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el Pensamiento Shi´a
‘Ibn ‘Arabi y el Pensamiento Shi´a
Para que el hombre alcance el rango pleno de glorificador de Dios debe realizarse
como hombre perfecto y regente de la divinidad y ello no es posible sino mediante
la guía (wilâiat) de los profetas, mensajeros e Imames que enseñan de parte de
Dios la revelación y purifican a los hombres. Fuera de ellos el hombre está en la
perdición. La temática de la realización humana constituye uno de los puntos
centrales en todas las doctrinas místicas y como tal llamó la atención del gran
místico de Murcia, Ibn ‘Arabi. En el presente artículo veremos algunas ideas del
pensador andalusí en torno a este tema y su vinculación con la doctrina islámica tal
como es presentada en la shía, no con el ánimo de sectarizar y dividir sino de dar a
conocer una doctrina que es desconocida a pesar, como veremos, de constituir una
visión profunda y coherente de la enseñanza profética que ha permitido el
surgimiento de la filosofía y la mística en sus formas más profundas en la historia
del pensamiento humano. Esta visión está llamada a rescatar a occidente de la
crisis espiritual y filosófica en la que ha caído.
Por otra parte, autores como Henry Corbin o el Seiied Husein Nasr y el mismo
Yahangiri señalan que no hay dudas que el pensamiento de este gran maestro y
sabio de la cultura universal se ha visto influenciado por el pensamiento shii.
Corbin también dice junto a tantos otros autores que las ascendencias genealógicas
de las ramas del sufismo conducen a uno u otro de los Santos Imames, el Imam
‘Ali (P); el Imam Ya’far as-Sâdiq (P) o el Imam ar-Ridâ (P).
Corbin se pregunta en qué medida pudo asimilar Ibn ‘Arabi el esoterismo shiíta
antes de abandonar Andalucía. Se encuentran indicios de tal asimilación en su
familiaridad con la escuela de Almería y en el hecho de que escribiera un
comentario de la única obra superviviente de Ibn Qasyi iniciador del movimiento
de los muridîn, en el sur de Portugal en el que pueden reconocerse numerosos
rasgos de inspiración shiita ismaelí.
Corbin nos dice que algunos capítulos de la obra de madurez de Ibn ‘Arabi en el
“Futûhât” podrían haberse escrito por un shiita puro. Por ejemplo, el capítulo
XXXIX cuyo tema es el secreto de Salmán el Persa. Se trata del secreto que lo
incorpora a los miembros de la Casa Profética (Ahlul Bait –P-), es decir al Profeta
Muhammad y a los Santos Imames (P). Ibn ‘Arabi interpreta en términos que todo
shiita podría refrendar el versículo coránico 33-33, versículo que sacraliza la
persona de los catorce inmaculados: esto es, el Profeta, su hija Fátima y los 12
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Imames, que es uno de los fundamentos del shiismo. Estos indicios, que no son los
únicos, son dignos de ser meditados. Ellos explican también la acogida de los
Página
La obra mencionada de Yahangiri nos señala que hay aspectos doctrinarios que
son fundamentales en el pensamiento shii y también en el pensamiento de Ibn
‘Arabi. Por ejemplo, el concepto de wilâiat y la relación de éste con el concepto de
nubûwat y de risâlat, «profecía» y «mensaje» de Dios a los hombres. A veces ha
ocurrido que no han sido bien entendidos entre los estudiosos de la obra de Ibn
‘Arabi y ello ha suscitado muchas críticas erradas e injustas, como por ejemplo
cuando dice que la wilâiat es superior a la nubûwat.
Para los teólogos (si bien no hay unanimidad de criterios) en términos generales
nubûwat significa: La elección de un hombre de parte de Dios hacia los hombres y
las criaturas. Es un hombre a quien Dios ha elegido para que comunique a los
hombres aquello que Dios le ha revelado. El Rasûl o mensajero ha sido descrito de
manera aproximada a la del Profeta, pero a veces Rasûl se ha reservado sólo a
quien posee de parte de Dios un libro y un corpus legal o sharî‘at que comunicar y
abrogar algo de lo que fue enviado anteriormente. Desde este punto de vista
“mensajero” es un rango más particular que el de Profeta. Algunos mu‘tazilitas
creyeron que “mensajero” es quien recibe una revelación mientras que el “profeta”
puede recibir una inspiración (ilhâm) en sueño; otros no aceptaron ninguna
diferencia entre estos dos rangos.
El término Wilâiat:
El fiqh shi‘a le ha dedicado a esta palabra o concepto mucha importancia. La gnosis
islámica también le ha dedicado mucha atención.
Pues Ibn ‘Arabi nunca pre-tendió decir que la wilâiat de otro que el profeta era
supe-rior a la profecía y al rango de mensajero del profeta Muham-mad como
afirmaron sus detractores.
Por eso afirma que el hecho de que Dios haya ce-rrado el ciclo de la profecía ha
quebrado la espalda de los Aû-liâ’, puesto que cuando la wilâiat es completa se
mani-fiesta en la nubûwat. Por ello, el cierre de la nubûwat nos muestra la
necesidad de los Aû-liâ’ de los profetas puesto que para oler el perfume de la
profecía sólo queda la posibili-dad de recibir una re-velación albriciadora
(mu-bashshirah) en el sueño, pero no divina (rabbânî) que ya se cerró. Por eso
cuando se deno-mina a sí mimo jâtimul Aû-liâ’ no deja de reconocer que la entrada
de los Aûliâ’ en el rango de la nubûwat está prohibida y la cima del saber que
pueden adquirir por heren-cia profética es por ver el rango de la profecía, como
puede ver alguien en lo más bajo del paraíso a alguien que está en el a‘la ‘il·lîin (la
parte superior del paraíso), o como alguien que aprecia las estre-llas desde la
Tierra.
[tomo 1 de Futûhât]
Página
En una oportunidad (tomo 1 de Futûhât) Ibn ‘Arabi narra un sueño que tuvo de la
siguiente manera: “Interpreté el sueño de modo que me consideré que entre mis
seguidores (atibba’) (y connacionales), en mi clase (sinf) (o tipo) soy como el
Mensajero de Dios en relación a los demás profetas. Quizás sea alguien en cuya
persona Dios cerró la wilâiat”.
(¿Acaso no está ciertamente el sello de los walies siendo testigo y el mismo Imam
de los mundos ausente?
Él es el Señor Mahdi de la Familia de Ahmad (el Profeta Muhammad). Él es la
espada india filosa cuando corta.
Él es el sol que despeja toda pena y oscuridad. Él es la lluvia abundante de
primavera cuando se brinda generosamente.)
Estos párrafos del Futûhât han movido a muchos sabios shías a ver en Ibn ‘Arabi a
un shía seguidor de la escuela de Ahlul Bait (P). Efectivamente la poesía parecería
confirmar que Ibn ‘Arabi considera al Imam Mahdi (P) el representante de Dios
vivo y su wilâiat superior a la de Jesús (P).
res-to de los siervos”.En otra parte de la misma obra añade sobre este sensible
tema: “...Para la wilâiat muhammadî que es especial de esta sharî‘ah, hay un sello
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especial que está en un grado (rutbah) distinto al de Jesús (P). Jesús (P), además del
rango de walî tenía el rango de mensajero. Este sello ha nacido en nuestro tiempo,
yo lo he visto, me he reunido con él y he visto en él las señales del sello. Luego de
él no vendrá ningún Walî, salvo alguien que se vincule a él como los profetas que
pudiesen venir después de Muhammad se vinculan a él.”
Sin embargo la mayoría de las alusiones a este tema en Ibn ‘Arabi aluden al sello
de la wilâiat de Jesús (P), una wilâiat absoluta (mutlaqah). Por ejemplo escribe en
el Futûhât: “Es inevitable el descenso de Jesús (P) y su juicio entre nosotros de
acuerdo a la legislación (sharî‘at) de Muhammad (BPD). Dios le revelará la sharî‘at
de Muhammad a él y él no sentenciará sino tal como lo haría Muhammad (BPD) si
estuviera presente. Con su descenso el iytihâd de los muytahidîn será abolido. La
información que obtiene Jesús (P) de la sharî‘at de Muhammad es por el espíritu
del Mensajero de Dios que Dios le revelará. Debido a esto es que Jesús (P) es
seguidor del Profeta y sello de la wilâiat y esto hace al honor de nuestro profeta. Es
el mejor de la Ummah del Profeta Muhammad (BPD) y el sabio Tirmidhi se
notificó de esto en su libro “Jâtimul Aûliâ’” y dio testimonio de la superioridad de
Jesús (P) sobre Abu Baqr Siddîq y otros, puesto que si bien en esta comunidad es
Walî, al mismo tiempo es Nabî y Rasûl, por lo que él tendrá dos resurrecciones o
reuniones en el Día del Juicio, una junto a los Mensajeros y Profetas con sus
seguidores y otra entre los Aûliâ’ de nuestra comunidad. Hasta Muhammad y
Elías en ese Día estarán entre sus seguidores”.
En otra parte alude al honor que supone para la co-munidad de Muhammad (BPD)
que un Profeta y Men-sajero sea el sello de la wilâ-iât de su Ummah. Nada me-nos
que el sello de la wilâiat mutlaq total y absoluta (esta expresión figura de modo
ex-plícito en el Futûhât). [Tomo 1, cap. 14, en dos lugares; tomo 2, cap. 73].
‘ilmal awâlîna wal âjirîn: “Me fue enseñado el conocimiento de los primeros y de
los últimos.” Esta capacidad abarcante de todas las cualidades anterio-res
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El sello de la wilâiat mutlaqah es Jesús (P). Es el se-llo más grande, después del
cual no habrá Walî. El sello del pri-mer tipo de la wilâiat de Muhammad es ‘Ali Ibn
Abi Tâlib (P) el último de los Cali-fas râshidîn, según el dicho del Profeta narrado
entre los sunnitas que dijo: “El califato después de mí durará treinta años, luego
esperen un go-bierno opresor”. ‘Ali es el sello más grande de este tipo.
Sin embargo el Sheij Jaki confiesa en su obra “Al Yani-bul Gurba” que: “Ibn ‘Arabi
pos-tula en su Futûhât otro sello que no he podido comprender y se refiere al sello
de la wilâ-iat Muhammadiana de ese hombre árabe que conoció en 1195.”
cima de esta wilâiat está ‘Isa, Jesús (P). La wilâiat especial es propia de los
gnósticos (la gente del cora-zón), los íntimos de Dios, fusionados en la Esencia
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di-vina y perdurando con Sus Atributos. Esta wilâiat es espe-cífica del Profeta
Muham-mad y es de dos tipos: Mutlaqah, absoluta, la mani-festación de todos los
Nom-bres divinos y Sus atributos. Para ambos tipos hay un sello. La primera es
propia de ‘Ali Ibn Abi Tâlib (P) y el Imam Mahdi (P). Esta wilâiat es supe-rior a la
general que os-tenta el Profeta Jesús (P).
Con respecto a la wilâiat más limitada a uno o algunos de los Nombres divinos
puede ser que le corresponda a Ibn ‘Arabi o bien a ese hombre árabe que él nos
dice haber conocido. Para este tipo de wilâiat hay grados y niveles y es posible que
cada grado tenga un sello.
están aquellos que debido a que consideran a Ibn ‘Arabi un gran santo y un
gnóstico sublime les parece fuera de lugar discutir sobre su filiación a tal o cual
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escuela. Algunos incluso han llegado a decir que está fuera de ambas escuelas, algo
que no es adecuado afirmar.
Los grandes sabios shi‘as que sostuvieron que Ibn ‘Arabi era shi‘a son Sheij Bahai,
Mirza Muhammad Ajbari y Qadi Nurul·lahi Shushtari. Además Fahdi Hil·li, Faid
Al-Kashani, Maylesi Aual y Qadi Sa’îd Qomi también lo consideraron como shi‘a.
Las razones por las que los sabios shi‘as consideraron shi‘a a Ibn ‘Arabi son las
frases de la obra del místico andalusí donde afirma que está vivo un califa de Dios
de la familia del Profeta, de los hijos de Fátima (P) que aparecerá en La Meca, entre
el maqâm o sitial de Ibrahim y la Ka‘bah. Luego se dirigirá directamente a Kufa en
la actual Irak y su gente se unirá a él. Entonces se enfrentará a una resistencia por
parte de muchos de los sabios a causa de los desvíos de estos últimos que lo
creerán un innovador, especialmente los sabios sunnitas para quien el iytihâd se ha
cerrado. Aquí Sheij Bahai habla de que su abuelo es Al-Husein pero en el Futûhât
aparece el nombre del Imam Hasan (P), lo que concuerda más con el punto de vista
de los seguidores de la escuela sunnita. De todas maneras el vínculo del Imam
Mahdi (P) con el Imam Hasan (P) también se da por medio de la esposa del Imam
Sayyad (P) que era hija del Imam Hasan (P). Otros dijeron que su amor a Ahlul
Bait (P) y sus creencias doctrinarias son pruebas de su condición de shii y que si
hay una alusión más acorde con el pensamiento sunnita era debido a la sociedad
de su época que no le hubiese tolerado una manifestación de su escondida fe.
Mirza Muhammad Ajbari en su libro “Mizânul Tamîz fi ‘Ilmil Azîz”, (tomo 2, pág
57), argumenta a favor del shiísmo de Ibn ‘Arabi de un modo original que consiste
en decir que en el Futûhât Ibn ‘Arabi acepta la posición de la shia en cuanto a que
sólo es Dios quien dispone de las leyes, y cita la sura 4, versículo 105: «Te hemos
enviado el Corán para que juzgues entre la gente de acuerdo a lo que te
mostramos», y la sura Tahrîm (La Prohibición), versículo 1: «¡Oh Profeta!, ¿por qué
prohíbes lo que Dios te ha hecho lícito?».
dilucidar las normas de vida y consideran obligación del muqal·lid, el imitador del
sabio, obedecer lo concluido por esta vía. Los sabios shías dicen que si existe
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alguien que pudiese tener derecho a actuar según le merece su propia opinión, ése
sería el Profeta (BPD), pero a él le fue prohibido, cuánto más a los demás.
A modo de conclusión nos dice Yahangiri en su obra “Muhîud Din Ibn ‘Arabi, una
personalidad sobresaliente de la gnosis islámica”: Podemos afirmar que las
razones aducidas no son suficientes para sostener que Ibn ‘Arabi fuese shiita, pero
sí sobran las razones que nos muestran su elevada estima y amor por la Familia del
Profeta (P). También podemos afirmar que a lo largo de su extensa obra nos
encontramos con abundantes alusiones a pensamientos e ideas acordes con el
pensamiento y la gnosis shiita, especialmente los duodecimanos y eso explica la
acogida entusiasta de la corriente del pensamiento y la mística shiita posterior
hasta nuestros días.
En una parte de Futûhât (tomo 4) dice que Dios le hizo saber en una visión que el
adelantarse en el tiempo en la jilâfah del Profeta no implica por sí una superioridad
ante Dios. En otra parte, (Futûhât, tomo 4), afirma que Abu Bakr es el mejor de los
musulmanes, y por último, en otra parte (Futûhât, tomo 3) afirma que Jesús (P), a
quien considera un miembro de la Ummah del Profeta, es el mejor de la Ummah,
incluso que el propio Abu Bakr.
Laqad sâra qalbî qâbîlan kul·la sûratin famar’an li gizlani wa daîrun li ruhbânî
Wa baîtul auzanin wa ka’batu tâifin wa aluâhu taûratin wa mus·hafu qor’âni
Adînu bidînil hubb anni tawayyahtu rakaîbuhu fal hubbu dîni wa imânî
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(Se ha vuelto mi corazón aceptador de todas las formas, pasto de las gacelas,
convento para los monjes, la casa de los ídolos y la Ka‘bah para los circunvalantes,
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las hojas de la Torá y las páginas del Corán. Mi religión es la religión del amor. Yo
me he montado a su cabalgadura, pues el amor es mi religión y mi fe.)
En el Taryumânil Ashuâq (ashrâq) Ibn ‘Arabi pone el amor a Ahlul Bait (P) en el
mismo nivel que el amor que se le debe al Profeta (BPD). Lo mismo dice de la
enemistad con ellos a la que equipara con la enemistad con el Profeta (BPD). Luego
de recomendar evitar todo tipo de enemistad o malestar con respecto a la familia
profética, nos cuenta en el primer tomo de Futûhât que un hombre en La Meca le
comentó que desaprobaba las acciones de los shurafâ’ (los nobles descendientes del
Profeta) en La Meca, “pero una noche vi a Fátima Az-Zahrâ (P) en sueños que se
alejaba de mí y apartaba enojada de mí su vista. Yo la saludé y le pregunté por qué
estaba enojada conmigo. Me respondió: ‘Tú hablas mal de los shurafâ’.’ Le dije,
pero ¿no ves cómo actúan con la gente? Me dijo: ‘¿Acaso no son mis hijos?’. Yo me
arrepentí y ella se satisfizo con mi actitud. Me desperté.”
(Con respecto a los kuffâr todos los musulmanes sostienen su castigo infernal. Los
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El Seiied Husein Nasr en su libro “Sufismo Vivo”, (ed. Herder) dice que en las
regiones orientales del Islam las enseñanzas de Ibn ‘Arabi encontraron la tierra
más adecuada para su ulterior desarrollo. Allí sus doctrinas no sólo transformaron
el lenguaje del sufismo doctrinal, sino que también penetraron en la teología y la
teosofía o filosofía tradicional (hikmah). Fusûs al-Hikam es enseñada en los
círculos religiosos tradicionales, así como en las asambleas de los sufíes y los
gnósticos.
Influenció mucho en los famosos poetas como Yalal-ud Dîn Rumi, el más grande
poeta místico en lengua persa. El vínculo fue su amigo, Sadr-ud Dîn al-Qunyawi,
discípulo de Ibn ‘Arabi. Algunos han llamado al Maznawi, ‘el Futûhât en verso
persa’.
Husein Nasr dice que en los primeros siglos el ambiente estaba menos cristalizado
y era más fluida la relación entre los sunnitas y shiitas. De alguna manera podemos
decir que a medida que nos acercamos a la parusía del Imam oculto (P), las
distancias volverán a acortarse, el ambiente se irá descristalizando, porque, como
dice Husein Nasr, sunnismo y shiismo convergen en la autoridad espiritual del
Imam, como lo hicieron desde un primer momento en el Islam en la figura de ‘Alî
(P).
Otra gran similitud está dada por el ritual y el signifi-cado de iniciación del manto.
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Se puede decir que ambas escuelas reconocen una forma oculta de conocimiento e
ins-trucción. El uso del método del ta’wîl o hermenéutica espi-ritual en la
comprensión del Sagrado Corán, el texto cósmico, y la creencia en los grados de
significado dentro de la revelación resultan de la presencia de esa forma eso-térica
del conocimiento. El pa-pel del Imam es central en el shiísmo. Su función como
guía espiritual se asemeja mu-cho a la del maestro sufi. Pero el Imam en el shiîsmo
añade las funciones cósmicas, y políticas que no se dan en el sufismo. El shiita trata
de en-contrar a su Imam, que no es otro que su guía espiritual in-terior. La idea del
Imam como Polo del universo y el con-cepto de Qutb en el su-fismo son casi
idénticos. Como expresa Seiied Haidar Amuli al decir: El Qutb y el Imam son dos
expresiones que poseen el mismo signifi-cado y se refieren a la misma persona. La
doctrina del Hom-bre Universal o Perfecto (al-Insân al-Kâmil) tal como la expuso
Ibn ‘Arabi es muy similar a la doctrina shiita del Qutb y del Imam, como lo es la
doctrina del Mahdi elabo-rada por posteriores maestros sufíes. Todas estas
doctrinas se refieren esencial-mente y en último término a la misma realidad
esotérica, la haqîqah muhammadîiah, presente tanto en el shiîsmo como en el
sufismo. Y en este caso, en lo que hace referen-cia a la formulación de esta doctrina
pueden haber exis-tido influencias shiitas direc-tas sobre posteriores formula-cio-
nes sufíes.
Hay una nota en el libro “Sufismo Vivo” de Husein Nasr que remite a la obra de
Al-Shibí denominada “Al-Silah...”, vol 2, pag. 52/3, donde escribe que Ibn ‘Arabi
hizo uso de fuentes shiítas para formular sus doctrinas de haqîqah
muhammadîiah, (la realidad muhammadiana) wahdat al-uyûd (la unidad del ser)
y el Mahdi.
Otra doctrina que comparten con formas algo diferentes shiítas y sufíes es la de la
luz de Muhammad (al-nûr al-muhammadî) y la cadena iniciática (silsilah). El
shiísmo cree que existe una Luz Primordial transmitida de un profeta a otro, y
después del Profeta del Islam, a los Imames. Esta luz protege a los Profetas y a los
Imames del pecado, haciéndoles infalibles (ma‘sûm) y les otorga el conocimiento
de los misterios divinos. Para obtener este conocimiento el hombre debe unirse a
esa luz mediante el Imam, el cual, siguiendo al Profeta actúa como intermediario
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realización espiritual, el hombre debe unirse a una cadena iniciática o silsilah, que
se remonta hasta el Profeta y a través de la cual fluye una barakah desde la Fuente
de la revelación al ser del iniciado. Husein Nasr cita a Taylor en este punto y en la
enseñanza del Imam As-Sâdiq (P) sobre la Luz Muhammadiana y la cadena
espiritual y su relación con el sufismo en su libro: “Ya’far al-Sadiq, spiritual
forebear of the sufis”.
Como dice Husein Nasr (Su-fismo Vivo, pag.143) los es-critos de los Imames
contie-nen un tesoro de gnosis islá-mica. El Nahy-ul Balâgah de ‘Alî, una de la
obras más des-atendidas del Islam en los es-tudios modernos de los islamis-tas
occidentales, la Sahîfah Sayyadîah del cuarto Imam, Zain al-‘Âbidîn, lla-mada los
Salmos de la Fami-lia del Profeta, y el Usûl al-Kâfi de Kulaini, que contiene los
dichos de los Imames, com-prendían una exposición completa de la gnosis
islá-mica y de hecho han servido como base para muchos comen-tarios gnósticos y
su-fíes posteriores. Las doctrinas y descripciones espirituales contenidas en ellos
son esen-cialmente las mismas que se encuentran en los tratados su-fíes clásicos.
Durante este período de la vida de los Imames hubo un íntimo contacto entre los
Imames y aquellos que son considerados por los sufíes como los más grandes
místicos de los primeros tiempos. Hasan al-Basri, y Uwais al-Qarani fueron
discípulos de ‘Alî (P). Al-Hafi y Bastami lo fueron del Imam as-Sâdiq (P). Los
primeros místicos eran conocidos como zuhhâd, ascetas, y muchos de ellos tenían
contacto con los Imames y seguían su ejemplo en la vida ascética. Kumaîl en Kufa,
Maîzam at-Tammâr, Rashîd al-Hayarî pertenecían al ambiente de los Imames y
también los sufíes los consideran como tales. Salman, ‘Ammâr Ibn Iaser, Abû Dhar
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son destacados shiítas y considerados por los sufíes como polos del sufismo de los
primeros tiempos. Los Imames sólo dejaron de estar asociados abiertamente con
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los sufíes después del octavo Imam ‘Ali al-Ridâ (P). Muchos sufíes van hoy a su
santuario en Mash·had para pedirle ayuda espiritual, un maestro y la iniciación en
el camino espiritual.
En el siglo nueve y diez vemos, dice Husein Nasr en la página 145 del libro citado,
a algunos considerados sufíes como al-Hal·lây, que eran claramente shi‘as o de
tendencia shií, y hay ciertas relaciones entre shiísmo y sufismo, particularmente en
su forma ismaelí, como vemos en las claras referencias al sufismo de las Epístolas
de los Hermanos de la Pureza, que si bien no son exactamente ismaelíes de origen,
ciertamente proceden de un medio shii y más tarde se asocian con el ismaelismo.
Nos dice Husein Nasr (idem. pag. 147) que durante el período safávida es de
especial interés la difusión de los escritos de Ibn ‘Arabi en Persia y especialmente
en los círculos shiítas. Es bien sabido que Ibn ‘Arabi desde el punto de vista del
madh·hab o escuela era sunni Dzâhirî. Pero también se sabe que escribió un
tratado sobre las virtudes de los doce Imames (Manâqib) que siempre ha sido
popular entre los shiítas (además ha sido comentado, como por Musa Jaljali, 1322
H.S., Teherán.). Había una complementariedad interior y una atracción entre los
escritos de Ibn ‘Arabi y el shiísmo que hicieron inmediata y completa la integración
de sus enseñanzas en la gnosis shiíta. Sufíes shiítas como Sa’ad al-Din Hamuyah,
‘Abd al-Razzâq Kashanî, Ibn Turkah Isfahanî, Seiied Haidar Amuli e Ibn Abî
Yumhur, así como muchos otros gnósticos de este período están completamente
imbuidos de las enseñanzas de Ibn ‘Arabi, por no hablar de los filósofos y teósofos
shiítas, la culminación de los cuales se encuentra en Mul·la Sadrâ y su escuela.
Miguel Cruz Hernández dice en un artículo suyo sobre La Gnosis iluminativa de
Ibn ‘Arabi y su influencia en el esoterismo de la Shia, en una publicación de los
trabajos presentados al Primer Congreso sobre Ibn ‘Arabi bajo el título de “Los dos
horizontes” (Murcia, 12-14 de noviembre de 1990), ed. Alfonso Carmona González,
que el Seiied Haidar Amulî (1320-1386 ap.), la más importante figura shiíta del
siglo XIV, al decir de Corbin, se comporta como un discípulo de Ibn ‘Arabi, aunque
antepone la doctrina shiíta en lo que hace a la interpretación del sello de la wilâiat
universal (‘Alî –P-), y particular (el Imam Mahdi -P-).
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