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Proyecto Editorial
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COORDINADORAS
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Estrategias para afrontar conductas
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PROLOGO
INTRODUCCIÓN
1 Sobre la adopción
Definición y características
Tipos de adopciones
Estereotipos sociales
Clases de motivación
Preguntas y respuestas
2 El proceso de adopción
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¿Son reales sus expectativas ante su hijo?
Preguntas y respuestas
Preguntas y respuestas
4 El niño de 0 a 12 meses
Introducción
Vinculación y apego
Proceso de adaptación
Preguntas y respuestas
5 El niño de 1 a 3 años
Introducción
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Incorporación al medio escolar
Preguntas y respuestas
6 El niño de 3 a 6 años
Introducción
Integración en la escuela
Preguntas y respuestas
7 El niño de 7 a 12 años
Introducción
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Consecuencias del abandono y de la institucionalización
Preguntas y respuestas
ó La adolescencia
Introducción
Preguntas y respuestas
Comunicación y sobreprotección
Desapego
Preguntas y respuestas
BIBLIOGRAFÍA
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Uno espera llevar a su hijo de la mano transmitiéndole seguridad.
Los hijos del corazón no tienen que dar las gracias a Montse Lapastora ni a Fátima
Velázquez de Castro por la sólida labor realizada desde su ciencia psicológica,
pedagógicamente plasmada en este libro. Pero aquellos cuyos padres lean este texto se
verán beneficiados por su lógica, su saber y sus acertados criterios.
Y es que cuando uno se interna por un terreno intrincado, difícil, inexplorado, precisa
de una brújula, un mapa y unas instrucciones para su uso. Lean el completísimo índice,
su metódica confección y entenderán que están ante un instrumento tan útil como
necesario.
Créanme, éste es un libro que se lee con pasión, con agrado, aunque uno ya no
piense en tener más hijos biológicos o adoptados, dada la edad ya alcanzada.
Paso a paso, sin sobresaltos, el lector se siente acompañado en esa decisión tomada
desde la madurez, la libertad y el compromiso.
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claridad meridiana, desde la lucidez de quien no precisa adornarse con citas bibliográficas
o términos crípticos.
Para quien piense adoptar, este libro es referencial, un manual de uso reflexivo; quizá
en algún pasaje no esté plenamente de acuerdo con las autoras; si así acontece, bueno es,
porque no buscan dar recetas sino dialogar inteligentemente con el lector al que saben
muy interesado.
Pero el libro sobrepasa a los seres que van a conformar un hogar, para alcanzar a
todo ciudadano que se identifique con la nueva sociedad, con la multiculturalidad, con el
amor que desborda el compromiso de sangre de mi sangre, para expandirse desde el
amor de la razón, el corazón, el presente y el futuro.
Gracias a Montse, gracias a Fátima por guiarnos con tanta destreza: respetando al
tiempo nuestra autonomía, no nos llevan en brazos.
Gracias a usted, lectora o lector porque me consta sin conocerle que es una magnífica
persona. La elección de este libro lo demuestra.
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Cuando se consolida un proyecto de adopción, lo que en un principio se está planteando
es la materialización de un encuentro. Un encuentro que se reviste de aspectos múltiples
y complejos tales como diferentes estados anímicos, distintas experiencias personales y,
en la mayoría de los casos, el encuentro de diferentes culturas, lenguas, costumbres y
modos de entender la vida.
El libro consta de dos partes, en la primera el objetivo ha sido ayudar y orientar a los
padres en su recorrido psicológico hacía la adopción, mostrando cuáles son los
sentimientos, pensamientos y reacciones ante la imposibilidad de tener hijos biológicos.
Esto es un hecho que genera mucha frustración y dolor, y que es muy difícil de asumir
para muchas personas. Algunas de ellas se sienten culpables y lo viven como un castigo.
Es fundamental desmitificar la infertilidad como algo socialmente negativo y como
motivo de desvalorización de las personas que la padecen, como ocurría antiguamente.
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Los padres adoptivos adquieren su paternidad por una vía distinta a la biológica, pero
esto no quiere decir que sean diferentes a la hora de ejercerla, un hijo adoptado es tan
hijo como uno biológico, y unos padres adoptivos lo son tanto como los biológicos. Sin
embargo, el camino que recorren los padres que deciden tener un hijo por la vía de la
adopción es largo y difícil, pero suelen superarlo por su gran deseo de ser padres.
En la segunda parte del libro hemos hecho un recorrido evolutivo por las conductas
difíciles que plantean algunos niños adoptados y el modo de resolverlas.
Es necesario hacer saber, tanto a los padres como a profesores o profesionales que
trabajan con niños, que la psicología de éstos a veces se ve alterada por el abandono que
sufrieron. Esto que parece muy evidente no lo es tanto cuando profundizamos con los
padres en las entrevistas que realizamos con ellos. Todos saben que su hijo es adoptado
y que es clave comunicarle esta condición, de hecho lo hablan con sus hijos, pero cuando
hablamos del abandono del menor, muchos no lo han considerado y otros incluso lo
niegan. Inconscientemente separan adopción y abandono porque éste les produce mucho
pesar. Los padres hablan de no querer provocar dolor a sus hi jos, pero es su propia
aflicción la que les impide aceptarlo. A lo largo de este libro explicamos la importancia de
enfrentarse al abandono y repetimos que "un niño adoptado es un niño abandonado" lo
uno lleva a lo otro, si no se abandona no hay adopción posible.
Todos los niños pasan por unas etapas evolutivas que se caracterizan por una serie de
pautas externas como conductas e internas como pensamientos o miedos. Hasta los seis
años aproximadamente es normal tener miedo a la separación de los padres. Los hijos
biológicos los tienen a pesar de no haber sufrido ningún abandono, sin embargo el niño
adoptado sí lo ha sufrido, por lo menos una vez. Esta experiencia de abandono, aunque
se haya dado a una edad muy temprana, influye en el posterior desarrollo integral del
menor. Éste lo lleva impreso en su memoria, no con palabras, pero sí queda en él la
sensación de abandono, por lo que el miedo normal a la separación de sus padres se
suma la experiencia real del abandono. Los progenitores deberán tener esto siempre en
cuenta porque en muchas de las dificultades que muestra el menor en distintos puntos de
su desarrollo subyace el abandono, es decir, el no haber podido asumirlo.
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haciendo mal, simplemente hay veces en que la situación debe ser tratada por un
profesional por la dificultad que entraña. Cuando no se puede resolver aquello que está
produciendo sufrimiento al niño y a la familia, lo responsable es acudir a un profesional
especializado para que oriente o intervenga de la forma más adecuada.
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Definición y características
La adopción supone el deseo por parte de una pareja o una persona adulta de tener un
hijo. Es, por tanto, un medio para la realización del deseo de ser padre o madre cuando,
por distintos motivos, esta vía es elegida como una alternativa a la paternidad o
maternidad biológica. Es importante, de este modo, destacar que la adopción supone las
mismas implicaciones legales, afectivas y sociales que aquellas.
En el caso del niño adoptado, los vínculos afectivos se refieren a la relación estrecha
de carácter emocional que el niño debe crear con sus padres adoptivos para que exista
una verdadera relación paternofilial entre ellos. Cuando este vínculo se establece de
forma sana, genera en el niño seguridad y confianza.
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Sin embargo, algunas veces, pasado el primer momento de entusiasmo por haber
conseguido ese hijo tan deseado, empiezan a surgir conflictos que resultan difíciles de
resolver para los padres. En algunos casos esta situación puede llegar a generar un
sentimiento de fracaso que da lugar al replanteamiento, por parte de los padres, de lo
adecuado del proyecto de adopción que iniciaron y que, en ciertas ocasiones, puede
conducirles a cuestionarse la devolución del menor. Cuando esto ocurre es debido a que
la motivación no fue la adecuada.
El niño está buscando unos padres y le gustaría tener una familia, por lo que es
importante que esta decisión se medite antes de llevarla a cabo para que sea exitosa.
Tipos de adopciones
A lo largo de la Historia siempre han existido las adopciones. Moisés fue uno de los
primeros niños adoptados de los que se tienen referencias. Desde entonces hasta nuestros
días el contexto en el que se han dado es muy diferente.
Hasta hace relativamente pocos años la adopción era considerada como algo que se
tenía que ocultar por el propio bien del niño y de los padres y se mantenía en secreto. Sin
embargo, hoy día se sabe que esto es un grave error ya que es origen de serios conflictos
personales y familiares, y por lo tanto es primordial que los padres comuniquen a su hijo
su condición de adoptado.
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Otra de las grandes diferencias que caracteriza a las adopciones actuales es la
prioridad del bienestar del menor, en contraposición con las adopciones de antaño en las
que sólo se tenía en cuenta el deseo y la satisfacción de los padres.
Otra modalidad es la adopción nacional, por medio de la cual se adoptan a los niños
institucionalizados en el propio país. Éste es el tipo de adopción que se ha venido
realizando en nuestro país hasta hace unos años. Sin embargo, la transición de España de
país en vías de desarrollo a país desarrollado, con la consiguiente incorporación masiva
de la mujer a la vida laboral y profesional, la generalización del uso de los
anticonceptivos, la legalización del aborto en algunos casos, el cambio de mentalidad
sobre la maternidad de las mujeres sol teras y el apoyo social hace que no existan en la
práctica niños que se den en adopción. Hoy en día los menores que son susceptibles de
ser adoptados a nivel nacional son los procedentes de familias inmigrantes con recursos
limitados, por lo que suelen ser de otras razas.
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Estereotipos sociales
Se entiende por estereotipo social una idea general acerca de un grupo social que está
basada más en lo emocional que en lo racional, que no tiene base científica y que se
utiliza para definir a dicho grupo. Por ejemplo, "los catalanes son trabajadores" o en este
caso la idea estereotipada sería "los padres adoptivos son de menor categoría que los
biológicos".
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paternidad sea mejor cuando es biológica que adoptiva.
Debido a este estereotipo los padres adoptivos a veces sienten que se
enfrentan a una sociedad que les juzga como "imperfectos" por no poder ser
padres biológicos y que cuestiona su proyecto de adopción: "¿Estáis seguros de lo
que vais a hacer?", "¿te sientes capaz de ser madre de un extraño?". Este
sentimiento puede verse reforzado por los requisitos burocráticos del proceso de
adopción, que se suelen vivir como algo injusto e intrusivo: "A los padres
biológicos no se les exige nada mientras que a nosotros se nos exige todo."
La vinculación afectiva de padres a hijos no depende del camino, biológico o
adoptivo, por el que se haya llegado a la paternidad.
• Los padres adoptivos tienen el instinto paternal, pero menos desarrollado que los
biológicos.
Con frecuencia se escuchan frases dirigidas a los padres que socialmente refuerzan
la falsa idea de que adoptar por altruismo es bueno.
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Cuando alguien decide adoptar, lo hace para cubrir un deseo que generalmente no
puede conseguir de otra manera. Sin duda el menor adoptado recibirá muchas
cosas: familia, cariño, objetos. Pero los padres van a ver satisfecho su deseo de
serlo y van a recibir del niño tanto o más de lo que ellos le puedan ofrecer.
Para que una adopción tenga éxito, los padres deben adoptar teniendo en cuenta su
propio deseo de ser padres y nunca movidos por la pena y la solidaridad. Si esta
es la motivación principal la adopción tiene muchas posibilidades de fracasar, es
decir, de que las expectativas de los padres no sean cubiertas por ese hijo y no le
acepten tal y como es, por lo que el menor no encontraría un verdadero lugar en
la familia.
Es verdad que hay muchos niños en orfanatos esperando a una familia que les
quiera, pero es mejor que se integren en una familia en la que sean deseados por
sí mismos, que en una donde sus padres sean sus salvadores a quienes deba estar
eternamente agradecido.
En este sentido se piensa que el proceso no debería ser tan largo y complicado pues
habiendo tantos niños abandonados siempre estarán mejor en un entorno
familiar, sea éste el que sea, que en un orfanato. Esto no es cierto, ya que
teniendo en cuenta los intereses del menor, es necesario e importante dedicar el
tiempo que sea preciso para encontrar a la familia idónea para ese menor.
Los padres adoptivos tienen los mismos derechos y obligaciones sobre sus hijos que
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los biológicos. Los menores no son un producto de consumo que se pueda
devolver o tirar cuando ya no cumplan las funciones por las que se han
adquirido. Ante los problemas y dificultades que plantea un hijo, sea biológico o
adoptado, hay que hacerles frente con los recursos internos y externos de que se
disponga.
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las dificultades que les surjan seguramente serán más capaces de resolverlas, si por el
contrario no las hacen frente, difícilmente podrán solucionarlas.
1. Negación: en un primer momento puede aparecer una, actitud por la que algunos
padres se niegan a aceptar la información que les dan o temen escucharla debido
al dolor que les produce afrontar su infertilidad o esterilidad. Las actitudes
negadoras pueden aparecer de diferentes formas:
3. Culpa: pensar que uno es el causante de no poder tener hijos puede conducirle a
darse razones absurdas para justificar, desde la propia responsabilidad, la
ausencia de embarazo: "Si no hubiera hecho esto", "si hubiera hecho lo otro", "si
no hubiera tomado anticonceptivos no me pasaría esto", "a lo mejor era porque
llevaba los vaqueros muy ceñidos."
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incapacidad para tener hijos que cuando se conoce. En el primer caso la culpa es
compartida y produce menos ansiedad, responsabilidad y se sienten más apoyados
mutuamente. Cuando sí se sabe quién es el responsable pueden surgir diferentes
sentimientos en cada uno de ellos relacionados con la culpa.
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4. Tristeza: es frecuente al principio de esta situación la aparición de un ánimo
deprimido, acompañado de un sentimiento de desolación, de impotencia y de
desasosiego. La persona se siente hundida y piensa que no volverá a ser la misma
de antes.
En esta etapa se pierde la ilusión por las cosas, la visión del mundo se vuelve
negativa y el ánimo se tiñe de gris, debido a que la sensación de pérdida no
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permite ver los otros aspectos positivos que hay a su alrededor, convirtiéndose la
infertilidad en el eje fundamental de la vida de esa persona.
Cuadro 1.7. Pensamientos que acompañan a la tristeza
Una vez que la pareja ha pasado por el proceso de aceptación de su infertilidad, puede
decidir someterse a diferentes tratamientos médicos, entre ellos la inseminación artificial
y la fecundación in vitro.
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La fecundación in vitro consiste en la extracción de los óvulos (ovocitos) por vía
vaginal con la ayuda de la imagen ecográfica, procediendo a la fecundación en el
laboratorio.
Hay diferentes tratamientos médicos para favorecer el embarazo que van desde la
estimulación del ovario hasta la FIV. En todos ellos, la mujer debe tomar ciertos
fármacos, en general hormonas, que actúan sobre su cuerpo y su estado de ánimo.
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otros tratamientos médicos les provoca diversos sentimientos, algunos de los cuales
coinciden con los que ya tuvieron cuando decidieron tener hijos de forma natural y no lo
consiguieron.
La medicina les abre nuevas alternativas para ser padres biológicos, por lo que dejan
frustraciones y decepciones a un lado y, ante la posibilidad de conseguir un embarazo por
otras vías, vuelven a renovar sus ilusiones.
Además de concebir nuevas esperanzas, uno de los primeros sentimientos que surgen
es el de ansiedad, derivada principalmente de la posibilidad de poder o no conseguir un
embarazo.
Ambos esperan con impaciencia que pase el mes para comprobar el éxito del
tratamiento y cuando aparece la menstruación o reciben el resultado negativo de la FIV,
desaparecen las esperanzas y se sienten nuevamente decepcionados y frustrados.
El deseo sexual disminuye o desaparece al estar las relaciones sexuales pautadas por
los médicos. En algunos casos, el embarazo se convierte en el objetivo único y
prioritario, llegando a convertirse en una obsesión que altera la vida cotidiana de ambos,
no dejándoles disfrutar de las otras cosas agradables y enriquecedoras de la vida.
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Todos estos sentimientos y otros que puedan surgir son absolutamente normales
dentro de esta situación. Con el paso del tiempo van desapareciendo y transformándose
en aceptación.
Ante el fracaso de los tratamientos médicos, en los que se han depositado muchas
ilusiones y esperanzas, es necesario tener los suficientes recursos psicológicos para
aceptar y asumir de forma madura la dificultad o imposibilidad de poder tener hijos Sólo
así se conseguirá ir asimilando la pérdida que este hecho supone. A partir de este punto
es posible comenzar a pensar en la adopción como una vía para poder ser padres, desde
una postura responsable, reflexiva y madura.
Clases de motivación
Las personas que quieren adoptar pueden hacerlo por distintas causas. No siempre éstas
son válidas porque realmente no se tiene en cuenta el interés del menor. Dentro de las
motivaciones más frecuentes están:
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Esto, que a primera vista parece muy loable, es un gran error, porque ese
sentimiento conmovedor o de empatía momentánea, que surge cuando se ve en la
televisión a los niños abandonados, hacinados o atados a sus cunas, no es
suficiente para que la adopción tenga éxito.
Si una adopción llega a término con una motivación esencialmente altruista, lo
más seguro es que fracase. Los padres, que han adoptado no con el deseo de
tener un hijo, sino de realizar una buena acción, se verán probablemente
desbordados ante las dificultades, constatando que ese niño que chilla, llora y
rompe todo, no es el "pobrecito" que ellos habían imaginado. El niño, por su
parte, sentirá que no es aceptado y probablemente esto le causará más
sufrimiento y consecuencias negativas que si se hubiera ido con otra familia que
verdaderamente lo deseara.
Otra consecuencia negativa de este tipo de motivación es que las personas altruistas
suelen esperar "agradecimiento eterno" por parte de su hijo adoptado. El niño
percibe este mensaje e intenta complacerles adaptándose a sus expectativas, por
lo que el desarrollo psicoevolutivo se verá alterado, renunciando a su
personalidad para no defraudar a sus padres. Si no lo hace, el niño puede verse
rechazado y manifestar trastornos de conducta.
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personas que los padecen tener hijos biológicos, como puede ocurrir en los
trastornos de alimentación o en los problemas relacionados con la sexualidad
entre otros.
En esos momentos ven que sus vidas no tienen mucho sentido. Ya no tienen a
quien cuidar y no saben cómo llenar ese vacío emocional, pues en muchos casos,
debido a su entrega en el papel de madre, han descuidado a su pareja y ésta se ha
convertido casi en una desconocida.
Suelen ser mujeres de mediana edad y todavía se sienten vitales, por lo que
en algunas ocasiones deciden emplear esa vitalidad en volver a ejercer de madres
para llenar el vacío que sienten. En este caso, el niño cubriría una carencia
personal de la madre en lugar de satisfacer el deseo de maternidad y formación de
una familia. El niño adoptado lo que necesita es que le deseen por sí mismo y no
ser utilizado para rellenar ningún hueco.
El niño es algo más que un entretenimiento.
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afectiva importante. Pero lo cierto es que la persona que ha fallecido es única e
irrepetible y no hay nadie que la sustituya.
La muerte de un ser querido necesita un tiempo para poder superarse, tiempo que se
denomina "duelo". Suele durar entre uno y dos años y en este período no se debe
incorporar a la familia ningún niño porque las consecuencias para él serían negativas.
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una herencia.
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Adopción en familias diferentes a la tradicional
• Familia monoparental: es aquella que está constituida por una sola persona, sea
hombre o mujer. Hay autores que no están de acuerdo en que se denomine
familia a este tipo de estructura de convivencia, pero como cuando van a adoptar
así se les denomina, en este libro se hablará de familia monoparental al referirse a
la adopción por parte de un solo hombre o una sola mujer.
Estas personas deciden tener hijos porque sienten que no necesitan una pareja
para ser padres y consideran que tienen los recursos suficientes para llevar a cabo
la adopción.
•Familia reconstituida: es la que está compuesta por personas que han tenido
anteriormente una pareja, tanto uno como los dos miembros de dicha pareja, y
que cualquiera de ellos o ambos aportan hijos a su nueva familia. En estos casos,
lo más frecuente es que los padres ya no tengan edad para tener hijos biológicos,
por lo que deciden adoptar para tener un hijo en común.
•Familia fértil sin hijos: este tipo de familia está formada por una pareja que es fértil,
pero que no necesitan sentirse padres biológicos para ejercer la paternidad.
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inseminación artificial. Su decisión de adoptar suele estar motivada por el deseo
de tener un hijo en común.
Cuadro 1.11. Familias diferentes a la tradicional
Siempre que pueda, hágalos por escrito ya que esto implica un mayor esfuerzo y por
lo tanto el resultado es más enriquecedor.
•Se considera usted inferior a los demás por no poder tener hijos biológicos.
•A pesar de que los médicos le dicen que no puede tener hijos, usted no pierde la
esperanza.
•Cree que de alguna manera la sociedad le estigmatiza por no tener hijos biológicos.
•El no poder tener hijos es algo muy íntimo que no le gusta compartir con nadie.
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•Cree que la vida no se puede disfrutar plenamente si no se tienen hijos.
•A veces me siento hundida por no poder tener hijos, pero procuro disimularlo para
no herir a mi pareja.
En un lugar tranquilo y en una postura cómoda, cierre los ojos, respire tres veces
profundamente y relájese poco a poco (póngase música suave si eso le ayuda). Deje que
su respiración fluya espontáneamente y una vez relajada imagínese que va a ver a su hijo
por primera vez. Observe a ese niño durante unos minutos; fíjese en cómo es, cómo se
siente al verle, cómo es ese primer encuentro, quién está presente.
Si en ese primer contacto con su hijo, usted se ha imaginado dando a luz es que quizá
no tiene asumida su infertilidad y por tanto sería un buen momento para reflexionar un
poco más sobre la adopción.
Con las mismas premisas del ejercicio anterior de tranquilidad y comodidad y una vez
relajado imagínese que va a dar un paseo por el interior de su cuerpo; obsérvele, mire
cómo es por dentro, qué parte o qué órgano es el que le impide tener hijos; párese ante él
y deje salir la emoción que éste le provoque, pregúntele por qué razón le ha hecho eso,
qué le contesta, cómo se siente. Tómese un tiempo para dejar salir todos los sentimientos
que le surjan y una vez hecho esto hable con su cuerpo y perdónese por ser infértil.
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a) Sobre usted mismo:
•¿Cómo era antes de conocer su infertilidad o esterilidad?
•¿Cómo es ahora?
b) Sobre su pareja:
•¿Cómo veía a su pareja antes de conocer su infertilidad o esterilidad?
•¿Cómo la ve ahora?
c) Sobre la paternidad:
•¿Qué tipo de madre o padre se imaginaba antes de conocer su infertilidad?
Una vez reflexionadas las cuestiones anteriores intente analizar qué tipo de
diferencias ha encontrado.
Dése cuenta de si hay algo que le haya sorprendido y si esto puede influir en su
proceso de adopción.
A) Fomentar la empatía
Siéntese frente a su pareja, exprésele cómo se siente y nombre cada uno de los
sentimientos que tiene ante la infertilidad mientras el otro le escucha, y luego inviertan los
papeles. Al final comenten sus emociones y vivencias.
B) Ejercicio de asertividad
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Comente a su pareja lo que siente o lo que desea en primera persona y hágale una
petición de forma concreta.
Utilice la primera persona para expresar lo que usted necesita y desea. Enuncie la
petición de forma concreta evitando la queja. La ventaja de expresarla está en que
proporciona a su pareja la oportunidad de complacerle y de informarle de qué es lo que
realmente quiere. Si usted dice: "Yo me siento sola porque esto es muy duro para mí, por
lo que me gustaría que cada vez que tengo que ir al médico me acompañaras", le está
diciendo cómo puede ayudarla y no le está culpabilizando. Si, por el contrario, lo que
expresa es: "Estoy harta de que no me hagas caso", su marido no sabrá qué hacer para
satisfacerla. Además, lo que provoca la queja es una respuesta defensiva porque se suele
vivir como una acusación.
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Construya su propia lista con 10 pensamientos negativos que le surjan y conviértalos
en positivos.
Preguntas y respuestas
¿Es verdad que se tarda un determinado tiempo en establecer los vínculos afectivos?
Sí, porque tanto los padres adoptivos como su futuro hijo adoptado, en un primer
momento son tres desconocidos. Y aunque se tenga un sentimiento de afecto, es a través
del trato diario y de la interrelación como llegan a consolidarse los vínculos.
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hijo adoptivo jamás va a cumplir las expectativas y nunca será como el biológico, será
otro. Si esto no se tiene en cuenta, al frustrarse las mismas, por no adecuarse a la
realidad de lo que se pensaba, puede surgir una actitud de rechazo hacia el menor.
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Diferencias entre embarazo biológico y adoptivo
Cuando se ha renunciado al hijo biológico y se comienza un proceso de adopción, se
suceden una serie de acontecimientos que caracterizan a dicho proceso y que se puede
llamar "embarazo adoptivo".
Los padres que van a adoptar suelen pensar, en un principio, que tener un hijo por la
vía de la adopción es más o menos igual que por la vía biológica, porque generalmente
sólo se refieren al cariño que tendrán a su hijo, y aunque esto llegará a ser así, las dos
formas de adquirir la paternidad son muy distintas, y los hijos también vienen con
diferencias muy marcadas:
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ponen música para que la escuche el bebé, se ponen al sol para que el niño reciba
la luz y el calor a través de ellas. Todo esto no se puede hacer en el caso del
embarazo adoptivo.
e) Historia previa del menor: ésta es una de las diferencias más importantes que hay
entre un hijo biológico y uno adoptado. Éste, por muy pequeño que sea, ya ha
sufrido un abandono, lo que puede ser determinante para su vida posterior.
Es muy importante que los padres asuman que su hijo fue abandonado antes
de la adopción para poder hablar de ello con su hijo y que éste sea capaz de ir
elaborándolo poco a poco.
El abandono es una cuestión muy difícil de tratar por los padres, en ocasiones
porque a ellos mismos les evoca recuerdos o sentimientos relacionados con una
infertilidad mal aceptada, pues temen herir a su hijo, y, muchas veces llevados
por este temor, no son capaces de hablarlo y transmitirlo de una forma adecuada.
Hablarle de su condición de adoptado no significa simplemente incorporar la
palabra "adoptado" en su vocabulario, porque aunque esto sea importante, no es
suficiente para que el menor comprenda todo lo que significa esa palabra.
La condición de adoptado es inherente a haber sido abandonado, ya que para
que pueda producirse una adopción ha tenido que haber un abandono, el cual se
ha producido por diferentes motivos:
•Los padres no cuidaban al menor, desatendiendo sus necesidades básicas, tanto
afectivas como materiales, por lo que el Estado se hace cargo del niño, que pasa
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a una institución en la que es tutelado por el Gobierno.
•El menor ha sido víctima de malos tratos o abusos sexuales, en cuyo caso también
pasaría a un orfanato.
•Los padres mueren y el niño queda huérfano. Esto es vivido por el menor como un
abandono.
Los padres no siempre conocen el pasado del niño, pero cuando se sabe es
clave contarle los datos que se tienen de él, buscando la fórmula menos dolorosa
pero ajustada a la realidad, pues penoso va a ser siempre, pero es mejor decirle la
verdad a que el niño perciba que se le está ocultando algo. Si esto es así no
confiará en sus padres y puede llegar a sentirse culpable y malo, ya que puede
pensar que para que le hayan abandonado ha debido de ser muy malo y por tanto
él tiene la culpa.
Estas fantasías no suelen ser expresadas abiertamente por el niño, pero
aunque así sea, los padres deberán decirle que él no tiene ninguna responsabilidad
sobre su abandono o sobre la conducta de sus padres, que él no es malo y que si
le abandonaron fue porque ellos no podían cuidarle y el entregarle a otras
personas para que le cuidaran fue un acto de amor. En el caso de que haya
habido maltrato, se le puede explicar que sus padres seguramente estaban
enfermos o intoxicados por las drogas y no eran dueños de sus actos, por lo que
un juez determinó que le cuidaran otras personas.
En ocasiones los padres creen que como su hijo es de una raza diferente, o ve
las fotos y el vídeo del orfanato, ya tiene claro que es adoptado y por ello, no
abordan el tema con la claridad suficiente para que el hijo pueda comprender y
asimilar su condición.
En estos casos, es el propio miedo de los padres el que les lleva a no ser
claros. Los niños tienen capacidad para asimilar las cosas, el abandono entre
otras, pero para ello necesitan que sus padres les cuiden, les comprendan,
respondan con claridad a sus preguntas y les dejen expresar su rabia y su dolor.
Que el niño se enfade o muestre sufrimiento al conocer algún dato de su pasado
es algo positivo, pues poco a poco sacará todo lo que lleva dentro y aprenderá a
confiar en sus padres y a darse cuenta de que, aunque sus padres biológicos le
abandonaron, él también es digno de ser amado y aceptado.
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La edad que tenga el niño y sus circunstancias anteriores, influirá en las
futuras relaciones entre los padres y el niño. Cuanto más mayor sea éste, más
bagaje psicológico traerá y más difícil puede hacerse la incorporación a la familia.
El apego o capacidad para establecer vínculos emocionales se da entre los
ocho y los treinta y seis meses de edad. El niño adoptado ha sufrido, como
mínimo, una ruptura vincular, por lo que su desarrollo ha sido dañado en
diferentes niveles: afectivo, físico e intelectual.
En el primer año de vida es fundamental la presencia de la madre o figura
materna, que sería aquella persona que se encarga del cuidado del niño, que
además de ésta puede ser tam bién su abuela, su cuidadora, ya que su presencia y
el vínculo que se genera con ella crearán en el niño actitudes de confianza y
seguridad. Además del tiempo pasado en la institución es muy importante la
cantidad de rupturas o separaciones que haya sufrido el niño. Si ha estado en una
casa de acogida cinco años, tendrá muchas más posibilidades de crear un nuevo
vínculo afectivo con una familia adoptiva que un niño de dos años que haya
sufrido varias separaciones de sus figuras de apego.
Un niño que ha sido maltratado tardará más tiempo que otro que no lo haya
sido en confiar en sus nuevos padres, hacia los que puede mostrar conductas de
rechazo y de agresividad.
Todas estas circunstancias y otras que hayan formado parte de la vida del
menor antes de incorporarse a su familia adoptiva, deben ser tenidas en cuenta
por los padres. Si es así, cuando surjan dificultades, podrán enfrentarse a ellas
con más madurez y eficacia que si no son capaces de asumirlas. Es importante
que los padres sepan que esas actitudes de rechazo o violencia no tienen que ver
con ellos, que no son algo contra ellos, sino que están relacionadas con el o los
abandonos que ha sufrido su hijo.
f) Fantasías: otra diferencia importante son las fantasías o pensamientos que los
padres tienen de sus futuros hijos. En el caso de los biológicos suelen fantasear
en cómo será su hijo o hija, puesto que conocen el sexo antes de terminar el
embarazo, a quién se parecerá, qué características podría heredar de sus
familiares, conocen su carga genética y si hay enfermedades hereditarias pueden
prevenirlas.
Los padres adoptivos no conocen todos esos datos y eso les genera temor e
incertidumbre. Una fantasía común a estos padres es que su hijo desee buscar sus
orígenes y les abandone por sus padres biológicos. También divagan sobre cómo
habrá sido la vida de su hijo antes de vivir con ellos, qué habrá heredado de sus
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padres biológicos, les preocupa su salud, no sólo la que tienen cuando llegan a su
casa, sino la que más adelante pueda condicionar la vida del menor por alguna
enfermedad hereditaria.
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Figura 2.1. Las fantasías que se dan en un embarazo biológico y en uno adoptivo son
diferentes.
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la realidad. En este sentido las fantasías más frecuentes son que sus padres eran
personas muy importantes como reyes, príncipes, mujeres de belleza excepcional,
y que ellos fueron robados a sus padres, o que éstos son muy pobres y él puede ir
a rescatarles de la miseria.
g) Temores: otra de las diferencias existentes entre el embarazo biológico y el
adoptivo son los tipos de temores que se generan en ambos procesos y que están
relacionados con sus futuros hijos.
Los padres biológicos temen que su hijo no nazca sano o que tenga alguna
malformación. Pero hoy día, gracias a los avances tecnológicos, se pueden
prever, detectar y tratar la mayoría de las enfermedades de los neonatos.
Los padres adoptivos no saben cómo estará la salud de su hijo (hasta que no
lo tengan y puedan llevarlo a un reconocimiento médico completo). Saben que
puede tener un retraso en el desarrollo psicomotor, con problemas de nutrición,
con una talla por debajo de la que le corresponde, o que puede traer otros
problemas más graves no detectables a primera vista. Y aunque le hagan un
reconocimiento médico nada más incorporarse a la familia, siempre les queda el
temor de que aparezca cualquier enfermedad hereditaria en el futuro.
Los padres adoptivos temen que el niño los rechace, que no se adapte a la
familia, que tengan dificultades con el entorno social, que si es de raza distinta a la
nativa sufra discriminación. Este temor no lo tienen los padres biológicos.
Otro temor de los padres adoptivos es si serán capaces de atender con eficacia
a ese niño que viene con tantas carencias. No saben cómo se comportará, y no
suelen tener referentes de otros padres en la misma situación. Los padres
biológicos cuentan con un entorno formado por personas que han tenido bebés y
pueden aconsejarles, sus propios padres, sus hermanos, sus amigos.
h) Rituales de iniciación: el día que un niño nace se festeja cada año con una fiesta,
en la que se reúnen familiares y amigos. Es importante que todo acto significativo
en la vida de cada persona sea señalado por un determinado rito. La adopción es
algo muy trascendental en la vida de una familia por lo que se debe celebrar una
fiesta cada caño para conmemorar el día en que el menor se incorporó a la
familia o cualquier otro día que se considere significativo para que pase a formar
parte de los acontecimientos familiares más destacados.
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sienten cansadas y tristes provocándoles estos sentimientos de extrañeza ya que
lo que esperaban era sólo sentir alegría. Este estado de ánimo es normal, ya que
cuando se relaja, su cuerpo responde a todo el estrés que han tenido. Tanto los
sentimientos de desánimo como de tristeza desaparecen en poco tiempo.
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en una rama del limonero, al que ya pertenece y del que se alimenta, es una rama más
del árbol.
El principal motivo de los fracasos en adopción son las falsas expectativas de los
padres hacia los hijos.
El hijo adoptado viene con unas características que no se pueden prever, como son
su edad, su sexo, su pasado, que suponen una gran dificultad a la hora de imaginarse al
menor. Cuanto más concretas sean las expectativas de los padres, más difícilmente se
cubrirán, provocando dificultades en la integración del menor en la familia.
La actitud ante el futuro hijo debe ser lo más abierta posible. Es comprensible e
inevitable elucubrar cómo será el futuro hijo, pero otra cosa es pensar en unas
características concretas, por ejemplo en una niña, como única posibilidad ante el sexo
del futuro hijo. Si esto es así y la familia adopta un niño en vez de una niña, pueden
sentirse frustrados y esto puede generar resentimiento contra el niño, que verá
deteriorado su desarrollo por no cubrir las expectativas de sus padres.
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También es frecuente que los padres esperen de sus hijos buenos resultados
escolares, que destaquen en un deporte o en cualquier actividad que ellos consideran
beneficiosa para el menor, sin pensar en los gustos, intereses o capacidades del niño. Éste
percibe que no está cumpliendo las expectativas de sus padres y puede interpretarlo
como un rechazo, por lo que es posible que intente complacerles, renunciando a ser él
mismo o puede reaccionar con agresividad, mostrando conductas inadaptadas.
A veces, resulta difícil para los padres aceptar que sus hijos no son los mejores, que
no son una continuidad de ellos mismos, y achacan a su herencia biológica todo lo que
consideran inadecuado, evadiendo así su responsabilidad en la educación y formación del
niño, adjudicando a éste su falta de capacidad para aceptarle.
Es básico diferenciar al niño ideal del niño real. Cuando se espera un hijo adoptado es
importante aceptar que el menor que viene es único y que su realidad es la que es y no la
que se desea. Los padres deben ser perfectamente conocedores de que su hijo no será el
primero de la clase, que tardará en aceptar algunos hábitos, que es posible que los
rechace, a uno o a los dos, que tardará en alcanzar el peso y la talla que le corresponden
por su edad, que puede ser un niño "feo" y no un niño alto, rubio, guapo y con los ojos
azules.
En las expectativas de los padres se encuentra ese niño ideal que es el que se
imaginan de forma concreta y maravillosa. Cuando verdaderamente renuncian a ese niño
ideal y aceptan al niño real, al que tienen delante con sus virtudes y sus defectos, estarán
facilitando su integración. Además de aceptar la realidad, la integración se favorece
observando al niño, escuchándole, viendo qué expresa y cuáles son sus carencias, yendo
un poco por detrás de él para cubrir sus necesidades y haciéndole ver en todo momento
que los padres están ahí para protegerle, quererle y cuidarle.
Hay niños que se han mantenido abrazados a su madre cuarenta y cinco minutos,
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otros que no la han dejado acercarse en meses, otros que se mantienen en actitudes
estáticas. Sea lo que sea, hay que demostrarle que se le acepta, que haga lo que haga
seguirá siendo su hijo y que se le seguirá queriendo. Si los padres reconocen y valoran
los avances que va teniendo su hijo, facilitarán su integración, el niño irá cogiendo
confianza y seguridad y es entonces cuando se le pueden ir implantando normas y
hábitos hasta ahora desconocidos para él.
A pesar de ser niños muy deseados, en ocasiones, las madres o los padres, cuando se
les adjudica o cuando ven a su hijo por primera vez, no experimentan aquellos
sentimientos que habían esperado ni se encuentran embargados por la emoción y esto
hace que se sientan muy culpables. Al igual que en las madres biológicas, esto es normal.
Cada persona necesita un tiempo diferente para crear un vínculo emocional, el cual se
puede generar en el momento del nacimiento (biológico o adoptivo) o establecerse poco a
poco. Al niño se le irá queriendo con el tiempo y éste hará que los lazos afectivos se
vayan fortaleciendo.
Las expectativas no deben ser rígidas, pero esto no quiere decir que cuando se va a
adoptar a un menor, cada uno no sea consciente de sus propias limitaciones. Si los padres
creen saber que determinados rasgos raciales pueden hacerles sentir incómodos, es
aconsejable que se dirijan a un país donde no se encuentren con esas características en el
menor.
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no estaba dentro de sus deseos, probablemente la adopción tendrá muchas dificultades a
corto y largo plazo ya que no se cumplirá una de las expectativas más importantes, por lo
que el riesgo de fracaso de esa adopción aumenta.
En estas circunstancias hay que hablar con él, tenga la edad que tenga, pues aunque
sea pequeño o no entienda el idioma, sí captará por el tono de voz y el lenguaje no verbal
que se le quiere y se le acepta. Hay que asegurarle la continuidad del cariño, que él no es
responsable del abandono, que no hizo nada que lo provocara, que no es malo y que no
se le va a abandonar.
En algunos padres existe la falsa expectativa de que el menor tendrá que estarles
eternamente agradecido por todo lo que han hecho por él, por toda la miseria de la que le
han sacado y el dolor que le han evitado. Si esto es así, el niño lo percibirá y es posible
que intente pagar a sus padres la factura que le están pasando con el alto precio de
renunciar a ser él mismo. Responda de esta manera o de otra, percibirá que no es
aceptado nuevamente tal y como es y esto le provocará un sentimiento de baja
autoestima y un posible deterioro en su desarrollo.
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Miedos que surgen ante la adopción
Salud
A muchos padres, cuando están realizando un proceso de adopción, les produce mucho
miedo y preocupación la salud de su futuro hijo. Muchas veces estos problemas de salud
provocan mayor inquietud que los problemas psicológicos o los trastornos de conducta,
disminuyendo la relevancia que puedan tener éstos.
Otras veces el miedo está relacionado con los orígenes del menor y su herencia
genética. En concreto con enfermedades transmitidas por sus padres biológicos. Se
cuestionan cómo éstas habrán influido en el estado de salud y desarrollo del menor, por
ejemplo, si fuera hijo de padres alcohólicos o drogadictos.
Estas fantasías de los padres adoptivos pueden dificultar la vinculación con el menor,
ya que los problemas o trastornos que pudiera presentar van a ser entendidos por
aquellos como consecuencia de su herencia, dejando a un lado su implicación y
responsabilidad en el proceso de adaptación del menor.
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Otro miedo que les surge a los padres en el proceso de adopción, es si el niño se va a
integrar bien en el núcleo familiar. Desean que su futuro hijo adoptado sea de la menor
edad posible, pensando así, que será más fácil la adaptación para él y para ellos. Piensan
que la experiencia previa del menor con su familia biológica o el tiempo vivido en la
institución puede dificultar su adaptación a la familia.
Por el deseo de tener un hijo adoptado, los padres pueden decidir en un primer momento
aceptar tener un hijo mayor de lo que ellos quisieran, debido fundamentalmente a la edad
que tienen los padres adoptivos. Muchas veces, cuando el menor es mayor, éstos sienten
temor a que no se llegue a establecer el vínculo afectivo con su futuro hijo adoptado.
Es cierto que un niño adoptado que tiene ya varios años o es preadolescente tiene
más dificultades añadidas que si fuera un niño de menor edad, pues de un niño mayor
habría que considerar dos aspectos: uno sería el tiempo vivido y la relación con su familia
biológica y el otro sería el tiempo de institucionalización en el orfanato. Con respecto al
primero habría que decir que muchas veces la experiencia vivida con sus padres
biológicos no ha sido positiva, se pudo dar un pasado de maltrato, abusos o abandono,
donde no se establecieron unos buenos vínculos afectivos. En relación al segundo, el
haber estado en una institución durante largo tiempo ha influido en su carácter y
comportamiento negativamente.
Así los padres ante su paternidad adoptiva tienen que enfrentarse con un niño de más
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edad, que va a necesitar mayor tiempo, comprensión y estrategias para que pueda
adaptarse y pueda crear víncu los afectivos positivos, pues debido a su mala experiencia
previa con su familia biológica puede tender a establecer con sus padres adoptivos el
mismo tipo de vínculos conflictivos que tenía con su familia biológica, solapándose
ambas relaciones.
Si los padres adoptivos tienen en cuenta esta dificultad del menor podrán ayudarle a
elaborar su pasado y a que pueda establecer unas relaciones afectivas sanas y positivas.
Rechazo
Otro miedo que tienen los padres en el proceso de adopción es que el niño los rechace
como padres adoptivos. Esto es algo que puede ocurrir, ya que a veces el menor siente
aversión por ambos padres o por alguno de ellos. Esta situación puede suponer para los
padres un malestar, pues ellos estaban ilusionados con la llegada de su futuro hijo y poder
formar una familia con él y sin embargo, el niño no se les acerca a nivel afectivo.
Esta reacción del menor hacia los padres que aparece ante el encuentro, pasado el
tiempo desaparece y el niño se integra y se vincula con ellos. Para que esto suceda es
clave la actitud que haya tomado el adulto ante esta reacción. El niño puede comportarse
así por motivos relacionados con su experiencia previa, puede estar asustado, por lo que
su rechazo no se da en respuesta a unas personas determinadas como son en este caso
sus padres adoptivos.
Muchas veces los padres tienen miedo a no saber cómo actuar ante determinadas
conductas que puede manifestar el menor, como la conducta ante la comida, en los dos
sentidos, tanto por déficit como por exceso, es decir, que el niño rechace comer
determinados alimen tos o que sólo quiera una clase de comida o por el contrario que
muestre un hambre insaciable, que coma en grandes cantidades y de manera frecuente.
También puede robar comida y comérsela a escondidas. Este tipo de conductas suelen
darse con frecuencia al principio del proceso de adaptación del menor a su nueva familia
y luego conforme va pasando el tiempo el niño va normalizando su ingesta de comida.
Esta actitud hacia la comida puede deberse al cambio que supone para el menor
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enfrentarse a la nueva situación familiar en la que se le van a ofrecer alimentos que
desconoce, que no se atreve a probar y ante los que quiere mantener sus gustos de
siempre. También puede ser que determinados alimentos o líquidos no los quiera tomar
porque el menor los asocie con ciertos hábitos de su estancia en el orfanato que él vivió
de manera aversiva. Otras veces, ante un tiempo vivido de escasez de comida, ésta se
sobrevalora como un bien que puede desaparecer en cualquier momento y al que no se le
puede dejar escapar, ya que lo que se teme es volver a sufrir la misma necesidad.
Conforme va teniendo confianza en que eso no sucederá, va normalizando su conducta
ante la comida. Los padres adoptivos, si muestran comprensión y flexibilidad ante esta
conducta del hijo adoptado y van inculcándole actitudes de confianza, facilitaran la
adaptación del menor ante la comida.
Con respecto al baño o el aseo en un primer momento pueden tener una conducta de
rechazo, debido probablemente a cómo eran los hábitos de higiene del menor en el
orfanato; de igual modo, el mostrar una actitud de comprensión y emplear distintos
recursos y estrategias por parte de los padres facilitará su higiene.
Estos niños, debido a la dificultad que han tenido para establecer vínculos afectivos y,
por tanto, al tener una carencia afectiva, buscan ese afecto acercándose a cualquier
persona de manera indiscriminada. Esta manera de actuar que suelen mostrar al principio
de su proceso de adaptación va a ir disminuyendo conforme se unan más a sus padres
adoptivos y establezcan un vínculo afectivo con ellos. Este comportamiento, que puede
preocupar a los padres al principio y ante el cual suelen pensar que no les consideran sus
hijos adoptivos como figuras afectivas relevantes, sino que son como las demás
personas, puede desanimarles y hacerles sentir desvalorizados. Es importante que éstos
muestren hacia el menor una actitud empática, dándoles tiempo para que puedan
establecer unos vínculos afectivos y que se sientan queridos por sus padres adoptivos.
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Muchos niños pueden mentir ante determinadas preguntas de los padres, a veces esto
puede deberse al temor que siente el niño a decir algo que considera que está mal y que
puede tener una respuesta negativa, como un castigo y también que dicha actitud suya
pueda condicionar la relación afectiva con sus padres y pueda ser rechazado. Los padres
adoptivos deberán proporcionar al menor la confianza de que nunca será abandonado a
pesar de tener un mal comportamiento o hacer algo que no debiera hacer.
Algunos niños llegan a sustraer dinero o pequeños objetos a sus padres. Puede ser
debido a la necesidad de apropiarse de lo que nunca han tenido o nadie les ha dado. Los
padres adoptivos a través de la comunicación pueden hacerles comprender que no es
necesario quitar nada, que las cosas de la casa se comparten entre todos, pero siempre
mostrándoles los límites de su conducta y el respeto por las cosas de los demás.
Muchos niños muestran enfados y exhiben pataletas ante sus padres como respuesta
a las negativas de éstos cuando les dan menos cosas de las que piden y aprenden
contrariándose cuando no llevan la razón. Muchas veces estos enfados llegan a
producirse durante un período largo de tiempo, calmándose poco después. Es importante
mostrar actitudes tranquilas ante el menor intentando calmarle, son niños con baja
tolerancia a la frustración y es una labor de los padres ayudarles a asimilar sus
contrariedades.
Los padres adoptivos ante la llegada del menor temen cómo va a ser la integración del
mismo en el entorno. Les preocupa el colegio, el comportamiendo de los demás niños
con él, pues saben que alguna vez se sentirá desplazado o minusvalorizado ante ellos.
También tienen miedo a que sea rechazado por vecinos y comerciantes del entorno
cercano en el que vive. Y aunque en menor medida, están expectantes ante la respuesta
que les dará la familia extensa. En la medida que los padres proporcionan al niño
recursos para afrontar situaciones difíciles, fomentan su nivel de autoestima y le dan
seguridad y confianza, sabrá resolver cualquier situación negativa que se le presente.
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Miedo a que la madre se quede embarazada después de la adopción
Ante esta situación, los padres adoptivos pueden tener miedo a que su hijo adoptado se
sienta desplazado por su futuro hijo biológico. Asimismo a la madre le pueden surgir
dudas sobre si le querrá igual que a su hijo biológico y no hará diferencias entre ellos.
Muchas veces los padres adoptivos, después de infructuosos intentos por tener un
hijo biológico, tras la elaboración del duelo eligen el camino de la adopción y en
ocasiones en este proceso la madre se queda embarazada. Entonces aparece la duda y el
miedo a no saber qué hacer ante esta situación. Surge el deseo de tener a los dos, sin
embargo es importante tener en cuenta que cada niño necesita su espacio y su tiempo.
Por tanto es fundamental detener el proceso de adopción, criar al hijo biológico y cuando
reaparezca el deseo de un segundo hijo continuar con los trámites, asegurándose con ello
un mejor desarrollo psicoevolutivo de cada uno de los hijos.
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ansiedad, hará que se enfrenten a éste de una manera más realista y madura. Idealizarán
en menor medida al menor, pues tienen la experiencia de haber realizado una primera
adopción y saben cuáles son los problemas y las dificultades de ésta y cómo han hecho
frente a las mismas para resolverlas.
Cuando los padres adoptivos deciden realizar una segunda adopción es importante
que se planteen cuándo es el momento adecuado para hacerla; deberá haber transcurrido
el tiempo suficiente para que su primer hijo adoptado esté adaptado a la familia, es decir,
que los vínculos afectivos se hayan establecido mutuamente entre padres e hijo y que los
padres adoptivos hayan sido capaces de resolver con éxito las dificultades que se les
hayan presentado. Si esto es así, el menor estará integrado en todos los ámbitos de su
vida, tanto en el familiar como en el escolar y el social, y el futuro hijo tendrá un espacio
físico y psicológico para conseguir una buena adaptación.
Los padres en una segunda adopción aunque pueden tener una preferencia por un
sexo u otro, suelen ser flexibles y aceptar con agrado si éste es un niño o una niña. Lo
que sí les preocupa es la edad, ya que desean, como ocurre en los hijos biológicos que
éste siga una escala natural de edades, es decir, que su futuro hijo adopta do sea de
menor edad que el hijo adoptado que tienen. Y esto suele ser así, ya que legalmente se
respeta el intervalo de edades entre los menores, pues si no fuera de esta manera,
repercutiría negativamente en los mismos.
También les inquieta a los padres adoptivos que su hijo adoptado sienta celos de su
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futuro hermano y cómo esto va a influir en él. A nivel evolutivo es cierto que esto pueda
producirse y se resolverá de manera adecuada si los padres adoptivos saben manejar esta
situación dándoles a cada uno su espacio físico y emocional, haciéndoles sentir igual de
importantes y queridos. Esta manera de actuar repercutirá beneficiosamente entre los
hermanos, creciendo el afecto entre ellos en vez de convertirles en rivales. La unión y el
cariño entre hermanos va a favorecer en éstos la elaboración de su propia historia, su
condición de adoptado y va a ayudarles en muchos aspectos a lo largo de su desarrollo.
Una manera que los padres hacen de propiciar esa relación es llevar a su hijo adoptado,
cuando van a por su segundo hijo, al país de origen del menor para que participe del
encuentro. Éste mayoritariamente suele ser el mismo del que procede su primer hijo
adoptado, para que tenga las mismas raíces y cultura y haya un nexo de unión entre
ellos. De esta manera el hijo adoptado se sentirá partícipe del encuentro con su hermano
y no se sentirá relegado y tenderá a vincularse con él, estrechando los lazos afectivos.
Escriban en un papel y por separado cómo sería el hijo que les gustaría tener. Una vez
terminada la tarea piense en ese hijo y descríbaselo a su compañero. Escuche qué opina
éste y cuáles son las diferencias que entre los dos han descubierto entre ese hijo ideal y el
hijo real. Ahora repitan el ejercicio invirtiendo los papeles y vuelvan a cambiar
impresiones.
Probablemente se darán cuenta de que el niño que vendrá no tendrá mucho que ver
con ese niño ideal, por lo que es importante que renuncien a éste. Para ello cojan cada
uno su papel con el hijo ideal, rómpanlo y despídanse de él.
Preguntas y respuestas
Sería un problema para ambos si sólo estuviera dispuesta a aceptar un sexo determinado
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o un intervalo de edad muy rígido. De sus palabras se desprende que lo que hay en
ustedes es una preferencia por un niño, pero que una niña no le supondría un rechazo.
Hoy día casi todos los colegios son multirraciales por lo que su hijo no será discriminado
por su raza. Es posible que le hagan comentarios sobre su color, pero probablemente no
se meterán con él más que con otros niños por llevar gafas, por tener pecas o por
cualquier otra cosa. Los niños se hacen amigos de aquellos con quien se encuentran a
gusto, sin importarles su condición o su color. Muchas veces son los padres los que
anticipan una realidad negativa ante sus hijos que no es más que un miedo infundado.
En cualquier caso, son los padres los que tienen que transmitir seguridad a sus hijos
con su actitud. Si el niño viene del colegio quejándose por algún comentario
malintencionado, le calmarán y le dirán que él es como es y que hay algunos niños
maleducados a los que no hay que hacer caso. Si su hijo se siente verdaderamente
apoyado y querido por sus padres, estos incidentes no pasarán de ser anecdóticos.
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Pensamientos y emociones que surgen
El primer contacto que tienen los padres con su hijo es a través de una foto que se les
manda cuando ya se les ha asignado un niño concreto. Muchos padres refieren que en
ese instante consideran que ése es su hijo, y que ya no podrían pensar en otro. Desde ese
momento empiezan a construir un vínculo afectivo con el menor, que aunque no esté
presente, se va fortaleciendo cada día.
Desde el momento de la asignación, los padres se ven invadidos por una amalgama
de emociones. Hay un sentimiento de alegría por ver que su proyecto está próximo a
cumplirse. Todo el tiempo de espera empieza a tener sentido, pues su hijo ya está muy
cerca. Pero también puede existir miedo, ya que en estos momentos de espera les surgen
muchas dudas y temores, tanto respecto al menor como respecto a ellos. Los padres se
sienten inseguros ante sus propios recursos, dudan de si serán buenos padres para ese
niño y de si tendrán las habilidades suficientes para resolver los problemas cotidianos que
surjan. Les preocupa si sabrán transmitirle de forma clara su cariño y si su entorno les
generará problemas, ya que siempre hay alguien "bien intencionado" que hace
comentarios inadecuados.
También forma parte de sus temores el desarrollo de la vida cotidiana, es decir, les
preocupa qué comerá, cuáles son sus gustos ante las comidas, qué hábitos traerá y cómo
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enseñarle los de su nueva familia. Si será adecuado que duerma solo o con ellos.
Miguel es un niño de un año y medio que ha sido asignado a una familia. A sus padres les
acaban de enviar su foto, saben que ya está muy próximo el momento de conocerle.
Ante esta inminente situación, tienen una gran variedad de emociones, sienten miedo y
piensan si la adopción ha sido una decisión acertada.
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"Nosotros ante el cercano encuentro con Miguel de repente nos sentimos asustados,
pensamos en si hemos hecho bien, en cómo va a desarrollarse ese momento, en cómo
reaccionará él y nosotros, estamos muy nerviosos e inquietos. Tememos no saber
adaptarnos a la situación y fracasar."
"Me han dicho que van a venir un papá y una mamá a buscarme, sólo les he visto en
fotos. No sé exactamente qué es lo que va a ocurrir. Para mí también supone una
experiencia nueva que me intranquiliza."
Pautas de actuación
Durante el tiempo de espera hasta el encuentro con el menor, es probable que surjan
emociones como miedo, incertidumbre y ansiedad ante lo que pueda suceder, ante lo
desconocido. En situaciones que son vitales o cruciales en la vida de un individuo, a las
que uno se tiene que enfrentar, es normal que aparezcan temores, dudas,
replanteamientos sobre si una decisión tomada en un tiempo anterior fue la acertada.
Cuando esto ocurre, es importante aceptar lo que uno siente y expresar los sentimientos
y pensamientos puntuales que se tienen. Se darán cuenta, si reflexionan sobre su
proyecto de adopción, de la solidez que posee, el deseo que existe por ese hijo y la
capacidad para poder resolver las dificultades que se le presenten.
Cuando llega el tan deseado momento, el niño está en la habitación de al lado y sólo les
separan unos instantes para verle, los padres reaccionan de diferentes maneras, unos se
sienten invadidos por un llanto incontrolable, otros se bloquean y no saben qué hacer ni
qué decir, otros tienen reacciones corporales como el sudor y un temblor en las piernas
que no les deja andar y hay otros que han tenido que ir urgentemente al baño antes de
poder ver a su hijo.
Todas éstas son reacciones normales pero muy incómodas, y aunque los padres se
han propuesto no tenerlas, cuando llega el momento, no son capaces de controlarlas. Por
ello es necesario prepararse, practicar alguna técnica que les haga dominarse, ya que esto
ayudará a los padres y al menor.
El niño estará asustado, pues aunque sea muy pequeño, percibirá que algo está
pasando, y no le ayudará encontrarse en brazos de alguien que se siente tan inseguro
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como él.
Una técnica de relajación practicada en casa durante algún tiempo será una buena
fórmula para emplear en el momento anterior a la llegada del niño. Un ejemplo que se
puede realizar en casa y que con la práctica puede quedar reducido a tres respiraciones
profundas es el siguiente:
Hay que tener en cuenta que el niño también está atravesando un difícil momento de
cambios que afectan a su conducta y pueden generar estados de ansiedad. Existen
diversas estrategias que pueden ser beneficiosas en esos primeros momentos del
encuentro con los nuevos padres:
a) Repetir su nombre: para los bebés y niños hasta los dos años escuchar el nombre
propio es algo que tranquiliza. Si es un bebé y se siente intranquilo ante una
situación desconocida, le consolará oír su nombre. A veces los padres se
preguntan: ¿Le debemos cambiar el nombre?
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un niño es adoptado se le despoja de todo, se le separa de su ámbito conocido, de
sus cuidadores, de sus país, y en ocasiones, se le quita hasta la ropa y se le
entrega a los padres totalmente desnudo. Todo esto supone una agresión al
menor, que quizá sea inevitable, para cumplir los requisitos de su adopción, pero
ya que esto no se puede cambiar, déjenle con lo único que le pertenece y que
siempre formará parte de su identidad, su nombre.
Algunos padres, aludiendo a la dificultad de pronunciación del nombre de su
hijo o para disimular que es de procedencia extranjera, y así evitar comentarios
malintencionados o que la gente les pregunte cuál es su procedencia al escuchar
un nombre extranjero, justifican su cambio; pero en el fondo, es una manera de
no aceptar las características propias del niño y una falta de respeto hacia su
origen e historia previa.
En ocasiones, los padres, antes de conocer cómo será su futuro hijo, ya han
pensado en el nombre que le pondrán, sin saber la edad que tendrá el menor o si
el nombre que ya tiene resulta bonito, fácil o difícil de pronunciar. En estos casos,
además de la falta de respeto por los orígenes del menor, también podría haber
unas falsas expectativas, ya que se está cambiando lo real (el nombre que ya
tiene) por lo ideal (el que desean los padres).
El niño adoptado va a sufrir muchos cambios al integrarse en su nueva
familia, y el cambiarle de nombre, por pequeño que sea, supone un cambio más,
ya que su nombre está muy vinculado a su identidad. Dicho cambio puede
provocarle una dificultad añadida en su integración. También puede interpretar
que su pasado es malo, ya que si sus padres quieren borrar de su vida todo lo
anterior que le atañe, puede inferir que rechazan su historia previa con lo que él
puede sentir que también se rechaza una parte de él mismo.
Cuando los niños tienen 3 o 4 años, no suelen querer cambiar de nombre y se
le debe conservar, con lo que se le trans mite el respeto por su identidad y por su
pasado. En los adolescentes es mucho más evidente lo inadecuado de este
cambio, ya que llevan mucho tiempo con él, pero se da el caso de que algunos
rechazan el de la familia adoptante, lo que estaría indicando que no quieren
integrarse en dicha familia. En otras ocasiones los adolescentes quieren renunciar
a su nombre, como una forma de renunciar a su pasado. En estos casos hay que
decirles que el nuevo nombre no va a cambiar su pasado, ni a ellos tampoco, que
van a seguir siendo los mismos, que cambiarán algunas cosas de su vida pero que
él siempre será el mismo y es así como se le quiere.
En algunos casos es necesario cambiar el nombre, por ejemplo, cuando tiene
un hermano que se llama como él o cuando su nombre puede ser objeto de burla.
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En estos casos se debe buscar un nombre que fonéticamente sea parecido al
suyo.
Es importante recordar, que cuando se escoge un nombre para un hijo, sobre
todo en occidente, se le quiere transmitir algo importante de esa familia, por lo
tanto será como una especie de mensaje que los padres biológicos le quisieron
aportar.
Una forma de no renunciar totalmente a su nombre es ponerle uno compuesto
por el original y otro que elijan los padres. Si a pesar de todo, se decide cambiarle
el nombre, debe guardarse en la carpeta de sus papeles, porque con el tiempo se
puede olvidar y al niño se le privaría de una parte importante de su pasado.
b) Hablarle con tranquilidad: cuando el niño tiene entre 0 y 2 años es muy sensible
al tono de la voz. Una vez que el niño está en brazos de su madre o padre, y si
no se encuentra alterado, háblele despacio, dígale cómo se siente usted. Si no
puede contener el llanto no se preocupe y explíquele a su hijo por qué llora,
dígale que se siente feliz de poder abrazarle después de esperarle durante tanto
tiempo. Si el bebé sigue tranquilo, acérquese a su pareja para que también le
hable con suavidad.
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quiere hacerlo. Salúdenle repitiendo su nombre varias veces, escucharlo le dará
seguridad. Si consiguen que se tranquilice, poco a poco se acercará a ustedes y
cogerá confianza, es mejor tardar un poco en que el menor se acerque a los
padres con calma que obligarle a hacerlo, pues esta actitud puede generar rechazo
y aumentar el miedo en el niño.
El primer encuentro con un niño de entre 5 y 8 años va a depender mucho de
su historia previa y de las rupturas vinculares que haya tenido. Diríjanse a él por
su nombre, si es posible siéntense a su lado, de forma que sus ojos y los suyos
queden a la misma altura. Hablen con él repitiendo su nombre a menudo, no
teman ser pesados, al niño le dará seguridad oírlo y probablemente se sentirá más
aceptado por ustedes, que si sólo lo nombran una vez. Repítanle que no tenga
miedo, que son sus papás y que van a cuidar de él.
c) Palabras en su idioma: cuando los niños son de un país cuyo idioma es diferente
al de la familia adoptante, sería conveniente aprender unas pocas palabras en su
idioma, y no aquellas necesarias para hacerse entender en una ciudad extranje ra,
sino aquellas que estén directamente relacionadas con el menor.
Palabras o frases sencillas que el niño pueda entender como: "hola cariño", "te
cuidaré", "soy mamá", "soy papá", "no tengas miedo", o cualquier otra frase que
se use en su idioma para tranquilizarle. Los padres pueden pedir a sus cuidadoras
que les enseñen cuatro o cinco expresiones coloquiales que el niño esté
acostumbrado a escuchar y que se utilicen para calmarle.
Otra fórmula para intentar calmarle sería cantarle una canción de cuna en su
idioma. Esto se puede preparar con tiempo antes de acudir al país de origen, ya
que el mercado actual ofrece una amplia gama de posibilidades musicales de casi
todos los países.
d) Respetar la conducta que el niño manifieste: llanto, rechazo, silencio, etc.
Beatriz es una niña de tres años que se siente asustada en el momento en que es dada a
sus padres adoptivos, unas personas que no conoce y que están tan nerviosos como ella.
Llora, no habla y no acepta el contacto físico. Muestra una conducta de rechazo ante
ellos y se resiste a que se la lleven.
"Estábamos muy ilusionados pensando en el momento del encuentro con nuestra futura
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hija adoptada, imaginábamos que iba a acercarse a nosotros y darnos su cariño. Sin
embargo no ha reaccionado como esperábamos y nos sentimos decepcionados. Nos la
vamos a llevar a casa y a lo mejor no nos quiere."
"Tengo miedo porque no entiendo qué es lo que pasa. No sé quiénes son estas personas.
Me siento intranquila e insegura ya que me separan de todo de lo que conozco, de este
sitio y de mis amigos."
Pautas de actuación
Los padres tienen que tener presente que el menor necesita un tiempo para adaptarse a
ellos y que tiende a reaccionar ante situaciones nuevas en función de su propia
experiencia. Por este motivo, puede manifestar al principio un tipo de conducta que quizá
no sea la esperada por los padres adoptivos y suponga una causa de decepción o
frustración para ellos. Sería conveniente que los padres antes del encuentro con el menor
fueran conscientes de esto. Por tanto, si la situación no se desarrolla como esperaban, la
resolverán mejor si son capaces de controlar su ansiedad, si mantienen una actitud de
calma y tranquilidad, si le hablan con un tono suave y si respetan su rechazo hacia las
muestras de afecto. Esta flexibilidad de los padres en su manera de actuar y saber
discriminar que la conducta de la niña no está dirigida personalmente a ellos sino que es
una reacción de la menor ante la situación, contribuirá a que disminuya el nivel de
angustia de padres e hija.
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Cuando la reacción del menor es de rechazo a los padres, lo que manifiesta no
queriéndose ir con alguno de ellos, no dejándose tocar por uno o ambos, o llorando cada
vez que se le acercan, lo mejor es no obligarle bruscamente a que esté con la figura que
rechaza. Es comprensible que esta reacción resulte muy dolorosa para los padres, pero
ellos como adultos que son, tienen que sobreponerse a la situación y entender que ese
rechazo, que puede durar meses, está relacionado con su abandono, con sus sentimientos
de miedo y desconfianza hacia los demás.
Un matrimonio que había adoptado a una niña china contaba cómo su hija llevaba un
año rechazando a la madre, al principio no la dejaba ni acercarse, sólo consentía que su
padre la lavara, le diera la comida, la acostara y realizara todas las tareas de su cuidado.
La madre refería lo duro y doloroso que le resultó soportar esta situación, pero la única
manera de superarla fue respetar el rechazo de la niña, hasta que ésta fue permitiéndole
acercarse poco a poco.
e) Juguetes y regalos: si fuera posible adquirir alguno de los objetos que el niño tiene
en el orfanato, como un palo, un trozo de tela o su mantita, sería bueno para él
ya que podría agarrarse a algo conocido. Se puede intentar comprarlo o
cambiarlo por algún juguete nuevo o por algo que se necesitara para otros niños
(pañales, ropita o biberones).
Ana es una niña de dos años que va a ser adoptada, en el momento del encuentro con
sus padres, no acepta los regalos que le ofrecen y éstos se dan cuenta de que parece estar
muy apegada a un juguete que lleva consigo, del que no quiere desprenderse.
A los padres les puede preocupar que la actitud de la niña denote que prefiere más lo que
tiene que todo lo nuevo que ellos le puedan dar, ya que piensan que lo que le ofrecen es
79
mejor y no debería rechazarlo, y el que lo haga les hace pensar que no les acepta.
El niño puede preferir los juguetes que ha tenido durante años porque le gusta jugar con
ellos. Muchas veces lo hace especialmente con uno, que le proporciona seguridad.
Mantener uno de los juguetes consigo le va a dar una sensación de continuidad entre la
situación anterior y la nueva con su familia adoptiva, y no vivir un cambio tan repentino
de la situación.
Pautas de actuación
Los padres no deberían pensar que el apego que el menor tiene a ciertas cosas de su
entorno implica un rechazo a la nueva situación. Es lógico que el niño tenga ciertas
conductas de continuidad con aquellos juguetes con los que ha compartido sus años de
vida ya que le inspiran confianza y seguridad. Por eso es conveniente, en su adaptación a
la nueva familia, que los padres sean comprensivos y empáticos y permitan que convivan
a la vez con él los juguetes nuevos y los viejos para que haya una mejor adaptación al
cambio.
f) Estancia en el país: cuando el niño sale del orfanato se encuentra con un montón
de cosas que no ha visto nunca y que por lo novedoso le generan ansiedad.
Algunos nunca han salido del orfanato y de repente se encuentran en espacios
muy grandes que les desorientan y agotan; los menores están acostumbrados a
moverse en espacios pequeños y cuando sus padres les sacan a dar una vuelta
por la ciudad, se cansan enseguida porque no están acostumbrados a caminar. Es
importante que los padres tengan esto en cuenta para que vayan preparados con
mochilas o carritos si quieren hacer con el niño un poco de turismo.
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Figura 3.1. Los niños que han estado en los orfanatos no están acostumbrados a realizar
grandes caminatas.
El primer encuentro de Lee con sus padres adoptivos tuvo lugar cuando la niña tenía un
año y medio. Después de este primer encuentro, pasaron su primera noche juntos en el
hotel, pero Lee empezó a vomitar, tenía fiebre y no dejaba de llorar. Sus padres estaban
angustiados, no sabían exactamente que hacer.
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Voz de los padres
"Nos acababan de dar a nuestra hija y estábamos tan contentos con ella, que cuando se
puso mala, nos quedamos bloqueados, no sabíamos qué le pasaba y no entendíamos lo
que decía. Nunca hemos cuidado de un niño y no sabemos casi nada de enfermedades
infantiles."
Pautas de actuación
Después del encuentro con su hija adoptiva, si se pone enferma, ante todo debe
conservar la calma, analizar serenamente la situación, para poder tomar las primeras
medidas oportunas. Por este motivo es necesario tener unos conocimientos básicos sobre
enfermedades y trastornos leves de salud infantil y qué se debe hacer ante ellos. También
es conveniente llevar un pequeño botiquín con un termómetro. Asimismo, saber palabras
y frases determinadas en el idioma del menor les va a ayudar a comunicarse mejor con
él, especialmente en esos momentos. Todo esto va a permitir a los padres que tengan una
actitud serena ante su hija y se sientan con capacidad de afrontar la situación. Si ésta no
reviste mayor gravedad sabrán cómo actuar y si la tuviera sabrían qué hacer y a quién
acudir para resolverla.
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Preguntas y respuestas
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mundo afectivo como su "mamá".
Está haciéndolo muy bien. Esa toallita, por su textura o por el momento en que la cogió o
por cualquier otra razón que no conocemos, representa para su hija seguridad, para ella
es como una especie de objeto protector y tranquilizador y no le hace ningún daño
tenerla. En la situación que está de integración a una nueva familia, con todos los
cambios que eso representa, 4 meses no es mucho tiempo. Poco a poco, según aumente
su seguridad, irá dejando la toallita de lado.
84
85
Introducción
El primer año de vida de un niño es fundamental, ya que en ese período se formarán las
bases de los distintos aspectos de su desarrollo general (físico, afectivo, intelectual, social
y del lenguaje). La actitud de los padres o cuidadores es vital puesto que son ellos los que
le deberán aportar la estimulación necesaria para que dicho desarrollo sea potenciado.
Desde el punto de vista físico, una buena alimentación y unas condiciones de salud
adecuadas harán que el bebé crezca sano y ejercite paulatinamente todos sus músculos,
haciendo que sus movimientos sean cada vez más coordinados hasta llegar a tener un
desarrollo locomotor maduro.
El lenguaje comienza a los 6 o 7 meses con sonidos que en un principio sólo son
86
sílabas y que poco a poco se van convirtiendo en sonidos más largos. Al finalizar el
primer año, el niño sabe decir seis o siete palabras.
El primer año de vida es fundamental para el posterior desarrollo integral del niño.
Víctor tiene un año. Fue adoptado en Rusia cuando tenía 10 meses, y desde entonces se
ha mostrado inquieto, intranquilo y suele llorar con frecuencia. Por las noches se
despierta a menudo y obliga a sus padres a levantarse. A éstos les cuesta mucho calmarle
y duermen poco. Ante esta conducta de su hijo sus padres adoptivos se muestran muy
nerviosos y no saben qué hacer para que cambie su comportamiento.
"No sabemos qué le pasa a este niño, debería estar tranquilo, sonriente, entretenido con
sus juguetes; ¿por qué no duerme?, si no pa sa hambre, ni frío, está confortable y
nosotros le queremos y estamos pendientes de él."
Muchas veces los padres piensan que los niños cuando son pequeños no son
susceptibles a los cambios, que se adaptan con facilidad, sin tener en cuenta que el niño
tiene una experiencia previa a la adopción en todas las áreas de su desarrollo. Los padres
pueden sentirse desbordados ante el comportamiento del niño y bloqueados, no dando
con la solución adecuada.
Pautas de actuación
Los padres adoptivos tienen que mostrar hacia el menor una actitud empática e intentar
ponerse en su lugar. Deben pensar que su hijo necesita tiempo para sentirse cómodo y
seguro en su nuevo hogar, para desarrollar hábitos de comida, vestido, higiene y sueño.
Tienen que ayudarle a que vaya acostumbrándose al mundo exterior, a los ruidos, a la
luz, al calor o al frío. Deben facilitarle que vaya adentrándose poco a poco en el mundo
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de las relaciones sociales y que vaya aprendiendo a desenvolverse dentro de él. Tienen
que tener en cuenta que para que su hijo se vincule a ellos, deben mostrarle su afecto,
tanto a nivel verbal como no verbal, para que se sienta seguro de que no va a ser
abandonado de nuevo. Y para eso necesita su tiempo, que no tiene que corresponder con
el que desearían sus padres. Por eso es importante que tengan una actitud de
comprensión y paciencia con el menor.
Vinculación y apego
Cuando la madre sabe cubrir las necesidades de su hijo, tanto las físicas como las
emocionales, el niño adquiere seguridad en sí mismo y en los otros, lo que le permitirá
tener una conducta exploratoria de su entorno y poco a poco irá separándose de su
madre sin temor. En este caso el apego sería seguro, debajo del cual hay una serie de
características personales que tienen las personas que poseen dicho apego, aunque no
tienen por qué darse todas.
Si, por el contrarío, la madre no es capaz de satisfacer las necesidades básicas del
niño, éste no desarrollará confianza hacia ella ni hacia sí mismo, lo que podría
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ocasionarle la formación de un apego inseguro, que puede ser ansioso o evitativo. El
apego ansioso consiste en la dificultad de separación de las personas queridas por miedo
al abandono. Lo demuestran aquellas personas que sufren de celos, que no dejan a sus
hijos libertad para desarrollarse protegiéndoles en exceso, no se sienten dignas de ser
queridas por lo que necesitan que las personas que las quieren se lo digan y demuestren
continuamente.
Un niño adoptado es un niño abandonado, que como mínimo ha sufrido una ruptura
vincular. Esta ruptura provocará unos efectos psicológicos en el menor que estarán
determinados por la cantidad de tiempo que haya estado institucionalizado y por el
número de rupturas vinculares (cambios de instituciones o de familias).
Cuanto más tarde el niño en ser adoptado, más dificultades tendrá en un futuro de
desarrollarse de manera adecuada.
Aunque es verdad que cuanto antes se adopte a un bebé más fácil será su integración
en la nueva familia, no lo es el que los niños muy pequeños no se enteren de nada ni
sepan que son adoptados si no se les dice. Un bebé de un año o menos es capaz de
"sentir" que ha sido abandonado; por pequeño que sea lo aprecia, no lo sabe
racionalmente, con pensamientos como los adultos, pero sí lo percibe.
Es difícil que los niños sean adoptados antes del año debido a que es necesario que
pase un tiempo en el que los padres u otro familiar tienen derecho a reclamarle. Este
período de tiempo y el que transcurre en legalizar los papeles de su adopción impiden
que ésta sea muy temprana.
Proceso de adaptación
"Jesús tiene 15 meses y le adoptamos cuando tenía 12. Generalmente está contento y no
suele presentar problemas con la comida, ya que desde el principio come de todo y bien,
pero vomita con frecuencia cuando viene gente a casa. El médico le ha explorado y no le
encuentra nada."
"Vemos cómo evoluciona jesús y nos sentimos satisfechos, pero estamos preocupados
por sus vómitos y pensamos que puede ser que tenga alguna enfermedad que no detecten
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los médicos. Hemos probado a cambiarle el tipo de alimentación pero no da resultado."
Los niños tan pequeños pueden asustarse ante los desconocidos y un niño adoptado, que
ha vivido no sólo en un entorno diferente al que tiene en la actualidad sino también con
personas diferentes, puede reaccionar ante estas situaciones vomitando ya que las percibe
como fuente de tensión.
Pautas de actuación
Los bebés no disponen de un lenguaje verbal como los adultos, por lo que se comunican
a través del llanto, de la sonrisa y de gestos motores. Además, el rechazar la comida
(vómito) puede ser otra forma de comunicarse; a través de él expresan su rechazo. El
vomitar puede significar ansiedad, rechazo a la situación por la que está pasando en ese
momento, por determinadas personas, por el excesivo ruido, etc.
Será necesario que los padres observen las circunstancias que rodean al niño cuando
vomita para averiguar cuál es la que le produce ansiedad y eliminarla.
Los bebés tienen facilidad para adaptarse a la nueva situación, pero esto no quiere decir
que no se enteren de nada y que no haya que tomar una serie de medidas para mejorar y
favorecer dicha integración. Los niños perciben que algo diferente está pasando y por eso
pueden mostrarse nerviosos y alterados. Todo lo que les ha rodeado hasta ahora ha
cambiado; las personas que les cuidan son otras, escuchan un idioma diferente, el clima
no es el mismo, la alimentación varía, las texturas de sus ropas son otras, es decir, pasan
de un mundo a otro.
Es necesario hacer comprender a los familiares que el bebé está pasando por una
serie de cambios que son inevitables, por lo que los otros deberán introducirse
paulatinamente. En este sentido lo más adecuado es hablar con los parientes y determinar
de antemano quiénes irán al aeropuerto. Después habría que dosificar las visitas, de
forma que el bebé no se sienta agobiado.
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Por otro lado, respecto a su alimentación, lo más probable es que traiga alguna
deficiencia vitamínica o de otro tipo que habrá que solventar, pero los primeros días sería
conveniente seguir con su tipo de alimentación e intentar añadir otras, si el bebé rechaza
las comidas nuevas, no es necesario forzarle a comérsela toda, quizá con sólo arroz se
sentirá satisfecho los primeros días, o con un biberón de papilla cuya textura o sabor le
recuerde a la que tomaba en su país. Puede que rechace los líquidos y sólo quiera
sólidos. Sea como sea, lo importante es que el niño no se sienta forzado, y que la madre
no se angustie por la situación para no transmitírsela a su hijo y generar ansiedad en éste.
El menor poco a poco se irá adaptando e incluirá todos los alimentos que necesita.
Con respecto al sueño, puede que se vea alterado, tanto por exceso como por defecto
o por pesadillas. Como siempre lo mejor es observar al menor y respetar sus costumbres
para poco a poco ir introduciendo cambios, hasta llegar a conseguir unos hábitos
adecuados.
Si duerme muchas horas es porque las necesita, lo mejor es dejar que las duerma. Si
duerme poco pero el sueño es reparador y el bebé se despierta contento, no hay que
preocuparse, cada uno tiene su ritmo. Cuando el sueño se ve interrumpido por pesadillas,
en las que el niño se despierta alterado, sudoroso o llorando, lo mejor es cogerle en
brazos, hablarle con tranquilidad diciéndole que se le quiere, que no se le va a abandonar
o cantándole una canción tranquilizadora, si es en su idioma, mucho mejor. No pasa nada
por mantenerle en sus brazos las veces que sea necesario. No hay que escuchar a la
gente que opina que eso es una mala práctica y que el niño se va a acostumbrar a los
brazos y no va a querer dejarlos nunca. No se puede olvidar que un niño adoptado es
diferente, que ha pasado por un abandono doloroso y que puede tener miedo a que le
abandonen de nuevo.
Muchos padres piensan que lo mejor es meter la cuna en su habitación para que el
bebé esté mejor, pero esto no es lo adecuado. A veces responde a la propia angustia de
los padres o la comodidad de tenerle más cerca cuando se despierta.
91
La ilusión de los padres hace que llenen la habitación de juguetes, y de cosas
superfluas, que pueden aturdir al niño. Lo más adecuado es que se fueran dosificando
todos los que ha recibido de sus amigos y familiares, que seguramente serán muchos,
para que los vaya explorando poco a poco y no se sienta aturdido ante una multitud de
cosas entre las que no sabe cuál elegir. Si se le da un juguete lo explorará hasta que se
canse y conozca su tacto, su tamaño o su textura. Si dispone de muchos a la vez, cogerá
uno después de otro sin haber examinado ninguno completamente. Desde el punto de
vista del desarrollo de la inteligencia es mejor la primera situación que la segunda, es
decir, el poder examinar un objeto poco a poco le estimulará más que en el otro caso.
La hora del baño puede ser complicada, algunos niños no se han bañado nunca en
una bañera y esto les produce temor ya que es algo desconocido para ellos.
Si el menor ofrece mucha resistencia, no se le debe obligar pues eso significa que
todavía no ha superado el miedo. Se le debe dar más tiempo y mientras tanto se le puede
asear con una esponja.
"A pesar de que le hemos llevado al médico y de que éste nos ha asegurado que esos
sarpullidos no son preocupantes, que no sepa cuál es su origen nos tiene alarmados, pues
pensamos que pueden ser debidos a una enfermedad originaria del país del que procede
nuestro hijo."
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Voz del niño
Pautas de actuación
Una forma adecuada de proceder sería acariciar al niño con un aceite o crema
mientras se le habla o se le canta, asociar poco a poco algo que a Elías le resulte
agradable con el contacto físico y con las caricias.
El trato y el cuidado que tienen los niños abandonados dependen mucho del orfanato en
el que se encuentren. En algunos, la alimentación es más o menos buena pero el cuidado
afectivo no lo es, en otros ocurre lo contrario. Lo más generalizado es que estén ubicados
en países muy pobres que no cuentan ni con las condiciones ni con el personal necesario
para que el menor se desarrolle física y afectivamente de forma sana.
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presenten problemas de desarrollo físico, tanto a nivel fisiológico como a nivel motor.
Una vez que el niño está en la familia se le debe llevar al médico para que le haga un
reconocimiento exhaustivo de su estado de salud. También es conveniente ponerle todas
las vacunas que correspondan a su edad, en algunos países dicen que se las han puesto,
pero como no hay seguridad de que lo hayan hecho o de que las dosis hayan sido las
adecuadas, es mejor repetirlas, ya que las consecuencias no serían tan negativas como las
que tendría si no se le vacunara.
Conductas más habituales relacionadas con la alimentación que muestran los niños
adoptados:
•Rechazar los alimentos sólidos, o por el contrario, las comidas blandas. En algunas
instituciones los alimentos se dan en forma de puré a todos los niños, mientras
que en otros sólo se les da sólidos. En función de la experiencia que cada niño
haya tenido puede rechazar un tipo de alimento u otro. Sea la que sea, el
alimento que rechaza se irá incorporando poco a poco, sin agobiar al niño, es
preferible que tarde más tiempo en admitirlo a que se sienta atosigado por la
madre provocando ansiedad en ambos y perjudicando con ello la incorporación
del alimento que se pretendía.
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•Ingesta exagerada. Los menores han pasado privaciones alimentarias, por lo que
cuando llegan a sus casas comen en exceso, y parece que no se sacian nunca. A
pesar de que su experiencia en su nueva casa es diferente, en ella pueden comer
lo que quieran, tardan un tiempo en darse cuenta de que ya no les va a faltar la
comida. En estos casos, todo lo que necesitan es tiempo para asegurarse de que
la situación ha cambiado, que la comida no le volverá a faltar.
•Sólo uno puede darles de comer. Estos rechazos suelen depender de los cuidadores
que han tenido anteriormente, pueden rechazar al padre porque sólo han estado
con mujeres o viceversa. También es frecuente que la figura que rechaza tenga el
mismo género de otra que le maltrató. En otras ocasiones no hay un motivo
conocido que lo explique pero éste se produce. La paciencia, el cariño y la
ternura lograrán que el menor deje que ambos le den de comer.
El bebé necesita un tiempo para poder asimilar todos los cambios que le están
sucediendo, y para ello es necesario que los padres no le agobien ni intenten cambiar sus
hábitos de un día para otro.
Las comidas es algo que preocupa mucho a las madres, ya que se suelen angustiar si
el niño no come todo lo que ellos creen que necesita y piensan que es importante que lo
haga ya que suelen venir con bajo peso.
Es necesario que se le respeten sus gustos en la comida tanto en los sabores como en
la textura y la temperatura, y poco a poco vayan añadiéndole alimentos nuevos sin
forzarle.
95
El momento de darle la comida debe ser tranquilo, es importante evitar que se
convierta en una guerra en la que la madre o el padre intenten obligar al niño a comer y
éste se cierre rotundamente a hacerlo. Tampoco se debe recurrir a inventar todo tipo de
artimañas para que coma, como entretenerle con juguetes, ponerle la televisión, que un
padre baile delante del niño mientras el otro le introduce la comida en la boca. Si se
recurre a estas estrategias, se conseguirá que el niño asocie la comida con otras cosas que
no tienen que ver con la alimentación, y aprenderá a manipular a sus padres a través de
la comida.
El bebé tiene que aprender que la comida es comida y si no la quiere es que no tiene
hambre, ya comerá cuando la tenga. Sólo hay motivo para preocuparse cuando el niño
pierda peso, si no lo hace es que está comiendo lo que necesita.
"Nuestro hijo Jaime tiene 15 meses y le adoptamos con 11. Al principio se iba con todo
el mundo sin manifestar temor pero ahora no quiere irse con nadie. Cuando otra persona
ajena a la familia quiere cogerle en brazos se agarra a los nuestros con verdadera
desesperación."
96
Voz de los padres
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"Nos preocupa estar haciendo algo mal con nuestro hijo pues consideramos que no es
normal que ya que se había acostumbrado a irse con los extraños ahora no soporte
separarse de nosotros. Pensamos que alguien le ha podido asustar sin que nos hayamos
dado cuenta."
"Ahora sé quién es mi papá y mi mamá y tengo miedo de que me abandonen como antes
lo hicieron mis padres biológicos."
Pautas de actuación
Por eso le genera temor la separación de sus padres, ya que en él está todavía muy
presente el miedo al abandono. En estas situaciones no es aconsejable dejar al niño con
nadie, lo adecuado es esperar a que coja confianza con las otras personas ajenas a los
padres para que pueda quedarse con ellas sin miedo.
Mirada perdida. En ocasiones, debido bien a la falta de estimulación por parte de sus
cuidadores, a la falta de objetos y de situaciones a las que pueda dirigir su mirada y a la
cantidad de horas que pasa en la cuna, su vista queda fijada en el vacío, no sabe dirigirla.
Si esto sucediera, una vez que el niño esté en casa, se le proporcionarán los estímulos
necesarios para que vaya desarrollando los músculos de sus párpados y los que tiene
alrededor de los ojos. Se le mostrarán objetos llamativos acercándoselos y alejándoselos
de su vista para que aprenda a enfocar. También se le moverán de derecha a izquierda
para que él siga los objetos con los ojos. Poco a poco, el bebé aprenderá a mover su
mirada y su mirada dejará de ser una mirada perdida para convertirse en una mirada
expresiva.
98
Figura 4.1. La mirada perdida puede ser consecuencia de la falta de estimulación visual.
Llanto. Hay bebés que no paran de llorar desde que entran en contacto con la familia
adoptiva hasta que pasa un cierto tiempo. El llanto puede ser una manera de manifestar
su miedo e insatisfacción. Las maneras más frecuentes de calmar al bebé son: cogiéndole
en brazos, poniéndole de diferentes posturas hasta que se encuentre una que le
tranquilice, hablarle en tono suave y decirle que no tenga miedo, ponerle música. Lo más
importante de todo es no desesperarse y tener la paciencia que requiera el bebé. El niño,
con su llanto, no está rechazando a sus padres, sólo expresa su malestar.
Falta de llanto. En ocasiones los niños pequeños no lloran cuando les duele algo,
porque han aprendido que no les sirve de nada. En la institución en la que estaban, nadie
acudía cuando lo hacían por lo que han dejado de hacerlo. Se dan casos en que se les ha
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reventado un tímpano por la noche y la madre se ha dado cuenta al levantarles por la
mañana, por la sangre que salía del oído y por la que había en la almohada. El niño, a
pesar de lo dolorosa que es esta lesión no ha llorado ni se ha quejado en ningún
momento. Para evitar esto, cada vez que el niño se golpee, presente alguna herida o señal
de que algo le está produciendo dolor, se le pueden decir frases que indiquen que eso
produce dolor, por ejemplo: "eso es pupa", u otras frases acompañadas del lenguaje
corporal adecuado, hasta que el niño aprenda que cuando llore o se queje se le va a
atender.
Mutismo. Aunque el niño todavía es muy pequeño para hablar, no lo es para emitir
sonidos y gorgojeos. Muchos niños adoptados tempranamente no han tenido modelos a
los que imitar, por lo que su mutismo puede ser debido a una falta de estimulación en el
lenguaje.
Otra causa del mutismo es la falta de interés por su entorno, si el abandono ha sido
durante varios meses en los que su cuidado ha sido mínimo, y en el que no ha recibido
afecto, el mutismo puede ser una forma de repliegue sobre sí mismo, una manera de
desconectar del mundo que le rodea. Hay que diferenciar el mutismo por falta de
estimulación del mutismo que se da en el autismo. Cuando el niño se adapta al cuerpo de
la madre al cogerle, es decir, deja que su cuerpo se relaje y se apoye en su madre, adopta
una postura flexible y no rígida, abraza y se deja abrazar, es mutismo y no autismo. Si
esto no fuera así deberá consultarse a un especialista lo más rápidamente posible.
En una situación como ésta, además de todo lo anterior, es vital transmitir al niño que
se le quiere. Él necesitará de todo su afecto, por lo que no hay que preocuparse en
cogerle en brazos todo el tiempo que lo requiera, el contacto físico es otra manera de
transmitirle cariño. La textura y la temperatura del agua resultan agradables, por lo que se
le puede bañar más de una vez al día si esa sensación le resulta agradable. También se le
pueden dar masajes y acariciarle. No hay que tener miedo a mimarle, ya que se trata de
restaurar una situación emocional grave que tiene el bebé.
Desarrollo motor. Debido a la poca oportunidad que tienen estos niños de moverse, y
a las posturas que a veces tienen que soportar durante mucho tiempo, su capacidad
locomotora no es la adecuada para su edad. Es frecuente que con un año no sepan andar
ni gatear. En ocasiones no saben sentarse porque permanecen mucho tiempo de pie en la
cuna. Otras, por el contrario, no se mantienen de pie porque han permanecido mucho
tiempo tumbados. En estos casos también suelen manifestar rigidez en brazos y piernas.
Una vez en casa, el niño irá ejercitando sus músculos y sus movimientos serán cada
vez más precisos. Con la debida estimulación y en un ambiente normalizado, lo más
100
esperable es que el niño alcance el nivel de desarrollo adecuado para su edad.
Balanceo. El bebé se mueve hacia delante y hacia atrás. Suele hacerlo cuando está
nervioso o cuando se va a dormir. Esta conducta que llama mucho la atención y
preocupa a los padres la realiza el niño para calmarse. Ha aprendido a hacerla, ya que
nadie le consolaba cuando se sentía solo o intranquilo. Es una conducta muy primaria por
la que no hay que preocuparse. Poco a poco desaparecerá sola. Si no fuera así se debería
acudir a un especialista.
Sueño. Debido a todos los cambios que ha sufrido el niño al dejar el orfanato e
incorporarse a su nueva familia, el sueño puede verse alterado. Puede producirse un
aumento o un descenso en las horas de sueño, el niño puede sobresaltarse mientras
duerme o despertarse con síntomas de miedo, como temblor o sudor.
Hay ocasiones en que no quiere irse a la cama e insiste en quedarse con sus padres.
Para un hijo biológico, podrían seguirse las reglas que dan algunos libros para establecer
unos hábitos adecuados del sueño, pero para un niño que ha sido abandonado las reglas
no pueden ser las mismas, ya que sus resistencias a irse a la cama pueden estar
determinadas por su miedo a ser abandonado de nuevo. En estos casos, los padres
pueden mantenerse con él en su habitación hasta que se duerma, diciéndole y
repitiéndole que le quieren y que no le van a abandonar, que cuando se despierte ellos
seguirán con él, cuidándole y protegiéndole. Es importante que el niño tenga un objeto
que le dé seguridad para dormirse, como un muñeco de peluche, un cochecito 0
cualquier otra cosa que pueda recuperar fácilmente cuando se despierte. Si lo que tiene
entre sus manos para dormirse es la mano de su madre, cada vez que se despierte la
llamará para recuperar aquello que le da seguridad. Es posible que el niño tarde un
tiempo en dormir solo, pero según vaya adquiriendo seguridad conseguirá hacerlo.
Si el niño va a la cama de los padres cada vez que se despierta, éstos deberán llevarle
a la suya, darle su muñeco y esperar a que se duerma. Es posible que esto se repita
muchas veces los primeros días o semanas, pero si los padres se mantienen, el niño
dormirá toda la noche en su cama y el esfuerzo de sus padres se verá recompensado.
Golpearse. Algunos bebés se golpean la cabeza contra la cuna. Esta conducta puede
haber comenzado como una forma de entretenimiento o porque se ha aprendido de otros
niños.
101
Otro motivo por el que se golpean es por la rabia que sienten ante su situación
anterior de abandono. Es frecuente que los niños adoptados tengan expresiones de rabia,
en forma de rabietas, que asustan a sus padres, por la intensidad de sus manifestaciones.
En estos casos es necesario tranquilizar al niño, intentar cogerle en brazos y hablarle con
tranquilidad, volver a repetirle que no se le va a abandonar, que se le quiere y que se le
va a cuidar.
Mirarse las manos. Hacia el quinto mes los niños descubren sus manos y las miran
sin saber que forman parte de su cuerpo. Cuando el niño va descubriendo otras cosas
deja de mirarse sus manos y cambia esta conducta por otra más evolucionada. El bebé
adoptado, al no tener otros objetos que mirar continúa mirándose sus manos como único
entretenimiento. Según se le ofrezcan nuevos objetos y posibilidades de movimiento, el
bebé dejará esta conducta.
No sujetar la cabeza. Esto suele ocurrir porque han estado mucho tiempo tumbados y
no han desarrollado los músculos del cuello. Se puede hacer que el bebé ejercite dichos
músculos, tumbándole boca abajo y enseñándole objetos llamativos, o simplemente
llamándole por su nombre hasta que empiece a levantar la cabeza y con el tiempo logre
sostenerla.
Sentarse. Algunos niños no saben sentarse, ya que han pasado todo el tiempo en el
orfanato de pie o tumbados. Poco a poco se le puede ir poniendo en esta posición, sin
forzarle, hasta que lo haga con naturalidad.
En cualquier caso, no tienen por qué darse todas estas conductas. Son normales
aunque algunas son más preocupantes. En el caso de considerar que son excesivas en la
duración del tiempo o en la intensidad, se deberá consultar a un especialista en adopción.
Los niños que han sido abandonados entre los 8 y 12 meses desarrollan posteriormente
peores vínculos afectivos que los que sufrieron el abandono entre los 0 y los 6 o 7
102
meses.
Las figuras de apego son las que aportan al niño seguridad y le permiten explorar su
entorno, alejándose de su madre sin miedo, es decir, el bebé puede seguir jugando
aunque su madre salga de la habitación, porque está seguro de que va a volver. Si no lo
hiciera, si la madre le abandona por cualquier motivo, el niño sufriría consecuencias
psicológicas y fisiológicas.
•Incapacidad de los padres. El Estado se hace cargo del menor porque sus padres
no pueden atenderle por enfermedad mental o de otro tipo.
•Desinterés progresivo. En este caso los padres dejan al niño en una institución
porque no se pueden hacer cargo de él. Al principio le visitan, pero cada vez lo
hacen con menos frecuencia y se desentienden aunque no permiten que le adopte
otra familia con lo que el niño vive en el orfanato hasta la adolescencia.
•Muerte. Cuando los padres mueren en un accidente o tienen que ser ingresados en
un hospital durante un largo período de tiempo, el niño lo vive como un
abandono.
103
Cuadro 4.4. Tipos de abandono
La comunicación con los hijos empieza desde la cuna. Para ello es importante observar al
bebé para aprender a diferenciar los distintos tipos de llanto y poder así distinguir sus
necesidades. Ésta es una forma de escuchar a los niños, y aunque parece fácil, lo es para
algunas madres pero no para todas. Algunas se angustian tanto ante el llanto de su hijo
que ante el mínimo gesto o quejido intentan calmarle dándole comida; si el niño llora
porque tiene miedo o sueño, y la madre intenta calmar su llanto dándole alimento,
probablemente chupará el pecho o el biberón pero no verá satisfecha su necesidad,
sentirá que no es comprendido, que no es escuchado. Puede llegar a asociar el malestar
de cualquier tipo con comida, lo que podría provocarle en un futuro que siga calmando
sus malestares ingiriendo alimentos en vez de hablar de sus problemas.
Para una buena comunicación, lo primero que se debe hacer es hablar con su hijo, no
importa que no entienda el significado concreto de lo que se le diga, pero sí comprenderá
y aprenderá que hablar es importante. Es conveniente hablarle despacio, mirarle a la cara
mientras lo hace, responder a sus gestos con sonrisas y expresiones de alegría y aprender
a distinguir sus necesidades sin anticiparse a ellas.
104
forma parte de su aprendizaje en el proceso de comunicación.
Preguntas y respuestas
Mi hijo tiene 11 meses y le adopté cuando tenía 9. Su peso y talla estaban por
debajo de lo que le correspondía por su edad y el médico me dijo que pronto se
recuperaría. Sigue sin ganar peso, no come mucho, pero en otros aspectos su
recuperación ha sido espec tacular, ya no tiene esa mirada triste, sonríe y ha
empezado a caminar, pero me preocupa que no coja peso. ¿Debo obligarle a
comer un poco más?
No. Es un poco pronto para pensar en la existencia de algún problema que le impida
engordar, sobre todo teniendo en cuenta que no come mucho; cada niño tiene unas
necesidades diferentes en cuanto a la alimentación y el suyo comerá sólo lo que necesita.
Un dato indicativo de que el niño está bien es su notable mejoría en otros aspectos de su
desarrollo y la alegría que manifiesta.
105
106
Introducción
El desarrollo evolutivo del menor pasa por diferentes etapas, en el niño de 1 a 3 años su
desarrollo psicomotriz se caracteriza porque su propio cuerpo se convierte en un punto
de referencia para entender el mundo que le rodea. El sentido del tacto se convierte en
un factor primordial para explorar el medio. Toca y manipula los objetos, dando a sus
movimientos intencionalidad, es decir actúa ya con fines concretos. La capacidad de
poder explorar el entorno va a permitir al niño que madure su sistema nervioso. También
es clave la relación que mantiene con el adulto del que va a aprender, a través de una
conducta imitativa, sus gestos y palabras.
El desarrollo cognitivo del niño de esta edad se caracteriza por tener una inteligencia
sensorio-motriz. Su pensamiento es egocéntrico, se centra en sí mismo ya que no es
capaz de ponerse en el lugar del otro. Su inteligencia se caracteriza porque empieza a
comprender la noción de espacio, tiempo y la relación entre la causa y el efecto de las
cosas. Aparece el juego simbólico (un niño es capaz de jugar con una caja de cartón
como si fuera un coche) que le va a permitir a través de él comprender la realidad y
expresar sus emociones.
Desde un punto de vista social el niño muestra conductas de afecto hacia las personas
que conoce y quiere y de rechazo hacia aquellas que al niño no le disgustan. Va a ser
capaz de llamar por su nombre a determinadas personas que conoce. Hacia los dos años
aparece en muchos niños la etapa del no o negativismo hacia las demandas de los demás
con el fin de autoafirmarse.
107
escribir o dibujar de una figura adulta.
Cuanto más se juegue con el niño mayor será su recuperación afectiva y cognitiva.
Interaccione con su hijo adoptivo y estimule la comunicación con él a través del juego
María fue adoptada hace cinco meses en Rusia cuando acababa de cumplir dos años. Es
poco comunicativa y expresiva, no muestra mucho interés en coger sus juguetes y juega
poco con ellos. Se queda mucho tiempo sentada y no tiene curiosidad por explorar el
entorno.
Un niño que ha estado en una institución es muy probable que no haya tenido una buena
estimulación en las diversas áreas de su desarrollo y tenga por tanto una deficiencia a
nivel de lenguaje, psicomotricidad y desarrollo cognitivo, afectivo y social. Puede
mostrarse con su familia adoptiva tal como lo hacía allí, porque no sabe actuar de otra
manera.
Pautas de actuación
Los niños adoptados que han tenido una baja estimulación en su desarrollo necesitan
recuperar lo perdido en todas las áreas y requieren un tiempo para hacerlo. Muchas
veces lo pueden conseguir a través de la manera de actuar de sus padres y si no es así,
deberán acudir a una atención más especializada con el fin de facilitar la reeducación en
estos aspectos por parte de un profesional. Estos niños necesitan que se les hable mucho
y se interaccione con ellos y que se practiquen actividades a través del juego que
estimulen su psicomotricidad. El desarrollo de sus capacidades cognitivas puede
facilitarse mediante tareas especializadas para tal fin. Las muestras abiertas de afecto
pueden ayudarle a aprender a darlo y a recibirlo. Es muy importante que se relacione con
otros niños para que sepa interactuar y también aprenda viendo como éstos se comportan
y lo que hacen.
108
Proceso de adaptación: establecimiento de vínculos afectivos
Encuentro
Los padres adoptivos consideran el momento del encuentro con el menor un instante
muy emotivo y que les causa mucha inquietud, ya que no saben cómo va a reaccionar el
niño ante su presencia, no saben si se mostrará cariñoso, si les rechazará o si sentirá
temor.
En algunos países se les prepara para ese momento del encuentro con sus futuros
padres adoptivos. Se les dice con anterioridad que van a venir a buscarles unos papás y
que se irá con ellos, se les enseña su foto para que les conozca, de tal manera que el niño
vaya anticipando lo que va a acontecer. Pero muchas veces, debido a la edad de los
menores, no van a tener la capacidad de comprender qué es lo que va a suceder a veces,
el hecho de entenderlo tampoco les tranquiliza, puesto que les supone separarse de su
entorno y de las personas que conocen.
Esta forma de actuar facilitará la relación entre ellos, teniendo que ser flexibles
también con los hábitos y costumbres del menor durante el tiempo que permanezcan con
él en el país de adopción y durante el viaje de vuelta al país de origen de los padres
adoptivos.
Una actitud de respeto y flexibilidad en el primer encuentro serán vitales para el niño.
109
"Raquel fue adoptada con dos años y medio y actualmente tiene 3. Sus cuidadores nos
dijeron que había estado en varías casas de acogida, pero por diversos motivos, en
ninguna estuvo más de 6 meses. Cuando fuimos a recogerla a su país de origen, en el
primer encuentro, su padre se puso tan nervioso al verla que tuvo que salir al servicio. Ya
llevamos 6 meses con ella y todavía llora continuamente y no quiere que su padre la coja
en brazos."
"Estamos muy preocupados por la conducta de Raquel, pues aunque sabíamos que la
niña podría rechazarnos al principio no pensábamos que fuera a durar tanto. Mi marido
se siente muy culpable porque piensa que en el primer encuentro no actuó correctamente
y por eso la niña le rechaza."
Pautas de actuación
El pasar de una casa de acogida a otra sin permanecer en ellas largo tiempo puede
significar que el niño no ha conseguido establecer un vínculo emocional con ninguna de
las personas que le han cuidado y por eso no es capaz de hacerlo con sus padres
adoptivos en un período corto de tiempo.
Cuanto más tiempo haya pasado el menor sin haber establecido un lazo afectivo, más
tardará en conseguirlo con sus padres o figuras referenciales. El rechazo del niño al padre
no tiene que ver con una conducta concreta de nerviosismo, sino con toda su historia
previa. La paciencia, la comprensión y el respeto por las emociones que manifieste el
pequeño serán la manera de conseguir que se apegue a sus padres y de que adquiera
confianza en ellos.
Tras el encuentro empieza el proceso de adaptación del niño a su nueva familia y de los
padres adoptivos hacia su hijo adoptado. Es durante ese proceso cuando van a
estrecharse los lazos entre ellos y van a conformarse como familia. El que éstos lleguen a
formarse dependerá de una serie de variables tanto del menor como de los padres
adoptivos.
110
Con respecto al menor es importante que haya establecido con anterioridad a su
adopción, sobre todo en el primer año de vida, un vínculo afectivo con una figura de
referencia y que ésta le haya proporcionado al menor seguridad y afecto, ya que esto va
a condicionar, en parte, que pueda establecer en el futuro vínculos afectivos con otras
personas, tanto de amistad como de amor. Si esto es así tendrá mayor predisponibilidad
para vincularse con sus padres adoptivos.
Pero también hay que tener en cuenta en el menor que, si se ha vinculado con
anterioridad a la adopción con un adulto, la separación del mismo va a producirle una
serie de respuestas afectivas que pasarán por tres momentos. Uno consistiría en mostrar
rechazo y angustia hacia los padres adoptivos, pues el niño echa de menos y quiere estar
con la figura de apego. En el segundo sentiría menos tristeza por la pérdida de la figura
de apego, se mostraría nervioso, manifestaría menos rechazo hacia los padres adoptivos
y admitiría en ellos una actitud de afecto hacia él y por último la formación de nuevos
vínculos de cariño hacia sus padres adoptivos, aceptando su amor y afecto, tanto a nivel
verbal como no verbal a través del contacto físico, como besos o caricias.
Al principio sentirá mucha ansiedad ante la ausencia de los padres, ya que puede
temer que le abandonen, pero conforme se vayan consolidando los lazos afectivos ésta
desaparecerá.
111
afectivos, pueden producirse dificultades debido al solapamiento que se produce entre los
anteriores vínculos del menor y los nuevos con sus padres adoptivos. Cuando dichos
vínculos han sido negativos como en situaciones de abandono afectivo o maltrato, la
experiencia previa con la figura de apego va a condicionar el establecimiento de nuevos y
sanos vínculos afectivos. Es importante que esto lo tengan en cuenta los padres
adoptivos para comprender al niño y darle tiempo para poder elaborar su experiencia
anterior y poder vincularse con ellos.
El menor va a necesitar un tiempo para adaptarse a su nuevo hogar. Los niños ante las
situaciones de cambio reaccionan de diferentes maneras tanto a nivel psicosomático o
corporal, como emocional y conductual. Aunque puede pensarse que un niño más
pequeño tiene mayor capacidad de adaptación, no es del todo cierto que a mayor edad
mayores problemas de adaptación, depende del niño, de su personalidad y su experiencia
previa.
El menor en su nueva casa puede explorar el entorno tanto a través del gateo como
caminando teniendo una actitud curiosa y lúdica o puede mostrarse inhibido ante tal
situación. La participación de los padres adoptivos en el descubrimiento de su casa con
él, como un miembro más y animarle si tiene una actitud retraída a que les acompañe,
afianzará su idea de que forma parte de ese núcleo familiar.
Dentro de éste tendrá que aprender nuevos hábitos, normas, costumbres que muchas
veces deberán ser cambiadas con respecto a las que ha aprendido, las que constituyen la
base de su experiencia, ya que en la actualidad no cumplen ninguna función y otras se
mantendrán.
112
Los hábitos de autonomía personal que no haya adquirido se le irán enseñando poco
a poco y siempre que sean acordes con su edad. Si son más mayores pueden tener
mayor destreza en vestirse debido a su internamiento en el orfanato, pero a veces esto no
ocurre por problemas psicomotrices debido a una baja estimulación anterior. A los dos
años participa en que le vistan y a los tres puede vestirse solo aunque no llege a
abrocharse la cremallera. Mostrarles una actitud empática y tranquila ayudará al menor a
aprenderlos.
Es posible que cuando vaya a dormir tenga problemas de sueño, debido muchas
veces a la inquietud y a la novedad que le produce la nueva situación. Puede tener
sueños intranquilos, despertarse varias veces por la noche y tener miedo. En esos
momentos es muy importante que sus padres adoptivos le tranquilicen y le den
seguridad. Es esencial que el niño tenga su habitación y duerma solo, porque esto va a
facilitar en él su desarrollo evolutivo haciéndole más autónomo y menos dependiente,
aunque sus padres se tengan que levantar varias veces durante la noche.
Las normas y límites dan seguridad al niño, por lo que deben implantarse con
coherencia y claridad.
113
Cuánto mayor es el niño más tendrá interiorizada una determinada conducta de
actuación, es decir, más instauradas y automatizadas estarán en él las conductas que ya
traía aprendidas, que pueden ser acordes o no con las nuevas normas que los padres
quieren establecer, lo que va a producirle una reorganización interna de las mismas para
poder adaptarse a la nueva situación.
Los padres adoptivos ante la inmensa felicidad que les produce su hijo, desean que éste
sea conocido por el resto de la familia, y amistades que a su vez también anhelan dicho
encuentro, ya que éste ha sido esperado por ellos durante un largo período de tiempo.
Sin em bargo, reunir al menor con una gran cantidad de gente que viene a verle y
después se va, que le llevan multitud de regalos y que le hacen excesivas muestras de
afecto, puede repercutir de manera negativa en su proceso de adaptación a la nueva
realidad que va a vivir, porque va a dificultar que el niño internalice y sepa quiénes son
las personas que forman su núcleo familiar. Esto va a ser más relevante cuanto menor
sea el niño. Es importante dosificar las visitas y que éstas le vean de forma paulatina.
114
conociéndolo y le sea familiar, tanto el espacio físico como la actividad que se realiza en
su interior. También es positivo que vea a otros padres con sus hijos, cómo les dejan allí,
cómo se comportan y qué material escolar llevan. También es importante que el niño
conozca el centro, a los profesores y que observe lo que hacen otros niños, ya que le
producirá seguridad y tranquilidad.
Y lo que es más importante para él, que observe cómo otros padres recogen a sus
hijos y la alegría que a ambos les produce el reencuentro. Así, el niño va a ir
interiorizando que los padres después de dejarle se van, principalmente la madre y cómo
después vuelven a por él. Es decir, va afianzando el pensamiento de que nadie le
abandonará de nuevo.
También es fundamental que los padres adoptivos tengan en cuenta que cuando el
menor comience su escolarización, es posible que sus resultados académicos no sean
acordes con lo esperado para su edad. Esto puede ser debido a deficiencias cognitivas,
diferencias culturales o dificultades con el idioma e incluso, a veces, si el niño tiene tres
años puede necesitar apoyo escolar para ponerse al mismo nivel que sus compañeros. Si
no se le exige al menor más de lo que puede hacer, se le evitarán frustraciones
innecesarias y si los padres adoptivos conocen las limitaciones de su hijo, no crearán
falsas expectativas sobre él, beneficiando con dicha actitud el sano desarrollo del menor.
Éste tiene una capacidad para aprender muy rápida por lo que en poco tiempo se pondrá
en el mismo nivel que los demás.
Por otro lado, desde el punto de vista social, en el colegio no suelen tener problemas
de integración, normalmente son bien acogidos y hacen amigos. Si existiera algún
problema de discriminación la actitud con que los padres adoptivos la aborden ayudará al
menor en la resolución del mismo, haciéndole ver que no es nada peyorativo ser
diferente.
"Alejandro tiene 3 años y fue adoptado con 18 meses. La palabra adoptado la decimos
con frecuencia y él ha visto los vídeos de cuando fuimos a su país de origen a recogerle.
Hace unas semanas que continuamente le toca la tripa a su madre y dice que `ésta es la
tripa de mi mamá'. Nosotros queremos decirle la verdad pero no sabemos cómo porque
al ser tan pequeño no sabemos si lo entenderá."
Es frecuente que los padres tengan las sinceras intenciones de hablar a su hijo sobre la
115
adopción pero que cuando llega el momento no sepan cómo hacerlo. Su temor es que
puedan hacer daño al niño con la verdad.
El menor desde muy pequeño percibe muchas más cosas de las que pueda parecer a
primera vista. Sabe o siente en cierto modo que ha sido abandonado y presenta sus
dudas de diferentes formas, como puede ser tocando la tripa de la mamá, con dibujos de
embarazadas y con preguntas confusas sobre los bebés o las gestantes.
Pautas de actuación
La mejor respuesta es la verdad, sea cual sea la forma en la que el niño formule su
pregunta. Se debe responder de tal manera que el niño entienda lo que le están diciendo,
los padres no deben entrar en largas explicaciones, con un niño de 3 años las respuestas
deben ser muy concretas. Si el niño dice "ésta es la tripa de mi mamá" está claro que está
haciendo referencia a sus orígenes. Una respuesta adecuada sería decirle que él no
estuvo en esa tripa, que estuvo en la tripa de otra señora pero que ella es su mamá.
Probablemente el niño se quedará satisfecho durante un tiempo con esa respuesta,
aunque la haga varias veces. Cuando su curiosidad o comprensión no se vean cubiertas
volverá a insistir y entonces habrá que ir ampliándole la información pues no se
conformará con una respuesta tan sencilla.
Hablar al menor con sinceridad sobre la adopción es fundamental para que pueda
elaborar su propia historia. Es necesario responder a sus preguntas adecuándolas a su
edad. Debería estar familiarizado con la idea de su adopción, porque se le ha contado
que fueron a su país donde estaba él para llevársele con ellos, ya que les hacía muy feliz
que él fuera su hijo, que realizaron el viaje de vuelta los tres en avión, enseñándole las
fotos del mismo, qué cosas hicieron cuando llegaron a casa. De ese modo el niño podrá
interiorizar que con sus padres existe un espacio para la comunicación, sintiéndose seguro
y confiado. El niño irá preguntando y tendrá conciencia de que ser adoptado no es algo
que se tenga que ocultar, que es distinto pero igual de valioso que los demás niños.
116
La palabra "adopción" o "adoptado" debería formar parte del vocabulario habitual, no
se trata de decirlo cada cinco minutos, pero si el niño lo oye preguntará cuál es su
significado, y de esta forma, al contestarle con naturalidad desde tan pequeño, aprenderá
a confiar en sus padres y a consultarles sus dudas.
"Irene tiene 3 años y la adoptamos cuando tenía dos y medio. No come mucho pero
bebe dos litros de leche diarios y no quiere agua. Pesa poco para su edad y nos preocupa
que por tomar tanta leche no coma lo suficiente y no gane peso ni altura."
Los padres suelen extrañarse ante estas conductas porque piensan que su hijo, al haber
sufrido situaciones de carencias alimenticias, tanto en cantidad como en calidad, al llegar
a su casa comerán de todo, como si tuvieran que recuperar de golpe lo que no tuvieron y
se angustian mucho con todo lo relacionado con la alimentación.
"He descubierto la leche y me encanta, puedo tomar toda la que quiera." Los niños
descubren que ya no tienen limitaciones a la hora de comer y pueden elegir un alimento
que les gusta mucho como su comida preferida.
Pautas de actuación
Es normal que los niños quieran comer mucho de aquello que les encanta, y esto no tiene
importancia siempre que no deteriore su alimentación en lo referente a la falta de alguno
de los elementos básicos (proteínas, vitaminas, hidratos de carbono y grasas). La leche es
un alimento bastante completo pero no aporta hierro, por lo que sería conveniente
consultar al médico si el niño necesita un aporte suplementario para tener una dieta
equilibrada.
Si el menor come poco pero está alegre, sigue su ritmo diario con vitalidad y no
pierde peso, no hay por qué preocuparse.
El menor puede mostrar conductas de temor hacia cosas u objetos que no son
acordes a su desarrollo evolutivo como sería en este caso tener miedo a los extraños o a
117
los animales. Ante estos miedos una actitud tranquilizadora por parte de los padres, le
ayudará al menor a ir superándolos.
Puede tener conductas obsesivas relacionadas con el orden, es decir, que se muestre
excesivamente ordenado a su edad y que tenga dificultad para adaptarse a los cambios.
Ante estas conductas es importante mostrarse comprensivo, ya que muchas veces
denotan inseguridad y le sirven para poder desenvolverse en su entorno. Una actitud
flexible por parte de los padres ayudará a que se relaje y acepte las situaciones
novedosas.
Otra conducta posible es la excesiva demanda de atención hacia los padres, hasta
provocarles que se sientan desbordados y no sepan cómo contentarle. Los padres
adoptivos deberán tener en cuenta que como su hijo es muy vulnerable ante una
situación de rechazo y abandono, tenderá a vincularse afectivamente con ellos de una
manera ansiosa porque no tiene la seguridad de que le vayan a querer. Todavía no ve a
sus padres como figuras estables que van a vivir con él, sino como transitorias.
Ausencia de límites
118
"Luis tiene casi 3 años y le adoptamos cuando tenía 2. Vino muy débil y hemos tenido
problemas con su salud porque siempre estaba malito por diferentes motivos, aunque no
eran causas graves. Por esta razón siempre le hemos consentido mucho y ahora no
sabemos có mo ponerle límites, pues cuando le decimos que no a algo se nos agarra con
fuerza y llora desconsoladamente, lo que nos da mucha pena, aunque una vez que
consigue lo que quiere se le pasan todos los llantos y tristezas."
"Sabemos que a un niño es necesario ponerle límites pero nos preocupa dejarle llorar,
porque hemos leído que un niño adoptado puede volver a sentirse abandonado si no se le
coge lo suficiente y no queremos que eso le pase a nuestro hijo."
"Ya sé que llorando consigo lo que quiero. Si no me dan algo tendré que llorar más
tiempo y más fuerte para conseguirlo."
Pautas de actuación
Todos los niños, sean biológicos o adoptados, saben cómo manipular a sus padres para
conseguir lo que quieren. Es cierto que no es bueno dejar que un niño adoptado llore
cuando la causa de su llanto pueda ser el miedo al abandono o un sentimiento de soledad,
pero eso es una cosa, y otra muy distinta que los niños utilicen su llanto para conseguir lo
que quieren de sus padres. Éstos, en general, saben diferenciar un llanto manipulador de
uno sincero y no deberían dejarse arrastrar por los caprichos de sus hijos, pues esto no
beneficia en nada a los pequeños.
Poco a poco el niño aprenderá que cuando sus padres le dicen una cosa la cumplen y
por lo tanto entenderá que hay determinadas pautas que no puede saltarse.
119
Cuadro 5.2. Trastornos de conducta
120
En algunos casos de adopción pueden existir en el menor factores biológicos que
podrían derivar en problemas psicopatológicos. Éstos estarían relacionados con el
embarazo de la madre, el parto y el tiempo que estuvo con ella antes de pasar a la
institución ya que puede haber habido consumo de sustancias, falta de cuidados en el
transcurso del embarazo y en el niño tras su nacimiento, también abandono físico y
afectivo y situaciones de maltrato. Estas circunstancias podrían influir de manera
negativa en su desarrollo físico y psicológico.
Muchos niños también presentan a nivel físico problemas de estrabismo, que estarían
relacionados por un lado, con los niños que crecen en espacios muy pequeños, que no
tienen contacto con el medio exterior y que sólo tienden a fijar la vista en objetos
próximos, y por otro, por aquellos que se han criado en cunas rodeadas de sábanas a los
lados para impedir que vieran a otros niños y así evitar que produjeran problemas, lo que
hacía que no fijaran la vista de manera adecuada. Además pueden sufrir enfermedades
respiratorias debido a que han vivido en centros donde había muchos menores, la
ventilación de los mismos no era adecuada lo que a veces les provocaba avitaminosis
(enfermedad producida por la escasez o falta de ciertas vitaminas). Asimismo, puede
darse algún retraso psicomotor, ya que en los orfanatos donde están no hay muchos
cuidadores que puedan atenderlos, por lo que no salen al exterior sino que permanecen
en cunas o parques. Por todo esto, los niños que evolutivamente podrían hacer cosas
como caminar o sentarse aún no lo hacen.
121
institucionalizado más de seis meses, se verá más afectado que las carencias producidas
por malnutrición, aunque ésta le va a hacer más vulnerable a dichas deficiencias pero no
es tan determinante como la institucionalización. Si el niño es adoptado con menos de
seis meses, su desarrollo cognitivo va a aumentar con la adopción, obteniendo una
recuperación cognitiva sobre dos o dos años y medio después de estar con la familia
adoptiva. Sin embargo, a mayor edad de la adopción del menor, sobre todo si éste es
mayor de dos años, el desarrollo cognitivo disminuye.
La base para establecer una buena comunicación con su hijo tiene que estar
fundamentada en la capacidad de saber escucharle y en que las interacciones
comunicativas entre ambos sean claras y coherentes. Que se den respuestas adecuadas a
las preguntas que formule el menor y exista un equilibrio entre los componentes afectivos
e intelectivos en la comunica ción que se mantiene con él, de tal modo que adquiera
confianza, seguridad, capacidad para pensar por sí mismo, sepa tomar decisiones y
expresar sus emociones y sentimientos conforme vaya creciendo.
•Valorar los esfuerzos que haga por colaborar en las tareas de casa que sean
122
adecuadas a su edad.
Preguntas y respuestas
Hace 2 años adopté a mi hijo Carlos, que actualmente tiene 3. Cuando vino
mordía continuamente, tanto a nosotros como a su hermano y a otras personas
de fuera. Esta conducta aunque ha disminuido no ha desaparecido. Ahora va a
empezar la guardería y me preocupa que muerda a otros niños. Quisiera saber
por qué muerde y qué puedo hacer.
Como seguramente será el caso de su hijo, muchos niños adoptados muerden por varias
razones:
•Puede ser una conducta que anteriormente haya utilizado para defenderse de sus
compañeros.
•Lo primero sería comprender por qué lo hace, que entiendan que hay una razón.
123
Por lo que refiere parece que su hija está pasando por la etapa evolutiva de los "terrores
nocturnos" que se manifiestan tal y como usted los describe. No es nada preocupante y
lo lógico es que desaparezcan en poco tiempo.
Hace dos meses adopté a una niña de dos años, estamos preocupados porque no
presta mucha atención cuando se le habla, pasa muchas horas inactiva, se queda
sentada entre sus cosas, apartada de los demás miembros de la familia y apenas
habla. ¿Qué puedo hacer? y ¿Qué puede pasar?
124
125
Introducción
Desde el punto de vista psicomotor, a los tres años el niño empieza a controlar todos los
movimientos de su cuerpo que anteriormente eran un poco inestables. Puede correr con
soltura y es capaz de hacer torres con cubos debido al control de la horizontalidad y la
verticalidad. Puede frenar cuando está corriendo y modular la velocidad de su carrera. A
los cuatro años ya salta alternando un pie con otro, pero es a los cinco cuando lo hace
sobre un solo pie. También copia un círculo con la mano. Con cinco años, ya tiene
equilibrio y sabe orientarse en las cuatro direcciones. El niño ha desarrollado mucho su
sistema locomotor, por lo que a partir de este momento sus avances son menos
espectaculares.
Intelectualmente, entre los cuatro años y los siete años se desarrolla en el niño la
inteligencia representacional o simbólica, es decir, es capaz de adjudicar a objetos
concretos características de otros a los que representa, por ejemplo puede coger un trozo
de madera y jugar con él como si fuera un coche.
A los cinco años también pregunta "para qué" refiriéndose a cuestiones prácticas.
En esta etapa, con respecto al sueño, se dan pesadillas que no duran mucho tiempo.
Mantiene sus opiniones e intenta defenderlas. Tiene una imaginación desbordante, lo que
a veces le lleva a mentir. Es importante saber que estas mentiras no tienen la intención
que en los adultos, pues el niño todavía puede confundir la realidad con sus fantasías.
126
El niño de 6 años sigue teniendo una energía inagotable. Se dan en él contradicciones
y su estado de ánimo puede alterarse bruscamente por cosas sin importancia, puede
enfadarse porque su batido no es de fresa y al momento bebérselo encantado.
A esta edad, suele estar muy centrado en sí mismo y le gusta que le refuercen
continuamente sus logros. Empieza con entusiasmo muchas cosas pero no suele
terminarlas.
Los padres adoptan al niño pero el niño también tiene que adoptar a los padres, es
decir, el menor también tendrá que aceptar plenamente a sus padres para sentirse a gusto
con ellos y que la adaptación entre todos los miembros de la familia se realice con éxito.
127
Los niños de tres años y más, ya se dan cuenta de todo y son mucho más
conscientes de los cambios. Tienen más miedo ante lo que va a pasar en su nueva
128
familia, por lo que se intentará que los cambios sean lo menos bruscos posibles y la
presentación e integración con la familia extensa se hará de forma paulatina.
En el país de origen el niño ha podido ser preparado para que se comporte de una
determinada manera. Algunos llaman mamá o papá nada más ver a sus padres, a pesar
de que son unos totales desconocidos para él. Es importante no forzarle a hacerlo y
explicarle que no se le va a hacer daño, que entienden que para él son unos extraños pero
que con el tiempo se sentirá bien. El explicarle que no se le va a dañar es fundamental. Si
no conoce el idioma, deberían decírselo en el suyo, aprender unas cuantas frases que le
calmen y ayudarse de un traductor para transmitirle tranquilidad.
Algunos niños se niegan a ver los vídeos y no quieren hablar de nada de su pasado.
Si esto es así, lo mejor es respetarlo. Ya lo hará más adelante cuando se sienta
preparado.
A la llegada al país de destino, el pequeño suele estar asustado por todo lo que está
viviendo y no se le debería someter a un grupo de gente chillando de alegría por su
llegada. El niño no percibiría dicha alegría sino que se podría sentir agobiado y más
asustado de lo que ya está. Es necesario hacérselo comprender a los familiares y amigos
y dosificar la presentación del menor a aquellas personas que en no mucho tiempo
pasarán a ser importantes para él. Todo aquel que quiera el bienestar del niño, lo
comprenderá. Si han esperado dos años pueden esperar un par de semanas más.
Al llegar a casa se le enseñará ésta, explicándole que es ahí donde van a vivir
siempre, que esa es su casa. Se le llevará a su habitación y también se le dirá que esa es
su cama y su espacio privado, que lo que hay dentro son sus pertenencias y sus cosas.
129
cuanto más sencilla sea, más facilidad tendrá para ir comprendiendo lo que es cada cosa
y para qué sirve.
La nueva familia en la que se integra el niño está formada por dos personas o por
más, en caso de que haya hermanos u otros parientes, que de momento son unos
extraños para él, necesitará un tiempo para acostumbrarse a ellos y probablemente no
querrá quedarse con nadie hasta que no se sienta seguro. No se le debe obligar a
permanecer con otras personas si no quiere, pues la separación de sus padres puede
generarle inseguridad, ansiedad, evocarle su anterior abandono o hacerle pensar que se le
abandona de nuevo. La percepción del tiempo es muy distinta entre los adultos y los
niños, lo que para un adulto puede significar "un rato" (por ejemplo, un par de horas),
para el niño puede resultar un tiempo tan largo que le haga pensar que ya no van a volver
con él.
Rosa fue adoptada hace dos años en Costa Rica cuando tenía casi cuatro. Sus padres
tenían dos hijos biológicos, Marta de seis y Andrés de ocho años. Aunque al principio sus
hermanos estaban muy ilusionados con su nueva hermana, conforme ha ido pasando el
tiempo se ha ido produciendo un distanciamiento entre ellos, sobre todo con su hermana.
No comparten juegos ni actividades y muchas veces se observan ciertas actitudes de
rechazo.
"Cuando iniciamos el proceso de adopción nuestros hijos estaban muy contentos con la
llegada de una nueva hermana. Al poco tiem po observamos que ésta era excluida de los
juegos, actividades e incluso de las conversaciones de nuestros hijos biológicos. En
muchas ocasiones la rechazan abiertamente, la culpan cuando hay algún conflicto y no la
permiten integrarse en su círculo de amigos. Estamos muy preocupados de que esto
afecte a la buena marcha de la familia y cause problemas de adaptación en nuestra hija
adoptada. Además creemos que puede perjudicar también nuestra relación con ella."
La llegada de un menor adoptado a una familia donde ya hay otros menores que forman
parte del núcleo familiar puede provocar un problema añadido a las dificultades de
adaptación. El menor siente que no es el único centro de atención y el único destinatario
de los cuidados y afectos de los padres. Puede sentirse en inferioridad de condiciones
sobre todo si hay varios hermanos que pueden formar un núcleo cerrado. El aislamiento
130
puede extenderse a otros círculos debido al sentimiento de que si sus propios hermanos
no son accesibles tampoco lo serán otros niños en el ámbito escolar y social. El menor
puede sentir que la relación con sus nuevos padres es menos estrecha que con sus
hermanos debido a los lazos ya establecidos, esto puede dificultar la adecuada formación
de los vínculos paterno-filiales.
Pautas de actuación
En estos casos los padres deberían mantener una actitud mediadora muy decidida y
constante. Las actividades en grupo por parte de la familia son muy importantes. En este
sentido se deberían facilitar situaciones en las que toda la familia participase, ya sean
juegos, entretenimientos y todo tipo de actividades lúdicas. También puede ser clave
incentivar los sentimientos de responsabilidad de los hijos mayores hacia el menor de tal
forma que éstos se sientan protagonistas de la labor de integración del nuevo hermano,
un buen ejemplo sería la cooperación en las tareas escolares. A veces el tener amistades
fuera de la familia por parte del menor, por ejemplo en el colegio, puede ser un buen
camino de apertura que se extienda a las relaciones dentro del núcleo familiar. Es muy
importante que el niño adoptado sienta el afecto de sus padres en la misma medida en
que observa las relaciones afectivas con sus hermanos.
Fomentar la autonomía
Respecto a sus hábitos habrá que observarlos y mantener aquellos que son adecuados.
Hay casos en que los niños comen y se visten solos cuando llegan a su nueva casa, y por
el deseo de las madres de sobreprotegerles, comienzan a hacerlo ellas hasta que el niño
deja de valerse por sí mismo. Luego estas madres se quejan de que sus hijos "van para
atrás".
También es importante darle libertad para que exprese sus sentimientos y su afecto o
para que no lo haga. Si rechaza las muestras de cariño de sus padres cuando intentan
abrazarle, besarle, acariciarle, etc. se le deberá respetar pero se le puede decir que le
quieren, que aunque comprenden que no le guste darles un beso ellos le siguen
queriendo. Cuando el niño se sienta verdaderamente aceptado, comenzará a dar muestras
de cariño él también.
Todo ello hará que se vaya estableciendo un lazo afectivo con la nueva familia.
Cuando al niño le cuesta establecerlo se debe tener paciencia y se le debe animar a que
hable de lo que se acuerde de su pasado. A veces no quieren crear un nuevo vínculo
porque sienten que eso significaría traicionar a su familia biológica, renegar de ella, o por
su pasado traumático. En estas circunstancias se le puede explicar que puede seguir
131
queriendo a sus padres biológicos y que con ello no hace daño a sus padres adoptivos.
Esto supondrá una tranquilidad para el menor, pues significa darle permiso para estar en
contacto con sus padres o pasado sin traicionar a nadie.
Los terrores nocturnos también son frecuentes en estas edades. Consisten en que el
niño chilla, llora, suda y a veces se incorpora de la cama; su aspecto transmite verdadera
angustia, pero, aunque tenga los ojos abiertos, no es consciente de nada, al día siguiente
no recuerda lo que dijo o hizo. Cuando esté en esta situación se le puede tranquilizar
cogiéndole en brazos, echándole en la cama o sujetándole si está muy alterado hasta que
se calme, y cuando lo haga se le introduce de nuevo en la cama en la que seguirá
durmiendo tranquilamente sin acordarse de nada.
Problemas de alimentación
Boris fue adoptado con 5 años en Rusia, aunque han pasado varios meses desde su
adopción sigue presentando problemas con la ingesta de comida y tiene rechazo a beber
agua si no es en una taza.
"Tanto su padre adoptivo como yo hemos intentando darle a probar distintos platos de
comida para que fuera familiarizándose con ellos. En general, como le gusta todo se lo
come, el problema que tenemos es que su apetito es insaciable, muchas veces después de
haber comido, coge comida de la despensa y se la come a escondidas. También tiene la
132
manía de beber el agua sólo en un tipo de taza, negándose a beberla en otro recipiente."
"He estado tanto tiempo en la institución, que muchas veces he pasado hambre, nunca he
tenido la certeza de que mañana podría volver a comer. Me resulta difícil poder beber
agua en un vaso, cuando era pequeño solían dármela así y me obligaban a bebérmela
muchas veces sujetándome la cabeza y haciendo que me la tragara."
Pautas de actuación
El vínculo que el menor haya establecido previamente será determinante para la creación
de uno nuevo con su familia actual.
133
siguiente por la misma, esto perjudica al menor creándole inseguridad y no le ayuda en su
adaptación.
Figura 6.1. Es frecuente que al principio el niño rechace a los padres adoptivos.
•Edad: cuanto más mayor sea en el momento de la adopción, más difícil será su
integración familiar. Esto constituye un componente de riesgo, no por la edad en
sí misma, sino por la acumulación de experiencias y recuerdos negativos que ha
134
sufrido el niño. Su actitud ante una nueva familia puede ser negativa porque
anticipa el fracaso, un nuevo abandono.
•Raza: el pertenecer a una raza diferente a la de los padres supone una dificultad
añadida.
•Malos tratos: el haberlos sufrido o haber sido objeto de abusos sexuales dificulta el
establecimiento de nuevos vínculos afectivos.
•Preparación de los padres: es muy importante que los padres sepan cuáles son las
dificultades con las que se pueden encontrar, para que sus expectativas sean
reales.
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•Relación de pareja: la estabilidad en los padres proporcionará un ambiente
equilibrado, que puede ofrecer un entorno de seguridad al niño.
Si se desea adoptar a un menor de esta edad, los padres deberán conocer las
dificultades con las que se van a encontrar y tomar la decisión después de haber
reflexionado ampliamente y no dejarse llevar por un sentimiento de pena o de ayuda mal
entendido, ya que el menor se vería perjudicado.
Marta fue adoptada cuando tenía 6 años y Antonio cuando tenía casi tres, en Colombia,
hace ahora seis meses. Sus padres adoptivos pensaban que la adopción de dos hermanos
no les iba a suponer muchos problemas, pero en el día a día, la convivencia con ellos, en
el período de adaptación, les está planteando muchas dificultades. Expresan que son muy
diferentes, dicen que Marta es menos afectiva, más retraída y tiene una conducta más
distante hacia su madre. Sin embargo, Antonio demanda más el afecto de sus padres,
tiende a irse con todo el mundo y es muy comunicativo.
"Nosotros queríamos tener más de un hijo adoptado, así que pensamos que adoptar a
dos hermanos nos haría muy felices. Pensamos que el proceso de adaptación iba a ser
más fácil para los menores por ser hermanos, porque tendrían más cosas en común y se
apoyarían el uno en el otro. Sin embargo, no ha sido así, Marta es muy sumisa,
obediente pero creo que no me llega a aceptar como su madre, necesitaría estar con ella
136
más tiempo, pero Antonio demanda tanto nuestra atención que nos resulta muy difícil
atender adecuadamente a los dos. Además, mi marido debido a su horario de trabajo no
puede ayudarme todo lo que necesitaría."
"Al ser la hermana mayor, tengo a mi hermano pequeño, pero éste siempre está con
mamá. Yo me siento muchas veces sola. He estado en el orfanato muchos años
sintiéndome poco querida. No tenía muchos amigos y hablaba poco, intentaba pasar
desapercibida para no tener problemas. Me gustaría que mi mamá adoptiva me quisiera,
se ocupara más de mí e intentara comprenderme. Me porto bien para que no me
devuelvan, pues ellos siempre se quedarían con mi hermano, por ser más pequeño y me
separarían de él."
Pautas de actuación
Cuando una familia adopta a dos hermanos, tienen que tener en cuenta que el período de
adaptación va a ser más difícil, que si se adopta sólo a un menor. Esto es debido a que
los caracteres y las necesidades de cada uno de los menores van a ser diferentes. Y si
esto no se tiene en cuenta pueden surgir problemas que eclipsen el éxito de la adopción.
Hay que considerar la edad de los menores, pues el mayor, al llevar más tiempo en la
institución, tendrá más secuelas emocionales. También se habrá dado cuenta con mayor
claridad de que ha sido abandonado y habrá tenido la experiencia diaria de lo que supone
vivir en un orfanato, en el que ha ido desarrollando una serie de comportamientos, que
aunque allí eran eficaces, porque le salvaguardaban de problemas, en la actualidad no le
sirven. Ahora, tiene que volver a aprender a relacionarse, a tener mayor confianza y
seguridad tanto en sí mismo como en el entorno. Necesitará que sus padres adoptivos le
dediquen más tiempo para poder ir estableciendo un vínculo afectivo estable con ellos.
Necesitará sentirse querida y saber que no va ser abandonada si se porta con naturalidad
y que no tiene que dar la imagen de ser una niña buena. Con respecto al hermano menor,
también necesitará un tiempo para poder vincularse emocionalmente con sus padres, para
aprender a ser selectivo a nivel afectivo y a saber diferenciar a éstos de los demás. Cada
hijo requiere un tiempo y unos modos de actuación, por este motivo la adopción de
hermanos puede convertirse en una adopción de riesgo, si no se tiene esto en cuenta.
Si el menor habla un idioma diferente, lo adecuado sería que los padres aprendieran unas
palabras y frases elementales en su idioma para poder comunicarse mínimamente con él.
Si no es así, los niños de estas edades suelen tener recursos suficientes para hacerse
137
entender y pedir lo que necesitan en lo que se refiere a sus necesidades básicas, por lo
que eso no es un problema, ya que aprenden rápidamente y en poco tiempo dominarán el
idioma e igualarán a los niños de su edad en el área del lenguaje.
En el caso de que el menor no quiera hablar en su lengua materna una vez que ha
adquirido el vocabulario suficiente en su nuevo idioma, no es adecuado obligarle, ya que
podría ser una manera de rechazar su pasado con experiencias desagradables.
La comunicación es algo más profundo que adjudicar unas palabras a unos objetos:
es saber escuchar y transmitir los sentimientos, es dar al otro (en este caso al niño) la
oportunidad de que se exprese sin que se sienta criticado, de que pueda preguntar con
libertad todo lo que quiera sin que sienta que incomoda a sus padres.
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-Carlos: ¡Hola mamá! ¡La profesora es una tonta!
-Mamá: ¡No digas eso!
-Carlos: ¡Pero mamá! Es que...
-Mamá: ¡Es que nada, a la profesora no se la insulta!
-Carlos: Bah... contigo no se puede hablar.
En esta situación, Carlos sale enfadado del colegio e insulta a la profesora. Su madre
sólo se centra en esto, que no se debe hacer, y lo único que consigue es que su hijo se
cierre en banda y no le cuente lo que ha pasado. Posiblemente, Carlos se sienta no
comprendido, seguirá enfadado y no reflexionará sobre lo que ha ocurrido ni sobre la
manera de solucionarlo.
139
lo que cuenta, como ¡Umm...! ¡Ya...!. No hay que olvidar que lo que para un adulto
puede resultar una tontería para un niño puede ser algo muy importante.
Los niños suelen saber enfrentarse a sus problemas mejor de lo que piensan sus
padres. Antes de facilitarles una solución o consejo es mejor darles la oportunidad de que
lo resuelvan por sí mismos, y ofrecerles la ayuda de los padres, pero sin anticiparse.
Respecto a las preguntas sobre su adopción habrá que estar muy atento porque no
siempre las expresan de un modo claro. Si la pregunta es "¿yo estuve en tu tripita?" no
hay ninguna duda de que la respuesta es "no" acompañada de una explicación que sea
comprensible para su edad. Las respuestas siempre deben ser verdaderas, por duras que
sean, pues la realidad es la que es y eso no se puede cambiar. Si se miente al niño, lo
acabará detectando y dejará de confiar en sus padres.
Las respuestas deben ser adecuadas a la edad del menor y no ir con la explicación
más allá de lo que se pregunta. Cuando el niño se quede satisfecho con lo que se le dice
es que la respuesta es adecuada, ya volverá a investigar cuando le surjan nuevas dudas.
Todavía hay padres que piensan que es mejor no hablar a su hijo de su abandono
porque creen que será muy doloroso para el pequeño. Seguro que lo es, pero más lo será
percibir que sus padres le ocul tan algo sobre él. Ante esto rellenará ese algo oculto con
imaginaciones y fantasías mucho peores que la realidad que le están ocultando.
En estos casos deberán ser los padres los que aborden el tema de su adopción, ver
hasta dónde sabe y hasta dónde quiere saber y tratar de satisfacer su curiosidad.
140
Distintos trastornos de conducta y modo de resolverlos
Algunas de las conductas problemáticas tienen que ver con la sobreprotección y la falta
de límites de algunos padres sobre sus hijos adoptivos, a los que tratan como si fueran
hijos únicos y a los que no les imponen una disciplina adecuada. El resultado de esto y de
un excesivo control son conductas infantiles del niño que se comporta con su madre
como si fuera más pequeño de lo que es, no obedece, con lo cual se produce en la madre
un estado de ansiedad que no beneficia a ninguno de los dos.
Cuando los menores adoptados en estas edades llegan a sus casas, suelen tener
bastante autonomía en lo que se refiere a sus hábitos cotidianos, como comer solos,
vestirse y dormir solos; también están acostumbrados a ser disciplinados. Los padres
pueden mantener estas buenas costumbres que no son incompatibles con cuidar y querer
al niño con esmero.
141
•Sueño: un problema frecuente en los niños de estas edades, biológicos y
adoptados, es la existencia de pesadillas y terrores nocturnos. Estos trastornos
suelen desaparecer pronto, si no es así habrá que pensar en la existencia de algún
conflicto, que en el niño adoptado puede estar relacionado con su pasado. Se
puede intentar hablar con él de sus sueños, decirle que seguramente todavía está
asustado por todos los cambios y experiencias que ha pasado y tranquilizarle
siempre diciéndole que no se le va a abandonar. Si no desaparecen las pesadillas
sería conveniente consultar con un especialista.
•Bloqueo: con frecuencia, cuando se les dice algo que no entienden muy bien, se
quedan bloqueados, se ponen rígidos y no son capaces de hablar ni de moverse.
Parece que esta conducta responde a una situación de miedo por no saber qué
hacer, no sabe si le regañan o no y esto le bloquea emocional y físicamente. En
esta situación se debe abrazar al niño y calmarle, decirle que no pasa nada y
tenerle en brazos todo el tiempo que necesite.
•Rabietas: es muy frecuente que manifiesten rabietas que son mucho más llamativas
de lo normal, son explosiones de rabia. Pueden aparecer de repente y sin motivo
aparente y a veces les duran más de una hora. La sensación que dan es de
sufrimiento y se muestran incontrolables e inconsolables. Ante esto, lo mejor es
permanecer al lado del niño diciéndole que no tiene por qué asustarse, que sus
padres estarán siempre con él y que no le van a abandonar. Si es preciso sujetarle
para que no se haga daño, se hará de la forma menos brusca posible.
142
los padres o que simplemente lo haya porque tiene miedo de que le quiten algo
que le gusta. Sea el caso que sea se le explicará que ésa no es una manera de
conseguir las cosas, que puede disponer de lo que hay en casa pidiendo permiso.
Si los robos responden a una forma de molestar a los padres o profesores se le
dirá que entienden que está muy enfadado por todo lo que ha pasado y que segu
ramente roba para exteriorizar su enfado, pero que sus padres adoptivos le
quieren y que comprenden su rabia. El niño poco a poco, según se vaya sintiendo
seguro y querido, dejará de robar.
•Mentiras: se dan con frecuencia en los niños adoptados que ya tienen capacidad de
comprensión y las dicen sabiendo lo que hacen. En muchas ocasiones el objetivo
es que les acepten, piensan que si se muestran como son les rechazarán. A veces
se convierte en una conducta automática que desaparece cuando el niño se siente
en un entorno acogedor y aceptado por sí mismo.
•Pedir perdón: nada más llegar a la familia, piden perdón por cualquier cosa. Es
necesario decirles que no pasa nada cuando se rompe un vaso sin querer o
cuando ocurre cualquier cosa sin importancia, que no por ello se les va a dejar de
querer. Pedir perdón es un signo de madurez pero en estos casos hace referencia
al temor de los niños a que "los devuelvan".
•Separaciones: hay niños que no tienen problemas en quedarse con sus familiares
mientras sus padres salen a cualquier lado, pero hay otros que son incapaces de
separarse y les supone un verdadero sufrimiento alejarse de sus padres. Algunos
han llegado a estar una hora abrazados a ellos. En estos casos las despedidas son
muy dolorosas porque el miedo al abandono está muy presente. No se debe dejar
al niño con nadie si su reacción ante la separación es tan dramática como la
referida anteriormente.
Miedo a la separación
Martín fue abandonado con un año por su madre. Después estuvo con una mujer hasta
casi los tres años, que le dejó en una institución porque enfermó y no pudo seguir
cuidándole. Con cuatro años fue adoptado. Tras la adopción, el niño suele estar
continuamente al lado de su madre adoptiva, intentando siempre tener un contacto físico
con ella. No tolera estar solo jugando o viendo la televisión, necesita que estén sus padres
a su lado. Se sintió muy angustiado cuando su padre adoptivo volvió al trabajo, después
de estar mucho tiempo con él. Ahora va a tener que incorporarse al colegio, y sus padres
están preocupados porque cuando se lo han dicho se ha puesto muy nervioso y ha
reaccionado con mucho miedo.
143
Voz de los padres
"Debido a que me han abandonado anteriormente varias veces, me he sentido solo, sin
afecto y desprotegido. Mi experiencia es que es posible que vuelva a ocurrir, no tengo en
mis padres adoptivos la suficiente confianza y la seguridad de que no lo vayan a hacer. Si
me separo de ellos pueden desaparecer fácilmente, como me ha ocurrido antes. No
quiero que mi padre se vaya, no quiero ir al colegio, que me dejen allí, porque puede que
no vuelvan."
Pautas de actuación
El miedo al abandono se da en los niños adoptados con mucha frecuencia, sobre todo a
una edad en la que ya tienen una experiencia previa. Saben que es posible porque les ha
ocurrido anteriormente. Debido a esta vulnerabilidad, es necesario actuar con ellos de
una manera determinada en relación a las separaciones. Es necesario ir dándole al niño la
seguridad y la confianza de que no se le va a dejar. Ir enseñándole poco a poco que el
hecho de que uno de los pa dres se vaya no significa que desaparezca. Si va a trabajar es
positivo mostrarle el sitio de trabajo, incluso llevarle para que lo conozca. Hablar con él
por teléfono desde allí, para que sienta que aunque está lejos, es posible acceder a él, que
si le necesita, puede oír su voz. Asimismo, cuando vaya a ir al colegio es importante
enseñarle el mismo, que vea cómo son las clases, que vea a los otros niños y que
conozca al adulto que va a ser su profesor. Esta manera de actuar le irá tranquilizando.
También podrá observar cuándo entran y salen los niños, cómo los dejan sus padres y
los recogen, para que él vaya interiorizando que los padres se van, pero luego vuelven,
que siempre vuelven, que no se queda ningún niño allí. Cuando el niño se escolarice es
fundamental que al principio vaya poco tiempo, sólo unas horas, para que vaya
acostumbrándose poco a poco a la separación, el niño no tiene el mismo concepto del
tiempo que un adulto, lo que para éste es un ratito, para el niño puede ser una eternidad.
Así, con esta manera de actuar, el niño no tendrá tanto miedo a ser abandonado por sus
144
padres adoptivos pues tendrá más confianza en ellos.
•Miedo ante insectos: algunos niños han manifestado conductas de terror ante una
mosca o mosquito. Esto podría responder a que en su país sufrían picotazos de
algunos insectos que les producían dolor y escozor. Ante estas conductas los
padres deben mostrarse tranquilos para que el niño vea que no pasa nada, que
esa mosca o cucaracha, no les puede hacer daño.
145
•Chantaje emocional: los niños se dan perfectamente cuenta de la actitud de los
padres hacia ellos y de su estado emocional, que no dudan en utilizar para su
propio beneficio, para conseguir lo que quieren. Los niños adoptados han pasado
por experiencias difíciles, pero ello no significa que sean unos pobrecitos a los
que se va a frustrar ante cualquier capricho que se les niegue. Los padres han de
mantener las normas y hábitos que les imponen y no responder a sus chantajes
emocionales si lo que quieren es ayudarles.
Es frecuente que, ante cualquier negativa, los niños digan: "¡Tú no eres mi verdadera
madre!". Si ella siente en alguna parte dentro de sí que esto es verdad, es que no tiene
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asumida totalmente su maternidad. Ella es su madre por muy enfadada que esté con su
hijo y una manera de contestar a un ataque como ése podría ser: "Tu madre soy yo y por
eso tienes que bañarte antes de cenar", "todo ese rollo está muy bien pero ponte a hacer
los deberes ahora mismo."
Cuanto más tiempo haya estado institucionalizado un niño, mayores serán las
secuelas que produce en él. También influirá el número de cuidadores que haya tenido y
el trato que éstos le hayan dado.
Si un niño entre tres y seis años no ha logrado establecer vínculos emocionales con
su familia biológica o con otras figuras maternas, puede tener muchas dificultades en
crear un nuevo lazo afectivo, lo que en un futuro puede traducirse en incapacidad para
mantener relaciones estables y satisfactorias.
•Dolores y malestar difuso que no está justificado por ninguna causa orgánica.
•Mareos.
•Retraso escolar.
•Dificultades de pronunciación.
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•Ansiedad ante la escuela o los deberes escolares.
•Timidez.
•Mentiras y robos.
En el desarrollo afectivo:
•Baja autoestima.
•Miedos: a salir solo por si se pierde, a que sepan que es adoptado, a perder a su
nueva familia, a personas y lugares nuevos.
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Su adaptación será más lenta ya que los hábitos adquiridos estarán muy establecidos
y cambiarlos será difícil.
Lo que nunca se debe olvidar es que debajo de todo mal comportamiento y de los
problemas que presentan está el miedo a un nuevo abandono y a no ser querido.
149
institución, por lo que su opinión no se tiene en cuenta resintiéndose su concepto de
individualidad. Si además, ha estado en varias casas de acogida y no ha conseguido
adaptarse, pueden pensar que son malos ya que nadie ha querido "quedarse" con ellos.
Según vaya siendo más mayor se le permitirá decidir en cosas más relevantes y en
aquellas que tengan que ver directamente con él. Por ejemplo, si se le va a cambiar de
colegio, los padres pueden informarse de cuáles son los más afines a sus criterios de
educación y una vez seleccionados se le dejará al niño que elija a cuál quiere ir.
En la convivencia familiar siempre hay situaciones en las que los pequeños pueden
decidir, si se les estimula a que lo hagan su autoestima se verá favorecida.
Cuando el niño hace algo malo, nunca hay que criticarle a él sino a lo que ha hecho,
se reprende la acción y no la característica personal. Por ejemplo, si por hacer una
tontería se le rompe un vaso se le debe decir: "Eso que has hecho es una tontería" y no
"eres un tonto;" si se ha manchado la camisa es mejor decir: "La próxima vez ten
cuidado con el tomate" que "¡eres un guarro!".
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se puede sentir toda la rabia del mundo, lo que no se puede hacer es sacarla en forma de
conducta agresiva ni contra nadie ni contra sí mismo. Él puede desear pegar a su
hermano pero lo que no puede hacerlo. Cuando los niños aprenden que no pasa nada por
experimentar lo que sienten, dejan de percibirse como malos y aprenden a comunicar sus
emociones, pues saben que sus padres no les van a criticar.
Construir con el niño una lista de cualidades positivas y siempre que se tenga ocasión
contárselas a los familiares y amigos. Es importante no decir nada que no sea verdad
porque el niño lo capta y el perjuicio sería peor que el beneficio.
Reforzar cada tarea bien hecha que haga. Por difícil que sea su comportamiento
siempre habrá algo que haga bien: dejar un vaso en su sitio, ponerse bien los pantalones,
darle la comida al perro, etc. Reforzar significa hacerle saber que lo que ha hecho está
bien, que su conducta se reconoce y gusta. Siempre que se pueda se debe decir al niño
que se sienten orgullosos de él, que están muy conten tos de que esté con ellos. Díganlo
sólo cuando verdaderamente lo sientan.
Reforzar no consiste únicamente en decir: "¡Oh, que bonito!" cuando el niño enseña
un dibujo o un trabajo manual, esto no le servirá de mucho, El pequeño necesita saber
que se han fijado en su obra, para ello puede hacer una descripción lo más detallada que
pueda de lo que tiene delante. Por ejemplo: "¡Qué casa tan bonita, tiene un tejado rojo
con dos ventanas y aquí un río con un pez. También veo un árbol con manzanas rojas,
¡debes sentirte muy orgulloso de que te haya quedado tan bonito!". Por pequeño que sea
un niño siempre se puede describir, si ha pintado varios garabatos se puede reforzar
diciendo algo así: "¡Cuántos colores, aquí está el rojo que se dobla y este azul parece un
palo al lado de este color verde que hace una curva!". Con este tipo de descripciones el
niño se siente escuchado y con la sensación de que lo que hace es valioso.
151
El niño tiene derecho a tener su espacio personal, por pequeño que sea tiene que
aprender que hay cosas que sólo son suyas y que nadie tiene derecho a tocarlas o a
tirarlas. Un niño de tres años no es capaz de ordenar ni limpiar su habitación para que
nadie se meta en ella, pero sí puede tener un lugar, un cajón o una caja de cartón en
donde guarde todo aquello que para él es valioso. Seguramente acumulará muchas
porquerías, pero serán las suyas. Cuando el cajón esté a rebosar o tenga demasiadas
cosas amontonadas seguro que su madre tiene recursos suficientes para convencerle para
hacer limpieza y tirar aquello que el niño considere que no es imprescindible.
Integración en la escuela
Lo normal es que los niños vengan con cierto retraso con respecto al nivel académico del
país de destino. Los padres son conscientes de que ese retraso se puede producir, pero
cuando llega el momento de la verdad, les cuesta asumir que su hijo sea el último de la
clase.
Lo más adecuado sería que poco a poco se incorporara en el colegio, empezando con
unas horas hasta terminar el horario completo. Esto no es tan fácil con niños de 6 años,
pues la normativa educativa en estos cursos no permite esto. Tampoco permite que un
niño de 6 años se incorpore a una clase de 5 independientemente de su nivel académico.
Ante esto, lo mejor es hablar y mantener un contacto fluido con los profesores,
explicarles cuál es la situación del niño y entre todos favorecer su integración. También
sería conveniente llevarle a un colegio que esté cerca de casa para que cuando salga a
jugar al parque conozca a los niños y no tenga que esforzarse en tener varios grupos
sociales diferentes. Las ventajas de tener el colegio cerca son varias, además de la
comodidad de la distancia, sus amiguitos serán del mismo nivel socioeconómico que él,
podrá ir a los cumpleaños sin tener que hacer un despliegue logístico de la familia para
poder llevarle podrá reunirse en su casa o en la de sus compañeros para estudiar. Estas
ventajas suplen a la enseñanza de otro colegio que a lo mejor sus padres hubieran
decidido pensando en el bien del menor. Un error frecuente es matricularle en un "buen
colegio" haciendo un esfuerzo económico para que el niño aproveche la educación. Si
quiere estudiar, estudiará, y si no quiere hacerlo no lo hará aunque esté en el mejor
colegio del mundo; pueden obligarle a ponerse delante del libro pero no a estudiar, que es
muy diferente.
152
Si el colegio al que va tiene un nivel económico superior al suyo, puede sentirse
desplazado por no poder competir con sus compañeros en las actividades que oferta ese
centro, como montar a caballo, esquiar o estancias en otros países para aprender nuevos
idiomas. En estos casos, además de no disfrutar de las ventajas del colegio del barrio, se
sentirá inferior a sus compañeros y esto no le beneficiará en nada. No favorece a ningún
niño, pero menos a uno adoptado que ya ha pasado por situaciones "diferentes".
Si el niño necesita apoyo se le puede dar siempre y cuando no suponga para él una
situación traumática y rechace de plano todo lo relacionado con el estudio. Si es así lo
mejor es que acuda al colegio, que aprenda lo que pueda y que al año siguiente repita.
Durante ese año habrá aprendido el lenguaje suficiente para poder cursar el año que
perdió.
Es importante reforzar cada progreso y cada esfuerzo que haga, un premio puede ser
una sonrisa, un abrazo o una frase cariñosa.
Preguntas y respuestas
153
Tengo una niña de 4 años a la que adoptamos con 2 y medio. Todo ha ido bien
hasta que este año ha empezado a resistirse a ir al colegio y se queda llorando.
La profesora me dice que permanece en un rincón y no se quiere acercar a los
otros niños.
Si ésta no fuera la causa, podría serlo el que le haya pasado algo en el colegio y se
defienda en su rincón como lo hacía antes en el orfanato. Hablen con ella con
tranquilidad diciéndole que no tenga miedo, que nadie le hará daño. Poco a poco
recuperará la confianza en el colegio y en sus profesores y compañeros. Si esta conducta
se mantuviera durante mucho tiempo, sería conveniente acudir a un profesional.
154
155
Introducción
El niño ya tiene desarrollado su sistema locomotor y a partir de los seis y siete años será
capaz de perfeccionar los movimientos hasta el punto de practicar un deporte. A esta
edad comienzan a entrenar muchos deportistas de élite.
A partir de los siete u ocho años comienza a consolidar las normas y los hábitos que
le han enseñado; es la etapa del comienzo de los juegos de reglas (parchís, oca,
barquitos). Su pensamiento pasa de ser concreto a abstracto y les gusta razonar todo
aquello que no entienden, necesitan explicaciones de lo que pasa en el mundo que les
rodea.
En todo este intervalo de edad, los amigos y compañeros adquieren vital importancia,
el niño necesita sentirse integrado en un grupo y siente temor a ser rechazado, por lo que
el miedo al ridículo adquiere especial importancia en esta etapa infantil y preadolescente.
Entre los siete y los diez años aproximadamente se vuelve tímido y sus problemas no los
cuenta. Manifiesta su malestar con conductas alteradas en casa si los problemas son en el
colegio, y en éste si los problemas son en casa.
A partir de los nueve o diez años vuelve a mostrarse comunicativo y comparte con
sus padres sus emociones. Le gusta relacionarse con sus compañeros y trabajar en
equipo. Sentirse integra do en un grupo hace que poco a poco vaya adquiriendo su
individualidad.
Los referentes más importantes en estas edades son principalmente los padres, pero
también los profesores y educadores. Los niños suelen buscar otros referentes
socialmente exitosos (un futbolista o un cantante) y tienden a imitarlos. Es importante
hacerles ver que la realidad no es siempre como aquello que ven en la televisión y
enseñarles a que valoren las cosas para que adquieran un criterio propio.
156
eficaz tiene que cumplir tres reglas:
1.'Que sea inmediato (cuando los niños son muy pequeños, si éste se retarda, el
menor olvidará la falta y no entenderá por qué le castigan). En este apartado los
niños son capaces de cumplir un castigo postergado: a un niño de diez años, por
ejemplo, se le puede castigar con no ver su serie de televisión favorita que se
emite por la tarde.
2."Que sea coherente, es decir que siempre se aplique con la misma falta. Si el
castigo depende del humor del padre, el niño no sabrá si lo que ha hecho está
bien o mal. Por ejemplo, cada vez que se saca la comida de la boca se le manda
a la cocina a terminar de comer y que siempre que haga lo mismo reciba el
castigo señalado o uno equivalente.
3.'Que sea proporcionado. Que ante una falta grave el castigo sea más fuerte que si
la falta ha sido leve. No es lo mismo llegar diez minutos tarde a casa que hacer
novillos en el colegio.
A través del castigo el niño aprende lo que está bien y lo que está mal, el objetivo es
que el niño interiorice estos conceptos y sea él mismo el que se los imponga.
Héctor es un niño de Perú que fue adoptado por sus padres cuando tenía ocho años.
Transcurrido un año desde su adopción el menor ha provocado situaciones conflictivas
en la familia y el ámbito escolar, centradas en su agresividad y falta de disciplina. Se han
producido llamadas de atención desde el colegio por protestas de profesores y padres de
otros alumnos. Los padres han intentado mejorar la situación a través del diálogo pero el
menor parece rechazar abiertamente estos intentos conciliadores.
"Sabíamos que un menor de esta edad podía presentar problemas, porque ya tendría
establecida una conducta y personalidad propias, que dificultarían la adaptación a una
nueva familia y a la relación con nuevos amigos. Pero la situación nos desborda, porque
no parece posible comunicarse afectivamente con él, ni hacerle entrar en razón sobre la
importancia de sus estudios y de la buena marcha de las relaciones con sus compañeros.
Además, nos preocupa mucho que su actitud agresiva aumente y pueda provocar
problemas más serios, no sabemos cómo resolver esta situación."
157
Voz del niño
Pautas de actuación
Los menores con un rango de edad como el presente han pasado probablemente mucho
tiempo institucionalizados. Tienen una historia personal ya elaborada, unos hábitos y
maneras de enfrentarse al mundo consolidados desde su experiencia previa a la adopción.
La formación de nuevos vínculos afectivos es por tanto más difícil. El menor tenderá a
realizar aquel tipo de conductas que le han sido útiles en su historia personal previa, y
éstas, lamentablemente en muchas ocasiones han sido altamente competitivas y han
supuesto enfrentamientos, rivalidades y conflictos con otros menores de su edad.
También es probable que su experiencia de la disciplina tenga un carácter fuertemente
autoritario que haya creado un rechazo abierto a las figuras de autoridad. En estos casos,
es fundamental que el trabajo de adaptación exceda el ámbito familiar e incluya de
manera activa el escolar. En este sentido el diálogo y la cooperación entre padres,
profesores y orientadores del centro tendría que ser muy estrecho. A pesar de la
apariencia de rechazo, es necesaria la constancia en las muestras afectivas hacia el
menor. La adecuada valoración de los pequeños logros que realice es decisiva. Siempre
será más útil que el menor se sienta recompensado por éstos que castigado por sus
conductas. La orientación adecuada de sus relaciones y de su círculo de amistades es
fundamental, los profesores deberían seleccionar cuidadosamente a sus compañeros de
mesa y de trabajo y los padres podrían promover relaciones constructivas con otros
menores de su círculo social. El deporte puede ser un vehículo importantísimo para
encauzar la energía, agresividad y sentido de la competitividad del menor. En el caso de
que las conductas agresivas no puedan ser canalizadas adecuadamente se debería buscar
apoyo profesional.
La historia de cada persona forma parte de su vida, y cómo haya transcurrido es algo que
no se puede escoger. Los niños adoptados no han elegido que les abandonen, pero ésa es
su realidad y tienen derecho a saberlo y a conocer cualquier dato que exista sobre su
158
pasado.
A partir de los siete años se tiene suficiente memoria para recordar parte de la vida
pasada. Para ayudarle a superar sus experiencias anteriores se le animará a que cuente
sus recuerdos, que hable de sus amigos, de lo que hacía en la institución o en el orfanato.
Si el menor se niega lo mejor es respetarle y dejar para más adelante el abordaje de su
pasado.
La adopción de niños de mayores de seis años son adopciones de riesgo, entre otras
razones porque la actitud de los niños cuando vienen, en muchos casos, no es nada
facilitadora. No se puede olvidar que en la mayoría de los casos han pasado por varias
casas de acogida con los consiguientes rechazos, en las que sus experiencias no han sido
muy gratas; suelen ser bastante desconfiados y están alertas de su entorno esperando qué
es lo que va a salir mal esta vez.
159
y la adopción tendrá más posibilidades de fracasar.
La única manera de abordar su historia previa es decir la verdad, sea la que sea. Es
posible que el menor pregunte algo que se desconoce en cuyo caso la única respuesta
posible es "no lo sé", pero se intentará hablar con él para ver cuáles son sus fantasías
respecto a esa pregunta. La fantasía más común es que sus padres eran personas muy
importantes y que alguien les arrebató a su hijo por la fuerza.
Un dato que siempre se conoce a estas edades es su nombre. El menor lleva con él
mucho tiempo, ya se lo pusieran sus padres biológicos o el orfanato. Es lo único que
conserva de su pasado, forma parte de su identidad; no se le debe cambiar ya que
produciría un efecto psicológico negativo, es una forma de no respetarle, él podría
entender que sus padres adoptivos no le tienen en cuenta ni le respetan, esta actitud de
los padres dificultaría su integración.
En algunas sentencias pone que ningún familiar se quiso hacer cargo del niño y que
nadie del país le reclamó. Esto puede ser vivido como un segundo abandono. En estos
casos se le puede decir, que para que puedan adoptarle personas de un país diferente es
necesario ese requisito y no debe interpretarse de otra manera.
160
Si el menor ha sido víctima de malos tratos y retirado de sus padres, se le puede decir
que las personas que hacen eso están psicológicamente enfermas y no son capaces de
cuidar de un niño, por lo que el Estado se hizo cargo de él, llevándole a un colegio en
donde no le maltrataran.
Sea lo que sea lo que pregunte, la verdad es la única respuesta posible: ayudará a dar
confianza y seguridad al menor.
"Adoptamos a Paula con 7 años, actualmente tiene ocho y medio. Siempre ha sido una
niña abierta y nosotros hemos respondido a sus preguntas de adopción, que no han sido
muchas, con naturalidad. Ella sabe perfectamente que es adoptada, y se lo dice a
cualquiera que esté cerca "soy adoptada" sin ningún pudor. Sin embargo nos sorprende
que desde que le hemos leído el cuento de "El Patito Feo" no se quiere separar de él, nos
pide que se lo leamos continuamente y nos dice que "¡pobrecito el Patito Feo, que no
tiene mamá! Supone mos que tanta repetición significa algo pero no sabemos qué puede
ser. Queremos ser sinceros con nuestra hija y respondemos a sus preguntas con
franqueza, pero nos damos cuenta de que eso no es suficiente, hay algo que se nos
escapa de las manos."
"Yo soy como el Patito Feo, mi mamá también me abandonó." El niño puede
identificarse con aquello que hace referencia o tiene parecido con su historia previa, en
este caso, la niña se identifica con un personaje de un cuento que también había sido
abandonado.
Pautas de actuación
Una cosa es que el niño utilice la palabra adoptado y otra muy distinta que entienda
plenamente su significado.
A la edad de 8 años, los niños ya tienen pensamiento abstracto, es decir, son capaces
de representarse mentalmente las cosas sin necesidad de que estén presentes y también
son capaces de elaborar y comprender conceptos.
161
La palabra adoptado es un concepto que significa que un niño ha sido abandonado y
que después ha sido incorporado a una familia, que no es la biológica, como un miembro
más de ella.
Los niños son muy intuitivos y a veces expresan lo que sienten o les preocupa no con
palabras sino con determinados comportamientos. En este caso Paula, cuando dice
"¡pobrecito el Patito Feo que no tiene mamá!" está haciendo referencia a ella misma, al
abandono de su propia madre biológica.
Es importante observar qué dicen y qué no dicen para saber qué puede haber detrás
de sus palabras y explicarles sus dudas.
Uno de los requisitos para considerar que una adopción es de riesgo es que se produzca
cuando el niño es mayor de seis años, por lo tanto son llamadas así las adopciones que se
producen en este intervalo de edad (siete a doce años), lo que significa que la adaptación
del niño a los padres y de éstos al niño se verá dificultada por una serie de variables, unas
derivadas del menor y otras de sus padres.
162
Figura 7.1. La existencia de hermanos supone un factor de riesgo en la incorporación de
un menor a la familia.
Además de la edad, otros factores que hacen que las adopciones sean de riesgo son:
la presencia de hermanos, ya sean biológicos o de la familia adoptante, pertenecer a otra
raza, padecer alguna enfermedad física o psíquica y las altas expectativas respecto al
futuro hijo.
La adaptación pasa por tres fases: la primera es la llamada luna de miel, en la que el
menor no expresa su agresividad y todo parece que va muy bien. En esta fase, también
llamada de ajuste, los cambios que se dan son ligeros. La segunda es la de prueba, en la
que el niño se enfrenta a sus padres con conductas provocativas para comprobar si sus
padres le quieren; en esta fase los cambios son más profundos, los padres tienen que
recurrir a nuevas estrategias para manejar las situaciones familiares conflictivas, una de
ellas es reducir las exigencias que en un principio se habían planteado para los
componentes familiares, y la tercera es la fase de adaptación o de rechazo.
163
La adaptación no se da en un continuo en el que se va mejorando paulatinamente,
hay avances pero también hay retrocesos; el niño demuestra afecto a sus padres en unos
momentos y en otros los rechaza. El que estos cambios vayan desapareciendo y se
solidifiquen los avances afectivos del niño, depende mucho de la actitud de los padres.
Cuanto mayor respeto y más se adapten a las nuevas situaciones, más ayudarán a su hijo
a que se integre en la familia.
No todos los padres sienten a los menores como sus hijos en el mismo período de
tiempo, algunos les incorporan a los dos meses, otros a los diez y otros tardan dos años
en sentirles como sus propios hijos. Cada cual necesita un tiempo y es mejor no forzarse,
porque eso generaría estrés en el menor, en los padres y en la relación.
En la familia adoptiva
Con respecto a su nueva familia el niño puede manifestar rechazo hacia alguno de sus
miembros, ya sea el padre, la madre, un tío, la abuela o por el contrario, debido a un
apego ansioso, se mostrará demasiado cariñoso y pedirá continuamente manifestaciones
afectivas de todo tipo. Esto es debido al temor a que les abandonen de nuevo, por lo que
necesitan estar físicamente pegados a sus padres.
En la familia de origen
Una forma de dificultar la creación de nuevos lazos afectivos es interesarse mucho por
164
las personas que anteriormente le cuidaban, ya fueran sus familiares biológicos o sus
cuidadores en la institución.
"Adoptamos a Andrea con 7 años y actualmente tiene 12. Ha sido una niña un poco
rebelde pero no ha causado grandes problemas. Lo que nos preocupa es que no es nada
165
pudorosa, cuando sale de la ducha o va al baño no cierra la puerta y se pasea desnuda
por la casa cuando se le antoja. Le decimos que se está convirtiendo en una mujercita y
que tiene que tener su intimidad pero no nos hace caso."
"La desnudez es algo natural y lo ha sido en nuestra familia, pero ahora comprendemos
que nuestra hija está en una edad en la que debe tener y respetar tanto su intimidad como
la de los demás."
"Mi cuerpo no es nada especial ni valioso, no entiendo por qué mis padres se enfadan
tanto cuando salgo desnuda de la ducha para ir a mi habitación."
Pautas de actuación
Los niños que conviven en orfanatos, por la propia infraestructura de éstos suelen
realizar muchas actividades en común, una de ellas suele ser la de la ducha, por lo que
para ellos el sentimiento de intimidad no se desarrolla con tanta fuerza como en los niños
que está acostumbrados a hacerlo solos desde pequeños. Pero el pasearse desnuda por la
casa puede obedecer a otras causas:
•Los niños que han sufrido abusos sexuales de pequeños aprenden que su cuerpo
no vale, que si los demás no lo aprecian es porque realmente no tiene valor.
Aprenden que son los otros los dueños de su cuerpo y por eso lo utilizan; si los
demás no lo respetan, él tampoco lo hará.
•El adulto que ha abusado del menor ha podido ofrecerle regalos o, en el peor de los
casos, ha sido el único contacto "cariñoso" que ha tenido el niño. Si es así, éste
puede asociar la utilización de su cuerpo para conseguir regalos o cualquier otra
cosa que desee como el cariño o la admiración de los padres, por lo que pensará
erróneamente que a sus padres les agradará su conducta de exponerse desnudo.
•Otra posible causa sería una conducta provocativa contra sus padres, cuyo objetivo
sería agredirles utilizando su cuerpo.
En todos los casos es fundamental hablar con el menor y explicarle que su cuerpo es
valioso y digno de respeto y de amor, que entienden que ha podido pasar por
experiencias dolorosas que le han hecho pensar que su cuerpo no lo es, pero que esto no
es así.
166
Decirle que para ustedes él es muy importante y que no es necesario que utilice su
cuerpo como instrumento para nada, que le quieren por sí mismo y que le querrán
siempre. Mostrarle también que nadie tiene derecho a tocar su cuerpo de forma que a él
le incomode y que tampoco tiene que ganarse el cariño de los demás ofreciendo su
cuerpo. Si alguien pretende hacer esto es que no le quiere de verdad.
No bastará con abordar este tema en unas pocas ocasiones, será necesario repetirlo
hasta que el menor sea capaz de sentirse valioso y respetar y apreciar su cuerpo.
Otra dificultad es que las leyes de algunos países receptores del niño, como es el caso
de España, no permiten que se matricule en un curso inferior al que le corresponde por
su edad, lo que suele provocarle ansiedad por sentirse en inferioridad de condiciones
frente a sus compañeros.
Este handicap hace que el menor tenga que sobreesforzarse para equipararse a
aquéllos. Aquí es donde los padres deben ser comprensivos y no exigirle más de lo que
puede dar en un principio. Ya se ha visto que las altas expectativas son una causa de que
la integración no se produzca de forma adecuada. Si los padres esperaban de su hijo que
fuera el primero de la clase, les costará asumir un mal rendimiento escolar y le
transmitirán de alguna manera su desilusión, generándole un motivo más para que se
sienta ansioso.
Uno de los miedos evolutivos de esta edad es hacer el ridículo, sobre todo frente a
sus compañeros y un niño en esta situación de desventaja puede temer que éstos se rían
de él.
Para fomentar su rendimiento se le puede proporcionar apoyo en casa, bien por parte
de los padres o por parte de profesores particulares. Si se opta por la segunda opción,
sería conveniente que el profesor fuera del mismo sexo del menor y de una edad lo más
aproximada a la suya, para que pueda encontrar en él a un amigo además de un
educador.
167
Lo habitual es que acepte de buen grado el apoyo, pues a ningún menor le gusta ser
el último de la clase, pero si lo hace, es mejor no forzarle y ofrecérselo más adelante,
decirle que respetan su deseo pero que si cambia de opinión sus padres estarán
dispuestos a proporcionarle la ayuda que necesite. Esto hace que el menor sepa que la
puerta del apoyo estará abierta para cuando él quiera y además le transmiten respeto por
sus decisiones.
Además sería conveniente que los padres hablaran con los tutores de su hijo para
explicarles la situación y para intentar ayudarle entre todos. La comunicación con el
centro debe ser fluida.
Es posible que su hijo se enfrente a preguntas por parte de sus compañeros sobre,
por qué le abandonaron o a algún comentario hiriente, como por ejemplo: "Ésos no son
tus verdaderos padres." Hay que dar recursos al niño para que se enfrente a estas
situaciones preparando una serie de respuestas adecuadas, por ejemplo: "Yo también
tengo unos padres biológicos pero además tengo a mis verdaderos padres que son los
adoptivos y tú sólo tienes a los biológicos".
Para que el niño se integre en su entorno social, del que forma parte el escolar, se le
puede fomentar la incorporación a alguna actividad que sea de su interés, como algún
168
deporte, alguna manualidad o cualquier otra que se pueda realizar en equipo.
Adaptación familiar
"Después de 3 años de estar con nosotros y manifestar esa conducta, pensamos que no
le hemos debido de dar el cariño suficiente o no lo hemos hecho de la forma adecuada."
"Yo nunca he mamado y quiero mamar de mi mamá, quiero ser un bebé y que mi mamá
me quiera como a todos los bebés les quieren sus mamás."
Pautas de actuación
169
Los niños que han sido abandonados son niños carenciados, es decir, son niños que no
han tenido cubiertas todas sus necesidades, ni las físicas ni las afectivas y estas carencias
se suelen manifestar a través de algunas conductas, como la de querer mamar de la
madre adoptiva. Es normal que el niño intente hacer esto porque es como si quisiera
recuperar aquello que no tuvo, pero no se le debe consentir. Se le puede decir con cariño
que él ya es mayor para mamar y que se le quiere mucho pero que la forma de
expresarlo es diferente, más adecuada para un niño mayor, que el amor que se le tiene se
le demuestra con besos, abrazos, jugando con él, hablando con él o ayudándole en los
deberes.
Diversidad de conductas
Muchas de las conductas que presentan los niños de estas edades son comunes a las de
los menores de tres a seis años.
Alteraciones emocionales:
170
•Negarse a utilizar el apellido de sus padres adoptivos.
•No saben poner palabras a sus sentimientos. A pesar de que tienen sentimientos
muy intensos, no saben adjudicar la palabra adecuada a cada uno de ellos. Por
ejemplo cuando están muy enfadados, no saben muy bien qué les está pasando y
es necesario decirles: "Eso que sientes es enfado".
Alteraciones sociales:
•Agresividad verbal o física hacia sus compañeros, amigos e hijos de los amigos de
sus padres.
•Rompen objetos de la casa, del colegio o de otros lugares en los que se encuentren.
•Ataques de rabia.
171
•Celos hacia los hermanos, ya sean los suyos propios o los de la familia adoptante.
Demanda todo el afecto para él y le molestan las manifestaciones de cariño hacia
sus hermanos, por lo que continuamente se está peleando con ellos.
•Piden permiso para todo e informan de todo lo que hacen: "Voy a beber agua.
¿Puedo ir al servicio?"
•Autoagresiones.
•Masturbación en público.
•Excesivo pudor.
No todas estas conductas se dan en un mismo niño, cada uno mostrará aquellas que
sean derivadas de un aspecto de su desarrollo en el que ha tenido más conflictos, en el
afectivo, en el físico, en el intelectual y en el social, como también las derivadas de
dificultades en su proceso de identidad.
La mejor forma de ayudarle es fomentar aquellos aspectos en los que muestra más
problemas, no utilizar la crítica, respetar sus opiniones, reforzar todo lo que haga bien y
172
los avances que consiga.
Las deficiencias físicas son las que más pronto remiten, ya que cuando llegan a su
nueva familia la alimentación cambia, los controles médicos les tratan cualquier síntoma
o enfermedad leve. A esto no sólo contribuye el médico sino que también adquiere una
vital relevancia la seguridad que va adquiriendo el menor.
Algunas alteraciones son la manifestación del estrés y de la ansiedad, por eso van
disminuyendo cuando su tranquilidad y seguridad aumenta.
Si es en el terreno social donde hay más conflictos se intentará que se relacione con
otras personas poco a poco, primero con sus parientes, después con chavales de su
entorno proponiéndole actividades en grupo, reforzando cualquier avance que haga.
Se razonará con él que la forma de tratar con los demás no es a través de conductas
agresivas, que ahora no necesita recurrir a la violencia para conseguir lo que quiere, que
comprenden que antes podía ser una conducta habitual en el orfanato para hacerse
respetar o para imponerse a sus compañeros, pero que aquí es diferente. La
comunicación abierta con él y el enseñarle a través de la conducta de los padres pueden
funcionar como un modo de aprendizaje.
173
Las conductas mencionadas en el apartado anterior suelen ser consecuencias de la
institucionalización, y unas son más duraderas que otras.
El bajo rendimiento escolar es una de las características más habituales de los niños
adoptados en la etapa preadolescente, que según unos autores tiene que ver con el bajo
nivel escolar que han tenido en su pasado, pero otros estudiosos lo consideran como algo
más profundo, lo achacan a la falta de estimulación de todo tipo, que han sufrido en el
orfanato. Según esos autores la falta de estimulación cerebral sería la responsable de ese
bajo rendimiento.
Una de las conductas más difíciles de eliminar es la agresividad. Parece que esto se
explica por el tiempo que han pasado en la institución, en donde la agresividad era una
manera de sobrevivir. Esto no sólo se convierte en un hábito, sino que la agresividad pasa
a formar parte de su personalidad. Dicha conducta puede reforzarse por las malas
compañías, si el menor no ha conseguido adaptarse del todo a su nueva familia, puede
encontrar en el grupo de amigos una familia "alternativa" con la que se sienta
compenetrado y en la que la agresividad es una conducta habitual.
En estas edades los amigos son muy importantes e influyentes porque cuando entran
en los doce o trece años, pueden juntarse con malas compañías, pudiendo convertirse en
delincuentes. En su grupo de pares encuentran una familia alternativa con la que se
sienten identificados.
174
cuidadores o ha tenido muchas rupturas vinculares, será muy difícil que establezca un
lazo afectivo sano y las consecuencias de esto pueden ser alteraciones emocionales o
dificultades en todo lo relacionado con el mundo de los sentimientos muy difíciles de
superar.
Si las separaciones han sido numerosas, la manera de vincularse con los demás será
ansiosa, es decir, siempre tendrá en su interior, consciente o inconscientemente, el temor
a que le vuelvan a abando nar, por lo que necesitará que continuamente le confirmen que
le quieren. Las personas celosas tienen un apego ansioso, debajo de sus celos, siempre
está el temor de que su pareja les va a abandonar.
Otras consecuencias de una mala vinculación son las que se muestran en el cuadro
siguiente.
175
Desde el punto de vista de la vinculación, la mejor manera de restablecer o crear un
nuevo lazo emocional es proporcionar al niño ca riño, un buen nivel de comunicación y
el establecimiento claro de límites y normas. Pero no va a ser fácil, se necesitará tiempo
para que el menor se sienta seguro, querido y tenga la certeza de que no le van a
abandonar. Algunos niños de estas edades, al preguntarles qué tal les va con su nueva
familia, responden: "Bien, todavía estoy de prueba". Aunque la adopción ya sea plena,
esa respuesta es la sensación de que todavía no tiene el sentimiento de pertenencia a su
familia adoptiva, con toda la inseguridad que ello conlleva.
Preguntas y respuestas
176
Cada persona necesita un tiempo para adaptarse a los cambios, sean del tipo que sean, y
la llegada de un nuevo miembro a la familia, supone un importante ajuste psicológico por
parte de todos los miembros, que a veces no resulta fácil.
Es normal que todavía no sienta al niño como su hijo, eso también requiere un
tiempo, que para usted es mayor de tres meses. Por eso no es mejor ni peor madre que
otras. Con el tiempo le irá incorporando a su vida y antes de que se dé cuenta verá a su
hijo como tal y será una buena madre, como ya lo demuestra ahora al preocuparse por
esa falta de sentimientos.
Adoptamos a una niña de 10 años que había vivido 6 con sus padres biológicos,
a quienes se les quitó la custodia por maltratarla y después estuvo 2 años en una
institución en donde los castigos eran severos. Al principio la integración fue
muy difícil porque no confiaba en nosotros, se escapó de casa algunas veces, se
nos enfrentaba por cualquier cosa, mentía y robaba. Actualmente todo ha
mejorado bastante pero sigue mintiendo mucho. Cuando lo hablamos con ella
reconoce que es para evitar los castigos. Nosotros pensamos que no somos muy
severos, pero creemos que debe saber lo que está bien y lo que está mal y que
debe responsabilizarse de sus cosas. Los castigos los negociamos con ella, hasta
llegar a un acuerdo, que ella acepta, entre falta y castigo, pero cuando hace algo
inadecuado miente y miente para evitar cumplir el castigo. ¿Qué debemos hacer
para que deje de mentir?
La manera que ustedes están teniendo para abordar este problema es la correcta y deben
seguir así. Si se rinden no ayudarán a su hija que tanto necesita que le den seguridad,
seguridad que le están aportando al exigirle que asuma sus responsabilidades y al
imponerle normas.
Probablemente, sus mentiras son más resistentes a desaparecer porque los castigos,
aunque sean adecuados, los tendrá asociados a los severos que le imponían en el
orfanato y en el fondo es como si tuviera miedo a que aquellos se repitieran.
Hablen con su hija, aunque ya lo hayan hecho antes, de todo lo que pasaba en la
institución, déjenla que saque toda su rabia, no se asusten si llora o se entristece mucho,
será doloroso para todos pero a ella le ayudará a ir eliminando el dolor y el sufrimiento
que todavía le queda dentro. No se conformen con hablarlo una vez, pues necesitará
varias veces para descargar, a través de sus palabras y de su llanto, toda la aflicción y la
amargura que lleva dentro. Cuando haya asimilado que los castigos de sus padres no
tienen que ver con los anteriormente recibidos dejará de mentir.
177
Ejercicio para ponerse en el lugar de su hijo al buscar sus orígenes
Imagínese que por cualquier causa, usted no hubiera conocido a sus padres y hubiera
pasado toda su vida con otras personas que han ejercido de padre y madre, es decir, con
aquellas que le han acompañado en su crecimiento, con aquellas que se han preocupado
por usted, con aquellas que le han mantenido, que le han apoyado en sus estudios, en fin,
aquéllas con las que ha vivido día a día y que usted considera sus padres.
•¿El cariño que siente hacía sus padres disminuiría por conocer a los biológicos?
Probablemente habrá llegado a las mismas conclusiones que su hijo. Háblelas con él
y eso le ayudará a comprenderle mejor y a no tener miedo de lo que pueda pasar si
encuentra a sus padres biológicos.
178
179
Introducción
La adolescencia es una etapa evolutiva amplia que comprende desde los diez a los veinte
años aproximadamente. Es un período de cambios bruscos en el que el adolescente
intenta consolidar su identidad. Su personalidad se ve alterada por una serie de crisis que
afectan a toda la familia y que supone un esfuerzo de todos sus miembros para volver a
restablecer la convivencia familiar.
Los cambios más relevantes de esta etapa evolutiva se dan en diferentes aspectos del
desarrollo: físico, emocional, social, familiar y cognitivo o del pensamiento.
Cambios físicos
Cambios emocionales
Su estado de ánimo pasa de un extremo a otro, tan pronto se siente radiante de felicidad
como el ser más desgraciado del mundo. Le cuesta trabajo controlar los impulsos que
están exacerbados. Tan pronto se muestra comunicativo con los padres como se encierra
en el más hermético de los mutismos. Pasa de una actividad frenética a una pasividad
absoluta, las madres lo describen muy bien cuando dicen: "Se pasa todo el día tirado en
el sofá o no aparece por casa".
Cambios sociales
180
Sus grupos de referencia de amigos y familiares cambian, ya no quieren ir "de visita a
casa de sus tíos." Sus metas e intereses suelen cambiar por lo que los chavales se unen a
otros que como ellos comparten las mismas inquietudes.
Desean ser independientes pero todavía necesitan la protección de los padres, lo que
origina conflictos entre ellos ya que a veces la rechazan y otras les piden ayuda.
Cambios familiares
Los cambios del adolescente hacen que la familia necesite un tiempo para recomponerse.
Ese hijo que antes era alegre, siempre dispuesto a ayudar y parlanchín se ha vuelto un
joven taciturno y reservado que no permite que nadie se meta en su espacio personal. No
acata las normas, se vuelve obstinado y se enfrenta a las imposiciones familiares, lo que
genera conflictos entre ellos. En ocasiones amenaza con irse de casa si siguen poniéndole
límites, ya que él se considera un adulto y no quiere ser controlado por sus padres.
Los padres son desvalorizados y juzgados como peores y menos comprensivos que
otras personas, como sus tíos, los padres de los amigos.
181
Conductas adolescentes
Elisa Fernanda fue adoptada hace dos años en Ecuador cuando contaba 13 años de edad.
Presenta conductas que sus padres consideran que no son apropiadas para su edad. Su
vestuario y aspecto personal le parece provocativo y estrafalario. Ha teñido su pelo de
colores, lleva un par de piercings que se ha realizado sin su consentimiento y ha
demandado de forma impositiva hacerse un tatuaje. Además, algunas noches se ha
ausentado del domicilio familiar con excusas que los padres han comprobado
posteriormente que eran falsas. Tienen también noticias de que ha participado con otros
menores en algún hurto en supermercados y grandes almacenes. Temen que esté
ingiriendo bebidas alcohólicas. Por todo esto su preocupación ha ido en aumento.
"Al principio pensamos que eran cosas normales. Otros adolescentes de su edad también
llevan un aspecto extraño, les gusta cortarse el pelo de forma peculiar y muchos llevan
piercings. Por eso intentamos mostrarnos comprensivos y tolerantes, pero haciéndole
saber que no nos gustaban esas cosas. Con el paso del tiempo se han producido otros
actos que nos han hecho pensar que debíamos haber cortado tajantemente la situación
desde el principio. No sabemos si el problema tiene que ver con la gente con la que se
junta, todos de la misma procedencia de origen o si se trata de un problema personal de
182
ella. No queremos imponerle que abandone el grupo de gente con el que va, porque
parece un pensamiento un tanto xenófobo, pero queremos evitar males mayores. ¿Qué
podemos hacer?"
"Mis padres no entienden que todo el mundo hoy en día va así, es normal. Todos mis
amigos llevan piercings y visten con este tipo de ropa. No voy a ir vestida como una
`pija'. Además los amigos con los que voy son con los que tengo algo que ver, nos
entendemos y nos llevamos bien. Nos lo pasamos estupendamente juntos, alguna noche
no he ido a casa, pero tampoco otras amigas mías y, por supuesto, todas nos inventamos
alguna excusa para no ir. Es lo que hay que hacer. Seguro que ellos también hicieron lo
mismo y `mangaban' alguna cosa en las tiendas. Exageran un montón y se ponen
insoportables."
Pautas de actuación
183
•Miedo a que sus hijos dejen de obedecerles y no les vean como figuras de
autoridad.
•Que quieran ser totalmente independientes cuando sepan que ellos no son sus
padres biológicos.
•Temor a que sus hijos repitan las conductas de sus padres biológicos (alcoholismo,
delincuencia, drogas).
•Miedo a no poder establecer vínculos afectivos con sus hijos adolescentes después
de todo el cariño que les han dado.
Figura 8.1. Siempre ha de responderse con la verdad a las preguntas que el menor haga
sobre sus orígenes.
El adolescente se verá más apoyado y unido a sus padres, si éstos le han dicho la
184
verdad desde pequeño. Si ha llegado a la adolescencia sin secretismos ni ocultamientos,
mayor será el sentimiento de pertenencia a su familia adoptiva y menos curiosidad por la
biológica. Todo lo oculto y prohibido genera deseo de conocer, y cuando el adolescente
no sabe o sabe a medias, llenará con su imaginación aquellas lagunas que tiene y mayor
serán sus ganas de buscar a los padres biológicos para satisfacer la necesidad de indagar
sobre su origen. Por eso cuanto más sincero se haya sido con él, mayor sea su
autoestima, la confianza en sí mismo y en sus padres y cuanto menos hayan des
valorizado los padres adoptivos a los biológicos, menor será la necesidad de idealizarles o
infravalorarles y lo único que le moverá a buscarles será la curiosidad.
En ocasiones los padres adoptivos hablan mal a sus hijos de los biológicos con el
objetivo de que no muestren interés por ellos. Esto es un error porque lo único que
consiguen es que los niños se sientan en la obligación de ir a "rescatar" a sus padres de la
miseria en la que les imaginan.
Además tendrán que asumir varias pérdidas, la de sus padres biológicos con los que
han fantaseado muchas veces durante la infancia, deberán fortalecer los vínculos con sus
padres adoptivos, la pérdida de su origen y tendrán que asumir una vida distinta a la que
hubieran vivido en caso de haberse quedado con sus padres.
Tienen que aceptar que no fueron concebidos por un deseo, sino que su nacimiento
fue algo circunstancial para sus padres biológicos.
La identidad
Armando fue adoptado con 7 años en Perú; ahora que tiene 14 años se hace muchas
preguntas sobre sus orígenes, quiere saber de su pasado y habla mucho acerca de sus
padres biológicos.
"Cuando adoptamos a Armando, ya sabíamos que con la edad que tenía quizás
tuviéramos dificultades en su proceso de adaptación, ya que había estado durante años
en una institución y eso le habría influido de alguna manera. Intentamos hablar dentro del
núcleo familiar sólo lo imprescindible en relación a su pasado, porque queríamos que
empezara de nuevo su vida. Ahora que tiene 14 años únicamente parece estar interesado
185
en su familia biológica y dice que quiere marcharse a su país."
"Quisiera saber quién soy, cuáles son mis orígenes, por qué me dejaron mis padres en la
institución, qué fue de ellos. No sé por qué mis padres adoptivos han intentado eludir ese
tema, tan importante para mí. Necesitaría poder hablar, poder comunicarme con ellos,
que quisieran escuchar todo lo que pienso y me preocupa."
Pautas de actuación
186
Los adolescentes (adoptados y biológicos) pueden presentar trastornos de
internalización como estrés, ansiedad, depresión o de externalización como dificultades
de aprendizaje, comportamientos agresivos o conducta antisocial. Los trastornos de
externalización se dan más frecuentemente en los adolescentes adoptados que en los
biológicos.
Cuando los robos, las mentiras y las conductas de enfrentamiento responden a una
forma de comprobar que sus padres le quieren, es decir, son una manera de ponerles a
prueba, esas conductas remitirán hablando con él y haciéndole ver que no es necesario
que compruebe a cada momento que sus padres siguen a su lado.
Otra causa de estas conductas sexuales precoces puede ser el tener un apego
evitativo, que es aquel que tienen las personas cuyo miedo a que les abandonen puede
originar rechazo al contacto físico. Si éste es el caso, el adolescente no podría
relacionarse de una forma afectiva madura y sólo podría hacerlo a través del sexo.
Todas las conductas mencionadas anteriormente son difíciles para todos, padres e
hijos, será necesaria una especial dosis de paciencia y un continuo diálogo hasta que
entienda que no es necesario recurrir a todos esos comportamientos para asegurarse la
aceptación y el cariño de sus padres.
Pertenencia a bandas
Dimitri tiene 16 años, fue adoptado en Rumania con 5. Aunque cuando era pequeño
tenía muchos amigos con los que se relacionaba, desde hace unos meses solo se junta
con chicos que pertenecen a países del Este. Sus padres están preocupados porque sólo
parece estar interesado en pasar mucho tiempo con ellos.
187
"A nuestro hijo parece como si ya no le importásemos, no quiere estar con nosotros y
prefiere estar con sus amigos. Nos preocupa que sólo ése sea su grupo de amistades, que
vista de forma parecida y que pueda tomar drogas cuando sale con ellos."
Pautas de actuación
Cuando existen datos sobre la historia del menor, los padres se la irán contando según
vaya preguntando. El preadolescente debe sentir que se le dice la verdad. Puede llegar un
momento en que pida leer la sentencia (documento en el que se adjudica el menor a la
familia y en el que se pone todo lo relacionado con su vida anterior). Cuando un menor
decide leer la sentencia ya no es un niño pequeño por lo que se le debe permitir que la
lea, dejándole que exprese sus sentimientos o su silencio con libertad. Es importante
respetar el modo en que quiera hacerlo, si desea irse a su habitación a leerla o estar
rodeado de los padres, es su decisión y se debe acatar, en cualquier caso los padres
deben estar atentos y dispuestos para apoyarle, consolarle, explicarle o darle cualquier
cosa que necesite en esos momentos, seguramente un abrazo será reconfortante.
188
países la madre tiene que estar presente en el juicio de adjudicación del menor a la
familia adoptiva y ratificar su decisión de dar a su hijo en adopción. En otras ocasiones,
para que se le pueda adoptar, debe ofrecérsele a sus familiares, y si ninguno se hace
cargo de él es cuando se le puede dar en adopción. Esto puede ser vivido por el niño
como un segundo abandono. En estos casos se le puede decir, que para que puedan
adoptarle personas de un país diferente es necesario ese requisito y no debe interpretarse
de otra manera, no es un segundo abandono sino un trámite para poder adoptar.
Si el menor ha sido víctima de malos tratos y retirado de sus padres, se le puede decir
que las personas que hacen eso están bien a nivel psicológico y no son capaces de cuidar
de un niño, por lo que el Estado se hizo cargo de él, llevándole a un colegio en el que no
le maltrataran.
Sea lo que sea lo que pregunte, la verdad es la única respuesta posible. Ayudará a que
el menor se sienta más seguro y confiado.
Con respecto a la adopción hay que estar atentos a sus comentarios y preguntas, ser
sinceros con él y con uno mismo. Si los padres se sienten incómodos tratando el tema del
abandono, el niño lo percibirá y es posible que deje de preguntar y construya en su
imaginación aquellas respuestas que no obtiene de sus padres, y éstas pueden ser falsas,
exageradas, dramáticas, etc. ocasionando más daño del que produciría la verdad en el
menor.
Carlos es un adolescente de 15 años, que fue adoptado con diez en Rusia. Aunque sus
padres adoptivos intentaron vincularse afectivamente con él, les resultó muy difícil.
189
Tendía a rechazar sobre todo a su padre y se enfrentaba a él. Solía enfadarse a menudo
y manifestaba conductas agresivas. Ante tales actitudes intentaron que aceptara las
pautas de conducta que se le imponían. Ahora en plena adoles cencia cuestiona con más
intensidad las normas y la autoridad que se le impone.
"Cuando adoptamos a Carlos, quisimos que nos considerara como a sus verdaderos
padres. Intentamos darle nuestro afecto, pero parecía que él no llegaba a querernos,
sobre todo a su padre adoptivo. Como solía ser agresivo le impusimos normas y castigos,
que aunque al principio los acataba, luego los iba desobedeciendo. Ahora cuando las
cosas no salen como él quiere, se comporta de manera agresiva con nosotros."
"Mis padres adoptivos nunca han querido saber por qué me he comportado así. El
tiempo que viví en el orfanato, que fueron muchos años, las personas que me cuidaban
no solían ser afectivos conmigo, sólo se fijaban en mí si me enfadaba o me peleaba con
alguien. También entre mis compañeros, si no me mostraba agresivo se aprovechaban de
mí."
Pautas de actuación
190
adolescencia, puede ser que estén relacionadas con ese período evolutivo. La
adolescencia es una etapa de grandes cambios y lo normal es que se produzcan
enfrentamientos generacionales. El adolescente quiere reafirmar su personalidad y para
ello necesita oponerse a las normas que le imponen. Intentará conseguir que los límites
que le marcan sus padres sean más amplios y a éstos los considerará excesivos, pues él
ya se siente lo suficientemente mayor para controlarse solo y se resistirá a que lo hagan
los demás.
Todo esto es normal y los padres deben tener paciencia y para que sea más fácil
comprender a su hijo sólo tienen que recordar cómo fue su propia adolescencia, seguro
que se sorprenden recordando actitudes parecidas con respecto a sus propios padres.
Cuando un hijo adoptado dice a sus padres: "Tú no eres mi verdadera madre", es lo
mismo que cuando un hijo biológico dice: "Yo no te pedí venir al mundo". El dolor que
pueden provocar ambas frases estará determinado por el grado de madurez de los
padres, pues las dos tienen como objetivo un chantaje emocional para conseguir lo que
quieren. En estas ocasiones lo que procede es no hacer caso y contestar, por ejemplo:
"Tú eres mi hijo y, digas lo que digas, esta noche tienes que venir a las diez a cenar". El
chaval aprenderá que ése no es el camino y dejará de utilizar esa estrategia, pero si
percibe que sus padres titubean, aunque sepa que le quieren, la seguirá usando para
conseguir sus objetivos.
Hay una serie de normas elementales, incluidas en el "Decálogo de actitudes para tratar
con adolescentes" de Fernando Tos cazo, que puede orientar a los padres a tratar y
enfrentarse a sus hijos:
191
4.Actitud sincera de ayuda: en el ánimo de los padres debe haber la suficiente
generosidad y capacidad de sacrificio para dejar que el adolescente madure
paulatinamente, y aprenda de sus errores. Es conveniente orientarle más que
imponerle.
10.Valorar sus esfuerzos: Cada vez que haga algún progreso en algo, se sentirá
orgulloso si sus padres se lo valoran y tenderá a repetir los comportamientos. No
critique su persona sino sus acciones.
Preguntas y respuestas
192
allí estuvo viviendo 4 años con sus padres y uno en el orfanato. Cuando llegó y
se incorporó al colegio no quería que le llamáramos por su nombre original, y
por ello decidimos españolizarlo. Sin embargo, ahora quiere cambiárselo de
nuevo, nos pide que le llamemos por su primer nombre y está empezando a
firmar de forma distinta y no sabemos qué hacer, si dejarle con su nombre en
español o dejar que recupere el otro. ¿Qué sería lo más adecuado?
Ese cambio en su hijo seguramente tiene que ver con su estado evolutivo en el que busca
su identidad. Probablemente en su proceso de reafirmarse se siente confuso y en este
momento tiene presente a sus padres biológicos, estará preocupándose por sus orígenes.
Lo adecuado sería abordar este tema con él y dejarle que exprese sus sentimientos y
dudas. Respecto a cambiar el nombre, no se debe permitir, ya que eso le confundiría
más. Si él siempre ha sido Juan, seguirá siéndolo y la firmeza de los padres le dará
seguridad.
Muchas veces cuando se adopta a niños mayores, estos pueden manifestar una conducta
como la que se describe. Eso puede ocurrir porque han sido niños abandonados hace
mucho tiempo en la institución, en la que han permanecido durante años.
Hay niños que antes de haberlos llevado allí han estado viviendo con su familia
biológica, y pueden haber sufrido en ésta malos tratos, tanto a nivel físico como psíquico,
por parte de la madre, el padre o ambos y por esta razón no han establecido una buena
relación paterno-filial, de tal manera que no ha llegado a consolidarse entre ellos un buen
vínculo afectivo o apego seguro.
193
motivo sería necesario ayudar al menor a que elabore su propia historia, para que pueda
así, reconstruir un nuevo vínculo afectivo. Para eso sería necesario que se creara en la
familia un espacio de comunicación y diálogo para poder conversar, escuchar y en el que
los padres mostraran hacia él actitudes afectivas, empáticas y comprensivas, sintiéndose
de esta manera el adolescente más confiado y seguro.
194
195
Comunicación y sobreprotección
La mayoría de los padres, tanto los biológicos como los adoptivos, temen que sus hijos
sufran y sobre todo quieren evitarles que pasen por aquellas situaciones que para ellos
fueron especialmente dolorosas.
Los padres que no son capaces de decirlo es porque no tienen superada su propia
condición de adoptados.
Otros niños habían sido adoptados después de pasar varios años en un orfanato, en
los que habían sido sometidos a una disciplina severa y sufrido carencias afectivas y
materiales. Estos chavales y su entorno eran conocedores de su procedencia, lo que en
algunas ocasiones había sido objeto de burla y humillaciones.
196
Al convertirse en padres adoptivos, algunos de ellos, con el afán de que sus hijos no
sufran lo que ellos sufrieron, les sobreprotegen en exceso, les cuesta trabajo ponerles
límites claros e imponerles una disciplina adecuada. Esto es comprensible porque el padre
o la madre se identifica con su hijo, es decir, cree que su hijo se va a sentir como él se
sentía cuando, por ejemplo, le castigaban o se encontraba solo.
Es importante que los padres comprendan que su hijo es su hijo y que sus
sentimientos no son los suyos. También tienen que entender que lo mejor para el niño es
que le pongan unas normas claras y que se las hagan respetar. Esto es una forma de darle
seguridad, algo que tanto necesita para desarrollarse de forma adecuada.
Vanesa Lee, de seis años, fue adoptada en China cuando tenía trece meses. Su padre
adoptivo fue también adoptado en su niñez. A través de sus compañeros ha sabido de
forma explícita que se trata de una menor adoptada, algo que sus padres nunca le han
contado en detalle. La menor muestra ahora cierta desconfianza y pregunta
constantemente a sus padres por qué ella es una hija "diferente" a sus amigos, así como
detalles sobre la adopción y sus padres biológicos. Los padres adoptivos no saben bien
qué deben contestar ni cuál es la forma más adecuada de tratar este tema.
"Nosotros le dijimos a nuestra hija que era adoptada y que había nacido en China pero
nunca dimos demasiados detalles pensando que podía crearle cierto sentimiento de ser
diferente y además podría perjudicar sus lazos con nosotros si tenía claro que existían
otros padres en su lugar de origen. Resultaba muy problemático dar explicaciones sobre
por qué fue abandonada y por qué nosotros no hemos tenido hijos biológicos. Ella no es
lo suficientemente mayor para poder entender todos los aspectos de este asunto. Nuestra
experiencia nos dice que saber que uno es adoptado implica estar haciéndose
constantemente preguntas y sintiéndose distinto de los demás, no queríamos que eso
también le pasara a nuestra hija."
"Me han dicho que mis padres no son de verdad mis padres. No se por qué tengo varios
padres y los demás sólo tienen dos. Si tengo otros padres ¿por qué no sé nada de ellos?,
me parece que hay algo que no me cuentan, tampoco sé si yo debo preguntar porque me
parece que hago algo malo. ¿Y si mis padres de China vienen a buscarme? ¿Me tengo
que ir con ellos? No me gustaría ir a vivir a China. Está muy lejos y allí no conozco a
197
nadie. Creo que mis padres me quieren, pero a lo mejor querrían más a otro hijo que
fuera suyo de verdad."
Pautas de actuación
Una persona puede ser resiliente a una situación de riesgo y no a otras, dependiendo
de su grado de vulnerabilidad. Ésta puede estar condicionada por sus características
personales, familiares y sociales. Por ejemplo, un niño puede criarse en un hogar con uno
de los padres con enfermedad mental (depresión), y él ser una persona con salud
psíquica en su adultez, pero podría ser que ante otra situación traumática (alcoholismo de
la madre), no fuera capaz de superarla y desarrollara algún tipo de trastorno emocional
en la edad madura o repitiera el alcoholismo.
Otra situación de riesgo sería el abandono en la infancia, los malos tratos y el abuso
198
sexual. Las personas que han sido maltratadas u objeto de abusos pueden convertirse en
maltratadores, porque tienden a repetir los patrones de conducta que aprendieron en su
infancia, pero no siempre es así. El que se consiga romper esa cadena de maltrato
generacional de padres a hijos, dependerá de la capacidad para superar situaciones
traumáticas de cada persona y del momento evolutivo en que se dé dicha situación.
El hijo, una vez convertido en padre, deberá estar atento a todo aquello que pueda
suscitar en él la repetición de conductas de maltrato. Algunas de las situaciones que
pueden generar descontrol en el padre son inestabilidad emocional, paro laboral, estrés
legal o económico, expectativas rígidas en lo que se refiere a sus hijos y dificultades de
aprendizaje o escolares de éstos.
Otro factor de riesgo es el temperamento del niño. Un menor que ha sido ansioso,
tímido, arisco, miedoso, desconfiado e inhibido, en definitiva un niño difícil cuyo
temperamento dará lugar a problemas emocionales y conductuales durante su infancia,
puede encontrar un rechazo social en su entorno.
Por otro lado los factores de protección que favorecen la resiliencia en el niño se
pueden encontrar a nivel individual, familiar y social.
Factores individuales
Factores familiares
La familia que sabe querer y cuidar al niño, que no tiene unas expectativas demasiado
altas de su hijo, que le proporciona un ambiente de apoyo y estabilidad, que le pone
límites adecuados, que fomenta en él la confianza hacia ellos, que haga que se sienta
querido y le enseñe a distinguir el bien del mal, que sabe protegerle y fomentar su
independencia, estará potenciando la capacidad de superar las situaciones traumáticas
que su hijo sufrió en la infancia (abandono o cualquier otra forma de maltrato). También
es importante que fomente los valores positivos internos como la responsabilidad, la
honestidad, el cariño y la expresión de los sentimientos.
Factores sociales
199
Los factores sociales que fomentan la resiliencia en el niño son un ambiente escolar
positivo, un adecuado y amplio entorno relacional, un entorno seguro, utilizar recursos
educativos y de ocio que le proporcionen un ambiente lúdico y un ambiente en el que se
sienta integrado.
Desapego
Cuando la madre responde a las necesidades del niño y sabe calmarle cuando está
triste o asustado, favorecerá el desarrollo del tipo seguro. Cuando la madre se comporta
de forma ambivalente, rechazándole unas veces y aceptándole otras, estará fomentando
el apego ansioso. Si lo que recibe el niño son continuos rechazos se fomentará en él el
desapego.
200
En términos generales, el apego seguro lo tienen las personas con buena autoestima,
con confianza en sí mismos y en los demás, se relacionan con las personas de forma
madura pudiendo establecer relaciones íntimas estables, no tienen miedo a expresar sus
sentimientos y tienen recursos para sobreponerse a las dificultades. Su apertura mental y
flexibilidad también forman parte de las características del apego seguro. Este tipo de
apego también sería fomentado por aquellas madres resilientes que son capaces de hablar
de su pasado, sea doloroso o no, reconocen los defectos de sus progenitores, cómo han
podido influir en ellas y no mantienen una actitud idealista, sino de perdón.
Dentro del apego inseguro estaría el ansioso. En el fondo de quien lo padece existe el
continuo temor a que lo abandonen, por lo que siempre necesita estar físicamente cerca
de la persona amada, que ésta le diga continuamente lo que le quiere, exige permanentes
muestras de afecto, manifiesta muchos celos y siempre teme que su pareja le deje.
El apego evitativo o desapego se da cuando los rechazos al bebé son continuos. Esto
provoca el deseo de vivir sin el amor o el apoyo de otras personas. Cuando un bebé es
rechazado por su madre o figura materna aprende a no necesitarla para evitar el dolor de
un nuevo rechazo. Este miedo al abandono se mantiene a lo largo de la vida generando
una serie de pautas de conducta determinadas.
201
El menor adoptado ha sufrido como mínimo una ruptura vincular, por lo que
frecuentemente su apego puede tener un cierto deterioro. Los padres han de intentar
reparar y fortalecer el vínculo que establezcan con su hijo para que éste consiga
desarrollar un apego seguro. El que los padres le digan que le quieren, le cuiden y
satisfagan sus carencias, no quiere decir que el menor pueda reconstruir rápida y
totalmente su apego; necesitará un tiempo para sentirse querido, para entender que su
familia no es algo pasajero, para sentirse valioso, para desarrollar una adecuada identidad
y para sentirse digno de ser amado. Eso llevará un tiempo, y en algunos casos no se
consigue, manteniéndose el apego ansioso o el desapego.
Una persona adoptada que no ha sido capaz de superar su abandono, cuando llega a
la edad adulta y tiene hijos, puede repetir con sus propios hijos el patrón de conducta que
tuvieron sus padres biológicos con él, la relación con sus hijos puede darse desde el
apego ansioso o inseguro.
Las personas celosas siempre tienen miedo a que sus parejas les abandonen, pero
más o menos pueden controlar este miedo controlándolas a ellas. Sin embargo, cuando
tienen un hijo su temor a que su pareja le deje (a que quiera más al niño que a él, a que
le deje de querer) es tan fuerte que puede provocar la ruptura, siendo él mismo el que se
vaya. No puede soportar un rival en el amor de su mujer o marido.
Este tipo de ruptura es frecuente en las parejas, tanto si uno de los dos ha sido
adoptado como si no, pero en los adoptados es un factor de riesgo, por lo que deberá
tenerse en cuenta a la hora de ser padres. Si uno de los dos se siente desplazado, o se
vuelca demasiado en el hijo o cualquier otro problema que surja entre ellos después de
nacer el bebé, sería conveniente acudir a un profesional.
Aunque el apego se establece en los primeros años de la vida, los trastornos que se dan
en la vinculación normalmente se mantienen en la edad adulta.
Una de las mayores consecuencias del deterioro del apego es la dificultad para
establecer relaciones estables y satisfactorias. Las personas con apego evitativo serían
aquellas que tienen muchos romances pero que no mantienen una relación íntima. El
personaje de Don Juan de Zorrilla y el de Otelo de Shakespeare serían ejemplos de
apego evitativo y ansioso respectivamente.
Las diferentes áreas personales que se ven influenciadas por el desapego o apego
inseguro son: emocional, conductual, desarrollo evolutivo y social.
202
Área emocional
•Peticiones inadecuadas.
•Celos.
•Inseguridad.
•Desconfianza.
Área conductual
•Robos.
•Mentiras.
Área social
203
presentes.
Desarrollo evolutivo
•Falta de empatía.
Algunas personas con apego evitativo, no sólo no son capaces de entablar relaciones
profundas e íntimas con las personas, sino que tampoco quieren que las toquen. La
cercanía física les produce inquietud, son aquellas personas que ante un abrazo se
escurren como si se les fuera a agredir. Se sienten violentados en su interior y se
escabullen ante cualquier ocasión en que se les muestre afecto de forma física, como
abrazos o caricias. Sobre todo rechazan los contactos que tengan que ver con la ternura.
Si una persona adoptada muestra esta incomodidad con su propio hijo es posible que
fomente en él el apego evitativo, le transmitirá que el contacto físico es algo incómodo y
el niño puede mantener este patrón de relación a lo largo de su vida.
Algunos estudios han comprobado que las personas con un apego evitativo, cuando
llegan a la adolescencia, se comportan de una manera promiscua, con el consiguiente
sobresalto de los padres, ya que hasta ese momento el hijo no había dado ninguna señal
de problemas con la sexualidad.
204
bañándole. Si no es así debería recurrir a un profesional.
Preguntas y respuestas
Tengo 32 años y fui adoptado con 2 por una familia maravillosa, formada por
mis padres y 2 hermanas. Me casé hace 5 años y mi relación con mi pareja
siempre ha sido estupenda pero desde que he tenido mi primer hijo, hace 5
meses, las cosas han cambiado dentro de mí. Siento unos celos horribles hacia el
niño, y como sé que eso está mal no se lo comento a nadie, pero mi mujer me
nota arisco y me pregunta qué me pasa; yo le digo que son problemas del trabajo
pero ella se da cuenta de que no es verdad. ¿Por qué me siento tan celoso? ¿Se
me pasará?
Lo que le ocurre es bastante normal. Cuando se tiene un hijo se produce una verdadera
revolución interior desde el punto de vista de los afectos. Es como si se reviviera toda la
infancia, y las vivencias de aquella época salieran al exterior. Pero no siempre salen de
manera clara, muchas veces lo hacen provocando sentimientos o sensaciones que uno
mismo no entiende.
En su caso, los celos podrían ser debidos a que en su interior se haya destapado la
experiencia del abandono que sufrió en su infancia y esto le provoque temor a ser
abandonado de nuevo. Éste es un miedo irracional, es decir, que no está fundamentado
en la realidad. Lo mejor es que hable con su mujer y le explique cómo se siente. Esto le
tranquilizará y si cada vez que se siente celoso lo habla con ella, los celos irán
desapareciendo poco a poco.
Como hemos visto, para los padres adoptivos el camino hacia la adopción es largo y
complicado. Con frecuencia tienen que superar y asimilar la dificultad para tener hijos
biológicos. Además, es necesario que posean unas expectativas reales sobre el menor
susceptible de adopción y tengan los suficientes recursos personales para enfrentarse con
éxito a los distintos conflictos que aparecen en los niños adoptados.
Por este motivo, y con el fin de asentar a los padres, se han incluido casos concretos,
ejercicios y pautas de actuación.
205
206
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209
210
Índice
PROLOGO 14
INTRODUCCIÓN 17
1 Sobre la adopción 21
Tipos de adopciones 24
Estereotipos sociales 25
Recorrido psicológico hacia la adopción 29
Sentimientos ante los tratamientos médicos: inseminación artificial
33
y fecundación in vitro (FIV)
Clases de motivación 36
Adopción en familias diferentes a la tradicional 40
Ejercicios prácticos y de toma de decisiones 42
Ejercicios para reconocer y aceptar la infertilidad 43
Ejercicios de comunicación con su pareja 44
Ejercicios para transformar los pensamientos negativos en positivos 45
Preguntas y respuestas 45
2 El proceso de adopción 47
¿Son reales sus expectativas ante su hijo? 56
Miedos que surgen ante la adopción 61
Características de la segunda adopción 66
Ejercicio sobre las expectativas del menor 67
3 La llegada del menor 69
Estrategias ante el primer encuentro 73
4 El niño de 0 a 12 meses 84
Vinculación y apego 88
Proceso de adaptación 89
Trastornos de conducta y su resolución 92
Consecuencias de una mala alimentación 93
Conductas derivadas de la falta de estimulación y afecto 97
211
Consecuencias del abandono y de la institucionalización 102
Bases para una buena comunicación 104
5 El niño de 1 a 3 años 105
Proceso de adaptación: establecimiento de vínculos afectivos 108
Incorporación al medio escolar 114
Responder con sinceridad a sus preguntas sobre la adopción 115
Distintos trastornos de conducta y modo de resolverlos 116
Cómo fomentar la autoestima 122
6 El niño de 3 a 6 años 124
Bases para una buena comunicación: hablarle de la adopción 137
Integración en la escuela 151
7 El niño de 7 a 12 años 154
Cómo abordar la historia previa del menor y sus preguntas 158
Proceso de adaptación: establecimiento de vínculos afectivos en
162
adopciones de riesgo
Incorporación al medio escolar, social y familiar 165
ó La adolescencia 178
Psicología del adolescente adoptado: búsqueda de sus orígenes 183
Problemas de conducta más frecuentes 186
Necesidad de crear un espacio para expresar los sentimientos 188
Normalizar la situación como algo evolutivo y pasajero 190
9 Cuando los hijos adoptivos se convierten en padres 194
Capacidad para superar situaciones traumáticas o resiliencia 198
Desapego 199
212