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Jaime González-Velasco
Universidad Autónoma de Madrid
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jaime.gonzalez@uam.es
Índice del Volumen 4
Métodos Experimentales en
Electroquímica
Estudio de procesos
electroquímicos por
aplicación de métodos de
corriente alterna
Capítulo 1
Espectroscopía de impedancia
electroquímica
53
1.6. Relación entre los periodos de relajación para la
difusión y para la transferencia de carga
67
Volumen 4
Primera parte
Capítulo 2
Estudio de sistemas
electroquímicos complejos
mediante el método de
Espectroscopía de Impedancia
Electroquímica (EIS)
2.1. Estudio de sistemas electroquímicos complejos mediante
el método de Espectroscopía de Impedancia Electroquímica
(EIS)
77
154
2.15. Instrumentación para el método de espectroscopía de
impedancia electroquímica (EIS)
155
Volumen 4
Segunda Parte
Capítulo 3
Técnicas no electroquímicas
para el estudio de la zona
interfacial y de los procesos
electroquímicos
211
3.4.2 Elipsometría
226
Bibliografía
325
Series
327
Revistas
327
Índice alfabético
340
3. Técnicas no electroquímicas para el estudio de la zona
interfacial y de los procesos electroquímicos
En los apartados anteriores se han descrito diversos métodos electroquímicos por medio de
los cuales es posible llegar a elucidar los parámetros cinéticos y el mecanismo de reacción de
procesos electroquímicos. Los métodos analizados consistían, básicamente, en llevar a cabo
medida de la corriente resultante de la aplicación de un potencial o de un programa de potencial,
o del potencial a que daba lugar la aplicación de una corriente o de un programa de corriente,
como función de parámetros tales como la velocidad de barrido, el tiempo, la velocidad de
rotación de un electrodo o la frecuencia de una señal de corriente alterna. Dado que las técnicas
electroquímicas utilizadas para llevar a cabo estudios cinéticos permiten medir la corriente, o
bien, fijar un valor de la misma y con ello fijar la velocidad de las reacciones interfaciales,
resulta sencillo deducir los parámetros de los que depende la velocidad del proceso
electroquímico que se trata de estudiar. Sin embargo, este tipo de medidas no aportan datos
sobre cómo transcurre el proceso a escala molecular, ya que la corriente medida o impuesta es el
resultado de una serie de etapas en las que intervienen diferentes sustancias intermedias, en
muchos casos desconocidas, y se llega a productos finales de cuya identidad no se obtiene
información. De una manera análoga, cuando se llevan a cabo estudios sobre la estructura de la
zona interfacial, utilizando para ello técnicas de medida de la capacidad de la doble capa, se
suelen comparar los resultados obtenidos con cálculos basados en valores globales de diversas
variables, por lo qué tampoco es posible obtener información a nivel molecular.
La información sobre los aspectos moleculares de las reacciones electroquímicas puede ser
obtenida haciendo uso de diversas técnicas no electroquímicas, muchas de ellas de naturaleza
óptica, por medio de las cuales se pretende identificar qué tipo de sustancias intermedias toman
parte en un proceso interfacial, como varía la concentración de las mismas con el tiempo y
cómo cambian las propiedades de la superficie del electrodo, los recubrimientos superficiales, la
orientación y el ordenamiento de los diversos adsorbatos a lo largo del proceso.
Cuando se estudia la cinética de reacciones en disoluciones homogéneas o en fase gaseosa
las informaciones a nivel molecular pueden ser obtenidas aplicando técnicas espectroscópicas
del tipo de infrarrojo, IR, o resonancia magnética nuclear, RMN. Muchas de estas técnicas se
aplican en la actualidad in situ para llevar a cabo estudios sobre la estructura de la región
interfacial y sobre la cinética de procesos electroquímicos. En conjunto, todas estas técnicas
forman parte de un área denominada espectroelectroquímica de la que se hace uso en multitud
de laboratorios.
Algunas de las técnicas más modernas se ocupan de seguir los cambios que las reacciones
interfaciales inducen sobre las superficies de los electrodos.
En general las diversas técnicas de estudio tratan de obtener información sobre la
morfología de la superficie electródica, sobre la composición y propiedades de la región
interfacial, sobre la orientación de diversas especies en la región interfacial, sobre el perfil del
potencial y del campo eléctrico dentro de la zona interfacial y sobre las propiedades dieléctricas
de la interfase.
Dada la gran amplitud del tema solo se va a hacer una somera descripción de las diversas
técnicas espectroscópicas y ópticas. Más detalles sobre las mismas se encuentran en diversos
trabajos específicamente dedicados a su estudio.
Figura 3.1. Diagrama de niveles de energía en el que se muestra el tuneleo de electrones que se produce
entre la punta y la muestra conductora en microscopía de barrido por tuneleo, STM.
El método STM fue puesto a punto por Binnig y Röhrer en 1982, lo que les hizo
merecedores del premio Nobel de Física en 1986. En el método se hace uso de una punta afilada
a la que se acerca hasta una distancia de unos pocos nanómetros de una superficie conductora
(la muestra cuya estructura superficial se desea observar), al mismo tiempo que se aplica una
pequeña diferencia de potencial entre la punta y la muestra. Si el polo positivo del campo
eléctrico así creado se encuentra sobre la punta, los electrones que forman parte de la muestra
conductora tendrán tendencia a fluir hacia la punta, donde su energía potencial sería menor. Este
flujo de electrones tiene lugar a través del espacio que separa a la punta de la muestra. Para que
esto suceda los electrones tienen que superar la barrera de energía que supone la función
trabajo de extracción electrónico, , en la muestra, que viene a ser del orden de unos pocos eV.
A temperatura ordinaria la energía térmica media es del orden de k BT = 0.0257 eV, es decir, una
cantidad mucho más baja que los trabajos de extracción electrónicos en la mayoría de los
materiales conductores, por lo que la misma no es capaz de hacer que los electrones superen la
barrera que constituye el trabajo de extracción. Sin embargo, las leyes mecanocuánticas
predicen que existe una probabilidad finita de que una partícula sea capaz de “tunelear”, en vez
de superarla, a través de una barrera de energía de activación y que dicha probabilidad es tanto
mayor cuanto menor sea la masa de la partícula considerada. Como consecuencia de ello,
cuando la distancia entre punta y muestra es suficientemente corta, los electrones fluyen entre la
muestra y la punta, dando lugar a una corriente eléctrica pequeña pero mensurable. La magnitud
de esta corriente depende exponencialmente de la distancia de separación, s, entre la punta y la
superficie de la muestra. Así pues, cuanto mayor es el valor de s menor es la corriente que fluye.
Si se desplaza la punta sobre la superficie manteniéndola sobre un mismo plano horizontal, la
punta barrerá las irregularidades superficiales situándose a diferentes distancias de las mismas,
lo que dará lugar a variaciones en el flujo de corriente túnel, las cuales pueden ser registradas, y
los registros obtenidos suministran una imagen de la topografía de la superficie de la muestra.
En la Figura 3.1 se muestra un diagrama de niveles de energía para una punta próxima a una
superficie conductora elaborada con el mismo material que la punta (por lo que los valores del
trabajo de extracción electrónico son los mismos en ambas). La línea ondulada representa una
función de onda de un electrón que ocupa el nivel de energía más elevado (el nivel de Fermi,
EF) de la muestra. Si la barrera de energía potencial en la superficie tuviese un valor infinito, la
amplitud de la onda electrónica sería nula más allá de la superficie de la muestra, lo que
coincidiría con el comportamiento clásico del electrón, según el cual el electrón no podría
escaparse del sólido. En el caso de una altura de barrera finita, como la que existe en un metal
real, la función de onda es capaz de atravesar la superficie del metal, lo que da lugar a que exista
una densidad electrónica más allá de la misma, la cual decrece rápidamente hasta hacerse nula a
distancias de unos pocos nanómetros de la superficie. Si se coloca otro metal (la punta) a una
distancia de unos pocos nanómetros de la superficie de la muestra existirá una probabilidad
finita de que un electrón sea capaz de “tunelear” desde la muestra a la punta, la cual, al
encontrarse a un potencial positivo con respecto a la muestra, “ofrece” niveles electrónicos
libres de menor energía a los electrones que saltan. El potencial más positivo hace que se
produzca un desplazamiento de los niveles de energía electrónicos de la punta hacia menores
valores de la energía potencial, lo que facilita el tuneleo, puesto que los electrones ocuparían en
su estado final niveles de menor energía, resultando de este modo estabilizados. Otra posibilidad
consiste en aplicar una diferencia de potencial entre punta y muestra con el polo positivo en la
muestra, en cuyo caso el flujo de electrones tuneleantes se produciría desde la punta hacia la
muestra.
Se puede demostrar que la corriente de tuneleo que se establece entre la muestra y la punta
viene dada por una ecuación como la siguiente:
El proceso de barrido con la punta puede ser llevado a cabo de dos modos diferentes. En el
barrido a altura constante la punta se desplaza a través del plano xy mientras se mantiene
constante el valor de z. Este tipo de barrido da lugar a que los cambios en la topografía de la
superficie se manifiesten como variaciones en la distancia s entre punta y muestra, lo que, de
acuerdo con la Ecuación 3.1, da lugar a las consiguientes modificaciones en la corriente túnel.
Por lo tanto, un registro de la corriente túnel obtenida por barrido en el plano xy dará una
imagen de la topografía superficial de la muestra, como puede apreciarse en la Figura 3.4.(a).
En el modo a corriente constante, que se representa en la Figura 3.4.(b), se fija el valor de la
distancia s entre punta y muestra, lo que, al realizar el barrido en el plano xy exige que varíe la
coordenada z, lo que equivale a una variación del voltaje del piezoeléctrico z. Una
representación del voltaje que actúa sobre el piezoeléctrico como función de cualquier punto
situado en el plano xy dará una imagen topográfica de la superficie. El modo a altura constante
es más eficaz cuando se trata de examinar superficies planas a escala atómica, ya que permite
barridos rápidos, dado que la punta no tiene que moverse de arriba abajo. En el caso del análisis
de superficies rugosas es preferible utilizar el modo de barrido a corriente constante, ya que, de
esta forma se evitan colisiones entre la punta y las protrusiones superficiales, que pueden dar
lugar al embotamiento de la punta, lo que impediría que las imágenes registradas alcanzaran una
resolución a escala atómica. Para obtener imágenes STM de alta resolución la punta tiene que
ser extremadamente afilada (con un tamaño del orden de Å) y su movimiento tiene que poder
ser controlado hasta las fracciones de Å. Por otra parte, es preciso evitar que sobre dicho
movimiento influyan los cambios térmicos y las vibraciones. Los piezoeléctricos que controlan
el movimiento tridimensional de la punta son de dimensiones tales que sus desplazamientos se
pueden controlar con una resolución mejor que 0.1 Å. Puede conseguirse que las vibraciones
influyan mínimamente diseñando de forma adecuada la cabeza del microscopio STM.
Normalmente se recurre al uso de un conjunto entre la punta y el piezoeléctrico suficientemente
pequeño para que su frecuencia resonante sea más elevada que las típicas para las vibraciones
de un edificio y, además, se montan la cabeza del microscopio y la muestra sobre un conjunto
de elastómeros que amortiguan las vibraciones. Para aproximar la punta a la muestra hasta una
distancia del orden de m se utiliza un microscopio óptico. Con todas estas precauciones, la
resolución que se alcanza con el método STM es del orden de 1 Å (si la punta alcanza ese
tamaño) en el plano de la superficie y menor que 0.1 Å perpendicularmente a la superficie. Las
corrientes de tuneleo que se alcanzan pueden variar entre 100 pA y 30 nA.
Con el fin de comprobar que la punta funciona adecuadamente y que el dispositivo STM es
estable suele utilizarse la imagen del plano basal que se obtiene a partir de una muestra de
grafito pirolítico altamente orientado (Highly Oriented Pyrolytic Graphite, HOPG). La imagen
de la superficie del plano basal del HOPG está formada por extensas áreas (del orden de 1000
1000 Å) superficiales libres de defectos, separadas por escalones atómicos de una altura menor
de 10 Å. La Figura 3.5 muestra un esquema de la estructura del grafito y del plano basal del
HOPG. En la imagen STM que se obtiene de una muestra de HOPG solo aparece la mitad de los
átomos de carbono que forman la superficie de la muestra, debido a la naturaleza de la capa de
átomos de carbono situada directamente bajo la superficie. La mitad de los átomos de carbono
de la superficie se encuentran situados sobre átomos de carbono que forman parte de la segunda
capa. Debido a ello la densidad electrónica de estos átomos está dirigida hacia abajo, por lo que
es menos capaz de solaparse con la punta que aquellos átomos de carbono superficiales que se
encuentran localizados sobre espacios interatómicos de la segunda capa. Cuando la medida se
lleva a cabo en condiciones de alta resolución se puede distinguir como están distribuidos los
átomos sobre la superficie y determinar el espaciado interatómico.
La punta del STM interacciona con los átomos de la superficie de la muestra, tanto debido a
que actúan fuerzas interatómicas como debido al campo eléctrico generado entre punta y
muestra. Estas interacciones pueden modificar la estructura del área barrida, sobre todo cuando
fluyen corrientes de tuneleo elevadas.
Figura 3.5. Estructura laminar del grafito pirolítico altamente orientado, HOPG, a la izquierda y del
plano basal de una muestra del mismo, a la derecha. El STM detecta la distancia que separa entre sí los
átomos oscurecidos, que, como se ve en ambas figuras, es de 2.46 Å (no la distancia interatómica
carbono-carbono, que es de 1.42 Å, como puede observarse también).
Figura 3.6. Otra imagen de la estructura laminar del grafito pirolítico altamente orientado, HOPG, (a) y
del plano basal de una muestra del mismo (b). En la parte (c) de la figura se muestran las posiciones A, B
y C.
Figura 3.8. Imagen de alta resolución obtenida con un microscopio STM de una muestra de Au (111) en
una disolución acuosa de ácido perclórico 0.1 M a un potencial E = 0.55 VSHE (positivo con respecto al
potencial de carga nula del Au (111)y T = 25 ºC en la que puede observarse la red hexagonal (11).
Las corrugaciones que se observan dependen de la distribución de la densidad electrónica a
través de la superficie y son mucho más pronunciadas en la muestra de HOPG, en la que la
densidad electrónica se encuentra menos deslocalizada que en la muestra de Au.
En la red hexagonal (11) del Au (111) que puede observarse en la Figura 3.8 la distancia
mínima entre átomos superficiales vecinos es d = 0.29 nm y la rugosidad apenas alcanza un
valor comprendido entre 0.01 y 0.02 nm. La red atómica hexagonal puede ser observada por
aplicación de diferencias de potencial entre la punta y la muestra variables entre 10 y 100 mV y
para valores de la corriente comprendidos entre 1 y 10 nA. En general, los valores de la
diferencia de potencial y de la corriente que son necesarios para alcanzar la resolución atómica
sobre la superficie de metales depende del grado de deslocalización en la densidad de los
estados electrónicos. La densidad electrónica sobre las superficies metálicas decrece
rápidamente al aumentar la distancia s entre punta y muestra.