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Para limpiar la semilla, por lo general se la frota con un trozo de género o papel,
y a veces se procede al lavado de la semilla Por lo general, el mojado de las semillas
se realiza sumergiendo las semillas en agua tibia durante 24 a 48 horas, es muy
común en el caso de las frutas (ya que la carne que rodea la semilla puede ser
rápidamente atacada por insectos o plagas, el lavado de las semillas se realiza
sumergiéndolas durante unos 20 minutos en agua a una temperatura de 50 °C.6 El
agua tibia a caliente mata los microorganismos que pudieran haber sobrevivido en
la superficie de la semilla. La limpieza con agua a alta temperatura es muy
importante en semillas de frutas tropicales que pueden ser infectadas con facilidad,
como por ejemplo lichis y rambutáns.
PROFUNDIDAD DE LA SIEMBRA
Al sembrar, se coloca muy poca tierra y en algunos casos ninguna sobre las
semillas. En términos generales, las semillas pueden ser sembradas de forma tal
que la capa de tierra que las cubra sea de 2 a 3 veces el tamaño de las semillas.
Con las semillas muy pequeñas, es difícil medir la profundidad (no me imagino a
nadie con un micrómetro midiendo 3 décimas de milímetro), pero hay un truco. Se
deposita la semilla sobre la superficie y se cubre con una finísima capa de arena.
Esto además de facilitarle humedad, la camufla para evitar que se la coman los
pájaros (es un procedimiento válido para zanahorias, lechugas, césped, perejil,
apio, etc.)
Otra técnica muy utilizada es calcular al ojo porciento tres veces el tamaño de la
semilla, y esta será la profundidad adecuada como nos muestra la imagen a
continuación:
Después de la siembra las semillas deben sobrevivir de sus propias reservas
hasta que, tras la germinación, los cotiledones emergen al exterior y la radícula se
clava en la tierra y como plántula puede realizar la fotosíntesis. No todos los granos
sembrados sobreviven, y es por lo que la cantidad de semilla usada debe ser
superior al número de plantas deseadas