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RETÓRICA POPULISTA Y RETÓRICA

REPUBLICANA
POPULIST RETHORIC AND REPUBLICAN RETHORIC
José Luis Villacañas Berlanga
Universidad Complutense de Madrid
jlvillac@filos.ucm.es
Recibido: Noviembre de 2017
Aceptado: Diciembre de 2017

Palabras clave: retórica, populismo, republicanismo, decisión, concepto político


Keywords: rethoric, populism, republicanism, decision, political concept

Resumen: Este artículo quiere mostrar las diferencias entre la concepción


de la retórica presentada por Hans Blumenberg en su texto La necesidad
de la retórica: Un enfoque antropológico y la comprensión de la retórica
que Ernesto Laclau defendió en los ensayos de su libro La construcción
retórica de la sociedad. A partir de esas diferencias teóricas se derivan toda
una serie de consecuencias para la teoría política que nos permite entender
que, en el fondo, Blumenberg es un teórico de la democracia, algo que no
puede ser dicho en el mismo sentido de la teoría populista de Laclau. Por
eso estas diferencias cristalizan en una retórica republicana propia de un
pensamiento inspirado en Blumenberg, frente a la teoría metafísica de la
retórica de Laclau.

Abstract: This article wants to show the differences between the conception
of rhetoric presented by Hans Blumenberg in his text The need for rhetoric:
an anthropological approach and the understanding of the rhetoric that
Ernesto Laclau defended in the essays of his book entitled Rhetorical
construction of society. From these theoretical differences we derive a whole
series of consequences for the political theory that allows us to understand
that, at bottom, Blumenberg is a theorist of democracy, something that
cannot be said in the same sense of the populist theory of Laclau. These
differences crystallize in a republican rhetoric of Blumenberg’s thought, in
contrast to Laclau’s metaphysical theory of rhetoric.

1. El problema y las preguntas


Blumenberg ha reducido la retórica clásica a dos alternativas: o bien es la consecuen-
cia de disponer de la verdad o bien surge de la perplejidad de no poder alcanzarla.
En la primera opción, la retórica es la técnica de universalizar lo que ya de por sí es

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universal. En la segunda opción, es una Esas consecuencias afectan a la acción
especie de consuelo compensatorio de lo y por eso son relevantes para pensar la
que no se puede tener. Ambas opciones, política.
desde luego, amenazan con hacer pres-
El más importante de los teóricos del po-
cindible la retórica. La primera porque es
pulismo es Ernesto Laclau. Su tesis más
un mal sustitutivo de la ciencia que con-
básica defiende la teoría discursiva de la
quista la verdad, conquista que debería
política y su planteamiento sobre la teo-
hacerse por sí misma. La segunda porque
ría del discurso concede una importancia
es un triste consuelo. Ofrece taponar una
central a la retórica. En la respuesta a sus
decepción, pero no superarla. Esta tesis
críticos en el libro editado por Simon Crit-
se aplicaría tanto a la ciencia como a la
chley y Oliver Marchart, Laclau. Aproxi-
ética, que desde Sócrates pasa por tener
maciones críticas a su obra, incorpora un
que elevarse a ciencia. O se tiene una
epígrafe titulado “Lógica y retórica”2. Allí
idea del bien y entonces se actúa bien,
se posiciona en una tesis cercana a la de
o no se tiene y entonces la retórica y su
Blumenberg: la retórica no es un adorno
voluntad de influir solo puede ser un des-
de discursos bien asentados en su refe-
vío de la norma ideal. Lo específico del
rencia y en su verdad. Para Laclau, “el
tratamiento de Blumenberg reside en que
discurso es el terreno donde se consti-
esta proscripción tradicional de la retóri-
tuye toda objetividad” pero además “los
ca, que realiza la metafísica de la verdad
movimientos retóricos son constitutivos
desde Sócrates, está relacionada con la
de la discursividad”3. La consecuencia
incapacidad de la metafísica de decir algo
que extrae Laclau es que la retórica es
especial sobre el ser humano. En efecto,
estructural del sistema de la objetividad.
la metafísica siempre tendió a ver al ser
Así, Laclau rechaza la tesis clásica de que
humano como una síntesis de estratos de
“los artilugios retóricos sean adornos del
sustancias diferentes y contrarias: la que
lenguaje que no obstruirían el funciona-
tiene acceso a la verdad ideal y la que se
miento lingüístico”4. Su tesis es que la
centra en los aspectos sensibles; cuerpo
retórica es interna al sistema lingüístico y
y alma. Acerca del ser humano como ser
que, por lo tanto, es estructural a los pro-
único, la metafísica no dice nada. De ahí
cesos objetivos.
que Blumenberg desee hacer dos cosas a
la vez. Construir una aproximación antro- Luego veremos cómo lo explica. Ahora
pológica específica y no metafísica al ser solo quiero presentar su posición. Invo-
humano y derivar desde ella la necesidad cando la tradición humanista del renaci-
de la retórica. La retórica sería la mani- miento italiano, tal y como la ha tipificado
festación de la condición única del ser Grassi, asegura que la retórica “es más
humano. Y esta condición única sería ca- bien el discurso en el que se basa el pen-
recer de naturaleza1. Como veremos, este
planteamiento contempla poderosas con- 2. Critchley, S. y Marchart, O., Laclau. Aproxi-
secuencias para la índole de la retórica. maciones críticas a su obra, FCE, México, 2008,
p. 376 y ss.
1. Aproximación que Hans Blumenberg toma so- 3. Laclau, E., “Atisbando el futuro. Respuesta a
bre todo de Alsberg, P., Das Menschheitsrätsel. mis críticos”, en Laclau. Aproximaciones críticas
Versuch einer prinzipiellen Lösung, Sybillen- a su obra, op. cit., p. 378.
Verlag, Dresden, 1922. 4. Ibid.

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samiento racional”5. Laclau interpreta de so podemos decir que pasa por alto as-
un modo muy especial esta tesis. Inclu- pectos muy discutibles de la posición de
Grassi. En efecto, éste diferencia de for-
5. Grassi, E., Rethoric as Philosophy. The Hu-
manist Tradition, Carbondale and Edwardsville,
ma muy poco clara entre las dimensiones
Southern Illinois, 1980, pp. 64-65. Sin embargo, que muestran, las teóricas y contempla-
Grassi no se hizo cargo de las tesis kantianas de tivas de un discurso, y su sentido o sig-
la inseparabilidad en el proceso epistemológico nificado. Grassi entiende que la retórica,
de sentido y referencia y del tejido indivisible con su estructura metafórica, asocia a lo
entre elementos conceptuales y perceptivos. Para mostrado un significado. De nuevo vemos
que algo se muestre perceptivamente ya debe aquí la dualidad cuerpo/alma y la necesi-
venir estructurado en elementos de sentido que
dad de sintetizarlos. Esta asociación se-
son de estructura conceptual. Si Grassi no quie-
re decir nada diferente de lo que la filosofía dice ría un proceso de transferencia adicional
desde Kant a Wittgenstein pasando por Frege y de sentido a lo mostrado y, por tanto, se
Husserl, entonces la dimensión del sentido no pue- trata de un metapherein. Pues bien, La-
de vincularse de manera especial al rango de repre- clau va un paso más allá y asume que
sentaciones afectivas. Forma parte de la lógica del ese proceso de significación tiene que
conocimiento. Si bien es verdad que Kant resumió ver con elementos afectivos (tal y como
ese sentido en las conocidas analogías, su estruc-
lo muestra el psicoanálisis) que sobrecar-
tura podemos llamarla de una metafórica trascen-
dental, pero no de una afectividad. Esas analogías gan al significante. Estas sobrecargas (o
trascendentales están implicadas en la posibilidad investiduras, catexis) materiales del signi-
de la referencia, en la mostración, que así es una ficante serían decisivas en el movimiento
síntesis de receptividad y actividad, un trabajo retórico, pues son el motor de los siste-
del concepto inseparable del trabajo del ver. Pero mas de diferenciación del sentido, produ-
tras ellas se realizan operaciones lógicas de obje- cen los desplazamientos y las analogías,
tivación. Por mucho que la analogía encierre una
los puentes verbales. Uno de los aspectos
dimensión metafórica que vincula operaciones del
pensar y del ver, en primera línea no lleva asocia-
más importantes de Laclau es que justo
dos elementos afectivos diferentes de lo que Kant esta dimensión afectiva requiere poner fin
mostraría en la Tercera Crítica, el placer estético. a los desplazamientos del significante. El
Por lo tanto, podemos decir que Kant mejora la afecto requiere la producción de una to-
teoría clásica de la retórica al mostrar que la lógi- talidad, de un elemento de cierre del sis-
ca alberga una dimensión trascendental y que esta tema de desplazamientos del significante
implica una afinidad trascendental y una analogía que no sea conmensurable con el resto
entre ver y pensar, y que ese vínculo analógico de
de los elementos del sistema. Tal cierre
funciones lógicas y funciones perceptivas es parte
de la objetividad. El pensamiento racional, por ha- para Laclau será catacréstico y por tanto
blar con Grassi, vincula dimensiones de referencia retórico6. El afecto para Laclau, algo que
y de sentido unidas por su analogía interna, por su toma del psicoanalista Lacan, también
afinidad funcional. Pero esto a lo sumo se podría funciona como la teoría de los conjuntos
llamar una retórica trascendental. Kant sin embargo de Russell. Hay un afecto que cierra todos
no podía llamarla así porque parece claro desde an-
tiguo que la retórica solo es tal allí donde contamos 6. “Una totalidad inconmensurable con ella. Aho-
con diferentes opciones. Para él sin embargo estas ra bien, esta representación es estrictamente cata-
operaciones, como la que muestra la analogía entre créstica en su función, en tanto que da nombre
el percibir constante y el concepto de sustancia, o la a un objeto imposible –es decir, a un objeto que
sucesión irreversible y el sentido de causa y efecto, solo puede existir a través del acto de nombrar-
no ofrecen alternativa. Por eso las llamó condicio- lo”. Laclau, E., “Atisbando el futuro. Respuesta a
nes universales de conocimiento. mis críticos”, op. cit., p. 379.

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los afectos concretos y que no forma par- que se deriva de Blumenberg, y de su
te de ellos, y así los dota de significado. igual comprensión de la necesidad de la
Como vemos al final, Laclau también tiene retórica, nos lleva a una comprensión de
necesidad de remontarse hasta identificar la política en la línea de Koselleck, de la
las dimensiones antropológicas, en este política como una actividad conceptual,
caso psicoanalíticas, que están implica- de un tipo de concepto específico que
das en su posición sobre la retórica. son los “conceptos políticos”. Pero esta
concepción asume la retórica dentro de
Laclau y Blumenberg son dos autores
la política y su racionalidad de un modo
que muestran de forma intensa la fuer-
diferente a la propuesta por Laclau. Por
te función de la retórica en los sistemas
tanto, la centralidad política de la retórica
racionales o discursivos. En este sentido,
no implica posiciones populistas.
son convergentes para caracterizar una
época afín con la centralidad de los estu- Para alcanzar esta conclusión primero ex-
dios culturales. Como vemos, esta época pondré la tesis de Blumenberg. Con poste-
tiene suficiente potencia como para tra- rioridad expondré la tesis de Laclau y el lu-
tar a su manera los tópicos de la filosofía gar en el que esta tesis es equivocada. Por
sistemática. Ahora bien, tras esta somera último extraeré las consecuencias de Blu-
exposición de sus puntos de vista, debe- menberg para una teoría de los conceptos
mos entrar en la cuestión siguiente. ¿Qué políticos y su dimensión retórica intrínseca.
consecuencias prevé cada uno de ellos
respecto de una teoría de la acción políti-
ca? Sabemos que Laclau ha generado una
2. La posición de Blumenberg
teoría populista de la política, asumiendo sobre la retórica
que esta es la única teoría racional de la
política. Su argumento es sencillo: si la re- Como Laclau, la noción de retórica de
tórica es una dimensión interna de la ra- Blumenberg emerge desde la institución
cionalidad discursiva, y el populismo es la del lenguaje. Sin embargo, para Blumen-
teoría política que se hace cargo del aspec- berg, todas las instituciones culturales son
to constitutivo de la retórica, el populismo dispositivos evolutivos relacionados con la
es la teoría racional discursiva de la polí- autoconservación. Esta posición se mani-
tica. Hay una razón populista, el título de fiesta en la tesis de que “el lenguaje aflora
su libro principal. Si esta conclusión fuese en la retórica como función de una per-
adecuada, entonces podríamos decir, en plejidad específicamente humana”7. La
términos de Blumenberg, que el populis- idea de condición humana la asumió Blu-
mo es una teoría política asentada en los menberg de Helmuth Plessner y se pue-
fundamentos antropológicos de la retórica de resumir así: el ser humano es el que
y la única que corresponde a lo peculiar tiene que reemplazar la indeterminación
del ser humano, la indeterminación. ¿Pero instintiva, producida por su falta de cos-
es así? ¿Son convergentes estas dos teo- mos, con la acción. Ahora bien, como la
rías? ¿Acuerdan Blumenberg y Laclau? determinación instintiva regula en su au-
Me propongo en este ensayo defender
7. Blumenberg, H., “La necesidad de la retórica:
que no es así y que Laclau está equivo- una aproximación antropológica”, en Las reali-
cado en su teoría. Como teoría alternati- dades en que vivimos, Paidós, Barcelona, 1999,
va propondré que la teoría de la política p. 118.

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tomatismo el sistema perceptivo y la vida como forma de comunicar la verdad. Esto
comunitaria de las especies animales, la es: debe anteceder un consenso sobre lo
indeterminación instintiva humana recla- que realmente es, como forma de lograr
ma inevitablemente medios adicionales un consenso sobre lo que podemos ha-
para que la acción perceptiva y comunita- cer. Ambos consensos son de naturaleza
ria sea compartida y regulada. La retórica, retórica porque también la ciencia es un
dice Blumenberg, “es la fatigosa produc- hacer e implica consensuar acciones per-
ción de aquellos acuerdos que, para ha- ceptivas9. Cuando Blumenberg recuerda
cer posible el obrar, deben encargarse de la tesis de Aristóteles de la Metafísica
la labor de regulación en la comunidad”8. 1172b36ss según la cual “llamamos real
Como vemos, la retórica está enraizada en a aquello de lo que todos están convenci-
la peculiar comprensión aristotélica del dos”, lo hace para radicalizar el escepti-
ser humano como animal lingüístico, pero cismo metafísico en un sentido que lleva
se sitúa en una posición incómoda con directo a Kant. Si no tenemos acceso al
respecto a Aristóteles. El ser humano no mundo ideal de la metafísica, aquello de
es un animal del cosmos, y desde luego lo que todos están convencidos ha de en-
la ciudad no lo es para él de forma auto- tregarse al “fondo pragmático del consen-
mática. Su regulación compartida no está sus”, esto es, a las habilidades retóricas.
dada por la naturaleza. No está apoyada Estudioso de la revolución copernicana y
por la physis, sino por la praxis. Para ha- de Galileo, Blumenberg sabe hasta qué
cer posible esa praxis común, perceptiva punto su obra es una ruptura con la retó-
y comunitaria, no solo se debe lograr una rica clásica de la verdad física10.
idea de verdad del cosmos, sino que se
La retórica supone así un escepticismo
debe alcanzar un acuerdo práctico.
metafísico y exige concentrarse en las
Hablamos de dos procesos: regulación preguntas cuya solución no vaya más
perceptiva y regulación activa. Este do- allá de lo humano. Tales supuestos no
ble aspecto se deriva de la carencia de implican abandonar el mundo de idea-
respuesta instintiva a señales perceptivas lidades metafísicas. Basta asumir con
unívocas del ambiente. Sin embargo, no Kant que nuestra relación con ellas es
hay forma de deducir desde una improba- provisional y regulativa y no está mediada
ble verdad del cosmos el acuerdo impera- necesariamente por los acuerdos. Pero
tivo de la praxis. Esta fue la experiencia de
la sofistica, la primera noticia de la aguda 9. Quizá nadie como Bruno Latour ha fijado este
hecho en su Nunca fuimos modernos. Ensayo de
complejidad que produce la indetermina-
Sociología simétrica, Siglo XXI, México, 2007.
ción humana, y sabemos que todos los in-
10. “Lo que Thomas Kuhn, en su Estructura de
tentos de Platón y su escuela de eliminar
las revoluciones científicas llamará paradigma –la
esa fisura resultaron vanos. Sobre esta concepción fundamental dominante por un perío-
fisura levanta Kant la diferencia entre ra- do de tiempo, en una disciplina científica, que in-
zón pura y razón práctica. La tesis de Blu- tegra en ella todas las investigaciones posteriores
menberg es que la necesidad de acuerdo que la perfeccionen y complementen– no es otra
sobre las acciones, capaz de producir cosa que un consensus que se pudo estabilizar, si
algo funcionalmente cercano al instin- bien no exclusivamente, mediante la retórica de
to, sobredetermina el papel del lenguaje las academias y los libros de enseñanza. Cf. Blu-
menberg, H., “La necesidad de la retórica: una
8. Ibid., p. 119. aproximación antropológica”, op. cit., p. 122.

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algunas de ellas, como la idea de verdad de la norma implícita en el concepto de le-
o de justicia, suponen interpretaciones gitimidad. Cuando los griegos contraponen
en cada presente de la distancia a la que persuasión a violencia, todavía no han de-
nos hallamos de ellas. No así la idea de finido las variadas formas de violencia que
bondad, belleza, amor o utilidad. Y eso pueden ser instauradas sin tocar la piel hu-
implica de nuevo el consensus o el sen- mana. Por supuesto que “la retórica es la
sus communis de la retórica que habla alternativa al terror”12. Pero todavía sin terror
de ellas, frente a la retórica más expresiva puede haber mucha violencia, aunque no
acerca de las ideas que no están asalta- pueda haber legitimidad con terror. Que el
das por necesidades de consenso. Desde establecimiento de una norma de legitimi-
Descartes, la relación entre el presente dad todavía sea un previo a la retórica, que
y la idea definitiva de verdad es la de la solo se puede establecer por medios retó-
moral provisional. Elevar esta dimensión ricos, ya nos muestra la fragilidad de una
provisional a estatuto definitivo de lo hu- retórica dotada de radical autoconsciencia13.
mano implica en términos de Husserl De esta conciencia brota el populismo. En
asumir en todo presente la “falta de asi- todo caso, el punto débil de Blumenberg es
dero de la pura evidencia”, pero también que medios legítimos tienen que significar
en términos de Heidegger la carencia de algo más concreto que ausencia de terror.
“autofundamentación absoluta”11. La re- Aquí Blumenberg necesita complementos si
tórica sería entonces el órgano de la moral quiere desplegar su normatividad retórica. Y
provisional y sería tan necesaria como in- eso más concreto solo puede querer decir:
superable en esa provisionalidad. Eso es no hay legitimidad retórica sin consensos
lo que hay tras lo que, con una exagerada sobre la verdad provisional, pues sin ella no
voluntad de confirmarse, el ser humano puede haber consenso sobre la acción.
moderno ha llamado progreso.
En la medida en que esto sea asumible, he- 3. Las posiciones de Laclau
mos de suponer que la retórica “compendia sobre la retórica
una serie de medios legítimos” para lograr
ese convencimiento común. Blumenberg
Muchos de los enunciados que hemos
no es consciente de que al definir la retórica
propuesto de Blumenberg serían acep-
como ese compendio de medios legítimos
tados por Laclau. Ante todo, la pertenen-
ya está forzando un concepto normativo de
cia definitiva a una época posmetafísica,
la retórica. Con ello, está avistando un pro-
que deja atrás todas las pretensiones de
blema que es decisivo para el populismo.
fundamentación. Este es el sentido que
En efecto, falta saber si hay consenso acer-
Oliver Marchart ha dado a la obra de La-
ca de los medios legítimos de producir con-
clau14. Por mucho que Laclau no haya
senso. Por supuesto que la retórica supone
el escepticismo metafísico. La pregunta es
12. Ibid., p. 123.
si también supone un escepticismo prag-
mático, de tal manera que rechace toda 13. Blumenberg casi se acerca a esta posición al de-
cir que “la retórica enseña a reconocer la retórica,
discusión acerca de la legitimidad. Aquí los
pero no enseña a legitimar la retórica”. Ibid., p. 134.
ejemplos históricos pueden mostrar la insu-
14. Un buen resumen de su posición se encuentra
ficiencia de una interpretación minimalista
en el texto “Lo político y la diferencia ontológi-
11. Ibid., p. 120. ca. Acerca de lo ‘estrictamente filosófico’ en la

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asumido la tesis de la indeterminación, Para valorar este punto debemos exponer
su vinculación al psicoanálisis bien pue- la teoría de la retórica de Laclau tal y como
de operar como un equivalente funcional. la desarrolla en dos trabajos decisivos. El
Por supuesto que Laclau solo se entiende primero se titula “Articulación y los límites
desde una teoría social deleuziana basa- de la metáfora” y el segundo “Política de
da en una continuada producción de di- la retórica”. Ambos pertenecen al libro Los
ferencias. Esta reclama la necesidad tras- fundamentos retóricos de la sociedad, un
cendente de la política en tanto formación libro póstumo que recoge los últimos ar-
de lo común15. La formación de pueblo, tículos de nuestro autor. Todo su plantea-
como producción específica de un actor miento filosófico parte de los supuestos
político mediante estructuras discursivas lacanianos que trabajan funcionalmente
basadas en operaciones retóricas, aspira con una idea de indeterminación humana.
a esa finalidad16. Por tanto, no es muy le- El inconsciente es un lenguaje en el cual el
jano el escenario de Laclau respecto del significante va a la búsqueda de un signi-
de Blumenberg. Que ese actor político ficado imposible porque en el fondo bus-
implique algún momento de producción ca una pérdida inconsolable. De ahí que
de consenso parece claro. En la medida el afecto a esto irreparablemente perdido
en que ese consenso hace referencia a la dinamice el significante, en la medida en
lógica democrática, excluye la violencia y que este circula como en una búsqueda
el terror. La cuestión es si la comprensión incansable de significado. Pero no puede
de la retórica que tiene Laclau es uno de destruir al significante por mucho que sea
esos elementos del arsenal de métodos le- un medio deficitario. Lo desplaza, porque
gítimos de producción de persuasión. En no tiene nada alternativo que lo vincule al
términos internos a la propia gramática significado que anhela. Este esquema psí-
de Laclau: la cuestión es si la tesis de la quico es el modelo básico de la discursivi-
hegemonía como forma de construcción dad para Laclau, que tiende a ver la socie-
de pueblo cumple esa norma implícita de dad según el sistema psíquico.
la retórica que Blumenberg apunta como
Por eso, para Laclau, la base de la sig-
conjunto o compendio de medios legíti-
nificatividad que rige el desplazamiento
mos. La pregunta podría decir si la teoría
del significante es la contigüidad. Pero su
de la hegemonía de Laclau como teoría
tesis fundamental dice que, más allá de
retórica forma parte de una teoría de la le-
la metonimia de continuidad, esta acaba
gitimidad que esté a la altura del presente.
por producir metáforas: “la relación espa-
obra de Laclau”, en Critchley, S. y Marchart, O., cial de contigüidad es fuente de efectos
Laclau. Aproximaciones críticas a su obra, op. analógicos metafóricos”17. Como ya vio
cit., pp. 77-99. Jakobson, se trata del primer motor, el
15. Cf. su trabajo “Can immanence explain so- más cercano a la magia, la semejanza por
cial struggles?”, en J. Dean y P. Passavant (eds.) contagio, un elemento antiguo en la antro-
Empire’s New Clothes: Reading Hardt and Ne- pogénesis que ya estudiara J. G. Frazer.
gri, Routledge, Nueva York, 2003, también en Un ejemplo: “tomar la pluma me inspira”.
Revista sociedad, Facultad de Ciencias Sociales Pero más allá de la significatividad metoní-
de la Universidad de Buenos Aires, vol. 22, 2002.
16. Cf. Laclau, E., “¿Por qué construir al pueblo 17. Laclau, E., “Articulación y límites de la me-
es la principal tarea de una política radical?”, en táfora”, en Los fundamentos retóricos de la so-
Debates y combates, FCE, Buenos Aires, 2008. ciedad, FCE, Buenos Aires, 2014, p. 70.

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mica tendríamos que esta acaba fundando madre. Pero con ello tenemos el segundo
analogía, mimesis, según el modelo de la elemento central del abordaje de Laclau.
magia imitativa. Así diríamos como ejem- Tiempo en Proust es la metáfora de la
plo: “la fuente divina de la pluma”. Usando madre, el verdadero significado perdido
herramientas propias de la crítica literaria al que ninguno de los términos del des-
y de los estudios culturales, principalmente plazamiento metonímico alcanza. Sin em-
volcada al análisis de Proust, Laclau asume bargo, dada la inoperatividad metonímica,
que quienes se juntan se parecen. La con- toda esa cadena se condensa en una me-
tigüidad produce analogía y metáfora. Por táfora que aparece como el único acceso
ejemplo, “la gloria de escribir”. Ahí los des- a lo perdido. Tenemos aquí la paradoja
plazamientos producen una condensación de toda fundación originaria20, algo que
de la que brota la analogía, la metáfora. no debemos olvidar. Nos alejamos tanto
más de esa fundación cuanto más que-
Tenemos la vieja teoría psicoanalítica, cu- remos apresarla. De ahí que la metonimia
yas semejanzas con la teoría estructural de funcione en el vacío. No produce una ver-
Jakobson le permitió a Lacan decir que el dadera sustitución. Mero desplazamiento
inconsciente es un lenguaje. El fondo de del significante, no ofrece en sí misma la
legitimidad es la producción de metonimia, razón suficiente para el sentido de ese
el orden de las contigüidades del espacio desplazamiento. Pues lo que el signifi-
y del tiempo. Esta metonimia produce una cante busca en su desplazamiento es la
irradiación o contagio en cadena que pro- madre y eso que está fuera de todos ellos
cede por contigüidad y que genera un vín- es lo que llena de significación a cada uno
culo horizontal expansivo que coloniza el de los significantes. Se requiere así un
espacio con significatividad. Laclau llama condensado de esa ausencia que cierre
a esta irradiación una narrativa18. Citando a la cadena. Y esa es la metáfora. Las rela-
Gérard Genette en su estudio sobre la me- ciones semánticas entre los significantes
tonimia en Proust: “Sin metonimia no hay son de naturaleza retórica: o metonimia
encadenamiento de memorias, no hay his- o metáfora. Laclau dice: “La retoricidad
toria, no hay novela […]. Es la metonimia puede ser considerada no como un abu-
la que reanima [el tiempo perdido], la que so, sino como constitutiva (en el sentido
lo vuelve a poner en movimiento”19. trascendental) de la significación”21.
No necesito insistir en la escena lacania- Laclau se entrega entonces a mostrar la
na que atraviesa ese despliegue prous- doble funcionalidad de esos dos elemen-
tiano. El desplazamiento metonímico va tos retóricos y su relación recíproca. Para
movido por el deseo que remonta hacia ello recurre a Roman Jakobson y aduce
una pérdida irreparable: el tiempo que se que la función de la metonimia es la de
pierde cada vez más cuanto más se lucha combinación y la de la metáfora es la de
por recuperarlo; y más allá de eso, lo que sustitución. Esta forma de operar propia
en el fondo del tiempo se ha perdido, la
20. Cf. mi trabajo, aún inédito, “La época de la
18. Laclau, E., “Articulación y límites de la me- fundación originaria”, leído en el Simposio Inter-
táfora”, op. cit., 72. nacional “El origen en el pensamiento filosófi-
19. Genette, G., “Metonymie chez Proust”, en co”, dirigido por Roberto Navarrete, Facultad de
Figures III, Paris, Seuil, 1972, 41-63, aquí p. 63. Filosofía, UCM, noviembre de 2017.
Cf. Laclau, E., “Articulación y límites de la me- 21. Laclau, E., “Articulación y límite de la metá-
táfora”, op. cit., p. 72. fora”, op. cit., p. 74.

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de los signos tiene relevancia antropológica fundación originaria y carga con todos sus
y “regula el comportamiento humano en su dilemas. Pues la madre está perdida para
totalidad”, generando los sistemas semán- siempre y el tiempo no es sino la metáfora
ticos tipo poesía (dominado por la metáfo- de algo que no podemos alcanzar de otra
ra) o tipo novela (dominado por la historia manera. Es una lógica cercana a la de la
metonímica). Ahora bien, si recordamos la diferencia ontológica de Heidegger. Todo
tesis lacaniana, ningún significante de todos ente oculta el ser. Cuanto más fijemos la
los que están sometidos al desplazamiento mirada en los entes más nos olvidamos
porta el significado buscado. Por eso ningu- del ser. Pero si nos fijamos en la conti-
no de ellos sustituye realmente al otro, por- güidad originaria entonces reparamos en
que ninguno tiene significado autónomo. El la totalidad de los desplazamientos, en la
significado que se busca es algo perdido o physis, en su devenir; más identificamos
ausente y ninguno de los significantes lo fi- ese origen que es la metáfora del ser que
gura. Sin embargo, es lo que busca en el se oculta en los entes. Ningún ente se
desplazamiento de los significantes. Esto le relaciona con los demás entes salvo me-
lleva a proponer a Laclau una tesis esencial tonímicamente. Todos están sometidos a
en su planteamiento: “la metáfora es el telos un devenir y todos ellos metaforizan en
de la metonimia”22. Esta tesis recuerda a la la physis el ser que nunca aparece salvo
de Grassi. La metonimia, que también para como ausencia. El ser de Heidegger se
las ciencias cognitivas está implicada en los parece así a la madre de Lacan, como el
procesos cognitivos básicos de percepción, tiempo de Proust se parece a la physis.
atención y memoria, las formas básicas de Lo importante es que el ser que cierra la
relación con el mundo, todavía tiene que cadena de entes no puede estar dentro de
vincularse al significado metafórico. Pero la cadena semántica de los entes. La me-
Laclau, lejos de interesarse por esta función táfora que cierra la cadena metonímica no
de verdad, está interesado en perseguir el es parte de esa cadena. El significado que
modelo de la estructura psíquica lacaniana. se busca en todos los desplazamientos
La búsqueda de la madre es lo que hay en- solo puede ser fijado y cerrado al margen
tre los infinitos desplazamientos del tiempo de la semántica insuficiente de cada uno
perdido desde el presente al pasado, pa- de los significantes.
sando por las magdalenas. El tiempo no es
Laclau realiza entonces el movimiento
sino lo que se intenta recuperar con el con-
decisivo. El significado de toda metoni-
junto de los desplazamientos metonímicos,
mia se determina en su desplazamiento.
pero es un condensado metafórico de lo
Nunca está fijado. Nunca reposa. Nunca
que se busca de verdad: la madre. Remon-
encuentra un significado al que decir:
tando las contigüidades metonímicas hasta
este significante se satisface con este sig-
el origen aspiramos a estar en la cercanía
nificado. La metonimia nunca encuentra
de la madre. Aceptando a Genette, Laclau
la metáfora que cierre su movimiento. Y
dice: “La analogía siempre está basada en
esto significa que la única relación se-
una contigüidad originaria”23. La conden-
mántica es la metonimia, pero también
sación metafórica siempre se logra cuando
que la condición semántica nunca es ver-
el desplazamiento llega a lo originario. Con
daderamente tal, porque nunca produce
ello, Laclau se sitúa dentro de la época de la
una verdadera sustitución metafórica, la
22. Ibid., p. 79. referencia final. Esta sería solo metafórica.
23. Ibid. Aquí Laclau está con Derrida. Entonces

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Laclau expresa su posición de un modo 4. La forma retórica de la
sencillo cuando dice: “El más allá de la
forma retórica no puede ser confinado a política en Laclau
asociaciones semánticas”24. Lo que quiere
decir es que no puede reducirse a des- De entrada, diré que la de Laclau es más
plazamientos metonímicos, pues estos no bien una operación meta-retórica, no una
pueden vincular de forma figurada y firme operación retórica. Jugar con los elemen-
significante y significado. Lo importante así tos fundamentales de toda retórica no es
es el movimiento del desplazamiento me- una operación retórica, de la misma ma-
tonímico a la búsqueda de su cierre meta- nera que jugar con la relación de los entes
fórico y referencial necesario e imposible. con el ser no es una operación física, sino
Como sabemos, el significado lacaniano metafísica. Lo que hace Laclau es una
de ese desplazamiento es la metáfora de metafísica de la retórica y en este sentido
noms du Père, metáfora en la que se con- también una metafísica de la política. No
densa la pérdida de la madre y su deseo. estamos ante una microfísica de la polí-
tica cuyas armas son retóricas, como la
Pues bien, este juego de la dialéctica en- de Foucault, que implicaría una teoría del
tre metonimia y metáfora –claramente ins- poder relativa a una teoría social. Desde
pirado por Lacan y Heidegger– es la clave Hegemonía y estrategia socialista, Mou-
de la operación política que Laclau llama ffe y Laclau asumieron que la teoría de
hegemonía. Con ello, Laclau mimetiza en las clases había concluido y rechazaron
su política la teoría psíquica lacaniana. articular la política sobre ella. Concerni-
Esta operación es la central en la defini- dos por los nuevos movimientos sociales,
ción de populismo. De este modo, Laclau comprendieron que su traducción política
proyecta el juego retórico de metonimia y socialista no estaba asegurada. Los movi-
metáfora de la teoría del psiquismo a la mientos sociales tuvieron y tienen impor-
teoría política y por eso puede decir que tancia política. Pero ellos estaban intere-
su teoría política se basa en una teoría del sados en una política capaz de asumir la
discurso de naturaleza retórica. Pero como herencia de la estrategia socialista. Y esta
esa naturaleza retórica muestra la estruc- es la cuestión: los movimientos sociales
tura del psiquismo como lenguaje, y por por sí mismos no eran herederos de esta
ende de la razón, Laclau puede llamar a su estrategia. Aunque cada uno de ellos era
teoría política la “razón populista”. Todo lo un fenómeno retórico, sus retóricas no se
que debemos preguntarnos es qué lugares conjuntaban en una estrategia socialista.
ocupan en su teoría política la función de ¿Pero qué implicaba esta? ¿Qué quería de-
la metonimia y de la metáfora y su juego cir? Aunque Laclau se mostraba dispues-
en la teoría de la hegemonía del populis- to a abandonar muchos elementos de la
mo. Pero cuando vemos las cosas desde teoría marxista, no deseaba abandonar la
Blumenberg debemos preguntarnos por la tesis de que toda política emancipadora
legitimidad de esta operación, esto es: si la socialista implicaba un momento de to-
comprensión de Laclau sobre la retórica se talidad. Y su problema era cómo recons-
halla dentro de ese conjunto de prácticas truir ese momento de totalidad desde los
legítimas de alcanzar persuasión que nos movimientos sociales fragmentados. De
ha legado la tradición. otro modo: cómo sistematizar estos frag-
24. Ibid. mentos en una teoría. Y para ello usó la

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teoría lacaniana porque le ofrecía una idea tiene un valor local, y se elevan desde el
de totalidad aplicada al sistema psíquico. magma de una realidad social cuyas di-
La teoría de las clases había cumplido bien ferencias son continuas y circulantes. En
esa función en la medida en que la lucha política, esa dimensión metonímica de
de clases buscaba la formación de la cla- los movimientos sociales son demandas.
se universal. Como han mostrado sus crí- Pero ¿ante quién las demandas son de-
ticos, Laclau no deseaba abandonar esta mandas? Claramente son demandas que
instancia universal25. Esa era la clave de la se vierten en la estructura discursiva de lo
estrategia socialista. El problema era cómo social. Son por lo tanto demandas en las
hacerlo sin la teoría de las clases. Eso es lo que se expresa lo social, pero no se lan-
que podía lograrse con el concepto de he- zan a nadie fuera de la circulación social
gemonía, que ya Lenin se había planteado misma. Comparten diagrama con la me-
para resolver el problema de construir al tonimia. ¿Pero a dónde se dirige ese mo-
proletariado como clase universal a partir vimiento de demandas? De la misma ma-
de una situación en que no lo era. Pero nera que la metonimia se articulaba hacia
en lugar de resolver el problema de la he- la metáfora, así las demandas se deben
gemonía a partir de la clase obrera hege- articular también, si quieren tener un sig-
mónica y las clases subalternas de cam- nificado. ¿Pero hacia dónde? Esta es la
pesinos y funcionarios, Laclau tiene que clave de todo. Articulación es una relación
resolverlo de otra forma, ya que no puede entre elementos que los altera mediante
asumir que estas palabras sean formacio- la misma práctica articuladora. Cuando
nes sociales objetivas en su referencia. Así esa práctica alcanza un nivel de totalidad,
que la cuestión de Laclau es cómo pasar se llama discurso. Pero solo la metáfora le
de la dispersión de los movimientos socia- puede ofrecer esta dimensión de totalidad
les a una universalidad hegemónica capaz al movimiento metonímico. Sin embargo,
de heredar la estrategia socialista de Lenin. como vimos, y por su propia estructura,
la metáfora tiene que asegurar el signifi-
Por supuesto este planteamiento tiene cado de lo perdido, de lo ausente, de lo
derivaciones muy amplias que no pode- vacío. Así las cosas, la metáfora tiene que
mos abordar aquí. Lo único que debe- aludir a un vacío si quiere construir tota-
mos asumir es que Laclau solo tiene una lidad. De ahí la dimensión catacréstica
herramienta. La teoría del psiquismo de de esa metáfora, que alcanza en Laclau
Lacan, un conglomerado sincrético de una condición esencial. Esa metáfora es
teoría lingüística, de hipótesis sobre la un significante cuyo significado es vacío.
antropogénesis y de psicoanálisis. Para Lo nombra, pero de tal manera que no
hacer operativa aquella estructura, La- tenemos nombre literal para aquello a lo
clau considera todos los movimientos so- que se refiere. De forma demasiado clara
ciales como elementos metonímicos. Se tenemos aquí el problema de la Cosa en
forjan en la continuidad social, cada uno sí kantiana: no tenemos nombre real para
esa cosa, y por tanto solo podemos nom-
25. Cf. Gasché, R., “¿Qué tan vacío puede estar brarla simbólicamente. Catacresis ocupa
el vacío? Acerca del lugar universal”, en Crit- en Laclau el lugar del símbolo, pero como
chley, S. y Marchart, O., Laclau. Aproximaciones
él cierra en una totalidad la discursividad.
críticas a su obra, op. cit., pp. 33-55 y Zerilli, L.
M. G., “Ese universalismo que no es Uno”, en el Pues bien, la catacresis que nombra lo
mismo libro, pp. 117-145. perdido, pero que totaliza todas las de-

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mandas metonímicas, es el pueblo, que de contigüidad social, de fragmentos, de
es lo que se invoca con la articulación de demandas parciales, en una totalidad cuyo
todas las demandas26. El pueblo así juega significado es realmente vacío. La pregunta
el mismo papel que la madre en el siste- es cómo de la metonimia puede surgir la
ma psíquico. Desde este nombre de pue- analogía metafórica vacía de significado,
blo como metáfora que identifica a quién pues aquello que busca designar es lo
se presentan las demandas, todas ellas se perdido. Y la respuesta de Laclau es muy
transforman en su práctica articulatoria y sencilla: se trata de una operación de
acaban siendo una cadena de equivalen- ocultación. La catacresis que nombra lo
cias. Quienes las presentan quedan trans- perdido es “la cristalización metafórica de
formados en esa práctica articuladora. De contenidos cuyos vínculos analógicos son
este modo, lo social es articulado por lo el resultado de ocultar la contigüidad con-
político que le es trascendente, aunque el tingente de sus orígenes metonímicos”28.
nombre de pueblo sea una metáfora va- En otro lenguaje: el nombre de pueblo es la
cía. La consecuencia es que, al ser articu- cristalización de que todas las demandas
ladas como cadena de equivalencias, la sociales son equivalentes, analógicas, pero
política expande lo igualitario en el campo esto significa ocultar el sencillo hecho de
de lo social que ella articula como pueblo. que son contiguas, accidentales. En suma,
De ser un conglomerado de demandas, el la metáfora del pueblo supera la contin-
pueblo pasa a ser un universal. gencia de la facticidad social en una perte-
nencia común. En realidad las demandas
De este modo, la política populista que
solo eran contiguas. Sin embargo, solo si
pone en circulación una articulación de
se oculta esta contigüidad y se traduce
las demandas desde el significante va-
en analogía o equivalencia, solo entonces
cío de pueblo, transforma el particularis-
se articulan en un sujeto que como tal no
mo de esas demandas en universalismo.
comparece, pero que tiene en el nombre
Quien logre articular esta cadena de equi-
de pueblo su catacresis. Entonces pueblo
valencias funda una hegemonía, que no
se manifiesta como una trascendencia res-
es sino la integración de las demandas
pecto a la diferenciación social. Esa es la
parciales en una totalidad cuyo referente
irrupción de la política.
es el significado vacío de pueblo. La tesis
se expone en esta conclusión: “Podemos Pero ¿por qué se produce todo el proce-
decir que esto es inherente a la opera- so? Por el holismo básico de Laclau, por
ción central que llamamos hegemonía: la imposibilidad de renunciar a la totali-
el movimiento de la metonimia hacia la dad. Como sabemos esto se lograba en
metáfora, de la articulación contingente el sistema del psiquismo porque existía el
a la pertenencia esencial”27. El problema deseo de la madre. Ese era el S1 del que
era cómo podemos cerrar un movimiento la metáfora de los nombres del padre era
el S2. ¿Qué cumple en la política con la
26. Para este problema cf. mi ensayo “La raíz función de ese S1 que permite que emer-
liberal del populismo”, en J. L. Villacañas y A. ja como metáfora el pueblo? Sencillamen-
Moreiras (eds.) Conceptos fundamentales del te la premisa de la totalidad, la clave de
pensamiento latinoamericano, Biblioteca Nueva,
la aspiración socialista, algo parecido a la
Madrid, 2017.
fraternidad. Lo que Laclau busca no es el
27. Laclau, E., “Articulación y límites de la retó-
rica”, op. cit., 80. 28. Ibid.

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referente de una metonimia, o la posibi- puede disputar la catexis del todo, que en
lidad de una metáfora. Lo que busca es el fondo esconde el afecto a la madre. En
articular el desplazamiento metonímico realidad, una vez condensado el nombre
en un todo y lo que busca es una metáfo- vacío de la totalidad del pueblo, la catexis
ra de ese todo: el pueblo como conjunto afectiva a las demandas parciales emana
de hermanos, representados como hijos de esta catexis total.
de una misma madre. El pueblo es la me-
No podemos disminuir la importancia
táfora de la madre nacional perdida. Así
de la catacresis: “Una vez que la cen-
la política reproduce el sistema psíquico,
tralidad de la catacresis es plenamente
o más bien lo expresa en su universali-
aceptada, la retórica se convierte en una
dad. En ambos objetos tenemos la mis-
condición de significación y por ende de
ma dialéctica de la retoricidad. En suma,
la objetividad”30. En realidad, alcanza va-
Laclau asume la tesis lacaniana de que
lencia ontológica, pues comprende que
el significante es pura circulación y que
lo Real es lo que no puede ser nombrado
solo alcanza significación si se cierra esa
salvo por una catacresis que mantiene su
circulación. Ese cierre es tan imposible
significado en el vacío. Un nombre carente
como necesario. Eso lleva a un significan-
de parecido con lo nombrado, una metáfo-
te cierre cuyo significado es vacío, a una
ra implosiva que no lo es. Sobre eso repo-
pura catacrésis. Por eso la noción de pue-
sa toda la articulación. Lo inalcanzable, la
blo es para él un equivalente del objeto a
madre común, es nombrado como pueblo
de Lacan, el point de capiton que cierra
que a su vez es nombrado con el nombre
la significación de la cadena de signifi-
del líder que lo representa. Esta operación
cantes. Por supuesto este recurso teórico
de sublimación por la que la metáfora ini-
es semejante a la causación externa que
cia su camino de desplazamientos simbóli-
define la estructura: es la precondición
cos analógicos se da en el vacío.
sin sentido del sentido. Invocando a La-
can, Laclau dice que es “la precondición Sin embargo, hay algo que permite ulti-
para que lo simbólico se constituya como mar esa operación que se encomienda al
totalidad”29. Una vez más la cuestión de significado perdido, que da entrada a la
la totalidad. Pueblo es esa totalidad, pero negatividad, que permite la superación de
es el nombre de un vacío, una catacre- la contigüidad metonímica y que facilita
sis, la única metáfora de una pérdida y el esta superación de toda catexis particu-
fundamento de toda retoricidad. Como tal lar arraigada en la diferencia, para buscar
implica una ocultación de la contingencia una catexis superior y total en una inves-
de todos los significantes y se traduce en tidura universal que apunta a lo que está
un sacrificio de su parcialidad. Las dife- vacío en su significado. Es una operación
rencias, las demandas, tienden a des- decisiva a la articulación que recuerda
aparecer en ese nombre total y vacío del a la condensación psicoanalítica. Esa es
pueblo. Lo que nombra el conjunto como la operación de la confrontación. Laclau
pueblo es trascendente a las demandas ha dicho que la confrontación es el mo-
concretas y estas no pueden poner en mento en el que lo político emerge31. Él
peligro esa totalidad. La catexis, la inves- habla aquí de un “discurso antagónico”,
tidura de afecto a cada una de ellas no
30. Ibid., p. 83.
29. Ibid., p. 81 31. Ibid., p. 85.

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pero no ha investigado sus fundamentos Schmitt, pero sin que pueda derivarse
retóricos. Aquí el argumento de Laclau se de otra cosa que del deus ex machina.
mueve en un círculo. Parece que la lógi- A veces tenemos la impresión de que el
ca del antagonismo es necesaria para la antagonismo es necesario para que las
investidura catéctica radical, y para que demandas puedan ser enlazadas como
emerja el significante vacío del pueblo, equivalencias, mientras que otras veces
para la formación de totalidad, pero a la es el resultado de haberlo logrado. Cómo
vez parece que ese concepto de pueblo se llega al dualismo de nosotros/ellos des-
ya es necesario para que emerja el anta- de la universalidad del sistema psíquico,
gonismo. No sabemos si el antagonismo no lo sabemos. Las diferentes demandas
es el primer resultado de la fuerza meta- pueden ser articuladas desde la búsque-
fórica en sus desplazamientos simbólicos, da de un significado que las cierre en el
conectados siempre a la catexis universal, nombre vacío del pueblo. Pero en este
o es condición necesaria para su consti- esquema, el dualismo es un añadido que
tución. No sabemos salir de ese círculo, surge de la nada. El pueblo no necesita,
salvo que articulación, condensación, an- en tanto que es un nombre vacío, del anti-
tagonismo, confrontación, ocultación de la pueblo, del ellos. Esto procede solo de un
fragmentación de la demanda y su contin- desplazamiento simbólico de su fuerza
gencia sean caras de la misma operación. metafórica vacía. La dicotomización del
Tenemos desplazamientos metonímicos, espacio social en un nosotros y ellos, ami-
magia por cercanía, y tenemos una lógica gos y enemigos, no surge retóricamente
del cierre en el nombre vacío, magia por de sitio alguno. En realidad, no puede
mimesis, homeopática. Pero no sabemos surgir del significado vacío del nombre
cómo surge retóricamente el antagonismo. del pueblo. Esa dicotomización implica
En todo caso, tendría que ser explicado un significado. Solo así podemos enten-
por un efecto condensador de la magia der que excluya un anti-pueblo. La hege-
homeopática determinada por la magia monía necesita ser construida a la contra
de contagio. Habría una espacialidad con- de alguien. Con ello, la teoría populista de
dicionante de la metáfora del amigo y del Laclau tiene un problema: o bien el nom-
enemigo del pueblo, con lo que sería una bre del pueblo incorpora algún contenido
lógica espacial la que determina la susti- y algún significado concreto, en sentido
tución simbólica de la catacresis originaria schmittiano, y puede entonces estable-
del pueblo. Pero esto significa que habría cer la dualidad amigo/enemigo; o bien es
una ocultación de la contingencia para la vacío y entonces no puede restringir su
articulación hegemónica y una recupera- dimensión de totalidad en una dualidad.
ción topológica para la confrontación. Sin
La hegemonía entonces llamaría a una
embargo, Laclau no la explica.
equivalencia plena de las demandas so-
Por lo demás, Laclau tampoco entra en ciales en la que ningún “ellos” puede
estas formas arcaicas de diferenciar ami- establecerse. Pueblo, como significante
go y enemigo que Claestres ya observó en vacío, incorporaría una universalidad sin
su Antropología política. El juego de he- resto y solo esta sería la verdadera hege-
rramientas retóricas no genera universali- monía. Solo entonces tendríamos un pue-
dad, aunque nuestro aparato psíquico sea blo que ha eliminado todo rastro de su
universal. Aquí parece que Laclau unifica base contingente metonímica. Como dice
los elementos de Lacan con los de Carl Laclau de Sorel, “la equivalencia es reem-

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plazada por la pura identidad”32. Pero en buscan la misma madre, como diría Kant
la pura identidad no cabe la diferencia en un célebre pasaje de su Metafísica del
entre ellos y nosotros. En realidad, la di- derecho. Pero en este caso se mostraría
cotomización social de Laclau es un resto cómo el republicanismo es universalmen-
de la teoría de las clases, implantado en te inclusivo y no permite la confrontación,
una teoría que desea despedirse de ella sino que aspira más bien a su disolución
para alcanzar lo mismo que ella: totalidad. mediante estructuras retóricas. Este sería
Como tal resto no está construido desde el final republicano buscado por el marxis-
la teoría general de la retórica y constitu- mo. Entonces el significante vacío recono-
ye un problema en el esquema teórico de cería su dimensión utópica. El consenso
Laclau. Aunque la estructura psíquica sea que estas herramientas producen estaría
universal, su cierre metafórico político es en cierto modo afectivamente motivado.
diferente, usa diferentes metáforas y con Lo que no es completamente coherente es
ello el concepto de pueblo no es vacío. No que este republicanismo utópico haga de la
hay posibilidad de construir retóricamente confrontación el mecanismo de la conden-
el antagonismo a partir de una catacre- sación del afecto, de la carga catéctica con-
sis como el nombre de pueblo. Como es centrada en el nombre vacío del pueblo. Así
natural, Laclau entendió que eso era un que el universalismo del aparato psíquico
problema en su planteamiento y a eso le en Laclau estaría muy bien preparado para
dedicó el último artículo de su libro Los fundar un republicanismo cosmopolita. La
fundamentos retóricos de la sociedad, ti- confrontación sería un añadido dotado de
tulado precisamente “Antagonismo, sub- fuerza simbólica derivada, pero no parte de
jetividad, política”. Y por eso, la legitimi- lo que constituiría la articulación hegemóni-
dad de toda la operación de Laclau puede ca, que tiene una aspiración disolvente de
ser cuestionada. las diferencias de clase y, por lo tanto, un
componente utópico.
El valor del argumento de Laclau puede ser
reconducido si lo desplegamos como un
análisis psicoanalítico de los componen- 5. Otra retórica republicana
tes míticos que van implícitos en la repre-
sentación arcaica de la sociedad como un
todo trascendente a sus particularidades, Quizá sea el momento de preguntarnos si
fragmentos, estamentos y clases. En este la noción de retórica de Laclau es la ade-
sentido sería un adecuada genealogía de cuada y si por eso está en condiciones de
lo que hay detrás del dictum societas civi- fundar una política que resista los paráme-
lis sive res publica, la manera en que los tros que la retórica ha compendiado como
diferentes actores sociales se representan formas legítimas de prácticas. Si reparamos
como una entidad pública que los engloba en la tesis central de la retoricidad del len-
y los trasciende. En este sentido sería una guaje podemos asumir un principio común
genealogía de los afectos e inversiones a Laclau y Blumenberg: todo lenguaje está
del republicanismo, de la consideración regido por la materialidad del significante.
de todos los actores como afectivamente Esta tesis de Lacan implica desde luego que
vinculados en un pueblo que en el fondo no hay referencia pura, no mediada. Hay
es la metáfora de ser todos ellos los que un “retórica generalizada” que atraviesa la
estructura de la vida social entera. Laclau
asienta estas tesis de nuevo al principio de
32. Ibid., p. 92.

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su ensayo “Política de la retórica”33. Pero significante, si bien media toda dimensión
esto no significa que todos los elementos de referencia, no la impide. Lo que impi-
retóricos concretos sean siempre metoními- de es la referencia pura que reclamaba la
cos. Aquí está presionando la diferencia on- fenomenología clásica, la referencia eidé-
tológica de Heidegger de un modo intenso. tica, esencial. Podemos decir que esa re-
Todo lo que circula es metonimia como todo ferencia es metafórica porque no implica
lo que deviene es un ente. Por eso, articular un significado sintagmático, que vaya aso-
esa circulación responde a un nivel ontoló- ciado a la palabra, al significante de forma
gico y por eso lo político no es óntico, sino perfecta. Pero no estamos ante una gene-
ontológico. Lo político produce una mirada ralización de la metonímica. Tenemos re-
tan totalizante como la que mira al ser. El ferencia. Justo porque es así, las palabras
pueblo como el ser es solo el nombre de son conceptos. Esto significa que no llevan
una ausencia y por eso su nombre es una consigo una referencia pura y perfecta,
catacresis. La metáfora es el constituyente sino parcial, mediada, limitada, pero per-
de la totalidad, no la constitución de una di- fectamente analógica o metafórica desde
mensión particular y óntica. el principio. Los conceptos, en la medida
Pero esta tesis sobre la totalidad no se si- en que se comportan como tales, no se se-
gue de la tesis inicial de la metaforicidad paran de su condición metafórica, sino que
de todo discurso en atención a la mate- por el contrario funcionan porque la cum-
rialidad del significante. El significante es plen. Tienen una función metonímica, pero
tal porque siempre incluye un significado no de continuidad, sino capaz de significar
y por tanto permite la analogía al margen mediante una parte, un conjunto de carac-
de su cierre. La única metáfora no es la teres, el todo indefinido de caracteres de la
totalizante ni la catacresis. Las conclusio- diversidad sensible. Por eso se pueden de-
nes contrarias no son necesarias para una cir analógicos. Desde Kant sabemos esto.
teoría de la retórica. Laclau, una vez más,
tiene una teoría metafísica de la retórica Si relacionamos la teoría de la metáfora
que exige para su funcionamiento esa for- de Blumenberg con la teoría de Koselleck
ma ontológica que es la catacresis. tenemos que los conceptos son índices34.
La noción de índice acoge todo el con-
Blumenberg se nos muestra aquí mucho junto de procedimientos por los que se
más interesante por cuanto que ha gene- articula la significatividad, que van desde
rado una fenomenología de la metáfora la metonimia en todos sus aspectos a la
compleja y plural, circunstancial, operativa analogía en todos sus aspectos. No hay
en contextos históricos. Por supuesto que ninguna exigencia de que la metonimia
conoce esta metáfora total que cierra un rija la discursividad en sus diferencias.
trabajo metafórico completo mediante el También se dan en ella las analogías y las
establecimiento de una totalidad de sen-
tido. Pero ni siquiera esta metáfora total, 34. Esto se puede hacer porque el propio Blumen-
berg lo ha sugerido: “Ahora bien, la metáfora no
o la metáfora absoluta, se confunde en
es solo un sucedáneo de un concepto que actual-
su apreciación con la catacresis total. Lo mente falta, pero que en principio, es posible y,
más importante es que la dimensión del por ello, exigible, sino también un factor de pro-
yección que amplía y ocupa el lugar vacío, un pro-
33. Laclau, E., “Política de la retórica”, en Los cedimiento imaginativo que, en el símil, se crea su
fundamentos retóricos de la sociedad, FCE, Mé- propia consistencia”. “La necesidad de la retórica:
jico, 2014, p. 100. una aproximación antropológica”, op. cit., p. 139.

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metáforas. La consecuencia es que el sig- y la compulsión a la acción”35, está de-
nificante lo es siempre de una referencia fendiendo de forma implícita que toda re-
o de un significado que no necesita ce- tórica necesita significantes que sean a la
rrarse en totalidad para significar. Signifi- vez índices y factores y que justo necesita
ca de forma limitada. Como índice. Y por ambas cosas a la vez porque no tenemos
esa indeterminación de su carácter indi- ni evidencias ni instintos. Ya esa compleji-
ciario es por lo que nos vemos inclinados dad interna del concepto político muestra
a compensar su dimensión de índice con su debilidad funcional. Necesita las dos
la dimensión de factor. Esta noción de la piernas para andar y eso señala lo defecti-
palabra como índice significante es de na- vo de cada pierna. Pero dos piernas defec-
turaleza pragmática y por eso genera una tuosas no nos dejan correr. Permiten que
dimensión política, pues la condición de no nos caigamos. Pero no es para cantar
factor la despliega en su uso social. Por victoria. Los índices necesitan ser contras-
eso, en cierto modo, todos los conceptos tados en la acción y la acción necesita ser
pueden ser políticos, y tener referencia reelaborada en su capacidad de producir
sin dejar de ser retóricos. nuevos índices. Andar es aprender a ma-
nejar el vacío del instante en que no tene-
Así que la retórica, como la entiende Blu-
mos suelo. La carencia de una implicación
menberg, converge con lo que Koselleck
entre una y otra dimensión es el lugar en
llama conceptos políticos. Si esta premisa
el que se teje la inelegibilidad del principio
fuera cierta estaríamos en condiciones
de razón insuficiente36, que no puede con-
de comprender la profunda cercanía de
fundirse con la carencia completa de ra-
la reducción de política a retórica que la
zones y que se defiende de la gobernanza
escuela de Quentin Skinner ha desplega-
científica, que demasiadas veces se eleva
do. Pues en efecto, una vez que enten-
indebidamente a razón suficiente. De este
demos inviable una noción metafísica de
modo, se sugiere que cualquier totalidad
verdad, o una vez que hemos reconocido
(de índices o de factores, gobernanza o
la capacidad que tiene la ciencia de asu-
populismo) sería una forma de ocultar el
mir la provisionalidad de sus verdades, la
principio de razón insuficiente y por tan-
producción retórica de consensos capa-
to de traicionar la retoricidad interna de la
ces de regular la acción en común debe
vida política, aunque fuera en nombre de
basarse en consensos epistemológicos
una teoría metafísica de la retórica.
acerca de los índices que son relevan-
tes para esa acción. Hablamos así de un Se recordará que estas dimensiones de do-
doble consenso retórico como necesario ble consenso están relacionadas de forma
para regular la acción. Consenso indicia- muy directa con lo que Koselleck llama
rio acerca de la verdad de ciertos estados los dos componentes de la condición his-
del mundo y consenso factorial acerca de tórica: la condición de índice y factor está
la conveniencia de una acción como ma- vinculada con la capacidad de establecer
nejo, respuesta, control o reacción. Y esto diagnósticos y de ofrecer pronósticos, de
porque no podemos ni gozar de toda la elaborar experiencia y proponer expectati-
verdad ni podemos automatizar la acción vas. Solo desde ahí se puede articular una
como si fuera un instinto. Cuando Blu- tradición capaz de fundar una opción de
menberg dice que “los presupuestos de la 35. Ibid., p. 127.
situación retórica son la falta de evidencia
36. Ibid., p. 133.

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legitimidad, siempre que asuma su razón este modo, concretaría las dimensiones
insuficiente. Solo así se puede construir que en Laclau nos hablaban de una de sus
comunidad de acción mediante el asen- posibilidades: las dimensiones afectivas de
timiento basado en la doble conciencia todo republicanismo vendrían atravesadas
de experiencia y expectativa37. No hay por la comunidad temporal. Pero el carác-
que olvidar el carácter escéptico de estas ter indiciario y factorial de los conceptos
expresiones, forjadas en la más antigua políticos, con su retórica implícita, no per-
práctica médica. Pero tampoco hay que mitiría una ordenación total. El republica-
desdeñar su orientación temporal, y sus nismo clásico mostraría así la posibilidad
lejanos ecos aristotélicos, en la medida de un antagonismo a través de la diferente
en que recogen experiencias del pasado interpretación indiciaria y factorial de los
y producen expectativas de futuro, capa- mismos conceptos. Sin embargo, no se
ces de determinar el tiempo del presente requiere la confrontación total entre un
como tiempo de crisis. Pues bien, solo de- “ellos” y un “nosotros”, ni entre pueblo y
terminados índices epistemológicos de los anti-pueblo para que haya antagonismo.
conceptos permiten estrechar el campo En todo caso, se trataría de un “ellos” y un
de los acuerdos regulativos de la acción. “nosotros” defectivo que no podrían dejar
La retórica se encargaría de mostrar que de tener espacios inclusivos intermedios
esos índices son importantes para acordar debido a su propia indefinición.
una acción conjunta en estas circunstan-
Las consecuencias que se derivan del
cias del presente, en medio de experien-
modelo de Blumenberg/Koselleck son
cia y expectativas, condición temporal de
considerables y contrapuestas al modelo
toda retórica clásica. Por tanto, los medios
de Laclau. La clave final es que esta re-
legítimos de producción de consenso y de
tórica atravesada por conceptos políticos
regulación de la acción son conceptos po-
como índices y factores no puede ser sino
líticos que operan en ese horizonte tem-
un medio dilatorio frente a todo cierre me-
poral común y que trazan puentes entre
tafísico de la retórica política. Desde luego
los arquetipos de experiencia y el horizon-
no es ajena a ella la estructura de anta-
te de expectativa. Los conceptos políticos
gonismo, que ya vimos no tenía un fun-
de Koselleck serían los instrumentos in-
ternamente retóricos, siempre defectivos atención”. Ibid., p. 130. Aquí Blumenberg está
y provisionales, de una hermenéutica que en 1971 anticipando el problema de la posición
de Koselleck. “La historia no reside únicamente
teje un horizonte temporal común38. De
en los acontecimientos y su conexión (con la in-
terpretación que se les dé), sino también en eso
37. Blumenberg ronda esta expresión al decir que que se podría llamar el conglomerado temporal”.
“el asentimiento, meta de toda persuasión, es la Este conglomerado son los conceptos temporales
congruencia –siempre en peligro […]– entre la que denotan una experiencia general del tiempo.
conciencia de los roles y las expectativas de los Por supuesto la racionalización, impulsada hasta
roles”. Ibid., p. 128. la condición revolucionaria, favorece la acelera-
38. Podríamos desplegar este pensamiento con ción, pero también la condensación de los proce-
otra línea que seguiría vinculando a Koselleck sos. Esa condensación es lo que luego describiría
y Blumenberg respecto de este punto: “La re- la Sattelzeit. Lo peculiar de Blumenberg es que
tórica tiene también que ver con la estructura siempre introduce la variable de la técnica como
temporal de las acciones. Aceleración o retraso una intención permanente de ganar tiempo. La
son factores del proceso histórico a los que has- retórica sería un medio compensatorio de retar-
ta ahora se les ha dispensado demasiada poca damiento de las decisiones, un modelo dilatorio.

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damento claro en la retórica de Laclau, sibilidad de un cierre, incluso si es vacío,
pero ese antagonismo no tiene por qué se ofrecen argumentos adicionales contra
ser dualista ni total. Los índices y facto- un antagonismo precipitado. Este aspec-
res son plurales porque los mismos índi- to dilatorio y complejo, consciente de su
ces pueden generar factores diferentes y fragilidad, constituye la afinidad electiva
estos producir índices distintos. Pero no entre democracia y retórica y es el motivo
habrá contraposición dualista ni fomenta- por el que sus enemigos como Hobbes se
rá el cierre en un nombre vacío. No dará han mostrado contrariados con ella. La
paso a la diferencia ontológica. La tensión implicación más interesante que propo-
interna de sus condiciones como índice y ne Blumenberg reside en que todas estas
factor hace inevitable activar una palabra dimensiones de la retórica sobreviven al
como reflexión consciente de su defectivi- margen de los estatutos de mayorías y mi-
dad y tiene como función ajustar dos di- norías y sugiere que “incluso las mayorías
mensiones irreductibles e inderivables que con capacidad de decisión den grandes
no tienen asegurada su vinculación. Esa rodeos retóricos”39. La aceleración de los
reflexión impone a las instituciones políti- procesos sería, en condiciones modernas,
cas basadas en conceptos políticos la ne- un eco arcaico no neutralizado más de la
cesidad de “tomar aliento”. En la tensión hostilidad del medio frente a un ser que
temporal y su problemática convergente se no puede disponer de reacciones inme-
basa la necesidad de tanteos que evaden diatas, pero sugiere un decepcionante
las decisiones totales, pero que siempre triunfo del medio que impone reacciones
tienen que llegar a lo “puntual” que impli- rápidas como si fueran instintos. Cuando
ca la decisión. Por mucho que Laclau esté Blumenberg concluye que “tenemos que
en la línea de Schmitt, no es decisionista. ir abandonando progresivamente el pen-
Es antagonista, pero de un antagonismo samiento de un tipo de formación domi-
que no está dispuesto a reintroducir la ac- nado por la norma de que el ser huma-
ción porque fracturaría las equivalencias y no ha de saber en todo momento lo que
la catexis total. Para Blumenberg, esa de- hace”40, creo que está apuntando a la de-
cisión se impone “por el carácter compli- finición de un ethos democrático, que tie-
cado de los hechos” y sus exigencias por ne contrapartidas, desde luego, pero que
un lado, y por la divergencia siempre cre- en todo caso implica limitar el pathos del
ciente entre las previsiones de la acción y técnico, que tiene una aspiración reactiva
sus expectativas temporales. e inmediata en favor de salvar la praxis
como si fuera segura y automática a pesar
Vemos así una dimensión contraria que
de sus inseguridades. Blumenberg insiste
nos remite a lo que dijimos de la provisio- en denunciar la pretensión de la técnica
nalidad. Y es que la retórica republicana de sustituir al instinto, consciente de que
ni esquiva la decisión ni la idealiza. Esa no podemos convertirnos en seres instin-
ambigua dimensión retórica de la política tivos justo con los procedimientos que en
es propia del mundo moderno y por eso es su origen compensaron la falta de instinto.
necesaria la dimensión dilatoria que toda La retórica moderna, si no quiere ser una
retórica legítima implica, pues por mucho
que esté determinada por la urgencia del
39. Blumenberg, H., “La necesidad de la retórica:
actuar y de la toma de decisiones, muestra una aproximación antropológica”, op. cit., p. 131.
la imposibilidad de un cierre. En esa impo-
40. Ibid., p. 132.

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mera técnica, y frente a la clásica, debe a partir de “un horizonte común, la misma
incorporar el aplazamiento de la acción alusión a lo prototípico, idéntica orientación
como verdadera demostración de la ca- en las metáforas y símiles”42. Como se ve,
pacidad de acción. No se trata de alabar se trata del cumplir las reglas de la herme-
la potencia que se queda en su poten- néutica y sus variaciones discursivas sobre
cia, sino de alabar la retracción a actuar la tradición, lo que no tiene que producir
porque sabemos demasiado bien qué es una contraposición radical a ella para abrir
actuar. De este modo, la democracia sería paso al significante vacío. Y sin embargo,
la forma más elaborada de “arreglárselas cuando seguimos leyendo este importante
racionalmente con la provisionalidad de la trabajo, nos damos cuenta de que todavía
razón”41. Sin embargo, no porque la razón hay algo más implícito en el argumento de
es retórica nos entregamos a una retórica Blumenberg. Consciente de que entre el
metafísica del pueblo como significante terror y los medios limpios de la persua-
vacío en el que anclar una totalidad subli- sión caben muchas formas de violencia,
mada. Tengo la impresión de que Laclau Blumenberg se ve obligado a contrapo-
ha usado su aproximación metafísica a la ner retórica a coacción. De este modo, se
dimensión retórica de la razón justo para distancia de los dispositivos dualistas de
contener esta provisionalidad del cierre contraposición. Su fórmula es: “la retó-
retórico de Blumenberg. Desde luego asu- rica implica la renuncia a la coacción”43.
me la contingencia de las significaciones Sin embargo esto dista mucho de ser cla-
metonímicas, y la contingencia de las de- ro. Para resolver la situación con arreglo a
mandas que se reúnen bajo el nombre ca- los principios antropológicos, Blumenberg
tacréstico de pueblo, pero no niega la ne- aplica su tesis básica: la retórica es el me-
cesidad de totalidad y la función que ese dio de conciliar acciones no apoyadas por
nombre cumple. Esta necesidad es la que la evolución biológica. Por tanto, se trata
la retórica de Blumeberg rechaza. Retóri- de sustituir prestaciones físicas por pres-
ca sin cierre, desde luego, en el ámbito de taciones verbales. Toda prestación física
la comunidad política, la de Blumenberg es coactiva y violenta. Pero tal neutraliza-
no implica negar que este cierre sea una ción de las prestaciones físicas no puede
necesidad que se pueda dar en el sujeto llevarse a cabo sin una severa institucio-
singular. En este sentido, el sistema social nalización. Así, por ejemplo, la medida del
podría tener caracteres diferentes del sis- tiempo y del espacio del que habla. Así la
tema psíquico. El segundo necesita el tra- forma de hablar, solo o en grupo, y las cir-
bajo del mito para elaborar una totalidad cunstancias que rodean el hablar. Sin un
de sentido. El primero, y justo por eso, no. conjunto de instituciones prácticas que eli-
minen las formas de la coacción, la retóri-
ca no puede decirse una práctica legítima.
6. El problema de la Y eso implica hábitos y estilos psíquicos
legitimidad muy concretos que requieren condiciones
existenciales institucionalizadas.
Por supuesto que Blumenberg opera con El populismo neutraliza esta posibilidad
una idea implícita de medios legítimos. porque asume dos principios, cuya ver-
Son aquellos que llevan a la persuasión
42. Ibid., pp. 121-122.
41. Ibid., p. 137. 43. Ibid., p. 123.

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dad ahora no puedo discutir, pero que ciones de “idéntica orientación en las me-
puedo resumir como el triunfo utópico táforas, en los símiles”. La retórica no tiene
de la deconstrucción cultural y su conse- ahora como objetivo llegar a consensos
cuencia como deconstrucción psíquica. acerca de los índices o saber acerca del
El primero es que ese mundo del horizon- estado real del mundo, o de la orientación
te común ha sido devastado hasta con- de la acción común. El punto de partida
vertirse, por obra de la agenda neoliberal es una fragmentación social producida por
de consumo y la comprensión del homo la agenda liberal y la función de la retóri-
economicus, en una sociedad sin prototi- ca es previa y reconstructiva. Esta agenda
pos, sin metáforas y sin símiles, entregada se lleva por delante todas las condiciones
a la diferencia de singulares angustiados existenciales e institucionales que se asu-
por sus propios intereses, entregados a mieron como normativas para la funciona-
la diferenciación continua y carentes de lidad de la retórica. Lo primero que debe
toda identidad común, en suma, una so- hacer no es regular la acción en común,
ciedad deleuziana entregada al presente. sino reconstruir algo común. Eso es lo que
He llamado a esta premisa la raíz liberal intenta hacer el populismo al reclamar que
del populismo. El segundo principio dice el primer acto político no es acordar la in-
que los seres humanos en esa sociedad terpretación de conceptos políticos, sino
no pueden soportar ese estado desampa- constituir un pueblo y renovar la política.
rado en el que un psiquismo desarbolado
En este sentido, el populismo sigue los ta-
deja a los seres humanos ante la angustia
lones de Hobbes en la modernidad tardía
de una soledad común en un presente
y realiza la misma operación que Hobbes
sin horizontes, en un estado de anomia
realizó al inicio de la modernidad. En esta
acósmica. Así que con esta premisa el
continuidad se descubren los problemas
populismo da por clausurado el problema
políticos constantes del liberalismo de
de la legitimidad, cuya manifestación es
forma extremadamente clara. En efecto,
la época de la post-verdad. Para el po-
criticando a Aristóteles, Hobbes anuló la fe
pulismo viviríamos en sociedades post-
en la existencia de un zoon politikon por
legítimas y solo con la hegemonía surgiría
naturaleza, e hizo de la política en todo
algo parecido. En esta situación no se dan
caso algo a construir. De este modo, des-
las condiciones básicas de identificar la
plazó la hermenéutica práctica que impli-
producción retórica con medios legítimos.
caba la retórica aristotélica por una retórica
La aproximación metafísica a la retórica
constructivista propia del ingeniero o del
devendría así una operación restauradora
maker, que partía no de la comunidad de
y aseguradora de su necesidad, y propi-
la polis sino de la soledad del individuo li-
ciaría una verdadera aproximación tecni-
beral. Asumiendo estas mismas premisas,
ficada para producir una nueva retórica
desde el vacío. Entre las premisas del po- el populismo se propone la misma meta,
pulismo por supuesto que se da el escep- superar la soledad del individuo en la so-
ticismo acerca de una idea metafísica de ciedad neoliberal, construyendo un senti-
la verdad –algo que el populismo extrae do de lo común incorporado a la creación
de la reducción de verdad a ideología por de un nuevo pueblo políticamente activo.
parte de la crítica a Althusser y la idea de De este modo, el populismo recoge el ges-
deconstrucción de Derrida–, pero en su to moderno de construir técnicamente, de
idea de sociedad ya no se dan las condi- funcionalizar algo que Aristóteles daba por

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natural y esencial. Donde Hobbes avista- aunque siempre acaben produciendo
ba la inexistencia de la naturaleza de la técnicamente una, el Leviatán o el Pueblo.
polis antigua, Laclau constata la destruc-
Puede que Laclau tenga razón al repre-
ción de todas las tradiciones políticas del
sentarse el presente como un vacío de
Estado nación, que durante tiempo supo
tradiciones, deconstruidas por el efecto
apuntalar la idea de una política sobre ba-
nihilista del capitalismo neoliberal. Pero
ses naturales. Ambos, Hobbes y Laclau,
esto no sería nada diferente de volver a
asumen ante todo la capacidad histórica
entender nuestra situación como entrega-
de deconstrucción de mundos de la vida,
da al estado de naturaleza, en el cual se
la pérdida de todo sentido de lo natural o
perciben de forma nítida las dificultades
dado y la necesidad de reconstrucción de
que nos presenta la realidad. Que esa
la acción humana colectiva ex novo. Uno
realidad sea ella misma resultado de pro-
presiente y el otro ya sabe que el motor de
esa destrucción que implica la necesidad cesos artificiales no cambia las cosas. En
de una nueva construcción es el capitalis- ese sentido, la retórica no debería hacer
mo, algo que los teóricos del mismo como bueno este punto de partida, sino asu-
Schumpeter y Polanyi nos han enseña- mir el gesto básico en el que se acreditó
do44. Pero en todo caso, al llevar a cabo toda la retórica clásica, que fue asegurar
esta operación Laclau cumple con este su- mediante la exhortación la sugerencia de
puesto de Blumenberg: “las sustituciones que siempre se necesita volver a pensar
en que consiste la historia se llevan a cabo y actuar. Blumenberg no da así por váli-
de un modo retórico”45. Leviatán como me- da la situación que sería resultado de la
táfora de la polis y pueblo como metáfora deconstrucción. Siempre hay todavía se-
del Leviatán y ambas históricamente me- ducciones y trampantojos de los que des-
táforas de la patria republicana. Cada vez pegarse y allí, en el fondo del sistema psí-
que hay falta de legitimidad, el arsenal me- quico, no anida el vacío y la soledad, sino
tafórico se pone en marcha con sus mo- el hábito, los estilos y las latencias, con
vimientos. Y eso por mucho que en cada todo lo que podemos caracterizar como la
caso, en Hobbes como ciencia y en Laclau carga negativa de lo siniestro que nunca
como razón política, se asuma que se trata se deconstruye del todo. Y quizá ese pre-
de una razón superior a toda metáfora46, tendido neoliberalismo, esa máquina que
fabrica diferencias sociales deleuzianas,
44. Y de lo que Blumenberg no era ignorante:
sea uno de ellos.
“Asistimos hoy día al raudo desmontaje de for-
mas anticuadas mediante procedimientos críticos,
en donde el peso de justificar su propia existencia tomar decisiones más por ímpetu animi que por
cae sobre todo lo existente, pero, simultáneamen- recta ratione, pues sus oradores no se ajustan a la
te, vemos cómo actúa una fantasía exuberante en naturaleza de las cosas sino a las pasiones de sus
la reconfiguración de procedimientos demasiado oyentes”. La superioridad de la democracia resi-
formalistas, que solo se distinguen de los otros de en que sigue prefiriendo este ímpetu animi de
por sus denominaciones más prosaicas y desapa- los demás frente a la exposición de lo que sería el
sionadas”. Ibid., p. 131. ímpetu del alma del Leviatán. Ibid., p. 138. Esto
es consecuencia de la comprensión no siempre
45. Ibid., p. 130. explícita de que Hobbes considera al ser huma-
46. Como recuerda Blumenberg: “Para Hob- no como nacido para los disturbios y la retórica
bes, una de las objeciones de más peso contra como un arma para organizarlos, frente al Esta-
la democracia es el hecho de que no puede salir do que no tendría pasiones porque está diseñado
adelante sin retórica y, en consecuencia, llega a para la paz.

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