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Olstury cD CopeseeL Iced del reino de los fines G Ro s ae f 7 es ; f ry 4 6 ‘ ; , ; Fy. ie ; oe ae ~~ at s ie 4 ‘ tees DOM eke tenth ec RUN Ce CESS Cne went uo Sheol! a Te oo eS ho Sar La creacién del reino de los fines =m 8 © ‘Unrverstpan AUT6NOMA De CHIHUAHUA Jess Enrique Sedfiez Séenz. Rector Sail Amulfo Martinez. Campos Secretario General Sergio Reaza Escircega Director de Extensién y Difusion Cultural Alejandro Chiver. Guerrero Director Académico Javier Martinez Nevarez Director de Investigacion ¥ Posgrado Rosendo Mario Maldonado Estrada Director de Planeacion 1 Desarrollo institucional Horacio jurado medina Director Administrative Unrverstpap AUYONOMA METROPOLITANA Enrique Fernandez Fassnacht Rector General Iris Santacruz Fabila Secretaria UNMmaAD IZTAPALAPA, Javier Veldzquez Mocteruma Rector Oscar Comas Rodriguez Secretario J. Octavio Nateras Dominguez Director de la Divisisn de Ciencias Sociales y Humanidades Gustavo Leyva Martinez Coordinador General del Consejo Editorial de da Division de CSH Laura Quintanilla Cedillo Coordiadora Editorial Gustavo Flores Rizo Asistente Editorial Unrverstpap Nacional AUTONOMA DE México José Narro Robles Rector ‘Eduardo Barzana Garcia Secretario General Juan José Pérez Castafieda Secretario Administrative Javier dela Fuente Hernandez Secretario de Desarrollo Institucional Ramiro Jesits Sandoval Secretario de Servicios ala Comunidad Ls Rail Gonzalez Pérez Abogado General Sealtiel Alatriste y Lozano Coordinador de Difusién Cultural David E Turner Barragén Direccién General de Publicaciones y Fomento Editorial La creacién del reino de los fines Christine M. Korsgaard Traduccién de Dulce Maria Granja Castro Eduardo Charpenel Elorduy Universidad Nacional Auténoma de México 2011 B2799 EB Ko7i8 Korsgaard, Christine M. La creacién del reino de los fines / Christine M. Korsgaard ; traduccién de Dulce Marfa Granja Castro y Eduardo Charpenel Elorduy .-- México : UNAM: UAM: UACH, 2011. 768 p, ISBN 978-607-02-2257-3 1. Kant, Immanuel, 1724-1804 ~ fitica. I. Granja Castro, Dulce Maria, tr HL Charpenel Elorduy, Eduardo, tr. TIL t. Publicado originalmente por: The Syndicate of the Press of the University of Cambridge, England ‘Titulo original: Creating the Kingdom of Ends by Christine M. Korsgaard © Cambridge University Press, 1996. © Sobre la traducci6n: Universidad Nacional Autonoma de México y Universidad Auténoma Metropolitana Primera ediciOn: 2 de mayo de 2011 D.R. © 2011 Universidad Nacional Auténoma de México Coordinacion de Difusién Cultural Direccién General de Publicaciones y Fomento Editorial Ciudad Universitaria, C.P, 04510, México, D-F. Universidad Autonoma Metropolitana Calzada del Hueso, 1100, C.P. 04960, México, D.F. Universidad Autonoma de Chihuahua Av. Escorza, 900, Zona Centro, C.P, 31000, México, Chihuahua, Chih. Disefio y formacién de interiores y portada: Karina Cervantes Pintura de portada: Le célébration du centenaire des Etats-Généraux de 1789, Alfred Roll ISBN: 978-607-02-2257-3 Prohibida la reproduccidn total o parcial de esta obra por cualquier medio sin autorizacién escrita del titular de los derechos patrimoniales. Impreso y hecho en México Indice Presentacion.... Prologo a la traduccién espaiiola... Introduccién e indice de abreviaturas PRIMERA PARTE I Una introduccién al pensamiento politico, ético y religioso de Kant... IL El andlisis de Kant de la obligacién: el argumento de la Fundamentacién 1... -173 II La Formula de la Ley Universal de Kant IV La Formula de la Humanidad de Kant... “V El derecho a mentir: Kant y el problema del mal... VI La moralidad como libertad... VII La creacién del reino de los fines: reciprocidad y responsabilidad en las relaciones personale: SEGUNDA PaRTE VIII Aristételes y Kant: una discusién sobre la fuente del valor... IX Dos distinciones en la bondad......... X Las razones que podemos compartir: un ataque a la distincién entre valores relativos al agente y valores impersonales... XI Escepticismo de la razén practica.... XII Dos argumentos en contra de la mentira .... XIII La identidad personal y la unidad de la ieapasiae de accién: una respuesta kantiana a Parfit .. 651 Fuentes de los textos ..... indice... Para mis padres Marion y Albert Korsgaard con amor y gratitud Presentacién Faviola Rivera Castro E! libro que el lector tiene en sus manos es una coleccion de ensayos sobre la filosofia moral de Immanuel Kant en los cuales Christine Korsgaard desarrolla una interpreta- cién que ha ejercido una gran influencia en la ética con- tempordnea. La autora no sdlo ofrece una manera de com- prender la dificil obra ética de Kant desde el punto de vista de un intérprete de textos filoséficos, sino que, sobre todo, la presenta como una alternativa a otras concepciones éti- cas. A partir de su lectura de Kant, Korsgaard desarrolla también su propia postura en la cual extiende y transforma el aparato conceptual kantiano al abordar temas y proble- + mas a los que Kant presté escasa atencién o que son pro- pios de la filosofia contempordnea, tales como el lugar de la La creacién del reino de los fines moral en las relaciones interpersonales cercanas y nuestra relacion con los animales no-humanos. Los resultados de estas investigaciones los encontramos desde sus primeras obras hasta sus trabajos mas recientes.' No obstante la gran complejidad de la interpretacion desarrollada por Korsgaard, es posible detectar dos ejes centrales. El primero de ellos es la idea de que la filosofia moral es una continuacién del razonamiento ordinario sobre cuestiones morales. Se trata de una continuacién mis sistematica y, como ella dice, “persistente’, de este ra- zonamiento. Asi como en la Fundamentacién de la me- tafisica de las costumbres, Kant parte del conocimiento moral ordinario para resolver interrogantes que surgen del mismo, Korsgaard aspira igualmente a dirigir su discurso a cualquier persona que se pregunte sobre el lugar de la obligacién moral en su vida, asi como sobre el contenido y la justificacién de la misma. De acuerdo con esto, las pre- guntas de la filosofia moral no son otras que aquellas que surgen en el curso de la vida diaria cuando, por alguna ra- z6n, cuestionamos el saber moral que damos por supuesto ‘0 no estamos seguros sobre el contenido y la justificacién de ciertas exigencias morales. No se trata de preguntas es- peculativas o inventadas por los filésofos, sino de aquellas 1 Christine Korsgeard, Las fuentes de la normatividad, traduccién de Laura Lecuona y Laura Manrique?, Instituto de Investigaciones Filosdficas, UNAM, México, 2000; Self-Constitution. Essays on Practical Reason and Moral Psychol- ogy, Oxford: Oxford University Press, 2008; Self- Constitution. Agency, Identity and Integrity, Oxford: Oxford University Press, 2009. Sobre la relacién con los animales no-humanos véase Follow Creatures: Kantian Bthics and Our Duties (o Animals, The Tanner Lectures on Human Values, ed. Grethe B. Peterson, Salt Lake City: Utab University Press, Volumen 25/26. 2 Korsgaard, “Reply to Ginsborg, Schneewind, and Guyer’, Ethics 109, no. 1 (1998): 49-66, p. 61. La creaci6n del reino de los fines que cualquier persona puede plantearse en un momento de reflexién sobre la autoridad y el contenido de las exigen- cias morales, Al final del primer capitulo de la Fundamen- tacion, Kant observa que la necesidad de la filosofia prac- tica surge debido una “dialéctica natural” que consiste en Ja tendencia de la raz6n ordinaria a “raciocinar” contra la severidad de las leyes del deber para hacerlas mas confor- mes a nuestros deseos e inclinaciones (GMS 405). Seguin Kant, naturalmente tendemos a tratar de justificar excep- ciones a los mandatos del deber para acomodar la satisfac- cién de deseos e inclinaciones. Esta dialéctica natural da pie a la necesidad de determinar claramente el principio supremo de la moral y de investigar la posibilidad de su justificacién mediante una critica de la razén practica. Si- guiendo a Kant, Korsgaard mantiene esta continuidad en- tre la reflexion ordinaria y la metafisica. Un ejemplo claro de ello es la tesis de que la busqueda de lo incondicionado estd motivada por los razonamientos ordinarios sobre la explicacién causal de algiin evento cualquiera o sobre Ja justificacién racional de alguna accién. La pregunta por lo incondicionado surge en el curso de la busqueda de expli- caciones y justificaciones cada vez mas completas. Ella re- toma de Kant la idea de que la metafisica es natural a la ra- z6n humana: las preguntas por justificaciones tltimas y completas se originan en los razonamientos cotidianos y estan motivadas por ellos. De alli que la filosofia moral, en esta concepcion, esté firmemente anclada en las pre- guntas y preocupaciones morales ordinarias, de las cuales recibe su impulso inicial y para las cuales aspira a ofrecer Tespuestas que resulten convincentes. Deacuerdo con esta manera deconcebir la relacion entre el saber ordinario y la filosofia, el propésito de esta ultima La creacidn del reino de los fines es prdctico, es decir, aspira a ofrecer soluciones adecua- das a los problemas de accién que surgen en [a reflexion moral cotidiana. Este es el segundo eje que mencioné hace un momento, cuya importancia es dificil de exagerar en la interpretacién desarrollada por Korsgaard. Siguiendo a Kant, sostiene que el propdsito que anima a la filoso- fia moral no es tedrico o especulativo, sino el de ofrecer soluciones para los problemas de accién que nos plantea- mos en tanto que agentes que tenemos que decidir qué hacer, que nos cuestionamos cémo debemos vivir y como, debemos relacionarnos con los demas, y que aspiramos a ser mejores personas. En el Prefacio a la Fundamentacién, Kant sefiala que una metafisica de las costumbres es “in- dispensablemente necesaria, no meramente por un moti- vo de la especulacién, para investigar la fuente de los prin- cipios practicos que residen a priori en nuestra raz6n, sino porque las costumbres mismas permanecen sometidas a todo tipo de corrupcién mientras falte ese hilo con- ductor y norma suprema de su correcto enjuiciamiento” (GMS 390). La motivacién que anima a la filosofia moral no es la de aumentar nuestro conocimiento sino impedir la corrupcidn de las costumbres. Korsgaard retoma esta idea central y la lleva hasta sus ultimas consecuencias. De acuerdo con ella, el caracter practico tanto de las pregun- tas morales como de las respuestas que ofrecemos requie- re que la justificacién de la obligacién moral se conciba en estos mismos términos. Desde esta perspectiva, la justifi- cacién del imperativo categérico consiste en que constitu- ye la mejor y mas completa respuesta a la pregunta sobre cémo debemos actuar. El énfasis en el propésito practico de la filosofia mo- ral kantiana ha resultado enormemente fructifero. Por un 10 La creacién del reino de los fines lado, le ha permitido a Korsgaard ofrecer una interpreta- cién plausible de elementos controvertidos en los textos morales de Kant y, por el otro, ha resultado en una postu- ra meta-ética que ella defiende frente a otras alternativas, como el realismo metafisico. Uno de los ejemplos mas cla- ros de un elemento controvertido en la filosofia moral de Kant es el dualismo entre el mundo sensible y el inteligi- ble. Deacuerdo con una interpretacion tradicional, setrata de un dualismo ontolégico, es decir, de dos mundos a los cuales pertenecemos en tanto que objetos de experiencia, por un lado, y en tanto que seres racionales, por el otro. A la luz de la interpretacién practica, en cambio, este dualis- mo debe verse como una distincién entre dos perspectivas que los seres humanos somos capaces de tomar respecto de nosotros mismos para los fines del conocimiento y de Ja accién: por un lado, nos concebimos a nosotros mismos como objetos de experiencia sujetos a las leyes de la cau- salidad natural y, por el otro, nos concebimos también como agentes capaces de determinarse a si mismos por la razon. No se trata de un dualismo ontoldgico, sino de un dualismo de perspectivas o de concepciones de nosotros mismos que somos capaces de adoptar para los fines inelu- dibles del conocimiento y de la accion. La interpretacién practica conduce a una postura meta- ética sobre la naturaleza de los conceptos morales y so- bre la objetividad de los juicios morales que, Korsgaard sostiene, es superior al realismo metafisico, y a la que no duda, al mismo tiempo, de calificar de existencialista. De acuerdo con el realismo metafisico, en la version que ella ofrece, la funcién de los conceptos morales es describir Ja realidad moral, y la objetividad de los juicios morales depende de que sean verdaderos respecto de tal realidad aa La creacién del reino de los fines moral “independiente”? Segtin la concepcidn practica de la moral que ella defiende, en cambio, la funcién de los conceptos morales es guiarnos en la accién, y la objeti- vidad de los juicios morales depende de su conformidad con principios de la razén practica que, a su vez, son co- rrectos en la medida en que son constitutivos de esta ulti- ma. En esta concepcidn, la raz6n practica no necesita pos- tular ninguna realidad moral independiente para respon- der las preguntas que se plantea a si misma. Desde luego que, segtin el realismo metafisico, los conceptos morales son guias para la accién, pero resultan apropiados sdlo en la medida en que son descripciones verdaderas de Ja rea- lidad moral. La objecién de Korsgaard es que el realismo metafisico transforma la funcién primordialmente prac- tica de los conceptos morales en otra descriptiva 0 cogni- tiva, para después aplicarlos a la conducta. Su propuesta, en cambio, es que tomemos en serio el caricter practico de estos conceptos en su funcién orientadora de la accién y concibamos su justificacién desde esta perspectiva. De acuerdo con esto, los conceptos y principios morales son productos o construcciones de la razon practica para de- terminar cémo debemos actuar. No son descripciones vyerdaderas de una realidad moral independiente. Como Korsgaard lo enfatiza, ello no significa, en modo alguno, que todo vale, sino que la razén misma suministra los es- tandares normativos segtin los cuales se rige. Dicho de otro modo, la raz6n humana es auténoma y es en esta au- tonomia en donde debemos buscar y podemos encontrar las guias que constituyen las respuestas a nuestras pregun- tas practicas. En gran medida, su desarrollo de Ja postura 3 Korsgaard, Las fuentes de la normatividad, Conferencia 1, seccién 4. La creaci6n del reino de los fines kantiana ha sido una investigacién sobre los principios constitutivos de la autonomia de la razén que inicia en este libro y se extiende a lo largo de toda su obra. El existencialismo esta motivado por el énfasis puesto en la autonomia: cémo debamos vivir es algo que debe- mos determinar por nosotros mismos, con base en Ja ra- z6n, sin que ninguna realidad “independiente” pueda resol- vernos el problema suministrandonos asideros y certezas. Deacuerdo con Ja postura kantiana desarrollada por Kors- gaard, los animales humanos nos encontramos en la dificil situacién de tener que elegir, asi como de determinar los es- tandares con base en los cuales llevar a cabo nuestras elec- ciones. Esta situacién se origina por la naturaleza misma dela razon, la cual abre una distancia reflexiva respecto de nuestros deseos ¢ inclinaciones, y nos lleva a preguntarnos por su bondad. Sin embargo, los criterios de la “bondad” para evaluar las acciones y los fines dependen de nosotros: “bueno” es la manera en que nos referimos a aquello que aprobamos desde el punto de vista de la razén, y “malo” a aquello que reprobamos desde esta misma perspectiva. De acuerdo con esta interpretacién de la teoria del valor de Kant, el valor no es algo que descubramos en el mundo sino que existe porque nosotros somos seres que orientan sus acciones en el mundo otorgandole valor a las cosas. Como los estindares normativos no forman parte de la “naturaleza de las cosas’, listos para ser descubiertos, sino que dependen de nosotros, el ejercicio de la facultad ra- cional practica conlleva una gran responsabilidad. Como Kant observa en “Probable inicio de la historia humana’, un primer ensayo en una eleccidn libre es suficiente para abrir los ojos del ser humano al descubrimiento de “una capacidad para elegir por si mismo su propia manera de 13 La creaci6n del reino de los fines vivir’, lo cual es, al mismo tiempo, el descubrimiento de la libertad y una fuente de angustia.+ Siguiendo esta misma linea, Korsgaard sefiala que los seres humanos estamos condenados a hacer elecciones y a actuar: es nuestro predi- camento (plight), “el simple inexorable hecho de la condi- cién humana’® De allila necesidad ineludible de investigar segtin qué principios de accién debemos orientarnos en la aventura de la libertad. En este libro, el lector encontrara una parte importante de la contribucién de la autora a la discusién de estas preguntas que nos conciernen a todos. Christine Korsgaard es profesora en la Universidad de Har- vard desde 1991, donde ocupa la catedra Arthur Kingsley Porter Professor of Philosophy a partir de 1999. En 1996 se convirtié en la primera mujer en dirigir el departamento de filosofia de esta universidad. Anteriormente fue profe- sora en la Universidad de Chicago (1983-1991) y en otras universidades en los Estados Unidos. Obtuvo su doctora- do en filosofia en la Universidad de Harvard en 1981 bajo la direccién de John Rawls con la tesis The Standpoint of Practical Reason. Realizé sus estudios de licenciatura en filosofia en la Universidad de Illinois en Urbana-Cham- paign. En 1996 publicé los libros Las fuentes de la norma- tividad y La ereacién del reino de los fines. El primero es un estudio sobre los fundamentos de a obligacién mo- ral en autores clasicos como Hobbes, Hume y Kant, entre otros, asi como también en autores contemporaneos como 41. Kant, “Probable inicio de la historia humana’, en Tdzas para wna historia universal en clave casmopolita y otros escritos sobre Filosofia de la Historia tea- duccion de Colcha Roldan y Roberto Rodriguez, Madrid: Tecnos, 1994 5 Korsgaard, Self-Constitution, p.p. 1s xi 14 La creaci6n del reino de los fines Bernard Williams y ‘Thomas Nagel. En 2008 publicé una recopilacién de sus ensayos en The Constitution of Agen- cy: Essays on Practical Reason and Moral Psychology, y en 2009 Self-Constitution: Agency, Identity, and Integrity, libro con el cual culmina muchos aitos de investigacion sobre los principios constitutivos de la accién humana a partir de Platon, Aristoteles y Kant. En afios recientes ha dirigi- do su atencién hacia la relaci6n que debemos mantener con los animales no-humanos. El lector interesado encon- trara mas informacién en http://www.people.fas harvard. edu/~korsgaar/. 15 Prdlogo a la traduccién espafiola Es un placer introducir esta traduccién al espaiiol de La creaci6n del reino de los fines, una coleccién de ensayos que escribi sobre la ética de Kant y la ética kantiana en los afios ochenta y principios de los noventa. Mi propdsito en es- tos ensayos y en mis trabajos posteriores ha sido explicar, reconstruir y desarrollar la teorfa de la moralidad de Kant con el fin de destacar sus virtudes, no meramente como una gran obra de la tradici6n filoséfica, sino también como una teoria ética viable para nuestro propio tiempo. Este pro- posito refleja mi muy arraigada conviccién de que la mane- ra de progresar en filosofia no es desechar las propuestas de . Ruestros antecesores como si fueran monumentos histéri- cos interesantes pero defectuosos, sino primero identificar 7 La creaci6n del reino de los fines sus logros y después tratar de complementarlos. Yo creo que Kant tiene mucho que ensefiarnos sobre la moralidad y sobre el lugar en el que ésta encaja dentro del mundo tal y como lo concebimos. Asimismo, ahi donde la postura de Kant es defectuosa —o, como sucede mas a menudo, es in- completa— creo que podemos encontrar complementos naturales y modificaciones que son kantianos en su esencia y que retienen lo verdadero y valioso de su obra. Altrabajardeesta manera, inevitablemente, hetenidoque escribir algunos ensayos cuyo propésito principal ha sido interpretar lo que Kant en realidad dijo, y otros cuyo pro- pOsito es complementar sus ideas para resolver problemas que él no vio y contestar preguntas que él nunca se pregun- t6. Los ensayos en esta coleccién, en su mayorta, pertene- cen a este primer tipo, sobre todo aquellos de la primera parte, los cuales constituyen una especie de comentario a la Fundamentaci6n de la metafisica de las costumbres de Kant. En los ensayos de la segunda parte del libro —en la cual elaboro ciertos debates entre Kant y otros fildsofos morales—, empiezo a aventurarme dentro del ambito de la reconstruccién y el desarrollo de ideas. E] ultimo ensayo del libro, “La identidad personal y la unidad de Ja capa- cidad de accién: una respuesta kantiana a Parfit” provee un ejemplo de lo que tengo en mente cuando hablo de extender las ideas de Kant para formular preguntas que él no se preguntd: en ese caso concreto, preguntas sobre Ja naturaleza de la capacidad de accién y de Ja identidad personal. También esto representa el punto de inicio para mi trabajo posterior: se pueden ver ahi las formas en las que mis ideas acerca de Kant se han desarrollado desde que escribi los ensayos de este libro —ideas que describiré aqui pero mas adelante—. 18 La creacién del reino de los fines Como sefialo en la introduccién original a esta coleccién, uno de los elementos distintivos de la filosofia de Kant en general es su postura de que los principios de la raz6n, del entendimiento y de la voluntad son leyes para el empleo de aquellas capacidades: leyes que nos dicen en general c6mo es que debemos pensar para formarnos una concepcién cientifica del mundo y cémo es que debemos decidir lo que hay que hacer. O bien, vistas las cosas desde una perspec- tiva mas ortodoxa, lo que es caracteristico de la postura de Kant es que podemos identificar el contenido de las leyes de la raz6n, del entendimiento y de la voluntad median- tela reflexién sobre las tareas que esas facultades tienen que realizar, y sobre los problemas que resolvemos con dichas facultades. En este sentido, la postura de Kant representa Jo que ahora se [lama una aproximacién “constructivista” —en oposicién a una aproximacién “realista’— a las cues- tiones filoséficas. A mi juicio, las diferencias entre estas dos aproximaciones pueden expresarse mejor en términos de una diferencia de postura sobre la funcién que tienen los conceptos que examinamos en filosofia. De acuerdo con el realismo, los conceptos morales y el concepto de una razon practica tienen como propésito una funcién esencialmente descriptiva: existen para describir 0 nombrar ciertos atri- butos de la realidad, a saber, aquellos que son normativos para las decisiones y las acciones. La tarea dela filosofia mo- ral, por tanto, es la de llegar al conocimiento de los aspectos normativos del mundo. Por el contrario, de acuerdo con el constructivismo, tenemos algunos conceptos que no son di- rectamente descriptivos, sino que mds bien se refieren a las soluciones de ciertos problemas que enfrentamos. La tarea - de la filosofia moral es concebida como una tarea practica: Ja tarea de resolver estos problemas deliberativos. La creacién del reino de tos fines Tomo prestados esta idea y este término de “constructi- yismo” de John Rawls, aunque la manera en que yo com- prendo el constructivismo es un tanto diferente ala manera en que él lo comprendié.' Como yo lo entiendo, el cons- tructivismo esta ejemplificado por la manera en que Rawls emplea la distincidn entre concepto y concepcién en Teo- ria de la justicia.? Alli el concepto de justicia se refiere ala solucién de un problema. El problema en cuestién es el de la distribucién: las personas nos reunimos dentro de un esquema de cooperacién porque eso sera mejor para to- dos nosotros, pero debemos decidir cémo se distribuirén los costos y los beneficios. Nosotros usamos el concepto de “justicia” no para describir algunos hechos u objetos que hemos observado en el universo, sino para distinguir el espacio para la solucién de ese problema: es asi, pues, que cuando preguntamos “;qué es la justicia?” estamos preguntando qué cosa resolveria ese problema. Una con- cepcion de justicia es un principio que uno propone como una solucién al problema de la distribucién, y uno llega a ese principio mediante la reflexién sobre la naturaleza 1 John Rawls, “Kantian Constructivism in Moral Theory’, John Rawls: Collect- ed Papers, ed, Samuel Freeman (Cambridge: Harvard University Press, 1999), pp. 303-358, y John Rawls, Political Liberatism, Conferencia I, pp. 89-129. Para mi postura, en cambio, ver “Realism and Constructivism in ‘Twentieth Century Moral Philosophy’, ensayo diez de mi coleccién The Constitution of Agency (Oxford: Oxford University Press, 2008, pp. 302-326). En este texto describo el realismo y el constructivismo como diferentes aproximaciones a Jas preguntas filos6ficas, cosa que creo que son. final de cuentas. Por supuesto, también se les considera como posturas “meta-éticas”; cuando se les considera asi, éstas se oponen a su vez a una tercera postura meta-ctica, a saber, al expre- sivismo cuasi-realista, el cual sostiene que los conceptos morales se usan para expresar actitudes aunque parezca que describan hechos. 2 John Rawls, A Theory of Justice (Cambridge: Harvard University Press), pri- mera ediciGn, p. 5. Rawls esta siguiendo a H.1.A. Hart en The Concept of Law, (Oxford: The Clarendon Press, 1961}, pp. 155-159. 20 La creacién del reino de los fines del propio problema. Cuando pensamos asi las cosas, la filosofia politica no es la busqueda de una verdad teérica que aplicaremos a la deliberacién politica, sino mas bien una parte de la deliberacién racional misma. La filosofia politica es una disciplina eminentemente practica. En mi libro Las fuentes de la normatividad (Cambridge University Press, 1996), a pesar de que no uso el térmi- no “constructivismo’, sostengo que esa misma estructura puede ser encontrada en el argumento de Kant del impe- rativo categérico. Aqui el problema es uno de indole muy general que se plantea en virtud del hecho de la capaci- dad de accién autoconsciente (self-conscious agency) —es decir, el problema se plantea en virtud del hecho de que nosotros los seres humanos somos conscientes de nues- tras propias actitudes mentales y de las formas en que éstas tienden a conducirnos—. Cuando un animal no-humano acttia, su atencién esta dirigida al mundo y no a los deseos ya los miedos que lo mueven. Sin embargo, nuestra con- ciencia de estos estados —lo que yo llamo nuestra “distancia reflexiva” de ellos— nos permite cuestionarlos y pregun- tarnos si debemos de actuar con base en los mismos y si debemos de considerarlos como razones. Asi pues, esta forma deautoconciencia nos planteael problema dela elec- ci6n, y la razén es el nombre de aquello que nos habra de ayudar a resolverlo. Como sostengo en el presente libro, Kant piensa que nosotros podemos llegar al imperativo ca- tegorico medianie la reflexién sobre la naturaleza ala que se enfrenta el agente autoconsciente y racional.* Dado que Ja voluntad es libre y una voluntad libre debe decidir por si misma si ha de tratar cierta consideracion como una razon, 3 Ver “La libertad como moralidad’, capitulo VI de este volumen. 21 La creacién del reino de los fines una voluntad libre debe escoger su propio principio o ley. Sin embargo, esto es justo lo que el imperativo categéri- co —en su formulacién de la ley universal— nos indica que hagamos: nos indica que escojamos una maxima que podamos querer como ley. Es a partir de la autoconcien- cia que surge la necesidad de las razones, y es en respuesta aesa necesidad que legislamos principios para nuestras ac- ciones y que construimos razones y obligaciones morales. De esta manera, identificamos el imperativo categérico mediante la reflexion sobre el problema planteado por la raz6n practica: el problema de encontrar razones para la accion. Desde la publicacién de Las fuentes de la normativi- dad, he Hegado a ver la cuestion de la fundamentacién del imperativo categérico desde un dngulo un tanto diferente aunque compatible. En el siglo xx, los filésofos comen- zaron a trabajar en un campo que previamente no era reconocible o identificable de la forma en que lo hacemos ahora: la filosofia de la accion. ;Qué es lo que hace que un conjunto de movimientos sea una accién? Y, de modo muy ligado a fa pregunta anterior, 3en virtud de qué asig- amos esos movimientos a una persona como causa 0 au- tora de los mismos? Por supuesto, estas preguntas no son completamente nuevas: en siglos pasados, esas preguntas se abordaban dentro del contexto del debate del libre albe- drio. Sin embargo, en esas discusiones previas, las pregun- tas eran a veces formuladas de modos que, a mi mado de ver las cosas ahora, ocultaban los verdaderos problemas. Tomemos un ejemplo notable de esto: en la discusién dela Fundamentacién sobre la autonomia, Kant establece que la accién malvada es una accion heteronoma, con lo cual parece identificar la heteronomia con la determinacién 22. La creaci6n del reino de los fines por necesidad natural. El problema a lo que esto da Ju- gar ha sido formulado tradicionalmente en términos de responsabilidad: scémo es que puedo ser responsable de mis actos si éstos son causados por fuerzas naturales? Yo misma describo este problema asi en el ensayo “La mo- ralidad como libertad” contenido en este volumen, pero el problema es todavia mucho mas profundo. Si ciertos movimientos de mi cuerpo son causados por fuerzas na- turales y no por mi misma, spor qué deberiamos llamar a esos movimientos “acciones” en realidad? Por otro lado, como pueden ser causados por mi misma a menos de que sean un ¢jercicio de mi propia autonomia? Esta linea de pensamiento me Ilevé a la idea de que el imperativo categérico es lo que ahora llamo un “principio constitu- tivo dela accién” Lo que inicialmente me condujo a este problema es un enigma que surge a partir de la explicacién de Kant de la normatividad del imperativo categérico: el principio se- gun el cual si quieres el fin debes de querer los medios.* Kant sostiene que este principio esta basado en el hecho de que “quien quiere el fin quiere también los medios para ese fin” y esta proposicién “es, en lo que atafie al querer, analitica’ (GMS 417). Si querer un fin légicamente impli- ca querer los medios y td no quieres los medios, entonces parece seguirse que tii no quieres el fin. Sin embargo, si no quieres el fin, no has violado ningtin imperativo al no que- rer los medios. Ahora bien, un imperativo que no se vio- la tampoco puede seguirse. ;Cémo es que un imperativo 4 Ver, “The Normativity of Instrumental Reason’; primer ensayo de The Consti- tution of Agency, (op. cit), pp. 27-68. Una investigacién paralela —aunque més * negativa en sus conclusiones— sobre el imperativo de la prudencia es “The “Myth of Egoism’, segundo ensayo de The Constitution af Agency, pp. 69-99. 23 La creacién del reino de los fines puede estar basado en un principio que es analitico en lo que ataiie al querer? Sin embargo, a pesar de ese enigma, hay un obvio elemento de verdad en la postura de Kant sobre el imperativo hipotético. Sino estas tratando al me- nos de ser la causa de un fin —es decir, si no estas tratando de realizar cierto estado de cosas—, no puede decirse que estésactuando. Actuar es tratar de realizar o causarciertoes- tado de cosas en el mundo. Por tanto, una accién implica necesariamente que adoptes los medios para tus fines. El principio instrumental es, por consecuencia, un estandar constitutivo de la accién: es decir, se trata de un principio por el cual debes estar al menos guidndote para que se pue- da decir que estas actuando. Sin embargo, sacaso no se puede decir lo mismo sobre el imperativo categérico? Actuar es que ti determines tus propios movimientos y no que fuerzas externas lo hagan. Sin embargo, determinar tus propios movimientos es guiarlos conforme a una ley que te das a ti mismo. $i no estas al menos tratando de determinar tus propios movi- snientos —por tanto, si no estas al menos siendo guiado por cierto ideal de autonomia—, 3acaso es posible decir que estas actuando? Mediante esta linea de pensamiento he llegado a pensar que los dos tipos de imperativo que son fundamentales para Kant nos dan en su conjunto la forma basica de la accion. De acuerdo con Kant, actuar es deter- minarte a ti mismo para que seas la causa de un fin, Tomar los medios para un fin es algo constitutivo de la determi- nacién propia para ser la causa del fin. Actuar conforme a.una ley que te das a ti mismo es algo constitutivo de la determinacién propia para ser la causa del fin. La accion moral no puede simplemente ser heteronomia, sino que es mas bien un intento de autonomia que ha fracasado. 24 La creacién del reino de los fines El agente ha adoptado como su ley un principio que me- diante una reflexién correcta no podria considerar como una ley. De esto se sigue que, cuando actuamos, estamos siendo guiados al menos por el imperativo categérico, aun- que no siempre lo sigamos con éxito. Los movimientos que no estan siendo guiados al menos por el imperativo cate- gorico no pueden calificarse como una accién del mismo modo en que las ideas que no estan siendo guiadas al me- nos por las leyes de la légica no pueden calificarse como un pensamiento. Estas ideas se legan a vislumbrar en el presente volu- men cuando sostengo en el tiltimo ensayo que esencial- mente la deliberacion involucra que te identifiques con un principio de decision o de volicién que a tu juicio sea una expresi6n de ti mismo.' Por ejemplo, cuando tienes dos deseos y deliberas sobre cual has de satisfacer, no te consideras a ti mismo como si fueras un espectador pa- sivo atestiguando una batalla entre dos fuerzas opuestas. Por el contrario, parece que hubiera algo que estuviera por encima de tus deseos, algo que es una expresién de ti mis- mo y que escoge cual de los dos deseos habras de satisfa- cer, De no ser asi, no podrias considerar como tuyos los movimientos resultantes, La idea de que los principios de tu voluntad son expresiones de ti mismo esta directamen- te conectada con otra idea de Las fuentes de la normati dad: la idea de la identidad practica. Como la defino ahi, la identidad practica es una concepcién de nosotros mis- mos bajo la cual nos valoramos y descubrimos que vale la pena vivir nuestras vidas y vale la pena realizar nues- "5 Ver “La identidad personal y la unidad de la capacidad de accion: una res- puesta kantiana a Parfit’, capitulo XIII de la presente obsa. 25 La creaci6n del reino de los fines tras acciones.° Creo que cada uno de nosotros tiene mu- chas concepciones semejantes de su identidad —como miembro de cierta familia, ciudadano de cierta nacion, adherente a cierta religién, realizador de cierta profesién u oficio— de las cuales derivamos nuestras razones y nues- tras obligaciones. En Las fuentes de la normatividad sos- tengo que, en general, la fuerza normativa de la obligacion se deriva de su conexi6n con la identidad practica: el precio que pagas cuando no vives conforme a tus propios prin- cipios es una pérdida de identidad. Apelando a una va- riante de la interpretacién del argumento de Kant sobre la Formula de Humanidad que aparece en este volumen,’ sostengo que cada uno de nosotros esta comprometido a valorar su identidad como la de un agente racional: una identificacion practica que sirve como la fuente de la obli- gacién moral. De modo muy breve en Las fuentes de la normatividad y de un modo mas extenso en mi traba- jo més reciente, sostengo también que esto, a su vez, nos compromete a valorar la naturaleza animal y sensible, y que, a diferencia de lo que Kant pens6, esto nos compro- mete también a la postura de que tenemos obligaciones para con los otros animales.* 6 Ver Korsgaard, The Sources of Normativity (Cambridge: Cambridge Univer- sity Press, 1996), p. 101, 7 Ver “La Pormula de la Humanidad de Kant’, capitulo IV de la presente obra. 8 En The Sources of Normativity ver $4.3.6-4.3.10, pp. 153. Ver también “Fellow Creatures: Kantian Ethics and Our Duties to Animals” en The Tanner Lectures on Human Values, ed. Grethe B. Peterson. vol. 25/26 (2004). Salt Lake City: University of Utah Press; (también disponible en el sitio de las conferencias Tanner: ww TannerLectures.utah edu): ver también “Interacting with Ani- mals" en The Oxford Handbook on Ethics and Animals, eds. Tom Beuchamp y RG. Frey, Oxford University Press, 2010. 26

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