeño número de licenciados universitarios con un
potencial muy considerable. Hombres como Sheikh Abdullah, G.M. Sadiq, Chaudhri
Ghulam Abbas y Mirza Afzal Beg eran miembros de una pequeña elite que dirigiría los
destinos del Estado durante décadas. Pero en 1975 los licenciados universitarios en

SO La impresión que suscitaba el carácter de los cachemirís en los observadores extranjeros es ilustrativa.
Lawrence escribió en 1895: “en sus corazones son hindúes y la religión del Islam es demasiado abstracta
para satisfacer sus supersticiosos anhelos.., cx~ste una agradable tolerancia entre las dos religiones,
básicamente gracias al hecho de que los musulmanes cachemiris nunca abandonaron totalmente la antigua
religión hindú del país”. En BLINKENBERG, L. Op.eit. Pág. 62. En palabras de Walter R. Lawrence,
Comisionado de Asentamiento en el Estado a finales del siglo XIX, “los musulmanes sunitas (95% de la
población musulmana) no me dieron la impresión de ser celosos o ardientes en la profesión de su fe, y,
exceptuando sus enfrentamientos con los shiís, parecen limpios cíe cualquier forma de fanatismo... No
baso mis ideas sobre la apatía de los cachemirís en sus obligaciones religiosas sólo en mis observaciones.
Hombres Santos en Arabia me han hablado con enfado sobre la débil llama del Islam que arde en iammu
y Cachemira y los Mulla/is locales acusan con indignación la desidia de la población”. SINGI-1, Tavícen.
Kas/unir. A Tragedy of Erroes. Penguin Books India. Nueva Delhi 1995. Pág. 8

~> BI-IATTACHARJEA, A. Op.eit. Págs. 238-239

52 Ver CANGULY. S. Op.cit. Págs. 73-77

427
Jammu y Cachemira habían dejado de ser un fenómeno excepcional, y estos graduados
tenían muy pocas posibilidades para acceder a profesiones acordes con su capacidad.

El gobierno de la India había aumentado gradualmente la transferencia de


ayudas económicas al Estado desde 1954 por razones políticas.53 Esto había favorecido
un considerable crecimiento económico e importantes progresos en la educación, pero
este proceso despertó expectativas y demandas. La juventud cachemiri mejoró su
formación y se dio cuenta de que había posibilidades de mejorar también su estatus
social. Ya no quería seguir trabajando en la industria artesanal o en el mercado turístico,
pero la Conferencia Nacional no supo expandir el crecimiento del empleo en nuevos
sectores de la economía. Inevitablemente, entre la juventud cachemiri se desarrolló un
sentimiento de frustración y desencanto.

Entre diciembre de 1978 y principios de marzo de 1979 se produjeron graves


disturbios en la ciudad de Poonch, cerca de la frontera de Azad Kashmir,
protagonizados por licenciados en paro que se quejaban de que se les estaban negando
los trabajos a que aspiraban (especialmente como profesores) en favor de la población
del Valle de Cachemira. Otra causa de irritación era la evidencia de que los cachemiris
pandits seguían teniendo una representación desproporcionada en los altos cargos de la
administración estatal. En 1978, el 32% de los altos cargos en los servicios civiles y
entre los gestores de las industrias nacionalizadas eran hindúes.54 Paralelamente a los
disturbios en Poonch, se produjeron algaradas en Jammu que comenzaron en diciembre
de 1978 y continuaron, esporádicamente, hasta marzo de 1979. Además del problema de

~ Entre 1947 y 1957 Nueva Delhi invirtió en Jammu y Cachemira más de mil millones de dólares
norteamericanos. HEWITT, y. Op.cit. Pág. 153. Ver también SHARMA, S.L. Kashmiriwakes. Págs.
181, 186-187, y GANGULY. Op.cit. Pág. 74. Porcentaje de los ingresos totales del Estado provenientes
de:

~“ HEWITT, V. Opeir. Pág. 148

428
los licenciados en paro, se protestaba en contra de los “desequilibrios regionales”, es
decir, el abandono de Jammu y la promoción del Valle de Cachemira.55

En tiempos anteriores, estos círculos de personas con ambiciones insatisfechas


habrían dado un giro a la izquierda, hacia una u otra forma de marxismo (como, de
hecho, hicieron muchos en el Valle de Cachemira en la década de los treinta). Pero en
los 80 se inclinaron por indagar en la esencia de sus raíces comunales. Entre los
musulmanes, los fundamentos del Islam se fueron convirtiendo en la base de una
identificación política, y el mismo proceso tuvo lugar entre los hindúes, sijs e, incluso,
los budistas de Ladakh.

De esta forma, los grupos de jóvenes cualificados insatisfechos se convirtieron


en los 80 en una de las particularidades de la actividad política del Estado. Como
consecuencia, los conflictos sociales comenzaron a surgir cada vez con mas
periodicidad, a menudo a causa de cuestiones insignificantes. Esta situación se dio de
igual forma en Jammu y en el Valle, pero la diferencia entre ambas regiones se basó en
que los jóvenes cachemiris hindúes que viajaban a cualquier gran ciudad del país en
busca de trabajo podían encontrarlo sin dificultad. Por el contrario, Prem Shankar Jha
denuncia que los musulmanes cachemiris salían de una sociedad que todavía no era
comunal para enfrentarse a la discriminación que sufrían sus correligionarios en el resto
de la India. De esta forma, la mayoría optaba por permanecer en el Estado:

El segundo desencadenante de la islamización de parte de la población cachemiri


se encuentra en las políticas domésticas de la India. La vuelta de Indira Gandhi a la
cabeza del gobierno de Nueva Delhi en 1980 se vio acompañada, por distintas razones,
por la desaparición de la des-secularización de las políticas nacionales y la aparición de
tensiones comunales en las que los musulmanes solían ser las principales víctimas.

La violencia comunal surgida en el Estado indio de Assam a principios de los 80


provocó la llegada a Jammu y Cachemira de un importante númefo de inmigrantes
musulmanes. Entre estos inmigrantes se encontraban numerosos devotos del Islam,

~ Ante estas protestas la policia estatal solia reaccionar con considerable virulencia. Ver LAMB, A.
Kas/unir, A Di.sputedLegaey. Pág. 316
~ Ver JHA, Prcm Shankar. “Frustrated Middle Class. Roots of Kashmir Alienation”, en ENGINEER,
Asgar Ah. Secular Crown on Fire: The Kashnzir Probletn. Ajanta. Nueva Delhi 1991. Pág. 36

429
convencidos de la inexistencia de la India secular, que fueron contratados en el Estado
como maulvis o preceptores religiosos en las madrassas. La entrada de estos
inmigrantes alentó el desarrollo de un nuevo modelo de sentimientos etno-religiosos
dirigidos en contra de la nación india. De igual modo, Vernon Hewitt observa que la
Ley de Reasentamiento abrió las puertas a unos 20.000 inmigrantes, provenientes en su
mayoría de Azad Kashmir, que también trajeron consigo una cultura distintiva y la
apreciación de que existía “otra Cachemira” de la que formaban parte todos los
musulmanes del anterior Reino Dogra.~7

Y, por último, Pakistán también alentó la islamización de la población mediante


un proyecto por el que sus servicios de inteligencia subvencionaron, organizaron y
entrenaron a los insatisfechos cachemiris colmados de un recién descubierto fervor
islámico para que desafiaran los designios de la India. La principal fuente de
islamización fue la propagación de las madrassas por todo el Estado. Organizaciones
como Jamaat-e-Jslami y su rama juvenil, Jamaat-e-Tulba, recibieron dinero de países
musulmanes para construir estos centros de adoctrinamiento que dieron a luz una nueva
generación de cachemiris abiertamente comunal?8

Este fenómeno estuvo vinculado a las secuelas de la Operación Gibraltar. Tras


finalizar la guerra de 1965 algunos grupos de mujahidin permanecieron en el Estado o
en sus fronteras con la intención de continuar de alguna forma su lucha annada. Ello
provocó la introducción de armamento y municiones en .lammu y Cachemira, pero
sobre todo la infiltración de ideas y el comienzo de contactos y vínculos entre los
guerrilleros islámicos de Pakistán y los musulmanes cachemiris cada vez más
descontentos con los logros de los tradicionales partidos políticos seculares. A pesar de
que estos vínculos en los años inmediatamente posteriores a la guerra de 1965 han sido
exagerados por algunos autores, a la larga sí que llegarían a resultar cruciales.

Ni el gobierno de Sheikh Abdullah ni el gobierno central reaccionaron


débilmente ante este desafio, y la policía estatal arrestó a numerosos activistas
relacionados con Jamaat. Esta y otras medidas de contención limitaron la actividad de

~ HEWITT, V. Op.cit. Pág. 148

~ dHA. P. 5. Op.cit, en ENGINEER, AA. Op.cit. Págs. 34-35

430
estas organizaciones, pero los agravios de base que habían alentado estos movimientos
no recibieron una respuesta adecuada por parte de la administración.

Este era el complicado escenario con el que, después de la muerte de Sheikh


Abdullah el 8 de septiembre de 1982, se tuvo que enfrentar su hijo y sucesor Farooq
Abdullah, un joven doctor en medicina que había vivido mucho tiempo en Gran Bretaña
y que tenía escasos conocimientos a propósito de las políticas cachemiris. Con la
desaparición del líder cachemiri se esfumó la posibilidad de hacer frente a estos y otros
muchos de los problemas que requerían una solución urgente en Jammu y Cachemira.

Abdullah no puede ser elogiado por haber desarrollado una actividad politica
lineal e inequívoca, y se mostró incapaz de dominar ciertos retos. Pero era el único líder
que gozaba de la moderación suficiente y el respaldo popular necesario para haber
obtenido y trabajado en unión con algún gobierno favorable en Nueva Delhi por la
solución de la cuestión de Cachemira. Pero no sólo los musulmanes cachemiris
perdieron a un líder que estaba profundamente comprometido con la labor de trabajar
por aquello que consideraba mejor para su Estado conservando sus signos de identidad
nacional. Sobre todo fue la India la que perdió a la única figura política nacionalista,
moderada y secular capaz de arrastrar consigo el apoyo de los musulmanes cachemiris
hacia la integración en la India con la única condición de que se les confiriera el
autogobierno garantizado en el momento de la adhesión. Con Abdullah desapareció la
barrera que hasta entonces había impedido la infiltración del fundamentalismo islámico
y la materialización de esa corriente en la aparición de un importante núcleo político y
social abiertamente propakistaní.

431
6.2. LA DÉCADA DE LOS SO. CAUSAS DIRACflIS DE LA
SUBLEVACIÓN POPIU~4R Y DEL RECURSO A LA LUCHA ARIMDA
CONO FORME DE leE,J~A~DICA CrÓNFOL/TICA

6.2.1. LA SEGUNDA ETAPA DE LA “ERA INDIRA GANDHI”. LA


DESAPARICIÓN DEL SECULARISMO Y LA ADULTERACIÓN DEL
FEDERALISMO INDIO. LA RUPTURA POLÍTICA, SOCIAL Y MORAL
DEFINITIVA DE JAMMU Y CACHEMIRA CON LA INDIA

En la década de los SO, la correlación y reciprocidad entre las convulsiones que


transformaron el tradicional esquema socio-político indio y aquellas que igualmente
definieron un nuevo escenario socio-político en Jammu y Cachemira se hicieron más
pronunciadas que nunca. En la India, la desaparición del sistema de partido único y la
aparición de nuevos movimientos políticos regionalistas o étnicos suscitó ansias
centralizadoras en el gobierno de Indira Gandhi. Y este escenario chocó frontalmente
con una inédita movilización política entre los cachemiris que cada vez se basó más en
sus signos de identificación religiosa. Este proceso, como advierte Vernon Hewitt, no
sólo respondió a la necesidad de subrayar la diferenciación Centro-Estado. También
formó parte de un escudo de defensa frente al sentimiento de vulnerabilidad de los
musulmanes propiciado por la desaparición del secularismo como elemento distintivo
de las políticas indias.

Hewitt denomina a esta segunda etapa de gobierno de Indira Gandhi (1980-


1984) el “periodo hindú” por la transformación del discurso político de la primera
ministra, basado hasta entonces en los reclamos socialistas para obtener el apoyo de las
clases más desfavorecidas, y dirigido por meros intereses electorales desde 1980 a
despertar el potencialmente más amplio apoyo electoral de la comunidad hindú. Al
margen de las complejidades del Hinduismo y sus vínculos con el mundo político,
Indira Gandhi abordó, al igual que haría Zia-ul-Haq en Pakistán, una cínica
manipulación de los simbolismos religiosos que en su caso pretendió establecer una
peligrosa combinación de defensa del nacionalismo hindú unida a reclamos dirigidos a
sacar provecho de las aprensiones de las minorías. Las consecuencias para el

Ver HEWITT, y. Op.cit. Págs. 133-138

433
secularismo de la India, y para la cuestión de Jammu y Cachemira, fueron profundas.
Este período concedió, siendo exactamente la contraria la intención de Indira Gandhi,
autoridad a los partidos extremistas y chauvinistas hindúes, que desde entonces no
dejaron de ampliar su apoyo electoral. Ello puso en peligro la posición de las minorías
indias, especialmente la musulmana, y conlíevó una profunda crisis de identidad del
nacionalismo indio que afectó a la naturaleza y viabilidad del secularismo que había
supuesto uno de los pilares fundamentales de su construcción nacional.

Por otro lado, en esta segunda etapa de gobierno de Indira Gandhi, también se
manifestó con más rotundidad que nunca su nula disposición a permitir el desarrollo de
cualquier activismo político que no estuviera subordinado al Partido del Congreso y a
Nueva Delhi. Como expone Paul Brass, ‘las medidas centralizadoras y nacionalizadoras
adoptadas por la Sra. Gandhi incluyeron: la destrucción politica de los jefes políticos
estatales; la selección de los ministros jefes de los estados dominados por el Congreso
por la propia Sra. Gandhi en consulta con su pequeño corrillo de consejeros; el aumento
de la imposición de la PresidenPs rule en los estados~,~ el incremento de la presencia de
la policía central y las fuerzas de inteligencia para investigar y controlar las oposiciones
regionales; las invocaciones populistas y demagógicas a categorías nacionales de
votantes como los pobres, los sin tierras, y las minorías; y cierta manipulación del
nacionalismo xenófobo y paranoico en contra de Pakistán y la CIA americana~~~2

Esta estrategia derivé a menudo en profecías que se veían cumplidas por las
propias actuaciones de Indira Gandhi. El gobierno central insistió en identificar
cualquier petición de autonomía local como un potencial movimiento secesionista, y a
cada líder regional como un traidor. En respuesta, la primera ministra hizo uso de
medidas como la destitución de gobiernos elegidos democráticamente. Con la prácticas
políticas socavadas de esta forma, el desacuerdo dentro de algunos estados tomó un
talante más radical. Tal y como explica Sumit Ganguly, a medida que estos
movimientos adoptaban medios violentos e ideologías secesionistas, Gandhi acudía más
a los poderes represivos contemplados por la legislación. En el proceso se corrompió la
naturaleza de la vida política de la India. Las normas establecidas se debilitaron, los

2 BRASS, Paul. Politicg of India. Págs. 321-322, en GANGULY, S. Op.cit. Pág. 84

434
procedimientos institucionales se perturbaron, y los métodos de gobierno corruptos y
deshonestos fueron considerados aceptables.3

6.2.1.1. La rivalidad entre Farooq Abdullah e Indira Gandhi

Estas también fueron las pautas seguidas en el enfoque de la primera ministra a


propósito del Estado de Jammu y Cachemira. En 1981 Sheikh Abdullah había
traspasado la presidencia de la Conferencia Nacional a su hijo Farooq. Hasta aquel
momento la participación de Farooq en las políticas estatales no había sido relevante, y
su ideología era poco conocida. Pero el hecho de que Sheikh Abdullah le hubiera
escogido como su sucesor apuntaba a que su postura ante la restitución del grado de
autonomía anterior a 1953 iba a continuar la dirección iniciada por su padre) En efecto,
al alcanzar el poder Farooq defendió que los lazos que unían a Cachemira con la India
eran irrompibles, pero también se comprometió a luchar por la restauración del espíritu
del Art. 3’7O.~

Para hacer frente a algunos de los problemas que más acuciaban a su


administración, Earooq reaccionó con energía en contra de los partidos hindúes que
estaban alentando desórdenes públicos en señal de protesta por la Ley de
Reasentamiento (ver apartado 5.2.3.1). El nuevo ministro jefe quiso demostrar su buena
disposición permitiendo la remisión de la ley al Tribunal Supremo de la India, como
había solicitado Nueva Delhi, que había tachado la ley de anticonstitucional. Pero al

GANGULY, S. Op.cit. Pág. 85. Ver también BAZAZ-MALIK, Gauri. “Erosion oflndianNationalism
and Democracy in Kashmir”. The Radical Humanist. Abril dc 1991. Págs. 39-46

La figura dc Farooq Abdullah en la India, sin provocar unos sentimientos tan encontrados como los que
provoca su padre según se trate de círculos progresistas o reaccionarios, despierta en la mayoria de los
analistas politicos la consideración de que cometió los errores propios de un neófito en politica. Además
de carecer del carisma, del conocimiento de los asuntos públicos y de los antecedentes de reivindicación
politica con los que contaba su padre, Farooq despertó desde el principio la sospecha deque se habia
hecho con el poder sin contar con la capacidad necesaria para enfrentarse a los problemas que acuciaban a
Jammu y Cachemira. A lo largo de su carrera politica, que se prolonga hasta la actualidad, Farooq ha sido
especialmente atacado por sus detractores por dar la imagen de un político excesivamente trivial y tentado
por los reclamos del lujo y la frivolidad. Ver SINGH, Tavleen. Op.cit. Págs. 18-20, KAPOOR, OP.
Op.cit. Págs. 114-119, y BHATTACHARJIiA, A. Op.cit. Pág. 242. Pero Farooq también cuenta con
muchos adeptos que le elogian por haber combatido con firmeza la corrupción de la administración, por
haber intentado actuar en su relación con el Centro según el ejemplo de las etapas más moderadas de su
padre, y por haberse enfrentado con contundencia a la proliferación de las actividades de los grupos
comunales hindúes y musulmanes. En medio de las dos corrientes, se puede considerar como una
valoración moderada la siguiente: “Cuando le dieron el trabajo intentó hacerlo lo mejor posible, pero su
ineptitud politica le salió cara a Cachemira”. BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 239

RARMAN, M. Op.cit. Pág. 140


435
mismo tiempo adoptó severas medidas, como la prohibición de todos los grupos
comunales hindúes y musulmanes, para certificar que su compromiso con la defensa del
secularismo no se distanciaba del de su padre.

Fin lo que sí se mostró dispuesto a iniciar una nueva fase fue en la lucha contra la
corrupción que había florecido entre los sucesivos gobiernos cachemiris, incluyendo los
de “su indulgente padreS Farooq relegó a todos aquellos ministros, por larga y
acreditada que hubiera sido su carrera política, que se hubieran visto salpicados por
casos de corrupción. Esta iniciativa, que le acarreó la enemistad de numerosos políticos
no poco influyentes, se vio directamente relacionada con otro de los problemas que a la
larga resultarían fatales para su supervivencia a la cabeza del gobierno cachemirí: la
existencia de una enconada rivalidad con su cuñado G.M. Shah, que no asumió su
derrota después de un breve periodo de luchas internas en la Conferencia Nacional por
la sucesión de Sheikh Abdullah.7

M.J. Akbar alude a otro importante cambio estratégico introducido por Farooq y
que nunca había sido explotado por Sheikh Abdullah. A pesar de que el ministro jefe
mantenía unas cordiales relaciones con Indira y Rajiv Gandhi, las experiencias pasadas
le persuadieron de la necesidad de neutralizar cualquier circunstancia que pudiera ser
explotada en una eventual situación de inestabilidad para volverle vulnerable a nuevas
acusaciones de tendencias independentistas o propakistaníes. De esta forma, Farooq
creó una línea de comunicación directa con Nueva Delhi desde la que informaba y
explicaba todos y cada uno de los pasos que adoptaba su administración. Pero sobre
todo, Farooq asumió que no podía supeditar su permanencia en la cabeza del gobierno
cachemiri, como había hecho su padre, a la buena o mala voluntad de un solo partido
político. Así, el ministro jefe cachemiri construyó puentes de unión y comunicación
entre la Conferencia Nacional y todos los partidos políticos de la oposición, nacionales
o regionales, de la Unión India.8

En 1983, antes de una nueva convocatoria de elecciones en los estados indios,


Indira Gandhi dio una muestra más de la que era su filosofia a propósito de la

AKBAR, Mi. India: The Siege Witliin. Pág. 278

Ver AKBAR, M.J. India: The Siege Within. Págs. 279-280

Ver AKBAR, Mi. India: The Siege ¡Fi/hin. Pág. 281

436
constitución de los gobiernos estatales retomando una propuesta que siempre había
resultado inaceptable para Sheikh Abdullah: una alianza electoral con la Conferencia
Nacional que más que alianza suponía una absorción por parte del Congreso. Para
Farooq esta alianza habría supuesto un seguro contra posibles futuras maquinaciones del
Congreso en su contra. Pero por lo demás, teniendo presente antiguas traiciones, no
estaba dispuesto a aceptar ninguna medida que pusiera en peligro la presencia
mayoritaria de su partido en la Asamblea Legislativa, por lo que rechazó la oferta.9 Esta
muestra de su compromiso con la independencia de la Conferencia Nacional le
recompensó con la disposición del Comité de Acción Awami a establecer una
pragmática y simbólica alianza electora1.~>

La actitud del nuevo líder cachemirí supuso una gran contrariedad para Indira
Gandhi, pero la ficción definitiva entre el Partido del Congreso (1) y la Conferencia
Nacional no se materializó hasta mayo de 1983, cuando Farooq acudió a una
convención de líderes políticos de la oposición a nivel nacional en el sur de la India. El
objetivo de este cónclave era crear un foro de activismo político que tuviera peso a la
hora de negociar y tratar todos los problemas referentes a las relaciones Centro-estados.
Pero también existía el deseo de que tal reunión diera a luz un frente unido en contra del
Partido del Congreso en las siguientes elecciones generales.

El gran aliento que este cónclave proporcionó para la integración de Jammu y


Cachemira en las principales corrientes políticas de la India fue interpretado por Indira
Gandhi como una amenaza para la posición de su partido en Jammu y Cachemira. La
primera ministra también estaba interesada por integrar políticamente al Estado, pero
desde su personal diseño de una relación de subordinación al Centro.” El papel
protagonista que Farooq se supo ganar en diferentes núcleos de oposición a las prácticas
abusivas de Indira Gandhi en los estados acabaron haciendo de la rivalidad Conferencia-
Congreso (1) un caso de inquina personal de Indira Gandhi hacia Earooq.

La respuesta dc Earooq fije: “Una alianza tan sólo va a creamos problemas. Ustedes luchen a su manera,
nosotros lucharemos a la nuestra; después podremos alcanzar algún acuerdo”. AKBAR, Mi. Kas/unir:
Rehind dw Vale. Pág. 200. Ver también BI-IATTACI-IARJEA, A. Op.cit. Pág. 243

“El resultado fue el establecimiento de la solidaridad musulmana en contra del dominio exterior y un
punto de inflexión en la politica de Cachemira”, RAI-iMAN, M. Op.cit. Pág. 141

Ver CANGULY, S. Cp.cit. Pág. 82 y BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 244

437
De esta forma, las elecciones estatales de 1983, que se celebraron el 5 de junio,
se convirtieron en una lucha directa entre la Conferencia Nacional y el Partido del
Congreso (1), siendo este último presidido en el Estado por Mufti Mohammed Sayeed.
En términos relativos el desarrollo electoral fue pacifico (toda convocatoria electoral en
la India puede provocar en cualquiera de sus territorios desórdenes que serían
inconcebibles en Europa), pero dentro del escenario cachemiri supuso la campaña
electoral más beligerante que se había conocido hasta el momento, algo que resultó
desastroso para las relaciones entre la Conferencia Nacional y el Congreso (1)12

La Conferencia Nacional basó su discurso en alertar sobre la intención del


Congreso (1) de reducir la autonomía del Estado y en reafirmar el compromiso de su
partido con la restauración del Art. 370 y con la defensa de los derechos de todas las
comunidades. Los representantes de indira Gandhi se implicaron en acusaciones de
supuesta corrupción y negligencia en el manejo del dinero público. El Congreso (1),
consciente de que tenía pocas posibilidades de obtener algún voto musulmán en el
Valle, hizo uso del -reelamó-c—ómunal para obtener él mayor porcentajé posible del voto
hindú. Los representantes del Congreso (1) atemorizaron a la población con la
posibilidad de que la Ley de Reasentamiento abriera las puertas del Estado a multitud de
musulmanes provenientes de Pakistán. Su partido, además de continuar desdeñando en
público el alcance del Art. 370, se convirtió en el defensor de la resolución de los
“desequilibrios regionales”. El propósito era la consolidación de los vínculos entre
.lammu y la India para proteger a sus habitantes de las políticas discriminadoras de los
hombres de Srinagar.

>2 Se produjeron amenazas de bomba y varias manifestaciones que tuvieron que ser dispersadas con gases
lacrimógenos. El 19 dc mayo las oficinas del Partido del Congreso (1) en Srinagar Ñeron incendiadas por
una banda de manifestantes y algunos discursos de Indira Gandhi también fueron boicoteados. El
Congreso (1> culpó a la Conferencia Nacional, que negó cualquier responsabilidad. FI caso más
significativo tuvo lugar después de las elecciones en Srinagar cl 14 de junio, donde las algaradas costaron
la vida a una persona y dejaron varios cientos dc heridos, lo que provocó la declaración de un toque de
queda de veinticuatro horas. Tavícen Singh, que cubrió toda la campaña electoral como enviada de
Te/egraph, afimia que durante aquel verano no hubo desórdenes en el Valle “a pesar de los intentos del
Congreso para crearlos”. Su observación, y la de otro enviado dc un periódico nacional, fue que las
elecciones habian tenido un desarrollo tan pacifico y normal como el de cualquier otro Estado de la India.
SINCJH, Tavícen. Op.cit. Pág. 38. Parece exagerada la apreciación de Alastair Lamb de que “en el Valle
de Cachemira se estaba inyectando lo que sólo puede ser descrito como la primera fase de una rebelión
islámica general en contra de la dominación hindú dc Nueva Delhi”. LAMB, A. Kas/unir. A Disputed
Legacy. Pág. 329

438
Cuando se conocieron los resultados de las votaciones se vio con claridad que, al
igual que en 1917, únicas elecciones libres celebradas en el Estado hasta 1983, la
Conferencia Nacional había barrido en el Valle de Cachemira y había obtenido 46
escaños en la Asamblea (uno menos que en 1977). Por otro lado, el Partido del
Congreso (1) volvió a encontrar su bastión en Jammu, y obtuvo 26 asientos para la
Asamblea, lo que le permitió erigirse como el principal partido de la oposición. Jamaat-
e-Islami, que durante sus mitines había introducido en la campaña un simbolismo
político específicamente islámico, sólo obtuvo un escaño, y el Rharatiya Janata Party
no obtuvo ni un solo escaño en Jammu. De hecho, Farooq obtuvo un 38% de los votos
en esta región, un significativo incremento en relación con los logros de su padre.’3 Los
resultados electorales volvieron a subrayar la división entre los musulmanes del Valle y
los hindúes de Jammu, pero sobre todo supusieron una victoria de Farooq sobre las
fuerzas comunales tanto musulmanas como hindúes y. por extensión, sobre Pakistán.

Pese a que indudablemente existía disconformidad con el gobierno de Nueva


Delhi, durante la campaña se produjeron pocas manifestaciones de índole secesionista y
los cachemiris, especialmente en el Valle, continuaron fieles al recuerdo de Sheikh
Abdullah y a la Conferencia Nacional, que no incluyó en su programa ninguna
referencia a una posible secesión de la India)4

6.2.1.2. La ilegal de8tltuclón del gobierno de Farooq Abdnflah

No obstante, los resultados de las elecciones en Jammu y Cachemira eran


inaceptables para Indira Gandhi, cuya victoria había sido pronosticada por la prensa
próxima al gobierno y que al conocer los resultados denunció un inexistente fraude
electoral. ‘~ Su partido quiso presentar ante la opinión pública nacional su derrota en

>~ AKBAR, M.J. India: T/w Siege Within. Pág. 284

>~ GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 84

‘5F1 nuevo ministro jefe realizó las siguientes declaraciones nada más conocerse ¡os resultados de las
elecciones: “Lucharé contra ellos (el Congreso) en la calle y en cualquier rincón del país. Yo ya he pasado
la pníeba. Pero ellos tienen que enfrentarse al electorado en cl resto de la India pronto y vamos a ver
cómo les va”. Earooq también anunció que continuaría construyendo una estrecha relación con los
partidos de la oposición que “han acudido a nuestro lado en nuestros momentos de necesidad”. AKBAR,
Mi. India: Tite Siege Within. Págs. 284-285. Farooq, aunque no olvidó su condición de rival del Partido
dcl Congreso (1), hizo un llamamiento al gobierno de Indira Gandhi solicitando su cooperación para llevar
a cabo un proceso de desarrollo económico y politico en el Estado y manifestó su deseo de alimentar unas
buenas relaciones Centro-Estado en interés de la población, “pero cl Congreso respoñdió negativamente a
la oferta”. S[NGH, Narinder. Op.cit. Pág. 162. Según Mir Qasim, Indira Gandhi “era como una tigresa

439
Cachemira como una derrota de la India, cuando lo que se produjo realmente fue una
muestra de apoyo generalizado a una coalición que no ponía en entredicho la
integración del Estado, aunque tampoco renunciaba a su reivindicación de autogobierno.
Algunas de las facetas más negativas del ejercicio político de la primera ministra a nivel
nacional, como su oposición a permitir el desarrollo de ninguna fuerza política local, se
estaban acentuando a principios de los 80, y los planes para preparar el terreno para una
pronta destitución de Farooq Abdullah comenzaron inmediatamente.

Pero antes de destituir al líder cachemirí se hacía necesario crear un clima de


insatisfacción que legitimara el golpe, y en esta ocasión se volvió a recurrir a la tan
explotada en el pasado acusación de connivencia con intereses antinacionales.’6 Un
simple partido de criquet en octubre de 1983 en el que un reducido grupo de estudiantes
cantó eslóganes anti-lndia sirvió para que Indira Gandhi acusara a Farooq de no haber
adoptado una postura suficientemente clara a este respecto. ‘~ También se alegó que la
alianza con Mirwaiz Mohammed Farooq en las elecciones de 1983 demostraba que
Farooq mantenía una asociación con fuerzas secesionistas dentro del Estado. (Es cierto
que Mirwaíz Farooq había defendido en el pasado la unión de Jammu y Cachemira con
Pakistán, pero hay que recordar que en 1977 había renunciado a su impugnación de la
Constitución y se había presentado conjuntamente con el partido nacional Janata en las
elecciones estatales)’8

Pero sobre todo, Earooq fue criticado por haber mantenido una reunión con Sant
Jarnail Singh Bhindranwale, el carismático y belicoso líder separatista sij, y acusado de
haber permitido que organizaciones separatistas sijs se adiestraran en Jammu y

herida buscando una oportunidad para saltar sobre el Dr. Earooq Abdullah y su gobierno”. QASIM, M.
Op.cit. Pág. 162, en BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 244

Jagmohan Malhotra explica los cargos en contra de Abdullah en su auto complaciente biografia My
Frozen Turbulenee in Kashn,ir. Allied Publishers Limited. Nueva Delhi 1992. Págs. 255-3 17

A pesar de que el ministro jefe declaró públicamente sentirse avergonzado por lo ocurrido. AKBAR,
Mi. India: Tite Siege Within. Pág. 286

Según sus propias declaraciones, aunque Mirwai: Farooq seguía defendiendo un esquema de resolución
de la cuestión de Cachemira que partiera de la celebración de un plebiscito de autodeterminación, partía
de la idea de que la familia Ahdullah había convencido a los cachemiris de que sus intereses estarían
mejor protegidos, dadas ciertas garantías, dentro de la Unión India y. por el momento, él ofrecia su apoyo
a la Conferencia Nacional. SINGH, Tavícen. Opcit. Pág. 33

440
Cachemira. ‘» Hay que decir que en 1984 había pocas cuestiones que pudieran crear
tanta conmoción en la India como la existencia de una relación de estas características.
En junio Indira Gandhi llevó a cabo la Operación Estrella Azul en Punjab durante la que
su Ejército asaltó la sede política y religiosa de los sijs, el Templo Dorado de Amritsar,
provocando una masacre que se llevó, entre otras, la vida de Bhindranwale. El 31 de
octubre esta crisis llegaría a su clímax con el asesinato de Indira Gandhi por miembros
sijs de su guardia personal.

El Congreso convocó protestas y manifestaciones en el Estado en contra del


gobierno cachemiri y acusó a Earooq Abdullah de patrocinar fuerzas secesionistas.20 La
prensa nacional en la India siguió las directrices marcadas por el gobierno y contribuyó
a la creación artificial de un ambiente de inestabilidad en Jammu y Cachemira. Sayeed,
la cabeza del Congreso (1) en Jammu y Cachemira, anunció que Farooq había perdido el
control de la administración, y Rajiv Gandhi adelantó que iba a ser necesaria una “firme
acción del Centro” porque la situación en el Estado se estaba volviendo “seria e
intolerable”.

Pero toda esta maniobra se encontró con un firme obstáculo en la figura del
gobernador de Jammu y Cachemira, H.K. Nehru, primo de la primera ministra y
conocido por su reputación de hombre íntegro y honesto. 8K. Nehru se opuso a que
el régimen de Farooq fuera suspendido siguiendo un procedimiento antijurídico, por lo
que fue cesado el 26 de marzo de 1984 y sustituido por Jagmohan Malhotra, un hombre
de gran determinación y fidelidad al Centro que ya había demostrado sus habilidades en
la tarea de suprimir desórdenes siendo teniente-gobernador de Nueva Delhi durante el
estado de emergencia.

La labor de Jagmohan como gobernador sigue suscitando airados debates en los


circulos políticos e intelectuales de la India. Por un lado, se le reconoce como un hábil

‘~ Sumit Ganguly considera que ambas afirmaciones eran ciertas, aunque todo apunta a que respondieron

más a una negligencia gubernativa y a una falta de percepción de las principales sensibilidades politicas
dc Nueva Delhi que a la voluntad de apoyar al movimiento secesionista de Punjab. GANGULY, 5.
Op.cit. Pág. 87. Ver también AKBAR, Mi. Kas/unir: Behind tite Vale. Págs. 207-208

20 Ver BHATTACHARJLA, A. Op.cit. Pág. 246

~‘ SINGH,Tavleen. Op.cit. Págs. 51-53,GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 86,yPURI,B.Kashmirrowards


Insurgency. Pág. 34

441
administrador y como un funcionario incorruptible, en lo que a dinero se refiere. Pero
por otro lado, muchos intelectuales en la India le acusan de suponer una de las
principales causas de la alienación y el levantamiento de los cachemiris musulmanes.
Estos críticos a menudo ignoran que más censurable que su estilo de gobernación fue la
substancia de la filosofia que subyacía bajo sus políticas, y éstas sólo eran el reflejo de
los diseños impuestos por Nueva Delhi.

Jagmohan es criticado por haber enfocado el dilema desde una dimensión


administrativa más que desde una necesaria dimensión política, entre otras muchas
alegaciones que le achacan discriminación religiosa, poco respeto por los derechos
humanos y adicción a los métodos represivos para acallar voces discordantes.22
Jagmohan ha llegado a ser acusado, una vez que comenzó la rebelión popular, de
provocar deliberadamente el éxodo de la comunidad hindú del Valle de Cachemira para
dejar el camino abierto a políticas más represivas en contra de los musulmanes.23 Lo
indiscutible es que este cambio en la gobernación del Estado, que violó tanto el Acuerdo
de Cachemira de 1975 como el Acuerdo de Delhi de 1952, fue el preludio de la
transformación que estaba a punto de afectar a las relaciones entre la India y Jammu y
Cachemira y el comienzo de una catástrofe.

La primera iniciativa abordada en Jammu y Cachemira por el polémico


gobernador supuso un sutil embate en contra de Farooq Abdullah a través de su propio
partido. Los compromisos familiares de Farooq le habían obligado a conceder una
importante representación en la Asamblea Legislativa a los partidarios de su cuñado y
24
rival G.M. Shah. El grupo de disidentes, entre los que se encontraban varios ex
ministros a los que Farooq había destituido por su relación con casos de corrupción, fue
fácilmente persuadido por el nuevo gobernador para que ejerciera una oposición directa
al ministro jefe.

22 Ver WIRSING, R. Op.cit. Págs. 117-118, BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 251, SINGH, Tavícen.
Op.cit. Págs. 56-57 y 162 y PURI, B. Kashrnir Towards Insurgeney. Págs. 36-37, y 60
23 Una defensa de la figura de Jagmohan en KAPOOR, OP. Op.cit. Págs. 121-135, 130-135, y 137-141

24 El error se puso pronto de manifiesto y en octubre de 1983. a raiz de su oposición a que Srinagar
acogiera un nuevo cónclave de partidos de la oposición a nivel nacional, G.M. Shah fue expulsado de la
ConferenciaNacional. BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 237,yl-IEWITT, V.Op.cit. Pág. 150

442
El 2 de junio de 1984, 12 miembros de la Conferencia Nacional en la Asamblea
Legislativa (con el apoyo de un independiente) retiraron su apoyo a Farooq y se lo
concedieron a G.M. Shah, algunos después de recibir importantes sumas de dinero, y
otros la promesa de una cartera ministerial.25 Con la unión de los 26 miembros que
representaban al Congreso (1), el 2 de julio Jagmoban pudo sustituir a Farooq por G.M.
Shah antes de que se hubiera cumplido el primer año de su gobierno.

La destitución de Farooq Abdullah fue ilegal puesto que el procedimiento por el


que se le despojó del cargo no estaba contemplado en la Constitución de Jammu y
Cachemira:1 Este derrocamiento provocó una gran conmoción en el Valle de
Cachemira que fue contenida con extraordinarias medidas preventivas, entre ellas la
igualmente antijurídica introducción de Fuerzas de Seguridad del Estado de Madhya
27
Pradesh. La intervención de Nueva Delhi en el Estado no era nada nuevo, de hecho
había supuesto una característica esencial de las políticas estatales desde la destitución
de Sheikh Abdullah en 1953. No obstante, en este caso la nula disposición de Nueva
Delhi a permitir que los cachemiris gozaran de un gobierno representativo se había
testimoniado de una forma más descarada y flagrante que nunca.

Indira Gandhi ignoró las protestas emitidas por los ministros jefes de numerosos
estados indios en contra de estos procedimientos. Earooq había demostrado a todos los
partidos políticos de la oposición su apuesta por la permanencia del Estado en la India
en un marco de plena autonomía. De esta forma, las acusaciones de actividades
antinacionales fueron rápidamente desestimadas. Numerosos miembros de la oposición
en el Parlamento indio y medios de comunicación independientes pidieron la expulsión
de Jagmohan de Jammu y Cachemira. Por su parte, Farooq recibió múltiples apoyos
regionales para una campaña a nivel nacional en contra del gobierno central. La
destitución de Sheikh Abdullah en 1953 y la de su hijo 31 años después tuvieron
muchas cosas en común, pero MI. Akbar llama la atención sobre una diferencia
fundamental: “esta vez el país no se mantuvo en 28

25 1-IEWITT, V. Op.cit. Pág. 150, y SIIÑG1-I, Tavleen. Op.cit. Págs. 53-54

26 Ver SINGH, Tavícen. Op.cit. Pág. 54

27 AKBAR, Mi. India: Tite Siege Within. Pág. 288

28 AKBAR, M.J. India: Tite Siege Within. Pág. 289. Ver también BHATTACI-IARJEA A. Op.cit. Págs.
249-250

443
6.2.1.3. 31 régimen de G.M. Shah y la explosión de las tenuianes
comunales

La entronización del régimen de G.M. Shah convenció a la vasta mayoría de los


cachemiris de que el gobierno de Nueva Delhi tenía una desconsideración absoluta por
los procedimientos constitucionales. A pesar de las carencias de Farooq, los cachemirís
le habían trasladado la confianza y el apoyo que anteriormente le habían profesado a su
padre. Las manifestaciones de rechazo popular y la espiral de violencia que suscitó el
régimen de CM. Shah convirtieron el recurso a los toques de queda en algo habitual y
necesario para mantener el orden en gran parte del Valle de Cachemira. Desde la
destitución de Farooq, una serie de acontecimientos precipitó el nacimiento del
movimiento de sublevación y la aparición de la violencia en el Estado como un mal
endémico. El gobierno central, bajo el liderazgo de Rajiv Gandhi después de las
elecciones de diciembre de 1984, enfrentado a una grave explosión de las tensiones
comunales en todo el territorio de la Unión, no fue capaz de provocar mejoras ni en la
India ni en la administración de CM. Shah.

El régimen de Shah se enfrentó a tres retos fundamentales. Por un lado la


29
poderosa oposición dentro de su partido de los seguidores de Farooq Abdullah. Por
otro, la incapacidad de su administración para mejorar las malas condiciones
económicas y frenar el brote de violencia comunal generalizada que, como reflejo de la
tensión comunal en el resto de la India, comenzó a azotar al Estado desde principios de
1986.30 Y, por último, la evidencia de que la manifiesta corrupción de su administración
sólo colaboraba a empeorar la de por sí ya nefasta imagen de su gobierno ante la
población.

29 Para contrarrestar estas fuerzas, CM. Shah organizó un sub-comité para investigar las actividades del
anterior gobierno y su informe determinó que el régimen de Farooq había cometido irregularidades
financieras y había ignorado las informaciones de los agentes de inteligencia que avisaban del aumento de
las actividades secesionistas dentro del Estado. GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 88

30 En febrero dc 1986 se produjo un episodio que conmocionó a toda la India cuando la policia abrió
fuego sobre una multitud dc musulmanes que se habia reunido para protestar en contra de la apertura a
fanáticos hindúes de una mezquita en Ayodhya, Ultar Pradesb, supuestamente construida sobre 3as minas
de un templo hindú. Las campañas politicas comunales exacerbadas por esta disputa tendrían como
desenlace la destrucción de la mezquita en diciembre de 1992 por grupos de extremistas hindúes. En
Jammu y Cachemira, a la inestabilidad provocada por esta crisis se unieron las protestas de activistas
políticos hindúes en Jammu en contra de la construcción de un centro de oración islámica al lado de un
templo hindú en las oficinas estatales. Muy pronto comenzaron los enfrentamientos que se extendieron
con rapidez a otros territorios del Estado y obligaron a las autoridades a decretare1 toque de queda en
muchas ciudades del Valle.
444
Sobre todo, se produjeron escasos esfuerzos destinados a analizar y remediar las
causas de descontento de la población. La policía local no pudo hacer frente a la
escalada de violencia, y el reto de mantener la paz y el orden se fue trasladando poco a
poco al Ejército y a las fuerzas paramilitares. Cada vez más, la política interna en
Jammu y Cachemira se observaba desde el estrecho prisma de la ley, la seguridad y el
orden. El gobierno central recurrió a la utilización de una severa legislación, cuya
existencia sólo se justificaba como medio para frenar actividades terroristas por medio
de la represión, con una ausencia absoluta de iniciativas políticas.3’ Estas medidas de
seguridad consiguieron limitar las actividades de organizaciones propakistaníes y
secesionistas, pero supusieron una pesada carga sobre la población civil que acentuó su
resentimiento.

Y esta población civil ya no se mostraba, como en el pasado, pasiva ante las


intrigas que tradicionalmente habían desestabilizado a la Conferencia Nacional y a las
relaciones Centro-Estado. Farooq Abdullah no paró durante estos dos años su campana
de oposición al gobierno central en unión con otros partidos indios, llegando a adquirir
una considerable reputación a nivel nacional. Pero no pudo evitar que en Jammu y
Cachemira la iniciativa de la lucha política en contra de la intervención del Centro se
trasladara poco a poco a las organizaciones y partidos musulmanes. Del mismo modo, la
comunidad hindú de Jammu y la reducida y vulnerable comunidad pandi de Cachemira
recurrieron a sus signos de identidad para moldear sus demandas y responder a sus
ansiedades. Entre 1986 y 1987 ya no eran excepcionales los casos de amenazas e
intimidaciones a la comunidad pandit que, poco a poco, con los hindúes de Jammu,
también fue trasladando sus preferencias desde el secular Partido del Congreso al
comunal Bharatiya Janata Party.

Nueva Delhi se dio cuenta muy pronto de que había cometido un grave error al
designar al ministro jefe, pero para cuando ordenó a sus miembros en la Asamblea
Legislativa cachemiri que retiraran su apoyo a CM. Shah el daño ya estaba hecho. El

~> El5 de junio de 1985, Nueva Delhi extendió a Jammu y Cachemira las provisiones del Acta de
Prevención de Actividades Terroristas y Transgresoras (TADA), que concedía a la policía y a las fl~erzas
paramilitares amplios poderes de arresto y detención. En septiembre el gobierno de Jammu y Cachemira
declaró que unos 600 pueblos del Estado eran zona restringida. Todos los varones mayores de 19 años
fueron provistos de un carnet de identidad, y las patrullas paramilitares aumentaron su presencia. El
gobierno justificó estas medidas afirmando que esta zona era uncí dc los principales poros de infiltración
desde Pakistán. GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 90

445
gobernador de Jammu y Cachemira, Jagmohan, destituyó a G.M. Shah el 7 de marzo
acusándole de corrupción e incapacidad para frenar la creciente inestabilidad social.32
La Asamblea Legislativa fue suspendida para dar paso a la Governor’s rule en el
Estado. El gobierno directo de Jagmohan duró seis meses, el máximo estipulado por la
ley. Al finalizar en septiembre, en lugar de acceder a las peticiones de Farooq y
convocar elecciones, Rajiv Gandhi decidió dar paso por primera vez a la Presiden¡’s
rule y al gobierno directo de Nueva Delhi en Jammu y Cachemira.

6.2.2. 1986-1988. CAUSAS POL¡TICAS INMEDIATAS DE LA


SUBLEVAC ION

6.2-2.1. El acuerdo Rajiv-Farooq

En 1986 Jammu y Cachemira ya presentaba un escenario político, social y de


seguridad propicio para la explosión de la sublevación popular que tendría lugar sólo
dos años más tarde. Pero después de la destitución de G.M. Shah puede que todavía
hubiera habido alguna esperanza, por pequeña que fuera, de devolver la normalidad al
Estado. Una nueva oportunidad como las que se habían presentado en 19’7S y 1983 para
permitir un gobierno representativo, para dejarle gobernar con independencia del
Centro, y para responder a la reclamación de autogobierno del que ya se erigía con
mucha diferencia sobre los demás como el partido político específicamente cachemiri
más moderado del espectro político.

Puede que ya hubiera sido demasiado tarde incluso para un enfoque de la


problemática que siguiera estos parámetros, pero ello no excusa que la India ni siquiera
intentara comprobarlo. Las iniciativas políticas adoptadas conjuntamente por Farooq y
Rajiv entre 1986 y 1988 no sólo no pudieron frenar la crisis, sino que nutrieron y
exhortaron a todas aquellas fuerzas desestabilizadoras que habían surgido durante los
años de gobierno de Shah.

32 BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Págs. 248-250. Jagmohan criticó al hasta entonces ministro jefe por
haber liberado a militantes propakistaníesy secesionistas, por iniciar el reclutamiento de “elementos
comunales conocidos” para la administración estatal y dos batallones adicionales de la Policía Armada de
Cachemira (KAP), por vender tierras del gobierno a mitad del precio de mercado y por practicar el
nepotismo en la adjudicación depuestos de trabajo público. GANGULY, 8. Op.cit. Pág. 95. La
destitución se hizo aún más urgente cuando se temió que Shah estuviera iniciando un proceso de
reunificación dc las dos facciones de la Conferencia Nacional con la intención de dar mayor fuerza al
partido. SINGI-I, Narinder. Op.cit. Pág. 165

446
Estas iniciativas consistieron en el establecimiento de una alianza electoral entre
la Conferencia Nacional y el Partido del Congreso que acabó de desautorizar el
concepto de la Conferencia Nacional como partido político puramente nacionalista, y la
celebración de unas elecciones en las que los responsables de la coalición recurrieron a
la manipulación de los resultados para evitar un previsible ascenso de tos partidos
políticos musulmanes. Este segundo hecho lanzó con fuerza el mensaje de que la lucha
política convencional no permitía la expresión de opiniones discrepantes y que se hacía
necesario recunir a otros medios.

La estrategia adoptada por Rajiv Gandhi para hacer frente a la inestabilidad en


Jammu y Cachemira puso de manifiesto que su actitud a propósito del grado de
independencia que debían gozar los estados no se alejaba de la de su madre. Pero sobre
todo supuso una confirmación más de su falta de perspicacia política para hacer frente al
ascenso de las tensiones comunales por toda la India. Para Rajiv lo fundamental era
acabar con la imposición de la PresidentSs rule que estaba erosionando el crédito de su
gobierno. Pero la única alternativa que contemplaba era establecer un nuevo sistema
político que diera la imagen de respetar los procedimientos democráticos y las libertades
civiles sin poner en riesgo la subordinación del gobierno estatal al gobierno central.

Los líderes del Congreso (1) eran conscientes de que nunca podrían obtener el
apoyo de los musulmanes de iammu y Cachemira. Por otro lado, Farooq Abdullah era
su único recurso para intentar mejorar las condiciones en el Estado y terminar de
solucionar las controversias acerca de su relación constitucional con el Centro.
Asimismo, en septiembre de 1986 había visto la luz una amplia coalición de partidos de
orientación islámica o secesionista que anunció su concurso en los procedimientos
democráticos y electorales)3 Este Frente Unido Musulmán (MUF) podía reducir las
bases sociales de la Conferencia Nacional a favor de partidos extremistas.

~ El Frente Unido Musulmán se formó en respuesta a varios sucesos dentro de Jamit~u y Cachemira y en
otros lugares de a India. Entre ellos el acuerdo Rajiv-Farooq, la creciente tensión comunal y el desarrollo
de los sentimientos fundamentalistas en el mundo musulmán. Los principales miembros del MCE eran
Jamaat-e-lslami, Ummca-e-Islam, Án/umane luehad-ul-Musalmeen. Tite Jslamic Study Ch-cíe. Tite
Mus/ini Educa(ion T,ust, Tite Muslim We/Jhre Sacie/y, Islam it Jamaat-e- Tulba, Maj/is Tahafazul u/-
Islam!, Mahaz-i-Ázadi, .Iamiat-ul-Hadis, Sitia Rabita Com,nittee y, por último Idara Taitquiqat ls/ami En
opinión de Vernon l-lewitt, el desafio de esta coalición ffie lo que convenció a Earooq y a Rajiv, más que
ninguna otra cosa consideración, de la necesidad de unir sus fuerzas. 1-lE WITT, V. Op.cit. Pág. 152.
Según Narinder Singh. se unieron con la sana intención de acabar con una confrontación Conferencia-
Congreso que se había demostrado contraproducente para el mantenimiento dc la harmonía comunal, la
paz y la estabilidad política. Ver SINGII, Narinder. Op.cit. Págs. 166-167

447
Después de 8 meses de duras negociaciones, el 6 de noviembre de 1986 Rajiv
Gandhi y Farooq Abdullah firmaron un acuerdo que revocaba la PresidenPs rule y la
suspensión de la Asamblea Legislativa y devolvía a Farooq el puesto de ministro jefe de
Jammu y Cachemira en un gobierno provisional compartido con el Congreso (1). Los
términos del Acuerdo Rajiv-Parooq no se hicieron públicos, pero los analistas políticos
consideraron que se había centrado en la proyección de medidas para garantizar los
principios comunes a ambos partidos: el secularismo, el socialismo y la unidad e
integridad de la India. La Conferencia Nacional y el Congreso unirían sus fuerzas en
contra de los elementos comunales, secesionistas y extremistas y los miembros de
ambos partidos se apoyarían en la Asamblea Estatal.34 No obstante, Farooq reconoció
posteriormente que Rajiv había condicionado tanto la concesión de los fondos para el
desarrollo económico que el Estado requería como la también inaplazable celebración
de elecciones a su preliminar aceptación de la coalición gubernamental.35 Para
completar un proceso que quería dar la imagen de respetar los procedimientos
democráticos, Rajiv anunció nuevas elecciones estatales para marzo de 1987.

El establecimiento de esta alianza, sólo dos años después de que Farooq hubiera
sido ilegalmente destituido, fue percibida por muchos cachemiris como un síntoma de
que el dirigente cachemiri había renunciado a la lucha de la Conferencia Nacional por la
autonomía. Pero sobre todo fue considerado una traición al legado por el que Sheikh
Abdullah había luchado y había sido tantos años encarcelado por aquellos con los que
ahora se aliaba su hijo. En Jam.mu y Cachemira esta estrategia fue asumida como un
cínico pacto, en la tradición de otros anteriores, destinado a devolver el gobierno a
Farooq desde una asunción plena de su sumisión al Centro. El acuerdo, en lugar de
atenuar las divisiones comunales, provocó una reacción adversa. Puesto que la única
fuerza política secular del Estado había sido absorbida por el Congreso (1), las únicas
vías de oposición política en el Valle de Cachemira quedaron reducidas a los partidos de
orientación secesionista y fundamentalista. La presencia de estos partidos en Jammu y
Cachemira, aunque prolongada, nunca hasta entonces había convocado un apoyo
significativo de la población.

SINGH, Narinder. Op.cit. Pág. 167

SINGH, Tavícen. Opeir. Pág. 96, y BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 253

448
Pero también el Congreso (II) dañó su imagen en Jammu con esta maniobra.
Hasta el momento el apoyo recibido por el Congreso (1) en esta provincia lo debía a su
imagen de defensor de la región de la dominacion musulmana. Después de firmar un
acuerdo con la Conferencia Nacional no podía seguir desempeñando ese papel. En
consecuencia, las críticas al acuerdo provinieron, por distintos motivos, de los diferentes
grupos sociales del Estado. M.J. Akbar asegura que “tanto Farooq Abdullah como Rajiv
Gandhi reconocieron a posteriori que su alianza electoral y el ulterior gobierno de
coalición fueron errores muy serios que condujeron indirectamente a la aparición del
movimiento secesionista violento de 1990’’ 36

La lucha electoral de 1987 estuvo cargada de un significado político aún mayor,


marcando un punto de inflexión irreversible en la historia de Jammu y Cachemira, al
generalizarse entre los cachemiris la convicción de que los resultados habían sido
manipulados. El mensaje electoral de Farooq durante su enérgica campaña electoral se
centró en subrayar que el acuerdo con el gobierno central garantizaría que Cachemira
recibiera su parte de los fondos de desarrollo. Los mítines de la Conferencia Nacional
volvieron a convocar grandes concentraciones de simpatizantes, pero la transformación
del panorama político también quedó patente cada vez que los candidatos del MUF se
exhibieron provocando la movilización de multitudes en su apoyo. Cuando los líderes
del MUP denunciaban el acuerdo Rajiv-Farooq o atacaban el mensaje de secularismo de
la Conferencia Nacional, las masas respondían con entusiasmada aprobación. El
programa ideológico del MUF, aunque evitaba una alusión directa a la celebración de
un plebiscito, era susceptible de suscitar amplias interpretaciones, y este fenómeno
alarmó a Farooq y a sus aliados, que decidieron no correr riesgos.

6.2.2.2. La manipulación de las elecciones de 1987

Anjal~ Nirmal y Virendra Bartaria son algunos de los autores que describen las
elecciones para la Asamblea Legislativa de Jammu y Cachemira de abril de 1987 como
las más fraudulentas de la historia de Jammu y Cachemira.37 La Conferencia Nacional
obtuvo 36 escaños (10 menos que en las elecciones de 1983), de nuevo concentrados en
el Valle de Cachemira. El Congreso (1) obtuvo 24 asientos, ratificando su bastión en

36 AKBAR, M.J. Kasitmir: Beitind tite Va/c~. Págs. 212-213

~ NIRMAL, A y BARTARJA V. Op.cit. Pág. 26

449
Jammu. El hindú Rharahya Janata f-’arty, que entró por primera vez en la Asamblea
cachemiri, obtuvo 2 escaños, y el MU? consiguió 4. Resulta interesante destacar que
aunque la alianza Congreso (1)-Conferencia Nacional reunió dos tercios de la Asamblea,
sólo obtuvo cerca del 50% de los votos. Es más, en la propia circunscripción de Earooq
Abdullah, Ganderbal, el porcentaje de votos recibidos por el político cachemiri se
redujo un 20% y el candidato del MU? que se enfrentaba a Farooq consiguió obtener el
18% de los votos.

Las alegaciones de manipulación en este proceso electoral son vitales para


entender la crisis que a continuación abatió al Estado porque la convicción entre
muchos miembros del MU? de que se les había impedido acceder al poder por medio de
un proceso democrático les hizo recurrir a la violencia como única alternativa para su
reivindicación política;

Efectivamente, durante el proceso electoral se produjeron el mismo tipo de


abusos que habían caracterizado anteriores elecciones:39 Estos abusos contribuyeron a
provocar una oleada de indignación entre la población cachemiri. No obstante, lo que no
está claro es que esta manipulación impidiera la formación de un gobierno dominado
por el MUF. Como señala Vernon Hewitt, los fraudes electorales suelen dar como
resultado inverosímiles repartos de poder (como el 93% a favor de los fundamentalistas
durante el período de Zia-ul-Haq o la mayoría de dos tercios de Zulfikar Ah Bhutto en
1977). Sin embargo, los resultados de estas elecciones reflejaron una transformación
que se puede considerar lineal y consecuente con los resultados de anteriores elecciones
y con los sucesos políticos más recientes.40 Los 4 escaños del MU? sí parecen
inconsistentes con otros indicadores de apoyo electoral, pero lo más probable es que, sin
manipulación, el MU? no hubiera obtenido más de 10 escaños. De cualquier forma, lo
importante es que se produjeron irregularidades, y que en un Estado con tal sensación

~ De hecho, tres miembros del MUF, Hamid Sheikh, Hashfaq Iviajid Wani y Yasim Malik fueron más
tarde figuras importantes de la resistencia armada. GANGULY, 5. Op.eit. Pág. 98

30 Los votantes fueron intimidados, las urnas fueron manipuladas y los funcionarios que trabajaron
durante los comicios acosados y hasta expulsados por miembros de las Fuerzas de Seguridad. Es más, dos
semanas antes dc las elecciones unos 600 miembros de los partidos de la oposición fueron arrestados en
aquellas áreas conocidas como bastiones del Frente Unido Musulmán.

~ Ver HEWITT, y. Op.cit. Págs. 152-153

450
de haber sido sometido a innumerables agravios históricos, las acusaciones de fraude
total fueron ampliamente creídas.

El trasfondo y desenlace de estas elecciones desvirtuaron definitivamente el


unico medio de expresión de descontento político de la población cachemirí. Como
expone Ajit Battacharjea, “una nueva generación de cachemiris, que sabía poco o nada
acerca del movimiento de liberación en contra del régimen del Marajá o de la invasión
tribal, había acudido a las urnas, y estaba decepcionada. Se había beneficiado de una
educación libre- desde el nivel primario hasta el universitario- asequible desde
principios de los años 50, pero estaba frustrada porque había poco trabajo para ella. Los
desempleados educados son el elemento más explosivo de cualquier sociedad... y esta
nueva generación de jóvenes vestidos con vaqueros sintió cierto desprecio hacia sus
dóciles progenitores vestidos con el phiran. En las zonas rurales, se les unieron aquéllos
que habían sido adoctrinados en las escuelas de Jamaat-e-Islami”.4’

Según Abdul Ghani Lone, candidato del MU?, la manipulación de las elecciones
intensificó los sentimientos de la población en contra del gobierno de la India. Si a la
gente no se le permitía emitir su voto ¿adónde podía ir a parar su enfado si no era hacia
la expresión de sentimientos antinacionales?.42 Cuando el gobierno de Farooq Abdullah
se propuso iniciar una nueva etapa en Jammu y Cachemira se tuvo que enfrentar con
una sociedad polarizada y notablemente radicalizada que ya no se dejaba seducir por las
antiguas dispensas y que ya no respondía a los antiguos remedios.

Los problemas para Farooq Abdullah no tardaron en aparecer. El resentimiento


en su contra se fue agudizado a medida que quedaba patente que no era capaz de
enfrentarse a los dos problemas crónicos de Cachemira: el desempleo y la falta de
infraestructuras. Muchos jóvenes cachemiris comenzaron a cruzar la frontera hacia
Pakistán en busca de adiestramiento, armas y lo que los pakistaníes llaman “apoyo
moral”. Se calcula que la infiltración a gran escala de armamento desde el otro lado de
la LOC se inició durante el verano de 1987t Por su parte, el gobierno del Congreso (1)

~> BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 253


42 GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 99

~ SINGH, Tavleen. Op.cit. Pág. 107

451
44

en Nueva Delhi, enfrentado a graves problemas ajenos a la cuestión de Cachemira, se


limitó a recurrir a la tradicional estrategia de enviar ingentes cantidades de dinero que
demasiado a menudo se quedaba a mitad de camino en manos de funcionarios
corruptos. La inhibición del gobierno central y la incapacidad de Farooq Abdullah para
gobernar aumentaron la influencia del MUF.

A medida que 1987 se acercó a su fin los problemas de Farooq Abdullah se


agravaron,45 y el Valle comenzó a sentir el impacto de las organizaciones terroristas en
1988.46 El año anterior estuvo marcado por brotes esporádicos de violencia, algaradas y
huelgas. Sin embargo, durante 1988 se produjo un cambio cualitativo en el alcance y
extensión de los incidentes violentos. El pretexto más insignificante proporcionaba una
base para nuevas agitaciones que a menudo causaban víctimas mortales. Estas
situaciones dejaron de ser algo convulsivo para convertirse en brotes de violencia
orquestadas y deliberadas. Las víctimas de los ataques comenzaron a ser escogidas
meticulosamente, y los objetivos de los guerrilleros excedieron la finalidad limitada de
acabar con el régimen del Congreso y la Conferencia Nacional.

La alarma la despertaron seis ataques directos contra las Fuerzas de Seguridad


del Estado y la explosión de bombas durante todo el año, lo que demostró que los
sublevados contaban con armamento, explosivos y adiestramiento para utilizarlos.

A nivel nacional, Rajiv se enfrentaba a una imparable tensión comunal y a una oposición cada vez más
hostil que acusó al partido gobernante de haber recibido sobornos por la compra de amias para el Ejército
indio. La base electoral del partido se reducía rápidamente y el Congrcso (1) ya sólo permanecía en el
poder en 12 de los 25 estados de la Unión. En lo referente a politica internacional, en enero dc 1987 la
India y Pakistán habian rozado las puedas de una nueva guerra durante un ejercicio militar indio masivo,
la “Operación Brass/acks”

~ La súbita decisión del ministro jefe de no continuar con el traslado de toda la administración y la
capitalidad del Estado durante el invierno desde Srinagar a Jammu, una gravosa y complicada tradición
que se remontaba a 1870, fue recibida con gran indignación por lideres políticos y empresarios de Jammu.
Enfrentado con disturbios públicos y con la presión del gobierno de Nueva Delhi, Farooq tuvo que
revocar su decisión, lo que provocó en respuesta airadas quejas en el Valle de Cachemira. Al igual que en
Jammu, la cuestión se cubrió rápidamente con el velo comunal y el MUY declaró que el ministro jefe
estaban minando los intereses de los caehemiris. Para finales de la década dc los 80, con un personal que
superaba los 5.000 funcionarios y con unos 37 departamentos distintos, este traslado se había convertido
en una pesada carga logística y económica. Desde 1967, tras eí informe de una comitión encabezada por
el juez Gajendragadkar, se puso en entredicho la conveniencia de esta costumbre y sc comenzó a estudiar
una solución alternativa, pero ni los representantes de Jammu ni los dc Srinagar querían que su capital
quedara relegada a un segundo lugar, sin mencionar a los poseedores de restaurantes y hoteles o a los
múltiples trabajadores que cada año se beneficiaban de este traslado.
46 En una entrevista concedida a un periódico pakistani cl 31 dc julio dc 1988, Amanullah Khan, uno de
los principales líderes dcl Frente de Liberación de Jammu y Cachemira, sentenció: “la insurrección se ha
convertido en una lucha annada”. BHATTACI-IARJEA, A. Op.cit. Pág. 256
452
Según los servicios de inteligencia indios, de 200 a 300 guerrilleros se habían infiltrado
en el Estado después de recibir adiestramiento en campamentos situados al otro lado de
la LOC.47 Tanto el gobierno de Farooq Abdullah como el gobierno de Nueva Delhi
manifestaron que la escalada de violencia en Jammu y Cachemira era producto de una
campaña de desestabilización impulsada por Pakistán.

En las elecciones generales de noviembre de 1989, año oficial del comienzo de


la sublevación popular, Rajiv fue vencido por una coalición de partidos determinada a
acabar con la corrupción institucional y a defender los derechos de las minorías que se
habían visto lesionados durante el anterior gobierno. Pero esta nueva administración
tampoco pudo presentar resistencia al poderoso lobby hindú. En Jammu y Cachemira,
sólo un 5% del electorado participó en unas elecciones para las que las organizaciones
separatistas pidieron la abstenciónt

Por otro lado, las actividades subversivas adquirieron una nueva dimensión con
el secuestro de la hija del nuevo ministro de Interior del gobierno de la India y ex
cabeza del Partido del Congreso (1) en .lammu y Cachemira, Mufti Mohammed Sayeed.
El secuestro finalizó cuando el gobierno indio accedió al chantaje y liberó a varios
detenidos de la principal organización guerrillera cachemiri, el Frente de Liberación de
Jammu y Cachemira, que recibieron asilo en Pakistán. En 1990, la vuelta del
gobernador Jagmohan (que había sido sustituido en julio de 1989) para poner en marcha
políticas de represión y medidas de contrainsurgencia en lo que ya era un Estado
azotado por una amplia sublevación popular significaron la dimisión de Farooq
Ahdullah, que no volvería a encabezar el gobierno del Estado hasta 1996, después de las
únicas elecciones estatales celebradas desde 1987.

En muchos aspectos, las elecciones de 1987 supusieron el desenlace natural de


40 años de intervención en Jammu y Cachemira por un gobierno central profundamente
sospechoso de que, abandonado a su propio destino, un gobierno autónomo en Srinagar
pudiera desligarse de la India para dirigirse bien hacia su establecimiento independiente,
o bien hacia la integración en Pakistán. Este temor, como indica Vernon I-Iewitt, fue
alimentado por la progresiva convicción, en parte de los dirigentes del Partido del

~‘ BFIATTACHARJEA, A. Opcit. Pág. 257

~ AKBAR, M.J. Kasitníir: Rehind tite Vale. Pág. 214

453
Congreso, de que cualquier proceso genuinamente democrático en el Estado acabaría
identificándose con el Islam y desarrollando un proceso religioso de oposición al
Centro)9 En otras palabras, la India cada vez perdía más su confianza en el triunfo del
secularismo en sus territorios. En la misma línea de argumentación de flewitt, el
político cachemiri hindú Balraj Puri denuncia que esta desconfianza explica toda la
lógica del erróneo enfoque indio de quidpro quo. 50 La intervención política arbitraria en
el Estado se pretendió compensar con unas ayudas económicas desorbitadas en
comparación con las inversiones en el resto de los estados indios y una notable
generosidad destinada a fomentar el desarrollo y la educación.

Pero el temor no desapareció nunca, y al final fue este temor el que arruinó los
planes de la India al provocar exactamente aquello que había deseado evitar: una
reacción islámica al gobierno indio que minó el orden político en Jammu y Cachemira y
la posición regional e internacional de la India sobre la cuestión de Cachemira. La
destitución de Farooq Abdullah en 1984 desató unas fuerzas que hasta ahora han
frustrado todos los intentos de Nueva Delhi por devolver la normalidad al Estado. Es
necesario señalar que la responsabilidad por este fracaso recae enteramente en la India
por haber sido incapaz de prever la reacción de la población ante su alejamiento del
compromiso Neliruviano con el federalismo, la democracia y el secularismo. Este había
sido el compromiso sobre el que se había cimentado la aceptación de los musulmanes
del Valle de Cachemira de su integración en la India.

HEWITT, V. Opcit. Pág. 153

~»PURI, B. Kasitmir Towards Insurgencv. Págs. 84-85


454
CUARTA PARTE
CONFIGURACIÓN ACTUAL DE LOS
CONFLICTOS NACIONAL Y TERRITORIAL
EN JAMMU Y CACHEMIRA
CAPÍTULO VII. LA EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO
TERRITORIAL DESDE FINALES DE LA DECADA DE LOS
SO HASTA LA ACTUALIDAD

Los factores de desestabilización de las fronteras interna y


externa en Jammu y Cachemira: La precariedad de la Línea de
Control/Linea de Alto el Fuego y los efectos de las
reclamaciones territoriales de la India y Pakistán~ sobre su
naturaleza; el riesgo de una nueva guerra y la amenaza
nuclear. El contexto global: la injerencia de los grandes
poderes durante la Guerra Fría y las inciertas implicaciones
de EEUU y China en el marco del nuevo orden mundial.

Después de 1972, tras la firma del Acuerdo de Simia, se presenció en el


escenario de las relaciones indo-pakistaníes, incluida la disputa por Jammu y
Cachemira, un prolongado período de aparente distensión forzado fundamentalmente
por las profundas consecuencias psicológicas y materiales del descalabro del Ejército
pakistaní en la guerra de 1971 y la escisión de la mitad oriental de la nación islámica.
Esta fase de disminuido protagonismo de la disputa territorial por Jammu y Cachemira
finalizó en la segunda mitad de la década de los 80 con la iniciación de la sublevación
separatista musulmana en el Valle de Cachemira.

De esta forma, la división de Pakistán acarreó importantes consecuencias


positivas y negativas para el desarrollo de las relaciones indo-pakistaníes durante más
de una década. Entre las consecuencias negativas se encontró la reforzada convicción
de los dirigentes pakistaníes en la necesidad de robustecer su Ejército para defender su
integridad territorial, hasta el punto de iniciarse en un programa de investigación
nuclear. Entre las consecuencias positivas, la de mayor trascendencia fue que Pakistán,
al ver aumentada la desproporción entre sus recursos y los de la India (al perder capital,
población, territorio y poder), tuvo que dejar de lado su política de confrontación y
alejar el fantasma de una nueva guerra con la India.

Ver CIIOPRA, 5. Perspectivas on Pakistan$ Eoreign Policy. Págs. 23-26

457
Durante este largo periodo se produjeron pocos incidentes dignos de mención y
algunas alusiones a la cuestión de Cachemira por parte de Zia-ul-Haq (sucesor desde
1977 de Yahya Khan en el gobierno militar de Pakistán después de 5 años de
administración civil bajo ZA. Bhutto) en el foro del Movimiento de No Alineación y
ante la Asamblea General de la ONU. En todas las ocasiones, la India argumentó que
según lo estipulado en Simia la cuestión de Cachemira sólo debía ser discutida de forma
bilateral y que Pakistán estaba dañando el proceso de normalización de las relaciones
indo-pakistaníes al intentar despertar el conflicto en los foros internacionales.

Pero este largo período de distensión no impidió que desde SimIa hasta la
actualidad la cuestión de Jammu y Cachemira haya entrado en una nueva y radicalmente
distinta fase de su historia. Esta nueva etapa, siguiendo el esquema de estructuración
propuesto por Robert O. Wirsing, se caracteriza por tres importantes combinaciones de
cambios en el contexto geopolítico de la disputa?

La primera se refiere a los cambios en el escenario político y militar interno en la


Cachemira india. En este perfil nos encontramos, por un lado, con la explosión en 1989
de una insurrección armada de los cachemiris musulmanes y, por otro, con la respuesta
militar masiva de la India en su contra. Estos dos factores unidos han provocado un
grado de violencia y una alienación de la población cachemiri a una escala desconocida
hasta el momento. Esta situación ha dirigido la atención, como nunca antes, sobre la
cuestión de los derechos políticos de los cachemiris, incluyendo el derecho a la
autodeterminación, a la vez que ha convertido a la India en un país vulnerable a las
críticas internacionales por la violación de los derechos humanos en el Estado. Este
escenario, contextuado en la evolución del movimiento nacionalista en ilammu y
Cachemira, será objeto de análisis en el siguiente capítulo. En este capítulo, ceñido a la
disputa territorial, basta con tener presente que la participación encubierta de Pakistán
en la sublevación y su ayuda a los grupos guerrilleros ha añadido un nuevo elemento de
peligro en las relaciones indo-pakistaníes.

El segundo escenario se refiere a los cambios producidos en el contexto político


y militar en las relaciones indo-pakistaníes. Aquí cobran especial trascendencia la
integración de la India y Pakistán en la categoría de países que cuentan con armamento

2 Ver WIRSING, R. Op.eit. Págs. 3-4

458
nuclear; la existencia desde 1984 de un frente bélico permanente en el glaciar de
Siachen, más allá del punto donde finaliza la Línea de Alto el Fuego! Línea de Control
(CFL/LOC); y el irrenunciable compromiso de la India, desde la firma del Acuerdo de
Simía, con el principio de bilateralismo para tratar sus discrepancias con Pakistán.

También son determinantes en este apartado la nunca plenamente alcanzada


conversión de Pakistán al gobierno civil y la inestabilidad política en la India suscitada
por la transformación de su panorama político, donde ha desaparecido el sistema
bipartidista y han ascendido con inquietante vigor las fuerzas del nacionalismo hindú.
Por último, tanto la India como Pakistán se enfrentan con fuerzas centrífugas en varias
de sus regiones. Ambos países se acusan mutuamente de instigar estos movimientos
independentistas o regionalistas. De cualquier forma, ninguno de ellos se puede
equiparar por su dimensión con el alcance e intensidad de la disputa por Jammu y
Cachemira. La precariedad de la CFL/LOC y la discordancia de las estrategias india y
pakistaní para sustentar sus reivindicaciones sobre Jammu y Cachemira dibujan un
escenario de guerra fría susceptible de explotar en cualquier momento.

El tercer conjunto de cambios que ha transformado el contexto de la disputa por


Jammu y Cachemira afecta al trasfondo político y militar extra-regional o global de las
relaciones indo-pakistaníes. En este apartado se han dejado notar las consecuencias del
final de la Guerra Fría, del hundimiento de la Unión Soviética, y del nacimiento de
multitud de estados islámicos independientes en Asia Central. Este último factor, unido
al éxito de los talibán en Afganistán, ha favorecido una mutación en la escala de
intereses de los países occidentales, preocupados por la creciente fuerza del integrismo
musulmán, en Jammu y Cachemira.

A esto se ha añadido la interrupción que han sufrido durante los últimos años las
relaciones de defensa entre Moscú y la India, la conversión de China a una economía de
mercado y su aparición como gran potencia regional, las derivaciones del deterioro de la
importancia de Pakistán para EEUU, y el nacimiento de nuevas normas gJobales en
relación con la protección de las minorías étnicas y la observancia de los derechos
humanos. Estos factores han provocado la aparición de una nueva categoría de actores
internacionales, dando otro significado a la ocupación militar de China de Aksai Chin,
poniendo sobre la mesa inciertas cuestiones acerca de las posibles intenciones de EEUU

459
en la región, y en general provocando incertidumbre a propósito de la participación en
la disputa de los vecinos asiáticos de Jammu y Cachemira.

7.1. ML AW>VQLZ’ RILC TERAL LOS FACTORBW DE


DRSRSrARILIZACJÓN DR LA FRONTERA flVTflfl~f ay .zearr r
CACWXWRA: LA PRECARIEDAD DR £4 C~4ZOC 714 AME/ZAZA DR
101W MIXVA GWRA

7.1.1 LOS EFECTOS DE LAS ESTRATEGIAS DE DEFENSA DE


LAS RECLAMACIONES TERRITORIALES INDIA Y PAKISTANÍ SOBRE LA
LÍNEA DE ALTO EL FUEGO/LINEA DE CONTROL (CFL/LOC)

Desde una perspectiva puramente bilateral de la cuestión de Cachemira, el


conflicto indo-pakistaní puede ser convenientemente enfocado a través de un análisis
del dilema fronterizo, puesto que éste está relacionado con los principios de legitimidad,
que fluyen de las bases de las reclamaciones de cada país sobre el territorio, y de
delimitación, que son consecuencia de estas argumentaciones y a la vez influyen en
ellas.

Las estrategias de defensa de las reclamaciones territoriales india o pakistaní


basadas en consideraciones relacionadas con comunicaciones, comercio o seguridad
nacional no parecen haber supuesto en ningún momento más que simples instrumentos
para la dialéctica. Así, sobre la cuestión de la legitimidad, referida a los principios o
normas que tutelan la asignación de los derechos sobre un territorio, se debe asumir que
indios y pakistaníes fundamentan sus reclamaciones en argumentos relacionados con la
composición religiosa del anterior Reino Dogra. En Islamabad se defiende que la
mayoría musulmana cachemiri debería estar integrada en la nación islámica de Pakistán,
y en Nueva Delhi siempre se ha interpretado la posesión de este Estado como una
confirmación de su carácter secular.

Pero esta consideración no encuentra convalidación en las leyes internacionales,


ni siquiera en los procedimientos que gobernaron la división del subcontinente tras la
retirada de los británicos, puesto que ellos no hacían referencia a los estados nativos.
Ello ha determinado que el análisis de la legitimidad de los posicionamientos indio y
pakistaní se haya centrado tradicionalmente en tres cuestiones: (10) en primer lugar está

460
la denominada por Pakistán ‘cuestión de la conspiración”, según la cual la integración
del Reino Dogra en la India fue orquestada por medio de un complot conjunto del
Partido del Congreso y Lord Mountbatten (y que ya ha sido analizada en su contexto en
el capitulo 1, apartado 1.3, y capitulo 11, apartado 2.1. y 2.3.2.2.). (20) En segundo lugar
está la denominada por la India “cuestión de la agresión”, que expone que el apoyo de
Pakistán a las tribus del Pathan en los meses que precedieron a la adhesión
constituyeron un acto de agresión que precipitó y justificó tanto la integración como la
intervención militar de la India (anteriormente analizada en el capítulo II, apartado
2.1.2.). (30) Por último, nos encontramos con la “cuestión del plebiscito”, que deriva de
la alegación de que la adhesión de Jammu y Cachemira a la India fue provisional, por
ello legalmente inválida, porque dependía de una ratificación popular ejercida en un
plebiscito de autodeterminación, tal y como se estipuló en varias resoluciones de la
ONU (analizada en el capítulo 11, apartado 2.1.3.).

La otra materia que requiere una investigación dentro del análisis del problema
fronterizo son las cuestiones de delimitación que, obviamente, se superponen con las de
la legitimidad aunque son distintas. Esta materia se refiere a la concepción que cada país
tiene a propósito de las fronteras existentes, a propósito de su administración, y a
propósito de las modificaciones que deberían sufrir para responder a sus reclamaciones
territoriales. Con el paso del tiempo, algunas convulsiones políticas en torno a Jammu y
Cachemira, los enfrentamientos bélicos protagonizados por uno o ambos de los
adversarios, y la extensión del separatismo étnico en el Valle de Cachemira han
aumentado notablemente la importancia de esta materia.

Así, adquieren gran trascendencia los peligros inherentes a la existencia de


fronteras sin reconocimiento oficial; los problemas de delimitación de unas fronteras
que dividen un antiguo Reino unido sobre el que existen distintas percepciones en los
paises que se lo disputan; y la forma en que estas percepciones o argumentaciones han
influido en las políticas que ambos bandos desarrollan en los territorios que ocupan y
que supuestamente desearían desarrollar en los territorios que reivindican. Todo ello
está relacionado con la frontera interna de Jammu y Cachemira, por la que se entiende la
Línea de Alto el Fuego (CEL), rebautizada como Línea de Control en 1972 (LOC), que
divide los sectores ocupados por la India y Pakistán. Esta frontera que tiene la categoría

461
de provisional, es susceptible de presenciar en cualquier momento una crisis que puede
desembocar en una nueva guerra indo-pakistaní.

La CFL en Jammu y Cachemira fue establecida después de la suspensión de las


hostilidades entre la India y Pakistán el 1 de enero de 1949. La CFL fue delimitada en
términos generales en el Acuerdo de Karachi, firmado el 27 de julio de 1949 por
representantes militares de los dos países bajo el auspicio del Sub Comité de Tregua de
la Comisión de Naciones Unidas para la India y Pakistán (UNCIP). La verificación
bilateral de esta línea, desarrollada sobre el terreno con la ayuda de observadores
militares de la ONU, no estuvo finalizada hasta el 3 de noviembre:

La CFL poseía muy pocos de los atributos de una frontera permanente. Su


concepción era fundamentalmente militar, y se ajustó a las posiciones mantenidas por
los combatientes en el momento en que finalizó la lucha, lo que respondía a la previsión
de que su utilidad sólo sería temporal. En la mayor parte de su extensión, la línea no
seguía barreras geográficas ni fronteras políticas tradicionales, siendo su único objetivo
mantener el alto el fuego. De hecho, la delimitación carecía de una descripción
minuciosa de la CFL y no fue formalmente señalada sobre el terreno, lo que habría
implicado una concepción de permanencia que ningún bando quería aceptar. Con toda
seguridad, en aquellos momentos nadie esperaba que aquella frontera perdurara tanto
como ha perdurado, ni que esta longevidad fuera causa de tanta confusión, pero el
Acuerdo de Simia de 1972, aparte de introducir el cambio de la denominación de la
CFL en línea de control (LOC), no varió sustancialmente el concepto de la frontera.

A pesar de sus limitaciones, esta frontera interina que separa a las fuerzas indias
de las pakistanies en Cachemira ha cumplido su quinta década de existencia, y hay
quien argumenta que se puede considerar como la frontera internacional de ficto entre
la India y Pakistán. El gobierno indio, en particular, ha indicado en repetidas ocasiones
que está dispuesto a establecer una división permanente de Jammu y Cachemira sobre
las bases de la frontera actual. Propuesta que, de cualquier forma, nunca ha sido
oficialmente bienvenida por Pakistán.

Ver CHOPRA, V.D. Opcit. Págs. 85-86

462
Esta precariedad fronteriza sitúa en parte las reivindicaciones territoriales de
Pakistán en Cachemira en una posición de desventaja en relación coñ la India. Ambos
paises no se han puesto de acuerdo en reconocer que el territorio de Jammu y
Cachemira está en disputa. Desde que retiró su oferta de celebrar un plebiscito, la
argumentación oficial de Nueva Delhi es que la CFL/LOC se extiende por el centro de
un Estado integrado de forma definitiva en la India, y que el problema de Cachemira se
reduce a una agresión pakistaní en contra de un país vecino. La solución de este
problema exige la retirada militar dc Pakistán de la “Cachemira Ocupada por Pakistán”,
el cese de su agresión, y no una redivisión territorial. Este posicionamiento ha permitido
a la India adoptar pasos constitucionales hacia la integración definitiva de Jammu y
Cachemira sin entrar en contradicción con la exposición de su causa.

Por el contrario, Pakistán lleva defendiendo desde el principio que la totalidad


del antiguo Reino Dogra es territorio en disputa, que no pertenece ni a la India ni a
Pakistán, y que el destino del territorio sólo puede ser resuelto mediante la celebración
de un plebiscito que permita que sea la población cachemiri la que deéida. Este derecho
a la autodeterminación, visto desde el punto de vista pakistaní, no puede ser considerado
como un derecho absoluto, puesto que la nación musulmana excluye la denominada
“tercera opción” o independencia. De cualquier forma, los líderes pakistaníes nunca han
reivindicado la posesión incondicional de la totalidad de ilammu y Cachemira, y
únicamente se remiten a la necesidad de cumplir lo estipulado en varias resoluciones de
la ONU. Esta postura, como subraya Alan Waters, ha impedido a Pakistán integrar
plenamente las Áreas del Norte, que son administradas como una posesión colonial, por
miedo a comprometer su reivindicación sobre la totalidad del antiguo Reino Dogra) Las
poblaciones de las Áreas del Norte han comenzado a resentirse de su condición de
ciudadanos de segunda clase y han presentado ante los sucesivos gobiernos pakistaníes
el dilema de cómo introducir reformas democráticas en la región sin dañar su
reivindicación territorial.5

Ver WATERS, Alan, Pakistan. Tite ,Vothern Arcas. South and South East Researeh Unit (Informe del
gobierno Británico) Londres, diciembre de 1994
Las ansias de cambio entre la población de las Áreas del Norte ante su situación de desventaja frente a
los habitantes de Azad Kashmir y del propio Pakistán se aeentuó con la construcción de la autopista del
Karakoram. Esta carretera expuso a las sociedades de Gilgit Huiiza y Haltistán a influencias del exterior
sin precedentes, alentando las demandas de una mayor autonomía y aumentando las sensibilidades
estratégicas de la región. La insatisfacción popular en las Areas del Norte con su ambigua y poco
democrática situación creció en os últimos años setenta y ochenta. Una consecuencia del aumento a la
463
El autor indio Jasgit Singh entiende que por esta razón las Áreas del Norte
conforman una entidad que no encuentra definición en la Constitución de Pakistán,
puesto que no tiene legitimidad constitucional para ello, y los expedientes del gobierno
pakistaní, como los informes económicos, no incluyen nunca datos sobre esta región. El
caso de este territorio, continúa Jasgit Singh, supone un fenómeno único en términos
políticos, constitucionales y humanos internacionales puesto que supone un área que ni
ha sido integrado en el país que lo ocupa ni ha disfrutado de autonomía, permaneciendo
así en un limbo de indefinición administrativa.6

Mientras que Azad Kashmir tiene el estatus de Estado independiente, aunque no


soberano, las Areas del Norte continúan siendo gobernadas por Pakistán desde la North
West Frontier Province como una colonia. Respecto a Azad Kashmir, hasta que su
Constitución provisional fue promulgada en 1974, su relación con Pakistán adoptó unas
caracteristicas inciertas que fueron presentadas como temporales y de custodia. Estos
arreglos, como recuerda Samuel Baid, y como no están dispuestos olvidar los líderes
políticos de Azad Kashmir, se establecieron bajo la suposición de que, hasta que se

exposición de influencias exteriores fue la explosión de las tensiones comunales, hasta entonces
prácticamente desconocidas en la región. La rnayoria shii, radicalizada por la revolución de Jomeini en
Irán y reaccionando ante la guerra contra las fuerzas soviéticas en el vecino Afganistán, se hizo más
asertiva creando una reacción sunita que en 1988 condujo a una explosión dc violencia sectaria en la
región. A pesar de que el conflicto tuvo su origen en las diferencias religiosas, también reflejó
insatisfaeción por la manera en que Pakistán manejaba los asuntos de la región. El resentimiento creció
más adelante por la conciencia entre los habitantes locales de que sus vecinos en Azad Kashmir
disfrutaban de una autonomía politica considerable y estaban capacitados para ejercer una mayor
influencia en los políticos de Islamabad. Ver WATERS. A, Op.eit. párrafos 29-38

SINGII, Jasjit. Op.cit. Págs. 5-6, 82-92. En estas circunstancias, el control defecto de Pakistán sobre las
Arcas del Norte sólo pudo ser reflejado tímidamente en la Constitución del país. Definir esta relación
politica y como debía ser ejercida fue, en su momento, una labor delicada para los juristas
constitucionalistas. Las efimeras constituciones de 1956 y 1962 mantuvieron una definición territorial
bastante vaga de Pakistán e intentaron distinguir las áreas que ya habían pasado a ser parte del pais de
aquéllas que podrían hacerlo en el futuro. El modo en que las áreas incluidas dentro de esta segunda
categoría podían ser administradas no fue explicado en la declaración que fue hecha vía Orden
Presidencial. La Constitución de abril de 1973 establece una definición territorial de Pakistán en la que
sigue sin aparecer una definición territorial de Azad Kashmir o las Areas del Norte, dejando esta cuestión
pendiente hasta una resolución final de la disputa de Jammu y Cachemira. El Art. 1 delimita Pakistán de
esta forma: a) La provincia dc Baluchistán, la Frontera del Noroeste o NoriA West Prontier Province,
Punjab y Siud; b) El territorio de La capital dc Islamabad; e) Las Arcas Tribales Federalmente
Administradas; d) Otros estados y territorios incluidos, o que puedan serlo, en Pakistán bien por anexión
o de otra forma... Las referencias a Jammu y Cachemira, en el Art. 257 dicen: “cuando el pueblo del
Estado de Jammu y Cachemira decida unirse a Pakistán, la relación entre Pakistán y ese Estado se
determinará de acuerdo con los deseos de la población de este último Estado”. El Art. 258 proporciona
una descripción mucho más clara de las realidades administrativas. “Sujeto a la Constitución, hasta que el
Parlamento provea por ley el presidente puede, por orden, prevenir para la paz y el bucn gobierno de
cualquier parte de Pakistán que no forme parte de una provincia”. En WATERS, A. Op.cit. Anexo 3 y
“The Constítutional Status”, párrafos 19-28.

464
celebrara el plebiscito, el gobierno central administraría estas áreas como depositario
provisional de una potestad que luego se destinaría al gobierno de Jammu y Cachemira.7

Pero el plebiscito no se celebró y los políticos de Azad Kashmir exigieron que se


les concedieran algunas de las características propias de un estado independiente,
aunque nunca han gozado de las más fundamentales. Así, Azad Kashmir no se puede
considerar ni parte integrante de Pakistán ni Estado independiente.8 En teoría, es la
difusión de esta “independencia”, no la integración arbitraria, lo que Pakistán quiere
extender al resto de Cachemira mientras se celebra un plebiscito supervisado por la
ONU. Desde este punto de vista, la CFL/LOC no se ubica ni en el interior de Pakistán ni
en su frontera.

Las discrepancias entre las definiciones india y pakistaní de los territorios


adyacentes a la CFL/LOC convierten esta línea en una frontera bastante inusual:
dependiendo de cada perspectiva, se puede afirmar que divide un territorio que

‘Ver HAID, Samuel. “Azad Kashmir”, en SINGH, Jasjit. Op.cít. Pág. 79. Hasta que la Constitución
provisional de Azad Kashmir fue promulgada en 1974, la relación entre Pakistán y los territorios
ocupados se estuvo guiando por el Tratado dc Karacbi de 1949 firmado por el gobierno pakistani y el
presidente del partido político propakistani Conferencia Musulmana de Jammu y Cachemira. En este
Tratado se decidió que materias como Defensa, Asuntos Exteriores y la administración de Azad Kashmir
se dejarían en manos del gobierno pakistaní. Ver también ROSE, Leo E. “Ihe Polities of Azad Kashmir”.
En THOMAS, R.G.C. Op.cit. Págs. 235-253

El régimen de Muzaffarabad en sus orígenes no se puede clasificar fácilmente. Aunque dependía de


Pakistán para su supervivencia militar y económica, no se podia considerar un Estado satélite, En cierta
forma era considerado como una especie de gobierno de Cachemira en el exilio. Al mismo tiempo, era
inevitable que Pakistán interviniera activamente en su proceso político puesto que sin su ayuda
económica, política y militar no había esperanzas de supervivencia. Las consecuencias son obvias.
Primero: su estructura política acusaba una gran inestabilidad. Los presidentes eran nombrados y
destituido a un ritmo vertiginoso, especialmente al principio. Segundo: su estructura formal tendia a ser
un reflejo del régimen que ocupara el poder en Pakistán, fuera el partido Basic Dernocracy de Ayub
Khan, el PPP de Ah Bhutto, o las dieraduras militares. En cualquier caso, se producía un conflicto entre
los intereses pakistaníes en un contexto más amplio y los intereses y las actitudes de los líderes locales de
Azad Kashmir, algunos de los cuales estaban dispuestos a considerar soluciones para el problema de
Cachemira que no coincidían con las propuestas en Karaehi, Rawalpindí o Islamabad. Azad Kashmir se
encuentra claramente dentro del ámbito de control de Pakistán, pero desde 1949 ha resultado muy dificil
definir su desarrollo político interno y la documentación accesible proporciona un escenario legal y
administrativo muy confuso. Ello se puede deber a varios factores. En primer lugar, Azad Kashmir es un
area muy pobre que díficilmente puede sobrevivir por sí misma. En segundo lugar, desde su mismo
nacimiento los líderes de este territorio, apoyados por Pakistán, han reivindicado extender su poder a toda
Cachemira, por lo que cualquier acuerdo político ha sido considerado como una solución provisional en
espera de la deseada integración con el Valle y otras partes ocupadas por la India. En tercer lugar,
Pakistán ha fomentado una política de “divide y vencerás” al apoyar a líderes rivales en diferentes
momentos para conservar la influencia pakistaní como factor dominante. Por último, Pakistán ha
desarrollado diversas medidas integracionistas encubiertas similares a las que la India ha adoptado en su
parte del Estado. Estos factores explican que Pakistán haya impedido una política de puertas abiertas en
Azad Kashmir, Ver HEWITT, V. Op.cit. Pág. líO, BLINKENBERG, L. Op.cit. Págs. 197-200

465
pertenece a la India, que divide el territorio en disputa de Jammu y Cachemira, o que
hace las dos cosas simultáneamente. De cualquier forma, conceptuada enteramente en
términos de reivindicaciones territoriales formales, no se puede afirmar, y en esto están
de acuerdo ambos países, que la CFL/LOC separe a la India de Pakistán.9

En la práctica, como concluye Robert. G. Wirsing, esto significa que existe una
extensión de territorio entre la CEL/LOC al este y la frontera reconocida de Pakistán al
oeste que está ocupada por Pakistán pero es reivindicada formalmente sólo por la India.
Esta anomalía no habría surgido, y la disputa de Cachemira habría sido más sencilla, si
las fuerzas de Pakistán se hubieran retirado a la frontera pakistaní en el momento que se
acordó el alto el fuego, y sólo desaparecerá el día que Pakistán o la India sean capaces
de extender su control sobre la totalidad de Jammu y Cachemira o acuerden una división
negociada. Pero tal y como se desarrollaron las cosas, la LOC dejó a Pakistán en
posesión fisica de gran parte del territorio en disputa.10 Los pakistaníes siempre han
rechazado los derechos de la India sobre estos territorios, pero, al mismo tiempo, se han
mostrado reacios a asentar su propia potestad. Esta estrategia ha concedido a las
reivindicaciones territoriales de Pakistán en Jammu y Cachemira, incluso en las partes
bajo su control, un carácter de contingencia que la reclamación de la India niega
explícitamente.

Esta calculada ambigliedad en las reivindicaciones pakistaníes no ha carecido de


beneficios. Su intención es reforzar la opción del plebiscito para establecer una frontera
definitiva entre la India y Pakistán. Mientras tanto, como denuncian insistentemente los
dirigentes indios, Pakistán tiene a su disposición en Azad Kashmir un entidad
independiente que puede actuar como su subalterno político y militar en .Jammu y
Cachemira. No obstante, esta solución ha dado al bando indio, que considera
consumada la adhesión de todo el Reino Dogra, una ventaja psicológica: si las Fuerzas
Armadas pakistaníes se trasladaran al este a través de la CFL/LOC no podrían defender
esta acción afirmando que intentan recuperar parte de su territorio. Por el contrario, esta
iniciativa sería interpretada por la comunidad internacional, y sería presentada como tal
por la India, como un acto de agresión sobre territorio indio.

Ver WIRSING, R. Op.cit. Pág. 64


lO WIRSING, R. Opeil. Págs. 64-65

466
Si, por el contrario, las Fuerzas Armadas indias se movieran hacia el oeste a
través de la CFL/LOC, ello también podría ser considerado como un acto de agresión
por la comunidad internacional, aunque Pakistán no tendría argumentos para defender
que se trata de una agresión sobre su propio territorio por su continua insistencia en que
el Estado es un sector en disputa y la CFL/LOC una frontera temporal. Al contrario que
sus rivales indios, los pakistaníes se han visto obligados por las circunstancias a poner
en riesgo la parte de Jammu y Cachemira bajo su control con la intención de
salvaguardar su reivindicación sobre las partes que no lo están.

Comprensiblemente, Pakistán ha intentado reducir la inestabilidad de los


territorios que ocupa haciendo desaparecer parte de la ambigíledad de su posición. Con
esta finalidad, en 1963 acordó con China la delimitación de la frontera exterior al norte
de Cachemira. Durante la primera década posterior a la independencia, Pakistán no hizo
ningún movimiento en este sentido y, al igual que la India, rechazó las reivindicaciones
territoriales de China en Cachemira. Pero el acuerdo fronterizo de 1963 transformó el
panorama. Pakistán perdió terreno en los mapas, pero en términos reales R. Wirsing
acierta al razonar que no sólo ganó territorio, sino que consiguió una frontera noreste
firme y formalmente demarcada.

En otro orden, Alan Waters subraya que no sólo la necesidad de compensar la


peligrosa precariedad de la CFL/LOC, sino que, igualmente, las demandas de
modernización de la población de las Áreas del Norte, obligaron a LA. Bhutto a
reforzar las relaciones legales, administrativas y políticas con aquellos territorios para
alcanzar una situación próxima a la integración. Pero la remodelación de estas
relaciones era dificil de realizar sin dañar irreparablemente la causa pakistaní sobre la
totalidad de Jammu y Cachemira. De hecho, a principios de los 70 ZA. Bhutto tuvo que
retractarse de una propuesta para absorber Azad Kashmir como la quinta provincia
pakistaní cuando los líderes cachemiris señalaron que ello implicaría el reconocimiento
de la CFL/LOC como frontera internacional permanente. De cualquier forma, las
reformas que afianzaban los vinculos entre Pakistán y los territorios ocupados en
Jammu y Cachemira no dejaron de sucederse desde el régimen de ZA. Bhutto. i2

WIRSING, R. Op.eit. Pág. 65

2 Ver WATERS A. Op.eit. párrafos 29-38. Lo que sí hizo Bhufto en los años setenta fue crear el casi
federal Consejo de Cachemira, encabezado por el primer ministro de Pakistán y conformado por

467
La progresiva participación pakistaní en la administración de Azad Kashmir y la
creciente concurrencia de representantes de las Áreas del Norte en el gobierno central y
viceversa, han sido denunciados por los líderes de Azad Kashmir y el gobierno indio
como pasos que apuntan a la integración definitiva de estos territorios en Pakistán. En
Azad Kashmir muchos políticos defienden que, al igual que ella, las Áreas del Norte
estaban gobernadas por el Marajá Dogra y, por lo tanto, conformaban una misma
entidad antes de 1947. Por esa razón deberían reunificarse en espera de una solución
definitiva para la totalidad de Jammu y Cachemira.

3
Así, Azad Kashmir solicita tener jurisdicción sobre las Areas del Norte, pero
Pakistán cada vez insiste más en que en estos territorios se desarrolló una sublevación

representantes electos de la Asamblea de Azad Kashmir la Asamblea Nacional de Pakistán, y miembros


de los gobiernos central y de Azad Kashmír, haciendo explícita la participación federal en la
administración de Azad Kashmir y adoptando un paso claro hacia la integración en Pakistán. Una
legislación promulgada el 22 dc agosto de 1992 extendió las leyes de Pakistán a prácticamente la
totalidad de las regiones de las Áreas del Norte, excepto Hunza, y los privilegios de los rajás hereditarios
y del Emir de Nagar fueron abolidos. El número de distritos fue aumentado de tres a cinco (Gilgit, Ghizer,
Diamer, Skardu y Chanche). Todos pasaron a la supervisión dcl delegado político de Gilgit que fue
nombrado comisionado residente para las Arcas del Norte, Los poderes Judicial y Ejecutivo fueron
separados con la elección de un Comisionado Judicial que ejerció la jurisdicción de apelación tanto de un
Tribunal Superior como de un Tribunal Supremo. El Estado de Hunza fue absorbido por este sistema
desde septiembre de 1974 cuando el Emir de ¡Junza también fue privado de sus derechos hereditarios (el
retraso en realizar esta reforma, que ya se había aplicado al Emir de Nagar, se atribuyó al estatus del Emir
de Hunza como representante del Aga Khan para los ismailies de Hunza). De los cambios introducidos
por Bhutto surgió un sistema de cuernos locales con un Consejo de las Áreas del Norte en su ápice. El
Consejo estaba encabezado por el ministro federal para Asuntos de Cachemira y tenia 16 miembros
elegidos directamente. Pero, a diferencia de Azad Kashmir, sus poderes fueron conferidos para la
supervisión de proyectos de desarrollo del gobierno federal y era esencialmente un cuerno consultivo. No
implicaba autogobierno local o provincial, y no se exigia la celebración de elecciones regulares. La región
permanecía dependiente de Islamabad para la administración y los impuestos. Ver DANI, AH. Op.eit.
Págs. 419-420, y WATERS, A. Op.cit. párrafos 29-38. El sucesor de Bhutto, el presidente Zia-ul-Haq,
avanzó en este proceso. Cuando la ley marcial fue promulgada enjulio dc 1977, por primera vez en la
historia de Pakistán esta ley se extendió a las Áreas del Norte (aunque no a Azad Kashmir). En abril de
1982, tres políticos de las Áreas del Norte (pero, de nuevo, ninguno de Azad Kashmir) fueron nombrados
en el Consejo Asesor Federal, eí nuevo cuerno casi legislativo introducido bajo la ley marcial. Enjulio de
1986 se anunció que el gobierno federal estaba considerando seriamente la cuestión deque las Arcas dcl
Norte contaran con representación política en la Asamblea Nacional. El 25 de abril de 1994 fue
tardíamente anunciado un nuevo paquete de reformas. Entre los puntos principales estaba la autoridad
ampliada del jefe del Consejo de las Áreas del Norte (el puesto sería ocupado ex-officio por el ministro
federal para Cachemira y las Áreas del Norte que sería nombrado jefe del ejecutivo). Además, un
delegado del jefe del ejecutivo elegido por miembros del Consejo se establecería en Gilgit. Ostentaría el
cargo de ministro del Estado y tendría poderes delegados por el jefe del ejecutivo. Los miembros del
Consejo aumentarían de 16 a 26 (con dos mujeres miembros nominados) y, por primera vez, se
celebrarían elecciones departido para el Consejo en octubre de 1994. También se debía constituir un
Tribunal Supremo encabezado por un juez retirado o por un Alto Tribunal Provincial. WATERS, A.
Op.eit. Anexo 4

3 Una sentencia del Alto Tribunal de Azad Kashmir del 8 de marzo dc 1993 sentenció que las Áreas del
Norte eran parte integrante del anterior Estado de Cachemira y declaró que. como solicitaban los líderes
de Azad Kashmir, debían integrarse bajo el mando del gobierno de Muzaffarabad. FI Alto Tribunal
también declaró que los habitantes de las Áreas del Norte debían disfrutar de los beneficios y de los
468
popular a favor de la integración en Pakistán que le concede derechos, por lo menos,
sobre la antigua delegación de Gilgitt’ Más allá de estas discrepancias, las poblaciones
de POK apoyan la proclama oficial pakistaní: el principal objetivo del gobierno de Azad
Kashmir y de la población de las Áreas del Norte es liberar la Cachemira ocupada por la
India. Pero el gran temor de Pakistán es que, una vez liberada, los cachemiris de ambos
lados de la LOC opten por el establecimiento de un Estado independiente antes que por
la integración en Pakistán.

En Pakistán se teme que la dificultad de asentar el concepto de que Jammu y


Cachemira es un territorio en disputa pueda derivar algún día en la transformación de la
CEL/LOC en frontera internacional. Pero esta aprensión siempre se ha visto superada
por el miedo a que, al no integrar formalmente los territorios bajo su control, la India
pueda escudarse en ello para introducirse en esos sectores. De hecho, los lideres indios
mantienen su compromiso con una definición de la extensión fisica de Jammu y
Cachemira que supera con mucho la que China o Pakistán estarían dispuestos a aceptar.
En la definición india se incluye todo el territorio ya anexionado, la región de Aksai
Chin que actualmente está bajo control chino, los territorios colindantes al norte y al

derechos frmndamentales conferidos en la Constitución de Azad Kashmir dc 1974 y que el gobierno de


Pakistán debía asistir al de Muzaffarabad en la tarea de asumir el control sobre estos territorios. El
gobierno federal proyeetó la duda sobre la jurisdicción del Alto Tribunal e interpuso una apelación. Según
el gobierno central, las Áreas del Norte nunca habían pertenecido a Azad Kashmir y por ello el Tribunal
de Azad Kashmir no tenía jurisdicción sobre ese territorio. Islamabad también señaló que las Arcas del
Norte no formaban parte de Pakistán, aunque no aclaró sobre qué autoridad se basaba para administrar la
región. En septiembre dc 1994 el Tribunal Supremo de Azad Kashmir sostuvo la opinión del Alto
Tribunal de que las Arcas del Norte habían sido parte de Jammu y Cachemira, pero rechazó su alegación
de que ahora formara parte de Azad Kashmir. Según el Supremo, en ausencia de las disposiciones legales
necesarias y teniendo en cuenta la Constitución de 1974, no se podía solicitar al gobierno central que
concediera el control y la administración de las Áreas del Norte a Arad Kashmir. Ver STOBDAN, 1’. 5.
“North West under the Maharaia”. En SINGH, Jasgit. Op.eit. Págs. 28-40, y AHUJA, DR. “Nothern
Arcas of POK”. The lndenendent. Bombay 1995.

14 Mucho antes de que se iniciaran reformas políticas y administrativas en POK ya había indicios en
algunos mapas oficiales pakistanies del deseo de su gobierno por reducir el tamaño del territorio en
disputa. Este deseo quedó manifiesto en la descripción en estos mapas de la denominada delegación de
Gilgit como parte integrante de Pakistán o, como poco, como territorio ajeno a los sectores en disputa.
Aunque se considera que este cambio comenzó a mitad de la década de los 50, no fue hasta la década de
los 80 cuando los mapas pakistaníes excluyeron a la delegación de Gilgit de las áreas denominadas
“territorio en disputa”. Para realizar este cambio Pakistán se basé en la rebelión popular que se produjo
después de la adhesión a la India. Teniendo en cuenta que el gobernante no pudo reafirmar su autoridad
sobre este territorio y que el levantamiento popular triunfó, la agencia de Cilgít se excluyó de la arena del
conflicto en Cachemira. En la actualidad, los cartógrafos pakistaníes se retraen a la hora de
comprometerse acerca del estatus territorial de la delegación de Gilgit. El atlas dc 1985 no incluía este
territorio en su lista de divisiones administrativas pakistaníes. Dc hecho, en un gesto que dejó la cuestión
del estatus territorial de las Áreas del Norte más confusa que nunca, nombraba a la delegación de Gilgit
en una categoría diferente, fuera tanto de la lista de los territorios pakistaníes como de los territorios en
disputa de Jammu y Cachemira. WIRSINcI, R. Op.cit. Págs. 65-67

469
oeste de la CFL/LOC bajo control pakistaní (Azad Kashmir y las Áreas del Norte,
incluyendo la delegación de Gilgit y Baltistán), los territorios al norte de la presente
frontera sino-pakistaní que la india acusa a Pakistán de haber cedido a China en 1963 y,
en alguna ocasión, incluso el distrito de Chitral actualmente integrado en la North West
Frontier Province pakistaní (cuya discutible integración en el antiguo Reino Dogra ha
sido objeto de estudio en el capitulo 1, apartado 11)i5 En la definición pakistaní de la
extensión de Jammu y Cachemira sólo se introducen las partes ocupadas por su Ejército
y aquellos territorios anexionados por la India.

Estas reivindicaciones territoriales oficiales no implican que las ambiciones de la


India en Jammu y Cachemira sean más expansionistas que las de Pakistán. En realidad,
estas definiciones están acuñadas por las estrategias adoptadas por cada país para
defender su posición, estrategias que, se puede afirmar, no responden al
posicionamiento real o a los verdaderos deseos que ambos países alimentan en el
Estado. De hecho, la India estaría encantada de que la actual CFL/LOC fiera
transformada en frontera internacional, mientras que Pakistán no está dispuesto a
aceptar ningún esquema de división permanente que no te asigne, como poco, el Valle
de Cachemira actualmente ocupado por la India.

Lo que sí indican estas definiciones territoriales discrepantes es que la


“permanente impermanencia” de la frontera interna en Cachemira ha tenido
consecuencias de largo alcance en la evolución de la disputa de Cachemira, y que las
cuestiones sobre delimitación que surgen de esta frontera son objeto de enorme
importancia para ambos bandos. Siguiendo con el esquema de análisis propuesto por
Robert. O. Wirsing, estas derivaciones quedan claramente ilustradas en los dos casos a
16 El primero se refiere al estatus del Ompo
los que nos vamos a referir a continuación.
Militar de Observadores de la ONU en la India y Pakistán (UNMOOIP), la organización
destinada a vigilar el mantenimiento del alto el fuego y el respeto a la CFL/LOC.

Este grupo, desde el Acuerdo de Simia por el que la India creyó obtener el
compromiso de Pakistán para transformar la CFL/LOC en frontera internacional y para
excluir cualquier injerencia desde el exterior, enfrenta a Nueva Delhi con el dilema de

‘~ Ver GUPTA, 5. Op.cit. Págs. 305-306

WIRSINCj, R. Op.cit. Pág. 68

470
cómo conciliar la presencia de UNMOGIP con el bilateralismo que hoy supone un pilar
fundamental de su posicionamiento. El segundo caso hace referencia a la lucha armada
que se inició en 1984, y que perdura como una guerra localizada de baja intensidad, a
causa de la falta de delimitación fronteriza en un sector deshabitado en las montañas del
Karakoram en el extremo norte de Jammu y Cachemira, el glaciar de Siachen.

7.1.1.1. El Grupo Militar de Observadores de la ONU. Los efectos


del Acuerdo de Simia sobre las actividades para el mantenimiento
de la paz en la CFL/WC

La CFL/LOC se remite para su ratificación legal al Acuerdo de Karachi del 27


de julio de 1949 y al Acuerdo de Simia del 2 de julio de 1972. Estos acuerdos están
separados cronológicamente por algo más de dos décadas, aunque el paréntesis
sustancial entre ellos es enorme. Ambos se alcanzaron en circunstancias muy diferentes,
el primero después de una confrontación armada de baja intensidad que finalizó con un
empate militar, y el segundo después de una breve pero intensa guerra que concluyó con
la derrota de Pakistán. Ambos acuerdos no sólo ilustran la alteración de la ecuación de
poder entre la India y Pakistán desarrollada en los años intermedios, sino un igualmente
relevante cambio en la jurisdicción de la comunidad internacional en la disputa de
Cachemira. En particular, simbolizan el progresivo declive del papel de la ONU, que
pasó de una intervención directa en la mediación del Acuerdo en 1949 a verse
intencionadamente excluida en 1972, y un correspondiente aumento del papel de los
actores regionales. Mientras que el Acuerdo de Karachi simboliza el multilateralismo en
el debate sobre Cachemira, SimIa simboliza el bilateralismo.

El Acuerdo de Karachi de 1949 que dio nacimiento a la CI’T fue un compromiso


directo bilateral, pero estuvo basado fundamentalmente en las resoluciones de la ONU
que le habían precedido. En el párrafo 17 de la resolución del 21 de abril de 1948, el
Consejo de Seguridad confería autorización legal al establecimiento de observadores
militares de la ONU en Cachemira. Este fue el fundamento legal de la potestad de la
Comisión de Naciones Unidas para la India y Pakistán (UNCIP) para establecer en
Jammu y Cachemira los observadores que fueran necesarios para el cumplimiento de las
medidas señaladas en la resolución.’7 La resolución de la UNCIP del 13 de agosto de

‘~ DAWSON, P. Op.eit. Págs. 29-30, 34, 37-38


471
1948 exhortó a los bandos enfrentados, que ya se reconocían explícitamente como la
India y Pakistán, a dictar ordenes de alto fuego a sus fuerzas en Cachemira, y avisaba
que la Comisión desplegaría observadores militares que, bajo la autoridad de la
Comisión y con la cooperación de ambos países, supervisaría la observación de la orden
de alto el fuego.

Por su parte, la LOC fue el resultado directo del Acuerdo de Simia de 1972, un
tratado bilateral en eJ que no hubo ninguna participación ni garantía internacional,
firmado por los primeros ministros de la India y Pakistán al terminar la guerra de
Bangladesh. Este acuerdo, sobre el que la India estaba en posición de ejercer gran
influencia, no estaba destinado a fijar una línea de alto el fuego, sino una linea de
control basaba en las posiciones mantenidas por las Fuerzas Armadas de ambos países
en el momento del alto el fuego el 17 de diciembre de 1971. Las modificaciones fisicas
de la anterior CEL fueron mínimas, pero en su denominación y concepto, especialmente
en la mente de los dirigentes indios, la nueva frontera debía remplazar a la CFL
establecida bajo auspicio de la ONU, aunque esta sustitución no fue total puesto que
parte de la construcción legal e institucional de la primera frontera se mantuvo intacta.

De esta forma, las interpretaciones del Acuerdo de Karachi constituían la base


legal para las actividades del Grupo Militar de Observadores de la ONU en la India y
Pakistán (UNMOGIP) en Jammu y Cachemira. Pero incluso antes del Acuerdo de SimIa
de 1972, la capacidad de UNMOOIP para llevar a cabo su misión (“observar e informar
sobre acontecimientos relacionados con la observación del alto el fuego y proporcionar
sus buenos oficios cuando sea necesario para asistir a ambos bandos en el
mantenimiento de la paz”) ya sufría severas Jimitaciones.

Una de estas limitaciones se encontraba en su propia dimensión. Exceptuando la


guerra de 1965, cuando sus contingentes fueron temporalmente aumentados, el número
de observadores militares destinados en el Estado ha oscilando entre los 29 y los 44.
Divididos entre los dos márgenes y gestionando alrededor de una docena de puntos
estratégicos a largo de toda la CFL/LOC, estos observadores nunca han tenido la
posibilidad de controlar eficazmente la frontera, y aún menos de estar informados sobre
las actividades de las abundantes fuerzas militares en ambos lados. En comparación con

472
otras misiones de mantenimiento de la paz orquestadas durante años por la ONU,
UNMOGIP se sitúa con mucha distancia entre el grupo de las más reducidas.’8

Otras limitaciones se han encontrado en su propio mandato original. Este


mandato, que incluía un número de funciones de investigación e información, era
demasiado amplio. Uno de los deberes que se incluían en este mandato, siendo un caso
excepcional entre las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU, era reunir datos
de la inteligencia militar de ambos bandos. De cualquier forma, como su propio nombre
indica, UNMOGIP se encontraba en Cachemira para observar, no para imponer el alto
el fuego. Este hecho dominaba claramente sus operaciones cotidianas. Por ejemplo, en
caso de recibir la queja de una violación fronteriza por parte de alguno de los dos países,
UNMOGIP estaba autorizado para realizar una misión de investigación, pero más allá
de determinar la veracidad de la acusación sólo no estaba capacitado para informar
sobre el resultado de sus pesquisas. UNMOGIP no podía adjudicar responsabilidades ni
adoptar medidas disciplinarias. Los informes sobre las investigaciones, clasificados
como “secretos” o restringidos, eran enviados a la Secretaría General de la ONU en
Nueva York, pero por lo general ni los informes ni las medidas que hubieran podido ser
adoptadas por la Secretaría General se hacían públicos.’9

De cualquier forma, está claro que el conocimiento de estas violaciones


fronterizas no conseguía disminuir su frecuencia, y a pesar de que a lo largo de los años
estas cifras han variado considerablemente en función de la coyuntura, los tranquilos
días de los primeros años 50 en la CFL/LOC nunca han vuelto a repetirse.20

Pero la limitación fundamental del mandato original de UNMOGIP era que su


acreditación, una vez que el Consejo de Seguridad releyó a UNCIP en 1950, se basaba
casi enteramente en el Acuerdo de Karachi. Dicho acuerdo, como se há mencionado, era
un compromiso bilateral entre la India y Pakistán. Como consecuencia, el margen de
actuación de UNMOGIP en Cachemira, desde un punto de vista estrictamente legal, no
podía ir más allá de lo que la India y Pakistán estuvieran dispuestos a tolerar.

‘~ WIRSING, R. Op.cit. Pág. 70

‘~ DAWSON, P. Op.eit. Págs. 65, 67-70


20 En 1954 se informó dc 23 violaciones, en 1961 fueron 583, para 1962 la cifra casi alcanzó el millar, en
1963 hubo 629. y en 1965, año de la segunda guerra de Cachemira, 4.000. DAWSON, P. Op.cit. Pág. 80

473
Tradicionalmente la tolerancia de Pakistán ha sido mayor que la de la India, bastante
escasa desde la firma del Acuerdo de SimIa en 1972.

En contraste con el Acuerdo de Karachi, el Acuerdo de SimIa excluyó cualquier


referencia a la mediación de la ONU en su tarea de mantenimiento de la paz en
Cachemira, no se mencionaban las resoluciones que habían dado lugar al primer alto el
fuego ni al papel que UNMOGIP, que para aquellas fechas llevaba veinte años presente
en la región, podría desempeñar en la delimitación de la nueva línea o en su vigilancia.
Desde el punto de vista indio, UNMOGIP no era más que una reminiscencia del inicial
y abandonado posicionamiento indio respecto al conflicto, de su preliminar aceptación
del derecho de los cachemiris a un plebiscito, y de su invocación a la mediación
internacional. La nula referencia a la ONU en SimIa, impuesta por la India desde su
posición de superioridad tras la guerra de 1971, encuentra su justificación en las
tradicionales reservas de Nueva Delhi acerca del papel jugado por la ONU en el
conflicto de Jammu y Cachemira.

Por su parte, Pakistán nunca ha tenido mucha confianza en la capacidad de los


observadores de la ONU para mantener la paz, y no está claro que estuviera dispuesto a
autorizar un reforzado papel de vigilancia de la ONU en la CEL!LOC. No obstante, para
Pakistán UNMOGIE supone la evidencia más tangible de que Cachemira, desde el
punto de vista de la comunidad internacional, todavía es un territorio en disputa. Como
subraya Pauline Dawson, el beneficio militar directo que Pakistán ha obtenido de
UNMOGIP no ha sido grande, pero el coste político al que tendría que enfrentarse con
su ausencia sería enorme.2t Estas premeditadas omisiones en el Acuerdo de SimIa
acerca del papel de mantenimiento de la Paz de la ONU colocaron en una situación de
compromiso los soportes legales de la reivindicación territorial pakistaní, al depender
esta reivindicación de las garantías internacionales, por no mencionar el daño a los
soportes legales de los observadores militares en .Jammu y Cachemira.

Los pakistaníes insistieron en que UNMOGIP permaneciera en función de lo


establecido en el Acuerdo de Karachi, pero la India señaló que la línea de alto el fuego
convenida en el Acuerdo de Karachi ya no existía, que el 17 de diciembre de 1971 había
nacido una nueva frontera con un estatus más afianzado que la anterior, y que puesto

21 DAVVSON, P. Op.eit. Págs. 31 1-312

474
que las funciones de UNMOGI? sólo se referían a la CFi de 1949, y no a la nueva
LOC, UNMOGIP ya no tenía ninguna labor que desarrollar. Cualquier nueva
consideración sobre la observación del alto el fuego tendría que ser negociada y
decidida bilateralmente por los mandos militares de la India y Pakistán sin la
implicación de los observadores de la ONU. La retirada de tropas en Jammu y
Cachemira después de la guerra de 1971 se desarrolló en septiembre sin ninguna
participación de UNMOGIP.22

De cualquier forma, el Acuerdo de Simia no desautorizaba explícitamente a


UNMOGLP, ni constituía un rechazo formal de las resoluciones de la ONU que habían
dado nacimiento a UNMOGIP. Esta fue la argumentación defendida por la ONU,
UNMOGIP podia permanecer en el Estado porque las resoluciones del Consejo de
Seguridad le daban legitimidad para hacerlo. Si alguno de los dos bandos deseaba que la
misión fuera retirada, tendría que notificárselo a la Secretaria General, que informaría al
Consejo de Seguridad para que tomara una decisión sobre esta cuestión.23

La India no creyó necesario llegar tan lejos. Nueva Delhi nunca ha adoptado
pasos formales para acabar con las operaciones de UNMOGIP, y hoy en día continúa
proporcionándole cuarteles y estaciones de observación con apoyo logístico y
administrativo. Parece ser que la India considera que la reafirmación simbólica del
estatus de permanencia de la LOC que supondría la retirada de UNMOGIP no
compensa el daño que le provocaría solicitar formalmente la retirada de la misión,
iniciativa que, sin ninguna duda, seria reprobada por la comunidad internacional.

Además, la incapacidad de Indira Gandhi durante las negociaciones de Simia


para sacar rentabilidad de su posición de superioridad tuvo como consecuencia que el
problema fronterizo en Jammu y Cachemira presentara después del Acuerdo de SimIa la
misma ambigiledad que anteriormente. Durante las últimas horas de la negociación,
Bhutto se las arregló para obtener el consentimiento de Indira Gandhi para redactar la
declaración conjunta de tal forma que ni comprometió a Pakistán a renunciar a las
negociaciones mediadas, ni confirió a la nueva frontera la categoría de inalterable, es

22 Ver DAWSON, P. Op.cit. Págs. 272, y 310-311

23 DAWSON, P. Op.eit. Pág. 272

475
decir, los dos principales objetivos perseguidos por la India, que ingenuamente creyó
obtener.

En definitiva, la formulación del Acuerdo de SimIa cubría con un manto


protector el derecho de Pakistán a invocar las resoluciones de la ONU en defensa de sus
reivindicaciones territoriales en Cachemira y, además, la legalidad de que la ONU
mantuviera su implicación y sus actividades en la CFL/LOC. Pakistán tuvo a qué
aferrarse para afirmar que el Acuerdo de Karachi todavía era válido, y que a pesar de las
connotaciones que se pudieran derivar de su nueva denominación, ‘la nueva frontera no
es más que la antigua con algunos cambios”.24 Pero sin duda alguna este manto
protector era más débil que el anterior y, en lo que a las operaciones de mantenimiento
de la paz se refería, estaba visiblemente deteriorado. La maquinaria multilateral ha
permanecido en su sitio, pero aún así el impacto del Acuerdo de SimIa sobre la
capacidad de UNMOGIP para controlar el alto el fuego ha sido devastador. Durante los
últimos 28 años UNMOGIP ha visto progresivamente mermada su capacidad de
actuación en Jammu y Cachemira.

Las limitaciones implícitas en el Acuerdo de SimIa fueron evidentes desde el


principio, y ya en 1972 el representante de la ONU para la India y Pakistán había
llegado a la conclusión de que Nueva Delhi ya no deseaba la presencia de UNMOGIP y
estaba creando dificultades para impedir su labor. En primer lugar, las autoridades
indias impidieron que los observadores militares accedieran a sus puestos más
avanzados en la CFL/LOC. Más tarde, los indios dejaron de comunicar sus quejas sobre
violaciones del alto el fuego a los observadores de la ONU, lo que dejaba sin sentido el
objetivo de la vigilancia.25 Pakistán ha continuado transmitiendo sus quejas sobre
supuestas violaciones desde el lado indio de la CFL/LOC a LJNMOGIP, pero estas
acusaciones, además de haber perdido valor por no contar con una actitud equivalente
de los indios, no pueden ser investigadas en su totalidad al carecer la misión de la ONU
de suficientes observadores.

Esta situación ha llevado a la ONU a replantearse su presencia en el lado indio


de la CFL/LOC, pero finalmente se ha considerado que las restricciones impuestas por

24 WIRSING, R. Op.cit. Pág. 70

25 DAWSON, P. Op.cit. Págs. 278-280

476
un bando sobre las funciones de UNMOOIP no liberan a la Secretaría General de sus
responsabilidades, por lo que hasta que su mandato sea modificado o finalizado, los
observadores deben seguir haciendo su trabajo lo mejor posible. UNMOGIP no ha
dejado de controlar las posiciones militares, pero sólo en el lado pakistaní y con menos
margen de actuación que anteriormente. En el lado indio sólo conserva una presencia
testimonial.26

En la actualidad, Robert G. Wirsing puntualiza que a todas las dificultades para


el mantenimiento de la paz señaladas se añade que la definición de lo que constituía una
violación del alto el fuego ha sido abreviada sensiblemente. 27 Aunque la realidad es que
en ningún momento a lo largo de la historia de la CFL/LOC se ha podido controlar con
garantías ninguna de las categorías de acciones penalizadas.

Además, el Acuerdo de Karachi había prohibido específicamente el


posicionamiento de tropas en la zona del alto el fuego, una franja de 500 yardas en
ambos lados de la frontera durante la mayor parte de su recorrido. Antes de 1972, los
observadores de la ONU visitaban periódicamente las avanzadillas de la India y
Pakistán para confirmar sobre el terreno que no se había producido ninguna alteración
en sus defensas o ubicación. Con la transformación de la CFL en LOC en 1972, esta
zona desapareció y las tropas no fueron retiradas a sus anteriores posiciones. Esta línea
no tenía una franja de alto el fuego, por lo que no se podía aplicarla prohibición de
reforzar las posiciones avanzadas de defensa. El resultado es que la India y Pakistán
mantienen hoy en día unas tropas que prácticamente se sitúan frente a frente, separadas
por apenas 50 yardas, en un Sono del recorrido de la LOC. Las posiciones mas
avanzadas de ambos bandos a menudo pueden observar al adversario desde posiciones

2C En palabras de un observador de UNMOGIP, “regularmente visitamos las unidades de acuartelamiento


pakistaníes dispuestas a lo largo de la LOC (para controlar la actividad militar).., tenemos mucha
información sobre la ubicación de las tropas pakistaníes; no sabemos nada sobre las posiciones indias
porque no nos está permitido trasladarnos por sus zonas mas avanzadas”. WIRSING, R. Op.cit. Pág 73
2? La primera definición dc violación de alto el fuego fue acordada por ambos bandos en 1949. Con su
modificación en 1965, las actividades prohibidas se redujeron a seis categorías en las que se penalizaba
(1) el traspaso de [a CFL o el incumplimiento de la prohibición de movimientos de tropas a menos de
quinientas yardas de la frontera, (2’) la utilización dc explosivos o la realización de disparos a cinco
millas de la CFL sin avisar con antelación a los observadores, (3”) minar o vallar cualquier nueva
posición, (40) reforzar los puntos de defensa más avanzados con hombres o equipos de guerra, o fortalecer
la defensa de zonas donde el Acuerdo no había permitido delimitaciones precisas, (50) introducir en
Cachemira nuevo material de guerra, equipamiento o personal que no esté destinado al sustentamiento y,
por último, <6~) la incursión de aviones en el espacio aéreo del territorio ocupado por el bando contrario.
WIRSING, R. Opeir. Pág. 72

477
elevadas, una situación que a menudo invita a la represalia por el traspaso, real o
imaginario, de los límites en el otro territorio.

El impacto de todas estas limitaciones se hizo evidente en 1984 cuando surgió la


disputa sobre el glaciar de Siachen. UNMOGIP no consideró conveniente su
intervención en este sector porque, en palabras de un ex Observador Militar Jefe, se
encuentra más allá del punto donde termina la CFL/LOC. Esta explicación ha sido
interpretada por algunos como una excusa más que como una justificación. Pauline
Dawson matiza que al definirse la frontera se dejó claro que la CEL se extendía desde su
extremo hacia el norte en dirección a los glaciares, lo que en principio no resta
legitimidad a posibles operaciones de la misión en este territorio.28

La gradual erosión de la misión de UNMOGIP se ha visto reafirmada con el


surgimiento de graves disturbios en Cachemira desde 1990. Paralelamente a estos
disturbios internos, se ha producido un pronunciado aumento de las violaciones del alto
el fuego por ambos bandos a lo largo de la CFL/LOC. En el flanco indio, UNMOGIP se
ve incapacitada para desarrollar ningún papel de mantenimiento de la paz, y en el lado
pakistani, es poco más que un simple espectador, siendo su capacidad y su contraido
mandato insuficientes para enfrentarse a la escalada de violencia que se está
desarrollando.

Antes de Simía, UNMOGIP era elogiado por triunfar en su tarea de evitar que el
precario alto el fuego degenerara en un conflicto abierto y por desarrollar con
efectividad sus funciones de mantenimiento de la paz.29 Desde SimIa, estos análisis
exudan un pesimismo considerable. El especialista británico en programas de
mantenimiento de la paz, Alan James, a la vez que reconoce que durante el período de
1949 a 1922 la labor de UNMOCJIP propició una calma relativa en Cachemira, sugiere
que, incluso entonces, el grupo dependía para su éxito de un contexto político favorable.
Si ambos bandos deseaban la paz, las cosas iban bien para los observadores de la ONU,
si querían la guerra, las cosas iban de todo menos bien. En el primero de los supuestos,
‘existe la duda de si UNMOGIP era necesario para el mantenimiento de la paz’, y en el

28 DAWSON, P. Op.cit. Pág. 288

29 KORBEL, J. Op.eit. Pág. 163

478
segundo de los supuestos, ante una amenaza de guerra, “no había prácticamente nada
que UNMOGIP pudiera hacer, o que se pudiera esperar que hiciera, para impedirla”.30

En lo que se refiere a la etapa post SimIa, Alan James mantiene que las
justificaciones para el mantenimiento de UNMOGIP cada vez tienen menos peso.
Admite que desde 1972 hasta finales de 1989 la CEL/LOC permaneció relativamente
tranquila. Pero, teniendo en cuenta que la India dejó de cooperar con los observadores,
“esta estabilidad dificilmente puede ser atribuida al papel de mantenimiento de la paz de
la ONU”. Alan James sugiere que “el argumento más fuerte” para la conservación de
UNMOGIP es que desmantelarlo “daría una clara apariencia de sometimiento a la
reivindicación unilateral de la India de que Cachemira ha dejado de ser una cuestión
internacional”. Pero incluso esta función, “podría perfectamente ser realizada por un
UNMOGIP más reducido’.

A continuación se abordará la disputa por el glaciar de Siachen, una derivación


de la cuestión de Cachemira que también es resultado directo de la precariedad de la
CFL/LOC. Así como la disputa de Cachemira se ha visto afectada por la interinidad de
la frontera, el conflicto en Siachen es producto directo de la inexistencia de la CFL/LOC
en el sector fronterizo con la provincia china de Sinkiang en el norte de Cachemira.

7.1.1.2. El frente bélico en el glaciar de afrchen

La primera CFL de 1949 se extendía desde su extremo sur en un punto al oeste


del río Chenab, luego formaba un tosco arco hacia el norte a lo largo de 49712 millas, y
se dirigía hacia el noreste para terminar en un extremo, la coordenada NJ 9842, a
alrededor de 12 millas al norte del río Shyok en la cordillera de Saltoto en las montañas
del Karakoram. Este extremo se encuentra a unas 40 millas de la frontera acordada en
1963 entre Pakistán y China, y su final indefinido está ubicado en algún lugar de las
altas montañas situadas al sur de un término que se extiende a mitad de camino entre el
paso del Karakoram, en la frontera sino-india en Ladakh, y el pico K2 en la frontera
sino-pakistaní acordada en 1963 (ver mapas 1 y 10).

El origen de la guerra que comenzó en 1984 es bastante misterioso. Durante


años la región del monte K2 había sido penetrada por montañeros que accedían desde

En WIRSING, R. Op.cit. Pág. 74

479
Pakistán y que habían mejorado las comunicaciones en el lado pakistaní en esa
dirección. Estas exploraciones provenientes de Pakistán fueron respondidas por la India
con el envío de otras expediciones de la Escuela de Arte Militar de Alta Altitud. La
India instaló esta escuela de montaña, estableció puestos militares y en 1984 envió un
batallón al territorio. Desde entonces se ha desarrollado una historia incesante de
enfrentamientos de patrullas que siguen teniendo lugar en la actualidad.

La elevación de 6.086 metros sobre el nivel del mar convierte este territorio en el
frente de batalla de mayor altitud del mundo. Esta guerra de baja intensidad está
provocando alrededor de un centenar de muertes anuales, la mayoría ocasionada por las
durísimas condiciones de supervivencia, un enorme gasto para las arcas de ambos
países, calculado en 2 millones de dólares al día,3’ y un daño ecológico al ecosistema de
consecuencias incalculables:

Tal y como expone Alastair Lamb, la LOC no continua hacia el norte de la


coordinada NJ 9842 por dos razones.33 Primero: antes de 1984 nadie había combatido
jamás en tan inhóspitas tierras. Segundo: en esta zona la LOC se acercaba a un territorio
de especial controversia fronteriza internacional. Como hemos visto, China y Pakistán
acordaron en 1963 la demarcación de su frontera. La India se negó a aceptar la
delimitación sino-pakistaní argumentando que implicaba la cesión por parte de Pakistán
a China de 5.310 Km2 de territorio indio en el Estado de Jammu y Cachemira.

Una definición conjunta indo-pakistani de la línea de alto el fuego hasta la


frontera china habría presentado grandes dilemas diplomáticos. Según los argumentos
de la India, la frontera se debería haber extendido hasta un territorio que Pakistán había
reconocido como propiedad de China. Por ello, cualquier reconocimiento por parte de la
India de una frontera que finalizara en la frontera china definida por Pakistán no sólo
pondría en tela de juicio las reivindicaciones fronterizas de la India ante China, sino que
implicaría el consentimiento de la ocupación pakistaní de las Áreas del Norte.

~‘ “Foghorns of War” Time. India, 30 de noviembre de 1998

32 ARYA, D.K. y SHARMA, R.C. Manage,nent Issues aud OperaNona! Planinglur Indias Borders.
Scholars Publishing Forum. Nueva Delhi 1991. Pág. 148

~ LAMB, A. Kashniir.A DisputedLegacy. Págs. 325-326

480
En el Acuerdo de SimIa se decidió que ambos países respetarían la LOC tal y
como estaba el 1’! de diciembre de 1971 y que ningún bando intentaría “alterarla
unilateralmente”. La cuestión era que no se había elaborado una delimitación exacta de
la frontera ni una definición verbal. En aquellos territorios donde las tropas indias y
pakistaníes habían estado enfrentándose y defendiendo sus posiciones no existía
ninguna duda. Sin embargo, en su extremo norte la CFL/LOC desaparecía en la
coordenada NJ 9842. A partir de ese punto, el Acuerdo de Karachi establecía que la
frontera se extendía “desde allí al norte hacia los glaciares”, y que la delimitación se
realizaría en una etapa posterior.

La inexistencia de una frontera en este sector no había pasado desapercibida, y


antes de 1970 ya estaba dando señales de que podía provocar problemas. Uno de los
primeros síntomas fue el comienzo de la construcción en la década de los 60 de la red
de carreteras, entre ellas la autopista del Karakoram, que unian extremos remotos de las
Áreas del Norte con la provincia china de Sinkiang. Estas carreteras mejoraron
sensiblemente los accesos desde Pakistán a las montañas del este del Karakoram, entre
las que se ubica el glaciar de Siachen, y situaron los accesos al extremo norte de la
CFL/LOC desde Pakistán en mucha ventaja frente a los accesos desde la India.

La preocupación india se vio acentuada ante la evidencia de que la comunidad


internacional fue reconociendo gradualmente a lo largo de la décáda de los 70 la
jurisdicción administrativa de Pakistán sobre aquellos sectores de las montañas
orientales del Karakoram. Este reconocimiento quedaba reflejado cada vez que una
expedición de escaladores pedía autorización para sus exploraciones a las autoridades
pakistaníes. Al hacer uso de los accesos que partían desde Pakistán, estas expediciones
provocaron que las revistas de alpinismo y las guías de trekking extendieran por todo el
mundo la idea de que estos picos se encontraban en territorio pakistaní.34

Un segundo y más importante síntoma del reconocimiento internacional de la


jurisdicción pakistaní sobre este territorio se pudo apreciar en las nuevas definiciones de
la CFL/LOC proporcionadas en los atlas comerciales internacionales. Para principios de

~ Un importante periódico norteamericano comentaba en 1980 las noticias sobre una expedición militar
india en el glaciar dc Siachen y su conquista del pico Apsarasas afirmando que resultaba “sorprendente
que una fuerza del Ejercito indio hubiera cruzado la línea de alto el fuego y se hubiera introducido en lo
que es comúnmente reconocido como Pakistán”. The Ámeriúan Alpineiaurnal. 1981. Pág. 298. En Ver
WIRSINC, R. Op.cit. Pág. 78, y DAWSON, P. Op.cit. Pág. 288
481
los 80, la mayoría de los atlas más prestigiosos reflejaban una CFL/LOC que se
extendía unas 55 millas más allá de la coordenada Ni 9842 en dirección noreste hacia el
paso de Karakoram en la frontera con China, dejando el glaciar de Siachen en el margen
pakistaní de la frontera.35 Los motivos que provocaron este aparente consenso no están
muy claros, aunque sin duda alguna las fronteras presentes en varios mapas oficiales
diseñados por agencias del gobierno de EEUU tuvieron un peso considerable.

Ante las reclamaciones de la India, en 1987 la Oficina Cartográfica de EEUU


recomendó a las distintas agencias que no continuaran con la errónea práctica de
extender la frontera hasta el paso de Karakoram.36 Pero para aquellas fechas ya había
comenzado el enfrentamiento bélico entre la India y Pakistán en el territorio del glaciar.
En los años que sucedieron al nacimiento del conflicto en 1984, indios y pakistaníes
desarrollaron sendas argumentaciones para justificar sus derechos en Siachen. Ambos
bandos han extraído pruebas para sus argumentaciones de los mapas internacionales y
las expediciones de montañeros, de la historia del colonialismo británico y el
movimiento de independencia, de la ubicación de fronteras etnográficas, de los archivos
sobre administración de distritos y sub-distritos. de anteriores pautas de despliegue
militar, de la transcripción de debates parlamentarios y de la redacción de los tratados
formales.

En relación con esta última cuestión se ha dado mucho estudio a las palabras
utilizadas en la redacción del Acuerdo de Karachi de 1949 y en concreto a la frase en la
que se estipula que la CFi, desde su extremo fijado (la coordenada NJ 9842), se
extiende “desde allí al norte hacia los glaciares”. El autor indio Jasgit Singh ha
desarrollado una argumentación asumida por el Ministerio de Defensa indio basándose
en las pocas palabras del Acuerdo de Karachi referentes a la extensión de la CEL: hay
dos grupos de glaciares principales al norte de la coordenada Ni 9842, los glaciares de
Siachen al este, y los glaciares de Baltoro Kangri al oeste de la cordillera de Saltoro que
forma la vertiente entre los dos grandes grupos de glaciares. Esta vertiente se extiende
hacia el norte desde la coordenada Ni 9842. Por ello, teniendo en cuenta la norma
internacionalmente aceptada para designar las fronteras en zonas montañosas siguiendo

~ WIRSING, R. Op.cít. Pág. 79

~ Ver WIRSING, R. Op.cit. Págs. 80-Sl

482
las cumbres de las vertientes principales, la India defiende que según el Acuerdo de
Karachi de 1949, la extensión de la CFL debería seguir el recorrido de la cordillera de
Saltoro.37

Por su parte, Pakistán reivindica como suyos los territorios al este de la


cordillera de Saltoro que incluyen el glaciar de Siachen y el valle del Nubra que surge
de él, lo que supone la extensión de la CFL/LOC al norte en línea recta desde la
coordenada NJ 9842 hasta el paso de Karakoram. Mushtaqur Rahman justifica esta
delimitación fronteriza aludiendo, entre otras cosas, a la existencia, antes de 1984, de
mapas y atlas que incluían la región en Pakistán, y al tratado fronterizo sino-pakistaní de
1963.38

Desde un análisis imparcial se deben rechazar tanto éstas como cualquier otra
argumentación india o pakistaní por una sencilla razón: la CFL/LOC simplemente no
existe al norte de la coordenada NJ 9842. Por mucho que algunos atlas occidentales
reflejen su presencia, lo cierto es que la coordenada Ni 9842 marca el final de la
frontera y no hay ningún acuerdo internacional que pueda servir de base para ningún
tipo de delineación de ningún tipo de frontera entre el paso de Karakoram y la
coordenada Ni 9842.~~

Como subraya Jasgit Singh, tampoco existe nada en el acuerdo fronterizo sino-
pakistaní de 1963 que sustente la tesis de Pakistán de que, al haber establecido China y
Pakistán una frontera internacional que se extiende hasta el paso de Karakoram, se
sancione aunque sea de forma indirecta que la CFL/LOC debe finalizar en ese punto. El
preámbulo de este tratado menciona los territorios al sur de la nueva frontera sino-
pakistaní como “las áreas contiguas cuya defensa está bajo el control actual de
Pakistán”. En ningún párrafo del acuerdo se afirma que se trate de territorio pakistaní.

~ SINGH, iasjit. Op.cit. Pág. 13

~ RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 135

~ De hecho, en el Acuerdo de Karaehi ni siquiera se mencionaba esta coordenada ni los glaciares en los
que se consideraba que termina la CFL. Los extensos ejercicios de delimitación que siguieron a la firma
de los acuerdos de 1949 y 1972 dieron como resultado pormenorizadas propuestas fronterizas de ambos
bandos, pero en ambos casos la CFL/LOC finalizaba abruptamente en la coordenada NI 9842. Fue
durante estas negociaciones, pero no en la redacción formal de los acuerdos, cuando se señaló que la
coordenada Ni 9842 debía servir como punto de referencia, pero en ningún caso se hizo mención alguna a
la extensión de la frontera a partir de este extremo. Ver WIRSING, R. Op.cit. Págs. 81-82

483
De hecho, se subraya el estatus provisional del acuerdo y su supeditación a una solución
definitiva de la disputa indo-pakistaní por Jammu y Cachemira.4u

Desde 1984 la situación en Siachen ha evolucionado irregularmente hasta el


punto de que, como ya se ha mencionado, la mayoría de las bajas que se producen cada
año no son fruto del enfrentamiento de tropas, sino de las tremendas condiciones de
supervivencia. En enero de 1986 se establecieron por primera vez algunas normas y se
decidió una reducción de la intensidad de la contienda. Sin embargo, en 1987 se
propagaron nuevos brotes que se prolongaron a lo largo de 1988. En 1989 casi se llega a
un acuerdo para parar la lucha en Siachen, pero este acuerdo dependia en exclusiva de la
disposición de ambos países para hacer concesiones realistas, disposición que, a pesar
del reconocimiento mutuo de que el sector de Siachen presenta un valor estratégico
limitado, se vio frenada por las presiones domésticas. En una serie de reuniones indo-
pakistaníes que se celebró entre el 5 y el 3 de noviembre de 1998, Pakistán acusó a la
India de no estar cumpliendo la propuesta de acuerdo presentada en 1989 y ratificada en
1992, en la que ambos países se habían comprometido a retirarse de las posiciones que
ocupan hoy en día, en la cima del glaciar la India y al pie de la vertiente de la cordillera
de Saltoro Pakistán, hasta las que ocupaban en 1984.

La India exigió para su cumplimiento una preliminar declaración de alto el


fuego, la convocatoria de un comité conjunto que certificara las posiciones de las
distintas tropas, y el establecimiento de un mecanismo de control para impedir la
infiltración de guerrilleros que cada primavera se produce desde esa región. En lo
referente a la verificación de los territorios ocupados por cada Ejército, Pakistán se
opuso porque consideró que ello influiría a la hora de delimitar definitivamente la
frontera, y en lo referente al alto el fuego, respondió que aunque no solucionaría el
conflicto, porque el 90% de las muertes se producen a causa de las duras condiciones de
supervivencia, aceptaba la propuesta si el alto el fuego era después custodiado por una
tercera parte. La India rechazó este supuesto por considerarlo un nuevo intento por
internacionalizar el conflicto.4’ Estos posicionamientos deben ser interpretados teniendo
en cuenta que el Ejército indio ocupa hoy en día el territorio en disputa, pero para

~ SINC,H, Jasjit. Op.cit. Pág. 13

41 “Ilí-Timed Intervention”. Prem Shankar Iha. Outlook. India, 23 de noviembre de 1998, y “Dialogue and
Stalemate”. Frontline. India, 4 dc diciembre de 1998

484
mantener esta situación, debido a las ventajas tácticas y logísticas del Ejército pakistaní,
debe hacer frente a una situación mucho más dificil y comprometida.

En febrero de 1999 se volvieron a celebrar reuniones entre los dirigentes indios y


pakistaníes sobre este y otros asuntos relacionados con el conflicto indo-pakistani, pero
la persuasión internacional no fue capaz de conseguir más que la propia reunión en sí, y
las conversaciones dejaron claro que perdura el inmovilismo en las posiciones india y
pakistaní y que existe un abismo entre ellas. Mientras tanto, el envío de patrullas y la
situación de guerra en Siachen están imposibilitando unas negociaciones fructíferas
indo-pakistaníes sobre el futuro de Jammu y Cachemira.

Hay quien considera que este frente de batalla ha servido como sustituto para
evitar otros conflictos armados más serios en otros puntos de la CFL/LOC. No obstante,
como recuerda Alastair Lamb, su divulgación en los medios de información no hace
más que radicalizar a la opinión pública y a las autoridades en ambos paises, 42 sin
mencionar los costes en vidas humanas y la dilapidación de dinero que supone mantener
presencia militar en este territorio de tan escaso valor estratégico. Además, se ocasiona
una situación de tensión permanente que ante determinadas coyunturas puede propiciar
una ampliación de la contienda. Sin ninguna duda, la existencia de este singular frente
bélico supone una manifestación muy ilustrativa de la fuerza que el componente
psicológico y emocional adquiere en cualquier disputa que enfrente a la India y a
Pakistán, en especial si está relacionada con la cuestión de Jammu y Cachemira.

7.1.2. EL PELIGRO DE UNA NUEVA GUERRA INDO-PAKISTANÍ Y


LA AMENAZA NUCLEAR

En el apartado anterior se ha podido comprobar que existen múltiples razones


para considerar como algo admisible el riesgo de un nuevo enfrentamiento bélico entre
la [ndia y Pakistán. Entre las consideraciones mencionadas se encuentran todas aquellas
relacionadas con la precariedad y otras particularidades de la CFL/LOC, que sin
embargo han sido constantes a lo largo de la disputa sin por ello suponer una causa
directa en los distintos conflictos indo-pakistaníes. Pero en las últimas décadas han

42 Ver LAME, A. Kashmir..4 Disputed Legacy. Pág. 327

485
aparecido nuevos factores que se han conjugado para hacer que en la actualidad este
riesgo sea más verosímil y temible que en tiempos anteriores.

Las acusaciones de la India en los años 80 acerca del apoyo pakistaní a los
separatistas sijs de Punjab y, ya en la década de los 90, las acusaciones de Pakistán
acerca de la responsabilidad de la India en la violencia étnica y sectaria en Sind y los
territorios fronterizos a Afganistán. La integración de la India y de Pakistán en la
categoría de países que cuentan con armamento nuclear. La nunca plenamente
alcanzada conversión de Pakistán al gobierno civil y el reciente golpe de Estado que ha
suscitado una nueva incógnita a propósito de los designios del nuevo régimen militar en
Jammu y Cachemira. La inestabilidad política en la India y la creciente pujanza de
fuerzas reaccionarias del nacionalismo hindú. La lucha por el glaciar de Siachen, y, por
último, el inicio de la sublevación separatista en iammu y Cachemira que ha propiciado
un cruce de acusaciones a propósito de la ayuda pakistaní a los guerrilleros y la
violación sistemática de los derechos humanos por parte del Ejército de la India.

Todo ello lleva a analistas como Moonis Ahmar, Judith Miller o James Risen a
afirmar que desde la interrupción del proceso de normalización entre Nueva Delhi e
Islamabad, iniciado el 14 de mayo de 1976, cuando tras laboriosas jornadas de
negociación Pakistán y la India consiguieron reanudar sus relaciones diplomáticas,
interrumpidas desde la guerra de diciembre de 1971, el verdadero reto en el
subeontinente no es cómo mantener la paz, sino cómo evitar una nueva guerra que en
esta ocasión tendría unas consecuencias mucho más dramáticas que los dos
enfrentamientos bélicos anteriores. 43

Desde 1972 hasta 1989 las relaciones indo-pakistaníes se mantuvieron en su


tradicional línea de hostilidad pero sin dar grandes sustos. La situación política interna
en Pakistán no era la más adecuada para asumir riesgos que pudieran provocar una
cuarta guerra indo-pakistaní en la que su Ejército volviera a ser derrotado. Por su parte,
la India tuvo más facilidades para intensificar en su parte de Jammu y Cachemira una
política destinada a finalizar con cualquier vestigio de la autonomía que disfrutó el

~ Ver “War Avoidance Between India and Pakistan: A Model of Confliet Resolution and Confidence-
0 1 &2, otoño-
Building in the Post CoId War Era”. ARMAR, Moonis. Strategic Studies. Islamabad. N
invierno de 1993, y MILLER, Judith and RISEN, James. “A Nuclear War Feared Possible Over
Kashmir”. New York Times. 8 dc agosto de 2000

486
Estado en los primeros años después de la independencia. Pero este entumecimiento de
la disputa indo-pakistaní no fue acompañado por una mejora de la atmósfera
prevaleciente entre ambas naciones. Muy por el contrario se presenciaron numerosos
factores que fueron empeorando sus relaciones.

Desde que en julio de 1977 Mohammed Zia-ul-Haq se convirtió en la nueva


cabeza de un régimen militar, en la India se generó una especie de psicosis a propósito
de que Istamabad estuviera planeando una nueva Operación Gibraltar.44 En ambos lados
de la CFL/LOC las tropas destinadas vivían un ambiente de creciente tensión, lo que
provocó que desde 1980 fueran frecuentes las refriegas entre patrullas fronterizas. Pero
hasta la muerte de Zia-ul-l-iaq en 1988 y la subida al poder de Benazir Bhutto, la
principal causa de hostilidad indo-pakistaní no fue la cuestión de Jammu y Cachemira,
sino el apoyo encubierto de Islamabad a los separatistas sijs del Punjab. En enero de
1987 éste conflicto, que había tenido su máxima expresión en 1984 con el asesinato de
Indira Gandhi por miembros sijs de su guardia personal, estuvo a punto de provocar un
nuevo enfrentamiento armado indo-pakistaní.45

Cuando en diciembre de 1988 Benazir Bhutto se convirtió en la nueva primera


ministra de Pakistán, tomó firmes medidas para acabar con cualquier connivencia con
los separatistas de Punjab. A pesar de la mejora general de las relaciones bilaterales que
siguió a la subida al poder de Benazir Bhutto, cuando en 1989 explotó la insurreccion
armada en Jammu y Cachemira Rajiv Gandhi responsabilizó directamente a Islamabad.
La tensión alcanzó un punto álgido cuando Pakistán concedió asilo político a unos
guerrilleros cachemiris que habían liberado de su secuestro a la hija del ministro de

~< En las elecciones generales de marzo de 1977 en Pakistán, el Partido Popular de Pakistán (PPP),
liderado por 7. A. Bhutto, ganó por abrumadora mayoría (155 escaños en una Asamblea de 200). La
oposición denunció fraude electoral y reaccionó con actos de violencia. Ehutto intentó llegar a un acuerdo
y convocar nuevas elecciones, pero rotas las conversaciones en Ltn clima de guerra civil latente, el 5 de
julio de 1977 intervino el Ejército derrocando a su régimen. El país quedó regido por un Consejo Militar
cuyo nuevo dirigente, Mohammed Zia-ul-Haq, jefe del Estado Mayor, tomó el control del país bajo la ley
marcial y encarecIó a Zulfikar Ah Bhutto, que fue ejecutado en 1979.

~ La causa directa fue un masivo ejercicio militar, el mayor realizado por la India desde la independencia,
denominado Operación Brasstacks. Se considera que el ejercicio militar, desarrollado muy cerca de las
fronteras con Pakistán, quiso lanzar un mensaje a Islamabad para que cesara su apoyo a los separatistas
sijs. Los dos ejércitos se movilizaron como en una situación de guerra, pero una ronda de conversaciones
maratonianas consiguió en el último momento frenar la crisis, que terminó en una rápida retirada militar.
Ver “War Avoidance Between India and Pakistan”. AHMAR, M. Strategic Studies. Islamabad. N0 l&2,
otoño-invierno de 1993
487
Interior del gobierno indio a cambio de la excarcelación de varios separatistas
cachemiris.

Las incesantes denuncias en Nueva Delhi de que todo el problema, tanto en


Punjab como en Jammu y Cachemira, se reducía a la interferencia de Pakistán en los
asuntos internos de la India, estimulaban un clima de opinión pública en el que había
una ausencia total de autocrítica y se generaba un sentimiento de agresividad en contra
de Pakistán. En la campaña que precedió a las elecciones de 1989 Rajiv Gandhi no se
pudo permitir dar una imagen de debilidad sobre este asunto, y el gobierno que VP.
Singh encabezó a finales de 1989 anunció a la población india que se debía preparar
psicológicamente para una nueva guerra porque la India estaba considerando dar una
respuesta militar a Pakistán.

A medida que la violencia en Cachemira seguía cobrándose la vida de rebeldes,


miembros de las Fuerzas de Seguridad indias y civiles, las relaciones indo-pakistaníes
iban empeorando. Las declaraciones oficiales de Pakistán suponían un flujo de
denuncias por las actividades de represalia en contra de la población cachemirí, que eran
respondidas con acusaciones directas por la participación oficial de las autoridades
pakistaníes en el terrorismo en el Estado. A.G. Noorani y V.D. Chopra lamentan que la
primera ministra Benazir Bhutto, que había hecho esfuerzos por expandir las relaciones
bilaterales entre ambos países, escogiera esta tendencia al comprobar que la opinión
pública pakistaní y el Ejército no le perdonaban que no adoptara una postura firme en la
cuestión de Cachemira.46

Además de verse obligada por la presión del Ejército y los integristas a


entregarse de nuevo a la retórica anti-India, Bhutto volvió a recurrir a la táctica de
internacionalización del conflicto que tanto irritaba a la India. En estas circunstancias,
fue imposible que las negociaciones directas indo-pakistaníes proporcionaran resultados
con un valor significativo. En agosto de 1990 Benazir fue desalojada del gobierno de
Pakistán bajo acusaciones de nepotismo y corrupción y Pakistán se sumió de nuevo en
una inestabilidad política que, en esta ocasión, tenía su paralelismo en la India. Como

46 Para un estudio sobre la evolución de las políticas de Benazir Ehutto con respecto a la India ver
NOORANI, A.G. “BenazirSurrenderíoflenerals”. En ENGINEER, AA. Op.cit. Págs. 123-128,y
CI-IOPRA, V.D. “Benazir Bhutto Toes the Oíd Line”. Op.cit. Págs. 117-126

488
siempre, estos escenarios de desequilibrio político afectaron de forma negativa a la
disputa territorial.

Los detalles concretos sobre la crisis que en 1990 estuvo a punto de provocar
una nueva guerra indo-pakistaní todavía son oscuros y objeto de debate internacional.
Según algunas fuentes, los líderes indios, cada vez más frustrados ante la imposibilidad
de restaurar el orden en Cachemira, habían contemplado la posibilidad de atacar
santuarios rebeldes en centros de adiestramiento en la Cachemira pakistaní. El gobierno
de Pakistán, al conocer estas noticias por medio de sus servicios de inteligencia, declaró
la alerta nuclear en sus Fuerzas Aéreas. Los servicios de inteligencia norteamericanos
recogieron pruebas de movimientos de tropas pakistaníes y posible movilización de
armamento nuclear y las respectivas réplicas indias.47 Hay quien argumenta que el
mediador enviado a Nueva Delhi e islamabad por Washington, Robert Gates, se
anticipó al conflicto evitándolo de esta forma, y hay quien defiende que la crisis ya
había terminado antes de que Gates llegara el subcontinentei’8

De cualquier forma, esta crisis y la sublevación separatista en Jaminu y


Cachemira volvió a dar a Pakistán la oportunidad de devolver el conflicto al centro de
atención de la comunidad internacional. De hecho, las advertencias sobre una posible
guerra nuclear y la intensificación de las refriegas en Siachen y en la CFL/LOC
pudieron responder a la tradicional estrategia pakistaní de incentivar el conflicto con la
intención de provocar la intervención de la comunidad internacional.

Una repercusión positiva de la crisis de 1990 fue que ambos gobiernos


percibieron con claridad la amenaza de un nuevo enfrentamiento bélico que no
‘nteresaba a ninguna de las dos partes. Islamabad y Nueva Delhi acordaron negociar un
reforzamiento de las medidas que habían comenzado a adoptar tras la crisis de enero de
1987 para evitar cualquier malentendido por medio de instrumentos de intercambio de
información y comunicación directa en el ámbito militar (Confidence Building

Ver CANCULY, 5. Op.cit. Págs. 110-111, y AHMAR, M. “War Avoidanee Between India and
Pakistan”. Strateeie Studies. Islamabad. N0 l&2, otoño-invierno de 1993

En Islamabad Cates informó que según los escenarios de simulacro de guerra del Pentágono, en un
enfrentamiento bélico entre la India y Pakistán este último aparecía como claro perdedor. Por ello, Cates
subrayó que por su propio interés Pakistán debía cesar su ayuda a los rebeldes. En Nueva Delhi Cates
recomendó que los políticos indios practicaran una política moderada en Cachemira y que sus Fuerzas de
Seguridad observaran el respeto de los derechos humanos. GANGULY, 5. Op.cit. Pág. III

489
Measures o CBM’s). Estas CBM’s fueron acompañadas por declaraciones oficiales que
descartaban la posibilidad de una nueva guerra, pero Moonis Ahmar considera que las
CBM’s adoptadas eran de tal naturaleza que en caso de un agravamiento serio de la
situación podían resultar insuficientes.49

Este fue el escenario hasta 1996, año en el que la India pudo llevar a cabo con
considerable éxito, y con la aprobación internacional, unas elecciones en Jammu y
Cachemira que acabaron con ‘7 años de gobierno directo desde Nueva Delhi. La victoria
de la Conferencia Nacional y la notable merma de la capacidad de las organizaciones
guerrilleras presentó un nuevo panorama poco favorable para los designios de Pakistán.
Las elecciones de 1996, aunque no habían acabado con la sublevación en Jammu y
Cachemira, habían permitido un nuevo e inesperado escenario que podía muy bien
desembocar en una situación similar a la anterior a 1989, cuando las reclamaciones
pakistaníes no podían esconder el hecho de que la CFL/LOC se estaba convirtiendo
paulatinamente en la frontera de/acto entre ambos países.

Ante esta nueva situación pareció, en un primer momento, que con la subida al
poder en Islamabad en febrero de 1997 del moderado Nawaz Sharif se iba a producir un
acercamiento entre Pakistán y la India. Así, del 28 al 31 de marzo y del 19 al 22 de
junio de 1997 se celebraron dos rondas de conversaciones indo-pakistaníes con la
intención de establecer diferentes Grupos de Trabajo Conjunto que trataran las múltiples
causas de desavenencia entre los dos paises. La mayor innovación en estas
conversaciones fue que Pakistán no condicionó, como había hecho tradicionalmente, la
solución de otros problemas a la resolución preliminar de la cuestión de Cachemira.50

Pero como había ocurrido tantas veces con anterioridad, a finales de agosto se
produjo un nuevo recrudecimiento de la situación en algunos sectores de la CEL/LOC
con nuevos enfrentamientos que causaron un número considerable de víctimas en
ambos bandos. Pakistán acusó a la India de haber provocado esta escalada de tensión
con la intención de sabotear una nueva ronda de negociaciones en cuya agenda se
contemplaba la cuestión de Cachemira. La India acusó a Pakistán de haber causado los

Una descripción de las CEM’s en AHMAR, M. “War Avoidance Between India and Pakistan”.
Strategic Studics. Islamabad. N~ l&2, otoño-invierno de 1993

~>VerNOORANI, A.G. “Kashmirlssue (1,11 y III)”. The Statesman. 2,3 y4 de junio de 1997

490
enfrentamientos para desestabilizar la aplacada situación en el interior del Estado.
Ambas posibilidades son factibles, puesto que en Pakistán la posición de los islamistas
y del Ejército seguía siendo lo suficientemente fuerte como para reducir el margen de
maniobra de Sharif, y en la India algunos círculos políticos estaban sacando
conclusiones excesivamente triunfalistas de la victoria de la Conferencia Nacional en
las elecciones en Jammu y Cachemira.

Ocurriera lo que ocurriera, el esperado acercamiento no llegó a cuajar y la


situación volvió a su grado de tensión tradicional. Esta tensión ha ido en aumento
debido a las pruebas nucleares desarrolladas por ambos países en 1998, al
recrudecimiento de los enfrentamientos en la CFL/LOC desde la primavera de 1999 y,
en último término, al triunfo de un nuevo golpe de Estado en Pakistán que ha colocado
en el poder al estamento militar que defiende una política de “mano dura” en Jammu y
Cachemira. La amenaza nuclear, lejos de convencer a los dirigentes indios y pakistaníes
de la necesidad de moderar sus posturas para rebajar la tensión, se ha demostrado, desde
la primera reunión bilateral mantenida tras los ensayos nucleares, como un factor
incitador de las posturas más intransigentes en ambos bandos?’

7.1.2.1. La amenaza nuclear

El repentino rebrote del endémico conflicto indo-pakistani en mayo-junio de


1999 ha adquirido a los ojos de la comunidad internacional una dimensión más
preocupante que en anteriores ocasiones porque esta vez ambos paises están capacitados
para utilizar armas nucleares.

Para entender el proceso que ha llevado a esta situación hay que remontarse al
pasado. Después de su independencia en 1947, la India de Nehru decidió dar prioridad
al desarrollo de sus gastos civiles, necesarios para el despegue de su economía, en
detrimento de sus gastos militares. Nehru consideró que el mundo surgido de la Segunda
Guerra Mundial abría un espacio favorable a su política pacifista y de no alineación. Sin

~ Ver BURNS, John, E. “India and Pakistan HoId First Meeting Since A-Test”. New York Times. 30 de
julio de 1998, “India Reports 34 Killed By Rebels Over Kashmir”. New York Times. 4 de agosto de
1998, y MILLER, Judith and RISEN, James. “A Nuclear War Feared Possible Over Kashmir”. New York
Times, 8 de agosto de 2000

491
embargo, desde el primer momento tuvo una preocupación no reconocida y mucho más
profunda que la que le producía Pakistán: China.

La India se sentía en posición de inferioridad desde el punto de vista estratégico


y tenía miedo de su más poderoso vecino. Los grandes centros económicos que son
vitales para China están a miles de kilómetros de Nueva Delhi, mientras que ésta se
encuentra a tiro de cañón de China. Para conjurar la amenaza, la India emprendió una
política sistemática de promoción de unos vínculos amistosos. Con esa intención, en
1953 la India reconoció en un tratado bilateral la soberanía de China sobre Tíbet, en el
mismo tratado en el que logró incluir, por primera vez, los principios de la coexistencia
pacífica que alcanzaron notoriedad en la conferencia de Bandung en 1955.

Pero los esfuerzos de la India no fructificaron. En 1962 China hizo uso de la


fuerza para apoderarse de los territorios fronterizos en disputa e infligió a la India la
más humillante de las derrotas. El gobierno de Nehru empezó a considerar la posibilidad
de abandonar su política de no alineación y de llegar a un acuerdo con Estados Unidos,
pero el desinterés norteamericano después de la guerra de 1962 y la influencia de la
URSS evitaron la integración de la India en el bloque occidental. La India extrajo una
lección de estos acontecimientos: desde ese momento iba a ser más necesario que nunca
contar con sus propias fuerzas en el área de la seguridad, incluido el ámbito nuclear.

Probablemente fue en esta época cuando la India comenzó a pensar en


convertirse en una potencia nuclear con fines militares. Los acontecimientos se
precipitaron. En octubre de 1964 China realizó con éxito su primer ensayo nuclear e
hizo estallar una bomba de uranio, y en 1974 le tocó a la India demostrar su capacidad
nuclear. En la actualidad, proscrita de la opinión pública internacional por las potencias
nucleares del planeta, la India no carece de argumentos para defender su política de gran
potencia nuclear con fines militares.

El más pragmático de dichos argumentos consiste en señalar a China. Desde sus


bases aéreas y con la mejora de sus capacidades logísticas en Tíbet, China podría
movilizar una importante fuerza de aviones de combate durante un período prolongado,
y sus misiles nucleares pueden alcanzar cualquier punto del subeontinente, además de
estar construyendo una base naval a orillas del Océano Índico. El argumento menos
creíble, evidentemente, es el de Pakistán, dado que entre el armamento convencional de

492
ambos países existe una gran diferencia que favorece a la India. Esa es la única razón de
que Pakistán, cuyo programa nuclear fue iniciado a mitad de la década de los 60,
emprendiera después de su propia derrota ante la India en la guerra de 1971 un
programa intensivo de puesta al día y fabricación de dispositivos nucleares para el que
contó con la ayuda de países como China, EEUU, Reino Unido y Corea del Norte.

La inferioridad del Ejército pakistaní le ha llevado a dotarse de misiles de corto


y medio alcance (con ayuda de chinos y norcoreanos) que le permitirían lanzar un
ataque tan rápido como devastador sobre la Unión India. Las bombas nucleares de esta
última son de mayor potencia, pero no podrían lanzarse con misiles; tendrían que ser
transportadas por aviones de guerra, lo que limita la capacidad de respuesta nuclear de
Nueva Delhi.52 Según lo descubierto por los satélites espía de la CIA, Pakistán está en

52 Veamos una comparación de las capacidades militares entre la India y Pakistán.

Fuerzas Arniadas de Pakistán Fuerzas Armadas de la India


587.000 hombres 1.135.000 hombres
Ejército de tierra Ejército de tierra
Fuerza: 520.000 hombres Fuerza: 980.000 hombres
Tanques: 120* Tanques: 3.414*
Ejército del Aíre Ejército del Aíre
Fuerza: 45.000 hombres Fuerza: 110.000 hombres
Aviones de combate: 310 Aviones de combate: 745
Marina Marina
Fuerza: 22.000 hombres Fuerza: 45.000 hombres
Submarinos: 6 Submarinos: 17
Destructores: 3 Destructores: 6
Fragatas: 8 Fragatas: 13
Buques ligeros portadores de misiles: 9 Corbetas: 19
Portaaviones: 1
Buques ligeros portadores de misiles: 6
Misiles balísticos Misiles balísticos
Modelo Alcance Tonelale Modelo Alcance Tonelaje
Haft 1 80Km 500 Kg Prithvi 8Sí50 150 Km 500 Kg
Haft 2 300 Km 500 Kg Prithvi 55250 250 Km 500-750 Kg
l-laft 3 600-800 Km 500 Kg Prithvi SS530 350 Km 750-1000 Kg
Chaurí 1.500 Km 500-750 Kg Agol 2.500 Km 1.000 Kg
M II (chino) 280 Km 800 Kg
Presupuesto de Defensa 1998-99 Presupuesto de Defensa 1998-99
3’2 billones de dólares (alrededor del 52 de 9’8 billones de dólares (alrededor dcl 28 de
su PNB) su PNB)

“Foghorns of War’ Time. India, 30 de noviembre de 1998. *La información sobre tanques se refiere a
1996 y está extraída de “Tambores de gt~erra en el Himalaya”. ABC. 30 de mayo de 1999. Se considera
que la India tiene uranio enriquecido suficiente para equipar 90 cabezas nucleares, mientras que Pakistán
solo podría cargar 10. Ver “An Arms Race in A Hostile Zone”. New York Times. 29 de mayo de 1998, y
¿Quién aprieta el botón?. El Mundo. 31 de mayo de 1998. El presidente de la Comisión de Energía
Atómica de la India precisó que la India había activado una bomba de hidrógeno de 45 kilotones, una
bomba de fisión dc 15 kilotones y un artefacto de baja potencia de 02 kilotones. Las dos siguiente
493
lo cierto cuando presume de ir por delante de la India en su capacidad nuclear y está
capacitada para incorporar cabezas atómicas a sus misiles de largo alcance, 53 con lo que
se vería confirmada la teoría de Islamabad de que los ensayos nucleares de 1998 “han
establecido el equilibrio estratégico” en la zona. 54

Las grandes potencias están pagando hoy el haber hecho oídos sordos durante
mucho tiempo a las denuncias sistemáticas por parte de la India del “apartheid nuclear
internacional” y del expansionismo militar de China en Asia que le ha obligado a
reforzar sus defensas. Pero la comunidad internacional, que durante décadas no ha sido
capaz de consensuar un programa completo y global de desarme nuclear que no resulte
discriminatorio, se declara hoy aterrorizada ante lo que considera un peligroso escenario
en el que dos paises subdesarrollados que son enemigos acérrimos cuentan con la
bomba nuclear.55

Los temores despertados por los II ensayos nucleares indios y pakistaníes en el


corazón de Asia Central no están injustificados. Por un lado hay que tener presente que,
al contrario que EEUU y la URSS durante la Guerra Fría, la India y Pakistán ya han
librado tres guerras y no han solucionado las controversias que dieron lugar a esos
enfrentamientos. Aunque se puede pensar que la posesión de armamento nuclear va a
jugar un papel de disuasión en la crisis, esta posibilidad no es más que una presuncion.
Cuando prestigiosos expertos en seguridad recuerdan que “las bombas’ y la serenidad
de los políticos durante la Guerra Ería permitieron una política de disuasión que impulsó

pruebas se realizaron con artefactos de baja potencia de 05 y 03 kilotones respectivamente. En relación a


cuándo instalarian cabezas nucleares en los misiles balísticos de fabricación nacional Prithviy Agní, el
consejero científico de Defensa del gobierno indio, Abdul Kalam, aseguró que dichos misiles “están
diseñados para transportar cualquier tipo de armas”. “La India celebra el resultado de sus pruebas y dice
que su poder nuclear está completo”. El Mundo. 18 de mayo de 1998. Por su parte, los científicos del
programa nuclear pakistaní han asegurado que cuentan con capacidad para hacer explotar una bomba de
hidrógeno y para probar el misil balístico Shaheen-l, que puede transportar cabezas nucleares a una
distancia de 700 Km. “Un cientifico dice que Pakistán puede hacer la bomba de hidrógeno”. El Mundo. 2
dejuniode 1998.

~ “Alarma mundial por el sexto ensayo nuclear pakistaní”. E! Mundo. 31 de mayo de 1998

~‘ “Pakistán acusa a la India de preparar otro ensayo nuclear”. El Mundo. 1 de junio de 1998

~ En junio dc 1998, después de los 5 ensayos nucleares de la India y los 6 de Pakistán, el Boletín de los
Científicos Atómicos, una agrupación antinuclear con sede en Chicago, avanzó 5 minutos su Reloj del Fin
del Mundo, que mide los riesgos de una guerra nuclear, colocándolo a las 1151 horas de la noche, las
agujas más próximas al Apocalipsis desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962, a sólo? minutos de la
peor crisis vivida en 1953 cuando EEUU probó con éxito su bomba de hidrógeno, y a 9 minutos de las 12
de la noche, “la hora final”. “Nueve minutos para el fin del Mundo”. El Mundo. 12 de junio de 1998

494
la paz, y cuando se preguntan: ¿por qué este equilibrio basado en el terror no podría
funcionar en el sudeste asiático igual que funcionó entre el Este y el Oeste?,56 sólo cabe
responder que en estas cuestiones no tienen cabida las comparaciones y que no se está
hablando de un progreso matemático del que se pueda conocer el desenlace.

Es cierto que indios y pakistaníes saben que una nueva guerra, estando ambos
países capacitados para utilizar armamento nuclear, podría resultar suicida, y que
ninguno de los dos cuenta ya con los que fueron durante la Guerra Fria sus principales
valedores en el exterior. La URSS se ha desintegrado y EEUU ha perdido su fascinación
por el interés estratégico de Pakistán. Pero la intensidad, duración, intratabilidad y en
ocasiones irracionalidad (como los enfrentamientos en el glaciar de Siachen) del
conflicto indo-pakistaní por Jammu y Cachemira no tienen ningún parecido con la
configuración de las rivalidades de las potencias durante la Guerra Fría, y aunque
existan posibilidades de que las armas nucleares desempeñen una labor de disuasión,
¿merece la pena asumir el riesgo?

Algunos analistas también hacen hincapié en la dependencia, en especial de


Pakistán, de la ayuda económica exterior. Sin embargo, la amenaza de sanciones
económicas no impidió que Islamabad respondiera a los primeros ensayos nucleares de
la India con su propia serie de pruebas. Está demostrado que si la India y Pakistán creen
que su dignidad o seguridad están en juego, no se arrendarán ante la presión exterior y,
como algunos círculos en ambos paises no se cansan de recordar, sus pueblos comerán
hierba si ello es necesario para asegurar su defensa. Otro argumento carente de
consistencia es considerar que las CBM’s acordadas por la India y por Pakistán son
capaces de evitar una nueva declaración de guerra en el subcontinente. Estas medidas
podrían ser fácilmente anuladas en caso de una escalada rápida de la tensión entre los
dos paises: Por lo tanto, tanto los condicionantes económicos como los compromisos
bilaterales existentes para evitar una guerra suponen factores que pueden reducir las
posibilidades de un nuevo enfrentamiento armado, pero no las hacen désaparecer.

56 SOMMER, Theo, “Los ricos y los pobres de la bomba atómica”. El Mundo. 23 de junio de 1998

Ver “War Avoidance Between India and Pakistan”, AHMAR, M. Strateuic Studies. Islamabad. N0 l&2,
otoño-invierno de 1993, y MILLER, Judith and RISEN, James. “A Nuclear War Feared Possible Over
Kashmir”. New York Times. 8 de agosto dc 2000
495
En un campo más inmediato, también hay que subrayar que las inestabilidades
políticas internas que viven ambos países aumentan los riesgos de una nueva guerra.
Cuando en febrero de 1997 la Liga Musulmana obtuvo la mayoría en Pakistán todo el
mundo pensó que el islamismo moderado de su presidente, Nawaz Sharif, habla
triunfado. Pero no fue así. La reelección de este dirigente liberal, uno de los pakistaníes
que mejor se ha entendido con sus colegas de la India, sólo fue posible gracias a la
incomparecencia en la campaña electoral de Jwnaat-e-Jslami, de ideología islámica
fundamentalista. Sharif contó con la mayoría de los votos emitidos, pero no con el
apoyo de la mayoría de la población que se abstuvo de votar. A partir de ahí el
movimiento fundamentalista pakistaní empezó a crecer hasta llegar a cotas sólo
alcanzadas en los años SO por el dictador Zia-ul-I-Iaq. Una de las razones por las que la
comunidad internacional no está actuando con rotundidad en contra del golpista
N4usharraf es que este líder militar es contrario al reforzamiento de los grupos
integristas.

Otro tanto ha ocurrido en la India. A los gobiernos moderados del Partido del
Congreso sucedió en 1998 otro de talante nacionalista radical hindú dirigido por el
Sharatiya Janata Party, partido que durante la campaña electoral ya había prometido
una férrea política en .Jammu y Cachemira, que aumentaría los presupuestos de gastos
para la Defensa y reavivaría la política nuclear de la India, y que se reservaría el
derecho de desplegar armas nucleares.

Por otro lado, estas dos series de pruebas han provocado una reacción en cadena
en la región del sur de Asia que corre el riesgo de manifestarse en una proliferación
nuclear aún mayor en un continente que carece de estructuras de seguridad del estilo de
la OTAN o la OSCE en Occidente. China ha considerado que las pruebas indias se
dirigen en su contra, y cabe esperar algunas reacciones. Tokio tampoco se ha mostrado
indiferente ante los ensayos indios y pakistaníes. A esto hay que sumar la sensación de
descontrol que existe sobre los arsenales nucleares de la antigua Unión Soviética, la
preocupación de otras potencias regionales como Irán, cuyo programa de rearme se
alimenta de la amenaza iraqul, y todo ello sin olvidar que las naciones musulmanas de la

496
región sueñan con la “bomba islámica” que pueda hacer frente a las armas atómicas que
posee Israel.55

Hay otro aspecto que despierta especial preocupación. La India y Pakistán han
llevado a cabo sus ensayos nucleares con tanta precipitación que todavía no han puesto
en marcha una estructura ni una cadena de mando coherente. Estableciendo mas
diferencias con la rivalidad EEUU-URSS en los años 50 y 60, cabe señalar que la India
y Pakistán, que comparten fronteras comunes, carecen de algo equivalente al famoso
“teléfono rojo”, aquella línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin que se instaló
para evitar una confrontación causada por algún malentendido. En una franja de
territorio como es la CFL¡LOC donde todos los días se desarrollan escaramuzas entre
los ejércitos indio y pakistaní, donde se derriban aviones enemigos sin posibilidad de
demostrar que hayan violado el espacio aéreo prohibido, donde se apresan soldados que
a menudo aparecen muertos y con señales de torturas, donde un país envía guerrilleros
para cometer acciones subversivas en territorio ajeno, y donde no existen mecanismos
para prevención de accidentes nucleares (se han producido cortes de energía incluso en
la residencia del primer ministro indio) ni sistemas de mando y control adecuados, las
posibilidades de que se produzca un aumento de la tensión son estremecedoras.

Y ante este tremendo panorama, la comunidad internacional ha optado por


demonizar a ambos países sin querer reconocer que, en gran medida, la responsabilidad
y los medios para solucionar el problema están en sus propias manos. Con razón, la
India y Pakistán declaran que las grandes potencias carecen de cualquier legitimidad
para dar lecciones sobre los peligros de la carrera nuclear. Las cinco potencias
nucleares, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido y Rusia, han detonado 2.047 de
las 2.059 explosiones nucleares efectuadas en el mundo desde 1945. Hasta principios de
abril de 1998, Gran Bretaña y Francia no ratificaron el acuerdo de 1996 que prohibe
nuevas pruebas, y EEUU sigue sin hacerlo. Aunque lo ratifiquen, seguirán contando con
la posibilidad de experimentar en sus laboratorios. El Parlamento de Rusia sigue sin
ratificar el START 2 (Strategic Arms Reduction Treaty) de 1993 y acumulando armas
nucleares, y China no forma parte de ninguna organización de control de armamento
nuclear.

~ Ver MILLER, iudith and RISEN, James. “A Nuclear War Feared Possible Over Kashmir”. New York
Times. 8 de agosto de 2000

497
La India se ha negado desde 1974 a firmar el Tratado de no Proliferación
Nuclear porque afirma que no sirve más que para consagrar la hegemonía de las
potencias nucleares. Es cierto que a éstas les resulta muy fácil exigirle que abandone sus
pruebas nucleares subterráneas cuando ellas han llegado a una etapa en la que ya no les
hace falta realizar dichas pruebas para progresar en el manejo del armamento nuclear.
Por otro lado, la India subraya que el TNP constituye en realidad más un tratado de
proliferación que de no proliferación nuclear. Al prohibir a las potencias que están ya
nuclearizadas la práctica, para ellas obsoleta, de las pruebas subterráneas, el TNP les
incita a multiplicar las pruebas en laboratorios que, gracias a los avances de la
miniaturización, permiten la producción de armas nucleares muy perfeccionadas y
susceptibles de ser utilizadas con fines presuntamente tácticos sobre el terreno. Aunque
el desarme total sea imposible, sólo mediante una revisión completa del TNP que
garantice la no proliferación vertical (el aumento de los arsenales de las potencias
nucleares) será posible frenar la no proliferación horizontal (el aumento del número de
países nuclearizados)9

Algunos analistas consideran que la crisis provocada por los 11 ensayos


nucleares desarrollados por la India y Pakistán ha presentado una oportunidad
inmejorable para prestar la atención debida a la solución del conflicto de Cachemira,
para establecer un sistema de seguridad en Asia y Oriente Medio semejante al europeo,
para modificar la política seguida hasta ahora por Occidente, Rusia y China, y para
negociar un nuevo régimen internacional de no proliferación nuclear.

En palabras de Robert ONeilí, profesor de Historia de la Guerra en la


Universidad de Oxford, “las pruebas demuestran que el régimen nuclear vigente desde
la guerra fría ha fracasado y son una ventana de oportunidad para establecer uno
nuevo” ~ El sistema de no proliferación heredado de la Guerra Fría y prolongado

~ Durante las intensas negociaciones celebradas por la Conferencia de Desarme en 1994, la India expresó
con claridad su posición frente a la adopción de una política de desarme nuclear de ámbito universal: “el
tratado debería perseguir el cese general y completo de los ensayos nucleares por todos los estados en
todos los medios y para siempre. Debería inhibir de manera no discriminatoria la proliferación de armas
nucleares en su dimensión horizontal y vertical. No puede ser concebido como un instrumento destinado a
frenar el proceso tecnológico ni a perpetuar la división del mundo en dos categorías de naciones.
Pensamos que no debe realizarse ningún ensayo so pretexto de fines de seguridad. La prohibición debe
ser completa, sin fijar umbrales”. KUMAR, Ajit. “El aún evasivo TPCE’. Desarme. Revista periódica de
las Naciones Unidas. Naciones Unidas. Vol. XVIII, ni. 1995. Pág. 131

~> SAIIAGUN, Felipe. “Una Oportunidad Para la Paz”. El Mundo. 3 de junio de 1998

498
indefinidamente en 1995 se basa en un principio inaceptable: “yo (las potencias
nucleares) soy responsable y puedo tener armas atómicas. Los demás no podéis tenerlas
porque sois irresponsables’.

Y es este principio el que también conduce a grandes naciones como la India a


embarcarse en la aventura nuclear. Los recientes ensayos nucleares de la India no sólo
forman parte de su justificado interés por neutralizar la amenaza de China, sino que
también responden a una estrategia encaminada a enaltecer a la nación e incrementar su
prestigio internacional hasta convertirse en una potencia mundial, algo que considera
que le ha sido injustamente negado. Los indios defienden que, teniendo en cuenta que
uno de cada seis habitantes del planeta es indio, la India deberia tener una voz con peso
en cualquier estructura democrática internacional, “pero Occidente ha concebido un
orden mundial en el que el segundo pais más poblado de la tierra ni siquiera es miembro
permanente del Consejo de Seguridad.Óí

Respecto a Pakistán, Stephen Cohen, experto en asuntos militares de la India y


Pakistán, opina que “Pakistán es un Estado profundamente inseguro. Siente que está
rodeado de enemigos, empezando por Irán. Afganistán se ha convertido para ellos en
una tragedia terrible, y los indios siguen siendo tan conflictivos como siempre. Sus
amigos no son auténticos aliados. EEUU ha abandonado la zona y los chinos se
muestran imperturbables’.62 La garantía de que se ha restablecido el equilibrio
estratégico en la zona, las invocaciones a Alá y el orgullo de ser la primera potencia
nuclear musulmana dan sentido a la carrera atómica pakistaní.

Después de todo lo visto, a nadie debería sorprenderle que indios y pakistaníes


decidieran embarcarse en la carrera nuclear. Cuestiones de seguridad, de rango y de
prestigio han llevado a ambos países a esta situación, lo que demuestra que son las
crisis, los peligros y los desafios concretos los que alimentan la carrera nuclear, y no al
contrario.

“India se acuesta Superindia”. El País. 17 de mayo de 1998

62 Ver “An Arins Race in A llostíle Zone”. New York Times. 29 de mayo de 1998, y ¿Quién aprieta el
botón?. El Mundo. 31 de mayo de 1998

499
Mientras tanto, el conflicto de Jammu y Cachemira supone una causa potencial
de guerra nuclear. Tanto la India como Pakistán se declaran dispuestos al diálogo, pero
ambos lo condicionan al comportamiento del otro. Pakistán, en una estrategia de
rentabilización de la inquietud presente en Occidente desde las pruebas nucleares,
reclama una “solución justa” negociada ante un árbitro o mediador internacional. La
India exige que Pakistán renuncie a la conquista militar de Cachemira y no quiere saber
nada de árbitros ni de mediadores.63 Es un callejón sin salida mientras las grandes
potencias no ejerzan la presión necesaria y no ofrezcan incentivos suficientes a la dos
partes. Y es en este apartado en el que se hace imprescindible una modificación de la
política seguida hasta ahora por Occidente, Rusia y China en relación con la disputa por
Jammu y Cachemira en la que prevalezca el interés por acabar con un conflicto
internacional de tal magnitud sobre los intereses estratégicos de estas potencias en la
región.

Partiendo de esa ineludible transformación de la implicación de las grandes


potencias en la disputa indo-pakistaní, se podrían abordar ciertas medidas iniciales.
Descartada la utilidad de las sanciones economicas, Theo Sommer subraya la
importancia de que la India y Pakistán accedan a someterse a un régimen blindado de
control internacional. Necesitan dotarse de doctrinas estratégicas racionales, de un
mando digno de crédito y de controles de mecanismo, además de medidas de
salvaguarda capaces de evitar cualquier accidente nuclear. Y por último, con el fin de
anticiparse a una carrera armamentística desenfrenada, tendrán que aceptar limitaciones
de su arsenal nuclear.64

En este aspecto, la importancia cardinal de China no puede ser ignorada,


dificilmente podrá la India renunciar a parte de sus garantías de defensa mientras los
misiles chinos le estén apuntando desde el Tibet. Pero China tampoco querrá reducir sus
arsenales si no lo hace Rusia, y Rusia si no lo hace EEUU... Está claro que nada de lo
que se le pueda pedir a la India y a Pakistán tendrá ninguna utilidad mientras los
poderes nucleares sigan sin tomarse en serio el desarme nuclear, sentados sobre sus
reservas armamentísticas y defendiendo con arrogancia su monopolio.

63 Ver BURNS, John, E. “India and Pakistan Hoid First Meeíing Since A-Test”. New York Times. 30 de
julio, 1998, y KIFNER, John. “Through Nuclear Crisis, Pakistan Publicizes Kashmir Struggle”. New
York Times. 3 de junio, 1998

64 SOMMER, Theo. “Los ricos y los pobres de la bomba atómica”. El Mundo. 23 de junio de 1998

500
7.2. SL EVFOQUE’ INTSRJVACJONAL. LOS FACTORES OS
DArSSSTABILJZACJÓNDS 1.48 flOrERAS 5*752 VAS EN JASU Y
CACILBWRA FLAS ATVALm.4D59 DE LIS GRANDES .POTElVCMS EV
XL SUR DE AASZI

Los problemas fronterizos, tengan su raíz en cuestiones de delimitación o de


legitimidad, ocupan gran parte de la dialéctica de la disputa de Cachemira. Estos
problemas jugaron un papel especialmente importante durante la primera etapa del
conflicto, y su importancia apenas se ha visto reducida desde entonces. Algunas de las
razones de su relevancia se encuentran en el contexto externo de la disputa, en su
relación con las rivalidades contemporáneas entre los grandes poderes por extender su
influencia y control sobre el continente asiático.

Los problemas fronterizos analizados en el apartado anterior tienen una


significativa dimensión militar y de seguridad, y suscitan importantes cuestiones acerca
de la dimensión global de la disputa por .Jammu y Cachemira, y no exclusivamente a
propósito de los dilemas relacionados con sus fronteras internas. En este apartado se
examinará este perfil estratégico del problema fronterizo, concediendo un interés
primordial a los cambios que se pueden esperar en las implicaciones de los poderes
externos una vez que la Guerra Fría ha finalizado y que el mundo se encuentra
sumergido en un proceso de remodelación del orden internacional.

La región de Jan-unu y Cachemira supuso para los británicos un espacio de gran


importancia estratégica debido a su emplazamiento en mitad de tradicionales rutas
utilizadas por distintos invasores provenientes del oeste y del norte para penetrar en el
subeontinente Indostánico. Este interés estratégico sobrevivió a la Transferencia de
Poderes, aunque desde entonces adquirió nuevas implicaciones. En primer lugar, esta
relevancia ya no sólo hacía referencia a los problemas de seguridad y defensa de los dos
países herederos del Imperio Británico en relación con los cambios que se estaban
produciendo en el exterior (la amenaza de la URSS y, después de 1949, del
expansionismo chino). También estaba íntimamente relacionada con la atmósfera de
hostilidad que había acompañado al nacimiento de las dos naciones independientes, es
decir, con las posibles amenazas provenientes del interior del propio subeontinente, los
desafios enmarcados dentro de la propia confrontación indo-pakistani.

sol
La segunda diferencia principal entre las implicaciones de la importancia
estratégica de Jammu y Cachemira, antes y después de la independencia, estaba
relacionada con el escenario global que siguió a la Segunda Guerra Mundial. La Guerra
Fria nació prácticamente al mismo tiempo que la India y Pakistán alcanzaron su
independencia, y se introdujo en el desarrollo de la disputa de Cachemira transformando
su contexto geopolítico por medio de la superposición de la dinámica del conflicto
global sobre la dinámica del conflicto regional. Los efectos de esta transformación,
aunque fueron igualmente importantes sobre ambos países, adoptaron formas muy
diferentes en cada caso.

Por último, al igual que el orden internacional propio de la Guerra Fría tuvo unas
repercusiones profundas en la disputa indo-pakistaní por iammu y Cachemira, es de
esperar que el nuevo orden mundial, todavía en proceso de remodelación, también tenga
sus efectos en el conflicto, aunque la forma en que se dejarán notar estos efectos todavía
es incierta. De cualquier forma, existe un amplio margen para el optimismo una vez que
la hostilidad entre estos dos países ya no es susceptible de dar beneficios a aquellas
potencias (con la posible excepción de China, poco interesada en cualquier medida que
favorezca el desarrollo de la India) con capacidad para intervenir de forma constructiva
en la consecución de una solución de la disputa.

7.2.1. RETROSPECTIVA SOBRE LOS EFECTOS DE LA GUERRA


FRíA EN LA DISPUTA INDO-PAKISTANI

7.2.1.1. Las efectos de la implicación de Occidente y la Unión


Soviética en el conflicto por Jammu y Cachemira

A lo largo de este estudio ha quedado patente que hacer un análisis comparativo


acerca de las consecuencias positivas o negativas que los años más duros de la Guerra
Fría conllevaron para la India y Pakistán no es una labor sencilla. Como indica Robert
G. Wirsing,’ no hay duda de que existió una relación directa entre las rivalidades
globales (entre las potencias mundiales) y las regionales (entre la India y Pakistán), y
que esta relación fue uno de los factores que determinaron el desarrollo del conflicto de
Jammu y Cachemira. Pero por otro lado, las fuerzas “locales’, emanadas entera o

WIRSING, R. Op.cit. Pág. 90

502
parcialmente de la hostilidad indo-pakistaní, no fueron menos responsables en la
confusión de acontecimientos que dieron forma a la disputa de Cachemira durante la
Guerra Fría de lo que lo fueron las fuerzas “extralocales” emanadas de las rivalidades
entre los grandes poderes.

Todos los investigadores de la disputa de Cachemira reconocen que ambas


fuerzas jugaron su papel, aunque no existe unanimidad acerca de cuál de las dos tiene
mayor responsabilidad ante la persistencia e intratabilidad del conflicto. Para muchos
autores indios como Balraj Madhok o RL. Sharma, los designios occidentales en
Jammu y Cachemira, traducidos en las intrigas para convencer a Sheikh Abdullah de la
conveniencia de instaurar un Estado independiente, fueron los que obstaculizaron la
normalización política interna en el Estado. Y en cuanto a la disputa territorial, la
integración de Pakistán en el bloque occidental llevó la amenaza de una agresión militar
hasta las mismas puertas de la India, lo que obligó a Nehru a renunciar a su política de
no-alineación y a su compromiso para la celebración de un plebiscito, impidiendo de
esta forma la resolución del conflicto.2

Pero también se puede colegir que, como asevera Vernon Hewitt, los agentes
determinantes de la existencia de la disputa por Jamrnu y Cachemira no se encontraron
en el exterior, sino en la hostilidad y las discrepancias que acompañaron al nacimiento
de la India y el Pakistán independientes.3 En este contexto, desde la perspectiva de G.W.
Choudhury y SM. Burke, lo que impidió que la India abordara su proyecto de
destrucción de la nación islámica y de anexión de sus territorios fueron las garantías de
defensa que Pakistán encontró en el exterior. Así, se podría afirmar que la alianza entre
Pakistán y EEUU, al proporcionar una garantía externa informal pero vital de la
integridad de las fronteras pakistaníes, fue precisamente el factor que mantuvo a los dos
países alejados de lanzarse a una guerra general.4

A este respecto, llama poderosamente la atención la variedad de teorías que


pretenden desmentir unos procesos de causa-efecto que resultaron evidentes y
fácilmente perceptibles en todo momento. Muy en especial, meras fluctuaciones

2 Ver MADHOK, E. Op.cit Cap. XI, y SHARMA, EL. Op.cit. Págs. 92-96

Ver IÁEWITT, V. Op.cit. Pág. 183

Ver CHOUDHURY G.W. Op.eit. Pág. 6, y EURKE, SM. y ZIRING, L. Op.cit. Págs. 39,220-22]

503
coyunturales que dañaron los vínculos entre Pakistán y EEUU, como la concesión de
armamento a la India en la guerra sino-india de 1962 o el embargo militar durante la
guerra de 1965, han servido para negar la alianza que ambas naciones sustentaron en
Asia.

Así, SM. Burke acota el período de alineación militar de Pakistán con EEUU al
período transcurrido entre 1953 y 1962. Y Ross H. Munro asegura que si ha habido una
nación en el subcontinente que ha explotado las mareas de la Guerra Fría, esa ha sido la
India. Este analista norteamericano cataloga a la India como el país no comunista más
traumatizado por el colapso de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría. Desde su
perspectiva, la URSS ha desplegado tradicionalmente una enorme generosidad militar y
económica que la India, escudándose en su inexistente no-alineamiento, ha pagado
cicateramentei

Es cierto que en 1989 la URSS era el principal proveedor de armamento de


Nueva Delhi. Pero existe una razón para explicar que las compensaciones recibidas a
cambio hayan sido tan discretas. La URSS no exigió un cambio radical en la política de
exteriores de la India, se conformó con neutralizar la ayuda norteamericana recibida por
Islamabad y garantizar la política de no-alineación india. Así, es cierto que la
dependencia india del aprovisionamiento soviético quedó en evidencia con la
desintegración de la URSS y con la comprobación durante la Guerra del Golfo de que la
tecnología occidental superaba a la soviética. Pero Nueva Delhi ha demostrado desde
entonces su capacidad, con la que Pakistán no puede competir, para recurrir a sus
propios programas de fabricación de armamento convencional y nuclear.

Por el contrario, en Pakistán la ansiedad por no perder el patrocinio


norteamericano ha sido patente y ha estado marcada por una imperiosa necesidad.
Vernon Hewitt proporciona un acertado análisis al subrayar que “la disposición- y
habilidad- de Pakistán para jugar a favor de los intereses globales de los americanos es
lo que mejor explica la duración de las relaciones entre EEUU y Pakistán”.7 En efecto,

EURKE, SM. y ZIRING, L. Op.eit. Partes II y III

6 MI.JNRO, Ross H. “The Looser India of the Nineties”. Strateeic Studies. Otoño-invierno de 1993. Págs.
80-8 9

I-IEWITT, V. Op.cit. Pág. 176

504
como denuncia SM. Burke, Pakistán asumió su alianza con Occidente de forma mucho
más comprometida que EEUU. Así, a pesar de que EEUU ayudó a Pakistán en la lucha
contra el comunismo, se mostró equívoco en lo que afectaba a su rivalidad con la India.8
EEUU siempre ha desarrollado una política más determinada por consideraciones
estratégicas globales que por un enfoque regional de las políticas en el subeontinente
Indostánico. Esto explica que coyunturas como la primera fase de acercamiento de
EEUU a China o la invasión soviética de Afganistán propiciaran fructíferos períodos en
las relaciones entre Washington e lslamabad.9

No obstante, las motivaciones del diseño de las políticas de EEUU en el


subeontinente no desvirtúan sus efectos, y menos aún afectan a la que ha sido la
motivación principal de Pakistán en el diseño de sus políticas con relación a EEUU,
mucho más determinadas por su rivalidad con la India que por su interés por contener la
expansión del comunismo en Asia. Para comprobar que ha existido’ una pronunciada
concomitancia entre los vínculos de estas dos naciones y los mecanismos propios de la
Guerra Fría no hay más que remitirse a los cambios que desde 1989 se están
percibiendo en el enfoque de Washington con respecto al subcontinente. Por el
contrario, la cordialidad entre la India y Rusia no ha sufrido ningún daño. Moscú
mantiene su apoyo a la causa de la India por Jammu y Cachemira, con lo que, como
destaca Vernon Hewitt, la “alianza Moscú-Nueva Delhi se ha demostrado más duradera
que la de Washington-Islamabad”. it)

En general, al contrario de lo que afirma Ross H. Munro, la Guerra Fría, muy


especialmente el primer período, trajo más consecuencias negativas para la India,
especialmente el suministro de armamento norteamericano a Pakistán. Proporcionada
con claro desprecio de las alegaciones indias, esta ayuda reveló que la capacidad de

BURKE, SM. y ZIRINC


2, L. Op.cit. Cap. 12

Entre sanción y sanción para evitar o castigar el desarrollo del programa nuclear pakistani, EEUU ha
continuado con su aprovisionamiento de armamento a Pakistán hasta la actualidad. Carter propuso en
enero de 1980 un paquete de ayudas militares a Pakistán por valor dc 400 millones de dólares, pero Zia-
ul-l-laq lo rechazó por considerarlo insuficiente. En septiembre de 1981 se aprobó un paquete de ayudas
económicas y militares de 6 años de duración por valor de 3’2 billones de dólares. En 1987 se concedió
otra por valor de 4 billones de dólares, de nuevo repartidos en un período dc 6 años. Informe facilitado
por Douglas A. Hartwick, agregado de la Embajada de EEUU en Nueva Delhi para Asuntos Económicos
y Científicos en noviembre de 1996

¡-¡E WITT, y. Op.cit. Pág. 181

505
Nueva Delhi para navegar en las mareas de la Guerra Fría era limitada. De cualquier
forma, tras la debacle militar de Pakistán en 1971 y el letargo de la disputa indo-
pakistaní que siguió al Tratado de SimIa, la implicación de los bloques mundiales
también decreció, en parte por la atmósfera de inmovilidad reinante en el subeontinente,
y en parte porque los enfrentamientos propios de la Guerra Fría se habían suavizado
sensiblemente.

La responsabilidad de Occidente, en su manifestación dentro de la ONU, fue


especialmente notable y con una trascendencia especialmente negativa en lo que se
refiere a la primera fase de mediación de la organización internacional en esta disputa.
No hay que olvidar que todos los bandos estaban de acuerdo y habían coincidido no en
la forma para buscar una solución, sino en la solucion misma. La India asumió, desde el
principio, su compromiso con la celebración de un plebiscito. Pocos conflictos
internacionales se habrán presentado ante el Consejo de Seguridad con una base tan
sólida desde la que trabajar por la paz. Y, sin embargo, la India fue tratada con un alto
grado de desconfianza y desde una equivocada perspectiva que trataba ser de
neutralidad y que en realidad fue de parcialidad al llevar implícito un reconocimiento
pleno del posicionamiento de Pakistán y sólo parcial de la argumentación india.”

De hecho, lo cierto es que más que en la integración de Pakistán en el bloque


militar occidental, las causas de que el plebiscito no llegara a celebrarse, y de que la
India optara primero por adoptar una posición crecientemente intransigente y finalmente
contraria a la celebración del referéndum, deben ser buscadas en los primeros debates y
resoluciones de la ONU.

Por otro lado, tampoco es descabellado considerar que la disputa por Jamrnu y
Cachemira habría finalizado hace décadas si no hubiera sido por la ayuda militar y el
apoyo moral recibidos por Pakistán de los poderes occidentales. Es de suponer que la
diferencia de fuerzas ente la India y Pakistán habría llevado a este último a asumir, en
caso contrario, el statu quo posterior a la guerra de 1947-1948. Esta opinión, que
muchos denunciarán por insinuar un reconocimiento de que la mera superioridad militar
de la India sería suficiente para permitirle conservar su ocupación de Jammu y

ZA. Ehutto reconoció ante la Asamblea Nacional pakistaní en 1962: “... las muy calumniadas
democracias occidentales... siempre nos han concedido su total apoyo en el Consejo de Seguridad”.
EI-IUTTO, ZA. Foreign Po//ev oJPaki.ston. Pág. 61

506
Cachemira, se basa, no obstante, en consideraciones muy distintas. En primer lugar, en
la certeza de que Pakistán nunca ha necesitado ni para su supervivencia ni para su
desarrollo económico o su defensa nacional los territorios integrados en la India. La
base de su argumentación es fundamentalmente de índole religiosa. Y en segundo lugar,
en la creencia de que en 1947 la mayoría de la población del Valle de Cachemira no
anhelaba su integración en Pakistán. El reparto de territorios que trazó la primera guerra
indo-pakistaní por Jammu y Cachemira reflejaba, con cierta exactitud, la realidad
ideológica que prevalecia entonces. Por otro lado, como expone con detalle Saifuddin
Khaled, la raíz de la política india de negación del autogobierno que ha generado la
sublevación nacionalista en Jarnmu y Cachemira no sólo estuvo relacionada con el
desafio pakistaní, también con los temores a propósito de los desconocidos designios de
Occidente en el Estado.í2

De cualquier forma, hoy por hoy se puede afirmar que ningún país se ha
introducido con un impacto tan duradero en la disputa de Jammu y Cachemira como lo
ha hecho China. La sola proximidad geográfica del gigante asiático al Estado garantiza
su papel preponderante en el conflicto, pero este papel se ve acentuado ante su
ocupación de territorios que unen la frontera exterior de Jammu y Cachemira con las
dos provincias más occidentales de China, Sinkiang y el Tíbet.

7.2.1.2. El papel preponderante de China en el conflicto

La hostilidad sino-India y sus interpretaciones

Teniendo en cuenta la gran importancia política de China, el papel que este país
ha jugado en el conflicto de Jammu y Cachemira ha sido objeto de una intensa
controversia entre los investigadores internacionales. Gran parte de este debate se ha
centrado en asignar las responsabilidades por el desarrollo de la enemistad entre la India
y China. Una vez analizados los hechos históricos, el siguiente estudio se va a centrar en
la propia controversia, en las argumentaciones y contra argumentaciones que durante
cuatro décadas han defendido los distintos investigadores de la “hostilidad sino-india”.
El examen de esta controversia, que sigue el esquema de estudio propuesto por Robert.

Ver KI{ALED, Saifuddin. “CoId War in the Subcontinent. President Eisenhower and the Kashmir
Dispute, 1953-1954”. Strateeic Dieest. Junio de 1996. Págs. 808-818

507
O. Wirsing, no sólo enriquecerá la perspectiva sobre la relación existente entre la
disputa “local” y la disputa “regional” originada por la Guerra Ería)3 Siguiendo las
mismas pautas del apartado anterior, ayudará a conjeturar sobre las posibilidades de que
el enfoque de China acerca del conflicto indo-pakistaní varíe en el marco del nuevo
orden mundial.

Los múltiples trabajos científicos publicados en relación con el problema


fronterizo sino-indio están divididos en dos escuelas de pensamiento “pro-China” y
“pro-India” que describen el conflicto, respectivamente, como el resultado de la
obcecación e intransigencia de los políticos indios o como un desenlace lógico del
expansionismo y la intriga china.

Durante y después de la guerra fronteriza de 1962 la mayoría de los


observadores en el mundo occidental tendieron a defender la posición de la India
convencidos de que la China comunista había cometido una nueva agresión enmarcada
en su estrategia de dominación y expansionismo en Asia. Entre las muchas líneas
argumentales defendidas por esta escuela de pensamiento, de la que son válidos
exponentes George Patterson, Russel Brines, M. Fiseher, L. Rose, R. Huttenbach y
Dorothy Woodman, hay tres que merecen especial atención. La primera materia se
centra en la consideración de que la República Popular de China ascendió al panorama
internacional equipada con una percepción del mundo absolutamente incompatible con
las normas establecidas en la sociedad internacional. Esta percepción global combinaba
una perspectiva estratégica activamente nacionalista con una ideología revolucionaria
intolerante que interpretaba el mundo como una fragmentación de dos bloques
implacablemente hostiles. A esta actitud, la República Popular China añadía una “innata
arrogancia histórica” y un sentimiento de superioridad cultural que hacía
extremadamente dificil, sino imposible, razonar con los chinos.’4

‘~ WIRSING, R. Op.cit. Págs. 93-100

PAITERSON, George. Peking Versus Delhi. Nueva York. Praeger 1964. Pág. 46. En WIRSING, R.
Op.cit. Pág. 94. Según Brines:”el primer y principal proyecto (chino) es dominar Asia y adquirir talla
mundial... La maniobra parece estar avivada por una complicada combinación ideológica, la arrogancia y
xenofobia y el imperialismo nacionalista chino”. ERINES. R. Op.eit. Pág. 160. En ELINKENBERG, L.
Op.cit. Pág. 333

508
Una segunda argumentación defiende que la política fronteriza de China con
respecto a la India, anclada en el engaño, la provocación y la intimidación, reflejaba con
claridad siniestros designios, no sólo en contra de la integridad territorial de la India,
sino de su misma posición independiente en el mundo. Según esta opinión, la agresión
militar a la India en el otoño de 1962 no sólo estuvo destinada a reforzar el control
chino sobre el estratégico corredor que une el Tíbet y Sinkiang a través de Ladakh, sino
que también persiguió desacreditar a la India ante los países asiáticos y africanos.í5
Enfrentada con este desafio, la India no tuvo otra alternativa que hacer frente a los
designios chinos con una firme y resolutoria política propia.

La tercera consideración expuesta por la escuela “pro-India”, y la que más atrae


su interés, es que la exposición sobre la que la India basa su reivindicación territorial de
Aksai Chin no sólo es mucho más fuerte que la de los chinos, sino que posee una sólida
base, tanto ajustándose a las percepciones fronterizas de los británicos como más allá de
cualquier consideración basada en la época colonial.í6 A la hora, de establecer la
legitimidad de las reivindicaciones enfrentadas es necesario tener en cuenta la historia
de las fronteras del norte de la India. Y estos autores defienden que esta historia no
comienza con la llegada de los británicos al subcontinente. La distribución de Jas
fronteras entre la India y China no se puede inferir de los antiguos mapas desarrollados
por chinos y británicos, puesto que aquellos mapas sólo revelaban los imperativos
estratégicos inmediatos de sus diseñadores, no la información acumulada de la historia
fronteriza anterior al Imperio Britaníco.

‘~ Fiseher y Huttenbach llegaron a la conclusión deque “las conversaciones de 1960 no sólo fracasaron a
la hora de proporcionar una base para la negociación sino que también dejaron claro que los chinos no
tenían verdadero interés por negociar”. FISCI-IER, M, ROSE, L y HUTTENBACH, R. Op.cit. En
BLINKENBERG, 1,. Op.cit. Pág. 333, y WIRSING, R. Op.cit. Pág. 94. Brines cree que la intención de
China era humillar a la India a los ojos del tercer mundo para reafinnar su hegemonía. Entre los autores
indios, el ex general Kaul también sostiene esta opinión. KAUL, BM. Confrontaban with Pakistan. Pág.
187. Brines también afirma que las concesiones territoriales que China aceptó cuando definió sus
fronteras con estados más débiles no debían ser considerados como un ejemplo del talante general de
China ni como una muestra de que la India fue la culpable deque no se llegara a un acuerdo antes de la
guerra de 1962. La explicación de la actitud china se encontraba en realidad en “la antigua tradición
oriental de que grandes poderes pueden hacer concesiones a otros más pequeños sin dañar su imagen,
pero hacerlo a un Estado de tamaño semejante supondría un enoíme síntoma de debilidad”. BRUÑES, R.
Op.eit. Págs. 208 y 198. En BLINKFNBERG, L. Op.eit. Pág. 343

Entre los autores no indios, ver WOODMAN, D. Op.eit. Pág. 82. Dorothy Woodman considera que los
británicos asumieron la frontera propuesta en 1912 por el virrey Lord llardinge que dejaba Raskam,
Aksai Chin, Shahidullah y Taghdumbash dentro de los límites del Imperio Británico, y que esta frontera
quedó reflejada en los Atlas dc The Times y Oxford hasta 1933 sin que China llegara nunca a oponerse

509
Tal y como expuso Sarvepalli Gopal, “la inclinación de algunos funcionarios
británicos a finales del siglo XIX a renunciar a la soberanía india sobre partes de la
meseta de Aksai Chin no proporciona a China derechos tradicionales en esta zona... Los
chinos son imprecisos acerca de sus delimitaciones, no pueden proporcionar una
evidencia que substancie ni levemente sus demandas y basan su caso exclusivamente en
la ocupación de un territorio que ellos sabían que la India consideraba propio~~ .‘~ De
hecho, China no se preocupó por diseñar una argumentación hasta que tuvo que
justificar su agresión.

G. Myrdal hace hincapié en las sensibilidades nacionales de la India al afirmar


que “la primera y casi instintiva reacción de cualquier gobierno nuevo era aferrarse
rápidamente al territorio legado. Lo que el poder colonial había gobernado, el nuevo
Estado lo debía gobernar’’. Si esta afirmación se puede aceptar como válida para todos
los países en vías de desarrollo o independencia, todavía adquiere mayor sentido en el
caso de la India, durante cuya larga historia se había reconocido al Himalaya como su
frontera natural establecida.í9

La segunda escuela revisionista y más o menos “pro-China” enfoca su


investigación de las causas del conflicto fronterizo básicamente desde la perspectiva de
las políticas fronterizas de la India, en los fundamentos estratégicos que contiene, en el
proceso de decisiones que condujo a la disputa y en los errores cometidos por los
responsables de diseñar ese proceso.

Según los investigadores integrados en esta escuela, en la que destacan Neville


Maxwell, Alastair Lamb y Steven A. Hoffman, la reivindicación territorial de la India
sobre Aksai Chin carece de fundamento. Los esfuerzos del gobierno de la India, entre el
descubrimiento de la carretera china y el comienzo de la guerra, para forzar a los chinos
a renunciar a su reclamación, no sólo se basaron en una deficiente comprensión de la
perspectiva estratégica de los chinos, sino también en una estimación poco realista de
las capacidades comparativas de los ejércitos indio y chino. El problema al que se

GOPAL, Sarvepalli. Jawaharlal Nehru: A Biography. Harvard University Press. 1979. Pág. 305. En
WIRSING, R. Op.eit. Pág. 95
18 MYRDAL, G. iLion Drania. Pág. 185. En BLINKENHERG, L. Op.eit. pág. 332

‘9WOODMAN, D. Op.eit. Pág. 6

510
enfrentaba la India, desde esta perspectiva, no era el expansionismo chino, sino una
frontera mal definida. Al negar esta realidad e impedir negociar con los chinos sobre
esta base, Nueva Delhi adoptó una política de confrontación que las circunstancias ni
justificaban ni requerían.

El primer estudio importante que respaldó parcialmente las reclamaciones


territoriales chinas fue la obra de Alastair Lamb The China-India Border publicado en
1964, y los siguientes estudios publicados por el investigador británico han secundado
las afirmaciones que realizó en esta primera investigación. Lamb reconoce que la
McMahon Line supone una frontera justa y razonable entre China y la índia, y considera
que las reivindicaciones chinas en este territorio sólo deben ser consideradas como una
estrategia de presión que buscaba utilizar esta controversia como moneda de cambio
para otras reclamaciones más autorizadas. Pero a propósito del sector occidental, Lamb
20

adopta una postura más acorde con el posicionamiento chino.

Pero la obra más conocida y más crítica con la política fronteriza de la India fue
la publicada en 1970 por el historiador Neville Maxwell, Jndia~s China War.2’
Destinada a acabar con la percepción generalizada de China como un poder belicoso,
chauvinista y expansionista, la descripción proporcionada por Maxwell está lejos de ser
condescendiente con la política fronteriza desarrollada por la India. Según Maxwell, el
posicionamiento chino era más que razonable. “La opinión de China era que la frontera
nunca había sido delimitada, que existían disputas, y que éstas sólo podrían ser
solucionadas mediante deliberaciones mutuas y un análisis conjunto”. Pero
profundamente persuadido del acierto de su posicionamiento con respecto a las
fronteras del norte de la India, el gobierno de Nehru adoptó una actitud absolutista,
irracional e incomprensible.22 Su injusta interpretación de las intenciones de Pekín le

20 Ver LAMB, Alastair. The China-India Border. 1964. En WJRSING, R. Op.eit. Pág. 96. Para Lamb, la
frontera “avanzada” en Aksai Chin defendida por la India fue el resultado de un período expansionista y
de una actitud de rebeldía basada en la interpretación errónea de los hechos históricos. La frontera más
justa, y reconocida por los británicos aunque no delimitada fonnalmente, fue la propuesta por Maeartney
y MaeDonald en 1898-1899, que dividía en dos Aksai Chin dejando la mitad norte enteramente bajo el
control de China. Ver también LAMB, A. Kashnñr. A Disputed Legacv. Pág. Sí
El estudio de Maxwell se basa en los conocimientos adquiridos por el autor mientras fue corresponsal
en la India para un periódico británico y en eí examen de ciertos documentos clasificados oficiales que le
fueron facilitados por una fuente anónima. La obra fue publicada en Bombay en 1970. En WIRSINCi, R.
Op.cit. Págs. 96 y 97. Ver también BL[NKISNBERG, L. Op.cit. pág. 333
22 Muchos pakistaníes coinciden con Maxwell en que cl gobierno indio, bajo asesoramiento de Krishna
Menon, adoptó una actitud dc arrogancia y rechazó las negociaciones. Ver RAZA, M. Op.cit. Pág. 40

511
llevó a dejar pasar muchas ocasiones para negociar una frontera mutuamente aceptable,
y cuando más tarde se enfrentó con su incapacidad para sonsacar una respuesta positiva
al gigante comunista, inició una serie de provocativas maniobras militares a lo largo de
su frontera con China que evidenció la poca preparación de su Ejército.

Adoptando una actitud más neutral, el historiador Steven A. Hoffmann hace


frente a la afirmación de que el gobierno de Nehru cometió un gran error al negarse a
negociar la disputa fronteriza con China sosteniendo que ambos gobiernos habían
mantenido concepciones fundamentalmente diferentes acerca de lo que se debía
negociar. Desde el punto de vista de los indios, mantiene Hoffmann, la primera
asignatura que se debia estudiar era el método y la fecha de la retirada china del
territorio que había ocupado, de forma que se pudieran estudiar las reclamaciones
territoriales a la luz de las evidencias históricas.23 Desde el punto de vista de Pekin, el
asunto más urgente era negociar el final de la “política de progresión” india. Desde ese
momento, China intentaría crear una frontera sino-india por medio de una transacción
que tuviera en cuenta las realidades militares que ya había creado sobre el terreno.

Por otro lado, Hoffmann subraya que ambas naciones se adherían a psicologías
nacionales básicamente diferentes. Nehru se equivocó al llegar a la conclusión de que
los chinos estaban motivados fundamentalmente por una hostilidad anti-India y unos
designios expansionistas. Pero los chinos no estuvieron más dispuestos a comprender
los intereses fronterizos de Nueva Delhi. “Pocos gobiernos con dignidad aceptarían que
una frontera de 2.000 millas pudiera estar abierta a concurso, incluso si se les asegurara
que las negociaciones tendrían un resultado favorable y que el otro bando no tiene
designios expansionistas”. De cualquier forma, Hoffmann está de acuerdo con Maxwell
en que la India tomó decisiones cargadas de defectos y en que la arrogancia del
gobierno de Nehru le condujo a una aceptación inflexible de la legitimidad de su causa.

Sorprendentemente, algunas de las aportaciones más importantes a la escuela


~~revisionista”han provenido de investigadores indios. Este es el caso de D.K. Palit, un
respetado historiador militar cuyo libro sobre la guerra sino-india apareció por primera

23 HOFFMANN, Steven A. India and the China Crisis. Uníversity of California Pres.s 1990. Fn
WIRSING, R. Op.cít. Pág. 98

512
vez en 199 1.24 Palit participó activamente en la guerra de 1962, por lo que su
profundamente crítica alusión al desconcierto organizativo y a la toma de decisiones por
parte de las autoridades indias debe ser tenida en cuenta. Subrayando una “deficiencia
de organización” fundamental en las relaciones entre civiles y militares en la India, Palit
describe el manejo de la crisis de 1962 por las ramas militar y política del gobierno
indio como “incomprensible”, “inexplicable” y “tan inepto que se aproximó a lo
grotesco”. Palit se pregunta como su gobierno pudo “haber cometido errores e
infracciones de los procedimientos establecidos tan graves”. La moderación y la
consideración calculada de alternativas políticas fueron sustituidas “en favor de
actitudes emocionales y consideraciones indefendibles”. Y el Ejército fracasó a la hora
de “contrarrestar o moderar las directivas ministeriales que claramente auguraban un
desastre; y abyectamente aceptó la injerencia política en la supervisión de las
operaciones u 25

Palit se muestra igualmente crítico en su análisis de la reclamación territorial de


la India sobre Aksai Chin. En su opinión, los británicos abandonaron la India dejando
atrás una definición imprecisa de los territorios que estaban cediendo. Aceptando la
tesis de Alastair Lamb, Palit afirma que “si en aquella coyuntura los británicos por lo
menos hubieran sugerido que la frontera de Cachemira debía respetar la única propuesta
formal que se hizo jamás al gobierno chino (en 1899) con toda seguridad habría sido
aceptada por el gobierno de Nehru. Esto habría situado la estratégica carretera
construida posteriormente por los chinos en los años 50 fuera de los límites de la India.
Esta carretera era el verdadero interés de los chinos en Aksai Chin y se convirtió en la
principal causa de la confrontación sino-india”. Sin embargo, el gobierno de la India
definió la frontera en Cachemira unilateralmente, ignorando a los chinos, extendiéndola
hasta los extremos donde alguna vez habían reclamado los británicos y sin tener en
cuenta la propuesta fronteriza de 1899.26

24 PALIT, D.K. ¡Var in High Himalayas. The Indian Arniy in Crisis /962. Lancer International. Nueva
Delhi 1991. Palit sirvió como director de operaciones militares en los cuarteles del Ejército de la India en
Nueva Delhi cuando comenzó la guerra y tuvo acceso privilegiado a los centros de decisión tanto antes de
que surgiera la contienda como durante su desarrollo.

25 PALIT, D.K. Op.cit. Págs. 1-2. Ver también VARMA, SP. Op.cit. Págs. 200-206, 223-228

26 PAUl, D.K. Op.cit. Págs. 34-36

513
Llegados a este punto, ha quedado patente que la implicación de Occidente y
Rusia en la disputa por Jammu y Cachemira estuvo clara y plenamente determinada por
la dinámica de las políticas internacionales durante la Guerra Fría. No obstante, como
indica Robert O. Wirsing, el análisis sobre los orígenes de la hostilidad sino-india que
acabamos de realizar, aunque no excluye a la Guerra Fría como uno de los factores
causales de la disputa, lleva a la conclusión de que su impacto fue menos decisivo de lo
que se ha llegado a afirmar, por lo menos en el caso de China.27

Todo apunta a que la hostilidad sino-india tuvo más que ver con circunstancias
locales que con circunstancias extra locales relacionadas con el sistema de alianzas de la
Guerra Fría. En este caso, parece que la inevitable rivalidad entre las dos mayores
naciones asiáticas, la inmadurez de los regímenes indio y chino, los desequilibrios
militares entre ellos, los temores que compartían por su seguridad y por la integridad de
las extensas y mal delimitadas fronteras que les separaban, por no mencionar los
prejuicios y equivocaciones que estos temores generaron, formaron un cocktail
explosivo.

Sin duda, el origen del problema se encuentra en la decisión china de construir


una carretera en un territorio que sabía reclamado por la India, en un momento de
relaciones bilaterales favorables, sin comunicárselo a Nueva Delhi ni intentar negociar
previamente una frontera formal. A partir de ese momento, cuestiones de prestigio,
arrogancia, orgullo y exceso de autoconfianza llevaron al gobierno de Nehru a rechazar
cualquier esquema de negociación que partiera de una aceptación, implícita o explícita,
del statu quo creado tras la construcción de la vía de enlace entre Sinkiang y el Tíbet. El
territorio ocupado por China, de nulo valor estratégico para la India, podría haber sido
asignado a Pekín sin grandes dificultades en unas negociaciones desarrolladas en una
atmósfera favorable. Pero China, menospreciando la fuerza del orgullo indio,
obstaculizó definitivamente la edificación de un ambiente propicio a las concesiones al
enfrentar al gobierno de Nehru con el/hit accomplí de la carretera clandestina.

27 WIRSING, R. Op.cit. Pág. 100

514
La evolución de las políticas chinas hacia la India y Pakistán
durante la segunda mitad de la Guerra Fría

Cualesquiera que fueran las razones que determinaron la política de Pekín hacia
la India en los años que precedieron a la guerra de 1962, no hay duda de que su política
en el sur de Asia durante los siguientes años llevó el sello de la conexión global y
triangular de China con la Unión Soviética y Estados Unidos, y que esta conexión se
convirtió en el componente principal de sus cálculos estratégicos a propósito de la
región. Estos cálculos, como indica Vertzberger, estaban enraizados en la convicción de
Pekín de que la Unión Soviética buscaba construir un cinturón de influencia que se
extendiera desde Oriente Medio formando un amplio arco hasta el noreste asiático. El
sur de Asia le proporcionaría un puente terrestre y el Océano Indico el puente marítimo
que conectara ambas regiones. Los chinos necesitaban impedir este proyecto, porque lo
contrario supondría permitir a los soviéticos crear una pinza que rodearía a China desde
el este y el oeste.2t

La estrategia adoptada por China para frenar estos designios ha sido objeto de
cierta controversia. La mayoría de los investigadores subraya la importancia de Pakistán
en una maniobra que también incluyó la ayuda a la resistencia afgana después de la
invasión soviética de 1979 y el desarrollo, desde principios de la década de los 70, del
poder naval y la influencia de Pekín en el Océano Indico. Pero en los últimos años se ha
impulsado una labor de investigación destinada a demostrar que la estrategia de China
en el sur de Asia durante la Guerra Fría no estuvo circunscrita a la consolidación de los
vínculos con Pakistán y también incluyó prácticas destinadas a crear una relación
amistosa entre Pekín y Nueva Delhi.29

La importancia cardinal de Pakistán para los planes de Pekín se hizo visible en la


conclusión en 1963 de sendos tratados fronterizo y de aviación civil. Ese año los
vínculos sino-pakistaníes eran tales que Bhutto avisó a la India de que si le atacaba
Pakistán ya no estaría solo, también se vería “implicada la seguridad y la integridad
territorial del mayor Estado de Asia” 30 Desde la perspectiva de la India, Nueva Delhi

29 VERTZBERGER. ChinaS Southwestern Strategy. Pág 4. Fn WJRSING, R. Op.eit. Pág. 101

29 Ver WJRSING, R. Op.cit. Pág. 101

~<‘ En un discurso pronunciado el 17 dejulio de 1963. BHUTTO, ZA. Foreign Poliúy o/Pakistan. Pág. 75
515
tenía entonces que hacer frente a dos agresores en Jammu y Cachemira, Pakistán y
China.3’ Más tarde, esta alianza se reforzó con una profusión de proyectos de
cooperación que comenzaron en 1965 con la construcción de la autopista del Karakoram
que uniría a ambos países. Esta carretera reforzó considerablemente el control de
Pakistán sobre su parte de .Jammu y Cachemira, unió simbólicamente a Pakistán y
China, y convirtió la posición india en Ladakh en aún más vulnerable que
anteriormente. Más todavía que la firma del acuerdo fronterizo, este proyecto de
ingeniería implicó definitivamente a China en la disputa de Jammu y Cachemira por su
aceptación implícita del dominio pakistaní en las Áreas del Norte y por la consolidación
de su posición en Aksai Chin. Los vinculos sino-pakistaníes se reforzaron, entre otras
cosas, con la aprobación de un importante programa de ayuda militar destinado a
modernizar los tres ejércitos de Pakistán, con el apoyo diplomático y político durante
las guerras de 1965 y 1971, y con la asistencia encubierta al programa de desarrollo de
armamento nuclear pakistaní.

De esta forma, en un espacio de sólo 5 años, desde 1960 hasta 1965, se


desarrolló un cambió fundamental en las pautas de las relaciones entre los tres estados
vecinos, China, la India y Pakistán, que acabó con el enfoque bilateral lineal que había
existido en la disputa de Cachemira para transformarlo en un “esquema de seguridad”
de tres aristas mucho más complicado que el sistema anterior. Para bien o para mal,
China se convirtió en los años 60 en parte activa en la disputa por Jammu y Cachemira.

La alianza sino-pakistani no modificó sustancialmente la situación en Jammu y


Cachemira, pero llegó en un momento en el que EEUU estaba perdiendo interés por su
aliado en el subeontinente y en el que las relaciones de China con la India y con la
Unión Soviética estaban pasando por un momento de especial tensión. Visto desde esta
perspectiva, el tratado fronterizo tuvo una importancia muy significativa porque se
alcanzó en un período de reconstrucción estratégica tanto en China como en Pakistán.
La opinión pública en la India percibia que se estaba produciendo contra ella una
confabulación sino-pakistani, y durante la guerra de 1965 China intervino en la
contienda a favor de Pakistán amenazando a la India con abrir un nuevo frente bélico en
la McMahon Line (ver capitulo y, apartado 5.1.3.3). Por último, la guerra de
independencia de Bangladesh de 1971 no influyó en las relaciones de Pakistán con

516
China a pesar de que “Pekín no pronunció ni una palabra sobre los sucesos en
Bangladesh”, habiendo quien considera que China tendía “en secreto a apoyar a las
fuerzas de liberación en Bangladesh”.32 No obstante, Pekín apoyó a Pakistán en la ONU
con sus duras acusaciones a la India por su responsabilidad en la guerra.

A pesar de todo lo visto, en los últimos años se ha desarrollado una labor de


investigación destinada a demostrar que la estrategia de China en el sur de Asia durante
la Guerra Fría, aunque determinada por su resistencia a los designios de la Unión
Soviética, ni estuvo tan inclinada hacia Pakistán ni apoyó incondicionalmente su causa
por Jammu y Cachemira, como mantienen los investigadores que sitúan a Pakistán
como factor capital de la política exterior china durante la Guerra Fría.

John Garver ha argumentado que la política exterior china en el sur de Asia entre
los años 1977 y 1988 coincidieron con las pautas generales de la diplomacia antí-
hegemónica dirigida en contra de la Unión Soviética. Pero esta política, lejos de basarse
exclusiva o principalmente en el cultivo de unas relaciones especiales con Pakistán,
fueron conducidas, en gran parte, de acuerdo con el profundo deseo de Pekín de mejorar
sus vínculos con la India:

Las razones de este deseo fueron diversas. En primer lugar, Pekín reconoció que
la India, después de la desmembración de Pakistán en 1971 y del éxito de las pruebas
nucleares de la India en 1974, era el poder dominante en el sur de Asia, y que una
política destinada a equilibrar el dominio indio por medio del apoyo a sus pequeños
rivales “simplemente no era solvente”. En segundo lugar, después de la guerra de 1971
Pekín comenzó a percibir que la política exterior de la India era más independiente de la
Unión Soviética de lo que había parecido ser anteriormente. En tercer lugar, Pekín,
aparentemente preocupado por la más agresiva política exterior de Moscú después de la
derrota norteamericana en Vietnam y de su aparente inclinación hacia el aislamiento,
intentó equilibrar la balanza abriendo puertas a la India. Por último, la ávida búsqueda
de Pekin de distintos objetivos de progreso en la década de los 80 estimuló una campana

~‘ SHARMA, B.L. TheKashmirSto,y Págs. 145 y 118


32 KAUL, BM. Confrontation with Pakistan. Págs. 258-259

GARVER, John W, The Indian Factor in Recent Sino-Soviet Relations. The China Ouarterlv n0 125,
~‘

marzo de 1991. En WIRSING, R. Op.cit. Pág. 103

517
de política exterior “para reducir la tensión y expandir las relaciones con la mayoría de
los vecinos de China, incluida la India”.

De esta forma, desde la segunda mitad de la década de los 70 se sucedieron


algunos gestos que ilustraron que las asperezas entre los dos gigantes asiáticos estaban
siendo necesariamente limadas. En 1976, después de catorce años de hostilidad, la India
y China intercambiaron embajadores. En 1979, el ministro de Exteriores indio realizó
una visita a Pekín. En julio de 1980 China hizo oficial la oferta de reconocer la
McMahon Line y los territorios situados al sur de ella como integrados en la India
siempre que Nueva Delhi reconociera la frontera que dividía Aksai Chin: La India
nunca ha aceptado esta oferta, pero varios acuerdos bilaterales firmados desde entonces
para garantizar el mantenimiento del statu quo parecen insinuar que la India no planea
adoptar ninguna medida para arrebatarle Aksai Chin a los chinos. En 1981, después de
la visita del ministro de Exteriores chino a la India se desarrollaron algunas rondas de
conversaciones exploratorias acerca de los problemas fronterizos. En 1982, una
delegación china fue recibida con grandes honores en los Juegos Asiáticos celebrados
en Nueva Delhi. Otro paso muy significativo se dio en diciembre de 1988, cuando
durante una visita de Rajiv Gandhi a China (la primera de un primer ministro indio en
34 años) los dos países acordaron establecer un Comité de Trabajo Conjunto para
negociar las disputas fronterizas.

Pero la señal más significativa, según Garver, fue el cambio del posicionamiento
chino respecto al conflicto de Jammu y Cachemira. Mientras que desde 1964 Pekín
había apoyado la reclamación de Pakistán para la celebración de un plebiscito, desde
1980 China dejó a un lado su defensa de la autodeterminación de los cachemiris y
comenzó a hablar de la disputa como de un conflicto bilateral que debía ser resuelto
pacíficamente de acuerdo con el Tratado de SimIa y las resoluciones de la ONU que
fueran relevantes, una postura equilibrada que consiguió aplacar a la India sin dar la
espalda a Pakistán.

La inconsistencia fundamental de la política de Pekín a propósito de .lammu y


Cachemira ha sido también argumentada por la investigadora Samina Yasmeen. Dando
por cierto que la principal preocupación de China era hacer frente a los designios

BANERJEE, D.K. Op.eit. Pág. 22

518
expansionistas de la Unión Soviética, Yasmeen subraya que la política de exteriores
china a lo largo de las cuatro décadas que transcurrieron desde el ascenso de los
comunistas demostró muy poca consistencia: A medida que las percepciones y las
respuestas de Pekin a las amenazas a lo largo de sus fronteras se iban alterado, así lo
hacia su política hacia el sur de Asia y su posicionamiento en la disputa de Jammu y
Cachemira. La política de Pekín a propósito del punto muerto indo-pakistaní, sostiene
Yasmeen, no fue consistente y rotundamente propakistaní ni siquiera después de la
guerra de 1962, así como tampoco lo fue después de las guerras de 1965 y 1971.
Yasmeen defiende que la política de Pekín a propósito de Cachemira se fue decantando
paulatinamente hacia un posicionamiento de imparcialidad desde mitad de los años 70.
Para mitad de la década de los 90 ya era un hecho que China estaba cada vez menos
dispuesta a alinearse con Pakistán respecto a Cachemira, y su posición era indistinta de
la neutralidad que había practicado durante los primeros años del régimen comunista.

Como indica Robert Wirsing, estos análisis revisionistas de las versiones


estándar de la Guerra Fría sobre la implicación de China en el sur de Asia no carecen de
fundamento. “Si se aceptan sus propuestas fundamentales- es decir, que la
detei-minación de China de reducir la amenaza del cerco soviético produjo un conjunto
de políticas flexibles, dinámicas y no siempre coherentes a propósito de la India,
Pakistán y Cachemira (en otras palabras, que estas políticas cambiaron cuando las
circunstancias, así como las evaluaciones de Pekín de estas circunstancias, cambiaron)-
el pronóstico del eventual desarrollo de la política china después de la Guerra Fría
acerca de esta región evidentemente se dificulta”.36

Las versiones estándar acerca de la alianza sino-pakistaní implicaban


inevitablemente que en el momento en que desaparecieran las compulsiones de la
Guerra Fría también desaparecería la razón de ser de las relaciones establecidas en su
marco. En otras palabras, si se diluían las coerciones externas, se tendrían que
recomponer estos vínculos. Esta era la esperanza de la India. Como expone Raju
Thomas, “la disminución de las tensiones entre los grandes poderes y un mundo tripolar

YASMEEN, Samina. “The China Factor in the Kashmir lssue”. En THOMAS, R.G.C. Op.cit. Págs.
3 19-40
36 WIRSING, R. Op.eit. Pág. 104

519
relativamente cooperante podría sugerir un menor interés externo en la región (el sur de
Asia) y la eliminación de los compromisos militares de los grandes poderes en el
subcontinente... La fase actual puede significar la tolerancia de la dominación regional
de la India y la aceptación de las reclamaciones en disputa según los términos de la
India” .‘~

En efecto, la Guerra Fría perpetuó unas pautas artificiales de alineaciones en el


sur de Asia que sustentaron las reclamaciones de Pakistán en Jammu y Cachemira. La
ruptura inherente al final de la Guerra Fría deberia, por lo tanto, provocar que tanto las
pautas de relación como las reclamaciones improcedentes dejaran de ser defendibles. De
esta forma, dando por cierto que la implicación de Occidente y Rusia en la disputa por
Jammu y Cachemira estuvo clara y plenamente determinada por la dinámica de las
políticas internacionales durante la Guerra Fría, las posibles reacciones que la
finalización del anterior orden mundial puedan provocar en EEUU, que al contrario de
Rusia sigue conservando suficiente fuerza para intervenir activamente en la resolución
de la disputa, son más fácilmente previsibles.

Pero, a propósito de China, es cierto que, como afirma la escuela revisionista,


estas pautas no estuvieron tan claramente definidas. Así, la ruptura global con el pasado
que representa el final de la Guerra Fría podría no reflejarse de forma clara, rápida ni
inequívoca en los nuevos movimientos estratégicos de Pekín en el sur de Asia. Como se
verá a continuación, durante el período transcurrido desde el final de la Guerra Fría los
movimientos del gigante asiático no encajan claramente en ninguna gran estrategia y no
señalan inequívocamente hacia ninguna dirección concreta. Por el contrario, Occidente,
liderado por EEUU, sí parece tener ya como prioridad la búsqueda de una solución para
el conflicto de Jammu y Cachemira que acabe con la peligrosa inestabilidad suscitada
por la hostilidad indo-pakistaní.

~ THOMAS, Raju C.C. The C,-eat-Power Triangle andAsian Security. Lexington Books. 1983. Págs.
16-17. En WIRSING, R. Op.cit. Pág. 104
520
7.2.2. PRONÓSTICOS SOBRE LOS DESIGNIOS ESTRATÉGICOS
DE CHINA Y EEUU EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

7.2.2.1. China

La estrategia china en el sur de Asia ha seguido, después de la finalización de la


Guerra Fría, los parámetros iniciados a finales de la década de los 70. Por un lado, no se
ha reducido la colaboración militar que caracterizó las relaciones sino-pakistaníes desde
mitad de la década de los 60. Los servicios de inteligencia norteamericanos llevaban
años avisando de que China estaba impulsando el programa nuclear pakistaní cuando la
India y Pakistán llevaron a cabo sus pruebas nucleares en mayo de 1998» Aunque la
motivación económica de este intercambio no fue descartada, a nadie se le escapó el
hecho de que China también intentaba equilibrar la superioridad militar y nuclear de la
India colaborando en la modernización del armamento pakistaní.

Pero al mismo tiempo, durante muchos años también han existido indicios
significativos de que se estaba alentando una aproximación a la India. A finales de junio
de 1993 se celebró en Nueva Delhi la sexta ronda de conversaciones del Comité de
Trabajo Conjunto fundado en 1988 para crear un foro institucional de negociación sobre
los dilemas fronterizos. En septiembre, Pekín dio una inusualmente calurosa bienvenida
al primer ministro indio Narasima Rao. Aunque no se anunció ningún tratado fronterizo,
el 7 de septiembre se firmó una serie de acuerdos entre los que se encontró un pacto
para la reducción de las tropas destinadas en las fronteras en disputa, se reafirmó el
respeto por las líneas de alto el fuego y se anunciaron diversas medidas para la creación
de una atmósfera de confianza a lo largo de la línea de control actual (LAC) en las
fronteras que les separan.39 Otro pacto fronterizo con China, concluido el 3 de febrero
de 1994, se refirió al trazado de la LAC y previó una reducción de las fuerzas militares
destacadas en las fronteras, así como la mutua renuncia a realizar maniobras militares y
la prevención de incursiones aéreas. Del 18 al 20 de agosto de 199S se desarrollaron

~ Los chinos fueron acusados de violar el Régimen de Control de Tecnología de Misiles (MTCR) por
suministrar a Pakistán, a finales de 1992, los componentes necesarios para la fabricación de misiles de
medio alcance M II. Esta sospecha acerca de los misiles M 11, con los que en la actualidad ya cuenta
Pakistán, fue suficiente para que Washington impusiera sanciones a China y Pakistán. WIRSING, R.
Op.cit. Pág. 105

~ PRADHAN, Bansidhar. “A New Beginning in India-China Relations”. Lirnk. 29 de agosto-5 de


septiembre de 1993

521
unas conversaciones sobre las fronteras entre los dos países que culminaron con un
acuerdo para retirar las tropas de cuatro puestos fronterizos a lo largo de la frontera del
Himalaya en la región de Arunachal Pradesh. En la misma línea, en 1996 Jiang Zemin
realizó una visita a la India durante la que recibió una calurosa bienvenida y se
comprometió con los líderes indios a desarrollar los foros de negociación y a continuar
buscando una solución para sus disputas de forma negociada.

Según Wirsing, esta estrategia contradictoria no es de sorprender. El final de la


Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética son acontecimientos demasiado
recientes como para haber dado tiempo a China a evaluar su impacto potencial, y mucho
menos para desarrollar y llevar a cabo una nueva estrategia de política exterior.
Asimismo, el simple transcurrir del tiempo no es suficiente para acabar con la confusión
y provocar una nueva orientación de mayor cooperación en las políticas de China en el
sur de Asia. De hecho, Wirsing señala que existen tres razones que hacen improbable
que la desaparecida amenaza de un cerco soviético conduzca a una gran transformación
de la política china en la región, o a una relación menos estrecha con Pakistán, o a la
resolución de sus disputas fronterizas con la India que permita eliminar un importante
obstáculo estratégico para la resolución del conflicto de Jammu y Cachemira.40

La primera razón es que las posibilidades de que China se convierta en un agente


cooperante, benigno, y descomprometido en las políticas del sur de Asia son muy
reducidas. Sólo la mitad de la Guerra Fria particular de China ha finalizado, aquella que
mantenía con la Unión Soviética, pero no la otra mitad, la que le enfrenta a EEUU. Las
relaciones con EEUU siguen siendo complejas y con tantas probabilidades de mejorar
como de empeorar. De hecho, las tradicionales rivalidades regionales podrían resucitar
si China, como algunos sospechan, escogiera un paso más dominante y de
confrontación. Su potencial para escoger esta marcha, en términos tanto militares como
económicos, es cada vez mayor. Ante este crecimiento de la economia y de la capacidad
militar de China, la India y sus otros países vecinos están reaccionando con alarma. En
estos términos se ha manifestado el editor de The China Quaterly, David Shambaugh:
“Para el cambio de siglo, es muy probable que surjan rivalidades regionales entre China,
por un lado, y Japón, Vietnam, India- y puede que Rusia- por el otro. La creciente
fuerza económica y militar de China, su ubicación geográfica en el centro de Asia, su

WIRSING, R. Op.eit. Págs. 106-109

522
enorme población, su riguroso nacionalismo y su deseo de convertirse en el principal
poder en Asia sugieren que a medio y largo plazo, la política internacional en Asia
volverá a estar dominada por la conflictividad. China puede hallarse en el corazón de
estos conflictos 4í

Como declaró el ministro de Defensa indio, George Fernandes, en 1998, China


supone hoy en día la “amenaza potencial número uno” para la seguridad y la integridad
42
territorial de la India y supone “su principal desafio estratégico en todos los campos -

Un dato poco difundido cuando la India realizó sus ensayos nucleares en marzo de
1998, a pesar de que fue denunciado por George Fernandes, fue que poco antes de las
pruebas indias China había instalado misiles nucleares en el Tíbet y había abierto
estaciones de escucha electrónica en Birmania dirigidas contra la India, y que además
Pekin está reforzando su arsenal estratégico con ayuda de EEUU.43 En opinión de
muchos analistas, es esta amenaza potencial desde China, y no la disputa indo-pakistaní
por Jammu y Cachemira, la principal motivación de la India para desarrollar su
armamento nuclear y disparar sus presupuestos en Defensa.44

La segunda razón que hace improbable un cambio radical de la política exterior


de China en el sur de Asia es que Pakistán continúa siendo un aliado útil y esencial para
Pekín. Los chinos llevan décadas observando a la nación islámica como un importante
contrapeso del dominio indio en la región, y la importancia de este papel no ha
declinado con et paso del tiempo. Tampoco se debe olvidar que Pakistán es el más
poblado de los 5 estados musulmanes fronterizos a China occidental y que es un
importante miembro de la Organización de Cooperación Económica formada a
principios de 1992 por los estados islámicos deJ sudoeste y centro de Asia. Enfrentada
con la potencial tensión que puede surgir entre sus minorías musulmanas, así como con

~ “Chinas Military Program Said to Threaten India”, United Press International wíre-service. 27 de
noviembre de 1993. En WIRSING, R. Op.cit. Págs. 106-107

42 “Un mensaje para Pekin”. El Mundo. Madrid, 13 dc mayo de 1998

<~ SAHAGUN, Felipe. “Una Oportunidad Para la Paz”. El Mundo. Madrid, 3 dc junio de 1998

En junio de 1998 cl gobierno indio dio a conocer su presupuesto de Defensa, que creció un 14% con
respecto a 1997. Los 361.000 millones de rupias de 1997 (13 billones dc pesetas), aumentaron a 412.000
(15 billones de pesetas), y el gasto en energia atómica se incremnentó un 68%, anunciando el ministro de
Finanzas que se contemplaba la posibilidad de aumentar estos presupuestos a lo largo del año. “India
dispara su presupuesto militar”. El País. Madrid, 2 de junio de 1998

523
las rivalidades entre países como Rusia, Turquía, irán, EEUU y la India por conseguir la
amistad de los estados del cinturón islámico en Asia, lo más lógico es que China se
centre en reforzar la influencia con la que ya cuenta en éste ámbito. Por su parte, al
depender en gran medida de la ayuda china, en especial su colaboración militar,
Pakistán es el país más susceptible de toda la región de convertirse en un aliado
incondicional de China.

Por último, existe una tercera razón que obstaculiza la creación de una relacion
estrecha entre Pekín y Nueva Delhi: China no tiene ningún incentivo especialmente
poderoso para solucionar sus disputas fronterizas con la India. En la guerra de 1962
China consiguió dominar los territorios que le interesaban, y aunque indudablemente
preferiría que la India reconociera formalmente su soberanía sobre estos territorios, no
corre ningún peligro de perderlos. De hecho, los múltiples acuerdos alcanzados por
ambos países para preservar la paz mediante el mantenimiento del statu quo han
demostrado que, al contrario de lo que ocurre con Pakistán, la indefinición oficial de
estas fronteras no impide que China y la India puedan disfrutar de progresos en otras
cuestiones menos sensibles.45

Del mismo modo, China tampoco tiene ningún motivo de peso para ayudar a
solucionar la disputa indo-pakistaní por Jammu y Cachemira. En China no existen
minorías de origen étnico cachemiri, lo que sumado a las circunstancias geográficas,
hace del peligro de contagio algo muy improbable. Asimismo, más de la mitad del
Ejército regular indio está destinado a labores de mantenimiento de la seguridad interna,
gran parte de él en Jammu y Cachemira. Esto peijudica el adiestramiento de sus tropas y
su preparación para la guerra, por lo que el perpetuamiento de la vulnerabilidad india al
movimiento separatista en Jammu y Cachemira supone para China una garantía sin
costes en contra de posibles aventuras indias en el Tíbet o Sinkiang. En su beneficio
también ha revertido el equilibrio de fuerzas que se ha establecido en el subcontinente
tras los ensayos nucleares de 1998, por lo que no es de extrañar que Jiang Zemin
defendiera la cooperación nuclear de su país con Pakistán afirmando que tiene “fines

~ Ver AHMED, Samina. “Sino-indian Relations in a Changing World”. Recional Studies. Verano de
1993

524
pacíficos”, y añadiendo que la India había “apuntado a China~~ con sus ensayos
nucleares y que ella era la responsable de la escalada de tensión en el sureste de Asia.46

Al margen de la necesidad compartida por la India y China de mantener unas


relaciones lo más cordiales posibles, y sin menospreciar las señales enviadas por Nueva
Delhi y Pekín durante años con este propósito, la escalada de la tensión en la región
provocada por los ensayos nucleares de 1998 ha dejado muy claro que China no va a
permitir que el sur de Asia se convierta en una esfera de influencia india. Esto
equivaldría a un obstáculo en su estrategia por convertirse en la mayor potencia asiática.
Como declaraba de forma agresiva el diario oficial del Ejército chino el 19 de mayo de
1998, “Desde su independencia, la India mantiene una línea militar expansionista.
Mientras otros países han aprovechado el final de la Guerra Fría para impulsar su
desarrollo económico, la India ha intensificado su rearme y se prepara para la guerra. Su
objetivo estratégico es dominar el sur de Asia, contener a China, controlar el Océano
Indico y afirmarse ante el mundo como una potencia militar”.47

En la actualidad, al igual que ocurrió durante los primeros años de la Guerra


Fria, los intentos de China y la India por establecer una relación diplomática y política
equilibrada pueden desembocar en el establecimiento de una amistad sino-india, que no
debe ser descartada, pero puede igualmente degenerar, como se ha demostrado con la
crisis provocada por los ensayos nucleares de la India y Pakistán, en una nueva etapa de
hostilidad semejante a la presenciada durante los años posteriores al conflicto bélico de
1962. La evidencia es hoy por hoy insuficiente para establecer cual de estos dos
desenlaces tiene más posibilidades de manifestarse, pero hay dos conclusiones claras.
Una es que la política de China en el sur de Asia vendrá marcada por consideraciones
mucho más amplias que la simple desaparición de su enfrentamiento a la estrategia de
expansión soviética, y otra es que el final de la Guerra Fría no le incitará, por sí solo, a
actuar de forma activa para buscar una solución del conflicto de Jammu y Cachemira.

~ “Jiang Zemin acusa a India de “apuntar a China” con sus pruebas nucleares”. El País. Madrid, 4 de
junio de 1998

~ “China se apoya en Pakistán para frenar a India como potencia militar en Asia”. El País. Madrid, 1 dc
junio de 1998

525
7.2.2.2. Estados Unidos

Según la explicación que los funcionarios norteamericanos facilitan del


posicionamiento de su país en relación con la disputa indo-pakistaní por Jammu y
Cachemira, al principio del conflicto Estados Unidos se sumó a los países que
consideraban la celebración de un plebiscito esponsorizado por la ONU como la mejor
forma para finalizar la crisis, a la vez que “para conceder mayor magnitud a la recién
creada Naciones Unidas”. Sin embargo, desde el comienzo de la crisis “los esfuerzos de
EEUU por mantenerse escrupulosamente neutral en esta cuestión, y en la promoción del
progreso y la reconciliación en el sur de Asia, han estado amenazados por su relación
militar y política.., con Pakistán, establecida para conservar la estabilidad en el sudoeste
de Asia y crear un contrapeso al poder soviético en esa región”.48

No obstante, después de tres guerras, de 25 años de integración del Valle de


Cachemira en la India, y de la firma del Tratado de SimIa de 1972, EEUU fue
alejándose de su estrategia de favorecer la celebración del plebiscito esponsorizado por
la ONU para insistir en la necesidad de buscar una solución del conflicto que partiera de
unas negociaciones bilaterales entre la India y Pakistán, dejando claro que “apoyaría un
49
plebiscito si la India y Pakistán coincidieran en resolver sus diferencias de esa forma
Desde entonces, Washington sostiene que todo el área geográfica del antiguo Reino
Dogra es territorio en disputa y que la mejor forma de resolver el conflicto son las
negociaciones bilaterales entre la India y Pakistán, “teniendo en cuenta los deseos de la
población de Jammu y Cachemira”.

De la lectura de páginas anteriores se puede extraer la conclusión de que el


posicionamiento propakistaní de las sucesivas administraciones norteamericanas ha sido
indiscutible. Sin embargo, algunos analistas, como SM. Burke y Vernon Hewitt, han
subrayado que los elementos clave de las relaciones entre Nueva Delhi y Washington
han sido la mala interpretación y la exageración, y que el apoyo norteamericano a
Pakistán, aunque considerable, siempre ha sido más experimental de lo que sugería la

~ Informe facilitado por Douglas A. Hartwick, agregado de la Embajada de EEUU en Nueva Delhi para
Asuntos Económicos y Científicos en noviembre de 1996

~ Informe de la Embajada de EEUU de 1996

526
gran preocupación que suscitaba en la India)0 Para sustentar esta teoría los analistas se
basan en algunas decisiones como la ayuda económica que la India comenzó a recibir
desde 1958, la ayuda militar que la India recibió durante el conflicto sino-indio de
1962. el cese de ayuda militar a Pakistán durante la guerra de 1965 y los intentos por
frenar su programa nuclear.5’

Estas medidas, de evidente significado estratégico coyuntural, a pesar de


confirmar que EEUU estuvo más determinado por consideraciones estratégicas globales
que por un puro alineamiento propakistaní, no desvirtuan la que fue la perspectiva
integral de las políticas norteamericanas en el sur de Asia durante la Guerra Fría, y
teniendo en cuenta que desde 1989 se han podido apreciar cambios sustanciales en estas
políticas, al contrario de lo que ocurre con China, sí se puede esperar que el fin del
anterior orden internacional suponga la eliminación de los compromisos militares de
EEUU en el subcontinente.

De hecho, a principios de los 90 las relaciones entre EEUU e Islanubad entraron


en declive dando la sensación de que el fin de la Guerra Fría iba a propiciar un cambio
radical en el enfoque estratégico de EEUU hacia la India y Pakistán. Después de las
elecciones generales celebradas en Pakistán, que dieron por primera vez la victoria a
Nawaz Sharif en 1990, el embajador de EEUU en Islamabad declaró que su país ya no
apoyaba la demanda de un plebiscito en Jammu y Cachemira y que esa cuestión había
quedado cerrada con la firma del Tratado de SimIa en 1972. El gobierno pakistaní
también recibió con irritación las manifestaciones de un alto funcionario norteamericano
que criticaba el apoyo de las autoridades pakistaníes a los separatistas cachemiris al
considerarlo injerencia en los asuntos internos de un país soberano)2 Durante estos años
en Islamabad se asentó la idea de que la finalización de la Guerra Fría no sólo iba a

~<>BURKE, S.M. y ZIRINO, L. Op.cit. Págs. 240-272 y HEWITT, V. Op.cit. Pág. 177. Z. A. Bhufto
intentó en 1969 en The Mvth of Independence desmitificar el apoyo de EEUU en la rivalidad con la India,
demostrar que su alianza con EEUU siempre estuvo desequilibrada, y justificar sus intentos de
acercamiento a China. BHUTTO, Z. A. Thc Myth of Independence. Ver Prefacio y Cap. 1.

~‘El ¡9 de mayo de 1974 la India hizo su primer ensayo nuclear y los informes de prensa anunciaron que
Pakistán había comenzado su proyecto de investigación nuclear meses antes. Los embargos de EEUU se
prolongaron hasta febrero de 1975, pero en abril de 1976 se volvió a imponer sobre Pakistán Bajo las
disposiciones de la Enmienda Symington al Acta de Control de Asistencia para la Seguridad Internacional
y Exportaciones de Armas. Pakistán también ha sido sancionado bajo las disposiciones de la Enmienda
Pressier. Ver HEWITT, V. Op.cit. Pág. 177

52 “Possibilities in Kashmir”. Mainstream. 12 dc enero de 1991

527
suponer la adopción de una postura de neutralidad por parte de EEUU, sino que estaba
provocando una actitud de creciente hostilidad hacia Pakistán.

Durante la administración Bush, el Departamento de Estado pareció estar


dispuesto a incluir a Pakistán en la lista de países promotores del terrorismo
internacional. La administración Bush finalizó sin que se hubiera tomado una decisión
sobre este aspecto, y cuando Clinton subió al poder concedió a Pakistán de 4 a 6 meses
para refutar las acusaciones de la India. La inclusión de Pakistán en esta categoría de
países habría supuesto enormes perjuicios económicos, e Islamabad decidió adoptar
medidas, entre las que supuestamente se encontró el cierre de campos de adiestramiento
de guerrilleros, para evitar la sancion. Finalmente, la administración Clinton sacó a
Pakistán de la lista de estados sospechosos de financiar el terrorismo internacional en
1993. Pero esta decisión no respondió a la comprobación de que Pakistán ya no ayudaba
militarmente a los guerrilleros en Cachemira, sino a la creencia de que una sanción de
estas características habría resultado discriminatoria al no establecer mecanismos para
garantizar que la India también abandonara muchas prácticas censurables en su
tratamiento del conflicto, en especial la sistemática violación de los derechos humanos
por parte de sus Fuerzas de Seguridad.53

La impresión en Pakistán de que EEUU le era cada vez más hostil contenía un
grado importante de exageración y autoexculpación, pero la creencia de que el nuevo
orden mundial iba a provocar un cambio en la percepción de Washington sobre los
intereses de EEUU en la región no carecía de fundamentos. No obstante, aunque
efectivamente Nueva Delhi ha disfrutado de una mejora de sus relaciones con
Washington, siguen apareciendo algunos puntos de discordia y a cada síntoma de
avance le sucede otro de retroceso. En octubre de 1993 las relaciones entre la India y
EEUU se deterioraron notablemente a causa de una serie de manifestaciones
provenientes del Departamento de Estado de EEUU en las que se mencionaban las
violaciones de los derechos humanos en Jammu y Cachemira y Punjab y se cuestionaba
la validez del Instrumento de Adhesión del Estado a la India.

Las polémicas declaraciones, que aún hoy en día siguen suponiendo en la India
un testimonio irrenunciable en cualquier debate a propósito de las relaciones entre

~ Ver WIRSING R. Op.cit. Págs. 243-247


528
Nueva Delhi y Washington, provinieron de la secretaria de Estado Adjunta para
Asuntos del Sur de Asia, Robin Raphael, que afirmó: “no reconocemos que el
Instrumento de Adhesión signifique que Cachemira forma parte para siempre de la
India... El pueblo de Cachemira tiene que consultar cualquier tipo de acuerdo final sobre
el conflicto de Cachemira”. El presidente del Bharatiya Janata Party, L.K. Advaní,
ilustró los sentimientos de su país por este cuestionamiento de la validez del
Instrumento de Adhesión cuando afirmó que a la administración Clinton se le debía
“indicar en términos muy claros que sus recientes declaraciones en relación a Jammu y
Cachemira entran en la categoría de actos de enemistad puesto que no sólo cuestionan la
unidad y la integridad territorial de la India sino que también animan a los terroristas
que operan en el Estado y apoyan a Pakistán” )‘~ Mas tarde, después de las elecciones
para la Asamblea Legislativa celebradas en Jammu y Cachemira a finales de 1996,
todos los medios de comunicación de la India se harían eco con satisfacción de unas
declaraciones de Robin Raphael en las que pedía a Pakistán que cesara su “ayuda
material a los sublevados en Jammu y Cachemira

En la actualidad, la administración norteamericana no ha variado esta política


imprecisa a propósito del conflicto de Jammu y Cachemira. La India considera que
EEUU está implicado en una estrategia de desgaste de la posición india en el Estado,
bien para conseguir su independencia, o bien para utilizarlo como instrumento de
presión para conseguir que Nueva Delhi firme el Tratado de No Proliferación Nuclear.
La opinión más generalizada es que EEUU ha tratado de vincular el asunto de
Cachemira a que la India firme el TNP. Stephen Cohen, uno de los principales expertos
estadounidenses en el sur de Asia, reconoce que “la vía de adhesión al TNP pasa por
Cachemira”.55 Es decir, existe una estrecha relación entre inestabilidad regional, los
programas nucleares de la India y Pakistán, y el problema de Jammu y Cachemira.

Pero también existen otros temores en la India. En 1994 un informe indio sobre
Defensa en Jammu y Cachemira advertía de que “el Gran Juego” que los británicos
jugaron en el siglo X[X ha sido resucitado por la administración de EEUU. Según los

~ CHITKARA, MG. Op.cit. Pág. 30

~ “Cachemira y las relaciones Indo-pakistaníes: problemas y perspectivas”. VINOD, M.J. Gran Vía
Mínotauro-Cínanco. Revista de Estudios Euro-Asiáticos. Ni. Universidad Moderna de Lisboa. Madrid,
Febrero 1996, Págs. 42-43

529

.
expertos militares responsables de este informe, EEUU está interesado por establecer un
Estado independiente que le sirva como centro de operaciones desde el que ejercer su
influencia en la India, Pakistán y toda Asia Central, y desde el que afianzar una
resistencia directa al dominio chino del Tíbet. EEUU no necesita la independencia de
todo el Estado para conseguir sus objetivos, por lo que es posible que esté estudiando
que el Valle de Cachemira y algunas partes de Ladakh se establezcan como una entidad
semi-independiente bajo la tutela de EEUU. Según lo expuesto, la parte de Cachemira
ocupada por Pakistán y Jammu podrían conservar su estatus actual.56

Los temores que los designios de EEUU han despertado tradicionalmente en un


numero importante de estadistas indios, aunque pudieron estar justificados durante la
Guerra Fría, no parecen encontrar confirmación en la actualidad. No obstante, a pesar de
la mejoría de imagen de EEUU en la India, entre sus elites políticas e intelectuales sigue
predominando la desconfianza.57 Esto no impide que cada vez sean más los intelectuales
indios que consideran que EEUU ya no conserva absolutamente ningún interés en
Jammu y Cachemira que no sea el de su ubicación en el centro de una disputa que
enfrenta a dos paises nuclearizados.58

De hecho, existen otros intereses en liza que pueden desplazar a la firma del
TNP y a la supuestamente anhelada creación de una Cachemira independiente a un
segundo plano. EEUU y Occidente saben que les va a resultar imposible convencer a la
India de que firme el TNP mientras no aborden una reforma de las políticas de desarme
que acabe con la discriminación. De igual forma, parece poco probable que EEUU vaya
a enfrentarse a China, que se opone férreamente a la instauración de un Estado
independiente en Jammu y Cachemira, para provocar una nueva configuración en Asia
de resultados inciertos.

56 KARIM, Afsir, and the Indian Defence Revíew Team. Kash,nir. The Trouhled Frontier. Lancer
Publishers. Nueva Delhi 1994. Págs. 140-141

~ Ver “US. lnterest in Kashmir”. DHAR, ON. Ihe Hindu. Madras, 12 de agosto de 1995, “The Kashmir
Issuc. USA Working for Independence”. KAUSHISH, Poonam 1. The Tribune. Chandigarh, 22 de febrero
de 1995, “US. Stand on Kashmir. Wisner Linean Improvcment”. C1IAKRAVARTTY, Nikhil. The
Tribune. 8 de junio de 1995.

~ Esta tic la idea que me transmitió la periodista india Tavícen Singb en una entrevista concedida el 13
dc noviembre dc 1996

530
Así pues, no sería de sorprender que EEUU hiciera un cada Vez menor uso de
sus armas de presión y adoptara paulatinamente una actitud de indemnización a la India
por su tradicional alianza con Pakistán con tres objetivos fundamentales: reducir la
fuerza del integrismo musulmán en Asia Central, favorecer el fin de la hostilidad entre
dos países nuclearizados, y acceder al prometedor mercado económico indio. Los mil
millones de habitantes de la India y sus 300 millones de consumidores de clase media
alimentan un mercado económico potencial de gran interés. ¿Habrá esto influido en la
inusual acusación a Pakistán implícita en las declaraciones del Grupo de los Ocho por
los graves enfrentamientos que se desarrollaron en junio de 1999 en la CFL/LOC? ~

La importancia estratégica de la nación musulmana para EEUU se ha visto


sensiblemente reducida desde la desintegración de la Unión Soviética. Es más,
Occidente ha estudiado con preocupación el suministro de armas y ayuda para el
desarrollo nuclear pakistaní por parte de China y la implicación de Pakistán en el trafico
de drogas y la financiación del terrorismo internacional. A nadie escaija el hecho de que
frenar la proliferación del integrismo musulmán se ha convertido en uno de los
principales puntales de la política de exteriores de EEUU y Europa en regiones como
Asia Central. Como revela Maroof Raza, en el propio foro de la Organización de la
Conferencia Islámica (OIC), en especial desde la Conferencia de Casablanca de
diciembre de 1994, la necesidad de frenar el integrismo y el terrorismo se ha colocado
por encima de otros intereses de la “hermandad islámica”.60 BE. Saha destaca que, por
su parte, Rusia ha acusado a Pakistán de ayudar a las fuerzas secesionistas en Chechenia
y ha reiterado su apoyo a la India»

Desde esta perspectiva, Vernon I-Iewitt observa que los tradicionales esfuerzos
de Pakistán por utilizar la religión para obtener apoyo internacional se han demostrado
con el tiempo contraproducentes, dando a la India la posibilidad de presentar la
sublevación en Jammu y Cachemira como un caso más de desestabilización provocada

50 “El 0-8 contra Islamabad”. El Mundo. Madrid 21 dc junio de 1999

RAZA, M. Op.eit. Págs. 126-127

~‘ SAHA, B.P. Op.cit. Pág. 211

531
por la propagación del fundamentalismo islámico.62 De esta forma, varios países entre
los que se encuentran EEUU, Rusia, China, Japón miembros de la Unión Europea y de
la OIC (Marniecos, Argelia, Egipto, Túnez...) han rechazado los intentos de Pakistán
por internacionalizar el conflicto y han manifestado su apoyo a unas negociaciones
bilaterales dentro del marco de lo estipulado en el Tratado de Simlaf3 El autor pakistaní
Shad Moarif llama la atención sobre otro factor que revierte una importancia
considerable. Incluso los países que han sido tradicionales enemigos de la India temen
las repercusiones que podría conllevar una eventual separación del Valle de Cachemira.
El riesgo es que en la India se repita un proceso de desintegración semejante al
presenciado en la ex URSS, y que ello pueda provocar un efecto. dominó en otras
64
naciones vecinas.

No hay duda de que la India recibiría con gran satisfacción cualquier cambio
claro de actitud por parte de EEUU que le permitiera justificar el establecimiento de una
estrecha alianza. Aparte de la importancia de las ayudas económicas que recibe de
EEUU,65 la India está especialmente interesada en el apoyo de Washington a la causa de
los tibetanos. La eventual independencia del Tíbet devolvería a la India un territorio de
contención frente a la amenaza china, incluso podría ayudarle a recuperar Aksai Chin y
otros territorios ocupados.66 Desde la perspectiva de Ross H.Munro, la opción que
presenta más posibilidades, y sobre la que Nueva Delhi ya está trabajando, es la de
ofrecer a Washington una alianza en contra de la expansión del integrismo musulmán en
Asia.67

62 Ver HEWITT, y. Op.cit. Pág. 182. Un estudio sobre la evolución de las relaciones de la India con los
países de la OIC y sobre el posicionamiento de esta organización en el conflicto de Jammu y Cachemira
en PASHA, A.K. India and OIC. Strategy and Diplornacy. Centre for Peace Studies. Nueva Delhi 1995

63 SAHA, B.P. Trans-border Terrorisrn: Internationalisation of Kashrnir Tangle. Har-Anand


Publícations. Nueva Delhi 1996. Págs. 158 y 167

64 MOARIF, Shad. “Kashmir: A Pakistani View Stranded in the Middle of Nowhere”, en WANI, (iull
Mohd. Kashrnir. Need ¡br a Subeontinental Political initiative. Ashish Publishing House. Nueva Delhi
1995. Págs. 51-53

65 Su volumen anual es de 164 millones de dálares<’Clinton congela desde Alemania las ayudas a Delhi”.
El Mundo. Madrid, 14 de mayo de 1998

66 CHITKARA, MG. Op.cit. Pág. 81

67 MUNRO. Ross H. “The Looser India of the Nineties”. Strateuie Studies. Otoño-invierno de 1993. Págs.
80-89

532
De cualquier forma, la India sigue recibiendo desde EEUU mensajes
contradictorios que, por ahora, no le permiten adoptar una postura de tranquilidad y
optimismo acerca de un apoyo claro de la gran potencia en su disputa con Pakistán.
Stephen Cohen mantiene que aunque EEUU “no tiene intereses vitales en el sur de
Asia- algo por lo que merezca la pena ir a la guerra- debe afianzar su presencia y
fomentar una nueva Iniciativa Regional para el Sur de Asia (SARI), y para ello debe
continuar presionando a la India acerca de Cachemira”.68

En esta línea, resulta curioso comprobar que las dos corrientes enfrentadas de
analistas indios, aquellos ansiosos por reconocer en la actitud de EEUU un cambio de
posicionamiento que favorezca el acercamiento entre ambos paises, y aquellos que no
perdonan la tradicional alianza de la gran potencia con Pakistán y necesitan mucho más
que ambiguas declaraciones para restaurar su confianza, ponen deliberadamente el
énfasis en estas o aquellas actitudes del gobierno norteamericano para sustentar sus
tesis. De esta forma, Han Jaisingh previene a sus gobernantes de que no esperen
grandes cambios por parte de la gran potencia mundial y recuerda que en 1994, mientras
Bilí Clinton manifestaba que compartía “con Pakistán su preocupación por los derechos
humanos” (refiriéndose a la parte de Jammu y Cachemira bajo ¿ontrol indio), su
secretario de Estado, Warren Christopher, afirmaba que no tenía evidencias de que
69
Pakistán apoyara el terrorismo.

Otros analistas como BY. Saha prefieren subrayar que Robín Raphael matizó
sensiblemente en 1994 sus declaraciones de 1993 en las que cuestionaba la validez del
Instrumento de Adhesión de Jammu y Cachemira a la India.70 En la misma línea, Saha
se basa en los informes de un legislador de la Cámara del Comité de Asuntos Exteriores
y de un miembro republicano de la Cámara de Representantes de EEUU, en articulos

6$ En JAiSINGH, íd. Op.eit. Pág. 179

~ JAISINGI-l, H. Op.cit. Pág. 174-187

Durante la visita que la secretaria de Estado para el sur de Asia realizó a la India en 1994 declaró que la
administración Clinton deseaba fervientemente mantener relaciones amistosas y productivas con la India
y acusó a los medios de comunicación de haber malinterpretado el posicionamiento de EEUU, que no era
propakistani y que mantenía las mismas lineas que anteriormente. Aunque Raphael volvió a definir a
Jammu y Cachemira como un territorio en disputa, reconoció que tantos los grupos guerrilleros como las
Fuerzas de Seguridad indias eran responsables de violaciones de los derechos humanos, y defendió, en
consonancia con la India, la búsqueda de una solución por medio de negociaciones bilaterales indo-
pakistaníes dentro del marco de lo estipulado ene1 Tratado de Simia.

533
publicados en prestigiosos diarios, revistas e instituciones norteamericanas, y en
declaraciones de congresistas u otras personalidades influyentes de EEUU (en los que se
sustenta ampliamente la tesis india y se afirma la “responsabilidad de Pakistán en los
horrores de Cachemira”) para anunciar que los “siniestros” designios pakistaníes han
sido descubiertos y para insinuar un cambio de actitud por parte de la gran potencia.7í

La conclusión que se puede extraer de todo lo expuesto es que algo debe haber
mejorado la implicación de EEUU en este conflicto indo-pakistaní cuando ninguna de
las dos naciones se siente plenamente satisfecha con su enfoque. Se puede dar por
felizmente finalizada la era en que Washington observaba esta disputa desde el
exclusivo prisma de sus intereses estratégicos en el sur de Asia, y parece cierta la
afirmación de que frenar la proliferación de armamento nuclear en la región y evitar un
nuevo enfrentamiento armado entre la India y Pakistán son los principales retos que
Washington ha asumido en el subcontinente. En la actualidad, parece imposible que la
India y Pakistán puedan alcanzar un acuerdo bilateral sobre Cachemira sin una presión y
un esfuerzo paralelo por parte de la comunidad internacional liderada por EEUU. Pero
Washington, como demostró la visita realizada por Clinton al subcontinente en marzo
del 2000, tiene ante sí el dificil reto de ganarse la confianza de Nueva Delhi, y de hacer
ver a Pakistán que tendrá que conformarse con algo menos que el desproporcionado
apoyo político y moral con el que Occidente le premió durante la Guerra Fría.

~‘ SAHA, H.P. Op.eit. Págs. 189-194, 202-203


534
CAP CULO VIII: CAUSAS, EVOLUCIÓN Y CONFIGURACIÓN
DE LA SUBLEVACIÓN SECESIONISTA MUSULMANA
NACIDA EN JAMMU Y CACHEMIRA EN 1989

Origen de los grupos de resistencia armada al dominio indio y


factores sociales, económicos y políticos, regionales y globales,
configuradores de la sublevación popular. Dimensión y
conformación actual de la insurgencia y la repuesta del
Estado indio.

& 1. ORiGEN DE LAS ORGANIZACIONES AEMADA5 7


FT,!K? flSfl ,30 DRLA SWLRVACIÓNNrISFffJJANA

8.1.1. EL NACIMIENTO DE LAS ORGANIZACIONES


SEPARATISTAS VIOLENTAS

En 1989, la crisis que se venia gestando desde la ilegal destitución de Farooq


Abdullah en 1984 culminó con un estallido de violencia e inestabilidad generalizada
protagonizado por diversas organizaciones separatistas. Por primera vez desde 1947, la
amenaza de este nuevo movimiento popular desbancó a las reivindicaciones territoriales
de Pakistán del primer puesto de las preocupaciones de la India.

Con anterioridad a la década de los 80, distintas crisis políticas coyunturales en


.Jammu y Cachemira ya habían dado lugar a manifestaciones violentas de uno u otro
tipo. Pero, normalmente, estas acciones estaban poco organizadas y limitadas en el
espacio y en el tiempo, y no se producían agresiones en contra de personalidades
seleccionadas ni enfrentamientos de índole comunal. En definitiva, sus manifestaciones
eran más espontáneas que como respuesta a una estrategia global de utilización de la
violencia como medio de expresión de una disensión política. Excluyendo algunas crisis
esporádicas, hasta finales de la década de los 80 el Valle de Cachemira continuó siendo
un lugar apacible en el que no era perceptible la tensión política latente.

Las primeras organizaciones armadas que fueron conocidas por la opinión


pública india en la década de los 70 fueron el Frente de Liberación de Jammu y
Cachemira (JKLF), con sede en Gran Bretaña y cuyo origen se remonta a 1966, y Al

535
Fatah, supuestamente fundada en 1969. Al Fata/i, una organización supuestamente
creada al amparo de la Operación Gibraltar para continuar con la lucha a favor de
Pakistán, desapareció después de la guerra de secesión de Bangladesh en 1971. Pero el
JKLF se ha convertido en la organización más longeva y popular en Jammu y
Cachemira.

Al margen del JKLF y de Al Fatah, lo que más proliferaron durante los años 70
fueron numerosas organizaciones islámicas sociales o políticas que no estuvieron
vinculadas a la lucha armada. No obstante, supusieron el núcleo de formación de los
jóvenes fundamentalistas que desde finales de los 80 recurrirían a la guerra santa en
contra del “dominio hindú”. La más importante de estas organizaciones fue Jamaat-e-
ls/ami, que estaba estrechamente vinculada con el partido fundamentalista homónimo
de Pakistán. Tras la firma del Acuerdo de Cachemira de 1975 Jamaat adquirió
popularidad en el Valle de Cachemira y cierta influencia en algunas zonas rurales. No
obstante, su rama política nunca estuvo en situación de vencer electoralmente a la
Conferencia Nacional.2

La fuerza de Jamaat-e-Islami declinó a mediados de 1984, pero una multitud de


pequeñas organizaciones políticas musulmanas no tardaron en ocupar el espacio que
dejó vacante. Entre la juventud musulmana, especialmente aquella que se sentía
oprimida o discriminada, y que era tan común en la Cachemira de los 80, la inspiración
islámica estaba cobrando mucha fuerza. El declive de Jamaat coincidió con el nefasto
período de gobierno de G.M. Shah y con la alianza Farooq-Rajiv que deslegitimó a la
Conferencia Nacional como fuerza política independiente y nacionalista. En estos años

El Frente por el Plebiscito, el partido que cubrió el vacio dejado tras la subordinación de la Conferencia
Nacional al Congreso indio, fue la primera organización política que, de forma taimada, hizo alusión a un
posible recurso de la población caehemiri a la violencia. El propio Sheikh Abdullah, durante sus años de
mayor enfrentamiento con Nueva Delhi, realizó ciertas declaraciones que, sin suponer un aviso implícito
de su disposición a recurrir a la lucha armada, han sido denunciadas por algunos autores indios como una
incitación al recurso de la violencia. Ver SHARMA, B.L. KashníirAwakes. Págs. 141-143, 146-148, 154-
155. HL. Sharma reproduce varios pronunciamientos públicos de Abdullah, ciertamente polémicos, para
sustentar su no obstante desmesurada teoría. Ver también RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 152

2 Obtuvo cinco escaños en las elecciones dc 1972, uno en las de 1977 y ninguno en las de 1983, el 718
%, 359 ‘Mc y 388 ‘Mc devotos respectivamente. SINGH, Tavicen. Op.cit. Pág. lOO. En el verano de 1980,
Janiaat-e-Islami creó el movimíentojuvenil Jarnaat-e-Tulba, que propugnaba utilizar una solución
inspirada en la revolución iraní para acabar con el dominio indio sobre Cachemira. Pero los paralelismos
con el escenario iraní eran pocos y Janwut-e-Islami acabó relacionándose con otros grupos musulmanes
similares de Pakistán. De cualquier forma, la base de las reivindicaciones de estas organizaciones no era
propugnar la integración de Jammu y Cachemira en Pakistán, sino defender el derecho de
autodeterminación de la población eacbemiri, LAMB, A. Koshníir. Á L)isputed Legacy. Págs. .333-334
536
se materializó la gran transformación social, que será analizada con profundidad en el
siguiente apartado, que hizo desaparecer para siempre la anterior susceptibilidad e
incluso indiferencia entre los cachemiris a propósito de que algún tipo de acción directa
en contra de Nueva Delhi pudiera producir algún cambio.

La manipulación de las elecciones de 1987 fue el detonante que llevó a multitud


de jóvenes descontentos a recurrir a las armas en contra del dominio indio. Al
comprobar que los procedimientos democráticos no suponían un vehículo viable para la
expresión de su disensión política, los seguidores del Frente Unido Musulmán llegaron
a la conclusión de que la lucha politica convencional no tenía nada que ofrecerles. Pero
la radicalización no afectó exclusivamente a un circulo minoritario de los musulmanes
cachemiris. Bien directa, o bien indirectamente, la mayor parte de la comunidad
musulmana participó en esta nueva forma de lucha en contra de la opresión, y la
respuesta popular al boicot convocado por fuerzas antiestatales en las elecciones para el
3
Parlamento de la India en 1989 fue masiva.

A juzgar por los informes de prensa, para marzo o abril de 1989 el Valle de
Cachemira se había convertido en un lugar conflictivo y en un nuevo ejemplo, aunque
con un carácter distinto, de confrontación islámica en contra de un dominador infiel,
algo a lo que el mundo ya estaba habituado gracias a las retransmisiones televisivas de
la intiJbda Palestina. Las manifestaciones y las protestas públicas fueron sustituidas por
despliegues de jóvenes armados que dieron la misma imagen, en el resto del mundo,
que las guerrillas de Afganistán.

Empleados gubernamentales, miembros de partidos políticos pro-India y


cachemiris hindúes comenzaron a ser objeto de atentados e intimidaciones. Los
miembros del .IKLF fueron considerados los principales culpables del cambio en las
pautas de los desórdenes internos en Cachemira. Sin embargo, otras muchas facciones
de resistencia violenta y afiliaciones ocultas proliferaron entre 1989 y 1990 bajo una
singular colección de seudónimos. Estos grupos, que habían recibido desde sus
comienzos ayuda de Pakistán, fueron los responsables de un espectacular aumento de

Ver RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 143

537
atentados terroristas en 1990 que, por primera vez, excedieron las fronteras de Jammu y
Cachemira para ponerse de manifiesto en la propia capital de la India.4

Los núcleos organizados de resistencia al dominio indio habían aumentado de


forma que para enero de 1990, según el gobernador Jagmohan, había 44 organizaciones
clandestinas distintas definidas por las autoridades indias como “antinacionales”,
“propakistaníes” o “fundamentalistas”) Según la policía estatal, 15 de estas
organizaciones se podían definir como grupos terroristas. El JKLF de Amanullah Khan
y la Liga Popular de Shabir Shah se podían considerar como el primer y segundo grupo,
respectivamente, con mayor apoyo popular.6 El número de organizaciones violentas no
dejó de aumentar desde 1990, siendo muchas de ellas pequeños grupos que
desaparecían con la misma rapidez con la que se habían dado a conocer. La variedad de
afiliaciones e ideologías convirtió muy pronto a los miembros de algunas
organizaciones en objeto de los atentados de grupos rivales.

Las valoraciones a propósito del número de guerrilleros que operaban en el


Valle proceden de fuentes indias, pero a pesar de que deben, por ello, ser aceptadas con
matices, estas cifras reflejan un vertiginoso aumento de los jóvenes que entre 1989 y
1991 se unieron a distintos grupos armados. Según estas fuentes, en 1991 de 8.000 a
10.000 jóvenes habían cruzado la frontera hacia Pakistán para recibir adiestramiento en
operaciones de guerrilla, y la mayoría se encontraba de vuelta en el Estado.7 Las armas
que habían sido incautadas desde entonces demostraban, según las autoridades indias,

En febrero de 1990 fue raptado y asesinado el jefe del servicio de la televisión estatal. El 25 dc marzo un
político local, sospechoso de ser confidente de la policía, fue asesinado por una facción islámica, y el
mismo día un veterano comunista caehemiri, también notable poeta, Abdul Satar Ranjoor, también fue
asesinado. En otro suceso que encendió a las opiniones públicas en la India y en Pakistán, tropas Indias
dispararon sobre una manifestación de simpatizantes del JKLF que intentaba cruzar la línea de control
desde la Cachemira pakistaní causando tres víctimas mortales. El 6 dc abril, el director general de la
Fábrica Hindustan de Herramientas de Maquinaria en Srinagar fue tomado como rehén junto al
vicerrector de la universidad de Cachemira y su secretario. Los secuestros fueron reivindicados por un
grupo que se proclamó portavoz del Frente de Liberación Estudiantil de Jammu y Cachemira y que exigió
la liberación de tres presos. Cuando vieron que su exigencia no iba a ser cumplida asesinaron a los tres. El
10 de abril de 1990 sendas bombas explotaron en dos estaciones de policía en Nueva Delhi iniciando una
campaña de violencia fiera de los límites del Estado.

JAGMOHAN. Op.cit. Págs. 703-704

6 SINGH, Tavleen. Op.eit. Pág. ¡30

Entre ¡989 y 1990 los medios oficiales estimaban que había de 40 a 300 guerrilleros, 400 como mucho.
En agosto dc 1990 se dio la cifra de 1.500, y en octubre el número fue aumentado a 4.000 (con otros
4.000 esperando introducirse en territorio indio desde Pakistán). RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 151

538
que Pakistán estaba planeando una “sublevación a gran escaía”Y En respuesta, Nueva
Delhi desplegó de 200.000 a 250.000 soldados (cerca de una cuarta parte del Ejército),
una fuerza paramilitar, y contingentes de la policía de la Reserva Central y de la Fuerza
de Seguridad Fronteriza para mantener bajo control a la población cachemiri.9

La proliferación de organizaciones violentas y las duras medidas de represión


adoptadas por las autoridades indias movilizaron a la población de tal forma que los
partidos políticos no violentos quedaron marginados. La Conferencia Nacional, el
Congreso, el Comité de Acción Awami, la Conferencia Popular de Cachemira y el
Partido Nacional Awami jugaron un papel cada vez más irrelevante. Algunos de sus
líderes comenzaron a colaborar con los grupos militares, y a ellos se les unieron jóvenes
desempleados, oriundos de Azad Kashmir, y mujahidin provenientes de Pakistán y
Afganistán. No obstante, como destacan Vernon Hewitt y Ajit Battacharjea, al margen
del apoyo militar y financiero proporcionado por Pakistán y otros países árabes, y en
contraste con las crisis de 1965 y 1971, el semillero de reclutamiento para estas
organizaciones violentas se encontró en la falta de identificación con la India que
sacudía a la juventud cachemiri. O

Aunque el JKLF recibía fondos de Pakistán su ideología no era propakistaní,


sino independentista y secular, lo que en poco tiempo significó el desvió de la mayor
parte de la financiación de la nación islámica hacia otros grupos con más afinidad
ideológica como Hizbul Mujahideen, Hizb-e-Islamí o Hizballahi’ En oposición al
JKLF, los grupos propakistaníes pusieron mucho énfasis en la creación de una sociedad
islámica y convirtieron en su blanco a todo aquello que no encajaba en su proyecto, lo
que culminó con el comienzo del éxodo de la comunidad pandit del Valle hacia .Jammu.
Este éxodo se convirtió en una de las migraciones de refugiados más numerosas de la
reciente historia de la India. Unos 90.000 hindúes (de un total de más de 4 millones de

Ver SINGH, Tavícen. Op.cit. Pág. 176

RAHMAN, M. Opcit. Pág. 151

Ver HEWITT, V. Op.cit. Pág. 159, y BHATTACHARJEA, A. Op.eit. Pág. 255

Amanullah Khan, el líder del JKLF, declaró en 1990: “Básicamente luchamos por la reunificación de
nuestra tierra natal que ha sido dividida en cuatro partes: la Cachemira india, Azad Kashmir y Baltistán-
que actualmente se encuentran en Pakistán; y Aksai Chin bajo los chinos. Queremos que estas panes sean
reunificadas y transformadas en un estado completamente independiente. Estamos luchando por nuestra
independencia tanto de la India como de Pakistán”. BI-IATTACHARJEA, A. Op.eit. Pág. 259
539
habitantes del Valle de Cachemira) y otros muchos miembros de distintas comunidades
minoritarias ya habían abandonado para 1990 sus tierras y todas sus propiedades.’2

La oposición del .JKLP a este tipo de prácticas y sus llamamientos a la


comunidad pandit para que volviera al Valle garantizándole defender su integridad no le
impidieron asentarse como la organización con mayor apoyo popular. Ello le convirtió
en el primer objetivo de las Fuerzas de Seguridad de la India, que cercenaron sus
cuadros de mando dejando el camino abierto a los grupos fundamentalistas. Tavleen
Singh y Ajit Battacharjea denuncian la falta de perspicacia que caracterizó a la
operaciones de contrainsurgencia. Algunas organizaciones islámicas que con el tiempo
se convirtieron en los principales focos de actividades subversivas y violentas, fueron
equiparadas con grupos insignificantes cuyo principal objetivo era destrozar bares y
salas de proyección en el nombre del Islam. Asi, los grupos islámicos disfrutaron de una
progresiva ascendencia a costa de los seculares, “un proceso promovido por la oposición
de las autoridades indias a hacer distinciones entre ellos y por la creciente dependencia
(de los guerrilleros) de Pakistán mientras llegaban más y más armas y explosivos”.’3

Una característica interesante durante este período fue la moderación de Mirwaiz


Mohammed Farooq y su Comité de Acción Awami que, aunque continuaba con sus
críticas a Farooq Abdullah y su presunta connivencia con Nueva Delhi, no jugó un
papel importante en la política de oposición activa. El Comité de Acción Awami podría
haber proporcionado un factor pacifista específicamente islámico que, en aquella etapa
de la política cachemiri, habría constituido una alternativa plausible a la Conferencia
Nacional. Su partido era el pariente vivo más cercano de la antigua Conferencia
Musulmana, y se oponía a la orientación violenta de los grupos islámicos. Pero la India
no vio, o no quiso ver, esta realidad y prefirió no correr el riesgo de dar ningún paso que
pudiera volver a colocar sobre la mesa la cuestión de la celebración del plebiscito, a la
que Mirvvaiz Mohammed Farooq daba gran importancia.

Evidentemente, pocas iniciativas realistas podían partir de unas autoridades que,


ante una contundente rebelión popular en contra de la presencia de la India en
Cachemira declaraban que lo que se estaba presenciando en el Estado era una nueva

12 Ver SINGE, Tavícen. Op.eit. Pág. 146

‘~ Ver SINGH, Tavicen. Opeil. Pág. 130, y BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Págs. 260, 267-268
540
versión de la “Operación Gibraltar”)’ Todo respondía a las injerencias de Pakistán, por
lo que la población se debía preparar para otra guerra indo-pakistaní.’5 La estrategia de
Nueva Delhi se limitó a compensar su absoluta carencia de previsiones e iniciativas
políticas con el despliegue de medidas masivas de seguridad y contrainsurgencia que, en
un país con un Ejército poco aleccionado en la observancia de los derechos humanos,
lejos de facilitar la reconciliación de la población cachemiri, la dificultó en extremo.

8.1.2. RESORTES QUE HAN PROPICIADO LA INSURRECCIÓN


DE CARACTER ETNO-RELIGIOSO EN JAMMU Y CACHEMIRA

Tomando como principal punto de referencia a Sumit Ganguly, y ampliando su


propuesta de esquema se pueden establecer cinco grandes categorías de factores para
explicar la aparición en 1989 de un movimiento nacionalista de carácter etno-religioso y
violento en Jammu y Cachemira. Investigadores y otros observadores han proferido una
gran variedad de respuestas a esta cuestión, pero la mayoría de ellas son incompletas y/o
tendenciosas. La transformación de la sociedad cachemiri que ha dado lugar al actual
movimiento separatista de carácter etno-religioso debe su nacimiento a la confluencia
de impulsos políticos, económicos, culturales e ideológicos tanto internos como
externos. Por lo tanto, el surgimiento del sentimiento nacionalista de carácter
fundamentalista es un fenómeno complejo provocado por la articulación de fenómenos
mutuamente influyentes y diversos. Partiendo del esquema propuesto por Ganguly se
pueden analizar por separado estas fuerzas para dar una explicación combinada que se
aproxima a una literatura consolidada en el campo de la ciencia política y que observa
con más cuidado las condiciones bajo las que se ha desarrollado la insurgencia en
Cachemira. i 6

t1.2.1. La intervención encubierta de Pakistán y el fenómeno del


islamismo trananacional como activador político

1-lan Jaisingh, Salman Kurshid y B.P. Saha son tres de los muchos autores
indios que defienden esta teoría expuesta por el gobierno de la India. Según esta

‘ Ver RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 145

‘~ Ver CJANGULY, S. Op.cit. Pág. 103


‘6 Ver (iANGULY, 8. Op.cit. Págs. 14-42

541
versión, la sublevación separatista en Jammu y Cachemira es poco más que el resultado
de un proyecto de financiación del terrorismo promovido por Pakistán como una
estrategia alternativa a la incitación de choque directos con el Ejército de la India que
nunca le han rendido beneficios. Pakistán, favorecido por el fenómeno fundamentalista
de expresión política presenciado en el mundo musulmán, se introdujo en una estrategia
sistemática de infiltración de la ideología fundamentalista islámica en el Valle de
Cachemira desde finales de la década de los 70. Pakistán, que parecía haber sido
expulsado de la ecuación después del Tratado de Simía de 1972, decidió no continuar
ignorando los acontecimientos que se desarrollaban en el territorio vecino y que tanto
afectaban a su sentimiento de identidad nacional.’7

Pakistán fue consciente de que el descontento de la población cachemiri con los


sucesivos gobiernos de Nueva Delhi había acabado con cualquier vestigio de la antigua
confianza que, guiada por Sheikh Abdullah, había depositado en la India. Si
anteriormente los cachemiris habían optado por la integración en la democrática y
secular India frente al incierto Pakistán, para la década de los 80 la opción de Pakistán,
con el que por lo menos les unía la misma religión, tuvo más adeptos de los que había
tenido nunca. Por su parte, tras el fracaso de las deliberaciones en el seno de la ONU, de
las negociaciones bilaterales con la India e, incluso, de las tres guerras en las que no
resultó bien parado, Pakistán optó por utilizar otros medios de coacción.

El secularismo de Sheikh Abdullah había enmascarado el componente político-


islámico, y la inicial configuración del nacionalismo cachemiri, determinado por la
demanda de democratización del Estado compartida por todas las comunidades sociales,
debilitó su impacto. Sin embargo, incluso Sheikh Abdullah, durante sus dos períodos en
el poder, tuvo una base de poder islámica, puesto que su bastión se encontró siempre en
el musulmán Valle de Cachemira, pero no en el Jammu hindú o en el Ladakh budista.

Para el momento de la muerte de Sheikh Abdullah, después del comienzo de la


revolución iraní y las reacciones a la invasión soviética de Afganistán, el sentimiento
musulmán en el sur de Asia comenzó a experimentar una profunda transformación. Con
la aparición del Ayatollah Jomeini en el escenario mundial se suscitó un cambio radical

Ver JAISINGI-I. 1-1. Op.eit. Págs. 131-146, SAHA, B.P. Op.eit. Págs. ¡22-152, y KURSHID, Salman.
Bevond Terrori.sm. New Hope for Kas/unir. UBSPD. Nueva Delhi 1994. Págs. 58-79

542
en las políticas islámicas, tanto en el mundo sunita como en las relativamente
restringidas áreas de dominación shií, porque se demostró que los más poderosos
regímenes, equipados con todo el arsenal de maquinarias de guerra de finales del siglo
XX, podian ser derrotados por hombres armados con poco más que su fe en el Islam. En
Asia nació una nueva militancia islámica incluso entre poblaciones
que
tradicionalmente habían sido consideradas tan dóciles como la cachemiri.’8 El
componente islámico de la política en Jammu y Cachemira, que Sheikh Abdullah había
conseguido mantener bajo control, fue asumiendo tal proporción que imposibilitó ser
contenido por una administración no musulmana y. menos aún, por el gobierno directo
de Nueva Delhi.

Este cambio en las pautas de comportamiento presentó problemas de seguridad


de una dificultad extrema, un descubrimiento que la India e Israel compartirían pronto
con la Unión Soviética. En la década de los setenta ya habían aparecido en la India los
primeros síntomas de un nuevo elemento que puede ser descrito como “revolucionario”
o “terrorista”. La aparición de este nuevo factor estuvo condicionada por las secuelas de
la Operación Gibraltar, y tuvo su primera manifestación durante el extraño episodio del
secuestro del avión Ganga en enero de 1971. No obstante, después de aquel suceso este
tipo de actividades se mantuvo durante algún tiempo en la sombra para volver a la
superficie en la década de los 80.

El éxito de la intifáda palestina también vigorizó los perfiles fanático y


fundamentalista del movimiento rebelde en Cachemira. Irónicamente, debido al apoyo
del gobierno indio a la Organización de Liberación de Palestina (OLP), muchos
estudiantes palestinos se encontraban estudiando en las universidades de Cachemira a
finales de los años 70 y principios de los SO. Estos jóvenes sirvieron de vía de
transmisión de información a propósito de los logros de la intifada en Israel. Su lucha

~ Cachemira no es predominantemente shii en su configuración, pero parece ser que los antepasados de
Jomeiní vivieron en el Estado antes de asentarse en Irán. Jomeiní, en sus propias composiciones poéticas
se refería a sí mismo como “Hindí”, el de la India. Los musulmanes cachemiris conocían estos detalles y a
principios de 1979 corria ci rumor de que una vez que Jomeiní hubiera afianzado su régimen en Irán, iría
a Cachemira para visitar su hogar ancestral. TAI-IERJ, Amir. [he Spirit ofA 1/ah. Khomeini and Ihe
Isicunie Revolution. Londres 1985. Pág. 28, en LAMB, A. Kas/unir. A DisputedLegacy. Pág. 333

543
contra las Fuerzas Armadas israelíes en los territorios ocupados animó a muchos
estudiantes universitarios en Cachemira. ‘~

Por último, como expone con detalle Mustapha Kamal Pasha, el colapso de la
Unión Soviética y la reafirmación islámica en todos los rincones del mundo
proporcionó una conciencia de fe y poder colectivo de la que dificilmente podían
escapar los musulmanes, especialmente aquellos que vivían en condición de
subordinación y encontraban que la forma alternativa de vida secular carecía de
materializaciones prácticas y morales. Los sueños de una hermandad islámica que se
extendiera desde el Valle de Cachemira a través de Pakistán y Afganistán hasta Asia
Central animaron a las guerrillas y a sus colaboradores dentro del Valle?0

Prem Shankar Jha también menciona como uno de los principales impulsores de
la islamización de la población cachemirí en los años 80 a la rápida propagación de
escuelas islámicas (madrassas) por todo el Valle. En estas madrassas, los alumnos son
rigurosamente adoctrinados en los preceptos del pensamiento fundamentalista islámico
y alentados a retar el mandato del Estado secular indio. Organizaciones como Jamaat-e-
ls/ami y su rama juvenil, .Jamaat-e-Tulba, recibieron financiación de Pakistán y otros
paises musulmanes para construir estos centros de adoctrinamiento que dieron a luz a
ji

una nueva generación de cachemiris abiertamente comunal: La aparición, en


contraposición, del extremismo hindú en la India no ayudó a calmar y confortar a los
musulmanes del subcontinente.

Pero además de este proceso de inculcación de nociones fundamentalistas


islámicas el gobierno de Pakistán, y más específicamente la Agencia de Servicios de
Inteligencia del Ejército de Pakistán (ISI), reclutó a jóvenes cachemiris del Valle y los
atrajo a través de la frontera hacia Pakistán, donde fueron entrenados en la lucha de
guerrillas, armados e introducidos en fuerzas de lucha organizada. Entonces estas

~ Un análisis de las vinculaciones entre Jammu y Cachemira y las corrientes politicas en el mundo
islámico en CHAND, Attar. ls/amia Nations ami Kashníir Problem. Raj Publications. Nueva Delhi 1994

21) Para un análisis desarrollado sobre el impacto del islamismo transnaeional en el nacionalismo
cachemirí ver PASHA, Mustapha Kamal, “Beyond Ihe Two-Nation Divide: Kashmir and Resurgent
Islam”, en THOMAS, R.G.C. Op.cit. Págs. 369-387
21 JHA, Prem Shankar. “Frustrated Middle Class. Roots of Kashmir Alíenation”, en ENGINEER, AA.
Op.cit. Págs. 34-35

544
guerrillas colmadas de fervor islámico fueron infiltradas de vuelta hacia el Valle a
finales de la década de los SO. Una vez que se encontraron en el Valle lanzaron una
extensa campaña de violencia y terror.

Esta primera teoría sobre el origen de la sublevación en .Jammu y Cachemira,


que también sostiene que la insurgencia desaparecería rápidamente si Pakistán dejara de
incitar, armar, entrenar y proporcionar santuarios a los insurgentes, es tan incompleta
como auto complaciente. Aunque la influencia del giro fundamentalista del mundo
musulmán es indiscutible, se exagera tanto su papel como el de Pakistán al fomentar la
insurrección. La participación de Pakistán en la asistencia a los rebeldes está
demostrada. Los sublevados, como se verá con más detenimiento en un apartado
posterior, han conseguido la mayoria de sus armas y gran parte de su adiestramiento de
fuentes pakistaníes, y la sublevación en Jammu y Cachemira no puede ser considerada
exclusivamente un suceso espontáneo y autóctono. Pero esta exposición ignora
descaradamente el importante papel que los sucesivos gobiernos indios han jugado en
precipitar la crisis. Los clamores de los cachemiris en contra del Estado indio no son
obra de Pakistán, Robert Wirsing y Vernon Flewitt aciertan al matizar que Pakistán
simplemente ha explotado el descontento existente dentro de un amplio segmento de la
población cachemiri ~

8.1.2.2. La negación del derecho de autodeterminación y la


alienación del resto de la India

Esta segunda teoría se centra en subrayar que los caminos para encauzar la
expresión legítima de un deseo político en Jammu y Cachemira han sido cada vez más
escasos, provocando la transformación del resentimiento de los cachemiris en un
antagonismo desafiante al dominio indio. Desde la perspectiva de Shaheen Akhtar, la
progresiva corrupción de las instituciones, la adulteración sistemática de los procesos
electorales, y la restricción de formas alternativas de expresión política dentro de un
contexto institucional en declive, empujaron decisivamente a la oposición politica a la
arena extra constitucional.23

22 Ver WIRSING R. Op.cit. Págs. 1 14-115,yHEWITT, V. Op.cit. Págs. 184-185

23 Ver AKI-ITAR, Shaheen. “Uprising in Jndian-l-Ield Jammu & Kashmir”. ReQional Studies. Islamabad,
Primavera dc 1991

545
En opinión del autor pakistaní Mushtaqur Rahman, los cachemiris optaron por la
sublevación indígena musulmana como medio para alcanzar su derecho de
autodeterminación después de convencerse de que nadie haría el trabajo por ellos. En
1990 estaba claro que la India no celebraria el plebiscito prometido; que Pakistán no
podría forzar ni persuadir a la India para que cumpliera su compromiso internacional, y
que el conflicto de Cachemira ya no era importante o urgente para la ONU. Estados
Unidos comenzó a desvincularse del problema hasta indicar que ya no consideraba
conveniente la celebración del plebiscito y que defendía la búsqueda de una solución
que partiera del establecimiento de negociaciones bilaterales entre la India y Pakistán.
El nuevo posícionamiento de EEUU quedó de manifiesto con su amenaza, entre abril y
mayo de 1990, de sancionar a Pakistán si seguía apoyando a las milicias cachemiris.24

Incluso dentro de la India son muchos los intelectuales y políticos que tienden a
quitar importancia a factores externos y religiosos y a situar la mayor parte de la
responsabilidad en las políticas practicadas por Nueva Delhi. George Fernandes, ex
ministro de Asuntos para Cachemira, ha admitido que detrás de la sublevación militar
en el Estado se encuentran tres errores de Nueva Delhi. 10 La corrupción
institucionalizada, 20 el fracaso del gobierno a la hora de aliviar los problemas
económicos, y 30 los adulterados y estériles procesos electorales que los cachemiris han
presenciado en el Estado.25 Esto ha creado un sentimiento de desaliento y alienación que
ha dado lugar a una creciente movilización política de rechazo. La intifada es tan sólida
que toda la autoridad básica del gobierno, emocional, administrativa, psicológica,
logística y política, ha sido suprimida. La sublevación en este Estado ha adoptado las
características de las luchas de liberación clásicas.

Shaheen Akhtar y Akbar 5. Ahmed ilustran la versión oficial pakistaní al afirmar


que debajo de la insurgencia subyacen los siguientes factores: “El actual alzamiento en
Cachemira es el resultado de múltiples factores. Estos incluyen traiciones históricas,
despotismo constitucional, negación de la identidad sociocultural, discriminación

24 RARMAN, M. Op.cit. Pág. 147

25 FERNANDES, George. “Indias Policies in Kashmir”, en THOMAS, R.G.C. Op.cit. Pág. 288

546
religiosa, privación económica y represión estatal, además de 43 años de desgobierno y
manipulación por parte de Delhi”.26

Algunas de las afirmaciones hechas en esta enumeración son desmedidas. En lo


referente a las traiciones históricas, las circunstancias bajo las que se produjo la
adhesión de Jammu y Cachemira a la India no se corresponden en su conjunto con las
tradicionales alegaciones de Pakistán. Más que por un supuesto complot indo-británico,
la integración del Estado en la India estuvo directamente compelida por la invasión de
los pathanes en 1947, y el origen de la aceptación de los cachemiris de su integración en
la India se encuentra en el peculiar movimiento político nacionalista secular liderado
por Sheikh Abdullah.

Por otro lado, Sumit Ganguly contradice la afirmación de G.M. Wani de que el
gobierno de la India ha recurrido a sutiles tácticas para negar la identidad sociocultural
de los cachemiris.27 Ganguly asegura que dentro de Jammu y Cachemira ha existido
muy poca si es que alguna, discriminación religiosa sistemática. La discriminación real,
impuesta por los usos sociales pero no por políticas oficiales, ha sido la misma que en el
resto de la India. Más bien se debería tablar de una privación de la materialización
práctica en la representación política de ese innegable sentimiento de identidad
distintiva que siempre ha caracterizado al nacionalismo cachemiri. Esta privación se
produjo, en su primera expresión, en la supeditación de la Conferencia Nacional al
Partido del Congreso y, en último término, en la restricciones impuestas a los otros
partidos musulmanes que surgieron a raíz de la desautorización del tradicional partido
nacionalista cachemiri. Pero en este caso se estaría aludiendo a la falta de libertad
política que nadie debería negar que se ha producido en Jammu y Cachemira, y no a una
negación de la identidad sociocultural.

Igualmente, resulta falaz sugerir que Cachemira sufrió de “privaciones


económicas”. Dentro de la India Janrnu y Cachemira es el único Estado que garantiza la

26 Ver AKHTAR, 5. “lJprising in Indian-HeId Jammu & Kashmir”. Regional Studies. Islamabad,
Primavera de 1991. Pág. 48, yAl-IMED, Akbar 5. “Kashmir, 1990: lslamicRevoltorKashmiri
Nationalism”, en WANI, CM. Op.cit. Págs. 16-17
27 Ver WANI, (3M, Op.cit. Pág. 7 y GANGULY, 5. Op.cit. Pág 16

26 Ver WIRSING, R. Op.cít. Pág. 118

547
educación gratuita hasta la universidad. Vernon Hewitt insiste en que, en no pocas
ocasiones, Nueva Delhi ha intentado neutralizar la falta de apoyo popular de los
gobiernos que ha impuesto en el Estado mediante la concesión de ayudas y
subvenciones económicas desproporcionadas en relación con las recibidas por otros
estados indios.29 De hecho, uno de los recelos de la población del resto de la India hacia
los cachemiris se basa en la creencia de que en Jammu y Cachemira existe menos
30
pobreza. De igual forma, cuando se habla de la corrupción institucionalizada, aunque
efectivamente ha sido, y sigue siendo, patente, no es mayor que en otros muchos estados
de la India mucho más pobres que Cachemira en los que no se ha producido una crisis
ni remotamente cercana:

Esta argumentación, al igual que la anterior, también resulta parcial si nos


atenemos a otras dos observaciones importantes. Primero, que se elude cualquier
consideración de la contribución de Pakistán para el mantenimiento de la sublevación.
Esta ayuda ha sido sustancial y fundamental, sobre todo, en lo que se refiera a la
longevidad de la sublevación. Segundo, que a pesar de que todos los factores que han
sido aducidos tienen mucha importancia, en especial la negación no sólo del derecho de
autodeterminación, sino de la mera libertad de los cachemiris para elegir a sus propios
gobernantes, un análisis detallado sugiere que por sí solos no han tenido el peso relativo
suficiente para decidir la crisis actual. Si estas razones fueran las únicas causalidades
reales de la insurrección, no tendría, por motivos evidentes, ninguna explicación que el
estallido de violencia generalizada tuviera lugar en 1989, y no, por poner dos fechas
significativas, en 1965 o en 1971, cuando las guerras libradas por Pakistán y la India en
territorio cachemiri dieron una oportunidad inmejorable a los habitantes del Estado para
alzarse en armas en contra de la dominación india.

29VerHEWITT V. Op.cit. Pág. 153. En 1977-1978 el porcentaje de población que vivía por debajo de
los índices de pobreza en la India era de un 4813%. En Jammu y Cachemira este porcentaje se situaba en
cl 3406%, siendo 6 los únicos estados con un porcentaje menor (Haryana con un 2484%, Ilimachal
Pradesh con 2723%, Manipur con un 2971%, Rajasthan con un 3376%, Punjab con un 1513% y
Nagaland con un 411%), los ¡4 restantes mostraban porcentajes que alcanzaban hasta el 6640%, como
era cl caso de Orissa. KARIM, A. Op.cit. Pág. 244. Ver también JAISINUR, U. Op.cit. Págs. 120-130

30 Ver RAINA, D.N. Kas/unir. Distortions and Reality. Págs. 47-52, y JAISINGH, FI. Op.eit. Págs. 120-
130

~‘Ver PUNJAEI, Riyaz. “Corruption: A Factor in Kashmiri Alienation”. Mainstream. 16 de marzo de


1991

548
8.1.2.3. 31 fervor ctno-nacional¡sta. La desaparición del concepto
de KasAmir/pat

Los sociólogos han intentado proporcionar una explicación más matizada del
nacimiento de la insurrección. Todos sus argumentos son variaciones de un mismo
tema, la aparición o desarrollo del sub-nacionalismo étnico en Cachemira y su desafio al
Estado indio. Tal explicación alude a la desaparición del espíritu de Kashmiriyat, un
poco claro y casi inefable concepto sobre la pacífica confluencia de las corrientes
culturales islámica, hindú y peculiarmente cachemiri en la región. En un intento por
definir las particularidades del Kashmiriyat, Riyaz Punjabi explica: “El linaje de la
población cachemiri le ha dado apariencias características; la fusión y asimilación de
distintas religiones y culturas ha resultado en su particular y especifico origen étnico. La
tierra, el clima, la geografia dieron forma a la evolución de su perfil étnico particular.
Una lengua común les reunió en un grupo cultural diferente” 3=

No obstante, en su origen las distintas regiones del Estado tenían poco en comun
unas con otras. La formación del Estado de iammu y Cachemira fue producto directo de
los logros militares y diplomáticos del fundador de la Dinastía Dogra, combinados con
la astucia política que acompafió a la expansión del poder británico en el norte de la
India, lo que permitió reunir a varios territorios con culturas, lenguas y religiones
distintas bajo una misma unidad administrativa.

Muchos extranjeros que describieron el carácter de las poblaciones de las


distintas regiones de Jammu y Cachemira estuvieron de acuerdo en que los cachemiris
eran muy distintos en cada una de ellas. Como escribió lan Copland: “Estaban
divididos, en primer y principal lugar, por la geografia. Separados de sus
correligionarios en Jammu por picos montañosos de 15.000 pies, intransitables en
invierno, los musulmanes de Srinagar y el valle que lo rodea habían desarrollado, a lo
largo de los siglos, una cultura aparte. Mientras que la población de Jammu hablaba
dogri, un dialecto similar al punjabí, la de Srinagar hablaba cachemiri, más parecido al
persa; ellos construían con piedra y madera, más que con barro, y vestían con un estilo

32 PUNJAD!, Riyaz. “Kashmir: The Bruised Identity”, en TI-lOMAS, R.G.C. Op.cit. Págs. 131-152

549
distintivo tipificado, en el caso de los varones con el gorro de dos puntas y la camisola
sin mangas para todas las ocasiones, el farran” 1~

Ya en 1950, un informe del Instituto de Investigación de la India de Lucknow


reconocía la fragilidad intrínseca de la situación: “Los gobernantes Dogra... no fueron
capaces de unificar el país. El carácter montañoso del país y la escasez de
comunicaciones impidieron el nacimiento de algo parecido a un sentimiento común de
nacionalidad... Las distintas comunidades continuaron viviendo una existencia separada
hasta que las repercusiones de la lucha por la libertad en la India inspiraron a la
Conferencia Nacional para unir a la población de Cachemira”.34

Probablemente fue el recuerdo de los sufrimientos del pasado bajo los distintos
gobernantes tiránicos lo que comenzó a generar cierto sentimiento de nacionalidad. En
concreto, en el Valle de Cachemira los gobernantes Dogra nunca fueron aceptados
como un símbolo de esa nacionalidad, y los hindúes pandits se unieron a los
musulmanes en su lucha contra el régimen despótico durante la lucha de la Conferencia
Nacional. Por otro lado, el régimen monárquico no consiguió unificar realmente las
distintas partes de Cachemira y se tuvo que esperar a que los acontecimientos históricos
lo hicieran en un periodo demasiado tardío. Donde se podría admitir, con matices, que
existió cierta confluencia de rasgos diferenciadores en una misma identidad étnica y
cultural es en el interior del Valle de Cachemira, pero dificilmente se puede sostener lo
mismo cuando se hace referencia a la unión de los territorios de Jammu, Cachemira y
Ladakh.

No obstante, la teoría de Punjabi es comúnmente aceptada por gran número de


autores indios y cachemiris. A pesar de las diferencias intrínsecas entre las distintas
regiones y entre las distintas comunidades de una misma región, afirman, si existía un
sentimiento común de nacionalidad, expresado en el concepto Kashmiriyat, que explica
que nunca antes de la década de los 90 se rompiera el equilibrio intercomunitario. El
componente secular del Kashmiriyat hacía que tanto los cachemiris musulmanes como
los hindúes y los de las otras comunidades tuvieran mucho más en común entre ellos
que con cualquier otra comunidad de otra región de la India por mucho que

~ COPLAND, lan. 7/w Ábdullah Factor. Pág. 224, en GANGtJLY, 5. Op.cit. Pág. 40

~ BRECHER, M. Op.eit. Pág. 8


550
compartieran su misma religión. Este argumento implica que la composición religiosa
constituía sólo una de las facetas de la identidad étnica cachemiri.

Asgar Ah Engineer aborda el problema desde esta perspectiva.35 La cuestión de


Cachemira presenta dos dimensiones, la religiosa y la étnica (Kashmiriyat). El asunto es
complicado y no puede ser reducido exclusivamente ni a uno ni a otro factor. Es un
hecho que los musulmanes de otras regiones han sido muy reticentes a emigrar a .Jammu
y Cachemira, entre otras cosas porque los musulmanes de este Estado no están
dispuestos a convivir con otros correligionarios. A pesar de esto, su religión es parte de
su identidad y por ello perciben la realidad desde dos escenarios, el musulmán y el
cachemiri.

Para Engineer el problema se reduce a lo siguiente. Toda región periférica en


cualquier nación está destinada a presentar una problemática específica. Esto se agrava
en el caso de que la región tenga una identidad cultural y lingúística distinta del resto de
la nación, y se convierte en un asunto aún más complejo cuando también le diferencia la
religión que profesa su población, y este es el caso de .Jammu y Cachemira. Pero la
identidad es un asunto que se maneja de un modo u otro dependiendo del contexto.
Todas las identidades se conforman a partir de la confluencia de varios elementos
diferentes. Por lo que la característica o elemento destinado a representar esa identidad
mediante la anulación de las demás dependerá de cada situación. En este contexto
panicular, una parte de los cachemiris ha optado por enfatizar su identidad islámica en
perjuicio de su identidad Kashmiriyaí. Lo que está ocurriendo en Janunu y Cachemira,
en Pakistán y en tantos otros lugares del mundo islámico es un mal uso de la religión,
una politización del Corán. Las ambiciones políticas de Pakistán se están inculcando en
la población cachemiri y también aquí el Islam se ha introducido como una religión
belicosa.

Acerca de la cuestión de cómo esta identidad sincrética se desanudó


contribuyendo al fratricidio étnico de la década de los SO, Punjabi afirma que la
intransigencia del gobierno central al promover y sostener regímenes impopulares en el
Valle alienó gradualmente a la población musulmana. Consecuentemente, Punjabi

ENGINEER, A. A, “Kashmiriyat and Islam”, en SOZ, Saiffiddin. ¿ Why Autonomny to Kashmir?


Saifuddin Soz. Nueva Delhi 1995. Págs. 50-55

551
argumenta que los vínculos tradicionales que habían unido a los hindúes y a los
musulmanes en esta visión compartida del Kashmirivat se deshizo. Los musulmanes del
Valle ya no tenían tanta afinidad con sus conciudadanos hindúes ni con sus líderes
musulmanes establecidos.

Desde la aparición de la violencia a finales de la década de los 80, la disociación


de las comunidades musulmana e hindú en el Valle se acentuó. Los cachemiris pandits
eran los únicos habitantes del Valle que contaban con la confianza del Centro. Cuando
durante el gobierno de G.M. Shah comenzaron los primeros síntomas de la gravedad de
la situación que se avecinaba, ante la ineficacia de sus servicios de inteligencia el
gobierno de Delhi comenzó a utilizar la información que le facilitaban los ciudadanos
pandits y a seleccionar entre ellos a todos los periodistas y corresponsaJes destinados en
la región.36 Cuando los acontecimientos derivaron en manifestaciones de violencia de
creciente gravedad, los pandits comenzaron a sentir las consecuencias de su
incondicional apoyo al gobierno central y poco a poco fueron optando por una actitud
que intentaba pasar desapercibida. Sin embargo, ya habían adquirido la fama de
colaboracionistas, y en 1989 comenzó el éxodo de la población hindú ante las primeras
amenazas y atentados de organizaciones guerrilleras.

T.N. Madan no apoya la mayor parte de los supuestos que los sociólogos
enarbolan para defender la existencia del Kashmiriyat y ofrece una formulación
alternativa del concepto.37 La noción del Kashmiriyat, afirma Madan, sólo podría
asentarse sobre la existencia de una misma lengua y unas mismas costumbres o formas
de vida. Acerca de la utilización de una misma lengua, Madan señala que los lingúistas
han distinguido en el Valle de Cachemira el cachemirí con influencia del sánscrito que
hablan los pandits del cachemiri con influencia del persa que hablan los musulmanes,
un proceso de diferenciación léxica que no ha dejado de acentuarse. De hecho, ambas
comunidades han utilizado expresiones claves, como los saludos, como signos de
identidad para distinguir una comunidad de otra. A propósito de la participación en
costumbres idénticas, Madan señala que aunque hay elementos comunes, predominan
los diferenciadores, no sólo en lo que afecta a preceptos religiosos y morales, sino

36 SINGH, Tavleen. Op.cit. Pág. ¡94. Ver también BHATTACI-IARJEA, A. Op.cit. Págs. 261-265

~ MADAN, IN. “Meaning ofKashmiriyat: Cultural Means aud Political Ends”, en WANI, CM, Op.cit.
Págs. 63-66
552
igualmente en la práctica del matrimonio, organización doméstica, regulación de las
herencias, vestimenta, hábitos alimenticios...

Madan también matiza la afirmación de muchos autores, ya apuntada por


Punjabi y Engineer, acerca de que el concepto de Kashmiriyat reside menos en una
cultura común que en el hecho de que las costumbres de los cachemiris pandits y
musulmanes son marcadamente diferentes a las de otros musulmanes o hindúes de otras
partes de Asia o la Unión India. Afirmar esto es lo mismo que señalar las diferencias
que existen entre los musulmanes biharis o malabaris, o los brahmanes de Tamil Nadu y
Gujarat. Las diferencias no impiden que existan muchos vínculos culturales entre estas
comunidades.

En definitiva, la cuestión que Madan desea subrayar es que, a pesar de las


diferencias culturales, los cachemiris musulmanes y pandits, especialmente en las áreas
rurales, han convivido durante siglos de forma separada pero juntos, unidos por los
lazos de un hábitat común, el tránsito de las distintas épocas históricas, el folelore...
pero sobre todo, por la interdependencia socioeconómica. “Se podría decir que el talento
de los cachemiris ha radicado en construir una armonía social a pesar de las diferencias
culturales. En este sentido la sociedad cachemiri ha tenido un carácter verdaderamente
plural hasta que el tejido social fue rasgado en un pasado muy reciente. Negar esto, y a
cambio conferirles un eclecticismo cultural vagamente definido como su única marca de
identidad, es negar gran parte de los logros de los cachemiris en el campo de las
relaciones intercomunitarias”.

Ashutosh Varshney ofrece un argumento más elaborado y preciso.3S Mantiene


que los orígenes de la insurrección deben ser buscados en las reivindicaciones
concurrentes de tres variantes del nacionalismo: religioso, secular y étnico. Durante
décadas, las tres versiones del nacionalismo han estado comprometidas en el sur de Asia
en general y en Cachemira en particular debido a las exigencias de la construcción
nacional y a las conveniencias políticas. De esta forma, actualmente el problema de
Cachemira implica el choque de nociones nacionales que hasta los años 90 fueron
cooperantes.

~ VARSHNEY. Ashutosh. “Three Compromised Nationalisms: Why Kashmir Has Been a Problem”, en
THOMAS, R.G.C. Op.eít. Págs. 191-234

553
Una idea similar es la que se extrae de los argumentos del profesor cachemiri
Mohammed Ishaq Khan. Khan considera que “el papel del Islam en Cachemira y el
del Islam en el resto de la India antes de la división fue necesaria e intrínsecamente
divergente. Los líderes musulmanes de Cachemira dejaron sin ningún valor la
generalmente aceptada opinión de que el nacionalismo y el íslam se oponen uno a otro y
construyeron una armoniosa relación entre los dos. Así, los musulmanes cachemírís
generaron una concepción positiva de lo que deseaban y una lealtad operativa para
obtenerlo. La relación particular entre ese objetivo y esa lealtad tanto hacia el Islam
como hacia el nacionalismo ha ocupado más que nada la atención de los líderes
musulmanes en Cachemira. Con su carácter distintivo y con su propias particularidades
geográficas, históricas, económicas, culturales.., el nacionalismo de los musulmanes
cachemiris estuvo influido en gran medida por las ideas del nacionalismo indio... Es
esta característica única de la lucha nacionalista de los cachemiris musulmanes lo que
explica por que sus líderes se unieron a la India puesto que estaban seguros de que
Cachemira podría conservar su identidad separada sólo en la India, donde la existencia
de otras varias sub-nacionalidades podría salvaguardar su identidad”.39

De esta forma, cuando el compromiso de la India con la defensa del secularismo


pareció declinar dando lugar a un sentimiento de inseguridad entre las minorías
musulmanas, gran parte de la base que había sustentado la aceptación de los cachemíris
de su integración en una nación mayoritariamente hindú desaparecio.

Las tesis de Madan, Varshney e Ishaq Khan parecen proporcionar una


interpretación más plausible que la de la existencia de una identidad común a los
cachemiris musulmanes, hindúes y budistas de Jammu y Cachemira que se vio de
alguna forma desintegrada, y sin duda las realidades que describen han condicionado el
actual escenario socio-político en Jammu y Cachemira. Pero lo que no consiguen
explicar es el por qué del momento concreto en el que surge la insurrección. Si el
declive del nacionalismo secular es uno de los factores que explican la insurgencia, ¿por
qué no comenzó la insurrección en la década de los 50 después de que Sheikh Abdullah
fuera destituido bajo la presión de los nacionalistas hindúes en Jammu por su deslealtad
a la Unión India?

KHAN, M. 1. Op.eit. Pág. 147


554
Los argumentos de aquellos autores que defienden que se ha producido un
desarraigo de la identidad específica cachemirí o Kashmiriyat tampoco deben ser
plenamente descartados, aunque igualmente carecen de una explicación del momento en
el que se produce la insurgencia. Tanto los defensores de esta teoría como los que
niegan la realidad de esta identidad sincrética y afirman que lo ocurrido ha sido la
ruptura de la armonía social, describen la insurgencia de 1989 como el resultado de una
serie de acontecimientos políticos o históricos específicos. Pero estas explicaciones
fracasan a la hora de aclarar dos cuestiones importantes: ¿en qué momento comenzó a
desfragmentarse esta identidad mixta cachemirí o a producirse el enfrentamiento
comunal. Por qué no se produjo, por ejemplo, durante la crisis del /i.foe-i-Muqaddas de
1963? Y ¿por qué contribuyó esta desintegración necesariamente a un movimiento
secesionista violento?40

8.1.2.4. Conaideraciones circuastanclmles

Otra categoría dentro de la extensa literatura referida al problema de .Jammu y


Cachemira se introduce en la descripción histórica y en la narración de los
acontecimientos que suponen el trasfondo de la insurrección. Según esta corriente de
investigación, la insurrección armada en Jammu y Cachemira seria la consecuencia de
una sucesión de acontecimientos políticos concretos como la destitución de Farooq
Abdullah, la manipulación de las elecciones, o la campaña de desestabilización iniciada
por el ISI pakistaní.4’ Ajit Battacharjea, M.J. Akbar, Han Jaisingh, Tavleen Singh,

~ GANGULY, 5. Op.cit. Págs. 18 y 19

~‘Algunos libros recientes merecen especial atención. Los autores indios Ajit Bhattaeharjea y Mi. Akbar
proporcionan una muy acertada descripción histórica y analitica de las fuerzas politicas Indias que
contribuyeron a la crisis actual. BHATTACHARJEA, Ajit. Kas/unir. [he Wounded VaIley. UBSPD.
Nueva Delhi 1994, y AKBAR, M.J. Kashmir: Behind ehe Vale. Viking. Penguin Books India. Nueva
Delhi ¡991. Han Jaísingh proporciona una versión de este conflicto más acorde con la perspectiva de los
nacionalistas indios, JAISINOI-!, Han. Kashmir Tale ofShame. UBSPD. Nueva Delhi 1996. La reciente
obra de la periodista india Tavleen Singh no alcanza los estándares establecidos por Baifacharjea y Akbar.
Su descripción, centrada en la década de los 80, aunque muy rica en detalles, es ampliamente anecdótica.
Singh enfatiza personalidades y acontecimientos al coste de análisis cuidadosos y desapasionados.
SINGI-1, Tavícen. Kas/unir. Á Tragedy of Erroes. Penguin Books India. Nueva Delhi ¡995. También
merece una mención especial el politólogo Vemon Hewitt, que ha desarrollado una exposición de base
histórica sobre la crisis de Cachemira, El trabajo de 1-Iewitt no sólo traza los antecedentes históricos y
politicos del problema, sino que también sitúa el conflicto en el contexto de la evolución de las politicas
dc la India desde la independencia. HEWITT, Vernon. Reclaitning the Fas!? [he Searehfor a Political
ant] (.‘,¿ltí.rral Unitv in ContemporarvJaminu ant] Kashmir. Portland Books. Londres 1995. El autor
británico Alastair Lamb también proporciona una minuciosa labor de investigación, que se remonta a los
orígenes históricos más remotos de la crisis actual, para ilustrar con mayor precisión que los propios
autores pakistanies una teoría que secunda ampliamente la versión pakistani sobre los origenes tanto del

555
Vernon Ivlewitt y Alastair Lamb han publicado recientemente un conjunto de obras
variadas e interesantes. No todas son de la misma calidad, pero por lo general no
proporcionan una explicación científica de los orígenes de la crisis, se limitan a exponer
el continente político sin profundizar en el contenido. Aunque no cabe duda de que
estos sucesos contribuyeron a viciar la confianza de los cachemiris en las autoridades
centrales, una sublevación de la dimensión y la duración de la de Jammu y Cachemira
necesita más que elecciones fraudulentas o primeros ministros destituidos para surgir
con tal fuerza.42

8.1.2.5. La movilización política en un trasfondo de declive


Institucional

Como complemento a las argumentaciones que se acaban de analizar, Sumit


Ganguly expone en su estudio sobre la cuestión de Jammu y Cachemira que la
insurgencia cachemiri es, básicamente, el resultado de una paradoja fundamental de la
democracia india: Cachemira representa tanto el triunfo de la movilización política
como, simultáneamente, el fracaso institucional de la democracia india.43 Así, aunque
las políticas y programas de construcción nacional en la India han favorecido la
movilización política a una escala sin precedentes en todo el territorio de la Unión y en
Cachemira en particular, los sucesivos gobiernos nacionales han respetado de desigual
forma sus compromisos con la democracia, habiendo fracasado en la labor de
consolidación de las instituciones democráticas, especialmente en .lammu y Cachemira.

La movilización política, producto, en gran parte, de las mejoras en la


educación, la exposición a los medios de comunicación y el desarrollo económico,
supone una forma de despertar político y se manifiesta en el deseo de los ciudadanos
por participar en los asuntos públicos. A medida que la sociedad va adquiriendo una
formación más amplia y que sus oportunidades educativas se expanden, va siendo cada
vez más consciente de las fuerzas sociales, económicas y políticas que dibujan su
hábitat, por lo que busca influir directamente en las decisiones que afectan a su

conflicto territorial como del conflicto nacionalista en Jammu y Cachemira. LAMB. Alastair. Kashrnir A
Disputed Legacy. 1846-1990. Roxford Books. Hertfordshire 1991

42 Ver WIRSING, R. Op.cit. Págs. 115-116

‘~ GANGULY, 5. Op.cit. Págs. 20-42

556
bienestar. En algunas sociedades, los grupos pueden ser conscientes de sus derechos
políticos pero, sin embargo, permanecer indiferentes y evitar enfrentarse al orden
establecido, pero cuando se inclinan por un mayor activismo político, en determinados
contextos, pueden generar políticas desestabilizadoras, y este escenario es el que ha
caracterizado la evolución de las políticas indias.

Como ha indicado Huntington, el proceso de modernización económica genera


crecientes demandas de participación política, pero estos avances no son fraguados sin
costes.44 La movilidad socioeconómica y personal socava algunos vínculos de la
comunidad, y, como ha demostrado Myron Weiner, acelerar la movilidad en un
contexto de recursos escasos en una sociedad poliétnica puede conducir a una
movilización política según corrientes étnicas y puede generar tensiones entre las
distintas etnias.45 En ausencia de unas instituciones políticas robustas que puedan
canalizar y limitar estas crecientes demandas, tiene lugar la inestabilidad social.

La movilización política se presenció muy pronto en la India, incluso antes del


advenimiento de la pedagogía masiva, durante la lucha nacionalista por la
independencia. Bajo el extraordinario liderazgo de Gandhi, el Congreso Nacional indio
se transformó de una entidad anglicista de clase media-alta en un partido político que
abarcaba todos los grupos sociales. Muchas de las estrategias políticas de Gandhi, tal a
la famosa Marcha de la Sal, movilizaron exitosamente a los indigentes campesinos
indios. Al liderar campañas masivas de desobediencia civil, Gandhi inculcó con éxito
las nociones de la responsabilidad política y el derecho al voto.

Pocas, si es que alguna nación post-colonial puede presumir del grado de


movilización política y construcción nacional que presenció la India independiente. La
particularidad de la experiencia india se puede atribuir, en gran medida, a algunas
características estructurales de su movimiento nacionalista. Específicamente, el
principal partido nacionalista, el Partido del Congreso, se asentó como una organización
que representaba los intereses de todos los indios. Además, el debate interno dentro del
partido se convirtió en una norma bien establecida, la formulación del posicionamiento

~ HUNTINTONO, Samuel P. Political Order in Changing Societies. New Haven. 1968, en GANGULY,
5. Op.cit. Pág. 26

~ WEINER, Myron. Sons’ ofrhe Soil: Migration ant] Ethnic Conflice in India. Princeton Univcrsity Press.
1978, en CJANCULY, 5. Op.cit. Pág. 27
557
del Congreso en cuestiones cruciales implicaba necesariamente negociaciones y
compromisos entre varias facciones ideológicas y regionales.

Estos bien introducidos principios de negociación y compromiso proporcionaron


la base de un desarrollo político democrático. Jawaharlal Nehru, entre otros, jugó un
papel fundamental en la sustentación de las instituciones democráticas. Nehrn reconoció
la importancia vital del sistema federal en la India. Un estado-nación con todas las
formas concebibles de participación religiosa y etnolingúística no podía ser gobernado a
través de dictados centralizados. Por otro lado, la India comenzó su historia
independiente con el sufragio adulto universal. A través de la experiencia de las
elecciones a nivel municipal, estatal y nacional, un cada vez mayor número de indios se
dio cuenta de la relación existente entre el sufragio adulto y el ejercicio público.

De todos los países del mundo post-colonial la India era la que parecía reunir
más garantías para el reto de la construcción nacional y para evitar el declive político:
instituciones políticas fuertes, un servicio civil altamente profesional, un sistema
electoral bien desarrollado y un partido político, el Partido del Congreso Nacional indio,
que servía de paraguas para múltiples intereses. De hecho, en las dos primeras décadas
de su historia independiente la India se enfrentó con éxito a muchas de las “tendencias
divisorias” que habían sido profetizadas para su futuro.

No obstante, los sucesores de Nehru, especialmente Indira Gandhi y Rajiv


Gandhi, hicieron muy poco por perpetuar las prácticas de Nehru y las instituciones que
él se había esforzado por moldear. Enfrentados con el extraordinario reto de gobernar
una sociedad poliétnica, tanto Indira como, en menor grado, Rajiv Gandhi
desinstitucionalizaron gradualmente las políticas indias. Los imperativos de la
supervivencia política les condujeron hacia una política personalizada, y las peticiones
de autonomía regional fueron continuamente mal interpretadas como amenazas a la
integridad del Estado. Demasiado a menudo, la caracterización de estas demandas de
autogobierno como amenazas a la unidad de la India, unida a las estrategias coactivas
que fueron utilizadas para enfrentarse a estas supuestas amenazas, sólo consiguieron

558
magnificarías. El Estado indio respondió con rotundidad, abusando de los poderes de
emergencia y exacerbando el problema inicial en un ciclo de incitación.46

Todo este proceso fue el resultado directo de la desaparición del “sistema


Congreso”, es decir, la finalización de una era, iniciada en 1947, durante la cual el
Partido del Congreso había dominado con seguridad tanto los gobiernos nacionales
como los gobiernos estatales. De esta manera, el proceso de desinstitucionalización que
tuvo lugar en la India desde el inicio de la primera etapa de gobierno de Indira Gandhi
(1966), no se puede atribuir únicamente a las políticas adoptadas por los sucesores de
Nehru. También se dieron unos factores estructurales que a largo plazo contribuyeron al
declive institucional. Entre ellos se encontraba la decreciente base electoral deJ Partido
del Congreso, la aparición concomitante de nuevos grupos sociales en la política india,
y la fragmentación de la base electoral según líneas etno-religiosas, regionales y de
clases.

Estos factores dieron fuerza a un gran número de partidos políticos, muchos de


los cuales aparecieron en escena después de las elecciones generales de 1967. El Partido
del Congreso sólo obtuvo una clara mayoría en las asambleas leÉislativas de siete
estados, por lo que expandió los poderes discrecionales de los gobernadores nombrados
por Nueva Delhi, que fueron capacitados para convocar a los líderes de cualquier
partido para ordenar mayorías estables, según su juicio, en los gobiernos de los estados.
Esta expansión de poderes, que implicó dilemas constitucionales, se convirtió en objeto
de debate político y en una importante causa de inestabilidad.

El declive del Congreso como fuerza de ámbito nacional y la entrada de un gran


número de nuevos jugadores en la arena política hicieron que gran parte de la India
sufriera una situación de desórdenes a finales de la década de los 60. Algunos de los
nuevos protagonistas de la arena política también tuvieron mucha responsabilidad por el
advenimiento de este escenario. El Partido Comunista Pro-Soviético (CPI) de la India y
el Partido Comunista Pro-China de la India (marxista) (CPI/M), impugnaron
abiertamente norn~as democráticas y procedimientos parlamentarios. En Bengala
Occidental, además del advenimiento de un gobierno dominado por los comunistas, se

46 Un estudio sobre las carencias del sistema federal indio, con alusiones al caso específico de Jammu y
Cachemira en ARORA, Balveer y Vemey, Douglas. Mu/tiple Identities in a Single State. Kornak
Publishers PVT LTD. Nueva Delhi 1995. Ver, en concreto, Págs. 123-126
559
formó un nuevo movimiento de guerrillas maoísta que recibió apoyo ideológico y
material de la República Popular China en el distrito fronterizo de Naxalbari. Otros
partidos, tal al ultranacionalista irma Sangh, el predecesor del actual Bharatiya Janata
Party (BJP), buscaron la movilización politica explotando y alentando a la vez las
tensiones religiosas y entre castas. Tal movilización contribuyó significativamente a
extender la inestabilidad política y la violencia comunal. Esta agitación socavé
proffindamente los procedimientos legales y administrativos provocando el declive de
las normas parlamentarias y promoviendo políticas cada vez más populistas.

La derrota de Gandhi en las elecciones de 1977 fueron la confirmación de una


sociedad crecientemente reivindicativa y activa politicamente que comenzó a designar
partidos de la oposición para encabezar los gobiernos de sus regiones o estados. Pero
ante esta fragmentación de las bases sociales, Vernon 1-iewitt denuncia que el Congreso
(1) reaccionó centralizando el sistema institucional, haciendo del federalismo indio un
sistema menos flexible, menos preparado para responder a las cada vez más asertivas
diversidades regionales, y menos inclinado por admitir y reflejar estos nuevos y más
volátiles intereses sociales en coaliciones políticas duraderas.47

Por otro lado, para hacer frente a la emergente fuerza del nacionalismo hindú, en
su segunda etapa de gobierno (1980-1984), Indira Gandhi decidió hacer uso de los
mismos reclamos que el RIP. Tal y como explica Hewitt, “a pesar de que el Hinduismo
carecía de la cohesión necesaria para proporcionar una alternativa al secularismo- y esta
tampoco era, después de todo, la intención de Indira Gandhi- puso a disposición del
Centro una serie de reclamos electorales, si no heterogéneos, prefabricados”.48 Lo que
hizo que esta estrategia resultara exitosa fue que, por algunas complejas razones ajenas
a las ambiciones políticas de Indira Gandhi (más relacionadas con ciertas
transformaciones socio-económicas estructurales), los hindúes de la India se estaban
demostrando paulatinamente más asertivos a propósito de sus signos de identidad
religiosa vis á vis las minorias.

~‘Ver HFWITT, y. Op.cit. Págs. 131-132. Un estudio sobre el origen de los partidos nacionalistas
hindúes y la revivificación hindú en ANDERSEN, Walter y DAMLF, Shridar. fle Brotherhood in
Sa//Pon. Tite Ras/itria Swayainsevak Sangh and Hindu Revive/km. Westview Press. Londres 1987

~ HEWITT, V. Cp.cit. Pág. 134

560
Existía la impresión de que las minorías, más compactas en sus reclamaciones y,
por lo tanto, en sus logros políticos, habían conducido a los sucesivos gobiernos a
ejercer políticas que beneficiaban a las facciones minoritarias en detrimento de la
mayoría. Pero a Gandhi tampoco le interesaba dejar de lado una base electoral que
tradicionalmente le había beneficiado, por lo que se implicó en una complicada
estrategia de neutralizar a los partidos hindúes utilizando su misma dialéctica política al
mismo tiempo que desplegaba el idioma de las minorías, De hecho, en ocasiones trató
deliberadamente de crear ansiedad en las minorias a propósito de la amenaza de una
dominación hindú. Siguiendo con la exposición de Hewitt, este sutil efecto de
balanceo, en el que Indira Gandhi y el entonces renombrado Congreso (1) actuaron
como pueda giratoria para la opinión e impulsión de la minoría y la mayoría, fue
virtualmente una fórmula para el desastre, siendo el resultado que la religión se
convirtió en algo destacado en un proceso político que una vez fue secular’.49

Rajiv Gandhi, que sucedió a su madre en 1984, combinó una ambigua e ineficaz
política para hacer frente a la espiral de tensiones comunales con la perpetuación de las
políticas centralistas diseñadas por Indira Gandhi, acentuando la transformación
impulsada durante la década anterior. Para 1989, el gobierno de Rajiv Gandhi se debatía
entre su reticencia a adoptar ninguna medida que pudiera ofender a los hindúes y su
temor por perder el voto musulmán. El resultado fue un punto muerto político que
permitió a los partidos comunales tomar la iniciativa desde entonces en adelante,
dejando a sus sucesores un escenario en el que ya ningún partido ni coalición política
pudo resistir la creciente fuerza del nacionalismo hindú.~0

La conclusión de la generación política posterior a Nehru en el campo de la


construcción nacional está lejos de ser ejemplar. De cualquier forma, incluso después de
Nehru las políticas indias han generado algunos triunfos importantes como la
movilización política de amplios segmentos del electorado indio. A pesar de que el
sufragio universal adulto estaba nominalmente vigente en la India desde el principio de
la independencia, en la práctica han sido las más de cinco décadas de participación en

~ HEWITT, y. Op.cit. Pág 134

~‘ Ver HEWJTT, V. Op.cit. Págs. 136-137

561
las elecciones nacionales, estatales y locales las que han jugado un formidable papel en
el reforzamiento de la movilización del electorado.

El declive político e institucional y la movilIzación política sobre


una base etna-religiosa en Jammu y Cachemira

El desarrollo de la movilización política en Jammu y Cachemira, a causa de su


peculiar historia política, se produjo a un ritmo menos acelerado que en el resto de la
India, mientras que el proceso de declive de sus instituciones democráticas comenzó
incluso antes de la era Gandhi. Como indica Ganguly, “la tragedia política particular de
las políticas de Cachemira fue la resistencia de los líderes políticos locales y nacionales
51
a permitir el desarrollo de una oposición política honesta

El equivalente en ilammu y Cachemira al Partido del Congreso dirigido por


Jawaharlal Nehru en la India fue la Conferencia Nacional de Sheikh Abdullah. Poca
gente duda del extraordinario apoyo popular del que disfrutaban Abdullah y su partido,
si bien su estrategia para liderar el movimiento nacionalista y provocar la movilización
política de los cachemiris, aunque populista, no fue democrática. La estructura
organizativa de la Conferencia Nacional desmentía su ideología socialista. Como
partido político se construyó básicamente alrededor de la personalidad de Abdullah y
sus más cercanos colaboradores. Sheikh Abdullah tenía en sus manos toda la capacidad
decisoria y permitía muy poca disensión tanto en el interior de su partido como en el
espectro de la oposición política externa. Después de la muerte de Sheikh Abdullah, sus
sucesores en el cargo de ministro jefe, con la posible excepción de G.M. Sadiq,
perpetuaron sus políticas totalitarias. Como resultado, ninguna oposición política
verosímil tuvo la oportunidad de desarrollarse en el interior de Jammu y Cachemira.

Nueva Delhi cometió el error de tolerar este escenario. Cachemira, siendo el


único Estado de mayoría musulmana de la Unión era esencial para el proyecto de
construcción nacional. Nehru y otros líderes indios sostenían que la existencia de un
Estado musulmán en la India demostraba que todos los credos tenían su lugar bajo la
protección de una nación secular. Las reivindicaciones de Pakistán sobre Cachemira y el
ambiguo estatus internacional del Estado convertían la posición de Cachemira dentro de

~‘ GANGULY, S. Op.cit. Pág. 38

562
la Unión en una asignatura pendiente de gran relevancia para los líderes indios, lo que
explica, en parte, que la desconfianza fuera el ingrediente permanente en el enfoque de
Nueva Delhi de cualquier desarrollo político autónomo en Jamrnu y Cachemira.52

En consecuencia, los dirigentes nacionales desde Jawaharlal Nehru en adelante


adoptaron un enfoque peculiar a propósito de las garantías que debía contemplar la
evolución política en el interior de este Estado: siempre que los líderes locales no
pusieran sobre la mesa la cuestión de la secesión de Cachemira, el gobierno central
cerraría los ojos ante sus prácticas políticas por muy corruptas o antidemocráticas que
fueran. Como resultado de la corrupción local y la actitud de laisgez fizire de Nueva
Delhi, todas las elecciones menos dos (en 1977 y 1983), desde la primera que se celebró
en 1951, estuvieron marcadas por el fraude y el engaño. Durante todos esos años
cualquier oposición verosímil al partido que mejor respondiera a los intereses de Nueva
Delhi fue expulsada de la arena institucional, y esta falta de participación democrática
real limitó significativamente el crecimiento y desarrollo de las instituciones políticas
dentro de Jammu y Cachemira.

Esta progresiva desinstitucionalización se desarrolló paralelamente a una


progresiva movilización política de la sociedad favorecida, en gran medida, por la
mejora de las condiciones socioeconómicas en Jamrnu y Cachemira. Los ensayos sobre
desarrollo político en los años 50 y 60 asumían que el desarrollo económico contribuía
inevitablemente al desarrollo político, entendiéndose por éste el desarrollo de las
instituciones democráticas. Sin embargo, Huntington ya avisó en 1968 de que lejos de
contribuir a la democratización, el desarrollo económico puede conducir a la
inestabilidad política, especialmente en ausencia de instituciones políticas robustas.53
Estas instituciones son fundamentales a la hora de mantener el orden político en
sociedades que experimentan una rápida modernización económica. La modernización
abre nuevas posibilidades de movilidad social y económica, reduce los vínculos
familiares y de comunidad y genera una demanda creciente de participación política. En
ausencia de instituciones políticas bien desarrolladas que puedan responder a estas

52 Va HEWITT, y. Op.cit. Págs. 153-154

~ HUNT1NGTON, S. Op.cit, en GANGULY, 5. Op.cit. Págs. 37-38

563
demandas, el rápido avance de la modernización económica da lugar, como ha ocurrido
en Jammu y Cachemira, al declive político y eventualmente a la inestabilidad.

La transformación socioeconómica que comenzó en Cachemira bajo la tutela de


Sheikh Abdullah fue prolongada por sus sucesores y, cada vez más, por el propio
gobierno de Nueva Delhi. Simultáneamente, el electorado dejó de ser uno pasivo para
convertirse en una población cada vez más activa y más concienciada políticamente, A
pesar de que existen ejemplos de poblaciones que han gozado de sorprendentes mejoras
socioeconómicas dentro de regímenes autoritarios y no por ello han elevado sus
demandas de participación política, en el caso de Jammu y Cachemira ambos índices
han ido aumentando paralelamente.54

La población cachemiri se ha beneficiado de unas concienzudas políticas a nivel


local y nacional, en las que también han tomado parte un creciente número de
madrassas propagadas por todo el Estado, que le han permitido alcanzar altos niveles de
educación,55 ha estado expuesta a una cada vez mayor difusión de medios de

GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 31

Un mecanismo vital dc movilización política en Jammu y Cachemira ha sido la proliferación de


instituciones educativas. En las décadas de los 60 y los 70 se presenció un aumento notable de los accesos
a la universidad, y un igualmente notable descenso de los indices de analfabetismo. Las estadísticas
demuestran que desde 1971 a 1981 los niveles de alfabetización en Jammu y Cachemira aumentaron más
de un 43%, ocupando el tercer puesto de desarrollo educativo en la India. Crecimiento de la
alfabetización en Jammu y Cachemira, 1961-1981, en KAR1M, A. Op.eit. Pág. 188

Hombres Muieres Población total Porcentaie


crecimiento anual
1961 1697% 426 1V03
1971 2675 928 1858 6845
1981 3629 1588 2667 4354

La siguiente tabla demuestra que también se ha producido un crecimiento notable en los accesos a
instituciones educativas. Número de estudiantes en instituciones de Jammu y Cachemira, 1950-1993
en KARIM, A. Op.cit. Pág. 187

Año Primaria Media Secundar. General Univers. Ineeniería Medicina Aericult.


Collece
1950-51 78.000 20.000 5.600 2.779
1960-61 216.000 60.000 22.000 8.005 174 171 182
1968-69 362.000 105.000 51.000 16.718 1.285 1.280 848 80
1980-81 537.800 167.200 83.600 15.828 3.351 1.286 1.072 294
1985-86 663.700 232.700 132.800 20.089 4.139 2.784 1.110 312
1992-93 940.000 370.000 262.000 34.000 No dispon No dispon No dispon No dispon

564
comunicación,56 y ha adquirido, gracias al desarrollo económico, una mayor movilidad
fisica y social. Pero simultáneamente ha adquirido una mayor comprensión de las
fuerzas sociales y políticas que afectan a sus vidas, se ha concienciado de sus derechos
políticos, y ha comprobado que en el resto de la India la participación de los ciudadanos
en los procesos electorales se ha desanollado sin trabas. Esta nueva generación de
cachemiris también está al tanto de las políticas fuera de las fronteras de su Estado y
está mucho más preparada para analizarías y evaluarías que las generactones anteriores.
Esta nueva sociedad participativa y concienciada ya no demuestra la anterior
indiferencia o suspicacia a propósito de que su intervención directa pueda provocar
cambios en un modelo de sociedad con el que no están de acuerdo. Después de años de
intentos frustrados por crear medios reales de participación política, y ante la ausencia
de vías institucionales para expresar su disensión, el recurso a los métodos violentos se
ha convertido en algo inevitable.

La pregunta que queda por responder es por qué esta movilización tuvo lugar
siguiendo parámetros etno-religiosos. Sumit Ganguly señala cuatro factores enlazados
directamente con algunas de la teorías que ya han sido analizadas para explicar el
nacimiento de la sublevación en Jammu y Cachemira.57 En primer lugar, la división de

~ La expansión de los medios de comunicación también alentó el proceso de movilización política. Entre
1965 y 1984 surgieron muchas nuevas publicaciones en la India en general yen Cachemira en particular.
Por ejemplo, en 1965 sólo salían ala calle 46 publicaciones en Cachemira, lO años más tarde se estaban
publicando 135 cabeceras y para 1991 la cifra habia aumentado hasta 254. En un período de unos
veinticinco años la cifra de publicaciones creció, aproximadamente, un 450%. Además de la aparición de
nuevas cabeceras, Cachemira presenció un notable aumento de su circulación. Aunque los datos son
incompletos resultan bastante significativos. En 1982 un total de 119.000 periódicos circulaban entre la
población. Dos años más tarde esta cifra babia aumentado hasta 192.000, y cinco años después alcanzaba
369,000. Para 1990 cl número de ejemplares en circulación descendió ligeramente hasta 280.000. En
1992 se fijó en 297.000, probablemente debido a las amenazas de los terroristas contra varios rotativos ya
la emigración departe de la población. GANGULY, 5. Opeir. Págs. 34-35. Periódicos publicados en
.Jammu y Cachemira yen la India.

1965 1970 1975 1984


J&K 46 102 135 203
India 7.906 11.306 12.423 21.784

Por último, al igual que otros territorios de la India, Cachemira ha contemplado un aumento significativo
de los medios electrónicos, especialmente la televisión y los reproductores de video y aparatos de radio.
Debido a su ubicación geográfica, Cachemira fue uno de los primeros estados indios en contar con acceso
a la televisión, el gobierno de la India no quena que su población sólo estuviera expuesta a las ondas
pakistanies. La capacidad de la población rural para acceder a emisiones de radio y televisión fue alentada
por un programa estatal de electrificación rural. De esta forma, en 1972 Srinagar ffie el tercer puesto
televisivo autorizado en la India después de Delhi y Bombay. Ver GANGULY, 5. Opeir. Págs. 35-36

~ GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 39

565
Jammu y Cachemira en tres regiones con tres religiones predominantes distintas
fomenta las tensiones regionales-comunales. En segundo lugar, el aislamiento
geográfico del Valle ha determinado una configuración del Islam cachemiri que se ha
mantenido al margen de las grandes corrientes de las políticas musulmanas en el resto
de la India. Los cachemiris nunca han encuadrado sus reivindicaciones en el marco de la
comunidad musulmana india, sino como parte de una sub-comunidad nacional, con
ansias e inquietudes privativas locales. Por otro lado, Ganguly asume que ‘aunque
resulta dificil demostrarlo sobre la base de evidencias sistemáticas, hay pocas dudas
sobre la discriminación a la que se enfrentan los musulmanes en los principales círculos
de la sociedad india. Al no haber una comunidad de expatriados sustancial en ningún
lugar de la India, los musulmanes del Valle eran comprensiblemente reacios a
aventurarse a buscar fortuna en el resto del paist.SS

En tercer lugar, como se ha podido experimentar en otros lugares del mundo,


cuando las fuerzas políticas seculares no son capaces de proporcionar canales adecuados
para la expresión del descontento popular el único medio viable que queda es la
búsqueda de la movilización política en función de enfoques etno-religiosos. Esta forma
de expresión de reclamaciones tiene una larga historia en Cachemira. En la década de
los 30 los seguidores de Sheikh Abdullah se habían enfrentado con los de Mirwaiz
Yusuf Shah, el líder religioso musulmán. Incluso después de la independencia una firme
corriente de sentimientos etno-religiosos había girado alrededor del partido
fundamentalista islámico Jamaat-e-lslami. En ocasiones Sheikh Abdullah llegó a
alentar a los seguidores del Jamaat para generar cierto temor en Nueva Delhi. La
estrategia era simple y efectiva: Sheikh Abdullah amenazaba con liberar las fuerzas del
Jamaat si Nueva Delhi no le apoyaba con rotundidad.59 Para consumar el daño, la
alianza electoral de 1987 entre la Conferencia Nacional y el Partido del Congreso
menoscabó de forma irreversible la imagen de la secular Conferencia Nacional y las
únicas vías de oposición politica en el Valle de Cachemira quedaron reducidas a los
partidos de orientación secesionista o fundamentalista. Por último, el factor
determinante de la orientación etno-religiosa de la sublevación en Jammu y Cachemira
ha sido Pakistán y el fenómeno del islamismo transnacional.

GANGULY, 5. Op.eit. Pág. 40

~ GJANGJULY, 5. Op.cit. Pág. 41

566
Al transformar el escenario socloeconómico de Cachemira y producir una
generación de cachemíris comprometidos políticamente al mismo tiempo de permitir
que las instituciones se desvirtuaran y corrompieran, los gobiernos locales y nacionales
dejaron abiertos escasos canales para la expresión del descontento y la disensión
política. Las demandas de mayor autonomía política fueron interpretadas como
incipientes corrientes secesionistas y se reprimieron de forma desproporcionada.
Inevitablemente, esta combinación de elementos irreconciliables condujo a la nueva
generación de cachemiris hacia formas alternativas de reivindicación más extremas, y
como los instrumentos de expresión política seculares e institucionales se obstruyeron,
la movilización y el activismo político se sumergieron paulatinamente en una dimensión
etno-religiosa y extra constitucional, también alentada por los cambios que se estaban
produciendo en el mundo musulmán.

567
8.2. BSSARROtLO BR LA IA”SORGMCIA Y COA?FJGTJRACIÓlV
ACTUAL DEL AWCRNAJ&O FOL/rICO FBI SN?OL2R~DAD

8.2.1. EVOLUCIÓN, DIMENSIÓN Y CONFIGURACIÓN DE LA


SUBLEVACIÓN NACIONALISTA EN I.JAMMU Y CACHEMIRA

8.2.1.1. Su dependencia de Pakistán y otros paises Arabes

El nacimiento de la insurgencia en Jammu y Cachemira es un fenómeno


complejo provocado por la articulación de impulsos políticos, económicos, culturales e
ideológicos mutuamente influyentes y diversos tanto en el campo local como en el
global o internacional. Dentro de los impulsos de índole ‘global’ o externa, la
promoción pakistaní del fundamentalisino islámico y de la sublevación armada, sin
haber supuesto uno de los principales factores impulsores del nacimiento de la
insurgencia, adquiere una importancia fundamental si la consideramos desde dos
ángulos. En primer lugar, el apoyo político descubierto de Pakistán al movimiento
separatista cachemiri y su intervención encubierta en las labores de aprovisionamiento y
adiestramiento de los guerrilleros supone hoy en día la principal causa de deterioro de
las relaciones indo-pakistaníes. En segundo lugar, la magnitud y los condicionamientos
de esta ayuda han determinado algunos de los perfiles adquiridos por la insurgencia con
el paso del tiempo y suponen una de las principales razones de su longevidad.

A pesar del incuestionable apoyo popular que suscitó en 1989 el movimiento


revolucionario, no obstante decreciente a medida que la población ha sufrido las
negativas consecuencias de la violencia y la inestabilidad, la supervivencia de los
grupos armados no habría sido posible sin la ayuda que reciben desde el exterior. El
movimiento de liberación cachemiri ha estado recibiendo sofisticado armamento del
mercado internacional, instrucción de mujahidin afganos e iraníes y, sobre todo,
financiación, armas y adiestramiento militar en Pakistán.

Desde el Tratado de Simia de 19’72 hasta la década de los 80, las posibilidades
de que Pakistán hubiera logrado la “liberación” de Jammu y Cachemira eran demasiado
remotas como para merecer un esfuerzo significativo de sus dirigente~. La superioridad
del Ejército indio excluía la conveniencia de provocar otra guerra, y la gradual

569
capitulación de Pakistán a la transformación de la CFL/LOC en una frontera
permanente, aunque no se admitía públicamente, parecía inevitable. Pero el nacimiento
por primera vez en la historia de Jammu y Cachemira de un poderoso movimiento
separatista musulmán en 1989 alimentó las esperanzas de Pakistán, que acababa de
sufrir un duro golpe por la depreciación de su valor para las potencias occidentales en el
nuevo escenario geopolítico posterior a la finalización de la Guerra Fría. Entre muchos
líderes civiles y militares pakistaníes prevalecía la opinión de que la historia ya estaba
presenciando los últimos años de supervivencia de los “conglomerados multinacionales”
o “estados imperiales”. Jammu y Cachemira, con la ayuda de Pakistán, sería uno de los
primeros territorios en escindirse de la Unión India.

Las denuncias sobre las distintas actividades impulsadas por el gobierno de


Pakistán para alimentar la sublevación en Jammu y Cachemira no provienen
exclusivamente de fuentes indias. Analistas y organizaciones independientes han
descubierto la intensa participación de Pakistán en la creación de un programa de
adiestramiento militar, suministro de armas y apoyo logístico a los combatientes en el
Estado. Este patrocinio a gran escala del terrorismo internacional ha sido denunciado en
2
diversas ocasiones por EEUU y otros paises occidentales, habiéndose producido un
reconocimiento, más o menos explicito, incluso por algunas fuentes pakistaníes.3

1 Alastair Lamb es uno de los autores no pakistanies que también considera que la India se dirige
inexorablemente hacia un proceso de desintegración que a la larga desembocará en su descomposición en
distintos estados independientes. LAMB, A. Kas/unir. A Disputed Legaey. Pág. 343

John Mallot, ex viceprimer secretario de Estado adjunto para Asuntos del Sur de Asia en EEUU, declaró
en 1993: ‘En Jammu y Cachemira los combatientes han lanzado una insurrección y han recurrido a actos
terroristas.., de los que tienen pruebas los grupos internacionales defensores de los derechos humanos.
Nos siguen preocupando los informes creibles de que el gobierno de Pakistán ha estado apoyando
oficialmente a algunos de los combatientes. Hay que acabar con dicho apoyo, tanto por nuestra futura
relación, como por el futuro de las relaciones indo-pakistanies y la solución del problema de Jammu y
Cachemira”. El laborista británico Jakc Cunningham declaró en 1994: “sería absolutamente erróneo
concluir que la violencia de los combatientes en el Estado es la respuesta de la juventud de Jammu y
Cachemira a la brutalidad de las Fuerzas de Seguridad. Lo que está ocurriendo hoy en Jammu y
Cachemira es una auténtica Insurrección armada apoyada desde fuera. Es inaceptable y hay que pararla’.
VINOD, M.J. “Cachemira y las relaciones Indo-pakistaníes: problemas y perspectivas”. Gran Via
Minotauro-Cinanco. Revista de Estudios Euro-Asiáticos. Ni. Universidad Moderna de Lisboa. Madrid,
Febrero 1996. Pág. 41

El ex jefe del Estado Mayor de Pakistán Mirza Aslam Beg reconoció en noviembre de 1991 que desde
1986 cientos de cachemiris indios habían sido entrenados por cl 151 y habian participado en la resistencia
afgana para ser más tarde devueltos a Cachemira. También en 1991, el periodista pakistaní Mushahid
Hussein analizaba la estrategia del gobierno de Pakistán de la siguiente forma: ‘... El enfoque que
aparentemente ha adoptado Pakistán es un “modelo afgano”, básicamente una guerra. continua, que ha
convertido a Cachemira en una herida sangrante dc la India”. KURSHID, 5. Op.cit. Págs. 68-69

570

.
Algunas milicias cachemiris también han admitido recibir ayuda de Pakistán, y las tesis
oficiales de la India a este respecto han sido generalmente aceptadas por investigadores
extranjeros como y. 1-lewitt y RXii. Wirsingt En los circulos occidentales e indios se
considera que el Ínter Services Intelligence (ISI) de Pakistán, su principal agencia de
información, es el instrumento fundamental, más o menos independiente del gobierno
central, para la organización y el adiestramiento de los combatientes cachemiris, y el
principal vehículo para el aprovisionamiento de armas a los grupos propakistaníesi

En los años 80 el 151 controlaba y dirigía la guerra de guerrillas que los


mujahidin sostenian desde Peshawar, en el noroeste de Pakistán, primero en Afganistán

en contra del entonces régimen de inclinación soviética instaurado en Kabul, y más


tarde en contra del propio Ejército soviético en aquellas partes de Asia Central que
formaban parte de la URSS.6 La estrategia resultó fructífera y se amplió y perfeccionó.
Siguiendo el ejemplo de algunas agencias de información occidentales durante las
guerras encubiertas en América Central y el Sudeste Asiático, el ISI buscó financiación
en la distribución y venta de narcóticos. La venta de heroína, según la CIA, supone hoy
en día una de las principales formas de financiación no sólo del terrorismo
internacional, sino de las propias campañas políticas en el interior de Pakistan.7

De esta forma, Pakistán desarrolló un modelo exitoso de financiación y


organización de guerrillas en el exterior que consideró aplicable para alcanzar sus
aspiraciones en Jammu y Cachemira. El primer lugar en el que Pakistán puso en
práctica estas tácticas dentro de territorio indio fue Punjab. La India tuvo que emplear
ingentes recursos militares y económicos para enfrentarse al separatismo sij, y el ISI
pudo comprobar sobre el terreno los beneficios que esta estrategia le podía proporcionar
en Janunu y Cachemira, que se convirtió entonces en su foco de atención en detrimento
de Punjabt

Ver, entre otros, HEWITT, V. Op.cit. Págs. 160, 184-188, y WIRSING, R. Op.cit. Pág. 118-124

Ver KURSHID, S. Op.cit. Págs. 58-79, y SAL-lA, H.P. Op.cit. Págs. 122-132

6 KURSHID, 5. Op.cit. Pág. 66

Un estudio sobre la utilización del contrabando de drogas para la financiación del terrorismo en Punjab
y Jammu y Cachemira en JAISINGH, 1-1. Op.cit. Págs. 191-198. Ver también SAHA, H.P. Op.cit. Págs.
13 1-134

8La Unidad de Operaciones concerniente a Terrorismo y Guerras no Convencionales de la Cámara de


Representantes de EEUU elaboró en ~993 un documento que corrobora esta exposición: “... la
571
En este punto entra en escena un nuevo episodio sobre el que algunos
investigadores neutrales, como Robert Wirsing. dudan si, como afirman muchos autores
indios tales a D.P. Kumar, refleja un hecho real o no es más que una reconstrucción
ficticia del que la India defiende que ha sido el origen de la sublevación. Según la
versión india, su principal agencia de inteligencia, India’s Research and Analysis Wing
(RAW), ha reunido pruebas que demuestran que Zia-UI-Haq convocó una reunión en
1988 a la que acudieron oficiales de máximo rango del Ejército y agentes de la
inteligencia pakistaní. El objetivo era estudiar los requisitos necesarios para provocar,
como primer paso de un proyecto de tres fases denominado “Operación Topac”, el
comienzo de la sublevación cachemiri que tendría lugar un año más tarde.9

Para Zia-UI-Haq, la liberación del Valle de Cachemira suponía una de sus


principales aspiraciones, aunque la situación en Afganistán hubiera centrado su interés
durante algún tiempo. Los anteriores recursos a la opción militar habían fracasado a
causa de la especial idiosincrasia de los cachemiris, que aunque favorecían la
integración en Pakistán, eran poco proclives a incurrir en las mismas tácticas de guerra
que los punjabis o los afganos para liberarse de una dominación extranjera. Por ello,
Zia-Ul-Haq se reservaba recurrir de nuevo a la opción militar, pero sólo como golpe de
gracia después de desarrollar una nueva estrategia adaptada al carácter de los cachemiris
que expiotara un uso coordinado de estímulos morales (religiosos) y ayudas materiales
para arruinar la determinación del enemigo, dañar su capacidad política y descubrirle
ante el mundo como un poder opresor. Se requería un período de caos durante el que
Pakistán debía evitar un ataque de la India y el comienzo de un nuevo enfrentamiento
directo entre los dos países.

esponsorización del terrorismo internacional y la subversión separatista no es algo nuevo para Pakistán.
Desde los años 70 Islamabad ha estado entrenando a los sijs y a otros movimientos separatistas indios
como parte de la estrategia de Zulfiqar Ah Bbutto de ‘promover la penetración estratégica’... Habiendo
presenciado el impacto inicial del mensaje islámico en la Cachemira india, Pakistán comenzó a ampliar
sus horizontes y situó sus miras en objetivos más ambiciosos. De esta forma, en 1986, con una
experiencia creciente en el adiestramiento, la organización y la dirección de los mujahidin afganos y
contando con suministros militares (a través de ayuda norteamericana, saudi y otras ayudas externas),
Pakistán comenzó a intensificar sus operaciones para promocionar y alentar el separatismo y el terrorismo
especialmente en Cachemira, como un programa estratégico a largo plazo”. KURSI-IID, 5. Op.cit. Pág. 68

Ver WIRSING, R. Op.cit. Pág. 114, y KUMAR, DR. Kas/unir: Pakisran~s Proxy War. Har-Anand
Publications. Nueva Delhi 1994. Págs. 118-121

572
Con esa intención, el ISI creó Markaz Dawat-ul Arshad (MDA), un centro para
la organización de actividades islámicas a nivel mundial. Los instructores del MDA
provenían principalmente de Argelia, Sudán y Egipto, y la mayoría tenía sobre sus
espaldas más de 10 años de experiencia en Afganistán. A principios de 1992, muchos de
estos veteranos de la guerra de Afganistán se trasladaron a la Cachemira pakistaní,
donde el Ejército de Pakistán había construido nuevos campos de adiestramiento. Según
un ex ministro de Estado de Asuntos Exteriores de la Unión India, Salman Kurshid,
para principios de 1993 había alrededor de 1.000 mujahidin “afganos” sólo en el MDA,
muchos de ellos más comprometidos ideológicamente con el concepto de un Estado
pan-Islámico que con una Cachemira pakistaní. Entre ellos se encontraban miembros de
algunas de las organizaciones más desestabilizadoras del mundo islámico, teniendo
vínculos estrechos con otros grupos de Oriente Medio como Hizbola o Mamas. La
siguiente etapa fue la de introducir estos mujahidin en Cachemira, Argelia y Egipto.’0

La entrada masiva de mujahidin extranjeros en Jammu y Cachemira comenzó en


la primavera de 1993 por dos razones fundamentales: En primer lugar, que la
efectividad de las Fuerzas de Seguridad indias había mermado sensiblemente la
capacidad y la moral de las organizaciones terroristas cachemiris. Y en segundo lugar,
que Pakistán observaba con preocupación la propagación de la ideología
independentista-secular sobre los idearios islámicos-propakistaníes.

En efecto, la periodista india Tavleen Singh pudo comprobar sobre el terreno


que para finales de 1991, y parte de 1992, la violencia se redujo sensiblemente en
Jammu y Cachemira. La gente ya no participaba masivamente en las protestas y las
aportaciones económicas a los grupos armados se redujeron sensiblemente.’’ Este
testimonio coincide con los informes de las Fuerzas de Seguridad indias, que indicaban
que las operaciones de contrainsurgencia y las tácticas de represión habían conseguido
cercenar los cuadros de mando de los grupos armados.

lO KURSHID, S. Op.eit. Pág. 71,yI-IEWITT, V. Op.cit. Págs. 160 y 186. Según la India, muchos de los
principales centros del terrorismo islámico están en Peshawar. Cada dia llegan a esta ciudad voluntarios
provenientes de Karachi, donde un departamento especial se encarga de comprobar que sean aptos para
ser enviados a los numerosos campos de adiestramiento de Afganistán. Estos centros de adiestramiento y
aprovisionamiento de armas han perfeccionado sus estrategias y han avanzado mucho en la calidad del
armamento utilizado, además de haber introducido sofisticados sistemas de comunicaciones.

SINGH, Tavícen. Op.cit. Pág. 182

573
Según estos informes, el arresto o la muerte de gran parte de los guerrilleros de
base y alto rango provocó la desmoralización entre las filas de las principales
organizaciones terroristas. Y Pakistán necesitaba que la violencia continuara, entre otras
razones porque estaba propiciando un cambio demográfico (con la huida de las
minorías) que eventualmente podría favorecer la “liberación” de Jammu y Cachemira.
La recuperación de los grupos armados desde finales de 1992 y principios de 1993,
según informaron las autoridades estatales y alguna prensa nacional e internacional, se
debió a la llegada de gran numero de mercenarios de otros países árabes, especialmente
Afganistán,12 oficiales de la agencia de inteligencia pakistaní (ISI), y guerrilleros del
Markaz Dawat-ul Anhad (MDA).’3

En lo referente a la propagación de los sentimientos seculares-independentistas,


los dirigentes pakistaníes estudiaban con preocupación la posibilidad de que la
sublevación se volviera en su contra. El apoyo popular del que gozaba el JKLF en
comparación con los grupos guerrilleros propakistanies estaba haciendo real la amenaza
de que eventualmente Pakistán no sólo perdiera Jammu y Cachemira, sino que,
mediante un proceso independentista, también se viera privado de Azad Kashmir y las
Areas del Norte. Robert Wirsing explica que Pakistán decidió frenar a las fuerzas
independentistas mediante la infiltración de mujahidin, el cierre de campos de
adiestramiento que no estuvieran directamente gestionados por el ISI, o la restricción de
la entrada en iammu y Cachemira de guerrilleros independentistas o armas destinadas a
sus organizaciones.4 El objetivo era que los mujahidin extranjeros se arrogaran el
mando de las organizaciones violentas y desarrollaran un plan de acciones subversivas a
gran escala.’5

Sin embargo, la llegada de guerrilleros extranjeros cambió dramáticamente la


situación sobre el terreno, despertando entre la población una reacción similar a la
presenciada durante las invasiones de 1947 y 1965. Al contrario que los grupos

12 Un análisis sobre la participación de níu/ahidin afganos en Jammu y Cachemira en RAY, AK. “Afghan
Mujahideen and Terrorism in Kasbmir”. Himalavan Research and Cultural Foundation. Occasional
Papers 1. Nueva Delhi 1995

~KURSHID, 5. Op.cit. Págs. 76-77

~ Ver WIRSING, R. Op.cit. Págs. 122-123

5 Parajunio de 1994 se calcula que alrededor de 1.200 extranjeros, la mitad afganos, estaban operando en

el Valle de Cachemira y el distrito musulmán de Doda en Jammu. KURSHID, 5. Op.cit. Pág. 79


574
insurgentes específicamente cachemiris, estas organizaciones demostraron ser
especialmente virulentas en sus tácticas y estrategias, despertando cada vez menos la
estima de aquellos observadores extranjeros que habían simpatizado con la lucha de
liberación del Estado y de los propios cachemiris. Al no tener ninguna unión de sangre
con el territorio, eran mucho más proclives a incurrir en la violencia en contra de la
población local. Paralelamente, se presenció un aumento de sus diferencias con otros
grupos rebeldes autóctonos que contribuyó a la aparición de luchas encarnizadas y
sangrientas.

\‘ernon Hewitt secunda esta apreciación defendida por autores indios como B.P.
Saha o Salman Kurshid. Para 1994 estaba claro que las pautas de actuación de estas
organizaciones estaban alimentando el desencanto entre la población local y habian
contribuido a la generalización de las violaciones de los derechos humanos.’6 A pesar de
que este proceso ha dañado notablemente a la causa pakistani, el MDA y algunos
grupos armados continúan apostando por el reclutamiento de mercenarios extranjeros,
hasta el punto de que, según las autoridades indias, un 40% de los guerrilleros activos
actualmente en .iammu y Cachemira no son nativos. Ahmed Rashid ha destacado
recientemente, desde las páginas de Foreign Affairs, la estrecha relación que existe entre
la complicidad de Pakistán con el multimillonario saudí Din Ladin y el apoyo que este
segundo presta a los guerrilleros cachemiris.’7

Pakistán persigue distintos objetivos mediante su apoyo a la sublevación en


Jammu y Cachemira, entre los que, como señala Robert Wirsing, promover la
“liberación” del Estado no es un fin inmediato, sólo se contempla como una meta a
largo plazo. Los dirigentes pakistaníes saben que la sublevación popular cachemirí no
tiene posibilidades de forzar este desenlace. Su propósito a corto plazo es dilapidar los
recursos de la India, desmoralizar a su Ejército, minar su reputación internacional
(especialmente mediante sus denuncias de violaciones de los derechos humanos),
conseguir una presión diplomática en su contra, responder con las mismas armas a la

HEWITT, y. Op.cit. Pág. 160. A finales de 1993 algunos de estos extranjeros abandonaron el Valle
afirmando que no estaban recibiendo suficiente colaboración de la población local. KURSI-IID, 5. Op.cit.
Pág. 78. Ver también SAHA, B.P. Op.cit. Págs. ~26-127

‘~Ver RASIJID, Ahmed. ‘The Taliban Exporting Extremism”. Foreien Affairs. Noviembre-diciembre,
1999. Pág. 28, y BEARAK, Barry. “Kashmir a Crushed Jewel Caught in a Vise of Hatred’. New York
Times. 12 dc agosto, 1999

575
injerencia india en algunos levantamientos separatistas en Pakistán y, por último, pero
no por ello menos importante, poseer un arma electoral que se pueda utilizar en contra
de los partidos integristas y los militares y para desviar la atención de la población de
los graves problemas internos que acucian a Pakistán.

De hecho, muchos guerrilleros apresados por las Fuerzas de Seguridad indias


han manifestado su decepción con Pakistán, al que acusan de no haberse esforzado lo
suficiente para sentar las bases de una sublevación efectiva, prolongada y sostenida.’8
Estas críticas son aún más duras en el caso de los guerrilleros pertenecientes a facciones
independentistas, que perciben con claridad que la autoproclamada defensa de la
“liberación de Jammu y Cachemira” por parte de Pakistán es una simple estrategia.
Islamabad pretende ocultar que su interés en Jammu y Cachemira, al igual que el de la
India, es consumar su propio proyecto de construcción nacional, y no garantizar, como
declara, el derecho de autodeterminación de la población cachemírí.

Como conclusión se puede afirmar que, como poco, el apoyo o sostenimiento de


Pakistán de la sublevación separatista ha supuesto un elemento configurador de sus
estructuras y capacidades hasta tal punto que puede determinar la mejora o el
empeoramiento de la suerte de las distintas facciones activas, como demuestra el
debilitamiento de las infraestructuras y la falta de recursos que sufre el JKLF. Muchos
de los grú~os giierrilléros cachemiris son creación párcíal o total dél ISi,yla ma~oda ¿e
las principales organizaciones dependen en gran parte para su financiación y
aprovisionamiento de esta agencia de inteligencia.

EEUU y otros países occidentales han criticado esporádicamente la ayuda


exterior a los grupos armados del Valle. Washington amenazó con retirar sus ayudas
económicas a Pakistán en 1990 si resultaban ciertas las acusaciones de complicidad con
los terroristas. Pero al final, ni en esta ocasión ni en ninguna otra se han adoptado
iniciativas firmes para persuadir a Pakistán de que deje de patrocinar el terrorismo. Este
tipo de injerencia no sólo supone un recio obstáculo para la búsqueda de una solución
por medio de negociaciones indo-pakistaníes, también es un factor altamente perjudicial
para la población civil cachemiri que es, en último término, la víctima más perjudicada.

‘~ WIRSING, R. Op.eit. Págs. 121-122

576
8.2.1.2. Perfil de los principales grupos armados y del movimiento
de liberación cachemlri

Proporciones territorial, demográfica y etnográficas e impacto de la


sublevación

El grado de participación popular supone una referencia esencial en el análisis


de una disputa de estas características. Como primer dato a tener en cuenta, hay que
señalar que la identificación de la población musulmana con la insurrección ha seguido
una línea decreciente desde su inicio en 1989. Por otro lado, en comparación con otros
levantamientos separatistas en otros lugares del mundo, la sublevación cachemiri
presenta unas proporciones relativamente reducidas. Territorialmente hablando, está
confinada casi exclusivamente al Valle de Cachemira, la región más pequeña de las tres
que forman iammu y Cachemira. Y en cuanto a su composición demográfica, son los
musulmanes cachemiris, musulmanes oriundos del Valle, de lengua cachemirí y que
viven según la cultura específicamente cachemiri, los que capitalizan la insurrección
con una participación muy irregular de las otras comunidades musulmanas del Estado.

El Valle de Cachemira presenta una extensión superior a las 8.000 millas


cuadradas si es medida de cumbre a cumbre, pero sólo de aproximadamente 3.000
millas cuadradas si se limita a la superficie del Valle. En comparación con la totalidad
del antiguo Estado nativo, un área aproximada de 85.809 millas cuadradas, el Valle sólo
supone alrededor del 10% de su extensión total.’9

Otras limitaciones vienen condicionadas por el hecho de que la población de


Jammu y Cachemira continúa siendo marcadamente poli-étnica y poli-confesional y
que, excluyendo los territorios que no han sido integrados por la India, los verdaderos
musulmanes cachemiris no superan la mitad de la población total del Estado. En el
censo de 1981 los musulmanes alcanzaban cerca del 95% de la población total del Valle
de Cachemira, y el éxodo de la práctica totalidad de los cachemiris pandits desde el
comienzo de la sublevación puede haber acercado aún más el porcentaje al 100%. Es
cierto que el Valle de Cachemira es, además, la más poblada de las tres regiones del

‘~ Ver WIRSJNC, R. Op.cit. Págs. 124-126

577
Estado.20 No obstante, las mayorías no musulmanas de Jammu (un 704%) y Ladakh
(53’96) ya habían reducido para 1981 el porcentaje de población musulmana en la
totalidad de Jammu y Cachemira a un 64%.2L

Pero incluso estas cifras admiten cierta matización, puesto que la población
musulmana no es homogénea ni etno-lingtiística ni religiosamente hablando. La
mayoría de los musulmanes del Estado son sunitas, una comunidad que está dividida
entre las opciones de integración en Pakistán o independencia. Pero la minoría shií,
mayoritariamente a favor de la adhesión a Pakistán, es bastante influyente en algunas
localidades. El conjunto de los musulmanes que hablan cachemirí es muy superior a
cualquier otra minoria étnica, pero también hay núcleos importantes de parlantes de
dogri, balti, gujari, pahari o pothwari que luchan por preservar su principal seña de
identidad cultural.22

El grado de identificación de estas minorías musulmanas en relación con las


ansias políticas de la mayoría musulmana cachemiri varia. Por ejemplo, algunos de los
musulmanes de Jammu, especialmente en el distrito de Doda, tienen una afinidad
cultural considerable con los musulmanes del Valle. Pero la mayoría, especialmente en
los distritos de Rajouri y Poonch, tienen mucho más en común con la población de
Azad Kashmir o el Punjab pakistaní. Por lo que se refiere a los musulmanes de Kargil,
el grado de indiferencia y de falta de sintonización con los sublevados del Valle ha sido
sorprendente. Ni ellos, ni los budistas de Leh, ni los hindúes de Jammu aceptarían ser
integrados en una cachemira independiente.23

2<’
En 1994 la población de Jammu y Cachemira alcanzaba los 7.718.700 habitantes, concentrándose cerca
de la mitad en el Valle. The Europa Year Book. 35 Edition. Vol. 1. Ed. Europa ¡994. Pág. 1429. De
cualquier forma, en comparación con los más de 11 millones de habitantes que tiene la totalidad de la
región abarcada por el anterior Estado nativo, este porcentaje no es tan extraordinario. En Azad Kashmir
se estimaba que vivían 2.656.000 personas en 1992. KARIM, A. Op.eit. Pág. 44. Y en las Areas del Norte
se calcula que habitaban unas 650.000 en 1996. RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 18

2’ El Estado ha sufrido muchos cambios demográficos desde 1947. El más significativo es la reducción de
la población musulmana en Jammu (por las emigraciones e inmigraciones durante la crisis de la Partición
y la evolución de la sublevación) desde un 61% en 1941 a un 296% en 1981. Esta evolución demográfica
ha provocado que sólo 3 de los 6 te/isil» del distrito de Jammu (Doda, Poonch y Rajouri) continúen
teniendo una mayoria de población musulmana. WIRSING, R. Op.cit. Pág. 126

22 Un estudio sobre eí mosaico etno-lingúistico en .Jammu y Cachemira en WARIKOO, K. Jwnmu,


Kashnzir ¿md Ladakh. Linguistie Prediúamnent. 1-lar-Anand Publications. Nueva Delhi 1996

23 Ver HEWITT, y. Op.cit. Págs. 169-170

578
Entre las comunidades musulmanas minoritarias del Valle de Cachemira
también existe escepticismo acerca de los beneficios que pudiera conllevar una
independencia lograda por la mayoría sunita y de lengua cachemiri. No obstante, a pesar
de la importancia que algunos autores indios, tales a MD. Nalapat, pretenden conceder
a este factor, el componente étnico no parece suponer una barreta insalvable para la
unidad de los musulmanes en contra de la dominación india.24 Los separatistas del Valle
mantienen una estrecha alianza, y reciben un apoyo material substancial, de los
musulmanes de Azad Kashmir y de otras comunidades con pocas similitudes culturales.
En general, y a pesar de que existen excepciones, Robert Wirsing considera que la
división entre hindúes y musulmanes neutraliza cualquier diferencia que pueda existir
en el interior de la propia comunidad musulmana. Lo que no excluye la posibilidad de
que, si se llegara a producir la improbable independización del Estado, surgieran
tensiones entre estas comunidades destinadas a evitar la instauración de un régimen de
dominación étnica cachemiri.25

Además de desde sus proporciones territoriales, demográficas y etnográficas, la


sublevación separatista cachemiri también debe ser observada en términos del grado de
violencia que ha generado, de las tácticas utilizadas para generar esta violencia, y de las
repercusiones que ha tenido en otros aspectos económicos y sociales.

Uno de los principales impactos que ha tenido la sublevación ha sido el éxodo


masivo del Valle de entre 150.000 y 300.000 miembros de la comunidad hindú pandit y
otras minorías, en especial la su, que todavía sobreviven en campos de refugiados a las
afueras de Jammu. Este éxodo, que actualmente continúa con más fuerza en los distritos
musulmanes de Jammu, como Doda, responde fundamentalmente a una política
deliberada alentada por algunas organizaciones guerrilleras islámicas destinada a
- 26
provocar una limpieza etníca. No obstante, algunos grupos armados acusan a las
24 Ver NALAPAT, MD. “A Misstep in the Brink of Victory”. Ihe Times of India. 1 de enero de 1996, y
JAISINCH, 11. Op.cit. Págs. 213-215

~ WIRSING, R. Op.cit. Págs. 127. El profesor eachemiri Mohammed Ishaq Khan señala que, a pesar de
que la comunidad musulmana cachemiri no es homogénea y de íue existen varios sub-grupos
diferenciados en términos de su origen geográfico, racial e incluso de casta, no ha perdido del todo su
homogeneidad. ‘El mismo hecho de que toda la población musulmana de Cachemira comparta un mismo
enfoque religioso y politico le da un carácter relativamente monolitico”. KHAN, M. 1. Op.cit. Pág. 129
26 Ver BLANK, Jonah. ‘Kashmir: Eundamentalism Takes Root’. Forcien Affairs. Noviembre-diciembre,
1999, Págs. 45-47, BURNS, John F. “25 Hindus Killed in Kashmir; Muslim Backed Guerrillas Blamed”.
NewyorkTimes. 20dejunio, 1998. SIMMCNS, Lewis II. ‘CachemiraEntreDosfuegos’.National

579
autoridades indias de haber provocado el desplazamiento con la intención de darle una
complexión comunal al movimiento separatista y de crear el escenario adecuado para
una impune represión violenta de los musulmanes.27

Por lo que se refiere a la configuración de las actividades subversivas, parece


que las organizaciones armadas cachemiris siguen las tácticas de los mujahidin afganos
durante los primeros años de su lucha contra los soviéticos y las tropas del Ejército
afgano de apoyo soviético. Los cachemiris están especialmente armados y equipados
para llevar a cabo misiones de asalto y repliegue en contra de objetivos poco protegidos,
pero no para el combate directo con las fuerzas regulares o paramilitares indias.28

Quizás por ello la proporción de víctimas mortales de la sublevación cachemiri


sea reducida en comparación con otras confrontaciones similares en otros lugares del
mundo. Por ejemplo, en Argelia se calcula que se han producido más de 100.000
víctimas mortales en los últimos 8 años, mientras que en Jammu y Cachemira se
considera que sus II años de sublevación no han provocado la muerte de más de entre
30.000 y 40.000 civiles, militantes cachemiris y soldados indios y pakistaníes.29

La ausencia de enfrentamientos directos prolongados en pueblos o ciudades


entre las Fuerzas de Seguridad y los guerrilleros ha permitido que los daños materiales
también sean relativamente pocos. Según las autoridades indias, la mayor parte de los
daños son fruto de incendios provocados por los guerrilleros en algunas zonas urbanas,
que afectan principalmente a residencias privadas. Pero no se puede descartar que
algunos incendios formen parte de redadas o maniobras de represalia en bastiones
insurgentes. De lo que sí son claramente responsables los guerrilleros es de la

G,eoeranbic. Septiembre de 1999, ‘Toque dc queda tras una matanza en Cachemira ‘. El Pais, 21 dc junio
de 1998
27
Ver RAL-IMAN, M. Op.cit. Pág. 153. El gobernador Jagmohan recibió criticas por haber manifestado
públicamente, cuando los enfrentamientos comunales todavía eran inexistentes en Jammu y Cachemira,
que no podía garantizar la seguridad de los hindúes del Valle, alentando de esa forma su éxodo. Según los
criticos del anterior gobernador, Jagmohan estableció campos de refugiados en Jammu (una iniciativa que
ni siquiera sc adoptó cuando miles dc sijs fueron asesinados en Delhi en 1984 y cientos de musulmanes
murieron en Bihar en enfrentamientos religiosos> con la intención de darle una configuración comunal al
conflicto. Ver Report on Kashmir”. The Radical Humanisí. Nueva Delhi, Mayo de 1990. Págs. 30-32

28 NIRMAL, A, y BARTARIA, V. Op.cit. Págs. 44-46, y SAI-JA, B.P. Op.cit. Pág. 80

29Vcr SIMMONS, Lewis H. ‘Cachemira Entre Dos Fuegos”. National (ieonranhic. Septiembre de 1999.
Pág. 12. WIRSING,R. Op.cit. Pág. 138,y “La disputa de Cachemira”. ElPais. 3Ode mayo de 1998

580
destrucción de centros de educación no islámicos, edificios gubernamentales, puentes,
instalaciones necesarias para el mantenimiento de los servicios públicos (estaciones de
electricidad, televisión...) y propiedades privadas de la comunidad hindú:

Por último, la insurrección ha dañado fuertemente a la industria turística y la


administración gubernamental. De los más de 500.000 turistas indios y 60.000
extranjeros que recibía anualmente el Estado antes de la sublevación, hoy en dia apenas
existe turismo interno y las visitas desde el exterior se habían reducido un 80% en 1993,
antes de que desaparecieran cinco occidentales secuestrados en julio de 1995. Al
margen del colapso de la industria turística, no hay acuerdo entre los investigadores de
la cuestión de Cachemira a propósito de la situación económica general. Robert Wirsing
opina que no es tan penosa,- mientras que Tavleen Singh asegura que para 1995 el
Estado ya estaba en bancarrota.32 En efecto, parece ser que la mayor parte de la
población se ha visto privada de sus fuentes de ingreso y casi todos los sectores
económicos se han hundido. De hecho, en un informe de 1994 sobre seguridad en
Jammu y Cachemira, el ex militar Afsir Karim confirmaba que ante la ausencia de
alternativas económicas viables y de respuestas adecuadas por parte de la
administración, muchas de las personas que dependían del turismo, la artesanía, la venta
de alcohol, o la gestión de centros de ocio, se han visto forzadas a unirse a las filas de
33
los guerrilleros para asegurarse una forma de subsistencia:~

La administración cachemiri si que babia colapsado por entero para 1996, año en
el que se celebraron las primeras elecciones en el Estado desde 1987 y en el que se
abordó la dificil tarea de volver a poner en funcionamiento las instituciones. En 1995
muchos departamentos habían desaparecido, y otras agencias, como las relacionadas
con la enseñanza y la sanidad públicas, la recaudación de impuestos, el suministro de
alimentos, agua y electricidad.., estaban prácticamente paralizadas. El Ejército y la
policía cubrían en ocasiones el vacío administrativo donde la administración civil había

30 NIRMAL, A, y HARTARíA, V. Op.cit. Págs. 51-54. Ver también WIRSING, R. Op.cit. Pág. 140

~‘Según Wirsing, el 10% de la economía estatal que dependia del turismo ha sido absorbido por otros
sectores, y la agricultura y a industria artesanal, principales sectores de la economia cachemiri en la
actualidad, no se han visto perjudicados por la sublevación. WIRSING, R. Op.cit. Pág. 141

32 SINGI-], Tavleen. Op.cit. Pág. 217

~ KARIM, A. Op.cit. Pág. 205. Ver también SARIN, Ritu. ‘MilitancyHas Eroded J-K Welfare System”.
ludian Exoress. 2 dc junio dc 1996

581
dejado de funcionar. Después de las elecciones de 1996 muchos de estos servicios
públicos empezaron una lenta andadura,34 pero actualmente la situación sigue estando
lejos de la normalidad.

Organización de los grupos guerrilleros y sus diferencias


ideológicas

El núcleo de la insurgencia se encuentra en Srinagar, el centro neurálgico del


Valle de Cachemira. Se considera que los principales grupos armados en Jammu y
Cachemira son: hizbul Mujahideen (FIUM), Jkhan-ul-Muslimeen, Al Jehad, AI-Barq, Al
Umar y el Frente de Liberación de Jammu y Cachemira (JKLF).35 De estos seis, todos
menos el independentista JKLF defienden la integración de iammu y Cachemira en
Pakistán. ]Jizbu/ JVh<jahideen y el JKLF son, con diferencia, los grupos mejor
organizados y que cuentan con más respaldo popular en el Valle.

La diferencia de idearios entre las dos facciones de organizaciones guerrilleras


es, evidentemente, abismal. Tanto que periódicamente se producen muertes de
militantes sin explicación oficial que son reconocidas como producto del enfrentamiento
que protagonizan los grupos independentistas y los propakistaníes, especialmente el
JKLF e J-fizbul Mujahideún.36 Ambas organizaciones firmaron en abril de 1993 un
tratado de cooperación por el que se comprometieron a luchar para alcanzar primero la
independencia y decidir más tarde, por medio de un plebiscito de autodeterminación, si
el Estado permanece independiente o se integra en Pakistán: Sin embargo, este tratado
no pudo evitar que la rivalidad entre ellos se haya perpetuado38 Además, como
puntualiza Vernon Hewitt, otras organizaciones islámicas no han asumido su

~‘Ver NARAYANAN, M.K . ‘The J&K Balance Sheet: More Debit than Credit’. The Asian Ane. 6 de
octubre 1997, KHARE, Harish. “Seeking a Better Economie Deal”. The Hindu. 23 de septiembre 1997

Ver KARIM, A. Op.cit. Págs. 312-3 13

36 Las autoridades indias consideran que las poblaciones rurales apoyan la independencia, mientras que
las zonas urbanas son propakistanies. KARIM, A. Op.cit. Pág. 312

37 Texto del acuerdo en RAHMAN, M. Op.cit. Apéndice?

~ Ver SAHA, B.P. Op.cit. Págs. 76-79, 91-92

582
compromiso con respetar la voluntad mayoritaria en caso de que ésta favorezca la
instauración del Estado independiente, democrático y secular que propugna el JKLF.39

Los expertos indios Anjali Nirmal y Virendra Bartaria subrayan que Hizbul
Mujahideen no sólo protagoniza enfrentamientos, a veces directos, con el JKLF. Su
deseo de convertirse en la organización puntal del movimiento de liberación le lleva a
disputar con otros grupos de igual ideología fuentes comunes de financiación (como la
extorsión), la labor de mantenimiento del orden público (cuyo vacío, en ausencia de una
administración efectiva, ha sido a veces cubierto por los guerrilleros), o simplemente la
potestad de reclutar a jóvenes para integrarlos entre sus filas)0

Existen otra muchas organizaciones políticas o armadas de evolución inestable,


vida efimera y zonas de actuación localizadas que entran y salen de alianzas con otros
grupos. De hecho, uno de los relieves más representativos del movimiento separatista
cachemiri, y que como admite Afsir Karim más han facilitado las operaciones de las
Fuerzas de Seguridad indias, es que está altamente fragmentado y no existe un mando
unificado.4< Aunque se han intentado fraguar alianzas para alcanzar la unidad de los
principales grupos armados, éstas sólo han fructificado entre los grupos de
representación política.

Aunque es imposible conocer con exactitud la cifra exacta de organizaciones


políticas o armadas que operan en el Estado, obteniéndose según la fuente cifras que
oscilan entre las 20 y las 70, algunas de ellas han conseguido darse a conocer por
encima de las demás. Este es el caso, además de las seis ya mencionadas, de Hizballah,
I-Jarkat-ul-Ansar, Los Tigres de Allah, Lashkar-e-Tolba, Jamaat-e-Jslami, la Liga
Popular, la Conferencia Popular, Zia Missionary Force, Tehri/c-a-Islami, Al Karbala, Al
Khomeni, Operation Balakote, Mahaz-i-Azadi, Dukhtaran-i-Millat, Zarb-i-Kaleem,
I-lizbul Jehad y la Liga Islámica de Estudiantes. Un breve repaso a las características de
algunos de los grupos armados permite dar una imagen general de los distintos perfiles
que definen la actual lucha secesionista.

~> HEWITT, V. Op.eit. Pág. 166

40 NIRMAL, A, y BARTARIA, V. Op.cit. Págs. 95-97

~‘ KARIM, A. Op.cit. Pág. 312

583
El Frente de Liberación de .Jammu y Cachemira (JKLF): El Frente de
Liberación de Jammu y Cachemira, considerado como la rama armada del antiguo
Frente por el Plebiscito, fue fundado en 1976 en el Reino Unido por Maqbool Butt y
Amanullah Khan, aunque tiene sus origenes en el Frente de Liberación Nacional de
Cachemira, fundado en 1966 por Butt, Amanullah y Hashim Qureshi. El JKLF tiene la
historia más larga y sólida de lucha militar contra la ocupación india. El JKLF apoya
una ideología nacionalista y democrática opuesta al fundamentalismo islámico. Se
declara un partido secular y pretende que .Jammu y Cachemira se reunifique con los
territorios ocupados tanto por Pakistán como por China para convertirse en un Estado
independiente.42 Ello le ha supuesto la pérdida de las ayudas que recibía de la nación
islámica y le ha convertido en el blanco de otras organizaciones propakistaníes y del
propio ISI, empeñados en provocar su hundimiento. No obstante, el JKLF, cuyo
principal dirigente, Yasim Malik, renunció a la lucha armada en l995,~~ se declara
dispuesto a aceptar la adhesión a Pakistán si esa es la voluntad manifestada por la
población a través de un plebiscito. Aunque sus infraestructuras están muy debilitadas y
sus miembros sobreviven con medios escasos, el JKLF sigue siendo considerado el
grupo político/armado con más respaldo popular dentro del Estado.

Hizbul Mujahideen: Es la rama militar de Jamaat-e-Islami y el grupo que recibe


mayor apoyo de Pakistán, lo que le permite erigirse como la organización más grande,
mejor equipada y más temida de Cachemira. Hizbul Mujahideen es considerado el
principal exponente de las agrupaciones propakistanies y lucha por establecer una
república islámica en Cachemira. Hizbul Mujahideen ha llegado a reunir alrededor de
4.000 jóvenes oriundos, fundamentalmente, de los distritos de Badgam y Haramullah,
además de contar entre sus filas con un número considerable de mujahidin afganos.
Hizbul Mujahideen está comprometido con el Islam y la guerra santa o jihad y, aunque

42 Algunos autores pakistaníes afirman que la organización se ha ido aproximando gradualmente a una
ideología islámica, sin embargo, la historia del JKLF apunta en sentido contrario. El JKLF ha reafirmado
su compromiso con un nacionalismo cachemiri secular. De hecho, el corpus ideológico de este grupo
tiene más en común con la tradición dc activismo politico de Sheikh Abdullah, sobre todo cuando
lideraba el Frente por el Plebiscito, que con cualquier otra organización islámica. La razón deque eí
JKLF y la Conferencia Nacional no mantengan una relación más estrecha se encuentra en la reputación de
colaboracionista y en la renuncia del plebiscito del segundo. Ver RAI-IMAN, M. Opcit. Pág. 154

~ A finales de 1995, el JKLF (Valle) renunció a la clandestinidad y se unió a la coalición de fuerzas


políticas dc la Hurriyat Conference. Esta transformación fue posible gracias a la excarcelación en 1994 de
Yasim Malik, prominente líder del JKLF que decidió renunciar a la violencia y prolongar su activismo
político por medio de la desobediencia civil, Esta decisión provocó una fracción interna ene! JKLF.

584
la organización asegura a la población hindú que su lucha sólo se dirige en contra de la
ocupación india y que no debe considerarse blanco de sus actividades, se le acusa de ser
el principal responsables del éxodo de los pandits del Valle.

Al Jehad: Es la rama militar de la organización cachemiri propakistani Liga


Popular (cuyo primer líder, Shabir Shah, patrocinó finalmente la opción de la
independencia) y está instaurado, principalmente, en el distrito de Anantnag. Al Jehad
fue fundado en diciembre de 1991 para desarrollar lo que se denominó una “reforma de
la sociedad”: el cierre de bares y todo tipo de establecimientos que provocaban
“degradación moral”. Aunque continúa activo, actualmente sus miembros carecen tanto
de organización como de disciplina y han sufrido las consecuencias de importantes
disensiones internas. Al Jehad ha llegado a contar entre sus filas con alrededor de 1.800
guerrilleros, aunque esta cifra ha variado sensiblemente a lo largo de los años a causa de
sus problemas internos.44 En 1992, su líder, Sheikh Abdul Aziz, admitía públicamente
recibir ayuda de Irán, Pakistán, Afganistán y Arabia Saudí.45

Ikhan-uI-Muslimeen: Ikhan-ul-Muslimeen fue fundado por un anterior


colaborador del líder del JKLF Yasim Malik, Hilal Ahmed Beig. Sus primeras
desavenencias con Malik le llevaron a organizar una rama estudiantil del JKLF,
conocida como Frente Estudiantil de Liberación de .[ammu y Cachemira (JKSLF), que
surgió como un potente y violento grupo terrorista a principio de los 90. En 1991 Beig
cambió el nombre de JKSLF por el de Jkhan-ul-Muslimeen y abandonó el objetivo de la
consecución de la independencia por el de la integración en Pakistán. Se considera que
reunió a unos 300 guerrilleros entre sus filas, de entre los que en 1994 se escindió un
grupo, Jkhwan-e-Muslimoon, para conformar una guerrilla paramilitar con apoyo del
Ejército indio que ha convertido a sus antiguos aliados en su principal objetivo.

Al Unzan Esta organización era considerada la rama militar del Comité de


Acción Awami. Su base de apoyo estaba ubicado en el área de Jami Masjid y Rajouri
Kadal en el centro de Srinagar. Desde el arresto de su lider, Mushtaq.Latram, en 1993,
la organización perdió mucha de su anterior fuerza y se considera que no llegó a superar

NIRMAL, A, y HARTARíA, y. Op.eit. Págs. 85-86


‘Only The Indian Army Remains To Be Driven Out”. The Illustrated Weeklv of India. 10-16 de
octubre de 1992

585
la cifra de 300 guerrilleros operando en sus filas. Sus objetivos políticos, más allá de la
extorsión, no están muy claros.

liarlwt-ul-Ansar: La aparición de esta organización en 1992 inyectó en la


sublevación cachemiri unas ramificaciones regionales e internacionales más complejas
y transformó de diversas formas el perfil de la sublevación popular. Desde 1992,
después del colapso del régimen de Najibullah en Afganistán, muchos mujahidin
afganos comenzaron a emigrar a Cachemira para continuar con la guerra santa o, en
algunos casos, para garantizar su supervivencia por medio del enriquecimiento criminal
y los saqueos impunes ante la imposibilidad de reintegrase socialmente. Algunos
mujahidin se integraron en I-Iizhul Mujahideen o en grupos similares de ideología
propakistaní, pero el grupo con mayor presencia “afgana’ desde 1993, después de la
consolidación de varias pequeñas organizaciones, fue Harkat-ul-Ansar. Estas
organizaciones destacaron por la violencia de sus tácticas y estrategias frente a los
grupos insurgentes específicamente cachemiris y, en general, dañaron la imagen de la
lucha nacionalista armada provocando que parte de la sociedad, que también se vio
perjudicada por sus operaciones, dejara de apoyar la insurgencia.

En efecto, Harkat-ul-Ansar actúa más como rama de la organización


internacional, que también tiene delegaciones en otros muchos países del mundo
islámico, que como una organización guerrillera específicamente cachemiri. Su objetivo
es la expansión del Islam, y su presencia en Pakistán, con la tarea de adiestrar jóvenes
para la lucha en Afganistán en contra de la URSS, es anterior al nacimiento de la
insurrección cachemiri.46 Esta organización ha llegado a contar con unos 2.000
integrantes, siendo el 80% de ellos extranjeros.47

Lashkar-e-Tolba: Es la rama militar de la organización fundamentalista islámica


con base en Pakistán Mar/caz al Dawa Jrshad, cuya finalidad también es la extensión
internacional del islamismo. Es un grupo armado más pequeño, que no ha superado los
800 guerrilleros, y está integrado principalmente por pakistaníes y afganos. Sus campos
de adiestramiento se encuentran en Pakistán, Azad Kashmir y Afganistán.48

46 HEWITT, V. Op.eit. Pág. 160

47NIRMAL, A, y BARTARIA, V. Opeir. Págs. 83-84


~ NIRMAL, A, y BARTARIA, V. Op.cit. Págs. 84-85

586
Capacidad y objetivos militares

Al margen de esta aproximación a los distintos perfiles de la lucha armada en


iammu y Cachemira, resulta fundamental analizar cuáles son los móviles que mueven a
un importante número de jóvenes cachemiris a participar activamente en “la lucha de
liberación~’. La autoridades indias han defendido ciertas consideraciones a propósito de
esta cuestión que son rechazadas por otros autores y tachadas de responder a una clara
tendenciosidad politica. Entre ellas, la aseveración de que la mayoria de los guerrilleros
carece de titulación profesional o es totalmente analfabeta, que pertenece a las clases
sociales más desfavorecidas, y que sólo el 16% de la población local apoya a los
guerrilleros por motivos ideológicos, habiendo sido un tercio de los guerrilleros
coaccionados para unirse a las filas de los grupos armados.49

Estas afirmaciones son rechazadas por los autores indios Anjali Nirmal y
Virendra Bartaria. En primer lugar, Nirmal y Hartaría señalan que no es cierto que sólo
haya jóvenes desempleados y analfabetos entre las filas de los guerrilleros. En segundo
lugar, según su análisis de las motivaciones que llevan a los jóvenes cachemiris a
participar en la lucha armada, efectivamente la coacción a las familias para que
sacrifiquen a alguno de sus miembros existe y se produce, pero en ningún caso en un
grado tan elevado como insinúan las autoridades indias.

Por el contrario, los principales factores estimulantes son los abusos de las
Fuerzas de Seguridad y su actitud prepotente y abusiva de fuerza de ocupación (los
cachemiris han visto que cualquiera, guerrillero o no, puede ser golpeado, humillado en
público, torturado o asesinado sin razón aparente), factores socio-políticos o ideológicos
(no hay que olvidar que el sentimiento nacionalista cachemiri ha estado presente en el
Estado desde tiempos inmemoriales), el factor islámico (aunque rec¡ente, ha asumido
proporciones importantes), el sentimiento de traición (promesas incumplidas, elecciones
fraudulentas, aplastamiento de la democracia...) y, por último, la criminalización del

~ El informe de un equipo indio de investigación sobre Defensa en Jammu y Cachemira publicado en


1994 señala que el fundamentalismo islámico se ha convenido en la principal motivación para los
guerrilleros; que debido a Ja amplia mayoria musulmana en todas las áreas del Valle de Cachemira no se
ha podido producir ningún movimiento de resistencia entre las comunidades minoritarias; y que el 87%
de los guerrilleros está por debajo de los 25 años de edad. KARIM, A. Op.cit. Pág. 312

587
movimiento de liberación, que ha convertido la lucha contra la dominación india en una
excusa para el robo, la extorsión y el enriquecimiento de los guerrillerós.50

De cualquier foi-ma, es necesario subrayar que hoy en día son mayoría los
observadores neutrales que reconocen que los guerrilleros están muy poco motivados,
que rutinariamente infringen sobre la población la misma violencia que las Fuerzas de
Seguridad, y que el movimiento de liberación se ha criminalizado)’ Muchos
guerrilleros se han entregado a la extorsión y han transformado el secuestro de
funcionarios o comerciantes en un negocio muy rentable.52 Esta mercantilización de la
“lucha por la libertad” ha corrompido el movimiento de liberación y lo ha debilitado, lo
ha alejado de sus objetivos y ha dañado su imagen pública.53 La desilusión de la
población y el descenso de jóvenes dispuestos a participar en la lucha armada sólo han
podido ser compensados con la mayor entrada de rnuja/zídi¡i extranjeros. Pero el
remedio ha sido peor, puesto que estos mercenarios están principalmente motivados, o
por un furor islámico que continúa sin contar con un respaldo mayoritario entre los
musulmanes cachemiris, o por los beneficios económicos que ádquieren de sus
actividades subversivas en Jammu y Cachemira:

NIRMAL, A, y BARTARIA, V. Op.cit. Págs. 99-104

~‘Ver BLANK, Jonah. “Kashmir: Fundamentalism Takes Root”. Forcien Affairs. Noviembre-diciembre,
1999, Págs. 45-47, y SIMMONS, Lewis 1-1. “Cachemira Entre Dos Fuegos”. National Geonranhie
Septiembre de 1999
52 En un informe de 1996, Human Rights Watch/Asia dedicaba tres capitulos distintos a las violaciones de
los derechos humanos cometidas en por las Fuerzas de Seguridad de la India, por el apoyo de Pakistán a
los grupos armados, y por las cada vez más abusivas actividades de estos grupos. Además del recurso de
estas organizaciones, con una importante participación de extranjeros, a atentados que provocan la muerte
de civiles o que suponen ataques a activistas pro derechos humanos o políticos independentistas
moderados proclives a la negociación con la India, esta ONG hace una mención especial a la proliferación
de la extorsión y el secuestro como medio de obtener financiación o concesiones políticas. Ver el informe
de Human Rights Watch/Asia dc mayo de 1996 en http://www.ummah.org.uk/kashmir/reports/backg.htm

~ Según un miembro de la Conferencia Nacional en el exilio, “hubo una vez en que se trataba de un
movimiento popular, en enero, febrero.. hasta mayo de 1990, pero no desde aquel momento en adelante”.
Hoy en día el movimiento está conducido básicamente por “canallas,, pistoleros, rateros... (gente) más
culpable... de matar a otra gente que las Fuerzas de Seguridad... Ya no es un movimiento popular... Las
violaciones de los derechos humanos cometidas por los guerrilleros son tan crueles como las cometidas
por las Fuerzas de Seguridad”. Ya no quedan líderes que se merezcan esa calificación, “los denominados
líderes son tipos malos.., analfabetos y endurecidos criminales. Practican la extorsión, el secuestro y el
asesinato; y la gente vive temiéndoles... El JKLF es algo mejor que el resto de los grupos en este aspecto;
Al timar Mujahidin e Hishul Mujahidin son los peores en Srinagar”. WIRSING, R. Op.eit. Pág. 137

Ver RASHID, Ahmed. “The Taliban Exporting Extremism”. Forcian Affairs. Noviembre-diciembre,
1999. Pág. 28. Según un artículo de la revista Time, hay guerrillas que cobran 5.000 dólares por un año de
actividades subversivas en el Estado. “Foghorns of War” Time. 30 de noviembre de 1998

588

.
A propósito del número aproximado de guerrilleros que actúa en el Estado, las
cifras ofrecidas por los diferentes agentes interesados varían considerablemente, pero se
da por precisa la afirmación de que en 1993 había unos 10.000 jóvenes cachemiris
alistados a uno u otro grupo armado, para 1996 esta cifra se situaba entre los 10.000 y
los 13.000, y actualmente las autoridades indias aseguran que apenas supera los 3.500.~~
Estas cifras, que de cualquier forma admiten discusión, sugieren una tendencia
descendente en los últimos años. De hecho, los analistas neutrales refrendan la
afirmación de las autoridades indias de que cada vez hay menos jóvenes cachemiTis
dispuestos a unirse a unas organizaciones que ya no representan los que deberían ser los
verdaderos ideales del movimiento de liberación. En este punto, resulta fundamental
señalar que la desilusión de la población con las organizaciones armadas no ha supuesto
que crezca en ella la voluntad de someterse a la tutela india. Por último, hay que decir
que aunque la cantidad de guerrilleros activos supone una proporción importante en
relación con la extensión geográfica del Valle de Cachemira, en ningún caso lo es en
relación con la abrumadora presencia de Fuerzas de Seguridad de la India.

Las autoridades indias también afirman que el 150/o de los guerrilleros activos en
Jammu y Cachemira ha recibido adiestramiento en Pakistán. La existencia de estos
campos de adiestramiento ha despertado, lógicamente, mucha polémica. Pakistán afirma
que ya no está financiando ningún campo de adiestramiento, pero la India sostiene que
no sólo los mantiene tanto en su territorio como en Azad Kashmir, sino que está
perfeccionando y especializando sus programas de adiestramiento, que ha mejorado la
calidad del armamento suministrado, y que ha introducido sofisticados sistemas de
comunicaciones, lo que ha dado lugar a una nueva generación de guerrilleros mucho
más capacitada para la lucha. Las autoridades indias utilizan la expresión “masiva” para
describir la cantidad de armamento con la que cuentan los guerrilleros, y silos informes
sobre las armas incautadas a los sublevados que proporcionan son ciertas, se puede
afirmar que los grupos armados cachemiris disfrutan de un aprovisionamiento
armamentístico actualizado y de calidad;

~ Ver NIRMAL, A, y HARTARíA, V. Op.cit. Pág. 80, WIRSING, R. Op.cit. Págs. 129-130, y
BEARAK, Harry. “Kashmir a Crushed Jewel Caught in a Vise of Hatred”. New York Times. 12 de
agosto, 1999

~ Ver un informe sobre armamento incautado en “The Truth About Kashmir”. En


http://www.mtholyoke.edu/acaWintrel/sasia.htm

589
8.2.2. LA RESPUESTA DEL GOBIERNO INDIO EN EL CAMPO DE
LA SEGURIDAD. LA CUESTIÓN DE LA VIOLACIÓN DE LOS
DERECHOS HUMANOS

8.2.2.1. Las operaciones de contrainsurgencia y la cuestión de los


derechos humanos

Desde 1990 la intifada cachemírí, como a algunos pakistaníes les gusta


denominar a la sublevación nacionalista, se intensificó a pesar, y también a causa, de la
suspensión de los derechos civiles y de las generalizadas violaciones de los derechos
humanos que no han sido eficazmente frenadas por la India. Actualmente la única
fuerza capaz de mantener la paz y el orden en el Estado es la del Ejército, fuerzas
paramilitares, milicias de contrainsurgencia y la policía estatal. Sus actividades de
contrainsurgencia han sido objeto de denuncias por parte de distintas organizaciones de
derechos humanos a causa de los instrumentos de control y represión utilizados contra
manifestaciones, iniciativas políticas, y cualquier actividad que el gobierno de Nueva
Delhi considere una amenaza para su posición en Jammu y Cachemira.

El Comité de Human Rights Watch/Asia publicó en 1991 un informe


confirmando las atrocidades que ya estaban siendo denunciadas por otras muchas
organizaciones. El Ejército indio y las fuerzas paramilitares violaban continuamente las
provisiones de las leyes internacionales al implicarse en ejecuciones sumarias de
presuntos guerrilleros, asesinatos de civiles o destrucción de sus propiedades en
represalia, torturas, violaciones y todo tipo de salvajes crímenes contra civiles y
guerrilleros capturados.57 Tal y como demuestra Sumit Ganguly, esta faceta de las
labores de contrainsurgencia se ha convertido en una de las principales bazas en manos
de Pakistán y los independentistas cachemiris para desprestigiar a la India y dar fuerza a
sus reclamaciones.58

Ver informes sobre violaciones y estimaciones sobre víctimas mortales, civiles, militares o guerrilleros,
desde 1989 hasta 1993 en RAHMAN, M. Op.cit. Págs. 152, 156-157, y WIRSING, R. Op.cit. Pág. 138

~ En febrero dc 1991 tuvo lugar un suceso polémico. Los habitantes de la pequeña localidad fronteriza de
Kunan Poshpora, denunciaron que durante una operación de redada la noche del 23 al 24 de febrero,
miembros de los Rajputana Rifles habían violado a entre 23 y lOO mujeres mientras los oficiales
interrogaban a los hombres. En esta ocasión, la investigaciones desarrolladas apuntaron a que era posible
que lo ocurrido hubiera respondido a una estrategia de desinformación destinada a dañar la imagen de las
Fuerzas de Seguridad. Aunque no se pudo demostrar nada, como afirmó eí jefe de la comisión de
investigación, ‘eí simple hecho de que los aldeanos estuvieran deseosos de culpar a la unidad del Ejército
590
Ante el evidente daño que estas acusaciones hacen a la imagen de la India, ya en
marzo de 1990 el gobierno indio permitió que VM. Tarkunde, anterior miembro del
Tribunal Supremo de la India, encabezara la primera de varias misiones del Comité de
Coordinación sobre Cachemira, un grupo indio de defensa de los derechos humanos,
para investigar la situación sobre el terreno sin ninguna limitación. El informe del
Comité confirmó que se producían numerosos casos de graves violaciones y transmitió
los fuertes sentimientos anti-lndia que prevalecían en el Valle. El Comité condenaba
con la misma dureza los crímenes de los terroristas que las actividades de
contrainsurgencia impulsadas por el entonces gobernador Jagmohan.

En mayo de 1992, Tarkunde encabezó otra delegación que determinó: “aunque


el terrorismo en el Estado ha sido reducido notablemente, los brutales métodos que han
hecho esto posible han aumentado el rencor de la población en contra del gobierno de la
India y del Estado Indio, Ya no hay manifestaciones con gritos de eslóganes a favor de
la libertad como en el pasado, pero en el fondo la población se ha vuelto todavía más
hosca y más hostil hacia el Estado Indio de lo que solía ser. Las frecuentes infracciones
militares, la tortura inhumana de gente inocente, los tiroteos indiscriminados sobre la
población, los frecuentes robos, y las violaciones ocasionales cometidas por las Fuerzas
de Seguridad han aumentado el disgusto y el resentimiento de la población”.60

La presión desde el exterior y el interior hizo reaccionar al gobierno indio, que


en 1992 constituyó una Comisión Nacional de Derechos Humanos (NI-IRC) después de
modificar una propuesta inicial que fue criticada por periodistas, políticos de la
oposición y activistas pro derechos humanos por no tener suficiente independencia del
gobierno. La Comisión inició su labor en octubre de 1993 con la investigación de un
suceso tras la que se exigieron responsabilidades a tos mandos del gobierno y la Fuerza

de haberse comportado de una forma tan despreciable reveló la profundidad de la desconfianza en una
autoridad constituida legalmente”. En GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 115

~ “La realidad es que la totalidad de la población musulmana del Valle de Cachemira está totalmente
alienada de la India y debido a la extremadamente represiva politica desarrollada por la administración en
meses recientes, especialmente desde la llegada de Shri Jagmohan en enero de 1990, su alienación se ha
transformado ahora en rencor y rabia... Los terroristas, por medio de sus violentas actividades no sólo
están privando a personas inocentes de sus libertades civiles, sino también dañando la causa de la libertad
y la democracia en el Valle. De hecho, con sus actividades los terroristas están reforzando la maquinaria
de represión del Estado y están facilitando una apariencia de justificación al gobierno para que asuma mas
y más poderes arbitrarios”. HI-IATTACHARJEA, A. Op.cit. Pág. 267
6<> BHATTACHARJEA, A. Op.cit. Págs. 268-269

591
de Seguridad Fronteriza (BSF), a los que se acusó de una utilización abusiva de la
fuerza y se proceso a varios de los responsables. La Comisión también consiguió
compensaciones económicas para los familiares de las víctimas y que la BSF adoptara
medidas para evitar que sus unidades volvieran a hacer un uso indiscriminado de la
fuerza.

Después del inicio de estas reformas en 1993, las autoridades indias afirmaron
que tenían bajo control la cuestión de las violaciones de los derechos humanos y dieron
datos sobre más de un centenar de militares que habían sido procesados, encarcelados o
expulsados. Pero las medidas adoptadas no fueron suficientes para enfrentarse a un
problema de enormes dimensiones. La exclusión de las Organizaciones No
Gubernamentales y de las Fuerzas de Seguridad indias de la labor de ordenación de la
NHRC causó frustración en los activistas pro derechos humanos. En 1994 la propia
NHRC aconsejó en su informe anual que se creara un cuerpo totalmente independiente
con unos poderes mucho más amplios.6’ De la misma forma, en sus informes anuales de
1994 y 1995 Amnistía Internacional criticó “las severas limitaciones impuestas sobre los
poderes, mandato y metodología (de la Comisión)”.62

Las limitaciones de la NI-IRC son ampliamente reconocidas por algunos círculos


de opinión indios y, por lo menos en su primera etapa, la Comisión no alcanzó grandes
éxitos. En 1994 un informe sobre Defensa de un equipo indio de inve=tigación,formado
por militares retirados, comenzaba un capítulo sobre la cuestión de la violación de los
derechos humanos en Jammu y Cachemira informando de las mismas atrocidades que
otros observadores llevaban denunciando desde 1990.63

El informe apuntaba a las posibles causas de estos abusos con las intención de
impedirlos: 10 Los cachemiris son considerados extraños o enemigos (un estorbo

RAZA, M. Op.cit. Pág. 103


62

KURSI-IID, 5. Op.cit. Pág. 92

63 “Los métodos de interrogación utilizados por nuestras fuerzas y agencias de inteligencia se basan en la
fuerza fisica y la tortura. Esta es una clara situación de abuso de los derechos humanos. Aquellos que
mueren a causa de estas torturas y cuyos cuerpos son arrojados fuera, relatan espantosas historias sobre
prácticas inhumanas. No hay ninguna utilidad en decir que los terroristas se implican en prácticas peores,
una democracia responsable no puede permitir de ninguna forma la violación de los derechos humanos
por sus Fuerzas dc Seguridad”. El informe también reconocía que otras prácticas comunes consisten en el
incendio de casas con sus habitantes dentro, el asesinato de masas mediante los disparos indiscriminados
como forma de represalia, las violaciones sexuales y los saqueos. KARIM, A. Op.cit. Pág. 109

592
sanguinario) por varias agencias encargadas de hacer cumplir la ley. 20 Los métodos de
interrogación no son científicos y están obsoletos. Con la intención de demostrar
resultados y alcanzar los objetivos de capturar terroristas y sus armas se traspasan los
limites. 30 Existe falta de adiestramiento en la observación de los derechos humanos en
nuestro Ejército y fuerzas paramilitares (últimamente se han introducido algunos
procedimientos). 40 Las prolongadas misiones sin descanso de las fuerzas paramilitares
en un ambiente hostil causan fatiga mental y pérdida de moral. 50 Los oficiales y
hombres de las fuerzas paramilitares.., están adiestrados profesionalmente para matar a
sus enemigos con la menor pérdida posible de sus propios hombres. Por ello la
tendencia es utilizar al máximo las armas de fuego sin preocuparse por sus efectos sobre
la población civil o las masas, porque se considera que todos los civiles apoyan a los
guerrilleros.

A muchos corresponsales extranjeros y organizaciones como Amnistía


Internacional, de la que la India denuncia una implicación política y una actitud anti-
India, se les ha estado impidiendo la entrada en el Estado desde el comienzo de la
sublevación. Ello ha dañado la imagen de la India y ha favorecido la campaña pakistaní
destinada a internacionalizar el conflicto mediante sus constantes denuncias en distintos
foros.64 De cualquier forma, la India reconoció pronto los perjuicios de esta política de
ocultación y dio paso a la denominada “Operación Transparencia”. Varias misiones
internacionales fueron invitadas a visitar Jammu y Cachemira en 1994, y la India
consiguió de ellas un reconocimiento de sus esfuerzos por frenar las transgresiones, la
confirmación de la implicación de Pakistán en la sublevación, y la certificación de las
violaciones de los derechos humanos cometidas por los grupos guerrilleros.65

~ En marzo de 1994, en una reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra,


Pakistán lidió duro para que se aceptara una resolución de condena a la India. Un eficaz ejercicio
diplomático permitió que la India evitara la censura, aunque también le benefició la causa común que
hicieron otros estados como Irán o China. Una descripción del contenido de la exposición india para
defenderse de las alegaciones pakistanies en Ginebra en KURSI-IID, 5. Op.cit. Págs. 1-33

65 El primer ministro británico John Major dio la bienvenida a la autorización de la visita de observadores
extranjeros, inclttyendo una delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja, y el presidente de la
delegación del Parlamento europeo que visitó Jammu y Cachemira alabé la politica india de
“transparencia en las cuestiones de los derechos humanos”. De igual modo, cuando el vicepresidente de ¡a
Comisión Europea, Manuel Marin, visitó Nueva Delhi en marzo de 1995, felicitó a la India por sus
“sinceros esfuerzos” destinados a frenar la violación de los derechos humanos a nivel nacional y estatal.
SAHA, B.P. Opeir. Págs. 183-187 y 209

593
No obstante, la creación desde 1995 de varias milicias de contrainsurgencia con
apoyo gubernamental ha aumentado de nuevo las denuncias de organizaciones como
Human Rights Watch/Asia. Después de desarrollar una investigación sobre el terreno en
1996, esta ONG llegó a la conclusión de que algunas categorías de abusos habían
disfrutado de una sensible reducción. Pero otras no demostraban “ningún signo de
atenuación, debido en parte a las actividades de las milicias de esponsorización estatal...
estos grupos operan sin control. Al no llevar uniforme sus miembros no pueden ser
identificados. No hay nadie a quien los civiles puedan transmitir sus quejas por las
actuaciones de estos grupos” ~66

De todo lo expuesto se pueden extraer tres conclusiones. En primer lugar, las


denuncias sobre la culpabilidad de las Fuerzas de Seguridad indias por graves
violaciones de los derechos humanos son reconocidas por todas las partes implicadas en
la disputa de Cachemira. La India entiende que esta realidad perjudica su posición en el
Estado y beneficia a la propaganda pakistaní, a la causa de los sublevados, y a la
progresiva alienación de la población cachemiri. En segundo lugar, y aunque resulta
dificil sostener cualquier afirmación sobre este aspecto con datos precisos, todo apunta a
que, aunque los sucesivos gobiernos indios se han esforzado por frenar estos abusos, las
medidas de prevención están resultando insuficientes en un territorio en estado de
guerra civil virtual donde actúan unas Fuerzas de Seguridad que se apoyan en unas leyes
para el mantenimiento de la seguridad interna que dan cobertura a todo tipo de abusos.67

66 Informe de Human Rights Watúh/A sic de mayo de 1996.


http://www.ummah.org.uk/kashmir/reports/backg.htm

Entre estas leyes las que más han centrado las criticas de las organizaciones de derechos humanos son
las Actas (de Poderes Especiales) de las Fuerzas Armadas, el Acta de Prevención de Actividades
Terroristas y Transgresoras JADA), el Acta de Arcas Conflictivas (DisturbedArcas) de Jammu y
Cachemira, cl Acta de Seguridad Nacional, y la imposición prolongada de la Presidents rule en cualquier
región considerada “área conflictiva”. Estas leyes conceden extraordinarios poderes a las Fuerzas de
Seguridad. Entre otras cosas, autorizan a cualquier magistrado u oficial de policía a partir del rango de
sub-inspector a “utilizar la fuerza incluso hasta el punto de causar la muerte” sin necesidad de contar con
la autorización de un superior. Cualquier región o la totalidad del Estado puede ser declarada “área
conflictiva” por ci gobernador o Nueva Delhi. Se prohíbe la reunión de más de 5 personas o la posesión
de armas. Se concede autoridad para arrestar a cualquier persona sin ninguna acusación previa ni estar
sometido ajuicio por un periodo máximo de un año, lo que unido a la dureza de las prácticas de
interrogación ha provocado un elevado número de víctimas durante los períodos de custodia. Se pueden
registrar domicilios sin aviso previo y los detenidos pueden ser condenados a la pena de muerte. Ver
AKHTAR, Shaheen. “Human Rights Violations in Indian HeId Kashmir”. Recional Studies. Islamabad,
Primavera de 1993, y HEWITT, V. Op.cit. Págs. 161-162, y 167

594
Por último, queda claro que este fenómeno proviene de una variedad de
circunstancias entre las que Robert G. Wirsing incluye: 10 El carácter internacional de la
disputa, el hecho de que el principal adversario de la India está interviniendo
activamente en la insurgencia y que esta participación impone a las Fuerzas de
Seguridad indias importantes coacciones ideológicas, estratégicas y militares. Y El
propio carácter de las Fuerzas de Seguridad indias, La brutalidad y la tortura son unas
tradiciones asentadas entre ellas a nivel nacional. Y Las diferencias etno-relígiosas que
aislan a las Fuerzas de Seguridad de la mayoria de la población del Valle e intensifican
la desconfianza entre ellos. Y, 40, la propia agresiva naturaleza de las operaciones de
contrainsurgencia. Este tipo de operaciones multiplican las oportunidades de que se
produzcan abusos, y mientras se desarrollen, sin duda alguna vendrán acompañadas de
estos abusost

8.2.2.2. Estructura, número y funciones de las Fuerzas de


Seguridad Indias destinadas en Jammu y Cachemira

Hay tres categorías principales de Fuerzas de Seguridad indias destinadas en


Jammu y Cachemira: la policía local, las fuerzas paramilitares y el Ejército regular
indio. Estas fuerzas están en teoría integradas bajo un Comando Unificado encabezado
por un asesor del gobernador del Estado, No obstante, Nirmal y Hartaría expresan una
opinión muy generalizada en la India al denunciar que este comando es en la práctica
incapaz de controlar y coordinar a todas las fuerzas, que actúan de forma no
sincronizada.69 Además, existe cierta superposición en los cometidos operativos de las
distintas fuerzas en relación con la insurgencia, a pesar de que también haya importantes
diferencias en su adiestramiento, organización, composición étnica y funciones
cotidianas que afectan directamente a su capacidad para desarrollar con éxito las
funciones encomendadas.

De hecho, en la India existe cierta polémica a propósito de la disociación de las


funciones de las distintas Fuerzas de Seguridad destinadas en Jammu y Cachemira que,
según Maroof Raza, debería ser observada a rajatabla para garantizar su efectividad.
Mientras que las funciones de seguridad (la protección de infraestructuras, bancos,

~ WIRSING, R. Op.cit. Págs. 161-162

«~ NIRMAL, A, y BARTARIA, V. Op.cit. Págs. 132-133

595
edificios gubernamentales y militares, escolta de funcionarios) sólo deberían ser
ejercidas por la policía y las fuerzas paramilitares, la operaciones de contrainsurgencia
(medidas político-militares relacionadas con los grupos armados y las actividades
subversivas) deberían ser competencia exclusiva del Ejército, pero este desglosamiento
de funciones no es observado en la práctica.70

La policía estatal (JKP)

La polícia estatal (JKP) está formada por alrededor de 35.000 agentes


organizados en tres divisiones principales: la policía armada (JKAP), la policía civil, y
la policía de investigación criminal y seguridad. Cada división abarca un tercio de la
fuerza total. Oficialmente, la JKP tiene la responsabilidad de mantener la ley y el orden
en el Estado, y al comenzar la sublevación estas responsabilidades fueron ampliadas en
algunos aspectos clave.

Sin embargo, la JKP ha sido marginada a medida que ha avanzado la


insurrección, no sólo porque su adiestramiento no es el apropiado para las operaciones
de contrainsurgencia, sino porque desde el principio cayó sobre algunos de sus oficiales
de rango intermedio y policías de base la sospecha de simpatizar con los guerrilleros.
Estas suspicacias son provocadas por el mero hecho de que la mayoría de los miembros
de la JKP son cachemiris y musulmanes. El trato discriminatorio del que han sido objeto
los miembros de la JKP por parte de los miembros, mayoritariamente no cachemiris, de
las otras Fuerzas de Seguridad, en especial del Ejército regular, ha dado lugar a un
pronunciado resentimiento y a algunas situaciones de máxima tensión.

La presencia de casi un 50% de cachemiris en la policía estatal podria haber


tenido mucha utilidad para las operaciones de contrainsurgencia. Al ser locales y tener
un conocimiento más aproximado de la sociedad, las fuerzas musulmanas podrían haber
aportado al resto de las Fuerzas de Seguridad, mayoritariamente hindúes, unos vínculos
con la población local vitales para los trabajos en el campo de la inteligencia.

Pero por otro lado, los miembros de la JKP son muy vulnerables a las presiones
sociales y a las represalias de los guerrilleros. Alrededor del 20% de las familias de los
miembros de la JKP viven en colonias protegidas, pero el resto depende de la

~«RAZA, M. Op.cit. Pág. 94

596
estimación que los guerrilleros tengan de su “corrección política”. Por lo general, los
miembros de la JKP no son un objetivo primordial de los atentados de las
organizaciones armadas, pero también se han producido las suficientes victimas entre
sus filas como para recordar al resto que no merece la pena asumir riesgos
innecesarios.71 Tanto es así que, según 13.P. Saha, las relaciones encubiertas entre
ciertos policías y los insurgentes han sido puestas en evidencia durante la investigación
de algunos atentados, corroborando que el ISI ha conseguido penetrar en las filas de la
fuerza policial.72

Las fuerzas paramilitares

Para 1993, alrededor de 11 cuerpos distintos de fuerzas paramilitares estaban


presentes en Jammu y Cachemira. Muchos de ellos sólo conservan una presencia
temporal, pero hay cuatro cuerpos cuya presencia ha sido notable y prolongada: La
Fuerza de Seguridad Fronteriza (BSF), la Reserva Central de Fuerza Policial (CRPF), la
Policía Fronteriza Indo-Tibetana (ITBP) y los Rashtriya RVles (RR).

Reunidos bajo la denominación de Organización Central de Policía (CPO), estas


fuerzas dependen del Ministerio de Interior en Nueva Delhi. Sus miembros han oscilado
entre los 60.000 y los 150.000. Las tropas de la CPO están compuestas en su mayoria
por militares de fuera del Estado y de religión hindú. Su responsabilidad es la
“seguridad interna’, pero en algunos puntos estratégicos de la Línea de Control la 13SF
también vigíla con el Ejército la frontera con Pakistán. En contra de las que deberían ser
sus funciones, la 13SF, que cuenta con un contingente de unos 44.000 hombres, es el
cuerno más implicado en las operaciones de contrainsurgencía. Los otros tres cuerpos,
la CRPF, ITBP y RR, están asignados básicamente a las tareas de vigilancia (la defensa
de puentes, carreteras, comunicaciones, centrales de energía, edificios gubernamentales
y militares...) y escolta.

~‘ Ver NIRMAL. A, y HARTARIA, V. Op.cit. Págs. 132-133, y WIRSING, R. Op.cit. Pág. 144
72 Ver SAHA H.P. Op.cit. Pág. 146. En 1995 se organizó una división especial de contrainsurgencia
formada básicamente por miembros no musulmanes y no cachemiris dentro de la JKP, la Specia/ Task
Forze, con la intención de crear la impresión de que la lucha contra los guerrilleros cuenta con el apoyo
popular. Informe de Human Rights Wateh/Asia de mayo de 1996.
http://www.ummah.org.uk/kashmir/reports/backg.htm

597
Al comienzo de la sublevación, la CRPF fue utilizada básicamente en
operaciones de contrainsurgencia, incluyendo la supervisión de los centros de
interrogación, pero desde 1993, y a causa en gran medida de su implicación en múltiples
casos de violación de los derechos humanos las responsabilidades de la CRPF fueron
trasladadas a la 13SF. Del mismo modo, la BSF tuvo que ser sometida a reformas
internas destinadas a frenar la intervención de sus tropas en este tipo de transgresiones.

Estas medidas destinadas a frenar los abusos de las Fuerzas de Seguridad indias
en el Estado se han visto contrarrestadas con la creación de fuerzas locales auxiliares, en
forma de milicias de contrainsurgencia esponsorizadas por el gobierno central. Estos
pequeños ejércitos de “Grupos de Operaciones Especiales”, que comenzaron actuando
como unidades de inteligencia, colaboran en las actualidad en todas las operaciones de
contrainsurgencia. Han conseguido importantes logros en áreas especialmente
problemáticas, pero la impunidad con la que operan ha provocado un nuevo aumento de
los abusos y las violaciones de los derechos humanos.73 Muchos de los miembros de
estas organizaciones paramilitares son antiguos guerrilleros que se han entregado o han
sido capturados, y que se pasan al otro bando bien por dinero, por venganza o incluso
presionados por las amenazas de las fuerzas indias a la integridad de sus familias. Estos
soldados no visten uniforme y operan al margen de las estructuras de mando del
Ejército o de las fuerzas paramilitares. Pero, como recuerda Human Rights Watch/Asia,
bajo la ley internacional son considerados agentes estatales.74

El Ejército regular Indio

El Ejército de la India está presente en Jammu y Cachemira desde su adhesión


en 1947. Desde entonces, su función principal ha sido defender las fronteras exteriores
del Estado, en especial la CFL/LOC, aunque desde el comienzo de la sublevación
también se ha visto progresivamente implicado en la seguridad interna y en las
operaciones de contrainsurgencia, que generalmente lleva a cabo en unión con la 13SF.

En concreto, se les acusa de ser los responsables de atentados contra activistas pro derechos humanos,
periodistas simpatizantes de la causa de los guerrilleros y miembros de la coalición de partidos políticos
cachemiris Hu,-rivat Conference. NOORANI, APi. “State Tenor (1, II y III)”. The Statesman. Nueva
Delhi, 17, 18 y 19 de abril de 1996, y “Normalcy Vies With Terror in the Valley”. The Statesman. 16 de
marzo de 1996

< Informe de Human Rights Wateh/Asia de mayo de 1996.

hftp://www.ummah.org.uk/kashmir/reports/backg.htm

598
Al igual que este cuerpo paramilitar, el Ejército está compuesto en su mayoría por
soldados de religión hindú. Existen tropas musulmanas integradas entre los distintos
rangos, pero, con muy pocas excepciones, los altos cargos han sido casi siempre
ocupados por oficiales hindúes.

Las polémicas sobre la proliferación de violaciones de los derechos humanos ha


llevado a algunos analistas indios como Maroof Raza a pedir que se haga una distinción
entre las fuerzas paramilitares, responsables principales, según él, de estos abusos, y el
Ejército profesional indio.75 No obstante, Nirmal y Bartaria sitúan la misma
responsabilidad y achacan los mismos errores de procedimiento a los miembros del
Ejército profesional que a los de las fuerzas paramilitares. 76

La cuantía de las tropas paramilitares y del Ejército regular destinadas en Jammu


y Cachemira continúa siendo un enigma hoy en día. Pakistán ha apuntado que esta cifra
podría alcanzar desde 500.000 a 600.000 soldados, una cifra sin duda exagerada que,
como denuncia Mohammed Hazel, significaría que la India ha tenido que desplegar la
mitad de su Ejército para llevar a cabo su “genocidio” de la población musulmana.77
Según fuentes citadas por Robert Wirsing, en el Estado se mantiene una presencía
militar de entre 150.000 y 250.000 hombres lo que unido a las tropas paramilitares
podría alcanzar un total de 300.000 a 400.000 soldados. Esta apreciación coincidiría con
las cifras proporcionadas por Maroof Raza que, no obstante, matiza que de ellos no más
de 100.000 participan en labores de seguridad y contrainsurgenciai’8 De cualquier
forma, en contraste con los entre 10.000 y 20.000 guerrilleros que han actuado en el

~ Estos observadores señalan que ambas fuerzas operan bajo estructuras de mando separadas
dependiendo las fuerzas paramilitares del Ministerio de Interior y las tropas del Ejército regular de su
propia estructura jerárquica. Según estos observadores, los soldados del Ejército regular, gracias a su gran
experiencia en operaciones de contrainsurgencia, a su apropiado adiestramiento y equipamiento, a su
riguroso sistema de inspección y sanciones, y a su aislamiento de influencias políticas, no son propensos a
incurrir en este tipo de transgresiones. Por el contrario, las fuerzas paramilitares al carecer de experiencia
y de una cadena de mando sólida y al estar sometidos a manipulaciones políticas, cometen muchos errores
que dan lugar a situaciones de tensión extrema. RAZA M. Op.cit. Pág. 93
76 NIRMAL, A, y HARTARíA, V. Op.cit. Págs. 134135

Ver HAZEL Mohammed. “Muslim Kashmir Facing Genocide”. Pakistan Horizon. Julio de 1991

~ Raza Maroof afirma que cerca dc 300.000 hombres vigilan las fronteras con China y con la Cachemira
pakistaní. Ello sólo deja alrededor de 40.000 soldados para operaciones de contrainsurgencia en el Estado
lo que añadido a 40.000 hombres de la BSF 5.000 de la CRPF y 10.000 de otras fuerzas paramilitares,
supone que como mucho hay 100.000 hombres encargados dc operaciones de contrainsurgencia y
seguridad. RAZA M. Op.cit. Págs. 96-97. Ver también WIRSING, R. Op.cit. Pág. 146

599
Estado en los años más duros de la insurgencia, estas cifras reflejan hasta qué punto
llega la ocupación militar de Jammu y Cachemira por parte de las Fuerzas de Seguridad
indias.

8.2.3. LAS TRANSFORMACIONES EN EL ESCENARIO POLITICO


DESDE 1989 HASTA LA ACTUALIDAD

La incapacidad de los dirigentes indios para percibir la magnitud de la


transformación social que comenzó a desarrollarse en el Valle de Cachemira desde la
destitución de Farooq Abdullah en 1984 alcanzó tal grado que la explosión de violencia
generalizada en 1989 les pilló por sorpresa y sin facultad para responder.79

Al final, como observa Alastair Lamb, la reacción ante la rotundidad de lo que


estaba ocurriendo fue la más acorde con el que había sido el enfoque del problema
político en Jammu y Cachemira desde 1953:80 la imposición de la Governor~s rule, la
censura de la prensa, la prohibición del paso a periodistas extranjeros, el reforzamiento
de las Fuerzas de Seguridad para imponer un régimen más severo de toques de queda y
represión, y, por último, la destitución en julio de 1989 del gobernador Jagmohan por el
general (retirado) KN. Krishna Rao, anterior gobernador de los conflictivos estados del
nordeste, muy experimentado en operaciones de contrainsurgencia pero un auténtico
neófito en política.

En diciembre de 1989, unas nuevas elecciones generales en la India acabaron


con el régimen del Partido del Congreso y llevaron al gobierno a la coalición Janata
Dal y Frente Nacional encabezada por Vishwanath Pratap Singh. A los pocos días, el
nuevo gobierno, al acceder a excarcelar a varios guerrilleros cachemiris a cambio de la
liberación de la hija del ministro de Interior que había sido secuestrada, lanzó el
mensaje de que carecía de disciplina para mantenerse firme ante un chantaje terrorista.
El gobierno de VP. Singh no sólo accedió a las exigencias de los secuestradores,

‘~ La periodista india Tavleen Singh informaba en 1989: “Más de un año después del primer incidente la
policia y la administración de Srinagar todavía no tenían ni idea de cuántos o quiénes eran los líderes
rebeldes, o dónde se estaban escondiendo, y (los rebeldes> se las arreglaban para paralizar el Valle
siempre que querían... (los rebeldes) no tienen rostro y están escondidos pero consiguen controlar
Cachemira. Este es el aspecto más aterrador de la actual situación política en este inestable Valle”.
SINGH, Tavícen. Op.cit. Págs. 109-110
LAMB, A. Kash;nir. A Disputú’dLegaey. Pág. 338

600
también fracasó a la hora de diseñar una estrategia operativa coherente para enfrentarse
a la crisis política de Cachemira.

En parte esta incapacidad estaba condicionada por su propia debilidad interna. El


gobierno minoritario del Frente Nacional se consumía con los imperativos de su
supervivencia política. Pero sobre todo, en aquellas fechas el problema era, como ha
seguido siendo desde entonces, que la mayoría de los dirigentes y medios de
comunicación, y por extensión de la sociedad, reflejaban un desconocimiento absoluto a
propósito de la verdadera naturaleza de los sentimientos y las ansias políticas de los
musulmanes cachemiris. Ello se traducia en un posicionamiento colectivo, no exento de
voces discrepantes, contrario a cualquier concesión politica.

A nivel estatal, Farooq Abdullah se mostraba igualmente incapaz de frenar una


situación de violencia y casi anarquía)<í En su intento por restaurar el orden, el gobierno
de Jammu y Cachemira recurrió a la estrategia de prometer gran cantidad de ayudas
financieras para poner en marcha importantes proyectos de desarrollo. No obstante, a
juzgar por las crónicas de Tavleen Singh, o la ayuda fue escasa o la corrupción asentada
en la administración provocó su desvío, “y ni la vida de la gente, ni las carreteras ni los
pueblos, ni ninguna otra cosa mejoró visiblemente” 82 Además, la abrumadora presencia
de las Fuerzas de Seguridad indias y la agresividad de sus operaciones de
contrainsurgencia alimentaron el respaldo popular a los sublevados.

Ante el progresivo deterioro de la situación, y la absoluta inexistencia en Nueva


Delhi de un proyecto político adecuado para hacer frente a la sublevación, el 18 de
enero de 1990 VP. Singh devolvió el puesto de gobernador a Jagmohan para que
introdujera unas medidas de seguridad más firmes. El plan de actuación de Nueva Delhi
para acabar con la insurgencia quedó claro de esta forma, sólo contemplaba como
solución una férrea represión. El 19 de enero Farooq Abdullah fue destituido por
Jagmohan (o dimitió, según la fuente) con el apoyo de VP. Singh, se volvió a declarar
la GovernorSs rule y. un mes más tarde, se disolvió la Asamblea Legislativa.

~< Partede la prensa nacional se hacía eco de la incompetencia del ministro jefe al que acusaba de pasar
demasiado tiempo jugando al golf paseando a estrellas de cine en su moto o viajando al extranjero. Ver
por ejemplo “Kashmir u Flames: Drastie Steps Needed”. Link. Nueva Delhi, 4 de febrero de 1990

62 SINGII, Tavleen. Op.cit. Pág. 112

601
El segundo mandato de Jagmohan como gobernador tuvo un mal comienzo. El
mismo día de su juramento de cargo, tropas paramilitares abrieron fuego contra una
manifestación pacífica reunida en el puente Gawakadal en protesta por una dura
operación de redada desarrollada esa misma mañana. Más de 100 personas murieron en
la que ha sido considerada una de las mayores matanza en la historia de Jammu y
Cachemira. Este episodio supuso un punto de inflexión en el desarrollo de la crisis. Con
Jagmohan se generalizaron las violaciones de derechos humanos y el recurso a los
toques de queda en los principales centros urbanos, hasta el punto de que Tavleen Singh
denuncia que la población se veía sometida a un “arresto domiciliario” que le impedía
ejercer sus actividades profesionales y abastecerse de bienes de primera necesidad.
Mientras Jagmohan llevaba a la práctica su altamente represiva estrategia en Cachemira,
el cada vez más confundido gobierno en Nueva Delhi seguía culpando a Pakistán de
todo lo que ocurría.83

En Pakistán, Benazir Bhutto (que el 17 de agosto de 1988 había sustituido


democráticamente al dictador Zia-ul-Haq después de su repentina muerte en accidente
de avión) se vio obligada a adoptar una férrea política anti-India para contrarrestar las
acusaciones de “debilidad” de militares y fundamentalistas.84 La primera ministra
comenzó una campaña casi histérica de aliento a los sublevados cachemiris y de
invectivas contra Jagmohan. La retórica de Bhutto le favoreció de cara a la opinión
pública pakistaní, pero ciertamente no ayudo a la causa de los cachemiris. En la India
los medios de comunicación dieron gran cobertura a las manifestaciones de la primera
ministra, extendiendo la idea de que la crisis era resultado directo de las maquinaciones
pakistaníes. Jagmohan. blanco de las airadas quejas de Benazir, surgió por todo el país
como un héroe que impedía que agentes pakistaníes despojaran a la India de Jammu y
Cachemira.85

No obstante, la estrategia de mano dura de Jagmohan se reveló contraproducente


y costosa desde el principio y tuvo un éxito limitado a la hora de contener la insurgencia

83 Ver CHOPRA Pran. “Re Cirele of Blunders”. Ihe Hindu. 18 de mayo de 1990, “Report on Kashmir”.
The Radical Humanist. Nueva Delhi, Mayo de 1990. Págs. 34-36, y SINGI-l, Tavícen. Op.cit. Págs. 132-
135

~ Ver ‘Pak Calculations on Kashmir”. Link. II de febrero de 1990

~ Una defensa de la figura de Jagmohan en KAPOOR, OP. Op.cit. Págs. 137-141

602
y reducir la violencia.86 El fl de mayo de 1990, en un acto que conmocionó como
pocos a la sociedad cachemiri, Mirwaiz Moulvi Mohammed Farooq, el pacifista
dirigente del islámico Comité de Acción Áwami, fue asesinado por dos pistoleros no
identificados. Durante el cortejo fúnebre por las calles de Srinagar unos francotiradores
abrieron fuego contra la multitud provocando la muerte de unas 47 personas y alrededor
de 200 heridos. Los responsables de la matanza no fueron identificados (pudieron ser
miembros de alguna organización armada, agentes indios o extremistas hindúes).87 Pero
los brotes de violencia generados por este suceso dejaron un balance final de más de
100 víctimas mortales, y Jagmohan fue finalmente destituido el 25 de mayo de 1990.

Parece ser que las autoridades de la India veían con preocupación que las
tácticas represivas de Jagmohan no dieran los resultados esperados. Pero todo apunta a
que el gobierno indio achacó más el fracaso del gobernador a su incompetencia que a la
nocividad de la represión policial en si, teniendo en cuenta que su sustituto, Oirish
Saxena, era un funcionario, aunque de mayor sutileza que Jagmohan, también de gran
experiencia en operaciones de contrainsurgencia, y había dirigido la principal agencia
de información de la India, la Research andAnalysis Wing.

Enfrentado con graves problemas de indole interna, el gobierno de la India no


dedicó demasiada atención a la formulación de una estrategia política para encarar la
problemática especifica de Cachemira.88 Por todo el pais la situación de inestabilidad
política era creciente. El gobierno de VP. Singh fue sustituido durante unos meses por
el igualmente débil de Chandra Shekhar hasta que a principios de abril de 1991 se
convocaron nuevas elecciones generales. Continuando con la tendencia del año anterior,
en la India se ignoró la crisis de Jammu y Cachemira, que ni siquiera fue objeto de

~ Aunque en Nueva Delhi el apoyo al gobernador era mayoritario no era unánime, y V.P. Singh lo
compensó con el nombramiento de un nuevo ministro de Asuntos para Cachemira. George Fernandes, un
sindicalista socialista conocido por su compromiso con los derechos humanos y con la solución política
de los conflictos, fue encargado de liderar una estrategia de aproximación a los líderes de las facciones
separatistas. Fernandes intentó infructuosamente mitigar la dureza de la política de Jagmohan y tuvo
muchos enfrentamientos con el gobernador. SINGI-1, Tavleen. Op.cit. Pág. 145
67 Irónicamente, esta procesión había salido a la calle con un fuerte sentimiento antí [-JizbulMujahideen
porque se sospechaba que este grupo estaba detrás del asesinato (el Mirwaiz había hecho una fuerte
campaña a favor dc la resistencia pacífica y en contra del terrorismo y había negociado con Fernandes),
pero después de la matanza la responsabilidad recayó sobre la inteligencia india.

~ La ocupación iraquí de Kuwait en 1990 y la Guerra del Golfo tuvieron consecuencias muy graves para
la India. Entre otras cosas, Nueva Delhi se encontró con la dificil tarea de organizar la evacuación aérea
de más de 100.000 indios que trabajaban en los paises del Golfo y con la subida del precio del petróleo.
603
debate durante la campaña electoral. Los argumentos políticos habían sido
reemplazados por las actuaciones de los burócratas del Ministerio de Asuntos Internos
el gobernador Girish Saxena, y el Ejército y las fuerzas paramilitares indias.

A finales de junio de 1991, después del asesinato el 22 de mayo de Rajiv


Gandhi durante la campaña electoral y de la victoria del Congreso, Narasimha Rao
subió al puesto de primer ministro de la India. Este dirigente indio introdujo entre sus
objetivos políticos inmediatos algunos elementos propios de la antigua escuela
Nehruviana del Congreso, e hizo meritorios esfuerzos por contrarrestar a los
nacionalistas hindúes y por introducir un necesario elemento de negociación en el
tratamiento de la crisis de Jammu y Cachemira. No obstante, tal y como exponen Robert
Wirsing y Sumit Ganguly, su partido se debatía entre graves fricciones internas y una
fuerte competencia de los partidos de la oposición. De forma que la mayor parte de su
energía se consumió en mantener la estabilidad gubernamental y en impedir el colapso
económico de la India a causa de las secuelas de la Guerra del Golfo.89

Ello no impidió que Narasimha Rao, sin llegar a abandonar un enfoque en el que
las causas políticas de la crisis se veían eclipsadas por la urgencia de someter por medio
del control militar a los insurgentes, hiciera un llamamiento a los principales líderes
independentistas para mantener negociaciones. Para entonces, las relaciones entre
Hizbul-Mujah¡deen (I-IUM) y el JKLF ya habían tocado fondo. Yasin Malik, el líder del
JKLF, abogó por que Pakistán se retirara de Azad Kashmir para facilitar un acuerdo
general de la disputa de Cachemira. Pero el HUM se negó a negociar con el gobierno de
la India dentro del marco de la Constitución de la Unión.90

Algunos miembros del gobierno creyeron que aquel era un momento propicio
para proyectar un acercamiento al JKLF. Pero el mayor obstáculo con el que se enfrentó
Narasimha Rao fue la enorme y arraigada fuerza de los conservadores, de aquellos
influyentes núcleos de opinión tanto en el ámbito político como en el militar, contrarios
a cualquier concesion a los separatistas cachemiris?t Estos núcleos contaban, además,
con el apoyo mayoritario de una sociedad india que, según denuncia Tavleen Singh, no

~ Ver WIRSING, R. Op.cit. Págs. 169-170, y GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 116

90 GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 117

~‘ VerWIRSING,R. Opeil. Págs. 171-172


604
gozaba de informaciones independientes)>2 A la falta de conocimiento “del electorado”
del verdadero trasfondo de la crisis en Jammu y Cachemira se unió en 1992 una
campaña de presión alentada por el hindú Bharatiya Janotu Party.

Este partido siempre ha defendido que la única política aceptable en Jammu y


Cachemira debe tener en cuenta que el Estado es parte inseparable de la India, que el
Art. 370 debe ser abolido, y que el Partido del Congreso nunca ha sido suficientemente
firme con los nacionalistas cachemiris. En 1992, el Bharatiya realizó una marcha
simbólica denominada E/cta Yatra, el Viaje de la Unidad, en la que varios de sus
parlamentarios y un grupo de simpatizantes se trasladaron desde el extremo sur de la
India hasta Srinagar para reafirmar la integridad de la nación y recordar a los cachemiris
‘‘93
que no permitirían su “traición

Después del E/cta Yatra, Jammu y Cachemira volvió a desaparecer de la agenda


del gobierno de Nueva Delhi. En 1992 el Valle de Cachemira presentaba una peculiar
combinación de demostración gubernamental masiva, gracias a la abrumadora presencia
de Fuerzas de Seguridad en el Estado, y una ausencia completa de administración
gubernamental. Los grupos armados tenian su propia censura impuesta, a base de
amenazas, sobre los medios de comunicación estatales. Su voluntad regia la vida
cotidiana en muchos lugares del Valle, que presentaba un escenario general de
abandono total, Después de unos meses de cierta relajación de la insurgencia, para el
verano de 1992 los incidentes violentos estaban volviendo a su grado de intensidad
habitual, en parte por el comienzo de la infiltración de mujahidin extranjeros, y en parte
por los crecientes rumores de que Nueva Delhi se disponía a celebrar elecciones en el
Estado.

En efecto, Narasimha Rao conservaba un enfoque de doble ramificación para la


solución de la crisis de Jammu y Cachemira basado, primero, en la contención militar
de la insurgencia, y segundo, en el restablecimiento de un proceso político. Pero en la

92 “Las mentiras y las verdades a medias que se decían todos los días en la prensa india sobre Cachemira
no ayudaron tampoco. La mayoría dc la gente en la India sólo tenía una idea sobre Cachemira, que era un
Estado repleto de gente leal a Pakistán que no merecía ni simpatía, ni lágrimas ni negociación. Si la
prensa hubiera dicho por lo menos algo de verdad sobre los sufrimientos diarios con los que se
enfrentaban los cachemiris, podría haber ayudado a rectificar el daño. Prefirió no hacerlo”. SINGI-I,
Tavícen. Op.cit. Pág. 194

~‘Ver SINGH, Tavleen. Op.cit. Pág. 211, y BHATIA, Ashima. “Ekta Yatra”: The Last Leg”. Lipis. Nueva
Delhi, ide febrero de 1992
605
administración india subsistía la división entre aquellos partidarios de la negociación
con los líderes guerrilleros y aquellos aferrados a las tradicionales políticas de mano
dura. Esta división estuvo ilustrada desde principios de 1993 en las personas del
secretario de Estado para la Seguridad, Rajesb Pílot, y 5.13. Chavan, ministro de
Asuntos Interiores. Pilot estaba más dispuesto que su superior y que el gobernador de
Jammu y Cachemira a abrir nuevos canales de comunicación con los sublevados sin
condiciones previas. También consideraba fundamental restaurar un proceso político
plenamente democrático.94

En marzo de 1993 el nuevo nombramiento de Krishna Rao como goberuador de


Jammu y Cachemira reforzó la posibilidad de celebrar elecciones para la Asamblea
Estatal. Pero los partidarios de esta iniciativa tuvieron que dar marcha atrás ante la
evidencia de que las condiciones de seguridad no eran aptas para un proceso de esta
índole. Como apunta Vernon Hewitt, un grupo de Hizbul Mujahidin provocó a finales
de 1993 una larga y tensa crisis, al encerrarse durante más de un mes en la mezquita de
Hazratbal con 35 rehenes en su interior, con la más que probable intención de
obstaculizar la celebración de elecciones. Además, el episodio devolvió el conflicto de
Cachemira al centro de atención de la comunidad internacional, y el año terminó sin que
fuera palpable ningún cambio significativo. ~

En este punto resulta fundamental mencionar la evolución que se estaba


produciendo en los núcleos cachemiris de activismo puramente político. Por lo que se
refiere a Jammu y Ladakh, sus organizaciones políticas continuaron con las

~ Pílot fue tachado por algunos de sus colegas como un funcionario desinformado acerca de las
condiciones políticas que prevalecían en el Estado y como una persona que sólo buscaba su prestigio
personal. Ver “A.G. Noorani on Kashmir Problem (1 y II)”. Muslim India. Nueva Delhi, Junio y julio de
1994. Un análisis sobre el programa y las reformas de Pilot, nada merecedoras de estas críticas en
WIRSING, R. Op.cit. Págs. 173-180, 177-178. Vertambién GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 118

~ Puede que la intención fuera revivir un escenario semejante al de la Operación Estrella Azul y forzar al
Ejército a realizar un violento asalto al templo sagrado que despertara la indignación de los musulmanes.
Pero el Ejército indio no realizó ningón asalto durante los 32 días que duró el asedio, y, aun mas
significativo los miembros de HizbuI Mujahidin se ganaron la animadversión de muchos musulmanes
locales, que les pidieron desde las afueras del templo que se rindieran, como finalmente ocurrió, y
evitaran cualquier daño al templo. Ver HEWITT, y. Op.cit. Pág. 163, yKURSHID, 5. Opeir. Pág. 90. El
ejemplo de moderación demostrado por las Fuerzas de Seguridad indias durante la crisis de la mezquita
de Hazratbal perdió cualquier significado cuando los disparos sobre una manifestación pacífica en la
ciudad de Bijbehara provocaron 50 victimas mortales. Ver “National Commission on Human Rights:
Findings on Hijbehara Massaere”. Muslim India. Julio de 1994. En abril también se produjo una asonada
de más de 1.00(1 miembros musulmanes de la policía estatal en protesta por la muerte de un compañero
mientras estaba siendo investigado por eí Ejército por posible colaboracionismo con los grupos armados.

606
tradicionales pautas de reivindicación de cuerpos de representación regionales que les
desvincularan de Srinagar, en el caso de Leh y Jammu, y del propio LeE, en el caso de
los musulmanes de Kargil. Estas reclamaciones se han visto cumplidas hasta el punto de
que hoy en día Jammu y Ladakh, que contemplan la sublevación en el Valle de
Cachemira como una crisis distante que no les afecta, disfrutan de dos tipos de relación
administrativa con Nueva Delhi diferenciadas de la del Valle.96

En Cachemira, la explosión de violencia en 1989 habia desplazado a los partidos


políticos a un segundo plano, en primer lugar porque la población apoyó
mayoritariamente a los grupos armados, y en segundo lugar porque para 1991 la
mayoría de las organizaciones políticas islámicas o secesionistas habían sido prohibidas.
Los partidos que no fueron prohibidos trasladaron sus sedes a Jammu o a la propia
India. La propia Conferencia Nacional, el único partido que apoyaba la integración en la
India con una grado de autonomía considerable, también pareció desvanecerse de la
noche a la mañana.

En marzo de 1990, el reducido y vulnerable espacio ocupado por los partidos u


organizaciones políticas “legales” se había materializado en la coalición Tehrik-i-
Hurriyat-i-Kashmir. Esta organización de orientación islámica insistía en el derecho de
autodeterminación del pueblo cachemiri de acuerdo con las resoluciones de la ONU. En
abril de 1993, Tehrik-i-Hurriyat-i-Kashmir fue reemplazado por AII-Party Huri-¡yat
Conference, una coalición más grande de más de 30 organizaciones políticas, religiosas,
profesionales, estudiantiles, intelectuales y sociales que reuriia a la mayoria de los
políticos separatistas más importantes del Estado. Esta coalición, en la que no se
pudieron evitar fricciones, pretendía cubrir el yació dejado por el Comité de Acción
Awamí.

Desde su nacimiento, esta coalición pretende lograr dos objetivos que se


presentan como altamente improbables: conciliar las ramas ideológicas independentista-

~ Ver HEWITT, V. Op.cit. Págs. 169-170. En el caso de la población de Ladakh, sus demandas fueron
parcialmente cumplidas con la formación en septiembre de 1995 de un Consejo Autónomo Supremo de
Desarrollo que proporcionó un mecanismo institucional para asociar a los representantes públicos con la
toma y puesta en práctica de decisiones en varios sectores dc las actividades gubernamentales. Con este
Consejo, la población de Ladakh vio cumplido su deseo de ser desvinculada de Srinagar, lo que provoco
las protestas de Hurrivar Conjérence. “Leb Council Launched Amid Cbanting of Victory Slogans”.
Bulletin ofResearch and Cultural Foundation. Nueva Delhi. N” 1 primavera dc 1996

607
secular y propakistani-islámica, y celebrar un plebiscito de autodeterminación que no
vulnere las fronteras del reino fundado por Gulab Singh en íS472~ Hurriyat Con/erence
afirma que la cuestión de Cachemira se reduce a un conflicto de naturaleza política, y no
religiosa, reafirmando su defensa de las minorías religiosas y repudiando oficialmente el
activismo militar, a pesar de que cuenta entre sus filas con miembros del JKLF y de
Hizbu/ A’!ujalzidin. La intención de I-furriyat Conference es erigirse ante Nueva Delhi
como el representante legítimo del activismo político moderado cachemiri. En efecto,
ha habido crisis en las que Hurriyat Conference ha desempeñado un papel de mediación
fundamental entre los grupos armados y las Fuerzas de Seguridad indias. Ello le ha
llevado, a pesar de su irrenunciable defensa de un plebiscito de autodeterminación, a ser
considerada por algunos políticos indios como la única esperanza de que surja un núcleo
político representativo capaz de negociar con Nueva Delhi.

En este trasfondo político, desde principios de 1994 algunos de los consejeros


del Ministerio de Interior insistieron, en ausencia de ideas más creativas, en la
conveniencia de la celebración de elecciones en Cachemira. Hasta cierto punto, las
esperanzas que el gobierno puso en las elecciones provinieron de la pesada carga que la
confrontación estaba poniendo sobre los hombros de la población cachemirí. En 1989
los cachemiris habían creído que la “liberación de Jammu y Cachemira” estaba próxima.
Pero después de cinco años la situación no había dejado de empeorar. Enfrentados con
la escalada de violencia de los grupos rebeldes, cuya crueldad era ya equiparada a la de
las Fuerzas de Seguridad indias, la mayoría de los cachemiris imploraba ser liberada de
una persistente situación de confusión y violencia. Además, se había creado cierta
atmósfera contraria a Pakistán, a quien se consideraba detrás de los grupos armados, y
de quien una parte importante de los cachemiris comenzó a sentir tantos recelos como
de la India.98

En otro campo, cuya importancia es destacada por B.P. Saha, los nacionalistas
cachemiris y los grupos independentistas recibieron con irritación unas declaraciones
realizadas por Benazir Bhutto en mayo de 1994 en las que afirmaba que su país no

~ Ver HEWITT, V. Op.cit. Págs. 164-166

98 Ver ‘Winds of Change in Kashmir”. National Herald. Nueva Delhi, 5 de junio de 1995, SIMMONS,
Lewis H. “Cachemira Entre Dos Fuegos’. National Geotiranhie. Septiembre de 1999. Pág. 26 y
HEWITT, V. Op.cit. Pág. 163

608
contemplaba la denominada ‘tercera opción” o independencia para Jammu y
Cachemira. A esto le siguió el anuncio de que Pakistán se proponía adoptar medidas
administrativas que apuntaban a una posible integración de las Áreas del Norte en la
North West Frontier Province pakistaní. Las manifestaciones en contra provinieron
tanto del JKLF como de los líderes de Azad Kashmir, que se quejaron de la injerencia
del gobierno pakistani en sus asuntos internos y exigieron su unión con las Areas del
Norte para preservar las fronteras históricas y culturales cachemiris. Por su parte,
siguiendo con la exposición de Saha, el temor del HUM a que esta transfiguración de la
opinión pública pudiera favorecer algún acuerdo con Nueva Delhi le llevó a iniciar una
campaña de ataques a políticos cachemiris moderados proclives a la negociaciónt

En esta atmósfera de confrontación interna la India consideró oportuno poner en


práctica una medida que ya había utilizado exitosamente con anterioridad en otros
territorios desestabilizados por las actividades de guerrillas independentistas: ofrecer la
anmistia y la reinserción social a aquellos guerrilleros que abandonaran las armas. De
esta forma, en junio de 1994 el gobierno indio comenzó una serie de excarcelaciones de
activistas independentistas entre los que se encontraron Shabir Shah, Yasin Malik
(independentistas), Abdul Ghani Lone y Syed Ah Shah Geelani (propakistaníes),
00
considerados en aquellas fechas como los líderes políticos con mayor peso.

Yasin Malik, líder del JKLF, propuso declarar un alto el fuego para mantener
conversaciones tripartitas con los gobiernos de la India y Pakistán, pero se negó a
negociar con las autoridades indias si éstas le imponían hacerlo en el marco de la
Constitución de la Unión. Abdul Ghani Lone y Syed Ah Shah Geelani, conocidos
miembros de Al/-Party Hurriyat Conference, anunciaron su decisión de boicotear los
comicios a no ser que se celebraran bajo el auspicio de la ONU y en forma de un
referéndum de autodeterminación que abarcara todo el territorio bajo ocupación india y
pakistaní. Shabir Shah, el líder de la Liga Popular, se opuso a las elecciones tal y como

~ Ver El presidente del Partido Nacional Popular de Jammu y Cachemira declaró que ‘la lucha en contra
de la India ahora podría convertirse en una lucha en contra de Pakistán”. SAHA, B.P. Op.cit. Pág. 226-
221
‘e»> SARAF, Pushp. “Hurriyat Leaders Are Not Drifting AparÉ Lone”. Indian Exnress. Nueva Delhi, 3 de
noviembre dc 1994

“JKLF: Vasin Malik for Unconditional Talks with Cease Pire’. Muslim India. Nueva Delhi, Octubre
de 1994

609
estaban proyectadas y animó a musulmanes, pandits, dogras, budistas y sijs a reunirse
en una lucha pacífica por la independencia. Por primera vez, junto a Yasin Malik, el
líder de la Liga Popular defendió un nuevo modelo de activismo político que, aunque
pacífico y secular, no renunciaba a ninguna de sus anteriores reclamaciones. 02 De esta
forma, ninguno de los principales líderes de la resistencia apoyaron el modelo de
consulta popular propuesto por Nueva Delhi, entre otras razones porque se sospechaba
que la India intentaba promocionar al desprestigiado Farooq Abdullah como ministro
jefe de Cachemira. Por su parte, Farooq Abdullah se comprometió á participar en las
elecciones sólo si se restauraba el grado de autonomía anterior a 1953.103

En la India surgieron algunas voces avisando de los peligros que podría acarrear
la celebración de unas elecciones que despertaran poco o ningún apoyo popular)04 Los
análisis sobre los eventuales beneficios que pudiera conllevar este procedimiento
llevaban a dos conclusiones distintas. Había un grupo de ministros que consideraba que,
al igual que había ocurrido en Punjab, aunque la participación fuera muy reducida seria
posible revivir el proceso democrático. Pero había otro círculo que advertía de que los
casos de Punjab y Cachemira no eran equiparables.105 Existían factores, como los
distintos trasfondos históricos, la existencia de la reivindicación territorial pakistaní, los
condicionantes étnicos y religiosos, la implicación de la ONU y la estratégica ubicación
del Valle, que hacían del escenario cachemiri uno radicalmente opuesto al de Punjab.
Para estos analistas, en Jammu y Cachemira sería imposible iniciar un proceso de
normalización política si la población no participaba mayoritariamente. ¡06

02 “Srriking a New Resonance’. India Todav. 15 de noviembre de 1994

03 Ver AKI-ITAR, Shaheen. “Reviving the Election Farce in Jammu and Kashmir”. Strateeic Studies. N0
2&3 Invierno 1995- primavera 1996, y SAHA, H.P. Op.cit. Págs. 238-239

““ Ver ‘Prem Shankar Jha on Kashmir Situation”. Muslim India. Nueva Delhi, Diciembre de 1994,
CHODHLJRY, Neerja. “How Credible will He an Election in J-K Now?”. IMja~J ress. Nueva Delhi 6
de febrero de 1995, y NAYAR, Kuldip. “From Rao to Rao in Kashmir”. The Statesman. Nueva Delhi, 24
de mayo de 1995

~ Argumentación desarrollada por Girish Srinivasan en ‘Kashmir and Pun ab. Fundamental
Differences”. En ENGINEER, AA. Op.cit. Págs. 88-9i

~ Ver JHA, Prem Shankar. “Do Not I-lurry Elections in Kashmir”. The Hindu. Nueva Delhi, 1 de octubre
de 1994, y TARKUNDE, VM. “Kashmir- Prompt Action Necessary”. The Radical Humanist. Nueva
Delhi, julio de 1994

610
Durante este proceso, el conflicto entre ChaVan y Pilot se acentuó. Pilot defendía
que se debía conceder cierto grado de autonomía a Cachemira antes de que se
celebraran las elecciones. Por el contrario, Chavan se obstinó en aplazar cualquier
discusión sobre la ampliación de la autonomia hasta después de la consulta. El
enfrentamiento se trasladó al ámbito público a finales de octubre,107 y finalmente
Narasimha Rao acabó con la controversia desplazando a Chavan y convirtiéndose en el
interlocutor directo de Pilot mediante la creación de un Departamento de Asuntos para
Jammu y Cachemira de cuyas funciones se hizo cargo personalmente.

Mientras el gobierno de la India se debatía entre estos dilemas políticos, y otros


no menos graves obstáculos legales e institucionales producto de los 7 años en los que
había existido un colapso administrativo absoluto,108 en mayo de 1995 otro dramático
revés aplazó la agenda para la celebración de elecciones.109 En esta ocasión, un grupo de

Chavan, en una entrevista a la BBC en Londres, señaló que las manifestaciones públicas de Pilot sobre
Cachemira no debían ser consideradas como manifestaciones de la política oficial de la India, y Pilot, en
una carta de protesta al primer ministro indio, declaró que estas declaraciones de Chavan habían hecho un
daño incalculable a la imagen internacional dc su gobierno. NAYAR, Kuldip. ‘Chavan- Pilot Feud Suits
Rao’. The Statesman. Nueva Delhi, 16 de noviembre de 1994
168 La determinación de Narasimha Ran por celebrar elecciones en Cachemira se enfrentó con serios
obstáculos institucionales. Hubo dos cuestiones que perjudicaron el proceso sobre todas las demás. Por un
lado, la elaboración de los nuevos distritos y censos electorales, que no se habían renovado desde 1915.
Hasta mayo de 1995 no estuvieron preparados los nuevos distritos y listas electorales que, por otro lado,
recibieron muchas críticas. Ver AKI-ITAR, Shaheen. “Reviving the Election Paree in Jammu and
Kashmir, Strateeic Studies. N0 2&3, Invierno 1995- primavera 1996. En segundo lugar, la maquinaria
cvii administrativa había colapsado después de cinco años de violencia ininterrumpida. La organización
de los comicios requería movilizar a muchos empleados gubernamentales para las tareas del deposito y
recuento de votos. Dada la desmoralización general, el descontento entre la gran mayoría de los
empleados gubernamentales, y el control que los guerrilleros habían adquirido sobre un segmento
sígniticativo de funcionarios, era poco probable que su trabajo fuera eficaz. Igualmente, las Fuerzas de
Seguridad, que no desarrollaban el papel dc protectoras de la autoridad civil, sino que constituían por si
solas la única autoridad en el Estado, rivalizaban a causa de sus atribuciones, se encontraban ampliamente
divididas y defendían su dependencia en distintos casos de las autoridades de Nueva Delhi o de Srinagar.
Ver SAWI-INEY, Pravin. “Elections in Kashmir Must Wait. Since Security Forces are Divided and
Administration is Defunct”. The Asían Ace. Nueva Delhi, 3 de noviembre de 1994

0$) En febrero de 1995, un rebelde de origen afgano se refligió en la mezquita con un número
indeterminado de adeptos (de 20 a 200 según la fuente) que fortificaron la mezquita con explosivos. En
marzo el Ejército sitió Charar-e-Sharief y en colaboración con la BSF comenzó a regular la entrada en la
localidad, pero se decidió no asaltar la mezquita. A mitad de mes las autoridades indias propusieron que
los rebeldes abandonaran la mezquita comprometiéndose a no adoptar ninguna acción de represalia, pero
la propuesta fue rechazada y la situación permaneció inalterable durante dos meses, inesperadamente,
según las autoridades indias, el 8 de mayo los sublevados prendieron fuego a varias casas anexas a la
mezquita, supuestamente para distraer a las Fuerzas de Seguridad y asegurarse la huida. Esta versión ha
sido puesta en duda y muchos analistas consideran más probable que el Ejército indio provocara el fuego.
De cualquier forma, los cruces de disparos entre los guerrilleros y las Fuerzas de Seguridad impidieron
frenar la propagación del incendio, que provocó la destrucción de la mezquita y de alrededor de cien
casas. La mayoría de los rebeldes, incluyendo al cabecilla, lograron escapar, y el número de víctimas
mortales no sc hizo público.

611
rebeldes, liderados por un mujahidin afgano, se refugió en la emblemática mezquita de
la ciudad de Charar-e-Sharief durante más de dos meses. El asedio de las Fuerzas de
Seguridad finalizó con el incendio, de origen desconocido, de la mezquita y de decenas
de casas adyacentes. La destrucción de la mezquita provocó graves altercados en el
Valle y una gran oleada de protestas en el resto de la India. Las críticas a las autoridades
por su mala actuación durante la crisis llegaron a tal punto que Sumit Ganguly relaciona
estas presiones con el anuncio de Narasima Rao, a finales de 1995, de que su gobierno
se proponía ampliar la autonomía de Jammu y Cachemira. iR)

Narasimha Rao hizo una serie de declaraciones oficiales que pretendieron


perfilar un más “generoso” posicionamiento gubernamental que, no obstante, resultó
insuficiente para la mayor parte de los grupos políticos cachemiris: 1”. En primer lugar,
era esencial devolver un gobierno democrático a Jammu y Cachemira. 20. La India tenía
que mantener negociaciones sobre una eventual ampliación de la autonomía del Estado
con los principales líderes cachemiris. En su opinión, el Art. 370 señalaba el tipo de
relaciones que debían mantener el Estado y el Centro y el espíritu de dicho artículo
debía ser recuperado. 30, Pero estas negociaciones se debían desarrollar dentro del
marco de la Constitución india. 4O~ Con el uso del término Azadí (libertad) algunos de
los líderes cachemiris podrían estar buscando un mayor grado de autonomía, no la
independencia. 5O~ La Constitución india era suficientemente flexible para llevar a cabo
algunos ajustes que permitieran la realización del objetivo de la “unidad en la
diversidad”. Jammu y Cachemira debía gozar de autonomía en un esquema general de
respeto por un sistema federal que defendiera la pluralidad de la sociedad india. 6~. Por
último, Narasimha Rao se remitió al Acuerdo de Cachemira de 1975 firmado por
Sheikh Abdullah e Indira Gandhi, aunque declaró que “el cielo marcaba el límite” en lo
que a la extensión de la autonomía del Estado concernía. III

NO GANGULY, 5. Op.cit. Pág. 127. Este episodio dio lugar a innumerables debates. Ver, por ejemplo,
CHAKRAVARTTY, Nikhil. “Do Not Put 0ff the Charar-e-Sharief Post Mortem”. The Pioneer. Nueva
Delhi, 15 de mayo de 1995, SETHI, Sunil. “Ihe Tragedy of Errors in J&K”. The Pioneer, 21 de mayo de
1995, GUPTA, Sujay. “Break Down that Left the Centre Nonplussed”. The Statesman Nueva Delhi, 25 de
mayo de 1995, SHAHABUDDIN, Syed. “The flurning of Charar-e-Sharief’. Muslim India. Nueva Delhi
junio de 1995

Hl Ver KHAN. Rasheeduddin. “India, the Federal State and the Kashmir Problem”. En Kashrnir
0 34. 1996. Págs. 48-
Challengc’s andProspeets. Raiiv Gandhi Institute for Contemporarv Studies. Paper n
50, y AKHTAR, Shaheen. “Reviving the Election Farce in Jammu and Kashmir”. Strateaic Studies. N0
2&3, Invierno 1995- primavera ¡996

612
Estas declaraciones formaron la base para el comienzo de una estrategia de
doble ramificación que se inició en 1996. La primera parte de la estrategia supuso el
inicio en febrero de negociaciones con líderes cacheiniris que habían sido recientemente
excarcelados, y la segunda la inclusión de iamrnu y Cachemira en las elecciones
generales que se celebrarían en mayo. Un grupo importante de líderes separatistas
accedió a mantener negociaciones incondicionales con el gobierno de la India. Una vez
hubieron comenzado los contactos, los sublevados manifestaron su deseo de continuar
las conversaciones, pero rechazaron participar en las elecciones para el Parlamento
indio.

A pesar de que con una notable reducción en su intensidad y asiduidad, la


violencia continuó estando presente en el Valle mientras el gobierno comenzaba los
preparativos para llevar a cabo la segunda fase de su estrategia, la inclusión de iammu y
Cachemira en las elecciones al Parlamento indio que finalmente se celebraron entre el 7
y el 30 de mayo de 1996. Los candidatos del Partido del Congreso obtuvieron cuatro de
los seis escaños posibles. El Janata Dal y el Bharatiya Janata Party consiguieron los
dos restantes. La Conferencia Nacional de Farooq Abdullah, a pesar de que defendía la
permanencia de Jammu y Cachemira en la India, boicoteó las elecciones. Farooq se
mostró escéptico ante los compromisos adquiridos por Rao y se adhirió a la vigencia del
Acuerdo de Delhi de 1952, no del Acuerdo de Cachemira de 1975, como hacia el primer
ministro indio.

Aparentemente los comicios tuvieron un resultado positivo. En las elecciones al


Parlamento de la Unión de 1989 había participado, según cifras oficiales, un 5% del
electorado (fuentes independientes señalaron que no había superado el 2%), pero en esta
ocasión los medios de comunicación indios informaron de que el porcentaje alcanzaba
de un 40 a un 49no. No obstante, fueron muchas las denuncias de que las Fuerzas de
Seguridad indias habían coaccionado a la población para que participara.112 Así, el
gobierno no consiguió extender la impresión de que se había desarrollado un proceso de
auténtica normalización política. A pesar de que las Fuerzas de Seguridad no forzaron a
los ciudadanos a votar a un partido determinado, como habla ocurrido durante las

CL Un recuento pormenorizado de los resultados electorales en “Towards a New Beginning in Kashmir”.


Hulletin of Himalavan Rcsearch and Cultural Foendation. Nueva Delhi. N0 2, verano de 1996

613
elecciones de 1987, su comportamiento apremiante suscitó dudas sobre la legalidad de
los resultados.

Se debe señalar que el grado y la extensión de esta coacción son objeto de debate
y no están confirmados. Tampoco se puede ignorar la justificación del gobierno central.
Las coacciones y amenazas de los grupos rebeldes sobre la prensa y la población hacían
necesario el establecimiento de medidas de seguridad y de impulso sobre el electorado.
No obstante, a pesar de que el gobierno proclamó su victoria sobre los sublevados, la
sinceridad de su compromiso con el proceso democrático continuó estando en tela de
juicio, tanto entre los residentes del Valle como para los observadores extranjeros.í 13

El nuevo gobierno del Frente Unido en la India, bajo el liderazgo de Deve


Gowda, se enfrentó con un reto y, a la vez, con una nueva oportunidad en Cachemira. El
dificil reto era convencer a la población cachemirí de la buena voluntad del gobierno
central, pero en esta tarea Nueva Delhi también tenía en sus manos una nueva
oportunidad. A pesar de la irreductibilidad de la mayoría de los grupos armados,
muchos de los habitantes del Valle, hastiados de la inestabilidad y el caos que había
prevalecido durante 8 años, decidieron dar un voto de confianza al nuevo gobierno por
no tener ninguna relación con el pasado. Una de las primeras iniciativas del gobierno
indio, que no obtuvo un mandato claro y sólo pudo conformarse después de una
complicada asociación de pequeños partidos sin suficiente afinidad ideológica (el
partido más votado había sido el B/zaratiya Jauzata Party), fue anunciar una revisión de
las relaciones entre el Centro y el Estado y su respeto por lo estipulado en el Art. 370.

En otro claro esfuerzo por devolver la normalidad al Valle de Cachemira, Deve


Gowda promovió la celebración de elecciones a la Asamblea Estatal entre el 7 y el 30
de septiembre de 1996. El gobierno central contactó con los líderes de la Conferencia
Nacional, que había recuperado parte de su prestigio entre los cachemiris al negarse a
participar en las elecciones al Parlamento indio, y les garantizó la concesión de una
amplia autonomía, alentándoles a reavivar el partido y colaborar en el proceso de
normalización política. Farooq Abdullah se presentaba ahora como Ja principal baza de
los políticos indios moderados, pero esta baza no carecía de sus inconvenientes. La

113 Ver “Amnesty international. Human Rights Abuses in the Election Period in Jammu and Kashmir”.
World Kashmir Freedom Movement. Londres, 9 dc septiembre de 1996, y una selección de artículos de
prensa sobre este aspecto en hítp://www.ummah.org.ulc’kashmir/reports/eleetion.htm
614
figura de Farooq Abdullah no sólo estaba desprestigiada dentro de .Jammu y Cachemira,
los medios de comunicación a nivel nacional ponían de manifiesto las dudas de muchos
analistas a propósito del talento político y administrativo de Farooq para hacer frente a
una situación tan delicada.114

No obstante, Farooq dio muestras de perspicacia cuando llegó a un acuerdo con


el hijo del último Marajá, el ex Sadar-i-Riyasat Karan Singh, para hacer una campana
conjunta y pedir el voto de musulmanes e hindúes con el objetivo de formar un gobierno
en el que todas las comunidades estuvieran representadas y se pudiera acabar con el
fantasma del comunalismo y la violencia. El hijo de Karan Singh llegó a afiliarse a la
Conferencia Nacional, promoviendo una histórica reconciliación entre los descendientes
del Marajá Han Singh y Sheikh Abdullah.

Cuando finalmente se celebraron las elecciones, Farooq Abdullah logró una


amplia victoria, obteniendo 57 de los 87 escaños posibles. En el Valle, la Conferencia
Nacional consiguió 40 de 44 asientos, y en Jamrnu obtuvo 11. El Partido del Congreso
sólo consiguió 7, y el BJP 8. Los partidos Janata Da! y Bahujan Sama], que se
presentaban por primera vez en el Estado, obtuvieron 5 y 4 escaños respectivamente.
Uno de los miembros independientes de la Asamblea decidió conceder su apoyo a la
Conferencia Nacional, permitiendo que Farooq contara con el apoyo de dos tercios de la
Cámara.

El buen resultado de la Conferencia Nacional fue interpretado por prestigiosos


analistas como Mi. Akbar y Janak Singh como un síntoma de que la estrategia de
reunir a todos los cachemiris bajo un mismo enfoque secular había dado sus resultados,
y de que los cachemiris habian manifestado su deseo de acabar con la violencia y luchar
por la autonomía. 15 Las anteriores elecciones generales habían estado marcadas por las
denuncias de que se había coaccionado a la población para acudir a las urnas. Pero

‘‘4 Farooq sostuvo que la mayoría de los cachemiris deseaban permanecer en la India, que Pakistán no
estaba legitimada para exigir un plebiscito porque cuando existió la posibilidad de celebrarlo lo impidió y
que lo que el Estado necesitaba era la restauración del grado de autonomía anterior a 1953. SAHA, B.?.
Op.cit. Págs. 235-236

‘‘~ Ver AKBAR, Mi, ‘Farooq can Regain the Paradise he Lost”. Asían Atie. 13 de octnbre de 1996,
SINGH, Janak. “Regaining Paradise. Lessons for Farooq from the Past”. The Times of India. II de
octubre dc 1996, y “A Vote for Peace. The Verdict in Jammu and Kashmir”. Frontline. 1 de noviembre de
1996

615
observadores tan poco sospechosos de connivencia con el gobierno indio como la
periodista india Tavleen Singh negaron que en las elecciones de septiembre se hubieran
producido irregularidades.116 Acerca de la participación, pocos medios de comunicación
dieron cifras concretas y se limitaron a asegurar que había sido muy satisfactoria. Los
más precisos afirmaban que había superado el 50%. En lo referente a las reacciones
internacionales, la India recibió numerosas felicitaciones por lo que se consideró un
proceso legítimo de restauración de las garantías democráticas.

Pero no se pueden ignorar dos factores importantes. Por un lado, el importante


componente anti-India subyacente en el fracaso de los partidos de ámbito nacional. Y
por otro, que si los otros partidos cachemiris de la oposición se hubieran presentado a
las elecciones, probablemente no se habría producido esta amplia ventaja de la
Conferencia Nacional. Todos los grupos políticos de la resistencia, que contaban con un
notable apoyo popular, respondieron al boicot convocado por 1-Iurriyat Conference.
Tanto esta coalición como Pakistán denunciaron que las elecciones habían sido una
farsa, y I-Iurriyat Conference se comprometió a continuar con su lucha por la
autodeterminación, mientras que Benazir Bhutto solicitó la intervención internacional
en el conflicto.’’7

Después de que durante 7 años Jammu y Cachemira se hubiera visto privado de


un gobierno democrático, el 9 de octubre Farooq Abdullah volvió a ser investido como
ministro jefe acompañado de un Consejo de Ministros formado por 27 miembros que
intentaban acabar con los “desequilibrios regionales’ mediante una representación
equilibrada de las distintas comunidades. El nuevo gabinete también se ganó la
aprobación general por integrar políticos de las nuevas generaciones y prominentes
líderes de otros partidos que se habían pasado a la Conferencia Nacional poco antes de
las elecciones, como el nieto del último Marajá de Jammu y Cachemira. No obstante,

6 En una entrevista concedida después de las elecciones. La Conferencia Nacional recalcó que los
desiguales porcentajes de participación en los distintos distritos demostraba que el Ejército, cuya
presencia había sido, no obstante, masiva, no había coaccionado a la población. Ver ‘Road to
Tranquillity’. The Hindu. II de octubre de 1996 y “Army’s Role in Kashmir Polí”. The Statesman. 4 de
octubre dc 1996
117 Henazir Bhutto describió las elecciones como una farsa destinada a intentar distraer la atención
internacional y afirmó que los 40.000 muertos desde el comienzo de “la lucha por la libertad” eran una
prueba de que la celebración del plebiscito todavía era un asunto pendiente. La primera ministra pakistaní
pidió que la ONU volviera a discutir la cuestión de Cachemira. “Bhutto Wants UN to Diseuss Kashmir’,
The Indian Exuress. Nueva Delhi, 4 de octubre de 1996

616
los analistas políticos subrayaron la necesidad de iniciar negociaciones inmediatas con
Hurriyat Con/érence. ~

A pesar del enorme optimismo generado por estos resultados, que superaron las
previsiones más optimistas, los retos del nuevo gobierno eran peliagudos y no faltaba
quien dudaba de la capacidad del nuevo ministro jefe para superar los muchos
obstáculos. Entre los objetivos inmediatos que se planteó el nuevo gobierno se
encontraban: poner en funcionamiento la administración estatal, para lo que resultaba
primordial iniciar un proceso de descentralización entre las tres provincias que
respondiera a las tradicionales reivindicaciones de .Jammu y Ladakh;1 19 devolver la paz
y el orden y resolver el problema de la reintegración social y política de aquellos
guerrilleros que quisieran participar en el proceso democrático; organizar la vuelta de
todos aquellos que se habían visto forzados a abandonar sus hogares; comenzar el
proceso de reglamentación de las relaciones Centro-Estado (que contemplara un amplio
grado de autogobierno),120 reconstruir la economía, altamente dependiente del turismo;
y abordar proyectos de desarrollo y creación de empleo.

Por lo que se refiere a las condiciones de seguridad, el nuevo gobierno se


propuso combatir la insurgencia tanto desde el ámbito político como desde el
administrativo. El principal y más dificil reto era la oposición de los grupos armados y
demás grupos políticos que no habían participado en las elecciones a dar cualquier paso
que partiera de la aceptación de la integración de Jammu y Cachemira en la India.
Farooq Abdullah, después de liberar a cinco líderes de Iiurriyat Conference que habían
sido encarcelados antes de las elecciones por desórdenes públicos, hizo un vehemente

~ El gobernador Krishna Rao pidió a las autoridades de Nueva Delhi que no volvieran a dejarse llevar
por nimios intereses políticos y respetaran la voluntad de los cachemiris. ‘Confio en que todos los
interesados respetarán el veredicto de la población... no deben repetirse los errores pasados de
desestabilizar gobiernos debidamente elegidos que tuvieron consecuencias desastrosás”. Ver “A Delicate
Balance”. Political Events. Op.cit. 17 dc octubre dc 1996. Pág. 16, “Kashmir: A New and Cautious
I3eginning’. Political Events. Weekly News Analysis Service. Nueva Delhi, 10 de octubre de 1996, Pág.
14, DUBEY, Muchkund. “Towards a Dialogue on Kashmir”. Mainstream. Nueva Delhi, 9 de noviembre
de 1996, y “No Victory Processíons for Farooq Abdullah’. The Pioneer. 3 de octubre de 1996

Ii’) La primera medida que se anunció en este sentido fue la celebración de elecciones en los cuerpos
locales de los distintos distritos y municipios, y más tarde se creó un Comité de Autonomía Regional para
que diseñara un sistema de desarrollo equilibrado e igualitario entre las tres regiones.
120 Se constituyó un comité encabezado por el anterior Sadar-i-Riyasat Karan Singh para inspeccionar las
cuestiones relacionadas con las leyes centrales aplicadas en el Estado y con la relación constitucional
entre Jammu y Cachemira y eí Centro.

617
llamamiento a la negociación tanto a esta coalición política como a los distintos grupos
armados. Hurriyat Conference catalogó la oferta de “ridícula” y de irrealizable puesto
que no reconocía ninguna autoridad al nuevo gobierno. La organización describió los
comicios como una práctica militar destinada a esconder a la comunidad internacional la
realidad de Jammu y Cachemira, y apuntó que si el gobierno hubiera creído realmente
en la democracia no habría encarcelado a sus líderes antes de las elecciones. i2i

En lo referente a la presencia masiva de las Fuerzas de Seguridad de la India, a


pesar de que se hacían necesarias algunas reformas y la creación de organismos que
vigilaran el respeto por los derechos humanos, i22 Farooq consideró que su permanencia
resultaba imprescindible para vigilar la CFL/LOC, impedir la infiltración de guerrilleros
desde el exterior, y luchar contra los grupos armados. 23 Tan dificil como contener las
actividades subversivas de los independentistas cachemíris era la tarea de desarmar y
rehabilitar a las milicias paramilitares que hasta entonces habían actuado con el
beneplácito del gobierno indio pero sin ningún mecanismo de control. Estas milicias
advirtieron a Farooq de que se enfrentaría con graves consecuencias si intentaba su
desarme. i 24

Pero la primera tarea que tenían que abordar las administraciones estatal y
central era diseñar procedimientos que pennitieran que el autogobierno fuera una
realidad tangible. Deve Gowda, al contrario que sus predecesores antes de Narasimha
Rao, reiteró su compromiso con la concesión de mayor autonomía, aunque no aclaró si

121
Ver SWAMI, Praveen. ‘Plans, Strategies. The Hurriyat Weighs its future’. Frontline. Nueva Delhi, 1
de noviembre de 1996, y “Offer ofTalks”. Political Events. 17 de octubre de 1996. Págs. 17-18
‘22
En 1997 se creó una Comisión estatal de derechos humanos para investigar todas las alegaciones de
violaciones de estos preceptos cuya efectividad sigue siendo muy escasa actualmente. Ver BEARAK,
Harry. “Kashmir a Crushed Jewel Caught in a Vise of Hatred”. New York Times. 12 de agosto, 1999.
También se creó un comité de investigación de posibles casos de corrupción que podría inspeccionar a los
ministros y al propio ministro jefe.
‘23 “The Tasks Ahead”. Political Events. 10 de octubre de 1996. Pág. 14
¡24
Se cree que en 1996 cerca de 5.000 milicianos pro-India estaban operando en el Valle. NAYAR
Kuldip. “Vital Decision for Kashmir”. Indian Exoress. 14 dc octubre de 1996. Entre estas milicias destaca
Ikhwan-e-M&,Nncon. Además de atacar a íos grupos rebeldes, Jkhwan-e-Mus/irnoon creó una rama
política, la Liga Awami, que se presentó a las elecciones y no obtuvo ningún escaño. Estas milicias
suponían uno de los principales escollos para la normalización política porque, habiendo contado con el
beneplácito de Nueva Delhi y con libertad de acción, se habían implicado no sólo en actividades en contra
de los sublevados, sino en gran número de actividades criminales destinadas a obtener financiación. El
hecho de que no estuvieran integradas en ninguna cadena de mando hacía muy dificil su control. Ver
Army in a Catch 22 Situation of Thcir Own Makíng”. The Statesman. 17 de marzo dc 1996

618
estaba dispuesto a restaurar el estatus anterior a 1953. De cualquier forma, Abdullah
demostró su disposición a la negociación afirmando que su gobierno buscaba una
“fórmula 1996, no una fórmula 1953”.

Los primeros meses del nuevo gobierno no fueron nada fáciles. Analistas como
Izhar Wani o Yusuf Jameel lamentaban que ninguno de los compromisos asumidos por
Farooq estaban respondiendo a las expectativas creadas. Por otro lado, medio año
después de las elecciones era palpable un nuevo aumento de las actividades subversivas,
que antes habian resultado prácticamente inexistentes, y la población local seguía
denunciando el exagerado poder y el talante prepotente que todavía caracterizaba a las
Fuerzas de Seguridad indias.125

No obstante, para agosto de 1997 sí que fueron visibles importantes logros en la


contención de la insurgencia. í=6 Esta reducción de la violencia, y las enormes
esperanzas despertadas por la victoria de la Conferencia Nacional en las elecciones,
impidieron ver con claridad que la alienación de la población cachemiri y su profundo
sentimiento anti-India no estaban ni mucho menos subsanados. .1-Iurriyat Conference,
que había comenzado una nueva e intensa campaña de activismo político, desapareció
de las informaciones de los medios de comunicación y de la agenda de los políticos
indios y cachemiris. Todas las miradas se dirigieron al gabinete de Abdullah y se olvidó
la necesidad de que éste entablara negociaciones con los representantes de aquella
sección de la población, por lo menos un 50%, que no babia participado en las
elecciones. De cualquier forma, sólo aquellos que defendían una solución meramente
militar se atrevían a afirmar que la finalización del problema estuviera cerca. Desde la
prensa nacional, comentaristas como Aunohita Mojumdar se encargaban de recordar
que, aparte de la lentitud de las reformas económicas y laborales y de la inexistencia de

25 A pesar dc que las autoridades estatales afirmaban que se había producido un notable descenso de las
actividades de los guerrilleros, las informaciones de prensa eran mucho más escépticas. SARIN, Ritu.
“Opting for Softer Targets”. Indian Exnress. 21 de junio de 1997, y WAN1, Izhar. “Miles toGo Before
Farooq Regains his Paradise”. Ihe Asían Age. 3 de noviembre de 1996. Ver también “Democracy Still a
Far Cry as Absentee Govt. Eails to Deliver”. The Statesman. 9 de enero de 1997, BUKHARI, S.S. “Will
Use Chinar Bloom Again?”. 23 dc marzo de 1997, JAMEEL, Yusuf “Kashmiris not impresoed by Anti-
Graft Drive”. The Asían Ace. 10 de octubre de 1997
[20 El líder de la Liga Popular, Shabir Shah, reconoció que “el gobierno ha alcanzado un grado de control
militar sobre la situación que puede mantener el movimiento suprimido durante los próximos anos
“Kashmir Situation II. There isa Greater Feeling of Security”. The Statesman. 24 dc agosto de 1997,
KHARE, Harish. “Wining The War Loosing the Peace”. The Hindu. 22 de septiembre de 1997

619
avances en el camino hacia la obtención de la autonomía prometida, la alienación de la
población cachemiri continuaba siendo el principal reto del gobierno de Farooq. i 27

Esta situación de grandes esperanzas pero lentos logros prácticos en el ámbito


político y social se prolongó hasta 1998, cuando la subida al poder del Bharatiya Janata
Par-4v, que llevaba años propugnando la creación de una nación hindú, acabar con la
disputa territorial indo-pakistaní mediante el aplastamiento militar de Pakistán, y privar
a Jammu y Cachemira del autogobierno inició una etapa de gran incertidumbre. i 21< No
obstante, el SiP se había visto obligado a moderar su discurso en beneficio de sus
intereses electorales, y finalmente no abordó ninguna medida que pudiera amenazar con
dar marcha atrás a una situación que estaba en franca mejora.

La efectividad de las Fuerzas de Seguridad en la contención de la insurgencia se


vio confirmada con la apertura del Estado al turismo internacional en 1998, por primera
vez en nueve años. La recuperación de muchos resquicios de la vida cotidiana en la
mayor parte del Estado, una situación de “casi normalidad” que seguía siendo
supervisada por una abrumadora presencia militar, y que encontraba su contrapunto en
las escaramuzas diarias protagonizadas por soldados indios y pakistaníes en la
29
CFL/LOC, era considerada por unos como un simple espejismo que enmascaraba un
período de hibernación para reponer fuerzas, y por otros como un reflejo de la pérdida
de confianza en Pakistán y del deseo de la sociedad por volver a la normalidad.

De cualquier forma en 1999, bien porque efectivamente los grupos armados


hubieran estado recuperando fuerzas, o bien porque Pakistán hubiera decidido intervenir
para evitar la vuelta al statu quo anterior a 1989, el recrudecimiento de los
enfrentamientos fronterizos en la CFL/LOC, el aumento de la inestabilidad interna
provocada por cierto resurgir de las actividades subversivas, y las dos series de ensayos
nucleares realizados por la India y Pakistán, devolvieron el conflicto al punto de
atención de la comunidad internacional.

127 MOJUMDAR, Aunohita. “Continuing Alienation of People a Mayor Obstacle”. The Statesman. 28 de
agosto de 1997
¡28 Tras las elecciones de 1996, cl BJP había denunciado que Deve Gowda se propusiera a ampliar la
autonomía del Estado y anunció medidas para conseguir la anulación del Art. 370. SWAMI, Praveen.
“Political Reactions”. Frontline. Nueva Delhi, 1 dc noviembre de 1996

129Ver NARAYANAN, M.K. “The J&K Balance Sheet: More Debit than Credit”. The Asían Me. 6 de
octubre de 1997, SARAF, Pushp. “Political Challenges”. The Pioneer. II de octubre de i997

620
En aquella fase de aparente mejora del conflicto nacionalista iniciada en 1996, el
recrudecimiento de la disputa territorial indo-pakistaní entre 1998 y 1999 impidió
comprobar hasta qué punto se estaba producido i-ealmente una transformación que
según los más optimistas se dirigía paulatinamente hacia una posición expectante, o
incluso ansiosa, de la sociedad cachemiri por obtener de la India las garantías de
autogobierno que le permitieran recuperar una vida en paz, aunque ello supusiera
renunciar a la utópica solución de la independencia. La mayoría de los musulmanes
cachemiris ha acabado por dejarse de identificar tanto con la India como con Pakistán,
pero II años de infructuosa y dolorosa insurgencia le han demostrado que la India es
una nación demasiado fuerte como para obtener de ella cualquier concesión que no sea
voluntaria. Sheikh Abdullah era consciente de esta realidad cuando firmó el Acuerdo de
Cachemira de 1975 y accedió a gobernar el Estado sin haber obtenido el grado de
autogobierno deseado.

A pesar de la falta de libertades políticas sufrida por los cachemiris desde 1953,
lo cierto es que la mayoría mira con nostalgia al pasado cuando comprueba que
entonces, por lo menos, Jammu y Cachemira era un Estado donde se vivía en paz y se
disfrutaba de cierta prosperidad.130 La histórica tradición pacífica, o sumisa según
algunos observadores, de los cachemiris se ha visto efectivamente rota durante la última
década, pero un análisis general de las causalidades y la evolución de esta
transfonnación permite considerar, sin pecar de optimismo, que si la India y Pakistán
alcanzaran un acuerdo para establecer una frontera divisoria definitiva del anterior
Estado nativo, y si ambos respetaran dentro de sus fronteras las peculiaridades
históricas, culturales, nacionales y políticas de sus poblaciones, seria posible alcanzar el
por ahora tan remoto fenómeno de la paz.

Ver BLANK, Jonah. “Kashmir: Fundamental ism Takes Root”. Foreien Affairs. Noviembre-diciembre,
‘~~‘

1999. Págs. 45-47, y SIMONS, Lewis H. “Cachemira Entre Dos Fuegos”. National Geonrauhie
Septiembre de 1999. Págs. 11, 27 y 28

621

.
CAPÍTULO IX: POSIBLES ESQUEMAS DE
RESOLUCIÓN PARA LAS CUESTIONES NACIONAL-
TERRITORIAL EN JAMMU Y CACHEMIRA

Desde 1947 se ha producido una dilatada industria de propuestas de solución, más


o menos atinadas, que han merecido una implicación oficial desigual tanto en la India,
Pakistán y Jammu y Cachemira como en el resto del mundo. La mayoría de ellas
quedaron obsoletas con el nacimiento de la sublevación nacionalista eh 1989, pero en la
última década ha dado tiempo para producir toda una extensa nueva gama de
proposiciones.

No faltan ciertas propuestas execrables y desaconsejables, tanto desde un punto


de vista práctico como moral, que no obstante es necesario mencionar en tanto que
ilustran el proceso de radicalización que han sufrido algunos círculos de opinión en la
India y en Pakistán. Así, hay voces que exigen el aplastamiento militar definitivo del
adversario, una posibilidad que, por otro lado, está al alcance de ambos desde los
ensayos nucleares de 1998. En la India también ha merecido estudio la sugerencia de
utilizar medios militares masivos para el hundimiento de los elementos subversivos, o el
desarrollo de medidas enfocadas hacia lo que sólo puede ser definido como una
“limpieza étnica”. Ya en el campo de un análisis puramente político, vamos a prestar
atención a cuatro amplias categorías de proposiciones, que a menudo aglutinan y
yuxtaponen soluciones que han sido consideradas aisladamente, y~ cuyos elementos
pueden ser utilizados en la búsqueda de una solución negociada.

9.1. LA IArflNSIFICAcIÓNDS LOS MEDIOS JWJTAR&S FDS


REPRAWFÓNPQUCL4L ni sOLUCIÓN rma’rrn sw ztrnvos DE
POL/TIC4 DflfOORÁF)CA

Una propuesta que los nacionalistas hindúes han manejado con un alto grado de
revestimiento populista ha sido la de incrementar la presión militar que se está
aplicando en Jammu y Cachemira desde 1989. El único objetivo de este enfoque sería
aplastar a los insurgentes por medio de la fuerza. Los sublevados serían considerados
simples delincuentes, excluyéndose la posibilidad de negociar o ceder ante ninguna de
sus reivindicaciones.

623
En el discurso popular a esta solución se la denomina “hacer otro Punjab”. En
este Estado indio, en 1984 los separatistas sijs fueron derrotados mediante un uso
desmedido y brutal de la fuerza. Las elecciones estatales de 1992, que sobrevinieron
después de cinco años de insurgencia y de gobierno directo de Nueva Delhi, convocaron
a un electorado extremadamente reducido que, sin embargo, dio paso a un gobierno
legalmente constituido. Las siguientes elecciones locales disfrutaron de una
participación electoral extraordinariamente alta, y la represión, que fue acompañada de
medidas políticas, pareció haber provocado las condiciones necesarias para la paz.

Sumit Ganguly expone las razones por las que es improbable que en Jammu y
Cachemira funcione la estrategia de “hacer otro Punjab”.’ En primer lugar, la
composición demográfica en Cachemira es diferente a la de Punjab. En Punjab la
población sij apenas supera a la hindú, mientras que Cachemira es mayoritariamente
musulmana. Es más, la mayoría de los sijs en Punjab no apoyaba la creación de un
Estado independiente. Por el contrario, en el Valle de Cachemira la gran mayoría de la
población no se siente identificada con la India.

En segundo lugar, la reivindicación territorial pakistani de Cachemira es un


factor decisivo. A pesar de que Islamabad colaboró con la insurrécción en Punjab,
nunca mantuvo ninguna reclamación sobre este Estado. Así pues, el gobierno de la India
no tuvo que desarrollar una estrategia de doble ramificación y tuvo libertad para aplicar
la fuerza con un grado considerable de impunidad. Por el contrario, en Jammu y
Cachemira Pakistán puede, como ha hecho hasta el momento, movilizar a la comunidad
internacional con sus denuncias por las violaciones de los derechos humanos.

En tercer lugar, una parte importante del triunfo de la estrategia de la India en


Punjab dependió de su habilidad para impermeabilizar sus fronteras y para acabar con
los santuarios de los guerrilleros y sus fuentes de aprovisionamiento de armas. Una
táctica similar sería imposible en Cachemira por dos razones: su proximidad fisica a
Pakistán y sus escarpadas superficies repletas de elevadas montañas y angostos valles.

Por último, la comunidad internacional se ha implicado más que nunca en la


defensa de los derechos humanos a nivel mundial, y la India ha hecho serios esfuerzos

GANGULY, 5. Opcit. Págs. 133-136

624
por inculcar esta noción en sus Fuerzas de Seguridad. Tal estrategia minaría la imagen
que la India intenta adquirir a ojos de la comunidad internacional.

El Bharatiya Janata Party, el partido nacionalista hindú que controla


actualmente el gobierno indio, fue durante años el principal defensor de otra propuesta
que despertaría igualmente el rechazo de la comunidad internacional: provocar un
cambio en el perfil étnico de Jammu y Cachemira mediante, a) el asentamiento de
colonos hindúes, y/o b) la provocación del éxodo de la población musulmana hacia
Pakistán para acabar con la dominación musulmana en términos demográficos. 2

Esta estrategia sigue las pautas de las politicas aplicada por China en Tibet y de
la más reciente estrategia serbia en Kosovo. En la actualidad, los fundamentalistas
hindúes prefieren maquillar esta propuesta recordando que todos los musulmanes indios
una vez fueron hindúes. ¿Por qué no darles la posibilidad de convertirse o de marcharse
para unirse a sus correligionarios musulmanes de otros países, al igual que hicieron los
judíos de la Unión Soviética o los hindúes de la provincia pakistaní de Sind?

Sumit Ganguly enumera cuáles son, al margen de consideraciones morales, los


principales obstáculos con los que se enfrenta esta estrategia) El Art. 370 de la
Constitución de la India prohibe que ciudadanos que no son cachemiris adquieran
propiedades inmobiliarias en .Jammu y Cachemira, lo que previene el asentamiento de
indios en su territorio. Irónicamente, esta barrera legal sería la más fácil de superar. Si el
Bharatiya Janata Par/y decidiera impulsar la derogación del Art. 370 probablemente no
encontraría muchos impedimentos. Pero hay otros obstáculos mucho más dificiles de
soslayar. Actualmente, después de la emigración de alrededor de 250.000 hindúes del
Valle de Cachemira, sus 4 millones de habitantes son casi cien por cien musulmanes. La
conversión de este perfil demográfico requeriría una colosal inmigración hindú.
Además, garantizar la seguridad de los emigrantes en una región azotada por una
sublevación de corte fundamentalista, y dar respuesta a las demandas de proyectos de
infraestructura y creación de empleo, es un reto que supera las capacidades del Estado
indio. Por último, la estrategia del cambio demográfico es impracticable en un país que

2 El BJP, que para alcanzar el poder ha tenido que


moderar sus posturas, llegó a proponer la limpieza
étnica utilizando eslóganes como “Pakistán o la tumba”, sugiriendo que los musulmanes caehemirís
tendrían que emigrar a Pakistán o morir. R.AHMAN, M. Op.cít. Pág. 164

Ver GANGULY 5. Op.cit. Pág. 133

625
necesita la ayuda económica de una comunidad internacional que cada vez protege con
más fuerza el respeto a los derechos humanos.

9.2. XL PLXRIS~ITO DR AUTODRTXRIRFeTACIÓN

La presunción implícita en esta propuesta es que el destino de Jammu y


Cachemira no debe ser determinado ni por la India ni por Pakistán, sino que pertenece al
ámbito de decisión de los cachemiris. No obstante, el conflicto de Cachemira siempre
ha sido considerado, principalmente, un problema de reivindicaciones territoriales
enfrentadas, no una lucha por discernir y llevar a la práctica los deseos de un pueblo. Es
cierto que quince resoluciones de la ONU reconocieron el derecho de los cachemiris a la
autodeterminación. Pero resulta necesario indicar, en primer lugar, que este derecho fue
restringido al no admitir la posibilidad de incluir la opción de la independencia. Y en
segundo lugar, que casi la totalidad de la comunidad internacional, que anteriormente se
adhería a la postura pakistaní, se inclina ahora por la búsqueda de una solución que
parta del establecimiento de negociaciones bilaterales entre la India y Pakistán. Se
sobreentiende que estas negociaciones deben desembocar en un pacto que establezca
una división definitiva y negociada del Estado.

No obstante, que la India cumpla su compromiso internacional de permitir la


celebración de un plebiscito de autodeterminación constituye la única reivindicacion
compartida por todos los grupos políticos y armados cachemiris sea cual sea su
afiliación, y oficialmente continúa suponiendo la base de la estrategia operativa de
Pakistán.

Los simpatizantes de la causa india han esgrimido todo tipo de argumentos para
mitigar el daño que las resoluciones de la ONU hicieron a la legitimidad del
Instrumento de Adhesión. Entre ellos se encuentra la explicación de que la carta del
gobernador general Mountbatten que contenía el compromiso inicial de “hacer una
referencia a la población”, al ser estrictamente la expresión de un deseo personal
separada de la aceptación formal de la adhesión, no es vinculante para la India; que esa
referencia a la población podía ser ejercida por otros medios distintos al de un plebiscito
formal; que las resoluciones de la ONU quedaron obsoletas en el momento en que
Pakistán se negó a cumplir su parte del contrato (la retirada de sus tropas); y que la
población de iammu y Cachemira, habiendo tenido ya la oportunidad de expresar su

626
voluntad en varias elecciones libres y democráticas no obtendría ningún beneficio de
volver a despertar la cuestión de la adhesión.

La evidente inconsistencia de una parte de la argumentación india no se ha


traducido en un beneficio inversamente proporcional para la causa de Pakistán. Los
argumentos de Pakistán en relación con el plebiscito son vulnerables al mismo tipo de
crítica que los de la India. Este es claramente el caso cuando se trata de establecer
analogías históricas. Por ejemplo Pakistán ha subrayado que la cuestión de Junagadh,
en la que el gobierno de la India mantuvo que su adhesión a Pakistán era ilegal porque
su monarca musulmán no debía decidir el futuro de su población hindú, era el mismo
escenario y un claro precedente para el Estado de Jammu y Cachemira.

Este es un razonamiento sensato, pero el precedente en este caso actúa de igual


forma para negar la argumentación india como, sobre todo, la pakistaní. La parte de la
historia enarbolada por Pakistán para defender su causa, que el Partido del Congreso no
reconoció en iunagadh la potestad del monarca musulmán para decidir la instauración
de un Estado mayoritariamente hindú, pero sí aceptó la del monarca hindú del
musulmán Jammu y Cachemira, se ve contrastada por la realidad de que el gobierno
indio en consonancia con su política oficial de restringir la potestad de los monarcas,
celebró un plebiscito en Junagadh y demostró, en una primera etapa, su disposición a
celebrar un referéndum en Jammu y Cachemira. Por el contrario, la política oficial de la
Liga Musulmana, que concedía una potestad absoluta a los monarcas para determinar el
futuro de los estados, fue compatible con su aceptación de la integración de Junagadh en
Pakistán, pero interesadamente soslayada a la hora de valorar la petición de integración
en la India del monarca de .Jammu y Cachemira.

La vulnerabilidad de la exposición pakistaní a la crítica es claramente patente


también en lo que respecta a su denuncia de que el Ivlarajá Han Singh no tenía derecho
a decidir el futuro de su población no sólo por pertenecer a una comunidad minoritaria
sino también porque representaba a una dinastía cruel y despótica que había sido
impuesta sobre la población por los colonizadores en 1846. No hace falta cuestionar la
conveniencia de esta observación para notar que también podría hacer referencia al
gobernante musulmán de Junagadh. Pero todo este contexto ya ha sido analizado en

627
capítulos anteriores y el lector ya ha tenido la posibilidad de extraer sus propias
deducciones.

En cierta forma, la inconsistencia de los alegatos indio y pakistaní a propósito de


la celebración de un plebiscito ha aumentado a lo largo de los años. Pakistán nunca ha
defendido realmente el derecho de los cachemiris a la autodeterminación, puesto que
excluye la opción de la independencia. Por su parte, el gobierno de la India, habiéndose
comprometido en un primer momento, lleva declarando formalmente desde 1957 que la
adhesión de .Jammu y Cachemira es irrevocable y que no se celebrará ningún
referéndum. A este respecto, en la India el debate entre aquellos partidarios de que se
celebre un plebiscito se circunscribe a determinar si el compromiso de la India deriva de
principios legales o simplemente morales. Pero el discurso oficial de la India recurre a
múltiples argumentos para demostrar que la India no sólo ha cumplido sus compromisos
morales, sino que también ha sido eximida de los legales.

Para justificar sus posícionamientos, la India y Pakistán enarbolan distintos


párrafos de las resoluciones del 21 de abril de 1948 y del 5 de enero de 1949. La
argumentación de Pakistán queda fundamentada en que dichas resoluciones disponen
que el destino de Jammu y Cachemira debe decidirse por medio de “los métodos
democráticos garantizados por un plebiscito libre e imparcial”. Por su parte, la India
recuerda que la UNCIP estipuló que Pakistán debía “asegurar la retirada del Estado de
Jammu y Cachemira de tribus y ciudadanos pakistaníes que no residan normalmente allí
y que hayan entrado en el Estado con la intención de luchar..”. La UNCIP, en una
Memoria Auxiliar del 14 de enero de 1949, establecía que en el caso de que Pakistán no
aceptara este requisito o de que habiéndolo aceptado no lo hubiera cumplido, la
aceptación por parte de la India del resto de las estipulaciones contempladas en las
resoluciones de la ONU “no será considerada como obligatoria...

Mientras que Pakistán defiende que la no celebración del plebiscito invalida el


Instrumento de Adhesión, la India argumenta que la realización de este procedimiento
sólo presenta, como mucho, una obligación moral, no legal, a causa del incumplimiento
de Pakistán de su parte del acuerdo.

Ver “Plebiscite And SelfDetermination in Jammu and Kashmir. lrrelevant Concepts”. Sin fecha. Folleto
informativo difundido por la Embajada de la India en Madrid
628
Partiendo de una aceptación de la argumentación india en lo que se refiere a las
resoluciones de la ONU, queda pendiente la parte de este compromiso que no había sido
adquirida con la comunidad internacional, sino con la propia población cachemiri. En
este punto, Nueva Delhi sostiene que la aceptación popular de la integración de Jammu
y Cachemira se materializó con el apoyo mayoritario a la Conferencia Nacional y su
líder, Sheikh Abdullah, y con la ratificación de la adhesión por parte de la Asamblea
Constituyente cachemiri entre 1954 y 1956.

Es cierto que Abdullah desestimó, incluso antes que Nehru, la conveniencia de


celebrar un plebiscito. Pero no lo es menos que lo hizo dando por hecho que la India
cumpliría su compromiso con la concesión del autogobierno y con la potestad de la
Asamblea Constituyente, cuya presidencia le fue encomendada democráticamente, para
decidir la futura instauración del Estado. El hecho de que la Asamblea que ratificó la
adhesión a la India no contara con la presencia de Sheikh Abdullah y sus seguidores
resta cualquier validez moral a la afirmación de que esta ratificación supuso una
manifestación de la voluntad popular.

De cualquier forma, la inconsistencia de la argumentación india en lo que


respecta al cumplimiento de su deber moral ha podido ser contrarrestada por una
exposición de su causa cada vez más legalista. A finales de la década de los 50, el
representante de la delegación india ante la ONU, Krishna Menon, afirmó que la
adhesión de Jammu y Cachemira a la India era completa y definitiva porque legalmente
la confirmación de la población no era necesaria para la validez y el carácter perpetuo
de la adhesión de un Estado. “Las adhesiones no son revocables. La Constitución de la
India no contiene ninguna provisión para la des-adhesión o las adhesiones parciales o
temporales”. Menon añadió que la Unión India “fue creada por la población de la India
en una Asamblea Constituyente en la que participaron representantes cachemiris”. Si la
cuestión de la adhesión de Jammu y Cachemira se reabriera podría ocurrir lo mismo con
los cientos de estados nativos que se anexionaron a la India. Menon subrayó que las
leyes y prácticas internacionales determinan que los territorios anexionados no pueden
separarse posteriormente, y recordó que el Tribunal Supremo de Estados Unidos y el

629
Alto Tribunal del Parlamento en Gran Bretaña habían seguido estas consideraciones en
los casos de Texas y Australia Occidental respectivamente.5

Asimismo, si la promesa del plebiscito era considerada un compromiso


internacional el principio de rebus sic stantibus podía evitar su cumplimiento. Esta
doctrina afirma que un país puede ser exonerado de sus obligaciones bajo un
compromiso internacional si se produce un cambio vital en las circunstancias que
existían cuando se asumió la obligación. En palabras del juez indio Gajendrajadkar: “se
han producido tales cambios vitales en los hechos materiales desde 1947 que sería
imposible exigir la puesta en práctica del compromiso en la actualidad.., resulta, en mí
opinión, infantil por parte de cualquier país sugerir que incluso después del paso de un
periodo de tiempo tan prolongado, y después de que numerosos acontecimientos hayan
alterado radicalmente la situación, la India debe celebrar el plebiscito”.6

Haciendo uso de estos hechos objetivos, la India afirma que ya no considera


vinculantes los acuerdos mediados por la ONU, particularmente el acuerdo para la
celebración de un plebiscito. Para la India, el Tratado de Simía de 1972 se superpone a
cualquier pronunciamiento anterior, y los intentos de Pakistán de llevar la disputa a la
ONU son una violación del principio de bilateralismo consagrado en SimIa. Desde
comienzos de la década de los 90, la comunidad internacional ha asumido, tácita o
explícitamente, esta argumentación india.

9.2.1. RAZONES QUE DESACONSEJAN LA CELEBRACIÓN DE


UN PLEBISCITO GENERAL

Desde el primer período del conflicto de Jammu y Cachemira (años 50) la


celebración de una consulta popular fiable fue considerada un reto insuperable incluso
por las agencias mediadoras de la ONU. La accidentada configuración geográfica, los
desplazamientos de población producidos por la crisis de integración, la intimidación
provocada por la presencia militar india y pakistani, la desaparición de los censos en
muchas poblaciones que habían sufrido los saqueos de los invasores, y otros muchos

DESAI, Damodar R. “The Origins of Kashmir’s International and Legal Status”. En THOMAS, R.G.C.
Op.cit. Pág. 91
6 DESAI, DR. Op.cít. En THOMAS, R.CJ.C. Op.cit. Pág. 91. Ver otros argumentos defendidos por K.
Menon, MC. Chagla e Indira Gandhi en CI-IOPRA, V.D. Op.cit. Págs. 225-230

630
obstáculos prácticos hicieron declarar a Josef Korbel, comisionado de la UNCIP, “que
la mera tecnicidad de realizar el plebiscito aparecía fuera del alcance de la realidad”.7

En opinión de Pauline Dawson, investigadora especializada en la mediación de


la ONU en el conflicto de Jammu y Cachemira, en lugar de esforzarse por parar la
guerra con el objetivo de celebrar un plebiscito lo que la organización internacional
hizo fue insistir en la cuestión del plebiscito como un instrumento para conseguir el cese
del enfrentamiento armado. Incluso el representante del secretario general, Erik Colban,
dudó que un plebiscito fuera a suponer un punto de partida para el establecimiento de
una paz duradera entre la India y Pakistán, y manifestó su temor de que el bando
perjudicado por el resultado de la consulta popular no aceptara el resultado.8

Pero los impedimentos técnicos siempre se han visto superados por la


imposibilidad de que un solo plebiscito general en Jammu y Cachemira pueda dar un
resultado que respete la equidad para su distintas comunidades. Esta evidencia llevó en
1950 al mediador de la ONU, Sir Owen Dixon, a proponer la celebración de un
“plebiscito regional”. El plebiscito podía celebrarse sólo en aquellas áreas donde los
intereses de la población fueran inciertos, lo que, después de la partición territorial
posterior a la guerra de 1947-1948, sólo aludía al Valle de Ctwhemira. Nehru,
convencido de que tal plebiscito sería favorable a la India, aceptó la propuesta. Pero Ah
Jinnah, argumentando que el compromiso se había establecido para la totalidad del
Estado, pero movido por el temor a que la popularidad de Sheikh Abdullah llevara a la
integración del Valle en la India, lo rechazó.

En la actualidad esta realidad ha asumido una magnitud aún más pronunciada.


La islamización de la población musulmana se ha desarrollado simultáneamente a una
radicalización religiosa de las minorías hindú y budista. Además, las poblaciones de
Ladakh y Jammu ven la crisis en el Valle de Cachemira como algo que no les afecta y
han logrado un grado significativo de desvinculación administrativa de Srinagar. Pero
incluso la celebración de un plebiscito circunscrito al Valle de Cachemira se enfrenta
con graves dilemas. Por un lado, la comunidad hindú del Valle, los pandits, exigen
poder volver a su tierra natal, pero lo hacen rechazando una vuelta a la situación anterior

‘KOREEL, J. Op.cit. Pág. 135-136

1< DAWSON, P. Op.cit. Págs. 28-29

631
a 1989. Esta comunidad ha reivindicado en los últimos años la extracción de unas 3.000
millas cuadradas de territorio en el margen oriental del río Jhelum para establecer un
Estado propio, Pannun Kashmir. Esta petición surge del sentimiento de no pertenencia
al movimiento que pide la autodeterminación para el Valle y del éxodo al que han sido
compelidos por algunos elementos radicales del movimiento de liberación)>

Por otro lado, los propios musulmanes del Valle están divididos entre las
opciones de la independencia o de la integración en Pakistán. Aunque la coalición de
partidos políticos cachemiris Hurriyat Conference ha intentado que ambas ramas
ideológicas accedan a respetar el resultado de un plebiscito de autodeterminación,
algunas organizaciones propakistaníes han insinuado que no aceptarán ningún desenlace
que no sea la adhesión a la nación islámica. Incluso algunos miembros de comunidades
musulmanas minoritarias, como los shiís, los gujjars o los baltis recelan de los logros de
un movimiento secesionista que fortalecería la dominación sunita en el Valle.10

Y sin embargo, la celebración de un plebiscito general de autodeterminación


permanece como una proposición que no sólo surge del Valle de Cachemira y del
gobierno pakistaní, sino que también es defendida por algunos núcleos de opinión en la
India. Aunque la práctica totalidad de los autores indios considera que el Instrumento de
Adhesión es legalmente válido, muchos intelectuales como Kuldip Nayar, Iqbal A.
Ansari, 5. Manzoor Alam y Ajesha dalaI, reconocen que la India ha contraído una
obligación moral (versus una obligación legal) de remitirse a la población.”

De esta forma, estos autores sugieren, con variaciones, un proceso de varias


fases que debería culminar con un ejercicio de autodeterminación de la población
cachemirí. Este proceso debería compaginarse con un ejercicio global de revisión
general de las relaciones federales y estatales en la India que ponga en funcionamiento

Ver HEWITT, V. Op.cit. Pág. 170, y “Living on the Edge of Kashmiriyat”. The Radical Humanist
Nueva Delhi, Febrero de 1994

‘1’Ver NALAPAT, MD. “A Mísstep in the Brink of Victory”. The Times of India. 1 de enero de 1996

Ver VAISHNAVI, Rughonath. “Kashmir Problem: How to end Miliiancy?”. The Radical Humanist
Julio de 1992, ANSARI Iqbal A. “Indian Muslims and Kashmir”. The Radical Humaníst. Noviembre de
1993, “5. Manzoor Alam Proposal for Solution”. Muslim India. Marzo de 1994, y JALAL, A. “Kashmir
Scars”. 23 dejulio dc 1990. En RAHMAN. Op.cit. Pág. 162

632

.
un nuevo modelo de Estado descentralizado, y con un esfuerzo de carácter prioritario
para el desarrollo socioeconómico en Jammu y Cachemira.

El primer paso exigible, según estos autores, sería restaurar a los cachemiris el
autogobierno contemplado en el momento de la adhesión y dar todas las facilidades para
la reinserción de los guerrilleros en los procedimientos políticos democráticos. Los
guerrilleros, una vez abandonadas las armas, y los partidos políticos que les representan
(Hurriyat Conference) deberían formar y dirigir el gobierno de iammu y Cachemira
hasta que se pudieran celebrar unas elecciones libres bajo la supervisión de la ONU y
del gobierno indio. El partido que ganara las elecciones dirigirla la administración
estatal sin ningún tipo de injerencia durante un período no menor a los 5 años y no
superior a los 15. Este período de gobierno autónomo supondría una etapa de transición
en la que se lograría la normalización política interna y la relajación de las relaciones
Centro-Estado. Al lograrse este objetivo, se debería organizar un referéndum en la
totalidad de .Jammu y Cachemira, incluyendo la parte ocupada por Pakistán, para saber
si los cachemiris desean el mantenimiento del statu quo o la celebración de un
plebiscito de autodeterminación.

Merece la pena indicar que un número muy significativo de los intelectuales


indios que no rechazarían este tipo de proceso, entre ellos VM. Tarkunde y Tavleen
Singh, albergan la convicción de que si la población del Valle de Cachemira goza de la
autonomía que requiere, disfruta de un crecimiento económico y laboral sostenido y
conoce durante un periodo de tiempo prolongado las posibilidades que ofrece un
sístema político democrático, los movimientos que actualmente piden la
autodeterminación dejarán de contar con el apoyo popular. 2

9.3. LA PARTICIÓN ZW17Y>RML DXL ESTADO CON


vAnAcrosis XNLA CF4’LOC

La división territorial permanente de Jammu y Cachemira supuso la base de casi


todas las propuestas que fueron presentadas ante la India y Pakistán durante la década
de los 50 por los distintos mediadores asignados por la ONU, y en los años 60 también

‘2 Esta fue la opinión que Tavleen Singh transmitió a la autora en una entrevista concedida en diciembre
de 1996. Ver también TARKLFNDE, V.M. “Enlarged Autonomy-A Possiblc Solution”, en SOZ,
Saífuddin. Why Autonomy frr Kashmir?. Págs. 12-13

633
se convirtió en la tesis preferida por EEUU. Estas propuestas estudiaron un amplio
abanico de posibles resultados territoriales: dependiendo del principio de partición
adoptado, cada bando podría adquirir la totalidad, una parte, o ningún fragmento del
Valle de Cachemira. También previeron diferentes procedimientos: se podría celebrar
un plebiscito que asegurara el consentimiento formal de los cachemiris de la partición
territorial, pero el plebiscito podía abarcar la totalidad del Estado o, como sugirió Owen
Dixon, ser restringido a las áreas cuya disposición fuera incierta, es decir el Valle de
Cachemira.

La partición territorial permanente continúa siendo hoy el objetivo no declarado


tanto de la India como de Pakistán aunque, obviamente, cada uno define la cuestión en
términos muy diferentes. Pakistán sigue exigiendo que se cumplan las resoluciones
referentes a la celebración de un plebiscito, y la India responde que la adhesión es
definitiva y que lo único que se necesita para finalizar la disputa es que Pakistán cese su
ocupación militar de algunas regiones de Jammu y Cachemira.

Sin embargo, se puede dar por seguro que estas obstinadas reclamaciones son
más un conjuro ritual que una expresión real de sus posicionamientos. En el bando
pakistaní son frecuentes desde hace años los reconocimientos extraoficiales y privados
acerca de la escasa probabilidad de que se celebre un plebiscito. Y los observadores
imparciales han considerado que la India, cuando en ocasiones reivindica territorios
adyacentes a Cachemira en el propio Pakistán, adopta una actitud de contrapeso para
neutralizar sus reivindicaciones más inaceptables. En efecto, como se ha señalado
reiteradamente en este estudio, el gobierno de la India no ha hecho ningún esfuerzo por
esconder su disposición a renunciar a una parte importante del ex Estado nativo, lo que
no corresponde con su discurso oficial.

El mantenimiento del statu quo en Jammu y Cachemira ha sido considerado


tradicionalmente en la India como la solución más deseable para el conflicto territorial
indo-pakistaní, tal y como quedó reflejado en las negociaciones que dieron lugar a la
firma del Tratado de Simia en 1972. En este tratado fue explícita la inclinación de la
India por transformar la CFL/LOC en una línea de paz a cuyos márgenes se redujera la
presencia militar hasta equipararía al nivel normal entre dos países amigos. La iniciativa
se completaría a largo plazo con la conversión de la CPL/LOC en frontera internacional.

634
La transformación de la CFL/LOC podría llevarse a cabo de distintas maneras.
Por ejemplo, podría incluir pequeños ajustes o intercambios territoriales para rectificar
algunas irracionalidades en la frontera. Después de la guerra sino-india de 1962, la India
ofreció a Pakistán unas 1.500 millas cuadradas de territorio de las provincias de
Cachemira y Poonch, además de Azad Kashmir y las Areas del Norte. En las
negociaciones de Tashkent de 1965, Lal Bahadur Shastri también ofreció a Pakistán
territorio adicional, pero la oferta fue considerada insuficiente. Esta transformación
también podría incluir provisiones acerca del control fronterizo tales a la apertura del
tránsito en algunos puntos concretos a intervalos regulares, o al mantenimiento de una
frontera permeable al libre comercio, tránsito y empleo. Igualmente podría formar parte
de un amplio paquete multidimensional de autonomía que abarcara más que la simple
partición territorial.

No obstante, el único proyecto de división que hoy por hoy ha despertado el


interés de Pakistán, y que ha sido igualmente considerado como el más factible desde el
exterior, supone negociar de nuevo la división territorial del Estado. Se han barajado
distintas posibilidades, pero la más común ha sido que la totalidad, o la mayor parte del
Valle de Cachemira sea transferido a Pakistán, dejando a la India el control de los más
extensos pero menos poblados territorios de Ladakh y .lammu.

Cualquier propuesta de división colisiona con las aspiraciones de los


musulmanes cachemiris que desean la reunificación del antiguo Reino Dogra. También
se enfrenta al hecho de que la población objeto de la división es étnicamente compleja,
ecológicamente interdependiente y económicamente integrada. Robert 6. Wirsing
indica que los estudios a propósito de la disgregación de territorios configurados de esta
forma han demostrado que la extracción quirúrgica de una parte no puede llevarse a
cabo sin dañar a las otras partes. De hecho, la partición normalmente sólo reinstala la
heterogeneidad étnica sin eliminarla, y rara vez acaba con la explotación política de las
minorías étnicas o con los fundamentos de conflictos continuadosiS Por ello, Wirsíng
coincide con otros muchos investigadores de la cuestión de Cachemira en que, si la
división se proyectara siguiendo el ejemplo de la solución de Trieste, se podrían superar
algunos de los inconvenientes que provocaría la partición y se sentarían las bases para la
cooperación entre la India y Pakistán.

‘ WIRSING, R. Opeir. Págs. 218-222

635
Trieste fue dividido según un acuerdo alcanzado en 1954 por Italia y la antigua
Yugoslavia de forma que los residentes en ambos lados de la ciudad, una vez dividida
entre los dos países, tuvieran libre acceso a la otra parte. Raju Thomas destaca que el
presidente Ayub Khan y el primer ministro Nehru estuvieron a punto de alcanzar un
acuerdo sobre estas bases en unas negociaciones desarrolladas en 1964, pero el proyecto
fue frustrado por la muerte de Nehru ese mismo año.

Raju Thomas llega a la conclusión de que, a pesar de que una solución que siga
estos parámetros puede rio agradar a ninguna de las tres principales partes en la disputa,
eventualmente puede demostrarse como la alternativa de compromiso mínimo aceptable
por las tres.t4 No obstante dependiendo de a quién se le adjudique el Valle de
Cachemira, la solución disgustará en distinto grado a la India o a Pakistán. Resulta
difícil creer que la India vaya a plegarse a una división que le prive del Valle de
Cachemira, pero igual de improbable es que Pakistán acceda a renunciar a un territorio
por el que lleva luchando medio siglo.

El politólogo Selig 1-larrmnson ha propuesto una solución intermedia entre la


extracción del Valle de Jammnu y Cachemira, que dificilmente será admitida por la
India, y la transformación de la CFL/LOC en frontera internacional, inaceptable para
Pakistán, que sigue las directrices de la solución de Trieste. 1-larrmnson propone: “Como
primer paso hacia la solución de la disputa por Cachemira, la India tendría que
fraccionar el Estado, integrando la mayor parte de Jammu y Ladakh en la Unión India,
concediendo a la vez un estatus autónomo especial a un nuevo Estado en el que el Valle
de Cachemira sería unido a núcleos considerables de Jammu y Ladak.h (es de suponer
que Harrinson se refiere a los distritos con mayoría de población musulmana). Entonces
la India podría dar a este nuevo Estado una autonomía de largo alcance como pat-te de
una so!ucíón del tipo de Trieste bajo la que Pakistán concedería el mismo grado de
autonomía a Azad Kashmir. Tanto la India como Pakistán se encargarían de la defensa,
asuntos exteriores, comunicaciones y divisas y retirarian sus tropas del territorio bajo
acuerdos supervisados por la ONU... La actual línea de alto el fuego en Cachemira se
transformaría en una frontera internacional. Como en el acuerdo de Trieste, seria una
frontera permeable, en la que los cachemiris serían libres de viajar de un lado a otro sin
necesidad de visas india o pakistaní. Pakistán se quedaría con Gilgit, 1-lunza y Baltistán,

‘~ THOMAS, R.G.C. “Refiections on ihe Kashmir Problem”. En THOMAS, R.G.C. Op.cit. Pág. 32
636
manteniendo así su acceso a China’’ ,í5 sin que la India perdiera tampoco sus necesarias
vias de comunicación con Ladakh y su frente de confrontación con China.

En caso de que la India y Pakistán alcanzaran un acuerdo sobre estas líneas para
dividir terrítorialmente el Estado de forma definitiva, ambas naciones estarían obligadas
a conceder a sus respectivos territorios la autonomía y las garantías democráticas que
fundamentan sus reivindicaciones mínimas. Las reformas democratizadoras y
descentralizadoras que ambas naciones tienen pendientes en sus respectivos territorios a
ambos lados de la CFL/LOC deberían disfrutar de un impulso rápido y rotundo. La
concesión de autonomía política es considerada por la mayoría de los investigadores de
la cuestión de Cachemira una parte inherente a cualquier propuesta de solución que se
pueda barajar, pero también hay quien cree que la concesión de autonomía, por si sola,
podría acabar no sólo con la sublevación independentista sino con~ la propia disputa
territorial,

9.4. LA CONCRSIÓNDSAFITONOAdA J’OLI&7C4

El establecimiento de un verdadero gobierno autónomo ha persistido, desde el


dia de la adhesión de .lammu y Cachemira a la india y de la creación del Estado de Azad
Kashinir. como aspiración principal y nunca plenamente alcanzada de las poblaciones
del Estado indio y del territorio pakistaní. Esta ha sido la causa principal del nacimiento
de la sublevación nacionalista en el Estado indio, y en el territorio pakistaní también se
ha traducido en episodios de extrema tensión en las relaciones entre los políticos de
Muzaffarabad e Islamabad.

De todas las alternativas que se están considerando, las soluciones orientadas


hacia la concesión de autonomía y la descentralización de los estados han sido las que
han recibido más apoyo de los especialistas occidentales en conflictos etno-políticos. La
razón es que estas medidas han funcionado en numerosas ocasiones. Según un
sistemático estudio realizado recientemente sobre este tipo de conflictos, los datos
históricos contemporáneos demuestran que, en equiparación con otros, los acuerdos de
autonomía pueden ser un medio más efectivo para tratar conflictos regionales.16 No

15 En RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 164

‘~Ver GURR, Ted Robert. Minaruies ci Risk: Á Global Vicw o¡Ethnopoliflcal Conflicis. lJnited States
Institute ofPeace. Washington D.C. 1993. Pág. 301. En WIRSING, R. Op.eit. Pág. 225

637
obstante, en lo que respecta a .lammu y Cachemira, la concesión de autonomía sólo ha
sido el principal referente de debate, por lo menos público, para los indios y algunos
intelectuales cachemiris entre los que se distingue Saifuddin Soz.’7 Esta opción, por sí
sola, nunca ha recibido apoyo por parte de Pakistán, y su capacidad para despertar la
conformidad de los cachemiris, cuyas reivindicaciones independentistas o
propakistaníes se verían con ella denegadas, ha disminuido durante los años de la
sublevación. Por ello, el diseño de una propuesta de autonomía que seduzca de igual
forma a los tres actores principales en Cachemira, y que les satisfaga lo suficiente como
para dejar de lado otras alternativas, enfrenta a la politica regional con un extraordinario
reto.

La mayoría de las objeciones que despiertan las propuestas de autonomía que


han surgido en la India en años recientes queda en evidencia en el plan propuesto por un
ex secretario de Exteriores del gobierno indio, Jagat 5. Mehta, que resalta la importancia
de las siguientes cuestiones para alcanzar un acuerdo definitivo de autonomía que acabe
con el conflicto de Jammu y Cachemira:18

En primer lugar la pacificación del Valle de Cachemira. Una cóndición necesaria


para el acuerdo con Pakistán es la contención militar de la insurgencia, el cese de la
infiltración de los guerrilleros desde Pakistán, la desarticulación de las organizaciones
violentas, y la concienciación de la población de que debe dejar de prestarles apoyo y
amparo. En segundo lugar, la India debe emprender una decidida iniciativa política,
combinada con proyectos de desarrollo sociocconómico, destinada a recuperar la
confianza de la población. Esta iniciativa debe tener como principio fundamental la
restauración de la autonomía garantizada en el Art. 370, dentro de un esquema de
descentralización política a nivel nacional, y el establecimiento de un verdadero modelo
de Estado federal. La estimulación de las libertades democráticas debe completarse con
la concesión de autogobierno a las regiones de Jammu y Ladakh.

17 Ver SOZ, Saifuddin, ¿ Why Autonorny tu Kas/unir? (Actas del debate sobre Cachemira celebrado en el
Nehru Memorial Museuín & Library cl 6 de mayo de 1995). Saifuddin Sos. Nueva Delhi i995, Kashmir
Crisis. Agenda ¡br an EJjéctive Dialogue. Kashmir Centre of Asian Studies. Nueva Delhi 1993,

‘~MENTA, Jasgaí 5. “Resolving Kashmir in the International Context of the 1990s”. En THOMAS,
R.G.C. Opeil. Págs. 388-409

638
En tercer lugar, se debería abordar la desmilitarización de la CFL/LOC y la
transformación de la línea divisoria en una frontera permeable que permita la libre
circulación y que facilite los intercambios comerciales. En cuarto lugar, Mehta propone
la celebración simultánea de elecciones en los sectores indio y pakistaní de Jammu y
Cachemira. Seguidamente, “se les debería permitir a los gobiernos electos en las dos
mitades mantener contactos mutuos y promover los intercambios culturales y
económicos entre estas partes de la antigua Cachemira”. Por último, el ex secretario de
Exteriores indio sugiere que la resolución definitiva de la disputa territorial se suspenda
por un periodo de tiempo determinado. Durante ese tiempo de transición, Pakistán
tendría que renunciar a internacionalizar el conflicto y a exigir la celebración de un
plebiscito, ya sea general o regional, celebrado bajo el auspicio de la ONU.

Este plan, a pesar del espíritu innovador con el que intenta cubrirse, no es mas
que una defensa maquillada de la propuesta del mantenimiento del statu quo territorial.
La única compensación que contempla es la concesión de una autonomía que por el
momento no se encuentra entre las reivindicaciones mínimas ni de pakistaníes ni de
cachemiris. Robert Wirsing anticipa las que, con toda probabilidad, serian las
objeciones de pakistaníes y cachemiris a la propuesta de Mehta.’9

En primer lugar, la pretensión de que se anteponga el aplastamiento militar de la


sublevación a un acuerdo político supone dejar a un lado un diálogo con los guerrilleros
cachemiris o con Pakistán, que además vería sin reconocimiento su locus standi en la
disputa. En segundo lugar, la existencia del Art. 370 en la Constitución india no ha
servido para proteger la autonomía del Estado, y no hay nada que garantice que vaya a
ser capaz de hacerlo en el futuro. Por otro lado, en la actualidad no hay un grupo
político potente en la India que presione para llevar a cabo una descentralización
política, lo que convierte esta posibilidad en algo improbable en un futuro cercano. En
tercer lugar, la distensión en la CFL/LOC normalizaría el comercio y el tránsito
asentando las bases para una futura transformación en frontera internacional o para la
desaparición de la línea divisoria. Si se llevara a cabo la desmilitarización de la frontera,
posponiendo la búsqueda de un acuerdo bilateral para el futuro, ¿qué incentivo, una vez
desaparecida la presión militar de Pakistán, le quedaría a la India para llevar hasta el
final sus promesas políticas?

“‘ WIRSING, R. Op.cit. Págs. 227-228

639
En cuarto lugar, aunque la celebración de elecciones simultaneas no presenta
ninguna dificultad, el establecimiento de contactos entre los gobiernos de las dos
mitades es un proyecto demasiado insustancial y fácilmente interrumpible como para
proporcionar un fundamento estable para la regulaí-ización de la cooperación
transfronteriza. Por último, la sugerencia de que se congele la búsqueda de un acuerdo
durante un período de transición en el que se pueda construir una atmósfera de
confianza despierta el recelo de que la India aproveche este intervaló para reforzar su
protección ante eventuales inconvenientes, y no para prepararse a sí misma y a su
opinión pública para futuras concesiones. Evidentemente, la petición a Pakistán de que
abandone su estrategia de internacionalización del conflicto y su reivindicación de la
celebración de un plebiscito podría tener estos efectos.

No todas las propuestas realizadas por los analistas políticos indios que
defienden la solución de la autonomia siguen las mismas directrices fijadas en la
proposición del ex secretario de Exteriores del gobierno indio. De hecho, algunos de los
puntos propuestos por Mehta han despertado controversia. Por ejemplo, Rajender
Sachar y Ravinder Kumar defienden la preponderancia de la negociación con los
guerrilleros sobre las aproximaciones a Pakistán y la puesta en práctica de métodos de
represión para conseguir primero el fin de la violencia. Sudershan I3hutani, O.P. Shah y
Praful Eidwai considera que no se debe conceder autonomía a .lammu y Cachemira sin
antes haber llegado a un acuerdo con Pakistán por el que la nación islámica acepte la
iniciativa y se comprometa a hacer otro tanto en Azad Kashmir y las Areas del Norte. Si
Pakistán accediera a esta solución y finalizara su apoyo a la sublevación, las
organizaciones guerrilleras que actúan en el territorio indio perderían gran parte de su
fuerza. La India tendría entonces que iniciar un proceso de negociaciones con los líderes
guerrilleros que culminara con el establecimiento de un gobierno verdaderamente
representativo que abordara e> inicio de la devolución al Estado del grado de autonomía
del que disfrutaba antes de 1953. Satish Kumar advierte de la imposibilidad de abordar
ninguna reforma sin haber alcanzado anteriormente un amplio consenso entre todos los
partidos políticos de la India. Y MD. Nalapat y Balraj Puri dedican gran parte de sus
análisis a las reivindicaciones de las regiones de Jammu y Ladakh. Intelectuales y
activistas políticos de estos dos territorios han avisado sobre las nefastas consecuencias

640
que acarrearía la concesión de autonomía al Estado sin incluir al mismo tiempo
reformas destinadas a reducir la subordinación de estas regiones de Srinagar.20

9.5. LA NODIJYCACIÓNDXL4 SORSA4NÉA )‘OL/77cA

En la actualidad se está extendiendo entre los analistas políticos la idea de que el


significado tradicional de la soberanía de las naciones-estado está en declive. Muchos
atribuyen este declive a la disfuncionalidad económica del sistema de nación-estado,
pero otros mantienen que simplemente es el resultado de la incapacidad de las naciones-
estado para responder a las pretensiones de autodeterminación de las minorías étnicas.
Ante este nuevo panorama, las propuestas que sugieren la modificación de la soberanía
para resolver los problemas étnicos ya no parecen tan radicales ni tan arriesgadas como
en el pasado. De hecho, están proliferando rápidamente.

Generalizando, las propuestas que sugieren la modificación de la soberanía en


relación con la disputa en Cachemira se integran en tres categorías: (1), multilateral
global, basada en un proyecto de control directo de la comunidad internacional, a través
de la ONU en Cachemira; (2), multilateral regional, diseñada a partir del
establecimiento de un acuerdo de confederación que abarque los estados de la región del
sur de Asia; y (3), bilateral conjunta, que se basaría en un acuerdo de participación
mutua, coadyuvante o de condominio entre la India y PakistánY

El control directo de la ONU en Cachemira sólo ha sido contemplado como un


mecanismo transitorio, como una suspensión temporal de la soberanía de la India y de
Pakistán que permita una administración internacional transitoria, ya sea sólo en el
Valle o en todo el Estado, en espera de la celebración de un plebiscito o de la
consecución de un acuerdo alternativo. Este modelo de renuncia provisional de la
soberanía permitiría acabar con las condiciones subyacentes en la crisis social interna,
eliminaría una situación militar peligrosa en la frontera con Pakistán, y proporcionaría
un mecanismo institucional neutral para colaborar en una búsqueda pacífica y serena de
un acuerdo permanente. No obstante el gobierno de la India difícilmente aceptaría esta

~“ Todos estos intelectuales parriciparon en un debate sobre Cachemira celebrado en el Nehru Memorial
Muscum & Library cl 6 de mayo de 1995. Sus actas fueron publicadas en SOZ, 5. ¿WhyAulonornyto
Kashrnir?. Ver también NALAPAT MD. “Peace aud Polities go Together”. Ihe Times of India 2 de
enero de 1996
21 Ver WIRSING, R. Op.eit. Pág. 222

641
propuesta, y probablemente Pakistán tampoco podría ser persuadido para confiar su
dominio en las Áreas del Norte y Azad Kashmir a un organismo internacional.

De hecho, como señala Robert Wirsing, incluso en el improbable caso de que la


India y Pakistán suscribieran esta medida, su capacidad para alcanzar el objetivo
perseguido seguiría siendo incierta. La implicación de la ONU en Sierra Leona y la
antigua Yugoslavia se ha demostrado como un desafio desalentador y distante de
resultar plenamente exitoso. Organizar este tipo de intervención en la mucho más
remota zona de Cachemira, pretendida por dos estados de gran fuerza política y militar,
y donde la controversia afecta directamente a una China con capacidad de veto en la
ONU y que sufre sus propios problemas con sus minorías musulmanas, supondrf a
exigirle a la ONU más de lo que por ahora parece estar capacitada para realizar.22

Por otro lado, las propuestas de condominio y confederación implican reformas


de soberanía mucho más profundas y permanentes, suponiendo el condominio el
establecimiento de una especie de soberanía compartida de la India y Pakistán en
Cachemira, y significando la confederación la transferencia de un alto grado de
autonomía política a Cachemira dentro de una confederación de estados autónomos y
equiparados que reuniría a Cachemira con la India, Pakistán y, en algunas de sus
formulaciones, con el resto de las naciones de> sur de Asia. Los contenidos específicos
de estas propuestas varían, pero vamos a estudiar algunos de los enfoques más comunes.

9.5.1. EL CONTROL CONJUNTO INDO-PAKISTANI

Según el enfoque que Raju Thomas y una misión de investigación ruso-


americana han dado a esta propuesta, la India y Pakistán deberían trabajar para alcanzar
un control conjunto de todo el territorio unificado del ex Estado nativo de Jammu y
Cachemira con el consenso de la población cachemiri.3 El Estado dejaría así de ser una
fuente de discordia para convertirse en un “puente de amistad” entre ambos países. Ni la
India ni Pakistán conservarían sus fuerzas militares en Cachemira. Sólo los cachemirís,
incluyendo musulmanes, budistas, sijs e hindúes, podrían optar a la residencia o a

22 WIRSING, R. Op.cit. Pág. 223

23 Ver “Afghanistan and Kashrnir. Repon of a John Anjerican-Russian Study Mission”. The Asia Society
and Institute of Oriental Studics. Nueva York 1993. Págs. 29 y 30 y THOMAS R.G.C. Op.cit. Págs. 33-
34
642
poseer tierras en Cachemira. Por otro lado, la población de Jammu y Cachemira sí
podría vivir y trabajar tanto en la India como en Pakistán. Ambos países se esforzarían
por incentivar el turismo, cuyos beneficios serían gestionados por la administración
estatal. La India y Nepal mantienen este tipo de acuerdo, en el que la India además
proporciona a Nepal más de 14 rutas comerciales y de tránsito a los puertos indios en la
bahía de Bengala.

Raju Thomas se muestra partidario de esta solución, pero sólo como un primer
paso que conduzca en último término a la creación de una sola confederación
descentralizada y democrática de varias repúblicas autónomas en el sur de Asia. Por su
parte, Maroof Raza se muestra altamente escéptico a propósito de que un arreglo de
estas características pueda prosperar. Desde su punto de vista, teniendo en cuenta que la
India y Pakistán casi nunca han logrado ponerse de acuerdo en ninguna otra cuestión, es
inverosímil pensar que puedan gobernar Jammu y Cachemira de forma conjunta.24

9.5.2. PROMOVER UNA CONFEDERACIÓN DESCENTRALIZADA


DE VARIOS ESTADOS AUTÓNOMOS EN EL SUR DE ASIA

Raju Thomas propone crear varios estados independientes según las


demarcaciones étnicas y religiosas en todo el sur de Asia, incluyendo Cachemira. Tal
solución da por hecho que el nacionalismo étnico en el sur de Asia continuará
aumentando y enfrentado a la India, a Pakistán y a Sri Lanka con fuertes obstáculos para
sobrevivir con su configuración actual. Aunque Thomas está de acuerdo con Maroof
Raza en que el temor de la India a sufrir un proceso de desintegración semejante al de la
ex URSS hace descartable esta propuesta a corto plazo, la puesta en práctica de un
acuerdo de condominio durante un período de tiempo determinado podría crear a largo
plazo el escenario adecuado para crear una confederación de estados independientes y
descentralizados. 25

Esta solución podría dar respuesta a la diversidad étnica del subcontinente al


mismo tiempo que respetaría una conciencia y un sentimiento de unidad que siguen
existiendo en el sur de Asia. Este modelo emularía al Mercado Común Europeo en el

24 RAZA, M. Op.cit. Pág. ¡49

25 THOMAS, R.G.C. Op.cit. Pág. 34, y RAZA, M. Op.eit. Pág. 149

643
que cada una de sus unidades componentes conserva un grado importante de autonomía
en cuestiones políticas y culturales. Como en Europa Occidental, los paises del sur de
Asia podrían integrar sus recursos naturales, defensas y sistemas económicos y de
mercado en observación de unos tratados específicos. Dentro de esta zona de estados
autónomos y libre mercado, el gobierno central de la confederación india sólo tendría
competencias en materias de defensa, asuntos exteriores, comunicaciones y divisas
situación que se repetiría en Pakistán, Bangladesh y cualquier país dispuesto y
preparado para incluirse en este modelo de organización.

Todos los autores que sugieren este tipo de solución siguen las pautas generales
señaladas por Raju Thomas, pero algunos proponen medidas adicionales que podrían
colaborar a garantizar el éxito del proyecto.26 Así, Mushtaqur Rahman propugna la
creación de varios estados autónomos, en consonancia con las diferencias étnicas,
religiosas y culturales de sus distintas regiones. Mientras que Ah Asli.raf y Amrit Lal
creen que se debería enfatizar y promover la asimilación de los elementos aglutinantes
en un Estado de Jammu y Cachemira reunificado, soberano e independiente.

Rahman teme que, a no ser que se divida el Estado, se puedan provocar


desplazamientos de población y el aumento de los conflictos religiosos o étnicos. La
mejor salida para este dilema, según la perspectiva de Ayesha Jalal, sería que la India y
Pakistán accedieran a extender el derecho de autodeterminación a todos los cachemiris
musulmanes, hindúes y budistas. Jalal sugiere la preliminar celebración de un
referéndum limitado al Estado indio para determinar si la población desea permanecer
en la India o escoge la independencia y una posible unión con Azad Kashmir.

Si el voto favoreciera a la India, el derecho de autodeterminación de los


cachemiris habría sido ejercido y la India y Pakistán podrían entonces negociar la
delimitación final de una frontera internacional. Si la mayoría votara por la
independencia, la unión con la India sería anulada. En el caso de que iammu y Ladakh
votaran mayoritariamente en contra de la independencia en oposición a una mayoría de
población musulmana que votara a favor, estas regiones podrían permanecer en la india.

26
Ver, por ejemplo, RAHMAN, M. Op.eit. Pág. 166, LAL, Amrit. India, Enough is Enough. Virgo
Publications. Nueva Delhi 1995. Pág. 100, ASHRAF, Ah. “Kashmir as a Member of South Asian
Community”. Muslim India, 13 de febrero dc 1994, JALAL, A. “Kashmir Sears”. 23 dejulio de 1990. En
RAHMAN, M. Op.cit. Pág. 162

644
Seguidamente, se celebrarla un referéndum en Azad Kashmir para determinar si desea
su unión con el Valle de Cachemira sobre la base de una asociación entre estados
independientes con Pakistán.

Es necesario indicar que se da por descontado que en un plebiscito regional las


poblaciones de Ladak.h y las Áreas del Norte no favorecerían con su voto ningún
cambio en su adscripción territorial actual, por lo que la India podría conservar su
presencia militar en Ladakh y Pakistán en la frontera con Afganistán en observación de
las consideraciones estratégicas de ambos países y de las amenazas potenciales desde el
exterior que sufren en ambos territorios. En caso de que un plebiscito general incluyera
ambas regiones en un Estado independiente, en el marco de la confederación regional
sería necesario estipular medidas para permitir que ambas naciones conservaran una
presencia militar limitada.

Todas estas propuestas parten de la premisa de que, como paso preliminar, se


requiere que la India y Pakistán alcancen un nivel de relaciones bilaterales lo
suficientemente óptimo como para untrse en una confederación, que según las distintas
propuestas podria limitarse a estas dos naciones incluyendo al ex Estado nativo de
.Jammu y Cachemira, o que podría y debería ser ampliable a Bhutan, Nepal, Bangladesh
y Sri Lanka. Esta unión tendría como objetivo común lograr la paz definitiva y la
prosperidad en todo el sur de Asia. Una vez eliminadas las barreras de la desconfianza y
el odio, este tipo de confederación eliminaría la costosa carrera armamentística y
frenaría la nuclearización del subcontinente, dejando libres unos recursos humanos y
económicos necesarios para el desarrollo; reuniría todos los recursos naturales del
subcontinente para luchar contra la pobreza y para economizar la explotación de la
tierra y la utilización del agua; permitiría la cooperación en los avances científicos y
tecnológicos y, según Ah Ashraf, debería ser completado con un sistema de defensa
común. El valor de este tipo de cooperación proporcionaría la mejor salida para hacer
frente a los problemas más graves con los que se enfrenta el subcontinente. Su
repercusión sería enorme en términos humanos y para buscar una solución a las
tensiones étnicas y regionales, no sólo en Jammu y Cachemira, sino en las muchas
regiones del subcontinente que presentan una problemática similar.

645
Por último, decir que la India ha propuesto a Pakistán este modelo de solución
en diversas ocasiones, y que la nación islámica lo ha rechazado al considerar que tal
modelo de confederación estaría supeditado al control de la India, al ser la nación más
fuerte, desde cualquier perspectiva, de todo el subeontinente. Acabar con estas
arraigadas suspicacias supone, hoy en día, el principal obstáculo para la consecución de
una solución que siga estas líneas.

9.5.3. LA EXTENSIÓN DEL SISTEMA DE ESTADO: LA


“DECONSTRUCCION” DE LA SOBERANIA

El analista norteamericano Robert Wirsing considera que la India y Pakistán


deberían adoptar fórmulas de negociación alternativas a las utilizadas hasta ahora, ya
que todas ellas han resultado estériles y sólo han dado respuesta a un aspecto acotado de
la disputa.27 Las fórmulas de negociación que se han considerado hasta el momento han
partido de los siguientes supuestos: (1) que la mejor forma de aplacar el conflicto es
introducir cambios, en un sentido u otro, en el statu quo territorial en Jammu y
Cachemira, y (2) que este tipo de solución no requiere más que una implicación
superficial de la comunidad internacional.

Estos supuestos han acarreado grandes limitaciones, por lo que un número


importante de analistas políticos han comenzado a pensar en alternativas que alejarían el
objeto de las negociaciones de la cuestión territorial y lo aproximarían a la comunidad
internacional. En este sentido, el experto en Derecho Internacional Gidon Gottlieb ha
desarrollado una sofisticada teoría que daría respuesta a las demandas de
autodeterminación étnicas y nacionales sin necesidad de crear nuevos estados
soberanos.25

Gottlieb mantiene que el orden mundial exige reformas para responder al


creciente clamor por la autodeterminación de las minorías étnicas o nacionales. Los
esfuerzos internacionales de carácter jurídico, aunque facilitan la protección de los
derechos humanos o la creación de legislaciones para garantizar los derechos de las

» W[RS[NG, R. Op.eit. Pág. 232

28 GOTTLIEB Gidon. Nat/on Ágainst Sede. A New Approach Co Ethnic Conflict ant] che Decline of
Sovere¿gnty. Couricil on Foreign Relations Press. Nueva York 1993. En WIRSJNO, 14. Op.cit. Págs. 232-
233
646
minorías, no son una respuesta eficaz. Pero tampoco lo son los enfoques territoriales. En
particular, la creación de nuevos estados soberanos, señala Gottlieb, no soluciona el
problema. Por el contrario, la multiplicación de nuevos estados “es una fórmula para un
mundo aún más peligroso y anárquico”. La alternativa propuesta por Gottlieb saca
provecho de la transformación fundamental que está sufriendo el sistema internacional,
es decir, del declive del concepto de soberanía de los estados y del correspondiente
aumento del campo de acción para la intervención colectiva de la comunidad
internacional. Gottlieb llama a esta tercera alternativa “estados plus naciones”.

Un elemento básico del enfoque “estados plus naciones” es la ‘deconstrucci¿n


de la soberanía” en sus dos componentes básicos: la soberanía como un poder sobre los
ciudadanos y la soberanía como un poder sobre los territorios. Al primer componente de
la soberanía, Gottlieh le asigna un nuevo espacio en el sistema internacional. Este nuevo
espacio implica la “extensión del sistema formal de los estados para incluir junto a él un
sistema de naciones y pueblos que no están organizados territorialmente como estados
independientes”, algo que se podría alcanzar sin minar la integridad de los estados
existentes.

Lo que sí requiere es disponer una serie de medidas integradas tanto a nivel


internacional como doméstico, para lo que Gottlieb sugiere que “la comunidad legal
internacional puede ensancharse más allá de los estados y de las organizaciones
internacionales para incluir formalmente a los pueblos y las naciones. Las naciones y los
pueblos que no tienen un estado propio pueden ser reconocidos como tales y dotados de
un estatus legal internacional. Aquellos que están organizados políticamente podrían
gozar del derecho a ser partícipes en los diferentes tipos de tratados y tomar parte en el
trabajo de las organizaciones internacionales... Lo que se requiere es que la comunidad
internacional conceda a los pueblos organizados sobre una base no territorial un estatus
similar al de los estados, si bien limitado a atribuciones no territoriales”.

Las medidas adoptadas según este enfoque podrían incluir la emisión a los
habitantes de un país de dos pasaportes, uno que reconozca la pertenencia a un “hogar
nacional” (que puede traspasar las fronteras de los estados), y otro que reconozca al
ciudadano de un Estado político; la creación de acuerdos territoriales que permitan
capas de fronteras múltiples y con funciones específicas (una para la seguridad, otra

647
para el acceso al agua y a los recursos naturales...); o la reglamentación de garantías de
seguridad colectivas a los pueblos y las naciones que no tienen un estado propio.

Hoy por hoy este concepto de “estados plus naciones” de Gottlieb resulta
indudablemente futurista. Se aleja en aspectos muy fundamentales de las fórmulas
convencionales para establecer las relaciones estado-sociedad en países multi-étnicos.
Sin embargo, algunos de sus elementos están apareciendo en las prácticas de algunos
países occidentales, y no seria de extrañar que estos países actuaran en el futuro como
defensores de conceptos similares al de Gottlieb.

No obstante en lo que respecta a la India y Pakistán es una propuesta que se


adelanta a su tiempo. La construcción de la identidad nacional y la integridad territorial
son para ambos cuestiones de la mayor relevancia y urgencia práctica y cotidiana, no
materias para la teorización abstracta. Lo que puede parecer progresista e iluminado en
Occidente es para ellos algo improcedente e incluso peligroso. De hecho, este proyecto
podría ser condenado como parte de un siniestro complot diseñado en las capitales de
las ricas potencias occidentales para evitar que estos países lleguen algún día a alcanzar
su verdadero potencial nacional.

648
CONCLUSIONES FINALES Y UNA PROPUESTA DE
SOLUCIÓN

Una vez más, el conflicto de .lammu y Cachemira está poniendo en peligro el


equilibrio y la paz en el sur de Asia y en el resto del mundo. La India y Pakistán están a
las puedas de un nuevo enfrentamiento armado que podría explotar en cualquier
momento con una nueva dimensión al haberse introducido en la disputa el factor
nuclear. En el año 2000 el futuro de Jammu y Cachemira continúa siendo incierto, los
escenarios político y social en la India y en Pakistán no son los más favorables para
provocar una aproximación a una solución, y por el momento seria insensato hacer
cualquier predicción.

El conflicto de Jammu y Cachemira ha sido un asunto candente en Pakistán


desde su nacimiento, considerado por la mayoría como una barrera que ha impedido la
propia consumación de la nación, mientras que en la India no ha sido más que uno de
sus muchos problemas adicionales. De cualquier forma, nos encontramos con una
disputa territorial en la que el componente psicológico y emocional, tanto en la India
como en Pakistán, juega un papel de tal envergadura que probablemente no exista
ningún otro conflicto en el mundo en el que los prejuicios, los rencores, la desconfianza
y los agravios históricos asumidos por las partes en litigio supongan un obstáculo tan
difícilmente superable en la búsqueda de una solución negociada.

Al contrario de lo que consideran muchos de los analistas que sugieren


sofisticados proyectos para la búsqueda de una solución, nuestro parecer es que el
problema de Jammu y Cachemira no sigue sin solución porque no se hayan examinado
con anterioridad proyectos equitativos y factibles, sino a causa de la falta de disposición
política que ha caracterizado tradicionalmente a los dirigentes indios y pakistaníes.

La crisis de Cachemira está estrechamente vinculada a la evolución de las


políticas internas en la India y en Pakistán y transgrede importantes valores humanos y
democráticos. Existen innumerables informes creíbles acerca de las graves violaciones
de derechos humanos que se producen en la Cachemira india, y las investigaciones
sobre la situación en la Cachemira pakistaní tampoco reflejan un escenario halaglieño.
Este conflicto ha imposibilitado, ante la tradicional negativa de Pakistán a coronar
cualquier acercamiento que no siga a una preliminar solución de la cuestión de
649
Cachemira, el avance en otras cuestiones que habrían contribuido a mejorar la atmósfera
entre ambos países. Pero sobre todo, ha motivado que dos naciones azotadas por niveles
de pobreza alarmantes dediquen cada año un ingente porcentaje de sus recursos a
fortalecer sus ejércitos y al desarrollo de sus programas nucleares.

La India y Pakistán defienden argumentaciones muy diferentes para explicar el


origen de esta disputa. Procedamos a un repaso general de ambos posicionamientos
para, a continuación, hacer una valoración sobre su coherencia, o falta de ella. Según los
dirigentes indios, la sublevación en iammu y Cachemira es resultado directo de las
actividades desarrolladas por Pakistán dentro de un esquema de planificación más
amplio cuyo objetivo final es apropiarse de un territorio sobre el que nunca ha tenido
ningún derecho legal ni moral. La India hace hincapié en argumentos legales para
afianzar su posición. Afirma que Jammu y Cachemira pertenece a la India porque su
monarca, siguiendo el procedimiento estipulado por los británicos, firmó un
Instrumento de Adhesión que le permitió defenderse de una flagrante agresión pakistaní
destinada a obtener la integración en contra de la voluntad manifiesta tanto del monarca
como de la población cachemírí.

La India dio un ejemplo de buena voluntad al comprometerse a celebrar un


plebiscito para el que no estaba obligada, pero Pakistán obstaculizó primero la consulta
popular y entró después en el bloque militar occidental, y la India no pudo mantener la
promesa indefinidamente. No obstante, su compromiso con el discernimiento de la
voluntad popular se cumplió con la celebración de elecciones democráticas para las
Asambleas Legislativa y Constitucional de Jammu y Cachemira que ratificaron la
integración del Estado en la India. En aquella situación, el armamento y el apoyo moral
de EEUU durante la Guerra Fría permitieron que Pakistán provocara dos
enfrentamientos armados directos con la India en 1965 y 1971 para obtener por la fuerza
lo que no habla podido obtener por ley.

Después de la finalización de la Guerra Fría y de la desaparición de la amenaza


soviética en Afganistán, Pakistán dejó de ser un territorio de especial importancia
estratégica. Para compensar su depreciación ante Occidente y la reducción de sus
apoyos, Islamabad recurrió a diferentes iniciativas para provocar la inestabilidad en
Jammu y Cachemira, especialmente la infiltración del fundamentalismo islámico y el

650
patrocinio del terrorismo en el Estado. Además, Islamabad se ha centrado en una
estrategia sistemática de internacionalización del conflicto, violando el pacto que
suscribió en 1912 en Simia e imposibilitando la búsqueda de una solución negociada de
forma bilateral que, en ningún caso, puede pasar ya por la celebración de un plebiscito.

Por su parte, Pakistán sitúa el origen de la crisis en el rechazo de la India a


celebrar un plebiscito en la década de los años 50. Pakistán niega que la causa india
tenga alguna base legal. La India forzó la integración de Jammu y Cachemira y privó a
Pakistán de un territorio que le correspondía mediante el fraude y la violencia,
imposibilitando la materialización práctica del Sistema de Partición cuya justificación
era crear una patria garante del bienestar de los musulmanes del subcontinente. Desde
entonces, la India ha gobernado el Estado como una colonia, dando paso a la corrupción
y a la represión.

La India no ha permitido que los cachemiris gocen ni del derecho a la


autodeterminación contemplado en las resoluciones de la ONU, ni del autogobierno que
prometió, y ni siquiera que ejerzan su derecho al voto en elecciones libres. De esta
forma, la sublevación musulmana cachemirí no es más que la respuesta a cuatro décadas
de abusos y opresión por parte del gobierno de una nación que sólo es secular
nominalmente. Es un movimiento de liberación nacional genuino cuyo objetivo es
conseguir la unión con los correligionarios musulmanes de Pakistán.

Estas posiciones que se acaban de describir de forma resumida no son, ni mucho


menos, las más extremistas y deben ser consideradas como el punto de partida de
argumentaciones mucho más elaboradas y agresivas. En ambos países se ha presenciado
un proceso de radicalización y las invocaciones a la guerra para solucionar el conflicto
“de una vez por todas” son comunes en ciertos círculos de opinión tanto en la India
como en Pakistán.

A nuestro parecer, las afirmaciones incluidas en ambas argumentaciones


admiten amplias matizaciones. En primer lugar, no se debe ignorar que el conflicto
territorial indo-pakistaní por Jammu y Cachemira es uno más de los trágicos legados
ocasionados por los negligentes procesos de descolonización de los grandes imperios
europeos durante los siglos XIX y XX. Esta realidad debería significar como en tantos
otros casos la asunción de la responsabilidad de aquellas naciones cuya intervención ha

651
resultado determinante, no sólo en lo que respecta al nacimiento del problema, sino
igualmente por lo que han influido en su negativo desarrollo.

Un dato singularmente característico del proceso desarrollado por los británicos


para hacer efectiva la Transferencia de Poderes en agosto de 1947 fue la gran
precipitación por solventar los numerosos problemas prácticos que presentaba el
subcontinente. La complicada naturaleza del Sistema de Partición, que debía repartir de
forma equilibrada entre dos naciones de tamaño, población y configuración muy
dispares los bienes del que había sido un gran Imperio unido, habría requerido una
retirada por etapas en la que los británicos hubieran ido cubriendo los vacíos dejados
por su administración por sistemas de estudiada conveniencia. Sin embargo, la urgencia
con la que se ejecutó la Transferencia de Poderes dejó como legado una serie de
problemas de dificil resolución para sus sucesores, y el conflicto de Cachemira se
transformó en un problema crónico porque sólo era uno más de los muchos dilemas que
necesitaban una respuesta inmediata.

La misma decisión de ceder ante las reclamaciones de la Liga Musulmana de Ah


Jinnah y dar paso a la división comunal del subcontinente se ha demostrado con el
tiempo como una medida que, lejos de soslayar aquellos obstáculos para los que fue
diseñada, supuso la base para futuras complicaciones. Los propios británicos, con la
puesta en práctica de la estrategia de “divide y vencerás”, un medio explotado por los
imperialista para alimentar las discrepancias entre los musulmanes y los hindúes que
protagonizaban el movimiento nacionalista indio, engendraron el embrión para la
creación de una atmósfera general de hostilidad comunal y para la división del
subeontinente entre dos países mal avenidos,

A pesar de que esta estrategia jamás habría funcionado si los musulmanes no se


hubieran sentido en su propia tierra como una comunidad discriminada, el escenario
general que presentaba la convivencia entre las distintas religiones sugiere, a nuestro
parecer, que tanto la Partición como la creación de ese ambiente de hostilidad comunal
podrían haberse evitado, El subeontinente se caracterizaba por una histórica convivencia
pacífica, aunque no fuera idílica, de cientos de grupos étnicos distintos. Hindúes y
musulmanes lucharon unidos bajo el liderazgo de Mahatma Gandhi. En las elecciones
de 1937 para las asambleas provinciales, el secular Partido del Congreso indio obtuvo la

652
victoria en los territorios con mayor porcentaje de población musulmana. Como subraya
V.D. Chopra, existían amplios segmentos de población musulmana que no comulgaban
con la doctrina islámica y secesionista de la Liga Musulmana.1 De hecho en vísperas de
la Transferencia de Poderes, las provincias musulmanas de Punjab y la North West
Frontier Province mantenían gobiernos “unionistas”.

El proceso de división comunal liderado por la Liga Musulmana, en el que la


prepotencia y la nula disposición a compartir el poder de los dirigentes del Partido del
Congreso también tuvo un peso considerable, pudo, y creemos que debió, haber sido
evitado por los colonizadores. El Sistema de Partición supuso un corte sin anestesia en
una sociedad que no presentaba un panorama tan crónico como para no haberse podido
solucionar por medios menos drásticos. La peor consecuencia que tuvo la
desmembración comunal fue que, en aquellos lugares donde la población musulmana no
se sentía identificada con la voluntad de crear una nación islámica, se desarrolló un
proceso de adoctrinamiento basado en la incitación de las minorías religiosas y en la
provocación de sangrientas reyertas que acabaron con la armonía comunal. El resultado
fue que la India y Pakistán comenzaron su andadura como naciones independientes
sumidos en un auténtico trastorno emocional derivado de la forma en que fue dividido
el subcontinente, trastorno que estigmatizaría en perpetuidad la evolución de las
relaciones indo-pakistaníes.

No es descabellado pensar que si los británicos se hubieran comprometido con el


diseño para la Transferencia de Poderes contemplado en el Acta de Gobierno de la India
de 1 935, que proponía la creación de un Estado federal en todo el subcontinente, este
habría sido el desenlace final. Lógicamente los británicos negaron que la Partición fuera
evitable, pero el propio Ah Jinnah reconoció que Londres le había ofrecido Pakistán “en
bandeja”. Puede que nunca se sepa con certeza si la división comunal del subcontinente
fue o no un sistema fraguado desde el exterior. Pero en un escenario con dos partidos
comprometidos con dos concepciones distintas de construcción nacional, siendo el más
fuerte de ellos defensor de un no alineamiento ideológicamente más próximo al bloque
socialista, con el tiempo ha cobrado fuerza la teoría de que la creación de Pakistán pudo
no ser ajena a los designios de las potencias occidentales en Asia al finalizar la Segunda
Guerra Mundial.

‘CHOPRA, V.D. Op.eit. Págs. 54-55

653
Por lo que respecta a iammu y Cachemira, la negligencia de los colonizadores
tuvo su primera manifestación en la dejación a la hora de delimitar oficialmente sus
fronteras. Así, fue inevitable que cuando la India británica dejó de existir, sus herederos
tuvieran que hacer frente a un conflicto potencial que tuvo su más clara materialización
en la guerra sino-india de 1962 por el territorio de Akasi Chin.

Por otro lado, la mayoría de los historiadores del subcontinente defiende, en


distintos sentidos, que las dinámicas de la Guerra Fria también determinaron la
implicación de los británicos en el proceso de integración del estratégicamente situado
Estado nativo de .lammu y Cachemira. No obstante, el análisis objetivo de este
desarrollo nos ha sugerido que, en el obscuro caso de que Londres hubiera albergado
algún plan para este territorio centro-asiático, no tuvo capacidad para cambiar el rumbo
de una sucesión de acontecimientos imprevisibles que determinaron en último lugar la
integración de .Jammu y Cachemira en la India.

En la India y en Pakistán persisten las polémicas y presunciones a propósito de


silos británicos deseaban la instauración independiente del Estado para establecer en él
un foco de influencia del bloque occidental; si por el contrario anhelaban su integración
en una nueva nación islámica que presentaba buenas perspectivas para sus intereses en
la región, o si preferían que la más poderosa India fuera la encargada de impedir la
infiltración de influencias hostiles en este territorio colindante a China y la Unión
Soviética. Desde nuestra perspectiva, todas ellas se ven superadas por la rotundidad de
las circunstancias que determinaron de hecho la integración de Jarnmu y Cachemira en
la India.

La potestad de decidir la instauración de este Estado nativo, al igual que en el


caso de los demás estados nativos de la India británica, recaía en exclusiva, según los
procedimientos legales decretados por los británicos, en su monarca, el Marajá 1-lan
Singh. Los hacedores de la Transferencia de Poderes observaron una prolongación de
los privilegios autocráticos de los monarcas y soslayaron el instrumento que habría
evitado los conflictos de integración de los estados cuya población profesaba una
religión distinta a la de sus príncipes: la celebración de un plebiscito de
autodeterminación. Aunque los británicos sugirieron que se respetara, en primer lugar,
la contigiiidad territorial de los estados a la India o a Pakistán, y en segundo, la

654
disposición religiosa de los súbditos, además de indicar que no reconocerían la
instauración independiente de ningún Estado, sus leyes abandonaron en manos de los
monarcas la capacidad de tomar una decisión al respecto. De esta forma, antes de que
comenzara la crisis de integración de .lammu y Cachemira los gobernantes musulmanes
de Junagadh y Hyderabad, ambos con poblaciones mayoritariamente hindúes y
rodeados de territorio incluido dentro de las fronteras de la India, provocaron sendas
crisis de integración al ignorar las sugerencias de los británicos y optar,
respectivamente, por la integración en Pakistán y por la independencia.

El escenario en Jammu y Cachemira era aún más complicado, porque


territorialmente era contiguo tanto a la India como a Pakistán, el monarca hindú
gobernaba sobre una población mayoritariamente musulmana, y su deseo era la creación
de un Estado independiente. A nuestro parecer, como en su día apreció el ex funcionario
británico 1-1V. Flodson, lo más probable es que si las cosas hubieran seguido su curso
natural, al igual que ocurrió con Junagadh, la presión del factor religioso y territorial
hubiera determinado la integración en Pakistán, o, como poco, la celebración de un
plebiscito de autodeterminación.2

Pero creemos que, al contrario de lo que pretende establecer la denominada


“teoría de la conspiración” defendida por autores como GW. Choudhury o Alastair

Lamb, no fueron los británicos y el Partido del Congreso los que impidieron este
:3
desenlace. Por el contrario existían dos razones de peso para impulsar a Pakistán a
presionar al monarca más allá de la mera persuasión política, imponiendo primero un
embargo económico y, en el mejor de los casos permitiendo después la invasión de las
tribus de patizanes provenientes de la frontera entre Pakistán y Afganistán. Primero, la
contingencia de que el monarca triunfara en su proyecto de establecer un Estado
independiente. Y segundo la mucho más verosímil eventualidad de que el principal
líder político de los musulmanes del Valle de Cachemira, Sheikh Abdullah, liderara a
todo el Estado hacia la integración en la India.

2 HODSON H.V, Op.cit. Pág. 443

Ver LAMB, A. Kashrnir A Disputa] Legacv. Capítulo VI, y CHOUDHURY G.W. Op.cit. Págs. 17-18,
y Capftulo III

655
La figura de este político cachemiri musulmán supuso, desde nuestro punto de
vista, el golpe más duro que recibió la idea de que la creación de Pakistán era el único
medio para garantizar la salvaguarda de los musulmanes del subcontinente. El
compromiso de Abdullah con el secularismo, la democracia y el socialismo, y su
adherencia a los principios ideológicos y a los líderes del Partido del Congreso, le
convirtieron en símbolo de la fortaleza de los principios de construcción nacional de la
India secular, y en impugnador vitalicio de la Teoría de las Dos Naciones de Ah .Jinnah.

Así, fue la extralimitación de los métodos de pura persuasión política, y la


sangrienta campaña desarrollada por los invasores del Pathan en el Estado, la que hizo
que el monarca cachemiri abandonara su sueño de independencia y sohicitara, con el
beneplácito de Sheikh Abdullah, la integración en la India y su ayuda militar para
repeler a los invasores pakistaníes. Por ello, efectivamente creemos que, como denuncié
Ah Jinnah en su momento, la integración se realizó en una situación de urgencia y
coacción, y sin que el monarca cachemiri lograra el desenlace realmente deseado. Pero
la coacción no provino, como defiende Pakistán, de una supuesta confabulación indo-
británica o de la violencia iniciada por la India en Jamniu y Cachemira, sino de unas
tropas invasoras que, incluso admitiendo que no actuaran bajo inspiración de las
autoridades pakistaníes, sí podrían haber sido frenadas por ellas en caso de que hubiera
existido la voluntad.

Por otro lado, la India, en consonancia con su política de solucionar los dilemas
de integración mediante la celebración de plebiscitos de autodeterminación, y teniendo
en cuenta que legalmente no era necesario que el Estado se anexionara a la India para
recibir su ayuda militar, no debería haber exigido al monarca la preliminar firma del
Instrumento de Adhesión. Nadie niega que la sugerencia de este requisito partió del
gobernador general Lord Mountbatten, que persuadió a los dirigentes indios de los
peligros que acarrearía enviar tropas a un Estado neutral porque Pakistán podría hacer lo
mismo incitándose una guerra directa. Y silos dirigentes indios hubieran cumplido su
promesa de celebrar a posteriori un plebiscito, hoy se podría argúir que sus actuaciones
respetaron los ideales democráticos con los que se declaraban comprometidos. Pero el
hecho de que este plebiscito no llegara a celebrarse nunca alimenta la duda de si la India
no exploté los acontecimientos para obtener la integración de un Estado por el que
estaba profundamente interesada.

656
No obstante, tampoco se puede olvidar que la India solicitó a la ONU que
exigiera el fin de la invasión pakistaní como paso preliminar para la celebración de un
referéndum. Nehru asumió desde el primer momento su compromiso con la celebración
de un plebiscito de autodeterminacion. Pero el tratamiento de la crisis en el foro
internacional supuso una de las primeras causas de que la India fuera paulatinamente
sintiéndose menos atraída por la idea del plebiscito.

La comunidad internacional no quiso reconocer, ni siquiera de forma implícita,


que la presencia del Ejército pakistaní en territorio cachemiri suponía una “agresión”.
Por otro lado, defendió un esquema de resolución que anteponía la necesidad de
establecer todas las provisiones necesarias para la celebración de un plebiscito justo e
imparcial sobre el requisito de que Pakistán dejara de prestar su apoyo a los invasores,
de manera que primero pudiera finalizar la guerra. Por último, desdeñó tanto la adhesión
de iammu y Cachemira a la India como las numerosas consideraéiones que la india
sometió a su observación, situándole de esta forma al mismo nivel que a Pakistán. Todo
ello explica en gran medida la animadversión que la India desarrolió, y todavía hoy
conserva, hacia la mediación exterior en cuestiones regionales,

La ONU cambió rápidamente de actitud, probablemente al comprobar el daño


causado por la desconfianza a propósito de la buena voluntad de la India patente en su
enfoque del conflicto, y al comprobar que el propio Pakistán ponía más obstáculos de lo
que hubiera sido normal en un país realmente interesado por la celebración de un
plebiscito. Pero lo hizo demasiado tarde, cuando la intransigencia ya había sustituido a
la previa buena disposición de los defraudados dirigentes indios.

Y esta intransigencia estuvo cimentada, durante toda la década de los años 50,
en la convicción moral de Nehru de que los musulmanes de Jammu y Cachemira,
liderados por Sheikh Abdullah, apoyaban mayoritariamente, sin necesidad de
demostrarlo en un plebiscito que por su ordenación constituyera una humillación para
Nueva Delhi, la integración en la secular y democrática India antes que en el Estado
islámico de Pakistán. Nuestra reflexión es que efectivamente, si se hubiera celebrado el
plebiscito en aquellos primeros años de la disputa, se habría confirmado la tesis de
Nehru.

657
Las poblaciones de las Áreas del Norte y de Azad Kashmir, que permanecieron
bajo ocupación pakistaní al finalizar la guerra, habían manifestado con claridad su
voluntad de integrarse en Pakistán. Peto los hindúes, budistas y sijs de .lamniu y
Ladakh, y los musulmanes del Valle de Cachemira, que habrían seguido a Sheikh
Abdullali allí donde les hubiera indicado, habrían votado mayoritariamente por la
integración en la India. De esta forma, cuando en 1949 terminó la primera guerra indo-
pakistaní por Jammu y Cachemira, la división por zonas de ocupación militar del ex
Estado nativo también reflejó las zonas de dominación ideológica de la India y de
Pakistán. Y teniendo en cuenta la superioridad demográfica de los territorios que
permanecieron en el margen indio de la línea de alto el fuego, consideramos probable
que el resultado de un plebiscito que hubiera abarcado todo el Reino Dogra habría
determinado la integración de las regiones propakistaníes en la India.

Por ello, resulta dificil de comprender que los dirigentes indios no flexibilizaran
su posición en la ONU y claudicaran ante algunos de los requisitos presentados por
Pakistán para la organización y celebración del referéndum. Parece que los proverbiales
orgullo y arrogancia del gobierno de Nehru, más dispuesto a incumplir un compromiso
internacional que a volver a admitir ningún tipo de vejación por parte de poderes
externos, impidieron que el plebiscito de autodeterminación se celebrara en la mejor
coyuntura histórica para la India.

Es necesario insistir en que el Valle de Cachemira supone el principal objeto de


la disputa indo-pakistaní, y esta región se mantuvo bajo un firme control de Nueva
Delhi después de la guerra de 1947-1948. Este inicial escenario ampliamente favorable
a los intereses de la India, y la complacencia con el statu quo post-bélico, llevaron a los
dirigentes indios a adoptar una posición de inmovilismo que sólo transformaron en
receptividad hacia algún intento de aproximación pakistaní cuando éste partió de los que
la India consideraba ser enfoques racionales del conflicto. Pero pocos enfoques
racionales podian partir, a ojos de los dirigentes indios, de una nación que ni siquiera
consideraban que fuera a sobrevivir separada de la India más de unos pocos años.

Esta actitud enfrentaba a Pakistán con un problema que se demostró insuperable


durante la primera fase de la disputa. En la búsqueda de una solución de la cuestión de
Cachemira, la India no sólo tenía que ser convencida de que Pakistán defendia un caso

658
que merecía estudio y respuesta. También de que era una nación con la misma entidad y
legitimidad que ella para expresar esa o cualquier otra reclamación. En Pakistán, la
impaciencia se transformó con el tiempo en un sentimiento de profunda hostilidad, más
fuerte que el recíproco en la India. La cuestión de Jammu y Cachemira se convirtió en
objeto de debate entre la opinión pública, lo que determiné la supeditación de cualquier
iniciativa encaminada a la obtención de la paz al beneplácito de la radicalizada opinión
pública. Aún más lesiva resulté la insistencia de Pakistán por supeditar cualquier
proyecto general de mejora de las relaciones indo-pakistaníes a una preliminar solución
de la disputa por Jammu y Cachemira. Ello supuso un obstáculo insuperable para sentar
las bases de unas relaciones bilaterales más ordenadas y constructivas.

Lo que no es de extrañar es que el inmovilismo de la India después de la primera


guerra indo-pakistaní y la desigualdad entre ambos países llevaran a Pakistán a intentar
equilibrar la balanza de fuerzas mediante su integración en los sistemas defensivos del
bloque occidental en 1954, el establecimiento de una asociación política con China
desde 1963, y su pertinaz invocación a la intervención de la ONU.

Las pautas de las relaciones entre la India y Pakistán cambiaron de forma


dramática desde entonces. El conflicto de .Jammu y Cachemira se vio absorbido por la
voracidad de las dinámicas de la Guerra Fría. La India acabó de cerrar las puertas a
cualquier intento de intervención de Occidente en la disputa. Pakistán, con un talante
crecientemente desafiante, dejó de ser contemplado como un vecino débil, y mantuvo
una tenaz política de reivindicación territorial que no admitia ningún esquema de
resolución que no supusiera, como poco, su adquisición de la totalidad del Valle de
Cachemira. El sentimiento de invulnerabilidad de la India se esfumó para dejar paso a
una nociva contemplación de la evolución de las políticas interfias en Jammu y
Cachemira marcada por la desconfianza. Tanto en la India como en Pakistán tomaron
fuerza núcleos de opinión ultranacionalistas contrarios a cualquier tipo de claudicación
o aproximación a unas relaciones más amistosas. Por último, ambos paises Iniciaron
unas desenfrenadas carreras armamentístícas que trazaron las lineas de una particular y
permanente guerra fría autóctona en el subeontinente.

Pero en su intento de invasión y de incitación de una sublevación popular en el


interior de Jammu y Cachemira en 1965 Pakistán se tuvo que enfrentar con que sus

659
previsiones habían pecado de un exagerado optimismo. Los dirigentes pakistaníes se
vieron alentados por un período de inestabilidad política y social en la India y por el
reciente descalabro de su Ejército en la guerra sino-india de 1962. Pero sobre todo, por
los primeros síntomas de la decepción que sentían los musulmanes cachemiris ante las
políticas represivas y centralistas desarrolladas por Nueva Delhi. No obstante, el
Ejército de Pakistán, una vez finalizado su “rearme preventivo” con la ayuda exterior,
seguía sin ser, como había creído, más poderoso que el de la India. Pero lo más
elocuente, desde nuestra perspectiva, es que la población musulmana cachemiri no
estaba en disposición de hacer causa común con los designios territoriales de Pakistán.

Resulta necesario subrayar en este punto la gran responsabilidad de la


comunidad internacional por la grave e intratable evolución del conflicto territorial. La
coincidencia del nacimiento de la cuestión de Cachemira con los años más duros de la
Guerra Fría se dejó notar y dañó a la causa de la no alineada India. No es descabellado
considerar que la disputa por .lammu y Cachemira podría haber finalizado hace décadas
si no hubiera sido por la ingente ayuda militar y el desproporcionado apoyo moral
recibidos por Pakistán de los poderes occidentales.

Si Occidente y la ONU tenían un conocimiento profundo de la situación en la


región sabían que la división territorial posterior a la primera guerra de Jammu y
Cachemira respondía con cierta exactitud a la configuración ideológica del ex Estado
nativo. Si no lo tenían, no deberían haber desestimado gratuitamente las alegaciones de
la India a propósito de lo que representaba la figura de Sheikh Abdullah, a quien
Pakistán consiguió presentar ante los miembros del Consejo de Seguridad como un
lacayo de Nueva Delhi. La causa pakistaní fue plenamente asumida por Occidente,
sustentado sus reclamaciones y alentando la intransigencia de su posicionamiento y una
respuesta equivalente por parte de la India. Además, la nacién islámica fue dotada de tal
aprovisionamiento militar que en 1965 consideró que estaba en situación de arrebatarle
Jammu y Cachemira a la India por la fuerza.

Creemos que el mantenimiento de! statu gua posterior a la guerra de J 947-1948,


y la transformación de la línea de alto el fuego en frontera internacional, habría sido el
desenlace más acorde con las exigencias de seguridad de la India y Pakistán y con la
voluntad de las distintas poblaciones del Reino Dogra. Evidentemente, Pakistán habria

660
tenido que aprender a sobrellevar tal impugnación de la Teoría de las Dos Naciones que
daba razón de ser a su existencia. Somos conscientes de que la aceptación o el rechazo
de esta teoría supone el embrión desde el que evolucionan los posicionamientos
proclives, respectivamente, a Pakistán o la India en esta disputa. Nuestra opinión es que,
más allá del debate sobre la necesidad de la creación de Pakistán, en el conflicto por
Jammu y Cachemira lo esencial es que la mayoría de sus habitantes musulmanes no
compartían la ideología de la Liga Musulmana. Por ello, la Teoría de las Dos Naciones
se habría visto igualmente impugnada si la nación islámica hubiera forzado al Valle a
pasar bajo su tutela en contra de su voluntad.

Indudablemente, el permanente desafio de Pakistán no fue el único temor que


condujo a Nueva Delhi a revocar las garantías de autogobierno concedidas a Jammu y
Cachemira en el momento de la adhesión. La mayor aprensión en la India, al margen de
la oposición de los hindúes, sijs y budistas en Jammu y Ladakh a someterse al gobierno
musulmán de Srinagar, era que tomara fuerza la disposición independentista de los
nacionalistas cachemiris. Pero esta posibilidad se veía acrecentada por la presencia
desestabilizadora de la reivindicación territorial pakistaní, e incluso por las intrigas
alimentadas por las potencias occidentales en la región. Sin duda alguna, si no hubiera
existido la disputa territorial, el nacionalismo cachemiri habría enfrentado a la India con
unas demandas inmensamente más fáciles de satisfacer.

De hecho, en los años 80, sin que en Punjab existiera ninguna disputa territorial
con Pakistán, este Estado presenció un movimiento separatista violento suscitado por
unas tensiones Centro-Estado similares a las de Jain.mu y Cachemira. A lo largo de esta
tesis hemos pretendido demostrar que la evolución del movimiento secesionista
cachemiri ha tenido un desarrollo ajeno a la disputa territorial, y que la intervención de
Pakistán ha sido más un efecto configurador que promotor de la sublevación. No
obstante, en Punjab y en otros territorios de la Unión que han sido azotados por
guerrillas separatistas. la flexibilidad de la Constitución de la India ha permitido
conceder las garantías necesarias para que los grupos armados abandonaran la violencia
y trasladaran su lucha política a las prácticas parlamentarias. En Jammu y Cachemira los
resultados de las elecciones estatales celebradas en 1996 demostraron que, tal y como ha
expuesto .Jonah Blank, en el marco de una sociedad crecientemente hostil a las
actividades de los grupos annados, los esfuerzos de Nueva Delhi por recuperar la

661
confianza de la población musulmana tendrían más posibilidades de fructificar si no
friera por la persistencia de la reivindicación territorial pakistani.4

Todos estos antecedentes son ampliamente ilustrativos y deben ser tenidos en


cuenta a la hora de analizar los fundamentos sobre los que se asienta tanto la
reivindicación territorial pakistaní como la configuración actual de la sublevación
secesionista. Esta ha sido tradicionalmente considerada por la comunidad internacional
como un movimiento de reclamación de la unión con Pakistán. Por el contrario, nuestro
estudio del desarrollo histórico y político en Jammu y Cachemira nos ha llevado a la
conclusión de que, si bien las ansias nacionalistas/independentistas han estado presentes
en la región desde tiempos inmemoriales, las tendencias políticas propakistaníes no
aparecieron de forma generalizada hasta finales de la década de los 80, y además no lo
hicieron de manera ni espontánea, ni casual, ni estable.

En efecto ni en la guerra de 1965 ni durante la extensión del frente bélico de la


guerra de Bangladesh de 1971 a Jammu y Cachemira, los musulmanes cachemiris se
identificaron con la reclamación pakistaní sobre su territorio. En 1971 ya eran casi dos
las décadas durante las que los cachemiris habían sufrido todo tipo de frenos a su
evolución política democrática y habían podido comprobar cómo se les negaban todas
aquellas prerrogativas por las que habían aceptado su adhesión a la India. No obstante,
las censuras en contra de los dirigentes indios no revirtieron a favor de Pakistán. Si
hubiera sido así, el Ejército indio no habría podido hacer frente simultáneamente a las
tropas pakistaníes y a una sublevación popular generalizada.

Otro dato ilustrativo se encuentra en la comparación del origen y la evolución de


las fuerzas políticas nacionalistas/seculares y las islámicas/propakistaníes en Jammu y
Cachemira. La Conferencia Nacional de Sheikh Abdullah, el partido artífice de las
tendencias políticas pro-India, y el que durante décadas mereció más apoyo de la
población musulmana cachemiri, era un partido cuyo programa ideológico fundacional
de 1944 contemplaba el deseo de que .Jammu y Cachemira se estableciera como un
Estado independiente y secular. Ante la certeza de que Jannnu y Cachemira no tendría
garantizada su supervivencia en tales circunstancias, sus líderes hicieron una clara e

Ver BLANK, Jonah. “Kashmir: Fundamcntalism Takes Root”. Forcian Affairs. Noviembre-diciembre,
1999. Págs. 37-38

662
incontestable apuesta por la integración en la India. Ni siquiera en los años más duros
de represión india, Sheikh Abdullah contemplé la posibilidad de dirigir sus miras hacia
Pakistán. Fueron sus anhelos autonomistas/independentistas los que le llevaron a ser
destituido de su puesto de primer ministro en 1953 y encarcelado o exiliado
forzosamente durante largos años.

La principal organización islámica propakistaní que apareció en Jammu y


Cachemira durante la década de los 70, Ja,naat-e-Isla,ni, nunca estuvo en situación de
vencer electoralmente a la Conferencia Nacional. En las elecciones de 1983, una de las
pocas que han sido consideradas como representativas por los investigadores de la
cuestión de Cachemira, la Conferencia Nacional volvió a erigirse como el partido más
votado por los musulmanes cachemiris. Incluso en las elecciones estatales de 1987 es
altamente improbable que la coalición de partidos islámicos Frente Unido Musulmán,
que sin duda ya contaba con una base electoral mayor de la que quedó reflejada en los
resultados de unas votaciones que fueron manipuladas, hubiera superado en unas
votaciones libres al tradicional partido político secular.

A nuestro parecer, Nueva Delhi ha demostrado con su enfoque de la evolución


política en .Jammu y Cachemira, incluso después de comenzar la sublevación
separatista, que el temor por un desarrollo político conducente a la independencia
siempre ha superado a la aprensión por una posible inclinación propakistaní. Cuando en
1989 exploté la sublevación popular liderada por grupos de resistencia armada, el
independentista JKLF se convirtió en el blanco prioritario de las Fuerzas de Seguridad
indias, tolerando involuntariamente que las organizaciones propakistaníes ganaran cada
vez más terreno.

Creemos que la preponderancia entre los musulmanes cachemiris de las


aspiraciones nacionalistas/independentistas sobre las tendencias propakistanícs es una
realidad que, aunque no sea reconocida ni por la India ni por Pakistán, ha llevado a
ambos a adoptar medidas de distinta índole para contener su desarrollo. En el caso de la
India es evidente que su incumplimiento de los compromisos adquiridos para conceder
el autogobierno a los cachemiris estuvo condicionado por una muy arraigada presunción
de que, abandonados a su suerte, los dirigentes políticos de Jammu y Cachemira se
inclinarían por una progresiva desvinculación de la India. Y en el caso de Pakistán, al

663
margen de diversas tácticas para limitar la soberanía de los dirigentes de Azad Kashmir,
su eterno temor a verse obligado a renunciar al Valle de Cachemira, a las Áreas del
Norte y a Azad Kashmir mediante un proceso de reunificación e independización de
toda la región, queda patente en su hostigación a las organizaciones guerrilleras
independentistas y en su estrategia de inculcación del fundamentalismo islámico entre
los musulmanes cachemiris.

En este punto, es nuestra intención insistir en otro enfoque de este conflicto que
pensamos que no siempre es adecuadamente percibido. Las poblaciones de Jammu y
Cachemira tienen una reconocida tradición histórica de coexistencia pacífica entre
distintas comunidades. Mirando hacia atrás en el tiempo se comprueba que el Estado ha
permanecido al margen de lo que hoy denominamos tensiones comunales. Muchos
autores pakistaníes, entre ellos Pervaiz Iqbal Cheema, interpretan el separatismo
musulmán cachemiri como una continuación y una ratificación de la Teoría de las Dos
Naciones que dio lugar a la división del subcontinente sobre la premisa de que
musulmanes e hindúes eran comunidades irreconciliables.S

Por el contrario, nuestra opinión es que el origen de la sublevación separatista en


Jammu y Cachemira no se encuentra en un hipotético conflicto social entre distintas
comunidades religiosas. En 1947 los musulmanes cachemiris tendieron abiertamente
hacia la integración en la India, pero con el requisito de que la excepcional disposición
del Estado se tradujera en la concesión de un grado de autogobierno mayor que
cualquier otro territorio de la Unión. Estas reclamaciones fueron aceptadas y
reglamentadas por Nueva Delhi en distintos acuerdos y en la propia Constitución de la
India. Pero su posterior incumplimiento y el sometimiento del Estado a un férreo
control del Centro, creando un escenario singular entre todos los territorios indios de
absoluto menosprecio por las garantías democráticas, fueron los auténticos estimulos de
la lucha por la segregación de la India.

Observada en su conjunto, la India ha desarrollado desde 1947 una política


suicida en Jammu y Cachemira. El primer error fue la forma en la. que se enfocó el
espíritu del Art. 370 de la Constitución india de 1950 que debía reconocer el estatus

~CHEEMA, Pervaiz lqbal. ‘Kashmir Dispute and International Communily”. Strategic Studies. Invierno
1995-Primavera ¡996. Págs. 57-79

664
excepcional de .lammu y Cachemira entre todos los estados de la Unión. Nehru,
convencido del compromiso de Abdullah con la permanencia en la India, concedió tal
grado de soberanía a la Asamblea Constituyente cachemiri que le dejó las puertas
abiertas a una futura instauración independiente.

Esta prerrogativa era tan innecesaria como improcedente y debió ser soslayada.
La concesión de una amplia autonomia no tenía por qué estar vinculada a un
reconocimiento de la potestad de los dirigentes cachemiris a decidir la fritura
instauración del Estado. Pero al hacer coincidir ambas garantías en un mismo principio
legal, los recelosos dirigentes indios se vieron disuadidos a impedir un eventual
desarrollo político conducente a la independencia frenando el adyacente desarrollo del
autogobierno. El imprescindible respeto por el autogobierno fue de esta forma lesionado
por aquellos temores a propósito de las supuestas ansias independentistas de Abdullah y
los nacionalistas moderados cachemiris.

La India tenía todo a su favor para que Jammu y Cachemira se hubiera


convertido en símbolo permanente de la viabilidad de la nación secular y
descentralizada garante del bienestar de todas las comunidades étnicas y religiosas. Pero
cayó en el error de abordar un enfoque político que, enmascarado con la concesión de
ingentes ayudas económicas, enfatizó cada vez más los signos de identidad
diferenciadores de los musulmanes cachemiris a expensas de aquellos lugares comunes
con el resto de los habitantes de la India. A nuestro juicio, Nueva Delhi ha reflejado una
incapacidad total para entender el carácter evolucionado del nacionalismo cachemiri
como respuesta a una sociedad cambiante, su diferenciación, su entidad, y la
impracticabilidad de su sometimiento a una subyugación exterior.

Como ha ilustrado con detalle Sumit Ganguly, la sublevación cachemiri es la


representación más clara del fracaso de la India en tres de los principales retos de su
construcción nacional: el desarrollo de un sistema federal que responda a las exigencias
de un estado-nación con todas las formas concebibles de participación religiosa y
etnolingíiística, el reforzamiento de las instituciones democráticas en una sociedad
impulsada por una afianzada movilización política, y la consolidación de las políticas
seculares.6

6 UIANUJULY, 8. Op.eít. Págs. 20-42

665
No fue hasta finales de los SO cuando los núcleos ideológicos fundamentalistas y
propakistaníes consiguieron movilizar a un segmento significativo de la población
cachemiri. Y esta transformación social estuvo alentada, fundamentalmente, por la
yuxtaposición de varios factores: la erosión en la India del secularismo como ideología
de Estado, con la aparición correlativa de un fundamentalismo hindú amenazante, la
deslegitimación del principal partido nacionalista y secular en Cachemira, la inserción
de la disputa indo-pakistaní en el marco de un Islam políticamente asertivo como
fenómeno mundial, y la campaña de aleccionamiento desarrollada por Pakistán sobre la
juventud cachemiri. Todos estos condicionantes determinaron que la perspectiva de la
integración de Jammu y Cachemira en Pakistán despertara entre los musulmanes
cachemiris, durante los primeros años de la sublevación separatista, más apoyo que
nunca.

No obstante, la configuración del nacionalismo cachemiri sobre bases etno-


religiosas fue ulterior a las primeras manifestaciones de la lucha por la liberación, y sólo
constituye uno de sus rasgos. El sentimiento de diferenciación de los musulmanes
cachemiris tiene una tradición mucho más fuerte y asentada que la identificación con el
Estado islámico de Pakistán. Después de 11 años de sufrir una rebelión que se ha visto
progresivamente adulterada por la criminalizacién de los grupos armados, gran parte de
la sociedad cachemirí ha terminado por deplorar sin distinciones la violencia que sufre
por parte las Fuerzas de Seguridad de la India y la que le infringen los grupos armados
financiados por Pakistán. En el improbable caso de que se celebrara un plebiscito de
autodeterminación en el Valle de Cachemira, creemos que la opción de la
independencia seria la más apoyada.

Una propuesta de solución pam la caesUds de Jam.nw g


Cachemira

Tanto la India como Pakistán tienen diversos intereses estratégicos, políticos,


económicos e ideológicos en conflicto en Cachemira. La consecución de un desenlace
favorable para este problema supondría, para ambas naciones, una gran victoria en
términos de política de Estado y reforzaría la posición de aquel gobierno o partido
político artífice del acuerdo final. Pero el mayor reto, tanto en la India como en
Pakistán, sería conseguir el dificil efecto de alcanzar una solución negociada que

666
apareciera como lo más parecido a un triunfo ante sus respectivas opiniones públicas.
Esta es una tarea realmente complicada después de medio siglo de prejuicios, temores,
estereotipos y generalizaciones tanto en el ámbito oficial como a nivel social.
Lamentablemente, los escenarios políticos actuales en la India y en Pakistán estando el
gobierno de la primera dominado por un partido ultranacionalista hindú y ocupando el
poder en el segundo un régimen dictatorial militar, son los menos propensos para una
labor de tal magnitud. Sólo unos gobiernos fuertes y estables podrían permitirse
acometer un acercamiento definitivo al adversario, que en amb¿s casos exigiría
concesiones, sin poner en peligro su base electoral.

Un elemento perdurable en el conflicto de Cachemira ha sido la inercia política y


mental que ha prevalecido durante los sucesivos gobiernos en la India y en Pakistán
desde 1947. Hasta la década de los 80 parecían haberse acostumbrado a una situación
que podría ser definida como un equilibrio de contradicciones. Sin embargo, la ruptura
de este equilibrio en 1990 a causa de la sublevación separatista cachemirí y la entrada
en escena del factor nuclear como una realidad patente y no probable ha generado una
amenaza de consecuencias incalculables que requiere la finalización del estatismo
político.

Una de las principales consecuencias de la sublevación en Jammu y Cachemira


ha sido la profunda polarización de los objetivos y opiniones entre muchos hindúes y
musulmanes de la India y entre distintos grupos de opinión en Pakistán y los partidos
políticos que les representan. Las tendencias extremistas han crecido en ambos países.
El conflicto territorial se ve deteriorado por la presencia en el Valle de Cachemira de un
terrorismo separatista que aunque ha perdido fuerza sigue presente, por las mutuas
acusaciones entre la India y Pakistán a causa de las violaciones de los derechos
humanos por parte de las Fuerzas de Seguridad indias y el apoyo a los guerrilleros por
parte de las autoridades pakistaníes, y por la amenaza de un nuevo enfrentamiento
bélico que ahora implicaría a dos naciones nuclearizadas. Tanto la violencia existente
como la potencial, unidas al crecimiento de los extremismos secesionistas, comunales y
religiosos, presentan una auténtica amenaza para la integridad territorial de la India y de
Pakistán.

667
Como subraya Gulí Mohammed Wani, es necesario tener presente que el
conflicto de .Jammu y Cachemira no es inmune a las distintas corrientes sociales y
políticas que están azotando el sur de Asia y que su configuración actual está
íntimamente relacionada con una problemática global con amplias ramificaciones.7 Sólo
con un vasto proyecto común que abarque los campos político, económico y social, no
sólo en Jammu y Cachemira, sino en la totalidad del subeontinente, se podrá alcanzar
por primera vez desde la independencia un grado normal de relaciones bilaterales indo-
pakistaníes y un escenario político y social que acabe con la inestabilidad en Jammu y
Cachemira.

Las identidades culturales y étnicas en el sur de Asia se han ido transformando


desde la independencia en movimientos nacionalistas que retan diseños especificos de
identidad nacional y que exigen su acceso a estructuras de Estado. La India y Pakistán
comparten su ansiedad por la construcción nacional y la creencia de que las
reivindicaciones culturales o étnicas debilitan sus intentos por construir nociones
territoriales duraderas de sus repúblicas. Estas sensibilidades políticas han alentado
actitudes intransigentes a propósito de la naturaleza del problema de Jammu y
Cachemira que han servido para cerrar nuevos caminos de razonamiento tanto en Nueva
Delhi como en Islamabad. Para ambos, Jammu y Cachemira forma parte de una más
amplia problemática de gobierno, de una cuestión de mantenimiento del orden político
en un período de rápidas transformaciones y cambios socloeconomícos.

Desde la perspectiva oficial india, compartida por todos sus partidos políticos,
cuestionar la adhesión de iammu y Cachemira significa cuestionar su compromiso con
el secularismo y la democracia. Por ello, supone una amenaza para su modelo de
construcción nacional y para su integridad territorial. La India impugna la Teoría de las
Dos Naciones. Hay más de 125 millones de musulmanes esparcidos por la India (es la
segunda nación del mundo con mayor población de musulmanes), y en algunas zonas
son mayoría y no por ello se contempla la autodeterminación de estas áreas. Nueva
Delhi teme especialmente que la separación de Jammu y Cachemira provoque un
empeoramiento de la situación de los indios musulmanes y aliente las ansias
independentistas de algunos de sus estados más problemáticos. Demostrar que Nueva
Delhi puede administrar un territorio mayoritariamente musulmán es, observado sobre

Ver WANI, (3M. Op.cit. Pág. II


668
el trasfondo del nacionalismo pakistaní de base religiosa, una necesidad que ningún
líder secular puede ignorar.

Del mismo modo, en Pakistán cuestionar el derecho de su nación a reivindicar la


integración del anterior Reino Dogra significa cuestionar su propio derecho a existir
como hogar para los musulmanes del subeontinente. Cualquier líder pakistaní que no
demuestre luchar por esta causa y estar dispuesto a enfrentarse a la India se expone a la
crítica de que no es suficientemente nacionalista. Así, el destino de Jammu y Cachemira
está excepcionalmente vinculado a los destinos de los nacionalismos indio y pakistaní, y
este factor es especialmente evidente en relación con las connotaciones políticas de la
carrera armamentística y la cuestión nuclear.

Tal y como expone Vernon Hewitt, estos anhelos políticos sobre legitimidad y
construcción nacional, unidos a las presiones populistas y a los intereses de las elites,
han conducido a una cierta resistencia por parte de Nueva Delhi a abordar con firmeza
la cuestión cardinal de la concesión del autogobierno, elemento básico de la crisis en el
interior de Jammu y Cachemira, por temor a la balcanizactión de toda la nación.8

Así, Raju Thomas admite que la argumentación india de que Jammu y


Cachemira tiene su lugar en la India porque este es un país que, en oposición a Pakistán,
se rige por principios democráticos, ya no puede sostenerse en vista de los abusos y de
las múltiples elecciones fraudulentas que se han celebrado en el Estado) Aunque D.P.
Kumar tampoco falsífica la realidad cuando desmiente la contra argumentación
pakistaní. La afirmación de que los intereses de los cachemiris habrían estado mejor
protegidos dentro de Pakistán se enfrenta a la realidad de que las distintas provincias
pakistaníes han sufrido desde 1947 muchos perjuicios derivados de unos gobiernos
dominados por el Ejército, poco, o en absoluto, democráticos, y demasiado
centralistas.10 Ambos problemas, como demostró la guerra de secesión de Bangladesh,
han sido manejados de forma más eficaz por la India.

HFWITT, V. Op.cít. Pág. 5

THOMAS, R.O.C. Op.cit. Pág. 30

RUMAR, OP. Op.cit. Pág. 291


669
La India y Pakistán han conseguido durante décadas enmascarar los intereses de
su construcción nacional bajo una supuesta defensa de los derechos de los cachemíris.
Pero desde el inicio de la sublevación nacionalista en 1989, ya no se trata sólo de
conseguir que Nueva Delhi e Islamabad acuerden una fórmula que satisfaga en la
medida de lo posible sus intereses en Jammu y Cachemira. El problema es que, a
nuestro juicio, la mayoría de las reclamaciones que hacen los rebeldes cachemírís
acabaría con unos pocos obstáculos del presente para dar paso a muchos conflictos de
mayor magnitud en el futuro.

Para empezar, frente a las reclamaciones de los grupos armados cachemiris para
que se celebre un solo plebiscito de autodeterminación que reunifique y abarque todo el
antiguo Reino Dogra, cabe objetar que tanto un hipotético Estado independiente de
Jammu y Cachemira como un Estado integrado en Pakistán se convertiría en la réplica a
escala reducida del mismo drama de enfrentamientos étnicos y comunales que se
produjeron durante la partición de la India británica en 1947.

Si el plebiscito se decantara por la independencia o por Pakistán, no sería justo


para Ladakh y Jammu en el caso probable de que las poblaciones de estos territorios
prefirieran la unión con la India. Y si el plebiscito se decantara por la índia, sería injusto
para Baltistán, Gilgit y Azad Kashmir en el igualmente probable caso de que estas áreas
prefirieran la adhesión a Pakistán o la independencia. Fuera cual fuera el resultado de un
plebiscito general, tememos que se generarían unos dramáticos desplazamientos de
población.

Y sin embargo, ni los grupos independentistas ni los propakistaníes reconocen el


problema al que se tendría que enfrentar un Estado reunificado, fuera cual fuera su
destino, a causa de la existencia de distintas regiones que albergan distintas
comunidades étnicas y religiosas. Al margen de esta pertinacia, el resultado de un
eventual plebiscito que abarcara Ja totalidad del ex Estado nativo y que incluyera la
opción de la independencia, como reclaman los nacionalistas cachemiris, podría muy
bien decantarse por la creación de un Estado soberano e independiente o por la
transferencia de todo el territorio a Pakistán. A nuestro juicio, ambos desenlaces
provocarían una nueva serie de dilemas, lo que, al margen de la oposición unánime de

670
los partidos políticos de la India, hace aún más desaconsejable e improbable la
posibilidad de que este tipo de plebiscito llegue a celebrarse algún día.

A propósito de la opción de la integración en Pakistán, resulta absolutamente


inimaginable que la India vaya a acceder jamás a ningún esquema de resolución que le
prive de Jammu y Ladakh, por lo que esta posibilidad es claramente descartable. Pero
incluso si el único territorio transferido a la nación musulmana fuera el Valle de
Cachemira, esta adhesión supondría administrar una región fronteriza problemática y
remota que mermaría aún más los escasos recursos de Pakistán. Islamabad heredaría el
problema de contención de los grupos armados independentistas cachemiris, que se
añadiría al de las fuerzas centrífugas que amenazan con la secesión en Haluchistán y los
territorios fronterizos a Afganistán.

Mucho menos factible es la opción de la independencia. Los tres países más


implicados en la disputa, la India, Pakistán y China, han declarado contundentemente
que no permitirán el establecimiento de Jammu y Cachemira como un Estado
independiente y soberano. Más allá de la lógica reticencia a renunciar a un territorio por
el que han estado luchando durante medio siglo, la India y Pakistán sospechan que una
Cachemira independiente se convertiría con el tiempo en un satélite del adversario. Pero
sobre todo, los dos temen que su independencia aliente un proceso de ba/canización a Jo
largo y ancho del subcontinente. China comparte ambas preocupaciones, percibiendo
paralelismos con las reclamaciones independentistas del Tíbet y con el separatismo
musulmán de Sinkiang, y recela de que una Cachemira independiente se pudiera
convertir en el siglo XXI en un semillero de intrigas en contra de China.

En efecto, el líder independentista cachemiri Rugo Nath Vaisnaví no aborda una


perspectiva realista del conflicto cuando se niega a reconocer que una Cachemira
independiente seria politicamente y económicamente débil y vulnerable a la explotación
de sus más poderosos vecinos.11 Muy por el contrario, el Estado no sería capaz de
sobrevivir sin ayuda externa, y ésta sería siempre condicional, con lo que se estaría
hablando de una independencia muy relativa. Por otro lado, tanto Raju Thomas como
Vernon Hewitt alertan sobre las pocas garantías de defensa de las minorías religiosas y
étnicas que ofreceria un Estado cuya independencia hubiera sido obtenida por los

VAISNAVí, Rugho Nath. ‘Kashmir CIai,ns Sovereign’, en WANI, CM. Op.cit. Pág. 67
671
musulmanes. En efecto, los peligros implícitos en la ‘desintegración de naciones”, en un
orden mundial cada vez más fragmentado, amenazan con superar en la mayoría de los
casos a los eventuales beneficios que la independencia pudiera generar. Actualmente, en
Kosovo los estadistas internacionales están poniendo en práctica un esquema de
solución basado en la evidencia de que la independencia de un grupo étnico no es
sinónimo de libertad y democracia. El desarrollo de instituciones democráticas robustas
y la concesión de autonomía ofrecen un remedio mucho más eficaz. í= Por último, el
riesgo de que la independencia de Jammu y Cachemira genere un efecto dominó por
todo el subeontinente es auténtico.

Pero incluso en el improbable caso de que la India, Pakistán y China dieran su


indispensable visto bueno a esta solución, esta salida provocaría otros problemas de
índole interna. P.N. Dhar y Roger Ballard insisten en la importancia que revierte la
propia división entre los musulmanes de Azad Kashmir, del Valle, y de las Areas del
Norte. Las poblaciones de las Areas del Norte y los musulmanes de Kargil, en la
provincia de Ladakh, han demostrado en diferentes ocasiones no compartir los
sentimientos políticos de los musulmanes del Valle y Azad Kashmir. Estos pueblos
pertenecen a grupos étnicos, lingijísticos y sociales diferentes, y es dudoso si desean ser
incluidos dentro del concepto de autodeterminación tal y como lo entienden los
musulmanes cachemiris.’3 Por otro lado, recordemos que algunas organizaciones
islámicas han insinuado que su lucha por la integración en Pakistán no cesará aunque la
población reclame mayoritariamente la independencia, y ello sin olvidar que el concepto
de independencia también está disociado entre quienes querrían establecer un Estado
islámico y quienes desean consagrar uno secular. Estos factores, que pueden parecer de
menor relevancia, también serían susceptibles de generar complicaciones en caso de la
obtención de la independencia.

El instrumento plebiscitario se ha utilizado con éxito en algunos conflictos en el


resto del mundo en la última década y, si los guerrilleros declararan un alto el fuego y la
India y Pakistán se comprometieran a acatar sus resultados, objetivamente no hay nada
que impida un resultado igualmente satisfactorio en Jamniu y Cachemira. Sin embargo,

2 HFWITT, V. Op.cit. Pág. 193, y THOMAS, R.C.C. Op.cit. Págs. 38-39

‘~Ver DHAR, FN. ‘Autonomy Needs tobe Defined’, cn SOZ, 5. Wky Autonoiny to Kashm ir?. Págs. 16-
21, y BALLARD, Roger. ‘Kashmir Crisis. View from Mirpur”, en WANI; CM. Op.cit. Págs. 35-36

672
por todas las razones que acabamos de exponer, la posibilidad y la conveniencia de esta
solución se nos antoja muy reducida.

Por otro lado, la India se ha opuesto de forma definitiva y contundente, ni


siquiera la comunidad internacional considera que este desenlace sea el más
conveniente, y la insistencia de los cachemiris por la inclusión de la “tercera opción”
nunca conseguirá el visto bueno de Pakistán. Frente al compromiso de la totalidad de
los grupos armados cachemiris con el respeto por la integridad territorial del anterior
Reino Dogra, se encuentra la realidad de que tanto el centro de la sublevación
nacionalista como el objetivo real de Pakistán y la India se limita al musulmán Valle de
Cachemira. Así, ni el plebiscito general ni la independencia de Cachemira aparecen
como recursos deseables ni probables.

La conclusión a la que nos llcvan los análisis anteriores ha sido precedentemente


expuesta por Vernon Hewitt: casi 30 años después de su firma, el Acuerdo de Simía
continúa ofreciendo las mejores directrices para la búsqueda de una solución
definitiva)4 El bilateralismo en exclusiva no ha permitido la consecución de un acuerdo
entre la India y Pakistán, por lo que serían necesarias la cooperación y la asistencia en
materias y campos muy concretos, y el estímulo, o en caso de necesidad presión, de la
comunidad internacional.

No obstante, Ja solución para la crisis indo-pakistaní se encuentra en las naciones


de la India y Pakistán y en el conjunto de la región del sur Asia. Por ello, el paso
preliminar para acabar con la cuestión de Cachemira pasa por que la India y Pakistán
confluyan en un mismo esquema de negociación. La solución se encuentra en SimIa, en
el establecimiento de una frontera permeable que delimite los ámbitos de control de la
India y de Pakistán, al mismo tiempo que reconozca la identidad regional “pan-
cachemiri” y conceda a las distintas regiones amplios grados de autogobierno. Este tipo
de acuerdo en .Jammu y Cachemira podría servir, además, como plataforma para abordar
dos grandes reformas pendientes tanto en la India como en Pakistán: el reforzamiento de
las instituciones democráticas y el estimulo de verdaderos estados federados.

4 Ver I-lEWITT, Vernon. Kashmir: The Unanswered Question’. fiistoz-y Today. Vol. 47, N0 9.
Septiembre de 1997, en http://www.rntholyoke.edu/acad/intrel/kjhíst.htm
673
El plan que proponemos se divide en tres grandes fases. La primera fase seguiría
el modelo de paz de Camp David para Oriente Próximo y se prolongaría por un período
mínimo de 5 años. En ella, los delegados indios y pakistaníes, asistidos por algún
organismo o mediador internacional, aplazarían las discrepancias más severas hasta una
etapa posterior para poder centrarse en la adopción de medidas inmediatas que
disminuyeran los riesgos de un nuevo enfrentamiento armado, que suspendieran la
proliferación nuclear y establecieran mecanismos de control de sus arsenales nucleares,
y que, en definitiva, asentaran un ambiente de confianza e instrumentos de diálogo
desde los que posteriormente poder abordar las cuestiones más espinosas.

En la segunda fase, una vez que los instrumentos de negociación y las medidas
de prevención de conflictos estuvieran firmemente asentados, los delegados indios y
pakistaníes comenzarían las negociaciones para acordar una división del Estado cuyas
observaciones fundamentales, a nuestro parecer, deberían ser prevenir los
desplazamientos de población y garantizar los intereses de seguridad nacional de la
India y Pakistán. Durante la tercera fase se abordarían medidas conjuntas y simultáneas
para la concesión del autogobierno a las distintas regiones de Jammu y Cachemira y
para la apertura y permeabilización de la frontera divisoria. Al mismo tiempo, tanto la
India como Pakistán deberían abordar reformas internas destinadas a la
descentralización de sus estados, al afianzamiento de la democracia, y a la apertura de
todas sus fronteras al libre comercio, la cooperación y el intercambio cultural, apertura
que sería interesante extender a todos los países del sur de Asia.

E’ FASE: ACTIVAR LAS CONVERSACIONES Y NEUTRALIZAR LOS


RIESGOS DE UN NUEVO ENFRENTAMIENTO MILITAR MEDIANTE EL
ESTABLECIMIENTO DE ESTRUCTURAS PARA LA NEGOCIACIÓN Y LA
DESMILITARIZACION DEL ESTADO

Activar las conversaciones

Los ensayos nucleares de 1998 y el amago de guerra durante la primavera y el


verano de 1999 consiguieron desactivar el punto muerto al movilizar a la comunidad
internacional, liderada por EEUU, y convencerla de la necesidad de presionar a la India
y a Pakistán hasta conseguir que se sentaran en la mesa de negociaciones. A principios
del año 2000, fecha en la que se escriben estas lineas, estas aproximaciones se han visto
674
suspendidas tras el triunfo de un nuevo golpe militar en Pakistán. Este reciente
escenario, que en algunos ha despertado la alarma por las negativas repercusiones que
pudiera acarrear para la situación en Cachemira, nos enfrenta, no obstante, con una
disyuntiva que, a pesar de las apariencias, es tan susceptible de tener derivaciones
peligrosas como consecuencias favorables.

Para empezar, el general golpista Pervez Musharraf ha manifestado que su


principal objetivo es la recuperación económica del país y acabar con la arraigada
corrupción que lleva décadas esquilmando las arcas de Pakistán. Su orden de retirada de
las tropas que llevaban meses desplegadas en la frontera internacional con la India
puede ser tachada como un simple golpe de efecto para reducir las reacciones adversas
que la finalización del gobierno civil han despertado en Occidente. Pero ello no reduce
su importancia ni su valor como indicador de que, al contrario de lo que se ha dicho, el
principal motivo del golpe militar no ha sido la oposición del Ejército a las
negociaciones sobre Cachemira. De hecho, desde EEUU se ha advertido que el cambio
de gobierno no tiene por qué afectar de forma negativa a la situación en Cachemira, se
ha descrito al general Musharraf como una persona moderada, pro-occidental y nada
proclive al extremismo musulmán, y se ha considerado el golpe militar como un mal
menor en lo que respecta a la crisis de Cachemira.5

Por otro lado, a lo largo de nuestra investigación hemos podido comprobar que,
en demasiadas ocasiones, el temor a perder el apoyo del electorado ha conducido a los
dirigentes civiles de Pakistán a dar marcha atrás cuando han intentado abordar un
acercamiento a la India o han dado alguna señal de estar dispuestos a hacer concesiones.
En un país donde los partidos políticos han hecho de su intransigencia en relación con la
disputa de Cachemira uno de sus principales reclamos electorales, el establecimiento de
un gobierno con fuerza para frenar a los integristas y con capacidad para actuar sin la
supeditación de las urnas deja lugar a un escenario en el que desaparecen obstáculos.

Por lo tanto, el impasse actual, si bien supone un retroceso al haber frenado unos
acercamientos que ya se estaban produciendo, no tiene por qué degenerar en un nuevo
enfrentamiento armado. Es de esperar que la dependencia financiera de Pakistán y la

5 “Washington ve el golpe militar como un mal menor”. El Mundo. 14 de octubre de 1999

675
presión internacional le obligue, si no a restaurar el gobierno civil, sí a retomar las
negociaciones con la India.16

Estas negociaciones, sobre las que no ha trascendido ningún contenido, no


podrían haberse iniciado sin que la India y Pakistán hubieran renunciado a algunas de
sus más pertinaces y tradicionales reivindicaciones. Aunque no se hayan producido
declaraciones públicas a este respecto, la evidencia nos lleva a pensar que Pakistán ha
renunciado a considerar la opción de un solo plebiscito general para todo el Estado
como única solución, y que la India ha reconocido que no mantiene sus reivindicaciones
sobre los territorios ocupados por Pakistán. Por lo que respecta a la India, nos parece
que asume gran relevancia dilucidar si los recientes acercamientos de Clinton a su
gobierno, y su tardía aunque relevante condena del apoyo de Pakistán a los grupos
armados cachemiris, podría desembocar con el tiempo en una aceptación india de su
papel de mediador.’2

En Pakistán se sigue manteniendo que la disputa de Cachemira tiene que ser


solucionada como preludio a la normalización de las relaciones indo-pakistaníes. Esta
postura le ha llevado a menudo a rechazar algunos intentos de la India por provocar un
acercamiento alegando que no existe más opción que la celebración del plebiscito. Este
posicionamiento, del que la propia ex primera mínistra Benazir Bhutto se ha lamentado
en unas recientes declaraciones, no puede ser sostenido por más tiempo por dos razones
fundamentales.’8 En primer lugar, lo fundamental en Ja situación actual es rebajar la
tensión, acordar mecanismos para reducir el riesgo y la proliferación nuclear, e impedir
una nueva guerra. En segundo lugar, Pakistán debe admitir que su supuesta defensa del
derecho a la autodeterminación de los cachemiris no tiene legitimidad moral en tanto
que se niega a aceptar la opción de la independencia. Desde ese reconocimiento, debería
resultar más fácil negociar otra salida para sus reclamaciones territoriales y renunciar a

6 Ver articulos del diario El Mundo: “El Ejército de Pakistán destituye al Gobierno en un golpe
incruento”, “El Ejército de Pakistán toma el control de la capital y destituye al primer ministro”, “EEUU
habla de crisis política e India pone sus tropas en alerta”. 13 de octubre de i999, “Naciones Unidas exige
a los golpistas de Pakistán que restablezcan el Gobierno civil”, “Inquietud y prudencia en la India”. 14 de
octubre de 1999, “Pakistán empieza a retirar tropas de la frontera con la India”. 19 de octubre de 1999
17 “Clinton acusa a Pakistán de apoyar la violencia en Cachemira”. El Mundo. 23 de marzo dc 2000

“Ver KIEFNER, John. “Trough Nuclear Crisis, Pakistan Publicizes Kashmir Struggle”. New York
Times. 3 de junio, 1998, “Gujral Says Noto Priority Talks on Kashmir”. Pakistan Link. 22 de febrero,
1998, y BHUTTO, Benazir. “Paz en Cachemira”. El Mundo. II de junio, ¡999

676
un plebiscito que provocaría, fuera cual fuera su resultado, dramáticos desplazamientos
de población.

Por su parte, la India debería dejar de vetar la mediación internacional después


de décadas de infructuosas negociaciones en el ámbito bilateral. La tradicional
intratabilidad del conflicto y la amenaza de una nueva guerra entre dos países
nuclearizados y politicamente inestables hacen necesaria la intervención de organismos
o paises neutrales que participen en las negociaciones bilaterales y medien en la
búsqueda de una solución justa para las tres partes implicadas. Nos parece improbable
que la India y Pakistán puedan alcanzar un acuerdo sobre Cachemira sin una presión y
un esfuerzo paralelo por parte de la comunidad internacional liderada por EEUU.

A este respecto, EEUU, cuya importante contribución económica al


subcontinente le coloca en una situación de privilegio para impulsar el fin del
inmovilismo de indios y pakistaníes, debe perseverar en su línea actual para demostrar a
Pakistán, pero sobre todo a la India, que quiere desempeñar un papel constructivo que
parta de la neutralidad y se aleje de intereses particulares.

A pesar de que, a nuestro juicio, la desconfianza de Nueva Delhi respecto a


EEUU estuvo fundamentada en su momento, la India debe ser consciente de que la
amenaza nuclear ha acabado por convencer a Occidente de los riesgos que entraña
aprovechar esta disputa para extraer beneficios estratégicos y de la urgente necesidad de
alcanzar un acuerdo. No obstante, creemos que los esfuerzos de Occidente se deben
dirigir hacia una serie de propósitos claramente identificados y limitados que tengan
como principal objetivo frenar la proliferación nuclear, colaborar en la tarea de
desmilitarización del Estado y reducir el riesgo de un nuevo enfrentamiento armado.

En segundo lugar, damos por seguro que en cualquier negociación, pasada o


futura, la India ha reconocido la posesión pakistani de los territorios del ex Estado
nativo que ahora ocupa (Azad Kashmir y las Áreas del Norte) y ha abandonado sus
reclamaciones sobre la totalidad del anterior Reino Dogra. Este reconocimiento de la
soberanía de Pakistán en Azad Kashmir y las Áreas del Norte se debe producir sin
exigir una respuesta equivalente de Pakistán. A todos los efectos la India debe admitir
que el Valle de Cachemira es un territorio en disputa.

677
Estas concesiones mutuas que tanto se alejan de los discursos oficiales de la
India y Pakistán son, sin embargo, renuncias que los dos países se han mostrado
extraoficialmente dispuestos a aceptar. Suponemos que estuvieron presentes en el
denominado “proceso de Lahore” que se inició después de los ensayos nucleares de
1998. Este tuvo que ser el motor de arranque para activar las conversaciones antes del
golpe militar, y sin el mantenimiento de estas posturas es imposible que se reanuden las
conversaciones.

Establecer estructuras para la pacificación del Estado y para la


negociación

Dando por hecho que estas posturas se mantendrán, indios y pakistaníes deberán
centrar sus esfuerzos, en primer lugar, en la retirada mutua e incondicional de la mayor
parte de las tropas que tienen destinadas en ambos márgenes de la Línea de Alto el
Fuego/Línea de Control. Pero esta pacificación de la frontera interna no tendrá éxito sin
la puesta en práctica de dos medidas simultáneas que recogemos de una propuesta
realizada en 1993 por una misión de estudio ruso-americana:19 el cese de la ayuda
pakistani a los guerrilleros y su intervención para impedir las infiltraciones, y la
adopción, por parte de la India, de todas aquellas disposiciones que favorezcan la
mejora de las condiciones políticas, sociales, económicas y de seguridad en el interior
de Jammu y Cachemira.

El sellado de la frontera a la infiltración de guerrilleros desde Pakistán es un


paso inicial fundamental. Esta es una cuestión de extremada sensibilidad política para
Pakistán, que considera que tiene el derecho y el deber de conceder (como poco) apoyo
político y moral a sus correligionarios. Por ello, es improbable que esto se pudiera
conseguir por medio de conversaciones bilaterales entre la India y Pakistán. Robert O.
Wirsing ha realizado la interesante propuesta de incluir la figura de un mediador que,
con una esmerada y discreta labor diplomática, mejor acompañada por alguna concesión
por parte de la India, pueda estimular el compromiso extraoficial de Pakistán con la
suspensión de las infiltraciones.20 Este mismo mediador internacional podría intervenir

Ti-lE ASIA SOCIETY AND INSTITUTE OF ORIENTAL SIUDIES. “Afganistan and Kashmir Report
of a Joint American-Russian Study Mission”, The Asia Societv. New York, 1993. Págs. 25 y 26

‘<‘ Ver WIRSING, R. Op.eit. Págs. 247-254

678
en la delicada cuestión de la desmilitarización, su presencia resultaria beneficiosa para
solucionar algunas de las materias más complejas. como ciertas deficiencias en la
delimitación de la CFL/LOC, y su vulnerabilidad a las infiltraciones desde el margen
pakistaní y a las consecuentes represalias del Ejército indio.

Siguiendo con la definición de la labor del mediador propuesta por Robert O.


Wirsing, para que la India y Pakistán acepten esta mediación el mediador deberá evitar
dar más prominencia a las cuestiones del apoyo pakistaní a los infiltrados y de las
violaciones de los derechos humanos por parte de las Fuerzas de Seguridad indias, que a
la existencia de estos factores en si como efecto de una disputa territorial. Es decir, si
bien es fundamental la adopción de medidas para prevenir estos hechos y aunque es
vital que Pakistán deje de contar con la impunidad que hasta ahora ha protegido su
intervención en la sublevación cachemiri, estas medidas deben enfocarse como
estrategias destinadas a la pacificación de la frontera, no a la adjudicación a una u otra
parte de un grado de responsabilidad. Ello evitará que su tratamiento pueda no ser
considerado neutral por una u otra parte.

El cese de la ayuda pakistaní debilitaría notablemente a las organizaciones


armadas, lo que permitiría a la India relajar sus tácticas de contrainsurgencia y dedicar
más atención al control de los abusos que sufre la población cachemirí por parte de sus
Fuerzas de Seguridad. También daría al gobierno indio un mayor control sobre la
seguridad interna, lo que empujaría a algunos de los grupos guerrilleros a considerar la
posibilidad de sentarse en la mesa de negociaciones y declarar un alto el fuego. En esa
nueva atmósfera, la India podría comenzar a poner marcha proyectos para el desarrollo
económico, para la creación de empleo, y para el funcionamiento de las instituciones
democráticas. Pero su mayor e ineludible reto sería obtener la participación de los
principales líderes políticos cachemiris, ya sean guerrilleros o políticos, en unas
elecciones que permitan el establecimiento de un gobierno democrático. A este
respecto, tal y como viene demandando la coalición de partidos políticos cachemiris
Hurrriyat Conjísrence desde hace años, sólo una supervisión internacional del proceso
podría conceder plenas garantías de representatividad.

Para poder alcanzar esta situación, recogemos y ampliamos dos propuestas de


Sumit (Sanguly. Primero, que la India debería hacer ciertas concesiones en puntos de

679
contención especialmente relevantes como son el glaciar de Siachen, Sir Creek y Wullar
Barrage. La retirada militar en estos lugares podría facilitar y servir de modelo para la
desmilitarización del resto de la CFL/LOC, y daría estímulo al cese de la intervención
pakistaní en la infiltración de guerrilleros. Y segundo, que se debe alentar el
protagonismo de las negociaciones bilaterales.21 Lo ideal sería que los procedimientos
sujetos a mediación fueran estipulados durante unas negociaciones bilaterales previas,
no que las precedieran. Y la estrategia que presenta mayor potencial es la reactivación
de estructuras para el tratamiento de conflictos que ya existen en la región, en especial,
el foro de negociaciones que se ha mantenido dinámico en numerosas ocasiones desde
que nació la disputa por el glaciar de Siachen en 1984.

Maroof Raza también propugna el reforzamiento de medidas para aumentar la


confianza, las denominadas Confidente Building Measures o CBM’s, que la India y
Pakistán empezaron a poner en práctica a finales de la década de los 80. Estos
mecanismos, lejos de limitarse al establecimiento de medidas de prevención en el
campo militar, deberían abarcar la creación de canales no gubernamentales de
comunicación y contacto directo a nivel diplomático, inmunes a las distintas coyunturas
a nivel de gobiernos nacionales.22

Una vez llegados a este punto, la India y Pakistán podrían abordar la


desmilitarización de la CEL/LOC. La desmilitarización en este caso se refiere a la
limitación, reducción o eliminación de todas las formas posibles de violación de la
frontera y de las fuerzas y defensas adyacentes. Su introducción se podría aplicar de
forma dosificada y por etapas o de una sola vez, y su cumplimiento nunca deberá ser
considerado como un reconocimiento de cualquier cambio en el estatus legal de la
frontera. Las reivindicaciones territoriales en pugna serán aparcadas hasta un período
posterior.

Un paso inicial fundamental hacia la desmilitarización del Estado es la


aceptación conjunta indo-pakistaní de la restauración absoluta del alto el fuego en la
CFL/LOC. Ambos países han violado sistemática y flagrantemente sus compromisos a
este respecto, aunque existen precedentes alentadores en acuerdos informales

21 GANGULY, S. Op.cit. Pág. 147

22 Ver RAZA, M. Op.cit. Págs. 115-120

680
alcanzados para la no utilización de ciertos tipos de armamento.23 Como hemos
indicado con anterioridad, un alto el fuego inicial en el glaciar de Siachen, Sir Creek y
Wullar Barrage seria el precedente ideal para su extensión al resto de la frontera.

Pero el avance más dificil, y que probablemente tendría que ser aplazado hasta
una etapa posterior, sería la inclusión en la desmilitarización de la CFL/LOC de
acuerdos conjuntos para la reducción mutua y equilibradas de las tropas presentes en las
dos partes del ex Estado nativo, el desmantelamiento de puestos militares adyacentes a
la frontera, y la creación de un cinturón de territorio a lo largo de toda la CFL/LOC
totalmente desmilitarizado. Estos pasos fueron contemplados en el Acuerdo de Karachi
de 1949, y su incumplimiento demuestran la dificultad de su nueva aceptación. Sin
embargo, una vez más el glaciar de Siachen ha sido escenario del éxito de unas
provisiones acordadas de forma extraoficial a este respecto, lo que podría servir como
un precedente eficaz.

Por último, una vez acordados los puntos anteriores, consideramos


imprescindible crear instrumentos para la vigilancia y el mantenimiento de la paz en
toda la extensión de la frontera interna. En esta materia, estamos de acuerdo con Robert
Wirsing en que, una vez constatada la muy limitada efectividad de UNMOGIP (Grupo
Militar de Observadores de la ONU en la India y Pakistán), seria recomendable crear
una comisión fronteriza conjunta indo-pakistani que inspeccione la desmovilización de
las tropas, establezca normas que gobiernen las actividades militares en la CFL/LOC o
sus proximidades, y proporcione un marco institucional permanente para la negociación
de las cuestiones fronterizas.24

La posibilidad de que esta comisión tutele unas patrullas de vigilancia conjuntas


acabaría con el dilema que presenta la ineficacia de UNN400IP y supondría un refuerzo
y un magnifico precedente para la cooperación entre la India y Pakistán. Según parece,
en la ronda de negociaciones bilaterales sobre el glaciar de Siachen que se celebró en
1989 se consideró la posibilidad del establecimiento de estas patrullas y en principio no
hay nada que impida su contemplación para toda la CFL/LOC.

23 Ver AHMAR, Moonis. “War Avoidance Between India and Pakistan”. Stratenic Studies. N0 l&2
otoño-invierno de 1993. Págs. 8-10, y 20-22
24 Ver WIRSING, R. Op.cit. Pág. 254

681
2~ FASE: DESARROLLO DE NEGOCIACIONES BILATERALES
DESTINADAS A LA PARTICIÓN DEFINITIVA DE JAMMU Y CACHEMIRA
ENTRE LA INDIA Y PAKISTÁN

Esta parte de nuestro plan general para la consecución de una solución definitiva
para el conflicto de Jammu y Cachemira está caracterizado por la clara definición de su
objetivo, pero no por la rigidez de las fórmulas propuestas para alcanzar dicho objetivo.
Es dificil establecer el límite de concesiones hasta el que la India y Pakistán están
dispuestos a llegar para alcanzar un acuerdo de partición. Por ello, en algunos de los
puntos de esta proposición se observarán alternativas distintas, que deberán ser
contempladas en función de las respuestas que provoquen en las partes negociantes,
pero que en último caso derivarán en un acuerdo que garantice el respeto por los
derechos de las poblaciones de las distintas regiones de Jammu y Cachemira, que evite
desplazamientos de población, y que responda a los intereses de seguridad nacional de
la India y Pakistán.

La primera cuestión que se debe tener en cuenta en esta fase ya fue estérilmente
subrayada por primera en 1950 por el mediador de la ONU Sir Owen Dixon:
exceptuando el Valle de Cachemira, el resto de las regiones del ex Estado nativo se
encuentran hoy en día integradas en la nación que mejor representa los intereses de sus
poblaciones. Azad Kashmir y las Áreas del Norte votarían por Pakistán en caso de un
plebiscito que les enfrentara con la única alternativa de la integración en la India, y en
lineas anteriores hemos expuesto por qué consideramos descartada la opción de la
reunificación total del anterior Reino Dogra y su establecimiento independiente. De
igual forma, Jammu y Ladakh no sólo defienden su condición de territorios indios, sino
que reclaman su desvinculación del Valle de Cachemira y su plena integración en la
Unión (cuando hablamos de estas dos regiones multiétnicas nos referimos a la que sería
la voluntad mayoritaria, pero no unánime, puesto que en las dos existen distritos, como
Doda y Kargil, en los que la población musulmana supera a la de otras religiones).

Por lo tanto, el dilema de la partición se centra en el territorio de la provincia de


Cachemira, de la que únicamente una mínima porción permaneció en el Estado de Azad
Kashmir después del alto el fuego de 1949. Una vez más, es imprescindible el abandono
simultáneo por parte de la India y de Pakistán de dos de sus reclamaciones tradicionales

682
oficiales. En el caso de la India, siguiendo a su reconocimiento del Valle de Cachemira
como territorio en disputa, se requiere su disposición a negociar sobre el destino de este
territorio partiendo de la base de que debe estar preparada para renunciar a una parte
importante o a la totalidad del Valle. Por parte de Pakistán, es fundamental el abandono
de sus reclamaciones territoriales sobre la provincia de Jammu.

La mayoría de las propuestas que se han hecho desde el exterior, como la


realizada en 1 963 por los mediadores norteamericano y británico Averelí Harriman y
Duncan Sandys, han instado a la India a transferir la totalidad, o la mayor parte, del
Valle de Cachemira a Pakistán. Este acuerdo dejaría a la India el control de los más
extensos pero menos poblados territorios de Ladakh y Jammu. En efecto, la India
obtendría beneficios tangibles de esta renuncia, al conservar su control sobre las más
extensas y geoestratégicamente importantes regiones de Jammu, Leh y Kargil,
solucionar el problema de la insurgencia, liberar al Ejército y sus fuerzas paramilitares
de una situación insostenible, y satisfacer las reclamaciones de Pakistán. No obstante,
los obstáculos que se interponen ante esta solución nos hace considerarla, hoy por hoy,
improbable.

Ningún gobierno indio en un futuro próximo obtendrá el suficiente refrendo


interno para ceder el Valle de Cachemira a Pakistán. Cualquier gobierno que acceda a
renunciar al Valle estará poniendo recha a su destronamiento. Por ello, se requerirla un
profundo cambio politico, un esfuerzo masivo para conseguir el apoyo de la opinión
pública. Hasta el momento, en los círculos mediáticos e intelectuales indios es
relativamente común la defensa de la celebración de un plebiscito de autodeterminación,
pero nadie propone transferir unilateralmente el Valle a Pakistán. Sin duda esta solución
sería asumida por la mayoría como una espectacular derrota política. Incluso si se
produjera después de la concesión de importantes compensaciones, los partidos
políticos en la oposición lo utilizarían para atacar al gobierno y lo presentarían como
una vergonzosa capitulación. Sólo hace falta ver la resistencia que el gobierno de la
India ha presentado a renunciar a sus reclamaciones en el glaciar de Siachen o en Aksai
Chin, zonas extremadamente remotas y poco pobladas, para darse cuenta de las pocas
probabilidades que existen de que acepte transferir a Pakistán el simbólicamente,
políticamente y psicológicamente vital Valle de Cachemira.

683

~ .... ~.— ~ .—. ______________________


Además del poderoso obstáculo de naturaleza psicológica que supondría esta
renuncia, Nueva Delhi teme que la cesión de este territorio de mayoría musulmana
provoque un empeoramiento de la situación de los indios musulmanes y aliente las
ansías independentistas de algunos de sus estados más problemáticos. Por otro lado, hay
un factor geoestratégico de máxima relevancia. Si la India cediera la totalidad del Valle
de Cachemira, dejaría los estratégicamente vitales sectores del norte, Leh y Kargil,
prácticamente incomunicados de iammu. Sólo quedaría una estrecha franja de territorio
que resultada militarmente muy vulnerable, y no hay que olvidar que China también
presenta un amenaza real para la India en la región de Ladakh, Por último, con la cesión
de todo el Valle de Cachemira la India estaría incumpliendo su compromiso moral con
una porción significativa de sus habitantes hindúes, budistas y musulmanes que no
desean convertirse en ciudadanos pakistaníes.

Por todo lo expuesto, no creemos que la India vaya a acceder sin más a una
cesión voluntaria y unilateral de la totalidad del Valle. La India aceptará, como mucho,
una partición que no dañe las vías de comunicación entre Jammu, Kargil y Leh y que,
mediante la conservación de extensiones importantes de territorio de la provincia de
Cachemira, evite la sensación de que se trata de una partición realizada exclusivamente
sobre bases religiosas.

La otra opción de división territorial que ha sido objeto de mayor atención es la


que la India intentó obtener mediante el Acuerdo de SimIa dc 1972: transformar la
CFL/LOC en frontera internacional. Esta solución, aunque fuera alcanzada mediante la
concesión de algunos incentivos a Pakistán, actuaría inevitablemente como una forma
de legitimación del statu quo territorial surgido de las tres guerras que la India y
Pakistán han librado desde la independencia. Mediante la reafirmación de la primacía
del control militar sobre los derechos legales disputados, se reconocería tácitamente el
posicionamiento político dominante de la India en la región. Pakistán y los nacionalistas
cachemiris tendrían que renunciar a todas sus reivindicaciones, la India mantendría la
ocupación de todos o la mayoría de los territorios que ahora posee, y los acuerdos
políticos y económicos existentes no se modificarían. Entre las distintas formas de
partición concebibles, esta es la más generosa para la India, lo que explica que, a
nuestro parecer, se sitúe, hoy por hoy, entre los principios de negociación menos
prometedores.

684
Si Pakistán y la India llegaran a un acuerdo para la división del Valle, que podría
ser compensada en otras zonas de contención como el glaciar de Siachen o algunos
territorios fronterizos de la provincia de Jammu, se llegaría a una solución ideal en la
que, sin embargo, ambos bandos harían grandes concesiones difícilmente justificables
de cara a sus opiniones públicas. Por ello, sugerimos que este factor sea considerado por
ambos países desde el mismo momento del comienzo de las negociaciones para la
desmilitarización de Jammu y Cachemira y el establecimiento de una atmósfera de
confianza. Durante la primera fase del proyecto que estamos proponiendo, los gobiernos
indio y pakistaní deberían centrar sus esfuerzos en campañas de orientación de la
opinión pública que preparen a los ciudadanos indios y pakistaníes para una aceptación
de las concesiones que ambos países se verán obligados a pactar. Matin Zuberi y
Badruddin Tyabji aciertan cuando advierten a sus gobernantes de que no aborden
ningún proyecto sin haber obtenido primero el mayor consenso posible de los partidos
políticos en la oposición, que si no son incluidos en un procedimiento de ámbito
nacional se verán tentados a obstaculizar la consecución del triunfo del partido que esté
en el gobierno.25

Todos los analistas imparciales consultados coinciden en afirmar que detrás de


las rígidas posturas oficiales adoptadas por los dirigentes indios y pakistaníes existe una
verdadera voluntad por acabar con esta disputa y una clara disposición a negociar
soluciones alternativas a las reivindicadas públicamente. Por otro lado, consideramos
que la comunidad internacional acierta cuando sugiere que antes de dar respuesta al
movimiento de liberación nacional cachemiri debe imperar la búsqueda de una solución
para la disputa territorial indo-pakistaní. Tenemos la convicción de que la respuesta a
los desagravios y las ansías de paz y estabilidad de todas las comunidades de la región
podría estar en la concesión de una autonomia plena y en la puesta en práctica de
proyectos de desarrollo económico que acaben con la pobreza y el desempleo.

La duración de la sublevación en Jammu y Cachemira tiene una historia


relativamente coda, y sus causas no han sido de origen religioso ni comunal, sino de
naturaleza política y económica. La Constitución india es un instrumento flexible que ha
permitido, como se ha demostrado en la región de Punjab, que la India encuentre
respuestas y soluciones para otros movimientos secesionistas en otros territorios de la

25 Ver 807,8. W/wAutonomyío Kashnzir?. Págs. 22-26, y 116-117

685
Unión. A nuestro parecer, el escenario que siguió a las elecciones estatales de 1996
demuestra que la sublevación armada en Jammu y Cachemira ha perdido gran parte del
apoyo popular del que gozó en sus primeros años de existencia.

Aquellas elecciones dieron la victoria a la Conferencia Nacional de Farooq


Abdullah que defiende la permanencia de Jammu y Cachemira en la India con un alto
grado de autonomía política. Con el transcurso de un año, la franca mejora del escenario
global alimentaba la esperanza de que, con un enfoque apropiado desde Nueva Delhi, la
eventualidad de una vuelta a la situación anterior a 1989 no resultara tan descabellada.
Incluso pensamos que, aunque los sentimientos anti-lndia entre los musulmanes del
Valle de Cachemira siguen siendo abrumadores, éstos podrían desaparecer en un par de
generaciones con unas políticas adecuadas. De hecho, la única razón de que la base
principal de nuestra propuesta no sea la transformación de la CFL/LOC en frontera
internacional es que las reclamaciones de Pakistán seguirían suponiendo un
impedimento para la normalización del Estado. Desde 1997, los enfrentamientos
fronterizos entre las tropas indias y pakistaníes sufrieron un nuevo recrudecimiento,
situando de nuevo a ambos países a las puertas de un enfrentamiento armado y frenando
el proceso de normalización interna en Jammu y Cachemira. La lógica nos lleva a
pensar que este agravamiento del conflicto territorial fue proyectado por la única parte
interesada en que el escenario no retome al statu que anterior a 1989.

De cualquier forma, existe otra alternativa que reduciría la magnitud de algunos


de los obstáculos que se han señalado sin menoscabar las ventajas que proporcionaría la
división del Estado: permitir que el destino del Valle de Cachemira se decida según el
resultado de un plebiscito de autodeterminación celebrado exclusivamente en esta
provincia. Esta opción sigue presentando hoy en día muchas posibilidades por las
siguientes razones:

En primer lugar, Pakistán, y especialmente la India, tendrían más facilidades


para justificar la división del Estado ante sus opiniones públicas mediante este
procedimiento que mediante cesiones voluntarias. El procedimiento sería presentado
como una respuesta a la voluntad de la población cachemiri, desviando la atención de la
cesión territorial al país adversario que podría ser mal recibida y utilizada como arma
electoral por los partidos de la oposición. El anuncio de esta medida, para evitar la

686
reacción de otros movimientos secesionistas, debería producirse simultáneamente al de
la ampliación de la autonomía dc los distintos estados de la India y provincias de
Pakistán.

En segundo lugar, este procedimiento satisfaría las reclamaciones de Pakistán y


supondría la respuesta más cercana posible a las reivindicaciones de los grupos
armados. Los anhelos de reunificación e independencia del antiguo Reino Dogra son
irrealizables, pero si el Valle optara por Pakistán podría unirse a Azad Kashmír, y a las
Áreas del Norte en caso de que esa fuera la voluntad de sus habitantes, y conformar una
nueva provincia pakistaní cuyas reclamaciones de autonomía no podrían seguir siendo
ignoradas.

En tercer lugar, si la India accediera a esta fórmula, estaría cumpliendo una


obligación moral pendiente con los cachemiris. Ello le otorgaría el reconocimiento
internacional que reclama como país comprometido con los valores democráticos. De
igual forma, le libraría de una embarazosa situación en relación con las violaciones de
derechos humanos por parte de sus Fuerzas de Seguridad. La India obtendría el respeto
internacional y sus aspiraciones por convertirse en miembro permanente del Consejo de
Seguridad de la ONU se verían reforzadas.

En cuarto lugar, aunque la India perdiera el Valle de Cachemira, se vería


también compensada con la finalización de las tensiones que existen en Jammu y
Ladakh a causa de su desacuerdo con su supeditación al gobierno musulmán de
Srinagar.

En quinto lugar, a pesar de que la posibilidad de que la India ceda


voluntariamente el Valle a Pakistán sólo es defendida por un muy minoritario y
desautorizado circulo de opinión en la India, la celebración de un plebiscito no es un
tema tabú. 1-lay un número considerable de intelectuales que llevan defendiendo esta
solución en los medios de comunicación de ámbito nacional desde hace años. Por otro
lado, la mayoría de los analistas indios que aconsejan este método están convencidos de
que si los musulmanes de Jammu y Cachemira gozan de un gobierno autónomo y de un
potente desarrollo sociocconómico durante un periodo de tiempo determinado, sus
ansias secesionistas desaparecerán. Este proceso de tres fases que estamos proponiendo

687
dejaría un margen mínimo de 5 años a la india para poner en práctica las medidas que
aconsejan estos analistas.

Por último, fuera cual fuera el resultado de un plebiscito restringido a la


provincia de Cachemira, no provocaría grandes desplazamientos •de población. El
período inicial de transición y pacificación interna, acompañado por la concesión de
autonomía y la instauración de un gobierno democrático, debería permitir una vuelta a
la situación anterior a la sublevación. En caso de que la India fuera realmente capaz de
recuperar la confianza de los cachemiris, creemos que, por una simple reacción de
inercia, la reafirmación por medio del plebiscito de la adhesión de Jammu y Cachemira
a la India sería el desenlace menos traumático para la población. Al fin y al cabo el
Estado ha pasado 40 años en la India sin desafiar la integración, frente a los II que ha
durado, con una intensidad progresivamente decreciente, la sublevación popular.

En caso de que Cachemira optara por Pakistán, y teniendo en cuenta que la


práctica totalidad de la comunidad hindú ya ha abandonado el Valle, lo único que se
requeriría sería que Pakistán diera facilidades a los emigrados para volver o para recibir
compensaciones económicas por las propiedades y los capitales dejados atrás. El
principal obstáculo sería la ruptura de las vías de comunicación de la India con el frente
de confrontación sino-indio en Ladakh. La incomunicación de Jammu con Leh y Kargil
no se podría solucionar con una redefinición de la frontera de la provincia de Cachemira
que permitiera ampliar el corredor de territorio que une las tres regiones. La razón es
que los accidentes orográficos impiden, o dificultan en extremo, la construcción de
carreteras que enlacen Jammu y Leh. La única posibilidad sería que Pakistán cediera a
la India derechos de tránsito en las rutas que unen Jammu, Srinagar y Leh. En caso de
que la disputa territorial entre la India y China en Ladakh se reavivara, la India debería
contar con garantías que le aseguraran la utilización de estas vías de comunicación con
Leh.

Por último, hemos recogido una tercera propuesta de otros analistas que la India
y Pakistán podrían estudiar tanto si acuerdan una partición bilateral como si acceden a
celebrar un plebiscito de autodeterminación en el Valle de Cachemira: la aplicación en
la totalidad de los territorios del ex Estado nativo de un modelo de administración que
siga las pautas del acuerdo de Trieste de 1954 cntre Italia y la antigua Yugoslavia. En

688
especial, consideramos acertado el modelo propuesto por Selig Harrinson que hemos
analizado en el apartado 9.3. del capitulo IX»

3~ FASE: PROMOVER UNA CONFEDERACIÓN REGIONAL

DESCENTRALIZADA Y DEMOCRATICA

Ningún acuerdo al que puedan llegar la India y Pakistán tendrá posibilidades de


triunfar a largo plazo si no se completa con la concesión de amplios niveles de
autogobierno, en un marco plenamente democrático, a todas las regiones del antiguo
Estado nativo de Jammu y Cachemira. Más allá de esta certeza, tal y como ha expuesto
con detalle Ah Khan, los modelos de partición que acabamos de analizar se convertirían
en una alternativa más atractiva si se pusieran en práctica en el contexto de una
transformación global de la comunidad regional que integra a Jammu y Cachemira.27

El establecimiento de una cooperación y una comunidad regional sin fronteras


transformaría tanto la atmósfera política como las dinámicas psicosociales. Cualquier
división permanente de Jammu y Cachemira que no se ejecute en este trasfondo corre el
riesgo de resucitar el trauma de la partición de 1947. La resolución de la disputa dentro
del marco de una confederación regional pujante minimizaría el impacto de la división
para todas las partes porque resucitaría la memoria histórica de coexistencia, ofreciendo
nuevas posibilidades para reunir a las distintas comunidades de la India histórica por
medio de unas relaciones culturales y económicas robustas.

La disputa de Cachemira es, en parte, el producto de un sistema internacional


por el que muchas regiones históricas fueron divididas entre naciones-estado. La
nación-estado, una articulación social relativamente reciente, ha separado a muchos
pueblos en el mundo de forma irracional y dañina. Durante siglos, la india histórica
supuso una entidad mítica, un ente espiritual que contenía áreas geográficas distintas
pero contiguas en las que grupos humanos diversos convivían juntos. Esto no quiere
decir que la India histórica fuera un paraíso en el que todos cohabitaban de forma
idílica, también existían conflictos y aflicciones sociales, y el subcontinente nunca fue
una unidad monolítica. No obstante, la India histórica, tanto bajo sus gobernantes

2~ Ver RAHMAN, M. Op.eit. Pág. 164

2? Ver KHAN Ah. “The Kashmir Dispute: A Plan for Regional Cooperation”. Columbia Joumal of
Transnational Law. 1 994. Págs. 495-550

689
nativos como bajo los extranjeros, desde los hindúes a los musulmanes y los británicos,
siempre retuvo una unidad poética que se tradujo según la época en una realidad política
concreta, tales a los imperios indios de Asoka, Akbar o la Reina Victoria.

La partición comunal de la India histórica en 1947 y la creación de dos naciones-


estado separados, la India y Pakistán, y más tarde la transformación de la rama oriental
de Pakistán en una nueva nación-estado, Bangladesh, insertaron entre las poblaciones
del subcontinente una nueva y poderosa fuerza disgregadora. Muy en especial, el
tamaño y la diversidad de la India está haciendo de ella una nación ingobernable que
tarde o temprano tendrá que adoptar la forma de una consumada federación para evitar
su desintegración. Las remotas áreas localizadas en los confines de la India histórica
tales a Nepal, Bhután y Sri Lanka, que comparten las tradiciones hindúes, budistas e
islámicas del subcontinente, también se han transformado en naciones-estado separados,
y en muchos casos también muestran signos de fracturación interna.

El cada vez más fuerte movimiento fundamentalista hindú, que aspira a


transformar la India en un reino exclusivo para los hindúes, ha alienado a los sijs y a los
musulmanes, muchos de los cuales lucharon en contra de la idea de la partición en 1947.
En los últimos años, comunidades minoritarias de distintos estados indios,
desencantadas con las políticas centralistas de Nueva Delhi, han recurrido a la lucha
armada con la esperanza de establecer sus propias naciones-estado. De la misma forma,
Pakistán, un país creado en nombre del Islam, se enfrenta a graves problemas para
mantener unida a una población musulmana pero étnicamente diversa; En este contexto
de fragmentación de la India histórica, no creemos que la disputa de Cachemira sea sólo
un conflicto territorial entre dos poderes regionales intransigentes. Representa una
patología más amplia de una región en la que el mismo concepto de la nación-estado ha
generado sangre, discordia y descontento.

La rivalidad indo-pákistani ha adoptado un fortísimo componente emocional y


psicológico que no tiene sus orígenes exclusivamente en la disputa por Jammu y
Cachemira. La partición supuso para los nacionalistas indios un duro golpe, nunca
plenamente superado, que lleva incluso en la actualidad a algunos jingoístas a
considerar a Pakistán como una nación ilegítima creada por los antiguos colonizadores
mediante la extracción de parte de su territorio. Esta realidad ha creado en Pakistán una

690
sensación de inseguridad y desconfianza a propósito de una India que contempla como
una amenaza para su propia existencia, y ha reforzado su creencia en que musulmanes e
hindúes están condenados a vivir para siempre enfrentados a ambos lados de una
frontera religiosa divisoria.

Por esta razón, a pesar de que el concepto de nación-estado es una idea


importada, impuesta sobre un subcontinente que históricamente no tuvo fronteras,
asumimos que la partición de la India histórica es una realidad irreversible. Al contrario
de lo que ansían, con negativos efectos sobre la psicología pakistaní, autores que, como
MG. Chitkara, siguen definiendo a Pakistán como una extensión’ de la India,28 la
India histórica no puede ser restaurada y las distintas naciones del subcontinente tendrán
que seguir conviviendo en el contexto internacional prevaleciente.

Las recriminaciones entre La India y Pakistán son mutuas. Pakistán rechaza


cualquier iniciativa política en la India, y viceversa, y la responsabilidad por la mayoría
de los problemas que acucian al sur de Asia es recíprocamente adjudicada. Según las
impresiones de los pakistaníes, las políticas indias en Cachemira, Sri Lanka, Nepal y
Bangladesh son un despliegue de designios hegemónicos y de intentos por embaucar a
países débiles hasta obtener su sumisión o, incluso, su integración en una “Gran India”.
En la India, las propuestas por establecer una confederación en el sur de Asia han sido
comunes, pero estas sugerencias son recibidas en Pakistán como revelaciones de las
ambiciones de una India expansionista.

Por su parte, los indios consideran que Pakistán aprovecha y busca cualquier
oportunidad para debilitarles y para mantenerse en igualdad de condiciones, en lo que a
potencia militar se refiere, mediante sus alianzas con Occidente, China y otros países
islámicos. Pakistán ha intentado minar la integridad territorial de la India mediante su
apoyo encubierto a los movimientos secesionistas que han surgido a lo largo de los años
en Punjab, Jammu y Cachemira y las regiones tribales del noreste. Pero la intervención
de la India también se ha dejado notar en algunos de los movimientos centrífugos
presenciados en territorio pakistaní, siendo el proceso de escisión y creación de
Bangladesh el ejemplo más ilustrativo. En este escenario, cualquier imputación al
adversario es respondida con una acusación equivalente, siendo las denuncias de

28 Ver CHITKARA, MG. Op.eit. Págs. 157-170

691
Pakistán por los abusos políticos en Jammu y Cachemira inmediatamente neutralizadas
con alegaciones semejantes sobre las políticas de Pakistán en Azad Kashmir.

A nuestro juicio, las mutuas percepciones de hostilidad y desconfianza también


surgen de generalizaciones y asunción de estereotipos acerca del carácter de los hindúes
o los musulmanes respectivamente. Los hindúes son considerados en Pakistán astutos,
manipuladores y nada fiables, y los musulmanes son tachados de fanáticos, intolerantes
y beligerantes. Al margen de estos prejuicios, los observadores extranjeros tenemos
verdaderas dificultades al visitar el subcontinente para percibir diferencias significativas
entre los dos países, especialmente entre distintos grupos étnicos en una misma región.

La conclusión que pretendemos subrayar es que la tradicional hostilidad entre


ambos países no podrá superarse sí no se lucha contra estas compulsiones
sociopsicológicas existentes en sus concepto de nación-estado y se refuerza, en su lugar,
la idea alternativa de una cooperación regional. Un proceso firme y calculado dirigido a
la creación de condiciones que permitan el desmantelamiento de las fronteras fisicas y
psicológicas es una meta distante, pero un proceso de construcción de una cooperación
regional generaría paulatinamente una nueva conciencia que recordaría a los habitantes
del subcontinente que hace sólo cinco décadas convivían unidos en una misma unidad
política, social y cultural.

Algunos analistas argumentan que una cooperación regional vigorosa no será


plenamente operativa hasta que la disputa de Cachemira sea solucionada. Otros insisten
en que seria mucho más fácil solucionar la disputa de Cachemira después de haber
establecido organismos regionales prósperos para la cooperación regional. Ah Khan
sugiere un enfoque más productivo: trabajar simultáneamente para alcanzar ambos
objetivos.

Esta meta no es, desde ningún punto de vista, fácil de alcanzar, y existen muchas
barreras. Los nacionalistas musulmanes en Pakistán, que defienden con tesón la Teoría
de las Dos Naciones de Ah Jinnah, preferirían contemplar una confederación de
Pakistán con otros estados musulmanes al oeste del subcontinente en Asia Central u
Oriente Medio. Por su parte, los nacionalistas hindúes preferirían instaurar un estado
hindú donde las minorías religiosas estuvieran al servicio de los intereses de la
comunidad mayoritaria. Ninguno de estos objetivos resulta factible en vista de la falta

692
de interés que despierta en otros estados islámicos la creación de una gran
confederación musulmana, y a causa de la imposibilidad de ignorar en un estado
teocrático hindú a más de 160 millones de personas pertenecientes a minorías religiosas
y étnicas. Sin duda alguna, tal y como defiende Raju Thomas, la solución se encuentra
en el nuevo enfoque moral contemporáneo. Es imperativo que las distintas razas,
religiones y grupos étnicos aprendan a convivir juntos en una comunidad mundial
interdependiente y mixta, los hombres no pueden seguir escapando unos de otros.29

Afortunadamente, existen numerosas iniciativas sociales y culturales y


determinadas maniobras políticas que podrían ayudar a transformar esta atmósfera y
crear una cooperación regional en el sur de Asia que desenfatice la naturaleza
fragmentadora de la nación-estado. En primer lugar, tanto la India como Pakistán deben
desalentar conjuntamente todos los movimientos secesionistas. La India debe dejar de
prestar apoyo a los rebeldes de la región pakistaní de Sind, del mismo modo que
Pakistán tiene que retirar su apoyo moral y material a los guerrilleros cachemiris y a los
elementos secesionistas en el Punjab indio. Pero además, la India y Pakistán deberán
abordar una nueva estrategia administrativa descentralizadora que refuerce la defensa
del subcontinente en contra de futuras fragmentaciones. Si la India y Pakistán trabajan
seriamente para construir una cooperación regional y para reducir la fuerza de los
movimientos nacionalistas separatistas, la mayoría de estos movimientos, incluyendo el
de Jammu y Cachemira, perderán su fuerza.

Se debe adoptar una sola estrategia diplomática y fomentar el cambio de actitud


entre la población. En este sentido, se deben alentar iniciativas como la reunión que se
celebró en Nueva Delhi en febrero de 1995 y que reunió a más de 200 pacifistas indios
y pakistaníes para crear un movimiento popular que pusiera fin a más de 50 años de
hostilidad. Hay que corregir años de desconfianza, temores, malentendidos, estereotipos
y generalizaciones tanto en el ámbito oficial como a nivel extraoficial. Cualquier
desviación y distorsión de la historia referente a la división y sus consecuencias sólo
vendría a complicar más las cosas.

Todo el proceso debe estar impregnado de un sentido del realismo y de un


abandono de las posiciones intransigentes adoptadas hasta el momento. El punto de

2’) Ver THOMAS, R.G.C. Op.cit. Pág. 37

693
partida debe ser, en todo caso, la consolidación de las tradiciones, convenciones, e
instituciones democráticas en todo el subeontinente. La India y Pakistán tendrán que
hacer frente a las maquinaciones fundamentalistas que se pueden volver en cualquier
momento contra el propio equilibrio de la nación que las instrumentaliza según sus
intereses políticos coyunturales. Ambos han sufrido las consecuencias negativas de
haber puesto en práctica unos modelos de estado excesivamente centralizados y de no
haber evitado que los fundamentalismos religiosos actúen con tanta fuerza
condicionando la vida política y la convivencia social.

En segundo lugar, la India y Pakistán deberían empezar a crear organismos


regionales para la cooperación económica. El principal problema al que se enfrenta la
población del subcontinente es su paupérrimo nivel de vida. Tanto la India como
Pakistán son conscientes de que sus cada vez mayores gastos en defensa han causado un
gran daño a sus economías al desviar unos recursos escasos. A pesar de que las
economías de ambos países han mejorado en los últimos años, en el subcontinente
siguen viviendo millones de personas por debajo del nivel de pobreza sin agua limpia,
medidas de higiene, alimentos ni medicinas. Pero la perpetua hostilidad entre ellos
desvía sus escasos recursos hacia la creación de ejércitos fuentes, lo que al mismo
tiempo crea un clima de desconfianza mutua y agrava las tensiones comunales entre los
distintos grupos étnicos y religiosos.

En muchos lugares del mundo, incluyendo el subcontinente, ya han comenzado


procesos para incentivar la cooperación regional. El concepto de nación-estado está
perdiendo su significado tradicional con la formación de la Comunidad Europea.
Pensamos que la India y Pakistán podrían extraer valiosas lecciones del modelo europeo
construido sobre las dinámicas de la interdependencia económica y los derechos
humanos fundamentales, con el último objetivo de desmantelar las barreras internas
para la libre circulación de bienes, servicios y gentes.

La historia compartida por la India y Pakistán evidencia que ambos poseen una
verificada capacidad para asimilar y adaptar ideas de otras culturas y civilizaciones. El
sur de Asia cuenta con una misma experiencia histórica, ha gozado de una estructura
politica y administrativa común, y disfruta de una profundamente articulada base
intelectual paralela para el diálogo. Los intercambios comerciales en la región, la

694
libertad de movimiento para las gentes que desean visitar localidades históricas y
religiosas situadas al otro lado de las fronteras nacionales, los intercambios en los
campos de las ciencias y la cultura, una región unida libre de la constante amenaza de
una nueva guerra, y una mejora de los estándares de vida para todos, serían los
beneficios inmediatos que generaria la cooperación regional.

En este sentido, en 1985 comenzó una modesta pero esperanzadora iniciativa


con la creación de la Asociación del Sur de Asia para la Cooperación Regional
(SAARC), integrada por la India, Pakistán, Bangladesh, Nepal, Ehután, Sri Lanka y las
islas Maldivas. Los pasos adoptados por la SAARC han sido modestos, pero su
existencia supone un punto de partida desde el que se podrían abordar verdaderas
reformas a escala regional una vez que hayan desaparecido las disputas bilaterales que
impiden el avance de la cooperación. Las bases fundacionales de la SAARC impiden el
tratamiento de cuestiones bilaterales y contenciosas en su seno, lo que ha cubierto sus
sesiones de una atmósfera de suspicacias y recriminaciones mutuas incompatibles con
las exigencias de una verdadera organización de cooperación regional. No obstante, la
SAARC debería ser mantenida y reforzada en la medida de lo posible en espera de una
solución para el principal conflicto que perturba el subeontinente, el de Jammu y
Cachemira.

695
BIBLIOGRAflA

FUENTES

Documentos Relacionados con la Labor de Mediación de la ONU

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Tratados, Acuerdos y Documentos Politicos y Constitucionales

Relacionados con Jammu y Cachemira


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713

.
ANEXOS
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1
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MAPA 2

ETAPAS EN LA CREACION DEL ESTADO DE .IAMMU Y CACHEMIRA

DELEGACIÓN DE GILGIT Tentativas Oo,re


por estabIne,
un puesto
en el sur
entre 1660 - ~S90 e¡uar .,.‘ • de Slnklang
en 1864

cedida a loS~ BALTIS TAN

conquistan en 1840 1

CACHEMIRA
t Vendido
pormonarca
los británlcos.
POoNc,$ tau ocora aLEN Intento fallido
de Tibet
invasión Dogra
de Occidental
PO O NC ¾ e» 1841
Reino budista
•1 JA MM U conquistado por
los Dogra en 1834
JSj” de Poonch dinastía Dogra
definllivamente
en Jamana y Cache,nl,a
en 1936

Mapa extraído de LAMB Alastair. Kashniir. A DispucedLegacy. /846-1990. Roxford Books.


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MAPA 3

JAMMU Y CACHEMIRA Y 511 PROYECCIÓN HACIA ASIA CENTRAL

Mapa extraído de LAMB. Kas/unir. A fl¡sputedLegacy Pág viii (Adaptado)


MAPA 4

JAMMU Y CACHEMIRA Y LA DELIMITACIÓN ACTUAL DE LA LINEA DE


CONTROL

Mapa extraido dc LAMB Alastair. Birch of a Tragedv: Kas hn,¿r 1947. Oxford University Press. Karachi
1995. Pág. x. (Adaptado)

uSSA FGHANISTAN
MAPA 5

EL SECTOR OCCIDENTAL DE LA FRONTERA DEL NORTE Y LAS


DISTINTAS APRECIACIONES FRONTERIZAS EN AKSAI CHIN.
FRONTERAS DE 1899, 1905 Y 1963

Mapas extraidos de LAMB. Kashniir. A DisputedLegaey. Págs. xii y xiii. (Adaptados)

MAPA A

9 Miles 1~O

MAPA B
MAPA 6

LA PARTíCIÓN DE PUNJAD. LA CONCESiÓN FRONTERIZA DE LA


CO[%’IISIÓN RADCLIFFE

Mapa extraído de LAME. Birth o/a Traged». Pág. xiii. (Adaptado)


MAPA 7

LA GUERRA INDO-PAKISTANÍ DE 1947-1948

Mapa extraído dc RAHMAN Mushtaqur. Divided Kashniir. Oíd Problenis, New Opportunitiesjór India,
Pakistan, and che Kashn¡iri Peop le. Lynne Rienner Publishers. Londres 1996. Pág. 86. (Adaptado)

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1½ ‘Territorio ocupado por Pakistán
después del alto el fuego

TerrItorio conquistado por redo más


las tropas invasotasj’
tard, por el ejercIto ridio

Q incursión aérea do botabardeo

— Invasión trival
MAPA 8

EL CONFLICTO DEL RÁNN DE KUTCII Y LA GUERRA INDO-PAKISTANI


DE 1965

Mapa extraído de RAZA. Maroof Wars and no Peace over Kash,n ir, Lancer Publishers. Nueva Delhi
1996. Pág. 45. (Adaptado)
MAPA 9

LA GUERRA INDO-PAKISTANÍ DE 1971 EN EL SECTOR OCCIDENTAL

~— Ofensiva hídia
Ofensiva
pakistani
• InciflsIán
aérea do
bombardeo
Bombardeo naval
aa~ naval

Línea de alto
.1 fuego

LJZ~ Liad Kashmlr

Mapa extraído de RAI-IMAN. Op.cit. Pág. 130. (Ádaptado).

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