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CASA DE CONTRATACION

Fue creada por lo reyes catolicos en el año de 1503, con sede en Sevilla. Su
funcion principal consistia en controlar y dirigir el comercio en America. La Casa
de Contratación, que en principio intentó monopolizar el comercio con las nuevas
tierras, se vio desbordada por la rápida extensión del ámbito americano y pasó a
ser el órgano competente en la inspección y control del movimiento de personas y
mercancías.
LA VISITA

Para limitar el poder de los encomenderos. La “visita” buscaba establecer las


“tasas” del tributo en cada una de las comunidades encomendadas, como una
forma de controlar la sobreexplotación de los indígenas y evitar así su
desaparición.
Al tiempo que se creaba instituciones de gobierno permanentes, la Corona
impulsó el ejercicio de la visita. Los visitadores de la tierra eran agentes que
actuaban en nombre del rey y estaban encargados de realizar inspecciones
precisas a los funcionarios oficiales. Las visitas se hicieron generalmente, a
territorios muy demarcados por las actividades de gobierno de sus funcionarios y
para indagar problemas concretos; el visitador elaboraba un informe de su labor y
dictaba sentencia al funcionario investigado. La Corona vio en la visita una medida
para proteger a los indígenas de los excesos de que eran víctimas por parte de los
españoles.

CONCEJO DE INDIAS
Fue creado en 1524 por el rey Carlos V para atender los temas relacionados con
el gobierno de los territorios españoles en América, cuyo funcionamiento duró
hasta que, en 1834, resultó definitivamente suprimido.
Inicialmente, estuvo formado por un presidente, un canciller y un número de
consejeros además de secretarios y otros cargos administrativos; ellos tenian que
resolver todos los asuntos americanos, preparaban las leyes y proponian al rey los
nombramientos de aquellas personas que habian de ocupar cargos de gobierno.
LOS CORREGIDORES
La corona, buscando afianza su poder ante los encomenderos y enfrentar el
problema de las desaparición de los indios, instituyó la figura del corregidor de
pueblos de indios.
En América, el corregidor debía desempeñarse como una especie de tutor de los
indios, encargado de corregir los excesos de los encomenderos y de hacer cumplir
las leyes de Indias; sin embargo; en la práctica, el corregidor terminó siendo un
azote peor que los mismos encomenderos
Tribunal de la Inquisición: Fue instituido en el año 1569 por el rey Felipe II y
quedó a cargo de una orden eclesiástica: los dominicos y en América solo se
aplicó en México y Perú.
Su principal y única función era moderar las costumbres de la época, es decir,
juzgar y procesar todo lo que estuviera fuera de las costumbres normales de la
Colonia.
Quedaban bajo el control de los inquisidores todos aquellos que estuvieran en
contra al modelo ideal: los herejes, invocadores del diablo, los judíos, adivinos y
hechiceros o todo aquel que tuviera una posición diferente o contraria a la Iglesia.
También cabían en esta categoría los infieles, bígamos y frailes corruptos o
solicitantes. Esta institución era completamente autónoma frente a las autoridades
americanas.
Cabildo: El organismo que regía directamente los asuntos administrativos de
cada ciudad era el Cabildo. Velaba por los intereses de la comunidad e intentaba
resolver los problemas que la afectaban en materias tan diversas como aseo,
ornato, manejo de bienes públicos, etc. Dictaba normas para una buena
convivencia y reglaba los precios de algunos productos de primera necesidad,
como el pan.

EL VIRREY

Era el encargado de representar la monarquía en los gobiernos de las colonias.


Este título se relacionó con América incluso antes de su descubrimiento, ya que
fue uno de los nombramientos que se le concedieron a Cristóbal Colón a través de
las Capitulaciones de Santa Fe. En 1717 se creó el virreinato de Nueva Granada,
que fue disuelto en 1723 y vuelto a crear, ya definitivamente, en 1739. En 1776,
finalmente, se creó el virreinato del Río de la Plata. Estos dos últimos se formaron
a partir de una subdivisión del virreinato del Perú. Los virreyes eran elegidos entre
los miembros de la nobleza española, a la que pertenecían en diferente grado, y
solamente en casos muy contados fueron nombrados para desempeñar el cargo
personajes nacidos en América (criollos). Las funciones que correspondían al
virrey eran las propias de su condición de álter ego del rey, y, por lo tanto, fueron
muy amplias; a pesar de ello, sus atribuciones estaban oficialmente muy
controladas y limitadas y carecía de la independencia necesaria para actuar con
iniciativa propia.
REFORMAS BORBONICAS

En este contexto, la corona española, bajo los borbones, requirió con apremio de
reformas económicas y políticas que le permitieran colocarse en un terreno más
favorable ante Inglaterra y Francia. España diseñó, entonces, una política que le
sirvió para aprovechar e incrementar los recursos que obtenía de las colonias y, a
la vez, impulso un desarrollo interno de su manufactura. Los borbones aplicaron
de ese modo, los principios de la monarquía francesa y los cambios alcanzaron su
apogeo durante el reinado de Carlos III. Las reformas borbónicas, aplicadas a
mediados del siglo XVIII en todo el imperio español, buscaban reorganizar tanto la
península como su relación con los territorios de ultramar. Para la corona, las
transformaciones se plantearon bajo una concepción de actualización de la
economía y el estado. Para América, intentaban recuperar los créditos y atributos
del poder que había delegado los Habsburgos en grupos y corporaciones,
colocando directamente a la monarquía y a sus más cercanos colaboradores en la
conducción política, administrativa y económica del reino. Tales reformas
implicaron un cambio "modernizante" pese a que no tenían como objetivo la
construcción de nuevas estructuras sino la modificación de las existentes. Todo
esto forzado por el influjo que ejerció sobre España el "Despotismo Ilustrado" y
como respuesta a la necesidad de defenderse de los avances efectuados por
Inglaterra en industrialización, captación de mercados y rutas comerciales, que
debilitaban considerable la atrasada economía española. El centro de la reforma
fue, sin duda, el dominio de la monarquía y el estado sobre los intereses
particulares y corporativistas en todos los aspectos de la sociedad, la agricultura,
la industria, el comercio, el arte y el conocimiento. El encargado de promover las
reformas en América fue el visitador de Nueva España (1765-1771) y posterior
ministro de las indias, José de Galvez; en la Nueva Granada, le correspondió a
Gutiérrez de Piñeres en (1778-1780). Los agentes de la corona se propusieron
debilitar o aniquilar a cualquier individuo o corporación que rivalizase con los
poderes del soberano y contrarrestar así los privilegios que atentaran contra el
interés del estado. De esta manera se limito el poder político, obtenido por los
criollos en los cargos públicos. Se restringió su participación en estos, con la idea
de impedir la formación de poderes e intereses locales. Su desplazamiento fue
copado por los nuevos españoles y reformadores que llegaron de la península.
Uno de los blancos centrales de los innovadores Borbónicos fue la iglesia por su
gran poder y sus privilegios acumulados. Durante las primeras décadas del siglo
XVIII se dictaron leyes que prohibían la fundación de nuevos conventos en
América. A su vez, las fuerzas militares tuvieron especial atención en América. Se
organizaron las milicias en 1760 y se amplio el concepto de regimiento compuesto
por criollos y españoles, pardos y mestizos. Esta medida obedeció a la
imposibilidad de traer a las colonias guarniciones españolas y a la necesidad de
defensa que requerían los territorios americanos. Los reformadores montaron el
sistema de intendencias como jurisdicción político-administrativa, frente al cual
estarían los intendentes o gobernadores generales. El cargo de regente se creo en
1776, y su fin primordial fue quitarle poder al virrey. El principal objetivo de las
transformaciones económicas fue mejorar y ampliar la extracción de metales
preciosos y materia primas, de tal suerte que sustentara en la península el
desarrollo agrícola y manufacturero. Hubo, pues, una mejora técnica e incentivo
para los mineros. A mediados del siglo XVIII se acudió a la contratación de
expertos alemanes para organizar grupos de mineralogistas y metalúrgicos que
visitaran Nueva España, Nueva Granada y Perú con el propósito de introducir
cambios técnicos y formar a los mineros. En síntesis, la política reformista de los
Borbón tuvo como propósitos: intensificar el comercio y la manufactura de la
península; en los territorios de ultramar hacia la metrópoli, incrementar la
producción minera y fomentar la producción de nuevas materias primas en
América; reorganizar el fisco para un mayor y eficaz recaudo de impuestos,
tributos y regalías para la corona; elevar los niveles de control metropolitano sobre
la estructura política y social de las colonias, siempre partiendo de tener como
premisa el interés ibérico.
AUDIENCIA (COMPLEMENTO)

(En la imagen, se observa un tratado realizado en la real audiencia de Santa Fé de


Bogota referente a los esclavos; la transcripción dice: "ACUERDO DE 18 DE
JUNIO DE 1557 Prohíbese comerciar con negros esclavos. En la ciudad de
Santafé, diez e ocho días del mes de junio de mil y quinientos e cincuenta y siete
años, estando los señores presidente e oidores en la Sala del Acuerdo, dijeron
que mandaban y mandaron que ninguna persona, de ninguna calidad ni condición
que sea, vecinos desta dicha ciudad, ni estantes ni habitantes en ella, de aquí
adelante, no compren de ningún esclavo ni esclavas negros ninguna cosa de
ningún género, ni calidad que sean, so pena que les sea demandado por de hurto,
conforme a la ley, ni de ningún indio, ni india ninguna cosa que sea de España, so
pena que lo volverán con el cuatro tanto, y mandaron que lo susodicho se pregone
públicamente en esta dicha ciudad, e así lo mandaron. (Hay tres rúbricas) Fui
presente, Joan de Otálora (Al margen dice) En Santafé, veinte e dos de junio del
dicho año de mil e quinientos e cincuenta y siete años, se pregonó este auto de
suso en las partes y lugares acostumbrados, por voz de Juan, mulato pregonero,
en haz de mucha gente, siendo testigos Martín de Agurto e Pedro Sánchez y otros
muchos. Joan de Otálora" )
LA EXPEDICION BOTANICA DEL NUEVO REINO DE GRANADA

A diferencia de las anteriores, para iniciar nuestra Expedición Botánica no se


trajeron pintores ni dibujantes de la Península. Después de varios años de trabajo,
el Sabio Mutis logró el apoyo del Rey para sufragar los gastos de los que él llamó
sus Ayudantes: herbolarios y pintores, más la creación de una Escuela de Dibujo y
Pintura, adjunta a la "Botánica", para enseñar a niños y a jóvenes, y en donde se
prepararían los futuros colaboradores de la Flora.
El prestigio de la Expedición Botánica fue muy grande desde sus comienzos. El
sabio alemán Alejandro de Humboldt, entre muchos otros, estaba al tanto de estos
trabajos. Una vez concluido su recorrido por el Orinoco y vuelto a Cartagena, el 30
de marzo de 1801, orientó su viaje hacia el interior de la Nueva Granada, atraído
por la merecida fama de que ya gozaba la empresa mutisiana. Así lo describe en
su diario de anotaciones : "Nuestra entrada en Santafé constituyó una especie de
marcha triunfal. El Arzobispo nos había enviado su carroza, y con ella vinieron los
notables de la ciudad, por lo cual entramos con un séquito de más de sesenta
personas montadas a caballo. Como se sabía que íbamos a visitar a Mutis, quien
por su avanzada edad, su prestigio en la Corte y su carácter personal es tenido en
extraordinario respeto, procuróse por consideración a él, dar a nuestra llegada
cierta solemnidad, honrándolo a él en nuestras personas. Por exigencias de la
etiqueta, el Virrey no puede comer en la Capital en compañía de nadie, y así nos
invitó a su residencia campestre de Fucha. Mutis había mandado habilitar para
nosotros una casa cerca de la suya, y nos trató con extrema afabilidad. Es un
anciano y venerable sacerdote de unos 72 años, muy rico además: el Rey paga
10.000 duros anuales por la Expedición. Desde hace quince años trabajan a sus
órdenes treinta pintores; él tiene de 2.000 a 3.000 dibujos en folio, parecidos a
miniaturas. Excepto la de Banks, de Londres, nunca he visto una biblioteca más
nutrida que la de Mutis".
El barón de Humboldt venía a la Nueva Granada en compañía de Amadé
Bonpland, con el propósito de trazar el mapa de la región norte del Amazonas y
comparar sus colecciones con las del botánico José Celestino Mutis. Lo que no
esperaba encontrar era un equipo tan organizado de herbolarios y pintores
trabajando en tan magna empresa. Con la generosidad propia de su espíritu,
elogió ampliamente la obra de Mutis y enfatizó su admiración por los trabajos
pictóricos. Así lo manifestó también más tarde en la correspondencia que sostuvo
con Don José Celestino Mutis.
Tal como lo anotó Humboldt, la Expedición llegó a contar con un completo equipo
de pintores, quienes trabajando afanosamente lograron llevar a cabo una empresa
incomparable tanto por el número como por la calidad de los iconos, nunca antes
producidos por ninguna otra Expedición científica.
La Expedición se instalo inicialmente en La mesa, sitio equidistante entre las
tierras frías y los valles interandinos, en abril de 1783. Para iniciar su gran Flora, el
Sabio Mutis procedió a contratar a dos pintores que ya ejercían como tales en
Santafé: Pablo Antonio García del Campo (1744-1814) y Pablo Caballero (S.
XVIII).
García del Campo había sido alumno de Joaquín Gutiérrez, uno de los más
notables pintores santafereños del siglo XVIII. Habiendo sido nombrado Pintor de
Cámara del Arzobispo Virrey en 1784, distribuyó probablemente su tiempo entre la
Flora y su desempeño como pintor de retratos oficiales de mandatarios y
eclesiásticos.
El mismo Mutis enseñó a García a iluminar los dibujos con la técnica del Miniado,
pues la tradicional pintura al óleo, presentaba para sus propósitos dificultades
prácticas enormes. Según Mutis esta nueva técnica era inusual aún en la misma
España.
Del pincel de García del Campo se han identificado 100 láminas, en las que se
aprecia su excelente manejo del dibujo. Al parecer García del Campo se retiró
hacia 1794 dejando una obra importante no solo en cuanto a las láminas, sino
fundamentalmente como maestro de pintores como Francisco Javier Matís
(Guaduas, 1744 - Bogotá, 1851) y Salvador Rizo (Mompox,1762 - Bogotá, 1816).
Pablo Caballero, notable retratista, se vinculó por muy poco tiempo a la Flora en la
que hasta donde se conoce alcanzó a dejar 4 láminas firmadas y fechadas y un
grato recuerdo en su Director quien se refiere a él años más tarde con notorio
afecto. Al retirarse Caballero, Don José Celestino Mutis buscó y encontró en la
misma región a un joven que si algunas veces le proporcionó disgustos por su
indisciplina, lo recompensó luego al convertirse en uno de sus más excelentes
pintores: Francisco Javier Matís. En cierta forma Matís es el continuador de la obra
Mutisiana y por así decirlo, el vínculo viviente entre la Expedición Botánica y la
Comisión Corográfica, realizada en nuestro país entre los años de 1850 y 1859.
Así lo demuestra el siguiente aparte, tomado del Papel Periódico Ilustrado; No. 87,
año IV de Marzo 15 de 1885: "El señor Matís era humilde y modesto como sabio;
sencillo, franco y risueño como un niño. Su casa situada cuadro y media arriba de
Las Nieves, de pobre apariencia, era a la vez hogar de la familia, Escuela de
Pintura y aula de Botánica: enseñaba gratis a varios niños todo lo que él sabía. La
sala de su herbario era al mismo tiempo sala de pintura y pieza de recibo de
visitas"... (2) Años más tarde el científico colombiano José Jerónimo Triana,
colaborador de la Comisión Corográfica, relata emocionado en sus memorias
cómo siendo ya Matís, un viejecito casi inválido, se lo llevaba él cargado a sus
espaldas a herborizar en los Cerros de Monserrate. Matís dejó para la Flora cerca
de 216 láminas firmadas y más de 70 dibujos, todos de una notable calidad,
sobresaliendo en ellos no solo la precisión en el dibujo sino fundamentalmente el
exquisito colorido de las flores.
Contemporáneamente a la vinculación de Matís, llegó a Mariquita procedente de
Mompox, Salvador Rizo, acompañando al Capitán ingeniero Antonio de Latorre,
en el cargo de "delineante", posiblemente cartógrafo. Incorporado a la Flora, se
comprometió al trabajo con tanta dedicación, que una vez conocedor de las
técnicas y de su empleo, como del manejo interno de la Empresa, se convirtió en
maestro de los jóvenes y se desempeñó a la vez como Mayordomo de la
Expedición aún hasta después de la muerte del Director, ocurrida en 1808.
Refiriéndose a estos dos artistas Rizo y Matís, Don José Celestino dijo en una de
sus cartas: “Pude lograr mis intentos aficionándolos a unas tareas pesadísimas
compensadas con sus competentes salarios y con la esperanza de algunos
honrados destinos que yo les proporcionaría concluída la Expedición. En efecto,
estos han permanecido desde entonces y subsisten con amor al Real servicio
desempeñando dignamente sus obligaciones". Salvador Rizo dejó además de 141
láminas, dos excelentes retratos de Don José Celestino Mutis, más uno del
Director del Jardín Botánico de Madrid: don Antonio José Cavanilles examinando
la Rizoa, que se encuentra actualmente en el Museo Nacional y otro del presbítero
Juan Eloy Valenzuela y Mantilla, subdirector de la Expedición en sus inicios y gran
colaborador de Mutis conservado en el Museo del 20 de Julio.
Uno de los retratos del Sabio Mutis: la Alegoría, también parece estar inspirado en
el grabado que ilustra la primera página del "Hortus Cliffortianus", publicado en
Amsterdam en 1737, obra que poseía Mutis en su biblioteca y que posiblemente
Rizo conocía. El cuadro de Rizo tiene la particularidad de presentar el busto del
ilustre Director de la Botánica en un pedestal, rodeado de libros, plantas y
naturaleza a más de los objetos de su estudio, pero denotando en el rostro la
naturalidad de un retrato al óleo sin la probable frialdad de una escultura en
mármol. Posiblemente el artista haya querido con ello perpetuar la imagen amable
de un Director severo pero afectuoso.
LA INSURRECCION DE LOS COMUNEROS

El Movimiento Comunero de 1781, constituye uno de los levantamientos

anticoloniales de mayor trascendencia, ocurridos


a lo largo del S.XVIII en el Nuevo Reino de Granada. Sus acciones reivindicativas
colocaron en entredicho la vigencia de la autoridad española, y abrieron un nuevo
capítulo en las luchas de nuestro pueblo, que continuaría la gesta libertadora
emprendida por Simón Bolívar y que hoy sigue vigente.

El origen de esta insurrección hunde sus raíces en la crisis que vivió el sistema de
dominación colonial en la segunda mitad del S.XVIII y que la Corona española
intentó superar mediante la aplicación de las llamadas "reformas borbónicas",
orientadas a fortalecer su poder político y a extraer mayor excedente economico,
aumentando las rentas fiscales. Sin embargo, estas medidas lejos de paliar la
crisis agudizaron las tensiones sociales y estimularon el estallido de revueltas que
hicieron estremecer el edificio colonial.

La insurrección comunera comprometió a diversos sectores sociales, afectados


por las políticas borbónicas:

Los terratenientes y pequeños propietarios, vieron disminuidas sus posibilidades


de expansión y progreso con el incremento de los impuestos como el de la
Armada de Barlovento , la alcabala , los estancos del tabaco y el aguardiente , y
otros mecanismos de extracción tributaria. De allí que muchos de ellos se
sumaron como capitanes al movimiento, para expresar su indignación por la
política fiscal.

Por otra parte, los jornaleros, artesanos, campesinos y otros trabajadores aunaron
a su condición de desigualdad económica, social, política y cultural, las nuevas
cargas impositivas de la Corona. Esta gran masa de desposeidos eran víctimas de
la explotación de los señores de la tierra, quienes acaparaban los espacios
productivos antiguos y nuevos, surgidos del proceso de despojo de los resguardos
indígenas e incorporados a la producción de acuerdo con las nuevas orientaciones
borbónicas.

Es sobre este conflictivo trasfondo socio-económico que hace erupción el


movimiento de los comuneros.

UNA MUJER INCITA A LA REBELION

El l6 de marzo de l78l, en la Villa del Socorro, el común encabezado por Manuela


Beltrán, en un gesto de altiva rebeldía rompió el edicto que anunciaba el aumento
del impuesto de la Armada de Barlovento. Esta acción insurreccional se propagó
en casi todo el territorio neogranadino ocupando extensas zonas rurales desde
Mérida (Venezuela) hasta Pasto (Colombia), y esparciendo una estela de rebeldía
en todo la geografía nacional: destrucción de los símbolos de la realeza colonial,
desconocimiento de las autoridades españolas, rechazo a las opresivas
instituciones fiscales, liberación de esclavos y recuperación de las tierras de
resguardos (Antonio García, Los Comuneros l78l l98l, Plaza Janes, l986, p.39)

Los comuneros organizaron un ejército armado con un mando central unificado y


un Supremo Consejo de Guerra dispuesto a desmantelar el aparato de
dominación colonial. La autoridad del monarca español fue sustituida, en forma
simbólica, por el establecimiento de una monarquía Chibcha encarnada en el
cacique Ambrosio Pisco -que contó con el reconocimiento de todos los oprimidos-,
mientras que el inca Tupac Amarú fue proclamado rey de América (García, p.77),
afirmando así la soberanía del pueblo.

LAS CAPITULACIONES

El avance del movimiento insurreccional hacia la capital se vio interrumpido por el


hábil manejo político del representante del gobierno colonial virrey-arzobispo
Caballero y Gongora quien concertó con Francisco Berbeo -líder del ala
entreguista de los rebeldes- un acuerdo conocido como "Las capitulaciones', las
cuales fueron firmadas en junio de 1781, en Zipaquirá, una cercana población a
Santafé de Bogotá.

Aunque algunos analistas consideran que las capitulaciones constituyeron "un


primer estatuto político de la Nueva Granada, destinado a impulsar la liberación de
las condiciones de dependencia colonial", en ningún momento abordaron lo
relacionado con la libertad de los esclavos, la abolición de las nuevas formas de
servidumbre indígena y la restitución de las tierras de los resguardos.

En lo que sí cumplió su objetivo las capitulaciones fue en la división del ejército


comunero. A partir de este momento, quedó clara la existencia de dos horizontes
de lucha: por un lado, la de los sectores acaudalados, que pese a mantener sus
contradicciones con la corona española, no estaban dispuestos a perder su
hegemonía política y económica y por otro lado las masas oprimidas que
buscaban su redención social. Este último sentimiento fue interpretado por el líder
mestizo José Antonio Galán.

"UNION DE LOS OPRIMIDOS CONTRA LOS OPRESORES"

José Antonio Galán que adelanta su campaña por el río Magdalena, no acepta las
capitulaciones y, sin perder el apoyo popular, continua promoviendo la
insurrección de los esclavos, e incita a los indígenas a la rebelión, proyectando la
organización de un gran movimiento con coherencia interna y unidad en sus
propósitos.

No obstante, y pese a que una buena parte de los insurrectos expresan su


disposición de lucha, el ejército comunero no logra reestructurarse. El daño
infligido por la deserción de sus máximos capitanes -una vez satisfechos sus
mezquinos intereses-así como las rápidas campañas militares desatadas en su
contra, son elementos que obstaculizan la materialización de este propósito.

Ante esta perspectiva, Galán orienta su accionar hacia el cumplimiento de los


acuerdos que han sido desconocidos por el Arzobispo Caballero y Góngora
(Francisco Posada, El Movimiento Revolucionario de los Comuneros, Siglo XXI,
l975, p.113), pero al mismo tiempo comprende el desinteres de las autoridades
virreinales para llevar adelante lo acordado, y mantiene su proyecto de tomar a
Santafé de Bogotá. Sus planes fracasan. Con la ayuda de antiguos capitanes del
ejército comunero Galán es hecho prisionero y luego ejecutado, el 1 de febrero de
1782.

En las decádas siguientes la historia puso de presente que la muerte del líder
comunero y sus seguidores, no pudo contener el desmoronamiento del edificio
colonial español; Las semillas de rebeldía que hace mas de doscientos años
sembraran los comuneros, son recogidas hoy por nuestros pueblos que luchan
contra la imposición de las medidas neoliberales de apertura económica y de
injusticia social. Naturalmente, son otras épocas y otros actores: el colonialismo
español ha cedido su paso a la voracidad del imperialismo que a través de sus
políticas lesiona los intereses nacionales, generando más hambre y miseria para
nuestros pueblos.

Los combatientes de las FARC-EP hacemos vivo el ejemplo de rebeldía comunera


y alentamos a nuestro pueblo a la lucha por detener la política de hambre,
indignidad y garrote que trata de imponer el régimen actual, a levantar con
beligerancia la defensa de nuestra soberanía nacional y a persistir en los
esfuerzos por la construcción de una Colombia Nueva, soberana, justa y en paz.

Manuela Beltran
Heroína colombiana, la primera mujer neogranadina que, ya en el siglo XVIII, se
opuso a las medidas impositivas que el gobierno español de Carlos III, y en
Santafé de Bogotá el virrey Manuel Antonio Flórez y Angulo, mediante cédulas
reales, habían impuesto a los habitantes de las colonias. Estas medidas formaban
parte de la denominada Instrucción general para el más exacto y arreglado manejo
de las reales rentas de alcabala y Armada de Barlovento. La reacción contra estos
impuestos produjo el movimiento social denominado insurrección de los
comuneros, rebelión en relación con movimientos similares en Sudamérica, entre
ellos el dirigido en el Perú por José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru). El 16 de
marzo de 1781, en El Socorro, Manuela Beltrán arrancó el edicto que decretaba
las nuevas tasas, dando así inicio al movimiento comunero neogranadino.

LUSTRACION EN LA NUEVA GRANADA:

Segun el libro ( Los Ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una


comunidad de interpretación de Renan Silva)

La Ilustración europea, con su fe en la razón y su confianza optimista en las


ciencias, sobre todo las naturales y experimentales, también estaba viva en
España. Esta nueva escuela de pensamiento se inicia con el rechazo a los
contenidos educativos tradicionales de la escolástica y pone en marcha una
reforma cultural que apunta a la ciencia moderna y a sus métodos de
investigación. Las ideas renovadoras se extendieron velozmente por la Nueva
Granada a través de escritos de españoles ilustrados como Feijóo, Jovellanos,
Campomanes y el Conde de Floridablanca. En estas tierras también se
difundieron las obras de pensadores ingleses y franceses como Locke,
Montesquieu, Voltaire, Rousseau, entre otros. Representantes de las nuevas
ciencias naturales como el sabio José Celestino Mutis, Juan José D’Elhuyar, Aimé
Bonpland y Alexander Von Humboldt contribuyeron a difundir y a cimentar las
ideas de la Ilustración. Neogranadinos como Francisco Antonio Moreno y
Escandón, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Narváez y Latorre, José María Cabal y
Francisco Antonio Zea, entre otros, también apuntalaron las nuevas ideas, que
habrían de ser decisivas en el proceso de independencia.
En el Nuevo Reino de Granada durante los siglos XVII y XVIII, no se conoció una
universidad pública de estudios generales, como sí la hubo en los virreinatos del
Perú y Nueva España.
En cuanto a estudios superiores existieron dos grandes colegios-mayores,
fundados en la primera mitad del siglo XVII en Santafé y que cumplieron las
funciones de universidad desde el punto de vista de las facultades que se daban:
filosofía, derecho y teología. Dichos colegios- mayores fueron corporaciones de
gran poder social, con sistemas de privilegios y de influencias. Y es precisamente
con este modelo de corporación que se enfrentó el nuevo proyecto educativo de
los ilustrados que buscaba oponerse a todo el conjunto de autonomías y
particularismos que dominaba el funcionamiento de la sociedad y la política.
En relación al crecimiento universitario durante el siglo XVIII sostiene que la
expansión escolar obedeció a una intensificada demanda social por la educación,
originando cambios en la vida de ciertos grupos y en sus actitudes culturales y hay
una valoración nueva y original que las familias hacen de la educación y de la
institució n escolar.
Estos cambios y transformacio nes tuvieron un principio generador el cual fue
la introducción en la vida universitaria de la cátedra de la filosofía moderna o
filosofía natural (es decir la investigación aplicada en ciencias naturales), iniciada
por el botánico gaditano José Celestino Mutis hacia el año 1762. Tanto él como
todos los otros que, en Santafé o en las provincias, se inclinaban en la misma
dirección: el carácter social de los conocimientos, de su función de utilidad, y del
interés y servicio que el saber sobre la naturaleza podría reportar para todos los
grupos en el sentido de una esperanza de redención económica y una posible
actividad de comercio. Expresado en otras palabras era la búsqueda de la
prosperidad bajo una orientación experimentalista y de innovación.
Pero el proceso de reformas universitarias fue difícil y encontró resistencias de la
sociedad: en los cuerpos de abogados, en las órdenes de regulares, pero también
en las autoridades académicas y catedráticos tradicionales.
Uno de los puntos de la reforma fue la fundación de la Biblioteca Pública.Luego de
la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, una parte de sus librerías entró al
dominio público, que constituye un hecho de gran significación social y cultural
el uso que de tales libros se hicieron en las ciudades en las que después de 1770
se reabrieron, bajo el control de las autoridades reales, las cátedras de latín y
humanidades que antes controlaban los jesuitas. Una parte de la educación se
hará sobre la base de estos libros expropiados, permitiendo un uso intensificado
del libro en los procesos de enseñanza y en el aumento de las corrientes de
lectura en el campo de la cultura clásica.
En este punto el autor analiza el proceso de transformación de las bibliotecas de
los ilustrados neogranadinos de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
Enumera tres factores que contribuyeron en este proceso de cambio, tales como:
otros intereses intelectuales, el apoyo de un sistema comercial y una serie de
intermediarios culturales. Establece que los libros nuevos que se encuentran en
las bibliotecas ilustradas ofrecen puntos de continuidad con la tradición, pero al
mismo tiempo una apertura a la modernidad. Se encuentra placer en adquirir
obras recientes que el autor llama “novedad editorial”, casi todos impresas o
reeditadas en el primer lustro del siglo XIX, y con algunas pocas excepciones en
los años 90s del siglo XVIII. Eran obras que se leían casi al mismo tiempo que en
Europa. Señala también el autor el carácter pedagógico de las obras solicitadas
expresado en el gran número de diccionarios, muchos de las obras con figuras,
láminas e ilustraciones, de libros de divulgación de las doctrinas científicas,
lecturas referidas a la historia y a la geografía (sobretodo libros de viajes) las
humanidades (literatura, gramática, retórica y diccionarios de lengua).
Otra característica de la transformación cultural es el reforzamiento del castellano
y el altonúmero de obras francesas, inglesas, italianas, alemanas y hebreas. Esto
da cuenta de la pérdida de importancia del latín-que era en el siglo XVII la lengua
de dominio absoluto en el plano de la cultura intelectual.
En relación a la circulación ampliada del nuevo libro ilustrado más allá del
pequeño grupo ilustrado el autor muestra cómo, a partir de algunas propuestas de
fundación de escuelas y aulas de latín y humanidades en varias ciudades del
virreinato en el último tercio del siglo XVIII, se da una transformación del papel del
libro en la cultura hacia un grupo más amplio de la sociedad. En relación con la
transformación de la biblioteca pública, las prácticas de lectura conocieron también
cambios importantes. En primer lugar, la creación en medios urbanos de
asociaciones donde la lectura llegó a ocupar un papel central, en segundo lugar, la
creación de algunas redes de lectores en el campo entre antiguos universitarios
queejercían su profesión de abogados, siendo en ocasiones propietarios de
haciendas, en tercer lugar el nuevo interés que despierta la lectura de las gacetas.
Lo que se constituyó en el Nuevo Reino de Granada, en los siglos XVI y XVII,no
fue una sociedad de pequeños y medianos colonizadores que con apoyo en su
propio trabajo y en el trabajo familiar, crearan la riqueza, sino una sociedad de
encomenderos, primero, y luego de terratenientes, mineros esclavistas y
comerciantes de gran poder. Esta situación dio origen a formas sociales y tipos de
representación que separaron el trabajo manual y el trabajo intelectual dando
valoraciones diferenciadas y excluyentes para cada uno de ellos.
En contraste se encuentra en los ilustrados la afirmación de que en la sociedad no
existían oficios viles, y que toda actividad productiva debía considerarse digna de
respeto, intentando de esta manera revalorizar el trabajo material. También
sostuvieron una crítica de las nociones de ocio y vagancia. El ocio, o inacción, era
la gran causa de los males sociales, el verdadero motivo de que el virreinato fuera
una “sociedad paralítica”, ya que el ocio frena la agricultura, las negociaciones, las
artes y las ciencias.
En la medida en que los ideales de prosperidad y felicidad, las pautas deltrabajo
científico de la historia natural y una ética de la investigación
fueron incorporándose en la actividad práctica de los ilustrados, la vieja noción de
trabajo comenzó a transformarse.
El autor analiza a los ilustrados neogranadinos como un grupo y lo define como un
conjunto de gentes que se encontraba relacionado y conectado por vínculos.
Dichos vínculos se basaron en lazos de sociabilidad primaria de gran arraigo en
esa sociedad: la familia y las relaciones de parentesco, en la ident ificación
regional, el colegio y la universidad, tanto en Popayán como en Santafé, la
amistad, que era considerada por los ilustrados como un valor fundamental a partir
de la cual se funda la comunidad de ideas.
Para el autor los ilustrados de Nueva Granada vivieron en una sociedad con
valores sociales fuertemente arraigados en la tradición. El valor absoluto de la
religión, la importancia del honor, la desigualdad entre los hombres. Siendo la
religión un valor primordial los ilustrados intentaron modificar algunas de las
concepciones habituales sobre ella y a partir de esa crítica construyeron una
nueva imagen de la sociedad en la que existieran dimensiones diferenciadas de la
vida social. Su crítica a la sociedad fue solamente parcial y sostiene que la cultura
ilustrada se formó, no solamente en los marcos del proyecto de reforma que
proponía la monarquía, sino en el interior mismo de formas culturales dominantes
por más de trescientos años, y a la cual jamás se dejó de pertenecer.

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